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El Sueño Colombiano

El “sueño americano”, la idea que puede entenderse como la igualdad de


oportunidades y libertad que permite que todos los habitantes de Estados
Unidos logren sus objetivos en la vida con esfuerzo y determinación, sin
importar su origen social o económico, debe ser el fin último de cualquier
nación en el mundo. Por ello, en el caso particular de Colombia, se debe
encarrilar al país hacia la prosperidad democrática, que le permita ingresar al
selecto grupo de países desarrollados y a ser una “nación soñada”. Para lograr
esto, se debe pensar fundamentalmente en ser un país seguro y en paz, donde
los bajos índices de pobreza sean una constante y donde se goce de una
población educada y trabajando[CITATION Dep10 \l 3082 ]. Pero para materializar
lo planteado, también se hace esencial que toda la sociedad colombiana, como
lo plantea Posada (2006), sea leal con la “nación soñada”, ya que esta lealtad
es necesaria para que el ideal se convierta en realidad.

Este compromiso, el cual debe aceptar toda la nación en pro del propio
desarrollo, debe comenzar según Posada (2006) con la recuperación de la
ilusión hacia el porvenir, refutando el actual estereotipo del colombiano
inidentificado con la violencia y revalorando la presencia en el pasado histórico
del país de tradiciones liberales y democráticas propias de la nación civilmente
desarrollada. A partir de dicho estereotipo, en el que se confunde al ser
colombiano con un ser atroz y maligno y la sociedad colombiana con una
sanguinaria y totalitaria, que surge a mediados de los años 90 en un clima
deslegitimador de la nación, del estado, de sus dirigentes y de la sociedad, se
han desprendido aciagas consecuencias para la nación, entre las que resaltan
por su importancia la baja autoestima, el desprecio de la nacionalidad,
diagnostico errado del problemas que condicionan políticas así mismo erradas,
la justificación de métodos violentos y el tratamiento de paria que le da la
comunidad internacional al país.
Con el propósito de refutar, sin desconocer los problemas que aquejan al país,
el estereotipo del ser colombiano y de la sociedad en la que convive que se
mencionó anteriormente, Posada hace referencia a otros valores, más allá de
la violencia y la guerra, que han sido determinantes en el desarrollo de la
historia de Colombia, y cuya presencia por cerca de casi dos siglos permiten
hablar de una cultura liberal y democrática, aunque ciertamente con tropiezos e
imperfecciones.
Por ello, Posada hace referencia al liberalismo, entendido este como una
doctrina filosófica que “considera a la libertad del individuo como el valor
supremo del hombre”[ CITATION Enc11 \l 3082 ] . De esto, dice Posada, el
liberalismo aunque con variaciones claro está, ha formado parte de las ideas
políticas de los dos partidos políticos más representativos históricamente,
quienes han gobernado por mayor tiempo a la nación, el partido liberal y el
conservador. Aparte de esto también menciona Posada el diseño institucional
de la división de poderes que a día de hoy prevalece, lo que es una claro reflejo
de una tradición intelectual liberal y una muestra de una sociedad civil
dispuesta a defender sus interés frente a la nación. De igual manera, Posada
también hace mención a los comicios electorales, de quienes hace un a
revisión histórica que vas más allá del simple análisis sobre la corrupción del
sufragio en el país, y descubre en nuestra tradición electoral ciertas
características notables que ratifican el carácter liberal de la cultura colombiana
, como lo son la regularidad de un intenso calendario electoral, la temprana
inclusión de los sectores populares, la también temprana adopción del sufragio
universal masculino, los relativamente altos niveles de participación en
elecciones y finalmente su naturaleza competitiva. Según esto, es posible
entonces decir que quienes tildan de burguesa y derechista la democracia del
país, esconden falazmente el componente liberal que define a la democracia
colombiana. Sin embargo, esto no busca esconder el hecho que el desarrollo
de nuestra cultura política democrática se ha visto obstruido por las continuas
apelaciones a la violencia para llegar al poder.
Por otro lado, Posada también hace un análisis del rol de los intelectuales en
nuestra sociedad y de la forma como los más influyentes letrados del país a
través de discurso generalizado han presentado erróneamente a la nación con
un desprecio despótico por la política democrática propia, a través de la idea de
una nación fragmentada hasta inexistente y planteando su trayectoria como un
destino plagado de frustraciones. Resalta Posada el poder de las ideas para
condicionar el porvenir de una sociedad, una premisa relacionada a la tasación
del oficio intelectual. Así mismo, plantea que los intelectuales en las
democracias modernas son figuras centrales que tienen la capacidad de influir
en los avances o retrocesos de un país. Pero esta capacidad de influir de los
intelectuales no se manifiesta en la sociedad de manera inmediata y no se
mide por su capacidad de transformar rápidamente al electorado, sino que es
un proceso de larga duración que se mide por su impacto en la formación de la
opinión pública. Por esto, Posada entiende que la tarea de los intelectuales
como actores centrales de la democracia es estimular la discusión sobre los
problemas sociales bajo normas de civilidad, de tal forma que permita
consolidar la democracia nacional. Adicional a lo mencionado, Posada sugiere
abandonar definitivamente el lenguaje de juicios absolutos que se utiliza en la
actualidad cuya consecuencia es fomento del derrotismo y la desesperanza de
la sociedad colombiana.

