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GENINI, Guillermo F.

, La Relación de Diego Ronquillo y su vínculo con la historia de la fundación de San


Juan de la Frontera, en Publicaciones 29 (Nueva Serie). IIAyM-UNSJ, San Juan, 2012.

LA RELACIÓN DE DIEGO RONQUILLO Y SU VÍNCULO CON LA


HISTORIA DE LA FUNDACIÓN DE SAN JUAN DE LA FRONTERA
1
Guillermo F. GENINI

Introducción

Generalmente el éxito de una obra histórica depende tanto del valor intrínseco de la
misma como de la influencia ejercida en otros historiadores. Así, una obra puede ser
considerada clásica por sus aportes y ampliar en el tiempo su autoridad. Sin embargo,
también es necesario ejercer razonablemente la crítica sobre esas obras, en búsqueda
del avance del conocimiento histórico, especialmente en el ámbito historiográfico local.

El objetivo de este trabajo no es realizar un estudio especulativo sobre la crítica, por lo


que el tratamiento teórico sobre la temática se ha reducido a lo indispensable. Nuestra
intención es situar críticamente un documento en particular, la Relación de Diego
Ronquillo, en un contexto histórico adecuado y así valorar su aporte al conocimiento de
la ocupación y colonización del territorio de la actual provincia de San Juan,
especialmente referida a la fundación de la ciudad de San Juan de la Frontera en 1562.

Dentro del escenario historiográfico local es conocida la afirmación del historiador


sanjuanino Horacio Videla que atribuye a la Relación de Ronquillo el mérito de ser la
primera fuente que relata los hechos referidos a la expedición a Cuyo de Juan Jufré en
1561-1562 y que, según sus propias palabras, representó la base de “toda la historia”
posterior que se escribió al respecto.

Es por ello que pretendemos situar el origen de esta Relación, realizar su análisis
crítico en comparación con otras fuentes y verificar la validez de su aporte. Con esto
pretendemos contribuir al avance de un conocimiento histórico sólido y fundamentado.

Los historiadores y la crítica histórica

La labor del historiador sin duda incluye la revisión como uno de sus más importantes
instrumentos de avance en el conocimiento, al igual que la rigurosidad y la crítica. Los
aportes de historiadores anteriores deben ser sometidos a una natural y periódica
revisión y crítica como parte básica de la labor del historiador como han señalado
muchos y conocidos teóricos como Federico Suárez, Oscar Handlin y Julio Aróstegui,
entre otros.

En el caso de las obras y autores considerados como autoridades esta labor adquiere
una significación especial pues, mas allá de la necesidad de debatir una afirmación
determinada, se pone en duda una cadena de aseveraciones que se asientan en un
criterio aceptado por los historiadores posteriores. Esta es la virtud y también la

1
Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo “Prof. Mariano Gambier” (FFHA, UNSJ).
Publicado originalmente en: MICHIELI, Teresa (Comp.), Huarpes, españoles y jesuitas en Cuyo
(siglos XVI a XVIII) Publicaciones 29 (Nueva Serie). IIAyM-UNSJ, San Juan, 2012.

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Juan de la Frontera, en Publicaciones 29 (Nueva Serie). IIAyM-UNSJ, San Juan, 2012.

debilidad de la autoridad. Sin embargo, cuando se investiga algún aspecto de lo


afirmado por una autoridad y se percata de alguna discrepancia, es necesario proceder
con rigurosidad tratando de ser lo más exhaustivo posible a fin de lograr un avance real
en el conocimiento del devenir histórico.

Una de las características más importantes del conocimiento científico en general y del
histórico en particular, remite a su condición de transitorio puesto que supone la
práctica de la crítica y la revisión periódica por parte de la comunidad de los
historiadores contemporáneos y posteriores. Al compartir su aporte en forma escrita,
con un determinado estilo y metodología, cada historiador queda expuesto a que los
demás critiquen y valoren su obra en una práctica propia de toda disciplina que aspire a
ser considerada científica. Así, cada contribución general o específica será considerada
de valor o no por los demás historiadores, quienes analizarán y evaluarán el conjunto
de elementos aportados por la investigación.

A su vez, cada aporte representa un esfuerzo que modifica el conocimiento existente,


reinterpreta antiguas posiciones e incorpora al debate nuevas temáticas. Esta no es
una situación desconocida para los historiadores, pues sin duda quien acomete una
investigación tiene en cuenta muy claramente que si pretende que su trabajo sea
considerado científico deberá ser sometido a una serie de controles y críticas, primero
en el ámbito propio de la producción (universidad, centro de investigación) y luego
expuesto al juicio de la comunicad de los historiadores, editores y evaluadores,
principalmente ante los especialistas del tema o temas cercanos.

Sin embargo, la base sobre la cual ha de asentarse todo trabajo de crítica histórica
refiere a evitar el abuso en los procedimientos y metodologías que permite la correcta
evaluación de un trabajo, en especial sobre los datos y fuentes seleccionados. La
correcta utilización y citado de las fuentes y los documentos son un instrumento
indispensable para juzgar la validez de las afirmaciones que sobre ellos se asientan.
Ningún historiador está exceptuado de errores, pero como sostiene Marcelo Montserrat
cuando convoca a la revisión crítica de la historiografía argentina, no es lo mismo error
que abuso, ausencia que invención, olvido que falacia, cuando no una abierta
preeminencia del discurso ideológico sobre el propiamente histórico (MONTSERRAT, Uso
de la memoria, pág. 23-37).

Si bien en relación con un ámbito alejado de nuestra realidad, como el académico


estadounidense, la afirmación del historiador Oscar Handlin posee absoluta validez:
“No puede haber ninguna discusión a nivel científico respecto de ninguna materia si no
hay un acuerdo, total e incondicional, sobre las características ineluctables y
obligatorias de los datos” (HANDLIN, La verdad en la historia, pág. 31). Por ello asegura
que es necesario mantener las normas profesionales, la calidad de la documentación y
la capacidad crítica, evitando la descomposición de la disciplina.

El mismo autor sostiene que la crítica histórica es indispensable para evitar el


aislamiento, puesto que las observaciones externas garantizan la confianza y la
vitalidad de la disciplina. Sin ellas los aportes de cualquier historiador frente a la
comunidad “o se hunde en la veneración melancólica de unos cuantos libros viejos y
respetados, o repite, una generación tras otra los errores de sus predecesores,
iniciando cada día las vueltas de la noria y confundiendo la energía desperdiciada con
la distancia que se haya adelantado” (HANDLIN, pág. 115).

Handlin considera que en gran medida una crítica suficiente que asegure el valor de un
libro es “la exactitud de los detalles”, para lo cual se debería rastrear el origen, por
ejemplo, de una cita mas allá de las fuentes de segundo o tercer orden hasta alcanzar
el lugar donde se extrajo la cita y comprobar su exactitud. De esta manera se podrá
relacionar el valor de una afirmación con la selección y ordenación de los datos
2
históricos que constituyen la comprobación de la misma , lo cual no significa la

2
ARÓSTEGUI, La investigación histórica, pág. 42-46. Este autor destaca que la Historia, en su
relación con las Ciencias Sociales, busca generar conocimiento mediante la construcción de

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afirmación de una verdad absoluta, sino “vigorosas insinuaciones de la verdad” . La
validez de una conclusión está basada, pues, en el examen cuidadoso de las pruebas
que permiten reconstruir algún hecho o proceso del pasado.

Por su parte la valoración de las pruebas presentan problemáticas más complejas


puesto que el historiador deberá no sólo comprobar la autenticidad de la fuente sino su
intencionalidad, distinguiendo el documento que se realizó para informar del preparado
para engañar. En todo caso se reitera la importancia de la crítica como base del avance
en el conocimiento. Únicamente los comentarios externos, sobre todo de los miembros
de la comunidad científica o de los especialistas en la temática, permiten estimar la
precisión de las afirmaciones distinguiendo los “libros malos” de los buenos. La
diferencia la hace la crítica pues de otro modo los primeros circularán plácidamente
ante la ausencia del juicio que se merecen y los segundos languidecerán inadvertidos
en el conjunto ignorándose su reconocimiento.

El historiador debe asumir la crítica como parte de su labor específica y para ello es
necesario que pondere no sólo el valor de una obra sino reconstruya la forma en que
fue realizada. Además de seguir los pasos del autor de la obra se tiene que tener en
cuenta la escuela y la época a la que pertenece pero sin duda la acción más compleja
es “la incomodidad de la crítica de los hechos”. Según Handlin toda crítica a las
afirmaciones, interpretaciones, mitos o paradigmas debe apoyarse en la crítica de los
hechos pues ninguna idea o afirmación histórica puede “sostenerse sobre pies de
barro” (HANDLIN, pág. 120).

El hecho de que la verdad haya sido descartada como un logro necesario que guíe la
acción de los historiadores no impide, como sostiene Matthew Restall, que “la
imposibilidad de alcanzar una objetividad absoluta no tiene que resultar tan
desalentadora”, pues advertir el papel que juega la subjetividad en la investigación
puede ayudarnos a comprender las explicaciones que sobre un hecho histórico se ha
construido (RESTALL, Los siete mitos de la conquista española, pág. 20).

En referencia a la temática de la conquista española de América, Restall afirma que


“nuestra comprensión de la conquista se ha vuelto mucho más compleja y sofisticada,
debido, entre otros factores, a la mayor accesibilidad de la fuentes de autoría española,
e indígena americana correspondiente al período colonial”.

El autor resalta que para lograr un avance en el estudio de la temática se debe


distinguir que hay de mítico y de real tanto en las fuentes como en las interpretaciones
que sobre esos documentos han realizado los historiadores. Para ello propone
yuxtaponer las distintas fuentes distinguiendo los datos falsos de los más exactos, pues
afirma que la conquista fue descripta e interpretada como un mito desde un comienzo
donde se mezclaban “las concepciones culturales, las tergiversaciones y los intereses
políticos”.

Es por ello que distingue dos formas de relatar lo que ocurrió. Una es considerar como
se relató el hecho como fruto de la época contemporánea a su acontecer. Otra es fruto
del trabajo del historiador en los archivos y bibliotecas cuando construye sus propias
interpretaciones con afán de objetividad. En esta segunda forma el tratamiento de las
fuentes es fundamental, pues si bien la pretensión de verdad absoluta es imposible, los
estudios históricos basados en abundante documentación y bien argumentados
permiten afirmar algo del pasado, logrando una mejor comprensión de la conquista
aunque las conclusiones históricas no son infalibles (RESTALL, pág. 22).

Finalmente, como sostiene Federico Suárez, no se trata de dudar indefectiblemente de


todo lo que afirma una fuente, sino de ejercer una crítica sensata cuando se percibe
alguna anomalía en ella o en su utilización. Esto genera primero la abstención de

datos fácticos y no sobre valores, por lo que necesita establecer mediante una demostración
verificable el camino y el resultado de sus afirmaciones.
3
HANDLIN, ver el Capítulo V, La crítica histórica.

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pronunciarse sobre determinado juicio en un sentido u otro. Posteriormente esta duda


origina preguntas sobre la veracidad de las afirmaciones “pues si el objeto de la
investigación es la realidad pretérita, es decir, lo realmente sucedido, todo dato falso lo
está apartando de su objetivo en la medida en que acepta como verdadero un dato que
no lo es” (SUÁREZ, La Historia y el método de investigación histórica, pág. 176).

Crítica de la fuente documental. Origen y utilización de la Relación de Diego


Ronquillo

Ya en la segunda mitad del siglo XIX el historiador chileno Diego Barros Arana llamó la
atención sobre la contradictoria conducta de los conquistadores españoles en América
con respecto a su apego a las fórmulas legales y sus acciones, muchas veces violentas
e ilegales, que respondían a distintos intereses. Así aparecieron con frecuencia una
serie de documentos legales que se preservaron en distintos archivos y que tenían por
finalidad la denuncia de actos, la justificación de los mismos o su defensa mediante
escritos, la mayoría de las veces aportando datos muy detallados. Entre estos
documentos puede citarse los procesamientos, las probanzas, los informes, además de
las cartas y las relaciones que si bien no tenían valor jurídico sirven para ilustrar el
contexto de las acciones de los conquistadores.

