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POESÍA CHINA

La poesía es el corazón en movimiento.

Yuan Mei
LU KI
(261 – 303)

LA LUNA SE RENUEVA

El hombre vive sólo un instante.


La luna se renueva.
¿Qué debemos hacer para conservar la plenitud
de la vida?
La luna se renueva.
El Bien y el Mal me siguen confundiendo.
Dentro de cien años, ¿Quién de nosotros estará?
Es triste ver cómo los ríos huyen.
El presente se escapa, no podemos seguirlo.
La luna se renueva.
No sirven de socorro ni la virtud ni el renombre.
Eran perfectos los sabios de otros tiempos;
por todos lados se extendía su fama.
¿En dónde están y dónde conservan su nombre?
La luna se renueva.
Es difícil establecer el mérito.
En toda empresa grande, es tan común errar…
¿Cómo saberlo si nada sobrevive?

Lleno de pena el sabio suspira;


sólo puede suspirar profundamente.
ADIOS ETERNO

No hay camino de vuelta:


se fue, y no va a volver nunca.

Cuantos más años pasen,


el muerto estará más lejos,
cada vez más lejos, más.

No hay ningún camino.


¿Dónde ir a buscarlo?

Los árboles del patio


se deshojan.
La maleza sobre la tumba
cada día más áspera,
más áspera.
FU HUIAN
(Siglo IV)

PIENSO CÓMO ERA ANTES

Antes tú y yo estábamos
estrechamente unidos,
como un cuerpo y su sombra.

Ahora que ya eres mía,


eres como una nube
que huye después de la tormenta.

Antes tú y yo éramos
como el canto y su eco,
entrelazados en uno.

Ahora que ya eres mía,


eres como las hojas muertas
que se caen de las ramas.
T´AO YUAN-MING
(365-427)

SUPLICANDO COMIDA

Tengo hambre y salgo.


No sé dónde voy a ir.
Camino y camino por este pueblo.
Llamo a una puerta y cuento mi necesidad.

El dueño de casa no puede rehusar mi pedido;


me va a dar de comer.
No he llamado en vano.

Hablando hasta tarde


se ha acostado el sol mientras
yo vacío mi copa en cuanto me la llenan.

Reconfortado, me siento otra vez alegre;


hablo alto, recito poesías.

Para pagar tan gran bondad


me entristece no tener talento.
Mi corazón desbordando de gratitud,
no sabe cómo agradecer.

Cuando muera, gracias le dará mi alma.


MUDANZA DE CASA

Hubo un tiempo
en el que quise
vivir en una villa del Sur,
pero no porque me guiaran predicciones;
había escuchado que
muchos hombres simples vivían allí.
Con ellos estaría contento de pasar
mis mañanas y noches.

Durante muchos años ese fue mi deseo,


y hoy voy a realizar mi tarea.

Una cabaña tan pobre no necesita ser espaciosa;


todo lo que quiero es una cama y un colchón.

Con frecuencia mis vecinos vendrán a verme,


discutiremos vociferando acerca de
La antigüedad,
disfrutaremos leyendo escritos raros,
y aclararemos juntos todas las interpretaciones
dudosas.
VIVIENDO EN EL CAMPO

Al pie de la montaña del Sur cosecho porotos.

Los yuyos enredan;


los brotes de poroto son débiles.

Me levanto temprano y remuevo la tierra en el


descampado;
Bajo la luz de la luna retorno con la azada al
hombro.

El sendero entre los surcos es tan estrecho,


los pastos tan altos, que mi ropa se humedece
con el rocío.

¿Por qué debería preocuparme porque mi ropa


esté mojada?

Sólo espero poder ser un ermitaño.


EBRIO Y SOBRIO

Un huésped reside en mí.


Nuestros intereses no son completamente
los mismos.

Uno de nosotros siempre está borracho;


el otro está siempre lúcido.
Sobrio y ebrio
nos reímos el uno del otro, y no comprendemos
el mundo del otro.

-Propiedades y convenciones,
qué tontería seguirlas seriamente:
Sé orgulloso, no estés involucrado;
recién entonces te acercarás a la sabiduría.

-Escucha tú, viejo borracho:


cuando el día muere,
enciende una vela.
HE ZHI-ZHANG
(659 – 744)

REGRESO A MI CIUDAD NATAL

Dejé mi casa siendo un niño;


hoy vuelvo cargado de años.

Mi acento local no ha cambiado,


pero apenas me quedan unas pocas canas.

Los chicos me miran intrigados.

