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com

GUERRA EN LOS BALCANES, 1991-2002

R. Craig Nation

Agosto de 2003
*****

Las opiniones expresadas en este informe pertenecen al autor y no reflejan


necesariamente la política o posició n oficial del Departamento del Ejé rcito, el
Departamento de Defensa o el Gobierno de los Estados Unidos. Este informe
está autorizado para su divulgació n pú blica; la distribució n es ilimitada.

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ISBN 1-58487-134-2

ii
CONTENIDO

Prefacio................................................................................................v

Prefacio..............................................................................................vii

Mapa de la regió n de los Balcanes..................................................viii

1. La regió n de los Balcanes en la política mundial.................................1

2. Los Balcanes en el corto siglo XX........................................................43

3. El estado de guerra: Eslovenia y Croacia, 1991-92.....................91

4. La tierra del odio: Bosnia-Herzegovina, 1992-95.....................149

5. Guerra y venganza en Kosovo, 1998-99..........................................223

6. Grecia, Turquía, Chipre...............................................................279

7. Los Balcanes entre la guerra y la paz...............................................325

Sobre el Autor........................................................................................379

Índice......................................................................................................381
PREFACIO

Este libro, del Dr. R. Craig Nation, fue escrito para abordar la
necesidad de una historia completa de las guerras de los Balcanes
provocadas por el colapso de la Federació n Yugoslava en 1991.
Estas guerras, y la inestabilidad que han provocado, se
convirtieron en preocupaciones para gestió n de la seguridad
internacional durante la dé cada de los noventa. Despué s de una
fase inicial de distanciamiento y vacilació n, el conflicto de los
Balcanes llevó a Estados Unidos y a sus aliados europeos má s
importantes a un compromiso abierto con la aplicació n de la paz,
la gestió n de conflictos y la consolidació n de la paz en la regió n,
con el importante apoyo de la
Ejercítio EE.UU. Estos esfuerzos aú n está n en marcha, y siguen
existiendo tensiones importantes y posibles focos de tensió n en la ex
Yugoslavia y en toda la zona del sudeste de Europa. Las lecciones
aprendidas de las nuevas guerras de los Balcanes y los éxitos y
fracasos del compromiso internacional y de Estados Unidos
proporcionan una base importante para los esfuerzos futuros para
gestionar conflictos regionales intratables.
El trabajo del Dr. Nation ha sido apoyado por una beca de
investigació n proporcionada por el US Army War College, y se
publica bajo los auspicios del Instituto de Estudios Estratégicos. La
Escuela de Guerra del EjércitoLa misió n principal es preparar a las
nuevas generaciones de líderes estratégicos para que asuman puestos
de responsabilidad dentro de las fuerzas armadas estadounidenses y
las ramas civiles del sistema de seguridad nacional. Esa misió n incluye
una seria confrontació n con las cuestiones de seguridad má s urgentes
de nuestro tiempo, para incluir la naturaleza del conflicto armado
contemporá neo y la naturaleza cambiante de la guerra misma. El
conflicto de los Balcanes de la década de 1990, como un caso de
estudio sobre el fracaso del estado y la guerra de intensidad media, la
gestió n e intervenció n de conflictos internacionales y el compromiso
militar de los EE. UU., Proporciona un marco excelente para plantear
preguntas bá sicas sobre la diná mica de la seguridad internacional en
los albores de un nuevo milenio. Guerra en los Balcanes,
Lamentablemente, habrá otras situaciones comparables en
té rminos generales.
resumen del violento declive y caída de la Yugoslavia socialista.
Las políticas de la comunidad internacional en el embrollo
yugoslavo han sido criticadas ampliamente por ineficaces. Sin
v
embargo, al final, después de añ os de inutilidad, el conflicto só lo
pudo ser contenido mediante una importante intervenció n militar
internacional encabezada por Estados Unidos.

vi
Estados y un compromiso multilateral a largo plazo con la
consolidació n de la paz después de los conflictos. Pocos desearían
plantear el resultado como un modelo a emular, pero debería ser
un caso del que podamos aprender.

DOUGLAS C. LOVELACE, JR.


Director
Instituto de Estudios Estratégicos
PREFACIO

El conflicto armado en el territorio de la ex Yugoslavia entre 1991


y 2001 se cobró má s de 200.000 vidas, dio lugar a atrocidades nunca
vistas en Europa desde la Segunda Guerra Mundial y dejó un legado
terrible de ruina física y devastació n psicoló gica. Con el teló n de fondo
del fin de la bipolaridad de la guerra fría, las nuevas guerras de los
Balcanes sonaron un contrapunto discordante a los esfuerzos por
construir un orden europeo má s armonioso, fueron una gran
vergü enza para las instituciones internacionales consideradas
responsables de la gestió n de conflictos y se convirtieron en una
preocupació n para el poderes preocupados por restaurar la
estabilidad regional. Después de má s de una década de hostilidades
intermitentes, el conflicto se ha contenido, pero solo como resultado
de importantes intervenciones externas y el establecimiento de una
serie de protectorados internacionales de facto.
La dé cada de 1990 vio numerosos conflictos regionales: Haití,
Colombia,
Tayikistá n, el Cá ucaso, Chechenia, Afganistá n, Nepal, Sri Lanka,
Oriente Medio, Somalia, Sudá n, Ruanda, Sierre Leone, Congo, que eran
comparables o, en algunos casos, má s destructivos que la guerra de
los Balcanes. Pocos de estos concursos han recibido algo como el
intenso escrutinio dedicado a los Balcanes, por razones buenas y
malas. Los Balcanes son parte de Europa y, por lo tanto, son má s
accesibles al escrutinio de los medios de comunicació n
internacionales y al compromiso de poderes externos que los
conflictos librados en regiones menos desarrolladas y accesibles. Las
atrocidades cometidas en los Balcanes no fueron ni má s ni menos
lamentables que las llevadas a cabo en conflictos paralelos en Á frica,
América Latina o Asia, pero fueron exhibidas de manera destacada y
ampliamente discutidas en reportajes televisivos. El impacto
resultante en la élite y la opinió n pú blica hizo que el conflicto de los
Balcanes fuera políticamente convincente: era una guerra que no
podía ignorarse. Los Balcanes han sido objeto de competencia política
internacional durante siglos, y muchas de las grandes potencias
europeas y euroasiá ticas tienen intereses de larga data en la regió n.
Una vez que se rompió el estancamiento del sistema de la guerra fría,
las percepciones tradicionales de interés resurgieron rá pidamente,
quizá s para sorpresa de las propias partes contendientes. Por lo tanto,
desde el principio, la guerra de los Balcanes fue moldeada por la
intervenció n de una gran potencia, ya sea en apoyo de aliados locales,
Una vez que se rompió el estancamiento del sistema de la guerra fría,
las percepciones tradicionales de interés resurgieron rá pidamente,
quizá s para sorpresa de las propias partes contendientes. Por lo tanto,
desde el principio, la guerra de los Balcanes fue moldeada por la
intervenció n de una gran potencia, ya sea en apoyo de aliados locales,
Una vez que se rompió el estancamiento del sistema de la guerra fría,
las percepciones tradicionales de interés resurgieron rá pidamente,
quizá s para sorpresa de las propias partes contendientes. Por lo tanto,
desde el principio, la guerra de los Balcanes fue moldeada por la
intervenció n de una gran potencia, ya sea en apoyo de aliados locales,
vii
i

Figura 1. Mapa de la región de los


Balcanes.
en nombre de la resolució n de conflictos, o con miras a los
beneficios a largo plazo que se derivarían del realineamiento
geopolítico en lo que todavía se consideraba una regió n mundial
estratégicamente relevante. El conflicto de los Balcanes formó
parte del fenó meno genérico de la transició n poscomunista en
Europa Central y Oriental en su conjunto, una dinámica con
importantes implicaciones para las relaciones
internacionales1.correctamente, se ha percibido como una especie de
campo de pruebas para los esfuerzos internacionales de gestió n de
conflictos en la era posterior a la guerra fría.
La guerra de los Balcanes también planteó preocupaciones sobre
el orden mundial. La causa fundamental del conflicto fue la
destrucció n de la federació n yugoslava multinacional como resultado
del surgimiento de un nacionalismo intolerante y excluyente entre sus
naciones constituyentes. ¿Có mo se pueden contener las explosivas
demandas de una política de identidad en un mundo donde el ideal del
Estado-nació n étnicamente puro es en gran parte un mito y las
agendas de autodeterminació n conservan un tremendo potencial
destructivo? El colapso de Yugoslavia dio lugar a una violencia política
que los actores locales demostraron ser incapaces de manejar. ¿Cuá l
es, si acaso, la responsabilidad de la comunidad internacional frente al
caos engendrado por los estados fallidos y la inestabilidad regional? y
¿qué instituciones internacionales está n mejor adaptadas para hacer
frente a tales responsabilidades? 2 El conflicto de los Balcanes
proporcionó ejemplos familiares de los desafíos éticos planteados por
la guerra moderna: falta de moderació n en conflictos civiles mal
controlados con un poderoso componente étnico o de civilizació n,
violencia sistemá tica contra los no combatientes elevado al estatus de
una estrategia para hacer la guerra, y los dilemas morales y legales de
una intervenció n efectiva en los casos en que las grandes potencias no
está n de acuerdo y las opciones claras entre “buenos y malos”
simplemente no está n disponibles. ¿La premisa de la intervenció n
humanitaria justifica la acció n preventiva en tales casos, incluso sin un
mandato de instancias internacionales vá lidas? ¿Ha evolucionado el
derecho internacional humanitario hasta el punto en que las
autoridades supranacionales habilitadas pueden hacer cumplir
eficazmente las normas de conducta, y esas normas también deben
imponerse a las partes intervinientes? Las consecuencias econó micas
del conflicto armado en los empobrecidos Balcanes, para los propios
beligerantes y para sus vecinos inmediatos, han sido particularmente

ix
graves. ¿Có mo se puede impulsar una agenda para la construcció n de
la paz, incluida la reconciliació n y la recuperació n econó mica, en á reas
histó ricamente marginadas que enfrentan una brecha de desarrollo
grande y cada vez mayor? Estas preguntas no son exclusivas de la
regió n en cuestió n, sino las formas en que y ¿deberían imponerse
también esas normas a las partes intervinientes? Las consecuencias
econó micas del conflicto armado en los empobrecidos Balcanes, para
los propios beligerantes y para sus vecinos inmediatos, han sido
particularmente graves. ¿Có mo se puede impulsar una agenda para la
construcció n de la paz, incluida la reconciliació n y la recuperació n
econó mica, en á reas histó ricamente marginadas que enfrentan una
brecha de desarrollo grande y cada vez mayor? Estas preguntas no
son exclusivas de la regió n en cuestió n, sino las formas en que y
¿deberían imponerse también esas normas a las partes intervinientes?
Las consecuencias econó micas del conflicto armado en los
empobrecidos Balcanes, para los propios beligerantes y para sus
vecinos inmediatos, han sido particularmente graves. ¿Có mo se puede
impulsar una agenda para la construcció n de la paz, incluida la
reconciliació n y la recuperació n econó mica, en á reas histó ricamente
marginadas que enfrentan una brecha de desarrollo grande y cada vez
mayor? Estas preguntas no son exclusivas de la regió n en cuestió n,
sino las formas en que ¿Ser reenviado en á reas histó ricamente
marginadas que enfrentan una brecha de desarrollo grande y cada vez
mayor? Estas preguntas no son exclusivas de la regió n en cuestió n,
sino las formas en que ¿Ser reenviado en á reas histó ricamente
marginadas que enfrentan una brecha de desarrollo grande y cada vez
mayor? Estas preguntas no son exclusivas de la regió n en cuestió n,
sino las formas en que

x
Se abordan en el caso de los Balcanes sentará precedentes con
repercusiones globales.
El conflicto de los Balcanes se ha convertido en el tema de una
pequeñ a biblioteca de reflexió n periodística y aná lisis académico. No
obstante, el presente estudio es una de las pocas interpretaciones
recientes que buscan considerar la guerra como un todo3. Se basa en
varios supuestos bá sicos sobre la naturaleza del conflicto y la forma
en que debe interpretarse.
Primero, la guerra se considera como una contienda ú nica y
prolongada con una ló gica estratégica consistente: la redistribució n de
pueblos y territorios dentro de la federació n yugoslava en colapso.
Aunque siempre fue un país en disputa, Yugoslavia había servido
durante muchos añ os como una fuente de estabilidad en los Balcanes
al proporcionar un marco para la cohabitació n positiva entre diversos
grupos étnicos y una alternativa al nacionalismo autodestructivo.4 Del
preludio en Eslovenia en 1991 , a través de los conflictos má s
destructivos en Croacia, Bosnia-Herzegovina y Kosovo entre 1992 y
1999, hasta el epílogo en Macedonia en 2000-2001, lo que prefiero
llamar la Guerra de Sucesió n Yugoslava ha consistido en esfuerzos
para afirmar la soberanía sobre el territorio en la ausencia de
cualquier tipo de acuerdo sobre có mo la federació n en colapso podría
haber sido reorganizada o desmantelada, sin recurrir a la fuerza.
Slobodan Milošević ha sido objeto de una censura especial por su
descarada manipulació n del nacionalismo serbio con el fin de
asegurar un control en el poder, y su disposició n a recurrir a la sangre
y el hierro con el fin de esculpir una gran Serbia del cuerpo de la ex
Yugoslavia, pero Milošević fue só lo uno de una generació n de líderes
post-Tito que optaron por jugar la carta nacionalista en sus
respectivas repú blicas a pesar de los intereses de los pueblos de
Yugoslavia en su conjunto. Aunque librada en nombre de soberanías
en competencia, la Guerra de Sucesió n Yugoslava fue esencialmente
una guerra civil, en la que conciudadanos se mataron unos a otros a
instancias de líderes despiadados y sin principios que luchan por el
poder y el dominio. Realmente ha sido una guerra sin vencedores.
Slobodan Milošević ha sido objeto de una censura especial por su
descarada manipulació n del nacionalismo serbio con el fin de
asegurar el control del poder, y su voluntad de recurrir a la sangre y el
hierro para arrancar una Serbia mayor del cuerpo de la ex Yugoslavia,
pero Milošević fue só lo uno de una generació n de líderes post-Tito
que optaron por jugar la carta nacionalista en sus respectivas
repú blicas a pesar de los intereses de los pueblos de Yugoslavia en su
conjunto. Aunque librada en nombre de soberanías en competencia, la
Guerra de Sucesió n Yugoslava fue esencialmente una guerra civil, en
la que conciudadanos se mataron unos a otros a instancias de líderes
despiadados y sin principios que luchan por el poder y el dominio.
Realmente ha sido una guerra sin vencedores. Slobodan Milošević ha
sido objeto de una censura especial por su descarada manipulació n
del nacionalismo serbio con el fin de asegurar el control del poder, y
su voluntad de recurrir a la sangre y el hierro para arrancar una
Serbia mayor del cuerpo de la ex Yugoslavia, pero Milošević fue só lo
uno de una generació n de líderes post-Tito que optaron por jugar la
carta nacionalista en sus respectivas repú blicas a pesar de los
intereses de los pueblos de Yugoslavia en su conjunto. Aunque librada
en nombre de soberanías en competencia, la Guerra de Sucesió n
Yugoslava fue esencialmente una guerra civil, en la que
conciudadanos se mataron unos a otros a instancias de líderes
despiadados y sin principios que luchan por el poder y el dominio.
Realmente ha sido una guerra sin vencedores.
En segundo lugar, aunque los combates estaban contenidos
dentro del territorio
de la ex federació n yugoslava, el impacto del conflicto no lo fue. La
guerra tuvo una dimensió n regional significativa, tanto en la regió n
del sudeste de Europa de la que Yugoslavia fue durante tanto
tiempo parte integral, como en Europa en su conjunto. La Guerra
de Sucesió n Yugoslava creó una crisis de orden regional y dio lugar
a lo que podría describirse como una nueva Cuestió n Oriental, con
los Balcanes
transformado nuevamente en una zona de inestabilidad cró nica.
Tambié n fue una crisis del orden europeo, el primer gran conflicto
armado en el continente desde 1945, incluidos abusos que la
mayoría creía que “nunca má s” se permitirían que ocurrieran, y un
desafío para el que la Europa institucional no estaba
dolorosamente preparada. La participació n tardía de Estados
Unidos fue en muchos sentidos producto de la diná mica residual
de la guerra fría que institucionalizó la dependencia europea de
El liderazgo estadounidense, así como la divisió n cró nica y la
ineficacia de la propia Europa como actor internacional. En la
actual coyuntura, la precipitada retirada de Estados Unidos no
sería una opció n positiva, pero a largo plazo la crisis de los
Balcanes solo se resolverá cuando se reduzca el papel de Estados
Unidos, y una mayor confianza en sí mismo y unificació n.Europa
acepta la regió n y sus problemas como propios.5 Este estudio hace
referencia frecuente a las perspectivas europeas sobre el conflicto,
que se presenta como, en esencia, un dilema europeo que exige
soluciones europeas.
En tercer lugar, se considera fundamental la dimensió n
internacional de la guerra. El fin del sistema de la guerra fría a partir
de 1989 pareció abrir nuevas perspectivas para el activismo de las
grandes potencias, y el desastre yugoslavo brindó una oportunidad
conveniente para poner a prueba mecanismos inactivos durante
mucho tiempo para la gestió n de crisis internacionales. Desde los
primeros días de las operaciones de combate en Eslovenia, el papel
activista de la comunidad internacional contribuyó de manera
importante a dar forma a los resultados. Incluso si la voluntad de
intervenir no se hubiera manifestado tan claramente, la diná mica del
conflicto en sí hacía imperativo cierto grado de compromiso
internacional. La opció n de "dejarlos pelear entre ellos" nunca fue tan
atractiva en la prá ctica como algunos la han percibido en
retrospectiva. La incapacidad de los actores locales para resolver sus
diferencias sin recurrir a las armas se reveló desde el principio, y el
conflicto planteó numerosos problemas de mayor importancia,
incluida la integridad de Europa, el futuro de la ONU y las operaciones
de mantenimiento de la paz patrocinadas por la ONU, la viabilidad de
la OTAN, las relaciones con la nueva Federació n de Rusia, el papel del
Islam militante y las relaciones entre Occidente y el mundo islá mico, y
las responsabilidades de la superpotencia estadounidense después de
la guerra fría. Había mucho en juego, y la elevació n durante el
conflicto de remansos provinciales como Vukovar, Knin, Srebrenica o
Račak al estatus de puntos focales de la diplomacia internacional no
fue incongruente. Este estudio examina la diná mica de la gestió n de
conflictos internacionales, analiza los éxitos y fracasos de la
comunidad internacional, y y el conflicto planteó numerosos
problemas de mayor importancia, incluida la integridad de Europa, el
futuro de la ONU y las operaciones de mantenimiento de la paz
patrocinadas por la ONU, la viabilidad de la OTAN, las relaciones con
la nueva Federació n de Rusia, el papel del Islam militante y las
relaciones entre Occidente. y el mundo islá mico, y las
responsabilidades posteriores a la guerra fría de la superpotencia
estadounidense. Había mucho en juego, y la elevació n durante el
conflicto de remansos provinciales como Vukovar, Knin, Srebrenica o
Račak al estatus de puntos focales de la diplomacia internacional no
fue incongruente. Este estudio examina la diná mica de la gestió n de
conflictos internacionales, analiza los éxitos y fracasos de la
comunidad internacional, y y el conflicto planteó numerosos
problemas de mayor importancia, incluida la integridad de Europa, el
futuro de la ONU y las operaciones de mantenimiento de la paz
patrocinadas por la ONU, la viabilidad de la OTAN, las relaciones con
la nueva Federació n de Rusia, el papel del Islam militante y las
relaciones entre Occidente. y el mundo islá mico, y las
responsabilidades posteriores a la guerra fría de la superpotencia
estadounidense. Había mucho en juego, y la elevació n durante el
conflicto de remansos provinciales como Vukovar, Knin, Srebrenica o
Račak al estatus de puntos focales de la diplomacia internacional no
fue incongruente. Este estudio examina la diná mica de la gestió n de
conflictos internacionales, analiza los éxitos y fracasos de la
comunidad internacional, y la viabilidad de la OTAN, las relaciones
con la nueva Federació n de Rusia, el papel del Islam militante y las
relaciones entre Occidente y el mundo islá mico, y las
responsabilidades posteriores a la guerra fría de la superpotencia
estadounidense. Había mucho en juego, y la elevació n durante el
conflicto de remansos provinciales como Vukovar, Knin, Srebrenica o
Račak al estatus de puntos focales de la diplomacia internacional no
fue incongruente. Este estudio examina la diná mica de la gestió n de
conflictos internacionales, analiza los éxitos y fracasos de la
comunidad internacional, y la viabilidad de la OTAN, las relaciones
con la nueva Federació n de Rusia, el papel del Islam militante y las
relaciones entre Occidente y el mundo islá mico, y las
responsabilidades posteriores a la guerra fría de la superpotencia
estadounidense. Había mucho en juego, y la elevació n durante el
conflicto de remansos provinciales como Vukovar, Knin, Srebrenica o
Račak al estatus de puntos focales de la diplomacia internacional no
fue incongruente. Este estudio examina la diná mica de la gestió n de
conflictos internacionales, analiza los éxitos y fracasos de la
comunidad internacional, y y la elevació n durante el conflicto de los
remansos provinciales como Vukovar, Knin, Srebrenica o Račak al
estatus de puntos focales de la diplomacia internacional no fue
incongruente. Este estudio examina la diná mica de la gestió n de
conflictos internacionales, analiza los éxitos y fracasos de la
comunidad internacional, y y la elevació n durante el conflicto de los
remansos provinciales como Vukovar, Knin, Srebrenica o Račak al
estatus de puntos focales de la diplomacia internacional no fue
incongruente. Este estudio examina la diná mica de la gestió n de
conflictos internacionales, analiza los éxitos y fracasos de la
comunidad internacional, y
intenta especificar las lecciones aprendidas.
Por ú ltimo, aunque el presente trabajo no pretende ser una
historia militar, se dirige una atenció n considerable a las
dimensiones específicamente militares y estratégicas del
conflicto.6 La complejidad particular de la rivalidad estraté gica
dentro de la ex Yugoslavia, con sus nacionalidades superpuestas,
rivalidades étnicas histó ricamente condicionadas, y mú ltiples
adversarios, ha llevado a los analistas a una inevitable
concentració n en la clasificació n de los detalles etnográ ficos. Pero
la Guerra de Sucesió n Yugoslava fue también un conflicto armado
de un tipo específico, quizá s mejor caracterizado por el general
Wesley Clark con la ambigua designació n de “guerra moderna” 7.
La divisió n cargada ideoló gicamente que definió a tantos de los
Los conflictos regionales de los añ os setenta y ochenta, impulsados
por organizaciones guerrilleras con diversos tipos de inspiració n
marxista-leninista y, por tanto, perfectamente subsumibles dentro de
la ló gica global de la Guerra Fría, se habían convertido en 1989 en una
cosa del pasado. Ya sea que la Guerra de Sucesió n Yugoslava se
caracterice mejor como un conflicto "étnico" generado por un
nacionalismo intolerante, o como una campañ a inspirada por
oportunistas sin principios para una divisió n del botín a raíz del
fracaso del Estado, planteó tipos de desafíos completamente nuevos.8
Como Un conflicto de mediana intensidad, librado en una zona
econó micamente convulsa y políticamente marginada, entre
beligerantes cuya capacidad militar no les permitía convertirse en
actores estratégicamente significativos, los temas en juego ya no eran
evidentemente vitales desde el punto de vista de una gran potencia.
En teatro la incapacidad de las fuerzas locales reunidas
apresuradamente, a veces mal disciplinadas, a menudo mal motivadas
y casi siempre inadecuadamente equipadas para imponer decisiones
estratégicas fue una receta para el estancamiento militar. El
mantenimiento de la paz tradicional de la ONU demostró ser
inadecuado para las demandas de un conflicto en el que solo se
prometían resultados con medidas robustas de imposició n de la paz,
pero faltaban la motivació n (en el caso de EE. UU.) Y los medios (en el
caso de Europa) para una intervenció n decisiva. Aunque era inevitable
cierto grado de participació n de las grandes potencias, el grado de
participació n que era apropiado, y específicamente la relevancia de la
intervenció n militar, rá pidamente se convirtieron en temas muy
controvertidos, y así han permanecido. Para Estados Unidos, como
ú nica potencia mundial con capacidad de proyecció n de poder
verdaderamente global, y para la alianza de la OTAN, El ú nico foro de
seguridad militarmente competente de Europa, el dilema estratégico
planteado por el conflicto de los Balcanes fue considerable. La OTAN
no podía simplemente ignorar los Balcanes, sino al igual que otras
instituciones europeas y euroatlá nticas.
estaba “lamentablemente desprevenido” para los problemas
posteriores a la guerra fría, y su compromiso tentativo y su
preferencia por medidas parciales o simbó licas diseñ adas para
contener los combates con bajo riesgo no resultaron má s efectivas
que el mantenimiento de la paz de la ONU.9 Al final, fue solo
cuando La incapacidad de la comunidad internacional para poner fin
al conflicto llegó a verse como políticamente perjudicial en
Washington porque se preparó una agenda para una acció n militar
decisiva. Las cuestiones que plantean estos acontecimientos son
importantes y de ninguna manera se limitan al caso de la ex
Yugoslavia. Es probable que el empleo de medios militares para
gestionar los conflictos regionales en las caó ticas circunstancias del
siglo XXI sea un problema de seguridad recurrente durante algú n
tiempo.
Los Balcanes se describen a menudo como un lú gubre remanso,
un
tierra de la política mundial ”, en palabras de un estudio posterior
a la Segunda Guerra Mundial,“ predestinado al conflicto que surge
de la heterogeneidad ”10.El estereotipo es falso, pero ha tenido una
influencia angustiosa en la configuració n de las percepciones del
conflicto balcá nico y su origen. Al fomentar el pesimismo sobre las
perspectivas de recuperació n, también puede hacer que sea má s difícil
mantener los compromisos de consolidació n de la paz después del
conflicto. Este libro busca refutar las explicaciones simplistas de los
"odios antiguos" examinando cuidadosamente las fuentes y la
diná mica del conflicto balcá nico en todas sus dimensiones. El capítulo
uno intenta definir a los Balcanes como una regió n y especificar los
tipos de tendencias histó ricas que llevaron a su marginació n en el
período moderno. El Capítulo Dos analiza la evolució n de la regió n
durante el corto siglo XX de Eric Hobsbawm, con especial énfasis en
las fortalezas y debilidades de la idea yugoslava y los proyectos
posteriores a la Segunda Guerra Mundial para una federació n
balcá nica ampliada. El capítulo tres trata sobre la larga crisis del
federalismo yugoslavo que siguió a la muerte de Josip Broz Tito en
1980, que culminó con las guerras de secesió n en Eslovenia y Croacia.
Los capítulos cuarto y quinto analizan los conflictos en Bosnia-
Herzegovina y Kosovo con la mirada puesta en el cará cter
problemá tico de las resoluciones impuestas por la intervenció n
internacional. El sexto capítulo sale de los confines de la antigua
Yugoslavia para centrarse en las relaciones greco-turcas y la cuestió n
de Chipre, consideradas piezas particularmente importantes del
rompecabezas regional balcá nico y cuestiones críticas en cualquier
programa a largo plazo para reformular el orden regional. En el
Capítulo Siete se examinan las secuelas de los conflictos de la década
de 1990, y se agrega un aná lisis del estallido de la violencia étnica en
Macedonia durante 2000-2001.
en el contexto má s amplio posible, con atenció n a variables
histó ricas, culturales, políticas y estratégicas. Esta es, diría yo, la
forma má s apropiada de aceptar el cará cter específico y el peso
histó rico de la guerra.
La Junta de Investigaciones y Publicaciones de la Escuela de
Guerra del Ejército de los EE. UU. Otorgó una generosa Beca de
Investigació n Temporal que me concedió un tiempo libre de las
responsabilidades docentes para que yo pudiera concentrarme en la
investigació n y la redacció n que hicieron posible este trabajo. En
particular, agradezco al ex Comandante del Colegio, General Robert
Scales, y al Director del Departamento de Seguridad Nacional y
Estrategia, Coronel Joseph Cerami, por su apoyo a la beca como parte
integral de la educació n militar superior y la disciplina de estudios
estratégicos. El Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de la
Fuerza Aérea de los Estados Unidos ofreció apoyo adicional para el
trabajo de campo en la regió n. Estoy en deuda con Stefano Bianchini y
mis colegas de la Red Internacional de Europa y los Balcanes y el
Centro de Estudios de Europa Central y Oriental y los Balcanes de la
Universidad de Bolonia. con quien luché por comprender los
problemas de los Balcanes durante toda la duració n de la guerra, y de
cuyas percepciones me he beneficiado enormemente, esté o no de
acuerdo con ellos. Agradezco especialmente a mis colegas los
Coroneles Alan Stolberg y Raymond Millen, por sus comentarios
cuidadosos y expertos sobre una versió n anterior del manuscrito. Las
conclusiones ofrecidas en el libro no reflejan necesariamente las
posiciones o políticas del Departamento del Ejército, el Departamento
de Defensa o el Gobierno de los Estados Unidos. Representan un
intento personal de darle sentido a una gran tragedia contemporá nea.
por su comentario cuidadoso y experto sobre una versió n anterior del
manuscrito. Las conclusiones ofrecidas en el libro no reflejan
necesariamente las posiciones o políticas del Departamento del
Ejército, el Departamento de Defensa o el Gobierno de los Estados
Unidos. Representan un intento personal de darle sentido a una gran
tragedia contemporá nea. por su comentario cuidadoso y experto
sobre una versió n anterior del manuscrito. Las conclusiones ofrecidas
en el libro no reflejan necesariamente las posiciones o políticas del
Departamento del Ejército, el Departamento de Defensa o el Gobierno
de los Estados Unidos. Representan un intento personal de darle
sentido a una gran tragedia contemporá nea.
NOTAS FINALES

1. El interesante trabajo de Marina Glamočak, La transició n guerrière


yougoslave, París: L'Harmattan, 2002, es uno de los pocos estudios que analiza este
aspecto del problema yugoslavo de forma sistemá tica.

2. Mary Kaldor caracteriza de manera ú til estos conflictos como "nuevas


guerras" poscomunistas ocasionadas por la diná mica de la globalizació n, que
"ocurren en situaciones en las que los ingresos estatales disminuyen debido al
declive de la economía, así como a la propagació n de la criminalidad, la
corrupció n y la ineficiencia , la violencia se privatiza cada vez má s como
resultado del creciente crimen organizado y el surgimiento de grupos
paramilitares, y la legitimidad política está desapareciendo ”. Mary Kaldor,
Guerras nuevas y viejas: violencia organizada en una era global, Stanford:
Stanford University Press, 1999, p. 5.
3. Ver Alessandro Marzo Magno, ed., La Guerra dei dieci anni. Jugoslavia 1991-
200: I fatti, i personaggi, le ragioni dei conflitti, Milán: il Saggiatore, 2001 y Hannes
Hofbauer, Balkan Krieg: Zehn Jahre Zerstö rung Jugoslawiens, Viena: ProMedia, 2001

4. La frase "país en disputa" es de Aleksa Djilas, The Contested Country:


Yugoslav Unity and Communist Revolution, 1919-1953, Cambridge, MA .: Harvard
University Press, 1991.

5. Véase Edward C. Meyer, "America, too, Needs Balkan Stability", The


International Herald Tribune, 12 de diciembre de 2002.

6. Los analistas de la Agencia Central de Inteligencia han elaborado una


historia militar detallada de los conflictos en Eslovenia, Croacia y Bosnia-
Herzegovina. CentralAgencia de Inteligencia, Oficina de Aná lisis Ruso y Europeo,
Balkan Battlegrounds: A Military History of the Yugoslav Conflict, 1990-1995, 2
vols., Washington, DC: Central Intelligence Agency, mayo de 2002. Sobre el conflicto
de Kosovo, véase Benjamin S. Lambeth, La guerra aérea de la OTAN para Kosovo:
una evaluació n estratégica y operativa, Santa Mó nica: RAND, 2001 y Bruce R.
Nardulli, Walter L. Perry, Bruce Pirnie, John Gordon IV y John G. McGinn, Disjointed
War: Military Operations in Kosovo, 1999, Santa Mó nica: Rand, 2002.

7. Wesley K. Clark, Librando una guerra moderna: Bosnia, Kosovo y el futuro


del combate, Nueva York: Asuntos pú blicos, 2001, pá g. 419.

8. Para la distinció n entre "codicia y agravio" como fuentes de guerra é tnica


ver Mats Berdal y David M. Malone, eds., Greed and Grievance: Economic Agendas in
Civil Wars, Boulder: Lynne Rienner, 2000, y Alex J. Bellamy, “Grievance and Greed”,
The World Today, abril de 2001, pá gs. 10-12.

9. Joyce P. Kaufman, OTAN y la ex Yugoslavia: crisis, conflicto y la Alianza


Atlá ntica, Lanham, MD: Rowman & Littlefield Publishers, Inc., 2002, p. 2.

10. Joseph S. Roucek, Política balcá nica: Relaciones internacionales en tierra de


nadie, Stanford: Stanford University Press, 1948, pá g. 4.
CAPÍTULO 1

LA REGIÓN BALCÁNICA EN LA POLÍTICA


MUNDIAL

A bordo del Orient Express.

Se ha vuelto comú n utilizar el término balcá nico como


sinó nimo de atraso e intolerancia. El relato má s leído e influyente
de la regió n escrito durante la década de 1990 la retrata como un
depó sito de sadismo y violencia, perseguido por los “fantasmas” de
una enemistad implacable.1 Un destacado diplomá tico europeo,
amargado por el fracaso de los esfuerzos de pacificació n en
Bosnia- Herzegovina, habla con desdén del tema de su mediació n
como "una cultura de violencia dentro de una civilizació n
encrucijada". 2 Incluso el novelista turco Nedim Gü rsel, un amigo
de la regió n cuya familia es originaria de los otomanosÜ skü b
(Skopje), lamenta que el odio entre pueblos condenados a convivir se
haya convertido en “el destino de los Balcanes” 3.
Tales atavismos podrían descartarse como fantasías
orientalistas si
no por dos hechos inconvenientes.4 En primer lugar, la percepció n de
los Balcanes como una regió n desgarrada por la violencia y las luchas
étnicas tiene una base objetiva. Desde el surgimiento de los primeros
movimientos de liberació n nacional entre los sú bditos cristianos del
Imperio Otomano a principios del siglo XIX, el sureste de Europa ha
sido una subregió n europea cró nicamente inestable.5 Los
enfrentamientos con los otomanos culminaron en las guerras de los
Balcanes de 1912-1913, y en las dos guerras mundiales del siglo XX
los Balcanes fueron un importante teatro de operaciones. Una fase de
equilibrio durante la Guerra Fría no pudo sostenerse después del
colapso del comunismo, y la nueva guerra de los Balcanes de la década
de 1990 ha sido el ú nico gran conflicto armado europeo desde 1945
(con la excepció n parcial de la guerra civil griega de 1945-1947). ,
realmente una continuació n de las luchas nacidas durante la Segunda
Guerra Mundial). En segundo lugar, incluso cuando son exageradas o
inexactas, las percepciones son importantes. El hecho de que los
Balcanes sean ampliamente considerados como un á rea de antiguos
odios, independientemente del mérito real que pueda tener el

1
argumento, ha moldeado y sigue moldeando el enfoque de la
comunidad internacional hacia la regió n y sus problemas.
¿Qué son los Balcanes? El término en sí, derivado del persa
a través del turco, originalmente referido a una casa alta o
montañ a. Fue incorporado a la frase "Península de los Balcanes"
por el

2
El geó grafo alemá n Johann August Zeune en 1808 para llamar la
atenció n sobre el terreno montañ oso de la zona, pero no se volvió de
uso comú n hasta mediados del siglo XIX. La connotació n peyorativa
que ha adquirido la designació n Balkan ha llevado a la resistencia a su
uso y, de alguna manera, el término má s neutral "Europa sudoriental"
es una alternativa preferible.6 Los Balcanes, sin embargo, son má s que
una extensió n peninsular de una mayor Europa. También es una zona
física y cultural distintiva que posee lo que Maria Todorova llama
“concreció n histó rica y geográ fica” 7.
La mayoría de las historias de los Balcanes modernos
comienzan con una definició n de la regió n basada en sus
características físicas. Los Balcanes está n constituidos como una
península, delimitada por los mares Adriá tico y Jó nico en el oeste,
el mar Egeo en el sur y el mar Negro en el este, y sus puertos de
escala han sido un foco de interacció n comercial desde la
antigü edad clá sica. Las á reas costeras y los grupos de islas
periféricas, con un fondo má s cosmopolita y un clima
mediterrá neo má s suave, pueden distinguirse de las regiones del
interior, que son predominantemente montañ osas, relativamente
aisladas y sujetas a patrones climá ticos continentales má s severos.
Barreras montañ osas paralelas a la costa y ausencia de ríos
navegablescortar el interior de los Balcanes del mar. A diferencia de
las penínsulas ibérica e italiana, divididas del corazó n europeo por los
Pirineos y los Alpes, los Balcanes se abren a Europa central a través
del valle del Danubio y a través de la llanura de Panonia.
Internamente, la regió n está fragmentada por una serie de cadenas
montañ osas: los Alpes Julianos en el norte, las montañ as Dinaric y
Pindus que se extienden dorsalmente a lo largo del flanco occidental
de la península, los Cá rpatos en el noreste, las montañ as de los
Balcanes (la cadena Haemus de la antigü edad clá sica). Corriendo de
este a oeste a través del corazó n de Bulgaria, y las montañ as Ró dope
paralelas a ellas en el sur má s allá del valle del río Maritsa y cayendo
hacia el Egeo. La falta de tierras bajas bien irrigadas y adecuadas para
la agricultura intensiva ha sido un impedimento para el crecimiento
de la població n.
Como un á rea expuesta y estratégicamente importante sin un
tradició n de un estado independiente, la península de los Balcanes ha
servido como un cinturó n de ruptura y un punto de confrontació n
entre los complejos de poder vecinos, una fuente, impuesta
externamente, de la propensió n a la violencia supuestamente un rasgo
indígena.9 Mar, río y
Las líneas de comunicació n terrestres que corren adyacentes a la
regió n y a través de ella atraviesan un puñ ado de cuellos de botella
críticos, que han sido cuestionados a lo largo de los siglos. La ruta
que sigue el valle del Danubio desde Europa Central hasta
Belgrado, y continú a por el valle del Morava hasta Niš, siempre ha
sido una arteria comercial y militar de fundamental importancia.
Desde Niš uno puedeContinú e hacia el sur a través de la cuenca
hidrográ fica hacia el valle del Vardar (Axios) que conduce al puerto
egeo de Tesaló nica, hacia el suroeste a través del paso de las
Termó pilas hacia el Á tica, o hacia el sureste a través del Paso
Dragoman hasta Sofía, hacia el valle del Maritsa hasta Plovdiv y
Edirne. , y má s allá a través de la llanura tracia hasta Estambul. No
existe un corredor natural que une el Adriá tico con el interior de los
Balcanes, aunque los romanos construyeron una carretera de este a
oeste que atraviesa los Balcanes del sur a partir del añ o 146 d.C. Esta
Via Egnatia era una extensió n, má s allá del Adriá tico, de la gran Via
Appia romana que unía Roma con Brindisi. Partió de lo que hoy es el
puerto albanés de Durrës a través de un terreno montañ oso a través
de Elbassan, pasando por el lago Okhrid y Bitola, y luego hasta
Tesaló nica. Los proyectos de desarrollo contemporá neos presentan
esfuerzos para recrear el corredor romano como una red de
carreteras moderna. Las arterias norte-sur y este-oeste atraviesan la
misma encrucijada estratégica crítica en la actual Repú blica de
Macedonia.
Líneas de comunicació n marítima a travé s del Estrecho de
Turquía y el
El estrecho de Otranto, paralelo a la costa de Anatolia, incluido el
grupo de islas del Dodecaneso, y a lo largo de las costas de Albania
y Grecia, ha sido un foco de rivalidad estratégica en los tiempos
modernos, y el Escenario de una larga lista de famosos encuentros
navales.10 Estambul posee un magnífico puerto natural, y los puertos
griegos de Tesaló nica y El Pireo son rivales amistosos como puertos
comerciales en el Mediterrá neo oriental. El norte del Adriá tico incluye
puertos ú tiles en Trieste, Koper, Rijeka y Split, que hasta cierto punto
han competido por el trá fico comercial que une el Adriá tico con las
capitales centroeuropeas de Viena y Budapest. Má s al sur, el puerto de
Kotor (en el Golfo de Kotor en Montenegro) es la ú nica salida al mar
de la Serbia moderna. Albania posee varios anclajes adecuados que,
sin embargo, son lamentablemente inadecuados en términos de
infraestructura. La desintegració n de la Yugoslavia moderna ha hecho
que el acceso al Adriá tico sea un tema especialmente importante para
Serbia, Macedonia y Bosnia-Herzegovina sin litoral.
La situació n geográ fica de los Balcanes lo ha convertido en un punto
obligado
de paso para inmigrantes e invasores que se desplazan entre Asia
Menor y Europa. Siglos de reflujo y reflujo han convertido a la
regió n en una de las má s diversas del mundo, con distintos grupos
étnicos, lingü ísticos y confesionales que a menudo viven
entremezclados o en estrecha proximidad. El ejemplo clá sico de la
interculturalidad balcá nica fue una vez Bosnia-Herzegovina, donde
antes del estallido de la guerra en 1992 solo dos ciudades podían
reclamar una composició n étnica "pura" con una sola comunidad
que representaba má s del 90 por ciento de los habitantes, ninguno
de los veinticinco distritos má s grandes poseían una comunidad
dominante que representaba má s del 50 por ciento de la
població n, y la tasa de matrimonios mixtos entre comunidades
excedía el 25 por ciento (40 por ciento en áreas urbanas). A pesar
de los estragos de la "limpieza étnica" durante la dé cada de 1990,
los Balcanes siguen siendo un depó sito de culturas distintivas que
coexisten en estrecha proximidad. Gestionar yLa organizació n de la
geografía humana diversa de la regió n es un desafío estratégico
bá sico.11
Las cuentas de origen nacional son controvertidas en los
Balcanes,
porque a menudo se utilizan para justificar reivindicaciones
territoriales. Varios pueblos de los Balcanes afirman descender de
los primeros habitantes conocidos de la regió n, aunque las
afirmaciones a veces se cuestionan por motivos científicos o por
nacionalidades rivales que buscan demostrar que "estuvimos aquí
primero". Los albaneses hablan un idioma indoeuropeo distintivo
y pueden ser los antepasados de los antiguos ilirios, una
comunidad tribal de la Edad del Hierro con raíces en el á rea entre
el valle del río Morava y el Adriá tico. Los ilirios compartieron la
península con los tracios, un grupo indoeuropeo que se cree que
estableció una comunidad organizada al norte del Danubio en el
siglo V a.C. y puede ser los antepasados lejanos de los valacos de
hoy, un pueblo pastoril esparcido por Yugoslavia, Albania. y Grecia,
que habla un dialecto latino cercano al rumano. Los rumanosellos
mismos argumentan descendencia de los dacios, una rama de la tribu
tracia que fue conquistada para Roma por el emperador Trajano en
106
AD y posteriormente, de acuerdo con las interpretaciones nacionales
rumanas,
transformado por matrimonios mixtos en una amalgama
“Romano-Dacia”. Los griegos modernos reclaman la herencia de
los helenos de la antigü edad clá sica.12 Las tribus eslavas
comenzaron a emigrar a los Balcanes en el siglo VI, pero se
necesitaron siglos antes de las distinciones modernas entre varias
ramas de la familia eslava del sur (esloveno, croata, serbio,
macedonio). , y bú lgaro) evolucionaría. Los protobú lgaros que
llegaron al sur de los Balcanes en el
El siglo VII eran tribus turcas que eventualmente serían asimiladas
por la mayoría eslava local. Segú n algunos relatos, los serbios y
croatas originales tambié n pueden haber sido tribus
merodeadores de origen iraní que fueron asimiladas
gradualmente. Las comunidades musulmanas eslavas de hoy (los
musulmanes de Bosnia-Herzegovina, los pomaks de Bulgaria y
Grecia, los torbeši y Čtaci de Macedonia, los goranci de Kosovo y
otros grupos) son el producto de la conversió n durante el período
medieval.13 Estos grupos también son a veces caracterizadas
como comunidades nacionales, aunque se distinguen de sus
vecinos por su orientació n confesional má s que por su origen
étnico o nacional.14
Las comunidades étnicas modernas a menudo está n
fragmentadas por conflictos
afiliaciones nacionales o subregionales. Los montenegrinos suelen ser
considerados una rama de la familia serbia, pero existe un
considerable apoyo local para una identidad independiente. Los
albaneses se dividen a lo largo de la línea del río Shkumbi en una
comunidad tosk en el sur y una comunidad Gheg en el norte, que se
distinguen por diferencias en el dialecto y las estructuras
socioeconó micas. Los macedonios eslavos viven dentro de Macedonia
propiamente dicha, la regió n de Pirin Macedonia de Bulgaria y el norte
de Grecia. Los moldavos son prá cticamente rumanos, pero con una
tradició n estatal independiente y una identidad nacional. Numerosas
comunidades minoritarias con identidades locales distintivas también
ocupan nichos regionales. La má s dispersa es la comunidad romaní
(gitana), cuyas raíces se extienden por toda la regió n de los Balcanes.
Histó ricamente, los romaníes de los Balcanes han sido objeto de
discriminació n,
Los Balcanes se describen comú nmente como un punto de
intersecció n
entre las principales religiones monoteístas del mundo: las ramas
cató lica romana y ortodoxa oriental de la fe cristiana, el islam y los
restos de lo que alguna vez fueron importantes comunidades judías en
centros urbanos como Estambul, Sarajevo y Tesaló nica. Los eslovenos
y croatas son predominantemente cató licos, aunque Eslovenia
también contiene una minoría protestante, representada de manera
destacada por el actual presidente Milan Kučan. En Serbia, Macedonia,
Grecia, Rumania y Bulgaria predominan las ramas autocéfalas de la
ortodoxia oriental. Turquía es un estado laico, pero la inmensa
mayoría de sus ciudadanos (má s del 95 por ciento) profesa el Islam.
Aproximadamente el 80 por ciento de la població n albanesa de los
Balcanes es islá mica, pero también hay una minoría cató lica en el
norte montañ oso de Albania propiamente dicho, y
una minoría ortodoxa en las zonas sur y central. Los musulmanes
de Bosnia-Herzegovina representan la comunidad musulmana
eslava má s grande de la zona, y la Yugoslavia titista les otorgó el
estatus de nació n constituyente en 1961. Las pequeñ as
comunidades turcas también se encuentran dispersas por todo el
sur de los Balcanes.
La divisió n confesional ha sido un componente importante de
los combates que han traumatizado a la ex Yugoslavia desde 1991.
Algunos Los analistas han intentado interpretar el conflicto sobre la
base de la tesis del “choque de civilizaciones” de Samuel Huntington,
segú n la cual la rivalidad estratégica má s allá de la bipolaridad de la
guerra fría se concentrará a lo largo de las “líneas divisorias” que
dividen zonas de civilizació n distintivas esencialmente definidas por
la orientació n confesional.16 Tesis de Huntington ha sido
ampliamente criticado, tanto por su tendencia a transformar las
diferencias entre civilizaciones en barreras absolutas e
infranqueables, como por su tendencia a imponer contornos
geográ ficos fijos y arbitrarios sobre lo que en realidad son patrones
complejos de interacció n cultural. En los Balcanes, la religió n
organizada ha sido uno de los muchos factores que promueven el
conflicto, pero también ha servido como una fuerza para la empatía y
el entendimiento mutuo. En cualquier caso, la diversidad religiosa es
una parte importante de la especificidad cultural de la regió n.
El alcance de las diferencias que definen la interculturalidad
balcá nica
no debe ser exagerado. Los pueblos eslavos del sur hablan idiomas
estrechamente relacionados y mutuamente comprensibles, má s
estrechamente relacionados que la variedad de dialectos latinos
que se hablan a lo largo de la península italiana. Las comunidades
musulmanas croatas, serbias y bosnias se distinguen por poco má s
que una orientació n confesional heredada o elegida y patrones de
autoidentificació n subjetiva18. -comunidades nacionales
inspiradas en lo que son, o deberían ser, sistemas de creencias
profundamente humanos. Fuera de las á reas eslavas de la regió n,
griegos, turcos, rumanos y (quizá s en menor medida) albaneses
han establecido tradiciones estatales. La gestió n de la diversidad
en la regió n debe considerarse un desafío, pero ciertamente no es
imposible. Desde la perspectiva de la geografía política, los
Balcanes pueden definirse como una parte integral de la gran
Europa, perotambién como una subregió n relativamente autó noma
con un contorno geográ fico claro, un trasfondo histó rico distinto y un
ambiente cultural específico. Los conflictos de la ú ltima década han
centrado la atenció n en los numerosos problemas de la regió n. Sus
logros y potencial son
también digno de menció n.
Los relatos tradicionales enfatizan la importancia estraté gica
de los Balcanes como puente terrestre entre los continentes
europeo, asiá tico y africano, y como una manzana de discordia
dentro del sistema de equilibrio de poder europeo. En té rminos
geoestratégicos clá sicos, muchos de los activos de la regió n han
perdido importancia. Los medios de comunicació n modernos
hacen que la capacidad de transitar por la regió n sea menos vital
que antes. Los recursos estratégicos críticos no está n en juego. Las
economías nacionales de la regió n son débiles y su atractivo como
mercados potenciales es limitado. Ningú n poder local, con la
excepció n de Turquía, está en condiciones de generar fuerzas
militares estraté gicamente relevantes, y el compromiso en la
regió n por parte de actores externos ya no amenaza con alterar los
equilibrios continentales o globales. No obstante, los Balcanes
siguen siendo estratégicamente relevantes. Como parte de Europa,
La inestabilidad en la regió n afectará inevitablemente las
relaciones de las grandes potencias. El estrecho de Turquía y toda
la regió n del Mediterrá neo oriental han ganado una nueva
relevancia como el té rmino de posibles rutas de oleoductos de este
a oeste que transportan recursos de petró leo y gas natural desde el
centro petrolero del Caspio a los mercados internacionales19.El
resultado de una rivalidad civilizatoria abierta a lo largo de las fallas
de los Balcanes es potencialmente bastante grande. Y el estrecho de
Otranto de sesenta millas de ancho entre Albania y Puglia se ha vuelto
sensible como un conducto para el trá fico delictivo y los botes que
buscan un punto de entrada a la Unió n Europea.
La famosa línea de tren Orient Express, inaugurada en este
ú ltimo
décadas del siglo XIX para vincular las capitales de Europa occidental
con Estambul, fue bautizada con referencia tanto a su término como a
su itinerario. Desde que el término Balcanes entró en uso comú n, la
regió n ha sido vista como una zona de transició n que abarca "una
diferencia fundamental aceptada entre Oriente y Occidente" .20 El
cará cter distintivo de los Balcanes como subregió n europea es sin
duda un producto de la cultura afiliaciones y normas sociales
derivadas de la participació n en las experiencias de Europa central y
otomana. Pero Oriente y Occidente no son categorías mutuamente
excluyentes. La interacció n histó rica real a lo largo de las llamadas
fallas que atraviesan la regió n ha sido al menos tan definida por la
influencia recíproca y la convergencia como por la confrontació n y la
hostilidad21.
cultura de Europa central o del oeste del continente, pero una
unidad caracterizada por una civilizació n homogénea a pesar de
las divisiones ocasionadas por diferencias culturales, religiosas,
histó ricas o políticas. ”22 Los esfuerzos para deconstruir los Balcanes
sobre la base de distinciones civilizacionales falsas y ofensivas, o para
cooptarlos como una extensió n periférica de la Europa fundamento de
la violencia de la ú ltima década. La gestió n eficaz de los conflictos y la
consolidació n de la paz después de los conflictos deben
eventualmente volver a los proyectos de integració n regional basados
en afinidades compartidas y un legado comú n.

El mundo de la luz.

En el relato de Homero sobre los orígenes fenicios de Europa,


Zeus, disfrazado de toro nadador, secuestra a Europa, la hija del
rey de Tiro, y la lleva a la isla de Creta, donde le da a luz un hijo, el
rey Minos. La leyenda llama la atenció n sobre las fuentes asiáticas
de la civilizació n griega de la época clá sica, para las cuales elel
Mediterrá neo oriental proporcionó el escenario. Se cree que los
pueblos indoeuropeos, algunos de los cuales hablaban una variante de
la lengua griega, emigraron a la zona a fines del tercer milenio antes
de Cristo. Desde el comienzo del segundo milenio, las civilizaciones
minoica y micénica de Creta y la Grecia continental inició una
tradició n de civilizació n que era distinta de las que la habían
precedido en el Creciente Fértil y Egipto.24 La colonizació n dó rica en
las á reas septentrionales del Egeo y el Adriá tico comenzó en los siglos
VIII y VII a.C., lo que llevó al florecimiento cultural de la cultura griega
clá sica. polis (ciudad-estado) en la Atenas del siglo quinto. Estos son
los cimientos de lo que se ha dado en llamar Civilizació n Occidental.
En 336-323 a. C. Alejandro de Macedonia ("el Grande") hizo a un
lado
los restos del sistema de ciudades-estado griego y utilizó los Balcanes
como base para una campañ a de conquista que penetró en el corazó n
de Asia. En el transcurso del siglo II, Macedonia cayó a su vez ante el
poder en expansió n de Roma, que transformó gradualmente los
Balcanes en una serie de provincias romanas. Los romanos
subyugaron estratégicamente al mundo griego, lo absorbieron
políticamente y obtuvieron una gran ventaja econó mica del control de
las rutas comerciales que conducían hacia el este hasta el Mar Negro.
También adoptaron la cultura indígena de la regió n, la civilizació n
helenística del Oriente griego. El helenismo, basado en el legado social
y político de la civilizació n griega clá sica, pero también una tradició n
viva que absorbió nuevas influencias y continuó
evolucionar a lo largo de los siglos, se convirtió en una de las
primeras fuentes de diferenciació n entre Oriente y Occidente.25
El mundo helenístico fue absorbido gradualmente por el
Imperio Romano de Oriente, centrado en la ciudad de
Constantinopla, con su situació n estratégica incomparable en un
promontorio en la confluencia del Bó sforo y el Mar de Má rmara.
Constantinopla fue inaugurada el 11 de mayo de 330, en el sitio de
la antigua ciudad fortaleza de Bizancio, y bautizada en honor del
emperador Constantino como "Nueva Roma que es
Constantinopla". La divisió n formal del Imperio Romano en ramas
occidentales y orientales ocurrió al final del reinado del
emperador Teodosio Flavio en 395. Después del saqueo de la
Ciudad Eterna y la abdicació n de Romulus Augustulus en 476, el
título de emperador en Occidente fue Permitido que caduque. Sin
embargo, durante casi mil añ os, hasta la llegada de los
conquistadores otomanos en 1453, una sucesió n de emperadores
romanos ejerció un poder autocrá tico en la política bizantina que
trasladaría el legado del derecho y la civilizació n romanos a lo
largo de la Edad Media europea. El idioma griego, la
administració n romana, el espíritu cristiano, influenciado por
importantes préstamos de Oriente, el Imperio Oriental se volvió
cada vez má s consciente de sí mismo y autó nomo a medida que el
poder romano en Occidente se desvanecía.
Durante siglos, la frontera norte del Imperio Bizantino fue
aproximadamente dibujada en la línea del Danubio. La regió n de los
Balcanes del norte era una zona fronteriza, donde las comunidades
tribales indígenas a veces lograban afirmar su independencia de la
autoridad bizantina, pero má s a menudo aceptaban varios grados de
dependencia y subordinació n.26 El imperio asimiló estas
comunidades culturalmente. Como consecuencia, la experiencia
bizantina se convirtió en la base de la identidad balcá nica moderna.
Políticamente, el imperio era una teocracia cuyo gobernante, el
Basileus, también estaba a la cabeza de la Iglesia Oriental. Legó una
tradició n de gobierno autocrá tico y de ceseropapismo, una unió n
de autoridad secular y espiritual que alentaría la definició n de la
identidad nacional sobre la base de la orientació n confesional. El
griego se convirtió en el idioma del comercio, la administració n y
la cultura, pero el imperio era un vasto complejo que incluía una
amplia gama de comunidades é tnicas y lingü ísticas. Sus
ciudadanos se llamaban a sí mismos romanos (Rô maioi) y se
definían por la lealtad a un ideal de civilizació n, al concepto del
imperio como un todo ecumé nico má s allá de cuyos límites se
extendía el mundo de la barbarie. Estos halagadores
las imá genes no eran del todo falsas, hasta la captura de
Constantinopla por los caballeros merodeadores de la Cuarta
Cruzada en 1204 la ciudad era el centro indiscutible de la civilizació n
europea. Estratégicamente, el imperio sirvió como bastió n defensivo
de la idea de Europa contra la invasió n del sur y del este. "Si los
sarracenos hubieran capturado Constantinopla en el siglo VII en lugar
del XV", escribe John Norwich, de manera algo provocadora, "toda
Europa, y América, podría ser musulmana hoy" .27 Econó micamente,
Bizancio era una civilizació n comercial cuya unidad monetaria basada
en el oro fue la base del comercio en el Mediterrá neo oriental durante
siglos.
La autonomía política, la prosperidad material y la unidad
estratégica se convirtieron en la base de la especificidad cultural,
reflejada sobre todo en el papel dominante de la Iglesia Ortodoxa
Oriental. El imperio persiguió una vocació n misionera: los hermanos
Cirilo y Metodio, que partieron de Tesaló nica en el siglo IX para llevar
una lengua escrita y el mensaje del evangelio a las tribus eslavas de
Europa Central y los Balcanes, fueron enviados como representantes
de la Emperador, y bajo su égida, el cristianismo oriental se convirtió
en la fe de una vasta regió n que se extendía desde los Balcanes hasta
la llanura rusa y el Cá ucaso. En 1054 se produjo un cisma formal entre
las Iglesias orientales y occidentales, pero fue solo un paso en el
camino de un largo proceso de separació n. Muchas de las diferencias
entre las dos comunidades eran superficiales. Pero la Iglesia Oriental
se negó a reconocer la hegemonía espiritual del Papado y se adhirió al
ideal de una comunidad cristiana gobernada por sus obispos en la
tradició n de los siete Concilios Ecuménicos de la Iglesia primitiva. La
espiritualidad ortodoxa, basada en la belleza ú nica de la liturgia
oriental y una visió n de unió n mística con el Espíritu Santo,
evolucionó de una manera distinta a la de la Iglesia occidental.
Bizancio eventualmente declinaría y caería, pero la política
tradiciones del imperio, sus contribuciones al desarrollo social y
cultural, y el papel integrador de la Iglesia Ortodoxa dejaron
legados poderosos. Las percepciones contemporá neas de los
Balcanes como periféricos y atrasados deben al menos estar
condicionadas por la conciencia de la tradició n de la que son
herederos. El panegírico de Steven Runciman a la Constantinopla
bizantina como "el centro del mundo de la luz" contra el contraste
de la Edad Media europea es exagerado, pero no del todo
desprovisto de sentido.28
La migració n masiva de tribus eslavas a los Balcanes durante los
siglos VI y VII correspondió a una fase de debilidad bizantina.
y pé rdida de control. El Basileus Nicephoros I murió en la batalla
contra el gobernante proto-bú lgaro Khan Krum en 811,
estableciendo al Primer Imperio Bú lgaro como un rival estratégico
en las fronteras del norte del imperio. El estado medieval bú lgaro
alcanzó su punto culminante bajo el zar Simeó n el Grande (893-
927), cuyos ejércitos amenazaron brevemente a Constantinopla.29
Pero la marea cambió y con la derrota de losBú lgaros a manos del
emperador Basilio II (apodado Bulgaroctonos, "el asesino de
bú lgaros") en 1018, toda la península de los Balcanes quedó bajo el
control directo de Constantinopla. La clá sica Historia del Estado
bizantino de George Ostrogorsky plantea el reinado de Basilio II como
el apogeo del imperio, “seguido de un período de decadencia en el que,
en su política exterior, Bizancio vivió del prestigio ganado en la época
anterior y en casa dio juego a todos los fuerzas que conducen a la
desintegració n ". 30
Una fuente de declive fue intensificació n de la presió n
estraté gica. Para 1071
los normandos habían conquistado Bari, el ú ltimo bastió n del
poder bizantino en Italia, y en el mismo añ o el Selçuk Sultan
Alparslan derrotó al ejército bizantino de Romanus Diogenes en la
batalla de Manzikert, abriendo una ruta hacia el oeste hacia
Anatolia. En 1082, la ciudad mercantil de Venecia, todavía
técnicamente un sú bdito del imperio, estableció la independencia
de facto mediante la negociació n de una Carta de Privilegios. De
ahora en adelante, La Serennissima sería una peligrosarival
comercial y estratégico. El 18 de noviembre de 1094 en el Concilio de
Clermont, el Papa Urbano II abrió la era de las Cruzadas, y la Primera
Cruzada pasó por el puesto de avanzada imperial de Belgrado en
1096.31 En los siglos siguientes, una serie de campañ as promovidas
por la Iglesia Occidental socavaría el imperio. comercialmente al abrir
rutas comerciales alternativas entre el mundo á rabe y Occidente, y
traer una serie de ejércitos francos al corazó n del reino bizantino. En
1204, impulsados por el dux de Venecia, los caballeros de la IV
Cruzada se apoderaron de Constantinopla, destrozaron los tesoros
artísticos de la ciudad y establecieron un reino latino de corta
duració n de Constantinopla de 1204 a 1261.
En la zona de los Balcanes, la presió n externa y la sobreextensió n
estratégica
dejó espacio para el surgimiento de principados feudales
autó nomos. El reino croata de los reyes Tomislav (910-929),
Krešimir IV (1058-1074) y Zvonimir (1075-1089) se convirtieron al
cristianismo occidental y se aseguraron una autonomía limitada al
aceptar una Pacta Conventa con Hungría en 1102, subyugando a
Croacia a la corona de San Esteban a cambio de un grado de
autogobierno bajo un gobierno indígena.
príncipe o proscripció n. En 1185, una rebelió n local estableció
Turnovo como la capital de un segundo imperio bú lgaro, que a
fines del siglo XIII aceptó brevemente la soberanía del imperio
tá rtaro en expansió n de Batu Khan. En 1219 Stefan Nemanja (San
Sava) obtuvo la autocefalia para la Iglesia Ortodoxa Serbia y sentó
las bases de la gran dinastía Nemanja que controlaría gran parte de
los Balcanes del sur en su culminació n con el reinado de Stefan
Dušan (1331-1355). En Valaquia y Moldavia surgieron principados
rumanos independientes como resultado de la fusió n deunidades
má s pequeñ as bajo los príncipes Basarab (1310-1352) y Bogdan I
(1359-1365). Un gran reino de Bosnia también vio la luz durante el
siglo XIV, y alcanzó su punto má ximo bajo el mando de Roman Tvrtko
(1353-1391), coronado en 1377 como el "rey de los serbios, bosnios y
croatas". A pesar de los mejores esfuerzos de los nacionalistas del
siglo XX por reescribir el pasado al servicio del presente afirmando
una tradició n nacional gloriosa e ininterrumpida que se remonta a la
Edad Media, se trataba de dinastías medievales, no estados nacionales
modernos en ningú n sentido del término, unidos entre sí. por lealtad a
una familia gobernante má s que por afinidad étnica, cultural o
lingü ística.32 El surgimiento de tales reinos se convirtió en un reflejo
del declive de Bizancio. En 1425, la població n de Constantinopla se
había reducido a poco má s de 50.000,

Bajo el yugo.

El poder que eventualmente reemplazaría al imperio en


quiebra se originó como una de las varias tribus turcas que habían
emigrado. en Anatolia en los siglos precedentes. Hay una reserva de
monedas supervivientes estampadas con el nombre del gobernante
Osman que data de la década de 1280, aproximadamente la época en
que los turcos de Osmali, u otomanos, se trasladaron al oeste de
Anatolia para escapar de la subordinació n a los descendientes
mongoles de Genghis Khan. En 1354, los otomanos habían cruzado el
Estrecho hacia los Balcanes y habían lanzado una campañ a de
expansió n inspirada en la ideología de gazavat o guerra santa. Sin la
barrera defensiva proporcionada en siglos anteriores por un potente
Bizancio, los principados feudales de los Balcanes de la Baja Edad
Media no estaban en condiciones de resistir. En 1371, los ejércitos
predominantemente eslavos fueron derrotados por los otomanos en
Maritsa, y en 1389 lucharon hasta detenerse en la famosa batalla de
Kosovo Field fuera de la moderna
Pristina. El dominio otomano.34 El proceso ya estaba muy avanzado
cuando el sultá n Mehmed Fatih ("el Conquistador"), después de un
asedio de siete semanas, finalmente rompió las famosas murallas de
Constantinopla y sometió la ciudad el 24 de mayo de 1453.35 Durante
la mayor parte de los cinco siglos posteriores , hasta el colapso del
dominio otomano en Europa en las guerras de los Balcanes de 1912-
1913, los Balcanes fueron gobernados desde la capital renombrada de
Estambul como parte integral del Imperio Otomano.36
El legado otomano es otro pilar de la modernidad balcá nica
identidad. En la arquitectura, la mú sica, el idioma, la cocina y las
costumbres sociales, los puntos en comú n derivados de los siglos
otomanos continú an proporcionando los elementos de un
ambiente cultural distintivo que es inconfundible, aunque no
fá cilmente definido. Sin embargo, la sustancia histó rica de la
experiencia otomana y su importancia para los propios pueblos de
los Balcanes son amargamente controvertidos37.
”Escribió el novelista bosnio y ganador del premio Nobel Ivo
Andrić en un pasaje que refleja bastante las actitudes regionales,“ no
podía traer ningú n contenido cultural o sentido de misió n histó rica
superior, incluso a aquellos eslavos del sur que aceptaron el Islam;
para sus sú bditos cristianos, su hegemonía brutalizó la costumbre y
significó un paso atrá s en todos los aspectos ”38.
Tales juicios eran una respuesta inevitable a las percepciones de
dominació n imperial. Hacen poca justicia a la sofisticació n de las
instituciones otomanas o a los importantes logros del imperio.
Bajo Mehmet II (1451-1481), el imperio ya había emergido como
la potencia dominante en el Mediterrá neo oriental, con un orden
político, administrativo, cultural y socioeconó mico bien adaptado a
la diversidad étnica y religiosa de Anatolia y los Balcanes. La
dinastía otomana presidía un estado tributario patrimonial
autocrá tico con todo el poder concentrado en manos del sultá n y
un pequeñ o grupo de consejeros que lo rodeaban. El Islam era la
religió n deEstado, pero no se hizo ningú n esfuerzo por suprimir el
cará cter cosmopolita de la població n del imperio. Má s bien, los
otomanos adoptaron el llamado sistema mijo, que concedía a los
sú bditos monoteístas cristianos (armenios, gregorianos, cató licos y
ortodoxos) y judíos del sultá n, organizados como comunidades
confesionales autó nomas, una sustancial libertad religiosa. En una
época de intolerancia religiosa en Occidente, Mehmet II acogió al
Patriarcado ortodoxo en su capital, mantuvo una correspondencia
formal con el Papa cató lico e invitó a los judíos sefardíes expulsados
de Españ a y Portugal después de 1492 a reasentarse dentro de los
límites de su imperio. Los grupos confesionales permanecieron
separados y distintos, pero las relaciones entre las comunidades
fueron en general respetuosas. Bajo Solimá n el Magnífico (1520-
1566), el imperio creó un có digo legal sofisticado, mantuvo una
espléndida corte, completó la conquista de Hungría y en 1526 sitió
brevemente Viena, transformá ndose en un actor en el emergente
sistema europeo de equilibrio de poder. En su apogeo, el imperio fue
una realidad imponente y una fuerza de cohesió n en todo el
Mediterrá neo oriental. Dorothea Grä fin Razumovsky, escribiendo a
raíz de la carnicería de la década de 1990, habla con justicia del
“asombroso logro del arte de gobernar otomano, que logró mantener
la paz y preservar la unidad de la regió n de los Balcanes conquistada,
con sus muchas tradiciones nacionales, idiomas y sectas , y religiones,
durante muchos siglos. ”39 el imperio era una realidad imponente y
una fuerza de cohesió n en todo el Mediterrá neo oriental. Dorothea
Grä fin Razumovsky, escribiendo a raíz de la carnicería de la década de
1990, habla con justicia del “asombroso logro del arte de gobernar
otomano, que logró mantener la paz y preservar la unidad de la regió n
de los Balcanes conquistada, con sus muchas tradiciones nacionales,
idiomas y sectas , y religiones, durante muchos siglos. ”39 el imperio
era una realidad imponente y una fuerza de cohesió n en todo el
Mediterrá neo oriental. Dorothea Grä fin Razumovsky, escribiendo a
raíz de la carnicería de la década de 1990, habla con justicia del
“asombroso logro del arte de gobernar otomano, que logró mantener
la paz y preservar la unidad de la regió n de los Balcanes conquistada,
con sus muchas tradiciones nacionales, idiomas y sectas , y religiones,
durante muchos siglos. ”39
El reinado de Solimá n el Magnífico fue el imperio
punto á lgido. A partir de entonces entró en el largo declive que
eventualmente le valdría el título, acuñ ado por el zar Nicolá s I de
Rusia, de "el enfermo de Europa". El Tratado de Zsitva-Torok,
celebrado con los Habsburgo en 1606, puso fin a las adquisiciones
territoriales en Europa. El segundo asedio otomano de Viena en
1683 fue la historia repetida como una farsa. La Paz de Westfalia
en 1648 había liberado las manos de los Habsburgo, quienes en
1683 barrieron a los ejércitos de Kara Mustafa en el Kahlenberg y
lanzaron una campañ a para hacer retroceder las conquistas
otomanas. Dirigidos por comandantes famosos como el
Markgraf Wilhelm I de Baden (el "Tü rkenlouis") y el príncipe
Eugen de Saboya, los Habsburgo ampliaron su límite con el
Imperio Otomano hacia el sur, tomando Ofen (Buda moderno) en
1686, Belgrado en 1687 y Niš en 1689. En las primeras décadas En
el siglo XVIII, los venecianos tomaron el control del Peloponeso y
parte de Á tica (en el proceso ocasionó la destrucció n del Partenó n
ateniense, que había sobrevivido desde la antigü edad clá sica casi
intacto). Sin embargo, el rival a largo plazo má s peligroso de la
Sublime Porte seríael naciente Imperio Ruso, que bajo Pedro el
Grande (1682-1725) avanzó hacia el sur hacia el Mar Negro, iniciando
una serie de encuentros militares ruso-turcos que se extenderían
hasta la Primera Guerra Mundial. En el Tratado de Kü çü k Kaynarca en
1774, el Tratado de Iaşi de 1792 y el Tratado de Bucarest de 1812,
Rusia tomó el control de todas las tierras otomanas a lo largo del
litoral norte del Mar Negro, incluida Crimea, rompiendo el monopolio
comercial otomano en la regió n. y ganar reconocimiento formal como
protector de los sú bditos cristianos ortodoxos de la Puerta.
El efecto desintegrador de la presió n externa sobre la integridad
de la Sublime Porte estuvo acompañ ada de una creciente
inestabilidad interna. El Imperio Otomano se había mantenido
durante siglos con la ayuda de un orden econó mico estatista que
era fuertemente resistente al cambio, un gobierno autocrático
estricto que aplastaba la autonomía individual y un gasto militar
que imponía una carga masiva a las finanzas estatales. Al amanecer
del siglo XIX, el imperio no había logrado pasar de una base
econó mica agraria tradicional a la manufactura y la industria.
Permaneció en las garras de una burocracia estatal conservadora y
parroquial dedicada a la preservació n del privilegio a toda costa.
No había logrado redefinir la relació n entre el sujeto y el
gobernante de tal manera que permitiera la consolidació n de un
Estado-nació n moderno sobre lo que se estaba convirtiendo en el
modelo de Europa occidental. Internacionalmente yA nivel
nacional, el Imperio Otomano había entrado en una espiral de retirada
y desintegració n que no sería capaz de revertir.
El declive otomano fue paralelo al "despegue" de Europa
occidental
en los siglos XVI y XVII, incluida la desaparició n gradual de los
patrones feudales de la economía natural, el resurgimiento del
comercio, el surgimiento del estado diná stico moderno temprano y
las aspiraciones culturales asociadas del humanismo renacentista.
En el siglo XVII había surgido un nú cleo europeo econó micamente
progresista, que atravesaba el borde occidental del continente
desde Inglaterra hasta
el norte de Italia. Má s allá de estas regiones diná micas, se
extendían á reas periféricas que llegaron a incluir gran parte de la
Europa oriental y balcá nica, así como el Mediterrá neo y los
litorales del extremo norte. El proceso de diferenciació n entre el
este y el oeste en Europa había cerrado el círculo, con el mundo
mediterrá neo que alguna vez había sido el foco de la civilizació n
clá sica ahora presionado al margen de un corazó n capitalista
diná mico que cubre el nivel noroeste del continente.
La diferenciació n tiene muchas facetas. Econó micamente, el este y
el sur se redujeron a una posició n de dependencia y subdesarrollo,
reflejada por la persistencia de una producció n primaria ineficiente y
la ausencia de complejos urbanos diná micos.40 Políticamente, el
estado diná stico moderno temprano no pudo echar raíces en regiones
que continuaron. dominada por vastos imperios multinacionales
centralizados.41 Culturalmente, las experiencias bizantina y otomana
llegaron a ser vistas como manifestaciones de una divisió n de
civilizaciones significativa.42 La marginació n de Europa del Este a
partir del siglo XVII alentó el surgimiento de una brecha perceptiva,
basada en sobre una imagen occidental prevaleciente de Oriente como
otro constituyente. Los pocos viajeros emprendedores que penetraron
en estas regiones distantes trajeron relatos coloridos de "reinos rudos
y bá rbaros" que reforzaron un sentido de separació n.43 Los
enfrentamientos armados con los otomanos fortalecieron esa
percepció n al alentar la propagació n de una imagen vulgarizada del
"terrible turco". como una amenaza externa.44 El resultado fue una
representació n esencialmente estereotipada, pero generalizada y
convincente, de Oriente como el dominio de lo siniestro y extrañ o:
vampiros, boyardos, bandidos, beylerbeys y bashi-bazouks. Se trazó
una línea entre el Este y el Oeste entre Europa y los Balcanes, y se
promocionó como una divisió n entre dos zonas de civilizaciones muy
contrastantes. “El Danubio”, comenta el escritor de viajes britá nico
Sachervell Sitwell en un pasaje que refleja estas percepciones, “pasa
de la civilizació n a la nada,
A principios de los siglos otomanos, el imperio mantuvo una
especie de
orgulloso aislamiento que limita la interacció n con el mundo
exterior. Cuando se hizo inevitable un contacto má s intenso, el
imperio ya estaba en el camino del declive. El envío del salvaje este
de Europa a la periferia de la Europa "real" fue en parte una
funció n de ese declive. No obstante, al final de la experiencia
otomana, la brecha econó mica entre el sureste de Europa y los
estados má s desarrollados de Europa occidental era
considerablemente menor que
es hoy. Para los Balcanes, la experiencia otomana fue positiva en
muchos sentidos. El Islam se convertiría en un componente
esencial de la identidad de la regió n. La política de tolerancia
limitada incorporada en el sistema del mijo permitió a los pueblos
musulmanes, cristianos y judíos convivir sin sacrificar la identidad
comunitaria. En 1910, en vísperas de las guerras de los Balcanes,
solo alrededor de la mitad de los sú bditos del sultá n eran
musulmanes, el 41 por ciento representaba a varias comunidades
cristianas ortodoxas, el 6 por ciento cató lico romano y otro 3 por
ciento compuesto por minorías nestoriana, drusa y judía.46 Sin
embargo, se trataba en gran medida de comunidades descontentas
que, a comienzos del siglo XX, se habían comprometido con
unideología de liberació n que percibía al imperio como un remanente
feudal, una zona de explotació n y atraso econó mico, y una barrera
para el desarrollo nacional independiente. Los nuevos movimientos
nacionales partieron de una posició n de debilidad, pero finalmente
triunfaron.

La cuestión oriental.

La debilidad otomana fue la base de lo que se conocería en la


historia diplomá tica europea como “la Cuestió n Oriental” 47.
Planteada como una pregunta, esta preguntaba quién de las
grandes potencias europeas se beneficiaría de la vulnerabilidad
otomana. Levron Stavrianos identifica tres dimensiones
relacionadas del problema: (1) El fracaso de los movimientos de
reforma para detener y revertir el largo declive histó rico del
imperio; (2) El surgimiento de la conciencia nacional y los
movimientos de liberació n nacional entre los sú bditos cristianos
de la Sublime Puerta; y (3) La repetida intervenció n de los
europeosgrandes potencias, preocupadas por las implicaciones de la
debilidad otomana para el equilibrio de poder continental.48 El tercer
punto es de particular importancia: aunque arraigado en una crisis de
las instituciones otomanas, la cuestió n oriental era esencialmente un
problema de orden internacional.
Entre el Congreso de Viena en 1815 y el estallido de la
Primera Guerra Mundial en 1914, el sistema estatal europeo
experimentó algo así como una paz prolongada, solo parcialmente
interrumpida por la Guerra de Crimea en 1854-55 y las guerras de
unificació n alemana entre 1866-1871. A través de los mecanismos
del "Sistema de Congreso" y el principio de consenso de la élite
sobre el que descansaba, los cinco grandes potencias reconocidas
(Gran Bretañ a, Francia, Austria / Austria-Hungría, Prusia / Alemania y
Rusia) mantuvieron una estabilidad
orden internacional que logró ahuyentar la guerra hegemó nica en
la escala del período napoleó nico49. .
Cada una de las grandes potencias tenía algú n tipo de
participació n en la Península Balcá nica. Rusia se encontraba en
medio de una fase de expansió n imperial y estaba particularmente
interesada en el acceso al Estrecho de Turquía, a través del cual se
encaminaba una cantidad cada vez mayor de su trá fico comercial.
Intentó hacerse pasar por el protector de los sú bditos cristianos
ortodoxos de la Puerta, en parte como una bú squeda calculada de
influencia, pero también porque la ideología de la "Tercera Roma"
(que identificaba a Rusia como la heredera de Bizancio) se había
convertido en un componente importante. de su identidad
internacional.50 Austria estaba decidida aresistir la invasió n rusa, y
preocupado por si la inquietud entre los sú bditos eslavos del sur de la
Puerta afectaba a su propia població n eslava descontenta (má s del 50
por ciento de la població n del imperio de los Habsburgo en el
momento de su disolució n en 1918 eran eslavos). Gran Bretañ a estaba
decidida a mantener la supremacía naval en el Mediterrá neo y
preocupada por las pretensiones imperiales rusas. Durante la mayor
parte del siglo, Francia desempeñ ó el papel de una potencia sin statu
quo, buscando redefinir un sistema de orden europeo originalmente
concebido para mantenerla acorralada, y la inestabilidad en los
Balcanes brindó oportunidades má s que suficientes para perseguir
ese fin. De todas las grandes potencias,
La debilidad otomana fue en parte un producto de la
institucionalidad
estancamiento. Los primeros sultanes guerreros pronto dieron paso a
monarcas solitarios aislados de los asuntos de estado. Las famosas
unidades de élite del ejército otomano, los jenízaros, se habían
convertido a finales del siglo XVIII en una casta hereditaria pará sita
adscrita al palacio imperial, donde intervinieron repetidamente para
destruir a los sultanes cuyas políticas no les convenían. El sultá n
Mahmed II suprimió a los jenízaros en 1826, pero en este punto el
declive militar estaba muy avanzado. El gobierno otomano siempre
había sido ligero. La mayoría de los pueblos sometidos administraban
sus propios asuntos locales y solo tenían interacciones ocasionales
con representantes de la autoridad central. Finalmente,
sin embargo, el sultá n se volvió dependiente de los agentes
administrativos como recaudadores de impuestos y fue cada vez má s
incapaz de controlarlos. La exitosa revuelta de las provincias egipcias
del imperio en las primeras décadas del siglo XIX, liderada por el
señ or de la guerra albanés Mehmet Ali, y las afirmaciones simultá neas
de autonomía local de Osman Pasvanoğ lu en Vidin y Ali Pasha en
Janina, fueron solo ejemplos particularmente dramá ticos de la
incapacidad del imperio para resistir las fuerzas centrífugas.52 La
presió n externa era una constante y, a medida que pasaba el tiempo,
el imperio era cada vez má s incapaz de defender sus fronteras lejanas.
La Revolució n Francesa, con sus mensajes subversivos de
nacionalismo y libertad, también se extendió a Oriente con la
conquista de Egipto por Napoleó n en 1798, la ocupació n francesa de
las Islas Jó nicas de 1807-1814,
La fuente má s importante de inestabilidad dentro del imperio fue la
creciente inquietud de sus sú bditos cristianos. Esta inquietud tuvo
muchas fuentes. La creciente tensió n financiera combinada con los
agresivos recaudadores de impuestos locales impuso una carga cada
vez má s dura sobre los raya (el "rebañ o" o gente comú n). El sistema
del mijo no eliminó todas las formas de discriminació n y
resentimiento concomitante. A los cristianos y judíos no se les
permitió testificar contra los musulmanes en los tribunales ni portar
armas, se prohibió el matrimonio con musulmanes y, en lugar del
servicio militar, se impuso un fuerte impuesto (el haradj). En toda la
regió n, la tradició n local glorificó la resistencia a las autoridades
otomanas, a menudo propagando un culto virtual al bandolerismo
como el que llevaban a cabo los kleft griegos o los hajduks eslavos del
sur. Estas bandas de merodeadores aprovecharon la incapacidad del
imperio para mantener la ley y el orden, pero también tomaron el
aura de rebeldes primitivos y se convirtieron en "un símbolo de
resistencia a la opresió n política y social" .53 A fines del siglo XVIII,
una casta empresarial indígena balcá nica también había comenzado a
hacer su aparició n, mejor educada y con horizontes má s amplios que
sus antepasados campesinos. La franja radical de esta nueva élite
mercantil estaría a la cabeza de los variados movimientos de
liberació n nacional que estaban a punto de estallar.54
Levantamientos nacionales en 1804 y 1815 en Serbia y 1821 en
Grecia
inauguró una era de nacionalismo revolucionario que continuaría
durante la mayor parte del siglo siguiente. Aunque los variados
movimientos de liberació n nacional llevaban las huellas de sus
situaciones locales y regionales específicas, también compartían
muchos rasgos comunes. Todos fueron influenciados por el
nacionalismo romá ntico de principios del siglo XIX,
con su fe en la nació n cultural de Johann von Herder y su fe en la
fuente virgen de la cultura popular. Las comunidades imaginadas
que se convirtieron en el tema de la pasió n nacionalista se
establecieron sobre cimientos míticos, generalmente incluyendo
las leyendas de un oro perdido.era de grandeza nacional, seguida de
siglos de martirio bajo el yugo de la opresió n, otomana o de otro
tipo.55 El ciclo serbio de Kosovo, un poema épico que lamenta el
martirio de la nació n serbia después de su derrota en el campo de
Kosovo, es una interpretació n particularmente sofisticada de este tipo
de mito, pero de ninguna manera es ú nico.56 Los movimientos
independentistas fueron generalmente producto de conspiraciones
revolucionarias que buscaban provocar levantamientos populares y
utilizarlos como vehículos para generar resistencia armada indígena e
intervenció n de gran poder. La tá ctica fue eficaz, pero raras veces se
lograron cambios precisos. En la mayoría de los casos, una lucha por
la independencia se libró durante décadas, produciendo cosechas de
má rtires, masacres y traiciones que envenenarían el aire durante las
generaciones venideras.
Los estados que emergieron de estos enfrentamientos fueron
generalmente
producto de un compromiso negociado por encima de las cabezas
de los nuevos líderes nacionales por las potencias europeas. La
preocupació n de la gran potencia por las viejas premisas
diplomáticas de compensació n y equilibrio casi garantizaba que
todas las partes en la disputa quedarían insatisfechas: la Puerta,
frustrada por su incapacidad para aferrarse a territorios que había
gobernado durante siglos, nuevos líderes nacionales decididos a
extender suá rea de control, y las potencias desconfían de la
posibilidad de que la divisió n del botín les perjudique. La estructura
social de los nuevos estados yuxtaponía pequeñ as élites
administrativas con vastas poblaciones campesinas que vivían en el
entorno premoderno de pequeñ os pueblos y ciudades. Políticamente,
fueron elaborados sobre lo que se percibió como el modelo de Europa
occidental, con una estructura estatal centralizada alojada en una
capital "moderna" en expansió n, y con el nacionalismo como una
ideología dominante integradora (pero también excluyente). Las
comparaciones con la experiencia de descolonizació n del siglo XX no
son exactas, pero son adecuadas. Se consideró que los pueblos de la
regió n eran demasiado inmaduros para el autogobierno y, por lo
general, se les proporcionaba monarcas provenientes de las familias
gobernantes de Occidente. de manera incongruente se lanzó en
paracaídas desde Baviera o Renania para presidir a los herederos de
Agamenó n y el rey Príamo. Estos gobernantes se apresuraron a
adoptar el nacionalismo frustrado de sus nuevos compatriotas. La
complejidad cultural de los Balcanes no permitió la creació n de
estados nacionales étnicamente puros, y los nuevos regímenes por lo
general contenían solo una pequeñ a
parte de la comunidad má s amplia que aspiraban a representar. Como
resultado, la agenda de la independencia se expresó como una serie de
demandas revisionistas dirigidas a la expansió n territorial que
pondría a los nuevos estados en la garganta de los demá s. La ideología
de la liberació n nacional es otro de los pilares sobre los que descansa
la identidad balcá nica moderna, pero su impacto ha sido casi
uniformemente negativo. Los problemas que han surgido del intento
de imponer la modernizació n desde arriba a través del instrumento
de una burocracia estatal centralizada inspirada en una ideología de
nacionalismo excluyente, supervisada por los poderes en un entorno
intercultural complejo y poco entendido, continú an plagando la regió n
para este día.

El barril de pólvora.

La Cuestió n Oriental tambié n fue fuente de guerra. La diná mica


de declive dentro del Imperio Otomano provocó una creciente
preocupació n en Viena.57 Todas las grandes potencias se sintieron
hasta cierto punto desanimadas por el agresivo apoyo ruso a los
movimientos de liberació n nacional entre los sú bditos cristianos
ortodoxos de la Puerta. Dada la combinació n de intereses
econó micos, culturales y militares que lo unían a la regió n, el
compromiso ruso era inevitable, pero en términos estratégicos era
desestabilizador. Las consiguientes tensiones se convertirían en
una causa esencial de la Primera Guerra Mundial.58
A comienzos del siglo XIX, las relaciones de Rusia con los pueblos
ortodoxos de los Balcanes aú n no estaban desarrolladas; solo los
griegos eran socios econó micos significativos, y los intereses de San
Petersburgo en la regió n se centraban principalmente en los
principados del Danubio y el Estrecho. Proyecto griego ”, que preveía
la expulsió n de los otomanos de Europa y la creació n de un nuevo
Bizancio bajo la protecció n rusa con Constantinopla como su capital,
nunca avanzó má s allá del estatus de un ideal visionario.60 Cuando,
después de la rebelió n de 1804, un serbio La delegació n viajó a San
Petersburgo para una audiencia con el zar, las dos naciones tuvieron
que construir su relació n desde cero. "Nos dirigimos por el tranquilo
Danubio para encontrar Rusia", escribió el legado del líder serbio
Karadjordje durante el viaje.
Relaciones ruso-serbias durante el primer levantamiento serbio
asumió que se convertiría en un patró n familiar de simpatía mutua
templado por cá lculos de intereses personales creados. Rusia
expresó su apoyo a la autonomía serbia en un acuerdo formal con
los rebeldes, pero la asistencia se vio limitada por el deseo de
bloquear un diplomático.alineació n entre la Porte y la Francia
napoleó nica. Esta restricció n se eliminó después de la campañ a de
Austerlitz, cuando el sultá n Selim III optó por un acercamiento con
París. En marzo de 1806, las fuerzas rusas ocuparon Kotor y, a finales
de añ o, el zar y el sultá n estaban en guerra por quinta vez desde 1711.
Durante la guerra, los rebeldes serbios lucharon como aliados de
Rusia, pero se enfrentaron a la amenaza de un Invasió n francesa
directa, San Petersburgo optó por negociar un compromiso de paz. El
Tratado de Bucarest de mayo de 1812 colocó la frontera ruso-
otomana en el río Prut y comprometió la Puerta para otorgar plena
autonomía a Serbia. Pero la retirada de Rusia para hacer frente a la
Gran Armada de Napoleó n dejó a los serbios expuestos, y en julio de
1813 el levantamiento de Karadjordje fue reprimido por la fuerza.62
La desconexió n de Rusia de los Balcanes en 1812 fue el
producto de circunstancias apremiantes, y con Napoleó n en
retirada se retomó una postura de avanzada en la regió n. La
presió n sobre la Puerta para que cumpliera sus compromisos bajo
los té rminos del Tratado de Bucarest se convirtió en un leitmotiv
de la política a partir de 1813. El segundo levantamiento serbio de
1815 y el levantamiento griego de 1821 plantearon una vez má s el
problema de có mo relacionarse con los movimientos
insurreccionales entre los sú bditos ortodoxos de la Puerta. En
Serbia,después de cierto éxito militar inicial y con el apoyo de Rusia,
el nuevo líder nacional Miloš Obrenović concluyó un compromiso de
paz a cambio de la autonomía local. Pero la insurrecció n griega
prosiguió y siguió siendo una fuente de tensió n en las relaciones ruso-
otomanas. En octubre de 1826, Rusia impuso la Convenció n de
Akkerman sobre un puerto debilitado, obteniendo un protectorado
efectivo sobre Serbia y los principados del Danubio, Moldavia y
Valaquia, reconfirmando la autonomía de Serbia y asegurando la
promesa de restaurar en Serbia seis distritos que habían sido
confiscados en 1813 (los distritos aumentó el á rea de Serbia en má s
del 30 por ciento). Sin embargo, a medida que avanzaban las
negociaciones sobre la implementació n del acuerdo, en octubre de
1827 la flota otomana fue destruida en la batalla de Navarino por una
flota combinada rusa, britá nica y francesa.
Rusia tomó la iniciativa una vez que se unió a la contienda,
empujando a sus ejércitos hacia el sur, hacia los principados del
Danubio. Advertido contra la ambició n excesiva de sus grandes
aliados, San Petersburgo limitó sus objetivos de guerra a la
reafirmació n de la Convenció n de Akkerman. En el Tratado de
Adrianó polis de septiembre de 1829, los términos de la Convenció n
fueron debidamente confirmados, y el Tratado de Londres de febrero
de 1830 procedió a establecer el primer estado griego independiente
de la era moderna, en un territorio restringido que incluía solo
alrededor de una cuarta parte de los griegos. pueblos de los Balcanes,
y con el príncipe Otto de Baviera, de diecisiete añ os, como jefe de una
dinastía gobernante impuesta. La posició n de Rusia se vio reforzada
por la revuelta de Mehmet Ali en las provincias de Oriente Medio del
Imperio Otomano. En julio de 1833, la Puerta aceptó el Tratado de
Unkiar Skelessi, un pacto de asistencia mutua con San Petersburgo
que incluía un protocolo secreto en el que los otomanos se
comprometían a mantener el estrecho cerrado a los buques de guerra
extranjeros. En el Hatt-i Sherif de noviembre de 1833, la Puerta
también reconoció a Serbia en sus fronteras de 1812 como un
principado hereditario con total autonomía interna.63 Grecia ahora
era independiente, Serbia formalmente autó noma, los principados del
Danubio bajo protecció n rusa y el pequeñ o Montenegro
efectivamente. fuera del control otomano dentro de su solidez
montañ osa. El proceso de desintegració n que acabaría por destruir el
imperio estaba muy avanzado y Rusia parecía ser su principal
beneficiario. la Puerta también reconoció a Serbia en sus fronteras de
1812 como un principado hereditario con total autonomía interna.63
Grecia era ahora independiente, Serbia formalmente autó noma, los
principados del Danubio bajo protecció n rusa y el pequeñ o
Montenegro efectivamente fuera del control otomano dentro de su
fortaleza montañ osa. El proceso de desintegració n que acabaría por
destruir el imperio estaba muy avanzado y Rusia parecía ser su
principal beneficiario. la Puerta también reconoció a Serbia en sus
fronteras de 1812 como un principado hereditario con total
autonomía interna.63 Grecia era ahora independiente, Serbia
formalmente autó noma, los principados del Danubio bajo protecció n
rusa y el pequeñ o Montenegro efectivamente fuera del control
otomano dentro de su fortaleza montañ osa. El proceso de
desintegració n que acabaría por destruir el imperio estaba muy
avanzado y Rusia parecía ser su principal beneficiario.
De hecho, el régimen del zar no tenía intenció n de explotar a los
otomanos.
debilidad provocativamente. En 1829, una comisió n especial
nombrada por el zar Nicolá s I recomendó que la política balcá nica
de Rusia buscara preservar un imperio otomano débil como el
mejor medio para lograr sus objetivos en la regió n sin alienar a las
potencias y sin correr el riesgo de aislarse.64 No obstante, Gran
Bretañ a consideraba que la posició n de Rusia era amenazante, y
estaba decidido a revertir la tendencia hacia una creciente
afirmació n rusa. La oportunidad llegó en Crimea.Guerra de 1853-
1856, un conflicto con orígenes oscuros en una disputa entre San
Petersburgo y París sobre el acceso a los lugares sagrados en
Jerusalén, pero con la ló gica subyacente de frenar la expansió n rusa en
el sur.65 En julio de 1853, las fuerzas rusas volvieron a ocupar el
Danubio. principados como un medio para ejercer presió n sobre la
Puerta, pero San Petersburgo se vio inmediatamente aislado. Austria
se negó a garantizar el paso seguro de las fuerzas rusas en caso de
hostilidades, mientras que Gran Bretañ a y Francia se pusieron
abiertamente del lado de la Puerta, que declaró la guerra a Rusia el 4
de octubre de 1853. En agosto de 1854, las fuerzas rusas se retiraron
de
los principados, pero en septiembre de 1854 una fuerza
expedicionaria britá nico-franco-otomana desembarcó en territorio
ruso en la península de Crimea. Al negarle el acceso naval y carecer de
suficiente infraestructura para reunir fuerzas en un distante teatro de
operaciones en el sur, Rusia nunca pudo desalojarlos, a pesar de
meses de lucha en condiciones espantosas (el conflicto de Crimea
cobró má s de 500.000 víctimas, alrededor de dos tercios de las cuales
murieron como resultado de una enfermedad epidémica). La Paz de
París el 30 de marzo de 1856 dejó en claro las consideraciones de
equilibrio de poder que habían motivado la lucha. Rusia se vio
obligada a renunciar a derechos especiales en los principados del
Danubio, que se volvieron autó nomos bajo la soberanía otomana (este
fue el nacimiento efectivo de la Rumanía moderna). La navegació n por
el Danubio quedó bajo el control de una comisió n europea. El Mar
Negro fue neutralizado, lo que obligó a Rusia a desmantelar todas las
instalaciones militares a lo largo del litoral, y todas las partes
acordaron respetar la integridad territorial del Imperio Otomano. El
resultado creó un estado de cosas que San Petersburgo estaba
decidido a revertir.
En 1860, Mihailo Obrenović asumió el trono serbio. Inspirado
por el nacionalista ideologías de Giuseppe Mazzini y Lajos Kossuth,
e instadas por el ministro de Relaciones Exteriores serbio Ilija
Garašanin y el embajador ruso en la Porte Nikolai Ignat'ev, el
nuevo monarca afiliado a una agenda para la expansió n territorial
y liberació n nacional.66 En 1866-1867 se reunió una Liga Balcá nica
alrededor de Serbia (incluidos pactos militares con Montenegro y
Grecia, un pacto de amistad con los principados del Danubio y
contactos informales con nacionalistas bú lgaros y croatas) con activa
asistencia financiera y militar rusa. El objetivo era una guerra de
liberació n librada contra la Puerta, pero un cambio de opinió n de
Obrenović en el otoñ o de 1867 llevó a la caída de Garašanin, y en junio
de 1868 el propio Mihailo fue asesinado. La idea de un pacto balcá nico
inspirado en Rusia y comprometido con la expulsió n de los otomanos
de Europa se dejó de lado, pero no se abandonó . Mientras tanto, San
Petersburgo continuó avanzando sus peones en otras direcciones. La
creació n en 1870, con el respaldo de Rusia, de un exarcado bú lgaro
como rama nacional autocéfala de la comunidad ortodoxa, ofreció a St.
Petersburgo una base alternativa de apoyo entre los eslavos del sur. El
acercamiento de Rusia con Austria-Hungría en la Convenció n de
Schö nbrunn de junio de 1873 creó una nueva gama de opciones,
permitiendo un arreglo de esfera de influencia que pareció poner en
suspenso la Cuestió n Oriental. La convenció n no abordó el
Sin embargo, las fuentes subyacentes de la rivalidad estraté gica y
el acercamiento resultante resultó ser nada má s que la calma antes
de la tormenta.
Los levantamientos populares contra los administradores
locales explotadores en Bosnia-Herzegovina y Bulgaria en 1875-
1876 una vez má s expusieron la debilidad crítica del tambaleante
edificio del gobierno otomano. La indignació n internacional por las
atrocidades cometidas por los irregulares otomanos en Bulgaria, que
dejaron má s de 12.000 muertos, dejaron la Puerta aislada
internacionalmente y provocaron declaraciones de guerra por parte
de Serbia y Montenegro. A pesar del mejor juicio de sus diplomá ticos,
Rusia fue empujada a unirse a la refriega por una ola de simpatía
pú blica por los eslavos del sur. La guerra ruso-turca de 1877-78,
escribe MA Anderson, "representó la expresió n prá ctica má s completa
jamá s dada en la política exterior rusa al ideal de Panslav" 67. El 28 de
abril de 1876, el general ruso Panslav MG Cherniaev llegó a Belgrado
junto con unos 5000 Voluntarios rusos para tomar el mando del
ejército serbio. Su catastró fica derrota en el campo a manos de los
otomanos prá cticamente obligó a Rusia a optar por la guerra. Una
importante ofensiva rusa se lanzó a través de los principados en el
verano de 1876, pero se detuvo temporalmente en los pasos
montañ osos de los Balcanes en el famoso sitio de Plevna.68 Los rusos
se reagruparon e invadieron la resistencia otomana, pero a un alto
costo tanto en vidas como para el tempo de la campañ a. En febrero de
1878, las fuerzas rusas habían llegado al pueblo de San Stefano, a unos
diez kiló metros de Estambul.69 El 3 de marzo, el agresivo enviado de
Panslav Ignat'ev negoció el Tratado de San Stefano, que creó una gran
Bulgaria independiente, que se extendía desde el Estrecho. al
Adriá tico y del Danubio al Egeo, en deuda con Aleksandr II, el "Zar
Libertador" y capaz de servir de base para la influencia rusa en los
Balcanes.
Rusia también se había recuperado de su derrota en Crimea.
bien. Las potencias invirtieron rá pidamente los términos de San
Stefano, temerosos de que una Bulgaria mayor dependiente se
convirtiera en un agente de preponderante influencia rusa. Con sus
ejé rcitos expuestos al sur del Danubio, una Austria poco confiable
bloqueando su línea de retirada y unLa flota britá nica en el Mar de
Má rmara amenazaba con bombardear si se movían para ocupar la
capital otomana, Rusia no estaba en una posició n estratégica fuerte a
pesar de sus hazañ as militares, y se vio virtualmente obligada a
aceptar revisiones. Fueron afectados por el Congreso de Berlín,
convocado en junio de 1878 bajo la direcció n de Otto von Bismarck en
la capital de la Alemania unida, que desmanteló el
edificio de San Stefano y equilibró las ganancias má s limitadas de
Rusia aplicando la premisa de la compensació n diplomá tica. A
Austria-Hungría se le permitió ocupar Bosnia-Herzegovina (la
mayoría de cuya població n era serbia en esta fecha) y colocar
guarniciones militares en la provincia otomana conocida como
Sanjak de Novi Pazar, por lo tantoposicionando sus fuerzas armadas
entre la Serbia sin litoral y su salida al mar en Montenegro. Gran
Bretañ a fue recompensada con la isla de Chipre. Vardar Macedonia,
que había sido parte integral de la gran Bulgaria de San Stefano, fue
devuelta a la Puerta. Rusia obtuvo Besarabia y territorios adicionales
en el Transcá ucaso, el reconocimiento de la independencia total para
Serbia, Montenegro y Rumania (a este ú ltimo se le concedió el
Dobrudja a cambio de la rendició n de Besarabia a Rusia), la autonomía
por una Bulgaria grupa (dividida en dos partes, llamada Bulgaria y
Rumelia Oriental, con diversos grados de subordinació n a la Puerta), y
la promesa de una fuerte indemnizació n de guerra. Sin embargo, había
sido humillado por los poderes y obligado a entregar los logros
esenciales de una guerra en la que má s de 200.000 de sus soldados
habían dado la vida. El resultado,
Ningú n evento por sí solo ha contribuido má s a la estructura de los
orden en los Balcanes modernos que el Congreso de Berlín. ElLa
premisa positiva que inspiró el congreso fue la suposició n de que la
Cuestió n Oriental era un problema para el Concierto de Europa en su
conjunto que solo podía resolverse por consenso. Pero esa premisa se
sentaba incó modamente junto a una rivalidad estratégica cada vez
má s feroz que estaba conduciendo a Europa hacia una guerra general.
Los términos del acuerdo no fueron satisfactorios para nadie. La
Puerta, que perdió un tercio de su territorio y má s del 20 por ciento
de su població n, quedó permanentemente desestabilizada por el
resultado.71 Rusia había triunfado sobre el terreno, pero sus
aspiraciones políticas estaban bloqueadas. Austria-Hungría seguía
paralizada por el miedo al irredentismo eslavo, del cual la ocupació n
de Bosnia-Herzegovina era má s un síntoma que una cura. Serbia
estaba molesta por la pérdida de Bosnia y por la denegació n del
acceso al mar. Bulgaria estaba preocupada por la visió n de San Stefano
y decidida a afirmar la independencia total. Al consignar Macedonia a
la Puerta, los diplomá ticos de Berlín habían creado la moderna
cuestió n macedonia, ademá s de estimular otra campañ a terrorista de
liberació n nacional.72 Todos los nuevos estados nacionales balcá nicos
independientes estaban descontentos con sus fronteras y divididos
por territorios.
disputas. En 1885, cuando Bulgaria se movió unilateralmente para
unificarse con Rumelia Oriental, el resultado fue una breve guerra
con Serbia, en la que las fuerzas bú lgaras lograron una
sorprendente y devastadora victoria. Incluso el envío del pequeñ o
Chipre, con sus comunidades griegas y turcas que coexisten
pacíficamente, al gran imperio sobre el que nunca se pone el sol,
eventualmente resultaría ser la fuente de problemas
interminables.
El Congreso de Berlín no avanzó en absoluto hacia la resolució n
de los problemas centrales que eventualmente transformarían la
Cuestió n Oriental en la raíz de la Primera Guerra Mundial. Estos
fueron: (1) El nacionalismo frustrado de los estados nacionales
balcá nicos emergentes; (2) La debilidad crítica de la Puerta; (3) la
preocupació n de Viena por el efecto subversivo del nacionalismo
eslavo, juzgado como una amenaza mortal para su integridad
nacional; (4) las ambiciones rusas en la regió n de los Balcanes y la
determinació n austriaca de frustrarlas; y (5) los estrechos vínculos de
Austria con Alemania como pilar del equilibrio de poder europeo. Esta
mezcla volá til se desactivó temporalmente por el acercamiento
negociado por Milan Obrenović con Austria-Hungría en enero de
1881, que marcó una victoria de la facció n austrophile en Belgrado, y
por el declive del entusiasmo de Panslav en Rusia, ocasionado en
parte por St. Petersburgo se desilusionó con sus aliados balcá nicos.73
Pero una vez má s, una fase de acercamiento resultaría ser de corta
duració n. El brutal asesinato del ú ltimo monarca Obrenović en junio
de 1903 llevó al rusó filo Peter Karadjordjević al trono en Belgrado.
Junto con el ascendiente político del Partido Radical Serbio de Nikola
Pašić, el cambio de dinastías significó que Belgrado volvería a
comprometerse con una política de expansió n bajo la protecció n
rusa.74 La anexió n de Bosnia-Herzegovina por Viena en 1908,
resentida amargamente por la opinió n nacional serbia , socavó
cualquier posibilidad de renovar la colaboració n con los
Habsburgo75. El brutal asesinato del ú ltimo monarca Obrenović en
junio de 1903 llevó al rusó filo Peter Karadjordjević al trono en
Belgrado. Junto con el ascendiente político del Partido Radical Serbio
de Nikola Pašić, el cambio de dinastías significó que Belgrado volvería
a comprometerse con una política de expansió n bajo la protecció n
rusa.74 La anexió n de Bosnia-Herzegovina por Viena en 1908,
resentida amargamente por la opinió n nacional serbia , socavó
cualquier posibilidad de renovar la colaboració n con los
Habsburgo75. El brutal asesinato del ú ltimo monarca Obrenović en
junio de 1903 llevó al rusó filo Peter Karadjordjević al trono en
Belgrado. Junto con el ascendiente político del Partido Radical Serbio
de Nikola Pašić, el cambio de dinastías significó que Belgrado volvería
a comprometerse con una política de expansió n bajo la protecció n
rusa.74 La anexió n de Bosnia-Herzegovina por Viena en 1908,
resentida amargamente por la opinió n nacional serbia , socavó
cualquier posibilidad de renovar la colaboració n con los
Habsburgo75.
Desde el otoñ o de 1909, el enviado ruso a Belgrado NG
Hartvig, "un Panslav del viejo tipo" segú n Andrew Rossos,
desempeñ ó un papel en la movilizació n de los eslavos del sur
comparable al de Ignat'ev durante 1876-78.76 Para 1912, con el
patrocinio activo de Rusia, se había reunido una nueva Liga Balcá nica
que unía a Serbia, Bulgaria, Grecia y Montenegro con el objetivo de
liberar la península de todo el control otomano restante. Después de
una cuidadosa preparació n, la Primera Guerra de los Balcanes se lanzó
preventivamente en octubre de 1912 con un ataque montenegrino
contra Kotor. En la agitació n política desde el triunfo del movimiento
de los Jó venes Turcos en 1909, el fracasado otomano
Empire no estaba en posició n de resistir. Después de una serie de
derrotas, la Puerta aceptó el Tratado de Londres de mayo de 1913,
que presionó las fronteras otomanas a través del Estrecho por
primera vez desde el siglo XIV. Los estados nacionales balcá nicos
aparentemente habían triunfado al otro lado de la línea, pero el orden
regional que estaba emergiendo en la península seguía siendo rehén
tanto de los caprichos de las grandes potencias como de una divisió n
local profundamente arraigada. Viena insistió en reforzar su posició n
en Bosnia-Herzegovina. Para bloquear el acceso de los serbios al
Adriá tico, y con el apoyo de Alemania e Italia, patrocinó la creació n de
un estado albanés independiente (menos la provincia serbia de
Kosovo, predominantemente albanesa). A Grecia se le concedió la
enosis (unió n) con la isla de Creta, pero otras islas y territorios
predominantemente griegos en el Egeo y Asia Menor quedaron fuera
de su alcance. Rusia, que había jugado un papel clave en la génesis del
conflicto, demostró ser incapaz de limitar las ambiciones de sus
aliados. Un mes después del Tratado de Bucarest, el 13 de junio de
1913, Bulgaria lanzó un ataque sorpresa contra Serbia para hacer
cumplir sus demandas relativas a las asignaciones territoriales en
Macedonia. Rumania, Grecia y la Puerta, con un oportunismo
descarado, rá pidamente unieron fuerzas con Belgrado. La Segunda
Guerra de los Balcanes duró menos de un mes y terminó con la
abyecta derrota de Bulgaria. El resultado fue confirmado por el
Tratado de Bucarest de agosto de 1913, que devolvió Edirne
(Adrianó polis) a los otomanos, dio a Rumania el control sobre el sur
de Dobrudja e incorporó la mayor parte de Macedonia a Serbia, todo a
expensas de Sofía.77 demostró ser incapaz de restringir las
ambiciones de sus aliados. Un mes después del Tratado de Bucarest, el
13 de junio de 1913, Bulgaria lanzó un ataque sorpresa contra Serbia
para hacer cumplir sus demandas relativas a las asignaciones
territoriales en Macedonia. Rumania, Grecia y la Puerta, con un
oportunismo descarado, rá pidamente unieron fuerzas con Belgrado.
La Segunda Guerra de los Balcanes duró menos de un mes y terminó
con la abyecta derrota de Bulgaria. El resultado fue confirmado por el
Tratado de Bucarest de agosto de 1913, que devolvió Edirne
(Adrianó polis) a los otomanos, dio a Rumania el control sobre el sur
de Dobrudja e incorporó la mayor parte de Macedonia a Serbia, todo a
expensas de Sofía.77 demostró ser incapaz de restringir las
ambiciones de sus aliados. Un mes después del Tratado de Bucarest, el
13 de junio de 1913, Bulgaria lanzó un ataque sorpresa contra Serbia
para hacer cumplir sus demandas relativas a las asignaciones
territoriales en Macedonia. Rumania, Grecia y la Puerta, con un
oportunismo descarado, rá pidamente unieron fuerzas con Belgrado.
La Segunda Guerra de los Balcanes duró menos de un mes y terminó
con la abyecta derrota de Bulgaria. El resultado fue confirmado por el
Tratado de Bucarest de agosto de 1913, que devolvió Edirne
(Adrianó polis) a los otomanos, dio a Rumania el control sobre el sur
de Dobrudja e incorporó la mayor parte de Macedonia a Serbia, todo a
expensas de Sofía.77 Bulgaria lanzó un ataque sorpresa contra Serbia
para hacer cumplir sus demandas relativas a las asignaciones
territoriales en Macedonia. Rumania, Grecia y la Puerta, con un
oportunismo descarado, rá pidamente unieron fuerzas con Belgrado.
La Segunda Guerra de los Balcanes duró menos de un mes y terminó
con la abyecta derrota de Bulgaria. El resultado fue confirmado por el
Tratado de Bucarest de agosto de 1913, que devolvió Edirne
(Adrianó polis) a los otomanos, dio a Rumania el control sobre el sur
de Dobrudja e incorporó la mayor parte de Macedonia a Serbia, todo a
expensas de Sofía.77 Bulgaria lanzó un ataque sorpresa contra Serbia
para hacer cumplir sus demandas relativas a las asignaciones
territoriales en Macedonia. Rumania, Grecia y la Puerta, con un
oportunismo descarado, rá pidamente unieron fuerzas con Belgrado.
La Segunda Guerra de los Balcanes duró menos de un mes y terminó
con la abyecta derrota de Bulgaria. El resultado fue confirmado por el
Tratado de Bucarest de agosto de 1913, que devolvió Edirne
(Adrianó polis) a los otomanos, dio a Rumania el control sobre el sur
de Dobrudja e incorporó la mayor parte de Macedonia a Serbia, todo a
expensas de Sofía.77
Los ganadores de las guerras de los Balcanes apenas estaban má s
contentos que
los perdedores. Todos salieron de la lucha con objetivos nacionales
incumplidos. Las atrocidades asociadas a estos enfrentamientos,
donde la quema de aldeas y la expulsió n sistemática de
poblaciones enteras de las zonas en disputa se convirtieron en
modelos de lo que seríamá s tarde, conocida como limpieza étnica,
creó un legado de enemistad que sería difícil de erradicar.78 La
Cuestió n Oriental no había sido disuelta, solo transformada en un
nuevo contexto donde la rivalidad entre los nuevos estados nacionales
prevalecía sobre la resistencia a la Porte. Se había revelado cierto tipo
de futuro para las turbulentas marchas del sureste de Europa, que los
acontecimientos futuros harían má s por confirmar que por negar.
Conclusión: Los Balcanes en vísperas.