Con respecto a la naturaleza de los documentos escritos durante el período de la


conquista española, Restall señala que en su conjunto representa un nuevo discurso
histórico caracterizado por el traslado a América de los modelos ibéricos de informes a
la Corona con una doble intencionalidad: informar al monarca de los nuevos
descubrimientos y conquistas, y peticionar recompensas por ellos. Este sería el origen
de las probanzas de mérito que sin duda engrandecían los logros individuales de cada
conquistador para aumentar las posibilidades de obtener los favores reales.

Por su parte las crónicas y relaciones, algunas tan famosas como las cartas de relación
de Hernán Cortés o Pedro de Valdivia, tuvieron un origen similar o fueron inspiradas en
la cultura letrada de la época para dejar constancia justificatoria de los protagonistas de
los hechos a la posteridad y estuvieron destinadas a informar al Rey o algún
funcionario de alto rango. Ambos tipos de documentos, cuyas características no
llegaron a diferenciarse del todo, especialmente su objetivo justificatorio, sirvieron de
base para la construcción de las historias posteriores (RESTALL, pág. 38-41). Así, es
posible considerar en general a las relaciones pero cada una tuvo un contexto
específico de nacimiento y utilización que es necesario reconstruir.

Precisamente al introducir Barros Arana su estudio al Proceso de Valdivia aportó


algunos datos sobre el paleógrafo que publicó originalmente la Relación de Diego
Ronquillo que nos ocupa en este momento, pues se refiere a su vinculación personal
con el experto español en textos antiguos Pascual de Gayangos. En la introducción a
su obra menciona cómo tuvo acceso a cierto tipo de documentación depositada en un
archivo familiar gracias a la gestión de Gayangos:

“En esta introducción vamos a dar a conocer este proceso del


conquistador de Chile, presentando a nuestros lectores hechos
enteramente desconocidos de todos los historiadores. Para ello
contamos: 1º con el expediente seguido en Lima por el licenciado La
Gasca, pacificador del Perú, del cual se nos permitió sacar una copia
completa en Madrid el año de 1859; i 2º de la correspondencia del
mismo La Gasca, que forma un conjunto de documentos del mas alto
interés. Haré notar aquí que esta colección, formada en su mayor
parte de cartas dirigidas al rey o al consejo de Indias, no se
encuentra, como debería creerse, en el archivo de Indias depositado
en Sevilla; i que los papeles que consulté eran los borradores del
mismo La Gasca, conservados religiosamente por sus descendientes,

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quienes me permitieron que sacara estas copias, mediante los


buenos oficios del eminente literato i bondadoso amigo don Pascual
de Gayangos. La circunstancia de no hallarse estos papeles en los
archivos públicos ha sido causa de que más prolijos historiadores que
se han ocupado en los dos últimos siglos de la conquista del Perú,
hayan ignorado su existencia. En ellos se encuentran preciosas
noticias, algunas de las cuales vamos a extractar en seguida.”
(BARROS ARANA, El proceso de Pedro de Valdivia, pág. 6-7).

Esta vinculación es muy importante porque el historiador sanjuanino Horacio Videla cita
a la Relación de Diego Ronquillo basándose en la obra Historia General de Chile de
Barros Arana quien a su vez cita a Gayangos.

Efectivamente, ya en 1956 apareció la primera referencia hacia la obra de Diego


Ronquillo en la obra de Horacio Videla Retablo sanjuanino donde al mencionar a los
fundadores de la ciudad sostiene sobre este compañero de Juan Jufré “el licenciado
Diego Ronquillo, hombre culto que escribiría una sumaria relación histórica del Reino
de Chile que comprende a la expedición cuyana”, aunque cuando señala a los
historiadores que dan noticias de las primeras épocas de San Juan no lo menciona
(VIDELA, Retablo Sanjuanino, pág. 39-42). Posteriormente al resaltar los aportes de
Barros Arana al conocimiento de la historia local afirmó sin dar mayores precisiones ni
referencia bibliográfica

“En su vasta y conocida obra, el segundo [Barros Arana], relata la


fundación, la ubicación de los templos y el número de los primitivos
encomenderos sobre la base de una sumaria relación dejada por
Diego Ronquillo, compañero de Jufré en andanzas por tierras de
huarpes." (VIDELA, Retablo Sanjuanino, pág. 39-42).

Pero fue en el tomo I de su Historia de San Juan publicada en 1962 donde el valor
fundacional de la “crónica” de Ronquillo hizo su aparición. Cuando trató la fundación de
Ciudad de la Resurrección (segunda fundación de Mendoza) en marzo de 1562
sostuvo que sus fuentes para esta interpretación fueron el acta de la fundación de la
Ciudad de la Resurrección o Mendoza, la obra de José Aníbal Verdaguer, Lecciones de
historia de Mendoza, lección III y la “crónica” de Diego Ronquillo, De las cosas que los
indios hicieron.

Esta última obra citada a pie de página es de suma trascendencia puesto que aparece
como una descripción realizada por un testigo letrado, oficial y directo de los hechos de
la expedición pobladora. Por ello consideramos de gran importancia transcribir el
momento en que Videla citó por primera vez a la obra de Ronquillo en el texto, aunque
el texto entre comillas citado carece de referencia. Esta circunstancia produce un efecto
que desde el punto de vista de la prueba historiográfica es considerable, pues, pese a
que no puede identificarse, el origen de la frase parece que efectivamente fue extraída
textualmente de la obra de Ronquillo:

“Una crónica o sumaria relación de Ronquillo, miembro de la


expedición pobladora cuyo relato sirvió de base a toda la historia
escrita con posterioridad, refiere pormenores de la fundación de aquella
ciudad de Mendoza, bautizada de la Resurrección. Juan Jufré „alzó con
sus manos un árbol gordo por royo y picota y árbol de la justicia’, para
que se ejecutase en él la justicia del Rey; trasladó al recinto de la
ciudad a los treinta soldados del fuerte erigido por Del Castillo, fundó
Cabildo e hizo labrar el acta de toda fundación, con abstracción
absoluta del intento del primero.” (VIDELA, Historia de San Juan, pág.
220-221).

La cita documental a pie de página completa los datos fundamentales sobre la “crónica”
de Ronquillo de la cual supuestamente se extrajo el fragmento citado entre comillas en

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el párrafo anterior. Se transcribe a continuación la referencia documental de la página


220 de la obra de Videla:

“29 Diego Ronquillo, De las cosas que los indios hicieron, crónica
publicada por Pascual Gayangos en Memorial Histórico Español, e
inserta en el Apéndice de la Historia de Chile, de Alonso de Góngora
Marmolejo”.

Más adelante se analizará la referencia que Videla hizo a Ronquillo y su “crónica” en


relación a la fundación de San Juan de la Frontera en junio de 1562. Pero el dato
fundamental ya está dado y es posible reconstruir la sucesión de acontecimientos
sobre su origen: Videla citó a Ronquillo basándose en la obra de Barros Arana, quien lo
tomó, y posiblemente lo publicó, del Memorial Histórico Español donde Gayangos daba
a conocer sus aportes como resultado de su trabajo paleográfico en distintos archivos
españoles.

Es interesante seguir esta sucesión para comprobar la fidelidad de la fuente. Pascual


Gayangos fue el filólogo y publicista español que dio a conocer en Madrid por primera
vez la Relación de Ronquillo en 1852 en el Memorial Histórico Español y fue Barros
Arana el que la conoció estando en España. Pocos años después, con Barros Arana ya
de regreso en Chile, se publicó la Relación de Diego Ronquillo en la Colección
Historiadores de Chile como documento anexo al Tomo II, aparecido en 1862, dedicado
principalmente a la Historia de Chile desde su descubrimiento hasta el año 1575 de
Alonso de Góngora Marmolejo. No podríamos precisar que rol jugó Barros Arana en la
publicación chilena de esta Relación, pero podemos afirmar que la conoció
4
previamente y la utilizó en su Historia General de Chile como veremos mas adelante .

El vínculo entre Barros Arana y Gayangos puede arrojar luz al respecto. Tras una
precoz formación en Santiago, el joven Barros Arana consideraba que los documentos
existentes en Chile no eran suficientes para escribir la historia nacional y que era
necesario acceder a los grandes reservorios documentales de Europa y en especial de
España que contenían gran parte de los escritos sobre el Chile colonial. Como sostiene
su biógrafo Sergio Villalobos:

“No era muy notable el conjunto de libros históricos guardados en la


Biblioteca Nacional ni los que podían encontrarse en bibliotecas
particulares. Pronto don Diego agotó su lectura e igualmente la
consulta de legajos de papeles y cajas que conservaban documentos
históricos en la Biblioteca y otros organismos oficiales que guardaban
la documentación del Cabildo de Santiago, la Real Audiencia, etc.,
fuentes útiles para el conocimiento del pasado desde la época
colonial. Había reunido también el testimonio de personajes de la
Independencia y el comienzo de la República, que había anotado en
largas entrevistas.
Faltaba investigar en las fuentes impresas y manuscritas de Europa,
que eran muy importantes, según mostraban las búsquedas
relativamente apresuradas de Claudio Gay, apenas vaciadas en su
Historia física y política. La oportunidad de hacerlo llegó sin pensarlo.”
(VILLALOBOS, Una vida y una obra, pág. XVI).

La oportunidad referida fue el forzoso exilio de Chile que vivió por ser opositor al
gobierno de Manuel Montt entre 1858 y 1861. Durante este período revisó archivos en
Buenos Aires, Inglaterra y Francia. Finalmente su labor más fructífera la realizó en
España entre 1859 y 1860 junto a Benjamín Vicuña Mackenna. Villalobos afirma
citando a Barros Arana:

4
Es probable que haya sido el mismo Barros Arana quien impulsó la inclusión de la Relación de
Ronquillo en el tomo II de la Colección de historiadores de Chile y documentos relativos a la
historia nacional a su regreso a Chile en 1861. Este es el mismo tomo donde aparece la Historia
de Chile de Pedro Córdoba y Figueroa.

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“Siguieron más tarde a España, cuyas bibliotecas y archivos tenían


tanta importancia para la época colonial. Barros Arana se enfrascó
largas horas en la Biblioteca Nacional, la Biblioteca del Palacio Real,
la de la Real Academia de la Historia y en el Depósito Historiográfico.
Pero fue en el Archivo General de Indias de Sevilla donde su labor
fue más intensa, pues allí se encontraba reunida la mayor parte de la
documentación oficial relativa a los antiguos dominios americanos y la
remitida desde éstos.
“Durante más de cuatro meses concurría a aquel establecimiento, sin
faltar un solo día, excepto los festivos, y todas las horas que
permanecía abierto, es decir desde las nueve de la mañana hasta la
una de la tarde. En ese tiempo reuní un número extraordinario de
notas y extractos tornados prolijamente por mi mismo, abreviando
expedientes y legajos más o menos interesantes, pero que no juzgué
necesario copiar por entero.” (VILLALOBOS, pág. XVII).

Más adelante al referirse a las fuentes documentales para su monumental Historia


General de Chile sostiene el propio Barros Arana

“La biblioteca de la Academia de la Historia de Madrid, posee una


preciosa sección de manuscritos, y entre ellos la mayor parte de la
importante colección de notas y documentos formada a fines del siglo
anterior por el laborioso historiógrafo don Juan Bautista Muñoz. En la
Biblioteca Nacional de Madrid y en las colecciones de algunos
particulares, me proporcionó copias de numerosas relaciones y de
varias crónicas, dos de ellas en verso, que eran absolutamente
desconocidas en nuestro país. En España y en otros países de
Europa pude también completar mis colecciones de libros impresos
sobre la historia y la geografía de América. En ellas he logrado reunir,
después de más de treinta años de afanosas diligencias, casi todos
los libros y opúsculos que directa o indirectamente se refieren a la
historia de Chile.”(BARROS ARANA, Historia general de Chile, pág. 4).

El hecho de que el propio Barros Arana refiera a su estudio de las obras publicadas por
la Real Academia de Historia de Madrid hace patente su conocimiento del Memorial
Histórico Español que desde 1850 era su publicación oficial regular, incluso afirmando
que se encontraba archivada en la Biblioteca Nacional de Madrid. Fue precisamente en
1852 en el tomo IV del Memorial donde apareció publicada por primera vez la Relación
de Diego Ronquillo atribuida a la labor erudita de Pascual de Gayangos, quien a su vez
aprovechó en parte el trabajo de compilación de Juan Bautista Muñoz como se verá
más adelante.

