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Libro de Tonos Humanos 16551656 Vol1 0
Libro de Tonos Humanos 16551656 Vol1 0
EN CANCIONEROS POLIFÓNICOS
DEL SIGLO XVII
VOLUMEN LX
LA MÚSICA Y LA POESÍA
EN CANCIONEROS POLIFÓNICOS
DEL SIGLO XVII
I
LIBRO DE TONOS HUMANOS
(1655-1656)
Vol. I
EDICIÓN A CARGO DE
MARIANO LAMBEA
©CSIC
© Mariano Lambea
COPISTA MUSICAL:
C. Gisbert
COMPAGINACIÓN:
J. Ardévol y M. Marco
PRODUCCIÓN:
ÑIPO: 179-00-046-1
ISBN: 84-00-07885-3 (Obra completa)
ISBN: 84-00-07881-0 (Vol. I)
Depósito legal: B. 47.402-2000
Impreso en España. Printed in Spain
GERSA, Tambor del Bruc, 6 - Sant Joan Despí (Barcelona)
s
índice
AGRADECIMIENTOS 8
ABREVIATURAS 8
AL LECTOR 9
BIBLIOGRAFÍA 97
TONOS HUMANOS
Texto Música
Agradecimientos
Al Dr. Luis Calvo, Director de la Institución Milá y Fontanals, por las facilidades que siempre otorga para el desa-
rrollo de la tarea científica.
A los compañeros y colegas del Departamento de Musicología, Dres. José Vicente González Valle, Josep Pavia i
Simó, Luis Antonio González Marín y Antonio Ezquerro Esteban por su ayuda y por los años de trabajo compartidos.
Al Sr. Jordi Ardévol, siempre paciente, atento y eficaz en las cuestiones editoriales.
Nuestro reconocimiento y gratitud a la Dra. Rosa Navarro Duran por la atención prestada a los textos y por sus
consejos; así como nuestro agradecimiento al Dr. Agustín de la Granja por sus enmiendas y sus conocimientos de las
abejas y las reinas en la literatura áurea; y a ambos -lo más importante-, por su generoso apoyo.
No podemos olvidar a Mercé Franco, quien ha sabido trazar con artística maestría y amistosa entrega la idea que
concibimos para el anagrama del Libro de Tonos Humanos, ya que al ser tonos "a lo humano" sólo un corazón podía
entrelazar las iniciales del título.
Gracias, asimismo, a D. Luis Alberto de Cuenca, Director, en su momento, de la Biblioteca Nacional, que con
mucha cortesía otorgó el permiso para la publicación del cancionero allí custodiado.
Y, por último, al Departamento, de Publicaciones del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y a su
Director, el Dr. Emilio Fernández Galiano, que siempre vela para que los Monumentos de la Música Española vean la
luz.
Abreviaturas
L
os editores modernos del Libro de Tonos Humanos mostraríamos una considerable falta de tacto si el primer
nombre citado en nuestro trabajo no fuera el de Daniéle Becker, ya que debemos dar muestra de afecto y con-
sideración a la investigadora que, hasta donde sabemos, ha transitado por el camino del cancionero mucho antes
que nosotros.
Hecho público nuestro reconocimiento, pasemos a presentar el Libro de Tonos Humanos. Este.primer volumen de
la edición de sus cuarenta y cinco primeros tonos que hoy ponemos a disposición de los intérpretes de nuestra música
antigua, de los musicólogos, y de los filólogos e investigadores de la literatura española del siglo XVII, permitirá saber
de un cancionero que es una fuente inestimable de música y poesía, y que, por su extensión y contenido, constituye la
recopilación más copiosa, y posiblemente la más representativa, de todos los cancioneros poético-musicales de ese perí-
odo conservados hasta el presente. Podemos considerar, además, que con el Libro de Tonos Humanos termina ya la
moda -impulsada a principios del siglo XVI con el Cancionero Musical de Palacio- de compilar piezas de música
vocal polifónica, de contenido y temática diversa, que son obra de diferentes compositores y poetas, y que conforma-
ban el repertorio con que se deleitaba la corte, la aristocracia, y con el cual algún músico, compositor o maestro de capi-
lla tenía en su haber un práctico manual para ensayar o enseñar a discípulos. Hemos de advertir que nuestra edición se
prevee extensa en el espacio, pero, confiamos, que breve en el tiempo. Ocupará, por lo menos, cuatro volúmenes, los
cuales, junto con otros, formarán parte de la colección titulada «La Música y la Poesía en Cancioneros Polifónicos del
siglo XVII». El ritmo de aparición de todos ellos dependerá de la planificación editorial del Departamento de Publica-
ciones del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
A título personal, los editores nos sentimos muy satisfechos por la oportunidad que hemos tenido de trabajar con-
juntamente este repertorio. En primer lugar, porque hemos aprendido el uno del otro de nuestras respectivas discipli-
nas, al tiempo que rendíamos tributo a las necesidades científicas que el propio cancionero requiere. Porque hemos
constatado, por otra parte, que la tan manida, en nuestros días, interdisciplinariedad está implícita en esta compilación
del siglo XVII, en la que poeta y músico van estrechamente unidos en cada uno de los romances y letras que dan su
razón de ser, en este caso, al Libro de Tonos Humanos. De este modo, hemos puesto al servicio del arte poético y musi-
cal la ciencia de la filología y de la musicología, pues juntas entre sí son las que deben descodificar y sacar el lustre a
este repertorio. Es imposible semejante empresa sin el apoyo de la una en la otra, lo que, insistimos, nos congratula
sobremanera, puesto que, al mismo tiempo, prolongamos esa intirdisciplinariedad a que obligaba la compilación de un
cancionero y que tan bien refleja -aunque pesándole mucho por no llevarse él toda la fama y gloria- un romance de
Lasso de la Vega:
Y para que "todo diablo los soporte" -siguiendo con palabras de don Gabriel-, el musicólogo y el filólogo deben
reconstruir, ya no sólo el contexto histórico que propició semejantes creaciones, sino cada una de las directrices que, a
modo de bienvenida al barroco hispánico, permitieron el feliz encuentro del octosílabo con la música, y que el fruto de
esta unión fuera un nuevo género, ya no literario, sino literario-musical: el romancero lírico. Por este mismo motivo era
justo que, en las partituras, constaran tanto el transcriptor de la música como la editora de la poesía.
Y es hora, paciente lector, de hacerte saber que tendrás que perdonarnos las carencias que tu entendimiento entre-
vea y que nosotros no hayamos sabido cubrir. Consuélate sabiendo que no ha sido por falta de dedicación y de cariño,
sino de entendimiento que a ti te sobre. Consuélente, asimismo, las promesas que hemos prodigado, en más de una oca-
sión -y que cumpliremos, debidamente, en su momento-, de ofrecerte mayor profundidad en nuestro estudio; pero
comprende que sólo podemos brindarte los cuarenta y cinco primeros romances líricos y letras del Libro de Tonos
Humanos porque imperativos editoriales, a la par que económicos, impedían engrosar la edición del repertorio del libro.
Por lo tanto, una vez podamos poner en tus manos el cancionero íntegramente analizado y estudiado, estaremos en con-
diciones de tener una visión crítica mucho más acabada y contradecir, si fuese el caso, imprecisiones o torpezas que
encontrares hoy. Además, como nuestro pensamiento está puesto en la empresa de la edición de los otros cancioneros
inéditos, junto a una monografía -cada vez más conformada- de todos ellos juntos, nuestra valoración de los roman-
ces líricos "humanos" se verá, con el tiempo, arreciada.
A propósito de la metodología interdisciplinar, toma ahora el musicólogo su pluma para agradecer a la Dra. Lola
Josa que aceptara con tanto entusiasmo y generosa entrega la invitación a colaborar conmigo en la edición crítica del
Libro de Tonos Humanos. Su formación filológica como especialista en Literatura Española del Siglo de Oro, así como
su experiencia profesional, avalaban ya la confianza que deposité en ella desde el principio de nuestra colaboración. El
excelente resultado de su labor se echa de ver en las páginas que siguen. Vale.
Mariano LAMBEA
Lola JOSA
1.1 El Libro de Tonos Humanos mano que, dicho sea de paso, es más pulcra que la del
propio Diego Pizarro.
1.1.1 Descripción del manuscrito El códice fue descrito por Anglés y Subirá,4 quie-
nes incluyeron una relación de primeros versos que
Bajo la signatura M. 1262 se conserva en la recogía 226 tonos. Años más tarde, Querol5 publicó
Biblioteca Nacional, en Madrid - E : Mn-,' un volumen otra relación del códice en la que, en cambio, consta-
manuscrito de música y poesía titulado Libro de Tonos ban 227 tonos. Esta discrepancia en el número de pri-
Humanos. Siguiendo la foliación moderna a lápiz, en meros versos es similar a la que nosotros hemos detec-
el f. 6r se lee: "En Madrid, a 3 / de setiembre / de 1655 tado entre lo que consta en los índices y el contenido
/ años. / Diego Pizarra, / capón". Y en el f. 261r: "Aca- real del cancionero, pero lo comentaremos detenida-
bóse a 3 de febrero, año / 1656". Pizarro, "tiple y mente después de dar cuenta de las foliaciones. Las hay
copista del convento del Carmen Calzado de de dos tipos:6 por un lado, la del propio copista que
Madrid",2 tardó seis meses justos en trasladar la prác- empieza y termina con la música y la poesía, además de
tica totalidad de los tonos -casi todos a cuatro voces-, que numera los folios en la parte superior izquierda,
conformando, de este modo, la colección más rica cerca de los primeros pentagramas; por otro, está la
conservada, hasta el presente, de música vocal profa- foliación moderna a lápiz, escrita en el extremo supe-
na con texto en español3 del siglo XVII. Y decimos rior derecho del folio, y que empieza en la misma por-
que los trasladó casi totalmente porque hay una doce- tada, donde consta el "título cimado con un dibujo
na de tonos cuyo trazado y grafía pertenecen a otra heráldico".7 En nuestra edición citaremos la foliación
1. Utilizamos las siglas internacionales que trae el Répertoire 4. Vid. Higinio Anglés y José Subirá, Catálogo Musical de la
International des Sources Musicales (RISM) para la Biblioteca Biblioteca Nacional de Madrid, Barcelona, CSIC, 1946, vol. I, pp.
Nacional (Madrid). 266-274.
2. Daniéle Becker, Las obras humanas de Carlos Patino, 5. Vid. Música barroca española. Polifonía profana (Cancio-
Cuenca, Instituto de Música Religiosa, 1987, p. 11; sin embargo, neros españoles del siglo XVII), vol. I. Edición de Miguel Querol
repecto a los años escribe: en "el convento del Carmen Calzado Gavaldá (MME, 32), Barcelona, CSIC, 1970, pp. 23-28.
madrileño, donde se copió el Libro de Tonos Humanos en 1654- 6. Podríamos hablar de una tercera foliación, que es la que
1655 [sic]". Cfr., además, con su voz «Cancionero», en DMEU. consta en los tonos copiados por esa otra mano a la que nos hemos
Edición de Emilio Casares Rodicio, Madrid, SGAE, 1999, vol. I, p. referido anteriormente como "más pulcra que la del propio Diego
32. Pizarro". Pero no ha sido necesario tener en cuenta esta tercera
3. Hay un poema escrito en portugués, «A vosa porta, María» foliación para el buen desarrollo de nuestro trabajo.
(n° 16), que, en el manuscrito, aparece tachado. 7. Vid. Anglés y Subirá, op. cit., p. 266.
12 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
de Pizarra seguida de corchetes que encierran la folia- estrofa.9 Por otra parte, no consta, en ninguna de las
ción moderna, puesto que ésta sí registra los folios tablas, el íncipit de una pieza incompleta de la que sólo
anteriores y posteriores a la música y la poesía. se trasladó el tiple y que nosotros no hemos contabili-
En cuanto a las relaciones de primeros versos, en zado.10
el propio códice constan dos "tablas", a modo de índi- En las dos últimas páginas del códice (ff. 261v-
ces, en las que aparecen relacionados los primeros ver- 262r) viene una relación de "otros tonos sueltos que
sos de las piezas, pero, una vez confrontados estos están en el legajo 3 o , a 26 números, y guiones y letras".
íncipit literarios con el contenido del códice, hemos Es posible que algunos de ellos sean versiones diferen-
descubierto duplicaciones y errores en ambas tablas. tes de los que ya están en el cancionero, pues concuer-
Las indicaciones del copista, en relación al número dan sus íncipit, pero lamentablemente, hoy por hoy,
exacto de las obras, tampoco son del todo correctas, ya están perdidos. Incluiremos estos primeros versos en el
que dice que "hay en esta tabla ducientos y 4 tonos" (f. último volumen de nuestra edición, junto con el índice
6v) y "tiene este libro 222 tonos" (f. 261r). Por lo que general del Libro de Tonos Humanos.
podemos concluir que, tanto la relación de Anglés y
Subirá, como la de Querol y las del copista no recogí-
an la realidad del cancionero: éste contiene, exacta- 1.1.2 El silencio de un copista cantor
mente, 219 tonos, de los cuales 204 corresponden a la
primera tabla (ff. 2r-6r) y 15 a la segunda (f. 26 Ir). Al abrir el Libro de Tonos Humanos se puede leer
Ahora bien, entre los ff. 24v-29r [30v-35r] hay unas en el recto del tercer folio, después de las dos hojas de
piezas sin texto8 que, como es lógico, no figuran rela- guarda: "Este libro es / M.° D. Capilla / Soy de
cionadas en la tabla correspondiente, y, lo cierto, es Fran.c0."H Es posible que este fragmento se refiera
que no se puede saber con exactitud el número de pie- auténticamente al cancionero y no sea una anotación
zas que hay en estos cinco folios, porque, en los cua- ajena a él, pero, aun así, esta información nos resulta
tro primeros, la música está escrita en las mismas cla- fragmentaria y no nos permite averiguar la identidad
ves, con la misma distribución de voces, en el mismo exacta del maestro que poseyó el cancionero desde su
compás y en el mismo modo o tono de Do. Por este confección en 1655. Son varios los maestros de capilla
motivo, es posible que algunas de estas piezas cuenten llamados "Francisco" que estuvieron activos en Sala-
con su estribillo o coplas recogidas en más de dos manca o Madrid, y en lugares del entorno, desde la pri-
páginas, que es lo que suele ocupar cada tono del can- mera mitad del siglo XVII en adelante; y cualquiera de
cionero (el vuelto o verso de un folio y el recto del ellos pudo poner su nombre al frente del manuscrito,
siguiente), a pesar de que varias composiciones de este posiblemente para evitar su extravío, o porque en aque-
libro ocupen, de hecho, cuatro páginas. Por último, llos momentos era poseedor de él.
hemos de decir que la pieza de los ff. 28v-29r [34v-
Transcribimos ahora la referencia que, ya en nues-
35r] es independiente de las otras, puesto que está
tros tiempos, se copió a lápiz en la parte superior del
escrita en claves diferentes y en el modo o tono de
verso de la segunda hoja de guarda: "(a. G. = Ia = 23 =
SOL.
A.H.N. n° 148). Procedencia: Fondo Barbieri."12
En definitiva, el Libro de Tonos Humanos contiene Por último, copiamos el texto que se halla en una
219 obras con texto y un número indeterminado de pie- hoja algo menor que una cuartilla, incrustada entre el
zas (entre tres y cinco) cuya letra no llegó a copiarse. tercer y cuarto folio (este último nos muestra un dibu-
Si especulamos que sean 3, conseguiremos cuadrar con jo heráldico y el título del cancionero):
las 222 que indica el copista, pero no dejará de ser una
mera casualidad, porque, insistimos, en las tablas,
nadie puede incluir íncipit de piezas que no tienen
texto. Lo que sucedió fue que Pizarra anotó algunas 9. Vid. el f. 3r, donde el tono «Es, en el mar de la corte» (n° 8)
está entrado dos veces: una de ellas, por el primer verso de la pri-
piezas dos veces, e incluso llegó a poner en su índice el mera estrofa, que es el que le da título; y la otra, por el íncipit de la
primer verso de la copla de un tono, además de haber primera copla, que dice "Del aire por lo grande".
registrado, asimismo, el primer verso de la primera 10. Su primer verso dice "Zagala, trátame bien" (f. 168v
[174v]). Se aprecia aquí una mano diferente a la de Diego Pizano
y a la que nos hemos referido en nota 6.
11. Cfr. Anglés y Subirá, op.. cit., p. 266.
8. Estas piezas fueron trasladadas por el segundo copista, refe- 12. Ibi'd.. p. 274, donde consta esta misma referencia precedi-
rido en la nota 6. da de la signatura actual del manuscrito, M. 1262.
LIBRO DE TONOS HUMANOS 13
Archivo histórico nacional. / Libro de tonos humanos. / adoptado por varios motivos. El primero de ellos es
Libro en fol° manuscrito hecho en / Madrid en 1655. porque, para aquel entonces, tendremos muchos más
Procede del con / vento de Carmelitas de Salamanca. datos en nuestro haber de los que ahora poseemos. Por
ejemplo, dispondremos del estudio crítico poético-
Esta procedencia resulta obvia, ya que Diego
musical de todas las composiciones del Libro de Tonos
Pizarro era copista del Carmen Calzado de Madrid,
Humanos, junto con las de los cancioneros coetáneos,
según nos ha informado Daniéle Becker,13 y, como es
tanto de los ya publicados como los que aún aguardan
fácil de suponer, el manuscrito, con el paso del tiem-
su edición, y de la cual, todo sea dicho, nosotros mis-
po, recalaría en el convento de la misma orden en
mos ya nos estamos ocupando.
Salamanca. De la confección del manuscrito en
A continuación, ofrecemos, a modo de avanzadilla,
ambientes religiosos tampoco cabe duda, ya que en el
la lista de los compositores con indicación expresa en
f. 7r se lee:
el manuscrito y el número de tonos compuestos por
Alabado y / glorificado y ensal / zado sea el / Sandísi- cada uno de ellos; pero, insistimos: sólo el 30% de las
mo Sa / cramento. / Amén / Jesús. / Y la pura y limpia / piezas trae los nombres de los autores, los cuales, por
Concepción de / la Soberana y Reina / Nuestra Señora otra parte, nosotros normalizamos a causa de las dife-
María, / concebida sin / mancha de / pecado ori / ginal. rentes grafías con que aparecen escritos:
/ Amén.
•Manuel Correa (*Lisboa, ca. 1600 - Zaragoza,
Por otra parte, más de un compositor presente en el 1653): 28 tonos.
cancionero era religioso carmelita, y esta circunstancia •Bernardo Murillo (S. XVII): 16 tonos.
quizá pudo influir de alguna manera en el trasiego del •Manuel Machado (*Lisboa, ca. 1590 - Madrid,
códice. Así, por ejemplo, el portugués Manuel Correa 1646): 11 tonos.
(*ca. 1600-f 1653) se sabe que fue monje carmelita cal- •Carlos Patino (*Santa María del Campo, Cuenca,
zado, y es el compositor más representado en el Libro 1600 - Madrid, 1675): 6 tonos.
de Tonos Humanos. A su vez, Bernardo Murillo, el •Mateo Romero [Maestro Capitán] (*Lieja, 1575 ó
segundo autor en el cancionero, en cuanto a producción 1576 - Madrid, 1647): 3 tonos.
musical, posiblemente fuera religioso carmelita, como
•Filipe da Cruz (*Lisboa, ca. 1603 - ¿Lisboa?, ca.
supone Higinio Anglés.14 Pero no nos vamos a preocu-
1668): 2 tonos.
par en exceso de los avatares que haya podido sufrir
nuestro cancionero, porque lo verdaderamente impor-
tante es que ahora está bien custodiado y a disposición
de todos nosotros en la Biblioteca Nacional. Y, a pro-
Esa anonimía, que a modo de rigurosa etiqueta de la corte
pósito del libro en sí, lo primero que se debe tener muy romancística se imponía a los más insignes poetas, no es otra
presente es que estamos manejando una obra cuya cosa que una imperiosa e ineludible supervivencia del carácter
autoría musical es anónima en un 70%; y, en cuanto a tradicional con que el romancero venía autorizado de siglos
atrás. El romance viejo no tiene un autor único, sino colectivo;
la autoría poética, al tratarse la mayoría de obras reco-
el romance nuevo no debe tener autor particular, aunque todos
piladas de romances líricos, es anónimo en un 100%.15 sepan quién lo ha escrito. [...] La anonimía quiere revestir al
Con lo cual, ambos factores dificultan seriamente la romance nuevo con el carácter de poesía colectiva. [...] Los
investigación. En consecuencia, creemos oportuno romances artificiosos de la época trovadoresca y los inmedia-
tamente posteriores no ocultaban el nombre del poeta, ni su
dejar para el último volumen de nuestra edición todo lo propagación por el canto era tan activa; sólo [...] con asenso
que concierna a la biografía y el arte de estos composi- de los más grandes poetas, el romance artificioso quiso parti-
tores y poetas identificados. Esta decisión la hemos cipar de la vida colectiva y anónima propia del romance viejo.
Esa aspiración a la impersonalidad colectiva, revelada por
la anonimía, va unida al hecho de que la difusión de los roman-
ces no se contentaba con la simple divulgación por escrito,
13. Remitimos a la nota 2. sino que aspiraba muy principalmente a la popularización por
14. Vid. Anglés y Subirá, op. cit., p. 267. Vid. también «Muri- medio del canto.
llo, Fray Bernardo», Diccionario de la Música Labor. Edición de
Joaquín Pena e Higinio Anglés, Barcelona, Editorial Labor. 1954, Maticemos esta nota con otro comentario, pero esta vez de
vol. II, p. 1593. Montesinos: estarnos hablando de un anonimato, el del romancero
15. A propósito del anonimato del romancero lírico -'nuevo', lírico, "del [...] que se complacen poetas y editores", José F. Mon-
como se ha venido llamando-, Ramón Menéndez Pidal, en su tesinos, «Algunos problemas del Romancero nuevo», en Ensayos y
Romancero Hispánico. (Hispano-portugués, americano y sefardí), estudios de Literatura española, Madrid, Revista de Occidente,
Madrid, Espasa-Calpe, 1953, vol. II, pp. 121-122, dice: 1970, p. 119.
14 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
Olivares, por lo que la insurrección de Cataluña fue como poeta, del conde-duque de Olivares.2' Era, ade-
una oportunidad aprovechada para rebelarse contra los más, "gran amigo de Mateo Romero y buen conocedor
cincuenta y nueve años que llevaban bajo el dominio del ambiente musical palatino",22 por lo que, lo más
de la monarquía española. Tan solo tres años después frecuente, era que su poesía fuese musicada y cantada
de que Pizarro terminara de copiar el Libro de Tonos en los ambientes cortesanos.23 Por su parte, Mateo
Humanos, el ejército portugués, bajo el gobierno de la Romero, apodado maestro Capitán, de quien el Libro
regencia de la madre de Alfonso VI, venció a los espa- de Tonos Humanos cuenta con tres piezas a su nombre,
ñoles. Pero mucho antes de semejante victoria, entre fue maestro de capilla desde 1598 a 1634, es decir,
1621 -como muy pronto- y 1640 -como muy tarde-, durante todo el reinado de Felipe III y la etapa que nos
cuatro músicos portugueses dejaron muestra de su viene interesando, la de mayor esplendor artístico del
maestría en los dorados años19 de esplendor artístico de reinado de Felipe IV Respecto a la intertextualidad con
la corte española. un poema de Góngora pocos comentarios requiere, ya
Respecto a la fecha que ofrecemos como límite en que fue él, junto a Lope, quien daba la bienvenida al
la composición de estos maestros, para apuntalar nues- Barroco literario español con romances líricos.
tra tesis proponemos tener muy presente que, al eman- Otro poeta identificado en el cancionero, Francisco
ciparse Portugal del imperio español, la relación direc- de Borja y Aragón, nos sitúa, de nuevo, en los años cen-
ta que hubo entre ambas tierras quedó interrumpida. Y trales del gobierno de Olivares, ya que una vez en Espa-
una prueba contundente de que el contacto se hizo ña, tras su regreso del Perú en 1621, es cuando escribe
imposible, a la vez que es muy pertinente por lo que a la mayor parte de su obra. Sin embargo, el resto de poe-
las relaciones musicales entre portugueses y españoles tas identificados, que son tres más, nos remiten, de
se refiere, son las cartas que el regio melómano y com- inmediato, tan solo por sus fechas de nacimiento, a la
positor Joao IV escribió, a partir de 1640, a su embaja- segunda etapa del reinado de Felipe IV, que comprende
dor parisino para que, con discreción, intentara hacerse desde el hundimiento del conde-duque hasta 1665, año
con el archivo musical de Mateo Romero y cuantas en que muere el monarca. Pero este segundo período, a
más obras de Patino, mejor.20 diferencia del primero, sólo está recogido en el Libro de
Desde la ladera poética del cancionero, el marco Tonos Humanos hasta 1655-1656, como es evidente.
cronológico que los músicos portugueses nos permiten
fijar, se corrobora. El nombre de Antonio Hurtado de
Mendoza es el más prolífico respecto al resto de auto- 21. La pericia cortesana de Antonio Hurtado de Mendoza
queda recogida detalladamente en Gareth A. Davies, A Poet at
res identificados en los poemas editados en el presente
Court: Antonio Hurtado de Mendoza, 1586-1644, Oxford, The
volumen. Fue secretario, ayuda de cámara de Felipe IV, Dolphin, 1971. Asimismo, valga este comentario de J. H. Elliott, El
y, lo que más nos interesa en estas páginas, el favorito, Conde-Duque de Olivares. El político en una época de decadencia,
Barcelona, Crítica, 1991 (6a), pp. 187-188:
Asimismo, tres de las cinco referencias históricas incógnita del porqué un carmelita cantor recopilara tan
de los cuarenta y cinco poemas que nos ocupan hoy, precioso cancionero.
remiten a la primera etapa de aquella monarquía. La
primera de las alusiones la encontramos en el poema
«Con licencia de las damas» (n° 14), cuyo estribillo 1.2.2 La maquinaria artística de la corte de Feli-
responde a la pregunta que se formula en la primera pe IV
estrofa: ¿quién iba a ser la mujer más hermosa de la
corte? "Isabel", Isabel de Borbón, con toda probabili- llluminat et fovet, tal fue la divisa de Felipe IV en
dad. Alusión, por lo tanto, a la primera esposa de Feli- boca de todo el reino.25 Por ello, en poesía, su imagen
pe IV, reina desde 1621 a 1644. La segunda alusión, en correspondiente será la del "mayor planeta", como reza
«Labradora de Loeches» (n° 33), que no es otra que la el v. 17 de nuestra «Labradora de Loeches» (n° 33). En
infanta María Teresa, hija de Isabel de Borbón y Felipe la edición poética, ya damos pertinente explicación en
IV, a quien se le nombró aldeana de honor de dicha nota crítica para que el verso resulte esclarecedor, pero
villa cuando contaba con tres años de edad (1641). Por válganos adelantar aquí que el poeta, al llamar a la
último, la tercera referencia a la primera época del rei- infanta María Teresa "hija" del rey de los astros, rinde
nado de Felipe IV la podemos encontrar en «Los gana- tributo al engranaje del programa olivarista de renova-
dos de Fileno» (n° 42), donde, además de esconder bajo ción de la imagen cortesana e imperial; en concreto, al
la máscara de "Fileno" a Felipe III, en los vv. 30-31 se capítulo de ese programa que pretendía proclamar el
alude a uno de los problemas más graves que Felipe IV amanecer de un nuevo rey:
heredó del reinado de su padre y que Olivares tuvo que
solucionar: el de la moneda de vellón. La imagen de Felipe como sol fue adoptada inmediata-
mente por los poetas y dramaturgos de la corte, y en
Respecto a las otras dos referencias al segundo
seguida pasaría a constituir un tema central de aquel rei-
período del reinado de Felipe IV, son, en sí, máscaras nado. El cuarto planeta que era el sol resultaba un
poéticas de Mariana de Austria, la segunda esposa del emblema de lo más apropiado para el rey Felipe, cuarto
monarca -reina desde 1649 a 1696-: la "bella alema- de este nombre, y el concepto de "rey planeta" proba-
na" Marcia de «Fuego baja de la cumbre» (n° 22), y la blemente estaba ya acuñado hacia 1623. Felipe tenía que
"Sirena" de «A vencer blancas auroras» (n° 30).24 aparecer ante el mundo como rey planeta, y lo mismo
debía suponer para la posteridad, un personaje central en
Con todo lo argumentado hasta aquí, podemos con- una corte deslumbrante, que dispensaba luz y favores.2f>
cluir que si nos hallamos ante un cancionero poético-
musical que recoge hasta principios de 1656 tonos Terminábamos el apartado anterior diciendo que
humanos de la corte de Felipe IV, con las dos etapas de era una estrategia política de Olivares crear una corte
su reinado incluidas, por fechas y por las pruebas apor- que rezumara esplendor artístico por los cuatro puntos
tadas, el período comprendido entre 1621 y 1643 es la cardinales. Y así fue. Envolvió al monarca de una con-
fragua cronológica donde fueron escritos y compuestos tinua actividad artística que diera lustre a su persona y
la mayoría de ellos. Por lo tanto, con tan solo prestar a su reinado. Además, don Gaspar, si era algo, era hom-
atención al predominio de los compositores más fructí- bre de Estado, y a esa necesidad propiamente política
feros del cancionero, nos daremos cuenta que sus años le sumaba la necesidad de "honesta recreación" que
de composición caen de pleno en los años centrales del cualquier sociedad tiene -como nos recuerda Cervan-
poder del conde-duque. tes- para divertirse "de los malos humores".27 La estra-
De este modo, a las cuarenta y cinco piezas que tegia, repetimos, era crear tal rendimiento teatral, poé-
tenemos entre manos hay que aproximarse como tico y musical en torno a la corte que la dignificara, por
pequeños pyropos de la que fue una maquinaria artísti- lo menos, artísticamente. Para ello, incluso Olivares
ca puesta en funcionamiento como mera estrategia cultivó la tradición aristocrática del mecenazgo, lle-
política olivarista. Estrategia nada fallida, ya que alcan- gando a ser considerado como el "padre de buenas
zó una efervescencia artística, en esa primera mitad del
siglo XVII español, que bien le valía la calificación de
áurea. Lo que, a su vez, nos hace más llevadera la
25. Juan de Caramuel y Lobkowitz, Declaración mystica de
las armas de España invictamente belicosas, Bruselas, 1636, p. 58.
26. Elliott, El conde-duque de Olivares..., p. 190.
24. Remitimos al aparato crítico correspondiente de la edición 27. Quijote, I, 48. Edición, introducción y notas de Martín de
de los poemas. Riquer, Barcelona, Planeta, p. 524.
LIBRO DE TONOS HUMANOS 17
letras, protector de las musas, amparo de la filosofía, ficio imperial, lo consiguió, durante los que venimos
por cuya causa se eternizará su nombre".28 llamando dorados años de su ministerio, gracias a una
de sus más agudas trazas: convertir a Felipe IV en
El reinado de Felipe IV, pues, debía convertirse en una modelo de reyes, y la corte, en una espléndida monar-
nueva época augústea, y entre el rey y su ministro se
quía que fuera promesa de "aciertos grandes en las
disponía de todos los ingredientes para que así fuera.