Las grandes potencias europeas nunca habían llegado a un


acuerdo sobre cuá l debería ser su respuesta preferida a la cuestió n
oriental. Las percepciones de Europa occidental de la regió n tendían a
oscilar entre los extremos del romanticismo helénico de Phil (notas
del cual reaparecieron en el famoso panfleto de William Gladstone
después de las masacres bú lgaras de 1876) y la condescendencia
hacia los sú bditos ignorantes de "Turquía en Europa". La esencia de la
Cuestió n Oriental, segú n un relato demasiado típico de la época
victoriana, era "la determinació n de Europa de imponer su civilizació n
a las naciones incivilizadas y medio civilizadas" .79 Tales actitudes no
promueven un enfoque meditado a largo plazo desafío del orden
regional (ni lo hacen hoy). Las guerras de los Balcanes confirmaron el
declive otomano,
A pesar de sus grandiosas pretensiones, el nuevo ciudadano
balcá nico
los estados eran extremadamente frá giles: “organizaciones políticas
diminutas e inseguras, pá lidas sombras de las grandes visiones de
imperios resucitados cuya perspectiva animaba a los revolucionarios
balcá nicos” .80 Todos estaban relativamente empobrecidos y, en
consecuencia, políticamente inestables. Todos fueron atormentados
por diseñ os nacionales frustrados, por variantes de la idea griega
megali (Gran Idea) que buscaba unir a todos los connacionales dentro
de las fronteras de un solo estado inspirado en una ideología de
nacionalismo integral. Todos dependían del patrocinio de grandes
potencias para facilitar la consecució n de sus objetivos nacionales. Las
potencias estaban ansiosas por manipular la dependencia en su
propio beneficio, pero eran demasiado optimistas sobre su capacidad
para controlar la agitació n regional. Los observadores sensibles eran
muy conscientes de los riesgos. “La guerra de los Balcanes no solo ha
destruido las antiguas fronteras de los Balcanes,
El asesinato del archiduque de los Habsburgo Franz Ferdinand
durante una visita de Estado a Sarajevo del nacionalista serbio de
Bosnia Gavrilo Princip el 28 de junio de 1914 fue producto de una
espantosa combinació n de arrogancia e incompetencia. La elecció n
de Ferdinand de Vidovdan (día de San Vito), el aniversario de la
derrota serbia en Kosovo Field y un día sagrado para los
nacionalistas serbios, para revisar la soldadesca de los Habsburgo
en la ciudad disputada, fue una provocació n descarada. La decisió n
de proceder, en compañ ía de su esposa Sofia, con una caravana por
el corazó n de la capital bosnia,
frente a procedimientos de seguridad lamentablemente (si no
criminalmente) inadecuados, permitió que un complot de asesinato
desesperado y amateur, llevado a cabo por lo que Misha Glenny
describe como "uno de los escuadrones de asesinos má s
desorganizados e inexpertos jamá s reunidos", tuvo un éxito má s allá
de lo imaginable expectativas.82 Las cancillerías europeas
originalmente consideraron el asesinato como un asunto doméstico
en una provincia lejana. La decisió n de Viena de utilizar el evento
como pretexto para un castigo admonitorio de Serbia, que se convirtió
en el preludio de una guerra general, se tomó con la mayoría de los
principales diplomá ticos del continente de vacaciones. La incapacidad
de comprender la cuestió n oriental como un desafío esencial, má s que
marginal, contribuyó de manera importante al resultado catastró fico.
La Primera Guerra Mundial comenzó como una Tercera Guerra
de los Balcanes, con un austriaco
declaració n de guerra contra Serbia y un bombardeo de artillería a
travé s del Sava hacia Belgrado. En este caso, sin embargo, a
diferencia de la experiencia de 1912-1913, se percibió que estaban
en juego los equilibrios de grandes poderes. La agresió n austriaca
desencadenó una reacció n en cadena que en cuestió n de días había
llevado a todas las grandes potencias europeas a la refriega. A
finales de agosto, tras los primeros é xitos de su ofensiva contra
Francia a travé s de Bélgica y Lorena, el comandante en jefe alemá n
Helmuth von Moltke afirmó con valentía que “en seis semanas todo
habrá terminado” 83. Nunca un comandante se había equivocado
má s. Durante la segunda semana de septiembre, los ejércitos
franceses y britá nicos detuvieron el avance alemá n sobre el Marne.
En cuestió n de semanas, se había extendido una serie de líneas
defensivas desde las montañ as del Jura hasta el Canal de la
Mancha, contra lo cual los ejé rcitos de masas de las coaliciones
beligerantes se paralizaron. Había nacido el Frente Occidental, la
encarnació n de un estancamiento militar que continuaría durante
cuatro largos añ os.
A lo largo del largo y sangriento conflicto, el frente de los
Balcanes
siguió siendo un teatro de operaciones importante. El "castigo"
inicial de Austria a Serbia pronto degeneró en una parodia.
Después de capturar Belgrado, los austríacos fueron rechazados
por un serbio.contraataque, y expulsado má s allá del Sava. En febrero
y marzo de 1915, una expedició n franco-britá nica lanzada contra
posiciones otomanas en la península de Gallipoli, con la intenció n de
conducir sobre Estambul y forzar a los turcos a abandonar la guerra,
se convirtió en un vergonzoso fracaso. Los desmoralizados
supervivientes de la expedició n fueron finalmente evacuados a
Tesaló nica, donde una Grecia neutral pero políticamente dividida fue
presionada para que los aceptara. Animado por el revés,
y atraída por promesas de ganancias territoriales, Bulgaria intervino
en nombre de las potencias centrales durante octubre. Esta
intervenció n fue la gota que colmó el vaso para el ejército serbio, ya
debilitado por el precio de sus victorias y devastado por el tifus, que
ahora se derrumbó bajo la presió n combinada del norte y el sur. Su
desorganizado remanente, acompañ ado por el viejo rey Pedro que
viajaba en una carreta de bueyes, se retiró a través de las montañ as
albanesas hacia el mar, sufriendo cruelmente a manos de los
elementos y de los irregulares albaneses. Una fuerza de 40.000
supervivientes serbios fue trasladada desde la costa a la isla de Corfú ,
controlada por los franceses, y finalmente a un frente de Tesaló nica
recién constituido. Sin embargo, los problemas aliados en el teatro
aú n no habían terminado. El 27 de agosto de 1916, Atraída por las
disposiciones de tratados secretos que prometían el control de los
territorios en disputa y tranquilizada por los recientes avances rusos
en Galicia, Rumania se unió a la Entente. El gesto fue prematuro, y en
diciembre un ejército alemá n liderado por el general August von
Mackenson, “Cabeza de la Muerte”, marchó hacia Bucarest. Los
ejércitos aliados en el frente de Tesaló nica permanecieron intactos,
pero solo fueron llamados a la acció n en los ú ltimos meses de la
guerra. En el contexto del inminente colapso de Alemania, y
encabezados por unidades serbias ansiosas por participar en la
liberació n de su patria, en septiembre de 1918 comenzaron a abrirse
camino hacia el norte y en noviembre ocuparon Belgrado.84 y en
diciembre, un ejército alemá n liderado por el general August von
Mackenson, "Cabeza de la Muerte", marchó hacia Bucarest. Los
ejércitos aliados en el frente de Tesaló nica permanecieron intactos,
pero solo fueron llamados a la acció n en los ú ltimos meses de la
guerra. En el contexto del inminente colapso de Alemania, y
encabezados por unidades serbias ansiosas por participar en la
liberació n de su patria, en septiembre de 1918 comenzaron a abrirse
camino hacia el norte y en noviembre ocuparon Belgrado.84 y en
diciembre, un ejército alemá n liderado por el general August von
Mackenson, "Cabeza de la Muerte", marchó hacia Bucarest. Los
ejércitos aliados en el frente de Tesaló nica permanecieron intactos,
pero solo fueron llamados a la acció n en los ú ltimos meses de la
guerra. En el contexto del inminente colapso de Alemania, y
encabezados por unidades serbias ansiosas por participar en la
liberació n de su patria, en septiembre de 1918 comenzaron a abrirse
camino hacia el norte y en noviembre ocuparon Belgrado.84
Relaciones interestatales en el contexto balcá nico durante la Gran
Guerra
reflejó el período anterior a la guerra, con las grandes potencias
que buscaban doblegar a los actores locales para que apoyaran sus
objetivos estratégicos, y los estados balcá nicos má s pequeñ os
explotaban de manera oportunista las ventanas de oportunidad
percibidas para lo que esperaban que fuera su propia ventaja. ElEl
Imperio Otomano, cuya jerarquía militar tenía estrechos lazos con la
Alemania imperial, se alió con Berlín en septiembre de 1914. Un mes
después estaba en guerra con el Imperio Ruso por ú ltima vez. Albania,
Bulgaria, Rumania y Grecia originalmente declararon neutralidad,
pero sus deseos de permanecer por encima de la refriega no fueron
respetados. En el pacto secreto de Londres negociado por las
potencias de la entente el 26 de abril de 1915, se acordó que en caso
de que Grecia e Italia se unieran a la Entente, los territorios albaneses
se dividirían entre ellos, dejando solo una pequeñ a zona central como
provincia autó noma de Albania. Grecia estaba dividida entre una
facció n pro-alemana dirigida por el rey Constantino y un lobby pro-
Entente dirigido por el político liberal Elefthérios Venizélos, pero en la
primavera de 1917 Constantino se vio obligado a exiliarse por la
presió n aliada.
el colapso del régimen zarista en febrero de 1917. En la primera fase
del conflicto, Rusia proporcionó una ayuda financiera considerable a
Belgrado. Ante el colapso de la resistencia serbia en el otoñ o de 1915,
instó , en vano, a una política de asistencia de emergencia a los
aliados.85 El representante ruso en Belgrado, Grigorii Trubetskoi, fue
el ú nico representante de la comunidad internacional que marchó con
el ejército serbio. durante su retirada en 1916, y San Petersburgo a
partir de entonces se convirtió en un firme partidario de la
reconstrucció n del ejército serbio en Corfú y la reapertura de un
frente balcá nico.86
Las alineaciones en tiempos de guerra también afectaron el
acuerdo de posguerra. Los imperios ruso, Habsburgo y otomano
fueron arrasados por la marea de la derrota. En la conferencia de
paz de Versalles, los aliados aceptaron una versió n diluida de la
premisa de autodeterminació n de Woodrow Wilson al sancionar la
creació n de nuevos estados nacionales, pero el peso del
compromiso se diluyó por la suposició n contrastante de que a los
vencedores les pertenecía el botín. Rumania, Grecia y Serbia
(ahora el nú cleo del nuevo Reino de serbios, croatas y eslovenos)
emergieron de la contienda con sus logros en las guerras
balcá nicas confirmados o extendidos. Bulgaria, Albania y el
heredero turcodel estado otomano heredó territorios truncados y
una considerable frustració n nacional. La derrota de Grecia a manos
de la nueva Repú blica turca de Mustafa Kemal (Atatü rk) en la guerra
de 1919-1923 revirtió estas fortunas en un escenario, pero no alteró
el panorama general.
La Gran Guerra tuvo un impacto decisivo en la estructura política de
la Península Balcá nica, pero no transformó el estatus de la regió n en
su conjunto en el espectro má s amplio de la política europea o
mundial. Los Balcanes emergieron de los siglos otomanos como una
subregió n europea culturalmente distinta, econó mica y socialmente
subdesarrollada, políticamente inmadura y propensa a las crisis, con
afinidades estructurales con gran parte del mundo colonial. El legado
de nacionalismo frustrado que fue producto del largo e incompleto
proceso de separació n de la dominació n otomana dejó a los nuevos
estados nacionales balcá nicos débiles, subordinados y
estratégicamente dependientes. La falta de resolució n consensuada de
la Cuestió n Oriental había transformado la regió n en el famoso
“polvorín” que desencadenó la Primera Guerra Mundial. Ninguno de
estos problemas subyacentes se resolvió durante el curso de la guerra,
y solo se vieron agravados por el trabajo impugnado de los
pacificadores de Versalles. Los otomanos y los Habsburgo se habían
ido, pero la cuestió n oriental no había desaparecido con ellos. Casi un
Siglo después, su legado todavía se siente.

NOTAS FINALES - CAPÍTULO 1

1. Robert D. Kaplan, Balkan Ghosts: A Journey through History, Nueva York:


St. Martin's Press, 1992.

2. David Owen, Balkan Odyssey, Nueva York: Harcourt, Brace & Company,
1995,
pags. 3.

3. Nedim Gü rsel, Retour dans les Balkans: Récit, Ottignies: Quarnum, 1997, p. 70.
Gü rsel lo expresa así: “De toute façon, bien que tous soient contraints de vivre
ensemble, les Macédoniens détestent les Bulgares, les Bulgares les Turcs, les Turcs
les Albanais, les Albanais les Serbes, les Serbes les Bosniaques, les Bosniaques les
Croates, les Croates les Valaques, les Valaques les Tziganes et les Tziganes les
détestent tous. Dans un sens, on peut dire que c'est le destin des Balkans ”.

4. El orientalismo se refiere a una oposició n imputada, pero falsa, entre


Oriente y Occidente, utilizada para afirmar la singularidad y superioridad de la
civilizació n occidental. El concepto fue desarrollado por Edward W. Said,
Orientalism, Nueva York: Pantheon Books, 1978.

5. Misha Glenny Los Balcanes: nacionalismo, guerra y las grandes potencias


1804-1999, Nueva York: Viking, 2000, p. 2, afirma que el levantamiento serbio de
1804 "marcó el comienzo de la historia moderna en la península balcá nica". Glenny
retrata la discordia nacional y la violencia endémica como consecuencia de la
manipulació n externa.

6. Véase Elena Zamfirescu, “The 'Flight From the Balkans'”, Sü dosteuropa, Nos.
1-2, 1995, pá gs. 51-62.

7. Maria Todorova, Imaginando los Balcanes, Oxford: Oxford University


Press, 1997, p. 11.

8. Ferdinand Shevill, The History of the Balkan Peninsula: From the Early Times
to the Present Day, Nueva York: Harcourt, Brace and Company, 1922, p. 13.

9. Shatterbelt es un término artístico en el aná lisis geopolítico que se utiliza para


referirse a una zona políticamente fragmentada y étnicamente dividida que sirve
como campo de competencia entre poderes vecinos. Véase Philip Kelly, “Escalada
del conflicto regional: prueba del concepto de Shatterbelt”, Political Science
Quarterly, vol. 5, nú m. 2, 1986, pá gs. 161-180.

10. Fernand Braudel, El Mediterrá neo y el mundo mediterrá neo en la era de


Felipe II, 2 vols., Nueva York: Harper & Row, 1972, vol. I, pá gs. 103-167.
11.Hugh Poulton, Los Balcanes: Minorías y Estados en conflicto, Londres:
Minorías
Rights Publications, 1993, proporciona una guía para las comunidades nacionales
de los Balcanes.

12. Los desafíos a esta afirmació n del historiador austríaco del siglo XIX Jakob
Fallmerayer, cuyo trabajo buscaba negar un vínculo orgá nico entre los griegos
modernos y sus predecesores clá sicos, han sido una fuente de resentimiento
continuo. Véase Richard Clogg, A Concise History of Greece, Cambridge: Cambridge
University Press, 1992, pá g. 2; y Jakob Philipp Fallmerayer, Byzanz und das
Abendland: Ausgewä lte Schriften, Viena: W. Andermann, 1943.

13. El motivo de la conversió n de las comunidades cristianas de los Balcanes al


Islam sigue siendo objeto de debate. Deseo de mantener el estatus social mediante la
adopció n de la fe del conquistador, resistencia a la represió n de la tradició n bogomil
local (un movimiento religioso maniqueo denunciado como herejía por la iglesia
establecida), la conversió n de reclutas militares y esclavos de impuestos (devşirme)
prometidos la libertad y la conversió n impuesta a instancias de los terratenientes
musulmanes se han citado. También debe tenerse en cuenta que hubo conversiones
en todas las direcciones, no solo de cristiano a musulmá n. Véase John VA Fine Jr.,
The Bosnian Church, A New Interpretation: A Study of the Bosnian Church and its
Place in State and Society from the 13th to the 15th Centuries, Nueva York:
Columbia University Press, 1975.

14. La má s importante de las comunidades musulmanas eslavas de los Balcanes,


los musulmanes de Bosnia-Herzegovina (conocidos como Muslimani en la
Yugoslavia titista), adoptaron oficialmente el nombre de Bosniac (Bošnjak) en 1993.
Una variante regional de la lengua serbocroata (que incluye numerosos idiomas
turcos). palabras prestadas) también fue designado como el idioma bosnio
(Bosanski). Véase Senahid Halilović, Bosanski jezik, Sarajevo: Biblioteka Ključanin,
1991. Los movimientos nacionalistas musulmanes bosnios, con la esperanza de
respaldar sus argumentos a favor de una identidad nacional independiente, habían
instado a estos cambios durante varias décadas, pero no obtuvieron un apoyo
popular significativo hasta la violenta ruptura. de Yugoslavia. Francine Friedman,
Los musulmanes bosnios: negació n de una nació n, Boulder: Westview Press, 1996,
p. 192.

15. Es difícil determinar el tamañ o de las comunidades romaníes en la


regió n, debido en parte a la resistencia de la comunidad a la recopilació n del
censo. Un desglose aproximado sería 800.000 en Bulgaria, 800.000 en Hungría,
60.000 en Macedonia, 2 millones en Rumania (segú n algunas estimaciones hasta
3,5 millones), 60.000 en Albania, 7.000 en Eslovenia y Montenegro, 18.000 en
Croacia y 500.000 en Serbia. Vé ase André Liebich, "Minorías en Europa del Este:
Obstá culos para un recuento fiable", Informe de investigació n de RFE / RE, vol.
1, N ° 1, 20 de mayo,1992. Aparecen retratos de la situació n de los romaníes en los
Balcanes contemporá neos en Zoltan Barany, "Living on the Edge: The East European
Roma in Postcommunist Politics and Society", Slavic Review, Nº 2, verano de 1994;
Zoltan Barany, “Huérfanos de la transició n: gitanos en Europa del Este”, Journal of
Democracy, vol. 9, nú m. 3, julio de 1998, pá gs. 142-155; y David M. Crowe, A History
of the Gypsies of Eastern Europe and Russia, Nueva York: St. Martin's Press, 1994.
16. Huntington afirma que "la religió n es una característica definitoria central
de civilizaciones ”, y cita la observació n de Christopher Dawson de que“ las grandes
religiones son la base sobre la que descansan las grandes civilizaciones ”. Samuel P.
Huntington, El choque de civilizaciones y la reconstrucció n del orden mundial,
Nueva York: Simon & Schuster, 1996, p. 47.

17. Vé ase el ensayo "Ex-Yougoslavie: une fausse guerre de religion", en Paul


Garde, Fin de Siècle dans les Balkans 1992-2000: Analyzes et chroniques, París:
Editions Odile Jacob, 2001, pá gs. 17-33.

18. Así, el novelista ganador del Premio Nobel Ivo Andrić, nacido de padres
croatas, bautizado como cató lico romano y criado y educado en Bosnia, pudo
reclamar la nacionalidad serbia como adulto. El novelista bosnio Meša Selimović,
autor de la gran novela yugoslava La muerte y el derviche, crió a un bosnio
musulmá n pero profeso comunista y ateo, también afirmó la nacionalidad serbia en
sus ú ltimos añ os.

19. Bulent Gokay, "Petró leo, guerra y geopolítica de Kosovo a Afganistá n",
Revista del sur de Europa y los Balcanes, Vol. 4, nú m. 1, mayo de 2002, pá gs. 5-14.

20. Todorova, imaginando los balcanes, pags. 59. Todorova sugiere que la
serie de estereotipos que ella designa como balcanismo es má s que una simple
"subespecie" del orientalismo debido a la estrecha pero ambivalente relació n de
la regió n con Oriente y Occidente. "A diferencia del orientalismo, que es un
discurso sobre una oposició n imputada, el balcanismo es un discurso sobre una
ambigü edad imputada". (Ibíd., P. 17).

21. Mark Mazower, The Balkans: A Short History, Nueva York: The Modern
Library, 2000, p. 62.

22. Jean-Arnault Dé rens, Balcanes: la Crise, París: É ditions Gallimard, 2000, p.


12.

23. Herodoto describe el episodio desde un punto de vista algo má s


científico:
“Los historiadores persas atribuyeron la responsabilidad de la disputa a los fenicios.
Estas personas procedían originalmente de las costas del Océano Índico. . . en Argos
exhibieron sus mercancías. . . La hija del rey, Io, y algunos otros fueron capturados y
atados a bordo de los barcos. . . Má s tarde algunos griegos. . . probablemente
cretenses, llevados al puerto fenicio de Tiro y llevá ndose a Europa, la hija del rey,
dá ndoles así ojo por ojo. . . Unos cuarenta o cincuenta añ os después, Paris, el hijo de
Príamo, se inspiró en estas historias para robarse una esposa de Grecia. . . Y así fue
como llegó a llevarse a Helen ". Herodoto, Las historias, trad. Aubrey de Selincourt,
Baltimore: Penguin Books, 1969, pá gs. 13-14.

24. Michael Grant, El ascenso de los griegos, Londres: Phoenix Books, 2001.

25. En su relato clá sico, Arnold Toynbee equipara el helenismo con toda la
civilizació n griega de la é poca clá sica y má s allá . Lo define como "una civilizació n
que nació hacia finales del segundo milenio antes de Cristo y conservó su
identidad desde entonces hasta el siglo VII de la Era cristiana." Arnold J. Toynbee,
Hellenism: The History of a Civilization, Nueva York y Londres: Oxford University
Press, 1959, p. 3.

26. Para una discusió n sobre el papel de Constantinopla en las regiones


fronterizas del norte véase Paul Stephenson, Byzantium's Balkan Frontier: A
Political Study of the Northern Balkans, 900-1204, Cambridge: Cambridge
University Press, 2000.

27. John Julius Norwich, A Short History of Byzantium, Nueva York: Knopf,
1997, p. 101.

28. Steven Runciman, Byzantine Civilization, Nueva York: Meridian Books,


1956, p. 240. La evocació n de Runciman de la caída de la ciudad ante los
otomanos, que se dice que está destinada a transformarla en “el asiento de la
fuerza brutal, de la ignorancia, de un magnífico gusto”, arroja una luz
desafortunada sobre el sesgo cultural que informa esta conclusió n. Ibídem.

29. John VA Fine, Jr., The Early Medieval Balkans: A Critical Survey from the
Sixth to the Twelfth Century, Ann Arbor: The University of Michigan Press, 1983,
pá gs. 94-158. El trabajo de Fine es la mejor introducció n a la é poca.

30. George Ostrogorsky, Historia del estado bizantino, Nuevo Brunswick:


Rutgers University Press, 1957, p. 283.

31. Los recelos que provocó la llegada de los cruzados entre la jerarquía
bizantina se describen en la Alexiad de Anna Comnena, quizá s el mayor monumento
sobreviviente de la literatura bizantina. Véase The Alexiad of Anna Comnena, trad.
ERA Sewter, Baltimore: Penguin Books, 1969, libros diez y once,

32. John V. Fine Jr., Los Balcanes de la Baja Edad Media: Un estudio crítico de
finales Siglo XII a la conquista otomana, Ann Arbor: Prensa de la Universidad de
Michigan, 1987.

33. Noel Malcolm, Kosovo: A Short History, Nueva York: New York
University Press, 1998, pá gs. 58-80, ofrece un buen relato de la batalla y su lugar
en la memoria histó rica.

34. Véase Paul Wittek, The Rise of the Ottoman Empire, Londres: Royal Asiatic
Society, 1938; y Fuat Kö prü lü , Les Origines de l'Empire Ottoman, París: E. de
Boccard, 1935.

35. Una de las mejores biografías de Mehmed sigue siendo Franz Babinger,
Mehmed the Conqueror and his Time, Princeton: Princeton University Press, 1953.
36. Philip Mansel, Constantinopla: Ciudad del deseo del mundo, 1453-1924,
Nueva York: St. Martin's Press, 1995, ofrece un retrato de la ciudad como capital
imperial.

37. Maria Todorova, “El legado otomano en los Balcanes”, en L. Carl Brown, ed.,
The Ottoman Imprint on the Balkans and the Middle East, Nueva York: Columbia
University Press, 1996, pá gs. 45-77; y Peter Sugar, Sudeste de Europa bajo el
dominio otomano, 1354-1804, Seattle: University of Washington Press, 1977.

38. Ivo Andrić, El desarrollo de la vida espiritual en Bosnia bajo la influencia del
gobierno turco, Durham, NC: Duke University Press, 1990, p. 38. Este es el texto de la
tesis doctoral de Andrić, escrita en 1924 para la Universidad de Graz.

39. Dorothea Grä fin Razumovsky, Der Balkan: Geschichte und Politik seit
Alexander der Grossen, Munich: Piper, 1999, p. 203. Razumovsky continú a
señ alando con "asombro" que este logro no ha sido má s respetado queEl logro
comparable de Marshall Tito en la promoció n de la paz y la unidad varios siglos
después.

40. Peter Gunst, "Agrarian Systems of Central and Eastern Europe", en Daniel
Chirot, ed., The Origins of Backwardness in Eastern Europe: Economics and Politics
from the Middle Ages until the Early Twentieth Century, Berkeley: University of
California Press, 1989, pá gs. 53-91.

41. George Schö pflin, "Las tradiciones políticas de Europa del Este",
Daedalus, vol. 119, nú m. 1, invierno de 1990. pá gs. 55-90.

42. El tema de la diferenciació n cultural se desarrolla extensamente en Michael


W. Weithmann, Balkan-Chronik: 2000 Jahre zwischen Orient und Okzident,
Regensburg: Verlag Friedrich Pustet, 1995.

43. Véase la colecció n de Lloyd E. Berry y Robert O. Crummey, eds., Reino rudo y
bá rbaro: Rusia en las cuentas de los viajeros ingleses del siglo XVI, Madison:
University of Wisconsin Press, 1968; y especialmente el colorido relato del radical
protestante Adam Olearius en Samuel H. Baron, ed., The Travels of Olearius in
Seventeenth-Century Russia, Stanford: Stanford University Press, 1967.

44. Norman Daniel, Islam, Europa e Imperio, Edimburgo: The University Press,
1966; y Franco Cardini, Europa e Islam: Storia di un malintesa, Roma: Editori
Laterza, 1999.

45. Sacherwell Sitwell, Viaje rumano, Oxford: Oxford University Press, 1992,
pá g. 63.

46. Razumovsky, Der Balkan, pá g. 204. Se citan cifras de la edició n de 1910 de la


Encyclopedia Britannica.
47. MS Anderson, The Eastern Question, 1774-1923: Un estudio en relaciones
internacionales, Londres: Macmillan, 1966.

48. LS Stavrianos, The Balkans 1815-1914, Nueva York: Holt, Rinehart y


Winston, 1963, pá gs. 16-19.

49. Véase Paul W. Schroeder, The Transformation of European Politics 1763-


1848, Oxford: Clarendon Press, 1994.

50. La doctrina de la Tercera Roma fue acuñ ada durante el reinado de Ivá n
III (1462-1515). Argumentó que despué s de la caída de Roma y Constantinopla,
Moscú heredó el manto de la verdadera fe cristiana.

51. Bismarck citado de Weithmann, Balkan-Chronik, p. 297.

52. KE Fleming, The Muslim Bonaparte: Diplomacy and Orientalism in Ali


Pasha's Greece, Princeton: Princeton University Press, 1999.

53. Barbara Jelavich, Historia de los Balcanes: vol. I: Siglos XVIII y XIX,
Cambridge: Cambridge University Press, 1983, pá g. 61. El estudio clá sico del
fenó meno rebelde primitivo es Eric Hobsbawm, Bandits, 2ª ed., Harmondsworth:
Penguin Books, 1985.

54. LS Stavrianos, The Balkans since 1453, Nueva York: New York University
Press, 2000, pá gs. 215-229.

55. Véase Benedict Anderson, Comunidades imaginadas: Reflexiones sobre el


origen y la difusió n del nacionalismo, Londres: Verso, 1983.

56. Vé ase Wayne S. Vucinovich y Thomas A. Emmert, eds., Kosovo: Legacy of


a Medieval Battle, Minneapolis: Minnesota Mediterranean and East European
Monographs, 1991.

57. RW Seton-Watson, The Southern Slav Question and the Habsburg Monarchy,
Nueva York: Howard Fertig, 1969.

58. La mejor encuesta sobre el compromiso ruso en los Balcanes durante el


siglo XIX es Barbara Jelavich, Russia's Balkan Entanglements, 1806-1914,
Cambridge: Cambridge University Press, 1991.

59. Los té rminos del Tratado de Kü çü k Kaynarca de 1774, que no permitía el


paso de buques de guerra rusos al Mediterrá neo, no fueron satisfactorios para
San Petersburgo y se convirtió en una fuente de constantes demandas
revisionistas. Ver E.
I. Druzhinina, Kiuchuk Kainardzhiiskii mir 1774 goda: Ego podgotovka i
zakliuchenie, Moscú : Izdatel'stvo Akademii Nauk SSSR, 1955, p. 334.
60. IS Dostian, Rossiia i balkanskii vopros: Iz istorii russko-balkanskikh
politicheskikh sviazei v pervoi treti XIX v., Moscú : Nauka, 1972, pá gs. 36-42. Pedro el
Grande había pedido a los cristianos de los Balcanes que se levantaran contra la
Puerta ya en 1711, pero este era un gesto retó rico que no estaba vinculado a ningú n
tipo de política sustancial.

61. Citado en Frank Fadner, Setenta añ os de pan-eslavismo en Rusia: Karamzin


a Danilevskii, 1800-1870, Washington, DC: Georgetown University Press, 1962, p.
30.

62. El artículo VIII del tratado de Bucarest prometía a la Puerta conceder una
amnistía general a los rebeldes serbios y una autonomía interna limitada. Se
requería que los serbios destruyeran las fortalezas construidas durante la rebelió n,
aceptaran el restablecimiento de las guarniciones militares otomanas en 1804 y
pagaran un tributo anual. El tratado se negoció entre San Petersburgo y la Puerta,
sin que se consultara a la parte serbia. Georges Castellan, Histoire des Balkans (xive-
xxe siècle), París: Fayard, 1991, p. 252.

63. Sobre estos eventos, ver EP Kudriavtseva, Rossiia i obrazovanie


avtomnogo Serbskogo gosudarstva (1812-1833 gg.), Moscú : Institut rossiiskoi istorii
RAN, 1992. Serbia finalmente pudo tomar el control de los seis distritos que reclamó
a los otomanos en el verano de 1833, gracias a la presencia de tropas rusas en
Moldavia y un escuadró n naval ruso en el Estrecho . Como resultado, el territorio de
Serbia se expandió en un tercio.

64. William C. Fuller, Estrategia y poder en Rusia 1600-1914, Nueva York:


Free Press, 1992, p. 222.

65. John Shelton Curtiss, La guerra de Crimea en Rusia, Durham, NC: Duke
University Press, 1975.

66. Garašanin fue el autor de la Načertanije (Directriz) de 1844 que abogaba por
la creació n de una mayor Serbia bajo el patrocinio ruso. PN Helm, “Los orígenes del
panserbismo moderno: El Načertanije de Ilija Garašanin en 1844: Un aná lisis y
traducció n”, East European Quarterly, No. 2, 1975: pá gs. 158-169; Wolf Dietrich
Behschnitt, Nationalismus bei Serben und Kroaten 1830-1914: Analyse und
Typologie der nationalen Ideologie, Munich: Oldenbourg, 1980, pá gs. 54-65; y Vaša
Čubrilović, Istorija političke misli Srbiji XIX veka, 2ª ed., Belgrado: Narodna knjiga,
1982, pá gs. 165-193. A menudo se hace referencia al texto como una inspiració n
para los conflictos de la década de 1990.

67. Anderson, The Eastern Question, pá g. 203. Sobre el papel de la presió n


pú blica para la guerra en Rusia, véase David MacKenzie, The Serbs and Russian Pan-
Slavism 1875-1878, Ithaca, NY: Cornell University Press, 1967, pá gs. 73-77.

68. II Rostunov, Russko-turetskaia voina, 1877-1878, Moscú : Voenizdat, 1977,


pá gs. 113-168.

69. Véanse los excelentes relatos de Bruce W. Menning, Bayonets Before Bullets:
The Imperial Russian Army, 1861-1914, Bloomington: Indiana University Press,
1992, pá gs. 51-86; y AA Kersnovskii, Istoriia russkoi armii, 4 vols., Moscú : Golos,
1993, vol. 3, pá gs. 202-247.

70. BH Sumner, Rusia y los Balcanes, 1870-1880, Oxford: The Clarendon


Press, 1937, pá g. 571.

71. Erik J. Zü rcher, Turquía: una historia moderna, Londres: Tauro, 1993, p.
85.

72. Duncan M. Perry, La política del terror: los movimientos de liberació n de


Macedonia 1893-1903, Durham, NC: Duke University Press, 1988.

73. Charles Jelavich, Rusia zarista y nacionalismo balcánico: influencia rusa en


los asuntos internos de Bulgaria y Serbia, 1879-1886, Berkeley: University of
California Press, 1958.

74. Pašić fue fuertemente influenciado por el pensamiento ruso Panslav,


particularmente Rusia y Europa de Nikolai I. Danilevskii. Para una evaluació n
contemporá nea, ver “Srbi i Rusi”, Vreme, 28 de febrero de 1994, pá gs. 34-38.

75. Los ministros de Relaciones Exteriores de Rusia y Austria, Izvolskii y


Alios Baron von Lexa Aehrenthal, se reunieron en Buchlau en 1907 y acordaron
informalmente un acuerdo de compensació n en el que se permitiría a Austria
absorber Bosnia a cambio de un acuerdo que concediera a Rusia libre acceso al
Estrecho. Al final, Austria sacó provecho de Bosnia, pero no cedió terreno en el
Estrecho.

76. Andrew Rossos, Rusia y los Balcanes: rivalidades interbalcá nicas y política
exterior rusa 1908-1914, Toronto: University of Toronto Press, 1976, pá g. 27.

77. Ernst Christian Helmreich, La diplomacia de las guerras de los Balcanes,


1912-1913, Cambridge, MA: Harvard University Press, 1938; y Katrin Boekh, Von
den Balkankriegen zum Ersten Welt Krieg: Kleinstaaten Politik und etnische
Selbstbestimmung auf dem Balkan, Munich: Oldenbourg Verlag, 1996.

78. El informe original de Carnegie Endowment que documenta


atrocidades perpetrado durante las guerras balcá nicas fue reimpreso, como una
forma de comentario trá gico, durante la nueva guerra balcá nica de la década de
1990. The Other Balkan Wars: A 1913 Carnegie Endowment Inquiry in Retrospect,
Washington, DC: Carnegie Endowment Book, 1993.

79. Sir Charles Eliot, Turquía en Europa, Londres: Frank Cass & Co., 1965, p.
3. La edició n original data de 1900.
80. Mazower, Los Balcanes, pá g. 88.

81. Leon Trotsky, The Balkan Wars 1912-13, Nueva York: Monad Press, 1980,
pá g.
314.

82. Glenny, Los Balcanes, pá g. 304. Véase Vladimir Dedijer, The Road to Sarajevo,
Londres: MacGibbon & Kee, 1967, para un relato atractivo de la trama.

83. Citado en Pierre Miquel, La grande guerre, Allear: Marabout, 1988, p. 139.

84. Alan Palmer, Los jardineros de Salónica, London: Deutsh, 1965, ofrece un
relato colorido.

85. Iu. A. Pisarev, Tainy pervoi mirovoi voiny: Rossiia i Serbiia v 1914-1915 gg.,
Moscú : Nauka, 1990, pá gs. 147-153, 187-194.

86. Rusia impulsó estos argumentos frente a la fuerte oposició n de sus


Aliados britá nicos y franceses. Iu. A. Pisarev, Serbiia na golgofe i politika velikikh
derzhav 1916 g., Moscú : Nauka, 1993, pá gs. 40-41.
CAPITULO 2

LOS BALCANES EN EL CORTO SIGLO XX

El Cordon Sanitaire.

El orden regional del sureste europeo que surgió de la Primera


Guerra Mundial era muy inestable. Todos los nuevos estados
nacionales creados a partir de los escombros del imperio por los
pacificadores de Versalles debían hacer frente a los desafíos de las
instituciones débiles, el atraso econó mico, las minorías no asimiladas
y las tensiones étnicas, y la exposició n estratégica. El impacto de la
depresió n mundial fue particularmente severo en un á rea cuyas
economías siguieron siendo principalmente agrarias. La polarizació n
política y el surgimiento de movimientos extremistas, incluidos los
partidos comunistas de izquierda y los partidos nacionalistas de
derecha, fue una consecuencia inevitable. En todos los países de la
regió n, las tensiones resultantes eventualmente se resolverían
mediante alguna variante de dictadura real o militar.
Una breve fase de la gobernanza democrá tica en la Albania de la
posguerra fue
puesto a su fin por el cacique tribal de Gheg Ahmed Zogu, quien
derrocó el ré gimen parlamentario de Fan Noli en 1924 y fue
coronado rey Zog I en 1928.1 En el nuevo reino de serbios, croatas
y eslovenos, la herida mortal, en el piso de El parlamento nacional,
del líder del Partido Campesino croata Stjepan Radić por el
nacionalista serbio Puniša Račić en junio de 1928 impulsó al rey
Aleksandar a declarar una dictadura real el 6 de enero de 1929.2
Bulgaria experimentó insurrecciones agrarias y comunistas
fallidas durante 1918 y 1923, y en En 1935, tras un breve golpe
militar, el rey Boris III proclamó el gobierno personal.3 El Tratado
de Versalles de Trianon casi duplicó el territorio de Rumanía,pero
una problemá tica experiencia de entreguerras condujo a través del
ascenso de la Guardia de Hierro fascista y su líder Cornelia
Codreanu a la promulgació n de una nueva constitució n autoritaria
por el rey Carol II en 1938.4 En 1936, el general Ioannis Metaxas
disolvió el parlamento griego y se estableció como dictador bajo el
gobierno restaurado. monarca de Giorgios II.5 Mustafa Kemal y su
Partido Popular Republicano gobernaron Turquía como un estado
autoritario de un solo partido hasta la muerte de Kemal en 1938,
43
cuando la presidencia pasó a su sucesor elegido İsmet İnö nü .6 Las
variadas experiencias nacionales no fueron idénticas, pero el
politico5 Mustafa Kemal y su Partido del Pueblo Republicano
gobernaron Turquía como un estado autoritario de un solo partido
hasta la muerte de Kemal en 1938, cuando la presidencia pasó a su
sucesor elegido İsmet İnö nü .6 Las variadas experiencias
nacionales no fueron idénticas, pero la política5 Mustafa Kemal y
su Partido del Pueblo Republicano gobernaron Turquía como un
estado autoritario de un solo partido hasta la muerte de Kemal en
1938, cuando la presidencia pasó a su sucesor elegido İsmet
İnö nü .6 Las variadas experiencias nacionales no fueron idénticas,
pero la política

44
Las consecuencias del desarrollo de entreguerras —
democratizació n fallida, marcada diferenciació n social, tensió n
étnica y una desviació n autoritaria— fueron notablemente
similares.7
La regió n también enfrentó desafíos internacionales. A partir
de 1919, la Internacional Comunista (Comintern) adoptó una
política balcá nica asertiva vinculada a las aspiraciones de gran
poder del ré gimen soviético. Despué s de la guerra de 1919-1923,
Grecia y Turquía lograron un acercamiento y cambiaron sus
prioridades hacia la transformació n interna, pero las relaciones
con sus vecinos balcá nicos siguieron siendo tensas. Bulgaria
mantuvo una orientació n revisionista hacia el orden regional
existente, lo que finalmente llevó a Sofía hacia relaciones má s
estrechas con la Italia de Mussolini. Una vez instalado en el poder,
el rey Zog de Albania decidió subordinar su país al régimen de
Mussolini casicompletamente. Con reclamos irredentistas en Istria y
Dalmacia, Italia representaba una amenaza constante para la
integridad territorial de Yugoslavia. Hungría y Austria también
adoptaron posturas revisionistas, y en marzo de 1921 Karl de
Habsburg lanzó un golpe fallido en Budapest con la esperanza de
restaurar su derrota.
Francia y Gran Bretañ a asumieron el papel de garantes del
estatus
quo, y Francia en particular trató de contener las amenazas percibidas
de la subversió n bolchevique y el revanchismo alemá n mediante la
construcció n de un cordó n sanitario centroeuropeo a partir de los
nuevos estados nacionales de Versalles.8 Después de 1921, el Quay
d'Orsay se convirtió en el patrocinador internacional má s importante
de la sociedad. llamado Little Entente, un pacto de asistencia mutua
que surgió por iniciativa de Checoslovaquia en 1920, uniendo a
Yugoslavia, Checoslovaquia y Rumania en torno a una agenda
anticomunista y anti-revisionista. La Pequeñ a Entente se
complementó en Europa Central con un pacto de asistencia mutua
polaco-rumana, pero la fricció n entre Polonia y Checoslovaquia
impidió su extensió n para cubrir todo el corredor centroeuropeo
entre Alemania y la URSS.9 En febrero de 1934, tras el ascenso al
poder de Hitler, un nueva Entente balcá nica trajo Yugoslavia,
Rumania, Grecia y Turquía juntos en un acuerdo para garantizar las
fronteras existentes, alentado por la Unió n Soviética y con el
patrocinio francés.10 Pero el asesinato del rey Aleksandar de
Yugoslavia durante una visita de Estado a Marsella en 1934 debilitó el
compromiso de Belgrado con la cooperació n regional, y la Entente de
los Balcanes nunca evolucionó hasta convertirse en una iniciativa con
dientes. Cuando Rumanía y Yugoslavia se hicieron a un lado en 1938
cuando Checoslovaquia se rindió a Hitler, la sentencia de muerte de la
Pequeñ a Entente y de la cooperació n balcá nica bajo los auspicios de y
la Entente de los Balcanes nunca se convirtió en una iniciativa con
fuerza. Cuando Rumanía y Yugoslavia se hicieron a un lado en 1938
cuando Checoslovaquia se rindió a Hitler, la sentencia de muerte de la
Pequeñ a Entente y de la cooperació n balcá nica bajo los auspicios de y
la Entente de los Balcanes nunca se convirtió en una iniciativa con
fuerza. Cuando Rumanía y Yugoslavia se hicieron a un lado en 1938
cuando Checoslovaquia se rindió a Hitler, la sentencia de muerte de la
Pequeñ a Entente y de la cooperació n balcá nica bajo los auspicios de
las democracias occidentales, había sonado. Los estados balcá nicos
seríanse lanzaron a la guerra después de 1939 como lo habían estado
después de 1914, sin preparació n militar y divididos entre ellos, los
có mplices voluntarios o involuntarios de las iniciativas de las grandes
potencias a las que no tenían poder para resistir. “Somos parte del lío
europeo general”, como le explicó estoicamente al escritor esloveno-
estadounidense Louis Adamic durante una visita a Sarajevo en 1933,
“no tenemos la decisió n completa y definitiva sobre nuestro destino.
Estamos atrapados en la diná mica de la política internacional de las
grandes potencias ”. 11

La idea yugoslava.

El aspecto má s innovador del asentamiento de posguerra en los


Balcanes fue la creació n del Reino de los serbios, croatas y
eslovenos como una federació n balcá nica que abarca los antiguos
imperios Habsburgo y Otomano. En 1929, el nuevo estado fue
rebautizado como Yugoslavia (Tierra de los eslavos del sur). A
pesar de una iniciació n rocosa marcada por fricciones interétnicas,
Yugoslavia sobrevivió a los traumas dedepresió n y dictadura real, y
en 1939 logró iniciar una esperanzadora reforma institucional.
La primera Yugoslavia representó un ideal de larga data de
reunir a las nacionalidades eslavas del sur en algú n tipo de
asociació n federativa. Durante la década de 1830, el croata
Ljudevit Gaj creó el Movimiento Iliriano como un foro para
promover la unidad, utilizando el clá siconombre ilirio como un
denominador comú n para connotar el origen compartido y la unidad
esencial de los eslavos del sur.12 El movimiento floreció en Croacia, y
en 1850 escritores croatas inspirados por las ideas de Gaj se unieron a
sus homó logos serbios (incluido el famoso lingü ista y humanista Vuk
Karadžić) en Viena para producir un "Acuerdo Literario" que
intentaba definir un solo idioma literario comú n a los dialectos serbio
y croata sobre la base del supuesto de que "un pueblo debería tener
un idioma". Después de 1850, el obispo cató lico de Djakovo, Josip Juraj
Strossmayer, llevó adelante el proyecto de Gaj, introduciendo el
término yugoslavismo (jugoslavenstvo) para expresar las
aspiraciones comunes de todos los eslavos del sur. Sin embargo, el
camino que tenemos por delante no será fá cil. No hubo consenso
sobre las formas que podría adoptar la cooperació n política,
raíces. No obstante, los contactos entre serbios y croatas partidarios
del ilirismo continuaron durante la segunda mitad del siglo, y entre
1906 y 1918 una coalició n croata-serbia que apoyaba la idea
yugoslava obtuvo la mayoría en la Dieta croata (sabor) .13 Se requirió
la crisis de orden provocada por la Primera Guerra Mundial, sin
embargo, antes de que se hiciera posible un movimiento decidido
hacia la creació n de una federació n eslava del sur.
Un comité yugoslavo en el exilio inspirado en la idea yugoslava
se estableció en París el 30 de abril de 1915, con un liderazgo
dominado por croatas y eslovenos, incluido Frano Supilo (quien
má s tarde dimitiría en oposició n de principios a cualquier acuerdo
que renunciara a la autonomía croata), Ante Trumbić y la escultura
Ivan Meštrović.14 Supilo conocía los términos del Tratado secreto
de Londres de 1915 y temía una eventual colusió n entre el líder
del Partido Radical Serbio Nikola Pašić y la Entente a expensas de
croatas y eslovenos. Los croatas y los eslovenos consideraron la
asociació n como un medio para fortalecer su reclamo de
independencia del régimen de Habsburgo, para resistir los
reclamos irredentistas de parte de Italia y otros vecinos, y para
diluir la potencial extralimitació n serbia. En elambiente de guerra,
Serbia asediada estaba dispuesta a corresponder. En la llamada
Declaració n de Niš del 7 de diciembre de 1914, los serbios incluyeron
el objetivo de un estado yugoslavo unido entre sus objetivos de
guerra.15 Los pacificadores de Versalles finalmente aprobaron la idea
yugoslava, pero su génesis fue una consecuencia de las iniciativas
emprendidas por el sur. Los propios pueblos eslavos.
En un manifiesto de mayo de 1915, el Comité Yugoslavo afirmó
"Los yugoslavos forman una sola nació n, tanto por su identidad de
idioma, por las leyes incontestables de la geografía como por su
conciencia nacional". convertirse, ya pesar de las protestas de
unidad, las diferencias entre las tres nacionalidades
comprometidas en el esfuerzo por crear un marco nacional comú n
se mantuvieron fuertes. Durante el verano de 1917, miembros del
gobierno serbio se reunieron con líderes del Comité Yugoslavo en
Corfú y acordaron la creació n de un estado comú n. La mayor parte
de la discusió n en Corfú giró en torno a un desacuerdo entre la parte
serbia, representada por el patriarcal Pašić, que insistía en la creació n
de un estado unitario bajo la dinastía Karadjordjević, y la parte
eslovena y croata representada por Trumbić, que favorecía una
federació n má s flexible
eso permitiría una autonomía cultural y política sustancial. En
Corfú se adoptó una declaració n a favor de la posició n serbia
afirmando que "los serbios, croatas y eslovenos son un pueblo y
deben formar un estado moná rquico bajo la dinastía
Karadjordjević" .17 Después de la derrota de los Habsburgo, un
Consejo Nacional de serbios, croatas y eslovenos que representa
las poblaciones eslavas del sur del imperio de los Habsburgo
intentaron dar marcha atrá s solicitando una asociació n federativa
má s flexible, pero fue en vano. El Reino de los serbios, croatas y
eslovenos, declarado el 24 de noviembre de 1918, era un estado
unitario bajo la dinastía real serbia, con Belgrado como capital.
El dominio serbio se convertiría rá pidamente en el taló n de
Aquiles de la unió n eslava del sur. Sin embargo, en retrospectiva,
ninguna alternativa parece haber sido factible. Al final de la guerra,
Eslovenia y Croacia todavía estaban intentando salir de la
fracasada monarquía dual. Los soldados eslovenos y croatas
habían luchado con los ejércitos de los poderes centrales de 1914 a
1918. Eslovenia no tenía una historia de estado independiente, y
los croatas tuvieron que mirar hacia atrá s a la Edad Media para
encontrar algo que se aproximara a la soberanía total. Ambos
enfrentaron desafíos territoriales de los vecinos Italia y Austria
que no estaban en condiciones de resistir abandonados a sus
propios dispositivos. Serbia, por el contrario, era un estado
establecido con una monarquía indígena y un ejército poderoso
que podía señ alar surécord de guerra como una marca de distinció n
especial. Dado el estatus de Serbia como beligerante victorioso, la
ú nica alternativa a la asociació n habría sido la creació n de una Serbia
mayor que incluyera importantes minorías no serbias, limitadas por
miniestados eslovenos y croatas débiles y expuestos.18
La violenta desintegració n de Yugoslavia durante la Segunda
La Guerra Mundial, y nuevamente durante la década de 1990, ha
llevado a muchos a concluir que la idea yugoslava era defectuosa
desde el principio, un intento artificial de imponer la unidad a
diversos pueblos para quienes faltaban los requisitos previos para la
estadidad19. Cualquiera que sea el mérito que pueda tener el
argumento, Había una ló gica poderosa en la asociació n en 1918 que
sigue siendo vá lida en cierta medida hasta el día de hoy. No menos de
veinte comunidades nacionales distintas vivían dentro de lo que se
convertiría en el espacio yugoslavo, a menudo inextricablemente
entremezcladas. En estas circunstancias, dar forma a Estados
nacionales "étnicamente puros" no era una opció n realista. La
transferencia de població n greco-turca acordada en el Tratado de
Lausana en 1923 (sobre la base del cual má s de 1,5 millones de
personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares) se cita a veces
como modelo de separació n, pero
fue producto de una guerra catastró fica, fue extraordinariamente
traumá tico en términos personales y, a largo plazo, no ha contribuido
a la estabilidad de las relaciones greco-turcas. La asociació n entre las
principales naciones eslavas del sur abordó el dilema de la
interculturalidad de manera positiva al permitir la cohabitació n en un
marco multinacional. Se asumió que la afinidad cultural entre
eslovenos, croatas y serbios era lo suficientemente fuerte como para
servir como base para la nacionalidad, y durante las décadas de 1920
y 1930 se realizaron esfuerzos sinceros para promover la unidad
cultural.20 La Federació n también abordó la cuestió n serbia al
permitir que los serbios població n de los Balcanes centrales para vivir
juntos dentro de un estado comú n. Entre los pacificadores de
Versalles existía la preocupació n de que los miniestados balcá nicos
sin una base material suficiente se convirtieran en peones en manos
de potencias rivales. reavivando el tipo de fricció n estratégica que
había hecho que la Cuestió n Oriental fuera tan volá til en los añ os
anteriores a la guerra. Una asociació n yugoslava proporcionó una
base má s sustancial para el orden regional, como una barrera para las
agendas revisionistas y un componente de un equilibrio de poder
europeo sostenible.
El ideal yugoslavo no se hizo realidad. Un agrandado
El mercado regional no logró generar prosperidad: entre 1918 y 1941,
la anémica tasa de crecimiento anual de Yugoslavia del 2 por ciento no
logró mantener el ritmo de los aumentos demográ ficos. Durante la
década de 1930, los yugoslavos estuvieron sujetos a condiciones de
depresió n, y la brecha entre el nuevo estado y las economías má s
desarrolladas del nú cleo de Europa occidental se ensanchó . La
frustració n econó mica se convirtió en la base del descontento político,
a menudo manifestado como movilizació n étnica. Políticamente, el
régimen moná rquico dominado por los serbios que surgió del proceso
de unificació n fue formalizado por la Constitució n del Día de San Vito
del 28 de junio de 1921. Desde el principio, enfrentó serios desafíos
internos. El má s grave fue el planteado por el nacionalismo croata,
representado principalmente durante la década de 1920 por el
Partido Campesino Republicano Croata de Radić, que presionó por la
autonomía croata dentro de una confederació n yugoslava expandida o
expandida de los Balcanes. Otra fuente fue el movimiento comunista
internacional. Desde su fundació n en Belgrado en abril de 1919, el
Partido Comunitario de Yugoslavia (KPJ) asumió la línea de Moscú
denunciando a Yugoslavia como un peó n en manos de las potencias de
Versalles e instando a la creació n de una repú blica soviética. Entre
1926 y 1935, el ala izquierda del partido defendió la línea del sexto
congreso mundial del Komintern en 1928, condenando a Yugoslavia
como una "prisió n de pueblos" 21. e instando a la creació n de una
repú blica soviética. Entre 1926 y 1935, el ala izquierda del partido
defendió la línea del sexto congreso mundial del Komintern en 1928,
condenando a Yugoslavia como una "prisió n de pueblos" 21. e
instando a la creació n de una repú blica soviética. Entre 1926 y 1935,
el ala izquierda del partido defendió la línea del sexto congreso
mundial del Komintern en 1928, condenando a Yugoslavia como una
"prisió n de pueblos" 21.
Las ramas de la Organizació n Revolucionaria Interna de
Macedonia (VMRO) en la regió n de Vardar Macedonia también
proclamaron una política de lucha armada contra el estado
yugoslavo. Despué s de 1929, el KPJ centró su atenció n en la
cuestió n macedonia (el Manifiesto de Viena de 1924 de la
Comintern fue pionero en el reconocimiento de una nacionalidad
macedonia distinta), conspirando con activistas del VMRO que
eventualmente se verían involucrados, junto con los fascistas
croatas del movimiento Ustaša de Ante Pavelić, en el asesinato del
rey Aleksandar.22
El asesinato de Radić abrió la puerta a la dictadura real, pero no
se resolvieron los problemas subyacentes. Rey
Aleksandarreconfirmó un compromiso con el estado unitario,
dividiendo el país en nueve regiones administrativas (banovine) con
nombres de ríos locales (las regiones de Drava, Sava, Drina, Vrbas,
Primorje, Zeta, Dunav, Morava y Vardar) sin tener en cuenta las
fronteras étnicas . Tras el asesinato del rey, el joven príncipe heredero
Petar llegó a la regencia del príncipe Pavle, pero la disputa política
solo se intensificó . Un esfuerzo concertado para resolver las fricciones
serbio-croatas resultó en el Sporazum (Acuerdo) del 27 de abril de
1939, firmado por el sucesor de Radić, Vladko Maček, y el Primer
Ministro Dragiša Cvetković, que se acercó a las sensibilidades
nacionales croatas al crear una nueva banovina de Croacia,
combinando la los antiguos distritos de Sava y Primorje má s la ciudad
y la regió n de Dubrovnik, con una autonomía muy ampliada. El
Sporazum fue un paso hacia la coadministració n serbio-croata que se
parecía al Ausgleich de los Habsburgo de 1867, pero fue impugnado
políticamente y nunca se implementó por completo. El acuerdo no
tuvo en cuenta la complejidad nacional de todo el espacio yugoslavo y
fue resentido por nacionalidades yugoslavas distintas de los serbios y
croatas. No obstante, fue un paso lejos de la hegemonía serbia
indiscutible que podría haber proporcionado un contexto para
abordar la cuestió n nacional yugoslava si hubiera tenido tiempo de
evolucionar. Pero no se proporcionó tiempo. La experiencia
acumulada de las décadas de entreguerras creó una considerable
desilusió n con Yugoslavia y ayudó a preparar el terreno para las
destructivas movilizaciones étnicas que siguieron. El acuerdo no tuvo
en cuenta la complejidad nacional de todo el espacio yugoslavo y fue
resentido por nacionalidades yugoslavas distintas de los serbios y
croatas. No obstante, fue un paso lejos de la hegemonía serbia
indiscutible que podría haber proporcionado un contexto para
abordar la cuestió n nacional yugoslava si hubiera tenido tiempo de
evolucionar. Pero no se proporcionó tiempo. La experiencia
acumulada de las décadas de entreguerras creó una considerable
desilusió n con Yugoslavia y ayudó a preparar el terreno para las
destructivas movilizaciones étnicas que siguieron. El acuerdo no tuvo
en cuenta la complejidad nacional de todo el espacio yugoslavo y fue
resentido por nacionalidades yugoslavas distintas de los serbios y
croatas. No obstante, fue un paso lejos de la hegemonía serbia
indiscutible que podría haber proporcionado un contexto para
abordar la cuestió n nacional yugoslava si hubiera tenido tiempo de
evolucionar. Pero no se proporcionó tiempo. La experiencia
acumulada de las décadas de entreguerras creó una considerable
desilusió n con Yugoslavia y ayudó a preparar el terreno para las
destructivas movilizaciones étnicas que siguieron. No obstante, fue un
paso lejos de la hegemonía serbia indiscutible que podría haber
proporcionado un contexto para abordar la cuestió n nacional
yugoslava si hubiera tenido tiempo de evolucionar. Pero no se
proporcionó tiempo. La experiencia acumulada de las décadas de
entreguerras creó una considerable desilusió n con Yugoslavia y ayudó
a preparar el terreno para las destructivas movilizaciones étnicas que
siguieron. No obstante, fue un paso lejos de la hegemonía serbia
indiscutible que podría haber proporcionado un contexto para
abordar la cuestió n nacional yugoslava si hubiera tenido tiempo de
evolucionar. Pero no se proporcionó tiempo. La experiencia
acumulada de las décadas de entreguerras creó una considerable
desilusió n con Yugoslavia y ayudó a preparar el terreno para las
destructivas movilizaciones étnicas que siguieron.
Tras el estallido de la guerra en Europa en septiembre de 1939,
Belgrado declaró neutralidad. Pero la regió n de los Balcanes en su
conjunto, y Yugoslavia en particular, eran demasiado importantes
para permanecer fuera delrefriega. Los minerales no ferrosos
derivados de Yugoslavia se consideraron críticos para el esfuerzo de
guerra alemá n, los corredores aéreos llegaban hasta el
La fuerza expedicionaria alemana en el norte de Á frica cruzó la
regió n, y Berlín buscó mantener el acceso a Tesaló nica y los
recursos petroleros de Rumania y el Mar Negro, y protegerlos de
Incursiones de bombardeo britá nicas. Con los planes para una
invasió n de la Unió n Soviética madurando en Berlín, Hitler estaba
particularmente preocupado de que la regió n de los Balcanes
permaneciera fuera del alcance de enemigos potenciales.23
Mussolini, quien había expresado durante mucho tiempo el
deseo de transformar la La regió n de los Balcanes en una esfera de
influencia italiana precipitó los acontecimientos al lanzar una invasió n
de Grecia el 28 de octubre de 1940. Si el asalto hubiera salido bien,
Hitler se habría sentido complacido, pero no fue así. El dictador griego
Metaxas ganó fama duradera al responder a las demandas de
capitulació n de Roma con la respuesta lacó nica “no” (okhi). Los
griegos continuaron para revertir el avance italiano y, a fines de 1940,
las primeras unidades britá nicas desembarcaron en el sur de Grecia
para reforzar la resistencia24.
En vista de la frustració n de los italianos, Hitler decidió
someter la regió n de una vez por todas como preludio de su asalto
a la URSS. En cuestió n de semanas, Hungría y Rumanía fueron
presionadas para unirse al Pacto Tripartito (constituido cuando
Italia se unió al eje Alemania-Japó n en septiembre de 1940) y para
permitir la ocupació n alemana de su territorio. El 1 de marzo de
1941, amenazada por una ofensiva alemana y atraída por
promesas de control sobre Macedonia, Bulgaria otorgó a las
fuerzas alemanas el derecho de paso y tambié n se unió al Pacto.
Yugoslavia fue presionada para que hiciera lo mismo, y el 25 de
marzo el gobierno de Maček-Cvetković acordó acceder al Pacto a
cambio de una promesa secreta de control sobre Tesaló nica (que
Berlín, inconvenientemente, ya había prometido en secreto a
Bulgaria).territorio), una evaluació n retrospectiva que muestra un
respeto conmovedor por la buena voluntad de Hitler.25 En ese
momento, las democracias occidentales que luchaban por bloquear la
expansió n alemana o los ciudadanos de Yugoslavia que contemplaban
la perspectiva de colusió n con la agresió n fascista no lo consideraron
un triunfo. A los pocos días del acuerdo, el gobierno de Maček-
Cvetković fue derrocado en nombre del nuevo monarca, el rey Petar II,
por movilizaciones populares en las calles de Belgrado, con
manifestantes cantando bolje rat nego pakt (mejor guerra que el
pacto) y bolje grob nego. robar (mejor tumba que
esclavo).
El golpe de Estado de Belgrado fue noble, pero tambié n fue una
respuesta espontá nea y confusa a una situació n desesperada.
Yugoslavia no estaba preparada para la guerra y la reacció n
inmediata de Hitler fue ordenar un asalto total. El 6 de abril,
Belgrado firmó un tratado de amistad con la URSS, pero con Stalin
comprometido en su propio esfuerzo desesperado por apaciguar a
Berlín, y con Rumania y Bulgaria comprometié ndose a bloquear
cualquier intento de incursió n soviética, no se podía esperar
ninguna ayuda real deese trimestre. Al amanecer del 6 de abril,
Belgrado fue objeto de un ataque aéreo masivo que dejó casi 3000
muertos a su paso. Para el 10 de abril, las fuerzas alemanas habían
ocupado Zagreb, el 12 de abril, impulsadas por ataques simultá neos
de Bulgaria, Rumania y Austria, entraron en Belgrado y el 17 de abril
Yugoslavia había capitulado. Con la resistencia organizada aplastada
temporalmente, los italianos continuaron fortaleciendo su control
sobre Albania y el norte de Epiro, mientras que la Operació n alemana
Maritsa avanzó hacia el sur a través del continente griego y hasta la
isla de Creta. Los Balcanes habían sido conquistados de un plumazo y
la Wehrmacht tenía las manos libres para lanzar la Operació n
Barbarroja, su fatídico asalto contra la URSS.
La resistencia yugoslava no tuvo éxito, pero es poco probable
que
el apaciguamiento habría evitado al país los horrores de la guerra
má s de lo que evitó a cualquier otro cordero de sacrificio de Hitler.
A pesar de sus mú ltiples problemas, y a diferencia de tantas otras
víctimas de la guerra alemanaagresió n, Yugoslavia había reunido la
voluntad de resistir un ultimá tum del Fü hrer. La primera Yugoslavia
no fue socavada desde adentro, como resultado de una tensió n étnica
incontenible. Fue subyugado desde fuera, por la invasió n y ocupació n
extranjeras. Só lo después de que el país fuera desmantelado, su
liderazgo disperso, sus fuerzas armadas disueltas y el poder puesto en
manos de colaboracionistas, pudo comenzar el descenso a la guerra
civil.

Los campos de la muerte.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los Balcanes fueron un


teatro de operaciones secundario. En el momento del ataque de
Alemania a la Unió n Sovié tica el 22 de junio de 1941, la regió n
parecía estar segura.bajo el control del Eje. Turquía se aferró a una
precaria neutralidad. La resistencia organizada en Grecia se rompió y
el país quedó sometido a una ocupació n combinada alemana, italiana
y bú lgara26. Albania era un protectorado italiano. Bulgaria, bajo la
regla de cá lculo de
El rey Boris III y Rumanía, sometidos a la dictadura del general Ion
Antonescu, se habían aliado con Alemania. Yugoslavia desapareció
y fue reemplazada por varios estados dependientes controlados
por Roma y Berlín. Eventualmente, el impacto catastró fico de la
ocupació n extranjera provocaría el aumento de la resistencia, pero
esto no se convertiría en un factor estraté gico hasta que el
esfuerzo de guerra del Eje hubiera tropezado en otros lugares.
La ocupació n extranjera estuvo acompañ ada de un rediseñ o
agresivo de fronteras. Bulgaria, que ya había recibido el sur de
Dobrudja como un "regalo" de Rumania bajo los auspicios de
Alemania en septiembre de 1940, ahora tomó el control del oeste
de Tracia, Macedonia hasta el lago Ohrid y pequeñ as partes de
Kosovo y el este de Serbia. Ademá s de ceder el sur de Dobrudja,
Rumania se vio obligada a entregar Besarabia y el norte de
Bucovina a la Unió n Soviética en junio de 1940, y el norte de
Transilvania a Hungría sobre la base del llamado Diktat de Viena
del 30 de agosto. Ocupació n italiana que incluye la mayor parte de
Kosovo y partes de Montenegro y Macedonia occidental.
GrupaMontenegro se transformó en un protectorado italiano. La
mayor parte del territorio yugoslavo fue anexada por estados vecinos
aliados con Berlín. Lo que quedó fue puesto bajo administraciones
colaboracionistas vigiladas por las fuerzas de ocupació n. Alemania,
Italia, Hungría, Bulgaria y Albania se beneficiaron de adquisiciones
territoriales. Partes de Eslovenia fueron absorbidas por Alemania e
Italia, y el resto se constituyó como provincia dependiente de
Ljubljana. Una Serbia de grupa, dentro de las fronteras anteriores a las
guerras de los Balcanes, fue sometida a un comando militar alemá n
que trabajaba a través del régimen colaboracionista del general Milan
Nedić. Lo má s inquietante es que el llamado Estado Independiente de
Croacia, que incluye Croacia propiamente dicha, Eslavonia, Srem, una
pequeñ a parte de Dalmacia y toda Bosnia-Herzegovina, fue puesto en
manos de Ante Pavelić y su movimiento Ustaša. El liderazgo de Ustaša
había sobrevivido políticamente durante la década anterior como
protegidos de Mussolini, quien los mantuvo como prisioneros
virtuales en residencias vigiladas en Italia. Ahora fueron lanzados en
paracaídas a Zagreb con una agenda impenitente de asimilació n
cultural y limpieza étnica27.
Las revisiones territoriales diseñ adas por el Eje carecían de
tipo de fundamento de principios. Se compraron colaboradores, se
recompensó a los aliados y se castigó a los oponentes sobre la base
de la conveniencia a corto plazo, sin tener en cuenta las
consecuencias.
El Estado Independiente de Croacia de Pavelić, por ejemplo, incluía
una població n que apenas era croata en un 50 por ciento (el 30 por
ciento de la població n eran serbios y el 20 por ciento musulmanes
bosnios). Los objetivos de Berlín eran evitar la utilizació n de la
regió n como escenario de operaciones militares hostiles y
mantener el acceso a recursos estraté gicos como los derivados de
los campos petrolíferos de Ploesti en Rumanía. No tenía ningú n
interé s en hacer esfuerzos para crear un orden regional sostenible.
Las dependencias balcá nicas hipotecaron su futuro
subordiná ndose a fines estratégicos de grandes potencias a cambio
de adquisiciones territoriales, apuesta por la que pronto vencerían
los pagaré s. El Nuevo Orden Alemá n en los Balcanes era un castillo
de naipes defendido por la fuerza. Cuando la ecuació n de poder
cambió , estaba destinada a colapsar.
La fuerza principal detrá s de la resistencia organizada en los
Balcanes,
y en otras partes de la Europa ocupada, estaba el movimiento
comunista prosovié tico. Con sus tradiciones de militancia,
disciplina y actividad clandestina, los partidos comunistas estaban
bien preparados para las demandas de la lucha armada. Se
inspiraron en elLucha de la Unió n Soviética contra la Wehrmacht en
el Frente Oriental, y operó sobre la base de una estrategia coherente
para mantener la resistencia y tomar y mantener el poder en el
momento de la derrota de Alemania. Los partidos comunistas griego y
yugoslavo, en particular, lograron movilizar una resistencia partidista
a gran escala y ejercer una presió n militar real sobre las fuerzas de
ocupació n. Sin embargo, los resultados de sus respectivas luchas
fueron sorprendentemente diversos.
El comunista griego Partido (KKE) creó una Liberació n Nacional
Frente (EAM) en septiembre de 1941. En 1943, su brazo armado,
el Ejé rcito de Liberació n Nacional Griego (ELAS), comandaba má s
de 60.000 combatientes.Sin embargo, en 1944, alentados por Moscú ,
para quien las relaciones positivas con sus aliados en tiempos de
guerra seguían siendo importantes, los líderes de ELAS optaron por
subordinar su movimiento al mando britá nico. Cuando los alemanes
se retiraron de Grecia en noviembre de 1944, los britá nicos pudieron
ocupar Atenas y establecer una administració n interina. El acuerdo se
rompió rá pidamente, pero en los combates callejeros entre ELAS y las
fuerzas de ocupació n britá nicas durante diciembre (conocida como la
"Segunda Ronda" de la guerra civil griega) los comunistas no lograron
aprovechar su ventaja. En cambio, el KKE aceptó el Acuerdo Varzika
del 9 de febrero de 1945, pidiendo el desarme de ELAS. El resultado
permitió un resurgimiento de las fuerzas nacionalistas de derecha
protegidas por la ocupació n britá nica. La guerra civil entre el KKE y
los nacionalistas estalló en 1947, pero para entonces el comunismo
griego había perdido toda esperanza.
de afectar una marcha rá pida hacia el poder. Los comodines que
decidieron el resultado fueron la lealtad del liderazgo comunista
griego a la direcció n de Stalin, la decisió n soviética de priorizar los
lazos con sus aliados en tiempos de guerra y la llegada oportuna de la
fuerza expedicionaria britá nica a Atenas, inspirada por el compromiso
de mantener a Grecia como líder. una esfera de influencia britá nica en
el Mediterrá neo oriental.28
En Yugoslavia, los acontecimientos se movieron en una direcció n
diferente. Inmediatamente después de su proclamació n en abril de
1941, el Estado Independiente de Croacia y su Poglavnik (Líder
Supremo) Pavelić lanzaron una campañ a de genocidio dirigida contra
minorías no croatas, incluidos serbios, judíos y romaníes. El 22 de
junio, hablando en la ciudad de Gospić, el ministro de Educació n de
Pavelić, Mile Budak, declaró pú blicamente que un tercio de los casi
dos millones de serbios de Croacia serían deportados, un tercio
forzados a convertirse al catolicismo romano y un tercio asesinado. 29
La incidencia de asesinatos fue particularmente grave en las regiones
étnicamente mixtas de la antigua zona fronteriza militar (Vojna
Krajina) que había dividido los imperios Habsburgo y Otomano, y en
Bosnia-Herzegovina, donde se construyeron plataformas de madera
en las plazas de las aldeas ocupadas para qué machos adultos fueron
conducidos, mientras sus familias miraban, para que les cortaran el
cuello. La comunidad judía croata y bosnia de alrededor de 36.000 fue
destruida casi por completo. Má s de 200.000 serbios fueron
sometidos a una conversió n forzada al catolicismo, justificada sobre la
base engañ osa de que los serbios de Croacia eran en realidad de etnia
croata que se habían convertido a la fuerza a la ortodoxia en los siglos
pasados. Los musulmanes bosnios fueron declarados "croatas de la fe
musulmana" y, por lo tanto, se salvaron del exterminio, pero había
muchas víctimas para todos. Los crímenes de Ustaša estuvieron
teñ idos por el resentimiento anti-serbio cultivado durante las décadas
de entreguerras, pero su fuente real fue el deseo faná tico de crear una
Croacia étnicamente pura informada por la doctrina racial patoló gica
del fascismo europeo. La violencia genocida dirigida contra las
comunidades judía y romaní no tiene nada que ver con la rivalidad
serbio-croata. De hecho, Josip Frank, uno de los nacionalistas croatas
má s francos del fin de siècle y suegro del líder Ustaša Slavko
Kvaternik, era judío.
El impacto de estos ataques sobre las perspectivas futuras de los
civilizados
Las relaciones entre comunidades en Yugoslavia y los Balcanes
fueron desastrosas.30 Los Ustaša llegaron al poder en Croacia a
instancias de ocupantes extranjeros sin una base popular
significativa, menos del 5 por ciento de la població n afiliada al
movimiento antes de la
guerra. Pero los crímenes del movimiento y los patrones de
resistencia que provocaron estos crímenes sembraron las semillas
de un resentimiento intercomunitario duradero.
El terror sin adulterar llevó a todos los ciudadanos yugoslavos
de buena voluntad a los brazos de la oposició n.31 Los restos del
derrotado Ejé rcito Real Yugoslavo se retiraron a á reas montañ osas
aisladas y se unieron al liderazgo del coronel Draža Mihailović
para formar el movimiento Chetnik (el nombre deriva del término
četa, una banda armada) con una ideología nacionalista serbia
mayor y vínculos con el gobierno yugoslavo en el exilio en
Londres.32 Inmediatamente después de la caída del estado, el KPJ
y su líder Josip Broz (Tito) también declararon una estrategia de
resistencia armada, basada en sobre una ideología de liberació n
nacional que buscaba unir a todos los pueblos yugoslavos en
oposició n a la ocupació n. Con el tiempo, la rivalidad entre los
partisanos de Tito y los chetniks de Mihailović se convirtió en una
guerra civil abierta, librada simultá neamente con la lucha contra
las fuerzas de ocupació n.La barbarie del régimen de Pavelić, la
contienda ideoló gicamente cargada entre el nacionalismo serbio y el
internacionalismo comunista dentro de la resistencia y la dureza de la
ocupació n alemana contribuyeron a hacer de Yugoslavia una de las
mayores víctimas, calculando en pérdidas per cá pita relacionadas con
la guerra, entre los naciones comprometidas en la Segunda Guerra
Mundial.
La victoria de los partisanos fue el resultado de muchas
variables. a diferencia de
los ustasa y los chetniks, cuyo atractivo político se limitaba a
croatas y serbios respectivamente, los titoístas se acercaron a
todas las nacionalidades yugoslavas. El recurso al genocidio
desacreditó a Pavelićmovimiento, que al final siguió dependiendo de
la suerte de sus amos alemanes e italianos. Los Chetniks de Mihailović
se vieron afectados por la elecció n tá ctica de la colaboració n ocasional
con las fuerzas de ocupació n alemanas, ya sea para defender a las
comunidades serbias de represalias o como resultado de la antipatía
hacia los comunistas. Los partisanos no eran á ngeles, pero eran
disciplinados y decididos, sus fuerzas buscaban enraizarse en las
comunidades locales, y la decisió n de resistir a ultranza los colocó del
lado de la historia. La línea de clase asociada con el movimiento
comunista atraía a los jó venes campesinos empobrecidos que
constituían la mayor parte de los reclutas (el 75 por ciento del ejército
partisano tenía 23 añ os o menos) y proporcionaba una fuente de
afiliació n política capaz de trascender el nacionalismo estrecho.
Maclean en la sede de Tito como oficial de enlace militar britá nico
en septiembre, Londres cambió su apoyo del movimiento Chetnik a
los titoístas, que en palabras de Churchill "estaban matando
alemanes". No menos importante, la afinidad ideoló gica con Stalin
y el comunismo soviético.ató a los partisanos a lo que se convertiría
en la fuerza dominante que daría forma a los resultados políticos en
los Balcanes de la posguerra: el Ejército Rojo Soviético. Las tropas del
Tercer Frente Ucraniano soviético participaron junto con las unidades
partisanas en la liberació n de Belgrado en octubre de 1944. Aú n má s
importante, después de haber ayudado a asegurar la capital
yugoslava, las fuerzas soviéticas pasaron a Europa Central, dejando a
los partisanos de Tito en control, un gesto confianza de la que otros
estados balcá nicos ocupados no pudieron beneficiarse. Desde el
principio, Tito había aspirado no solo a ganar la guerra, sino también a
iniciar una revolució n. Con una Unió n Soviética triunfante en su
rincó n, la causa parecía estar asegurada.

¿Una federación balcánica?

La derrota del Eje significó el colapso de los regímenes


colaboracionistas y de ocupació n, dejando un vacío político que
pro-sovié tico Los partidos comunistas y las fuerzas democrá ticas
pro-occidentales aspiraban a ocupar el lugar. El acuerdo de Yalta que
estableció los contornos del orden de la guerra fría en Europa fue
prefigurado en los Balcanes por un acuerdo informal celebrado entre
Stalin y Churchill durante una reunió n en Moscú en octubre de 1944.
El primer ministro britá nico presentó a Stalin un plan para asignar
influencia de acuerdo con porcentajes brutos. En Grecia, Estados
Unidos y Gran Bretañ a asumirían el 90 por ciento de “predominio”,
dejando un 10 por ciento de influencia para la URSS. En Rumania, los
porcentajes se invirtieron. Hungría y Yugoslavia se dividirían al 50% y
Bulgaria al 75% al 25% para ventaja soviética. Se informa que Stalin
aprobó el curioso acuerdo comprobando el papel en el que Churchill
lo había esbozado con un lá piz azul. 33 El acuerdo fue un arreglo de
esfera de influencia segú n el cual Churchill defendió un reclamo
britá nico de control en Grecia, mientras que a los soviéticos se les
concedió el predominio en sus sensibles á reas fronterizas. Una vez
má s, el destino de los pueblos balcá nicos se decidía por la connivencia
entre los poderes conducidos a sus espaldas.
A pesar del papel intrusivo de su patrocinador soviético, el victorioso
Los partidos comunistas balcá nicos también buscaron expresar su
opinió n. El
El descrédito de los establecimientos de antes de la guerra brindó
la oportunidad de reformar el orden regional para promover el
desarrollo y reducir el impacto del nacionalismo autodestructivo.
Durante e inmediatamente después de la guerra, este esfuerzo
tomó la forma de una campañ a dirigida por Yugoslavia para crear
una federació n balcá nica que se extendería mucho má s allá
delfronteras de Yugoslavia. El proyecto fue uno de los intentos má s
ambiciosos de refundir los Balcanes del período moderno. Si hubiera
tenido un éxito parcial, muchos de los dilemas regionales má s
intratables de la actualidad podrían haberse silenciado
considerablemente, si no eliminado por completo.
La idea de una federació n balcá nica se remonta al menos a dos
siglos. En el siglo XIX se convirtió en un objetivo de los
movimientos socialistas balcá nicos, y después de 1919 fue
adoptado por el Komintern, que patrocinó brevemente una
Federació n Balcá nica Comunista con sede en Moscú .34 Durante la
primera fase de la Segunda Guerra Mundial, los gobiernos griego y
yugoslavo- en el exilio, con el apoyo britá nico, revivió el concepto
como contexto para un acuerdo de posguerra. Poco emergió deSin
embargo, su iniciativa, que en el entendimiento de los patrocinadores
tenía la intenció n de crear "una poderosa garantía contra un eventual
peligro bolchevique del noreste", y que fue rechazada por la Unió n
Soviética en la conferencia de ministros de Relaciones Exteriores en
Moscú en octubre de 1943.35
Durante 1943 y 1944 comenzaron a surgir proyectos similares de la
movimientos de resistencia liderados por los comunistas. Paul
Shoup especula que al aprobar un grado de autonomía para el
comité provincial macedonio de la resistencia en el otoñ o de 1942,
Tito puede haber tenido ya en mente el objetivo de una federació n
yugoslava ampliada que incluye una Macedonia ampliada.36 En
febrero de 1943 Svetozar Vukmanović- Tempo llegó a Macedonia
como prefecto de Tito, donde inspiró la fundació n de un Partido
Comunista macedonio autó nomo e impulsó la creació n de un
Estado Mayor de los Balcanes para vincular los movimientos de
resistencia de la regió n. Tempo diseñ ó un acuerdo el 20 de junio
de 1943, firmado por representantes de los partidos comunistas
yugoslavo, griego y albanés, comprometié ndose a cooperar. Una
reunió n del 12 de julio de 1943 en territorio griego se
comprometió a construir un cuartel general permanente del
Ejército Popular de Liberació n de los Balcanes como “elembrió n
militar de una futura confederació n. ”37 En una sesió n del 16 al 18 de
octubre de 1943, el Politburó del KPJ convirtió el objetivo de una“
Federació n Eslava del Sur ”en un eslogan programá tico, y en su
informe a la sesió n, Milovan Djilas evocó una “Unió n federativa de los
pueblos eslavos del sur
desde Trieste hasta el Mar Negro. ”38 Estos fines se perseguirían
en los meses venideros en discusiones formales e informales entre
los movimientos comunistas yugoslavo, albanés y bú lgaro.
La cuestió n de las relaciones con los albaneses se agudizó con la
capitulació n de Italia en octubre de 1943. En un despacho enviado por
el Comité Central del KPJ al cuartel general del Segundo Cuerpo del
Ejército Popular de Liberació n de Albania a finales de enero de 1944,
una opció n de asociació n basada en se esbozó el modelo yugoslavo. El
despacho instaba a los albaneses a "popularizar aú n má s la
posibilidad de que otros pueblos balcá nicos se unan a esta federació n
y la creació n de un estado balcá nico grande y fuerte de pueblos
iguales, que sería un factor importante en Europa" .39 Sin embargo, el
estado de Kosovo, siguió siendo un punto de disensió n. El cuarto
congreso del KPJ en Dresde en 1928, en línea con lo que entonces era
la línea oficial del Komintern en apoyo del desmembramiento de
Yugoslavia, acordó ceder Kosovo a Albania. Sin embargo, el llamado al
desmembramiento fue abandonado oficialmente con el cambio a una
estrategia de frente popular en 1935, y Tito dejó en claro que en un
acuerdo de posguerra cualquier revisió n territorial a expensas de
Yugoslavia estaría fuera de discusió n. En Jajce, en noviembre de 1943,
los partisanos apoyaron a una Yugoslavia federal con el derecho de
autodeterminació n de las naciones constituyentes, pero ese estatus no
fue otorgado a la població n albanesa, que fue descrita como una
minoría nacional. Una conferencia del 31 de diciembre de 1943 al 2 de
enero de 1944 en Bujana en territorio albanés, que reunió a
representantes de los movimientos de liberació n nacional de Kosovo,
Sanjak y Montenegro, contradijo estas premisas al afirmar la voluntad
de unirse con Albania. El gesto fue apoyado por el líder comunista
albanés Enver Hoxha en un panfleto, pero rechazada por Djilas como
"una política de hechos consumados". 40 Se había planteado la
cuestió n de la asociació n, pero no se daban las condiciones para el
tipo de compromisos necesarios para llevar el proyecto a buen
término. La ú nica esperanza de una solució n positiva parecía residir
en algú n tipo de arreglo federal que asociara a Kosovo con Albania
dentro de una Yugoslavia ampliada.41
En septiembre de 1944, el ejército soviético entró en Bulgaria y un
El régimen dominado por los comunistas bajo el llamado Frente de
la Patria llegó al poder. En la segunda semana de septiembre, el
líder comunista bú lgaro Georgi Dimitrov, desde su base de guerra
en Moscú , envió varios radiogramas a Tito instando a la
cooperació n entre los partisanos yugoslavos y el "nuevo" ejé rcito
bú lgaro (que hasta una semana antes había sido un ejército de
ocupació n en
Vardar Macedonia) .42 Del 21 al 28 de septiembre, Tito estuvo en
Moscú , donde junto con Dimitrov y a instancias de Stalin aprobó
un acuerdo de cooperació n militar.43 Durante el viaje de regreso,
en una escala en la ciudad rumana de Craiova, Tito se reunió con
Funcionarios bú lgaros y firmaron un compromiso para emprender
una lucha comú n contra Alemania.44
A principios de noviembre de 1944, los yugoslavos llevaron el
diá logo con los bú lgaros a un nivel superior enviando un proyecto
de federació n a Sofía por correo especial. Entre noviembre y enero
se desarrolló una intensa discusió n, en el curso de la cual se
intercambiaron varias variantes de asociació n.45 La parte
yugoslava fue en general má s á vida, planteando el objetivo de un
“estado federal unitario” y sugiriendo la creació n de un Comando
militar conjunto con Tito como comandante en jefe. La intenció n
era unir las regiones bú lgara y macedonia yugoslava (Pirin y
Vardar Macedonia) como una sola entidad federal, y el resto de
Bulgaria se unió a la federació n como una séptima repú blica, un
enfoque "6 + 1" para la construcció n de la federació n (los titoístas
han ya decidió refundir la nueva Yugoslavia como una federació n
de seis repú blicas: Eslovenia, Croacia, Serbia,beneficiaría a los
yugoslavos y reduciría Bulgaria separá ndola de Pirin Macedonia. La
propuesta bú lgara enfatizaba la necesidad de un gradualismo,
rechazaba considerar una transferencia de Pirin Macedonia y sugería
un enfoque “1 + 1” en el que Bulgaria y Yugoslavia se federarían como
socios iguales.46 A pesar de las intensas negociaciones, estas
diferencias bá sicas no pudieron resolverse. .
En discusiones en Moscú con los líderes yugoslavos Edvard
Kardelj e Ivan Š ubašić el 22 de noviembre de 1944, Stalin aprobó
la variante yugoslava, aunque tambié n propuso esperar antes de
tomar cualquier acció n decisiva para evaluar las posibles
reacciones britá nicas y estadounidenses.47 Durante las
conversaciones con Dimitrov durante diciembre, el dictador
sovié tico avanzó hacia el enfoque bú lgaro, recomendando “un
gobierno de dos lados sobre la base de la igualdad, algo aná logo a
Austria-Hungría” 48. Esta inconsistencia puede explicarse de
varias maneras. Stalin no parece haber estado particularmente
comprometido con ninguna de las variaciones del proyecto en este
momento, y puede que simplemente haya buscado satisfacer los
intereses de su interlocutor del momento. Lo má s probable es que
su preocupació n por la agenda de asociació n impulsada por
Yugoslavia comenzara a crecer a medida quelas implicaciones del
proyecto se hicieron má s claras. Por el momento, él
prefirió cubrir sus apuestas.
Del 11 al 19 de septiembre de 1944, Roosevelt y Churchill se
reunieron en Quebec, donde el primer ministro britá nico instó a que
se diera mayor prioridad a las operaciones militares en los Balcanes
para bloquear la creciente influencia soviética. En octubre, el acuerdo
del “Pacto porcentual” de Churchill con Stalin combinó un fuerte juego
por el dominio en Grecia con la curiosa designació n de una divisió n de
influencia 50/50 en Yugoslavia. El erudito ruso L. Ia. Gibianskii
interpreta la propuesta britá nica como un intento de promover un
equilibrio político entre los partisanos de Tito y el gobierno en el
exilio pro-occidental yugoslavo, y la voluntad de Stalin de acceder
como otra indicació n del afá n del líder soviético por mantener
relaciones privilegiadas con sus tres grandes socios. , si es necesario a
expensas de los movimientos de resistencia comunista.49 Londres
trató de resistir la incursió n soviética en la regió n, incluyendo planes
ambiciosos para la unió n entre regímenes comunistas prosoviéticos
emergentes. El 4 de diciembre, un memorando del ministro de
Relaciones Exteriores britá nico, Anthony Eden, transmitió la objeció n
de Londres a cualquier tipo de unió n entre Yugoslavia y Bulgaria tanto
a Moscú como a Sofía. Fitzroy Maclean expresó reservas similares a
los titoístas en Belgrado.50
La intransigencia britá nica colocó los intereses de las grandes
potencias soviéticas en
apostar. Como consecuencia, el Kremlin se apartó de la
agresivaapoyo a cualquier tipo de federació n balcá nica. Durante la
firma del 11 de abril de 1945 de un Tratado de Amistad, Cooperació n
y Asistencia Mutua entre la Unió n Soviética y Yugoslavia, Stalin se
echó agua fría al proyecto, afirmando que las nuevas iniciativas
tendrían que esperar hasta el final de las hostilidades.51 Diá logo
formal entre las fuerzas armadas. Los yugoslavos y los bú lgaros, que
habían sido el verdadero motor del progreso, estaban ahora
interrumpidos. Albania también había sido considerada candidata a la
asociació n, pero la Tierra de las Á guilas, con su larga costa adriá tica,
tenía un valor estratégico considerable, y es posible que Moscú ya
haya mirado con recelo la perspectiva de su absorció n por parte de
una entidad federativa en régimen efectivo. Control yugoslavo.
El caso de Grecia fue particularmente complejo. El KKE había
luchó para organizar un movimiento de resistencia armada sin las
directrices de Moscú durante la mayor parte de la guerra.52 Cuando
se restablecieron los contactos, la primera prioridad de Moscú se
había convertido en defender su estatus dentro de la Gran Coalició n
en tiempos de guerra. La misió n militar soviética que llegó a la sede de
ELAS a finales de junio de 1944 exigió respeto por la Carta del Líbano
de mayo de 1944,
pidiendo la creació n de un gobierno unificado que los comunistas no
estarían en condiciones de controlar. Durante los combates en Atenas
de diciembre de 1944, Moscú permaneció pasivo y Stalin instó
posteriormente a que se aceptara el Acuerdo de Varzika. Peter
Stavrakis afirma que Stalin se aferró a la esperanza de utilizar al KKE
como "una fuente potencial de influencia política en la Grecia de la
posguerra", pero está de acuerdo en que en 1944-1945 el Kremlin
trató de domesticar al KKE de acuerdo con su esfera de influencia. con
Londres.53 Considerá ndolo todo, la cuestió n era de importancia
secundaria en la amplia gama de la diplomacia soviética.
CM Woodhouse describe las políticas de Moscú como "indiferentes
a Grecia y mal informadas sobre los Balcanes durante la mayor
parte de la ocupació n" 54.
Los partisanos yugoslavos tenían el mayor interés en las
opciones federativas. La asociació n con la Albania comunista
ayudaría a asegurar la lealtad de las poblaciones albanesas de
Kosovo, Montenegro y Macedonia. La unificació n de los eslavos
macedonios dentro de un estado comú n podría sentar un
precedente para la reivindicació n territorial yugoslava en el norte,
donde un llamado a la unificació n de los eslovenos implicaba
demandas territoriales contra Austria e Italia. Pero los titoístas
estaban poseídos por un creciente sentido de confianza en sí
mismos y decidieron que cuestiones como la cuestió n macedonia
solo podían resolverse en términos yugoslavos. Lo que Branco
Petranović llama la concepció n “megaló mana” de Tito de la
federació n se convirtió en una barrera por derecho propio.55 Sin
embargo, la combinació n de la oposició n occidental y la reticencia
sovié tica fue decisiva. Al final, Stalin optó por desalentar una
diná mica de asociació n, orientar el diá logo yugoslavo-bú lgaro
hacia el objetivo mínimo de un tratado de amistad y aceptar la
derrota del KKE en Atenas y la ló gica del Acuerdo Varzika. La
conferencia de Yalta de febrero de 1945, que dedicó muy poca
atenció n a la regió n de los Balcanes, puso fin a una primera ronda
de debates sobre las opciones federativas.
Aú n no se ha pronunciado la ú ltima palabra sobre la unió n de los
Balcanes.
Entre 1945 y 1947, el inicio de la Guerra Fría dio un nuevo impulso a
la cooperació n entre los países emergentes del Partido Comunista. La
relació n yugoslavo-bú lgara se convirtió una vez má s en una fuente
clave de dinamismo. Colaboració n durante la fase final de la guerra,
asistencia material yugoslava a Bulgaria, promesas de apoyo
diplomá tico en las negociaciones de paz de la posguerra y ayuda
conjunta a los partisanos griegos después del estallido de la "Tercera
Ronda" de lucha en la guerra civil griega en la primavera de 1946
todos proporcionaron una base para la cooperació n. El
La culminació n de estas tendencias se produjo con la visita de una
delegació n estatal bú lgara a Yugoslavia del 27 de julio al 3 de
agosto de 1947. Los debates celebrados en el balneario esloveno
del lago Bled dieron como resultado un Tratado de amistad,
cooperació n y asistencia mutua de duració n "ilimitada". y tres
acuerdos que abarcan la cooperació n econó mica, la reducció n de
las barreras aduaneras y la apertura de fronteras.56 Aunque no se
mencionó el objetivo de la federació n, las campanas de alarma
sonaron en las capitales occidentales, así como en Ankara y Atenas.
Desde la primavera de 1946, los partisanos comunistas estaban a
la ofensiva en Grecia. Para muchos observadores, la federació n se
había convertido ahora en un paso ló gico en un impulso por la
hegemonía comunista en los Balcanes.57
Las relaciones entre las partes balcá nicas fueron má s turbulentas
que
los preocupados por la expansió n del comunismo mundial
“monolítico” supusieron. Yugoslavia y Bulgaria no habían
avanzado en la resolució n de su disputa sobre la cuestió n
macedonia.58 El KKE luchaba por su vida en las montañ as del
norte de Grecia. Y Stalin permaneció , en el mejor de los casos,
ambivalente sobre la asociació n entre sus aprendices balcá nicos.
La respuesta pú blica de Moscú al lago Bledacuerdos fue un silencio
revelador. Detrá s de escena, el liderazgo soviético reaccionó
enérgicamente a lo que percibió como una iniciativa independiente
emprendida sin consulta. En un telegrama a Tito y Dimitrov
inmediatamente después de las sesiones del lago Bled, Stalin criticó
los resultados. En las discusiones con Hoxha en Moscú durante julio
de 1947, expresó su "insatisfacció n" con el papel dominante de
Yugoslavia en Albania, y durante la estancia de Dimitrov en Moscú en
busca de una cura de salud entre agosto y mediados de noviembre de
1947 evocó "señ ales negativas" de Occidente en relació n con
Yugoslavia y Bulgaria. cooperació n.59
Estas preocupaciones se vieron agravadas por los
acontecimientos en Yugoslavia.
Relaciones con Albania. En el otoñ o de 1947, el jefe de la Comisió n
de Planificació n del Estado de Albania, Nako Spiru, se suicidó
despué s de su expulsió n del Partido Comunista por protestar por
las concesiones de Tirana a Belgrado.60 Con la situació n dentro del
partido albané s inestable y, en palabras de Djilas, cada vez má s
nervioso de que "los rusos se adelantaran y 'agarrarían' Albania",
Tito comenzó a presionar por la asociació n federativa. En enero de
1948, en reacció n a lo que describió como una posibilidad de
agresió n griega, Belgrado anunció la intenció n de trasladar dos
divisiones yugoslavas a territorio albanés. Informado por Tirana,
el ministro de Relaciones Exteriores soviético, Viacheslav Molotov,
envió varios telegramas críticos a Tito y Kardelj, en respuesta a los
cuales los yugoslavos optaron por dar marcha atrá s.61
A fines de diciembre de 1946, Djilas, acompañ ado por una delegació n
militar, fue llamado a Moscú para consultas con Stalin. Los líderes
militares salieron de las conversaciones profundamente
desilusionados con el comportamiento soviético.62 En sus discusiones
con Djilas, Stalin presionó a los yugoslavos, alegando; “No tenemos
ningú n interés especial en Albania. Estamos de acuerdo en que
Yugoslavia debe tragarse a Albania ”.63 Estas declaraciones cínicas,
probablemente calculadas para sacar y desenmascarar a un militante
comunista idealista, estaban siendo directamente contradichas por las
acciones soviéticas.
Después de su regreso de Moscú a Sofía a mediados de
noviembre, Dimitrov abandonó temporalmente cualquier
referencia pú blica a una opció n federativa. No obstante, se
mantuvo viva una diná mica de asociació n. Durante su discurso tras
la firma del tratado de amistad entre Yugoslavia y Bulgaria el 27 de
noviembre de 1947, Tito instó a la creació n de una unió n aduanera
plena.64 Entre noviembre de 1947 y enero de 1948, Yugoslavia
negoció tratados de amistad bilaterales con Hungría y Rumania, y
en su viaja por Europa del Este Tito fue recibido como un héroe
popular.65 El 16 de enero Bulgaria también concluyó un tratado
bilateral con Rumania que preveía la creació n de una unió n
aduanera. El 18 de enero de 1948, en una conferencia de prensa
improvisada realizada en un tren especial que regresaba de
Rumania después de la ceremonia de firma, un Dimitrov expansivo
describió el objetivo de una federació n de Europa del Este para
incluir a “Rumania, Bulgaria, Yugoslavia, Albania, Checoslovaquia,
Polonia, Hungría y Grecia”. La entrevista apareció en el Comunista
bú lgarorevista Rabotnichesko Delo el 20 de enero, e inmediatamente
provocó una ola de respuestas críticas en la prensa occidental.
El 23 de enero, Pravda publicó un resumen del Dimitrov
entrevista sin comentarios. Un día después, Stalin envió un telegrama
tanto a Dimitrov como a Tito en el que condenaba la idea de la
federació n sin ambigü edades.66 Un editorial de Pravda del 28 de
enero sacó a la luz la disonancia, insistiendo en que la Unió n Soviética
no se oponía a la federació n en principio, sino afirmando que por el
momento ese objetivo era prematuro. La direcció n yugoslava no
ofreció ninguna réplica oficial. En deferencia a las críticas soviéticas,
un comunicado de la Agencia de Prensa Bú lgara del 29 de enero
repudió tanto la declaració n del lago Bled como la entrevista de
Dimitrov, pretendiendo que “ni el primer ministro [Dimitrov] ni
ningú n otro miembro del gobierno ha pensado o estará pensando en
la formació n de un bloque oriental en cualquier forma ”67. A pesar del
descargo de responsabilidad, el 1 de febrero
Moscú convocó a los líderes bú lgaros y yugoslavos al Kremlin para
un ajuste de cuentas.68
En retrospectiva, está claro que la cumbre que siguió , realizada
la noche del 10 de febrero de 1948, marcó un punto final para los
proyectos federativos en los Balcanes en el período de
posguerra.69 Molotov inauguró el sesió n con un ataque al
comportamiento independiente de Belgrado y Sofía, y tanto él como
Stalin culparon a sus "aliados fraternos" de complicar las relaciones
con Occidente, reiterando el cará cter "inaceptable" de las iniciativas
internacionales emprendidas sin consulta previa con Moscú . Stalin
estaba particularmente molesto por la conferencia de prensa de
Dimitrov, y se dirigió al líder bú lgaro con una rudeza impactante,
comparando su comportamiento con el de “una anciana en la calle que
le dice a todos lo que se le ocurra” .70 El líder soviético rechazó el tipo
de conducta. de la amplia federació n balcá nica que Dimitrov había
evocado, y descartó casualmente la causa comunista en la guerra civil
griega como irremediablemente perdida. Enigmá tico hasta el final, sin
embargo, Stalin concluyó apoyando una unió n yugoslavo-bú lgara,
Inmediatamente después de la sesió n del 10 de febrero, el
bú lgaro
y los representantes yugoslavos se reunieron diligentemente para
discutir la asociació n, pero el objetivo de una unió n balcá nica era
una causa perdida. Ambas partes acordaron un texto elaborado
por Molotov el 11 de febrero que obligaba a realizar consultas para
tomar decisiones de política exterior. Sin embargo, los yugoslavos
desconfiaban ahora de las intenciones soviéticas, ypreocupado por
el potencial de Bulgaria para desempeñ ar el papel de un "caballo de
Troya" en nombre de las prioridades soviéticas dentro de una unió n
eslava meridional ampliada. Una sesió n especial del Politburó del KPJ
el 1 de marzo siguió a Tito al interpretar la sugerencia de Stalin de
unirse a Bulgaria como una forma de presió n sobre Yugoslavia, y
acordó que dadas las circunstancias la federació n ya no era
apropiada.71 Totalmente intimidados por la resistencia soviética, los
bú lgaros se inclinaron a las prioridades de sus patrocinadores en
Moscú . Revelador de las verdaderas intenciones de los soviéticos, el
tratado de paz soviético-bú lgaro firmado el 18 de marzo fue
acompañ ado por un compromiso privado de Sofía de rechazar una
federació n eslava del sur con Yugoslavia.72
El comportamiento soviético durante la sesió n del 10 de febrero
expuesto
la mentalidad imperial que dominaba el círculo gobernante en el
Kremlin. El trato intimidatorio de Stalin hacia Dimitrov fue
descarado. Su despectiva referencia a la "ilusió n desnuda" de un
comunista griego
la victoria, aunque no poco realista, fue cruel. La coherencia
tampoco era una virtud. Mientras acusaba a sus lugartenientes
balcá nicos de provocar a Occidente con charlas vagas de
asociació n, Stalin ya había lanzado una serie deprovocaciones
propias. La creació n de la Oficina de Informació n Comunista
(Cominform) en septiembre de 1947, y el tono de confrontació n del
discurso de apertura de Andrei Zhdanov, pusieron en peligro a
Occidente. Diez días después de la sesió n del 10 de febrero, el
gobierno de coalició n de Edvard Beneš en Praga fue subvertido con la
connivencia soviética. En junio de 1948 se inició el bloqueo de Berlín.
Se estaba creando un subsistema regional dominado por los soviéticos
en Europa central y sudoriental cuya ló gica esencial era el refuerzo
del control soviético. Las agendas ambiciosas para la asociació n
regional, como el proyecto de una unió n balcá nica que se desarrolló
entre 1943 y 1948, entraron en conflicto con esa ló gica en lugar de
reforzarla.
Los nuevos líderes comunistas de varios estados balcá nicos habían
perseguido
un diá logo serio sobre la perspectiva de unió n. La caracterizació n de
John Lampe del proyecto de la federació n balcá nica como un
"problema falso" y "la cuestió n macedonia disfrazada" captura las
frustraciones que plagaron el proyecto, pero trivializa su intenció n.73
Las dislocaciones durante la guerra habían creado la posibilidad de
cambio, y los líderes locales estaban comprometidos a seguir nuevas
direcciones. Aunque no lograron llegar a un acuerdo, las discusiones
fueron sustanciales y las diferencias que se manifestaron no fueron
infranqueables. Al final, el proyecto se hizo añ icos menos por la
discordia regional que por la intervenció n de las grandes potencias.
Gran Bretañ a y los aliados occidentales se oponían a cualquier
proyecto federativo con el potencial de extender la influencia soviética
en el sureste de Europa y el este del Mediterrá neo. Stalin pudo haber
estado intrigado por la posibilidad de la unió n de los Balcanes en una
etapa temprana, pero se alejó de la idea cuando quedó claro el peso de
las objeciones occidentales. En 1944-45, en lugar de discutir el punto
a expensas de las relaciones soviéticas con sus aliados en tiempos de
guerra, Stalin accedió a la demanda de Londres de un papel
dominante en Grecia y adoptó un acuerdo de esfera de influencia
regional con Churchill que excluía la asociació n. Para cuando el
proyecto federativo había revivido en 1947, la Yugoslavia de Tito
había surgido como una nueva fuente de preocupació n. Las
aspiraciones de Tito pusieron en tela de juicio la soberanía de Albania,
considerada por Moscú como un ú til aliado estratégico. El apoyo de
Belgrado al KKE en la tercera ronda de la guerra civil griega
amenazaba con crear "complicaciones internacionales" en un
momento en el que la principal prioridad de Moscú se había
convertido en dibujar
juntos un bloque disciplinado como glacis defensivo contra
Occidente. Y el propio Tito era un comodín, de mentalidad
independiente y con un apoyo popular considerable. Mientras
tanto, la política occidental se orientó hacia la integració n de
Grecia y Turquía en una comunidad de seguridad en consolidació n
con una orientació n antisoviética. Aunque la intervenció n sovié tica
fue decisiva para revertir el impulso del diá logo, el destino de los
proyectos de posguerra para la federació n balcá nica quedó sellado
por el triunfo del sistema de guerra fría en Europa en su conjunto.
En las pró ximas décadas, los dilemas del orden regional se
abordará n en un contexto de bipolaridad competitiva.

La Guerra Fría en miniatura.

Tras su enfrentamiento por la unió n de los Balcanes, Tito y


Stalin avanzaron rá pidamente hacia una pausa pú blica. Stalin tomó
la iniciativa, convencido, segú n Nikita Khrushchev, de que só lo
tenía que "mover el dedo meñ ique y Tito desaparecería" .74 El 18
de marzo de 1948, todos los asesores militares y civiles soviéticos
en Yugoslavia fueron retirados, la ayudase congelaron los
programas y se inició una campañ a para movilizar el sentimiento
prosoviético dentro del KPJ contra Tito. Una sesió n especial del
Comité Central Yugoslavo el 2 de abril respondió desafiante, iniciando
un arresto masivo de presuntos "cominformistas" prosoviéticos. 75 El
28 de junio de 1949 (Vidovdan una vez má s), la nueva Oficina de
Informació n Comunista emitió una resolució n que denunciaba
"Desviacionismo", y en julio el 5 ° Congreso del KPJ consuma la
ruptura organizando una impresionante demostració n de desafío
pú blico.76 Esta fue la primera escisió n abierta dentro del movimiento
comunista internacional liderado por los soviéticos, y un golpe a la
posició n internacional de la URSS de que el West estaba ansioso por
apoyar. Los titoístas eran comunistas, pero se habían convertido en
comunistas antisoviéticos. En los añ os venideros
La ruptura con Tito provocó una serie de purgas al estilo
soviético
juicios en otras partes de Europa del Este, diseñ ados para
erradicar a los comunistas nacionales con el potencial de seguir los
pasos de Tito, y para reforzar el control soviético. Las purgas
contribuyeron a la consolidació n del bloque soviético, que
eventualmente se institucionalizó como una unió n econó mica en el
Consejo de Asistencia Econó mica Mutua (CAEM) en 1949, y como un
pacto militar en la Organizació n del Tratado de Varsovia en
1955.77 Yugoslavia se mantuvo al margen, un régimen comunista
nacional independiente gobernado de manera autoritaria pero no
subordinado a la direcció n soviética. Los partidos gobernantes de
Albania, Bulgaria y Rumania, que anteriormente habían contemplado
la asociació n con Yugoslavia en una federació n balcá nica, fueron
forzados a entrar en el glacis soviético. Albania se convirtió en el sitio
de una instalació n naval soviética, pero durante la década de 1960 su
líder inconformista Enver Hoxha se unió a la China comunista para
criticar la direcció n soviética. En 1969, tras la ocupació n soviética de
Checoslovaquia, Tirana anunció su retirada del Pacto de Varsovia.78
Grecia y Turquía, que habían sido los principales sujetos de la
Doctrina Truman de 1947, emergieron de la guerra estrechamente
alineados con Occidente, y en 1952 se unieron al Alianza de la
OTAN.79 El resultado fue un subsistema regional balcá nico que
reproducía la Guerra Fría en miniatura,
Aunque fue impuesto externamente y esencialmente artificial, el
El sistema maduro de la guerra fría proporcionó el período
ininterrumpido má s largo de desarrollo estable en la historia
moderna de la península de los Balcanes. El tipo de amenazas
externas que habían arrastrado a los Balcanes a las guerras mundiales
del siglo XX retrocedieron. Se silenciaron los reclamos territoriales
con implicaciones para la rivalidad Este-Oeste, y las fuentes cró nicas
de tensió n regional, como los problemas de Macedonia y Kosovo,
quedaron relegadas a un segundo plano. Con el índice de amenaza
bajo, los estados comunistas de los Balcanes tuvieron el lujo de
desarrollar políticas internacionales relativamente autó nomas. La no
alineació n yugoslava, el aislacionismo albanés y los intentos rumanos
de lograr una mayor autonomía mediante el desarrollo de una política
de defensa territorial independiente del Pacto de Varsovia desde
mediados de la década de 1960 en adelante son diversos ejemplos de
lo que podría llamarse una tendencia regional. Las relaciones greco-
turcas se agriaron con el aumento de la agitació n nacionalista en la
isla de Chipre a partir de mediados de la década de 1950, pero este era
ahora un problema de gestió n de la Alianza que no amenazaba con
extenderse a la regió n en su conjunto. Durante la década de 1980, se
creó un impulso de diá logo regional que buscaba definir premisas
para la cooperació n a través de las líneas divisorias de la Guerra Fría,
que culminó con la convocació n de conferencias de ministros de
Relaciones Exteriores que reunieron a representantes de los seis
estados balcá nicos en Belgrado durante 1988 y Tirana. durante
1990.80 Los resultados de estas consultas fueron modestos:
interacció n comercial
y la orientació n cultural permaneció dominada por la ló gica de la
afiliació n en bloque. Pero representaron un paso en la direcció n de
una cooperació n regional má s estrecha.
Esas iniciativas eran muy necesarias. Los estados balcá nicos
que emergieron de la Segunda Guerra Mundial mantuvieron un
cará cter abrumadoramente rural. La modernizació n fue un desafío
bá sico a ambos lados del “Teló n de Acero” de la regió n, y una
diná mica de cooperació n econó mica e intercambio comercial
podría haber funcionado en beneficio de todos.
Desafortunadamente, antes de la dé cada de 1980, las estructuras
de la guerra fría plantearon barreras importantes para todas las
formas de interacció n, excepto las relativamente superficiales.
Los países de la regió n de orientació n occidental se beneficiaron
enormemente de la rá pida expansió n de la economía mundial
capitalista durante las décadas de posguerra. Al final de la guerra civil
en 1949, aproximadamente la mitad de la població n de Grecia todavía
vivía en comunidades rurales tradicionales. En la década de 1990, la
proporció n había caído a menos de un tercio. Má s del 12 por ciento de
la població n abandonó el país en busca de oportunidades laborales
solo en la década de 1970, pero en los albores del siglo XXI, Grecia
enfrentaba una ola de inmigració n laboral (particularmente de la ex
Unió n Soviética y Albania). Estas tendencias reflejaban una
transformació n fundamental que acercaba al país a los está ndares de
la Europa desarrollada. Cambios similares ocurrieron en Turquía,
donde en 1950 solo el 18 por ciento de la població n vivía en ciudades
con má s de 10, 000 habitantes. El sesenta y siete por ciento de la
població n de Yugoslavia trabajaba la tierra en 1948, má s del 40 por
ciento no tenía educació n formal y un 46 por ciento adicional había
completado solo un plan de estudios bá sico de cuatro añ os. Animados
por la generosidad internacional, las políticas pú blicas flexibles y las
fronteras abiertas que permitieron la migració n laboral como una
vá lvula de seguridad econó mica y alentaron las remesas en moneda
fuerte, las tasas de crecimiento de Yugoslavia en las décadas de 1950 y
1960 estuvieron entre las má s altas del mundo. En 1980, só lo el 20
por ciento de la població n trabajaba la tierra y la tasa de
analfabetismo había caído por debajo del 10 por ciento. y fronteras
abiertas que permitieron la migració n laboral como una vá lvula de
seguridad econó mica y alentaron las remesas en moneda fuerte, las
tasas de crecimiento de Yugoslavia en las décadas de 1950 y 1960
estuvieron entre las má s altas del mundo. En 1980, só lo el 20 por
ciento de la població n trabajaba la tierra y la tasa de analfabetismo
había caído por debajo del 10 por ciento. y fronteras abiertas que
permitieron la migració n laboral como una vá lvula de seguridad
econó mica y alentaron las remesas en moneda fuerte, las tasas de
crecimiento de Yugoslavia en las décadas de 1950 y 1960 estuvieron
entre las má s altas del mundo. En 1980, só lo el 20 por ciento de la
població n trabajaba la tierra y la tasa de analfabetismo había caído
por debajo del 10 por ciento.
Tendencias comparables, pero menos impresionantes, fueron
visibles dentro del
Estados de la regió n de orientació n soviética. Bulgaria y Rumania
eran aproximadamente un 80 por ciento rurales al comienzo de la
Segunda Guerra Mundial. Las normas sociales estaban definidas
por el patriarcado tradicional y los está ndares tecnoló gicos eran
bajos: solo una pequeñ a fracció n de las aldeas tenía acceso a la
electricidad. El modelo de crecimiento extensivo soviético fue un
mecanismo ú til para el desarrollo dadas las circunstancias, y
un proceso de industrializació n y urbanizació n continuó en el
Década de 1980. La extrañ a preocupació n por la autosuficiencia que
caracterizó al largo gobierno de Enver Hoxha hizo de Albania la
excepció n a todas las reglas, pero incluso aquí la educació n y los
horizontes ampliados hicieron incursiones en las estructuras
tradicionales de los clanes y las costumbres sociales. Sin duda es
cierto, como parece indicar el caso de Grecia, que la modernizació n y
el desarrollo habrían procedido de manera má s eficaz sin las
estructuras autoritarias del comunismo, pero en las décadas de
posguerra estas estructuras estaban firmemente asentadas. El
comunismo fue el contexto dentro del cual se produjo el alejamiento
de los patrones patriarcales, semifeudales y dependientes de
organizació n social y econó mica en gran parte de los Balcanes, un
hecho que haría que la transició n de las normas comunistas después
de 1989 fuera particularmente desafiante.
En Turquía y Grecia, las tradiciones de gobierno autoritario
fueron suavizados, pero no completamente superados. La política
griega permaneció polarizada despué s de la conclusió n de la
guerra civil en 1949. En 1967, la probable victoria de una coalició n
de izquierda en las elecciones programadas fue reemplazada por
un golpe militar encabezado por un grupo de oficiales subalternos,
incluidos los coroneles Georgios Papadopoulos y Nikolaos
Makarezos. El régimen de los coroneles permaneció en el poder
hasta 1974, pero su ineficacia solo sirvió para desacreditar el
recurso al autoritarismo. La junta colapsó en 1974 en el contexto
de la crisis de Chipre, y desde entonces Grecia ha mantenido un
orden democrá tico estable. Turquía se alejó del kemalistatradició n
de gobierno de un solo partido después de 1945, pero la inestabilidad
política cró nica provocó períodos de gobierno militar en 1960, 1971 y
1980, así como un "golpe silencioso" para revertir el surgimiento del
Islam político en 1997. Turquía puede presumir de instituciones
democrá ticas y pluralismo político real, pero el papel
desproporcionado de los militares en su sistema político, el dilema del
Islam político en un estado secular autodenominado y la incapacidad
para integrar a la gran minoría kurda siguen siendo obstá culos para la
realizació n de las normas democrá ticas.81
En los estados del partido comunista, el legado autoritario fue
reforzado por la perpetuació n de regímenes de partido ú nico bajo
la direcció n de dé spotas todopoderosos.82 Tito ejerció el poder
absoluto en Yugoslavia desde 1945 hasta su muerte en 1980, y se
convirtió en objeto de un elaborado culto a la personalidad.83 Enver
Hoxha pasó de ser el protegido de Tito en los añ os inmediatos de la
posguerra, a un estalinista leal en la década de 1950, a un aliado de la
China maoísta en la 1960, pero siguió siendo el hombre fuerte
indiscutible de Albania en todo momento.84 Todor Zhivkov
heredó el poder en Bulgaria de su predecesor Vŭ lko Chervenkov bajo
el ímpetu de las reformas de Jruschov en 1956, y se aferró al poder
hasta que se vio obligado a dimitir cuando el orden comunista se
derrumbó sobre sus hombros en 1990.85 En Rumanía, tras la muerte
del líder estalinista Gheorghe Gheorgiu- Dej en 1965, el poder pasó a
manos del joven Nicolae Ceauşescu. Después de un breve coqueteo
con el reformismo, Ceauşescu se retiró a lo que pudo haber sido el
má s opresivo de todos los regímenes comunistas de Europa del Este,
que tuvo un final violento con su arresto y ejecució n sumaria en
diciembre de 1989.86
El autoritarismo comunista en los Balcanes no fue desafiado
seriamente desde adentro. El crecimiento econó mico y la
modernizació n, la intimidació n de la disidencia y la relativa
estabilidad internacional permitieron a los regímenes represivos
en el poder lograr al menos la lealtad pasiva de una masa crítica de
ciudadanos. El nacionalismo también fue utilizado y manipulado
por todos los sá trapas gobernantes como un medio para cimentar
el apoyo. Tito reaccionó al descontento popular a fines de la
dé cada de 1960 y principios de la de 1970 otorgando una mayor
autonomía a las naciones constituyentes de Yugoslavia. Hoxha
justificó su aislacionismo radical como un medio para preservar la
esencia nacional ú nica de Albania. Ceauşescu distanció a Rumanía
de la direcció n soviética en la esfera de la política exterior durante
la dé cada de 1960 como un alivio al sentimiento nacional. y la
imposició n de medidas de austeridad draconianas durante la
dé cada de 1980 en un esfuerzo por eliminar la deuda externa de
Rumania tenía el objetivo de reforzar la autonomía. La campañ a de
asimilació n forzada de Zhivkov dirigida contra la minoría turca de
Bulgaria durante la década de 1980 fue también un esfuerzo
demagó gico para identificar al ré gimen con la opinió n nacionalista.
Tales medidas eran desagradables, pero no del todo ineficaces. Los
ciclos de movilizació n popular y represió n liderada por los
sovié ticos que se desarrollaron en Hungría, Checoslovaquia y
Poloniano tenía equivalente en el sureste de Europa. El atraso de los
Balcanes dejó má s espacio para modelos de crecimiento extensivos
para satisfacer las demandas de los ciudadanos, las tradiciones
autoritarias tenían raíces má s profundas, la sociedad civil permaneció
menos desarrollada y el nacionalismo frustrado era un comodín
disponible para la manipulació n cuando todo lo demá s fallaba. A pesar
de los logros reales en la promoció n del crecimiento econó mico y la
equidad social, los regímenes autoritarios de los Balcanes de la guerra
fría dejarían un gran legado una vez que sonara la sentencia de
muerte del comunismo europeo.
Yugoslavia Redux.