Efectivamente, Pascual de Gayangos era un paleógrafo interesado en rescatar


antiguos manuscritos, transcribirlos y publicarlos según el interés de los primeros
5
historiadores positivistas europeos . El origen de la fuente de nuestro interés fue
referido por el propio Gayangos y aparece reproducido en la primera edición chilena, es

5
Palmira Vélez en una reciente obra sobre los historiadores españoles americanistas sostiene
que la Real Academia de Historia, especialmente bajo la dirección de Luis López Ballesteros
desde 1849, “deseaba publicar fuentes, pero no cualquier fuente” priorizando aquellas poco
conocidas y que no contradijeran el espíritu nacional español. Este era uno de los principales
objetivos del Memorial Histórico Español que comenzó a publicarse en 1851. Por ello, la Real
Academia emprendió la enorme tarea de publicar una gran cantidad de fuentes que estaban
dispersas en una multitud de archivos públicos y privados. Pascual de Gayangos fue un experto
en buscar y editar manuscritos originales, tanto árabes como españoles, de acuerdo con el
concepto de erudición académica de la época, con más tendencia a acumular fuentes que
estudiarlas. A mediados del siglo XIX Gayangos formaba parte de la Comisión de Indias, grupo
de eruditos encargados por la Real Academia de buscar y publicar manuscritos originales y
desconocidos sobre la acción de los españoles en América. VÉLEZ, La historiografía americanista
en España, 1755-1936, pág. 29-41.

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decir en el Tomo II de la Colección de historiadores de Chile y documentos relativos a


la historia nacional, publicada en Santiago por la Imprenta del Ferrocarril en 1862 que
incluye la Historia de Chile desde su descubrimiento hasta el año 1575 de Alonso de
Góngora Marmolejo, seguida de varios documentos, entre los que se encuentra la
Relación del Licenciado Diego Ronquillo.

Así se afirma en la advertencia de los Editores

“La historia de Góngora Marmolejo ha sido publicada el año de 1850


(sic), en el tomo 4º del Memorial Histórico Español, por don Pascual de
Gayangos, a quien se debe la breve noticia del autor y su obra de que va
esta precedida, y las notas que se encuentran en el curso de ésta.
También ha sido formada por el mismo inteligente editor la colección de
documentos que acompañan a dicha historia; colección de que, por una
parte, hemos suprimido tres cartas de Valdivia que ya llevamos
publicadas en nuestro primer tomo, y que, por otra parte, hemos
aumentado con varios documentos importantes tomado de entre los
recopilado por Don Claudio Gay.” (COLECCIÓN DE HISTORIADORES DE CHILE
Y DOCUMENTOS RELATIVOS A LA HISTORIA NACIONAL, tomo II, Advertencia de
los Editores).

Contexto de la obra de Ronquillo

Sería imposible considerar el análisis de la cita de Ronquillo sin hacer referencia al


contexto en el cual se originó la obra para poder comprender en su justa medida el
valor y la contribución que hace la Relación presentada. De esta manera se
comprenderá el aporte adecuado de un documento al que se le atribuye tanta
trascendencia y que sin embargo ha pasado desapercibido por la historiografía local
hasta el momento.

La relación de Diego Ronquillo fue escrita hacia el año 1570 según se desprende de la
afirmación del propio autor.
6
Diego Ronquillo, según informes referidos al movimiento de migrantes marinos , muy
probablemente llegó al Perú en 1555. No se conocen más datos de su origen o su
actuación en el Perú pero si se puede afirmar que formó parte de la hueste que
acompaño desde Lima a García Hurtado de Mendoza cuando su padre, Virrey del Perú
y Marqués de Cañete, le nombró Gobernador de Chile en 1556. Este hecho puede ser
confirmado por su propia pluma y su rastro permanece en Chile hasta 1569
aproximadamente cuando concluye su Relación.

Pertenecía dentro de la disputa colonial chilena en un principio al grupo fiel a Hurtado


de Mendoza lo que se pude afirmar teniendo en cuenta su tendencia benévola de su
Relación al tratamiento que hace de los actos de éste. Por ejemplo cuando Barros
Arana describió las atrocidades de la guerra contra los indios en las cercanías de
Concepción en 1557 sostuvo:

“El licenciado Ronquillo en la relación citada dice, sin embargo, lo que


sigue: “Se tomaron algunos indios e indias, y los vi soltar y no les
hacer mal tratamiento, y los frailes tenían de esto y el dicho don
García mucho cuidado”. Parece que este licenciado tenía interés en
ocultar los horrores de la guerra para encomiar la humanidad del
Gobernador.” (BARROS ARANA, Historia General de Chile, pág. 112).

6
En el Catálogo de Pasajeros a Indias, Volumen III (1539-1559), se registra a Diego Callejo
Ronquillo, vecino de Arévalo, en viaje con destino al Perú en 1554.

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Poco es lo que pueden aportar los historiadores chilenos sobre este personaje. Según
lo afirmado por José Toribio Medina en su Diccionario biográfico colonial, Diego
Ronquillo:

“Vino a Chile con Hurtado de Mendoza y permaneció en el país hasta


1570. Es autor de una Relación de lo sucedido en Chile durante el
tiempo que asistió en el país que ha sido publicada.” (MEDINA,
Diccionario biográfico colonial de Chile, pág. 763).

Este mismo autor en una obra posterior reafirma los datos transcriptos y agrega la
trascripción facsimilar de su firma que reproducimos a continuación (MEDINA, La
Araucana: ilustraciones.- II, pág. 286).

Reproducción de la firma de Diego Ronquillo

Según Barros Arana, Ronquillo acompañó a García Hurtado de Mendoza en su


expedición desde Coquimbo a Concepción a mediados de 1557 y participó en las
campañas en el sur de Chile que inició el gobernador (BARROS ARANA, Historia General
de Chile, tomo II, pág. 95, 108 y 109). Posteriormente su actuación se registró en Cuyo
como integrante de la expedición de Juan Jufré entre 1561 y 1562.

“Por lo que pueda interesar a algunos lectores, anotaremos aquí que


el licenciado Diego Ronquillo, autor de una sumaria relación histórica
que hemos citado algunas veces y que tendremos que citar más
adelante, era uno de los compañeros del capitán Juan Jufré en estas
conquistas.” (BARROS ARANA, Historia General de Chile, tomo II, pág.
160).

Las primeras referencias a la obra de Ronquillo las realizó el propio Barros Arana. En el
tomo II de su Historia General de Chile utilizó en numerosas ocasiones la “Relación de
lo ocurrido en Chile durante el tiempo que asistió en dicho reino” tal como aparece
citada en el texto. Sobre su origen y publicación sostuvo lo siguiente

“El licenciado Diego Ronquillo, que acompañó a Hurtado de Mendoza


en esta campaña, es autor de una curiosa, pero muy sumaria
Relación de lo ocurrido en Chile durante el tiempo que asistió en dicho
reino. No cuenta allí la mutilación de Galvarino que en realidad no
podría entrar en el estrecho cuadro que se había trazado en ese
escrito, pero sí refiere que a los indios que cayeron prisioneros en
esta jornada, se les dejó en libertad después de haberles hablado don
García y los frailes que lo acompañaban, en favor de la paz y de
haberles requerido que comunicasen a sus compatriotas las
intenciones pacíficas del Gobernador. Es probable que ésta fuera la

19
GENINI, Guillermo F., La Relación de Diego Ronquillo y su vínculo con la historia de la fundación de San
Juan de la Frontera, en Publicaciones 29 (Nueva Serie). IIAyM-UNSJ, San Juan, 2012.

suerte de los otros prisioneros, puesto que sólo se habla del castigo
de uno solo.
“La Relación de Ronquillo conservada en la Biblioteca Nacional de
Madrid, fue publicada por don Pascual de Gayangos como apéndice
de la historia de Góngora Marmolejo, y ha sido reproducida en el tomo
II de la Colección de historiadores de Chile.”(BARROS ARANA, Historia
General de Chile, tomo II, pág. 109.)

Para concluir el análisis en torno de la obra se puede comparar en forma provechosa


las dos versiones del conjunto de los Documentos donde aparece la Relación de Diego
Ronquillo a los cuales se ha hecho referencia. Por una parte puede citarse la
reproducción que se realizó en la Colección Historiadores de Chile en 1862 que
corresponde casi fielmente a la publicación original en el tomo IV del Memorial Histórico
Español publicado en 1852 por la Real Academia de Historia de España con sede en
Madrid. En esta Academia figuraba como uno de sus principales miembros Pascual de
Gayangos quien realizaba frecuentemente trabajos para su publicación y en varias
ocasiones entregaba o donaba numerosos y muy significativos documentos y fuentes a
los fondos documentales y bibliográficos de la mencionada institución, tal como puede
7
citarse en el tomo III del Memorial .

Sin embargo la versión chilena se diferencia en algunos aspectos de importancia de la


edición original española. Primeramente los documentos publicados en una y otra
edición difieren tal como se puede advertir en este cuadro comparativo de los
documentos que contienen sendas colecciones, explicada por los editores chilenos al
sustituir cartas de Valdivia ya publicadas por otros documentos de interés:

Edición España 1852 Chile 1862

Titulo Colección de documentos inéditos Colección de documentos


relativos a la conquista y población
Doc. del reino de Chile

Carta de Pedro de Valdivia al Dejación que hizo Pedro Sancho de Hoz, de


Emperador dándole cuenta de lo una provisión que el Marques Don Francisco
actuado por él en el gobierno de Pizarro le había dado, a consecuencia de no
1
Chile y de su viaje al Perú haber cumplido lo que había asentado y
capitulado con el capitán Pedro de Valdivia
para el descubrimiento de las provincias de la
Nueva Extremadura

Carta de Pedro de Valdivia al Poder que dio Pedro de Valdivia, gobernador


Emperador, en fecha a 25 de de la Nueva Extremadura, a Juan Bautista
septiembre de 1551, informándole Pastene, su teniente de capitán general en la
de las cosas de su gobierno mar, para el viaje a que le enviaba a
2
descubrir la costa desde el puerto de Valdivia
hasta el estrecho de Magallanes: y a
continuación instrucción, y la relación del
viaje hasta 30 de setiembre de 1544

Carta de Gonzalo Pizarro al Carta de Gonzalo Pizarro al gobernador


gobernador Pedro de Valdivia Pedro de Valdivia dándole cuenta de lo
dándole cuenta de lo ocurrido en el ocurrido en el Perú, y de la muerte de Blasco
3
Perú, y de la muerte de Blasco Nuñez Vela
Nuñez Vela

Relación de méritos y servicios Relación de méritos y servicios hechos por


4
hechos por Pedro de Valdivia en la Pedro de Valdivia en la gobernación del reino

7
REAL ACADEMIA DE HISTORIA, Memorial histórico español, tomo III, 1851.

20
GENINI, Guillermo F., La Relación de Diego Ronquillo y su vínculo con la historia de la fundación de San
Juan de la Frontera, en Publicaciones 29 (Nueva Serie). IIAyM-UNSJ, San Juan, 2012.

gobernación del reino de Chile, de Chile, enviada al Emperador Carlos V por


enviada al Emperador Carlos V por los regidores y ayuntamiento de la ciudad de
los regidores y ayuntamiento de la Valdivia, a 30 de julio de 1852
ciudad de Valdivia, a 30 de julio de
1852

Carta de Pedro de Valdivia al Carta de aviso de la muerte de Pedro de


Emperador, dándole cuenta de la Valdivia
5
derrota de Gonzalo Pizarro en el
Perú, 26 de octubre de 1552

Carta de aviso de la muerte de Carta de los tesoreros a S.M. sobre la muerte


6
Pedro de Valdivia de Valdivia y el estado del país

Relación de las cosas de Chile, dada Relación que envía el señor García de
por el licenciado Juan de Herrera Mendoza, gobernador de Chile el 24 de enero
de 1658, desde la ciudad de Cañete de la
7
Frontera, que nuevamente se ha poblado en
Arauco

Segunda relación de las cosas de Relación de las cosas de Chile, dada por el
Chile, dada por el licenciado Juan de licenciado Juan de Herrera
8
Herrera

Relación dada por el licenciado Segunda relación de las cosas de Chile, dada
Diego Ronquillo de lo ocurrido en por el licenciado Juan de Herrera
9 Chile durante el tiempo que asistió
en dicho reino

Relación enviada al Virrey del Perú Relación dada por el licenciado Diego
por Juan de Matienzo, vecino de Ronquillo de lo ocurrido en Chile durante el
10 Valdivia, del alzamiento y rebelión de tiempo que asistió en dicho reino
los indios araucanos

Información y relación de los sucesos Relación enviada al Virrey del Perú por Juan
de la guerra de Chile, hasta el año de de Matienzo, vecino de Valdivia, del
11
1598, y el aviamiento que se dio aquel alzamiento y rebelión de los indios araucanos
año al general D. Gabriel de Castilla

Información y relación de los sucesos de la


12 guerra de Chile, hasta. el año de 1598, y el
aviamiento que se dio aquel año al general D.
Gabriel de Castilla

En segundo lugar en la versión chilena ha desaparecido la breve pero fundamental


introducción que explica el sentido y origen de los documentos publicados. A
continuación se transcribe la introducción completa con la que se inició la edición
española de 1852:

“Colección de documentos inéditos relativos a la conquista y


población el reino de Chile.

