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Trascendencia e inmanencia de lo sobrenatural

Author(s): Juan Alfaro


Source: Gregorianum , 1957, Vol. 38, No. 1 (1957), pp. 5-50
Published by: GBPress- Gregorian Biblical Press

Stable URL: https://www.jstor.org/stable/23571105

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Trascendendo e inmanencia
de lo sobrenatural

La inserción del orden sobrenatural en el ser intelectual crea


do constituye una de las cuestiones centrales de la Teologia. El
problema fundamental dentro de està cuestión es el de la inser
ción vital de la vision de Dios en la creatura intelectual; la vi
sion intuitiva de la esencia divina constituye la cumbre suprema,
el estadio consumado y definitivo del orden sobrenatural creado,
cuyos elementos (grada santificante, virtudes infusas, etc.) en tanto
son sobrenaturales en cuanto disponen y ordenan intrinsecamente
a la vision de Dios : la sobrenaturalidad del orden todo de la gra
da depende, en ùltimo término, de la sobrenaturalidad de la vision.
Este problema de la inserción de la vision de Dios en la crea
tura intelectual presenta a primera vista el caràcter de una anti
nomia insoluble, cuyos elementos son la trascendencia y la inma
nencia del conocimiento intuitivo del Ser Infinito en el entendi
miento finito. La trascendencia y sobrenaturalidad de la vision
de Dios no parece poderse explicar rectamente, si no se admite
que la creatura intelectual es inteligible y realizable sin estar de
hecho destinada a la vision de Dios ; por otra parte, siendo el co
nocimiento inmediato del Ser Infinito la perfección suprema de
la creatura intelectual, en cuanto tal, podria parecer que la existen
cia del entendimiento creado seria un absurdo sin una ordenación
intrinseca, sin una destinación de hecho y de necesidad a lo que
es su bien supremo y, deberia ser, por lo tanto, su ùltimo fin : la
inmanencia de la vision de Dios, acto vital el mas perfecto posi
ble en la creatura intelectual, pareceria presuponer en ésta una
ordenación de estricta exigencia ontològica a esa vision.
Trascendencia e inmanencia de la vision de Dios, he aqui los
dos extremos de una antinomia, que parece imposible armonizar
profunda y totalmente. La Historia de la Teologia delata un mo
vimiento oscilatorio del uno al otro de los términos de està an
tinomia. Los teólogos medievales, al afirmar casi unanimemente

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6 J. AL FARO, S. I.

que la creatura intelectual posee en


lidad un apetito naturai, innato ο
ron intensamente la inmanencia d
salvaron su sobrenaturalidad y tr
lidad de ellos admitió, de un modo m
bilidad de que la creatura intelectua
a la vision de Dios, corno a su ùltimo fin. De este modo la teo
logia medieval mantuvo una posición de equilibrio entre ambos
elementos; pero no se percató de la dificultad de conciliarlos en
tre si1. Fué Cayetano quien en los primeros anos del siglo XVI,
antes de toda aparición del luteranismo y bayanismo, senaló con
penetrante mirada la dificultad de armonizar la tesis del apetito
naturai con la sobrenaturalidad de la vision de Dios. Para sal
var la gratuidad y trascendencia, Cayetano minimizó la inmanen
cia; bajo este signo se desarrolló el pensamiento de la mayor
parte de los teólogos dominicos y jesuitas de los siglos XVI
XVII : no se reconocia en el entendimiento creado sino una ca
pacidad obediencial pasiva, una mera no-repugnancia a la vision
de Dios : la tesis del apetito naturai de ver a Dios pasaba a ser
patrimonio exclusivo de los teólogos escotistas y hasta llegaria a
ser considerada corno sospechosa de bayanismo y jansenismo. Du
rante el segundo periodo aureo de la Teologia Escolastica la mayor
parte de los teólogos atendió preferentemente a salvaguardar y
subrayar la sobrenaturalidad y gratuidad de la vision de Dios,
descuidando excesivamente el aspecto de su intrinsecidad e in
manencia 2. Por otra parte Miguel Bayo, Jansenio, P. Tamburi
ni etc, habian acentuado fuertemente este aspecto, hasta pasar los
limites de la ortodoxia negando la sobrenaturalidad de la vision
divina y determinando la intervención del Magisterio Eclesiàs
tico en favor de la misma3. El intento de los teólogos llamados
augustinenses por armonizar ambos aspectos fué muy poco feliz
y su distinción entre la potencia absoluta y ordenada de Dios era
manifiestamente insostenible *. De este modo durante los siglos
1 Cf. Alfaro J., Lo Naturai y Lo Sobrenatural. Estudio histórico desde
S. Tomàs hasta Cayetano, Madrid 1952, pag. 400-408.
2 Cf. De Lubac H., Surnaturel. Études historiques, Paris 1946, pag. 101
157, 261-293; Alfaro J., Lo Naturai y Lo Sobrenatural, 91-136, 165-180,
8-9; Benzo M., La pura naturaleza humana en la teologia de Suàrez, Ma
drid, 1955.
3 Cf. Litt F., La Question des Rapports entre la Nature et la Gràce
de Baius au Synode de Pistole, Fontaine-L'Évèque, 1934.
4 Cf. Trapé Α., De Gratuliate Ordinis Supernaturalis apud Theolo
gos Augustinenses, Romae, 1951.

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TRASCENDENCIA E INMANENCIA DE LO SOBRENATURAL 7

XVIII-XIX sigue manteniéndose con toda claridad la trascen


cia de la vision de Dios hasta su ùltimo corolario de la pos
lidad de la naturaleza pura, corno una posición definitivam
adquirida. Durante la primera mitad del siglo XX el problema
vuelto a adquirir piena actualidad. Las corrientes fìlosófìca
dernas y, principalmente, un mas objetivo estudio del pensamie
de S. Tomàs en este punto han inducido a no pocos teólog
dar el debido relieve al aspecto de la inmanencia de lo sobr
tural sin menoscabo de su trascendencia ; la tesis de una tende
cia naturai del entendimiento creado al conocimiento inmediato de
Dios ha vuelto a ser defendida en una forma ó en otra; se ha
prestado atención de un modo consciente y reflejo, a evitar el
doble escolio del extrinsecismo (peligro de la trascendencia) y del
naturalismo (peligro de la inmanencia)5. No todos han evitado
suficientemente en nuestros dias este segundo escolio. La Enci
clica « Humani Generis » llama la atención sobre el error de al
gunos que destruyen la verdadera gratuidad del orden sobrenatu
ral, al afirmar que Dios no pudo crear seres intelectuales sin or
denarlos y Ikmarlos a la vision beatificae. Està declaración doc
trinal del Magisterio Eclesiàstico es suficientemente clara y ex
plicita para poner punto final a la cuestión de la gratuidad y tras
cendencia del orden sobrenatural : està se salva ùnicamente si se
admite que la creatura intelectual pudo ser creada por Dios, es
decir, es algo inteligible y realizable, sin estar de hecho destinada
a la vision de Dios : la inteligibilidad de la creatura intelectual,
en cuanto tal, no incluye ni infiere consigo necesariamente el des
tino a la vision de Dios.
Este movimiento oscilatorio del pensamiento teològico entre
la trascendencia y la inmanencia de la vision de Dios delata corno
punto critico del problema, la difìcultad de armonizar pienamente
estos dos aspectos de lo sobrenatural. Afirmar ambos aspectos,
corno lo hizo la teologia medieval, no equivale a mostrar su mutua
intima coherencia. Desde que una vision mas completa del pro
blema se percató de la oposición entre la trascendencia y la in
trinsecidad de lo sobrenatural, ο se ha salvaguardado a toda costa

5 Es demasiado conocido este movimiento de la moderna teologia y no


es necesario que hagamos aqui su historia. Su iniciador fué Sestili J. y
san en él figuras de relieve Rousselot P., Marechal J., Raineri Α., Ro
land-Gossel in, De Broglie G., etc. Cf. Motte Α., Désir nature! et béati
tude surnaturelle, Bull. Thom., 1932, pag. 651-675.
« AAS., 1950, 570.

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8 J. ALFARO, S. I.

la primera desvirtuando parcial


acentuado exageradamente la se
En nuestros dias, después de l
neris, los teólogos católicos estàn
la explicación de la trascendenc
cambio, divergen fuertemente
cia. Y, sobre todo, falta una sint
ambos aspectos. E1 presente estu
un ensayo de sintesis en este ar
resuelto con soluciones de mas ο
de vista superior, desde el que
profunda de la trascendencia e in
decir, de la vision de Dios. Quis
tamente teològico, partiendo de
pre detràs y a la luz del mismo, p
teològica cierta, y ensayar fina
bable, una explicación sintètica
tura nuclear de la creatura intele
e intelectualidad, para buscar al
trascendencia e inmanencia de la vision de Dios 7.

II

Los bienes que Dios ha concedido al mundo por Cristo consti


tuyen una verdadera deìficación del hombre pecador : éste es el
7 Al analizar de este modo la conexión entre lo naturai y lo sobrena
tural en el hombre, consideramos al hombre exclusivamente en cuanto es
una creatura intelectual, es decir, capaz de lo verdadero y del bien en cuanto
tales. Solamente queremos investigar cùal es la actitud ontològica respecto
de la vision de Dios, que corresponde al hombre en virtud de su condición
esencial de creatura intelectual. Deliberadamente queremos prescindir del
aspecto existencial de este problema, es decir, de la situación concreta del
hombre histórico, de hecho afectado por el pecado originai y de hecho desti
nado a la vision de Dios, ùnico fin ùltimo suyo. Este aspecto existencial
del problema de lo sobrenatural ha sido estudiado en nuestros dias por
K. Rahner (Schriften zur Theologie, Einsiedeln, 1954, 323-347) y L. Ma
levez {La grat*uité du surnaturel, Nouv. Rev. Théol., 1953, 561-586, 673
689). Creemos que està nueva perspectiva existencial del problema de lo
sobrenatural, descubierta en cierto modo por Rahner υ Malevez, es legi
tima y aun necesaria, si se quiere dar una solución completa a la situa
ción concreta del hombre histórico ante su fin ùltimo, la vision de Dios.
Pero es necesario considerar también el aspecto esencial del problema, la
habit-udo ontologica del ser intelectual creado (y el hombre es esencialmente
una creatura intelectual) respecto de la vision de Dios. Abordamos, por con
siguiente, el problema conscientes de la parcialidad de su perspectiva, en cuan
to al hombre histórico se refiere.

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TRASCENDENCIA E INMANENCIA DE LO SOBRENATURAL

dato revelado fundamental, del que surge el problema de


cendencia de lo sobrenatural : el término a quo es el hom
cador, necesitado de salvación : el término ad quem es un
dadera deificación. La filiación divina, la participación en
rencia propia del Hijo de Dios, tan clara y frecuentement
mados en los escritos de S. Pablo y S. Juan, han sido ente
en todo tiempo por la Iglesia, en el sentido de una verdad
vinización del hombre. Aun cuando la Iglesia no ha dado
guna definición a este respecto, todo teòlogo católico es cons
de que interpretar el dato revelado de la deificación del h
corno una mera metàfora destinada a poner de relieve l
lencia de la economia cristiana, seria ponerse en manifies
sición con el sentir universal de la Iglesia tan claramente
festado desde la edad de oro de la Patristica8. Una verdadera
deificación del hombre, he aqui el elemento supraracional y estricta
mente misterioso del dato revelado, solamente comparable en su
supraracionalidad y misteriosidad con la el misterio de la Trini
dad y el de la Encarnación. Ante este aspecto rigurosamente mis
terioso del dato revelado — deificación verdadera del hombre —
el teòlogo es un creyente y nada mas que un creyente, que acepta
por la fé la luz del misterio, sin intentar medir ο limitar su con
tenido segun las categorias puramente racionales; solamente asi la
revelación del misterio es una luz nueva para la inteligencia :
aceptar ante el misterio solamente lo que nuestra razón puede
entender en su intima estructura seria destruir la palabra de Dios.
La revelación nos garantiza ademàs que està deificación del
hombre se verifica en dos fases : la fase mas imperfecta, de incoa
ción y progreso en la vida presente, y la fase perfecta, de con
sumación definitiva en la vision de Dios 9.
Debemos subrayar que el término a quo incluido en este
dato revelado es el hombre histórico, el hombre afectado por el
pecado originai ο personal y no el concepto abstracto de hombre
en cuanto tal, es decir, en cuanto ser intelectual creado : la salva
ción de Cristo es toda ella en orden al hombre pecador.
Una vez aceptado por la fé el misterio de nuestra divinización,
el teòlogo debe elaborar intelectualmente el dato revelado, buscan
do una ulterior explicación racional del mismo. Asi surge el prò

8 Cf. Gross J., La divinisation du chrétien d'après le Pères grecs, Pa


ris, 1938; Harnack α., Lehrbuch der Dogmengeschichte, IV Aufl., 1909,
t. II, 44-48.
9 i Jo., 3, 1-2; i Cor., 13, 8-13; II Cor., 5, 6-9.