El má s característico de los regímenes comunistas de la guerra


fría fue sin duda la Yugoslavia titoísta. Los comunistas yugoslavos
habían salido triunfantes de la guerra civil de 1941-45 en gran
medida debido a su compromiso de representar a todos los
pueblos yugoslavos, y desde el principio el gobierno de Tito buscó
evitar los errores del ré gimen de entreguerras promoviendo una
verdadera federació n multinacional. .El historial de Tito durante la
guerra le dio legitimidad interna y su desafío a Stalin se ganó la
admiració n internacional generalizada. Con su ubicació n central,
impresionante diversidad, afinidades ideoló gicas con regímenes
comunistas de estilo soviético y estrechas relaciones econó micas y
estratégicas con Occidente, Yugoslavia fue un actor vital de la guerra
fría.
Con el tiempo, el sistema yugoslavo se convirtió en un fiel reflejo
de la
prioridades personales de su líder. Aunque Tito fue un gobernante
eminentemente prá ctico que no dejó un legado teó rico
significativo, es posible hablar de "titoísmo" para caracterizar las
cualidades ú nicas del modelo socialista de Yugoslavia.87 Este no
era un modelo está tico, pero lo hizo.elementos presentes de
continuidad.88 En comparació n con el estatalismo no redimido o
apenas declinado de los estados del bloque soviético, o de la vecina
Albania, el comunismo yugoslavo era notablemente liberal y abierto.
No obstante, como modelo de desarrollo econó mico y social
sostenible presentaba graves defectos. ¿Fue fatalmente defectuoso?
Muchos analistas han colocado el "salario del comunismo" junto con
los "odios antiguos" como un medio para explicar la desintegració n
aná rquica de Yugoslavia en la década de 1990: la esencia
antidemocrá tica del titoísmo, se argumenta, hizo imposible que el
régimen desarrollara mecanismos de defensa. eso podría sostenerlo
una vez que se retire el escudo protector del Estado del partido y el
líder supremo.89 Es obvio que hay algo de verdad en tales
argumentos, pero es una verdad parcial. El desarrollo poscomunista
dentro de un marco yugoslavo podría haber ocurrido si se hubieran
tomado las decisiones correctas. El hecho de que no se hicieran esas
elecciones no fue predeterminado, ni por la cosecha envenenada de la
rivalidad étnica ni por las debilidades de los sistemas estatales
comunistas.90 No hubo nada inexorable en la desaparició n de
Yugoslavia: fue una “catá strofe evitable” 91.
Desde el principio, el titoísmo se basó en una inequívoca
compromiso con la idea yugoslava, plasmada en el lema
omnipresente “Hermandad y unidad” (bratstvo i jedinstvo). A
travé s de
En la década de 1950, se favoreció la aspiració n del siglo XIX de
crear una identidad yugoslava comú n. A partir de entonces, las
relaciones consociacionales entre las diversas naciones de
Yugoslavia y las minorías nacionales recibieron mayor énfasis. En
retrospectiva, al abrir la puerta a una afirmació n má s fuerte del
nacionalismo étnico, el cambio de direcció n bien pudo haber sido
fatal.
La base de la política nacional titoísta fue el sistema soviético
de nacionalidades titulares, segú n las cuales a las comunidades
nacionales oficialmente reconocidas se les otorgó un grado de
autonomía dentro de sus “propias” unidades territoriales, aunque
subordinadas a las instituciones nacionales a nivel federal. Se hizo una
distinció n bá sica entre naciones constituyentes con estatus
republicano y un derecho formal de secesió n, y minorías nacionales,
definidas como comunidades que ya estaban representadas por un
estado vecino y, por lo tanto, se les negó el estatus republicano y el
derecho a separarse (los magiares de Vojvodina y los albanokosovares
son ejemplos de ello) .92 Bosnia-Herzegovina era una excepció n a la
regla, en la medida en que no contenía una sola nació n constituyente
dominante o nacionalidad titular. Aunque los musulmanes bosnios
fueron reconocidos como nació n constituyente en 1961, no
representaban a la mayoría de la població n de la repú blica. En el caso
de Macedonia, se hizo un esfuerzo concertado para formalizar un
idioma literario macedonio que fuera distinto del bú lgaro (los dos
idiomas son casi idénticos) y para reforzar una identidad eslava
macedonia distintiva. Las fronteras entre repú blicas eran en muchos
casos idénticas a las fronteras histó ricas. En otros casos, como el
límite entre Serbia y Croacia en Eslavonia, las líneas se trazaron de
acuerdo con divisiones étnicas y geográ ficas aproximadas. Las
fronteras internas de Yugoslavia se convertirían en objeto de disputa
durante la década de 1990, pero se establecieron por conveniencia,
con la intenció n de unir en lugar de dividir. y para reforzar una
identidad eslava macedonia distintiva. Las fronteras entre repú blicas
eran en muchos casos idénticas a las fronteras histó ricas. En otros
casos, como el límite entre Serbia y Croacia en Eslavonia, las líneas se
trazaron de acuerdo con divisiones étnicas y geográ ficas aproximadas.
Las fronteras internas de Yugoslavia se convertirían en objeto de
disputa durante la década de 1990, pero se establecieron por
conveniencia, con la intenció n de unir en lugar de dividir. y para
reforzar una identidad eslava macedonia distintiva. Las fronteras
entre repú blicas eran en muchos casos idénticas a las fronteras
histó ricas. En otros casos, como el límite entre Serbia y Croacia en
Eslavonia, las líneas se trazaron de acuerdo con divisiones étnicas y
geográ ficas aproximadas. Las fronteras internas de Yugoslavia se
convertirían en objeto de disputa durante la década de 1990, pero se
establecieron por conveniencia, con la intenció n de unir en lugar de
dividir.
Los serbios, que representan el 40 por ciento del total yugoslavo
població n y con una amplia distribució n geográ fica dentro del país,
planteaba un problema especial. El gran chovinismo serbio había
dañ ado la idea yugoslava durante las décadas de entreguerras, y
una premisa tácita del titoísmo era "una Serbia débil significa una
Yugoslavia fuerte". Desde el principio, Montenegro se separó de
Serbia como una repú blica de pleno derecho. Serbia fue también la
ú nica repú blica yugoslava que se subdividió internamente. En el
norte, se creó una provincia autó noma de Vojvodina con su capital
en la ciudad danubiana de Novi Sad para representar un área de
gran complejidad étnica que incluye
una gran minoría Magyar. En el sur, se constituyó una provincia
autó noma de Kosovo para administrar un á rea histó ricamente
disputada que incluía muchos de los santuarios culturales má s
importantes de Serbia, pero tambié n una població n que era al
menos 80 por ciento albanesa. Fuedecidió ademá s negar a las á reas
pobladas por serbios en las regiones croatas de Krajina y Eslavonia un
estatus aná logo al de las provincias autó nomas establecidas dentro de
Serbia. Diluir la masa crítica de la població n serbia dentro de la
federació n yugoslava fue el objetivo tá cito.
Incluso la manipulació n má s refinada no pudo poner fin a las
disputas entre las nacionalidades yugoslavas. Sin embargo, antes de la
crisis del estado yugoslavo a fines de la década de 1980, la rivalidad
étnica era un tema silenciado en la vida nacional. La era de la
impugnació n política internacional de finales de la década de 1960 y
principios de la de 1970 dio lugar a manifestaciones de nacionalismo
étnico, pero se centraron en la reforma de las instituciones yugoslavas
en lugar de desafiar la idea yugoslava, y finalmente fueron cooptadas
por una combinació n de represió n y concesió n. . Las manifestaciones
albanesas en Kosovo y Macedonia occidental en noviembre de 1968,
impulsadas por un sentido de discriminació n socioeconó mica y
centradas en las demandas de un estatus especial, fueron reprimidas
por la fuerza, y la opinió n pú blica se calmó con concesiones limitadas:
se otorgó a Kosovo el estatus de país autó nomo provincia, se permitió
la exhibició n de la bandera albanesa con su fondo rojo y un á guila
bicéfala negra como símbolo nacional, y se autorizó una Universidad
de Pristina bilingü e (serbocroata y albanesa). Las carreteras
provocaron un breve estallido de fricciones entre Eslovenia y el
gobierno federal en 1969, revelando las rivalidades entre repú blicas
emergentes, pero no una amenaza en sí misma.94 Lo má s dramá tico,
los problemas culturales y sociales impulsaron una coalició n
reformista al poder en Zagreb. a finales de la década de 1960 y desató
un "movimiento de masas" (masovni pokret, generalmente abreviado
como maspok) que exigía una mayor autonomía cultural que algunos
observadores occidentales denominaron la primavera croata. Los
elementos anti-yugoslavos se asociaron con el movimiento en el
margen, pero, como el fenó meno de la Primavera de Praga en la
Checoslovaquia de Alexander Dubček, fue esencialmente una
corriente reformista encabezada por el liderazgo de la Liga de
Comunistas de Croacia. El movimiento fue reprimido después de la
intervenció n personal de Tito en el curso de 1971, dejando un legado
de alienació n.95 Estos incidentes fueron importantes, pero fueron
excepciones a la regla. El compromiso de Yugoslavia con la ética de
bratstvo i jedinstvo fue profundo y apreciado por una clara mayoría de
ciudadanos.
Tras la victoria de 1945, Tito y sus lugartenientes se propusieron
imponer una imagen especular del sistema soviético que habían
aprendido a admirar como militantes al servicio de la Comintern.
Después de la ruptura con Stalin en 1948, se hizo necesario
diferenciar a Yugoslavia de una Unió n Soviética que de repente se
había convertido en un rival amenazante. A partir de 1948, el titoísmo
surgió como una variante del comunismo nacional, agresivamente
patrió tico e insistente en que una estrategia para el cambio social
debe elaborarse a la luz de las circunstancias locales. En el contexto de
la Guerra Fría, muchas de las iniciativas de Tito parecían innovadoras,
pero a menudo se veían frustradas por el contexto autoritario en el
que la experimentació n yugoslava se vio obligada a desarrollarse. A
partir de 1950, bajo la direcció n de Kardelj, un compromiso con el
concepto de autogestió n de los trabajadores se convirtió en un pilar
de una nueva estrategia econó mica destinada a imponer una direcció n
"de abajo hacia arriba" y dar vida a los viejos ideales socialistas de
control de los trabajadores y democracia de base.96 La autogestió n
yugoslava la administració n evolucionó constantemente, pero aunque
los comités de autogestió n pronto se convirtieron en un elemento fijo
en todas las empresas pú blicas, el sistema nunca estuvo cerca de
lograr sus aspiraciones má s ambiciosas. La direcció n en el punto de
producció n nunca se presentó seriamente como una alternativa al
omnipresente papel del partido gobernante (después de 1952,
rebautizado como Liga Yugoslava de Comunistas). El desafío pú blico
lanzado por Milovan Djilas a partir de 1954, advirtiendo sobre las
posibles consecuencias de un monopolio comunista del poder e
instando a un movimiento hacia un pluralismo político má s amplio,
fue recibido con ostracismo político y una serie de sentencias de
cá rcel.97 Las tendencias liberales que se fusionaron en torno a la
má scara croata a principios de la década de 1970 fueron aplastadas, y
en 1972 Tito se movió para derrocar a una facció n liberal que abogaba
por la democratizació n dentro de la Liga Serbia de Comunistas, una
gesto fatídico del que eventualmente surgirían muchos de los
desastres de la década de 1990.98 El culto a Tito era menos
premonitorio que el culto a Stalin en la URSS, pero no menos
totalitario en sus implicaciones. Y la ló gica de la liberalizació n
econó mica no se siguió de manera coherente. Animado por la
generosa asistencia econó mica de los Estados Unidos en la década de
1950, y el Banco Mundial y otros fondos de desarrollo internacionales
a partir de entonces, Yugoslavia pudo mantener altas tasas de
crecimiento, un sector militar sustancial,
Cuando cambió a un programa de reforma má s integral en 1966 la
implementació n fue gradual y poco entusiasta: durante la década de
1970, las tasas de crecimiento y los niveles de vida se mantuvieron
artificialmente mediante el endeudamiento. Sin embargo, incluso con
todos sus defectos, el modelo econó mico yugoslavo permaneció má s
en sintonía con las exigencias del mercado mundial que los sistemas
econó micos de sus vecinos comunistas, y má s sensible a las demandas
reales de los ciudadanos.
Internacionalmente, el titoísmo se basaba en un compromiso
con la no la alineació n como alternativa para los estados en desarrollo
en el contexto de la bipolaridad de la guerra fría. El propio Tito se
convirtió en uno de los fundadores y campeones má s abiertos del
movimiento de no alineados, del que Yugoslavia era el ú nico afiliado
europeo. Se deleitaba con el papel de una personalidad internacional
destacada y utilizó su estatura personal para dar a Yugoslavia una
visibilidad e influencia en los asuntos mundiales que era
inconmensurable con su peso estratégico real. Para los críticos, la
aspiració n de situarse a la cabeza de los regímenes del Tercer Mundo
afiliados al movimiento no alineado representó una forma de
extralimitació n que solo sirvió para oscurecer la inevitable vocació n
europea de Yugoslavia. Pero el prestigio internacional ayudó al
régimen a sostenerse frente a las críticas internas y fue una fuente de
orgullo nacional.
La Yugoslavia de Tito logró promover el crecimiento econó mico,
recrear un espacio político compartido después del terrible
derramamiento de sangre de los añ os de la guerra y mantener la
independencia y el prestigio internacionales en el clima polarizado de
la Europa de la guerra fría. La nueva Yugoslavia siguió cumpliendo
muchas de las funciones para las que se concibió originalmente la idea
yugoslava: proporcionar una alternativa a la fragmentació n política y
el conflicto territorial en una regió n marcada por una fuerte
interculturalidad, promover el desarrollo manteniendo un espacio
econó mico integrado, y evitar la manipulació n de las rivalidades
locales por parte de poderes externos. No obstante, siguió siendo un
estado frá gil, con una marcada divisió n de desarrollo entre el norte y
el sur que los mejores esfuerzos del régimen no pudieron lograr
cerrar, las tensiones étnicas enconadas que fueron contenidas pero no
eliminadas. y un déficit democrá tico encarnado por el papel
dominante del propio Tito. A raíz de la represió n de la agitació n
política en Croacia y Serbia durante 1971-72, Tito volvió a adoptar
una política de concesiones al promulgar la nueva constitució n
federalista de 1974.
Este documento, una de las constituciones má s largas de la historia
mundial y, en consecuencia, complejo, intentó abordar el dilema
nacional yugoslavo delegando autoridad al nivel de la repú blica,
una devolució n potencialmente peligrosa que presumía una
supervisió n estricta por parte de una Liga de Comunistas que era
cada vez má s fragmentado a lo largo de las líneas de la repú blica.
La ampliació n de la autonomía de las repú blicas y las provincias
autó nomas resultó viable mientras el propio Tito estuviera
presente para desempeñ ar el papel de árbitro. En su ausencia,
resultaría ser una receta para el desastre.
La muerte de Tito en mayo de 1980, después de una enfermedad
prolongada, inició una larga crisis que culminaría una década má s
tarde con el colapso aná rquico del estado. La crisis tuvo dimensiones
distintas y superpuestas. A fines de la década de 1970, el auge
econó mico que había sido una fuente tan importante de estabilidad se
había derrumbado. Las ineficiencias endémicas, la carga acumulada de
la concentració n por motivos políticos en la industria pesada y las
tendencias adversas del mercado mundial crearon déficits que se
cubrieron cada vez má s con préstamos. En 1980, la deuda externa se
acercó
$ 20 mil millones, o el 5 por ciento del Producto Interno Bruto, y el
servicio de la deuda se había convertido en un drenaje permanente de
los ingresos estatales.
Durante la década siguiente, una secuencia de planes ineficaces de
"estabilizació n" no logró revertir un fuerte y continuo declive
econó mico. En 1989 la deuda externa yugoslava se mantuvo cerca de
los $ 17 mil millones, y en diciembre de ese añ o el dinar (la unidad
monetaria nacional) cayó presa de la hiperinflació n.99 La constitució n
de 1974 de Tito, con su federalismo exagerado, también creó una
crisis de liderazgo. El propio Tito, que había sido presidente vitalicio,
fue reemplazado por una presidencia colectiva con ocho miembros
que representan a cada una de las entidades federales de Yugoslavia
(las seis repú blicas má s Vojvodina y Kosovo) que rotan anualmente en
el puesto de presidente. El arreglo fue un buen ejemplo de la
exagerada sensibilidad al equilibrio étnico que caracterizó el orden
constitucional de 1974, y una receta para la ineficacia: no es de
extrañ ar que en los añ os posteriores a Tito ningú n líder nacional haya
podido surgir con una agenda para un cambio positivo. De hecho, la
constitució n de 1974 creó una crisis general de las instituciones
federales al concentrar el poder dentro de las repú blicas y provincias
individuales y crear una situació n de “autarquía republicana” que hizo
prá cticamente imposible la elaboració n de una política nacional
consensuada. Yugoslavia también avanzó lentamente hacia una crisis
de legitimidad. A partir de 1985, Mikhail Gorbachev trabajó para
promover la distensió n entre la Unió n Soviética y Occidente. En el
proceso, suavizó la bipolaridad competitiva y socavó la constitució n
de 1974 creó una crisis general de las instituciones federales al
concentrar el poder dentro de las repú blicas y provincias individuales
y crear una situació n de “autarquía republicana” que hizo
prá cticamente imposible la elaboració n de una política nacional
consensuada. Yugoslavia también avanzó lentamente hacia una crisis
de legitimidad. A partir de 1985, Mikhail Gorbachev trabajó para
promover la distensió n entre la Unió n Soviética y Occidente. En el
proceso, suavizó la bipolaridad competitiva y socavó la constitució n
de 1974 creó una crisis general de las instituciones federales al
concentrar el poder dentro de las repú blicas y provincias individuales
y crear una situació n de “autarquía republicana” que hizo
prá cticamente imposible la elaboració n de una política nacional
consensuada. Yugoslavia también avanzó lentamente hacia una crisis
de legitimidad. A partir de 1985, Mikhail Gorbachev trabajó para
promover la distensió n entre la Unió n Soviética y Occidente. En el
proceso, suavizó la bipolaridad competitiva y socavó
la no alineació n como alternativa de tercera vía. Reactivació n del
proyecto de unificació n europea con la promulgació n del Ú nico
EuropeoAct en 1987 planteó preocupaciones de que el yugoslavismo,
con su esencia antidemocrá tica, su orientació n hacia el tercer mundo
y los supuestos de excepcionalismo nacional, eventualmente se
convertiría en una barrera para la integració n con Europa.
No menos importante, la crisis del comunismo europeo a partir
de 1989 afectó directamente lo que siempre había sido la base má s
esencial del titoísmo: su afiliació n con el proyecto histó rico
mundial del movimiento comunista internacional para la
transformació n social. A pesar de su independencia e
individualidad, la Yugoslavia de Tito fue ante todo una dictadura
personal y un estado de partido comunista construido sobre una
base ideoló gica rígida. Sin Tito, y la estrella roja que iluminó su
camino, muy poco quedaría para unir las partes constituyentes del
“país en disputa” de Aleksa Djilas.100

El corto siglo XX.

El "breve siglo XX" de Eric Hobsbawm comienza con el asesinato


de Franz Ferdinand en Sarajevo el 28 de junio de 1914 y termina con
la destrucció n del Muro de Berlín en la noche del 10 al 11 de
noviembre de 1989. Para Hobsbawm, el evento definitorio de la El
siglo fue la Primera Guerra Mundial, que rompió las fuentes
tradicionales de cohesió n y dio origen al comunismo internacional
como un movimiento antisistémico dirigido a la subversió n del orden
mundial liberal.101 El desafío comunista finalmente se encarnó en la
rivalidad interestatal entre los Estados Unidos Estados y la URSS que
hemos venido a llamar Guerra Fría. El colapso del comunismo
internacional, culminado por la implosió n de la Unió n Soviética a fines
de 1991, puso fin a una fase de la historia mundial.
El pasado puede ser un pró logo, pero má s de una dé cada
después del final de
Durante la Guerra Fría, la naturaleza del nuevo orden mundial que
está tomando su lugar sigue sin estar clara. El sistema de la guerra
fría era competitivo y militarizado, pero incluía supuestos
compartidos sobre la naturaleza de la interacció n estratégica y una
dimensió n cooperativa significativa102. como modelo
apropiado,surge de la ausencia de tales supuestos y de la restricció n
que alguna vez impuso la bipolaridad competitiva. Para los complejos
subregionales como los Balcanes, la Guerra Fría ofreció una estrategia
relativamente estable.
contexto, un sentido de direcció n definido por alineamientos
internacionales, la posibilidad de desarrollo bajo el patrocinio de
grandes potencias y un marco de identidad con cimientos
ideoló gicos que miraban má s allá de los estrechos confines de la
sangre y el suelo. Para Grecia y Turquía, la asociació n con la
comunidad euroatlá ntica se convirtió en un estímulo para el
desarrollo y ayudó a contener las tensiones bilaterales. Dentro del
Pacto de Varsovia, el comunismo proporcionó un contexto
funcional para la modernizació n e impuso una especie de pax
sovietica en á reas aú n divididas por disputas sobre territorio e
identidad. Yugoslavia fue respetada y admirada, y sus defectos
minimizados o pasados por alto, precisamente porque parecía
representar una tercera vía viable que evitaba la subordinació n a
cualquiera de los bloques antagó nicos. Aunque a menudo es duro y
dictatorial,
El régimen comunista de los Balcanes que sería má s
severamente
La afectada por el final del corto siglo XX fue Yugoslavia,
iró nicamente la má s liberal de todas. En retrospectiva, esto no es
tan sorprendente como podría parecer a primera vista. El
comunismo yugoslavo era un fenó meno autó ctono, no impuesto
por un agresor externo, y por lo tanto má s integral a la identidad
del estado ycohesió n, y menos fá cil de descartar que en el caso de los
regímenes vecinos. El relativo éxito del titoísmo hizo que el colapso
del modelo de desarrollo yugoslavo que se produjo durante la década
de 1980 fuera aú n má s difícil de soportar. Dados los desafíos de la
complejidad étnica y una historia reciente de derramamiento de
sangre entre comunidades, el experimento yugoslavo estaba
intrínsecamente en peligro. Y el fuerte patrocinio internacional que
había ayudado a Tito a desafiar a Stalin ya no estaba disponible.
Durante las décadas de la guerra fría, no se habría permitido una
desintegració n violenta de la federació n yugoslava como la que
ocurrió durante la década de 1990. Las superpotencias tenían
demasiado en juego para permitir el estallido de una guerra aná rquica
en un escenario crítico, y tenían la voluntad de evitarlo. Después de
1989, con el Pacto de Varsovia hecho jirones,
Cuando amaneció la década de 1990, la ú nica opció n realista para la
Los estados comunistas de los Balcanes parecían estar asociados con
un Occidente triunfante. Pero la euforia del "fin de la historia" duró
poco.103 Las potencias europeas, que no estaban preparadas para el
colapso de la guerra fría
Las estructuras, preocupadas por otros temas y poco convencidas
de que el juego valiera la pena, se mostraron reacias a involucrar
sin ambigü edades a los nuevos estados democrá ticos de la regió n.
Mientras tanto, el colapso de Yugoslavia, promovido por
nacionalismos primitivos que parecían estar muy arraigados en la
historia, dio lugar a una serie de guerras locales que sumieron a
toda la regió n en una espiral de declive y dejaron a la comunidad
internacional sin poder entender. dar sentido al caos. Con un teló n
de fondo de aldeas en llamas y violencia étnica, las imá genes
latentes durante mucho tiempo de los Balcanes como una tierra
má s allá de los límites de la civilizació n volvieron a la vida, las
grandes potencias lucharon pordefinir sus prioridades en un teatro
secundario donde los intereses vitales no parecían estar en juego, y las
premisas de un orden regional viable se volvieron cada vez má s
difíciles de definir.
Parte de la razó n de la dificultad fue la implosió n del
instrumento forjado por la historia del siglo XX para servir como
piedra angular del orden político en los Balcanes multiculturales,
una federació n eslava del sur. A pesar de todos sus defectos,
Yugoslavia permitió la convivencia civilizada entre sus diversos
pueblos y permitió que las cuestiones nacionales no resueltas se
manejaran de acuerdo con algo má s que criterios de suma cero. Si
la federació n era una causa perdida, y hay motivos para
argumentar que, en vista de la nueva dinámica creada por el final
de la Guerra Fría, se había vuelto, como mínimo, disfuncional, era
urgente definir patrones alternativos de orden regional capaces de
abordar los dilemas tradicionalmente gestionados por
asociaciones voluntarias. Fácilmente expresado en retrospectiva,
las complejas circunstancias que rodearon el declive de Yugoslavia
hicieron de esta una conclusió n difícil de captar y sobre la que
actuar cuando contaba. Enfrentados a circunstancias
dramá ticamente alteradas y montones de incó gnitas, la ciudadanía
de Yugoslavia y la comunidad internacional deberían haberse
esforzado por preservar la federació n a toda costa como el ú nico
instrumento capaz de proporcionar un marco estable para la
transició n hacia nuevos patrones de interacció n. Ya sea por
negligencia, desorientació n o apoyo activo a nuevas fuerzas
políticas empeñ adas en sembrar el viento del nacionalismo, no lo
hicieron y cosecharían el torbellino de la guerra.
NOTAS FINALES - CAPÍTULO 2

1. Miranda Vickers, The Albanians: A Modern History, Londres: IB Taurus,


1995, pá gs. 117-140.
2. El asesinato de Radić fue profundamente resentido en Croacia, donde se
convirtió en una fuente de amargura duradera. Véase Dušan Bilandžić, Hrvatska
moderna povijest, Zagreb: Golden Marketing, 1999, pá gs. 80-90, y Zvonimir
Kulundžić, Attentat na Stjepana Radića, Zagreb: Stvarnost, 1967.

3. Richard J. Crampton, Una historia concisa de la Bulgaria moderna,


Cambridge: Cambridge University Press, 1997, pá gs. 148-171.

4. Vlad Georgescu, Los rumanos: una historia, Columbus: Ohio State


University Press, 1991, pá gs. 189-222; y Ewald Hibbeln, Codreanu und die
Eiserne Garde, Siegen: JG Herder-Bibliothek Siegerland e. V., 1984.

5. CM Woodhouse, Modern Greece: A Short History, Londres: Faber & Faber,


1968, pá gs. 212-237.

6. Feroz Ahmad, The Making of Modern Turkey, Londres: Routledge, 1993,


pá gs. 52-71.

7. El mejor panorama sigue siendo Joseph Rothschild, East Central Europe


between the Two World Wars, Seattle: University of Washington Press, 1974, pá gs.
201-366.

8. Véase Renata Bournazel, Rapallo: Naissance d'un mythe: La politique de la


peur dans la France du bloc national, París: Fondation nationale des sciences
politiques, 1974.

9. Magda Adam, La pequeñ a entente y Europa, 1920-1929, Budapest: Akademiai


Kiadó , 1993.

10. EH Carr, Relaciones internacionales entre las dos guerras mundiales, 1919-
1939, Nueva York: Harper Torchback, 1947, pá gs. 213-214. La Entente de los
Balcanes se centró en la amenaza alemana, pero tuvo el efecto de crear nuevas
barreras a la cooperació n regional. Bulgaria originalmente se negó a unirse si eso
significaba aceptar la legitimidad de sus fronteras de posguerra, y Albania no fue
invitada a participar. Plamen Tsvetkov, Evropeiskite sili, balkanite i kolektivnata
sigurnost 1933-1935, Sofia: Izdatelstvo na Bŭ lgarskata Akademiia na Naukite, 1990,
pá gs. 78-84. Véase también Robert Joseph Kerner y Harry Nicholas Howard, The
Balkan Conference and the Balkan Entente, 1930-1935: A Study in the Recent
History of the Balkan and Near Eastern Peoples, Berkeley: University of California
Press, 1936; y Theodore I. Geshkoff, Balkan Union: A Road to Peace in Southeastern
Europe,

11. Louis Adamic, The Native's Return, Nueva York: Harper & Brothers, 1934,
pags. 188. John R. Lampe, Yugoslavia as History: Twice There was a Country, 2ª ed.,
Cambridge: Cambridge University Press, 2000, p. 164, describe a la Yugoslavia de
entreguerras como "atrapada en las alas de un escenario internacional má s amplio".
12. Elinor Murray Despatalović, Ljudevit Gaj and the Illyrian Movement,
Nueva York: Columbia University Press, 1975.

13. Mirjana Gross, Vladavina Hrvatske-Srpske Koalicije 1906-1917, Belgrado:


Jugoslavenski Istorijski Institut, 1960.

14. Vé ase Gale Stokes, “El papel del comité yugoslavo en la formació n de
Yugoslavia”, en Dimitrije Djordjevic, ed., La creació n de Yugoslavia 1914-1918,
Santa Bá rbara, CA: Clio Books, 1980, pá gs. 51-72.

15. Milorad Ekmečić, “Serbian War Aims”, en Djordjević, The Creation Of


Yugoslavia, pá gs. 19-36; y Dragoslav Janković, “Niška deklaracija”, Istorija XX
veka, No. 10, 1969, pá gs. 7-11. Lampe, Yugoslavia as History, pá g. 102, propone
que la declaració n "se ve mejor como un documento defensivo destinado a
atraer el apoyo en tiempos de guerra de los eslavos del sur de Habsburgo".

16. Citado en Marcus Tanner, Croacia: Una nació n forjada en la guerra, New
Haven: Yale University Press, 1997, p. 115.

17. Citado en Paul Garde, Vie et mort de la Yougoslavie, París: Fayard, 1992, p.
50.

18. El Chetnik Stevan Moljević, asociado con el nacional serbio


movimiento de Draža Mihailović, propuso un arreglo en este sentido al comienzo de
la Segunda Guerra Mundial. Lampe, Yugoslavia as History, pá g. 206.

19. Véase el influyente estudio de Ivo Banac, The National Question in


Yugoslavia: Origins, History, Politics, Ithaca, NY: Cornell University Press, 1984. En
palabras de Philippe Boulanger, La Bosnie-Herzégovine: Une géopolitique de la
déchirure, París: É ditions Karthala, 2002, pá g. 32: “la primera Yugoslvia no hizo má s
que imponer, desde arriba, una estructura comú n a pueblos con historias, culturas y
memorias colectivas radicalmente diferentes. La idea yugoslava puede verse como
un intento mal meditado de fundar un pequeñ o imperio frente a los grandes
imperios y de contrarrestar, en la medida de lo posible, la influencia del
pangermanismo en los Balcanes ”.

20. Andrew Baruch Wachtel, Making a Nation, Breaking a Nation: Literature and
Cultural Politics in Yugoslavia, Stanford: Stanford University Press, 1998, pá gs. 67-
127, detalla los esfuerzos para fomentar una identidad eslava meridional comú n en
la Yugoslavia de entreguerras.

21. Branko Dzhordzhevich, Kominternŭ t i iugoslavskata komunisticheska


partiia 1919-1929, Sofía: Izdatelstvo na Bŭ lgarskata Akademiia na Naukite, 1987.

22. Stephen Palmer y Robert King, El comunismo yugoslavo y la cuestió n


macedonia, Hamden, CT: Archon Books, 1971, pá gs. 31-46; y Kostadin Paleshutski,
Iugoslavskata komunisticheska partiia i makedonskiit vŭpros 1919-1945, Sofía:
Izdatelstvo na Bŭ lgarskata Akademiia na Naukite, 1985.

23. Martin L. Van Crefeld, La estrategia de Hitler 1940-1941: The Balkan


Clue, Cambridge: Cambridge University Press, 1973.

24. Mario Cervi, The Hollow Legions: Mussolini's Blunder in Greece 1940-1941,
Garden City, NY: Doubleday, 1971.

25. Misha Glenny, The Balkans: Nationalism, War and the Great Powers, 1804-
1999, Nueva York: Viking, 2000, p. 473.

26. Mark Mazower, Inside Hitler's Greece: The Experience of Occupation, 1941-
1944, New Haven: Yale University Press, 1993.

27. Bilandžić, Hrvatska Moderna Povijest, pá gs. 120-125.

28. Sobre estos hechos, ver David H. Close, The Origins of the Greek Civil War,
Londres: Longman, 1995; y CM Woodhouse, The Struggle for Greece 1941-1949,
Londres: Hart-Davis, MacGibbon, 1976.

29. Sobre el régimen de Pavelić, véase Ladislav Hory, Der kroatische Ustasha
Staat, 1941-1945, Stuttgart: Deutsche Verlags-Anstalt, 1964; y Fikreta Jelić-Butić,
Ustaše i Nezavisna Država Hrvatska, 1941-1945, Zagreb: Školska Knjiga, 1977.
Budak, una figura literaria de cierta importancia, firmó la ley racial de 1941 del
régimen de Pavelić, que identificaba un "problema judío" en Croacia y Bosnia-
Herzegovina. Durante la década de 1990, varias ciudades croatas, incluida Split,
cambiaron el nombre de calles en su honor.

30. El alcance del genocidio de Ustaša se convirtió en un tema de debate


ideoló gicamente cargado (y muy desagradable) en las dé cadas de la posguerra.
Franjo Tudjman ayudó a recrearse políticamente como un nacionalista croata al
defender pú blicamente una reducció n radical en el nú mero de víctimas
expuestas oficialmente en la Yugoslavia titoísta (las cifras oficiales fueron 1,7
millones de víctimas totales, incluidas 700.000 asesinadas en el campo de
exterminio de Jasenovac). Estudios equilibrados y creíbles preparados en
Yugoslavia durante la dé cada de 1980 redujeron el nú mero total de víctimas a
aproximadamente unamillones, incluidos 500.000 serbios. Véase Bogoljub Kočović,
Ž rtve drugog svjetskog rata u Jugoslaviji, Londres: Naše Delo, 1985 y Vladimir
Ž erjavić, Gubici stanovništva Jugoslavije u drugom svjetskom ratu, Zagreb:
Jugoslovensko viktimološko društvo durante la manipulació n política de 1990. la
fase de la desintegració n de Yugoslavia. El líder nacionalista serbio Vuk Drašković,
Odgovori, Belgrado: Stilos, 1993, p. 84, argumentó un total de 1,5 millones de
víctimas serbias solamente. Garde, Vie et Mort de la Yougoslavie, pá gs. 75-85,
resume de manera ú til el debate y sus implicaciones.

31. Milovan Djilas, Wartime: With Tito and the Partisans, Nueva York: Harcourt
Brace Jovanovich, 1977, retrata el proceso de movilizació n en el trabajo.

32. Walter R. Roberts, Tito, Mihailović y los aliados, 1941-1945, New Brunswick,
Nueva Jersey: Rutgers University Press, 1973; y Jozo Tomasevich, The Chetniks,
Stanford: Stanford University Press, 1975.

33. Esta notable interacció n se describe en Winston Churchill, Triumph and


Tragedy, Boston: Houghton Mifflin, 1953, pá gs. 194-195.

34. El estudio clá sico es LS Stavrianos, Federació n de los Balcanes: Historia del
Movimiento hacia la Unidad de los Balcanes en Tiempos Modernos, Hamden, CT:
Archon Books, 1964. Sobre la Federació n Comunista de los Balcanes, véase Joseph
Rothschild, The Communist Party of Bulgaria: Origin and Development , Nueva York:
Columbia University Press, 1959, pá gs. 223-254.

35. Citado en Branko Petranović, Balkanska federacija 1943-1948, Belgrado:


Edicija Svedočanstvo, 1991, pá gs. 34-37.

36. Paul Shoup, Communism and the Yugoslav National Question, Nueva York:
Columbia University Press, 1968, pá gs. 84-85.

37. Petranović, Balkanska federacija, pá g. 60; y Dokumenti o spoljnoj političi


Socijalističke Federativne Republike Jugoslavije 1943, Belgrado: Jugoslovenski
pregled, 1985, pá gs. 224, 228.

38. En la sesió n, el emisario comunista bú lgaro Shteria Atanasov (alias


Viktor) expresó su apoyo al objetivo de una federació n bú lgaro-yugoslava, un
mensaje presuntamente aprobado por el líder comunista bú lgaro Georgi
Dimitrov en Moscú . Petranović, Balkanska federacija, pá g. 73.

39. Citado en Branko Petranović, “Kosovo in Yugoslav-Albanian Relations


and el Proyecto de una Federació n Balcá nica ”, reimpreso de Serbios y albaneses en
el siglo XX, Conferencia académica de la Academia de Ciencias y Artes de Serbia, vol.
LXI, Departamento de Ciencias Histó ricas, No. 20, Belgrado, 1991, p. 348.

40. Petranović, Balkanska federacija, págs. 90-93.

41. Djilas recuerda que durante su visita a Albania en mayo de 1945 “se
habló extraoficialmente de que se unirían a Yugoslavia como una unidad en una
futura federació n balcá nica” y señ ala que durante 1945-1946 “todos asumimos
que nos dirigíamos hacia la unidad econó mica y política. " Milovan Djilas, Rise
and Fall, San Diego: Harcourt Brace Jovanovich, 1985, pá gs. 110, 113.

42. Milcho Lalkov, Ot nadezhda kum razocharovanie: Ideiata za federatsiiata v


balkanskiia iugoiztok (1944-1948 g.), Sofia: Natsionalniia Tsentŭ r na Knigata, 1993,
pá gs. 101-105. Sobre las negociaciones entre los mandos militares, véase Svetozar.
Vukmanović-Tempo, Revolucija koja teče: Memoari, 2 vols., Belgrado: Kommunist,
1971, vol. I, pá gs. 413-426.

43. Segú n las memorias del líder comunista esloveno Edvard Kardelj, Stalin
animó a Tito a considerar la opció n de una federació n balcá nica durante estas
sesiones. "La idea de esa federació n", escribe Kardelj, "se la dio a Tito el propio
Stalin en el otoñ o de 1944, cuando Tito lo conoció por primera vez".Edvard
Kardelj, Borba za priznanje i nezavisnost nove Jugoslavije, 1944-1957, Sečanja,
Belgrado: Radnička stampa, 1980, p. 103.

44. Lalkov, Ot nadezhda kum razocharovanie, pá gs. 76-100. Dobrin Michev,


Makedonskiiat vŭ pros i bŭ lgaro-iugoslavskite otnosheniia, 9 de septiembre de
1944-1949, Sofía: Universitetsko izdatelstvo “Sv. Kliment Okhridski ”, 1994, pá gs.
57-76, ofrece una perspectiva nacionalista bú lgara sobre estas interacciones que
acusa al liderazgo comunista bú lgaro de“ nihilismo nacional ”con respecto a la
cuestió n macedonia.

45. Los textos de estas variantes está n reunidos en Ž . Abramovski,


"Devetprojekata ugovora o jugoslovensko-bugarskom savezu i federaciji (1944-
1947) ”, Istorija XX veka, nú m. 2, 1983, pá gs. 91-124.

46. Estas negociaciones se analizan en Lalkov, Ot nadezhda kum


razocharovanie, pá gs. 158-163. Véase también G. Daskalov, “Problemŭ t za
federatsiiata v bŭ lgaro- iugoslavskite otnosheniia (noemvri 1944-april 1945)”,
Izvestiia na Instituta po Istoriia na BKP, nú m. 62, 1988, pá gs. 5-53; y Petranović,
Balkanska federacija, pá gs. 121-130.

47. Lalkov, Ot nadezhda kum razocharovanie, pá gs. 164-165.

48. En su diario, Josip Smodlaka, quien representó a los yugoslavos durante


muchas de las conversaciones, afirma que el 19 de diciembre de 1944, Tito le
mostró un borrador de tratado que define una unió n política, militar y aduanera
permanente entre Yugoslavia y Bulgaria, y afirma que una situació n similar se
estaba preparando un proyecto de tratado con Albania. Josip Smodlaka, Partizanski
dnevnik, Belgrado: Nolit, 1972, pá g. 224.

49. L. Ia. Gibianskii, Sovetskii soiuz i novaia Iugoslaviia 1941-1947 gg., Moscú :
Nauka, 1987, pá gs. 122-124.

50. Elizabeth Barker, Política britá nica en el sureste de Europa en la Segunda


Guerra Mundial, Nueva York: Barnes & Noble, 1976, pá gs. 200-201.

51. No obstante, Tito continuó hablando con entusiasmo sobre las perspectivas
de asociació n. Véanse, por ejemplo, sus declaraciones del 13 de junio de 1945 al
Primer Ejército de Bulgaria en Dokumenti o spoljnoj političi Socijalističke
Federativne Republike Jugoslavije 1945, Belgrado: Jugoslovenski pregled, 1984, p.
91.
52. Entre 1939 y principios de 1944, el movimiento comunista griego no recibió
comunicaciones oficiales de la Unió n Sovié tica o del Komintern, y el KKE no
figuraba entre las partes informadas oficialmente de la disolució n del Comintern
en mayo de 1943. Giorgio Vaccarino, La Grecia tra resistenza e guerra civile 1940-
1949, Milá n: F. Angeli, 1988, p. 63.

53. Peter J. Stavrakis, Moscú y el comunismo griego, 1944-1949, Ithaca, NY:


Cornell University Press, 1989, p. 29.

54. Woodhouse, La lucha por Grecia, pá g. 23.

55. Petranović, “Kosovo in Yugoslav-Albanian Relations”, pá g. 348, y


Balkanska federacija, pags. 138.

56. Véase Slobodan Nešović, Bledski sporazumi: Tito-Dimitrov 1947, Zagreb:


Globus, 1979. Las actas de las actuaciones y los documentos aparecen en Dokumenti
o spoljnoj političi Socijalističke Federativne Republike Jugoslavije 1947, vol. 2,
Belgrado: Jugoslovenski pregled, 1986, pá gs. 84-100.

57. Stefano Bianchini sugiere que en este punto Stalin vio en el objetivo de
la federació n “la posibilidad de afirmar su propia hegemonía, ideoló gica y
político, sobre los partidos comunistas balcá nicos ". Stefano Bianchini, Sarajevo, le
radici dell'odio: Identità e destino dei popoli balcanici, Roma, 1993, p. 214.

58. Lalkov, Ot nadezhda kum razocharovanie, pá gs. 246-249.

59. Durante su primera visita de Estado a Belgrado en junio de 1946, Hoxha


había discutido la opció n de la federació n con Tito, juzgada retrospectivamente
como "en principio la forma correcta", pero un concepto "que todavía necesitaba
mucho trabajo". Enver Hoxha, The Titoists: Historical Notes, Tirana: 8 Në ntori,
1982, p. 328. Sobre las conversaciones de Stalin con Hoxha en Moscú , vé ase DS
Chubakhin, "S diplomaticheskoi missiei v Albanii",Otechestvennaia istoriia, No. 1,
1995, pá gs. 121-122. El texto del telegrama se da en Iu. S. Girenko, Stalin — Tito,
Moscú : Literatura Izdatel'stvo politicheskoi, 1991, pá gs. 325-326. Véase también
Nedelcho Ganchovski, Dnite na Dimitrov, kakto gi vidakh i zapisakh, 2 vols., Sofia:
Partizdat, 1975, vol. I, pá gs. 494-495.

60. Hoxha, The Titoists, pá gs. 316-359; y la posdata de Chubakhin, “S


diplomaticheskoi missiei”, pá gs. 131-140.

61. Textos en “Konflikt, kotorogo ne dolzhno bylo byt '(iz istorii sovetsko-
iugoslovenskikh otnoshenii)”, Vestnik ministerstva inostrannykh del SSSR, nú m.
6, vol. 64, 31 de marzo de 1990, pá gs. 57, 59. Vé ase tambié n Girenko, Stalin-Tito,
pá gs. 336-338.

62. El mejor relato está en Vukmanović-Tempo, Revolucija koja teče, Vol. 2,


pá gs. 44-59. La parte sovié tica estaba igualmente disgustada con sus invitados
yugoslavos. Nó tese el telegrama del 7 de enero de 1948 del embajador sovié tico
en Belgrado AI Lavrent'ev a Molotov en “Konflikt, kotorogo ne dolzhno bylo byt
', pá g. 5.
63. Milovan Djilas, Conversaciones con Stalin, Nueva York: Harcourt Brace &
World, 1962, pá g. 143. Djilas afirma haber respondido que se trataba de la
unificació n, no de "tragar", a lo que se alega que Stalin respondió "Sí, sí, tragar,
aquí estamos de acuerdo". Debes tragarte Albania, cuanto antes mejor ".

64. En esta direcció n, Tito tambié n hizo una referencia positiva a la


exhibició n de carteles a lo largo del recorrido de su caravana por Bulgaria que
decían “queremos federació n”. Dokumenti o spoljnoj političi 1947, vol. 2, pá g.
372-373.

65. V. Zelenin, “Stalin protiv Tito: Istoki i peripeti konflikta 1948 goda,
”Nauka i zhizn ', nú m. 6, 1990, pá gs. 80-81.

66. L. Ia. Gibianskii, “K istorii sovetsko-iugoslovenskogo konflikta 1948-


1953 gg .; Sekretnaia sovetsko-bulgarskaia vstrecha v Moskve 10 fevralia 1948
goda ”,Sovetskoe slavianovedenie, No. 3, 1991, pá g. 15; y Girenko, Stalin — Tito, pá g.
333.

67. Gibianskii, "K istorii", nú m. 3, 1991, pá g. 17. En un discurso al segundo


congreso del Frente de la Patria el 2 de febrero de 1948, Dimitrov reiteró estos
comentarios, afirmando que "estamos lejos de la idea de crear cualquier tipo de
bloque del Este en cualquier forma". Ibíd., Pá g. 18.

68. La convocatoria citó el surgimiento de "serias diferencias en temas de


política exterior". "Konflikt, kotorogo ne dolzhno bylo byt '", pá g. 60.

69. La mejor descripció n y aná lisis de la sesió n es la serie de artículos de L.


Ia. Gibianskii, "K istorii sovetsko-iugoslavskogo konflikta",
SovetskoeSlavianovedenie, No. 3, 1991, pá gs. 12-23; No. 4, 1991, pá gs. 27-36; No. 1,
1992, pá gs. 42-56; y Slavianovedenie, No. 3, 1992, pá gs. 35-51. Véanse también los
relatos de los participantes en Djilas, Rise and Fall, pá gs. 150-151; y Kardelj, Borba
za priznanje, pá gs. 111-120.

70. Kardelj, Borba za priznanje, pá g. 113.

71. Vukmanović-Tempo, Revolucija koja teče, vol. 2, pá gs. 60-62.

72. Lalkov, Ot nadezhda kum razocharovanie, pá g. 284.

73. Lampe, Yugoslavia as History, pá g. 245.

74. Esta observació n se menciona en el famoso "Discurso secreto" que


Khrushchev pronunció en una sesió n a puerta cerrada del Partido Comunista
Sovié tico en su XX Congreso del Partido durante 1956. Ver "O kul'te lichnosti",
Izvestiia TsK KPSS, No. 1, 1989, pags. 154.

75. Ivo Banac, con Stalin contra Tito: divisiones cominformistas en Yugoslavia
Comunismo, Ithaca, Nueva York: Cornell University Press, 1988.

76. Véase Adam Ulam, Titoism and the Cominform, Cambridge, MA: Harvard
University Press, 1952, y la perspectiva interna de Vladimir Dedijer, The Battle
Stalin Lost: Memoirs of Yugoslavia, 1948-1953, Nueva York: Gossett, 1971.

77. François Fejtö , Histoire des démocraties populaires, 2 vols., París: É ditions
du Seuil, 1969, vol. Yo, p. 256.

78. Elez Biberaj, Albania: A Socialist Maverick, Boulder: Westview Press, 1990,
pá gs. 24-26.

79. El texto del discurso de Truman al Congreso del 12 de marzo de 1947 en el


que se esboza la doctrina, que comprometía a Estados Unidos a resistir la expansió n
comunista en el Cercano Oriente, aparece en Bruce Robellet Kuniholm, The Origins
of the Cold War in the Near East: Great Power Conflict. en Irá n, Turquía y Grecia,
Princeton: Princeton University Press, 1980, pá gs. 434-439.

80. Stefano Bianchini, “Conflitti e cooperazione regionale nei Balcani”, en


Roberto Spanò , ed., Jugoslavia e Balcani: Una bomba en Europa, Roma:
FrancoAngeli, 1992, pá gs. 12-15; y Stefano Bianchini, “I Balcani tra rinnovamento e
desestabilizzazione”, en L. Guazzone, ed., L'Europa degli anni Novanta: La
Geopolitica del cambiamento, Milán: Angeli Editore, 1991, pá gs. 216-224.

81. Heinz Kramer, A Changing Turkey: The Challenge to Europe and the United
States, Washington, DC: The Brookings Institution Press, 2000, pá gs. 1-92.

82. En un influyente estudio publicado legalmente en vísperas de la caída


del régimen de Todor Zhivkov, el futuro presidente bú lgaro Zheliu Zhelev
comparó sutilmente, y no del todo injustamente, el cará cter del totalitarismo
comunista y el culto del líder al del fascismo en tiempos de guerra y los regímenes
nacionalistas-autoritarios. Zheliu Zhelev, Fashismŭ t (Totalitarnata dŭ rzhava), Sofía:
Izdatelstvo na BZNS, 1990, pá gs., 307-327.

83. Durante muchos añ os, la biografía está ndar y admirativa de Tito fue
Phyllis Auty, Tito: A Biography, Nueva York: McGraw Hill, 1970. Una
reevaluació n crítica es ofrecido por Richard West, Tito and the Rise and Fall of
Yugoslavia, Nueva York: Carroll Graf Publishers, Inc., 1994.

84. Vickers, The Albanians, pá gs. 185-209.

85. Crampton, Una historia concisa de la Bulgaria moderna, pá gs. 164-215.

86. Stephen Fischer-Galati, 20th Century Romania, 2ª ed., Nueva York:


Columbia University Press, 1991, pá gs. 159-206.
87. Fred Warner Neal, Titoism in Action: The Reforms in Yugoslavia After 1948,
Berkeley: University of California Press, 1958, es un esfuerzo temprano en esta
direcció n que percibe el ejemplo yugoslavo como "una crítica devastadora de la
teoría y la prá ctica soviéticas" (p. 33).

88. En la nueva disciplina de los estudios comunistas comparados, una rama de


la política comparada que se desarrolló dentro de la academia occidental desde la
década de 1960 en adelante, el modelo yugoslavo casi siempre fue señ alado como
una variante ú nica y excepcional. Este fue aú n má s el caso de la erudició n yugoslava,
que hizo todo lo posible para demostrar el cará cter distintivo del socialismo
yugoslavo. Gary K. Bertsch y Thomas W. Ganschow, Comunismo comparado: los
modelos soviético, chino y yugoslavo, San Francisco: WH Freeman, 1976; y Branko
Pribićević, Socijalizam: Uspon i pad, Belgrado: Naučna kniga, 1991, pá gs. 169-173.

89. Ivan Vejvoda, "Yugoslavia 1945-91: De la descentralizació n sin


democracia a la disolució n", en David A. Dyker e Ivan Vejvoda, eds., Yugoslavia y
despué s, Londres: Longman, 1996, pá gs. 9-27.

90. “Aunque es posible ver en retrospectiva por qué el experimento


yugoslavo no tuvo é xito”, escribe Andrew Wachtel, “sería un error pensar que su
fracaso fue inevitable. Decisiones específicas hechas por grupos e individuos
destruidos, pero se podrían haber tomado otras decisiones ". Wachtel, Making a
Nation, Breaking a Nation, pá g. 228.

91. Como lo describe Dennison Rusinow, "The Avoidable Tragedy", en


Sabrina Petra Ramet y Ljubiša Adamović, eds., Beyond Yugoslavia: Politics,
Economics, y cultura en una comunidad destrozada, Boulder: Westview Press, 1995,
pá gs. 13-38.

92. La distinció n lingü ística, adaptada de la política nacional soviética, era la


que existía entre la nació n (narod), con un presunto derecho a la soberanía, y la
nacionalidad (narodnost) o minoría nacional.

93. Vickers, The Albanians, 191-207.

94. Steven Burg, Conflict and Cohesion in Socialist Yugoslavia, Princeton:


Princeton University Press, 1983, pá gs. 88-99.

95. Dennison Rusinow, The Yugoslav Experiment 1948-1974, Berkeley:


University of California Press, 1977, pá gs. 287-307.

96. Stefano Bianchini, ed., L'Autogestione jugoslava, Milá n: F. Angeli, 1982.

97. El mejor resumen del punto de vista de Djilas, escrito bajo encarcelamiento y
un texto influyente dentro y fuera de Yugoslavia en los añ os venideros, es su The
New Class: An Analysis of the Communist System, Nueva York: Praeger, 1955.
98. Rusinow, The Yugoslav Experiment, pá gs. 318-326; y Slavoljub Djukić, Slom
srpskih liberala, Belgrado: Filip Višnjić, 1990.

99. Para perspectivas sobre el declive econó mico de la década de 1980, véase
David A. Dyker, Yugoslavia: Socialism, Development, and Debt, Londres: Routledge,
1996; Harold Lydall, Yugoslavia en Crisis, Oxford: Clarendon Press, 1989; y Susan L.
Woodward, Socialist Unemployment: The Political Economy of Yugoslavia, 1945-90,
Princeton: Princeton University Press, 1995.

100. Aleksa Djilas, El país en disputa: Unidad yugoslava y revolució n comunista,


1919-53, Cambridge, MA: Harvard University Press, 1991.

101. Eric Hobsbawm, The Age of Extremes: The Short Twentieth Century, 1914-
91, Londres: Abacus, 1995.

102.Roger E. Kanet y Edward A. Kolodziej, eds., La guerra fría como


cooperació n, Baltimore: The Johns Hopkins University Press, 1991.

103. Vé ase el argumento en Francis Fukuyama, The End of History and the
Last Man, Nueva York: The Free Press, 1992.
CAPÍTULO 3

EL ESTADO DE GUERRA:
ESLOVENIA Y CROACIA, 1991-1992

Batallas y riñas.

El declive de Yugoslavia durante la década de 1980 se


transformó en colapso debido al surgimiento de líderes oportunistas
en las repú blicas, que encontraron en el nacionalismo una nueva
fuente de legitimació n y estuvieron dispuestos a recurrir a medidas
despiadadas para perpetuar el poder. El prototipo de esta nueva
generació n de “etnó cratas” fue el Slobodan Milošević de Serbia.1
Milošević nació en 1946 en la ciudad de Požarevac, en el sur de
Serbia. Sus padres eran montenegrinos de origen, padre
Svetozarun sacerdote ortodoxo excomulgado por la Iglesia por
colaborar con las autoridades comunistas después de la guerra, y la
madre Stanislava, directora de escuela y activista del partido. Ambos
padres eventualmente se quitarían la vida, pero el trabajo de
Stanislava con la Liga de Comunistas parece haber orientado a sus
hijos hacia carreras políticas. El hermano mayor de Slobodan,
Borislav, se convirtió en embajador de Yugoslavia en Argelia, y su
influencia resultaría ú til para impulsar el ascenso de su hermano.
El matrimonio de Milošević mientras estudiaba derecho en la
Universidad de Belgrado a principios de la década de 1960 con su
novia de la infancia Mirjana (Mira) Marković, lo acercó a la élite
política yugoslava. MiraLa madre de Marković estuvo asociada con la
clandestinidad comunista en Belgrado durante la guerra. En 1942, en
un turbio asunto cuyos detalles siguen sin estar claros, fue ejecutada
por los partisanos tras ser acusada de revelar los nombres de sus
compañ eros a las autoridades de ocupació n bajo tortura. Mira fue
criada por sus abuelos, mientras que su padre separado se convirtió
en el jefe del partido de Serbia. Se rumorea insistentemente que su
madre era la amante de Tito, y que Mira era su hija ilegítima.3
Slobodan usó tales asociaciones para ayudar a lanzar una carrera
propia. Al principio se convirtió en el protegido del amigo de sus añ os
de estudiante Ivan Stambulić, sucediéndole durante la década de 1970
como director del conglomerado Technogaz, jefe de gabinete del
alcalde de Belgrado y director del Banco de Belgrado.

91
como líder de la Liga de Comunistas de Belgrado. Hasta este
puntoNo había nada particularmente notable en la historia de un
joven de provincias que se hizo bueno: el talento nativo, las
conexiones políticas y el patrocinio de un miembro bien ubicado de la
élite del poder eran caminos típicos para el avance de los aspirantes a
líderes yugoslavos.4
Milošević llegó a la cima como un leal servidor de Stambolić, un
buró crata extravagante que, sin embargo, estaba dedicado a la idea
yugoslava. Su carrera dio un giro en 1986, en un momento en el que la
crisis de la Yugoslavia posterior a Tito estaba muy avanzada y eran
evidentes “las condiciones previas de una situació n revolucionaria” .5
Una manifestació n de la crisis fue el surgimiento de corrientes
nacionalistas en las repú blicas de Yugoslavia. Tanto en Eslovenia
como en Croacia, los líderes culturales enfatizaron su herencia
cató lica y centroeuropea y su precaria situació n "al borde del abismo
ortodoxo y musulmá n" .6 En Eslovenia, los "Nuevos Movimientos
Culturales" de la década de 1980 desafiaron dogmas obsoletos con un
modernismo provocador que disfrazado só lo parcialmente de un
sentimiento emergente de superioridad cultural. El nacionalismo
croata fue aplastado por la represió n que siguió a la má scara de
principios de la década de 1970, pero durante la década de 1980
revivió con el apoyo de la diá spora croata anti-Yugoslava en Europa y
América del Norte. Franjo Tudjman, un ex general titoísta e
historiador del partido que se había asociado con el movimiento
nacional croata en la década de 1960, fue expulsado de la Liga
Yugoslava de Comunistas en 1967 y, finalmente, cumplió varias penas
de prisió n, estaba en contacto con representantes de la comunidad de
emigrados. desde mediados de la década de 1980 en adelante.7 En
1989 fundó la Comunidad Democrá tica Croata (Hrvatska
Demokratska Zajednica
- HDZ) como un foro para la política nacionalista.8 Má s
inquietantemente, debido a
La masa crítica y la amplia dispersió n de la població n serbia dentro de
Yugoslavia, donde alrededor de tres millones de los má s de ocho
millones de serbios de la federació n vivían fuera de Serbia
propiamente dicha, un resurgimiento nacional serbio comenzó a
articular resentimientos que bajo Tito eran estrictamente tabú .
Un acontecimiento clave en la génesis del nuevo nacionalismo
serbio fue la publicació n parcial en 1986 de un memorando
redactado por la Academia de Ciencias de Serbia en el que se
describen diversos agravios. sobre la suerte de los serbios dentro de
Yugoslavia. La eminencia gris cuyas ideas inspiraron el documento fue
la escritora Dobrica Čosić, un ex partidario expulsado de la Liga de
Comunistas en 1968 por desviaciones nacionalistas, autor de una
serie de novelas que trazan el curso de la historia moderna de Serbia a
través de los juicios y tribulaciones.
de la familia ficticia Katić, firmemente convencido, en palabras de
su héroe Vukašin Katić, de que la idea yugoslava había sido "la
ilusió n má s costosa y trá gica jamá s perseguida por el pueblo
serbio". sus propios intereses en nombre de vecinos ingratos, y fue
víctima de discriminació n sistemática, particularmente debido a la
pé rdida de control sobre Vojvodina y Kosovo impuesta por la
constitució n de 1974. El documento hacía la afirmació n explosiva
de que el é xodo en curso de la minoría serbia de Kosovo era el
resultado de un "genocidio" en curso impulsado por un "reinado
de terror físico, moral y psicoló gico" que la federació n no pudo o
no quiso prevenir. Extractos del texto se publicaron en el diario
yugoslavo de circulació n masiva Večernje Novosti en septiembre
de 1986,
El evento catá rtico en el ascenso de Milošević ocurrió el 24 de abril
de 1987,
cuando, durante una visita a Kosovo en nombre de Stambolić,
quien en el ú ltimo momento envió a su protegido en su lugar, se
paró ante una multitud de serbios enojados que protestaban por el
maltrato a manos de la policía local albanesa y entonó que “nadie
debería atreverse para golpearte " (niko ne sme da vas bije). La
amonestació n aparentemente espontá nea fue acompañ ada de un
discurso agresivo, en el que el funcionario de Belgrado, al tiempo que
amonestaba que “debemos preservar la fraternidad y la unidad como
la niñ a de nuestros ojos”, también evocaba la “injusticia y humillació n
”sufrieron los serbios de Krajina13. Ampliamente publicitados, los
comentarios le dieron a Milošević una considerable popularidad
dentro de Serbia, así como el oprobio en las repú blicas no serbias.
Todavía no está claro en qué momento Milošević tomó la decisió n
consciente de jugar la carta nacionalista. Hasta la fecha, siempre se
había presentado como un opositor a las provocaciones nacionalistas,
y puede haber estado sinceramente sorprendido, así como halagado y
fascinado, por la oleada de sentimiento pú blico que acompañ ó a su
iniciativa.14 En el evento,
El cameo en Kosovo Polje le valió a Milošević el apoyo de una
masa crítica de la opinió n pú blica serbia, y aprovechó sin piedad
su ventaja, utilizando el nacionalismo para consolidar una base
política dentro de Serbia y luego expandirla. El primer paso fue un
acto de traició n consumado. Entre junio y diciembre de
1987,Milošević diseñ ó la destitució n de su amigo y patrocinador
Stambolić, y ocupó su lugar al frente de la Liga de Comunistas de
Serbia. El nacionalismo serbio aú n no era un grito de batalla:
Stambolić fue aislado y derrotado políticamente en la forma de
apuñ alar por la espalda típica del cuadro comunista al viejo estilo.15
Pero el nacionalismo se convertiría en el todo y el fin en los meses
venideros, como el nuevo maestro de Belgrado se propuso montar la
ola serbia hacia el poder en toda Yugoslavia. El uso del nacionalismo
como base para la legitimidad política requería cultivar el apoyo
popular. Durante el verano de 1988, la tá ctica preferida para la
movilizació n se convirtió en una serie de "encuentros de la verdad",
diseñ ados a la manera de avivamientos religiosos para "restaurar la
dignidad" de los serbios supuestamente oprimidos. Alentados por el
apoyo de los medios de comunicació n que pregonan el tema del
renacimiento nacional, millones de ciudadanos acudieron en masa a
esas reuniones realizadas a lo largo y ancho de Serbia. La agitació n
nacionalista pronto comenzó a tener un impacto político. El 5 de
octubre de 1988, multitudes reunidas en Novi Sad forzaron la
dimisió n de la direcció n de la provincia autó noma de Vojvodina, que
fue inmediatamente reemplazada por leales a Milosevic.16 El 17 de
noviembre, la direcció n de la provincia autó noma de Kosovo fue
reemplazada tras una protesta similar.17 Dos días después, mientras
los huelguistas del complejo minero Trepča de Kosovo protestaban en
vano contra la afrenta a la autonomía provincial, má s de un milló n de
simpatizantes llegaron a la “reunió n de reuniones” en Belgrado, donde
Milošević se jactó del eterno vínculo de Kosovo con la patria serbia. En
enero de 1989, nuevamente bajo la presió n de la movilizació n
popular, la direcció n de la Repú blica de Montenegro se vio obligada a
ceder el paso a los partidarios de Milošević. Estos
pretenciosamentedenominadas "revoluciones antiburocrá ticas"
(aTito-era
concepto originalmente destinado a describir los ataques
contra los privilegios creados) había, con sorprendente rapidez, puso
cuatro de los ocho puestos de la presidencia federal yugoslava bajo el
control de un solo hombre, creando un "bloque serbio" que rompió los
equilibrios titoístas. Entre 1987 y 1989, estas iniciativas adquirieron
un tono gó tico con la exhibició n pú blica sin precedentes, en una serie
de monasterios ortodoxos, de un ataú d abierto que contenía los
huesos del Kosovo del siglo XIV.
má rtir príncipe Lazar. La culminació n de esta fase de etniaLa
movilizació n llegó con la gran manifestació n del nacionalismo serbio
convocada en Kosovo Field en Vidovdan, el 28 de junio de 1989, el
600º aniversario de la legendaria derrota. “Seis siglos después”,
entonó Milošević a una multitud que lo adoraba desde una plataforma
alta construida en el sitio de batalla de Gazimestan, “nuevamente
estamos en batallas y disputas. Todavía no son batallas armadas,
aunque esas cosas todavía no deben excluirse ”18.
Milošević se había convertido en la figura má s poderosa del país,
"el primer líder yugoslavo en darse cuenta de que Tito estaba
muerto", como decía un chiste contemporá neo. ¿Qué aspiraba a
lograr? Un informe de mayo de 1988 publicado por la “Comisió n
Milošević” defendía una federació n yugoslava renovada que
centralizaría la autoridad, restablecería un espacio econó mico
nacional y promovería la eficiencia a través del mecanismo del libre
mercado. La agenda era respetable, pero las tá cticas coercitivas que
habían llevado a Milošević al poder contribuyeron en gran medida a
desacreditar por completo la idea yugoslava, y su ejercicio posterior
del poder demostró poca lealtad a los valores que la Comisió n
Milošević buscaba representar. Vidosav Stevanović caracteriza la
ideología de Milošević como “estalinismo impregnado por el
eslavofilismo y la ortodoxia,
La ausencia de resistencia liberal fue una característica
sorprendente de
Ascendencia de Milošević. Dentro de Serbia, la purga de Tito de la
Liga de Comunistas Serbia a principios de la dé cada de 1970 había
destruido las carreras de los partidarios má s talentosos de la
reforma democrá tica, y la oladel nacionalismo desatado después de
1989 impidió temporalmente una oposició n efectiva. A nivel federal,
el croata bosnio Ante Marković, que reemplazó a Branko Mikulić como
primer ministro federal en diciembre de 1988, fue la ú nica figura
importante que dio un paso adelante con una alternativa yugoslava a
una política de movilizació n étnica. Desafortunadamente,
Era una alternativa que solo podía ofrecer a una ciudadanía
angustiada, traumatizada por el declive econó mico, aú n má s
sangre, sudor y lá grimas. En diciembre de 1989 se inició el "Plan
Marković". Su primer objetivo fue estabilizar la moneda nacional
yugoslava (el dinar), en medio de la hiperinflació n, a través del
ú ltimo de una secuencia de programas de austeridad del Fondo
Monetario Internacional (FMI). Marković esperaba usar un dinar
fuerte para alentar la iniciativa privada como motor de
crecimiento.21 En el transcurso de la dé cada de 1990 logró lograr
algunos avances en el fortalecimiento de la moneda y la mejora de
los inversores.confianza.22 Pero el Plan Marković trajo poco alivio a
corto plazo al pú blico, que ahora estaba siendo atraído por las sirenas
del nacionalismo que prometían que fuera de la federació n todo iría
bien. Añ os de negligencia habían llevado a Yugoslavia a una crisis para
la que el ajuste estructural inspirado por el FMI no ofrecía ninguna
solució n.23
Como aspirante a figura nacional con una lealtad primordial al
Idea yugoslava, Marković fue una excepció n a la regla. Desde al
menos 1974, los verdaderos agentes del poder dentro de la
jerarquía yugoslava eran líderes regionales cuyas asociaciones
políticas se encontraban casi exclusivamente dentro de su
repú blica de origen. El juego de poder de Serbia asustó a las élites
a nivel de repú blica y debilitó la confianza popular en Yugoslavia,
creando una base objetiva para el recurso a la demagogia
nacionalista. También creó una ventana de oportunidad para los
extremistas nacionalistas, devueltos a la escena política debido al
debilitamiento de las instituciones federales y la crisis del
comunismo europeo a partir de 1989.
El programa Marković podría haber tenido alguna oportunidad
de despegar en un contexto yugoslavo si hubiera sido apoyado por
una Liga de Comunistas unificada, promulgado por un estado
fuerte y legitimado en una elecció n nacional. Ese resultado estaba
a nuestro alcance: las encuestas de opinió n sugieren que hasta
bien entrado el añ o 1990, la mayoría de los ciudadanos yugoslavos
mantuvieron su lealtad a la federació n. Pero los líderes
nacionalistas emergentes de las repú blicas yugoslavas en conflicto
no querían que fuera así. Lideradas por Serbia, las repú blicas
individuales reaccionaron a la economíaausteridad con una serie de
gestos proteccionistas y redadas inflacionarias en el banco nacional,
socavando los esfuerzos de reforma y dando lugar a lo que un analista
describe como "una guerra econó mica en toda regla" .24 En el XIV y
ú ltimo Congreso de la Liga de Comunistas de Yugoslavia En el Sava
Centre de Belgrado, en enero de 1990, la delegació n eslovena, seguida
por su homó loga croata, se retiró en protesta contra el supuesto
hegemonismo serbio. A todos los efectos y
A efectos, el partido gobernante que había presidido la suerte de la
Yugoslavia comunista desde los orígenes del Estado había dejado
de existir. Con él desapareció cualquier posibilidad realista de
coordinar unproceso de transició n a nivel federal. Paralizado por la
oposició n a nivel de repú blica y sin el liderazgo de la Liga, el gobierno
federal yugoslavo no pudo aprobar ni una sola pieza de legislació n en
un lapso de dieciocho meses desde finales de 1989 hasta 1991.
El destino de Yugoslavia fue sellado por la incapacidad de la
estructura de poder federal para imponer elecciones nacionales
como primer paso hacia la política. pluralismo. En lugar de una
contienda federal, apuntada para diciembre de 1990 pero que de
hecho nunca se llevó a cabo, entre abril y diciembre de 1990 las
repú blicas yugoslavas individuales programaron elecciones separadas
que en casi todos los casos confirmaron liderazgos nacionalistas
comprometidos con una ruptura con el pasado.
Las elecciones eslovenas de abril de 1990 enfrentaron a la
Oposició n Democrá tica Unida de Eslovenia (DEMOS), un frente
ú nico que agrupa a seis partidos dispares (los demó cratas
cristianos, la Unió n Campesina, la Alianza Democrá tica, los
socialdemó cratas, los demó cratas liberales y los verdes) en torno a
un agenda comunista, contra el Partido de Renovació n
Democrá tica poscomunista de Kučan. En una decisió n dividida,
DEMOS obtuvo el 55 por ciento de apoyo en las elecciones
parlamentarias, mientras que Kučan, hasta hace poco un leal
apparatchik comunista, ganó la presidencia por un margen de 59-
42 por ciento contra el candidato de DEMOS Jože Pucnik. Todas las
partes de la contienda se unieron detrá s del lema "Europa, ahora"
y pidieron una reestructuració n de Yugoslavia como una
confederació n flexible de estados soberanos. Posteriormente, el 2
de julio de 1990, Eslovenia declaró soberanía dentro de la
federació n. Durante la década de 1980, Eslovenia había sido una
fuerza subversiva dentro de Yugoslavia, presionando
constantemente por soluciones antifederales en nombre de sus
propias prioridades republicanas y nacionalistas. Las elecciones de
1990 llevaron esta tendencia a un punto crítico.
Una semana despué s, las elecciones en Croacia se llevaron a
cabo de acuerdo con
una doble votació n que favoreció a partidos má s fuertes en la
primera vuelta, otorgó al HDZ 205 de 356 escañ os parlamentarios
de Tudjman, un resultado desproporcionado a su margen real de
votos populares (41,5 por ciento) y má s que suficiente para
afirmar el control del futuro político de la repú blica. La HDZ estaba
en proceso de consolidació n y Croacia aú n no estaba preparada
para seguir una agenda de separació n, pero Tudjman no ocultó su
lealtad al “sueñ o de mil añ os” de la independencia nacional.
Tambié n se inspiró en menos edificantes
sentimientos. El 24 de febrero de 1990, en el primer mitin pú blico
de HDZ, Tudjman dio un paso hacia la rehabilitació n del régimen
genocida de Ante Pavelić, llamá ndolo "una expresió n de las
aspiraciones histó ricas del pueblo croata". 25 En un mitin electoral
en Dubrava en marzo El 17 de diciembre de 1990, el líder del HDZ
ofreció una asombrosa observació n personal: "Gracias a Dios que
mi esposa no es ni judía ni serbia" .26 Entre mayo y julio de 1990,
su partido revivió muchos de los símbolos del período Ustaša,
incluido el histó rico El escudo croata con su tablero de ajedrez rojo
y blanco (el šahovnica), promovió un revisionismo histó rico falso
que buscaba restar importancia a los crímenes de Ustaša, instituyó
juramentos de lealtad obligatorios para los serbios étnicos en
cargos pú blicos,degradar a los serbios de Croacia de la condició n de
nació n constituyente a la de minoría nacional27.
Las medidas emanadas de Zagreb estaban destinadas a provocar
una reacció n. En la primavera de 1990, las poblaciones serbias de
Croacia en la antigua regió n de la frontera militar de los
Habsburgo, en medio de las áridas tierras ká rsticas alrededor del
centro provincial y el cruce ferroviario de Knin (elKninska Krajina),
organizada localmente pero con el apoyo de Belgrado, había iniciado
una revuelta contra lo que se percibía como la perspectiva de la
separació n de Yugoslavia, estableciendo una asociació n ad hoc de
municipios serbios en mayo y comenzando la construcció n de milicias
de autodefensa28. añ os de cohabitació n habían hecho que los serbios
de Krajina fueran indistinguibles de sus vecinos croatas en dialecto,
apariencia y forma de vida. Pero eran cristianos ortodoxos para
quienes el recuerdo de las masacres de la Segunda Guerra Mundial
aú n estaba vivo. Durante julio y agosto, a raíz de la decisió n de la
Asamblea croata de rechazar el estatus oficial del alfabeto cirílico, un
referéndum serbio organizado apresuradamente produjo un
resultado casi uná nime para la lealtad a Yugoslavia. y se declaró la
existencia de una "Provincia autó noma serbia (má s tarde Repú blica)
de Krajina" (Srpska Autonomna Oblast Krajina-SAOK) bajo el
liderazgo político del ex dentista Milan Babić y la direcció n militar del
inspector de policía Milan Martić. Solo alrededor de un tercio de los
600.000 serbios de Croacia residía realmente dentro de los antiguos
distritos fronterizos militares de Croacia (Lika, Slunj, Banija y
Kordun), que ademá s de su importancia como un
transporte corredor eran de importancia econó mica marginal.
Peroel peso político del desafío de los serbios de Krajina al nuevo
régimen de Zagreb y a la legitimidad de las fronteras
interrepublicanas fue sustancial. A los pocos meses de las primeras
elecciones democrá ticas de Yugoslavia, se inició un proceso de
fragmentació n que acabaría por consumir al país en su conjunto.
No fue hasta el 29 de julio de 1990, en su natal Bosnia-
Herzegovina, que Ante Marković anunció la creació n de un partido
político nacional, apodado la Alianza de Fuerzas de Reforma de
Yugoslavia (Savez Reformskih Snaga Jugoslavije), comprometido a
participar en las elecciones republicanas bajo una bandera yugoslava.
En este punto, el proceso de movilizació n étnica había ido demasiado
lejos como para revertirlo. Durante las elecciones de noviembre y
diciembre de 1990 en Bosnia-Herzegovina, Macedonia y Serbia-
Montenegro, todas produjeron fuertes resultados para las facciones
nacionalistas, mientras que el movimiento de Marković fue
marginado.
En Bosnia-Herzegovina, el Partido Musulmá n de Acció n
Democrá tica de Alija Izetbegović (Stranka Demokratska Akcija -
SDA) ganó
34 por ciento de los votos, el Partido Democrático Serbio (Srpska
Demokratska Stranka - SDS) 30 por ciento, y la rama bosnia de la HDZ
croata 18 por ciento. Estos partidos fueron producto de la
movilizació n étnica, con mandatos de representar los intereses
comunes de las comunidades nacionales. La Alianza de Fuerzas de
Reforma de Marković, trá gicamente en vista de los datos de las
encuestas que indican que en junio de 1990 casi el 70 por ciento de
los bosnios continuaba apoyando la preservació n de la federació n
yugoslava, recibió solo el 5,4 por ciento de los votos.29 La distribució n
de los votos coincidió con el peso proporcional de comunidades
nacionales dentro de Bosnia-Herzegovina en su conjunto, lo que llevó
a algunos críticos a describir el resultado como algo má s cercano a un
censo que a un resultado electoral.30 Tanto el SDS como el HDZ eran,
a todos los efectos, extensiones de sus partidos madre dentro de
Serbia y Croacia. adecuado.
Shoup subrayó la "orientació n nacionalista abiertamente islá mica
y musulmana" de la ASD. 33
En las elecciones macedonias, la Organizació n Revolucionaria
Interna Macedonia nacionalista - Partido Democrático para la
Unidad Nacional Macedonia (IMRO - DPMNU) bajo Ljubčo
Georgievski, que tomó su nombre de la organizació n terrorista de
finales del período otomano y de entreguerras, obtuvo una pluralidad
del 32 por ciento del voto popular, pero cedió el poder a una coalició n
moderada liderada por el ex titoísta Kiro Gligorov. Consciente de la
fragilidad de su repú blica, Gligorov se esforzó por formar una
coalició n de base amplia que incluyera a representantes de la gran
minoría albanesa (23 por ciento de la població n segú n el censo de
1994). Sin embargo, el nacionalismo macedonio siguió siendo una
fuente importante de cohesió n en la nueva Macedonia y pronto se
convertiría en una fuente de discordia con los estados vecinos,
incluida Grecia, que temía el resurgimiento de las reivindicaciones
territoriales que datan de la era de las guerras balcá nicas. Milošević
preparó el terreno para las elecciones serbias al promulgar una nueva
constitució n en julio de 1990 que eliminó la autonomía de Vojvodina y
Kosovo.
Con las movilizaciones nacionalistas avanzando a buen ritmo y
la Liga
comunistas fuera de combate, só lo la Presidencia Federal estaba
en un posició n para construir una nueva base para la unidad nacional.
Reducida a una plataforma para la articulació n de agendas en
conflicto por parte de líderes republicanos comprometidos a seguir su
propio camino, fracasó estrepitosamente. Cuando en mayo de 1991 el
croata Stjepan (Stipe) Mesić llegó a suceder a Borisav Jović como
presidente de acuerdo con la rotació n anual establecida por Tito, la
oposició n del bloque serbio, justificada por la afirmació n de que Mesić
había expresado pú blicamente su oposició n a Yugoslavia, le impidió
de asumir su asiento.35 El 4 de octubre de 1990, Eslovenia y Croacia
lanzaron un plan, inspirado en las recomendaciones de los consejeros
de la CE, para refundir Yugoslavia en líneas confederales, como una
unió n de estados soberanos unidos por una unió n aduanera, un
mercado comú n, y tal vez una moneda comú n, con cierta coordinació n
en las á reas de política exterior y diplomacia.36 El proyecto era
atractivo, pero poco sincero, su verdadero propó sito era ganar tiempo
mientras maduraba una agenda para la secesió n. Desde la primavera
de 1990 en adelante, tanto del oeste
Las repú blicas estaban importando armas ilegalmente y utilizando
lo que todavía eran medios de comunicació n controlados a nivel
nacional para fomentar el apoyo a la independencia. Un
referéndum esloveno sobre la independencia realizado en
diciembre de 1990 obtuvo un apoyo abrumador, y un homó logo
croata, celebrado en mayo de 1991 después de que los combates
ya habíanestalló en Krajina y Eslavonia, llevado por má s del 90 por
ciento. El 8 de marzo de 1991, el parlamento esloveno intentó una
afirmació n pura de soberanía al trasladar que el servicio militar en el
Ejército Popular Yugoslavo (Jugoslovenska Narodna Armija - JNA) ya
no sería obligatorio para los ciudadanos eslovenos, y se negó a
continuar con la anualidad de la repú blica. 37 En la primavera y el
verano de 1991, el presidente macedonio Gligorov y su homó logo
bosnio Izetbegović, representantes de repú blicas débiles y
étnicamente divididas para quienes la desintegració n de la federació n
yugoslava representaba una grave amenaza, reintrodujeron una
versió n del programa croata-esloveno pidiendo una "federació n
asimétrica" que permita a las repú blicas individuales definir su propio
grado de asociació n con las instituciones nacionales.38 Tudjman y
Milošević aprobaron la propuesta,
Si hubiera recibido el apoyo constante de los líderes republicanos y
promulgado sin ambigü edades por la comunidad internacional, el
proyecto de reconfigurar Yugoslavia como una confederació n
flexible o asimé trica posiblemente podría haber tenido éxito en
prevenir la guerra. Incluso permitiendo la separació n de Eslovenia
y Croacia, algú n arreglo para mantener juntas a las cuatro
repú blicas restantes en unLa grupa Yugoslavia podría haber evitado
lo peor de la violencia que seguiría. Durante 1990-1991, sin embargo,
no existió una voluntad de paz entre los líderes republicanos ni un
compromiso serio con la diplomacia preventiva o la gestió n de
conflictos entre los actores internacionales clave. La comunidad
internacional permaneció desvinculada y los líderes de las seis
repú blicas de Yugoslavia no pudieron llegar a una posició n
consensuada con respecto al futuro de su país porque no quisieron.
Milošević, acompañ ado por su protegido Momir Bulatović de
Montenegro,
estaba cada vez má s comprometido con el apoyo a las nuevas
entidades serbias dentro de Croacia y Bosnia-Herzegovina. Esta
decisió n
priorizar la creació n de una "Gran Serbia" eventualmente se
señ alaría como la causa fundamental de toda la tragedia yugoslava,
aunque, de hecho, la orientació n inequívoca de las repú blicas
occidentales hacia la secesió n dejó a los líderes serbios con pocas
opciones má s que velar por sus propios intereses. El 16 de marzo de
1991, cuando culminaba la crisis de las instituciones federales,
Milošević comentó en la televisió n de Belgrado que "Yugoslavia ha
entrado en la fase final de su agonía". En un discurso a los alcaldes
serbios el mismo día, afirmó que la tarea de Belgrado ahora era
"defender los intereses de nuestra repú blica, así como los intereses
del pueblo serbio fuera de Serbia", y opinó que "las fronteras y los
estados está n en juego, y siempre son los fuertes, nunca los débiles,
quienes determinan las fronteras ”40. Tales declaraciones delinearon
un programa para aceptar el desmantelamiento de Yugoslavia y usar
la fuerza para reunir a una Serbia ampliada de las ruinas. Liubliana y
Zagreb veían la confederació n como una especie de casa de transició n
que les daría tiempo para prepararse para la independencia, y los
eslovenos, en particular, presionaron con fuerza para provocar una
ruptura lo antes posible. Sarajevo y Skopje temían la desintegració n
de Yugoslavia, pero no estaban dispuestos a aceptar la incorporació n
en un estado ruinoso donde las repú blicas occidentales no estaban
disponibles para equilibrar a Serbia.41 Todas las partes persiguieron
sus objetivos mediante negociaciones colusorias, sobre la base de
confidencias que a veces ser respetado y otras veces traicionado. En
sus memorias, el esloveno Janez Drnovšek señ ala que ya en agosto de
1990, en un momento en que se desempeñ aba como presidente de la
Presidencia federal yugoslava, Milošević y Borisav Jović le informaron
que a Eslovenia se le permitiría abandonar la federació n
pacíficamente sobre la base de un referéndum. 42 Milošević reiteró el
mensaje a Kučan durante una reunió n privada el 24 de enero de 1991,
con la aclaració n de que Serbia no intentaría evitar la separació n
eslovena (Eslovenia tenía una minoría serbia insignificante) para
concentrarse en el reagrupamiento de las poblaciones serbias de
Croacia y Bosnia. -Herzegovina.43 En marzo de 1991, tras la represió n
de las manifestaciones estudiantiles en Belgrado, Milošević se reunió
con Tudjman en el coto de caza aislado de Tito (y antes que él, el rey
Aleksandar) Karadjordjevo, a medio camino entre sus respectivas
capitales, y acordó apoyar la disolució n de Yugoslavia y una partició n
de Bosnia-Herzegovina.44 Lo ú nico en lo que los ex secuaces
comunistas no pudieron ponerse de acuerdo fue en el estatus
territorial de una Croacia independiente. Milošević estaba dispuesto a
conceder a Zagreb el derecho a separarse,
un derecho similar. Las delegaciones serbia y croata llevaron a cabo
tres sesiones secretas durante abril de 1991 en un vano intento de
resolver estas diferencias45.
En cuanto a la comunidad internacional, en las raras ocasiones en
que dirigió su atenció n a la crisis yugoslava no habló con una sola voz.
Estados Unidos y la Comunidad Europea (CE) reiteraron
pú blicamente su apoyo a la unidad yugoslava, y la CE ofreció apoyo a
la reforma econó mica y prometió la adhesió n por vía rá pida para una
federació n reformada comprometida con mantener la unidad, pero el
mensaje no fue convincente ni coherente. Durante marzo de 1991, los
Estados Unidos se opusieron oficialmente a la secesió n e insistieron
en que las alteraciones de la frontera solo debían resultar de "medios
consensuados pacíficos". 46 Desafortunadamente, preocupado por la
conducta y las secuelas de la Guerra del Golfo y la inminente
disolució n de la URSS, y convencido de que los intereses vitales no
estaban realmente en juego, Washington hizo poco para dar a sus
amonestaciones el sentido de urgencia que se requería. Varios estados
europeos (Alemania, Austria, Dinamarca, Hungría y la Santa Sede,
entre otros) promovieron abiertamente la secesió n, a veces
prometiendo apoyo diplomá tico y organizando transferencias ilegales
de armas para preparar el camino hacia la independencia. La
“ambigü edad y los mensajes contradictorios” que emanaban de los
actores internacionales no hicieron nada para restringir el egoísmo
autodestructivo de los etnó cratas de Yugoslavia, ni para bloquear el
recurso a las armas.47
El camino para el colapso aná rquico de Yugoslavia fue
preparado por un
crisis de las instituciones federales, la deriva nacionalista en
repú blicas clave, y apoyo tá cito a una política de secesió n por parte
de influyentes actores internacionales. El colapso fue precipitado por
una secuencia de enfrentamientos locales que dieron un impulso a la
militarizació n de las repú blicas contendientes. Entre mayo y
septiembre de 1990, la revuelta serbia en Krajina sentó el precedente
de la secesió n armada de facto como respuesta a la movilizació n
étnica, con la milicia local finalmente reconstituida como las Fuerzas
de Defensa Territorial SAOK. En noviembre de 1990, Eslovenia y
Croacia asumieron el control de los remanentes (después de los
esfuerzos federales para confiscar los almacenes de armas en la
primavera del añ o) de sus Fuerzas de Defensa Territorial republicanas
y aumentaron las transferencias ilegales de armas para aumentar la
preparació n para el combate. En febrero de 1991 el JNA recibió una
orden de la Presidencia Federal para desarmar a las milicias,
(Zbor narodne garde). Marzo de 1991 también vio el despliegue de las
fuerzas del JNA en Belgrado para reprimir las manifestaciones
dirigidas por estudiantes que protestaban contra las políticas del
régimen de Milošević, el primero de muchos casos en los que la
resistencia popular a la movilizació n étnico-nacional sería derrotada
por la fuerza. Descuidado por la comunidad internacional, sin un
partido gobernante, sin un ejecutivo en funcionamiento y con un
ejército en crisis incapaz de responder a la desafiante militarizació n
de las repú blicas secesionistas, Yugoslavia se estaba acercando a la
descripció n de Thomas Hobbes de la anarquía, "el estado de guerra , y
una guerra como la de todo hombre contra toda persona. ”48
La guerra de todos contra todos comenzó en abril de 1990 cuando
los serbios de Krajina comenzaron a construir barricadas para cortar
el acceso a á reas de mayoría serbia o á reas con poblaciones serbias
importantes, e iniciaron una campañ a de hostigamiento contra los
residentes croatas en las regiones bajo su control. La revuelta serbia,
romantizada como balvan revolucjia (revolució n de los troncos de los
á rboles, después de las ramas de los á rboles utilizados para construir
barricadas), fue en parte una reacció n espontá nea a las provocaciones
del régimen de Tudjman. Tenía un cará cter anacró nico y folcló rico,
liderado por milicias locales vestidas con uniformes patrió ticos que
evocaron la resistencia chetnik durante la Segunda Guerra Mundial.
Desde el principio, sin embargo, fue apoyado y manipulado por
Belgrado con el fin de impulsar una agenda para la extensió n de los
territorios controlados por los serbios fuera de la Serbia propiamente
dicha. En los primeros meses de la rebelió n, la resistencia organizada
se concentró en seis comunas en las cercanías de Knin pobladas por
mayorías serbias consistentes. En los meses siguientes se expandiría
por el sur de Croacia a través de Kordun, Banija y Posavina, donde las
poblaciones serbia y croata estaban en algo má s cercano al equilibrio,
y hacia las llanuras de Eslavonia y Baranja en la frontera con Hungría,
donde los serbios estaban una clara minoría. La esencia de la revuelta
fue el intento de afirmar el control sobre el terreno, afectado por la
construcció n de barricadas y barreras, el desafío a las autoridades
locales o la dinamita de símbolos de soberanía así como las casas de
"forasteros" no deseados. a través del sur de Croacia a través de
Kordun, Banija y Posavina, donde las poblaciones serbia y croata
estaban algo má s cerca de un equilibrio, y hacia las llanuras de
Eslavonia y Baranja en la frontera con Hungría, donde los serbios eran
una clara minoría. La esencia de la revuelta fue el intento de afirmar el
control sobre el terreno, afectado por la construcció n de barricadas y
barreras, el desafío a las autoridades locales o la dinamita de símbolos
de soberanía así como las casas de "forasteros" no deseados. a través
del sur de Croacia a través de Kordun, Banija y Posavina, donde las
poblaciones serbia y croata estaban algo má s cerca de un equilibrio, y
hacia las llanuras de Eslavonia y Baranja en la frontera con Hungría,
donde los serbios eran una clara minoría. La esencia de la revuelta fue
el intento de afirmar el control sobre el terreno, afectado por la
construcció n de barricadas y barreras, el desafío a las autoridades
locales o la dinamita de símbolos de soberanía así como las casas de
"forasteros" no deseados.
Una gran escalada comenzó en febrero de 1991 cuando la milicia
serbia
intentó ampliar su á rea de control tomando una comisaría de policía y
un edificio municipal en la pequeñ a ciudad de Pakrac en Eslavonia
occidental. Esta acció n fue seguida a fines de marzo por un intento de
tomar el control del complejo del parque nacional de Plitvice, después
de que la HDZ había establecido una nueva estació n de policía con un
personal totalmente croata en la ciudad local de Titova Korenica,
provocando un tiroteo con la
Guardia Nacional croata que resultó en las primeras muertes en
combate de las guerras étnicas de Yugoslavia. Las víctimas fueron
Josip Jović, un policía croata de 20 añ os, y Rajko Vukadinović, un
carnicero serbio deTitova Korencia, que se había unido a la milicia
local, la primera de decenas de miles de ciudadanos normales en ser
barridos en las pró ximas batallas. Los serbios de Krajina no siempre
fueron los iniciadores de estos encuentros. Los extremistas dentro del
HDZ buscaron enfrentamientos como un medio para subir la apuesta
y hacer inevitable la secesió n. En abril, el futuro ministro de Defensa
croata, Gojko Š ušak, organizó y participó en un ataque contra la aldea
eslava de Borovo Selo, étnicamente mixta pero controlada por los
serbios, disparando tres misiles Armbrust lanzados desde el hombro
hacia la ciudad en un intento de avivar las llamas de la guerra49. El 1
de mayo, un esfuerzo espontá neo de policías croatas, realizado
durante las festividades de un feriado nacional, para reemplazar la
bandera yugoslava que se exhibe en el ayuntamiento por la šahovnica
resultó en un tiroteo que hirió a dos personas. y al día siguiente, un
autobú s lleno de policías croatas que buscaban recuperar el control se
abalanzó sobre una emboscada, dejando 15 muertos (12 croatas y 3
serbios) y má s de 20 heridos. La mutilació n de los cuerpos de las
víctimas croatas de una manera que evoca las atrocidades de la
Segunda Guerra Mundial (orejas y ojos cortados) hizo que el incidente
fuera particularmente provocador. En cada caso, un enfrentamiento
entre las fuerzas locales se rompió con la intervenció n del JNA, que
impidió que Croacia reafirmara el control sobre el terreno en disputa
mediante fuerzas de interposicionamiento, incluida la artillería
pesada, entre los beligerantes, un patró n que se repetiría con
frecuencia en el meses por venir. El conflicto yugoslavo había
comenzado como una guerra de pueblos, y má s de 400 personas
perderían la vida en incidentes locales antes del estallido de
operaciones de combate a gran escala.
En este entorno, impulsado por la inflexibilidad de Liubliana
calendario, e indiferentes a las implicaciones de sus acciones para
los pueblos de Yugoslavia en su conjunto, el 24 de julio de 1991
Zagreb y Eslovenia anunciaron su "disociació n" (razdruživanje) de
la federació n yugoslava.50 Se prefirió el término disociació n a
secesió n para señ alar que desde sus orígenes la federació n de
Yugoslavia había sido una unió n voluntaria de pueblos, pero la
dureza e irrevocabilidad del gesto apenas se disimuló . El 21 de junio,
una visita de once horas a Belgrado del secretario de Estado
estadounidense James Baker, que incluyó once reuniones con todo el
espectro de líderes yugoslavos realizadas en el espacio de un solo día,
buscó evitar el paso fatal. Pero Baker había llegado demasiado tarde y
con
muy poca sustancia para ofrecer, para marcar la diferencia. Con
Milošević comprometido con una agenda para romper la
federació n, las élites nacionalistas en las repú blicas secesionistas
presionando por la independencia y la comunidad internacional no
dispuesta a intervenir, la ruptura deYugoslavia, y las trá gicas
consecuencias que vendrían en su tren, aunque en principio evitables,
se habían vuelto inevitables. Por muchas de las mismas razones,
nunca se emprendió un esfuerzo serio para garantizar que un proceso
de disociació n avanzara pacíficamente. Con la secesió n de Eslovenia y
Croacia, la guerra de pueblos de Yugoslavia se convertiría en una
guerra de estados.

La Drôle de Guerre eslovena.

Belgrado reaccionó a la declaració n eslovena de disociació n y


toma de pasos fronterizos (incluida la construcció n de barreras
entre Eslovenia y Croacia) con lo que parece haber sido una
demostració n simbó lica de fuerza. Del 26 al 27 de junio de 1991,
unidades del Ejército Federal se desplegaron desde puestos dentro
de Eslovenia para reafirmar el control sobre la frontera estatal. De
hecho, estaban cayendo en una trampa.
Con la ayuda de simpatizantes dentro de la estructura federal
de toma de decisiones, los líderes eslovenos estaban al tanto de los
planes de contingencia del Ejé rcito Federal. Su estrategia apuntaba
a provocar una respuesta militar con la convicció n de que podía
ser neutralizada y que las reacciones pú blicas a la represió n
lanzada por las fuerzas federales reforzarían la legitimidad de una
declaració n de independencia. En este sentido, la incautació n de
puestos fronterizos y el desmantelamiento de simbó licosLas
representaciones de la soberanía yugoslava se consideraron vitales.
-El ministro de Defensa esloveno, Janez Janša, lo llamó un "paso
clave a través del Rubicó n". 51 Entre mayo de 1990 y julio de
1991, Janša había creado una milicia nacional comandada de forma
independiente con má s de 30.000 52 La perspectiva de hacer frente
a una acció n disciplinaria limitada del JNA con estas fuerzas en la
mano era buena. Ademá s, amigos dentro de la CE le aseguraban a
Ljubljana que, en caso de un enfrentamiento militar, se produciría una
intervenció n europea en apoyo de la separació n.53 Este escenario se
desarrolló sin problemas.
Los primeros intentos de reafirmar el control de la frontera estatal
utilizando unidades extraídas de los puestos del JNA dentro de
Eslovenia se vieron frustrados por una resistencia cuidadosamente
planificada. El 27 de junio, las fuerzas federales comenzaron a
moverse hacia los cruces fronterizos en disputa, pero inmediatamente
encontraron posiciones de bloqueo y ataques de hostigamiento.
Cuando los helicó pteros que operan desde
el aeropuerto militar de Cerklje se puso en servicio para
transportar a las fuerzas federales a los puestos fronterizos, los
eslovenos aumentaron la apuesta al derribar dos helicó pteros JNA
Gazelle desarmados sobre Ljubljana, el primero de los cuales tenía
un piloto esloveno y transportaba un cargamento de pan para el
asediado JNA cuartel. James Gow y Cathie Carmichael afirman que
el incidente "definió todo el conflicto", cronometrado como estaba
en el momento en que "imá genes de helicó pteros destruidos
podían transmitirse por Europa en los principales noticieros de la
noche". 54 La estrategia integrada de medios militares de
Liubliana, típica de la guerra moderna, fue un éxito sorprendente.
A pesar de los reveses iniciales, en la noche del 27 de junio, las
fuerzas federales, respaldadas por un pequeñ o nú mero de tanques
apoyados por la aviació n tá ctica, lograron recuperar el control de
los cruces fronterizos en disputa.
Para el 28 de junio, los combates se habían intensificado en toda la
repú blica, ya que las batallas
pues los puestos fronterizos se balanceaban de un lado a otro, y las
fuerzas de defensa eslovenas desafiaron a las unidades federales que
se desplazaban hacia su territorio y rodearon y sitiaron las
guarniciones federales. El JNA reaccionó con ataques aéreos
ineficaces. En los críticos primeros días de la operació n, la gran
mayoría de los má s de 25.000 soldados federales desplegados en la
repú blica permanecieron en sus puestos, rodeados y atacados por la
Guardia Nacional Eslovena. A partir del 29 de junio, las negociaciones
de alto el fuego desaceleraron el impulso del conflicto, pero hicieron
poco para ayudar a las fuerzas federales a desconectarse de su
estructura de mando, sin acceso a suministros y sin ningú n plan de
juego aparente para proceder una vez que se restableciera el control
de los cruces fronterizos estatales. En todo el transcurso del conflicto,
el JNA no desplegó má s de 3.000 soldados en combate,
Las medidas adoptadas por el JNA estaban dentro del marco
prerrogativas de un estado soberano. En ausencia de Mesić, que no
había podido asumir la presidencia de la Presidencia federal
debido a la oposició n del bloque serbio, la responsabilidad recayó
en el primer ministro federal Marković, quien aprobó formalmente
una incursió n militar. Posteriormente, Marković retrocedió ,
argumentando que el alcance de las acciones militares excedía sus
instrucciones, pero debería ser obvio que, al tratar de
contrarrestar la secesió n y asegurar el control de la frontera
estatal, las fuerzas armadas federales estaban actuando dentro de
su mandato. Lo que resultó decisivo fue la negativa de
Las autoridades políticas yugoslavas, fieles al espíritu del pacto de
enero de Milošević con Kučan, para hacer de la preservació n de la
integridad de Yugoslavia una prioridad. El JNA tenía un plan de
contingencia para movilizar todo su Quinto Distrito Militar contra
los eslovenos, una fuerza a la que Ljubljana no habría podido
resistir.56 Pero la presidencia federal, dominada por la facció n
Milosevic, se negó a aprobar la petició n de acció n del ejército. 57 El
propio Milošević instruyó al ministro de Defensa yugoslavo Veljiko
Kadijević el 27 de junio que el trabajo del ejército no era defender
la frontera yugoslava, sino má s bien "las fronteras de un estado
futuro". , la mayoría de las unidades mó viles del JNA ya habían
iniciado un proceso de retirada, bajo fuego, del territorio esloveno.
Abandonado, los defensores de la mayoría de los puestos
fronterizos en disputa negociaron rendiciones. El hombre fuerte de
Belgrado había mantenido su fe en los eslovenos, aunque sin un
buen final. Al mismo tiempo, Tudjman de Croacia se negó a
cumplir un acuerdo para ayudar a Eslovenia en caso de que fuera
atacada con el pretexto, en el caso bastante exacto, de que Croacia
no estaba preparada. Los extrañ os patrones de traició n que se
convertirían en característicos del conflicto yugoslavo ya se
estaban manifestando.
La confusa lucha en Eslovenia fue interrumpida por la
internacional
mediació n, inspirada por una gran simpatía por la causa nacional
eslovena. Las ú ltimas operaciones de combate, emboscadas
realizadas por las fuerzas eslovenas contra las unidades del JNA
que intentaban retirarse, se llevaron a cabo el 4 de julio. La guerra
de liberació n nacional de Eslovenia terminó en el espacio de 10
días. Se cobró la modesta cifra, segú n estadísticas oficiales, de trece
eslovenos muertos (ocho militares o policías y cinco civiles), ocho
civiles internacionales (conductores de camiones que se negaron a
abandonar sus vehículos que habían sido confiscadospor los
eslovenos para servir como barricadas, y que posteriormente fueron
atacados por la aviació n yugoslava), y 44 JNA muertos y 187
heridos.59 Má s de 1.700 soldados del JNA también fueron hechos
prisioneros. Las víctimas del JNA eran en su mayoría reclutas
adolescentes asesinados en emboscadas, que probablemente nunca
entendieron por qué se les había pedido que murieran. Un alto el
fuego rá pido fue posible porque ninguna de las partes en el conflicto
(Ljubljana y el bloque serbio que controlaba las políticas del gobierno
federal) objetó realmente los hechos sobre la base de que el desafío
esloveno había creado.
El impacto del conflicto armado en Eslovenia fue particularmente
agudo
para los estados vecinos, y tanto Italia como Austria
inmediatamente
pidió explicaciones a travé s de la Conferencia sobre Seguridad y
Cooperació n en Europa (CSCE) .60 Simultá neamente, y en
consonancia con sus Con una estrategia má s amplia de provocar la
intervenció n, el gobierno esloveno solicitó la mediació n diplomá tica
por parte de la CE y la CSCE. La solicitud fue recogida por el Consejo
Europeo, en medio de una cumbre en Luxemburgo mientras se
desarrollaba la crisis. El Consejo, con la aprobació n de la CSCE, envió
la "Troika" de ministros de Asuntos Exteriores de la CE (los ministros
de Asuntos Exteriores de los estados que ostentan la presidencia
pasada, presente y futura del Consejo Europeo), actualmente
compuesta por los Países Bajos, Luxemburgo e Italia. , como
mediadores. La Troika llegó a Belgrado pocos días después del
estallido de las hostilidades y procedió a elaborar un acuerdo de alto
el fuego que se concretó , con el respaldo de las seis repú blicas
yugoslavas y la impotente presidencia federal yugoslava, en la isla
adriá tica de Brioni el 7 de julio.
El acuerdo de Brioni otorgó a Eslovenia el control de su frontera
cruces e ingresos aduaneros: la cuestió n simbó lica por la que
técnicamente se había librado el conflicto. Se requirió que las
unidades del JNA en Eslovenia y Croacia se retiraran a sus
guarniciones, y Yugoslavia se vio amenazada por sanciones de la
CE si se reanudaban las hostilidades. A cambio, el bloqueo
esloveno de las bases del ejército federaliba a ser levantado, las
fuerzas de defensa territorial eslovenas desactivadas y el equipo del
JNA capturado devuelto (una promesa que los eslovenos nunca
cumplieron). Ambas repú blicas separatistas debieron suspender sus
declaraciones de disociació n durante 3 meses y aceptar la presencia
en su territorio de una misió n de observació n internacional
desarmada organizada por la CE en nombre de la CSCE. Se reafirmó la
autoridad de la presidencia federal yugoslava, y el 1 de julio Mesić fue
finalmente confirmado como presidente interino.62 En medio de las
negociaciones, el extravagante ministro de Relaciones Exteriores
italiano, Gianni De Michaelis, habló con imprudencia del éxito de la CE
en "bloquear la espiral del conflicto". . ”63 Lamentablemente, la
reacció n europea que alentó De Michaelis, que, como prometió ,
premió las provocaciones de Eslovenia asegurando su independencia,
Aunque la CE tuvo que amenazar a Liubliana con sanciones
econó micas
Para obtener su aprobació n, el acuerdo de Brioni otorgó a
Eslovenia un elemento esencial de soberanía al otorgarle el control
de las fronteras estatales y el derecho a recaudar ingresos
aduaneros. Neutralizó al JNA, que era la ú nica fuerza capaz de
revertir una declaració n de
independencia, confiná ndola a guarnició n bajo amenaza de sanciones.
Brioni mantuvo la puerta abierta para una reconfirmació n de la
disociació n después de un breve intervalo de 3 meses, y tanto
Eslovenia como Croacia afirmaron puntualmente sus declaraciones
originales el 8 de octubre. Se sometieron a la voluntad de Milošević, y
Mesić emitió el ú nico voto en contra por temor a Las consecuencias
para Croacia, el 18 de julio, la Presidencia Federal Yugoslava acordó
retirar sus fuerzas militares de la repú blica, un proceso que concluyó
el 26 de octubre. En este punto, Eslovenia se había convertido en un
estado independiente en todo menos en el nombre.
Estos eventos sentaron un precedente destructivo. Yugoslavia
se había hecho añ icos sin ningú n arreglo establecido para resolver
los mú ltiples problemas que su desaparició n como estado
unificado estaba destinada a crear. Se confirmó la
instrumentalidad de la violencia como medio para afectar la
secesió n. Un intento de moldear las actitudes internacionales hacia
el conflicto mediante el uso de estereotipos para manipular los
medios de comunicació n resultó muy exitoso. Los conspiradores
sá trapas que habían heredado el poder en las repú blicas
yugoslavas fueron acogidos como estadistas internacionales e
interlocutores esenciales. Se adoptó una falsa distinció n entre los
"buenos europeos y demó cratas" de la Eslovenia
predominantemente cató lica y los "malvados bizantinos y
comunistas" de la Serbia predominantemente ortodoxa como
premisa organizativa para abordar los asuntos balcá nicos. No
menos importante, Se demostró claramente la capacidad de las
fuerzas secesionistas para hacer un llamamiento a la comunidad
internacional como mecanismo para neutralizar las fuerzas
militares superiores de sus adversarios. Dado su alto grado de
homogeneidad étnica, relativa prosperidad y sociedad civil má s
desarrollada, Eslovenia pudo liberarse de la federació n yugoslava
con un mínimo de trauma doméstico.64 Lo mismo no sucedería
cuando los grupos étnicamente má s complejos,Las poblaciones
econó micamente má s problemá ticas y políticamente menos maduras
de Croacia y Bosnia-Herzegovina se propusieron seguir el ejemplo
esloveno.

Za Dom Spremni: La guerra en Croacia.

