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El bosque de las voces

Por: Martina Ortega

Una mañana peculiar mis hermanos Frida Jaramillo, Fer Jaramillo y yo decidimos ir a
acampar al “bosque de las voces”, como se lo conocía en mi pueblo. Nosotros no
creíamos en fantasmas, ni en ninguna de esas historias locas que contaba mi abuelita
Carmen.

- Son solo cuentos antiguos, decíamos.

Nadie en nuestra familia sabía cual era nuestro plan, pero nosotros queríamos
demostrarles que estaban exagerando, que era un bosque normal y corriente.

- Ahora pienso… ¡¡qué equivocados estábamos!!

Mi abuelita Carmen, que dice siempre sentir las vibras, nos dijo específicamente que nos
cuidáramos ese día. Nosotros solo asentimos con la cabeza y no lo vimos como un gran
problema. Frida, la menor, pudo haberle contado nuestra aventura cuando tomaban
café en esa vieja mesa que tanto le gusta a mi abuela.

Llegó el momento de nuestra partida y al llegar al bosque Fer, el mayor, exclamó …

- Pero qué hermoso paisaje, parece que el sol nos sonríe desde el cielo y los
árboles bailan con el viento. (Personificación)
- No puedo creer que la gente por supersticiosa se pierda tanta belleza.

Ese día disfrutamos, pescamos, comimos y nos reímos mucho. Pero llegó la noche y
parecía que el viento nos abrazaba con sus manos frías (Personificación), así que
decidimos hacer una fogata para entrar en calor.

De repente todos nos empezamos a seguir un poco agotados y cansados, casi no


podíamos mover el cuerpo. Nos asustamos…

Voces como pasados susurros sonaban por el río, sonaban entre las hojas secas… como
un cantar silencioso (Antítesis). De pronto vimos pasar a una señora muy extraña,
cuando una espesa nube negra nos cubrió y apagó nuestra fogata en un instante,
dejándonos totalmente oscuras.

- ¡Este bosque está maldito! – grité

Mientras Frida lloraba y yo recogía todas nuestras cosas, Fer trajo el carro y huimos lo
más rápido que pudimos. Mientras tanto, observamos por la ventana que la nube se
había ido y cualquier rastro de la señora se esfumó con ella…

Al día siguiente no pudimos esperar para contarle a la abuelita Carmen lo que había
sucedido.
- Ella nos dijo - ay mis niños necios yo les advertí que “tu no juegas con los entes
malignos, los entes malignos juegan contigo” (Retruécano) y ayer ustedes lo
comprobaron con sus propios ojos…

Después de esas profundas palabras no pudimos quedarnos tranquilos y le pedimos a


Lucía Aguirre, nuestra vecina que hacía curaciones, que nos revisara.

- Ella y mi abuelita susurraban “Mal de ojo debe ser” “Espanto debe ser…”
(Perífrasis)

En fin, la vecina encendió un cigarrillo y nos sopló el humo por todo el cuerpo. Ella
empezó a toser muy fuerte y casi se desmaya. Cuando nos dimos cuenta la colilla estaba
completamente negra y un olor amargo (sinestesia) inundó el aire.

Luci se asustó y dijo… es peor de lo que creía, no solo es mal de ojo, es brujería (Realismo
mágico) …

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