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IO J. AI-FARO, S. I.

blema teològico : ; en qué se


dera deificación del hombre
sentido real y no merament
ción?
Un primer intento de exp
cho de que en la vision de D
ad modum Dei, segùn el mo
Si mismo : el hombre ha sido deificado en cuanto ha alcanzado un
conocimiento intuitivo y un amor corno el que Dios tiene de Si
mismo.
Està explicación no puede en ningùn modo ser calificada de
falsa ; pero es ciertamente incompleta. En ef ecto : el conocimiento
que Dios tiene de Si mismo no es simplemente intuitivo, sino
también comprehensivo ; mientras que el conocimiento que el hom
bre alcanzarà en la vision de Dios es simplemente intuitivo. Entre
el conocimiento de Dios simplemente intuitivo, cual seria comuni
cado al hombre, y el intuitivo-comprehensivo que Dios posee, hay
una diferencia mas que esencial, infinita. Queda en pié la pre
gunta : ι Por qué, si el conocimiento que Dios tiene de Si mismo
es intuitivo-comprehensivo, un conocimiento meramente intuitivo
constituiria una deificación del hombre? Seria necesario probar
ulteriormente que el conocimiento meramente intuitivo de Dios es
de alguna manera exclusivamente propio de Dios; pero al inten
tar completar asi la explicación, no queda mas recurso que in
troducir la categoria de entendimiento creado en contraposición
al increado y analizar si la mera intuición de la esencia divina
cae dentro del dinamismo ο exigencias ontológicas de la creatura
intelectual en cuanto tal.
Pudiera también intentarse una explicación de la divinización
del hombre en la vision de Dios, haciendo notar que en la vision
beatifica el hombre no puede menos de amar a Dios ν asi queda
definitivamente libre del pecado y de la misma posibilidad de pe
car : en tal condición el hombre ha sido realmente deificado, pues,
corno Dios, posee un estado de interna y total incompatibilidad
con el pecado.
De està explicación es preciso decir que, corno la precedente,
no es falsa, pero si incompleta; queda sin responder el punto fun
damental : ; por qué, si la impecabilidad participada, comunicable
al hombre y comunicada de hecho en la vision de Dios, es infini
tamente diversa e interior a la imparticipada impecabilidad divina,

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TRASCENDENCIA E 1NMANENCIA DE LO SOHRENATURAL II

es suficiente para una verdadera deificación? iQu


cial esa intrinseca impecabilidad causada por la
para encontrar en ella la explicación de la deifica
bre? Seria necesario probar que la impecabilidad
tuye un modo de ser de algùn modo exclusivame
Dios; y al completar asi la explicación habria que
el ser intelectual creado no puede alcanzar por si m
do de total interna inmovilidad en el amor de Dio
ces ha sido ya introducida en la explicación la cat
tura intelectual. No es posible intentar una expli
completa de la deificación del hombre en la visio
tras no se introduce la categoria de creatura inte
se la compara con la vision de Dios. La existenci
ciones divinas absolutamente incomunicables a la creatura no es
ningun misterio; corno tampoco lo es la participación en la crea
tura intelectual de perfecciones propias del orden creado, no dei
ficativas. Pero la posibilidad de que sean comunicables a la crea
tura intelectual y le sean de hecho comunicadas perfecciones dei
ficativas es un misterio estricto, cuyos extremos impenetrables al
entendimiento humano son : comunicable a la creatura y deifica
tivi) de la misma, es decir, de algun modo especial exclusìvas de
Dios y simultaneamente participables en la creatura : la revelación
nos garantiza la simultanea verificación de ambos extremos. Pero,
si al intentar explicar su sentido y valor deificante, miramos so
lamente a Dios, la explicación queda al momento detenida en un
punto muerto : si son perfecciones de algun modo exclusìvas de
Dios, son verdaderamente deificativas, pero no seràn comunica
bles a la creatura : y si son comunicables a està, j còrno se explica
que sean de orden divino ?
Para progresar en la explicación no queda otra solución que
introducir la categoria opuesta a lo divino, es decir, la de crea
tura en cuanto tal. Entonces surge el problema : ; pertenece la vi
sion de Dios a la necesaria inteligibilidad de la creatura intelec
tual en cuanto tal? ; la creatura intelectual es ο no es inteligible y
verificable sin estar de hecho destinada a la vision de Dios ? Al poner
corno término de comparación con la vision de Dios la creaturali
dad del ser intelectual hay ya un punto de referencia, (el unico
punto 'de referencia posible) para poder observar si la vision de
Dios, aun siendo una perfección comunicable a la creatura, està
ο no està sobre su pura creaturalidad, es ο no es supercreatu

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12 J. AL FARO, S. I.

ral y, por lo tanto, de orde


entender cómo la vision de Dios deifica verdaderamente la crea
tura intelectual, al constituirla en un orden que està por encima
de su pura creaturalidad. Por consiguiente, la cuestión de si la
creatura intelectual es ο no es inteligible y realizable sin estar
de hecho destinada a la vision de Dios es un problema estricta
mente teològico, legitimo y necesario para alcanzar una inteli
gencia racional completa del dato revelado de la divinización del
hombre en la vision de Dios.
Hemos hecho notar que el dato revelado se referia al hom
bre-pecador; para elaborar racionalmente la noción revelada de
divinización nos ha sido necesario introducir la categoria de hom
bre puro, creatura intelectual en cuanto tal; al hacerlo estamos ya
fuera del revelado formai y hemos entrado en el campo del re
velado virtual, de la conclusión teològica.
Si una explicación racional completa de la verdad revelada
de la divinización del hombre en la vision de Dios plantea ne
cesariamente el problema de si el destino a està vision es necesa
rio para la inteligibilidad y verificabilidad de la creatura intelec
tual, no es dificil encontrar la solución de este problema : si la
vision de Dios constituye una verdadera deificación de la crea
tura intelectual, està debe ser inteligible y realizable sin estar de
hecho destinada a dicha vision. Porque ; cómo podria ser deificante
aquello sin lo cual la creatura intelectual es algo ininteligible e
irrealizable? ; qué perfección puede pertenecer con mas razón al
orden de lo puramente creatural, de lo no-deificante, que aquella

10 Ya S. Tomàs se sirvió de la categoria « entendimiento creado » (Crea


tura intelectual) para llegar a una explicación teològica completa de la so
brenaturalidad deificante de la vision de Dios : « Utrum aliquis intellectus
creatus per sua naturalia divinam essentiam videre possit... Respondeo di
cendum quod impossibile est quod aliquis intellectus creatus per sua natura
lia essentiam Dei videat... Relinquitur ergo quod cognoscere ipsum esse
subsistens sit connaturale soli intellectui divino, et quod sit supra facultatem
naturalem cuiuslibet intellectus creati, quia nulla creatura est suum esse,
sed habet esse participatum » (S. Th., I, q. 12, a. 1; cf. De Ver., q. 8, a. 3;
Cont. Gent., TU, c. 52, 53). La sobrenaturalidad tomistica de la vision de
Dios equivale implicitamente a una verdadera supercreaturalidad de la vi
sion : ver a Dios solamente puede ser naturalmente propio de Dios mismo :
ninguna creatura intelectual, creada ο creable, puede por si misma alcan
zar la vision de la esencia divina. La claridad poderosa de està perspectiva
tomistica se impuso a toda la teologia católica : la teoria de J. M. de Ri
palda (posibilidad de una creatura intelectual que alcanzara por si misma
la vision de Dios) no pudo lograr fortuna entre los teólogos y se mantuvo
con energia la absoluta sobrenaturalidad de la vision, es decir, su caracter
supercreatural.

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TRASCENDENCIA E INMANENCIA DE LO SOBRENATURAL 13

sin lo cual la pura creaturalidad del entendimiento creado no


realizable ni inteligible? Afirmar que el ser intelectual creado r
quiere para su recta inteligibilidad ο aciecuada verificabilidad
destino a la vision de Dios es rebajar la vision de Dios al orde
de lo puramente creatural, es vaciar de todo sentido el dato
velado de nuestra divinización.
Cuando se ha llegado a la conclusión de que la vision de Dios
constituye una verdadera deificación de la creatura intelectual en
cuanto es una perfección tan excelsa que està sobre la necesaria
inteligibilidad y verificabilidad del ser intelectual creado, se ha
alcanzado una explicación completa de dicha deificación y se ha
obtenido la fòrmula definitiva de la trascendencia de la vision de
Dios. Es una fòrmula cuyo contenido coincide pienamente con la
empleada en la Humani Generis : solamente se explica rectamente
la gratuidad del orden sobrenatural, si se admite que la creatura
intelectual pudo ser creada por Dios sin ser de hecho destinada
a la vision de Dios ". Es ésta una fòrmula teològica ; la revelación
nada dice de la trascendencia de lo sobrenatural respecto de la
creatura intelectual en cuanto tal. Pero la revelación nos ensena
la excelencia suma de los dones de la economia cristiana, atribuyén
doles una función deificante del hombre pecador. Imposible en
tender recta y pienamente està deificación, sino corno una exalta
ción y sublimación del entendimiento creado sobre su mera crea
turalidad : la vision de Dios pertenece al orden de los supercrea
tural. La raiz de los errores que han negado ο desvirtuado la
trascendencia de lo sobrenatural està precisamente en haber ne
gado ο no haber considerado suficientemente este aspecto de ver
dadera deificación, exaltación y sublimación del hombre a un or
den divino. Una lectura atenta de las obras de Miguel Bayo con
duce a la observación de que el canciller lovaniense no quiere oir
hablar de una exaltación ο sublimación del hombre a un orden
divino; rechaza siempre energicamente està categoria, que sin em
bargo hubiese podido encontrar no sólo en los teólogos escolàs
ticos, sino también en los escritos de los SS. Padres; segun él,
la economia de Cristo representa una mera restitución del hom
bre al nivel y dignidad propia de su intelectualidad y no una ele
vación sobre la misma 12. Cuando Jansenio afirmaba que la vision

11 AAS, 1950, 570.


12 Cf. Alfaro J., Sobrenatural y pecado originai en Bayo, Rev. Espafi.
de Teol., 1952, 1-75; Gagnebet M.-R., L'enseignement du magistère et le
problème du surnaturel, Rev. Thom., 1953, 5-27. — La interpretación del

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14 J. AL FARO j S. I.

de Dios es el ùnico fin posibl


sin estar destinado a ella careceria de razón de ser en el orden de
la fìnalidad), no podia concebir la vision de Dios corno una ele
vación del entendimiento creado sobre su condición de creatura
intelectual13. Pietro Tamburini es el autor de una fòrmula enèr
gica y significativa : el destino a la vision de Dios es tan del or
den de la creatura intelectual, en cuanto tal, que una creatura
intelectual no destinada a la vision de Dios dejaria eo ipso de ser
creatura intelectual14. Ripalda admitió la trascendencia y sobrena
turalidad de la vision de Dios respecto de toda creatura intelec
tual existente de hecho; pero al r'econocer corno probable la po
sibilidad de una creatura intelectual a la que fuese naturai la vi
sion de Dios 15, no advirtió que, si la vision de Dios constituye,
segun las fuentes de la revelación, una divinización del hombre,
dicha divinización es igualmente trascendente y sobrenatural res
pecto de cualquiera creatura intelectual creada ο creable, con tal
de que sea creatura; admitir que la vision de Dios puede ser na
turai a un entendimiento creado cualquiera, existente ο posible,
equivale lògicamente a incluir la vision de Dios- en el orden de lo
puramente creatural y negar que comporte consigo una verdadera
deificación. La posición de Ripalda, j ustamente combatida por la
mayoria de los teólogos, tiene su punto de partida en no haber
prestado suficiente atención al dato revelado de la deificación del
hombre en la vision de Dios.
Podemos ya establecer la conclusión de que la trascendencia
de la vision de Dios solamente puede ser pienamente explicada
si se admite que la creatura intelectual, en cuanto tal, es una no
ción inteligible, una realidad verificable aun sin incluir en su con
cepto ο llevar en su verificación existencial el destino a la vision
de Dios : una fòrmula escolàstica equivalente diria que la vision
de Dios està sobre las fuerzas activas y las exigencias ontológi

pensamiento de Μ. Bayo, propuesta por el R. P. Gagnebet, coincide en va


rios puntos fundamentales con la interpretación presentada en nuestro ar
ticulo, corno podrà comprobarlo quien quiera tomarse el trabajo de com
parar el contenido de ambos articulos. Una vez que nuestro articulo fué
publicado 18 meses antes que el del P. Gagnebet y que éste no lo cita, es
necesario admitir una casual y feliz coincidencia (de la que no podemos
menos de felicitarnos) en la interpretación y valoración del pensamiento de
Bayo.
13 Jansenius C., Augustinus, De Statu Naturae Purae, L. I, c. 15; L. II,
c. 1 ; De Statu Naturae Innocentis, cc. 16-20.
14 Tamburini P., Praelectiones, Ticini 1787, Prael. XV.
15 M.de Ripalda J., De Ente Supernaturali, Disp. 3, s. 2; Disp. 23, s. 2.

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TRASCENDENCIA E 1NMANENCIA DE LO SOBRENATURAL 15

cas del entendimiento creado y que éste tendria razón suficiente


de existir, aun sin estar de hecho ordenado por Dios a la conse
cución de la vision. A la luz de la revelación, que nos descubre
el caràcter deificante de la vision de Dios, hemos obtenido un
rasgo nocional acerca de la creatura intelectual : la creatura inte
leciual es inteligible y verificable sin estar de hecho destinada a
la vision de Dios. Retengamos està noción, que nos sera necesaria
en el ensayo de sintesis final.

Ili

Si el problema de la trascendencia de lo sobrenatural ha re


cibido asi una solución adecuada, refrendada por la autoridad del
Magisterio y el comfin sentir de los teólogos, no ocurre lo mismo
con el problema de su inmanencia. Y este segundo problema no
es menos grave, ni menos inevitable que el primero. Es necesario
mostrar cómo y en qué punto de nuestro ser se inserta y arraiga
vitalmente lo sobrenatural para intimamente trasformarlo y per
feccionarlo. Lo sobrenatural no puede concebirse corno una iuxta
posición ο superposición, un mero superadditum ab extrinseco a
la intelectualidad creada, que sin elio y con elio no experimenta
ria un cambio vital profundo en su intima estructura. Es nece
sario llegar a los ùltimos estratos vitales del ser intelectual creado
para descubrir en ellos su intima y viviente toma de contacto con
la vision de Dios.
Una vez que la revelación nos ha hecho conocer el hecho y
la posibilidad de la vision de Dios en la creatura intelectual, nues
tra razón llega fàcilmente a la certeza de que el conocimiento in
tuitivo del Ser Infinito y su correspondiente amor constituyen la
perfección suma del ser intelectual creado : la vision y el consi
guiente amor de Dios son la operación mas perfecta posible de las
facultades mas perfectas, sobre el objeto mas perfecto, aprehen
dido del modo mas perfecto posible. De aqui se sigue que la crea
tura intelectual, en virtud de su misma intelectualidad, tiene ya
un cierto aspecto ontològico, que la hace capaz de llegar de algùn
modo a' la vision de Dios. ι Cómo debe concebirse ese aspecto, esa
habitudo ontologica de la creatura intelectual a la vision de Dios?
Ciertamente no podrà incluir una exigencia ontològica; pero ies
suficiente hablar de una conveniencia, por mas que se la suponga
suma y singular? Precisamente el problema comienza ahi, en de
terminar ulteriormente la singularidad de esa habitudo ontologica

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IO J. AL FARO, S. I.