El contrato entre Milošević y Kučan que había permitido el


éxito de la secesió n de Eslovenia no pudo reproducirse en el caso
de Croacia. Segú n el programa de Milošević, la població n serbia
concentrada geográ ficamente dentro de Croacia tenía derecho a la
secesió n para mantener su afiliació n con el resto de Yugoslavia. "I
estoy en contacto con nuestros hermanos en Knin y Bosnia ”,
articuló en la declaració n programá tica del 16 de marzo,“ y está n
bajo enorme presió n. No abandonaremos a ningú n precio nuestra
fó rmula: un referéndum popular y la aplicació n del derecho a la libre
determinació n. É sta es la ú nica solució n, la alternativa es la violencia ”.
65 Segú n la ló gica de la HDZ de Tudjman, definida dentro de la
tradició n de los derechos estatales croatas, el santuario nacional
croata era uno e indivisible. Eran posiciones irreconciliables, y al final
serían reguladas por la fuerza. En contraste con el breve
enfrentamiento armado en Eslovenia, donde el recurso a la violencia
se vio limitado por gobiernos que permanecieron en contacto y
compartieron un entendimiento mutuo sobre el resultado preferido,
los combates en Croacia se expandieron desde cero, impulsados por
pasiones intensificadas y malos tratos. facciones paramilitares
controladas. Las acciones de la milicia de Martić, Martićevci, (que
junto con otras fuerzas de defensa territorial serían redesignadas en
el Ejército Serbio de Krajina [Srpska Vojska Krajine] el 19 de marzo de
1992), con la ayuda de unidades paramilitares voluntarias llegadas de
Serbia propiamente dicha, incluyó esfuerzos sistemá ticos para
conquistar territorio expulsando a los població n indígena croata, un
proceso de čišćenje terena (“purga del terreno”, má s tarde conocido
como limpieza étnica) que pronto se volvería tristemente familiar. Las
fuerzas croatas respondieron de la misma manera, aterrorizando a la
minoría serbia, obligando a miles de personas a abandonar sus
hogares como refugiados o personas desplazadas y, finalmente,
presidiendo masacres. La vil propaganda de odio que utilizó los
medios de comunicació n de masas controlados centralmente de la era
comunista sacó a la luz las peores atrocidades de la Segunda Guerra
Mundial y creó una atmó sfera de paranoia que fue la piedra de toque
del molino de los extremistas.66 con la ayuda de unidades
paramilitares voluntarias llegadas de Serbia propiamente dicha,
incluyó esfuerzos sistemá ticos para conquistar territorio expulsando a
la població n indígena croata, un proceso de čišćenje terena ("purga
del terreno", má s tarde conocido como limpieza étnica) que pronto se
volvería tristemente familiar. Las fuerzas croatas respondieron de la
misma manera, aterrorizando a la minoría serbia, obligando a miles
de personas a abandonar sus hogares como refugiados o personas
desplazadas y, finalmente, presidiendo masacres. La vil propaganda
de odio que utilizó los medios de comunicació n de masas controlados
centralmente de la era comunista sacó a la luz las peores atrocidades
de la Segunda Guerra Mundial y creó una atmó sfera de paranoia que
fue la piedra de toque del molino de los extremistas.66 con la ayuda
de unidades paramilitares voluntarias llegadas de Serbia propiamente
dicha, incluyó esfuerzos sistemá ticos para conquistar territorio
expulsando a la població n indígena croata, un proceso de čišćenje
terena ("purga del terreno", má s tarde conocido como limpieza
étnica) que pronto se volvería tristemente familiar. Las fuerzas
croatas respondieron de la misma manera, aterrorizando a la minoría
serbia, obligando a miles de personas a abandonar sus hogares como
refugiados o personas desplazadas y, finalmente, presidiendo
masacres. La vil propaganda de odio que utilizó los medios de
comunicació n de masas controlados centralmente de la era comunista
sacó a la luz las peores atrocidades de la Segunda Guerra Mundial y
creó una atmó sfera de paranoia que fue la piedra de toque del molino
de los extremistas.66 ”Conocido má s tarde como limpieza étnica) que
pronto se volvería tristemente familiar. Las fuerzas croatas
respondieron de la misma manera, aterrorizando a la minoría serbia,
obligando a miles de personas a abandonar sus hogares como
refugiados o personas desplazadas y, finalmente, presidiendo
masacres. La vil propaganda de odio que utilizó los medios de
comunicació n de masas controlados centralmente de la era comunista
sacó a la luz las peores atrocidades de la Segunda Guerra Mundial y
creó una atmó sfera de paranoia que fue la piedra de toque del molino
de los extremistas.66 ”Conocido má s tarde como limpieza étnica) que
pronto se volvería tristemente familiar. Las fuerzas croatas
respondieron de la misma manera, aterrorizando a la minoría serbia,
obligando a miles de personas a abandonar sus hogares como
refugiados o personas desplazadas y, finalmente, presidiendo
masacres. La vil propaganda de odio que utilizó los medios de
comunicació n de masas controlados centralmente de la era comunista
sacó a la luz las peores atrocidades de la Segunda Guerra Mundial y
creó una atmó sfera de paranoia que fue la piedra de toque del molino
de los extremistas.66
La zona controlada por los serbios de Krajina se expandió
rá pidamente a
el verano de 1991. La capacidad de las milicias serbias para
apoderarse y controlar el territorio se vio reforzada por las
intervenciones del JNA, cuyo objetivo en principio era imponer el
fin de las hostilidades mediante la interposició n de posiciones
entre las facciones beligerantes, pero que apoyaba objetivamente
los hechos sobre el terreno creado por la agresió n local. A pesar de
la pérdida progresiva de control sobre regiones estratégicamente
vitales, Tudjman rechazó los llamados planteados originalmente
por el ministro de Defensa Martin Špegelj (quien renunció a fines
de junio de 1991 en protesta contra la negativa de Zagreb a actuar
contra las guarniciones federales con el JNA comprometido en
Eslovenia), y por otros intransigentes de su sé quito, por un asalto
al JNA y una guerra total. Preocupado por la falta de preparació n
de Croacia y convencido de que la simpatía internacional era la
clave del éxito, continuó
Esperamos que la Guardia Nacional croata en expansió n pueda
contener la insurgencia serbia sin recurrir a un ataque contra las
fuerzas federales. En la primavera de 1991, Croacia intentó
brevemente un bloqueo de las guarniciones del JNA en protesta
contra el sesgo pro-serbio del ejército, pero en mayoLa presidencia
federal yugoslava condenó y revocó la iniciativa. Sin embargo, tras el
control en Eslovenia en julio de 1991, columnas de fuerzas del JNA se
trasladaron directamente desde la repú blica separatista a posiciones
amenazadoras en Croacia y Bosnia-Herzegovina. El eventual
reemplazo del ministro de Defensa Špegelj por el ex emigrado de línea
dura y líder de la "facció n de Herzegovina" en el séquito de Tudjman,
Gojko Šušak, no hizo nada para reforzar las opciones negociadas. En
agosto, enfrentando pérdidas territoriales y un nú mero creciente de
víctimas, Zagreb presentó al JNA un ultimá tum: desarmar a las
milicias serbias en Croacia de inmediato o enfrentarse a un ataque
como ejército de ocupació n. Con ayuda internacional de Alemania,
Hungría y otras fuentes, Se aceleraron los esfuerzos para transformar
el Cuerpo de la Guardia Nacional de Croacia y las unidades especiales
del Ministerio del Interior en un ejército nacional, y el 14 de
septiembre se inició una campañ a de cerco, incluido el bloqueo del
suministro de alimentos y agua, contra má s de 100 guarniciones del
ejército federal en Territorio croata. La acció n no hizo retroceder las
ganancias de los serbios de Krajina, pero aseguró a Croacia ciertas
ventajas, incluido un depó sito de armas confiscadas y una valiosa
experiencia de combate. La historia militar del conflicto de la Agencia
Central de Inteligencia describe la "batalla de los cuarteles" como "una
de las acciones decisivas de la guerra croata" 67. El bloqueo también
provocó combates a lo largo de un amplio frente que se extiende a lo
largo de Croacia desde el puerto adriá tico de Dubrovnik en el sur de
Dalmacia a Vukovar en el Danubio en el corazó n de Eslavonia, como el
JNA, apoyado por unidades paramilitares serbias, instituyó un plan
para aliviar el cuartel derrotando a Croacia en detalle. Zagreb
respondió a finales de septiembre creando un estado mayor para
controlar las operaciones de combate, bajo el mando del ex general de
la Fuerza Aérea Yugoslava Anton Tus. Los combates en Croacia se
habían intensificado en cuestió n de meses, pasando de encuentros a
pequeñ a escala entre milicias locales a una guerra a gran escala.
El papel del JNA en la génesis del conflicto yugoslavo
permanece impugnado. Los analistas que simpatizan con las
aspiraciones nacionales eslovenas y croatas, o está n
comprometidos con un patró n de explicació n que identifica la
fuente ú nica del problema yugoslavo como la agenda de Milosevic
para construir una mayor Serbia, tienden a retratar
el ejército como una fuente constante de apoyo para el
imperialismo serbio.68 Estos argumentos no pueden descartarse
de plano. El ré gimen de Milosevic alentó a los movimientos
separatistas serbios tanto en Croacia como en Bosnia-Herzegovina.
La connivencia con el ejército federal fue fundamental para la
capacidad de las milicias locales de armarse y prepararse para la
batalla, y el JNA no hizo ningú n esfuerzo por contener las
depredaciones de las fuerzas paramilitares como las patrocinadas
por el colorido mercenario de la diá spora serbia australiana
"Kapetan Dragan" en Krajina, o los “Chetniks” y las “Á guilas
Blancas” del líder ultranacionalista del Partido Radical Serbio
Vojislav Š ešelj y los “Tigres” del gá ngster señ or de la guerra Ž eljko
Ražnatović (Arkan) en Eslavonia.69 A diferencia del caso de
Eslovenia, Milošević empujó al JNA a la acció n en Croacia sin un
mandato de las instancias federales yugoslavas,
No obstante, es incorrecto combinar el liderazgo del JNA de
la primavera de 1991 con lo que sería un añ o má s tarde, después de
una serie de purgas, incluida la expulsió n de 170 generales, la habían
transformado, de raíz y de rama, en una fuerza nacional serbia. El alto
mando al comienzo del conflicto era lo que varias generaciones de
adoctrinamiento en la Yugoslavia titoísta lo habían preparado para
ser, un grupo de oficiales profesionalmente competentes y
étnicamente diverso comprometidos con la preservació n de la idea
yugoslava. Tito se había referido repetidamente a las fuerzas armadas
yugoslavas como el má ximo garante de la unidad nacional, y en las
confusas circunstancias de 1990-91, el JNA habría estado actuando
dentro de su prerrogativa si hubiera tomado la iniciativa, declarado el
estado de emergencia como pretexto para destituir a los líderes
nacionalistas en Ljubljana, Zagreb y Belgrado, e impuso las elecciones
federales y la asociació n entre repú blicas sobre una nueva base.71 No
faltaron pretextos para la intervenció n. El 25 de enero de 1991, se
mostró en la televisió n nacional un video filmado en secreto que
documentaba el armamento ilegal de paramilitares croatas en
Eslavonia. El video mostraba al ministro de Defensa Špegelj, de
espaldas a una cá mara oculta, instruyendo a sus compañ eros oficiales
sobre técnicas para asesinar a sus colegas serbios en el contexto de un
levantamiento nacional. El “Asunto Špegelj” causó sensació n, pero la
mayoría de la Presidencia Federal se negó a sancionar una respuesta
militar y el ejército se negó a actuar sin un mandato político.72 Tras
las manifestaciones del 6 de mayo de 1991 en protesta por los
esfuerzos por desarmar el territorio croata. milicia fuera del cuartel
general naval yugoslavo en Split, 71 No faltaron pretextos para la
intervenció n. El 25 de enero de 1991, se mostró en la televisió n
nacional un video filmado en secreto que documentaba el armamento
ilegal de paramilitares croatas en Eslavonia. El video mostraba al
ministro de Defensa Špegelj, de espaldas a una cá mara oculta,
instruyendo a sus compañ eros oficiales sobre técnicas para asesinar a
sus colegas serbios en el contexto de un levantamiento nacional. El
“Asunto Špegelj” causó sensació n, pero la mayoría de la Presidencia
Federal se negó a sancionar una respuesta militar y el ejército se negó
a actuar sin un mandato político.72 Tras las manifestaciones del 6 de
mayo de 1991 en protesta por los esfuerzos por desarmar el territorio
croata. milicia fuera del cuartel general naval yugoslavo en Split, 71
No faltaron pretextos para la intervenció n. El 25 de enero de 1991, se
mostró en la televisió n nacional un video filmado en secreto que
documentaba el armamento ilegal de paramilitares croatas en
Eslavonia. El video mostraba al ministro de Defensa Špegelj, de
espaldas a una cá mara oculta, instruyendo a sus compañ eros oficiales
sobre técnicas para asesinar a sus colegas serbios en el contexto de un
levantamiento nacional. El “Asunto Špegelj” causó sensació n, pero la
mayoría de la Presidencia Federal se negó a sancionar una respuesta
militar y el ejército se negó a actuar sin un mandato político.72 Tras
las manifestaciones del 6 de mayo de 1991 en protesta por los
esfuerzos por desarmar el territorio croata. milicia fuera del cuartel
general naval yugoslavo en Split, En la televisió n nacional se mostró
un vídeo filmado en secreto en el que se documentaba el armamento
ilegal de paramilitares croatas en Eslavonia. El video mostraba al
ministro de Defensa Špegelj, de espaldas a una cá mara oculta,
instruyendo a sus compañ eros oficiales sobre técnicas para asesinar a
sus colegas serbios en el contexto de un levantamiento nacional. El
“Asunto Špegelj” causó sensació n, pero la mayoría de la Presidencia
Federal se negó a sancionar una respuesta militar y el ejército se negó
a actuar sin un mandato político.72 Tras las manifestaciones del 6 de
mayo de 1991 en protesta por los esfuerzos por desarmar el territorio
croata. milicia fuera del cuartel general naval yugoslavo en Split, En la
televisió n nacional se mostró un vídeo filmado en secreto en el que se
documentaba el armamento ilegal de paramilitares croatas en
Eslavonia. El video mostraba al ministro de Defensa Špegelj, de
espaldas a una cá mara oculta, instruyendo a sus compañ eros oficiales
sobre técnicas para asesinar a sus colegas serbios en el contexto de un
levantamiento nacional. El “Asunto Špegelj” causó sensació n, pero la
mayoría de la Presidencia Federal se negó a sancionar una respuesta
militar y el ejército se negó a actuar sin un mandato político.72 Tras
las manifestaciones del 6 de mayo de 1991 en protesta por los
esfuerzos por desarmar el territorio croata. milicia fuera del cuartel
general naval yugoslavo en Split, instruir a sus compañ eros oficiales
sobre técnicas para asesinar a sus colegas serbios en el contexto de un
levantamiento nacional. El “Asunto Špegelj” causó sensació n, pero la
mayoría de la Presidencia Federal se negó a sancionar una respuesta
militar y el ejército se negó a actuar sin un mandato político.72 Tras
las manifestaciones del 6 de mayo de 1991 en protesta por los
esfuerzos por desarmar el territorio croata. milicia fuera del cuartel
general naval yugoslavo en Split, instruir a sus compañ eros oficiales
sobre técnicas para asesinar a sus colegas serbios en el contexto de un
levantamiento nacional. El “Asunto Špegelj” causó sensació n, pero la
mayoría de la Presidencia Federal se negó a sancionar una respuesta
militar y el ejército se negó a actuar sin un mandato político.72 Tras
las manifestaciones del 6 de mayo de 1991 en protesta por los
esfuerzos por desarmar el territorio croata. milicia fuera del cuartel
general naval yugoslavo en Split,
Durante el cual un joven conscripto macedonio fue asesinado, el
ministro de Defensa yugoslavo Kadijević habló pú blicamente de un
“estado de guerra civil”, pero su retó rica no fue respaldada por
acciones.73 La decisió n del bloque serbio de Milošević de vetar la
adhesió n de Mesić como presidente de la La Presidencia Federal
en mayo de 1991 tambié n se ha representado como una posible
ocasió n para la declaració n del estado de emergencia y represió n
militar, que no fue aprovechada por falta de apoyo político74.
La negativa de las instancias federales a utilizar la fuerza
decisiva para defender la integridad de Yugoslavia hizo posible el
colapso aná rquico que siguió . ¿Por qué el JNA no intervino en
defensa de los yugoslavos?¿ocurrencia? Parte de la respuesta es pura
confusió n. En la primavera de 1991, con la federació n en la primera
etapa de su agonía mortal, un comando militar cuya cosmovisió n
entera se había formado dentro del contexto federal fue desafiado a
encontrar puntos fijos de orientació n. El consejo dividido también
jugó un papel: a medida que avanzaban los acontecimientos, el alto
mando del JNA se dividió cada vez má s entre líderes superiores con
una orientació n yugoslava y oficiales jó venes ambiciosos, como el
coronel Ratko Mladić, jefe de personal del 9. ° cuerpo (Knin) del JNA
durante 1990, afiliado a una agenda nacionalista serbia. Kadijević
realizó varias visitas a Moscú en los primeros meses de 1991 que a
veces se representan como intentos de planear un golpe militar con
apoyo soviético. Sea o no este el caso, Cualquier esperanza de ayuda
de la línea dura soviética desapareció tras el fracaso del fallido golpe
de Estado de agosto de 1991 en Moscú . La disminució n de la
capacidad desempeñ ó un papel potencialmente decisivo. Como todas
las instituciones federales, el JNA había entrado en 1991 en una fase
de disolució n, revelada por respuestas inadecuadas a la movilizació n,
mala disciplina y fricciones dentro de la direcció n. La presió n
internacional también puede haber contribuido. El 17 de enero, el
embajador estadounidense William Zimmermann instruyó al
confidente de Milošević, Jović, que aunque Estados Unidos apoyaba la
unidad yugoslava, no toleraría el uso de la fuerza por parte del ejército
federal en Eslovenia y Croacia.75 La CE ofreció el mismo consejo
contradictorio: oposició n simultá nea a la secesió n. y al ú nico medio
eficaz para combatir la secesió n: en junio de 1991, en vísperas de las
declaraciones de disociació n de Eslovenia y Croacia76. Como todas las
instituciones federales, el JNA había entrado en 1991 en una fase de
disolució n, revelada por respuestas inadecuadas a la movilizació n,
mala disciplina y fricciones dentro de la direcció n. La presió n
internacional también puede haber contribuido. El 17 de enero, el
embajador estadounidense William Zimmermann instruyó al
confidente de Milošević, Jović, que aunque Estados Unidos apoyaba la
unidad yugoslava, no toleraría el uso de la fuerza por parte del ejército
federal en Eslovenia y Croacia.75 La CE ofreció el mismo consejo
contradictorio: oposició n simultá nea a la secesió n. y al ú nico medio
eficaz para combatir la secesió n: en junio de 1991, en vísperas de las
declaraciones de disociació n de Eslovenia y Croacia76. Como todas las
instituciones federales, el JNA había entrado en 1991 en una fase de
disolució n, revelada por respuestas inadecuadas a la movilizació n,
mala disciplina y fricciones dentro de la direcció n. La presió n
internacional también puede haber contribuido. El 17 de enero, el
embajador estadounidense William Zimmermann instruyó al
confidente de Milošević, Jović, que aunque Estados Unidos apoyaba la
unidad yugoslava, no toleraría el uso de la fuerza por parte del ejército
federal en Eslovenia y Croacia.75 La CE ofreció el mismo consejo
contradictorio: oposició n simultá nea a la secesió n. y al ú nico medio
eficaz para combatir la secesió n: en junio de 1991, en vísperas de las
declaraciones de disociació n de Eslovenia y Croacia76. y fricciones
dentro del liderazgo. La presió n internacional también puede haber
contribuido. El 17 de enero, el embajador estadounidense William
Zimmermann instruyó al confidente de Milošević, Jović, que aunque
Estados Unidos apoyaba la unidad yugoslava, no toleraría el uso de la
fuerza por parte del ejército federal en Eslovenia y Croacia.75 La CE
ofreció el mismo consejo contradictorio: oposició n simultá nea a la
secesió n. y al ú nico medio eficaz para combatir la secesió n: en junio de
1991, en vísperas de las declaraciones de disociació n de Eslovenia y
Croacia76. y fricciones dentro del liderazgo. La presió n internacional
también puede haber contribuido. El 17 de enero, el embajador
estadounidense William Zimmermann instruyó al confidente de
Milošević, Jović, que aunque Estados Unidos apoyaba la unidad
yugoslava, no toleraría el uso de la fuerza por parte del ejército
federal en Eslovenia y Croacia.75 La CE ofreció el mismo consejo
contradictorio: oposició n simultá nea a la secesió n. y al ú nico medio
eficaz para combatir la secesió n: en junio de 1991, en vísperas de las
declaraciones de disociació n de Eslovenia y Croacia76.
El factor clave, sin embargo, fue probablemente la esencia
esencial del JNA.
cará cter, no só lo como organizació n yugoslava sino tambié n como
organizació n militar comunista. Los comandantes se basaron en
una doctrina de estricta subordinació n al liderazgo del partido y
no estaban dispuestos a desertar.
para los guardias nacionales secesionistas, só lo podía ver a Belgrado
como la encarnació n de una autoridad de mando nacional. En la
coyuntura crítica, entre enero y agosto de 1991, Milošević pudo
establecer credibilidad con algunas figuras del liderazgo como el
ú nico político yugoslavo comprometido retó ricamente con la
preservació n de la unidad nacional y los privilegios del antiguo
establecimiento titoísta, al oponerse a los movimientos nacionales
"fascistas" y agitació n liberal en general.77 El despliegue de tanques
del JNA en las calles de Belgrado en marzo de 1991 para intimidar a
los manifestantes anti-Milošević fue revelador a este respecto. Esta
mala interpretació n de las circunstancias convirtió al JNA en el agente
involuntario de un proyecto político que no era el suyo, sino
brevemente. Los oficiales del ejército yugoslavo sufrieron muchas
bajas en los combates en Croacia durante 1991. En enero de 1992,
Tras el derribo por la aviació n yugoslava de un helicó ptero de la
misió n de observació n de la ONU en el que murieron cuatro
tripulantes italianos y uno francés, Kadijević presentó su dimisió n y,
durante los dos meses siguientes, se destituyó a 59 generales del JNA.
En abril de 1992, simultá neamente con la declaració n de una nueva
Repú blica Federal de Yugoslavia como estado sucesor de la federació n
titoísta, el JNA, que ya había entregado la mayoría de sus símbolos y
herencia comunistas, pasó a llamarse formalmente Fuerzas Armadas
Yugoslavas (Vojska Jugoslavije - VJ). En mayo, el cuerpo de oficiales
había sido purgado de su cuadro restante de orientació n yugoslava, se
rompió la continuidad significativa con el JNA y el ejército que tenía
sus orígenes en los partidarios de Tito, y que se había comprometido a
lo largo de su historia con la ética de la Hermandad y Unidad,
Kadijević ha argumentado que la intenció n original de las
fuerzas
bajo su mando en Croacia era aislar la repú blica, derrotar a las
fuerzas secesionistas en detalle, actuar contra Zagreb y restaurar
la integridad territorial de la federació n.79 Estos planes fueron
abandonados debido a la desintegració n en curso de las fuerzas
armadas nacionales (reclutamiento de resistencia, deserciones y
deficiencias operativas que juegan un papel), la negativa de
Belgrado a actuar ante el llamado de Kadijević a la movilizació n
general, la resistencia croata inesperadamente rígida y los
objetivos de guerra disfrazados de la camarilla de Milošević.
Durante agosto y principios de septiembre, el JNA siguió prestando
apoyo de facto a la milicia serbia de Croacia en su esfuerzo por
apoderarse del territorio y expulsar a la població n croata. Desde
mediados de septiembre en adelante, las tareas militares
esenciales incluyeron la extracció n de personal y armas pesadas de
guarniciones rodeadas y el intento de tallar una zona serbia
geográ ficamente unificada del cuerpo de Croacia. Estas campañ as
poseían una ló gica estratégica aproximada centrada en asegurar el
control de á reas con importantes poblaciones y regiones serbias que
permitían el acceso a puntos críticos de estrangulamiento y
corredores de transporte. Los objetivos clave incluían Eslavonia
oriental y occidental con sus importantes minorías serbias y aberturas
al Danubio, el acceso al río Sava paralelo a la ahora iró nicamente
llamada "Hermandad y unidad" que une Zagreb y Belgrado, y el litoral
dá lmata, incluidos Zadar y Split también como la península de
Prevlaka al sur del puerto de Dubrovnik que custodia la salida serbia
al mar en el golfo de Kotor en Montenegro.
Las fuerzas de defensa croatas incluyeron el ejército nacional
emergente
(Unidades del Cuerpo de la Guardia Nacional y del Ministerio del
Interior), así como formaciones de milicias voluntarias como las
Fuerzas de Defensa croatas ultranacionalistas (Hrvatske Odbrambene
Snage - HOS) dirigidas por Dobroslav Paraga, el ala militar de un
Partido de la Derecha croata reconstituido en la tradició n Ustaša , con
su saludo Sieg Heil y uniformes estampados con el lema “Za Dom
Spremni” (Listo para la Patria). En enero de 1992, el ejército croata
emergente (Hrvatska Vojska-HV) contaba con má s de 200.000,
asistido por cerca de 40.000 del Ministerio del Interior y fuerzas
policiales, pero seguía siendo bá sicamente una fuerza de infantería
ligera, con una organizació n rudimentaria y sin acceso a armamento
pesado significativo.81 HV y las milicias asociadas pudieron frenar el
avance de los federales y generar un alto precio en bajas, pero no para
revertir el impulso de un rival mejor equipado y entrenado. En
noviembre de 1991, las fuerzas federales habían establecido un
bloqueo naval de los puertos croatas, despejaron la mayoría de las
guarniciones cercadas, se apoderaron del interior dá lmata alrededor
de Dubrovnik y se abrieron camino hacia Eslavonia después de poner
fin al asedio de la ciudad danubiana de Vukovar (que duró desde el 26
de agosto). hasta el 19 de noviembre) reduciendo la mayor parte del
centro barroco de la ciudad a escombros con un prolongado
bombardeo aéreo, naval y de artillería.
En retrospectiva, la batalla de Vukovar parece haber sido el
punto de inflexió n crítico de la campañ a. La intenció n original del
JNA,
después de liberar a los cuarteles locales del cerco, debía pasar por
alto la ciudad y avanzar hacia Zagreb. Sin embargo, la resistencia
tenaz pronto convirtió a la ciudad en un símbolo de la determinació n
croata que, en opinió n del liderazgo del JNA, tenía que reducirse a
toda costa. Los costos serían considerables. El general croata Mile
Dedaković (conocido como "Halcó n") y su Jefe de Estado Mayor
Branko Borković tenían solo unos 2.500 combatientes con armas
ligeras disponibles para defender la ciudad contra las fuerzas del JNA
que suman decenas de miles, apoyados por armaduras, artillería
pesada y aviació n tá ctica. Utilizaron sus recursos de manera eficiente
para construir un sistema de defensa integrado, incluida la extracció n
de corredores de aproximació n, el uso extensivo de escuadrones
antitanques itinerantes, fuego de francotiradores bien posicionado,
puntos fuertes defensivos fuertemente fortificados en sectores críticos
y contraataques sistemá ticos. 82 Los intentos originales del JNA de
entrar en este nudo urbano densamente defendido con puntas de
lanza blindadas fueron un fracaso abyecto. Bajo el nuevo mando del
general Ž ivota Panić desde finales de septiembre en adelante, las
tá cticas se ajustaron para favorecer los asaltos liderados por
infantería apoyados por armaduras y artillería y fuego de mortero, y
los avances se coordinaron en mú ltiples líneas de asalto. Estos
procedimientos finalmente permitieron a los serbios abrirse camino
hacia el centro de la ciudad en ruinas a mediados de noviembre,
donde unidades indisciplinadas volvieron a hacer todo lo posible por
desacreditar su causa perpetrando masacres contra los atemorizados
residentes cuando salían de su escondite. Las fuerzas serbias habían
tomado Vukovar, pero la prolongada campañ a había interrumpido por
completo el calendario del JNA para ganar la guerra, destrozado la
moral que quedaba después de la frustració n en Eslovenia. y permitió
a Zagreb economizar fuerzas para el despliegue en otros sectores.
Tras la caída de la ciudad, Tudjman hizo arrestar a Dedaković y
Borković, después de que se hubieran quejado pú blicamente de que la
autoridad de mando nacional los había dejado en la estacada.83 No
obstante, sus hazañ as en Vukovar fueron absolutamente críticas para
la capacidad de Croacia de sobrevivir al ataque del JNA en el primer
momento. meses de guerra total.
Incluso con sus muchas deficiencias operativas y cada vez má s
aguda escasez de mano de obra, después de la caída de Vukovar, el
JNA estaba en condiciones de intentar un avance en dos frentes
sobre la capital croata, lanzado desde Vukovar a través de Osijek a
lo largo de las líneas de los ríos Drava y Sava84.
- El objetivo de Milošević no era reunir Yugoslavia por la fuerza,
sino asegurar el control de á reas con importantes poblaciones
serbias y unirlas dentro de límites defendibles. Al vincularse con la
rebelió n serbia dentro de Croacia, las fuerzas federales acudieron
al rescate.
de la Repú blica de la Krajina serbia, estableció la continuidad
geográ fica entre las á reas controladas por los serbios dentro de
Croacia y Serbia propiamente dicha, y abrió corredores de acceso
al Adriá tico y al Danubio. Noal menos, se habían posicionado para el
pró ximo gran enfrentamiento derivado del colapso de Yugoslavia, una
batalla por el control de las á reas de Bosnia-Herzegovina dominadas
por los serbios. A partir de noviembre, la primera prioridad fue
reforzar estos logros.
Durante el otoñ o de 1991, los relatos de los medios de
comunicació n sobre la guerra comenzaron a ir acompañ ados de
mapas de Croacia que indicaban las grandes regiones ocupadas
por los serbios que eventualmente incluirían má s de un tercio del
territorio nacional. Representados grá ficamente, los avances del
partido serbio parecían decisivos, pero no fueron nada por el
estilo. Es posible que Vukovar no se haya ganado la reputació n del
"Stalingrado croata", pero sus defensores mal armados habían
detenido al que alguna vez fue el cuarto ejército má s grande de
Europa en sus pistas durante má s de un mes. Porel tiempo que la
ciudad había sido reducida el 17 de noviembre, Zagreb
probablemente estaba fuera de alcance incluso si los serbios hubieran
aspirado a tomarla: la ofensiva del JNA que definió los primeros meses
de la guerra culminó en Eslavonia. Los esfuerzos del 5. ° Cuerpo
(Banja Luka) del JNA para moverse hacia el norte desde Sava hacia
Virovitica en la frontera hú ngara con el fin de asegurar el control de
Eslavonia occidental y oriental fueron frenados por la resistencia
croata en la ciudad de Pakrac. Los serbios de Krajina se habían
asegurado el control de importantes territorios y habían expulsado a
una gran parte de la població n indígena croata, pero sus posiciones no
eran invulnerables. El noveno cuerpo (Knin) del JNA, con Ratko Mladić
como jefe de personal, tuvo má s éxito en maniobrar contra Zadar y
Š ibenik en la costa del Adriá tico y cortar la comunicació n norte-sur al
destruir el puente Maslenica y perforar las carreteras costeras. Por el
contrario, la ofensiva del JNA contra Dubrovnik, lanzada desde la
vecina Montenegro a principios de octubre, se convirtió en un fiasco
de relaciones pú blicas, ya que las unidades de la milicia y los
reservistas montenegrinos mal disciplinados causaron estragos en la
regió n de Konavle y Croacia propagó la brutalidad de los ataques de
artillería contra los Estados Unidos. espléndida ciudad renacentista
por todo lo que valía. Al final, las fuerzas serbias optaron por no
insistir en un ataque y marcharon silenciosamente hacia el frente
bosnio después de que se concluyera un acuerdo para desmilitarizar
la península de Prevlaka con supervisió n de la ONU en octubre de
1992, sin nada que mostrar de sus aventuras, salvo pérdida de la cara.
mayor importancia. Con su inconexo bombardeo de la nueva zona
portuaria desde las colinas sobre la "Perla del Adriá tico", Serbia
había perdido la batalla por la opinió n mundial en el drama
yugoslavo que se desarrollaba, y la perdió irrevocablemente.85
A finales de noviembre, una especie de frente se había
estabilizado a lo largo de los límites de las zonas controladas por
los serbios en Eslavonia, a travé s de las regiones de Kordun y
Banija al sur de Zagreb, y hacia el interior del Adriá tico poblado
por serbios en Lika. Croacia había defendido su independencia,
pero a un alto precio. Territorios vitales estaban fuera del control
de Zagreb, aproximadamente la mitad de la industria del país.la
infraestructura había quedado incapacitada o destruida, y la
interdicció n de la línea ferroviaria Zagreb-Split que atraviesa Knin y
del transporte a lo largo del litoral adriá tico dividió el país en dos. La
interdicció n de la carretera Zagreb-Belgrado, que las fuerzas serbias
perforaron en Okučani a fines de agosto, bloqueó el movimiento a lo
largo de un corredor de transporte europeo vital. Las bajas croatas,
estimadas má s tarde por el presidente Tudjman en má s de 10.000
muertos y casi 40.000 heridos, fueron elevadas, y se puede suponer, a
falta de datos fiables, que las bajas serbias fueron comparables.86 Las
fuerzas federales habían logrado sus objetivos operativos mínimos,
pero sin ningú n buen propó sito. . Ningú n gobierno de Zagreb
aceptaría jamá s la pérdida de territorios nacionales tan vitales.87 En
diciembre, las fuerzas federales debilitadas y desmoralizadas no
estaban en condiciones de ganar la guerra de manera decisiva. como
Kadijević había esperado originalmente que fuera el caso,
desarrollando su ofensiva hacia Zagreb. Las fuerzas de defensa
croatas tampoco podían esperar revertir las pérdidas avanzando hacia
á reas controladas por milicias serbias respaldadas por la potencia de
fuego del JNA. Se llegó a un punto muerto militar, que finalmente
sentó las bases para una cesació n del fuego duradera.

La hora de Europa.

Los combates en Croacia se desarrollaron paralelamente a una


ambiciosa, EC- iniciativa patrocinada para el manejo de conflictos. El
fracaso de esa iniciativa desprestigió las aspiraciones europeas de
crear una política exterior y de seguridad comú n, pero cabe señ alar
que las cuestiones en juego no eran tan fá ciles de resolver. Eslovenia y
Croacia justificaron su separació n de Yugoslavia sobre la base del
principio de autodeterminació n. Visto desde una perspectiva menos
comprensiva, sus acciones equivalieron a poco má s que una secesió n
armada unilateral. El deseo de Belgrado de ser reconocido como
sucesor del
La ex federació n yugoslava no fue respetada por la internacional
comunidad, pero el surgimiento del nacionalismo serbio detrá s de
Milošević había debilitado críticamente, si no desacreditado por
completo, la idea yugoslava, y Belgrado había rechazado
repetidamente propuestas para reestructurar la federació n en un
modelo má s descentralizado. Las regiones predominantemente
serbias de Croacia (y má s tarde de Bosnia-Herzegovina) insistieron en
el derecho a la autodeterminació n, mientras que Serbia a la que
deseaban adherirse rechazó cualquier indicio de autodeterminació n a
su minoría albanesa en Kosovo. Al iniciar su esfuerzo de mediació n, la
CE no tenía reglas bá sicas para resolver estos problemas. No obstante,
avanzó para asumir la carga de la gestió n de conflictos. A raíz de la
Guerra del Golfo, donde el papel de Europa como gestor de crisis
había sido vergonzosamente modesto y con la Unió n Soviética en un
proceso de disolució n,
Durante julio y agosto, los mediadores de la CE, representados
por un nuevo
troika de ministros de Relaciones Exteriores de Luxemburgo, los
Países Bajos y Portugal, trató de continuar las negociaciones a
travé s de la intermediaria de la presidencia federal yugoslava.90 El
27 de agosto, los ministros de la CE anunciaron la convocatoria de
una conferencia de paz internacional sobre Yugoslavia, realizada
en La Haya. desde 7 de septiembre al 12 de diciembre bajo la
direcció n de Lord Peter Carrington. El objetivo de Carrington era
reestructurar Yugoslavia como una confederació n flexible de estados
soberanos, y sus propuestas prá cticas se parecían a los modelos de
confederació n propuestos por Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina
y Macedonia durante la agonía de la federació n en 1990, con la adició n
de garantías para las comunidades minoritarias en las regiones donde
constituían la mayoría de la població n local (como las regiones serbias
dentro de Croacia). Los arreglos detallados serían elaborados por tres
grupos de trabajo convocados en La Haya para discutir futuros
arreglos constitucionales, derechos de las minorías y relaciones
econó micas dentro del espacio yugoslavo, asistidos por un comité de
arbitraje dirigido por el respetado jurista francés Robert Badinter91.
má s
razonable de todos los proyectos de paz que surgieron en el curso
de una década del conflicto yugoslavo, no fue un principio para
todos los beligerantes, quienes mantuvieron un compromiso con
los objetivos má ximos y, en efecto, solo habían comenzado a
luchar. En palabras de Florence Hartman, no lograr un acuerdo
negociado segú n las líneas sugeridas por el Plan Carrington antes
de que el conflicto escapara má s allá de todo control fue un “error
fatal” 92. La ventaja militar hizo que Belgrado se mostrara
especialmente reticente a ofrecer concesiones. En agosto, la parte
serbia se opuso a la extensió n a Croacia de la misió n de
observació n europea ya presente en Eslovenia. A principios de
septiembre cedió , pero solo para observadores civiles desarmados.
A mediados de septiembre, Milošević rechazó una propuesta del
ministro de Relaciones Exteriores holandé s, van der Brock, que
pedía la interposició n de las fuerzas de mantenimiento de la paz
entre los guerrerosfacciones. Y el 18 de octubre, Serbia rechazó un
paquete de la CE que equilibraba un compromiso con la integridad de
las fronteras internas con el respeto del derecho a la
autodeterminació n, incluida la creació n de regiones autó nomas para
las minorías, con el argumento engañ oso de que implicaba el fin de la
federació n yugoslava. 93
Entre julio y diciembre, la CE negoció no menos de
catorce acuerdos de alto el fuego, todos los cuales fueron violados
virtualmente antes de que se secara la tinta. A medida que se
intensificó el nivel de violencia durante septiembre y octubre,
aumentó la frustració n por la incapacidad de Europa para revertir
el impulso de la guerra. Le Monde describió La impotencia de
Europa es "patética" y el Frankfurter Allgemeine Zeitung concluyó que
el "ensayo general de Europa para una política exterior comú n" se
había convertido en "una debacle" 94. Estas conclusiones
probablemente fueron injustas. La falta de voluntad de paz entre las
partes en conflicto prá cticamente asegura que cualquier esfuerzo de
mediació n, en esta etapa, sea un ejercicio inú til. Pero siguió siendo el
caso de que Europa estaba muy dividida. Entre las principales
potencias, Alemania, apoyada por Bélgica, Dinamarca y Austria,
adoptó una fuerte línea anti-serbia e insistió en la necesidad de
ofrecer un reconocimiento diplomá tico pleno a Eslovenia y Croacia a
fin de establecer hechos consumados que Belgrado no podía esperar
revertir. . La Santa Sede también prestó apoyo moral a la causa de la
independencia de Eslovenia y Croacia, predominantemente
cató licas.95 Gran Bretañ a, Francia y Españ a, Temerosos del posible
impacto del apoyo a la carta blanca a una política de secesió n sobre
sus propias minorías nacionales, y quizá s de la expansió n de la
influencia alemana también en Europa central, objetaron. Algo
parecido a la divisió n entre Triple Entente y Triple Alianza parecía
tener
Italia ha renacido a horcajadas sobre la valla, ansiosa por contener
los efectos de una crisis en una regió n vecina, pero también por
permanecer alineada con sus socios europeos.96 A medida que se
acercaba la cumbre de Maastricht, el deseo de aplacar a Bonn
sobre la cuestió n yugoslava a fin de Sin embargo, aseguró que su
cumplimiento con el proyecto de unió n monetaria europea se
fortaleció , y los éxitos (y excesos) de los serbios en los campos de
batalla alentaron la simpatía por los croatas asediados. Desde
principios de diciembre, la CE aplicó sanciones econó micas
ú nicamente contra Serbia y Montenegro, y después de la conclusió n
de la cumbre de Maastricht el 10 de diciembre, la cuestió n del
reconocimiento diplomá tico de las repú blicas secesionistas fue
incluida en la agenda.
El 27 de agosto, la Comisió n de Arbitraje de Badinter de la CE
tomó
en la tarea de desarrollar reglas bá sicas para la deconstrucció n de
la federació n yugoslava. La Comisió n Badinter emitió sus
conclusiones el 29 de noviembre, despejando el camino para las
secesiones al describir a Yugoslavia como "en proceso de
disolució n", utilizando la premisa legal, derivada de la experiencia
de la descolonizació n, del uti possedetis juris para establecer la
legitimidad de fronteras internas republicanas como fronteras
interestatales emergentes, y exhortando a las unidades federales a
presentar solicitudes de reconocimiento de acuerdo con las
directrices de la CE97. El 11 de enero de 1992, la Comisió n anunció
sus decisiones. De los cuatro solicitantes, solo Eslovenia y
Macedonia fueronse determinó que cumplía con todos los criterios
para el reconocimiento, mientras que Croacia recibió la certificació n
“provisional” de que cumplía con los está ndares mínimos. Se instó a
Bosnia-Herzegovina a celebrar un referéndum sobre la independencia
como condició n para la elegibilidad.98 Los fallos eran legalmente
discutibles, pero en ese momento los motivos políticos se habían
vuelto decisivos. Bonn quería que se concediera un reconocimiento a
Eslovenia y Croacia, y así sería. Macedonia, en deferencia a las
protestas griegas (incluidas las amenazas de Atenas de vetar las
iniciativas de la CE en caso de que se desafiara su voluntad) quedó en
el limbo. El 16 de diciembre de 1991, los doce de la CE cedieron ante
la presió n alemana y acordaron reconocer a las repú blicas
secesionistas el 15 de enero de 1992. Solo 8 días después, en
Nochebuena, Bonn avergonzó a sus aliados al tomar medidas para
reconocer unilateralmente a Eslovenia y Croacia.
La decisió n de Alemania de presionar por reconocimientos
selectivos,
perseguido agresivamente sin tener en cuenta las consecuencias
má s importantes, estaba fuera de lugar para un país que se había
enorgullecido de su compromiso con el multilateralismo y una
diplomacia de moderació n y consenso.101 Sin embargo, desde al
menos 1987, la opinió n de la élite en la Europa germá nica había sido
moldeada por una campañ a virtual de difamació n dirigida contra los
serbios y Serbia, el enemigo histó rico considerado responsable de la
debacle de la política balcá nica alemana durante las dos guerras
mundiales del siglo XX. En palabras del influyente corresponsal
balcá nico del Frankfurter Allgemeine Zeitung Johann Reissmü ller, el
imperativo de la separació n en la ex Yugoslavia fue creado por "el
liderazgo serbio con su comprensió n oriental de la justicia y el
gobierno", y la existencia de una brecha infranqueable entre "dos
culturas y civilizaciones totalmente extranjeras, dos concepciones
enfrentadas de la justicia y la propiedad, de la gobernanza y la libertad
”102. y un medio ú til para movilizar a la comunidad internacional
internacionalizando el conflicto. Pero el principio de
autodeterminació n no se aplicó de manera consistente, el Alleingang
de Alemania solo sirvió para dividir la opinió n internacional y Serbia
no fue coaccionada.
Los intentos de explicar la prisa de Bonn se basan en una serie
de
hipó tesis contradictorias: aspiraciones de ganar ventaja en un
emergente zona econó mica de Europa central, para afirmar una
política exterior má s diná mica tras la unificació n, para compensar la
pasividad diplomá tica durante la Guerra del Golfo y asumir un papel
de liderazgo má s fuerte en Europa, para perseguir una política de
venganza contra un enemigo histó rico, para responder a las presiones
domésticas que surgen de los grupos de interés cató licos, bá varos y
croatas, o hacer frente a la violencia desestabilizadora
sobre las marchas orientales de Alemania posteriores a la guerra
fría.106 Alguna combinació n de estos factores tendrá que servir: lo
que importa son las consecuencias de los errores de cá lculo de Bonn y
de las CE. Eslovenia y Croacia fueron reconocidos como estados
soberanos, y la disolució n de Yugoslavia sancionada, sin que se hiciera
ninguna disposició n para abordar el estatus de la minoría serbia de
Croacia, las perspectivas de los otros pueblos constituyentes de la
federació n yugoslava, la legitimidad de las instancias federales o la
consecuencias para la regió n de los Balcanes de la precipitada
fragmentació n de Yugoslavia. La década de guerra que siguió fue, al
menos en parte, consecuencia de estos errores de cá lculo.
La falta de resultados contribuyó a la eliminació n gradual del
papel mediador de la CE a favor de las Naciones Unidas. El 25 de
septiembre de 1991, en respuesta a una solicitud presentada por
Bélgica, Francia y Gran Bretañ a, la ONU declaró un embargo de
armas contra todas las partes en el conflicto. El 8 de octubre, el
secretario general Javier Pé rez de Cué llar designó al exsecretario
de Estado de EE. UU. Cyrus Vance como su representante personal
en la regió n, lo que en retrospectiva es significativo como un
primer paso hacia una participació n má s vigorosa de EE. UU. En el
esfuerzo de gestió n de conflictos internacionales. Liderado por
Vance, el papel de la ONU se expandió rá pidamente, y fue bajo los
auspicios de la ONU que unEl decimoquinto y finalmente exitoso
acuerdo de alto el fuego fue aceptado por las facciones contendientes,
firmado por el ministro de Defensa croata Šušak y el comandante
general del quinto distrito militar del JNA, Andrija Rašeta, el 2 de
enero de 1992, y entró en vigor al día siguiente. La clave del éxito,
como ya se señ aló , fue el estancamiento militar emergente. El acuerdo
impuso un alto el fuego e incluyó disposiciones para el control del
cumplimiento por parte de las tropas de mantenimiento de la paz de
la ONU. En febrero de 1992, la Resolució n 743 de la ONU sancionó el
despliegue de lo que eventualmente se convertiría en una Fuerza de
Protecció n de la ONU (UNPROFOR) de 14.000 efectivos que
involucraba a má s de treinta naciones, el segundo contingente de
mantenimiento de la paz de la ONU má s grande jamá s reunido, en
cuatro Á reas Protegidas de la ONU (APNU) no contiguas dentro de
Croacia ( Eslavonia oriental y occidental y Krajina septentrional y
meridional
— conocidos como sectores Este, Oeste, Norte y Sur). El original
La sede de la UNPROFOR, de manera incongruente, se estableció
en Sarajevo, que pronto se convertiría en un teatro de guerra por
derecho propio. Tal como se concibió originalmente, se suponía
que el acuerdo de cesació n del fuego serviría como preludio de un
acuerdo global que se elaborará en la conferencia de La Haya. En
diciembre, sin embargo, el proyecto de La Haya colapsó y con el
estallido de la guerra en Bosnia-Herzegovina en
1992, el acuerdo de la APNU y su peculiar distribució n de á reas
protegidas de “manchas de tinta” se congelaron.
El mandato de la ONU en Croacia se definió como una misió n
clá sica de mantenimiento de la paz que asumía un alto el fuego
vigente, el consentimiento de las partes beligerantes, la neutralidad
entre los ex beligerantes y las reglas limitantes de enfrentamiento
confinadas a casos de autodefensa.107 Las tareas esenciales incluían
la desmilitarizació n, las garantías para el funcionamiento continuo de
las autoridades locales (que incluye la protecció n de las comunidades
y las personas expuestas), el seguimiento de la retirada del ejército
federal y las fuerzas irregulares de Croacia, y la facilitació n del regreso
de los refugiados. En consonancia con estos objetivos, las fuerzas del
JNA se retiraron a través de la frontera hacia la vecina Bosnia-
Herzegovina y se hizo un intento parcial de desarmar a las fuerzas
serbias locales. Las armas pesadas se colocaron en sitios de
almacenamiento de armas supervisados por la ONU, desde donde, en
muchos casos, ser recuperado luego de las limitadas ofensivas croatas
contra Krajina durante 1993. Croacia se opuso consistentemente a
varios aspectos de la misió n de la ONU, negá ndose a concluir un
Acuerdo sobre el Estatuto de las Fuerzas durante 3 añ os completos y
criticando duramente el desempeñ o de la UNPROFOR, pero el acuerdo
funcionó a su largo plazo. ventaja de plazo. Como había sucedido en
Eslovenia en circunstancias algo diferentes, con la retirada del Ejército
Federal, la ú nica fuerza organizada capaz de resistir una eventual
reafirmació n croata de la soberanía había sido eliminada del juego.
Zagreb estaba ahora en posició n de cambiar el equilibrio de poder a
su favor detrá s de un escudo de la ONU, dejando sin determinar el
estado final de los territorios en disputa. El presidente de la recién
constituida Repú blica de la Krajina Serbia (creada el 19 de diciembre
de 1991, como resultado de una fusió n entre las regiones autó nomas
serbias de Baranja, Srem occidental, Eslavonia occidental y Krajina),
Milan Babić reconoció de inmediato la amenaza que el acuerdo
representaba para su frá gil y expuesta comunidad, pero su oposició n
al plan fue anulada por Milošević, de quien todas las comunidades
serbias fuera de la propia Serbia siguieron dependiendo en ú ltima
instancia. Durante febrero de 1992, Babić fue destituido sin
ceremonias en nombre del leal a Milošević Martić.108
Babić fue previsor. El alto el fuego negociado por la ONU era
frá gil
desde el comienzo. Los frentes permanecieron intactos y los
bombardeos esporá dicos continuaron durante 1992 y 1993. En
septiembre de 1993, las fuerzas croatas lanzaron una ofensiva con
6.000 soldados contra la denominada Medak Pocket, al norte de
Zadar, con el objetivo de retomar el puente Maslenica.
El aeropuerto de Zadar y la central hidroeléctrica de Peruca. La
ofensiva tuvo éxito a corto plazo, lo que permitió una breve
reapertura del trá fico norte-sur a lo largo del litoral adriá tico.109 El
29 de marzo de 1994 se renegoció un alto el fuego, pero en este punto
la correlació n de fuerzas en el teatro se estaba volviendo contra la
crisis. Serbios. Cuando Croacia finalmente tomó medidas para
reconquistar la Krajina militarmente en 1995, con medios
enormemente mejorados, fue capaz de hacer a un lado a las fuerzas de
la ONU y aplastar a los resistencias serbios desmoralizados y
desmoralizados, que Belgrado había dejado en la estacada en cuestió n
de días.110 Una vez má s, La intervenció n de la comunidad
internacional destinada a la resolució n de conflictos se convertiría en
una base objetiva para la eventual victoria de una de las partes
contendientes.

La destrucción de Yugoslavia: un balance.

La desintegració n de Yugoslavia fue preparada por un prolongado


declive econó mico que dejó a los ciudadanos con poca confianza en la
capacidad de la federació n para atender sus necesidades bá sicas. Fue
ocasionado por la decisió n de las élites republicanas de utilizar la
movilizació n étnica para reforzar su control del poder. Los etnó cratas
prosperaron gracias a la voluntad de una masa crítica (aunque rara
vez una mayoría absoluta) de ciudadanos, políticamente
desorientados y atrapados en una atmó sfera de miedo, de seguirlos
ciegamente111. En el sentido má s fundamental, los yugoslavos no
tenían a nadie a quien culpar. para los desastres de la década de 1990,
sino ellos mismos.
No obstante, la comunidad internacional estuvo significativamente
involucrada en los hechos que culminaron en la guerra y se ha visto
obligada a asumir la responsabilidad de gestionar las consecuencias.
En retrospectiva, está claro que los principales actores internacionales
fueron tomados por sorpresa por el conflicto yugoslavo y no estaban
preparados para enfrentarlo. Un esfuerzo eficaz para mantener unida
a la federació n yugoslava debía comenzar mucho antes de la crisis de
1989-1991. Las potencias occidentales no hicieron tal esfuerzo, tanto
porque no consideraban que la probabilidad de un colapso de la
federació n fuera particularmente alta, como porque no consideraban
a Yugoslavia lo suficientemente importante como para merecerlo. Una
vez que se inició la lucha, los esfuerzos de gestió n de conflictos se
vieron plagados de percepciones erró neas sobre la naturaleza del
problema, una falta de acuerdo entre los mediadores,
fuera de Serbia propiamente dicha y graves errores de juicio.
Occidente y la comunidad internacional representada por la ONU no
causaron la desaparició n de Yugoslavia, pero sus políticas solo
lograron empeorar una mala situació n.
Engañ adas por el discurso de la marginalidad balcá nica y
atrapadas en la euforia del “fin de la historia” supuestamente
precedido por el colapso del comunismo, todas las grandes
potencias subestimaron las posibles consecuencias del colapso de
Yugoslavia.112 “Ese caos interno yugoslavo podría dar a una de las
mayores crisis diplomá ticas desde 1945 ", escribe Marie-Janine
Calic," era una idea que prá cticamente no uno se tomó en serio en
1991 ”. 113 Se disponía de evaluaciones má s lú cidas de la situació n:
las conclusiones de un informe de la Agencia Central de Inteligencia
de los Estados Unidos se filtraron a la prensa el 27 de noviembre de
1990, que predijo el colapso de Yugoslavia en 18 meses seguidos de
una sangrienta guerra civil, planteó la naturaleza del problema con
asombrosa precisió n, pero fue ignorado por líderes políticos para
quienes los asuntos de los Balcanes simplemente no eran una alta
prioridad.114 Hasta la primavera de 1991, momento en el que
cualquier intento de diplomacia preventiva fue condenado Al ser
demasiado poco y demasiado tarde, distraídos por el drama de la
Guerra del Golfo y convencidos de que, a pesar de la retó rica violenta,
los yugoslavos rebeldes finalmente aceptarían alguna forma de
cooperació n pragmá tica, las principales potencias mundiales solo
prestaron atenció n superficial a la crisis.115
Una vez que la magnitud de los eventos comenzó a asimilarse, la
mediació n
los esfuerzos estuvieron plagados de una falta de acuerdo sobre
los fines, las formas y los medios. A pesar de las promesas hechas
en Maastricht, la capacidad de Europa para funcionar como actor
internacional se reveló como inadecuada. “La principal lecció n del
conflicto yugoslavo”, concluyó Jonathan Eyal, “es que no existe una
política de seguridad europea coordinada, yque no hay
instrumentos efectivos para su futura coordinació n. ”116 El grado en
que la Guerra Fría había servido para imponer prioridades a las
grandes potencias europeas no fue apreciado, y la reaparició n de
objetivos nacionales fuertemente contrastantes parece haber sido un
shock. Manejar el conflicto de los Balcanes sobre la base de lo que un
analista llama "Cooperació n Política Europea Plus" (consultas ad hoc,
protestas diplomá ticas, sanciones econó micas, monitoreo de la paz y
mediació n tradicional) habría sido difícil en las mejores
circunstancias.117 Sin el acuerdo entre las partes interesadas má s
importantes, estaba destinado a ser un ejercicio inú til. Esto se puso de
manifiesto en el debate sobre el reconocimiento, donde
algunos poderes se esforzaron por preservar la unidad de la
federació n mientras que otros trabajaron para sabotearla.
La falta de voluntad de Estados Unidos para tomar la iniciativa en
la elaboració n de consenso fue otro factor que se opuso al esfuerzo de
gestió n del conflicto. El compromiso de Washington fue vital para una
política occidental eficaz, pero las élites de la política exterior de EE.
UU. No estaban seguras sobre dó nde deberían estar las prioridades
nacionales en un entorno posterior a la guerra fría que aú n no se
entendía bien.118 Había fuertes corrientes de opinió n de que no
estaban en juego intereses vitales de EE. UU. en la regió n, que los
europeos nunca asumirían la responsabilidad de gestionar sus
propios asuntos a menos que se les obligara a hacerlo, y que "dejarlos
luchar" hasta que aparecieran claramente ganadores y perdedores
podría ser una mejor manera de reformular los equilibrios regionales
que una intervenció n costosa.119 Estados Unidos se negó a
proporcionar una direcció n só lida para una política occidental
coordinada durante la primera fase de la crisis y,
Durante los conflictos armados en Eslovenia y Croacia, la Unió n
Sovié tica
Union estaba preocupada por los asuntos internos. El presidente
soviético Mikhail Gorbachev, atrapado en un esfuerzo desesperado
por rescatar el buque de estado soviético en ruinas, afirmó
repetidamente la necesidad de mantener la integridad de la
federació n yugoslava, pero su capacidad para influir en los
acontecimientos estaba disminuyendo.120 El intento de golpe de
estado de agosto de 1991 fue informado por la simpatía hacia Serbia
como aliado histó rico de Rusia en los Balcanes, pero terminó como un
fiasco.121 El gobierno de la Federació n de Rusia independiente
después del 1 de enero de 1992, bajo el presidente Boris Yeltsin y el
ministro de Relaciones Exteriores Andrei Kozyrev, trató de alinear la
política balcá nica rusa con el de las democracias occidentales. En
mayo de 1992, Kozyrev visitó todas las ex repú blicas yugoslavas y
firmó acuerdos que establecían relaciones diplomá ticas plenas con
Eslovenia y Croacia. También afirmó pú blicamente que la
responsabilidad del conflicto recaía sobre el liderazgo "nacional-
comunista" en Belgrado.122 La Federació n de Rusia votó a favor de
las sanciones econó micas contra Belgrado el 30 de mayo de 1992, el
10 de julio aprobó la exclusió n de Yugoslavia de la CSCE. y el 22 de
septiembre apoyó la Resolució n No. 777 de la ONU que niega a
Belgrado el estatus de sucesor legal de la federació n de Tito. Sin
embargo, a medida que las relaciones entre Yeltsin y su parlamento
comenzaron a desintegrarse a partir del verano de 1992, el enfoque
del gobierno hacia la crisis yugoslava se convirtió en una fuente de
discordia. En una serie de polémicos debates, la oposició n
parlamentaria afirmó en voz alta la amistad tradicional de Rusia con
Serbia. "En Serbia 122 La Federació n de Rusia votó a favor de las
sanciones econó micas contra Belgrado el 30 de mayo de 1992, el 10
de julio aprobó la exclusió n de Yugoslavia de la CSCE y el 22 de
septiembre apoyó la Resolució n No. 777 de la ONU que niega a
Belgrado el estatus de sucesor legal de la federació n de Tito. Sin
embargo, a medida que las relaciones entre Yeltsin y su parlamento
comenzaron a desintegrarse a partir del verano de 1992, el enfoque
del gobierno hacia la crisis yugoslava se convirtió en una fuente de
discordia. En una serie de polémicos debates, la oposició n
parlamentaria afirmó en voz alta la amistad tradicional de Rusia con
Serbia. "En Serbia 122 La Federació n de Rusia votó a favor de las
sanciones econó micas contra Belgrado el 30 de mayo de 1992, el 10
de julio aprobó la exclusió n de Yugoslavia de la CSCE y el 22 de
septiembre apoyó la Resolució n No. 777 de la ONU que niega a
Belgrado el estatus de sucesor legal de la federació n de Tito. Sin
embargo, a medida que las relaciones entre Yeltsin y su parlamento
comenzaron a desintegrarse a partir del verano de 1992, el enfoque
del gobierno hacia la crisis yugoslava se convirtió en una fuente de
discordia. En una serie de polémicos debates, la oposició n
parlamentaria afirmó en voz alta la amistad tradicional de Rusia con
Serbia. "En Serbia Sin embargo, a medida que las relaciones entre
Yeltsin y su parlamento comenzaron a desintegrarse a partir del
verano de 1992, el enfoque del gobierno hacia la crisis yugoslava se
convirtió en una fuente de discordia. En una serie de polémicos
debates, la oposició n parlamentaria afirmó en voz alta la amistad
tradicional de Rusia con Serbia. "En Serbia Sin embargo, a medida que
las relaciones entre Yeltsin y su parlamento comenzaron a
desintegrarse a partir del verano de 1992, el enfoque del gobierno
hacia la crisis yugoslava se convirtió en una fuente de discordia. En
una serie de polémicos debates, la oposició n parlamentaria afirmó en
voz alta la amistad tradicional de Rusia con Serbia. "En Serbia
y Montenegro ”, realizó una intervenció n típicamente emocional,“
desde generació n tras generació n, la gente ha absorbido el amor y la
devoció n por Rusia con la leche de su madre ”. 123 El 26 de junio de
1992, el Parlamento ruso aprobó una resolució n en la que criticaba al
gobierno por aprobar sanciones contra Serbia, y pidió su abrogació n,
revelando divisiones bá sicas sobre La política balcá nica.124 Como
resultado de estas divisiones, Rusia nunca formó parte de forma
segura del esfuerzo occidental de gestió n del conflicto en Yugoslavia.
De hecho, la oposició n rusa brindó una valiosa ayuda y aliento al
nacionalismo serbio.
La falta de instituciones capaces de responder a las demandas
del entorno de seguridad posterior a la guerra fría también ayuda
a explicar la ineficacia de la política occidental. La Carta de París de
la CSCE de noviembre de 1990 proporcionó un ambicioso conjunto
de premisas para un nuevo enfoque de los desafíos de la seguridad
europea.125 Pero, obligada a actuar por consenso y sin un brazo
militar autó nomo, la CSCE no estaba en condiciones de
implementar políticas. Después de la caída del Muro de Berlín, la
organizació n creció hasta incluir má s de 50 miembros. Se había
convertido en una “pequeñ a ONU europea” abrumada por una
carga “que no podrá dominar pronto”. 126 Un Centro de Gestió n de
Conflictos de la CSCE con sede en Viena creado en vísperas de la
crisis se vio rá pidamente abrumado por los acontecimientos. La
Unió n Europea Occidental (UEO) no se había restablecido como
foro de seguridad hasta 1984. Carecía de una estructura de mando
integrada, no estaba adecuadamente equipado con activos
militares y poseía poca influencia política. Incluso la principal
organizació n de seguridad de Europa, y la ú nica con los medios
para actuar con eficacia en una capacidad militar, se sintió perdida
cuando se enfrentó al embrollo yugoslavo. Al comienzo de la crisis,
la OTAN estaba dando los primeros pasos tentativos hacia una
identidad posterior a la guerra fría. La Alianza todavía estaba fija
en la misió n tradicional del Artículo Cinco de defensa territorial y
se mostró reacia a considerar misiones fuera del área: una nueva
OTAN estaba en la mesa de dibujo, pero aú n no estaba en su lugar.
Por lo tanto, la responsabilidad principal de la gestió n del conflicto
yugoslavo recayó , casi por defecto, en las Naciones Unidas. Pero la
capacidad de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz
ya se había extendido demasiado, estaba inadecuadamente
equipado con recursos militares y poseía poca influencia política.
Incluso la principal organizació n de seguridad de Europa, y la
ú nica con los medios para actuar con eficacia en una capacidad
militar, se sintió perdida cuando se enfrentó al embrollo
yugoslavo. Al comienzo de la crisis, la OTAN estaba dando los
primeros pasos tentativos hacia una identidad posterior a la
guerra fría. La Alianza todavía estaba fija en la misió n tradicional
del Artículo Cinco de defensa territorial y se mostró reacia a
considerar misiones fuera del á rea: una nueva OTAN estaba en la
mesa de dibujo, pero aú n no estaba en su lugar. Por lo tanto, la
responsabilidad principal de la gestió n del conflicto yugoslavo
recayó , casi por defecto, en las Naciones Unidas. Pero la capacidad
de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz ya se había
extendido demasiado, estaba inadecuadamente equipado con
recursos militares y poseía poca influencia política. Incluso la
principal organizació n de seguridad de Europa, y la ú nica con los
medios para actuar con eficacia en una capacidad militar, se sintió
perdida cuando se enfrentó al embrollo yugoslavo. Al comienzo de
la crisis, la OTAN estaba dando los primeros pasos tentativos hacia
una identidad posterior a la guerra fría. La Alianza todavía estaba
fija en la misió n tradicional del Artículo Cinco de defensa
territorial y se mostró reacia a considerar misiones fuera del á rea:
una nueva OTAN estaba en la mesa de dibujo, pero aú n no estaba
en su lugar. Por lo tanto, la responsabilidad principal de la gestió n
del conflicto yugoslavo recayó , casi por defecto, en las Naciones
Unidas. Pero la capacidad de las Naciones Unidas para el
mantenimiento de la paz ya se había extendido demasiado, y el
ú nico que tenía los medios para actuar con eficacia en una
capacidad militar, estaba perdido cuando se enfrentó al embrollo
yugoslavo. Al comienzo de la crisis, la OTAN estaba dando los
primeros pasos tentativos hacia una identidad posterior a la
guerra fría. La Alianza todavía estaba fija en la misió n tradicional
del Artículo Cinco de defensa territorial y se mostró reacia a
considerar misiones fuera del á rea: una nueva OTAN estaba en la
mesa de dibujo, pero aú n no estaba en su lugar. Por lo tanto, la
responsabilidad principal de la gestió n del conflicto yugoslavo
recayó , casi por defecto, en las Naciones Unidas. Pero la capacidad
de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz ya se había
extendido demasiado, y el ú nico que tenía los medios para actuar
con eficacia en una capacidad militar, estaba perdido cuando se
enfrentó al embrollo yugoslavo. Al comienzo de la crisis, la OTAN
estaba dando los primeros pasos tentativos hacia una identidad
posterior a la guerra fría. La Alianza todavía estaba fija en la
misió n tradicional del Artículo Cinco de defensa territorial y se
mostró reacia a considerar misiones fuera del á rea: una nueva
OTAN estaba en la mesa de dibujo, pero aú n no estaba en su lugar.
Por lo tanto, la responsabilidad principal de la gestió n del conflicto
yugoslavo recayó , casi por defecto, en las Naciones Unidas. Pero la
capacidad de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz
ya se había extendido demasiado, La Alianza todavía estaba fija en
la misió n tradicional del Artículo Cinco de defensa territorial y se
mostró reacia a considerar misiones fuera del á rea: una nueva
OTAN estaba en la mesa de dibujo, pero aú n no estaba en su lugar.
Por lo tanto, la responsabilidad principal de la gestió n del conflicto
yugoslavo recayó , casi por defecto, en las Naciones Unidas. Pero la
capacidad de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz
ya se había extendido demasiado, La Alianza todavía estaba fija en
la misió n tradicional del Artículo Cinco de defensa territorial y se
mostró reacia a considerar misiones fuera del á rea: una nueva
OTAN estaba en la mesa de dibujo, pero aú n no estaba en su lugar.
Por lo tanto, la responsabilidad principal de la gestió n del conflicto
yugoslavo recayó , casi por defecto, en las Naciones Unidas. Pero la
capacidad de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz
ya se había extendido demasiado,y la organizació n no estaba
preparada para patrocinar misiones de imposició n de la paz.
Lamentablemente, una vez que comenzaron los combates, y ante la
falta de voluntad de arreglo entre los beligerantes, la imposició n de la
paz fue la ú nica opció n que prometió resultados.
Una barrera importante para la eficacia acció n fue la ausencia casi
total de un
base de principios para el establecimiento de la paz. La justificació n
original para
Reconocer a Eslovenia y Croacia era el derecho a la
autodeterminació n, pero era una premisa dudosa en la que nadie
parecía estar de acuerdo.127 El concepto fue acuñ ado por Woodrow
Wilson como un medio para coordinar el desmantelamiento selectivo
de los imperios europeos derrotados de la Guerra Mundial. Yo, pero
nunca se ha incorporado al có digo de derecho internacional. No hay
consenso sobre cuá les podrían ser las condiciones que califican a
cualquiera de las má s de 3.000 comunidades nacionales que pueden
ser identificadas en todo el mundo para tal privilegio, o si el principio
de autodeterminació n implica necesariamente un derecho a la
independencia y la soberanía nacional. . En el caso de Yugoslavia, el
derecho a la libre determinació n se invocaba con frecuencia, pero
nunca se aplicaba de forma coherente. La denegació n de una opció n
por la libre determinació n a los serbios de Croacia y Bosnia, los
croatas de Herzegovina, los albanokosovares y la població n albanesa
de Macedonia fueron la raíz de gran parte de la violencia que
acompañ ó a la disolució n del país. La soberanía de las repú blicas
individuales, y de las fronteras republicanas heredadas, a menudo se
citaba como una limitació n a la autodeterminació n, pero los
defensores má s abiertos de tales perspectivas eran generalmente los
que tenían má s que ganar. Particularmente en Croacia, con un tercio
del territorio nacional bajo ocupació n, hubo una fuerte tendencia a
afirmar que las fronteras republicanas fueron histó ricamente
sancionadas, líneas legales de divisió n entre entidades soberanas.128
De hecho, sin embargo, la conveniencia administrativa explicaba gran
parte de la ló gica de las fronteras republicanas yugoslavas trazadas
después de la Segunda Guerra Mundial, que nunca tuvieron la
intenció n de servir como fronteras estatales. Hubo cierta
incongruencia en un régimen jurídico internacional que sancionó el
desmembramiento de la propia Yugoslavia, al tiempo que mantenía
sus fronteras internas como inviolables. “Las fronteras externas del
país estaban hechas de algodó n, sus fronteras internas y regionales de
cemento”, como lo expresó un crítico desilusionado.129
El imperativo de la intervenció n humanitaria para defender a los
indefensos
víctimas y hacer cumplir las normas de conducta civilizada también se
ha presentado como una justificació n para el compromiso
internacional, pero durante las primeras fases del conflicto, cuando
ocurrieron los abusos má s masivos, la comunidad internacional se
mantuvo al margen. El Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra
para la ex Yugoslavia (TPIY) no recibió su estatuto en virtud del
Capítulo 7 de la Carta de la ONU hasta mayo de 1993. Al menos una
parte de la motivació n de su tardía convocatoria fue desviar las
críticas a la pasividad occidental frente a violencia masiva.
Ademá s, rá pidamente quedó claro que todas las partes en el conflicto
estaban en el negocio de utilizar rumores de atrocidades de manera
instrumental para ganarse la simpatía de una audiencia má s amplia.
Separar la realidad de la ficció n en las circunstancias volá tiles del
conflicto armado nunca es fá cil. En el caso de Yugoslavia, donde los
esfuerzos por demonizar al enemigo se convirtieron en una estrategia
de guerra aplicada por firmas profesionales de relaciones pú blicas
como Ruder Finn Global Public Affairs, el desafío fue particularmente
severo.130
Todo el esfuerzo de establecimiento de la paz estuvo plagado de
ambivalencia sobre el papel de la fuerza. Una intervenció n decisiva en
la primera etapa del conflicto, con el objetivo de bloquear la invasió n
serbia a las repú blicas vecinas, quizá s podría haber cortado la crisis
de raíz. Pero el resultado de tal respuesta no fue predeterminado. Si se
llevó a cabo con fuerzas inadecuadas y voluntad insuficiente, también
podría haber llevado a un estancamiento militar y haber enfrentado a
los tomadores de decisiones occidentales con una incó moda elecció n
entre escalada y retirada. En cualquier caso, las principales potencias
occidentales dejaron en claro desde el principio que no se produciría
tal intervenció n.131 Las facciones contendientes de Yugoslavia eran
muy conscientes de la renuencia occidental y dieron forma a sus
planes de guerra en consecuencia. Las principales naciones que
contribuyeron al esfuerzo de mantenimiento de la paz se mostraron
reacias a permitir que sus fuerzas fueran utilizadas de manera
decisiva por los comandantes sobre el terreno. Tal desgana socavó los
esfuerzos para disuadir a las facciones en guerra que contemplaban la
escalada.
La falla má s grave en el esfuerzo de gestió n de conflictos de
Occidente
fue la ausencia de cualquier tipo de visió n coherente para el futuro
de la regió n. Yugoslavia, en el corazó n de la subregió n de Europa
sudoriental, ha abordado el dilema de la diversidad cultural al
sostener una federació n multinacional viable. Con la idea
yugoslava desacreditada, ¿qué alternativas podrían presentarse
como base para el orden regional? Tanto por razones objetivas
como subjetivas, el ideal europeo del Estado nacional no estaba a
la altura de la tarea. En los Balcanes, las comunidades nacionales
entremezcladas no podían ser presionadas para formar unidades
nacionales étnicamente homogé neas a un costo aceptable, y el
legado de enemistad entre los pueblos no presagiaba nada bueno
para las minorías expuestas dentro de los nuevos bastiones del
chovinismo nacional. Incluso si pudiera lograrse de forma
consensuada, la fragmentació n política a lo largo de las líneas
nacionales actuaría en contra del desarrollo econó mico. El objetivo
de "unirse" a Occidente y, por tanto, diluir las peculiaridades
nacionales dentro de un complejo europeo o euroatlá ntico má s
amplio, no era una solució n a corto plazo. OTAN y
la CE no tenía prisa por sacar del frío a las nuevas democracias del
sureste de Europa. Una Yugoslavia unida y estable podría haber
estado bien situada para avanzar hacia la adhesió n de las instituciones
occidentales junto con los estados de Europa central má s avanzados,
pero sus devastados estados sucesores se han visto obligados a
renunciar a tales aspiraciones en el futuro previsible. Incluso
Eslovenia, el má s desarrollado y estable de todos los estados
poscomunistas, se ha visto frenado por el caos en la regió n en su
conjunto. En sus primeros enfoques tentativos para la gestió n de
conflictos en la ex Yugoslavia, las potencias occidentales sentaron un
precedente que perseguiría sus esfuerzos en los añ os venideros:
diplomacia reactiva centrada en la contenció n en lugar de curas, falta
de está ndares equitativos, compromiso inadecuado en vista del
alcance del problema,

Conclusión: el comienzo de una guerra sin fin.

Eslovenia logró salir de Yugoslavia a un costo relativamente


bajo porque disfrutó de un alto grado de consenso interno sobre la
conveniencia de la independencia, no tuvo que enfrentar el dilema
de un movimiento secesionista en su territorio nacional y no
amenazó la agenda. de consolidació n nacional serbia que se había
convertido en la motivació n central del ré gimen de Milošević. La
falta de una tradició n de animosidad entre los eslovenos y los
serbios hizo que ese resultado fuera má s fá cil de lograr: no había
quejas histó ricas que resolver, y los eslovenos residualesLa lealtad
a una experiencia de estadidad compartida se dirigió hacia un ideal
yugoslavo que ya no era políticamente relevante. Aunque Kučan y
Milošević pueden no haber planeado “organizar” un conflicto para
hacer inevitable la separació n, tampoco imaginaron su futuro político
dentro del marco de la federació n. Una ruptura limpia sirvió bien a sus
propó sitos.
Ninguna de estas condiciones se aplicó a la relació n entre
Croacia y Serbia. La consolidació n de los liderazgos nacionalistas
en Zagreb y Belgrado se logró con la ayuda de intensas campañ as
en los medios de comunicació n que buscaban reforzar la afiliació n
nacional propagando el odio y el miedo. Los "odios antiguos"
eranrealmente no es un problema. Los temas centrales de la
propaganda del odio se derivaron de la memoria viva: la experiencia
de la guerra civil entre 1941-45, las imposiciones reales y pretendidas
del gobierno comunista a partir de 1945-.
91, y el discurso contemporá neo de "Europa" que presumía
colocar a algunos pueblos por encima de otros en una jerarquía de
civilidad determinada culturalmente.132 La agenda nacional a la
que Milošević se había afiliado hacía que el derecho a abandonar la
federació n yugoslava dependiera de la voluntad de ceder el control
sobre las regiones minoritarias que deseaban permanecer
vinculadas a Serbia. La imagen reflejada de la agenda que inspiró al
liderazgo de HDZ en Zagreb insistió en que los derechos estatales
croatas histó ricos solo podrían lograrse absorbiendo las regiones
de minorías serbias en un estado nacional unificado gobernado
desde Zagreb. La població n serbia de Eslavonia y Krajina rechazó
tal subordinació n. Su voluntad de resistir se vio reforzada por la
insensibilidad del propio Tudjman, cuya retó rica agresiva, el
resurgimiento de los símbolos asociados con el Estado
Independiente de Croacia de Pavelić y la purga deLos serbios
dentro de la administració n estatal parecían diseñ ados para alentar
los peores temores de la comunidad. Estos temores fueron
promovidos por la propaganda nacionalista serbia que emanaba de
Belgrado, que revivió los recuerdos del terror de Ustaša y ofreció la
promesa de asociació n con una nueva Yugoslavia donde "todos los
serbios podrían vivir en un estado", que por supuesto sería un estado
serbio. La resistencia armada fue posible gracias al gobierno federal
dominado por los serbios, que ofreció aliento a los serbios de Krajina,
les proporcionó armas y municiones y aplicó al JNA para ayudar a
defender sus conquistas sobre el terreno. El resultado, una vez que la
Repú blica de Serbia Krajina había establecido el control sobre partes
significativas del territorio croata, fue un conflicto clá sico de suma
cero, con un fuerte contenido emocional y mítico que hizo que el
compromiso fuera casi imposible.
La guerra territorial de Croacia no terminó con el alto el fuego
acuerdo de enero de 1992. El semanario de noticias de Belgrado
Nin lo describió como una "guerra sin vencedores", pero de hecho
los problemas bá sicos que habían provocado el conflicto seguían
sin resolverse y la hostilidad no disminuía133. La comunidad
había caído casi por defecto —la del reconocimiento selectivo de
las repú blicas separatistas sobre la base de criterios diseñ ados
políticamente sin una base de principios y sin garantías efectivas—
era una receta para nuevos desastres. La secesió n en Eslovenia y
Croacia significó el fin de la federació n de Tito y obligó a las
restantes repú blicas que deseaban separarse delEl eje Serbia-
Montenegro que había llegado a dominar la grupa de Yugoslavia para
elegir entre alternativas desagradables. Con todas las comunidades
decididas a evitar el peor caso de subordinació n a un otro despreciado
y dispuestas a defender su causa en armas, la Caja de Pandora
de la disociació n aná rquica se había abierto de par en par.

NOTAS FINALES - CAPÍTULO 3

1. El término “etnó crata” se acuñ ó en Ivan Ivekovic, Ethnic and Regional


Conflicts in Yugoslavia and Transcaucasia: A Political Economy of Contemporary
Ethnonational Mobilization, Ravenna: Longo Editore, 2000.

2. Borislav designó a montenegrino como su nacionalidad oficial yugoslava,


mientras que Slobodan optó por el serbio, una medida de la subjetividad relativa
de estas categorías en la Yugoslavia titoísta.

3. Vidosav Stevanovic, Milosevic, une épitaphe, París: Fayard, 2000, pá gs. 26-27.

4. Milošević es el sujeto de una serie de biografías críticas. Slavoljub


Djukić,Izmedju slave i anateme: Politička biografija Slobodana Miloševića, Belgrado:
Filip Višnjik, 1994, es particularmente bueno en sus primeros añ os y en su ascenso
al poder. Véase también Dusko Doder y Louise Branson, Milosevic: Portrait of a
Tyrant, Nueva York: Free Press, 1999; y Lenard J. Cohen, Serpent in the Bosom: The
Rise and Fall of Slobodan Milošević, Boulder: Westview Press, 2001. Florence
Hartman, Milosevic: La diagonale du fou, París: É dition Denoël, 1999, utiliza a
Milosevic como contraste para lo que es realmente una historia política del conflicto
yugoslavo.

5. Susan L. Woodward, Balkan Tragedy: Chaos and Disintegration after the Cold
War, Washington, DC: Brookings Institution Press, 1995, pá g. 73.

6. Mark Thompson, Una casa de papel: El fin de Yugoslavia, Londres:


Hutchinson Radius, 1992, p. 286.

7. Se informa que el movimiento de Tudjman recibió má s de 8 millones de


dó lares de la diá spora croata durante su ascenso al poder. Ibíd., Pá g. 269.

8. Marcus Tanner, Croacia: Una nació n forjada en la guerra, New Haven: Yale
University Press, 1997, pá gs. 203-240, rastrea la carrera política de Tudjman.

9. Jean-Arnault Dé rens y Catherine Samary, Les conflits Yougoslaves de A à


Z, París: Les É ditions de l'Atelier, 2000, pá gs. 71-73. El 15 de junio de 1992,
Čosić fue elegido por el parlamento como presidente de la nueva Repú blica
Federal de Yugoslavia. Como defensor de soluciones negociadas en Croacia y
Bosnia-Herzegovina, y personalidad independiente con una estatura moral
considerable, rá pidamente se encontró en desacuerdo con el grupo Milošević, y
el 31 de mayo de 1993, fue destituido de su cargo. Dobritsa Tchossitch, La
Yougoslavie et la Question Serbe, Lausanne: L'Age d'Homme, 1992, ofrece un
buen resumen de sus opiniones políticas.

10. Para el texto completo, véase el memoranduma de Nacrt Srpske Akademije


Nauke u Beogradu, Toronto: Srpske Narodne Odbrane, 1987.
11. Citado en Tim Judah, The Serbs: History, Myth and the Destruction of
Yugoslavia, New Haven: Yale University Press, 1997, p. 160. Véase también Slavoljub
Djukić, Kako se dogodilo vodja, Belgrado: Filip Višnjić, 1992, pá g. 47.

12. Citado en Hartman, Milosevic, p. 44.

13. Philip E. Auerswald y David P. Auerswald, eds., El conflicto de Kosovo:


Una historia diplomá tica a travé s de documentos, Cambridge: Kluwer Law
International, 2000, pá gs. 10-16; y Djukić, esclavo de Izmedju i anateme, pá g. 49.

14. Hartman, Milosevic, pá gs. 26-27.

15. Laura Silber y Allan Little, Yugoslavia: Death of a Nation, Nueva York: TV
Books, 1996, pá gs. 31-47. Stambolić siguió siendo un crítico perspicaz de
Milošević despué s de su retirada de la vida política. Sus memorias, Ivan
Stambolić, Put u bespuće, Belgrado: Radio 92, 1995, es un comentario
interesante sobre la metamorfosis de su protegido en el poder. El 25 de agosto
de 2000, un mes antes del derrocamiento de Milošević, desapareció de su
residencia en Belgrado. El 28 de marzo de 2003, los restos de Stambolić fueron
encontrados en un pozo en la regió n de Fruška Gora de Serbia, y el 8 de abril de
2003, fue enterrado con todos los honores militares y estatales en Belgrado. Las
investigaciones realizadas junto con el asesinato del Primer Ministro Zoran
Djindjić han indicado que Stambolić fue secuestrado y ejecutado por cinco
miembros de la Dependencia de Operaciones Especiales de Serbia.

16. El evento fue denominado la "Revolució n del yogur" después de que los
manifestantes arrojaron envases de yogur a los funcionarios locales. El líder
nacionalista radical serbio Vojislav Šešelj afirmaría má s tarde que todo el episodio
fue organizado por la policía secreta serbia. Véanse sus comentarios en Velika Srbija,
No. 2, enero de 1995.

17. Auerswald y Auerswald, The Kosovo Conflict, pá g. 18.

18. Citado en Silber y Little, Yugoslavia, p. 72. El texto completo del discurso fue
publicado en Politika, 29 de junio de 1989, pá gs. 3-4. Véase también Auerswald y
Auerswald, The Kosovo Conflict, pá gs. 30-34.

19. Stevanovic, Milosevic, une é pitaphe, pá g. 71. El anticomunista y


nacionalista serbio Jovan Rašković, líder de la comunidad serbia en Krajina
hasta 1990, caracterizó a Milošević como "un gran bolchevique, un comunista y
un tirano hasta la punta de los pies". Jovan Rašković, Luda zemlja, Belgrado:
Akvarijus, 1990, pá g. 328.

20. Sobre la ideología nacionalista serbia bajo Milošević, ver Nebojša Popov,
“Srpski populizam: Od marginalne do dominantene pojave”, Vreme, 24 de mayo
de 1993.
21. Sobre el Plan Marković, vé ase Mladan Dinkić, Ekonomija destrukcije:
Velika
pljačka naroda, Belgrado: VIN, 1995.

22. Milica Uvalić, "¿Qué tan diferente es Yugoslavia?" Economía europea,


nú m. 2, 1991, pá gs. 202-209.

23. Véase Woodward, Balkan Tragedy, pá gs. 47-81.

24 Hannes Hofbauer, Balkan Krieg: Zehn Jahre Zerstö rung Jugoslawiens, Viena:
ProMedia, 2001, pá g. 20.

25. Citado en Ejub Štitkovac, "Croacia: La Primera Guerra", en Jasminka


Udovička y James Ridgeway, eds., Burn This House: The Making and Unmaking of
Yugoslavia, Durham, NC: Duke University Press, 1997, p. 155.

26. “Tudjmanove izjave uznemirile Jevreye”, Politika, 5 de mayo de 1990, pá g.


1.

27. Véase Gordana Suša, “Nemam domovinu, tražim neka drugu”, Borba, 17 de
febrero de 1991, pá g. 8. El uso de la šahovnica como símbolo del estado fue
especialmente resentido. Los funcionarios croatas demostraron sensibilidad, de un
tipo particularmente ineficaz, a la opinió n minoritaria al invertir la alineació n del
tablero de ajedrez rojo-blanco del escudo para diferenciarlo del emblema utilizado
por el régimen de Pavelić.

28. Paul Shoup, El futuro de las regiones fronterizas de Croacia ”, Informe sobre
Europa del Este, vol. 2, nú m. 48, 1991, pá gs. 26-33.

29. Vladimir Goati, "Politički život Bosne i Hercegovine", en Dušan Janjić y


Paul Shoup, eds., Bosnia y Herzegovina izmedju rata i mira, Belgrado: Dom
Omladine, 1992, p. 55.

30. Woodward, Balkan Tragedy, pá g. 122. Sobre las elecciones, cuyo resultado
fue en cierta medida hacia la determinació n del futuro de la repú blica, véase Steven
L. Burg y Paul S. Shoup, The War in Bosnia-Herzegovina: Ethnic Conflict and
International Intervention, Armonk, NY: ME Sharpe, 1999, pá gs. 46-56; y Saud
Arnautović, Izbori u Bosni i Hercegovini '90, Sarajevo: Promocult, 1996.

31. Alija Izetbegović, La Declaració n Islá mica: Un programa para la islamizació n


de los musulmanes y los pueblos musulmanes, Sarajevo: np, 1990. El texto describe
el islam como un "sistema normativo" y una "forma de vida integral". Izetbegović
publicó una declaració n má s desarrollada de sus puntos de vista políticos y éticos
(originalmente compuesta durante la década de 1980) después del estallido del
conflicto yugoslavo. 'Alija' Ali Izetbegovic, Islam Between East and West, Ankara:
International Bosnia-Herzegovina Conference, 1994. El ú nico líder republicano
yugoslavo durante las guerras de la década de 1990 sin antecedentes comunistas,
Izetbegović fue encarcelado brevemente en 1946 por su oposició n a las políticas
titoístas. hacia la comunidad musulmana de Bosnia. Tras su liberació n se convirtió
en un abogado respetado y líder de la oposició n política. En 1983
fue juzgado, junto con doce asociados, por un supuesto intento de transformar
Bosnia-Herzegovina en una Repú blica Islá mica, y condenado a una pena de 14 añ os,
de los cuales solo cumplieron 2 añ os. Los acontecimientos que rodearon su
encarcelamiento se describen en Zachary T. Lewin, "El renacimiento islá mico y los
musulmanes de Bosnia-Herzegovina", East European Quarterly, vol. 17, nú m. 4,
enero de 1984, pá gs. 437-458. Para una breve biografía, véase Dérens y Samary, Les
conflits Yougoslaves de A à Z, pá gs. 156-158.

32. Xavier Bogarel, Bosnie: Anatomie d'un conflit, París: La Découverte, 1996,
pá gs. 45-46, y Jasminka Udovička y Ejub Štitkovac, "Bosnia and Hercegovina: The
Second War", en Udovička y Ridgeway, eds., Burn Esta Cá mara, pá gs. 174-175.

33. Burg y Shoup, La guerra en Bosnia-Herzegovina, pá g. 47.

34. Las elecciones de la repú blica se resumen en Lenard J. Cohen, Broken Bonds:
Yugoslavia's Disintegration and Balkan Politics in Transition, 2ª ed., Boulder:
Westview Press, 1995, pá gs. 88-162.

35. De hecho, Mesić se había jactado de sus esfuerzos por deshacer la unió n
yugoslava, y posteriormente los relataría con orgullo en una memoria. Stipe
Mesić, Kako smo srušili Jugoslaviju, Zagreb: Globus, 1992.

36. “Model konfederacije”, Vjesnik, 6 de octubre de 1990, pá g. 1.

37. Janez Janša, The Making of the Slovenian State 1988-1992, Ljubljana:
Mladinska Knijga, 1994, pá gs. 63-68.

38. Chuck Sudetic, "Yugoslavs Push Compromise Plan", The New York Times,
7 de junio de 1991, pá g. A5.

39. Burg y Shoup, La guerra en Bosnia-Herzegovina, pá g. 71.

40. Citado en Djukić, Kako se dogodilo vodja, p. 187, y Marco Ventura,


“Jugoslavia, un omicidio perfetto”, en Alessandro Marzo Magno, ed., La Guerra dei
dieci anni - Jugoslavia 1991-2001: I fatti, i personaggi, le ragioni dei conflitti, Milán:
Il Saggiatore, 2001, pá gs. 93-94.

41. Izetbegović fue coherente al argumentar, aunque quizá s mal aconsejado


al concluir, que sin Croacia como contrapeso a Serbia, Bosnia-Herzegovina no
tendría má s remedio que abandonar la federació n yugoslava. Arnautović, Izbori
u Bosne i Hercegovini '90, pá g. 44.

42. Janez Drnovšek, Moja resnica, Ljubljana: Mladinska knjiga, 1996, pá g. 209.

43. Silber y Little, Yugoslavia, pá g. 122.


44. No hay registro pú blico de esta importante reunió n. Los resultados se
relatan en Robert Thomas, The Politics of Serbia in the 1990s, Nueva York:
Columbia University Press, 1999, p. 86. El 11 de agosto de 1997, el presidente
del Comité de Helsinki de Croacia para los Derechos Humanos, Ivan Zvonimir
Cicak, concedió una entrevista al semanario satírico Feral Tribune, con sede en
Split, en la que analizó detenidamente la reunió n. Como consecuencia, Cicak fue
juzgado por las autoridades croatas por "difundir informació n falsa". Vé ase
"Investigació n criminal contra Ivan Zvonimir Cicak", Advocacy Alert - Croacia,
agosto de 1997. Tudjman y Milošević se reunieron de nuevo en privado en
marzo de 1991 durante una cumbre sobre el futuro de Yugoslavia en Tikveš, y
delinearon una estrategia comú n basada en la partició n deBosnia-Herzegovina,
con un pequeñ o estado musulmá n que quedará como residuo. Hrvoje Šarinić, Svi
moji tajni pregovori sa Slobodanom Miloševićem 1993-1995, Zagreb: Globus, 1999,
pags. 42. Obsesionado con su papel en la historia, Tudjman mantuvo un archivo
casi completo de grabaciones de conversaciones confidenciales con colegas
realizadas en la oficina presidencial. Las partes de estas cintas que se han hecho
pú blicas revelanque el presidente croata hizo referencia repetidamente a los planes
para la partició n de Bosnia-Herzegovina, en particular en una conversació n con
Mate Boban y Gojko Šušak el 28 de noviembre de 1993, donde habla de
intercambiar á reas ocupadas a lo largo del Sava por territorio en Bosnia occidental,
y tan tarde como Abril de 1999, cuando Tudjman sugirió intercambiar la península
de Prevlaka y un punto de acceso al Adriá tico a los serbios a cambio de Banja Luka y
Bosanska Krajina. “La cinta Watergate de Croacia”, Radio Free Europe / Radio
Liberty Balkan Report, vol. 4, No. 32, 2 de mayo de 2000. La existencia de las cintas
de Tudjman fue revelada luego de la derrota electoral de HDZ en 1999, pero só lo se
han publicado pequeñ os extractos. La familia Tudjman demandó sin éxito para que
le devolvieran las cintas, pero en el verano de 2002,

45. Avramov Smilja, Postherojski rat Zapada protiv Jugoslavije, Veternik: Idi,
1997, pá g. 140.

46. Despacho 2 del Departamento de Estado de EE. UU., No. 22, 3 de junio de 1991,
pá gs. 395-396.

47. Woodward, Balkan Tragedy, pá g. 161.

48. Thomas Manne, Leviatá n, vol. I, Chicago: Gateway Edition, 1956, pá g. 118.

49. Silber and Little, Death of a Nation, pá gs. 140-141.

50. “Actas de las Repú blicas de Eslovenia y Croacia sobre soberanía e


independencia”, Encuesta Yugoslava, vol. 32, nú m. 3, 1991, pá gs. 47-56. El
parlamento de Eslovenia aprobó la declaració n de disociació n el 25 de julio, 24
horas antes de lo anunciado originalmente, para permitir que las fuerzas de
defensa se adelantaran a las reacciones federales.
51. Janša, The Making of the Slovene State, pá g. 134.

52. Janša sigue siendo algo insondable. Como periodista crítico asociadocon
el movimiento juvenil esloveno anticomunista durante la década de 1980 se
convirtió en el mejor negro del ministerio de defensa yugoslavo. En 1988 fue
condenado a una pena de prisió n por revelar secretos de Estado en un proceso
político intensamente publicitado que trajo un gran descrédito a las autoridades
yugoslavas. Nombrado ministro de Defensa a los 33 añ os por el primer ministro
Lojze Peterle después de las elecciones de 1990, el ex estudiante "pacifista" se
convirtió en el arquitecto de la secesió n armada en 1991. Aparentemente destinado
a un papel de liderazgo en la Eslovenia independiente, pronto se vio envuelto en un
escá ndalo personal y se vio obligado a retirarse de la vida política. Sobre sus
esfuerzos por construir una fuerza armada eslovena autó noma, ver Agencia Central
de Inteligencia, Oficina de Aná lisis Ruso y Europeo, Balkan Battlegrounds: A Military
History of the Yugoslav Conflict, 1990-1995, 2 vols., Washington, DC: Agencia
Central de Inteligencia, mayo de 2002, vol. 1, pá gs. 51-54.

53. La estrategia la describe su arquitecto en Janša, The Making of the Slovene


State, pá gs. 101-113. Véanse también las memorias del Ministro de Relaciones
Exteriores Dimitrij Rupel, Skrivnost Država: Spomini na Domače in Zunanje Zadeve,
1989-1992, Ljubljana: Delo-Novice, 1992, pá gs. 120-122.

54. James Gow y Cathie Carmichael, Eslovenia y los eslovenos: un estado


pequeñ o y la nueva Europa, Bloomington: Indiana University Press, 2000, pá g. 180.
Gow y Carmichael, pá gs. 174-184, proporcionan un relato ú til de la guerra desde la
perspectiva eslovena.

55. Aleksander Pavković, The Fragmentation of Yugoslavia: Nationalism and


War in the Balkans, 2a ed., Londres: Macmillan, 2000, pá gs. 135-138. Véase también
Woodward, Balkan Tragedy, pá gs. 166-167. Woodward postula que las autoridades
yugoslavas y eslovenas acordaron "fingir" una guerra con el fin de crear un pretexto
para la separació n. Pavković, La fragmentació n de Yugoslavia, pá g. 140, describe el
conflicto como "una guerra fingida en la que ambos lados pasaron por una serie de
gestos beligerantes, cada uno con una audiencia diferente en mente".

56. Sobre el equilibrio de fuerzas, véase "Istina o oružanom sukoba u Slovenjii",


Narodna Armija, edició n especial, 26 de enero de 1991. Janša, The Making of the
Slovenian State, pá gs. 239-240, comenta con franqueza que en el caso de un guerra
en toda regla, "la superioridad de las unidades blindadas habría sido primordial, y
no teníamos suficientes suministros para una batalla antiblindaje a mayores
distancias". La historia militar de la CIA de la contienda especula que, a largo plazo,
el esfuerzo del JNA por conquistar Eslovenia fue una causa perdida, pero describe el
equilibrio militar en junio y julio de 1991 como "completamente desigual". Campos
de batalla de los Balcanes, vol. 1, pá g. sesenta y cinco.

57. Segú n las memorias de Borisav Jović, Poslednji dani SFRJ: Izvodi iz
dnevnika, 2a ed., Belgrado: Narodna Biblioteka Srbije, 1996, pá gs. 343-344, el 30 de
junio de 1991, el JNA presentó un plan operativo para el uso de la fuerza armada
aplastar
Secesió n eslovena. Belgrado rechazó el plan, con la recomendació n de que la
fuerza solo se use como castigo y como preludio de la expulsió n de Eslovenia de
la federació n.

58. Jović, Poslednji dani SFRJ, pá g. 343.

59. Campos de batalla de los Balcanes, Vol. 1, pá g. 68, y Slovenija: Geografska,


Zgodovinska, Pravna Politična, Ekonomska i Kulturna Podoba Slovenije, Ljubljana:
Mladinska Knjiga, 1998, p. 134.

60. “Italia e Austria attivano la diplomazia della Csce”, Corriere della Sera,
28 de junio de 1991, pá g. 6. De hecho, muy poco surgió de esta iniciativa. El
nuevo Centro para la Prevenció n de Conflictos de la CSCE, con sede en Viena,
que no estaba preparado para un conflicto de esta escala, fue rá pidamente
marginado. Este fue uno de los primeros ejemplos de la insuficiencia de las
instituciones europeas frente al conflicto posterior a la guerra fría.

61. Véase el texto en Snežana Trifunovska, ed., Yugoslavia Through Documents,


Dordrecht: Martians Nijhoff, 1994, pá gs. 311-315.

62. É l embellecería su breve mandato en el cargo con la declaració n: "He


cumplido con mi deber, Yugoslavia ya no existe". Citado en Cohen, Broken
Bonds, p. 228.

63. “Bloccata la spirale dello scontro”, Corriere della Sera, 2 de julio de 1991, pá g.
3.

64. Véase Jill Benderly y Evan Kraft, eds., Independent Slovenia: Origins,
Movements, Prospects, Nueva York: St. Martin's Press, 1994.

65. Citado en Ventura, “Jugoslavia, un omicidio perfetto”, pá gs. 93-94.

66. Mark Thompson, Forjando la guerra: Los medios de comunicació n en


Serbia, Croacia y Bosnia-Herzegovina, Avon: The Bath Press, 1994; y Verica
Spasovska, “Der Jugoslawienkonflikt als Medienereignis: Der Einfluss der
Medien auf ö ffentliche Meinung und Aussenpolitik”, Sü dosteuropa Mitteilungen,
vol. 35, nú m. 1, 1995, pá gs. 8-17. Un conocido serbio del autor, viuda de un ex
diplomá tico yugoslavo de Croacia y propietario de una casa en Split y un
apartamento en Belgrado, informó viendo una transmisió n de noticias en Belgrado
durante el otoñ o de 1991 que incluía imá genes grá ficas de cadá veres mutilados,
descritos como las víctimas serbias del terror de Ustaša. Al regresar a Split, vio las
imá genes idénticas en la televisió n croata, con los cadá veres descritos como las
víctimas croatas del terror de Chetnik. Ese uso abusivo de la pornografía de la
muerte con fines políticos, sin tener en cuenta las circunstancias o los hechos, estaba
muy extendido.

67. Campos de batalla de los Balcanes, Vol. 1, pá g. 95.


68. James Gow, Legitimacy and the Military: The Yugoslav Crisis, Nueva York:
St. Martin's Press, 1992, enfatiza que en esta etapa del conflicto el Ejército Federal
fue el iniciador de todos los principales enfrentamientos militares y que funcionó
objetivamente como el brazo fuerte del proyecto político de Milošević. É l interpreta
el motivo central del alto mando como el deseo de preservar el estatus privilegiado
que deriva de su papel como garante del orden yugoslavo. Hartman, Milosevic, pá gs.
165-170, plantea un argumento comparable.

69. Segú n un relato de informació n privilegiada, los paramilitares serbios


"estaban todos organizados con el consentimiento de la policía secreta de Milošević
y armados, comandados y controlados por sus oficiales". Miloš Vasić, “The Yugoslav
Army and the Post-Yugoslav Armies”, en David A. Dyker e Ivan Vejvoda, eds.,
Yugoslavia y después: Un estudio sobre fragmentació n, desesperació n y
renacimiento, Londres: Longman, 1996, p. 134. Roksanda Ninčić, y otros, “Drina bez
Čuprije”, Vreme, 21 de octubre de 1991, pá g. 20, documenta la acusació n. Las
fuerzas paramilitares estuvieron activas en todos los lados del conflicto yugoslavo,
incluidas las 15.000 fuerzas de defensa croatas abiertamente fascistas de Dobroslav
Paraga (Hrvatske Odbrambene Snage - HOS), y los boinas verdes musulmanes
bosnios, comandados por Jusuf (Juka) Prazina, como Arkan a políticamente criminal
conectado antes de la guerra.

70. A veces se afirma que estas intenciones fueron reveladas por un plan de
contingencia militar del JNA designado con el acró nimo RAM. La existencia del
plan de contingencia se reveló mucho antes del estallido del conflicto.
Ver“Zbrisaće nas za kugle zemaljske”, Vreme, 23 de septiembre de 1991, pá gs. 5-12.
RAM no demuestra de manera concluyente la responsabilidad de Serbia: las
opciones de planificació n militar no son necesariamente indicaciones de intenció n
política.

71. El artículo 240 de la Constitució n de Yugoslavia dice que "las fuerzas


armadas de la Repú blica Federativa Socialista de Yugoslavia defienden la
independencia, la soberanía, la unidad territorial y el orden social
constitucionalmente determinado". Citado de Hofbauer, Balkan Krieg, p. 33.

72. Velijko Kadijević, Moje vidjenje raspada: Vojska bez države, Belgrado:
Politika, 1993, pá g. 88.

73. Stipe Sikavica, "The Army's Collapse", en Udovička y Ridegway, eds.,


Quema esta casa, pags. 138.

74. James Gow, Triumph of the Lack of Will: International Diplomacy and the
Yugoslav War, Nueva York: Columbia University Press, 1997, pá gs. 19-20.

75. Borisav Jović, Poslednji dani SFRJ, pá gs. 248-253.

76. Ibíd., Pá gs. 328-336.

77. En unas memorias, el ex presidente de la Federació n Yugoslava Raif


Dizdarević destaca a Velijko Kadijević, “excepcionalmente ambicioso y narcista
persona que era ", por" traicionar "la idea yugoslava al dirigir las fuerzas
armadas hacia Milošević y su ideología serbia mayor," con la esperanza de
obtener un papel má s importante, tal vez incluso una posició n dominante, en
una Yugoslavia desordenada ". Raif Dizdarević, Od smrti Tita do smrti
Jugoslavije: Svjedočenja, Sarajevo: OKO, 1999, pá g. 419.

78. John Zametica, The Yugoslav Conflict, Adelphi Paper No. 270, London:
Brassey's, 1992, es esencialmente correcto al describir al Ejército Popular Yugoslavo
como una víctima principal del conflicto má s que como un perpetrador. Para Miloš
Vasić, "El Ejército Popular Yugoslavo pereció junto con la idea política yugoslava".
Vasić, "El ejército yugoslavo", pá g. 137.

79. Kadijević, Moje vidjenje raspada, pá gs. 134-136.

80. Ibíd., 131.

81. Balkan Battlegrounds, vol. 1, pá g. 96.

82. Ibíd., Pá g. 100.

83. Dedaković fue juzgado ante un tribunal militar por supuestamente


malversar má s de 300.000 marcos alemanes destinados a los defensores de
Vukovar, pero fue absuelto. Luego pasó a servir como jefe del ala militar HOS.

84. El comandante serbio Ž ivota Panić afirmó má s tarde haber instado a la


opció n a Jović y Branko Kostić (el representante de Montenegro en el Presidium
yugoslavo), pero en vano. Véanse sus comentarios en Ventura, "Jugoslavia, un
omicidio perfetto", pá g. 123; y Kadijević, Moje vidjenje raspada, pá g. 137.

85. Las imá genes ampliamente publicitadas de Dubrovnik bajo asalto (hasta
cierto punto diseñ adas por defensores croatas que usaron las torres medievales
de la ciudad como ubicació n de armas y supuestamente quemaron montones de
neumá ticos para crear efectos de humo fotogé nicos para los medios
internacionales) se utilizaron con buenos resultados para transmitir la
impresió n de un invasor serbio bá rbaro. El bombardeo del palacio presidencial
croata en el corazó n de la ciudad vieja de Zagreb el 7 de octubre, una acció n
desprovista de toda ló gica estraté gica aparente, tambié n desprestigió a las
fuerzas gubernamentales. La destrucció n en Vukovar fuemucho má s
representativa, pero la tranquila ciudad eslava carecía del atractivo mediá tico de un
centro turístico internacional o de la capital nacional. Véase Misha Glenny, The Fall
of Yugoslavia: The Third Balkan War, Harmondsworth: Penguin, 1992, pá g. 136.

86. Sobre las bajas en el conflicto serbio-croata, vé ase Norman Cigar, "La
guerra serbo-croata, 1991: Dimensiones políticas y militares", The Journal of
Strategic Studies, vol. 16, nú m. 3, 1993, pá gs. 297-338.

87. Bože Čović, “Hrvatska izmedju rata i samostalnosti”, Hrvatska revija,


nú ms. 3-4, 1992, pá gs. 271-285.
88. Mihailo Crnobrnja, Le drame Yougoslave, Rennes: Apogée, 1992, pá g. 140.

89. Citado de Viktor Maier, Wie Jugoslawien verspielt wurde, 3ª ed., Munich:
Verlag CH Beck, 1999, p. 395. A Poos se unió en su optimismo el ministro de
Asuntos Exteriores italiano, Gianni De Michaelis, quien sugirió que la reacció n
europea demostró que “cuando una situació n se vuelve delicada, la Comunidad
es capaz de responder como unidad política. En nuestra opinió n, esta es una
buena señ al para el futuro de la unió n política ”. Ibídem.

90. El 3 de octubre de 1991, el bloque serbio procedió a eliminar cuatro


escañ os vacantes en la presidencia federal titoísta. Dos semanas despué s, el 16
de octubre, la presidencia de la grupa votó para eliminar la estrella roja de los
emblemas nacionales yugoslavos. La presidencia federal desapareció con la
creació n de la nueva Repú blica Federativa de Yugoslavia en abril de 1992.

91. Henry Wynaendts, L'Engrenage, Chroniques yougoslaves - juillet 1991-aoû t


1992, París: É ditions Denoël, 1993, pá gs. 123-124.

92. Hartman, Milosevic, pá g. 184.

93. Burg y Shoup, The War in Bosnia-Herzegovina, pá gs. 89-91, postulan que, a
pesar de su dura fachada pú blica, después del compromiso de la ONU en el esfuerzo
de gestió n de conflictos que comenzó a fines de septiembre, y en vista del pobre
desempeñ o de las unidades militares serbias que luchan fuera de Serbia
propiamente dicha, Milošević se alejó del objetivo de anexar las regiones
controladas por los serbios dentro de Croacia hacia el concepto de estatus especial
para tales regiones bajo la protecció n de la ONU
— el tipo de resolució n que eventualmente sería negociada bajo los auspicios de
la CE y la ONU.

94. “L'Europe impuissante”, Le Monde, 9 de octubre de 1991, pá g. 1, y


Gü nther Nonnenmacher, “Lauter Ü bergä nge in Europa”, Frankfurter Allgemeine
Zeitung, 8 de octubre de 1991, p. 1.

95. Christine de Montelos, Le Vatican et l'éclatement de la Yougoslavie, París:


Presses Universitaires de France, 1999.

96. R. Craig Nation, “Italia y la lucha étnica en Europa central y sudoriental”, en


Vojtech Mastny, ed., Italia y Europa central del este: Dimensiones de la relació n
regional, Boulder: Westview Press, 1995, pá gs. 55-81.

97. Texto relevante en Trifunovska, ed., Yugoslavia Through Documents, pá gs.


415-
417.

98. Peter Radan, “La Comisió n de Arbitraje de Badinter y la partició n de


Yugoslavia ”, The Nationalities Papers, vol. 25, nú m. 3, 1997, pá gs. 537-559.
99. Ucrania se había apropiado del reconocimiento alemá n el 12 de
diciembre, pero el gesto de Kiev no tenía importancia política. Le siguió el 13 de
enero de 1992 el reconocimiento de la Santa Sede en Roma.

100. El resultado, concluyó Le Monde, "no fue glorioso para Europa". “Un
ré sultat peu glorieux”, Le Monde, 16 de enero de 1992, pá g. 1. Para Daniel
Vernet, la presió n alemana dentro de la CE "permite concluir que Alemania ya
no aceptará la integració n europea concebida como una garantía contra su
propio poder potencial". Daniel Vernet, “Le retour de la 'question allemande'”,
Le Monde, 22-23 de diciembre de 1991, pá g. 4.

101. Hanns W. Maull, "Alemania en la crisis yugoslava", Survival, vol. 37,


nú m. 4, invierno de 1995-96, pá gs. 99-130.

102. Johann Georg Reissmü ller, Der Krieg vor unserer Haustü r: Hintergrü nde
der kroatischen Tragö die, Stuttgart: Deutsche Verlags-Anstalt, 1992, pá gs.10, 81.

103. En una memoria de má s de 1.000 pá ginas, Genscher solo dedica varias


frases a estos hechos, entre los má s significativos de su gestió n como canciller.
Hans-Dietrich Genscher, Erinnerungen, Berlín: Siedler, 1995.

104. Silber and Little, Yugoslavia: Death of a Nation, pá gs. 199-200.

105. La preocupació n por las consecuencias del reconocimiento selectivo se


expresó claramente en ese momento. El secretario general de la ONU, Javier Pérez
de Cuéllar, advirtió explícitamente que los reconocimientos “podrían incitar a una
explosió n mucho má s amplia”, opinió n que tuvo un amplio eco en la opinió n
editorial. Véase "Alemania debería resistir", The International Herald Tribune, 16 de
diciembre de 1991, pá g. 8.

106.Beverly Crawford, “Explicació n de la deserció n de la cooperació n


internacional: el reconocimiento unilateral de Croacia por parte de Alemania”,
World Politics, vol. 48, nú m. 4, julio de 1996, pá gs. 482-521. Martin HA van Heuven,
"Prueba de la nueva Alemania: el caso de Yugoslavia", Política y sociedad alemanas,
vol. 29, verano de 1993, pá gs. 52-63, ofrece una interpretació n positiva de la
motivació n alemana. Para una evaluació n má s cínica, enfatizando la colusió n entre
Zagreb y Bonn, ver Nenad Ivanković, Bonn: Druga Hrvatska Fronta, Zagreb: Mladost,
1993.

107. Paul F. Diehl, Internacional Mantenimiento de la paz, Baltimore: Prensa


de la Universidad Johns Hopkins, 1994.

108. Srdjan Radulović, Sudbina Krajina, Belgrado: Politika, 1995, pá gs. 41-51.

109. Duška Anastasijević y Denisa Kustović, "Zločni rezultat Strategije",


Vreme, 11 de julio de 1994, pá g. 23.
110. Damir Grubisa, "La 'Agenda de paz' en Croacia: La operació n de
mantenimiento de la paz de la ONU entre el fracaso y el é xito", en R. Craig Nation
y Stefano Bianchini, eds., The Yugoslav Conflict and its Implications for
International Relations, Ravenna: Longo Editore, 1998, pá gs. 83-108, proporciona
una evaluació n general.

111. Paolo Rumiz, Maschere per un massacro: Quello che non abbiamo voluto
sapare della Guerra en Jugoslavia, Roma: Editori Riuniti, 1996, pá gs. 39-49.

112. Francis Fukuyama, El fin de la historia y el ú ltimo hombre, Nueva York:


Free Press, 1992.

113. Marie-Janine Calic, Krieg und Frieden en Bosnia-Herzegovina, Frá ncfort del
Meno: Suhrkamp Verlag, 1996, p. 219.

114. Vé ase Zametica, The Yugoslav Conflict, pá g. 58.

115. El autor participó en una mesa redonda sobre políticas durante marzo
de 1991 con perspectivas oficiales de alto nivel de Estados Unidos y Europa
ampliamente representadas, donde con la excepció n de unos pocos Casandras
de la comunidad acadé mica, todos los presentes aceptaron la có moda
conclusió n de que “al final lo resolverá n . " La conclusió n estuvo condicionada
por suposiciones culturalmente sesgadas: el problema fue visto como un
producto del típico desorden yugoslavo (nered) y la "mentalidad balcá nica".

116. Jonathan Eyal, Europa y Yugoslavia: lecciones de un fracaso, Londres:


Whitehall Paper 19, 1993, p. 80.

117. CJ Smith, “El conflicto en los Balcanes y la posibilidad de un Política


exterior y de seguridad comú n ”, Relaciones internacionales, vol. 13, N ° 2, 1996,
pags. 2. Jan Zielonka, Explaining Euro-Paralysis: Why Europe is Unable to Act in
International Politics, proporciona un aná lisis sistemá tico del esfuerzo europeo
para desarrollar una Política Exterior y de Seguridad Comú n, Londres:
Macmillan, 1998.

118. Klaus-Dieter Frankenberger, “Ohne Kompass: Der Balkankonflikt und


die amerikanische Fü hrungsrolle ”, Frankfurter Allgemeine Zeitung, 29 de mayo de
1993, pá g. 10.

119. James A. Baker III, The Politics of Diplomacy, Nueva York: GP Putnam's
Sons, 1995, pá gs. 636-637, 649-650.

120. En declaraciones en una cena en honor al españ ol Felipe Gonzales el 8


de julio de 1991, Gorbachov habló de “separatismo y nacionalismo destructivo y
retró grado” como una barrera para el ideal de una Casa Comú n Europea. Las
declaraciones abordaron las preocupaciones españ olas con el separatismo
vasco, pero tambié n reflejaron el paralelismo que el líder sovié tico percibía
entre el dilema nacional de la Unió n Sovié tica y el de Yugoslavia. Citado en E. Iu.
Gus'kov, ed., Iugoslavskii krizis i Rossiia: Dokumenty,
fakty, kommentarii (1990-1993), Moscú : Slavianskaia letopis ', 1993, p. 59.

121. El régimen de Milosevic en Belgrado abrazó el intento de golpe de agosto


con un entusiasmo prematuro. Ver Mihailo Saranović, “Glavobolja na kvadrat”, Nin,
1 de noviembre de 1991; y Sergej Romanenko, “Raspred Jugoslavije i političke elita
Rusije”, en Jelica Kurljak, ed., Ruska politika na Balkanu: Zbornik radova, Belgrado:
Instituto de Política y Economía Internacional, 1999, pá gs. 105-155.

122. Risto Bajalski, “Na cijoj je strain Rusija”, Nin, 12 de junio de 1992; y AV
Kozyrev, “Preobrazhenie ili Kafkianskaia metamorfoza”, Nezavisimaia gazeta, 20
de agosto de 1992, pá g. 4. Defendiendo su posició n ante el parlamento ruso el
26 de junio de 1992, Kozyrev argumentó que Belgrado cargaba con “la mayor
parte de la culpa” por los combates en la ex Yugoslavia. “Stenogramma
zasedaniia verkhovnogo soveta RF po iugoslavskomu voprosu (26 iunia 1992
g.), En Gus'kov, ed., Iugoslavskii krizis i Rossiia, p. 89.

123. Citado por E. Iu. Gus'kov, “Krizis na Balkanakh i pozitsiia Rossii”, en


Gus'kov, ed., Iugoslavskii krizisi i Rossiia, p 40.

124. "Postanovlenie Verkhovnogo Soveta Rossiiskoi Federatsii (26 iuniia 1992


g.)". en Gus'kov, ed., Iugoslavskii krizis i Rossiia, pá gs. 111-112.

125. La Carta de París para una Nueva Europa, París, 21 de noviembre de


1990, en The SIPRI Yearbook, Copenhague: SIPRI, 1991, pá gs. 603-613.

126. Franz Mendel, "Wo sind die Grenzens Europas?" Europä ische
Sicherheit, vol. 3, 1992, pá g. 129.

127. Véase la perspicaz discusió n en Woodward, Balkan Tragedy, pá gs. 199-222.

128. Ljubo Boban, Hrvatske granice: Od 1918 do 1991 godina, Zagreb: Školska
knjiga, 1992.

129. Slobodan Despot en el postface a Vjekoslav Radovic, Specters de la


guerre: Chose vue par un Yougoslave privé de son pays, Lausanne: L'Age
d'Homme, 1992, p. 216.

130. Sobre el compromiso de las empresas de relaciones pú blicas, véase Jacques


Merlino, Les vérités Yougoslave ne sont pas toutes bonnes à dire, París: Albin
Michel, 1993.

131. Durante la guerra en Croacia se prepararon varias opciones para una


intervenció n de la UEO má s o menos robusta, pero fueron rechazadas por
afiliados nacionales clave, encabezados por el Reino Unido. Vé ase Trevor C.
Salmon, “Tiempos de prueba para la cooperació n europea: el Golfo y
Yugoslavia”, Asuntos internacionales, vol. 68, nú m. 2, 1992, pá gs. 250-251. En
Estados Unidos, la administració n Bush, impulsada por el presidente del Estado
Mayor Conjunto, Colin Powell, descartó la participació n militar desde el
principio.
Véase David Halberstam, War in a Time of Peace: Bush, Clinton, and the Generals,
Nueva York: Scribners, 2001, pá gs. 34-35.

132. Alain Finkielkraut, Comment peut-on être Croate ?, París: Gallimard, 1992,
con su evocació n de una infranqueable “diferencia cultural entre Europa occidental
y oriental” (p. 32) trazada en la línea entre Croacia y Serbia, y la demanda de la
solidaridad frente a la barbarie serbia, es un buen ejemplo de este tipo de
argumentació n.

133. Velizar Zečević, “Rezultati rata: Ima samo poraženih”, Nin, 24 de enero
de 1992, pá gs. 10-12.
CAPÍTULO 4

LA TIERRA DEL ODIO:


BOSNIA-HERZEGOVINA, 1992-95

La guerra llega a Bosnia.

Pocas de las premisas que informaron los esfuerzos de gestió n


de conflictos en Eslovenia y Croacia se aplicaron a Bosnia-
Herzegovina. Sarajevo gobernaba una regió n relativamente
subdesarrollada sin el grado de autosuficiencia del que disfrutaban
las repú blicas occidentales. La "Yugoslavia en miniatura" bosnia
carecía incluso de una homogeneidad é tnica aproximada que
sirviera de base para la identidad nacional y, con razó n o sin ella, el
factor islá mico era una fuente de discordia potencial. Bosnia
también enfrentó amenazas externas. La salida de Macedonia y
Bosnia-Herzegovina puso fin a cualquier tipo de federació n
yugoslava representativa. Rump Yugoslavia era a todos los efectos
un estado nacional serbio, que planeaba forjar una "gran Serbia"
de la carne de sus vecinos.1 Croacia independiente apoyó
formalmente la integridad nacional bosnia, pero detrá sLas escenas
Zagreb patrocinó un movimiento separatista entre la població n croata
de Herzegovina. Con economías desarrolladas y relativamente
equilibradas, tanto Eslovenia como Croacia podían esperar la
perspectiva de la independencia con confianza. Al carecer de minorías
serbias o croatas significativas, Macedonia pudo declarar su
independencia y negociar una retirada pacífica del JNA de su territorio
durante los primeros meses de 1992. Estas ventajas no se concedieron
a Bosnia-Herzegovina. Sarajevo enfrentó perspectivas econó micas
sombrías, una intensa rivalidad entre comunidades y una amenaza
inminente de agresió n externa sin un patrocinio internacional
significativo o amigos reales.
Segú n el censo de 1991, Bosnia-Herzegovina
la població n estaba formada por un 44% de musulmanes, un 31%
de serbios, un 17% de croatas y un 5% de “otros” (generalmente
ciudadanos que habían elegido la designació n yugoslava en lugar
de afiliarse a una comunidad étnica en particular). La tasa de
natalidad de la comunidad musulmana era considerablemente má s
alta que la de los croatas y serbios, y las tendencias demográ ficas
apuntaban hacia el surgimiento de una mayoría musulmana en una
149
o dos generaciones.2 Aunque

150
había á reas compactas de asentamientos croatas y serbios, gran
parte de la població n vivía entremezclada. Esto fue
particularmente cierto en el caso de los musulmanes,
tradicionalmente concentrados en ciudades y pueblos medianos3.
Aunque las tasas de matrimonios mixtos eran altas
(particularmente entre serbios y croatas, menos en el caso de
musulmanes), las comunidades mantenían un fuerte sentido de
identidad. Bosnia-Herzegovina tenía una tradició n de tolerancia
basada en el ideal de komšiluk (buena vecindad), pero era una
tradició n que reforzaba en lugar de diluir la afiliació n comunal.4 La
historia de Bosnia estuvo llena de fricciones étnicas: el gran escritor
bosnio Ivo Andrić una vez se refirió a su país como "la tierra del odio".
La desconfianza entre las comunidades se aprovechó durante la
guerra civil de 1941-45, y muchas de las peores atrocidades del
período se perpetraron en suelo bosnio. A pesar de décadas de
convivencia pacífica bajo Tito, el legado envenenado de los añ os de
guerra permaneció vivo. Las movilizaciones étnicas durante 1990-91
reabrieron las líneas divisorias y aumentaron el miedo. El ala
nacionalista radical de la facció n croata de Bosnia no ocultó su deseo
de afiliarse a una Croacia independiente. Los líderes de los serbios de
Bosnia se negaron a aceptar la asociació n con lo que percibían como
un estado islá mico aspirante.5 Izetbegović y su séquito no estaban
dispuestos a aprobar una partició n de Bosnia-Herzegovina que los
dejaría con un pequeñ o territorio sin litoral que no reflejan su peso
real dentro de la població n. Su objetivo era preservar un estado
unitario que la comunidad musulmana, con su creciente peso
demográ fico, eventualmente pudiera llegar a dominar. Todos los
bandos se mostraron intransigentes y dispuestos a luchar para lograr
sus objetivos. Los líderes de los serbios de Bosnia se negaron a
aceptar la asociació n con lo que percibían como un estado islá mico
aspirante.5 Izetbegović y su séquito no estaban dispuestos a aprobar
una partició n de Bosnia-Herzegovina que los dejaría con un pequeñ o
territorio sin litoral que no reflejan su peso real dentro de la
població n. Su objetivo era preservar un estado unitario que la
comunidad musulmana, con su creciente peso demográ fico,
eventualmente pudiera llegar a dominar. Todos los bandos se
mostraron intransigentes y dispuestos a luchar para lograr sus
objetivos. Los líderes de los serbios de Bosnia se negaron a aceptar la
asociació n con lo que percibían como un estado islá mico aspirante.5
Izetbegović y su séquito no estaban dispuestos a aprobar una
partició n de Bosnia-Herzegovina que los dejaría con un pequeñ o
territorio sin litoral que no reflejan su peso real dentro de la
població n. Su objetivo era preservar un estado unitario que la
comunidad musulmana, con su creciente peso demográ fico,
eventualmente pudiera llegar a dominar. Todos los bandos se
mostraron intransigentes y dispuestos a luchar para lograr sus
objetivos. con su creciente peso demográ fico, eventualmente podría
llegar a dominar. Todos los bandos se mostraron intransigentes y
dispuestos a luchar para lograr sus objetivos. con su creciente peso
demográ fico, eventualmente podría llegar a dominar. Todos los
bandos se mostraron intransigentes y dispuestos a luchar para lograr
sus objetivos.
La amenaza de violencia fue particularmente aguda debido a
Bosnia-
Lugar especial de Herzegovina en la política militar yugoslava. La
cultura estraté gica titoísta estaba arraigada en el legado de la
resistencia partidista de la Segunda Guerra Mundial, adaptada
despué s de 1948 a la amenaza de invasió n de losBloque soviético.
Montañ osa y céntrica, Bosnia-Herzegovina se estructuró a partir de
1968 como un santuario para la resistencia al estilo guerrillero contra
un posible invasor. Aproximadamente el 50 por ciento del JNA de Tito
estaba estacionado permanentemente en Bosnia-Herzegovina, y la
repú blica era el sitio de má s del 55 por ciento de las industrias
militares y depó sitos de municiones de Yugoslavia. Como otras
repú blicas yugoslavas, Bosnia-Herzegovina mantuvo una organizació n
de Defensa Territorial, que al estallar las hostilidades se dividió a lo
largo de líneas comunitarias, proporcionando a cada uno de los tres
componentes de Bosnia
naciones con el nú cleo de una fuerza armada autó noma.
Bosniosestaban desproporcionadamente representados dentro del
cuerpo de oficiales del JNA, a fines de 1991 se creía que unos 200.000
ciudadanos tenían acceso a armas, y proliferaban las Ligas de Defensa
organizadas espontá neamente.6 Cuando comenzó la guerra en la
primavera de 1992, 45 formaciones paramilitares separadas
representantes de las tres principales comunidades étnicas pudieron
salir al campo.7 Debería haber sido obvio que sería imposible para
Bosnia romper sus lazos con Yugoslavia sin cortejar la violencia. En
una entrada del diario del 26 de marzo de 1990, el confidente de
Milošević, Borisav Jović, ya había concluido que, en caso de una
ruptura, “Bosnia-Herzegovina no puede sobrevivir como estado
soberano, ni puede desarrollarse una lucha por el control de su
territorio sin pérdida de sangre. "8
Como había sido el caso de la minoría serbia en Croacia, aunque
con menos justificació n (Bosnia no inició medidas discriminatorias
contra su població n serbia), la comunidad serbia dentro de Bosnia-
Herzegovina se opuso abiertamente a cualquier proyecto de
separació n que la dejara como minoría dentro de un estado
independiente. El 15 de octubre de 1991, cuando los
representantes de la SDA y HDZ dentro del parlamento bosnio
impulsaron una “declaració n de soberanía” que incluía un derecho
de secesió n, el líder serbio bosnio Radovan Karadžić desafió a los
diputados con la declaració n extraordinaria de que la declaració n
representaba el “ camino al infierno ”donde“ la nació n musulmana
puede desaparecer por completo ”. 9 Karadžić nació en 1945 en
Montenegro y llegó a Sarajevo a los 15 añ os, dondecontinuó
construyendo una exitosa carrera como psicó logo deportivo, incluido
un período como asesor del equipo de fú tbol profesional de Sarajevo.
Durante el fermento político de 1990, Karadžić apoyó brevemente la
creació n de un Partido Verde de Bosnia, antes de cambiar a una
posició n nacionalista y alinearse con el recién creado Partido
Democrá tico Serbio (SDS). La retó rica violenta que acompañ ó a su
discurso de octubre fue demasiado típica. Visiblemente entusiasmado
por su papel en el centro de atenció n política, Karadžić se convertiría
en una fuerza impulsora de la guerra en 1992 y, a partir de entonces,
en un defensor intransigente de las demandas nacionalistas serbias.10
En septiembre, la SDS de Karadžić patrocinó la creació n de cuatro
Regiones autó nomas (Srpske Autonomne Oblasti o SAO) dentro de
Bosnia siguiendo el modelo de la Krajina serbia, y el 26 de octubre
se inauguró un Parlamento de la nació n serbia en Bosnia presidido
por Momčilo. Krajišnik.11 Un plebiscito el 10 de noviembre resultó
en un abrumador rechazo a la separació n de Yugoslavia, y el 21 de
diciembre un
Se declaró la existencia de la Repú blica Serbia de Bosnia-
Herzegovina (Repú blica Srpska u Bosni i Hercegovini) con la
intenció n anunciada de mantener la asociació n con Belgrado. La
comunidad croata siguió el mismo camino. La HDZ anunció
originalmente su apoyo a una Bosnia-Herzegovina soberana, pero
en noviembre imitó a los serbios al crear dos regiones autó nomas
croatas, denominadas Comunidad croata de Herceg-Bosna
(Hrvatska Zajednica Herceg-Bosna) y Bosanska Posavina.
Izetbegović afirmó representar el ideal de una Bosnia
multicultural, pero trabajó para asegurar la dominació n
musulmana de las instituciones bosnias y apoyó las aspiraciones
secesionistas de la rama Sanjak de su movimiento dentro de
Serbia, el Consejo Nacional Musulmá n de Sanjak (Muslimansko
Nacionalno VjećeSandžaka), que organizó un referéndum de
autodeterminació n el 25 de octubre de 1992.
Tanto la iniciativa serbia como la croata fueron declaraciones de
guerra
contra el ideal de un estado unitario. El 6 de mayo de 1992,
Karadžić se reunió con Mate Boban, un ex gerente de una tienda de
ropa que había desplazado al má s moderado Stjepan Kljujić al
frente de la HDZ.el 1 de febrero de 1992, en Graz, Austria, para
discutir una partició n de Bosnia-Herzegovina en beneficio mutuo.12
La colusió n entre serbios y croatas a expensas de la comunidad
musulmana contribuiría en gran medida a explicar la ló gica de la
guerra que seguir. Karadžić describió fríamente a Bosnia-Herzegovina
como "un estado artificial creado por los comunistas" 13. Má s tarde,
en 1992, Boban defendió la abolició n de la presidencia bosnia con el
argumento de que "hoy Bosnia-Herzegovina prá cticamente ha dejado
de existir como estado, y cuando no hay estado, no hay necesidad de
presidente ”. 14
En la ú ltima semana de febrero de 1992, Estados Unidos
abandonó
su reticencia a la disolució n de Yugoslavia, y optó por apoyar la
independencia de Bosnia. Después de los combates en Croacia,
Washington enfrentó una fuerte presió n interna para oponerse a la
agresió n serbia, y los líderes clave se vieron cada vez má s
influenciados por explicaciones de las fuentes del conflicto que
resaltaban la responsabilidad de Belgrado. En sus memorias, el
embajador de Estados Unidos Warren Zimmermann habla de la
necesidad de resistir el "plan de juego serbio" para crear una
"Serboslavia" ampliada. proporcionar una premisa conveniente
para manejar el problema yugoslavo en su conjunto. Impulsado
por una comunidad internacional ahora dirigida por los Estados
Estados, Sarajevo celebró su referéndum sobre la independencia
el29 de febrero al 1 de marzo de 1992.16 Los resultados fueron
nefastos. Las comunidades musulmana y croata votaron
abrumadoramente por la independencia - del 63 por ciento del
electorado que participó , el 99,4 por ciento votó a favor de la
propuesta - pero el boicot de los serbios de Bosnia también fue casi
uná nime. Como fue el caso durante las elecciones a nivel de repú blica
de 1990, los recuentos finales correspondieron casi exactamente al
peso proporcional de las principales comunidades étnicas de Bosnia.
Sobre la base de este resultado y en una atmó sfera de tensió n
marcada por incidentes de violencia y retó rica provocativa, el
gobierno bosnio y su presidencia colectiva, encabezada por el líder de
la facció n musulmana Izetbegović, declaró la independencia el 27 de
marzo. En poco má s de una semana, el gesto fue recompensada con un
reconocimiento formal por parte de la CE y los Estados Unidos. El 30
de abril
El reconocimiento de la independencia de Bosnia se ofreció sin
garantías para la seguridad del nuevo estado o gestos para calmar
las preocupaciones de sus comunidades serbia y croata. Tales
garantías y gestos se necesitaban con urgencia. Los activistas del
SDS decididos a resistir la separació n de Yugoslavia comenzaron a
levantar barreras en Sarajevo en los primeros días de marzo, luego
de un tiroteo en la celebració n de una boda serbia17. Lucha entre
milicias croatas y serbias yLas fuerzas regulares en Bosanksa
Krajina, Posavina y el este de Bosnia estallaron poco después, e
inmediatamente después de la declaració n de independencia,
estallaron escaramuzas entre milicias serbias y fuerzas policiales
locales reforzadas por milicias musulmanas y bandas criminales en las
afueras de Sarajevo.18 El 4 de abril. Izetbegović lanzó el guante al
ordenar la movilizació n de todos los reservistas y fuerzas policiales en
Sarajevo, lo que provocó un llamado de la SDS para que los serbios
evacuaran la ciudad. Dos días después se inició el bombardeo de
Sarajevo desde los emplazamientos de artillería serbios en las alturas
circundantes. En estas primeras y confusas semanas de guerra, la
capacidad del gobierno para mantener el orden pú blico colapsó
cuando los serbios, croatas, y, en menor medida, las facciones
nacionalistas musulmanas emprendieron encuentros locales para
asegurar posiciones de ventaja y nombraron comités de crisis para
suplantar instancias de autoridad conferida. El 7 de abril, la Asamblea
del Pueblo Serbio en Bosnia-Herzegovina, reunida en Banja Luka,
declaró la independencia de la Repú blica Serbia de Bosnia-
Herzegovina.
— rebautizada como Repú blica Serbia (Repú blica Srpska) el 13 de
agosto de 1992
— y los representantes serbios Biljana Plavšić y Nikola Koljević
dimitieron de la presidencia colectiva bosnia. El escenario estaba
listo para una lucha que enfrentaba al gobierno y la presidencia de
Bosnia bajo el control de la SDA contra los serbios de Bosnia,
ayudados e instigados desde Belgrado. El HDZ apoyó pú blicamente
al gobierno de Sarajevo, y el 7 de abril Zagreb otorgó el
reconocimiento diplomá tico a Bosnia-Herzegovina, pero al mismo
tiempo buscó reforzar la autonomía de Herceg-Bosna con la
intenció n de promover sueventual apego a la domovina croata. 19 Ese
objetivo se cumplió parcialmente el 3 de julio de 1992, cuando
Herceg-Bosna se declaró un estado independiente con su propia
bandera (idéntica a la bandera nacional croata) y fuerzas armadas.
La secesió n de Bosnia-Herzegovina significó la guerra. Fue una
guerra que
en sus etapas iniciales, el gobierno de Sarajevo no estaba
preparado para luchar, y que la comunidad internacional que
había alentado A la separació n le faltaba la voluntad de contener. En
la coyuntura crítica antes de que la retirada del precipicio se hiciera
imposible, el ú nico partido que levantó una voz en protesta fueron los
propios ciudadanos de Bosnia. El 5 y 6 de abril, después de una
semana de manifestaciones en todo el país, decenas de miles de
manifestantes se reunieron ante el Parlamento bosnio en Sarajevo
para exigir nuevas elecciones y una política de reconciliació n. La
multitud fue dispersada en la noche del 6 de abril por disparos de
francotiradores, probablemente disparados por hombres armados de
SDS y SDA, con ocho muertos y má s de cincuenta heridos.20 La joven
estudiante Suada Dilberović, abatida por un francotirador mientras
intentaba huir del parlamento. El á rea al otro lado del puente Vrbanja
(ahora rebautizado en su honor) se cita convencionalmente como la
primera víctima de la guerra. Los manifestantes irrumpieron
brevemente en el primer piso del edificio del parlamento y crearon un
Comité de Seguridad Nacional que se comprometió a oponerse a la
movilizació n étnica, pero al carecer de respaldo oficial, los dejaron a
merced del viento. Aislado y sin recursos, el comité se vio obligado a
disolverse el 9 de abril. Así se dispersó , sin un gesto de solidaridad o
una palabra de pesar de la comunidad internacional que se volvería
tan elocuente en los añ os venideros sobre el Calvario de Bosnia, un
ú ltimo esfuerzo por revivir la tradició n de una Bosnia-Herzegovina
cívica y multicultural.
Marchando sobre el Drina.

