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RESÚMENES Y ANÁLISIS

DE ALGUNOS LIBROS DE
AUTOSUPERACIÓN
(LUIS ÁNGEL RÍOS PEREA)

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Índice

Juan Salvador Gaviota


Cambio de ritmo
Exceso de equipaje
Autoliberaión interior
El arte de hablar en público
Vivir, amar y aprender
Kybalión
Rinoceronte
La conquista de la felicidad
Ilusiones
¿Quién se ha llevado mi queso?
La india misteriosa
No se preocupe
El alquimista
Uno
Padre rico, padre pobre
El caballero de armadura oxidada
Yo me he llevado tu queso
Triunfar, querer, poder
En busca de la paz interior
El mundo es tuyo, pero tienes que ganártelo
El Arte de Amar
Ética para Amador
Amar o depender
Deshojando Margaritas
JUAN SALVADOR GAVIOTA
(Richard Bach)

“Juan Salvador Gaviota”, de Richard Bach. Argumento: Juan Salvador Gaviota,


una joven gaviota es expulsada de la bandada porque se rebeló contra las
normas establecidas, las cuales no posibilitaban su realización, su
autodeterminación, su autonomía y su libertad. Debió dejar a su “familia” por
roto con lo establecido, con lo convencional, con lo rutinario, por hacer lo que
los demás hacían por hacer, sin preguntarse por qué lo hacían y si podrían
hacer algo mejor. Tuvo que abandonar la bandada porque sólo obedecía a sus
reglas, ya que se sabía en lo cierto. En su destierro conoció a otras gaviotas, que
con su experiencia le enseñaron a vivir intensamente, a encontrarle sentido a su
vida, a valorar la amistad y autodeterminarse. Sus mensajes son: 1. Ansia de
libertad. 2. Búsqueda de la perfección. 3. Derecho de ser lo que se quiere. 4.
Búsqueda de sentido de la vida. 5. Bondad y amor.

Algunos apartes del libro:

“*- ¿Por qué, Juan, por qué? –preguntaba su madre- ¿Por qué te resulta tan
difícil ser como el resto de la bandada, Juan? ¿Por qué no dejas los vuelos
razantes a los pelícanos y a los albatros? ¿Por qué no comes? ¡Hijo, ya no eres
más que hueso y plumas! *- No me importa ser sólo hueso y plumas, mamá.
Sólo pretendo saber qué puede hacer en el aire y qué no. Nada más. Sólo deseo
saberlo. *Si quieres estudiar, estudia sobre la comida y cómo conseguirla.
*Durante los días sucesivos, intentó comportarse como las demás gaviotas.
*Hay tanto que aprender. *El tema fue la velocidad... *...contento de ser como
soy: una pobre y limitada gaviota. *Soy una gaviota como cualquier otra
gaviota, y volaré como tal. *Y le resultó grato dejar ya de pensar, y volar... *¡Hay
una razón para vivir! Podremos alzarnos sobre nuestra ignorancia, podremos
descubrirnos como criaturas de perfección, inteligencia y habilidad. ¡Podremos
ser libres! ¡Podremos a prender a volar! *Ponerse en el centro significaba gran
vergüenza o gran honor. *Sólo quiero compartir lo que he encontrado, y
mostrar esos nuevos horizontes que nos están esperando. *La irresponsabilidad
se paga. La vida es lo desconocido y lo irreconocible, salvo que hemos nacido
para comer y vivir el mayor tiempo posible. *Durante mil años hemos luchado
por las cabezas de los peces, pero ahora tenemos una razón para vivir; para
aprender; para descubrir; ¡para ser libres! *Su único pesar no era la soledad,
sino que las otras gaviotas se negasen a creer en la gloria que les esperaba al
volar; que se negasen a abrir sus ojos y a ver. *Aprendió a dormir en el aire
fijando una ruta durante la noche a través del viento de la costa atravesando
ciento cincuenta kilómetros de sol a sol. *Aprendió a volar y no se arrepintió
del precio que había pagado. *Juan descubrió que el aburrimiento y el miedo y
la ira, son las razones por las que la vida y la ira, son las razones por las que la
vida de una gaviota es corta, y al desaparecer aquellas de su pensamiento, tuvo
por cierto una vida larga y buena. *En el cielo, pensó, no debería haber
limitaciones. *Tú eres una gaviota en un millón. *La meta de la vida es
encontrar esa perfección y reflejarla. *El cielo no es un lugar, ni un tiempo. El
cielo consiste en ser perfecto. *Empezarás a papal el cielo, Juan, en el momento
en que palpes la perfecta velocidad. La perfección no tiene límites. La perfecta
velocidad, hijo mío, es estar allí. *Las gaviotas que desprecian la perfección por
el gusto de viajar, no llegan a ninguna parte, y lo hacen lentamente. Las que se
olvidan de viajar, no llegan a ninguna, y lo hacen lentamente. Las que se
olviden de viajar por alcanzar la perfección, llegan a todas partes, y al instante.
*Para volar tan rápido como el pensamiento y cualquier sitio que exista, debes
empezar por saber que ya has llegado... *Tú no necesitaste fe para volar, lo que
necesitaste fue comprender lo que era el vuelo. *¡Soy una gaviota perfecta y sin
limitaciones! *Siempre resulta cuando se sabe lo que se hace. *Soy yo quien
debe aprender de vosotros. *Estarás preparado para subir y comprender el
significado de la bondad y el amor. *Si nuestra amistad depende de cosas como
el espacio y el tiempo, habremos destruido nuestra propia hermandad! Pero
supera el espacio, y nos quedará sólo un aquí. Supera el tiempo, y nos quedará
sólo un ahora. *Si hay alguien que pueda mostrarle a uno en la tierra cómo ver a
mi millas de distancia, ése será Juan... *... y supo, con experimentada facilidad,
que ya no era sólo hueso y plumas, sino una perfecta idea de libertad y vuelo,
sin limitación alguna. *¡Volar es tanto más importante que un simple aletear de
aquí para allá! *¿Son ciegos acaso? ¿Es que no pueden ver? ¿Es que no pueden
imaginar la gloria que alcanzarán si realmente aprendiéramos a volar!
*Debemos rechazar todo lo que nos limite. *Rompe las cadenas de tu
pensamiento, y romperás también las cadenas de tu cuerpo. *Somos libres de ir
donde queremos y de ser lo que somos. *Tienes la libertad de ser tú mismo, tu
verdadero ser, aquí y ahora, y no hay nada que te lo pueda impedir. *La
libertad es la misma esencia de su ser; todo aquello que impida esa libertad
deber ser eliminado. *La única ley verdadera es aquella que conduce a la
libertad. *El problema consiste en que debemos intentar la superación de
nuestras limitaciones en orden, y con paciencia. *¿Por qué será que no hay nada
más difícil en el mundo que convencer a un pájaro de que es libre, y de que lo
puede probar por sí mismo si sólo se pasara un rato practicando. *No creas lo
que tus ojos te dicen. Sólo muestran limitaciones. Mira con tu entendimiento,
descubre lo que ya sabes, y hallarás la manera de volar”.

CAMBIO DEL RITMO


(Stephan Rechtschaffen)

El autor hace énfasis en la importancia de vivir el aquí y el ahora, concebir el


tiempo de otra manera a la tradicional y cambiar el ritmo de la vida que
llevamos para ser felices.

Nos pregunta si disponemos de tiempo suficiente para vivir nuestra vida.


Considera que “el tiempo y el alma se vuelven términos equivalentes”.
Advierte que “ser consciente del tiempo tiene que ver con una vida plena.
Cuando podamos vivir de una manera plena el instante presente, entonces
habremos adquirido conciencia del tiempo, y esto nos elevará por sobre el
tiempo del reloj, hacia la libertad del tiempo. Tener conciencia del tiempo
implica reencontrarnos con nuestros sentidos... enfrentarnos cara a cara con
nosotros mismos y estar verdaderamente presentes en cada instante de nuestra
vida. La administración del tiempo propuesta es individual: vivir la vida desde
el ahora. El tiempo en sí mismo no existe; es sólo una medición de la distancia que
alcanza a cubrir un objeto que se desplaza en el espacio, tal como lo planteara Albert
Einstein. El tiempo no existe; el ahora, sí. Sentimos el presente. El tiempo
presente sólo se percibe individualmente”. Según Tomás Moore, “el tiempo sólo
es una faceta de la vida, y la vida es el regalo del tiempo. Querer tiempo es
querer vida, querer la oportunidad de vivir plenamente”.

El aquí y el ahora son importantes para el autor. “Si somos conscientes del
ahora, si lo sentimos, estamos en el flujo del tiempo. El tiempo, simplemente, es.
En este instante, ahora mismo”. Por eso es bueno crear tiempo. “Crear tiempo
es estar presentes, aquí en este instante, con más frecuencia. Creamos tiempo
cada vez que regresamos en la conciencia del presente. Crear tiempo es cuestión
de sentirse vivo y auténtico”.

Esta dinámica nos dice que es necesario cambiar de ritmo. “Cambiar de ritmo es
el método para sentir el tiempo con todo nuestro ser, con todos nuestros
sentidos, nuestros sentimientos y con el corazón. Cuando aprendemos a
transformar el tiempo, a acomodarlo, nuestras relaciones se vuelven más
gratificantes; el tiempo que pasamos solos, más enriquecedor; envejecer, más
satisfactorio; el trabajo, más fructífero, y el estrés y la ansiedad, menos
paralizantes. Llevamos el tiempo como esposas en nuestras manos y nos
movemos a su ritmo inexorable. Debemos aprender a manejar a la vez un
tiempo distinto, si queremos disfrutar de la vida”.

Debemos aprender a controlar el tiempo, porque “si no aprendemos a controlar


el tiempo de nuestras vidas, de manera consciente, el estrés será cada vez más
grave. Estamos a merced del bombardeo de mensajes con los que nuestra
sociedad nos incita a ir más rápido, a hacer y producir más, a comprar más y,
sobre todo, a nunca quedarnos tranquilos, para poder así experimentar el hecho
de vivir y estar vivos. Mientras no aprendamos a controlar el tiempo de manera
consciente, la vida se nos seguirá escapando y, no podremos notar ni la belleza
ni lo que ocurre a nuestro alrededor. Sólo nos quedará la impresión de que algo
hace falta, de que nos perdimos de algo. Tenemos que aprender a hacer que el
tiempo transcurra más despacio. Necesitamos detenernos, darnos cuenta de las
cosas, establecernos de verdad en nuestra vida y prestar atención a cada
instante, en vez de vivir corriendo”.

Es importante resonar al mismo ritmo. “Resonancia es el proceso mediante el


cual el ritmo de nuestros órganos y signos se sincronizan entre sí. En 1965
Cristian Huyyens descubrió que los cuerpos en movimiento tienden a la
resonancia; es decir, a vibrar al mismo tiempo. “Un cuchillo no es bueno ni malo,
pero quien lo tome en sus manos por la hoja, con toda seguridad está cometiendo un
error”. RENE DEAMUL. Para volver a resonar a nuestro propio ritmo, debemos
resonar con ritmos distintos de los de la sociedad, y la mejor manera es empezar
a resonar con el ritmo de cada uno”.

Afirma que “debemos ser proactivos y no reactivos”. Además, resalta la


importancia del comprender. “La comprensión es imposible si no estamos
serenos; la serenidad sólo existe cuando el tiempo transcurre despacio”. Por eso
nos aconseja lo siguiente: “¿Le preocupa el futuro? ¡Instálese en el presente!”.

Hay que transformar el tiempo. “Transformar el tiempo significa estar


cambiando nuestros ritmos constantemente, aminorándolo o acelerándolo para
sentirnos siempre presentes y en el transcurso del tiempo. En un mundo en el
cual “más rápido” es sinónimo de “mejor”, la capacidad de cambiar el ritmo es
fundamental, si queremos salir adelante en los asuntos de la vida cotidiana.
Con el sólo hecho de saber que podemos cambiar nuestro ritmo hará que
nuestras horas transcurran con menos ansiedad, nuestros días con menos estrés
y nuestra vida con más plenitud. El “tiempo mental” es cuando somos
hiperactivos para eludir el sufrimiento que nos producen los sentimientos
dolorosos. Con esto pretendemos evitar sentir lo que nos ocurre, para eludir
caer en el tiempo emocional. A medida que el ritmo de la sociedad se acelere,
permaneceremos cada vez más en el tiempo mental y dispondremos de cada
vez menos tiempo para procesar nuestros sentimientos. Esto podrá inundar
nuestra sociedad de reacciones emocionales equivocadas, y aumentar la
violencia y la irritabilidad. Si no desaceleramos lo suficiente para poder
experimentar de manera consciente nuestras emociones, el equilibrio entre el
tiempo mental y el emocional será cada vez más precario”.

Reviste gran importancia vivir el momento. “Como no sabemos estar en el


momento, en lugar de serenidad y contento, sentimos ansiedad y culpa. Estar
presentes es algo que va más allá de la mente y de las emociones. Es
simplemente ser conscientes del derecho de existir. Debemos sentir,
experimentar las emociones y sensaciones tal como llegan y cuando llegan: lo
que sea que sintamos en este momento. Habitualmente eludimos los
sentimientos del presente. Si sentimos dolor, queremos eludirlo y no nos gusta
el presente tal como es. Aprender a aceptar el presente tal como es, nos abre la
puerta hacia las dimensiones plenas de la vida. Nuestra sociedad capitalista,
industrializada, consumista y de éxito nos adormece, y no nos permite vivir el
momento, el ahora. Esta realidad nos impide participar del tiempo emocional.
Participar del tiempo emocional, estar en él, significa no estar simplemente de
cuerpo entero cuando estamos con nuestros seres queridos, sino estar también
emocionalmente presente. Significa estar en capacidad de entender, de apreciar
y compartir lo que él tenga para decir y ofrecer, recibiendo tanto de él como
usted sea capaz de entregarle. Significa ser capaz no sólo de escuchar las
palabras que alguien dice sino el significado y el tono de la emoción que
subyace en ellas. Significa ser capaz de interactuar con otra persona, de estar
con esa persona, sin estar pensando en otra cosa. Significa ser capaz no sólo de
sentir furia contra su jefe, resentimiento hacia su esposa, indignación ante sus
seres queridos, sino también disfrutar del elogio de los demás, amar la
compañía de su cónyuge, sentir placer y orgullo con la sinceridad y franqueza
de quienes amamos. Si no entendemos nuestras emociones del pasado, estamos
condenados a revivirlas, haciéndonos imposible, por tanto, vivir el presente”.

Vivir el aquí y el ahora nos libra de las tensiones. “En el presente no existe el
estrés. Cuando aceptamos que ahora sea, lo que es, aunque estemos cansados, o
asustados, o dolidos, no tenemos por qué agregar el estrés. Puede ser que no
seamos felices, pero estamos abiertos a la realidad de lo que la vida es en ese
momento del tiempo, y no estamos permitiendo que el estrés nos haga aún más
daño. Nuestra vida cambia favorablemente cuando somos capaces de aminorar
la marcha, de extender el momento y de hacernos plenamente presentes en cada
instante de la vida. Si nos permitimos estar verdaderamente en este momento,
en el ahora, y quedarse simplemente con lo que este momento es, el estrés
desaparece”.

Debemos tratar de eternecer los momentos. “Si no aprendemos a dilatar cada


momento y a mirar de frente lo que ese instante nos ofrece la vida se nos pasará
volando hacia su fin inexorable. Para ser capaces de habitar en el tiempo de la
emoción y el sentimiento, tenemos que dilatar cada instante, meterle una cuña y
hacer palanca para poder entrar en él y movernos allí, sintiendo todo lo que
ocurre. La mayoría tenemos miedo de lo que el instante puede depararnos, y
por tanto lo eludimos. No es fácil estar en el instante; si lo fuera, viviríamos
felices y contentos en el presente todo el tiempo. De hecho, cambiar nuestras
tendencias y hábitos requiere mucho esfuerzo y coraje, al igual que minimizar
el impacto de la resonancia que nos rodea y resistir a la gente que nos impulsa a
ir más rápido. Significa aceptar nuestros apuros y aceptarnos a nosotros
mismos. Infortunadamente, la mayoría de las personas sólo reconocemos la
importancia y al realidad específica del ahora cuando nos vemos frente a frente
con una enfermedad incurable o catastrófica. Afrontar nuestra condición mortal
puede provocar una vivencia del presente que simplemente no valorábamos
antes. Sin lugar a dudas todos hemos experimentado un estado de conciencia
plena. Pero debemos aprender a experimentarlo en las cosas más comunes y
elementales de la vida; en realidad, en todo lo que hacemos”.

El presente nos permite vivir a conciencia. “Si perdemos el instante presente,


perdemos la vida. La vida sólo se vive en el presente. La simple capacidad de prestarle
atención al mundo a medida que lo vamos encontrando, puede ser la piedra angular para
llevar una vida plena y que valga la pena vivir. DAVID WHYTE. Debemos tomar
conciencia del tiempo y sentir el ritmo y el transcurso particulares de cada
instante. Si no estamos conscientes del ritmo particular de cada instante, es que
nos arrastra la corriente de la vida y terminamos marchando al ritmo que nos
imponen desde afuera. En principio, el cambio de ritmo es un ejercicio que nos
obliga, como lo indica su nombre, a cambiar nuestro ritmo para resonar al
unísino con el ritmo externo de cada instante, o a sintonizarnos con nuestro
propio ritmo y optar por permanecer en él. Infortunadamente, lo que suele
ocurrir la mayor parte del tiempo, si no estamos conscientes del ritmo particular
de cada instante, es que nos arrastra la corriente y terminamos marchando al
ritmo que nos imponen desde afuera. Es como si viviéramos siempre en ese
estado de confusión que experimentamos cuando suena la alarma del
despertador y, a pesar de no saber muy bien ni siquiera quiénes somos, nos
vamos levantando como respondiendo a una orden”.

El cambio de ritmo tiene muchas implicaciones. “Para cambiar de ritmo,


demarcar fronteras temporales, honrar lo común y corriente, crear tiempo para
la espontaneidad, hacer lo que queremos hacer y crear retiros temporales.
Todos los aspectos de la vida son potencialmente ricos y plenos. No es lo que se
haga sin o cómo se hace lo que importa. Si dejamos a un lado las cosas en
apariencia intrascendentes, dejamos a un lado el presente. Y cuando este dejar a
un lado se convierte en nuestra pauta habitual de conducta, lo más probable es
que también dejemos a un lado los momentos extraordinarios, incapaces de
extraerles su esencia debido a nuestra prisa por avanzar. Si, en cambio,
desarrollamos la capacidad de hacernos presentes en los hechos ordinarios de
nuestra vida, empezaremos a valorar la vida misma, su experiencia cotidiana.
Las grandes aventuras resonarían con mucha más profundidad, pues habremos
aprendido a estar despiertos en el presente cualquiera que sea el caso”.

Muchas veces tenemos miedo al cambio. “Estamos cómodos con nuestra vida;
de manera que, aunque que nos parece atractiva la idea de hacer cambios, su
posibilidad real en verdad nos asusta. La rutina conduce a la pasividad interior;
la repetición puede llevar a un estado en que muy rara vez sentimos realmente
el presente, sin tomar conciencia del entorno ni de nosotros mismos. El tiempo
espontáneo nos permite romper la rutina y entrar renovados en una experiencia
novedosa de verdad. Es posible que nos asuste algo la incertidumbre, o que nos
dé miedo la posibilidad de aburrirnos, pero es una oportunidad como ninguna
para hacernos en verdad presentes en vez de estar comparando lo que es con lo
que hubiera podido ser. Decidir que no tenemos suficiente tiempo, o permitir
que alguien o algo decidan por nosotros, es sólo una manera de poner
resistencia. Todos podemos hacerlo, sin importar lo ocupados que estemos o
qué tan compulsivos seamos al distribuir nuestro día. Debemos tomar en serio
la necesidad de tener tiempo para nosotros mismos; de lo contrario, nos
convertiremos en máquinas al servicio de nuestro jefe, de nuestra familia y del
ritmo lineal. Y se nos pasará la vida sin darnos cuenta. En nuestra, cuando
estamos absorbidos por el trabajo, las preocupaciones, las relaciones y el estrés,
estamos demasiado llenos para reflexionar. Sin embargo, la reflexión cura
profundamente, y la necesitamos para poder evaluar dónde estamos y dónde
quisiéramos estar. Sólo es posible reflexionar cuando nuestro ritmo es lo
suficientemente lento como para que podamos pensar y sentir, sin que los
acontecimientos ni las demás personas nos distraigan”.
La soledad no debe preocuparnos. “Le tememos a la soledad, pero necesitamos
de ella para la contemplación y la reflexión. Cambiar de ritmo es encontrar
calma y sentimientos de paz. Nos asusta la soledad por los sentimientos que
pueden surgir antes de que alcancemos la calma y tememos enfrentarnos a
nosotros mismos desprovistos de nuestro estar haciendo. El tiempo a solas nos
conduce al espíritu".

Compartir nos permite cambiar de ritmo. "Para entrar verdaderamente en total


comunicación con otra persona, es menester que dediquemos tiempo a estar con
ella, pues el tiempo es el núcleo de cualquier relación. La única manera de
llegar a compartir un ritmo es compartiendo el tiempo juntos de manera
concentrada, con la atención de ambos puesta en el mismo punto. Una vez que
lo encontremos, resonamos al mismo ritmo y sabemos por instinto que nuestro
compañero está con nosotros. Sin embargo, con frecuencia nos relacionamos
sólo con los aspectos más superficiales de la otra para comprender demasiado
tarde que aquello no era más que máscaras detrás de las cuales está el
verdadero ser: la hermosura puede no ser lo que la hermosura es; el encanto
puede esconder inseguridad o rabia; un título puede esconder inseguridad o
rabia; un título dice poco o nada sobre el valor intrínseco de una persona. La
máscara por lo general se parece a la función que desempeñemos en la
sociedad: médico, abogado, maestro, policía, madre, padre, presidente de la
junta y directiva de una empresa. Pero si no nos tomamos la molestia y el
tiempo para ver detrás de la máscara, los ritmos que vamos a encontrar son los
ritmos de la sociedad, no los ritmos auténticos del interior de cada persona.
Pero las relaciones que se sustentan en la atracción sexual están condenadas a
fracasar, si lo que queremos es conquistar el objeto de nuestro amor en vez de
buscar una verdadera unión, una comunión que sólo es posible cuando el yo y
tu desaparecen para convertirse en un verdadero nosotros”.

Estar presentes es fundamental para vivir mejor. “Una relación sólo puede ser
auténtica cuando no forma parte de una fantasía, cuando estamos presentes con
la otra persona y sabemos quién es él o ella. Al fin y al cabo, nos encontramos
aquí, sin saber cómo ni por qué, compartiendo este planeta, cada uno yendo
detrás un momento a reconocer y saludar a otro ser humano puede ser hermoso
y profundamente significativo para todos. Con toda seguridad este
comportamiento ayudaría a sanar la confusión y la alienación que imperan en
nuestra sociedad hoy. En todas sus relaciones, superficiales o íntimas, siempre
dedique tiempo a desacelerar. Estar presente en el instante con otra persona es
el mejor regalo que se le puede dar al alma humana”.

En la vida es importante planificar para el futuro en el presente. “Muchas


personas no planifican; simplemente van dondequiera que la vida les lleve.
Dichas personas suelen sufrir de angustia y de miedo. La vida, les parece, suele
conducirlos a la infelicidad y al caos. Si, por el contrario, fueran capaces de
darle dirección a su vida, muchas de sus angustias y temores desaparecerían
automáticamente. Subyace tras esto el mismo principio de ser dueños de
nuestro tiempo, o dejar que el tiempo sea nuestro amo y señor. Saber qué
constituye lo importante es fundamental al hacer planes. Con frecuencia, sin
embargo, las crisis nos distraen; también el deseo de no pensar sino de hacer,
impulsados por los trajines de la vida cotidiana, que hacen difícil ver qué es lo
importante”.

Hay que distinguir entre lo urgente y lo importante. “La urgencia tiene que ver
con acontecimientos que nos llegan desde afuera y que exigen nuestra atención
inmediata: crisis y dilemas que hay que atender ahora. Lo importante hace
referencia a las cosas que trascienden lo inmediato y están en línea con la
orientación general que hemos escogido en cualquier aspecto de nuestra vida.
Para que sea posible planificar con eficacia, para poder dedicar nuestro tiempo
a lo que es importante y no meramente urgente, debemos desacelerar, cambiar
de ritmo, mantener las interrupciones a raya, crear fronteras, ser plenamente
conscientes a concentrarnos en los asuntos a largo plazo. Es la mejor manera de
evitar problemas futuros y reducir así el tiempo que vamos a necesitar para
resolver la crisis. Cuando hagamos nuestros planes para el futuro, también
nosotros debemos dar un paso atrás, cambiar de ritmo y separar lo urgente de
lo importante. De lo contrario, no estaremos preparados para un futuro en el
que fuerzas inesperadas nos obligarán a no actuar sino a reaccionar. Si estamos
preparados, estaremos en mejores condiciones para aprovechar las
oportunidades que nos salgan al camino”.

El ritmo social está socavando la democracia. “Los procesos democráticos


requieren pensar, debatir argumentar, sintetizar; es decir, necesitan tiempo.
Para entender la verdad de un asunto, es menester oír a las dos partes, sus
razones y sus argumentos; tener acceso a los datos y los hechos; estudiar,
sopesar, rumiar. Para ponderar a un hablante, debemos escuchar sus ideas,
hacer preguntas perspicaces, analizar su sinceridad, entender las implicaciones
de lo que tiene para decir. La verdadera revolución es un sincero respeto a las
diferencias de los demás. La violencia prospera porque es una manera de sentir.
Atrapados en la violencia televisada, desesperados por una dosis rápida de
algo, por una gratificación inmediata, necesitados del estímulo (que crea
adicción) del riesgo, cada vez más recurrimos a los puños, las porras, los
cuchillos, las armas de fuego. Y ya ni siquiera las blandimos al aire en señal de
amenaza cuando alguien se nos cruza en el camino, sino que disparamos”.

EXCESO DE EQUIPAJE
(Judith Sills)

Liberarse de uno mismo

El exceso de equipaje son las cosas que ignoramos sobre nosotros mismos y que
obstaculizan nuestro camino. Nosotros no sabemos cuáles son, pero los demás
sí. El exceso de equipaje ocasiona miedos, es una carga inútil; genera temor al
cambio, al riesgo, al fracaso y al rechazo. Entonces nos quedamos en donde estamos así
nos hagamos daño, así suframos. El exceso de equipaje nos mantiene encadenados.
Mientras no nos liberemos seremos infelices. El exceso de equipaje es una carga
absurda. Muchas veces el exceso de equipaje es impuesto desde afuera, por los
demás. El exceso de equipaje ocasiona tristeza y angustia. No podemos ver el exceso
de equipaje porque estamos preocupados con el peso de la carga que los demás
nos impusieron y nos imponen: necesidad de tener razón, sentimiento de
superioridad, temor al rechazo, necesidad de teatralizar o dramatizar y necesidad de
alimentar ira. Nuestra personalidad determina el equipaje que llevamos. El
exceso de equipaje no permite la liberación de uno mismo. El exceso de
equipaje se encuentra en los siguientes planos: 1. Comportamiento: malos
hábitos, apegos, drogas, vicios, etc. 2. Cognoscitivo: falsos valores, creencias,
temores, supersticiones, etc. 3. Emocional: resentimientos, venganzas, iras,
secretos, etc.

El precio que hay que pagar por ser quienes somos.

Nuestro equipaje es el resultado directo de las cualidades personales que hemos


cultivado. Emana directamente de todas las cualidades de la persona. Es el
producto de los anhelos predominantes que moldean la personalidad. Nuestra
personalidad individual está construida alrededor de un núcleo complicado de
motivaciones, necesidades, anhelos e instintos. En cada uno hay unas pasiones
predominantes, las cuales proporcionan en gran medida el combustible que
mueve a la personalidad. En la medida en que dominan la personalidad,
ayudan a desarrollar cualidades muy claras; al mismo tiempo, contribuyen a
desarrollar el equipaje. Una pasión predominante es una necesidad apremiante.
La necesidad de ejercer control, de autoestimación, de seguridad, de apego y de
justicia son las pasiones predominantes en el exceso de equipaje. La pasión
predominante puede ser tan abrumadora y tan y tan urgente que nos obligue a
satisfacerla, incluso a expensas de nuestro éxito y nuestra satisfacción. Las
pasiones personales predominantes probablemente sean una combinación de
nuestra herencia genética y bioquímica, de nuestro ambiente de intimidad y de
nuestro ambiente ampliado. La causa del equipaje está en la herencia y el medio
ambiente. Para aligerar el peso del equipaje es necesario aprender poco a poco,
paso a paso, a resistir al apremio de las pasiones predominantes. El exceso de
equipaje es lo que desconocemos de nosotros mismos, lo que no hemos logrado
ver y que siempre está obstaculizando nuestro camino. Para liberarnos del
exceso de equipaje debemos cambiar lo que vemos, lo que pensamos y lo que
hacemos.

La necesidad de tener razón

Tener razón es importante porque produce una sensación deliciosa de triunfo y


de validez, pero la necesidad de tenerla siempre se convierte en un equipaje
muy pesado cuando es la fuerza impulsora en lugar de una simple preferencia.
Esa necesidad mina la energía, convierte el esparcimiento en trabajo, paraliza el
criterio e interviene el amor. El peligro de la necesidad de tener razón es que
nunca aflojamos, ni con nosotros mismos ni con los demás. El cuerpo paga un
precio por la presión intensa de producir. Vivir para tener razón no es tan
importante como vivir. La necesidad de tener razón obstaculiza la capacidad de
tomar decisiones. En esa necesidad subyacen el perfeccionismo, la dilación y la
impulsividad. La alternativa de no decidir implica dejar que la vida lo haga por
usted. Hay que aflojar. Aflojar es combatir la necesidad de tener razón.
Entonces habrá menos tensión emocional y podremos concentrarnos en las
cosas importantes de la vida. Si necesitamos el control, agotamos la energía
física y mental la causa de la tensión que procede la lucha por organizar el caos.
El mayor precio que se paga por la necesidad de tener razón es el agotamiento
que produce la lucha constante. Podemos mejorar si nos relajamos,
visualizamos y meditamos.

El sentimiento de superioridad

El sentido de superioridad es el equipaje más sutil y a la vez más costoso. De


todos los equipajes es el más incómodo. Puede ser un el equipaje al cual nos
aferramos con mayor fuerza. La superioridad le imprime a toda relación íntima
el sabor amargo del desprecio, la decepción o la incertidumbre fatal. Construye
imágenes desproporcionadas de logros sin aportar los materiales de
construcción necesarios para la realización. En el fondo, el sentido de
superioridad nos obliga a vivir en un mundo de fantasía porque la vida real es
demasiado pálida en comparación.

Dentro de la persona que se siente superior vive un ser pequeño e inseguro, un


tipo que se preocupa por ser lo suficientemente bueno. La superioridad es un
sentimiento relativo. Sólo se es superior con respecto a otra persona. Es una
superficie quebradiza. Se desmorona con la crítica y tarda mucho tiempo en
recuperar su antigua forma. Es una cuestión externa. Un sentido fuerte de
superioridad tiende a hacernos sentir negativos hacia los demás. Cuando nos
enfrentamos con nuestra superioridad vemos, cara a cara, al “tipito” que se
oculta en el fondo, y nos asustamos. El sentimiento de superioridad hace
vulnerable a quienes son “superiores” a los demás, dificulta vivir como persona
madura y convierte la vida en una desilusión. La superioridad es una sensación
mágica de bienestar, una forma placentera de inflar desmesuradamente el ego,
pero lo hace vulnerable a los golpes de los celos, la envidia y la inferioridad. La
superioridad se puede perforar fácilmente. Y lo deja vulnerable a los tres
venenos psicológicos: 1). La envidia. La apasionada sensación de infelicidad de
saber que otro tiene algo que usted no tiene. ¡Y usted lo desea! 2). Los celos. El
odio perverso y angustiante que se apodera de su espíritu cuando teme que otra
persona desee de alguien (o algo) que es suyo, y que podría obtenerlo. 3). La
inferioridad. El temor secreto que se oculta tras la idea de que usted es especial.
Sentir que, en realidad, no es sobresaliente y no vale nada. La superioridad se
demuestra en la competición mental que siempre tiene lugar entre usted y el
resto del mundo. En garras de la envidia nos tornamos mezquinos y negativos,
siempre estamos dispuestos a degradar a los demás, a abandonar una relación
porque envidiamos a la otra persona por su trabajo. La envidia empequeñece el
espíritu, y ese espíritu mezquino es el que proyectamos sobre el mundo y
contra nosotros mismos.

El poder destructor de la envidia está en que hace que nos desvaloricemos. Es


un golpe directo contra el mérito propio que estamos tan ansiosos de
demostrar. La envidia es una forma de autocrítica. Dice: “Lo que tengo, lo que soy,
no es lo suficientemente bueno. Para sentirme bien necesito lo que usted tiene”.

Los celos son uno de los tormentos más grandes que uno puede sufrir.
Destruyen la concentración porque nos obligan a concentrarnos exclusivamente
en pensamientos deprimentes de traición y en visiones horripilantes de
pérdida. Una vez que los celos invaden una relación amorosa es difícil, si no
imposible, borrarlos. Los celos son el enemigo absoluto del amor, pero para
quienes tienen el equipaje de la superioridad son prácticamente la consecuencia
de haberse enamorado. Sienten que no pueden evitarlos. Como “aman”
profundamente, temen que una persona superior se lleve el objeto de su amor.
Eso les produce una angustia paralizante y venenosa que a la larga puede
destruir precisamente la relación que tanto deseaban conservar.

La inferioridad es una enfermedad del espíritu que siempre está presente. Nos
hace tambalear a cada paso, susurra incertidumbre bajo la máscara de
confianza. Nos aleja del riesgo y del deseo de logro porque la inferioridad hace
sentir la certeza del fracaso. Es la explicación que esgrimimos para justificar lo
que no tenemos, lo que no somos, lo que no deseamos hacer. Crea una
sensación de inutilidad. La inferioridad acosa porque nuestra autoestimación es
inestable. Nosotros, en lugar de fortalecerla interiormente, recurrimos a tapar
los daños con una concha externa de superioridad.

La mejor manera de protegerse de los celos, la envidia y la inferioridad es con


una autoestimación sólida y realista. Pero no es posible sentirse
verdaderamente a gusto con uno mismo sin antes sacrificar la sensación
abrumadora de satisfacción que produce el ego inflado.

Tenemos la convicción profunda y motivadora de que estamos destinados a


hacer grandes cosas algún día, pero deseamos madurar porque no queremos
enfrentar las consecuencias. Su insistencia en ser el mejor le aumenta las
posibilidades de llegar a serlo y de recibir lo mejor de los demás, pero muchas
las decepciones que debe soportar en la vida por tratar de mantener esas altas
normas de desempeño.

Si llevamos en hombros la carga de la superioridad, es lógico que la mayoría de


las experiencias de la vida serán decepcionantes. La mayoría de las personas
que conozcamos no nos interesarán. Las fiestas no serán divertidas. Los
momentos de gloria dejarán algo que desear. “No fue como había imaginado”. “No
fue todo lo que podrá haber sido”.

¿Quiénes gozan más de la vida? Los que somos demasiado tontos para ser
exigentes o somos demasiado simples para tener altas normas. Nuestras normas
son tan bajas que para nosotros todas las personas son agradables. Sin el
beneficio del ojo discriminador de la superioridad nos sentimos a gusto con casi
todo, incluso con nosotros mismos.

Ser superior, ser exigente, tener altas normas, equivale a acrecentar al máximo
la posibilidad de sentirse mal. Tener normas bajas, peor aún, no tener normas,
equivale a tomar cada experiencia como llega, a apreciar lo que ofrece, sin
juzgar, sin comentar, sin medir o comparar con ella lo que uno vale. Con esta
actitud usted nunca tendrá la ocasión de sentirse superior. En cambio, tendrá
más oportunidades de ser feliz.

Lo que usted necesita para reducir la envidia, los celos y la inferioridad, para
sentirse cómodo con el ego desinflado de la edad adulta, para eliminar la
negatividad por la autoestimación. En el fondo de la auténtica autoestimación
está la imagen real de sus cualidades y defectos. En un principio, puede ser un
trago amargo porque nuestro verdadero yo nunca es tan grandioso como la
persona que somos en la fantasía.

El temor al rechazo

La expresión temor al rechazo es un “cliché” (frase hecha) cultural, un concepto


tan trillado que ya no transmite la angustia que encierra. El temor al rechazo no
es simplemente el espasmo que se siente en el estómago antes de pedir un favor
o de invitar a alguien a salir. En estas situaciones, la posibilidad de un rechazo
sólo produce parálisis temporal, y casi todos acabamos por poner el pecho y
lanzarnos, aunque sea con torpeza, a insinuar lo del favor o a hacer la
invitación, hasta que obtenemos lo que deseamos, o nos rechazan y nos vemos
obligados a esperar otro momento más propicio.

Pero no es posible evitar la posibilidad del rechazo, a menos que evitemos la


vida misma. Eso es precisamente lo que hace que la persona que teme al
rechazo: trata de esconderse en un mundo pequeño, seguro y conocido en el
cual casi desaparece la posibilidad de que la rechacen puesto que ya ha sido
aceptada en él. Eliminada la posibilidad, no tiene que temerla ni sufrir los
horribles efectos secundarios de ese temor. Con eso pone fin a un estado
interior muy desagradable, pero al precio de una vida.

El temor al rechazo genera resentimiento. Entonces reniega, suspende las


relaciones con otra persona y se deprime. Su resentimiento escapa en forma de
comentarios hirientes. Gotea en forma de suspiros o de un aire de melancolía.
No dice: “Estoy furioso porque me dejaste esperando”, sino pone mala cara y dice
que casi se muere de calor mientras esperaba. Se muestra reservado, distraído,
hace comentarios negativos sobre otros temas, esperando que alguien se dé
cuenta y e qué le pasa. Pero aunque se lo pregunten directamente, no responde.
Prefiere cambiar de tema. Deja de visitar a un amigo que hirió sus sentimientos,
o decide que, en realidad, nunca le agradó su compañero de oficina. Luego
razona que no debe hablar sobre el asunto con quien lo ofendió porque sólo
empeoraría las cosas, él no vale la pena, es imposible hablar con él. Cuando no
puede suspender las relaciones con alguien que lo hirió, lo insultó o lo ofendió,
usted tiende a volcar la ira hacia adentro. En lugar de estallar con un padre, o
un hijo, o un amigo que ha sido cruel o desconsiderado, se entrega durante días
al abatimiento, repitiéndose una y otra vez cuán triste o desespera es su
situación en la vida. Cuando una persona teme al rechazo, su vida es gobernada
por una sola regla: “Haré lo que desee con mi vida mientras no haga enojar a nadie”.
La mujer o el hombre que teme al rechazo tiene una razón mucho más clara
para creer que no debe solicitar lo que desea: no pidiendo evita correr el riesgo
de recibir una negativa.

Evitar es la palabra que siempre repite, su principal manera de enfrentar las


cosas, su estrategia para vivir. Si evita el riesgo no podrá fallar. Si no expresa su
opinión, no podrá ofender a nadie. Si evita la búsqueda no será rechazado. Pero
si evita todo eso, tampoco podrá sentirse bien con usted mismo.

Si el peso del temor al rechazo, sólo se siente realmente bien con usted mismo
cuando es aceptado. La imagen que usted tiene de usted mismo se forma en el
momento en que la ve reflejada en los ojos de otra persona. Como es natural,
desarrollará muchas técnicas para complacer a los demás. Hará muchas cosas
bellas por otras personas, y sentirá placer y satisfacción al hacerlas.

Es mucho el bien que eso produce, pero falta algo. Usted tiende a medir lo que
es y lo que vale según la medida del aprecio de los demás por lo que usted
hace. Y ahí está el problema, porque la gente rara vez aprecia lo que recibe en la
medida en que usted aprecia lo que da. Esta diferencia puede causar una herida
muy honda en su autoestima.

Aunque no estemos deprimidos, esa necesidad de evitar carcome nuestra


autodestrucción. Tiendemos a ceder, a seguir la corriente y a no ver motivos
para luchar. Siempre tratamos de complacer a los demás, pero ellos no tratan de
complacernos a nosotros en igual medida. Así las cosas, ¿cómo podríamos tener
una sensación firme de todo nuestro ser?

En lugar de un sentido sólido de su identidad, nos quedan tan sólo algo que
hemos dado en llamar “baja autoestimación”. Poco a poco, día tras día, relación
por relación, la actitud de evitar las cosas crea en nosotros un malestar con uno
mismo. Y ni siquiera debemos ser rechazados para sentirnos así. Lo único que
tenemos que hacer es preocuparnos porque no somos lo suficientemente
buenos, enterrar la incertidumbre bajo una amable máscara de sacrificio. Claro
está que sabe cuánta incertidumbre hemos ocultado. Ese temor al rechazado, de
por sí, nos hace sentir mal con nosotros mismos. Y al sentirnos mal con nosotros
mismos seremos más dados a pensar que los demás piensan mal de uno y, por
lo tanto, nos rechazan. Como es natural, trataremos de escondernos más
adentro de nuestra cárcel.

El remedio para vencer el temor al rechazo es aplicar nuestro mundo. La


persona apasionada por la seguridad se convierte en experta en la materia, pero
en el camino puede pierde la capacidad de correr riesgos. Correr riesgos
implica que eliminemos deliberadamente la necesidad de tener seguridad y así
despejar el camino para salir de la prisión emocional. Significa que quizá
tengamos que sacrificar la sensación de comodidad, de contento y de
complacencia para hacer algo que nos produzca extrañeza e incluso desagrado
(sólo para demostrarnos que podemos hacerlo).

Para erradicar el temor al rechazo hay que correr riesgos. Para reducir el temor
al rechazo es preciso que corramos el riesgo de un rechazo, y punto. Si es un
temor infundado, el temor desaparecerá apenas nos arriesguemos, porque nos
daremos cuenta de que el rechazo, aquello que tememos, no ocurre siempre.
Nunca gozaremos del beneficio de ese aprendizaje si no corremos el riesgo.
Correrlo también reducirá el temor, incluso si éste es justificado. Cuando ocurre
el rechazo, y es algo inevitable en la vida, el dolor no es tan devastador ni la
humillación tan temible, como uno los imaginó. Infortunadamente, no se puede
aprender a tolerar el dolor del rechazo sin sentido en la práctica.

Arriesgarse hoy mismo. Ahora mismo. Dejemos de esperar ese día que nunca
llegará. Si no nos arriesgamos ahora mismo, cuando llegue el momento en que
nos veamos forzados a hacerlo, sufriremos inmensamente al darnos cuenta de
todo el tiempo que perdimos en la vida alejados del mundo por culpa de un
temor exagerado.

El sufrimiento producido por el temor al rechazo es muy real; pero el deseo de


obtener lo que deseamos sin correr el riesgo de ser rechazados es pura fantasía.
El temor produce sufrimiento porque reduce la vida a la más mínima expresión.
Con el tiempo nos sentimos sofocados e insatisfechos de vivir en el mismo sitio,
aferrados al mismo trabajo que sabemos hacer con los ojos cerrados y a las
personas a quienes ya no les interesamos o que no nos necesitan. Entonces
adormecemos la insatisfacción con la fantasía: “Algún día... cuando conozca a la
persona apropiada, cuando los niños hayan crecido, cuando me gane la lotería, cuando
me gradué... llevaré la vida que sé que puedo llevar, sin correr el riesgo del sufrimiento,
la humillación, el pánico de fracasar”.

Todo camino hacia una meta es como una montaña que debemos escalar. Son
muchas las personas que se la pasan escondidas en un valle al pie de la montaña,
soñando con la vida de la cima. Los que están allá arriba no llegaron por haber tenido
menos fracasos en el camino sino porque estaban dispuestos a soportar más caídas. La
meta no es evitar el rechazo, sino reducir la frecuencia con que sucede. La meta
es reducir el temor a ese rechazo. El temor es el equipaje. El rechazo mismo es
sólo parte del camino que lleva a la cima.

A todos se nos hace el camino más largo por el peso del equipaje que cargamos
y porque las personas a quienes amamos, con quienes trabajamos y de quienes
dependemos también llevan su propio equipaje. Si tememos el rechazo,
pensemos que eso no es lo único que nos detiene en el camino. Tal vez creamos
que la manera de evitar el rechazo es controlando todas las situaciones. Si eso es
así, la necesidad de tener razón puede ser otro obstáculo. Es probable que la
manera de evitar el rechazo sea aferrándonos a la idea de que estamos por
encima del resto del mundo, en cuyo caso es el sentimiento de superiordad el
que no nos permite avanzar.

Cualquiera que sea el resto del equipaje, si tememos el rechazo probablemente


necesitamos demasiado de los demás. Necesitamos su aprobación y, desde
luego, su aceptación. Si no le diéramos demasiada importancia a eso, el rechazo
no sería una amenaza tan grande. Pero además del visto bueno de los demás,
necesitamos también amor, atención, admiración, apoyo. Necesitamos una
unión, y a veces hacemos hasta lo imposible por lograrla.

Necesidad de teatralizar

La persona que teatraliza afirma, por ejemplo, que “Si realmente me amaras..., no
me dejarías hablando sola; me dejarías hacer lo que deseo; sabrías lo que quiero de
cumpleaños, y no tendrías que preguntarme; te pondrías de mi lado y no del lado de los
niños; intercederías por mi con tu familia; me dejarías estar acostado; te preocuparías
por mí; me dirías que me amas, me felicitarías y me dirías cosas amables; me
mimarías...”.

La manera inconsciente de evaluar la vida a toda hora gira alrededor de una


sola cosa: lo que sentimos. Los sentimientos son a la vez una fuente de
información y la razón para reaccionar a esa información y manejarla de una
manera o de otra.

Los sentimientos dirigen nuestros actos. Si no se controlan los sentimientos que


creemos que son imposibles de controlar, y entonces nos dejamos controlar por
ellos. Son nuestra brújula. Nos dicen lo que está bien, lo que está mal, lo que es
absolutamente necesario y lo que es intolerable.

La síntesis de todo es que si nos sentimos desorientados. No sabemos qué hacer.


En cierta forma, no sabemos quiénes somos. Pasamos la vida midiendo la
temperatura de nuestras emociones para actuar conforme al resultado de esa
medida.

Siempre sabemos cómo nos sentimos porque nuestras sensaciones son más
intensas que las de los demás. Emocionalmente, somos como un vehículo
acelerado. Aunque esté detenido ante un semáforo, el motor continúa
funcionando aunque no aceleremos. A veces debemos pisar el freno para
mantenerlo bajo control. Cuantas más revoluciones mayor cantidad de
combustible emocional inunda nuestro sistema. Sabemos cómo nos sentimos
porque hacemos hasta lo imposible por crear situaciones que provoquen
sensaciones. En otras palabras, a falta de otra manera de evocar sentimientos,
recurrimos al drama.

Una parte nuestra siempre está orientada a sentir (sentir más, querer sentir,
preguntarse cómo nos sentimos) hasta que los sentimientos son tan fuertes que
ya no tenemos que preguntarnos más. Cuando esa capacidad de sentir está a
nuestro servicio, nos convierte la vida en una fuente de dicha de la cual no
disfrutamos de los demás. Pero cuando son los demás quienes viven para estar
al servicio de esa emoción, el resultado es un caos.

¿Qué es lo que pretendemos conseguir con toda esta emoción? ¿Cuál es el


motor de nuestra expresividad si no la fuerza abrumadora de nuestros
sentimientos? Lo que buscamos es contacto. La necesidad predominante
alrededor de la cual está organizada nuestra personalidad es el deseo intenso de
apego. El apego viene en mil y un sabores, pero, en el fondo, el tema es el
mismo: para nosotros, el apego representa una conexión profundamente
emocional con la gente. El apego es una pasión predominante.

Minuto a minuto, tratamos inconscientemente de conectarnos con las personas


que hay a nuestro alrededor exigiéndoles su atención. Para nosotros nunca hay
suficiente atención, como nunca es demasiado el aire que respiramos. El
colorido, la calidez, el atractivo físico y la energía son como faros de éxito que
atraen la atención de los demás. Cuando alguien nos mira, le sonreímos,
estamos de acuerdo con los demás, dejamos notar el aprecio, la recompensa es
una emoción profunda. El contacto hace que la lectura de nuestro medidor de
sentimientos sea excelente.

La pasión por el apego es tan poderosa que todos los rompimientos, hasta lo
más triviales e incluso los que han deseado, son terribles para uno. La
separación produce un dolor intenso. Echamos de menos los personajes de un
buen libro durante horas después de haberlo terminado. Si no sale al aire el
programa favorito de televisión, nos sentimos defraudados. Separarnos de la
familia o de los amigos, aunque temporalmente, es desgarrador. Y romper una
relación definitivamente, aunque haya sido infeliz en ella, puede resultarnos
intolerable.

Puede llegar incluso a no querer deshacernos de algo que nos hace mal. Un
amante nos rechaza, y nos dedicamos a leer y releer las cartas, aunque nos
duelan. Cuando un suceso nos produce un sentimiento intensamente negativo,
nos aferramos a él. Preferimos sentir algo que no sentir nada. Y mantenemos
automáticamente nuestros apegos en lugar de desprendernos y seguir adelante.
La persona que tiene la necesidad de teatralizar, el apego le permite manejar
con mayor facilidad su intensidad emocional porque siempre tiene a su lado a
alguien que le ayuda a poner en orden en sus sentimientos. Sólo tiene que
establecer una conexión para expresar sus sentimientos sobre cualquier cosa. La
otra persona puede entonces ayudarle a analizar esos sentimientos, a considerar
lo que debe hacer, sugerir alternativas que usted pudo haber pesado por alto
porque la fuerza de sus sentimientos le impidió ver las opciones. Además, la
atención que le presta la puede hace sentir mejor. Esa persona atenta puede
escuchar y comprender como se siente usted. El apego es un bálsamo para su
tormentoso estado interior porque la hace sentir amada o importante, o
poderosa, o mejor aún, las tres cosas. La pasión por el apego es la fuente de su
fuerza y de lo que les aporta a los demás. Pero, desde luego, también es el
origen de su equipaje.

El equipaje teatral implica que crea inconscientemente conflicto y crisis o se


hace la víctima para atraer la atención y establecer una conexión emocional.
Crea situaciones peligrosas o dramáticas porque: a). Desea que la marea de sus
emociones permanezca siempre alta. Es el estado interior que más conoce y con
el cual se siente mejor, de manera que trata de restablecerlo automáticamente; o
b). El torrente de sus emociones es tan automático y poderoso que lo empuja
hacia situaciones intensas en las cuales puede descargar parte de la energía
emocional que tiene acumulada. Busca situaciones en las cuales pueda gritar,
llorar, caminar de un lado para el otro, reír o aliviar de alguna otra manera su
tormenta interior.

Si la vida se torna demasiado estable, prosaica o predecible para generar


emociones, usted entonces se encarga de crear estímulos iniciando batallas
familiares, escogiendo un cónyuge imposible, arriesgando su empleo,
infringiendo las normas sociales, sólo para lograr un sentimiento intenso fuera
de usted. Usted puede convertir la vida cotidiana en toda una experiencia
impenitente, pero muchas veces es usted quien paga el costo de esa chispa.

La persona que actúa impulsada por sus sentimientos omite el paso de


especular acerca de las consecuencias y asumir la responsabilidad de sus actos.
Si las consecuencias son negativas, se siente víctima. “¿Por qué todo tiene que
pasarme a mí?”

Otro riesgo de actuar sin reflexionar se ve muy a las claras en nuestra cultura.
Lo que produce placer momentáneo suele dejar una larga cadena de
sufrimientos: comer o beber desenfrenadamente de vez en cuando. Gastar
impulsivamente para disfrutar de ese placer a expensas de la estabilidad
económica. Ceder a un impulso sexual para luego sentir sólo remordimiento,
vergüenza, o en el peor de los casos, contraer una enfermedad. Descargar los
sentimientos en un acceso de ira sin pensar en las consecuencias futuras para la
relación.
Todos estos problemas emanados de la imposibilidad de controlar los impulsos
son consecuencia de las decisiones teatrales que se toman cediendo a las
emociones. Y todos dejan sufrimiento una vez desvanecido el momento de
placer.

Si usted es una persona que teatraliza, lo más probable es que también sea un
manantial de ternura, alegría y afabilidad. El problema es que también crea
conflicto, catástrofe y confusión, cada uno de los cuales hace que su vida sea
más dura de lo que debe ser.

El impacto del equipaje teatral se puede reducir aprendiendo, mediante pasos


pequeños pero importantes, la manera de moderar el tono y reflexionar antes
de actuar.

El remedio contra la teatralización es moderar el tono y reflexionar. Moderar el


tono significa tomar la decisión consciente de controlar la intensidad de los
sentimientos. Significa básicamente que usted debe dominar sus excesos
emocionales para poder escuchar la voz su pensamiento. Cuanto más tiempo
dedique a pensar, juzgar, decidir, más oportunidad tendrá de desarrollar esa
capacidad.

Nada de esto implica un cambio fundamental de su pasión por el apego. Su


apego emocional hacia la gente siempre será la motivación esencial de su vida.
Pero si reduce su necesidad de dramatizar, las relaciones que formará con los
demás serán muy distintas. El drama hace que sus relaciones sean más
tormentosas y agitadas de que deben ser. Sus desbordamientos emocionales
crean más dependencia de la necesaria. Y la urgencia de sus apegos hace que su
relación con usted mismo (con sus metas, con su espíritu, con su identidad) sea
más débil de lo que podrá ser.

Al controlar conscientemente su inclinación a dramatizar, usted podrá: *Escoger


mejor a las personas a las que se apega. No reaccionará sólo basándose en sus
sentimientos hacia ellas sino que también se detendrá a considerar lo que
piensa de ellas. *Resistir algunas veces la necesidad de formar apegos, dejando
espacio para desarrollar confianza en usted mismo y, con ella, si
autoestimación. *Cuestionar las interpretaciones emocionales que hace de lo
que sucede a su alrededor. *Dar, además, un tercer paso en el proceso que
gobierna su vida en este momento de sentir y actuar. Ese paso intermedio será
pensar; y una vez que reflexione, el hecho de actuar o no actuar será producto
de una decisión pensada y no de una urgencia impulsiva.

El drama es producto de la emoción. Cuando usted aprenda a aprender menos


de sus reacciones emocionales, la tendencia a dramatizar disminuirá. Y al
dramatizar menos y pensar más las cosas, se sentirá mejor. Se sentirá mejor
porque su vida será menos tempestuosa. Actuará menos impulsivamente al
disminuir la velocidad durante el tiempo suficiente como para considera las
consecuencias. Sufrirá menos porque es menos fácil sentirse herido cuando se
pueden ver las cosas desde el punto de vista de otra persona. Y se sentirá mejor
con usted mismo porque podrá demostrar, paso a paso, poco a poco, que puede
ser dueño de su propia vida.

Realizar drama también es fuente de entusiasmo y emoción. Los demás


tenemos la suerte de tener a alguien como usted, y usted tiene la fortuna de
tener acceso a un plano emocional que le está negado a la mayoría. Su
intensidad y calidez hacen de la vida una experiencia más rica y más vivida. No
tiene por qué perder jamás su amor por el color de la vida ni su capacidad para
imprimir ese color. Lo único que debe hace es matizar sus excesos emocionales
y abrirle espacio a un criterio más sólido. Cuando lo haga, se verá premiado con
menos relaciones amorosas angustiantes y con más amor, menos altibajos
agotadores y más felicidad. Es cierto que tendrá más responsabilidad. Pero con
ella vendrá la convicción embriagadora de que pueda manejarla. Esa es la mejor
sensación de todas.

A medida que se desarrolle el sentido de su yo y pueda dejar de lado la


necesidad de hacer teatro, estará listo para hacer frente a la que puede ser su
última pieza de equipaje. Si el respecto y el amor a uno mismo son la mejor
sensación, la ira es la peor. Si usted todavía sufre y siente el veneno de una
herida vieja, vivirá en medio de una tormenta emocional que obstaculizará todo
lo que trate de lograr.

La ira no afecta sólo a la persona que lleva un equipaje teatral. La ira puede ser
el equipaje de todos nosotros, sin importar nuestra personalidad ni las pasiones
que predominen en cada uno. Todos somos vulnerables a las heridas. A veces,
sin darnos cuenta, permitimos que el dolor de esa herida gobierne los demás
aspectos de nuestra vida.

Alimentar la ira

La ira en sí es una parte normal y necesaria de la experiencia humana, una señal


de supervivencia que nos hace saber que algo amenaza nuestro bienestar; sin
embargo, es fácil pasar por alto el precio que se paga por la ira cuando ésta se
considera sana e inevitable. La ira es normal, hasta cierto punto. Pasado ese
punto, no es otra cosa que sufrimiento para todos. La ira se convierte en exceso
de equipaje cuando uno es tan sensible, tan vulnerable, que nos sentimos
ofendidos en todo momento, o no puede curar las heridas del pasado y éstas se
convierten en un tema predominante en su vida.

El equipaje de la ira difiere un poco de los demás excesos de equipaje. Como los
demás, lo más probable es que determinado tipo de personalidad sea irascible.
Pero a diferencia de los demás equipajes, la ira podría ser una carga para
cualquier persona si su herida es lo suficientemente profunda. La
susceptibilidad aumenta por efecto del otro equipaje. En estos casos específicos:
Cuando la persona necesita tener razón le es difícil olvidar una injusticia pasada
porque perdonar un error es como equivocarse usted mismo. Para usted no hay
términos medios. Si la tratan injustamente, le da rabia. Si se le quita la rabia es
porque reconoce que no procedió bien al reaccionar con rabia. Además, no sabe
perdonar sus propios errores. Por lo tanto, le es más difícil concederle el
beneficio de la duda a alguien que lo haya herido.

Cuando necesita sentirse superior, lo más probable es que quede atrapado en


un ataque de ira cuando su ego reciba un golpe. Por ejemplo, si un amigo sale
con una exnovia suya, podría ser el fin de esa amistad. El hecho de que usted ya
no la quiera no quiere decir que ella deba irse con él. No importa que el golpe
que le dieron a su ego no haya sido intencional. Si lo hace sentir degradado,
alguien tiene que pagar eso de alguna manera.

Cuando el individuo teme al rechazo sus arranques de ira serán directamente


proporcionales a su abnegación. Cuando sepulta para conservar una relación
importante, la ira se va acumulando como lo harían los intereses en un banco
psíquico.

Cuando el sujeto teatraliza descubre que la furia satisface con mucha facilidad
sus necesidades. Al cultivar esa furia puede tener acceso al drama cuando
quiera. Eso hará que le sea muy difícil separarse de su ira. Como la dependencia
y el apego son una parte importante de su equipaje, lo más probable es que se
deje seducir por la ira cuando alguien importante no cuide bien de él. Un
cónyuge o una madre que le produce una desilusión o lo abandona puede
desencadenar una amargura que llenará todos sus pensamientos, sus decisiones
y sus sueños durante el resto de su vida.

Cualquiera de nosotros puede llegar a albergar la rabia durante más tiempo del
necesario porque el resto de nuestro equipaje no nos permite sanar cuando la
lesión emocional es seria. Sin embargo, el equipaje de la ira es más común en el
hombre o la mujer cuyo radar psicológico siempre está con piloto automático,
explotando continuamente el mundo para ver de dónde viene la ofensa. Como
es natural, es enorme la frecuencia con que esa persona se siente ofendida. Tal
vez usted se reconozca en la siguiente descripción.

La ira mina el cuerpo, el espíritu y el pensamiento. Al aferrarse a la ira la


persona se hace más daño a ella misma del que podrían haber soñado sus
enemigos. En esencia, su equipaje completa lo que ellos hayan podido iniciar.
La ira enferma físicamente. Si la furia se acumula durante mucho tiempo,
aumentan las probabilidades de desarrollar cáncer, enfermedades cardiacas,
urticaria, úlcera, colitis, hipertensión, dolor de cabeza.

Por desgracia, la furia también enferma emocionalmente. El pago de mantener


la ira se desembolsa directamente de la capacidad de amar. La ira es algo que se
siente a cambio de la felicidad, la satisfacción, la tranquilidad o el contento. El
sentimiento de odio es tóxico es sí. En realidad, lo único que hace esa sensación
maligna es crear hábito con el tiempo. No mejora ni se vuelve más agradable ni
más fácil. Pero es tanto el tiempo que lleva furioso que olvida cómo es sentirse
bien, y por eso tolera mejor estado.

La ira se propaga. Comienza con la nuera que la criticó, y termina abarcando a


la nieta que más se parece a ella. Se origina con el amigo que sedujo a su esposa,
pero se extiende a todos los demás que se negaron a darle la espalda a ese
amigo por su crimen. En todos los casos en que hay equipaje de ira existe
siempre la posibilidad de que otra relación sea arrastrada en el torbellino.

El precio que se paga por alimentar la ira es demasiado alto. La ira enferma
física y emocionalmente, y mengua el amor y la tranquilidad. Además amenaza
toda nueva relación porque cada persona se convierte en posible blanco de su
equipaje.

El remedio para dejar de alimentar la ira es perdonar. Perdone, y podrá sanar,


progresar, reducir los riesgos de salud y aligerar del espíritu. Perdone, y podrá
superar la sensación de carencia porque el perdón abre un mundo de
posibilidades para satisfacer las necesidades. Perdone, podrá restablecer la
armonía en su hogar, devolverles a sus relaciones esa alegría que había
olvidado que podría existir. Perdone, y libere toda la energía que está
consumiendo en repasar viejas heridas, imaginar el desquite, anhelar justicia.
Perdone, y libere la parte suya que estaba atada por la ira para que puede ser
mucho, mucho más.

Perdonar es liberar al espíritu de la carga de ira que ha venido acarreando.


Como la carga de ira y de dolo llega muy hondo, el proceso de perdonar se
convierte en una lucha interior. Si toma consciencia de esa lucha, podrá avanzar
mucho más en el camino.

Perdonar es aflojar, y aflojar es el mejor antídoto para superar los obstáculos


internos. El problema no está tanto en el equipaje como en el hecho de aferrarse
a él. Es preciso aflojar en lo que se refiere a la necesidad de tener razón, la
sensación de ser superiores. Nos aferramos con tenacidad al temor al rechazo, al
deseo de reatralizar, y es necesario aflojar.

Sin embargo, eso no es fácil. Nos aferramos a todas esas cosas porque nos son
familiares, porque calman nuestras angustias. En resumidas cuentas, nos
aferramos porque estando el equipaje estrechamente relacionado con nuestras
cualidades, confundimos lo uno con lo otro.

Si usted es de los que necesitan tener razón, debe deshacerse de sus excesos de
equipaje, recordando que ha trabajado suficiente, ha hecho suficiente y sabe
suficiente. Cuando crea que sabe suficiente no tendrá necesidad de saberlo
todo. Si usted se siente superior puede poner fin a la competición cuando se
convenza de que vale lo suficiente. No es el mejor, tampoco el peor, pero es lo
suficientemente importante. Si teme el rechazo podría desafiar al mundo si
estuviera protegido por la creencia de que es lo suficientemente fuerte. Y no
tendría que evitar todos los riesgos, protegerse de todos los peligros, si pudiera
concentrar su atención en esta verdad: “Yo estoy lo suficientemente seguro”. Si
usted teatraliza podrá dominar sus excesos con mayor facilidad cuando crea
que es lo suficientemente amado. Tiene suficiente apoyo, suficiente atención.
No necesita crear una crisis para atraer más. Si usted alimenta la ira podrá
aligerar sus cargas emocionales aceptando la idea del suficiente. Esta hace algo
más que recordarle que ha llevado su ira durante demasiado tiempo y que es
hora de dejarla ir. Se refiere a todas las injusticias que se ha experimentado, la
forma en que ha sufrido heridas, abusos o desilusiones. Porque no importa
cuánto haya recibido, siempre hay algo que nunca llegó. Lo cual significa que
todo el mundo tiene razones para estar furioso, y algunas personas más que
otras. Para quienes, con razón o no, tiene el espíritu atrapado en la ira, el
suficiente es una manera de decir: “No obtuve todo. Ni siquiera lo que me
correspondencia en justicia. Pero obtuve suficiente”.

AUTOLIBERACION INTERIOR
(Antony de Mello)

Un excelente libro. El autor, sacerdote jesuita y psicólogo, influenciado por


Jesús y Buda, nos muestra cómo nosotros estamos adormecidos y nos indica
cómo despertar. El adormecimiento, los apegos y la programación cultural nos
generan sufrimiento y nos hacen infelices. “Sólo despiertos podemos acercarnos
a la verdad y descubrir qué lazos nos impiden la libertad”.

Si uno tiene resentimientos, temores, miedos, apegos; si se aferra a lo


transitorio; si no acepta la realidad como es, vive lamentándose por el pasado,
no vive intensamente el presente, no disfruta del aquí y del ahora, y se aterra
ante el futuro es que está dormido. Para despertar hay que tener “la capacidad
de pensar algo nuevo, de ver algo nuevo y de descubrir lo desconocido”.
Despertar significa “movernos fuera de los esquemas que tenemos”; es
desprogramarnos, desapegarnos, liberarnos de lo que nos esclaviza. “Nos
hemos acostumbrado a la cárcel de lo viejo y preferimos dormir para no
descubrir que la libertad supone lo nuevo”. Es importante despertar, porque “la
gente dormida y programada es la más fácil de controlar por la sociedad”.
Como vivimos dormidos, somos controlados por el consumismo, la política, el
poder, el trabajo y el ocio. Por vivir adormecidos no somos capaces de meternos
en la batalla de la vida, con el corazón en paz, ya que ésta es la única manera de
vivir auténticamente. ¡Cuántos adormecidos mueren sin haber vivido
realmente!

La programación hace que actuemos como robots: “a tal pregunta, tal respuesta;
a tal contrariedad, tal reacción”. Necesitamos despertar, porque la
programación, que nos impide la libertad y la felicidad, nos fue impuesta desde
el nacimiento. “Estamos programados desde niños por las conveniencias
sociales, por una mal llamada educación y por lo cultural”. El endiosamiento
del poder, del éxito, de los halagos... es producto de nuestra programación.
“Desgastamos la vida en tonterías que nada valen... Intentar impresionar a la
gente, buscar riquezas, honores prestigio... ¿para qué sirve eso?” Como cada
uno tiene su forma peculiar de reaccionar e interpretar, “cuando una persona
programada te ofende sin motivo, tan programado estás tú como ella, por
dejarte ofender, porque las dos reacciones son igual de absurdas e irreales”.
Nosotros somos quienes debemos elegir las reacciones “frente a las cosas,
situaciones y personas, no los hábitos ni tu cultura”. La persona programada
quiere tener siempre la razón y ser dueña de la verdad; es dogmática. Esto le
genera un desgaste inútil de energías, de vida. La programación no nos deja ser
auténticos, nosotros mismos. “Vivir libremente, siendo dueño de uno mismo, es
no dejarse llevar ni por persona ni por situación alguna. Saber que nadie tiene el
poder sobre uno ni sobre sus decisiones”. Como estamos programados nos
dejamos pensar por las ideologías, por las religiones, por las doctrinas políticas,
por los medios de “comunicación”, por las corrientes de izquierda o de derecha;
es decir, no pensamos por nosotros mismos; otros piensan por nosotros. Hay
que desprogramarnos porque somos víctimas de nuestra propia programación.

El libro nos invita a cuestionarlo todo, a no tragar entero. “Hay que cuestionarlo
todo, atentos a descubrir las verdades que pueda haber, separándolas de las que
no lo son”. Si nos dejamos manipular por el condicionamiento cultural, sin
cuestionar nada, nos convertimos en autómatas. Para tener criterio propio hay
que cuestionar las verdades de los demás. “Hay que ver las verdades,
analizarlas y ponerlas a prueba, una vez cuestionadas”. El autor nos advierte
que hay que cuestionarlo todo, inclusive su libro. “Cuidado con aceptar las
cosas que digo sin analizarlas sinceramente, desde tu centro que no te puede
engañar. No hay que tragar entero nada –sólo conseguirás una nueva
programación encima de la que tienes-, sino cuestionarlo, analizar esto y lo
opuesto”.

Los temores y los miedos, que son aprendidos, nos impiden ser libres, volar, ser
felices. “Prefieres volver al nido antes de volar porque tienes miedo, y el miedo
es algo conocido y la felicidad no”. Los miedos impiden que amemos en
libertad, nos hacen apegar de las personas y no posibilitan que nos
aventuremos más allá de nuestro entorno para buscar nuevos horizontes y
nuevos senderos.

La obra nos habla del amor en toda su esencia y grandiosidad, distinguiéndolo


del enamoramiento, que “sólo se alimenta de ilusiones e imágenes idealizadas”.
El enamoramiento, contrario al amor verdadero, “supone una manipulación de
la verdad, de la otra persona, para que sienta y desee lo mismo que tú y así
poder poseerla como un objeto, sin miedo a que te falle”. No debemos amar
con deseos y apegos, porque generan dependencia. “Depender de otra persona
para tu propia felicidad es, además de nefasto para ti, un peligro...” No
debemos depender de los demás, porque “el tener una dependencia de otra
persona para estar alegre o triste es ir contra la corriente de la realidad, pues la
felicidad y la alegría no pueden venirme de afuera, ya que están dentro de mí”.
Cuando amemos no debemos apegarnos de quien amemos: novia, esposa,
padres, hermanos, amigos..., porque el apego causa sufrimiento. Si amamos en
libertad, respetando la autonomía y la libertad del otro, estaremos amando
realmente; lo contrario no es amor, es una especie de amor enfermizo. “El apego
se fomenta porque tú te haces la ilusión de que tienes que conseguir la felicidad
buscándola fuera; y esto hace que desees agarrarte a las personas que crees te
producen felicidad, por miedo a perderlas. Pero como esto no es así, en cuanto
te fallan, vienen la infelicidad, la desilusión y la angustia. Si amamos
verdaderamente sabremos dar... Cuando hacemos favores, si los hiciéramos sin
llevar cuenta, no esperaríamos luego agradecimiento...” Si hacemos algo con
amor seremos felices haciéndolo, sin esperar recompensa.

Como todo tiene su dinámica, no debemos forzar los acontecimientos. “Las


cosas sólo serán cuando deban ser, por mucha prisa que te des”. Esa prisa que
tenemos por llegar, no se sabe a dónde, pero cuanto antes, nos impide vivir a
plenitud nuestro aquí y nuestro ahora, nuestro presente.

Los juicios de los demás no deben preocuparnos. Uno es lo que es,


independiente de lo que los demás quieran que uno sea y piensen de uno. “Los
juicios que las personas hacen de ti no expresan mucho más de sus formas, de
su programación, que de ti”. Los miedos son responsables del temor al qué
dirán. “Solemos reaccionar ante las imágenes que nos reflejan los otros. Vemos
en el otro lo que estamos deseando ver (lo idealizamos), o ponemos en él
nuestros miedos (lo rechazamos), y así nos impedimos conocer al otro en su
realidad.

En síntesis, el libro es un llamado a vivir intensamente, a través del


conocimiento de sí mismo, de la reflexión, del despertar, de la
desprogramación, del desapego, del valor, del amor, del perdón, de la libertad,
de la autonomía, de la sabiduría... Estar despierto, es decir, vivir a plenitud,
implica perdonar, aceptar y responder ante todo con amor. “La vida es algo que
pasa mientras tú estás ocupado haciendo cosas”, nos advierte sabiamente el
autor.

EL ARTE DE HABLAR EN PUBLICO


(Andre Siegried)

El Arte de Hablar en Público, de Andre Siegried (francés). Muy regular, muy


elemental. El autor nos dice que “se habla para conmover, para persuadir o
para enseñar”. Para conmover es importante la pasión. “Hay que convencerse
de que la fuente principal de la oratoria es la pasión”. En la elocuencia es
importante el texto inteligible, “pero lo esencial es la corriente que se establece
entre los que hablan y los que escuchan”. No se debe olvidar que la “verdadera
elocuencia consiste en decir todo lo necesario, y no decir más que lo necesario”.
El hablante “deseoso de convencer mediante sus argumentos, no puede dejar a
las cosas, a los acontecimientos, sus proporciones exactas, ya que se trata de
exhibirlas a una luz favorable a la tesis sostenida”. Cuando se quiere persuadir,
“el objeto es modificar la opinión, la convicción de los oyentes”. El autor nos
advierte que “el orador puede ser brillante, pero no será completo si trata de
persuadir; se hará aplaudir, pero no convencerá”. Cuando se habla para
enseñar las condiciones cambian: ya no es la elocuencia lo que importa sino la
limpidez de la palabra. “La limpidez que se dispensa, debe estar enteramente
libre de pasión”. En la enseñanza hay que hacer comprender, interesar y
seducir. No es relevante agradar, conmover o persuadir, hemos de hacernos
“seguir por la inteligencia despiertas y advertidas... La claridad resultará, ya
sea de la precisión del estilo, ya de la precisión de un plan bien construido, de
una exposición que se desarrolla lógicamente.. El que enseña revela las leyes de
la contemplación, es decir, en lo que puede, y sólo se preocupa de la verdad con
el único cuidado de descubrirla y de exponerla, sin tener siquiera que
preguntarse qué es lo que harán los otros”. Es importante respetar la verdad
para ser escuchado. También cita algunas personas francesas buenas en el arte
de la retórica. Al final da algunas reglas, sin que llamen mucho la atención,
sobre lo esencial en el discurso, el plan, el exordio, el modo de llevar el discurso,
el contacto y cómo acabar.

VIVIR, AMAR Y APRENDER


(Leo Buscaglia)

El amor, como elemento modificador de la conducta

El autor llama la atención porque no nos preguntamos ¿Quién soy yo?, ¿Para
qué estoy aquí? ¿Cuál es mi responsabilidad como hombre? Nuestros padres y
la sociedad nos enseñan a amar de forma inapropiada. Como éstos y aquélla no
son perfectos, aprendemos mal a amar. Es por eso que debemos olvidar esa
forma de amar y aprender una auténtica manera de amar. La educación ofrece
conocimientos, pero fracasa al enseñar comportamientos del individuo como
ser humano. La realidad no es una jaula donde nos han encerrado. Afuera hay
cosas interesantes que debemos ver, así hay cosas que no vemos, palpamos,
sentimos o entendemos. “La vida es un banquete y la mayoría de tontos se mueren de
hambre”, decía un filósofo. Aprender es bueno, porque cada vez que
aprendemos nos renovamos. La persona que ama se ama a sí misma. Si quienes
enseñan a amar son neuróticos, egoístas, celosos o posesivos, así enseñan a
amar. Tenemos que ser seres individuales, únicos. La persona que ama no se
contenta sólo con ser única, con desarrollar su individualidad y lucha por
mantenerla. Desea ser la más grande, porque sabe que esto es algo que puede
dar a los demás. “Meditamos mucho menos de lo que sabemos. Sabemos mucho menos
de lo que amamos. Amamos mucho menos de lo que existe. Y, hasta cierto punto, somos
mucho menos de lo que somos”, nos dice R. D. Laing. Por su parte, Fuelle nos pide
que “volvamos a nosotros mismos”. Tenemos posibilidades de ver, sentir, tocar y
oler, como jamás hemos soñado tener. Pero hemos olvidado cómo hacerlo.