de la intelectualidad creada
ción de Dios. Esto es lo que
la iriteligencia y la voluntad
al Ser Infinito.
Comencemos por consignar un hecho reconocido por todos
los teólogos. Todo conocimiento de Dios inferior a la vision in
tuitiva es un conocimiento mediato, obtenido a través de un me
dio objetivo creado : todo conocimiento mediato de Dios es ne
cesariamente un conocimiento meramente anàlogo, obtenido corno
està a través de un medio finito, que no puede ser perfectamente
semejante al Ser Infinito : un conocimiento no anàlogo, sino pro
pio, de Dios sólo es asequible en la intuición, pues no puede haber
especie creada que represente el Infinito ad modum infiniti, y
todo objeto creado tiene una semejanza meramente analògica, esen
cialmente imperfecta con el Ser Increado. Por otra parte, a la
luz de la revelación se ha llegado a la conclusión cierta de que
la creatura intelectual pura, es decir, no deificada, no puede pasar
la frontera del conocimiento mediato de Dios.
Sobre este hecho la teologia no ha reflexionado suficientemen
te; y sin embargo, proyecta un fuerte haz luminoso en el proble
ma de la inmanencia de la vision de Dios. En efecto : el conoci
miento mediato de Dios, es necesariamente anàlogo y, en conse
cuencia, esencialmente imperfecto. El medio objetivo creado, a tra
vés del cual se llega a Dios, incluye necesariamente finitud y po
tencialidad, mientras que la realidad divina, en él representada, es
Acto Puro e Ilimitado. El entendimiento creado se percata de està
esencial imperfección de su conocimiento mediato de Dios y, no
provectando sobre la realidad divina el modo imperfecto con que
el medio objetivo la representa y el modo imperfecto con que en
ese medio creado conoce a Dios, evita que su conocimiento sea
falso; pero, aun cuando se percate de esa imperfección, no puede
eliminarla : es una imperfección inevitablemente vinculada a todo
conocimiento mediato de Dios, compuesto esencialmente de luz y
sombra; el medio objetivo creado es corno un objeto opaco que
pennite percibir lo que està detràs de él y simultàneamente obli
ga a percibirlo imperiectamente 18.
Pero la imperfección esencial del conocimiento mediato de Dios
no consiste unica ni principalmente en que es un conocimiento in
completo : consiste principalmente en que, mientras permanece den

16 S. Τη., I, q. 13, a. 1-3; C. G., I, 30-35; De Poi., q. 7, a. 5-7.

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TRASCENDENCIA E INMANENCIA DE LO SOBRENATURAL 17

tro de la esfera de ese modo de conocer a Dios, la creatura in


telectual desemboca necesariamente en el enigma de lo divino,
enigma que ella misma se crea y del que no podrà nunca libe
rarse pienamente. Las categorias ο medios objetivos creados, em
papados corno estàn esencialmente en potencialidad y finitud, al ser
trasladadas y aplicadas al Acto Puro e Infinito inevitablemente con
vergen en una no-total coherencia y aun aparente contradicción ;
ellas no son afirmación pura, ser puro, sino afirmación y negación,
ser ésto y no ser aquello : mientras que en Dios se encuentran
verificadas corno ser y afirmación pura. La categoria ο medio ob
jetivo creado no se presenta corno simple ser, corno positiva y pura
afirmación : lleva en el seno mismo de su esencia la composición
del ser y del no-ser, la afirmación que al afirmarse no puede me
nos de negar lo otro, el ser-osi y no-ser-de otra manera. El en
tendimiento creado, encerrado en la carcel de la analogia, solo
puede llegar a Dios sin salir de ella; al intentar conmensurar el
ser divino, la afirmación pura, con sus categorias anàlogas hechas
de ser y no-ser, de ser-ésto y no-ser-lo otro, necesariamente consta
ta que alguna de esas categorias en su aspecto de no-ser-lo-otro
excluye el ser-ésto de otra de las categorias creadas aplicadas a
Dios. El Infinito, corno tal, solo puede ser percibido en su infini
tud de un solo golpe de vista intuitivo; medido con categorias fi
nitas que pretenden conocerlo desde diversos puntos de vista, li
mitados y parciales, ha de resultar necesariamente paradójico. El
entendimiento creado podrà llegar a percatarse de que està no
coherencia y mutua exclusión de estas categorias creadas, al ser
aplicadas a Dios, provienen exclusiva y precisamente de la po
tencialidad y finitud del medio objetivo creado17. De este modo
podrà saber de un modo indirecto que la contradicción mutua de
los atributos representados por esas categorias no es real; pero
ésto no es mostrar positivamente el modo còrno, el modo interno
de la simultanea verificación en Dios de esas categorias ο atribu
tos que a primera vista se contradicen.
El anàlisis, que acabamos de hacer, no demuestra la existen
cia de los misterios llamados estrictos ο de prvmer orden; de
muestra ùnicamente la existencia en Dios de los misterios llama
dos de segundo orden ο naturales ο late dieta. Pero ésto es sufi
ciente para nuestro intento : el conocimiento mediato de Dios, pone

17 Cf. Lennerz Η., Zur Lósung von S chwierigkeiten in der Gotteslehre,


Scholastik, 1926, 352-367.
* Gregoriatium » XXXVIII (1957) - voi. XXXVIII.

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l8 J. AL FARO, S. I.

inevitablemente a la creatura intele


conciliación de atributos divinos que
mente : es un problema cuya incògni
quiera, pero que nunca sera definit
cògnita es nada menos que la mism
còrno interno del ser divino : es el m
de su conocimiento mediato aparece
netrable mas alla; es el simultaneo s
divino conocido a través de cualqui
decir, no visto intuitivamente en Si mismo. Y si la creatura in
telectual, dejada en su pura creaturalidad, (es decir, no-deificada)
no puede pasar las fronteras del conocimiento de Dios (corno se
deduce ciertamente de la trascendencia revelada de la vision de
Dios) es necesario admitir la conclusión de que su conocimiento
mediato y naturai de Dios, por mas perfecto que se lo suponga,
la coloca necesariamente siempre ante un enigma, el enigma de lo
divino, que ella necesariamente se crea y no puede resolver : no
puede ni evitar el enigma, la pregunta del quid est Deus, ni res
ponder definitivamente a ella : y por mas que progrese ilimitada
mente dentro de ese conocimiento mediato y anàlogo de Dios, siem
pre tendrà ante si, inevitable e indestructible, la esfinge del pro
blema perenne : qué y cómo es Dios en Si mismo, en su ser in
timo, en su divinidad18.
La creatura intelectual en esas condiciones no puede menos de
« preguntar » y « buscar » ulteriormente : el enigma, està siempre
delante : no puede alcanzar el descanso definitivo, es decir, la in
movilidad perfecta, sino en la vision de Dios 19.
Debe notarse que la conclusión a la que hemos llegado es
vàlida para cualquier entendimiento creado ο creable, por sumo ο
infimo que se lo suponga : ni el màs infimo serà incapaz de al
canzar algùn conocimiento mediato de Dios, ni el màs excelso

18 E1 misterio del Ser Infinito, Analogado Principal, ese misterio que


el entendimiento creado no podrà nunca por si mismo penetrar, proyecta
necesariamente un haz de sombra y oscuridad sobre toda intelección na
turai del ser anàlogo y de los seres analogados finitos y concretos, que
solamente son perfectamente inteligibles en el Ser y corno participaciones
del Ser : son esencialemente participaciones del Ser y la participación no
puede ser perfectamente entendida, en cuanto tal, sino se conoce en Si mismo.
en su razón propia, el Ser de que participa: una intelección perfecta del
ser creado es solamente posible de arriba hacia abajo, es decir, en la vision
de Dios, en la intelección del Ser en Si mismo.
19 S. Τη., I, q. 12, a. 1; Ι-ΙΊ, q. 3, a. 8; C. G., Ili, c. SO; Comp. Theol.,
I, 104; II, 9-10, etc.

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TRASCENDERCI A E INMANENCIA DE LO SOBRENATURAL ig

podria superar los limites del conocimiento mediato : ni el mas


infimo dejarà de encontrarse frente al problema, ni el mas ex
celso podrà resolverlo piena y definitivamente.
Si el entendimiento creado no puede alcanzar la inmovilidad
perfecta fuera de la vision de Dios, es demasiado evidente, por
otra parte, que en està vision necesariamente la alcanza. En la in
tuición del ser divino la inteligencia percibe la razón ùltima de
toda realidad, que es razón absoluta de Si mismo y de todo lo
creado ο creable : el misterio de Ser y del ser queda totalmente
iluminado : el Ser es percibido en Si mismo y en Él, fundamento
de toda cognoscibilidad participada, es conocido todo lo cognosci
ble : el entendimiento creado no puede buscar ni preguntar ulterior
mente : en la vision de Dios queda automàtica y totalmente inmo
vilizado20.
Una vez que hemos analizado el entendimiento creado en su
pura creaturalidad e intelectualidad, podemos establecer la con
clusión : la creatura intelectual en virtud de su misma intelectua
lidad, es un ser qué fuera de la vision de Dios no puede alcan
zar su total inmovilidad y en ella necesariamente la alcanza : so
lamente descansa totalmente, es decir, solamente cesa definitivamen
te de preguntar, buscar y moverse, cuando intuye la esencia divina.
Està actitud psiquica, singular y exclusiva, del entendimiento
creado frente al conocimiento intuitivo del Ser Infinito presupone
necesariamente una previa razón ontològica, enraizada en la misma
estructura fundamental de la creatura intelectual. Si in actu secan
do, en el orden de la operación, se manifiesta en la inteligencia
creada està determinación viviente exclusiva respecto de la vision
de Dios, el principio de razón suficiente exige que, anteriormente
a esa determinación en la operación, exista en el entendimiento
creado, en su misma naturaleza y esencia, una afinidad ontológico
dinàmica singular y exclusiva respecto de la vision de Dios : aquel
aspecto psiquico es inexplicable sin este previo aspecto ontolò
gico. La creatura intelectual, en virtud de su misma intelectualidad,
es un ser que no puede hallar el reposo pieno, la inmovilidad per
fecta de su inteligencia sino en la vision de Dios. He aqui que
la vision de Dios, lo sobrenatural, tiene su punto de inserción vi
tal en el mas profundo estrato de la intelectualidad creada : al pe
netrar hasta él, ha quedado al descubierto la intima intrinsecidad
de la vision de Dios, su inmanencia.

20 S. Τη., I, q. 12, a. 8-10; C. G., Ili, 56, 59; Comp. Theol., i, 106, 149.

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20 J. ALFARO, S. I.

Es verdad que la creatura in


de llegar a esa vision : es és
Ésto significa ùnicamente q
perfecta inmovilidad de su in
nifestar vitalmente aquella a
Dios, que en el nùcleo mas in
pero el hecho de que fuera
vilizarse y de que, en el cas
daria intelectualmente inmo
tor de aquella escondida afini
Una vez analizada la actitu
dimiento creado respecto a
la actitud de la voluntad creada.
Comenzemos recordando y reflexionando sobre un hecho que
la experiencia asegura y sobre el que existe pieno acuerdo entre
los teólogos y filósofos escolàsticos : la voluntad creada no puede
tender a un objeto sino en cuanto aprehendido, verdadero ο fal
samente, corno bueno : corno no puede amar lo malo en cuanto
malo, tampoco puede odiar lo bueno, en cuanto tal : està es la
ley fundamental de todo su apetecer elicito, que afecta aùn a su
actividad libre. Ante el bien en cuanto tal, la voluntad podrà abste
nerse de emitir un acto de amor, pero no puede positivamente
emitir un acto de repulsión y odio. Este hecho suele ser expre
sado con la fòrmula escolàstica de que la voluntad creada, puesta
frente al bien en cuanto tal, retiene la libertas exercitii, pero no
la libertas specificationis; està, sino totalmente, al menos parcial
mente necesitada con interna necesidad psiquica respecto del bien,
en cuanto bien. Està parcial inmovilidad, està parcial determinación
ad unum de la voluntad en su actitud viviente frente al bien, corno
tal, presupone en la misma naturaleza de la voluntad, en su misma
estructura ontològica y dinàmica in actu primo, una afinidad sin
gular de la voluntad creada respecto del bien, en cuanto tal, afini
dad que no posee respecto de ningùn bien particular y concreto; el
efecto psiquico de sentirse necesitada solamente ante ese objeto no
puede tener su razón suficiente sino en una determinación singular
que afecta al nùcleo màs intimo de la voluntad creada, al ùltimo
estrato de su ser. La mayor parte de los teólogos y filósofos esco
làsticos expresan este hecho con la fòrmula de que la voluntad po
see un apetito innato respecto del bien universa!, apetito que està
en la raiz misma y punto de partida de todo su apetecer operativo :
en tanto puede apetecer y apetece de hecho la voluntad un objeto

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TRASCENDENCIA E INMANENCIA DE LO SOBRENATURAL 21

cualquiera concreto en cuanto en él se verifica la ra


este modo caen dentro del campo apetitivo de la vo
nes particulares y concretos.
Recordemos ahora otro hecho admitido también comunmente
por los teólogos, pero sobre cuyo significado en orden a explicar
la inmanencia de la vision de Dios no se ha reflexionado suficiente
mente : ante la vision de Dios, ante el Bien Infinito percibido in
tuitivamente la voluntad creada queda totalmente inmovilizada, ex
perimenta una necesidad psiquica total, tanto quoad specificationem
corno quoad exercitium; no solamente no puede emitir un acto de
odio ο repulsión del Bien Infinito intuido, sino que ni aun puede
abstenerse de hacer un acto de amor21.
Siendo Dios el Bien Puro e Infinito y no habiendo posibilidad
de error en la percepción intuitiva de la esencia divina, es imposi
ble que el entendimiento creado, viendo a Dios, perciba en Él aspec
to alguno de mal, de privación de bien ; y mientras el entendimien
to no percibe en el objeto, verdadera ο falsamente, razón alguna
de mal, la voluntad no puede hacer un acto de repulsión u odio del
mismo, pues ésto equivaldria a rechazar el bien en cuanto tal : an
te el Bien Infinito intuido la voluntad creada està internamente ne
cesitada quoad specificationem.
Pero ésto no es todo. El Bien Infinito y Fontal, presente in
mediatamente por Si mismo al entendimiento creado y ejerciendo
asi pienamente su causalidad intencional propia y exclusiva, no pue
de menos de atraer la voluntad creada al amor de Si mismo: la
fuerza intencional atractiva de la Bondad Subsistente, unida inme
diatamente por Si misma y corno compenetrada con el apetito in
telectual creado, obrando directamente por Si misma sobre la volun
tad y no mitigada en su poder de atracción por la opacidad media
tizante de la analogia, es ilimitada y, por consiguiente, irresistible :
la vision de Dios, en oposición al conocimiento mediato, no impi
de al Bien Infinito ejercitar su atracción especifica de Bondad In
finita, en cuanto tal, no amortigua el encanto fascinante del bien
Sumo. Suponer que la voluntad creada se abstiene de amar la Bon

a S. Τη. i, q. 94, a. 1; ι-ΊΙ, q. 4, a. 4; q. 5, a. 4; C. G., ili, 62; IV,


92; Comp. Theol., 149, 150, 166; IV Sent., d. 49, q. 1, a. 1; Henrictjs Gan
davensis, Summa, a. 45, q. 4; a. 47, q. 5. Ya a fines del siglo XVI podia
escribir L. de Molina : « Nescio quid apertius dici potuit et convenientius
cum communi ilio Theologorum pronuntiato : infra Deum dare visum, prop
ter obiecti infmitatem, nihil omnino necessitare posse voluntatem quoad actus
exercitium » (Concordia, d. 19, m. 2, n. 4) ; cf. Salmanticenses, ρ. t, q. 12,
tract. 2, disp. 1, dub. 6, n. 84.

