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Neurociencia Florencio
Neurociencia Florencio
Afirma Eric Kandel (2000, 3-7) que la tarea de la Neurociencia es aportar explicaciones
de la conducta en términos de actividades del encéfalo, explicar cómo actúan millones
de células nerviosas para producir la conducta y cómo estas células están influídas por
el medio ambiente. Considera que su propósito principal es entender cómo el encéfalo
produce la marcada individualidad de la acción humana.
CAMBIOS ANCESTRALES
Para la mitología griega, Asclepio era el dios de la medicina, para los romanos,
Esculapio. Hijo de Apolo y Corónide, hermosa joven tesalonicense que la leyenda
marcó para siempre por infiel a su bello y arrogante dios. Disgustado y sin más, Apolo
la mató, rescató a su pequeño hijo de las entrañas maternas, y lo entregó al centauro
Quirón, famoso maestro de muchas andanzas.
Sin embargo, el pobre huérfano cometió un imperdonable pecado, curar a quienes los
dioses condenaban, y su abuelo Zeus, lo abatió de un rayo.
Los enfermos, a partir de entonces visitaban templos construidos para recordarlo, pero
con la originalidad de que este dios se les aparecía en sueños y prescribía sus
recetas, así es que esperaban su presencia en templos organizados por sacerdotes
que colocaban camas para atender estos encuentros. Allí se llevaba a cabo el “sueño
terapéutico” o “incubación”.
Asclepio tuvo numerosas hijas, entre las cuales sobresalían Higía (“Salud”), Yaso
(“médico”), y Panacea (“remedio contra todos los males”).
Lo recordaban como un anciano con un caduceo, bastón alrededor del cual aparecían
dos serpientes enroscadas, símbolo hasta nuestros tiempos de la medicina.
Para los griegos el tiempo era circular, por lo cual todo retornaba y conocer la historia
les permitía anticipar los hechos, de allí que concurrían muy seguido a los oráculos
para que les adelantara el curso de los hechos. El famoso Oráculo de Delfos (“el
ombligo del mundo”) también se asocia a Pitón, la serpiente que mata Apolo y entierra
en ese centro para que vaticine a los mortales su suerte.
Ese oráculo, también estaba dedicado a Temis, la Justicia, para indicar que era ella la
que debía estar instalada en el centro del mundo. Delfos tenía grabado en su frente
NOSCE TE IPSUM, (conócete a ti mismo), compendio de la sabiduría de un pueblo
que se proyecta en la historia de la humanidad y hoy recoge la neurociencia para tratar
de cumplir el sabio proverbio.
Vivimos una sociedad en que la única certeza es el cambio. Afirma Tom Peters (1989,
78): “los cambios establecen la volatilidad como norma”.
Y este cambio vertiginoso exige que los sistemas educativos evolucionen rápida y
permanentemente para que, a través de la formación del ser humano, las sociedades
encuentren las respuestas a los desafíos que se presentan. La crisis podrá ser
enfrentada solamente si se procura una mentalidad flexible que reduzca la resistencia
al cambio.
Hace apenas unas cuántas décadas, los sistemas educativos enseñaban las
destrezas que podían usar en el trabajo a través de toda la vida de un individuo. Hoy
día miles de personas realizan trabajos que ni siquiera existían cuando nacieron.
Seymour Papert (Papert, S.:1995, 34) afirma que la destreza más importante que
determina el patrón de vida de una persona es la habilidad de aprender nuevas
destrezas, de apropiarse de nuevos conceptos, de abordar nuevas situaciones, en fin:
de lidiar con lo inesperado.
PARADIGMAS Y EDUCACIÓN.
Debemos abrir las paredes de las aulas y dejar entrar la luz del nuevo conocimiento,
debemos conectar los espíritus infantiles con la solidaridad de los nuevos, siempre
eternos, valores. Debemos aportar las nuevas soluciones que exigen estos nuevos
marcos referenciales.
Fuente:
http://neuropedagogia.blogspot.com/