Debemos madurar, cambiar. Pero no debemos pensar que madurar es aislarnos


y no necesitar de nadie. ¡Qué maravilloso es sentirse necesitado! ¡Y qué grande
necesitar y poder decirle a otro “te necesito”! Aunque nos necesitamos unos a
otros, todo lo que tenemos en nuestra propia persona. Por eso debemos hacer
de nosotros mismos la persona más gentil, tierna, maravillosa y admirable que
podamos. Así sobreviremos mejor. Cuando reconocemos la importancia de
recuperar nuestro respeto, el amor a uno mismo, y darse cuenta de que todo
procede de uno mismo, es entonces cuando uno puede darse a los demás. Si
nuestro entorno no es agradable, rompamos con él y procurémonos otro nuevo.
Esto nos ayuda a retornar hacia nosotros mismos. “Puede que no sea competente ni
excelente, pero estoy presente”, sostiene Michelle.

El amor, según Saint-Exupéry, “es el proceso de dirigir a otro gentilmente hacía sí


mismo”. La persona que ama se siente libre de etiquetas. A veces el lenguaje
condiciona y manipula. Cuando uno ama domina las palabras y no permite que
las palabras lo dominen a uno. Debemos descubrir qué significan las palabras,
construir conceptos, y no esperar que los demás lo digan. Una persona que ama es
espontánea, capaz de decir lo que piensa y siente. El ser que ama ha de volver a la
espontaneidad, volver a tocar al otro, sostenerle, pensar en él, cuidar de él. Estamos tan
influidos por la gente que nos dice cómo hemos de ser, que hemos olvidado
quiénes somos. Hay que vivir intensamente la vida, reír, amar, abrazar, ser
feliz... ¡Qué triste llegar al abismo de la muerte y ver que nunca se ha vivido
nada!

Muchas veces nos entregamos a satisfacer necesidades superfluas, olvidando


las necesidades de ser vistos, de que nos conozcan, de que se nos tenga en
cuenta; de realizarnos, de disfrutar de nuestro mundo, de ver la maravilla
continua de la vida, de notar cuán maravilloso es estar vivo. Nos hemos
olvidado de nosotros mismos y de los demás. No nos miramos ni miramos a los
demás, no les escuchamos, no les tocamos, ¡está prohibido! “Estamos tan
próximos y, sin embargo, nos morimos de pura soledad”.

Llegar a ser uno mismo.

“El amor es un proceso de querer conducirte a ti mismo, a lo que eres, a tu


individualidad, a tu belleza íntima”. Uno tiene que ser uno mismo, y no lo que los
demás quieren que seamos. No debemos culpar a quienes nos socializaron.
Ellos sólo nos enseñaron lo que sabían. Debemos creer en el cambio; debemos
saber que es posible o, de lo contrario no lo podríamos enseñar, pues la
educación es un proceso constante de cambio. Cada vez que aprendamos algo
nuevo, nos convertimos en algo nuevo.

Siempre estamos en constante cambio. La vida es cambio. Si nos molesta el


ambiente que nos rodea, si somos desgraciados, si estamos solos, si no sentimos
lo que ocurre, debemos cambiar de escenario. Aprender nos permite cambiar.
Todos enseñamos y aprendemos. Cuando alguien nos pregunta algo que no
sabemos, deberíamos responder: “No conozco la respuesta, pero vamos a
encontrarla juntos”.

Para aprender, para cambiar y para llegar a ser, el hombre necesita en


definitiva, la libertad. Debemos ser libres para aprender. Necesitamos ser libres
para crear. Hay que trabajar duro para lograr el cambio. “Yo existo, soy, estoy
aquí, me estoy realizando, hago mi vida y nadie más la hace por mí”.

Es muy bueno aprender, estudiar, conocer, saber. Cada libro nos lleva a otros
libros. ¡Hay tantas cosas que leer, ver, tocar, sentir! Y cada una de ellas nos
convierte en una persona diferente. ¿Somos nosotros en realidad lo que somos o
somos los que estamos aprendiendo y lo que la gente nos ha dicho que somos?
“Para volver a ti mismo habrás de decidir hasta cierto punto lo que quieres llegar a ser.
Si nos entregamos a la tarea de saber quiénes somos, ésta será la actividad más
apasionante que hayamos realizado en toda nuestra vida”.

A los seres humanos no hay que descalificarlos, porque pueden interiorizar


valores negativos. Hay que decirles y hacerlos sentir que son los mejores. “¡Eres
estupendo!” Eso los hará sentir bien.

El amor se aprende en la sociedad, en las relaciones humanas. Cada uno debe


hacer de sí mismo la persona más grandiosa, maravilloso y con gran capacidad.
Las personas no son objetos, son seres humanos, y como tal hay que tratarlos.
Somos frágiles, vulnerables, sensibles y fácilmente propensos al dolor.

Amar implica decir: “Te amaré pase lo que pase. Te amaré aunque seas imbécil,
aunque tropieces y caigas, aunque te equivoques, aunque de comportes como cualquier
ser humano; de todas maneras te amaré”. Necesitamos ser amados, ser notados, ser
tocados; necesitamos que nos manifiesten el cariño. Debemos saber escuchar, no
imponernos a los demás ni imponerles nuestro sistema de valores. Es muy
importante escuchar. A veces es bueno amar el silencio.

Nos han enseñado que sólo cuenta la perfección. Por eso cuentan los
aparentemente perfectos. La sociedad nos impone modelos erróneos de
perfección. Así no seamos perfectos, también valemos, también contamos. El
hecho de que no hagamos las cosas con perfección no implica que no podamos
hacerlas lo mejor que podamos.
Hay que ser auténticos y actuar con espontaneidad. Ser uno mismo. Es fácil ser
uno mismo; lo difícil es ser lo que los demás pretenden que seamos. Hay que
descubrir nuestro yo, quiénes somos y actuar como somos. Debemos decir:
“Aquí estoy yo. Tomadme por lo que soy, con todas mis debilidades, con toda mi
estupidez, etc. Si no pueden, déjenme solo”.

Allí donde está la luz (A la búsqueda de la propia identidad).

Debemos compartir, porque si compartimos tenemos más para compartir. No


debemos alardearnos de lo que creemos saber, porque en realidad es poco lo
que sabemos. Debemos poner en duda todo lo que escuchemos, porque sólo
podemos quedarnos con lo que creamos que es bueno para nosotros; lo demás
ignorémoslo. Amar es compartir. El amor no se enseña, se aprende. Si uno
desea hacer las cosas de manera distinta, es necesario aprender, desaprender y
aprender nuevamente. No nos podemos lamentar si no aprendimos a amar.

“La gente primero, las cosas después”. Ese debe ser nuestro lema de vida. Si
amamos realmente, daremos lo mejor de nosotros. “Y eso significa desarrollar
todo lo maravilloso que hay dentro de si, como un ser humano único”. Como no hay
fronteras para nosotros, seremos apasionantes. Siempre tendremos algo que
compartir. Muchas de las respuestas que buscamos dentro de nosotros mismos.
“Lo fundamental no está fuera. Está dentro de uno mismo”. Nadie nos enseña a
buscar en nuestro interior, porque no hay clases para aprender a vivir y amar.
“Si quieres encontrar la vida, has de mirar en tu interior”. Según los sabios
orientales, “las búsquedas fuera de uno mismo no tienen validez. Le extravían a uno.
Si quieres respuestas sobre ti, las respuestas están dentro, no fuera”. Aprendemos
cosas sin importancia, y lo verdaderamente importante de la vida lo ignoramos.
Por eso nos sabemos quiénes somos. “¿Eres de verdad el tú tuyo? ¿O eres el tú que
otros te han dicho que eres?”. Los demás nos dicen lo que somos, y esto no nos
conviene para saber quiénes somos en realidad. Muchas veces, las opiniones de
nuestros padres contribuyen a programarnos. Sus juicios nos etiquetan.

Si nos creemos dueños de la verdad, no podemos aprender lo que nos permite


cambiar. “El cúmulo de conocimientos no es la sabiduría. La sabiduría consiste en la
aplicación de los conocimientos y de la experiencia. La sabiduría es darse cuenta de que
no sabes nada y decir: Mi espíritu está abierto. Donde quiera que me halle no he hecho
más que empezar. Me falta por conocer más de cien veces lo que sé. Este es el comienzo
de la sabiduría”.

Como estamos dedicados a la búsqueda del placer sensorial, esté donde esté,
descuidamos cosas demasiado importantes en nuestro aprendizaje para vivir
plenamente. “El placer es un gran profesor, pero ¡también lo es la desesperación! La
esperanza es buena maestra, ¡pero de igual modo lo es la desilusión! La vida es buena
profesora, pero también la muerte”. Por vivir pendientes de atesorar dinero nos
perdemos el presente. Quienes saben amar viven su aquí y su ahora. No
debemos vivir lamentándonos por el pasado y preocupados por el mañana.
Vivamos el presente. “¡Hay todo un universo de cosas por descubrir y encontrar!”.
Hay que perdonar y olvidar. Quienes no viven plenamente no aman y no
perdonan.

Hay que vivir auténticamente para no temer a la muerte. “¡Oh, Señor, haber
llegado al umbral de la muerte, sin haber vivido en absoluto”, nos decía Henry
Thoreau. Por eso hay que vivir la vida intensamente. “¡Dejamos pasar tantas cosas
maravillosas que hay a nuestro alrededor!”. Quien ama de verdad, sabe dar. “Doy
amor porque te amo, no porque espere que me lo devuelvas. Si doy con la expectativa de
recibir algo a cambio, estoy seguro que seré desdichado”. Según Buda, si no
esperamos nada lo tendremos todo. “Ama porque quieres amar. Da porque quieres
dar”. Vivimos y amamos porque lo deseamos. Porque debemos hacerlo. Muchos
no saben qué quieren de la vida. Leo Rosten nos dice que “el objetivo de la vida se
reduce simplemente a contar para algo, a importar, a hacer alguna señal que indique en
definitiva hemos vivido. Acaso sea eso lo fundamental”. Según éste, lo esencial es: 1.
Conocimiento acertado, para disponer de las herramientas necesarias para
nuestro viaje. 2. Sabiduría, para asegurarse que estamos empleando el
conocimiento para poder descubrir nuestra situación, nuestro presente. 3.
Compasión, para aceptar a los demás –cuyos caminos pueden ser distintos a los
nuestros- con amabilidad y comprensión, puesto que caminaremos a su lado o
en su cercanía al recorrer nuestro propio camino. 4. Armonía, para poder
aceptar el flujo natural de la vida. 5. Creatividad, para ayudarte a comprender y
reconocer las nuevas alternativas y caminos desconocidos a lo lardo de la vida.
6. Fortaleza, para alzarnos contra el miedo y seguir adelante a despecho de la
incertidumbre, sin garantías ni recompensas. 7. Paz, para mantenernos
centrados. 8. Alegría, para mantenernos gozosos, risueños y danzarines durante
el camino. 9. Amor, para que sea nuestra guía permanente hacia el máximo
nivel de conciencia de que el hombre es capaz. 10. Unidad, que nos devuelve a
donde empezamos, al lugar donde estamos con nosotros mismos y con todas
las cosas. Saber amar es saber vivir. “Vivir con amor es vivir la vida, y vivir la vida
es vivir con amor”.

Lo esencial resulta invisible

Algo que nos despersonaliza es nuestra envoltura exterior. “Muchos han llegado a
perderse en lo que podríamos llamar envoltura exterior. La envoltura exterior la forman
el coleccionismo de las cosas u objetos más caros, más grandes y mejores. Ahora que
disponemos de la mayoría de las cosas que necesitamos para nuestra comodidad,
comprobamos que no nos han llevado muy lejos. Aún estamos sustancialmente solos,
muchos están perdidos y la mayoría, desconcertados”. Desde niños debemos saber
que no somos lo que poseemos. Debemos saber quiénes y qué somos, y esto
debemos enseñarlo a los niños. “Toda persona enseña en todo momento y, en
consecuencia, resulta imperativo que todos nosotros, como educadores que somos,
sepamos lo que es esencial, podemos saber también lo que es factible. Lo asombroso de
todo esto es que lo esencial es vasto y maravilloso, mientras que lo visible al ojo humano
resulta limitado y minúsculo”. ¿Qué es lo verdaderamente fundamental o esencial
en la vida humana? ¿Nuestro cuerpo? ¿Nuestra mente? ¿Nuestros brazos?
¿Nuestras piernas? ¿Nuestros dedos? ¿Quiénes somos? ¿Cuál es mi yo?

Hay que conocernos y conocer a los demás. “Cuando empezamos de verdad a


conocer el hombre, no podemos evitar amarlo por ser tan diferente y único. Si niegas la
entrada de un solo hombre en tu vida, nunca encontrarás su propia individualidad en
nadie más”. Si nos conocemos bien, podremos conocer nuestra esencia. “Sólo
cuando uno ha llegado a conocer bien la esencia de sí mismo, puede entonces ser capaz
de decidir lo que es esencial en relación con los demás. Y la verdad es que demasiado a
menudo nosotros, los educadores, tendemos a ver a los niños bajo la óptica de su aspecto
puramente externo, como componentes de piezas diversas. Tendemos a dividirles en
trozos y considerarles incluso como piezas y partes de nosotros mismos”. En la
búsqueda de lo esencial muchos se equivocan, porque las personas solamente
usan los ojos para ver lo esencial, “sin darse cuenta de que los ojos son el órgano
más impreciso, inconsciente y peligroso que tenemos en el cuerpo. En realidad, le están
mirando, pero al mismo tiempo le están pasando por alto”. La auténtica esencia de las
personas resulta invisible a los ojos.

¿Qué nos impide contemplar lo esencial? 1. Nuestro aprendizaje y nuestra


mente rígida, inmutable. Por la percepción selectiva sólo vemos una pequeña
parte de las cosas de nuestro entorno. Vemos sólo lo que nos interesa ver,
ignorando grandes detalles que no son tan evidentes. Muchas veces las palabras
nos encasillan y no nos permitan captar las esencias. “Creemos plenamente que lo
que percibimos como realidad es todo lo que hay... En nuestro ignorante y limitado
mundo, creemos que no hay más que lo que vemos”. 2. Nuestro ego, que
consideramos como esencial. El ego o el yo no lo hemos construido nosotros,
sino los demás. “La gente os ha dicho qué deberías ser, cómo deberías moveros, cómo
deberíais oler, y cómo deberías hacer casi todo lo que hacéis”. Por eso debemos dejar
nuestro ego y salir de él. Sólo así entran los nuevos mensajes. “El yo levanta
enormes murallas en torno a sí mismo para autoprotegerse y las llama realidad. Todo lo
que sea considerado real por el yo encarcelado no puede atravesar esa muralla y la nueva
percepción se ve rechazada. Así, la mayor parte de la gente continúa su camino por la
vida viendo lo que quieren ver, oyendo lo que quieren oír, oliendo lo que quieren oler, y
todo lo demás permanece absolutamente invisible. Todo está presente, todo lo que
tenemos que hacer para verlo es dejarlo entrar, tocarlo, paladearlo, masticarlo, abrazarlo
(eso es lo más hermoso), experimentarlo como lo que es, no como lo que somos”. 3.
Nuestra apatía. Desde el momento en que nacemos nos encontramos
programados para convertirnos en seres humanos, pero siempre marcados por
la influencia de la cultura, de nuestros padres y educadores. “Lo peor de todo es
que llegamos a estar tan atrapados por este aprendizaje, que empezamos a identificarlo
con nosotros mismos. Primero somos nosotros, y más tarde amontonamos miles de cosas
que en realidad no nos son propias, sino que más bien pertenecen a nuestras familias,
cultura, amigos, etc. Asumimos todas esas cosas que más adelante se convierten en lo
que somos, en nuestra propia identidad. Y seremos capaces de morir por defender ese yo.
Nos volvemos apáticos, para evitar enfrentarnos con el reto que supone una nueva
identidad”. 4. Nuestros modelos de perfección. “Nos pasamos toda la vida tratando
de hacer que el mundo exterior encaje con nuestra concepción de lo que es perfecto”. Si
no nos salen las cosas bien, de acuerdo nuestro ideal de perfección, nos
sentimos mal. “El día es muy malo si no transcurre del modo que queríamos, y es
perfecto si nos sale todo a pedir de boca. Tales expectativas se refuerzan a sí mismas.
Cierran toda posibilidad de que nos llegue nada nuevo, si ese algo se corresponde con
nuestras aficiones o preferencias”. 5. Nuestras limitaciones. “Donde quiera que
vayamos, nos toparemos con limitaciones. Pero incluso todo esto puede cambiar. Puedes
modificar tu programación interna, algo muy fácil de hacer, si bien debes tomar la
decisión de hacerlo. De repente, desde este preciso momento, dice a ti mismo: Voy a
empezar a sentir las cosas. ¡Voy a comenzar a paladear los alimentos, a conocer la gente,
a contemplar el cielo, a olfatear el aire, a sentirlo todo! Voy a notar mi cuerpo, llegar a
conocer los sentimientos de los demás, tocar a mis vecinos, tener plena conciencia de sí
mismo, de mis cambios y de mi ser. Es algo atroz que, habiendo tanto, nos sintamos
satisfechos con poco. Nos complacemos con una pequeña parcela, y nos sentimos
contentos creyendo que eso es todo cuanto existe”. 6. Nuestros cuerpos físicos. Si
bien nuestro cuerpo es el vehículo de nuestra esencia, no podemos hacer un
culto a su físico. No es nuestro cuerpo lo fundamental. Es muy importante, pero
también lo son nuestros pensamientos y nuestras ideas. 7. Nuestra incesante
actividad física y mental. Según Paul Reps, “pensamos cinco o seis cosas distintas a
la vez, nos preparamos para mantenernos siempre tensos. Vemos cómo por doquier se
forma a la gente en la tensión. En ninguna parte se enseña la quietud y la felicidad.
¡Pobre hombre, creado para ayudar a todas las criaturas, no puede ni ayudarse a sí
mismo!”. Frecuentemente atiborramos nuestra mente de pensamientos que nos
saturan. “Nos vamos a la cama con la cabeza atiborrada de cosas y no encontramos
modo de desalojarlas, impidiéndonos dormir”. Esto nos produce tensión. Entonces es
importante poner nuestra mente en blanco por momentos para liberarnos de la
tensión que nos produce ese caos de pensamientos. Para encontrarnos a nosotros
mismos, debemos perdernos antes a nosotros mismos. “La única garantía que hay no es
otra que tú mismo. Ni más ni menos”. No nos podemos volver esclavos de nada, ni
siquiera del dinero. Según Buda, cuando dejemos de ansiar cosas, entonces lo
tendremos todo. Debemos hacer pausas y reflexionar sobre la forma en que
pensamos y vivimos. El vivir insaciables nos impide vivir plenamente. “Cuanto
más se tiene, más se desea tener. Nunca se tiene bastante de algo que valga. Jamás se
pone bastante atención ni bastante esfuerzo en el propio empeño. La búsqueda de la
propia satisfacción nos tiene permanentemente ocupados. Por mucho que se reciba,
nunca es suficiente hasta que uno se siente harto”. Debemos aprender de nuestras
experiencias. “Sufrir sin aprender del sufrimiento es una insigne estolidez. La vida es
en realidad, para la mayoría de nosotros, un esforzarse por alcanzar un agradable estado
homeostático”.

¿Qué es lo que somos? No somos nuestra mente, nuestro cuerpo, nuestras ideas
programadas, nuestra educación, nuestra entidad física, nuestras sensaciones,
nuestras percepciones, nuestra fuerza, nuestros sentimientos. Somos en parte
todas estas cosas, pero ¡somos mucho más! Si somos adictos a estas cosas,
siempre permaneceremos en ellas. En todo momento estamos escogiendo por
nosotros mismos, pero ¿escogemos por nosotros mismos? “El cuerpo y el espíritu
contienen miles de posibilidades, de entre las cuales puedes construir muchos yos. Pero
sólo en una de ellas se da una armonía entre el elector y el elegido; sólo hay una que no
hallarás hasta que te hayas liberado de todos esos sentimientos superfluos y posibilidades
de ser y de hacer, con los que andas jugueteando sin curiosidad, sin deseo de conocer, sin
anhelo impaciente, y te impiden profundizar en el experimento del misterio de la vida,
en la conciencia del talento a ti confiado y en el milagro de ti, que es auténticamente tu
yo”. Para entrar en contacto con nosotros mismos, debemos conocer, vivir el
presente y ser diferentes.

Levantar puentes, no barreras

Así como el puente llena un vacío, un paso sobre una depresión u obstáculo,
debemos tender un puente hacia nosotros mismos. No debemos querer ser otro
o como los demás; debemos ser nosotros mismos. “Cuando caigas en la cuenta de
esta verdad, estarás sobre el buen camino”. Es demasiado importante ser uno
mismo y vivir intensamente la existencia. “Yo no deseo ser sino lo que soy, un ser
humano. Me gusta mi condición de ser humano”. Todo comienza en nosotros y el
puente que nos lleva a los demás, si somos nosotros mismos. “Cuanto más y más
crezca, podré darte más de mí. Aprendo para poder enseñarte más. Me esfuerzo por
lograr la sabiduría, a fin de estimular tu verdad. Me hago más sensible y conocedor para
poder aceptar tu sensibilidad y conocimientos. Lucho por interpretar mi condición
humana para poder entenderte mejor cuando me reveles que eres humano y nada más
que humano. Vivo en una continua admiración por la vida para poder permitirte,
también, que goces de la vida. Lo que haga por mí, lo hago por ti. Y lo que hagas por ti,
hazlo por mí, para que jamás haya egoísmo. Todo lo que hayas aprendido, lo has
aprendido por alguien de tu entorno... Salid de vosotros mismos e introducíos en el
nosotros. Es el medio más hermoso de verse a un mismo y ayudar a los demás a verse a
sí mismos. De ahí procede la fuerza. Así pues, tened primero un puente hacía sí mismos,
pero no os detengáis en eso. El paso siguiente e inmediato es tender un puente hacia los
demás”. Nuestra autoestima es uno de los aspectos más importantes de nuestra
vida. “Me gusto de verdad. No me gusta sólo lo que soy, sino que me gusta el misterio y
la fuerza potencial que hay en mí”.

Hay que construir puentes hacia los demás. No es necesario estar siempre en
posesión de la razón. Tampoco debemos ser en exceso perfeccionistas. Un texto
humanista nos recuerda lo siguiente: “Si tuviera que vivir de nuevo mi vida,
trataría de equivocarme más veces en esta ocasión. No trataría de ser tan perfecto. Me
relajaría más. Me haría más flexible. Sería más necio de lo que he sido esta vez. En
efecto, no me tomaría tan en serio tantas cosas. Sería más alocado, menos aséptico.
Aprovecharía más oportunidades, haría más tentativas, escalaría más montañas,
nadaría en más ríos, contemplaría más puestas de sol, iría a más sitios de los que he ido.
Tomaría más helados y menos alubias. Tendría más preocupaciones reales y menos
imaginarias. Fíjense: yo era una de esas personas que viven en medio de la profilaxis e
higiene absolutas, hora tras hora y día tras día. ¡Vaya! He tenido mis momentos felices
y, si volviera a vivir, tendría muchos más de los que tuve. En realidad, no trataría de
tener sino esos hermosos momentos uno tras otro. He sido una de esas personas que no
iban a parte alguna sin un termómetro, una botella de agua caliente, un elixir para
gargarismos, un impermeable y un paracaídas. Si hubiera de repetir mi existencia,
viajaría más ligero la próxima vez. Si tuviera que repetir de nuevo mi vida, saldría antes
al campo en primavera y me quedaría al aire libre hasta más tarde. Haría más
excursiones, contemplaría más salidas de sol y jugaría con más niños. Sin embargo, no
va a ser así”.

Nosotros somos quienes decidimos qué hacer con nuestra vida. “La vida está en
vuestras manos. Podéis elegir la alegría, si así lo deseáis o encontrar angustia y
desesperación donde quiera que alcéis la mirada”. Kazantzakis decía: “Disponed de
unos pinceles y de tus colores. Pinta el paraíso y luego entra en él”.

El arte de ser plenamente humano

En la vida se nos enseña de todo, pero nadie nos enseña a vivir. Aprendemos
muchas cosas, pero ignoramos una de las más esenciales: vivir. “Nadie os enseña
acerca de la vida. Se supone que ya sabéis de ella. Nadie os enseña cómo ser hombre o
mujer, ni lo que esto significa, ni la dignidad que lleva consigo el afirmar: Soy un ser
humano. Todos presumen de que esto es algo que ya se tiene, como si lo hubieran
recibido por ósmosis. Pues bien, ¡no se tiene por ósmosis!” Es importante saber que
disponemos de la capacidad de ser plenamente humanos. Para poder dar es
necesario tener. “Si no tengo sabiduría, sólo puedo enseñaros mi ignorancia. Si
carezco de alegría, sólo puedo enseñaros la tristeza. Si carezco de libertad, sólo puede
encerraros en cárceles. En cambio, todo cuanto posea puedo revertirlo al prójimo. Pero,
ante todo, he de tenerlo”. Somos únicos e irrepetibles. Somos posibilidades
ilimitadas. Mucha gente muere sin haber nacido de verdad. Quienes más se
lamentan cuando saben que se van a morir, son quienes no han vivido
realmente. “Han sido meros observadores de la vida, pero no participantes activos. No
se han arriesgado. Han permanecido al margen del camino”. Si pretendemos ser
plenamente humanos, “tenemos que reconocer un carácter democrático, si es que
queremos algo mejor. En otras palabras, hemos de darnos cuenta de que no hay nadie
mejor o peor de lo que somos nosotros”.

Los niños del mañana

Hay que reconocer que la formación del niño es muy importante. “Cuán difícil
es encontrar la propia identidad, mantenerla y poder erguirse para decir no soy,
sino estoy llegando a ser, puesto que, en realidad y bajo muchos conceptos, no
hemos terminado aún de nacer. Uno debe decir: “Aquí estoy, realizándome. Es
maravilloso. La vida es buena, el mundo es hermoso”. Se le teme a la vida y a la
muerte. Maldecimos del pasado, nos encanta maldecir del pasado y acusar a
todo el mundo que tenga que ver con nuestro pretérito, pero nos vemos
impotentes respeto a qué hacer en el presente o en el futuro. Sospechamos de
los demás, pero sobre todo sospechamos de nosotros mismos. Hemos olvidado
cómo escuchar la voz de nuestra propia conciencia. No somos consecuentes con
lo que surge de nuestro interior. Hacemos caso omiso del presente. Lo dejamos
pasar. No sabemos que delante de nosotros tenemos alternativas y que
podemos seleccionar las que nos reporten gozo y alegría. Carecemos de
propósitos y no entendemos realmente en qué consiste la vida. Nunca nos
preguntamos “¿qué estoy haciendo aquí?”. ¡Acaso es nuestra misión estar aquí
simplemente para ocupar un espacio físico?

Debemos desaprender las cosas que hemos aprendido mal. Así nos deshacemos
de lo que la cultura ha impuesto en nuestra mente para impedirnos ser nosotros
mismos. “A medida que me desprendo de los desperdicios, más libre me encuentro, y
cuanto más libre soy, más puedo hacer por los demás”. Debemos enseñar a los niños
que son maravillosos, únicos e irrepetibles. No debemos moldear a los niños.
Debemos procurar que los niños sean ellos mismos. “Si quieres perderte a ti
mismo, sígueme. El seguirme te conduce a mí y ¡tú te extravías! Mi idea es seguirte a ti
mismo, porque cuando tú sigues tu propia pista y alcanzas tu esencia dentro de ti y yo
alcanzo la mía dentro de mí, algún día podremos llegar a ser uno, sin alienarnos el uno
al otro”. Hay que enseñar a los niños que ellos son únicos en el mundo.
“Tenemos que decirles que cada uno de ellos será siempre el mejor de sí mismo”.

Tu yo íntimo

Para disfrutar de una mejor calidad de vida debemos tener una persona para
compartir con autenticidad todos nuestros secretos y tener una verdadera
intimidad con ella. Gocemos de la intimidad, porque ésta es absolutamente
esencial en la vida. No importa tanto la cantidad de las relaciones, sino la
calidad. La intimidad debe ser auténtica y real. Debemos dar y recibir sin
mutuo abuso. Esa relación se debe caracterizar porque no se use al otro. “No
quiero utilizarte, sino amarte”. Este tipo de intimidad debe ser de entrega. La
relación nos ayuda a madurar y responsabilizarnos de nosotros mismos. Uno
no puede esperar que la intimidad venga a nosotros por si sola. “Nadie puede ser
o actuar como tú pretendes de los demás”. Todo llega a modo de sorpresa, y si hay
depresión es porque el otro defraudó tus esperanzas. A veces somos incapaces
de expresar lo que sentimos en el momento presente. “Tengo la convicción de que
si hay en este mundo tan sólo una persona con quien entrañarnos, intimar del todo, sin
reparos ni vergüenza, nunca moriremos de soledad. ¡Una sola persona! Quienquiera que
sea esa persona, hombre o mujer, poco importa en verdad. Lo importante es que sea
alguien a quien se pueda acudir, compenetrarse con él o ella y sentirse escuchado.
Alguien a quien no haya que ocultarle nada. Alguien a quien poder decir: “Estos son
mis sentimientos, ¡éste soy yo!”, y que conteste: “Muy bien, ¡de acuerdo!” ¿Cuántos
tienen a esa persona?

Elegir la vida

La vida es lo más importante que pueda tener un ser humano, y por eso hay
que vivirla intensamente. Es un don maravilloso. Sólo tenemos una
oportunidad de vivir. Hay que vivir el aquí y el ahora, disfrutando cada
momento como si fuera el último. Esa experiencia, única e irrepetible, hay que
vivirla muy bien. Cada momento que pasa es la vida que se nos va. Hay que
buscar la felicidad con todo la fuerza de la vida. Para disfrutar la vida hay que
perdonar y no temer a la muerte. La inminencia de la muerte nos indica que
debemos disfrutar la vida y vivirla de la mejor manera. Si se vive el aquí y el
ahora no se teme a la muerte. La muerte llegará así se le tema. Entonces hay que
vivir la vida, porque la muerte es inexorable. La vida debe ser la experiencia
más grata y significativa de una persona. Hay que amar la vida.

Por todo lo anterior, debemos asumir nuestra vida responsablemente;


viviéndola de manera auténtica, sin permitir que nadie nos la dirija. “Si uno deja
su vida en manos de otro, nunca vivirá. Tenéis que asumir la responsabilidad de elegir y
definir vuestra propia vida... Tenemos que ser lo que somos... Como nos da miedo vivir
la vida, no la vivimos, ni vemos, ni sentimos. ¡No nos arriesgamos, ni nos preocupamos
por nada! En definitiva, no vivimos, puesto que la vida significa estar activamente
involucrado en algo... Uno ha de decidir por sí mismo... Cuando la vida no se vive,
estalla dentro de nosotros... La vida nos hace saber que ha de ser vivida... Toda la vida es
darse a sí mismo. Te conviertes en ti mismo. Aprendes a ser tú... Si quieres ser lo que tú
deseas, puedes serlo, a condición de que no te importe luchar, padecer un poco, luchar y
trabajar otro poco por ello, ya que nada te viene llovido del cielo. Tienes que esforzarte
por conseguirlo... La vida es también dolor y angustia, soledad y confusión. Todo forma
parte de la vida... Si careces de algo, es porque no has luchado por ello. Está ahí y es para
ti... Lo que realmente cuenta para nosotros es la fuerza interior... Tenéis que optar por
vosotros mismos... La gente que no vive su propia vida es la que carece de sentimientos
de autoestimación... Nadie puede humillarnos excepto vosotros mismos. Los demás
pueden veros de una forma diferente, pero vosotros sabéis quiénes sois; sed como sois y
hacedlo con orgullo... Cada uno de nosotros vale mucho. Cada uno de nosotros es una
historia... También sois un presente, un ahora. Con tesón, inteligencia, deseo y arrojo,
podéis llegar adonde queráis, sea cual sea el punto donde os encontréis... Si vamos a
elegir la vida, lo verdaderamente importante y a lo que tenemos que dedicar nuestros
esfuerzos es a escoger la vida en el momento presente... Sed todo lo que podáis.
Aprestaos a ello. No es suficiente con lo que ahora tenéis... Para elegir la vida, hemos de
querer arriesgarnos y amar de nuevo... Si quieres la vida, lo mejor que puedes hacer es
vivirla ahora, pues si te dedicas a esperar, puede que entonces ya no estés aquí... Si vivir
la vida te interesa vivamente, entonces es responsabilidad tuya aprender acerca de ella y
vivirla... Es tu vida propia y única, no la de nadie más. Y no hay otro camino”.

Enseñar la vida

Si uno no quiere aprender, nadie podrá enseñarle algo. Debemos aprender por
nosotros mismos; nadie puede hacerlo por nosotros. Aprendamos de lo que nos
sirva de modelo. Si no aprendemos de los mejores modelos, tampoco podremos
ser los mejores modelos para que los niños aprendan de nosotros. Si no
amamos, los niños no aprenden a amar. Para enseñar responsabilidad, debemos
ser responsables. “Lo que ven y aprenden es lo que van a practicar y lo que
determinará las pautas de su futura conducta”.

Debemos enseñar a los niños que cada uno de nosotros constituye lo más
importante. Hablarles de la importancia de la vida. La vida es gozo, milagro y
magia, pero también algunas veces es dolor, miseria y desesperación.
Enseñarles a encontrarse a sí mismos, a mirar en su interior. La felicidad está
dentro de nosotros, no fuera de nosotros. Enseñarles la importancia de los
demás en la autorrealización de un mismo. Por eso hay que amar a los otros,
exteriorizar los sentimientos.

Los niños deben saber que en lugar de elegir la tristeza, hay que escoger la
felicidad. Actuar y no desanimarnos. Desarrollarnos y no estancarnos. Elegirnos
a nosotros mismos.

Debemos arriesgarnos en la vida y enseñar a los niños a arriesgarse. “Reír es


correr el riesgo de parecer tonto”. Bien, ¿y qué? Los tontos, al menos, se divierten
mucho. “Llorar es correr el riesgo de que le llamen a uno sentimental”. Por supuesto
que soy un sentimental. ¡Me gusta ser así! Las lágrimas ayudan muchas veces.
“Acercarse a otro es correr el riesgo de quedar comprometido”. Pues os aseguro que
deseo comprometerme. “Exponer los sentimientos personales es correr el riesgo de
mostrar tu propio interior”. ¿Qué otra cosa tengo que mostrar? “Explicar tus ideas y
tus sueños ante la gente es correr el riesgo de que te tachen de ingenuo”. ¡Oh! Me
llaman peores cosas que eso. Amar es correr el riesgo de no ser correspondido”. No amo
para ser correspondido. “Vivir es correr el riesgo de morir”. Estoy dispuesto a ello.
“Esperar es correr el riesgo de conocer la desesperación e intentar algo es arriesgarse a
fracasar”. Sin embargo, debéis asumir el riesgo, porque el mayor peligro que hay en la
vida es no arriesgar nada. La persona que obra así, no hace nada, no tiene nada, no es
nada, ni llega a ser nada. Puede evitar tal vez el sufrimiento y la pena, pero no podrá
aprender, ni sentir, ni cambiar, ni madurar, ni amar, ni vivir. Encadenado a su propia
certidumbre, se convierte en un esclavo. Ha truncado su libertad. Sólo la persona que se
arriesga es verdaderamente libre.

Hablando de amor

La vida a pesar de que es la experiencia más maravillosa, también tiene dolor y


sinsabores. Si queremos vivirla plenamente, sin traumas mentales ni optar por
el suicidio y otras salidas absurdas, debemos amar auténticamente, no sólo con
palabras sino con hechos. “El amor es vida en todos sus aspectos y, si os olvidáis del
amor, os olvidáis de la vida”. Amor es un lenguaje sin límites, un concepto
ilimitado y una palabra muy bonita. La persona que ama es aquella que se ama
a sí misma, aquella que es ella misma. Debemos saber quiénes somos y con
quién compartimos. El amor sincero también se expresa con abrazos. Cada
abrazo es único e irrepetible porque ninguno abraza igual que otro. En nombre
del amor no se puede condicionar a los demás, porque “bajo el pretexto del amor
sobreviene a veces la mayor violación de la persona, debido a que nuestro amor discurre
normalmente dentro de ciertos condicionamientos". Para amar hay que ayudar a los
demás; si no lo podemos hacer, no les causemos daño.

En el amor las palabras nos pueden condicionar. Por eso debemos liberarnos de
las palabras. Estas “no son sino trampas en las que queda uno capturado en el
momento de aprenderlas, bastante antes de ser lo bastante maduro para componerse su
propio diccionario. La gente te enseña a quién debes odiar, a quién debes amar, qué es lo
importante, por qué es importante, etc. Antes de darte cuenta, ya lo has asimilado y
estás actuando conforme a esos conceptos. Las palabras despiertan toda clase de
sentimientos dentro de uno”.

En compañía de Leo Bucaglia

Es importante la compañía, porque “aunque la gente se aglomere en grandes


muchedumbres, cada cual padece una atroz soledad. Es como si no supiéramos cómo
acercarnos y dar puentes hacia los demás”. Compartiendo, saldremos de nuestro
egoísmo. “No tengo nada que vender, sino mucho que compartir”. Compartiendo
encontraremos compañía. Según Erich Fromm, “la necesidad más imperiosa del
hombre es superar su aislamiento, liberarse de la cárcel de su soledad. El fracaso rotundo
en conseguir tal empeño se traduce en la demencia”. Necesitamos de los demás y por
eso debemos compartir. “No crezcáis jamás a la sombra de nadie; no podéis crecer a la
sombra de ningún otro que no seas tú. Descubrid vuestra propia luz y haceos tan
grandes y espléndidos como sea posible. Compartidlo, diciéndoos: Comuniquemos,
hablemos, hagámoslo posible”

Compartir implica sentir a los demás, tener contacto con ellos. Según Helen
colton, “la hemoglobina de la sangre crece de forma importante cuando te tocan
acarician y abrazan. La hemoglobina es la parte del flujo sanguíneo encargada de
suministrar las aportaciones vitales de oxígeno al corazón y al cerebro; si queremos estas
sanos, debemos tener contacto físico con los demás, debemos amarnos y abrazarnos los
unos a los otros”. El condicionamiento cultural nos coarta la dicha de abrazar y
de entrar en contacto con los demás. “Una de las cosas más penosas de nuestra
cultura es que marcamos desmesuradamente el acento en el aspecto sexual de la relación
amorosa. Es una lástima, pues de esta forma pasamos por alto la ternura y el calor
humano. El beso inesperado o la palmada en el hombre cuando más la necesitas,
constituyen una gratificación sensual”. El compartir tiene que ser ahora. “Las
relaciones y la compañía deben vivirse en el presente. Tenéis que vivir ahora, tenéis que
disfrutar ahora, tenéis que hacer por la gente ahora”.

En el compartir auténtico y en las relaciones afectivas es importante la


comunicación. “Las relaciones amorosas descansan sobre una comunicación abierta,
honesta y hermosa... No nos escuchamos a nosotros mismos ni prestamos atención a lo
que decimos... Necesitamos escuchar la forma en que decimos las cosas, porque lo hemos
aprendido de los demás... Amad muchas cosas intensamente, porque el grado en que lo
hagáis servirá para medir vuestra capacidad para amar. Recordad que todas las cosas
cambian, en especial las relaciones humanas, y que, para mantenerlas, hemos de
evolucionar con ellas. Evolucionad hacia vuestro crecimiento personal. Aseguraos que
estáis constantemente creciendo en compañía, pero de forma separada, no a la sombra
del otro. Buscad a las personas sanas que aún saber reír, amar y llorar”. El Dalai Lama
sostiene que “vivimos muy próximos los unos a los otros. Así pues, nuestro primer
propósito en la vida es ayudar a los demás”. Según el escritor Salvatore Quasimodo,
“cada uno de nosotros está solo en este mundo tan vasto, momentáneamente bañado por
un rayo de luz del sol. Y, de repente, se hace de noche”.

La parafernalia del anti-yo: el yo autodestructor


Es muy común que las personas sean incapaces de expresar sus sentimientos; es
importante decir sí; existe demasiado pesimismo, y las personas no confían en
sí mismas y son desconfiadas con los demás. En cuanto a la dificultad de
expresar el amor, algunas personas “tienen miedo de mostrar su belleza y encanto
interiores... Se hallan en constante duda sobre este aspecto de su vida. Si aún queda
alguna esperanza para nosotros como seres que sentimos el amor, es absolutamente
necesario que lo expresemos bien a las claras, junto con el aprecio por los demás, sin que
sintamos temor alguno”. Esos temores nublan nuestro horizonte de
autorrealización. “Gran parte de lo que sois vosotros se debe a que estáis detenidos en
vuestro propio camino de llegar a ser. Y lo que os suplico es ¡que eliminéis todos los
obstáculos de vuestro camino! ¡Volar, vivir y amar está a vuestro alcance! Todo lo que
debéis hacer es asumir la responsabilidad y aferraros a ella. Con todo, muchas personas
no confían en sí mismas. No creen en sí mismas. Ni siquiera se gustan a sí mismas”. El
no ser capaces de expresar nuestros sentimientos, nos muestra como personas
con dificultades para la realización plena, para ser auténticos. Al morir
tendremos que explicar ante el creador “por qué no hemos sido nosotros mismos.
¿Por qué no hemos sido todo lo que somos?”. Por eso debemos detener “esta
parafernalia del anti-yo. ¿Cuántas veces os habéis oído decir no soy nada. No sois nada
si creéis que no sois nada”. Si el niño escucha que es torpe, es posible que actúe
torpemente. “El niño oye y ¡qué oye?: que es torpe. Uno llega a ser lo que cree que es”.
Hay que tener cuidado con lo que se le diga al niño.

Es importante decir sí, porque “cuando dices no es como si carrases puertas y


ventanas... Si no podéis decir sí, porque os dé demasiado miedo, probad con quizás. ¡Al
menos habrá una salida, una oportunidad!”. Nunca es conveniente decir que nada
se puede hacer, porque “siempre hay algo que puede hacerse al respecto. No tiene más
que proponérselo”. Tampoco es conveniente decir “Soy demasiado viejo para esto.
¡Probad y hacerlo, aunque sólo sea una vez y veáis qué jóvenes os encontráis!... Cuando
os oigáis a vosotros mismos decir soy demasiado viejo para tal o cual cosa, estáis
cerrando puertas al mismo tiempo. ¡Nunca sois demasiado mayores para nada!”.
Asimismo, no hay que preocuparse demasiado por los sinsabores que nos
ocasionan los demás, porque “se puede aprender del dolor. Sería un mundo estúpido
si creyésemos que todo ha de discurrir siempre por unos cauces fáciles y alegres... No
hay nada de malo en un poco de dolor... Algunas veces la misma muerte nos enseña de
la vida y la propia miseria nos enseña acerca de la alegría... Consideradlas como parte de
vida. ¡Experimentadlas! Aprender a sentir los lados menos agradables de la vida, sin
negarlos. A lo mejor os hacen daño, pero aceptadlo”.

Las ideas negativas nos impiden alcanzar una vida plena y auténtica, porque
nos limitan y nos hacen solitarios, nos aburren y neutralizan nuestra
espontaneidad. “Son la anti-vida, el anti-desarrollo y anti-cambio”. Estas actitudes
negativas las aprendemos en el hogar y en la escuela. “Si quieres adquirir la
propia estimación, la madurez personal, no hay mejor sitio para comenzar que en
vuestra propia casa. Con frecuencia dispensamos las mínimas demostraciones de afecto a
quienes más queremos... No dejad pasar un solo día, sin observar algo positivo en los
que os rodean, y ¡decídselo! Tal vez os sea difícil algunos días, pues habéis de fijaros con
atención y buscar un motivo, pero esforzaos en hacedlo y decid: Lo hiciste muy bien.
Bien hecho, si señor... Aquellos a quienes tendríamos que apoyar más por el lo mucho
que los amamos son con frecuencia seres a quienes menos animamos. Y es una lástima.
Es en vuestros hogares donde habéis de empezar a crear esa atmósfera de la propia
estimación... Tenemos oportunidades todos los días de nuestra vida y no las
aprovechamos. Empecemos con los seres más próximos a nosotros. Enseñémosles a
estimarse a sí mismos y asegurémonos que cada cual recibe su correspondiente atención
cotidiana... A nadie le sabe mal que le digan te quiero... Y si no podéis decírselo,
escribidlo... ¡Pero confesadlo! Y hacedlo muchas veces. Uno jamás se cansa de oírlo”.
Los profesores, en la escuela, se encargan de disminuir la autoestima del niño
cuando los descalifican y los hacen sentir incapaces e inseguros, tildándolos
muchas veces de tontos.

No es bueno ser tan desconfiados. “Nuestra cultura nos ha enseñando


constantemente a sospechar; no a confiar ni a creer, sino ¡a tener miedo a todo! No
hacemos más que construir murallas cada vez más altas para protegernos de los demás...
Vamos diciendo también a nuestros hijos que no confíen y nos estamos separando cada
vez más los unos de los otros... Renunciad al juego de sentir desconfianza hacia los
demás. Es arriesgado, por supuesto, pero ¡todo tiene sus riesgos!... Es preciso que
rechacemos esas ideas autodestructivas sobre la posibilidad de no ser uno lo bastante
listo como para discernir lo que es mejor para sí mismo. Aprended de nuevo a escuchar
vuestras propias voces interiores y a confiar en vosotros mismos. Nadie mejor que
vosotros sabe lo que es adecuado para vosotros mismos... Hay muchos caminos y el tuyo
es tan válido como el mío, con tal que nos lleve a la bondad, a la nobleza, a la belleza, a la
alegría y a la madurez, en lugar de la destrucción. Escuchaos y confiad en vosotros
mismos... Aprender a oír de nuevo. Aprended a creer. ¡Intentadlo! Nunca sabréis nada
hasta que lo hagáis y sólo entonces comprobaréis que sois consecuentes con vosotros
mismos y que lo hacéis es conveniente para nosotros... Escojed el camino de la vida, del
amor, de la inquietud por los demás, de la esperanza, de la fe en el mañana, de la
confianza y de la bondad. Es asunto vuestro. La opción es vuestra. También podéis
inclinaros por la desesperación, por la miseria, por hacer la vida incómoda al prójimo y
por la intolerancia. Pero, ¿para qué? No tiene sentido. Sólo es una autofalgelación.
Ahora bien, os advierto que si os decidís a asumir la plena responsabilidad para elegir
vuestra vida, ello no os será fácil y tendréis que aprender a arriesgaros de nuevo. El
riesgo es la llave del cambio”. Por eso debemos correr riesgos. “Amar es correr el
riesgo de no ser correspondido. Uno ama para amar y no para recibir nada a cambio,
pues de lo contrario no sería amor. Esperar es correr el riesgo de sentir el dolor. Intentar
algo es correr el riesgo de fracasar. Pero debe asumirse el riesgo, porque el mayor peligro
que hay en la vida es no arriesgarse a nada. La persona que no arriesga nada no hace
nada, no tiene nada y nada es. Tal vez evite así el sufrimiento y la pena, pero,
sencillamente, no podrá aprender, ni sentir, ni cambiar, ni madurar, ni vivir, ni amar.
Encadenado a sus certidumbres y a sus manías, no es sino un esclavo. Ha renunciado a
su característica más importante, esto es, a su libertad individual. Sólo quien se arriesga
es libre. Mantenerse escondido, extraviarse a sí mismo por culpa de las ideas
autoderrotistas es morir. No permitamos que esto suceda. Vuestra mayor
responsabilidad es llegar a realizaros plenamente”.
KYBALION
(Hermes Trimegisto)

Hace muchos años, en Egipto vivió un sabio llamado Hermes Trimegisto, que
quiere decir tres veces grande (rey, legislador y sacerdote), quien escribió los
siete principios herméticos, que sirven para convertir nuestras energías
interiores en actos de voluntad, amor e inteligencia. La razón de ser de estos
principios está en la relación del hombre consigo mismo, para que cada uno
proyecte toda su acción a una transformación humanista de su mundo
circundante. La verdadera comprensión de estros principios o leyes, nos dará
acceso a una participación más consciente del mundo, y nos permitirá edificar
de manera segura un mundo nuevo y mejor.

1º. Principio o ley mental (mentalismo). “Todo es mente; el universo es mental”.


Todo es mente, siendo la realidad sustancial que se oculta sobre todo lo
material y sobre todo lo que se percibe. Todo el mundo fenomenal como el
universo es una creación del todo, en cuya mente vivimos, nos movemos y
tenemos nuestro ser; todo lo que haya el hecho el hombre, primero estuvo
diseñado en su mente.

2º. Principio o ley de correspondencia. “Como es arriba es abajo”. Hay una cierta
correspondencia entre las leyes y los fenómenos de los estados del ser como en
la vida misma. Todo lo material tiene su correspondencia, por eso como
vivimos así mismo soñamos.

3º. Principio o ley de vibración. “Nada descansa; todo se mueve; todo vibra”. Todo
cuanto existe está en movimiento y ningún objeto permanece inmóvil. Cada
persona está en una escala vibratoria lo cual lo diferencia de los demás; nos
debemos proponer ir evolucionando en cada uno de los niveles de la
consciencia humana.

4º. Principio o ley de polaridad. “Todo es dual, todo tiene polos, todo tiene su par de
opuestos; semejante o desemejante son lo mismo; los opuestos son idénticos en
naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se encuentran; todas las verdades no
son sino medias verdades; todas las paradojas pueden ser reconciliadas”. Los extremos
se tocan, todo es y no lo es al mismo tiempo. Cada cosa es doble, siendo los
opuestos idénticos en naturaleza pero diferentes en grado. Alegría y tristeza,
frío y calor, etc.

5º. Principio o ley de ritmo. “Todo fluye, fuera y dentro; todo tiene sus mareas; todas
las cosas suben y bajan; la oscilación del péndulo se manifiesta en todo; la medida de
oscilación hacia la derecha es la medida de la oscilación hacia la izquierda; el ritmo
compensa”. Todo fluye y refluye. Todo tiene sus períodos de avance y de
retroceso.
6º. Principio o ley de causa y efecto. “Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su
causa; todo sucede de acuerdo con la Ley; casualidad no es sino un nombre para la Ley
no conocida; hay muchos planos de causación, pero nada se escapa a la Ley”. Todo
sucede teniendo un por qué. Todo efecto tiene su causa y toda causa tiene su
efecto. Nada sucede casualmente. La suerte no es más que el nombre que se le
da a una ley desconocida.

7º. Principio o ley de género. “El género está en todo; todo tiene sus principios
masculino y femenino; el género se manifiesta en todos los planos”. En el mundo físico
este principio se manifiesta como sexo, tomando formas más elevadas en los
planos superiores. La generación existe por doquier. Todo su aspecto masculino
y femenino, positivo o negativo. La reproducción se manifiesta en todas las
dimensiones.

RINOCERONTE
Una forma diferente de ser duro
(Henry Lankast)

En un libro, que no supera las doscientas páginas, el autor nos muestra una
forma diferente y comprometida de alcanzar el éxito económico y personal. A
través de una metáfora, trata de persuadirnos cómo el rinoceronte, a diferencia
de las vacas, arremete pisando fuerte, yendo a la carga, sin importarle los
obstáculos que se le presentan en la selva donde habita. La obra es un llamado a
luchar sin escatimar esfuerzos, sin permitir que el pesimismo se apodere de las
personas. Esta singular metáfora está dirigida a todos los que quieran triunfar
en al vida; pero fundamentalmente se encamina al hombre capitalista,
individualista, competidor, luchador; el hombre pragmático, el que le interesan
los medios mas no los fines; el hombre que tiene cierta inclinación a la moral
nietzscheana (moral del amo y del esclavo). El tema tiene en cuenta el tiempo, el
dinero, la salud, la valentía, el riesgo, la aventura, el esfuerzo, la superación de
lo cotidiano, la ruptura de los esquemas tradicionales, el avance valeroso, la
decisión, la arremetida agresiva (en el buen sentido de la palabra), la lucha sin
descanso. La persona perezosa, pesimista, indecisa, cobarde, pasiva, ascética,
resignada, sin ambiciones, irresoluta o pusilánime no tiene cabida en el mundo
que plantea el libro. El autor propone un nuevo tipo de hombre; una persona
que, al igual que un elefante, tenga una piel gruesa, que pise fuerte, que avance
resueltamente, que no tema a nadie, que cree nuevos valores, que su moral
supere las imposiciones de la sociedad; que no sea como una vaca que se limita
a comer y a dormir, sin capacidad de lucha; una vaca que va adonde la lleve la
manada. El rinoceronte, por el contrario, no se deja dominar, no cae al primer
golpe, arremete con decisión, sin marchar hacia a tras; va siempre a la carga con
todo, avanzado siempre sin importarle los obstáculos que se le atraviesen,
porque él mismo los destruye con su pesado cuerpo y sus grandes patas.
Esta metáfora nos invita a buscar el éxito económico y personal por medio de
una incansable lucha, que sólo podrán resistir quienes tengan muy pocos
escrúpulos y muchas ganas de superar todo tipo de dificultades. Los demás
seguirán siendo vacas... El rinoceronte simboliza el éxito y la vaca el fracaso.

LA CONQUISTA DE LA FELICIDAD
(Bertrand Russel)

PRIMERA PARTE.

LAS CAUSAS DE LA DESGRACIA.

¿Por qué es desgraciada la gente?

Algunas circunstancias de la realidad actual dificultan la conquista de la


felicidad; la desgracia está presente en muchas partes. Las diversas causas de la
desgracia se hallan en el sistema social y en la psicología individual. Para ser
felices hay que tener gusto por la vida; descubrir cuáles son las cosas que se
desean, y obtenerlas; desprendernos de los deseos difíciles de satisfacer, y
preocuparnos más por nosotros mismos. Las realidades externas a veces nos
producen dolor, pero éste no destruye la calidad de vida como el que produce
el disgusto consigo mismo. El interés extremo nos lleva a buscar la satisfacción
en circunstancias que, en lugar de posibilitarnos, nos despersonalizan por
cuanto sólo nos brindan placer momentáneo con consecuencias negativas
posteriores. Entre las preocupaciones exteriores que atentan contra nuestro
propósito de ser felices se encuentra el estigma del pecado, el narcisismo y la
megalomanía. “Quiero que se entienda por pecador al hombre que está absorto
en la consciencia del pecado”. El estigma del pecado genera contradicción en el
ser humano, porque “tiene entre sí la imagen de lo que debería ser, y esta
imagen está en constante desacuerdo con el conocimiento real de sí mismo”. El
pecado llena de sentimientos de culpa a las personas con su ridículo código
ético. Se genera conflicto cuando el pensamiento rechaza los dogmas enseñados
durante la niñez, ya que éstos hacen ver que todo es malo, incluyendo hasta el
mismo disfrute de los placeres, en especial la genitalidad. Para ser felices hay
que liberarnos de la tiranía de esas falsas creencias. El narcisismo “consiste en el
hábito de admirarse y de ser admirado”. Esto no está mal si es con moderación.
El narcisismo genera vanidad, y ésta “cuando transpone ciertos límites, mata el
placer de toda actividad espontánea y conduce fatalmente a la indiferencia y al
aburrimiento”. Muchas veces es fuente de timidez, y se cura con el aumento de
la propia estimación. El megalómano “prefiere ser poderoso a ser simpático, y
procura ser temido más que ser amado”. El ansia de poder puede encontrar
serios obstáculos, y esto genera insatisfacción. “Dondequiera que aparece una
manifestación de represión psicoanalítica no puede existir una felicidad
genuina”. Las causas sicológicas de infelicidad son muchas, pero tienen algo en
común. “El hombre típicamente desgraciado es el que, habiendo sido privado
en la juventud de alguna satisfacción normal, ha llegado a evaluar unas
satisfacciones más que otras, y, por lo tanto, ha dado a su vida una dirección
única, además de un énfasis exagerado del éxito sobre las actividades opuestas
a él... Un hombre puede sentirse tan contrariado que no busque otras
satisfacciones que la distracción y el olvido. Entonces se convierte en un devoto
del placer. Es decir, procura hacer llevadera la vida sintiéndose menos vivo. La
embriaguez, por ejemplo, es un suicidio temporal; la felicidad que produce es
puramente negativa, es una cesación momentánea de la felicidad”. En
conclusión, la “infelicidad es debida en gran parte a ideas erróneas, a una ética
y a unos hábitos de vida equivocados, que conducen a la destrucción del
impulso y del deseo natural de cosas posibles, de las que dependen en
definitiva toda felicidad de hombres y animales”.

La desgracia bayroniana

Quienes son desgraciados atribuyen su desgracia a la naturaleza del universo, y


se fijan en lo más desagradable de la realidad. Muchos desgraciados, luego de
experimentar algunos placeres pasajeros, se muestran muy pesimistas, y creen
que todo es vanidad. No se debe desear mucho, porque el logro de lo deseado
no garantiza la felicidad; muchas veces la falta de lo que se desea genera
felicidad. La vida no es melodrama, en el cual después de sufrir se llega a un
final feliz. Si la vida es efímera y fugaz, es porque así se disfruta mejor. Muchos
son pesimistas porque la ciencia no ha dado respuestas a los problemas de la
vida. Hay que creer en el amor audaz y vigilante, que no conoce el bien y el
mal, y que no pretende santificar ni divinazar a nadie. Para ser feliz hay que
vivir el presente, olvidándose de las restricciones que en el pasado impedían el
disfrute de la vida, como lo fueron los tabúes sexuales. El amor debe ser fuente
de placer. “Y no sólo es el amor fuente de placer, sino que su ausencia es una
fuente de dolor... Hay que valorar el amor, porque acrecienta los mejores
placeres... Quien no ha gozado nunca de las cosas bellas en compañía del ser
amado, no sabe a dónde llega su mágico poder”. El amor capaz de romper con
el ego, “es una forma de cooperación biológica en que las emociones del uno
son necesarias para el logro de los instintivos propósitos del otro”. Para ser
feliz, el ser humano necesita compartir y cooperar, porque, por naturaleza, éste
no puede estar solo, vivir solo; necesita de los demás. El amor nos conduce a la
cooperación. El amor en su más alta expresión revela valores que de otro modo
permanecerían ocultos, y tiene en sí mismo un valor intangible... “El hombre
prudente será tan feliz como las circunstancias lo permitan, y si encuentra en
cierto modo desagradable la contemplación del mundo, se dedicará a
contemplar otras cosas”.

La competencia

El hombre de negocios, en este mundo de competencia, piensa que lo que


obstaculiza su felicidad es la lucha por la vida, entendida como la lucha por el
éxito. “Mientras no sólo desee éxito, sino que esté persuadido de todo corazón
de que el deber del hombre es la persecución del éxito, y de que quien no lo
consiga es un infeliz, su vida será demasiado ansiosa y desconcentra para ser
dichoso”. Si bien es cierto que es importante el éxito y el dinero, el hombre no
puede sacrificar su vida en aras de conseguirlos. El éxito y el dinero son sólo
ingredientes de la felicidad, pero no la felicidad total. “La raíz del mal está en la
importancia que se concede al éxito en la competencia como la mayor fuente de
felicidad”. El hombre de negocios, en constante búsqueda del éxito y del dinero,
descuida sus hijos, su esposa y su descanso. Es un esclavo del éxito o del dinero.
No lee y no disfruta de los placeres de la lectura y de otros deleites. De esta
infelicidad, en parte, es responsable la educación, que se centra en formar
personas para la competencia, para la búsqueda incansable del éxito, para la
obtención del dinero. “A menos que se le enseñe al hombre qué es lo que tiene
que hacer con el éxito después de conseguirlo, su consecución le llevará
inevitablemente al aburrimiento”. La infelicidad del hombre de negocios
proviene de creer que la vida es lucha, competencia, y que sólo se respeta al
vencedor.

Fastidio y excitación

El fastidio y el aburrimiento son enemigos de la felicidad. El fastidio, que es una


fuerza motriz de la historia, “es un deseo controlado de sucesos no
precisamente agradables, sino lo suficientemente interesante para que la
víctima del hastío pueda distinguir un día del otro”. El aburrimiento “puede
evitarse buscando excitaciones con suficiente energía”. La excitación es lo
contrario del aburrimiento. “Una vida con demasiadas excitaciones es una vida
agotadora, en el cual son necesarios estímulos cada vez mayores para producir
la emoción, que es parte integrante del placer. El exceso de excitación mina la
salud e insensibiliza el paladar para todo placer. Para ser felices hay que ser
capaces de tolerar cierto nivel de aburrimiento, porque la vida, como todo, tiene
partes aburridas”. Esto lo deberíamos aprender desde niños. Para vencer el
aburrimiento hay que buscar placeres que no traigan consecuencias negativas
posteriormente. El amor es una buena fuente para derrotar el aburrimiento;
pero el placer sexual debe contener amor. “Cuando el placer momentáneo ha
terminado, hay fatiga, disgusto y una sensación de vida hueca. El amor es una
parte de la vida de la tierra; el sexo sin amor, no lo es”. Hay que huir del
fastidio que no es provechoso. “Una vida feliz debe ser en una gran extensión
una vida tranquila, porque sólo una atmósfera de quietud puede vivir la
verdadera alegría”.

La fatiga

La fatiga física moderada es buena, pero sí es excesiva es mala. El trabajo


moderado es gratificante, pero si es excesivo es fuente de insatisfacción. La
fatiga nerviosa es perjudicial. Esta fatiga es producida por las preocupaciones,
pero éstas si pueden evitar, si se piensa en los problemas sólo cuando se van a
resolver, no en la cama o durante las comidas. “El discreto piensa en sus
problemas tan solo cuando hay motivos para ello; cuando no es oportuno,
piensa en otras cosas, y por la noche no piensa absolutamente en nada”. El
cerebro es más eficiente cuando se piensa en los problemas en el momento
oportuno, en vez de pensar desordenadamente en todo momento. Muchas
preocupaciones desaparecerán si se relativiza su importancia”. Después de
todo, las cosas no tienen mucha importancia, deberíamos decirnos
frecuentemente. “El hombre que pueda dirigir sus pensamientos y esperanzas
hacia algo que trascienda de sí mismo, puede hallar una paz en las inquietudes
de la vida que es imposible para el egoísta puro”. Debemos evitar
preocupaciones. “Las preocupaciones son una forma de miedo, y todas las
formas de miedo producen fatiga”. Por eso se deben afrontar los miedos. “El
mejor procedimiento para combatir el miedo es pensar en él tranquila y
razonablemente, pero con gran concentración hasta familiarizarnos con él”.
Para vencer el miedo se necesita el valor. “Con más valor habría menos
preocupaciones y, por lo tanto, menos fatiga; porque una gran proporción de
las fatigas nerviosas que agobian a los hombres y mujeres son debidas a miedos
conscientes o inconscientes”. La fatiga nerviosa se puede aliviar con un buen
sueño, pero hay que evitarla. “Uno de los peores aspectos de la fatiga nerviosa
es que obra como una especie de cortina entre el hombre y el mundo exterior.
Las impresiones llegan a él opacos y mudas; no ve en la gente que trata sino
engaños y amaneramientos; no le interesa la comida ni el sol, y tiende a
concentrarse sobre unas cuantas cosas con absoluta indiferencia para todo lo
demás”.

La envidia

La envidia es otro factor de desgracia. Es la base de la democracia y hasta de la


justicia, porque “no puede haber entre nosotros ninguno que sea el primero”,
tal como decían los antiguos griegos. La envidia tiene sus orígenes en la niñez
cuando hay preferencia por unos hijos sobre los otros, generándose una
problemática de injusticia, o cuando los padres profesan muy poco afecto a
hacia éstos, entre otras causas, como la modestia, la competencia y la fatiga. “La
envidia es la más desafortunada de todas las peculiaridades de la naturaleza
humana; la persona envidiosa no sólo quiere hacer daño, y lo hace siempre que
puede con impunidad, sino que ella misma se hace desgraciada a la causa de la
envidia. En vez de gozar de lo que tiene, sufre de lo que tienen los demás”.
¿Cómo erradicar la envidia? “Quien quiera aumentar la felicidad humana,
debe querer aumentar la admiración y disminuir la envidia”. La felicidad es el
principal remedio para la envidia, pero la envidia obstaculiza la felicidad. “Con
el solo hecho de comprender las causas de la envidia se da un paso importante
para curarla”. Un buen remedio “es la disciplina mental, el hábito de no pensar
cosas inútiles”. El éxito nos libera de la envidia, “porque siempre habrá en la
historia o la leyenda alguna persona con más éxito que nosotros”. Acabaremos
con la envidia “gozando los placeres que se nos presentan, haciendo nuestro
trabajo y evitando comparaciones con personas que, tal vez equivocadamente,
suponemos que son más felices que nosotros”. A veces es sencillo ser feliz. “Las
cosas esenciales para la felicidad humana son sencillas, tan sencillas que las
gentes complicadas no pueden sospechar qué es lo que realmente les falta a
ellas”.

El concepto de pecado

El concepto de pecado es “una de las causas sicológicas de desgracia más


importantes de la vida adulta”. El concepto de pecado “hace al hombre
desgraciado y le obliga sentirse inferior. Al ser desgraciado, está predispuesto a
quejarse con exceso de otras gentes, y con ello se incapacita para gozar del
placer de las relaciones personales. Al sentirse inferior, sentirá recelos contra los
que cree superiores. Admirará con dificultad y envidiará fácilmente, y se
encontrará cada vez más solitario”. La conciencia revela que un acto
pecaminoso genera remordimiento y arrepentimiento, y esto atenta contra la
felicidad. Los rígidos y absurdos códigos morales, aprendidos desde la infancia,
generan sentimientos de culpa en el adulto. “Quien acepta por completo la
moralidad social y actúa contra ella, se siente muy desgraciado al
desprestigiarse, y el miedo a este desastre o el dolor que le produce su
aparición, puede ocasionar fácilmente es que considera sus actos como
pecaminosos”. El concepto de pecado tiene su origen en lo inconsciente. La
educación moral absurda e irracional que recibe el niño antes de los seis años,
es la causa de la desgracia del adulto. “Aprendió que el interés por las cosas
sexuales es una abominación”. La violación a tan irracional código moral era
objeto de castigo. “Una gran parte de esta enseñanza moral infantil está
desprovista de fundamentos racionales, y no puede ser aplicada ala conducta
habitual de los hombres corrientes”. Hasta el uso cotidiano de las palabras se
les tildaba de inmorales, de pecaminosas. “Donde más daño produce la
enseñanza moral infantil es en la cuestión sexual. Si un niño recibe la educación
convencional de nodrizas o de sus padres rígidos, la relación entre el pecado y
los órganos sexuales se establece tan definitivamente a los seis años de edad,
que ya no se puede deshacer por completo en el resto de la vida”. Cuando el
adulto, que conserva la irracional concepción de pecado, su satisfacción sexual
encuentra que ésta “estará envenenada por la sensación de pecado, de manera
que no podrá ser feliz en ninguna relación, ya sea dentro del matrimonio o
fuera de él”. Considerará su genitalidad como actos impuros, máxime cuando
piensa o cree que se sale de los rígidos y ridículos códigos morales. “Siempre
que comencemos a sentir remordimiento por un acto que nuestra razón nos
indique que no es malo, examinemos la causa de nuestra sensación de
remordimiento y convenzámonos, en detalle, de que son absurdos. Hagamos
que nuestras ideas conscientes sean tan vivas y firmes, que impresionen a
nuestro inconsciente lo bastante para luchar con las impresiones que nuestra
madre o nuestra nodriza nos dejaron en nuestra infancia... No consintamos
seguir siendo criaturas infelices, influidas una vez por la razón y otras por
fatuidades (tonterías) infantiles”. No es que el hombre tenga que vivir sin un
código moral; lo que necesita es una moral racional, una moral posibilitadora,
que no lo avergüence del disfrute de su sexualidad. El hombre debe buscar la
felicidad en lo racional y no en la irracional concepción de pecado. La moral
religiosa es irracional y está divorciada de la realidad, porque la ética planteada
por las personas que influyeron en la infancia de muchas personas “era
estúpida, porque no se fundaba en ningún estudio de los deberes del individuo
para la sociedad, porque estaba dormida por los antiguos resabios de tabúes
irracionales y porque contenía en su interior elementos morbosos derivados de
la enfermedad espiritual que atormentó al imperio romano”. El hombre, para
ser feliz, debe tener su propio código moral, racional y terrenal. No debe tener
una moral superticiosa. “Aun en el caso de que un hombre falta a su propio
código moral, yo dudo de que el sentido de pecado sea el mejor método para
llegar a hacer una vida mejor. Hay en el sentido del pecado algo abyecto, algo
de falta de respeto a sí mismo... Nada disminuye tanto, no solo la felicidad, sino
la eficiencia como una personalidad dividida contra sí misma”. Se debe
reflexionar sobre lo que se cree racionalmente y no permitir que ideas
irracionales guíen nuestra conducta. “El hombre, dividido contra sí mismo,
busca emoción y distracción; busca pasiones fuertes, mayores razones sólidas,
sino porque de momento lo sacan de sí mismo y le eviten la necesidad dolorosa
de pensar”. Para ser felices hay que hacer pleno uso de nuestras facultades y
verificar el mundo real en que vivamos.

La manía persecutoria

La manía persecutoria, como forma clasificada de locura, motiva a la persona a


creer irracionalmente que todos están contra ella, que todos la persiguen. “Es
imposible ser feliz creyendo que todo el mundo nos trata mal”. Esta manía, que
tiene sus orígenes “en un concepto demasiado exagerado de los propios
méritos” se puede prevenir si tenemos en cuenta que nuestras razones nos son
tan altruistas como parecen; no subestimar nuestras propias mentes; no creer
que los demás se van a interesar tanto por nosotros como por sí mismos; no
suponer que hay mucha gente que se preocupa de nosotros lo suficiente para
tener especial interés en perseguirnos.

El miedo a la opinión pública

La preocupación por lo que opinen de nosotros los demás, es tal que “muy
pocos pueden ser felices sin que aprueben su manera de vivir y su concepto del
mundo las personas con quienes tienen relación social y muy especialmente las
personas con quienes viven”. La forma en que percibimos la realidad hace que
tengamos opiniones diferentes de las cosas. “Merced a las diferencias de
apreciación, una persona de determinados grupos y condiciones puede
considerarse prácticamente como un descartado dentro de un cierto ambiente, y
en otros ser admitido como un ser humano perfectamente natural”. Esas
diferencias generan opiniones diversas, que muchas veces preocupan por lo que
otros pueden pensar y decir de uno. Esto no genera espacios de simpatía, y
“casi todo el mundo necesita para su felicidad un ambiente de simpatía”. Hay
que ignorar lo que los demás digan de nosotros, porque no dependemos de su
opinión para ser felices. “La opinión pública es siempre más tiránica contra los
que temen manifiestamente, que contra quienes se encuentran indiferentes para
con ella”. Se debe romper con los convencionalismos, así los demás nos
critiquen. “La gente convencional se indigna contra quienes rompen todo
convencionalismo, porque ven en ellas una crítica de su propia personalidad”.
En un ambiente de tolerancia y de no convencionalismos, podemos ser felices
sin temor a la opinión de los demás. “El miedo a la opinión pública, como toda
otra manifestación de miedo, es opresiva e impide todo desarrollo. Es difícil
hacer nada de importancia mientras persiste este miedo, y es imposible adquirir
la libertad espiritual, en que la verdadera felicidad consiste, porque es esencial
para la felicidad que nuestra manera de vivir surja de nuestros impulsos más
profundos y no de los gustos y deseos accidentales de los que son, por
casualidad, nuestros vecinos o nuestros amigos”.

SEGUNDA PARTE.

TODAVIA ES POSIBLE LA FELICIDAD.

Aunque se afirme que en el mundo moderno es casi imposible la felicidad,


todavía es posible la felicidad. Existe la felicidad natural e imaginativa, o animal
y espiritual, o de corazón y de cabeza. La natural, animal o de corazón es
posible para todos; la imaginativa, espiritual o de cabeza sólo es factible para
quienes saben leer y escribir. La felicidad puede encontrarse en el trabajo o
actividad mental o física que se realice. Para algunos su felicidad radica “en el
vigor físico, en su eficiencia en el trabajo y en vencer obstáculos no insuperables
en forma de roca”. Los hombres de ciencia son más felices porque lo mejor de
su inteligencia está completamente abstraído en el su trabajo; en cambio, los
artistas no lo son porque sus emociones son complejas y la masa no los
reconoce, debido a que su trabajo no es tan importante como el de los hombres
de ciencia, ya que en éstos se encuentra la respuesta a muchos problemas del
hombre actual. Los científicos son felices en su trabajo “porque la ciencia
moderna es progresiva y porque nadie duda de su importante, ni ellos mismos
ni los profanos”. La complejidad de las emociones y las divagaciones del artista
no posibilitan su felicidad, por cuanto “la complejidad de los documentos es
como la espuma de un río. La producen los obstáculos que interrumpen la
suave corriente fluida”. En el hombre de ciencia se realizan todas las
condiciones necesarias para la felicidad. Mientras el artista es anónimo, el
científico es admirado y necesitado. El artista tiene que vivir afirmándose a sí
mismo, porque no es admirado ni reconocido; es despreciado o despreciable. En
estas circunstancias “pocos hombres pueden ser genuinamente felices, teniendo
que llevar una vida que requiere una constante admiración de sí mismo frente
al escepticismo de la masa, a menos que se encierren en su círculo y olviden la
frialdad del mundo exterior a ellos”. El hombre occidental encuentra más
obstáculos para su felicidad que el hombre oriental. “Las personas más
inteligentes de Occidente tienden a ser desgraciados por no encontrar adecuado
empleo a sus mejores facultades”. La felicidad no sólo es para los hombres de
ciencia o para los intelectuales de oriente. “El placer del trabajo es accesible a
todo el que quiera desarrollar una aptitud especial, siempre que no necesite en
su trabajo el aplauso de las gentes”. La fe racional es fuente de felicidad para
muchos. Pero se necesita una fe exenta de creencias falsas o fantásticas. Quienes
se alejan de la fe fantástica, encuentran “una ocupación para sus horas de ocio y
un completo antídoto contra la idea de que la vida no tiene sentido”. Todo lo
que nos genere placer, siempre y cuando no perjudique a un tercero, tiene su
valor para la conquista de la felicidad. Manías y caprichos son un medio para
eludir la realidad y los contratiempos. Un interés amistoso por las personas y
las cosas influye en la felicidad. “El interés amistoso por las personas es una
variante del cariño, pero no del cariño que quiere poseer y buscar siempre una
correspondencia categórica. Este último es, con frecuencia, un motivo de
desgracia. Lo que contribuye a la felicidad es observar a la gente y encontrar
placer en sus rasgos individuales, procurar ayudar en sus intereses a las
personas con quienes nos ponemos en contacto, si el deseo de influir en ellas ni
de asegurarnos su entusiasta admiración. La persona cuya actitud hacia los
demás sea genuinamente de este tipo será una fuente de felicidad y un
recipiente de recíproca simpatía... La gente desea que la quieren, no que la
soporten con resignación paciente. El querer a muchas personas
espontáneamente y sin esfuerzo es, tal vez, la mayor fuente de felicidad
personal”. En cuanto al interés amistoso por las cosas es importante tener en
cuenta que “si toda nuestra felicidad ha de depender exclusivamente de las
circunstancias personales, es probable que pidamos a la vida más de lo que
pueda darnos. Y pedir demasiado es el mejor camino para obtener lo menos
posible. El que pueda olvidar sus preocupaciones interesándose sinceramente
en algo... notará que al volver de su excursión a ese mundo impersonal, ha
adquirido un reposo y una calma que le capaciten para afrontar de buen humor
toda molestia, y al mismo tiempo habrá gozado de una felicidad genuina,
aunque sea temporal”. El secreto de la felicidad consiste en “que tus intereses
son lo más amplios posible y que tus relaciones hacia las cosas y personas
interpersonales sean amistosos en vez de ser hostiles”.