“A fin de ilustrar en lo posible la anterior historia de Chile por el


capitán Alonso de Góngora Marmolejo, ha parecido oportuno agrupar
aquí otras relaciones auténticas y documentos de la época, que
confirman y esclarecen en gran parte la interesante cuánto sencilla y
desaliñada narración de aquel escritor, como son algunos despachos
del gobernador Pedro de Valdivia al Emperador, otro de D. García de
Mendoza a Felipe II, y varios papeles relativos a la gobernación de
aquel reino y a la célebre guerra contra los araucanos. De los
primeros existen copias en la Colección de papeles relativos a Indias,
formada a fines del siglo pasado por el académico don Juan Bautista
Muñoz, que hoy posee esta Real Academia, y los demás se hallan

21
GENINI, Guillermo F., La Relación de Diego Ronquillo y su vínculo con la historia de la fundación de San
Juan de la Frontera, en Publicaciones 29 (Nueva Serie). IIAyM-UNSJ, San Juan, 2012.

originales, o en copias de aquel tiempo, en un tomo ms. de la


Biblioteca Nacional, intitulado Varios tocantes al gobierno de las
Indias, J.53, que parece perteneció a D. García Mendoza, gobernador
que fue de Chile y después virrey del Perú.” (REAL ACADEMIA DE
HISTORIA, Memorial histórico español, tomo IV, pág. 325).

En esta introducción queda claro que Gayangos tenía la intención de complementar la


historia escrita por Góngora Marmolejo a la cual calificaba como “interesante” pero
además como “sencilla y desaliñada”. Evidentemente el paleógrafo consideró que a
causas de estas falencias era necesario acompañar la obra principal con otros
documentos, cuya autenticidad no se ponía en duda y que pertenecían a la misma
época, para que su texto quedara confirmado y esclarecido.

Con respecto al origen de estos documentos se expuso que constituían un conjunto de


orígenes diversos pero conocidos a mediados del siglo XIX ya que pertenecían a los
fondos de instituciones oficiales. Así, una parte de los documentos provenía de la
colección realizada a fines del siglo XVIII por el académico Juan Bautista Muñoz que ya
estaba en poder la Real Academia de Historia, mientras que otros documentos, en
original o copias de épocas, estaban archivados en la Biblioteca Nacional de Madrid y
que pertenecieron muy probablemente a García Hurtado de Mendoza, pese a que el
documento carece de dedicatoria.

Esta posibilidad, que la Relación de Diego Ronquillo perteneció a los papeles de ese
Gobernador de Chile, se asienta en el origen descrito de la documentación, la relación
de Ronquillo y García Hurtado de Mendoza y su favoritismo hacia ese gobernador, y en
la circunstancia que se trata de un documento que, si bien no es oficial, refiere a la
actuación pública del propio personaje así como de otros notorios conquistadores y
gobernantes, tal como lo confirma la referencia en su publicación “Varios tocantes al
8
gobierno de las Indias, Bibl. Nac. J.53 folio 247” .

Ronquillo y la historia de la fundación de San Juan

Ya hemos visto como la Relación de Diego Ronquillo apareció varias veces citada en la
obra de Videla y como este influyente historiador le atribuye una trascendental
importancia historiográfica al considerarlo como un testigo letrado y directo de acto de
la fundación de las ciudades de La Resurrección y San Juan de la Frontera en 1562.
9
Según Videla, Diego Ronquillo fue un licenciado entendido en cuestiones de letras que
acompaño a Jufré en su marcha de los años 1561 y 1562 participando como miembro
de su expedición e incluso siendo beneficiado de algunos de los repartimientos de
solares que el fundador realizó como en el caso de San Juan. Como resultado de esta
participación y de su condición de letrado habría producido una descripción de los
hechos que tuvieron lugar en la expedición, incluyendo un relato del proceso de
fundación. Tal es la importancia de la obra que el autor afirmó que este documento
“sirvió de base a toda la historia escrita con posterioridad” como se resaltó
anteriormente y que en su sumaria relación sobre su estadía en Chile dejara “las
primeras noticias de la campaña cuyana de Jufré” (VIDELA, Historia de San Juan, pág.
239).

8
BARROS ARANA, Historia General de Chile, tomo II, pág. 422. Medina afirma por su parte que el
original bajo el título erróneo de “Las cosas que los naturales de aquel reino han hecho en
deservicio de Dios y de Su Majestad y que yo he visto” se encuentra archivado en “Biblioteca
Nacional de Madrid (j. 53, fol. 247, signatura antigua)”. MEDINA, La Araucana: ilustraciones II, pág.
286.
9
Medina afirma que la condición de licenciado implicaba “su profesión de letrado” que ejerció
conjuntamente con el de las armas. MEDINA, La Araucana: ilustraciones II, cita 964.

22
GENINI, Guillermo F., La Relación de Diego Ronquillo y su vínculo con la historia de la fundación de San
Juan de la Frontera, en Publicaciones 29 (Nueva Serie). IIAyM-UNSJ, San Juan, 2012.

Esta “crónica”, citada en la obra de Videla como “De las cosas que los indios hicieron”,
fue utilizada y citada por el historiador chileno Diego Barros Arana del cual extrae
Videla la caracterización de “crónica o sumaria relación”. Videla cita en reiteradas
ocasiones a Ronquillo y su “crónica” (Historia de San Juan, tomo I, páginas 220, 235,
237, 239, 287, 289). Sin embargo en ninguna aparece alguna referencia a su contenido
o sus aportes, lo que lleva a pensar que al parecer el autor sanjuanino no tuvo acceso
directo al texto mismo del documento aunque en la cita de Historia de San Juan de la
página 220 haga referencia a que fuera publicada por Pascual Gayangos en el
Memorial Histórico Español y que fuera insertada en el apéndice de la Historia de Chile
de Alonso de Góngora Marmolejo, obra bastante conocida en el ámbito histórico
chileno y argentino desde la segunda mitad del siglo XIX.

En una enunciación posterior a la temática de la fundación de la ciudad, el propio autor


hace una extraña referencia. Al tratar las noticias de los primeros años de vida de San
Juan sostiene:

“Dejando de lado la relación manuscrita de Diego Ronquillo, publicada


en 1575, concentrada a la fundación de la ciudad, episodio al que su
autor asistió como acompañante de Jufré, a la cabeza de la legión
informante chilena revistan por lo menos trece autores más.” (VIDELA,
Historia de San Juan, pág. 287).

Lo llamativo es la contradicción entre el valor asignado a la Relación y la ausencia total


de cualquier referencia a su contenido al punto de ser dejada de lado tanto para el
análisis de la fundación, tema en el cual supuestamente se concentraba el autor,
detallada más arriba, como de los primeros años de la vida de la nueva ciudad. Por otra
parte ya se ha comprobado que la relación no se publicó en 1575 sino que permaneció
inédita hasta 1852, y que su manuscrito data de 1570.

Finalmente el nombre atribuido por Videla a la “crónica” de Diego Ronquillo no coincide


con la evidencia documental. En reiteradas ocasiones el autor menciona a la “crónica”
De las cosas que los indios hicieron (Historia de San Juan, tomo I, páginas 220, 239,
287) nombre que no se encuentra ni en la versión original española ni en la posterior
chilena. En ambas se denominó “Relación dada por el licenciado Diego Ronquillo de lo
10
ocurrido en Chile durante el tiempo que asistió a dicho reino” . Al parecer Videla tomó
este nombre de una fuente secundaria, la obra de Luis Thayer Ojeda, Diccionario
biográfico colonial donde afirma que Ronquillo escribió esta “crónica” con el nombre
anteriormente referido, es decir que se basó en un fuente indirecta y, en vista a las
pruebas documentadas, poco confiable.

Por su parte hemos considerado más adecuado y pertinente cuando hacemos


referencia a la obra de Ronquillo mantener la caracterización original de “relación” en
lugar de la de “crónica” como le atribuye Videla pues la relación hace referencia a un
“informe que hace una persona designada por la ley o un tribunal de lo substancial de
un proceso”, mientras que la crónica refiere a una “historia en que se observa el orden
de los tiempos”. Por lo tanto la noción de relación es más adecuada pues representa
una obra menor o parcial en cuanto a su magnitud y extensión frente a la crónica que
11
supone una obra mayor en su amplitud .

En este sentido podemos afirmar que los editores tanto españoles como chilenos
juzgaron como un aporte menor y complementario la obra de Ronquillo, al igual que
otras relaciones como las de Juan de Herrera y Juan de Matienzo, dado que la obra
mayor, es decir la crónica o historia, está representada por el escrito de Alonso de
Góngora Marmolejo, Historia de Chile desde su descubrimiento hasta el año 1575. Por

10
REAL ACADEMIA DE HISTORIA, Memorial histórico español, tomo IV, pág. 422 y COLECCIÓN DE
HISTORIADORES DE CHILE Y DOCUMENTOS RELATIVOS A LA HISTORIA NACIONAL, tomo II, pág. 254.
11
BARCIA, Diccionario general etimológico de la lengua española, tomo II, pág. 514 y tomo V,
pág. 118.

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GENINI, Guillermo F., La Relación de Diego Ronquillo y su vínculo con la historia de la fundación de San
Juan de la Frontera, en Publicaciones 29 (Nueva Serie). IIAyM-UNSJ, San Juan, 2012.

lo tanto preferimos no atribuirle mayor significación a la obra de Ronquillo que la que


supusieron el propio autor y sus editores posteriores.

La Relación de Diego de Ronquillo y su análisis comparativo con otras fuentes

A continuación se transcribe la Relación de Diego Ronquillo según la versión publicada


en Chile en 1862 entre las páginas 254 y 259 del Tomo II de la Colección Historiadores
de Chile y documentos relativos a la historia nacional, que coincide con la edición
española de 1852, pues es la versión a la que habría tenido acceso Videla y que utilizó
Barros Arana. Se ha respetado el texto original actualizando la ortografía para facilitar
una mejor lectura.

“Relación dada por el licenciado Diego Ronquillo de lo ocurrido en Chile


durante el tiempo que asistió en dicho reino.
(Papeles varios tocante al gobierno de indias, Bibl. Nac., J. 53, fol. 247.)

