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Unidad Educativa Salesiana “Cardenal Spellman”

Nombre: Catalina Cabrera


Curso: 3ro BGU “A”
Fecha: 14/01/2022
Tema: Cuento sobre el realismo mágico

Maldición negra

Era sábado en la mañana, un día bastante normal hasta el momento. Al levantarme fui
a dar de comer a mis mascotas, tenía 2 gatos, uno marrón llamado Roneo y el otro era
Dumbo, un gato gris con ojos esmeralda. Al bajar al patio, donde está su casa y su
rascador, noté que los gatos no estaban. Muy asustada corrí a buscarlos, pues ellos
nunca se alejaban. Tras unas horas de búsqueda en el bosque detrás de casa decidí
regresar. Estaba subiendo las escaleras cuando repentinamente los vi en la puerta de la
cocina, llorando por comida. “A lo mejor regresaron a casa mientras yo seguía en el
bosque” pensé. Me dirigí a la cocina para coger su alimento y ponerlo en sus platos,
cuando me acerqué a su casa, di un brinco del susto, un gato negro salió de uno de los
cajones del rascador. Su pelaje era como la noche y sus ojos como el sol (Antítesis).
Nunca antes había visto un animal así, y aunque inspiraba temor, el pobre gatito estaba
tan hambriento que decidí quedármelo. Ese día fui a comprar unas cosas para el jardín
y la siguiente mañana (Hipérbaton) al veterinario con el gato nuevo (Elipsis).
Al día siguiente, hablando con mi mamá por teléfono, le comenté lo sucedido y que iba
a adoptar al gatito, en ese mismo instante se puso histérica, la verdad yo nunca he creído
en eso de la mala suerte, pero para mi madre, la idea de tener un gato negro en casa no
era una genialidad.
Pasaron los días y no ocurrió nada malo, de hecho, el gato tenía una mirada dulce
(Sinestesia), era bastante tranquilo y cariñoso, como si no hubiera recibido mimos en
mucho tiempo. Esa tarde todo cambió. Llamó a la puerta una mujer extraña, pedía la
dirección de una calle, al principio pensé que la señora me quería robar y estaba
estudiando mi casa porque miraba hacia todos lados como buscando algo, sin embargo,
luego de hablar con ella por un momento comprendí que simplemente estaba perdida.
Mientras le daba explicaciones a aquella misteriosa persona, el gato negro se acercó, se
puso muy alterado y comenzó a gruñir, nunca supe porque, pero imagino que sintió una
energía pesada.
Al cabo de unos días, todo se tornó muy extraño en casa, los gatos rara vez querían
comer y empezó a suceder una serie de acontecimientos. En la noche se oían ruidos
como si un gigante estuviera andando en casa, las puertas chillaban con fuerza
(personificación) y se sentía un ambiente pesado. Al amanecer, hablé con mi mamá de
lo que había pasado, como de costumbre le echó la culpa al gato negro, y me aconsejó
hablar con un padre para bendecir la casa. Esa misma tarde fui a la iglesia, charlé un
rato con el párroco y el hombre aceptó ir a mi casa. Me explicó que la idea de que los
gatos negros dan mala suerte solo es una simple superstición, pero de igual manera hice
bendecir y limpiar la casa de todas esas malas energías, cosa que al parecer funcionó
porque en ese mismo instante los gatos estuvieron suplicando por comida.

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