Entusiasmo

El entusiasmo, como el signo más universal y distintivo de las personas felices,


es una de las principales fuentes de felicidad humana. La persona entusiasta
tiene comportamientos que le generan bienestar, porque se siente motivada
para actuar. “Cuantas más cosas interesen a un hombre, mayores posibilidades
de felicidad tiene y menos expuesto se halla a cualquier accidente, pues si una
le falta, puede dedicarse inmediatamente a otra. La vida es demasiado breve
para interesarnos en todo, pero está bien que nos interesemos por todo cuanto
pueda hacernos pasar el tiempo”. Para tener entusiasmo no podemos ser
introvertidos. El introvertido se centra en su vacío interno. “El hombre cuya
atención se vuelve hacia dentro no encuentra nada que le atraiga, mientras
aquel cuya atención se proyecta hacia fuera puede encontrar dentro, una
cantidad de elementos variados e interesantes que se mezclan y resuelven en
bellos e instructivos ejemplares”. Si se tiene gusto por la vida “hasta las mismas
experiencias deseables para él su aplicación”. El interés por la vida produce
mucha satisfacción, pues aunque otras ocupaciones tengan atractivos, no
pueden llenar por completo la vida de un hombre, y existe el peligro de agotar
el tema que absorbe nuestra atención”. Es importante destacar que “hay cosas
esenciales a la felicidad, como la salud, el dominio de nuestras facultades, los
ingresos suficientes para cubrir nuestras necesidades y ciertos deberes sociales
perentorios para con nuestras mujeres y nuestros hijos”. El absurdo y rígido
código moral vigente afecta a las mujeres y las convierte en “víctimas
lamentables de un sistema de represión moral cuya iniquidad son incapaces de
apreciar”. En conclusión, el entusiasmo es uno de los secretos para la felicidad y
el bienestar.

Afecto

El afecto genera seguridad en la persona. Por eso “los que afrontan la vida con
una actitud de seguridad son mucho más felices que los tímidos, siempre que el
exceso de confianza no les conduzca al desastre... En muchos casos la sensación
de seguridad ayuda a librarse de peligros a que otros sucumbirían... Pero la
actitud de seguridad ante la vida procede generalmente de la costumbre de
encontrar siempre los afectos necesarios”. El afecto es tan importante, que éste
influye mucho en la seguridad de los niños. “El niño a quien le falta, por
cualquier razón, el cariño paterno, se hace tímido y reservado, desconfiado y
miedoso, y sin aptitud alguna para explorar el mundo alegremente. Tal vez
comience a meditar a una edad demasiado temprana sobre la vida, la muerte y
el destino humano, y se haga reconcentrado y melancólico, y busque luego
consuelos irreales en algún sistema de filosofía o teología”. Si al niño le faltó
afecto, puede ocurrir que el hombre considere el hogar como un refugio de la
verdad, y desee “una compañera para descansar en ella sus miedos y
timideces”. Por eso busca en su mujer lo que tuvo en una madre ignorante, y se
extraña de que su mujer lo considere como un niño grande”. Una niñez
desgraciada “produce como consecuencia defectos de carácter que motivan el
fracaso posterior para hacerse amar... De un modo general las mujeres tienden a
amar a los hombres por su carácter, al paso que los hombres tienden a amar a
las mujeres por su aspecto”. Es tan necesario el afecto para la felicidad, que “el
mejor tipo de afecto es recíprocamente vital; recibe el cariño con alegría y lo da
sin esfuerzo, y encuentra el mundo más interesante a causa de la existencia de
esta felicidad recíproca”.

La familia.

La familia, como elemento generador de bienestar, debe estar centrada en el


amor y el entendimiento. Según el autor, es fundamental el afecto y la buena
interacción. “El cariño de los padres por los hijos y de los hijos por los padres es
capaz de construir uno de los más importantes motivos de felicidad”. La
paternidad debe ser algo responsable y llena de afecto. “El adulto que desee
estar en buenas relaciones con sus hijos o proporcionarles una vida feliz, debe
reflexionar profundamente acerca de la peternidad y actuar prudentemente en
consecuencia... Si consideramos la naturaleza humana, es evidente que la
paternidad es capaz de proporcionar psicológicamente la felicidad más grande
y duradera de la vida... El valor del afecto paterno para los hijos reside en el
hecho de que es más seguro que cualquier otro afecto. Los amigos se quieren
por sus cualidades y los atractivos; si las cualidades o los atractivos
disminuyen, la amistad y el amor pueden desvanecerse”.

El trabajo

El trabajo debe ser fuente de entera satisfacción, porque si éste es desagradable


puede convertirse en fuente de desgracia. “Siempre que no sea excesivo, el
trabajo más desagradable es menos penoso para el mayor parte de las gentes
que la ociosidad. En el trabajo hay una amplia gradación, desde la mera
liberación del aburrimiento del aburrimiento hasta los más profundos goces,
según la índole del trabajo y las aptitudes del trabajador. La mayor parte del
trabajo que tiene que realizar casi todo el mundo, no es interesante por sí
mismo, pero aun en este caso son muchas sus ventajas. La primera es que llana
muchas horas al día sin que tengamos que preocuparnos de lo que debemos de
hacer. La mayor parte de la gente, cuando tiene que elegir el empleo de su
tiempo, duda en decidirse por algo lo bastante agradable para que valga la
pena. Y cuando se deciden, les inquieta el pensar que podían haber elegido algo
más agradable. El empleo inteligente del tiempo es una de las conquistas más
recientes de la civilización, y actualmente pocos han llegado a ocupar este
nivel”. El trabajo agradable nos aleja del tedio y la apatía. “El trabajo es
deseable ante todo y sobre todo como preventivo del aburrimiento, porque el
aburrimiento del trabajo necesario y desprovisto de interés no tiene
comparación con el aburrimiento de quien no sabe cómo emplear su tiempo. A
esto hay que añadir la ventaja de que el trabajo nos hace saborear mejor los
períodos de descanso. Siempre que el trabajo no sea abrumador, el placer del
descanso que le sigue es mucho mayor que el que obtiene el perezoso”. El
trabajo constructivo es satisfactorio para la persona que es dueña de sí misma
en su trabajo.

Intereses impersonales

Son todas aquellas circunstancias que le atraen al hombre “en sus horas de ocio
y contribuyen a disminuir la tensión de otras preocupaciones más serias”. El
tema se relaciona con “lo que le interesa al hombre fuera de las actividades de
su vida”. La fatiga y la tensión “se fundan en la incapacidad de interesarse por
lo que no tenga importancia práctica en la vida”. Esto genera excitación, falta de
sagacidad, irritabilidad y la falta de sentido de proporción, con su concomitante
fatiga. “A medida que el hombre se fatiga desaparece lo que le interesaba
exteriormente y pierde el reposo que ello le proporciona y se cansa todavía
más”. La toma de decisiones acertadas también se dificulta. Se debe olvidar el
trabajo una vez concluida la jornada laboral para descansar mejor. En el tiempo
no laboral, debemos dedicarnos a actividades lúdicas que nos liberan de las
preocupaciones del trabajo. Ninguna preocupación debe inquietarnos durante
las horas de descanso. La búsqueda del conocimiento es demasiado importante
para vivir mejor y conocer la realidad que nos afecta. Como nuestra vida es
muy corta y hay otras realidades que debemos conocer, no debemos darle
exagerada importancia al trabajo porque corremos el riesgo de volvernos
fanáticos de éste. Como la educación concede más importancia a la adquisición
de habilidades para hacer y descuida “el perfeccionamiento sentimental y
cerebral”, se reduce a la visión global del mundo; llevándonos a luchas estériles,
desconociendo otras realidades y procesos graduales, que a la postre nos
traerán graves consecuencias. Si nos convencemos que éste no es el camino que
nos conduce al bienestar, “gozaremos de una dicha profunda, cualquiera que
sea nuestra suerte personal. La vida llegará a ser una comunión con lo mejor de
cada época y la muerte personal un accidente desprovisto de importancia”.
Sería más recomendable una educación sin religiones ortodoxas, en la “que la
juventud se interesa vivamente en el pasado, comprendiendo con toda claridad
que el porvenir del hombre tiene todas las probabilidades de ser
inconmensurablemente más extensa que el pasado”; una educación en que se
conozca mejor el planeta en que vivimos, y se convenza a la juventud de la
grandeza del hombre, de su temporalidad y de la profundidad de la vida.
Entendiendo la grandeza humana, la importancia de la libertad, la grandeza del
ser, la brevedad de la existencia y se libere de temores, “experimentará una
profunda alegría... Será profundamente feliz interiormente”. Por más
dificultades y dolores que enfrente el hombre, éste debe superarlos; liberándose
de la fatalidad y distrayéndose en casos en que no lo perjudiquen. No debe
acudir a las drogas y al alcohol. “El hombre de vitalidad y entusiasmo
adecuado vencerá todos infortunios con un nuevo interés por la vida y por el
mundo que no puede limitarse hasta el punto de que una desgracia sea fatal”.

Esfuerzo y resignación

Hay que hacer esfuerzos inteligentes, útiles, destinados a logros beneficiosos.


Los esfuerzos absurdos no conducen a la felicidad. Los esfuerzos deben estar
encaminados al logro de algo verdaderamente provechoso. La resignación es
necesaria, pero sólo en casos en que no hayan otras salidas ante la realidad. No
ha que irritarse por contratiempos que no valen la pena, porque se pierde
demasiada energía indispensable para emplear en circunstancias realmente
necesarias. “El enfado, la irritación y el enojo son emociones que a nada
conducen”. Hay que eludir estas emociones, esforzándonos para no dejarnos
dominar de éstas.

El hombre feliz

La felicidad, muchas veces, depende de las circunstancias o de uno mismo.


“Cuando las circunstancias exteriores no son defintivamente adversas, el
hombre debería ser feliz siempre que sus pasiones se dirijan hacia fuera, no
hacia dentro. Nuestro esfuerzo debiera tender, tanto en la educación como en
las relaciones sociales, a evitar las pasiones egocéntricas y a la adquisición de
afectos e intereses que impidan a nuestro pensamiento encerrarse
perpetuamente dentro de sí mismo... Las pasiones más corrientes son el miedo,
la envidia, la sensación de pecado, el desprecio de sí mismo y la propia
admiración. En todas ellas, nuestros deseos son egocéntricos; no existe un
interés verdadero por el mundo exterior, sino tan sólo la preocupación de que
pueda perjudicarnos o no favorezca a nuestro yo”. Uno de los defectos de
algunas religiones es que incrementan nuestro egocentrismo, impidiéndonos
vivir mejor. “El hombre feliz es el que vive objetivamente, el que tiene afectos
libres y se interesa en cosas de importancia, el que asegura su felicidad gracias a
esos afectos e intereses, y por el hecho de que le han de convertir a su vez en
objeto de interés y de cariño para muchas otras personas. El cariño recibido es
una causa importante de felicidad; pero no es precisamente la persona que lo
pide aquella a quien se lo dan. De una manera genera, puede decirse que el que
recibe cariño es quien as u vez lo da. Pero es inútil procurar darlo por cálculo, a
la manera que se presta dinero con interés, porque el cariño calculado no es
legítimo, y así lo cree quien lo recibe”. En síntesis, “el hombre feliz es el que no
siente el fracaso de unidad alguna, aquel cuya personalidad no se escinde
contra si mismo ni se alza contra el mundo. El que se siente ciudadano del
universo y goza libremente del espectáculo que le ofrece y de las alegrías que le
brinda, impávido ante la muerte, porque no se cree separado de los que viven
en pos de él. En esa unión profunda e instintiva con la corriente de la vida se
halla la dicha verdadera”.

ILUSIONES
(Richard Bach)

En forma novelada, el autor, a través de Richard, narra el encuentro y la


amistad de Richard y Donald William Shimoda, un hombre lleno de sabiduría.
Donald, mecánico de automóviles y de tractores, en su calidad de “mesías”,
enseña a Richard muchas cosas relacionadas con la libertad. Donald “traía
consigo conocimientos de otras tierras y otras escuelas, de otras vidas que ha
había vivido. Las recordaba, y puesto que las recordaba adquirió sabiduría y
fuerza, y la gente descubrió su fortaleza y acudió a él en busca de consejo”.
Richard y Donald son pilotos de aeroplanos, y se dedican a volar por las
praderas con pasajeros y cobrar por ese trabajo. Donald responde muchas
inquietudes que le plantea Richard sobre el sentido de la vida, la libertad y el
deber de responsabilizarnos de nuestra existencia, porque somos nosotros
quienes decidimos qué hacer con ella. Donald posee un libro de sabiduría
titulado “El Manual del Salvador”, una especie de Biblia, el cual regala a
Richard.

Algunos apartes del manual: *Las formas de vida menos avanzadas no


entienden generalmente que marches riendo al patíbulo, y te menosprecian por
loco. *Aprender es descubrir lo que ya sabes. Actuar es demostrar lo que sabes.
*Enseñar es recordarles a los demás que saben tanto como tú. Sois todos
aprendices, ejecutores, maestros. *Tu única obligación en cualquier período
vital consiste en ser fiel a ti mismo. Ser fiel a otro o a otra cosa no sólo es
imposible, sino que también es el estigma del falso Mesías. *Los interrogantes
más sencillos son los más profundos. ¿Dónde has nacido? ¿Dónde está tu
hogar? ¿A dónde vas? *Enseñas mejor lo que necesitas aprender. *Tus amigos
te conocerán mejor en el primer minuto del encuentro que tus relaciones
ocasionales en mil años. *El vínculo que une a tu auténtica familia no es de
sangre, sino de respeto y de goce mutuo. *No te dejes abatir por las despedidas.
Son indispensables como preparación para el encuentro.

Algunas enseñanzas de “Ilusiones”. *En el sendero de nuestra felicidad


encontraremos la sabiduría para la que hemos elegido esta vida. *El único
aprendizaje digno de ese nombre es el que yo consiga por mi cuenta. *Puedes
renunciar a lo que quieras, si ya no tienes ganas de hacerlo. Puedes renunciar a
respirar, si lo deseas. *Un buen mesías no aborrece nada y disfruta de libertad
para recorrer todos los caminos que se le antojen. *No hay ningún problema
que, por su magnitud, sea ineludible. *Cito la verdad allí donde la encuentro.
*Convéncete de que conoces todas las respuestas, y las conocerás. Convéncete
de que eres maestro y lo serás. *¿Este mundo? ¿Y todo lo que hay en él?
¡Ilusiones! ¡Todo en él son ilusiones! *Si todo esto es ilusión, entonces ¿qué es lo
real? Y esta vida es ilusión, ¿por qué la vivimos? *¿No experimentas una
sensación extraña cuando piensas en lo mucho que sabríamos si nos
interrogáramos a nosotros mismos en lugar de hacer preguntas a terceros?
*Justifica tus limitaciones y te quedarás con ellas. *Somos todos libres de hacer
lo que queremos, siempre que no perjudiquemos a los demás. *Nosotros
mismos elegimos ser lastimados o no serlo, y eso es todo. Somos nosotros
mismos quienes decidimos. Nadie más. *Cuando irradiamos lo que somos,
preguntándonos a cada instante si la que hacemos es lo que deseamos hacer y
haciéndolo sólo cuando la respuesta es afirmativa, nuestra actitud rechaza
automáticamente a quienes nada tienen que aprender de lo que somos y atrae a
quienes sí tienen algo para aprender, que son los mimos de quienes nosotros a
la vez aprendemos. *El mundo es tu imaginación. ¡Dónde está tu pensamiento,
allí está tu experiencia; el hombre es lo que piensa; aquello que temía es lo que
me sobreviene; piensa y hazte rico: imaginación creativa por placer y lucro;
cómo encontrar amigos siendo lo que eres. El hecho de que imagines no
modifica un ápice el es, no afecta en absoluto a la realidad. *Lo que sueñas
despierto encierra el mismo significado: el anhelo de liberarte de todo lo que te
sujeta: la rutina, la autoridad, el hastío, la solemnidad. Lo que no ha entendido
es que ya eres libre, y siempre los has sido. *No estoy aquí para conmover el
mundo. Estoy aquí para vivir mi vida en condiciones que me hagan feliz. *¡Qué
te parece si digo que dejo que el mundo viva como quiera, y que me dejo vivir a
mí mismo como quiero? *Nadie hace lo que no quiere hacer. No existen ni el
bien ni el mal, fuera de lo que nos hace felices y de lo que nos hace desdichados.
*Todos somos farsantes en este mundo, todos fingimos ser algo que no somos.
No somos organismos que nos movemos de un lado a otro, no somos átomos y
moléculas. Somos ideas inmortales e indestructibles de lo que Es, aunque
estemos convencidos de otra cosa. *Depender de que a los demás les interese lo
que digo equivale a depender de los demás para ser feliz. *Morir es como
zambullirse en un lago profundo en un día caluroso. Sientes la conmoción del
frío, del cambio brusco, de dolor que te produce durante un segundo, y luego la
aceptación es como nadar en la realidad. *La calidad del maestro no se mide por
la magnitud de sus auditores. *No permitas que las multitudes te alcancen.

Enseñanzas de “Ilusiones”: *Cada hombre es la medida de todas sus


realizaciones, es decir, que cada uno de nosotros está en condición de realizar
sus sueños, siempre y cuando lo deseemos firmemente. *Libertad y búsqueda
del sentido de la vida. *Cada hombre es el resultado de sus propias acciones. *El
tema principal de Ilusiones es “la infinita posibilidad de ser”. *Cada ser
humano debe convertirse que es un proyecto de perfección: aceptándose así,
podrá vencer las barreras que le impone el mundo de lo concreto, de lo real. El
secreto consiste simplemente en creer en nosotros mismos, evitando cualquier
influencia o pensamiento que niegue nuestra posibilidad de ser en el mundo.
*El hombre es la medida de todas las cosas: sólo de él depende ser feliz o
desgraciado en el transcurso de su vida. *Aquellos a quienes amamos siempre
estarán con nosotros, no importa que estén lejos o muertos. Mientras tengamos
la posibilidad de recordar, permanecerán en nuestra memoria y en nuestro
corazón. *El mundo no es simplemente aquello que nos rodea. Existen otros
mundos dentro de éste y formas infinitas de acercarnos a ellos. Sólo tenemos
que ceder un poco de terreno, dejar de ser convencionalistas para asumir con
madurez los cambios y los choques que implican iniciar un nuevo proceso en
nuestras vidas. *Los días no se miden en tiempo, sino por lo aprendido durante
las conversaciones con su maestro. *No estamos aquí para conmover al mundo,
sino para vivir la vida en las condiciones que nos hagan felices. *Responsable
significa ser capaces de responder por las condiciones en que elegimos vivir,
pero hay una sola persona ante la que debemos responder, y esa persona es uno
mismo. *Hay que vivir la vida intensamente, tomando de ella lo que más nos
favorece y sin engañar o irrespetar el mundo de los demás. *Los profetas no
existen y si los hay, es porque permitimos que sobrevivan. Uno deber ser su
propio profeta. Es muy fácil rendirse ante ideas ajenas y quedar de por vida
atado a otros por teorías fáciles y cómodas. Aprender a vivir en libertad es
difícil y sólo es posible lograrlo superando nuestros miedos y complejos.
Tenemos un sueño. Es nuestro sueño y debe ser respetado. ¿Lo llevaremos a la
realidad? ¿Nos dejaremos vencer? *Cada uno es el administrador de su
felicidad y esa felicidad depende de cómo organicemos nuestra libertad.
Debemos seguir nuestra intuición, sin olvidar en ningún momento la libertad
de nuestros semejantes. Esto que significa ser responsables, es decir, capaces de
responder por las condiciones en que elegimos vivir.

¿QUIÉN SE HA LLEVADO MI QUESO?


(Spencer Johnson)
ARGUMENTO. Kif y Kof, dos personitas pequeñas como ratones, y dos
ratones, Olí y Corrí, buscan queso (la felicidad) en un laberinto (la existencia)
para alimentarse y ser felices. Ellos encuentran el queso en la Central Quesera
Q, pero un día se acaba éste, y tienen que buscarlo en otra quesera. Los ratones
lo encuentran prontamente en la Central quesera N, pero las personitas, por sus
temores, se moran mucho en encontrarlo.

PERSONAJES:

KOF. Es el personaje principal, porque es capaz de sobreponerse a sus temores,


comprender el cambio y adaptarse a éste. Kof, al igual que Kif, utilizaba un
cerebro repleto de creencias, que le impedían encontrar lo que buscaba. Su
método, similar al de Kif, “se basaba en su capacidad de pensar y aprender de
las experiencias pasadas, aunque a veces sus creencias y sus emociones los
confundían”. Este complicado método era un obstáculo para su búsqueda, para
aceptar y adaptarse al cambio. Sumido en su mundo cotidiano de desconfianza,
temores, falta de creer en sí mismo, e influenciado por el pesimismo de Kif,
dudó mucho para iniciar la búsqueda del queso luego de que se hubiera
acabado el de la Central Quesera Q. Ante el negativismo de Kif, afirmaba que
“tal vez sería mejor no analizar tanto la situación, Lo que debiéramos hacer es
ponernos en marcha de inmediato y buscar queso nuevo”. Pero el miedo lo
hacía desistir de sus intentos. Sin embargo, el deseo de encontrar queso y la
posibilidad de aventura por el laberinto lo llevaron a emprender su nueva
búsqueda fuera de la Central Quesera Q. Invitó a Kif, pero éste se rehusó,
argumentando que ya estaba viejo, que se sentía bien donde se encontraba, en
lo cómodo y conocido, y que quería seguir haciendo lo mismo. “Lo único que
deberíamos hacer es quedarnos sentados y ver qué pasa, propuso Kif. Cuando
Kof se dio cuenta que si continuaba allí no iba a encontrar queso y que el que
había desaparecido pertenecía al pasado y había que encontrar uno nuevo,
entonces emprendió su búsqueda. “La vida se mueve y nosotros también
debemos hacerlo”, dijo. Al salir dejó una frase en la pared (“Si no cambias te
extingues”) y siguió escribiendo más en las paredes del laberinto, para que Kif
se orientara si quería seguirlo. Luego de una intensa búsqueda y de mucho
reflexionar sobre el miedo y el cambio, de verse tentado a regresar y a fracasar,
de visualizarse comiendo nuevo queso, de avanzar en nuevas direcciones, de
llenarse de valor, de seguir adelante, se optar por lo desconocido, de tomar las
riendas de su vida, de revisar y modificar sus antiguas creencias, de aceptar
retos, de recuperar el ánimo y la confianza en sí mismo, de aprender a reírse de
sí mismo, de rechazar la estupidez, de ansiar la libertad, de meditar sobre los
errores del pasado, de aprender a convivir con el cambio, por fin encontró la
Central Quesera N, donde había mucho queso, y los ratones disfrutaban de él;
ellos, libres de la complicaciones humanas, hacía mucho tiempo que habían
encontrado queso nuevo. Kof pensó en Kif y quiso ir en su búsqueda, pero
decidió que él también debía esforzarse por encontrar el nuevo queso, luego de
que hubiera superado lo que él había superado. “Kif tenía que encontrar su
propio camino, prescindiendo de las comodidades y dejando los miedos atrás.
Nadie podía hacerlo por él, ni convencerlo de lo que hiciera. De una manera u
otra, tenía que ver por sí mismo las ventajas de cambiar,” había sido una de las
tantas lecciones que había aprendido Kof. Al final de su aventura de cambio,
Kof había comprendido, entre muchas enseñanzas, que el cambio es un hecho,
que hay que prever el cambio, que hay que controlar el miedo, que había que
adaptarse rápido al cambio, que había que cambiar, que había que disfrutar el
cambio, y que había que prepararse para cambiar rápidamente y disfrutar otra
vez. Enseñanzas de Kof: *Tener queso hace feliz. *Cuanto más importante es el
queso para uno, más se desea conservarlo. *Si no cambias, te extingues. *¿Qué
harías si no tuvieses miedo? *Huele el queso a menudo para saber cuándo
empieza a enmohecerse. *Avanzar en una dirección nueva ayuda a encontrar
un nuevo queso. *Cuando dejas atrás el miedo, te sientes libre. *Imagínese
disfrutando del nuevo queso, incluso, antes de encontrarlo, conduce a él.
*Cuanto antes se olvida el queso viejo, antes se encuentra el nuevo queso. *Es
más seguro buscar el laberinto que quedarse de brazos cruzados sin queso.
*Cuando ves que puedes encontrar nuevo queso y disfrutar de él, cambias de
trayectoria. *Notar enseguida los pequeños cambios ayuda a adaptarse a los
cambios más grandes que están por llegar. Enseñanzas adquiridas por Kof:
*Uno podía se más consciente de la necesidad de conservar las cosas sencillas,
ser más flexible y moverse más de prisa. *No servía de nada complicar las cosas
o complicarse a uno mismo con creencias queda miedo. *Si uno advertía cuándo
empezaban a producirse los cambios pequeños. Estaría más preparado para el
gran camino que antes o después seguramente se produciría. *Se dio cuenta de
que era necesario adaptarse deprisa al cambio, porque su uno no lo acepta, tal
vez no podría adaptarse jamás. *Tuvo que admitir que el inhibidor más grande
de los caminos está dentro de uno mismo y que las cosas mejoran para uno
mientras uno cambia. *Pero lo más importante de todo era que cuando te
quedabas sin el queso viejo, en otro lugar siempre había un nuevo queso,
aunque en el momento de la pérdida no lo vieras. Y que te veías
recompensando con ese queso nuevo tan pronto como dejabas atrás los miedos
y disfrutabas con la aventura de la búsqueda. *Supo que el miedo es algo que
uno debe repatear, ya que aparta del peligro verdadero, pero advirtió que casi
todos sus miedos eran irracionales y que lo habían apoderado del camino,
cuando lo que él realmente necesitaba era cambiar. *Cuando se produjo el
cambio, no le había gustado, pero ahora comprendía que había sido una
bendición, ya que había llevado a encontrar un queso mejor.

KIF. Una personita negativa, temerosa, sin confianza en sí mismo, resistente al


cambio, desconfiado, desprevenido, resignado, cómodo en lo conocido y
miedoso de lo desconocido, pesimista, quejambroso, cobarde, incapaz de
reconocer y aceptar el cambio, perdido en su viejo sistema de creencias,
convencido erróneamente que a ellos no les podían ocurrir sucesos negativos y
que buscaba culpables en los demás. Su resignación y temor lo alejaban de la
búsqueda, del cambio. “Estoy bien aquí, es un lugar cómodo y conocido.
Además, salir fuera es peligroso”, le decía a Kof. El seguir haciendo lo mismo
en su mundo de temores, de cobardía y desidia, le generaban desasosiegos y
frustraciones. Era tal su negativismo que ante la necesidad de buscar nuevo
queso, de manera pesimista propuso a Kof que “lo único que deberíamos hacer
es quedarnos sentados a ver qué pasa”. Cuando se enteró que Kof iba a
emprender la búsqueda el nuevo queso, en lugar de animarlo, le preguntó:
“¿Por qué no te quedas aquí conmigo, esperando que devuelvan el queso?”.
Sólo se lamentaba por la pérdida del queso. “¿Quién se ha llevado mi queso?”.
A kif no le preocupaba la búsqueda del nuevo queso, porque quería su queso
viejo, su que queso conocido. “No creo que me guste ese nuevo queso. No estoy
acostumbrado a él. Yo quiero que me devuelvan mi queso, y no voy a cambiar
de actitud hasta que esto ocurra”. Kif, como no estaba expuesto al cambio,
quería quedarse en el territorio conocido. No comprendía que “los cambios se
producen tanto su me dan miedo como si me gustan”.

OLI Y CORRI. Dos ratones que, gracias a su buen instinto, a que saber vivir su
aquí y su ahora, a que no gastan su tiempo en análisis tontos, a poseer su
cerebro de roeedores, a su sencillo e ineficaz método del tanteo, a no temer al
cambio, a no tener complicados sistemas de creencias y a no estar programados,
no les afectó la desaparición del queso y, sin preocupaciones, decidieron ir en
búsqueda de queso nuevo, encontrándolo rápido. Como aceptaban el cambio, la
falta de queso no les afectó, y conscientes del cambio emprendieron su
búsqueda y encontraron la Central Quesera N.

TEMA. El cambio.

COMENTARIO. Esta obra nos persuade de un antiquísimo y constante


problema que nos afecta profundamente: el miedo el cambio. En nuestro
entorno, condicionado por lo cotidiano, lo tradicional, lo cómodo y la
programación cultural, hay muchos Kif y muy pocos Kof. El cambio nos aterra,
no llena de miedo y nos impide ser felices. El miedo, la falta de creer en
nosotros mismos, las lamentaciones, las falsas creencias, las apariencias, la
cobardía, la inmadurez, los métodos ineficaces y desgastados, las
complicaciones, la arrogancia, la megalomanía, la prepotencia, el pesimismo, el
buscar responsables de nuestros errores, la falta de compromiso y de
afrontamiento, el temor a ser libres, el creer que merecemos mejor “suerte” que
los demás, el miedo al riesgo y a la aventura, el pánico a la incertidumbre, el
temor al fracaso, el no distinguir entre la actividad y la productividad, el
esperar que mejoren las circunstancias, la desesperación, el no asumir nuestras
responsabilidades, el no preveer el cambio, el no superar los miedos, la falta de
imaginarnos triunfadores, el desconocimiento de la realidad, la ausencia de
reflexión, la falta de ánimo y desconfianza en nosotros mismos puede hacernos
muy infelices. Si no estamos preparados para aceptar el cambio y adaptarnos a
éste, sin resistencias y sin temores, nunca encontraremos el camino auténtico
para nuestra búsqueda de la felicidad, que podemos hallar en el amor
verdadero, el trabajo agradable y realizador, la libertad, la salud, la autonomía,
el reconocimiento y nuestro bienestar interior. Si no aceptamos el cambio, el
laberinto, nuestra vida, se nos complica y nos perderemos en la existencia,
dejándonos arrastrar por la corriente de la circunstancias, con las consabidas
decepciones; haciéndonos mucho daño, es decir, siendo infelices. Quien no
cambie, paga un precio muy alto por ello.

LA INDIA MISTERIOSA
(Walter Eidlitz)

El autor, que es un escritor austríaco, de origen judío, realiza un viaje al


Himalaya, en La India, en los años 30 del siglo XX. En él cuenta sus experiencias
en esa nación, en donde aprendió grandes enseñanzas procedentes del budismo
y el hinduismo, guiado por sus gurús. Aprendió yoga y meditación, que, junto
con la sabiduría adquirida, le permitieron soportar el encierro en los campos de
concentración, lugares adonde fue confinado durante unos seis años, luego de
haberse iniciado la Segunda Guerra Mundial. Luego de recobrar su libertad,
retornó a la ciudad de Viena, Austria. Su principal maestro fue Shri Maharajara,
antes de haber sido privado de su libertad; durante parte de su cautiverio tuvo
como maestro a Sadananda, un occidental que llevaba muchos años en La India.
La India es una cultura profundamente espiritual y religiosa. Las personas
adoran y confían demasiado en sus dioses: Krisna, Brama (el creador), Visnú (el
conservador), Shiva (el destructor), etc. La mayoría se guía por la enseñanzas
contenidas en los libros sagrados: Bagavata, Uspanisads, los Vedas, Bhagavad
Gita, etc. “El año indio es el año lunar. Los doce meses están dedicados a los
grandes avatares de Dios... Krishna, en sánscrito, no sólo significa el Dios
Krishna, sino también el nimbo azul o violáceo de las nubes cargadas de agua...
La paz, el Nirvana, ansiado por tantos, no es más que un estado intermedio en
el camino del verdadero reino de Dios, aunque muchos se quedan eternamente
en esta maravillosa antesala. Pero el que se atreve a penetrar más allá, con el
deseo de entregarse más a Dios, no por eso pierde la paz... La verdadera paz no
sólo es librarse de la angustia. La ausencia de la pasión está considerada como
una forma exagerada por los yoguis indios. La verdadera paz significa obtener
la certeza de que el fondo de nuestro ser está para siempre unidos a Dios... La
palabra Krishna viene de la raíz “brish”, que significa atraer. No sólo existe una
gravitación física, sino también espiritual... Así como el sol atrae a la tierra y a
los planetas de manera que giren alrededor suyo, así Krishna atrae las almas, la
atma de todos los seres, hacia sí mismo por medio del amor e indescriptible
belleza... Krishna es absolutamente consciente. El alma humana se halla en la
misma relación hacia El, hacia Dios, que los rayos del sol hacia el mismo sol...
Cuando nos damos cuenta de que el sufrimiento y la amargura se encuentran
en el fondo de todo placer, y cuando volvemos a Dios otra vez, anhelando la
devoción desinteresada, tocamos el corazón de Dios, y el nos recoge en su seno.
Pero no podemos concebir tal cosa con nuestros sentidos y nuestra inteligencia.
En tanto que degradamos los fenómenos del mundo haciendo de ellos objeto de
nuestros deseos para nuestro placer, no podemos comprender ni al mundo ni a
Dios. La real existencia de Dios es absolutamente inaccesible a nuestra lógica...
Se piensa que los objetivos humanos son la justicia (Dhama), prosperidad
(Artha) y placeres para todos (Kama), y la liberación, pero es el amor
espontáneo y sincero de Dios, el divino amor, sólo por el amor, es el más
elevado objetivo humano... La verdadera grandeza de La India consiste en el
hecho de que, de tiempo en tiempo, los divinos salvadores, que dimanan de
Dios y a El vuelven, han elegido esta tierra como lugar de morada. Sólo una
vez, tal salvador ha ido al Oeste, impulsado por el pode de Dios... Para meditar
se debe ser un espíritu de renunciación y carente de la sed de ganancia y
actividad mundanas...” Los occidentales dicen: “Polvo eres y en polvo te
convertirás”. Los orientales, afirman: “Tú eres luz y a la luz volverás”.

de ganancia y actividad mundanas...” Los occidentales dicen: “Polvo eres y en


polvo te convertirás”. Los orientales, afirman: “Tú eres luz y a la luz volverás”.

¡NO SE PREOCUPE!
Cómo vencer la ansiedad
(Mary McClure Goulding y Robert L. Goulding)

Este libro nos muestra que los preocupados son buenas personas, creativas,
inteligentes, sufridas, encantadoras y aburridas. “La preocupación puede ser
una de las dolorosas sensaciones que soporta un ser humano... Produce
sentimientos de miedo, vergüenza y depresión... Puede afectar a la vida
amorosa de una persona... Aprenden a ser así autotorturadores enclaustrados,
desarrollando sus preocupaciones en secretos... Es una adición piscológica
causada por uno mismo que la gente aprende en la niñez y sigue practicando
durante toda su vida. Es un hábito que puede tender un velo de tristeza durante
horas, días o incluso durante toda una vida”. La educación que nos brindan los
padres contribuyen a que aprendamos a preocuparnos, pues su acostumbradas
frases a ello conducen. Ellos pronuncian demasiado la frase “preocuparse” y
hablan de preocupaciones. “Una persona no puede dejarse de preocupar...”.
“Estoy muy preocupado”. “Me preocupa tal cosa”. Actitudes, indebidamente
manejadas, como crecer, pensar, hacer, sentir, ser feliz, triunfar, estar orgulloso,
ser importante, pertenencias, jugar, ser diferente, desear y recibir, intimar,
confiar, cuidar de mí, despreocuparse y vivir ahora pueden contribuir a generar
preocupaciones. Expresiones y actitudes que facilitan preocupaciones: “Nunca
crecí”. “No puedo pensar”. “Tengo miedo a decidirme”. “No siento nada”.
“Tengo miedo a ser demasiado feliz”. “Nunca puedo ganar”. “Nunca soy
suficientemente bueno”. “No me siento importante”. “Estoy al margen”.
“Nunca fui niño”. “Algo va mal en mí”. “No consigo lo que quiero”. “Yo no soy
digno de amor y tú no eres digna de confianza”. “No confío en la gente”.
“Igualmente podría estar muerto”. Expresiones y actitudes que contribuyen a
erradicar las preocupaciones: “Soy mayor y sigo creciendo”. “Estoy pensando”.
“A toda máquina”. “Mis sentimientos me hacen humano”. “Me estoy
sonriendo”. “Estoy en camino”. “Por supuesto que soy un éxito”. “Por supuesto
que soy importante”. “Hacedme un lugar”. “No es demasiado tarde para tener
una infancia feliz”. “Me siento bien tal como soy”. “Me atrevo a quererme a mí
y a ti”. “Estoy aprendiendo a confiar”. “Me gusta mi vida”. Expresiones y
actitudes que ayudan a combatir las preocupaciones: “No soy responsable de
los sentimientos de los demás”. “No soy responsable de los pensamientos de los
demás”. “No soy responsable de las sensaciones de los demás”. “Como no soy
responsable de las emociones, pensamientos o acciones de los demás, mis
preocupaciones no pueden hacerles cambiar”. “Soy responsable de mis propios
sentimientos”. “Soy responsable de mis propios pensamientos”. “Soy
responsable de mis propias ambiciones”. “Como soy responsable de mí, dejaré
de preocuparme”.

Algunos aspectos de interés: “Todos nos hemos entrenado par sobrevivir y ser
felices dirigiéndonos a nosotros mismos mensajes contrarios al pensamiento
cuando el pensar resulta doloroso... Si se dedica a preocuparse en vez de
pensar, o se crea confusiones en vez de utilizar el cerebro para resolver
problemas, quizá se deba a que le dijeron desde el principio que usted no podía
pensar tan bien como los demás... Decida que quiere eliminar de su vocabulario
todas las afirmaciones contrarias al pensamiento de “no sé pensar”, “no sé”,
“estoy confundido” y “ya sabes”... Introduzca el “yo sé”, “yo pienso” y “yo
creo” en sus conversaciones... Pensar puede parecer difícil si sola se asocia con
el pensar en cosas aburridas... Todos los cambios suponen riesgos... El no
cambiar tiene sus riesgos. Lo bueno es valorar los riesgos y ventajas de actuar...
Si usted es de las personas que se sienta en la ventana en vez de tomar
decisiones, quizá también usted se está programando para sentirse mal, decida
lo que decida... La solución está en la acción... Para cambiar, usted necesita
humor, osadía y, sobre todo, darse ánimo... El antídoto del chaleco del “no
hagas” es la acción... Si ahora opta por cambiar, habrían valido la pena sus años
de trabajo intensivo. Ahora tiene tiempo para darse a sí mismo. Usted
aprenderá a ser más condescendiente consigo mismo, agradarse más, y a darse
la libertad de divertirse... Los solitarios que trabajan duramente, a menudo tiene
problemas de intimidad... La gente no sabe lo que quiere, porque de niños
consideraron demasiado peligroso querer algo...Los adultos que no saben lo
que quieren suelen sentirse aturdidos, confusos y frustrados... El vivir solo
puede ser una experiencia gloriosa, encantadora y completamente
satisfactoria... Las preocupaciones se pueden evitar con la visualización
positiva...”

EL ALQUIMISTA
(Paulo Coelho)

ARGUMENTO. Santiago, un joven pastor de ovejas, realiza un viaje desde la


provincia de Andalucía, en España, hasta las pirámides de Egipto, en busca de
un tesoro; pero al llegar allí descubre que el tesoro no esta ahí sino en el lugar
de partida.
RESUMEN Y ANALISIS

Santiago, citado en la novela como “el muchacho”, a pesar de la insistencia de


sus padres de que fuera sacerdote y se quedara a vivir en su aldea natal, decidió
hacer lo que más le gustaba: viajar. Viajar era la razón de su vida. Por eso se
convirtió en un pastor de ovejas, porque los pastores viajan. “Desde pequeño
soñaba con conocer el mundo, y esto era mucho más importante que conocer a
Dios o los pecados de los hombres”. No se explicaba cómo buscaban a Dios en
un seminario. Como pastor podría viajar, que era el sueño de su vida. “Cuando
se cansase de los campos de Andalucía, podía vender sus ovejas y hacerse
marinero. Cuando se cansase del mar, habría conocido muchas ciudades,
muchas mujeres, muchas ocasiones de ser feliz”.

Estudió latín, español y teología. Era aficionado a la lectura, pero ésta no le


dejaba muchas enseñanzas. Sus ovejas le enseñaban más que los libros. Llevaba
un libro grueso que noche le servía de almohada. Como él pensaba que las
ovejas le entendían lo que les decía, “solía leer para ellas los pasajes de los libros
que le habían impresionado o hablarles de la soledad y de la alegría de un
pastor en el campo, o comentarles las últimas novedades que veía en las
ciudades por donde solía pasar”.

A pesar de la vida monótona, rutinaria y mecánica de sus ovejas, que sólo se


preocupan por comer y beber, él aprendía mucho de ellas. “Encuentro que no
son ellas quienes enseñan: soy yo quien aprendo”, pensó. Ellas nunca tenían
que tomar decisiones, posiblemente porque estaban junto a él. Sólo les bastaba
alimentarse y dormir. Como eran bien cuidadas y alimentadas, confiaban en el
muchacho y se olvidaban de sus instintos. “Siempre que le era posible buscaba
un camino diferente para andar... El mundo era grande e inagotable y si él
dejase que las ovejas le guiasen tan sólo un poquito, terminaría descubriendo
más cosas interesantes. El problema es que ellas no se dan cuenta de que están
haciendo caminos nuevos cada día. No se percatan de que los pastos cambian,
de que las estaciones son diferentes, porque están sólo ocupadas con el agua y
la comida”.

Un día, mientras descansaba con su rebaño junto a una vieja iglesia


abandonada, donde crecía un sicomoro en donde antes estaba la sacristía, por
segunda vez tuvo un sueño, en el cual una vieja le contaba que junto a las
Pirámides de Egipto había un tesoro; pero en el momento en que le iba a revelar
el sitio exacto donde estaba, se despertaba. Como pensaba que la posibilidad
de realizar un sueño era lo que hacía la vida interesante, decidió visitar a una
gitana que interpretaba los sueños en la ciudad de Tarifa. La vieja, que sostenía
que “los sueños son el lenguaje de Dios”, le dijo que ella sólo los interpretaba,
pero que no los hacía realidad. Y ésta fue su interpretación: “Debes ir hasta las
Pirámides de Egipto. Jamás oí hablar de ellas, pero si fue una criatura quien te
las mostró, es porque existen. Allá encontrarás un tesoro que te hará rico”. A
cambio de esta interpretación le exigió el 10% del tesoro. El muchacho pensó
que se traTaba de una charlatana más y que lo había engañado, ya que “la gente
decía que la vida de un gitano era siempre engañar a los demás”. Por eso “salió
decepcionado y decidió nunca volver a dar más crédito a los sueños”.

Su alegría era encontrarse en Tarifa con la hija de un rico comerciante, la cual


había conocido el año anterior. En consecuencia, estaba muy feliz. Sin embargo,
le preocupaba que ella ya lo hubiera olvidado, ya que por allí pasaban muchos
pastores. “No importa –dijo el muchacho a sus ovejas-. Yo también conozco a
otras niñas en otras ciudades”.

Le gustaba su vida como pastor, porque podía viajar y conocer gente que
modificaban su vida. “Uno siempre acaba haciendo nuevos amigos y no tiene
necesidad de estar con ellos un día tras otro. Cuando la gente ve siempre las
mismas personas acabamos haciendo que pasen a formar parte de nuestra vida.
Y como forman parte de nuestra vida, pasan también a querer modificar
nuestra vida. Si no actuamos tal como ellas esperan, se disgustan. Porque todas
las personas tienen una idea exacta de cómo debemos vivir nuestra vida. Y
nunca tienen idea de cómo deben vivir la suya propia”.

En Tarifa se encontró con su primer maestro: Melquisedec, un viejo que decía


ser el rey de Salem. El muchacho le contó lo que hacía, le platicó de sus sueños y
le habló de los libros que leía. El viejo, luego de ojear un libro que llevaba el
muchacho, dijo que “es un libro que dice que lo que dicen casi todos los libros.
De la incapacidad de las personas para escoger su propio destino. Y termina
haciendo que todo el mundo dé crédito a la mayor mentira del mundo”. Esa
mentira consistía en que “en un momento determinado de nuestra existencia,
perdemos en control de nuestra vida, y ella pasa a ser gobernada por el
destino”. El muchacho dijo que con él no había ocurrido lo mismo, porque sus
padres querían que fuera sacerdote y decidió ser pastor. Como creía que el viejo
era otro gitano charlatán, pensó que éste decía cosas extrañas. “A veces es mejor
estar con las ovejas, que son calladas y se limitan a buscar alimento y agua. O es
mejor estar con los libros, que cuentan historias increíbles siempre que
queremos oírlas. Pero cuando uno habla con personas, éstas dicen algunas cosas
y nos quedamos sin saber cómo continuar la conversación”.

Cuando el muchacho estaba a punto de dejar al viejo y continuar, pensó en su


sueño, entonces el rey de Salem le dio una demostración de que en realidad
sabía cosas y que no era un gitano. Fue así que el muchacho le preguntó por qué
un rey hablaba con un pastor. “Existen varias razones. Pero digamos que la más
importante es que tú has sido capaz de cumplir tu Historia Personal”, dijo el
viejo, quien le explicó que ésta “es aquello que tú siempre deseaste hacer. Todas
las personas, al comienzo de la juventud, saben cuál es su Historia Personal. En
esa altura de la vida todo está claro, todo es posible, y ellas no tienen miedo de
soñar y desear todo aquello que les gustaría hacer en sus vidas. No obstante, a
medida que va transcurriendo el tiempo, una fuerza misteriosa empieza a tratar
de demostrar que es imposible realizar la Historia Personal”. Las fuerzas
misteriosas “son las fuerzas que parecen malas, pero en realidad te están
enseñando el modo de realizar tu Historia Personal. Están preparando tu
espíritu y tu voluntad, porque existe una gran verdad en este planeta: seas
quien seas o hagas lo que hagas, cuando quieras con voluntad alguna cosa, es
porque este deseo nació en el alma del Universo. Es tu misión en la Tierra”. El
muchacho pensaba que con esto de las “fuerzas misteriosas” iba a descrestar a
la hija del comerciante.

El viejo, convencido de que el muchacho trataba de vivir su Historia Personal y


estaba a punto de desistir de ella, le dice que la única obligación de los hombres
es cumplir su Historia Personal, advirtiéndole que si uno quería una cosa, todo
el Universo conspiraría para que se realice ese deseo. Todos estamos en
condiciones de realizar lo que soñamos. “Las personas aprenden muy pronto su
razón de vivir. Quizá sea por esto que también desisten muy pronto. Pero así es
el mundo”, dijo el viejo. Este dijo al muchacho que si quería saber acerca del
tesoro, tendría que darle una décima parte de sus ovejas. El muchacho le ofreció
una décima parte del tesoro. “Si quieres empezar prometiendo lo que aún no
tienes, vas a perder tu voluntad de conseguirlo”, le advirtió el viejo. Como todo
en la vida tiene un precio, el viejo le exigió la décima parte de las ovejas para
enseñarle “cómo conseguir el tesoro escondido”.

El muchacho, pensando en que a veces era mejor dejar las cosas como estaban,
se dirigió a un lugar alto de la ciudad, donde reflexionó sobre su sueño y su
destino. “Estoy entre las ovejas y el tesoro”, pensaba. Tenía que decidir entre lo
que se había acostumbrado o lo que le gustaría hacer. Era importante la hija de
comerciante, pero lo eran más sus ovejas. Ella ya ni se acordaría de él. “Tenía la
certeza de que si no apareciese dentro de dos días la niña no lo notaría: para ella
todos los días eran iguales y cuando todos los días resultan iguales es porque
las personas dejaron de percibir las cosas buenas que aparecen en sus vidas
siempre que el sol cruza el cielo”.

Luego de haber vendido rápidamente sus ovejas, pensó que eso era una buena
señal, lo que el viejo llamaba Principio Favorable. “Si fueses a jugar a las cartas
por primera vez, casi con certeza ganarías. Suerte de principiante... Porque la
vida quiere que vivas tu Historia Personal”, dijo el viejo. “¿Dónde está el
tesoro?”, preguntó el muchacho. “El tesoro está en Egipto, cerca de las
Pirámides... Para llegar hasta allí, tendrás que seguir las señales. Dios escribió
en el mundo el camino que cada hombre debe seguir. Sólo se trata de leer lo que
él escribió para ti”, respondió sabiamente el viejo. Una mariposa revoloteó entre
los dos como señal de buena suerte. El rey le entregó dos piedras: una blanca y
una negra. “Se llaman Urim y Tumim. La negra quiere decir sí, la blanca quiere
decir no. Cuando no consigas descifrar las señales, ellas te servirán. Haz
siempre una pregunta objetiva. Pero de un modo general, procura tomar tus
decisiones. El tesoro está en las Pirámides y esto ya lo sabías; pero tuviste que
pagar seis ovejas, porque yo te ayudé a tomar una decisión... No te olvides que
todo es una cosa solamente. No te olvides del lenguaje de las señales. Sobre
todo no te olvides de ir hasta el final de tu Historia Personal”. Le dijo que esas
piedras sólo servían a quien sabía lo quería. Luego le contó una historia, en
donde le dijo que el secreto de la felicidad estaba en contemplar todas las
maravillas del mundo, sin olvidarnos de nosotros mismos.

Con el dinero de la venta de sus ovejas se dirigió hacia la ciudad africana de


Tanger. Allí le advirtieron que tuviera cuidado con los ladrones. Entró a un bar
y estableció diálogo con un árabe, a quien le dijo que lo llevara a las Pirámides
de Egipto. El árabe le dijo que sí, pero que le diera el dinero porque en ese
puerto habían muchos ladrones. El dueño del bar intentó de alertarlo sobre la
inconveniencia de este individuo, pero éste le hizo una seña y salieron del bar.
En la calle el árabe escapó con el dinero, aprovechando que el muchacho se
distrajo mirando una espada muy bella. El muchacho se sintió triste y se acordó
de la señal del dueño del bar. Entonces pensó que era como todas las personas:
“no veo el mundo de la manera que desearía que sucediesen las cosas y no de la
manera como realmente suceden”. No quería llorar, pero lloró. “El muchacho
lloró porque Dios era injusto y premiaba de este modo a las personas que creían
en sus propios sueños... Me siento triste y desgraciado. ¿Qué voy hacer?” Se
sintió traicionado por quien le había prometido llevarlo a las Pirámides. “Ahora
seré más listo”, fue la lección que aprendió.

Cuando el muchacho preguntó si iba a encontrar el tesoro, intentó sacar las


piedras del bolsillo pero se le cayeron porque el saco estaba roto. Esto lo
interpretó como una señal. Recordó que el viejo le había dicho que debía
aprender a respetar y seguir las señales. Entonces guardó las piedras. “Había
comprendido que algunas cosas la gente no debía preguntar, pero no huir del
propio destino”. Se dijo a sí mismo: “Prometí tomar mis propias decisiones”.
Luego de reflexionar si volverse a España a continuar con su vida de pastor y
desistir de su sueño, o convertirse en un buscador del tesoro, se dijo que él era
“un aventurero en busca de un tesoro”.

Sin dinero en su bolsillo, pero con mucha fe en la vida, buscó trabajo en Tánger.
Con mucha creatividad asesoró a un Mercader de Cristales, y éste le dio trabajo
en su tienda de cristales. El muchacho le indicó cómo mejorar el negocio para
vender más y prosperar. Al cabo de un año el comerciante había obtenido
cuantiosas ganancias y el muchacho había ahorrado suficiente dinero. Pensó
que con éste podría regresar a España y comprar ovejas. Pero ante el desánimo
de volver a España con la cabeza baja, recordó que el rey le había dicho que
nunca debía desistir de sus sueños y que siguiera las señales.

Con la idea de regresar a España, era consciente que las ovejas le habían
enseñado que había en el mundo un lenguaje que todos comprendían. “Era el
lenguaje del entusiasmo, de las cosas hechas con amor y con voluntad, en
busca de algo que se deseaba o en lo que se creía”. Recordando las enseñanzas
del rey, decidió continuar en busca del tesoro. El mercader del cristales lo
ayudó a embarcase en una caravana que iba para el oasis de Al-Fayoum.
Cuando se despidió del mercader sabía que “tenía más confianza en sí mismo y
tenía la voluntad de conquistar el mundo”. El valor es lo más importante para
quien busca el Lenguaje del Mundo.

En la caravana se conoció con un inglés que iba en busca del Alquimista.


Dialogaron sobre libros. El inglés había leído mucho sobre alquimia. El
muchacho se había percatado que las decisiones eran el comienzo de algo.
“Cuando alguien tomaba una decisión, en realidad estaba sumergiéndose en
una corriente poderosa, que lleva a la persona a un lugar que nunca había
soñado a la hora de decidir”. El inglés le dijo que en la vida todo eran señales.
“El universo está hecho por una lengua que todo el mundo entiende, pero que
ya se olvidó”. El inglés buscaba el Alquimista para que le enseñara el Lenguaje
Universal. “Por eso estoy aquí. Porque tengo que encontrar un hombre que
conoce este Lenguaje Universal. Un Alquimista llama suerte a la señales. Si yo
pudiese, escribiría una gigantesca enciclopedia sobre las palabras suerte y
coincidencia. Es con estas palabras es que se escribe el Lenguaje Universal”.

El guía de la caravana advirtió que el desierto era una mujer caprichosa y


aveces dejaba locos a los hombres, y agregó que “en el desierto, la
desobediencia significa la muerte”. El muchacho siguió dialogando con el
inglés. La cadena misteriosa que iba juntando una cosa con otra, desde ser
pastor hasta encontrarse en el lugar donde estaba, le hizo pensar al muchacho
que “cuanto más se llega cerca del sueño, más se va convirtiendo la Historia
Personal en la verdadera razón de vivir”. Un camellero, que era musulmán,
comentaba que él había comprendido la palabra de Alá: “Nadie siente miedo a
lo desconocido, porque cualquier persona es capaz de conquistar todo lo que
quiere y necesita. Sólo sentimos miedo de perder aquello que tenemos, ya sea
nuestras vidas o nuestros cultivos. Pero este miedo desaparece cuando
comprendemos que nuestra historia y la historia del mundo fueron escritas por
la misma mano”.

El inglés llevando libros que el muchacho no comprendía le explicaba que un


Alquimista poseía la Piedra Filosofal, que servía para convertir metales en oro,
y el Elixir de la Larga Vida. Le decía que los alquimistas hablaban un lenguaje
difícil para que lo entendieran sólo aquellos que tenían la responsabilidad de
entender, porque si no todos transformarían metales en oro, y éste no valdría
nada. “Únicamente los persistentes, únicamente aquellos que investigan mucho
son los que consiguen la Gran Obra. Por eso estoy en medio de este desierto.
Para encontrar un verdadero Alquimista, que me ayude a descifrar los
códigos”. El muchacho le devolvió los libros al inglés. No lo habían gustado
porque eran muy complejos y llenos de símbolos. “He aprendido que el mundo
tiene un alma, y que quien entienda ese Alma, entenderá el lenguaje de las
cosas. He aprendido que muchos alquimistas vivieron su Historia Personal y
acabaron descubriendo el Alma del Mundo, la Piedra Filosofal y el Elixir. Pero,
sobre todo, he aprendido que estas cosas son tan sencillas que pueden escribirse
en una esmeralda”. Esta realidad decepcionó al inglés. “Los años de estudio, los
símbolos mágicos, las palabras difíciles, los aparatos del laboratorio, nada de
esto había impresionado al muchacho”. El pensaba que el muchacho no
comprendía. El muchacho se decía a sí mismo: “Cada uno tiene su manera de
aprender. Su manera no es la mía, y mi manera no es la suya. Pero los dos
andamos en busca de nuestra Historia Personal, y yo lo respeto por esto”.

El camellero, amigo del muchacho, le comentaba que él no temía a las guerras


en el desierto, porque vivía su aquí y su ahora. “Estoy vivo. Mientras estoy
comiendo, no haga nada que no sea comer. Si estuviese caminando, sólo
caminaría. Si tengo que luchar, será un día tan bueno para morir como
cualquier otro. Porque no vivo en mi pasado, ni en mi futuro. Tengo sólo el
presente y sólo él me interesa. Si puedes permanecer siempre en el presente,
entonces serás un hombre feliz. Percibirás que en el desierto existe vida, que el
cielo tiene estrellas, y que los guerreros luchan, porque esto forma parte de la
raza humana. La vida será una fiesta, un gran festival, porque ella es siempre y
sólo el momento que estamos viviendo”.

Al llegar al oasis, el inglés busco al Alquimista. Obtuvo la información que


necesitaba. El inglés le dijo al muchacho que ahora no tenía miedo a fracasar.
“El miedo de fracasar fue lo que me impidió probar la Gran Obra hasta hoy”. El
muchacho, por su parte conoció a la bella Fátima, y se enamoraron
mutuamente. Ella dijo que se amaba porque se amaba. “No hay ninguna razón
para amar”. El muchacho prometió que algún día volvería por ella.

El alquimista convenció que al muchacho para que continuara en busca del


tesoro. Compraron dos caballos, y prosiguieron para las Pirámides. El
Alquimista era un hombre sabio. “Sólo existe una manera de aprender. Es
mediante la acción. Todo lo que tú necesitabas saber, el viaje te lo enseñó”, le
dijo el Alquimista. Sobre lo que él llamaba acción, dijo: “Los sabios entendieron
que este mundo natural es solamente una imagen y una copia del Paraíso. La
simple existencia de este mundo es una garantía de que existe un mundo más
perfecto que él. Dios lo creó para que, a través de las cosas visibles, los hombres
pudieran comprender sus enseñanzas espirituales y las maravillas de su
sabiduría”. Le advirtió que muchos alquimistas se habían equivocado porque
buscaban sólo oro. “Buscaban el tesoro de su Historia Personal, sin desear vivir
la propia historia”. El alquimista dijo que lo que estaba escrito en la Tabla de
Esmeralda no sólo era comprendido por la razón. “La Tabla de Esmeralda es un
pasaje directo para el Alma del Mundo”. Le dijo que la traición era un golpe
que uno no esperaba. El muchacho había aprendido que pocos seguían el
camino trazado, el de la Historia Personal y el de la felicidad, porque el mundo
les asustaba. “Les parece que el mundo es una cosa amenazadora, y por esto el
mundo se convierte en una cosa amenazadora”. El Alquimista le dijo que debía
saber lo siguiente: “Siempre antes de realizar un sueño, el Alma del Mundo
decide examinar todo aquello que se aprendió durante la caminata. Ella hace
esto no porque sea mala, sino para que podamos, junto con nuestro sueño,
conquistar también las lecciones que aprendemos siguiendo en dirección a él.
Es el momento en que la mayor parte de las personas desiste... Una búsqueda
empieza siempre con la suerte de principiante. Y termina siempre con la Prueba
del Conquistador”.

Tres guerreros los interceptaron, pero no los robaron porque pensaron que el
Alquimista y el muchacho estaban locos por las explicaciones sobre la Piedra
Filosofal y el Elixir de la Larga Vida. El Alquimista dijo al muchacho que no los
habían robado porque “cuando tenemos los grandes tesoros delante de
nosotros, nunca nos damos cuenta. ¿Y sabes por qué? Porque los hombres no
creen en los tesoros”. Según el Alquimista, alquimia “es penetrar en el Alma del
Mundo y descubrir el tesoro que ella reservó para nosotros... El alquimista es el
hombre que conoce la naturaleza y el mundo”. Mediante la alquimia cada
hombre encuentra su tesoro. Los alquimistas “muestran que, cuando tratamos
de ser mejores de lo que somos, todo a nuestro alrededor se vuelve mejor
también”.

Más adelante fueron interceptados por un ejército. Los iban a matar porque los
acusaron de ser espías. El Alquimista dijo al general que a cambio de sus vidas,
el muchacho era capaz de transformarse en viento. El general les dio tres días
de plazo, pero les quitó el dinero y los caballos. El muchacho se asustó
demasiado y recriminó al Alquimista por haber dicho eso, ya que él no sabía
transformarse en viento. El Alquimista lo tranquilizó, pidiéndolo que no se
desesperara, porque se le dificultaría hablar con su corazón. “El que vive su
Historia Personal sabe todo lo que precisa saber. Sólo una cosa hace imposible
un sueño: el miedo de fracasar”.

Al tercer día se presentaron ante el general. El muchacho invocó al desierto, al


viento y al sol para que lo transformaran en viento, pero éstos no pudieron
hacerlo porque no conocían el amor. “El amor no es estar parado como el
desierto, ni correr el mudo como el viento, ni ver todo de lejos... El amor es la
fuerza que transforma y mejora el Alma del Mundo. Cuando penetré en ella por
primera vez, encontré que era perfecta. Pero después vi que era un reflejo de
todas las criaturas, y tenía sus guerras y sus pasiones. Somos nosotros quienes
alimentamos el Alma del Mundo, y la tierra donde vivimos será mejor o peor, si
nos hacemos mejores o peores. Es ahí donde entra la fuerza del amor, porque
cuando amamos, siempre deseamos ser mejores de lo que somos”. Entonces se
volvió hacia la Mano que Todo lo Había Escrito. En lugar de decir nada, sintió
que el Universo se queda en silencio y quedó él en silencio también. “Una
fuerza de amor brotó de su corazón, y comenzó a rezar. Era una oración que
nunca había hecho antes, porque era una oración sin palabras y sin peticiones.
No daba gracias porque las ovejas hubieran encontrado un pasto, ni imploraba
para vender más cristales, ni pedía para que la mujer que había encontrado
esperase su regreso. En el silencio que siguió, el muchacho entendió que el
desierto, el viento y el sol también buscaban las señales que aquella Mano había
escrito, y trataban de cumplir sus caminos sin entender lo que estaba escrito en
una sencilla esmeralda. Sabía que aquellas señales estaban esparcidas por la
Tierra y por el Espacio, y que en su apariencia no tenían ningún motivo o
significado, y que ni los desiertos, ni los vientos, ni los soles y ni los hombres
sabían por qué habían sido creados. Pero aquella Mano tenía un motivo para
todo esto, y sólo ella era capaz de obrar milagros, de transformar océanos en
desiertos y hombres en viento. Porque sólo ella entendía que un designio mayor
empujaba al Universo hacia un punto en el que los seis días de la creación se
trasformarían en la Gran Obra. Y el muchacho se sumió en el Alma del Mundo,
y vio que el Alma del Mundo era parte del Alma de Dios, y también vio que el
Alma de Dios era su propia alma. Y que podía, entonces, realizar milagros”. El
viento sopló intensamente. El general los dejó libres y dispuso que fueran
escoltados hasta donde ellos quisieran, pero no les devolvió el dinero.

Al llegar a un monasterio, el Alquimista transformó con la Piedra Filosofal un


metal en oro. Lo dividió en cuatro partes iguales. Una se la entregó al
muchacho, otra al monje que los había atendido, otra para el alquimista y otra
para que el monje se la diera al muchacho cuando regresara, en caso que la
necesitara. Los dos se separaron. El muchacho siguió para las Pirámides, luego
que el alquimista le dijera que el tesoro estaba en donde él se arrodillara y
llorara.

Cuando el muchacho llegó a ese lugar, empezó a cavar pero unos ladrones le
robaron el oro que le había dado el Alquimista y lo golpearon pensando que allí
había más oro enterrado. El muchacho les dijo que estaba buscando un tesoro
en ese sitio. Los ladrones se rieron y uno le dijo que él había tenido un sueño
que en una vieja iglesia abandonada, junto a un sicomoro, había un tesoro.
Entonces el muchacho pensó que había encontrado el tesoro. Con la parte del
oro que el Alquimista había entregado al monje, el muchacho regresó al lugar
de partida (la vieja iglesia), y allí bajo el sicomoro cavó hasta encontrar un
grandioso tesoro compuesto por oro, piedras preciosas e ídolos de piedras
incrustados de diamantes. “Realmente la vida es generosa con el que vive su
Historia Personal”, pensó. Entonces fue en busca de Fátima.

COMENTARIO

“El Alquimista” es una novela profunda y llena de un complejo simbolismo. Su


lectura comprensiva requiere de mucha reflexión, por cuanto se trata de un
extenso tratado de sabiduría. El autor, a través de este sencillo lenguaje
metafórico, nos enseña que debemos luchar, sin importar las dificultades, para
hacer realidad nuestros sueños, y que lo que nos ocurra, bueno o malo, será una
señal que no debemos desaprovechar para poder conquistar los sueños. La
cadena misteriosa de acontecimientos en nuestra vida nos conduce, si la
seguimos atentamente, sin descuidar las señales, a la autorrealización y la
conquista de la felicidad. Si queremos entender sus complejos mensajes,
debemos leerla comprensivamente y no tomar su contenido literal sino de
manera figurada, porque los sueños que vamos alcanzar no son materiales sino
espirituales; los tesoros no son de oro y dinero, sino de vida buena y de
felicidad.

La obra en su lenguaje figurado nos indica que para materializar nuestros


sueños hay que seguir las señales, no desistir nunca del sueño, no temer al
cambio, ser entusiastas, arriesgarnos, tener valor, soportar las adversidades,
tomar nuestras propias decisiones, confiar en las personas sabias, tener fe en la
vida, no desanimarnos ante los fracasos, perseverar, confiar en la suerte y en las
coincidencias, ver las cosas objetivamente, pagar el precio que la vida nos cobra,
no prometer lo que todavía no tenemos, estar preparados para las sorpresas,
buscar caminos diferentes en la vida, ser optimistas, vivir el aquí y el ahora,
huir de la rutina, vivir nuestra propia vida, hacer siempre lo que deseamos y no
lo que los demás quieran que hagamos, no perder el control de nuestra vida, no
permitir que los demás gobiernen nuestra existencia, a veces dejar las cosas
como están, leer lo que Dios escribió para cada uno de nosotros, mirar las
maravillas del mundo sin olvidarnos de nosotros, confiar en sí mismo, tener
voluntad para conquistar el mundo, ser valiente, no tener miedo a lo
desconocido, amar, creer en los tesoros, no desesperarnos, no temer al fracaso,
aprender a vivir, penetrar en el Alma del Mundo y cumplir la Historia Personal.

El muchacho es un ejemplo digno de superación, de libertad, de autonomía, de


lucha, de valor y de autorrealización. Quería siempre ser él mismo y tomar sus
propias decisiones. No le temía al cambio. Al mercader de cristales no le
gustaban los cambios. No quería cambiar porque no sabía cómo hacerlo. Estaba
acostumbrado a lo mismo. Por eso se oponía a los cambios y reformas que le
proponía al muchacho. El inglés nos evidencia al hombre teórico que no logra
concretar sus sueños por falta de práctica y hacer tan complejo lo sencillo. El rey
y el Alquimista representan a los hombres verdaderamente sabios.

FREUD EXPLICA
(Alberto Goldin)

¿POR QUÉ TENGO INSOMNIO?

Colocarle horarios al sueño genera insomnio. Cuando nos invade la angustia, se


produce el insomnio. Durmiendo buscamos placer. El insomnio es una
manifestación patológica. El insomnio es un síntoma que posee un saber en
clave que muestra u oculta alguna cosa importante. En lugar de enterarnos de
eso que puede ser negativo, surge el insomnio como una transacción. Los
conflictos en la vida, si no se digieren, impiden dormir. Las preocupaciones
generan insomnio, y con preocuparnos no se resuelve el problema. La
elaboración psíquica es el mecanismo que nos permite dormir. Consiste en dar
entrada, en aceptar las circunstancias felices o dolorosas. Todos los cambios
deben ser elaborados. "Elaborar es ordenar los datos, considerar en qué medida
esa circunstancia producirá cambios para los cuales debemos prepararnos". El
insomnio es prueba que la elaboración psíquica no opera durante el reposo para
resolución de problemas. Elaborar es la función del "aparato psíquico para
registrar un conocimiento e instalarlo correctamente en la conciencia y en la
memoria". El mecanismo de la represión es el encargado de evitar "que los
pensamientos inconscientes ingresen en la conciencia y la perturban". El buen
funcionamiento de la represión es importante para la salud mental. El insomnio
puede ser producto de una experiencia reprimida: violencia en la infancia
durante la noche. Las neurosis son producto de una inadecuada represión, y
producción de malos entendidos y miedos. La capacidad de disociación es el
mecanismo que nos permite el olvido momentáneo; así las preocupaciones no
nos producen insomnio. La capacidad de disociar nos aleja de la ansiedad y nos
permite relativizar los problemas. La ansiedad y la depresión generan
insomnio. La ansiedad se relaciona con el insomnio y ocurre al comienzo de la
noche. La depresión, con la culpa, y se presenta en la madrugada. Una buena
impresión de nosotros mismos permite dormir. El modesto yo que somos y el
arrogante ideal del yo que queremos ser genera insomnio. El odio y el amor
simultáneos generan insomnio. Si el insomnio es por ansiedad, hay que
relajarnos; si es por depresión, hay que realizar actividades que demanden
desgaste de energía. Los sueños satisfacen los deseos; por eso soñamos. El
insomnio es la expresión de un fracaso en la elaboración psíquica. Los sueños
son expresiones de deseos inconscientes; su función es permitir el descanso a
través de la satisfacción de deseos inconscientes. Soñar permite unir la
conciencia con el inconsciente. El insomnio rompe esta unión. El dormir y el
soñar permite la comunicación entre el consciente y el inconsciente.

¿POR QUÉ TENGO MIEDO DE SEPARARME?


(Versión femenina)
El amor es la sublimación de la pasión. "Sublimar es retirar el placer sexual a
una acción y transformarla en una actividad que también produce placer, pero
de otro tipo, y que, además, se realiza en público". La pasión es privada, y se
perturba al socializarse y convertirse en amor. "La pasión es insomne, consume,
desgasta, ocupa espacio y tiempo". Unos admiran la persona amada y otros la
necesitan. Cuando una mujer afirme que le da pena involucrarse en una
relación afectiva porque sus hijos se den cuenta, es probable que esa "disculpa"
sea producto del miedo que le inspira el sexo, que padece una fobia a la
sexualidad por haberla dejado de utilizar. "La vida erótica es la primera víctima
de la represión, y los miedos que una mujer tiene en su adolescencia en relación
con el sexo pueden permanecer inalterados durante años, sin modificarse". No
son necesariamente los hijos los que se avergüencen de que su mamá sea vista
con hombres; "es ella misma la que muere de vergüenza de quitarse la ropa y
ser vista por un hombre con pudor idéntico al que vivió en su pubertad". Es
importante tener en cuenta el término "familiar", porque la familia podría
significar el fin del erotismo, porque hay cosas que no se hacen en familia. "Al
formarse la relación de una pareja, existe riesgo de que se desexualice y
adquiera el carácter de otros vínculos familiares; dejan de ser marido y mujer
para ser hermano y hermana, padre e hija, etc.". Ocurre esta transformación
porque los vínculos eróticos de la pasión se convierten en vínculos familiares
del amor.

¿POR QUÉ TENGO MIEDO DE SEPARARME?


(Versión masculina)

Cuando un hombre casado sacrifica su presente, pensando que en el futuro será


feliz; cuando deja a su esposa porque la odia; cuando no puede estar con una
mujer porque necesita dos y teme a la separación, se trata de un individuo que
no ha nacido realmente, inmaduro, dependiente y sin autonomía. "Hay madres
que no aceptan distanciarse de su hijo, protagonistas de una doble atracción;
tanto la madre desea secretamente continuar unida al pequeño, cuanto éste
aspira a estar siempre junto a ella". Por ello el hombre jamás encontrará una
mujer adecuada. "Todo neurótico en mayor o menor medida está impedido de
amor o de trabajar... Cuando el individuo no se separa de su madre no se
constituye como sujeto, con relativa independencia, y decimos entonces que de
algún modo no consiguió nacer, que fracasó en su autonomía o independencia".
Un hombre así tiene dudas, angustia y sentimientos de prisión. Tiene un
síntoma de claustrofobia. "La claustrofobia es un síntoma que exhibe sin
dificultad su raíz materna: si trata de salir de un encierro debe disponer de
salidas, porque la angustia lo asfixia". Ese hombre está huérfano de padres, así
estén vivos. Por eso tienen dos madres, que sumadas dan un padre alternativo.

¿POR QUÉ TENGO MIEDO DE VIAJAR EN AVION?

