Está en la página 1de 1

PANDEMIA COVID-19

¿VAMOS A SUPERAR ESTO?

Desde hace aproximadamente catorce meses, un pequeño microorganismo conocido como


SARS 2, mejor conocido como COVID-19, apareció en nuestro planeta. Todo ser humano de
toda raza y nacionalidad nos hemos sentido vulnerables debido a la incertidumbre de las
consecuencias que podríamos tener en los próximos años, sin duda hemos experimentado
cambios de forma y de fondo. A pesar de los esfuerzos gubernamentales y especialmente el
sector de la salud, el avance de la pandemia ha sido imparable. Y, más aún, duele saber que
muchos están muriendo y que se seguirán viendo vidas apagadas ante una situación que nos
produce una sensación de impotencia.

Por otro lado, la naturaleza del ser humano esquiva el dolor y por lo general, estamos más
predispuestos a lo alegre, a lo que nos distrae y divierte. En la vida hay que equilibrar lo feliz y
lo triste, todo esto es normal y necesario. Sin embargo, en este momento, en medio de la
pandemia del coronavirus, estamos en riesgo de que ese equilibrio se incline demasiado en la
otra dirección, en la dirección al miedo y a perder la esperanza.

Bajo esta perspectiva, resulta fundamental mirar este tiempo con los ojos de nuestra fe,
confiar en que sin importar las circunstancias actuales, la felicidad se presentará en los días
venideros. En esto radica nuestra esperanza, y la invitación a transformar nuestra realidad
paso a paso, aquí y ahora.

En ese sentido, toda mirada sobre esta situación, habitando en las entrañas de la pandemia,
debe ser en clave de ESPERANZA como el elemento imprescindible; con la certeza de sabernos
llamados a ser partícipes del cambio dando una respuesta firme y consistente para la
conversión, con la fe que profesamos, según nuestra realidad y posibilidades particulares.

En el MISTERIO DE DIOS, basamos nuestra esperanza, aunque muchas veces no podemos


comprender; Él vive en las acciones, aun en las más pequeñas, de solidaridad con los
hermanos, en el amor en familia, en el acompañamiento, en la oración o en un consejo. Al final
de cuentas, esta vivencia nos trasforma desde adentro, trabajando por una sociedad mejor
observando con mayor atención la justicia y la fraternidad.

A través del apocalipsis, Dios Padre, misericordioso, nos asegura que el mal y la muerte
injustificada no tendrán, jamás, la última palabra, por más que parezca que hayan llegado a la
cúspide. Nos promete que está con nosotros hasta el final de los tiempos, y ese final será uno
de luz y de esperanza, por tanto, por ningún modo esto puede ser un final.

Entonces, vamos a superar esto con esperanza, y a estar agradecidos por ¡la vida!

Ing. Jeaneth León Misnaza

También podría gustarte