“En el tiempo que yo Diego Ronquillo [he] estado en Chile, las cosas que los
naturales de aquel reino han hecho en deservicio de Dios nuestro Señor y de
Su Majestad, y que yo he visto, son las siguientes:

“Don García de Mendoza entró en aquel reino por gobernador hace doce
(1)
años y medio [la cita 1 dice textualmente: “Por el de 1557, y por
consiguiente es del año 1570”]; llegado que fue a la ciudad de la Serena, e
informado del trabajo que los indios y españoles recibirían, especial los
naturales que hay en el camino desde Mapocho a la ciudad de la
Concepción, si desembarcaba toda la gente que llevaba, acordó con parecer
de los religiosos que llevaba consigo, que eran frailes de la orden del
bienaventurado Santo Domingo y San Francisco, y clérigos doctos de buena
vida y fama, de irse por la mar a la Concepción con la mas gente que llevaba,
y llegado al puerto de la Concepción, desembarcó con la gente que llevaba
en una isla que llaman de Talcaguano, donde había algunos indios, los
cuales se alborotaron y huyeron, porque había días que no veían por allí
gente española, que en este tiempo estaba despoblada la Concepción y no
se había poblado Tucapel ni Arauco, y estaba todo alzado desde que
mataron a Valdivia; y luego, como Don García vio que se habían pasado los
naturales a tierra firme y dejado sus casas, mandó poner españoles que las
guardasen y que no los tomasen sus comidas. Tomáronse algunos indios, y
con ellos envió a llamar a los demás, hablándoles así mismo los religiosos
que consigo tenía, diciéndoles que no se alborotasen, que no venía a
hacerles mal ninguno y que lo verían así, antes castigaría a quien les había
hecho mal tratamiento y no le servirían mas; que se viniesen a sus casas; y a
los mensajeros que enviaba les vi dar de vestir a todos el dicho Don García.
Fueron perdiendo el temor, y vinieron los más de los indios de la dicha isla a
sus casas, y se holgaron mucho de ver que no los faltaba cosa alguna de
ellas: con estos indios vi enviar por mensajeros a llamar a los demás, y
requerir con la paz, y ninguno iba que no fuese vestido, que se lo daba Don
García, y los religiosos se lo decían así para que los demás viesen el buen
tratamiento que les hacía. Venían algunos indios de parte de sus caciques
siempre con mentiras, diciendo que querían venir a servir; estuvo en la isla
aguardándoles mas de dos meses; pasó a tierra firme y hizo el fuerte de San
Luis, y desde a siete días que estaba en tierra firme, vino toda la tierra a
pelear con él, y cercáronle; y como vieron que no podían entrar en el fuerte,
porque tenía mucha gente, alzaron el cerco; hirieron algunos españoles, y
murió uno de las heridas: estuvo allá más de mes y medio, que no tenía
caballos, hasta que llegó la gente que iba por tierra. En este tiempo, con
algunos indios de la isla, enviaba llamar y requerir con la paz a los demás
comarcanos, y vino un cacique a dar la paz, y vi que le recibió con mucho
amor y le dio de vestir, y con indios de este cacique envió a hablar a los
demás, y a todos los mensajeros daba de vestir, y los regalaba mucho, y los
frailes así mismo les hablaban, y decían el bien que les venía de dar la paz,
así para sus ánimas como para su sosiego; no vieron mas caciques a dar la
paz de los comarcanos.

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GENINI, Guillermo F., La Relación de Diego Ronquillo y su vínculo con la historia de la fundación de San
Juan de la Frontera, en Publicaciones 29 (Nueva Serie). IIAyM-UNSJ, San Juan, 2012.

“Visto esto D. García, y habiendo llegado la gente de caballo y que no


querían venir los mas caciques, acordó con parecer de algunos religiosos de
los que tenía consigo, que sería bien entrar en Arauco y aquella tierra con el
menos daño que fuese posible; y así partió con todo la gente, de la
Concepción y pasó a Biobío, y el mismo día que comenzó a caminar,
después de haber pasado el río, envió a correr al capitán Antonio de Reinoso,
el cual yendo descubriendo el campo descubrió los indios de toda aquella
tierra en escuadrones que venían a pelear con los españoles. Volvióse
retirando a dar aviso, y los indios lo siguieron, de manera que le hirieron
algunos caballos de los soldados que llevaba consigo. Así como D. García lo
supo, envió a su maestre de campo Juan Remon a que socorriese al capitán
Reinoso: llegado Juan Remon, pelearon con él los indios y hicieron retirar a
mas de cincuenta soldados, y les siguieron hasta llegar al real donde estaba
asentado, que era más de una legua de adonde los hallaron; salieron mas
gente de caballo y desbarataron algunos indios, porque los escuadrones [en]
que iba la más gente de los indios se estuvieron quedos hechos fuertes y no
les acometieron. Los españoles tomaron algunos indios, a los cuales habló
Don García y los frailes que iban en su compañía, y los soltaron y enviaron
con ellos a requerir con la paz a los demás.

“Partióse de allí y entró en Arauco desde a tres días, y mandó a dos


alguaciles tuviesen cuenta con las casas y sementeras de los indios, y que no
consintiesen llegar a ellas, ni cogerles sus comidas, lo cual les mandó
azotasen a las piezas que llegasen a las comidas de los indios, y así lo
hacían. Llevaba un navío por la costa con comida y daba de tantos a tantos
días ración a todo el campo porque no hiciesen daño en las chácaras e
comida de los indios: estuvo en el valle de Arauco quince días, en los cuales
se tomaban algunas piezas de indios e indias en las corredurías que se
hacían, y las vi asoltar y tratar muy bien, y con ellas enviaban siempre a
requerir con la paz a los caciques e indios, y nunca vino ninguno a dar la paz,
antes en una correduría mataron un español. Viendo que no venían, con
parecer de los religiosos, porque allí no se hacía efecto alguno, partió para
Tucapel, y otro día siguiente que partió al cuarto del alba, vinieron los indios
en el levo de Millarapue y le dieron una guazabara, en la cual se tomaron
algunos indios e indias y los vi soltar y no les hacer mal tratamiento, y los
frailes tenían de esto y el dicho Don García mucho cuidado. De allí se partió y
fue a Tucapel, teniendo mucho cuidado de que no llegasen a chácara ni casa
de indio: estuvo allí mas de dos meses y pobló la ciudad de Cañete, y en este
tiempo no vinieron los indios de Tucapel de paz, sino eran algunos que en
algunas corredurías les tomaban sus mujeres, las cuales les daban luego sin
hacerles mal ninguno, y con ellos enviaban a requerir con la paz a los demás.
En este tiempo envió Don García a la ciudad Imperial por ganado para
sustentar aquella ciudad, y fue el capitán Antonio de Reinoso a meterlo con
cierta cantidad de soldados, porque se decía los indios estaban para tomarlo
juntos, y viniendo con ello le aguardaron en la quebrada que llaman de Puren
y pelearon con el dicho capitán, y él desbarató los indios y tomó algunos, y
sin hacerles mal les soltó hablándoles muy bien, diciéndoles el bien que les
venía de dar la paz. De algunos indios que venían por espías y a saber lo que
había, se informaban de lo que pensaban y querían hacer; decían que tenían
mucho miedo al Apo y que por eso no venían. Acordó Don García, con
parecer de los capitanes y personas dotas, de salirse de allí dejando buen
recaudo en aquella ciudad y así lo hizo, dejando [a] Antonio de Reinoso por
capitán, y fuese a la Imperial dejando así mismo al padre Valderrama,
persona de buena, vida y fama, de aquella ciudad, para que con su buena
doctrina hablase a los naturales y les dijese lo que mas les convenía. Llegado
a la Imperial, Don García tuvo noticia que los indios habían dicho, para que
se saliese, que de miedo venían a servir y que querían venir sobre la ciudad a
pelear con los españoles; envió luego al general Don Miguel de Velasco con
treinta hombre al socorro de aquella ciudad, y dándose mucha prisa vino a
Tucapel, y otro día como llegó, vinieron los indios en muchos escuadrones a
cercar un fuerte en que estaban los españoles a pelear con ellos, en la cual
guazabara se tomaron mas de doscientos indios, y vi soltar mucho de ellos
sin hacerles mal ninguno, antes hablándoles con palabras amorosas:
después de esto vinieron alguno caciques de paz. Don García fue a descubrir
el lago e islas de Anzud, en el cual descubrimiento llevaba consigo al

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GENINI, Guillermo F., La Relación de Diego Ronquillo y su vínculo con la historia de la fundación de San
Juan de la Frontera, en Publicaciones 29 (Nueva Serie). IIAyM-UNSJ, San Juan, 2012.

sochantre, hombre de buena vida y fama, y nunca consintió que en casa ni


chácara de indios se llegase ni hiciese daño. Volvióse a invernar a la Imperial,
y a la entrada del verano volvióse a Tucapel, que tuvo nueva que los indios
venían sobre la ciudad: y estando en Tucapel servían algunos indios pocos y
con cautela, mataban cada día los yanaconas de servicio que tenían los
españoles, hacían emboscadas junto a la ciudad, llevaban los caballos de
junto a la ciudad. Aguardaron en el valle de Cayacupil en una emboscada a
más de treinta soldados que habían ido a correr con Rodrigo Palos, y
pelearon con ellos, hiriéndoles dos españoles y muchos caballos, y vinieron
desbaratados los españoles.

“Como Don García vio que los pocos indios que serian se habían alzado, y
tuvo noticia que estaban haciendo fuertes en todos los caminos que había
para entrar en Arauco, envió al capitán Don Pedro de Avendaño con cantidad
de soldados a correr la tierra y a saber si era verdad lo que decían; el cual fue
y vio en los caminos hechos fuertes, y en algunos indios que se tomaron se
informó como estaban toda la gente de guerra junta, y que querían pelear con
los españoles. Con los indios que tomaba, vi que enviaba a rogar por la paz a
los indios y caciques que estaban aguardando para pelear. Venido y dada
esta relación a Don García, con indios que se tomaban enviaba sin hacerles
mal ninguno a requerirles con la paz. Viendo que no aprovechaba ni querían
venir, partióse para Arauco, y en el levo de Quiapeo halló un fuerte, y en él
estaban todos los indios de guerra aguardándole para pelear con él. Como
vio Don García que estaban allí, asentó su real un cuarto de legua de donde
los indios estaban, y estuvo allí cinco días: cada día iba y hablaba con los
indios requiriéndoles con la paz, enviándoles a hablar con naturales que
servían a los españoles, para que les informasen cuán bien los trataban a
ellos, y se lo dijesen:

“Decíanles que ellos eran gallinas, y que por eso servían, que si fueran
hombres como ellos que no sirvieran a los españoles. Viendo Don García que
ni hablarles él, ni el sochantre ni sus amigos de ellos que no aprovechaba, y
que no tenía otro camino desde allí para entrar en Arauco, parecióle, con
acuerdo de sus capitanes, de desbaratar el fuerte, y así lo hizo en el cual
desbarate se tomaron muchos indios e indias y las soltaron, hablándoles bien
y diciéndoles el sochantre muchas cosas tocantes a nuestra santa fe católica.
Tomaron algún miedo, porque otro día llegó Don García [a] Arauco, y vinieron
los caciques de aquel valle y algunos comarcanos a dar la paz, y él les
recibía con mucho amor, y así mismo envió caudillos por toda la tierra, y salió
la mas parte de paz, y a la Concepción vinieron a servir dentro de quince días
la mayor parte de la tierra: hízoles tan buen tratamiento que venían muchos
indios a servir. Pobló la casa de Arauco; tenía allí doctrina. Tuvo la necesidad
de venir a la Concepción, y estuvo allí algunos días; a la entrada del verano
tuvo noticia los naturales andaban alborotados. Volvióse a la casa de Arauco,
y vile hacer muy buenos tratamientos a los naturales, de manera que se
asentaron e hicieron sus casas, que las habían ellos mismo quemado para
hacer la guerra. Estuvo allí mas de ocho meses personalmente, en el cual
tiempo se averiguó que le querían matar de esta manera [e les convidaba a
comer a los caciques muchas veces], que estando comiendo arremetiesen
con él y le matasen, que ellos eran contentos de morir por matarle. Informóse
Don García como era verdad, y ellos se lo confesaron; no les hizo por esto
mal tratamiento, sino regalarles siempre y darles de lo que tenía, y dándoles
siempre buena doctrina con el padre sochantre, que siempre tenía allí.

“Estando ya más asentados, y sirviendo casi toda la tierra, envió a poblar [a]
Angol al general Don Miguel de Velasco, y con los buenos tratamientos que
recibían vinieron a servir casi todos los naturales. Al cabo de este tiempo tuvo
nueva como iba por gobernador de aquel reino Francisco de Villagra, y
vínose a Santiago, dejando por general a Rodrigo de Quiroga, y en todos los
pueblos que había poblados, religiosos de buena vida, y desde algunos días
que llegó se embarcó y salió de aquel reino.

“Fue luego Francisco de Villagra por gobernador, y llegado a Santiago, le vi


tratar con religiosos, qué orden se tenía para traer de paz algunos indios que
no servían, y cuando salió de Santiago para ir a la Concepción, llevó consigo
a fray Gil, fraile de la orden de señor Santo Domingo, con quien el dicho

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GENINI, Guillermo F., La Relación de Diego Ronquillo y su vínculo con la historia de la fundación de San
Juan de la Frontera, en Publicaciones 29 (Nueva Serie). IIAyM-UNSJ, San Juan, 2012.

gobernador tomaba parecer en lo que debía hacer con los naturales, y se que
los trataba muy bien, y que así mandaba a sus capitanes lo hiciesen; y no fue
parte todos estos buenos tratamientos para que no se alzasen y matasen
muchos españoles, y un hijo del mismo gobernador. Sucedió luego, por la
falta que había de gente y de armas, despoblarse Cañete, porque no se
podía sustentar por la falta de lo que digo.