El pánico ocurre porque desconocemos lo que pueda ocurrir con el avión


durante el vuelo. Como sabemos que es posible que el avión se accidente,
aprovechamos una circunstancia posible para instalar otra imaginaria, es decir,
recionalizamos. "Racionalizar un hecho significa hallarle una razón, una
justificación, explicar un fenómeno que de otra forma sería inexplicable,
irracional". La racionalización consiste en que a veces los aviones se accidentan
y por eso nos privemos de viajar. Como el fundamento de una neurosis es
ilógico, al avión se sube una persona con dos miedos: uno racional y otro
ignorado, invisible, irracional, que ataca a los fóbicos al avión. El miedo
irracional se genera porque se desconoce la pericia del piloto o la seguridad el
avión. El fóbico cree estar tomando el control del avión. Con esto sólo se
consigue angustia. El destino está momentáneamente fuera de control. "Lo
intolerable para quien sufre de fobia es precisamente esa incapacidad para
controlar el destino". La omnipotencia es la razón del débil. El fóbico como sabe
que los accidentes en avión son muy escasos, tiene "el sentimiento de que
precisamente por ser poco probables, el día escogido para ocurrir será
precisamente aquel en que él es un pasajero". El fóbico sufre de una especie de
ilusión óptica, que "consiste en que, como siempre espera lo peor, cuando algo
de eso se confirma, también se le confirma que posee un talento especial para
anticipar los hechos". Quien en su infancia disfrutó el placer de saltar y de otros
movimientos similares, no tendrá miedo a volar; quien reprimió ese placer, no
acepta los movimientos corporales como entrar en ascensores, subir por sitios
elevados o volar en avión. Quienes disfrutan del placer de las alturas, lograron
sublimar o transformaron una corriente de erotismo infantil en otra de carácter
social en el deporte, arte o ciencia. La sublimación produce goce sin genitalidad
y se pueden hacer cosas con reconocimiento social. Por eso les gusta el peligro
de volar por puro placer. Muchos de los acontecimientos infantiles se olvidan
porque quedan reprimidos. La represión introduce en el niño el miedo y la
vergüenza. Allí se quedan las cosas prohibidas. "Lo prohibido se convierte en
inconsciente... Lo consciente se transforma en historia. Si el placer de los
movimientos infantiles queda en el lado visible de la conciencia, puede ser un
futuro aviador; si queda bloqueado del lado invisible, en el inconsciente,
producirá angustia, transformándose en actividad pecaminosa que preferible
evitar, y por eso tendrá miedo a viajar en avión, porque ese placer infantil
quedó del lado de los placeres reprimidos. El que no teme volar siente los
movimientos del avión como mimos cariñosos maternales; el que tiene miedo lo
verá como un castigo por estar haciendo algo malo. En el avión se dispara una
emoción inconsciente, el cuerpo pierde su espontaneidad, se produce la
angustia y el cuerpo se convierte en un avión dirigido por un piloto inexperto.
La angustia produce anarquía corporal con un sentimiento de muerte. "La
angustia de viajar en avión desorganiza la unidad simbólica del cuerpo, y su
efecto es tan poderoso que ni siquiera es preciso estar dentro del avión para
sufrir sus efectos, sólo imaginarlo es suficiente".

¿POR QUÉ TENGO MIEDO DE SER HOMOSEXUAL?

El que es homosexual, sabe que lo es. El miedo a la homosexualidad no


transforma a una persona en homosexual. Quien no se siente bien con su
cuerpo, su aspecto físico o el tamaño de su pene o senos, es muy difícil
convencerlo que esto es normal, porque "identidad, sexo, esquema corporal no
pueden rebatirse con argumentos lógicos, porque los fundamentos de esta duda
provienen del inconsciente". Cuando un deseo homosexual sale del inconsciente
y pasa al consciente genera angustia. Ese era un deseo reprimido. Como la
conciencia no permite dos aspectos ilógicos, como ser hombre y mujer al mismo
tiempo, no acepta esa contradicción que afecta su esencia. Quienes luchan
contra los deseos contradictorios, viven cansados. Cuando un deseo reprimido
invade la conciencia no se puede expulsar. Las ideas homosexuales antes de
emerger al pensamiento, "dormían silenciosas en el subsuelo de la conciencia,
ocultas, subterráneas, sin producir trastornos". El deseo homosexual no
convierte a una persona en homosexual. Cuando un deseo inconsciente escapa
y no puede permanecer en la conciencia, porque la desmorona, se sustenta en la
propia duda. "El sujeto neurótico se defiende de sus deseos, tratándolos como si
fuesen proyectos, planos a ser concretados, en tanto que un individuo más sano
les daría el tratamiento de simples e inofensivos pensamientos... Lo que
configura a la neurosis es creer realmente que un pensamiento es un proyecto
que debe realizarse... La neurosis disminuye la capacidad intelectual, ya que
limita la libertad de pensamiento... En otro individuo menos perturbado, el
pensamiento podría sorprenderlo, pero luego negarse a realizarlo, podría
perfectamente olvidar su existencia".

¿POR QUÉ ME DEPRIMO?

La depresión es tristeza, desánimo, insomio, desvalorización, temor a enfrentar


la realidad e imposibilidad de recibir gratificaciones y elogios. Cuando
hablamos de una persona depresiva nos referimos a la forma como se
comporta, a un estilo de su personalidad, al escenario habitual de su existencia.
El depresivo es un individuo fatigado, con variable entusiasmo e iniciativa. El
malestar depresivo muchas veces no tiene causa justificada. "La propia
condición depresiva en ocasiones produce excelentes desarrollos intelectuales,
elaboraciones trascendentes, en razón a una búsqueda constante de sentido
para su vida. La depresión es una forma de violencia. Si alguien nos ocasiona
un contratiempo se puede reaccionar peleando o insultando. También se puede
irritar, quiere agredir pero a falta de armas, sufre un acceso de angustia por
simple impotencia. Puede olvidar la ofensa y ser invadido por la tristeza y el
desánimo, perdiendo el bienestar. El que sufrió la crisis de odio y angustia
reconoce la vinculación entre la angustia y el odio. El que reaccionó con
depresión, desconociendo la relación que se creó entre depresión y rabia. "La
tristeza del depresivo es un modo de ataque o de defensa, desconectado de su
motivo". Cuando hay agresión exterior hacia el causante de la ofensa, uno se
agrede con angustia y tristeza. "Los candidatos posibles a la depresión
desconocen los signos de la hostilidad propia y ajena". "La depresión puede
dispararse por un pensamiento, una fantasía, un deseo. El depresivo hace todo
por conseguir el aprecio y simpatía de su medio familiar y social. El depresivo
siente una constante amenaza exterior. Cuando dejan de amarlo o respetarlo, se
desmorona el amor propio y el respeto que tiene de sí. El deprimido, cuando
odia a alguien se ataca a sí mismo". Su sistema de equilibrio interno sólo
funciona con la aceptación exterior. "No tiene paz, y cualquier roce en sus
relaciones humanas es señal de una posible catástrofe". En el deprimido, el
amor propio es ajeno. Le gusta ser la víctima. Por eso en el suicidio, el muerto y
el asesino son la misma persona: el depresivo se queja mucho. La vida social o
profesional genera depresión. Se suele resolver adecuando el sexo a la
profesión, porque los sexos tienen las profesiones que les son armónicas. El
abandono o muerte de un ser querido produce depresión. "Todo amor intenso
tiene un correlato inconsciente de odio, que se hace evidente cuando el ser
amado nos frustra, nos abandona o incluso cuando muere". La melancolía es la
más grave de las depresiones. "Un intenso odio está en el origen de la
melancolía, y como lo prototípico de la melancolía es la imposibilidad de
expulsarlo al exterior, la melancolía es la intoxicación que el sujeto hace de su
propio odio". La melancolía nos muestra el mundo al revés, perdemos el
sentido de lo interno y de lo externo. "El melancólico, fuertemente subjetivo e
irreflexivo, resiste a la lógica, porque ningún argumento conseguirá
convencerlo de que ese estado es imaginario o transitorio". La presencia de los
demás se convierte en ausencia. En el melancólico, el entusiasmo o la ilusión de
vivir, se convierte en determinación suicida. Como quiere matar a la persona
que odia, todo suicidio es un homicidio.

¿POR QUÉ TENGO CELOS?

Si se supera la dependencia infantil al amor de otro, seremos autónomos y no


tendremos celos. Quien no consiguió autonomía sólo puede ser en tanto sea
amado. El sabernos amados nos da seguridad y tenemos más confianza en
nuestras fuerzas. Los celos desmoronan nuestro ser. Cuando uno se pierde en la
otra persona, el celoso no sólo está preocupado por recuperar a su amor, sino
que tiene que encontrarse a sí mismo. "Cuanto más intensa es la pasión, mayor
es la amenaza de perderse". Si sólo somos en tanto seamos amados, debemos
ser "dueños" del otro. "Los celos eternos no dependen de la fidelidad de la
persona amada, sino que son expresión de dificultades en la primitiva
construcción del ser". Los celos existen porque nuestra sociedad es monogámica
y la sexualidad es poligámica. La prohibición de la poligamia, la incentiva. Hay
guerra entre deseos y prohibiciones. No se puede dominar el deseo, se acaba si
se satisface. La fidelidad existe si el individuo la asume conscientemente,
producto de una elaboración adecuada y no de una amenaza o prohibición
moral o religiosa. "Una prohibición exterior se puede resolver liberándola
mediante una medida también exterior". Como una persona al casarse cree que
es dueña del cuerpo del cónyuge, cuando ocurre una "traición", el hombre o la
mujer creen inconscientemente que el otro entregó parte de su cuerpo,
generándose violencia, virilidad herida, vergüenza, humillación y burlas. Se
siente avergonzado el "afectado" porque cree que realizó un acto con otra
persona del mismo sexo, como si fuera homosexual. El celoso ve en el potencial
rival, no a uno que puede gustarle a su pareja, sino uno que inconscientemente
le gusta a él. Es como si pensara: "En tu lugar, si fuese hombre, me interesaría
por aquella mujer de blanco, que me parece muy bonita". El celoso quiere
detalles de la infidelidad, porque esto lo excita sexualmente. "Le produce un
placer mórbido, sexualizado, aunque inconscientemente insiste en vivirlo como
sufrimiento". Quien experimenta celos imaginarios "tiene enorme curiosidad
por el goce del sexo opuesto, y no se satisface en su relación con su pareja.
Siendo hombre quiere, en lo profundo y reprimido, además de gozar con su
mujer, también quiere gozar como mujer, y la situación de celos se lo
posibilita... busca a ese tercero que le proporcione la dimensión erótica que está
necesitando". Los celos también surgen cuando alguien comete o desea una
infidelidad, y se lo atribuye al otro, víctima inocente. Los celos son paranoicos.
En la paranoia lo fundamental es tener razón. El paranoico precisa construir un
mundo a su medida. Los celos son una variedad de paranoia. "La paranoia
comienza dando problemas domésticos, luego jurídicos y finalmente
psiquiátricos". El paranoico no le interesa la verdad; al ser juez y parte, cuando
hay que decidir, siempre decide por su razón. "La paranoia es una regresión al
narcisismo". El paranoico es arrogante e insistente. Las personas desprecian al
ser amado cuando está presente y lo aprecian cuando lo pierden.

UNO
(Richard Bach)

Argumento

Cuando los esposos Bach (Richard Bach y Leslie Parrish) se dirigían a participar
en una reunión de investigadores que exploraban las regiones limítrofes del
pensamiento creativo: ciencia y conciencia, guerra y paz, el futuro de un planeta,
extrañamente se desvaneció el entorno, quedando éstos fuera del espacio y del
tiempo. Los dos volaban en su hidroavión sobre la ciudad de Los Ángeles,
cuando escucharon una especie de gemido, seguido de un relámpago de luz
amarrilla, una onda expansiva a su alrededor, y luego desapareció la ciudad y
todo se desvaneció, quedando sólo el firmamento y el mar azul.

En estas circunstancias realizaron diversas visitas a varios sitios, penetrando en


mundos y vidas paralelas, para encontrarse con su pasado y su futuro, donde
dialogaron, compartieron e interactuaron con algunas personas (incluso con sus
“yo alternativos” más jóvenes y más viejos) y reflexionaron sobre la intuición, el
sentido de vida, las ideas, el indeterminismo, el destino, el tiempo, las
elecciones, la guerra, la paz, los talentos, el amor, el yo alternativo, el miedo, el
armamentismo, la vejez, la muerte, la patria, la responsabilidad, los mundos
alternativos, la vida, la juventud y el poder de decidir por sí mismos.

Estuvieron fuera del espacio y el tiempo durante tres meses en esas


circunstancias, sin saber con precisión si estaban vivos o muertos, despiertos o
soñando, viviendo una realidad o imaginándola. “Permanecimos suspendidos
en pleno aire durante tres meses, encerrados en una dimensión donde no existe
el tiempo ni el espacio, aunque a veces parece que sí existen, y hemos
descubierto que todas las personas son aspectos distintos de todas las demás
personas porque la conciencia es una, y además el futuro del mundo es
subjetivo y nosotros determinamos que va ocurrirle al mundo según las
elecciones que pongamos en práctica para nosotros mismos…”

Descubrieron que todos somos uno. Las personas sólo se diferenciación entre sí
por ser expresiones libres de una misma unidad. Todo el mundo tiene un
infinito número de vidas y todas se desarrollan simultáneamente. “A cada
instante, el mundo que conocemos se divide en un número infinito de otros
universos, con distintos futuros y distintos pasados”. Todo el mundo tiene un
infinito número de vidas y se desarrollan simultáneamente.
Reconocieron que, a pesar de los misterios, en el mundo nada era nuevo.
“Nosotros no hemos realizado ningún nuevo descubrimiento. Cualquiera que
haya leído algo de mecánica cuántica, cualquiera que haya jugado con el gato
de Schrödinger… para los físicos la distinción entre pasado, presente y futuro
no era más que una ilusión, por muy pertinaz que sea... La luz se dobla: el
espacio se alabea; un reloj en un cohete funciona más despacio que el mismo
reloj en casa; divide una partícula y obtendrás dos del mismo tamaño que la
inicial; dispara tu rifle a la velocidad de la luz, y la bala no saldrá del cañón…”
Richard reconoció que por eso era que le fascinaba la física, la mecánica
cuántica y la inexistencia del tiempo. Aceptó que no hay vidas pasadas, ni vidas
futuras, ni nada predeterminado. Que el destino nos empuja sólo a donde uno
quiera y depende de nosotros, que somos quienes decidimos. Richard
reflexionó que si los psíquicos que tratan de recordar vidas siguen el rumbo que
creen correcto, por qué no utilizar ese poder para viajar a otros mundos
alternativos.

Resumen

La primera visita la realizaron al edificio donde se encontraron con ellos


mismos, 16 años atrás, el día en que se conocieron. Richard y Leslie adultos les
dijeron a Richard y Leslie jóvenes que se enamoraran y permanecieran siempre
juntos para evitar las complicaciones que ellos habían tenido por no haberse
enamorado cuando se conocieron.

Al terminar esta extraña visita y encontrarse de nuevo en su hidroavión,


encuentran a una mujer, escondida dentro de la aeronave, que dice llamarse
Pye, afirmando que ella era con respecto a Richard y Leslie, lo que ellos eran
con respecto a los jóvenes Richard y Leslie, pero varios millares de veces. Les
aclaró que ella era ellos mismos. “No en vuestro futuro, sino en ahora
alternativo”.

Richard y Leslie le explicaron lo que les había sucedido cuando volaban.


“Estábamos a punto de aterrizar en Los Ángeles, de pronto, hubo una especie
de zumbido y la ciudad desapareció, así por las buenas. La civilización se hace
humo en medio segundo y nos encontramos solos sobre un océano que no
existe en el planeta Tierra, y cuando aterrizamos nos hemos convertido en unos
fantasmas que contemplan su propio pasado, las personas que éramos cuando
nos conocimos, y nadie puede venos salvo ellos… y podemos atravesar
paredes…”

Pye les explicó que donde estaban, más que un lugar, “éste es un punto de
perspectiva”. Lo que les ocurrió, según Pye, tenía que ver con la electrónica, y
allí no existía el tiempo. Ellos sólo creían moverse, porque únicamente se
movían en la conciencia. “Tiempo es el nombre que damos al movimiento de la
conciencia. Todos los acontecimientos posibles que pueden ocurrir en el espacio
y el tiempo ocurren ahora, a la vez, simultáneamente. No existe pasado, no
existe futuro, tan solo el ahora, aunque debemos utilizar un lenguaje basado en
el tiempo para poder conversar. Es como la aritmética. En cuanto conoces el
sistema, sabes que todo problema numérico está ya resuelto. El principio de la
aritmética ya sabe cuál es la raíz cúbica de seis, aunque nosotros podemos
necesitar lo que denominamos tiempo, siquiera sean unos pocos segundos, para
averiguar lo que siempre ha existido… El pasado y el futuro no dependen del
año en que nos encontramos… Depende de lo que elijamos contemplar”. Pye
les indicó que en ese instante, ellos, se encontraban inmovilizados en el tiempo.

Pye les dijo, además, que todo aquello que puede suceder ya ha sucedido,
porque no existe pasado, ni tiempo. Tenemos infinitas posibilidades de
elección. “Nuestras elecciones dan lugar a nuestras experiencias, y con la
experiencia comprendemos que no somos las pequeñas criaturas que creemos
ser. Somos expresiones interdimensionales de la vida, espejos del espíritu”.

Les comunicó que ellos volaban sobre un dibujo imaginario elaborado en el


suelo marino, sobre un diseño psíquico, una metáfora. El dibujo eran las
elecciones de Richard y Leslie; representaba el camino que habían seguido, los
desvíos posibles que habrían podido tomar. Habían tomado otras vidas
paralelas, otras vidas alternativas. Cuando volaban hacia lo alto ganaban
perspectiva. “Podemos ver todas las elecciones, bifurcaciones y encrucijadas.
Pero cuanto más bajo volamos, más perspectiva perdemos. ¡Y cuando
aterrizamos, nuestra perspectiva sobre todas las demás posibilidades
desAparece por completo! Nos encontramos en los detalles; los detalles del día,
de la hora, del minuto… Y las vidas alternativas quedan olvidadas”. Esto los
obligaba a volar de aquí para allá en su hidroavión para visitar sus identidades
alternativas.

Según Pye, en el diseño nada ocurre al azar, nada ocurre sin ninguna razón, y
encierra todas las posibilidades. “Es como un libro: todo acontecimiento es una
palabra, una frase, parte de una historia interminable. Todas las letras
permanecen para siempre en la página. Es la conciencia la que cambia,
eligiendo lo que va a leer y lo que va a pasar por alto”.

Pye les aclaró que en el espaciotiempo, nada existe en realidad. “El diseño es
una ayuda visual que vosotros habéis imaginado, en vuestra forma de entender
las vidas simultáneas. Cuando aterrizáis, cuando vuestro avión flota sobre el
dibujo y hacéis de observadores, os convertís en fantasmas en vuestros mundos
alternativos. Podéis aprender de vuestros distintos aspectos sin necesidad de
tomar su entorno por real. Cuando habéis aprendido lo que tenéis que
aprender, recordáis el hidroavión, empujáis la palanca del acelerador hacia
delante y os eleváis en el aire, de nuevo con vuestra grandiosa perspectiva…
Existen tantas metáforas para las vidas en el espacio tiempo cómo disciplinas
que os atraigan. Si os gustara la fotografía, vuestra metáfora habría podido
consistir en los niveles de enfoque. El enfoque hace que un punto aparezca con
claridad y todo lo demás borroso. Enfocamos una vida y creemos que es la
única que existe. Pero todos los restantes aspectos borrosos, los que tomamos
por sueños y deseos y posibilidades no cumplidas, son tan reales como
cualquier otra cosa. Nosotros decidimos a dónde enfocar”. Pye les dijo que en
el universo sólo hay una vida. Pye les aclaró que no tenían mapas de vuelo para
guiarse. La guía es la intuición, un nivel que sabe todo lo que hay que saber.
“Buscad ese nivel, pedidle que os guié y confiad en que seréis conducidos allí
donde más necesitáis ser”.

Luego visitaron a la madre de Leslie en una época en que ésta estaba más joven
y muy delgada. Leslie quería que fuera modelo. “No quiero ser modelo. Y me
asusta luchar si eso es lo que debo hacer para dedicarme a lo que amo”. Leslie
felicitó a Leslie joven porque a tan temprana edad ya había descubierto lo que le
gustaba: la música. La determinación, el amor y el esfuerzo son capaces de
elevarnos sobre la pobreza y la desesperación. “Las decisiones son tuyas,
incluso más de lo que supones”, dijo Leslie a la joven Leslie, y agregó: “Si no
abandonas nunca lo que de verdad te importa, si te importa tanto que estás
dispuesta a luchar con todas tus fuerzas para conseguirlo, te prometo que
tendrás mucho éxito en la vida. Una vida dura, porque la excelencia no es fácil,
pero una vida buena”.

Leslie le contó que si se hubiera decidido por la carrera de modelo, habría


tenido muchas dificultades; que trabajó en cine, pero que no fue feliz con su
trabajo. Tuvo éxito, pero sintió que ese no era su lugar. “Nunca tuve una
determinación clara de triunfar”. Al renunciar a la música había renunciado a
su oportunidad de vivir una vida gozosa y pacífica haciendo lo que en realidad
amaba. “¿Qué debo hacer?”, preguntó la joven Leslie. “Eres la única persona del
mundo que puedes contestar esta pregunta”, le dijo Leslie, y recomendó que
averiguara “lo que de verdad quieres, y hazlo. No malgastes 20 años de tu vida
en vivir a base de decisiones por inhibición cuando tienes la posibilidad de
decidir en este mismo instante el avanzar en la dirección de tu amor. ¿Qué es lo
que verdaderamente quieres?”. Leslie joven respondió: “Quiero aprender.
Quiero ser excelente en lo que haga. ¡Quiero darle al mundo algo especial!...
Quiero ser feliz. No quiero ser pobre… Quiero que exista alguna razón para
vivir, algún principio capaz de guiarme tanto en los malos tiempos como en los
buenos. Y no se trata de la religión, porque ya lo he intentado, te aseguro que sí,
y en vez de respuestas sólo saben decirme “has de tener fe, hija mía”.

Después visitaron una base de la Fuerza Aérea. Allí estaba Richard como
teniente de aviación, 30 años atrás. Richard le dijo que venía para evitar que
cometiera errores, “experiencias de aprendizaje imprevistas”. El peor error que
había cometido el teniente Richard fue unirse a los militares, porque lo
utilizaron para lanzar bombas. “Eres personalmente responsable de todos los
hombres, mujeres y niños que matáis con este aparato”. El teniente repuso que
él tan solo cumplía órdenes. Richard replicó: “La guerra no es una excusa, las
fuerzas aéreas no son una excusa, las órdenes no son una excusa. Cada uno de
estos asesinatos te costará hasta el momento de tu muerte; todas las noches te
despertarás gritando, matándolos de nuevo, una y otra vez”. El teniente dijo
que lo hacía por la libertad de su patria, pero Richard le explicó que eso le
decían a todos los soldados, pero los utilizaban como carnadas. “Te azuzan
para que sigas: ¿Eres lo bastante bueno? Te adulan: ¡Piloto de élite! ¡Tirador de
primera! Te envuelven en banderas; te prenden unas alas sobre el bolsillo, unos
galones en los hombros y te cuelgan unas medallas con cintas de colorines por
hacer exactamente lo que dicen aquellos que mueven tus hilos”. Richard
reflexionó que “únicamente podemos transformar nuestras vidas en esa eterna
fracción de segundo que es nuestro ahora. Si nos alejamos un instante de este
ahora, la decisión la toma algún otro”.

Richard le preguntó al teniente Richard si en las fuerzas aéreas enseñaban ética.


“¿Has tenido alguna asignatura que se llamara Responsabilidad de los pilotos de
cazas? ¡Nunca la has tenido, y nunca la tendrás! Las fuerzas aéreas te dicen:
cumple las órdenes, haz lo que te mandan. Tu patria, con razón o sin ella. No te
dicen que tienes que vivir con tu conciencia, con razón o sin ella…”

Teniendo en cuenta que las ideas constituyen nuestro crecimiento, inquietud y


alegría, tensión y liberación, Richar y Leslie quisieron saber de dónde provienen
las ideas. Así, el diseño los condujo a la fábrica de las ideas, donde hallaron a
Tink (el hada de los sueños), otrora mecánico del avión de Richard y maestro de
zen. Atkin, otro de los habitantes del lugar, les habló de “la dificultad de elegir
alternativas correctas”, y de lo importante que resulta apartarse de “nuestro
concepto de lo que es mejor…” y de que si realmente sabemos qué es lo mejor.
Sobre un cristal de ideas se podía leer: “Un cambio minúsculo hoy nos conduce a un
mañana asombrosamente distinto. Grandes recompensas esperan a aquellos que eligen
los altos caminos difíciles, pero tales recompensas están ocultas por los años. Todas las
elecciones se efectúan a ciegas, sin ninguna garantía por parte del mundo que nos rodea.
La única manera de no enfrentarse con decisiones temibles es abandonar la sociedad y
convertirse en un ermitaño, pero ésa es ya una decisión temible. El carácter se forma
siguiendo nuestro más elevado sentido del bien, confiando en nuestros ideales aun sin
tener la certeza de que darán resultado. Un reto que nos plantea nuestra aventura en la
tierra es el de elevarnos sobre los sistemas muertos –guerras, religiones, naciones,
destrucciones-, negarnos a formar parte de ellos y dar expresión al ser más elevado que
sabemos cómo llegar a ser”. Leslie concluyó que “nadie puede resolver los
problemas de una persona cuyo problema es que no quiere ver resueltos sus
problemas… Da igual cuán preparados estemos y cuán dignos seamos; jamás
alcanzaremos una vida mejor hasta que seamos capaces de imaginarla por
nosotros mismos y nos permitamos vivirla”.

El cristal decía, además, que “todo comercio es la expresión de una idea y una
opción… todo lo que estás viendo y tocando fue antes una idea invisible hasta que
alguien optó por darle cuerpo. Si en otras creencias del tiempo y del espacio
encontramos algún yo alternativo en estado de necesidad no podemos darle dinero, pero
sí ideas capaces de convertirse en fortunas, si es ésa la opción que toma… Una vida fácil
no nos enseña nada. Al fin de cuentas, lo que importa es aprender: lo que hemos
aprendido y cómo hemos madurado… Podemos vivir con excusas o podemos vivir con
salud, amor, longevidad, comprensión, aventura, dinero, felicidad. Diseñamos nuestras
vidas por el poder de nuestras elecciones. Nos sentimos indefensos cuando tomamos
decisiones por inhibición, cuando no diseñamos nosotros mismos nuestras vidas… Cada
uno de nosotros, cuando empieza una vida, recibe un bloque de mármol y las
herramientas necesarias para hacer de él una escultura. Podemos arrastrarlo detrás de
nosotros sin tocarlo, podemos machacarlo hasta convertirlo en un montón de grava,
podemos darle una forma gloriosa. Todas las demás vidas nos dejan su ejemplo para que
lo tengamos en cuenta, obras acabadas e inacabadas, que nos guían y nos advierten.
Cerca ya del final, nuestra escultura está casi acabada y podemos suavizar y pulir lo que
comenzamos años antes. Es entonces cuando podemos realizar los mayores progresos,
pero para ello hay que saber ver más allá de las apariencias de la edad”. Richard
reflexionó afirmando que nosotros mismos generamos nuestro entorno. “¿Cómo
podemos quejarnos de la vida que hemos creado? ¿Quién, más que nosotros, debe cargar
con las culpas y llevarse el mérito? ¿Quién puede cambiarla en cualquier momento en
que así lo decida, salvo nosotros?”.

Seguidamente visitaron un campamento donde estaba Atila, rey de los Hunos.


Dijo que Dios le ordenaba limpiar la tierra de infieles e imperialistas como los
romanos. Richard le recriminó por alienar a sus seguidores con esa mentira. “Si
crees que el poder se funda en el miedo, te unes a los que comercian con el
miedo. No es una compañía muy agradable. ¡Qué inmenso error para un
hombre de tu talento! Si este talento lo aplicaras… Toda persona enfurecida es
una persona asustada, temerosa de sufrir alguna pérdida”. Atila dijo que había
recibido orden Dios de odiar y destruir en vez de amar. Reconoció que tenía
miedo porque estaba solo en este mundo demente. “¡El amor no existe! ¡Dios es
maldad, Dios es crueldad! Y para reinar debo ser más cruel que Dios. Dios
ordena: ¡mata o muere!” Leslie le preguntó a Richard qué significado tenía todo
esto. “Sabemos que los acontecimientos son simultáneos, pero, ¿crees que la
conciencia puede evolucionar? Por una vez en la vida has permitido que el
gobierno te entrene para ser un asesino. Ahora eso sería imposible. ¡Has
cambiado, has evolucionado!”. Richard reconoció que Atila hacía parte de él.
Leslie también aceptó lo mismo y agregó que tal vez Atila formaba parte de
todos aquellos que alguna vez han tenido un pensamiento asesino.

Momentos después el diseño los llevó a donde se encontraba Jean-Paul leClerc,


un eremita que poseía unos manuscritos, en los que se podía leer. “Sois criaturas
de luz. De la luz habéis venido, a la luz iréis, y a vuestro alrededor, rodeándoos es todo
momento, está la luz de vuestro ser infinito… Por elección vuestra moráis ahora en el
mundo que habéis creado. Lo que encerráis, en eso os convertiréis. No temáis ni
desmayéis ante esa ilusión que son las tinieblas, ante ese disfraz que es el mal, ante ese
cascarón vacío que es la muerte, pues éstos son los desafíos que habéis elegido. Son las
piedras sobre las que habéis elegido afilar la cortante espada de vuestro espíritu. Sabed
que estáis constantemente envueltos por la realidad del amor, y que en todo momento
disponéis del poder transformar vuestro mundo por medio de lo que habéis aprendido…
Sois la vida que inventa formas. Ni la espada ni los años pueden mataros más de lo que
os matarían los umbrales por los que pasáis de una a otra habitación. Cada habitación os
entrega su palabra para que la pronunciéis, cada paso os da su canción para que la
entonéis”. El ermitaño dijo que en esos manuscritos encerraban la llave de la
verdad para aquel que quiera leerlos.

La siguiente visita la hicieron a Tatiana e Iván Kirilov, en Moscú, durante la


“Guerra Fría”. Los dos se quejaron de la excesiva burocracia soviética. Se
lamentaron de que el gobierno gastara tanto dinero en armas para esta
“guerra”. Richard les aclaró que su país no gastaba dinero en armas, sino que
era muy astuto porque su supuesto armamento moderno no era más que pura
apariencia: los misiles solamente tenían cabezas nucleares; lo demás era sólo
cartón y pintura. La intención de Estados Unidos no era bombardear a los
soviéticos, sino arruinarlos haciéndolos comprar piezas de cohetes. Richard les
dijo: “Podéis quedaros desarmados tranquilamente. Nosotros no podemos
atacar porque nuestros misiles tienen serrín en lugar de motores… Escuchadme
los dos: la primera ley del Capitalismo es crear consumidores. ¿Habéis creído
que, ni por un instante, desperdiciaríamos unos valiosos consumidores y
perderíamos los ingresos de la industria cosmética y de la publicidad?”. Iván
admitió que la URSS también tenía sus secretos. “Para vencer en la carrera de
armamentos, necesitamos que los Estados Unidos nos subestimen, que no se
fijen en los cambios. Los Estados Unidos deben creer que, para la Unión
Soviética, la ideología es más importante que la economía… A los comunistas
también les gusta el dinero”. Richard resaltó los errores de la política soviética y
aceptó los de la política de su país. “Vosotros sacrificáis la libertad en beneficio
de la seguridad, y nosotros sacrificamos la seguridad en beneficio de la libertad.
Vosotros no tenéis pornografía y nosotros no tenemos leyes que impidan viajar
libremente”.

Luego de este encuentro, Richard y Leslie reconocieron que los soviéticos eran
personas como las demás, que se esforzaban, como ellos, por encontrar sentido
a la vida. No eran los integrantes del “imperio del mal” como les habían tratado
de convencer en su país. Así los temores desaparecieron.

Después aparecieron dentro de un avión de combate en una competición de


Juegos Aéreos en China, politado por Linda Albrighte, un yo alternativo de
Leslie. Al aterrizar pidieron explicaciones a Linda, quien les dijo que un mundo
sin guerras, era aburrido. Pero esa guerra esa una metáfora para referirse a las
competencias deportivas. Richard dijo que un mundo con guerras es estúpido.
“Miles de personas mueren, millones incluso. Nuestra política nos da miedo,
nuestras religiones nos enfrentan unos con otros”. Linda aseguró que en los
Juegos Aéreos, como en la guerra, había muertos. “Una industria que mueve
millones de millones no va a detenerse por culpa de alguno que otro accidente”.

Posteriormente, el diseño los llevó a un planeta deshabitado. Allí encontraron a


Mashara, quien se dedicaba a rescatar planetas que la humanidad había
destruido tiempo atrás. Se definía como un ordenador. “Yo soy vosotros en mi
dimensión… Mi espacio tiempo es paralelo al vuestro. Un planeta distinto, un
sol distinto, una galaxia distinta, un universo distinto, pero un mismo ahora…
Un ser humano es una expresión de vida, que lleva luz y refleja amor en
cualquier dimensión que elija tocar, en cualquier forma que elija adoptar. La
humanidad no es una descripción física, sino un objetivo espiritual. No es algo
que nos venga dado, sino algo que nos hemos de ganar”.

Luego visitaron el lago Healey alternativo. Allí estaba Pye. Les dijo que la
realidad no tiene nada que ver con las apariencias, con nuestra limitada forma
de ver. “La Realidad es el amor expresado, un amor puro y perfecto, sin
restricciones de tiempo y espacio… ¿Os habéis sentido alguna vez tan a una con
el mundo, con el universo, con todo lo que existe, como para quedar abrumados
de amor? Eso es la realidad. Eso es la verdad. Lo que hagamos con ella depende
de nosotros, al igual que la pintura del amanecer depende del artista. En
vuestro mundo, la humanidad ha vuelto la espalda a este amor. Movida por sus
mezquinas razones, vive en el odio, las luchas por el poder y la exploración de
la propia tierra. Continuad así y nadie verá salir el sol. El amanecer existirá
siempre, desde luego, pero la gente de la Tierra no sabrá nada de él y, por
último, hasta las leyendas sobre la belleza desaparecerán de vuestra memoria…
Supongamos que estamos viviendo en un lugar horrible: la Ciudad de las
Amenazas. Cuanto más tiempo vivimos en ella, menos nos gusta. Hay violencia
y destrucción, no nos gustan sus habitantes, no nos gustan sus decisiones, no
estamos bien allí. ¡La Ciudad de las Amenazas no es nuestro hogar!... Así pues,
un buen día hacemos las maletas y nos marchamos en la búsqueda del Pueblo
de la Paz… Encontramos un hogar en Paz y, conforme empezamos a conocer a
la gente, descubrimos que comparten los mismos valores que nos han llevado a
nosotros allí. Cada uno de sus habitantes ha buscado un camino personal, ha
seguido su propio mapa hasta este lugar donde la gente ha elegido el amor, el
gozo y la amabilidad, con ellos mismos, con su población y con la tierra… Los
habitantes de Paz han aprendido que el odio es amor que desconoce los
hechos… La gente de la Ciudad de las Amenazas es libre de buscar su propia
destrucción, y nosotros somos libres de buscar la paz... Del mismo modo que
vosotros sois uno con la persona que erais hace un segundo o hace una semana,
también sois uno con la persona que fuisteis hace una vida, con la que sois en
otra vida alternativa o con la que seréis dentro de cien vidas en lo que llamáis
vuestro futuro”.

El diseño los trasladó a un bar donde estaban ellos más viejos. El se llamaba
Dave y ella Lorraine. Dave, el yo alternativo de Richard, se veía amargado y
angustiado. Hablaban de su pasado. Dave dijo que si tuviera hijos le diría que
pensaran bien todo. “¿Realmente quiero hacer esto? No importa lo que hagas,
sino que tú quieras hacerlo… Les diría que no es nada agradable llegar a tus
últimos seis meses de vida y no saber qué se ha hecho de lo mejor que habrías
podido ser, qué se ha hecho de lo que de verdad te importa. Les diría que nadie
decide dejarse llevar por… la mediocridad. Pero eso es lo que ocurre cuando no
se reflexiona bien en todo lo que se hace, cuando cada decisión, por pequeña
que parezca, no es la mejor que uno sabría tomar”. Richard se preguntaba si
estaba orgulloso de sí mismo. “¡He dedicado mi vida a convertirme en la
persona que soy ahora! ¿Vale la pena el precio que he pagado?”

Visitaron un gemelo idéntico a Rcichard, muy deprimido porque Leslie lo había


abandonado. “Dijo que si no me iba yo de casa, se iría ella. Que ya no podía
soportarme. Quizá yo me he abandonado un poco, pero es ella la que ha roto el
matrimonio”. ¿Por qué?, preguntó Richard. “¡Menudencias, ha sido todo por
menudencias! Hay una auténtica montaña de trabajo: impuestos, contabilidad,
películas, libros y mil solicitudes y ofertas que no cesan de llegar de todo el
mundo. Son cosas que deben hacerse, y hacerse bien, según ella, con que se
lanza de cabeza sin detenerse a respirar. Trabaja como una loca. Hace años me
prometió que mi vida nunca volvería a ser el caos que era antes de que nos
conociéramos”. Richard le recomendó cambiar su estilo de vida y su forma de
manejar su relación con Leslie. Así lo hizo el gemelo, y recuperó a Leslie.

En un momento indeterminado Richard tuvo la impresión de haberse estrellado


en el hidroavión, y estuvo un instante tendido sobre la tumba de Leslie.
Reflexionó sobre la muerte y las promesas de amarse con Leslie. Leslie tuvo la
impresión de haber muerto. Se encontró con su amigo Hy Feldman, el cual
había muerto hacía tres años antes a causa de un cáncer por fumar. Leslie le dijo
que estaba muerta lo mismo que Richard. Hy Feldman, que estaba con Ronni
(un hermano de Leslie, muerto en accidente 30 años atrás), le dijo que no se
preocupara, ya que Richard estaba vivo y pronto se reunirían. Tiempo después
aparecieron los dos en el hidroavión, y se dieron cuenta que estaban vivos y
juntos para siempre.

Seguidamente, cuando intentaban salir del diseño, aparecieron nuevamente en


la ruta aérea que llevaban con destino al lugar de la conferencia, sin ningún
inconveniente, sin ningún contratiempo. El controlador aéreo no se sorprendió
ni les preguntó dónde habían estado, porque el tiempo no había transcurrido.
Leslie se preguntó: “¿Y si todo es cierto? ¿Y si verdaderamente todo el mundo
es otro aspecto de nosotros, y nosotros somos otro aspecto de ellos? ¿Cómo
afectará eso a nuestra forma de vivir?”

PADRE RICO, PADRE POBRE


Robert T. Kiyosaki

Este extraordinario, concreto, ameno, breve, inquietante y práctico libro, que


comienza preguntando si los colegios preparan a los niños para el mundo real,
nos relata en su introducción cómo Sharon L. Lechter (coautora), aparentemente
convencida de que con su profesión y la de su esposo (abogado e ingeniero)
podrían vivir bien y asegurar su futuro como empleados, empieza a
cuestionarse y a revisar su cómodo y atrasado convencimiento, luego de que
uno de sus hijos protestara porque tenía que pasar mucho tiempo estudiando
temas que jamás iba a utilizar en su vida, debido a que, dados los cambios del
mundo actual, las personas más ricas no se hicieron millonarias a causa de su
educación.

Ante la actitud de su hijo, Sharon puso en cuestión las “enseñanzas” de sus


padres en la cuales le recalcaron que estudiara mucho y obtuviera excelentes
calificaciones para que consiguiera un buen empleo y asegurara su futuro.
Entonces entró en contacto con el millonario Robert T. Kiyosaki, quien, a través
del juego CASHFLOW (creado por él), le explicó cómo ser rico de una manera
diferente a la tradicional, con nuevas y audaces ideas, mediante una educación
distinta y novedosa para desarrollar y potencializar la inteligencia financiera.

Sharon (contadora) y Robert (millonario) deciden escribir el libro “Padre Rico,


Padre Pobre”, con el propósito de compartir una visión interior de cómo la
inteligencia financiera puede resolver muchos problemas comunes de la vida.
Robert es el encargado de relatar cómo aprendió de sus dos padres (uno pobre
y otro rico) y cómo se convirtió en millonario, y Sharon de recopilar sus escritos
dispersos y ordenarnos para su publicación.

Robert tuvo dos padres: uno rico y otro pobre. El padre pobre (el papá real o
biológico) era muy instruido, profesional e intelectualmente, pero sólo era un
empleado del gobierno, agobiado por las deudas y los impuestos. El padre rico
(su educador financiero), sin haber terminado la secundaria, llegó a ser uno de
los hombres más ricos de Hawai. No tenía educación formal, pero sí poseía
educación financiera, y en consecuencia tenía éxito. El padre rico era un hombre
que no había avanzado con la masa. “Era un hombre que había desarrollado un
pensamiento propio, y detestaba las palabras debemos hacerlo de esta manera
porque así es como todos los demás lo hacen. También odiaba las palabras no se
puede”. El padre pobre (socialista) luchó financieramente durante toda su vida.
El padre rico (capitalista) vivió una vida boyante financieramente. El padre
pobre pregonaba que el dinero era la raíz de todo mal. El padre rico sostenía
que la falta de dinero era la raíz de todo mal. El padre pobre decía “no puedo
afrontar los problemas”. El padre rico preguntaba “¿cómo puedo resolverlos?”.
Según el padre rico, afirmar nos deja fuera de combate; preguntar, nos fuerza a
pensar. Decir “no puedo afrontar los problemas” bloquea el cerebro. Afirmar
“cómo puedo afrontarlos” pone el cerebro a trabajar. Los dos fueron fuertes,
carismáticos e influyentes. Lo aconsejaron bien, pero de manera diferente.
Aprendió de ambos. Los puntos de vista de un hombre pobre y de un hombre
rico le permitieron inclinarse por escuchar y seguir los consejos financieros del
padre rico.

El padre pobre, tratándose de dinero, ponía su mente a dormir; el padre rico


ejercitaba su cerebro. El padre pobre recomendaba estudiar para conseguir
empleo en una buena empresa o compañía; el padre rico incitaba a estudiar
para comprar una buena empresa o compañía. El padre pobre, en asuntos de
dinero, no corría riesgos; el padre rico sabía manejar el riesgo. El padre rico
pensaba en pensionarse; el padre rico en tener independencia financiera. El
padre pobre le enseñó a conseguir trabajo; el padre rico a realizar planes de
negocios y finanzas con el ánimo de crear puestos de trabajo. El padre pobre
decía “nunca seré rico”; el padre rico afirmaba “soy un hombre rico”. Para el
padre rico una cosa era ser pobre y otra estar quebrado: “Quebrado es
temporal, y pobre es eterno”. El padre pobre no se interesaba en el dinero; el
padre rico estaba convencido que el dinero es poder. El padre pobre era pobre
por sus pensamientos y acciones, y no por el dinero que ganaba como profesor
estatal. El padre pobre trabajaba por dinero. El dinero trabajaba para el padre
rico.

Como Robert decidió escuchar a su padre rico, durante 30 años aprendió de éste
hasta obtener su independencia y solvencia económica y financiera. He aquí sus
enseñanzas, resumidas en seis lecciones:

1. Los ricos no trabajan por el dinero.


2. ¿Por qué enseñar especialización financiera?
3. Ocúpese de su propio negocio.
4. La historia de los impuestos y el poder de las corporaciones.
5. Los ricos inventan el dinero.
6. Trabajar para aprender y no por el dinero.

A continuación se resumen estas lecciones, excepto la correspondiente a la


“Historia de los impuestos y el poder de las corporaciones” por cuanto esta
dinámica difiere sustancialmente de la realidad colombiana, y se enfoca
principalmente en la mecánica financiera y de las corporaciones de los Estados
Unidos. Sin embargo, al leer el libro no se puede pasar por alto este capítulo,
debido a que se pueden extrapolar algunas enseñanzas y adaptarlas al contexto
colombiano. El libro, además, cuenta con los siguientes capítulos: Superando los
obstáculos, listo para comenzar, ¿quiere aún más? y epílogo.

1. LOS RICOS NO TRABAJAN POR EL DINERO

Robert a sus 9 años, en 1956, preguntó a su padre pobre cómo se hacía el dinero.
Éste le dijo que usara la cabeza. “Si quieres algo, trabaja por ello”, de dijo.
Luego de oír estas “enseñanzas” se entrevistó con su amigo Mike, hijo del padre
rico, con quien empezaron a generar ideas para “hacer” dinero. Intentaron
fabricar monedas de plomo con tubos vacíos de crema, pero el padre pobre les
dijo que eso era ilegal. Sin embargo, los felicitó por su creatividad y
originalidad, y les recomendó visitar al padre de Mike, que era millonario, en
procura de aprender a “hacer” dinero. “Si se rinden no serán ricos. Sigan
adelante. No desistan”, los exhortó el padre pobre. Reconoció que él no era rico
porque era un educador, y a los educadores sólo les gustaba enseñar y no ser
ricos. “Desearía poder ayudarles, pero la verdad es que yo no sé cómo hacer
dinero”, les dijo sinceramente.

Robert y Mike preguntaron al padre rico si los enseñaba a hacer dinero. El


padre rico, que era un hombre muy pragmático, les respondió con gran
sabiduría: “Les enseñaré, pero no lo haré al estilo de los salones de clases.
Ustedes trabajan para mí, yo les enseño… Si ustedes no pueden tomar una
decisión con firmeza, entonces, de todas maneras, nunca aprenderán a ganar
dinero… Las oportunidades van y vienen. Ser capaz de saber cuándo tomar
decisiones rápidas es una habilidad importante. Ustedes tienen la oportunidad
que solicitaron. La escuela comienza o cierra en diez segundos”. Entonces
comenzaron a trabajar en uno de los negocios del padre rico.

Robert a las tres semanas intentó renunciar porque el salario era demasiado
bajo. Le exigió al padre rico un notable incremento a cambio de no renunciar,
además de recriminarlo porque lo estaba explotando y no le enseñaba. El padre
rico, ante la brusca reacción de Robert, le preguntó y le enseñó muy calmado:
“¿Cómo sabes que no te he enseñado? ¿Acaso enseñar significa hablar y
disertar? Así es como enseñan en el colegio. Pero esa no es la forma en que la
vida te enseña, y diría que la vida es el mejor de todos los maestros. La mayor
parte del tiempo, la vida no te habla. Es como que te va empujando. Cada
empujón es la vida diciendo “¡despierta!”; hay algo que quiero que aprendas…
Si aprendes las lecciones de la vida, te irá bien. Si no, la vida simplemente
continuará empujándote. La gente, hace las dos cosas. Algunos sencillamente
dejan que la vida los empuje. Otros se ponen bravos y devuelven el empujón.
Pero empujan contra su jefe, o su trabajo, o su esposo o esposa. Ellos no saben
que es la vida quien los está empujando… La vida nos empuja a todos. Algunos
se rinden. Otros luchan. Otros pocos aprenden la lección y avanzan. Los
empujones de la vida son bienvenidos por ellos. Para estas pocas personas, esto
significa que necesitan y desean aprender algo. Ellos aprenden y avanzan. La
mayoría abandona, y unos pocos, como tú, luchan”. El padre rico felicitó a
Robert y a Mike porque de todos sus empleados eran los únicos que le habían
pedido que les enseñara a hacer dinero. Los demás trabajaban por dinero, sin
entender realmente qué es eso por lo que estaban trabajando. El poder del
dinero controla a los pobres y la clase media. Trabajan duro sin preguntarse si
lo que hacen tiene sentido. “Muy a menudo, en lugar de confiar en su sabiduría
interior -ese genio que cada uno tiene dentro de sí- mucha gente se deja
arrastrar por la multitud. Ellos simplemente hacen cosas porque la mayoría las
hace. Se conforman en lugar de cuestionarse. Muchas veces repiten sin pensar
algo que les fue dicho”.

Ante la insistencia de Robert que el padre rico lo explotaba con el bajo salario,
éste le sugirió que cambiara su punto de vista, porque lo culpaba como si él
fuera el problema. “Si piensas que yo soy el problema, entonces tienes que
cambiarme. Si te das cuenta de que tú eres el problema, entonces puedes
cambiarte a ti mismo, aprender algo y crecer más rápido. La mayoría de la
gente pretende que todo el mundo cambie, excepto ellos mismos. Déjame
decirte: es más fácil cambiarse a uno mismo que cambiar a los demás”. Robert
insistía que el padre rico era el problema. El padre rico le advirtió: “Bien, si
mantienes esa actitud no aprenderás. Mantén la actitud de que yo soy el
problema, ¿y qué lecciones te quedan?”. Robert amenazó nuevamente al padre
rico con renunciar si a cambio no recibía más salario y enseñanza. El padre rico
lo sensibilizó. “Y eso es exactamente lo que haría la mayoría de la gente.
Renunciar y salir a buscar otro trabajo, una mejor oportunidad, un salario más
alto, pensando que un nuevo trabajo o mejor sueldo resolverá el problema. En
la mayoría de los casos no será así”.

Luego de las reflexiones del padre rico, Robert terminó aceptando que debía ser
paciente, escuchar y aprender. “Mi padre rico quería que yo aprendiera el
funcionamiento del dinero, a fin de lograr que éste trabajara para mí. Yo
aprendería estas lecciones guiado por él a través de la vida, y no en un salón de
clases”.

Aprendió que el verdadero aprendizaje requiere energía, pasión y un deseo


fuerte. El padre rico le aclaró que él no lo explotaba ni explotaba a los
empleados, porque las personas se explotaban a sí mismas cos sus miedos, sus
temores, su ansiedad y su ignorancia. El miedo y la ansiedad llevaba a los
empleados a permanecer en los empleos y trabajar duro, y inventarse mentiras
y creérselas ellos mismos. “Esto es un grave problema. Dicen que no les
preocupa el dinero, y sin embargo trabajan por un salario. Si no les interesa el
dinero, ¿por qué trabajan?.. Nos aterra no tener dinero. En lugar de confrontar
el miedo, reaccionamos en lugar de pensar. Reaccionamos emocionalmente, en
lugar de usar la cabeza… En lugar de decir la verdad de cómo se sienten, ellos
reaccionan antes sus sentimientos, que les impiden pensar. Ellos sienten miedo,
y van a trabajar, esperando que el dinero lo mitigue, pero no sucede así. Ese
viejo miedo ronda a su alrededor, entonces van de nuevo al trabajo, esperando
nuevamente que el dinero calme sus temores, pero una vez más, no sucede así.
El miedo los tiene atrapados en esta trampa de trabajar, ganar dinero, trabajar,
ganar dinero, y esperar que el miedo se disipe. Pero cada mañana al levantarse,
el miedo se levanta con ellos. Para millones de personas, ese viejo miedo es la
causa de que no puedan conciliar el sueño, originándoles entonces noches de
agitación y temor. De manera tal que otra vez se levantan y van a trabajar,
esperando que el cheque de su sueldo elimine ese miedo que corroe su alma. El
dinero está manejando sus vidas, pero ellos se rehúsan a asumir la verdad. El
dinero tiene el control de sus emociones, y en consecuencia, de sus almas…
Algo los mantiene huyendo hacia sus trabajos... Esta clase de mentalidad
probablemente es más psicótica que la de una persona que nunca acumula
dinero. Varias personas mienten al decir que trabajan porque aman su
profesión. El empleo es una solución momentánea al miedo, pero no para un
problema a largo plazo. Yo quiero enseñarles a adquirir la maestría en el poder
que tiene el dinero. No a temerle. Y eso no se enseña en los colegios. Si ustedes
no lo aprenden, se convertirán en esclavos del dinero”. El trabajo es una
solución a corto plazo para un problema a largo plazo, le recalcó. Así mismo, le
aclaró que el incremento salarial no resolvía los problemas financieros, porque a
mayores salarios, mayores deudas y mayores impuestos. Le dijo que las
personas tienen problemas con el dinero porque en los colegios no les enseñan
acerca del dinero.”Si quieres aprender a trabajar por el dinero, entonces
continúa en el colegio. Ese es un maravilloso lugar para aprender a hacer eso.
Pero si deseas aprender a tener miedo trabajando para ti, entonces yo te
enseñaré cómo. Pero sólo si quieres aprender”. El padre rico le ofreció una de
las más grandes y sabias lecciones al hacerle entender que las personas trabajan
por dinero porque son miedosas, y el miedo es una emoción primaria en temas
de dinero. “El dinero mantiene a la gente en sus trabajos. El miedo de no pagar
sus cuentas. El miedo a ser despedido. El miedo a no tener suficiente dinero. El
miedo a comenzar de nuevo. Ese es el precio de estudiar para tener una
profesión u oficio, y luego ponerse a trabajar por el dinero. La mayoría de las
personas se convierten en esclavos del dinero… y luego se enojan con sus
patrones”.

El padre rico les dijo a Robert y a Mike que su si aprendían lo que él les
enseñaba, tendrían libertad y seguridad financiera. Les hizo entender que él
podría pagarles un buen sueldo, pero terminarían como los demás empleados:
pobres y endeudados, atenidos a la ilusión de una pensión. Los empleados
tienen una visión muy estrecha, y la mayoría no ve la trampa en donde se
encuentran. Esto les sonaba cruel, pero Robert y Mike sentían que en realidad él
quería enseñarles. “No se trata sólo de enseñarlos a ser ricos, porque ser ricos
no resuelve el problema… Lo que yo quiero, niños, es que tengan un chance de
evitar esa trampa, causada por las emociones del miedo y la ansiedad. Úsenlas
a su favor, y no en su contra. Por eso quiero enseñarles. Yo no estoy interesado
en que aprendan tan sólo a construir una pila de billetes. Eso no dominará el
miedo o las ansias. Si en primer lugar ustedes no dominan estas dos emociones
y se vuelven ricos, serán simplemente esclavos muy bien remunerados”.
Muchos creen que teniendo dinero pierden el miedo de no tenerlo o de ser
pobres, pero luego de tenerlo temen perderlo. “Muchos están emocionalmente
desesperados y neuróticos, aunque lucen ricos y tienen más dinero… El hecho
de evitar el dinero es tan psicótico como ser adicto a él”.

Según las enseñanzas del padre rico, el miedo y la ignorancia son las
principales causas de la pobreza o las angustias económicas; no lo son la
economía, el gobierno o los ricos. “Son el miedo y la ignorancia autoinfligidos
los que mantienen a la gente atrapada”. No saber controlar las emociones del
miedo y la ansiedad, nos conduce por el camino de la ignorancia. “Muchos, a
raíz de sus emociones del miedo y deseo, viven sus vidas a la caza de salarios,
aumentos y la seguridad de un empleo, sin cuestionarse realmente a dónde los
están conduciendo esos pensamientos altamente emotivos”. La ignorancia
intensifica el miedo y el deseo. “Esa es la razón por la que las personas ricas,
con grandes cantidades de dinero, a menudo se sienten más temerosas cuanto
más ricas se vuelven”.
La vida humana es un devenir entre ignorancia e iluminación. Nos instalamos
en la ignorancia cuando dejamos de buscar información y conocimiento de
nosotros mismos. Aunque la escuela forma para la vida, a veces ésta es el final y
no el principio. La ignorancia acerca del dinero causa miedo y deseo. La escuela
enseña a trabajar por dinero, y no cómo tomar las riendas de su poder. Se
necesita aprender a utilizar las emociones para pensar y no pensar con las
emociones.

El miedo y la ansiedad se controlan eligiendo lo que pensamos. Nuestro miedo


y nuestra ansiedad es un terreno espinoso. “Enfrentar nuestros miedos y
confrontar nuestra ansiedad, y nuestras debilidades, es la salida. Y el camino
hacia la salida es a través de la mente, eligiendo nuestros pensamientos…
Eligiendo lo que pensamos, en vez de reaccionar a parir de nuestras emociones,
y simplemente levantarnos a trabajar en la intención de resolver el problema,
sólo porque el miedo de no tener suficiente dinero para pagar las cuentas nos
aterra. Pensar sería tomarse el tiempo de hacernos nosotros mismos una
pregunta. Algo así como ¿trabajar cada vez más duramente, es la mejor solución a
este problema? La mayoría de las personas están aterrorizadas por no decirse a sí
mismas la verdad –de que el miedo tiene el control- que ni siquiera penden
pensar, y salen huyendo por la puerta…”.

2. ¿POR QUÉ ENSEÑAR ESPECIALIZACION FINANCIERA?

Como vivimos en tiempos de grandes y rápidos cambios, necesitamos


capacitarnos financieramente. Antes de enfocarnos en la consecución de dinero,
hay que educarnos sobre temas de dinero. “Si las personas están preparadas
para ser flexibles, mantener una mente abierta y aprender, ellas se harán más y
más ricas a través de los cambios”. El dinero no resuelve los problemas. “La
inteligencia resuelve los problemas y produce dinero. El dinero sin inteligencia
financiera, es dinero que desaparece pronto. No se trata de saber cuánto dinero
se gana, sino cuánto se conserva”.

Si queremos ser ricos, es necesario instruirnos financieramente. La escuela


tradicional no instruye financieramente. La educación tradicional no instruye al
respecto; por eso se gradúan los jóvenes sin una base financiera. Llevar las
cuentas debe ser el asunto más importante, a pesar de ser complicado. Pero hay
que hacer fácil este aprendizaje a través de sencillos gráficos e imágenes (en el
libro aparecen hojas de balances: ingresos y egresos, inversiones y
obligaciones). Como los jóvenes egresan de los colegios sin educación
financiera, pronto tienen problemas con sus finanzas. “Lo que está faltando en
su formación no es cómo ganar dinero, sino como gastarlo –o sea, qué hacer
luego de ganarlo-. Esto se llama aptitud financiera –qué hace usted con el
dinero una vez que lo ha ganado-, cómo evita que otros se lo quiten, por cuánto
tiempo logra conservarlo, y con qué intensidad el dinero trabaja para usted. La
mayoría de la gente lucha con sus finanzas porque no entiende el flujo del
dinero. Una persona puede tener una sólida formación académica y ser un
profesional exitoso, pero ser financieramente ignorante. Estas personas a
menudo trabajan más de lo necesario porque han aprendido a trabajar
arduamente, pero no a hacer que el dinero trabaje para ellos”.

En ese aprendizaje financiero, la regla única es que debemos conocer bien la


diferencia entre un activo (inversión, valor) y un pasivo (obligación,
compromiso), y adquirir o generar activos. “Si desea ser rico, esto es todo lo que
usted necesita saber”. Es la única regla. “Muchas personas luchan
financieramente porque desconocen la diferencia entre una inversión y una
obligación”. Los ricos adquieren activos; los pobres y la clase media, pasivos,
pensando que son activos. Las personas que son pobres son pobres porque no
saben la diferencia entre inversiones y obligaciones. Para aprender y entender
claramente todo esto, hay que desaprender los malos aprendizajes financieros
tradicionales, obsoletos ante los cambios actuales. Un activo no se define con
palabras sino con números. “En contabilidad, no son los números lo que cuenta,
sino lo que esos números les están diciendo. Es igual que las palabras. No
importan las palabras en sí, sino el relato que transmiten”. En términos
financieros hay que comprender “si quieren ser ricos tienen que leer y entender
los números”. El desequilibrio financiero se origina por desconocer la diferencia
entre el debe y el haber.

Como la definición tradicional de activo y pasivo son confusas, el padre rico las
define así: “Un activo es lo que pone dinero en mi bolsillo. Un pasivo es lo que
saca dinero de mi bolsillo”. Si queremos ser ricos, debemos adquirir activos. Si
sólo construimos obligaciones, seremos pobres o de clase media. “La falta de
formación, tanto en relación a las palabras como a los números, es el punto de
partida de las luchas financieras. Si las personas se hallan atravesando
dificultades financieras, es que hay algo que no están pudiendo leer, tanto en
los números como en las palabras. Algo no está siendo entendido. Los ricos son
ricos porque están, en diferentes áreas, más especializados que la gente que
lucha financieramente. De manera que si usted desea ser rico y conservar su
riqueza, es importante especializarse en finanzas, tanto en los términos como en
los números”. En los informes financieros, leer es buscar la trama, el relato. La
descripción de hacia dónde está fluyendo el efectivo. Los pobres y la clase
media, a pesar de trabajar duro, son pobres porque sólo construyen
obligaciones en lugar de activos.

Quien quiera ser rico debe desarrollar y potencializar su inteligencia financiera.


¿Qué es inteligencia financiera? Es el proceso mental a través del cual resolvemos
problemas financieros. Inteligencia financiera es tener más opciones. Es una
sinergia entre contabilidad, inversiones y leyes. El coeficiente de inteligencia
financiera es la sinergia de muchas habilidades y talentos.
Por falta de instrucción e inteligencia financiera mucha gente talentosa no gana
lo que se merece. “El mundo está lleno de gente talentosa y pobre. Demasiado a
menudo, son pobres o luchan financieramente o ganan menos de lo que serían
capaces, no por lo que saben sino por lo que no saben”. El gerenciamiento del
flujo de dinero en efectivo, el gerenciamiento de los sistemas y el
gerenciamiento de las personas son las principales aptitudes de gestión y
dirección necesarias para el éxito.

El nivel de inteligencia financiera está compuesto por el conocimiento de cuatro


amplias áreas de la experiencia. 1 Contabilidad. Especialización en finanzas:
habilidad de leer y entender estados de cuentas. 2 Estrategias inversoras.
Inversión o ciencia del dinero ganando dinero. 3 Comprensión de los mercados
o ciencia de la oferta y la demanda. 4 La ley. Conocer normas y reglamentos
contables, corporativos, estatales y nacionales.

3. ¡OCÚPESE DE SU PROPIO NEGOCIO!

Las luchas financieras a veces son el resultado de trabajar para otros. La


capacitación profesional tradicional habilita a las personas para trabajar por el
dinero. Hay que diferenciar entre profesión y negocio. “El problema con el
colegio es que, a menudo, uno se convierte en lo que estudia. Es decir, que si
usted estudia, por ejemplo, cocina, se convierte en cocinero; si estudia leyes,
será un abogado; y estudiar mecánica del automóvil, lo convierte en mecánico.
El error de convertirse en lo que uno estudia es que demasiadas personas se
olvidan de ocuparse de su propio negocio. Ellos pasan sus vidas ocupándose
del negocio de otro, y haciendo rica a esa otra persona”. Si queremos seguridad
financiera, debemos ocuparnos de nuestro negocio. Ocuparse de su propio
negocio quiere decir construir y mantener fuerte la columna del activo, porque
la inversión trabaja para el rico.

Se puede mantener el empleo, pero se debe invertir y no adquirir obligaciones o


efectos personales que no tengan valor real dentro de la casa. Mantener gastos
bajos, reducir compromisos y construir una sólida base de inversiones es
importante para lograr independencia y libertad financiera. Los jóvenes, antes
de casarse, deben invertir. Cuando haya muchos activos, sólo entonces se
pueden adquirir objetos suntuosos, antes no. Los pobres compran lujos al
principio; los ricos, al final. Por eso son pobres los pobres. Por eso son ricos los
ricos.

4. LOS RICOS INVENTAN EL DINERO


En el mundo actual, pragmático y capitalista, no cuentan tanto los títulos
universitarios, sino la tenacidad, la astucia, la sagacidad, el riesgo y la
inteligencia financiera. “El miedo excesivo y la duda acerca de uno mismo, son
los grandes detractores del genio personal”. En el mundo real, fuera de las
universidades, no es inteligente el que va adelante, sino el arriesgado. El genio
financiero requiere conocimiento técnico y coraje. Hay que aprender a correr
riesgos, a ser osados, a dejar que el genio financiero convierta ese miedo en
fuerza y brillantez. “Matemática simple y sentido común es todo lo que se
necesita para ir bien financieramente. Muchos no ganan porque están temerosos
de perder. Los ganadores no se aterrorizan por perder y no temen perder. Los
fracasos son parte del éxito. Quienes evitan el fracaso, evitan el éxito.

5. TRABAJE PARA APRENDER Y NO POR EL DINERO

En el mundo financiero se necesita saber de todo un poco y tener gran liderazgo


en diversos aspectos. Es necesario luchar con tenacidad y no temer al fracaso, a
las adversidades. A falta de instrucción e inteligencia financiera, muchos
empleados viven de acuerdo con sus posibilidades; pero éstas son trabajar y
pagar cuentas. Los jóvenes deben buscar trabajos donde aprendan, sin
preocuparse demasiado por lo que puedan ganar. Hay que ver qué capacitación
se necesita, antes de elegir una profesión específica. Debemos cuestionarnos
sobre nuestro quehacer diario. ¿Hacia dónde me lleva lo que hago? ¿Cuáles son
mis ganancias? ¿Qué me espera en el futuro? Los empleados piensan en el
futuro o en el próximo pago, sin cuestionarse nunca hacia dónde se dirigen.
Debemos tener en cuenta la perspectiva de una vida a largo plazo. “En lugar de
simplemente trabajar por el dinero y la seguridad, los cuales admito que son
importantes, yo recomiendo buscar un segundo trabajo que les enseñe otra
aptitud”. Un trabajo es diferente de un empleo. Es bueno trabajar con ventas
tipo multinivel. Esas empresas brindan buenas oportunidades de trabajo y
capacitación en marketing: además entrenan en procura de superar el miedo al
fracaso y al rechazo, razón principal que obstaculiza el éxito. “La educación es
más valiosa que el dinero, a largo plazo”. Las capacidades más importantes
están en las ventas y el marketing. En principio estas dos capacidades son
difíciles para la mayoría de las personas debido al miedo al rechazo. Cuanto
mejor es usted en comunicación, negociación, y manejo de su miedo al rechazo,
más fácil se hace la vida... “Las aptitudes especializadas más importantes son
ventas, y comprensión del marketing. Es la capacidad de vender –por
consiguiente, de comunicarse con otro ser humano, ya sea un cliente, un
empleado, el jefe, su cónyuge o sus hijos- lo que constituye la aptitud personal
básica para el éxito personal. Las habilidades de comunicación tales como
escribir, hablar y negociar, son cruciales para una vida de éxito. Ese es un área
sobre la cual yo trabajo constantemente, tomando cursos o adquiriendo cintas
de audio educativas para expandir mis conocimientos… No conozco otras
capacidades más importantes que ventas y marketing”. En el trabajo de ventas
la comunicación mejora. Quien no se puede comunicar con afectividad tendrá
dificultades para vender. “Además de estar abiertos para comprender, y ser
buenos vendedores y comerciantes, necesitamos ser buenos maestros, tanto
como buenos estudiantes. Para llegar a ser verdaderamente ricos, necesitamos
ser capaces de dar, tanto como de recibir”.

SUPERANDO OBSTÁCULOS

Luego de haber aprendido las anteriores lecciones, base esencial para


convertirnos en especialistas en finanzas, debemos superar el miedo, el cinismo,
la pereza, los malos hábitos y la ignorancia, si queremos empezar a ser
millonarios y así obtener libertad financiera y no trabajar para pagar deudas.

1 Miedo. Superar el miedo a perder dinero. Hay que aprender a manejar el


fracaso. Cuando hay demasiado miedo a perder, se pierde. Ganar implica no
tener miedo a perder. Ganar, a menudo, viene después de perder.

Antes de aprender a “montar” en bicicleta, nos caemos. Hasta los ricos pierden,
pero éstos no temen perder. “Para la mayor parte de la gente, la razón por la
cual no ganan financieramente es que el dolor a perder dinero es muchísimo
más grande que la alegría de hacerse ricos”. Todos quieren ir al cielo, pero nadie
quiere morirse, dice el refrán. “Muchos sueñan con ser ricos, pero están
aterrorizados de perder dinero”.

El fracaso debe servir para inspirar a quienes quieran ser ganadores. “A los
ganadores, perder los inspira. A los perdedores, perder los derrota… El fracaso
inspira a los ganadores y derrota a los perdedores. Ese es el mayor secreto de
los ganadores. El secreto que ignoran los perdedores. El gran secreto de los
ganadores es que el fracaso inspira la victoria; por lo tanto, no tienen miedo de
perder”. Ganar implica no tener miedo a perder. Los ricos no temen perder,
odian perder. Es muy distinto odiar perder y temer perder. “Si usted odia
perder, juegue sobre seguro. Si perder lo debilita, juegue sobre seguro. Si perder
lo debilita, juegue sobre seguro. Invierta en inversiones equilibradas”.

2. Superar el cinismo. Las dudas, el miedo y las afirmaciones y actitudes


pesimistas nos convierten en cínicos. “Los cínicos critican, y los ganadores
analizan todo… La crítica enceguece, mientras el análisis abre los ojos. Analizar
permite a los ganadores ver lo que está cegado para quienes critican, y ver
oportunidades que otros pierden. Y encontrar lo que se les escapa al resto de las
personas es la clave de cualquier éxito”. Quien critica y no analiza es un cínico.
“Alguien que permita que sus dudas y sus miedos cierren su mente en lugar de
abrir sus ojos”, es un cínico. Si se quiere libertad económica o independencia
financiera, hay que invertir en bienes raíces.

3. Pereza. A veces, los más activos son los más perezosos. Se ocupan mucho de
su trabajo, descuidando su bienestar y su familia. ¿Por qué ocurre esto? Simple:
trabajan por dinero, y el dinero no trabaja para ellos. La cura para la pereza es
un poco de ambición. Erróneamente nos dicen que la ambición es mala. Quien
no tiene un poco de ambición, no logra obtener riqueza. Sin incurrir en excesos
de ambición, se necesita una dosis moderada de ésta para ser rico. “Demasiada
ambición, como cualquier otra cosa en exceso, no es buena”.

4. Hábitos. Hay que crear el sano hábito de pagarse primero a uno mismo antes
de pagarle a los demás. No se trata de dejar de pagar las cuentas, sino de
pagarse primero a uno mismo. La presión por pagarle a los demás nos motiva a
invertir para ganar y así pagar las deudas. La presión por pagar se convierte en
la motivación para aplicar la inteligencia financiera, ganar y luego pagar. Si
pagamos primero a nosotros mismos, seremos más fuertes, mental y
financieramente.

5. Arrogancia. Arrogancia es ego e ignorancia. La arrogancia impide entender


que lo que no se sabe es importante. Con la arrogancia se pretende esconder la
ignorancia. Muchos creen saberlo todo financieramente, y por ello dicen no
querer aprender más. Aparentan saber, pero en realidad saben poco de
finanzas.

LISTO PARA COMENZAR

Adquirir riqueza no es fácil; lo es encontrar grandes negocios, previa


instrucción financiera. Para hacer buenos negocios hay que invocar el genio
financiero que vive dormido dentro de nosotros. “Yace dormido porque nuestra
cultura nos ha educado en la creencia de que el amor al dinero es la raíz de todo
mal. Nos han alentado a aprender a desarrollar una profesión para que
podamos trabajar por el dinero, pero no han logrado enseñarnos cómo tener
dinero trabajando para nosotros… El mensaje aún sigue siendo trabajar
duramente, ganar dinero y gastarlo, y cuando nos quedamos cortos, siempre
podemos pedir más prestado”.

Quien quiera despertar el genio financiero, debe desarrollar la fuerza de su


espíritu, poder elegir, saber asociarse, aprender rápidamente, pagarse primero
así mismo, asesorarse bien, obtener algo por nada, enfocarse, ser héroe y dar.

1. La fuerza del espíritu. Esta es una razón más grande que la realidad, porque
ser rico necesita de grandes esfuerzos inteligentes, de grandes razones o
propósitos. Para ser ricos se necesita una combinación de “quieros” y “no
quieros” profundos y emocionales. De los “no quiero” salen los “quiero”. “No
quiero” trabajar siempre. “No quiero ser un pobre empleado”. Como “no
quiero” esto, “quiero” ser libre financieramente, “quiero” el control sobre mi
tiempo y mi vida, “quiero” que el dinero trabaje para mí. “Sin una razón o
propósito, todo en la vida es duro”.
2. El poder de elegir. Con cada peso que “caiga” en nuestras manos estamos
eligiendo la posibilidad de ser ricos o pobres. Los pobres sólo tienen hábitos
pobres en su forma de gastar. “Muchas personas eligen no ser ricos. Para el 90%
de la población, ser rico es demasiada molestia. Así que inventan dichos como a
mí no me interesa el dinero, o nunca seré rico, o no tengo que preocuparme porque
todavía soy joven, o cuando gane algo de dinero, recién me preocuparé por mi futuro o
mi esposo o esposa maneja las finanzas. El problema con esas afirmaciones, es que
roban dos cosas a la persona que elige tales pensamientos: una es el tiempo, que
es su activo más preciado, y la otra es el aprendizaje. El simple hecho de que
usted no tenga dinero, no es excusa para no aprender. Pero, la elección de qué
hacemos con nuestro tiempo, nuestro dinero, y qué ponemos dentro de nuestra
cabezas, es una elección que todos efectuamos a diaria. Ese es nuestro poder de
elección. Todos tenemos el poder de elegir. Yo simplemente elegí ser rico, y
hago esa elección cada día”.

Para ser rico hay que educarse financieramente, porque la herramienta más
poderosa es nuestra mente, la cual requiere ser entrenada y dominada.
Educarse implica leer libros, escuchar audios, asistir a conferencias y ver vídeos
relacionados con estos temas. Hay que recibir nuevas ideas para combinarlas
con la que tenemos. Es más importante escuchar que hablar.

3. El poder de la asociación. No importa que los amigos sean ricos o pobres; lo


importante es que podamos aprender de ellos, que nos enseñen bien.
Aprendemos de quienes están financieramente bien y de quienes luchan
financieramente. Así descubro qué hacer y qué no hacer. No escuchar a los
temerosos y a los que hablan mal del dinero es importante para ser rico. No se
debe escuchar a los pesimistas.

Para ser rico hay que ser fiel a sí mismo y no dejarse llevar por la multitud,
porque ésta en el mundo de los mercados aparece tarde. “Los inversores
inteligentes no se dejan arrastrar por los mercados”. Los inversores tímidos son
como borregos avanzando dentro del rebaño. “Los inversores sabios invierten
cuando la inversión aún no es popular. Saben que la ganancia se hace al
comprar y no al vender”. No se dejan arrastrar y buscan oportunidades. El
dinero se gana con base en la información, porque vivimos en la Era de la
Información.

4. El poder de aprender rápidamente. Hay que dominar las viejas fórmulas para
ser rico y aprender nuevas. La fórmula de los pobres es trabajar por dinero. El
mundo actual, que cambia rápidamente, “ya no cuenta tanto lo que usted saben
por a menudo su conocimiento ya es obsoleto. Lo que hoy cuenta es la
velocidad con que se aprende. Esa habilidad no tiene precio”.

5. Páguese primero a usted mismo. El poder de la autodisciplina. Para ser rico


hay que tener control sobre sí mismo. “No tiene sentido invertir, ganar dinero, y
dejarlo volar”. La falta de autodisciplina es la causa de que quienes consiguen
dinero pronto fracasan. Las personas con poca autoestima y poca tolerancia o la
presión financiera, jamás serán ricos. “La gente que no tiene fortaleza interior, a
menudo pasa a ser víctima de quienes poseen autodisciplina”. Es necesario
desarrollar las capacidades de gestión si queremos iniciar un negocio:
administración del flujo de dinero en efectivo, gerenciamiento de la gente y
manejo de su tiempo.

La autodisciplina ayuda a pagarse primero a sí mismo. No se endeude


demasiado. Mantenga bajo sus gastos. Realice inversiones. Cuando esté corto
de dinero, deje que la presión construya, y no que merme sus ahorros o
inversiones.

