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Regalería Artesanal & Centro Holístico


Av. Federico Lacroze 2819- CABA

CURSO DE TAROT TERAPEUTICO-Arcanos Mayores-


Facilitadora: Celeste Quiroga

INTRODUCCION
¿QUÉ ES EL TAROT TERAPÉUTICO?
El Tarot Terapéutico tiene como objetivos sintonizar al
individuo con su esencia e identificar y ayudar a resolver
bloqueos, miedos y otros patrones de conducta que dificultan su
realización integral. Estos bloqueos son muchas veces programas,
sistemas de creencias, pensamientos limitantes y traumas de la
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propia vida del consultante como así también duelos no cerrados


y conflictos no resueltos que han pasado de generación en
generación con la intención de ser sanados.
El concepto de Tarot Terapéutico, como instrumento de evolución
y liberación, fue desarrollado por el tarotista, especialista
holístico y autor, Veet Pramad, en el año 1987. Pramad, marroquí
de ascendencia española, fue el creador de la lectura
terapéutica, basándose en la tirada de la Cruz Céltica.

PRINCIPIOS DEL TAROT TERAPÉUTICO


Veet Pramad explica que este método se rige por 5 sencillos
principios:

 Nuestras vidas son el producto de nuestras decisiones y no


de las circunstancias. Somos plenamente responsables por
la vida que tenemos.
 Tomamos nuestras decisiones a partir de nuestras creencias
y patrones de conducta en ellas enraizados; por lo tanto,
construimos nuestras vidas a partir de nuestras creencias.
 El principal obstáculo para alcanzar la realización en
cualquier aspecto de la vida somos nosotros mismos, es
decir, nuestra resistencia a cambiar los patrones de
pensamiento y conducta que no funcionan.
 Atraemos lo que necesitamos para crecer y no lo que
pensamos y menos lo que se nos antoja.
 Cada uno de nosotros lleva dentro los potenciales
necesarios para realizarse en todos los aspectos y ser
feliz.

1. Primera parte
Estructura y numerología del Tarot

El Tarot se compone de 78 cartas llamadas arcanos (secreto,


oculto). Podemos dividirlos en dos grandes grupos: los arcanos
mayores (llamados también triunfos) y los arcanos menores.
Los menores son 56 cartas que nos permiten ver los aspectos
cotidianos de la vida material, psíquica y emocional. Las cartas
se dividen, a su vez, en cuatro palos (oros, bastos, copas y
espadas).
Para este curso nos vamos a enfocar solamente en los arcanos
mayores.
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Los arcanos mayores


Los arcanos mayores son 22 y describen el camino que cada uno de
nosotros emprende en la vida, mostrando los procesos, los
obstáculos y también los recursos que disponemos para
transitarlo. Aunque se lo utiliza comúnmente para adivinación,
el Tarot en sí mismo es sanador. Porque nos hablan de arquetipos
del universo. El secreto para su comprensión es reconocer estos
arquetipos y su simbología codificada en las figuras y los
detalles de su composición (colores, vestimenta, fauna, objetos,
astros, números, etc.). Una mirada artística resulta muy útil a
la hora de entender lo que encierra cada una de estas cartas.
Los arcanos mayores se organizan en dos series:

1. Arcanos del I al X (personajes humanos y/o animales en


situaciones reconocibles).
2. Arcanos del XI al XX (imágenes metafóricas o alegóricas).
3. Aparte se encuentran el arcano El Loco (el arcano 0 –cero-
o el arcano sin número en el Tarot de Marsella) y el
arcano XXI El Mundo. Estas dos cartas, una al principio y
otra al final, representan el principio del Alfa y el
Omega. Se encuentran en los extremos porque en el
recorrido que lleva de El Loco a El Mundo se encuentran
contenidas todas las posibilidades del tarot. El Loco es
el primer paso, la energía primigenia, la mirada infinita.
La imagen de la carta representa a un hombre que lleva
consigo como únicas posesiones un bastón y todos sus
bienes en una pequeña bolsa (Marsella). En el tarot Rider
White lleva una flor blanca, simbolizando la pureza de
pensamiento. El Loco abre el camino de la experiencia
humana.
El Mundo es una carta donde está contenida la estructura
completa del tarot, es un espejo de la totalidad de las
cartas, culminación de un ciclo y el comienzo de otro.