Varias generaciones de yugoslavos crecieron con la mitología


de la resistencia armada a la ocupació n durante la Segunda Guerra
Mundial, reflejada en un
dieta constante de películas partidistas y ceremonias pú blicas. Estas
evocaciones de lucha heroica eran a menudo torpes, pero no
insustanciales. A pesar de la instrumentalizació n con fines políticos, la
tradició n partidista fue imponente y de alguna manera ennoblecedora.
Fue una fuente importante de cohesió n dentro de la federació n
multinacional de Tito.22
La lucha que se extendió por Bosnia-Herzegovina entre 1992 y
1995 se convirtió en una parodia de esa tradició n, con comunidades
enteras movilizadas detrá s de sus elementos má s extremos e
intransigentes en una lucha desorganizada por fines degradantes.
Armados con el reconocimiento internacional, y en vista de los
ataques de los serbios y croatas, el gobierno de Sarajevo y la
comunidad musulmana de la que era el representante institucional
má s importante, podían al menos reclamar el derecho a la legítima
defensa. Pero Izetbegović también persiguió una agenda má s
controvertida: preservar a Bosnia-Herzegovina como un estado
unitario desafiando la voluntad de sus minorías serbia y croata.
Impulsada por señ ores de la guerra corruptos, impuesta a las
comunidades civiles que soportarían la mayor parte de los costos sin
que se les otorgara ninguna responsabilidad real de dar forma al
curso de los acontecimientos, y observado pasivamente como una
especie de entretenimiento perverso por los ciudadanos má s
afortunados del mundo desarrollado, el conflicto de Bosnia ha sido
descrito por numerosos comentaristas como una guerra
“posmoderna”. Si la condició n posmoderna se equipara con la
ausencia de significado y la manipulació n cínica, donde "la guerra se
gana al girar", la descripció n es adecuada23.
Todas las comunidades nacionales de Bosnia comenzaron a
prepararse para la guerra.
mucho antes del estallido de las hostilidades, y con la lucha en
curso, sus contingentes armados se convirtieron rá pidamente en
ejé rcitos de pleno derecho.
En la primavera de 1991, la direcció n de Izetbegović creó una Liga
Patrió tica (Patriotska Liga) como un ó rgano de autodefensa, que
representaba formalmente a Bosnia-Herzegovina en su conjunto, pero
de hecho estaba dominada por la facció n musulmana. Durante el
verano, la Liga estuvo subordinada a un Consejo para la Defensa
Nacional de la Nació n Musulmana con sede en Sarajevo.24 Al
principio, la Liga Patrió tica contaba con aproximadamente 35.000
efectivos a su disposició n, coordinados por una estructura
organizativa rudimentaria.25 La Liga Patrió tica, Fuerzas de defensa
territorial leales a Sarajevo y unidades policiales armadas se
combinaron el 5 de julio de 1992 para formar el Ejército de Bosnia-
Herzegovina (Armija Bosne i Hercegovine - ABH) bajo el mando del
general musulmá n (con orígenes en el Sanjak) Šefer Halilović .
Originalmente, el alto mando ABH tenía un distintivo multinacional
personaje con el croata de Bosnia Stjepan Š iber como Jefe de
Estado Mayor y el serbio de Bosnia Jovan Divjak como su adjunto.
Con el tiempo, a medida que la comunidad musulmana de Bosnia
se vio sometida a una mayor presió n y laLas perspectivas de
construir un estado multinacional viable empezaron a parecer má s
remotas, el cará cter islá mico de la ABH se hizo má s pronunciado. Sus
unidades a menudo se levantaron localmente y se desplegaron para
defender sus á reas de origen. Segú n Divjak, en mayo de 1992 la ABH
comandaba má s de 75.000 soldados, y en 1994 había aumentado a
casi 250.000.26 Sin embargo, desde el principio y de forma constante
a lo largo de los añ os del conflicto, la ABH estaba mal armada. Bosnia-
Herzegovina fue la ú nica repú blica yugoslava donde las fuerzas de
defensa territoriales fueron desarmadas efectivamente en el curso de
1990. Se extrajo un arsenal de armas pequeñ as de los cuarteles del
JNA capturados en Travnik, Visoko, Zenica, Tuzla y Bihać durante las
primeras semanas de guerra. pero la ABH carecía de acceso a blindaje,
artillería pesada, aviones y medios de comunicació n.
Se formaron unidades militares de los croatas de Bosnia para
ayudar a resistir a los serbios
invasiones dentro de Croacia durante 1991. En los primeros meses
de 1992 fueron adscritos a un Consejo de Defensa Croata
(Hrvatsko Vjeće Odbrane - HVO) con sede en Kiseljak, subordinado
a la direcció n de la HDZ y bajo el mando del general Milivoj
Petković. El 21 de julio de 1992, el HVO pasó a formar parte de las
fuerzas de defensa combinadas de Bosnia-Herzegovina, pero la
colaboració n con el ABH fue mínima. Desde el principio, el HVO fue
directamentecontrolado por la cadena de mando emergente del
ejército croata, bajo el mando del excombatiente general Janko
Bobetko.27 Al estallar la guerra, el HVO controlaba a unos 20.000
combatientes, organizados por municipio, y apoyados por unos 5.000
milicianos adscritos al HOS de Paraga comandados por Blaž Kraljević.
28 La fricció n entre el HVO y el HOS fue evidente desde el principio, y
finalmente Zagreb tomaría medidas para reafirmar el control sobre
sus rebeldes fuerzas de milicia, incluido el arresto de Paraga, el
asesinato del coordinador militar Ante Paradžik y el asesinato de
Kraljević (juntos con ocho miembros de su personal) el 9 de agosto de
1992. A partir de 1993, el HOS dejó de ser un factor militar
significativo.
Al comienzo de los combates en abril de 1992, la facció n serbia
en Bosnia-
Herzegovina estuvo representada por el JNA, una variedad de
voluntarios milicias, fuerzas de defensa territorial de los serbios de
Bosnia y el Ministerio del Interior
elementos. El 19 de mayo, luego de ser denunciado por Sarajevo
como ejé rcito de ocupació n, se ordenó al V Cuerpo del JNA que se
retiraraen la grupa de Yugoslavia, pero en una estratagema
transparente, los oficiales y soldados de origen bosnio, que
representan el 80 por ciento del contingente total después de una
serie de transferencias de personal planificadas, fueron dejados atrá s
e integrados en el recién creado Ejército de la Repú blica Serbia
(Vojska Republike Srpske - VRS) .29 Las fuerzas serbias en Bosnia
sumaban má s de 100.000, equipadas con aproximadamente 500
tanques, 400 artillería pesada
piezas (má s de 100 mm.), 48 lanzacohetes mú ltiples, 350 120 mm.
morteros, 250 vehículos blindados de transporte de tropas y
vehículos de combate de infantería, 120 cazabombarderos y 80
helicó pteros ligeros de ataque y observació n.30 El VRS contaba con un
Estado Mayor efectivo (Glavni Štab) al mando del Jefe de Estado
Mayor General Manojlo Milovanović, que proporcionaría una ventaja
crítica en la lucha por venir. El SDS también creó una milicia armada
sobre la base de los activos de defensa territorial existentes y las
unidades voluntarias, armadas y organizadas por el JNA, que
ascendían a unas 60.000 a principios de abril de 1992,
complementadas por 15.000 policías armados y apoyadas por
unidades paramilitares que penetraban en Bosnia desde la propia
Serbia. Estas unidades variadas, coordinadas por la estructura de
mando del JNA y apoyadas por la potencia de fuego del JNA, serían
militarmente dominantes en la primera fase de la guerra.
El 8 de mayo, simultá neamente con una importante purga del
JNA de alta
Al mando, el ex oficial del JNA Ratko Mladić, de origen bosnio y
distinguido por su servicio en Dalmacia durante 1991, reemplazó
al moderado Milutin Kukanjac como comandante en jefe del VRS.
Mladić fueuna figura relativamente poco conocida en el momento de
su nombramiento, pero era popular entre sus soldados y se le
consideraba un duro comandante operativo con un estilo de primera
línea y arrogancia. Las depredaciones de sus tropas en el conflicto de
Bosnia, y en particular la entrevista que concedió a la BBC el 2 de julio
de 1993, durante la cual el general bosnio, relajado y efusivo, opinó de
manera racialmente ofensiva sobre una amenaza musulmana
emergente, se acercó má s a revelando al hombre real.31 Nunca hubo
ninguna duda de que el VRS era el ejército de Mladić, y sus relaciones
con Karadžić nunca fueron particularmente buenas - la verdadera
lealtad de Mladić estaba con Milošević en Belgrado.32 El VRS no
recibió el tipo de apoyo militar manifiesto que el HV proporcionado al
HVO, sin embargo. Aunque ofreció ciertos tipos de ayuda,
Aunque los está ndares de profesionalismo mejoraron a medida que
el conflicto
arrastrado, todas las formaciones bosnias eran ejé rcitos de turno,
con importantes deficiencias que a menudo impidieron el
cumplimiento de tareas militarmente esenciales. La falta de
armamento pesado de los musulmanes los obligó a ponerse a la
defensiva, buscando mantener la integridad de algú n tipo de
santuario nacional mientras lograban el apoyo internacional. Los
serbios tomaron el control de grandes extensiones de territorio en
los primeros meses de la guerra, pero una vez que se reforzaron
las defensas de sus oponentes, se encontraron sobreextendidos,
con má s de1.000 kiló metros de primera línea y sin reservas
suficientes para atravesar zonas en disputa por asalto. Como la má s
pequeñ a de las fuerzas en el campo, el HVO siguió dependiendo del
apoyo de las unidades HV. A pesar de las ventajas iniciales de los
serbios, las deficiencias militares de todas las fuerzas pusieron fuera
de alcance las estrategias de aniquilació n y casi garantizaron que se
produjera algú n tipo de estancamiento.
Aunque el problema subyacente que motivó la lucha fue
el cará cter, o la supervivencia misma, del estado bosnio, las campañ as
se llevaron a cabo dentro de los teatros locales por el control del
terreno. Esto significó asegurar las á reas en disputa para la propia
facció n étnica; de ahí el fenó meno de la limpieza étnica por el cual el
control militar se convirtió en sinó nimo de ataques terroristas contra
las poblaciones locales con la intenció n de provocar una huida
masiva.33 En el verano de 1993, la ex Yugoslavia contaba con má s de
4 millones de refugiados y desplazados. personas.34 El polaco
Tadeusz Mazowiecki, designado el 6 de octubre de 1992 para presidir
la Comisió n de Expertos de la ONU sobre Violaciones de Derechos
Humanos en Bosnia-Herzegovina, tenía razó n al señ alar que “la
limpieza étnica no es una consecuencia de esta guerra, sino su
objetivo. ”35
Ninguna de las partes en conflicto poseía fuerzas suficientes para
mantener frentes fijos extendidos o ejecutar maniobras operativas
a gran escala. Por lo tanto, los combates se desarrollaron alrededor
de zonas de batalla individuales, a menudo centradas en complejos
urbanos rodeados por fuerzas hostiles y sometidos al fuego de
artillería y al hostigamiento de francotiradores, pero rara vez
tomados por asalto. Después de los primeros meses caó ticos,
cuando los serbios de Bosnia disfrutaron de una ventaja
estratégica de corta duració n (debido a la cuidadosapreparació n,
superioridad material y el hecho de que el VRS heredó el control sobre
el 50 por ciento del territorio bosnio), todos los beligerantes se vieron
obligados a fragmentar sus fuerzas y conformarse con modestos
avances tá cticos36. El papel desempeñ ado por las fuerzas
paramilitares fue sorprendente, aunque todas las milicias Las
formaciones se integraron en planes operativos má s amplios
coordinados por los respectivos comandos "nacionales". El conflicto
de Bosnia fue una guerra civil librada por tres facciones contendientes
cuyas relaciones mutuas cambiaron de hostilidad a
cooperació n dependiendo de la configuració n de fuerzas dentro de
las á reas de batalla individuales. Fue una guerra primitiva,
caracterizada por asedios, ofensivas limitadas y atrocidades
intencionadas. La contienda por el territorio adquirió una
dimensió n cultural, marcada por la destrucció n intencional de
monumentos histó ricos y artefactos culturales: se ha estimado que
a fines de 1992 hasta el 70 por ciento de la herencia arquitectó nica
de Bosnia-Herzegovina había sido dañ ada o destruida. incluyendo
má s de 300 mezquitas, 150 iglesias ortodoxas y 50 iglesias
cató licas.37 Destrucció n del monumento a Ivo Andrić en Višegrad
por los musulmanes bosnios, la dinamita de las mezquitas
Ferhadija y Arnaudije del siglo XVI en Banja Luka por los serbios
de Bosnia en la noche de mayo 5-6, 1992, bombardeo serbio de la
Biblioteca Nacional de Bosnia, Većnica,Puente de piedra del siglo
XVI (Stari most) en Mostar por la artillería croata en noviembre de
1993; estos son solo ejemplos particularmente atroces del vandalismo
cultural generalizado.38 Muchas de estas atrocidades tenían un
cará cter explícitamente antimusulmá n y se justificaron como actos de
venganza histó rica dirigida contra el legado otomano, "la continuació n
en forma extrema de un proceso de desislamizació n que había
comenzado décadas antes" 39.
A pesar de la naturaleza confusa de la lucha, los objetivos
estraté gicos
de las facciones en guerra estaban claras. Las facciones serbia y
croata tenían como objetivo asegurar territorios compactos que
pudieran ser controlados militarmente y, finalmente, otorgá rseles
autonomía y adscritos a sus respectivos países de origen. Eso
significó una partició n de facto de Bosnia-Herzegovina entre
Serbia y Croacia, la agenda examinada por Tudjman y Milošević, y
Boban y Karadžić, en sus respectivas reuniones del 25 de marzo y
de las 6.40 de mayo. La ausencia de honor entrelos ladrones se
aseguraron de que el proyecto no pudiera desarrollarse a satisfacció n
de los posibles particionarios. Pero el plan adolecía de un defecto má s
crucial. Dada la distribució n tradicional de los pueblos, cualquier
intento de partició n condenaría a una parte significativa de la
població n musulmana a la discriminació n dentro de estados étnicos
hostiles o la encerraría en un miniestado pequeñ o, sin litoral y
econó micamente inviable. El partido musulmá n trató de evitar tales
resultados a toda costa, manteniendo el control de la capital,
insistiendo en la integridad de Bosnia-Herzegovina, confiando en el
reconocimiento internacional como
un garante de supervivencia, y resistir las invasiones territoriales
serbias y croatas siempre que sea posible.41 Al comienzo de las
hostilidades, Sarajevo controlaba solo alrededor del 15 por ciento
del territorio bosnio y estaba claramente superado en armas. Su
condició n de gobierno legítimo de una Bosnia-Herzegovina
soberana era, no obstante, un activo importante y que cobraría
má s significado a medida que pasara el tiempo.
El objetivo de los serbios de Bosnia era establecer el control
sobre un cinturó n de territorio contiguo en la regió n de Bosanska
Krajina de Bosnia occidental y en Bosnia oriental, asegurando el
vínculo con Serbia y abriendo un á rea de acceso desde la
confluencia de Drina y Sava hacia el este a través de Banja Luka
hacia Knin. Así constituida, la "Repú blica Serbia" estaría unida a
Serbia propiamente dicha a lo largo del Drina, y separada de las
regiones croata y musulmana por los ríos Una, Sava y Neretva.
Sería un territorio ú nico e integrado, posiblemente con parte de un
Sarajevo dividido como su capital, que eventualmente podría
unirse a lo que quedaba de la Federació n Yugoslava en una
aproximació n a una Serbia mayor.42
Para lograr este objetivo, la facció n serbia necesitaba lograr
varias tareas. El primero fue asegurar el control de la frontera con
Serbia a lo largo del valle del Drina, una zona de població n mixta con
numerosos pueblos de mayoría musulmana. En las primeras semanas
de abril, formaciones paramilitares serbias, con la ayuda de unidades
regulares del JNA, entraron en municipios como Zvornik, Višegrad,
Bratunac, Srebrenica y Foča, derribando defensas inadecuadas e
internando, asesinando, aterrorizando y expulsando a las poblaciones
musulmanas. . Otras ciudades del valle de Drina, incluidas Goražde y
Ž epa, fueron sitiadas. La caída de Bijeljina, una pequeñ a ciudad en el
noreste de Bosnia a 15 kiló metros de la frontera con Serbia con una
població n de alrededor de 40.000 habitantes, abrió la temporada de
masacres. Al mudarse a una comunidad étnicamente mixta alrededor
de un tercio de cuyos residentes eran musulmanes, Los Tigres de
Arkan presidieron la matanza de cientos de residentes locales y la
expulsió n de los sobrevivientes antes de entregar la regió n a los
contingentes del JNA có mplices de la agenda de la Gran Serbia.43 Los
resultados de la campañ a en el valle de Drina fueron significativos,
pero no decisivos. En algunos casos (Zvornik, Višegrad) la resistencia
se hizo a un lado en cuestió n de días. En otros (Foča), donde los
defensores locales estaban armados y organizados de manera má s
eficaz, se necesitaron semanas antes de que se pudiera asegurar el
control. Los serbios lograron abrir un corredor desde Zvornik hasta
las zonas controladas por los serbios que rodean Sarajevo, pero en
mayo y junio se ampliaron demasiado pero no decisivo. En algunos
casos (Zvornik, Višegrad) la resistencia se hizo a un lado en cuestió n
de días. En otros (Foča), donde los defensores locales estaban
armados y organizados de manera má s eficaz, se necesitaron semanas
antes de que se pudiera asegurar el control. Los serbios lograron abrir
un corredor desde Zvornik hasta las zonas controladas por los serbios
que rodean Sarajevo, pero en mayo y junio se ampliaron demasiado
pero no decisivo. En algunos casos (Zvornik, Višegrad) la resistencia
se hizo a un lado en cuestió n de días. En otros (Foča), donde los
defensores locales estaban armados y organizados de manera má s
eficaz, se necesitaron semanas antes de que se pudiera asegurar el
control. Los serbios lograron abrir un corredor desde Zvornik hasta
las zonas controladas por los serbios que rodean Sarajevo, pero en
mayo y junio se ampliaron demasiado
Las fuerzas del VRS fueron expulsadas de Srebrenica y sitiadas en
Doboj. Una contraofensiva durante el verano revirtió algunas de
estas pé rdidas, pero en las á reas de Srebrenica-Ž epa y Višegrad-
Goražde-Foča, la ABH pudo mantener enclaves locales. A pesar de
sus éxitos, las fuerzas serbias ya parecían carecer de mano de obra
y voluntad para forzar concentraciones urbanas bien defendidas.
Simultá neamente con el asalto en el este de Bosnia, y utilizando
Con métodos similares, se estableció el control sobre gran parte de
Bosanska Krajina, un á rea poblada principalmente por serbios pero
con importantes minorías musulmanas y croatas, contigua a las á reas
controladas por los serbios de Croacia en Kninska Krajina y
Eslavonia.44 El 3 de abril, el centro regional Banja Luka fue ocupada
por el JNA, purgada de residentes musulmanes y croatas y
transformada en el centro político de una Bosnia occidental dominada
por los serbios. Entre mayo y julio de 1992, en la zona de Prijedor-
Sanski Most-Ključ, en el oeste de Bosnia, el 1er Cuerpo Krajina del VRS
cometió algunas de las peores atrocidades de la guerra, "limpiando"
sistemá ticamente la zona de minorías croatas y musulmanas.45
Musulmanes y croatas las fuerzas se aferraron a un saliente al sur de
Banja Luka en la ciudad de Jajce, pero en el otoñ o una ofensiva VRS de
tres frentes, ayudado por la discordia entre los defensores croatas y
musulmanes, empujado hacia el centro de la ciudad. Después de 4 días
de intensos combates, Jajce cayó el 29 de octubre.
En mayo y junio, las fuerzas serbias tambié n intentaron entrar
en la
Bihać regió n en el extremo noroeste de Bosnia (a veces
denominada bolsa de Bihać o Cazinska Krajina),
predominantemente musulmana y delimitada por el río Una y la
frontera croata-bosnia. Las fuerzas serbias tomaron Bosanska
Krupa y Bosanski Novi en el Una y entraron en la meseta de Grabez
al este de la ciudad de Bihać antes de empantanarse ante la
resistencia coordinada. En diciembre, la bolsa de Bihać se había
reducido a una pequeñ a á rea triangular completamente rodeada
por fuerzas serbias, pero defendida de manera efectiva por quizá s
10,000 combatientes en seis brigadas musulmanas organizadas
como el 5. ° Cuerpo de la ABH, junto con una unidad croata de
Bosnia del tamañ o de un batalló n controlada desde las cercanías.
Zagreb.
Bosnia oriental y Bosanska Krajina estaban vinculados por el
Regió n de Posavina, al sur del Sava a lo largo de la frontera entre
Bosnia y Eslavonia. Enfrentamientos en Posavina entre fuerzas
serbias y croatasestalló en la margen derecha del Sava en Bosanski
Brod durante marzo. Control de lo que se conocería como Posavina o
Corredor Norte, que establecía contigü idad geográ fica entre los
las entidades serbias emergentes de Croacia y Bosnia-Herzegovina
y el norte de Serbia, era un imperativo estratégico. Tambié n en
este caso los serbios utilizaron unidades de milicias para tomar el
control de las zonas que rodean el corredor y expulsar a los
habitantes no serbios, con la esperanza de consolidar sus logros
impulsando las fuerzas pesadas del JNA. Sin embargo, estaban
obligados a rechazar las ofensivas al sur del Sava lanzadas por el
HV, que en abril y mayo se trasladó a través de Bosanski Brod
hacia Derventa y Modriča, cortando temporalmente el paso a lo
largo del río.corredor y dividiendo las á reas controladas por los
serbios en Bosnia en dos partes. Los combates posteriores vieron
algunas de las batallas campales má s grandes de toda la guerra. En
octubre, el VRS finalmente obligó a las fuerzas HV y HVO a salir de
Bosanski Brod (algunos argumentan que la retirada croata fue el
resultado de un acuerdo colusorio segú n el cual las fuerzas serbias
acordaron simultá neamente retirarse de la península de Prevlaka
adyacente al Golfo de Kotor en el sur de Croacia ), y en diciembre se
había restablecido un tenue control en el corredor. De ahora en
adelante, los serbios tendrían que defender estos logros
comprometiendo una parte importante de sus reservas.
La capacidad de los serbios para abrir el corredor fue un gran éxito,
logrado frente a fuerzas croatas y musulmanas numéricamente
superiores debido a un mayor profesionalismo militar, una
organizació n má s eficaz y una potencia de fuego superior. No
obstante, la posició n seguía siendo muy vulnerable y durante toda la
guerra sería una zona en disputa cuya exposició n aseguraba que los
objetivos bélicos serbios permanecieran inseguros. El hecho de que
los serbios no tomaran las ciudades de Gradačac y Orašje, al sur y al
norte del corredor al oeste de la ciudad de Brčko, negó la profundidad
estratégica de su posició n46. La brutal campañ a de limpieza étnica
que precedió a la ocupació n militar hizo que cualquier reclamo de
control de la zona fuera fundamentalmente ilegítimo. Es má s,
Otro premio importante seguía siendo esquivo. El 2 de mayo los
serbios
fracasaron en un intento de abrirse camino en los bastiones
musulmanes del centro de Sarajevo, y se vieron obligados a
retroceder y consolidar posiciones en los accesos norte y este. Esto
dejó a la capital de Bosnia rodeada pero intacta en manos del
gobierno de Izetbegović. El posterior contraste entre el
aislamiento de los serbios de Bosnia en la capital de su aldea de
Pale (una comunidad turística con
só lo 6.000 residentes con vistas a la capital desde las colinas de las
afueras orientales a las que Karadžić retiró su cuartel general en la
primavera de 1992) y la situació n de sus rivales en la capital histó rica
serviría para socavar la credibilidad de la facció n serbia.
También el 2 y 3 de mayo, en un extrañ o incidente muy típico
de la confusió n que rodeó el inicio de la guerra, a su regreso al
aeropuerto de Sarajevo de la Conferencia de la CE sobre Bosnia-
Herzegovina en Lisboa, Izetbegović fue capturado y detenido como
rehén por el JNA. Despué s de complejas negociaciones, finalmente
fue canjeado a cambio de una promesa del gobierno bosnio de
levantar el bloqueo en la sede del Cuartel de Lukavica del 2º
Distrito del Ejército en el centro de Sarajevo. Izetbegović fue
puesto en libertad, pero durante la retirada de las fuerzas serbias
de Lukavica, las unidades de defensa territorial musulmana
abrieron fuego, matando a varios oficiales y soldados, así como a
transeú ntes civiles.47 En sus memorias, el comandante de la ABH,
Halilović, interpreta las circunstancias como parte de un golpe
fallido. pretendía reemplazar a Izetbegović con un líder
(probablemente Fikret Abdić, que estuvo presente en la ciudad
mientras se desarrollaban los hechos) dispuestos a aliarse con el
partido serbio como un medio para evitar la guerra, una
afirmació n que no se puede demostrar de manera concluyente,
pero que corresponde a lo que durante mucho tiempo había sido
una corriente de opinió n que apoyaba la cooperació n con Bosnia.
Serbios dentro del liderazgo musulmá n.48 La consecuencia
objetiva del incidente fue bastante diferente. El desprecio de los
serbios por las normas de la diplomacia y la violació n por los
musulmanes del acuerdo de alto el fuego en Lukavica dieron lugar
a una escalada significativa de las hostilidades. El resultado
reconfirmó a Izetbegović como líder indiscutible del pero eso
corresponde a lo que durante mucho tiempo había sido una
corriente de opinió n que apoyaba la cooperació n con los serbios
de Bosnia dentro del liderazgo musulmá n.48 La consecuencia
objetiva del incidente fue bastante diferente. El desprecio de los
serbios por las normas de la diplomacia y la violació n por los
musulmanes del acuerdo de alto el fuego en Lukavica dieron lugar
a una escalada significativa de las hostilidades. El resultado
reconfirmó a Izetbegović como líder indiscutible del pero eso
corresponde a lo que durante mucho tiempo había sido una
corriente de opinió n que apoyaba la cooperació n con los serbios
de Bosnia dentro del liderazgo musulmá n.48 La consecuencia
objetiva del incidente fue bastante diferente. El desprecio de los
serbios por las normas de la diplomacia y la violació n por los
musulmanes del acuerdo de alto el fuego en Lukavica dieron lugar
a una escalada significativa de las hostilidades. El resultado
reconfirmó a Izetbegović como líder indiscutible delLa facció n
musulmana reforzó su determinació n de resistir la presió n serbia y
sembró aú n má s semillas de desconfianza entre las facciones
beligerantes de Bosnia.
A pesar de su fracaso en la partició n de Sarajevo y en derrocar al
En el gobierno de Izetbegović, el VRS mantuvo el control de los
emplazamientos de artillería en las alturas circundantes de
Sarajevo, desde donde pudo procesar los bombardeos diarios y el
asedio parcial de la ciudad que se convertiría en una de las
características má s visibles del conflicto bosnio. La ló gica
estratégica de los ataques serbios, que despuésMayo de 1992 nunca
se coordinó con ningú n tipo de esfuerzo sistemá tico para tomar el
control de la ciudad, sigue siendo difícil de comprender.49 Sarajevo
no era vital para los objetivos militares de los serbios de Bosnia, y
mantener el asedio consumió una gran cantidad de mano de obra que
quizá s podría haber ha sido má s ú til en otros frentes. Estimaciones de
Divjak
que los serbios asignaron 29.000 efectivos al asedio de Sarajevo para
cubrir 64 kiló metros de frente, una fuerza demasiado pequeñ a para
tomar y mantener un á rea donde una ventaja en las fuerzas blindadas
sería neutralizada por la dificultad de maniobra, pero una merma en
su capacidad para en otros teatros.50 Sarajevo no fue la ú nica ciudad
de Bosnia sometida a asedio, pero rá pidamente se convirtió en un
punto focal de atenció n internacional y en el lugar de numerosas
visitas de dignatarios y celebridades internacionales decididos a
exhibir sus credenciales humanitarias.
— comenzando con la visita muy publicitada del presidente francés
François Mitterrand del 28 al 29 de junio. La decisió n serbia de ceder
el control del aeropuerto de Sarajevo a las Naciones Unidas a raíz de la
visita de Mitterrand el 29 de junio permitió un mayor acceso de los
medios de comunicació n a la ciudad y aumentó su estatura como
causa célebre internacional. El sitio de Sarajevo sirvió para demostrar
la precariedad del gobierno legalmente constituido de Bosnia, pero,
como el sitio de Dubrovnik durante el añ o anterior, tuvo un impacto
devastador sobre la credibilidad de la causa serbia.
Mientras el partido musulmá n luchaba por mantenerse en Bosnia
central y Sarajevo, el HVO mantuvo sus posiciones en el norte y
presionó a las fuerzas serbias para que salieran del oeste de
Herzegovina. Un acuerdo de cooperació n militar entre Izetbegović y
Tudjman concluido en mayo, y la rá pida consolidació n de la ABH a
partir de mayo, permitió a las fuerzas croatas y musulmanas reforzar
sus posiciones en Bosnia central. El 15 de junio, las fuerzas croatas
entraron en Mostar, destruyendo la principal catedral ortodoxa de la
ciudad y 17 mezquitas, mientras que las unidades serbias se retiraron
hacia Trebinje en el este de Herzegovina. El 15 de junio, la HVO
negoció una declaració n de cooperació n con los líderes musulmanes
locales, acertadamente descrita por Edgar O'Ballance como "un
ejemplo de la clá sica perfidia maquiavélica" .51 En una semana, Boban
había declarado autó noma a la Comunidad croata de Herceg-Bosna, y
el 25 de octubre Mostar fue nombrada su capital. Sin embargo, la
marea de la guerra no había cambiado, como dejó claro la
contraofensiva de verano serbia. A lo largo de la frontera con Croacia
hacia el norte, solo la bolsa de Bihać quedó fuera del control de los
serbios.
A fines de 1992, una primera fase en la historia de Bosnia
el conflicto había culminado con la facció n serbia que dominaba
casi el 70 por ciento del territorio nacional. El HVO, alineado
precariamente con las fuerzas musulmanas, controlaba las áreas
predominantemente croatas del oeste de Herzegovina, mientras
que Izetbegović vio su autoridad reducida a un á rea pequeñ a en
Bosnia central que se extendía desde Tuzla.
a Kiseljak, Sarajevo, y el puñ ado de enclaves bosnios orientales
expuestos. Los logros territoriales del partido serbio crearon la
ilusió n de éxito, pero de hecho cada uno de los beligerantes había
logrado por el momento objetivos mínimos. Los serbios habían
creado una Repú blica de los serbios de Bosnia y habían establecido
un vínculo entre las regiones controladas por los serbios desde
Belgrado hasta Knin, pero no habían eliminado la resistencia
yterminó la guerra. Los croatas habían establecido un reducto en
Herzegovina, pero su posició n militar era débil y la alianza que habían
establecido con el partido musulmá n al borde del colapso. A pesar de
una secuencia de derrotas, los musulmanes mantuvieron el control de
la capital nacional y estaban construyendo un ejército má s capaz que,
con el beneficio de las líneas de comunicació n interiores, había
demostrado su capacidad para defender á reas centrales en Bosnia
central, e incluso (en Gradačac , Bihać y los suburbios de Brčko) para
conseguir pequeñ os éxitos tá cticos. La divisió n territorial aproximada
que definía esta situació n permanecería bá sicamente inalterada hasta
que el equilibrio estratégico fuera transformado por la intervenció n
internacional en 1995.
En enero de 1993, los combates dentro de Croacia estallaron
brevemente cuando unidades de
HV tomó medidas para tomar el aeropuerto Zemunik de Zadar y el
desfiladero de Maslenica a pesar de la integridad del Á rea
Protegida de la ONU y desafiando las protestas de la ONU. La
intenció n era reconstruir el puente Maslenica, destruido por los
serbios en noviembre de 1991, y abrir el trá fico a lo largo de la
magistrala del Adriá tico que une Zagreb con Split. En el verano de
1993, los croatas habían instalado un puente de pontones de 300
metros, pero en agosto los bombardeos serbios lo inutilizaron. No
obstante, la ofensiva de Maslenica fue un presagio de lo que
vendrá . Demostró el descontento de Zagreb con el statu quo
supervisado por la ONU y la determinació n de imponer cambios.
En Bosnia, la facció n serbia centró sus operaciones durante la
temporada de campañ a de 1993 en los esfuerzos para ampliar el
Corredor Posavina y consolidar las á reas de control en el valle de
Drina. En ambos casos, se lograron éxitos limitados. En agosto, los
defensores croatas y musulmanes habían sido presionados al suroeste
de Brčko, y la zona de acceso de los serbios se había ampliado unos
cinco kiló metros. Los combates en el valle de Drina fueron iniciados
por la facció n musulmana, cuando el 7 de enero de 1993, el
comandante local Naser Orić, de solo 25 añ os pero distinguido por su
servicio como ex guardaespaldas de nada menos que Slobodan
Milošević, lanzó una serie de redadas desde dentro del enclave de
Srebrenica, quemando pueblos, masacrando a civiles y preparando el
escenario para lo que se convertiría en una trá gica venganza. Los
serbios respondieron cerrando
Srebrenica y amenazando con apoderarse de ella, avanzando el 15 de
abril a varios kiló metros del centro de la ciudad. En respuesta a la
presió n internacional, se suspendió el asalto y se mantuvo el statu
quo, pero la exposició n de los enclaves del este de Bosnia había
quedado claramente demostrada.52 En mayo, el VRS avanzó hacia el
enclave de Ž epa y en julio cortó las líneas de suministro que
conducían a Goražde. . Posteriormente, las operaciones se
desarrollaron hacia los montes Igman y Bjelašnica en las afueras de
Sarajevo, y este ú ltimo cayó en una ofensiva de armas combinadas que
incluyó el asalto con helicó pteros el 1 de agosto, amenazando las rutas
de suministro musulmanas hacia la capital asediada, que atravesaba la
carretera expuesta del monte Igman y atravesaba un tú nel de nueva
construcció n que pasa por debajo del aeropuerto. En unos días, bajo
presió n internacional, el VRS acordó dejar sus posiciones
amenazadoras a las fuerzas de la UNPROFOR. Mucho ruido y furia
acompañ aron estas operaciones, pero en el panorama general
tuvieron muy poco impacto en el equilibrio estratégico. No obstante,
la carga acumulada de las operaciones militares prolongadas estaba
pasando factura a las fuerzas de los serbios de Bosnia sobrecargadas,
y el 10 de septiembre de 1993, varias unidades serbias se amotinaron
en Banja Luka, exigiendo un mejor trato y un esfuerzo militar má s
eficiente53.
El desarrollo estraté gico má s significativo de 1993
La temporada de campañ a fue la ruptura de la alianza croata-
musulmana y el surgimiento de una serie de nuevas á reas de
batalla en el centro Bosnia. La fricció n entre las fuerzas croatas y
musulmanas ha sido endémica desde el comienzo del conflicto. Ya en
el otoñ o de 1992, croatas y musulmanes estaban en desacuerdo por la
distribució n de armas de los casernes capturados por el JNA, y en
octubre estallaron enfrentamientos locales en Novi Travnik, Prozor y
Vitež. Bosnia central en su conjunto era un á rea étnicamente mixta
donde un solo grupo étnico rara vez podía reclamar una ventaja
numérica decisiva, y las fuerzas croatas y musulmanas a menudo
estaban ubicadas en á reas urbanas en disputa, tenuemente aliadas
pero subordinadas a cadenas de mando en competencia. El ala radical
del movimiento nacional croata no ocultó su deseo de asociar todo lo
posible a Bosnia-Herzegovina con Croacia propiamente dicha: a
finales de enero de 1993, un miembro croata del presidium bosnio,
Mile Akmadžić,
negociadores internacionales en Ginebra para convertirse en un
cantó n controlado por los croatas. En abril, la contienda croata-
musulmana se convirtió en una guerra dentro de la guerra, cuando,
provocada por un tiroteo en Zenica, el HVOabandonó la moderació n
y lanzó una ofensiva diseñ ada para aterrorizar a las poblaciones
musulmanas locales y tomar el control del territorio clave y los
corredores de transporte en Bosnia central.
El 16 de abril, las fuerzas del HVO perpetraron una masacre
deliberada de los habitantes de la aldea predominantemente
musulmana de Ahmići en el valle de Lašva en Bosnia occidental,
rodeando el á rea para evitar la huida, moviéndose por la ciudad y
matando sistemá ticamente a los residentes con fuego de armas
pequeñ as, quemando la aldea hasta los cimientos y dinamitando el
minarete de la mezquita central.55 La atrocidad, descrita en un
estudio como "El Guernica del conflicto bosnio", inauguró una
campañ a de limpieza étnica.56 En verano, el HVO, ayudado e instigado
por formaciones de HV, estaba comprometido en una lucha por el
control del corredor del valle de Lašva, con luchas en y alrededor de
Fojnica, Kiseljak , Vitez y Zenica. Las fuerzas gubernamentales, que
todavía carecían de armamento pesado pero con una ventaja de mano
de obra local, resistieron bien la presió n, y en junio una
contraofensiva musulmana recuperó Travnik y se trasladó a Kakanj,
Bugojno y Prozor. La desesperada resistencia croata ahora condujo a
represalias ciegas,
Entre mayo de 1993 y enero de 1994, la HVO tambié n procesó
un asedio del este de Mostar controlado por musulmanes (el
antiguo barrio otomano de la ciudad), junto con el asedio serbio de
Sarajevo, aunque sin atraer el mismo tipo de notoriedad
internacional (aunque en Febrero, la ONU amenazó a los croatas con
sanciones) .57 East Mostar resistió y, al igual que el VRS en Sarajevo,
el HVO nunca se atrevió a aventurar un asalto total. Durante esta fase
de la guerra, las fuerzas serbias y croatas a veces establecieron
alianzas tá citas de conveniencia en los teatros de operaciones locales,
pero también continuaron enfrentá ndose entre sí en otros frentes.58
Con el tiempo, el curso de la guerra entre croatas y
musulmanes en Bosnia central se volvió cada vez má s favorable
para la facció n musulmana. A partir de junio de 1993, el nuevo
comandante de la ABH, Rašim Delić, inyectó una nota de confianza
en sí mismo en la planificació n estratégica musulmana, creando las
Brigadas 7º Muslimski y 17º Krajina al reclutar refugiados
altamente motivados de otras partes de Bosnia y usarlos
repetidamente para encabezar asaltos. En septiembre, el impulso
de la ofensiva croata se había revertido, con la ABH una vez má s en
control de
partes significativas de Bosnia central y el HVO en desorden, su
capacidad para sobrevivir depende cada vez má s de la intervenció n
directa del HV. Sin embargo, no se había logrado una decisió n
estratégica. En noviembre, los contraataques croatas recuperaron
parte del terreno perdido, y en el momento de la tregua de febrero de
1994 que puso fin a los combates, ambas partes estaban atrapadas en
algo parecido a un enfrentamiento. En un sentido má s amplio, la
contienda solo había funcionado en beneficio del partido serbio de
Bosnia, que pudo utilizar la contienda entre sus adversarios para
consolidar los logros en otros lugares, pero no, vale la pena señ alar,
para atacar decisivamente los bastiones musulmanes y ganar la
guerra. La facció n musulmana perdió terreno cuando el desacuerdo
con Izetbegović sobre los términos aceptables para un acuerdo de paz
negociado llevó al hombre fuerte local Fikret (Babo) Abdić, hablando
desde Velika Kladuša dentro del bolsillo de Bihać, para declarar una
provincia autó noma de Bosnia Occidental el 27 de septiembre de
1993. Abdić, la figura central en el escá ndalo bancario de Agrokomerc
que traumatizó a Yugoslavia en 1987, había superado a Izetbegović en
las elecciones presidenciales de Bosnia de 1990, pero renunció al
cargo debido a desacuerdos políticos con la SDA. Era sobre todo un
hombre de negocios que temía el efecto de la guerra sin fin sobre los
intereses comerciales de su feudo bosnio occidental. Inmensamente
popular a nivel local y con vínculos tanto con Zagreb como con
Belgrado, Abdić pidió a las tropas del gobierno estacionadas en el
enclave que se unieran a su causa, y logró provocar la deserció n de
dos brigadas ABH completas, ambas levantadas en el á rea de Velika
Kladuša. Negoció alto el fuego con Tudjman y Milošević, y, con un
pequeñ o ejército privado de unos 5.000, los combatientes organizados
en seis brigadas lograron combatir varias ofensivas de la ABH. En la
primavera de 1994, sin embargo, el 5. ° Cuerpo musulmá n al mando
del general Atif Dudaković logró recuperar el control de la mayor
parte del bolsillo, lo que obligó a Abdić a regresar a su bastió n de
Velika Kladuša.59 Durante los primeros meses de 1994, no menos de
cinco comandaban de forma independiente Las formaciones militares
estaban activas en el pequeñ o territorio de Cazinska Krajina: las
fuerzas musulmanas separatistas de Abdić, el 5. ° Cuerpo de ABH de
Dudaković, el HV, el VRS y el Ejército serbio de Krajina (apoyado por
Belgrado y operando desde á reas de base al otro lado de la frontera en
estrecha cooperació n con el VRS) .60 El estallido de combates dentro
del campo musulmá n y la secuencia de asociaciones cambiantes entre
las fuerzas croatas, serbias y musulmanas,
desdibujando cualquier sentido de propó sito mayor, y sin un final a
la vista.

La esperanza no es un plan de paz.

El 6 de enero de 1992, Lord Carrington propuso que se


abrieran conversaciones separadas sobre Bosnia-Herzegovina en
el marco del esfuerzo de mediació n de la CE en Croacia,
programado para trasladar su sede de La Haya a Bruselas. Se
llevaron a cabo dos rondas de discusiones exploratorias en Lisboa,
Portugal (Portugal asumió la presidencia rotatoria de la CE a
finales de añ o) bajo los auspicios del diplomá tico José Cutilheiro
los días 21 y 22 de febrero y 7 y 8 de marzo. Con el inminente
referéndum bosnio sirviendo como un estímulo para la acció n, la
principal preocupació n de los mediadores era bloquear una espiral
de conflicto. Con ese fin, se propuso un anteproyecto que buscaba
llegar a las metas mínimas de todas las partes contendientes.
Bosnia-Herzegovina se definió como un estado unitario, pero con
tres unidades constituyentes, definidas por etnia y con integridad
territorial: una Bosniacon tres partes (Bosna cela iz tri dela) como
decidieron ponerlo algunos cínicos. Tres añ os y medio después,
después de que la guerra dejara a la repú blica en ruinas, la comunidad
internacional impondría un marco de paz con el mismo fundamento,
pero en la primavera de 1992 la idea de la cantonizació n, en efecto,
una especie de suave disposició n de la partició n, fue prematuro. Si
bien aceptó la necesidad de negociar, Izetbegović se opuso a cualquier
concesió n a la premisa de divisió n comunal o federalizació n. Stjepan
Kljujić, que representó al HDZ en las primeras sesiones de Lisboa,
también fue un campeó n de la unidad bosnia, pero al salir de las
discusiones fue reemplazado por el nacionalista croata Boban. La SDS
había apoyado un acuerdo de partició n en Bosnia-Herzegovina
durante 1991, pero con la exigencia, inaceptable para sus socios
negociadores,
plan languideció .64
La intensidad de la violencia en Bosnia-Herzegovina desde la
primavera de 1992 en adelante tomó por sorpresa a los
observadores y provocó esfuerzos apresurados para controlar los
combates. Estos esfuerzos se vieron debilitados desde el principio
al limitar los supuestos sobre la naturaleza del conflicto. El má s
bá sico fue la asignació n de casi toda la responsabilidad a la facció n
serbia y a su presunto patrocinador en Belgrado, acusado de
impulsar un "proyecto serbio para crear sistemá ticamente,
mediante la violencia que incluía la limpieza étnica, las fronteras
de un nuevo conjunto étnicamente homogéneo de territorios
contiguos ”queeventualmente podría incorporarse a una Serbia má s
grande.65 La premisa de la culpabilidad serbia se articuló en una larga
lista de pronunciamientos oficiales. El 11 de mayo, el Consejo de
Ministros de la CE asignó la responsabilidad de la violencia en Bosnia-
Herzegovina al JNA y "las autoridades de Belgrado". Un día después, la
CSCE emitió una Declaració n sobre Bosnia-Herzegovina en la que
condenaba a Belgrado y al JNA por “violaciones claras, flagrantes y
persistentes” de los principios y compromisos de la CSCE. El 15 de
mayo, la Resolució n No. 752 del Consejo de Seguridad de la ONU
condenó la interferencia externa en los asuntos de Bosnia y solicitó un
alto el fuego inmediato, y el 20 de mayo el Departamento de Estado de
Estados Unidos instó a sanciones como respuesta a la "agresió n
prolongada de Serbia" .66 La interpretació n no era incorrecta en y por
sí misma: la facció n serbia tenía una gran responsabilidad en el curso
de los acontecimientos. Pero la percepció n de la responsabilidad
exclusiva de los serbios pronto llegó a dominar las interpretaciones de
todo el problema yugoslavo, con lamentables efectos secundarios. La
complejidad de los problemas subyacentes se vio oscurecida por
explicaciones unidimensionales centradas en el imperialismo serbio,
el obstruccionismo practicado por facciones rivales fue minimizado o
ignorado, y la necesidad de abordar las preocupaciones serbias como
parte de un acuerdo duradero se hizo má s difícil.
El caso contra la facció n serbia se vio reforzado por los bombardeos
de una fila de pan en el centro de Sarajevo el 27 de mayo de 1992,
matando a 16 y dejando 140 heridos, y por revelaciones en julio y
agosto sobre la limpieza é tnica inspirada por los serbios y el
maltrato de los prisioneros en los campos de detenció n67. clima
que no era propicio para la negociació n diplomá tica pragmá tica. El 13
de agosto, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó por unanimidad
la Resolució n No. 771 condenando las violaciones del derecho
internacional humanitario en Bosnia-Herzegovina, y solicitó que la
informació n sobre tales violaciones sea enviada a las autoridades de la
ONU. Pero creciendo
La indignació n por la conducta de los serbios no afectó el consenso
internacional que se opone a la intervenció n militar. Las estimaciones
de la OTAN, quizá s diseñ adas para frenar el entusiasmo, indicaron que
se necesitaría una fuerza de al menos 460.000, incluidos 200.000
estadounidenses, para revertir la ofensiva serbia, y ni la
administració n estadounidense del presidente George Bush ni sus
aliados europeos juzgaron que los intereses en juego eran suficientes
para justificar tal compromiso.68 Warren Zimmermann, quien se
desempeñ ó como el ú ltimo embajador de Estados Unidos en
Yugoslavia, sugiere que "el uso de la fuerza fue simplemente un paso
demasiado grande para considerarlo" .69 En diciembre de 1992, la
OTAN reiteró su oposició n al despliegue de tropas en Bosnia-
Herzegovina.
La negativa a considerar los medios militares significó que el
La comunidad no estaba preparada para administrar el ú nico
remedio que correspondía a su diagnó stico preferido de la
patología yugoslava. Lo que proporcionó en cambio fue una larga
serie de débiles gestos: resoluciones de la ONU (no menos de 54
resoluciones de la ONU sobre el conflicto yugoslavofueron emitidos
en diciembre de 1993), sanciones, embargos, personal de
mantenimiento de la paz donde no había paz que mantener, visitas de
celebridades al asediado Sarajevo, amenazas vacías y mediació n
interminable, que produjeron un ruido y una furia considerables, pero
hicieron poco para disuadir la diná mica del conflicto en el país. tierra.
Incluso si se hubiera podido montar una intervenció n militar a
gran escala, no está claro que hubiera sido suficiente para poner
fin al conflicto. La aspiració n de Belgrado de crear una Serbia má s
grande era parte del problema, pero no el todo. Milošević se había
pronunciado en nombre del nacionalismo serbio como un medio
para consolidar el poder, pero no tenía un compromiso sincero con
la causa nacional serbia. Su influencia sobre las entidades serbias
en Croacia y Bosnia-Herzegovina, aunque considerable, no fue
absoluta. El papel de Zagreb en el conflicto bosnio, complicado por
la prioridad otorgada a recuperar el control de las APNU dentro de
Croacia, estaba casi a punto de desaparecer.
idéntica a la de Belgrado. James Gow ha argumentado que la falta
de voluntad fue la debilidad fatal de la mediació n internacional en
Bosnia, y tiene razó n en la medida en que lamentablemente faltó
voluntad para actuar.72 Pero también es necesario considerar qué
cursos de acció n habrían contribuido para lograr una paz
duradera. Un acuerdo impuesto a expensas de los serbios desde el
principio podría haber evitado una escalada del conflicto y salvado
vidas, pero sin un concepto má s amplio para restablecer el orden
regional, no habría resuelto los mú ltiples dilemas creados por la
desintegració n de Yugoslavia.
En lugar de una intervenció n decisiva, la comunidad
internacional trató de contener el conflicto aislando a la Repú blica
Federativa de Yugoslavia y reduciendo su capacidad de ayudar e
instigar un esfuerzo bélico, al tiempo que apoyaba un esfuerzo de
socorro humanitario para abordar las dimensiones humanas de la
tragedia. una política de “contenció n con caridad” en la amarga
frase de Susan Woodward.73 El embargo de armas impuesto
durante la guerra en Croacia en septiembre de 1991 se mantuvo a
pesar de la preocupació n de que perjudicara a la facció n
musulmana. Las sanciones econó micas contra la Repú blica
Federativa de Yugoslavia impuestas por la CE en noviembre de
1991 fueron reforzadas el 30 de mayo de 1992 por la Resolució n
No. 757 del Consejo de Seguridad de la ONU, bloqueando las
transacciones comerciales, congelando el crédito y cerrando los
viajes aé reos internacionales. Otra resolució n de la ONU del 17 de
abril de 1993,
A principios del verano de 1992, el mandato de la UNPROFOR
fue
extendido a Bosnia-Herzegovina. El propó sito original de laLos
despliegues fueron para apoyar la entrega de asistencia humanitaria,
pero la misió n se expandió constantemente para incluir la protecció n
del aeropuerto de Sarajevo, el montaje de la guardia para los
convoyes, la supervisió n de los cese del fuego, el monitoreo de las
zonas de exclusió n militar y la disuasió n de la agresió n local. En julio
de 1992, a petició n de la ONU, la Unió n Europea Occidental y la OTAN
acordaron hacer cumplir el embargo econó mico mediante el control
de la navegació n en el Danubio y a lo largo de la costa del Adriá tico
(Operació n Otranto), y en noviembre el mandato se amplió para
incluir "Detener y buscar". Misiones El 9 de octubre de 1992, Estados
Unidos obtuvo la aprobació n de la Resolució n No. 781 del Consejo de
Seguridad de la ONU, que imponía una Zona de Prohibició n Aérea
sobre Bosnia-Herzegovina que la OTAN finalmente aceptaría hacer
cumplir. Resolució n del Consejo de Seguridad de la ONU No. 816 del
31 de marzo de 1993, concedió permiso a las aeronaves de la OTAN
para derribar aviones que violaran las restricciones de vuelo. En
diciembre de 1992, la ONU aprobó la creació n de un tercer comando
de la UNPROFOR en
Macedonia, que se basará a lo largo de la frontera entre Macedonia
y Serbia y pretende ser un despliegue preventivo para disuadir la
agresió n. Trescientos quince soldados estadounidenses se unieron al
contingente en el verano de 1993 como Operació n ABLE SENTRY, la
primera vez que
Los soldados estadounidenses estaban comprometidos con una
operació n bajo el mando de la ONU.
Estas iniciativas profundizaron el compromiso de la comunidad
internacional, pero no proporcionaron herramientas efectivas para
dar forma al entorno del conflicto. En cambio, la falta de consenso
con respecto a las prioridades, los mandatos limitados y la
aversió n al riesgo alentaron el avance de la misió n. Cuando el
comandante de la UNPROFOR, Phillippe Morillonde Francia fue
detenido temporalmente por ciudadanos indignados que exigían
protecció n durante una visita al enclave musulmá n de Srebrenica el
11 de marzo de 1993, tomó la iniciativa personal de declarar la ciudad
como "Zona segura" de la ONU. En junio, con la aprobació n de la ONU,
la designació n se extendió a Sarajevo, Goražde, Srebrenica, Tuzla,
Ž epa y Bihać. Lamentablemente, el término zona segura es un
eufemismo que se utiliza para describir lo que en realidad eran
enclaves rodeados e indefendibles, repletos de personas desplazadas
y con una població n combinada de má s de 1,2 millones. En
contravenció n directa del concepto de zona segura, las fuerzas
musulmanas utilizaron varios de los enclaves como santuarios para
lanzar incursiones contra territorios controlados por los serbios. Al
asumir la responsabilidad de su protecció n,
En conjunto, estas medidas hicieron poco para frenar la guerra.
Armas, petró leo y lubricantes llegaron a manos de combatientes a
pesar del embargo internacional. Las facciones en guerra
intercambiaban entre ellas los suministros necesarios, especialmente
en la zona de los enclaves. La UNPROFOR se sintió frustrada por las
divisiones a nivel de mando, la falta de recursos de inteligencia y
comunicaciones en el teatro y las reglas restrictivas para entablar
combate inapropiadas para el tipo de funciones de apoyo a la paz que
se le pidió que llevara a cabo. Entre abril de 1992 y mayo de 1994, se
negociaron no menos de 77 ceses del fuego entre las partes en
conflicto, todos los cuales se rompieron en poco tiempo. Las sanciones
causaron graves dañ os a la economía serbia, pero también tuvieron el
efecto de fortalecer la afiliació n popular con Milosevic al permitirle
culpar a los enemigos extranjeros de las desgracias de Yugoslavia. El
despliegue preventivo en Macedonia brindó tranquilidad a Skopje,
pero dadas las mú ltiples presiones a las que Belgrado estaba siendo
sometido, no había ninguna amenaza real que disuadir. El
El concepto de zona segura fue un gesto de solidaridad con la
població n musulmana que estaba siendo atacada, pero la
UNPROFOR y los gobiernos de las potencias contribuyentes que
estaban detrá s de ella no estaban preparados para cumplir sus
promesas: solo 7.000 de los 34.000 efectivos de mantenimiento de la
paz que se comprometieron a defender las zonas seguras llegaron
alguna vez al teatro.
La vía diplomá tica desarrollada originalmente por Lord Carrington
se amplió en agosto de 1992 con la creació n de un nuevo foro de
mediació n bajo los auspicios conjuntos de la CE y la ONU. Una
Conferencia Internacional sobre la Antigua Yugoslavia (ICFY) con sede
en Londres patrocinada por la CE, la ONU, la CSCE y la Organizació n de
la Conferencia Islá mica, y que incluyó a má s de 30 delegaciones
nacionales, lanzó la iniciativa del 26 al 27 de agosto. La conferencia
elaboró una lista de 12 principios para guiar el esfuerzo de
pacificació n y creó un Comité Permanente copresidido por Lord David
Owen para la CE y Cyrus Vance para la ONU, seis grupos de trabajo
para abordar aspectos específicos de la crisis y un secretaría con sede
en Ginebra, Suiza. En una reunió n en Ginebra el 3 de septiembre, el
Comité Permanente incorporó a tres representantes de la CE y la
CSCE, representantes de los cinco miembros permanentes del Consejo
de Seguridad de la ONU, un representante de la Organizació n de la
Conferencia Islá mica, dos representantes de países que bordean la
zona de guerra y Lord Carrington. Así constituido, el ICFY representó
un aparato burocrá tico considerable (y engorroso), establecido como
un foro permanente dedicado enteramente al desafío del
establecimiento de la paz.
La primera gran iniciativa del ICFY fue la llamada Vance-
Owen Peace Plan, presentado en una reunió n en Ginebra el 3 de enero
de 1993, donde Karadžić, Boban e Izetbegović representaban a las
facciones bosnias, y los presidentes Dobrica Čosić y Tudjman a la
Repú blica Federal de Yugoslavia y Croacia. En retrospectiva, Vance-
Owen aparece como un esfuerzo desesperado por rescatar la idea de
un estado unitario haciendo concesiones limitadas a la premisa de la
partició n étnica. Segú n el plan, Bosnia-Herzegovina se dividiría en
diez provincias: tres serbias, tres musulmanas, dos croatas y una
croata-musulmana, ademá s de la ciudad "mixta" de Sarajevo. Cada
provincia tendría un gobernador que representaría a la comunidad
dominante má s dos vicegobernadores que representarían a las
comunidades minoritarias. Se otorgó una considerable autonomía
local a las provincias y el gobierno central se mantuvo
deliberadamente débil.
se iba a organizar la fuerza policial para garantizar el orden. El
plan tenía atractivos notables. Abordó la agresió n serbia
reduciendo elextensió n de los tres cantones serbios al 43 por ciento
del territorio nacional y manteniéndolos físicamente divididos,
evitando así el surgimiento de una zona consolidada de los serbios de
Bosnia con el potencial de afiliarse a la vecina Yugoslavia. Bosnia-
Herzegovina se mantuvo como un estado unitario y se estableció un
contexto para revertir al menos algunas de las consecuencias de la
limpieza étnica. Tanto Tudjman como Milošević aceptaron el plan: las
disposiciones territoriales fueron generosas con la comunidad croata,
y el líder serbio (que probablemente había calculado que el plan
nunca podría cumplirse) estaba dispuesto a sacrificar las demandas
má ximas de Pale a cambio de un levantamiento. de sanciones
internacionales contra la Repú blica Federativa de Yugoslavia.
A pesar de su promesa, el Plan de paz de Vance-Owen no fue
aceptable para todos los actores locales, y no generó consenso dentro
de la comunidad internacional. Los serbios de Bosnia rechazaron los
arreglos de plano. Izetbegović, con su indecisió n característica,
expresó a regañ adientes su disposició n a considerar los términos,
pero no dejó ninguna duda sobre su insatisfacció n75. Lo que es má s
significativo, Estados Unidos se negó a apoyar el proyecto alegando
que concedía la agresió n serbia. La alternativa ofrecida por la
administració n Clinton, aú n en proceso de definir su enfoque del
problema bosnio y desgarrada por motivos contradictorios,
fricció n.
La complejidad del Plan de Paz de Vance-Owen era inevitable
en vista de los problemas enredados sobre la mesa, pero la
complejidad puede haber trabajado en contra de la aceptació n al
hacer que la implementació n parezca una posibilidad tan lejana
que no merece concesiones. La negativa de la comunidad
internacional a comprometer recursos significativos para hacer
cumplirel plan en caso de implementació n también fue un serio
inconveniente. Sin embargo, lo má s decisivo fue la continua falta de
compromiso con un resultado negociado por parte de las propias
facciones beligerantes. Solo los croatas ofrecieron un apoyo
inequívoco a un plan que satisfizo casi todas sus ambiciones
territoriales. La facció n musulmana se mantuvo evasiva y sin
entusiasmo, incluso después de que el plan se ajustara para cumplir
con sus demandas territoriales, y los serbios fueron constantemente
rechazados. En retrospectiva, no está claro que, incluso con la luz
verde de Pale, el plan podría haberse aplicado sobre el terreno.
No se esperaba esa luz verde. Bajo la presió n de su
Mecenas Milošević y el presidente griego Konstantin Mitsotakis, al
concluir una sesió n de dos días llevada a cabo el 1 y 2 de mayo de
1993 en Atenas, Karadžić acordó aceptar el acuerdo, pendiente de
la aprobació n del parlamento serbio de Bosnia en Pale80. ser
decisivo - el 5 y 6 de mayo, después de un debate acalorado
descrito por Laura Silber y Allan Little como una "farsa oscura",
con la oposició n lideradapor Biljana Plavšić y Ratko Mladić, los
diputados serbios de Bosnia votaron 51-2 (con 12 abstenciones) para
rechazar el plan.81 Un referéndum pú blico confirmó posteriormente
el resultado. Durante los debates de Pale, Milošević recortó la
lamentable figura de un aprendiz de brujo incapaz de controlar las
fuerzas del nacionalismo agraviado que él había ayudado a conjurar.
Su diplomacia sin principios comenzaba ahora a correr contra la
corriente de la fragmentació n aná rquica que había provocado la
destrucció n deliberada de Yugoslavia.
El rechazo de los serbios de Bosnia al plan de paz de Vance-
Owen
Se correspondió con la renuncia de Vance como enviado de la ONU y
reemplazado por el noruego Thorvald Stoltenberg. En agosto de 1993,
la ICFY presentó un nuevo Plan de Paz Owen-Stoltenberg que se
alejaba un paso del ideal de una Bosnia-Herzegovina unitaria al
recomendar la creació n de una confederació n de tres partes, el 51 por
ciento de la cual estaría controlada por los serbios de Bosnia. El 30
por ciento por los musulmanes y el 16 por ciento por los croatas de
Bosnia, y el 3 por ciento restante representa a los municipios de
Mostar y Sarajevo.
bajo control internacional (CE y ONU respectivamente). El plan
tuvo su origen en una propuesta de junio originada en Zagreb y
Belgrado, que pedía la transformació n de Bosnia-Herzegovina en
una "unió n de tres repú blicas", que fue aprobada por Tudjman y
Milošević, aunque con la condició n de que se concedieran las
unidades individuales. un "derecho a la autodeterminació n" .82 El
proyecto fue originalmente rechazado por la parte musulmana,
pero se revisó para incorporar algunas de las demandas clave de
Izetbegović, incluida una salida al Adriático otorgada por la parte
croata, y un corredor de acceso a Goražde enclave prometido por
los serbios. El 20 de septiembre de 1993, a bordo del HMS
Invincible en el Adriá tico, los líderes serbios y croatas y Momir
Bulatović de Montenegro, junto con Izetbegović, Karadžic y Boban
en representació n de las facciones bosnias,La determinació n podría
realizarse después de un período de espera de 2 añ os. De vuelta en
tierra, Izetbegović reconsideró su posició n y finalmente optó por
rechazar el plan después de que el parlamento bosnio socavara su
ló gica al imponer condiciones adicionales como requisitos previos
para el apoyo. En noviembre de 1993, presionada por la preocupació n
por las consecuencias humanitarias de un tercer invierno de guerra,
una iniciativa franco-alemana, finalmente denominada "Plan de
acció n" de la Unió n Europea (el 1 de noviembre de 1993, la
Comunidad Europea pasó a llamarse oficialmente Unió n Europea -
UE) buscó revivir el enfoque de Owen-Stoltenberg aumentando la
presió n sobre la facció n musulmana para que aceptara un acuerdo
que satisficiera la mayoría de sus demandas territoriales y ofreciendo
suspender las sanciones contra Yugoslavia a cambio de una mayor
flexibilidad en cuestiones territoriales. En el trasfondo de estas
charlas,
La aflicció n de la mediació n internacional en el conflicto de
Bosnia
durante 1992-1993 se puede atribuir a varios factores. En primer
lugar y má s fundamental, la voluntad de paz todavía estaba ausente
entre las facciones bosnias contendientes. La facció n croata estaba
dispuesta a firmar acuerdos que satisficieran sus demandas
territoriales, pero no a hacer sacrificios para ganar la aquiescencia de
sus rivales. Compromiso
proseguir la guerra en Bosnia central dejó al HDZ sin opciones
diplomáticas positivas. La facció n serbia desafió la presió n externa
y se aferró desesperadamente a los logros territoriales que había
logrado en los primeros meses de combate. Con sus objetivos
esenciales cumplidos y una só lida posició n militar que só lo una
improbable intervenció n externa parecía capaz de revertir, y en
ausencia de un concepto coherente para poner fin a la guerra
diplomáticamente, Pale veía poco uso para el compromiso. En el
verano de 1993, con Mostar bajo asedio y la posició n estraté gica
de los musulmanes en declive temporal, Izetbegović comenzó a
aceptar concesiones, pero solo a regañ adientes. A medida que
mejoraba la suerte militar de los musulmanes, la voluntad de
compromiso se desvanecía. Todas las partes en el conflicto
continuaron percibiendo la guerra de manera instrumental, como
medio para el logro de objetivos políticos. El "doloroso
estancamiento" de la teoría de la gestió n de conflictos,donde se
percibe que los costos de la participació n continua superan las
ganancias estratégicas alcanzables, aú n no se habían alcanzado.85
Las iniciativas de la comunidad internacional también fueron
inconsistente. La idea de Yugoslavia se sacrificó en sustitució n de un
derecho putativo de autodeterminació n nacional, pero la
autodeterminació n fue rechazada como mecanismo para la resolució n
de conflictos en el caso de Bosnia. Las variadas propuestas de paz de
la ICFY, basadas en la premisa de que la agresió n no debe ser
recompensada sancionando la consolidació n de enclaves étnicamente
puros, recomendaban reconfigurar Bosnia-Herzegovina como una
especie de Yugoslavia en miniatura, una asociació n federativa de
cantones o provincias con un gobierno central débil. y servicio civil
definido por cuotas étnicas. Tal solució n no satisfizo las demandas
centrales de ninguna de las partes en el conflicto. Las facciones serbia
y croata querían la autodeterminació n y el derecho a unirse a sus
países de origen. Los musulmanes querían un estado unitario con un
gobierno central fuerte. Todas las partes estaban dispuestas a luchar
por sus programas y la comunidad internacional no estaba preparada
para tomar medidas decisivas para imponer la paz. Aunque los
despliegues de la UNPROFOR aumentaron de 1500 efectivos en agosto
de 1992 a má s de 23.000 en 1995, nunca fueron suficientes para la
tarea en cuestió n. El embargo internacional destinado a evitar las
transferencias de armas a la zona de conflicto fue ineficaz. Una
variedad de rutas continuaron llevando armas y municiones a los
ejércitos contendientes, que lograron aumentar el tamañ o y la
sofisticació n de sus arsenales a medida que avanzaba el conflicto.86
Las sanciones contra Serbia y Montenegro dañ aron el tejido de la
economía nacional y presionaron a un gran nú mero de Aunque los
despliegues de la UNPROFOR aumentaron de 1500 efectivos en agosto
de 1992 a má s de 23.000 en 1995, nunca fueron suficientes para la
tarea en cuestió n. El embargo internacional destinado a evitar las
transferencias de armas a la zona de conflicto fue ineficaz. Una
variedad de rutas continuaron llevando armas y municiones a los
ejércitos contendientes, que lograron aumentar el tamañ o y la
sofisticació n de sus arsenales a medida que avanzaba el conflicto.86
Las sanciones contra Serbia y Montenegro dañ aron el tejido de la
economía nacional y presionaron a un gran nú mero de Aunque los
despliegues de la UNPROFOR aumentaron de 1500 efectivos en agosto
de 1992 a má s de 23.000 en 1995, nunca fueron suficientes para la
tarea en cuestió n. El embargo internacional destinado a evitar las
transferencias de armas a la zona de conflicto fue ineficaz. Una
variedad de rutas continuaron llevando armas y municiones a los
ejércitos contendientes, que lograron aumentar el tamañ o y la
sofisticació n de sus arsenales a medida que avanzaba el conflicto.86
Las sanciones contra Serbia y Montenegro dañ aron el tejido de la
economía nacional y presionaron a un gran nú mero de
ciudadanos en la pobreza, pero no afectó el bienestar de las é lites
gobernantes.87 Tuvieron algú n impacto en la decisió n de
Milosevic de apoyar una solució n negociada, pero su propio
cá lculo estratégico de que la guerra había cumplido su propó sito
de ayudar a consolidar el poder, y ahora colocó su ejercicio en
riesgo, sin duda se habría realizado con o sin el ímpetu adicional
que proporcionaban las sanciones. La creació n del Tribunal
Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY), finalmente trazada en
mayo de 1993, fue en principio un gesto innovador hacia una
convenció n de guerra internacional má s exigente, pero el TPIY no
contaba con los fondos suficientes, no contaba con el personal
suficiente y seguía sus expedientes con demasiada lentitud para
marcar una diferencia real. Los esfuerzos de socorro humanitario
ayudaron a abordar el sufrimiento creado por añ os de guerra, pero
una parte significativa de la ayuda oficial fue desviada por
elementos criminales asociados con las facciones en guerra y
nunca alcanzó su objetivo previsto. Los programas de ayuda má s
eficientes fueron realizados pororganizaciones no gubernamentales
(ONG) y asociaciones de voluntarios que evitaban los canales oficiales
y buscaban trabajar directamente con personas necesitadas.
Otra razó n de la falta de progreso, como en el conflicto croata
durante 1991-92, hubo desacuerdo entre los poderes. Solo Estados
Unidos y la OTAN estaban en condiciones de proporcionar un
liderazgo decisivo. Pero la administració n Bush no estaba
convencida de lo que estaba en juego Estados Unidos en elconflicto,
y, durante su primer añ o en el cargo, la administració n Clinton se
mostró indecisa, ansiosa por alinearse con la causa musulmana por
motivos morales, pero disuadida por los costos potenciales del
compromiso unilateral.88 Al oponerse a la iniciativa de paz de Vance-
Owen, los Estados Unidos Los Estados aseguraron su fracaso, pero no
pudieron producir una alternativa creíble. La opció n Lift and Strike
fue impugnada desde el principio, y después de una gira fallida por las
capitales europeas del secretario de Estado Warren Christopher
durante mayo, durante la cual la iniciativa estadounidense se
encontró con un rechazo casi uná nime, no tenía fundamento como
política en absoluto. Casi por defecto, siguió prevaleciendo el mínimo
comú n denominador de contenció n con caridad.

Una estrategia de finales.


El 5 de febrero de 1994, una granada de mortero cayó en el
mercado de Markale en Sarajevo, matando a 65 e hiriendo a má s de
200. Se difundieron imá genes espantosas de la carnicería en todo el
mundo. Las fuentes serbias se apresuraron a sugerir que los
musulmanes habían protagonizado la atrocidad para ganarse la
simpatía.
y las circunstancias dificultaron la asignació n definitiva de
responsabilidades. El general Michael Rose, comandante de la
UNPROFOR para Bosnia-Herzegovina, afirmó que un aná lisis del
crá ter no permitió sacar conclusiones sobre la trayectoria del
proyectil, y Yasushi Akashi, enviado especial del Secretario General
de la ONU, expresó "Ciertas dudas" sobre el origen de la ronda.89
Pero el acto fue consistente con un patró n de bombardeo de los
serbios de Bosnia establecido desde hace mucho tiempo, y Pale fue
inmediatamente condenado en la corte de la opinió n mundial.90 En
retrospectiva, galvanizando a la comunidad internacional y reviviendo
Con la determinació n de Estados Unidos de liderar, el incidente parece
haber funcionado como un evento catá rtico, rompiendo la
aquiescencia que había obstaculizado los esfuerzos internacionales de
manejo de conflictos en el pasado.
Una primera consecuencia fue dinamizar a la OTAN como actor
estratégico. El 7 de febrero, la Alianza Atlá ntica estableció un
ultimá tum de diez días para la retirada de las armas pesadas y
morteros serbios de una “zona de exclusió n total” de veinte
kiló metros alrededor de Sarajevo. Como alternativa, se ordenó a
los serbios que establecieran nueve lugares de almacenamiento de
armas fuera de la zona, que serían controlados por la UNPROFOR
pero accesibles en caso de un ataque musulmá n de Bosnia.
Después de complicadas negociaciones, los serbios de Bosnia
finalmente acordaron cumplir con estas condiciones, pero solo a
regañ adientes y con el apoyo proporcionado por unos 400
soldados rusos se trasladaron a Sarajevo desde el contingente ruso
de UNPROFOR en la UNPA-Este de Croacia.91 La intervenció n de la
OTAN había obligado a los rusos a actuar. - Moscú no deseaba
ceder terreno en Bosnia a una organizació n que todavía
consideraba un competidor internacional.esfuerzo de
establecimiento de la paz sobre una base internacional má s amplia,
pero también planteó complicaciones al hacer necesario coordinar la
política con la agenda de Moscú .
La crisis de Sarajevo llegó en un momento delicado para el ruso
Federació n. A medida que las relaciones de Yeltsin con su
parlamento se desintegraron durante 1992, la política hacia la
crisis yugoslava se convirtió en una fuente má s importante de
discordia.92 Con el conflicto en Bosnia calentá ndose, un pequeñ o
nú mero de mercenarios rusos, inspirados por la tradició n pan-
eslava del siglo XIX y patrocinados por Organizaciones patrió ticas
nacionales efímeras con conexiones políticas, se dirigieron a
Yugoslavia para luchar por la causa serbia.93 Durante los ú ltimos
meses de 1992 y 1993, el debate sobre las relaciones con Serbia se
volvió má s estridente. El 23 de septiembre de 1992, el presidente
de la Comisió n Constitucional del parlamento, Oleg Rumianstev,
describió la política
hacia Serbia como "una traició n a los intereses rusos" 94. Claro que en
la Europa poscomunista ”, añ adió má s leñ a al fuego.95 Uno de los
principales choques ofrecidos en el discurso fue la condena de las
sanciones contra Yugoslavia y la afirmació n de que Rusia
consideraría“ medidas unilaterales ”si no se levantaban. "En su lucha",
entonó el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, "el actual
gobierno de Serbia puede contar con el apoyo de la gran Rusia" .96
Esta frase fue objeto de una condena especial por parte del presidente
del Comité de Relaciones Internacionales y Asuntos Econó micos
Exteriores del parlamento. Asuntos, Evgenii Ambartsumov, para
quienes el ejercicio de la ironía diplomá tica de Kozyrev sonaba
sospechosamente "como un ultimá tum entregado a los líderes
serbios" .97 Para los críticos parlamentarios má s abiertos, la política
del gobierno fue "trá gica" y un error "criminal" que manchó "nuestros
lazos tradicionales con Serbia, Lazos eslavos y ortodoxos. ”98 Bajo la
presió n interna, en 1993 la diplomacia rusa en la ex Yugoslavia se
volvió má s activa. El enviado especial Vitalii Churkin, que só lo había
realizado dos visitas a la ex Yugoslavia en todo 1992, estuvo
constantemente en marcha entre las ex repú blicas yugoslavas desde
los primeros meses de 1993 en adelante. En mayo de 1993, Kozyrev
visitó Belgrado por primera vez en casi un añ o.99 La política del
gobierno fue "trá gica" y un error "criminal" que manchó "nuestros
lazos tradicionales con Serbia, los lazos eslavos y los lazos ortodoxos".
98 Bajo presió n interna, en 1993 la diplomacia rusa en la ex
Yugoslavia se volvió má s activa. El enviado especial Vitalii Churkin,
que só lo había realizado dos visitas a la ex Yugoslavia en todo 1992,
estuvo constantemente en marcha entre las ex repú blicas yugoslavas
desde los primeros meses de 1993 en adelante. En mayo de 1993,
Kozyrev visitó Belgrado por primera vez en casi un añ o.99 La política
del gobierno fue "trá gica" y un error "criminal" que manchó "nuestros
lazos tradicionales con Serbia, los lazos eslavos y los lazos ortodoxos".
98 Bajo presió n interna, en 1993 la diplomacia rusa en la ex
Yugoslavia se volvió má s activa. El enviado especial Vitalii Churkin,
que só lo había realizado dos visitas a la ex Yugoslavia en todo 1992,
estuvo constantemente en marcha entre las ex repú blicas yugoslavas
desde los primeros meses de 1993 en adelante. En mayo de 1993,
Kozyrev visitó Belgrado por primera vez en casi un añ o.99 estuvo
constantemente en marcha entre las ex repú blicas yugoslavas desde
los primeros meses de 1993 en adelante. En mayo de 1993, Kozyrev
visitó Belgrado por primera vez en casi un añ o.99 estuvo
constantemente en marcha entre las ex repú blicas yugoslavas desde
los primeros meses de 1993 en adelante. En mayo de 1993, Kozyrev
visitó Belgrado por primera vez en casi un añ o.99
En octubre de 1993, el conflicto entre presidente y parlamento
Se resolvió en cierto modo cuando Yeltsin recurrió a un cañ oneo para
dispersar a sus recalcitrantes diputados después de que ocuparon la
“Casa Blanca” que servía como sede del gobierno en Moscú . Dos meses
má s tarde, en elecciones nacionales programadas apresuradamente, el
Partido Liberal Democrá tico ultranacionalista y retó ricamente
proserbio dirigido por Vladimir Zhirinovskii recibió el mayor
porcentaje de votos en las votaciones por lista de partidos.100
Durante una visita a Serbia y Montenegro durante la primera La
semana de febrero de 1994, Zhirinovskii empapó a su audiencia de
grandilocuencia, adoptando la retó rica del nacionalismo serbio al
entonar que "Rusia y Serbia tienen só lo dos enemigos, el catolicismo
de Occidente y el Islam de Oriente", y evocando, durante declaraciones
pú blicas en Brčko, un "arma secreta" rusa capaz de aterrorizar a
Occidente.
los sentimientos populares que alentaron las poses de Zhirinoskii.
Bajo el arma del ultimá tum de la OTAN, Yeltsin arriesgó su
prestigio contactando directamente a Milošević y Karadžić y
ofreciéndole a Rusiaapoyo para fomentar el cumplimiento. El
resultado pareció ser un triunfo para la diplomacia rusa. Las unidades
rusas fueron recibidas en Bosnia por multitudes que lo vitoreaban, y
la retirada de las armas serbias se desarrolló sin problemas.102 La
moraleja, desde una perspectiva rusa, era clara: “Los serbios no
habían cedido al ultimá tum, ni a Estados Unidos ni a Occidente como
en su conjunto, pero estaban dispuestos a escuchar la opinió n de su
socio tradicional ruso ". 103 La opinió n nacionalista serbia se regocijó
de que después de 3 añ os de" desorientació n, desesperació n, dolor e
insatisfacció n ", Moscú se había dado cuenta de que" relaciones
histó ricamente probadas y amistosas ”Con los serbios correspondía a“
los requisitos vitales y los intereses nacionales y estatales a largo
plazo de Rusia ”104. Hubo una gran cantidad de ilusiones
incorporadas en estas evaluaciones,
Los partidarios de un papel má s fuerte de Estados Unidos vieron
la iniciativa de Rusia como
obstructivo, y lamentó que, al desactivar la crisis de Sarajevo
prematuramente, se hubiera adelantado a un enfrentamiento má s
decisivo con las fuerzas serbias. Detrá s de escena, no obstante, se
estaba llevando a cabo una importante reformulació n de la política
entre Estados Unidos y Bosnia.105 A principios de 1994, el
conflicto había comenzado a afectar de manera má s visceral a
importantes
Intereses estadounidenses: estabilidad en Europa, viabilidad de la
Alianza Atlá ntica, relaciones con Rusia, reputació n en el mundo
musulmá n y la estatura de Estados Unidos como líder mundial.
Ademá s, la administració n Clinton esperaba con interé s las
elecciones de mitad de período y habíaComenzó a preocuparse por
la posibilidad de que el embrollo bosnio dañ ara su posició n con el
electorado. Esta combinació n de intereses era demasiado poderosa
para ignorarla y provocó un esfuerzo concertado para diseñ ar una
estrategia eficaz para controlar el conflicto. Segú n el marco de política
emergente de Estados Unidos elaborado después del ultimá tum de
Sarajevo, la OTAN se convertiría en el centro de una estrategia de
diplomacia coercitiva dirigida específicamente a la facció n serbia y su
dominio territorial dentro de Bosnia-Herzegovina, considerada el
mayor obstá culo para una negociació n negociada. paz.
En febrero-marzo de 1994, aprovechando el impulso de la
Retirada de los serbios de las afueras de Sarajevo, la presió n
occidental logró la reapertura del aeropuerto de Tuzla, con
observadores rusos traídos para monitorear el cumplimiento.
Aunque justificado como un medio
Para facilitar la entrega de ayuda humanitaria, el gesto también
tuvo un significado estratégico: Tuzla era un bastió n de apoyo para
una Bosnia-Herzegovina unificada y multinacional, y
eventualmente se convertiría en el foco de la presencia militar
estadounidense en la regió n. El 27 de febrero, en línea con la
reevaluació n estratégica en curso, dos aviones de la OTAN
derribaron cuatro aviones de combate yugoslavos Jastreb que
habían traspasado la zona de exclusió n aé rea cerca de Banja Luka.
Esta fue la primera acció n de combate emprendida por la Alianza
desde su establecimiento en 1949, y un presagio de lo que vendrá .
El 10 y 12 de abril, la OTAN lanzó una serie de tres ataques aé reos
simbó licos contra posiciones serbias durante los combates en el
enclave de Goražde, y el 22 de abril, con Goražde todavía bajo
asedio, se comprometió a garantizar la defensa de Ž epa, Tuzla,
Bihać y Zonas seguras de Srebrenica. 106 Un ataque serbio contra
un vehículo blindado francés durante los combates alrededor de
Sarajevo provocó una respuesta de la OTAN contra un destructor
de tanques serbio abandonado dentro de la zona de exclusió n el 22
de septiembre. El vehículo fue seleccionado de una lista de
objetivos por Yasushi Akashi y nunca se consideró que el ataque
ser má s que un gesto simbó lico. Aunque militarmente ineficaz
(algunos nodudaría en llamarlo patético), la acció n, no obstante,
podría interpretarse como una señ al de resolució n. El 21 de
noviembre, aviones de la OTAN atacaron la base aérea de Udbina en
Kninska Krajina, desde la cual se habían lanzado ataques aéreos
serbios contra Bihać, e hicieron un dañ o má s sustancial, incluso si los
ataques se limitaron solo a los aeró dromos, y las á reas objetivo se
repararon rá pidamente. Estas incursiones fueron seguidas el 23 de
noviembre por ataques contra las instalaciones del radar (pero no los
lanzadores) en tres emplazamientos SAM serbios en la zona de Bihać.
La postura militar má s asertiva de Occidente fue igualada por una
nueva
enfoque diplomá tico. En enero de 1994, representantes de las
facciones musulmana y croata de Bosnia se reunieron bajo los
auspicios de Estados Unidos en el centro de conferencias Petersberg,
cerca de Bonn. Tres meses má s tarde, el 18 de marzo de 1994, un
acuerdo de Washington anunció la creació n de una federació n bosnia
croata-musulmana. Este acuerdo, concluido entre las facciones croata
HDZ y musulmana SDA, fue el resultado de la paciente insistencia de
Washington.107 Puso fin a la guerra de un añ o entre las fuerzas
croatas y musulmanas en el centro de Bosnia y Herzegovina, donde las
fuerzas musulmanas habían obtenido importantes resultados. avances
desde el verano anterior, y permitió que las dos facciones hicieran una
causa comú n contra los serbios de Bosnia. Ni la HDZ ni la SDA habían
cambiado sus tendencias nacionalistas ni habían abandonado los
objetivos a largo plazo. La facció n croata se ganó con promesas
de confederació n econó mica con Croacia, y por la oportunidad de
escapar de un estancamiento militar en el que no podía esperar
prevalecer.108 La SDA se sintió atraída por las ventajas militares
de un alto el fuego. Con el fin de asegurar la cooperació n, el 8 de
febrero de 1994, el ré gimen de Tudjman diseñ ó el derrocamiento
de la línea dura Boban como jefe de la facció n HDZ en nombre del
má s complaciente Krešimir Zubak.109 El Acuerdo de Washington
fue un acuerdo de conveniencia que permitió a la HDZ y la SDA
concentrarse en un adversario comú n.110 A pesar de las promesas
de buenas intenciones, incluido un acuerdo para combinar sus
respectivas fuerzas armadas en un nuevo “Ejército de la
Federació n”, la federació n no dio lugar a instituciones comunes ni
a un compromiso significativo de convivencia. Lo hizo, con la
asistencia de los supervisores de la UNPROFOR, permitir que las
fuerzas musulmanas y croatas contendientes en Bosnia central se
retiren, y permitir que se levante el sitio de Mostar. En
consecuencia, aumentó la presió n militar contra las posiciones
serbias. Estratégicamente, el acuerdo creó una base objetiva para
la determinació n de Estados Unidos de dirigir la presió n
acumulativa contra los serbios de Bosnia y, en ú ltima instancia, al
permitir una divisió n territorial dentro de la provincia que no
funcionó de manera atroz en desventaja para los musulmanes,
tomó la opció n de una política suave.partició n má s fá cil de
contemplar. Ivo Daalder lo describe como “la primera iniciativa bosnia
exitosa de la administració n [de Estados Unidos]”. 111
En abril de 1994, un nuevo foro de negociació n internacional
conocido como
el Grupo de Contacto se formó para concentrar la atenció n en las
iniciativas de paz de Bosnia y crear un contexto para la
colaboració n entre las grandes potencias. Los miembros originales
fueron los Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Alemania y la
Federació n de Rusia.112 La necesidad percibida del Grupo de
Contacto fue un reflejo de la frustració n que los esfuerzos
combinados de la ONU-UE bajo el ICFY habían engendrado durante
el añ o pasado. .113 Aunque las primeras sesiones del grupo dieron
lugar a disputas familiares sobre fines y medios, a fines de mayo
sus miembros se reunieron con las facciones bosnias en Talloires,
Francia, y comenzaron a elaborar el esquema de un acuerdo de
paz. Casi de la noche a la mañ ana, el Grupo de Contacto, que
proporcionó un mecanismo para involucrar a Rusia má s
directamente en el esfuerzo de mediació n, pareció haber
suplantado al ICFY como foro consultivo y facilitador para la
gestió n de conflictos.
En julio, el Grupo de contacto había elaborado un nuevo marco
para
negociaciones de paz, basadas en una propuesta de divisió n territorial
del 51/49 por ciento entre la Federació n croata-musulmana y los
serbios de Bosnia.
El plan fue otro intento de cuadrar el círculo manteniendo una
Bosnia-Herzegovina unitaria al tiempo que otorgaba estatus
territorial e identidad política a sus naciones é tnicas
constituyentes. Originalmente se presentó el 6 de julio como un
ultimá tum de tó matelo o dé jalo, con un período de 2 semanas para
su consideració n y una promesa de acció n punitiva contra las
partes recalcitrantes. Las facciones bosnias musulmanas y croatas,
ahora cada vez má s receptivas al liderazgo de Washington y
calculando que los serbios de Bosnia rechazarían el plan en
cualquier caso, aceptaron el plan sin condiciones. El gobierno de
Milošević, cuya capacidad para presionar a los serbios de Bosnia se
consideró de importancia crítica, apoyó el concepto.114 Pero los
serbios de Bosnia, a quienes se les pidió que hicieran concesiones
territoriales pero también se les recompensó con el
reconocimiento internacional y la capacidad de retener fuerzas
armadas independientes, se mantuvo recalcitrante. La fecha límite
del 20 de julio se extendió repetidamente debido a que la facció n
serbia planteó nuevas condiciones. Finalmente, después de otro
referéndum popular abrumadoramente negativo realizado a
principios de agosto, Pale se negó a aceptar los té rminos. Cegado
por sus conquistas territoriales y aparentemente incapaz de
pensar estratégicamente, el liderazgo de los serbios de Bosnia se
había convertido en un objeto inamovible que bloquea todas y
cada una de las opciones negociadas. El desafío estratégico central
para los mediadores internacionales, en línea con lo que se había
convertido en el enfoque preferido de Estados Unidos, ahora se
convirtió en có mo coaccionar a los serbios de Bosnia para que
intercambiaran tierras por paz. La fecha límite del 20 de julio se
extendió repetidamente debido a que la facció n serbia planteó
nuevas condiciones. Finalmente, después de otro referé ndum
popular abrumadoramente negativo realizado a principios de
agosto, Pale se negó a aceptar los términos. Cegado por sus
conquistas territoriales y aparentemente incapaz de pensar
estratégicamente, el liderazgo de los serbios de Bosnia se había
convertido en un objeto inamovible que bloquea todas y cada una
de las opciones negociadas. El desafío estraté gico central para los
mediadores internacionales, en línea con lo que se había
convertido en el enfoque preferido de Estados Unidos, ahora se
convirtió en có mo coaccionar a los serbios de Bosnia para que
intercambiaran tierras por paz. La fecha límite del 20 de julio se
extendió repetidamente debido a que la facció n serbia planteó
nuevas condiciones. Finalmente, después de otro referé ndum
popular abrumadoramente negativo realizado a principios de
agosto, Pale se negó a aceptar los términos. Cegado por sus
conquistas territoriales y aparentemente incapaz de pensar
estratégicamente, el liderazgo de los serbios de Bosnia se había
convertido en un objeto inamovible que bloquea todas y cada una
de las opciones negociadas. El desafío estraté gico central para los
mediadores internacionales, en línea con lo que se había
convertido en el enfoque preferido de Estados Unidos, ahora se
convirtió en có mo coaccionar a los serbios de Bosnia para que
intercambiaran tierras por paz. Cegado por sus conquistas
territoriales y aparentemente incapaz de pensar estratégicamente,
el liderazgo de los serbios de Bosnia se había convertido en un
objeto inamovible que bloquea todas y cada una de las opciones
negociadas. El desafío estratégico central para los mediadores
internacionales, en línea con lo que se había convertido en el
enfoque preferido de Estados Unidos, ahora se convirtió en có mo
coaccionar a los serbios de Bosnia para que intercambiaran tierras
por paz. Cegado por sus conquistas territoriales y aparentemente
incapaz de pensar estraté gicamente, el liderazgo de los serbios de
Bosnia se había convertido en un objeto inamovible que bloquea
todas y cada una de las opciones negociadas. El desafío estratégico
central para los mediadores internacionales, en línea con lo que se
había convertido en el enfoque preferido de Estados Unidos, ahora
se convirtió en có mo coaccionar a los serbios de Bosnia para que
intercambiaran tierras por paz.
La lucha continuó a medida que se desarrollaban estas
iniciativas diplomáticas. En
En marzo y abril, desencadenada por las incursiones musulmanas en
territorio controlado por los serbios, una ofensiva de los serbios de
Bosnia presionó hacia Goražde, la mayor y mejor defendida de las
zonas seguras del este de Bosnia. Con una població n de má s de 70.000
habitantes, incluidos los refugiados, que alberga el importante
complejo de la fá brica de municiones de Podjeba y el territorio
musulmá n má s cercano a Serbia propiamente dicha, el enclave se
consideraba de gran importancia estratégica. A mediados de abril,
Goražde estaba al alcance de la artillería serbia y parecía estar a punto
de caer. El 23 de abril, el enviado especial de la ONU, Yasushi Akashi,
quizá s preocupado por la suerte de los soldados de la UNPROFOR
dentro del enclave, rechazó una solicitud del secretario general de la
OTAN, Manfred Wö rner, de utilizar el poder aéreo de la OTAN para
obligar a los serbios a retroceder.
Sin embargo, nuevamente se agravó la desconfianza entre las
estructuras de mando de la UNPROFOR y la OTAN. Desde la
perspectiva de los Estados Unidos, la percepció n de que solo una
contrafuerza creíble serviría para reducir las pretensiones de los
serbios se fortaleció enormemente.
Durante el verano, las violaciones de la zona de exclusió n de
Sarajevo por ambos lados se multiplicaron, y en agosto y
septiembre los combates se arremolinaban en torno a la asediada
ciudad. Acciones de los serbios de Bosnia, que incluíanLos
repetidos esfuerzos para cerrar el aeropuerto de Sarajevo y la
carretera ú nica que sale de la ciudad a la base logística de la ONU en
Kiseljak, podrían interpretarse como un desafío directo al mandato de
la ONU para Bosnia-Herzegovina, originalmente destinado a apoyar la
entrega de asistencia humanitaria. En varias ocasiones, el comandante
de la UNPROFOR, Rose, amenazó con realizar ataques aéreos contra
ambos beligerantes para castigar las violaciones de la zona de
exclusió n. Al mismo tiempo, una ofensiva coordinada entre
musulmanes y croatas retomó Kupreš en Bosnia central y estalló la
lucha alrededor de Donji Vakuf, Glamoć y Bosansko Grahovo. En julio,
el 5º Cuerpo de la ABH al mando del general Atif Dudaković logró una
gran victoria al vencer a la resistencia en el bolsillo de Bihać y obligar
a Abdić a retirarse a la Krajina controlada por los serbios. Inspirado
por el éxito, el 26 de octubre, Dudaković lanzó un impulso para salir
del bolsillo hacia Bosnia central, pero se topó de lleno con una
contraofensiva de los serbios de Bosnia que a fines de noviembre
amenazó con invadir a Bihać. Una vez má s, surgió un enconado debate
entre los aliados occidentales sobre la viabilidad de una respuesta
aérea de la OTAN en defensa de una zona segura bajo asedio, y el
general Rose finalmente rechazó la opció n de ataque aéreo por
considerarla incompatible con su mandato de mantenimiento de la
paz. La crisis se desactivó , pero no se resolvió , a la hora 11 mediante
otra retirada voluntaria de los serbios. Sin embargo, la paciencia con
la cautela autoimpuesta de la UNPROFOR se estaba debilitando, y la
determinació n de Washington de utilizar la OTAN como un medio
para forzar el cumplimiento de los serbios ahora había madurado por
completo. pero se topó de lleno con una contraofensiva de los serbios
de Bosnia que a finales de noviembre amenazaba con invadir la propia
Bihać. Una vez má s, surgió un enconado debate entre los aliados
occidentales sobre la viabilidad de una respuesta aérea de la OTAN en
defensa de una zona segura bajo asedio, y el general Rose finalmente
rechazó la opció n de ataque aéreo por considerarla incompatible con
su mandato de mantenimiento de la paz. La crisis se desactivó , pero
no se resolvió , a la hora 11 mediante otra retirada voluntaria de los
serbios. Sin embargo, la paciencia con la cautela autoimpuesta de la
UNPROFOR se estaba debilitando, y la determinació n de Washington
de utilizar la OTAN como un medio para forzar el cumplimiento de los
serbios ahora había madurado por completo. pero se topó de lleno
con una contraofensiva de los serbios de Bosnia que a finales de
noviembre amenazaba con invadir la propia Bihać. Una vez má s,
surgió un enconado debate entre los aliados occidentales sobre la
viabilidad de una respuesta aérea de la OTAN en defensa de una zona
segura bajo asedio, y el general Rose finalmente rechazó la opció n de
ataque aéreo por considerarla incompatible con su mandato de
mantenimiento de la paz. La crisis se desactivó , pero no se resolvió , a
la hora 11 mediante otra retirada voluntaria de los serbios. Sin
embargo, la paciencia con la cautela autoimpuesta de la UNPROFOR se
estaba debilitando, y la determinació n de Washington de utilizar la
OTAN como un medio para forzar el cumplimiento de los serbios
ahora había madurado por completo. con el general Rose finalmente
rechazando la opció n de ataque aéreo por ser incompatible con su
mandato de mantenimiento de la paz. La crisis se desactivó , pero no se
resolvió , a la hora 11 mediante otra retirada voluntaria de los serbios.
Sin embargo, la paciencia con la cautela autoimpuesta de la
UNPROFOR se estaba debilitando, y la determinació n de Washington
de utilizar la OTAN como un medio para forzar el cumplimiento de los
serbios ahora había madurado por completo. con el general Rose
finalmente rechazando la opció n de ataque aéreo por ser incompatible
con su mandato de mantenimiento de la paz. La crisis se desactivó ,
pero no se resolvió , a la hora 11 mediante otra retirada voluntaria de
los serbios. Sin embargo, la paciencia con la cautela autoimpuesta de
la UNPROFOR se estaba debilitando, y la determinació n de
Washington de utilizar la OTAN como un medio para forzar el
cumplimiento de los serbios ahora había madurado por completo.
A pesar de una postura estadounidense má s asertiva, en 1995
amaneció el
El conflicto bosnio siguió siendo un tema problemá tico en la
política interna de Estados Unidos y un dilema divisorio para las
relaciones transatlá nticas. Con las elecciones presidenciales ahora
en el horizonte, el Congreso controlado por los republicanos
desafió la política de la administració n votando para levantar el
embargo de armas contra el gobierno de Bosnia-Herzegovina
unilateralmente. Los aliados europeos clave estaban señ alando
simultá neamente su falta de voluntad para mantener los
compromisos con la UNPROFOR en caso de que los
estadounidenses, sin fuerzas terrestres en el teatro
que estaría sujeto a represalias, debería romper filas y suministrar
armas a uno de los beligerantes. Estados Unidos estaba comprometido
a apoyar la retirada de la UNPROFOR con sus propias fuerzas, una
empresa potencialmente costosa con todos los adornos de una
pesadilla en un añ o electoral.117 Dadas las circunstancias, la opció n
de un compromiso decisivo que había madurado durante el añ o
pasado parecía menos arriesgada que inú til. intenta mantener el
status quo, o una abyecta retirada. Mientras tanto, la arrogancia de los
conquistadores serbios parecía no tener límites. El 19 de febrero de
1995, en un contexto de sufrimiento popular generalizado, el gá ngster
Arkan, arquitecto de la limpieza étnica serbia, se casó con la popular
cantante Ceca en una ceremonia pú blica ostentosa en el Hotel
Intercontinental de Belgrado118. cada vez má s descarado,
El problema estratégico central seguía siendo có mo obligar a los
serbios
retirada de territorios en disputa con el fin de crear un equilibrio
má s equitativo sobre el terreno. El poder aéreo de la OTAN no
podía ganar y mantener el terreno sin el apoyo de las fuerzas de
maniobra terrestres, los aliados occidentales no estaban
dispuestos a emprender una campañ a de teatro a gran escala, y el
HVO y el ABH solo eran capaces de sostener ofensivas locales. Pero
había una fuerza en el teatro dispuesta a salir al campo contra los
serbios. Este era el HV, cada vez má s competente operativamente,
motivado para liberar el territorio croata bajo control serbio, y
listo para llevar la batalla a Bosnia si se le pedía. En una entrevista
del 18 de noviembre de 1994, Tudjman había señ alado su interés
en una divisió n del botín supervisada internacionalmente en
Bosnia.concepto de ofensiva militar destinada a enderezar el
equilibrio estratégico y sentar las bases para las soluciones
negociadas. En la primavera de 1995, el ala moderada de la HDZ de
Tudjman, liderada por Josip Manolić y Stipe Mesić, se separó en
protesta contra el creciente autoritarismo y corrupció n del régimen.
Con el tiempo, la divisió n conduciría a la desaparició n política de la
HDZ, pero a corto plazo tuvo el efecto de eliminar las voces templadas
que se oponían a las soluciones militares. Con su trasfondo comunista,
autoritarismo y nacionalismo crudo
Tudjman era en la mayoría de los casos una imagen especular de
Milošević. Pero los derechos de trá nsito en Croacia, con su larga
costa adriá tica y el acceso alEl interior de Bosnia era vital para el
esfuerzo de gestió n de conflictos de Occidente, y el liderazgo croata
estaba ansioso por seguir cooperando con Occidente. Durante el añ o
pasado, con la asistencia de Estados Unidos ofrecida tanto a través de
canales oficiales como del contratista privado Military Professional
Resources, Inc. (que cuenta con una lista impresionante de ex
comandantes militares de Estados Unidos), la HV se había
transformado en una fuerza armada competente.120 Ahora se
encargaría del trabajo de lo que el diplomá tico estadounidense Robert
Frasure llamó el "perro del depó sito de chatarra" al aplicar el poder
de la tierra como herramienta coercitiva contra los reductos serbios
en Eslavonia, Krajina y Bosnia-Herzegovina.121
En los primeros días de mayo de 1995, las fuerzas croatas atacaron
el sector occidental
de la Repú blica de Krajina Serbia (Eslavonia occidental) en una
ofensiva coordinada denominada Operació n FLASH (Bljesak). El 1
de mayo, las fuerzas croatas lanzaron ataques a lo largo de la
carretera Zagreb-Belgrado entre Novo Gradiška y Okunčani, y el 3
de mayo Jasenovac, Pakrac y Okunčani habían caído, mientras
decenas de miles de refugiados serbios cruzaban la frontera hacia
la propia Serbia. La resistencia de los defensores serbios,
traicionados por sus líderes políticos, abandonados por sus
comandantes militares y abandonados sin una pizca de apoyo de
Belgrado, fue rá pidamente superada. El 3 de mayo, al mediodía, 11
misiles Orkan fueron disparados desde el territorio de Kninska
Krajina contra Zagreb, matando a uno e hiriendo a 40. La
relevancia militar de los ataques con cohetes fue menor, pero una
vez má s un acto de violencia atroz aseguró que los serbios
perderían la batalla de la opinió n pú blica. Durante la Operació n
Flash, el HV demostró su capacidad para lograr un éxito operativo
decisivo. Quizá s lo má s importante es que la tan publicitada regió n
autó noma serbia fue expuesta como un castillo de naipes, corroída
desde adentro por la corrupció n e incapaz de defenderse.122 La
acció n precipitada de Croacia fue criticada internacionalmente,
pero fue un primer paso hacia la coerció n de un inconveniente
serbio como un requisito previo para un acuerdo negociado.
A finales de mayo, aviones de la OTAN lanzaron varios ataques
contra
Los serbios de Bosnia tienen como objetivo hacer cumplir un alto
el fuego en la exclusió n de Sarajevo zona. En represalia, Pale tomó
como rehenes a aproximadamente 400 efectivos de mantenimiento de
la paz de la ONU. Algunos de estos rehenes fueron encadenados a
posibles objetivos disfrazados de escudos humanos, aunque solo por
el tiempo necesario para tomar fotografías que posteriormente harían
la gira por el mundo. Las imá genes sirvieron para dejar claro que si
los ataques aéreos
Continuar, el personal de la ONU era vulnerable. Fueron un eficaz
instrumento de intimidació n y propaganda. La acció n fue una
profunda humillació n, el punto má s bajo de frustració n para todo el
esfuerzo de mantenimiento de la paz de la ONU, pero también se
convirtió en un catalizador para una intervenció n má s decisiva. El 3
de junio, los ministros de defensa de catorce estados miembros de la
UE y la OTAN acordaron crear una Fuerza de Reacció n Rá pida para
proteger a los contingentes de la UNPROFOR de un mayor
hostigamiento, y a fines de julio, la fuerza liderada por britá nicos y
franceses fue redistribuida desde bases en Bosnia central. al monte
Igman, en una encrucijada crítica del frente de Sarajevo.
El 11 y 25 de julio, los serbios de Bosnia subieron la apuesta al
tomar las áreas seguras de la ONU de Srebrenica y Ž epa, en el
primer caso empujando a un lado una pequeñ a fuerza de 429
cascos azules holandeses y masacrando a má s de 8,000 prisioneros
en la peor atrocidad de toda la historia. Conflicto bosnio (y en toda
Europa desde la Segunda Guerra Mundial) .123 El ataque serbio a
Srebrenica no fue sin provocació n: el enclave no había sido
desmilitarizado y se utilizó como base para realizar redadas contra
pueblos serbios durante los cuales se cometieron atrocidades. El
bañ o de sangre de julio de 1995 fue la culminació n de una
venganza de larga duració n, pero no fue una má s en una larga lista
de atrocidades. La naturaleza premeditada de la masacre, el
alcance de la matanza y el comportamiento arrogante de los
conquistadores se combinaron para convertirlo en un evento ú nico
y singularmente horrible.
Una vez má s, la agresió n serbia fue instigada por la confusió n
operativa
por parte de UNPROFOR. El comando de la UNPROFOR no estaba
dispuesto a aprobar los ataques aé reos oportunos de la OTAN en el
frente de Srebrenica, y los ataques limitados lanzados el 11 de julio
fueron demasiado escasos y tardíos124.Ataque serbio, fue atacado
desde posiciones musulmanas mientras intentaba presentarse en su
cuartel general. Incapaces de resistir una gran ofensiva de armas
combinadas, confundidos acerca de la responsabilidad e inconscientes
de la intenció n de los comandantes serbios, los holandeses optaron
por no llevar a cabo una resistencia suicida y se retiraron de la ciudad
a su base de operaciones en Potočari, a unos seis kiló metros al norte. ,
seguido de una multitud desesperada de refugiados. En vista de las
secuelas, la falta de una resistencia significativa puede parecer
cobarde, pero había poco que el puñ ado de efectivos de
mantenimiento de la paz disponibles, o los ataques aéreos
puntiagudos, pudieran haber hecho para prevenir la masacre de
Srebrenica125.
La comunidad, que originalmente había prometido 7.000 efectivos de
mantenimiento de la paz en Srebrenica, nunca había tomado medidas
para garantizar que sus zonas seguras fueran seguras tanto de hecho
como de nombre. Después de Srebrenica, el enclave de Ž epa,
defendido por un total de 68 cascos azules ucranianos, cayó en
cuestió n de días.
El enclave má s grande de Goražde parecía ser el siguiente en la
fila, pero ahora se habían alcanzado los límites de la aquiescencia
occidental. La toma de los enclaves estuvo en línea con el esfuerzo
de Estados Unidos de racionalizar las á reas de control como base
para las negociaciones de paz, pero totalmente inaceptable a la
vista de las consecuencias. En una sesió n del 26 de julio en
Bruselas, el Consejo del Atlá ntico Norte prometió "rá pido y
eficiente"acció n en caso de que Goražde fuera atacado. Ya abrumadas
tras sus ofensivas contra Srebrenica y Ž epa, las fuerzas de los serbios
de Bosnia se reprimieron. La respuesta de Occidente no se lanzaría
desde dentro de los enclaves indefendibles del este de Bosnia, sino
má s bien en un teatro donde Pale estaba mucho má s expuesto.
En julio y agosto, una ofensiva de alto voltaje a gran escala, con
nombre en có digo
La Operació n STORM (Oluja) invadió toda la Repú blica de la
Krajina serbia, tomó la capital Knin y condujo a los restos de sus
fuerzas armadas a través de la frontera en desorden.126 El 30 de
julio, unidades de HVO y HV se movieron contra las aldeas de
Grahovo y Glamoč, colocando dentro del alcance de la artillería de
Knin y cortando la carretera que une la ciudad con el interior
controlado por los serbios. Siguió un frené tico esfuerzo
diplomático destinado a prevenir una prueba de armas, pero fue
en vano. Estados Unidos había sentado las bases para la operació n
y, aunque se mantuvo pú blicamente evasivo, no hizo nada para
constreñ ir a Zagreb. Milošević, que había instado a Babić y Martić a
llegar a un acuerdo con Zagreb durante má s de un añ o, aseguró en
privado a Tudjman que Serbia no respondería127. Los serbios de
Bosnia, bajo una fuerte presió n militar, no estaban en condiciones
de reaccionar, y las fuerzas de la UNPROFOR en el lugar ni siquiera
pensaron en la opció n de la resistencia. Con una fuerza
abrumadora a mano y en ausencia de una restricció n diplomá tica o
militar efectiva, Tudjman utilizó negociaciones apresuradas y
patrocinadas por la ONU en Ginebra como un foro para articular
demandas unilaterales.128 El 4 de agosto, 25 brigadas de alto
voltaje entraron en Krajina y rompieron la resistencia. podría
reunirse en cuestió n de horas. Las consecuencias de las
operaciones militares no fueron excesivas dado el alcance del
compromiso 25 brigadas HV entraron en Krajina y rompieron la
resistencia que se pudo reunir en cuestió n de horas. Las
consecuencias de las operaciones militares no fueron excesivas
dado el alcance del compromiso 25 brigadas HV entraron en
Krajina y rompieron la resistencia que se pudo reunir en cuestió n
de horas. Las consecuencias de las operaciones militares no fueron
excesivas dado el alcance del compromiso
— Fuentes croatas citan 174 muertos y 1.430 heridos por parte
del HV, contra quizá s varios miles de serbios muertos. Pero el
lo peor estaba por venir. Desde el 3 de agosto en adelante, se
formó una línea de refugiados de má s de 40 kiló metros de largo en
el cruce fronterizo que conduce a Bosnia-Herzegovina y,
finalmente, má s de 180.000 serbios huirían de la provincia bajo
coacció n, el peor incidente de limpieza étnica en toda la secuencia
de Yugoslavia. guerras. Entre los aproximadamente 9.000 serbios
que quedaron, cientos, en su mayoría ancianos indefensos, fueron
asesinados por las fuerzas especiales croatas en las pró ximas
semanas. Miles de hogares, algunos de ellos, iró nicamente,
pertenecientes a refugiados croatas que habían huido de la
provincia en 1991 (si no estaban marcados con las iniciales HK,
que significan Hrvatska Kuča - Hogar Croata), fueron
quemados.129 El 27 de agosto, Tudjman celebró su victoria con un
discurso vergonzoso en el castillo de Knin, burlá ndose de los
serbios de Krajina como “los que desaparecieron en 3 o 4 días,
El perro del depó sito de chatarra croata era un aliado
comprometedor, pero el
los éxitos logrados por la Operació n Tormenta abrieron
perspectivas para un cambio decisivo en la ex Yugoslavia. Las
ofensivas coordinadas de las fuerzas croatas y musulmanas en
Bosanska Krajina siguieron a la caída de Knin, y en cuestió n de
semanas se rompió el estancamiento territorial que había
prevalecido desde el verano de 1992. El 28 de agosto, otro
incidente de bombardeo gratuito en Sarajevo proporcionó a la
Alianza Occidental su propio casus belli, y el 30 de agosto la OTAN
inició una campañ a de bombardeos, denominada Operació n
FUERZA DELIBERADA, centrada en interrumpir los medios de
comunicació n de los serbios de Bosnia y romper el sitio de
Sarajevo. Las redadas fueron sustanciales: en 2 semanas de
ataques concentrados, los aviones de la OTAN volaron 3.315
salidas y 750 misiones de ataque dirigidas contra 56 complejos de
objetivos.131 Con la asistencia de los ataques, Las fuerzas
terrestres musulmanas y croatas pudieron acelerar su avance.
Como resultado, el 51/49 por ciento territorialLa divisió n que
estaba en la base del plan de paz del Grupo de Contacto llegó a
reflejarse en las realidades sobre el terreno. Una intervenció n decisiva
inspirada por Estados Unidos y encabezada por el poder aéreo de la
OTAN había restablecido un equilibrio regional de poder y, al hacerlo,
había creado una base objetiva para una paz negociada.132
La acció n militar fue paralela a una iniciativa diplomá tica liderada
por Estados Unidos.133
Se presentó un esbozo de la "Estrategia final" de EE. UU. Aliados
europeos y la Federació n de Rusia por una delegació n de alto nivel
encabezada por el Asesor de Seguridad Nacional Anthony Lake
durante un torbellino
gira por Londres, París, Bonn, Roma, Sochi (un balneario ruso del
Mar Negro), Madrid y Ankara en la segunda semana de agosto. El
plan proponía una solució n integral para la crisis de Bosnia que
incluía el mantenimiento de una Bosnia y Herzegovina unitaria con
una capital en Sarajevo, que se dividiría internamente entre
"entidades"en representació n de la federació n croata-musulmana y la
Repú blica Srpska definida territorialmente de acuerdo con el plan del
Grupo de Contacto. El proyecto se realizó en los Estados Unidos, pero
los aliados lo recibieron con beneplá cito, sin duda encantados de estar
detrá s del contundente liderazgo estadounidense. Las reacciones
pú blicas de Moscú fueron duramente críticas: una resolució n
parlamentaria condenó el "genocidio" perpetrado contra los serbios, y
Yeltsin comentó que las acciones de la OTAN en los Balcanes podrían
"encender las llamas de la guerra en Europa". 134 Pero Rusia había
fracasado en el esfuerzo por imponer restricciones, y sus protestas no
tuvieron ningú n efecto visible. Yeltsin trató de restaurar su
credibilidad dañ ada ofreciendo patrocinar una conferencia cumbre
que reuniera a los líderes yugoslavos en Moscú , pero la sesió n no fue
vista con buenos ojos en Washington y nunca fue convocada.
El siguiente paso fue vender el proyecto a los líderes regionales de
los Balcanes,
tarea asignada al contundente Richard Holbrooke, ajeno a la
génesis del proyecto pero respetado por su dureza. Entre agosto y
noviembre, Holbrooke dirigió a un equipo de diplomá ticos
estadounidenses en un transbordador diplomá tico entre las
capitales de los Balcanes que logró aclarar los detalles del proyecto
a las partes interesadas y, finalmente, con la ayuda de muchos
golpes de cabeza, los llevó a tablero.137
El 5 de octubre, Clinton pudo anunciar un alto el fuego de 60
días, que iría acompañ ado de la creació n de una Fuerza de
Implementació n de la Paz dirigida por la OTAN (IFOR). El
escenario ya estaba listo para las conversaciones indirectas
llevadas a cabo bajo la estricta supervisió n de Estados Unidos en
Dayton, Ohio, del 1 al 21 de noviembre. No se concedió indulgencia
a los guerrerosfacciones. Aunque estuvieron presentes durante las
deliberaciones, a los delegados croatas de Bosnia y serbios no se les
permitió actuar como partes directas en las conversaciones; sus
intereses estaban representados por Zagreb y Belgrado.
Sorprendentemente, a la hora 11, Milošević intervino personalmente
para romper un atasco al aceptar asignar a los musulmanes todo
Sarajevo y una parte de las colinas periféricas, incluidos los distritos
que la facció n serbia había controlado desde el comienzo de los
combates138. de control sobre el punto de estrangulamiento de
Brčko, que no podía ser
resuelto por consenso, fue puesto en manos de á rbitros. Cuando
todo lo demá s fallaba, las tá cticas de mano dura eran una opció n: los
negociadores estadounidenses tenían que convencer físicamente a
Izetbegović de que firmara el documento reconociendo la existencia
de la Repú blica Srpska.139 Estos métodos eran toscos pero efectivos.
El Acuerdo de Paz de Dayton se rubricó al concluir la conferencia y se
firmó formalmente en París el 14 de diciembre. Durante las sesiones
de París, se resolvió un problema restante del conflicto serbio-croata
mediante el acuerdo concluido el 12 de noviembre en la ciudad eslava
de Erdut. , estableciendo mecanismos para la transferencia pacífica
del este de Eslavonia, Baranja y el oeste de Srijem de regreso a la
soberanía croata, un proceso que se completó sin incidentes en el
transcurso de 1996 Dayton fue el resultado de una estrategia decidida
de EE.UU. de diplomacia coercitiva puesta en marcha desde principios
de 1994 en adelante. Los elementos de la estrategia, que incluían vías
econó micas, militares y diplomá ticas interconectadas, incluían el
mantenimiento de sanciones contra Belgrado como un medio para
desviar a Milošević del proyecto para una mayor Serbia que había
inspirado la primera fase de la guerra, el armado encubierto de la
ABH, apoyo para la construcció n del HV, el Acuerdo de Washington
que negocia un acuerdo croata-musulmá n limitado pero
estratégicamente significativo, la amenaza de ataques aéreos como un
medio para canalizar el comportamiento serbio, los ataques aéreos
limitados como forma de castigo y, finalmente, un La aplicació n
decisiva del poder aéreo para romper el equilibrio militar en conjunto
con las ofensivas terrestres lanzadas por las fuerzas croatas y
musulmanas. Se utilizaron medios econó micos para suavizar la
determinació n de Belgrado y disuadir cualquier tentació n de
intervenir. Se utilizaron medios militares para romper el dominio
territorial del partido serbio dentro de Bosnia y crear un equilibrio
sobre el terreno propicio para un resultado negociado (Washington
también ejerció presió n sobre sus protegidos musulmanes y croatas
para limitar las operaciones ofensivas fuera de Banja Luka una vez
que se había logrado un equilibrio estratégico viable logrado). La
combinació n del poder aéreo estadounidense y la ofensiva terrestre
emprendida por un aliado regional logró un resultado estratégico
decisivo sin involucrar a las fuerzas estadounidenses en el combate
terrestre, y eventualmente se promocionaría como un modelo para la
intervenció n en otras contingencias regionales. La clave de la
estrategia diplomá tica de Estados Unidos, iró nicamente después de
añ os de reprender a los líderes serbios de Bosnia e insistir en que la
limpieza étnica no sería recompensada, consistió en una serie de
concesiones al partido serbio. y eventualmente se promocionaría
como un modelo de intervenció n en otras contingencias regionales. La
clave de la estrategia diplomá tica de Estados Unidos, iró nicamente
después de añ os de reprender a los líderes serbios de Bosnia e insistir
en que la limpieza étnica no sería recompensada, consistió en una
serie de concesiones al partido serbio. y eventualmente se
promocionaría como un modelo de intervenció n en otras
contingencias regionales. La clave de la estrategia diplomá tica de
Estados Unidos, iró nicamente después de añ os de reprender a los
líderes serbios de Bosnia e insistir en que la limpieza étnica no sería
recompensada, consistió en una serie de concesiones al partido
serbio.
— cortejando a Milošević con la promesa de levantar las sanciones
a cambio
por traer intransigentes en Pale, y una nueva voluntad
tener en cuenta los objetivos estratégicos de los serbios de Bosnia,
incluido el control de un territorio geográ ficamente contiguo que
constituye casi la mitad del país (considerablemente má s de lo que
se le habría otorgado a la facció n serbia segú n los términos del
plan Vance-Owen, por ejemplo) y el reconocimiento de la
Repú blica Srpska como entidad internacional legítima. Finalmente,
Estados Unidos acordó suscribir una paz negociada con sus
propias fuerzas armadas. Estados Unidos había negociado la paz
rediseñ ando el equilibrio estraté gico dentro de Bosnia,
comprometié ndose a supervisar el proceso de paz y aceptando un
arreglo de partició n blanda que abordaba las condiciones mínimas
de todas las partes. Estas concesiones fueron fundamentales para
la capacidad de la comunidad internacional de vender Dayton a las
facciones contendientes. Vendrían a atormentar el proyecto
cuando la tarea de pacificació n cediera el paso a la consolidació n
de la paz. Imponer la paz estaba dentro de la capacidad de un
Occidente unificado y decidido inspirado por el liderazgo
estadounidense. Mantener un proceso de reconciliació n entre
rivales amargados y resentidos resultaría ser un tipo de desafío
completamente diferente.