6. El poder de un buen asesoramiento. Como estamos en la Era de la


Información, necesitamos asesores bien informados. Un buen asesor permite
ahorrar tiempo y ganar buen dinero. “Un asesor es el equivalente de sus ojos y
sus oídos en el mercado”.

7. El poder de obtener algo por nada. Al preguntar cuando se recupera el


dinero, es importante tener en cuenta el retorno de y sobre la inversión. “En
cada una de mis inversiones, debe haber algo que proporcione un incremento,
algo gratis. Un condominio, un pequeño depósito, alguna parcela gratis de
terreno, paquetes de acciones, un edificio de acciones”. Los inversores sabios
deben mirar más allá del entorno de y sobre las inversiones; se trata de las
inversiones que se obtienen gratis, una vez que se recupera el dinero.

8 El poder de enfocarse. En este mundo consumista, antes de comprar cosas


suntuosas, es importante pensar primero en invertir dinero en cosas rentables.
Hay que invertir dinero para ganar dinero y no comprar para endeudarse. Esto
necesita enfoque y fortaleza mental, de lo contrario no habrá riqueza, sino
pobreza y angustias financieras. Los lujos se deben comprar al contado y no a
crédito. El dinero es una fuerza poderosa, pero hay que saber invertirlo y
manejarlo, porque ese poder puede estar en contra nuestra. “Si su inteligencia
financiera es baja, el dinero le pasará por encima… Para ser amo del dinero se
necesita ser más inteligente que el dinero”. No se puede ser esclavo del dinero,
sino amo del dinero.

9. El poder del mito. Hay que copiar y emular a los héroes porque así
aprendemos. Nuestros héroes son personas ganadoras, triunfadoras. Debemos
saber cómo ganan y cómo triunfan. Los héroes nos inspiran y hacen que
triunfar parezca fácil. “Si ellos pueden, yo también puedo”.

10. El poder de dar. Enseñe a los demás y recibirá retribuciones. Si queremos


algo, primero demos. No se trata sólo de dar dinero; también amor, sonrisas,
amistad. El principio de reciprocidad funciona. “Quiero vender, entonces
ayudo a alguien a vender algo, y de esa manera mis ventas aumentan. Deseo
contactos, entonces ayudo a alguien a obtener contactos y. como magia,
encuentro gran cantidad de contactos nuevos”. Hay que ser generoso con lo que
se posee, y esas fuerzas serán generosas con usted.

¿QUIERE AUN MÁS? AQUÍ HAY ALGUNAS PAUTAS. *Si lo que hace no le
funciona, busque algo nuevo para hacer. *Busque nuevas ideas. *Encuentre a
alguien que haya hecho lo que usted quiere hacer. *Capacítese. *Tenga presente
que los consumidores siempre serán pobres. *Buscar primero personas que
quieran comprar, y luego buscar a alguien que quiera vender. *Aprenda a
partir de la historia. *Actúe. La acción vence la inacción.

ALGUNOS APUNTES IMPORTANTES PARA TENER EN CUENTA Y


REFLEXIONAR (TOMADOS TEXTUALMENTE DEL LIBRO).

- Las personas más ricas no se hicieron ricas a causa de su educación.


- Acceder a una buena educación y lograr calificaciones altas ya no asegura el éxito, y
nadie parece haberlo notado.
- Hace falta la educación financiera en los colegios.
- El mundo actual enfatiza en gastar antes que el ahorrar.
- En los colegios no se enseñan temas acerca del dinero.
- Se necesita saber de contabilidad e inversiones, temas muy difíciles de dominar.
- Muchos luchan financieramente porque saben poco sobre el dinero.
- Los colegios no enseñan lo que saben los ricos para producir dinero.
- Se debe elegir la profesión por el tipo de trabajo que queremos desempeñar, y no por
seguridad del empleo, los beneficios o lo mucho que pagan.
- El mundo ha cambiado, pero la educación no.
- Los niños pasan años en un anticuado sistema educacional, estudiando temas que
nunca utilizarán, preparándose para un mundo que ya no existe.
- El consejo más peligroso e irresponsable que se puede dar a un niño es, “ve al colegio,
logra buenas calificaciones, y busca un empleo seguro”. Es un consejo antiguo, y es un
consejo malo.
- En lugar de enseñar a los hijos a jugar seguro, es mejor enseñarles a jugar
inteligentemente.
- Si bien es cierto que la educación es la base del éxito, las capacidades financieras y de
comunicación son tan importantes como las capacidades escolares.
- Debemos aspirar a ser dueños de una corporación y no sólo ser empleados de una
corporación.
- Como padres y educadores debemos estar abiertos a ideas nuevas y audaces.
- Necesitamos nuevas ideas y una educación diferente.
- Podemos alcanzar prosperidad económica, si así lo elegimos.
- Actualmente estamos enfrentados a cambios globales y tecnológicos.
- Estamos ante un profundo dilema: jugar a lo seguro o jugar con inteligencia,
preparándonos, educándonos y despertando en nosotros y en nuestros hijos, ese genio
financiero que todos llevamos dentro.
- Las principales causas de la pobreza o las angustias económicas; no lo son la
economía, el gobierno o los ricos. Son el miedo y la ignorancia autoinfligidos los que
mantienen a la gente atrapada.
- Si quieres ser rico es necesario que te instruyas financieramente.
- El dinero sin inteligencia financiera, es dinero que desaparece pronto.
- Si las personas se hallan atravesando dificultades financieras, es que hay algo que no
están pudiendo leer, tanto en los números como en las palabras. Algo no está siendo
entendido. Los ricos son ricos porque están, en diferentes áreas, más especializados que
la gente que lucha financieramente. De manera que si usted desea ser rico y conservar
su riqueza, es importante especializarse en finanzas, tanto en los términos como en los
números.
- Una persona puede tener una alta formación académica y ser un profesional exitoso,
pero ser financieramente ignorante. Estas personas a menudo trabajan más de lo
necesario porque han aprendido a trabajar arduamente, pero no a hacer que el dinero
trabaje para ellos.
- Muy a menudo, en lugar de confiar en su sabiduría interior -ese genio que cada uno
tiene dentro de sí- mucha gente se deja arrastrar por la multitud. Ellos simplemente
hacen cosas porque la mayoría las hace. Se conforman en lugar de cuestionarse. Muchas
veces repiten sin pensar algo que le fue dicho.
- Un empleado en un puesto estable y seguro, pero sin formación financiera, no tiene
salida.
- La persona que tiene la información más actualizada, posee la riqueza.
- Limitar sus opciones equivale a aferrarse a viejas ideas.
- La mayoría de los empleados viven de acuerdo a sus posibilidades, y sus posibilidades
son trabajar y pagar cuentas.
- El mundo está llena de gente talentosa y pobre.
- Ganar implica no tener miedo a perder.
- A los ganadores, perder los inspira. A los perdedores, perder los derrota.
- Hoy en día necesitamos una mayor inteligencia financiera simplemente para
sobrevivir. La idea de que para ganar dinero se necesita dinero, es un pensamiento de
personas poco sofisticadas financieramente. Esto no significa que no sean inteligentes.
Simplemente ellos no han aprendido la ciencia de hacer dinero.
- El dinero es sólo una idea. Si usted quiere más dinero, sencillamente cambie su manera
de pensar. Todas las personas autoformadas comenzaron desde abajo con una idea, y
luego la convirtieron en algo grande.
- La educación y la sabiduría acerca del dinero son importantes. Comience temprano.
Cómprese un libro. Asista a un seminario. Practique. Comience con algo pequeño.
- Lo aliento a que aprenda porque no es tan difícil. En realidad, se hace sencillo cuando
se descubre el cómo.
- Elija compartir este conocimiento con sus hijos, estará eligiendo prepararlos para el
mundo que les aguarda. Nadie más lo hará. Usted y el futuro de sus hijos estarán
determinados por las elecciones que haga hoy, y no mañana.
- Asuma la responsabilidad de sus finanzas o reciba órdenes de por vida. Usted es el
amor del dinero, o esclavo de él.
- Despierte el genio financiero que está dentro de usted. Se genio está esperando para
salir.

EL CABALLERO DE LA ARMADURA OXIDADA


Robert Fisher

Argumento:

Un iluso caballero, que vestía una armadura metálica, se la pasaba peleando y


rescatando damiselas que en ocasiones no querían ser rescatadas. Vivía con su
esposa Julieta y su hijo Cristóbal, quienes, de tanto soportar la ausencia y el
silencio de éste, empezaron a disgustarse e incomodarse con la actitud del
caballero que cada día se “enamoraba” más de su armadura, hasta el punto de
no querer quitársela nunca. Su esposa e hijo le advirtieron que si no se
despojaba de ese desagradable instrumento lo abandonarían. El caballero se
marchó en procura de despojarse de su armadura.

En su recorrido se encontró con Bolsalegre, un bufón, quien lo contactó con el


mago Merlín, la persona que podría ayudar a quitarle su armadura. El mago le
dijo al caballero que el estilo de vida que llevaba era el motivo por el cual
estaba perdido en la existencia. Merlín le dio una copa de un extraño líquido
que al principio le supo amargo, después dulce y al final delicioso. Aquello
que tomó era vida. Las ardillas, los conejos y los cuervos trituraron la comida
para que el caballero pudiera comer a través de la armadura. Merlín le dijo
que su armadura se la había puesto por miedo, excusándose en batallas; que
siempre estaba pidiendo disculpas y quería que todos contestaran sus
preguntas. El caballero, que poco a poco se sensibilizó, empezó a escuchar a
los animales. Un día decidió mandarle una nota a su hijo Cristóbal con una
paloma llamada Rebeca, cuando volvió traía una nota en blanco ya que su hijo
no lo conocía lo suficiente como para contestarle. El caballero lloró hasta que
se quedó dormido.

Cuando despertó se sentía avergonzado por haber llorado tanto, pero Merlín
le dijo que ese era el primer paso para liberarse de su armadura. Lo condujo al
mismo sendero por el que había llegado, advirtiéndole que éste lo llevaría a la
deshonestidad, la avaricia, el odio, los celos, el miedo y la ignorancia. Así
mismo le enseño otro sendero muy espinoso: el Sendero de la Verdad. Lo alertó
que para transitar por éste necesitaría mucho coraje y una decisión que no
podía cambiar.

El caballero comenzó el Sendero de la Verdad, acompañado de una ardilla y de


Rebeca, llevando una llave dorada (regalo de Merlín) que le serviría para abrir
las puertas de los tres castillos que bloquearían su camino: El Castillo del
Silencio, el Castillo del Conocimiento y el Castillo de la Voluntad y la Osadía. A
través de éstos podría aprender a amarse a ti mismo. Un pedazo de su
armadura se le cayó, gracias a sus lágrimas. Mientras caminaba aprendió a
diferenciar en su interior. Cuando llegó al Castillo del Silencio, Rebeca le dijo
que la diferencia entre los humanos y animales es que los hombres esperan y
los animales aceptan. La ardilla y Rebeca lo esperaron del otro lado del
castillo, y él entró. Se sentó junto al fuego y se dio cuenta de dos cosas: no
había puerta de salida y había un tremendo silencio. Escuchó la voz del Rey
que hacía lo mismo que él. El caballero le propuso que realizaran el viaje
juntos, pero el Rey le dijo que si se estaba callado encontraría la salida. “Esto
es un nuevo tipo de cruzada que requiere más coraje que las otras. Si logras
reunir las fuerzas necesarias y quedarte para hacer lo que tienes que hacer
aquí será tu mayor victoria”, aseguró el Rey. El caballero reconoció que le
tenía miedo a la soledad. Se abrió una puerta y penetró en otra habitación.
Habló consigo mismo, dándose cuenta que nunca había vivido el momento
presente. Seguidamente se abrió otra puerta e ingresó a una nueva habitación,
donde se percató que nunca había escuchado a nada y a nadie. Sintió la
soledad que durante mucho tiempo había sentido Julieta. Una voz le dijo que
estaba a punto de encontrar su propio yo. La voz le dijo que ella era su
verdadero yo y que la llamara Sam. Se durmió, y al despertar estaba afuera en
el Sendero de la Verdad. Sus lágrimas oxidaron la armadura, y ésta se cayó. Así
empezó a tener una conexión con él mismo.

El caballero y sus dos acompañantes llegaron al Castillo del Conocimiento, y


entraron. Estaba muy oscuro. La ardilla vio una inscripción que decía: “El
conocimiento es la luz que iluminará vuestro camino”. Después vio otra
inscripción que preguntaba: “¿Alguna vez has confundido la necesidad con el
amor?” El caballero dijo que no tenía tiempo para eso. “Lo que le sobra es
tiempo”, sentenció Rebeca. El caballero se dio cuenta de que había necesitado
el amor de su familia porque no se amaba a sí mismo; eso le dolió tanto que
empezó a llorar. De repente una enorme luz brillo a su alrededor. Rebeca
encontró un espejo; el caballero se colocó frente a él de mala gana, y vio a un
caballero lindo, generoso, amoroso, con unos ojos llenos de bondad. Sam le
dijo que ese era el verdadero caballero que estaba debajo de esa armadura. El
caballero se dio cuenta que para recuperar esas cualidades las tenía que
reclamar, ya que ahí estaban. Comenzó a llorar, pero Sam le dijo que las
lágrimas de autocompasión no lo iban a ayudar. Salieron a un patio y vieron
un manzano que tenía una inscripción que decía: “Por esta fruta no impongo
condición, pero ahora aprende acerca de la ambición”. Se percató que un árbol
no tiene ambiciones. En cambio, cuando crece, da sus frutos a los demás. Las
ambiciones de los hombres son materiales. Sólo las ambiciones del corazón te
pueden hacer feliz. Prometió que a partir de ese momento ambicionaría de
corazón y vio de nuevo el Sendero de la Verdad. Encontró un arroyo. Cuando
quiso tomar de su agua se dio cuenta de que la armadura que cubría sus
piernas y brazos se había oxidado. Y continuó su camino hacía el castillo de la
Voluntad y La Osadía.

Cuando llegó al último castillo se encontró con el enorme dragón del miedo y
la duda, que era lo que él sentía. Buscó su espada y no la encontró, así que
trató de huir dos veces, pero Sam le dijo: “La verdad es mejor que cualquier
espada”. Rebeca le dijo que el dragón era una ilusión. El caballero tomó
fuerzas y se enfrentó a él. El dragón comenzó a hacerse cada vez más pequeño
hasta que desapareció. Abrió puerta y vio la cima de la montaña. El caballero,
convencido de que ya no había nada que lo pudiera detener, decidió subir.

Cuando ya casi llegaba a la cima encontró una roca que decía: “Aunque este
Universo poseo, nada poseo, pues no puedo conocer lo desconocido si me
aferró a lo conocido”. Entonces se persuadió de que se tenía que aventarse al
abismo. Al principio se negó, pero Sam le dijo que confiara en la vida, el
universo, Dios o como quisiera llamarlo. Mientras caía se dio cuanta de que
había culpado a su madre, su padre, su esposa, su hijo, sus profesores y a
muchas personas por cosas que le habían pasado; y por primera vez, mientras
caía, aceptó la responsabilidad de su vida y empezó a caer hacía arriba, y
seguía sintiéndose conectado con lo más profundo de él. De pronto se
encontró de pie en la cima de la montaña y comprendió el significado de la
inscripción de la roca. Se sintió poseído por una sobrecogedora sensación de
bienestar; su corazón rebosaba de amor por sí mismo, por Julieta, por su hijo,
por Merlín, por la ardilla, por Rebeca, por la vida y por todo el maravilloso
mundo. La ardilla y Rebeca observaron al caballero ponerse de rodillas con
lágrimas que resbalaban por su cara. El caballero lloraba de alegría y nunca
más vería a la gente en el brillante reflejo del acero porque ahora el caballero
era el arroyo, era la Luna, el Sol y podía ser todas esas cosas a la vez, y más,
porque era uno con el Universo, era amor.

Personajes:

El caballero: Un hombre atrapado en la armadura de sus miedos y sus


frustraciones. Después de un largo y difícil entendimiento de su verdadero yo
y de enfrentando su realidad, logra encontrar la felicidad.

Julieta: Una mujer fiel, tolerante, escribía hermosos poemas, decía cosas
inteligentes, frustrada por la incomunicación con su con su marido.

Cristóbal: Joven de cabellos dorados que no logra tener ninguna comunicación


con su papá por la armadura que éste decide ponerse y como consecuencia va
perdiendo el conocimiento de cómo es su papá en realidad.

Herrero: Intenta despojar al caballero de la armadura que lleva sin que éste
tenga éxito a pesar de que es el hombre más fuerte de aquel reino.

Bolsalegre: Bufón del reino, quien contacta al caballero con Merlín.

Merlín: Mago que ayuda a el caballero a llegar a su destino, provocando que


éste se esfuerce y encuentre a su yo verdadero y la felicidad.

Ardilla: Es una ardilla que en un principio tritura el alimento para que el


caballero se pueda alimentar y lo acompaña hasta el final de su camino.
Rebeca: Es una paloma que lleva el mensaje al hijo del caballero y que también
lo acompaña hasta el final de su camino.

Sam: Es el yo interior del caballero que lo aconseja, ayudándolo en su camino


y en que aprenda a escucharse a sí mismo.

Comentario:

Es una fantasía adulta que simboliza nuestra ascensión por la montaña de la


vida. Muchos nos sentimos reflejados en el viaje del caballero, que está lleno
de esperanzas y desesperanzas, de ilusiones y desilusiones, de risas y
lágrimas. Las enseñanzas de esta obra son mostradas con un toque de humor
muy sutil. Esta experiencia expande nuestra mente, nos llega al corazón y nos
alimenta el alma de una forma muy amena, enseñándonos también que
debemos liberarnos de las barreras que nos impiden conocernos y amarnos a
nosotros mismos para poder ser capaces de dar y recibir amor.

El caballero estaba atrapado en su armadura, ocultando sus limitaciones, su


miedo y su falta de aceptación. Cuando se da cuenta de que está a punto de
perder a su familia por culpa de esa armadura, decide deshacerse de ella, pero
para lograrlo debe pasar por una serie de pruebas que lo llevan a conocerse y
aceptarse como verdaderamente es, y así conseguir la felicidad que siempre
había buscado.

El autor:

Robert Fisher empezó su carrera a los 19 años escribiendo para GROUCHO


MARX en su propio programa nacional de radio, autor o coautor de 400
programas cómicos de radio, recibió el premio Emmy por la serie DANNY
THOMAS, ha sido nominado cuatro veces al premio HUMANITAS.

Del primer libro de “El caballero de la armadura oxidada” se han vendido


más de 1 000 000 de copias y ha tenido un gran impacto en la vida de niños
de cuarto curso como en ancianos de ochenta años. Actualmente esta
preparando dos series de televisión una de aventura y otra de comedia.

Desde que Juan Salvador Gaviota cautivara a miles de lectores de todo el


planeta, no había aparecido ninguna historia capaz de despertar la
imaginación de una manera tan poderosa y de conectar con el lector de una
manera tan profunda como lo hace “el caballero de la armadura oxidada”.

YO ME HE LLEVADO TU QUESO
Darrel Bristow-Bovey
Por eso he escrito este libro: para decir que no hay nada malo en pensar así. Adelante,
cantad conmigo: "Somos vagos, somos inútiles, no pensamos movernos... ¿qué pasa?"
Aunque no se reconozca, formamos el estrato más importante de la sociedad, la base
sobre la cual se asienta cualquier pueblo civilizado. Somos esa mayoría que no acaba de
creer en hacer sacrificios para conseguir una barriga más lisa o un espíritu más
satisfecho. Siempre hemos estado ahí y lo seguiremos estando cuando esos fanáticos de
una vida mejor hayan pasado a mejor vida. (...) Si no fuera por nosotros, el mundo sería
mucho pero somos, por ejemplo, los principales responsables de cualquier tema de
conversación interesante. El aforismo ingenioso, el pequeño cotilleo y el comentario
mordaz fueron todos inventados por gente como nosotros: personas interesadas en
obtener el máximo efecto con el mínimo esfuerzo. De no ser por nosotros, todos
estaríamos haciendo ejercicio, buscando la luz, afrontando el camino y otras memeces
por el estilo. Si no fuera por nosotros, el mundo se desintegraría de puro aburrimiento”.

Aunque no sea su finalidad, de él he sacado una enseñanza muy importante:


"No pierdas tiempo pensando si el vaso está medio lleno o medio vacío. Si el vaso va más
o menos por la mitad, pide otra ronda".

TRIUNFAR, QUERER, SABER, PODER


(Marc Hanot)

1. AFLOJE LA TENSION DEL ESPIRITU

El conocimiento correcto de sí mismo es una condición


indispensable para un éxito completo. El autoconocimiento
debe ser objetivo debido a que solemos buscar
justificaciones para nosotros mismos, y por eso no nos
juzgamos con imparcialidad, que “exige una cierta
serenidad, un relajamiento que es el de un espíritu valeroso,
dispuesto, tanto a aceptar sus faltas y sus fracasos sin
culpabilidad exagerada, como acreditarse, sin falsa
modestia ni fanfarronería, sus cualidades y sus éxitos”.
Pero este propósito requiere que regulemos los instintos y
deseos antagónicos con el dominio de nuestra voluntad,
para evitar la resignación o la rebeldía vanidosa cuando
enfrentemos retos, o mostrarnos muy tímidos o
sobreestimarnos ante los demás. En el primer caso, es
procedente aceptar lúcidamente los retos, contemplando los
obstáculos y sus posibilidades tales como son, dando
pruebas de buen sentido y de valor, y actuando de la mejor
manera posible. En el segundo caso, hay que ser objetivo y
equilibrado, sabiendo apreciar los errores propios y ajenos,
con perspicacia y tolerancia, respetando a los demás y
buscando soluciones constructivas. Para tener éxito “es
preciso llegar a reaccionar de una manera sana, es decir,
lúcida, objetiva, valerosa y confiada”. Así mismo, debemos
ser conscientes de que no disfrutamos de una auténtica
libertad, sino que somos virtual y potencialmente libres.
Concretados estos aspectos, acudimos a la autosugestión
como método útil para desprogramarnos de los
condicionamientos negativos que tenemos, y
reprogramarnos con actitudes y mensajes positivos,
mediante la práctica de la imaginación y de la relajación.

EN BUSCA DE LA PAZ INTERIOR


(John Carmody)

El autor propone un método para afrontar problemas que


nos ocasionan dolor físico y mental: pensar, sentir,
compartir, decidir y rezar. El método involucra pensar en el
problema, sentirlo, compartirlo con otros, decidir qué
hacemos y realizar en búsqueda de alivio o solución. Pensar
sobre la solución de los problemas implica obtener datos
sobre el problema, conseguir información, imaginar
soluciones, comprenderlo, juzgar (verificar nuestras ideas
para confirmar si nuestras ideas sirven para solucionar el
problema), criticar los prejuicios, disfrutar del proceso de
pensar, reflexionar e imaginar, y tener paciencia y paz
intelectual. Sentir las emociones o sentimientos como el
dolor, el miedo, la ansiedad, la indefensión, la confianza, el
coraje, la conexión (la relación con los demás) sentir el
apoyo de otros y tener fe. Compartir los problemas con los
demás: familia, amigos, consejeros, profesores, médicos,
autores, hijos y Dios. Decidir qué hacer con los problemas
se relaciona con reflexionar sobre la importancia de
imaginar correctamente, elaborar un consejo, ventajas y
desventajas de las decisiones, afrontar el miedo, tener fe en
el futuro, la euforia (no tomar decisiones durante estados
eufóricos), superar la desolación, conservar la paz del
espíritu y hacer un seguimiento de los resultados. Rezar
involucra acudir a la oración (religiosa o secular), la
meditación, la contemplación, la petición, las respuestas, la
fe, la esperanza y el amor.

“EL MUNDO ES TUYO, PERO TIENES QUE GANARTELO”


(Kim Woo-Choogng)

Este artículo parte de un nuevo paradigma, convincente para la mayoría,


cuestionado por una minoría que piensa que "todo tiempo pasado fué mejor". El
presente escrito es una síntesis, con interpretaciones y comentarios propios,
acerca de un libro editado en los años 80s, del cual se logran extraer algunas
respuestas a interrogantes que, cuando jóvenes, nos llegamos a hacer en
relación a lo que será el futuro que nos aguarda.

El libro al que hago referencia está basado en las ideas y escritos de un famoso
empresario coreano que llegó a sobresalir y destacarse en el ámbito industrial
mundial. Nos referimos a Kim Woo-Choong , presidente de Daewoo Corp.,
quién escribió sus experiencias en el libro "El Mundo es Tuyo, pero Tienes que
Ganártelo". En él, el autor menciona una serie de conceptos que, a su parecer,
ayudan a los individuos y las sociedades a alcanzar la felicidad.

En primer lugar dice que la fuerza para transformar el mundo son los
soñadores, pero que desgraciadamente mucha gente ha aprendido a dejar de
soñar. Considera que un país sin soñadores es como un barco sin timón,
expuesto a los vaivenes del clima y las catástrofes naturales o provocadas por el
hombre.

Además menciona que la gente necesita tener una concepción optimista de la


vida, "Cuando otros comienzan a contar sus imposibilidades, yo comienzo a
contar mis posibilidades". "Cuando las posibilidades de éxito son del 1%, el
verdadero hombre de negocios verá ese 1% como la chispa que le permitirá
encender el fuego".

En el mundo en general lo importante es lograr siempre la sinergia. Esto es, no


debemos sumar 1+1 solo para obtener 2, sino para obtener 10 y para lograrlo es
importante la perseverancia y la dedicación.
El proceso de toma de decisiones en todos los ámbitos de la vida debe estar
basado en la educación, para ir más allá del síndrome de hacer "lo estrictamente
necesario" y llegar a hacerlo "lo mejor posible" y poder sobresalir.

Los Magos.

Sería demasiado fácil y cómodo hacerse a la idea que teníamos de pequeños,


cuando creíamos que los magos poseían sus increíbles poderes al nacer. Si esto
fuera cierto, los expertos habrían nacido expertos, y los presidentes de grandes
compañías hubieran nacido siendo presidentes de esas compañías. Todas las
personas tienen aptitudes infinitas, la única diferencia entre un individuo que
es experto y otro que no lo es, es que el primero utiliza sus aptitudes latentes y
trabaja con más ahínco en todo lo que hace. Todo lo que logra no es fortuito, es
la culminación de un proceso.

Cada día el mundo nos exige una mayor especialización. Sin embargo, no
debemos olvidar que para cavar más profundo, es necesario también, cavar
alrededor del hoyo.
En una palabra, hazte un experto, un profesional, pero no al grado de que te
ciegues a todo lo demás. Procura ser el mejor de todos en tu campo, trata de ser
un mago.

La Innovación

El Proceso de innovación comienza con la determinación de una persona


creativa de romper con lo común o establecido, atreviéndose a hacer algo
diferente. La innovación no es algo que solo tiene aplicación en los negocios,
sino también en la investigación y en otros aspectos de la vida. El
entendimiento o aprendizaje nace del interés constante, de la entrega y la
percepción detallada, no de la memorización constante.

Influencia de las demás personas.

Es importante para todos, jóvenes o viejos, contar con caminos que seguir. Las
imágenes de grandes hombres en la historia nos ayudan a enfrentar el mundo
actual de confusión sobre el significado de la vida, la dirección de nuestras
vidas y nuestras metas. La vida comienza con agradables encuentros con
personas valiosas, ya que buena parte de lo que somos actualmente es producto
de encuentros trascendentes que hemos tenido con ciertas personas a lo largo
de nuestras vidas.

De nueve a cinco y de cinco a nueve.

Es propio de la juventud olvidarse fácilmente del valor del tiempo. Ser joven
significa tener todo el tiempo por delante, por lo que se considera que
desperdiciar un poco no es tan grave. El lema en Daewoo es: "No escatimamos
tres cosas, tiempo, sudor y esfuerzo". Un aspecto importante dentro de este
concepto, y que no debemos perder de vista, es el que se refiere a buscar
siempre tener variedad en las actividades que realizamos, desarrollando las
cuatro dimensiones de nuestra vida: la física, mental, social y emocional. Haz lo
importante y olvida lo trivial o accesorio.

El caso de la mujer.

En muchas sociedades todavía existe un gran prejuicio en contra de las mujeres


otras, muchas de ellas, aún en la actualidad, no pueden aplicar sus
conocimientos a toda su potencialidad después de graduarse. Esto es una gran
pérdida, no sólo para ellas mismas, sino para el país y la sociedad en general. El
origen de esta situación es tanto el paternalismo masculino, como la percepción
femenina de tener horizontes a corto plazo expresado en frases como: "pero...es
que soy mujer!, y sólo voy a trabajar mientras encuentro con quién casarme". Lo
importante es crecer, cultivarse, realizándose como profesional y como persona,
sin importar el género o estado civil.

Jaulas de Pájaros

Las oportunidades nacen de la adversidad. Cuando las cosas marchan bien, a


todos les va bien. Pero cuando las cosas marchan bien para los demás, menos
para ti, deberás preguntarte a qué se debe. Habrás de saber cómo llegar a sacar
provecho de las crisis, entendiéndolas como un riesgo o peligro, pero también
como una oportunidad de hacer las cosas de manera diferente. El pesimista
todo lo verá en una forma negativa e irremediable porque "es muy difícil...",
mientras que el optimista lo verá como un reto a superar de una manera
totalmente diferente. Eres joven y tienes derecho a equivocarte, siempre y
cuando no sea por negligencia o apatía.

Recuerda siempre que el pájaro enjaulado no tiene que preocuparse por su


alimento, el frío o las amenazas a su vida, pero a cambio, nunca podrá volar
libre por el amplio mundo. Los atributos que te permitirán convertirte en líder a
nivel nacional e internacional son:
. Como mínimo, poder expresarte en dos lenguas con soltura
. Aprender a manejar automóviles (incluyendo los reglamentos y medidas de
seguridad).
. Aprender el manejo profundo de las computadoras (incluyendo Internet).
. Desarrollar habilidades en varios campos del conocimiento que te permitan
tener confianza y valor para enfrentarte a cualquier situación

Importancia de las visualizaciones.

El primero que debe convencerse que algo es posible, es uno mismo. Para tener
éxito en cualquier empeño debes poseer un sueño y perseguirlo con energía,
capacidad y perseverancia (tenacidad). El trabajo, además de éxitos, trae
consigo problemas y fracasos; la tenacidad no es sino la capacidad de enfrentar
la adversidad y no acobardarse ante los tropiezos. Recuerda que todo aquello
de lo que disponemos en la actualidad, se consideró un imposible en el pasado.

El dinero es neutro.

Las personas verdaderamente inteligentes usan con prudencia tanto el dinero


como el tiempo. El dinero no es bueno ni malo. Lo bueno o lo malo es la manera
como lo usamos. Cuando usas el dinero de forma debida, la cantidad a
desembolsar no debe importar; no temas usar mucho cuando sea necesario,
basta con que te preguntes si su uso es benéfico para ti y para los demás. La
norma que rige su uso es la rentabilidad. El beneficio para uno mismo y para
los demás.

La competencia.

Todos los deportes se rigen por sus reglas. A largo plazo lo mejor es limitarse a
ellas y jugar limpio. Las mejores marcas en el maratón se dan cuando un
corredor tiene a alguien competente a su lado que le ayude a desarrollar su
propia velocidad. La sana competencia genera energía y creatividad. Jugar
sucio obstruye nuestra mente y nos obliga a "ser del montón". Obtener un
ochenta en un examen sin copiar al compañero más avanzado de la clase, es
más valioso que obtener un 100 copiando, ya que el ochenta será el punto de
partida que tendremos para construir nuestra mejoría a partir de él.

El Liderazgo

Existe un dicho que dice: "De los manantiales puros nacen los ríos limpios". Los
lideres sociales deben ser limpios para sociedad sea limpia. Sin temor a
equivocarnos se puede juzgar a un grupo social por el ejemplo de sus líderes o
dirigentes. El liderazgo no lo debemos confundir con el autoritarismo o la
dictadura, ya que ésta última se opone al grupo para el que supuestamente se
está trabajando. La gente no respeta a los dictadores, más bien le obedecen
porque le temen.

El líder debe tener una visión y una misión clara, así como un total
convencimiento en su sueño, un gran sentido del deber y estar dispuesto al
sacrificio por lo que piensa. Debe tener además la habilidad de comunicarlo y
compartirlo con los demás, de mejorarlo con las aportaciones de otros,
convencidos que nacieron para cumplir esa misión.

Desterrar los prejuicios, ayuda mutua, reciprocidad y buena salud.

Es importante primero conocerse a uno mismo, para así poder conocer a los
demás y lograr el equilibrio emocional. Una forma efectiva de hacerlo es a
través de los viajes, los cuáles nos ayudan a ampliar nuestros horizontes,
destierran los sentimientos unipersonales y suplantan el "yo" por el "nosotros".
Todos dependemos unos de otros y necesitamos ayudarnos mutuamente.
Tomemos el caso de la hormiga que requería de una hoja para poder atravesar
un río, y de la paloma que necesitaba que algo o alguien distrajera al cazador.
La hormiga picó al cazador y la paloma al emprender el vuelo dejó caer una
hoja a la orilla del río. Recordemos que la prosperidad de la generación futura
depende del sacrificio de la generación actual. Cuando se hace un trato, es
importante preocuparse porque el socio obtenga tanto como nosotros. En caso
contrario siempre estaremos distrayendo nuestro valioso tiempo en vigilar lo
que hemos obtenido.

Mantenerse activo es un requisito que se logra a través del trabajo tomado con
entusiasmo e interés, alimentándose suficientemente y desarrollando otros
intereses personales diversos, que nos ayuden a establecer nuevas relaciones
sociales. Un cuerpo sano es de verdadero valor, solo cuando lo acompaña una
mente igualmente sana y equilibrada.

Visualizaciones

Si aspiras a ser un gran empresario lo primero que debes hacer ahora es


visualízate y compórtate como tal desde este día. Esto te dará la fe y confianza
necesaria para afrontar el mundo con energía. Y si no tienes un sueño aún.
¡Fabrícalo ya!

Tu maestro más importante

Todos los filósofos empíricos ingleses, desde Bacon hasta Locke y Hume,
sostienen que la totalidad de nuestro conocimiento proviene de la experiencia.
Cuando nacemos tenemos nuestra mente en blanco, conforme crecemos se va
llenando de experiencias. Lo que hagas, hazlo con determinación, intenta
nuevos caminos sin temor a cometer errores. Aprende nuevas habilidades,
nunca es tarde.
1.- Viaja
2.- Desarrolla una amplia variedad de amistades (no confundas la cantidad por
la calidad de las mismas. Un amigo nunca te dará la espalda cuando lo
necesites).
3.- Haz todo con determinación. Todos lo que te rodean pueden ser grandes
maestros y cualquier lugar la mejor escuela en la que tengas algo que aprender.
4.- Siempre ten un libro a la mano. Son experiencias indirectas que otros te
ofrecen para tu aprendizaje. No los leas con indiferencia, hazlo lenta,
pausadamente y con atención.

Precursores

La historia muestra que los países poderosos y prósperos lo han sido gracias al
espíritu emprendedor de sus habitantes pioneros, y también se sabe que la
ruina es el resultado de la complacencia de su población al evadir las
obligaciones. La máxima negligencia de un individuo es decir que algo es
imposible, que no se puede, cuando ni siquiera lo ha intentado. Conviértete en
emprendedor, en pionero, en precursor. Aunque el mundo se ha reducido y
ahora se dice que estamos en una "Aldea Global", todavía existen muchos
lugares por explorar.

La Felicidad

Hemos crecido con frases como: "No regales tus conocimientos". Sin embargo,
lo adecuado sería decir: "Comparte tus conocimientos", porque las personas
instruidas tienen la obligación de proporcionar a otras la oportunidad de
aprender. Es importante vivir para los demás. En cuanto comienzas a vivir en
tal forma la vida se vuelve digna de ser vivida.

El título y el nombre

Hay diversas cosas que las personas no deberían perder y la más importante de
ellas es la reputación. Todas las personas tenemos un nombre y un título, los
que no solo representan a la persona sino que en cierto sentido, son ella misma.
Cuando alguien menciona un nombre, la cara, la voz, la personalidad, la
condición humana, los antecedentes y, tal vez, los puntos fuertes y débiles de la
persona que lo lleva, quedan asociados a él, de manera que el nombre es la
persona. Así que debes asegurarte de que tu nombre no sea motivo de
vergüenza ni causa de deshonra. Lo anterior se reduce a que si te llamas
maestro, prepares tus clases y enseñes, si eres estudiante, estudies y aprendas,
si eres investigador, descubras nuevos conocimientos y aplicaciones, si eres
médico, sanes gente, etc.

La importancia de los premios

El orgullo que produce el hecho de recibir un reconocimiento de la sociedad, y


la fama resultante, harán que cualquier persona se esfuerce diligentemente y
cada día aún más por alcanzar mayores estadios en la vida. Todas las cosas y las
personas tienen un lugar en el mundo y en las vidas de otras personas. Cuando
todo se encuentra donde debe estar, hay orden y paz. Cuando las cosas están
fuera de lugar impera el caos y la confusión. Lo anterior surge cuando no
hacemos lo que se espera de nosotros. Pensemos que cada asiento en el mundo
tiene su propietario. ¿Qué sucede en una escuela cuando se permite que enseñe
una persona que no tiene la actitud o los conocimientos apropiados, o en una
compañía cuando queda bajo la dirección de un administrador que no tiene la
preparación debida? Si un ciego guía a otro ciego, acaban por caer juntos al
foso.

Ganancias o realizaciones

Descontando que las utilidades son necesarias para la sobrevivencia de una


empresa u organización, hay algunas que solo viven para las utilidades,
mientras que hay otras que existen para las realizaciones. Lo mismo puede
decirse en relación a las personas. Las personas obsesionadas con su propia
riqueza nunca están satisfechas, porque la codicia que las consume es ilimitada.
Una persona con 99 propiedades es capaz de hacer cualquier cosa, inclusive
matar a otra persona que solo posee una para alcanzar su propiedad numero
100. La riqueza de una persona no radica en la cantidad de dinero o bienes que
posee, sino de cómo utiliza lo que tiene.

La minoría creativa

En medio de las situaciones de violencia, crimen y drogadicción en el mundo


actual, existe la minoría que estudia arduamente y se entrega a realizar su
trabajo, realizando investigaciones que se traducirán en un mañana más
brillante para la mayoría. Esta minoría es la que guiará a la sociedad. La
minoría creativa está obligada a hacer que la mayoría cambie y que la historia
avance. De no hacerlo así se apresuraría el fin de las sociedades y de la
civilización. Nuestra sociedad requiere de espíritus creativos y emprendedores.

Lecciones que debemos aprender

1.- Atrévete a realizar tu potencial

EL ARTE DE AMAR
(Autor: Erich From. Sintetiza: Luis Angel Ríos)

Este libro, que consta de tres partes, quiere “demostrar que el amor no es un
sentimiento fácil para nadie”. Su propósito “es convencer al lector de que todos los
intentos de amar están condenados al fracaso, a menos que procure, de modo más activo,
desarrollar su personalidad total, en forma de alcanzar una orientación productiva; y de
que la satisfacción en el amor individual no puede lograrse sin la capacidad de amar al
prójimo, sin humildad, coraje, fe y disciplina”.

I. ¿Es el amor un arte?

El autor se pregunta si el amor es un arte o una sensación placentera condicionada


por el azar o la suerte, llegando a la conclusión que es un arte que requiere
conocimiento y esfuerzo. Entonces considera que para muchos, el "amor consiste
fundamentalmente en ser amado, y no en amar, no en la propia capacidad de amar".
Pretenden ser amados buscando éxito, prestigio, dinero, poder y otros
sucedáneos. Procuran "ganar amigos e influir sobre la gente". Creen que para ser
amados hay que ser populares y tener un buen "sex-appeal" (atractivo o atracción
sexual).

Algunos conciben el amor como un objeto y no como una facultad. Piensan que
"amar es sencillo y lo difícil es encontrar un objeto apropiado para amar". Les interesa
más el objeto que su función. "Toda nuestra cultura está basada en el deseo de comprar,
en la idea de un intercambio mutuamente favorable". La felicidad para ellos está "en la
excitación de contemplar las vidrieras de los negocios, y en comprar todo lo que se pueda,
ya sea al contado o a plazos". La persona atractiva es el premio que se busca
conseguir. En esta cultura mercantilista y de éxito materialista "no hay en realidad
motivos para sorprenderse de que las relaciones amorosas humanas sigan el mismo
esquema de intercambio que gobierna el mercado de bienes y de trabajo".

El amor fundado en la atracción sexual y su consumación es poco duradero,


porque existe una "confusión entre la experiencia inicial de enamorarse y la situación
permanente de estar enamorado... de permanecer enamorado". Erróneamente se piensa
que “la intensidad del apasionamiento (el estar locos el uno por el otro) es una prueba del
amor intenso; por el contrario, es sólo soledad interior, sus desilusiones, su aburrimiento
mutuo, que terminan por matar lo que pueda quedar de la expectación inicial".

Para superar estas concepciones erróneos en la forma de sentir y vivir el amor,


hay que "examinar las causas del fracaso y estudiar el significado del amor".

En consecuencia, lo primero que se debe hacer "es tomar conciencia de que el amor es
un arte, tal como es el arte de vivir". Aprender cualquier arte implica el dominio de la
teoría y de la práctica, teniendo perfectamente claro que el dominio de ese arte
debe ser un asunto muy importante. "No obstante el profundo anhelo de amar, casi
todo lo demás tiene más importancia que el amor: éxito, prestigio, dinero, poder; dedicamos
casi toda nuestra energía a descubrir la forma de alcanzar esos objetivos y muy poca a
aprender el arte de amar".

II. La teoría del amor.

1. El amor, la respuesta al problema de la existencia humana.

El hombre como ser racional "es vida consciente de sí misma"; tiene conciencia de sí,
de los demás, de su pasado, su presente y su futuro. “Esa conciencia de sí mismo
como una entidad separada, la conciencia de su breve lapso de vida, del hecho de que nace
sin que intervenga su voluntad, de que morirá antes que los que ama, o éstos antes que él,
la conciencia de su soledad y su separatidad, de su desvalidez frente a las fuerzas de la
naturaleza y de la sociedad, todo ello hace de su existencia separada y desunida una
insoportable prisión”. La vivencia de la separatidad genera angustia, porque "estar
separado significa estar aislado, sin posibilidad de utilizar mis poderes humanos... estar
desvalido, ser incapaz de aferrar el mundo activamente... El mundo puede invadirme sin
que yo pueda reaccionar". La separatidad como fuente de angustia "produce vergüenza
y un sentimiento de culpa... La conciencia de la separación humana –sin la reunión por el
amor- es la fuente de vergüenza. Es, al mismo tiempo, la fuente de la culpa y la angustia.
La necesidad más profunda del hombre es, entonces, la necesidad de superar su
separatidad, de abandonar la prisión de su soledad”.

El hombre se ve enfrentado al problema de cómo superar la separatidad, cómo


lograr la unión, cómo trascender la propia vida individual y encontrar la
compensación. Entonces acude a las siguientes formas de escapar del estado de
separación:

*Los estados orgiásticos: rituales, drogas, alcohol, experiencia sexual, etc. "Todas
las formas de unión orgiástica tienen tres características: son intensas, incluso violentas;
ocurren en la personalidad total, mente y cuerpo; son transitorias y periódicas". En cuanto
a las relaciones sexuales, es importante tener en cuenta "que el acto sexual sin amor
nunca elimina el abismo que existe en los seres humanos, excepto en forma momentánea".

*La conformidad. Este estado hace que el individuo se adormezca, que pierda su
sentido crítico. En la sociedad moderna, el conformismo genera an falso concepto
y vivencia de igualdad, entendido como "la igualdad de los autómatas, de hombres que
han perdido su individualidad". Actualmente, "igualdad significa identidad antes que
unidad". La auténtica igualdad no puede engañarnos. “La sociedad contemporánea
predica el ideal de la igualdad no individualizada, porque necesita átomos humanos, todos
idénticos, para hacerlos funcionar en masa, suavemente, sin fricción; todos obedecen a las
mismas órdenes, y no obstante, todos están convencidos de que siguen sus propios deseos.
Así como la moderna producción en masa requiere la estandarización de los productos, así
el proceso social requiere la estandarización del hombre, y esa estandarización es llamada
igualdad”. La unión por la conformidad no es suficiente para aliviar la angustia de
la separatidad, porque está dictada y condicionada por la rutina. La conformidad
convierte a las personas en hombres del rebaño. “La conformidad tipo rebaño ofrece
tan sólo una ventaja: es permanente, y no espasmódica. El individuo es introducido en el
patrón de conformidad a la edad de tres a cuatro años, y a partir de ese momento nunca
pierde el contacto con el rebaño. Aun su funeral, que él anticipa como su última actividad
social importante, está estrictamente de acuerdo con el patrón”.

El papel de la rutina en el trabajo y en el placer es una factor de la sociedad


contemporánea. En ese contexto el hombre se convierte en objeto, sin creatividad;
todo está condicionado, todo está dado. “Aun los sentimientos están prescritos:
alegría, tolerancia, responsabilidad, ambición y habilidad para llevarse bien con todo el
mundo sin inconvenientes”. Todas las actividades del hombre están rutinizadas y
prefabricadas. “¿Cómo puede un hombre preso en esa red de actividades rutinarias
recordar que es un hombre, un individuo único, al que sólo le ha sido otorgada una única
oportunidad de vivir, con esperanzas y desilusiones, con dolor y temor, con el anhelo de
amar y el miedo a la nada y a la separatidad”.

*Actividad creadora. En las tareas creadoras el hombre y su objeto se torna uno, el


individuo se adhiere al mundo en el proceso de crear. “El trabajador se convierte en
un apéndice de la máquina o de la organización burocrática. Ha dejado de ser él, y por eso
mismo no se produce ninguna unión aparte de la que se logra por medio de la
conformidad”. Todo esto constituye respuestas parciales a la problemática
existencial. "La solución plena está en el logro de la unión interpersonal, la fusión con otra
persona, en el amor".

El hombre en su deseo de fusión interpersonal, acude a una forma inmadura de


amar: la unión simbiótica. La forma pasiva de la unión simbiótica es la sumisión o
masoquismo, y la forma activa es la dominación o sadismo. “En contraste con la
unión simbiótica, el amor maduro significa unión a condición de preservar la propia
integridad, la propia individualidad. El amor es un poder activo en el hombre; un poder
que atraviesa las barreras que separan al hombre de sus semejantes y lo une a los demás; el
amor lo capacita para superar su sentimiento de aislamiento y separatidad, y no obstante le
permite ser él mismo, mantener su integridad. En el amor se da la paradoja de dos seres
que se convierten en uno y, no obstante, siguen siendo dos”.

El amor como actividad es dar. "Amar es fundamentalmente dar, no recibir". Pero hay
que saber dar, porque dar no es "renunciar a algo, privarse de algo, sacrificarse". El dar
debe estar despojado del carácter mercantilista que da pero si recibe. Dar es la alta
expresión de potencia. Dar debe producir más felicidad que recibir, porque en el
acto de dar está la expresión de la vitalidad. “La esfera más importante del dar no es la
de las cosas materiales, sino el dominio de lo específicamente humano. ¿Qué le da una
persona a otra? Da de sí misma, de lo más precioso que tiene, de su propia vida. Ello no
significa necesariamente que sacrifica su vida por la otra, sino que da lo que está vivo en él
–da de su alegría, de su interés, de su comprensión, de su conocimiento, de su humor, de su
tristeza-, de todas las expresiones y manifestaciones de lo que está vivo en él. Al dar así de
su vida, enriquece a la otra persona, realza el sentimiento de vida de la otra al exaltar el
suyo propio. No da con el fin de recibir; dar es de por sí una dicha exquisita. Pero, al dar,
no puede dejar de llevar a la vida algo en la otra persona, y eso que nace a la vida se refleja
a su vez sobre ella; cuando da verdaderamente, no puede dejar de recibir lo que da en
cambio. Dar implica hacer de la otra persona un dador, y ambas comparten la alegría de lo
que han creado. Algo nace en acto de dar, y las dos personas involucradas estén
agradecidas a la vida que nace para ambas. En lo que toca específicamente al amor, eso
significa: el amor es un poder que produce amor; la impotencia es la incapacidad de
producir amor... Si amamos sin producir amor, es decir, si nuestro amor como tal no
produce amor, por medio de una expresión de vida como personas que amamos, no nos
convertimos en personas amadas, entonces nuestro amor no es importante, es una
desgracia”. La capacidad de amor como acto de dar, presupone el logro de una
orientación predominantemente productiva, en la que la persona ha superado la
dependencia, la omnipotencia narcisista, el deseo de explotar a los demás, o de acumular, y
ha adquirido fe en su capacidad para alcanzar el logro de sus fines. En la misma medida de
tales cualidades, tiene miedo de darse, y, por tanto, de amar”.

Además de dar, el carácter activo del amor implica cuidado, responsabilidad,


respeto y conocimiento. “Cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento son
mutuamente interindependientes. Constituyen un síndrome de actitudes que se
encuentran en la persona madura; esto es, en la persona que desarrolla productivamente
sus propios poderes, que sólo desea poseer los que ha ganado con su trabajo, que ha
renunciado a los sueños narcisistas de omnisapiencia y omnipotencia, que ha adquirido
humildad basada en esa fuerza interior que sólo la genuina actividad productiva puede
proporcionar”.

El cuidado se evidencia esencialmente en el amor de madre. "El amor es la


preocupación activa por la vida y el crecimiento de lo que amamos". Si no hay
preocupación por lo que se ama, no hay amor. "Se ama aquello por lo que se trabaja; y
se trabaja por lo que se ama". La responsabilidad no es un deber, algo impuesto. Es
un acto voluntario, "constituye mi propuesta a las necesidades, expresadas o no, de otro
ser humano... significa estar listo y dispuesto a responder".

Respeto, no el temor y sumisa reverencia, es "la capacidad de ver a una persona tal
cual es, tener conciencia de su individualidad única. La capacidad de ver a una persona tal
cual es, tener conciencia de su individualidad única. Respetar significa preocuparse porque
la otra persona crezca y se desarrolle tal como es. De ese modo, el respeto implica la
ausencia de explotación. Quiero que la persona amada crezca y se desarrolle por sí misma,
en la forma que les es propia, y no para servirme. Si amo a la otra persona, me siento uno
con ella, pero con ella tal cual es, no como yo necesito que sea, como un objeto para mi uso.
Es obvio que el respeto sólo es posible si yo he alcanzado independencia; si puedo caminar
sin muletas, sin tener que dominar ni explotar a nadie”.

Conocimiento implica conocernos a nosotros mismos para poder tratar de conocer


a los demás. "Cuanto más avanzamos hacia las profundidades de nuestro ser, o el ser de
los otros, más nos elude la meta del conocimiento". Sólo si logramos conocernos
objetivamente, podemos conocer al ser hombre en su esencia última, en el acto de
amar.

2. El amor entre padres e hijos.

El infante necesita del amor de su madre, porque al nacer "no puede reconocer
objetos, no tiene aún conciencia de sí mismo, ni del mundo como algo exterior a él". Para
éste su "madre es calor, es alimento, la madre es el estado eufórico de satisfacción y
seguridad". Al crecer sus experiencias le indican que lo aman. “Me aman porque soy
hijo de mi madre. Me aman porque estoy desvalido. Me aman porque soy hermoso,
admirable. Me aman porque me necesitan. Para utilizar una fórmula más general: me
aman por lo que soy, o quizá más exactamente, me aman porque soy. Tal experiencia de ser
amado por la madre es pasiva. No tengo que hacer nada para que me quieran –el amor de la
madre es incondicional-. Todo lo que necesito es ser -ser su hijo-. El amor de la madre
significa dicha, paz; no hace falta conseguirlo, ni merecerlo”.

Cerca de los ocho años empieza a ser menos egocentrista, y de paso comienza a
abrirse a los demás. “Para la mayoría de los niños entre los ocho y medio a los diez años,
el problema consiste casi exclusivamente en ser amado –en ser amado por lo que se es-“.
Antes de esa edad, el niño aún no ama: “responde con gratitud y alegría al amor que le
brindan. Cuando empieza a amar, sale de su aislamiento producido por su egocentrismo.
Siente una nueva sensación de unión, de compartir, de unidad".

Existen diferencias intrínsecas en el amor materno y paterno. "La madre ama al


recién nacido porque es su hijo, no porque el niño satisfaga una condición específica ni
porque llene sus apariencias particulares... El amor paterno es condicional. Su principio es
te amo porque llenas mis aspiraciones, porque cumples con tu deber, porque eres como yo".
El amor de la madre es incondicional. "El amor incondicional corresponde a uno de los
anhelos más profundos, no solo del niño, sino de todo ser humano". Mientras que "la
madre es el hogar de donde venimos, la naturaleza, el suelo, el océano; el padre no
representa un hogar de ese tipo... es el que enseña al niño, el que le muestra el camino hacia
el mundo". El niño necesita del amor incondicional. “El amor paterno debe regirse por
principios y expectaciones; debe ser paciente y tolerante, no amenazador y autoritario.
Debe darle al niño que crece un sentido cada vez mayor de la competencia, y
oportunamente permite ser su propia autoridad y dejar de lado la del padre... La persona
madura tiene una conciencia materna y paterna. La conciencia materna dice: No hay
ningún delito, ningún crimen, que pueda privarte de mi amor, de mi deseo de que vivas y
seas feliz. La conciencia paterna dice: Obraste mal, no puede dejar de aceptar las
consecuencias de tu mala acción, y, especialmente, debes cambiar si quieres que te aprecie”.

El individuo maduro ama la conciencia materna y paterna, y tiene independencia


y autonomía. “Si un individuo conserva sólo la conciencia paterna, se tornaría áspero e
inhumano. Si retuviera únicamente la conciencia materna, podría perder su criterio y
obstaculizar su propio desarrollo o el de los demás”. En la relación equilibrada entre la
conciencia paterna y materna, "se encuentra la base de la salud mental y el logro de la
madurez". La desarmonía en este desarrollo constituye la causa principal de la
neurosis. “Una de las causas del desarrollo neurótico puede radicar en que el niño tiene
una madre amante, pero demasiado indulgente o dominadora, y un padre débil e
indiferente. En tal caso, puede permanecer fijado a una temprana relación con la madre, y
convertirse en un individuo dependiente de la madre, que se siente desamparado, posee los
impulsos característicos de la persona receptiva, es decir, de recibir, de ser protegido y
cuidado, y que carece de las cualidades paternas –disciplina, independencia, más habilidad
de dominar la vida por sí mismo-. Puede tratar de encontrar madres en todo el mundo, a
veces en las mujeres y a veces en los hombres que ocupan una posición de autoridad y
poder. Si, por el contrario, la madre es fría, indiferente y dominadora, puede transferir la
necesidad de protección materna al padre y a subsiguientes figuras paternas, en cuyo caso
el resultado final es similar al caso anterior, o se convierte en una persona de orientación
unilateralmente paterna, enteramente entregada a los principios de la ley, el orden y la
autoridad, y carente de la capacidad de esperar o recibir amor incondicional”.

3 Los objetos amorosos.

“El amor no es esencialmente una relación con una persona especifica; es una actitud, una
orientación del carácter que determina el tipo de relación de una persona con el mundo
como totalidad, no con un objeto amoroso. Si una persona ama sólo a otra y es indiferente
al resto de sus semejantes, su amor no es amor, sino una relación simbiótica, o un egoísmo
ampliado”. Cuando se ama a una persona, se ama a todas las personas. “Si amo
realmente a una persona, amo a todas las personas, amo al mundo, amo la vida. Si puedo
decirle a alguien ¡Te amo!, debo poder decir ¡Amo a todos en ti, a través de ti amo al
mundo, en ti me amo también a mí mismo”.

Tipos de amor:

*Amor fraternal. Es “el sentido de responsabilidad, cuidado, respeto y conocimiento con


respecto a cualquier otro ser humano, el deseo de promover su vida... Ama al prójimo como
a ti mismo. El amor fraternal es el amor a todos los seres humanos... En el amor fraternal
realiza la experiencia de unión con todos los hombres, de solidaridad humana, de
reparación humana; el amor fraternal se base en la experiencia de que todos somos uno... Si
percibo en otra persona nada más que lo superficial, percibo principalmente las diferencias,
lo que nos separa. Si penetro hasta el núcleo, percibo nuestra identidad, el hecho de nuestra
hermandad... El amor fraternal es amor entre iguales.... En la medida en que somos
humanos, todos necesitamos ayuda”.

*El amor materno. “El amor materno es una afirmación incondicional de la vida del niño
y sus necesidades... Es por su carácter altruista y generoso es que el amor materno ha sido
considerado la forma de vínculo más elevada de amor, y el más sagrado de todos los
vínculos emocionales... Sólo la mujer que realmente ama, la mujer que es más feliz dando
que tomando, que está firmemente arraigada en su propia existencia, puede ser una madre
amante cuando el niño está en el proceso de la separación... Una madre sólo puede ser una
madre verdaderamente amante si puede amar; si puede amar a su esposo, a otros niños, a
los extraños, a todos los seres humanos”.

*Amor erótico. “Por su propia naturaleza, es exclusivo y no universal; es también, quizá,


la forma de amor más engañosa que existe... Se le confunde fácilmente con la experiencia de
enamorarse, el súbito derrumbe de las barreras que existían hasta ese momento entre dos
desconocidos... El deseo sexual tiende a la fusión... pero el deseo sexual puede ser
estimulado por la angustia de la soledad, por el deseo de conquistar o de ser conquistado,
por la vanidad, por el deseo de herir y aun de destruir, tanto como por el amor... Como la
mayoría de la gente une el deseo sexual a la idea del amor, con facilidad incurre en el error
de creer que se ama cuando se desea físicamente... Si el deseo de unión física no está
estimulado por el amor, si el amor erótico no es a la vez fraterno, jamás conduce a la unión
salvo en un sentido orgiástico y transitorio. La atracción sexual crea, por un momento, la
ilusión de la unión, pero, sin amor, tal unión deja a los desconocidos tan separados como
antes... Es exclusivo sólo en el sentido de que puedo fundirme plena e intensamente con
una sola persona. El amor erótico excluye el amor por los demás sólo en el sentido de la
fusión erótica, de un compromiso total en todos los aspectos de la vida –pero no en el
sentido de un amor fraterno y profundo-“.

*Amor a sí mismo. “Si es una virtud amar al prójimo como a uno mismo, debe serlo
también –y no un vicio- que me ame a mí mismo, puesto que también yo soy un se
humano”. Según Meister Eckhart, “si te amas a ti mismo, amas a todos los demás
como a ti mismo. Mientras ames a otra persona menos que a ti mismo, no lograrás
realmente amarte, pero si amas a todos por igual, incluyéndote a ti, los amarás como
una sola persona y esa persona es a la vez Dios y el hombre. Así, pues, es una persona
grande y virtuosa la que amándose a sí misma, ama igualmente a todos los demás”.

*Amor a Dios. “El hombre proyecta sus poderes y habilidades propios en las cosas que
hace, y así, a distancia, adora sus proezas, sus posesiones... La persona verdaderamente
religiosa, que capta la esencia de la idea monoteísta, no reza por nada, no espera nada de
Dios; no ama a Dios como un niño a su padre o a su madre; ha adquirido la humildad
necesaria para percibir sus limitaciones, hasta el punto de saber que no sabe nada acerca de
Dios. Dios se convierte para ella en un símbolo en el que el hombre, en una etapa más
temprana de su evaluación, ha expresado la totalidad de lo que se esfuerza por alcanzar, el
reino del mundo espiritual, del amor, la verdad, la justicia... El amor a Dios no es el
conocimiento de Dios mediante el pensamiento, ni el pensamiento del propio amor a Dios,
sino el acto de experimentar la unidad con Dios... En el sistema religioso occidental
predominante, el amor a Dios es esencialmente lo mismo que la fe en Dios, en su
existencia, en su justicia, en su amor, el amor a Dios es fundamentalmente una experiencia
mental. En las religiones orientales y en el misticismo, el amor a Dios es una intensa
experiencia afectiva de unidad, inseparablemente ligada a la expresión de ese amor en cada
acto de la vida”.

III El amor y su desintegración en la sociedad occidental contemporánea.

La civilización occidental contemporánea cosifica el amor, eclipsando su real


dimensión y tergiversando la forma adecuada de sentirlo y vivirlo. “Si el amor es
una capacidad del carácter maduro, productivo, de ello se sigue que la capacidad de
amar de un individuo perteneciente a cualquier cultura dada depende de la influencia
que esa cultura ejerce sobre el carácter de la persona media. Al hablar del amor en la
cultura occidental contemporánea, entendemos preguntar si la estructura social de la
civilización occidental y el espíritu que de ella resulta llevan al desarrollo del amor.
Plantear tal interrogante es contestarlo negativamente. Ningún observador objetivo de
nuestra vida occidental puede dudar de que el amor –fraterno, materno y erótico- es un
fenómeno relativamente raro, y que en su lugar hay cierto número de formas de
pseudoamar, que son, en realidad, otras tantas formas de la desintegración del amor”.

En la sociedad capitalista, fundamentada en los principios de libertad política y


del mercado como regulador de todos las relaciones económicas y sociales, “el
capital domina al trabajo, los poderes humanos, lo que está vivo”. El resultado del
nuevo desarrollo capitalista es “un proceso siempre creciente de centralización y
concientización del capital y el surgimiento de una poderosa burocracia administrativa
corren parejas con el desarrollo del movimiento laboral”. Es situación hace que los
individuos se independicen y comiencen “aprender de quienes dirigen los grandes
imperios económicos”. Esa compleja realidad nos muestra que “el capitalismo
moderno necesita hombres que cooperen mansamente y en gran número; que quieran
consumir cada vez más; y cuyos gustos estén estandarizados y pueden modificarse y
anticiparse fácilmente. Necesita hombres que se sientan libres e independientes, no
sometidos a ninguna autoridad, principio o conciencia moral –dispuestos, empero, a
que los manejen a hacer lo que se espera de ellos, a encajar sin dificultades en la
maquinaria social-; a los que se pueda guiar sin finalidad alguna –excepto la de cumplir,
apresurarse, funcionar, seguir adelante-“.

Como resultado de todo esto, el hombre contemporáneo está alienado de sí


mismo, de la naturaleza y de sus semejantes. “Las relaciones humanas son
esencialmente las de autómatas enajenados, en las que cada uno basa su seguridad en
mantenerse cerca del rebaño y en no diferir en el pensamiento, el sentimiento o la
acción. Al mismo tiempo que todos tratan de estar tan cerca de los demás como sea
posible, todos permanecen tremendamente solos, invadidos por el profundo sentimiento
de inseguridad, de angustia y de culpa que surge siempre que es imposible superar la
separatidad humana”. En este contexto la felicidad se nos presenta distorsionada.
“La felicidad del hombre moderno consiste en divertirse. Divertirse significa la
satisfacción de consumir y asimilar artículos, espectáculos, comida, bebidas, cigarrillos,
gente, conferencias, libros, películas; todo se consume, se traga. El mundo es un enorme
objeto de nuestro apetito, una gran manzana, una gran botella, un enorme pecho; todos
succionamos, los eternamente expectantes, los esperanzados –y los eternamente
desilusionados-. Nuestro carácter está equipado para intercambiar y recibir, para
traficar y consumir; todo, tanto los objetos materiales, como los espirituales, se
convierten en objeto de intercambio y de consumo”.

En nuestra sociedad el amor no alcanza su verdadera dimensión, porque somos


como autómatas, y éstos “no pueden amar, no pueden intercambiar su bagaje de
personalidad y confiar en que la transición sea equitativa”. Así, en esa estructura
enajenada la expresión del matrimonio, es la idea del grupo. Entonces se
condiciona cómo debe se este vínculo, generando un tipo de actitudes que no
son “otra cosa que una relación bien aceitada entre dos personas que siguen siendo
extrañas toda su vida, que nunca logran una relación central, sino que se tratan con
cortesía y se esfuerzan por hacer que el otro se sienta mejor”. Esta relación sólo le
interesa encontrar refugio por la sensación de soledad.

En esta concepción errónea influyeron mucho las teorías psicosexuales


freudianas, condicionadas en cierto sentido por la sociedad capitalista, la
cultura y la religión. Se pensaba entonces que el éxito en el matrimonio
dependía de la adaptación sexual. “Se partía del principio de que el amor es el hijo
del placer sexual, y que dos personas se amarían si aprenden a satisfacerse
recíprocamente en el aspecto sexual”. Pero “el amor no es el resultado de la satisfacción
sexual; por el contrario, la felicidad sexual... es el resultado del amor”. El conocimiento
reciente demuestra que el problema no radica en la ignorancia de la técnica
sexual adecuada, sino en las inhibiciones que impiden amar. “El temor o el odio al
otro sexo están en la raíz de las dificultades que impiden a una persona entregarse por
completo, actuar espontáneamente, confiar en el compañero sexual, en lo inmediato y
directo de la unión sexual. Si una persona sexualmente inhibida puede dejar de temer u
odiar, y tornarse entonces incapaz de amar, sus problemas sexuales están resueltos. Si
no, ningún conocimiento sobre técnicas sexuales servirá de nada”.

Según Freud, “el amor es básicamente un fenómeno sexual... No existe diferencia entre
el amor irracional y el amor como una expresión de la personalidad madura...
Enamorarse linda siempre con lo anormal, siempre se acompaña de ceguera a la
realidad, compulsividad, y constituye una trasferencia de los objetos amorosos de la
infancia”. Un insaciable deseo de conquista sexual de todas las mujeres mueve al
hombre, pero la presión social le impide obrar de acuerdo con sus deseos.
Pensaba que la satisfacción de lo instintivo garantizaría la salud mental y la
felicidad. “Freud consideró el amor, el odio, la ambición, los celos, como otros tantos
productos de las diversas formas del instinto sexual. No vio que la realidad básica está
en la totalidad de la existencia humana; en primer término, en la situación humana
común a todos los hombres, en segundo lugar, en la práctica de vida determinada por la
estructura específica de la sociedad”.

El rol de los padres y la influencia de éstos influye demasiado en el amor en la


sociedad contemporánea. Tanto las actitudes de la madre como las del padre
ofrecen una patología neurótica. “En casos excepcionales, una persona fijada a la
madre puede vivir sin perturbaciones serias. Si su madre, en realidad, lo amó de una
manera sobreprotectora (siendo quizá dominante, pero no destructiva), si él encuentra
una esposa del mismo tipo maternal, si sus dones y talentos especiales le permiten
utilizar su camino y ser admirado (como ocurre con la mayoría de los políticos de éxito),
estará bien adaptado en el sentido social, aunque sin alcanzar nunca un nivel de
madurez. Pero en condiciones menos favorables, que son, desde luego, las más
frecuentes, su vida amorosa, su vida social, es una profunda desilusión; surgen
conflictos, y a menudo angustia y depresión intensas cuando este tipo de personalidad se
queda solo”. La actitud absorbente y destructiva de la madre constituye una
aspecto negativo de la figura maternal. “La madre puede dar vida, también puede
tomarla. Es ella quien revive, y ella quien destruye; puede hacer milagros de amor –y
nadie puede herir tanto como ella-“. Cuando la relación principal se establece con
el padre, nos encontramos ante otra forma de neurosis, como en el caso de “un
hombre cuya madre es fría e indiferente, mientras que el padre concentra todo su afecto e
interés en el hijo. Es un buen padre, pero, al mismo tiempo, autoritario.

Cuando está complacido con la conducta de su hijo, lo elogia, le hace regalos, es


afectuoso; cuando el hijo le da un disgusto, se aleja de él o le reprende. El hijo, que sólo
cuenta con el afecto del padre, se comporta frente a éste como un esclavo. Su finalidad
principal en la vida es complacerlo, y cuando lo logra, es feliz, seguro y satisfecho. Pero
cuando comete un error, fracasa o no logra complacer al padre, se siente disminuido,
rechazado, abandonado. En los años posteriores, ese hombre tratará de encontrar una
figura paterna con al que puede mantener una relación similar. Toda su vida se
convierte en una serie de altos y bajos, según que haya logrado o no ganar el elogio del
padre. Tales individuos suelen tener mucho éxito en su carrera social. Son escrupulosos,
afanosos, dignos de confianza –siempre y cuando la imagen paterna que ha elegido sepa
manejarlos-. Pero en su relación con las mujeres, permanecen apartados y distantes. La
mujer no posee una importancia central para ellos; suelen sentir un leve desprecio por
ella, generalmente oculto por una preocupación paternal por las jovencitas. Su calidad
masculina puede impresionar inicialmente a una mujer, pero ésta pronto se desilusiona,
cuando descubre que está destinada a desempeñar un papel secundario al efecto
fundamental por la figura paterna que predomina en la vida de su esposo en un
momento dado; las cosas ocurren así, a menos que ella misma esté aún ligada a su padre
y se sienta por lo tanto feliz junto a un hombre que la trata como la niña caprichosa”.

Todo este acervo de realidades son muestras de formas de amor irracional.


También existen otras, como el amor idolátrico, el amor sentimental, uso de
mecanismos proyectivos y la utopía de que no existen conflictos en el amor.

*Amor idolátrico. “Si una persona no ha alcanzado el nivel correspondiente a una


sensación de identidad, de yoidad, arraigada en el desenvolvimiento productivo de sus
propios poderes, tiende a idolizar a la persona amada. Está enajenada de sus propios
poderes y los proyecta en la persona amada, a quien adora, portadora de todo amor, toda
luz y toda dicha. En ese proceso, se priva de toda sensación de fuerza, se pierde a sí
misma en la persona amada, en lugar de encontrarse”.
*Amor sentimental. “Su esencia consiste en que el amor sólo se experimenta en la
fantasía y no en el aquí y ahora de la relación con otra persona real. La forma más
común de tal tipo de amor es la que se encuentra en la gratificación amorosa
substitutiva que experimenta el consumidor de películas, novelas románticas y
canciones de amor. Todos los deseos insatisfechos de amor, unión e intimidad hallan
satisfacción en el consumo de tales productos”.

* Mecanismos proyectivos. Sirven para “evadirse de los problemas propios y


concentrarse, en cambio, en los defectos y flaquezas de la persona amada. Los individuos
se comportan en ese sentido de manera muy similar a los grupos, naciones o religiones.
Son muy sutiles para captar hasta los menores defectos de la otra persona y viven felices
ignorando los propios, siempre ocupados tratando de acusar o reformar a la otra
persona. Si dos personas lo hacen –como suele ocurrir-, la relación amorosa se convierte
en una relación recíproca. Si soy dominador o indeciso, o ávido, acuso de ello a mi pareja
y, según mi carácter, trato de corregirla o de castigarla. La otra persona hace lo mismo y
ambas consiguen así dejar de lado sus propios problemas y, por lo tanto, no dan los
pasos necesarios para el progreso de su propia evolución... Cuando una persona siente
que no ha podido dar sentido a su propia vida, trata de dárselo en función de la vida de
sus hijos”.

*En el amor hay conflictos. Muchos creen equívocamente que en el amor no hay
conflictos. “Los conflictos reales entre dos personas, los que no sirven para ocultar o
proyectar, sino que se experimenten en un nivel profundo de la realidad interior a la que
pertenecen, no son destructivos. Contribuyen a aclarar, producen una catarsis de la que
ambas personas emergen con más conocimiento y mayor fuerza... El amor sólo es posible
cuando dos personas se comunican entre sí desde el centro de sus existencias; por lo
tanto, cuando cada una de ellas se experimenta a sí misma desde el centro de su
existencia... El amor es un desafío constante; no un lugar de reposo, sino un moverse,
crecer, trabajar juntos; que haya armonía o conflicto, alegría o tristeza, es secundario
con respecto al hecho fundamental de que dos seres se experimentan desde la esencia de
su existencia, de que son el uno con el otro al ser uno consigo mismo ya no al huir de sí
mismos. Sólo hay ya prueba de la presencia de amor: la hondura de la relación y
vitalidad y la fuerza de cada una de las personas implicadas; es por tales frutos por los
que se reconocer el amor”.

III La práctica del amor

No existen recetas de cómo amar ni se puede enseñar a amar, porque “amar es


una experiencia personal que sólo podemos tener por y para nosotros mismos”. Se
pueden considerar solamente “las premisas del arte de amar, los enfoques, por así
decirlo, de la cuestión, y la práctica de esas premisas y esos enfoques. Los pasos hacia la
meta sólo puede darlos uno mismo...” La práctica del arte de amor requiere de
disciplina, concentración, paciencia y preocupación.

La disciplina no debe ser rígida y autoritaria, por cuanto tiene muchos defectos.
No se debe practicar “como una regla impuesta desde afuera, sino que se convierta en
una expresión de la propia voluntad; que se sienta como algo agradable, y que no
acostumbre lentamente a un tipo de conducta que pueda llegar a extrañar si deja de
practicarla”. La disciplina no debe ser penosa para que sea buena.

Nuestra cultura nos sumerge en estilos de vida difusos que nos desconcentran.
Nos toca realizar muchas cosas a la vez, sin podernos concentrar en ninguna de
ellas. Esa desconcentración “se manifiesta claramente en nuestra dificultad para estar
solos con nosotros mismos”. Precisamente, “el paso más importante para llegar a
concentrarse es aprender a estar solo con uno mismo sin leer, escuchar radio, fumar o
beber. Sin duda, ser capaz de concentrarse significa poder estar solo con uno mismo. Si
estoy ligado a otra persona porque no puedo pararme sobre mis propios pies, ella puede
ser algo así como un salvavidas, pero no hay amor en tal relación. Paradójicamente, la
capacidad de estar solo es la condición indispensable para la capacidad de amar...
Aprender a concentrarse requiere evitar, en la medida de lo posible, las conversaciones
triviales, esto es, la conversación que no es genuina... Concentrarse en la relación con
otros significa fundamentalmente poder escuchar... Estar concentrado significa vivir
plenamente en el presente, en el aquí y el ahora, y no pensar en la tarea siguiente
mientras estoy realizando otra”.

Debemos tener paciencia si queremos dominar al arte de amar. El hombre


moderno tiene dificultades para practicar la paciencia, por la misma dinámica
del acelere, de la inmediatez, del capitalismo. “Los valores humanos están
determinados por los valores económicos... El hombre moderno piensa que pierde algo
cuando no actúa con rapidez; sin embargo, no sabe qué hacer con el tiempo que gana”.

Para aprender a mar se requiere de la preocupación; de lo contrario no habrá


dominio del arte; simplemente seremos como aficionados y no como maestros.

La práctica del arte de amar necesita de unas cualidades importantes en el


desarrollo de la capacidad de amar.