Ejemplo con el Tarot de Marsella


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Como veremos más adelante, cada carta contiene información


potencial de la carta siguiente, como una especie de relato en
el cual cada capítulo contiene datos del anterior y del
posterior para mayor comprensión de la historia. No nos
olvidemos que el Tarot es el relato del recorrido del alma
humana en este plano de existencia.
De todos modos, es necesario entender que el Tarot no es
conjunto de cartas independientes entre sí sino que forman un
sistema, una especie de mandala según la visión de Carl Gustav
Jung. Para Jung, un mandala es una representación de la psique,
cuya esencia nos es desconocida. Como tal, se traduce en
símbolos, más precisamente en arquetipos simbólicos. Este es el
lenguaje del inconsciente. Es por eso que cada detalle de las
cartas y su disposición en el espacio tienen significados que
nacen desde la fuente del inconsciente. Es allí donde están
archivadas no solo las memorias de nuestra vida presente (cada
pequeño detalle por insignificante que sea) sino también las
memorias arcaicas de toda la humanidad, el llamado inconsciente
colectivo. Esta parte secreta de nuestra mente tiene un
componente cultural heredado, una matriz mental que da forma a
nuestra manera de percibir e interpretar las experiencias que
nos ocurren como individuos.
Si hablamos de inconsciente colectivo hablamos de arquetipos. Si
centramos la mirada en el individuo, los arquetipos pasan a ser
patrones emocionales y de conducta que dan forma a nuestra
manera de procesar sensaciones, imágenes y percepciones como un
todo con sentido. De alguna manera, para Jung los arquetipos se
acumulan en el fondo de nuestro inconsciente colectivo para
formar un molde que le da significado a lo que nos pasa.
Los símbolos y mitos que parecen estar en todas las culturas
conocidas son para Carl Gustav Jung una señal de que todas las
sociedades humanas piensa y actúa a partir de una base cognitiva
y emocional que no depende de las experiencias propias de cada
persona ni de sus diferencias individuales que le vienen de
nacimiento. De este modo, la propia existencia de los arquetipos
sería una evidencia de que existe un inconsciente colectivo que
actúa sobre los individuos a la vez que lo hace la parte del
inconsciente que es personal.
Antes de seguir avanzando, vamos a describir brevemente las
características de los arquetipos y los símbolos.
Que son los arquetipos
Los arquetipos son patrones de imágenes y símbolos recurrentes
que aparecen bajo diferentes formas en todas las culturas y que
tienen una vertiente que se hereda de generación en generación.
Un arquetipo es una pieza que da forma a una parte de este
inconsciente colectivo que es en parcialmente heredado.
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Por definición, dice Jung, estas imágenes son universales y


pueden ser reconocidas tanto en manifestaciones culturales de
distintas sociedades como en el habla, el comportamiento de las
personas y, por supuesto, en sus sueños. Esto significa que
pueden localizarse y aislarse en todo tipo de productos del ser
humano, ya que la cultura afecta a todo lo que hacemos incluso
sin darnos cuenta.
Tipos de arquetipos
Hay ciertas formas de clasificar los distintos arquetipos. Por
ejemplo:

 Eventos arquetípicos como el nacimiento, la muerte; el


Diluvio Universal, el apocalipsis, el fin del mundo; etc.
 Temas arquetípicos como la creación, la venganza, el amor
eterno.
 Figuras arquetípicas, como el Padre, la Madre, el Héroe
(figura de poder que se caracteriza por luchar contra la
Sombra, es decir, que mantiene a raya todo aquello que no
debe invadir la esfera social para que el conjunto no se
vea perjudicado. Además, el Héroe es ignorante, ya que su
determinación le lleva a no pararse a reflexionar acerca
de la naturaleza de lo que combate); el viejo sabio (su
papel es revelarle al Héroe el inconsciente colectivo,
arrojando luz sobre la senda del Héroe); la virgen, el
Triscker (o el embaucador, es el que introduce las bromas
y la violación de las normas preestablecidas para mostrar
hasta qué punto las leyes que explican las cosas son
vulnerables. Pone trampas y paradojas en la senda del
Héroe.
 Aspectos internos: Ánimus y Ánima (aspectos masculino y
femenino); la Persona (nuestra máscara, como nos mostramos
a los demás); la Sombra (lo que queremos mantener en
secreto de nosotros mismos).
Dice Alejandro Jodorovsky, tomando el mito egipcio del dios
Osiris, despedazado por su hermano Seth: “Simbólicamente los
arcanos del Tarot son un cofre donde se ha depositado un tesoro
espiritual. La apertura de este cofre equivale a una revelación.
La tarea iniciática consiste en unir los fragmentos hasta
recuperar la unidad... Se parte de un mazo de cartas, se mezclan
los arcanos y se los extiende sobre una superficie, es decir, se
despedaza al Dios (Osiris). Se los interpreta, se los reúne en
frases. El lector iniciado (Isis, el alma) en una búsqueda
sagrada reúne los pedazos. El Dios resucita, ya no en la
dimensión inmaterial sino en el mundo material. Con el Tarot se
compone una figura, un mandala, que permite abarcarlo entero de
una sola mirada.”
A lo largo del curso vamos a poner en práctica el ejercicio de
la mirada para ir descubriendo los mensajes depositados en cada
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carta, en cada detalle, como un acto de creación, de re-


signifacion y de revelación a partir de estos arquetipos.

Que son los Símbolos


Símbolo es aquello que sirve para representar, de alguna manera,
una idea que puede percibirse a partir de los sentidos y que
presenta rasgos vinculados a una convención aceptada a nivel
social. Por ejemplo: la Cruz representa al Cristianismo, el
símbolo de la Paz a la Cultura Hippie de los 60s/70s.
Veremos que en las cartas del tarot hay infinidad de símbolos
que vamos a ir descubriendo a medida que avancemos.
Con respecto a la energía que transmiten los símbolos, el
psicoanalista argentino Norberto Litvinoff dice que todo símbolo
es “una máquina psicológica transformadora de energía”.
Como sostiene Sallie Nichols en su libro “Jung y el tarot”:
“El viaje a través de las cartas del tarot es, básicamente, un
viaje a nuestra propia profundidad. Cualquier cosa que
encontremos en este viaje es, en el fondo, aspectos de nuestro
más profundo yo. Dado que el origen de estas cartas data de un
tiempo en que lo misterioso y lo irracional eran más reales que
hoy, nos servirán de puente para llevarnos en busca de la
sabiduría ancestral que todavía se halla en nuestro más profundo
yo. Una sabiduría muy necesaria en la actualidad, tanto para
resolver nuestros problemas personales como para encontrar
respuestas creativas a preguntas universales que nos conciernen
a todos”.

ARQUETIPOS Y SÍMBOLOS Una perspectiva desde la Psicología


Junguiana
Modelo junguiano de la psique
Para la comprensión adecuada de los arquetipos y símbolos se
hace necesario presentar el modelo de la psique ofrecido por el
psiquiatra suizo Carl Gustav Jung.
Jung, describió tres estratos de la psique:
1.- El consciente, cuyo punto focal es el ego
El ego es el complejo central de la psique consciente: portador
de nuestro sentido de identidad y continuidad personal en el
espacio y el tiempo.
2.- El inconsciente personal, de naturaleza ontológica
Relacionado con la experiencia individual. Los contenidos del
inconsciente personal son biográficos: memorias reprimidas,
percepciones subliminales y los complejos.
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Los complejos son las unidades funcionales del inconsciente


