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Que, uno de los aportes sustanciales del Derecho Internacional durante el siglo pasado ha
constituido la elaboración de una serie de normas de carácter internacional que tienden a
consolidar el respeto de los derechos humanos. Sin embargo, tradicionalmente los
derechos humanos han tenido un carácter preventivo, pues el esfuerzo de la comunidad
internacional y de los estados nacionales se orientó a promover su pleno respeto. No es
sino a partir de la finalización de la guerra fría, que la comunidad internacional desplegó
esfuerzos tangibles en procura de que cualquier ataque a los derechos humanos tenga
como respuesta el castigo efectivo de quienes los violan.
Todos ellos tienen como denominador común la obligación de cada Estado parte de
ejercitar el Deber de Garantía en la Defensa de los Derechos Humanos a que alude el
artículo 1° de la Convención Americana de Derechos Humanos, reconociendo la
necesidad de contar con mecanismos efectivos de represión que permitan combatir las
graves violaciones a los derechos humanos y en el entendido que el autor de un crimen
de tal naturaleza no puede quedar cubierto por la impunidad concedida por razones
políticas.
Que, el Deber de Garantía de los Estados en relación con la vigencia de los derechos
humanos de primera generación o índerrogables, a que se refiere el artículo 1° de la
Convención Americana de Derechos Humanos, cuya afectación constituye una grave
violación de los Derechos Humanos, además de la comisión de un delito contra la
humanidad, se ha hecho aún más patente a raíz de la Sentencia del 14 de marzo del
2001 dictada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en la Causa
Chumbipuma Aguirre y otros contra el Estado Peruano, más conocido como el CASO
BARRIOS ALTOS.
En ella la Corte Interamericana ha dejado sentado con carácter vinculante que el deber de
investigar y sancionar a los responsables de violaciones a los derechos humanos
implicaba la prohibición de dictar cualquier legislación que tuviera por efecto conceder
impunidad a los responsables de hechos de la gravedad señalada. Los párrafos 41 y 43
de la sentencia citada son sumamente relevantes para corroborar lo señalado, por lo que
me permito transcribirlos ad litem:
"La Corte estima necesario enfatizar que, a la luz de las obligaciones generales
consagradas en los artículos 1.1 y 2 de la Convención Americana, los Estados Partes
tienen el deber de tomar las providencias de toda índole para que nadie sea sustraído de
la protección judicial y del ejercicio del derecho a un recurso sencillo y eficaz, en los
términos de los artículos 8 y 25 de la Convención. Es por ello que los Estados Partes en
la Convención que adopten leyes que tengan este efecto, como lo son las leyes de
autoamnistía, incurren en una violación de los artículos 8 y 25 en concordancia con los
artículos 1.1 y 2 de la Convención.
Que, Los delitos de genocidio, tortura y desaparición forzada, que en el Código Penal
peruano son tratados en el Título XIV-A bajo el epígrafe de Delitos contra la Humanidad,
son especies de Delitos Internacionales que atacan de manera grave bienes jurídicos de
primera generación, originando el repudio en la conciencia colectiva.
El artículo 6 del Estatuto de Roma y de creación del Tribunal Penal Internacional define
el GENOCIDIO como cualquiera de los siguientes actos, perpetrados con la intención de
destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso:
Que, como se puede colegir del análisis del tipo descrito para estas tres figuras delictivas,
el bien jurídico que protege es la vida y la integridad física y mental de la persona
humana, siendo que el interés en su defensa trasciende del ámbito del estado nacional
para convertirse en preocupación de la colectividad internacional por el gran impacto que
la comisión de atentados contra estos bienes tiene sobre la conciencia mundial.
Baste mencionar que experiencias de data más o menos reciente, desenmascararon polí-
ticas criminales ejecutadas por Estados -o con la aquiescencia de éstos- contra
poblaciones enteras o grupos humanos, como los crímenes contra el pueblo judío
ejecutados por el gobierno alemán a raíz de la Segunda Guerra Mundial; contra la nación
Kurda ejecutados por el gobierno Iraquí; las políticas genocidas de Estado implementadas
por Dictaduras Latinoamericanas de los generales Vilela y Galtieri en Argentina, Pinochet
en Chile, Stroessner en Paraguay; y, recientemente los casos de torturas, desapariciones
forzadas y genocidios detectados en el Perú durante el fenecido gobierno de Alberto
Fujimori Fujimori.
Por otro lado debe considerarse que a través de la Resolución Legislativa del Congreso
de la República N° 27517, publicada el 16 de setiembre del 2001, se aprobó el Estatuto
de Roma de la Corte Penal Internacional, en cuyo artículo 29 señala que los crímenes de
competencia de la citada Corte Internacional son imprescriptibles.
Que, debemos agregar a todo ello que el Tribunal Constitucional ha dejado expresado en
el párrafo segundo de la Sentencia de fecha 03 de enero del 2003
La amnistía suele definirse como una suerte de derogación retroactiva que puede afectar
tanto a la norma que califica a un acto como ilícito, como a la imposición de la pena como
consecuencia de la verificación de un acto calificado como ilícito. Etimológicamente la
expresión comporta la inexistencia en Derecho de actos jurídicamente ciertos, una
especie de amnesia del ordenamiento respecto de conductas ya realizadas y calificadas
como delitos por los órganos estatales encargados de la función de administrar Justicia.
El indulto por su parte no actúa sobre el acto ya calificado como ilícito, ni afecta a la
ilicitud en cuanto tal acto; solo opera sobre su sanción, ya sea para excluirla o para
disminuirla. Así las cosas, el indulto presupone siempre un ilícito que, a diferencia de lo
que puede suceder con la amnistía, permanece inalterable. Por lo demás estas son las
definiciones que trae el artículo 89 del Código Penal. Siendo ambas instituciones
graciables, prerrogativas del Estado que deben ejercerse dentro del marco de los
Convenios Internacionales sobre Derechos Humanos, estimamos que el proyecto en el
extremo que propone agregar al artículo 89° del Código Penal un párrafo que señale la
improcedencia de la amnistía y el indulto a favor de responsables de los delitos de
genocidio, desaparición forzada y tortura, no contraviene disposición constitucional
alguna.
Es por ese motivo que se ha modificado y agregado en la parte final de los artículos 80° y
89° del Código Penal de dos disposiciones sobre la imprescriptibilidad y sobre la
prohibición de la amnistía y el indulto para los autores de los delitos de genocidio,
desaparición forzada y tortura.
Como se puede colegir del análisis del tipo descrito para estas tres figuras delictivas, el
bien jurídico que protege es la vida y la integridad física y mental de la persona humana,
siendo que el interés en su defensa trasciende del ámbito del Estado Nacional para
convertirse en preocupación de la colectividad internacional por el gran impacto que la
comisión de atentados contra estos bienes tiene sobre la conciencia mundial.