Los tiempos, por otra parte, eran también propicios, gra- acciones" y "feliz gobierno de los reinos y vasallos"
cias a la galaxia de talentos literarios y artísticos que por haber sabido casar, precisamente - y como refería-
dominaba el cielo de Castilla y Andalucía. Al menos en mos más arriba que comentaba Tamayo de Vargas-, la
este terreno no se veían rastros del progresivo decai- profesión de las armas y de las letras, los "dos polos
miento que parecía afectar las demás partes del cuerpo [...] que gobiernan todo [...] movimiento [...], pues
político y social, circunstancia debidamente celebrada
juntos entre sí hacen una muy importante consonancia,
por el cronista Tomás Tamayo de Vargas, cuando en
1629 explicaba que "España, aunque como impedida del ayudándbse y dándose la mano en cuanto se ofrece".31
exercicio de las armas, acudió tarde al de las Letras, ha Rememorar tales circunstancias no ha sido, sino,
hecho en poco tiempo tales progresos en él, que se duda más que pretensión, por nuestra parte, de avivar el
si aventaja al primero, no quedando por inferior a nación fuego de aquella fragua de la corte de Felipe IV que -si
alguna en uno y en otro.29 bien fue fomentada por Olivares- protegió la creación
artística a lo largo de todo su reinado, y propició, por
Muchas alabanzas de escritores se granjeó don ejemplo, las veladas poético-musicales que, desde
Gaspar y su rey durante los primeros años de su gobier- hacia siglos, se venían celebrando entre la nobleza y la
no, ya que consideraban extraordinaria la atención y aristocracia castellana. Realidad histórica que justifica,
ayuda que los hombres del nuevo régimen, tras la oscu- en última instancia, la recopilación de un cancionero
ridad del de Lerma, les propinaban. Por su parte, Oli- como el Libro de Tonos Humanos.
vares abrazaba toda producción poética, musical, pic-
tórica y dramática que exaltara los nuevos resplandores
del "amanecer", no ya del nuevo monarca, sino de toda
la vida cortesana que envolvía al rey-planeta. Porque,
tal y como denominó Tirso de Molina a Olivares, el
que vino a ser "arquitecto"30 de la restauración del edi-
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//. La poesía
2.1 Los romances líricos núcleo esteticista desde el que se generaba una poesía
capaz de alimentar "la ilusión de una vida sublime inal-
2.1.1 El octosílabo y la cuarteta canzable";4 y el octosílabo, si bien con la poesía de
cancionero se había convertido en un metro "dúctil",
Los caballeros castellanos, ganadas todas las gue- elaborado y capaz de "adelgazar conceptos" de amor,5
rras, pasaron al cultivo de la canción de amor, espe- al nutrirse de la tradición italiana, ganó intimismo y
cialmente, y, cómo no, en verso octosílabo. Las cortes maestría descriptiva, por lo que, una vez traspasada la
se habían convertido en el reducto de una nueva noble- frontera de 1580,6 nuestro metro estaba preparado para
za que, como tal, tenía que ejercitarse en el arte poéti- la revolución que, con romances 'nuevos' y letrillas,
co,1 cuyos mejores frutos se recopilaban en cancione- emprendieron dos jóvenes poetas: Lope de Vega y Luis
ros. Y fue hacia 1445 cuando Juan de Baena ya de Góngora.
declaraba que quien se preciara como poeta tenía que A pesar de Nebrija7 y de algunas ediciones con-
estar enamorado -"que sea amador, e que siempre se temporáneas -fieles a los orígenes-, desde la copia de
precie e se finja de ser enamorado [...], qu'el tal de
todas buenas doctrinas es doctado"-. 2 Asimismo, el
siglo XV fue el que acogió la unión indisoluble de la
corriente popular y la corriente trovadoresca del octo- 4. «Estudio preliminar», Poesía cancioneril castellana. Edi-
ción de Michael Gerli, Madrid, Akal, 1994, p. 9.
sílabo castellano.3 Desde entonces hasta el siglo XVII,
5. Rafael Lapesa, «Poesía de cancionero y poesía italianizan-
con amor o sin amor, los poetas prosiguieron con la te», en De la Edad Media a nuestros días, Madrid, Gredos, 1967,
retórica amorosa cortesana; la corte siguió siendo el pp. 152 y 160.
6. "En literatura, el siglo XVII se inicia hacia 1580". José F.
Montesinos, «Algunos problemas del Romancero Nuevo», en Estu-
dios de Literatura Española, Madrid, Revista de Occidente, 1970,
1. "Nunca esta scienca de poesía e gaya scienca buscaron nin p. 111. A pesar de ser archisabida la fecha con que se delimita la
se fallaron synon en los ánimos gentiles, claros ingenios e elevados literatura del Seiscientos español, citarnos a Montesinos muy a pro-
spíritus". Marqués de Santillana, «Prohemio e carta que enbió al pósito del trabajo suyo al que remitimos, ya que apuntalará cons-
Condestable de Portugal», en Obras completas. Edición de Ángel tantemente nuestra labor.
Gómez Moreno/Maximilian P.A.M. Kerkhof, Barcelona, Planeta, 7. "El tetrámetro jámbico, que llaman los latinos octonario y
1988, p. 439. nuestros poetas pie de romance, tiene regularmente diez y seis
2. Cancionero de Baena. Edición de J. M. Azáceta, Madrid, sílabas; y llamáranlo tetrámetro porque tiene cuatro asientos,
CSIC, 1966, vol. I, p. 15. octonario porque tiene ocho pies", y, a continuación, ofrece el
3. T. Navarro Tomás, Métrica española, Barcelona, Labor, ejemplo de un romance "antiguo" -así lo denomina-. Gramática
1991, p. 151. (1492), II, 8.
20 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
Jaume d'Olesa al Cancionero musical, los romances dientes, cada una de ellas, a un octosílabo-, confería a
se escribieron en octosílabos, aunque irregulares.9 la cuarteta un relieve evidente, por lo que se empezó a
Cuando los romances empezaron a ser admitidos en los copiar, si no todas, la primera cuarteta del romance
cancioneros poéticos a partir de Ja segunda mitad del bajo el pautado musical. Todo ello, como muy bien
siglo XV, fue el momento en que, verdaderamente, ilustra Valcárcel, a diferencia del romanece vihuelísti-
tuvo inicio la aventura de jugar con el romance "anti- co.13
guo" -como lo llama Nebrija- e ir configurando un En cuanto a la ladera poética, una vez llegado el
nuevo romancero fraguado tanto por la tradición popu- siglo XVII, finalmente la cuarteta quedó establecida
lar como por la tradición de la poesía culta. A partir de como verdadera unidad compositiva en el romance.
entonces, los romances viejos a veces se refundirán y
se glosarán, y, lo más importante, estos poetas cultos de
la "gaya sciencia" -no los "ínfimos", como llamaba e! 2.1.2 ¿Romancero 'nuevo', 'artístico'?: Roman-
Marqués de Santillana a los "fazedores" de romances- cero lírico
terminan incluso dejando su impronta en el romancero
al sustituir la tradicional asonancia de los octosílabos Montesinos, que tanto alertó sobre la necesidad de
pares por una firme consonancia que se cultivó hasta trabajar en equipo musicólogos y filólogos en torno al
mediados del siglo XVI, período en que se retornó a la insuficientemente estudiado romancero 'nuevo' o
antigua asonancia. 'artístico', 14 fue el primero, también, en mostrarse insa-
Por otra parte, a finales de ese siglo XV, ya las pare- tisfecho con ambas denominaciones de este romancero.
jas de octosílabos a menudo se sumarán en cuartetas,10 Leámosle:
lo que suponía para el romance tener a su disposición
Emplearé una y otra denominación, insatisfecho como
"una estructura mucho más lírica", y, en consecuencia,
estoy de ambas. Sería preciso encontrar otra más exacta.
para la música, "mucho más pura"." Ello explicaría Ningún romance de estos nuevos es más 'artístico' que
que los primeros aciertos en fijar estróficamente los el del Conde Arnaldos, o que el de la pérdida de Alha-
octosílabos de los romances en cuartetas estuvieran en ma. Si se los llama nuevos por contraponerlos a los vie-
función de una estructura musical.12 De hecho, el jos, el adjetivo cuadraría igualmente a otros de Padilla o
romance polifónico vocal del siglo XVI, al tener un de Rodríguez, inconfundibles con los que consagran
Lope y Góngora [...]. El romancero de la generación de
período musical de cuatro frases musicales -correspon-
1580 L...J necesita de un título nuevo.15
8. En un cartapacio de este estudiante mallorquín en Bolonia, 13. Valcárcel, op. cit., p. 491.
se encontró el primer romance conservado, cuyo íncipit es "Gentil 14. "Es posible que una de las causas de que los progresos
dona, gentil dona", aunque se conoce por el romance de La dama y logrados en el estudio del Romancero nuevo no nos satisfagan, sea
el pastor. Lo transcribió hacia 1421. que eruditos y musicólogos no han podido o sabido colaborar en el
9. Vid. Menéndez Pidal, op. cit., vol. I, p. 92 y, asimismo, pp. planteamiento y solución de estos problemas", Montesinos, op. cit.,
86-89. p. 117.
10. Navarro Tomás, op. cit., p. 175. En cuanto a la fecha de 15. Ibíd., p. 132, n. 1. Cfr. con la «Introducción» de Pedro M.
los octosílabos de romance sumados en cuartetas, Valcárcel contra- Pinero Ramírez donde comenta:
dice a Navarro Tomás en que aporte la fecha de 1589 como el año
en que Lasso de la Vega compuso los romances en cuartetas fijas. Hacia 1580 triunfaba el llamado romancero nuevo, como lo
Es evidente que la cita de autor que justifica esta nota a pie de pági- proclamaban todos. Y no estaban equivocados, pues era nuevo
na invalida la crítica de Valcárcel, puesto que esa fecha más tem- en los asuntos: moriscos, pastoriles e históricos con un estilo
prana a finales del XVI que la estudiosa contrapone a la de Nava- diferente; nuevo en los títulos de las colecciones: cuadernos,
rro Tomás, él mismo la había ofrecido en el estudio del que nos folletos, flores, y luego más tarde primavera, jardín, etc.;
servimos para nuestra investigación. Cfr. Carmen Valcárcel Rivera, nuevo en los autores: poetas famosos -unos más, otros menos-
La realización y transmisión musical de la poesía en el renaci- como Lope de Vega, Luis de Góngora, Juan de Salinas y otros,
miento español. Tesis doctoral presentada en la Universidad Autó- que, a veces, cuentan en clave experiencias amorosas persona-
noma de Madrid, 1993, p. 490. les. Siguiendo el destino y la moda de los romances viejos,
11. Valcárcel, op. cit., p. 489. Cfr. también con M. Criswold estos poemas aparecían, con mucha frecuencia, sin firma, y no
Morley, «Are the spanish romances written in quatraine?», en RR, pocas veces llegaron a popularizase en la tradición oral poste-
VII, 1 (1916), pp. 42-82, y G. Cirot, «Le mouvement quaternaire rior.
dans les romances», en BH, XXI (1919), pp. 103-142.
12. Antonio Alatorre, «Avatares barrocos del romance. (De Romancero. Edición de Pedro M. Pinero Ramírez, Madrid,
Góngora a Sor Juana Inés de la Cruz)», en NRFH, XXVI (1977), Biblioteca Nueva, 1999, «Introducción», pp. 31 y 32. Es evidente
pp. 341-459. que el estudioso persiste en la línea de Menéndez Pidal cuando defi-
LIBRO DE TONOS HUMANOS 21
Y cuánta razón tiene el erudito, ya que, como él Para terminar de reconstruir el primer momento del
mismo advierte, Pedro de Moncayo, recién publicada reconocimiento expreso de que por romancero 'nuevo'
su Flor de romances nuevos y canciones (Huesca, se tenía que entender "cantado", transcribamos pala-
1589), reconoció que esos romances de Rodríguez que bras de Moncayo con que nos informa de la fuente de
tanto engrosaban su recopilación poco satisfarían el donde extrajo su recopilación:
gusto romanceril que, en esos momentos, estaba
naciendo. Rodríguez había escrito romances para ser He recogido en esta [edición] los mejores romances que
en estos años se han cantado, no con poco trabajo mío,
leídos, por lo que quedaron deslucidos ante la popula-
de más de las maldiciones que todos los músicos dan,
ridad que el resto, recogidos en la misma Flor, alcan- aunque éstas, como maldiciones de madrastra, las temo
zaban. "Popularidad debida precisamente a la música", poco. A la verdad no lo hago por hacerles tiro haciendo
pues "habían sido arrancados por Moncayo a los músi- comunes sus romances, sino porque es grandísimo enfa-
cos": do vérselos tiranizar, como si para ellos solos se hubie-
sen hecho, siendo por la mayor parte ellos quien menos
eran un nuevo género de lírica, en el sentido estricto y lo sabe entender. Desta manera los gozará el mundo
etimológico de la palabra, y su éxito creciente justifica- como son y sus autores tendrán ocasión de sacarlos de
ba cada día la genial tentativa de sus autores. Moncayo cada día nuevos.19
se da cuenta de que estos romances [...] son los que
valen la pena.16 De sus palabras se infiere que el recopilador lo que
realizó fue una tarea de reconstrucción, de fijación de
Por este motivo, Moncayo, en la edición de la pri- los textos que los músicos, al ajustar a sus partituras,
mera y segunda parte de la Flor (Barcelona, 1591) se desajustaban de las leyes poéticas.20 Es decir, que tras
siente obligado a escribir un prólogo justificando su el éxito de los romances musicados y cantados, éstos
"descuido" -como él lo llama- de la edición anterior. eran, posteriormente, editados para el deleite -cómo
En él explica qué de bueno encontrará el lector en esta no- de la lectura. No hay que olvidar nunca que la poe-
Flor, y precisa, además, que esta vez ha recogido "los sía, su escritura, es anterior a la composición musical,
mejores romances que estos años se han cantado".17 por lo que, tras el realce que la música confiere al texto
Sin embargo, la primera parte supuso un punto de infle- -porque ése es su cometido-, nace la obligación, en
xión, el reconocimiento, efectivamente, de ese rumbo hombres de letras, de editar esos romances que los pro-
que el arte del romancero había emprendido, porque las pios poetas, en cambio, escribieron para ser musicados.
demás compilaciones que se sucederán a partir de Por otro lado, este circuito de realización artística ha
aquélla, nos dice Rodríguez-Moñino, que "se ciñen sumergido, posteriormente, a la crítica en no pocas
casi con exclusividad ya a los romances nuevos, dejan- confusiones. En primer lugar, por aproximarse al
do a un lado cuanto no era esto".18 romancero 'nuevo' desde postulados meramente teóri-
eos y, por lo tanto, sólo desde la ladera poética, ya que nable este romancero tanto sin música como sin poesía.
la edición crítica de estos romances, rescatados de las Y la pretendida primacía de la poesía respecto a la
partituras mismas, bajo la crítica y conocimientos de música es tan impensable como lo es la primacía del
un musicólogo que, paralelamente, explica cada libreto respecto a la ópera en sí. Si en algo es primera
romance a tenor de la partitura, permite al filólogo una la poesía, insistimos, es en cuanto al tiempo de su escri-
visión diáfana de lo que era, verdaderamente, este tura, puesto que el tema del romance es el que inspira
romancero per se. Menéndez Pidal, por ejemplo, no al músico. Pero qué duda cabe que el poeta piensa en el
sólo en una conferencia, como afirma Montesinos,21 músico cuando escribe. Los estribillos lo dicen, ya lo
sino que en su Romancero hispánico, el maestro con- veremos.
fronta el romancero viejo frente al 'nuevo', en cuanto a Por todo ello, consideramos que no existe mejor
que el primero era -dice- "y es poesía esencialmente denominación para el arte romanceril que irrumpe en la
unida a una melodía, poesía cantada", mientras que el década de los ochenta del siglo XVI que la de roman-
romancero 'nuevo', a pesar de nacer "también musi- cero lírico. El rigor etimológico, tan fundamental siem-
cal", tendió "siempre a ser poesía leída".22 Montesinos, pre, ahora, asimismo, nos ampara;26 además demostrá-
con suma elegancia, rebatió semejante postulado, por bamos al principio de este apartado cómo Montesinos
la evolución que el propio romancero 'artístico' descu- deja adivinar, a propósito de las denominaciones, que
bre a lo largo del siglo XVII y que nosotros, por nues- la etimología de lírica es más precisa que la vaga y
tra parte, hemos podido corroborar por las fechas de genérica novedad o lo que de artístico tiene el roman-
compilación del Libro de Tonos Humanos. Sin duda cero que llamaremos, así pues, a partir de este momen-
alguna, a Menéndez Pidal lo que le indujo a sostener to, lírico. Por otro lado, la segunda acepción de lírico
ese criterio fue la firmeza con que llevaron a cabo su en el Diccionario de Autoridades 21 está muy próxima
tarea de edición los compiladores de las Flores y Pri- a la de poesía lírica entendida como la que mueve en el
maveras. Cierto es que el "Romancero General quiere ánimo un intenso e íntimo sentimiento; lo que persigue,
afirmar" su carácter poético,23 pero no porque fuera asimismo, gran parte del repertorio del romancero líri-
éste "nuevamente" redescubierto como "exclusivo" en co, como tendremos ocasión de demostrar en un próxi-
el romancero 'nuevo', 24 sino porque tal y como no se mo apartado.
cansan de comentar recopiladores y poetas en prólo- Por último, sólo alegar que ningún término puede
gos, comedias y escritos de todo tipo, creían que, por la ser más fiel a la época, porque fue entonces cuando
valía poética que tanto sedujo a los compositores, era
necesario recopilar la letra que se musicaba para el
raria del siglo XVII, igualmente ayudará a conocerla el estudio de
deleite cortesano.25 En consecuencia, debe ser inimagi-
este romancero. Vid. también, José F. Montesinos, «Introducción»,
en Primavera y Flor de los mejores romances recogidos por el
liedo. Arias Pérez (Madrid, ¡621). Reimpreso directamente de la
primera edición, con un estudio preliminar de José F. Montesinos,
21. Montesinos, op. cit., p. 113. Se refiere a la conferencia que Valencia, Castalia, 1954, pp. XIX y LXV.
Menéndez Pidal leyó en la apertura de los cursos de verano para 26. En la entrada lira, Coraminas nos dice que su derivado
extranjeros, en Segovia, el mes de julio de 1948, y publicada en lírico se toma, igualmente, del latino 'lyricus' y éste del griego
Madrid en 1949. Recogida, finalmente, en Ramón Menéndez Pidal, ^VP l X°C 1 u e significa "relativo a la lira", "que toca la lira". Según
«El romancero nuevo», en De primitiva lírica española y antigua Alonso Fernández Palencia, como documenta el propio Coraminas,
épica, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1951, p. 92. Montesinos no en el Universal Vocabulario en latín y en romance (Sevilla, 1490),
advirtió que las palabras que leyó Menéndez Pidal en esta confe- lira se define como sinónimo de "guitarra". Joan Coraminas, Dic-
rencia, a propósito de la negación del carácter lírico del romancero cionario crítico etimológico de la lengua castellana, Madrid, Gre-
que nace en 1580, son exactamente las mismas que publicó en el dos, 1974, 4 vols. Por otra parte, el Diccionario de Autoridades
Romancero hispánico. ofrece la siguiente definición de lírico -en este caso, lyrico porque
22. Menéndez Pidal, Romancero Hispánico..., vol. II, p. 158. se mantiene la -y- etimológica-: "Lo que pertenece a la Iyra. [...]
23. Ibíd., pp. 158-159. Poesía lyrica. Se llama aquella en que se componen versos para
24. lbíd.,p. 159. cantar al son de la lyra u de otro cualquier instrumento músico.
25. El principal foco de radiación de este romancero fue la Tales eran los hymnos y odas antiguas, y las canciones y villanci-
corte. Y a causa de este gusto noble que lo protegía, pasó al teatro. cos modernos". Diccionario de Autoridades. Madrid, Editorial
Tengamos presente que el romancero 'nuevo' y la Comedia Nueva Gredos, 1976, 3 vols. (3a reimpr.) (edición facsímil del Diccionario
fueron contemporáneos, y los dos géneros literarios comparten el de la lengua castellana..., Madrid, Imprenta de la Real Academia
haber sido las manifestaciones literarias más representativas de la Española, 1726-1739).
sociedad del XVII, y el poseer ambos unos moldes en los que se 27. "Ya debajo del nombre de poesía lyrica se comprehenden
"vertieron [...] todas las lavas en que hervía la literatura de fines del todas aquellas obras sueltas qué no llegan a ser poema cómico ni
XVI", Montesinos, op. cit., p. 129. Por esta semejanza, si tanto ayu- heroico. Y así se llama consiguientemente poeta lyrico el que escri-
dan los estudios del teatro áureo a conocer la sociedad y la vida lite- be este género de poesías sueltas", ibíd.
LIBRO DE TONOS HUMANOS 23
nuestro adjetivo pasó a enriquecer el caudal léxico de moros fueron el abono literario del romancero lírico.
la lengua española: los primeros textos en español en En cambio, no corrieron igual suerte: el romance lírico
que se documenta este derivado de lira eran de Góngo- morisco terminó por no cultivarse, mientras que el pas-
ra y Cervantes.28 En el caso del último escritor, nada toril prosiguió, pese a los cambios a los que fue some-
menos que en el Quijote publicado en 1605 pero escri- tido. La razón de tan dispar ventura fue, precisamente,
to en el último decenio del siglo anterior.29 el carácter lírico de uno y de otro. De 1580 a 1600,
aproximadamente, los moriscos se habían agotado en sí
mismos32 y, por la evolución de los pastoriles, podemos
decir que fue porque no podían transformarse, amol-
darse a los nuevos gustos que, en esa segunda época
-de 1600 en adelante-, empezaron a cribar recursos
tanto poéticos como musicales del romancero lírico.
2.2 De los cuarenta y cinco primeros roman- Ya desde el inicio, la temática morisca y la pastoril
ces líricos y otras letras50 del Libro de To- condicionaban sobremanera el estilo literario del
nos Humanos romance en cuestión. Los romances líricos pastoriles
eran, esencialmente, manifestaciones poéticas de
A mediados del siglo XVI, se produjo una feliz lamentos, de pasiones amorosas tan íntimas como vera-
-por lo que al romancero lírico se refiere- convergen- ces desde que Lope de Vega entra "en la sociedad
cia de dos acontecimientos literarios: La Diana de romanceril".33 Es decir, que quedaban definidos como
Jorge de Montemayor que, hacia 1559, vertió el uni- poesía lírica, propiamente, frente al habitual estilo des-
verso virgiliano pastoril y renacentista en el octosílabo; criptivo de suntuosas "pompas y galas"; frente a los
y la adición en aquélla del Abencerraje. Según Alberto habituales y elocuentes "retos y bravatas"34 de los
Blecua,31 gracias a ello los romances de pastores y de romances líricos moriscos, exceptuando, claro está,
aquéllos en los que Lope tradujo en clave lírica, tam-
bién, aunque con máscaras moriscas, su biografía sen-
timental.35 Lo que compartían, sin embargo, en la pri-
28. Corominas, op. cit., p. 105.
mera etapa -de 1580 a 1600-, era una intención
29. "La conclusión es clara en cuanto a establecer la fecha de narrativa, puesto que el relato de un suceso - a veces
composición y redacción de la mayor parte del primer Quijote. Si
el autor considera, cuando escribe ese capítulo IX, se trata de obras
muy recientes («tan modernas») algunas de las que existían en la
librería del caballero, es obligado pensar que casi todo el Quijote de 32. Vid. Menéndez Pidal, «El romancero nuevo»..., p. 93.
1605, se escribió en el último decenio del siglo anterior [...]. Ello 33. Ramón Menéndez Pidal, «Lope de Vega. El Arte nuevo y
se reafirma, por idéntica razón, en la referencia que Cervantes hace la nueva autobiografía», en De Cervantes y Lope de Vega, Buenos
de obras teatrales, ya al final de la novela, en el capítulo XLVIII. Aires, Espasa-Calpe, 1958 (2a), p. 73.
[...] Por boca del canónigo de Toledo que dialoga con el cura [...] 34. Montesinos, «Introducción»..., p. XLIII.
se elogian las tragedias hechas conforme a reglas y arte que habí- 35. Por el cultivo tan sentidamente lírico con que Lope escri-
an obtenido éxito entre toda clase de público. Se refiere a las trage- bió romances tanto pastoriles como moriscos, no nos extraña lo que
dias de Lupercio Leonardo de Argensola, la Isabela, la Filis y la Montesinos comenta en una de sus notas a pie de página en su edi-
Alejandra [...]. Si, como se sabe, la primera de ellas se compuso ción de la Primavera: "en la larga polémica pro y contra los roman-
hacia 1581, no es posible imaginar que al decir «pocos años» Cer- ces de moros, los que defendían la última tesis ganaron a la postre
vantes está escribiendo a una distancia de veinte años o más. Es for- la partida, contra el voto de Lope, según parece", Montesinos,
zoso, pues, situar por lo menos en el último decenio del siglo la «Introducción»..., p. XLIV, n. 1. Góngora, contrario al romance
redacción de estas páginas que, además, no lo olvidemos, corres- lírico morisco, posiblemente escribiera -puesto que se le atribuye-
ponden al final de la novela". Emilio Orozco Díaz, Cervantes y la el romance «¡Ah, mis señores pooetas...!» en que arremete contra
novela del Barroco. Edición, introducción y notas de José Lara el gusto y las máscaras moriscas:
Garrido, Granada, Universidad de Granada, 1992, pp. 127-128.
30. Letra: "se llama asimismo la composición métrica que se ¡Ah, mis señores poetas,
hace para cantar" (Aut.). De entre los cuarenta y cinco poemas, descúbranse ya esas caras,
éstas son cinco: la ensalada «¡Ah de la barca, barquero...!» (n° 9); desnúdense ya esas zambras!:
la canción «A vosa porta, María» (n° 16); y los tres villancicos vayase con Dios Gazul,
«Quereros siempre mirar» (n° 28), «Niña, con tus libres modos» (n° lleve el diablo a Celindaja,
37) y «Lo que dio fuego al humo» (n° 40). y vuelvan esas marlotas
31. Alberto Blecua, «Fernando de Herrera y la poesía de su a quien se las dio prestadas,
época», en Historia y crítica de la Literatura Española. Siglos de que quiere doña María
Oro: Renacimiento. Edición a cargo de Francisco López Estrada, ver bailar a doña Juana,
Barcelona, Crítica, 1980, p. 430. una gallarda española,
24 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
más intuido por el oyente que narrado en los octosíla- ca impuso fue, asimismo, porque se convirtió en "fértil
bos- era lo que sostenía el interés del romance. Por eso metáfora positivista"38 de lo pastoril bucólico y lo pas-
mismo de la música surgían voces que debían cantar toril rústico del XVI que el fervor humanístico del siglo
para contar lo que en el romance sucedía.36 Posterior- XVII siguió alentando.39
mente, se invierte el proceso: parece que el texto sea el Pastores idealizados de origen virgiliano, contamos
que esté al servicio de la música, dada ya a la experi- con Celeo, el "pastor" (v. 21) que, a modo de reclamo
mentación y a buscar nuevos modos expresivos; moti- desesperado dirigido al barquero que conduce a Filis,
vo, a su vez, por el que los romances líricos pierden su canta40, desde la orilla del Guadalete, el estribillo del
intención narrativa y ganan en virtuosismo descriptivo, romance «En una concha de Venus» (n° 10). Asimismo,
y, en consecuencia, en intensidad en cuanto a poesía es pastor bucólico el del villancico «¡Ah de la barca,
lírica.37 De ahí que, por lo referido más arriba, el barquero...!» (n° 9), que solícita, desesperadamente, a
romance pastoril pueda amoldarse a esta evolución. un barquero su barca para cruzar el mar de amor. Pas-
Pero todo sea dicho: si se prestó al cambio que la músi- tora bucólica es Lisis en el romance «Lisis, el alba se
queja» (n° 31), así como los "pastores" (v. 5) que can-
tan, junto a los "ecos" y las "fuentecillas" (vv. 6 y 10),
que no hay danza más gallarda;
su belleza en el estribillo. Pastoras de igual condición
[•••1 son las Giletas de «Olvidósele a Gileta» (n° 1) y «De
y a aquellos héroes famosos, los ojos de Gileta» (n° 19). En el caso de la primera,
dignos de gloriosa fama, tiene por compañeros a Bras y Antón, pastores como
que eternizó sus memorias
la conquista de Granada, ella; y respecto al romance de la segunda de estas Gile-
y celebran chusmas moras tas, el estribillo, tal y como Celeo «En una concha de
vuestros cantos de cigarra, Venus», lo canta el desesperado Pascual, pastor como
hechos pobres mendigantes,
aquél. Y, a propósito de Celeo y Pascual, hemos de ano-
del Albaicín a la Alambra!
Si importa callar los nombres, tar que, si bien ya no son personajes de los primeros
porque lo impiden las causas, romances líricos pastoriles que casi siempre eran dolo-
¿por qué no vais a buscarlos ridos monólogos, sin embargo, están aún próximos a
a las selvas y cabanas,
a las banderas francesas, aquéllos porque el estribillo que ellos cantan supone
o a las legiones romanas, una manifestación de sus sentimientos. Por eso no es
a Cartago o a Sagunto casual, por supuesto, que ambos estribillos sean en
o a la felice Numancia?...
compás binario -lento, grave-, en contraste con el
Mas ¿do vuelas, pluma mía?;
¡tente, que vas desmandada; compás ternario -rápido, popular- de las cuartetas;
que haces mal en condenar contraste que, por otra parte, no es lo habitual. Esta
invencibles ignorancias! peculiaridad de los dos estribillos, el poco protagonis-
mo que tienen en el romance, por comparación con la
Luis de Góngora y Argote, Obras completas. Recopilación,
prólogo y notas de Juan Millé y Giménez e Isabel Millé y Giménez,
mayoría del resto de estribillos, nos obliga a suponer
Madrid, Aguilar, 1943, pp. 218-220. Sin embargo, Lope, en La que estamos ante dos romances de los más tempranos
Dorotea (Madrid, 1632), aún hace que uno de sus personajes del Libro de Tonos Humanos. Pero en el apartado que
defienda los romances líricos moriscos y proteste contra el roman-
dedicaremos al estribillo del romance lírico volvere-
ce lírico pastoril. Dice don Bela (II, 2): "yo me atengo al moro. [... ]
Porque esto de pastores, todo es arroyuelos y márgenes, y siempre mos a retomarlos.
cantan ellos o sus pastoras: deseo ver un día un pastor que esté
asentado en banco, y no siempre en una peña, o junto a una fuen-
te". Lope de Vega, La Dorotea. Edición de José Manuel Blecua,
Madrid, Cátedra, 1996, pp. 212-213.
