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Al hablar de la dimensión valorativa observamos que las figuras de valor y el valor de las
creencias es algo importante.
Cuando se habla de las figuras de valor podemos pensar en la cualidad por la que una
persona o cosa es apreciada o bien considerada. Aquello que es puesto por encima de
ciertas cosas, adquiriendo así, un aprecio mayor por nuestra parte.
Por otra parte encontramos el valor de las creencias, donde se observa el valor de estas.
Puesto que le dan un valor adicional a la vida, un significado y sentido de ver el mundo.
Por ende cuando se pierde una creencia, se pierde una parte importante de la vida de la
persona.
Nuestra conducta es regida en gran medida por normas sociales, que imponen la forma
de actuar en la mayoría de las situaciones pero especialmente en la interacción grupal y
bipersonal. Ciertamente hay normas que reglamentan la conducta del individuo inclusive
en aspectos puramente privados como es el caso de las prescripciones higiénicas o
religiosas. Pero todas ellas llevan el sello de lo social lo que no impide que alguien pueda
inventar sus propias normas apenas para su administración particular.
a. Los valores son creaciones humanas; son las señales que el hombre Inscribe en la
superficie de las cosas como modo de jerarquizar y evaluar un campo vital
b. Aunque todos los valores lleven el sello humano, tienden a adquirir una cierta
autonomía con respecto a su Creador, terminado para imponerse en forma de
normas y dictámenes sociales. Estás es la llamada objetividad de los valores
c. El valor es el factor inherente a la estimativa; qué hacemos cuando preferimos o
escogemos, o simplemente cuando juzgamos el bien posible de ciertas realidades:
objetos, seres, conducta.
Valor del objeto no son las propiedades del mismo sino lo que realmente para nosotros
consideramos las cualidades que nos interesan.
Existen diferentes normas como las normas religiosas que imponen una cierta conducta
para los fieles como en la vida pública y Privada, el recato, el recogimiento, la humildad, la
transparencia de propósitos; son algunas de estas actitudes exigidas en los recintos de la
iglesia.
2. Postulados y principios
Para mantener en un alto rango de la jerarquía los valores se proponen dos principios:
En el segundo postulado es que hay una jerarquía de valores que nos permite establecer
una tipología de seres humanos según sea el predominio de determinado valor en la vida
de la persona.
Para lo que se postula una clasificación de los valores según una jerarquía piramidal:
Los valores hedónicos, pragmáticos y económicos y estéticos son los más comunes y son
los que exigen menos esfuerzos para su cumplimiento. Los valores políticos, éticos y
sociales configuran los relacionamientos personales. Los valores religiosos establecen las
relaciones de los hombres con los seres espirituales que rigen las leyes del universo y los
valores cognitivos se relacionan con el conocimiento.
El autor considera que los seis tipos no son suficientes para caracterizar toda la variedad
de tipos predominantes. Y propone un tipo más que el psicólogo no considera: El tipo
hedonista, este es el tipo de individuo que condiciona el sistema imperante el capitalismo
consumista. En un mundo donde las personas se distinguen en buena medida por lo que
tienen y poseen, y no por lo que son, se moviliza en un plano senso-perceptivo y mera
distracción banal, saber disfrutar de ello es casi siempre un indicio seguro de vitalidad y
buena disposición para la vida, obteniendo a si un tipo de humano que se parece al
hombre social de Spranger pero no coloca el amor como principio orientador pero es un
individuo ético
Bajo la influencia de factores emocionales es común que cometamos una serie de errores de
valorización; además de 2 factores comunes como la falta de autonomía con respecto al
juicio colectivo y otro es proveniente de una cierta arrogancia, que lleva al menosprecio de
las posiciones del prójimo.
Esto ocurre cuando valorizamos demás un objeto o persona, poniendolo en un lugar que no
corresponde, para posicionándolo en un lugar superior o más alto que el propio. Después de
que le damos ese lugar de privilegio y superioridad, la persona u objeto se vuelve un ídolo.
Esto es una práctica lamentable, que nos enseña una mentalidad simplista y primitiva. Es
por esto que existe una gran diferencia entre admirar e idolatrar
Esto ocurre cuando le damos mucho valor a los bienes materiales y sociales, viviendo
mucho en función de la atención y mantención de esos bienes. Es decir terminamos
viviendo y sirviéndole a dichas cosas. Siendo esta otra forma de esclavitud y de
servidumbre voluntaria. Ejemplo: apariencia, prestigio y un falso valor. Olvida la
precariedad ontológica del ser, inacabamiento e incompletada. Esto nos lleva a crear lazos
de dependencia y subordinación.
Casi siempre hay padrones preestablecidos que pautan el valor de las cosas, no es sensato
menospreciarlos, pero tampoco es inteligente acatarlos como criterios indiscutibles. El
creador debe tener el coraje de prescindir de esos padrones, inclusive esto puede ser visto
como arrogancia y hasta como tonta impiedad, sobre todo por parte de los que se benefician
con el orden vigente.
Hay gente que inclusive llega a fanfarronear por la lamentable práctica de juzgar por la
primera impresión que le produce una persona (“no me gusto su cara”). Debemos ser
cautelosos para juzgar a nuestros semejantes, sobre todo en los aspectos negativos.