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1. OTI
Una garrafa de gas escupe fuego. “¡Oti, Oti, Oti!”, mil quinientos presos en la
cancha de tierra, en el corazón de la cárcel de Palmasola; exaltados, drogados,
aclaman “¡Oti, Oti, Oti!”. Tienen palos, cuchillos, machetes, armas de fuego.
Alaban a su líder, su proveedor de droga, su redentor y gritan más fuerte “¡Oti,
Oti, Oti!”, su ídolo, su crack, su rey “¡Oti, Oti, Oti!”. No tienen miedo, ¿por
qué deberían tenerlo?, están con Oti el mesías, Oti el superstar, Oti el asesino
de policías.
El régimen abierto (PC-4) de Palmasola, más que una cárcel parece un barrio
marginal o una favela asentada en cuatro hectáreas impermeables a la justicia
del hombre y a la divina; allí Oti es el dios y la ley. Son las 4:00 am, del 14 de
marzo de 2018, hay dos mil policías en la puerta de ingreso a PC-4. “¿Pueden
hacerlo o mandamos gente de La Paz?”, le dijeron a Siles diez días antes; su
misión, si decidía aceptarla, era tomar el control de la cárcel. Dijo que sí, que
él y sus hombres podían. Y ahora están ahí. Se abre la reja, el grueso de la
tropa queda esperando órdenes y Siles ingresa a los dominios de Oti
encabezando a 70 policías de élite. Como recibimiento, hay dos filas de
garrafas con las llaves abiertas en el ingreso al callejón que conduce a la
cancha; unos metros más adelante, un grupo de reos tiene una garrafa
convertida en lanzallamas, al estilo de los ‘barrabrava’ que buscan
impresionar al equipo visitante – y sí que la Policía era visitante pues no tenía
‘pisada’ en el PC-4-. Los reos arrojan hacia los policías la garrafa que rueda
eructando fuego, rueda y vomita fuego, rueda hacia las dos filas de garrafas
con las llaves abiertas…
Un año antes, Víctor Hugo Escóbar Orellana, alias Oti, fue elegido por los
presos del PC-4 como su representante e instauró un gobierno basado en
extorsiones dentro y fuera de la cárcel, ataques violentos a través de grupos de
‘disciplina’ conformado en gran parte por drogodependientes que lo
veneraban y obedecían porque él les proporcionaba su droga. También tomó el
control de las estafas vía telefónica a través de los ‘marquetineros’ y
monopolizó los negocios dentro del penal generando mucho dinero y, por lo
tanto, un poder ilimitado.
Pero, ¿quién era ‘Oti’ en realidad?, ¿el culpable de cuanto hecho delincuencial
se suscitaba dentro y fuera de Palmasola como lo pintaron las autoridades?,
¿era una mente criminal sedienta de poder?, ¿o una especie de Robin Hood
para los reos que antes eran la ‘lacra’ pero que él incluyó en el círculo del
poder?, ¿un poco de todo eso?
El nombre de Oti sonó por primera vez en Santa Cruz la madrugada del 13 de
abril de 2008, cuando a sus 22 años junto a su amigo Jimmy Alcoba Ávalos
‘Vallunito’, fueron a la carceleta del estadio Tahuichi a rescatar a sus amigos
arrestados por el robo de una cadena y mataron a tiros al investigador
Edmundo Gramajo y al cabo Rubén Apaza.
Unos meses después, Oti entró a robar a una casa y recibió un tiro en el muslo
izquierdo por parte de los agentes que lo capturaron. Con tono de un púber
que busca zafar de una reprimenda negó haber disparado contra los policías
del estadio: “yo no fuiiii, fue el hermano de vallunitooooo”.
“De por sí, el que mata policías tiene cierto estatus en la cárcel, y Oti sabía
aprovechar esa fama y se jactaba de ser un asesino de policías”, dice Siles,
quien define a Oti como un tipo con carácter fuerte, dominante, que sabía
mandar a su gente, pero también sabía calcular lo que le convenía hacer y
decir, dependiendo de quién fuese su interlocutor.
Sus hermanas lo recuerdan como un hombre que sentía devoción por sus
padres. En su niñez y adolescencia fue ayudante de albañil y también ayudaba
a amasar y a hornear, ya que su familia era conocida en la zona de La Cuchilla
por dedicarse a la elaboración y venta de pan casero. “Era bueno en
matemáticas, ‘cerebrito’, le gustaba tener todos sus deberes bien ordenados”,
dice una de sus hermanas. Pese a eso, a Oti le faltaron dos cursos para salir
bachiller. El hecho de que sus padres debieran viajar al campo cuando Oti era
adolescente, dejando de ejercer control sobre él, hizo que se involucre con
‘malas compañías’, dicen sus hermanas. Un vecino de la familia señala que
integraba una pandilla de la zona.