personal. Un complejo es la imagen de cierta situación psíquica
que tiene un fuerte acento emocional. Además, es incompatible
con la actitud habitual de la conciencia. El núcleo de un
complejo es un arquetipo del inconsciente colectivo. La
activación de un arquetipo está regida por las leyes de
asociación: la ley de semejanza y la ley de contigüidad. Así, un
arquetipo comienza a actuar en la psique cuando un individuo se
halla próximo (contigüidad) a una situación o a una persona
cuyas características guardan semejanza con el arquetipo en
cuestión.
Una activación de un complejo significa que aglutinamos los
acontecimientos, ideas y emociones, a manera de racimo,
alrededor de un arquetipo (madre, padre, héroe, niño divino,
dios, etc.) que los vinculan entre sí, al igual que como solemos
agrupar en constelaciones (“Osa mayor”, “Osa menor”) las
estrellas que vemos en la bóveda celeste. De tal manera, los
complejos permanecen agrupados bajo un nudo temático.
Los complejos están caracterizados por su carácter autónomo.
Mientras más inconsciente sea el complejo mayor será su
autonomía. La activación o constelización de un complejo es una
experiencia marcada por la presencia de un fuerte tono
emocional, ya sea de amor, odio, tristeza, alegría o ira. Todos
los seres humanos poseemos complejos, en razón de ser las
unidades estructurales del inconsciente personal. Con relación a
ello Jung señala: “hoy en día, todos saben que las personas
tienen complejos. Lo que no se sabe, a pesar de que teóricamente
es mucho más importante, es que los complejos pueden tenernos a
nosotros.”
El primer complejo activado es el complejo del Yo, el cual
comienza a funcionar en la primera infancia. El Yo es el más
autónomo y diferenciado de los complejos y conglomera nuestra
visión de mundo y de nosotros mismos.
Los complejos no son buenos ni malos, el carácter lo determina
la relación que tiene el ego con los mismos. Por ejemplo, si
tenemos un fuerte complejo de abandono de carácter bastante
autónomo éste podría convertirse en el punto propicio a la
creación de símbolos referentes al tema de ser abandonado y
estos símbolos se constituyen en un factor de atracción de
temas, pensamientos e ideas que refuerzan tal complejo. Por
ello, se hace necesario trabajar nuestros complejos a fin de que
no se vuelvan atractores fijos y como tales estemos sometidos a
leyes repetitivas y mecánicas de las corrientes inconscientes.
La idea es pasar de objeto a sujeto.
3.- Inconsciente colectivo o psique objetiva, autónoma,
arquetípica o transpersonal cuya naturaleza es filogenética
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Es el estrato más profundo de la psique, común a toda la


humanidad y cuyos elementos estructurales y primordiales son los
arquetipos.
Los arquetipos son sistemas energéticos de naturaleza psíquica
determinantes de toda forma de experiencia psíquica. Son
elementos universales, eternos y heredados, que se manifiestan a
través de imágenes simbólicas y representan los eventos
primigenios que dieron forma a la humanidad desde tiempos
inmemoriales.
Jung utilizó el símil del espectro lumínico para ilustrar las
diferencias entre el instinto y el arquetipo: los patrones
instintivos del comportamiento y la imagen arquetípica son
extremos polares del espectro continuo.
De acuerdo con este
símil bien pudiera
decirse: los arquetipos
son instintos
expresados en imágenes.
Los arquetipos son a la
psique lo que los
instintos a la biología. Así como también la esfera psico-
espiritual y la biológica son dos caras de una misma moneda. En
virtud de ello, cada contenido arquetípico posee su contraparte
en alguna forma instintiva. No obstante, es imposible conocer
los arquetipos de por sí, pues no son accesibles al conocimiento
directo. Su existencia solo puede ser inferida a partir de sus
manifestaciones. Es decir, solo podemos percibir los arquetipos
cuando surgen como imágenes en la conciencia.
De manera similar a los instintos, los arquetipos, escribe el
analista Anthony Stevens, Nos predisponen a enfocar la vida y a
vivirla de determinadas maneras, de acuerdo con pautas
previamente dispuestas en la psique. Es más, también organizan
las percepciones y las experiencias para ajustarlas a la pauta.
A esto se refiere Jung cuando dice que hay tantos arquetipos
como situaciones típicas en la vida. Hay figuras arquetípicas
(por ejemplo, madre, hijo, padre, dios, sabio), acontecimientos
arquetípicos (por ejemplo, nacimiento, muerte, separación de los
padres, cortejo, matrimonio, etc.) y objetos arquetípicos (por
ejemplo, agua, sol, luna, peces, animales predadores,
serpientes). Cada uno de estos arquetipos forma parte de la
dotación global que la evolución nos entrega como equipaje para
la vida; cada uno halla su expresión en la psique, en el
comportamiento y en los mitos.
Como hemos podido apreciar, los arquetipos no son ideas
heredadas sino posibilidades de ideas, y esto puede ser
confirmado desde diversos campos de estudios: etología,
biología, antropología, sociología, psicología. Los antropólogos
George Murdock y Robin Fox han concluido de acuerdo con sus
estudios lo siguiente:
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Ninguna cultura humana conocida carece de leyes acerca de la