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22 J. AL FARO, S. I.

dad Abisal, percibida en Si


seria evidentemente algo que
entendimiento, que intuye la
bien ninguno en el hecho de
presentarsele de ningun mod
de amor, tal abstención es
der ejercitar su libertad en l
puede en la vision de Dios p
bien; pues ésto supondria un
dad del Bien Infinito, de un
nunca puede ser un bien par
en la vision intuitiva de la esencia divina. En la vision de la esen
cia divina el apetito intelectual creado queda internamente necesi
tado también quoad exercitium : no puede ni rechazar el Bien In
finito intuido, ni abstenerse de amarlo. Y este efecto de inmovili
zar pienamente el apetito intelectual creado es exclusivo de la vi
sion de Dios. Ningun bien existente concreto, creado ο creable,
puede inmovilizar totalmente (tanto qnoad specificationem corno
quoad exercitium) la voluntad creada; pues siendo esencialmente
limitado, no siendo Bien Puro, presenta necesariamente a la vo
luntad algun aspecto de no-bien, de no exclusión total de mal, de
no-ser : la voluntad en esas condiciones no puede experimentar in
terna necesidad de amar 22. El mismo Bien Infinito, conocido me
diatamente a través de medio objetivo finito, no inmovilizarà nunca
pienamente quoad specificationem et exercitium el apetito intelec
tual creado ; en el conocimiento mediato Dios no es percibido se
gùn el modo propio del Ser Subsistente y del Bien Infinito, ad· mo
dum Actus Puri, sino ad modum entis finiti et potentialis : a tra
vés de tal conocimiento no se hace presente Dios a la voluntad corno
la Plenitud del Bien en la que queda positivamente excluida toda
posibilidad de mal : el Bien Infinito ejerce su atracción mediati
zada y amortiguada a través del bien anàlogo finito.: en esas con

22 Al afirmar que la inmovilidad piena (quoad specificationem et exer


citium) de la voluntad creada solamente puede ser causada por el Bien Su
mo, intuitivamente percibido, no queremos decir que ningun bien creado
singular y concreto, sea capaz de inmovilizar parcialmente (solamente quoad
specificationem) la voluntad creada. Queremos deliberadamente prescindir de
està cuestión, cuya solución no es necesaria para poner suficientemente de
relieve la afinidad exclusiva de la voluntad creada respecto del Bien In
finito, poseido en Si mismo. — Pero nos parece mas probable que ningun
bien creado es capaz de inmovilizar ni aun parcialemente, quoad specifica
tionem, la voluntad creada.

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TRASCENDETECI A E INMANENCIA DE LO SOBRENATURAL 23

diciones la voluntad no puede experimentar ante É1 una necesidad


interna piena.
La razón objetiva del bien, en cuanto tal, inmoviliza parcial
raente, quoad specificationem, la voluntad creada; pero nada mas
que parcialmente : presenta a la voluntad un contenido objetivo de
bien meramente precisivo, que no incluye razón alguna de mal, pero
tampoco excluye con positiva incompatibilidad toda razón de mal.
Es muy diversa la efìcacia atractiva de la causalidad intencional que
ejercen sobre la voluntad la noción de bien universal por una parte
y, por otra, la vision de Dios. E1 bien universal no es un bien real,
concreto y existente, que poseido en si mismo, pueda perfeccionar
la voluntad : no puede atraer definitivamente la voluntad a su amor,
corno su bien supremo; ejerce concretamente su atracción en los
bienes particulares, que verifican su noción de algun modo : no es
El.Bien. Mientras que el Bien Infinito intuido se presenta a la vo
luntad corno un bien concreto y actual, actualisimo, que poseido en
Si mismo perfecionarà definitivamente la voluntad : ejerce concreta
mente su atracción por Si mismo y atrae definitivamente la volun
tad hacia Si, corno a su bien real supremo : y atrae, no va con la
fuerza del bien que meramente no incluye en su noción el mal, sino
con la fuerza del bien que excluye con incompatibilidad absoluta
el mal.
Hemos llegado asi a una conclusión interesante : asi corno el
entendimiento creado no puede hallar la inmovilidad perfecta sino
en la vision de Dios y en ella la alcanza necesariamente, asi la vo
luntad creada no puede alcanzar su perfecta y total inmovilidad
sino en la vision de Dios y en ella necesariamente la alcanza : està
conclusión es pienamente conforme al pensamiento de S. Tomàs23.
Este hecho de que la voluntad creada no pueda descansar de
finitivamente y busque y se mueva indefinidamente mientras no po
sea el Bien Infinito intuido en Si mismo, y en É1 quede perfecta
mente inmovilizada, presupone necesariamente, corno razón sufi
ciente, una afinidad ontològica singular y exclusiva, una profunda
e innata connaturalidad de la misma intima estructura de la volun
tad creada respecto de la vision de Dios : este aspecto psiquico, fe
nomenal, que se manifiesta en la necesidad de moverse hasta que'
posee en Si el Bien Sumo, y en la imposibilidad de moverse, una
vez que lo posee, no puede explicarse sin el correspondiente antece
dente aspecto innato de una previa determinatio ad unum, que afec

23 Comp. Theol., 149, 104-107.

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24 J. ALFARO, S. I.

ta a la voluntad creada en
in actu primo, aspecto inna
vision de Dios. Està consec
statado el hecho en que se
perimente ante el bien, en
cationem que no experiment
segùn la unanimidad de los
nia viviente y manifestació
lidad ontològica, de un aspe
ese bien : esa determinatio
actu secundo, presupone ne
ad unum en el orden del ser
quese este recto modo de ra
dad quoad specificationem
experimenta ante la vision
mitir, no ya a pari, sino a f
el mas profundo estrato d
escondida una innata afìni
lar y exclusiva, respecto d
Sumo en Si mismo; a fortio
tan sólo parcialmente inmo
movilidad ante la vision de Dios es total : inmovilidad total que
presupone una mayor profundidad en la determinación innata ad
unum ο afìnidad ontològica correspondiente : de este modo se ha
hecho visible la profundidad de la inmanencia de lo sobrenatural,
que radica en el mas intimo estrato de intelectualidad creada 2
Es verdad que el entendimiento creado puede por si mismo ob
tener el concepto de bien, en cuanto tal, y la voluntad puede por
si misma apetecerlo, alcanzando asi por sus fuerzas naturales la
inmovilidad parcial; mientras que, al no poder el entendimiento
por sus fuerzas naturales ver a Dios, tampoco puede la voluntad
alcanzar naturalmente la inmovilidad total y perfecta. Esto prueba
ùnicamente que la creatura intelectual no puede por si misma, es
decir, dejada en su pura creaturalidad, llegar a la perfecta inmovi
lidad; inmovilidad perfecta que solo podrà alcanzar en el caso hi
potético de su deificación en la vision de Dios, de la superación de
su pura creaturalidad. Pero queda en pie el hecho de que la volun
tad creada, por razón de su mera condición esencial de apetito in

2* S. Τη, I, q. 82, a. 1-2; I-II, q. 10, a. 1-2; De Ver. qu. 22, a. 5-6;
De Malo, q. 6, a. unic.

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TRASCENDENCIA E INMANENCIA DE LO SOBRENATURAL 25

telectual, solamente puede llegar a su perfecta inmovilidad en el


caso hipotético en que la vision de Dios la ponga inmediatamente
frente al Bien Infinito.
El anàlisis de la actitud viviente del entendimiento y la volun
tad creada frente a la Verdad Primera y al Bien Sumo en la vi
sion de Dios nos ha conducido a una idéntica conclusión, que es
necesario poner de relieve : la creatura intelectual es, en virtud de
su misma intelectualidad, un ser que solamente puede alcanzar su
perfecta inmovilidad en la vision de Dios y en ella necesariamente
la alcanza : este hecho manifiesta que la creatura intelectual posee
en el màs intimo nùcleo de su intelectualidad una afinidad ontolò
gica singular, una connaturalidad innata exclusiva respecto de la
vision de Dios, que no tiene respecto de ningun otro objeto: He
aflui un nuevo rasgo de la creatura intelectual que nos ha sido posi
ble descubrir a la luz de la revelación divina, mediante la cual he
mos conocido que la vision de Dios es verdaderamente una perfec
ción y la perfección suma del Ser intelectual creado. Como anali
zando la noción revelada de deificación fué posible descubrir y for
mular la trascendendo de lo sobrenatural, asi analizando otra ver
dad manifestada por la revelación (la creatura intelectual es deifi
cable, es decir, transferible a la intuición de Dios), ha sido posi
ble localizar las profundidades de la inmanencia de lo sobrenatural
y hallar la fòrmula de esa inmanencia.

IV

Si la creatura intelectual, por la sola razón de su intelectualidad


(de su capacidad del ser y del bien, en cuanto tales) ùnicamente
puede alcanzar su total inmovilidad en la posesión inmediata del
Ser y del Bien Subsistente y en ella necesariamente alcanza està
inmovilidad, es preciso concluir que, en virtud de su misma inte
lectualidad, es un ser que no puede quedar definitivamente acaba
do y perfeccionado sino en la vision de Dios. Mientras no alcanza
la vision divina, no alcanza la inmovilidad piena; mientras se mue
ve, es porque busca y desea la consumación de su perfectibilidad ;.
es ulteriormente perfectible por aquella perfección singular, que
es la unica capaz de acabarla y saturarla absolutamente, de inmovi
lizarla. Para la creatura intelectual hay un solo bien, absoluta y
simplemente ùltimo : el Bien Infinito poseido en si mismo : fuera
de este Bien, la creatura intelectual no puede estar definitivamente
ultimada, simplemente acabada. No puede haber para el espiritu

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26 J. ALFARO, S. I.

creado mas que un bien suino, es


el entendimiento creado permanece
mas alla del cual ya no es ulteriorm
Dios.
La afinidad ontològica singular de la creatura intelectual res
pecto de la vision de Dios consiste, por consiguiente, en una orde
nación innata al Bien Infinito corno a su unica suma y ùltima per
fección, corno a su bien absoluta y simplemente ùltimo, ùnico pie
namente saturante. Concebir està ordenación innata corno una mera
no-repugnancia, seria admitir que la creatura intelectual es ontolò
gicamente indiferente respecto de lo que constituye su perfección
suprema. Hablar de una conveniencia ontològica, aunque sea una
conveniencia singular y ùnica, no es decirlo todo: es preciso justi
ficar y explicar precisamente la singularidad de esa conveniencia.
La inmovilidad parcial ο necesidad quoad specificationem que
experimenta la creatura intelectual ante el bien, en cuanto tal,
es la manifestación elicita de un verdadero apetito innato, de una
determinación antecedente en la estructura entitativo-dinàmica del
ser intelectual creado respecto del bien ilimitado y universal; los
téologos suscribirian sin dificultad està afirmación. Però entonces,
se impone la pregunta : la inmovilidad total ο necesidad piena de
especificación y ejercicio, que experimenta el esplritu creado ante
el Bien Infinito, poseido en si mismo, ; no debe explicarse corno una
manifestación fenomenal y elicita (en el campo del deseo) de una
determinación antecedente grabada en la estructura ùltima entita
tivo-dinàmica del ser intelectual creado, de un apetito innato respe
cto de la vision de Dios? Si existe un apetito innato (anterior a todo
desear elicito y fundamento de éste) respecto del bien universal e
ilimitado, del bonum in communi, el término ùltimo, al que defini
tivamente apunta ese apetito, no puede ser sino un bien real y con
creto, una realidad singular ilimitada, el Bien Infinito. El bien uni
versal, en cuanto tal, no es un bien real, no existe ni puede existir;
en cuanto bien universal e ilimitado no existe identificado con nin
gùn bien concreto y singular : es por consiguiente, inasequible en
. si mismo. Ahora bien : un apetito innato debe tener por objeto ùl
timo un bien concreto y singular, asequible en su realidad propia y
existencial : si el apetito innato del bien no puede satisfacerse en el
bien concreto finito, quiere decirse que aspira a la posesión del bien
concreto infinito, del Bien Subsistente. La ley fundamental del ape
tecer intelectual creado verifica la singular paradoja de tener que
tender a todo bien concreto bajo la atracciòn primaria de un bien,

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TRASCENDENC1A E INMANENCIA DE LO SOBRENATUKAL 27

el bien universal, que en cuanto tal no puede ser poseido : no son


bienes concretos limitados los que busca la voluntad con un ape
necesario quoad specificationem, que es la expresión de lo que la
luntad tiene de naturaleza y necesidad, de innata determinación
unum : ni siquiera el Bien concreto Infinito, en cuanto percibido
un conocimiento mediato y analògico : es el bonum qua bonum,
razón analògica e indefinita del bien, que se verifica en todos lo
bienes concretos (los finitos y el Infinito), pero no se identifica
namente con ningùn bien real y concreto; no es un bien realmen
asequible en si mismo, y, consiguientemente, no es capaz de satis
cer un apetito innato. El apetito innato del espiritu creado, estan
esculpido en el nùcleo mas secreto de su esencia y siendo una
clinación anterior al conocimiento, no puede tener por término
mo la razón universal de bien, sino un bien singular y concreto
asequible en si mismo y, consiguientemente, capaz de saturar r
mente una tendencia questa e impuesta por la naturaleza 25.
De este modo se llega a la conclusión de que el objeto ùltim
real, hacia el cual apunta el apetito innato del bien, es el Bien In
finito en si mismo. En la atracción primaria del bien anàlogo e
mitado, del indefinido, està encubierta una ulterior atracción d
Bien Absoluto, del Infinito : el apetito innato del bien lleva im
cito un apetito innato del Bien Subsistente. El inmediato atraye
es el bien anàlogo, el bien que causa en la voluntad una antecede
determinación parcial ad unum (solamente quoad specificationem
el atrayente ùltimo es el Bien Absoluto e Infinito, que causa en
voluntad una determinación innata antecedente piena (quoad
cificationem et exercitium) : el atrayente ùltimo debe coincidir
el inmovilizante ùltimo, que es el ùnico piena y absolutamente
movilizante. La causalidad final atractiva del bien determina en la
voluntad creada una afinidad ontològica singular e intima ο apetito
innato, y, corno manifestación viviente y consciente de està previa
sigilación entitativo-dinamica, una necesidad psicològica parcial
quoad specificationem. La causalidad final atractiva del Bien Infinito
determina en la voluntad creada una afinidad ontològica màs prò

25 S. Tomàs afirma el apetito naturai y necesario del bien universal :


pero no se detiene en està afirmación, sino que de ella concluye que la vo
luntad creada solamente puede definitivamente saciarse en la posesión del
bien concreto y singular que verifica pienamente la razón de bien, el Bien
Infinito; S. Th., I-IT, q. 2, a. 8; q. 3, a. 8; q. 5, a. 8; Comp. Theol. II,
9, etc. Cf. Henricus Gandavensis, Quodì. XIII q. 9; Duns Escoto, Or
dinatici , IV, d. 49, q. 10, n. 2; Tsaye G., La finaUté de l'intellipence et
l'objection Kantienne, Rev. Phil. de Louv., 1953, 64 ss.