La prolongada crisis del país, empeorada por la aproximación desacertada que


los intelectuales le han dado, ha desatado en la sociedad civil innumerables
reclamos de patria, de recuperación de la identidad nacional; recuperación que
ha de permitir visualizar un futuro más esperanzador para la nación, y como
plantea Posada, para lograr el compromiso necesario de toda la sociedad y
estar en capacidad de hacer realidad la Colombia soñada.

Esta Colombia soñada, como se mencionó al principio del texto debe ser una
nación segura y con bajos índices de pobreza, como también debe contar con
una población educada y trabajando.
Según Martin Wolf (2004), el objetivo fundamental de toda democracia liberal
es buscar el bien, tanto de la nación como el de sus ciudadanos, a través de
políticas e inversiones que promuevan y estimulen el desarrollo social y
económico, siendo estas medidas que los estados, cuya razón de ser es servir
al pueblo, están obligados a realizar. Esto, se debe llevar a cabo según plantea
Wolf (2004) mediante una política efectiva con credibilidad, transparencia,
consistencia y predictibilidad.
En el plano político, será necesario establecer una política de buen gobierno
que guie y vigile la ejecución de las políticas públicas, la ejecución de los
programas sociales, y la relación entre el gobierno y el ciudadano [ CITATION
Dep10 \l 1033 ]. De esta manera se podrá recuperar la legitimidad y confianza en
la institucionalidad democrática y en la política, para combatir la corrupción y
fortalecer la democracia. Es necesario entonces, en el uso adecuado de los
recursos públicos, la promoción de una mayor rendición de cuentas y la
creación de unidades de contrainteligencia para atacar los puntos
fundamentales de la corrupción. [ CITATION Tra11 \l 9226 ]. De esta forma, como
dice Wolf (2004) el gobierno se concentraría más en sus funciones esenciales y
menos en la vigilancia y regulación de sus instituciones y de la actividad
económica, lo que a su vez significa menos gastos innecesarios para el país.