*Superar el narcisismo. El narcisista no se abre a su exterior. Su única realidad


existente “es la que está dentro de él, la de sus temores y sus deseos”. Este tipo de
personas, insanas o soñadoras, “carecen completamente de una visión objetiva del
mundo exterior”. Lo contrario del narcisismo, es la objetividad; “la capacidad de
ver a la gente y las cosas tal como son, objetivamente, y poder separar esa imagen
objetiva de la imagen formada por los propios deseos y temores”.

*Superar las deformaciones de las relaciones interpersonales. “¿Cuántos padres


experimentan las reacciones del hijo en función de la obediencia, de que los complazca,
les haga hacer un buen papel, y así siguiendo, en lugar de percibir o interesarse por lo
que el niño siente para y por sí mismo? ¿Cuántos esposos ven a sus mujeres como
dominadoras porque su propia relación con sus madres les hace interpretar cualquier
demanda como una limitación de su libertad? ¿Cuántas esposas piensan que sus
maridos son ineficaces o estúpidos porque no responden a la fantasía del espléndido
caballero que construyeron en su infancia?”.
*Superar la falta de objetividad con relación a las naciones extranjeras. A veces
se cree que la otra nacional es perversa o depravada y la nuestra es buena y
noble. “Toda la acción del enemigo se juzga según una norma, y toda acción propia
según otra. Hasta las buenas obras realizadas por el enemigo se consideran signos de
una perversidad particular con las que se propone engañar a nuestro país y al mundo,
en tanto que nuestras malas acciones que sirven”.

*Usar la razón para pensar objetivamente. Su actitud emocional es la humildad.


Como el amor, la humildad y la objetividad son inseparables. El arte de mar nos
exige ser objetivos en todo y sensibilizarnos ante lo que no somos objetivos. “Ser
objetivo, utilizar la propia razón, sólo es posible si se ha alcanzado una actitud de
humildad, si se ha emergido de los sueños de omnisciencia y omnipotencia de la
infancia... Si quiero aprender el arte de amar, debo esforzarme por ser objetivo en todos
las situaciones y hacerme sensible a la situación frente a la que no soy objetivo”.

*Tener fe. Pero no es una fe irracional sino una fe racional. La fe irracional se


basa en la sumisión a una autoridad irracional. “La fe racional es una convicción
arraigada en la propia experiencia mental o afectiva. La fe racional no es primariamente
una creencia en algo, sino la cualidad de certeza y forma que poseen nuestras
convicciones. La fe es un rasgo caractereológico que penetra toda la personalidad, y no
una creencia específica... La fe racional arraiga en la actividad productiva intelectual y
emocional. Constituye un importante componente del pensar racional, en el que se
supone que la no tiene lugar... Tener fe en otra persona significa estar seguro de la
confianza e inmutabilidad de sus actitudes fundamentales, de la esencia de su
personalidad, de su amor... Mientras que la fe irracional arraiga en la sumisión a un
poder que se considera avasalladoramente poderoso, omnisapiente o omnipotente, y en la
abdicación del poder y la fuerza propios, la fe racional se base en la experiencia opuesta...
La base de fe racional es la productividad; vivir de acuerdo con nuestra fe, significa vivir
productivamente”. Es importante tener fe en nosotros mismos. “Sólo la persona que
tiene fe en sí misma puede ser fiel a los demás, pues sólo ella puede estar segura de que
será en el futuro igual a lo que soy hoy y, por lo tanto, de que sentirá y actuará como
ahora espera hacerlo... La práctica de la fe y el valor comienza con los pequeños detalles
de la vida diaria. El primer paso consiste en observar cuándo y dónde se pierde la fe,
analizar las racionalizaciones que se usan para soslayar esa pérdida de fe, reconocer
cuándo se actúa cobardemente y cómo se lo racionaliza. Reconocer cómo cada traición a
la fe nos debilita, y cómo la mayor debilidad nos lleva a una nueva traición, y así
adelante, en un círculo vicioso”.

*La actividad. No es sólo hacer algo; es una actividad interior, “el uso productivo
de los propios poderes”. Si se ama, estamos en constante estado de preocupación
activa por la persona que se ama. “La capacidad de amar exige un estado de
intensidad, de estar despierto, de acrecentada vitalidad, que sólo puede ser el resultado
de una orientación productiva y activa en muchas otras esferas de la vida. Si no es
productivo en otros aspectos, tampoco se es productivo en el amor”.
ÉTICA PARA AMADOR
(Autor: Fernando Savater. Sintetiza: Luis Ángel Ríos)

Savater escribe este libro para que su hijo adolescente (Amador) lo lea, porque
para hablarle personalmente de ética, como todo adolescente, podría aburrirse;
mientras que "el libro lo puedes leer cuando quieras... con toda libertad".

Le pide que le preste "un poco de atención" y tenga "algo de paciencia". Le recomienda
que confíe en sí mismo, "en la inteligencia que te permitirá ser mejor... y en el instinto
de tu amor, que te abrirá a merecer la buena compañía". Aclarándole que el libro no
trata de "los males de nuestro siglo: el consumismo, la insolidaridad, el afán de dinero, la
violencia, la crisis de valores...", le advierte que "la ética lo único que puede decirte es que
busques y pienses por ti mismo, en libertad sin trampas: responsablemente".

El libro es una forma de andar por el camino de la vida buena, de vivir lo mejor
posible, porque "ni yo ni nadie tiene derecho a llevarte en hombros". Este "tratado" de
ética, que contiene algunas "consideraciones generales sobre el sentido de la libertad" y
la moral, tiene como propósito "estimular el desarrollo de librepensadores", mas no
"fabricar ciudadanos bienpensantes".

La obra de Savater se compone de nueve capítulos. En el primero, titulado "De qué


va la ética" (el arte de vivir), sostiene que las ciencias que se estudian o no, no
tienen mayor implicación en nuestras vidas. Sin embargo, entre todos los saberes
hay uno imprescindible: "el de que ciertas cosas nos convienen y otras no". Debemos
distinguir entre lo bueno y lo malo, dentro de un marco de relatividad, porque "lo
malo parece a veces resultar más o menos bueno, y lo bueno tiene en ocasiones apariencias
de malo". Todo esto nos remite al problema de la libertad, y ésta consiste en elegir
dentro de lo posible. No tenemos una libertad absoluta; estamos limitados por los
condicionamientos sociales y la programación cultural. Esa libertad se nos
presenta en muchas facetas, pero "no podemos hacer cualquier cosa que queramos", a
pesar de que tenemos varios caminos para seguir. "No somos libres de elegir lo que
nos pasa, sino libres para responder a lo que nos pasa de tal o cual modo... Ser libres para
intentar algo no tiene nada que ver con lograrlo indefectiblemente". Son muchas las
fuerzas que limitan la libertad. "Nuestra libertad es una fuerza en el mundo, nuestra
fuerza". La ética, que es el arte de vivir o el saber vivir, nos permite "inventar y elegir
en parte nuestra forma de vida"; pero inventando y eligiendo bien, porque "se puede
vivir de muchos modos, pero hay modos que no dejan vivir". En resumen, "hay cosas que
nos convienen para vivir y otras no, pero no siempre está claro qué cosas son las que nos
convienen. Aunque no podamos elegir lo que nos pasa, podemos en cambio elegir lo qué
hacer frente a lo que nos pasa".

En el segundo capítulo, "Ordenes, costumbres y caprichos" (motivos que condicionan


el obrar), se plantea el dilema de elegir cuando existen dos opciones, pero sólo
conviene una. Esa elección necesariamente tiene que ser la más favorable, la más
conveniente; no sólo que sea buena para nosotros, sino para los demás. Entonces
surge la problemática de las órdenes, las costumbres y los caprichos, que son las
motivaciones de los comportamientos. "Cada uno de esos motivos inclina tu conducta
en una dirección u otra, explica más o menos tu preferencia por hacer lo que haces frente a
las otras muchas cosas que podrías hacer". Las órdenes se cumplen por temor al
castigo; las costumbres vienen "de la presión de los demás", y existe "algo así como una
obediencia a ciertos tipos de órdenes". Las órdenes y las costumbres "parece que vienen
de fuera, y que se te imponen sin pedirte permiso"; los caprichos salen de dentro, de
manera espontánea. Las costumbres sirven para la rutina diaria.

En resumen, "la mayoría de las cosas las hacemos porque nos las mandan, porque se
acostumbra a hacerlas así, porque son un medio para conseguir lo que queremos o
sencillamente porque nos da la ventolera o el capricho de hacerlas así, sin más ni más".

El capítulo tercero, "Haz lo que quieras" (lema fundamental de la ética), trata el


problema de la libertad. La cuestión de la libertad "es el asunto del que se ocupa
principalmente la ética". Libertad es poder elegir lo que hago o digo; "esto me
conviene y lo quiero, aquello no me conviene y por lo tanto no lo quiero". La libertad nos
permite decidir, pero es importante saber qué estamos decidiendo. Para esas
decisiones hay que pensar mucho, porque muchas veces tenemos ganas de hacer
algo que se vuelve en contra, y nos arrepentimos. Debemos elegir por nosotros
mismos. Tenemos que ser capaces de "inventar en cierto modo la propia vida y no
simplemente de vivir la que otros han inventado para uno". Nuestras acciones deben ser
reflexionadas, porque "no habrá más remedio, para ser hombres y no borregos, que
pensar dos veces lo que hacemos".

En la dimensión de la libertad, el obrar humano no puede estar condicionado


por órdenes, costumbres, caprichos, premios o castigos, es decir, con
fundamento en aquello que quiere gobernarnos desde afuera. Se debe obrar
desde dentro de nosotros mismos, desde del fuero de nuestra propia voluntad,
buscando hacer lo bueno para nosotros y para los demás.

Resumiendo, no debemos preguntarle a nadie qué debemos hacer con nuestra


propia vida, debemos preguntárnoslo a nosotros mismos. "Si deseas saber en qué
emplear mejor tu libertad, no la pierdas poniéndote ya desde el principio al servicio de
otro y de otros, por buenos, sabios y respetables que sean: interroga sobre el uso de tu
libertad... a la libertad misma".

En el capítulo cuarto, "Date la buena vida" (tomar en serio el problema de la


libertad), se advierte de una aparente contradicción cuando ordena "haz lo que
quieras", pero en realidad esto "no es sino un reflejo del problema esencial de la libertad
misma: a saber, que no somos libres de no ser libres, que no tenemos más remedio que
serlo". Al decir "haz lo que quieras", está indicando que nos tomemos en serio el
problema de la libertad. "Una cosa es que hagas lo que quieras y otra bien distinta que
hagas lo primero que te venga en gana". Hacer lo que uno quiere implica pensar "con
detenimiento y a fondo qué es lo que quieres".
Darse la buena vida implica reflexionar para tomar la decisión acertada, la más
conveniente; porque cuando se toma una decisión apresurada, podemos
arrepentirnos después.

La buena vida se logra en relación con las demás personas, porque "ser humano
consiste principalmente en tener relaciones con los otros seres humanos". La ética, como
"intento racional de cómo vivir mejor", nos hace comprender que "la buena vida
humana es buena vida entre seres humanos".

El lenguaje, como producto cultural, debe posibilitar esa relación, hablando y


escuchando a los demás como una manera de reconocerlos y considerarlos como
personas, para humanizarlos. Como la humanización es un proceso recíproco,
"para que los demás puedan hacerme humano, tengo yo que hacerles humanos a ellos". No
podemos sacrificar la buena vida para conseguir cosas u obrar indebidamente, si
estas cosas y ese obrar no nos sirven para nada. "Darse la buena vida no puede ser
algo muy distinto a fin de cuentas de darnos la buena vida".

En resumen, muchos pensamos y creemos que con nuestras acciones nos "estamos
dando la buena vida", cuando en realidad solamente nos estamos deshumanizando.
"Querer la buena vida no es un querer cualquiera"; debemos saber qué es lo que
queremos para darnos la buena vida.

En el capítulo quinto, "¡Despierta, Baby!" (tratar a las personas como personas),


trata sobre el respeto por los demás. Ese respecto implica tratarlos como personas,
nunca como cosas. "Al tratar a las personas como personas y no como cosas... estoy
haciendo posible que me devuelvan lo que sólo una persona puede darle a otra".

Para vivir necesitamos de las cosas, pero no podemos depender de éstas, porque
"la verdad es que las cosas que tenemos nos tienen ellas también a nosotros en
contrapartida: lo que poseemos nos posee". Muchos, obsesionados por el dinero y el
poder, tratan a las personas como cosas, pero "las personas no son cosas". Las
personas son más importantes que las cosas; "las cosas se usan mientras sirven y
luego se tiran"; en cambio, las personas siempre deben verse como personas y
nunca tratarlas como cosas. "Si los hombres fuésemos simples cosas, con lo que las cosas
pueden darnos nos bastaría". La ética, que busca indagar en qué consiste en el fondo,
más allá de las apariencias de la sociedad de consumo, "esa dichosa buena vida que
nos gustaría pegarnos", nos señala que nuestro obrar debe estar orientado a la
humanización de los demás, no a su cosificación, a su instrumentalización.
"Cuando tratamos a los demás como simples cosas... lo que recibimos de ellas también son
cosas... A las cosas hay que manejarlas como cosas y a las personas hay que tratarlas como
personas". Muchas personas rodeadas de cosas, a veces lo tienen todo, pero les falta
lo fundamental: "el auténtico afecto, el auténtico respeto y aun el auténtico amor de
personas libres".

El capítulo sexto, "Aparece Pepito Grillo" (la conciencia), trata sobre la imbecilidad,
la conciencia, el egoísmo, el arrepentimiento y la libertad. La única obligación que
tenemos es "no ser imbéciles". Esta imbecilidad se refiere a la ignorancia de no saber
darse la buena vida. "Si el imbécil cojea no es de los pies, sino del ánimo". Hay varios
modelos de imbéciles que "necesitan bastón, es decir, necesitan apoyarse en cosas de
fuera, ajenas, que no tienen nada que ver con la libertad y la reflexión propias: a. El que
cree que no quiere nada, el que dice que todo le da igual, el que vive en un perpetuo bostezo
o en siesta permanente aunque tenga los ojos abiertos y no ronque. b. El que cree que lo
quiere todo, lo primero que se le presenta y lo contrario de lo que se le presenta: marcharse
y quedarse, bailar y estar sentado, masticar ajos y dar besos sublimes, todo a la vez. c. El
que no sabe lo que quiere ni se molesta en averiguarlo. Imita los quereres de los vecinos o
les lleva la contraria porque sí, todo lo que hace está dictado por la opinión mayoritaria de
los que rodean: es conformista sin reflexión o rebelde sin causa. d. El que sabe que quiere y
sabe lo que quiere y, más o menos, sabe por qué lo quiere pero lo quiere flojito, con miedo o
con poca fuerza. A fin de cuentas, termina haciendo siempre lo que no quiere y dejando lo
que quiere para mañana, a ver si entonces se encuentra más entonado. e. El que quiere con
fuerza y ferocidad, en el plan bárbaro, pero se ha engañado a sí mismo sobre lo que es la
realidad, se despista enormemente y termina confundiendo la buena vida con aquello que
va a hacerle polvo".

Los imbéciles acaban mal porque "suelen fastidiarse a sí mismos y nunca logran vivir
la buena vida". La imbecilidad nos "acecha y no perdona". Ser imbécil no es "ser tonto,
saber pocas cosas"; es no ser moral, no darse la buena vida. "Para evitar la imbecilidad
en cualquier campo es preciso prestar atención... y esforzarse todo lo posible por aprender".
Pero darnos la buena vida no es lo mismo que "saber cuánto son dos más dos". El
imbécil moral no puede darse la buena vida.

Tener conciencia es contrario a ser moralmente imbécil. "Para lograr tener conciencia
hacen falta algunas cualidades innatas, como para apreciar la música y disfrutar con el
arte". La conciencia que nos sanará de la imbecilidad moral tiene los siguientes
rasgos: "a. Saber que no todo da igual porque queremos realmente vivir y demás vivir
bien, humanamente bien. b. Estar dispuestos a fijarnos en si lo que hacemos corresponde a
lo que de veras queremos o no. c. A base de práctica, ir desarrollando el buen gusto moral,
de tal modo que haya ciertas cosas que nos repugne espontáneamente hacer... d. Renunciar
a buscar coartadas que disimulen que somos libres y por tanto razonablemente
responsables de las consecuencias de nuestros actos".

El egoísmo ha sido mal interpretado, ya que no es sólo pensar en uno mismo, sino
quererse uno mismo, querer "lo mejor para sí mismo". Lo mejor es la buena vida.
"Sólo deberíamos llamar egoísta consecuente al que sabe de verdad lo que le conviene para
vivir bien y se esfuerza por conseguirlo. El que se harta de todo lo que le sienta mal... en el
fondo quisiera ser egoísta pero no sabe".

Lo que no nos deja vivir son los remordimientos de conciencia. Estos "son reflejos
íntimos del miedo que sentimos ante el castigo que puede merecer... nuestro mal
comportamiento". Los remordimientos vienen de nuestra libertad. "Si no fuésemos
libres, no podríamos sentirnos culpables (ni orgullosos, claro) de nada y evitaríamos los
remordimientos. Lo que llamamos remordimiento no es más que el descontento que
sentimos con nosotros mismos cuando hemos empleado mal la libertad, es decir, cuando la
hemos utilizado en contradicción con lo que de veras queremos como seres humanos. Y ser
responsable es saberse auténticamente libre, para bien y para mal: apechugar con las
consecuencias de lo que hemos hecho, enmendar lo malo que pueda enmendarse y
aprovechar al máximo lo bueno". Por eso debemos tomarnos en serio la libertad, es
decir, ser responsables. "Lo serio de la libertad es que cada acto libre que hago limita mis
posibilidades al elegir..." Ser responsable no es sólo dar la cara, afrontar nuestros
actos, sino tomar decisiones propias, sin ningún tipo de coacciones, "sin que nadie
por encima suyo le de órdenes... Responsabilidad es saber que cada uno de mis actos me
vaya construyendo, me va definiendo, me va inventando".

El capítulo séptimo, "Ponte en tu lugar" (tratar a las personas como personas), se


refiere a la importancia ética de ponernos en el lugar de los demás. Como en el
mundo no estamos solos, debemos aprender a convivir con los otros sin importar
cómo piensen. "Lo que a la ética le interesa, lo que constituye su especialidad, es cómo
vivir bien la vida humana, la vida que transcurre entre humanos". Por el hecho de
existir necesariamente tenemos que convivir con otras personas. "Lo que hace
humana a la vida es el transcurrir en compañía de humanos, hablando con ellos, pactando
y mintiendo, siendo respetado o traicionado, amando, haciendo proyectos y recordando el
pasado, desafiándose, organizando juntos las cosas comunes, jugando, intercambiando
símbolos..."

Esa coexistencia lleva implícito el respeto otro, el obrar bien. Es necesario el


reconocimiento del otro, como persona distinta a mí, como ser infinito en
posibilidades. "Cuando un ser humano me viene bien, nada puede venirme mejor". Sólo
podemos amarnos entre seres humanos.

Debemos procurarnos la felicidad y procurar la de los demás. "¿Si cuanto más feliz
y alegre se siente alguien menos ganas tendrá de ser malo, no será cosa prudente intentar
fomentar todo lo posible la felicidad de los demás en lugar de hacerles desgraciados y por lo
tanto propensos al mal?”. Las personas deben ser tratadas como personas. Cuando
nos ponemos en su lugar, las estamos tratando así. "Ponerse en el lugar del otro es
algo más que el comienzo de toda comunicación simbólica con él: se trata de tomar en
cuenta sus derechos. Y cuando los derechos faltan hay que comprender sus razones". Todo
hombre tiene derecho a que se pongan en su lugar y comprendan su hacer y su
sentir. "Ponerte en el lugar del otro es tomarle en serio, considerarle tan plenamente real
como a ti mismo". Ponerse en lugar de otra persona, no es sólo atender sus razones,
sino "participar de algún modo de sus pasiones y sentimientos, en sus dolores, anhelos y
gozos". Ponerse en el lugar del otro, implica ser justo, tratar a los demás con
justicia. La justicia como virtud es la "habilidad y el esfuerzo que debemos hacer cada
uno -si queremos vivir bien- por entender lo que nuestros semejantes pueden esperar de
nosotros".

Para vivir bien hay que ser justo y libre, pero nadie puede ser justo y libre por
nosotros. "Lo mismo que nadie puede ser libre en tu lugar, también es cierto que nadie
puede ser justo por ti si tú no te das cuenta de que debes serlo para vivir bien. Para
entender del todo lo que el otro puede esperar de ti no hay más remedio que amarle un poco,
aunque no sea más que amarle sólo porque también es humano... y ese pequeño pero
importantísimo amor ninguna ley puede imponerlo".

El capítulo octavo, "Tanto gusto" (placer y alegría), se relaciona con planteamientos


sobre inmoralidad, placer, alegría y templanza. La inmoralidad ha sido entendida
erróneamente como algo relacionado con la genitalidad (el llamado sexo), "tanto
que algunos creen que la moral se dedica ante todo a juzgar lo que la gente hace con sus
genitales". La moral no tiene que ver con el sexo, porque en éste no hay nada
inmoral. Esa falsa concepción ha hecho que se tome la genitalidad y los órganos
genitales como algo malo, pecaminoso, inmoral; que las personas se avergüencen
de su sexualidad, de su genitalidad, de su disfrute, del placer y, muchas veces, de
su cuerpo. "El que se avergüenza de las capacidades gozosas de su cuerpo es tan bobo
como el que se avergüenza de haberse aprendido la tabla de multiplicar". Es por eso que
muchos tratan de reducir la función sexual a la reproducción. La sexualidad debe
concebirse como fuente de placer, relación y procreación. "La experiencia sexual no
puede limitarse simplemente a la función procreadora". Las personas que ven el sexo,
la genitalidad, como algo inmoral, huyen del placer. "Lo que se agazapa en toda esa
obsesión sobre la inmoralidad sexual no es ni más ni menos que uno de los más viejos
temores sociales del hombre: el miedo al placer".

Pero el placer debe ser moderado, porque éste "nos distrae a veces más de la cuenta,
cosa que puede resultarnos fatal. Por eso los placeres se han visto siempre acosados por
tabúes y restricciones, cuidadosamente racionados, permitidos sólo en ciertas fechas, etc.: se
trata de especulaciones sociales (que aun perduran cuando ya no hacen falta) para que
nadie se distraiga demasiado del peligro de vivir". Los placeres no deben esclavizarnos,
porque dependemos de ellos y no nos producen verdadero bienestar. "Lo bueno es
usar los placeres, es decir, tener siempre cierto control sobre ellos que no les permita
revolverse contra el resto de lo que forma tu existencia personal".

Cuando se desbordan los placeres, podemos comprometer nuestra felicidad,


aunque aparentemente parezca lo contrario. "El placer es muy agradable pero tiene
una fastidiosa tendencia a lo excluyente: si te entregas a él con demasiada generosidad es
capaz de irte dejando sin nada con el pretexto de hacértelo pasar bien".

Los placeres no deben alejarnos de la buena vida; éstos, en lugar de facilitar que
huya de la vida, deben hacérmela más grata. Lo máximo que podemos obtener de
la vida es la alegría. "Un sí espontáneo a la vida nos brota de dentro, a veces cuando
menos lo esperamos". Los placeres no pueden ir en contra de la alegría. "El placer es
estupendo y deseable cuando sabemos ponerlo al servicio de la alegría, pero no cuando la
enturbia o la compromete". La templanza "es una habilidad fundamental del hombre libre
pero hoy no está muy de moda: se le quiere sustituir por la abstinencia radical o por la
prohibición... es amistad inteligente con lo que nos hace disfrutar. El arte de poner el
placer al servicio de la alegría, es decir, la virtud que sabe no ir a caer del gusto en el
disgusto, se le suele llamar desde tiempos antiguos templanza".

El capítulo noveno, "Elecciones generales", plantea el problema de la relación entre


ética y política. No se deben emitir juicios de valor, generalizando la conducta de
los políticos, en el sentido de ser personas antiéticas y corruptas, porque "en una
democracia políticos somos todos, directamente o por representación de otros". La ética y
la política están emparentadas. "La ética es el arte de elegir lo que más no conviene y
vivir lo mejor posible; el objetivo de la política es el organizar lo mejor posible la
convivencia social...".

Como no podemos vivir aislados, "cualquiera que tenga la preocupación ética de vivir
bien no puede desentenderse olímpicamente de la política". No obstante, existen
diferencias entre ética y política. "La ética se ocupa de lo que uno mismo hace con su
libertad, mientras que la política intenta coordinar de la manera más provechosa para el
conjunto lo que muchos hacen con sus libertades. En la ética, lo importante es querer bien,
porque no se trata más que de lo que cada cual hace porque quiere... Para la política, en
cambio, lo que cuentan son los resultados de las acciones, se hagan por lo que se hagan, y el
político intentará presionar con los medios a su alcance par obtener ciertos resultados y
evitar otros".

Si se reflexiona sobre los siguientes aspectos, se podrá conseguir y defender una


organización política ideal: "a. Como todo proyecto ético parte de la libertad... el sistema
político deseable tendrá que respetar al máximo las facetas públicas de la libertad humana:
la libertad de reunirse o de opiniones y la de inventar belleza o ciencia, la de trabajar de
acuerdo con la propia vocación o interés, la de intervenir en los asuntos públicos, la de
trasladarse o instalarse en un lugar, la libertad de elegir los propios goces de cuerpo y de
alma". b. Para la vida buena, es importante "tratar a las personas como personas...
Considerar los intereses del otro como si fuesen de otro. A esa virtud se le llama justicia y
no puede haber régimen político decente que no pretenda, por medio de leyes e
instituciones, fomentar la justicia entre los miembros de la sociedad". c. La experiencia
nos muestra la realidad del sufrimiento. "Tomarse al otro en serio, poniéndonos en su
lugar, consiste no sólo en reconocer su dignidad de semejante sino también en simpatizar
con sus dolores, con las desdichas que por error propio, accidente fortuito o necesidad
biológica le afligen, como antes o después pueden afligirnos a todos... Las desdichas nos
ponen en manos de los demás y aumentan el poder colectivo sobre el individuo: es muy
importante esforzarse porque ese poder no se emplee más que para remediar carencias y
debilidades, no para perpetuarlas bajo anestesia en nombre de una compasión autoritaria".

Quien desea la vida buena, según el proyecto ético, tiene "que desear que la
comunidad política de los hombres se base en la libertad, la justicia y la asistencia". Para la
buena vida, hay que desechar "el racismo, que clasifica a las personas en primera,
segunda o tercera clase de acuerdo con fantasías pseudocientíficas; los nacionalismos
feroces, que consideran que el individuo no es nada y la identidad colectiva lo es todo; las
ideologías fanáticas, religiosas o civiles, incapaces de respetar el pacífico conflicto entre
opiniones, que exigen a todo el mundo creer y respetar lo que ellas consideran la verdad y
sólo eso...".

JUAN SALVADOR GAVIOTA


(Richard Bach)
“Juan Salvador Gaviota”, de Richard Bach. Argumento: Juan Salvador Gaviota,
una joven gaviota es expulsada de la bandada porque se rebeló contra las
normas establecidas, las cuales no posibilitaban su realización, su
autodeterminación, su autonomía y su libertad. Debió dejar a su “familia” por
roto con lo establecido, con lo convencional, con lo rutinario, por hacer lo que
los demás hacían por hacer, sin preguntarse por qué lo hacían y si podrían
hacer algo mejor. Tuvo que abandonar la bandada porque sólo obedecía a sus
reglas, ya que se sabía en lo cierto. En su destierro conoció a otras gaviotas, que
con su experiencia le enseñaron a vivir intensamente, a encontrarle sentido a su
vida, a valorar la amistad y autodeterminarse. Sus mensajes son: 1. Ansia de
libertad. 2. Búsqueda de la perfección. 3. Derecho de ser lo que se quiere. 4.
Búsqueda de sentido de la vida. 5. Bondad y amor.

Algunos apartes del libro:

“*- ¿Por qué, Juan, por qué? –preguntaba su madre- ¿Por qué te resulta tan
difícil ser como el resto de la bandada, Juan? ¿Por qué no dejas los vuelos
razantes a los pelícanos y a los albatros? ¿Por qué no comes? ¡Hijo, ya no eres
más que hueso y plumas! *- No me importa ser sólo hueso y plumas, mamá.
Sólo pretendo saber qué puede hacer en el aire y qué no. Nada más. Sólo deseo
saberlo. *Si quieres estudiar, estudia sobre la comida y cómo conseguirla.
*Durante los días sucesivos, intentó comportarse como las demás gaviotas.
*Hay tanto que aprender. *El tema fue la velocidad... *...contento de ser como
soy: una pobre y limitada gaviota. *Soy una gaviota como cualquier otra
gaviota, y volaré como tal. *Y le resultó grato dejar ya de pensar, y volar... *¡Hay
una razón para vivir! Podremos alzarnos sobre nuestra ignorancia, podremos
descubrirnos como criaturas de perfección, inteligencia y habilidad. ¡Podremos
ser libres! ¡Podremos a prender a volar! *Ponerse en el centro significaba gran
vergüenza o gran honor. *Sólo quiero compartir lo que he encontrado, y
mostrar esos nuevos horizontes que nos están esperando. *La irresponsabilidad
se paga. La vida es lo desconocido y lo irreconocible, salvo que hemos nacido
para comer y vivir el mayor tiempo posible. *Durante mil años hemos luchado
por las cabezas de los peces, pero ahora tenemos una razón para vivir; para
aprender; para descubrir; ¡para ser libres! *Su único pesar no era la soledad,
sino que las otras gaviotas se negasen a creer en la gloria que les esperaba al
volar; que se negasen a abrir sus ojos y a ver. *Aprendió a dormir en el aire
fijando una ruta durante la noche a través del viento de la costa atravesando
ciento cincuenta kilómetros de sol a sol. *Aprendió a volar y no se arrepintió
del precio que había pagado. *Juan descubrió que el aburrimiento y el miedo y
la ira, son las razones por las que la vida y la ira, son las razones por las que la
vida de una gaviota es corta, y al desaparecer aquellas de su pensamiento, tuvo
por cierto una vida larga y buena. *En el cielo, pensó, no debería haber
limitaciones. *Tú eres una gaviota en un millón. *La meta de la vida es
encontrar esa perfección y reflejarla. *El cielo no es un lugar, ni un tiempo. El
cielo consiste en ser perfecto. *Empezarás a papal el cielo, Juan, en el momento
en que palpes la perfecta velocidad. La perfección no tiene límites. La perfecta
velocidad, hijo mío, es estar allí. *Las gaviotas que desprecian la perfección por
el gusto de viajar, no llegan a ninguna parte, y lo hacen lentamente. Las que se
olvidan de viajar, no llegan a ninguna, y lo hacen lentamente. Las que se
olviden de viajar por alcanzar la perfección, llegan a todas partes, y al instante.
*Para volar tan rápido como el pensamiento y cualquier sitio que exista, debes
empezar por saber que ya has llegado... *Tú no necesitaste fe para volar, lo que
necesitaste fue comprender lo que era el vuelo. *¡Soy una gaviota perfecta y sin
limitaciones! *Siempre resulta cuando se sabe lo que se hace. *Soy yo quien
debe aprender de vosotros. *Estarás preparado para subir y comprender el
significado de la bondad y el amor. *Si nuestra amistad depende de cosas como
el espacio y el tiempo, habremos destruido nuestra propia hermandad! Pero
supera el espacio, y nos quedará sólo un aquí. Supera el tiempo, y nos quedará
sólo un ahora. *Si hay alguien que pueda mostrarle a uno en la tierra cómo ver a
mi millas de distancia, ése será Juan... *... y supo, con experimentada facilidad,
que ya no era sólo hueso y plumas, sino una perfecta idea de libertad y vuelo,
sin limitación alguna. *¡Volar es tanto más importante que un simple aletear de
aquí para allá! *¿Son ciegos acaso? ¿Es que no pueden ver? ¿Es que no pueden
imaginar la gloria que alcanzarán si realmente aprendiéramos a volar!
*Debemos rechazar todo lo que nos limite. *Rompe las cadenas de tu
pensamiento, y romperás también las cadenas de tu cuerpo. *Somos libres de ir
donde queremos y de ser lo que somos. *Tienes la libertad de ser tú mismo, tu
verdadero ser, aquí y ahora, y no hay nada que te lo pueda impedir. *La
libertad es la misma esencia de su ser; todo aquello que impida esa libertad
deber ser eliminado. *La única ley verdadera es aquella que conduce a la
libertad. *El problema consiste en que debemos intentar la superación de
nuestras limitaciones en orden, y con paciencia. *¿Por qué será que no hay nada
más difícil en el mundo que convencer a un pájaro de que es libre, y de que lo
puede probar por sí mismo si sólo se pasara un rato practicando. *No creas lo
que tus ojos te dicen. Sólo muestran limitaciones. Mira con tu entendimiento,
descubre lo que ya sabes, y hallarás la manera de volar”.

CAMBIO DEL RITMO


(Stephan Rechtschaffen)

El autor hace énfasis en la importancia de vivir el aquí y el ahora, concebir el


tiempo de otra manera a la tradicional y cambiar el ritmo de la vida que
llevamos para ser felices.

Nos pregunta si disponemos de tiempo suficiente para vivir nuestra vida.


Considera que “el tiempo y el alma se vuelven términos equivalentes”.
Advierte que “ser consciente del tiempo tiene que ver con una vida plena.
Cuando podamos vivir de una manera plena el instante presente, entonces
habremos adquirido conciencia del tiempo, y esto nos elevará por sobre el
tiempo del reloj, hacia la libertad del tiempo. Tener conciencia del tiempo
implica reencontrarnos con nuestros sentidos... enfrentarnos cara a cara con
nosotros mismos y estar verdaderamente presentes en cada instante de nuestra
vida. La administración del tiempo propuesta es individual: vivir la vida desde
el ahora. El tiempo en sí mismo no existe; es sólo una medición de la distancia que
alcanza a cubrir un objeto que se desplaza en el espacio, tal como lo planteara Albert
Einstein. El tiempo no existe; el ahora, sí. Sentimos el presente. El tiempo
presente sólo se percibe individualmente”. Según Tomás Moore, “el tiempo sólo
es una faceta de la vida, y la vida es el regalo del tiempo. Querer tiempo es
querer vida, querer la oportunidad de vivir plenamente”.

El aquí y el ahora son importantes para el autor. “Si somos conscientes del
ahora, si lo sentimos, estamos en el flujo del tiempo. El tiempo, simplemente, es.
En este instante, ahora mismo”. Por eso es bueno crear tiempo. “Crear tiempo
es estar presentes, aquí en este instante, con más frecuencia. Creamos tiempo
cada vez que regresamos en la conciencia del presente. Crear tiempo es cuestión
de sentirse vivo y auténtico”.

Esta dinámica nos dice que es necesario cambiar de ritmo. “Cambiar de ritmo es
el método para sentir el tiempo con todo nuestro ser, con todos nuestros
sentidos, nuestros sentimientos y con el corazón. Cuando aprendemos a
transformar el tiempo, a acomodarlo, nuestras relaciones se vuelven más
gratificantes; el tiempo que pasamos solos, más enriquecedor; envejecer, más
satisfactorio; el trabajo, más fructífero, y el estrés y la ansiedad, menos
paralizantes. Llevamos el tiempo como esposas en nuestras manos y nos
movemos a su ritmo inexorable. Debemos aprender a manejar a la vez un
tiempo distinto, si queremos disfrutar de la vida”.

Debemos aprender a controlar el tiempo, porque “si no aprendemos a controlar


el tiempo de nuestras vidas, de manera consciente, el estrés será cada vez más
grave. Estamos a merced del bombardeo de mensajes con los que nuestra
sociedad nos incita a ir más rápido, a hacer y producir más, a comprar más y,
sobre todo, a nunca quedarnos tranquilos, para poder así experimentar el hecho
de vivir y estar vivos. Mientras no aprendamos a controlar el tiempo de manera
consciente, la vida se nos seguirá escapando y, no podremos notar ni la belleza
ni lo que ocurre a nuestro alrededor. Sólo nos quedará la impresión de que algo
hace falta, de que nos perdimos de algo. Tenemos que aprender a hacer que el
tiempo transcurra más despacio. Necesitamos detenernos, darnos cuenta de las
cosas, establecernos de verdad en nuestra vida y prestar atención a cada
instante, en vez de vivir corriendo”.

Es importante resonar al mismo ritmo. “Resonancia es el proceso mediante el


cual el ritmo de nuestros órganos y signos se sincronizan entre sí. En 1965
Cristian Huyyens descubrió que los cuerpos en movimiento tienden a la
resonancia; es decir, a vibrar al mismo tiempo. “Un cuchillo no es bueno ni malo,
pero quien lo tome en sus manos por la hoja, con toda seguridad está cometiendo un
error”. RENE DEAMUL. Para volver a resonar a nuestro propio ritmo, debemos
resonar con ritmos distintos de los de la sociedad, y la mejor manera es empezar
a resonar con el ritmo de cada uno”.

Afirma que “debemos ser proactivos y no reactivos”. Además, resalta la


importancia del comprender. “La comprensión es imposible si no estamos
serenos; la serenidad sólo existe cuando el tiempo transcurre despacio”. Por eso
nos aconseja lo siguiente: “¿Le preocupa el futuro? ¡Instálese en el presente!”.

Hay que transformar el tiempo. “Transformar el tiempo significa estar


cambiando nuestros ritmos constantemente, aminorándolo o acelerándolo para
sentirnos siempre presentes y en el transcurso del tiempo. En un mundo en el
cual “más rápido” es sinónimo de “mejor”, la capacidad de cambiar el ritmo es
fundamental, si queremos salir adelante en los asuntos de la vida cotidiana.
Con el sólo hecho de saber que podemos cambiar nuestro ritmo hará que
nuestras horas transcurran con menos ansiedad, nuestros días con menos estrés
y nuestra vida con más plenitud. El “tiempo mental” es cuando somos
hiperactivos para eludir el sufrimiento que nos producen los sentimientos
dolorosos. Con esto pretendemos evitar sentir lo que nos ocurre, para eludir
caer en el tiempo emocional. A medida que el ritmo de la sociedad se acelere,
permaneceremos cada vez más en el tiempo mental y dispondremos de cada
vez menos tiempo para procesar nuestros sentimientos. Esto podrá inundar
nuestra sociedad de reacciones emocionales equivocadas, y aumentar la
violencia y la irritabilidad. Si no desaceleramos lo suficiente para poder
experimentar de manera consciente nuestras emociones, el equilibrio entre el
tiempo mental y el emocional será cada vez más precario”.

Reviste gran importancia vivir el momento. “Como no sabemos estar en el


momento, en lugar de serenidad y contento, sentimos ansiedad y culpa. Estar
presentes es algo que va más allá de la mente y de las emociones. Es
simplemente ser conscientes del derecho de existir. Debemos sentir,
experimentar las emociones y sensaciones tal como llegan y cuando llegan: lo
que sea que sintamos en este momento. Habitualmente eludimos los
sentimientos del presente. Si sentimos dolor, queremos eludirlo y no nos gusta
el presente tal como es. Aprender a aceptar el presente tal como es, nos abre la
puerta hacia las dimensiones plenas de la vida. Nuestra sociedad capitalista,
industrializada, consumista y de éxito nos adormece, y no nos permite vivir el
momento, el ahora. Esta realidad nos impide participar del tiempo emocional.
Participar del tiempo emocional, estar en él, significa no estar simplemente de
cuerpo entero cuando estamos con nuestros seres queridos, sino estar también
emocionalmente presente. Significa estar en capacidad de entender, de apreciar
y compartir lo que él tenga para decir y ofrecer, recibiendo tanto de él como
usted sea capaz de entregarle. Significa ser capaz no sólo de escuchar las
palabras que alguien dice sino el significado y el tono de la emoción que
subyace en ellas. Significa ser capaz de interactuar con otra persona, de estar
con esa persona, sin estar pensando en otra cosa. Significa ser capaz no sólo de
sentir furia contra su jefe, resentimiento hacia su esposa, indignación ante sus
seres queridos, sino también disfrutar del elogio de los demás, amar la
compañía de su cónyuge, sentir placer y orgullo con la sinceridad y franqueza
de quienes amamos. Si no entendemos nuestras emociones del pasado, estamos
condenados a revivirlas, haciéndonos imposible, por tanto, vivir el presente”.

Vivir el aquí y el ahora nos libra de las tensiones. “En el presente no existe el
estrés. Cuando aceptamos que ahora sea, lo que es, aunque estemos cansados, o
asustados, o dolidos, no tenemos por qué agregar el estrés. Puede ser que no
seamos felices, pero estamos abiertos a la realidad de lo que la vida es en ese
momento del tiempo, y no estamos permitiendo que el estrés nos haga aún más
daño. Nuestra vida cambia favorablemente cuando somos capaces de aminorar
la marcha, de extender el momento y de hacernos plenamente presentes en cada
instante de la vida. Si nos permitimos estar verdaderamente en este momento,
en el ahora, y quedarse simplemente con lo que este momento es, el estrés
desaparece”.

Debemos tratar de eternecer los momentos. “Si no aprendemos a dilatar cada


momento y a mirar de frente lo que ese instante nos ofrece la vida se nos pasará
volando hacia su fin inexorable. Para ser capaces de habitar en el tiempo de la
emoción y el sentimiento, tenemos que dilatar cada instante, meterle una cuña y
hacer palanca para poder entrar en él y movernos allí, sintiendo todo lo que
ocurre. La mayoría tenemos miedo de lo que el instante puede depararnos, y
por tanto lo eludimos. No es fácil estar en el instante; si lo fuera, viviríamos
felices y contentos en el presente todo el tiempo. De hecho, cambiar nuestras
tendencias y hábitos requiere mucho esfuerzo y coraje, al igual que minimizar
el impacto de la resonancia que nos rodea y resistir a la gente que nos impulsa a
ir más rápido. Significa aceptar nuestros apuros y aceptarnos a nosotros
mismos. Infortunadamente, la mayoría de las personas sólo reconocemos la
importancia y al realidad específica del ahora cuando nos vemos frente a frente
con una enfermedad incurable o catastrófica. Afrontar nuestra condición mortal
puede provocar una vivencia del presente que simplemente no valorábamos
antes. Sin lugar a dudas todos hemos experimentado un estado de conciencia
plena. Pero debemos aprender a experimentarlo en las cosas más comunes y
elementales de la vida; en realidad, en todo lo que hacemos”.

El presente nos permite vivir a conciencia. “Si perdemos el instante presente,


perdemos la vida. La vida sólo se vive en el presente. La simple capacidad de prestarle
atención al mundo a medida que lo vamos encontrando, puede ser la piedra angular para
llevar una vida plena y que valga la pena vivir. DAVID WHYTE. Debemos tomar
conciencia del tiempo y sentir el ritmo y el transcurso particulares de cada
instante. Si no estamos conscientes del ritmo particular de cada instante, es que
nos arrastra la corriente de la vida y terminamos marchando al ritmo que nos
imponen desde afuera. En principio, el cambio de ritmo es un ejercicio que nos
obliga, como lo indica su nombre, a cambiar nuestro ritmo para resonar al
unísino con el ritmo externo de cada instante, o a sintonizarnos con nuestro
propio ritmo y optar por permanecer en él. Infortunadamente, lo que suele
ocurrir la mayor parte del tiempo, si no estamos conscientes del ritmo particular
de cada instante, es que nos arrastra la corriente y terminamos marchando al
ritmo que nos imponen desde afuera. Es como si viviéramos siempre en ese
estado de confusión que experimentamos cuando suena la alarma del
despertador y, a pesar de no saber muy bien ni siquiera quiénes somos, nos
vamos levantando como respondiendo a una orden”.

El cambio de ritmo tiene muchas implicaciones. “Para cambiar de ritmo,


demarcar fronteras temporales, honrar lo común y corriente, crear tiempo para
la espontaneidad, hacer lo que queremos hacer y crear retiros temporales.
Todos los aspectos de la vida son potencialmente ricos y plenos. No es lo que se
haga sin o cómo se hace lo que importa. Si dejamos a un lado las cosas en
apariencia intrascendentes, dejamos a un lado el presente. Y cuando este dejar a
un lado se convierte en nuestra pauta habitual de conducta, lo más probable es
que también dejemos a un lado los momentos extraordinarios, incapaces de
extraerles su esencia debido a nuestra prisa por avanzar. Si, en cambio,
desarrollamos la capacidad de hacernos presentes en los hechos ordinarios de
nuestra vida, empezaremos a valorar la vida misma, su experiencia cotidiana.
Las grandes aventuras resonarían con mucha más profundidad, pues habremos
aprendido a estar despiertos en el presente cualquiera que sea el caso”.

Muchas veces tenemos miedo al cambio. “Estamos cómodos con nuestra vida;
de manera que, aunque que nos parece atractiva la idea de hacer cambios, su
posibilidad real en verdad nos asusta. La rutina conduce a la pasividad interior;
la repetición puede llevar a un estado en que muy rara vez sentimos realmente
el presente, sin tomar conciencia del entorno ni de nosotros mismos. El tiempo
espontáneo nos permite romper la rutina y entrar renovados en una experiencia
novedosa de verdad. Es posible que nos asuste algo la incertidumbre, o que nos
dé miedo la posibilidad de aburrirnos, pero es una oportunidad como ninguna
para hacernos en verdad presentes en vez de estar comparando lo que es con lo
que hubiera podido ser. Decidir que no tenemos suficiente tiempo, o permitir
que alguien o algo decidan por nosotros, es sólo una manera de poner
resistencia. Todos podemos hacerlo, sin importar lo ocupados que estemos o
qué tan compulsivos seamos al distribuir nuestro día. Debemos tomar en serio
la necesidad de tener tiempo para nosotros mismos; de lo contrario, nos
convertiremos en máquinas al servicio de nuestro jefe, de nuestra familia y del
ritmo lineal. Y se nos pasará la vida sin darnos cuenta. En nuestra, cuando
estamos absorbidos por el trabajo, las preocupaciones, las relaciones y el estrés,
estamos demasiado llenos para reflexionar. Sin embargo, la reflexión cura
profundamente, y la necesitamos para poder evaluar dónde estamos y dónde
quisiéramos estar. Sólo es posible reflexionar cuando nuestro ritmo es lo
suficientemente lento como para que podamos pensar y sentir, sin que los
acontecimientos ni las demás personas nos distraigan”.

La soledad no debe preocuparnos. “Le tememos a la soledad, pero necesitamos


de ella para la contemplación y la reflexión. Cambiar de ritmo es encontrar
calma y sentimientos de paz. Nos asusta la soledad por los sentimientos que
pueden surgir antes de que alcancemos la calma y tememos enfrentarnos a
nosotros mismos desprovistos de nuestro estar haciendo. El tiempo a solas nos
conduce al espíritu".

Compartir nos permite cambiar de ritmo. "Para entrar verdaderamente en total


comunicación con otra persona, es menester que dediquemos tiempo a estar con
ella, pues el tiempo es el núcleo de cualquier relación. La única manera de
llegar a compartir un ritmo es compartiendo el tiempo juntos de manera
concentrada, con la atención de ambos puesta en el mismo punto. Una vez que
lo encontremos, resonamos al mismo ritmo y sabemos por instinto que nuestro
compañero está con nosotros. Sin embargo, con frecuencia nos relacionamos
sólo con los aspectos más superficiales de la otra para comprender demasiado
tarde que aquello no era más que máscaras detrás de las cuales está el
verdadero ser: la hermosura puede no ser lo que la hermosura es; el encanto
puede esconder inseguridad o rabia; un título puede esconder inseguridad o
rabia; un título dice poco o nada sobre el valor intrínseco de una persona. La
máscara por lo general se parece a la función que desempeñemos en la
sociedad: médico, abogado, maestro, policía, madre, padre, presidente de la
junta y directiva de una empresa. Pero si no nos tomamos la molestia y el
tiempo para ver detrás de la máscara, los ritmos que vamos a encontrar son los
ritmos de la sociedad, no los ritmos auténticos del interior de cada persona.
Pero las relaciones que se sustentan en la atracción sexual están condenadas a
fracasar, si lo que queremos es conquistar el objeto de nuestro amor en vez de
buscar una verdadera unión, una comunión que sólo es posible cuando el yo y
tu desaparecen para convertirse en un verdadero nosotros”.

Estar presentes es fundamental para vivir mejor. “Una relación sólo puede ser
auténtica cuando no forma parte de una fantasía, cuando estamos presentes con
la otra persona y sabemos quién es él o ella. Al fin y al cabo, nos encontramos
aquí, sin saber cómo ni por qué, compartiendo este planeta, cada uno yendo
detrás un momento a reconocer y saludar a otro ser humano puede ser hermoso
y profundamente significativo para todos. Con toda seguridad este
comportamiento ayudaría a sanar la confusión y la alienación que imperan en
nuestra sociedad hoy. En todas sus relaciones, superficiales o íntimas, siempre
dedique tiempo a desacelerar. Estar presente en el instante con otra persona es
el mejor regalo que se le puede dar al alma humana”.

En la vida es importante planificar para el futuro en el presente. “Muchas


personas no planifican; simplemente van dondequiera que la vida les lleve.
Dichas personas suelen sufrir de angustia y de miedo. La vida, les parece, suele
conducirlos a la infelicidad y al caos. Si, por el contrario, fueran capaces de
darle dirección a su vida, muchas de sus angustias y temores desaparecerían
automáticamente. Subyace tras esto el mismo principio de ser dueños de
nuestro tiempo, o dejar que el tiempo sea nuestro amo y señor. Saber qué
constituye lo importante es fundamental al hacer planes. Con frecuencia, sin
embargo, las crisis nos distraen; también el deseo de no pensar sino de hacer,
impulsados por los trajines de la vida cotidiana, que hacen difícil ver qué es lo
importante”.

Hay que distinguir entre lo urgente y lo importante. “La urgencia tiene que ver
con acontecimientos que nos llegan desde afuera y que exigen nuestra atención
inmediata: crisis y dilemas que hay que atender ahora. Lo importante hace
referencia a las cosas que trascienden lo inmediato y están en línea con la
orientación general que hemos escogido en cualquier aspecto de nuestra vida.
Para que sea posible planificar con eficacia, para poder dedicar nuestro tiempo
a lo que es importante y no meramente urgente, debemos desacelerar, cambiar
de ritmo, mantener las interrupciones a raya, crear fronteras, ser plenamente
conscientes a concentrarnos en los asuntos a largo plazo. Es la mejor manera de
evitar problemas futuros y reducir así el tiempo que vamos a necesitar para
resolver la crisis. Cuando hagamos nuestros planes para el futuro, también
nosotros debemos dar un paso atrás, cambiar de ritmo y separar lo urgente de
lo importante. De lo contrario, no estaremos preparados para un futuro en el
que fuerzas inesperadas nos obligarán a no actuar sino a reaccionar. Si estamos
preparados, estaremos en mejores condiciones para aprovechar las
oportunidades que nos salgan al camino”.

El ritmo social está socavando la democracia. “Los procesos democráticos


requieren pensar, debatir argumentar, sintetizar; es decir, necesitan tiempo.
Para entender la verdad de un asunto, es menester oír a las dos partes, sus
razones y sus argumentos; tener acceso a los datos y los hechos; estudiar,
sopesar, rumiar. Para ponderar a un hablante, debemos escuchar sus ideas,
hacer preguntas perspicaces, analizar su sinceridad, entender las implicaciones
de lo que tiene para decir. La verdadera revolución es un sincero respeto a las
diferencias de los demás. La violencia prospera porque es una manera de sentir.
Atrapados en la violencia televisada, desesperados por una dosis rápida de
algo, por una gratificación inmediata, necesitados del estímulo (que crea
adicción) del riesgo, cada vez más recurrimos a los puños, las porras, los
cuchillos, las armas de fuego. Y ya ni siquiera las blandimos al aire en señal de
amenaza cuando alguien se nos cruza en el camino, sino que disparamos”.

7º.

EXCESO DE EQUIPAJE
(Judith Sills)

Liberarse de uno mismo

El exceso de equipaje son las cosas que ignoramos sobre nosotros mismos y que
obstaculizan nuestro camino. Nosotros no sabemos cuáles son, pero los demás
sí. El exceso de equipaje ocasiona miedos, es una carga inútil; genera temor al
cambio, al riesgo, al fracaso y al rechazo. Entonces nos quedamos en donde estamos así
nos hagamos daño, así suframos. El exceso de equipaje nos mantiene encadenados.
Mientras no nos liberemos seremos infelices. El exceso de equipaje es una carga
absurda. Muchas veces el exceso de equipaje es impuesto desde afuera, por los
demás. El exceso de equipaje ocasiona tristeza y angustia. No podemos ver el exceso
de equipaje porque estamos preocupados con el peso de la carga que los demás
nos impusieron y nos imponen: necesidad de tener razón, sentimiento de
superioridad, temor al rechazo, necesidad de teatralizar o dramatizar y necesidad de
alimentar ira. Nuestra personalidad determina el equipaje que llevamos. El
exceso de equipaje no permite la liberación de uno mismo. El exceso de
equipaje se encuentra en los siguientes planos: 1. Comportamiento: malos
hábitos, apegos, drogas, vicios, etc. 2. Cognoscitivo: falsos valores, creencias,
temores, supersticiones, etc. 3. Emocional: resentimientos, venganzas, iras,
secretos, etc.

El precio que hay que pagar por ser quienes somos.

Nuestro equipaje es el resultado directo de las cualidades personales que hemos


cultivado. Emana directamente de todas las cualidades de la persona. Es el
producto de los anhelos predominantes que moldean la personalidad. Nuestra
personalidad individual está construida alrededor de un núcleo complicado de
motivaciones, necesidades, anhelos e instintos. En cada uno hay unas pasiones
predominantes, las cuales proporcionan en gran medida el combustible que
mueve a la personalidad. En la medida en que dominan la personalidad,
ayudan a desarrollar cualidades muy claras; al mismo tiempo, contribuyen a
desarrollar el equipaje. Una pasión predominante es una necesidad apremiante.
La necesidad de ejercer control, de autoestimación, de seguridad, de apego y de
justicia son las pasiones predominantes en el exceso de equipaje. La pasión
predominante puede ser tan abrumadora y tan y tan urgente que nos obligue a
satisfacerla, incluso a expensas de nuestro éxito y nuestra satisfacción. Las
pasiones personales predominantes probablemente sean una combinación de
nuestra herencia genética y bioquímica, de nuestro ambiente de intimidad y de
nuestro ambiente ampliado. La causa del equipaje está en la herencia y el medio
ambiente. Para aligerar el peso del equipaje es necesario aprender poco a poco,
paso a paso, a resistir al apremio de las pasiones predominantes. El exceso de
equipaje es lo que desconocemos de nosotros mismos, lo que no hemos logrado
ver y que siempre está obstaculizando nuestro camino. Para liberarnos del
exceso de equipaje debemos cambiar lo que vemos, lo que pensamos y lo que
hacemos.

La necesidad de tener razón

Tener razón es importante porque produce una sensación deliciosa de triunfo y


de validez, pero la necesidad de tenerla siempre se convierte en un equipaje
muy pesado cuando es la fuerza impulsora en lugar de una simple preferencia.
Esa necesidad mina la energía, convierte el esparcimiento en trabajo, paraliza el
criterio e interviene el amor. El peligro de la necesidad de tener razón es que
nunca aflojamos, ni con nosotros mismos ni con los demás. El cuerpo paga un
precio por la presión intensa de producir. Vivir para tener razón no es tan
importante como vivir. La necesidad de tener razón obstaculiza la capacidad de
tomar decisiones. En esa necesidad subyacen el perfeccionismo, la dilación y la
impulsividad. La alternativa de no decidir implica dejar que la vida lo haga por
usted. Hay que aflojar. Aflojar es combatir la necesidad de tener razón.
Entonces habrá menos tensión emocional y podremos concentrarnos en las
cosas importantes de la vida. Si necesitamos el control, agotamos la energía
física y mental la causa de la tensión que procede la lucha por organizar el caos.
El mayor precio que se paga por la necesidad de tener razón es el agotamiento
que produce la lucha constante. Podemos mejorar si nos relajamos,
visualizamos y meditamos.

El sentimiento de superioridad

El sentido de superioridad es el equipaje más sutil y a la vez más costoso. De


todos los equipajes es el más incómodo. Puede ser un el equipaje al cual nos
aferramos con mayor fuerza. La superioridad le imprime a toda relación íntima
el sabor amargo del desprecio, la decepción o la incertidumbre fatal. Construye
imágenes desproporcionadas de logros sin aportar los materiales de
construcción necesarios para la realización. En el fondo, el sentido de
superioridad nos obliga a vivir en un mundo de fantasía porque la vida real es
demasiado pálida en comparación.

Dentro de la persona que se siente superior vive un ser pequeño e inseguro, un


tipo que se preocupa por ser lo suficientemente bueno. La superioridad es un
sentimiento relativo. Sólo se es superior con respecto a otra persona. Es una
superficie quebradiza. Se desmorona con la crítica y tarda mucho tiempo en
recuperar su antigua forma. Es una cuestión externa. Un sentido fuerte de
superioridad tiende a hacernos sentir negativos hacia los demás. Cuando nos
enfrentamos con nuestra superioridad vemos, cara a cara, al “tipito” que se
oculta en el fondo, y nos asustamos. El sentimiento de superioridad hace
vulnerable a quienes son “superiores” a los demás, dificulta vivir como persona
madura y convierte la vida en una desilusión. La superioridad es una sensación
mágica de bienestar, una forma placentera de inflar desmesuradamente el ego,
pero lo hace vulnerable a los golpes de los celos, la envidia y la inferioridad. La
superioridad se puede perforar fácilmente. Y lo deja vulnerable a los tres
venenos psicológicos: 1). La envidia. La apasionada sensación de infelicidad de
saber que otro tiene algo que usted no tiene. ¡Y usted lo desea! 2). Los celos. El
odio perverso y angustiante que se apodera de su espíritu cuando teme que otra
persona desee de alguien (o algo) que es suyo, y que podría obtenerlo. 3). La
inferioridad. El temor secreto que se oculta tras la idea de que usted es especial.
Sentir que, en realidad, no es sobresaliente y no vale nada. La superioridad se
demuestra en la competición mental que siempre tiene lugar entre usted y el
resto del mundo. En garras de la envidia nos tornamos mezquinos y negativos,
siempre estamos dispuestos a degradar a los demás, a abandonar una relación
porque envidiamos a la otra persona por su trabajo. La envidia empequeñece el
espíritu, y ese espíritu mezquino es el que proyectamos sobre el mundo y
contra nosotros mismos.
El poder destructor de la envidia está en que hace que nos desvaloricemos. Es
un golpe directo contra el mérito propio que estamos tan ansiosos de
demostrar. La envidia es una forma de autocrítica. Dice: “Lo que tengo, lo que soy,
no es lo suficientemente bueno. Para sentirme bien necesito lo que usted tiene”.

Los celos son uno de los tormentos más grandes que uno puede sufrir.
Destruyen la concentración porque nos obligan a concentrarnos exclusivamente
en pensamientos deprimentes de traición y en visiones horripilantes de
pérdida. Una vez que los celos invaden una relación amorosa es difícil, si no
imposible, borrarlos. Los celos son el enemigo absoluto del amor, pero para
quienes tienen el equipaje de la superioridad son prácticamente la consecuencia
de haberse enamorado. Sienten que no pueden evitarlos. Como “aman”
profundamente, temen que una persona superior se lleve el objeto de su amor.
Eso les produce una angustia paralizante y venenosa que a la larga puede
destruir precisamente la relación que tanto deseaban conservar.

La inferioridad es una enfermedad del espíritu que siempre está presente. Nos
hace tambalear a cada paso, susurra incertidumbre bajo la máscara de
confianza. Nos aleja del riesgo y del deseo de logro porque la inferioridad hace
sentir la certeza del fracaso. Es la explicación que esgrimimos para justificar lo
que no tenemos, lo que no somos, lo que no deseamos hacer. Crea una
sensación de inutilidad. La inferioridad acosa porque nuestra autoestimación es
inestable. Nosotros, en lugar de fortalecerla interiormente, recurrimos a tapar
los daños con una concha externa de superioridad.

La mejor manera de protegerse de los celos, la envidia y la inferioridad es con


una autoestimación sólida y realista. Pero no es posible sentirse
verdaderamente a gusto con uno mismo sin antes sacrificar la sensación
abrumadora de satisfacción que produce el ego inflado.

Tenemos la convicción profunda y motivadora de que estamos destinados a


hacer grandes cosas algún día, pero deseamos madurar porque no queremos
enfrentar las consecuencias. Su insistencia en ser el mejor le aumenta las
posibilidades de llegar a serlo y de recibir lo mejor de los demás, pero muchas
las decepciones que debe soportar en la vida por tratar de mantener esas altas
normas de desempeño.

Si llevamos en hombros la carga de la superioridad, es lógico que la mayoría de


las experiencias de la vida serán decepcionantes. La mayoría de las personas
que conozcamos no nos interesarán. Las fiestas no serán divertidas. Los
momentos de gloria dejarán algo que desear. “No fue como había imaginado”. “No
fue todo lo que podrá haber sido”.

¿Quiénes gozan más de la vida? Los que somos demasiado tontos para ser
exigentes o somos demasiado simples para tener altas normas. Nuestras normas
son tan bajas que para nosotros todas las personas son agradables. Sin el
beneficio del ojo discriminador de la superioridad nos sentimos a gusto con casi
todo, incluso con nosotros mismos.

Ser superior, ser exigente, tener altas normas, equivale a acrecentar al máximo
la posibilidad de sentirse mal. Tener normas bajas, peor aún, no tener normas,
equivale a tomar cada experiencia como llega, a apreciar lo que ofrece, sin
juzgar, sin comentar, sin medir o comparar con ella lo que uno vale. Con esta
actitud usted nunca tendrá la ocasión de sentirse superior. En cambio, tendrá
más oportunidades de ser feliz.

Lo que usted necesita para reducir la envidia, los celos y la inferioridad, para
sentirse cómodo con el ego desinflado de la edad adulta, para eliminar la
negatividad por la autoestimación. En el fondo de la auténtica autoestimación
está la imagen real de sus cualidades y defectos. En un principio, puede ser un
trago amargo porque nuestro verdadero yo nunca es tan grandioso como la
persona que somos en la fantasía.

El temor al rechazo

La expresión temor al rechazo es un “cliché” (frase hecha) cultural, un concepto


tan trillado que ya no transmite la angustia que encierra. El temor al rechazo no
es simplemente el espasmo que se siente en el estómago antes de pedir un favor
o de invitar a alguien a salir. En estas situaciones, la posibilidad de un rechazo
sólo produce parálisis temporal, y casi todos acabamos por poner el pecho y
lanzarnos, aunque sea con torpeza, a insinuar lo del favor o a hacer la
invitación, hasta que obtenemos lo que deseamos, o nos rechazan y nos vemos
obligados a esperar otro momento más propicio.

Pero no es posible evitar la posibilidad del rechazo, a menos que evitemos la


vida misma. Eso es precisamente lo que hace que la persona que teme al
rechazo: trata de esconderse en un mundo pequeño, seguro y conocido en el
cual casi desaparece la posibilidad de que la rechacen puesto que ya ha sido
aceptada en él. Eliminada la posibilidad, no tiene que temerla ni sufrir los
horribles efectos secundarios de ese temor. Con eso pone fin a un estado
interior muy desagradable, pero al precio de una vida.

El temor al rechazo genera resentimiento. Entonces reniega, suspende las


relaciones con otra persona y se deprime. Su resentimiento escapa en forma de
comentarios hirientes. Gotea en forma de suspiros o de un aire de melancolía.
No dice: “Estoy furioso porque me dejaste esperando”, sino pone mala cara y dice
que casi se muere de calor mientras esperaba. Se muestra reservado, distraído,
hace comentarios negativos sobre otros temas, esperando que alguien se dé
cuenta y e qué le pasa. Pero aunque se lo pregunten directamente, no responde.
Prefiere cambiar de tema. Deja de visitar a un amigo que hirió sus sentimientos,
o decide que, en realidad, nunca le agradó su compañero de oficina. Luego
razona que no debe hablar sobre el asunto con quien lo ofendió porque sólo
empeoraría las cosas, él no vale la pena, es imposible hablar con él. Cuando no
puede suspender las relaciones con alguien que lo hirió, lo insultó o lo ofendió,
usted tiende a volcar la ira hacia adentro. En lugar de estallar con un padre, o
un hijo, o un amigo que ha sido cruel o desconsiderado, se entrega durante días
al abatimiento, repitiéndose una y otra vez cuán triste o desespera es su
situación en la vida. Cuando una persona teme al rechazo, su vida es gobernada
por una sola regla: “Haré lo que desee con mi vida mientras no haga enojar a nadie”.
La mujer o el hombre que teme al rechazo tiene una razón mucho más clara
para creer que no debe solicitar lo que desea: no pidiendo evita correr el riesgo
de recibir una negativa.

Evitar es la palabra que siempre repite, su principal manera de enfrentar las


cosas, su estrategia para vivir. Si evita el riesgo no podrá fallar. Si no expresa su
opinión, no podrá ofender a nadie. Si evita la búsqueda no será rechazado. Pero
si evita todo eso, tampoco podrá sentirse bien con usted mismo.

Si el peso del temor al rechazo, sólo se siente realmente bien con usted mismo
cuando es aceptado. La imagen que usted tiene de usted mismo se forma en el
momento en que la ve reflejada en los ojos de otra persona. Como es natural,
desarrollará muchas técnicas para complacer a los demás. Hará muchas cosas
bellas por otras personas, y sentirá placer y satisfacción al hacerlas.

Es mucho el bien que eso produce, pero falta algo. Usted tiende a medir lo que
es y lo que vale según la medida del aprecio de los demás por lo que usted
hace. Y ahí está el problema, porque la gente rara vez aprecia lo que recibe en la
medida en que usted aprecia lo que da. Esta diferencia puede causar una herida
muy honda en su autoestima.

Aunque no estemos deprimidos, esa necesidad de evitar carcome nuestra


autodestrucción. Tiendemos a ceder, a seguir la corriente y a no ver motivos
para luchar. Siempre tratamos de complacer a los demás, pero ellos no tratan de
complacernos a nosotros en igual medida. Así las cosas, ¿cómo podríamos tener
una sensación firme de todo nuestro ser?

En lugar de un sentido sólido de su identidad, nos quedan tan sólo algo que
hemos dado en llamar “baja autoestimación”. Poco a poco, día tras día, relación
por relación, la actitud de evitar las cosas crea en nosotros un malestar con uno
mismo. Y ni siquiera debemos ser rechazados para sentirnos así. Lo único que
tenemos que hacer es preocuparnos porque no somos lo suficientemente
buenos, enterrar la incertidumbre bajo una amable máscara de sacrificio. Claro
está que sabe cuánta incertidumbre hemos ocultado. Ese temor al rechazado, de
por sí, nos hace sentir mal con nosotros mismos. Y al sentirnos mal con nosotros
mismos seremos más dados a pensar que los demás piensan mal de uno y, por
lo tanto, nos rechazan. Como es natural, trataremos de escondernos más
adentro de nuestra cárcel.
El remedio para vencer el temor al rechazo es aplicar nuestro mundo. La
persona apasionada por la seguridad se convierte en experta en la materia, pero
en el camino puede pierde la capacidad de correr riesgos. Correr riesgos
implica que eliminemos deliberadamente la necesidad de tener seguridad y así
despejar el camino para salir de la prisión emocional. Significa que quizá
tengamos que sacrificar la sensación de comodidad, de contento y de
complacencia para hacer algo que nos produzca extrañeza e incluso desagrado
(sólo para demostrarnos que podemos hacerlo).

Para erradicar el temor al rechazo hay que correr riesgos. Para reducir el temor
al rechazo es preciso que corramos el riesgo de un rechazo, y punto. Si es un
temor infundado, el temor desaparecerá apenas nos arriesguemos, porque nos
daremos cuenta de que el rechazo, aquello que tememos, no ocurre siempre.
Nunca gozaremos del beneficio de ese aprendizaje si no corremos el riesgo.
Correrlo también reducirá el temor, incluso si éste es justificado. Cuando ocurre
el rechazo, y es algo inevitable en la vida, el dolor no es tan devastador ni la
humillación tan temible, como uno los imaginó. Infortunadamente, no se puede
aprender a tolerar el dolor del rechazo sin sentido en la práctica.

Arriesgarse hoy mismo. Ahora mismo. Dejemos de esperar ese día que nunca
llegará. Si no nos arriesgamos ahora mismo, cuando llegue el momento en que
nos veamos forzados a hacerlo, sufriremos inmensamente al darnos cuenta de
todo el tiempo que perdimos en la vida alejados del mundo por culpa de un
temor exagerado.

El sufrimiento producido por el temor al rechazo es muy real; pero el deseo de


obtener lo que deseamos sin correr el riesgo de ser rechazados es pura fantasía.
El temor produce sufrimiento porque reduce la vida a la más mínima expresión.
Con el tiempo nos sentimos sofocados e insatisfechos de vivir en el mismo sitio,
aferrados al mismo trabajo que sabemos hacer con los ojos cerrados y a las
personas a quienes ya no les interesamos o que no nos necesitan. Entonces
adormecemos la insatisfacción con la fantasía: “Algún día... cuando conozca a la
persona apropiada, cuando los niños hayan crecido, cuando me gane la lotería, cuando
me gradué... llevaré la vida que sé que puedo llevar, sin correr el riesgo del sufrimiento,
la humillación, el pánico de fracasar”.

Todo camino hacia una meta es como una montaña que debemos escalar. Son
muchas las personas que se la pasan escondidas en un valle al pie de la montaña,
soñando con la vida de la cima. Los que están allá arriba no llegaron por haber tenido
menos fracasos en el camino sino porque estaban dispuestos a soportar más caídas. La
meta no es evitar el rechazo, sino reducir la frecuencia con que sucede. La meta
es reducir el temor a ese rechazo. El temor es el equipaje. El rechazo mismo es
sólo parte del camino que lleva a la cima.

A todos se nos hace el camino más largo por el peso del equipaje que cargamos
y porque las personas a quienes amamos, con quienes trabajamos y de quienes
dependemos también llevan su propio equipaje. Si tememos el rechazo,
pensemos que eso no es lo único que nos detiene en el camino. Tal vez creamos
que la manera de evitar el rechazo es controlando todas las situaciones. Si eso es
así, la necesidad de tener razón puede ser otro obstáculo. Es probable que la
manera de evitar el rechazo sea aferrándonos a la idea de que estamos por
encima del resto del mundo, en cuyo caso es el sentimiento de superiordad el
que no nos permite avanzar.

Cualquiera que sea el resto del equipaje, si tememos el rechazo probablemente


necesitamos demasiado de los demás. Necesitamos su aprobación y, desde
luego, su aceptación. Si no le diéramos demasiada importancia a eso, el rechazo
no sería una amenaza tan grande. Pero además del visto bueno de los demás,
necesitamos también amor, atención, admiración, apoyo. Necesitamos una
unión, y a veces hacemos hasta lo imposible por lograrla.

Necesidad de teatralizar

La persona que teatraliza afirma, por ejemplo, que “Si realmente me amaras..., no
me dejarías hablando sola; me dejarías hacer lo que deseo; sabrías lo que quiero de
cumpleaños, y no tendrías que preguntarme; te pondrías de mi lado y no del lado de los
niños; intercederías por mi con tu familia; me dejarías estar acostado; te preocuparías
por mí; me dirías que me amas, me felicitarías y me dirías cosas amables; me
mimarías...”.

La manera inconsciente de evaluar la vida a toda hora gira alrededor de una


sola cosa: lo que sentimos. Los sentimientos son a la vez una fuente de
información y la razón para reaccionar a esa información y manejarla de una
manera o de otra.

Los sentimientos dirigen nuestros actos. Si no se controlan los sentimientos que


creemos que son imposibles de controlar, y entonces nos dejamos controlar por
ellos. Son nuestra brújula. Nos dicen lo que está bien, lo que está mal, lo que es
absolutamente necesario y lo que es intolerable.

La síntesis de todo es que si nos sentimos desorientados. No sabemos qué hacer.


En cierta forma, no sabemos quiénes somos. Pasamos la vida midiendo la
temperatura de nuestras emociones para actuar conforme al resultado de esa
medida.

Siempre sabemos cómo nos sentimos porque nuestras sensaciones son más
intensas que las de los demás. Emocionalmente, somos como un vehículo
acelerado. Aunque esté detenido ante un semáforo, el motor continúa
funcionando aunque no aceleremos. A veces debemos pisar el freno para
mantenerlo bajo control. Cuantas más revoluciones mayor cantidad de
combustible emocional inunda nuestro sistema. Sabemos cómo nos sentimos
porque hacemos hasta lo imposible por crear situaciones que provoquen
sensaciones. En otras palabras, a falta de otra manera de evocar sentimientos,
recurrimos al drama.

Una parte nuestra siempre está orientada a sentir (sentir más, querer sentir,
preguntarse cómo nos sentimos) hasta que los sentimientos son tan fuertes que
ya no tenemos que preguntarnos más. Cuando esa capacidad de sentir está a
nuestro servicio, nos convierte la vida en una fuente de dicha de la cual no
disfrutamos de los demás. Pero cuando son los demás quienes viven para estar
al servicio de esa emoción, el resultado es un caos.

¿Qué es lo que pretendemos conseguir con toda esta emoción? ¿Cuál es el


motor de nuestra expresividad si no la fuerza abrumadora de nuestros
sentimientos? Lo que buscamos es contacto. La necesidad predominante
alrededor de la cual está organizada nuestra personalidad es el deseo intenso de
apego. El apego viene en mil y un sabores, pero, en el fondo, el tema es el
mismo: para nosotros, el apego representa una conexión profundamente
emocional con la gente. El apego es una pasión predominante.

Minuto a minuto, tratamos inconscientemente de conectarnos con las personas


que hay a nuestro alrededor exigiéndoles su atención. Para nosotros nunca hay
suficiente atención, como nunca es demasiado el aire que respiramos. El
colorido, la calidez, el atractivo físico y la energía son como faros de éxito que
atraen la atención de los demás. Cuando alguien nos mira, le sonreímos,
estamos de acuerdo con los demás, dejamos notar el aprecio, la recompensa es
una emoción profunda. El contacto hace que la lectura de nuestro medidor de
sentimientos sea excelente.

La pasión por el apego es tan poderosa que todos los rompimientos, hasta lo
más triviales e incluso los que han deseado, son terribles para uno. La
separación produce un dolor intenso. Echamos de menos los personajes de un
buen libro durante horas después de haberlo terminado. Si no sale al aire el
programa favorito de televisión, nos sentimos defraudados. Separarnos de la
familia o de los amigos, aunque temporalmente, es desgarrador. Y romper una
relación definitivamente, aunque haya sido infeliz en ella, puede resultarnos
intolerable.

