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Capítulo 5

El poder del propósito

¿Por qué predica usted este sermón? Esta pregunta obvia pro-
voca muchas respuestas inadecuadas, como por ejemplo: «Cuando
llegue el domingo a las 11 de la mañana, se espera que diga algo.
Por eso predico». O bien: «La semana pasada terminé con Génesis
21, así que esta predicaré acerca de Génesis 22». A veces, hay mu-
cha ambigüedad en la respuesta: «Predico este sermón porque quie-
ro retar a la gente de mi iglesia».
Tales propósitos, usualmente implícitos —más que expresa-
dos—, producen sermones que se parecen a un pastel de limón cu-
bierto de merengue que se nos cae: ¡Salpica por todas partes, pero
no rompe nada!
No importa lo brillante o lo bíblico que sea nuestro sermón,
sin un propósito concreto no vale la pena predicarlo. Además, el
predicador no tendría una idea clara de por qué está hablando.
Imagínese que le pregunta a un equipo de fútbol: «¿Cuál es el

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La Predicación Bíblica

propósito del juego?» En un estadio se celebran muchas clases


de actividades (atletismo, béisbol, softbol, etc.), pero la meta del
equipo de fútbol es anotar puntos contra el equipo contrario. Un
equipo que no piensa en eso constantemente solo juega para ejer-
citarse.
¿Por qué predicar este sermón? El predicador hace varias cosas
cuando se enfrenta a su congregación: explica, da ejemplos, exhorta,
interpreta, hace gestos, entre otras cosas. Pero pobre de aquel que no
comprende que su sermón debe cambiar las vidas en alguna manera
específica. A. W. Tozer nos brinda algunas palabras muy pertinentes:

Hay pocas cosas tan simples e insignificantes como una


doctrina bíblica que se enseñe por sí misma. La verdad divor-
ciada de la vida no es verdad en el sentido bíblico, sino algo
distinto y muy inferior. Ningún hombre es mejor porque sepa
que en el principio Dios creó los cielos y la tierra. El diablo lo
sabe, y también Acab y Judas Iscariote. Ningún hombre es
mejor por el hecho de saber que Dios amó de tal manera al
mundo que dio a su amado Hijo unigénito para morir por la
redención de los hombres. En el infierno hay millones que lo
saben. La verdad teológica es inútil si no se la obedece. El
propósito tras toda doctrina es asegurar la conducta moral.31

ETAPA 6. DETERMINE EL PROPÓSITO DE SU SERMÓN

El propósito señala lo que uno espera que ocurra en el oyente


como resultado de la predicación del sermón. El propósito difiere
de la idea del sermón, como el blanco de la flecha; como viajar de
estudiar el mapa; como preparar un pastel de leer la receta. La idea
afirma la verdad mientras que el propósito define lo que esa verdad
debe lograr.

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El poder del propósito

Henry Ward Beecher entendió la importancia del propósito al


declarar: «El sermón no es como un petardo, que se dispara por el
ruido que produce. Es el rifle del cazador, y a cada disparo el caza-
dor debiera procurar ver caer la presa». Eso supone, por supuesto,
que el cazador sabe qué está cazando.
¿Cómo determina el expositor el propósito de su sermón?
Lo hace descubriendo el propósito que subyace en el pasaje del
cual está predicando. Como parte de su exégesis debiera pre-
guntarse: ¿Por qué escribió esto el escritor? ¿Qué efecto espe-
raba que tuviera en sus lectores? Ningún escritor bíblico tomó
su pluma para anotar unas cuantas «decisiones apropiadas»
sobre un tema religioso. Todos escribieron para afectar vidas.
Cuando Pablo le escribió a Timoteo, lo hizo «para que si tar-
do, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la
iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad» (1
Timoteo 3.15).
Judas cambió el propósito de su carta después que se sentó a
escribir. «Queridos hermanos, he sentido grandes deseos de escri-
birles acerca de la salvación que tanto ustedes como yo tenemos;
pero ahora me veo en la necesidad de hacerlo para rogarles que
luchen por la fe que una vez fue entregada a los que pertenecen a
Dios» (Judas 3, VP).
Juan escribió su relato de la vida de Jesús para ganar creyentes
en Jesús como «el Cristo, el Hijo de Dios» y para asegurar que los
creyentes tengan «vida en su nombre» (Juan 20.31). Libros com-
pletos, lo mismo que las secciones de los libros, fueron escritos
para hacer que ocurriera algo en el pensamiento y la conducta de
los lectores.
En consecuencia, el sermón expositivo encuentra su propósito
alineado con los propósitos bíblicos. El expositor debe descubrir
primero por qué un pasaje particular fue incluido en la Biblia, y con
esto en mente, decidir qué es lo que Dios quiere lograr a través del
sermón en los oyentes de hoy.