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28 J. ALRARO, S. 1.

funda, cuya manifestación psiquica


specificationem et exercitium ante el
La causalidad atractiva del bien anàlog
ción del Bien Infinito, la necesidad pa
de la voluntad respecto del bien presu
specificationem et exercitium, respec
ο determinación antecedente ad unum
una mas profunda ordenación innata,
tima determinación ad unum respecto
La apetibilidad del bien anàlogo no p
absolutamente ùltima, una vez que e
real, que tenga realmente en si mismo
apetibilidad : es una apetibilidad parti
to, una apetibilidad absolutamente ùlti
la del Bien Infinito. Ahora bien : el ap
participado, (el bien universal y anàlo
nato ontològicamente previo, del Bien
tibilidad es una mera participación el
la razón de ser de la apetibilidad del b
cible Subsistente, la ordenación innat
tibilidad, debe tener por término ùltim
si mismo : la ordenación innata al bie
sino en una ordenación innata al
sistente 2<s.
' El aspecto, quizàs, mas intimo y misterioso de la estructura
del espiritu creado està en su sigilación entitativo-dinàmica por
la ley de la analogia, esa necesidad antecedente de tener que pen
sar, afirmar y apetecer lo real bajo la perspectiva insoslayable de
una categoria, el esse, que tal corno es pensada, afirmada y apete
cida, no es real : el objeto formai del entendimiento y de la volun
tad creadas son el esse y el bonum anàlogos e ilimitados en cuanto
tales, y, en cuanto tales, inexistentes. La apertura al ser, al in
definido, y la necesidad de buscar y encontrar lo real a través de
la forma objetiva que esa apertura le impone, constituye el carac
ter propio de la estructura y del dinamismo de la creatura intelec
tual : exactamente porque es una apertura a lo real, no puede mi
rar al ser anàlogo e indefinido corno a su término absolutamente
ùltimo : es una apertura definitivamente orientada hacia el Ser
Infinito, que a través de ella ejerce una atracción ùltima y oscura:

26 Cf. Tsaye G., a. c., 75 ss; Henricus Gand., Quodl. XIII, q. 9.

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TRASCENDENCIA E INMANENCIA DE LO SOBRENATURAL 29

el ser y el bien anàlogos, no pudiendo atraer definitivamente hacia


si, atraen definitivamente hacia el Analogado Subsistente, que es
el que, en ùltimo termino, en ellos y por ellos latentemente atrae 27.
Si la creatura intelectual tiene capacidad y apetito del ser y
del bien es porque tiene capacidad y apetito del Ser y del Bien;
en el orden ontològico su apetito del Bien es anterior (prioridad
de naturaleza, diriamos en terminologia escolàstica) al apetito del
bien, corno la atracción del Bien Infinito es anterior a la atracción
del bien anàlogo. El apetito innato del bien es mas inmediato, su
perficial y patente, de modo que la inteligencia puede descubrirlo
ciertamente por un proceso de mera reflexión naturai sobre su pro
pia actividad : su objeto puede ser percibido y deseado en su for
ma propia por el dinamismo meramente naturai : determina un
deseo elicito, absoluto y eficaz, parcialmente necesario quoad spe
cificationem, es decir, una inmovilidad parcial asequible natural
mente.

El apetito innato del Bien Infinito es màs profundo, radicai


y latente : constituye el estrato ùltimo y fontal de todo el dina
mismo cognoscitivo y apetitivo de la creatura intelectual : la mera
reflexión naturai, desprovista totalmente de la luz de la revela
ción, no llega a descubrirlo con certeza28 : su objeto no puede ser
percibido y deseado en su forma propia por el dinamismo natu
rai : es un apetito innato capaz de determinar ùnicamente un
deseo ineficaz y condicionado, una mera veleidad de la posesión de
su objeto, Dios inmediatàmente poseido en si mismo : pero, ante
este su objeto, realmente poseido (sobrenaturalmente) determina
un deseo totalmente necesario quoad specificationem et exercitium,
es decir, una piena inmovilidad que es asequible tan sólo sobre
naturalmente.

27 Cf. De Finance J., Ètre et Agir, 280-1, 339-342; Lotz J., Kant und
die Scholastik heute, 102-108; Marechal J., Le Point de Départ de la Mé
taphysique, V, sect. Ili, chap. 3-4; Ed. II, 363-424; Rast M., Dos subjective
« A priori » in unserer Gotteserkenntnis, Scholastik, 1939, 78-80.
28 Nuestro estudio, estrictamente teològico, se limita a analizar la estruc
tura intima del entendimiento creado a la luz de la revelación, que nos
descubre con certeza que la creatura intelectual es capaz de la vision de
Dios y que solamente en esa vision alcanza su perfección simplemente ùltima.
No queremos entrar en la discusión del conocido problema acerca de la po
sibilidad de conocer por la sola razón naturai, sin influjo alguno de la re
velación, que el entendimiento finito es capaz de la intuición del Ser Infini
to. — Creemos mas probable la opinion que afirma, que, sin la luz directa
ο indirecta de la revelación, no podemos conocer ciertamente que la intui
ción del Infinito es posible, de algùn modo, al entendimiento finito.

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30 J. ALKARO, S. I.

E1 apetito innato del bien an


Infinito no son idénticos, aun
unidos. El primero es capaz
un apetito elicito, absoluto y
naturalmente su manifestació
dad parcial (quoad specifìcatio
puede causar naturalmente s
nado de su objeto, y solame
quica propia (la inmovilidad
tuita y sobrenaturalmente qu
inteligencia creada. El prime
go, cognoscible y apetecible
les, pero que, en cuanto tal, e
de realidad existencial, absolu
segundo tiene a un objeto, el
tecible inmediatamente por
mente asequible en Si mismo
natural comunicación de Si m
apetitos estàn intima e insepa
tito innato del Bien Infinit
inclinación naturai hacia el
pótesis absurda) la creatura in
pacidad y apetito del Ser y
apetito del ser y bien anàlo
mas radicai, la ultima y bàsica
espiritu creado, corno su te
mente ùltimo. De està capacid
— apetito del ser, que no es
naturai al Ser en Si y de un
en Si, aspiración — impotenc
del ser anàlogo e ilimitado,
llega de algùn modo al Ser, se
miten sus fuerzas activas n
lo real a través de las catego
que esa categoria representa
mite de algun modo llegar m
que es el término real absolut
busca.
Tanto el apetito innato del ser y del bien, corno el apetito in
nato del Ser y del Bien condicionan y determinan (cada uno a
su propio modo) todo el dinamismo cognoscitivo y apetitivo de la

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TRASCENDENCIA E INMANENCIA DE LO SOBKENATURAL 31

creatura intelectual. En toda afirmación de una realidad concreta


la mteligencia creada afirma el ser ilimitado : no puede menos de
afirmarlo y de tender a él : solamente su orientación fundamental
bacia el ser le permite percibir los seres, reales, incluso el Ser
Infinito conocido mediatamente : la causalidad final de ser ac
tfia próximamente en toda intelección naturai concreta. En toda
apetición de un bien real concreto la voluntad apetece el bien ili
mitado, no puede menos de apetecerlo : solamente su orientación
fundamental al bien le permite apetecer los bienes concretos, in
cluso el Bien Infinito, conocido mediatamente : la causalidad final
del bien actùa próximamente en toda volición concreta. Pero ni
la afirmación del ser analogo (implicita en toda afirmación de un
ser concreto) ni la apetición del bien ilimitado (implicita en toda
apetición de un bien concreto) aquietan definitivamente la tenden
cia al ser y al bien : la inteligencia se vera forzada a seguir bus
cando la aclaración del enigma del ser, un enigma insoluble den
tro de la perspectiva de la analogia (perspectiva insuperable na
turalmente) ; la voluntad seguirà buscando una ulterior piena quie
tud sólo asequible en la posesión de un bien, que no es el bien,
sino el Bien cUya consecución es sólo sobrenaturalmente posible.
En todo su conocer y amar, la creatura intelectual tiende al Infi
nito corno a termino absolutamente posible, absolutamente ùltimo
y unico pienamente saturante. La atracción del Ser y del Bien In
finito, està latente en la atracción del ser y del bien anàlogo, y
condiciona, corno presupuesto fundamental ùltimo, toda la activi
dad cognoscitiva y volitiva del espiritu creado; la voluntad creada
apetece los seres concretos porque apetece el ser anàlogo e ilimi
tado, y apetece el ser ilimitado porque apetece el Ser Infinito.
Està atracción absolutamente ùltima del Bien Subsistente mani
fiesta su presencia en el hecho de que el espiritu creado no pue
de aquietar definitivamente dentro de la perspectiva de la analo
gia su tendencia a conocer y amar, y solamente puede alcanzar la
piena inmovilidad del entendimiento y la voluntad en la vision de
Dios ο posesión del Infinito en si mismo. Exactamente, en este
hecho psiquico de que el entendimiento creado necesariamente se
mueve, busca y pregunta, hasta que llega al conocimiento inme
diato y quidatativo de la Causa Primera en la vision de Dios, ha
visto S. Tomàs el sintonia delator de un apetito naturai y de la
posibilidad absoluta de està vision 2e.

S. Τη., I-II, q. 3, a. 8; C. G., III, 50; Comp. Theol., II, 9, etc.

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32 J. ALFARO, S. I.

A la luz de estas observaci


terpretando toda afìrmación
corno la manifestación de u
cuanto tal, tendencia que ll
aspiración al Ser Absoluto, pu
de la imposibilidad naturai
soluto a través de esa ley d
conocer naturai creado y es
surdo interpretar toda apetic
de la tendencia al bonum an
tiene implicita una aspiraci
finito, j untamente con la
canzar en si mismo este Inf
ralmente insoslayable, del b
gia se hace continuamente pr
le a ejercitar toda su activida
tuido por el objeto formai de
y el bien, sin cuya superaci
Bien en Si. La razón anàloga
Ser y del Bien Infinito, corn
taneamente, permite percibi
permite percibirlo perfecta
imperfección esencial y absol
del Infinito, que se obtiene m
loga del ser y del bien, es pr
de la tendencia innata de la creatura intelectual a la vision de Dios
y de la incapacidad naturai activa de llegar a esa vision.
Apetito innato totalmente singular, que no es especificamente
idéntico a ningun otro apetito innato del espiritu creado. Apetito
innato singular de un ser, que carece de fuerzas activas para al
canzar su objeto y es por si solo totalmente incapaz de aproxi
marse lo màs minimo por su actividad naturai a la vision de Dios ;
mas aun, que puede desarrollar piena e indefinidamente su dina
mismo naturai cognoscitivo y volitivo sin realizar el màs leve pro
greso hacia la posesión inmediata del Infinito. Y, sin embargo, la
orientación naturai del espiritu creado hacia la vision de Dios ve
rifica caracteres propios de un autèntico apetito y apetito innato.
En efecto : el anàlisis del concepto de apetito descubre estos tres
elementos : un sujeto perfectible, un objeto ο bien perficiente, una
ordenación ontològica resultante de la perfectibilidad de tal sujeto
por tal objeto. Un ser potencial apetece su propia perfección, es

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TRASCENDENCIA E INMANENCIA DE LO SOBRENATURAL 33

decir, lo que para él es bueno y en la medida que es bueno : la


condición unica para que una cosa sea naturalmente apetecida es
que su posesión represente una perfección para el sujeto: el ape
tito viene determinado ùnicamente por la relación de perfectible
a bien perficiente, entre el sujeto que apetece y el objeto apete
cido. Cualquier otro elemento està fuera de la noción de apetito
y no se incluye esencialmente en ella. Apetecer naturalmente una
perfección no significa necesariamente poder alcanzarla por las
fuerzas naturales : significa ùnicamente la posibilidad absoluta de
obtener esa perfección, posibilidad que podrà ser realizada por
medios naturales ο mediante una sobrenatural intervención de
Dios : un apetito naturai no puede tener por objeto lo absoluta
mente imposible. La presencia de fuerzas activas naturales propor
cionadas a la consecución del bien apetecido podrà constituir el
modo propio de un determinado apetito naturai; pero el apetito
naturai podrà tender a su objeto, ο corno naturalmente asequible
(si es posible alcanzarlo por las fuerzas activas naturales) ο corno
absolutamente asequible (si su posesión solamente es posible me
diante la intervención sobrenatural de Dios). Como no deben iden
tificarse la apetibilidad naturai de un bien con su asequibilidad
naturai, tampoco deben identificarse el apetito naturai de un bien
y la capacidad activa naturai de alcanzarlo: son dos categorias
que se miden segùn un diverso patron : la medida de la apetibi
lidad y del apetito naturai viene dada por la bondad ο capacidad
perfectiva del objeto respecto al sujeto perfectible: la medida de
la asequibilidad naturai viene dada por la presencia de elementos
activos naturales capaces de llevar el sujeto a la posesión del
objeto apetecido30.
Por otra parte es evidente que el apetito de la creatura inte
lectual a la vision de Dios tiene el aspecto propio de un apetito
verdaderamente innato, de una intrinseca y antecedente necesidad
y determinación ad unum en la voluntad : el espiritu creado es,
en virtud de su misma intelectualidad, un ser que ante Dios in
tuido en Si mismo, experimenta una necesidad piena de amarlo,
necesidad e inmovilidad total que no experimenta ante ningùn otro
bien, ni siquiera ante el bien universal. Es verdad que no puede
por sus fuerzas naturales llegar a la vision de Dios y que està
inmovilidad piena no podrà ser actuada sino en la hipótesis de

30 Cf. S. Τη., ί, q. 48, a. 1; q. 6, a. 1, q. 78, a. 3, ad 3; q. 81, a. 2;


i-ii, q. 62, a. 3; De Ver., q. 22, a. 1, ad 4; etc. ; Alfaro J., Lo naturai
y lo sobrenatural, 96-104.
g — « Gregorianum » XXXVIII (1957) - voi. XXXVIII.