“Murió Francisco de Villagra en este tiempo: sucedió en el gobierno Pedro de


Villagra; alzáronse en tiempo todos !os naturales, y vinieron a cercar a la
Concepción. Hicieron mucho daño despoblóse la casa de Arauco porque no
tenían bastimentos, y los indios les cercaron dos veces, y no dejaban meter
comida ninguna, y siempre tuvo en la casa el religioso para que les hablase y
les dijese que se sosegasen y que no se inquietasen, porque no les hiciesen
mal los españoles, y les dijese cosas de nuestra santa fe católica. Y en este
tiempo se que trataba bien el gobernador Pedro de Villagra a los naturales, y
lo mandaba así a sus capitanes que tenía en las ciudades, siempre les
encargaba mucho el buen tratamiento, y, selo como uno de ellos, y me
encargó con sus encargó con sus cartas muchas veces el buen tratamiento
de los naturales.

“Al cabo de dos años sucedió por gobernador Rodrigo de Quiroga y fue de
Santiago con mucha gente: pobló a Tucapel y la casa de Arauco, y se que
llevaba consigo un fraile de buena vida y fama, de la orden de nuestra Señora
de la Merced, para que hablase a los naturales, así mismo lo encargaba a
sus capitanes y a mí me lo encomendó muchas veces por sus cartas.

“Desde ha dos años fueron asentar el audiencia real los señores oidores
Egas Venegas y Torres de Vera, los cuales se que tuvieron gran cuidado en
el tratamiento de los naturales, y no consentían se les hiciesen agravio
ninguno; y así se que mandaron al general Don Miguel de Velasco no matase
ninguno, ni consintiese se les hiciese agravio ninguno, el cual se tenía
cuidado de ello.

“Desde ha un año fue gobernador y presidente el doctor Bravo de Saravia, y


vi tratar con hombres dotos la orden que se tendría con los naturales para
que se quietasen, y acordó ir él en persona, y así lo hizo para tratarles bien y
no consentir que se les hiciese agravio ninguno, y así fue. Llegado al valle de
Mareguano, estaban los indios en un fuerte fuera de Ariscocer, y fue lance
forzoso pelear con los indios, y fueron desbaratados los españoles, y mataron
por la memoria que yo vi, que no me hallé allí, cuarenta y seis hombres, sin
otras muchas piezas de servicio que mataron, y tomaron muchas cotas y
arcabuces: de lo cual redundó quedar la tierra con gran falta de gente y
armas y municiones, y fue forzado a despoblar a Tucapel y la casa de Arauco
porque no se podía sustentar en ninguna manera.

“Esto es lo que en que en aquel reino ha sucedido desde que yo entré en él


hasta ahora que salí en este navío, sucesivamente como va escrito,
sumariamente sin añadir ninguna cosa, antes no he puesto algunas, porque
sería prolijidad; y esta es la verdad, y es así en efecto, y lo firmé en mi
nombre.- Diego Ronquillo”.

Para comenzar el análisis de la Relación de Ronquillo partiremos de la identificación de


los distintos grupos de españoles en el período más antiguo de la conquista de Chile
que realiza María Teresa Eyzaguirre Philippi. Como sostiene esta autora chilena, a
mediados del siglo XVI pueden ser identificados distintos grupos de españoles según
su origen y período de ingreso al territorio chileno siendo los principales: los
compañeros de Valdivia en su entrada a Chile, los relacionados con Valdivia con una
llegada posterior a Chile, y los compañeros de Hurtado de Mendoza (EYZAGUIRRE
PHILIPPI, Alcaldes y regidores del Cabildo de Santiago durante el siglo XVI, pág. 1-23).
Si se toma esta división de los grupos se nos plantea un problema, pues evidentemente
Ronquillo era hombre de Hurtado de Mendoza mientras que Jufré y Villagra
pertenecían al grupo de Valdivia. Sin embargo, Ronquillo y Jufré al parecer
compartieron la expedición a Cuyo en 1561-1562, lo cual supone un cambio en el
agrupamiento inicial.

27
GENINI, Guillermo F., La Relación de Diego Ronquillo y su vínculo con la historia de la fundación de San
Juan de la Frontera, en Publicaciones 29 (Nueva Serie). IIAyM-UNSJ, San Juan, 2012.

Para tratar de resolver esta incógnita, vincularemos los hechos narrados por Ronquillo
en su Relación con el desarrollo histórico entre 1557 y 1570 tomando como principal
referencia la obra de Barros Arana, pues es en su Historia General de Chile donde
aparece citada la Relación de Ronquillo, y porque hace un pormenorizado relato de los
mismos acontecimientos mencionados por Ronquillo manteniendo, por ejemplo, los
mismos nombres citados por el primero. Además es la obra que toma como referencia
Horacio Videla.

Barros Arana ha relatado el odio que generó en Francisco Aguirre y Francisco de


Villagra, miembros del grupo original de Valdivia al igual que Juan Jufré, su injusta
aprehensión y envío a Lima en abril y mayo de 1557 respectivamente por parte de
Hurtado de Mendoza. Refiere además al castigo que le impuso a Pedro Lisperguer,
obligándole a quedarse en Lima por interceder por los prisioneros, al cambio del
tesorero real de Santiago por su hombre de confianza, el capitán Jerónimo de Villegas,
para manejar a voluntad las cajas reales, a la actitud de Pedro de Villagra (primo de
Villagra y defensor de La Imperial) que previendo acciones similares, prefirió
embarcarse directamente a Lima antes de que llegaran los hombres de Hurtado de
Mendoza, regresando en 1561 cuando su tío era gobernador y cómo en mayo de 1557,
antes de apresar a Villagra, Juan Remón, el enviado de Hurtado de Mendoza, tomó por
la fuerza el gobierno de Santiago y colocó como teniente gobernador a Pedro de Mesa,
ambos recién llegados del Perú.

Todo ello describe Barros Arana en un proceso muy dinámico, siendo sumamente claro
en resaltar la actitud inflexible del nuevo gobernador con los residentes chilenos y en
especial con los antiguos compañeros de Valdivia. Estando en La Serena mandó a su
capitán de confianza, Luis Toledo, junto a Julián de Bastidas a Santiago exigiendo que
los encomenderos y los vecinos se aprestasen para la guerra en el sur. Ante esta
situación cabe preguntarse que hizo Juan Jufré, uno de los mayores encomenderos de
Chile y miembro destacado del grupo de Valdivia. Según el autor todos los hombres
importantes de la ciudad respondieron y formaron un cuerpo de 300 hombres para
marchar, aunque muchos y notorios comportamientos posteriores parecen indicar que
12
participaron forzadamente . Dice Barros Arana:

“El rigor sistemático de Hurtado de Mendoza para con los generales


Aguirre y Villagrán se habría hecho extensivo a los amigos y parciales de
éstos si hubieran dado algunas muestras de simpatía por ellos. Aun sin
este antecedente, el capitán Pedro de Villagrán, el defensor de la
Imperial, habría sido seguramente alejado de Chile como primo hermano
del corregidor. Pero ese capitán, calculando quizá que podría ser víctima
de persecuciones del nuevo Gobernador, se había trasladado poco
antes al Perú, y permaneció allí todo el gobierno de Hurtado de
Mendoza. Sólo volvió a Chile en 1561.” (BARROS ARANA, Historia General
de Chile, tomo II, pág. 89).

El comportamiento de Jufré no figura en la obra de Barros Arana pero las alternativas


posibles eran una conducta similar a la de Pedro de Villagra o, siendo un gran
encomendero de Mataquito y otros sitios por donde debían pasar las tropas de Hurtado
de Mendoza, sumarse a Rodrigo de Quiroga y otros encomenderos en marcha en el
invierno de 1557 hacia Concepción para reunirse con Hurtado de Mendoza. El nuevo
gobernador también ordenó reunir caballos y provisiones (maíz, fríjol y trigo) para
enviarlos al sur en un buque. Los encomenderos lo hicieron pero cinco años después

12
Pedro Mariño de Lobera sostuvo de manera equívoca que “Entre los soldados que salieron de
la ciudad de Santiago para la Concepción, fueron el capitán Rodrigo de Quiroga, el capitán
Alonso de Escobar, Francisco de Riberos, Diego García de Cáceres, Pedro de Miranda y el
capitán Juan Gudinés; los cuales eran vecinos encomenderos de aquella ciudad, y no
compelidos de algunos a ir a esta empresa del servicio de su majestad y del nuevo gobernador,
cuya autoridad, y buen trato les obligaba a ofrecérsele voluntariamente”. En esta enumeración no
menciona a Jufré. MARIÑO DE LOBERA, pág. 199.

28
GENINI, Guillermo F., La Relación de Diego Ronquillo y su vínculo con la historia de la fundación de San
Juan de la Frontera, en Publicaciones 29 (Nueva Serie). IIAyM-UNSJ, San Juan, 2012.

en medio de quejas reclamaron su pago. En definitiva, siguiendo lo afirmado por Barros


Arana, Jufré no habría mostrado signos de fidelidad con los jefes capturados y se
habría sumado al llamamiento efectuado por el nuevo gobernador. En su probanza de
méritos y servicios Jufré afirma que “partió de esta ciudad de Santiago para la guerra
de Arauco y se juntó con el dicho gobernador de García de Mendoza en el asiento de la
Concepción.” (MEDINA, Colección de documentos inéditos para la historia de Chile,
tomo XV, pag. 27.)

Hurtado de Mendoza, mientras tanto, se hizo obedecer en La Serena. Según Barros


Arana a un hombre de empresa, por una falta menor, lo hizo clavar en la plaza pública
y luego le pagó con fondos reales para que callase. Aquí se ve la función del árbol de
justicia o picota, tantas veces citado en el acto de fundación de San Juan de la
Frontera, pero sin una idea sobre su función:

“Venía en su compañía Gonzalo Guiral, noble y rico perulero, y


queriendo cierto día entrar en la cuadra donde estaba el General, un
paje le detuvo diciendo tenía orden de avisar primero. Impaciente Guiral,
hizo fuerza; y porque el muchacho le resistía, le dio bofetón. Mandóle
prender don García, y sordo a muchas intercesiones, hizo le clavasen la
mano en parte pública.”

Tras esto, sostuvo Barros Arana:

“Esta pena se aplicaba en la plaza pública, en el rollo o picota de la


ciudad. El verdugo clavaba allí la mano del reo, y éste permanecía algún
13
tiempo en esa actitud a la vista del pueblo.”

De los hombres que trajo consigo Hurtado de Mendoza cien quedaron en La Serena al
mando de Juan Pérez de Zurita para ocupar el Tucumán que tantas dificultades
trajeron al gobierno de Chile.

Este fue el contexto donde puede situarse el comienzo de la Relación de Ronquillo. El


viaje de Coquimbo a Concepción comenzó el 21 de junio de 1557 embarcándose
Hurtado de Mendoza con 180 hombres entre los cuales iba Ronquillo en dos naves.
Llegó a la isla de Quiriquina donde permaneció dos meses con privaciones haciendo
ejercicios militares y atrayéndose a los indios pacíficamente. Estos hechos están
referidos por Ronquillo en la primer parte de su Relación, que se caracteriza por su
relato continuo, desarrollados en la “isla de Talcaguano”. Tras recibir por barco los
víveres reunidos como contribución de guerra, a fines de agosto pasó a tierra firme con
130 hombres sabiendo que el capitán Toledo venía en camino con los refuerzos y los
caballos por tierra. Allí construyó un fuerte cerca de las ruinas de la Concepción
fundada por Valdivia. Ronquillo se refiere a estos hechos pues afirma como Mendoza
“hizo el fuerte de San Luis” y que siete días después los atacaron los indios. Barros
Arana fecha el combate el 7 de septiembre de 1557. Formaron parte de este combate
Ronquillo, Mariño de Lobera y el poeta Alonso de Ercilla y los tres dejaron su
testimonio. En las cercanías de Penco el combate fue favorable a Hurtado de Mendoza
pero según Ronquillo debió esperar un mes y medio para que llegasen los caballos y
poder salir del encierro en el fuerte (los primeros caballos llegaron después del 13 de
septiembre con Juan Remón junto a Rodrigo de Quiroga y Juan de Bastidas;
14
posteriormente llegó el resto al mando de Luis Toledo) .