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La Predicación Bíblica

Las Escrituras inspiradas se nos dieron para que pudiéra-


mos ser «perfectos, enteramente preparados para toda buena
obra» (2 Timoteo 3. 17). Se deduce de esto que un expositor
debiera poner en palabras la calidad de vida o las buenas obras
que tendrían que resultar de predicar y escuchar su sermón. Lo-
gramos nuestro propósito, le dijo Pablo a Timoteo, primero, en-
señando la doctrina; segundo, refutando algunos errores en las
creencias o las acciones; tercero, corrigiendo lo que está malo; y
cuarto, instruyendo a la gente en la conducción adecuada de la
vida.
Los educadores dicen que la afirmación de propósito eficaz va
más allá del procedimiento y describe la conducta observable que
debe resultar de la enseñanza. La afirmación de propósito no solo
describe nuestro destino y la ruta que debemos seguir para llegar,
sino también, en lo posible, nos dice cómo podemos saber si llega-
mos bien. Si no estamos seguros a dónde vamos, indudablemente
arribaremos a cualquier parte.32
Roy B. Zuck reunió una lista valiosa de verbos y expresiones
para determinar objetivos de conducta y para lidiar con conoci-
miento y comprensión (dominio cognoscitivo) así como con actitu-
des y movimientos (dominio afectivo). Esta lista puede verse más
adelante, en la Tabla 1.
Aunque predicar difiere significativamente de dar una clase,
determinar el propósito de un sermón, como si fuera un objetivo de
instrucción, hace que el mensaje sea más directo y eficaz. A conti-
nuación algunos ejemplos de propósitos expresados en términos que
se pueden medir:

· El oyente debiera entender la justificación por fe y ser


capaz de escribir una sencilla definición de doctrina. (El
oyente podrá escribirla o no, pero el predicador será mucho
más específico si expone pensando que lo hará.)

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El poder del propósito

· El oyente debiera poder enumerar los dones espirituales y


determinar qué don le dio Dios.

· El oyente debiera poder escribir el nombre de al menos


una persona que no sea cristiana, y decidir orar por ella
cada día durante dos semanas. (Si alguien hace algo por
dos semanas, tiene más posibilidades de seguir haciéndolo
por varios meses.)

· Mis oyentes debieran identificar una situación moralmen-


te indiferente en la que los cristianos no concuerdan y ser
capaces de pensar cómo actuar en esa situación.

· La congregación debiera entender cómo los ama Dios y


explicar por lo menos una forma en que ese amor les da
seguridad.

· Los cristianos deben poder explicar lo que otros deberían


creer para ser cristianos y planear hablar del Señor por lo
menos a una persona durante la semana entrante.

· Los oyentes deberían estar convencidos de la necesidad de


estudiar la Biblia, y deberían inscribirse en una clase bíbli-
ca de la iglesia, un estudio bíblico familiar, o un curso bí-
blico por correspondencia.

Expresar propósitos que describen resultados observables, obliga


al predicador a reflexionar cómo deben cambiar las actitudes y la
conducta. Eso, a su vez, le permitirá ser más concreto en la aplica-
ción de la verdad a la vida.
El predicador escocés David Smith, describe el sermón como
«un discurso que concluye con un movimiento». Un medio eficaz de
incorporar el propósito al sermón consiste en escribir la conclusión

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La Predicación Bíblica

pensando en el propósito. Nos concentramos mentalmente con más


eficiencia si sabemos desde el comienzo qué es lo que pretendemos
lograr.

Conceptos nuevos

Propósito
Resultados observables

Definiciones

Propósito: Lo que uno espera que ocurra como resultado de escu-


char el sermón.

Resultados observables: El propósito del sermón expresado en tér-


minos de conducta observable.

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Pasos en el desarrollo del
mensaje expositivo

1. Selección del pasaje.

2. Estudio del pasaje.

3. Descubrimiento de la idea exegética.

4. Análisis de la idea exegética.

5. Formulación de la idea homilética.

6. Determinación del propósito del sermón.

7. Elección del método para lograr el propósito.

8. Bosquejo del sermón.

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