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34 J· ALFARO, S. I.

que Dios libre y gratuitament


te; pero la determinación int
hipotético de que la esencia
anterior a la vision de Dios y
a la naturaleza misma de la
La revelación cristiana, al
telectual es capaz de la visi
vision representa su bien su
tamente ùltima, ha puesto sim
fundo desequilibrio interno
tibilidad innata y sus fuerza
lectual es incapaz de consegui
ma, no puede llegar a la defin
dad sino recibiéndola corno d
Dios. Como en el nùcleo mas intimo de su intelectualidad lleva
radicada una aspiración innata a la inmediata union intencional con
Dios, lleva también en ese mismo nùcleo esculpida su obediencia
lidad, su dependencia total de la libertad divina en la actuación
de esa aspiración intima. Nada manifiesta mas la grandeza de
la creatura intelectual que el hecho de que no pueda quedar de
finitivamente perfeccionada sino en la posesión inmediata del In
finito ; nada manifiesta mas su dependencia que el hecho de que
la real consecución de esa perfección suprema dependa exclusiva
mente de la libertad divina : la creatura intelectual aparece asi,
desde su mas profundo estrato, totalmente abierta al amor libre
divino, ùnico capaz de acabarla en su aspiración suprema median
te el libre don de Si mismo : el apetito innato de ver a Dios es
una confesión de dependencia, es una actitud ontològica esencial
y permanente de pura sùplica ante la libertad soberana del amor
divino.

El apetito innato de ver a Dios, cuyas caracteristicas hemos


descrito, no incluye exigencia ontològica alguna de la vision de
Dios. El concepto de apetito naturai que hemos propuesto — or
denación ontològica del sujeto perfectible al objeto ο bien perfi
ciente — contiene implicitamente la posibilidad absoluta de la po
sesión del objeto; no incluye la necesidad ο exigencia de poseerlo;
la creatura intelectual està naturalmente ordenada a la vision de
Dios, corno a su posibilidad suprema, corno al ùltimo termino po
stole de su perfectibilidad31. El caracter innato de este apetito
31 Cfr. De Broglie G., De la place du Surnaturel dans la philosophie
de saint Thomas, Rech. Se. Rei., 1924, 193-245, 481-496; 1925, 5-53.

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TRASCENDENCIA E 1NMANENCIA DE LO SOISRENATURAL 35

encierra ùnicamente una intrinseca antecedente necesidad de la in


movilidad perfecta, inmovilidad que solamente sera una realidad
en la hipótesis de que Dios libremente se manifieste intuitivamente :
esa antecedente determinación interna ad unum, sólo hipotética
mente actuable, no puede representar una exigencia de ser actua
da. Por otra parte, tal apetito no incluye la presencia de fuerzas
activas naturales proporcionadas a la vision de Dios, cuyo dina
mismo significarla una exigencia ontològica de esa vision : la crea
tura intelectual podrà desenvolver todo su dinamismo naturai
dentro del conocimiento mediato y analògico de Dios.
Aun en el caso posible de que Dios libremente hubiese deter
minado no llamar la creatura intelectual a la vision de Dios corno
a su fin ùltimo actual, el apetito innato de ver a Dios no existi
ria en vano, no careceria de razón de ser, sino que continuarla
ejerciendo igualmente su función esencial, que es la de orientar
radicalmente la creatura intelectual a la vision de Dios corno a su
posibilidad suprema, corno a su ùnica perfección simplemente ùl
tima y definitivamente consumativa. El apetito naturai del Infi
nito continuarla siendo el fundamento radicai del apetito del ser
y del bien anàlogo, y, por consiguiente, el presupuesto ontològico
necesario y ùltimo de todo la actividad cognoscitiva y volitiva na
turai. Està es su función esencial, que resta idéntica e inmutable
en cualquier hipótesis de elevación ο no-elevación al orden sobre
natural : a saber, hacer la creatura intelectual capaz del Ser y
del Bien Subsistente, consiguientemente capaz del ser y del bien
ilimitado y conferirle de este modo el presupuesto fundamental
y permanente de todo su dinamismo.
Podrà parecer inverosimil que todo el dinamismo del espi
ritu creado esté esencialmente condicionado y dirigido por la atrac
ción final de un bien, el Bien Infinito, que es un bien real y con
creto, cuya consecución es absolutamente posible, pero que no es
asequible por las fuerzas naturales y, si Dios asi lo hubiera dis
puesto libremente, hubiera quedado definitivamente no logrado.
Pero ésto parecerà menos inverosimil, si reflexionamos en el hecho
cierto de que todo el dinamismo de la creatura intelectual està
orientado por la atracción final de un objeto atrayente, el bien
anàlogo e ilimitado en cuanto tal, que no es un objeto real y es
absolutamente inasequible. Si el bien indefinido, (un bien ideal
absolutamente inasequible) es capaz de ejercer una función atrac
tiva esencial en toda la actividad del espi ri tu creado ι no podrà el
Bien Infinito, un bien real y absolutamente asequible, ejercer una

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36 J· ALFARO, S. I.

función permanente y esencial a


timo de toda apetición concreta,
sistente es el fundamento ontolò
participada y anàloga? Si el bie
ser el ùltimo atrayente (pues no
es\el Bien Infinito el que con s
posible y rige toda la actividad in
do? Por consiguiente, aun en l
que Dios no hubiese destinado l
beatifica corno a su ùltimo fin
Dios no careceria de razón de s
ción esencial (constituir el funda
y volición concreta) y determina
pia (la no-plenitud de la satisfacc
ο volición concreta : la no-perfec
de todo bien concreto y, aùn, de
Este apetito innato de ver a Dio
no impedirla una felicidad natur
caso, pienamente posible, de qu
tado no elevarla al orden sobrena
dria entonces conocer y amar na
cosas creadas, perfeccionarse en
rollando todo su dinamismo natu
y mediata de Dios. Este desarro
podria menos de comportar la
creado viviria el gozo de crear
la piena quietud de la intuición
de progreso y superación indefin
que el enigma del Ser le propo
esfuerzo de hallar por si mism
para él una fuente del mas alto
el apetito innato de ver a Dios,
absoluto y eficaz de su objeto, no
dolorosa32. Pero la presencia de
la consecuencia de que la felicid
tud piena, una inmovilidad total
no podria saturar el apetito natu
felicidad nunca perfectamente aq
32 Este el estado que S. Tomàs ve realizado en las almas de los pàr
vulos del limbo y del hombre hipotético que muriese « in puris naturali
bus ». Ci. Alfaro J., o. c., 252-260.

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TRASCENDENCIA E INMANENCIA DE LO SOBRENATURAL 37

to en su seno el estimulo de buscar y preguntar ulteriormen


Por eso no seria una felicidad simpliciter perfecta. La posición d
S. Tomàs en este punto es clara y exacta : no puede haber pa
la creatura intelectual mas que una felicidad perfecta, es dec
pienamente saturante de la capacidad e inclinación naturai del en
tendimiento y la voluntad al ser y al bien : la vision de Dios
El concepto de felicidad y de fin ùltimo se verifican solamen
te anàlogamente en la felicidad y fin sobrenatural de una parte,
y en la felicidad y fin naturai de la otra. Como no hay ni puede
haber sino una perfección simpliciter ùltima de la creatura in
lectual, la vision de Dios, no hay ni puede haber sino una fel
dad simpliciter verdadera y perfecta, la sobrenatural : solament
en la vision de Dios puede quedar la creatura intelectual defin
vamente ultimada y perfeccionada en su tendencia naturai al ser
y al bieit. La felicidad naturai nunca seria una felicidad perfect
porque la posesión del Infinito mediante la potencia activa na
rai no perfecciona definitivamente la creatura intelectual, ni aqui
simpliciter su apetito de conocer el ser y amar el bien. Por la vi
del conocimiento naturai, esencialmente anàlogo, del Ser Sub
tente nunca llegarà el espiritu creado a su perfección ni a su op
ración simpliciter ùltima. La perfección que alcanzaria en una fe
licidad naturai seria una perfección ultima secundum quid, es dec
la ùltima posible mediante las fuerzas activas naturales ; està
licidad naturai causarla una satisfacción real del apetito de am
y conocer, satisfacción no pienamente saturante y embebida en
impulso interno a buscar ulteriormente. Donde no hay una pose
sión simplemente ùltima y perfecta del Ser Subsistente, no h
una felicidad perfecta : en el orden naturai se llegaria a una
dadera, pero esencialmente imperfecta posesión del Ser Subs
tente: la felicidad naturai seria una felicidad esencialmente imp
fecta, una participación anàloga de la felicidad simplemente tal
perfecta, que es la vision del Infinito34.

33 Es evidente que S. Tomas non admite sino una felicidad perfecta,


verdaderamente tal, es decir, ert la que quede plemanente saturada la te
dencia naturai del entendimiento creado al conocimiento del ser y al amor
del bien; S. Τη., I-II, q. 3, a. 6-8; q. 5, a. 5; I, q. 62, a. 1; Comp. Theol.
II, 9; etc.
34 E1 fin ultimo naturai de la creatura intelectual, (el bien sumo
que podria alcanzar por sus fuerzas activas naturales y que hubiera
sido de hecho su ùltimo fin, si Dios no la hubiese elevado al fin so
brenatural) nunca podria ser un fin simpliciter ultimo: el conocimiento na
turai, esencialmente anàlogo, y el correspondiente amor de Dios no repre
sentan el término simpliciter ùltimo, es decir, pienamente inmovilizante del

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38 J. ALFARO, S. I.

Dios pudo dejar para siempre la


estado de naturaleza pura con una fel
es éste un corolario que se desprende
y trascendencia de la vision de Dio
pudo dejar definitivamente la creatura
que seria en ese caso el fin ùltimo a
realmente asequible en esa economi
tirlo y no contradice en nada nuest
tura intelectual es, esencialmente y
lectualidad, solamente piena y defini
sion de Dios. De todo ésto se sigue ù
telectual no representa una exigenc
mente finalizada; es finalizable de un
to (secundum quid) y de un modo p
citer).
El espiriti! creado lleva en su esencia misma una perfectibi
lidad que es definitivamente terminable solamente en la intuición
del Infinito: Dios no puede crearlo de otro modo: està definiti
va perfectibilidad ο finalizabilidad simpliciter ùltima en la vision
de Dios constituye el nùcleo mas intimo de la intelectualidad crea
da. Al mismo tiempo la creatura intelectual es un ser inteligible y
verificable, aunque no quede piena ν definitivamente finalizado : Dios
pudo dejarlo para siempre finalizado secundum quid, a saber, en
aquella posesión del bien ùltimo que puede alcanzar mediante su
actividad naturai35. No es, por consigliente, contradictorio afir

apetito naturai de ser y del bien. Termino ο bien simplemente ùltimo so


lamente puede llamarse el termino definitivamente completivo y totalmente
inmovilizante del entendimiento y voluntad creadas; y éste no puede ser
sino uno: la vision de Dios. Esto quiere decir que la creatura intelectual,
en cuanto tal, no es piena y definitivamente finalizable sino en la vision de
Dios; no puede haber sino un fin simpliciter ultimo, la vision de Dios.
El fin ultimo naturai representaria un termino ultimo secundum quid, es
decir, el bien ùltimo asequible por las fuerzas activas naturaies : nunca po
dria representar el fin simple y absolutamente ultimo, es decir. el bien de
finitivamente consumativo y saciativo del entendimiento y la voluntad.
35 La creatura intelectual es esencialmente, por razón de su misma in
telectualidad, exclusivamente finalizable, ultima y absolutamente, en la vi
sion de Dios ; pero, al mismo tiempo, por razón de su creaturalidad, es
absolutamente incapaz de finalizarse absolutamente por si misma ν no exige
ser absolutamente finalizada por Dios : solamente puede ser simplemente fi
nalizada por Dios, que libremente se le da a Si mismo. La perfectibilidad
del entendimiento creado apunta definitivamente hacia la posesión del Infi
nito : pero es una perfectibilidad que no exige ser actuada : la creatura in
telectual no exige llegar a ser simple y absolutamente finalizada. — La no
ción misma de fin ùltimo no se verifica de idéntico modo en el fin ùltimo

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TBASCENDENCIA E INMANENCIA DE LO SOBRENATUKAL 39

mar, por una parte, que la creatura intelectual es piena y defin


tivamente finalizable exclusivamente en la vision de Dios y,
otra, que es un ser inteligible y verificable sin estar de hecho d
tinado a la vision de Dios corno a su fin ùltimo actual. Pero no
puede negarse que la creatura intelectual, asi concebida, resulta
un ser aparentemente antinómico : un ser esencialmente orientado
por un apetito innato y fundamental hacia la vision de Dios, corno
al unico termino capaz de aquietar pienamente e inmovilizar el en
tendimiento y la voluntad : un ser susceptible de no recibir de Dios
el principio activo necesario para llegar a la vision de Dios y de
ser dejado para siempre dentro de las posibilidades de su dina
mismo naturai, sin llegar nunca a la piena quietud de su activi
dad cognoscitivo-volitiva.

El estudio teològico de la trascendencia y de la inmanencia


de la vision de Dios nos ha cortducido a dos conceptos, al pare
cer antinómicos, de la creatura intelectual : a) la creatura intelec
tual es un ser inteligible y verificable sin el destino a la vision de
Dios : no puede por si misma alcanzarla y su existencia tendria
suficiente razón de ser sin estar de hecho ordenada a esa vision,
corno a su fin ùltimo (trascendencia) ; b) la creatura intelectual,
por razón de su misma intelectualidad, posee una afinidad ontolò
gica profunda, singular y exclusiva, con la vision de Dios : afini
dad que se descubre en el hecho de que fuera de la vision de
Dios no puede alcanzar su perfecta inmovilidad y perfección de
finitiva, mientras que en la vision necesariamente la alcanza (in
manencia).
Un ser tal resulta paradójico; su inteligibilidad se presenta, por
una parte, corno indiferente respecto de la vision de Dios y, por
otra parte, corno esencialmente caracterizada por una orientación
hacia esa vision : ; còrno puede un ser intelectual creado no estar ne
cesariamente destinado, por su misma interna estructura, a unirse
por la inteligencia y la voluntad a aquel objeto, cuya posesión re
presenta el ùltimo término posible, el non plus ultra de su acti
vidad cognoscitivo-volitiva, su definitiva y absolutamente ùltima
perfección?

naturai y en el fin ùltimo sobrenatural : solamente la vision de Dios es un


fin ùltimo simpliciter: el fin ùltimo naturai, e! que la creatura intelectual
puede alcanzar por su actividad naturai, es un fin ùltimo secundum quid.