Puede llegar incluso a no querer deshacernos de algo que nos hace mal. Un
amante nos rechaza, y nos dedicamos a leer y releer las cartas, aunque nos
duelan. Cuando un suceso nos produce un sentimiento intensamente negativo,
nos aferramos a él. Preferimos sentir algo que no sentir nada. Y mantenemos
automáticamente nuestros apegos en lugar de desprendernos y seguir adelante.

La persona que tiene la necesidad de teatralizar, el apego le permite manejar


con mayor facilidad su intensidad emocional porque siempre tiene a su lado a
alguien que le ayuda a poner en orden en sus sentimientos. Sólo tiene que
establecer una conexión para expresar sus sentimientos sobre cualquier cosa. La
otra persona puede entonces ayudarle a analizar esos sentimientos, a considerar
lo que debe hacer, sugerir alternativas que usted pudo haber pesado por alto
porque la fuerza de sus sentimientos le impidió ver las opciones. Además, la
atención que le presta la puede hace sentir mejor. Esa persona atenta puede
escuchar y comprender como se siente usted. El apego es un bálsamo para su
tormentoso estado interior porque la hace sentir amada o importante, o
poderosa, o mejor aún, las tres cosas. La pasión por el apego es la fuente de su
fuerza y de lo que les aporta a los demás. Pero, desde luego, también es el
origen de su equipaje.

El equipaje teatral implica que crea inconscientemente conflicto y crisis o se


hace la víctima para atraer la atención y establecer una conexión emocional.
Crea situaciones peligrosas o dramáticas porque: a). Desea que la marea de sus
emociones permanezca siempre alta. Es el estado interior que más conoce y con
el cual se siente mejor, de manera que trata de restablecerlo automáticamente; o
b). El torrente de sus emociones es tan automático y poderoso que lo empuja
hacia situaciones intensas en las cuales puede descargar parte de la energía
emocional que tiene acumulada. Busca situaciones en las cuales pueda gritar,
llorar, caminar de un lado para el otro, reír o aliviar de alguna otra manera su
tormenta interior.

Si la vida se torna demasiado estable, prosaica o predecible para generar


emociones, usted entonces se encarga de crear estímulos iniciando batallas
familiares, escogiendo un cónyuge imposible, arriesgando su empleo,
infringiendo las normas sociales, sólo para lograr un sentimiento intenso fuera
de usted. Usted puede convertir la vida cotidiana en toda una experiencia
impenitente, pero muchas veces es usted quien paga el costo de esa chispa.

La persona que actúa impulsada por sus sentimientos omite el paso de


especular acerca de las consecuencias y asumir la responsabilidad de sus actos.
Si las consecuencias son negativas, se siente víctima. “¿Por qué todo tiene que
pasarme a mí?”

Otro riesgo de actuar sin reflexionar se ve muy a las claras en nuestra cultura.
Lo que produce placer momentáneo suele dejar una larga cadena de
sufrimientos: comer o beber desenfrenadamente de vez en cuando. Gastar
impulsivamente para disfrutar de ese placer a expensas de la estabilidad
económica. Ceder a un impulso sexual para luego sentir sólo remordimiento,
vergüenza, o en el peor de los casos, contraer una enfermedad. Descargar los
sentimientos en un acceso de ira sin pensar en las consecuencias futuras para la
relación.

Todos estos problemas emanados de la imposibilidad de controlar los impulsos


son consecuencia de las decisiones teatrales que se toman cediendo a las
emociones. Y todos dejan sufrimiento una vez desvanecido el momento de
placer.
Si usted es una persona que teatraliza, lo más probable es que también sea un
manantial de ternura, alegría y afabilidad. El problema es que también crea
conflicto, catástrofe y confusión, cada uno de los cuales hace que su vida sea
más dura de lo que debe ser.

El impacto del equipaje teatral se puede reducir aprendiendo, mediante pasos


pequeños pero importantes, la manera de moderar el tono y reflexionar antes
de actuar.

El remedio contra la teatralización es moderar el tono y reflexionar. Moderar el


tono significa tomar la decisión consciente de controlar la intensidad de los
sentimientos. Significa básicamente que usted debe dominar sus excesos
emocionales para poder escuchar la voz su pensamiento. Cuanto más tiempo
dedique a pensar, juzgar, decidir, más oportunidad tendrá de desarrollar esa
capacidad.

Nada de esto implica un cambio fundamental de su pasión por el apego. Su


apego emocional hacia la gente siempre será la motivación esencial de su vida.
Pero si reduce su necesidad de dramatizar, las relaciones que formará con los
demás serán muy distintas. El drama hace que sus relaciones sean más
tormentosas y agitadas de que deben ser. Sus desbordamientos emocionales
crean más dependencia de la necesaria. Y la urgencia de sus apegos hace que su
relación con usted mismo (con sus metas, con su espíritu, con su identidad) sea
más débil de lo que podrá ser.

Al controlar conscientemente su inclinación a dramatizar, usted podrá: *Escoger


mejor a las personas a las que se apega. No reaccionará sólo basándose en sus
sentimientos hacia ellas sino que también se detendrá a considerar lo que
piensa de ellas. *Resistir algunas veces la necesidad de formar apegos, dejando
espacio para desarrollar confianza en usted mismo y, con ella, si
autoestimación. *Cuestionar las interpretaciones emocionales que hace de lo
que sucede a su alrededor. *Dar, además, un tercer paso en el proceso que
gobierna su vida en este momento de sentir y actuar. Ese paso intermedio será
pensar; y una vez que reflexione, el hecho de actuar o no actuar será producto
de una decisión pensada y no de una urgencia impulsiva.

El drama es producto de la emoción. Cuando usted aprenda a aprender menos


de sus reacciones emocionales, la tendencia a dramatizar disminuirá. Y al
dramatizar menos y pensar más las cosas, se sentirá mejor. Se sentirá mejor
porque su vida será menos tempestuosa. Actuará menos impulsivamente al
disminuir la velocidad durante el tiempo suficiente como para considera las
consecuencias. Sufrirá menos porque es menos fácil sentirse herido cuando se
pueden ver las cosas desde el punto de vista de otra persona. Y se sentirá mejor
con usted mismo porque podrá demostrar, paso a paso, poco a poco, que puede
ser dueño de su propia vida.
Realizar drama también es fuente de entusiasmo y emoción. Los demás
tenemos la suerte de tener a alguien como usted, y usted tiene la fortuna de
tener acceso a un plano emocional que le está negado a la mayoría. Su
intensidad y calidez hacen de la vida una experiencia más rica y más vivida. No
tiene por qué perder jamás su amor por el color de la vida ni su capacidad para
imprimir ese color. Lo único que debe hace es matizar sus excesos emocionales
y abrirle espacio a un criterio más sólido. Cuando lo haga, se verá premiado con
menos relaciones amorosas angustiantes y con más amor, menos altibajos
agotadores y más felicidad. Es cierto que tendrá más responsabilidad. Pero con
ella vendrá la convicción embriagadora de que pueda manejarla. Esa es la mejor
sensación de todas.

A medida que se desarrolle el sentido de su yo y pueda dejar de lado la


necesidad de hacer teatro, estará listo para hacer frente a la que puede ser su
última pieza de equipaje. Si el respecto y el amor a uno mismo son la mejor
sensación, la ira es la peor. Si usted todavía sufre y siente el veneno de una
herida vieja, vivirá en medio de una tormenta emocional que obstaculizará todo
lo que trate de lograr.

La ira no afecta sólo a la persona que lleva un equipaje teatral. La ira puede ser
el equipaje de todos nosotros, sin importar nuestra personalidad ni las pasiones
que predominen en cada uno. Todos somos vulnerables a las heridas. A veces,
sin darnos cuenta, permitimos que el dolor de esa herida gobierne los demás
aspectos de nuestra vida.

Alimentar la ira

La ira en sí es una parte normal y necesaria de la experiencia humana, una señal


de supervivencia que nos hace saber que algo amenaza nuestro bienestar; sin
embargo, es fácil pasar por alto el precio que se paga por la ira cuando ésta se
considera sana e inevitable. La ira es normal, hasta cierto punto. Pasado ese
punto, no es otra cosa que sufrimiento para todos. La ira se convierte en exceso
de equipaje cuando uno es tan sensible, tan vulnerable, que nos sentimos
ofendidos en todo momento, o no puede curar las heridas del pasado y éstas se
convierten en un tema predominante en su vida.

El equipaje de la ira difiere un poco de los demás excesos de equipaje. Como los
demás, lo más probable es que determinado tipo de personalidad sea irascible.
Pero a diferencia de los demás equipajes, la ira podría ser una carga para
cualquier persona si su herida es lo suficientemente profunda. La
susceptibilidad aumenta por efecto del otro equipaje. En estos casos específicos:

Cuando la persona necesita tener razón le es difícil olvidar una injusticia pasada
porque perdonar un error es como equivocarse usted mismo. Para usted no hay
términos medios. Si la tratan injustamente, le da rabia. Si se le quita la rabia es
porque reconoce que no procedió bien al reaccionar con rabia. Además, no sabe
perdonar sus propios errores. Por lo tanto, le es más difícil concederle el
beneficio de la duda a alguien que lo haya herido.

Cuando necesita sentirse superior, lo más probable es que quede atrapado en


un ataque de ira cuando su ego reciba un golpe. Por ejemplo, si un amigo sale
con una exnovia suya, podría ser el fin de esa amistad. El hecho de que usted ya
no la quiera no quiere decir que ella deba irse con él. No importa que el golpe
que le dieron a su ego no haya sido intencional. Si lo hace sentir degradado,
alguien tiene que pagar eso de alguna manera.

Cuando el individuo teme al rechazo sus arranques de ira serán directamente


proporcionales a su abnegación. Cuando sepulta para conservar una relación
importante, la ira se va acumulando como lo harían los intereses en un banco
psíquico.

Cuando el sujeto teatraliza descubre que la furia satisface con mucha facilidad
sus necesidades. Al cultivar esa furia puede tener acceso al drama cuando
quiera. Eso hará que le sea muy difícil separarse de su ira. Como la dependencia
y el apego son una parte importante de su equipaje, lo más probable es que se
deje seducir por la ira cuando alguien importante no cuide bien de él. Un
cónyuge o una madre que le produce una desilusión o lo abandona puede
desencadenar una amargura que llenará todos sus pensamientos, sus decisiones
y sus sueños durante el resto de su vida.

Cualquiera de nosotros puede llegar a albergar la rabia durante más tiempo del
necesario porque el resto de nuestro equipaje no nos permite sanar cuando la
lesión emocional es seria. Sin embargo, el equipaje de la ira es más común en el
hombre o la mujer cuyo radar psicológico siempre está con piloto automático,
explotando continuamente el mundo para ver de dónde viene la ofensa. Como
es natural, es enorme la frecuencia con que esa persona se siente ofendida. Tal
vez usted se reconozca en la siguiente descripción.

La ira mina el cuerpo, el espíritu y el pensamiento. Al aferrarse a la ira la


persona se hace más daño a ella misma del que podrían haber soñado sus
enemigos. En esencia, su equipaje completa lo que ellos hayan podido iniciar.
La ira enferma físicamente. Si la furia se acumula durante mucho tiempo,
aumentan las probabilidades de desarrollar cáncer, enfermedades cardiacas,
urticaria, úlcera, colitis, hipertensión, dolor de cabeza.

Por desgracia, la furia también enferma emocionalmente. El pago de mantener


la ira se desembolsa directamente de la capacidad de amar. La ira es algo que se
siente a cambio de la felicidad, la satisfacción, la tranquilidad o el contento. El
sentimiento de odio es tóxico es sí. En realidad, lo único que hace esa sensación
maligna es crear hábito con el tiempo. No mejora ni se vuelve más agradable ni
más fácil. Pero es tanto el tiempo que lleva furioso que olvida cómo es sentirse
bien, y por eso tolera mejor estado.

La ira se propaga. Comienza con la nuera que la criticó, y termina abarcando a


la nieta que más se parece a ella. Se origina con el amigo que sedujo a su esposa,
pero se extiende a todos los demás que se negaron a darle la espalda a ese
amigo por su crimen. En todos los casos en que hay equipaje de ira existe
siempre la posibilidad de que otra relación sea arrastrada en el torbellino.

El precio que se paga por alimentar la ira es demasiado alto. La ira enferma
física y emocionalmente, y mengua el amor y la tranquilidad. Además amenaza
toda nueva relación porque cada persona se convierte en posible blanco de su
equipaje.

El remedio para dejar de alimentar la ira es perdonar. Perdone, y podrá sanar,


progresar, reducir los riesgos de salud y aligerar del espíritu. Perdone, y podrá
superar la sensación de carencia porque el perdón abre un mundo de
posibilidades para satisfacer las necesidades. Perdone, podrá restablecer la
armonía en su hogar, devolverles a sus relaciones esa alegría que había
olvidado que podría existir. Perdone, y libere toda la energía que está
consumiendo en repasar viejas heridas, imaginar el desquite, anhelar justicia.
Perdone, y libere la parte suya que estaba atada por la ira para que puede ser
mucho, mucho más.

Perdonar es liberar al espíritu de la carga de ira que ha venido acarreando.


Como la carga de ira y de dolo llega muy hondo, el proceso de perdonar se
convierte en una lucha interior. Si toma consciencia de esa lucha, podrá avanzar
mucho más en el camino.

Perdonar es aflojar, y aflojar es el mejor antídoto para superar los obstáculos


internos. El problema no está tanto en el equipaje como en el hecho de aferrarse
a él. Es preciso aflojar en lo que se refiere a la necesidad de tener razón, la
sensación de ser superiores. Nos aferramos con tenacidad al temor al rechazo, al
deseo de reatralizar, y es necesario aflojar.

Sin embargo, eso no es fácil. Nos aferramos a todas esas cosas porque nos son
familiares, porque calman nuestras angustias. En resumidas cuentas, nos
aferramos porque estando el equipaje estrechamente relacionado con nuestras
cualidades, confundimos lo uno con lo otro.

Si usted es de los que necesitan tener razón, debe deshacerse de sus excesos de
equipaje, recordando que ha trabajado suficiente, ha hecho suficiente y sabe
suficiente. Cuando crea que sabe suficiente no tendrá necesidad de saberlo
todo. Si usted se siente superior puede poner fin a la competición cuando se
convenza de que vale lo suficiente. No es el mejor, tampoco el peor, pero es lo
suficientemente importante. Si teme el rechazo podría desafiar al mundo si
estuviera protegido por la creencia de que es lo suficientemente fuerte. Y no
tendría que evitar todos los riesgos, protegerse de todos los peligros, si pudiera
concentrar su atención en esta verdad: “Yo estoy lo suficientemente seguro”. Si
usted teatraliza podrá dominar sus excesos con mayor facilidad cuando crea
que es lo suficientemente amado. Tiene suficiente apoyo, suficiente atención.
No necesita crear una crisis para atraer más. Si usted alimenta la ira podrá
aligerar sus cargas emocionales aceptando la idea del suficiente. Esta hace algo
más que recordarle que ha llevado su ira durante demasiado tiempo y que es
hora de dejarla ir. Se refiere a todas las injusticias que se ha experimentado, la
forma en que ha sufrido heridas, abusos o desilusiones. Porque no importa
cuánto haya recibido, siempre hay algo que nunca llegó. Lo cual significa que
todo el mundo tiene razones para estar furioso, y algunas personas más que
otras. Para quienes, con razón o no, tiene el espíritu atrapado en la ira, el
suficiente es una manera de decir: “No obtuve todo. Ni siquiera lo que me
correspondencia en justicia. Pero obtuve suficiente”.

AMAR O DEPENDER?
(Walter Riso)

Aproximación al contenido.

Este excelente libro nos muestra cómo la dependencia afectiva convierte nuestra
vida amorosa en una experiencia desagradable y nos hacemos demasiado daño.
“La adicción afectiva es el peor de los vicios”. Si nos apegamos excesivamente a
la persona que decimos amar, el amor se torna en adicción y dependencia. Con
la tesis de que “es posible amar sin apegos”, el autor advierte que su obra está
dirigida “a todas aquellas personas que quieren hacer del amor una experiencia
plena, alegre y saludable”. La dependencia afectiva genera sufrimiento y
depresión. La dependencia genera temores e inseguridad. “Un amor inseguro
es una bomba de tiempo que puede estallar en cualquier momento y
lastimarnos profundamente”. El libro consta de tres partes: 1. Entendiendo el
apego afectivo. 2. Previniendo el apego afectivo. 3. Venciendo del apego
afectivo. La primera parte muestra los inconvenientes del apego afectivo,
aclarando que el apego no es adicción, que el deseo no es apego, que el
desapego no es indiferencia y que el apego desgasta y enferma. El esquema
central de todo apego es la inmadurez emocional. Somos inmaduros
emocionalmente porque tenemos bajos umbrales para el sufrimiento, baja
tolerancia a la frustración y la ilusión de que nuestra relación afectiva es eterna
o permanente. Nos apegamos por la vulnerabilidad al daño (apego
seguridad/protección), por el miedo al abandono (apego a la
estabilidad/confiabilidad), por la baja autoestima (apego a las manifestaciones
de afecto), por los problemas de autoconcepto (apego a la admiración) y por el
bienestar y placer “normal” de toda buena relación. La segunda parte nos
explica cómo promover la independencia afectiva sin que se afecta nuestra
forma auténtica de amar. Entendiendo el principio de la exploración y el riesgo
responsable, comprenderemos por qué éste genera inmunidad a la
dependencia. El principio de autonomía (hacerse cargo de uno mismo) nos
invita a la defensa de nuestra territorialidad y a la soberanía afectiva, al rescate
de la soledad, a la autosuficiencia y la autoeficacia. Este principio nos
demuestra que la autonomía genera inmunidad al apego afectivo. La tercera
parte (venciendo el apego afectivo) nos orienta para desligarnos de amores
enfermizos y no fracasar en tan difícil compromiso. El principio del realismo
afectivo nos dice que no debemos excusar o justificar el poco o nulo amor
recibido; que no demos minimizar los defectos del otro; que debemos
resignarnos a la pérdida y no creer que todavía hay amor en donde no lo hay;
que no demos tratar obstinadamente en recuperar un amor perdido, y que no es
conveniente alejarse poco a poco. El principio del autorrespeto y la dignidad
personal nos explica que el amor debe ser recíproco, que no nos merece quien
nos lastima, que jamás debemos humillarnos y que debemos eliminar toda
forma de autocastigo. Finalmente, se trata sobre el principio del autocontrol
consistente, que consiste en hacer un análisis parcializado conveniente, hablar
con personas que están de nuestra parte y efectuar control del estímulo o las
buenas evitaciones.

Análisis y comentario.

PRIMERA PARTE (ENTENDIENDO EL APEGO AFECTIVO)

Al iniciar la apasionante incursión por este grandioso libro, nos preguntamos si


amamos o dependemos. Al finalizarlo seremos plenamente conscientes si al
enamorarnos amamos o dependemos. Si amamos sin dependencia, no hay
problema; pero si dependemos de la persona que amamos, estamos en serias
dificultades. El libro nos enseñará como amar con independencia. ¿Listo para
cambiar su forma de amar? Veamos.

El autor es claro y concreto cuando nos advierte que “depender de la persona


que se ama es una manera de enterrarse en vida, un acto de automutilación
psicológica donde el amor propio, el autorrespeto y la esencia de uno mismo
son ofrendados y regalados irracionalmente”. Esta es una campanada de alerta
para que empecemos a despertar. Se debe reflexionar profundamente sobre este
axioma. La forma tan inapropiada como amamos es la responsable de nuestros
tormentos pasionales, porque “bajo el disfraz del amor romántico, la persona
apegada comienza a sufrir una despersonalización lenta e implacable hasta
convertirse en un anexo de la persona amada, un simple apéndice”. Si el libro no
trajera sino estas dos afirmaciones, tan claras y precisas, serían suficientes para
persuadirnos que el amor debe ser una experiencia maravillosa y no una fuente
de sufrimiento. Hay que darle demasiada importancia al término
“despersonalización”, porque tiene una profunda significación; si somos
conscientes de sus implicaciones, sabremos qué nos espera si dependemos
afectivamente de la persona que supuestamente amamos. No nos llamemos a
engaños: no existe pócima mágica para curar el apego afectivo; simplemente se
necesita entender los apegos, prevenirlos y vencerlos con mucha fuerza de
voluntad, la cual se encuentra en una buena autoestima, en un evidente
autorrespeto, en reforzar los umbrales de tolerancia al dolor, en superar la
tolerancia a la frustración, en ser autónomos, en no ir en contra de la realidad,
en encontrarle sentido a la vida, en defender nuestro territorio, en aprender a
disfrutar de la soledad, en ser autosuficientes y autoeficaces, y en ser
conscientes que no merece nuestro afecto quien no valora el amor que le
profesamos.

Muchas veces ignoramos, para desgracia nuestra, que “una buena relación de
pareja también debe fundamentarse en el respeto, en la comunicación sincera, el
deseo, los gustos, la religión, la ideología, el humor, la sensibilidad, y cien
adminículos más de supervivencia afectiva”. El autor advierte que el apego
biológico (de padres a hijos o viceversa, por ejemplo) no es nocivo; lo es el
apego mental o dependencia psicológica. El apegado no sabe resignarse y
renunciar, y esto trae graves consecuencias. “La persona apegada nunca está
preparada para la pérdida, porque no concibe la vida sin su fuente de
seguridad o placer. Lo que define el apego no es tanto el deseo como la
incapacidad de renunciar a él”. La inseguridad es responsable de una gran
parte del apego, porque si la persona es incapaz de hacerse cargo de sí misma,
tendrá temor a quedarse sola, y se apegará “a las fuentes de seguridad
disponibles representadas en distintas personas”. El autor nos aclara que el
desapego no es indiferencia. “El desapego no es desamor, sino una manera sana
de relacionarse, cuyas premisas son: independencia, no posesividad y no
adicción”. Esta aclaración es muy diciente; por eso es bueno no ignorarla: en
una relación gratificante debe ser independiente, no posesiva y no adicta. ¿Será
que nos cuesta mucho trabajo entender esto tan elemental. Si bien es cierto que
no podemos vivir sin amar, también lo es que el amor no debe esclavizarnos.

Como el apego desgasta y enferma, hay personas activo y pasivo dependientes.


Las primeros son susceptibles a los celos, a la ira, a las obsesiones, a las
agresiones y hasta pueden atentar contra ellas mismos. Los segundos “tienden a
ser sumisos, dóciles y extremadamente obedientes para intentar ser agradables
y evitar el abandono”. El dependiente erróneamente centra toda su capacidad
de disfrute en su pareja. “Con el tiempo esta exclusividad se va convirtiendo en
fanatismo y devoción”, hasta llegar al colmo de afirmar que su pajea lo es todo.
Lo siguiente es una incontrovertible realidad; desconocerla es ser un poco
estólido: “El apego enferma, castra, incapacita, elimina criterios, degrada y
somete, deprime, genera estrés, asusta, cansa, desgasta y, finalmente, acaba con
todo residuo de humanidad disponible”. Si esto es tan cierto, ¿por qué a veces
nos cuesta tanto trabajo entenderlo, y no somos capaces de amar sin apegos?
¿Será que somos estólidos? Estólido es una persona carente de entendimiento y
razón. Esto debe analizarse con mucho detenimiento, porque cuando nos
enamoramos como que nos volvemos estólidos.

Es muy gravísimo no madurar en el aspecto emocional, porque la madurez


emocional es el esquema central de todo apego, tal como nos lo demuestra con
abrumadores argumentos en autor. Veamos: “La inmadurez emocional implica
una perspectiva ingenua e intolerante ante ciertas situaciones de la vida,
generalmente incómodas o aversivas. Una persona que no haya desarrollado la
madurez o inteligencia emocional adecuada tendrá dificultades ante el
sufrimiento, la frustración y la incertidumbre”. ¿Por qué nos costará tanto trabajo
entender este axioma? Esta inmadurez se manifiesta en los bajos umbrales para el
sufrimiento, la baja tolerancia a la frustración y la ilusión de permanencia. Los
bajos umbrales están determinados genéticamente y por el tipo de educación
recibida. La sobreprotección durante la niñez es otra causa. Los bajos umbrales
ocasionan miedo a lo desconocido y apego al pasado. Una persona así se siente
incapaz de renunciar al placer/bienestar/seguridad que le brinda la persona que
dice amar y de soportar su ausencia. No tolera el dolor. Sin importarle que tan
dañina sea la relación, no quiere sufrir su pérdida. Se cree débil. No está
preparada para el dolor. La persona con baja tolerancia a la frustración es
egocentrista, si las cosas no son como ella quiere, se pone furiosa. Desconoce que
“tolerar la frustración de que no siempre podemos obtener lo que esperamos,
implica saber perder y resignarse cuando no hay nada que hacer”. No sabe
aceptar que la vida no gira a nuestro alrededor, que el mundo no es como
nosotros queramos que sea. “Lo infantil reside en la incapacidad de admitir que
no se puede”. Para este individuo el “yo quiero” es más importante que el “no
puedo”. Sufre porque no puede tener todo bajo su control. Si su pareja le dije que
hay que finalizar la relación o que ya no lo quiere, afirma con berrinche: ”¡Pero si
yo lo quiero!”. Mucha atención a lo que sigue, porque es una realidad irrefutable:
“Como si el hecho que querer a alguien fuera suficiente razón para que lo
quisieran a uno”. Esta es una de las afirmaciones más importantes del libro. No
podemos desconocerla. Es muy difícil reconocerlo y aceptarlo, pero no tiene
discusión: si yo amo no implica que me deban amar. “Las otras personas tienen el
derecho y no el deber de amarnos. No podemos subordinar lo posible a nuestras
necesidades. Si no se puede, no se puede”. Esta última frase es muy cierta. Esta
clase de “enamorados” piensan lo siguiente: “No soy capaz de aceptar que el
amor escape a mi control. La persona que amo debe girar a mi alrededor y darme
gusto. Necesito ser el centro y que las cosas sean como a mi gustaría que fueran.
No soporto la frustración, el fracaso o la desilusión. El amor debe ser a mi imagen
y semejanza”. La ilusión de permanencia nos hace creer que el afecto que nos
tienen o que la relación es eterna, que nunca puede acabarse. “En el afán de
conservar el objeto deseado, la persona dependiente, de una manera ingenua y
arriesgada, concibe y acepta la idea de lo permanente, de lo eternamente estable.
Todo esfuerzo por aferrarnos a lo transitorio es inútil, porque todo pasa, todo
cambia, todo muere. En toda relación se debe aceptar el riesgo, la incertidumbre,
la imprevisión y ser atrevidos. “No hay relación sin riesgo. El amor es una
experiencia peligrosa, eventualmente dolorosa y sensorialmente encantadora. Este
agridulce implícito que lleva todo ejercicio amoroso puede resultar especialmente
fascinante para los atrevidos y terriblemente amenazante para los inseguros. El
amor es poco previsible, confuso y difícil de domesticar. La incertidumbre forma
parte de él, como de cualquier otra experiencia”. Estas personas, al perder a su
“amado”, dicen: “¡No lo puedo creer!” “¡Jamás pensé que esto me pasara a mí!”
“¡Me parece imposible!” Hay que ser realistas, la pareja no dura para siempre. No
podemos confundir posibilidades con probabilidades. Uno debe afirmar: “Hay
muy pocas probabilidades de que mi relación se dañe, remotas si se quiere, pero
la posibilidad siempre existe”. La persona con ilusión de permanencia piensa que
es imposible que “nos dejemos de querer”. Cree que el amor es inalterable, eterno,
inmutable e indestructible. “Mi relación afectiva tiene una inercia propia y
continuará para siempre, para toda la vida”.

Cuando el autor se pregunta a qué cosas de la relación nos


apegamos, contesta que el motivo del apego es una “supersustancia”,
compuesta por placer/bienestar más seguridad/protección. Los tipos de apego
son: 1. Apego a la seguridad/protección (vulnerabilidad al daño). Este individuo tiene
muy baja autoeficacia, y no es capaz de hacerse cargo de sí mismo. Necesita de
una persona sicológicamente más fuerte para que se haga cargo de él. “Aquí no
se busca amor, ternura o sexo, sino supervivencia en estado puro. Lo que se
persigue no es activación placentera y euforia, sino calma y sosiego”. Esto es
realmente enfermizo. ¿Cuál es su origen? Sobreprotección paternal durante la
niñez y creencia aprendida de que el mundo es peligroso y hostil. Esta situación
genera dependencia, coarta la autonomía e impide la libertad. Una persona así
no le importa si su relación de pareja está bien, sino que el otro esté junto a ella.
Muy grave esta realidad. 2. Apego a la estabilidad/confiabilidad (el miedo al
abandono). “En ciertos individuos la búsqueda de estabilidad está asociada a un
profundo temor al abandono y a una hipersensibilidad al rechazo afectivo”. No
importa que la otra persona no sea el amante ideal, sino que de la garantía de
estar siempre con ella. La persona que actúa así ha sufrido despechos,
infidelidades, rechazos, pérdidas o renuncias amorosas que no ha podido
procesar adecuadamente. El problema es de susceptibilidad al
desprendimiento. “El objetivo es mantener la unión afectiva a cualquier costo”.
3. Apego a las manifestaciones de afecto (baja autoestima). Una persona así no
pretende evitar el abandono, sino sentirse amado. “Si una persona no se quiere
a sí misma, proyectará ese sentimiento y pensará que nadie podrá quererla. El
amor se refracta siempre en lo que somos. El miedo al desamor (carencia
afectiva) rápidamente se transforma en necesidad de ser amado”. Una persona
así se sorprende cuando alguien la pretende. “Si se fijó en mí, algo malo debo
tener”. La nueva conquista le genera incertidumbre, por el miedo al sufrir como
en su anterior relación. Hay que tener bien claras las cosas, porque la necesidad
de amor es distinta a la necesidad de genitalidad. “Los hombres podemos
desear y no sentir afecto, las mujeres pueden amar y no desear al ser amado, y
viceversa en cada caso. El sexo no está hecho para tasar valores afectivos, sino
par consumirlos”. Como se considera poco atractiva o fea, puede aferrarse
fácilmente a quien se siente atraído por ella. 4. Apego a la admiración (problemas de
autoconcepto). El autocepto nos muestra qué tanto nos aceptamos. Qué
pensamos de nosotros mismos. La carencia, en este caso, no es de amor sino de
reconocimiento y adulación. “El bajo autoconcepto crea una marcada
sensibilidad al halago”. Así la persona no se sienta querida, lo que le importa es
que la reconozcan, que hablen bien de ella. De ahí que muchas mujeres
sucumban ante los elogios de un hombre distinto a su esposo, ya que éste nunca
la satisface su necesidad de reconocimiento. 5. Apego “normal” al bienestar/placer
de toda buena relación. A pesar de que los apegos son nocivos, los siguientes
generan bienestar y son “normales”: apego sexual, mimos/contemplación,
compañerismo/afinidad y convivencia tranquila en paz. Estos apegos hay que
revisarlos con detenimiento porque pueden privar a la persona de otros
placeres y alegrías. “Su frecuente utilización y la incapacidad de renunciar a
ellos, los convierte en potencialmente tóxicos”.

SEGUNDA PARTE (PREVINIENDO EL APEGO AFECTIVO)

Ya “entendido” el apego y sus causas, tenemos suficientes razones y


argumentos para rechazar el apego afectivo y empezar a ser independientes de
la persona que amamos, pues debemos saber que no somos un apéndice de ella.
Somos dos seres únicos e irrepetibles, libres y autónomos. “Si no eres tú en
persona, la verdadera, la única, la irreproductible, sólo serás una incipiente
imitación”.

Así las cosas, pasemos a la segunda parte, en donde aprenderemos a prevenir el


apego afectivo. Mucha atención. Veamos. Los principios de exploración, de
autonomía y del sentido de vida nos permiten desarrollar una actitud en contra
del apego afectivo. Tengamos bien presentes estos principios. “Una persona
audaz, libre y realizada es un ser que ha ganado la batalla a los apegos”. No
podemos vivir exclusivamente para nuestra pareja ni reducir las opciones de
bienestar a la relación afectiva, porque se agotan otras posibilidades de disfrute
de la vida. ¡Que tontería vivir para una sola persona!

El principio de exploración y el riesgo responsable nos recuerda la tendencia


que tenemos para indagar y explorar el entorno. Éste sostiene que la persona
que amamos es importante, pero no es lo único que tenemos. Establecer una
relación no implica esclavizarnos. El amor no es estancamiento. Al enamorarnos
no podemos perder los intereses vitales. Amar no tiene porqué ser un sacrificio.
“Amar no es anularse, sino crecer de a dos... Querer a alguien no significa
perder sensibilidad... sin más interés que lo mundano... Vincularse
afectivamente no es enterrarse en vida, ni reducir tu hedonismo (placer) a una o
dos horas al día”. Herman Hesse decía en una de sus obras: “El había amado y
se había encontrado a sí mismo. La mayoría, en cambio, aman para perderse”.
El enamoramiento con dependencia se convierte en una experiencia o un
proceso enajenatorio en donde yo me pierdo en el otro. Muy lamentable esta
situación. Esto es demasiado grave. La persona dependiente es tan ridícula que
siente celos porque su pareja disfruta de la vida cuando no está con ella. Como
es insegura quiere quitarle la creatividad al otro. Este principio genera
inmunidad al apego afectivo, ya que las personas atrevidas y arriesgadas
generan más tolerancia al dolor y a la frustración; produce una actitud audaz
para descubrir fuentes de disfrute; “hace que la mente se abra, se flexibilice y
disminuya la resistencia al cambio, y elimine el miedo a lo desconocido”; y se
desarrolla un espíritu inquieto que quiere saber el porqué de las cosas.

El principio de autonomía o hacerse cargo de uno mismo nos persuade de que


“cuando las personas deciden hacerse dueñas de su vida y de sus decisiones, el
crecimiento personal no tiene límites”. Es tan importante la autonomía que las
personas dueñas de sí mismas, “desarrollan un sistema inmunológico altamente
resistente a todo tipo de enfermedades”. Sin autonomía, la persona no es libre y
se le dificulta vencer el apego. La búsqueda de la libertad genera defensa de la
territorialidad, una mayor utilización de la soledad y un incremento en la
autosuficiencia. Sin espacios propios, sin territorialidad, no puede haber una
buena relación. “Una cosa es entregar el corazón y otra el cerebro”. Sin incurrir
en libertinaje ni en descompromiso, se deben establecer límites en la privacidad.
“La independencia (territorialidad) sigue siendo la mejor opción para que una
pareja perdure y no se consuma... Sin autonomía no hay amor, sólo adicción
complaciente”. Así se considere como inconveniente la soledad, a veces es
buena para los dependientes. Sin que nos convirtamos en ermitaños, la soledad
es buena porque favorece la autoobservación y el conocimiento de sí mismo;
posibilita que la relajación y la meditación sean eficaces, y nos permite superar
el miedo y lanzarnos a la aventura de conquistar la vida auténtica. “Abrazar la
soledad no significa que debas incomunicarte y aislarse de tu pareja”. Si nos
atenemos a los demás y nos creemos incapaces, perderemos autosuficiencia y
autoeficacia. “Sentirse incapaz es una de las sensaciones más destructivas, pero
no hacer nada y resignarse a vivir como un inválido es peor”. Las personas
autónomas vencen el miedo a la incapacidad, a sufrir y a la soledad. Para ser
autónomo y superar la dependencia es bueno hacerse cargo de uno mismo,
disfrutar la soledad e intentar vencer el miedo. ¿Por qué se nos dificulta
entender esto y ponerlo en práctica, para no sufrir cuando amamos? No seamos
tan estólidos.

El principio del sentido de vida nos enseña que las personas autorrealizadas
poseen fortaleza, no se estancan y no andan buscando a qué aferrarse para
sentirse protegidas. El sentido de vida se evidencia en la autorrealización y en
la trascendencia. La autorrealización es la capacidad de reconocer los talentos
naturales que poseemos. Es un derecho que tenemos por el solo hecho de haber
nacido. “Son aquellas habilidades singulares que surgen espontáneamente de
nosotros, sin tanto alarde ni especializaciones”. Desarrollamos esos talentos si
nos gusta lo que hacemos, si lo que hacemos ha surgido naturalmente y porque
la gente valora lo que hacemos. “Las personas que han encontrado el camino de
su autorrealización o que poseen fortaleza espiritual, son difíciles de vencer. Se
mueven más fluidamente y no suelen quedarse estancadas en idioteces. No
andan buscando a qué aferrarse para sentirse protegidas... Las personas
autorrealizadas no son posesivas: son independientes y fomentan la honestidad
interpersonal. No necesitan tanto el apego, porque la pérdida y la terrible
soledad ya no los asustan... Una persona que ha encontrado su vocación y
siente pasión por lo que hace, se vuelve inmune a la adicción afectiva porque su
energía vital se abre a otras experiencias”. La trascendencia nos recuerda que
tenemos un proyecto de vida en construcción. “Trascender significa tomar
conciencia (darse cuenta) de que soy, posiblemente, mucho más de lo que creo
ser”. Participar en un proyecto universal nos fortifica, nos aleja de los sensorial
y nos interroga cuál es nuestro fin en la vida. Los ideales nos hacen crecer.
“Crecer espiritualmente no es discrepante con el amor terreno, pícaro y
cariñosamente contagioso que sentimos por la pareja”. Fortalecer la vida
interior nos ayuda a combatir el apego. “Las personas que adquieren un sentido
de vida logran distanciarse de las cosas mundanas y adquieren una visión más
completa y profunda de la vida... El desarrollo de los talentos naturales permite
una expansión de la conciencia afectiva... Las personas con una vida espiritual
intensa son más fuertes ante la adversidad, y emocionalmente más maduras...
Participar en la idea de un proyecto universal me otorga un sentido de
pertenencia especial”. No matemos nuestra vocación. “En la vida nunca hay
que resignarse a vivir infeliz”. Expandamos la conciencia preguntándonos
quién soy, dónde estoy y para dónde voy. En síntesis, “el principio del sentido
de vida te enseña a desligarte de muchas de tus ataduras. Te permite tener una
visión más holística del universo y de ti mismo. Te ayuda a desprenderte de lo
superfluo y de lo inútil. Te otorga mayor riqueza interior e independencia
sicológica”. Si sabemos cómo prevenir el apego afectivo, ¿vamos a seguir
amando con dependencia?

TERCERA PARTE (VENCIENDO EL APEGO AFECTIVO)

Hasta aquí las cosas han quedado muy claras: aprendimos a conocer y a
prevenir el apego. A estas alturas ya estamos preparados para vencerlo. Si al
terminar esta última parte, seguimos con la dependencia afectiva, no nos queda
más remedio que preguntarnos si somos seres humanos pensantes, razonadores
y cuerdos. Empecemos a vencer semejante problema.

Cuesta reconocerlo pero hay muchas personas encarceladas en relaciones


enfermizas, de las cuales no pueden o no quieren liberarse, ignorando las
graves consecuencias físicas y mentales. “Con el tiempo, estar mal se convierte
en una costumbre. Es como si todo el sistema sicológico se adormeciera y
comenzara a trabajar al servicio de la adicción, fortaleciéndola y evitando
enfrentarla por todos los medios posibles”. Entonces el amor se convierte en
una ilusión, en algo imposible para esas personas. Y lo más grave: “A pesar del
letargo afectivo, de los malos tratos y de la constante humillación de tener que
pedir ternura, la persona apegada a una relación disfuncional se niega a la
posibilidad de un amor libre y saludable”. Todo esta compleja e inmadura
problemática se puede superar, siendo realistas en el amor, autorrespetándonos
y desarrollando autocontrol.

El principio del realismo afectivo nos persuade de que “hay que ver la relación
de pareja tal cual es, sin distorsiones ni autoengaños”. El autor recomienda
analizar honesta y abiertamente el intercambio amoroso, como un requisito
para “allanar el camino hacia una relación afectiva y psicológicamente
placentera”. A veces, con el pretexto de no perder la persona que decimos amar,
“sesgamos, negamos, justificamos, olvidamos, idealizamos, minimizamos,
exageramos, decimos mentiras y cultivamos falsas ilusiones”. ¿Alguna vez nos
ha ocurrido esto tan absurdo? Sin duda que sí. Ya es hora de coger juicio.
Estamos tan apegados que no nos importan las evidencias, los desplantes, las
humillaciones, los informes y muchas otras realidades que nos demuestran de
manera irrefutable que la otra persona no nos quiere y no está comprometida
con el afecto recíproco, y sin embargo seguimos obstinados y obsesionados por
una relación que no funciona. “El realismo afectivo sugiere que debemos partir
de lo que verdaderamente es nuestra vida amorosa. Lo que es, y no lo que nos
gustaría que fuera”. Mucha atención con esto y con lo que sigue. “Si logramos
comprender la relación en el aquí y en el ahora, sin pretextos ni evasivas,
podremos tomar las decisiones acertadas, generar soluciones o comenzar a
desapegarnos”. Excusar el poco amor recibido, minimizar los defectos de la
pareja, creer que todavía hay amor en donde no lo hay, persistir tozudamente
en recuperar un amor perdido y alejarse, pero no del todo, son distorsiones
cognitivas (mentales) que impiden ser realistas en la relación afectiva y facilitan
el apego. Veamos una por una.

Excusar o justificar el poco o nulo amor recibido hace que la persona


dependiente se diga o piense ilusamente: “Me quiere pero no se da cuenta”.
“Los problemas sicológicos que tiene, le impiden amarme”. “Ésa es su manera
de amar”. “Me quiere, pero tiene impedimentos externos”. “Se va a separar”.
Minimizar los defectos de la pareja o relación, implica tratar de justificar:
“Nadie es perfecto o hay parejas peores”. “No es tan grave”. “No recuerdo que
haya habido nada malo”. Creer que todavía hay amor donde no lo hay, motiva
a decir muchos tadvías: “Todavía me llama, todavía me mira, todavía pregunta
por mí”. “Todavía hacemos el amor”. “Todavía no tiene a otra persona o
todavía está disponible”. “Se va a dar cuenta de lo que valgo”. No nos
llamemos a engaños: no hay todavía que valga. Cuando no lo quieren a uno, no
lo quieren, y punto. Persistir tozudamente en recuperar un amor perdido hace
decir estúpidamente a los dependientes: “Dios me va ayudar”. “Me hice echar
las cartas”. “Me hice la carta astral”. “Intentaré nuevas estrategias de
seducción”. “Mi amor y mi comprensión lo curarán”. Alejarse, pero no del todo
motiva a quienes no quieren aceptar la pérdida a decir: “Voy a dejarlo de a
poquito”. “Sólo seremos amigos”. “Sólo seremos amantes”. Todas estas
afirmaciones irracionales, no son más que “pañitos de agua tibia”, que en nada
solucionan nuestra dependencia afectiva. Todos estos pensamientos “obedecen
a la misma necesidad: retener la fuente de apego mediante el autoengaño”. Es
difícil y muy doloroso aceptar que no nos quieren, pero qué vamos a hacer. Hay
que aceptar. Así como llega el amor, así se puede ir. “Quedarte quieto y mirar la
realidad afectiva en la cual estás inmerso, es lo único que debes intentar. Si
logras observar las cosas como realmente son, dejando los sesgos y las mentiras
a un lado, tus esquemas irracionales comenzarán a tambalear”. Ser inteligentes
y maduros emocionalmente, es reconocer que si no nos quieren, no nos quieren;
que por el solo hecho de estar enamorado de una persona, ésta no está en la
obligación correspondernos, y lo más importante: alejarnos oportunamente de
le persona que no nos ama, porque la adicción afectiva no mide consecuencias.
Si la relación nos deja más sinsabores que alegrías, alejémonos. Así de sencillo:
alejémonos. No seamos tan bobitos.

El principio del autorrespeto y la dignidad personal nos alerta que “bajo la


abrumante urgencia afectiva somos capaces de atentar contra la propia
dignidad personal... Vendemos lo que no está en venta, negociamos con el
respeto y nos arrastramos más allá de lo imaginable con tal de conseguir la
dosis afectiva que necesitamos”. Mucho cuidado, porque si no me respeto no
puedo respetar a los demás. Este principio intenta definir límites entre las
personas. “El reducto último, donde los principios y los valores me definen
como humano. Lo que no es negociable. Cuando estos puntos están claros, nos
volvemos invencibles porque sabemos cuándo pelear y cuándo no”.
Nuevamente no nos llamemos a engaños: el amor debe ser recíproco. El amor
universal no funciona en la relación de pareja, porque ésta es entre dos,
personalizada. Se ama a María no a todas las Marías. Se ama a Pedro y no a
todos los Pedros. Amamos a las personas comunes y corrientes, con defectos y
virtudes, con aciertos y desaciertos. Seres concretos y no abstractos. “Mientras
el amor universal no requiere de nada a cambio, el amor interpersonal necesita
de correspondencia. Para que una relación afectiva sea gratificante, debe haber
reciprocidad, es decir, intercambio equilibrado. El amor recíproco es aquel
donde el bienestar no es privilegio de una de las partes, sino de ambas”.
Aunque el amor auténtico no es un “toma y dame”, si es importante tener en
cuenta que “si yo doy diez, me conformo con un ocho. Más aún, si el amor me
lo permitiera, hasta un siete estaría bien, pero con menos recompensa
empezaría a preocuparme. Jamás podría contentarme con una relación que no
me llenara... Cuando se trata de aspectos esenciales, recibir se convierte en una
cuestión de derechos y no en un culto al ego... Si soy fiel, espero fidelidad; si soy
honesto, espero honestidad; si soy cariñoso, espero ternura. De no ser así, no me
interesa”. ¡Qué bueno tener el valor de decir y hacer esto último! Ahora vienen
dos aspectos importantísimos, que nos deben hacer reflexionar detenidamente,
porque son cruciales: no debemos amar a quien nos lastime y jamás debemos
humillarnos. Estos dos principios si que son de mucha atención. “Si una
persona no aprecia lo que doy, no lo comprende y no lo traduce, el amor se
deshace en el camino, no da en el blanco y desaparece... No podemos amar a
quien no me quiere. No tiene sentido entregarme a alguien que no quiere estar
conmigo. Si no me aman, no me respetan o me subestiman, no me merecen
como pareja... Cuando damos lo mejor de nosotros a otra persona, cuando
decidimos compartir la vida, cuando abrimos nuestro corazón de par en par y
desnudamos el alma hasta el último rincón, cuando perdemos la vergüenza,
cuando los secretos dejan de serlo, al menos merecemos comprensión... Cuando
amamos a alguien que, además de no correspondernos, desprecia nuestro amor
y nos hiere, estamos en el lugar equivocado. Esa persona no se hace merecedora
del afecto que le prodigamos. La cosa es clara: si no me siento bien recibido en
algún lugar, empaco y me voy”. Si tenemos muy presente la siguiente
afirmación, tal vez despertemos. “En cualquier relación de pareja que tengas, no
te merece quien no te ame, y menos aún, quien te lastime. Y si alguien te hiere
reiteradamente sin mala intención, puede que te merezca pero no te conviene”.
La invitación a no humillarnos si que es diciente. “Someterse por amor puede
generar dividendos a corto plazo, pero a la larga la persona que se rebaja
produce fastidio. Es muy difícil amar a un ser que se doblega para obtener
afecto. Un amor indigno es una forma de esclavitud. Y los dueños nunca aman
a sus esclavos; los explotan o se compadecen de ellos”. Entre más grande sea el
apego, más grandes serán los comportamientos y las tácticas humillantes:
reclamos indecorosos o preguntas indebidas, comportamientos degradantes y
manipulativos, desviar la propia esencia para el gusto del otro, no expresar los
gustos y necesidades y compartir la persona amada con otra. Hay que eliminar
toda forma de autocastigo, porque cuando una relación anda mal, no hay un
solo responsable. Los dos son responsables: unos por defecto y otros por exceso.
El dependiente se echa siempre la culpa de ser el directo responsable de que la
relación termine o no funcione bien. Cree que no merece ser feliz. Piensa que no
es merecedor de que lo quieran. Busca compañías parecidas a la que es fuente
de su dolor. Se entrega al mejor postor; se vincula, por despecho, con el primero
que se le “atraviesa” en el camino. “Autocastigarse es la manera más
degradante de humillación, porque proviene de uno mismo”. Reflexionemos
sobre el siguiente llamado de atención: “Tu pareja, por encima de todo y sin
excusas, debe amarte y respetarte. Si ninguna de las dos cosas se dan, estás con
la persona equivocada... El autorrespeto es una guía, una luz en la mitad de la
oscuridad. Es el punto de referencia psicológico que te dirá cuándo has perdido
el norte. Si la dignidad personal se activa, el apego se diluye y pierde fuerza...
Defender tus derechos y negarte a la humillación te vuelve más querible y
eliminar el autocastigo te hace libre... Para vencer el apego y no volver a caer en
él, tu mente debe acostumbrase a no negociar los principios. Un ser carente de
ética es una individuo sin dirección, fácilmente influenciable y esencialmente
contradictorio”.

El principio de autocontrol consciente nos enseña que cuando se pierde una


relación afectiva, la opción es el autocontrol y la resistencia activa. Entre más
estemos cerca de esa persona, más adicción generaremos. “Cuando la persona
apegada pierde toda esperanza de reconciliación afectiva o de mejoría, y acepta
que no hay nada que hacer, apenas comienza a procesar realmente la ausencia...
Si se desea acabar realmente con una relación enfermiza y no recaer en el
intento, la extirpación debe ser radical... La ruptura debe ser total y definitiva”.
Hay que hacer un análisis parcializado conveniente. “Cuando se trata de
relaciones muy enfermizas, la mejor estrategia es concentrarse en lo malo y
hacer un análisis algo parcializado del vínculo”. A veces es bueno y saludable
tener en cuenta los aspectos negativos de la pareja; ésto nos ayuda a
desapegarnos. Debemos hablar con personas incondicionales que nos animen y
apoyen en la decisión de dejar a la persona que no nos conviene. “Si quiero
alejarme de una relación anormal o inconveniente, no necesito imparcialidad y
mesura sino que me ayuden a escapar del suplicio y alejarme. En estos casos,
los mejores amigos son los que nos dicen lo que necesitamos oír para no volver
atrás”. Hay que ejercer control y evitar las recaídas. “Durante un tiempo es
mejor no llamar ni hablar con la persona que se quiere dejar; no verla, evitar
lugares nostálgicos o gente que nos la recuerde”. Tenemos que ser
disciplinados. “La autodisciplina es lo opuesto de la inmadurez; fortalecerla es
madurar emocionalmente y aprender a manejar los impulsos que el apego
desencadena. No pude haber adicción si hay autocontrol”.

A manera de conclusión.

Amar es una experiencia agradable sólo para personas maduras


emocionalmente. Antes de establecer una relación afectiva, deberíamos
preguntarnos si realmente somos personas realmente maduras. La inmadurez
es la responsable de todo el sufrimiento que nos afecta cuando nos vinculamos
afectivamente. Amar es un arte difícil, y amar sin apegos implica tener grandes
capacidades que no son muy sencillas de manejar. “Amar sin apegos es amar
sin miedos. Es asumir el derecho a explorar intensamente el mundo, a hacerse
cargo de uno mismo y a buscar un sentido de vida. También significa tener una
actitud realista frente al amor, afianzar el autorrespeto y fortalecer el
autocontrol”. No podemos vivir sin afecto; nadie puede hacerlo, pero sí
podemos amar sin esclavizarnos. El amor es ausencia de miedo. Hay que
aprender a renunciar cuando hay que renunciar.

Un llamado de atención para pensar.

Si sabemos qué es el apego afectivo, como prevenirlo y cómo vencerlo,


¿seguiremos haciéndonos daño al amar, seguiremos con esos amores
enfermizos? Amigo lector, ¿si sabemos dónde estamos, nos vamos a quedar
ahí?

EL ALQUIMISTA
(Paulo Coelho)

ARGUMENTO. Santiago, un joven pastor de ovejas, realiza un viaje desde la


provincia de Andalucía, en España, hasta las pirámides de Egipto, en busca de
un tesoro; pero al llegar allí descubre que el tesoro no esta ahí sino en el lugar
de partida.

RESUMEN Y ANALISIS

Santiago, citado en la novela como “el muchacho”, a pesar de la insistencia de


sus padres de que fuera sacerdote y se quedara a vivir en su aldea natal, decidió
hacer lo que más le gustaba: viajar. Viajar era la razón de su vida. Por eso se
convirtió en un pastor de ovejas, porque los pastores viajan. “Desde pequeño
soñaba con conocer el mundo, y esto era mucho más importante que conocer a
Dios o los pecados de los hombres”. No se explicaba cómo buscaban a Dios en
un seminario. Como pastor podría viajar, que era el sueño de su vida. “Cuando
se cansase de los campos de Andalucía, podía vender sus ovejas y hacerse
marinero. Cuando se cansase del mar, habría conocido muchas ciudades,
muchas mujeres, muchas ocasiones de ser feliz”.

Estudió latín, español y teología. Era aficionado a la lectura, pero ésta no le


dejaba muchas enseñanzas. Sus ovejas le enseñaban más que los libros. Llevaba
un libro grueso que noche le servía de almohada. Como él pensaba que las
ovejas le entendían lo que les decía, “solía leer para ellas los pasajes de los libros
que le habían impresionado o hablarles de la soledad y de la alegría de un
pastor en el campo, o comentarles las últimas novedades que veía en las
ciudades por donde solía pasar”.

A pesar de la vida monótona, rutinaria y mecánica de sus ovejas, que sólo se


preocupan por comer y beber, él aprendía mucho de ellas. “Encuentro que no
son ellas quienes enseñan: soy yo quien aprendo”, pensó. Ellas nunca tenían
que tomar decisiones, posiblemente porque estaban junto a él. Sólo les bastaba
alimentarse y dormir. Como eran bien cuidadas y alimentadas, confiaban en el
muchacho y se olvidaban de sus instintos. “Siempre que le era posible buscaba
un camino diferente para andar... El mundo era grande e inagotable y si él
dejase que las ovejas le guiasen tan sólo un poquito, terminaría descubriendo
más cosas interesantes. El problema es que ellas no se dan cuenta de que están
haciendo caminos nuevos cada día. No se percatan de que los pastos cambian,
de que las estaciones son diferentes, porque están sólo ocupadas con el agua y
la comida”.

Un día, mientras descansaba con su rebaño junto a una vieja iglesia


abandonada, donde crecía un sicomoro en donde antes estaba la sacristía, por
segunda vez tuvo un sueño, en el cual una vieja le contaba que junto a las
Pirámides de Egipto había un tesoro; pero en el momento en que le iba a revelar
el sitio exacto donde estaba, se despertaba. Como pensaba que la posibilidad
de realizar un sueño era lo que hacía la vida interesante, decidió visitar a una
gitana que interpretaba los sueños en la ciudad de Tarifa. La vieja, que sostenía
que “los sueños son el lenguaje de Dios”, le dijo que ella sólo los interpretaba,
pero que no los hacía realidad. Y ésta fue su interpretación: “Debes ir hasta las
Pirámides de Egipto. Jamás oí hablar de ellas, pero si fue una criatura quien te
las mostró, es porque existen. Allá encontrarás un tesoro que te hará rico”. A
cambio de esta interpretación le exigió el 10% del tesoro. El muchacho pensó
que se trababa de una charlatana más y que lo había engañado, ya que “la gente
decía que la vida de un gitano era siempre engañar a los demás”. Por eso “salió
decepcionado y decidió nunca volver a dar más crédito a los sueños”.

Su alegría era encontrarse en Tarifa con la hija de un rico comerciante, la cual


había conocido el año anterior. En consecuencia, estaba muy feliz. Sin embargo,
le preocupaba que ella ya lo hubiera olvidado, ya que por allí pasaban muchos
pastores. “No importa –dijo el muchacho a sus ovejas-. Yo también conozco a
otras niñas en otras ciudades”.

Le gustaba su vida como pastor, porque podía viajar y conocer gente que
modificaban su vida. “Uno siempre acaba haciendo nuevos amigos y no tiene
necesidad de estar con ellos un día tras otro. Cuando la gente ve siempre las
mismas personas acabamos haciendo que pasen a formar parte de nuestra vida.
Y como forman parte de nuestra vida, pasan también a querer modificar
nuestra vida. Si no actuamos tal como ellas esperan, se disgustan. Porque todas
las personas tienen una idea exacta de cómo debemos vivir nuestra vida. Y
nunca tienen idea de cómo deben vivir la suya propia”.

En Tarifa se encontró con su primer maestro: Melquisedec, un viejo que decía


ser el rey de Salem. El muchacho le contó lo que hacía, le platicó de sus sueños y
le habló de los libros que leía. El viejo, luego ojear un libro que llevaba el
muchacho, dijo que “es un libro que dice que lo que dicen casi todos los libros.
De la incapacidad de las personas para escoger su propio destino. Y termina
haciendo que todo el mundo dé crédito a la mayor mentira del mundo”. Esa
mentira consistía en que “en un momento determinado de nuestra existencia,
perdemos en control de nuestra vida, y ella pasa a ser gobernada por el
destino”. El muchacho dijo que con él no había ocurrido lo mismo, porque sus
padres querían que fuera sacerdote y decidió ser pastor. Como creía que el viejo
era otro gitano charlatán, pensó que éste decía cosas extrañas. “A veces es mejor
estar con las ovejas, que son calladas y se limitan a buscar alimento y agua. O es
mejor estar con los libros, que cuentan historias increíbles siempre que
queremos oírlas. Pero cuando uno habla con personas, éstas dicen algunas cosas
y nos quedamos sin saber cómo continuar la conversación”.

Cuando el muchacho estaba a punto de dejar al viejo y continuar, pensó en su


sueño, entonces el rey de Salem le dio una demostración de que en realidad
sabía cosas y que no era un gitano. Entonces el muchacho le preguntó por qué
un rey hablaba con un pastor. “Existen varias razones. Pero digamos que la más
importante es que tú has sido capaz de cumplir tu Historia Personal”, dijo el
viejo, quien le explicó que ésta “es aquello que tú siempre deseaste hacer. Todas
las personas, al comienzo de la juventud, saben cuál es su Historia Personal. En
esa altura de la vida todo está claro, todo es posible, y ellas no tienen miedo de
soñar y desear todo aquello que les gustaría hacer en sus vidas. No obstante, a
medida que va transcurriendo el tiempo, una fuerza misteriosa empieza a tratar
de demostrar que es imposible realizar la Historia Personal”. Las fuerzas
misteriosas “son las fuerzas que parecen malas, pero en realidad te están
enseñando el modo de realizar tu Historia Personal. Están preparando tu
espíritu y tu voluntad, porque existe una gran verdad en este planeta: seas
quien seas o hagas lo que hagas, cuando quieras con voluntad alguna cosa, es
porque este deseo nació en el alma del Universo. Es tu misión en la Tierra”. El
muchacho pensaba que con esto de las “fuerzas misteriosas” iba a descrestar a
la hija de comerciante.

El viejo, convencido de que el muchacho trataba de vivir su Historia Personal y


estaba a punto de desistir de ella, le dice que la única obligación de los hombres
es cumplir su Historia Personal, advirtiéndole que si uno quería una cosa, todo
el Universo conspiraría para que se realice ese deseo. Todos estamos en
condiciones de realizar lo que soñamos. “La personas aprenden muy pronto su
razón de vivir. Quizá sea por esto que también desisten muy pronto. Pero así es
el mundo”, dijo el viejo. Este dijo al muchacho que si quería saber acerca del
tesoro, tendría que darle una décima parte de sus ovejas. El muchacho le ofreció
una décima parte del tesoro. “Si quieres empezar prometiendo lo que aún no
tienes, vas a perder tu voluntad de conseguirlo”, le advirtió el viejo. Como todo
en la vida tiene un precio, el viejo le exigió la décima parte de las ovejas para
enseñarle “cómo conseguir el tesoro escondido”.

El muchacho, pensando en que a veces era mejor dejar las cosas como estaban,
se dirigió a un lugar alto de la ciudad, donde reflexionó sobre su sueño y su
destino. “Estoy entre las ovejas y el tesoro”, pensaba. Tenía que decidir entre lo
que se había acostumbrado o lo que le gustaría hacer. Era importante la hija de
comerciante, pero lo eran más sus ovejas. Ella ya ni se acordaría de él. “Tenía la
certeza de que si no apareciese dentro de dos días la niña no lo notaría: para ella
todos los días eran iguales y cuando todos los días resultan iguales es porque
las personas dejaron de percibir las cosas buenas que aparecen en sus vidas
siempre que el sol cruza el cielo”.

Luego de haber vendido rápidamente sus ovejas, pensó que eso era una buena
señal, lo que el viejo llamaba Principio Favorable. “Si fueses a jugar a las cartas
por primera vez, casi con certeza ganarías. Suerte de principiante... Porque la
vida quiere que vivas tu Historia Personal”, dijo el viejo. “¿Dónde está el
tesoro?”, preguntó el muchacho. “El tesoro está en Egipto, cerca de las
Pirámides... Para llegar hasta allí, tendrás que seguir las señales. Dios escribió
en el mundo el camino que cada hombre debe seguir. Sólo se trata de leer lo que
él escribió para ti”, respondió sabiamente el viejo. Una mariposa revoloteó entre
los dos como señal de buena suerte. El rey le entregó dos piedras: una blanca y
una negra. “Se llaman Urim y Tumim. La negra quiere decir sí, la blanca quiere
decir no. Cuando no consigas descifrar las señales, ellas te servirán. Haz
siempre una pregunta objetiva. Pero de un modo general, procura tomar tus
decisiones. El tesoro está en las Pirámides y esto ya lo sabías; pero tuviste que
pagar seis ovejas, porque yo te ayudé a tomar una decisión... No te olvides que
todo es una cosa solamente. No te olvides del lenguaje de las señales. Sobre
todo no te olvides de ir hasta el final de tu Historia Personal”. Le dijo que esas
piedras sólo servían a quien sabía lo quería. Luego le contó una historia, en
donde le dijo que el secreto de la felicidad estaba en contemplar todas las
maravillas del mundo, sin olvidarnos de nosotros mismos.

Con el dinero de la venta de sus ovejas se dirigió hacia la ciudad africana de


Tanger. Allí le advirtieron que tuviera cuidado con los ladrones. Entró a un bar
y estableció diálogo con un árabe, a quien le dijo que lo llevara a las Pirámides
de Egipto. El árabe le dijo que sí, pero que le diera el dinero porque en ese
puerto habían muchos ladrones. El dueño del bar intentó de alertarlo sobre la
inconveniencia de este individuo, pero éste le hizo una seña y salieron del bar.
En la calle el árabe escapó con el dinero, aprovechando que el muchacho se
distrajo mirando una espada muy bella. El muchacho se sintió triste y se acordó
de la señal del dueño del bar. Entonces pensó que era como todas las personas:
“no veo el mundo de la manera que desearía que sucediesen las cosas y no de la
manera como realmente suceden”. No quería llorar, pero lloró. “El muchacho
lloró porque Dios era injusto y premiaba de este modo a las personas que creían
en sus propios sueños... Me siento triste y desgraciado. ¿Qué voy hacer?” Se
sintió traicionado por quien le había prometido llevarlo a las Pirámides. “Ahora
seré más listo”, fue la lección que aprendió.

Cuando el muchacho preguntó si iba a encontrar el tesoro, intentó sacar las


piedras del bolsillo pero se le cayeron porque el saco estaba roto. Esto lo
interpretó como una señal. Recordó que el viejo le había dicho que debía
aprender a respetar y seguir las señales. Entonces guardó las piedras. “Había
comprendido que algunas cosas la gente no debía preguntar, pero no huir del
propio destino”. Se dijo a sí mismo: “Prometí tomar mis propias decisiones”.
Luego de reflexionar si volverse a España a continuar con su vida de pastor y
desistir de su sueño, o convertirse en un buscador del tesoro, se dijo que él era
“un aventurero en busca de un tesoro”.

Sin dinero en su bolsillo, pero con mucha fe en la vida, buscó trabajo en Tánger.
Con mucha creatividad asesoró a un Mercader de Cristales, y éste le dio trabajo
en su tienda de cristales. El muchacho le indicó cómo mejorar el negocio para
vender más y prosperar. Al cabo de un año el comerciante había obtenido
cuantiosas ganancias y el muchacho había ahorrado suficiente dinero. Pensó
que con éste podría regresar a España y comprar ovejas. Pero ante el desánimo
de volver a España con la cabeza baja, recordó que el rey le había dicho que
nunca debía desistir de sus sueños y que siguiera las señales.

Con la idea de regresar a España, era consciente que las ovejas le habían
enseñado que había en el mundo un lenguaje que todos comprendían. “Era el
lenguaje del entusiasmo, de las cosas hechas con amor y con voluntad, en
busca de algo que se deseaba o en lo que se creía”. Recordando las enseñanzas
del rey, decidió continuar en busca del tesoro. El mercader del cristales lo
ayudó a embarcase en una caravana que iba para el oasis de Al-Fayoum.
Cuando se despidió del mercader sabía que “tenía más confianza en sí mismo y
tenía la voluntad de conquistar el mundo”. El valor es lo más importante para
quien busca el Lenguaje del Mundo.

En la caravana se conoció con un inglés que iba en busca del Alquimista.


Dialogaron sobre libros. El inglés había leído mucho sobre alquimia. El
muchacho se había percatado que las decisiones eran el comienzo de algo.
“Cuando alguien tomaba una decisión, en realidad estaba sumergiéndose en
una corriente poderosa, que lleva a la persona a un lugar que nunca había
soñado a la hora de decidir”. El inglés le dijo que en la vida todo eran señales.
“El universo está hecho por una lengua que todo el mundo entiende, pero que
ya se olvidó”. El inglés buscaba el Alquimista para le enseñara el Lenguaje
Universal. “Por eso estoy aquí. Porque tengo que encontrar un hombre que
conoce este Lenguaje Universal. Un Alquimista llama suerte a la señales. Si yo
pudiese, escribiría una gigantesca enciclopedia sobre las palabras suerte y
coincidencia. Es con estas palabras es que se escribe el Lenguaje Universal”.

El guía de la caravana advirtió que el desierto era una mujer caprichosa y


aveces dejaba locos a los hombres, y agregó que “en el desierto, la
desobediencia significa la muerte”. El muchacho siguió dialogando con el
inglés. La cadena misteriosa que iba juntando una cosa con otra, desde ser
pastor hasta encontrarse en el lugar donde estaba, le hizo pensar al muchacho
que “cuanto más se llega cerca del sueño, más se va convirtiendo la Historia
Personal en la verdadera razón de vivir”. Un camellero, que era musulmán,
comentaba que él había comprendido la palabra de Alá: “Nadie siente miedo a
lo desconocido, porque cualquier persona es capaz de conquistar todo lo que
quiere y necesita. Sólo sentimos miedo de perder aquello que tenemos, ya sea
nuestras vidas o nuestros cultivos. Pero este miedo desaparece cuando
comprendemos que nuestra historia y la historia del mundo fueron escritas por
la misma mano”.

El inglés llevando libros que el muchacho no comprendía le explicaba que un


Alquimista poseía la Piedra Filosofal, que servía para convertir metales en oro,
y el Elixir de la Larga Vida. Le decía que los alquimistas hablaban un lenguaje
difícil para lo entendieran sólo aquellos que tenían la responsabilidad de
entender, porque si no todos transformarían metales en oro, y éste no valdría
nada. “Únicamente los persistentes, únicamente aquellos que investigan mucho
son los que consiguen la Gran Obra. Por eso estoy en medio de este desierto.
Para encontrar un verdadero Alquimista, que me ayude a descifrar los
códigos”. El muchacho le devolvió los libros al inglés. No lo habían gustado
porque eran muy complejos y llenos de símbolos. “He aprendido que el mundo
tiene un alma, y que quien entienda ese Alma, entenderá el lenguaje de las
cosas. He aprendido que muchos alquimistas vivieron su Historia Personal y
acabaron descubriendo el Alma del Mundo, la Piedra Filosofal y el Elixir. Pero,
sobre todo, he aprendido que estas cosas son tan sencillas que pueden escribirse
en una esmeralda”. Esta realidad decepcionó al inglés. “Los años de estudio, los
símbolos mágicos, las palabras difíciles, los aparatos de la laboratorio, nada de
esto había impresionado al muchacho”. El pensaba que el muchacho no
comprendía. El muchacho se decía a sí mismo: “Cada uno tiene su manera de
aprender. Su manera no es la mía, y mi manera no es la suya. Pero los dos
andamos en busca de nuestra Historia Personal, y yo lo respeto por esto”.

El camellero, amigo del muchacho, le comentaba que él no temía a las guerras


en el desierto, porque vivía su aquí y su ahora. “Estoy vivo. Mientras estoy
comiendo, no haga nada que no sea comer. Si estuviese caminando, sólo
caminaría. Si tengo que luchar, será un día tan bueno para morir como
cualquier otro. Porque no vivo en mi pasado, ni en mi futuro. Tengo sólo el
presente y sólo él me interesa. Si puedes permanecer siempre en el presente,
entonces serás un hombre feliz. Percibirás que en el desierto existe vida, que el
cielo tiene estrellas, y que los guerreros luchan, porque esto forma parte de la
raza humana. La vida será una fiesta, un gran festival, porque ella es siempre y
sólo el momento que estamos viviendo”.

Al llegar al oasis, el inglés busco al Alquimista. Obtuvo la información que


necesitaba. El inglés le dijo al muchacho que ahora no tenía miedo a fracasar.
“El miedo de fracasar fue lo que me impidió probar la Gran Obra hasta hoy”. El
muchacho, por su parte conoció a la bella Fátima, y se enamoraron
mutuamente. Ella dijo que se amaba porque se amaba. “No hay ninguna razón
para amar”. El muchacho prometió que algún día volvería por ella.

El alquimista convenció que al muchacho para que continuara en busca del


tesoro. Compraron dos caballos, y prosiguieron para las Pirámides. El
Alquimista era un hombre sabio. “Sólo existe una manera de aprender. Es
mediante la acción. Todo lo que tú necesitabas saber, el viaje te lo enseñó”, le
dijo el Alquimista. Sobre lo que él llamaba acción, dijo: “Los sabios entendieron
que este mundo natural es solamente una imagen y una copia del Paraíso. La
simple existencia de este mundo es una garantía de que existe un mundo más
perfecto que él. Dios lo creó para que, a través de las cosas visibles, los hombres
pudieran comprender sus enseñanzas espirituales y las maravillas de su
sabiduría”. Le advirtió que muchos alquimistas se habían equivocado porque
buscaban sólo oro. “Buscaban el tesoro de su Historia Personal, sin desear vivir
la propia historia”. El alquimista dijo que lo que estaba escrito en la Tabla de
Esmeralda no sólo era comprendido por la razón. “La Tabla de Esmeralda es un
pasaje directo para el Alma del Mundo”. Le dijo que la traición era un golpe
que uno no esperaba. El muchacho había aprendido que pocos seguían el
camino trazado, el de la Historia Personal y el de la felicidad, porque el mundo
les asustaba. “Les parece que el mundo es una cosa amenazadora, y por esto el
mundo se convierte en una cosa amenazadora”. El Alquimista le dijo que debía
saber lo siguiente: “Siempre antes de realizar un sueño, el Alma del Mundo
decide examinar todo aquello que se aprendió durante la caminata. Ella hace
esto no porque sea mala, sino para que podamos, junto con nuestro sueño,
conquistar también las lecciones que aprendemos siguiendo en dirección a él.
Es el momento en que la mayor parte de las personas desiste... Una búsqueda
empieza siempre con la suerte de principiante. Y termina siempre con la Prueba
del Conquistador”.

Tres guerreros los interceptaron, pero no los robaron porque pensaron que el
Alquimista y el muchacho estaban locos por las explicaciones sobre la Piedra
Filosofal y el Elixir de la Larga Vida. El Alquimista dijo al muchacho que no los
habían robado porque “cuando tenemos los grandes tesoros delante de
nosotros, nunca nos damos cuenta. ¿Y sabes por qué? Porque los hombres no
creen en los tesoros”. Según el Alquimista, alquimia “es penetrar en el Alma del
Mundo y descubrir el tesoro que ella reservó para nosotros... El alquimista es el
hombre que conoce la naturaleza y el mundo”. Mediante la alquimia cada
hombre encuentra su tesoro. Los alquimistas “muestran que, cuando tratamos
de ser mejores de lo que somos, todo a nuestro alrededor se vuelve mejor
también”.

Más adelante fueron interceptados por un ejército. Los iban a matar porque los
acusaron de ser espías. El Alquimista dijo al general que a cambio de sus vidas,
el muchacho era capaz de transformarse en viento. El general les dio tres días
de plazo, pero les quitó el dinero y los caballos. El muchacho se asustó
demasiado y recriminó al Alquimista por haber dicho eso, ya que él no sabía
transformarse en viento. El Alquimista lo tranquilizó, pidiéndolo que no se
desesperara, porque se le dificultaría hablar con su corazón. “El que vive su
Historia Personal sabe todo lo que precisa saber. Sólo una cosa hace imposible
un sueño: el miedo de fracasar”.

Al tercer día se presentaron ante el general. El muchacho invocó al desierto, al


viento y al sol para que lo transforman en viento, pero éstos no pudieron
hacerlo porque no conocían el amor. “El amor no es estar parado como el
desierto, ni correr el mudo como el viento, ni ver todo de lejos... El amor es la
fuerza que transforma y mejora el Alma del Mundo. Cuando penetré en ella por
primera vez, encontré que era perfecta. Pero después vi que era un reflejo de
todas las criaturas, y tenía sus guerras y sus pasiones. Somos nosotros quienes
alimentamos el Alma del Mundo, y la tierra donde vivimos será mejor o peor, si
nos hacemos mejores o peores. Es ahí donde entra la fuerza del amor, porque
cuando amamos, siempre deseamos ser mejores de lo que somos”. Entonces se
volvió hacia la Mano que Todo lo Había Escrito. En lugar de decir nada, sintió
que el Universo se queda en silencio y quedó él en silencio también. “Una
fuerza de amor brotó de su corazón, y comenzó a rezar. Era una oración que
nunca había hecho antes, porque era una oración sin palabras y sin peticiones.
No daba gracias porque las ovejas hubieran encontrado un pasto, ni imploraba
para vender más cristales, ni pedía para que la mujer que había encontrado
esperase su regreso. En el silencio que siguió, el muchacho entendió que el
desierto, el viento y el sol también buscaban las señales que aquella Mano había
escrito, y trataban de cumplir sus caminos sin entender lo que estaba escrito en
una sencilla esmeralda. Sabía que aquellas señales estaban esparcidas por la
Tierra y por el Espacio, y que en su apariencia no tenían ningún motivo o
significado, y que ni los desiertos, ni los vientos, ni los soles y ni los hombres
sabían por qué habían sido creados. Pero aquella Mano tenía un motivo para
todo esto, y sólo ella era capaz de obrar milagros, de transformar océanos en
desiertos y hombres en viento. Porque sólo ella entendía que un designio mayor
empujaba al Universo hacia un punto en el que los seis días de la creación se
trasformarían en la Gran Obra. Y el muchacho se sumió en el Alma del Mundo,
y vio que el Alma del Mundo era parte del Alma de Dios, y también vio que el
Alma de Dios era su propia alma. Y que podía, entonces, realizar milagros”. El
viento sopló intensamente. El general los dejó libres y dispuso que fueran
escoltados hasta donde ellos quisieran, pero no les devolvió el dinero.