Con más de 600 hombres con municiones y caballos penetró el Arauco a comienzos de
octubre de 1557. Ronquillo, quien no relata el dificultoso traspaso del río Bío Bío,

13
BARROS ARANA, Historia General de Chile, tomo II, pág. 91. La cita es de SUÁREZ DE FIGUEROA,
Hechos de Don García Hurtado de Mendoza, pág. 26.
14
Mariño de Lobera detalla que entre los oficiales designados por Hurtado de Mendoza se
encontraban Pedro del Castillo como alférez de una compañía de arcabuceros y a Vasco Suarez,
vecino de la ciudad de Guamanga del Perú, como capitán de infantería. No menciona ni a
Ronquillo ni a Jufré. MARIÑO DE LOBERA, Crónica del Reino de Chile, pág. 205.

29
GENINI, Guillermo F., La Relación de Diego Ronquillo y su vínculo con la historia de la fundación de San
Juan de la Frontera, en Publicaciones 29 (Nueva Serie). IIAyM-UNSJ, San Juan, 2012.

detalla que Hurtado de Mendoza envió a Antonio de Reinoso como avanzada y que fue
atacado por los indios. El refuerzo de Juan Remón no fue suficiente para contener el
ataque y retrocedieron hasta el campamento principal. Esta descripción corresponde al
combate de Las Lagunillas o Bío Bío, producido a comienzos de noviembre de 1557,
en donde comandaron sendos escuadrones Rodrigo de Quiroga y Pedro del Castillo.

Posteriormente Ronquillo describe la entrada en Arauco resaltando el respeto por las


propiedades y alimentos de los indios que impuso García de Mendoza, haciendo que
las provisiones fueran llevadas por barco. El relato menciona la batalla de Millarapué
producida el 30 de noviembre con triunfo para los españoles, donde el cronista no
menciona el ahorcamiento de prisioneros después del combate que si fueron descritos
por Mariño de Lobera y Góngora Marmolejo, lo que generara el comentario negativo de
Barros Arana mencionado más arriba sobre la actitud parcial de Ronquillo. En ambas
batallas debió compartir las acciones junto a Juan Jufré quien afirma que también
combatió en ellas, portando el estandarte real, por lo que la relación entre ambos
habría sido posible desde fines de 1557 (MEDINA, Colección de documentos inéditos
para la historia de Chile, tomo XV, pág. 27).

Tras la victoria, Hurtado de Mendoza permaneció a la defensiva explorando el territorio.


Ronquillo no menciona la reconstrucción del Fuerte de Tucapel, el sitio donde murió
Valdivia, donde permaneció hasta el comienzo del verano, dice que solo “permaneció
dos meses” cuando pobló la ciudad de Cañete en enero de 1558 cerca de Tucapel,
llamada “Cañete de la Frontera” por Mariño de Lobera (MARIÑO DE LOBERA, pág. 214).
Durante el verano envió a su teniente Antonio de Reinoso a internarse y auxiliar a una
expedición anterior al mando de Miguel de Velazco y Avendaño quien debía alcanzar
provisiones desde La Imperial, pero al ser atacado en Purén, Reinoso los desbarató.

Luego, Hurtado de Mendoza salió de Cañete y se dirigió a La Imperial. Nada menciona


Ronquillo de la repoblación de Concepción el 6 de enero de 1558 por Jerónimo de
Villegas, quien realizó por orden del Gobernador un nuevo repartimiento de tierras e
indios perjudicando a los antiguos compañeros de Valdivia. Jufré afirma (MEDINA,
Colección de documentos inéditos para la historia de Chile, tomo XV, pág. 27) que
estuvo presente en esta fundación a la que califica de “reedificación”.

El relato de Ronquillo continúa describiendo la salida desde La Imperial del General


Miguel de Velazco en auxilio a Tucapel y, por la forma del mismo, al parecer Ronquillo
permaneció en Tucapel donde presenció el combate con los indios y la captura y
posterior liberación de más de 200 de ellos y el ahorcamiento de otros varios.
Posiblemente Ronquillo confunde el Fuerte de Tucapel con la ciudad fortificada de
Cañete pues allí Barros Arana sitúa el asalto de los indios a comienzos de febrero de
1558. La acción de Hurtado de Mendoza de esos meses es apenas descripta por
Ronquillo al referir que fue a descubrir “el lago y las islas de Anzud” (golfo de Ancud)
sin brindar mayores detalles, lo que sugiere que no participó en la expedición al sur.
Nada menciona de la permanencia en Valdivia y Villarrica ni de la fundación de Osorno
el 27 de marzo de 1558.

La relación de Ronquillo apenas da referencia del resto del año 1558, salvo que
Hurtado de Mendoza invernó en La Imperial y que en el verano estaba nuevamente en
Tucapel. Llama la atención la ausencia de cualquier referencia al juramento de Felipe II
como nuevo Rey de España ocurrido en las ciudades del sur de Chile en abril de 1558
y la no mención de la captura y posterior tortura y ejecución por Pedro Velasco y
Avendaño del caudillo araucano Caupolicán en la ciudad de Cañete, lugar supuesto de
su residencia por entonces (BARROS ARANA, Historia General de Chile, tomo II, pág.
132-140). Este hecho puede ser confirmado al relatar una de las tantas salidas que los
españoles de Cañete realizaron a combatir a los indios comarcanos que al mando de
Rodrigo Palos fue atacado en Cayucupil. Esto obligó a pedir refuerzos por lo que
Hurtado de Mendoza regresó de La Imperial a fines de 1558.

Aquí el relato vuelve a tener continuidad, detallando Ronquillo la campaña de Hurtado


de Mendoza contra los indios en las cercanías de Cañete que habían construido un

30
GENINI, Guillermo F., La Relación de Diego Ronquillo y su vínculo con la historia de la fundación de San
Juan de la Frontera, en Publicaciones 29 (Nueva Serie). IIAyM-UNSJ, San Juan, 2012.

asentamiento fortificado en Quiapeo entre octubre y diciembre de 1558, aunque no


menciona la batalla de Quiapo, tal como la denomina Barros Arana el 14 de diciembre
de 1558, ni el ahorcamiento de más de 600 indios capturados como castigo
ejemplificador. Por el contrario sostiene que los indios capturados fueron puestos en
libertad después de ser bien tratados y de hablarles de “muchas cosas tocantes a
nuestra santa fe católica”. Posteriormente menciona que los indios “tomaron algún
miedo” que sirvieron en paz lo que le permitió al Gobernado ir a Arauco y repoblar el
anterior fuerte construido por Valdivia. También menciona su venida a Concepción, lo
que sugiere que Ronquillo se encontraba en esa ciudad a comienzos de 1559. De
inmediato relata una nueva salida de Hurtado de Mendoza al fuerte de Arauco y aquí
sostiene “vile hacer muy buenos tratamientos a los naturales”, por lo que da testimonio
de las relaciones con los indios pacificados, lo que según su afirmación le posibilita
permanecer en Arauco por más de “ocho meses personalmente”.

Sin embargo, Barros Arana sostiene que pasó el invierno de 1559 en Concepción,
aunque en agosto escribió una carta situada en Arauco. Dentro de la Relación de
Ronquillo dos hechos se mencionan en el transcurso de este año: un intento de
asesinato por parte de jefes indios supuestamente amigos y la repoblación de Angol a
cargo de general Miguel de Velasco, aunque sin mencionar con precisión referencia
temporal. La fecha de la repoblación de Angol puede ser establecida a comienzos de
1559 y era reclamada por los antiguos encomenderos de la zona. Este hecho es el
último que Ronquillo atribuye a Hurtado de Mendoza pues inmediatamente, “al cabo de
este tiempo”, sostiene que se tuvieron noticias del nombramiento de Francisco de
Villagra por lo que abandonó el sur y se dirigió a Santiago dejando el mando a Rodrigo
de Quiroga. Por lo que se desprende del escrito, Ronquillo acompañó a Hurtado de
Mendoza en su entrada en la capital. La última mención de Hurtado de Mendoza refiere
una corta estadía en Santiago y su salida en barco de Chile. No existe otra referencia
más precisa sobre esta etapa que puede situarse entre fines de 1559 y comienzos de
1561.

García Hurtado de Mendoza permaneció en Concepción hasta comienzos de 1560


donde recibió orden del Rey de regresar a España y dejar procurador y fiadores para
enfrentar los eventuales reclamos de los residentes de Chile. Igual orden recibió el
Licenciado Santillán en Santiago. Felipe II ya en diciembre de 1558 había hecho el
nombramiento de Villagra al poco tiempo de saber que el Virrey del Perú había
nombrado a su hijo como Gobernador de Chile. Hurtado de Mendoza designó a
15
Rodrigo de Quiroga como Gobernador interino de Chile el 7 de junio de 1560 en
Concepción y partió a Santiago. Nada menciona Ronquillo de las acciones de Hurtado
de Mendoza en Santiago ni hace referencia al nombramiento de Pedro de Castillo, uno
de sus alférez de confianza, como su Teniente en Cuyo el 22 de noviembre de 1560.
Tampoco alude la sanción de la llamada Tasa de Santillán en enero de 1559 ni las
resistencias que originó entre los encomenderos.

Hurtado de Mendoza permaneció en Santiago hasta febrero de 1561 favorecido por el


fallecimiento de Diego de Acevedo, reemplazante de su padre como Virrey del Perú,
pero a comienzos de ese año fue informado de la designación de Diego López de
Zúñiga, Conde de Nieva, como nuevo Virrey del Perú y del fallecimiento de su padre.
Abandonó Chile sin autorización y antes que llegara Villagra.

Durante su permanencia en Santiago, Ronquillo nada menciona de la expedición a


Cuyo, primero a cargo de Pedro de Mesa y luego de Pedro del Castillo, preparada
entre noviembre y diciembre de 1560, pues el siguiente acontecimiento referido por
Ronquillo fue que presenció la entrada de Villagra a Santiago y el trato del nuevo
Gobernador con los sacerdotes que trajo del Perú y que le asesoraban sobre la forma
de tratar a los indios. La entrada de Villagra en Santiago se produjo en julio o agosto de

15
Barros Arana afirma que García logró el apoyo de algunos jefes antiguos de Chile y les
recompensó con generosidad. Figuraban entre éstos: Rodrigo de Quiroga, Francisco de Ulloa,
Alonso de Reinoso, Vicencio del Monte, don Pedro y don Miguel A. Velasco y Avendaño.

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GENINI, Guillermo F., La Relación de Diego Ronquillo y su vínculo con la historia de la fundación de San
Juan de la Frontera, en Publicaciones 29 (Nueva Serie). IIAyM-UNSJ, San Juan, 2012.

1561 y coincidió con una gran epidemia de viruela que provocó una enorme mortandad
16
entre los indios, especialmente los lavadores de oro .

Todo el gobierno de Villagra queda resumido en la Relación de Ronquillo a un breve


párrafo donde predomina la descripción de la relación que se estableció con el “Fray
Gil” (el padre dominico Gil González Dávila) y sus consejos de cómo ganarse a los
indios. Sólo hace referencia que durante su gobierno Villagra salió para Concepción y
que debió despoblar Cañete por falta de hombres y armas. Ronquillo no menciona
nada en absoluto sobre la expedición de Jufré a Cuyo ni de las fundaciones de La
Resurrección y San Juan de la Frontera contemporánea a estos sucesos.

Barros Arana sitúa la salida de Villagra a Concepción a fines de octubre de 1561, es


decir pocos días después de nombrar a Jufré como nuevo Teniente Gobernador de
Cuyo el 27 de septiembre, y la despoblación de Cañete, a mediados de 1563. El hecho
que Ronquillo no presente ninguna referencia a los sucesos que rodearon al
gobernador Villagra, excepto la muerte de su hijo en febrero de 1563, hace suponer
que no se encontraba en el sur de Chile durante el lapso 1561-1563, lo cual hace
factible su presencia en la expedición pobladora de Cuyo, comandada por Jufré,
aunque a lo largo de todo su relato no lo nombre en ningún momento. Tampoco Jufré
menciona mayores detalles de su expedición descubridora y pobladora por lo que en su
probanza no aparecen ningún nombre o cargo, por lo que se carece de cualquier
referencia a Ronquillo en Cuyo, salvo en un documento posterior (TRELLES, Poblaciones
en Cuyo, pág. 126, plano de ciudad San Juan de la Frontera) la inscripción de un solar
a su nombre en el plano de la ciudad de San Juan de la Frontera, justo al lado del solar
del fundador Jufré frente a la plaza principal (MEDINA, Colección de documentos
inéditos para la historia de Chile, tomo XV, pág. 27).