En el PC-4 pasaba de todo mucho antes de que Oti tomara el poder. Fiestas,
churrascos, violaciones a niños y niñas, golpizas, venta y alquileres de
departamentos y cuartos, asesinatos y una variedad de extorsiones. Chacho lo
describe así:
(El catálogo ofrecía secuestros express de los visitantes, pague una módica
suma y lo dejamos irse; violaciones a la carta, quiero violar a tu mujer, novia o
hija ¿ah no querés?, entonces te pegamos todos los días hasta que querrás, así
que llamala, que venga. También se pagaban ‘seguros de vida’ que consistían
en una cuota para no ser apaleado. Cuando Oti tomó el poder continuó con
esas prácticas y otras como las estafas vía telefónica con los cuentos de la
maleta extraviada o el familiar detenido por la policía, mediante los que
conseguían que los ciudadanos les hicieran depósitos de dinero en una cuenta
de Tigo Money. Los que tenían el resguardo de la cárcel, la Policía y los
administrativos, también se dedicaban a ganar dinero a cambio de proveer o
dejar introducir en el recinto todo lo que se podía imaginar: drogas, armas de
fuego, alcohol, televisores, karaokes, celulares, computadoras, aires
acondicionados, bailarinas desnudistas, prostitutas…)
Muchos de los presos están drogados y el gas lacrimógeno ni les afecta. Golpe
por golpe, a ver quién es el más fuerte, avanzar y retroceder, replegarse y
ahora para adelante, avanzar, avanzar, avanzar y al final del callejón, ahí está
la cancha, ahí está el monstruo que por décadas ha sido contemplado y
alimentado por las autoridades, y al que ahora hay que destruir, el monstruo
del poder en manos de los presos.
La sociedad de hoy te condenó
2. CHACHO
- ¿Como cuánto?
Artemso era una empresa creada por Oti a través de sus familiares y
funcionaba, en teoría, en una oficina alquilada detrás de la Villa Olímpica, en
la que ofrecía los muebles elaborados en el penal, y donde tenía instalado un
Tigo Money que en realidad estaba ‘anclado’ con la casa de Oti en el PC-4.
Oti había ordenado que todas las transacciones desde fuera o dentro del penal
de los reos y sus familiares debían hacerse por ese Tigo Money. Artemso se
quedaba con un 5% de los envíos, algo que era aceptado considerando el 20%
que, según algunos reclusos, les retenían los guardias del penal a sus
familiares cuando metían dinero en efectivo.
La esposa de Oti, Lilian Aderly Ibáñez Pantoja, que fue detenida y enviada a
una prisión en Cochabamba, era apodada la ‘reina de Palmasola’, porque
entraba a la cárcel cuando quería y salía con las bolsas llenas de dinero.
Cada revuelta en la cárcel, que por lo general derivaba en muerte, era atribuida
por las autoridades a ‘pugnas de poder’. Implícitamente reconocían que los
reos tenían poder.
Poder, poder, poder… había que tomar el poder. Por eso Siles está a la cabeza
de 70 agentes especializados a los que no les tiembla el pulso para apretar el
gatillo. Están frente a frente con los reos en la cancha del PC-4, midiendo
fuerzas como dos toros con las astas enlazadas y empujando a ver quién es el
más fuerte. Y así, inevitablemente llega el momento… basta de gritos, de
palos y piedras, de gases lacrimógenos, es hora de que las balas hablen.
Siles, con su metro ochenta de estatura se para frente a Oti, de su misma talla,
y le grita en la cara que ya está hinchada por los golpes: “Sos un maricón,
alentaste a esta gente a pelear y después huiste, un líder pelea con su gente
hasta lo último. Los usaste y escapaste. Maricón”.
Los internos que no participan de la gresca igual llevaron ‘palo’, mientras que
las mujeres y niños fueron sacados del lugar en medio del caos.
A un lado de la cancha, en el piso, en fila, están los siete reos muertos con la
mirada ya vacía, hacia el cielo.
Los policías sacan de los cuartos de los presos las garrafas, electrodomésticos,
dinero, celulares y todo lo que tenga valor para acumularlo y mostrarlo a los
medios de comunicación, como si fuese un descubrimiento, todo lo que
dejaban meter al reclusorio.
Son las 7:00, el reinado de Oti en el PC-4 terminó. Ahora manda la Policía.
Veremos, Chacho.
4. R.J.V.E
(Tampoco hablaban de los cobros que los que administraban la cárcel hacían a
los reos para no pasar por el PC-3, conocido como ‘Chonchocorito’, bajo el
rótulo de ‘recinto de ambientación’, cuando en realidad estaba junto a los reos
más peligrosos de la cárcel, por lo que nadie quería pasar por allí y había que
pagar por lo menos unos $us 500 para saltarse de la ‘ambientación’ e ir directo
a régimen abierto).