propiedad, de procedimientos para resolver disputas, de leyes
que gobiernan el cortejo, el matrimonio y el adulterio; de
tabúes relacionados con la comida y el incesto; de reglas de
etiqueta prescribiendo formas de saludos y maneras de dirigirse
al otro, así como también reglamentaciones acerca de la
manufactura de herramientas y armas; de la labor cooperativa,
del régimen de visitas, acerca de banquetes, hospitalidad, el
intercambio de regalos, los ritos funerarios, la creencias en
fuerzas supernaturales, los rituales religiosos, el recital de
mitos y leyendas, los bailes, las enfermedades mentales, la
curación a través de la fe, la interpretación de sueños, etc.
Todos estos patrones universales de comportamiento ponen en
evidencia los arquetipos en acción. La cuestión es: ninguna de
nuestras experiencias vitales está determinada exclusivamente
por nuestras historias personales. También se hallan
fundamentalmente guiadas por la historia colectiva de la especie
humana como una totalidad. Esta historia colectiva está
codificada en el inconsciente colectivo. (Citado en Stevens
1994, 15-16)
El sí-mismo (Self) o el arquetipo de la totalidad descrito por
Jung.
El sí-mismo, en la hermenéutica junguiana, es la imago Dei o
imagen divina. Como tal, es el centro regulador y principio
unificador de la psique total. Representa el poder transpersonal
que trasciende al ego, ocupando el lugar central como la
autoridad psíquica suprema. El sí-mismo es personal y, a su vez,
impersonal o transpersonal:
El sí-mismo no sólo es el centro, sino también toda la
circunferencia que abarca tanto lo consciente como lo
inconsciente; es el centro de esta totalidad, así como el ego es
el centro de la conciencia.
Como centro, participa de todos los niveles del ser. Como punto
central, siempre forma parte de la imagen del círculo.
Mientras el ego posee un carácter finito, transitorio y parcial,
el sí-mismo es infinito, eterno y total (sintético). Así el
hombre, tal como lo señaló el filósofo danés Sören Kierkegaard,
es una síntesis de infinito y finito, de lo temporal y de lo
eterno, de libertad y necesidad.
Del sí-mismo surge el impulso hacia la auto-realización del
individuo por medio de la comprensión y desarrollo de las
potencialidades innatas de su psique a través de lo que Jung
denominó el proceso de Individuación. Es, además, el medio
adaptativo del hombre a su entorno, así como a su vida
espiritual.
Existen innumerables temas e imágenes relacionadas con el sí-
mismo. Al respecto, Edinger señala:
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Temas tales como la plenitud, la totalidad, la unión de