Sonrientes me preguntan:
-¿De dónde viene usted, forastero?
WANG TSU-HUAN
(688 - 742)

AL SUR

Al sur los combates,


al norte, la muerte.

Los que caigan en el campo,


privados de sepultura,
serán presa de los cuervos.

Díganle a los negros cuervos:


¡No se coman a los héroes!

Al que matan en el campo,


privado de sepultura,
tiene los huesos podridos.

Triste es el murmullo del agua;


lúgubre el balanceo de los juncos.

Nosotros combatimos heroicos


sobre los excitados corceles,
y cuando caemos,
los caballos yerran a la ventura,
relinchando.
EL TÉ

En el instante que llevas la taza a los labios,


cierra los ojos:
¡Te hallas en el Paraíso!
WANG WEI
(701-761)

POEMA

Últimamente comprendí el significado de la


tranquilidad.

Día tras día me mantuve apartado de la multitud.


Limpié mi cabaña y la preparé para la visita de un
monje que vendría desde las montañas lejanas.

Vino bajando desde los picos ocultos por las nubes


para visitarme en mi hogar.

Sentados en el pasto compartimos la resina del


pino;
quemando incienso leímos los sutras del Tao.

Al terminar el día encendimos nuestra lámpara.


Las campanas del templo anunciaban el comienzo
de la noche.

Repentinamente advertí que la tranquilidad es


realmente Felicidad, y sentí que mi vida tiene
abundante ocio.
NOSTALGIAS

Tú que vienes de mi país natal


debes saber muchas cosas.

Cuando partiste,
¿el ciruelo había florecido
delante de mi ventana?
LI PO
(701 – 762)

LOS CUERVOS GRAZNAN POR LA TARDE

Doradas nubes bañan la muralla.


Los negros cuervos graznan sobre sus nidos;
nidos en los que quisieran descansar.

En tanto, la joven esposa suspira, sola y triste.

Sus manos abandonan el telar.

Sus ojos están fijos en la azul cortina del cielo.


Cortina que parece separarla del mundo;
como la leve niebla que oscurece el río.

Está sola; el esposo viaja por países lejanos.


Todas las noches está sola en su alcoba.

La soledad le oprime el corazón,


y sus lágrimas, como fina lluvia,
caen sobre la tierra.
UN DIA DE VERANO EN LA MONTAÑA

Agito suavemente
un abanico de plumas blancas,
sentado,
camisa abierta,
entre hojas verdes.

Me saco el sombrero y
lo dejo colgando
del pico de una roca.

Desde los sauces


la brisa se desliza
sobre mi cabeza desnuda.
ANTE LA MONTAÑA CHING-T´ING

Los pájaros se pierden en la altura. Una


nube solitaria se aleja despacio. Solos y
frente a frente, la montaña y yo. No nos
cansamos de mirarnos.
EL TEMPLO DE LA CIMA

Paso la noche en el Templo de la Cima.


Alzo la mano y alcanzo las estrellas,
pero no me atrevo a levantar la voz.
Temo que se despierte el cielo.
MIENTRAS BEBO, SOLO, A LA LUZ DE LA LUNA

Un vaso de vino entre las flores;


bebo solo, sin amigo que me acompañe.

Levanto el vaso e invito a la luna;


con ella y mi sombra seremos tres.
Pero la luna no acostumbra beber vino,
y mi sombra perezosa sólo sabe seguirme.

¡Festejemos con mi amiga luna y


mi sombra esclava mientras aún es primavera!

En las canciones que entono


vibran rayos lunares;
en la danza que ensayo
mi sombra se aferra y deshace.

Los tres juntos, antes de beber, reíamos;


ahora, ebrios, cada cual va por su lado.

Así estoy ligado a mis amigos inanimados


con los que me cito en la Vía Láctea.
DIÁLOGOS

¿Por qué vivo en las montañas?


Sonrío callando, con el corazón sereno.

La flor del duraznero, el agua silenciosa;


me llevan a otro mundo que
no es el de los hombres.

Bajo otro cielo vivo, en otra tierra.


DIÁLOGOS II

¿Cuánto podrá durar para nosotros


el disfrute del oro,
la posesión del jade?
Cien años como mucho;
éste es el término de la esperanza máxima.

Vivir y morir luego;


he aquí la única seguridad del hombre.

Escuchen allá;
lejos,
bajo los rayos de la luna:
Un mono,
acurrucado y sólo
llorando sobre una tumba.