El proceso de paz de Dayton.

El Acuerdo de Dayton ofreció una agenda para la paz, no un


final arquitectura. Por lo tanto, es muy ú til hablar de un enfoque de
Dayton para la consolidació n de la paz, multilateral pero sujeto a una
fuerte influencia estadounidense y con componentes civiles y
militares complementarios. El aspecto má s llamativo del acuerdo fue
la marcada divisió n del trabajo entre sus sectores militar y civil, el
primero dirigido por la OTAN y el segundo por el Alto Representante
patrocinado por la ONU encargado de supervisar la implementació n
civil. En Dayton, Estados Unidos insistió en evitar el tipo de
dependencia paralizante de la direcció n de la ONU que había
desacreditado a la UNPROFOR, y el Acuerdo de Dayton negó
explícitamente cualquier responsabilidad en el sector militar a la
Oficina del Alto Representante, afirmando que el Alto Representante
“deberá no tendrá autoridad sobre la IFOR y no interferirá de ninguna
manera en la conducció n de operaciones militares.
Políticamente, el Acuerdo de Dayton formalizó la misma
compensació n
entre la soberanía estatal y el principio federativo que había
caracterizado Planes de paz occidentales desde 1992. En principio,
la nueva Bosnia-Herzegovina era un estado unitario. De hecho, fue
objeto de una partició n suave, dividida entre la Federació n de
Bosnia (croata y musulmana) que cubre el 51 por ciento del
territorio y la Repú blica Srpska que cubre el 49 por ciento. El
gobierno central, con sede enSarajevo, constaba de una presidencia
rotatoria, un parlamento bicameral y un tribunal constitucional. Su
autoridad efectiva se limitaba a la conducció n de los asuntos
exteriores, el comercio internacional y la política fiscal. En cambio, a la
Federació n de Bosnia y a la Repú blica Srpska (a las que se hace
referencia en el contexto de Dayton como las entidades) se les
concedieron prerrogativas considerables: otorgar la ciudadanía,
mantener las fuerzas armadas y mantener "relaciones especiales
paralelas" con terceros (es decir, Croacia y Yugoslavia) siempre que
estas relaciones no pongan en peligro la soberanía y la integridad
territorial de Bosnia-Herzegovina. A los criminales de guerra acusados
se les prohibió ocupar cualquier cargo militar o electivo (una clá usula
insertada con la intenció n específica de bloquear el acceso a puestos
de liderazgo para los serbios de Bosnia Karadžić y Mladić).
La historia de éxito del proceso de Dayton llegó en el ejército
sector. La operació n JOINT ENDEAVOUR, realizada desde el otoñ o
de 1995 bajo el mando del Comandante Supremo Aliado de Europa
(SACEUR) de la OTAN con una fuerza de implementació n de
57.000 efectivos, incluidos casi 20.000 estadounidenses, fue eficaz
para hacer cumplir una cesió n de hostilidades y proporcionar un
entorno seguro para los proceso de paz para desarrollarse. La
IFOR se encargó específicamente de separar las fuerzas hostiles;
marcar y vigilar una Zona de Separació n (ZOS) de cuatro
kiló metros de ancho entre las dos entidades bosnias; afectar los
ajustes territoriales especificando las fronteras interé tnicas y
supervisando la rotació n de los territorios transferidos; patrullar
la ZOS y supervisar la retirada de fuerzas y armas pesadas a las
guarniciones y áreas de acantonamiento; garantizar la retirada del
escenario de las fuerzas extranjeras (en particular, las unidades
islá micas internacionales que apoyan a la facció n musulmana); y
hacer cumplir el cumplimiento de otros aspectos del tratado. El
mandato de la IFOR fue limitado y los límites se respetaron
rigurosamente, una consecuencia de la preocupació n de Estados
Unidos por el avance de la misió n que contribuyó a la credibilidad
del esfuerzo de mantenimiento de la paz, pero también redujo su
eficacia.
La IFOR tuvo un comienzo lento con demoras en el despliegue
(y los correspondientes sobrecostos) ocasionados por condiciones
climá ticas severas (que ralentizaron la construcció n de un puente
crucial sobre el Sava), prioridades en conflicto (el ferrocarril
europeo se negó a priorizar el trá fico ferroviario con destino a
Bosnia durante las vacaciones temporada y una huelga ferroviaria
francesa bloquearon la transferencia de vagones de carga pesados
con destino a Bosnia), y las limitaciones de planificació n impuestas
por las líneas de tiempo de Dayton (que requirieron una
dependencia má s pesada de lo previsto en el transporte aéreo en
lugar del transporte terrestre). A pesar de estos problemas, en
febrero de 1996 la IFOR estaba desplegada en cuatro países
(Bosnia-Herzegovina, Croacia, Hungría e Italia) y su misió n estaba
bien encaminada.
El primer comandante de la IFOR, el almirante estadounidense
Leighton Smith,
caracterizó el propó sito de la misió n como asegurar “una ausencia
de guerra y un ambiente en el que la paz tenga una oportunidad”
141. En estos té rminos ciertamente estrechos, el desempeñ o de la
IFOR puede describirse como un éxito sobresaliente. La ZOS y los
límites entre entidades se establecieron sin mayores incidentes, y
la zona efectivamentepatrullado por observació n terrestre, aérea y
está tica. Los intercambios de prisioneros de guerra se completaron
segú n lo programado a pesar de la considerable acritud de todas
partes. El acantonamiento de armas pesadas y el reposicionamiento
de las fuerzas dentro de los límites de las entidades se concluyó
dentro del cronograma de Dayton, se prohibió el posicionamiento de
armas en lugares no autorizados y el establecimiento de puntos de
control ilegales, y las fuerzas extranjeras se retiraron del teatro. La
IFOR también hizo contribuciones en la reparació n de puentes,
carreteras y aeropuertos, y muchos otros proyectos cívicos (estudios,
reparació n de sistemas de generació n y distribució n de energía,
atenció n médica, etc.). Abarcaba una importante misió n de asuntos
civiles que incluía la publicació n (dentro del sector estadounidense)
de un perió dico trilingü e titulado Heraldo de la paz y muchas otras
actividades diseñ adas para promover la reconciliació n. Bajo la
supervisió n de la IFOR, la posibilidad de un enfrentamiento armado
entre facciones opuestas se redujo prá cticamente a cero. Los
cementerios de Bosnia dejaron de llenarse de víctimas y se
establecieron los requisitos previos para una paz duradera. Estos
fueron logros impresionantes desde cualquier punto de vista.
Algunas tareas militares siguieron siendo esquivas o
controvertidas.
Se negoció un régimen de control de armas en el horario de Dayton
en Junio de 1996 utilizando el acuerdo de Fuerzas Convencionales en
Europa (CFE) como modelo. Segú n el acuerdo, cada una de las
facciones armadas acordó aceptar límites fijos en cinco categorías de
armamento: tanques, vehículos blindados de transporte de personal,
helicó pteros de ataque, artillería pesada (má s de
75 mm.) Y aviones de combate, de acuerdo con una proporció n
acordada de reparto. El objetivo del acuerdo era mantener un
equilibrio estratégico estable, pero la implementació n resultó ser
difícil y todas las partes continuaron participando, con diversos
grados de éxito, en una competencia para mantener su capacidad
militar entre bastidores142. el problema incluía una misió n de tren y
equipamiento en nombre de croatas y musulmanes, destinada a
proporcionar a las fuerzas armadas de la federació n los medios para
hacer frente a las fuerzas de la Repú blica Serbia y “prevenir la guerra
mediante la creació n de un equilibrio militar en Bosnia ”Segú n James
Pardew, el funcionario del Departamento de Estado originalmente
asignado para dirigir el programa.143 Simultá neamente con el
proceso de control de armas diseñ ado para reducir los niveles
generales de armamentos, Estados Unidos se comprometió a
proporcionar a las fuerzas de la federació n envíos de rifles,
ametralladoras, radios y armas pesadas, incluidos 45 tanques M60 A3,
80 vehículos blindados de transporte de personal M113, 15
helicó pteros UH-1H y 840 AT-4. Turquía acordó proporcionar
capacitació n sobre el terreno y algunos estados á rabes prometieron
apoyo financiero. Pero el programa estuvo plagado de problemas
desde el principio. La federació n avanzó lentamente hacia la creació n
de un ministerio de defensa musulmá n-croata en funcionamiento (se
estableció un ministerio conjunto en junio de 1996, pero siguió siendo
poco má s que una fachada), y la influencia islá mica sobre el clan
Izetbegović siguió siendo motivo de preocupació n. Estados Unidos
retuvo un envío de armas a bordo de un barco frente a las costas
croatas durante casi un mes entre octubre y noviembre de 1996 hasta
que se tomaron medidas en relació n con sus demandas de destitució n
del viceministro de Defensa de Bosnia, Hasan Čengić, acusado de
mantener vínculos con Irá n144. Los aliados clave de Estados Unidos
expresaron una oposició n uná nime al programa. “Estas armas son una
receta para la guerra”, argumentó un embajador anó nimo de Europa
Occidental. “Quizá s no este añ o o el pró ximo, pero un día los tanques
de fabricació n estadounidense rodará n por la llanura de Bosnia, y
¿qué hará Washington entonces?” 145
Por el momento, esas profecías parecidas a las de Cassandra
permanecían
esté ril, y las fricciones y frustraciones asociadas con IFOR misiones
de mantenimiento de la paz se vieron superadas con creces por las
contribuciones positivas. La misió n IFOR de la OTAN se extendió por
18 meses má s en diciembre de 1996 bajo una Fuerza de Estabilizació n
(SFOR) reducida pero aú n potente, y en 1998 el mandato de la SFOR
se extendió indefinidamente. En conjunto, la participació n
internacional en Bosnia-Herzegovina desde 1995 ha representado un
ejercicio innovador en el mantenimiento de la paz multilateral que
merece una evaluació n cuidadosa.
Para comenzar, debe tenerse en cuenta que la designació n
original de una fuerza de implementació n tiene cierta importancia.
El propó sito frecuentemente reiterado de la misió n era
implementar un arreglo político ya existente y defender una
cesació n del fuego vigente. Sin embargo, sería incorrecto percibir
la Operació n ENDEAVOUR CONJUNTA como un ejercicio de
mantenimiento de la paz clá sico. Las fuerzas de la OTAN
insistieron en la prerrogativa total de utilizar la fuerza decisiva
siempre que la autoridad de mando lo considerara necesario, sin
necesidad de acudir a la jerarquía de la ONU para su aprobació n. El
corazó n y el alma de los despliegues originales fue la Primera
Divisió n Blindada de EE. UU., Una unidad claramentesuperior a
cualquier otra fuerza en el teatro y decidido a anular la obstrucció n
local. El concepto operacional real de Joint Endeavour era entrar con
poder intimidatorio y forzar el consentimiento, un concepto má s
acorde con la imposició n de la paz a través de la intimidació n y la
coacció n que con el mantenimiento de la paz. El concepto fue efectivo.
Ni la IFOR ni la SFOR han sido desafiadas militarmente y han sufrido
muy pocas bajas.146
Aunque aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU, la
operació n
estaba completamente subordinado a la OTAN bajo el mando
general del Comandante Supremo Aliado de Europa (SACEUR,
durante el mandato de la IFOR, el General del Ejé rcito de los EE.
UU. George Joulwan). Como tal, proporcionó un modelo para el uso
de una organizació n de seguridad regional como la fuerza líder en
una operació n de paz realizada bajo los auspicios de la ONU.147
Tambié n proporcionó una prueba de fuego para algo parecido al
concepto de Fuerza de Tarea Conjunta Combinada (CJTF) de la
OTAN. En julio de 1993
El senador estadounidense Richard Lugar comentó que en el
período posterior a la guerra fría, la OTAN necesitaba salir "fuera
del á rea o fuera del negocio". así como el fortalecimiento del pilar
europeo de la Alianza mediante la ampliació n del área de
responsabilidad de los aliados europeos.149 Como combinaciones
de fuerzas extraídas de la OTAN y estados no miembros de la
OTAN, subordinadas a un cuartel general de la OTAN en una
misió n de mantenimiento de la paz de duració n limitada, la IFOR y
la SFOR demostraron la potencial para este tipo de operació n. En
Bosnia, la OTAN inició el proceso de “rediseñ arse a sí misma para
misiones de intervenció n selectiva”, una reformulació n
significativa del propó sito de la Alianza.150
Joint Endeavour impuso responsabilidades especiales a Gran
Bretañ a y
Francia, a la que junto con los Estados Unidos se le asignó el control
de los sectores territoriales dentro de Bosnia: un sector norte cubierto
por dos
brigadas de la Primera Divisió n Blindada de Estados Unidos con
cuartel general cerca de Tuzla e incluido el corredor Posavina; un
sector suroeste cubierto por el Reino Unido que incluye Bihać y Banja
Luka; y un sector del sureste cubierto por Francia, incluidos Sarajevo
y Goražde. La IFOR colocó a las fuerzas francesas bajo el mando
directo de la OTAN por primera vez desde 1966 y, al principio, su
participació n parecía indicar una evolució n de la política de defensa
francesa hacia la aceptació n del marco de la OTAN como el nú cleo de
la planificació n de la seguridad europea.151
La IFOR y la SFOR también han presidido grandes coaliciones
multilaterales con má s de cuarenta estados participantes, muchos
de ellos también asociados con el programa Asociació n para la Paz
de la OTAN. Una parte importante de la misió n se llevó a cabo en el
sur de Hungría, no mucho antes de ser parte integral del Pacto de
Varsovia. En general, las implicaciones de la participació n
internacional en el esfuerzo de mantenimiento de la paz liderado
por la OTAN fueron considerables. “La amplia participació n en la
fuerza de implementació n”, sugirió el secretario de Defensa de
Estados Unidos, William Perry, “es un símbolo de la nueva Europa.
El esfuerzo definirá có mo se manejará la seguridad en Europa
durante las pró ximas dé cadas. De hecho, definiremos de qué se
trata la Europa de la posguerra fría y có mo se garantizará su
seguridad ”. 152
La IFOR y la SFOR también proporcionaron un modelo de
trabajo para la seguridad.
cooperació n entre Rusia y Occidente que fue tanto má s positiva a
la luz del enfrentamiento sobre la política balcá nica que la
precedió .La intervenció n occidental que preparó el escenario para
Dayton se presentó como un hecho consumado que una Federació n de
Rusia debilitada, sin un liderazgo fuerte y preocupada por su propio
compromiso militar en Chechenia, no pudo resistir. Moscú no tuvo
má s remedio que involucrarse en el proceso de Dayton para mantener
al menos una presencia simbó lica en una regió n donde tiene
importantes intereses en juego. Lo hizo mediante la negociació n de un
acuerdo especial que permitía a una brigada rusa unirse a la IFOR en
el sector estadounidense subordinado directamente a la cadena de
mando de los EE. UU. originalmente criticado como "Operació n Hoja
de Parra", y la prensa independiente de Rusia interpretó el resultado
como una derrota humillante. 154 Pero Moscú tuvo al menos pérdidas
limitadas al encontrar una manera de participar en el proceso de
mantenimiento de la paz en sus propios términos. Sobre el terreno, la
colaboració n militar ruso-estadounidense en Bosnia resultó
alentadora. Plantear el compromiso militar ruso en los Balcanes
como modelo para la cooperació n futura puede ser demasiado
optimista dadas las circunstancias especiales que se dan, pero al
menos puede describirse como un buen ejemplo155.
La forma en que evolucione el ejemplo estará determinada, en
cierta medida, por el éxito o el fracaso a largo plazo del compromiso
occidental. En 1997 se habían cumplido las tareas específicamente
militares asignadas a las fuerzas de paz de la OTAN. Al mismo tiempo,
el proceso de reconciliació n política y consolidació n de la nació n, para
el cual se pretendía que la cesació n del fuego fuera un requisito
previo, estaba visiblemente en desorden. La IFOR y la SFOR habían
logrado imponer una tregua y bloquear la reanudació n de las
hostilidades, pero el proceso de Dayton en su conjunto no logró crear
los requisitos previos para una paz autosostenible, un fracaso que se
reflejó en la pró rroga indefinida del mandato de la SFOR. Como marco
para la consolidació n de la paz, el Acuerdo de Dayton adolecía de
graves defectos.
La naturaleza de los defectos no era ningú n misterio. Aceptació n
de un
El arreglo de cuasi-partició n para allanar el camino hacia un alto el
fuego tuvo el efecto perverso de reforzar el extremismo
nacionalista. Las comunidades croata, musulmana y serbia
mantuvieron fuerzas armadas controladas de forma independiente
y permanecieron bajo la direcció n de los mismos líderes
intransigentes que habían librado la guerra. Las elecciones
celebradas bajo la supervisió n del Alto Representante y la OSCE en
1996 reforzaron el elemento nacionalista en los tres campos,
dando nueva legitimidad a tribunas de exclusió n como el serbio
Momčilo Krajišnik y el croata Dario Kordić.156 El mismo proceso
estaba en marcha en El SDA de Izetbegović, cuyo cará cter islá mico
se hizo má s pronunciado una vez que se levantaron las
limitaciones de las campañ as militares. La purga del moderado
Haris Silajdžić y sus seguidores de las oficinas del partido fue uno
de los muchos indicios de esta evolució n. El é xodo serbio de los
suburbios de Sarajevo, que vio la salida de la noche a la mañ ana de
má s del 90% de la comunidad una vez que se retiraron las fuerzas
serbias (de aproximadamente 6.000 serbios que alguna vez
residieron en el distrito de Vogošca, se estima que solo quedaron
unos 600, y de má s de 17.000 en Ilidža menos de 100), fue de
alguna manera impuesta por la parte serbia como una cuestió n de
política (la IFOR permitió que el éxodo se llevara a cabo con la
ayuda de camiones del ejército serbio), pero tambié n fue alentado
por extremistas islá micos e incluyó varios incidentes de lapidació n
. Se permitió que la consolidació n política en la Bosnia posterior a
Dayton avanzara dentro de la divisió n étnica 000 serbios que
alguna vez residieron en el distrito de Vogošca, se estima que solo
quedaron unos 600, y de má s de 17.000 en Ilidža menos de 100),
fue de alguna manera impuesta por la parte serbia como una
cuestió n de política (la IFOR permitió que se llevara a cabo el
éxodo con el ayudante de camiones del ejé rcito serbio), pero
también fue alentado por extremistas islá micos e incluyó varios
incidentes de lapidació n. Se permitió que la consolidació n política
en la Bosnia posterior a Dayton avanzara dentro de la divisió n
étnica 000 serbios que alguna vez residieron en el distrito de
Vogošca, se estima que solo quedaron unos 600, y de má s de
17.000 en Ilidža menos de 100), fue de alguna manera impuesta
por la parte serbia como una cuestió n de política (la IFOR permitió
que se llevara a cabo el éxodo con el ayudante de camiones del
ejé rcito serbio), pero también fue alentado por extremistas
islá micos e incluyó varios incidentes de lapidació n. Se permitió
que la consolidació n política en la Bosnia posterior a Dayton
avanzara dentro de la divisió n é tnicacomunidades. Las instituciones
de gobernanza central se vieron rodeadas por contramovilizaciones
étnicas, restringidas por intrusiones internacionales.
supervisió n y efectivamente marginados.
El mismo tipo de ambigü edades se aplicó a la Federació n de
Bosnia, que resultó ser un matrimonio forzado de conveniencia al
que ninguna de las partes mantuvo una lealtad real.157 La ciudad
dividida de Mostar era el símbolo viviente de la debilidad de la
federació n. La ciudad fue sometida a la administració n de la UE a
partir de julio de 1994 y recibió el mandato de unir a sus sectores
croata y musulmá n en una administració n multiétnica. La
direcció n de la UE trajo mejoras en la infraestructura y las
condiciones de vida, pero la ciudad no estaba unida. El Acuerdo de
Roma de febrero de 1996, generado bajo la presió n de Estados
Unidos, impuso una tregua débil a las autoridades croatas y
musulmanas en disputa, que provocaron repetidamente incidentes
a lo largo de la línea divisoria étnica de facto de la ciudad, pero solo
a costa de reducir la ya pequeñ a á rea comú n en el centro de la
ciudad y tras una humillanteenfrentamiento con alborotadores en el
que el administrador de la UE Hans Koschnik (quien posteriormente
renunciaría a su cargo debido a la frustració n) fue rehén
brevemente.158 Con su Puente Viejo aú n roto a mitad de camino,
después de Dayton Mostar ofreció una imagen postal iró nicamente
apropiada para lo que se había convertido en una sociedad
incorregiblemente dividida.159
Otros problemas no resueltos tambié n bloquearon el progreso.
El Dayton
El proceso exigió que el estado del Corredor Posavina y la ciudad
en disputa de Brčko fuera fijado por un comité de arbitraje, pero
ambas partes consideraron el tema como un interés vital y una
decisió n final fue pospuesta repetidamente.160 Límites
transparentes entre entidades y retorno de refugiados. Eran
objetivos clave, pero la creació n de enclaves "é tnicamente puros"
había sido un objetivo de guerra importante de todos los
beligerantes, y el progreso hacia la reversió n de las consecuencias
de añ os de limpieza étnica fue insignificante. Todas las partes
utilizaron la violencia policial y de las turbas para expulsar a los no
deseados, y se hicieron esfuerzos especiales parafrustrar proyectos
piloto patrocinados internacionalmente para el retorno de refugiados
en lugares como Travnik, Jajce y Stolac. El alcalde de Jajce, por citar un
ejemplo, fue expulsado de su cargo por extremistas croatas después
de aceptar el regreso de 200 refugiados musulmanes. En las aldeas
bosnias de Gajevi y Jusići (ubicadas adyacentes al corredor de
Posavina y, por lo tanto, de importancia estratégica), en noviembre de
1996, cientos de musulmanes que intentaban un regreso organizado a
sus antiguos hogares fueron bloqueados y disparados por la policía
serbia. Las tropas de la IFOR intervinieron y detuvieron el ingreso
hasta que se verificaron las solicitudes de retorno, pero cuando el
proceso se reanudó en febrero y marzo de 1997, se vio frustrado por
nuevos episodios de violencia colectiva161.
El problema se agravó aú n má s por el dañ o físico devastado por la
guerra. ambiente. Muchos de los hogares a los que los refugiados
aspiraban a regresar eran poco má s que proyectiles quemados, sin
acceso a agua, electricidad o servicios pú blicos. También estaba la
carga espiritual de la guerra, que prá cticamente obligaba a los
refugiados que regresaban a asumir el papel de colonos y a adaptar
una afiliació n étnica excluyente que muchos preferían rechazar, y que
a menudo hacía que el reasentamiento fuera una opció n imposible
incluso si las circunstancias físicas lo permitían. El Alto Comisionado
de las Naciones Unidas, Carlos Westendorp, describiría má s tarde la
renuencia de la comunidad internacional a presionar má s para el
regreso de los refugiados como su mayor falla en Bosnia-Herzegovina
posterior a Dayton.162 Varios millones de minas terrestres estaban
esparcidas por Bosnia-Herzegovina al concluir las hostilidades. y
aunque el marcado y remoció n de minas se inició bajo Dayton y se
despejaron las principales arterias de transporte, el tamañ o de la
tarea era abrumador. Técnicamente, la remoció n de minas no fue
designada como una tarea de la IFOR: se creó una Agencia Nacional de
Minas para abordar el problema bajo el patrocinio internacional.
— pero el progreso siguió dependiendo de la estabilidad suscrita
por un internacional presencia militar.
El proceso de Dayton dependió de la reconstrucció n y el desarrollo
econó micos para reforzar el apoyo popular al proceso de paz, pero los
esfuerzos por generar crecimiento a raíz del conflicto fueron en
general infructuosos163. Varios añ os después de iniciado el proceso,
se estimó que el ingreso per cá pita era del 25% del total. niveles
anteriores a la guerra. Casi la mitad de la població n de antes de la
guerra de 4,6 millones contaba como refugiados o desplazados
internos. La població n total de Bosnia se estimó en
3.5 millones, una reducció n del 23 por ciento con respecto al nivel
anterior a la guerra, con desempleo de má s del 60 por ciento. El
legado de destrucció n física que dejó la guerra fue inmenso: la
producció n industrial se redujo en un 90 por ciento, con el 80 por
ciento de los generadores de energía destruidos o fuera de
funcionamiento, el 40 por ciento de los puentes destruidos y el 60 por
ciento de las viviendas, el 50 por ciento de las escuelas. y el 30 por
ciento de las instalaciones sanitarias dañ adas. Las conferencias de
donantes organizadas por la UE y el Banco Mundial lograron cumplir
los objetivos de ayuda al desarrollo, pero las sumas en cuestió n fueron
solo una gota en el agua. La gobernanza débil y la interrupció n de la
actividad econó mica normal fueron aprovechadas por los elementos
del crimen organizado que se habían multiplicado en el curso de la
guerra, y la criminalizació n de la actividad econó mica bá sica (como
fue el caso en toda la ex Yugoslavia y, de hecho, en gran parte de los
Balcanes poscomunistas ) pronto se convirtió en otra barrera
a la recuperació n.164
El Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia no estaba
asociado formalmente con el proceso de Dayton, pero el Acuerdo
de Dayton obligaba a los signatarios a "cooperar" con su trabajo,
que en general se consideraba una parte integral del esfuerzo de
consolidació n de la paz. Se suponía que sin algú n tipo de
retribució n para los responsables de las peores atrocidades de la
guerra, Bosnia nunca podría limpiar la pizarra y emprender un
proceso de reconciliació n.165 La premisa puede ser cuestionada.
La venganza es un motivo poderoso, pero puede contribuir a la
polarizació n, así como a una empatía renovada, particularmente
cuando los resultados no son considerados equitativos por todos
los involucrados. Para lograr el má ximoEn efecto, las sentencias del
tribunal debían ser rá pidas, creíbles y justas. Pero el tribunal en sí no
tenía autoridad para arrestar, cuya responsabilidad recayó en los
contingentes militares internacionales activos en Bosnia y las propias
entidades. Como resultado, solo una pequeñ a minoría de má s de
ochenta sospechosos acusados fueron detenidos y llevados a La Haya
en virtud de los mandatos de la IFOR y los primeros mandatos de la
SFOR. Los críticos inmediatamente etiquetaron al tribunal como un
ejercicio de hipocresía, creado para desviar la crítica pú blica en un
momento en que el esfuerzo occidental de manejo de conflictos iba
mal, mantenido como un medio para presionar a las facciones y
finalmente transformado en una institució n que se perpetú a a sí
misma. con impulso e intereses creados propios166.

Una paz ambigua.

Entre 1992 y 1995, la guerra en Bosnia-Herzegovina se cobró


cientos de miles de víctimas. Millones fueron expulsados de sus
hogares y relegados a la condició n de personas desplazadas y
refugiados.167 La implacable propaganda de odio, la limpieza
étnica sistemá tica, las masacres recurrentes y el vandalismo
cultural generalizado hacen de la tragedia bosnia una narrativa de
inhumanidad poco comú n. Luchado en el corazó n de Europa, bajo
el escrutinio de unos medios internacionales intensamente
curiosos (aunque a menudo curiosamente insensatos), el conflicto
y sus secuelas dominaron la agenda de seguridad internacional
durante añ os. En Dayton, Estados Unidos y sus aliados lograron
imponer una frá gil tregua a las facciones en guerra, pero no
lograron construir un marco viable para la construcció n de la paz.
la paz todavía aparentemente fuera de su alcance.
La tarea de facilitar una resolució n del conflicto de Bosnia fue
siempre tremendamente difícil. La naturaleza compleja y emocional
de las cuestiones en juego, el importante papel que desempeñ an las
fuerzas irregulares mal disciplinadas, la mala voluntad con la que los
actores locales entablaron negociaciones y la omnipresencia de la
propaganda bélica y la desinformació n se combinaron para hacer que
el conflicto fuera particularmente opaco e intratable. . A pesar de estos
desafíos, la mediació n internacional durante el conflicto debe
caracterizarse como un fracaso. La comunidad internacional no previó
las consecuencias del desmantelamiento de Yugoslavia en ausencia de
arreglos para resolver los muchos problemas de ciudadanía e
identidad que la eliminació n de las instituciones federales estaba
destinada a crear. El reconocimiento de una Bosnia-Herzegovina
soberana sin garantías para su seguridad fue una receta para el
desastre. Los esfuerzos posteriores para poner fin a los combates se
vieron obstaculizados por la insuficiencia de las instituciones
internacionales, la falta de acuerdo entre las principales potencias y la
renuencia a contemplar medidas militares decisivas cuando la
imposició n de la paz se había convertido en el ú nico mecanismo viable
para la resolució n de conflictos. Gran parte del esfuerzo de mediació n
fue reactivo y estuvo impulsado por la crisis, carecía de la inspiració n
de un concepto estratégico má s amplio e insensible a las formas en
que la guerra encajaba en los marcos de seguridad regionales y
globales emergentes. La diplomacia estadounidense estaba hasta
cierto punto paralizada por desacuerdos sobre la naturaleza del orden
mundial posterior a la guerra fría y la forma en que los conflictos
regionales como el de los Balcanes deberían afectar las prioridades
estratégicas sin ningú n tipo de peligro claro y presente para los
intereses duros de Estados Unidos: un disputa que de alguna manera
aú n no se ha resuelto.
La primera y má s evidente víctima fue Bosnia-Herzegovina.
en sí mismo, y el ideal del multiculturalismo que muchos
supusieron que encarnaba.168 Dayton pudo haber sido imaginado,
como sugiere Rahda Kumar, como "una solució n provisional que
ofrece un respiro para que la racionalidad regrese a medida que el
miedo menguó ", pero fue en esencia un arreglo de partició n
blanda, y el precedente histó rico indica que “el
El proceso de partició n ha separado inexorablemente a las
comunidades ”. 169 El propó sito principal del acuerdo era
imponer la paz, y el resultado "se parecía má s a un armisticio entre
estados en guerra que a un pacto social para la reconstrucció n de
Bosnia" .170 la experiencia hasta la fecha ha sido mixta.
La regió n de los Balcanes en su conjunto también sufrió las
deficiencias del proceso de Dayton. La lucha en Bosnia-Herzegovina se
logró contener dentro de las fronteras de la repú blica, pero el impacto
de la guerra en la regió n fue profundo. Un gran fracaso del Acuerdo de
Dayton fue el grado en que se centró casi exclusivamente en
soluciones para Bosnia e ignoró las oleadas de inestabilidad que el
conflicto había provocado en las zonas circundantes. Las
consecuencias econó micas de la guerra socavaron las perspectivas de
una transició n poscomunista en gran parte del sudeste de Europa.
Dayton tuvo el efecto objetivo de reforzar a Milosevic, cuyas políticas
irresponsables seguían siendo una amenaza para el orden regional.
Hizo poco para abordar la extrema fragilidad de los diversos estados y
regiones que aspiran a la estadidad: Macedonia, Montenegro, Kosovo,
y las propias entidades bosnias, que habían surgido en los Balcanes
meridionales como resultado de la disolució n de Yugoslavia. De
manera reveladora, un esfuerzo por colocar el problema de Kosovo en
la agenda de Dayton fue rechazado como una fuente innecesaria de
complicaciones.
Dayton tampoco resolvió los dilemas balcá nicos de Washington.
Estados Unidos se vio envuelto en el conflicto bosnio en contra de su
mejor criterio. Al final, jugó un papel decisivo en la configuració n del
resultado, pero su compromiso con la gestió n de la seguridad y las
responsabilidades de mantenimiento de la paz no se basó en una base
só lida. Los críticos internos criticaron a la administració n por
comprometer a Estados Unidos en un "remanso geopolítico" donde los
intereses nacionales vitales no estaban en juego, y presionaron por
una partició n dura como preludio de la desconexió n.171 Washington
era vital para la viabilidad del proyecto de Dayton, pero no de manera
incondicional. comprometido con su éxito. Como resultado, poco
después de la conclusió n del acuerdo reaparecieron fricciones
familiares sobre el reparto de la carga y la direcció n política entre
Estados Unidos y sus aliados europeos.172
El Acuerdo de Dayton puso fin a los combates en Bosnia.
Herzegovina, y esto no fue un logro menor. No logró proporcionar
un concepto viable para reconstruir el estado,
reformulando el orden regional, o bloqueando la espiral de
conflicto al que la desintegració n de la multinacional Yugoslavia
siguió dando lugar. Las consecuencias de estos fallos pronto se harían
sentir.

NOTAS FINALES - CAPÍTULO 4

1. En conversació n con Borisav Jović el 28 de junio de 1990, Milošević evocó


la posibilidad de crear una nueva Yugoslavia dominada por los serbios sin
Eslovenia y Croacia, "que tendría casi 17 millones de habitantes, suficiente para
las circunstancias europeas". Borislav Jović, Poslednji dani SFRJ: Izvodi iz
dnevnika, 2a ed., Belgrado: Narodna Biblioteka Srbije, 1995, pá gs. 161.

2. En el censo de 1961, los musulmanes constituían el 26 por ciento de la


població n; Serbios, 43 por ciento; y croatas, 22 por ciento. Srdjan Bogosavljević,
“Bosna i Herzegovina u ogledalu statistike”, en Dušan Janjić y Paul Shoup, eds.,
Bosna i Herzegovina izmedju rata i mira, Belgrado: Dom Omladine, 1992, pá gs. 31-
47.

3. Adolph Karger, "Das Leopardenfell: Zur regionalen Verteilung der Ethnien


in Bosnien-Herzegowinien", Osteuropa, vol. 42, nú m. 12, 1992, pá gs. 1102-1111.

4. Véase Xavier Bougarel, Bosnie: Anatomie d'un conflit, París: La Découverte,


1996, pá gs. 81-86, y Rusmir Mahmutćehajić, Dobra Bosna, Zagreb: Edition Durieux,
1997. Mahmutćehajić aboga por una Bosnia-Herzegovina unitaria y soberana sobre
una identidad nacional general que trasciende la divisió n étnica y confesional.

5. Vé ase la entrevista con Momčilo Krajišnik, “Jugoslavija ili rat”, en Danas, 6


de agosto de 1991, pá gs. 29-31.

6. Marie-Janine Calic, Krieg und Frieden en Bosnien-Herzegovina, Fráncfort del


Meno: Edició n Suhrkamp, 1996, p. 89.

7. La mayoría de estas formaciones estaban estrechamente vinculadas a las


cadenas de mando emergentes de los serbios de Bosnia, los croatas y los
musulmanes. Para una descripció n del proceso en el caso serbio, ver "Kako su
formirane dobrovoljačke jedinice u Srbiji", Borba,20-21 de noviembre de 1993,
pá gs. 111-112. Para 1994, segú n fuentes de la ONU, el nú mero de formaciones
paramilitares activas en Bosnia-Herzegovina había aumentado a 83 (53 serbios, 13
croatas y 14 musulmanes). Comisió n de Expertos de la ONU, Anexo III.A, p. 267,
norte. 259. Tomado de Tim Judah, The Serbs: History, Myth and the Destruction of
Yugoslavia, New Haven: Yale University Press, 1997, pá g. 185.

8. Jović, Poslednji dani SFRJ, pá g. 72.

9. El texto apareció en Oslobodjenje, con sede en Sarajevo, el 15 de octubre de


1991, pá g. 1. Véase también Laura Silber y Allan Little, Yugoslavia: Death of a Nation,
Londres: TV.
Libros, 1996, pá g. 215.

10. Jean-Arnault Dé rens y Catherine Samary, Les conflits Yougoslaves de A à


Z, París: Les Editions de l'Atelier, 2000, pá gs. 163-164.

11. Kasim I. Begić, Bosnia y Herzegovina od Vanceove misije do Daytonskog


sporazuma (1991-1996), Sarajevo: Bosanska Knjiga, 1997), pá gs. 56-60.

12. Zdravko Tomac, Tkoje ubio Bosnu? Iza zatvornih vrata, Zagreb: Birotisak,
1994, pá g. 37.

13. "Jeder hasst hier jeden: Bosniens Serben-Fü hrer Radovan Karadžić ü ber
Vergewaltigungen, Vertreibung und den Genfer Friedensplan", Der Spiegel, 25
de enero de 1993, pá gs. 122-123.

14. Mate Boban, “Samostalna i konfederativna BiH”, Večernji list, 22 de


octubre de 1992, pá g. 9.

15. Warren Zimmermann, Orígenes de una catá strofe: Yugoslavia y sus


destructores-
-El último embajador de Estados Unidos cuenta lo que sucedió y por qué, Nueva York:
Random House, 1996, pá gs. 191-192.

16. Las fuerzas políticas dominantes dentro de la comunidad musulmana de


Bosnia habían reiterado constantemente su falta de voluntad para permanecer
dentro de una Yugoslavia truncada y dominada por los serbios. Vé ase Fahrudin
Djapo, “Miloševića 'Grose' Srbija”, Bosanski pogledi, 15 de agosto de 1991, pá g.
3. La presió n alemana para resolver la crisis en Croacia a travé s del
"reconocimiento preventivo" tuvo por tanto el efecto de excluir radicalmente las
opciones de Bosnia. “[El presidente de Bosnia, Alija] Izetbegović se vio obligado
por la política de la CE dirigida por Alemania a cometer el mismo error que
Tudjman había cometido voluntariamente
— se embarcó en la secesió n de Yugoslavia sin obtener el acuerdo previo de los
serbios ". Misha Glenny, La caída de Yugoslavia: La tercera guerra de los Balcanes,
Londres: Penguin, 1992, pá g. 151.

17. Xavier Bougarel, "Bosnia y Herzegovina - Estado y comunitarismo", en


David A. Dyker e Ivan Vejvoda, eds., Yugoslavia y despué s: un estudio sobre
fragmentació n, desesperació n y renacimiento, Londres: Longman, 1996, p.
101. En el incidente de la boda, un novio serbio fue asesinado a tiros y un
sacerdote ortodoxo herido por un musulmá n convencido de que la celebració n
en el antiguo barrio musulmá n de la ciudad, Baščaršija, que incluía una
exhibició n de banderas yugoslavas, era una provocació n. Echando aceite sobre
las llamas, Momčilo Krajišnik describió los disparos como "una gran injusticia
contra el pueblo serbio". Citado en Silber and Little, Yugoslavia: Death of a
Nation, pá g. 205.
18. Las bandas delictivas organizadas o "bandas de barrio" (mahalske
bande) dirigidas por extravagantes "padrinos" como Jusuf "Juka" Prazina, Musan
"Caco" Topalović y Ramiz "Ćelo" Delalić, eran vitales para la defensa de la
ciudad, pero propensas a
explotar su influencia para obtener ganancias. En octubre de 1993, el comandante
de la ABH, Rašim Delić, expulsó a Prazina y clausuró las "Novena y Décima Brigadas
de Montañ a" de Topalović y Delalić. Topalović fue asesinado en circunstancias
sospechosas y Delalić fue arrestado y condenado a una pena de prisió n. Prazina pasó
a luchar en el frente de Mostar, pero finalmente fue obligado a exiliarse y asesinado
por su propio guardaespaldas en Bélgica en enero de 1994. Desde entonces, Delalić
ha salido de la cá rcel y ha comenzado a trabajar como restaurador.

19. Zlatko Dizdarević, "Bosnia Erzegovina 1992-1993", en Alessandro Marzo


Magno, ed., La Guerra dei dieci anni. Jugoslavia 1991-2001: I fatti, i personaggi, le
ragioni dei conflitti, Milá n: Il Saggiatore, 2001, p. 162, lo llama el "doble juego" de
Tudjman.

20. Bougarel, Bosnie, pá gs. 57-58, y Mira Beham, Kriegstrommeln, Munich:


Medien, Krieg und Politik, 1996.

21. Ž eljko Vuković, Ubijanje Sarajeva, Belgrado: Kron, 1993, y Silber and Little,
Death of Yugoslavia, pá gs. 226-229.

22. Milovan Djilas, Wartime: With Tito and the Partisans, Londres: 1977,
presenta un retrato imparcial de la tradició n partidista que hasta cierto punto
desacredita la mitología oficial. El uso abusivo de la tradició n partidista con fines de
movilizació n política es objeto de burla en la gran película de Emir Kusturica,
Underground.

23. Michael Ignatieff, Guerra virtual: Kosovo y má s allá, Nueva York:


Metropolitan Books, 2000, p. 196.

24. Agencia Central de Inteligencia, Oficina de Aná lisis Ruso y Europeo,


Campos de batalla de los Balcanes: una historia militar del conflicto yugoslavo, 1900-
1995, 2 vols., Washington, DC: Agencia Central de Inteligencia, mayo de 2002, vol. 1,
pá g. 130.

25. Alija Izetbegović afirmó má s tarde que en su origen la Liga Patrió tica
comandaba entre 30.000 y 40.000 combatientes. Discurso de Izetbegović al
Segundo Congreso del Partido de Acció n Democrá tica, en Dnevni Avaz
(Sarajevo), 9 de septiembre de 1993.

26. Divjak se cita en Dizdarević, "Bosnia Erzegovina 1992-1993", pá g. 172.

27. Janko Bobetko, Sve Moje Bitke, Zagreb: Vlastita Naklada, 1996, pá gs. 212-
230. En septiembre de 2002, Bobetko, de 83 añ os, se convirtió en el funcionario
croata de mayor edad y má s alto nivel acusado por el Tribunal Penal Internacional
para la ex Yugoslavia, acusado de responsabilidad por las atrocidades cometidas
contra civiles por las tropas bajo su mando durante las operaciones de alta tensió n
en el bolsillo de Medak, suroeste. de Zagreb en septiembre de 1993. Ian Traynor,
"Croacia se niega a entregar al general acusado de crímenes de guerra", The
Guardian, 25 de septiembre de 2002.
28. Las estimaciones de Belgrado en ese momento eran considerablemente
má s altas, citando una fuerza de alrededor de 50.000 a 60.000 combatientes.
Campos de batalla de los Balcanes, vol. 1, pá g. 132.

29. Jović, Poslednji dani SFRJ, pá gs. 420 a 421.

30. Campos de batalla de los Balcanes, Vol. 1, pá gs. 129-130.

31. Los extractos de esta entrevista aparecen en el documental de la BBC


The Death of Yugoslavia. El general estadounidense Wesley Clark describe a
Mladić como "tosco y brutal".Wesley K. Clark, Librando una guerra moderna:
Bosnia, Kosovo y el futuro del combate, Nueva York: Asuntos pú blicos, 2001, pá g.
40. Para una breve biografía, véase Dérens y Samary, Les conflits Yougoslaves, pá gs.
217-218.

32. Campos de batalla de los Balcanes, Vol. 1, pá gs. 141-142.

33. Para un retrato de la limpieza étnica serbia en los primeros meses de la


guerra en el á rea de Zvornik (un caso particularmente atroz) ver Hans Trotter, et al.,
'Ethnische Sauberungen' in der nordostbosnischen Stadt Zvornik von April bis Juni
1992, Viena: Ludwig Instituto Baltzman de Derechos Humanos, 1994. Nijaz Mašić,
Istina o Bratuncu: Agresija, genocid, i oslobodilačka borba 1992-1995, Tuzla:
Opština Bratunac sa Privreminim Sjedištem u Tuzli, ofrecen una perspectiva
musulmana sobre la limpieza étnica en Bosnia oriental.

34. Las estadísticas de la ONU registraron 4,25 millones de refugiados y


personas desplazadas, dispersos por la ex Yugoslavia y Europa: 2,33 millones en
Bosnia- Herzegovina, 613.000 en Croacia, 520.000 en Serbia, 32.000 en Macedonia,
33.000 en Eslovenia y 750.000 en Europa (324.000 de los cuales estaban ubicados
en Alemania). Calic, Krieg und Frieden, pá gs. 121-122.

35. Entrevista mit dem UNO-Beauftragten Tadeusz Mazowiecki, “Nicht die


gesamte serbische Nation beschuldigen ”, Sü ddeutsche Zeitung, 19 de diciembre de
1992,
pags. 12. Para el informe de la comisió n Mazowiecki, vé ase Tadeusz Mazowiecki,
"Massive Human Rights Violations in Former Yugoslavia", en US Policy
Information yTextos, No. 133, 30 de octubre de 1992, Informe Final de la Comisió n
de Expertos establecida de conformidad con la Resolució n 780 (1992) del Consejo
de Seguridad. El informe asigna a los serbios la responsabilidad preponderante,
pero no ú nica, de la depuració n étnica y los crímenes de lesa humanidad asociados.
Norman Cigar, Genocide in Bosnia: The Politics of "Ethnic Cleansing", College
Station, TX: Texas A&M University Press, 1995, ubica la raíz del fenó meno en lo que
se describe como la campañ a deliberadamente genocida de Belgrado para crear una
mayor Serbia.

36. Vé ase Christopher Collinson, “Tá cticas del ejé rcito bosnio”, Jane's
Intelligence Review, vol. 6, nú m. 1, enero de 1994, pá gs. 11-13.
37. “Više od lomače”, Vreme, 23 de noviembre de 1992, pá gs. 50-51.
38. El destino del Puente Viejo de Mostar se ha convertido en un símbolo
apropiado para este aspecto del conflicto. Vé ase Mišo Marić, “Pogubljeni most”,
Vreme, 3 de enero de 1994, pá gs. 28-29.

39. Mark Mazower, The Balkans: A Short History, Nueva York: The Modern
Library, 2000, p. xxxviii.

40. Miloš Minić, Dogovori u Karadjordjevu o podeli Bosne i Herzegovine,


Sarajevo: Rabić, 1998. Tudjman y Milošević se reunieron en privado en
Karadjordjevo y no dejaron ningú n registro pú blico de su discusió n. El diá logo
continuaría: segú n el jefe de gabinete de Tudjman, los dos líderes se reunieron en 18
ocasiones distintas durante el curso de la guerra hasta 1995. Vidosav Stevanovic,
Milosevic: Une épitaphe, París: Fayard, 2000, p. 217. Segú n Boris Raseta, el acuerdo
también habría regulado la situació n dentro de Croacia mediante la partició n, con
Zagreb concedido el control de Eslavonia occidental y Krajina, y Belgrado el control
de Posavina y Eslavonia oriental. Boris Raseta, “The Questions Over Slavonija”,
Balkan War Report, No. 33, mayo de 1995, pá gs. 3-8. Tudjman y Milošević también
estuvieron en contacto telefó nico perió dico durante la guerra en Bosnia-
Herzegovina.

41. El acuerdo de partició n para Bosnia-Herzegovina elaborado por


Tudjman y Milošević fue vetado sin apelació n por Izetbegović. Vé ase Milan
Milošević, “Bespuća Raspleta”, Vreme, 18 de julio de 1994, pá gs. 14-18.

42. Karadžić especificó los objetivos de la guerra serbia en un discurso y una


entrevista pronunciados en 1995, comentando el resultado de la guerra en
té rminos de objetivos originales. Banja Luka Srpska Televizija, 12 de septiembre
de 1995.

43. Estas acciones tenían la intenció n consciente de intimidar. Al llegar a


Zvornik varios días después, Arkan pidió a sus defensores que se rindieran o
"experimentaran el destino de Bijeljina". Citado en Balkan Battlegrounds, vol. 1, pá g.
137.

44. Segú n el censo yugoslavo de 1981, la població n de Bosanska Krajina era


63% serbia, 15% musulmana y 9,5% croata.

45. Los preparativos está n meticulosamente documentados en Smail Čekić, The


Aggression in Bosnia and Genocide Against Bosnians, 1991-1993, Sarajevo: Ljiljan,
1994.

46. Se ha sugerido que la ausencia de una presió n croata má s eficaz contra


estas posiciones expuestas proporciona una prueba má s de la colusió n serbio-
croata. Steven L. Burg y Paul S. Shoup, La guerra en Bosnia-Herzegovina: conflicto
étnico e intervenció n internacional, Armonk, NY: ME Sharpe, 1999, p. 198.

47. Silber and Little, Yugoslavia: Death of a Nation, pá gs. 231-243.


48. Šefer Halilović, Lukava Strategija, Sarajevo: Maršal, 1997, pá gs. 62-63.
49. Susan L. Woodward, Balkan Tragedy: Chaos and Dissolution after the Cold
War, Washington, DC: The Brookings Institution Press, 1995, pá g. 235, sugiere que
la facció n serbia trató de borrar el Sarajevo multicultural porque "se erigió como
una burla a la exclusividad nacional". El líder serbio de Bosnia, Momčilo Krajišnik,
pareció confirmar este juicio en una entrevista de 1994, afirmando que; “La
importancia de Sarajevo para nuestra lucha es inmensa. Aquí se demuestra que no
hay futuro para ningú n tipo de estado unitario. Aquí estamos interesados en dos
ciudades, dos estados ”. “Ljudi i vreme: Momčilo Krajišnik”, Vreme, 28 de noviembre
de 1994, pá g. 55.

50. Citado en Dizdarević, "Bosnia Erzegovina 1992-1993", pá gs. 173-174.

51. Edgar O'Ballance, Civil War in Bosnia 1992-94, Nueva York: St. Martin's
Press, 1995, p. sesenta y cinco.

52. Véase el relato en Burg and Shoup, The War in Bosnia-Herzegovina, pá gs.
142.

53. Bougarel, Bosnie, pá g. 130. La revuelta fue inmediatamente contenida y


no
no difundir. Para la agenda de los amotinados, ver Vreme, 20 de septiembre de
1993. También se informó de manifestaciones pacifistas en septiembre de 1993 en
las comunidades musulmanas bosnias de Tuzla y Zenica. “Opstanak, daleko od
Sarajeva”, Borba, 1 de noviembre de 1993.

54. Mile Akmadžić, “Država BiH u kliničkoj smrti”, Borba, 26 de enero de


1993,
pags. 9.

55. Robert Stewart, Vidas rotas: una visió n personal del conflicto bosnio,
Londres: HarperCollins, 1994, pá gs. 278-299. El comandante croata local, el general
Tihomir Blaskić, sería posteriormente condenado por el Tribunal Penal
Internacional para la ex Yugoslavia a 45 añ os de prisió n, el castigo má s severo
impuesto por el Tribunal hasta la fecha. Las porciones publicadas de las cintas de
Tudjman parecen indicar que existía un conocimiento sustancial de los eventos al
má s alto nivel, y que se hicieron esfuerzos sistemá ticos para falsificarlos y
encubrirlos. Yomiuri Shimbun, "Tudjman's Dark Secrets Surfacing", citado
dewww.balkanpeace.org/cib/cro/cro10.shtml.

56. Campos de batalla de los Balcanes, Vol. 1, pá g. 192.

57. Vanesa Vasić-Janeković, “Ž ivot u Stupici”, Vreme, 18 de octubre de 1993,


pá gs. 32-33.

58. Begić, Bosna i Hercegovina, pá gs. 140-142, sugiere que bajo la presió n croata
durante el verano de 1993, los musulmanes consideraron seriamente buscar una
alianza estratégica con la facció n de los serbios de Bosnia, o si eso no fuera posible,
solicitar la declaració n de una ONU. protectorado sobre Bosnia-Herzegovina.
59. Abdić fue finalmente detenido en Croacia en junio de 2001 y acusado de
operando campos de detenció n y perpetrando torturas contra sus oponentes
musulmanes durante la guerra. En julio de 2002, un tribunal croata de Karlovac lo
declaró culpable de crímenes de guerra y lo condenó a un má ximo de veinte añ os de
prisió n. "Bosnian Warlord Guilty", The Guardian, 1 de agosto de 2002.

60. Burg y Shoup, The War in Bosnia-Herzegovina, pá gs. 155-156.

61. La SDS publicó un mapa que muestra un arreglo de partició n en diciembre


de 1991, con el 70 por ciento del territorio asignado a la facció n serbia. Véase Robert
M. Hayden, “La partició n de Bosnia y Herzegovina”, Radio Free Europe / Radio
Liberty Research Reports, vol. 2, No. 22, 28 de mayo de 1993, pá gs. 4-6.

62. “Izjava o principima za novo ustavno uredjenje BiH”, Oslobodjenje, 19 de


marzo de 1992, pá g. 1.

63. Burg y Shoup, La guerra en Bosnia-Herzegovina, pá g. 111.

64. El embajador estadounidense Zimmermann afirmaría má s tarde que


transmitió a Izetbegović el apoyo formal de su gobierno a la iniciativa europea,
pero tambié n ofreció la pregunta personal: "Si no le gusta el acuerdo, ¿por qué
está dispuesto a firmarlo"? Ljiljana Smaijlović, "Intervju: Voren Zimerman - Moja
Uloga u Bosni",Vreme, No. 192, 27 de junio de 1994, pá gs. 16-18. La timidez de
Zimmerman se cita a veces como un ejemplo de la simpatía emergente de Estados
Unidos por los agravios musulmanes.

65. Gow, Triunfo de la falta de voluntad, pá gs. 42-43.

66. Citas de Brana Markovic, Yugoslav Crisis and the World: Chronology of
Events, de enero de 1990 a octubre de 1995, Belgrado: Instituto de Política y
Economía Internacionales, 1996, pá gs. 39-41.

67. Roy Guttman, A Witness to Genocide, Nueva York: Macmillan, 1993. Guttman
fue corresponsal extranjero de Newsday en Bosnia en el verano de 1992 y recibió un
premio Pulitzer por sus revelaciones de abusos en los campos de detenció n serbios.

68. Estas actitudes se trasladarían a las campañ as de 1992 y 1993. Para una
muestra de la opinió n estadounidense, vé ase Henry Kissinger, “Yugoslavia:
Before Sending Troops, Marshal the Arguments ”, International Herald Tribune, 21
de septiembre de 1992,
pags. 5, y Mark Helprin, “Stay Out of Bosnia”, The Wall Street Journal, 21 de
septiembre de 1993, pá g. 12. La opinió n dentro de la administració n Bush también
se vio afectada por la preocupació n por el impacto de una importante participació n
internacional en vísperas de una campañ a de reelecció n.

69. Zimmermann, Orígenes de una catá strofe, pá g. 158.

70. Véase The Washington Post, 11 de diciembre de 1992, pá g. A52.


71. Markovic, Yugoslav Crisis, pá g. 41.

72. Gow, triunfo de la falta de voluntad.

73. Woodward, Balkan Tragedy, pá g. 325.

74. Silber and Little, Yugoslavia: Death of a Nation, pá g. 275.

75. "Osam Izetbegovićevih uvjeta za potpisivanje Vance-Owenovog plana",


Vjesnik, 27 de marzo de 1993. p. 31.

76. El secretario de Estado Warren Christopher proporcionó un esbozo de la


política de la nueva administració n hacia Bosnia-Herzegovina durante febrero de
1993 que evitó nuevas direcciones radicales, a pesar de la retó rica de la campañ a
electoral, donde Clinton había criticado las políticas de su predecesor.
Departamento de Estado de EE. UU., Oficina del Subsecretario, Declaració n del
Secretario de Estado de EE. UU. Warren Christopher, 10 de febrero de 1993, pá gs. 2-
4. Lift and Strike no se formalizaría como política hasta mayo de 1993, luego del
colapso de las esperanzas de implementar el Plan Vance-Owen. Burg y Shoup, The
War in Bosnia-Herzegovina, pá gs. 250-251.

77. David Owen, Balkan Odyssey, Nueva York: Harcourt, Brace & Co., 1995, pá gs.
112 y 161-163.

78. Elisabeth Drew, On the Edge: The Clinton Presidency, Nueva York: Simon &
Schuster, 1994, pá gs. 157-158. La percepció n se reforzó luego del tiroteo en
Mogadiscio el 3 de octubre de 1993 que resultó en la muerte de 18 Rangers del
Ejército de Estados Unidos.

79. Vé ase en particular el comentario de opinió n de Colin Powell en The


New York Times, 28 de septiembre de 1992, pá g. A1.

80. Silber and Little, Yugoslavia: Death of a Nation, pá gs. 276-290.

81. Ibíd., Pá g. 285.

82. Burg y Shoup, The War in Bosnia-Herzegovina, pá gs. 265-266.

83. Srdjan Radulović, Sudbina Krajina, Belgrado: Dan Graf, 1996, pá g. 70.

84. Burg y Shoup, La guerra en Bosnia-Herzegovina, pá g. 283.

85. I. William Zartman, “The Unfinished Agenda: Negotiating Internal


Conflicts”, en Roy Licklider, ed., Stop the Killing: How Civil Wars End, Nueva
York: New York University Press, 1993, p. 24.
86. Irá n y Arabia Saudita fueron importantes fuentes de armas y apoyo para
la facció n musulmana. Los envíos se trasladaron a travé s de Turquía y, a
menudo, se transportaron por avió n a Croacia y en camiones a Bosnia, y las
fuerzas croatas recibieron un recorte está ndar del 30 por ciento como
recompensa por su cooperació n. La administració n Clinton hizo la vista gorda a
estos traslados y a la presencia de muyahidines iraníes en las filas de las fuerzas
bosnias, desde 1992 en adelante. Douglas Jehl, "Estados Unidos mira hacia otro
lado mientras Irá n arma a Bosnia", The New York Times, 15 de abril de 1995,
pá g. A3; y John Pomfret y David
B. Ottaway, “US Allies Fed Covert Arms to Balkans”, The Manchester Guardian
Weekly, 19 de mayo de 1996, pá g. 20. El vicepresidente bosnio Ejup Ganić
afirmaría má s tarde que la Federació n de Rusia fue el mayor proveedor de
armas para el gobierno bosnio durante la guerra y que las transferencias iraníes,
aunque importantes, no fueron "decisivas". Ben Barber y James Morrison,
"Bosnian: Russians Top Arms Suppliers", The Washington Times, 2 de febrero
de 1997, pá g. 1.

87. Miroslav Prokopijević y Jovan Teokarić, Ekonomske sankcije ONU: Uporedna


analiza i slučaj Jugoslavije, Belgrado: Institut za Evropske Studije, 1998.

88. El asesor de seguridad nacional Anthony Lake, por ejemplo, argumentó


que el apoyo a los musulmanes bosnios serviría para fortalecer la posició n de
Estados Unidos en el mundo musulmá n en su conjunto. Drew, On the Edge, pá g.
144. Despué s de los ataques terroristas contra Nueva York y Washington, DC, el
11 de septiembre de 2001, y el inicio de una guerra global contra el terrorismo,
la administració n de George W. Bush se apresuró a señ alar el apoyo a la causa
musulmana en Bosnia como evidencia de que Estados Unidos no llevó a cabo
una política exterior "antimusulmana".

89. La acusació n de que en ocasiones la facció n musulmana atacó


deliberadamente a su propio pueblo con el fin de afectar la opinió n
internacional y alentar la intervenció n, obviamente muy sensible y difícil de
juzgar, ha sido formulada en repetidas ocasiones. Vé ase el relato del ex
comandante estadounidense Charles G. Boyd, "Hacer las paces con los culpables:
la verdad sobre Bosnia", Foreign Affairs, vol. 74, No. 5, septiembre-Octubre de
1995, pá gs. 22-38; y Burg y Shoup, The War in Bosnia-Herzegovina, pá gs. 164-169.

90. Miloš Vasić, “Masakr na Markalama”, Vreme, 14 de febrero de 1994, pá gs.


10-
14.

91. Marković, Yugoslav Crisis and the World, pá gs. 116-118.

92. La oposició n a la orientació n pro-occidental de Yeltsin fue cuidadosa y


es de esperar que se observe en Belgrado. Vé ase Djuro Bilbija, “Rusija 'protiv'
Rusije”, Borba, 7 de octubre de 1992, pá g. 4. Los escépticos comentaron
cá usticamente sobre la dependencia “miope” de Milosevic de la eventual
aparició n de una “Rusia eslava, ortodoxa y pro-serbia” capaz de funcionar como
un aliado estraté gico real. Ranko Petković, "Bratstvo ili interes?" Nin, 8 de
octubre de 1993.

93. Vé anse los relatos de Aleksei Chelnokov, "Ispoved 'russkogo naemika",


Izvestiia, 10 de marzo de 1994, pá g. 5; e Il'ja Levin, "Neopanslavism: Mutuality in
the Russian-Serbian Relationship", en Paul Shoup y Stefano Bianchini, eds.,
TheGuerra yugoslava, Europa y los Balcanes: ¿cómo lograr la seguridad?, Ravenna:
Longo Editore, 1995, pá gs. 73-82.

94. Citado en E. Iu. Gus'kov, “Krizis na Balkanakh i pozitsiia Rossii”, en E.


Iu.Gus'kov, ed., Iugoslavskii krizis i Rossiia: Dokumenty, fakhty, kommentarii (1900-
1993), Moscú : Slavianskaia letopis ', 1993, p. 47.

95. El texto del discurso y la posterior explicació n de Kozyrev de sus


motivos se encuentran en “Vystuplenie AV Kozyreva na vstreche Ministrov
inostrannykh del SBSE (Stokgol'm, 14 dekabria 1992 g.)”, En Gus'kov, ed.,
Iugoslavskii krizis i Rossiia, pá gs. 128-129.

96. Ibídem.

97. Ibídem., pags. 131. Durante 1992 y 1993 Ambartsumov y su comité


buscaron en vano desarrollar una posició n de compromiso entre la línea pro-
occidental del gobierno y la oposició n parlamentaria.

98. Ibíd., Pá gs. 195, 212.

99. Borko Gvozdenović, “Nova misija Rosije”, Politika, 18 de mayo de 1993, pá g. 4.

100. Al asumir su escañ o en el nuevo parlamento ruso, Zhirinovskii dejó


muy clara su posició n: "Estoy a favor de Serbia, mi partido es de Serbia y
nuestros grupos parlamentarios son igualmente de Serbia". Citado en Borko
Gvozdenović, “Ruska Duma zatražila ukidanje sankcija protiv Jugoslavije”
Politika, 22 de enero de 1994, pá g. 4.

101. Citado en D. Vuković, “Tajno oružje za neprijatelje Srba”, Borba, 2 de


febrero de 1994, pá g. 1.

102. Veselin Simonović, “Srbi i Rusi”, Vreme, 28 de febrero de 1994, pá gs. 33-
38.

103. Dmitrii Gornostaev, “Khotia i khrupkii, no mir”, Nezavisimaia gazeta, 22


de febrero de 1994, pá g. 1.

104. Savva Zhivanov, “Rossiia i iugoslavskii krizis: Vzgliad iz Belgrada”,


Nezavisimaia gazeta, 19 de julio de 1994, pá g. 5. Vé ase tambié n N. Smirnova,
“Balkany i politikaRossii: Istoriia i sovremennost ', ”Mirovaia ekonomika i
mezhdunarodnye otnosheniia, nú m. 5, 1994, pá gs. 110-116.

105. Anthony Lewis, “Este ultimá tum es modesto, es necesario hacer má s”,
International Herald Tribune, 12 de febrero de 1994, pá g. 6. Sobre la
reformulació n de EE. UU.ver política de Ivo. H. Daalder, Getting to Dayton: The
Making of America's Bosnia Policy,
Washington, DC: Brookings Institution Press, 2000, pá gs. 23-26.

106. Los límites de la colaboració n entre Rusia y Occidente ya se revelaron


durante estos eventos. Moscú protestó ené rgicamente contra la falta de consulta
y lo que interpretó como un castigo unilateral impuesto a la facció n serbia.
Mikhail Karpov, “Moskva po-prezhnemu zhdet ot OON pol'noi informatsii”,
Nezavisimaia gazeta, 15 de abril de 1994, pá g. 1.

107. George Rudman, “Retroceder para reformular: establecer el Federació n


”, Negociació n Internacional, vol. 1, nú m. 3, 1996, pá gs. 525-545. Con fines
simbó licos, también se invitó a los serbios de Bosnia a unirse a la federació n. Su
parlamento en Pale, para nadie sorprendido, rechazó la invitació n en una votació n
formal el 23 de abril de 1994.

108. Croacia tambié n recibió un pré stamo del Banco Mundial de $ 125
millones en recompensa por su cooperació n. Campos de batalla de los Balcanes,
vol. 1, pá g. 227.

109. La muerte de Boban a causa de un ataque cardíaco se anunció en 1997. Se


especuló ampliamente en ese momento que en realidad no había muerto, sino que
simplemente adoptó una nueva identidad para evitar la extradició n a La Haya. "Mate
Boban", Bošnjački vremeplov, enwww.bosona.com/mate.htlm.

110. Burg y Shoup, La guerra en Bosnia-Herzegovina, pá gs. 292-298; Silber y


Little, Yugoslavia: Death of a Nation, pá gs. 319-323; y Owen, Balkan Odyssey, pá gs.
255-292.

111. Daalder, Getting to Dayton, pá g. 27.

112. A Italia se le negó un lugar en el Grupo de Contacto a petició n de los


otros asociados europeos. En 1996, despué s de una considerable cantidad de
quejas deRoma (que tenía una responsabilidad especial en los esfuerzos de gestió n
de conflictos debido a la proximidad geográ fica), Italia se unió al grupo como sexto
miembro.

113. David Owen sugiere que el concepto de Grupo de Contacto se inspiró en la


exitosa experiencia de mediació n internacional en Namibia durante 1977. Owen,
Balkan Odyssey, p. 277.

114. Un editorial en el Politika favorable al régimen el 31 de julio instó a Pale a


aceptar el plan. El 4 de agosto, Belgrado anunció que su frontera con la Repú blica
Srpska se cerraría en represalia por la negativa de Bosnia y amenazó con sanciones
econó micas.

115. Burg y Shoup, La guerra en Bosnia-Herzegovina, pá g. 150.

116. Mladić tambié n pudo haber estado discapacitado por una enfermedad
durante los combates en Goražde, o preocupado por el reciente suicidio de su
hija Ana, de 23 añ os, en
Belgrado. “Politika Samoubistva”, Vreme, 11 de abril de 1994, pá gs. 9-10. El 24
de abril, el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia acusó
formalmente a Mladić y Karadžić de crímenes de guerra y genocidio.

117. Como se relata en Richard Holbrooke, To End a War, Nueva York:


Random House, 1998, pá gs. 4-21. Holbrooke sugiere que el impulso decisivo
hacia EE. UU.El compromiso fue proporcionado por la comprensió n de que incluso
sin tal compromiso
Se requeriría que las fuerzas estadounidenses actú en en forma peligrosa para
ayudar a la retirada de la UNPROFOR. La posibilidad de que las fuerzas
estadounidenses sufrieran bajas mientras presidían la derrota durante un añ o
electoral fue má s que suficiente para impulsar a la administració n Clinton a una
acció n má s decisiva. Burg y Shoup, La guerra en Bosnia-Herzegovina, pá g. 160,
afirman sin ambigü edades que: "Fue la creciente amenaza de esta retirada la que
proporcionó el catalizador en 1995 para el esfuerzo estadounidense por poner fin a
los combates".

118. El 15 de enero de 2000, en este mismo hotel, Arkan sería asesinado con su
esposa a su lado.

119.Hrvoje Šarinić, Svi moji tajni razgovori sa Slobodom Milošević, Zagreb:


Globus International, 1999, pá g. 178. Segú n el autor, los negociadores
estadounidenses instaron posteriormente a Zagreb a presionar a sus posibles
aliados musulmanes para que consideraran la rendició n de los enclaves del este de
Bosnia en el contexto de un acuerdo general. Ibíd., Pá g. 184. Véase también Balkan
Battlegrounds, Vol. 1, pá gs. 265-279.

120. Los portavoces de Military Professional Resources Inc. enfatizan que


ningú n miembro de la organizació n participó jamá s en operaciones de combate
en nombre de Croacia, aunque un comentarista independiente señ ala que su
consejo y apoyo té cnico era "má s importante que un tren de artillería".
Alessandro Marzo Magno, “La reconquista della Krajina”, en Magno, ed., La
Guerra dei dieci anni, p. 259. Vé ase tambié n Chris Black, “La ayuda de los
veteranos estadounidenses a Croacia provoca consultas”, The Boston Globe, 13
de agosto de 1995, pá g. 12; Charlotte Eager, “El ejé rcito invisible de los Estados
Unidos derrota a los serbios”, The Observer, 5 de noviembre de 1995, pá g. 25; e
Yves Goulet, “MPRI: Washington's Freelance Advisors”, Janes Intelligence
Review, 1 de julio de 1998, pá g. 38.

121. La observació n de Frasure se encuentra en Holbrooke, To End a War, p. 73.

122. “Pad Zapadne Slavonije”, Vreme, 8 de mayo de 1995, pá gs. 8-17; y


Magno, “La Reconquista della Krajina”, pá gs. 253-265.

123. Jan Honig y Norbert Both, Srebrenica: Record of a War Crime, Nueva York:
Penguin Books, 1997; y David Rohde, Endgame: The Betrayal and Fall of Srebrenica,
La peor masacre de Europa desde la Segunda Guerra Mundial, Nueva York: Farrar,
Straus y Giroux, 1997.
124. No obstante, el parlamento ruso aprobó una resolució n casi uná nime
condenando los ataques aéreos como "apoyo abierto a una de las partes del
conflicto" y llamando
por la retirada unilateral rusa de las sanciones econó micas contra Yugoslavia.
Gosudarstvennaia Duma: Stennogramma Zasedanii, No. 117, 12 de julio de 1995, pá gs.
51-52.

125. Norbert Both, From Indifference to Entrapment: The Netherlands and the
Yugoslav Crisis, 1990-1995, Amsterdam: Amsterdam University Press, 2000, pá gs.
181-242. Se publicó un estudio cuidadosamente documentado del papel del batalló n
holandés en Srebrenica realizado por el Instituto de Documentació n de Guerra de
los Países Bajos, crítico con el comportamiento de la unidad pero también sensible
al grado en que se había dejado sola para manejar una situació n imposible. en abril
de 2002. La aparició n del estudio provocó la dimisió n del gobierno holandés.
Srebrenica, A 'Safe' Area: Reconstruction, Background, Consequences and Analyzes
of the Fall of a Safe Area, Amsterdam: Netherlands Institute for War Documentation,
abril de 2002.

126. Giacomo Scotti, Croacia, Operazione Tempesta: La “liberaziione” della


Krajina ed il genocidio del popolo serbo, Roma: Gamberetti Editrice, 1996 ofrece una
evaluació n crítica de la campañ a.

127. Š arinić, Svi moji tajni razgovori, pá gs. 199-203. Estas garantías brindan
una ilustració n má s de las estrategias colusorias seguidas por los dos ex líderes
comunistas durante todo el conflicto.

128. Ibíd., Pá g. 266.

129. Raymond Bonner, “Panel de crímenes de guerra encuentra que las


tropas croatas 'limpiaron' a los serbios”, The New York Times, 21 de marzo de
1999, pá g. A1.

130. Citado en Magno, “La riconquista della Krajina”, pá g. 281.

131. Coronel Robert C. Owen, editor, Deliberate Force: A Case Study in


Effective Air Campaigning, Base Aé rea Maxwell, Alabama: Air University Press,
enero de 2000. De las incursiones, 2285, o el 65 por ciento, fueron realizadas
por aviones estadounidenses. Se requirió que los aviones de ataque volaran "por
encima del rango de las defensas aéreas de bajo nivel, y no se perdió ninguno".
Bruce R. Nardulli, Walter L. Perry, Bruce Pirnie, John Gordon IV y John G.
McGinn, Disjointed War: Military Operations in Kosovo, 1999, Santa Monica, CA:
RAND, 2002, pá g. 12.

132. Attila Hoare, “Una cuerda sostiene a un hombre ahorcado: ataques


aé reos de la OTAN y el fin de la resistencia bosnia? " Política y sociedad de Europa
del Este, vol. 12, nú m. 2, primavera de 1998, pá gs. 203-221.

133. Daalder, Getting to Dayton, pá gs. 81-112 describe la génesis de la


“estrategia final” dentro del proceso interinstitucional de EE. UU.

134. "Boris Eltsine evoque une aide de la Russie aux Serbes bosniaques et
durcit le ton sur l'élargissement de l'OTAN", Le Monde, 9 de septiembre de
1995, p. 4.
135.“Boris El'tsin popravil svoiu Balkanskuiu initsiativu”, Izvestiia, 11 de agosto
de 1995, pá g. 1. Tudjman expresó interés en el proyecto, pero se retiró
inmediatamente bajo la presió n occidental. Un esfuerzo posterior para organizar
una cumbre bajo los auspicios de Rusia en octubre de 1995 tuvo que cancelarse
después de que Yeltsin quedara incapacitado por un ataque cardíaco.

136. Scott Parish, "Twisting in the Wind: Russia and the Yugoslav Conflict",
Transición, No. 14, 3 de noviembre de 1995, pá g. 26.

137. El relato de Holbrooke en To End a War puede considerarse la


narrativa definitiva de estas negociaciones.

138. El sacrificio de Sarajevo no contradecía la ló gica de partició n que parece


haber perseguido Belgrado desde el comienzo de los combates. Ya en enero de 1995,
en una conversació n con un confidente croata, se informa que Milošević comentó
que "Sarajevo no puede convertirse en una ciudad serbia". Šarinić, Svi moji tajni
razgovori, pá g. 201.

139. Entrevista del autor con negociadores estadounidenses, Bruselas,


Bé lgica, junio de 2000.

140. El Acuerdo de Paz de Dayton, Anexo 10, Artículo II.8.

141. Almirante Leighton Smith JNR USN, “IFOR: Half-Way Through the
Mandate”, RUSI Journal, agosto de 1996, pá g. 13.

142. Jeffrey D. McCausland, "Control de armas y los acuerdos de Dayton",


Seguridad europea, Vol. 6, nú m. 2, verano de 1997, pá gs. 18-27.

143. Citado en John Pomfret, "Estados Unidos inicia la entrega de armas


pesadas a las fuerzas musulmanas-croatas de Bosnia", The Washington Post, 22
de noviembre de 1996, pá g. 44.
Los negociadores estadounidenses originalmente se opusieron a la opció n de
Capacitar y Equipar, pero Sarajevo la convirtió en una condició n no negociable de
apoyo al Acuerdo de Dayton.

144. John Pomfret, “Disputed Bosnian Officials Removed”, The Washington


Post, 20 de noviembre de 1996, pá g. 28.

145. Citado en Pomfret, "EE.UU. comienza la entrega de armas pesadas".

146. Seguridad militar en Bosnia-Herzegovina: presente y futuro, Washington,


DC, El Consejo Atlá ntico de los Estados Unidos, vol. VII, No. 11, 18 de diciembre de
1996.

147. Dick A. Leurdijk, “Antes y despué s de Dayton: La ONU y la OTAN en la


ex Yugoslavia”, Third World Quarterly, vol. 18, nú m. 3, 1997, pá gs. 457-470.
148. Citado de Stephen R. Rosenfeld, "La ú ltima oportunidad de la OTAN",
The Washington Post, 2 de julio de 1993, pá g. A19.

149. Charles Berry, "Fuerzas de trabajo conjuntas combinadas de la OTAN


en teoría y prá ctica", Survival, vol. 38, nú m. 1, 1996, pá gs. 81-97. Berry define a
la CJTF como “una fuerza multilateral, multiservicio y adaptada para tareas que
consiste en fuerzas de la OTAN y posiblemente fuerzas ajenas a la OTAN capaces
de un despliegue rá pido para llevar a cabo operaciones de paz de duració n
limitada má s allá de las fronteras de la Alianza, bajo el mando de las fuerzas de
la OTANestructura militar integrada o la Unió n Europea Occidental ". (pá g.86).
Aunque los despliegues en Bosnia-Herzegovina no fueron designados como CJTF,
correspondieron estrechamente a esta definició n.

150.Robert J. Art, "Por qué Europa Occidental necesita a los Estados Unidos
y la OTAN", Ciencia política trimestral, Vol. 111, nú m. 1, 1996, pá g. 32. Véase
también GL Schulte, "Former Yugoslavia and the New NATO", Survival, vol. 39, nú m.
1, 1997, pá gs. 19-42.

151. Robert P. Grant, "La nueva relació n de Francia con la OTAN", Survival,
vol. 38, nú m. 1, 1996, pá gs. 58-80. Paul Cornish podría concluir, de forma
prematura, sobre la base de la participació n francesa, que “Francia ha declarado
que la mejor esperanza para una Europa bien organizada, significativa y, sobre
todo, rentableLa estructura de seguridad se encuentra, ante todo, en la OTAN y no
en alguna institució n o formació n político-militar exclusivamente europea ”. Paul
Cornish, "Seguridad europea: el fin de la arquitectura y la nueva OTAN", Asuntos
internacionales, vol. 72, nú m. 4, 1996, pá g. 757.

152. William J. Perry, “La ló gica de hierro de nuestra participació n bosnia”,


Defense '96, nú mero 1, 1996, pá g. 13.

153. Moscú se negó a subordinar a sus soldados a la estructura de mando de la


OTAN como motivo de orgullo. Para má s detalles sobre el arreglo, ver Krasnaia
zvezda, 11 de noviembre de 1995, pá gs. 1-2.

154. Izvestiia, 11 de noviembre de 1995, pá g. 1; Semen Vasilievskii, “Bol'shie


poteri imalenkie dostizheniia ”, Nezavisimaia gazeta, 8 de diciembre de 1995, pá gs.
4-5; y Yuri Borko, “El Viejo Mundo: Consolidació n con una mirada retrospectiva a
Rusia”, New Times, enero de 1996, pá gs. 18-20.

155. Sergei A. Baburkin, “La crisis bosnia y el problema de Rusia y Estados


Unidos Cooperació n militar ”, Mediterranean Quarterly, otoñ o de 1996, pá gs. 97-
112; y Sharyl Cross, "Rusia y la OTAN hacia el siglo XXI: conflictos y mantenimiento
de la paz en Bosnia-Herzegovina y Kosovo", The Journal of Slavic Military Studies,
vol. 15, nú m. 2, junio de 2002, pá gs. 1-58.

156. Henry Kissinger, "Estados Unidos en el ojo de un huracá n", The


Washington Correo, 8 de septiembre de 1996, pá g. 26, describió las elecciones
obstaculizadas como una "parodia" y
recomendó alguna variante de partició n como alternativa a la convivencia impuesta.
La Oficina del Alto Representante en Bosnia respondió etiquetando su crítica como
"una receta casi segura para una nueva guerra". “Respuesta al artículo del Dr. Henry
Kissinger en el Washington Post del 8 de septiembre”, Oficina del Alto
Representante, Sarajevo, 14 de septiembre de 1996, citado
dewww.ohr.int/articles/a960914a.htm.

157. Brendan O'Shea, "Federació n croata / musulmana de Bosnia: ¿Un paso


en la direcció n correcta u otra receta para el desastre?" Estudios sobre
conflictos y terrorismo, vol. 19, nº 4, 1996, pá gs. 403-412; y J. Stephen Morrison,
"Federació n croata-musulmana de Bosnia: Puente inestable hacia el futuro",
Mediterranean Quarterly, vol. 7, nú m. 1, 1996, pá gs. 132-150. Daniel Serwer
ofrece una perspectiva alternativa, “Bosnia: Peace by Piece”, Strategic Forum,
No. 81, 1996, pá gs. 1-4.

158. Véase Oficina del Alto Representante, Acuerdo sobre Mostar, 18 de febrero
de 1996, citado de www.ohr.int/docu/d960218d.htm.

159. “Mostar - daleko od zelja”, Republika, No. 272, 1-15 de noviembre de 2001,
pá gs.
1-3.

160. Ranko Petrović, "Arbitraje para el á rea de Brčko", Review of International


asuntos, Vol. 47, No. 47, 15 de julio-15 de agosto de 1996, pá gs. 12-13. Después de
aplazamientos en abril de 1997 y febrero de 1998, el comité de arbitraje finalmente
tomó su decisió n el 4 de marzo de 1999. Siguiendo un plan desarrollado por el
independiente International Crisis Group, Brčko fue declarada ciudad "neutral" y
puesta bajo la jurisdicció n del estado central. instituciones de Bosnia-Herzegovina.
Por lo tanto, fue retirado de la jurisdicció n de la Repú blica Srpska, pero no
concedido a la Federació n. Se mantendría una administració n internacional en la
ciudad "indefinidamente", se desmilitarizaría todo el distrito y la SFOR garantizaría
la libertad de circulació n (un punto que ahora era de interés vital para los serbios de
Bosnia). Los habitantes de la ciudad (en su mayoría serbios) y los alrededores (en su
mayoría musulmanes) eran libres de elegir su afiliació n a la entidad. Thomas
Hofnung,

161. Los incidentes fueron controlados por una acció n militar conjunta de
Estados Unidos y Rusia. Vé ase Mike O'Conner, “El segundo día de lucha en
Bosnia es el peor desde el pacto del 95”, The New York Times, 13 de noviembre
de 1996, pá g. 1; Bill Sammon, “Bombs May Delay Muslims 'Move Back Home”,
Barras y estrellas europeas, 23 de enero de 1997, pá g. 1; Cindy Elmore, “Serbian
Mob Levels Muslim Settlement”, European Stars and Stripes, 4 de marzo de
1997, p. 1; y JP Barham, “Last Muslim Structure in Gajevi Burned Down”,
European Stars and Stripes, 13 de marzo de 1997, pá g. 1.

162. Carlos Westendorp, “Kosovo: las lecciones de Bosnia”, Politica Exterior,


vol. 13, nú m. 70, julio-agosto de 1999, pá gs. 45-49.
163. Christine Wallich, "Foro de políticas: Bosnia - Despué s de que se vayan
las tropas", The Washington Quarterly, vol. 19, nú m. 3, 1996, pá gs. 81-86.
164. John R. Lampe, Susan L. Woodward y Mark S. Ellis, Proyecto sobre
seguridad bosnia y política estadounidense en la pró xima fase: Seguridad econó mica
bosnia después de 1996, Washington, DC: Estudios de Europa del Este, Centro
Internacional Woodrow Wilson para Académicos y The Atlantic Council of the
United States, 1997.

165. Theodor Meron, "El caso de los juicios por crímenes de guerra en
Yugoslavia", Relaciones Exteriores, vol. 72, nú m. 3, 1993, pá gs. 122-135.

166. Vojin Dimitrijevic, "El Tribunal de Crímenes de Guerra en el Contexto


Yugoslavo", Revisión constitucional de Europa del Este, Vol. 5, nú m. 4, otoñ o de 1996,
pá gs. 85-92. Los tribunales también fueron acusados de un sesgo antiserbio
"selectivo e histó ricamente injusto": má s de la mitad de los acusados originales eran
serbios. Véase Peter Brock, "El experimento de La Haya en la justicia orwelliana",
The Mediterranean Quarterly, vol. 7, nú m. 4, otoñ o de 1996, pá g. 62.

167. Véase la discusió n de varias estimaciones de bajas en Burg y Shoup, The


War in Bosnia-Herzegovina, pá gs. 169-170.

168. La tragedia del multiculturalismo bosnio se evoca en una considerable


literatura producida durante la guerra. Vé ase Noel Malcolm, Bosnia: A Short
History, Nueva York: New York University Press, 1994; Robert J. Donia y John
VA Fine, Jr., Bosnia y Herzegovina: A Tradition Betrayed, Nueva York:
Universidad de ColumbiaPrensa, 1994; e Ivan Lovrenović, Unutarna zemlja: Kratki
pregled kulturne povijesti Bosne i Hercegovine, Zagreb: Durieux, 1998. Bougarel,
Bosnie, pá gs. autoridad.

169. Radha Kumar, ¿dividir y caer? Bosnia en los Annals of Partition,


Londres, Verso, 1997, p. 34. El estudio de Kumar proporciona un aná lisis
comparativo ú til de los acuerdos de partició n en el subcontinente indio,
Palestina, Irlanda, Chipre y Bosnia-Herzegovina.

170. Burg y Shoup, La guerra en Bosnia-Herzegovina, pá g. 415.

171. Ted Galen Carpenter y Amos Perlmutter, "Estrategia de avance lento en


los Balcanes: Hasta las rodillas y avanzando", The National Interest, vol. 44,
verano de 1996, pá g. 59; y Michael O'Hanlon, "Bosnia: Better Left Partitioned",
The Washington Post, 10 de abril de 1997, pá g. 25.

172. Susan L. Woodward, “Estados Unidos lidera, Europa paga”, Transició n,


vol. 2, No. 14, 12 de julio de 1996, pá gs. 12-16.
CAPÍTULO 5

GUERRA Y VENGANZA EN KOSOVO, 1998-99

República de Kosovo.

La incapacidad de los negociadores de Dayton para situar el


proceso de paz en Bosnia dentro de un marco estratégico para la
regió n en su conjunto resultó ser un gran defecto. La fragmentació n
de Yugoslavia aú n no había seguido su curso y, en ausencia de un
arreglo global, era seguro que surgirían nuevos desafíos al statu quo
territorial. Uno de estos desafíos, lanzado tras el Acuerdo de Dayton
en la provincia serbia de Kosovo, culminaría, después de varios añ os
de escalada de tensió n, en una cuarta guerra de los Balcanes.
Pocas crisis se han predicho con mayor constancia que la que
estalló en Kosovo durante el invierno de 1997-1998. Milošević
había iniciado el proceso que condujo a la desintegració n de la
federació n yugoslava al abolir la autonomía de Kosovo en 1989 y
someter a la mayoría de los albanokosovares a una ocupació n
degradante. La situació n era insostenible, y la observació n de que
en Yugoslavia “todo comenzó con Kosovo y todo terminará con
Kosovo” se convirtió rá pidamente en un lugar comú n.1 Después de
Dayton, cuando se levantaron las sanciones de las Naciones Unidas
contra Serbia y Montenegro sin ninguna referencia a la situació n
en En la provincia creció el apoyo a alternativas radicales. Dada
una tradició n de levantamientos albanokosovares que se remonta
a varios siglos, era inevitable un giro hacia la resistencia armada.
El significado simbó lico de Kosovo en la mitología nacional
serbia,
El equilibrio demográ fico fuertemente albanés y la pobreza extrema la
convirtieron en un lugar problemá tico desde el momento de su
incorporació n al estado diná stico serbio en 1913. Los albaneses
lucharon contra los serbios durante las dos guerras mundiales del
siglo XX, y la provincia solo se reintegró a la Yugoslavia titista a fines
de la Segunda Guerra Mundial después de la represió n de la
resistencia local.2 Durante las dos décadas posteriores a la guerra,
Kosovo estuvo sujeto a controles policiales intrusivos bajo la
autoridad del comunista serbio Aleksandar Ranković. La destitució n
de Ranković en 1966, tras las revelaciones de abuso de poder, abrió el
camino para expresiones má s abiertas de disensió n que no tardaron
en llegar. Tito reaccionó a las manifestaciones de protesta de 1968
con una política de liberalizació n que permitió exhibir la bandera
nacional de Albania.
como emblema de Kosovo, reestructurando la Universidad de
Priština como una institució n predominantemente albanesa,
canalizando inversiones en la zona en un vano intento de cerrar la
brecha de desarrollo, y en la constitució n de 1974 que otorga a
Kosovo una autoadministració n prácticamente total. Se trataba de
iniciativas esperanzadoras, pero la autonomía ampliada, paralela a
la elevació n de un nuevo liderazgo provincial de etnia albanesa,
creó oportunidades para provocaciones contra la minoría serbia3.
medios de comunicació n y presumido por el pú blico, pero fue
profundamente resentido.
En 1981, las manifestaciones de estudiantes albanokosovares
en la Universidad de Priština derivaron en un levantamiento
general.5 La causa subyacente de los disturbios fue el fracaso de la
política social yugoslava para abordar los dilemas del
subdesarrollo y la discriminació n.6 Políticamente, la respuesta de
los albanokosovares fue la forma de una movilizació n étnica
clá sica. El eslogan principal de las manifestaciones de 1981 se
convirtió en "Repú blica de Kosovo", que expresa la demanda de
que Kosovo sea elevado al estatus de sé ptima repú blica yugoslava,
una transformació n administrativa que habría otorgado a los
albaneses yugoslavos el estatus de nació n constituyente, incluido
un derecho teó rico. de secesió n.7 El levantamiento de Albania fue
el primer desafío importante para las instituciones yugoslavas de
la era posterior a Tito, y fue reprimido con dureza,
La represió n de 1981 creó una generació n de albanokosovares
resistencias para las que la propia Yugoslavia se había convertido
en enemiga. A mediados de la década de 1980, una facció n
denominada enverista (llamada así por el dictador albané sEnver
Hoxha) se unieron en torno a una posició n marxista-leninista que
favorecía la lucha armada y una guerra de liberació n nacional. En
retrospectiva, parece que la orientació n marxista del movimiento fue
oportunista. Bajo el barniz radical, se estaba formando un grupo de
nacionalistas militantes, comprometidos con una tá ctica de violencia
política en pos del objetivo de una mayor Albania, y con el apoyo
financiero de la diá spora albanokosovar en Europa Occidental. La
fricció n entre serbios y albanokosovares proporcionó un teló n de
fondo constante a la larga agonía del federalismo yugoslavo durante la
década de 1980, y bajo la ocupació n serbia desde 1989 en adelante,
Kosovo se convirtió en un caldero de injusticia e ira, un ejemplo vívido
del dilema del nacionalismo frustrado en un contexto de diversidad
intercultural que se encuentra en la base de todo el dilema regional de
los Balcanes.9
El Ejército de Liberación de Kosovo.

Desde 1989, la resistencia a la dominació n serbia estuvo


encabezada por el profesor universitario formado en París Ibrahim
Rugova y su Liga Democrática de Kosovo (LDK). Rugova y un
puñ ado de asociados, incluidos los intelectuales Rexhep Qosja,
Fehmi Agani y Bujar Bukoshi, crearon la LDK a raíz de la
abrogació n de la autonomía de Kosovo por Milošević con el
objetivo explícito de promover la independencia nacional. El 2 de
julio de 1990, la Asamblea de Kosovo declaró formalmente a la
provincia como "una entidad independiente e igualitaria dentro
del marco de la federació n yugoslava", y fue inmediatamente
disuelta y condenada como ilegal por la Presidencia Federal.10
Varios días después, en julio El 5 de noviembre, el grupo volvió a
reunirse clandestinamente como la "Asamblea de Kosovo".
Finalmente, el 21 de septiembre de 1991, declararía a la
“Repú blica de Kosovo” como “un estado soberano e independiente.
30 en el que se afirmó que el 87 por ciento de los votantes elegibles
participó , con un 99,87 por ciento de votos a favor.11 Como fuerza
dominante dentro del gobierno en la sombra, el LDK promovió una
estrategia de resistencia no violenta que reconocía la debilidad y la
exposició n de Kosovo al rechazar los enfrentamientos directos con las
autoridades, pero al mismo tiempo se esforzaba por señ alar a los
albanokosovares negativa a ceder a la hegemonía de Belgrado,
negando la legitimidad de las instituciones federales, negá ndose a
participar en las elecciones yugoslavas y buscando construir
instituciones nacionales alternativas dirigidas por la mayoría
albanokosovar. En las elecciones de marzo de 1992, una vez má s
llevadas a cabo en la clandestinidad desafiando una prohibició n
serbia, Rugova fue elegido presidente y su LDK, con el 74,4 por ciento
de los votos, obtuvo una clara mayoría en un parlamento nacional
autoproclamado. Trabajando dentro de la estructura de clanes
tradicional de Kosovo, Rugova logró desviar los llamados a una
resistencia má s activa, y en marzo de 1998 fue reelegido como
presidente en la sombra. El énfasis de su partido en la fuerza moral de
la causa nacional de los albanokosovares fue quizá s demasiado
exitoso: la calma relativa puede haber alentado la ilusió n de que el
statu quo en Kosovo era de alguna manera sostenible y había hecho
que la acció n preventiva para evitar una crisis pareciera menos
urgente. Sin embargo, Rugova no logró obtener concesiones
significativas de Milošević, quien por su parte fue sometido a poca
presió n de Occidente para ser má s complaciente. A finales de 1992,
contra el El énfasis de su partido en la fuerza moral de la causa
nacional de los albanokosovares fue quizá s demasiado exitoso: la
calma relativa puede haber alentado la ilusió n de que el statu quo en
Kosovo era de alguna manera sostenible y había hecho que la acció n
preventiva para evitar una crisis pareciera menos urgente. Sin
embargo, Rugova no logró obtener concesiones significativas de
Milošević, quien por su parte fue sometido a poca presió n de
Occidente para ser má s complaciente. A finales de 1992, contra el El
énfasis de su partido en la fuerza moral de la causa nacional de los
albanokosovares fue quizá s demasiado exitoso: la calma relativa
puede haber alentado la ilusió n de que el statu quo en Kosovo era de
alguna manera sostenible y había hecho que la acció n preventiva para
evitar una crisis pareciera menos urgente. Sin embargo, Rugova no
logró obtener concesiones significativas de Milošević, quien por su
parte fue sometido a poca presió n de Occidente para ser má s
complaciente. A finales de 1992, contra el
Tras el trasfondo de la guerra en Croacia, el presidente George
Bush dirigió un cable de una frase de "Advertencia de Navidad" a
Milošević y sus principales comandantes militares, afirmando que
"en caso de conflicto en Kosovo causado por acciones serbias,
Estados Unidos estará preparado para emplear militares fuerza
contra los serbios en Kosovo y en la propia Serbia. sal. A lo largo de
la década de 1990, la presió n internacional no afectó
significativamente la determinació n de Belgrado de reprimir las
aspiraciones nacionales de los albanokosovares.
La supresió n de la autonomía de Kosovo, la imposició n de la política
de Rugova
El enfoque no violento y la preocupació n de la comunidad
internacional por los conflictos en Croacia y Bosnia-Herzegovina
crearon un vacío político que los militantes se apresuraron a
llenar. En 1993, un llamado Ejé rcito de Liberació n de Kosovo
(ELK) surgió del radicalala del movimiento nacional de Kosovo como
foco de resistencia activa. El ELK combinó a radicales enveristas con
sus raíces en la contienda política de la década de 1980 y a los
albanokosovares que habían luchado junto con formaciones croatas y
musulmanas en Croacia y Bosnia o habían sido alienados por las
tá cticas de mano dura de Milosevic, con la tradició n kaçak nativa de
Kosovo de resistencia local. a la autoridad central.13 El ascenso del
ELK fue producto de la frustració n acumulada con la incapacidad de la
estrategia de Rugova para lograr resultados, subrayada por el fracaso
de la conferencia de paz de Dayton para abordar el dilema de Kosovo
de manera significativa.14 Su mínimo comú n denominador era la
lucha armada, y en febrero de 1996, con un nú cleo de unos 150
militantes, la organizació n lanzó una campañ a de violencia con una
serie de tiroteos y atentados con bombas, en Priština, Vučitrn,
Kosovska Mitrovica, Peć, Suva Reka, Podujevo y otros lugares, contra
comisarías de policía, casernes militares, oficinas de correos y
albanokosovares sospechosos de colaborar con el opresor. El 16 de
enero de 1997, en un incidente de importancia simbó lica, un atentado
con bomba automá tica hirió gravemente al nuevo rector de lo que
ahora era la Universidad de Priština, administrada por los serbios,
Radivoje Papović. En octubre de 1997, má s de 30 serbios y
albanokosovares habían sido víctimas de agresiones, las regiones
centrales de Donji Prekaz y Drenica se habían convertido en
santuarios controlados por el ELK, y The New York Times hablaba de
una organizació n "lista para librar una guerra secesionista que podría
hundir este país [la Repú blica Federativa de Yugoslavia] y
albanokosovares sospechosos de colaborar con el opresor. El 16 de
enero de 1997, en un incidente de importancia simbó lica, un atentado
con bomba automá tica hirió gravemente al nuevo rector de lo que
ahora era la Universidad de Priština, administrada por los serbios,
Radivoje Papović. En octubre de 1997, má s de 30 serbios y
albanokosovares habían sido víctimas de agresiones, las regiones
centrales de Donji Prekaz y Drenica se habían convertido en
santuarios controlados por el ELK, y The New York Times hablaba de
una organizació n "lista para librar una guerra secesionista que podría
hundir este país [la Repú blica Federativa de Yugoslavia] y
albanokosovares sospechosos de colaborar con el opresor. El 16 de
enero de 1997, en un incidente de importancia simbó lica, un atentado
con bomba automá tica hirió gravemente al nuevo rector de lo que
ahora era la Universidad de Priština, administrada por los serbios,
Radivoje Papović. En octubre de 1997, má s de 30 serbios y
albanokosovares habían sido víctimas de agresiones, las regiones
centrales de Donji Prekaz y Drenica se habían convertido en
santuarios controlados por el ELK, y The New York Times hablaba de
una organizació n "lista para librar una guerra secesionista que podría
hundir este país [la Repú blica Federativa de Yugoslavia]
en una crisis que rivaliza con el conflicto en Bosnia. ”15 El 28 de
noviembre de 1997, la organizació n en la sombra se reveló
pú blicamente cuando tres combatientes enmascarados y
uniformados aparecieron en Lhausa y hablaron brevemente, ante
las cámaras de la televisió n de Tirana, en el funeral del activista del
ELK Halit Gecaj, víctima de la policía serbia.
La fuerza del ELK a principios de 1998 se estimó en
alrededor de 500 miembros activos, organizados en pequeñ as
células mó viles y, a menudo, actuando en grupos de tres a cinco
rebeldes. La violencia ocasional perpetrada por la organizació n
probablemente no se habría convertido en una gran amenaza si no
hubiera sido por dos eventos precipitantes. El primero fue el
colapso del gobierno albané s en la primavera de 1997 tras la
implosió n de un esquema de inversió n piramidal patrocinado por
el estado. En los disturbios que siguieron, se produjeron casernes
militaressaqueadas y quizá s hasta un milló n de armas ligeras
distribuidas a la població n en general.16 La tradició n de portar armas
tiene raíces profundas entre los clanes Gheg del norte de Albania y
Kosovo, y muchas de las armas llegaron a manos de los combatientes
del ELK , contrabandeado a través del difícil terreno que divide
Albania de Kosovo, o a través de Macedonia occidental. El segundo
acontecimiento precipitante fue la decisió n de las autoridades
yugoslavas de lanzar una campañ a para reprimir la resistencia
armada. Una acció n policial el 22 de enero de 1998 fracasó en el
intento de arrestar a Adem Jashari, el jefe de un poderoso clan en la
regió n de Drenica, cuyo desafío a la autoridad formaba parte tanto de
la tradició n kaçak como de la gran estrategia del KLA, pero que se
había convertido en un símbolo de la independencia local. Un asalto
armado contra el reducto del clan Jashari en Donji Prekaz siguió el 5
de marzo. dejando 58 muertos a su paso, incluidas 18 mujeres y 10
niñ os menores de 17 añ os.17 El bañ o de sangre tuvo el efecto
predecible de galvanizar el resentimiento y, a su paso, el KLA se
multiplicó , segú n algunos, estimaciones posiblemente exageradas que
se realizará n durante los pró ximos meses para controlar hasta 20.000
combatientes armados y má s del 40 por ciento del territorio de la
provincia. Sin embargo, en los estrechos confines de Kosovo, sus
militantes ligeramente armados no podían competir con las
disciplinadas fuerzas militares de un estado moderno. Belgrado
parece haber permitido al ELK extenderse y exponerse demasiado. En
junio de 1998, el ejército yugoslavo lanzó una contraofensiva,
concentrando a má s de 40.000 soldados que operaban con tanques,
helicó pteros, artillería pesada y fuego de mortero.
A pesar de todas las advertencias posibles, las principales
potencias occidentales no estaban preparadas para el estallido cuando
realmente ocurrió . A lo largo de la década de 1990, Kosovo había sido
lo que Tim Judah llama "el lugar donde los diplomá ticos sabían que
debían hacer algo, pero no estaban seguros de qué y de todos modos
tenían cosas má s importantes que hacer" .19 Numerosos planes de
compromiso, incluido un acuerdo de partició n que asignaron un
corredor nororiental a Serbia y permitieron que el resto de la
provincia optara por la independencia o el apego a los albaneses, se
desarrollaron durante la década de 1990, pero no se persiguió
ninguna de manera consistente.20 Se permitió que se escaparan las
oportunidades para la diplomacia preventiva, y el conflicto
internacional los esfuerzos de gestió n fueron tardíos y reactivos.
Durante 1997, cuando el KLA comenzó a surgir, la principal
preocupació n
de los formuladores de políticas estadounidenses fue la necesidad
de cultivar el apoyo de Milošević para el derrocamiento del
liderazgo de línea dura de la Repú blica Srpska, que se considera
que bloquea la implementació n del Acuerdo de Dayton. Milošević
fue recompensado por su cooperació n mediante concesiones
diplomáticas, incluida la aprobació n de vuelos chá rter directos a
los Estados Unidos por parte de la aerolínea nacional yugoslava, la
reapertura de un consulado yugoslavo en los Estados Unidos y un
aumento en el nú mero de yugoslavos autorizados a participar en
las actividades de la ONU en Nueva York. Cuando nosotrosEl
representante especial Robert Gelbard llegó a Belgrado el 23 de
febrero de 1998 para anunciar estas bendiciones y agregó la
observació n de que el KLA era "sin ninguna duda un grupo terrorista".
En sus declaraciones pú blicas, el emisario estadounidense hizo todo lo
posible para reiterar el punto, afirmando que “habiendo trabajado
durante añ os en la actividad antiterrorista, sé muy bien que mirar a
un grupo terrorista, para definirlo, se quita la retó rica y solo mira las
acciones. Y las acciones de este grupo hablan por sí solas ”. 22 Las
organizaciones terroristas tenían un estatus específico de parias en la
legislació n estadounidense, y la política declarativa era inequívoca
— sin tolerancia, sin compromiso, sin piedad. Aunque en privado
Gelbard transmitió a Milošević el descontento de EE. UU. Con el
peso serbio Washington parecía estar dando a entender que el
problema de Kosovo se dejaría a la discreció n de Belgrado, aunque
dentro de los límites de la prudencia.
El bombardeo serbio contra el ELK se inició una semana después
de los comentarios de Gelbard, y la escalada de violencia a partir de
febrero de 1998 presentó a los políticos occidentales un tipo diferente
de dilema. La gravedad de las reacciones serbias, que incluyeron la
destrucció n de pueblos, la ejecució n de prisioneros y el terror de la
població n local, se consideró desproporcionada.23 Inmediatamente
después de la ofensiva serbia, se alzaron voces influyentes en los
medios estadounidenses pidiendo “ una respuesta internacional
decisiva ”, y, a medida que se hizo evidente el alcance de las
violaciones, la simpatía por la posició n de los albanokosovares se hizo
má s fuerte.24 Washington cambió de direcció n para tener en cuenta
estas reacciones. El 4 de marzo Gelbard atribuyó "responsabilidad
abrumadora" al gobierno de Yugoslavia y describió la agresió n serbia
como algo "que no será tolerado por Estados Unidos". 25 Durante una
visita a Londres el 7 de marzo, la secretaria de Estado Madeleine
Albright instó a "acciones inmediatas contra régimen en Belgrado
para asegurarse de pagar un precio por el dañ o que ya ha hecho ”, y el
13 de marzo, la asesora de seguridad nacional Sandy Berger especificó
que Milošević estaría recibiendo el“ mensaje cada vez mayor. . . que la
comunidad internacional no tolerará la represió n violenta de los
kosovares ”. 26 ”Y el 13 de marzo, el asesor de seguridad nacional
Sandy Berger especificó que Milošević estaría recibiendo el“ mensaje
creciente. . . que la comunidad internacional no tolerará la represió n
violenta de los kosovares ”. 26 ”Y el 13 de marzo, el asesor de
seguridad nacional Sandy Berger especificó que Milošević estaría
recibiendo el“ mensaje creciente. . . que la comunidad internacional no
tolerará la represió n violenta de los kosovares ”. 26
Desafortunadamente, el ELK era un problema por derecho
propio.
El ELK no era un movimiento unitario con claras líneas de
influencia interna. autoridad. Fue dirigido por un liderazgo anó nimo
cuyas lealtades internacionales eran sospechosas y sus aspiraciones a
largo plazo no estaban claras. Como expresió n política de una
sociedad cró nicamente dividida, el ELK se dividió a lo largo de líneas
de clanes, entre subgrupos regionales y entre emigrados y líneas de
responsabilidad internas. El conflicto de Kosovo también tuvo
importantes repercusiones para la cuestió n de Albania en su conjunto.
En 1998, el ex primer ministro albanés Sali Berisha, una vez el
favorito de Occidente por su franco anticomunismo y su apoyo pú blico
al LDK de Rugova mientras estaba en el poder, pero persona non grata
desde el colapso de su corrupto régimen personalista en la primavera
de 1997, había convertirse en uno de los partidarios má s visibles del
ELK.27 La base política de Berisha se encontraba en las regiones de
Gheg en el norte de Albania, y el movimiento nacional principalmente
albanokosovar de Gheg fue un aliado ló gico en su continua lucha
contra el liderazgo predominantemente tosk del nuevo primer
ministro albanés Fatos Nano. A nivel regional, la agenda política del
ELK difícilmente podría haber sido má s provocativa: la independencia
de Kosovo surgida del cañ ó n de un arma como el primer paso hacia la
creació n de una mayor Albania.
incluyendo la totalidad o parte de Albania propiamente dicha,
Serbia (Preševo, Bujanovac, Medvedja), Montenegro (Dukagjin,
Plav, Rozaj), la Repú blica de Macedonia (Tetovo, Gostivar) y Grecia
(Chamuria). Para Washington, cuya política regional se había
construido en torno a la rú brica de "restaurar la estabilidad", esta
era la agenda del infierno. El ELK estaba lanzando un asalto contra
el frá gil equilibrio de laEl orden de Dayton en todo el sur de los
Balcanes que amenazaba con convertir a Kosovo en "el polvorín de
una guerra general en los Balcanes" 28.
Por supuesto, había que considerar una Cuestió n de Albania, y
el objetivo de un albanés mayor no era necesariamente
inaceptable en sus propios términos29. Lo que resultaba
desagradable eran los medios a los que había recurrido el ELK.
Abrazar la causa del ELK en medio de una lucha armada en curso
sentaría un precedente lamentablepara otros movimientos
separatistas o irredentistas frustrados tentados por el recurso a las
armas. La ló gica de la divisió n étnica que propugnaba el programa del
ELK contrastaba con el objetivo de reintegració n que inspiraba el
proceso de Dayton en Bosnia-Herzegovina. Cualquier progreso hacia
la independencia amenazaba con subvertir a la vecina Repú blica de
Macedonia, con una minoría albanesa que constituye hasta el 30 por
ciento de la població n, concentrada en el oeste de Macedonia en
distritos físicamente contiguos a Kosovo, y con estrechos vínculos con
los albanokosovares que se remontan a la época. de ciudadanía
compartida dentro de la Yugoslavia federal. No menos importante, el
apoyo a la insurrecció n corría el riesgo de preparar el escenario para
lo que podría convertirse en un enfrentamiento armado con la Serbia
de Milošević. A pesar de estos riesgos,
A raíz de los ataques terroristas contra Estados Unidos
Lanzado el 11 de septiembre de 2001, el desafío del terrorismo ha
cobrado un nuevo peso en la política de seguridad nacional de
Estados Unidos y la simpatía por organizaciones como el KLA, que
utilizan fuerzas irregulares y violencia contra la població n civil
para promover estrategias de resistencia armada en contingencias
regionales complejas. , se ha reducido prá cticamente a cero. En su
defensa ante el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia
(TPIY) en La Haya, Milošević ha enfatizado el cará cter terrorista
del ELK, incluyendo referencias a los contactos de la organizació n
con la red terrorista de Osama bin Laden al-Qaeda y el
compromiso en Kosovo de al -Militantes de Qaeda
entrenados en Afganistá n.30 Leer la historia al revés de esta manera
tiene sus riesgos: la política de Estados Unidos durante la crisis de
Kosovo se centró en las implicaciones del conflicto en sí, no
necesariamente en sus ramificaciones mayores o en el peso de lo que
pudo haber sido percibido como un compromiso marginal por parte
de lo que en ese momento eran operativos omnipresentes de al-
Qaeda. El cará cter extremista del ELK, y sus vínculos con redes
terroristas internacionales con un poderoso compromiso anti-
estadounidense, sin embargo, llaman la atenció n sobre las
contradicciones de la política occidental durante la génesis de una
intervenció n que eventualmente sería retratada como una cruzada
moral, pero que en El hecho fue impulsado por una elecció n ambigua
entre opciones desagradables.

Cinco minutos para la medianoche.

