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La evolución del hombre y las enfermedades crónico degenerativas.

Tema 2: Evolución humana y salud.

Introducción:

“Evoluciones progresivas que crecen cada vez más, son la materia de la historia.”
Friedrich Von Hardenberg Novalis

‘La evolución garantiza la supervivencia del más fuerte’, aunque actualmente


también suele asociarse con los principales problemas de salud, como el cáncer,
la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.

Los científicos, biólogos, antropólogos, paleontólogos y genetistas, ven al cuerpo


humano actual como ‘una colección de acuerdos improvisados por la evolución a
medida que nuestros antepasados se adaptaban a las condiciones cambiantes’.

La actual epidemia de obesidad tiene raíces prehistóricas. ‘Nuestros antepasados


cazadores eran corredores de larga distancia altos y delgados que subsistían en
base a plantas y proteínas’ y cuando las poblaciones pasaron a la agricultura hace
unos 10 mil años, se hizo popular la dieta rica en carbohidratos”.

Desarrollo:

Rudolph Leibel, experto en obesidad de la Universidad de Columbia es uno de los


descubridores de la leptina, una hormona que manda señales al cuerpo para dejar
de comer. Los niveles de leptina disminuyen rápidamente cuando la gente pierde
peso, provocando una cascada de cambios fisiológicos que queman menos
calorías y actúan para recuperar peso y según el experto “Era muy bueno durante
épocas de hambrunas, pero en estos días, es contraproducente”.

“Algunos de estos genes que tenemos son del Pleistoceno“, un período


comprendido entre hace 2 millones de años y hace 10 mil años y advierte que “la
brecha entre la anatomía humana y la cultura moderna se podrá ampliar en los
próximos años” Stearns.

¿Estamos adaptándonos a la era de las computadoras?


La evolución del hombre y las enfermedades crónico degenerativas.
Tema 2: Evolución humana y salud.

Los científicos que estudian las variaciones genéticas dicen que ‘cerca de 1800
genes, el 7% del genoma humano, evolucionó rápidamente en los últimos 10 mil a
40 mil años’. Nuestros ambientes cambian más rápido que nuestros genomas.
Esto contribuye a la emergencia, propagación y mantenimiento de la enfermedad
en individuos, familias y poblaciones. Patologías como diabetes, dislipemias,
hipertensión, osteoporosis etc., incrementan su prevalencia y se han convertido en
verdaderas epidemias en nuestros tiempos.

La adaptación lenta del genoma al ambiente moderno pone en evidencia las


“desventajas” de variantes alélicas de un número creciente de genes. Algunos
están involucrados con vías metabólicas, de señalización, de sistemas fisiológicos
reguladores de nuestro metabolismo glucídico, lipídico, oxidativo, reguladores de
la tensión arterial, etc. Esto aumenta el desarrollo de las enfermedades crónicas y
degenerativas. De acuerdo a proyecciones realizadas por la OMS entre 1990 y
2020, en el mundo las enfermedades transmisibles seguirán disminuyendo y
continuará el incrementando de las afecciones crónicas, fundamentalmente la
enfermedad cardiovascular, la diabetes tipo II y las enfermedades cerebro-
vasculares. Las enfermedades del aparato circulatorio, son la primera causa de
muerte en los países desarrollados y la segunda de los subdesarrollados.

A este destino final se llega tras varios años de padecer algunas de las
enfermedades llamadas de la opulencia, que suelen darse conjuntamente, ya que
forman parte del llamado Síndrome Cardiometabólico. Estas enfermedades surgen
de la expresión inadecuada de un determinado genotipo. Pero la expresión de
estos genes se torna desfavorable para la salud, a causa de la actuación
continuada de una serie de factores como son la hiper-alimentación, el
sedentarismo, el estrés, el tabaquismo, entre otros. Todos son factores propios de
las sociedades desarrolladas y opulentas.

Según todos los datos paleoantropológicos, nuestros antecesores nunca han sido
gente fuerte. No hemos tenido garras, ni colmillos, ni hemos poseído mucha
fuerza. Con estas condiciones físicas y la pobreza de las zonas del Este de África
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donde transcurrió nuestra evolución, las cosas no se ponían fáciles para conseguir
alimento. Nuestros ancestros sufrían ciclos alternantes de abundancia y escasez;
conseguir comida siempre era una actividad que requería un gran esfuerzo físico.
En estas condiciones, a lo largo de los millones de años de evolución, los
supervivientes fueron desarrollando un genotipo que les permitía adaptaciones
musculares y metabólicas para sobrevivir en estas difíciles condiciones. Nosotros
somos los portadores del genotipo de los supervivientes.

Todos los animales, sin excepción, tienen cierto gasto energético muscular para
conseguir la energía de los alimentos. Así ocurre también con el ser humano que
vive en condiciones naturales y desarrolla favorablemente su genotipo para
permitirle salud y supervivencia. Estos genes del ejercicio favorecen una serie de
rutas metabólicas y acciones contráctiles que permiten una mayor eficacia
muscular. Pero los habitantes de sociedades opulentas son sedentarios y la
expresión inadecuada de estos genes del ejercicio físico ocasiona enfermedad.
La búsqueda de alimento exigía un gran esfuerzo físico a nuestros ancestros,
además la supervivencia exigía la posibilidad de contracciones musculares
eficientes durante deficientes situaciones metabólicas. Por eso nuestros ancestros
tuvieron que acumular una serie de mutaciones que promovían estas proezas y
que permitían una forma de vida con un elevado y constante nivel de actividad
física. Cuando estos alelos se enfrentan al sedentarismo del ser humano actual,
ocasionan una inactividad de las rutas y propiedades contráctiles que promueven
y esto es lo que ocasiona a la larga, una deficiente salud.