Ahora llenen mi copa;


es el momento de vaciarla de un trago.
EL VINO

Si al cielo no le gustase el vino,


no habría en el cielo la estrella del vino.
Si a la tierra no le gustase el vino,
no habría en la tierra fuentes de vino.
Puesto que al cielo y a la tierra les gusta el vino,
amarlo no debe avergonzarnos.

Se dice que la ingenuidad iguala al conocimiento;


se dice que son iguales el sabio y el vulgar.
¿Para qué buscar entonces espíritus inmortales?

Después de tres copas atravieso el Gran Tao;


después de una jarra, el universo y yo somos uno.
Pero ¡Ay!, la perfección que alcanzamos ebrios
desaparece al despertar.
TU FU
(712 – 770)

CANCIÓN

En cuanto a Li Po, denle un vaso


de vino y les escribirá cien poemas.
Cabecea en una taberna
de la ciudad de Ch´ang an.
Aunque el Emperador lo llama,
no quiere bajar de la barca imperial.
-Por favor, ¡Majestad! –dice,
yo soy el rey del vino.
SORDERA

Mis ojos hace tiempo se niegan a ver claro.


Desde el último mes, mis oídos son sordos.

Terminados los gritos de los monos de otoño,


concluido el concierto del pájaro en la tarde,
cuando las hojas caen cubriendo la montaña,
¿En dónde estará el viento otoñal?, pregunto.
HAN YU
(768 – 824)

CANCIÓN

No eches a las moscas de la mañana;


perdona a los mosquitos de la tarde.
Si te rodean,
es fácil defenderte.

¡Su vida es tan efímera!

Que tengan su parte de existencia;


el viento de la luna nueva
los barrera sin dejar rastro.
PO CHU-I
(772 – 846)

EL BAMBÚ EN LA VENTANA DE LI TS´E YUN

No lo cortes para hacer una flauta;


no lo cortes para hacer una caña de pescar.
Cuando sus hojas y flores estén marchitas,
aún será hermoso bajo los copos de nieve.
VEJEZ

Tú y yo envejecemos juntos;
veamos un poco: ¿Cómo es esta vejez?

Los turbios ojos se cierran antes


de que sea de noche;
la perezosa cabeza está despeinada a
mediodía.
Apoyados en bastones,
damos a ratos un paseíto,
o estamos sentados todo el día,
con las puertas cerradas.

No osamos mirarnos la cara


en un espejo limpio;
no podemos leer los libros con letras
pequeñas.
Cada vez más hondo
es el cariño de los viejos amigos;
cada vez más raro nuestro trato con los
jóvenes.

Queda una cosa:


el placer de las charlas es mayor que nunca
cuando nos encontramos los dos.
EL ESPEJO

Ella se fue dejando un espejo en su cofre.

Desde que no refleja más su cara delicada,


parece agua otoñal; agua sin lotos.

En todo el año no abrí el cofre;


el polvo cubrió el bronce del espejo.

Hoy lo limpié para mirar mi cara cansada.

Al dejarlo mi pena había crecido.

El espejo en su dorso tiene


dos dragones
entrelazados.
EL ESPEJO Y LA COPA

Quiero cambiar el espejo de bronce del cofre


por una copa de oro y jade blanco.

No podré escapar de la vejez que aparecerá en el


espejo,
pero mi pena se disipará ante la copa.
UNA SUGERENCIA DE MI AMIGO LIU

Hay un brillo verde en la botella antigua,


hay un agitarse rojo en la estufa tranquila,
hay un sentimiento frío en la nieve afuera,
¿Qué tal un poco de vino adentro?
POEMA FRENTE AL VINO

¿Por qué pelear arriba


de los cuernos de un caracol?

Este cuerpo dura


lo que una chispa al chocar dos piedras.

Debe continuar la alegría


sin que importen riqueza o pobreza.

Es tonta la gente que no abre su boca para reír.


ZHANG JI
(766 - 830)

CANTO DE LA MUJER VIRTUOSA

Sabiendo que tengo marido,


me ofreciste dos perlas brillantes.
Tuve piedad de tu emoción
y las usé en mi túnica roja de seda.

Los altos pabellones de mi casa


están detrás de los jardines imperiales.
Mi marido es oficial de los palacios.

Sé que tus intenciones han sido


puras como la Luna y el Sol,
pero yo sigo fiel a mi juramento que
me ata en la vida y en la muerte.

Te devuelvo tus perlas brillantes:


caen dos lágrimas.

¿Por qué no te conocí antes de estar casada?


LIU ZONGYUANG
(773 – 819)

NIEVE SOBRE EL RIO

Cientos de montañas y ni un sólo pájaro.