Por otro lado en relación al plano económico del país, es preciso decir que la
nación debe dar un apoyo constante al sistema capitalista de libre mercado, ay
que este ha sido un impulsador de la clase trabajadora, además de promover el
alejamientos de los sectores vulnerables de la pobreza. A parte de un
crecimiento económico constante el sistema capitalista también ha aumentado
y consolidado los derechos políticos y civiles las personas, haciendo de esta
era capitalista la era de  la libertad. [ CITATION Sursf \l 9226 ]. Estas libertades
otorgadas por el sistema capitalista se hacen fundamentales, para el buen
funcionamiento del mercado si entendiéndonos el proceso de desarrollo de un
país, como la historia de la superación de la falta de libertades en nuestro país [
CITATION Sen09 \l 1033 ]. A partir de esto, es preciso decir que las
libertades políticas y los derechos democráticos se encuentran entre los
elementos constitutivos del desarrollo, y su relevancia para el desarrollo
no tiene que ser establecida directamente a través
de su contribución al crecimiento del PIB o Ingreso Per Cápita. Se entiende
entonces según Sen que el desarrollo de un país no debe ser concebido
únicamente como el crecimiento económico, sino como la expansión de las
capacidades de los individuos para llevar el tipo de vida que valoran y que
tienen razones para valorar. En consecuencia de lo planteado por Sen (1999),
es claro que el desarrollo de un país tiene que ocuparse más de mejorar la vida
que llevamos y las libertades que disfrutamos, pues aunque se tenga una
estabilidad económica como en los países del primer mundo hay en estos
países con frecuencia personas profundamente desfavorecidas, que carecen
de oportunidades básicas.
Por otro lado, en cuanto al comportamiento del mercado, teniendo en cuenta lo
propuesto por Echeverry (2002), es evidente que el intervencionismo
económico surge de la desconfianza sobre el funcionamiento de los mercados
y las reglas y mandatos de la teoría económica. Igual de evidente, es el hecho
de que controlar el mercado resulta en desperdicio de información y bienestar.
Por esto, las decisiones de compra en de los individuos en una nación sonada,
se deben ser tomar en un ambiente no coercitivo, es decir en un entorno no
manipulado, ni distorsionado por el estado, de tal manera que estén no sean
forzados a actuar siguiendo información manipulada o distorsionada
artificialmente; de lo contrario los individuos se equivocaran y desperdiciaran
información relevante su bienestar. [ CITATION Jua02 \l 1034 ]. Así mismo, el estado
debe limitar sus funciones al mínimo en el mercado, de tal manera que no se
distorsione el funcionamiento natural del mismo y se reduzcan los problemas
que trae consigo la participación del estado en el mercado. No obstante, es
importante tener en cuenta que el sistema de libre mercado, no es perfecto por
lo que la intervención del estado se hace necesaria en determinadas
situaciones. Estas regulaciones al mercado, se hacen entonces justificables en
la medida que se usen para contrarrestar los defectos y distorsiones del
mercado, a través de reglas claras y transparentes, que proporcionen precios
razonables a los usuarios y viabilidad para las empresas
Este rol regulatorio del estado en la sociedad, no debe llevarlo a convertirse en
un mega-estados paternalistas, que lleve al continuo crecimiento del aparato
gubernamental en las democracias. Se debe rediseñar el modelo actual de
cobro excesivo de impuestos a los ciudadanos y a la actividad económica
privada. Esta situación, requiere entonces una solución que nos asemeje al
sistema “estatista” japonés y alemán, en donde el gobierno desempeñe un
papel más limitado y moderado y en donde éste no trate de hacerse amo de la
sociedad, sino que sea un guardián de la sociedad en la forma como la plantea
Drucker (1993). Colombia debe alejarse de su ineficiente y corrupto aparato
burocrático ha llevado a que la redistribución del ingreso sea cada vez peor,
gracias a la poca productividad y al hurto continuo de los fondos públicos, lo
que en ultimas le niega a la sociedad el crecimiento que realmente está
generando. Por lo tanto es necesario que el estado colombiano haga una
revisión y reestructuración de sus organismos, para que de esta manera,
vuelva a ser el protector, el reglamentador y el facilitador de la sociedad pero
no su amo, como lo propone Drucker (1993). Urge entonces a Colombia, una
necesidad de llevar a cabo un prolongado cambio estructural, donde se opere
con un presupuesto equilibrado, que enfatice el gasto en inversiones en
infraestructura, conocimiento y recurso humano. Para esto, es necesario
entonces en lugar de gastar más y aumentar los impuestos para sufragar los
gastos de la nación, se deben elaborarán mas normas regulatorias, como
también crear nuevos ingresos no tributarios y desarrollar mayor número de
alianzas con el sector privado. [ CITATION The97 \l 9226 ].

Por último, en el plano social es fundamental replantear el sistema educativo,


ya que como plantean Montenegro y Rivas (2005), el crecimiento de una
nación se da es a partir de la educación y el conocimiento que son la esencia
de la riqueza de un país; y en la medida que se inviertan los recursos
necesarios en la educación, la pobreza disminuirá y los pobres tendrán más
oportunidades de salir adelante, de generar mejores redistribuciones de
ingreso. Teniendo entonces que la educación es la base del desarrollo, se hace
fundamental generar políticas que aseguren la calidad y la cobertura de ésta,
pues es así como el desarrollo del país se puede asegurar y la forma en que
esta sociedad sea más justa e igualitaria. La educación es el principal vehículo
para combatir la pobreza, pues al contar con unas políticas de educación
efectivas que resulten en la composición de sistema de educación efectivo, la
población de los estratos bajos y marginadas tendrán la posibilidad de competir
bajo las mismas condiciones con aquellos que tienen acceso una educación de
calidad. Por lo tanto es vital que se haga énfasis en mejorar la educación de las
más necesitados, lo que implica mejoras sustanciales en las políticas públicas
como las planteadas con anterioridad, para hacer más eficiente la inversión de
los recursos, y lograr que esto se traduzca en un profundo mejoramiento todos
los componentes de la educación en Colombia.

Bibliografía
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