A lo largo de la evolución del hombre, el consumo de grasas ha experimentado


cambios importantes. Hace cuatro millones de años, cuando el ser humano era
cazador y recolector, el consumo de grasa correspondía a alrededor de 27% de su
dieta y se componía en gran parte ácidos grasos saturados, seguidos de ácidos
grasos poli-insaturados omega-6 y omega-3 y, en baja medida, de ácidos grasos.
Con la llegada de la sociedad agrícola aumentó el consumo total de grasa
consumida, debido a su mayor disponibilidad; la cantidad de ácidos grasos
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saturados también aumentó y la de omega-6 y omega-3 se mantuvo, en una


relación de 3:1 o menos, con bajo consumo de ácidos grasos trans. En la era
industrial se abandonó la vida agrícola en gran parte del mundo y, como
consecuencia de las mejores condiciones de vida, aumentó la disponibilidad de
alimentos, lo que condujo a un marcado aumento del consumo total de grasas,
ácidos grasos saturados y ácidos grasos trans, además de un mayor consumo de
ácidos grasos omega-6 y omega-3

La visión de la relación entre la grasa presente en la dieta y el riesgo de


enfermedad cardiovascular ha experimentado variaciones. Durante la última
década, la recomendación fundamental fue conseguir la disminución del consumo
de grasas para reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular.

Los seres humanos viven lo suficiente como para que las células tengan más
opciones para volverse locas. Los cánceres reproductivos podrían ser una función
de vidas más prolongadas y culturas cambiantes. Durante muchos períodos
históricos, la mujer promedio tenía sólo unos 100 ciclos menstruales en su vida, ya
que los embarazos frecuentes y la lactancia le impedían menstruar. Hoy en día,
una mujer típica tiene 400 ciclos, lo que crea más estrés para los ovarios y somete
a sus pechos a más cambios hormonales’.

La mayoría de las mutaciones recientes se desarrollaron en respuesta ‘a


enfermedades infecciosas, particularmente a medida que la gente comenzó a vivir
en grandes comunidades’.

En África, surgió en los últimos 10 mil años cerca de 25 nuevas variaciones de


genes y un nuevo tipo de sangre para ayudar a las personas a resistir a la malaria
y alrededor del 10% de las personas en Europa actualmente tienen una variación
genética que las hace resistentes al VIH/sida.

Pero la evolución viene acompañada con problemas como por ejemplo, ‘se sabe
desde hace tiempo que las variaciones genéticas que protegen a algunos
africanos de la malaria los hacen vulnerables a la anemia falciforme. Y los genes
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que ayudaron a los primeros africanos a retener sal para protegerlos de la


deshidratación en climas tropicales ponen en riesgo en la actualidad a algunas
personas de raza negra de sufrir alta presión arterial’.

En las mujeres, la desigualdad entre la estrecha pelvis de la madre, que facilita el


andar erguido y la cabeza grande del recién nacido, que facilita el desarrollo
cognitivo, hace del parto un proceso doloroso y a menudo peligroso. Los
científicos consideraban que “el apéndice, servía como cámara de fermentación
para bacterias intestinales beneficiosas en los primates, es mucho menos
necesario ahora que la gente tiene dietas variadas y cocina los alimentos”. Los
dientes, también entra en la evolución se encogieron considerablemente a medida
que la agricultura cambió la dieta de nuestros antepasados de principalmente
carne a mayoritariamente carbohidratos. La mandíbula humana se contrajo incluso
más rápido, dejando prácticamente sin uso a las muelas del juicio y creando el
agolpamiento de dientes.

Conclusión:

Según los expertos, muchos rasgos de la nuestra anatomía operan bajo el radar
de la selección natural. En otras palabras por lo general no son lo suficientemente
problemáticos para afectar a la supervivencia de la persona antes de que llegue a
la edad de reproducción, por lo que siguen pasando de generación en generación
y algunos opinan que la muela del juicio y el apéndice acabarán desapareciendo,
ya que en ocasiones causan infecciones que pueden llegar a ser mortales.

Los científicos, expertos de la salud, las estadísticas y hasta los “brujos”, han
determinado repetidas veces que una de cada dos personas sufrirá de sobrepeso
en las próximas décadas. Una cifra bastante elevada, incluso en comparación con
los porcentajes actuales, el cual determina que padecemos una epidemia global
de obesidad.

Reflexionando un poco, podemos observar que a medida que avanzamos a nivel


tecnológico, también lo hacemos en sobrepeso. ¿Tendrá relación con el hecho
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que cada vez hacemos menos actividad y comemos más alimentos procesados?
¿El “facilismo” nos está engordando?

Todas las respuestas a estas preguntas y mas, podemos responderlas con solo
mirar un poco así atrás y ver como todos los aspectos de la vida van
“evolucionando” y nos van cambiando de diversas formas, todo esto es parte de
nuestra cultura.

Bibliografía:

Campillo Alvarez Jose Enrique/2007/La evolución humana y las enfermedades de


la opulencia: diabetes, hipertensión, arteriosclerosis/ “El mono obeso”/Drakontos
Bolsillo/ pag. 200- 235/ Barcelona.

Finch CE, CB Stanford/2004/Genes adaptados a dietas cárnicas y la evolución a


un lento envejecimiento de los seres humanos. / Centro de Gerontología Andrus,
del Departamento de Ciencias Biológicas, Universidad del Sur de California, Los
Angeles, California 90089, EE.UU.

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