36. "Mucho más cerca en esto del romance tradicional [...], si 38. Palabras de la brillante «Introducción» que Alberto Blecua
los versos se cantan, se cantan por lo que refieren. Cantar es toda- escribió para su edición Lope de Vega, Peribáñez y Fuente Oveju-
vía una forma de comunicación", Montesinos, «Introducción»..., p. na. Edición a cargo de Alberto Blecua, Madrid, Alianza Editorial,
XLTII. 1995 (3 a reimp.), p. 7.
37. Para comprobar el cambio estilístico que hemos argumen- 39. Respecto a la polémica que Montesinos refería en nota
tado, baste comparar el hermoso romance «Sobre moradas viole- anterior, prosigue diciendo: "Los que, por aceptación ciega de la
tas» o «Por arrimo, su albornoz», publicados por Moncayo tanto en pastoría arcádica, consagrada por la antigüedad, vieron en la des-
la Flor de 1589 como en la de 1591, con «Bullicioso ventecillo» o viación morisca algo vitando, fueron favorecidos por el neohuma-
«"En tanto, hermosa enemiga..."», por ejemplo, de la Primavera y nismo barroco", Montesinos, «Introducción»..., p. XLIV, n. 1.
Flor de 1621, recogidos por Arias Pérez. El cambio de estilo es evi- 40. Las otras tres voces simplemente acompañan a la que
dentísimo. representa a Celeo.
LIBRO DE TONOS HUMANOS 25
Todos los pastores recién mencionados lo son, co, puesto que el que los sufre es Bras, y, para mayor
así pues, de romances líricos bucólicos: romances escarnio de la persistencia del sufrido amante, un ter-
sentimentales y lacrimosos, liberados ya de "toda cero, Antón, estudia la misma "letra" que se acaba de
traba anecdótica o novelesca", 41 más líricos por sin- cantar para volvérsela a repetir a Bras para que, de
téticos -"la alegría, como el dolor, prohiben los dis- tanto escucharla, desista de su amor hacia Menga (vv.
cursos largos" (Petrarca, Faniliarum, II, 9)-, que 26-29).
presentan una naturaleza amena mucho más deleita- Las "mujeres"45 -que ya no sólo pastoras-, a raíz
ble por ese virtuosismo descriptivo que, decíamos del auge del romance rústico, empezarán a contravenir
más arriba, cobra el romance lírico conforme avanza rasgos propios de la descriptio puellae. Si en la proso-
el siglo. pografía de la dama el pelo rubio y los ojos claros son
Lo pastoril rústico en nuestro repertorio tiene el los tópicos comunes, a partir de ahora el pelo moreno y
mismo protagonismo que lo pastoril arcádico. Además, los ojos negros son frecuentes en el rostro femenino.46
en lo que respecta al romancero lírico en general, la Por supuesto que mucho más frecuentes si de pastoras
transformación de lo rústico pastoril es de lo más inte- se trata -por ejemplo, «¡Ay, ay, ay, tres veces...!» (n°
resante y significativo del barroco literario español. El 4), v. 3-, pero no quedan excluidas, tampoco, las
bucolismo romanceril, en los primeros decenios del damas, como la de «Mi cobarde pensamiento» (n° 13),
siglo, si gana en lirismo, lo hace, a su vez - y como no que es dama de "dos negros soles", v. 25, y la de «En
podía ser de otro modo tratándose de literatura españo- espacio corto ostenta» (n° 35) que tiene el pelo "entre
la-, respecto a un realismo que termina por ajustado a lo rubio y lo negro", "entre lo negro y lo rabio" (vv. 13-
una rusticidad que, si bien tiene unos antecedentes lite- 16) -es decir: castaño-. Respecto a la mujer como suje-
rarios,42 posee elementos novedosos nacidos, sólo, al to que tiene celos que le hacen sufrir, o que llora el
calor del octosílabo musicado. El estilo jocoso, que, desamor del hombre a quien quiere, en nuestro reper-
esencialmente, definirá estos romances líricos rústicos, torio contamos con tres: Gileta -«Olvidósele a Gileta»
favorecerá la burla de las penas de amor, como en el (n° 1)-, pastora idílica; «La morena de más gracias» (n°
caso de «¡ Ay, ay, ay, tres veces...!» (n° 4) y «Celos pide 18), mujer de la villa, así como Marica -«Antojósele a
Bras a Menga» (n° 24), que, contrariamente a lo que Marica» (n° 45)-. En los tres casos, en absoluto lo
afirma Montesinos, no son, precisamente ni Minguilla jocoso - a diferencia de lo que comentaba Montesinos
-en el caso del primero- ni Menga -en el segundo- y que referíamos más arriba- desvirtúa el llanto o el
quienes sufren las cuitas que se cantan, sino el yo poé- sufrimiento de la pastora y mujeres. Asimismo, este
tico, en el primer caso, y Bras en el segundo.43 Sí que realismo que el romance rústico introduce en el roman-
es cierto que, en el último de ellos, existe el distancia- cero lírico, llegando a impregnar el resto de subgéneros
miento burlesco entre los males de amor y el yo poéti- romanceriles, es el que justifica que, en un romance de
amor cortesano como «Para qué quiero la vida» (n° 39),
el yo poético, tras cinco cuartetas minadas de tópicos
41. Montesinos, «Introducción»..., p. XLVI. de amor medievales, pueda dirigirse a su dama llamán-
42. Los antecedentes son muchos. Se podrían hallar en alguna
epístola de Montemayor y en las infinitas letras que, desde
principios del siglo XVI, alternan en pliegos sueltos, y cancio-
neros con piezas de otro orden. La primera Flor de Moncayo 44. "Hasta las mayores penas de amor aparecen en él irisadas
(1589) tiene esta particularidad: que los romances son «arcádi- por una mansa ironía, posible ahora que el poeta no tiene la preten-
cos» y las letras «rústicas». Como en otros casos, lo que los sión de pasar él mismo por el sujeto paciente de las cuitas que
poetas del romancero artístico hacen es conformar esos ele- canta". Ibíd. Montesinos, al referirse al poeta, alude a los primeros
mentos en el molde del romance y popularizarlos con él. Ellos romances líricos pastoriles en los que el poeta se escondía tras nom-
dan a los continuadores del siglo XVII la posibilidad de optar. bres ficticios para que se cantaran sus avatares amorosos. Nosotros
Ninguno de los estilos excluyó del todo al otro -la misma Pri- hemos optado por hablar del 'yo poético' porque creemos que esas
mavera, en sus dos partes, es buena prueba de ello-. No hay máscaras equivalían a él; además de que esta terminología se amol-
que olvidar que lo que suele llamarse barroquismo fue, entre da a aquellos romances en los que no necesariamente se cantan los
otras cosas, el arte de no renunciar a nada. amores del poeta en sí, como era el caso de tantos romances escri-
Ibíd., p. XLIX, n. 1. Alberto Blecua, en cambio, ofrece un tos por seguidores del propio Liñán o de Lope.
antecedente que para nuestro romance «Los ganados de Fileno» (n° 45. "A lo de corte, deidad,/ y de la villa, mujer", «Con licen-
42) del Libro de Tonos Humanos resultará fundamental. Antes de cia de las damas» (n° 14), vv. 3-4.
terminar el presente apartado, lo estudiaremos. 46. Por ser Liñán un poeta bien conocido por Montesinos, el
43. "Ahora [...] lo más frecuente es que las sufra una mujer, estudioso dice que el poeta fue uno de los pioneros en introducir la
una de esas Minguillas y Belillas", Montesinos, «Introducción»..., mujer "morena ojinegra" en el romancero lírico. Vid. Montesinos,
p.L. «Introducción»..., p. LI.
26 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
dola "zagala" al final del poema (v. 25). Sorprende tiendo términos, imágenes, conceptos, al igual que en
menos cuando en lugar de damas, las "zagalas" o la Comedia Nueva los poetas gustaban de jugar con las
"zagalejas" son "niñas": en «La niña de más estrellas» fronteras que definen los géneros y subgéneros dramá-
(n° 12) la naturaleza junto a las "zagalejas del valle" ticos. Por ello, no creemos que las "zagalas o zagale-
(vv. 28-30) le cantan a la niña el estribillo del romance, jas [...] vuelven en ocasiones a ser discretas damas en
y «Gileta, estímate en mucho» (n° 38) ofrece, de nuevo, disfraz, contradiciendo así el sentido inicial de este rea-
otra "zagala" (v. 18)-"niña" (v. 5) cuya hermosura nada lismo rústico".51 No, simplemente los rasgos de una
tiene que envidiar los conceptos, las metáforas y el sirven para tallar los de la otra, en perfecta comunión
amor del yo poético de los romances líricos de amor como protagonistas romanceriles; y así es cuanto más
cortesano, puesto que, en este caso, el yo poético canta entrado el siglo XVII. El romancero lírico llega a con-
su belleza como si de una excelsa beldad cortesana se tar con un elenco de personajes como la propia come-
tratara. A raíz de todos estos ejemplos y explicaciones, dia; la diferencia es que la presencia del músico que, en
podrá entenderse que de la terminología "rústico pasto- ocasiones, refunde los romances, encarga a un segundo
ril" para definir al subgénero romanceril en cuestión, poeta elaborar tal o cual estribillo, acorta versos..., en
nos sirvamos sólo de lo "rústico", porque pretendemos definitiva, el propio circuito de comunicación convier-
que por romances líricos rústicos se entienda aquellos te el taller del romancero lírico en un espacio con más
cuyos personajes puedan ser tanto pastores como alde- puertas abiertas, con mayor libertad creadora que, por
anos; tanto pastoras como mujeres o niñas de la villa. ejemplo, el de la comedia áurea, en que los personajes
En cuanto a las "niñas" como personajes poéticos están sometidos a una estricta ley del decoro. Y ejem-
de nuestros tonos hemos de decir que, si la licencia plo del préstamo de temas y personajes entre los dife-
poética para la mujer morena proviene de la Esposa del rentes subgéneros del romancero lírico es la cataloga-
Cantar de los cantares -"morena soy, pero hermosa" ción temática misma que ofrecemos de los cuarenta y
(1, 5)-, la lírica popular supo recogerla muy bien;47 y, cinco poemas, en la que podrá comprobarse que, pese
de la lírica antigua se nutren los ojos "morenos";48 al al subgénero romanceril lírico de uno y otro,52 el tema
igual que, pese al enriquecimiento del petrarquismo, la de cada uno de ellos no queda determinado.
naturaleza entrelazada al amor, explicándolo y refleján- Es hora ya de cumplir con lo prometido en una
dolo con sus elementos;49 así como, por su parte, las nota anterior —por lo que a los antecedentes literarios
"niñas". En cambio, entre los cuarenta y cinco roman- de lo rústico pastoril se refiere- en relación con uno de
ces líricos y otras letras que nos ocupan, podemos for- los romances líricos del Libro de Tonos Humanos. Qué
mar un grupo temático compuesto por cuatro romances decir tiene que de la rusticidad pastoril surge el pastor
de ellos y un villancico50 cuyas mujeres son niñas pero cuya función cómico-burlesca está al servicio de la
retratadas como si fuesen damas —pese al cabello y ojos desmitificación de la realidad. Pero el origen del pas-
morenos de algunas, como queda dicho-. Lo más sig- tor cómico es la égloga humanista "transpuesta, al
nificativo en ellas es que, con atributos de la descriptio modo medieval, en lengua vulgar por el anónimo autor
puellae, tienen una soltura y una gracia que las dife- de las Coplas de Mingo Revulgo";53 obra con la que
rencia de la dama cortés. Podemos decir con propiedad está en relación de intertextualidad54 el romance de
que estas niñas son un híbrido entre la dama y la zaga- «Los ganados de Fileno» (n° 42). Romance que, a su
la, y que, sin lugar a dudas, constituyen uno de los vez, es una amplificación55 de otro que escribió
logros romanceriles más conmovedores. De este modo,
creemos que en el romancero lírico todas las caracte-
rísticas de un subgénero se funden con las de otro, por
lo que se van enriqueciendo mutuamente y compar- 51. Montesinos, «Introducción»..., p. LIV.
52. Hemos estipulado los siguientes subgéneros del romance-
ro lírico en los cuarenta primeros del Libro de Tonos Humanos:
romances líricos bucólico pastoriles; romances líricos rústicos;
47. Vid. Margit Frenk Alatorre, Estudios sobre lírica antigua, romances líricos jocosos; romances líricos satíricos; romances líri-
Madrid, Castalia, 1978, pp. 188-189. cos laudatorios, y romances líricos de amor cortesano.
48. Ibíd., p. 186. 53. Alberto Blecua, «Introducción»..., p. 7.
49. Vid. Lírica española de tipo popular. Edición de Margit 54. "Relación de copresencia entre dos o más textos, es decir,
Frenk Alatorre, Madrid, Cátedra, 1989, p. 25. eidéticamente y frecuentemente, como la presencia efectiva de un
50. «La niña de más estrellas» (n° 12), «¡Afuera!, que contra texto en otro". Gérard Genette, Palimpsestos. La literatura en
el sol» (n° 15), «Anica la del lorito» (n° 17), «Por vos, niña, y la más segundo grado, Madrid, Taurus, 1989, p. 10.
bella» (n° 20) y «Niña, con tus libres modos» (n° 37) que es el 55. "Es mejor considerar la extensión temática y la expansión
villancico. estilística como las dos vías fundamentales de un aumento genera-
LIBRO DE TONOS HUMANOS 27
Damián Cornejo. El hipertexto mantiene las cuatro ante un ejemplo valiosísimo de la sutil frontera que
cuartetas del romance lírico de Cornejo -aunque con diferencia los subgéneros románcenles que referíamos
variantes y el orden absolutamente cambiado, excepto más arriba. En cuanto a las Coplas de Mingo Revulgo,
en la primera cuarteta- y ofrece cuatro nuevas, más el éstas aportaron a la literatura española dos géneros
estribillo. Pero es el caso que en la sexta cuarteta -la diferentes:
tercera del hipotexto— las variantes del tercer y cuarto
verso abren una significación completamente alejada el diálogo rústico, que tanta influencia tuvo en el teatro
del dieciséis, y la crónica alegórica, quefijaun momen-
de la original, y que es la que nos obliga a volver la to en la historia de España: con un rey débil, unos nobles
mirada hacia las Coplas de Mingo Revulgo. No vamos advenedizos y un pueblo sometido -todos ocultos tras el
a explicar de nuevo lo que el lector puede encontrar en anonimato de la alegoría-.60
el aparato crítico del romance en cuestión, pero sí que
vamos comentar el porqué de la intertextualidad con A pesar de no ser Enrique IV el monarca del
las Coplas... romance, Felipe III y su corte dieron pie a otra sátira
Mientras que el de Cornejo es un romance lírico política en la que la alusión a los "ganados" y la "sol-
bucólico pastoril, el "vellón" (v. 30) como variante del dada"61 la relacionan a aquélla otra del siglo XV que,
"cristal" (v. 11), y el "deber" (v. 31) como variante de sin embargo, se mantenía "a raya y oscurecida por la
"beber"(v. 12) convierten el romance del Libro de alegoría".62 Qué duda cabe que una corte como la de
Tonos Humanos en un romance lírico satírico, cuya crí- Felipe IV y Olivares, que fue instaurada contra imagen
tica se dirige, sin lugar a dudas, al reinado de Felipe III y semejanza de la de Felipe III y Lerma, no requería de
-"Fileno"- y al coro de cortesanos que conformaban el la oscuridad alegórica, sino más bien de una sátira
gobierno regido por el oscuro Lerma -"los ganados"-. engalanada, artificiosa por enriquecida con bellas imá-
El resto de variantes de los otros versos58 mantenían el genes, ya no rústico pastoriles, sino dignas de un pai-
subgénero romanceril original, pero tan sólo con saje bucólico. Tal cual es el romance lírico satírico del
"vellón" y "deber", diez versos antes del cierre del Libro de Tonos Humanos.
romance, toda la construcción bucólico pastoril se El asombro siempre sale al encuentro tratándose de
viene abajo y pasa a ser mera mascarada de una reali- la poesía del romancero lírico, ya que hemos tenido
dad verdaderamente deprimida.59 Por lo que estamos ocasión de comprobar -y esperamos que el aparato crí-
tico y las fuentes o refrencias literarias lo refuercen aún
más- cómo temas de lírica popular se expresan con las
lizado, que consiste a menudo en su síntesis y en su cooperación, y
más hermosas galas culteranas, y cómo imágenes que
para el que yo reservaba el término de amplificación". íbíd. p. 338.
56. «Los ganados de Fileno», tono recogido en los Tonos a lo definen subgéneros conviven con otras que, en lugar de
divino y a lo humano. Edición de Rita Goldberg, London, Tamesis contradecirlas, consiguen una mixtura que fundamenta,
Books Limited, 1981, pp. 123-124. en última instancia, la evolución del estilo poético del
57. El texto B. El texto A, en este caso el romance de Corne-
propio romancero lírico.63 Ya sólo nos queda rendir tri-
jo, sería el hipotexto. Vid. ibíd., pp. 9, n. 2 y 14, además de la n. 12
de esta misma página.
58. "Y toda maleza talan" (v. 6, texto A)-"y hasta las raíces
talan" (v. 37, texto B); "mirar" (v. 7, texto A)-"reparar" (v. 38, texto las manos en el gobierno de estos reinos y los dé su santa gra-
B); "paran" (v. 10, texto A)-"bañan" (v. 29, texto B); "amanecen" cia, para que sin pasión se dejen convencer de la razón, y visto
(v. 13, texto A)-"despiertan" (v. 12, texto B); "de las flores" (v. 15, lo que conviene, se atrevan a ejecutarlo y aconsejarlo.
texto A)-"en la hierba" (v. 14, texto B); "rocío" (v. 16, texto A)-
"tesoro" (v. 15, texto B). Como podrá comprobarse de esta selec- Obras del Padre Juan de Mariana. Madrid, M. Rivadeneyra,
ción de las variantes significativas entre ambos textos, ninguna de 1854, vol. II, p. 593. Mariana fue restituido como consejero por el
ellas supone un cambio sustancial en el significado del hipertexto. rey Felipe IV, pero por decisión, cómo no, del conde-duque de Oli-
59. Baste leer el interesante Tratado y discurso sobre la mone- vares. Este nuevo gobierno financió, asimismo, la obra del jesuíta.
da de vellón que al presente se labra en Castilla, y de algunos 60. Las Coplas de Mingo Revulgo. Edición, estudio prelimi-
desórdenes y abusos del padre Juan de Mariana, cuya escritura le nar y notas de Viviana Brodey, Madidson, The Hispanic Seminary
valió el destierro intelectual y la persecución por parte de Felipe III of Medieval Studies, 1986; estudio preliminar, p. 43.
por consejo de Lerma y sus hombres. Mariana cierra su tratado de 61. Ibíd., pp. 47 y 51.
la manera que sigue: 62. Ibíd., p. 42.
63. A propósito de la convivencia de diferentes tendencias
Si alguno se desabriere de lo que aquí se dice, advierta que no poéticas, es ya clásico el estudio de José Manuel Blecua donde
son peores las medicinas que tienen del picante y del amargo, demuestra cómo, desde el siglo XVI, la confluencia de las diferen-
y que en negocio que a todos toca, todos tienen licencia de tes corrientes poéticas es, en definitiva, lo que las enriquece. Inicia
hablar y avisar de su parecer, quier que sea errado, quier acer- su trabajo el erudito con las siguientes palabras: "me propongo sólo
tado. Yo suplico a nuestro Señor abra los ojos a los que ponen explicar las fuerzas, las corrientes que actúan paralelas a la gran
28 M A R I A N O LAMBEA Y L O L A JOSA
buto al sustrato poético del concepto. No tiene que Tirso y de Montesinos: si Italia toda fue hablar, España
extrañar que la primera referencia poética, cuando toda siempre fue conceptos.69
hemos empezado a hablar del romance lírico, haya sido
la de la poesía cancioneril, puesto que hemos compro-
bado en nuestras investigaciones que ésta condiciona 2.2.1 Los estribillos
sobremanera el estilo del segundo grupo de romances y
letras que hemos reunido en la catalogación por temas y Desde la ladera musical, también se ha reconocido
motivos que en un siguiente apartado presentamos.64 en cuanto al romance lírico lo que Ruiz Ramón procla-
Por lo que se refiere a la escuela castellana de la poesía mó sobre el teatro barroco: la verdadera aportación de
de cancionero, los nuevos poetas que forjan el roman- éste al drama occidental fue el convertirlo todo -histo-
cero lírico no la tenían como modelo formal -etimoló- ria, leyenda, romance, etc.- en materia dramática. Del
gicamente hablando-. Es cierto; pero, en cambio, sus mismo modo, los compositores rehacían romances aña-
contenidos fueron modelos de un conceptismo amoroso diéndoles elementos cronísticos, legendarios, o incluso
con el que se escribieron e inspiraron a músicos los más versos de otros romances.70 Ya en el siglo XV, se les
conmovedores romances líricos. El mismo Lope reco- empezó a incorporar complementos líricos, pero fue
noció que cuando volvía los ojos a las conceptos, o agu- gracias a la polifonía que el romancero se renueva por
dezas, de los antiguos poetas españoles los consideraba acoger en su seno de manera constante el estribillo y,
ingenios maravillosos del siglo XVII. Era ya 1621 en ocasiones, coplas. Y, como dijo Rengifo, "la cual
cuando declaró, en una Justa poética, su admiración.65 variedad suele nacer de la música".71 Tuvimos, en efec-
Y, precisamente, de los cuarenta y cinco poemas del to, ocasión de comentar más arriba que lo que conver-
repertorio que editamos del Libro de Tonos Humanos, tía en inconfundibles los romances de un Lope, por
nueve de ellos,66 insistimos, nos brindan el conceptismo ejemplo, respecto a los de un Rodríguez es que los del
- y a - al que los pre-conceptistas67 poetas medievales de primero -como los de Liñán o Góngora- nacían de una
cancionero nos tenían acostumbrados: estilo grave, la "posibilidad" musical, cuya característica más conclu-
cárcel de amor, la complacencia en el dolor, la intros- yente son los estribillos. Estos fueron los que confirie-
pección de un yo poético que, entre contradicciones, ron verdaderamente lirismo al romancero del siglo
paradojas y juegos de palabras, intenta comprenderse y XVII y los que hicieron que el canto fuera el medio de
comprender la fuerza que lo enajena y le hace sufrir. transmisión. La anterior polimetría, como la de la
Todo ello, entremezclado con la imaginería petrarquis- comedia,
ta, hacía las delicias de los cortesanos del siglo XVII.
Sin embargo, ese pre-conceptismo, cantado o recitado era una manera de prescindir, de antemano, de la músi-
en la España de Enrique IV o los Reyes Católicos, fue, ca. [...] No podía ser lo mismo cantar una tirada de
también, el que hizo posible "que la invasión del petrar- romance, y luego unas octavas, después unas quintillas,
para volver al romance, que describir una flexible línea
quismo fuera tan pronta y fácil entre nosotros", pues
melódica que hallaba en cada estribo un punto de culmi-
"era ya petrarquista avant la lettre".6& Con licencia de nación [...] El romance nuevo no se cantaba ni podía
cantarse según las melodías tradicionales; se atenía
ahora a los modos de una nueva música cortesana. El mismo -como hemos podido analizar-, resulta el
cambio de gustoflexibilizóel romance, acentuó su ento- momento lírico en el que el músico mejor puede ensa-
nación lírica, adaptándolo a las exigencias de la música yar y experimentar con su arte musical, al tratarse de
cortesana, a las exigencias del cantor.72
seguidillas, todavía más. De este modo, la popularidad
que éstas habían adquirido durante la primera mitad del
Entre los cuarenta romances líricos editados hemos
siglo XVII llegó, incluso, a imponer un cambio en el
podido comprobar que existe una evolución en los
romancero lírico. Cambio fundamentado en la impor-
estribillos, y ésta consiste en el protagonismo que
tancia que cobra el estribillo, llegando a significar, en
adquieren en el romance. Y a mayor importancia del
muchas ocasiones, la primera cuarteta del romance un
estribillo, mayor es también su complejidad compositi-
preludio poético-musical del propio estribillo. Tal pro-
va, más musical, si cabe, puesto que, como sostuvo
tagonismo no puede apreciarse si no es con la música,
Carvallo en su Cisne de Apolo, en los estribillos, la
lógicamente. A pesar de ello, el lector que desconozca
música se sobrepone a la poesía.73 Y así lo hemos podi-
el lenguaje musical, podrá intuirlo con la lectura y bus-
do verificar.
cando los ejemplos que en el siguiente capítulo se ofre-
Poéticamente, podemos apreciar cierta compleji-
cen.
dad consistente en que no serán tres o cuatro versos a
Desde la ladera poética, sin embargo, sólo con todo
modo de lamento, de advertencia o de manifestación de
el corpus editado del Libro de Tonos Humanos podre-
gozo, sino que, con mayor o menor número de versos,
mos edificar con mayor solidez la teoría que hemos
los estribillos cobran autonomía por recrear el tema del
sembrado en estas páginas a propósito de la unión por
romance en sí, llegando, incluso, a entrar en contraste
oposición del conceptismo con la seguidilla. Mientras,
con éste.74 Es el caso, por ejemplo, de los romances y
estos cuarenta y cinco primeros romances líricos y
otras letras agrupados por ser lamentos y manifestacio-
otras letras que hoy ven la luz, "en su belleza,/ voces
nes de dolor del yo poético.75 En la mayoría de ellos, el
cantando/ su luz celebran".77
contraste radica en que el estribillo es una seguidilla,76
y la seguidilla, ciertamente, es reacia a los desgarra-
mientos porque su música es más alegre. Sin embargo,
hemos podido observar que cuanto más predomina el
conceptismo -como en estos poemas del segundo
grupo de la catalogación-, mayores son las posibilida-
des de que el estribillo sea una seguidilla. La explica-
ción creemos, modestamente, que es por el juego de 2.3 Edición de los textos poéticos
opósitos tan del gusto de la época que, en este caso,
como en la comedia, permitía la mezcla de lo trágico 2.3.1 Fuentes literarias, musicales, ediciones,
con lo cómico. Por otro lado, si el estribillo, por sí bibliografía específica y referencias literarias
1. «Olvidósele a Gileta»
72. Montesinos, «Algunos problemas...», p. 117.
73. Luis Alfonso de Carvallo, Cisne de Apolo, Medina del
Referencias literarias
Campo, 1602, f. 80r.
74. Buenas excepciones de esto son los estribillos de «En un En la Flor de 1589, Pedro de Moncayo recopila un
concha de Venus» (n° 10), «De los ojos de Gileta» (n° 19) y «A ven- romancillo en el cual se da otro triángulo amoroso en
cer blancas auroras» (nu 30), como ya advertimos en el anterior que uno de los pastores se llama, asimismo, Antón.
apartado. Además, los dos primeros romances son del género más
temprano del romancero lírico, el bucólico pastoril, sin presencia de
Pero en este caso, la pastora, Minguilla, es la que está
elementos que, ya vimos, implicaban un cambio, una evolución enamorada de él.78
temática en el romancero. Excepcional es también el estribillo de
«Los favores de Marica» (n° 27), porque es el único de todo el
repertorio que editamos que se repite después de cada cuarteta,
cuando lo frecuente, ya, es que se repita sólo dos veces. Vid. al res-
pecto, Montesinos, «Introducción»..., p. LXXIII.
75. Remitimos al grupo II de la «Catalogación por temas y
motivos...», apartado 2.3.2.
76. De once, en seis de ellos: «¡Qué bien sienten mis suspi-
ros!» (n° 6); «Mi cobarde pensamiento» (n° 13); «Ya las sombras de 77. Estribillo de «A vencer blancas auroras» (n° 30), vv. 5-7.
la noche» (n° 23); «Pues lo quiso el corazón» (n° 26); «Que yo te 78. Flor de varios romances... (1589), «Dice Minguilla», ff.
quiero, Gileta» (n° 34), y «Para qué quiero la vida» (n° 39). 113v-114r.
30 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
Fuentes literarias
El mismo texto con algunas variantes, sin el estri-
5. «Arroyuelo presuroso»
billo y sin la última estrofa, se halla en Jerónimo Nieto
Madaleno.85
Fuentes literarias
El primer verso coincide con el de un "tono" que
Fuentes musicales
figura en P. Valentín Antonio de Céspedes, Algunas
El Cancionero Musical de Ontenientetb trae la
poesías (mediados del s. XVII).81
misma música para la estrofa en la única voz conser-
79. Vid. Obras poéticas de don Antonio Hurtado de Mendoza. 82. El Canqoner Musicald'Ontinyent. Edición moderna y fac-
Edición y prólogo de Rafael Benítez Ciatos, Madrid, Real Acade- símil de Josep Climent, Ontinyent, Ajuntament d'Ontinyent, 1996,
mia Española, 1947, vol. II, p. 172. Cfr. José Simón Díaz, Biblio- p. 62 (facsímil), pp. 267-268 (transcripción) y pp. 432-433 (texto).
grafía de la Literatura Hispánica, Madrid, CSIC, 1976, vol. XI, n° 83. Vid. Mariano Lambea, íncipit de poesía española musica-
5496-5627, pp. 669-681. da ca. 1465 - ca. 1710, Madrid, SEdeM, 2000, pp. 32 y 77.
80. Navarro Tomás, op. cit., p. 294. 84 . Cfr. BLH, vol. XIII, n° 1449 (440), p. 198.
81. Vid. Bartolomé José Gallardo, Ensayo de una biblioteca 85. Vid. Tonos a lo divino y alo humano..., p. 123. Cfr. BLH,
española de libros raros y curiosos, Madrid, M. Rivadeneyra, 1866, vol. IV, n° 73 (86), p. 69 y vol. XVI, n° 530-531, p. 54.
vol. II, nc 1803, col. 410, "Arroyuelo presuroso,/ Que con lenguas 86. Josep Climent en su transcripción incluye las tres voces
de cristal". Cfr. BLH, vol. VIII, n° 3937, p. 461. restantes y el estribillo procedentes del Libro de Tonos Humanos.