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40 J. ALFARO, S. I.

Observemos ante todo que l


de ser un signo desfavorabl
teològica que hemos dado a
sobrenatural, es mas bien un indicio favorable a ella. Si es un
misterio estricto la existencia de perfecciones de orden divino, pro
pias y de algùn modo exclusivas de Dios, y simultaneamente par
ticipables en la creatura intelectual, este misterio no puede menos
de proyectar su sombra impenetrable sobre la misma estructura on
tològica de la creatura intelectual, término receptivo de esas per
fecciones : la creatura intelectual deberà ser simultaneamente crea
tura y deificable sin dejar de ser creatura : su creaturalidad misma
encierra una capacidad de deificación. Al misterio estricto consti
tuido por la doble categoria de perfección divina de algùn modo
exclusivamente propia de Dios y comunicable debe corresponder
en la creatura intelectual la doble categoria antinómica de deifica
ble y creatura. Debemos, pues, admitir ya a priori que no sera
posible destruir pienamente la antinomia que nos presenta la crea
tura intelectual, considerada a la luz de la revelación ; eliminarla
pienamente equivaldria a alcanzar una inteligencia piena de un mis
terio estricto, el de la deificación de la creatura en la vision de
Dios. Nuestro intento no puede pretender sino iluminar està an
tinomia, enfocàndola desde un punto de vista sintetico superior,
que nos permita delimitar exactamente sus contornos y descubrir
la ùltima raiz comùn de estos dos aspectos paradójicos de la crea
tura intelectual.
Si es verdad que la creatura intelectual es inteligible y rea
lizable sin el destino a la vision de Dios y que solamente en està
vision puede alcanzar la perfecta inmovilidad de su inteligencia y
voluntad, es necesario admitir la conclusión de que la creatura in
telectual es inteligible y realizable aun cuando no alcance, ni pueda
por si misma alcanzar la inmovilidad total, la quiete piena en su
conocer y amar: la creatura intelectual no encierra en su ser una
exigencia ontològica de un descanso pieno, de un término simple
mente ùltimo y definitivo en el movimiento de su actividad intelec
tual y volitiva : no existiria en vano aun cuando nunca pudiese al
canzar su perfección suma y definitivamente ùltima. Està conclu
sión es inevitable, una vez admitidos los dos extremos de la anti
nomia ; ; pero representa algùn progreso hacia una posible conci
liación de esos dos extremos? Lo representarà ùnicamente en el
caso de que el anàlisis de la creatura intelectual nos manifieste la
raiz ùltima ν comùn de esa no-exigencia ontològica de una inmo

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TRASCENDENCIA E INMANENCIA DE LO SOBRENATURAL 41

vilidad perfecta y de aquella afinidad ontològica singular respecto


la vision de Dios; ; dónde debe buscarse esa ùltima raiz comùn?
E1 hecho mismo, conocido a la luz de la revelación, de que la
vision de Dios constituye una deificaciòn de la creatura intelect
y de que la perfecta inmovilidad de la creatura intelectual sea u
efecto especifico exclusivamente vinculado a esa vision, nos inv
a buscar la razón ultima; de que la creatura intelectual no pu
por si misma alcanzar la perfecta inmovilidad, en la categoria op
ta a la categoria deificación, en su creaturalidad : la razón ùltim
de la imposibilidad de inmovilizarse pienamente tiene que se
razón misma de la imposibilidad de llegar por si misma la perf
ción deificante de la vision de Dios : su creaturalidad.
En efecto : siendo la creatura un ser esencialmente contingen
y limitado, compuesto de potencia y acto, su ley ontològica fun
mental es la ley del trànsito de la potencia al acto, la ley del m
miento, su movilidad. Llegar a una perfecta inmovilidad imp
rla de algùn modo superar la ley ο condición del movimiento, q
es la ley de su potencialidad y creaturalidad : la creatura intelect
dejada en su propia creaturalidad y por razón de su creaturalida
no puede alcanzar su total inmovilidad.
Està ley fundamental de la movilidad, radicada corno està e
el ùltimo reducto ontològico de la creatura intelectual, en su mi
creaturalidad, no puede menos de afectar a su actividad cognosci
y volitiva, haciendo sentir en ella su presencia y determinando
ella su efecto y manifestación especificos : la creatura intelectu
dejada en su pura creaturalidad y por razón de ella, no podr
su actividad intelectual superar la ley de la potencialidad y mov
lidad, no podrà alcanzar su perfecta inmovilidad; si mediant
propia actividad llegase a esa total inmovilidad, llegaria a super
por si misma su creaturalidad : dejaria de manifestarse en su m
de obrar el caràcter fundamental de su modo de ser, su movilida
De aqui se sigue que, en la hipótesis de que exista un obje
(Dios en Si mismo) cuyo conocimiento y amor determinasen
inmovilidad total de la creatura intelectual en su actividad inte
tual, la creatura intelectual no podrà, dejada a si misma y p
razón de su creaturalidad, alcanzar el conocimiento y amor de
objeto; alcanzar este conocimiento y amor equivaldria a llegar a
movilizarse totalmente por si misma, superando asi la condi
fundamental de su potencialidad y movilidad, de su creaturalid
la creatura intelectual, por razón de su creaturalidad, no puede p
si misma alcanzar la perfecta inmovilidad ni, por consiguien

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42 J. ALFARO, S. I.

llegar a la vision de Dios. Sien


lidad, la inmovilidad piena
tura : al alcanzar està inmovi
su pura creaturalidad. Es ev
puede encerrar en su ser una
perfecta inmovilidad, de lleg
valdria a una exigencia ontolò
turalidad : la creatura intelec
es un ser inteligible y realiz
nado a la vision de Dios, corno
Dios, Acto Puro e Inmóvil,
to e inmóvil amor de Si mismo en coincidencia absoluta de su ser
y su conocer. La creatura intelectual, esencialmente compuesta de
potencia y acto, ser potencial y móvil, no puede por si misma lle
gar a un conocimiento y amor inmóvil de Dios : dejada en su pura
creaturalidad, solo puede conocer a Dios en un movimiento inde
finido y ascensional de lo finito al Infinito, movimiento que no
puede tener un termino ùltimo e inmovilizante : el conocimiento
mediato y el correspondiente amor de Dios, ùnicos posibles a la
creatura dejada a su pura creaturalidad (no deificada en la vision
de Dios), no pueden inmovilizar pienamente la inteligencia y la
roluntad creadas. Puede desarrollar dentro de ese campo del cono
cimiento mediato de Dios, (en el que es imposible llegar a la total
inmovilidad del entendimiento y voluntad) todo el dinamismo de
que es capaz su pura creaturalidad : es un ser cuya inteligibilidad
no exige estar de hecho ordenado a la vision de Dios a la perfecta
inmovilidad, corno a su ùltimo fin : su existencia tiene suficiente
razón de ser dentro de la ley fundamental de su creaturalidad, que
es la movilidad. El conocimiento y el amor inmóvil de Dios implica
una superación de su creaturalidad, una deificación : entonces la
creatura conoce y ama a Dios en un acto vital inmóvil, en el que
no hay posibilidad de movimiento hacia un mas alla, en el que se
alcariza un término absolutamente ùltimo e inmovilizante, acto vital
que aprehende el Infinito en Si mismo y en É1 sus participaciones
finitas con un proceso cognoscitivo de sentido contrario al ascensio
nal, en una palabra, de un modo supercreatural semejante al modo
inmóvil, con que Dios se conoce y ama 36.

36 S. Tomàs afìrma que la vision de Dios es naturai a solo Dios, por


que solamente Dios « est ipsum suum esse subsistens » : la creatura intelec
tual no puede por si misma alcanzar la vision de Dios « quia nulla creatura
est suum esse, sed habet esse participatum » « aliud est in eis esse et aliud quid

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TRASCENDENCIA E INMANENCIA DE LO SOBRENATURAL 43

Es verdad que la inmovilidad del entendimiento creado en la


vision de Dios es solamente semejante y no idéntica con la inmo
vilidad del conocimiento y amor que Dios tiene de Si mismo : afir
mar lo contrario equivaldria a afirmar la igualdad de la creatura
deificada con Dios e incluirxa una explicación panteistica de nuestra
deificación. La inmovilidad del conocimiento y amor divino es im
parti cipada, absoluta y total bajo todo punto de vista : su conoci
miento y amor estàn identificados realmente con la esencia divina,
y, siendo comprehensivos e infinitos, no admiten potencialidad ni
son susceptibles de aumento. La inmovilidad de la creatura en la
vision de Dios no es naturai, sino gratuita : la creatura, asi inmovi
lizada, conserva siempre la movilidad radicai propia de su createra
lidad. Està movilidad radicai tiene su manifestación en la misma
vision de Dios, pues ésta implica un acto vital de conocer y amar
realmente distinto del entendimiento y la voluntad creada, (un
trànsito de potencia a acto, un movimiento) y, ademàs, permanece
siempre potencial, en cuanto susceptible de aumento graduai me
diante un aumento del lumen glorine : es necesario subrayar estas
diferencias, que distinguen siempre la inmovilidad imparticipable
del Acto Puro de la inmovilidad supercreatural del entendimiento
creado en la vision de Dios.
Esto no obstante, la vision de Dios posee el privilegio exclusi
vo de determinar una inmovilidad verdadera y total del entendi
miento y voluntad creadas, en cuanto éstos, una vez alcanzado Dios
en Si mismo, no pueden buscar otro objeto sobre, fuera ο mas alla
de Él, ni pueden cesar en ese acto permanente de conocimiento y
amor de Dios, en Si mismo: la vision de Dios representa el objeto
tope de su actividad y el ùltimo, insuperable e incesable ; si el enten
dimiento creado recibiese un mayor lumen glorine, quedaria de nue
vo automàticamente fijado en un acto mas intenso y también ince
sable de ver a Dios : es una verdadera y total inmovilidad del en
tendimiento creado en un objeto y en un acto vital. Està es la in
movilidad que representa para la creatura intelectual una supera
ción de su pura creaturalidad ; pues, dejada en està creaturalidad y

ditas » (S. Τη., I, q. 12, a. 1 ; De Anima, q. unic., a. 17, ad 16; etc.). Esto
equivale a afirmar que la razón ùltima por la cual la creatura intelectual
no puede por si misma alcanzar la vision de Dios es su creaturalidad, su ser
participado, compuesto de potencia y acto, es decir, su movilidad. Mientras
que Dios, Acto Puro, Ser subsistente e Inmovil, naturalmente intuye su esen
cia infinita. (Cf. Comp. TheoI,, I, 4-11, 74, 80, 149, 1S0, etc; S. Th., I, q.
9, a. 1-2; q. 65, a. 1, ad 1 ; Ili, q. 57, a. 1, ad 1 ; etc.).

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44 J- alfaro, s. i.

por razón de ella, no hub


amor de Dios inmovilizant
Este aspecto de la inmov
corno elemento que contr
ral y deificada del entend
apercibido al genio del D
telectual no puede alcanzar
so pieno y la total inmovil
en la vision de Dios : tod
movimiento y deja la intel
siempre buscado y siemp
recftrdando que la eternid
puede menos de ver en la
canza en la vision de Dios
ralidad propia de la creatu
a una inmóvil tota simul e
Vale la pena transcribir
lico :

« Consummatio autem hominis est in adeptione ultimi finis, qui est per
fecta beatitudo sive felicitas, quae consistit in divina visione. Visionem autem
divinam consequitur immutabilitas intellectus et voluntatis. Intellectus qui
dem : quia cum perventum fuerit ad primam causam in qua omnia cognosci
possunt, inquisitio intellectus cessat. Mobilitas autem voluntatis cessat, quia
adepto fine ultimo, in quo est plenitudo totius bonitatis, nihil est quod desi
derandum restet. Ex hoc autem voluntas mutatur quia desiderat aliquid quod
nondum habet. Manifestum est igitur quod ultima consummatio hominis in
perfecta quietatione vel immobilitate consistit et quantum ad intellectum, et
quantum ad voluntatem... ostensum est autem in praemissis [cap. S] quod
aeternitatis ratio ex immobilitate consequitur. Sicut enim ex motu causa
tur tempus, in quo prius et posterius invenitur, ita oportet quod remoto mo
tu cesset prius et posterius, et sic aeternitatis ratio relinquitur, quae est
tota simul. In ultima igitur sua consummatione homo aeternitatem vitae con
sequitur non solum quantum ad hoc quod immortaliter secundum animam
vivai, quod habet anima rationalis ex sua natura..., sed etiam ad hoc quod
ad perfectam immobilitatem perducatur » 3e.

El acto de la vision de Dios fija el ser del entendimiento crea


do en un estado de inmutabilidad y permanencia, que supera no
solamente la medida del tiempo, sino aun la medida del evo, y
constituye una participación supercreatural de la divina eternidad :

" Camp. Theol., 104; II, 9; 5\ Th., I-II, q. 3, a. 8; C. G., Ili, 53.
ss Camp. Theo!., I, 4-5 Cf., S. Th., T, q. 10, a 2-3; C. G., I, 15, etc.
39 Camp. Theo!., 149, 150; Cf. C. G. Ili, 61; .9. Th., I-II, q. 5, a. 4.

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TRASCENDENCIA E INMANENCIA DE LO SOBRENATURAL 45

« Responodeo dicendum quod aeternitas vere et proprie in solo Oeo est.


Quia aeternitas immutabilitatem consequitur... solus autem Deus est om
nino immutabilis... Secundum tamen quod aliqua ab ipso immutabilitatem
percipiunt, secundum hoc aliqua eius aeternitatem participant. — Quaedam
ergo quantum ad hoc immutabilitatem sortiuntur a Deo, quod nunquam esse
desinunt. Quaedam autem amplius participant de ratione aeternitatis, in
quantum habent intransmutabilitatem vel secundum esse, vel ulterius secun
dum operationem, sicut angeli et beati, quia Verbo fruuntur. Unde et vi
dentes Deum dicuntur habere vitam aeternam »40.
« Dicendum quod creaturae spirituales, quantum ad affectiones et intel
ligentias, in quibus est successio, mensurantur tempore... Quantum vero ad
eorum esse naturale, mensurantur aevo. Sed quantum ad visionem gloriae,
participant aeternitatem » 41.
« Dicendum, quod aeternitas non est communicabilis homini ita quod sit
ejus mensura adaequata, vel alicuius quod in ipso est... Potest tamen ho
mini communicari secundum quamdam participationem ; ut sicut homo fit
particeps divinae operationis in videndo Deum, ita fiat particeps aeternitatis,
qua divina operatio mensuratur: et sic ipsa eius operatio dicitur vita ae
terna » 42.