opuestos, el punto central generativo, el ombligo del mundo, el
eje del universo, el punto creativo donde se encuentran Dios y
el hombre, el punto en el cual las energías transpersonales
fluyen hacia la vida personal, la eternidad como opuesta al
flujo temporal, la incorruptibilidad, lo inorgánico unido
paradójicamente con lo orgánico, las estructuras protectoras
capaces de imponer orden sobre el caos, la transformación de la
energía, el elíxir de la vida todo esto está referido al sí-
mismo, la fuente central de la energía vital, la fuente de
nuestro ser, la cual es descrita de manera más simple como Dios.
Los contenidos arquetípicos del inconsciente colectivo son
accesibles a la conciencia solo a través de símbolos presentes
en las fantasías, visiones, mitos, folklore, cuentos de hadas y
particularmente a través de los sueños y los símbolos contenidos
en los dogmas religiosos. Estos contenidos no pueden ser
traducidos exclusivamente en términos de la historia personal
pues no son individuales sino universales y de aparición
regular. Símbolos tales como el nacimiento, la adolescencia, la
muerte, la Madre, el Padre, la Luna, el Sol, el Héroe o Heroína,
Dioses y Diosas, el Mago, el Sabio, el Tramposo, el Enemigo, son
comunes a toda la raza humana independientemente de la cultura y
de la era histórica.
El desarrollo de nuestra vida se va desenvolviendo alrededor de
una miríada de patrones o temas, similares a los de los antiguos
temas mitológicos. Conocer estos patrones o conocer nuestro mito
personal nos permitirá vivenciar nuestra existencia como una
vida plena de significación mítica y espiritual. Conocer estos
patrones es conocer y comprender el aspecto imaginario de
nuestra psique, así como los pasajes inherentes a toda vida
humana.
Los arquetipos se expresan a través de los símbolos. El símbolo
es una cosa viviente y nunca podrá ser conceptualmente agotado;
posee una naturaleza polisémica. “El símbolo es la forma de
manifestación del arquetipo en el aquí y en el ahora”. Sin
embargo, el arquetipo no es idéntico al símbolo. Stevens
representa al símbolo a modo de actualización de un arquetipo:
Arquetipo + experiencia = símbolo
A partir de lo cual, concluye: “El símbolo es la condensación de
lo personal y lo colectivo, de lo individual y de lo universal”.
El símbolo, de acuerdo con Jung, “es la expresión de algo que no
puede ser caracterizado de mejor manera. El símbolo está vivo
mientras permanezca preñado de significado” (CW 6, 816). Sin
embargo, a través de una hermenéutica adecuada, los símbolos nos
podrán ayudar a ir develando los contenidos psíquicos que de
otra manera resultarían inasibles.
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Por su parte, el filósofo Paul Tillich, describe seis aspectos


esenciales de los símbolos:
• Apuntan hacia algo más allá de sí mismos.
• Participan de aquello a lo que apuntan.
• Abren nuevos niveles de realidad que de otra manera
estarían cerrados para nosotros.
• Revelan dimensiones y elementos de nuestra alma que
corresponden a las dimensiones y elementos de la
realidad.
• No pueden ser producidos intencionalmente.
• Crecen y mueren (cuando no pueden seguir produciendo una
respuesta).
Como ejemplo del manejo de lo simbólico ofreceré un sueño y su
aproximación a través de la amplificación. Un método de
asociación creado por Jung y basado en un estudio comparativo de
la religión, la mitología, los cuentos de hadas. Por ello,
seguiremos la pista de los símbolos e imágenes oníricas hasta su
fuente de origen (asociaciones arquetípicas).
Para Jung, un mandala es una representación de la psique, cuya
esencia nos es desconocida. Como tal, se traduce en símbolos,
más precisamente en arquetipos simbólicos. Este es el lenguaje
del inconsciente. Es por eso que cada detalle de las cartas y su
disposición en el espacio tienen significados que nacen desde la
fuente del inconsciente. Es allí donde están archivadas no solo
las memorias de nuestra vida presente (cada pequeño detalle por
insignificante que sea) sino también las memorias arcaicas de
toda la humanidad, el llamado inconsciente colectivo. Esta parte
secreta de nuestra mente tiene un componente cultural heredado,
una matriz mental que da forma a nuestra manera de percibir e
interpretar las experiencias que nos ocurren como individuos.
Si hablamos de inconsciente colectivo hablamos de arquetipos. Si
centramos la mirada en el individuo, los arquetipos pasan a ser
patrones emocionales y de conducta que dan forma a nuestra
manera de procesar sensaciones, imágenes y percepciones como un
todo con sentido. De alguna manera, para Jung los arquetipos se
acumulan en el fondo de nuestro inconsciente colectivo para
formar un molde que le da significado a lo que nos pasa.
Los símbolos y mitos que parecen estar en todas las culturas
conocidas son para Carl Gustav Jung una señal de que todas las
sociedades humanas piensa y actúa a partir de una base cognitiva
y emocional que no depende de las experiencias propias de cada
persona ni de sus diferencias individuales que le vienen de
nacimiento. De este modo, la propia existencia de los arquetipos
sería una evidencia de que existe un inconsciente colectivo que
actúa sobre los individuos a la vez que lo hace la parte del
inconsciente que es personal.
Antes de seguir avanzando, vamos a describir brevemente las
características de los arquetipos y los símbolos.
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Que son los arquetipos


