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¿Cuál es la fuerza fundamental que lleva a las sociedades al desarrollo de su producción social?
En la producción social intervienen las fuerzas productivas condicionadas por la forma de invertir y la
forma de propiedad, de producir, de trabajar y de los conocimientos aplicados en la producción
(relaciones de producción); también interviene el trabajo como fuerza transformadora. Esta
interrelación de componentes y actores no es armónica. Los trabajadores luchan por un salario
mayor; el capitalista por una tasa de ganancia superior; la búsqueda de inversión más barata y en
mayores volúmenes demanda que los capitalistas hayan acumulado más dinero; la tecnología
produce mayor producción, pero demanda de menores cantidades de trabajadores (fuerza de
trabajo). Esa débil armonía se conoce con el nombre de lucha de contrarios. La lucha de contrarios
-ley de la dialéctica-, entonces, es el motor del desarrollo.
Entonces, se enfrentan las fuerzas productivas altamente calificadas y muy desarrolladas frente a
relaciones de producción anacrónicas, resistentes al cambio. Esto es lo que se denomina la lucha de
contrarios, donde las relaciones de producción mantienen la relación de propiedad, elevan la tasa de
ganancia basados en los innovados procesos productivos y reducen el empleo ocupado en estos muy
llamativos transformaciones productivas. De manera colateral, el capital y la revolución técnica han
buscado imponerse sobre las fuerzas de la naturaleza, causando daños al ambiente.
En la lucha de contrarios, por una parte, el propietario de los medios de producción asegura la
existencia del estado imperante en las relaciones de producción, por medio leyes, las universidades
por medio del desarrollo de teoría que sostenga el “status quo”, mantener como cierto por ejemplo
“la libertad de mercado como libertad humana necesaria para existir”, de comportamientos de
consumo para imponer cierta cultura. De acuerdo a Burlatsky (1982, p. 40), las formas y maneras en
las que las fuerzas productivas y las relaciones de producción interactúan, dependerán de las
regulaciones que la cultura, la ciencia, las leyes y la comunicación regula el estado actual de las
relaciones económicas, sociales y políticas de una sociedad.