La niña era hija de la pareja del preso, una joven de 27 años que conoció al
interno cuando fue a la cárcel acompañando a una amiga que iba de visita.
Horas antes de quitarse la vida ahorcándose con su corpiño de los barrotes de
la celda en una Felcv, la joven, que también aparecía en los videos
participando de los vejámenes a su hija, dijo a sus familiares que había
actuado bajo amenazas ¿de quién?, no lo precisó.
(Sí, algunas amenazas eran tipo ‘¿si no venís y no accedes a mis ultrajes
sexuales puedo mandar a gente que te haga daño a vos y a tus familiares,
puedo hacer matar a tus hijos, total ¿qué me pueden hacer si ya estoy preso?’
Cosas así).
R.J.V.E. se sometió a un proceso abreviado en que recibió una sentencia de 25
años de cárcel, o sea, sumó 14 a los que ya tenía. Una raya más al tigre.
cualquier destino
5. KILY
Con esa pista, el trabajo periodístico con fuentes de primera mano y videos de
los hechos reconstruyó lo que había sucedido: un grupo de internos mandados
por Oti, aprovecharon la problemática de los niños para salir del PC4 armados
con cuchillos, palos y armas de fuego con la misión de liquidar a internos de
‘el bote’, los pesados de la cárcel, en especial a ‘Kily’, el archienemigo de Oti.
Al percatarse de eso, gente del PC-6 alertó a los de ‘el bote’ y evitó una
masacre. Al frustrarse su ataque, la gente de Oti se las agarró con los del PC-6,
que albergaba a jueces, policías, fiscales, abogados y otros, entre los que
estaba el excomandante nacional de la Policía, Oscar Nina, quienes huyeron
de su pabellón y se salvaron de que los policías les dispararan creyendo que
intentaban fugarse, gracias a que algunos custodios policiales que huían junto
con ellos, les gritaron a sus camaradas para que no abran fuego.
“Oti es el que mandó a que me maten y no pudo; Oti tiene hartas armas”,
escupió ante las cámaras Roberto Carlos García Figueredo, alias ‘Kily’, antes
de abordar el avión con destino a la cárcel de Morros Blancos en Tarija, días
antes de la intervención de Palmasola.
Por la forma en que era gobernada por los presos, Palmasola fue ‘digna’ de
reportajes internacionales que, sorprendidos, resaltaban que era un penal
gobernado por los propios presos.
Eso, tan sorpresivo desde la distancia, en Santa Cruz era algo natural, aunque
no se admitiera desde las autoridades y pareciese que nada podía hacerse para
cambiarlo. Era una más entre muchas otras irregularidades y secretos a voces
en el pueblo que se fue haciendo ciudad y metrópoli. La gravedad del asunto,
‘espantaba’ por algunos días cuando se reflejaba en los medios de
comunicación extranjeros y luego de que perdía presencia en los medios de
comunicación, todo volvía a la ‘normalidad’ asimilada de que Palmasola ‘era
así nomás…’
Esa modorra social se sacudía cada vez que se registraban algunos hitos en el
penal, como la fuga masiva de 27 reos en 2005, cuando tomaron un camión
que había ingresado al penal con ladrillos, derribaron la puerta con el vehículo
y salieron a tiros. En los intervalos de tiempo se descubría que atracos,
secuestros, robos de vehículos, estafas y muchos otros hechos se planificaban
y ordenaban desde la impunidad que brindaba la prisión.
Todo eso pasaba antes del ingreso de Oti en 2008, los presos tenían el poder
de los muros para adentro y generaban ganancias a través de hechos
delictivos. Poder más dinero, más poder y más dinero, daban como resultado
un abuso de ese poder, para prácticamente convertirse en tiranía. Se sabía y no
se hacía nada, más allá de declaraciones que anunciaban una nueva cárcel que
nunca empieza a construirse.
Las pugnas de poder entre reos de Palmasola tuvo su punto más álgido el 23
de agosto de 2013, por parte de los internos del bloque B de Chonchocorito
(máxima seguridad) contra los del bloque A. El hecho causó 35 muertos y un
centenar de heridos. Los causantes de la matanza, uno de los cabecillas era
‘Kily’, fueron imputados por asesinato y lesiones graves y gravísimas. En
2016 cinco reclusos fueron sentenciados a 30 años y otros a 15, pero hasta
marzo de 2019, los policías no han sido sentenciados pese a que las
investigaciones revelaron que sabían del ataque y no solo que no lo evitaron,
sino que algunos lo facilitaron.