LIBRO DE TONOS HUMANOS 31
vada (tiple Io). En ella figura el nombre de Gaspar La diferencia estriba en que la de Eslava es una alego-
Díaz. ría del amor divino y la nuestra del humano:
siglo XIX, titulado Poesías de diferentes poetas caste- 27. «Los favores de Marica»
llanos inéditas o poco conocidas. El segundo verso es
ya diferente en relación a nuestra pieza: "disipa la auro- Fuentes literarias
ra alegre", pero el tema es igual.101 Stein remite, por el primer verso, a la segunda jor-
nada de la comedia Yo por vos y vos por otro de Agus-
Fuentes musicales tín Moreto. Sin embargo, ahí figura el nombre de "Beli-
En el Cancionero Musical de Lisboa se conserva sa" en lugar de "Marica".106 La canción que incluye
una obra anónima con idéntico primer verso, y el estri- Moreto no tiene nada que ver con el texto que nos
billo "Ya solo y triste". Según Querol,102 esta pieza es ocupa, ya que en ella se canta lo siguiente:
del padre Manuel Correa por la indicación "en los de
Correa" que consta en el f. 36r [42r] del Libro de Tonos Los favores de Belisa
a mi corazón alientan;
Humanos.
pero yo en mi adoración
En la biblioteca del rey de Portugal Joao IV103 se tengo gloria más perfeta.107
conservaba un villancico "do Sacramento", a 6 vv., de
Gabriel Díaz.104 El primer verso es idéntico y el estri-
billo reza: "Tu solo pueblo triste"; es muy posible que
se trate de una vuelta o remedo a lo divino del texto del
Libro de Tonos Humanos. 30. «A vencer blancas auroras»
Referencias literarias
101. Vid. Antonio Rodríguez-Moñino y María Brey Marino,
En todo el poema resuena el eco del soneto XXXIX
Catálogo de los manuscritos poéticos castellanos existentes en la
Biblioteca de The Hispanic Society of America (siglos XV, XVI y de Matteo Maria Boiardo. Pero en el madrigal XXXI
XVII), New York, The Hispanic Society of America, 1965, vol. 1, n°
XCIII (127), p. 501. Consta aquí que el autor es Alberto Lista y
Aragón.
102. Querol, «Dos nuevos cancioneros polifónicos españo- 106. Stein, op. cit., p. 386.
les...», p. 110. 107. Vid. Agustín Moreto y Cabana, Comedias escogidas,
103. Destruida, como se sabe, en el terremoto que asoló Lis- coleccionadas e ilustradas por Luis Fernández-Guerra y Orbe,
boa en 1755. (BAE, 39), Madrid, M. Rivadeneyra, 1856, p. 384. Para una com-
104. Vid. Mario de Sampaio Ribeiro (ed.), Livraria de Músi- pleta información de las fuentes de esta comedia vid. BLH, vol. XV,
ca de El-Rei D. Joño IV (Primeira Parte do Index), Lisboa, Acade- n° 3645-3652, pp. 456-457.
mia Portuguesa da Historia, 1967, p. 183. Cfr. Alejandro Luis Igle- 108. Publicado como "Cuatro".
sias, Villancicos en romance del Index de D. Iodo IV, rey de 109. Vid. Carmelo Caballero, «El manuscrito Gayangos-Bar-
Portugal, [Valladolid], La Palma, [1993], p. 19. bieri», en RMS, XII, 1 (1989), p. 224.
105. Remitimos al apartado 1.1.1, y cfr., además, con Lambea, 110. Remitimos al apartado 1.1.1, y cfr., además, con Lambea,
íncipit..., pp. 31 y 160. íncipit..., pp. 31 y 189.
34 M A R I A N O LAMBEA Y LOLA JOSA
Fuentes musicales
En la relación de primeros versos de los "otros 41. «A Dios, Marica la bella»
tonos sueltos..." del Libro de Tonos Humanos está
registrado el primer verso de este villancico. 117 Fuentes literarias
Esta poesía es obra de Francisco de Borja y Aragón
Ediciones (Príncipe de Esquiladle), Las obras en verso (1648). 121
Música barroca española. Polifonía profana..., pp. 81-83.
Además, en el Diccionario de Autoridades viene repro-
ducida la séptima estrofa, lo cual, por otra parte, nos ha
permitido corregir algunas palabras que el copista del Romances varios de diferentes autores, que se conser-
Libro de Tonos Humanos, posiblemente, habría copia- va en The Hispanic Society of America.126
do mal; la estrofa es la siguiente:
Bibliografía específica
No des nada, aunque recojas Etzion, «The Spanish Polyphonic Cancioneros...», p.
de la pollera el tapiz, 105.
que hasta en coger y no dar
los campos saben mentir.122
43. «Temprano naces, almendro» III. Diálogo del yo poético con animales o la naturaleza
5. Arroyuelo presuroso
Fuentes literarias 7. Abejuela que al jazmín
Existe un romance, con los dos primeros versos 21. Ligera y temerosa
idénticos al del Libro de Tonos Humanos, en una colec- 32. Enojado está el abril
ción anónima impresa en Amsterdam, en 1688, titulada 43. Temprano naces, almendro
17. Anica la del lorito alguna ante una hipotética palabra ininteligible, ya que
20. Por vos, niña, y la más bella cada una de ellas ha sido correspondientemente coteja-
37. Niña, con tus libres modos da con el manuscrito delante. En cuanto a las variantes
de las cuatro voces, mantenemos las que cantan la
V. La dama cantora mayoría de ellas, y en caso de haber el mismo número
3. En prados de Manzanares de voces para cada una de las variantes, conservamos
8. Es, en el mar de la corte el texto de la voz superior.
11. En el mar de las sirenas La ortografía la hemos modernizado siempre y
cuando el valor fonético no se viera alterado. Por ejem-
VI. Recreación en la topografía de la dama plo, la -s- en sílaba trabada la hemos transcrito co-
25. Con rigores premia Filis mo -x-, puesto que ésta, fonéticamente, en sílaba traba-
30. A vencer blancas auroras da, repetimos, suena [s]. En el caso de «A Dios, Marica
31. Lisis, el alba se queja la bella» (n° 41) hemos seguido, asimismo, el criterio
40. Lo que dio fuego al humo de Blecua de respetar la antigua forma de la interjec-
ción.
VIL Recreación en la etopeya de la dama Acentuamos según las normas académicas, y, res-
27. Los favores de Marica pecto a la puntuación, al trabajar con dos artes, la una
35. En espacio corto ostenta en movimiento y la otra estática, siempre que nos ha
36. Melancolía, que en Filis sido posible, hemos respetado el juego estilístico de la
música, como, por ejemplo, en el estribillo de «Arro-
VIII. Laudatorios y conmemorativos yuelo presuroso» (n° 5). En los casos de ambivalencia,
14. Con licencia de las damas nos hemos regido por las pausas, o la ausencia de ellas,
22. Fuego baja de la cumbre en la música. La distribución de las cuartetas creemos
33. Labradora de Loeches que ha quedado suficientemente justificada en el apar-
tado 2.1.1.
IX. Jocosos Los poemas con fuente literaria, o con referencias
4. ¡Ay, ay, ay, tres veces...! que puedan advertir de su trayectoria poética o de
24. Celos pide Bras a Menga influencias de otros poetas, cuentan, al final del apara-
to crítico, con una llamada que así lo indica y que remi-
X. Crítica cortesana te al apartado 2.3.1. Por último, téngase en cuenta que
41. A Dios, Marica la bella en las notas a pie de página, cuando es necesario incluir
42. Los ganados de Fileno una referencia bibliográfica importante, lo hacemos de
manera abreviada para no sobrecargar el aparato críti-
co. Por otra parte, advertimos que hemos recogido imá-
2.3.3 Criterios de edición genes, figuras retóricas y tópicos que, en algún caso,
podrían considerarse demasiado obvios para los filólo-
Nunca nos ha resultado más manual el de crítica gos, pero no para otros profesionales de ámbitos diver-
literaria de Alberto Blecua que en esta ocasión.127 Sólo sos, los cuales, en un principio, no tienen por qué cono-
hemos emendado cuando el error del copista ha sido cer el código literario de la poesía del Siglo de Oro.
evidente o la métrica lo requería; y no hay enmienda de
cualquier tipo que no quede lo suficientemente justifi-
cada en el aparato crítico. Tampoco ha quedado duda
¡Que ya no más... 35
ff. 4v-5r[10v-llr]
2 Quísela de lo apretado
que es decir la quise bien; 20
Filis e n t r a b a u n a tarde,
q u e esta V e n u s le e n g e n d r ó .
Pensamiento dichoso...
Tonos Humanos, constatar el paralelismo entre esta estrofa y unos
versos del inicio del segundo acto de Las firmezas de Isabela de
Góngora. A ellos remitimos (Góngora: 1943, II, vv. 1056-1061).
16. Vid., a propósito de Manzanares, la nota al v. 1 de «En pra-
dos de Manzanares» (n° 3).
20-22. Alusión a Eurídice que, mientras paseaba por el prado,
le mordió una serpiente. En cuanto a "áspid" (v. 22), vid. nota al v. 13. Mi cobarde pensamiento
35 de «¡Qué bien sienten mis suspiros...!» (n° 6); "invidia" (v. 21) 4. Todo el poema está construido sobre recursos retóricos
es un cultismo (Vilanova, 843-844, II). semejantes: la antítesis, el poliptoton, la derivación y el oxímoron.
23. A los labios de Eros. Se está recreando, al tiempo que se Ningunas otras figuras retóricas podían servir mejor para expresar
invierte, el mito de Eurídice, ya que esta niña-dama debería de el desasosiego amoroso del yo poético causado por la esquivez de
morir por la mordedura de la víbora. Pero, en este caso, es el pro- la dama.
pio áspid -Cupido metamorfoscado- quien muere con su propio 22. En el ms.: "no favorece". La enmienda queda justificada
veneno. A ello se refiere este verso y el siguiente. con el siguiente refrán que recoge Aut.: "Al hombre osado la fortu-
25. Ciego: alusión a Eros. na le da la mano. Refr. que aconseja se entre con valor y ánimo en
26. En el ras.: "no ofendiera un dios un ángel". Enmendar el las empresas que se deben ejecutar, porque de esa suerte se suelen
verso añadiendo la preposición ha sido necesario para que cobrara lograr mejor, y no se pierden las ocasiones como sucede con la
plena significación toda la estrofa, puesto que la dama -"ángel"- es pusilanimidad."
de "Amor vencedora", tal y como canta el segundo verso de la 25. Negros soles: los ojos.
copla (v. 33). 'Vid. 2.3.1 Fuentes literarias...
LIBRO DE TONOS HUMANOS 45
[4] M a y o r salteadora de a l m a s , 20
ni Argel de su esclavitud,
no asombró a Guadalquivir 16*
en los c a m p o s de A d a m u z .
ff. 20v-21r [26v-27r]
[5] Q u e de la M o r e n a Sierra,
siendo e n e m i g o c o m ú n , 25 A vosa porta, Maria,
esta hunna cruz de pedra.
Con un h e m o s o rebozo
Amanece y anochece me dio a entender un j a z m í n
y yo recostado en ella. que quitó de sus cristales 25
perlas que van a salir.
[2] Como vuestro sol no veo,
me obligáis a las estrellas; N o sé si diga que llore,
en vuestras ventanas vivo 15 porque m e puede decir,
para que muera el deseo.
si llorare: "pero advierte
Acompaña cruz tan vieja
que no es el llanto por ti". 30
a quien muerto ya parece.
Amanece y anochece
y yo recostado en ella. 20 M á s vale vivir penando
que a desengaños morir,
Agradecemos la traducción tanto al Prof. Dr. Agustín de la
Granja, como a Jordi Medel Bao.
7. Sagrado: "metafóricamente significa cualquier recurso o
sitio que asegura de algún peligro" (Aut.). El texto concluye aquí.
10. Juega, también, con el significado de cruz entendida metafó-
ricamente "como peso o carga intolerable, [...] pena y trabajo" (Aut).
13. Sol: la dama.
14. El retiro de la dama obliga al yo poético a permanecer 18. La morena de más gracias
-vigilante- a la intemperie. 3. Como podrá comprobarse a lo largo del poema, "rosas" son
metáfora de lágrimas.
7-8. Soles/aurora: ojos y boca. La "aurora" como metáfora de
boca por el resplandor de la blancura de los dientes de la dama.
17. Anica la del lorito 25. Cristales: gotas de rocío.
2. Tiple Io: "dos ojos". •Vid. 2.3.1 Fuentes literarias...
48 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
Guárdese de Gila...
20. Por vos, niña, y la más bella
7. Imposible.
11-12. Hipérbole. Muere "de sentir" tras haber muerto por
"amar" porque el yo poético ya ha sido capaz de entender el "peli-
gro" que supuso amar a tan desdeñosa dama. Incluso la dicotomía
entre morir "de sentir" tras morir "de amar" puede aludir, para
recrear el concepto, a los suspiros "infinitos" de la primera estrofa.
26-27. Juega, al tiempo, con la frialdad del desdén de la dama
y la blancura que caracteriza su piel.
28. "Centella" porque, como dice el yo poético en el primer
verso de la estrofa, es "fuego" -pasión- para él; y de "cristal" por
19. De los ojos de Gileta la blancura de la piel de la dama -esto mismo significa, a su vez,
5. Tiple 3 o : "guárdese Gileta". "nevado hermoso brío" (v. 27)-.
6. Tiple 3 o : "la admiración" en la repetición musical. 'Vid. 2.3.1 Fuentes literarias...
LIBRO DE TONOS HUMANOS 49
sin duda que a Marcia ha visto Mas todas huyen, que todas,
y que de invidia se abrasa. sólo para mormurarla,
de la noche del botón
Llega en buen hora, sacan de rebozo el ámbar.
bella alemana,
a ser alba del día. Si bien al ver su hermosura, 25
que alumbra a España. para poder imitarla,
Y esa estrella que a entrambos besó el clavel la saliva,
labró un acierto, 10 a beber salió del ámbar.
ate dos corazones
con un aliento. Hasta del monte insensible
le da el aire con el alma, 30
Marcia, aquel idolatrado porque el paso halle decente
lucero, que de Alemania un corazón cada rama.
prisionero trae el día 15
en la red de sus pestañas, Llega en buen hora...
dente que la nieve no es metáfora tipificada del rigor de la dama, ya 1 Ya las sombras de la noche
que se personifica al "nevado" Guadarrama para crear una hipérbo- huyen medrosas y tristes
le a propósito de la pasión que es capaz de despertar Marcia. Lo que
de la alegre luz del día
sí hace el poeta es establecer una relación de semejanza entre la
nieve de la cumbre del monte y la imagen tipificada con que se des-
que risueña las despide.
cribe la blancura de la piel de la dama -motivo por el que el monte
se "abrase" de envidia-. Blancura, asimismo, que es metáfora de la Yo, solo y triste,
luminosidad que por su belleza desprende; por ello la dama es en soledad amarga,
"alba" en el v. 7 y "lucero" en el 14. midiendo mi dolor,
4. Invidia, cultismo. la noche larga.
5-6. Llega en buen hora/ bella alemana: Mariana de Austria Yo, solo y triste,
(Viena 1634-Madrid 1696), segunda esposa de Felipe IV, con quien a ver el día espero, 10
se casó en 1649. Por el estribillo, justamente, y el v. 14, podemos
decir que estamos ante una pieza compuesta e interpretada para
celebrar la llegada a España de la que iba a ser la nueva reina. Vid.,
asimismo, nota al estribillo (vv. 5-7) de «A vencer blancas auroras»
22. Murmurarla.
(n° 30).
23-24. La imagen a la que recurre el poeta en estos dos versos
7. Los dos tiples y el alto: "ser alma". Sin embargo, hemos cre-
es la de las flores -"todas" (v. 21) nos remite a ellas, a las de la
ído que el término "alba" le era más apropiado al verbo "alumbrar".
estrofa anterior-, pero antes de abrirse. Y esta imagen queda cifra-
9. Entrambos: ambos. Se refiere a Mariana de Austria y a Feli-
da en "la noche del botón", ya que una de las entradas de "botón"
pe IV.
en Aut. dice: "en las flores es la misma flor antes de abrirse, que está
10-11. En un "romance" que da cuenta de lo que aconteció cerrada y cubierta de las hojas". Por lo tanto, "la noche" para una
durante la real entrada de la nueva reina en la corte -15 de noviem- flor será el no haberse abierto aún; de ahí también que la estrofa
bre de 1649-, el poeta, Juan de Enebro y Arandia, escribe unos ver- anterior refiera que el sol las baña con sus rayos "para que salgan a
sos a cerca del amor de los monarcas que recuerdan muchísimo a ver" (v. 17) a Marcia. Sacar "de rebozo el ámbar" es imagen rela-
los del estribillo que nos ocupa: cionada con murmurar (v. 22), puesto que se abren sólo un poco,
como si sintieran envidia de la dama. Asimismo, "el ámbar" es el
con la Infanta el Rey se parte, disco amarillo de las flores y, por tradición poética, también es ima-
haziendo de amor tal nudo, gen de la boca o de las palabras, con lo que la imagen del v. 24 está
que no acierte a desatarse. acabadísima.
27-28. No es azaroso que, de entre todas las flores, el clavel sea
Juan de Enebro y Arandia, «Espléndido aparato y magnífica
el único que se abra totalmente para "imitar" la belleza de Marcia:
ostentación con que la muy insigne villa de Madrid solemnizó la
"saliva" y "beber" nos relacionan a esta flor con el clavel metafóri-
entrada de la ínclita Reina Nuestra Señora doña Mariana de Austria.
co de la descriptio puellae -la boca de la dama-.
Año de 1649», en Relaciones de actos públicos celebrados en
Madrid (1541-1650). Edición José Simón Díaz, Instituto de Estu-
dios Madrileños, Madrid, 1982, p. 509.
14. El ms. "que en Alemania", pero consideramos que la pre- 23. Ya las sombras de la noche
posición de la enmienda confiere pleno significado a la estrofa. 4. Todas las voces traen "risueñas". Es error del copista, pues-
19. Los diamantes: el rocío. to que se refiere a "día" y no a las "sombras".
LIBRO DE T O N O S H U M A N O S 51
ff. 34v-35r[40v-41r]
25
Celos pide Bras a Menga,
y no se puede quejar ff. 35v-36r[41v-42rj
si los pide tantas veces
y ella alguna se los da. Con rigores premia Filis
las finezas de mi amor,
y, si dejo de adorarla,
me acaba más mi pasión.
14. Laísmo mantenido.
17-20. El Genil "cubierto de oro" es el río cuyas aguas reflejan
la luz del sol, puesto que el yo poético nos está hablando de la ale- Nuevo Fénix de amor:
gría del resplandor matutino. "Nieve", "azahares y jazmines" o bien renazco sin morir,
son imágenes de las aguas cristalinas del río y de las fuentes que que vivo en mi albor.
confluyen en él, o de la "nieve", ciertamente, que el Genil baja ¡Ay qué favor!
desde su cuna, en sierra Nevada.
22. Imposibles.
•Vid. 2.3.1 Fuentes literarias...
9. Los dos tiples, además de "¡ay qué dulce...", añaden "y pia- Como la falsedad viste 15
doso". de atención tan halagüeña,
10-11. La "muerte" que da "vida" por amor constituye una no hay alma que le escape,
paradoja tipificada por la tradición desde la lírica trovadoresca. aunque lleve mucha vela.
11. Alto: "Filis da la vida"; tiple Io: "Filis me da la vida".
*EI texto concluye aquí.
¡Ay de mí, qué libre lleva.
'Vid. 2.3.1 Fuentes literarias...
Labradora de Loeches,
en quien se miran conformes
17. Descoge: despliega. las flores como donaires,
31. Prisiones: se entiende que las de la oscuridad de la noche. las estrellas como flores.
•Vid. 2.3.1 Fuentes literarias...
36
35
ff. 46v-47r [52v-53r]
ff. 45v-46r[51v-52r]
Melancolía, que en Filis
En espacio corto ostenta cautamente introducida,
de la hermosura lo sumo, te hiciste alcaide del gusto
mucho cielo en poca estampa guardándole de ti misma.
y, en breve, donaires muchos.
De rigores se viste
tu pecho ingrato,
y es su propio vestido, 12. Coturno: "especie de calzado, a manera de borceguí, muy
pues no es humano. alto de suela, para hacer levantar del suelo a la persona y que parez-
ca más alta y prócera" (Aut.). Estamos, de nuevo, ante la imagen de
la dama que, tras su paso, hace crecer las flores. Vid. nota a los vv.
Objeto hermoso de cuantos
15-18 de «La niña de más estrellas» (n° 12).
admirar, en tiernos lustros, 10
14. Invidias, cultismo.
19. Niebla: la blanca piel del rostro. Esta metáfora es inusual,
pero está en relación con el verbo "prevenir" de los "rayos de car-
mín" (v. 18) -los labios- El poeta quiere exaltar el contraste cro-
mático entre la piel y la boca.
12. Imposible. A propósito de este verso y del v. 10, digamos 31. Verso construido con hipérbaton violento ("dulce muerte a
que la estructura del poema queda marcada por el uso de unos quien la quiere").
recursos retóricos muy próximos entre ellos: la derivación, la antí-
tesis, la repetición, la epanadiplosis (estrófica) y el poliptoton.
36. Melancolía, que en Filis
1. Todas las voces traen "melancolías", pero el apostrofe tiene
35. En espacio corto ostenta el verbo en singular, por lo que la enmienda es obligada.
1. Espacio corro: el rostro. 2. Todas las voces: "introducidas".
58 M A R I A N O LAMBEA Y LOLA JOSA
14. Nevado adorno: con bastante seguridad, el rostro de la 6 Si estrella o clavel te llaman, 25
dama. Y es curioso que la comparación tópica entre la blancura del que no hay en sus versos, di,
cisne y la de la piel de la dama quede relegada a favor del "candor" estrella como un diamante,
del cisne, porque, por tradición poética, el candor -junto a la pure-
ni flor que iguale a un florín.
za- siempre ha sido atributo de la paloma.
15. Ave de Juno: el pavo real, atributo propio de la diosa Juno
-diosa romana asimilada a la griega Hera-. Es significativo que el
7 N o des nada, aunque recojas
poeta haya dispuesto, en estas dos coplas primeras, tanto el ave de la pollera al tapiz, 30
relacionada, por un lado, con Venus -su carroza la tiraban cisnes, o que hasta en coger y no dar
bien palomas-, como la de Juno, ya que ambas diosas, junto a Ate- los campos saben mentir."
nea, participaron en un concurso de belleza del que salió ganadora
Venus por haberle ofrecido a Paris -juez del pleito- el amor de 8 Si mis consejos no tomas,
Helena de Esparta. morirás, niña, en Madrid,
16. Este verso alude a la cola del pavo real.
18. Celaje: "colores varios que aparecen en las nubes causados
de los rayos del sol" (Aut.).
19-22. Esta estrofa refiere una de las propiedades atribuidas al 41. A Dios, Marica la bella
águila desde los bestiarios antiguos: la de poder mirar fijamente al 26. El ms. trae "que no hay a sus versos". Ante la incoheren-
sol. Y en el poema, como ya sabemos, soles son los ojos de la dama. cia, la enmienda se impone.
Por otra parte, "el águila en plumas" (v. 21) significa un águila que 28. Florín: "moneda de plata u oro que ya no tiene uso en
se está "emplumando" -"tomar pluma y cubrirse della las aves" España, y la que hubo parece valía lo mismo que un real de a ocho"
{Aut.)-. (Aut.).
23. La garza se caracteriza por un vuelo ligero y un bello plu- 29. El ms. trae "aunque le cojas". Para la enmienda, vid. las
maje. En la poesía de corte tradicional, esta ave simbolizaba a la fuentes literarias.
amada. 30. Pollera: "se llamaba el brial o guardapiés que las mujeres
25. Penacho: "el copete de plumas que tienen algunas aves se ponían sobre el guardainfante, encima de la cual asentaba la bas-
sobre la cabeza" (Aut.). quina o saya" (Aut.). Respecto al sentido del verso, entiéndase:
»Vid. 2.3.1 Fuentes literarias... "desde la pollera hasta el tapiz".
LIBRO DE TONOS HUMANOS 61
4 En escuadrón se componen 20
42 las ovejas, aunque mansas,
para pasar a cuchillo
las flores de la campaña.
ff. 52v-53r [58v-59r]
5 De la corona del monte
Los ganados de Fileno,
lo más soberano ultrajan, 25
mayoral de Guadarrama,
pisándole sus diamantes,
en el ardor del estío
cortando sus esmeraldas.
nievan toda la montaña.
6 En los arroyos veloces,
Mas, no se llame guerra
ya se brindan, ya se bañan
la que hacen
por pagarles en vellón 30
los ganados en la sierra,
lo que les deben en plata.
porque los mansos corderos,
en los floridos pensiles,
si pacen verdes abriles, 7 No se libran en las cumbres
10
esquilman blancos eneros. las banderas de las ramas,
pues ganan las más altivas
los asaltos de las cabras. 35
Con el aurora despiertan,
y, antes que el sol, se levantan
8 Destruyen todo lo verde,
a saquear en la hierba
y hasta las raíces talan,
todo el tesoro del alba. 15
sin reparar que hoy ofenden
lo que han menester mañana.
36. Cuatrín: "se toma figuradamente por el dinero en general"
(Aut.). Con esta estrofa podemos decir que, tras estos consejos que Mas, no se llame guerra... 40
el yo poético da a Marica para que sepa aprovechar, mientras sea
joven, toda ocasión que le brinde ganancias, se esconde una crítica
a la vida en la Corte. Era tópico común en boca de los graciosos de
26-27. Diamantes (aguas cristalinas)/£.smera/da,s (verdes hier-
comedia, y, precisamente, la máscara del yo poético en este poema
bas). Al comparar la cima del monte con la corona real, los ele-
es la de rústico, tanto por su léxico como por la crítica misma. Poé-
mentos típicos de ambos se identifican metafóricamente.
ticamente, y a propósito de lo que acabamos de decir, llama la aten-
29. Brindan: "Convidar y, en cierta manera, provocar a uno
ción la estrofa 6", puesto que en ella desmitifica dos elementos pro-
para que beba, al mismo tiempo que él va a beber" (Aut.).
pios de la descriptio puellae: "estrella" y "clavel"; es decir, dos
30-31. Estos dos versos nos remiten a uno de los problemas
metáforas tipificadas de la poesía cortesana amatoria. La ruptura la
más acuciantes para los reformadores de los últimos años del reina-
produce al compararlos con un "diamante" -no por su belleza, sino
do de Felipe III: el de la moneda de vellón y el consiguiente sufra-
por su valor material- y un "florín".
gio del ejército de Flandes. Los virreyes americanos habían decidi-
'Vid. 2.3.1 Fuentes literarias...
do disminuir sus envíos de plata a la metrópoli para poder robustecer
su defensa costera contra los holandeses, lo que provocó una suce-
sión de complicaciones que tambalearon aún más la débil salud de
42. Los ganados de Fileno la corona. Castilla, mientras, recaudaba sus impuestos con vellón,
4. Es una hermosa imagen poética: como el ganado puebla toda moneda que, si servía para saldar deudas internas, era despreciada
la montaña, ésta se presenta completamente blanca. Al igual que en más allá de las fronteras del reino por los asentistas, ya que ellos
¡as Coplas de Mingo Revulgo, aparece aquí toda una alegoría de querían cobrar en plata y no en una moneda cada vez más devalua-
carácter político: el "mayoral de Guadarrama" (v. 2) es el rey Felipe da. Por todo ello, es de suponer las terribles complicaciones políti-
III (Fileno) y sus subditos los "mansos corderos" aludidos (v. 8). cas que comportó el no tener plata con que pagar al ejército de Flan-
9. Pensil: "jardín delicioso" (Aut.). des y a toda la comunidad comercial europea que suministraba
10. Tiple I o : "lindos" en la repetición. víveres y otros efectos a España. Una solución provisional fue que
11. Esquilmar, "coger y sacar el fruto" (Aut.). los asentistas decidieron cobrarse sus deudas con vellón, pero
14. Saquear: el uso de esta palabra no rompe el lirismo que sumándole una prima para equilibrar la diferencia entre el valor de
viene sosteniendo el poema, ya que guarda relación con "tesoro" tan paupérrima moneda y el de la plata. Sin embargo, el tener que
del verso siguiente. Con estas alusiones, las ovejas quedan vistas pagar tantas primas lo único que propició fue el encarecimiento de
como piratas. Lo mismo sucede en la estrofa 4" con "escuadrón" en cualquier asiento. En cuanto al rebaño, entiéndase que las ovejas,
relación a "pasar a cuchillo" (vv. 20 y 22), que, en este caso, que- como asentistas, quieren cobrarse del arroyo, bebiendo y bañándose
dan dibujadas como un ejército. en sus aguas, la "prima" por cobrar en moneda de vellón.
