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Los marxistas, nos dicen que la verdad es garantía de la felicidad “POSITIVISMO”. Para ellos el hombre
forma parte de la naturaleza y ella por el dinamismo interno hace avanzar a la especie. La especie a través de
esta relación con la naturaleza tiene que descubrir “la verdad” y utilizarla a su propio beneficio para alcanzar
mejores niveles de vida y asegurar su futuro.
En sí es absurdo cuestionar que la ciencia no nos permitió saber nada porque conocemos mucho más que
antes.
Es en el ámbito de la práctica donde se revelan mejor las carencias y deficiencias de la ciencia como
productora de conocimientos.
Pero las cosas hay que juzgarlas en función de sus propios objetivos. La ciencia moderna nació para que el
hombre dominara la naturaleza. Hoy la naturaleza está a punto de destruir a su presunto dominador.
Se esperaba que el hombre pudiera construir una ciencia, una ciencia más rigurosa que las ciencias
naturales. La promesa ha quedado incumplida.
LA CLAVE PARA COMPRENDER EL FRACASO: No se haya podido alcanzar el objetivo planteado por
Vico. ¿es una cuestión metodológica?
Recordemos la tesis central de este debate: vivimos o estamos a punto de vivir una situación abismal.
La perspectiva de que una especie está ante el abismo, es una perspectiva de innegable e inevitable
universalidad de fines y objetivos. Esto se debe a que simplemente al hecho de que todos los grupos
humanos comparten o están a punto de compartir una misma condición: la de la posibilidad efectiva de
extinción.
De otro lado, todos los sistemas de valores existentes no son aptos en la práctica para servir de base a
ningún proyecto cosmopolita. La filosofía diagnostica este problema como un producto del autocentrismo.
LA SOLUCIÓN: EL MULTICULTURALISMO
La preeminencia del modelo político moderno del estado-nación, implicó una fuerte
presión homogenizante. Las culturas “espontáneas” y nativas fueron erradicadas ora sometida en los
procesos de invención y creación de “nacionalidades”.
En muchos casos son las nacionalidades espontáneas las que afloran ahora con ímpetu contestatario y
autoafirmativo. Pero es al mismo tiempo obvio que tales ímpetus poco o nada pueden hacer frente a la
fuerza dominante de la época, que es la homogenización globalizante.
No se sabe hasta cuándo durarán estos conflictos, ni hasta que extremos pueden llegar.
La cultura dominante del futuro seguramente recogerá muchísimos elementos de las culturas actuales. Pero
su núcleo, su sentido vital, su dinamismo, tendrá características totalmente novedosas. Cualquier
diversificación posterior a la afirmación de esa nueva cultura universal, deberá hacerse como un proceso de
diferenciación tomando como punto de partida elementos
comunes básicos.
La creación de una nueva cultura deberá estar basada en una nueva concepción de la naturaleza de la
sociedad; deberá, a su vez, traducirse en la formulación de nuevas tablas y sistemas de valores.