El hecho de que al regreso de su expedición a Cuyo Jufré haya sido nombrado por
Villagra como Teniente Gobernador de Santiago resalta la importancia de la relación
entre ambos, pues el Gobernador necesitaba de sus partidarios más fieles en la capital
en momentos que iniciaba su expedición al sur de Chile. Jufré era Teniente
Gobernador de Santiago en marzo de 1563 cuando debió actuar contra el vicario
Cristóbal de Molina en su litigio con Fray Gil González Dávila y por el cual fue
excomulgado. Ronquillo no menciona este suceso lo que reforzaría la impresión que no
se encontraba en Santiago en ese año (BARROS ARANA, Historia General de Chile, tomo
II, pág. 246).

El relato de Ronquillo vuelve a ser más específico tras la muerte de Villagra, el 22 de


junio de 1563, pues refiere detalles del gobierno interino de su primo Pedro de Villagra
al que le atribuye buenas prácticas para sosegar el levantamiento de los indios y que
impartía a sus capitanes, siendo el mismo Ronquillo “uno de ellos, y me encargó con
sus cartas muchas veces el buen tratamiento de los naturales”. No se puede precisar
donde ejercía su mando Ronquillo pero deber haber sido en alguna plaza en el sur de
Chile pues describe los ataques indígenas que provocaron el despoblamiento de
Arauco (julio de 1563) y sitio de Concepción (marzo- mayo de 1564).

16
Según Barros Arana las consecuencias de esta epidemia fueron de tal magnitud que se
debieron suspender trabajos vitales para los españoles tales como los lavados de oro y los
“trabajos industriales”, por la gran mortandad entre los indios. Esta mortandad aumentó la
necesidad de mano de obra indígena en Chile y coincide con la formación de la expedición a
Cuyo que organizó Juan Jufré a fines de 1561. BARROS ARANA, Historia General de Chile, tomo II,
pág. 231-232).
Ya Michieli había llamado la atención que el principal objetivo de la mencionada expedición era
fundar ciudades en Cuyo como pretexto para obtener nuevas encomiendas de indios para ser
trasladados a Chile. Según esta historiadora, el mecanismo ideado por Jufré fue redefinir y
disminuir los límites de la jurisdicción de la ciudad de la Resurrección (segunda fundación de
Mendoza) para permitir la fundación de otras ciudades, como la muy cercana San Juan de la
Frontera al norte. De esta manera se pudieron realizar nuevos repartimientos de indios huarpes
tan necesarios durante este período (MICHIELI, La fundación de las ciudades de Cuyo, pág. 9-14).

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GENINI, Guillermo F., La Relación de Diego Ronquillo y su vínculo con la historia de la fundación de San
Juan de la Frontera, en Publicaciones 29 (Nueva Serie). IIAyM-UNSJ, San Juan, 2012.

Sin embargo, el hecho de haber formado parte de su gobierno podría situarlo dentro del
grupo afín a los Villagra donde sin duda puede ser ubicado Juan Jufré como uno de sus
principales defensores, lo que supone un cambio dentro de la dinámica política chilena
pues originalmente permaneció cercano al grupo de Hurtado de Mendoza, aunque
ocupando un lugar inferior o secundario. Este hecho puede ser la explicación que ante
la injustificada arremetida contra el Gobernador Pedro de Villagra y su reemplazo por
Rodrigo de Quiroga en junio de 1565, Ronquillo se limite a afirmar “Al cabo de dos años
sucedió por gobernador Rodrigo de Quiroga”.

El nuevo gobernador para afirmar su mando hizo una rápida campaña para “imponer
silencio y robustecer su autoridad” contra los partidarios de los Villagra. Como
consecuencia de ello fue arrestado Juan Jufré, que era por entonces alcalde de
Santiago, y otros partidarios fueron amenazados y silenciados para que no presentasen
acusaciones en la Audiencia de Lima. En esta situación Ronquillo logró mantener sus
posiciones y continuar al servicio del Gobernador Quiroga como capitán, con el cual
mantenía correspondencia. Del Gobierno de Quiroga la Relación menciona la salida del
Gobernador al sur con “mucha gente” y la repoblación de Tucapel y Arauco. La salida
con 300 españoles y más de 800 indios auxiliares se produjo en noviembre de 1565 y
la repoblación de las ciudades a comienzos de 1566. Sin embargo la afirmación de
Ronquillo del buen trato dado a los indios contrasta con la ferocidad de la guerra
reseñada por Barros Arana.

A partir del gobierno de Quiroga el relato se torna sumario y no existen más referencias
continuas. Ronquillo describe que, al cabo de dos años, la Audiencia se instaló como
nuevo gobierno, hecho ocurrido en Concepción en agosto de 1567, y fue percibido por
Quiroga como una afrenta a sus méritos y sacrificios. Del nuevo gobierno integrado por
los “señores oidores Egas Venegas y Torres de Vera”, se detalla poco, salvo que
dieron instrucciones de buen trato para con los indios y el nombramiento de Miguel de
Velasco como su general en la guerra del Arauco.

La última referencia específica de la Relación la da Ronquillo sobre el gobierno de


Melchor Bravo de Saravia, instalado “desde ha un año” es decir poco antes de su
partida, al cual vio en tratativas sobre como tratar a los indios para su pacificación. La
asunción de Saravia se produjo en agosto de 1568 y fue recibido en La Serena por
Juan Jufré como representante del Cabildo de Santiago, quien también se encargó de
alojar en la ciudad al gobernador y su familia (BARROS ARANA, Historia General de
Chile, tomo II, pág. 276).

Efectivamente, Barros Arana refiere que Saravia pese a su edad, tras recibir la mayor
cantidad posible de informes, se aprestó a dirigir en persona la guerra en el Arauco. A
Concepción llegó en noviembre de 1568 e inmediatamente se inició la campaña que
concluyó con la derrota de Mareguano donde “fueron desbaratados los españoles” y
cuyas consecuencias fueron el retiro del Arauco, el despoblamiento de Cañete y el
desprestigio de Saravia. En esta batalla que se dio en enero de 1569 participó
Francisco Jufré, hijo natural de Juan Jufré, que comandaba una columna de indios
auxiliares por saber hablar lengua indígena (BARROS ARANA, Historia General de Chile,
tomo II, pág. 293).

Ronquillo hace una aclaración de importancia para sostener su credibilidad pues afirma
que no estuvo presente en este combate donde murieron numerosos españoles y
muchas más “piezas de servicio” al afirmar que lo incluye en el relato “por la memoria
que yo vi, que no me hallé allí”. La despoblación de Arauco se produjo en abril de 1569
y la de Cañete en mayo de ese año y se ocasionó a causa que “no se podía sustentar
en ninguna manera” pese a los esfuerzos del gobernador a continuar la guerra.

Sobre el retiro de Ronquillo de Chile entre 1569 y 1570 no se tienen mayores noticias
salvo lo que informa el propio autor que sostiene que dejó el territorio en barco con
destino seguramente al Perú. Muy posiblemente se embarcó hacia el Callao a fines de
mayo de 1569 junto con Miguel de Velazco, quien tenía como misión llevar la
correspondencia justificatoria del gobernador Bravo de Saravia a España sobre el mal

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GENINI, Guillermo F., La Relación de Diego Ronquillo y su vínculo con la historia de la fundación de San
Juan de la Frontera, en Publicaciones 29 (Nueva Serie). IIAyM-UNSJ, San Juan, 2012.

camino que tomaba la guerra y solicitar en Perú nuevos refuerzos para continuar la
guerra en Arauco.

Ronquillo tampoco informa para quién o a quiénes iba dirigida su relación, que él
mismo califica de “sumaria, prolija y verdadera”, aunque es posible que su calidad de
licenciado haya influido en la necesidad de dejar registrada su actuación en Chile, tal
como era costumbre entre los funcionarios y letrados para justificar su conducta,
recordar sus servicios y ayudar a darse a conocer. Cabe la posibilidad que Ronquillo no
haya permanecido en Lima mucho tiempo pues, pese a que tenía instrucciones de
continuar hacia España, Miguel de Velazco retornó a Chile a comienzos de 1570 y
remitió la correspondencia de Bravo de Saravia a España, por lo que es posible
suponer que haya sido Ronquillo el enviado, aunque hasta el momento no se han
encontrado prueba de ello (BARROS ARANA, Historia General de Chile, tomo II, pág.
309-311).

Sin embargo, esta afirmación se sostiene en fuertes indicios, tal como el que menciona
Toribio Medina cuando describe que Diego Ronquillo se hallaba ya en Madrid a fines
de 1570 donde se encontró con su antiguo compañero en la expedición al sur de Chile,
17
el poeta Alonso de Ercilla, quien lo incluyó en su relato la Araucana (MEDINA, La
Araucana: ilustraciones II, pág 286).

Conclusión

Tras haber identificado la afirmación de Horacio Videla sobre la importancia de la


Relación de Diego Ronquillo, su origen y reiteración; buscado y hallado las dos
versiones de la Relación, la original española de 1852 y la chilena de 1862, y trascripto
y analizado comparativamente su contenido, podemos afirmar se trata de textos
similares en su título y contenido. Videla, considerado como una autoridad cuya opinión
ha sido repetida sin mayores análisis y críticas posteriores, conoció la referencia
bibliográfica de este documento, pero no utilizó ni citó su contenido en dos de sus
principales obras. Sobre este particular no se ha realizado crítica profunda y es
necesario hacerlo como parte del trabajo del historiador.

La afirmación que Videla realizó sobre Ronquillo, esto es que su “crónica” es la base de
toda la historia sobre la expedición de Juan Jufré a Cuyo, es de una importancia tal que
sorprende que haya pasado desapercibida por la historiografía local. Se ha rastreado y
reconstruido los pasos seguidos por el autor y no se han encontrado las evidencias que
comprueben tal afirmación.

La obra de Ronquillo estuvo publicada desde mediados del siglo XIX en España y Chile
y era conocida y utilizada por los historiadores de la importancia de Barros Arana. No
es una crónica sino una relación, es decir una obra menor. Esta relación varía de
precisa a sumaria en varias partes y demuestra una tendencia favorable a la figura de
García Hurtado de Mendoza.

La actuación del personaje evidencia un cambio de sus posiciones originales: de


vinculación con el grupo de Mendoza a una cercanía al grupo de los antiguos
compañeros de Valdivia. Ronquillo pudo haber conocido a Juan Jufré por compartir
tiempos y lugares comunes pero no hay evidencias documentales que lo confirmen. Su
Relación no menciona la expedición a Cuyo de Mesa y Castillo ni la de Jufré. Es más,
no menciona a Jufré ni a Cuyo o algunas de sus ciudades en ningún lugar de la
Relación. Sin embargo, los vacíos en la narración hacen posible su presencia en Cuyo
durante los años 1561-1562. No hay evidencia de relación entre Ronquillo y Cuyo
posteriores a las expediciones mencionadas, excepto por un documento elaborado con
posterioridad que lo vincula con Jufré en la fundación de San Juan (inscripción de solar
en un plano de fecha posterior).

17
MEDINA, La Araucana: ilustraciones II, página 286.

34
GENINI, Guillermo F., La Relación de Diego Ronquillo y su vínculo con la historia de la fundación de San
Juan de la Frontera, en Publicaciones 29 (Nueva Serie). IIAyM-UNSJ, San Juan, 2012.

Hay circunstancias que posibilitan la afirmación que la Relación fue escrita al concluir
su actuación en Chile, en su paso por Perú o a su regreso a España en donde se
encontró el manuscrito original. No se han encontrado referencias a que Ronquillo
escribiera otra relación en esta época con otro nombre sobre la misma temática.

La Relación de Diego Ronquillo no contiene ninguna referencia histórica directa o


indirecta a la fundación de San Juan de la Frontera en 1562, ni a su fundador, Juan
Jufré, ni a la expedición que éste comandó en 1561 y 1562. Por lo tanto la afirmación
de Horacio Videla, y de todos los que repitieron su obra, carece de fundamento
documental o demostración verificable. Este hecho, tal como se ha comprobado, aleja
la posibilidad de veracidad de una realidad pretérita, con las consecuencias
historiográficas que ello implica. Es posible que algo similar ocurriese con otros
documentos citados o utilizados por el autor, que sería necesario estudiar.

San Juan, febrero de 2010.

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