15. El tesoro del alba: el rocío. 'Vid. 2.3.1 Fuentes literarias...
62 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
43 44
ff. 53v-54r [59v-60r] ff. 54v-55r [60v-61r]
C o n agua se desbautiza,
45 y no es p o r q u e fe le falta,
antes tener m u c h a fe
de hacer tal e x t r e m o es causa. 20
ff. 55v-56r[61v-62r]
Q u e b r ó el cántaro, y mojóse
Antojósele a Marica,
todo el b r a z o en que estribaba,
ciega, de morir por agua;
y, al dar a torcer el b r a z o ,
de cristal son los antojos,
hizo su pena doblada.
que m u c h o , sí, ciega estaba.
término tono hemos hallado, hasta el momento, el XVII se generaliza el uso del término, llegando a
Libro segundo de tonos y villancicos... de Juan Arañes incluirse en el título - o en la tabla o índice- de libros
(1624) 6 (téngase en cuenta que la publicación de este tanto de música y poesía, como de poesía sola. Ejem-
"libro segundo" presupone la existencia de un "libro plos significativos de ello son el Cancionero Musical
primero" -hoy desconocido-, con lo cual la aparición de Onteniente (1645) 13 y el Libro de Tonos Humanos
del término aún sería más temprana) y el Cancionero (1655-1656) de música y poesía, y La avena de Tersí-
de la Sablonara, fechado entre octubre de 1625 y mayo core... tonos y romances (1665) 14 y los Tonos a lo divi-
de 1625. 7 En la dedicatoria a Wolfgang Wilhelm, conde no y alo humano (hacia 1700) de poesía sola. 15 Preci-
de Neuburg y Duque de Baviera, el copista que da samente esta última recopilación puede erigirse en
nombre al cancionero afirmaba que había "buscado y paradigma de antología que contiene las dos vertientes
recogido los mejores tonos que se cantan en esta corte, del género: el tono "humano" y el tono "a lo divino",
a dos, a tres y a cuatro [voces] para presentarlos a diferencia establecida ya a finales de la primera mitad
Vuestra Alteza." 8 Por otra parte, no es válido para nues- del siglo en los dieciséis tonos finales del Cancionero
tro propósito el título facticio de Libro de tonos anti- Musical de Onteniente, en contraposición a los ciento
guos con sus letras otorgado al Cancionero Musical de trece restantes de temática profana.
la Casa de Medinaceli (ca. 1569) -anterior al de la En el Libro de Tonos Humanos que nos ocupa exis-
Sablonara en medio siglo aproximadamente-, porque ten indicaciones, en algunos tonos, que remiten a
se debe a Gallardo, que así lo hace constar en su Ensa- versiones divinizadas que fueron copiadas en legajos
yo: "Este título he puesto de mi mano en el forro de un aparte del corpus del cancionero, y que boy, lamenta-
torno en folio, pergamino". 9 El calificativo de antiguos blemente, están perdidas. 16 Estas diferencias de asigna-
obedece seguramente a que el propio Gallardo quiso ción constituyen una pervivencia de aquella dicotomía
diferenciar este cancionero de su homónimo más entre "versos humanos" y "versos a lo divino" caracte-
moderno de principios del siglo XVII, al cual denomi- rística de la segunda mitad del siglo XVI. También
nó Tonos castellanos, seguramente siguiendo el mismo conviene tener presente que, desde 1650 en adelante, la
criterio que con el anterior. 10 adscripción del término tono pasa a englobar un signi-
Hasta 1650, aproximadamente, se pueden resumir ficado más literario que musical, al menos en ambien-
las características del tono en las siguientes constantes tes académicos. Compruébese en la siguiente defini-
generales: 11 composición vocal de cámara, es decir, un ción que trae el Diccionario de Autoridades: "canción
cantor por cuerda, para dos, tres o cuatro voces, 12 de métrica para la música compuesta de varias coplas". Y
extensión entre corta y media, de temática profana llegaban a escribirse, incluso, "tonos de pie quebrado",
(amorosa, satírica, mitológica, descriptiva, etc.) y de como los que publicó Juan de la Victoria Ovando San-
tipología formal variada (en este sentido, aunque se tarén en 1663. 17
trate de romances con o sin estribillo, folias, canciones, El término tono gozó también de la sinonimia,
letrillas, décimas, liras, endechas, sextinas, seguidillas, tanto en el ámbito musical como en el literario. En
octavas, coplas, e incluso sonetos, genéricamente se les fuentes musicales, y conforme avanza el siglo XVII, se
considera tonos). A partir de la segunda mitad del siglo le denomina "área", "aria", "tonada", "solo", "dúo" y
pasa a designar una composición, en muchas ocasio-
nes, para voz solista o dúo con acompañamiento ins-
6. Juan Arañes, Libro segundo de lonas y villancicos a una,
dos, tres y cuatro voces, con la cifra de la guitarra española a la
usanza romana, Roma, Juan Bautista Robletti, 1624. Vid. la rela- 13. Compilado por el presbítero Baltasar Ferriol en Ontenien-
ción de primeros versos de este libro en Música barroca española. te, en 1645. En el f. 98v consta la indicación "Tabla de los tonos" y
Polifonía profana..., p. 33. en el f. lOOr la de "tonos a lo divino". Vid. el facsímil y la edición
7. Vid. El Cancionero de la Sablonara. Edición de Judith moderna a cargo de Climent, El Canconer Musical d'Ontinyent...
Etzion, London, Tamesis Books. 1996, p. xix. 14. Francisco Manuel de Meló, La avena de Tersícore, octava
8. Ibíd., p. xx. musa del Melodino. Tonos y romances, en sus Obras métricas,
9. Vid. Gallardo, op. cit, vol. I, cois. 1203-1206 [núm. 1223]. León de Francia, Horacio Boessat y George Remeus, 1665.
10. Ibíd., cois. 1193-1203 [núm. 1222], 15. Tonos a lo divino y a lo humano...
11. Una definición del término tono, su comparación con el 16. Un ejemplo de ello es el tono n° 29 de nuestra edición,
villancico y otros aspectos de su desarrollo y función han sido per- «Dulce prisión de albedríos», en el que consta la indicación "Está
fectamente explicados por Robledo en op. cit., pp. 47-48. la letra al Santísimo y guión en el legajo 8...".
12. Un tono excepcional a seis voces, divididas en dos coros 17. Vid. Juan de la Victoria Ovando Samaren, Ocios de Cas-
de tres voces cada uno, titulado «En la margen de un arroyo» se talia, Málaga, Mateo López Hidalgo, 1663, ff. 156 y 158, apud
halla en los ff. 199v-201r [205v-207r] del Libro de Tunos Humanos. BLH, vo!. XVI, p. 355 [núms. 152 y 155],
LIBRO DE TONOS HUMANOS 67
frumental (arpa, clave, tiorba, guitarra, etc.), y en estre- • Tonos Castellanos-B (1612-1620) (Madrid,
cha relación con el mundo de la escena, aunque con- Biblioteca de Bartolomé March, Ms. 860). Algunas de
viene tener en cuenta que siguen componiéndose tonos sus piezas han sido publicadas por Querol.23 Desde
con textos religiosos. No olvidemos, tampoco, que en hace algunos años está siendo trabajado por Margit
fuentes literarias los tonos pueden hallarse camuflados Frenk y Gerardo Arriaga, pero por el momento no tene-
bajo sinónimos tan sugestivos y expresivos como mos noticia de que lo hayan publicado. Según estos
"letras armónicas".18 investigadores, el cancionero "pertenece de lleno al
ambiente aristocrático [y] contiene 65 excelentes com-
posiciones polifónicas para tres y cuatro voces."24 Su
contenido literario consta de "45 romances y letrillas
[...], 6 liras, 5 sonetos, 2 piezas en tercetos, 2 en estan-
cias, 2 en décimas y una copla mixta."25 Judith Etzion
lo califica de "manuscrito práctico en el que la copia es
3.2 Los cancioneros polifónicos más represen- descuidada y la selección no ha seguido un criterio
tativos de la primera mitad del siglo XVII riguroso."26 En relación a la cuestión del acompaña-
miento instrumental, conviene tener en cuenta las
En el período que nos ocupa (ca. 1625-1656), buena
expresiones "Baxo tañido" y "Baxo para acompañar"
parte del repertorio de tonos humanos se halla recogido
que vienen en dos de sus piezas.27
mayoritariamente en cancioneros poético-musicales.
• Cancionero Musical de Lisboa (1620-1630) (Lis-
No faltan, sin embargo, interesantes y abundantes
boa, Biblioteca de Ajuda, Ms. 47-VI-10, 11, 12, 13).
muestras de esta forma poético-musical en papeles suel-
Inédito. Fue descrito y estudiado por Querol, para
tos19 como, por ejemplo, los cuadernillos que se guar-
quien "este importante Cancionero manuscrito es de
dan en cajas de la Biblioteca Nacional (E: Mn, M. 3880
alta calidad artística, tanto en su música como en sus
y 3881)20 y también los que se conservan en la Biblio-
letras [y] fue copiado por una sola mano - y mano cier-
teca de Catalunya.21 Por lo que a nuestro interés se refie-
tamente de copista profesional-."28 No está compilado
re, nos dedicaremos prioritariamente al estudio del tono
en forma de cancionero,29 sino en cuatro libretas o
humano polifónico -preferentemente a cuatro voces,
libritos independientes, uno para cada voz y otro para
pero sin descartar algunos a menos voces-, recopilado
en los cancioneros del período mencionado. A nuestro
Libro de Tonos Humanos (1655-56) hay que añadir Por otra parte, un listado de fuentes de música vocal, tanto monó-
algunas fuentes más de desigual valor e importancia que dica como polifónica, con texto en castellano puede verse en Lam-
vamos a relacionar, con el propósito de destacar en ellas bea, íncipit..., pp. 17-45.
23. Vid. una somera descripción de este manuscrito, así como
las características que consideramos más importantes
la relación de sus primeros versos en Música barroca española.
de cara al estudio posterior del estilo musical del tono Polifonía profana..., pp. 15-16. En la parte musical figuran trans-
humano polifónico. Referimos, por orden cronológico, critas 19 piezas.
las que consideramos como más representativas en rela- 24. Margit Frenk y Gerardo Arriaga, «Romances y letrillas en
el Cancionero Tonos Castellanos-B (1612-1620)», en Música y
ción a otras que no lo son tanto:22
Literatura en la Península Ibérica 1600-1750, Actas del Congreso
Internacional, Valladolid, 20-21 y 22 de febrero, 1995, edición a
cargo de María Antonia Virgili Blanquet, Germán Vega García-
Luengos y Carmelo Caballero Fernández-Rufete, Valladolid, 1997,
18. Vid. Diego de Nájera y Cegrí, Letras armónicas puestas en p. 151. Los autores recogen también el parecer de Luis Robledo,
música por los mejores maestros de España (manuscrito de finales para quien este cancionero "debía ser una recopilación de lo más
del siglo XVII), apud Rodríguez-Moruno y Brey Marino, op. cit., selecto que se cantaba en la casa de Medinaceli en las veladas de
vol. II, pp. 300-303. cámara, como el cancionero de Sablonara lo era de lo interpretado
19. Vid. algunos ejemplos en Arded, corazón, arded. Tonos en Palacio, y como tantas otras fuentes musicales que habrán desa-
humanos del Barroco en la Península Ibérica. Edición de Carmelo parecido" (Robledo, op. cit., p. 51).
Caballero Fernández-Rufete, Valladolid, Las Edades del Hombre, 25. lbíd., p. 152.
1997. Y en José Marín, 51 tonos para voz y guitarra. Edición de 26. Vid. El Cancionero de la Sablonara (ed. Etzion), pp. xlix-
Alicia Lázaro, Columbus, Ohio, Chantereile, 1997. 1, n. 3.
20. Cfr. Anglés y Subirá, op. cit., pp. 274-290. 27. Vid. Ramón A. Pelinski, «La polifonía vocal española del
21. Cfr. Felip Pedrell, Catálech de la Biblioteca Musical de la siglo XVII y sus formas de escribirla», en AnM, XXIV (1969), p.
Diputado de Barcelona, Barcelona, Palau de la Diputació, 1908- 192.
1909, 2 vols. (vid. especialmente el vol. I). 28. Vid. Querol, «Dos nuevos cancioneros polifónicos espa-
22. No incluimos en esta relación el Libro segundo... (1624) ñoles...», pp. 104-111.
de Juan Arañes, ya citado, por no ser propiamente un cancionero. 29. Cfr. Pelinski, op. cit.
68 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
el guión; en este útimo algunas obras traen los números 'romance' y 'estribillo' presentan a menudo distintos
correspondientes al bajo cifrado. En sus 130 piezas rasgos musicales."39
consta la indicación "a 4", a pesar de que sólo hay tres 'Cancionero de la Sablonara (1625) (München,
libretas destinadas a las partes vocales. Habrá que estu- Bayerische Staatsbibliothek, Cod. hisp. 2. Cim.383;
diar detenidamente el contenido de cada libreta para Madrid, Biblioteca Nacional, Ms. 1263 [copia de
determinar el número exacto de voces, porque es posi- 1875]). Fue transcrito por Barbieri, quien lo dejó inédi-
ble que alguna pieza tenga escritas dos voces en una to.40 Posteriormente fue editado en su totalidad por
misma libreta. Jesús Aroca41 y también por Judith Etzion, quien mani-
• Cancionero de la Casanatense (ca. 1625) fiesta que "en el contexto particular de los cancioneros
(Roma, Biblioteca Casanatense, Ms. 5437). Ha sido españoles, el Cancionero de la Sablonara se sitúa
descrito30 y editado por Querol.31 "Contiene 20 obras como un 'clásico', ya que representa una etapa madura
de gran calidad"32 a tres voces (excepto una que es a de refinamiento y cristalización musical [...]. En
dos voces), entre las que hay romances, liras, letras y muchos sentidos, el estilo del Cancionero puede ser
folias. El tiple de algunas piezas trae diversas letras definido como 'una reinterpretación', o como una
encima de las notas,33 indicativas de una "notación novedosa 'dignificación', de los géneros españoles
alfabética para guitarra."34 Robledo ha estudiado "este autóctonos."42 Algunas de su obras fueron publicadas
sistema alfabético italiano, aunque con alguna varian- por Querol,43 Pelinski44 y Robledo45. El cancionero es
te" en su relación con la transposición de voces e ins- una soberbia antología de la música vocal de cámara
trumentos."35 que se practicaba en la corte de Felipe IV. La compo-
'Romances y letras de A tres votes (ca. 1625) nen 75 tonos a dos, tres y cuatro voces, sin acompaña-
(Madrid, Biblioteca Nacional, Ms. 1370, 1371 y miento instrumental escrito y comprendiendo géneros
1372). Querol publicó más de la mitad de las piezas de literarios tan variados como folias, romances, cancio-
este cancionero,36 copiado en las mismas circunstan- nes, seguidillas, endechas, letrillas, sextinas, octavas,
cias que el Cancionero Musical de Lisboa, es decir, novenas, décimas y un soneto.
una libreta para cada voz. No figura el acompaña- • Cancionero Musical de Coimbra-B (1632)
miento instrumental, y sólo una de sus composiciones (Coimbra, Biblioteca de la Universidad, Ms. 235). Iné-
trae la indicación "Bassus a 3. 1° tono. Por cruzado dito. Querol trabajó sobre esta fuente, advirtiendo que
remisso" que, según Robledo está "destinada a una "los materiales deficientes e incompletos de que dispo-
guitarra acompañando en estilo rasgueado." 37 Las casi nemos en este momento no nos permiten hablar de
130 piezas de que consta este cancionero son "más estas piezas con suficiente conocimiento."46
extensas y elaboradas [que las del Cancionero Musical • Cancionero Musical de Coimbra-A (1642-1645)
de Turín,3S anterior en unas décadas]. Esto es eviden- (Coimbra, Biblioteca de la Universidad, Ms. 226). Iné-
te, sobre todo, en los romances, cuyas secciones de dito. Querol trabajó en este cancionero y nos informa
30. Vid. Música barroca española. Polifonía profana..., pp. 39. Vid. El Cancionero de la Sablonara (ed. Etzion), p. 1, n. 4.
13-14. En la parte musical figuran transcritas 6 piezas. 40. Vid. Robledo, op. cit., pp. 11-12. Inédito también está el
31. Madrigales españoles inéditos del siglo XVI. Cancionero trabajo Cancionero de "Claudio de la Sablonara". Introducción,
de la Casanatense. Edición de Miguel Querol Gavaldá (MME, 40), estudio y transcripción por Mariano Lambea Castro, Barcelona,
Barcelona, CSIC, 1981. 1988 (Premio del "XI Concurso Anual de Investigación y Estu-
32. Vid. El Cancionero de la Sablonara (ed. Etzion), pp. xlix- dios Musicológicos, 1988", otorgado por la SEdeM, Madrid,
I, n. 3. 1988).
33. Vid. Pelinski, op. cit., p. 193. 41. Cancionero musical y poético del siglo XVII. Edición de
34. Vid. El Cancionero de la Sablonara (ed. Etzion), p. lx, n. Jesús Aroca, Madrid, Imprenta de la Revista de Archivos, Bibliote-
31. cas y Museos, 1916.
35. Robledo, op. cit., pp. 89-90. Por otra parte, Robledo seña- 42. El Cancionero de la Sablonara (ed. Etzion), pp. xlix-1.
la que este sistema alfabético italiano es el mismo que utiliza Juan 43. Querol lo denomina Cancionero de Munich, lo describe
Arañes, en su Libro segundo [...] con la cifra de la guitarra espa- someramente y da la relación de primeros versos en Música barro-
ñola a la usanza romana, extendiéndose en el tema de la transposi- ca española. Polifonía profana..., pp. 19-21. En la parte musical
ción de las doce piezas que forman dicho libro (p. 91). transcribe 6 piezas.
36. Romances y letras a tres votes (Siglo XVII), vol. I. Edición 44. Ramón Adolfo Pelinski, Die weltliche Vokalmusik Spa-
de Miguel Querol Gavaldá (MME, 18), Barcelona, CSIC, 1956. niens amAnfang des 17. Jahríiunderts. Der Cancionero Claudio de
37. Robledo, op. cit., p. 88. la Sablonara, Tutzing, Hans Schneider, 1971.
38. Existe versión moderna, Cancionero musical de Turín. 45. Robledo, op. cit.
Edición de Miguel Querol Gavaldá, Madrid, SEdeM, 1989. 46. Vid. Música barroca española. Polifonía profana..., p. 32.
LIBRO DE TONOS HUMANOS 69
que "todo el manuscrito está copiado en partitura [y] transcripción moderna y edición facsímil. Consta de
tanto la caligrafía musical como la del texto muestran 119 tonos en los que no se incluye ninguna referencia
que la persona que compiló este cancionero no era un instrumental.
«punctator» o copista profesional."47 Consta de 73 pie-
zas, en su mayoría romances, y ofrece "ciertos ejem- Aunque las fechas de compilación de estos cancio-
plos de cifras encima de la voz del bajo y un alfabeto neros pueden establecerse con bastante probabilidad
sobre la del alto."48 entre ca. 1625-1656, el contenido musical de las fuen-
• Cancionero Musical de Olot (1625-1645) (Olot, tes más tempranas pertenece a principios del siglo
Girona, Biblioteca Pública, Ms. I-VIH, n° 97 de inven- XVII. Una vez examinadas las ediciones modernas,
tario). Fue publicado por Francesc Civil.49 Querol lo tanto completas como parciales, de estos cancioneros
describió50 y publicó algunas de sus 74 piezas/''1 Etzion estaremos en condiciones de hablar de los recursos
sostiene que se trata de un "manuscrito práctico en el técnicos y estilísticos que se observan en sus composi-
que la copia es descuidada y la selección no ha segui- ciones. Pero antes conviene hacer el siguiente comen-
do un criterio riguroso."52 al igual que sucediera con tario. Si bien es cierto que esta música se revela -en
los Tonos Castellanos-B. Señala también esta investi- líneas generales y en muchos de sus elementos consti-
gadora que el códice "contiene algunas figuras para tutivos- como heredera de la practicada en el siglo
guitarra, que fueron probablemente añadidas por copis- XVI, también es verdad que existen unos rasgos idio-
tas posteriores."53 Este aspecto de las cifras lo han máticos concretos que la hacen sensiblemente distinta
constatado también Querol54 y Pelinski55 y lo ha estu- a su inmediata antecesora. Utilizando ampliamente las
diado detenidamente Robledo, para quien "el cancio- delimitaciones lingüísticas sancionadas tradicional-
nero de Olot es, posiblemente, la única fuente musical mente por la historiografía musical, podemos decir
no teórica que ha llegado hasta nosotros en la que se que esta música ocupa un lugar de transición entre la
pone en práctica la llamada «cifra catalana» que creó prima prattica y la seconda prattica,59 y que muestra
Amat, lo cual le concede, aparte de su valor musical en su configuración, estructura y desarrollo algunos
intrínseco, una importancia considerable.' 06 trazos característicos de ambas tendencias.60 Es obvio
• Cancionero Musical de Onteniente (1645) que en arte casi nunca se puede hablar de cambios esti-
(Madrid, Biblioteca Nacional, Ms. 2171). Esta fuente lísticos repentinos o de rupturas bruscas entre diferen-
no tiene transcendencia a nuestro propósito, puesto que tes posturas estéticas. Conviene más hablar de evolu-
sólo se ha conservado ia voz del "cantus I o ". La con- ción diacrónica lenta, uniforme, con sus lógicos
signamos por su parentesco con los cancioneros ante- avances y retrocesos, pero a la larga progresiva y con-
riores y por traer prácticamente todos sus textos poéti- cluyeme. Lo que sí es perceptible en las épocas de cri-
cos. Este cancionero fue descrito por Querol57 y ha sido sis o de transición como la que nos ocupa, es la convi-
publicado no hace mucho tiempo por Josep Climent, en vencia de rasgos estilísticos diferenciados dentro del
marco general del movimiento diacrónico. Entre esos
rasgos estilísticos diferenciados se hallan, como es
47. Ibícl; la descripción del cancionero y la relación de pri- lógico, tanto aquellos que se mantienen del estilo anti-
meros versos constan en las pp. 29-32. En la parte musical vienen guo como los novedosos que florecen y que significan
transcritas 4 piezas. Para las cuestiones de disposición de las voces
en el manuscrito, cfr. Pelinski, «La polifonía vocal española...».
renovación y enriquecimiento de algunos modelos
48. Vid. El Cancionero de la Sablonara (ed. Etzion), p. lx. anteriores. Ahora bien, esta convivencia no implica
49. Canconer de la Garrotxa. Edición de Francesc Civil i Cas- necesariamente una coincidencia sincrónica -si la
tellví, Girona, Diputació de Girona, 1982. entendemos desde la evolución paralela de dos proce-
50. Miguel Querol, «El Cancionero Musical ¿le Olot», en
AnM, XVIII (1963). pp. 57-65.
sos que se corresponden perfectamente en el tiempo-,
51. Vid. la relación de primeros versos en Música barroca puesto que el primero de ellos ya estaba en funciona-
española. Polifonía profana..., pp. 17-18. En la parte musical vie-
nen transcritas 6 obras.
52. El Cancionero de la Sablonara (cd. Etzion), pp. xlix-1,
n. 3. 58. Vid. nota 13.
53. Ibíd., p. ¡x, n. 31. 59. Cfr. Manfred F. Bukofzer. La música en la época barroca.
54. Querol, «El Cancionero Musical...», p. 60. De Monteverdi a Bach, Madrid, Alianza Editorial, 1986, pp. 17-33.
55. Pelinski, «La polifonía vocal española...», p. 193. 60. Cfr. Emilio Casares Rodicio, «La música barroca. Análi-
56. Robledo, op. cit., pp. 91-93. sis formal e ideológico», en La Música en el Barroco. Edición de
57. Querol, «Dos nuevos cancioneros polifónicos españo- Emilio Casares Rodicio, Oviedo, Universidad de Oviedo, 1977,
les...», pp. 93-104. especialmente las pp. 15-27.
70 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
miento antes de la aparición del segundo. En conse- to carácter conservador, debido a su servidumbre con
cuencia, no se da una coincidencia sincrónica efectiva algunos de los parámetros estilísticos de la polifonía
desde el inicio de los procesos, sino que se trata más clásica del siglo XVI. En nuestro propósito de observar
bien de una superposición de estilos, ya que a la plata- la superposición de estilos que comentábamos anterior-
forma técnica, estilística o estética de la prima pratti- mente, intentaremos demostrar tanto esa servidumbre,
ca se superponen ahora algunos hallazgos que anun- como la manera que tienen los compositores de desli-
cian la seconda prattica.6] Las causas que facilitan el garse de ella. Todo ello a través de la síntesis expositi-
impulso desencadenante de estos hallazgos son múlti- va de sus recursos técnicos y estilísticos más importan-
ples: la actividad de un compositor relevante, una tes.
corriente artística en boga, una moda imperante, un
área de influencia determinada, una actitud ideológica,
estética, social, cultural que ejerce presión sobre las 3.3.1 La relevancia melódica
manifestacones artísticas, etc.
Hecha la anterior puntualización pasaremos a Una de las premisas estéticas del stile aníico con-
comentar y a ejemplificar los recursos técnicos y esti- siste en otorgar idéntica importancia melódica a cada
lísticos más significativos hallados en algunas de las una de las voces del entramado polifónico, sin que nin-
fuentes enumeradas anteriormente, intentando relacio- guna de ellas adquiera protagonismo o hegemonía
narlas entre sí. Lógicamente, los cancioneros más tem- sobre las demás.64 Compruébese en bastantes piezas de
pranos como Tonos Castellanos-B (1612-1620) o el los Tonos Castellanos-B y del Cancionero de la Casa-
Cancionero de la Casanatense (ca. 1625) ofrecen natense, donde resulta difícil discernir qué voz tiene
menos variedad técnica y menor proliferación de ras- mayor relevancia melódica. No negaremos que la voz
gos estilísticos novedosos que los más modernos, entre superior pueda sobreponerse al conjunto, pero es más
los cuales podemos considerar al Cancionero de la por su tesitura que por la variedad interválica de su
Sablonara (1625) como el más representativo, tanto melodía. Muchas de las piezas del Cancionero de la
por los compositores que lo integran y la variedad for- Sablonara y del Libro de Tonos Humanos se hallan en
mal de sus obras, como por haber sido compuesto en la las mismas circunstancias. Sin embargo, empieza a
corte, el lugar por excelencia en el que se componían y despertarse en ellas, sutilmente, una conciencia meló-
cantaban "los mejores tonos",62 y donde también, sin dica en la voz superior que las aleja un tanto de su
duda, se experimentarían las novedades y la riqueza de anclaje renacentista. Obsérvese la folia «A la dulce risa
un vocabulario musical ampliado. Después del Cancio- del alva» que abre el Cancionero de la Sablonara,67' en
nero de la Sablonara vendría en importancia nuestro la que Mateo Romero expone la melodía del primer
Libro de Tonos Humanos, cuyo valor musical se echa verso a solo, y a continuación y sin solución de conti-
de ver fácilmente en estas primeras 45 piezas que hoy nuidad, la misma melodía en la misma voz pero con la
presentamos, y que se refrendará cuando dispongamos intervención de las tres voces restantes, a guisa de
de la edición completa. acompañamiento armónico. Pero no nos interesa ahora
este último aspecto; lo que nos importa constatar es,
que si el maestro Capitán hubiera decidido obviar la
introducción solística y hubiera empezado la pieza
directamente con las cuatro voces en liza, no podría-
mos saber -al menos en teoría- cuál de ellas canta la
melodía principal, si es que esa melodía hubiera existi-
3.3 Acerca del estilo musical del tono humano
do como tal en la intención del compositor. Pero,
polifónico
dejando la teoría a un lado, si nos atenemos a la prácti- base de la exposición y desarrollo horizontal de la
ca musical -que, en realidad, es lo que cuenta-, obser- música y facilita su percepción como una melodía
varemos que las dos voces superiores se cruzan y pose- general o polimelodía. Como es sabido, los detractores
en un carácter versátil, en el sentido de que pueden del stile antico aducían que la confluencia de varias
asumir el protagonismo melódico en cualquier momen- líneas melódicas en el discurso musical enmascaraba el
to del discurso musical. También hay que tener en sentido del texto. La Camerata florentina señalaba que
cuenta que la voz interior tiene una actuación menos "en la música contrapuntística la poesía, literalmente,
importante desde el punto de vista melódico y que la 'quedaba hecha girones' (laceramento della poesía), ya
voz inferior "se orienta hacia una función más armóni- que cada una de las voces entonaba palabras diferentes
ca."66 Estas condiciones, señaladas por Etzion en el al mismo tiempo."69 Por esta razón, en buena parte de
Cancionero de la Sablonara, se pueden observar per- la música litúrgica de los maestros del renacimiento, es
fectamente en muchas piezas del Libro de Tonos perceptible esta ininteligibilidad textual,70 pero, ade-
Humanos. más, también, por la subordinación de las grandes líne-
Esta incipiente conciencia melódica reservada a la as melódicas en aras del conjunto polifónico y por el
voz más aguda se ve, sin duda, favorecida por la utili- encabalgamiento que se da en ocasiones entre frases
zación de valores más breves que aquellos que emple- textuales y musicales, que tanto oculta la apreciación
aban los maestros de la polifonía clásica en sus grandes de las cláusulas. Sin embargo, estas circunstancias no
líneas melódicas. Los progresos naturales de la técnica se observan con la misma intensidad en los cancione-
vocal y el soporte instrumental, unidos al interés de los ros que tratamos. Aquí, el estilo imitativo existe más en
compositores en expresar los contenidos emocionales y función de una intención motívica que en función de
psicológicos de los textos poéticos, facilitaron el auge una gran explanación fraseológica, y esta característica
de líneas melódicas más condensadas líricamente y con es perceptible en aquellos tonos que muestran en su
figuraciones rítmico-melódicas muy pecualiares e indi- exposición la influencia de la estética madrigalesca.
vidualizadas. El uso de notas de valores breves en
nuestros cancioneros de música profana estaba con- Las invenciones de los madrigales -dice Cerone- han de
templado por Cerone que decía: ser breves, no más largas del valor de dos semibreves, o
de tres siendo a compás menor; y es, porque si las inven-
ciones fuesen largas, no serían para madrigales; mas,
que para poner bien la letra en canto de órgano ha de ser
fueran proprias de los motetes y misas.''
en las cinco figuras mayores, es, a saber, máxima, longa,
breve, semibreve y mínima; y esto porque mejor se
entienda; en las demás no se pondrá, si no fuere con El racionalismo renacentista tan magníficamente
muchísima necesidad. Lo dicho se entiende en obras de salvaguardado por el orden y la proporción del contra-
coro y a lo divino, que en las de cámara y a lo humano punto severo va cediendo paso a una exposición imita-
se sufre y úsase diferentemente, pues pónese no sola-
tiva menos controlada, más libre, en beneficio de una
mente debajo de semimínimas, mas también de las cor-
cheas, olvidándose en todo del uso de la máxima y
mejor aprehensión del texto poético. Es por ello que las
longa, por ser figuras muy largas y muy pesadas.67 imitaciones que se dan en los cancioneros no lo son de
grandes líneas melódicas o de amplios fragmentos de
frases o versos, sino sólo de primeras palabras, a guisa
3.3.2 El contrapunto imitativo
modelo a varias generaciones de compositores. Vid. también Cero-
Otro parámetro estilístico ampliamente utilizado ne, op. cit., vol. II, pp. 763-812, con sus diversas variedades de
por los compositores de la. prima prattica es el contra- fugas, imitaciones y cánones.
punto imitativo.68 Esta técnica compositiva está en la 69. Bukofzer, op. cit., p. 21.
70. "Pues cuando son cantadas todas las voces, no se oye ni
período ni sentido, porque se interrumpen con las fugas que tanto
se repiten. Y cada voz desagrada a la palabra y la gente no lo entien-
66. fbíd., p. 1. de... y no se cuida el afecto del texto." Fragmento de Michael Prae-
67. Pedro Cerone, El melopeo y maestro. Tractado de música torius, Syntagma Musicum (Wolfenbüttel, 1619). Edición facsímil
theorica y pratica, Bologna, Forni editore, 1969, 2 vols. (Edición de Wilibald Gurlitt, Kassel, Barenreiter, 1978, vol. III, p. 119 y ss.
facsímil de la de Ñapóles, luán Bautista Gargano y Lucrecio Nucci, (hay problemas de numeración en esta edición), citado por José
1613), vol. I, p. 514. Vicente González Valle, «Música y retórica: una nueva trayectoria
68. Sistematizado en sus múltiples facetas y aspectos teórico- de la "Ars música" y la "Música practica" a comienzos del Barro-
prácticos porGioseffo Zarlino (*1517 - ti590) en su Le istitutiani co», en RMS, X, 3 (1987), p. 821.
harmoniche (Venice, 1558), tratado de gran influencia que sirvió de 71. Cerone, op. cit., vol. II, p. 692.