Los arquetipos son patrones de imágenes y símbolos recurrentes
que aparecen bajo diferentes formas en todas las culturas y que
tienen una vertiente que se hereda de generación en generación.
Un arquetipo es una pieza que da forma a una parte de este
inconsciente colectivo que es en parcialmente heredado.
Por definición, dice Jung, estas imágenes son universales y
pueden ser reconocidas tanto en manifestaciones culturales de
distintas sociedades como en el habla, el comportamiento de las
personas y, por supuesto, en sus sueños. Esto significa que
pueden localizarse y aislarse en todo tipo de productos del ser
humano, ya que la cultura afecta a todo lo que hacemos incluso
sin darnos cuenta.
Tipos de arquetipos
Hay ciertas formas de clasificar los distintos arquetipos. Por
ejemplo:
• Eventos arquetípicos como el nacimiento, la muerte; el
Diluvio Universal, el apocalipsis, el fin del mundo;
etc.
• Temas arquetípicos como la creación, la venganza, el
amor eterno.
• Figuras arquetípicas, como el Padre, la Madre, el Héroe
(figura de poder que se caracteriza por luchar contra la
Sombra, es decir, que mantiene a raya todo aquello que
no debe invadir la esfera social para que el conjunto no
se vea perjudicado. Además, el Héroe es ignorante, ya
que su determinación le lleva a no pararse a reflexionar
acerca de la naturaleza de lo que combate); el viejo
sabio (su papel es revelarle al Héroe el inconsciente
colectivo, arrojando luz sobre la senda del Héroe); la
virgen, el Triscker (o el embaucador, es el que
introduce las bromas y la violación de las normas
preestablecidas para mostrar hasta qué punto las leyes
que explican las cosas son vulnerables. Pone trampas y
paradojas en la senda del Héroe.
• Aspectos internos: Ánimus y Ánima (aspectos masculino y
femenino); la Persona (nuestra máscara, como nos
mostramos a los demás); la Sombra (lo que queremos
mantener en secreto de nosotros mismos).
Qué es un símbolo
Elemento u objeto material que, por convención o asociación, se
considera representativo de una entidad, de una idea, de una
cierta condición. Símbolo es aquello que sirve para representar,
de alguna manera, una idea que puede percibirse a partir de los
sentidos y que presenta rasgos vinculados a una convención
aceptada a nivel social. Por ejemplo: la Cruz representa al
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Cristianismo, el símbolo de la Paz a la Cultura Hippie de los


60s/70s.

El inconsciente

Sus características:
• El otro no existe, en la realidad biológica todo está en el
yo. Aquí se relacionan los conflictos de identificación, cuando
nos identificamos con el resentir vivido por el otro o como
creemos que es el resentir del otro, ya que el otro puede que no
lo viva de la misma manera.
• Es atemporal, Todo está en el presente, el ahora. La
experiencia vivida hace tiempo se vive como si fuera en este
momento.
• Real es igual a virtual, el inconsciente no puede separar
lo que ocurre con lo que imaginamos y creemos que ocurre.
• Es inocente, el concepto del bien y el mal es relativo,
dependerá de nuestras experiencias, creencias, programas.

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