E1 gran talento especulativo que fué M.-J. Scheeben reflexionó


en està explicación del Angelico y la desarrolló ulteriormente. He
aqui su explicación : la vision de Dios es una vida eterna en cuan
to constituyen una emanación, una participación de la absoluta
mente eterna, sin principio ni fin, inmutable Vida, que es Dios :
es una vida inmóvil e inmutable en una simplicidad inmensamen
te mas rica que la de la vida naturai : en su vida naturai la crea
tura intelectual no puede superar la condición. del movimiento, no
puede desarrollar en un solo acto toda la riqueza de su dinamismo,
sino que busca a Dios girando en torno a É1 en un no-interrum
pido movimiento: mientras que en la vision de Dios se centra y
concentra en Dios en la inmovilidad de un solo acto de conoci
miento y amor, en el que lo abarca todo : en este estado no sólo
supera la ley del tiempo; sino aun la ley del aevum y participa
en una inmovilidad propia de Dios, supercreatural : està eterni
dad, està inmovilidad de la creatura en la vision de Dios consti
tuye un rasgo saliente de su caracter divino : por eso pudo Cristo

40 S. Τη., I, q. 10, a. 3.
41 S. Τη., I, q. 10, a. 5, ad 1.
42 IV Sent., d. 49, q. 1, a. 2, qe 3, ad 3. — S. Tomàs mide la mayor per
fección de una creatura por su mayor inmovilidad, por la que se acerca mas
a Dios, que es absolutamente inmovi 1 (S. Τη., I, q. 65, a. 1, ad 1, etc). Lò
gicamente ha visto en la inmovilidad alcanzada por el entendimiento creado
en la vision de Dios un elemento supercreatural y deificante, una participa
ción en la divina eternidad, que no puede naturalmente convenir a ninguna
creatura.

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46 J. ΛLFARO, s. I.

llamarla vida eterna para subray


a la vida de Dios 43.
Hemos encontrado la razón ùltima, por la cual la creatura in
telectual no puede por si misma alcanzar su total inmovilidad, ni,
por consiguiente, la vision de Dios: es su creaturalidad. Tenemos
ya concretamente delimitado uno de los extremos de la antinomia.
La explicación teològica ùltima de la trascendencia de lo sobre
natural, a la que hemos llegado, puede resumirse asi : la creatu
ra intelectual, por razón de su creaturalidad no puede, dejada a
si misma, llegar a su total inmovilidad, porque ésto equivaldria a
superar la ley fundamental de su creaturalidad, que es la movili
dad : la total inmovilidad solo puede alcanzarla en la vision de
Dios : luego la vision de Dios es algo que trasciende la creatura,
en cuanto tal, es algo supercreatural : la creatura intelectual es in
teligible y verificable sin esa total inmovilidad es decir, sin estar
de hecho destinada a ese supercreatural, que es la vision de Dios.
Senalar concretamente la razón ùltima del otro término de
la antinomia no es dificil : la razón ùltima porqué la creatura in
telectual no puede alcanzar su perfecta inmovilidad sino en la
vision de Dios y en ella no puede menos de alcanzarla, està pre
cisamente en su intelectualidad, en su capacidad de la verdad y del
bien en cuanto tales. Lo hemos ya demostrado ampliamente en la
tercera parte de este estudio : el anàlisis de la inteligencia en su
función fundamental de buscar el ùltimo qué y por qué, de las

43 « Das von Christus uns verheissene ewige Leben ist nicht bloss des
halb ewig, weil schlechtweg in irgend welcher Weise unsterblich, unvergàng
lich, sondern deshalb, weil es ein Ausfluss des absolut ewigen, des absolut
prinzip- und end-losen sowie unverànderlichen Lebens der Gottheit ist. — Das
natiirliche Leben des geschaffenen Geistes ist, wenn auch unverganglich, doch
nicht iiber jeden Zeitfluss erhaben; weil es nicht in einem Akte seinen gan
zen Reichtum entfalten kann, muss es sich in einein fortdauernendera Wech
sel verschiedener Akte entwickein. Das Leben aber, welches der Geist in
Gott lebt, ist dem góttlichen gleichgeartet ; bei ihm ist alles in Gott und um
Gott gerumkreist, wie die Planeten um die Sonne, steht er mit seinem {iber
natili-lichen Leben in Gott selbst mit unwandelbarer Ruhe, in dem einen Akte
der Erkenntnis und Liebe Gottes alles das beschliessend, was im natiirlichen
Leben in langer und vielfacher Entwicklung verlàuft. Er ist in Gott und
mit Gott, nicht nur iiber die Gesetze des irdischen Zeitflusses in der geistigen
Kreatur (des « aevum ») erhaben und partizipiert an dem Gott allein vor alien
Kreaturen eigentiimlichen Vorzuge der unwandelbaren Ruhe. Sein Leben
ist, weil durch und durch gdttlich und aus Gott fliessend, in ihm griindend,
ewig nach Art des Lebens der Gottheit, und diese Ewigkeit selbst ist somit,
wie die Folge, so auch ein hervorstechendes Merkmal seines gòttlichen Cha
rakters ». Scheeben M. J„ Die Mysterien des Christentums, Neuntes Haupts.,
§ 93; Ed. Hófer, 1951,p. 553.

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TRASCENDENCIA E INMANENCIA DE LO SOBRENATURAL 47

cosas, de conocer su quiditas, y de la voluntad corno apetito


bien, en cuanto tal, nos ha llevado a la conclusión de que el s
intelectual creado solamente puede llegar a su perfecta inmov
dad en el conocimiento quiditativo de la Verdad Primera y en
posesión inmediata del Bien Infinito, es decir, en la vision
Dios. De este modo la creatura intelectual se nos presenta a la lu
de la revelación corno un ser que, a causa de su intelectualida
no solo es deificable ο capaz de la vision de Dios, sino que s
mente deificado en la vision de Dios alcanza su total inmovilidad
queda definitivamente perfeccionado.
De este modo hemos podido localizar los dos términos de
antinomia, que presenta el ser intelectual creado a la luz de la re
velación de su deificación en la vision de Dios : son su creatura
lidad y su intelectualidad. Son los dos aspectos extremos y opuestos
que presenta la creatura intelectual : a) el extremo infimo y nega
tivo de su creaturalidad, de su potencialidad y finitud, su fron
tera con la nada, su propia nada : b) el extremo sumo y positivo,
su intelectualidad ο capacidad del Infinito, su apertura hacia Él,
su aspecto de imagen de Dios, su infinidad. La antinomia està en
la existencia de una intelectualidad asediada y acosada por la na
da, atraida por el Infinito y perseguida por la nada : un ser abier
to hacia el Infinito e incapaz de llegar por si mismo a Él44. La
luz de la revelación nos descubre asi en el ser intelectual creado
una tensión esencial entre su condición de creatura y su intelectua
lidad.
Siendo toda creatura acto y potencia, afirmación y negación,
ser y no-ser, la antinomia de estos dos componentes opuestos ha
de encontrarse instalada en la médula misma de su realidad in
terna; pero està antinomia ha de revestir necesariamente un con
traste mas fuerte y dramàtico, cuando se trata de la creatura in
telectual, consciente de la ilimitación de su aspiración fundamen
tal y de la imposibilidad de liberarse de su propia finitud, que le
impide llegar por si misma al Infinito. Està composición antinó
mica de ser y no-ser ha de afectar necesariamente su dinamismo
naturai y necesariamente ha de hacer sentir su presencia en la

44 Està paradoja constitucional del hombre, corno aspiración al Ser den


tro de la angustia de la nada, ha sido j ustamente observada por J. P. Sartre.
Pero corno para Sartre « la idea de Dios es contradictoria », no puede inter
pretar està intima situación dramàtica de la existencia humana sino corno
algo que carece de sentido : « el hombre es una pasión inutil » (L'Étre et le
Néant, 652-4, 708).

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48 J. ALFARO, S. I.

tendencia fundamental del entendimien


ser y al bien, en cuanto tales) bajo el
quilibrio entre su inclinación hacia un m
y siempre huyente que desemboca en
impotencia de alcanzarlo.
El hombre presenta ademàs otras an
tendencia a la inmortalidad corporal (que
instintivo ante la muerte) juntamente c
la de su racionabilidad, que pide el domi
de su espiritu, frente al dominio de la s
concupiscencia. Pero la antinomia mas p
de la creatura intelectual en cuanto tal,
tuida por su intelectualidad y su creatur
lògica de la trascendencia y de la inm
nos ha permitido dar un sentido concre
lizar la actitud ontológico-dinàmica fu
intelectual frente al Ser Infinito, poseid
ra intelectual ha aparecido ante nosotro
finitivamente perfectible ùnicamente e
otra, corno absoluta impotencia e indi
gencia de la vision de Dios : de lo mas
indefinidamente el libre don del Infinit
nunca, aunque ella no pueda dejar de esperarlo : es toda ella
un gesto, un clamor ontològico de radicai dependencia ante Dios,
Ùnico capaz de perfeccionarla definitivamente con el libre don de
Si mismo : su grandeza, su dignidad inmensa, està precisamente
en que su perfección definitiva no puede ser otra que la union
inmediata con Dios, Dios en Si mismo poseido; y su impotencia,
su total dependencia, nunca se manifiestan mas absolutas que ante
la posesión del Infinito, que solo puede recibir corno libre y gra
tuito don. Nada muestra mas la grandeza suma, el aspecto positi
vo de la creatura intelectual, que la inmanencia de lo sobrenatural :
nada muestra mas su debilidad y dependencia, su aspecto negati
vo, que la trascendencia de lo sobrenatural.
La explicación teològica, que hemos dado, nos ha llevado a
poner fuertemente de relieve tanto la inmanencia corno la trascen
dencia de la vision de Dios. Hemos encontrado el punto de inser
ción de lo sobrenatural dentro, muy dentro de la creatura inte
lectual, que en el estrato mas profundo de su ser presenta una
afinidad ontològica exclusiva respecto de la vision de Dios : Dios
se nos ha presentado corno la unica posible definitiva y absoluta

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TRASCENDENCIA E INMANENCIA DE LO SOBRENATURAL 49

mente ùltima respuesta a la intelectualidad creada, la ùnica total


mente aquietadora de su tendencia a conocer y amar. Y en el
anàlisis de la estructura fundamental del ser intelectual creado
hemos encontrado la fòrmula mas radicai de la trascendencia y
su razón ùltima : por su condición de creatura el entendimiento
creado no puede por si mismo, ni exige llegar a la inmovilidad
total, es decir, a la vision de Dios : su existencia tendria razón
de ser, aun cuando no recibiese nunca de Dios la posibilidad pró
xima de llegar a esa vision.
El punto de vista sintètico superior, a cuya luz hemos inten
tado iluminar la antinomia de este doble aspecto, es decir, el mis
terio de lo sobrenatural, ha sido la categoria inmovilidad perfec
ta del entendimiento y voluntad creados, descubierta, por una parte,
corno efecto exclusivo de la vision de Dios y, por otra parte, co
rno caràcter concomitante de la deificación de la creatura : la re
flexión sobre el hecho de que esa inmovilidad perfecta es un pri
vilegio exclusivo de la vision de Dios nos llevó a localizar la in
manencia de lo sobrenatural en la intelectualidad misma del ser
intelectual creado, que solamente puede quedar totalmente inmo
vilizado en la intuición de la Verdad Primera y en el correspon
diente amor del Sumo Bien; el hecho de que esa inmovilidad per
fecta solamente es obtenida por la creatura intelectual cuando es
deificada en esa vision, nos llevó a descubrir la razón ùltima de
la trascendencia de lo sobrenatural en su creaturalidad, que deja
da a si misma no puede superar la ley de la movilidad. Y asi,
en un golpe de vista sintètico, aparece Dios, corno Acto Puro e
Inmóvil, conocimiento inmóvil y amor inmóvil de Si mismo : la
creatura intelectual, en cuanto tal, aparece corno un ser poten
cial, por razón de su creaturalidad sujeto a la ley de la movilidad,
incapaz de llegar (dejada en su pura creaturalidad) al conocimien
to inmóvil y amor inmóvil de Dios : la creatura intelectual apa
rece deificada en la condición supercreatural de la perfecta inmo
vilidad, en la intuición inmóvil y el amor inmóvil de Dios : su
deificabilidad coincide con su capacidad de perfecta inmovilidad
y, corno ésta, radica en su intelectualidad : su propia impotencia
y no-exigencia de deificación (vision de Dios) coincide con su
impotencia propia y con su no-exigencia ontològica de inmovili
dad perfecta, y, corno ésta, radica en su misma creaturalidad. La
revelación nos ha mostrado la coincidencia de la categoria deifi
cación de la creatura con la vision de Dios : la reflexión teològi
ca nos ha hecho descubrir la categoria inmovilidad de la creatura
λ — « Gregorianum » XXXVIII (1957) ■ voi. XXXVIII.

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50 J. ALFAKOj S. I.

intelectual corno un caracte


Dios, es decir, de la deificació
de que el entendimiento cr
inmovilidad manifìesta la sup
su caracter deificativo (tras
alcance esa inmovilidad sino en la vision, manifìesta la ahnidad
ontològica singular del entendimiento creado respecto de esa vi
sion (inmanencia suma). Y asi, toda la explicación se ha basado
en la categoria inmovilidad de la creatura intelectual en la vision
de Dios : no se trata de una categoria meramente filosofica, sino
estrictamente teològica : es la reflexión teològica la que la descu
bre en la verdad, estrictamente misteriosa y revelada, del hecho
y posibilidad de la intuición del Ser Infinito en el entendimiento
finito, que la creatura intelectual es susceptible de una piena in
movilidad en su conocer y amar : deificabilidad, capacidad de per
fecta inmovilidad y capacidad de la vision de Dios coinciden; vi
sion de Dios, deificación consumada y perfecta inmovilización lle
van el denominador comfin de la supercreaturalidad.
He aqui, finalmente, el concepto de la creatura intelectual, al
que la revelación y la elaboración teològica del dato revelado nos
han llevado : la creatura intelectual es, en virtud de su misma esen
cial estructura de inteligencia creada, un ser que no solamente es
capaz de lo sobrenatural, sino que solamente en lo sobrenatural es
definitivamente perfectible: y, simultaneamente, es un ser inteli
gible y verificable sin que lo sobrenatural le sea de hecho comu
nicado. Lo sobrenatural es no solamente la mejor respuesta a la
intelectualidad creada, sino también la unica respuesta definitiva,
absolutamente ùltima. Pero es una respuesta, que no es necesaria
para que la inteligibilidad y existencia de la creatura intelectual
tengan suficiente razón de ser.
Juan Alfaro, S. I.

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