72 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
de pequeños motivos musicales que quedan fijados en está, de tipo vertical. Además, la realidad musical, es
la memoria y en la sensibilidad del oyente.72 Inmedia- decir, la partitura lo expone de manera clara y convin-
tamente después, el final del verso suele interpretarse cente. Compruébese en el siguiente testimonio de
con la participación de todas las voces, incluso repi- Cerone, cuando habla de poner la música en partitura:
tiendo las últimas palabras finales - a veces en homofo-
nía o contrapunto de nota contra nota- que aclaran defi- Porque el partir obras de canto de órgano es el origen y
nitivamente el sentido del texto. Véanse dos ejemplos fuente de donde nacen y proceden todos los frutos y pro-
de lo que comentamos: los anónimos «Arroyuelo pre- vechos, y todo el arte de componer para los buenos com-
suroso» (n° 5 de nuestra edición, ce. 11-26 y 35-46) y positores.77
«Déxame, ciego tirano» (f. 16 del Cancionero Musical
Y una vez puesto el correspondiente ejemplo musi-
de Coimbra-A).13
cal en partitura, nos invita a la observación:
"La diferencia más sorprendente entre la música En definitiva, la práctica musical cotidiana es más
renacentista y la barroca se produce en el tratamiento sencilla que la teoría.
de la disonancia" dice Bukofzer.74 Con la parte de esta En la música renacentista, los acordes disonantes
afirmación que compite a la música renacentista, lle- que se producen en la parte fuerte del compás vienen
gamos a otro parámetro estilístico del stile antico: el siempre con la nota disonante preparada (generalmen-
tratamiento cauto, o controlado, de la disonancia. Cen- te la tercera por la cuarta; a veces, la sexta por la sépti-
traremos el tema en el aspecto de la disonancia que ma; en menor medida también se retarda la fundamen-
más nos interesa y que corresponde a los acordes diso- tal por la segunda) y con resolución, mayoritariamente,
nantes que se producen, especialmente, al dar del com- en intervalo descendente de segunda. Recordemos a
pás. Somos conscientes de que la aplicación del con- Cerone:
cepto de acorde tal como se entiende en la música
barroca -es decir, como resultado de la polarización Verdad es que todas las disonancias se sufren en compo-
entre el bajo y la voz superior, dejando las voces inte- sición siendo puestas ligadas al dar del compás, abajan-
riores, el relleno armónico, a la discreción del intér- do luego gradatin con el punto siguiente.79
prete-, no se debe aplicar a la renacentista, ya que en
ésta las armonías resultantes son producto, única y Se trata de lo que nosotros llamamos retardo y que
exclusivamente, de la marcha contrapuntística de las ellos acostumbraban a utilizar en las cláusulas con más
voces, las cuales van generando un continuum de con- profusión que en el resto del discurso musical. Tal es el
sonancias -"agregaciones harmoniales", como dice gusto renacentista por esta disonancia, amortiguada,
Cerone- 75 que forman parte de una gran consonancia claro está, que Cerone la exige para la perfecta realiza-
horizontal. Al margen de que la conciencia acórdica ción de la cláusula, la cual, dice "ha de ser con síncopa
(armonía tonal) de la música barroca ofrezca un carác- y disonancia para ser bien ordenada."80
ter estático en su verticalidad y la conciencia melódi- Esta disonancia también se da en nuestros cancio-
ca (contrapunto modal) de la música renacentista neros, dentro y fuera de las cláusulas, en piezas a dos,
posea un carácter más dinámico en su horizontalidad, tres y cuatro voces y los ejemplos que podríamos citar
lo cierto es que la música que nos ocupa, por su lugar son innumerables. Ahora bien, el intento de estos com-
de transición, muestra ambas posibilidades idiomáti- positores en desligarse poco a poco de la suavidad
cas. En consecuencia, cuando hablemos de acordes, disonante de la prima prattica pasa por deshacer la
entiéndase que nos referimos a simultaneidades sono-
ras o, simplemente, a consonancias, siempre, claro
76. De la misma manera, entiéndanse lato sensu los vocablos
técnicos que utilicemos propios de nuestra terminología musical
actual.
77. Cerone, op. cit., vol. II, p. 745.
72. Cfr. Música barroca española. Polifonía profana..., p. 40. 78. Ibíd., p. 747.
73. Ibíd., p. 121 de la parte musical, ce. 4-13. 79. Ibíd., p. 660.
74. Bukofzer, op. cit., p. 25. 80. Ibíd., p. 744, en nota al margen. En el texto da las siguien-
75. Cerone, op. cit., vol. I, p. 219. tes cinco normas para la confección de la cláusula:
LIBRO DE TONOS HUMANOS 73
nota ligada que prepara la disonancia y convertirla de palabra "morir" se da una sucesión de tres acordes de
esta manera en lo que nosotros llamamos retardo desli- séptima, el primero de ellos con duplicación de la sép-
gado con carácter de apoyatura preparada. Para ello es tima).
necesario articular esa nota al dar del compás median- Es evidente que la música de estos cancioneros se
te otra sílaba del texto, para que disuene y cobre así encamina, poco a poco, hacia la doctrina estilística de
mayor énfasis, acentuación y sentido dentro del verso, la seconda prattica, hacia la representación musical de
a pesar de mantenerse preparada musicalmente. Cabe los afectos y sentimientos contenidos en el texto.
destacar que esta nueva situación viene señalada en el
manuscrito -no siempre con la regularidad y uniformi-
dad que desearíamos- mediante un signo o trazo prác- 3.3.4 Modalidad versus tonalidad
ticamente idéntico a nuestra ligadura moderna de
expresión o de articulación, lo cual es bastante signifi- Un último trazo estilístico a comentar en la música
cativo, en el sentido de reflejar a través de la escritura que nos ocupa es su versatilidad entre la modalidad
un mayor interés en respetar la prosodia del texto poé- renacentista y la tonalidad barroca. Que nosotros sepa-
tico. Véanse los dos ejemplos siguientes: la primera mos todavía está por hacer un estudio analítico en pro-
pieza del Cancionero de la Sablonara (ce. 12 y 22)81 fundidad que trate los aspectos modales y tonales de la
que ya conocemos, a cargo del maestro Capitán, y el música civil española de la primera mitad del siglo
tono anónimo de nuestra edición «¡Qué bien sienten XVII.84 A partir de esa aportación iríamos más seguros
mis suspiros...!» (n° 6, c. 68). en cuestiones como la semitonía subintelecta, el cro-
El siguiente paso, lógico y natural, será atacar la matismo, las disonancias, la realización del bajo conti-
disonancia sin preparación, recurso que amplía en gran nuo y otros aspectos de la interpretación. Por ahora
manera el vocabulario expresivo de nuestros composi- observemos cómo los indicios tonales perceptibles en
tores y los aleja cada vez más del stile antico. Véanse una música anclada todavía en diversos aspectos de la
muestras de este proceder en «Las [hjeridas de Medo- modalidad antigua se adivinan a través de varios recur-
ro» (pp. 60-61 del Cancionero de la Casanatensef1 de sos técnicos como el acompañamiento instrumental, el
Mateo Romero; «Desde las torres del alma» (ff. 31v- uso de la nota pedal, la utilización del acorde de sépti-
32r del Cancionero de la Sablonara)^ a cargo de Juan ma de dominante -y otros que realizan esa misma fun-
Blas; y «Niña, con tus libres modos» (n° 37 de nuestra ción armónica-, la disposición de ciertos acordes con
edición, c. 47), tono compuesto por Fray Bernardo la quinta aumentada, y otros con la sexta también
Murillo. La inestabilidad generada por estas agrupacio- aumentada, y el cromatismo.
nes disonantes abre nuevas perspectivas de expresión a • El acompañamiento instrumental con el que se
los compositores, sobre todo con referencia a las rela- interpretaba esta música es un hecho comprobado tanto
ciones entre música y texto. Véase, en este sentido, el por el "guión" y los sistemas alfabético y numérico
anónimo «¡ Ah de la barca, barquero...!» (n° 9, de nues- escritos en las propias fuentes, como por testimonios
tra edición, ce. 124-126 y 130-132, donde sobre la literarios, iconográficos o documentales que así lo
demuestran. Robledo aporta datos muy interesantes
sobre esta práctica en diversos cancioneros, dedicando
La primera es que la cláusula se forma y compone de tres pun-
tos, así como re ut re, fa mi fa, etc. La segunda es que el pri- especial atención al acompañamiento guitarrístico,
mer punto [...] ha de ser semibreve, y el segundo mínima, mas sobre todo, en estilo rasgueado.85 En las cuarenta y
el tercero puede ser cualquiera figura de las ocho. La tercera cinco piezas que publicamos del Libro de Tonos Huma-
cosa es que el sobredicho semibreve siempre se ha de hacer al
nos, dos de ellas traen indicaciones sobre el acompaña-
alzar del compás, es, a saber, sincopado. La cuarta cosa es que
la dicha semibreve sincopada ha de ser compuesta y ordenada miento escrito aparte, y hoy perdido; son los siguientes
con la parte disonante en el dar del compás, la cual así mesmo tonos: «Dulce prisión de albedríos» (n° 29; f. 40r [46r]:
puede ser toda disonante. La quinta cosa es que la mínima que
immediatamente se siga después de la semibreve, ha de bajar
de grado, y luego subir también de grado.
84. Sin embargo, se está trabajando en este sentido, tal y como
81. El Cancionero de la Sablonara (ed. Etzion), pp. 2-3 de la manifiesta Judith Etzion en El Cancionero de la Sablonara, p.
parte musical. xxvii, n. 23. Por nuestra parte, y como primera aproximación a
82. Madrigales españoles inéditos ¿leí siglo XVI. Cancione- dicho estudio, tenemos intención de incluir en el volumen final de
ro..., pp. 112-113 de la parte musical, ce. 29 y 40. nuestra edición un análisis detenido de todas las piezas del Libro de
83. El Cancionero de la Sablonara (ed. Etzion), p. 127 de la Tonos Humanos.
parte musical, c. 45. Vid. también Robledo, op. cit., p. 247, c. 80. 85. Robledo, op. cit, pp. 54-57 y 89-93.
74 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
"[...] guión en el legajo 8 [...]") del padre Correa y el Ruimonte.91 Las notas pedales que hallamos en la
anónimo «Antojósele a Marica» (n° 45; f. 55v [61v]: música de los cancioneros se dan en mucha menor
"Está el guión de este [tono] en el legajo 8, a 30 núme- medida y ocupan menos compases que en las obras
ros"). Hay que esperar hasta el anónimo «Lloren mis anteriores. Esto se debe a dos causas: por una parte, su
ojos» (n° 71; f. 82r [88r]: "guión al solo y a 4") para lenguaje polifónico es más ligero y no presenta la den-
hallar el primer tono con la parte del bajo continuo sidad contrapuntística de la prima prattica; y, por otra,
escrita en el propio cancionero.86 Dicha parte es, meló- denota una mayor abundancia de pasajes en homofonía
dica y rítmicamente, casi igual a la voz inferior del con- que no se prestan a la inclusión de la nota pedal. Sin
junto polifónico, pudiéndose equiparar su práctica con embargo, los fragmentos con este artificio ofrecen una
la del basso seguente. En cambio, en los pasajes solís- mayor concentración y duración de sus disonancias,
ticos, este bajo instrumental adquiere las características aunque no faltan también pasajes perfectamente escri-
propias del bajo continuo, al servir de fundamento para tos en estile antico, como, por ejemplo, los que se dan
el relleno armónico desarrollado entre él y la voz supe- en los tonos anónimos «Solo, triste y ausente» (ff. 41v-
91
42r del Cancionero de la Sablonaraf2 y «Ya las som-
ñor.
bras de la noche» (n° 23 de nuestra edición, ce. 57-59,
• El uso de la nota pedal -nota común a varias con-
pedal sobre el V grado en el alto y ce. 60-63, pedal
sonancias, inmóvil o articulada, que se mantiene duran-
sobre el I grado en el tiple 2o). Pero los pasajes que nos
te un número de compases que oscila, por lo general,
interesan para ilustrar la dicotomía modalidad versas
entre tres y diez- es un artificio que en la polifonía clá-
tonalidad, suelen darse en procesos cadenciales con
sica queda restringido a las armonías de los grados I,
funciones tonales claras y precisas que alejan esta
IV y V, los más representativos de la escala. Las diso-
música del ambiente modal renacentista. Véanse ejem-
nancias que se generan acostumbran a darse en valores
plos de pedales inferiores sobre el V grado con la suce-
breves dentro de pasajes contrapuntísticos con escasa o
sión o esquema armónico: tríada y séptima de domi-
nula homofonía y carentes de significación tonal.
nante en estado fundamental, 6/4 cadencial y de nuevo
Véase el final del motete a ocho voces «Ave Maria» de
la tríada de dominante en «Coracón, ¿dónde estuvis-
Francisco Guerrero, escrito en el segundo tono trans-
tes?» (pp. 74-75 del Cancionero de la Casanatense) "
portado con Si b en la armadura, en el que se aprecia un
del maestro Capitán y el anónimo «Niña de los ojos
pedal simultáneo en el cantus I y el tenor I sobre la nota
negros» (ff. 4-4v del Cancionero Musical de Coimbra-
SOL, primer grado de la escala, mientras las restantes
A),94 este último con algunas repeticiones del esquema
voces realizan armonías sobre las tríadas del I y IV gra-
anterior. Cuando el pedal sobre el V grado es interior,
dos.88 Además de las obras litúrgicas hay piezas reli-
el compositor adopta otras soluciones como, por ejem-
giosas y profanas compuestas en estilo madrigalesco,
plo, presentar la tríada de dominante en primera inver-
adherido también a la prima prattica, que contienen
sión. Véase en el tono que ya conocemos de Fray Bar-
pedales de esta guisa en diferentes voces. Pueden verse
tolomé Murillo, «Niña, con tus libres modos» (n° 37 de
ejemplos en los madrigales (1568) de Mateo Flecha, el
nuestra edición, ce. 14-17; más adelante, en los ce. 24-
Joven,89 en las Canciones y villanescas espirituales
27, utiliza un pedal, también interior, sobre el I grado
(1589) del mismo Guerrero90 y en el Parnaso (1614) de
en el que se puede apreciar el acorde de séptima de
dominante en primera inversión). No faltan propuestas y 132, en similares circunstancias tonales que la com-
más ambiciosas tonalmente como la que incluye Carlos posición anterior). Son muchas las particularidades que
Patino en su «Labradora de Loeches» (n° 33 de nuestra muestra este acorde en los cancioneros que tratamos, y
edición, ce. 9-10), la cual, a pesar de su brevedad, con- ante esta diversidad sería muy útil elaborar un reperto-
densa detalles técnicos tan importantes y novedosos rio de ejemplos97 que recogiera todos los detalles de su
como un pedal interior sobre el II grado que, si tenemos disposición, alteración, enlace, transición modulante,
en cuenta el FA# de la voz inferior, actúa como domi- relación con el texto poético, etc., teniendo en cuenta
nante de la dominante. además su dependencia con otros acordes en función
• La utilización del acorde de séptima de dominan- de dominante -como son los de séptima de sensible98 y
te en estado fundamental y primera inversión es muy séptima disminuida,99 y más raramente los de nove-
normal en los cancioneros que tratamos, sobre todo en na-,1110 con la nota pedal, con ciertos acordes con la
los procesos cadencíales, tanto más en los intermedios quinta aumentada y con el cromatismo.
que no en los propios finales. La séptima suele venir • La disposición de ciertos acordes con la quinta
preparada, pero no faltan casos en los que aparece sin aumentada es un recurso estilístico, por lo general,
preparar. Querol95 y Robledo96 han señalado, atinada y estrechamente relacionado con el sentido de determi-
convenientemente, varios aspectos y situaciones de nadas palabras o situaciones afectivas del texto. No
esta nueva aportación idiomática, ilustrándola con los obstante debe procederse con precaución al señalarlos,
ejemplos pertinentes y mostrando sus diversas posibili- porque en ocasiones puede tratarse de un error del
dades de uso y encadenamiento. Por nuestra parte copista, como, por ejemplo, el que se da en el Libro de
observamos el funcionamiento de este acorde en Tonos Humanos (n° 28, c. 25, en estado fundamental),
muchas piezas del Libro de Tonos Humanos, tanto al cuya alteración se ha omitido en nuestra edición. Idén-
dar del compás como al alzar, en valores breves como tico criterio ha seguido Judith Etzion en su transcrip-
en otros más largos, completo o incompleto (en este ción de las piezas «Mirando las claras aguas»101 del
caso con la fundamental duplicada y omisión de la maestro Capitán y «Desata el pardo otubre»102 y «Por-
quinta), detalles todos que no afectan al comporta- que alegre venga el sol»,103 estas dos compuestas por
miento tonal del acorde. Conviene matizar, no obstan- Juan Blas. Sin embargo, esta autora mantiene las alte-
te, que en numerosas ocasiones dicho acorde realiza raciones en otros casos, como en la folia «A la dulce
funciones modulatorias a tonos vecinos de la tonalidad risa del alva»104 de Mateo Romero. Otros ejemplos del
principal. Véanse tres ejemplos significativos de lo uso de este acorde pueden verse en algunos tonos de
expuesto anteriormente en las piezas anónimas «Jurá- nuestra edición, como en el de Filipe da Cruz «Es, en
ralo yo, Gileta» (n° 44, ce. 46-47); «¡Qué bien sienten el mar de la corte» (n° 8, c. 4, en primera inversión y
mis suspiros...!» (n° 6, c. 51, donde el acorde pertene- sin relación con el texto), en los anónimos «Ya las som-
ce, pasajeramente, al tono de Do, mientras que la obra bras de la noche» (nc 23, c. 56, en estado directo y en
está escrita en el tono de RE); «En el mar de las sire-
nas» (n° 11, ce. 63-66 -con nota pedal incluida en el
tiple 2 o - y c. 69); y «Gileta, estímate en mucho» (n° 38, 97. Formando parte del estudio mencionado en la nota 84.
desde el c. 68 hasta el final, con interesantes modula- 98. Véase un ejemplo de este acorde en el tono anónimo
ciones). Los casos de reposos cadencíales con acordes «Arroyuelo presuroso» (n° 5 de nuestra edición, ce. 25 y 33). Cfr.
Robledo, op. cit.-, p. 101.
disonantes en los que la séptima no resuelve no abun- 99. Cfr. Ibíd.
dan, pero tampoco son excepcionales. He aquí dos 100. Véanse dos ejemplos de este acorde en nuestra edición:
muestras, en las que el sentido del texto poético justifi- «Para qué quiero la vida» (n° 39, c. 77) del padre Correa y «Los
ganados de Fileno» (n° 42, ce. 27 y 32, formando progresión) del
ca su inclusión: la obra del padre Correa «Dulce prisión
padre Murillo. En ambos casos, el acorde se presenta en estado fun-
de abedríos» (n° 29, c. 74, entendiendo esta séptima de damental y sin la tercera, su nota menos relevante.
dominante en primera inversión como perteneciente al 101. El Cancionero de la Sablonara (ed. Etzion), p. 52 de la
tono de SOL, aunque la pieza esté escrita en RE) y el parte musical, c. 48: omite el sostenido en el RE (vid. la nota críti-
ca correspondiente en p. clxx).
anónimo «¡ Ah de la barca, barquero...!» (n° 9, ce. 126
102. Ibíd., p. 81 de la parte musical, c. 16: omite el sostenido
en el último RE (vid. la nota crítica correspondiente en p. clxx).
103. Ibíd., p. 200 de la parte musical, c. 12: omite los sosteni-
95. Cfr. Ibíd., pp. 40-41. dos en las notas RE-DO-RE (vid. la nota crítica correspondiente en
96. Cfr. Robledo, op. cit., pp. 100-101. Esie autor señala aquí p. clxxi).
el uso de otros acordes de séptima en obras de Juan Blas pertene- 104. Ibíd., pp. 2 y 3 de la parte musical, ce. 14 y 17, mante-
cientes al Cancionero de la Sablonara. niendo SoLjt y Do i), respectivamente.
76 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
relación con el texto por la palabra "muero") y «Gile- bajo, o sea, cadencia frigia -obsérvese el tetracordo
ta, estímate en mucho» (n° 38, c. 6, por cromatismo frigio descendente transportado: RE-Do-Sib-LA-). Es
ascendente), y, por último, en el tono del padre Murillo obvio que la sexta aumentada se origina al incluir
«Melancolía, que en Filis» (n° 36, c. 59, en relación ambas alteraciones, como hizo el copista Sablonara. Y
con el verso "¡ay de su vida!"). Véase también la pieza la segunda razón es que el proceder de Sablonara no
emblemática del Cancionero de la Sablonara (ff. 3v~ era la práctica habitual, puesto que se suelen dar
4r), el romance «Entre dos mansos arroyos» de Mateo muchas cadencias de este tipo -recordemos: al movi-
Romero.105 Por su parte, Robledo ha señalado acordes miento de segunda descendente del bajo se le contra-
de este tipo en el Parnaso de Ruimonte.106 pone el movimiento también de segunda, pero ascen-
• Los acordes de sexta aumentada no tienen apenas dente de una voz superior- en las que los copistas
presencia en los cancioneros que tratamos, al menos escriben una alteración solamente. Veamos unos cuan-
hasta donde nosotros hemos podido averiguar. Nos tos ejemplos de nuestra edición en diferentes tonos:
estamos refiriendo a un acorde tríada en primera inver- «¡Ay, ay, ay, tres veces ay...!» (n° 4, ce. 4, 28 y 32
sión con la tercera alterada en menos en el bajo y la -este último con acorde de séptima-); «Abejuela que
fundamental alterada en más en una voz superior, o al jazmín» (n° 7, c. 5); «Mi cobarde pensamiento» (n°
sea, Mi b contra Do (t o Si b contra SOL jt. Se ha de pro- 13, c. 29); y «Lisis, el alba se queja» (n° 31, c. 15). En
ceder con mucha cautela al distinguirlo, porque siem- cualquiera de ellos el copista podía haber escrito las
pre cabe la posibilidad que se trate de un error de dos alteraciones y, sin embargo, no lo hizo, lo cual
copista, antes que de una intención consciente por demuestra que no era una práctica consensuada. Puede
parte del compositor en colorear la armonía. De ahí la darse, en cambio, un acorde de séptima de dominante
utilidad que tendría elaborar un repertorio de 'audacias con la quinta alterada en menos (II grado rebajado), el
tonales', y así disponer, por lo menos, de una base esta- cual si está en segunda inversión da lugar a un acorde
dística para su confrontación.107 Se da un ejemplo muy de sexta aumentada y si está en primera inversión da
claro de acorde de sexta aumentada, en lo que se refie- lugar entonces a uno de tercera disminuida. Tal es el
re a su perfecta escritura en la fuente (Si b en el bajo y caso del tono del padre Correa «Para qué quiero la
SOL# en el tiple 2o), en el romance «Barquilla pobre de vida» (n° 39, c. 46), en el que la tercera disminuida
remos» de Gabriel Díaz, en el Cancionero de la Sablo- entre las voces extremas confiere al pasaje una fuerte
nara (ff. 19v-20r)108 que, por nuestra parte, nos incli- carga expresiva, de acuerdo con el sentimiento de
namos a pensar que se trata de un error de traslado. amor no correspondido que proclama el texto.
Podemos fundamentar esta suposición en dos razones: * El cromatismo es otro recurso expresivo utilizado
la primera, porque esta misma pieza se conserva tam- con cierta frecuencia en nuestros cancioneros.111 Por
bién en el cancionero Tonos Castellanos-B (ff. 81v- nuestra parte, únicamente haremos referencia al cro-
83), a tres voces, y no trae ninguna alteración en el matismo ascendente, incluido tradicional mente en
lugar que nos interesa. Querol la publicó en dos libros pasajes donde es preciso resaltar el sentido del texto
diferentes, adoptando soluciones de compromiso, es ante situaciones sombrías y tristes con ideas de dolor,
decir, en una versión la transcribió con SoLttK)l) (cláu- melancolía, desolación, muerte, etc. ^X Cancionero de
sula de discanto sostenida y descenso de segunda la Sablonara. nos ofrece muestras de este proceder en
mayor en el bajo) y en la otra con Si b u o (cláusula de obras como los romances «Tan triste vivo en mi aldea»
discanto remisa y descenso de segunda menor en el (ff. 39v-40r)112 de Juan Blas y «Llamavan los pajari-
llos» (ff. 42v-43r)113 de Juan Pujol. En el Libro de
Tonos Humanos son varias las piezas que contienen
105. Ibíd., p. 15 de la parte musical, ce. 20 y 24, en primera
inversión (el texto habla de "celos y pasiones de amor"). este tipo de cromatismo que, en muchas ocasiones, se
106. Robledo, op. cií., p. 99, n. 124. produce en parte acentuada del compás y, en otras,
107. Remitimos a las notas 84 y 97. facilita la entrada de un acorde de séptima de domi-
108. Vid. El Cancionero de la Sablonara (ed. Etzion), p. 78 de
la parte musical, c. 26.
109. En Música barroca española. Polifonía profana..., p. 45
de la parte musical, c. 27. 111. Cfr. Robledo, op. cit., pp. 99-100.
110. En el Cancionero Musical de Góngora. Edición de 112. Vid. El Cancionero de la Sablonara (ed. Etzion), p. 140
Miguel Querol Gavaldá, Barcelona, CS1C, 1975, p. 75 de la parte de la parte musical, c. 4; el título de la pieza ya expresa la idea de
musical, c. 27. En este libro transcribió también la misma pieza que tristeza.
está en el Cancionero de la Sablonara, pero a diferencia de Etzion 113. lbíd., p. 149 de la parte musical, ce. 21-22, sobre la pala-
sólo mantuvo el Sib, dejando el SOL natural (p. 72, c. 26). bra "lloro".
LIBRO DE TONOS HUMANOS 77
nante con transición modulante. He aquí los casos más expresividad más sutil y refinada."4 En este sentido, la
significativos: «¡Ah de la barca, barquero...!» (n° 9, ce. dependencia de la música para con el texto literario
88-89, 93-94, 125-126 y 131-132, sobre la palabra posibilita que las relaciones entre ambas artes -música
"morir"); «¡Afuera!, que contra el sol» (n° 15, ce. 5-6 y y poesía- sean muy profundas y complejas, y que su
9); «Fuego baja de la cumbre» (n° 22, ce. 21, 37 y 56); estudio deba ser abordado desde diversos puntos de
«Enojado está el abril» (n° 32, ce. 41-42, en las pala- vista, generalmente complementarios y relacionados
bras "arroyuelo triste"); «Melancolía, que en Filis» (n° entre sí. Podemos dividir el análisis de la relación
36, ce. 58-59, en las palabras "su vida"); «Para qué música-texto en dos grandes apartados: el de la forma
quiero la vida» (n° 39, c. 13, en la palabra "desconsue- y el de contenido.
lo") y «Juráralo yo, Gileta» (n° 44, ce. 21 y 24, sobre la
palabra "desdicha").
3.4.2 La forma
Tras la exposición, generalizada y necesariamente
breve por razones de espacio, de los principales recur- El apartado formal es el que hace referencia a la
sos estilísticos utilizados en los cancioneros, hemos distribución espacial del texto en la fuente musical. Alo
pretendido demostrar tanto la imbricación de los estilos largo de la historia de la música, y hasta una época difí-
antico y moderno -especialmente en los apartados cil de precisar, la disposición gráfica de las sílabas casi
'relevancia melódica' y 'contrapunto imitativo'-, como nunca se ha correspondido con las notas musicales, al
la aproximación técnica a la seconda prattica -prefe- menos, con la deseable exactitud visual. Esta circuns-
rentemente en los apartados 'tratamiento de la disonan- tancia se daba en mayor medida en los manuscritos que
cia' y 'modalidad versus tonalidad'-. no en los impresos, aunque también es cierto que no
faltaban copistas e impresores cuidadosos que se preo-
cupaban en mantener la correspondencia exacta. Para
los musicólogos y editores modernos la situación se
complica más ante la sustitución de palabras y frases
por signos convencionales indicativos de la correspon-
diente repetición. El Libro de Tonos Humanos no es una
3.4 Algunos aspectos de la relación música- excepción; si bien es verdad que el otro copista -el que
texto hemos mencionado en la 'Descripción del manuscrito'-
es muy esmerado, el propio Diego Pizarra pone el texto
3.4.1 Generalidades debajo de la música como tantos y tantos copistas. Esta
presumible falta de rigor en la colocación del texto no
En las obras de nuestros cancioneros, la música significaba que la interpretación hubiera de ser arbitra-
imita, o ayuda a describir, determinados fenómenos de ria. El texto se colocaba a vuela pluma, sin importar
la naturaleza o situaciones más abstractas como senti- demasiado su ubicación, porque lo verdaderamente
mientos, emociones o cualquier otra manifestación importante era el respeto a la buena prosodia y decla-
espiritual, que se contienen y describen en los textos a mación textuales.115 En este sentido, la teoría se encar-
los que acompaña. A través de la mimesis textual, la
música está aprendiendo los rudimentos de un lengua-
je propio que posteriormente desarrollará de una mane- 114. Vid. González Valle, «Música y retórica...», pp. 820-822.
ra sistematizada y con logros artísticos universales y 115. Cfr. con las observaciones de Luis Antonio González
Marín, en su edición de Seis villancicos del maestro de capilla de
transcendentes. Pero, en la época que nos ocupa, aún
el Pilar don Joseph Ruiz Samaniego (1661-1670), Zaragoza, Insti-
no se ha desarrollado como lenguaje autónomo y, por tución Fernando el Católico, 1987, pp. 15-16. La cita es larga, pero
lo tanto, no está capacitada todavía para expresar sen- conviene transcribirla íntegra:
timientos, estados de ánimo u otras situaciones des-
Acerca de la aplicación de los textos, los copistas no eran muy
criptivas al margen de un texto poético. A lo sumo
precisos, las palabras se ubicaban como se podía, recurriendo
puede darse en la práctica el concepto de música poéti- con frecuencia a abreviaturas y signos de repetición, sin que
ca propuesto por Nikolaus Listenius (*ca. 1510), en su preocupara mucho si su localización era la más correcta, pues-
obra Música (1537), mediante el cual la música puede to que los cantores ya sabían cómo cantar un texto con propie-
dad; de hecho, era lo primero que los músicos aprendían una
ir más allá de lo meramente técnico y lingüístico, úni- vez dominados los rudimentos del arte. El problema que se
camente para perfilar determinadas situaciones con una plantea al transcriptor, o editor, es el siguiente: no sirve de
78 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
gaba de dar las normas oportunas para que el texto teniendo en cuenta los diversos aspectos rítmicos de la
fuera interpretado correctamente; decía Cerone: notación musical (compases de proporción, hemiolias,
notas ennegrecidas, ligaduras) y su estrecha vincula-
Conviene tener cuidado que las figuras se acomoden a ción con la acentuación intensiva de las palabras y su
las palabras porque no hagan barbarismos, pronuncian- jerarquización conceptual dentro del verso." 9 Dice
do largas aquellas palabras que de su naturaleza son bre-
González Valle al respecto:
ves y al contrario; de lo cual recibe mucha pesadumbre
el gramático, el poeta y el perfeto músico.116
a partir de 1600 va a ser el texto, y, más propiamente, el
carácter jovial y abierto de las lenguas modernas con su
Otro aspecto formal de la relación música-texto es peculiar complejidad y libertad rítmica, el que, como
el que se deriva de la concepción del texto poético nuevo paradigma, guiará e incitará a los compositores a
como un "cuerpo sonoro firme" o un "sistema lingüís- requerir, idear y formular el vocabulario idóneo, capaz de
tico resonante",117 el cual, en su propia estructura y sin- recoger los matices rítmicos esenciales de estos nuevos
taxis, contiene todos los elementos necesarios para su lenguajes, no tan escolásticos, académicos o recluidos en
sí mismos, como el latín, pero incomparablemente más
adecuada musicalización. En este sentido puede decir-
vivaces y adecuados a la comunicación personal directa.120
se que la labor del compositor viene a significar una
sublimación musical de la propia musicalidad intrínse-
Ciertamente en el Libro de Tonos Humanos halla-
ca del mismo texto poético. José Vicente González
remos infinidad de pasajes en los que podremos obser-
Valle ha estudiado la relación existente entre la estruc-
var estas características. Véanse, entre otras, las com-
tura poética y las técnicas de composición musical," 8
posiciones «En el mar de las sirenas» (n° 11), «Con
licencia de las damas» (n° 14), «¡Afuera!, que contra el
nada copiar las palabras exactamente en los lugares en que se sol» (n° 15), «Enojado está el abril» (n° 32) y «Para qué
encuentran en los manuscritos originales, aparte de que es quiero la vida» (n° 39).
imposible conseguirlo totalmente. El saber que una palabra
aparece en el manuscrito desplazada x milímetros a la derecha
Detengámonos por un momento a estudiar la músi-
de la nota bajo la cual debiera haberse escrito es un dato que ca de los cuatro primeros compases del tono «Con
carece de interés musicológico, y por tanto, puede omitirse. Es licencia de las damas», en su íntimo y perfecto ajuste
necesario, pues, aplicar convenientemente el texto, ya que la
con las sílabas acentuadas del primer verso que da títu-
música sin él a menudo carece de sentido (en obras cantadas,
se entiende), de modo que la lectura sea comprensible y clara. lo a la pieza:
Ahora bien, no siempre se trata de una tarea fácil. Por lo gene-
ral, en las obras que aquí se presentan, predominan los pasajes Con li - cén - cia dé las dá - mas
silábicos (una sílaba por nota), trátese de figuras mayores o
menores; pero también abundan fragmentos donde no siempre ó o ó o ó o ó o
está claro qué notas llevan sílaba nueva y cuáles no, esto es, Ia 2 a 3a 4a 5a 6a T 8a
dónde comienza y termina cada melisma o vocalización. Es
frecuente que los copistas utilicen ligaduras en el sentido
moderno de indicación de legato, abarcando grupos de notas
La I a y 5a sílabas -en realidad, palabras, aunque su
que se cantan sobre una sílaba; se utiliza como signo el de la significación para el concepto sea escasa o nula- tienen
moderna ligadura —una línea curva, a veces algo sinuosa- una acentuación secundaria, en lo que se refiere a la
[véase un ejemplo de este proceder en el tono «Heridas en un
música, pero no a la métrica, ya que son acentos inten-
rendido», nD 2, c. 48]. Pero estas advertencias de los copistas
no se dan siempre, y son demasiado imprecisas por lo común. sivos que tienen la misma relevancia que los ortográfi-
Así pues, en última instancia la aplicación del texto queda al cos y otorgan al verso su cualidad de trocaico (larga, ó
arbitrio del editor, que debe acudir a la teoría musical de la - breve, o). I2J
época en busca de la ayuda necesaria.