Al llegar a un monasterio, el Alquimista transformó con la Piedra Filosofal un


metal en oro. Lo dividió en cuatro partes iguales. Una se la entregó al
muchacho, otra al monje que los había atendido, otra para el alquimista y otra
para que el monje se la diera al muchacho cuando regresara, en caso que la
necesitara. Los dos se separaron. El muchacho siguió para las Pirámides, luego
que el alquimista le dijera que el tesoro estaba en donde él se arrodillara y
llorara.

Cuando el muchacho llegó a ese lugar, empezó a cavar pero unos ladrones le
robaron el oro que le había dado el Alquimista y lo golpearon pensando que allí
más oro enterrado. El muchacho les dijo que estaba buscando un tesoro en ese
sitio. Los ladrones se rieron y uno le dijo que él había tenido un sueño que en
una vieja iglesia abandonada, junto a un sicomoro, había un tesoro. Entonces el
muchacho pensó que había encontrado el tesoro. Con la parte del oro que el
Alquimista había entregado al monje, el muchacho regresó al lugar de partida
(la vieja iglesia), y allí bajo el sicomoro cavó hasta encontrar un grandioso
tesoro compuesto por oro, piedras preciosas e ídolos de piedras incrustados de
diamantes. “Realmente la vida es generosa con el que vive su Historia
Personal”, pensó. Entonces fue en busca de Fátima.

COMENTARIO

“El Alquimista” es una novela profunda y llena de un complejo simbolismo. Su


lectura comprensiva requiere de mucha reflexión, por cuanto se trata de un
extenso tratado de sabiduría. El autor, a través de este sencillo lenguaje
metafórico, nos enseña que debemos luchar, sin importar las dificultades, para
hacer realidad nuestros sueños, y que lo que nos ocurra, bueno o malo, será una
señal que no debemos desaprovechar para poder conquistar los sueños. La
cadena misteriosa de acontecimientos en nuestra vida nos conduce, si la
seguimos atentamente, sin descuidar las señales, a la autorrealización y la
conquista de la felicidad. Si queremos entender sus complejos mensajes,
debemos leerla comprensivamente y no tomar su contenido literal sino de
manera figurada, porque los sueños que vamos alcanzar no son materiales sino
espirituales; los tesoros no son de oro y dinero, sino de vida buena y de
felicidad.

La obra en su lenguaje figurado nos indica que para materializar nuestros


sueños hay que seguir las señales, no desistir nunca del sueño, no temer al
cambio, ser entusiastas, arriesgarnos, tener valor, soportar las adversidades,
tomar nuestras propias decisiones, confiar en las personas sabias, tener fe en la
vida, no desanimarnos ante los fracasos, perseverar, confiar en la suerte y en las
coincidencias, ver las cosas objetivamente, pagar el precio que la vida nos cobra,
no prometer lo que todavía no tenemos, estar preparados para las sorpresas,
buscar caminos diferentes en la vida, ser optimistas, vivir el aquí y el ahora,
huir de la rutina, vivir nuestra propia vida, hacer siempre lo que deseamos y no
lo que los demás quieran que hagamos, no perder el control de nuestra vida, no
permitir que los demás gobiernen nuestra existencia, a veces dejar las cosas
como están, leer lo que Dios escribió para cada uno de nosotros, mirar las
maravillas del mundo sin olvidarnos de nosotros, confiar en sí mismo, tener
voluntad para conquistar el mundo, ser valiente, no tener miedo a lo
desconocido, amar, creer en los tesoros, no desesperarnos, no temer al fracaso,
aprender a vivir, penetrar en el Alma del Mundo y cumplir la Historia Personal.

El muchacho es un ejemplo digno de superación, de libertad, de autonomía, de


lucha, de valor y de autorrealización. Quería siempre ser él mismo y tomar sus
propias decisiones. No le temía al cambio. Al mercader de cristales no le
gustaban los cambios. No quería cambiar porque no sabía cómo hacerlo. Estaba
acostumbrado a lo mismo. Por eso se oponía a los cambios y reformas que le
proponía al muchacho. El inglés nos evidencia al hombre teórico que no logra
concretar sus sueños por falta de práctica y hacer tan complejo lo sencillo. El rey
y el Alquimista representan a los hombres verdaderamente sabios.

PADRE RICO, PADRE POBRE


Robert T. Kiyosaki

Este extraordinario, concreto, ameno, breve, inquietante y práctico libro, que


comienza preguntando si los colegios preparan a los niños para el mundo real,
nos relata en su introducción cómo Sharon L. Lechter (coautora), aparentemente
convencida de que con su profesión y la de su esposo (abogado e ingeniero)
podrían vivir bien y asegurar su futuro como empleados, empieza a
cuestionarse y a revisar su cómodo y atrasado convencimiento, luego de que
uno de sus hijos protestara porque tenía que pasar mucho tiempo estudiando
temas que jamás iba a utilizar en su vida, debido a que, dados los cambios del
mundo actual, las personas más ricas no se hicieron millonarias a causa de su
educación.
Ante la actitud de su hijo, Sharon puso en cuestión las “enseñanzas” de sus
padres en la cuales le recalcaron que estudiara mucho y obtuviera excelentes
calificaciones para que consiguiera un buen empleo y asegurara su futuro.
Entonces entró en contacto con el millonario Robert T. Kiyosaki, quien, a través
del juego CASHFLOW (creado por él), le explicó cómo ser rico de una manera
diferente a la tradicional, con nuevas y audaces ideas, mediante una educación
distinta y novedosa para desarrollar y potencializar la inteligencia financiera.

Sharon (contadora) y Robert (millonario) deciden escribir el libro “Padre Rico,


Padre Pobre”, con el propósito de compartir una visión interior de cómo la
inteligencia financiera puede resolver muchos problemas comunes de la vida.
Robert es el encargado de relatar cómo aprendió de sus dos padres (uno pobre
y otro rico) y cómo se convirtió en millonario, y Sharon de recopilar sus escritos
dispersos y ordenarnos para su publicación.

Robert tuvo dos padres: uno rico y otro pobre. El padre pobre (el papá real o
biológico) era muy instruido, profesional e intelectualmente, pero sólo era un
empleado del gobierno, agobiado por las deudas y los impuestos. El padre rico
(su educador financiero), sin haber terminado la secundaria, llegó a ser uno de
los hombres más ricos de Hawai. No tenía educación formal, pero sí poseía
educación financiera, y en consecuencia tenía éxito. El padre rico era un hombre
que no había avanzado con la masa. “Era un hombre que había desarrollado un
pensamiento propio, y detestaba las palabras debemos hacerlo de esta manera
porque así es como todos los demás lo hacen. También odiaba las palabras no se
puede”. El padre pobre (socialista) luchó financieramente durante toda su vida.
El padre rico (capitalista) vivió una vida boyante financieramente. El padre
pobre pregonaba que el dinero era la raíz de todo mal. El padre rico sostenía
que la falta de dinero era la raíz de todo mal. El padre pobre decía “no puedo
afrontar los problemas”. El padre rico preguntaba “¿cómo puedo resolverlos?”.
Según el padre rico, afirmar nos deja fuera de combate; preguntar, nos fuerza a
pensar. Decir “no puedo afrontar los problemas” bloquea el cerebro. Afirmar
“cómo puedo afrontarlos” pone el cerebro a trabajar. Los dos fueron fuertes,
carismáticos e influyentes. Lo aconsejaron bien, pero de manera diferente.
Aprendió de ambos. Los puntos de vista de un hombre pobre y de un hombre
rico le permitieron inclinarse por escuchar y seguir los consejos financieros del
padre rico.

El padre pobre, tratándose de dinero, ponía su mente a dormir; el padre rico


ejercitaba su cerebro. El padre pobre recomendaba estudiar para conseguir
empleo en una buena empresa o compañía; el padre rico incitaba a estudiar
para comprar una buena empresa o compañía. El padre pobre, en asuntos de
dinero, no corría riesgos; el padre rico sabía manejar el riesgo. El padre rico
pensaba en pensionarse; el padre rico en tener independencia financiera. El
padre pobre le enseñó a conseguir trabajo; el padre rico a realizar planes de
negocios y finanzas con el ánimo de crear puestos de trabajo. El padre pobre
decía “nunca seré rico”; el padre rico afirmaba “soy un hombre rico”. Para el
padre rico una cosa era ser pobre y otra estar quebrado: “Quebrado es
temporal, y pobre es eterno”. El padre pobre no se interesaba en el dinero; el
padre rico estaba convencido que el dinero es poder. El padre pobre era pobre
por sus pensamientos y acciones, y no por el dinero que ganaba como profesor
estatal. El padre pobre trabajaba por dinero. El dinero trabajaba para el padre
rico.

Como Robert decidió escuchar a su padre rico, durante 30 años aprendió de éste
hasta obtener su independencia y solvencia económica y financiera. He aquí sus
enseñanzas, resumidas en seis lecciones:

7. Los ricos no trabajan por el dinero.


8. ¿Por qué enseñar especialización financiera?
9. Ocúpese de su propio negocio.
10. La historia de los impuestos y el poder de las corporaciones.
11. Los ricos inventan el dinero.
12. Trabajar para aprender y no por el dinero.

A continuación se resumen estas lecciones, excepto la correspondiente a la


“Historia de los impuestos y el poder de las corporaciones” por cuanto esta
dinámica difiere sustancialmente de la realidad colombiana, y se enfoca
principalmente en la mecánica financiera y de las corporaciones de los Estados
Unidos. Sin embargo, al leer el libro no se puede pasar por alto este capítulo,
debido a que se pueden extrapolar algunas enseñanzas y adaptarlas al contexto
colombiano. El libro, además, cuenta con los siguientes capítulos: Superando los
obstáculos, listo para comenzar, ¿quiere aún más? y epílogo.

1. LOS RICOS NO TRABAJAN POR EL DINERO

Robert a sus 9 años, en 1956, preguntó a su padre pobre cómo se hacía el dinero.
Éste le dijo que usara la cabeza. “Si quieres algo, trabaja por ello”, de dijo.
Luego de oír estas “enseñanzas” se entrevistó con su amigo Mike, hijo del padre
rico, con quien empezaron a generar ideas para “hacer” dinero. Intentaron
fabricar monedas de plomo con tubos vacíos de crema, pero el padre pobre les
dijo que eso era ilegal. Sin embargo, los felicitó por su creatividad y
originalidad, y les recomendó visitar al padre de Mike, que era millonario, en
procura de aprender a “hacer” dinero. “Si se rinden no serán ricos. Sigan
adelante. No desistan”, los exhortó el padre pobre. Reconoció que él no era rico
porque era un educador, y a los educadores sólo les gustaba enseñar y no ser
ricos. “Desearía poder ayudarles, pero la verdad es que yo no sé cómo hacer
dinero”, les dijo sinceramente.

Robert y Mike preguntaron al padre rico si los enseñaba a hacer dinero. El


padre rico, que era un hombre muy pragmático, les respondió con gran
sabiduría: “Les enseñaré, pero no lo haré al estilo de los salones de clases.
Ustedes trabajan para mí, yo les enseño… Si ustedes no pueden tomar una
decisión con firmeza, entonces, de todas maneras, nunca aprenderán a ganar
dinero… Las oportunidades van y vienen. Ser capaz de saber cuándo tomar
decisiones rápidas es una habilidad importante. Ustedes tienen la oportunidad
que solicitaron. La escuela comienza o cierra en diez segundos”. Entonces
comenzaron a trabajar en uno de los negocios del padre rico.

Robert a las tres semanas intentó renunciar porque el salario era demasiado
bajo. Le exigió al padre rico un notable incremento a cambio de no renunciar,
además de recriminarlo porque lo estaba explotando y no le enseñaba. El padre
rico, ante la brusca reacción de Robert, le preguntó y le enseñó muy calmado:
“¿Cómo sabes que no te he enseñado? ¿Acaso enseñar significa hablar y
disertar? Así es como enseñan en el colegio. Pero esa no es la forma en que la
vida te enseña, y diría que la vida es el mejor de todos los maestros. La mayor
parte del tiempo, la vida no te habla. Es como que te va empujando. Cada
empujón es la vida diciendo “¡despierta!”; hay algo que quiero que aprendas…
Si aprendes las lecciones de la vida, te irá bien. Si no, la vida simplemente
continuará empujándote. La gente, hace las dos cosas. Algunos sencillamente
dejan que la vida los empuje. Otros se ponen bravos y devuelven el empujón.
Pero empujan contra su jefe, o su trabajo, o su esposo o esposa. Ellos no saben
que es la vida quien los está empujando… La vida nos empuja a todos. Algunos
se rinden. Otros luchan. Otros pocos aprenden la lección y avanzan. Los
empujones de la vida son bienvenidos por ellos. Para estas pocas personas, esto
significa que necesitan y desean aprender algo. Ellos aprenden y avanzan. La
mayoría abandona, y unos pocos, como tú, luchan”. El padre rico felicitó a
Robert y a Mike porque de todos sus empleados eran los únicos que le habían
pedido que les enseñara a hacer dinero. Los demás trabajaban por dinero, sin
entender realmente qué es eso por lo que estaban trabajando. El poder del
dinero controla a los pobres y la clase media. Trabajan duro sin preguntarse si
lo que hacen tiene sentido. “Muy a menudo, en lugar de confiar en su sabiduría
interior -ese genio que cada uno tiene dentro de sí- mucha gente se deja
arrastrar por la multitud. Ellos simplemente hacen cosas porque la mayoría las
hace. Se conforman en lugar de cuestionarse. Muchas veces repiten sin pensar
algo que les fue dicho”.

Ante la insistencia de Robert que el padre rico lo explotaba con el bajo salario,
éste le sugirió que cambiara su punto de vista, porque lo culpaba como si él
fuera el problema. “Si piensas que yo soy el problema, entonces tienes que
cambiarme. Si te das cuenta de que tú eres el problema, entonces puedes
cambiarte a ti mismo, aprender algo y crecer más rápido. La mayoría de la
gente pretende que todo el mundo cambie, excepto ellos mismos. Déjame
decirte: es más fácil cambiarse a uno mismo que cambiar a los demás”. Robert
insistía que el padre rico era el problema. El padre rico le advirtió: “Bien, si
mantienes esa actitud no aprenderás. Mantén la actitud de que yo soy el
problema, ¿y qué lecciones te quedan?”. Robert amenazó nuevamente al padre
rico con renunciar si a cambio no recibía más salario y enseñanza. El padre rico
lo sensibilizó. “Y eso es exactamente lo que haría la mayoría de la gente.
Renunciar y salir a buscar otro trabajo, una mejor oportunidad, un salario más
alto, pensando que un nuevo trabajo o mejor sueldo resolverá el problema. En
la mayoría de los casos no será así”.

Luego de las reflexiones del padre rico, Robert terminó aceptando que debía ser
paciente, escuchar y aprender. “Mi padre rico quería que yo aprendiera el
funcionamiento del dinero, a fin de lograr que éste trabajara para mí. Yo
aprendería estas lecciones guiado por él a través de la vida, y no en un salón de
clases”.

Aprendió que el verdadero aprendizaje requiere energía, pasión y un deseo


fuerte. El padre rico le aclaró que él no lo explotaba ni explotaba a los
empleados, porque las personas se explotaban a sí mismas cos sus miedos, sus
temores, su ansiedad y su ignorancia. El miedo y la ansiedad llevaba a los
empleados a permanecer en los empleaos y trabajar duro, y inventarse mentiras
y creérselas ellos mismos. “Esto es un grave problema. Dicen que no les
preocupa el dinero, y sin embargo trabajan por un salario. Si no les interesa el
dinero, ¿por qué trabajan?.. Nos aterra no tener dinero. En lugar de confrontar
el miedo, reaccionamos en lugar de pensar. Reaccionamos emocionalmente, en
lugar de usar la cabeza… En lugar de decir la verdad de cómo se sienten, ellos
reaccionan antes sus sentimientos, que les impiden pensar. Ellos sienten miedo,
y van a trabajar, esperando que el dinero lo mitigue, pero no sucede así. Ese
viejo miedo ronda a su alrededor, entonces van de nuevo al trabajo, esperando
nuevamente que el dinero calme sus temores, pero una vez más, no sucede así.
El miedo los tiene atrapados en esta trampa de trabajar, ganar dinero, trabajar,
ganar dinero, y esperar que el miedo se disipe. Pero cada mañana al levantarse,
el miedo se levanta con ellos. Para millones de personas, ese viejo miedo es la
causa de que no puedan conciliar el sueño, originándoles entonces noches de
agitación y temor. De manera tal que otra vez se levantan y van a trabajar,
esperando que el cheque de su sueldo elimine ese miedo que corroe su alma. El
dinero está manejando sus vidas, pero ellos se rehúsan a asumir la verdad. El
dinero tiene el control de sus emociones, y en consecuencia, de sus almas…
Algo los mantiene huyendo hacia sus trabajos... Esta clase de mentalidad
probablemente es más psicótica que la de una persona que nunca acumula
dinero. Varias personas mienten al decir que trabajan porque aman su
profesión. El empleo es una solución momentánea al miedo, pero no para un
problema a largo plazo. Yo quiero enseñarles a adquirir la maestría en el poder
que tiene el dinero. No a temerle. Y eso no se enseña en los colegios. Si ustedes
no lo aprenden, se convertirán en esclavos del dinero”. El trabajo es una
solución a corto plazo para un problema a largo plazo, le recalcó. Así mismo, le
aclaró que el incremento salarial no resolvía los problemas financieros, porque a
mayores salarios, mayores deudas y mayores impuestos. Le dijo que las
personas tienen problemas con el dinero porque en los colegios no les enseñan
acerca del dinero.”Si quieres aprender a trabajar por el dinero, entonces
continúa en el colegio. Ese es un maravilloso lugar para aprender a hacer eso.
Pero si deseas aprender a tener miedo trabajando para ti, entonces yo te
enseñaré cómo. Pero sólo si quieres aprender”. El padre rico le ofreció una de
las más grandes y sabias lecciones al hacerle entender que las personas trabajan
por dinero porque son miedosas, y el miedo es una emoción primaria en temas
de dinero. “El dinero mantiene a la gente en sus trabajos. El miedo de no pagar
sus cuentas. El miedo a ser despedido. El miedo a no tener suficiente dinero. El
miedo a comenzar de nuevo. Ese es el precio de estudiar para tener una
profesión u oficio, y luego ponerse a trabajar por el dinero. La mayoría de las
personas se convierten en esclavos del dinero… y luego se enojan con sus
patrones”.

El padre rico les dijo a Robert y a Mike que si aprendían lo que él les enseñaba,
tendrían libertad y seguridad financiera. Les hizo entender que él podría
pagarles un buen sueldo, pero terminarían como los demás empleados: pobres
y endeudados, atenidos a la ilusión de una pensión. Los empleados tienen una
visión muy estrecha, y la mayoría no ve la trampa en donde se encuentran. Esto
les sonaba cruel, pero Robert y Mike sentían que en realidad él quería
enseñarles. “No se trata sólo de enseñarlos a ser ricos, porque ser ricos no
resuelve el problema… Lo que yo quiero, niños, es que tengan un chance de
evitar esa trampa, causada por las emociones del miedo y la ansiedad. Úsenlas
a su favor, y no en su contra. Por eso quiero enseñarles. Yo no estoy interesado
en que aprendan tan sólo a construir una pila de billetes. Eso no dominará el
miedo o las ansias. Si en primer lugar ustedes no dominan estas dos emociones
y se vuelven ricos, serán simplemente esclavos muy bien remunerados”.
Muchos creen que teniendo dinero pierden el miedo de no tenerlo o de ser
pobres, pero luego de tenerlo temen perderlo. “Muchos están emocionalmente
desesperados y neuróticos, aunque lucen ricos y tienen más dinero… El hecho
de evitar el dinero es tan psicótico como ser adicto a él”.

Según las enseñanzas del padre rico, el miedo y la ignorancia son las
principales causas de la pobreza o las angustias económicas; no lo son la
economía, el gobierno o los ricos. “Son el miedo y la ignorancia autoinfligidos
los que mantienen a la gente atrapada”. No saber controlar las emociones del
miedo y la ansiedad, nos conduce por el camino de la ignorancia. “Muchos, a
raíz de sus emociones del miedo y deseo, viven sus vidas a la caza de salarios,
aumentos y la seguridad de un empleo, sin cuestionarse realmente a dónde los
están conduciendo esos pensamientos altamente emotivos”. La ignorancia
intensifica el miedo y el deseo. “Esa es la razón por la que las personas ricas,
con grandes cantidades de dinero, a menudo se sienten más temerosas cuanto
más ricas se vuelven”.

La vida humana es un devenir entre ignorancia e iluminación. Nos instalamos


en la ignorancia cuando dejamos de buscar información y conocimiento de
nosotros mismos. Aunque la escuela forma para la vida, a veces ésta es el final y
no el principio. La ignorancia acerca del dinero causa miedo y deseo. La escuela
enseña a trabajar por dinero, y no cómo tomar las riendas de su poder. Se
necesita aprender a utilizar las emociones para pensar y no pensar con las
emociones.

El miedo y la ansiedad se controlan eligiendo lo que pensamos. Nuestro miedo


y nuestra ansiedad es un terreno espinoso. “Enfrentar nuestros miedos y
confrontar nuestra ansiedad, y nuestras debilidades, es la salida. Y el camino
hacia la salida es a través de la mente, eligiendo nuestros pensamientos…
Eligiendo lo que pensamos, en vez de reaccionar a partir de nuestras
emociones, y simplemente levantarnos a trabajar en la intención de resolver el
problema, sólo porque el miedo de no tener suficiente dinero para pagar las
cuentas nos aterra. Pensar sería tomarse el tiempo de hacernos nosotros mismos
una pregunta. Algo así como ¿trabajar cada vez más duramente, es la mejor solución
a este problema? La mayoría de las personas están aterrorizadas por no decirse a
sí mismas la verdad –de que el miedo tiene el control- que ni siquiera aprenden
a pensar, y salen huyendo por la puerta…”.

2. ¿POR QUE ENSEÑAR ESPECIALIZACION FINANCIERA?

Como vivimos en tiempos de grandes y rápidos cambios, necesitamos


capacitarnos financieramente. Antes de enfocarnos en la consecución de dinero,
hay que educarnos sobre temas de dinero. “Si las personas están preparadas
para ser flexibles, mantener una mente abierta y aprender, ellas se harán más y
más ricas a través de los cambios”. El dinero no resuelve los problemas. “La
inteligencia resuelve los problemas y produce dinero. El dinero sin inteligencia
financiera, es dinero que desaparece pronto. No se trata de saber cuánto dinero
se gana, sino cuánto se conserva”.

Si queremos ser ricos, es necesario instruirnos financieramente. La escuela


tradicional no instruye financieramente. La educación tradicional no instruye al
respecto; por eso se gradúan los jóvenes sin una base financiera. Llevar las
cuentas debe ser el asunto más importante, a pesar de ser complicado. Pero hay
que hacer fácil este aprendizaje a través de sencillos gráficos e imágenes (en el
libro aparecen hojas de balances: ingresos y egresos, inversiones y
obligaciones). Como los jóvenes egresan de los colegios sin educación
financiera, pronto tienen problemas con sus finanzas. “Lo que está faltando en
su formación no es cómo ganar dinero, sino como gastarlo –o sea, qué hacer
luego de ganarlo-. Esto se llama aptitud financiera –qué hace usted con el
dinero una vez que lo ha ganado-, cómo evita que otros se lo quiten, por cuánto
tiempo logra conservarlo, y con qué intensidad el dinero trabaja para usted. La
mayoría de la gente lucha con sus finanzas porque no entiende el flujo del
dinero. Una persona puede tener una sólida formación académica y ser un
profesional exitoso, pero ser financieramente ignorante. Estas personas a
menudo trabajan más de lo necesario porque han aprendido a trabajar
arduamente, pero no a hacer que el dinero trabaje para ellos”.
En ese aprendizaje financiero, la regla única es que debemos conocer bien la
diferencia entre un activo (inversión, valor) y un pasivo (obligación,
compromiso), y adquirir o generar activos. “Si desea ser rico, esto es todo lo que
usted necesita saber”. Es la única regla. “Muchas personas luchan
financieramente porque desconocen la diferencia entre una inversión y una
obligación”. Los ricos adquieren activos; los pobres y la clase media, pasivos,
pensando que son activos. Las personas que son pobres son pobres porque no
saben la diferencia entre inversiones y obligaciones. Para aprender y entender
claramente todo esto, hay que desaprender los malos aprendizajes financieros
tradicionales, obsoletos ante los cambios actuales. Un activo no se define con
palabras sino con números. “En contabilidad, no son los números lo que cuenta,
sino lo que esos números les están diciendo. Es igual que las palabras. No
importan las palabras en sí, sino el relato que transmiten”. En términos
financieros hay que comprender “si quieren ser ricos tienen que leer y entender
los números”. El desequilibrio financiero se origina por desconocer la diferencia
entre el debe y el haber.

Como la definición tradicional de activo y pasivo son confusas, el padre rico las
define así: “Un activo es lo que pone dinero en mi bolsillo. Un pasivo es lo que
saca dinero de mi bolsillo”. Si queremos ser ricos, debemos adquirir activos. Si
sólo construimos obligaciones, seremos pobres o de clase media. “La falta de
formación, tanto en relación a las palabras como a los números, es el punto de
partida de las luchas financieras. Si las personas se hallan atravesando
dificultades financieras, es que hay algo que no están pudiendo leer, tanto en
los números como en las palabras. Algo no está siendo entendido. Los ricos son
ricos porque están, en diferentes áreas, más especializados que la gente que
lucha financieramente. De manera que si usted desea ser rico y conservar su
riqueza, es importante especializarse en finanzas, tanto en los términos como en
los números”. En los informes financieros, leer es buscar la trama, el relato. La
descripción de hacia dónde está fluyendo el efectivo. Los pobres y la clase
media, a pesar de trabajar duro, son pobres porque sólo construyen
obligaciones en lugar de activos.

Quien quiera ser rico debe desarrollar y potencializar su inteligencia financiera.


¿Qué es inteligencia financiera? Es el proceso mental a través del cual resolvemos
problemas financieros. Inteligencia financiera es tener más opciones. Es una
sinergia entre contabilidad, inversiones y leyes. El coeficiente de inteligencia
financiera es la sinergia de muchas habilidades y talentos.

Por falta de instrucción e inteligencia financiera mucha gente talentosa no gana


lo que se merece. “El mundo está lleno de gente talentosa y pobre. Demasiado a
menudo, son pobres o luchan financieramente o ganan menos de lo que serían
capaces, no por lo que saben sino por lo que no saben”. El gerenciamiento del
flujo de dinero en efectivo, el gerenciamiento de los sistemas y el
gerenciamiento de las personas son las principales aptitudes de gestión y
dirección necesarias para el éxito.

El nivel de inteligencia financiera está compuesto por el conocimiento de cuatro


amplias áreas de la experiencia. 1 Contabilidad. Especialización en finanzas:
habilidad de leer y entender estados de cuentas. 2 Estrategias inversoras.
Inversión o ciencia del dinero ganando dinero. 3 Comprensión de los mercados
o ciencia de la oferta y la demanda. 4 La ley. Conocer normas y reglamentos
contables, corporativos, estatales y nacionales.

3. ¡OCUPESE DE SU PROPIO NEGOCIO!

Las luchas financieras a veces son el resultado de trabajar para otros. La


capacitación profesional tradición habilita a las personas para trabajar por el
dinero. Hay que diferenciar entre profesión y negocio. “El problema con el
colegio es que, a menudo, uno se convierte en lo que estudia. Es decir, que si
usted estudia, por ejemplo, cocina, se convierte en cocinero; si estudia leyes,
será un abogado; y estudiar mecánica del automóvil, lo convierte en mecánico.
El error de convertirse en lo que uno estudia es que demasiadas personas se
olvidan de ocuparse de su propio negocio. Ellos pasan sus vidas ocupándose
del negocio de otro, y haciendo rica a esa otra persona”. Si queremos seguridad
financiera, debemos ocuparnos de nuestro negocio. Ocuparse de su propio
negocio quiere decir construir y mantener fuerte la columna del activo, porque
la inversión trabaja para el rico.

Se puede mantener el empleo, pero se debe invertir y no adquirir obligaciones o


efectos personales que no tengan valor real dentro de la casa. Mantener gastos
bajos, reducir compromisos y construir una sólida base de inversiones es
importante para lograr independencia y libertad financiera. Los jóvenes, antes
de casarse, deben invertir. Cuando hayan muchos activos, sólo entonces se
pueden adquirir objetos suntuosos, antes no. Los pobres compran lujos al
principio; los ricos, al final. Por eso son pobres los pobres. Por eso son ricos los
ricos.

4. LOS RICOS INVENTAN EL DINERO

En el mundo actual, pragmático y capitalista, no cuentan tanto los títulos


universitarios, sino la tenacidad, la astucia, la sagacidad, el riesgo y la
inteligencia financiera. “El miedo excesivo y la duda acerca de uno mismo, son
los grandes detractores del genio personal”. En el mundo real, fuera de las
universidades, no es inteligente el que va adelante, sino el arriesgado. El genio
financiero requiere conocimiento técnico y coraje. Hay que aprender a correr
riesgos, a ser osados, a dejar que el genio financiero convierta ese miedo en
fuerza y brillantez. “Matemática simple y sentido común es todo lo que se
necesita para ir bien financieramente. Muchos no ganan porque están temerosos
de perder. Los ganadores no se aterrorizan por perder y no temen perder. Los
fracasos son parte del éxito. Quienes evitan el fracaso, evitan el éxito.

5. TRABAJE PARA APRENDER Y NO POR EL DINERO

En el mundo financiero se necesita saber de todo un poco y tener gran liderazgo


en diversos aspectos. Es necesario luchar con tenacidad y no temer al fracaso, a
las adversidades. A falta de instrucción e inteligencia financiera, muchos
empleados viven de acuerdo con sus posibilidades; pero éstas son trabajar y
pagar cuentas. Los jóvenes deben buscar trabajos donde aprendan, sin
preocuparse demasiado por lo que puedan ganar. Hay que ver qué capacitación
se necesita, antes de elegir una profesión específica. Debemos cuestionarnos
sobre nuestro quehacer diario. ¿Hacia dónde me lleva lo que hago? ¿Cuáles son
mis ganancias? ¿Qué me espera en el futuro? Los empleados piensan en el
futuro o en el próximo pago, sin cuestionarse nunca hacia dónde se dirigen.
Debemos tener en cuenta la perspectiva de una vida a largo plazo. “En lugar de
simplemente trabajar por el dinero y la seguridad, los cuales admito que son
importantes, yo recomiendo buscar un segundo trabajo que les enseñe otra
aptitud”. Un trabajo es diferente de un empleo. Es bueno trabajar con ventas
tipo multinivel. Esas empresas brincan buenas oportunidades de trabajo y
capacitación en marketing: además entrenan en procura de superar el miedo al
fracaso y al rechazo, razón principal que obstaculiza el éxito. “La educación es
más valiosa que el dinero, a largo plazo”. Las capacidades más importantes
están en las ventas y el marketing. En principio estas dos capacidades son
difíciles para la mayoría de la personas debido al miedo al rechazo. Cuanto
mejor es usted en comunicación, negociación, y manejo de su miedo al rechazo,
más fácil se hace la vida... “Las aptitudes especializadas más importantes son
ventas, y comprensión del marketing. Es la capacidad de vender –por
consiguiente, de comunicarse con otro ser humano, ya sea un cliente, un
empleado, el jefe, su cónyuge o sus hijos- lo que constituye la aptitud personal
básica para el éxito personal. Las habilidades de comunicación tales como
escribir, hablar y negociar, son cruciales para una vida de éxito. Ese es un área
sobre la cual yo trabajo constantemente, tomando cursos o adquiriendo cintas
de audio educativas para expandir mis conocimientos… No conozco otras
capacidades más importantes que ventas y marketing”. En el trabajo de ventas
la comunicación mejora. Quien no se puede comunicar con afectividad tendrá
dificultades para vender. “Además de estar abiertos para comprender, y ser
buenos vendedores y comerciantes, necesitamos ser buenos maestros, tanto
como buenos estudiantes. Para llegar a ser verdaderamente ricos, necesitamos
ser capaces de dar, tanto como de recibir”.
SUPERANDO OBSTACULOS

Luego de haber aprendido las anteriores lecciones, base esencial para


convertirnos en especialistas en finanzas, debemos superar el miedo, el cinismo,
la pereza, los malos hábitos y la ignorancia, si queremos empezar a ser
millonarios y así obtener libertad financiera y no trabajar para pagar deudas.

1 Miedo. Superar el miedo a perder dinero. Hay que aprender a manejar el


fracaso. Cuando hay demasiado miedo a perder, se pierde. Ganar implica no
tener miedo a perder. Ganar, a menudo, viene después de perder.

Antes de aprender a “montar” en bicicleta, nos caemos. Hasta los ricos pierden,
pero éstos no temen perder. “Para la mayor parte de la gente, la razón por la
cual no ganan financieramente es que el dolor a perder dinero es muchísimo
más grande que la alegría de hacerse ricos”. Todos quieren ir al cielo, pero nadie
quiere morirse, dice el refrán. “Muchos sueñan con ser ricos, pero están
aterrorizados de perder dinero”.

El fracaso debe servir para inspirar a quienes quieran ser ganadores. “A los
ganadores, perder los inspira. A los perdedores, perder los derrota… El fracaso
inspira a los ganadores y derrota a los perdedores. Ese es el mayor secreto de
los ganadores. El secreto que ignoran los perdedores. El gran secreto de los
ganadores es que el fracaso inspira la victoria; por lo tanto, no tienen miedo de
perder”. Ganar implica no tener miedo a perder. Los ricos no temen perder,
odian perder. Es muy distinto odiar perder y temer perder. “Si usted odia
perder, juegue sobre seguro. Si perder lo debilita, juegue sobre seguro. Si perder
lo debilita, juegue sobre seguro. Invierta en inversiones equilibradas”.

2. Superar el cinismo. Las dudas, el miedo y las afirmaciones y actitudes


pesimistas nos convierten en cínicos. “Los cínicos critican, y los ganadores
analizan todo… La crítica enceguece, mientras el análisis abre los ojos. Analizar
permite a los ganadores ver lo que está cegado para quienes critican, y ver
oportunidades que otros pierden. Y encontrar lo que se les escapa al resto de las
personas es la clave de cualquier éxito”. Quien critica y no analiza es un cínico.
“Alguien que permita que sus dudas y sus miedos cierren su mente es lugar de
abrir sus ojos”, es un cínico. Si se quiere libertad económica o independencia
financiera, hay que invertir en bienes raíces.

3. Pereza. A veces, los más activos son los más perezosos. Se ocupan mucho de
su trabajo, descuidando su bienestar y sus familia. ¿Por qué ocurre esto?
Simple: trabajan por dinero, y el dinero no trabaja para ellos. La cura para la
pereza es un poco de ambición. Erróneamente nos dicen que la ambición es
mala. Quien no tiene un poco de ambición, no logra obtener riqueza. Sin
incurrir en excesos de ambición, se necesita una dosis moderada de ésta para
ser rico. “Demasiada ambición, como cualquier otra cosa en exceso, no es
buena”.
4. Hábitos. Hay que crear el sano hábito de pagarse primero a uno mismo antes
de pagarle a los demás. No se trata de dejar de pagar las cuentas, sino de
pagarse primero a uno mismo. La presión por pagarle a los demás nos motiva a
invertir para ganar y así pagar las deudas. La presión por pagar se convierte en
la motivación para aplicar la inteligencia financiera, ganar y luego pagar. Si
pagamos primero a nosotros mismos, seremos más fuertes, mental y
financieramente.

5. Arrogancia. Arrogancia es ego e ignorancia. La arrogancia impide entender


que lo que no se sabe es importante. Con la arrogancia se pretende esconder la
ignorancia. Muchos creen saberlo todo financieramente, y por ello dicen no
querer aprender más. Aparentan saber, pero en realidad saben poco de
finanzas.

LISTO PARA COMENZAR

Adquirir riqueza no es fácil; lo es encontrar grandes negocios, previa


instrucción financiera. Para hacer buenos negocios haya que invocar el genio
financiero que vive dormido dentro de nosotros. “Yace dormido porque nuestra
cultura nos ha educado en la creencia de que el amor al dinero es la raíz de todo
mal. Nos han alentado a aprender a desarrollar una profesión para que
podamos trabajar por el dinero, pero no han logrado enseñarnos cómo tener
dinero trabajando para nosotros… El mensaje aún sigue siendo trabajar
duramente, ganar dinero y gastarlo, y cuando nos quedamos cortos, siempre
podemos pedir más prestado”.

Quien quiera despertar el genio financiero, debe desarrollar la fuerza de su


espíritu, poder elegir, saber asociarse, aprender rápidamente, pagarse primero
así mismo, asesorarse bien, obtener algo por nada, enfocarse, ser héroe y dar.

1. La fuerza del espíritu. Esta es una razón más gran que la realidad, porque ser
rico necesita de grandes esfuerzos inteligentes, de grandes razones o
propósitos. Para ser ricos se necesita una combinación de “quieros” y “no
quieros” profundos y emocionales. De los “no quiero” salen los “quiero”. “No
quiero” trabajar siempre. “No quiero ser un pobre empleado”. Como “no
quiero” esto, “quiero” ser libre financieramente, “quiero” el control sobre mi
tiempo y mi vida, “quiero” que el dinero trabaje para mí. “Sin una razón o
propósito, todo en la vida es duro”.

2. El poder de elegir. Con cada peso que “caiga” en nuestras manos estamos
eligiendo la posibilidad de ser ricos o pobres. Los pobres sólo tienen hábitos
pobres en su forma de gastar. “Muchas personas eligen no ser ricos. Para el 90%
de la población, ser rico es demasiada molestia. Así que inventan dichos como a
mí no me interesa el dinero, o nunca seré rico, o no tengo que preocuparme porque
todavía soy joven, o cuando gane algo de dinero, recién me preocuparé por mi futuro o
mi esposo o esposa maneja las finanzas. El problema con esas afirmaciones, es que
roban dos cosas a la persona que elige tales pensamientos: una es el tiempo, que
es su activo más preciado, y la otra es el aprendizaje. El simple hecho de que
usted no tenga dinero, no es excusa para no aprender. Pero, la elección de qué
hacemos con nuestro tiempo, nuestro dinero, y qué ponemos dentro de nuestra
cabezas, es una elección que todos efectuamos a diaria. Ese es nuestro poder de
elección. Todos tenemos el poder de elegir. Yo simplemente elegí ser rico, y
hago esa elección cada día”.

Para ser rico hay que educarse financieramente, porque la herramienta más
poderosa es nuestra mente, la cual requiere ser entrenada y dominada.
Educarse implica leer libros, escuchar cassettes, asistir a conferencias y ver
vídeos relacionados con estos temas. Hay que recibir nuevas ideas para
combinarlas con la que tenemos. Es más importante escuchar que hablar.

3. El poder de la asociación. No importa que los amigos sean ricos o pobres; lo


importante es que podamos aprender de ellos, que nos enseñen bien.
Aprendemos de quienes están financieramente bien y de quienes luchan
financieramente. Así descubro qué hacer y qué no hacer. No escuchar a los
temerosos y a los que hablan mal del dinero es importante para ser rico. No se
debe escuchar a los pesimistas.

Para ser rico hay que ser fiel a sí mismo y no dejarse llevar por la multitud,
porque ésta en el mundo de los mercados aparece tarde. “Los inversores
inteligentes no se dejan arrastrar por los mercados”. Los inversores tímidos son
como borregos avanzando dentro del rebaño. “Los inversores sabios invierten
cuando la inversión aún no es popular. Saben que la ganancia se hace al
comprar y no al vender”. No se dejan arrastrar y buscan oportunidades. El
dinero se gana con base en la información, porque vivimos en la Era de la
Información.

4. El poder de aprender rápidamente. Hay que dominar las viejas fórmulas para
ser rico y aprender nuevas. La fórmula de los pobres es trabajar por dinero. El
mundo actual, que cambia rápidamente, “ya no cuenta tanto lo que usted saben
por a menudo su conocimiento ya es obsoleto. Lo que hoy cuenta es la
velocidad con que se aprende. Esa habilidad no tiene precio”.

5. Páguese primero a usted mismo. El poder de la autodisciplina. Para ser rico


hay que tener control sobre sí mismo. “No tiene sentido invertir, ganar dinero, y
dejarlo volar”. La falta de autodisciplina en la causa de que quienes consiguen
dinero pronto fracasan. Las personas con poca autoestima y poca tolerancia o la
presión financiera, jamás serán ricos. “La gente que no tiene fortaleza interior, a
menudo pasa a ser víctimas de quienes poseen autodisciplina”. Es necesario
desarrollar las capacidades de gestión si queremos iniciar un negocio:
administración del flujo de dinero en efectivo, gerenciamiento de la gente y
manejo de su tiempo.

La autodisciplina ayuda a pagarse primero a sí mismo. No se endeude


demasiado. Mantenga bajo sus gastos. Realice inversiones. Cuando esté corto
de dinero, deje que la presión construya, y no que merme sus ahorros o
inversiones.

6. El poder de un buen asesoramiento. Como estamos en la Era de la


Información, necesitamos asesores bien informados. Un buen asesor permite
ahorrar tiempo y ganar buen dinero. “Un asesor es el equivalente de sus ojos y
sus oídos en el mercado”.

7. El poder de obtener algo por nada. Al preguntar cuando se recupera el


dinero, es importante tener en cuenta el retorno de y sobre la inversión. “En
cada una de mis inversiones, debe haber algo que proporcione un incremento,
algo gratis. Un condominio, un pequeño depósito, alguna parcela gratis de
terreno, paquetes de acciones, un edificio de acciones”. Los inversores sabios
deben mirar más allá del entorno de y sobre las inversiones; se trata de las
inversiones que se obtienen gratis, una vez que se recupera el dinero.

8 El poder de enfocarse. En este mundo consumista, antes de comprar cosas


suntuosas, es importante pensar primero en invertir dinero en cosas rentables.
Hay que invertir dinero para ganar dinero y no comprar para endeudarse. Esto
necesita enfoque y fortaleza mental, de lo contrario no habrá riqueza, sino
pobreza y angustias financieras. Los lujos se deben comprar al contado y no a
crédito. El dinero es una fuerza poderosa, pero hay que saber invertirlo y
manejarlo, porque ese poder puede estar en contra nuestra. “Si su inteligencia
financiera es baja, el dinero le pasará por encima… Para ser amo del dinero se
necesita ser más inteligente que el dinero”. No se puede ser esclavo del dinero,
sino amo del dinero.

9. El poder del mito. Hay que copiar y emular a los héroes porque así
aprendemos. Nuestros héroes son personas ganadoras, triunfadoras. Debemos
saber cómo ganan y cómo triunfan. Los héroes nos inspiran y hacen que
triunfar parezca fácil. “Si ellos pueden, yo también puedo”.

10. El poder de dar. Enseñe a los demás y recibirá retribuciones. Si queremos


algo, primero demos. No se trata sólo de dar dinero; también amor, sonrisas,
amistad. El principio de reciprocidad funciona. “Quiero vender, entonces
ayudo a alguien a vender algo, y de esa manera mis ventas aumentan. Deseo
contactos, entonces ayudo a alguien a obtener contactos y. como magia,
encuentro gran cantidad de contactos nuevos”. Hay que ser generoso con lo que
se posee, y esas fuerzas serán generosas con usted.
¿QUIERE AUN MAS? AQUÍ HAY ALGUNAS PAUTAS. *Si lo que hace no le
funciona, busque algo nuevo para hacer. *Busque nuevas ideas. *Encuentre a
alguien que haya hecho lo que usted quiere hacer. *Capacítese. *Tenga presente
que los consumidores siempre serán pobres. *Buscar primero personas que
quieran comprar, y luego buscar a alguien que quiera vender. *Aprenda a
partir de la historia. *Actúe. La acción vence la inacción.

ALGUNOS APUNTES IMPORTANTES PARA TENER EN CUENTA Y


REFLEXIONAR (TOMADOS TEXTUALMENTE DEL LIBRO).

- Las personas más ricas no se hicieron ricas a causas de su educación.


- Acceder a una buena educación y lograr calificaciones altas ya no asegura el éxito, y
nadie parece haberlo notado.
- Hace falta la educación financiera en los colegios.
- El mundo actual enfatiza el gastar antes que el ahorrar.
- En los colegios no se enseñan temas acerca del dinero.
- Se necesita saber de contabilidad e inversiones, temas muy difíciles de dominar.
- Muchos luchan financieramente porque saben poco sobre el dinero.
- Los colegios no enseñan lo que saben los ricos para producir dinero.
- Se debe elegir la profesión por el tipo de trabajo que queremos desempeñar, y no por
seguridad del empleo, los beneficios o lo mucho que pagan.
- El mundo ha cambiado, pero la educación no.
- Los niños pasan años en un anticuado sistema educacional, estudiando temas que
nunca utilizarán, preparándose para un mundo que ya no existe.
- El consejo más peligroso e irresponsable que se puede dar a un niño es, “ve al colegio,
logra buenas calificaciones, y busca un empleo seguro”. Es un consejo antiguo, y es un
consejo malo.
- En lugar de enseñar a los hijos a jugar seguro, es mejor enseñarles a jugar
inteligentemente.
- Si bien es cierto que la educación es la base del éxito, las capacidades financieras y de
comunicación son tan importantes como las capacidades escolares.
- Debemos aspirar a ser dueños de una corporación y no sólo ser empleados de una
corporación.
- Como padres y educadores debemos estar abiertos a ideas nuevas y audaces.
- Necesitamos nuevas ideas y una educación diferente.
- Podemos alcanzar prosperidad económica, si así lo elegimos.
- Actualmente estamos enfrentados a cambios globales y tecnológicos.
- Estamos ante un profundo dilema: jugar a lo seguro o jugar son inteligencia,
preparándonos, educándonos y despertando en nosotros y en nuestros hijos, ese genio
financiero que todos llevamos dentro.
- Las principales causas de la pobreza o las angustias económicas; no lo son la
economía, el gobierno o los ricos. Son el miedo y la ignorancia autoinfligidos los que
mantienen a la gente atrapada.
- Si quieres ser rico es necesario que te instruyas financieramente.
- El dinero sin inteligencia financiera, es dinero que desaparece pronto.
- Si las personas se hallan atravesando dificultades financieras, es que hay algo que no
están pudiendo leer, tanto en los números como en las palabras. Algo no está siendo
entendido. Los ricos son ricos porque están, en diferentes áreas, más especializados que
la gente que lucha financieramente. De manera que si usted desea ser rico y conservar
su riqueza, es importante especializarse en finanzas, tanto en los términos como en los
números.
- Una persona puede tener una alta formación académica y ser un profesional exitoso,
pero ser financieramente ignorante. Estas personas a menudo trabajan más de lo
necesario porque han aprendido a trabajar arduamente, pero no a hacer que el dinero
trabaje para ellos.
- Muy a menudo, en lugar de confiar en su sabiduría interior -ese genio que cada uno
tiene dentro de sí- mucha gente se deja arrastrar por la multitud. Ellos simplemente
hacen cosas porque la mayoría las hace. Se conforman en lugar de cuestionarse. Muchas
veces repiten sin pensar algo que le fue dicho.
- Un empleado en un puesto estable y seguro, pero sin formación financiera, no tiene
salida.
- La persona que tiene la información más actualizada, posee la riqueza.
- Limitar sus opciones equivale a aferrarse a viejas ideas.
- La mayoría de los empleados viven de acuerdo a sus posibilidades, y sus posibilidades
son trabajar y pagar cuentas.
- El mundo está llena de gente talentosa y pobre.
- Ganar implica no tener miedo a perder.
- A los ganadores, perder los inspira. A los perdedores, perder los derrota.
- Hoy en día necesitamos una mayor inteligencia financiera simplemente para
sobrevivir. La idea de que para ganar dinero se necesita dinero, es un pensamiento de
personas poco sofisticadas financieramente. Esto no significa que no sean inteligentes.
Simplemente ellos no han aprendido la ciencia de hacer dinero.
- El dinero es sólo una idea. Si usted quiere más dinero, sencillamente cambie se manera
de pensar. Todas las personas autoformadas comenzaron desde abajo con una idea, y
luego la convirtieron en algo grande.
- La educación y la sabiduría acerca del dinero son importantes. Comience temprano.
Cómprese un libro. Asista a un seminario. Practique. Comience con algo pequeño.
- Lo aliento a que aprenda porque no es tan difícil. En realidad, se hace sencillo cuando
se descubre el cómo.
- Elija compartir este conocimiento con sus hijos, estará eligiendo prepararlos para el
mundo que les aguarda. Nadie más lo hará. Usted y el futuro de sus hijos estarán
determinados por las lecciones que haga hoy, y no mañana.
- Asuma la responsabilidad de sus finanzas o reciba órdenes de por vida. Usted es el
amor del dinero, o esclavo de él.
- Despierte el genio financiero que está dentro de usted. Se genio está esperando para
salir.

DESHOJANDO MARGARITAS
(Walter Riso)
PARTE 1

REFLEXIONES ACERCA DEL AMOR: HACIA UN CONCEPTO REALISTA


DEL AMOR INTERPERSONAL.

La tradición cultural nos ha publicitado erróneamente la idea romántica, dulce,


tierna y eterna del amor, que no coincide con la realidad afectiva cotidiana. En
consecuencia, no vemos las cosas inherentes al amor tal como son sino como
nos gustaría que fueran, con gravísimas consecuencias: dolor, sufrimiento,
decepciones, ansiedad. Es necesario desmitificar, desidealizar y colocar en su
auténtico sitio el amor. Hay que “aterrizarlo” en la vida concreta, en las
relaciones interpersonales de nuestra cotidianidad. La irracionalidad del amor y
de sus malos entendidos radican en la desinformación y en los aprendizajes
inadecuados. El primer aspecto radica en creer que el amor es único y absoluto.
Mi idea de amor no tiene por qué ser igual a la de mi pareja. “Creemos que
cuando hablamos de amor estamos diciendo lo mismo. Damos por hecho que
nuestro interlocutor entiende el amor de la misma manera… No todos se
comportan de igual manera en el intercambio afectivo”. El segundo factor se
funda en las siguientes creencias: *El amor es dicha y placer (la felicidad del
amor). *El amor es para siempre (la inagotabilidad del amor). *El amor es
excluyente (la exclusividad del amor). *El amor todo lo puede (la
incondicionalidad del amor).

La relatividad del amor

La manera de conceptualizar y de sentir el amor es una variable muy


importante en las relaciones afectivas. La forma de amar varía de acuerdo con
las épocas y culturas. “La historia muestra no sólo un cambio significativo en la
noción de amor, sino en la misma manera de expresarlo y valorarlo”. Es distinto
amar en Colombia que en el Japón. Se necesita entender que el amor es relativo,
porque las actividades mentales estrechas no dejan entrar el amor, el cual
requiere espacio para manifestarse y crecer.

La multiplicidad del amor

Existe el amor emocional, racional y biológico. El amor emocional es


incontrolable, irracional, intenso, desbocado, enfermizo, alucinatorio y
peligroso. El amor racional es moderado, reflexivo, controlable, duradero,
consciente. El amor biológico es el amor maternal. El autor denomina al
primero tipo I, al segundo tipo II y al tercero tipo III.

La supuesta felicidad del amor

El amor interpersonal no está libre de problemas. Establecer un vínculo afectivo


es iniciar un intercambio que incluye lo que uno verdaderamente es. El amor es
un problema de calidad total.”Decir que el amor está libre de problemas y
conflictos, es querer desconocer la esencia misma de su principal ejecutor”. Sin
exagerar, amar es perder unas cosas por otras. El amor arrebata, reclama y
expropia algo importante de uno. Amar no es fácil, hay que estar preparado
para amar. El amor da, pero también quita. Si sólo esperamos recibir dicha y
alegría cuando nos enamoramos, es mejor no enamorarnos. “Si piensas que
amar es igual a felicidad, equivocaste el camino”.

La supuesta inagotabilidad del amor

El amor convencional no es inagotable, tiende a desaparecer o agotarse. El amor


emocional, dada su intensidad e irracionalidad, se agota pronto porque el
organismo no resiste su desgastante ímpetu. El amor de pareja, aparentemente
duradero, a veces se agota, pero permanece por temores, prejuicios,
dependencia o comodidad. Sólo el amor maternal es duradero e intenso,
siempre que la mamá esté psicológicamente sana. “De todo los amores
conocidos, sólo el amor de madre parece resistir significativamente la erosión
del tiempo”.

La supuesta exclusividad del amor

Tenemos la capacidad de amar a varias personas a la vez, pero la cultura nos ha


limitado a amar a una sola persona. Nadie tiene el deber de amar a otro.
“Ofenderse ante el rechazo, es negare el derecho fundamental a la otra persona
a decidir sobre su vida afectiva”. Estamos condicionados a ser selectivos en el
afecto. “La sociedad ha impuesto el valor de la monogamia y por lo tanto la
costumbre de procesar el amor interpersonal de manera secuencial: uno a la
vez”.

La supuesta incondicionalidad del amor

La incondicionalidad es difícil de alcanzar en la relaciones interpersonales,


porque los humanos por naturaleza tendemos a la seducción. La tradición
cultural nos ha vendido la errónea creencia que el amor es incondicional, pero
en la práctica esto no es así, y no debe ser así, porque nadie puede enterrarse en
vida por otro.

El amor realista

El amor debe ser emoción, razón y comportamiento, y no sólo uno de estos


factores. Creer que el amor interpersonal es perfecto es frustrante. “La
solidaridad, la felicidad, la exclusividad y la inagotabilidad absoluta de amor,
son vestigios del más recalcitrante romanticismo y del más exagerado
optimismo”. Hay que vivir el amor real y no el amor ideal porque tendremos
muchos contratiempos. “Aprender a ver el amor como realmente es, desarrolla
inmunidad al sufrimiento, alta tolerancia a la frustración, mejora la toma de
decisiones y la resolución de problemas”.
PARTE 2

LOS ESTILOS AFECTIVOS Y SUS ALTERACIONES

Las relaciones interpersonales afectivas están afectadas por los estereotipos, los
prejuicios y los estilos de comunicación inadecuados. El contacto afectivo,
debido a los malos aprendizajes, se complica con las distorsiones y las
valorizaciones destructivas. “Los malos aprendizajes y absurdas atrofias
culturales, la propia inseguridad frente a la posibilidad del rechazo, el miedo a
sufrir, el egoísmo, la búsqueda desesperada de aprobación y demás bloqueos,
han impedido que el intercambio afectivo sea un hecho natural y agradable”. El
mundo consumista ha plastificado las relaciones afectivas. Se vive en un mundo
de apariencias y superficialidad. La mala comunicación y los esquemas
negativos distorsionan las relaciones afectivas.

El balance afectivo

Una sana relación amorosa consiste en dar y recibir afecto de manera


equilibrada, sin sacrificarse dando en lugar de recibir por no “herir” a la
persona “amada”. Una cosa es aprender a convivir en la diferencia y otra muy
distinta mostrar una baja autoestima por entregar demasiado a cambio de poco.
“Un balance afectivo adecuado requiere estar abierto a dar y recibir afecto,
asumiendo consecuencias y corriendo riesgos”. Un buen dador-receptor no se
acopla pasivamente a los inconvenientes del otro, sino que los enfrenta
mediante una comunicación libre en ambos sentidos.

Territorialidad

Todos tenemos un espacio privativo y exclusivo, un territorio físico y


psicológico que defendemos; nos sentimos vulnerados cuando nos lo invaden.
El amor es uno de los principales intrusos que invade nuestro territorio. Ante su
ímpetu algunas veces cedemos espacios.

Los límites de nuestro territorio dependen del “enemigo”. Un paranoico


(persona con delirios de persecución) reclamará un territorio más amplio
porque cualquier acto de los demás lo tomará como una intromisión. Igual
acontece con quienes necesitan de aprobación, porque evitan contacto con los
demás por temor a la crítica y anhelo de escapar al rechazo. Por eso sólo
permiten acercarse a personas que los aprueben. Estos inadecuados esquemas
se instalan en la mente convirtiéndonos en sus víctimas. El incremento de la
territorialidad, en estos casos, es para proteger los esquemas interpersonales,
convirtiéndonos en hosco, huraños, desinteresados y poco comunicativos. Por
eso los demás los ven como fríos, antipáticos y creídos. No es conveniente ni
una extensa territorialidad ni una reducida territorialidad. “La territorialidad
modula, reduce o amplifica la capacidad de intercambio de una manera muy
significativa. Puede cumplir una función adaptativa cuando la delimitación
pretende frenar depredadores reales, pero impide hacer contacto con los
problemas psicológicos cuando su función es salvaguardar esquemas mentales.

Los estilos afectivos: alteraciones y desequilibrios

En el campo afectivo nuestros comportamientos son aprendidos socialmente,


aunque genéticamente tenemos algunas herramientas para el intercambio
afectivo. Aprendemos por medio de la recompensa física (regalos) o verbal
(elogios), compensación e imitación, la cual modela nuestra manera de ser en la
vida. Las teorías que poseemos acerca del mundo y de nosotros mismos,
caracterizan la manera de relacionarnos. Los estilos afectivos son las maneras
de expresar y recibir afecto. Hay estilos afectivos enfermizos que desordenan la
personalidad.

Los estilos afectivos inadecuados corresponden a las personas que entregan


demasiado (hostigantes-seductores), dependientes-débiles y controladores-
obsesivos); los que se entregan demasiado y no demandan, piden o esperan
nadas (sumisos); los que no se entregan y demandan, exigen o esperan
demasiado (narcicistas-egocéntricos).

1. Estilo hostigante-seductor. Expresar amor moderadamente es saludable, pero


si se exagera es dañino. Estas personas pretenden captar y llamar la atención
para confirmar que son amadas. Su autoestima depende de la admiración y
aprecio que capte de los demás. No aceptan el rechazo. Con tal de ser
“queridos” por los demás, hacen lo que sea para impresionar, con su
concomitante desgaste inútil. “La desesperada necesidad de aprobación
siempre esconde una muy baja autoestima… La aceptación afectiva es cuestión
de vida o muerte… La enorme demanda afectiva y la permanente confirmación
de saberse amado, termina por destruir cualquier relación”. El hostigante-
seductor tiene una inmensa necesidad de sentirse permanentemente amado. “El
exagerado sentimentalismo los lleva a impregnar de afecto todos los actos de su
vida, incluso los más racionales, y a perder objetividad. Es tan fuerte el impulso
que genera la emoción por el otro, que la corteza cerebral no alcanza a
comprender lo que ocurre: se pierde reflexivilidad. La capacidad analítica se
deteriora y los criterios globales se convierten en la principal forma de
razonar… Para alcanzar la meta de amor total, todo el tiempo magnifican ciertos
comportamientos como expresividad, exhibicionismo e impresionismo. Lo
paradójico es que estos intentos descontrolados por retener o arrastrar a los
otros e evitar el rechazo, los termina alejando”.

El hostigante-seductor desconoce que nadie tiene el deber de amarnos y no


respeta los derechos afectivos de los demás. “Respetar los derechos afectivos de
las otras personas es asimilar el riesgo de no ser correspondido. En el amor, más
que en cualquier orden de la vida, hay que ser un buen perdedor. El miedo al
rechazo inmoviliza, porque te quita la posibilidad de conocer más gente… Deja
que las personas decidan si van a quererte o no, sin imposiciones, con altura y
elegancia. Si te quieres a ti mismo, puedes decirte: no saben lo que se pierden. En
ciertas ocasiones es conveniente dejar que la realidad obre por sí sola y no
intervenir. Un amor arrancado a la fuerza o mantenido a regañadientes, es
falso… No pueden obligarte a amar, ni tú puede exigirlo. El amor llega cuando
quiere y se va cuando quiere…”

2. El estilo dependiente-débil. El dependiente-débil necesita ser protegido.


Busca quien lo cuide y defienda. Su amor es infantil, inmaduro e interesado.
Cree amar pero lo que quiere es seguridad. Para evitar sentirse desvalido trata
de mantener su relación a toda costa y bajo cualquier circunstancia. “Las
personas dependientes actúan como si su pareja fuera la única opción del
universo. Pero la verdadera razón es que buscar otro cuidador llevaría tiempo,
y mientras tanto se quedarían solos. La seguridad de no quedarse en el aire, sin
señales de apoyo, les impide ir más allá de lo inmediato. De ahí que sean
personas fieles, pero no por convicción, sino por temor”.

3. El estilo controlador-obsesivo. Se ven a sí mismos como responsables de que


la pareja funcione. El sentido de posesión está sentado en la inseguridad y en
un estilo de vida donde los “debería” y el orden son un valor en sí mismos.
Estas personas “necesitan la predicción total de los acontecimientos y la
certidumbre que todo se está realizando adecuadamente, afecto incluido”.

No soportan los errores, los defectos, la desorganización y la pérdida del


control. “Las cosas tienen una manera correcta de hacerse, y así debe ser”. Su
vida se llena de complicaciones y deberes. Generan reglas, normas y stándares
para ejercer un buen control. Son poco tolerantes frente a las iniciativas
independientes de su pareja.

Cuando descubren que no son amados, se resienten y odian. Ejercen control


afectivo y desconfían de su pareja. Piensan por su pareja, faltando al respeto
que implica el amor. Ignoran que el amor requiere libertad, precisamente
porque el amor es libertad. “Controlar tu pareja, pensar por ella, asistirla
permanentemente como si se tratara de una inválida, supervisar sus iniciativas,
exigir explicaciones sobre por qué siente de determinada manera, es no respetar
la persona que amas”.

4. El estilo sumiso. Se somete al otro por convicción, sin tener en cuenta el


respeto por sí mismo. “Los sujetos sumisos sienten que sobre ellos pesa la
responsabilidad de la pareja. No expresan desacuerdos, no dicen no, no se
oponen y por ninguna razón defienden sus derechos básicos. Son
extremadamente conciliadores y negocian con cualquier cosa para que la paz sea
con nosotros. La consecuencia es la postergación y almacenamiento de
situaciones cada vez más complicadas. Todo sea por la coexistencia pacífica.
Con el transcurrir de los años los problemitas se convierten en verdaderos
linfomas afectivos”.
Como disfruta solamente dando afecto, su autoestima es muy baja. “La
sumisión niega el amor, porque no lo deja fluir, lo aniquila traicioneramente en
nombre de la entrega total… El amor no es sacrificio, sino regocijo y alegría
compartida. La sumisión es una forma encubierta de violencia que lastima,
hiere y destruye la libre expresión de afecto… Es tan malo no saber entregarse,
como no saber recibir afecto”.

5. El estilo “No soy querible”. Son personas con autoestima baja y piensan que
no merecen que los quieran. Piensan que alguien los quiere por lástima. Se
avergüenzan de sí mismo. Como se autodesprecian, no pueden dar o recibir
amor. “Piensan que el amor les es vedado, porque no son merecedores…
Desnudarse psicológicamente es para estas personas la peor tortura, porque
piensan que interiormente son repulsivos y desagradables… El hecho de no
sentirse amables les impide recibir las expresiones de afecto de manera natural
y placentera”.

6. El estilo cómodo “No soporto sufrir”. Aunque en el amor no se pude ser


demasiado valiente, el amor no es para los cobardes; necesita arrojo y osadía.
Un amor sin “agallas” no funciona. “Las personas débiles, inseguras y con baja
tolerancia al dolor, pueden mirar el amor con cierta forma y recelo”.

Los cobardes en el amor no soportan sufrir y por eso no emprenden nuevas


relaciones, por temor a que “fracasen” en ésta. No se vuelven a enamorar
porque creen que termina sufriendo. No debemos renunciar al amor porque
causa sufrimiento, porque estaríamos renunciando a la posibilidad de vivir.

7. El estilo prevenido-desconfiado. Las experiencias afectivas dolorosas


convierten a muchas personas en prevenidas y desconfiadas. “Lo determinante
para estas personas es estar hipervigilantes a cualquier señal de abuso o
engaño, para prevenirlo, defenderse o, si es del caso, atacar”. Son paranoicos
porque ven en los demás un potencial agresor y violador de los derechos
personales. “Las personas desconfiadas no le conceden a los demás el beneficio
de la duda, sino la crueldad de la certeza negativa”. No confían en la persona
amada. Si no hay confianza en el amor, no hay convivencia pacífica. “La
persona prevenida, en su afán de protegerse contra los traidores, ofende. Se le
convierte en juez y fiscal al mismo tiempo. Valora, demanda pruebas y
pregunta cosas, que no deben preguntarse. Pone en duda ala honestidad de la
persona amada, porque no cree”.

Desacreditan el amor que reciben y no se entregan decentemente. Se ocultan


detrás de las mentiras que inventan. Sólo piensan en descubrir y desenmascarar
al supuesto enemigo. “El miedo a ser psicológica y afectivamente explotados y
lastimados les impide vivir el amor como una experiencia alegre e inocente”.
Amar se les convierte en una lucha sin cuartel por el poder, y si no obtienen el
amor se alejan, se aíslan para estar a salvo, pero con el tiempo se vuelven fríos y
calculadores.
8. El estilo pasivo-agresivo o “subversivo”. La convivencia con este tipo de
personas en angustiante. Tienen conflicto con la autoridad, son reformadores de
su autoestima, reprimen sentimientos, agreden pasivamente para molestar,
enloquecer, desajustar, imitar, torturar y eliminar el otro sin dejar huella. “Si se
les niega afecto, se sienten desvalidos, solos, no queribles y perciben a la pareja
como fría e insensible”. No expresan franca y honesta los sentimientos porque
tienen perder algo.

9. El estilo narcicista-egocéntrico. Son insensibles, egoístas, posesivos, celosos,


machistas, ventajosos e inseguros. Como no son capaces de “salirse de sí
mismos”, no pueden ponerse en el lugar del otro, negándole su realidad como
receptor de afecto. No pueden desprenderse de su egoísmo y desenfrenado
sentido de posesión. Las reglas son para los demás, no para a ellos. Este estilo es
psicológicamente peligroso, si la pareja es débil e insegura, porque destruye la
autoestima ajena.

PARTE 3

EL AFECTO POSITIVO Y OTRAS SANAS COSTUMBRES

El afecto positivo y otras sanas costumbres

Como secuela de no haber sido educados para amar, vemos y percibimos la


afectividad de manera inadecuada. “Muchos de los bloqueos psicológicos que
nos ha impuesto la educación tradicional obstaculizan el amor interpersonal, lo
entorpecen y lo complican”. Si queremos educarnos para el amor, es necesario
completar nuestras emociones, expresar los sentimientos positivamente
(regresar al lenguaje natural del amor) y tener en cuenta algunos componentes
del amor interpersonal como el deseo-atracción, la admiración, el humor-
sintonía, la sensibilidad-entrega, el respeto y la comunicación-honestidad.

La importancia de completar emociones

Aprender a procesar la información emocional, implica no reprimir las


emociones como el miedo, rencor, tristeza e ingratos recuerdos, y no
autoengañarnos. Reprimir o guardar afecta nuestra salud mental. Cuando las
emociones, que son culturalmente aprendidas y programadas, no se manejan
apropiadamente, generan molestias al organismo. “La ira no expresada
oportunamente se transforma en rencor; la evitación del miedo, en ansiedad
anticipatoria; la tristeza no vivida, se generaliza en depresión”. La ira
moderada, que es buena como medio de defensa, debe procesarse. Para
expresar y procesar adecuadamente nuestras emociones, debemos ser
espontáneos. “La persona que completa sus emociones vive en libertar,
reacciona al aquí y el ahora sin proyectarse tanto al futuro, vive intensamente y
expresa lo que siente más allá de las normas impuestas, lo que no implica la
violación de los derechos de las otras personas.

Un procesador emocional se conoce a sí mismo, es introspectivo, es espontáneo,


buen amante y libre emocionalmente.

La expresión se sentimientos positivos: un regreso al lenguaje natural del amor

Para expresar afecto son importantes los abrazos y la comunicación verbal y no


verbal. Los gestos, el contacto físico, el beso, la mirada, los sonidos sin
significación lingüística y otras formas de encuentro cercano, son la mejor
forma de expresión del amor. El acercamiento físico respetuoso y honesto
rompe las barreras del prejuicio que el contacto físico, fuera del coito, es
morboso. El contacto físico es esencial para nuestro crecimiento integral.
Aunque éste no es la única forma de expresar afecto, sí es universalmente
requerida.

Para expresar el afecto nuestro cuerpo habla varios idiomas. La expresión


corporal es el medio preferido para expresar el afecto. La sonrisa honesta es la
única expresión facial donde se evidencia su autenticidad. “Sin modular
palabra, la sonrisa habla demasiado”. Es la carta de presentación de amor.

Rescatar el lenguaje natural, biológico y físico del amor, es completar la manera


de expresar el amor. A la hora de explicar esta gramática, surgen ciertos
comportamientos como: (a) contacto físico (caricias, besos, apretones,
cosquillas, abrazar…); (b) expresión facial, gesticulación, mímica, mirar a los
ojos; (c) vocalizaciones paralingüísticas, es decir, carente de contenido
lingüístico significativo (tonos, sonidos guturales, ruidos, suspiros…); (d)
olfateo o aspiraciones de las emanaciones y zonas del cuerpo de la pareja,
eróticas o no, y (e) sonreír. No se puede reducir la capacidad de amar a lo
verbal, porque perdemos el aquí y el ahora fisiológico-afectivo. “En el amor hay
que actuar”.

Algunos componentes de amor interpersonal

Debido a la profunda complejidad del amor y de la vivencia afectiva, “cada


persona posee sus propios requisitos, necesidades y predilecciones”, según su
idiosincrasia, valores y expectativas. “Lo que para un sujeto es determinante e
imprescindible, puede resultar superfluo e inoficioso para otro… Los conceptos
de independencia, libertad y respeto pueden resultar muy distintos y a veces
opuestos, de acuerdo con la educación previa”. Sin embargo, para la buena
relación afectiva se requiere deseo-atracción, admiración, humor-sintonía,
sensibilidad-entrega, respeto y comunicación-honestidad.

Deseo-atracción
El deseo-atracción es la llamada “química”. Es la inclinación a estar con la
persona amada por encima de la justificación racional. Sin que este componente
no nos afecte en exceso, se necesita para que la relación afectiva perdure. En el
amor el deseo-atracción, en dosis moderadas, es benéfico; el deseo-apego es
perjudicial.

Admiración

La admiración no tiene por qué necesariamente ir ligada al deseo. Se puede


admirar a alguien y no desearla, pero deseo y admiración no son excluyentes.
“La admiración en el amor interpersonal requiere el encanto y la fascinación
por la valía personal del ser amado”. Puede haber admiración sin amor, pero no
amor sin admiración. “Si no se valora a la persona supuestamente amada, pues
no se ama”. Sentirse admirado es tan importante como admirar. “La admiración
es la fuente de donde se alimentan los elogios, los esfuerzos, los incentivos y el
empuje para decir cosas lindas”.

Humor-sintonía

La sintonía es una especie de química mental, un coincidir en gustos y


preferencias, un compartir el disfrute y los intereses. “La buena sintonía
optimiza la utilización del tiempo y fomenta el antiestrés”. Hay sintonía cuando
hay humor compartido. “La risa es el camino más corto entre dos personas”. La
risa es un remedio para la mente y el cuerpo. “El humor suaviza, la seriedad
extrema produce aspereza”. El sentido del humor es cuestión de querer dejar
salir a jugar la fantasía. “El humor es la esencia de la química mental y la
manera más alegre y creativa de entrar en sintonía”.

Sensibilidad-entrega

Cuando se ama realmente, nos interesa el bienestar del ser amado. Por eso
somos altruistas moderados, compartimos, tenemos empatía, entregamos y
recibimos amor. La sensibilidad-entrega es la capacidad de ser un receptor
afectivo y un buen dador, sin caer en servilismos. Preocuparnos por el otro no
implica abandonarnos a nosotros mismos. Debemos preocuparnos por la
persona amada.

Respeto

El respeto enaltece la vida. “El respeto se aprende, se vive, se internaliza y se


reconoce en todo contexto social al cual se pertenece”. El respeto va de la mano
con el amor. “El amor respetuoso no se inmiscuye en la esencia de las cosas con
la idea de hacerlas a imagen y semejanza… Comienza con la comprensión
fundamental de la no intervención y el reconocimiento de los derechos
ajenos…”
La desconfianza es una forma de irrespeto. “Si no creo en mi pareja, si no confío
en ella, si dudo, no soy respetuoso, porque ofendo su amor propio. Confiar es
entregarse”. La pareja merece respeto. Hay que ser honestos con la persona que
amamos y no engañarnos a nosotros mismos. La persona respetuosa en vez de
imponer, sugiere; en lugar de gritar, habla; en lugar de golpear, acaricia. “El
respeto dignifica, promueve el entendimiento y permite evolucionar el amor”.

Comunicación-honestidad

Las creencias irracionales, miedos, problemas de territorialidad, prejuicios,


desconfianza, sumisión, son obstáculos que impiden la comunicación fluida y
tranquila y afectan la capacidad de expresión. La asertividad es vital en la
comunicación; denota la capacidad de expresar libre y sinceramente
pensamientos negativos y positivos, respetando a los demás. Una persona
asertiva comunica honestamente.

La franqueza es el aspecto más importante en la comunicación interpersonal


afectiva. “Si no tenemos nada qué ocultar, la mente se aquieta y los
subterfugios, los circunloquios y las indirectas no interfieren la fluidez de la
buena comunicación”. Mentor nos desgasta. La comunicación entre pareja debe
ser espontánea, sin convencionalismos ni patrones de comportamiento
preestablecidos. La pareja crece si hay comunicación clara, transparente y
respetuosa. “Si no hay una buena comunicación, la relación desaparece, porque
no habría dos personas unidas, sino dos monólogos aislados. La condición más
importante de cualquier intercambio afectivo es la honestidad de los mensajes.
A este tipo de sinceridad se denomina asertividad”.

Comunicarse asertivamente es darnos a conocer tal como somos. Expresarnos


honestamente nos engrandece, relaja y agradamos. El amor necesita fluir para
mantenerse vivo. “Si la comunicación es deficiente, el amor, silenciosamente,
decae hasta enmudecer”.

LUIS ANGEL RIOS PEREA

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