Miles de caminos y ni una huella.
En una barca solitaria y
abrigado por una capa de bambú,
un viejo pesca en el río helado.
WANG YU-CH´ENG
(954 - 1001)

ES EL HAMBRE…

Es el hambre;
los alimentos faltan.
Ningún humo corona las chimeneas.

Pasa un tropel de mendigos por el camino.


Una familia.
Un viejo con su mujer enferma.
Tres niños guiados por un hombre que llora
los siguen.

¡Una bolsa de grano por toda provisión y


cien moneditas para el camino!

Salieron de Chang´an el año último.


Los empujaba el hambre.
Murió la madre de los niños y
la enterraron en campos extranjeros.

Buscan ahora volver al jardín donde vivían;


pálidos, flacos, ya sin fuerzas ni apoyo.

Tengo miedo de que un día sus cadáveres


queden en algún valle cubiertos por la nieve.
SU TONG PO
(1037 – 1101)

AUNQUE FUERAN PERLAS

Aunque fueran perlas las que cayeran del cielo,


los que tienen frío no podrían hacerse
un traje.

Aunque fuera jade lo que cayera del cielo,


los que tienen hambre no podrían hacerse
una comida.
A WANG FU

Diez años pasaron;


los muertos se siguen alejando.
No hago nada para recordar
pero tampoco puedo olvidarte.

Tu tumba solitaria está tan lejos…


en ningún lugar puedo confesar mi dolor.

Aunque nos encontremos,


¿Cómo vas a reconocerme,
con mi cara llena de polvo,
mi pelo como la nieve?

En la oscuridad de la noche, un sueño:


De repente me encuentro en casa.
Estás junto a la ventana peinándote.
Te miro pero no puedo hablar;
tu cara esta cruzada por un llanto inconsolable.

Año tras año estas cosas me rompen el corazón.


¿Estas noches iluminadas por la luna?
¿Aquélla tumba bajo un pino?
WANG LING
(? – 1069)

LOS MUERTOS

Los muertos están muertos.


Esto es irrevocable e
inútil lamentarlo, pero
los vivos no cesan
de suspirar pensando en ellos.
Así lloraron sobre esta tierra
y seguirán llorando.

Rota, la cuerda vibra interminable.


El canto doloroso de los vivos se repite
eternamente.

Son los ojos de los hombres los que lloran,


pero las lágrimas suben del corazón.

Las detenemos un instante,


conteniéndonos,
pero jamás podremos ahogar el río
que llevamos dentro.
AMOR

Descorro mis cortinas para que las golondrinas


entren.
Agujereo el papel de mi ventana para que salgan
las pobres moscas.
Amo a los ratones. Siempre les tiro algunos granos
de arroz.
Por piedad a las mariposas nocturnas no enciendo
mi lámpara.
ÚLTIMO DÍA DEL AÑO

Cuando está a punto de terminarse el año,


se parece a una serpiente
que se arrastra por el valle.
La vemos, y ya a medias ha desaparecido;
huye, y el pensamiento no puede seguirla.

Los niños, desvelados, no se duermen;


gritan y chillan la noche entera.
Cantan los gallos para anunciar la aurora,
los veladores no se atreven a golpear sus
tambores,
nadie se acuesta,
se vacían las lámparas,
la gente va a mirar las estrellas que declinan.

El año próximo durará todo un año;


el corazón temerá fracasos, errores…

Voy a esforzarme por concluir bien esta noche;


soy joven, puedo sentirme seguro.
LI QING ZHAO, poetisa
(1081 – 1140)

PRIMAVERA EN WULING

El viento se detiene;
caen las flores perfumando el suelo.

Llega la noche;
descuido mi peinado.

Sus cosas quedan, pero él no está;


todo ha terminado.
Cuando quiero hablar,
mis lágrimas se adelantan a mis palabras.

Dicen que en los Dos Ríos aún es primavera.

Con gusto pasearía en una canoa;


pero la canoa de los Dos Ríos,
¿Podrá soportar el peso de mi pena?
JUNTANDO MORAS

Bajo mi ventana he plantado un bananero


cuya sombra cubre el patio,
cuya sombra cubre el patio.

A veces cerradas, a veces abiertas,


sus hojas evocan las emociones de un corazón.

Es desoladora la lluvia que cae hace tres días.


Cae gota a gota, tristemente,
cae gota a gota, tristemente.

Dolida de ausencias,
no me atrevo a levantarme a escucharla.
CANTO LÁNGUIDO

Busco y busco, sola,


siempre sola, triste,
siempre triste.