116. Cerone, op. cit., vol. II, p. 673. composición musical en los villancicos de Fr. Manuel Correa (s.
117. Vid. La música en las catedrales enel siglo XVII..., p. 11. XVII)», en AnM, 51 (1996), pp. 39-69; y La música en las cate-
118. Vid., entre otros, sus trabajos: «Relación música y len- drales en el siglo XVII..., pp. 9-12.
guaje en los teóricos españoles de música de los siglos XVI y 119. Cfr. Mariano Lambea, «Del modo de cantar con letra el
XVII», en AnM, 43 (1988), pp. 95-109; «Relación música/texto en canto de órgano», en AnM, 55, (2000) (en prensa) y «Apuntes sobre
la composición musical en castellano del s. XVII. Nueva estructu- el conceptismo sacro en algunos villancicos de Joan Pau Pujol
ra rítmica de la música española», en AnM, 47 (1992), pp. 103-132; (*1570 - f 1626)», en RLit, LXII, n° 123 (Enero-Junio, 2000), pp.
«La notación de la música vocal española del s. XVII. Cambio y 41-60.
significado según la teoría y práctica musicales de la época», en 120. González Valle, «Relación música/texto en la composi-
Altes im Neuen: Fetschrift Theodor Góllner. Herausgegeben von ción musical en castellano del s. XVII...», p. 105.
Bernd Edelmann und Manfred Hermann Schmid, Tutzing, 1995, 121. Vid. T. Navarro Tomás, Métrica española, Barcelona,
pp. 177-191; «Relación entre el verso castellano y la técnica de Editorial Labor, 1995, pp. 25-26.
LIBRO DE TONOS HUMANOS 79
Si observamos después los primeros versos de las La_au - ró - ra ten - ga pa - cíen - cia
restantes estrofas del romance -las cuales, en el o ó o ó o o ó o
manuscrito, vienen escritas una a continuación de la Ia 2a 3a 4a 5a 6a 7 a 8a
otra y fuera de los pentagramas, pero que se cantan
todas por la música de la primera, evidentemente-, En este último también se da una combinación de
veremos que sus sílabas acentuadas no siempre se dos pies anfíbracos y uno troqueo, pero en diferente
corresponden con las I a , 3 a , 5a y 7 a , excepto en este orden que el verso anterior.
primer verso de la segunda estrofa, en la que todos los Resulta evidente que, en estos dos últimos versos,
acentos coinciden con los del primer verso de la pri- van a surgir dificultades en el momento de cantarlos
mera estrofa. Véase: con la misma música que la que el compositor destinó
al primer verso del tono. La teoría contempla que el
Lá me - jór se - ñál dejier - mó sa intérprete ajuste los valores de las notas a los acentos
ó o ó o ó o ó o particulares de cada verso, y, como es lógico, del resto
ja 2a y ¿* 5* ga ?a ga de la estrofa, que aquí hemos omitido en aras de la bre-
vedad. No se trata de manipular la melodía ni el ritmo,
En principio, no tendría que haber dificultades con sino de adecuar la declamación y articulación musica-
la música, pero si aplicamos exactamente la misma les a los acentos propios de cada verso. Nassarre lo
línea melódica que la que el compositor ideó para «Con explica de este modo:
licencia de las damas», vemos que hay inconvenientes.
También a veces se cantan dos y tres letras con un
La pausa de mínima al dar del tercer compás divide el
mismo canto, como sucede en los himnos ordinariamen-
primer octosílabo de la obra en dos hemistiquios de te, que con el canto del primer verso se cantan los
cuatro sílabas cada uno con una división lógica y cohe- demás, y porque no vienen los accentos en el mismo
rente de contenido y forma: puesto, o sobre las mismas figuras que en el primero, ha
de poner todo cuidado el cantor en acomodar las sílabas
a las notas, de modo que no falte al accento; porque es
Con licencia / de las damas. necesario, a veces, venir dos sílabas para una mínima, y
en este caso se hacen de la mínima dos seminimas, o si
Pero no sucede lo mismo con el otro verso: fuere seminima dos corcheas, y, a este modo, cuales-
quiera otrasfigurasque fueren. Aunque estas figuras que
se añaden, serán causa de que haya de haber otras liga-
La mejor se- / nal de hermosa;
das antes, o después de ellas, porque como el verso es
todo de una medida y los accentos no caen siempre
ni con el primero de la estrofas tercera y cuarta: sobre unas mismas figuras, por eso es necesario añadir y
ligar.
De verdes fio- / ridas almas Esto mismo se practica cuando se canta en lengua vul-
La aurora ten- / ga paciencia, gar; porque ordina[ria]mente todas las coplas de un
villancico se cantan por una misma música, la que el
compositor ajusta con la primera copla, y las demás que-
los cuales quedan interrumpidos o cortados en su dis- dan a la discreción del diestro cantor, ajusfándolas a la
curso (no es necesario ejemplificar los primeros versos música de la primera, acomodando los accentos, según
de las estrofas quinta y sexta). he dicho arriba. A más de lo dicho, en otros muchos cán-
Veamos ahora la acentuación de estos dos últimos ticos, cuando dos o tres versos vienen juntos de un
mismo metro, acostumbran los compositores no poner
versos, para comprobar que no se adaptan a los acentos
música más que para uno, y por aquélla se cantan todos,
de los anteriores: y debe estar el cantor advertido para acomodarlos como
dejo dicho.122
De ver - des flo - rí - das ál - mas
o ó o o ó o ó o
Ia 2a 3a 4a 5a 6a 7a 8a 122. Pablo Nassarre, Escuela música según la práctica
moderna, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1980, 2 vols.,
con un estudio preliminar de Lothar Siemens (edición facsímil de
Tenemos aquí un verso que, métricamente, pre- la de Zaragoza, Herederos de Diego de Larumbe, 1724), vol. I, pp.
senta una combinación de dos pies anfíbracos (breve, 279-280. El hecho de que la formulación de Pablo Nassarre (*ca.
1664 - |1730) sea posterior a la época que estudiamos, no implica
o - larga, ó - breve, o) y uno troqueo (larga, ó - breve, que haya problema de falseamiento por aplicación retroactiva de
o). postulados teóricos posteriores a la práctica musical de la época que
80 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
Los ejemplos anteriores constituyen sólo una El mismo requisito expresivo que exigía Rengifo
pequeña muestra de la enorme riqueza expresiva que se para la poesía: "que levante, mueva y suspenda los áni-
55124
observa al analizar la relación música-texto desde los
mos.
parámetros rítmicos de la música (grafía, notación,
Hasta tal extremo llegaba la pasión del teórico ber-
compás, articulación, pausas retóricas y dramáticas,
gamasco en enfatizar el texto -pero con el importantí-
ligaduras) y de la versificación acentual de la poesía.
simo apoyo de la técnica de composición musical-, que
Conforme avancemos en la edición del Libro de Tonos
no dudaba en relativizar la teoría ética o moral de la
Humanos, y de otros cancioneros que tenemos entre
música en sí misma. Decía que:
manos, esperamos aportar más ejemplos y analizar con
mayor detenimiento las características concretas de las el composidor [sic] tema [sic] cuenta de tomar un tono
relaciones entre música y lenguaje, por lo que tiene de apropriado al sentido de las palabras, como sería a decir
valor con vistas a la interpretación fiable, científica e si las palabras serán de tristeza, tomar un tono triste; y si
fueren de alegría, tomar un tono alegre. Aunque es más
historicista de esta música. De momento, obsérvese la que verdad que un buen composidor ordenará que todos
flexibilidad y versatilidad de la música al adaptarse a la los tonos sean melancónicos [sic], o alegres, como él qui-
diversidad de formulaciones expresivas que reclama siere, y esto por acompañar las consonancias cuando de
para sí el texto poético. una y cuando de otra manera, usando a v[e]ces mu[c]has
terceras y sextas menores, con muchas disonancias y
ligaduras; y a vecLe]s usando muchas sextas y terceras
mayores, y muchas decenas. Y también (como dicho es)
3.4.3 El contenido porque procederá en las partes de su composición con
movimientos espaciosos y largos, o ligeros y breves.125
El apartado de contenido es el que se refiere a los
aspectos retóricos, semánticos, simbólicos, hermenéuti- Es decir, intervalos armónicos menores de ámbito
cos, analógicos, de doctrina de los afectos y del ethos simple, disonancias, ligaduras y notas en valores largos
musical que se contienen en los textos poéticos y que para expresar la tristeza; e intervalos armónicos mayo-
son ensalzados o reforzados por la expresividad musi- res de ámbito simple y compuesto, y notas en valores
cal. Algunos se complementan entre sí, otros se hallan breves para comunicar la alegría. Cerone recoge la
en nuestro cancionero en estado incipiente o en franca manera de componer de los maestros antiguos que, en
abundancia, y otros, en fin, pertenecen a la parcela de este sentido, llega también hasta los compositores mo-
apreciación propia y subjetiva de cada investigador, por dernos. En este sentido, he aquí lo que dice el rey Joáo
lo que resulta, a veces, difícil su descripción. No obs- IV de Portugal en su famoso opúsculo:
tante, señalaremos aquellos que consideremos más sig-
nificativos y característicos, pero teniendo siempre pre- El compositor debe escoger tono, o modo a propósito de
sente que todos ellos pueden reducirse a una constante lo que dice la letra, porque esto ayuda al efecto de
general: la servidumbre de la música al sentido y signi- mover, mas esto sólo no basta como refieren los anti-
ficado de la poesía. Decía Cerone que la música debía guos; el pasar de unas consonancias a las otras, el salir
fuera del tono, y el tornar a él, mudar de género, poner
estar bien escrita, ser técnicamente impecable, pero,
notas apresadas o vagarosas, el aprovechar de los signos
sobre todo, no debía olvidar nunca su fidelidad al texto: graves, o agudos, esto es lo que mueve, y el decir ¡a letra
con el natural del compositor.126
Buena composición, buen aire, solfa graciosa, diversi-
dad de pasos, imitación bien puesta, que cada voz cante El hecho de que Cerone y el monarca luso propon-
con donaire usando pasos sabrosos. Y la parte más esen-
gan liberar a la música de esa servidumbre expresiva en
cial es hacer lo que la letra pide: es, a saber, alegre o tris-
te; grave o ligera; lejos o cerca; humilde o levantada; de relación a los tonos es muy importante, sobre todo, por
modo que haga el efeto que la letra pretende para levan-
tar a consideración los ánimos de los que están oyen-
do.123
124. Díaz Rengifo, op. cit., p. 39. Este influyente tratado cono-
ció muchas ediciones desde aquella primera de Salamanca, en
nos ocupa, ya que el teórico aragonés se muestra como continuador 1592.
de una práctica secular perfectamente consensuada entre los intér- 125. Corone, op. cit., vol. II, p. 666.
pretes (vid. nota 115). Por otra parte, una ejemplificación práctica 126. Joáo IV, Defensa de la mvsica moderna contra la errada
de los contenidos explicados por el teórico aragonés puede verse en opinión del obispo Cyrilo Franco [¿1650?]. Edición facsímil de
Lambea, «Del modo de cantar con letra...». Mario de Sampayo Ribeiro, Lisboa, Acta Universitatis Conimbri-
123. Cerone, op. cit., vol. II, p. 695. gensis , 1965, p. 25.
LIBRO DE TONOS HUMANOS 81
dos motivos: primero, porque prepara y deja el camino pondiente y que ha conquistado nuevas parcelas en el
libre a la música para empresas más ambiciosas, estéti- campo de la expresividad. Sin embargo, a partir de este
ca y conceptualmente, como es la interpretación pro- momento, su cometido artístico va a ser el de estable-
funda, la explicación musical del texto literario, o lo cer una más estrecha relación entre música y poesía:
que es lo mismo, la hermenéutica aplicada a la música "ahora el fin será 'excitare, concitare', es decir, excitar
que permite comentar el sentido de los versos y pene- y conmover los ánimos para conseguir una mejor, más
trar en su interpretación a través del método exegético. exacta y más completa comprensión del contenido del
Y en segundo lugar, porque dota a la técnica musical, texto".129 En este sentido quedan ya superadas las dis-
es decir, al manejo de intervalos, de consonancias y posiciones gráficas de la notación y los giros melódicos
disonancias, a la estructura de la obra y a su planifica- y rítmicos que la estética renacentista utilizaba para
ción estratégica por parte del compositor, de una capa- imitar musicalmente el sentido de determinadas pala-
cidad expresiva propia inherente a lo que, posterior- bras del texto poético, tanto en obras religiosas como
mente, será un lenguaje musical autónomo capaz de profanas adscritas al estilo antiguo. La ingenua super-
comunicar conceptos y transmitir sentimientos, ya ficialidad de algunas de estas situaciones descriptivas y
codificado y formulado en el dominio de la música ins- la reiteración de los moldes estereotipados que se utili-
trumental. zaban una y otra vez sobre palabras 'clave' del discur-
Por otra parte, también los giros melódicos monó- so poético, suscitaban la burla de los miembros de la
tonos y faltos de inspiración tenían su justificación her- Camerata florentina,130 que exigían un mayor compro-
menéutica, en el sentido de explicar el contenido del miso sentimental y expresivo para con los afectos del
texto a través de procedimientos musicales. He aquí texto, acordes con la estética del nuevo estilo.
una cita de Cerone para la música litúrgica, pero extra- Los llamados 'madrigalismos', que se erigen en
polable a la música que nos ocupa: lugares comunes del estilo madrigalesco de finales del
siglo XVI,131 aún perduran en nuestros cancioneros.
Cuando vieren pues una mesma solfa en canto llano, no Por nuestra parte, ofreceremos un pequeño muestrario
sean tan fáciles en decir que su compositor se hallaba de ellos, porque como decía Cerone:
muy pobre de invención y muy torpe, pues sobre de una
mesma palabra va diciendo más veces la mesma solfa,
hállanse destas imitaciones musicales de otras mil
sino consideren luego que allí ay algún misterio encu-
maneras, de las cuales no se puede hacer aquí particular
bierto y alguna consideración theologal.127
mención por ser tantas, !o cual queda al estudio de cada
uno. ¡i?
A continuación ejemplificaremos algunos casos
concretos de los diversos aspectos de contenido en la Téngase en cuenta que hay piezas en las que la
relación música-texto que acabamos de exponer. palabra ilustrada musicalmente está en la primera
La modernidad de los tonos humanos que estudia- estrofa del romance, pero no en las siguientes, donde
mos, no sólo se observa en los avances técnicos de figura, como es lógico, otra palabra que no siempre
carácter musical, sino también en la posición estética tiene el mismo sentido que la anterior. En nuestra opi-
adoptada por los compositores y en su capacidad de nión, en estos casos el intérprete debe adecuar el
exposición psicológica de los sentimientos, estados de madrigalismo a la expresividad y énfasis de cada pala-
ánimo y afectos contenidos en los textos poéticos. bra en particular. Ya hemos visto anteriormente que los
Recordemos los versos de Lope ya citados, que enfati- compositores, cuando ponían música a un romance o a
zan la actualidad de los tonos humanos en su época: una serie de coplas, sólo ajustaban los acentos a la
correcta declamación en la primera estrofa y en la pri-
¿Qué es ese hombre tan famoso músico? mera copla, dejando la adecuación de las restantes al
Canta apaciblemente a lo moderno,
albedrío del intérprete, el cual estaba autorizado para
con tonos de Juan Blas, letras de Lope.128
adaptar la melodía, ajustando sus valores, ligaduras y
Es cierto que el compositor de tonos humanos ha demás aspectos, a las diferentes acentuaciones de las
ampliado su vocabulario musical con los artificios y
recursos que hemos comentado en el apartado corres-
129. Vid. González Valle, «Música y retórica...», p. 822.
130. Vid. Bukofzer, op. cit., p. 21.
127. Cerone, op. cit., vol. I, p. 267. 131. Vid. Cerone, op. cit., vol. II, p. 693.
128. Vid. nota 4. 132. !bid.,p.671.
82 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
palabras. Si la teoría permitía el reajuste del discur- nieve que abrasando se hiela". Magnífico juego de opó-
so musical a las necesidades prosódicas de la poesía, es sitos propio de la estética barroca, perceptible en otros
lógico que permitiera también la readaptación del 'con- pasajes del tono que comentamos.
cepto' a las necesidades expresivas de las diferentes Asimismo, situaciones que describen una "monta-
estrofas. Obsérvese esta situación en algunos de los ña" («Los ganados de Fileno», n° 42, c. 9, salto de
ejemplos que citaremos a continuación. octava ascendente en el tiple 3o), el "sol" («De los ojos
En el Cancionero de la Sablonara124 y en el Libro de Gileta», n° 19, c. 39, también salto de octava ascen-
de Tonos Humanos se dan madrigalismos con diversos dente en el tiple 2o),137 el "aire" («Lo que dio fuego al
matices, atendiendo a situaciones sugeridas por el texto humo», n° 40, c. 74 y ss., con pequeños motivos ascen-
que implican ideas de visualización musical (eye dentes en valores breves) o una "tormenta" («Es, en el
music)135 y de pintura textual {word painting).m Por mar de la corte». n° 8, ce. 10-39, reflejada por el cam-
ejemplo, obsérvese la ilustración musical expuesta en bio de compás en el estribillo). Por último, situaciones
situaciones de movimiento como "correr" («Ligera y que reflejan "ecos" («Lisis, el alba se queja», n° 31, c.
temerosa», n° 21, c. 9 y ss., con valores breves y moti- 37 y ss., con alternancia entre las voces extremas y las
vos rítmicos característicos), "huyen" («Ya las sombras interiores) o exhortaciones como "perla" y "niña" en
de la noche», n° 23, ce. 6-7, expresado por una suce- principio de pieza o sección («La niña de más estre-
sión ascendente por grados conjuntos y en valores bre- llas», n° 12, c. 51 y ss., en compás ternario con la dis-
ves) y "correrás, saltarás, bullirás" («Enojado está el posición melódica descendente, generalmente de tono
abril», n° 32, c. 81 y ss., con pequeñas células rítmico- o semitono y la disposición rítmica de pausa de míni-
melódicas que pasan de una voz a otra en un pasaje de ma, semibreve con puntillo y semibreve, ambas enne-
gran dinamismo). También en situaciones estáticas, de grecidas; también en «Niña, con tus libres modos», n°
suspensión del movimiento, como "deten" y "parar" 37, desde el principio de la obra, en compás binario,
(«Arroyuelo presuroso», n° 5, ce. 4-5 y 6-7, respectiva- prácticamente con las mismas disposiciones rítmico-
mente, con sus pausas correspondientes; después, en melódicas que la anterior y con la inclusión de pedales
los ce. 47 y 49, se incluye la indicación agógica aspa- muy interesantes).138
do para la frase "que durmiendo está"), "deten" También puede darse un caso de maridaje entre
(«Temprano naces, almendro», n° 43, c. 21 y ss., tam- licencias139 aplicadas a la terminología musical y ex-
bién con sus pausas pertinentes) y "tente" («Abejuela
que al jazmín», n° 7, c. 17 y ss., en idénticas circuns-
137. Curiosamente los dos tonos que contienen este salto de
tancias).
octava ascendente son obra de Bernardo Murillo.
Otras situaciones de suspensión del discurso musi- 138. Esta disposición de palabra bisílaba, llana, con disposi-
cal más sutiles -que podríamos calificar como pausas ción rítmica trocaica (óo) y descenso melódico preferiblemente de
segunda menor, quizá constituyera un lugar común en el vocabula-
retóricas- se dan al inicio de las piezas «Es, en el mar rio compositivo de la época. Véanse ejemplos parecidos a los del
[...] de la corte» (n° 8, c. 2), «Con licencia [...] de las Libro de Tonos Humanos en los siguientes villancicos de Pujol:
damas» (n° 14, c. 3) y «¡Afuera!, [...] que contra el «Alma, herido me tenéis» ("alma"); «Asombrado vengo, Juan»
sol» (n° 15, c. 2). Y otra pausa, más dramática aún, de ("creo"); «Madre, el amor» ("madre"); y «Como a Rey» ("niño"),
incluidos en Mariano Lambea Castro, Los villancicos de Joan Pau
un compás de duración, que aisla el romance de su Pujol (*1570 - fI626). Contribución al estudio del villancico en
estribillo -en el tono «Heridas en un rendido» (n° 2, c. Catalunya, en el primer tercio del siglo XVII, Bellaterra, Publica-
28)-, que separa la muerte de la vida, o, mejor dicho, cions de la Universitat Autónoma de Barcelona, 1999, (tesis docto-
ral editada en microficha), vol. II, pp. 225-236, donde se hace refe-
que, hermenéuticamente, nos explica que el silencio rencia a disposiciones similares halladas en Francisco Guerrero,
tras la muerte es el mismo silencio antes de la vida: Canciones y villanescas espirituales..., vol. I, pp. 114-116, de la
"quien mata que no quien muere, [pausa] Fuego en la parte musical («Alma, mirad vuestro Dios»), y vol. II, pp. 55-57 y
71-72, de laparte musical («Antes que comáis a Dios» y «Qué buen
año»); y en Juan Bautista Comes, Obras en lengua romance. Villan-
cicos al Simo. Sacramento, vol. I. Edición de José Climent, Valen-
133. Vid. nota 122. Cfr. Lambea, «Del modo de cantar con cia, Institución Alfonso el Magnánimo, 1977, pp. 20-23 («Hombre,
letra...». no es tu dicha poca») y Villancicos a la Strna. Virgen, vol. III, 1978,
pp. 73-75 («Virgen quien no se ha dejado»),
134. Vid. El Cancionero de la Sablonara (ed. Etzion), p. liv,
n. 14. 139. Vid. González Valle, «Música y retórica...», p. 829: "Los
135. Vid. «Visual, música», en Diccionario Harvard de músi- tratadistas de música [...] dicen que si en el estilo antiguo se usa-
ca. Edición de Don Michael Randel, Madrid, Alianza editorial, ban notas de paso, floreos, retardos o cambiatas para embellecer la
1997 (ed. orig., Harvard University Press, 1986), p. 1098. composición musical, en el nuevo estilo se usan figuras y licencias.
136. Vid. «Pintura textual», Ibíd., pp. 806-807. Por medio de las figuras retóricas encontraban los compositores
LIBRO DE TONOS HUMANOS 83
presiones en el texto, como el que consta en los tonos incluir pausas también se da en las piezas «En el mar
«En el mar de las sirenas» (n° 11, c. 48-49, tiples I o y de las sirenas» (n° 11, c. 49, tiple 2°, en la palabra
3 o , donde la palabra "suspira"140 se halla entrecortada "suspira") y «¡Afuera!, que contra el sol» (n° 15, c.
por pausas de semimínima -negra en nuestra transcrip- 97, en la palabra "puñalitos") del Libro de Tonos
ción- que la teoría denomina "pausa del medio sospi- Humanos.
ro") 14i y «Lo que dio fuego al humo» (n° 40, ce. 71-91; Otras situaciones de carácter más abstracto y senti-
también aquí se interrumpe la palabra "suspira", pero mental que nos acercan al compromiso expresivo del
con pausas de mínima -nuestra blanca- que en Cerone nuevo estilo se contemplan, por ejemplo, en episodios
constan como "media pausa o sospiro").142 donde el amor es rechazado, con la consiguiente idea
En el Cancionero de la Sablonara hallamos más de morir por amor. Véanse «¡Qué bien sienten mis sus-
ejemplos de interrupciones de este tipo en las compo- piros...!» (n° 6, ce. 69 y 74, con indicaciones agógicas
siciones «Mirando las claras aguas» (ff. 12v-13r)143 y como aspado y más aspado para la frase "que sus
«En este inbierno frío» (ff. 38v-39r), 144 ambas del celos me bastan para matarme"), «Gileta, estímate en
maestro Capitán. Por otra parte, estas interrupciones mucho» (n° 38, c. 48 y ss., fragmento muy alterado cro-
quizá puedan obedecer a la aplicación de la figura de máticamente para el verso "que yo quiero esta muerte")
pausa denominada Tmesis, mediante la cual se inte- y «Para qué quiero la vida» (n° 39, c. 77, con una diso-
rrumpe "una palabra para significar dolor o suspiro. nancia de difícil explicación para acentuar el contraste
La palabra, según esta figura retórico-musical, se entre los versos "¡Oh, qué alegre vives / cuando muero
puede dividir en dos o tres partes, por medio de silen- yo!"). Estos pasajes dan la razón a Cerone, cuando el
cios en la melodía."145 La interrupción de palabras sin teórico italo-español decía que:
fuere gramático, poeta y rhetórico entenderá más de lo sivas de los textos poéticos en español que le otorgan
que en este caso digo.147 validez propia para desarrollar y perfeccionar un estilo
musical genuinamente autóctono,149 tanto en piezas
La relación entre música y texto ofrece aún muchas sencillas de registro popularizante como otras cultísi-
más posibilidades de análisis y estudio que las descri- mas de mayor calado artístico.
tas aquí brevemente. Como ya hemos dicho en otras En efecto, este último aspecto es, sin duda, el obje-
ocasiones, cuando tengamos el Libro de Tonos Huma- tivo prioritario de nuestra investigación: el estudio y
nos editado al completo, será el momento de elaborar análisis del tono humano polifónico como forma poéti-
un estudio en profundidad de estos temas con sus co-musical con unas características propias y definidas
correspondientes ejemplos. Al tratarse de un repertorio que, tanto puede contener tendencias asimilables a "los
de música vocal de cámara para la corte, los juegos géneros de corte ligero como las villanellas y canzo-
retóricos entre música y poesía adquieren especial rele- nettas italianas, las chansons francesas, o las canzonets
vancia, puesto que, en el ambiente cortesano, los con- inglesas",150 como mostrarse perfectamente equipara-
ceptos que sean dignos de escucharse y apreciarse tie- ble a la envergadura estilística y refinamiento artístico
nen que estar hermosamente cantados. del madrigal italiano y de la chanson polifónica fran-
cesa de principios de siglo. Pero todo este plan de
actuación pasa, como es lógico, por la primera fase que
consiste en la publicación de este vasto corpus poético-
musical, para su posterior estudio, difusión e inter-
pretación pues, no en vano, conforma un patrimonio
3.5 Recapitulación artístico y cultural del primer orden que conviene sal-
vaguardar y apreciar.
Podemos anticipar ya que el contenido de nuestro
cancionero es de una variedad y riqueza estilística con-
siderable, con lo cual los resultados que pensamos
obtener de nuestras investigaciones se preveen suma-
mente interesantes. De momento, sin embargo, no
podemos, perfilar aún con la debida exactitud y preci- 3.6 Criterios de edición y de interpretación
sión el verdadero alcance artístico y estilístico de este
repertorio. Es evidente que contiene en sus obras, tanto
3.6.1 La transcripción
diversas influencias y tendencias, como aportaciones
propias y novedosas que es preciso aquilatar en su justa
Toda transcripción de música antigua a notación
medida. Sabemos, por los estudios de los musicólogos
moderna implica un problema de respeto y fidelidad al
que nos han precedido y por las apreciaciones que
texto original, y también una cuestión de interpreta-
hemos realizado en los apartados anteriores, que la
ción. Los editores modernos hemos de ser conscientes
música de nuestros cancioneros poético-musicales de
en todo momento de que, a pesar de nuestras precau-
la primera mitad del siglo XVII presenta cierto carác-
ciones, corremos el riesgo de manipular, inadvertida-
ter conservador; en segundo lugar se halla a medio
mente, el texto musical con el consiguiente perjuicio
camino entre dos estilos antagónicos muy influyentes y
para una interpretación artísticamente fiable. Para ello
decisivos en la historia de la música;148 muestra, por
la solución más idónea pasa por respetar al máximo la
otra parte, tendencias italianizantes del estilo madriga-
grafía original, modernizando sólo aquellos aspectos
lesco; y, por último, se pliega a las necesidades expre-
que la hagan inteligible a los intérpretes de nuestros
días. En lo que se refiere a la música española de los
siglos XVI y XVII, no es exagerado afirmar que, prác-
147. Juan Bermudo, Declaración de instrumentos musicales ticamente, hay tantos modelos de transcripciones
(1555). Edición facsímil de Macario Santiago Kastner, Kassel, como musicólogos o editores modernos, pensando
Barenreiter, 1957, f. CXXVr, col. II.