Las potencias occidentales no estaban ansiosas por participar


en Kosovo, pero a medida que continuaban las represalias
yugoslavas, se consideró insostenible una actitud de no
intervenció n. La severidad de la represió n serbia fue
desestabilizadora. Para el otoñ o, las operaciones militares habían
producido má s de 200.000 desplazados internos y amenazaban
con provocar un desastre humanitario si la lucha se prolongaba
durante los meses de invierno31. Occidente había justificado su
intervenció n en Bosnia-Herzegovina con la premisa de que la
limpieza étnica ené rgica era inaceptable. en la Europa moderna. La
inacció n frente a los acontecimientos en Kosovo parecía
arriesgarse a invalidar la razó n de ser de su considerable
compromiso balcá nico. Ademá s, el ELK era una realidad que no
podía ignorarse. Bajo asedio, grandes segmentos de la població n
albanokosovar acudieron en masa a su bandera,
Durante las primeras semanas de la represió n serbia, las
instalaciones de
Se reformuló el enfoque de Washington al problema. El castigo del
ELK como terrorista fue silenciosamente dejado de lado, aunque la
agenda má xima de la organizació n no fue respaldada.
Simultá neamente, se reafirmó el lado antiserbio de la política
occidental. La represió n serbia fue criticada y ya en ocasiones
interpretada no solo como una reacció n exagerada a una
insurgencia interna, sino como una campañ a con intenció n
genocida dirigida contra la població n albanokosovar en su
conjunto. No obstante, se hicieron esfuerzos para mantener algú n
tipo de equilibrio entre las partes en conflicto. Durante el
Washington trató de distanciarse de los dos beligerantes para
alentar el diá logo entre el gobierno yugoslavo y el LDK de Rugova,
y para contener la lucha interna. el territorio de la Repú blica
Federativa de Yugoslavia: objetivos moderados que eventualmente
podrían combinarse en el marco de una respuesta política coherente.
La política estadounidense en la primera fase de la crisis se
basó en el supuesto de que la agenda del ELK para la
independencia nacional era inaceptable y la represió n serbia
desproporcionada. La presunció n de que só lo estaban en juego
cuestiones internas fue rechazada a la luz de los abusos masivos de
derechos humanos y sus implicaciones para la estabilidad en la
regió n, y la bú squeda de una solució n militar por parte de ambos
beligerantes fue condenada como receta para la frustració n. La
alternativa preferida fue una solució n diplomática, incluida la
adjudicació n legal de abusos de derechos humanos mediada a
travé s de los buenos oficios de Occidente.32 La LDK de Rugova fue
considerada la má srepresentante legítimo de los albanokosovares, y
Washington presionó considerablemente a la organizació n (con un
éxito limitado) para que construyera una junta asesora de base má s
amplia y se distanciara del extremismo del ELK33.
En el lado serbio, no había nadie a quien acudir má s que el
el conocido diablo Milošević, quien una vez má s asumió el centro del
escenario como principal interlocutor de su país con Occidente. Si
bien, en principio, los términos de una solució n debían dejarse a las
partes interesadas para que lo determinaran, Washington no ocultó su
preferencia por lo que Gelbard describió el 26 de marzo de 1998 como
“alguna forma de estatus mejorado para Kosovo, dentro de las
fronteras de la Repú blica Federativa de Yugoslavia. ”34 Belgrado fue
característicamente desafiante, y el 23 de abril de 1998, el régimen de
Milosevic llevó a cabo un referéndum popular en el que el 94,7 por
ciento del electorado rechazó la mediació n internacional. Sin
embargo, a pesar de la intransigencia serbia, el enfoque del conflicto
articulado por Washington durante los combates de la primavera de
1998 se mantendría con mucha coherencia a través de los giros y
vueltas que siguieron.
La preocupació n por los efectos secundarios del conflicto de
Kosovo fue
mayor en las vecinas Albania y Macedonia, y fue aquí donde se
concentraron los esfuerzos de contenció n occidentales. Desde
1992, la Fuerza de Despliegue Preventivo de las Naciones Unidas
en Macedonia (UNPREDEP), compuesta principalmente por
unidades estadounidenses y escandinavas desplegadas a lo largo
de la frontera entre Macedonia y Serbia, se mantuvo en
lugar con la intenció n de monitorear cualquier intento de
movimiento serbio hacia el sur. Sin embargo, cuando se discutió la
extensió n normal del mandato de la UNPREDEP en el Consejo de
Seguridad de la ONU en noviembre de 1997, Estados Unidos cedió
a la presió n de la Federació n Rusa y acordó terminar los
despliegues después de una extensió n final de nueve meses. La
oposició n de Moscú se basó en el argumento de que el progreso
hacia la estabilizació n en Bosnia-Herzegovina había hecho que los
despliegues preventivos fueran menos necesarios, pero también se
basaba en una preocupació n calculada sobre las implicaciones de
un largo plazo de EE. UU.presencia militar en la zona y por el tenor
generalmente antiserbio de la política occidental.
Ante la necesidad de buscar alternativas, Washington presentó
un paquete posterior a la UNPREDEP que incluía esfuerzos para
mejorar la preparació n para el combate de las fuerzas macedonias
a través de la asistencia de seguridad ampliada (Estados Unidos
aumentó unilateralmente su propia asignació n de asistencia de
seguridad para Macedonia de $ 2 millones a $ 8 millones anuales),
y una Asociació n para la Paz ampliada (PfP ) programa de
asociació n individual, que incluye una agenda intensificada de
ejercicios conjuntos, contactos reforzados entre militares y la
posibilidad de ampliar el campo de tiro Krivolak de Macedonia en
un centro permanente de la PfP para la formació n en
mantenimiento de la paz. Este programa se estaba debatiendo en
el momento en que estalló la violencia a gran escala en Kosovo en
febrero de 1998, lo que puso de manifiesto la pertinencia de los
despliegues preventivos para todos. A finales de agosto de 1998 se
renovó por consenso el mandato de la UNPREDEP. No obstante, la
disputa por la renovació n había revelado prioridades
contrastantes dentro de la comunidad internacional y no
presagiaba nada bueno para las perspectivas de cooperació n en
caso de crisis. Ademá s, la cuestió n de contener el conflicto de
Kosovo en la frontera de Macedonia, una tarea para la que la
UNPREDEP no estaba equipada, quedó sin resolver.
En mayo de 1998, cuando la situació n se volvió má s explosiva
por la
día, una encuesta de la OTAN El equipo llevó a cabo un estudio
preliminar para estimar la viabilidad de un despliegue preventivo
en Albania. En abril de 1998,Belgrado y Tirana comenzaron a
intercambiar acusaciones sobre el problema de Kosovo, con el primer
ministro albanés Fatos Nano hablando de la responsabilidad de los
serbios por "violencia patoló gica y tradicional", y el embajador
yugoslavo ante la ONU Vladislav Jovanović acusando a Tirana de
brindar apoyo al ELK35. Bloquear el trá fico de armas y impedir que el
ELK utilice Albania como santuario parecía ser un objetivo que valía la
pena perseguir, pero el estudio de la OTAN concluyó que
Se necesitarían má s de 20.000 soldados, combinado con un gran
esfuerzo para construir corredores de transporte y asegurar líneas
de suministro en un á rea aislada y subdesarrollada, para controlar
la frontera. Sobre la base de estas estimaciones, la OTAN descartó
la opció n36. En poco tiempo se requeriría hacer una contribució n
mucho mayor desoldados y material, y librar una gran guerra, en un
esfuerzo por resolver los problemas que las medidas preventivas
pretendían atajar.
El esfuerzo occidental para contener el conflicto de Kosovo en
sus primeras fases quedó detallado en la Declaració n sobre Kosovo
emitida el 28 de mayo de 1998 en la reunió n ministerial de la
OTAN en Luxemburgo.37 Las medidas recomendadas incluían: (1)
asistencia ampliada de la PfP para ayudar a las fuerzas armadas
nacionales fuerzas tanto de Macedonia como de Albania aseguran
sus fronteras; (2) un ejercicio conjunto OTAN-PfP que se llevará a
cabo en Macedonia durante septiembre de 1998; (3) el
establecimiento de una célula de asociació n de la APP en Tirana y la
realizació n de un pequeñ o ejercicio dirigido por la APP durante
agosto; (4) la apertura, a partir de julio, de una instalació n naval
permanente de la OTAN en el puerto albanés de Durrës; y (5) un
compromiso para expandir la vigilancia de la ONU y la OSCE en la
regió n. Estas medidas fueron suficientes para evitar una expansió n a
corto plazo del conflicto má s allá de las fronteras de Kosovo, pero no
para apagar el fuego de matorrales que ahora arde dentro de la
provincia en problemas.38
Se buscaron alternativas diplomá ticas tanto a nivel bilateral como
canales multilaterales. A los primeros signos de problemas, el
Grupo de Contacto Internacional de seis miembros volvió a ocupar
un lugar central como vehículo para coordinar la política balcá nica.
En una declaració n del 9 de marzo de 1998, el Grupo de Contacto
condenó "el uso de fuerza excesiva por parte de la policía serbia
contra civiles" así como las "acciones terroristas del Ejército de
Liberació n de Kosovo" y describió una serie de medidas destinadas
a fomentar el diá logo39. El lenguaje aparecía en la Resolució n
1160 del Consejo de Seguridad de la ONU, promulgada el 31 de
marzo, quecondenó el uso excesivo de la fuerza contra civiles, impuso
un embargo de armas contra la Repú blica Federativa de Yugoslavia y
concluyó con la vaga amenaza de "medidas adicionales" ante la falta
de avances hacia un acuerdo.40 El Consejo del Atlá ntico Norte (NAC)
emitió su primera declaració n sobre el problema el 5 de marzo de
1998, en la que expresaba "profunda preocupació n" y prometía
comprometerse a evitar la escalada y "promover la seguridad y la
estabilidad" .41 A finales de mayo, la reunió n ministerial de la OTAN
en Luxemburgo definió la situació n en Kosovo como ”Y en junio los
ministros de Relaciones Exteriores de la UE acordaron, junto con
Estados Unidos, imponer una prohibició n a las inversiones
y congelar los activos extranjeros serbios.42 Se otorgó al Tribunal
Penal Internacional para la ex Yugoslavia la autoridad para
investigar y enjuiciar las violaciones en Kosovo, y durante julio su
fiscal principal, Louise Arbour, anunció que la situació n en la
provincia cumplía con los está ndares de un "conflicto armado" se
aplicarían las leyes de la guerra.
Estados Unidos intervino diplomá ticamente a través de su
embajador en Macedonia, Christopher Hill, quien asumió el
liderazgo en la coordinació n de la comunicació n diplomá tica
dentro de Kosovo con representantes del KLA y LDK. El enviado
especial Holbrooke tambié n volvió a ser el centro de atenció n
como canal para el liderazgo en Belgrado. En una reunió n del 15 de
mayo entre Milošević y Rugovaorganizado bajo los auspicios de
Holbrooke, Belgrado se comprometió formalmente a dialogar con
representantes de la comunidad albanokosovar.43 Instado por
Washington, el 12 de junio el Grupo de Contacto Internacional, junto
con los ministros de Relaciones Exteriores de Canadá y Japó n, elaboró
un programa de diez puntos. , incluyendo llamamientos para: (1) un
alto el fuego inmediato; (2) seguimiento internacional; (3) acceso para
el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y ONG
internacionales; y (4) diá logo entre Belgrado y los albanokosovares
bajo los auspicios de mediadores internacionales.44 Sin embargo, las
negociaciones no condujeron a ninguna parte, y el impulso de la
ofensiva serbia que se desarrollaba sobre el terreno no se detuvo de
manera perceptible.
El ingrediente que faltaba parecía ser la coacció n. En sus esfuerzos
Para construir un frente unido de oposició n a la represió n serbia,
Washington logró crear una fachada de unidad entre losLos aliados
occidentales en torno al mínimo comú n denominador del respeto al
derecho internacional humanitario. Pronto, sin embargo, se evocó la
acció n militar como un medio para obligar a Serbia a cumplir. Del 15
al 16 de junio, 1 día antes de una visita programada de Milošević a
Moscú , la OTAN realizó un ejercicio en los cielos sobre Macedonia y
Albania titulado Operació n FALCON DETERMINADO, demostrando su
capacidad para reaccionar con fuerza aérea a las provocaciones en
tierra. Los ministros de Relaciones Exteriores de la OTAN también
anunciaron la programació n de ejercicios de la PfP en Albania para
agosto y septiembre. Durante una visita de verano a Moscú , el
ministro de Relaciones Exteriores alemá n, Klaus Kinkel, subió la
apuesta al señ alar que, en caso de que la situació n en Kosovo no
mejorara, podría ser necesaria una intervenció n militar, y señ aló que
ya eran "cinco minutos para la medianoche". 45 El 16 de junio ,
integridad y respeto de la soberanía de la Repú blica Federativa de
Yugoslavia ”, Milošević acordó otorgar acceso a la provincia a 150
observadores internacionales organizados bajo los auspicios de la
OSCE como la Misió n de Observadores Diplomá ticos de Kosovo
(KDOM) .46 En este punto, una combinació n de presió n diplomá tica y
amenazas de fuerza parecía estar dando frutos.
Las apariencias engañ aban y rá pidamente se hizo evidente que,
en el caso de Kosovo, una opció n militar sería muy controvertida.
Independientemente de las violaciones de las que fuera
responsable, Yugoslavia era un estado soberano comprometido en
sofocar una insurrecció n armada en lo que se reconocía como su
propio territorio. La intervenció n externa en nombre de un
movimiento secesionista armado crearía un precedente
inquietante. Cualquier tipo de ataque militar contra Serbia
contribuiría inevitablemente a la campañ a del ELK, un efecto que
Washington y sus aliados estaban ansiosos por evitar. Y hubo
importantes fuentes de disensió n. Rusia, aferrá ndose a su papel
histó rico como protector de los serbios en un esfuerzo por salvar
algo de influencia en la regió n, rechazó a quemarropa la opció n
militar. se negó a sancionar ataques aé reos contra Yugoslavia en
foros de la ONU o de la OSCE, y advirtió de las "graves
consecuencias internacionales" si la OTAN actuara sin un mandato
internacional formal.47 La OTAN afirmó su derecho a intervenir
independientemente, sobre la base de las resoluciones existentes
de la ONU y en un caso de urgente necesidad humanitaria, pero no
estaba unido internamente. Detrá s de escena, numerosos aliados,
incluidos Dinamarca, Francia, Alemania, Grecia, Italia y Españ a,
expresaron su renuencia a comprometerse con la Alianza sin la
aprobació n de una autoridad competente.48
La campañ a orquestada de diplomacia coercitiva alcanzó su
punto culminante.
culminació n en el otoñ o. El 23 de septiembre, el Consejo de
Seguridad de la ONU (con la abstenció n de China) aprobó la
Resolució n 1199 que describe la situació n en la provincia como
una "amenaza a la paz y la seguridad en la regió n" que exigía
"medidas inmediatas" en nombre de la paz y pedía un alto el fuego.
retirada de las fuerzas yugoslavas de Kosovo, libre acceso para la
comunidad internacional y regreso de refugiados y desplazados
internos.49 Al día siguiente, los ministros de defensa de la OTAN
reunidos en Villamoura, Portugal, emitieron Advertencias de
activació n para dos tipos diferentes de respuestas
militares:descrita como Respuesta Aérea Limitada (a corto plazo,
represalias punitivas dirigidas a objetivos fijos como el cuartel
general, relés de comunicació n y lanzamientos de municiones) y
Campañ a Aérea Phased (una campañ a aérea de cinco fases
operació n que pasa de la supresió n de las defensas aéreas
yugoslavas a los ataques contra los principales componentes de la
fuerza). Estas opciones se basaban en un extenso esfuerzo de
planificació n de la OTAN que había estado en marcha desde junio
de 1998, y que había producido una paleta demenos de 40 variantes
de campañ a aérea.50 La política occidental se había desplazado ahora
hacia la competencia, con la OTAN en el papel de ejecutor.
El 1 de octubre, la NAC emitió una Solicitud de Activació n para
opciones aéreas limitadas y por fases y, a instancias de Estados
Unidos, la OTAN inició el proceso de decisió n sobre la emisió n de
Ó rdenes de Activació n (ACTORD). Varios días despué s, un informe
largamente esperado del secretario general de la ONU, Kofi Annan,
criticó duramente el “asesinato y la destrucció n sin sentido” en
Kosovo y, a raíz de ello, Holbrooke presentó a Milošević un
ultimá tum exigiendo una retirada inmediata.51 En un discurso
ante Cleveland Consejo de Asuntos Mundiales el 9 de octubre, el
subsecretario de Estado Strobe Talbott proporcionó una
justificació n para el uso de la fuerza al definir la situació n en
Kosovo como "un peligro claro y presente para nuestros intereses
nacionales vitales" .52 El 13 de octubre, confrontando lo que
parecía ser una amenaza inminente de ataque,monitoreo y una
promesa de respuesta proporcionada a la provocació n.53 No
obstante, la NAC, impulsada por el Secretario General Solana, siguió
adelante con su decisió n ACTORD, acompañ ada de una “pausa” de 96
horas para permitir que Belgrado demuestre buenas intenciones. Un
acuerdo firmado por el ministro de Relaciones Exteriores de
Yugoslavia, Vladislav Jovanović, y el representante de la OSCE,
Bronislav Geremek, el 16 de octubre permitió la creació n de una
Misió n de Verificació n de Kosovo (KVM) de la OSCE de 2000
miembros, que fue respaldada por el Consejo de Seguridad de la ONU
una semana después, y el lanzamiento de una Misió n de vigilancia
aérea de la OTAN para monitorear el cumplimiento.54 Belgrado se
demoró en retirarse, pero bajo presió n finalmente aceptó intactas las
condiciones de la OTAN.55 El 27 de octubre, la NAC finalmente
suspendió sus ataques aéreos programados. Los ACTORD relevantes
no fueron cancelados, sin embargo, reservá ndose la OTAN el derecho
de ejecutarlos en una fecha posterior si fuera necesario. Varias
semanas después se estableció un Centro de Coordinació n de
Verificació n de Kosovo para reforzar el "enlace, la planificació n, la
coordinació n y el intercambio de informació n" con la OTAN.56 La
diplomacia coercitiva, intensificada hasta el punto de una amenaza
inminente de ataque aéreo, parecía haber empujado a Milošević a su
punto de ruptura.
El ejercicio de la coerció n ejerció una presió n considerable
sobre la Alianza Occidental. El tipo de fricció n inherente al uso de
la OTAN en una capacidad intrusiva de imposició n de la paz quedó
claro en los días inmediatamente posteriores a las concesiones de
Belgrado por la revelació n de lo que se presentó como una grave
violació n de la seguridad. El oficial de estado mayor de la OTAN y
mayor francés Pierre-Henri Bunel fue acusado de pasar datos de
objetivos para eventuales ataques aéreos a Belgrado, una acció n
que algunos interpretaron como producto de "un clima dominante
dentro de los círculos militares franceses de simpatía por la causa
serbia" nacido de empatía por un aliado tradicional. 57 El
presidente del parlamento ruso, Gennadi Seleznev, declaró sin
rodeos que, en caso de una acció n militar contra Belgrado, iniciaría
una legislació n para retirarse del Consejo Conjunto Permanente
definiendo una relació n especial entre Rusia y la OTAN. El tema de
la intervenció n de la OTAN fue la primera decisió n de política
exterior significativa para la nueva coalició n gobernante alemana
del canciller Gerhard Schrö der y el ministro de Relaciones
Exteriores Joschka Fischer, ambos, en su juventud,
autoproclamados pacifistas y opositores de la OTAN. Mientras se
compromete aRespeto los compromisos de la alianza, Berlín afirmó el
derecho a reposar el tema en el futuro, y fue particularmente
insistente en la necesidad de mantener abiertas las opciones
diplomá ticas.58 Quizá s lo má s significativo a largo plazo, una
declaració n conjunta anglo-francesa sobre la defensa europea firmada
en Saint Malo, Francia, el 4 de diciembre de 1998, reflejó el
descontento con el forzamiento de Washington dentro de la Alianza al
instar a la UE a crear “la capacidad de acció n autó noma respaldada
por fuerzas militares creíbles, los medios para usarlas y la disposició n
para hacerlo con el fin de para responder a las crisis internacionales.
”59 Este fue un primer paso en la direcció n de una Política Europea de
Seguridad y Defensa autó noma, separada y distinta de la definida por
la Alianza Atlá ntica.
En retrospectiva, está claro que la gestió n de conflictos occidental
El esfuerzo en Kosovo fue tardío e ineficaz. También estaba
seriamente confundido sobre fines y medios. Durante la mayor parte
de la década de 1990, la adhesió n de Rugova a una política de no
violencia dio a la facció n albanokosovar considerable autoridad moral
y brindó espacio para políticas proactivas diseñ adas para suavizar la
represió n serbia en el contexto de un acuerdo regional general. Para
cuando el tema fue incluido en la agenda internacional durante 1998,
las esperanzas de un resultado negociado se habían evaporado, y
entre el extremismo albanokosovar y la brutalidad serbia, había muy
poco para elegir. Una década de conflicto y ampliació n del
compromiso occidental
había convertido a los Balcanes en una regió n demasiado seminal
como para permitir una opció n. La parte serbia se percibía
uniformemente como la principal responsable, la paciencia occidental
con Milošević y su cínica maniobra se había debilitado hacía mucho
tiempo, y no se consideró deseable una mayor tolerancia por el
desafío serbio. Pero el precedente de violencia terrorista y secesió n
armada que está estableciendo el ELK es perturbador. Alojado entre la
espada y la pared, durante la primera fase de la crisis de Kosovo, la
diplomacia estadounidense buscó imponer un compromiso débil
mediante la amenaza de la coacció n. En muy poco tiempo, las
limitaciones del enfoque quedarían dolorosamente claras.

Guerra y venganza.

El acuerdo Holbrooke-Milošević se firmó ocho meses después


del lanzamiento de la campañ a de represió n serbia. Cuando se
puso en marcha la diplomacia de crisis para afrontar el problema,
grandes extensiones de Kosovo ya habían sido devastadas por la
guerra, algunos750 albaneses de Kosovo asesinados y má s de
200.000 desplazados internos se dirigieron a ninguna parte. Dadas las
circunstancias, y dado el esfuerzo que se había realizado para montar
un aparato de coerció n, el acuerdo en sí fue notablemente tibio. Las
autoridades yugoslavas acordaron retirar sus unidades militares
especiales de la provincia, pero la retirada se produjo después de que
la infraestructura del ELK se redujera a jirones y al comienzo de la
temporada de invierno, donde las campañ as serias serían mucho má s
difíciles. Se permitió a los serbios mantener niveles policiales y
militares equivalentes a los que existían bajo lo que había sido un
régimen de ley marcial virtual antes de febrero de 1998. El
cumplimiento debía ser supervisado por 2.000 miembros desarmados
de la KVM, asistidos por una misió n de verificació n aérea coordinada
por la OTAN y designado como Operació n EAGLE EYE.
y un programa para facilitar el regreso de refugiados y
desplazados internos. Estas pautas no fueron de ninguna manera
punitivas
— Belgrado podría haber vivido con ellos sin temor a perder el
control dentro de la provincia.
Había al menos dos comodines en el camino hacia un arreglo
pacífico. El primero fue el propio ELK, de ninguna manera parte
del acuerdo de octubre, y comprometido a continuar su campañ a
deresistencia armada a pesar de los reveses. El segundo fue la
determinació n de las autoridades de Belgrado de aprovechar su
ventaja y acabar con la resistencia de los albanokosovares cuando se
presentara la oportunidad. El ELK había acumulado una gran simpatía
internacional en su lucha desigual con las autoridades yugoslavas y
estaba ansioso por hacer uso de ella. Milošević había observado de
cerca có mo la OTAN luchaba con la "elecció n espantosa y poco
envidiable" de intervenir, y era consciente de que la cohesió n de la
alianza era débil.62 El acuerdo de octubre no restringió de manera
efectiva a ninguna de las partes en el conflicto, y el pequeñ o
contingente de KVM que se movió lentamente hacia El lugar carecía de
los medios para exigir respeto. En enero de 1999 só lo habían llegado
800 de los 2.000 observadores prometidos originalmente, y cuando la
misió n se retiró en marzo, no había pasado de 1.400. 63 Al igual que
en Bosnia-Herzegovina, la comunidad internacional se ha movido para
abordar los síntomas en lugar de los problemas subyacentes. Un
enfoque diferente podría haber proporcionado una presencia má s
só lida de las fuerzas terrestres de la alianza adyacentes a Kosovo
como un mecanismo de intimidació n, o incluso haber funcionado para
asegurar la aprobació n de Belgrado para un protectorado
internacional en toda regla dentro de la provincia que hubiera
asegurado su vínculo continuo con Yugoslavia. . Tales soluciones
fueron rechazadas por la administració n Clinton, que buscó minimizar
la exposició n de Estados Unidos y apostó por el engañ o. Sin
mecanismos para hacer respetar el acuerdo, ya sea para evitar que los
albanokosovares exploten el cumplimiento parcial de Serbia en su
propio beneficio o para bloquear las represalias serbias ante nuevas
provocaciones, el acuerdo de octubre estaba condenado al fracaso. la
comunidad internacional se ha movido para abordar los síntomas en
lugar de los problemas subyacentes. Un enfoque diferente podría
haber proporcionado una presencia má s só lida de las fuerzas
terrestres de la alianza adyacentes a Kosovo como un mecanismo de
intimidació n, o incluso haber funcionado para asegurar la aprobació n
de Belgrado para un protectorado internacional en toda regla dentro
de la provincia que hubiera asegurado su vínculo continuo con
Yugoslavia. . Tales soluciones fueron rechazadas por la administració n
Clinton, que buscó minimizar la exposició n de Estados Unidos y
apostó por el engañ o. Sin mecanismos para hacer respetar el acuerdo,
ya sea para evitar que los albanokosovares exploten el cumplimiento
parcial de Serbia en su propio beneficio o para bloquear las
represalias serbias ante nuevas provocaciones, el acuerdo de octubre
estaba condenado al fracaso. la comunidad internacional se ha movido
para abordar los síntomas en lugar de los problemas subyacentes. Un
enfoque diferente podría haber proporcionado una presencia má s
só lida de las fuerzas terrestres de la alianza adyacentes a Kosovo
como un mecanismo de intimidació n, o incluso haber funcionado para
asegurar la aprobació n de Belgrado para un protectorado
internacional en toda regla dentro de la provincia que hubiera
asegurado su vínculo continuo con Yugoslavia. . Tales soluciones
fueron rechazadas por la administració n Clinton, que buscó minimizar
la exposició n de Estados Unidos y apostó por el engañ o. Sin
mecanismos para hacer respetar el acuerdo, ya sea para evitar que los
albanokosovares exploten el cumplimiento parcial de Serbia en su
propio beneficio o para bloquear las represalias serbias ante nuevas
provocaciones, el acuerdo de octubre estaba condenado al fracaso.
Como era de esperar, cuando las fuerzas serbias se retiraron
segú n lo acordado, el KLA
los combatientes avanzaron para ocupar el terreno desocupado.
Pronto se reanudaron los combates esporá dicos. En diciembre, los
“ejercicios de entrenamiento” serbios cerca de Podujevo, realizados
sin notificació n previa a la OSCE, se convirtieron en operaciones
ofensivas a gran escala contra unidades del ELK en clara violació n del
entendimiento de octubre. El evento fundamental en la nueva
escalada ocurrió el 15 de enero de 1999, en el pueblo
de Račak en la rebelde regió n de Drenica, donde una acció n punitiva
serbia dejó 45 civiles muertos, incluidas dos mujeres y un niñ o de 12
añ os.
La cuestió n de qué sucedió exactamente en Račak ha sido muy
discutida. La versió n de los hechos anunciados al mundo
inmediatamente después del asesinato sugirió que las unidades
serbias enLa persecució n de un pequeñ o contingente del ELK ocupó
la aldea y masacró a sus habitantes como una advertencia para
aquellos tentados a ofrecer refugio a la guerrilla.64 Uno de los
primeros observadores internacionales en llegar a la escena fue el ex
embajador de Estados Unidos William Walker, que ahora se
desempeñ a como jefe. de la fuerza KVM de la OSCE. Al ver los
cadá veres de las víctimas, Walker se enfureció , acusó a la parte serbia
de llevar a cabo una masacre deliberada y anunció sus condenas por
teléfono a los líderes estadounidenses.65 Hubo algo de incorrecció n
en la comunicació n de Walker con los tomadores de decisiones
estadounidenses en vista de su primaria responsabilidad ante la OSCE,
pero es la esencia de su informe y los usos políticos a los que se le dio,
es decir, los má s vívidamente disputados. Transmitido en todo el
mundo, El juicio de Walker fue lejos para condicionar el sentimiento
pú blico por una eventual campañ a militar contra Serbia. En cuestió n
de días, el Departamento de Estado de EE. UU. Condenaría el evento
como una "masacre de civiles por parte de las fuerzas de seguridad
serbias", mientras que el secretario general de la OTAN, Solana, habló
de "una flagrante violació n del derecho internacional humanitario" 66.
no presentó evidencia forense que indicara que ocurrió una masacre,
y sugiere que sigue siendo posible (como los observadores serbios
habían argumentado en ese momento) que los cadá veres exhibidos en
Račak fueran los de combatientes de la resistencia caídos y
transeú ntes inocentes muertos en los combates, reunidos juntos
desde un á rea má s amplia por los aldeanos bajo la direcció n del ELK,
Si los eventos en Račak fueron manipulados intencionalmente o no
o tergiversados para fortalecer el caso de la intervenció n occidental,
desacreditaron a las fuerzas serbias y aumentaron la presió n para una
respuesta internacional. El 15 de enero, con los combates en Račak en
curso, el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos definió sus
objetivos en la crisis como “promover la estabilidad regional y
proteger nuestra inversió n en Bosnia; evitar la reanudació n de las
hostilidades en Kosovo y la reanudació n de la crisis humanitaria; [y]
preservar la credibilidad de Estados Unidos y la OTAN ". 68
El general Wesley Clark se hizo eco de esta conclusió n en su
evaluació n del impacto de Račak al sugerir que tras el asesinato "la
credibilidad de la OTAN estaba en juego". sobre todo, la Alianza
podía permitir la percepció n de que una vez má s, como en Bosnia,
se había vuelto complaciente ante una política de masacre.
Reunidos en Londres el 29 de enero, los ministros que representan
al Grupo de Contacto InternacionalIr al grano exigiendo que los
representantes de Yugoslavia y los albanokosovares se reú nan bajo
los auspicios internacionales para entablar conversaciones indirectas
en los castillos franceses de Rambouillet, ubicados en los alrededores
de París.70 El 30 de enero, la NAC emitió una declaració n en la que
prestaba su apoyo a la Contactar la iniciativa del Grupo y amenazar
con una respuesta contundente en caso de incumplimiento. También
otorgó al Secretario General de la OTAN, Solana, plena autoridad para
aprobar ataques aéreos contra objetivos dentro de la Repú blica
Federativa de Yugoslavia si los eventos así lo ameritaban, una
importante derogació n de responsabilidad que de hecho niega la
posibilidad de un veto de un solo miembro para bloquear la acció n.71
La etapa una vez má s se dispuso a realizar un ejercicio de diplomacia
coercitiva que debía concluir con un plan de paz impuesto por
Occidente.
El plan en sí, elaborado por el Grupo de contacto y
estrechamente
inspirado en el Acuerdo de Dayton, consistía en un acuerdo marco que
establecía directrices para un proceso de paz, acompañ ado de una
serie de anexos que tratan aspectos específicos de la
implementació n.72 Los anexos clave de seguridad e implementació n
civil fueron la fuente de considerables disputas entre bastidores entre
los occidentales. aliados, con diferencias emergentes sobre el tema
familiar de un mandato de la ONU, el papel de la OTAN (cuyos
representantes fueron excluidos de las sesiones de Rambouillet por
los anfitriones franceses), la distribució n de responsabilidad entre el
componente de seguridad de una misió n de implementació n y su
componente civil, y el grado de participació n de Estados Unidos en
una fuerza de ocupació n de Kosovo propuesta. Las sesiones de
Rambouillet se llevaron a cabo durante una semana completa antes de
que se acordaran los textos finales. Esto no fue necesariamente un
lapso crítico en vista del hecho de que el programa no fue concebido
como un texto de trabajo abierto a discusió n, sino que se presentó
como un ultimá tum para irse o tomarse bajo amenaza de represalias.
Pero las diferencias entre los aliados sobre la esencia del acuerdo no
presagiaban nada bueno.73
En su forma final, el acuerdo de Rambouillet exigía una
inmediata
cesió n de hostilidades; la retirada parcial y la desmilitarizació n de
todas las fuerzas armadas dentro de Kosovo; garantías de
derechos civiles; y
un acuerdo de paz que otorgaría a Kosovo una mayor autonomía
dentro de Yugoslavia a corto plazo y permitiría un referé ndum
vinculante sobre el estatus final de la provincia despué s de 5 añ os.
El anexo de seguridad preveía la ocupació n de la provincia por una
fuerza internacional dirigida por la OTAN, sobre la base de un
contrato de estatuto de fuerzas que también preveía el derecho de
acceso a todo el territorio de la Repú blica Federativa de
Yugoslavia. Para sorpresa y disgusto de los mediadores presentes,
estos té rminos no fueron aceptados por ninguna de las partes de
las negociaciones. La delegació n serbia, sin representantes de alto
nivel y totalmente dependiente de la aprobació n de Belgrado,
aceptó el plan en líneas generales pero planteó numerosas
objeciones a varios aspectos de la implementació n.partidos fue una
vergü enza diplomá tica que parecía indicar los límites de la influencia
occidental.
Ante una potencial avería que comprometería todo el
esfuerzo de mediació n, se amplió el plazo original del 23 de
febrero para un acuerdo y se programó una nueva ronda de
conversaciones para el 15 de marzo en el Centro Kleber de París.
Durante las semanas intermedias, los esfuerzos occidentales se
dirigieron casi por completo a traer a Thači y la delegació n
albanesa. El argumento ganador parece haber sido que sin los
albanokosovares a bordo, los ataques militares punitivos contra
Serbia deberían suspenderse. Holbrooke visitó Belgrado el 10 de
marzo y transmitió el mensaje de que sin el cumplimiento de
Serbia, la acció n militar era inevitable. EnEn la segunda ronda de
conversaciones en el Centro Kleber del 15 al 19 de marzo, la
delegació n albanokosovar entregó su firma prometida, mientras que
los serbios objetaron y pidieron un diá logo continuo.76 Estados
Unidos ofreció 28.000 efectivos de mantenimiento de la paz de la
OTAN, incluidos 4.000 soldados estadounidenses, para supervisar un
acuerdo negociado, pero el enfoque real del esfuerzo estadounidense
era ganar al ELK como un medio para sancionar ataques punitivos
contra Serbia.77 A su salida de París después de la conclusió n de las
sesiones el 19 de marzo, la delegació n serbia denunció los términos de
el acuerdo como un ultimá tum occidental en violació n del derecho
internacional.78 Simultá neamente, las fuerzas serbias comenzaron
masa en Kosovo y sus alrededores en lo que parecían ser los
preparativos para un enfrentamiento79.
Las conversaciones indirectas de Rambouillet no habían
logrado producir un acuerdo negociado, pero lograron crear un
pretexto para la acció n militar. Inmediatamente después de la
partida de la delegació n yugoslava, se puso en marcha la máquina
de guerra. El 19 de marzo, el KVM fue retirado de Kosovo, y el 21
de marzo Holbrooke llegó a Belgrado para dar una advertencia
final a Milošević, quien se negó obedientemente a recibirlo. El 23
de marzo, Solana ordenó al SACEUR, el general estadounidense
Wesley Clark, que comenzara operaciones aéreas contra
Yugoslavia. Un día después, en la niebla y la lluvia de una
primavera balcá nica temprana, se lanzó la Operació n FUERZA
ALIADA.
La decisió n de recurrir a la fuerza en Kosovo sigue siendo
controvertida, en parte porque los motivos serbios durante los
acontecimientos que llevaron a las hostilidades solo pueden
inferirse. Los objetivos occidentales se establecieron claramentee
incuestionablemente defendibles, pero los medios elegidos para
perseguirlos eran discutibles. La OTAN había lanzado un ataque
contra un estado soberano comprometido con la represió n de una
insurgencia nacional sin un mandato internacional convincente.
Durante el añ o anterior al ataque, aproximadamente 2.000 personas
habían muerto como resultado de la violencia asociada con el
levantamiento en la provincia, trá gica, pero lejos de la violencia
“genocida” que algunos denunciaron. El Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los Refugiados estableció que unos 250.000
albanokosovares habían optado por dejar sus hogares bajo coacció n,
igualmente trá gico, pero difícilmente un desastre humanitario de
dimensiones sin precedentes.80 La legitimidad del llamamiento de la
OTAN a la necesidad humanitaria urgente como justificació n para la
acció n fue abierto a cuestionamientos. 81 El plan de Rambouillet
contenía condiciones (libertad de operació n para las fuerzas de la
OTAN en todo el territorio de Yugoslavia y la designació n de un
referéndum vinculante sobre el estatus final de Kosovo que casi con
certeza daría lugar a una opció n por la independencia) que hubieran
sido difíciles para cualquier gobierno en Belgrado a aceptar.82
Ademá s, se presentó como un ultimá tum bajo amenaza de fuerza, en
contravenció n de los preceptos legales internacionales, que no
reconocen los acuerdos concluidos como resultado de la coacció n. Al
intervenir contra una de las partes en una disputa civil, la OTAN
adoptó una postura objetivamente partidista que contradecía su
propia retó rica de neutralidad. El relato occidental má s detallado de la
toma de decisiones de Estados Unidos durante la crisis argumenta sin
rodeos que el propó sito de Rambouillet no era promover un acuerdo
diplomá tico, sino má s bien “ que no reconocen los acuerdos
celebrados como consecuencia de la coacció n. Al intervenir contra una
de las partes en una disputa civil, la OTAN adoptó una postura
objetivamente partidista que contradecía su propia retó rica de
neutralidad. El relato occidental má s detallado de la toma de
decisiones de Estados Unidos durante la crisis argumenta sin rodeos
que el propó sito de Rambouillet no era promover un acuerdo
diplomá tico, sino má s bien “ que no reconocen los acuerdos
celebrados como consecuencia de la coacció n. Al intervenir contra una
de las partes en una disputa civil, la OTAN adoptó una postura
objetivamente partidista que contradecía su propia retó rica de
neutralidad. El relato occidental má s detallado de la toma de
decisiones de Estados Unidos durante la crisis argumenta sin rodeos
que el propó sito de Rambouillet no era promover un acuerdo
diplomá tico, sino má s bien “
crear un consenso en Washington y entre los aliados de la OTAN
de que la fuerza tendría que ser utilizada. ”83 Por sus muchas
críticas, al excluir opciones diplomá ticas y desencadenando
acontecimientos antes de que la amenaza de la fuerza se hiciera
creíble, Rambouillet se convirtió en "un ejemplo de libro de texto de
có mo no llevar a cabo la diplomacia" 84.
Sigue siendo cierto que el enfoque agresivo de Serbia al
problema de Kosovo fue claramente un problema. Las luchas
durante el añ o pasado ya habían creado una ola de refugiados que
amenazaba con llevar a los estados vecinos al caos, y la situació n
solo prometía empeorar. Por lo tanto, la iniciativa de la OTAN
podría presentarse razonablemente como una reacció n legítima a
una "catá strofe humanitaria pendiente" creada por las políticas
voluntarias de un Belgrado desafiante.85 Aunque la opció n de la
guerra aérea puede no haber sido una respuesta ó ptimaen
términos puramente militares, era la ú nica respuesta políticamente
factible, y era absolutamente necesario algú n tipo de respuesta.
Incluso en niveles má s bajos de violencia, las provocaciones de
Belgrado fueron un desafío para la OTAN, el ancla de la presencia
avanzada de Estados Unidos en Europa y la piedra angular de la
arquitectura de seguridad del continente. En octubre de 1998 se
intentó y fracasó la diplomacia coercitiva. Ahora era el turno de la
coacció n pura y simple.

Operación FUERZA ALIADA.

El enfrentamiento militar entre la OTAN y Yugoslavia se inició


con importantes errores de cá lculo estraté gicos de ambos lados.
Los términos aliados para la terminació n del conflicto se
definieron al comienzo de la contienda y se cumplieron con gran
coherencia a partir de entonces: fin de la violencia y las operaciones
militares en Kosovo, retirada de las fuerzas militares y policiales
serbias, aceptació n de una fuerza internacional de vigilancia dirigida
por la OTAN, regreso de refugiados y desplazados internos, y
compromiso con un marco político sobre la base del acuerdo de
Rambouillet, incluida la autonomía ampliada para un Kosovo
democrá tico dentro de la federació n yugoslava. Este era un escenario
de “serbios afuera, OTAN adentro, refugiados de regreso” con el que la
Alianza se mantendría hasta el amargo final. Los objetivos políticos
estaban vinculados a una estrategia militar que se centró en el uso del
poder aéreo para suprimir las defensas y permitir operaciones sin
obstá culos de la OTAN en el espacio aéreo yugoslavo. aislar al Tercer
Ejército Yugoslavo dentro de Kosovo y degradar su capacidad de
combate, y coaccionar la aceptació n de los términos de paz de la
OTAN. En palabras del presidente de Estados Unidos, Clinton, en su
discurso a la nació n
Al anunciar el comienzo de las operaciones aéreas, las fuerzas de la
OTAN tenían la tarea de "demostrar la seriedad de la oposició n de
la OTAN a la agresió n", disuadir a Milošević de "intensificar sus
ataques contra civiles indefensos" y "dañ ar la capacidad de Serbia
para librar la guerra contra Kosovo al disminuir gravemente sus
fuerzas armadas". capacidades ". 86
A raíz del conflicto de Kosovo, el teniente general de la Fuerza
Aérea de los EE. UU. Michael Short, comandante de las Fuerzas
Aéreas Aliadas del Sur de Europa y la 16ª Fuerza Aérea de EE. UU.
Con sede en Aviano, Italia, durante la campañ a, criticó a sus
maestros políticos por no desarrollar una "política clara objetivos
”para guiar a los comandantes militares.87 La afirmació n de Short
es en cierto modo injusta: en Kosovo, la política El estado final que
la fuerza militar estaba destinada a facilitar se articuló tan claramente
como las circunstancias lo permitieron. Lo que no estaba tan claro
eran los medios adecuados para lograr los objetivos declarados. Los
aliados clave de la OTAN se sintieron incó modos desde el principio
con el recurso a los ataques aéreos para coaccionar a un estado
europeo. La administració n Clinton estaba convencida de que los
bombardeos limitados bastarían para forzar el cumplimiento de
Serbia, pero se mostró reacio a seguir la ló gica de la coerció n hasta el
final de la guerra sin restricciones, posiblemente incluidas las
operaciones convencionales de combate terrestre.88 Como resultado,
la OTAN tomó la decisió n consciente de irse. a la guerra con una mano
atada a la espalda.
Los tomadores de decisiones estadounidenses estaban
particularmente preocupados por la fragilidad
de apoyo pú blico a una guerra prolongada en los Balcanes y al
impacto de una lucha costosa e indecisa sobre la cohesió n de la
alianza. En el verano de 1998, los planificadores de la alianza
desarrollaron una gama completa de opciones militares para
contingencias en Kosovo, pero los líderes políticos
estadounidenses descartaron pú blicamente cualquier compromiso
de las fuerzas terrestres en un entorno "no permisivo" .89 Segú n
un estudio preparado por la Corporació n RAND en nombre del
Ejército de los EE. UU., las opciones terrestres nunca se
consideraron seriamente durante el proceso de planificació n. El
informe afirma inequívocamente que: “desde mediados de 1998 en
adelante, no soloSi esta opció n [operaciones terrestres] se archivó ,
no se emprendió ningú n plan de contingencia serio para operaciones
aire-tierra. La planificació n se centró exclusivamente en los ataques
aéreos y con misiles ".90 En su discurso del 24 de marzo, Clinton
anunció perentoriamente que" no tengo la intenció n de poner
nuestras tropas en Kosovo para librar una guerra ".91 Sobre esa base,
se iniciaron ataques aéreos limitados el la base de lo que pronto
resultaría ser la suposició n infundada de que varios días de
bombardeos bastarían para convencer a Milosevic de que la
capitulació n era su mejor opció n. En la noche del 24 de marzo,
hablando con una televisió n nacional
audiencia, la secretaria de Estado Madeleine Albright fue franca al
declarar al pú blico estadounidense, pero tambié n a sus
adversarios en un escenario de guerra, que "no veo esto como una
operació n a largo plazo". 92 Estados Unidos aspiraba a organizar
una acció n punitiva, no para hacer la guerra en el sentido clá sico.
En palabras del general Clark, “todo el propó sito del esfuerzo de la
OTAN era empoderar la diplomacia” 93. Como consecuencia, sus
operaciones militares se desarrollaron bajo reglas de
enfrentamiento que han sido descritas como “estrictamente
restrictivas” 94.
Durante la guerra aérea en Kosovo, los comandantes de
combate aliados recibieron instrucciones de evitar víctimas a toda
costa.95 Los ataques aéreos de la OTAN fueron Nunca logró
suprimir completamente los sistemas de defensa aérea serbios
superpuestos y redundantes, incluida la amenaza de misiles de
superficie a aire guiados por radar, y para reducir el riesgo, durante la
mayoría de la campañ a, los ataques aéreos se lanzaron desde un techo
de altitud media de 5.000 metros. Estas precauciones permitieron
limitar las pérdidas, y durante la campañ a solo dos aviones de la
OTAN fueron derribados por fuego hostil, pero el precio fue una
disminució n de la eficiencia operativa, y al menos un incidente muy
publicitado donde las dificultades de discriminació n visual desde gran
altura llevaron a un trá gico error de focalizació n. Los recelos por parte
de algunos miembros de la alianza y la falta de un mandato vá lido
hicieron que la OTAN fuera particularmente sensible a la cuestió n de
los dañ os colaterales, imponiendo restricciones sobre los tipos de
objetivos que los comandantes podían atacar. y la creació n de
oportunidades de refugio que las fuerzas serbias pudieron
aprovechar. Los procedimientos para la aprobació n de objetivos que
involucran a todos los aliados de la OTAN, reunidos apresuradamente
después del inicio de las hostilidades, demostraron ser especialmente
engorrosos y llevaron a lo que el presidente del Comité Militar de la
OTAN, el general alemá n Klaus Naumann, má s tarde llamaría "un
mínimo comú n "enfoque denominador" para la selecció n de
objetivos.96 La suposició n de que los ataques punitivos harían el
trabajo, las dificultades para suprimir las defensas aéreas, las
condiciones impuestas políticamente que dictan pérdidas mínimas, las
reglas restrictivas de enfrentamiento y las limitaciones inevitables
asociadas con la guerra de coalició n, excluían la dependencia de
Doctrina de la Fuerza Aérea de los EE. UU., Que recomienda la
aplicació n de una fuerza abrumadora contra un espectro completo de
objetivos desde el comienzo de una campañ a.97
Trabajando dentro de estas limitaciones, la SACEUR desarrolló
planes
para una campañ a aérea de tres fases. En la Fase I, las defensas
antiaéreas y los puestos de mando serían el objetivo. La Fase II
consistió en extender los ataques a la infraestructura estratégica má s
allá del paralelo 44. En la Fase III, Belgrado mismo sería atacado. El
plan realmente implementado
el 24 de marzo previó ataques contra un modesto total de 50
objetivos preaprobados, y supuso que de 2 a 4 días de bombardeo
serían suficientes para proporcionar a Milošević un pretexto que
salve la cara para retirarse después de haber ofrecido una
resistencia simbó lica. Desafortunadamente, rá pidamente se hizo
evidente que el líder serbio no tenía tal intenció n y que la
intensidad de la campañ a, tal como se había planeado, no sería
suficiente para lograr los objetivos estadounidenses.
Lo que siguió en las primeras semanas de la campañ a, en
palabras de un crítico, fue un esfuerzo "caó tico, sin guió n y
confuso" para adaptarse a lo imprevisto.98 El general Clark explicó
la alternativa a una estrategia de intimidació n en una sesió n
informativa sobre 25 de marzo, defendiendo la necesidad de
“atacar, perturbar, degradar, devastar de forma sistemá tica y
progresiva. . . y destruir ”la capacidad de Serbia para hacer la
guerra.99 Esto representó una escalada significativa de objetivos
militares para la que muchos líderes políticos aliados no estaban
preparados. No fue hasta la cumbre de la OTAN en Washington el
23 de abril que la Alianza aprobó formalmente una intensificació n
de la operació n aérea ampliando el objetivo establecido a la
infraestructura militar-industrial y otros objetivos estratégicos, y
comprometié ndose con el despliegue de aviones adicionales. Por
este punto,
Los errores de cá lculo yugoslavos fueron aú n má s graves.
Milošević mayo
Nos ha sorprendido mucho cuando la OTAN reunió la voluntad de
lanzar su ataque original. Tras el inicio de las hostilidades, su
estrategia se convirtió en agacharse y limitar el dañ o, buscar
interrumpir asimé tricamente el esfuerzo bé lico aliado y esperar
que haya fricciones dentro de la Alianza para crear presió n a favor
de un compromiso de paz. La població n serbiapredeciblemente se
unió a su liderazgo con la nació n bajo ataque. En Belgrado y otros
centros urbanos se organizaron grandes manifestaciones de desprecio
por la guerra aérea de la OTAN, el fuselaje destrozado de un caza
"Stealth" F-117 derribado se exhibió de forma destacada como trofeo,
y los ciudadanos desfilaron por las calles con pequeñ os objetivos
prendidos en las solapas. para simbolizar el desafío. El sentimiento
pacifista también se manifestó en Europa Occidental: usar la OTAN
como un instrumento para librar la guerra contra un estado europeo
neutral era una empresa intrínsecamente arriesgada y que estaba
destinada a despertar resentimiento. En 4 días de bombardeos contra
Irak en diciembre de 1998 (Operació n DESERT FOX) realizados
principalmente por Estados Unidos y Reino Unido, se utilizaron
ataques aéreos punitivos para demostrar voluntad política pero sin
buscar ningú n tipo de resultado estratégico decisivo.
era lo que Occidente tenía en mente en el caso de Yugoslavia, y que al
capear la tormenta inicial, mientras confiaba en la declinació n de la
cohesió n aliada a medida que el esfuerzo de guerra se volvía má s
exigente, su posició n en un acuerdo negociado se fortalecería.100
Má s dramá ticamente, la campañ a de limpieza étnica dentro de
Kosovo se expandió radicalmente. A los pocos días de los primeros
ataques aéreos, decenas de miles de albanokosovares huyeron de
sus hogares en un é xodo espantoso que rá pidamente alcanzaría
proporciones casi bíblicas. Al final de la guerra, segú n el Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, 848.100
refugiados habían abandonado la provincia, aproximadamente el
40 por ciento de la població n total. La mayoría de estos
desventuradoslas víctimas fueron empujadas a través de la frontera
hacia Montenegro, Macedonia o Albania, donde se instalaron
rá pidamente campamentos improvisados para cuidarlos. Aunque má s
tarde se afirmaría que el problema se había previsto, la comunidad
internacional claramente no estaba preparada para una ola de
refugiados de esta dimensió n.101
Fuentes occidentales, citando informes de inteligencia
clasificados, han
argumentó que la limpieza étnica masiva fue cuidadosamente
planeada y ya se había puesto en marcha, bajo la denominació n
Operació n HERRADURA, en los días previos al 24 de marzo.102 Esta
explicació n fue hecha pú blica por la oficina del ministro de Defensa
alemá n Rudolf Scharping en los primeros días de la conflicto, y desde
entonces ha servido para desviar las críticas de que la acció n militar
de la Alianza había provocado el desastre humanitario que se
pretendía evitar. A la luz del precedente bosnio, era difícil no creer lo
peor de los dirigentes serbios. “En Kosovo”, escribió J. Bryan Hehir en
medio del conflicto, “prefigurado por la limpieza étnica de Bosnia, el
mundo. . . sabe exactamente lo que está sucediendo, y sabemos quién
es el responsable ”. 103 Milošević tenía un motivo obvio. La avalancha
de refugiados interrumpió la planificació n de la alianza, y forzó un
compromiso significativo de recursos para el socorro de emergencia.
Si hubiera podido romper la voluntad de la Alianza y negociar un alto
el fuego con los refugiados aú n dispersos fuera de las fronteras de
Kosovo, Milošević habría afectado un cambio decisivo en el equilibrio
demográ fico dentro de la provincia en disputa en beneficio de Serbia.
Pero las potencias occidentales también tenían un gran interés en
justificar su decisió n de intervenir sobre la base de transgresiones
serbias planificadas de antemano y atroces que no estaban en
condiciones de controlar. De hecho, algunos comentaristas han
cuestionado si alguna vez existió un plan operativo denominado
"Herradura" excepto como producto de la desinformació n
occidental.104 Durante Si hubiera podido romper la voluntad de la
Alianza y negociar un alto el fuego con los refugiados aú n dispersos
fuera de las fronteras de Kosovo, Milošević habría afectado un cambio
decisivo en el equilibrio demográ fico dentro de la provincia en
disputa en beneficio de Serbia. Pero las potencias occidentales
también tenían un gran interés en justificar su decisió n de intervenir
sobre la base de transgresiones serbias planificadas de antemano y
atroces que no estaban en condiciones de controlar. De hecho, algunos
comentaristas han cuestionado si alguna vez existió un plan operativo
denominado "Herradura" excepto como producto de la
desinformació n occidental.104 Durante Si hubiera podido romper la
voluntad de la Alianza y negociar un alto el fuego con los refugiados
aú n dispersos fuera de las fronteras de Kosovo, Milošević habría
afectado un cambio decisivo en el equilibrio demográ fico dentro de la
provincia en disputa en beneficio de Serbia. Pero las potencias
occidentales también tenían un gran interés en justificar su decisió n
de intervenir sobre la base de transgresiones serbias planificadas de
antemano y atroces que no estaban en condiciones de controlar. De
hecho, algunos comentaristas han cuestionado si alguna vez existió un
plan operativo denominado "Herradura" excepto como producto de la
desinformació n occidental.104 Durante Pero las potencias
occidentales también tenían un gran interés en justificar su decisió n
de intervenir sobre la base de transgresiones serbias planificadas de
antemano y atroces que no estaban en condiciones de controlar. De
hecho, algunos comentaristas han cuestionado si alguna vez existió un
plan operativo denominado "Herradura" excepto como producto de la
desinformació n occidental.104 Durante Pero las potencias
occidentales también tenían un gran interés en justificar su decisió n
de intervenir sobre la base de transgresiones serbias planificadas de
antemano y atroces que no estaban en condiciones de controlar. De
hecho, algunos comentaristas han cuestionado si alguna vez existió un
plan operativo denominado "Herradura" excepto como producto de la
desinformació n occidental.104 Durante
En su juicio en La Haya, Milošević ha cuestionado la existencia del
plan al señ alar que las fuentes occidentales que lo describen
tradujeron el término "herradura" con el potkovica croata en lugar
de la variante serbia potkova má s comú n.105 Esta fue una
afirmació n lingü ísticamente dudosa, que Quizá s tenía la intenció n
de impresionar a los jueces má s que a sus compañ eros serbios,
pero el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia
procedió en su propio nombre para excluir los documentos que
describen los planes para la Operació n HERRADURA como
posibles falsificaciones.
Sin acceso a fuentes de archivo serbias que presumiblemente
podrían arrojar una luz má s definitiva sobre el tema, la suposició n de
premeditació n y planificació n cuidadosa no se corresponde con lo que
sabemos sobre có mo ocurrieron realmente las expulsiones. En lugar
de desarrollarse de manera coordinada y sistemá tica, hubo
variaciones regionales generalizadas. Algunas comunidades fueron
expulsadas en masa mientras que otras apenas se vieron afectadas.
Las represalias locales y el comportamiento indisciplinado de los
soldados que buscaban vengarse de las comunidades consideradas
responsables de los ataques de la OTAN jugaron un papel importante
en casos individuales. Como en Bosnia, las fuerzas paramilitares mal
disciplinadas fueron responsables de algunos de los peores abusos.
Aunque es imposible relevar a Milošević de la responsabilidad final,
muchos de los refugiados huyeron por simple temor a verse atrapados
en una zona de guerra. Tim Judah se acerca má s a nuestro
conocimiento real de los eventos cuando sugiere que “planes de
expulsió n al azar. . . junto con .
. . el 'vamos a f. . . la actitud de ellos, má s la lucha, el terror y la falta
de comida
y todas las demá s circunstancias de la guerra llevaron al éxodo.
”106 Lo que está fuera de discusió n es que al provocar el é xodo,
ya sea intencionalmente o al azar, Milosevic había arrojado un
guante que la Alianza Occidental no podía dejar de tomar,
solidificando la opinió n pú blica en apoyo del esfuerzo de guerra y
virtualmente asegurando su propia derrota eventual. Las imá genes
televisadas de los campamentos de refugiados en equipo se
convirtieron en un símbolo perdurable de la guerra y galvanizaron
el sentimiento internacional de la misma manera que lo había
hecho el bombardeo de Sarajevo varios añ os antes. El impacto de
estos eventos fue magnificado a corto plazo por informes de
masacres indocumentados pero muy dispersos. Las
investigaciones posteriores no pudieron corroborar los rumores,
pero su efecto fue considerable y el espectá culo de la huida en
masa fue innegable y condenatorio. Yugoslavia había comprado
una interrupció n a corto plazo de la campañ a aliada al presentarse
a sí misma como un paria.
Se rompió el apoyo sustancial de la Federació n de Rusia y se
reforzó la cohesió n de la alianza.
Durante la Operació n FUERZA ALIADA, 14 estados aliados
llevaron a cabo operaciones aéreas combinadas, en lo que fue, con
mucho, la operació n de combate má s grande y sostenida en la
historia de la OTAN. Al principio, se prepararon 214 aviones
estadounidenses y 130 aviones aliados en bases europeas,
aumentados por los B-2 que operan desde los Estados Unidos
continentales. Para junio, el nú mero total de aviones
estadounidenses que operan enel teatro había crecido a 731,
mientras que la contribució n aliada se había má s que duplicado a má s
de 300. El Centro de Operaciones Aéreas Combinadas controlaba las
operaciones desde su base con la 5ª Fuerza Aérea Tá ctica en Vicenza,
Italia.
Entre el 24 de marzo y el 10 de junio, en 78 días de operaciones
las 24 horas, los pilotos de la OTAN volaron cerca de 38.000
salidas, incluidas má s de 14.000 misiones de ataque. Los aviones
estadounidenses volaron alrededor de dos tercios de las salidas y
dominaron funciones clave como el reconocimiento, la supresió n
de las defensas aéreas y los ataques con municiones guiadas de
precisió n. Las operaciones de ataque se llevaron a cabo
principalmente por aviones terrestres, pero la aviació n basada en
portaaviones de la Armada, los aviones marítimos y terrestres de
la Marina, y los buques y submarinos de misiles de crucero
también desempeñ aron un papel. La alta proporció n de apoyo a las
salidas de ataque fue producto de las circunstancias especiales de
una campañ a aérea limitada en un teatro difícil: las patrullas
aéreas de protecció n en mú ltiples ubicaciones se organizaron
como una cuestió n de rutina, las distancias entre los objetivos y las
bases aéreas requirieron numerosas salidas de apoyo de los
petroleros ,Sorprendentemente, solo dos aviones no regresaron a la
base, y no hubo muertos en combate aliados.107 Aproximadamente
500 no combatientes murieron como resultado de ataques errantes,
un resultado lamentable, pero en vista de la intensidad y duració n de
la campañ a también es un tributo a el cuidado de limitar los dañ os
colaterales en la medida de lo posible.108 El uso intensivo de sistemas
de ataque de precisió n, que representaron má s de la mitad de las
municiones gastadas, fue fundamental a este respecto. No obstante,
una serie de incidentes muy publicitados de ataques accidentales
contra civiles (incluido un convoy de camiones de refugiados), el
ataque deliberado a la infraestructura civil, la decisió n de permitir que
los ataques se lancen solo desde má s de 5.000 metros, lo que
disminuye la precisió n pero reduce el riesgo de los pilotos,
A pesar de la intensidad cada vez mayor de los ataques, los
objetivos de la OTAN de suprimir las defensas aé reas, reducir la
capacidad de combate serbia y la aceptació n convincente de los
términos de paz siguieron siendo esquivos. La red de mando y
control yugoslava estaba bien protegida y era redundante.110 El
mal tiempo, típico de la regió n en la temporada de primavera, y el
terreno difícil, hicieron que la adquisició n e identificació n de
objetivos fuera un desafío. Se invirtió una energía considerable en
las operaciones de asistencia humanitaria frente a la crisis de
refugiados (Operació n PUERTO ALIADO), un compromiso que
duraría durante todo el conflicto y má s allá.111 Unidades del
Tercer Ejército serbio desplegadas dentro de Kosovo, incluidos
unos 40.000 soldados y 300 tanques, dispersos en unidades má s
pequeñ as, escondidos durante el día, maniobrados por la noche y
con éxito limitado la vulnerabilidad.la coalició n aliada que busca
desesperadamente medios políticamente aceptables y
operacionalmente factibles para subir la apuesta. A medida que la
guerra se prolongó , la presió n política creció inevitablemente.
La frustració n por la falta de éxito inicial dio lugar a un choque de
perspectivas entre SACEUR Clark y Air Force General Short. Short
expresó su descontento con el carácter progresivo de la campañ a
aérea e instó a los ataques contra la "cabeza de la serpiente",
incluidas las oficinas gubernamentales en Belgrado y la
infraestructura estraté gica. Clark no se opuso a esta línea de
pensamiento, pero le preocupaba el impacto en la cohesió n de la
alianza. El SACEUR creía que los esfuerzos para quebrantar la
voluntad de Milosevic mediante bombardeos estratégicos debían
complementarse con esfuerzos para negarle los medios para
actuar atacando a las fuerzas terrestres serbias, la "má xima
prioridad de la campañ a" porque golpeó el centro de gravedad real
del enemigo. 113 Su convicció n se vio reforzada, en todo caso, por
la presió n del Consejo del Atlá ntico Norte para centrar los ataques
contra el Tercer Ejército Yugoslavo dentro de Kosovo como un
medio para provocar la retirada militar.dentro de Kosovo puede
haber sido demasiado optimista. Las estimaciones publicadas durante
la campañ a afirmaron que hasta un tercio de los armamentos pesados
serbios posicionados en Kosovo fueron destruidos por los
bombardeos aliados, pero las evaluaciones posteriores dejan en claro
que el alcance real de
la deserció n fue considerablemente menor.115
Al final, los enfoques favorecidos por Clark y Short se probarían
simultá neamente. El 3 de abril, misiles de la OTAN destruyeron los
Ministerios del Interior de Yugoslavia y Serbia en el centro de
Belgrado. A partir de entonces, la capital serbia permanecería bajo
ataques intermitentes. Siguieron ataques a puentes, refinerías,
complejos industriales y la red energé tica nacional. El 23 de abril,
la OTAN atacó el edificio de la televisió n estatal serbia en Belgrado
y mató a 11 empleados civiles. El ataque se justificó con el
argumento de que la instalació n se utilizó para difundir
propaganda de guerra, pero fue un paso inusual que se ha
convertido en la má s criticada de todas las iniciativas de la OTAN
durante la guerra.116 La decisió n de atacar la infraestructura
nacional, en una campañ a en la que la mayor alianza militar en la
historia del mundo se encontró en guerra con un pequeñ o y
aislado estado balcá nico con 11 millones de habitantes y un nivel
de gasto militar de aproximadamente una vigésima parte del de su
adversario, fue sin duda una inusual una. Su impacto sobre el
pueblo serbio, que nunca había sido consultado sobre las
decisiones que llevaron a la guerra, y sobre la largaEl término
bienestar econó mico de Serbia y de toda la subregió n de los Balcanes
fue profundamente negativo. Sin embargo, dada la decisió n de
descartar las operaciones terrestres, esta era posiblemente la ú nica
opció n militar disponible para lograr los objetivos declarados de la
Alianza.
Apuntar a la capital no estuvo exento de riesgos. El 7 de mayo
OTAN
avió n de ataque, engañ ado por una avería en el proceso de
identificació n y validando objetivos, atacó la embajada de la
Repú blica Popular China en el centro de Belgrado, matando a tres e
hiriendo a veinte. La Alianza se disculpó de inmediato por lo que
llamó un “terrible error” y el 9 de mayo el presidente Clinton escribió
al presidente chino Jiang Zemin para ofrecerle sus disculpas.117 Las
protestas de buenas intenciones no sirvieron de nada. En los días
posteriores al atentado, los chinos denunciaron la acció n como "una
grave violació n de la soberanía de China", mientras que turbas en
Beijing y otras ciudades chinas allanaron y saquearon oficinas del
gobierno de EE. UU. Con el apoyo implícito de su gobierno.118 Beijing
ha rechazado sistemá ticamente a los funcionarios explicaciones del
incidente y se aferró a la afirmació n de que la embajada fue atacada
intencionalmente para "enviar un mensaje". Aunque las relaciones
chino-estadounidenses han capeado la tormenta,
A pesar de la fricció n de la alianza, los ataques sistemá ticos contra
la infraestructura
y la promesa de la ruina nacional si se permitiera que la campañ a
se prolongara indefinidamente ejercería una presió n significativa y
acumulativa sobre los tomadores de decisiones en Belgrado. Los
esfuerzos por degradar a las fuerzas serbias dentro de Kosovo
lograron un progreso considerablemente menor. En respuesta, ya
instancias de la SACEUR, la discusió n sobre una opció n de guerra
terrestre continuó surgiendo a pesar de los constantes
declamadores de los portavoces de la administració n Clinton.
El 26 de marzo, el general Clark solicitó el despliegue de
helicó pteros Apache del ejé rcito de los EE. UU. En áreas de base en
Macedonia como un medio para lanzar ataques profundos contra
las fuerzas terrestres serbias desplegadas en Kosovo.119 La
solicitud fue controvertida y, de hecho, el Ejé rcito, la Fuerza Aérea
y la Marina Todos los cuerpos expresaron su inconformidad con el
despliegue de Apaches sin una fuerza de maniobra terrestre
acompañ ante, un requisito de acuerdo con la doctrina del Ejé rcito
pero contrario al deseo de Estados Unidos de evitar operaciones
terrestres en el caso de Kosovo. El Consejo de Seguridad Nacional
anuló tal oposició n y el presidente Clinton aprobó la solicitud el 3
de abril. Sin embargo, ya el 29 de marzo, abrumado por los
refugiados y preocupado por las implicaciones de servir como
punto de apoyo para las operaciones de combate, Skopje se negó a
otorgar el consentimiento para basar derechos. Como resultado, la
Fuerza de Tarea Hawk del Ejército fue reasignada al aeropuerto de
Rinas de Tirana, que ya albergaba operaciones de ayuda
humanitaria (la Operació n PUERTO ALIADO de la OTAN y la
Operació n SHINING HOPE de los EE. UU.) Y carecía de la
infraestructura necesaria para albergarlo de manera efectiva.
Después de una intensa acumulació n de material que absorbió má s
del 25 por ciento del transporte aéreo dedicado a la campañ a en su
conjunto, incluido el despliegue de 6.200 soldados y 26.000
toneladas de equipo como activos de protecció n de la fuerza y para
apoyo de infraestructura, má s de tres veces las estimaciones
iniciales, 22 Apaches finalmente se desplegaron como un Equipo
de Combate de la Brigada de Aviació n del Ejército el 24 de abril.
Desde el principio, la resistencia a su uso en un entorno de
combate no convencional fue intensa. La restricció n de "no hay
bajas" no era coherente con la naturaleza de la misió n a la que iban
a ser asignados los apaches.
ensayo el 26 de abril, y un accidente de entrenamiento posterior en
mayo
5 durante el cual murieron dos miembros de la tripulació n Apache,
amenazó con convertir un despliegue que se inició con una fanfarria
considerable en una pesadilla de relaciones pú blicas. Al final, los
apaches se retiraron sin siquiera entrar en acció n.121
Los esfuerzos para planificar la eventualidad de operaciones
terrestres má s extensas se toparon con limitaciones tanto políticas
como logísticas. Los planificadores de EE. UU. Y la OTAN no
estaban autorizados a realizar planes de campañ a tradicionales
para operaciones terrestres, y durante la campañ a no se designó
nunca un comandante de componente terrestre. Una vez que
quedó claro que las operaciones aéreas no estaban teniendo el
efecto deseado, se consideraron las opciones terrestres, pero solo
en una serie de "evaluaciones" que carecían del rigor de la
planificació n formal.proceso.122 Ademá s, acercarse al teatro
planteaba desafíos logísticos críticos. La línea de operaciones má s
ló gica iba desde el puerto griego de Tesaló nica hasta el valle del
Vardar (Axios), hasta Skopje. Sin embargo, el uso del corredor resultó
problemá tico. Las encuestas indicaron que má s del 90 por ciento de
los ciudadanos griegos se oponían a la guerra, y el gobierno de
Constantine Simitis en Atenas, aunque dispuesto, estaba en apuros
para mantener su solidaridad con la Alianza. Macedonia no se sentía
có moda apoyando una campañ a emprendida del lado del ELK en vista
de su propia minoría albanesa inquieta. Como resultado, tanto Grecia
como Macedonia se resistieron a permitir que sus territorios
nacionales se usaran como á reas de preparació n para operaciones de
combate. Belgrado estuvo expuesto a un ataque desde el norte
realizado desde Hungría, Pero tal empresa habría representado una
escalada considerable que la OTAN no estaba dispuesta a aceptar.123
También era impopular en Hungría, que buscaba cumplir sus
compromisos como nuevo miembro de la Alianza (la adhesió n formal
se había producido solo una semana antes de la iniciació n de las
hostilidades), pero temía por el bienestar de la considerable minoría
Magyar en la regió n de Vojvodina de Yugoslavia. La ú nica otra opció n
era moverse a través de Albania, a través de un terreno implacable
casi desprovisto de infraestructura, a lo largo de una carretera de un
solo carril que atravesaba docenas de puentes inadecuados y otros
obstá culos. Esta era una opció n que los planificadores
estadounidenses estaban dispuestos a contemplar, pero exigía un
compromiso que requería mucho tiempo para preparar el terreno.
Cuando comenzó la discusió n sobre una opció n de base, la ventana de
oportunidad para iniciar operaciones antes del inicio de las
condiciones climá ticas invernales prá cticamente se había cerrado.124
Las limitaciones políticas también fueron un factor. La administració n
Clinton temía
consecuencias de una guerra terrestre, y, entre los aliados de la OTAN,
solo el Reino Unido se pronunció pú blicamente a favor de una
campañ a terrestre en caso de que otras opciones no fueran
suficientes.125
En las ú ltimas semanas de la Operació n FUERZA ALIADA, una
ofensiva local organizada por unidades del ELK bajo una
supervisió n aliada laxa a lo largo de la frontera entre Albania y
Kosovo en el á rea de Mount Pastrik, designada como Operació n
ARROW y destinada a abrir una ruta de acceso hacia Priština y
permitir al ELK vincularse con simpatizantes en el interior, tuvo el
efecto de atraer a las fuerzas pesadas serbias a la luz y exponerlas
a ataques aéreos, incluidos ataques B-52. AlgunosLos observadores
han interpretado estas acciones como una contribució n significativa a
la presió n acumulada que eventualmente haría que Milošević se
doblegue ante la voluntad de sus oponentes, pero fueron de alcance
limitado y culminaron con el rechazo de las fuerzas del ELK hasta
cerca de sus posiciones de partida.126 Bú squedas posteriores no
encontró rastros de equipo VJ destruido.127 El ELK carecía del peso
para convertirse en una fuerza decisiva en la campañ a y no estaba en
condiciones de sostener operaciones contra el ejército yugoslavo
mejor equipado.
La preocupació n por la mayor exposició n de los activos
terrestres puede
no obstante, han sido uno de los muchos factores que finalmente
motivaron a Belgrado a optar por una solució n negociada. La
presencia de la fuerza Apache como la punta de lanza potencial de
una invasió n terrestre, los esfuerzos de planificació n destinados a
preparar una ofensiva terrestre yLos intentos visibles de preparar al
pú blico occidental para tal opció n, no pudieron sino haber tenido
algú n impacto en Milošević y sus asesores. La amenaza de las
operaciones terrestres, aunque no se hizo realidad, ayudó a sentar las
bases para la terminació n del conflicto.
Los esfuerzos militares fueron paralelos desde el principio a
una intensa actividad diplomá tica. En pronunciamientos pú blicos,
la OTAN se mantuvo inflexible en cuanto a sus condiciones para el
cese de las operaciones de combate. En privado, la preocupació n
por la posibilidad de que las operaciones tuvieran que prolongarse
durante el invierno dio impulso a la vía diplomá tica. Milošević
había demostrado su capacidad para recibir castigos y mantener la
cohesió n de sus fuerzas armadas. La fecha límite para un
compromiso con las operaciones terrestres antes del inicio del
invierno se acercaba rá pidamente. Sin un fin rá pido de las
hostilidades, la supervivencia física de los cientos de miles de
refugiados albanokosovares que se aferran a la existencia en
campamentos improvisados está en peligro. Y con una masa crítica
de albanokosovares eliminados o esparcidos por los vientos, el
objetivo de la serbianizació n de Kosovo estaría cerca.
a la realizació n. En estas condiciones, la aceptació n serbia de las
condiciones de los aliados parecería má s una victoria que una
derrota.
El esfuerzo que eventualmente abriría la puerta a un acuerdo
negociado fue encabezado, sorprendentemente pero no
incongruentemente, por La Federació n Rusa. Desde el inicio de la
crisis de Kosovo, Moscú había utilizado su influencia limitada en un
intento de mantener las respuestas occidentales dentro de un marco
diplomá tico. El 31 de marzo de 1998 aprobó la Resolució n No. 1160
del Consejo de Seguridad de la ONU, pero condicionó el apoyo
insistiendo en la eliminació n de cualquier referencia a una "amenaza a
la paz y la estabilidad internacionales" que pudiera justificar una
acció n militar internacional en virtud del Capítulo VII de la Carta de la
ONU. . En junio, después de un debate considerable, Moscú aceptó el
programa de diez puntos elaborado por el Grupo de Contacto que pide
un alto el fuego, un seguimiento internacional y un acuerdo negociado,
como un medio para fomentar la moderació n. En una cumbre del 16
de junio en Moscú , Yeltsin le dijo a Milošević "inequívocamente" que
Yugoslavia no podía contar con el apoyo de Rusia si no prestaba
atenció n al consejo ruso. y la presió n de Moscú fue ú til para convencer
a Serbia de que concediera acceso a la Misió n de Observadores
Diplomá ticos de Kosovo.128 Pero cualquier conversació n sobre la
presió n militar como medio para coaccionar el cumplimiento seguía
siendo un anatema. La aprobació n de Rusia de la Resolució n No. 1199
del Consejo de Seguridad de la ONU el 23 de septiembre de 1998
estuvo condicionada por la afirmació n de que la resolució n no
toleraba el recurso a la fuerza. A principios de octubre, el Kremlin
advirtió que utilizaría el veto para bloquear cualquier resolució n que
autorizara el uso de la fuerza por parte de las Naciones Unidas en
Kosovo.129 Teniendo en cuenta estos antecedentes, el lanzamiento de
la Operació n FUERZA ALIADA podría interpretarse como un desafío a
la autopercepció n de Rusia. como una gran potencia con intereses
especiales en la regió n de los Balcanes. 128 Pero cualquier
conversació n sobre la presió n militar como medio para coaccionar el
cumplimiento seguía siendo un anatema. La aprobació n de Rusia de la
Resolució n No. 1199 del Consejo de Seguridad de la ONU el 23 de
septiembre de 1998 estuvo condicionada por la afirmació n de que la
resolució n no toleraba el recurso a la fuerza. A principios de octubre,
el Kremlin advirtió que utilizaría el veto para bloquear cualquier
resolució n que autorizara el uso de la fuerza por parte de las Naciones
Unidas en Kosovo.129 Teniendo en cuenta estos antecedentes, el
lanzamiento de la Operació n FUERZA ALIADA podría interpretarse
como un desafío a la autopercepció n de Rusia. como una gran
potencia con intereses especiales en la regió n de los Balcanes. 128
Pero cualquier conversació n sobre la presió n militar como medio para
coaccionar el cumplimiento seguía siendo un anatema. La aprobació n
de Rusia de la Resolució n No. 1199 del Consejo de Seguridad de la
ONU el 23 de septiembre de 1998 estuvo condicionada por la
afirmació n de que la resolució n no toleraba el recurso a la fuerza. A
principios de octubre, el Kremlin advirtió que utilizaría el veto para
bloquear cualquier resolució n que autorizara el uso de la fuerza por
parte de las Naciones Unidas en Kosovo.129 Teniendo en cuenta estos
antecedentes, el lanzamiento de la Operació n FUERZA ALIADA podría
interpretarse como un desafío a la autopercepció n de Rusia. como una
gran potencia con intereses especiales en la regió n de los Balcanes.
El primer ministro marcó el tono de las reacciones rusas iniciales.
Evgenii Primakov, quien el 23 de marzo solicitó que su vuelo, en
ruta a Washington para una reunió n semestral con el
vicepresidente estadounidense Al Gore, se diera vuelta en el aire
cuando se enteró de que la acció n militar contra Serbia era
inminente. La acció n dramá tica fue popular entre el pú blico ruso,
pero fue un gesto de inutilidad. El embajador de Rusia ante la ONU,
Sergei Lavrov, condenó la "agresió n inaceptable" de la OTAN en
una sesió n de emergencia del Consejo de Seguridad, y el 26 de
marzo Rusia copatrocinó (con Bielorrusia e India) un proyecto de
resolució n de la ONU que exigía el fin de los ataques aé reos
yretorno a la diplomacia.130 La resolució n solo fue apoyada por tres
de los quince miembros del Consejo de Seguridad (Rusia, China y
Namibia),
y la determinació n de la OTAN de continuar con el esfuerzo militar
permaneció inquebrantable.131 A fines de marzo, Rusia envió
varios barcos de recolecció n de inteligencia al Mediterrá neo para
monitorear el conflicto, un gesto de independencia que era
sospechoso en los círculos de la OTAN pero periférico al curso de
la guerra .132 Primakov tambié n visitó Milošević en Belgrado,
pero su iniciativa diplomá tica fue rechazada de plano por la
Alianza.133 A principios de abril, Yeltsin comentó pú blicamente
que la continuació n de las operaciones militares podría conducir a
una nueva guerra mundial, Moscú suspendió todas las relaciones
con la OTAN. , y la opinió n editorial criticó a Estados Unidos como
un "nuevo Goliat" para quien "la fuerza es el ú nico criterio de
verdad". 134 Pero el exceso verbal no sustituye a una política
eficaz. La oposició n de Rusia al esfuerzo de guerra de la OTAN la
dejó aislada, y el Kremlin,
Un punto de inflexió n llegó el 14 de abril, cuando Yeltsin nombró
el ex primer ministro Viktor Chernomyrdin como enviado especial
de paz de Rusia en la regió n, socavando las iniciativas de Primakov
y conduciendo en poco tiempo a su destitució n y marginació n
política.135 Chernomyrdin abandonó inmediatamente la
retó rica antioccidental de Primakov, dejó en claro a Belgrado que
no podía contar con el apoyo ilimitado de Rusia y trabajó
asiduamente hacia un acuerdo de compromiso que aumentaría La
influencia diplomá tica de Rusia, ofrecer a Belgrado concesiones para
salvar la cara y, si es posible, poner fin al bombardeo.
Un trato diplomá tico se volvió cada vez má s atractivo para la
Alianza a medida que la bú squeda de una solució n militar se hacía
má s prolongada. El canciller alemá n Fischer y el asesor de
seguridad nacional Michael Sterner dieron un primer paso en esta
direcció n a mediados de abril, viajando a Moscú y regresando el
mismo día en que Chernomyrdin asumió el cargo de enviado
especial con un programa de seis puntos que buscaba traer
negociaciones de paz bajo los auspicios de la ONU, y atraer a
Belgrado ofreciendo una pausa de bombardeo de 24 horas como
preludio de un alto el fuego.136 El programa fue rechazado por la
Alianza, pero había planteado el desafío de involucrar a Rusia en
los esfuerzos de mediació n internacional . El 25 de abril, ú ltimo día
de la silenciosa cumbre del 50 aniversario de la OTAN en
Washington, DC,
Homó logos estadounidenses. Dos días después, el subsecretario de
Estado de EE. UU.
Strobe Talbott estaba en Moscú para consultar con Chernomyrdin
y el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Igor Ivanov, sobre
los té rminos de un posible acuerdo.137 En la primera semana de
mayo, Chernomyrdin llegó a Washington, donde, en
conversaciones con funcionarios estadounidenses, se determinó
que se uniría a Talbott en representació n de la OTAN y del
presidente finlandés Martti Ahtisaari en nombre de la UE como
equipo negociador.138 El 6 de mayo, los ministros de Relaciones
Exteriores del G-8 delinearon una direcció n para estas iniciativas
en una declaració n política que pedía una solució n negociada que
equilibrara “una autonomía de Kosovo con respecto al acuerdo de
Rambouillet y el principio de soberanía e integridad territorial de
la Repú blica Federativa de Yugoslavia ". 139
Entre mediados de mayo y principios de junio, una serie de
reuniones entre
Ahtisaari, Talbott y Chernomyrdin se convirtieron en el foro dentro
del cual se forjó una iniciativa de paz occidental coordinada.140 La
tercera de estas sesiones se llevó a cabo en el infame retiro de Joseph
Stalin en el suburbio de Kuntsevo en Moscú , donde, a pesar del
entorno intimidante, fue el enviado estadounidense quien estableció
la ley de que cualquier acuerdo negociado tendría que ajustarse al
esquema de las condiciones de paz de la OTAN.141 Cuando
Chernomyrdin viajó a Belgrado para conversar con Milošević el 27 de
mayo, pudo insistir de buena fe en que una modesta inflexió n de las
condiciones de la OTAN como incentivo para la cooperació n era lo
mejor que podían esperar los serbios. En la propuesta de paz
finalmente aceptada por Milošević el 3 de junio, estas inflexiones
fueron ciertamente modestas, pero no insignificantes.142 Yugoslavia
se vio obligada a ceder el control físico de la provincia en disputa, pero
Belgrado podía afirmar haber defendido el honor serbio y haber
asegurado que Kosovo seguiría siendo, incluso bajo la ocupació n de la
OTAN, parte integrante de la Repú blica Federativa de Yugoslavia. Con
el acuerdo de Milošević, el 9 de junio se rubricó un Acuerdo Técnico
Militar que definía los términos de un alto el fuego, y el 10 de junio el
acuerdo se incorporó a la Resolució n No. 1244 del Consejo de
Seguridad de la ONU, que puso fin formal a la guerra.143
Simultá neamente, la OTAN los ataques aéreos fueron suspendidos.144
La Operació n FUERZA ALIADA se había llevado a cabo con éxito,
aunque no de la forma que pretendían originalmente quienes la
concibieron.
¿Por qué había cedido Milošević? La pregunta es significativa,
pero no
fá cil de responder dado nuestro nivel actual de conocimiento. En
un aná lisis cuidadoso del problema, Stephen Hosmer pone el
énfasis principal en el efecto acumulativo de la campañ a de
bombardeos aliados, y
en particular, ataques contra objetivos de "doble uso", incluidas las
redes eléctricas y las instalaciones de agua.145 La eficiencia de la
campañ a aé rea, y El espectá culo de la destrucció n progresiva de gran
parte de la infraestructura crítica del país, fue sin duda
convincente.146 Si justifica mantener la opció n de incluir tales
objetivos en el futuro.
Los planes de guerra de Estados Unidos, como insta Hosmer, es quizá s
una cuestió n abierta. Tampoco está claro que los ataques contra la
infraestructura fueran finalmente decisivos. La posibilidad de una
ofensiva terrestre, destinada a afectar una entrada forzosa para
ocupar y liberar Kosovo, también debe haber sido un factor en los
cá lculos del hombre fuerte serbio. El miedo al aislamiento, una vez
que los rusos dejaron en claro que su paciencia tenía límites, también
puede haber sido una preocupació n relevante. Sin Rusia en su rincó n,
Belgrado tenía pocas alternativas positivas. La acusació n de Milošević
y otros cuatro altos funcionarios yugoslavos por parte del Tribunal
Penal Internacional para la ex Yugoslavia a fines de mayo, impuesta
por el Tribunal a pesar de las preocupaciones en Washington de que
al relegar a los líderes a la condició n de paria, su disposició n a
comprometerse podría verse reducida, También se ha citado como un
gesto simbó lico agudo que trajo a casa las posibles consecuencias
personales de un desafío continuo.147 No menos importante, la
amarga píldora de la capitulació n fue endulzada por las concesiones
occidentales. El deseo de la OTAN de poner fin a la campañ a antes de
que las tensiones dentro de la Alianza llegaran al punto de ruptura
motivó un ablandamiento de los términos de Rambouillet que al final
pueden haberlos hecho aceptables, aunque apenas, para la sitiada
Yugoslavia. Finalmente, el liderazgo serbio pudo haber concluido que
una vez que se detuviera la campañ a de bombardeos, y con el
respaldo continuo de Rusia, podría desviar el proceso de paz hacia un
resultado má s positivo. Milošević ya había completado una expulsió n
masiva de albanokosovares que habría funcionado a su favor si se
hubiera permitido.

Las secuelas: ¿victoria o compromiso?

La OTAN se apresuró a afirmar que Belgrado había capitulado y


que el acuerdo de paz correspondía plenamente a sus propias
condiciones para un alto el fuego. En su discurso a la nació n sobre
Kosovo pronunció el
Tras el cese de hostilidades el 9 de junio, el presidente Clinton afirmó
que "se han cumplido las demandas de una comunidad internacional
unida e indignada" y aclamó "una victoria para un mundo má s seguro,
para nuestros valores democrá ticos y para un Estados Unidos má s
fuerte". Clinton también se comprometió a “terminar el trabajo”
comprometiéndose en un esfuerzo por construir la paz en la provincia
devastada por la guerra, un esfuerzo que la naturaleza compleja del
acuerdo de paz en sí mismo arriesgaba a comprometer.148 Porque a
pesar de la satisfacció n justificada de los aliados, Milošević no había
entregado incondicionalmente. La agenda de Chernomyrdin-Ahtisaari
era significativamente diferente de la que había inspirado el acuerdo
original de Rambouillet y proporcionó al partido serbio alguna
prerrogativa para defender sus intereses incluso después de una
derrota militar.
Primero, todo el proceso de gestió n de conflictos se había llevado
de nuevo bajo la é gida de la ONU. El plan eliminó el llamado de
Rambouillet a un referé ndum vinculante sobre la independencia
despué s de cinco añ os. Cualquier determinació n del estatus final
de Kosovo ahora tendría que ser aprobada por el Consejo de
Seguridad de la ONU, donde Rusia ejerció el derecho de veto. El
anexo B del acuerdo de Rambouillet otorgó a las fuerzas de la
OTAN el derecho a operar en todo el territorio de la Repú blica
Federativa de Yugoslavia. El proyecto Chernomyrdin-Ahtisaari
redujo ese derecho solo a Kosovo. El kosovoLa Fuerza de
Mantenimiento de la Paz (KFOR) aprobada por el proyecto se
colocaría ahora bajo los auspicios conjuntos de la OTAN y la ONU, y se
otorgó a la OSCE una autoridad significativa como componente civil de
la presencia internacional en la provincia. La supervisió n del regreso
de los refugiados también se llevaría a cabo bajo los auspicios de la
ONU, en lugar de la OTAN. Mientras tanto, el texto reiteró que se
consideraba que Kosovo era parte integrante de la Repú blica
Federativa de Yugoslavia.
Al trabajar para representar los intereses serbios, Rusia se había
asegurado
por sí mismo el papel familiar de patrocinador de gran potencia, y
logró su objetivo mínimo de mantener la influencia sobre la direcció n
del proceso de paz. La invasió n se observó con preocupació n en las
capitales occidentales. A corto plazo, la resistencia a la intrusió n rusa
se manifestó en una negativa absoluta a acceder a la solicitud de una
zona de ocupació n rusa separada dentro de Kosovo, con el argumento
de que la simpatía rusa por la posició n serbia podría conducir a una
partició n de facto de la provincia. "El peligro", en palabras del general
Clark, "era que los rusos ganaran un sector separado que se
convertirían en una misió n separada que favoreciera a los serbios".
149 Frustrado por su incapacidad para obtener el control de una zona
de ocupació n,
El 11 y 12 de junio, Moscú envió una compañ ía aerotransportada
ampliada (aproximadamente 200 paracaidistas) con poca
antelació n desde Bijelina en Bosnia-Herzegovina a través del Drina
para ocupar el aeropuerto Slatina de Priština antes de la llegada
del contingente de la KFOR liderado por los britá nicos. La
operació n parece haber sido inspirada por el jefe del Estado
Mayor, el general Anatolii Kvashnin, quien usó el acceso directo a
Yeltsin para obtener la aprobació n de la operació n, que se inició
sin que el ministro de Relaciones Exteriores Ivanov o el primer
ministro Sergei Stepashin fueran informados. La intenció n era
reforzar el despliegue original por vía aérea, trayendovarios miles
de soldados en un punto crítico con el fin de hacer una declaració n
desafiante sobre el papel regional de Rusia y ampliar sus opciones
estratégicas.150 Clark, percibiendo que "el futuro de la OTAN" está en
juego, argumentó por la necesidad de utilizar Apache estadounidense
helicó pteros para interceptar la fuerza que llegaba bloqueando las
pistas.151 El teniente general britá nico Michael Jackson, comandante
del Cuerpo de Reacció n Rá pida del Comando Aliado de Europa,
desafió estas prescripciones, insistiendo, en una confrontació n cara a
cara, que “no voy a empezar World La Tercera Guerra para ti ”. 152
Tales pirotecnia eran tanto desafortunadas como innecesarias. El plan
ruso había descuidado la necesidad de un permiso de sobrevuelo de
Bulgaria, Rumania y Hungría, que fue rechazado de inmediato,
dejando al pequeñ o contingente en Slatina aislado y a merced de las
unidades de la KFOR que llegaban.
La OTAN ganó la guerra en Kosovo.154 Yugoslavia fue
destrozada por
el efecto acumulativo de los ataques aé reos que no pudo resistir.
Las fuerzas de Milošević se vieron obligadas a retirarse de la
provincia, que fue ocupada inmediatamente por la KFOR. Se
permitió que cientos de miles de refugiados albanokosovares
regresaran a sus hogares, y el desastre humanitario tan temido al
principio se detuvo con miles, o decenas de miles, de vidas que se
salvaron como unconsecuencia. El conflicto en sí fue contenido y, a
corto plazo, no se permitió que su impacto en la regió n circundante
aumentara fuera de control. La OTAN afirmó su capacidad para
permanecer unida ante el adversario y para luchar y vencer. Su
cumbre del 50 aniversario, celebrada en abril de 1999 en un punto
bajo de la campañ a militar, aprobó
un nuevo concepto estraté gico que defendió las operaciones de
apoyo a la paz fuera del á rea y reconfirmó el compromiso de
construir una nueva OTAN como la pieza central de la arquitectura
de seguridad de Europa posterior a la guerra fría. En términos
puramente militares, ya pesar de los debates no resueltos sobre
opciones estraté gicas, su bú squeda del esfuerzo bélico fue
ejemplar, como lo demuestra dramá ticamente el resultado,
combinado con la ausencia de víctimas mortales en combate de la
OTAN.
No estaba claro si la OTAN se había posicionado de manera
efectiva para ganar la paz. A pesar de sus errores de cá lculo y errores,
Milošević permaneció en el poder. Al final, el poder aéreo demostró
ser suficiente para obligar a la retirada serbia, pero solo había abierto
la puerta para un importante compromiso de las fuerzas terrestres,
designado como Operació n GUARDIAN CONJUNTO, con una misió n
desafiante por delante. Los aliados se habían comprometido a
administrar lo que de hecho se había convertido en otro protectorado
balcá nico, con grandes gastos y en el futuro previsible. Después de
insistir en la rá pida retirada de todo el aparato militar y policial
yugoslavo que había sido responsable de mantener el orden pú blico
en el pasado, la KFOR se quedó sola para manejar un caldero hirviente
de resentimientos. En la fase inicial de la guerra, La guerra aérea de la
OTAN había fracasado evidentemente en evitar las atrocidades
serbias dirigidas contra los albanokosovares. Un añ o después del
inicio de la misió n de la KFOR, se estimaba que solo quedaba
alrededor de un tercio de los aproximadamente 200.000 serbios que
vivían en la provincia antes de la campañ a de bombardeos, muchos de
ellos retirados a un enclave adyacente a la frontera con Serbia en el
norte. La victoria de los albanokosovares condujo en poco tiempo a
una campañ a de limpieza étnica inversa, que también afectó a las
minorías romaní, turca y goranci de Kosovo, y se burló de las
intenciones aliadas de recrear un entorno auténticamente
multicultural155. disuelto en septiembre de 1999, con un pequeñ o
remanente de 5,000 miembros (3,000 activos, 2,000 de reserva)
convertidos en un Cuerpo de Protecció n de Kosovo encargado de
misiones tales como socorro en casos de desastre, bú squeda y rescate,
y reconstrucció n de infraestructura (pero no, al menos formalmente,
con responsabilidades policiales). No obstante, el nú cleo duro de la
organizació n permaneció intacto, aparentemente sin inmutarse por la
persecució n de su agenda maximalista para una mayor Albania. La
OTAN esperaba utilizar la Operació n FUERZA ALIADA para ilustrar su
nuevo concepto de seguridad que sanciona las operaciones fuera del
á rea para promover la estabilidad regional. Pero el trauma asociado
con la guerra, combinado con los costos y riesgos asociados con un
despliegue indefinido La OTAN esperaba utilizar la Operació n FUERZA
ALIADA para ilustrar su nuevo concepto de seguridad que sanciona
las operaciones fuera del á rea para promover la estabilidad regional.
Pero el trauma asociado con la guerra, combinado con los costos y
riesgos asociados con un despliegue indefinido La OTAN esperaba
utilizar la Operació n FUERZA ALIADA para ilustrar su nuevo concepto
de seguridad que sanciona las operaciones fuera del á rea para
promover la estabilidad regional. Pero el trauma asociado con la
guerra, combinado con los costos y riesgos asociados con un
despliegue indefinido
de las fuerzas terrestres, hizo má s probable que la operació n fuera
considerada como un caso excepcional má s que como un modelo. El
estatuto final hacia el que avanzaba Kosovo seguía siendo ambiguo, y
las perspectivas de independencia total o de reintegració n en una
Serbia tolerante y multicultural eran cada vez má s distantes. Un
distinguido comentarista estadounidense, al comentar las
contradicciones entre los supuestos objetivos de la OTAN y el
resultado perceptible de la campañ a, describió la guerra contra
Yugoslavia, como un acto de política, como "un perfecto fracaso". 156
Los efectos secundarios del conflicto tambié n fueron
significativos. El bombardeo accidental de la embajada china en
Belgrado fue un error militar y una vergü enza diplomática de
primer orden que Pekín no dudó en explotar.157 El
enfrentamiento con la compañ ía rusa en Pristina fue ominoso. El
derribo de importantes puentes sobre el Danubio evocó imá genes
de la devastació n de la Segunda Guerra Mundial, algo que todos los
europeos se habían comprometido a no permitir nunca má s, y el
bloqueo de la navegació n comercial impuso una pesada carga para
toda la economía regional. El desequilibrio de fuerzas en el teatro y
la virtual ausencia de bajas aliadas, fue señ alado por algunos
especialistas en é tica como el reflejo de un recurso a "la violencia
que se moraliza a sí misma como justicia y que no está restringida
por las consecuencias" que había transformado "las expectativas
que gobiernan la moralidad de la guerra" en sí misma.158
Iró nicamente, la eficacia militar puede haber contribuido a
socavando la imagen de Estados Unidos como un á rbitro benigno
cuyo poder estaba al servicio de objetivos humanitarios. Serbia
había sido conducida a un agujero negro, del que tendrá que ser
sacada a expensas de Occidente si se logra un orden regional
saludable en los Balcanes.jamá s para ser recreado. Las relaciones de
Estados Unidos con los aliados europeos también fueron tensas;
aunque la OTAN había prevalecido en el conflicto, los efectos a largo
plazo sobre la cohesió n de la alianza eran potencialmente bastante
negativos. Las inevitables complicaciones de la guerra de coalició n y la
notable brecha de capacidades militares entre Estados Unidos y sus
aliados europeos, llevaron a algunos a cuestionar si la Alianza podría
ser un instrumento eficaz para hacer la guerra.159 Europa leyó las
lecciones a su manera, y en Tras el conflicto, la UE se movió con un
nuevo sentido de propó sito para avanzar en su proyecto de una
Política Europea de Seguridad y Defensa autó noma, un compromiso a
largo plazo con la independencia estratégica con serias implicaciones
para el acuerdo transatlá ntico que siempre ha estado en la base de la
OTAN.
Incluso las guerras breves y victoriosas pueden dar lugar a
resultados ambiguos
y consecuencias no deseadas. La Operació n FUERZA ALIADA fue
un é xito en términos militares-operativos, pero se libró como una
guerra limitada y concluyó con un compromiso tá ctico.
Proporciona lo que puede ser un estudio de caso típico de lo que
Wesley Clark describe como "guerra moderna", librada por los
ambiguos objetivos de "estabilidad regional".y asistencia
humanitaria ”, donde“ los adversarios no son importantes y los
problemas en juego no amenazan la supervivencia nacional inmediata
de las grandes potencias ”160. Tales conflictos rara vez recibirá n un
compromiso y apoyo nacional pleno e inequívoco, y lo han hecho y lo
seguirá n haciendo. presentar a los planificadores militares desafíos y
responsabilidades especiales. Aunque la victoria, en términos
militares convencionales, puede ser casi una conclusió n inevitable, las
estrategias para ganar las guerras modernas deben ir acompañ adas
de estrategias igualmente só lidas para lograr la paz. Dichas estrategias
deberá n incluir una diplomacia preventiva intrusiva, la creació n de
coaliciones eficaces y el reparto de la carga, el acceso a una amplia
gama de capacidades militares que abarcan todo el espectro del
conflicto y un compromiso a largo plazo con la consolidació n de la paz
después del conflicto. La ausencia de tales estrategias integradas ha
sido un fracaso cró nico de la diplomacia occidental durante la
prolongada crisis de los Balcanes. El compromiso de Occidente con
Kosovo representó otra oportunidad para ir má s allá de las respuestas
reactivas impulsadas por la crisis hacia un enfoque má s complejo y
eficaz, una oportunidad que aú n podría aprovecharse.

NOTAS FINALES - CAPÍTULO 5

1. Miranda Vickers, Between Serb and Albanian: A History of Kosovo, Nueva


York: Columbia University Press, 1998, p. 289.

2. Spasoje Djaković, Sukobi na Kosovu, Belgrado: Narodna Kniga, 1984, y Paul


Shoup, Communism and the Yugoslav National Question, Nueva York: Columbia
University Press, 1968, pá gs. 104-111.

3. Véase Roberto Morozzo della Rocca, Kosovo: La Guerra in Europa, Milán:


Guerini, 1999, p. 53.

4. Julie A. Mertus, Kosovo: How Myths and Truths Started a War, Berkeley:
University of California Press, 1999, pá gs. 100-114, ilustra el proceso con
referencia al caso Martinović de 1985, donde un campesino serbio que trabajaba
en su campo supuestamente era atacado por asaltantes albanokosovares que le
introdujeron una botella en el recto, un gesto que se consideró evocador de la
prá ctica otomana simbó licamente cargada del empalamiento.
5. Ibíd., Pá gs. 17-55.

6. Véase en particular Michel Roux, Les Albanais en Yougoslavie: Minorité


nationale, territoire et development, París: Fondation de la Maison des Sciences de
l'Homme, 1992.

7. Kosova es la designació n albanesa de la provincia. El uso de la


designació n albanesa, al menos para algunos, ha llegado a implicar apoyo a las
aspiraciones nacionales de los albanokosovares. Los serbios a veces se refieren
a la provincia como Kosovo-Metohija o Kosmet. El té rmino griego metoh se
refiere a las propiedades de la iglesia y evoca las importantes posesiones
moná sticas de la Iglesia Ortodoxa Serbia en el á rea. Utilizo el té rmino Kosovo
como la designació n internacional má s comú n sin ninguna intenció n de emitir
un juicio sobre su estado final.

8. Vickers, Between Serb and Albanian, pá gs. 197-213.

9. A pesar de su relativo atraso y aislamiento, el estatus de Kosovo como


foco del nacionalismo serbio y punto de inflamació n para los conflictos armados
ha generado una gran cantidad de literatura que describe la historia de la
regió n. El problema de Kosovo se evoca desde una perspectiva serbia en
Dimitrije Bogdanović, Knijga o Kosovu, Belgrado: Academia Serbia de Artes y
Ciencias, 1986. Estudios recientes inspirados en la ruptura deYugoslavia incluye
Marco Dogo, Il Kosovo: Albanesi e Serbi - Le radici del conflitto, Lungra di Cosenza:
Marco Editore, 1992; Noel Malcolm, Kosovo: A Short History, Nueva York: New York
University Press, 1998; y Vickers, entre serbios y albaneses.

10. Philip E. Auerswald y David P. Auerswald, eds., El conflicto de Kosovo:


Una historia diplomá tica a travé s de documentos, Cambridge: Kluwer Law
International, 2000, pá gs. 43-47.

11. Ibíd., Pá gs. 56-59.

12. Ibídem., pags. sesenta y cinco; y David Binder, “Bush advierte a los
serbios que no agraven la guerra”, The New York Times, 28 de diciembre de
1992, pá g. 1.

13. Tim Judah, Guerra y venganza, New Haven: Yale University Press, 2000,
pá g.
117.

14. Rugova respondió críticamente a las campañ as armadas del ELK,


afirmando
que "Debemos elegir la no violencia, no solo porque es la opció n adecuada, sino
porque es la opció n necesaria". Su oponente político, Adem Demaçi, un ex preso
político en la Yugoslavia titista vinculado al liderazgo del ELK, respondió
etiquetando a Rugova como "el arquitecto de todos nuestros fracasos políticos"
e insistiendo "No condenaré las tá cticas del Ejé rcito de Liberació n de Kosovo
porque el El camino de la no violencia no nos ha llevado a ninguna parte ".
Citado de Chris Hedges, "Kosovo Leader
Urges Resistance, But No Violence ”, The New York Times, 13 de marzo de 1998.
Vé ase tambié n Hashim Thaqi,“ Kosova ”, en William Joseph Buckley, ed., Kosovo:
Contending Voices on Balkan Intervention, Grand Rapids, MI: William B
Eerdmans Publishing Company, 2000, pá gs. 189-191. Estas tensiones dentro de
los dirigentes albanokosovares seguirían sin resolverse durante todo el
conflicto. Vé ase tambié n “Roots of the Kosovo Insurgency”, AUSA Background
Brief, No. 82, junio de 1999.

15. Chris Hedges, “Albanians Inside Serbia Set to Fight for Autonomy”, The
New York Times, 19 de octubre de 1997, pá g. 15.

16. Philip Smucker, “Albanian Weapons Cross to Kosovo”, The


Washington Times, 8 de abril de 1998, pá g. 1; y Jens Reuter, "Die internationale
Gemeinschaft und der Krieg in Kosovo", Sü dost Europa, vol. 47, Nos. 7-8, julio-
agosto de 1998, pá g. 289.

17. Chris Soloway, "Serbia ataca a los albaneses", The Washington Post, 6 de
marzo de 1998, pá g. 1; y Tim Judah, "A History of the Kosovo Liberation Army",
en Buckley, ed., Kosovo, pá g. 112.

18. Chris Hedges, “Milosevic se mueve para acabar con los rebeldes de
Kosovo”, The New York Times, 2 de junio de 1998, pá g. 1.

19. Judá , Guerra y venganza, pá g. 92.

20. Michel Roux, “¿Spartire il Kosovo? Elementi per un dossier ”, Limes, nú m.


2, 1999, pá gs. 199-213.

21. Hans-Georg Ehrhart y Matthais Z. Karadi, “Wenn brennt der Balkan?


Plä doyer fü r eine komplexe Prä ventionspolitik im Kosovo-Konflikt ”,
Frankfurter Rundschau, 25 de marzo de 1998. Los textos de los acuerdos sobre
educació n negociados bajo los auspicios de Sant 'Egidio aparecen en Auerswald
y Auerswald, The Kosovo Conflict, pá gs. 78-79, 121-123.

22. Véase "Progress in Bosnia", The Washington Post, 22 de enero de 1998, pá g.


20; y Justin Brown, “Mientras los Balcanes se tensan, un giro estadounidense”, The
Christian Science Monitor, 3 de marzo de 1998; y el texto de las declaraciones de
Gelbard en el Representante Especial Robert
S. Gelbard, Conferencia de prensa, Belgrado, Serbia y Montenegro, 23 de febrero de
1998, citado de http://www.state.gov/www/policy_remarks/1998/980223_gelbard.

23. Véanse los relatos de testigos presenciales en “Kosovo: l'horreur en Europe”,


Le Monde, 28 de octubre de 1998, pá gs. 1-3.

24. Citado de "A Warning to Heed", The Christian Science Monitor, 4 de


marzo de 1998.

25. Citado en R. Jeffrey Smith, "US Assails Government Crackdown in Kosovo",


El Washington Post, 5 de marzo de 1998, pá g. 23.
26. Citado de Steven Erlanger, "Albright viaja por Europa para impulsar la
determinació n de castigar a los yugoslavos", The New York Times, 9 de marzo
de 1998; y Barbara Slavin, “Berger: El objetivo de Estados Unidos es evitar que
Kosovo se desborde”, USA Today, 13 de marzo de 1998, pá g. 8.

27. Chris Hedges, "Los rebeldes de Kosovo encuentran un amigo en el ex


presidente albané s",
Los New York Times, 10 de junio de 1998, pá g. A8.

28. Anthony Lewis, "Remember 1991", The New York Times, 16 de marzo de
1998.

29. Nicholas X ofrece casos creíbles para un Kosovo independiente.


Rizopoulos, "An Independent Kosovo: Waiting for Another Navarino?" Revista
de política mundial, vol. XV, N ° 3, Otoñ o, 1998, pá gs. 13-16; y Paul Garde, “Il faut
donner au Kosovo la maïtrise de son destin”, Le Monde, 24 de octubre de 1998.

30. En el contrainterrogatorio ante el tribunal de La Haya, Milošević leyó un


documento del FBI fechado en diciembre de 2001 a tal efecto. Véase Tommaso di
Francesco, “Milosevic, scontro tra i 'giudici'”, Il Manifesto, 10 de marzo de 2002, p. 1;
y "Milosevic sieht Verbindung bin Ladins mit der UCK: Verwicklung der Kaida in
Kosovo-Krieg?" Neue Zü rcher Zeitung, 9 de marzo de 2002. Véase también “Los
rebeldes del KLA se entrenan en campamentos terroristas: Bin Laden también
ofrece financiació n”, The Washington Times, 4 de mayo de 1999, pá g. A1.

31. Mike O'Connor, “Miles de refugiados huyen del ataque serbio a las
montañ as”, The New York Times, 5 de agosto de 1998, pá g. A3.

32. Consulte "Establecimiento de una paz duradera en los Balcanes", pá gina de


inicio de la Oficina de Asuntos Europeos y Canadienses del Departamento de Estado
de EE. UU., 7 de diciembre de 1998, en
www.state.gov/www/regions/eur/bosnia/index.htlm.

33. A pesar de esta presió n, la LDK siguió apoyando la cooperació n con el ELK
en la construcció n de instituciones nacionales ampliamente representativas. Su
plataforma en el otoñ o de 1998 pedía la independencia nacional total después de
una fase de transició n, durante la cual se establecería un protectorado internacional
para garantizar el bienestar de la minoría serbia de Kosovo. Véase "Conferencia de
prensa del presidente Rugova", Kosova Daily Reports nú m. 1605, 6 de noviembre de
1998, pá gs. 1-2.

34. En una conferencia de prensa con Jeremy Greenstock, Director Político,


Ministerio de Relaciones Exteriores del Commonwealth del Reino Unido, Pristina,
Serbia y Montenegro, 26 de marzo de 1998. Citado de:
http://www.state.gov/www/policy_remarks/1998/980326_gelbard.

35. Philip Smucker, “Las guerrillas albanesas está n listas para hacer o
morir”, The Washington Post, 27 de abril de 1998, pá g. 1.

36. R. Jeffrey Smith, "La implementació n de la OTAN en Albania es menos


probable", The Washington
Correo, 28 de mayo de 1998, pá g. 30.

37. Auerswald y Auerswald, The Kosovo Conflict, pá gs. 170-172.

38. Ron Jensen, “Los ministros de Relaciones Exteriores de la OTAN sopesan


las opciones de Kosovo durante las conversaciones de dos días”, Barras y
estrellas europeas, 28 de mayo de 1998, pá g. 2.

39. Auerswald y Auerswald, The Kosovo Conflict, pá gs. 111-114.

40. Ibídem., pá gs. 139-142; y John M. Goshko, “Embargo de armas en


Yugoslavia:
El Consejo de Seguridad de la ONU busca prevenir má s violencia en Kosovo ”, The
Washington Post, 1 de abril de 1998, pá g. 24.

41. Auerswald y Auerswald, The Kosovo Conflict, pá gs. 98-99.

42 Ibíd., Pá g. 171.

43. Guy Dinmore, “El enviado de Estados Unidos organiza conversaciones de


paz en Kosovo”, The Washington Post, 14 de mayo de 1998, pá g. 25.

44. Auerswald y Auerswald, The Kosovo Conflict, pá gs. 189-190; y Justin


Brown, "Apuntando la OTAN al avance de los serbios", The Christian Science
Monitor, 11 de junio de 1998, pá g. 1.

45. Citado en Stefan Troebst, Conflict in Kosovo: Failure or Prevention? An


Analytical Documentation, Flensburg: European Centre in Minority Issues, 1998,
pá gs. 784-785.

46. Auerswald y Auerswald, The Kosovo Conflict, pá gs. 196-197.

47. Celestine Bohlan, "Rusia se compromete a impedir que la ONU respalde


los ataques contra los serbios", The New York Times, 7 de octubre de 1998.

48. Ivo H. Daalder y Michael E. O'Hanlon, Winning Ugly: NATO's War to Save
Kosovo, Washington, DC: Brookings Institution Press, 2000, pá g. 45, hacen una
distinció n entre una facció n "cató lica" (Francia e Italia) que exige un mandato,
una facció n "luterana" (el Reino Unido y, finalmente, Alemania) que acepta de
mala gana una respuesta de emergencia y una facció n "agnó stica" (Estados
Unidos) argumentando que un mandato no era absolutamente necesario.

49. Auerswald y Auerswald, The Kosovo Conflict, pá gs. 250-253.

50. Benjamin S. Lambeth, Guerra aérea de la OTAN para Kosovo: una evaluació n
estratégica y operativa, Santa Mó nica: RAND, 2001, pá gs. 11-12.
51. Auerswald y Auerswald, The Kosovo Conflict, pá gs. 260-273. Vé ase
tambié n "Les
allies s'apprêtent a donner l '“ordre d'action” aux militaries ”, Le Monde, 13 de
octubre de 1998; y Barbara Crosette, “Los serbios continú an con el terror de
Kosovo, Annan afirma”, The New York Times, 6 de octubre de 1998, pá g. 1.

52. Subsecretario Strobe Talbott, Conferencia en memoria de Kenyon C. Bolton


ante el Consejo de Asuntos Mundiales de Cleveland, Cleveland, Ohio, 9 de octubre de
1998. Citado de
http://www.state.gov/www/policy_remarks/981009_talbott_forpol.htm11/6/98.

53. Auerswald y Auerswald, The Kosovo Conflict, pá gs. 292-294.

54. Ibídem., pá gs. 299-303. El compromiso de la OSCE incluía "la disposició n a


considerar de manera urgente cualquier paso específico adicional necesario para
cumplir con los requisitos para una verificació n eficiente en Kosovo". Ver
Organizació n para la Seguridad y la Cooperació n en Europa, Consejo Permanente,
Decisió n No. 259, 15 de octubre de 1998, y Decisió n No. 263, 25 de octubre de 1998,
enwww.osce.org/news/pcdec259.htm y www.osce.org/ noticias / pcdec263.htm.

55. En una reunió n con Milošević en Belgrado el 20 de octubre, Wesley


Clark informó abruptamente al presidente yugoslavo que "si no te retiras,
Washington me dirá que te bombardee, y yo te bombardearé bien". Wesley K.
Clark, Librando una guerra moderna: Bosnia, Kosovo y el futuro del combate, Nueva
York: Asuntos pú blicos, 2001, pá g. 148.

56. Javier Solana, “Palabras en la inauguració n del Centro de Coordinació n de


Verificació n de Kosovo, 26 de noviembre de 1998, citado de
www.nato.int/docu/speech/ 1998 / s981126a.htm.

57. Ré my Ourdon, “Six anné es de liaisons dangeruses franco-serbes”, y


Jacques Isnard, “Un officier français de l'OTAN est accuse d'espionnage au profit
des militaries serbes ”, Le Monde, 4 de noviembre de 1998, pá g. 4. Bunel, despedido
del servicio, respondió a las acusaciones con una amarga denuncia de la política de
la OTAN en los Balcanes. Pierre-Henri Bunel, Crimes de guerre à l'Otan, París:
Edició n 1, 2000.

58. Sabrina P. Ramet y Phil Lyon, “Alemania: la Repú blica Federal, leal a la
OTAN”, en Tony Weymouth y Stanley Henig, eds., The Kosovo Crisis: The Last
American War in Europe? Londres: Reuters, 2001, pá gs. 83-105.

59. Maartje Rutten, ed., From St. Malo to Nice - European Defense: Core
Documents, París: Instituto de Estudios de Seguridad de la Unió n Europea
Occidental, mayo de 2001, pá gs. 8-9.

60. Bruce R. Nardulli, Walter L. Perry, Bruce Pirnie, John Gordon IV y John G.
McGinn, Guerra desarticulada: Operaciones militares en Kosovo, 1999, Santa
Mó nica: RAND, 2002, pá g. dieciséis.

61. Jacques Isnard, "750 soldats français pour proté ger l'OSCE au Kosovo",
Le Monde, 5 de noviembre de 1998. Madeleine Albright definió el arreglo en
27 de octubre como mantener a la OTAN "arriba y al lado". Secretaria de Estado
Madeleine K. Albright, Comentarios sobre Kosovo, 27 de octubre de 1998,
Oficina delPortavoz, Departamento de Estado de EE. UU. Citado
dehttp://secretary.state.gov/www/ declaraciones / 1998 / 981027.html.

62. Judá , Guerra y venganza, pá g. 178.

63. Giulio Marcon, Dopo il Kosovo: Le guerre nei Balcani e la costruzione della
pace, Triete: Asterios Editore, 2000, p. 37.

64. No obstante, las preguntas sobre la exactitud de esta versió n de los hechos
surgieron inmediatamente después de los hechos. Ver Christophe Châ telot,
“Questions sur le massacre de Racak”, Le Monde, 11 de febrero de 1999.

65. Wesley Clark describe su comunicació n telefó nica con Walker,


comenzando con la frase "Wes, tenemos problemas aquí", en sus memorias.
Clark, Haciendo una guerra moderna, pá g. 158.

66. Auerswald y Auerswald, The Kosovo Conflict, pá gs. 411-412.

67. Ver Tiziana Boari, “Racak, bugia di Guerra”, Il Manifesto, 6 de febrero de 2001,
pags. 5. Los informes de la CIA de Estados Unidos ya habían especificado que
muchas acciones del ELK estaban destinadas a provocar represalias para alentar
la intervenció n extranjera. Vé ase Barton Gelman, "How Went to War", The
Washington Post, edició n semanal nacional, 26 de abril de 1999, pá gs. 6 a 9.

68. Citado de Barton Gellman, "El camino a la crisis: có mo Estados Unidos y


sus aliados fueron a la guerra", The Washington Post, 18 de abril de 1999, pá g.
A31.

69. Clark, Haciendo una guerra moderna, pá g. 161.

70. Auerswald y Auerswald, The Kosovo Conflict, pá gs. 471-473.

71. Ibíd., Pá gs. 477-478.

72. Ibíd., Pá gs. 434-461.

73. El primer ministro italiano Massimo D'Alema argumentaría má s tarde


que una estrategia que evitó los ultimá tums, pero aumentó el nú mero de
observadores de la OSCE y construyó sistemá ticamente una fuerza terrestre
intimidante en Macedonia, habría tenido muchas má s posibilidades de prevenir
el tipo de limpieza étnica masiva. que realmente ocurrió y cumpliendo el
propó sito humanitario declarado de la OTAN. Massimo D'Alema, Gli italiani e la
guerra, Milá n: Mondadori, 1999, p. 49.

74. "METRO. Milosevic ré itè re son refus de troupes étrangè res au Kosovo ”,
Le Monde, 18 de febrero de 1999.
75. Christophe Châ telot, “Des repré sentants de l'UCK pré disent l'echec des
pourparlers de Rambouillet”, Le Monde, 19 de febrero de 1999.

76. La versió n serbia del texto muy editada y la declaració n conciliatoria del
5 de marzo aparecen en Auerswald y Auerswald, The Kosovo Conflict, pá gs. 608-
610.

77. Para el texto final, Ibíd., Pá gs. 542-590.

78. Ibíd., Pá gs. 665-666.

79. Para un relato privilegiado de Rambouillet, ver Marc Weller, "La Conferencia
de Rambouillet sobre Kosovo", Asuntos Internacionales, vol. 75, nú m. 2, abril de
1999, pá gs. 225-239.