La estación templada a veces,


a ratos fría,
es la más difícil de soportar.
Dos o tres copas de vino suave no bastan
para enfrentar el agrio viento de la noche.

Pasan las ocas salvajes, hiriendo mi corazón;


hace largo tiempo que las veo pasar.

Cubren el suelo los crisantemos deshojados,


¿Quién los recogerá?

Sola, detrás de mis ventanas,


el día me parece interminable.

La fina lluvia cae sobre las hojas del plátano;


cae gota a gota en el crepúsculo.

¿Es que todo esto puede estar contenido en


la palabra “pena”?
WANG YANG MING
(1472 – 1529)

EL VECINO

Bajo el precipicio vive un viejo ermitaño;


pino y bambú rodean su vivienda.
Cantan pájaros al amanecer,
y por la noche se oye el rugido amigable
de un tigre que habita en el risco.
TING YU
(Siglo XVIII)

MI CASA

Árbol, piedra, viento, flor,


son mis cuatro vecinos.

Nadie cruza mi puerta


y mi calle está sola.

Hoy vuelven las golondrinas


del año anterior.

No creo más que en su amistad.


WU KIENG
(Siglo XIX)

EL LOCO

Con desmesurados ademanes


se alejó en medio de la noche.

Parecía que andaba recogiendo estrellas.


TORMENTA

Maldije a la lluvia
que azota mi techo
y me impide dormir.
Maldije a los vientos
que roban las flores
que hay en mi jardín.

Mas cuando llegaste,


alabé a la lluvia
cuando te quitaste
tus prendas mojadas.
Mas cuando llegaste
alabé a los vientos
que al soplar dejaron
apagada la luz.
ANÓNIMOS

DEL LIBRO DE LAS ODAS

Yo te ruego Yung Tsé, no te acerques al pueblo,


no te abras camino entre los sauces que he plantado.
No es que me importen los sauces;
sólo temo a mi padre y a mi madre.
Te amo, Yung Tsé, profundamente,
pero temo, realmente temo a mi padre y a mi madre.

Yo te ruego Yung Tsé, no saltes mi muro,


no te abras camino entre las moras que he plantado.
No es que me importen las moras;
sólo temo a mis hermanos.
Te amo, Yung Tsé, profundamente,
pero temo, realmente temo a todos mis hermanos.

Yo te ruego, Yung Tsé, no entres por mi jardín,


no te abras paso a través del sándalo que he
plantado.
No es que me importe el sándalo;
sólo temo a la gente que habla.
Te amo, Yung Tsé, profundamente,
pero temo, realmente temo lo que la gente dirá.
LOS DOS RÍOS

Si tú me quieres aún,
mi falda levantaré,
para atravesar el Chen.
Si ya no piensas en mí,
otros jóvenes habrá,
¡Muchacho ligero e inconstante!

Si tú me quieres aún,
mi falda levantaré,
para atravesar el Wei.
Si ya no piensas en mí,
otros mancebos habrá,
¡Muchacho ligero e inconstante!
CANCIÓN

El perro ladra en la puerta;


es mi amado que vuelve.

Descalza, desciendo la escalera.


Lo encuentro borracho y lo ayudo a entrar.

No quiere sacarse la ropa;


lo dejo tranquilo con su ebriedad.

Aunque sea esto es mejor que dormir sola.


AGUA

Ayer me acerqué al río Yang-T'se.


Seducido por la transparencia de sus aguas
quise atraparlas entre mis manos,
pero me fue imposible.

Hoy, admirando tu belleza,


quise aprisionarla con mi cariño,
pero se me fue,
fugitiva,
como el agua.
CANCIÓN DE LA DINASTÍA HAN

Tenía quince años cuando


deje mi casa para ser soldado.
Licenciado e inútil,
de vuelta en mi ciudad, pregunté:
-¿Quién vive ahora en mi antigua casa?
Entonces señalaron con el dedo, riendo:
-Mira, allá está tu lugar,
es ese claro rodeado de pinos y cipreses.
¡Qué desierto está todo!
¡Los conejos corren
de madriguera en madriguera,
los faisanes silban en el alero del tejado,
crecen en el patio plantas salvajes
y hay maleza en el pozo!
Y entonces llegué a ver
cómo era mi casa,
y herví un puñado de grano
y me asomé a la puerta
y miré hacia el Este, preguntándome:
¿A quién podría yo llamar ahora para comer
conmigo?
Y pronto mis lágrimas comenzaron a caer,
manchando mi traje.
RÁPIDO SE SECÓ...

El rocío se secó rápido, aunque volverá


mañana.

Sólo el que cae en la tumba no vuelve.


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