148. Cfr. José Subirá, Historia de la música española e his-
que cada uno posee el secreto de la traducción ideal.
panoamericana, Barcelona, Editorial Salvat, 1953, p. 316. Vid.
también Paul Becquart, «Une ¡ntroduction a la musique profane
espagnole du XVIIé siécle: Les chansons du compositeur liégeois 149. Vid. El Cancionero de la Sablonara (ed. Etzion), p. xlix.
Matheo Romero», en RBM, XLVII (1993), pp. 91-103. 150. Ibül, p. Iiv.
LIBRO DE TONOS HUMANOS 85
Hay magníficas transcripciones realizadas por y para te, por dos tiples, alto y tenor o bajo, pero no faltan las
los musicólogos, pero cabe preguntarse si son válidas composiciones escritas para tres tiples y tenor. El
para los intérpretes de nuestros días o si éstos se manuscrito no siempre otorga a los tiples las distincio-
encuentran cómodos cantando y tocando a partir de nes de primero, segundo o tercero. Esta circunstancia,
esas traducciones que muestran un rigor científico unida a que la distribución de las voces en el cancione-
insuperable. ro es arbitraria, puesto que Pizarro no suele respetar el
La teoría de la época dictaba unas normas de codi- modelo clásico imperante en muchos libros y cancio-
ficación de la escritura que, en muchas ocasiones, tro- neros de la época,151 hace posible que no se pueda dis-
pezaban con la realidad de cada compositor, de cada cernir el orden de los tiples. Hemos de recurrir, enton-
escuela y de cada copista, y también de las circunstan- ces, al ámbito musical -reservando el más agudo para
cias particulares del acto de la copia. De la misma el primer tiple- y a otras características del discurso
manera, nosotros creemos que una transcripción exce- musical como son las imitaciones, los diálogos y diver-
sivamente teórica y musicológica tropezará con la rea- sas circunstancias puntuales.
lidad de los músicos de nuestro tiempo, quizá no acos- Ciertos tonos presentan repeticiones de algunos
tumbrados a según qué tipo de escritura musical. Por fragmentos de la primera estrofa, del estribillo o de la
nuestra parte, acataremos las normas teóricas siempre copla con los signos habituales,152 que no siempre apa-
que sea posible, pero daremos prioridad a la interpre- recen en su lugar correspondiente. Hemos sido escru-
tación musical, es decir, que transcribiremos estas pie- pulosos en este sentido y hemos respetado todo lo que
zas pensando en su interpretación final, y mostrando, aparece indicado en el manuscrito.
evidentemente, todo el rigor científico necesario. Ante la incongruencia observada en el cancionero
Somos conscientes de que no es posible la edición fac- en relación a los calderones y al valor de la nota final,
símil de este repertorio tanto por las omisiones, erro- hemos regularizado su uso en todas las secciones de las
res e incongruencias en la notación, como por no obras, tanto intermedias como finales, escribiéndolo
hallarse las voces transportadas, cuando ello es nece- cuando falta y otorgando a la nota final el valor de una
sario, ni dispuestas en partitura. Nuestro objetivo es redonda, con o sin puntillo, según el compás en que
esté escrita la pieza.
dar el mayor número de facilidades a los músicos y
cantantes de nuestros días para que reinterpreten estas Y, por último, las sílabas o palabras omitidas por
obras en las mejores condiciones, sin contravenir, en descuido en el manuscrito se transcriben entre corche-
lo posible, ningún precepto histórico ni musicológico. tes. Sin embargo, para las habituales repeticiones de
palabras o frases a través de las correspondientes
Nuestra transcripción comienza incluyendo el
"réplicas",153 hemos preferido no incluir los corchetes,
nombre de las voces entre corchetes, cuando éstas no
para no sobrecargar en exceso la partitura.
aparecen en el manuscrito. Todos los tonos son a cua-
tro voces y el primero de ellos que las nombra es el n°
8, «Es, en el mar de la corte», precisamente, trasladado
3.6.2 Los compases
por el copista más pulcro del cancionero, del que ya
hemos hablado. Pizarro pone los nombres de las voces
Las 45 piezas del Libro de Tonos Humanos que hoy
a partir de la pieza n° 20, pero sólo en el "baxo"; pau-
editamos están escritas en compasillo o en compás ter-
latinamente, va nombrando el resto de voces, hasta el
nario de proporción menor (algunas piezas presentan
tono nc 26 «Pues lo quiso el corazón», en el que deja de
alternancia de ambos compases). La forma de escribir
hacerlo. En cualquier caso, las voces son siempre tiple
estos compases es C para el compasillo y CZ, Lvt o sim-
(I o , 2o ó 3o), alto, tenor y bajo.
Los íncipit musicales que incluimos constan de
varios apartados separados convenientemente por divi- 151. Dice Becker en Las obras humanas.... p. 45: "en un libro
sorias dobles o simples. Comprenden las pausas inicia- como el de Tonos Humanos, el copista Diego Pizarro aprovechó lo
mejor que supo el papel para hacer caber como en partitura de
les y las dos primeras notas de las diferentes voces en facistol las cuatro partes de los tonos." Cfr. Pelinski, «La polifonía
su grafía original, y el cambio de compás, cuando se vocal española...», p. 194, y El Cancionero de la Sablonara (ed.
da. Para orientación de los intérpretes, hemos creído Etzion), p. xxiv.
152. Vid. Cerone, op. cit., vol. I, pp. 523-524.
conveniente ofrecer los ámbitos melódicos de las
153. ibícl, p. 506.
voces, tanto los originales como, en su caso, los trans- 154. Como se sabe, el signo Z era una manera lápida de escri-
portados. El cuarteto vocal está formado, generalmen- bir la fracción 3/2.
86 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
plemente, Z para el de proporción menor.155 En nuestra to, como ya hemos visto anteriormente al tratar de la
transcripción hemos mantenido los valores originales, relación música/texto. Es un compás ternario que, en la
traduciendo el compasillo por nuestro compás binario práctica, también se llevaba a dos partes, "dar" y
2/2 y la proporción menor por nuestro ternario 3/2. "alzar", aunque de duración desigual, es decir, que en
Ambos compases tienen la misma duración temporal, una de las partes se cantaba una mínima, y en la otra,
es decir, que la semibreve (nuestra redonda) que ocupa dos mínimas. Los teóricos no se ponen de acuerdo
el compasillo equivale a la semibreve perfecta (nuestra sobre el orden en que deben cantarse las tres mínimas.
redonda con puntillo) de la proporción menor. En las Mientras Cerone decía que: "la primera figura es al dar
obras escritas en ambos compases, el cambio de com- del compás, y luego se pronuncia la segunda, y al alzar
pasillo a proporción menor se expresa en la transcrip- la tercera; que es: dos al dar del compás y una al
ción mediante la relación [o = o-], o viceversa, natu- alzar",158 Lorente opinaba que "la una es al dar y las
ralmente. El contraste entre los dos compases dota a dos al alzar [...], porque sea la cantoría más alegre y
estas piezas de un dinamismo expresivo muy adecuado ligera."159
para resaltar el sentido del texto poético. Generalmen- Al parecer ésta era la práctica normal para llevar
te suele emplearse el compasillo para el romance y la este compás, pero después Lorente escribe una frase
proporción menor para el estribillo, sección general- que no sabemos cómo interpretarla: si como aproxima-
mente muy extensa, en la que el compositor experi- ción a la postura de Cerone, es decir, dos al dar y una
menta y muestra la mayor parte de su virtuosismo en el al alzar (interpretación binaria), o como anticipación a
tratamiento rítmico del texto y del estilo imitativo. Pero lo que dirá después sobre el compás ternario de pro-
tampoco faltan los tonos en los que la primera sección porción mayor (interpretación ternaria). He aquí la
está escrita en proporción menor. Sea como fuere, son frase en cuestión: "una mínima al dar del compás, pro-
muchas las composiciones del Libro de Tonos Huma- nunciando inmediatamente la segunda, y la tercera
nos que presentan la alternancia de los dos compases. mínima al alzar."160
Sin embargo, concluimos que hay más música escrita Y esto otro es lo que dice en relación al compás ter-
en proporción menor que no en compasillo. Lo decía nario de proporción mayor: "un semibreve al dar del
Andrés Lorente: "por cuanto de ordinario este tiempo compás, otro en el intermedio y otro al alzar."161
de proporción menor es el que más se exercita en los Vemos pues la ambigüedad, porque no sabemos si
villancicos y músicas de alegría y regocijo."156 'pronunciando inmediatamente' se refiere a cantar dos
Sobre la solvencia y versatilidad expresiva de la mínimas al dar y si 'intermedio' se refiere a una hipo-
proporción menor, añadía Nassarre: tética segunda parte de un compás ternario.
Hemos querido incluir aquí estas citas para que el
siendo el motivo de usarse tanto, y más que el compasi- intérprete sepa a qué atenerse en relación a la manera
llo, cuando se compone en lengua vulgar, porque es de llevar este compás, si a dos o a tres tiempos. Sea
tiempo acomodado para componer grave, airoso, alegre como fuere, el sentido del texto será el que determine
y aun profano.157
la elección de una u otra forma de llevarlo. Posible-
mente, en muchas ocasiones, será conveniente llevarlo
El compasillo, también llamado compásete o com-
a un tiempo. Al menos eso es lo que se desprende de la
pás menor, no ofrece problemas de transcripción ni de
misma música y texto en no pocas piezas, en las que se
interpretación. Es un compás binario que se lleva a dos
impone una interpretación "alegre y ligera", como
partes, "dar" y "alzar", de idéntica duración, en cada
decía Lorente; y también lo que parece deducirse de
una de las cuales se canta una mínima, nuestra blanca.
este párrafo de Lucas Ruiz de Ribayaz:
En cambio, el compás de proporción menor es otro
mundo, variado y rico, de matices rítmicos y de rela- para cuando se canta por proporción menor, será bien
ciones muy interesantes entre música, concepto y acen- advertir de la suerte con que se echa el compás; para lo
cual se ha de suponer que la mano con que se echa es Los editores modernos acostumbramos a señalar la
una pelota, que del golpe que da en el suelo nace aquel hemiolia con los ángulos de un corchete horizontal. Sin
salto que llaman bote; a este modo se ha de considerar
embargo, en nuestra transcripción hemos obviado este
que es cada compás, cuando se canta por proporción
menor, pues, aunque algunos le dan, y consideran con signo convencional por las incongruencias165 que pre-
más movimientos, no parece que los tiene, porque aquel senta la notación, ya que no siempre se cumplen los
levantar la mano no es por movimiento natural, sino por grupos ternarios, y, también, para no dificultar la lectu-
causa del golpe.162 ra de la música, sobrecargando la edición con demasia-
dos signos.
Sabemos que la transcripción ideal debería con-
3.6.3 Las notas ennegrecidas (hemiolia) templar la oscilación entre 3/2 y 3/1 a causa de los
ennegrecimientos,166 pero la experiencia nos ha demos-
Un aspecto muy interesante del compás de pro- trado que la transcripción uniforme en 3/2 es la más
porción menor es el uso de notas ennegrecidas que se adecuada para los intérpretes de nuestros días. Es cier-
denominan comúnmente hemiolia o proporción ses- to que la presencia de las hemiolias llena la partitura de
quiáltera.163 Como se sabe, el ennegrecimiento per- muchas ligaduras modernas de prolongación a causa de
mite imperfeccionar la breve y la semibreve, restán- las síncopas, pero es un mal menor. Además, estas liga-
doles un tercio de su valor y posibilitando que puedan duras se usaban en la época, al igual que las líneas divi-
valer cuatro y dos mínimas, respectivamente, al mar- sorias, cuando las obras se "partían" para su ejemplifi-
gen de las reglas tradicionales de la notación mensu- cación.167 Antes bien, creemos que con ello se gana
ral. Con ello se amplían las posibilidades rítmicas y visualmente y se perciben las síncopas con más clari-
expresivas de estas notas, ya que dan lugar a sínco- dad y antelación, con el fin de enfatizar las notas que
pas, prolongaciones y notas a contratiempo muy convenga, siempre en relación con el texto, evidente-
características de la música española antigua en mente. Lo importante también es que el intérprete no
romance, en su íntima relación con la acentuación del perciba las divisorias con el sentido rítmico y acentual
verso y la jerarquización de palabras clave del dis- que tienen en nuestra escritura musical.
curso poético. La presencia de la hemiolia implica
siempre una alteración de la uniformidad rítmica del
compás de proporción menor, puesto que en el mismo 3.6.4 La semitonía subintelecta y las alteraciones
intervalo de tiempo en el que se cantan, por ejemplo,
dos semibreves perfectas, tienen que cantarse ahora La cuestión de la semitonía es siempre problemáti-
tres imperfectas o ennegrecidas, independientemente ca y polémica, sobre todo, en obras con texto en
de que la cantidad de mínimas, seis, sea idéntica en romance. Es verdad que se pueden rastrear algunas
ambos casos. Por esta razón la hemiolia no afecta a indicaciones en los teóricos que resultan útiles,168 pero
las mínimas, sino sólo en el color que se utiliza para el problema es, hoy por hoy, insoluble, por lo menos en
completar los grupos ternarios. Ésta es una caracte- un tanto por ciento de manuscritos bastante elevado.
rística esencial de la hemiolia: su configuración en Los musicólogos luchamos contra dos inconvenientes.
grupos ternarios de tres mínimas, o sus múltiplos. En primer lugar, contra la inclusión de accidentales
Dice Cerone al respecto: fuera de las clausulas que, en numerosas ocasiones, se
convierte en un problema de difícil solución; y, en cuando se quería que éstas fueran naturales, es decir,
segundo lugar, contra los errores del copista, ya que, a que el cantor no las bemolizara por inercia. Como quie-
veces, es preciso suprimir alguna alteración escrita. La ra que, en nuestro sistema actual de escritura, el \ sólo
norma general de la mayoría de musicólogos en este tiene sentido si anula una alteración anterior u otra pre-
aspecto de la transcripción es la prudencia. La misma sente en la armadura, o si se utiliza como alteración de
que hemos adoptado nosotros, puesto que un exceso de precaución, por estas razones, pues, hemos creído con-
alteraciones da lugar a una versión demasiado tonal, y veniente suprimirlos de la edición, ya que sólo pueden
la parquedad conduce a una interpretación estrictamen- inducir a error.
te modal.
No es posible resolver el problema a través de la
metodología ecdótica que pone a nuestro alcance la crí- 3.6.5 Las ligaduras
tica textual,169 porque, son muy escasas las piezas que
se nos han conservado en dos o tres copias, requisito Las ligaduras antiguas se señalan en la transcrip-
imprescindible para la confrontación de las diversas ción mediante un corchete horizontal. Los signos o tra-
lecturas y variantes, y el establecimiento del texto defi- zos similares a nuestras ligaduras modernas de expre-
nitivo. Quizá la solución pase por recurrir a los sofisti- sión o de articulación que trae el manuscrito, y que
cados medios informáticos. En este sentido, habría que afectan a dos o más notas, se transcriben tal cual están,
utilizar, exclusivamente, las alteraciones escritas con aunque, a veces, no estemos muy de acuerdo con su
total fiabilidad en los manuscritos y elaborar los perti- ubicación en determinadas sílabas. Corresponde, pues,
nentes listados y estadísticas, a la par que un análisis al intérprete determinar su exacto funcionamiento. Las
detenido de la modalidad, de los giros melódicos, de omisiones evidentes del copista se señalan en la trans-
las disposiciones armónicas y de las relaciones entre cripción mediante ligaduras discontinuas, que también
música y texto. Es posible que entonces estemos en conviene que sean observadas por nuestros cantantes.
condiciones de confrontar aspectos y situaciones, y
actuar con mayor seguridad.
Las alteraciones añadidas en nuestra edición se 3.6.6 La transposición
escriben siempre encima de la nota a la que afectan.
Cuando van entre paréntesis indican una propuesta Remitimos al lector a los trabajos sobre la transpo-
subjetiva y sugieren una interpretación ad libitum para sición realizados por Judith Etzion170 y Luis Robledo171
el músico práctico. En ocasiones, el copista escribe una en sus respectivas ediciones ya citadas, tanto por su
única alteración en medio de dos notas de igual altura claridad de exposición como por la bibliografía citada.
de sonido. Casi siempre dicha alteración afecta a Únicamente traeremos a colación aquí el testimonio de
ambas notas, pero, a veces, es difícil determinar si el Praetorius, tantas veces citado, para justificar nuestra
compositor quiso hacer uso del cromatismo. Como ya predilección, como la de nuestros colegas, por la trans-
hemos visto, este procedimiento expresivo está presen- posición a la cuarta justa inferior:
te con cierta asiduidad en el Libro de Tonos Humanos,
y generalmente viene escrito de una manera que no Toda pieza vocal en claves altas, esto es, cuando el bajo
deja lugar a dudas, pero, con el fin de evitar malenten- está escrito en clave de do en cuarta o en tercera, o en
didos, hemos optado por colocar la alteración corres- clave de fa en tercera, debe transportarse cuando se
ponga en la tablatura o partitura de los organistas, lau-
pondiente a toda nota que la precise, afectándola única distas y demás tañedores del continuo de la manera
y exclusivamente a ella, aunque se repita en una misma siguiente: si tiene bemol, una cuarta baja in durum; si no
voz y compás, y aun yendo a contracorriente de nues- lo tiene, una quinta baja in mollem, naturaliter. Sin
tra práctica moderna. Hacemos una excepción en las embargo, si se transportan a la quinta modos tales como
alteraciones de precaución, ya que las utilizamos para el mixolidio [VII, final SOL], eolio [IX, final LA] e hipo-
deshacer una alteración anterior, únicamente cuando jonio [XII, final Do], se producirá una armonía más lán-
guida y pesada a causa de los sonidos más bajos; de aquí
ésta se halla en el mismo compás y en la misma voz. que sea mucho mejor, y la pieza resulta más fresca y
Téngase en cuenta que, en la época, era normal escribir
el #, en función de \, afectando a las notas Mi y Si,
170. El Cancionero de la Sablonara (ed. Etzion), pp. xxiv-
xxviii.
169. Vid. Alberto Blecua, Manual... 171. Robledo, Juan Blas de Castro..., pp. 87-94.
LIBRO DE TONOS HUMANOS 89
airosa, transportar estos modos a la cuarta, ex duro in mismo. Se dan algunos casos en que, en una voz, una
durum.'72 pausa de mínima que sigue a una semibreve, conviene
transcribirla como un puntillo como hacen las restantes
Las 45 primeras piezas del Libro de Tonos Huma- voces; esta enmienda no se recoge en el aparato crítico
nos que presentamos están escritas en las siguientes por su nula incidencia.
claves: Hay algunas presuntas incongruencias rítmicas que
• Chiavette (claves altas). Tonos: 1, 3, 4, 6, 8, 9, 10, se dan en una sola voz, en relación con las restantes,
11, 14, 15, 16, 19, 21, 22, 25, 27, 28, 29, 30, 32, 34, 35, que nosotros respetaremos en la transcripción, pero que
36, 37, 38, 40, 41, 42, 43, 44, 45. no recogeremos en el aparato crítico. Véase, por ejem-
Tiple SOL en 2a plo, el tono «Ya las sombras de la noche» (n° 23, c. 2
Alto Do en 2a del tiple I o ).
Tenor Do en 3a En algunas repeticiones ha sido preciso añadir pau-
Bajo Do en 4a sas para su correcta disposición en la partitura, que no
Excepcionalmente los tonos: 9, 14, 16 y 32 traen la es preciso detallar en las notas críticas.
clave de Do en Ia para el alto, y el tono 28 la de Do en Citamos el compás (c.) o los compases (ce.) por su
3a para el bajo. número correspondiente, seguido de una coma para
• Chiavi naturali (claves bajas). Tonos: 2, 5, 7, 12, indicar las subdivisiones (1,2,3 en la proporción menor
13, 17, 18, 20, 23, 24, 26, 31, 33, 39. [3/2]; y 1,2,3,4 en el compasillo [2/2]). Si la nota críti-
Tiple Do en Ia ca abarca más de una subdivisión, utilizamos el guión
Alto Do en 3 a para separarlas (1-2; 2-4; etc.) y si comprende más de
Tenor Do en 4a un compás usamos la barra inclinada para separarlos
Bajo FA en 4a (10/11; 15/18; etc.).
Excepcionalmente los tonos: 12, 13 y 20 traen la Incluimos un apartado de observaciones dentro de
clave de Do en 2a para el alto, y los tonos 2, 12, 13 y cada nota crítica que lo precise para los textos o las
20 la de FA en 3a para el bajo. incidencias diversas que se hallen en el manuscrito. Por
Obsérvese que el 70% de estos 45 tonos están ejemplo, las observaciones "raiado" o "por raiar" que
escritos en claves altas. Pelinski explicó en su momento.173
r Por último, téngase en cuenta que en las piezas
transportadas citamos el nombre de la notas resultantes
de la transposición.
Tenor Tenor
c. 17,2: RE; esta nota no pertenece aquí; transcribi- c. 5,4: Mi corchea; transcribimos por semimínima.
mos Mi. c. 50,4: Doft; creemos que ha de ser natural, y así
c. 84,1-2: FA; es un error; la nota que corresponde lo transcribimos, porque, de mantenerse esta altera-
es LA. ción, habría que cuestionarse su presencia, teniendo en
LIBRO DE TONOS HUMANOS 91
cuenta que pertenece a un diseño motívico de carácter 19. «De los ojos de Gileta»
imitativo que empieza en el c. 47 y llega hasta el final
de la pieza. Tiple Io
• Observación, f. 8r [14r]: "raiado". c. 3,3: Mi semimínima; transcribimos por mínima,
como consta en el inicio de cada voz.
•Observación al texto
Tiple 3"
ce. 30,3-4/32: "guárdese Gileta"; transcribimos
8. «Es, en el mar de la corte» "guárdese de Gila", que es lo que cantan las otras
voces.
Alto
ce. 48,4/49,1: FA# y SOLJÍ; no tienen sentido estas
alteraciones aquí, puesto que se contradicen con el tiple
2o; las omitimos en la transcripción.
21. «Ligera y temerosa»
Todas las voces
c. 5,3: no tenemos en cuenta el signo de repetición
Tiple Io
que consta aquí, ya que debería estar al principio del c. 4,4: FA y SOL corcheas; estas notas dan disonan-
estribillo, tal como se indica al final de la copla. cias que no se justifican con las restantes voces; trans-
cribimos Mi y FA.
Tiple Io, tiple 3oy tenor
c. 5,1-2: se dan quintas y octavas en valores muy
11. «En el mar de las sirenas» breves; podrían esquivarse haciendo cantar SOL al tiple
3 o , aunque duplicaríamos la quinta del acorde.
Tiple 2o •Observación, f. 32r [38r]: "raiado".
ce. 44,3/45,1: Do semibreve ennegrecida con pun-
tillo; la transcribimos sin puntillo para la correcta dis-
tribución de los valores.
Tiple 3o 23. «Ya las sombras de la noche»
c. 72: RE# mínima; transcribimos por semibreve.
Alto
ce. 15,3/16,1: Mi semibreve ennegrecida con pun-
tillo; la transcribimos sin puntillo para la correcta dis-
tribución de los valores.
16. «A vosa porta, Maria» ce. 23,2-3/24: quizá deberían ir ligadas estas dos
notas; por nuestra parte respetamos el manuscrito.
Tiple Io c. 36,3: SoLb; se trata de un error evidente; trans-
ce. 19,3/20: Si y LA semibreves ennegrecidas; cribimos SOL natural.
transcribimos por mínima y semibreve perfecta (cfr. • Observación, f. 34r [40r]: "en los de Correa".
con los ce. 23,3/24 del tiple 2o, pues se trata de la Según Querol174 hay que atribuir este tono al composi-
misma música). tor Manuel Correa.
18. «La morena de más gracias» 24. «Celos pide Bras a Menga»
Tiple 1"
c. 15: Mi semibreve perfecta; la transcribimos
imperfecta y añadimos pausa de mínima en atención a
31. «Lisis, el alba se queja»
las otras voces.
Alto
Tiple 1"
ce. 23,3/24: Si semibreve ennegrecida con puntillo
c. 40,3-4: semimínima con puntillo y corchea que,
y LA mínima ennegrecida; es un error; transcribimos
por estar corregidas, pueden leerse como LA-SI O SI-
ambas notas por semibreves ennegrecidas sin puntillo
DO; sin embargo, atendiendo al juego imitativo que
en atención a las restantes voces.
empieza en el c. 39,3-4 (intervalos de quinta y décima
entre el tenor y el tiple I o : RE-LA/SOL-SI), continúa
después en el c. 40,1-2 (mismos intervalos de quinta y
décima entre el alto y el tiple 2o) y concluye en el c.
28. «Quereros siempre mirar» 41,1-2 (otra vez entre estas dos voces: DO-SOL/FA-LA),
transcribimos aquí SOL-LA, para hacer quinta y décima
Tiple Io con el Do y el FA del tenor.
c. 11,1-2: Si semibreve ennegrecida; la transcribi- c. 74: RE semibreve y Mi mínima superpuestas a
mos por mínima para la correcta distribución de los dos notas Do; el copista, para evitar confusiones, escri-
valores. bió debajo con letras SOL-LA, como, en efecto, así debe
c. 25,1-2: S O L # ; no tiene sentido esta alteración ser, puesto que si atendemos a las reglas de la solmisa-
aquí, ya que da lugar a un acorde de quinta aumentada ción, veremos que estas notas deben cantarse por el
que no se justifica; la omitimos en la transcripción; hexacordo becuadro perteneciente a la séptima deduc-
quizá Pizarra se equivocó y quería que esta alteración ción. n°
afectara al FA del compás anterior, como así sugerimos Alto
nosotros. c. 12: FA semibreve y FA mínima ilegibles; el copis-
Tiple 2o ta escribió encima "faes", y así corresponde en reali-
c. 3: Do tí; es un error; transcribimos Do natural.
• Observación, f. 39r [45r]: "sin raiar".
175. Vid. Cerone, op. cit., vol. I, p. 486; interesa el ejemplo
que viene al final de la p. 487, bajo el epígrfe "Mut[anzas] en la
clave de Csolfaut por be cuadrado en la primera línea". Cfr. con la
"Tabla universal de la mano" (p. 274).
LIBRO DE TONOS HUMANOS 93
dad, ya que se está cantando aquí por el hexacordo ce. 81-95 y 96-132: ambos fragmentos están inver-
natural perteneciente a la quinta deducción.176 tidos en el manuscrito; el copista subsanó el error
Tenor mediante unos signos convencionales que orientan al
c. 74,1-2: FA semibreve; es un error evidente; la transcriptor.
nota que corresponde es un SOL. Tenor
• Observación, f. 42r [48r]: "todo". ce. 49,3/50,1: Mi semibreve ennegrecida con pun-
tillo; la transcribo sin puntillo para la correcta distribu-
ción de los valores.
ce. 68,3/69,1: sucede exactamente lo mismo que en
32. «Enojado está el abril» la nota crítica anterior.
ce. 129-131: SOL breve sin puntillo; la transcribo
Tiple Io con puntillo para la correcta distribución de los valo-
ce. 51,3/52,1: Si semibreve ennegrecida con punti- res.
llo; la transcribimos sin puntillo para la correcta distri- • Observación, f. 43r [49r]: "raiado".
bución de los valores.
ce. 68,3/69,1: Mi semibreve ennegrecida con pun-
tillo; sucede lo mismo que en la nota crítica anterior.
Tiple 2o 33. «Labradora de Loeches»
ce. 18-20: No están claras estas notas en el manus-
crito; esperamos errar lo menos posible con la solución Tiple Io
propuesta. c. 52,2-3: SOL tí; es un error evidente; transcribimos
ce. 36,3-37,1: Mi semibreve ennegrecida con pun- SOL natural.
tillo; la transcribimos sin puntillo para la correcta dis- Tiple 2o
tribución de los valores. c. 74: en el manuscrito se adivina una pausa de
ce. 50,3-51,1: LA semibreve ennegrecida con pun- semibreve o de breve que, en cualquier caso, no debe-
tillo; sucede lo mismo que en la nota crítica anterior. ría figurar.
ce. 68,3/69,1: Do semibreve ennegrecida con pun- Tiple 3"
tillo; sucede lo mismo que en la nota crítica anterior. c. 25,2-3: Do#; evidentemente se trata de un error;
ce. 129-131: SOL breve sin puntillo; la transcribo transcribimos Do natural.
con puntillo para la correcta distribución de los valo- ce. 28-29: sobre estos compases vienen escritas las
res. palabras "otra vez" que indican su repetición inmedia-
Alto ta.
Todos los compases: las claves de Do en Ia y Do en ce. 28,2 y 29,2-3: FAft; los sostenidos son para los
2a se superponen. FA de los dos compases siguientes; aquí transcribimos
ce. 1-24: escritos en clave de Do en I a . FA natural.
ce. 25-132: escritos en clave de Do en 2a. • Observación, f. 44r [50r]: "raiado".
ce. 36,3/37,1: Do# semibreve ennegrecida con
puntillo; la transcribo sin puntillo para la correcta dis-
tribución de los valores.
ce. 46,3/47,1: SOL semibreve ennegrecida con pun-
34. «Que yo te quiero, Gileta»
tillo; sucede lo mismo que en la nota crítica anterior.
ce. 51,3/52,1: RE semibreve ennegrecida con pun-
Tiple Io
tillo; sucede lo mismo que en la nota crítica anterior.
c. 10: Do mínima con la plica tachada por dos rayi-
ce. 68,3/69,1: SOL semibreve ennegrecida con
tas oblicuas; la transcribimos por semibreve.
puntillo; sucede lo mismo que en la nota crítica ante-
Tiple 2"
rior.
c. 10: LA mínima; sucede lo mismo que en la nota
crítica anterior.
176. Ibíd, p. 488; interesa el ejemplo que consta bajo el epí-
grafe "Csolfaut por be quadrado en la tercera regla". Cfr. también
con la "Tabla universal de la mano" (p. 274).
94 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
35. «En espacio corto ostenta» 40. «Lo que dio fuego al humo»
178. Ibíd., p. 486, "De las mutanzas en la parte del tiple, can-
177. ¡bíd., p. 490; interesa el ejemplo que viene al final de la tando por la clave de Gsolreut [...]"; interesa el primer ejemplo de
página, bajo el epígrafe "De las mutanzas en la parte del tiple, can- la p. 487. Cfr. también con la "Tabla universal de la mano" (p. 274).
tando por la clave de Gsolreut [...]". Cfr. asimismo con la "Tabla 179. Para la correspondiente ejemplificación vid. la nota ante-
universal de la mano" (p. 274). rior.
LIBRO DE TONOS HUMANOS 95
Cancionero de la Sablonara (1625) (Miinchen, Baye- Casares Rodicio, Emilio, «La música barroca. Análisis
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Pérez Gómez, Valencia, Editorial Castalia, 1952. Edición dirigida por Pablo Jauralde Pou, Madrid,
Cancionero de Pedro de Rojas, edición de José J. Editorial Arco/Libros, 1998, 5 vols.
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Padre Correa
Phelippe de la Cruz
Anónimo
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