Ni el papa Francisco pudo cambiar las cosas cuando en 2015 celebró una misa
en el penal, en la que uno de los asistentes fue Reynaldo Ramírez, un joven
que había sido encerrado acusado de un feminicidio pese a que había pruebas
científicas sobre su inocencia.
No se hizo gran cosa respecto a todo eso luego de su visita. Es más, tres meses
después se destapó el escándalo de una megafiesta en el penal para celebrar el
cumpleaños del excomandante Óscar Nina, preso por legitimación de
ganancias ilícitas.
chivo expiatorio,
6. REYNALDO
Cuando se conoció su caso y se sabía que iba a salir libre, los ‘soldados de
seguridad’ del PC-4 le dijeron: ‘Oti quiere verte’. Frente a él, Reynaldo se
sintió atemorizado, y sobre todo escudriñado, pero solo le pidió que le cuente
su caso, le deseó suerte y lo felicitó por su libertad. Reynaldo cree que Oti
analizaba si él podía serle útil estando libre, pero al percibirlo como una
persona sin malicia, lo descartó.
7. ARIEL
Cuando salió libre, Reynaldo dijo algo que, no era complicado de creer, pero
sí de comprobar: que había muchos otros inocentes entre rejas. Su caso solo
fue la punta del iceberg. Luego del sangriento 14 de marzo de 2018, salieron a
luz además de los abusos del preso para con el preso, también el mal ejercicio
del poder judicial que hacen los hombres de saco y corbata: presos
condenados injustamente, gente con detención preventiva por muchos años,
sin ningún proceso, gente que perdió el raciocinio en la cárcel, personas que ni
siquiera figuraban en el sistema penitenciario, pero estaban ahí por no tener
para pagar un abogado, presos, mientras que cada tanto se conocían casos de
gente ‘pesada’ que salía libre y de atracadores multirreincidentes que entraban
y salían de prisión cinco, seis, siete, diez y más veces. Más que abuso de
poder, lo que se destapó dentro de los muros de Palmasola y en el palacio de
cristal de 104 metros, tenía aroma a tiranía.
Que una autoridad judicial vaya a caer a Palmasola pareciera un karma, pero
Rocha asumió ese cambio en su vida como una oportunidad de subsanar y
combatir ese sistema judicial injusto, corrupto, negligente y retardado del cual
él formó parte.
De mandar en el Palacio de Justicia, a ser uno más en el reino de Oti. “No tuve
mucho contacto con él, lo vi solo un par de veces… la gente que lo conoció
bien destaca su carisma, claro, lo hacía para sus oscuros intereses… sabía
cómo ganarse la adhesión de su gente, manejaba sicología de masas pues así
consiguió la devoción de aquellos que lo seguían y lo protegían como a un
pequeño dios”, afirma.
Dinero y carisma son dos fuentes de poder y Oti tenía ambas, además de la
“voluntad de poder” a la que Friedrich Nietzsche se refería como la
dominación sobre un grupo de personas y el control que la persona que ejerce
ese poder, tiene sobre la gente de su entorno.
Entre los casos que salieron a flote de las tenebrosas aguas turbias de
Palmasola, está el de José Alonso Soquere, que, a sus 24 años, fue condenado
a tres años por robo, pero estuvo preso por siete, pese a que su pena no
ameritaba cárcel.
me puedo equivocar.
8.- TIRANÍA
Dos días antes, Oti le había dicho a un familiar que lo visitó en la cárcel de La
Paz, que sabía que lo iban a matar y, por teléfono, les dijo a sus hermanas que
les encargaba a sus dos hijas. ¿Con su muerte se termina el terror en
Palmasola? Varios reos ya han intentado tomar su lugar, pero, por lo pronto,
han sido contenidos.
“La Policía no ha podido administrar cárceles, tiene sus años o sus días
contados en cárceles, deben irse porque el personal civil tiene que asumir esta
responsabilidad: sicólogos, médicos, trabajadores sociales”, ha dicho el
exdirector nacional de Régimen Penitenciario Ramiro Llanos. Su
planteamiento no ha tenido eco.
“Palmasola, nunca más volverá a ser como antes”, repitieron las autoridades
luego del 14 de marzo, una promesa, mas no un reconocimiento de los errores
cometidos y la corrupción consentida que crearon semejante monstruo. No
hubo una frase autocrítica, como la contundente “Watergate es nuestra
vergüenza”, del senador Butler quien, además, días antes de la renuncia de
Nixon, citó al tercer presidente estadounidense, Thomas Jefferson, con una
frase que bien merece estar tallada en los frontis de Palmasola y del Palacio de
Justicia:
https://eldeber.com.bo/pais/la-esencia-de-la-tirania-lee-la-cronica-ganadora-del-premio-rey-de-
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