80. Citado de R. Jeffrey Smith, "Belgrade Rebuffs Final Warning", The


Washington Post, 23 de marzo de 1999.

81. Para diversas perspectivas, vé ase Catherine Guichard, "El derecho


internacional y la guerra en Kosovo", y Adam Roberts, "'Guerra humanitaria'
sobre Kosovo", Survival, vol. 41, nú m. 2, verano de 1999, pá gs. 25-29, 104-107;
Hilaire McCourbey, "Kosovo, la OTAN y el derecho internacional", Relaciones
internacionales, vol. 14, nú m. 5,Agosto de 1999, pá gs. 29-46; Reinhard Merkel, ed.,
Der Kosovo-Krieg und das Vö lkerrecht, Frá ncfort del Meno: Suhrkamp, 1999; y
Dieter S. Lutz, ed., Der Kosovo-Krieg: Rechtliche und rechtsethische Aspekte, Baden-
Baden: Nomos Verlagsgesellschaft, 2000.

82. Posteriormente, los negociadores occidentales han argumentado que la


clá usula de libertad de movimiento en el Anexo B del acuerdo era parte de un
acuerdo está ndar sobre el estado de las fuerzas, que siempre se consideró que
estaba abierto a la negociació n y que durante las conversaciones nunca se
planteó como un objeto. de desacuerdo por parte de la delegació n serbia.
Consulte "Rubin, Hill en Kosovo en el Instituto de Estados Unidos para la Paz el
23 de marzo", EE. UU.Departamento de Estado, Programas de Informació n
Internacional, Archivo de Washington, 24 de marzo de 2000. La forma en que los
negociadores serbios percibieron la clá usula puede haber sido otra cuestió n.

83. Daalder y O'Hanlon, Winning Ugly, pá g. 85.

84. Christopher Layne, "Los errores de cá lculo y las equivocaciones


conducen a la guerra", en Ted Galen Carpenter, ed., Victoria vacía de la OTAN:
Una autopsia sobre la guerra de los Balcanes, Washington, DC: Instituto CATO,
2000, p. 15.

85. General Wesley K. Clark, “Cuando la fuerza es necesaria: la respuesta


militar de la OTAN a la crisis de Kosovo”, Revista de la OTAN, verano de 1999,
pá g. 15.
86. Auerswald y Auerswald, The Kosovo Conflict, pá gs. 729-733; y Francis X.
Clines, “La OTAN abre un amplio bombardeo contra los serbios mientras Clinton
denuncia la 'represió n brutal'”, The New York Times, 25 de marzo de 1999, pá g.
A1.

87. Elaine M. Grossman, “Breve: Estados Unidos y la OTAN carecían de


objetivos políticos claros in Kosovo War ”, Inside the Pentagon, 25 de mayo de
2000, pá g. 1. Durante la campañ a, Short estuvo subordinado al General Wesley Clark
como Comandante Supremo Aliado en Europa (SACEUR) y Comandante en Jefe del
Comando Europeo de EE. UU., Al Comandante del componente aéreo de Clark,
General John P. Jumper como Comandante de la Fuerza Aérea de EE. UU. En Europa,
y al General James O. Ellis, Comandante de las Fuerzas Aliadas del Sur de Europa y
Comandante en Jefe de las Fuerzas Navales de EE. UU. En Europa.

88. El presidente Clinton declaró pú blicamente que "lo que me molesta de


introducir tropas terrestres en una situació n hostil, en Kosovo y los Balcanes, es la
perspectiva de no poder sacarlas nunca". Entrevista con Dan Rather, 31 de marzo de
1999, citado en Nardulli, et al., Disjointed War, p. 23.

89. Departamento de Defensa de EE. UU., Informe al Congreso: Informe


posterior a la acció n de Kosovo / Operation Allied Force, Washington, DC: Imprenta
del gobierno de EE. UU., 31 de enero de 2000, pá gs. 15-16.

90. Nardulli, et al., Disjointed War, pá g. 3. El informe detalla: “Las


operaciones terrestres de entrada forzada fueron efectivamente descartadas
tanto por las autoridades políticas de alto nivel de la OTAN como por los líderes
políticos y militares de alto rango de los Estados Unidos en el verano de 1998.
Con la excepció n de algunas estimaciones generales sobre qué tipos de tierras
de entrada forzada las operaciones podrían ser consideradas y lo que
requerirían, ni la OTAN ni los Estados Unidos planearon una invasió n terrestre
desde junio de 1998 hasta despué s de que la Operació n FUERZA ALIADA
comenzara en marzo de 1999 ”. Ibíd., Pá g. 14.

91. Auerswald y Auerswald, The Kosovo Conflict, pá g. 732.

92. Citado de John T. Correll, "Las suposiciones caen en Kosovo", Revista de


la Fuerza Aé rea, junio de 1999, pá g. 4.

93. Clark, Haciendo una guerra moderna, pá g. 121.

94. Lambeth, La guerra aé rea de la OTAN por Kosovo, pá g. 22.

95. Clark, Waging Modern Guerra, pags. 183, señ ala que el imperativo de no
perder tripulaciones aéreas fue calificado como la “primera medida de mérito”
en la operació n.

96. Citado de James Kitfield, “War-Making By Committee”, National Journal,


8 de mayo de 1999, pá g. 4.
97. Este fue el tipo de enfoque apoyado originalmente por el general Short,
quien pidió golpear la "cabeza de serpiente" en Belgrado golpeando las centrales
elé ctricas y los ministerios del gobierno en la primera ola de estallidos. Ver Dana
Priest,
The Commanders 'War: The Battle Inside Headquarters ”, The Washington Post,
21 de septiembre de 1999.

98. Dana Priest, “Las tensiones crecen con la divisió n sobre la estrategia”,
The Washington Post, 21 de septiembre de 1999, pá g. 1.

99. General del Ejército de los EE. UU. Wesley Clark, SACEUR, Informe de
la OTAN, 25 de marzo de 1999.

100. Lambeth, La guerra aé rea de la OTAN por Kosovo, pá g. 9.

101. Catherine Simon, “Le HCR en acusation”, Le Monde, 18 de mayo de 1999.


Clark, Waging Modern War, pá gs. 176-177, corrobora la ausencia de planes aliados
para proteger a los civiles en las circunstancias que se desarrollaron después del 24
de marzo.

102. William Drozdiak, “La ofensiva serbia fue meticulosamente planeada”,


The Washington Post, 11 de abril de 1999, pá gs. A1, A26-27.

103. J. Bryan Hehir, "Kosovo: Una guerra de valores y los valores de la


guerra", en Buckley, ed., Kosovo, pá g. 399.

104. Véase, en particular, Heinz Loquai, Der Kosovo-Konflikt - Wege in einem


vermeidbaren Krieg: Die Zeit von Ende November 1997 bis Mä rz 1999, Baden-
Baden: Nomos Verlagsgesellschaft, 2000.

105. Ré my Ourdan, “Milosevic se pose en victime d'un 'crime contre la


vé rite'”, Le Monde, 16 de febrero de 2002.

106. Judá , Guerra y venganza, pá g. 250.

107. Informe al Congreso: Kosovo / Operación Fuerza Aliada, pá gs. 78-99.

108. William M. Arkin, “Muertes de civiles en la campañ a aé rea de la OTAN”,


Human Rights Watch, http://hrw.org/hrw/reports/2000/nato. Clark, Haciendo una
guerra moderna, pá g. 297, describe plausiblemente la Operació n FUERZA ALIADA como
"la campañ a más precisa y libre de errores jamás realizada".

109. Ver, por ejemplo, Mario Vargas Llosa, “La Guerra inú til”, El País, 17 de
mayo de 1999, pá g. 4.

110. Para una evaluació n de los esfuerzos para suprimir el sistema integrado de
defensa aérea yugoslavo, ver Informe al Congreso: Kosovo / Operació n Fuerza
Aliada, pá gs. 64-71.

111. “Les moyens manquent toujours face aux 910,000 réfugiés du Kosovo”, Le
Monde, 13 de mayo de 1999.
112. Informe al Congreso: Kosovo / Operación Fuerza Aliada, pá gs. 60-63.

113. Clark, Haciendo una guerra moderna, pá gs. 241-242.

114. John Tirpak, "Short's View of the Air Campaign", Revista de la Fuerza
Aé rea, septiembre de 1999.

115. “L'OTAN a dé truit 31 percent des armes Lourdes au Kosovo”, Le Monde,


21 de mayo de 1999; Richard J. Newman, "Las bombas que fallaron en Kosovo",
US Newse Informe mundial, 20 de septiembre de 1999; John Barry y Evan Thomas,
"El encubrimiento de Kosovo", Newsweek, 15 de mayo de 2000, pá gs. 23-27; y
Nardulli, et al., Disjointed War, pá gs. 48-49.

116. “Bombas contre imá genes. . . ”Le Monde, 25-26 de abril de 1999.

117. Auerswald y Auerswald, The Kosovo Conflict, pá gs. 960-961.

118. Ibíd., Pá gs. 955-956.

119. Clark, Haciendo una guerra moderna, pá gs. 227-228.

120. Dana Priest, "El helicó ptero Apache del ejé rcito se volvió impotente en
Kosovo",
El Washington Post, 29 de diciembre de 1999, pá g. 1.

121. Para una evaluació n completa de Task Force Hawk, vea el relato en
Nardulli, et al., Disjointed War, pá gs. 57-97.

122. Ibíd., Pá gs. 38-40.

123. Clark, Haciendo una guerra moderna, pá g. 307.

124. Ibídem., pá gs. 316-339, detalla el esfuerzo para definir una opció n de
suelo. La variante de planificació n en marcha desde principios de junio requería
reunir una fuerza de 175.000 a 200.000 soldados en Albania y Macedonia,
preparados para trasladarse a Kosovo el 1 de septiembre. Este era un objetivo
muy ambicioso.

125. Jacques Isnard, “La Grande-Bretagne plaide de nouveau en faveur d'une


intervencion terreste de l'OTAN”, Le Monde, 19 de mayo de 1999.

126. Paul C. Forage, “La batalla por el monte Pastrik: un estudio preliminar”,
The Journal of Slavic Military Studies, vol. 14, nú m. 4, diciembre de 2001, pá gs.
57-80; y Clark, Waging Modern War, pá gs. 327-328. Clark ve la ofensiva del ELK
como una oportunidad que las fuerzas de la OTAN no aprovecharon debido a la
renuencia a entablar combate con el
Fuerza Apache de EE. UU.
127. Nardulli, et al., Disjointed War, pá g. 56.
128. Citado de Oleg Levitan, “Inside Moscow's Kosovo Muddle”, Survival, vol.
42, nú m. 1, primavera de 2000, pá g. 132. Vé ase la declaració n conjunta emitida
por Yeltsin y Milošević en Auerswald y Auerswald, The Kosovo Conflict, pá gs.
196-197.

129. Celestine Bohlan, "Rusia se compromete a impedir que la ONU respalde


un ataque contra los serbios", The New York Times, 7 de octubre de 1998, pá g.
A8.

130. Auerswald y Auerswald, The Kosovo Conflict, pá gs. 744-745; y Barton


Gellman, "Los aliados de Estados Unidos lanzan un ataque aé reo contra
objetivos militares yugoslavos", The Washington Post, 25 de marzo de 1999,
pá g. A1.

131. Auerswald y Auerswald, The Kosovo Conflict, pá g. 748.

132. En sus memorias, Wesley Clark se refiere a esta modesta flotilla de


manera extravagante como un "grupo de batalla ruso". Clark, Haciendo una
guerra moderna, pá g. 212.

133. Véase su comunicado de prensa del 31 de marzo en Auerswald y


Auerswald, The Kosovo Conflict, pá g. 761.

134. Judith Matloff, “Las duras palabras de Rusia inquietan a Occidente”, The
Christian Science Monitor, 12 de abril de 1999, pá g. 1; y A. Matveyev, "El
reclamo de Washington al liderazgo mundial", Asuntos internacionales, vol. 45,
nú m. 5, 1999, pá g. 53.

135. Primakov fue destituido como primer ministro en nombre del reemplazo
interino Sergei Stepachin el 12 de mayo de 1999, con el conflicto de Kosovo aú n en
curso. Véase François Bonnet, “En limogeant M. Primakov, M. Eltsine ouvre une crise
majeure en Russie”, Le Monde, 13 de mayo de 1999.

136. Auerswald y Auerswald, The Kosovo Conflict, pá gs. 863-868.

137. Sharon LaFraniere, “American, Russian Seek Kosovo Solution”, The


Washington Post, 28 de abril de 1999, pá g. 21.

138. Segú n Daalder y O'Hanlon, Winning Ugly, pá gs. 168-169, la propuesta


de involucrar a Ahtisaari en el esfuerzo vino de Madeleine Albright.
Estroboscó picoTalbott, The Russian Hand: A Memoir of Presidential Diplomacy,
Nueva York: Random House, 2002, p. 314, se acredita a sí mismo con la elecció n. En
el relato de Talbott, se informa que Sandy Berger describió la combinació n de
Chernomyrdin y Ahtisaari como un "martillo y yunque" entre los cuales Milošević
podría ser sometido a golpes.

139. Auerswald y Auerswald, The Kosovo Conflict, pá g. 944.


140. Talbott, The Russian Hand, pá gs. 317-321.
141. Martin Walker, "Revelado: có mo se hizo el trato en el escondite de
Stalin",
El guardián, 5 de junio de 1999.

142. Auerswald y Auerswald, The Kosovo Conflict, pá gs. 1078-1081.

143. Ibíd., Págs. 1101-1106.

144. Reconfirmado un añ o después como "Acuerdo Técnico Militar entre la


Fuerza de Seguridad Internacional (" KFOR ") y los Gobiernos de la Repú blica
Federativa de Yugoslavia y la Repú blica de Serbia, 9 de junio de 2000, en
www.stratfor.com/crisis/kosovo/specialreprosts/special84.htm.

145. Stephen T. Hosmer, El conflicto sobre Kosovo: por qué Milosevic decidió
llegar a un acuerdo cuando lo hizo, Santa Monica, CA: RAND, 2001, pá gs. 133-134.

146. Rebecca Grant, The Kosovo Campaign: Aerospace Power Made it Work,
Arlington, VA: The Air Force Association, septiembre de 1999, ofrece una
perspectiva entusiasta sobre el papel del poder aéreo en el conflicto.

147. El texto de la acusació n aparece en Auerswald y Auerswald, The


Kosovo Conflict, pá gs. 1005-1027.

148. Texto del discurso de Clinton a la nació n sobre Kosovo, 9 de junio de


1999, en
www.stratfor.com/crisis/kosovo/specialreports/special86.htm.

149. Clark, Haciendo una guerra moderna, pá g. 348.

150. Vladimir Mukhin, "Rossiiskii desant operedil natovskii kontingent",


Nezavisimoe voennoe obozrenie, 18 de junio de 1999.

151. Clark, Haciendo una guerra moderna, pá g. 388.

152. Ibíd., Pá g. 394.

153. Igor 'Korotchenko y Andrei Korbut, “Kompromiss mezhdu NATO i


Rossiei naiden”, Nezavisimoe voennoe obozrenie, 25 de junio de 1999.

154. Daalder y O'Hanlon, Winning Ugly, son los argumentos má s só lidos en


este sentido.

155. David Rohde, "Kosovo Seething", Foreign Affairs, vol. 79, nú m. 3,


mayo / junio de 2000, pá g. 70. Vé ase tambié n Marcus Gee, "El chico de los azotes
de Europa: los gitanos de Kosovo viven con miedo a la venganza albanesa", The
Globe and Mail, 23 de marzo de 2000.
156. Michael Mandelbaum, "Un fracaso perfecto: la guerra de la OTAN
contra Yugoslavia", Foreign Affairs, vol. 78, No. 5, septiembre / octubre de 1999.
157. Francis Deron, “Pé kin entend obtenir des 'compensations' politiques
après l'erreur de l'OTAN,” Le Monde, 14 de mayo de 1999.

158.Michael Ignatieff, Virtual War: Kosovo and Beyond, Nueva York:


Metropolitan Books, 2000, pá gs.161, 163.

159. Estados Unidos realizó el 60 por ciento de las salidas totales en la


Operació n FUERZA ALIADA, pero el 80 por ciento de las salidas de ataque, el 90 por
ciento de las misiones de inteligencia y reconocimiento avanzadas y el 90 por ciento
de las misiones de guerra electró nica. Las fuerzas estadounidenses dispararon má s
del 80 por ciento de las armas guiadas de precisió n utilizadas en el conflicto y el 95
por ciento de los misiles de crucero. Anthony Cordesman, Lecciones y no lecciones
de la guerra aérea y de misiles en Kosovo, Washington, DC: Centro de Estudios
Estratégicos e Internacionales, 1999.

160. Clark, Haciendo una guerra moderna, pá g. 419.


CAPÍTULO 6

GRECIA, TURQUÍA,

Hermanos CHIPRE
enemigos.

Grecia y Turquía son partes integrales del sureste de Europa y


ambas desempeñ aron papeles activos como potencias regionales
durante las turbulencias de la década de 1990. Tras la desintegració n
de Yugoslavia, Atenas se esforzó por mantener cierto grado de
solidaridad con los pueblos cristianos ortodoxos de la regió n, incluida
Serbia, mientras que Ankara se alineó con las comunidades
musulmanas sitiadas.1 Ambos tendían a ver la bú squeda de influencia
del otro como una amenaza: el compromiso de los Balcanes era a
menudo interpretado como la manifestació n de una gran estrategia de
cerco.2 Sin embargo, las interpretaciones má s extremas de este tipo
estaban destinadas principalmente al consumo pú blico. Dejando a un
lado la retó rica, las autoridades griegas y turcas se esforzaron por
mantener sus políticas regionales alineadas con las potencias
occidentales y evitar verse arrastradas a la confrontació n.
En el mejor de los mundos posibles, Grecia y Turquía
ser pilares de estabilidad en medio de las turbulencias de los
Balcanes y el Mediterrá neo oriental. Ambos estados disfrutan de
un acceso privilegiado a las instituciones europeas. Los niveles de
bienestar está n por detrá s de los está ndares de los estados
europeos má s avanzados, pero en el contexto regional, Grecia y
Turquía ocupan puestos de liderazgo. Atenas y Ankara tienen
tradiciones estatales poderosas con só lidos cimientos culturales y
mú ltiples activos que podrían utilizarse para promover el
desarrollo regional. Estos activos se han desperdiciado en cierta
medida debido a la incapacidad de griegos y turcos para ir má s allá
de una historia de enemistad. Durante gran parte del período de la
posguerra, Atenas y Ankara han sido archirrivales cuyo
antagonismo se ha acercado al nivel de la preocupació n. En lugar
de contribuir a la resolució n del dilema de seguridad del sureste de
Europa,
La rivalidad greco-turca es inusual porque los protagonistas son
muy
emparejado de manera desigual. Grecia es un pequeñ o estado
balcá nico con una població n de 10,5 millones. Turquía tiene un
cará cter euroasiá tico má s complejo, con una població n grande y en
rá pido crecimiento de má s de 65 millones. Grecia es miembro tanto de
la OTAN como de la UE, y las relaciones con la Europa institucional
dominan su agenda internacional. Turquía también es miembro de la
OTAN y candidato a la adhesió n a la UE, pero tiene un largo
Frontera asiá tica y una situació n geoestratégica difícil "en el centro de
una cuñ a de territorio en forma de media luna que se extiende desde
Kazajstá n hasta el Golfo y Suez y finalmente hasta la costa del norte de
Á frica, que contiene la colecció n de estados má s volá til del mundo". 3
Seguridad griega la política se centra en los desafíos locales. Turquía
es una aspirante a potencia de nivel medio con perspectivas que
coinciden con sus ambiciones. Ankara ha asumido compromisos
importantes en las regiones del Cá ucaso y Asia central desde la
desintegració n de la URSS. Las relaciones con los vecinos Irak y Siria
está n turbulentas, y los lazos con el mundo á rabe en su conjunto se
han visto dañ ados por un vínculo estratégico emergente con Israel.4
Grecia es razonablemente estable a nivel nacional, mientras que
Turquía continú a luchando con el surgimiento del Islam político, una
fuerte recesió n econó mica y las demandas de su minoría kurda.5
Grecia y Turquía mantienen altos niveles de preparació n y
onerosos gastos militares. A finales de la dé cada de 1990, Turquía
dedicó el 3,8 por ciento de su Producto Interno Bruto al gasto en
defensa y Grecia el 4,7 por ciento (frente a un promedio de la
OTAN de 2,2por ciento), y ambas partes habían iniciado ambiciosos
programas de modernizació n de la fuerza. No obstante, hay pocas
dudas de que Turquía tiene los medios para prevalecer en un
enfrentamiento directo. El PIB de Turquía es aproximadamente 1,5
veces mayor que el de Grecia, y militarmente disfruta de una relació n
de superioridad de 4-1 con 594.000 soldados en armas (477.000 en
las fuerzas terrestres, 63.000 en la fuerza aérea y 54.000 en las
fuerzas marinas) en comparació n con un griego. fuerza de 168.700
(116.000 en tierra, 33.000 en el aire y 19.700 en el mar). La política
griega hacia Turquía, y la carga de preparació n que se le ha asociado,
ha estado dominada por la necesidad de disuadir a un vecino
poderoso y potencialmente hostil.
Las tensiones no resueltas impactan negativamente en el
extranjero de Ankara.
agenda política también. El objetivo de larga data de Turquía de
adherirse ala UE se ha sacrificado repetidamente en pos de su
rivalidad con Grecia. En vista de los desafíos que enfrenta en otros
frentes, las peleas eternas con Atenas bien podrían presentarse como
un lujo, si no como una extravagancia. La rivalidad persiste de todos
modos, independientemente de los constantes ministerios de la
OTAN, la buena voluntad de innumerables mediadores y oferentes de
buenos oficios, las necesidades objetivas de la regió n de los Balcanes
devastada por el conflicto y los mejores intereses de casi todos los
involucrados.
Hay al menos dos razones por las que esto es así. Primero, aunque
a veces se refiere tanto al símbolo como a la sustancia,
La rivalidad greco-turca es profundamente arraigado y complejo.
Los problemas subyacentes que impulsan la animosidad no son ni
triviales ni sencillos, y desafían las soluciones fá ciles. En segundo
lugar, la rivalidad se sitú a en un contexto espacial y temporal má s
amplio. Las relaciones greco-turcas a menudo se discuten sobre la
base de supuestos de "odio antiguo" que enfatizan su cará cter
atemporal, lo que Henry Kissinger ha llamado la "amargura
atá vica" y el "odio primitivo de griegos y turcos" .6 Pero la relació n
también es diná mica. Ha estado marcado tanto por períodos de
distensió n como por ataques de tensió n, y en la actualidad está
muy condicionado por circunstancias propias del período
posterior a la guerra fría, incluida la diná mica de inestabilidad
regional producida por la crisis de los Balcanes de los añ os
noventa.
El amanecer de un nuevo milenio ha visto un movimiento hacia
Acercamiento greco-turco que es una fuente de promesas para
toda la regió n. Pero décadas de rivalidad y problemas complejos
sin resolver no se pueden borrar de la mesa de la noche a la
mañ ana. El griego-turcoLa relació n sigue siendo una clave para la
construcció n de la paz en el sureste de Europa que debe ser
monitoreada cuidadosamente y, en la medida de lo posible,
configurada para fomentar soluciones de compromiso que permitan a
ambas partes realizar su potencial como vecinos, socios y fuerzas para
la estabilidad regional.

Dimensiones históricas y culturales.

La identidad nacional griega se basa en tres pilares: el legado


del helenismo, la herencia cristiana bizantina y ortodoxa y la
renacimiento nacional del período moderno. El legado clá sico es
atemporal y, en cierto sentido, universal. El Imperio Bizantino era
griego en lengua y espíritu, y su colapso ante el asalto otomano se
considera casi universalmente como una tragedia épica y el preludio
de una era oscura de borramiento cultural, la Turkokratia o era de
dominació n turca. El nacionalismo griego moderno es un producto del
renacimiento nacional del siglo XIX, librado como una lucha
encarnizada contra el señ orío otomano. El primer estado nacional
griego, creado en 1830, solo representó alrededor de un tercio del
pueblo helénico de los Balcanes. A partir de entonces, la Grecia
moderna se construyó pieza por pieza, como consecuencia de una
larga secuencia de guerras, maniobras diplomá ticas y levantamientos
que adelantaban la enosis, o unió n con la Patria,
Este proceso coincidió con el largo declive de la civilizació n
otomana. En la memoria nacional turca, está vinculado con una
pé rdida gradual del estatus de gran potencia y preeminencia
cultural. Para los turcos, se considera que el panhelenismo
byró nico ha sido poco má s que una justificació n conveniente para
la intromisió n de una gran potencia en los asuntos del imperio, un
intento que culminaría al final de la Primera Guerra Mundial en un
esfuerzo por incorporar a los antiguos otomanos. territorios en el
sistema colonial europeo. La Repú blica Turca moderna se
considera el producto de un esfuerzo exitoso para resistir el
desmembramiento, liderado por Mustafa Kemal (Atatü rk) y
asociado con la afirmació n de una idea nacional específicamente
turca.
La trá gica culminació n de la Idea Megali coincidió con esa
afirmació n. La divisió n del Imperio Otomano imaginada por los
pacificadores de Versalles incluyó una partició n de Anatolia, con
laproyectada la creació n de un estado nacional kurdo en el este, y un
mandato de 5 añ os otorgado a una fuerza expedicionaria griega en
Esmirna (Izmir), centro de las antiguas comunidades helénicas de las
á reas costeras occidentales.7 Estos planes fueron desafiados por
Kemal, quien se basó en sus conexiones militares para construir una
fuerza armada independiente y movilizar un movimiento nacional
turco fuera del alcance de los aliados en Ankara. En 1922, la fuerza
expedicionaria griega optó imprudentemente por avanzar hacia el
cuartel general de Kemal, saqueando las comunidades turcas a lo
largo de su ruta. Definitivamente derrotado en el río Sakarya, fue
devuelto a Esmirna en desorden. La ocupació n de la ciudad degeneró
en violencia, incluidas las masacres de las poblaciones griega y
armenia y una conflagració n que destruyó gran parte de la zona del
antiguo puerto. El remanente de la fuerza expedicionaria griega fue
retirado por mar. Sin protecció n, las comunidades griegas en el
territorio controlado por Turquía en toda Anatolia fueron objeto de
hostigamiento y represalias8.
El Tratado de Lausana puso fin al conflicto en 1923
al sancionar la limpieza é tnica patrocinada por el estado, má s de
1,5 millones de ciudadanos griegos y turcos debieron reubicarse a
travé s de la frontera recién trazada como parte de un traslado
organizado de poblaciones. Aunque a veces se presenta como una
solució n, las migraciones forzadas solo exacerbaron las relaciones
entre comunidades a largo plazo. Para los turcos, los eventos de 1919-
23 se conmemoran como la Guerra de Independencia Nacional, cuyo
resultado aseguró la consolidació n de un estado nacional turco viable.
Para los griegos son la "catá strofe", una derrota cataclísmica que trajo
un final violento a la
civilizació n helenística milenaria de Asia Menor. Al igual que otros
países cuya idea nacional se basa en un culto al martirio derivado
de una larga y só lo parcialmente realizada lucha por la
independencia, la identidad nacional griega moderna se ha
construido culturalmente en torno a un mito de resistencia a un
otro bá rbaro, ajeno y permanentemente amenazador. En el caso de
Turquía, la identidad nacional se ha definido frente al contraste de
la rivalidad con un eterno enemigo griego, siempre dispuesto a
aprovecharse de la debilidad turca, y al mismo tiempo resentido y
despreciado9.
Fuera del contexto de esta estructura mítica, por supuesto, las
relaciones greco-turcas han estado sujetas a mayores matices. La
paz de Lausana fue seguida por una fase de acercamiento bajo el
presidente turco Kemal y el primer ministro griego Elefthérios
Venizé los, arquitectos de la guerra en 1919 pero que ahora buscan
priorizar la reforma interna. La política sobrevivió a sus
arquitectos, y la disputa greco-turca no fue un factor significativo
en las relaciones internacionales de 1930 a 5510.
Fue solo con el aumento de la agitació n nacional anti-britá nica
en el isla de Chipre a mediados de la década de 1950, cuando
reapareció la rivalidad greco-turca. En el período posterior a la
Segunda Guerra Mundial, tanto Grecia como Turquía se habían
convertido en sociedades en proceso de modernizació n sujetas a
cambios sociales traumá ticos, incluida la rá pida urbanizació n, el
progreso hacia la alfabetizació n universal y el surgimiento de culturas
políticas de masas donde la evocació n de una tradició n nacional
inventada se mostraba contra el contraste. del despreciado rival jugó
bien en foros pú blicos. En ambos lados, las élites políticas
manipularon los sentimientos nacionales para promover su bú squeda
de poder, evocando en el proceso una rivalidad estratégica que
cobraría vida propia.

El mar oscuro del vino.

El nú cleo de la rivalidad greco-turca ha sido la lucha por el control


del mar oscuro vino de Homero, el Egeo y el Mediterrá neo oriental. En
cualquier medida, es un interés vital para ambas partes. Para Grecia,
el mar constituye una parte esencial de la nació n, uniendo el
continente griego a las principales islas y grupos de islas. Para
Turquía, el Egeo cubre la arteria marítima norte-sur que une los
Dardanelos con la costa mediterrá nea, incluido el puerto de Izmir, y
los corredores aéreos que dan acceso a la aviació n civil hacia el oeste.
Hoy, el Egeo y el Mediterrá neo oriental han asumido
importancia geoestraté gica adicional como el polo occidental de un
eje comercial emergente que se extiende hacia el este y el sur hacia
el Mar Caspio y el Golfo Pérsico-Á rabe. Marcia Christoff Kurop
sostiene que "el Mediterrá neo oriental y el Golfo Pérsico forman
una sola entidad con Turquía y Egipto proporcionando un puente
continental y marítimo entre Europa y Oriente Medio". 11 Para
Margarita Mathiopoulos, el Egeo es "una regió n geopolítica de vital
interé s "Como" el corredor de estabilidad de la OTAN entre
Europa, Oriente Medio y los antiguos territorios asiá ticos
sovié ticos ". 12
En el pasado reciente, la estabilidad ha sido escasa. Al imponer
transferencias de població n y delimitar esferas de influencia, el
tratado de Lausana creó una especie de equilibrio en la regió n. Ese
equilibrio comenzó a desmoronarse con el surgimiento de la
cuestió n de Chipre en la década de 1950, que reposó la cuestió n
del control estraté gicosobre el espacio marítimo. En la década de
1970 había surgido una larga lista de puntos de discordia que desafían
la resolució n hasta el día de hoy.

1. Soberanía y la militarización de islas estratégicas.


Hay aproximadamente 3.000 islas griegas en el mar Egeo, de las
cuales solo unas 130 está n habitadas. En Lausana en 1923 y en el
Tratado de París de 1947, que transfirió el grupo de islas del
Dodecaneso de Italia a Grecia, Atenas acordó mantener solo
fuerzas de seguridad ligeramente armadas en las islas del Egeo
occidental y abstenerse de la construcció n de fortificaciones. No
obstante, la militarizació n de determinadas islas se inició en 1964,
y en la década de 1970 má s de 25.000 soldados griegos estaban
estacionados en el Dodecaneso, adyacente a la costa mediterrá nea
de Turquía, en Lemnos, Samotracia e islas má s pequeñ as cerca de
la entrada a los Dardanelos y en ciertas zonas del Egeo central.
islas.
Grecia ha argumentado segú n la clausala rebus sic stantibus que
la Convenció n del Estrecho de Montreux de 1936 levanta el estatus de
desmilitarizació n de las islas adyacentes a los Dardanelos; que
Turquía no es signataria del Tratado de París de 1947 y que, por tanto,
el Dodecaneso puede estar armado; y que, especialmente a raíz de la
ocupació n de Chipre de 1974 y la creació n de un 4.o Ejército del Egeo
independiente de la OTAN en la costa oriental de la parte continental
de Turquía con su cuartel general en Izmir en 1975, Grecia percibe
una amenaza turca a la que puede legítimamente reaccionar en
legítima defensa en virtud del artículo 51 de la Carta de la ONU.
Turquía ha respondido que la desmilitarizació n de las islas del este
del mar Egeo es una condició n de la soberanía griega; que no es
esencial
ha ocurrido un cambio en las circunstancias; que el tratado de
París también se aplica a los no signatarios; que la Convenció n de
Montreux no cambia el estatus de Lemnos y las islas adyacentes; y
que no hubo una amenaza turca previa que motivara las acciones
griegas: Ankara solo ha tomado contramedidas ante la severa
provocació n griega. Estos problemas siguen sin resolverse y las
islas militarizadas son puntos de fricció n constante.
El problema se complementa con disputas sobre soberanía. La
frontera marítima entre el grupo del Dodecaneso y la costa turca se
delimitó con precisió n en un acuerdo de 1932 entre Italia y Turquía,
pero desde abril de 1996 Ankara ha planteado preocupaciones sobre
las "zonas grises" de soberanía indeterminada má s al norte, donde los
términos del 1923 Los acuerdos de Lausana son menos específicos, al
igual que en el Mar de Creta. La demanda turca de adjudicació n se ha
presentado como una maniobra para obtener influencia con miras a
una futura resolució n integral de los problemas del mar Egeo, pero
también tiene una dimensió n estratégica13.

2. Delimitación de la plataforma continental.


El lecho marino del Egeo se convirtió en objeto de controversia
tras el descubrimiento de depó sitos de petró leo frente a la isla de
Tasos en 1974. Las negociaciones bilaterales comenzaron en 1981
pero se interrumpieron por iniciativa griega en 1987. Turquía
respondió iniciando actividades sísmicas y perforando en áreas en
disputa, lo que provocar una aguda crisis en la primavera de ese
añ o. Desde 1987, el problema se ha vuelto menos agudo, debido en
parte a la modesta extensió n de los recursos en cuestió n, pero está
lejos de haberse resuelto. Atenas argumenta que (a) las islas que
dan al continente turco son parte de Grecia, y las tierras griegas
deben considerarse un todo integral; (b) la Convenció n de Ginebra
de 1958 sobre la plataforma continental especifica que las islas
poseen plataformas continentales;y (c) la frontera de la plataforma
continental entre Turquía y las islas griegas adyacentes debe basarse
en el principio de equidistancia medida desde la costa turca má s
cercana. Si se aplicaran, estas premisas darían a Grecia un control
efectivo sobre casi todo el mar Egeo, dejando solo una estrecha franja
costera para Turquía.
En respuesta, Ankara ha argumentado que (a) islas ubicadas en
la prolongació n natural de una masa de tierra continental no tiene
plataformas continentales propias; (b) la Convenció n sobre el
Derecho del Mar de 1982 prohíbe la consolidació n de las islas del
Egeo con la Grecia continental al prohibir un "régimen de
archipiélago" o
Principio de “integridad nacional”; (c) no existe un estado de
derecho o una ló gica que dicte un "principio de equidistancia"
entre islas pequeñ as y ungran masa de tierra adyacente, y (d) el
Tratado de Lausana exige un equilibrio que permite a cada lado
utilizar el mar de manera equitativa. Una amplia gama de factores
específicos del cará cter del Egeo, incluido su cará cter semicerrado, el
régimen del archipiélago griego, la distribució n de los recursos
naturales, los intereses mutuos de seguridad y las líneas de
comunicació n, deben considerarse al delimitar una plataforma
continental. La solució n ideal de Turquía impondría una línea de
divisió n que le permitiría explotar una parte significativa de la mitad
oriental del lecho marino. Sin embargo, Ankara ha rechazado
sistemá ticamente las solicitudes de Grecia de llevar el asunto ante la
Corte Internacional de Justicia. Ha preferido buscar un acuerdo
bilateral, quizá s menos por los méritos del caso legal que por temor a
las posibles implicaciones de un fallo judicial para otras disputas no
resueltas.

3. Aguas territoriales.
En Lausana, las aguas territoriales del Egeo se extendieron solo
por tres millas. En 1936, Grecia expandió unilateralmente sus
aguas territoriales a seis millas, y después de la Segunda Guerra
Mundial Turquía correspondió . Hoy, con el límite de seis millas
como está ndar, Grecia posee el 48,86 por ciento del Egeo y Turquía
posee 7,47por ciento, dejando el 48,85 por ciento como aguas
internacionales. El Tratado de la Ley del Mar de 1985, que Turquía se
ha negado a firmar, permite una extensió n de 12 millas de aguas
territoriales, la extensió n que Turquía aplica a sus costas del
Mediterrá neo y el Mar Negro. En 1995, el parlamento griego afirmó su
derecho a imponer un límite de 12 millas en el Egeo, un gesto que
Ankara calificó rá pidamente de casus belli. Aunque la respuesta turca
fue agresiva, la afirmació n original de Grecia fue claramente
provocadora. La imposició n de un límite de 12 millas uniría las aguas
territoriales griegas entre los archipiélagos de las Cícladas y el
Dodecaneso, dando a Atenas un control hipotético sobre una línea
vital de comunicació n norte-sur, así como el acceso marítimo al Mar
Negro.
No obstante, el problema es má s simbó lico que real. La extensió n de
El control efectivo que traería un límite de 12 millas no es
necesariamente tan bueno. El derecho internacional no permite la
interdicció n del trá fico comercial pacífico, ni siquiera el paso de
buques de guerra, excepto en casos de fuerte tensió n o conflicto
abierto. Ademá s, una extensió n de 12 millas
con la oposició n de casi todas las demá s potencias con intereses
navales en el Egeo, y no menos importante de las principales
potencias de la OTAN. Si el problema persiste, es en cierta medida
debido a sus implicaciones para el problema relacionado del
espacio aé reo nacional.

4. Control del espacio aéreo.


El derecho internacional y la convenció n de Chicago de 1944
requieren que la extensió n del espacio aéreo nacional corresponda a
la extensió n de las aguas territoriales. Desde 1931, Grecia ha
establecido un límite de espacio aéreo nacional de diez millas, vá lido
tanto para la Grecia continental como para el archipiélago griego, a
pesar de su adhesió n formal a las aguas territoriales de seis millas.
Desde 1974 en adelante, Turquía ha protestado contra esta
incongruencia y reforzado su posició n al realizar sistemá ticamente
sobrevuelos en la zona gris de cuatro millas. Estas intervenciones son
cuestionadas regularmente por la aviació n griega, lo que lleva a casos
de simulacros de combate y enfrentamientos ocasionales. Las disputas
sobre el espacio aéreo han dado lugar a otras fuentes de tensió n,
incluidas las diferencias sobre los corredores aéreos en la regió n de
vuelo Estambul-Atenas, rutas de vuelos internacionales, á reas
terminales, y problemas de vuelos militares, como fronteras de alerta
temprana, á reas de mando y control y maniobras de vuelo. El
argumento afecta directamente a las fronteras de vuelo de dos
comandos de la OTAN, la sede central-sur de la OTAN en Izmir (Izmir
también alberga la 6ª Fuerza Aérea Tá ctica Aliada de Turquía) y la 7ª
Fuerza Aérea Tá ctica en Larisa, Grecia.

5. Trato a las minorías.


Grecia y Turquía han estado cró nicamente enfrentados por el
trato otorgado a sus respectivas minorías. A pesar de los traslados
de població n llevados a cabo en virtud del tratado de Lausana, una
minoría turca considerable permanecía en el oeste de Tracia (en
1923 la població n musulmana del oeste de Tracia se estimó
en130.000, de una població n regional total de 190.000) junto con una
població n griega de má s de 100.000 en Estambul, así como minorías
má s pequeñ as de 7.000 y 1.200, respectivamente, en las islas turcas
de Bozcaada (Tenedos) y Gokceada (Imbros). Lausana hizo referencia
específica a estas minorías “musulmanas y no musulmanas” y les
garantizó el derecho a mantener instituciones religiosas, culturales y
educativas autó nomas.
A la parte griega le gusta señ alar que la població n griega
de Estambul se ha reducido hoy a menos de 10.000, y que só lo
quedan 250 griegos en Gokceada y 100 en Bozcaada, mientras que
La població n musulmana de Tracia occidental se ha mantenido
bastante estable en alrededor de 120.000. Ankara responde que una
tasa natural de aumento habría má s que duplicado la població n de
Tracia occidental si no fuera por la migració n masiva provocada por
una política griega de negació n de la identidad y represió n
sistemá tica. Las cifras está n en disputa y el clima de hostilidad que
infecta las relaciones greco-turcas deja poco espacio para la
flexibilidad.15
Atenas ha reaccionado a las críticas internacionales de su
política en el oeste de Tracia ofreciendo una serie de concesiones
que incluyen incentivos educativos y un autogobierno limitado,
pero se niega a designar a la minoría en cuestió n como turca,
aferrá ndose en cambio a la designació n "musulmana" utilizada en
el texto del tratado de Lausana. Segú n fuentes griegas,
aproximadamente la mitad de la comunidad son deDe ascendencia
turca, el 35 por ciento son pomaks (musulmanes eslavos) de habla
bú lgara y el 15 por ciento son musulmanes romaníes. Los pueblos
afectados tienen una larga lista de agravios que incluye la
expropiació n de tierras por parte del estado griego, la negació n de la
ciudadanía a las personas que regresan de viajes al extranjero, la
discriminació n educativa, la denegació n del derecho de elecció n de los
líderes religiosos locales o muftis (en 1990 Grecia suspendió la
elecció n de muftis locales a favor del nombramiento por parte del
estado), y la manipulació n electoral dirigida a negar la representació n
justa de la minoría turca.16 El estatus de la minoría griega y el
patriarcado ortodoxo en Estambul sigue siendo puntos delicados para
la opinió n pú blica griega y, como regió n étnicamente turca que es
territorialmente contigua con Turquía propiamente dicha,
El precedente citado con mayor frecuencia para evocar una
amenaza turca a
El oeste de Tracia es el de Chipre, donde una fuerza expedicionaria
turca, desafiando la opinió n internacional, ha mantenido el control
de un enclave étnicamente turco en una isla con una població n
mayoritariamente griega durante má s de un cuarto de siglo. El
problema de Chipre se ve afectado de manera importante por las
disputas sobre la soberanía en el Egeo, pero tiene un cará cter
distintivo y un gran peso simbó lico. Chiprese ha convertido en el
má s polarizado, amargado e intratable de todos los problemas que
continú an enfrentando a griegos y turcos.

La Línea Verde.
La hermosa isla de Chipre, mítico lugar de nacimiento de
Afrodita,
tiene una ubicació n importante a unos 80 kiló metros de la costa
mediterrá nea del sur de Turquía y una historia compleja que refleja su
importancia estratégica. Cultural y socialmente, como la regió n
balcá nica má s grande de la que de hecho forma parte, ha estado sujeta
a oleadas de influencia externa, incluidos períodos de predominio
bizantino, veneciano, helénico, turco y britá nico. Desde 1571-1878 la
isla fue parte del Imperio Otomano, pero en el Congreso de Berlín en
1878 fue arrendada a Gran Bretañ a para su uso como á rea de base
naval. Chipre fue anexada por Londres en 1918 y declarada colonia de
la corona en 1925.
La població n de Chipre hoy es de alrededor de 830.000,
dividida entre una mayoría griega que representa alrededor del 80
por ciento del total. y una minoría turca que representa el 18 por
ciento. Estas comunidades vivían tradicionalmente intercaladas a lo
largo de la isla, que incluía numerosos pueblos mixtos. El movimiento
anticolonialista lanzado en la década de 1950, sin embargo, fue
simultá neamente un movimiento nacionalista griego que buscaba
vincular el llamado a la independencia con el objetivo de la enosis, o
apego a Grecia. Los líderes turcochipriotas respondieron con un
llamado a taksim o partició n. Estas agendas políticas divergentes se
convirtieron rá pidamente en fuente de fricciones entre comunidades.
En agosto de 1955, el Reino Unido, que trató de resistir la
autodeterminació n chipriota pero cuyo personal en la isla estaba
siendo atacado, intentó abordar el problema convocando una
conferencia que reunió a representantes de Grecia y Turquía en
Londres. En la conferencia, Gran Bretañ a ofreció un arreglo para el
autogobierno parcial bajo la soberanía britá nica que no fue del todo
aceptable para ninguna de las partes. Quizá s lo má s importante es
que, con las deliberaciones en curso, estalló una bomba en el
consulado turco en Tesaló nica (en las inmediaciones de la casa en la
que nació Atatü rk). Finalmente se descubrió que este acto de
terrorismo había sido una provocació n turca, responsabilidad que se
convirtió en uno de los elementos del acta de acusació n formulada
contra el entonces primer ministro Adnan Menderes que conduciría a
su ejecució n en la horca en septiembre de 1961, después de que su
gobierno fuera derrocado por un golpe militar. La consecuencia
inmediata fue una serie de pogromos anti-griegos en Izmir y
Estambul, donde má s de 2.000 griegos fueron asesinados y muchos
má s expulsados de la ciudad como refugiados.17 En un patró n que se
repetiría en la ex Yugoslavia décadas má s tarde, estos procedimientos
sangrientos polarizaron opinió n pú blica y contribuyó a un proceso de
movilizació n étnica que haría casi imposible la resolució n racional de
disputas.
Entre 1956 y 1960, el tono de la política chipriota fue
establecido por la agitació n terrorista anti-britá nica de la
Organizació n Nacional de Combatientes Chipriotas (EOKA)
dirigida por Georgios Grivas, un coronel del ejército retirado con
afiliaciones políticas de extrema derecha. Despué s de que una
fuerza expedicionaria britá nica de má s de 30.000 soldados resultó
insuficiente para controlar la violencia, Londres avanzó hacia una
agenda de separació n. Un acuerdo de Zú rich de febrero de 1959
entre Grecia y Turquía definió una fó rmula para la independencia
que se formalizó en un Tratado de Garantía firmado en Londres en
1960. El tratado identificó a Grecia, Turquía y el Reino Unido como
potencias garantes con derecho a intervenir, solidariamente o
unilateralmente, en defensa de sus disposiciones, y redactó los
artículos bá sicos de un orden constitucional.Segú n los términos, el
Reino Unido conservaría dos á reas de bases militares (que aú n
mantiene), mientras que a Grecia y Turquía se les permitió guarnecer
a 950 y 650 soldados respectivamente en la isla. La constitució n
prohibía específicamente el apego a otro estado (colocando a Chipre
junto a Austria como los ú nicos países del mundo cuya soberanía ha
sido así circunscrita). También definió un arreglo de poder
compartido inspirado en las premisas de cuotas étnicas y equilibrio,
segú n el cual un grecochipriota serviría como presidente y un
turcochipriota como vicepresidente, con cuatro ministros
grecochipriotas y tres ministros turcochipriotas. El treinta por ciento
de los escañ os en la Cá mara de Representantes estaban reservados
para la minoría turcochipriota, el 40 por ciento de las comisiones en la
Guardia Nacional, y el 30 por ciento de los puestos en la fuerza policial
y la administració n pú blica. Se otorgó al presidente y al vicepresidente
el derecho a vetar la legislació n y se establecieron municipios
comunales separados en las cinco ciudades chipriotas má s grandes.
Estos arreglos buscaban tranquilizar a la minoría turcochipriota
otorgá ndole una autonomía limitada y una representació n
desproporcionada en los ó rganos nacionales clave. En agosto de 1960,
el arzobispo grecochipriota Makarios III se convirtió en el primer
presidente y el turcochipriota Fazıl Kü çü k en el primer vicepresidente
de una Repú blica independiente de Chipre18. Estos arreglos buscaban
tranquilizar a la minoría turcochipriota otorgá ndole una autonomía
limitada y una representació n desproporcionada en los ó rganos
nacionales clave. En agosto de 1960, el arzobispo grecochipriota
Makarios III se convirtió en el primer presidente y el turcochipriota
Fazıl Kü çü k en el primer vicepresidente de una Repú blica
independiente de Chipre18. Estos arreglos buscaban tranquilizar a la
minoría turcochipriota otorgá ndole una autonomía limitada y una
representació n desproporcionada en los ó rganos nacionales clave. En
agosto de 1960, el arzobispo grecochipriota Makarios III se convirtió
en el primer presidente y el turcochipriota Fazıl Kü çü k en el primer
vicepresidente de una Repú blica independiente de Chipre18.
La constitució n chipriota era defectuosa y rá pidamente
demostró
ser inviable en la prá ctica. Makarios lanzó la crisis que socavó los
frá giles equilibrios de su país el 30 de noviembre de 1963, después
de repetidos estancamientos en cuestiones de política, al proponer
13 enmiendas diseñ adas para reducir muchas de las ventajas
especiales otorgadas a la minoría turcochipriota. En cuestió n de
semanas, estalló la lucha comunal en la capital de Nicosia,
impulsada
por el hostigamiento de los turcochipriotas a manos de los
extremistas griegos, incluidos los esfuerzos para limpiar
étnicamente distritos enteros por utilizando la intimidació n y la
coacció n para obligar a los residentes a abandonar sus hogares. Como
reacció n, los turcochipriotas se retiraron de todas las instituciones
gubernamentales y comenzaron a establecer enclaves armados como
puntos nodales de autodefensa. Algunos han interpretado estos
hechos como el producto de un diseñ o estratégico grecochipriota,
conocido como Plan Akritas, destinado a poner a la comunidad
turcochipriota a la defensiva y provocar el colapso del orden
constitucional.19 En 1964, una fuerza multilateral de mantenimiento
de la paz de la ONU (la Fuerza de la ONU en Chipre
— UNFICYP) llegó a la isla para vigilar una "Línea Verde" de 180
kiló metros de largo que separa a las poblaciones grecochipriotas
impulsadas por la movilizació n étnica hacia á reas protegidas y
reductos comunales. La UNFICYP se ha mantenido vigente hasta el
día de hoy, con un costo acumulado estimado de má s de 3.000
millones de dó lares.20
Estos hechos fueron decisivos. Como era la intenció n de sus
autores, las atrocidades cometidas por los irregulares
grecochipriotasrompió los cimientos de confianza que se requerían
para permitir el funcionamiento de las instituciones nacionales. Añ os
má s tarde, los serbios y croatas de Yugoslavia aplicarían el mismo tipo
de diná mica, con resultados comparables. La confianza en el personal
de mantenimiento de la paz de la ONU fue tanto una admisió n de que
los problemas de la isla no se podían resolver en sus propios términos
como (como en Croacia durante 1992-95) una panacea que hizo que la
separació n étnica provocada por la violencia pareciera tolerable. El
gobierno de Makarios fue desacreditado y los poderes externos se
apresuraron a entrar en el vacío de poder emergente. Inmediatamente
después de la violencia comunal de 1963-64, un contingente militar
turco se desplegó en posiciones estratégicas en el norte de la isla,
ocupando la carretera Nicosia-Kyrenia que une la capital con la costa
norte. En 1967, las fuerzas griegas estacionadas en Chipre se habían
ampliado a má s de 10.000. En estas circunstancias amenazadoras, en
consonancia con un patró n general de realineació n poscolonial en
á reas estratégicamente sensibles y motivado por la preocupació n por
las implicaciones del conflicto para la OTAN, Estados Unidos dio un
paso adelante para asumir el papel del Reino Unido como
patrocinador y gran potencia. gestor de crisis. Tanto en 1964 como en
1967, Turquía amenazó con una invasió n para restaurar el orden y
proteger a sus connacionales, pero fue disuadida por una enérgica
advertencia de Washington.21 como gran patrocinador de poder y
gestor de crisis. Tanto en 1964 como en 1967, Turquía amenazó con
una invasió n para restaurar el orden y proteger a sus connacionales,
pero fue disuadida por una enérgica advertencia de Washington.21
como gran patrocinador de poder y gestor de crisis. Tanto en 1964
como en 1967, Turquía amenazó con una invasió n para restaurar el
orden y proteger a sus connacionales, pero fue disuadida por una
enérgica advertencia de Washington.21
En 1968 comenzaron las conversaciones entre comunidades,
mediadas por el enviado de EE. UU.
Cyrus Vance con Rauf Denktaş en representació n del turcochipriota
comunidad y Glavkos Clerides los grecochipriotas. Denktaş y
Clerides habían crecido juntos en Nicosia como vecinos y
compañ eros de escuela. Una vez que se elevaran a la prominencia
como las voces legales de sus respectivos distritos étnicos, su
relació n personal y rivalidad, se convertirían en una parte
importante del rompecabezas chipriota.Las negociaciones llegaron a
un punto muerto en 1971, pero se reanudaron bajo los auspicios de la
ONU en 1972. A pesar de cierta voluntad de compromiso, un término
medio consensuado resultó difícil de alcanzar. Mientras tanto, los
eventos internacionales agregaron nuevas complicaciones. La
creciente intensidad de la competencia de la guerra fría en el
Mediterrá neo oriental hizo que Estados Unidos desconfiara de la
orientació n no alineada y de los partidarios de izquierda del régimen
de Makarios; Henry Kissinger apodó al arzobispo chipriota "el Castro
del Mediterrá neo". El golpe militar de 1968 en Atenas, que colocó el
poder en manos de un grupo de coroneles abiertamente
anticomunista, pareció fortalecer la postura occidental en la regió n,
pero la falta de legitimidad popular de los coroneles y el nacionalismo
agresivo pronto se convertirían en problemas para sus países.
derecho propio. En 1971, por segunda vez en una década, el ejército
turco tomó el control en Ankara. Aunque las instituciones
democrá ticas finalmente se restauraron, las élites turcas se sintieron
obligadas a reforzar su posició n reconstruyendo el apoyo interno. El
gobierno liderado por el socialdemó crata Bü lent Ecevit, que accedió al
poder en 1973, tenía una fuerte orientació n nacionalista y era
particularmente reacio a ceder terreno en la cuestió n de Chipre. Estos
variados acontecimientos crearon un contexto volá til que el dilema de
Chipre amenazaba constantemente con incendiar.
En noviembre de 1973 se produjo una rebelió n estudiantil contra la
junta griega.
destrozada por una masacre de manifestantes liderada por el
ejé rcito en el corazó n de Atenas. Simultá neamente, Georgios
Papadopoulos fue derrocado comolíder de la junta gobernante y
reemplazado por el general de brigada Dimitrios Ioannides. Bajo
presió n interna, Ioannides se dirigió a Grivas y sus aliados
nacionalistas en Chipre, con la esperanza de restaurar la posició n de la
junta a través de un gesto dramá tico al unir la isla a Grecia mediante
un golpe de Estado. El 15 de julio de 1974, la Guardia Nacional griega
y los contingentes militares regulares tomaron el poder en Chipre,
pero fracasaron en el intento de secuestrar y asesinar a Makarios,
ahora visto como un impedimento para la agenda de la enosis.
Advertido por aliados en su santuario en el aislado monasterio de
Troodos, el arzobispo escapó por poco y fue llevado a Londres con
ayuda britá nica.
En ausencia de Makarios, la presidencia chipriota cayó en manos
del ex pistolero de la EOKA Nikos Sampson y estalló la violencia entre
comunidades. En reacció n, y sobre la base de lo que puede describirse
como un deseo legítimo de proteger a la minoría turcochipriota en un
momento de peligro extremo, el 19 de julio una fuerza expedicionaria
turca zarpó de Mercin. Una vez que aterrizaron en Chipre, las fuerzas
turcas tomaron un estrecho tramo de la costa norte, pero ante la
resistencia de la Guardia Nacional chipriota y las fuerzas del ejército
griego, no pudieron penetrar tierra adentro y asegurar el control del
aeropuerto de Nicosia22. Se impuso un alto el fuego patrocinado por
la ONU, y el 24 de julio, después de que las fuerzas armadas griegas se
negaran a obedecer la orden desesperada de Ioannides de un ataque
total contra Turquía, la junta colapsó en Atenas. El poder quedó
temporalmente en manos de una coalició n de líderes civiles dirigida
por Konstantinos Karamanlis. Karamanlis no era responsable de la
provocació n griega en Chipre y estaba ansioso por revertir el curso de
los acontecimientos. Pero el miserable fracaso de la aventura de
Ioannides había dejado salir de la botella al genio de la movilizació n
comunitaria y había abierto la puerta a una ocupació n turca de la
parte norte de la isla.
El fiasco militar de Grecia en Chipre fue seguido por un
diplomático
farsa en Ginebra. En un foro organizado apresuradamente en la
orilla del lago Leman, Ankara presentó demandas para una
federació n chipriota que otorgaría un estatus de igual a igual a las
comunidades grecochipriota y turcochipriota. El desorganizado
gobierno griego no estaba en condiciones de reaccionar de manera
efectiva, y Estados Unidos distraído (con la administració n del
presidente Richard M. Nixon preocupada por la crisis de
Watergate) decidió no forzar el asunto.23 Después de articular sus
demandas y ganar tiempo para para reagrupar sus fuerzas, Ankara
ordenó una nueva ofensiva en Chipre. El 14 de agosto, la "Fuerza
de Paz" turca salió de su cabeza de playa en la costa norte hacia el
este y el oeste, y finalmente tomó el control de casi el 40 por ciento
del territorio de la isla. El avance culminó con un proceso de
depuració n é tnica que dejaría a unos 230.000 chipriotas (incluidos
180, 000 grecochipriotas) desarraigados. En 1975, en una
conferencia de Viena realizada bajo los auspicios de la ONU, ambas
partes acordaron una separació n "voluntaria" de poblaciones,
dejando a los turcochipriotas reunidos bajo la protecció n de
Ankara en el norte, y los grecochipriotas presionaron por debajo
de la Línea Verde en el sur. El destino de la isla se reflejó en
Nicosia, que también fue dividida por una barrera de madera
lanzada apresuradamente en zonas griegas y turcochipriotas.
Chipre ha sido sometido a una partició n de facto que resultará
duradera. El 11 de febrero de 1975, se declaró la existencia de un
Estado federado turco de Chipre, con Denktaş como presidente. El
nombre seleccionado parecía mantener la promesa de volver a
asociarse con la repú blica grecochipriota en el sur, pero en 1983
Denktaş renombró su satrapía Repú blica Turca del Norte de
Chipre (TRNC) y declaró su independencia total. Hasta la fecha, la
Repú blica Turca es el ú nico estado del mundo que ha otorgado
reconocimiento diplomático a la TRNC.
Christopher Hitchens ha argumentado que la esencia de la
tragedia de Chipre a partir de 1960 fue "la explotació n de los
poderes externos de las diferencias internas que eran genuinas en
sí mismas" con el propó sito de "socavar la independencia de la
isla" .24 La tesis de Hitchen puede ser discutida, pero hay pocas
dudas de que en la guerra fríaEl contexto en el que se desarrollaron
los acontecimientos chipriotas se interpretaron en vista de un interés
occidental primordial en preservar la unidad de la OTAN. Durante un
tiempo, Washington buscó aplacar a ambas partes, sobornando a
Chipre con un gobierno de orientació n occidental en Atenas que
bloquearía el surgimiento de un régimen de mentalidad
independiente, no alineado e inclinado a la izquierda del tipo al que
Makarios parecía aspirar, mientras que simultá neamente ofreciendo
autonomía a un enclave turco en el norte. El Plan Acheson patrocinado
por Estados Unidos de mediados de la década de 1960 avanzó en esta
direcció n al proponer una divisió n de la isla entre una repú blica
grecochipriota en el sur orientada hacia Grecia y dos cantones
turcochipriotas defendidos por una base militar turca en el norte. En
1974, sin embargo, Estados Unidos no tuvo má s remedio que ceder
ante los hechos consumados militares de Ankara con la esperanza de
que la partició n étnica pudiera proporcionar un nuevo terreno para la
estabilidad. Entre diciembre de 1975 y septiembre de 1978, Estados
Unidos cortó la ayuda militar a Ankara en protesta contra la
ocupació n, pero, si bien el gesto tuvo un impacto visceralmente
negativo en las relaciones entre Estados Unidos y Turquía, no tuvo un
efecto perceptible en la política turca. Y, como Ankara no ha dejado de
subrayar desde entonces, después de 1974 la situació n en la isla
estaba en calma. La primera incursió n turca podría justificarse bajo
los términos del Tratado de Garantía. La segunda ofensiva fue má s allá
de los límites razonables al afirmar el control sobre má s de un tercio
de la isla,
La resolució n de 1974 se basó en una combinació n de enosis y
taksim eso proporcionó alguna ventaja a todas las partes. La
derrota de Atenas en la isla fue humillante, pero Grecia había
emergido en condiciones de cultivar relaciones especiales con una
Repú blica de Chipre é tnicamente homogé nea. Ankara había
evitado el peor de los casos de un golpe griego exitoso, reforzó su
posició n militar y se aseguró de que la comunidad turcochipriota
siguiera dependiendo del patrocinio turco. Estados Unidos evitó
un choque directo greco-turco y eliminó el embrollo de Chipre de
su agenda estraté gica. O eso esperaba. De hecho, nada se había
resuelto de forma permanente, y la cuestió n de Chipre seguía
siendo una herida abierta que continuaría envenenando los
esfuerzos por crear un acercamiento duradero entre Grecia y
Turquía.

Relaciones greco-turcas después de la Guerra Fría.

Los contornos del problema de Chipre cambiaron notablemente


poco en las décadas posteriores a la ocupació n turca. El TRNC
controlaba el 37 por ciento del territorio de la isla y el 18 por ciento
de su població n, casi exclusivamente de origen turco y turcochipriota,
y estaba permanentemente ocupado por aproximadamente 35.000
soldados del 3.er ejército turco. Turquía también mantuvo una
posició n dominante dentro de la fuerza policial, la milicia y los
servicios secretos de la TRNC. Aislada internacionalmente, la TRNC
era a todos los efectos un protectorado turco. Al sur, al otro lado de la
Línea Verde patrullada por 1200 efectivos de mantenimiento de la paz
de la UNFICYP, se encuentra la Repú blica de Chipre,
predominantemente grecochipriota, reconocida internacionalmente
como el gobierno legítimo de la isla pero sin autoridad efectiva dentro
de la zona turca.
Los presidentes de EE. UU. Y los foros multilaterales de negociació n
se parecen a un
enciclopedia de la diplomacia, pero se logró poco de sustancia. El
problema de Chipre, como el de los pobres, parecía destinado a
estar siempre con nosotros.
La percepció n de estasis era engañ osa. Durante las décadas de
la guerra fría, la competencia greco-turca se vio limitada por una
serie de factores nacionales e internacionales. Atenas y Ankara
fueron
conscientes de que compartían un interés comú n en ayudar a
contener el poder soviético, y ambos dependían de la asociació n
con la Alianza Atlá ntica para las garantías bá sicas de seguridad.
Aunque se vio obligado a atender las imá genes nacionalistas del
yo-otro arraigadas en la percepció n y los prejuicios populares,
estaba claro que el recurso a la fuerza no serviría a los intereses
nacionales respectivos. La rivalidad greco-turca se desarrolló a la
sombra de las superpotencias y, como muchos otros conflictos de
la guerra fría con implicaciones para el equilibrio estraté gico Este-
Oeste, se vio limitada por las exigencias de la bipolaridad
competitiva.
El final de la Guerra Fría eliminó muchas de estas limitaciones
y, por un momento, pareció transformar una rivalidad cró nica pero
contenida en una potencialmente má s volá til y peligrosa. La nueva
configuració n del poder en el “arco de crisis” a lo largo del flanco
sur de la Federació n de Rusia complicó la agenda estratégica de
Turquía, alentando una política exterior má s asertiva y
estimulando la preocupació n griega. En la nueva geopolítica de la
posguerra fría, la relevancia de Turquía como un aliado estratégico
pro-occidental en el Gran Oriente Medio aumentó , exacerbando
también los temores griegos. El estrategicoLos riesgos también
aumentaron por el estatus del Mediterrá neo oriental como una
terminal potencial para las rutas de oleoductos este-oeste.26 La
inestabilidad de los Balcanes y la intervenció n internacional
plantearon la cuestió n del control estratégico en la regió n, vista como
el foco de “un cá lculo estratégico multirregional que incorpora el
sureste Europa, Oriente Medio y el Cá ucaso ”27. Grecia y Turquía
estaban en el centro de este cá lculo, y su relació n bilateral se vio
inevitablemente afectada por él.
Las relaciones greco-turcas durante la década de 1990 también
se vieron afectadas
por la tensió n entre Turquía y Europa. Ankara concluyó un
Acuerdo de Adhesió n de la CE (el Acuerdo de Ankara) ya en
1963,complementado en 1972 por un Protocolo Adicional.28 En 1987
solicitó en forma debida la membresía de pleno derecho, y el 6 de
marzo de 1995 rubricó un acuerdo de Unió n Aduanera.29 Segú n
Ozlan Sanberk, representante permanente de Turquía ante la UE,
estos gestos confirmaron la actitud de Turquía "Objetivo tradicional
que es alinearse con Europa", una condició n previa para la
modernizació n y democratizació n y "estratégicamente necesario para
la defensa y seguridad de Occidente". Potencias europeas, y después
de 1989, a pesar del pedigrí de su aplicació n y relaciones en general
má s evolucionadas con las instituciones europeas, Turquía fue
empujada al final de la línea para la adhesió n a la CE formada por el
emergente post-
estados comunistas. En su plan de ampliació n de julio de 1997
titulado Agenda 2000, la Comisió n Europea eliminó a Turquía de su
lista de miembros candidatos "para el futuro previsible", y la sesió n
del Consejo Europeo en Luxemburgo del 13 de diciembre de 1997 no
incluyó a Turquía en su lista de países candidatos. .31 El rechazo se
debió en parte a una conciencia pragmá tica de los desequilibrios
demográ ficos y de desarrollo: Turquía tiene una població n en rá pido
crecimiento y su PIB per cá pita es solo aproximadamente la mitad de
la media de la UE. Se sintió alentado por una preocupació n sincera por
el historial de derechos humanos menos que adecuado de Ankara, y
en particular por la guerra sucia en curso en el sureste de Anatolia
contra el Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK) de Abdullah
Ö calan. Pero se sintió amargamente en Turquía,
Las diferencias de Turquía con la UE y la consiguiente alienació n
de Occidente, impulsó la bú squeda de afiliaciones culturales
alternativas y alineamientos diplomá ticos. La bú squeda fue
alentada por una crisis interna prolongada, provocada por una
serie de desafíos emergentes al consenso kemalista tradicional de
Turquía.33 La visió n original de Kemal para la Repú blica Turca
incluía el rechazo de la tradició n imperial otomana en nombre de
un estado nacional turco unitario, una direcció n política
centralizada bajo la égida del cuerpo de oficiales progresistas, el
secularismo estricto, una filosofía listiana del proteccionismo
econó mico y una orientació n estratégica pro-occidental.34 Estas
garantías no han sobrevivido ni podrían haber sobrevivido a la
política de Turquía.confrontació n con los desafíos de la
modernizació n. La decisió n del gobernante Partido Popular
Republicano de Kemal de renunciar a su monopolio del poder después
de la Segunda Guerra Mundial desmanteló parcialmente los cimientos
autoritarios del proyecto al abrir el espectro político a una gama má s
amplia de fuerzas contendientes, aunque las fuerzas armadas siempre
estuvieron disponibles para tomar medidas enérgicas. sobre la
disensió n atroz. Las reformas econó micas de Turgut Ö zal de la década
de 1980 dieron un nuevo golpe al exponer al país a las fuerzas del
mercado global. La desaparició n de la Unió n Soviética después de
1991, y con ella una frontera comú n centenaria con una Rusia
expansiva al norte, debilitó otro pilar del kemalismo al abrir nuevas
á reas de preocupació n en el Cá ucaso y la regió n postsoviética.
Asia Central, y cuestionando la necesidad de una orientació n
internacional estrictamente pro occidental. La victoria electoral del
Partido de Bienestar Islá mico de Necmettin Erbakan en diciembre de
1995 y el nombramiento de Erbakan como primer ministro en enero
de 1996 parecieron completar el asalto al desafiar el compromiso
kemalista con el secularismo.
El "golpe silencioso" que llevó a la renuncia de Erbakan bajo
presió n militar en junio de 1997 y la subsecuente ilegalizació n del
Partido del Bienestar Islá mico por parte del Tribunal Constitucional
turco representó una especie de reafirmació n kemalista.35 En agosto
de 1998, el nuevo jefe del ejército Huseyin Kivrikoğ lu no dejó ninguna
duda de que a las intenciones de las fuerzas armadas, denunciando las
"fuerzas oscuras del fundamentalismo" y afirmando que "aquellos que
buscan socavar el estado laico continuará n enfrentá ndose a las
fuerzas armadas turcas como lo hicieron antes" .36 La represió n hizo
poco para abordar las fuentes subyacentes de Sin embargo, la
afiliació n popular con las alternativas islá micas y el papel intrusivo de
los militares solo sirvieron para resaltar una vez má s la brecha entre
el modelo político turco y las normas democrá ticas tal como se
entienden en Occidente.
Estos desarrollos fueron acompañ ados de un nuevo interés en
El pasado otomano de Turquía, considerado no como un modelo a
emular, sino como una fuente olvidada de identidad y orgullo
nacional.37 Durante siglos, los turcos otomanos fueron la élite
gobernante de una gran potencia que presidía un espacio
geopolítico autó nomo, no suplicantes que hablaban desde una
periferia. extensió n de la Europa "real". La afirmació n kemalista de
una vocació n europea contradecía esta tradició n, pero no logró
reemplazarla del todo. El impacto del conflicto de los Balcanes,
donde los musulmanes bosnios y los albanokosovares fueron
vistos en general como víctimas de campañ as de genocidio que
fueron toleradas, si no alentadas subrepticiamente, por Occidente;
el resultado de la Guerra del Golfo, donde se percibía que Turquía
había hecho importantes sacrificios en nombre de la coalició n
aliada y había sido recompensada con la creació n de un área
autó noma kurda en el norte de Irak capaz de proporcionar refugio
a los insurgentes; y la aparente hostilidad de la UE hacia las
aspiraciones europeas de Turquía contribuyeron a la cristalizació n
de una política má s aguda y menos comprometida.Idea nacional
turca. Estas perspectivas identificaron una alternativa a la orientació n
europea de Turquía en el intento de convertirse en “un centro
regional en la realidad política emergente de Eurasia y un puente
entre Europa y la regió n al este y sureste” 38.
La fricció n política y cultural fue acompañ ada de una mayor
competencia estratégica. El estado de guerra fría del Mediterrá neo
oriental
a medida que el flanco sur del enfrentamiento entre la OTAN y el
Pacto de Varsovia se vio socavado por el colapso de la Unió n
Soviética, pero las apuestas en la regió n se intensificaron en lugar
de reducirse como resultado de nuevas alineaciones estratégicas.
Iró nicamente, la importancia de la relació n greco-turca aumentó al
mismo tiempo que los esfuerzos para mantenerla se hicieron má s
difíciles. El compromiso de la OTAN en los Balcanes como "el alguacil
en el salvaje sureste de Europa" complicó aú n má s el panorama al
poner en riesgo la legitimidad de la propia Alianza.39 Atenas miró con
preocupació n có mo Turquía se alineaba con Israel, establecía
relaciones diplomá ticas y arreglos militares especiales con Estados
emergentes post-Yugoslavos, incluidos Macedonia y Albania,
asumieron la causa de los musulmanes bosnios contra Serbia y
acordaron participar en las misiones de mantenimiento de la paz de
los Balcanes. Preocupació n por el potencial militar superior de
Turquía, combinado con la percepció n de una ambiciosa política
balcá nica turca inspirada en las premisas del neo-otomanismo, creó
una percepció n mejorada de amenaza que llevó a Grecia hacia un
fortalecimiento militar y una postura diplomá tica regional má s
fuerte.40 Estos gestos fueron correspondidos por Ankara, constreñ ida
por la opinió n popular, incluidos los potentes grupos de presió n que
representan a ciudadanos de ascendencia bosnia y albanesa
(alrededor del 10 por ciento de la població n turca). població n es de
ascendencia balcá nica) para reaccionar ante las atrocidades de los
Balcanes, y está convencida de la necesidad de contrarrestar las
provocaciones griegas reales o imaginarias. La disputa del Egeo y la
relació n greco-turca se enredaron así con el conflicto de los Balcanes,
las relaciones entre Turquía y la UE, la política energética en la cuenca
del Caspio y una serie de otras cuestiones específicas del entorno de
seguridad posterior a la guerra fría.41 limitados por la opinió n
popular, incluidos los potentes grupos de presió n que representan a
ciudadanos de ascendencia bosnia y albanesa (alrededor del 10 por
ciento de la població n de Turquía es de ascendencia balcá nica) a
reaccionar ante las atrocidades de los Balcanes, y convencidos de la
necesidad de contrarrestar las provocaciones griegas reales o
imaginarias. La disputa del Egeo y la relació n greco-turca se
enredaron así con el conflicto de los Balcanes, las relaciones entre
Turquía y la UE, la política energética en la cuenca del Caspio y una
serie de otras cuestiones específicas del entorno de seguridad
posterior a la guerra fría.41 limitados por la opinió n popular,
incluidos los potentes grupos de presió n que representan a
ciudadanos de ascendencia bosnia y albanesa (alrededor del 10 por
ciento de la població n de Turquía es de ascendencia balcá nica) a
reaccionar ante las atrocidades de los Balcanes, y convencidos de la
necesidad de contrarrestar las provocaciones griegas reales o
imaginarias. La disputa del Egeo y la relació n greco-turca se
enredaron así con el conflicto de los Balcanes, las relaciones entre
Turquía y la UE, la política energética en la cuenca del Caspio y una
serie de otras cuestiones específicas del entorno de seguridad
posterior a la guerra fría.41
El tema má s difícil de resolver sigue siendo Chipre. En 1992, la
ONU
El Secretario General Boutros Boutros Ghali lanzó una iniciativa
diplomática designada como el "Conjunto de Ideas", destinada a
proporcionar un fó rmula integral para superar el estancamiento
posterior a 1974. Estas propuestas, que correspondían al espíritu del
Plan Nimitz de la década de 1970 patrocinado por Estados Unidos y
las Conversaciones de proximidad de la década de 1980 del secretario
general Javier Pérez de Cuéllar, recomendaban la creació n de una
Repú blica chipriota con una personalidad y ciudadanía internacional
ú nicas, pero con amplia autonomía. Unidades Federales en el Norte y
Sur. 42
El Conjunto de Ideas sugirió reducir la zona norte del 38 al 28
por ciento del territorio de la isla devolviendo al control
grecochipriota el distrito Varosha de Famagusta, el cítrico del
norte
á rea de cultivo de Morphou y otras 34 aldeas. Las unidades
autó nomas recibirían iguales facultades, con salvaguardias para
evitar la intromisió n de las autoridades federales, cuyas
responsabilidades se limitarían a asuntos exteriores, defensa,
asuntos jurídicos y policiales federales, banca central, aduanas e
inmigració n, correos y telecomunicaciones, patentes y marcas. y
cuestiones de salud y medioambientales. Políticamente, la
esperanza era resucitar el principio de representació n
proporcional, con un presidente grecochipriota y un
vicepresidente turcochipriota y una legislatura bicameral con
50/50 por ciento de representació n en la cá mara alta y 70/30 por
ciento en la cá mara baja.
El marco iba a ir acompañ ado de una serie de
medidas de construcció n, incluida la transferencia de Varosha al
control de la ONU y su apertura gradual al comercio que involucra a
ambas comunidades, la reapertura del aeropuerto de Nicosia bajo los
auspicios de la ONU y la Autoridad de Aviació n Civil Internacional con
libertad de acceso para ambas partes, y la relajació n de el embargo
grecochipriota sobre el norte. El presidente de la Repú blica de Chipre,
Georgios Vassilou, aceptó el Conjunto de Ideas como "base para la
discusió n", pero al final el diá logo se rompió en torno a los temas
centrales de soberanía y restitució n. El presidente Denktaş exigió el
reconocimiento previo de la TRNC como condició n para entablar
negociaciones, igualdad formal entre las á reas autó nomas, incluida
una presidencia rotatoria, elecciones comunales separadas, estricta
igualdad de representació n en todas las instituciones
gubernamentales, y una regla de consenso para todas las decisiones
del Consejo de Ministros. Los grecochipriotas querían elevar las “tres
libertades” de movimiento, residencia y derechos de propiedad a una
posició n má s prominente en las negociaciones, principios que, segú n
los turcochipriotas, podrían eventualmente reactivar la violencia
entre comunidades. En febrero de 1993, después de superar a
Vassiliou en unas elecciones muy controvertidas, el nuevo presidente
de la Repú blica de Chipre, Glavkos Clerides, rechazó el Conjunto de
Ideas como base para un acuerdo.
Estados Unidos recogió la antorcha a raíz de la
fracaso, presidiendo la firma de un breve documento en la cumbre
de la OTAN en Madrid en julio de 1997, en el que Grecia y Turquía
declararon que respetarían "intereses vitales" en el Egeo y se
comprometieron a resolver las disputas pacíficamente.43
negociaciones, que se reanudaron, encabezadas por el enviado
especial de Estados Unidos a Chipre, Richard Holbrooke, en el
verano de 1997 en Troutbeck,
Nueva York y, posteriormente, en Montreux, Suiza.44 Estas
iniciativas se desviaron rá pidamente, esta vez por la reacció n de
Turquía a la publicació n de la Agenda 2000 de la UE. El fracaso del
Conjunto de Ideas y las posteriores propuestas estadounidenses
dejaron a muchos convencidos de que la diplomacia internacional
sobre la cuestió n de Chipre había llegado al final del camino.
Ya en 1990, el presidente Vassiliou había abierto una puerta que
conducía en otra direcció n al presentar una solicitud formal para
incorporar a la Repú blica de Chipre a la UE. La adhesió n era una
aspiració n legítima en vista de los logros econó micos de la repú blica,
pero en general se consideraba imposible sin un acuerdo entre el
norte y el sur. La verdadera intenció n de Vassiliou era probablemente
ganar influencia en las negociaciones y alentar a la UE a ser má s activa
para facilitar el proceso diplomá tico. En 1995, sin embargo, en parte
como resultado de la presió n griega (Atenas insistió en las
negociaciones de adhesió n como condició n previa para apoyar la
Unió n Aduanera UE-Turquía), en parte como consecuencia de la
molestia con la intransigencia diplomá tica turcochipriota, y en parte
debido al deseo de disciplinar a Ankara por su negativa a abordar la
preocupació n europea por los abusos de los derechos humanos y el
respeto de las normas democrá ticas, la Repú blica de Chipre fue
aceptada como candidata a la adhesió n por el Consejo de Ministros de
la UE. En abril de 1998 se iniciaron formalmente las negociaciones
sobre la adhesió n. La UE describió estas negociaciones como un
posible catalizador para una solució n permanente a la cuestió n de
Chipre, pero su impacto inmediato pareció ir en la direcció n opuesta.
Denktaş reaccionó con una negativa inflexible a representar a la TRNC
en las conversaciones, acompañ ada de una amenaza de apoyar la
anexió n del norte por Turquía en caso de que la membresía de la UE
se convierta en una realidad. En el transcurso de 1998,
La fricció n provocada por la agenda de adhesió n a la UE fue paralela
por tensiones militares. En 1994, Grecia y la Repú blica de Chipre
anunciaron una Doctrina de Defensa Unificada destinada a crear
un á rea de defensa comú n que llevara a la isla al interior de la
defensa nacional griega.paraguas. Segú n los términos del acuerdo,
Grecia y la Repú blica de Chipre realizaron ejercicios militares
conjuntos y abrieron una estació n naval y aérea, llamada "Andreas
Papandreou" en honor al primer ministro griego recientemente
fallecido, en la costa suroeste cerca de la zona turística de Paphos. .
Cuando esté en pleno funcionamiento, la instalació n
permitir que la aviació n tá ctica griega extienda su alcance sobre
una secció n significativa de la costa mediterrá nea de Turquía.
Como tal, Ankara se opuso amargamente. El 16 de junio de 1998,
en medio de una cumbre europea en Cardiff, Gales, con el
problema de Chipre en la agenda, cuatro aviones de combate
griegos F-16 y dos transportes C-130 visitaron la base como parte
de un ejercicio militar. El resultado fue otro brote de tensió n
greco-turca45.
En 1996, la Repú blica de Chipre anunció la compra de cuatro
sistemas de misiles tierra-aire S-300 (SA-10 en la designació n de la
OTAN) de fabricació n rusa, cada uno equipado con 12 misiles con
un alcance de 160 kiló metros46. la compra, si se llevara a cabo,
habría servido para varios propó sitos. Los sistemas de misiles
darían una capacidad defensiva má s creíble a la Repú blica de
Chipre, que en la actualidad carece de una fuerza aé rea. También
podrían proteger a AndreasInstalació n de Papandreou. De manera
menos tangible, el despliegue aliviaría en cierta medida la frustració n
que sienten los grecochipriotas por la falta de progreso hacia la
regularizació n del estatus de la isla. "La crisis de los misiles", escribió
Niels Kadritzke, estaba "arraigada en los temores de hombres y
mujeres que se sienten abandonados por el mundo entero". 47
Turquía, sin embargo, condenó la medida como un acto de agresió n
que "plantea un amenaza directa a la seguridad turca ”, y anunció su
intenció n de atacar los sitios en caso de que comenzara el
despliegue.48 Desconcertado, el gobierno de Clerides ofreció
suspender la compra a cambio de la reactivació n de un acuerdo de
1979, nunca cumplido en el terreno, pidiendo una desmilitarizació n
de toda la isla. Como era de esperar, la oferta fue rechazada
abruptamente. El ultimá tum turco convirtió el despliegue en una
empresa de alto riesgo, pero Clerides enfrentó una considerable
presió n interna en apoyo de la compra. En medio de la controversia, el
ministro de Defensa chipriota, Iannakis Omirou, calificó pú blicamente
los despliegues de críticos para la seguridad grecochipriota y amenazó
con dimitir si se retrasan o cancelan. El 20% del electorado
grecochipriota respaldó un "Frente de Rechazo" comprometido con la
reunificació n de la isla bajo la hegemonía griega y que apoyaba
firmemente el despliegue, y muchos grecochipriotas moderados
estaban convencidos de que la desmilitarizació n de Chipre equivaldría
a la acreditació n de una partició n forzada . y amenazó con dimitir si se
retrasaba o cancelaba. El 20% del electorado grecochipriota respaldó
un "Frente de Rechazo" comprometido con la reunificació n de la isla
bajo la hegemonía griega y que apoyaba firmemente el despliegue, y
muchos grecochipriotas moderados estaban convencidos de que la
desmilitarizació n de Chipre equivaldría a la acreditació n de una
partició n forzada . y amenazó con dimitir si se retrasaba o cancelaba.
El 20% del electorado grecochipriota respaldó un "Frente de Rechazo"
comprometido con la reunificació n de la isla bajo la hegemonía griega
y que apoyaba firmemente el despliegue, y muchos grecochipriotas
moderados estaban convencidos de que la desmilitarizació n de Chipre
equivaldría a la acreditació n de una partició n forzada .
A pesar de estas presiones, en diciembre de 1998 Clerides respaldó
lejos del compromiso de desplegar. El retiro estuvo vinculado a
lasugerencia de que la isla griega de Creta podría servir como un lugar
alternativo, una sugerencia que Ankara calificó rá pidamente como
inaceptable
también. La intransigencia turca, acompañ ada de amenazas
militares, había bastado para bloquear la iniciativa grecochipriota,
pero al precio de una hostilidad reforzada y una nueva sensibilidad
a las consecuencias indeseables de un equilibrio militar
desfavorable.
En el contexto de estas disputas, varios incidentes amenazaron con
llevar las relaciones greco-turcas al punto de un enfrentamiento
armado. En diciembre de 1995, un carguero turco encalló en el
pequeñ o islote rocoso de Imia (Kardak, en turco), en el grupo del
Dodecaneso adyacente a la península de Bodrun y la isla de Kos. Los
barcos griegos ayudaron a rescatar a la tripulació n, pero en el proceso
afirmaron la soberanía sobre el terreno. Turquía respondió con
contrademandas, desafiando implícitamente la soberanía griega sobre
miles de pequeñ os islotes del mar Egeo en lo que pronto serían
designadas como zonas grises.49 Desproporcionadas por los
respectivos medios de comunicació n nacionales, y adoptadas por
ambos lados como un punto de honor nacional, el incidente estuvo a
punto de provocar hostilidades abiertas. Fuerte presió n diplomá tica,
incluidas llamadas telefó nicas directas a Ankara y Atenas por
El presidente de Estados Unidos, Clinton, y el secretario general de
la OTAN, Solana, fue
necesario para revertir el curso de los acontecimientos, en un
escenario que podría repetirse en cualquier otro escenario en casi
cualquier momento.50 En agosto de 1996, incidentes fronterizos
provocados por un intento organizado por manifestantes
grecochipriotas de forzar una ruptura simbó lica de la Línea Verde
resultó en la muerte de dos manifestantes, una advertencia de que el
status quo en la isla podría ser atacado inesperadamente. El fin de la
Guerra Fría y las consiguientes reducciones de la tensió n Este-Oeste
parecían haber hecho poco para calmar las olas de la disputa del Egeo.

Diplomacia de terremotos.

Dados los diversos problemas que habían mantenido a Atenas y


Ankara en desacuerdo durante décadas, y las nuevas fricciones
estratégicas asociadas con el período posterior a la guerra fría, el
acercamiento greco-turco que se inició a partir de finales de la
dé cada de 1990 fue una sorpresa para muchos. Por supuesto,
nunca faltaron las voces a favor de la reconciliació n, y las
exigencias de la modernizació n hicieron que muchas de las
disputas en torno a las cuales gira la rivalidad greco-turca
parecieran cada vez má s irrelevantes. La presió n de Estados
Unidos para lograr un compromiso fue un factor importante para
alentar un nuevo pensamiento, pero difícilmente uno nuevo. En
retrospectiva, el incidente de Imia-Kardak puede haber servido
como una especie de catarsis al demostrar
cuá n volátil y potencialmente destructiva se había vuelto la
rivalidad estratégica no diluida.51 Sin embargo,
fundamentalmente, el impulso hacia la reconciliació n fue producto
de reevaluaciones estraté gicas independientes motivadas por las
percepciones cambiantes del interés nacional.
En Grecia, la elecció n de Constantine Simitis para reemplazar al
recientemente disminuido Andreas Papandreou durante 1995
sentó las bases para una redefinició n de prioridades. El populismo
fornido de Papandreu se basaba en un nacionalismo frustrado
típicamente balcá nico, a menudo expresado en un
antiamericanismo superficial o en una postura antiturca. Simitis
estaba má s en sintonía con la vocació n occidental y europea de la
modernidadGrecia, y decidido a hacer los sacrificios necesarios para
cumplir con los criterios para unirse a la zona monetaria unificada de
la UE. Las peleas eternas con Turquía dejaron a Grecia expuesta frente
a un vecino intrínsecamente má s poderoso e impusieron una carga de
gasto militar que el país no podía permitirse. Simitis parece haber
concluido que involucrar a los turcos en un marco europeo comú n
crearía a largo plazo un contexto má s propicio para la bú squeda de los
intereses nacionales griegos.
En consonancia con estas conclusiones, Simitis inició su
mandato como principal
ministro en 1996 con propuestas para la creació n de una comisió n
conjunta bajo los auspicios de la UE para mejorar las relaciones greco-
turcas. Después de la crisis de Imia-Kardak, Simitis adoptó un tono
novedoso al agradecer pú blicamente a Estados Unidos por su exitoso
esfuerzo de mediació n, en lugar de recurrir al recurso má s familiar de
quejarse de un supuesto sesgo pro-turco. Un añ o después, Grecia se
retiró silenciosamente de su apoyo al despliegue de los S-300 rusos en
la Repú blica de Chipre. Durante la guerra aérea de la OTAN contra
Yugoslavia, Atenas permaneció alineada con Ankara y leal a las
obligaciones de la alianza a pesar de los fuertes sentimientos
antibélicos del pú blico griego.52 La resistencia del ala populista del
partido gobernante de Simitis diluyó el impacto de algunos de estos
gestos en breve. plazo, pero soplaban vientos frescos.53
Ankara correspondió al interés de Atenas en mejorar las relaciones
en el
sobre la base de una redefinició n comparable de los intereses y
prioridades nacionales. El avance electoral del Partido del Bienestar
de orientació n islá mica, que ganó el control de la oficina del alcalde en
seis de las ciudades má s grandes de Turquía, incluidas Estambul y
Ankara, en las elecciones municipales de marzo de 1994, se convirtió
en el partido líder del país en las elecciones de diciembre de 1995 con
un 21,4 por ciento. de la votació n, y en junio de 1996 ingresó al
gobierno nacional, fue un shock para el establishment político.
Las crecientes disparidades econó micas, la inestabilidad política
cró nica y la lucha armada no resuelta contra el PKK estaban
creando una atmó sfera de crisis que el Partido del Bienestar
estaba bien posicionado para explotar.54 La creciente falta de
respeto por la clase política también fue un factor. El Welfare Party
pudo ingresar al gobierno en junio de 1996 en alianza con el True
Path Party de Tansu Çiller, en parte porque Çiller necesitaba su
apoyo para evitar una inminente investigació n de corrupció n. En
noviembre de 1996, un comandante de policía de alto rango y un
miembro del parlamento murieron en un accidente
automovilístico junto con un notorio gá nster involucrado en el
trá fico de drogas y transferencias de armas, lo que dio lugar a lo
que se conocería como el caso Susurluk (Yü ksekova), que revela
una corrupció n endémica que alcanza a los niveles má s altos. La
expulsió n paulatina de Erbakany el Partido del Bienestar, entre
febrero y junio de 1997, suprimió temporalmente el fenó meno del
Islam político, pero hizo poco para restaurar la confianza pú blica,
resolver una crisis de gobierno o mejorar las credenciales
democrá ticas de Turquía. Se podría concluir que las cuestiones má s
urgentes de las agendas nacionales e internacionales de Ankara tenían
cada vez menos que ver con la ló gica de una rivalidad anticuada,
obsesiva y contraproducente con Grecia.
Después de la conclusió n del Acuerdo de Paz de Dayton, que
parcialmente
puso fin al aislamiento de Serbia y puso fin a los ataques violentos
contra los musulmanes de Bosnia-Herzegovina, las políticas
balcá nicas de Atenas y Ankara tambié n se hicieron má s
congruentes. Grecia se retiró gradualmente de su desafortunada
decisió n de impugnar la legitimidad de la Repú blica de Macedonia,
regularizó las relaciones conSkopje, y resolvió disputas pendientes
con la ú nica excepció n del nombre oficial de la repú blica.55 Atenas
continuó imponiendo el uso de la designació n Antigua Repú blica
Yugoslava de Macedonia (ARYM), con el argumento de que el nombre
Macedonia era parte del patrimonio helenístico y que su uso por parte
de un estado extranjero implicaba reivindicaciones territoriales
contra Grecia, pero con el tiempo la cuestió n ha ido perdiendo
importancia. A medida que avanzaba el conflicto balcá nico. Turquía
siguió brindando apoyo retó rico a las comunidades turca y
musulmana, pero se alejó del tipo de papel regional intrusivo que
Grecia había temido originalmente. La costosa rivalidad sobre los
problemas del Egeo también se dejó a un lado: solo los peores
escenarios má s improbables, se reconoció cada vez má s, podrían
producir una amenaza realista del Egeo.
y asegurar que el conflicto balcá nico no se convierta en una fuente de
tensió n en sus relaciones bilaterales. Los contactos informales y el
apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores griego ayudaron a
preparar a la oposició n serbia para suplantar a Milosevic después de
su derrota en las elecciones de septiembre de 2000, un gesto que
funcionó en los intereses de la regió n en su conjunto.56 Tanto Grecia
como Turquía se expandieron políticos, econó micos y asistencia
militar a varios estados balcá nicos, aumentaron su nivel de inversió n
en la regió n y se convirtieron en participantes activos en las
operaciones regionales de paz. Su relació n en la regió n de los Balcanes
siguió siendo competitiva, pero ya no era antagó nica.
Un primer paso hacia la actualizació n de un proceso de
acercamiento fue tomada el 8 de julio de 1997, cuando el canciller
turco İsmail Cem se reunió con su homó logo griego Theodoros
Pangalos bajo los auspicios de la secretaria de Estado estadounidense
Madeleine Albright durante una cumbre de la OTAN en Madrid, y
firmó una declaració n conjunta sobre principios fundamentales para
la conducció n de relaciones. Las dos partes acordaron mantener
buenas relaciones de vecindad, respetar los intereses legítimos de
cada uno en el mar Egeo y trabajar para resolver disputas sin recurrir
a amenazas de fuerza.57 Grecia y Turquía acordaron en 1997
participar en el proceso ministerial de defensa del sudeste de
Europa. , lo que llevó al establecimiento de una brigada de Europa
sudoriental en 1998 con un general turco como primer comandante y
un oficial griego a cargo de las actividades político-militares. Gestos de
reconciliació n realizados bajo la atenta mirada de la U.
El acercamiento fue impulsado por eventos catá rticos. El
Primero, iró nicamente, comenzó con todas las trampas de una gran
crisis. A principios de octubre de 1998, Turquía tomó medidas para
expulsar al líder del PKK, Ö calan, de su refugio en la vecina Siria,
concentrando tropas y equipo a lo largo de la frontera. Con el grueso
de sus fuerzas desplegadas contra Israel en el oeste, Damasco quedó
gravemente expuesto. Bajo la amenaza de una incursió n turca, acordó
la expulsió n inmediata de Ö calan y prometió cesar todo apoyo
adicional al PKK. Después de que Rusia, Grecia e Italia le negaran el
asilo, Ö calan puso fin a una breve odisea internacional en Nairobi,
Kenia, donde el 16 de febrero de 1999, las Fuerzas Especiales turcas lo
detuvieron mientras estaba bajo escolta griega. En el juicio en el que
fue condenado a muerte (aunque la sentencia no se cumplió ), y desde
el encarcelamiento, Ö calan pidió a sus seguidores que se apartaran de
la lucha armada,
El PKK optó por reconstituirse como el Congreso por la Libertad y la
Democracia en Kurdistá n, y se comprometió a abjurar de la actividad
clandestina en nombre de los medios legales y políticos.58 El
resultado fue un éxito singular para las autoridades turcas, que
cumplió con la debida promesa de un compromiso má s constructivo
con la diversidad étnica y cultural de la Turquía moderna.
La beligerancia de Ankara con respecto a Siria representaba
precisamente el tipo de uso coercitivo del poder militar contra el
que Grecia siempre había advertido, y la captura de Ö calan en
Kenia mientras estaba bajo la protecció n griega fue ampliamente
considerada como una humillació n nacional. El papel de Atenas
durante el asunto Ö calan, sin embargo, fue ambiguo. En lugar de
pregonar la causa del PKK como un medio para provocar a los
turcos, rechazó el asilo de su líder e incluso pudo haber sido
parcialmente có mplice de su captura. El ministro de Relaciones
Exteriores Pangalos, conocido por su retó rica anti-turca, se vio
obligado a renunciar a raíz del asunto y fue reemplazado por
Georgios Papandreou, hijo del difunto primer ministro pero uno de
los defensores má s acérrimos del diá logo con Ankara en la política
griega. espectro. Al final, todo el episodio se convirtió en
unestimular la comunicació n. Poco después de la detenció n de Ö calan,
Papandreou realizó una visita de estado a Ankara y, a principios de
julio, se reunió con su homó logo Cem en Nueva York, donde
prometieron a sus gobiernos cooperar en la lucha contra el
terrorismo. De ahora en adelante, el trabajo conjunto de Papandreou y
Cem sería una fuerza impulsora detrá s de una cooperació n bilateral
mejorada.
El 17 de julio de 1999, un terremoto masivo, de 7,4 grados en el
La escala Richter y el centro cerca del puerto industrial turco de İzmit,
a poca distancia de Estambul en el Mar de Má rmara, se cobraron casi
20.000 vidas y dejaron a 25.000 sin hogar. El evento expuso la
corrupció n generalizada en la industria de la construcció n, y los
esfuerzos de ayuda estuvieron plagados de corrupció n, indiferencia y
divisió n política (algunos funcionarios estatales, por ejemplo, se
negaron a aceptar ayuda humanitaria de fuentes islá micas). En medio
de un mar de sufrimiento, la Unidad Especial de Desastres de Grecia
se destacó como uno de los primeros y má s efectivos equipos de
rescate en la escena. El 7 de septiembre, un terremoto menor sacudió
la regió n de Atenas, y los turcos hicieron todo lo posible por
corresponder, ofreciendo una ayuda generosa a pesar de sus propias
necesidades internas urgentes. Los programas de asistencia a largo
plazo y las importantes donaciones de ayuda siguieron a los esfuerzos
de emergencia. Solidaridad inquebrantable,
Papandreu habló claramente del "nuevo clima" de relaciones que
había creado la cooperació n en tiempos de necesidad.59
Los trá gicos acontecimientos de agosto y septiembre dieron
lugar a una oleada de negociaciones, denominadas "diplomacia de
terremotos", que mejoraron considerablemente las perspectivas
de las relaciones greco-turcas. En los 2 añ os que siguieron al
terremoto del verano de 1999, Atenas y Ankara concluyeron una
serie de acuerdos destinados a combatir el crimen organizado y el
trá fico de estupefacientes, prevenir la migració n ilegal, promover
el turismo, proteger el medio ambiente y mejorar la cultura y la
cultura.cooperació n econó mica. Ambas partes anunciaron la
intenció n de reducir los gastos de defensa y recortar las adquisiciones
militares. En abril de 2001 se concluyó un acuerdo para limpiar las
minas terrestres colocadas a lo largo de la frontera greco-turca en el
río Evros en Tracia (lo que hizo que ambos países cumplieran con el
Tratado de Ottawa que prohíbe el uso de minas antipersonal y elimina
la inconsistencia de una normativa interna de la OTAN). frontera
defendida por tales medios). Se hicieron planes para realizar
pequeñ os ejercicios militares nacionales en el Egeo durante el verano,
y se programaron ejercicios conjuntos, que se realizarían en territorio
griego y turco, bajo el paraguas de la OTAN. Se concluyeron
numerosos acuerdos econó micos, incluido un acuerdo de cooperació n
en la organizació n del trá nsito de los recursos energéticos de la
cuenca del Caspio, reforzado por reuniones entre miembros de la
comunidad empresarial. Entre mayo de 2000 y mayo de 2001, el
comercio, las empresas cooperativas y la inversió n aumentaron a má s
del doble. En el nivel político má s alto, el primer ministro griego pudo
realizar una primera visita de estado a Ankara, y en el á mbito de la
diplomacia popular, la incidencia de contactos ciudadanos, concursos
deportivos e interacció n cultural aumentó dramá ticamente. Quizá s lo
má s significativo es que Grecia acordó levantar su oposició n a la
adhesió n de Turquía a la UE, y Papandreou afirmó sin ambigü edades
que; "Grecia cree que si Turquía está dispuesta a someterse al rigor
del proceso de candidatura ... entonces debería ser aceptada en la
Unió n Europea" .60 En este contexto, en diciembre de 1999, el
secretario general de la ONU, Kofi Annan, pudo lanzar una nueva
ronda de conversaciones indirectas sobre la cuestió n de Chipre. y la
inversió n má s del doble. En el nivel político má s alto, el primer
ministro griego pudo realizar una primera visita de estado a Ankara, y
en el á mbito de la diplomacia popular, la incidencia de contactos
ciudadanos, concursos deportivos e interacció n cultural aumentó
dramá ticamente. Quizá s lo má s significativo es que Grecia acordó
levantar su oposició n a la adhesió n de Turquía a la UE, y Papandreou
afirmó sin ambigü edades que; "Grecia cree que si Turquía está
dispuesta a someterse al rigor del proceso de candidatura ... entonces
debería ser aceptada en la Unió n Europea" .60 En este contexto, en
diciembre de 1999, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, pudo
lanzar una nueva ronda de conversaciones indirectas sobre la
cuestió n de Chipre. y la inversió n má s del doble. En el nivel político
má s alto, el primer ministro griego pudo realizar una primera visita de
estado a Ankara, y en el á mbito de la diplomacia popular, la incidencia
de contactos ciudadanos, concursos deportivos e interacció n cultural
aumentó dramá ticamente. Quizá s lo má s significativo es que Grecia
acordó levantar su oposició n a la adhesió n de Turquía a la UE, y
Papandreou afirmó sin ambigü edades que; "Grecia cree que si Turquía
está dispuesta a someterse al rigor del proceso de candidatura ...
entonces debería ser aceptada en la Unió n Europea" .60 En este
contexto, en diciembre de 1999, el secretario general de la ONU, Kofi
Annan, pudo lanzar una nueva ronda de conversaciones indirectas
sobre la cuestió n de Chipre. y en el á mbito de la diplomacia popular, la
incidencia de contactos ciudadanos, concursos deportivos e
interacció n cultural aumentó dramá ticamente. Quizá s lo má s
significativo es que Grecia acordó levantar su oposició n a la adhesió n
de Turquía a la UE, y Papandreou afirmó sin ambigü edades que;
"Grecia cree que si Turquía está dispuesta a someterse al rigor del
proceso de candidatura ... entonces debería ser aceptada en la Unió n
Europea" .60 En este contexto, en diciembre de 1999, el secretario
general de la ONU, Kofi Annan, pudo lanzar una nueva ronda de
conversaciones indirectas sobre la cuestió n de Chipre. y en el á mbito
de la diplomacia popular, la incidencia de contactos ciudadanos,
concursos deportivos e interacció n cultural aumentó dramá ticamente.
Quizá s lo má s significativo es que Grecia acordó levantar su oposició n
a la adhesió n de Turquía a la UE, y Papandreou afirmó sin
ambigü edades que; "Grecia cree que si Turquía está dispuesta a
someterse al rigor del proceso de candidatura ... entonces debería ser
aceptada en la Unió n Europea" .60 En este contexto, en diciembre de
1999, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, pudo lanzar una
nueva ronda de conversaciones indirectas sobre la cuestió n de Chipre.
Los resultados de la diplomacia antisísmica fueron
impresionantes, pero
también discreto. Con el fin de facilitar el progreso, Cem y
Papandreou se concentraron en temas blandos donde los puntos
en comú n eran claramente identificables. Casi ninguno de los
puntos duros del enfrentamiento que había dividido a Grecia y
Turquía durante décadas, ya sea que Aegeanpreocupaciones,
tratamiento de las minorías, percepciones de exposició n estratégica,
o el enigma de Chipre, se abordaron de manera sustantiva. Ambos
países debían lidiar con potentes grupos de presió n internos que
se oponían a las concesiones, incluida al menos parte de la
poderosa jerarquía militar turca y el ala nacional-populista del
espectro político griego. A pesar de los recortes de defensa y de
una importante recesió n econó mica turca durante 2001, los gastos
militares se mantuvieron altos y el programa de adquisiciones
militares de Turquía fue motivo de especial preocupació n para
Grecia. La cooperació n militar ampliada fue real, pero también
limitada. Grecia y Turquía participaron con é xito en el ejercicio
Dynamic Mix de la OTAN realizado en territorio griego, pero se
tuvo que realizar un ejercicio de seguimiento en territorio turco
con el nombre en có digo Destined Glory.interrumpido cuando
Grecia retiró sus fuerzas después de que Ankara insistiera en que la
Fuerza Aérea Helénica no podía sobrevolar las islas griegas del Egeo
desmilitarizadas mientras entraba en el espacio aéreo turco. La
diplomacia del terremoto había afectado dramá ticamente la
atmó sfera de las relaciones greco-turcas, pero no necesariamente, o al
menos no todavía, el fondo.

¿Una última oportunidad?

La principal excepció n a la mejora de las relaciones greco-


turcas siguió siendo el estancamiento chipriota. Durante varias
dé cadas, las partes interesadas habían aprendido a vivir con la
divisió n impuesta. Desde una perspectiva occidental, una
resolució n diplomá tica se consideró deseable, pero no esencial
mientras se evitara la guerra y se mantuvieran los equilibrios
existentes dentro de la OTAN y el Mediterrá neo oriental. Turquía y
la TRNC argumentaron constantemente que la separació n forzada
había ayudado a las respectivas comunidades a defender y
preservar sus identidades: la situació n era estable y cualquierel
intento de imponer la reintegració n corría el riesgo de reanimar la
violencia entre comunidades. Grecia y los grecochipriotas lamentaron
la partició n, pero su visió n se volvió cada vez má s hacia el exterior,
hacia una integració n má s estrecha con Europa y perspectivas de
desarrollo econó mico. El statu quo ofrecía beneficios a todos los
interesados, una de las razones por las que los acuerdos posteriores a
1974 pudieron durar tanto tiempo. A fines de la década de 1990, sin
embargo, se habían establecido tendencias que socavaban
inexorablemente estos acuerdos. El statu quo se estaba volviendo
"insostenible e irrelevante para cualquier esfuerzo hacia una
consolidació n de la paz significativa en Chipre". 61
Las conversaciones indirectas iniciadas bajo los auspicios de la ONU
por Kofi Annan
en diciembre de 1999 trató de romper el estancamiento desarrollando
una
agenda para una federació n bicomunal y bizonal que mantendría una
fachada de unidad pero concedería una autonomía considerable para
separar las zonas griegas y turcas. Segú n el programa de Annan,
Chipre se convertiría en un estado unitario compuesto por dos
entidades federales distintas con prerrogativas sustanciales, una
solució n similar a la propuesta por el Acuerdo de Dayton para Bosnia-
Herzegovina. Sin embargo, a pesar de algunos avances en el
tratamiento de los detalles del plan, el presidente turcochipriota
Denktaş no pudo ser movido de su posició n de larga data de que
cualquier acuerdo negociado debe estar precedido por el
reconocimiento de la soberanía de la TRNC. Después de cinco rondas
de conversaciones, en noviembre de 2000 el líder turcochipriota
anunció que la TRNC se retiraba unilateralmente. Su declaració n fue
emitida en Ankara y con el apoyo de Turquía,
La decisió n de Denktaş de alejarse de las conversaciones
indirectas
reflejaba la convicció n de que la reunificació n era peligrosa e
indeseable. Desde la perspectiva turcochipriota, el concepto de
federació n bizonal y bicomunal siempre se ha considerado
críticamente defectuoso. Se percibía que cualquier fó rmula de
unidad que no reconociera la independencia del norte y
garantizara la soberanía con limitaciones de movimiento,
inversió n y restitució n de propiedades corría el riesgo de devolver
a los turcochipriotas a la condició n de minoría expuesta que vivía
al borde de un precipicio. Durante las conversaciones de
proximidad, Denktaş insistió en que la demanda de refundir Chipre
como una confederació n de estados y naciones plenamente
soberanos no era negociable. Había método en la locura -
intransigenciabloqueó el progreso y se percibió que el tiempo iba en
contra de las perspectivas de compromiso. Todas las alternativas
diplomá ticas a la partició n se basan en el intento de resucitar una
identidad chipriota comú n como base para la reconciliació n. En
ambos lados de la isla, sin embargo, esa identidad estaba en peligro.62
La asociació n con la UE inevitablemente acercaría a los
grecochipriotas a Grecia y a una Europa en expansió n.
— Denktaş 'describe el resultado probable como "enosis a través de
la UE ”era totalmente plausible.63 Dentro de la TRNC, la continua
emigració n de la població n indígena turcochipriota, combinada
con una afluencia constante de inmigrantes de Anatolia,
proporcionó una base popular ampliada para proyectos para
reducir el norte al estado de una provincia turca . Segú n Alpay
Durduran, jefe del partido de oposició n turcochipriota Yeni Kibris
(Nuevo Chipre), sobre
40.000 turcochipriotas han abandonado la isla de forma permanente
desde 1974. Los 80.000 turcochipriotas indígenas que quedan
constituyen casi exactamente la mitad de la població n de la TRNC de
160.000 segú n lo registrado por el censo de 1997.64 La població n
autó ctona proporciona la base política para la oposició n a Denktaş y
su agenda pro-turca. La oposició n apoya el concepto de la ONU de una
federació n bicomunal y bizonal como requisito previo para la
asociació n con la UE.65 Pero corre el riesgo de convertirse en minoría
en su propia tierra.
Las preocupaciones estratégicas de Ankara se vieron
reforzadas por la decisió n de la UE de iniciar un proceso de
adhesió n de la Repú blica de Chipre. La cumbre de la UE en Helsinki
en diciembre de 1999 incluyó a la isla como candidata a la
membresía y reiteró que el proceso avanzaría por sus propios
méritos, se hubiera logrado o no una solució n negociada a la
divisió n de la isla, con la ú nica condició n de que el La parte
grecochipriota no se hace responsable de lafracaso de las
negociaciones. El proceso de adhesió n estaba programado para
comenzar a fines de 2002, con 2004 como fecha límite para la
admisió n. En términos econó micos, la Repú blica de Chipre era un
candidato atractivo, pero las amenazas griegas obligaron a la UE a
bloquear todo el proceso de ampliació n en caso de que su aliado
chipriota quedara fuera. Turquía argumentó en respuesta que el
acuerdo de 1960 en el que se fundó la independencia de Chipre
excluye la pertenencia a cualquier organizació n internacional de la
que no sean miembros ni Grecia ni Turquía, y se opuso enérgicamente
a la candidatura de la UE. En diciembre de 1996, el primer ministro
turco Erbakan respondió a una versió n anterior de la agenda de
ampliació n de la UE declarando que “el sur de Chipre no puede unirse
a la UE sin el permiso de Turquía: si lo hace, la integració n de la
Repú blica Turca de Chipre Septentrional en Turquía se llevará a cabo
lo antes posible ”66. Durante 1997 se creó un Consejo de Asociació n
entre Turquía y la TRNC como vehículo para facilitar este paso. La
posició n de Turquía sobre la cuestió n se mantuvo constante a pesar
de su acercamiento con Grecia. Evocó la posibilidad de una guerra en
el caso de que la adhesió n se viera afectada y prá cticamente no dejaba
margen para la retirada.67 Hablando ante el Comité de Relaciones
Exteriores del Consejo Europeo el 20 de junio de 2001, el viceprimer
ministro Mesut Yılmaz reiteró que Turquía no ofrecería
"compromisos ”En la isla de Chipre,“ nunca acepte ”el envío de
turcochipriotas al estatus de minoría, y“ nunca acepte la membresía
de Chipre en la UE en esta condició n ”68. 66 Durante 1997 se creó un
Consejo de Asociació n entre Turquía y la TRNC como vehículo para
facilitar ese paso. La posició n de Turquía sobre la cuestió n se mantuvo
constante a pesar de su acercamiento con Grecia. Evocó la posibilidad
de una guerra en el caso de que la adhesió n se viera afectada y
prá cticamente no dejaba margen para la retirada.67 Hablando ante el
Comité de Relaciones Exteriores del Consejo Europeo el 20 de junio de
2001, el viceprimer ministro Mesut Yılmaz reiteró que Turquía no
ofrecería "compromisos ”En la isla de Chipre,“ nunca acepte ”el envío
de turcochipriotas al estatus de minoría, y“ nunca acepte la
membresía de Chipre en la UE en esta condició n ”68. 66 Durante 1997
se creó un Consejo de Asociació n entre Turquía y la TRNC como
vehículo para facilitar ese paso. La posició n de Turquía sobre la
cuestió n se mantuvo constante a pesar de su acercamiento con Grecia.
Evocó la posibilidad de una guerra en el caso de que la adhesió n se
viera afectada y prá cticamente no dejaba margen para la retirada.67
Hablando ante el Comité de Relaciones Exteriores del Consejo
Europeo el 20 de junio de 2001, el viceprimer ministro Mesut Yılmaz
reiteró que Turquía no ofrecería "compromisos ”En la isla de Chipre,“
nunca acepte ”el envío de turcochipriotas al estatus de minoría, y“
nunca acepte la membresía de Chipre en la UE en esta condició n ”68.
La posició n de Turquía sobre la cuestió n se mantuvo constante a
pesar de su acercamiento con Grecia. Evocó la posibilidad de una
guerra en el caso de que la adhesió n se viera afectada y prá cticamente
no dejaba margen para la retirada.67 Hablando ante el Comité de
Relaciones Exteriores del Consejo Europeo el 20 de junio de 2001, el
viceprimer ministro Mesut Yılmaz reiteró que Turquía no ofrecería
"compromisos ”En la isla de Chipre,“ nunca acepte ”el envío de
turcochipriotas al estatus de minoría, y“ nunca acepte la membresía
de Chipre en la UE en esta condició n ”68. La posició n de Turquía sobre
la cuestió n se mantuvo constante a pesar de su acercamiento con
Grecia. Evocó la posibilidad de una guerra en el caso de que la
adhesió n se viera afectada y prá cticamente no dejaba margen para la
retirada.67 Hablando ante el Comité de Relaciones Exteriores del
Consejo Europeo el 20 de junio de 2001, el viceprimer ministro Mesut
Yılmaz reiteró que Turquía no ofrecería "compromisos ”En la isla de
Chipre,“ nunca acepte ”el envío de turcochipriotas al estatus de
minoría, y“ nunca acepte la membresía de Chipre en la UE en esta
condició n ”68.
Para los representantes de la UE hostiles a la membresía turca,
Ankara
la militancia podría haber sido considerada una bendició n
disfrazada. Un intento de anexar la TRNC colocaría las aspiraciones
de adhesió n de Turquía en el limbo en el futuro previsible.69 Sin
embargo, cualquier cosa que no sea un resultado negociado
tendría consecuencias nefastas para las relaciones greco-turcas, el
pueblo de Chipre y los Balcanes en su conjunto. . La UE tenía la
esperanza de que la agenda de adhesió n pudiera servir como
catalizador para una solució n negociada, pero también tenía el
potencial de convertirse en una "bomba de tiempo que
probablemente arruinaría todas las posibilidades de un acuerdo en
la isla" .70
Al abandonar las negociaciones a fines de 2000, Denktaş
intentó sabotear las perspectivas de compromiso y concentrarse
en confirmar la soberanía bajo el brazo protector de Ankara. En el
corto plazo, Turquía apoyó , en parte debido a las convicciones
personales de líderes como Ecevit, en parte porque las opciones
del gobierno estaban limitadas por la opinió n nacionalista y el
papel parlamentario de los partidos nacionalistas, y en parte
porque el todopoderoso Partido Nacional Turco. El Consejo de
Seguridad otorgó un valor estratégico al acceso militar a la isla
como base para la política de defensa a lo largo del litoral
mediterrá neo y en el sur de Anatolia.71 Sin embargo, al enfrentar
la posibilidad inminente de exclusió n de Europa, las voces de los
medios de comunicació n turcos, la élite empresarial, y la clase
política se apresuraron a llamar la atenció n en la medida en que "el
problema no resuelto de Chipre se interpuso en el camino de los
intereses estratégicos má s amplios de Turquía para avanzar hacia
Occidente", y argumentó que en un tema de importancia nacional
decisiva, la cola de Chipre no debería ser " meneando el perro
turco. ”72 De hecho, el liderazgo turco estaba dividido y de dos
opiniones. La cuestió n de Chipre había traído a un punto crítico
una dicotomía de larga data dentro de la percepció n de la élite,
entre partidarios de una modernizació n decidida, democratizació n
y una orientació n europea, y defensores de valores má s
tradicionales, una sociedad controlada bajo la tutela del
establecimiento militar kemalista, y un papel geoestratégico
especial para Turquía como potencia euroasiática que prioriza los
intereses regionales y la asociació n estraté gica con los Estados
Unidos.73 ”Y argumentó que en un tema de importancia nacional
decisiva, la cola de Chipre no debería estar“ meneando el perro
turco ”. 72 De hecho, el liderazgo turco estaba dividido y de dos
opiniones. La cuestió n de Chipre había traído a un punto crítico
una dicotomía de larga data dentro de la percepció n de la élite,
entre partidarios de una modernizació n decidida, democratizació n
y una orientació n europea, y defensores de valores má s
tradicionales, una sociedad controlada bajo la tutela del
establecimiento militar kemalista, y un papel geoestratégico
especial para Turquía como potencia euroasiática que prioriza los
intereses regionales y la asociació n estraté gica con los Estados
Unidos.73 ”Y argumentó que en un tema de importancia nacional
decisiva, la cola de Chipre no debería estar“ meneando el perro
turco ”. 72 De hecho, el liderazgo turco estaba dividido y de dos
opiniones. La cuestió n de Chipre había traído a un punto crítico
una dicotomía de larga data dentro de la percepció n de la élite,
entre partidarios de una modernizació n decidida, democratizació n
y una orientació n europea, y defensores de valores má s
tradicionales, una sociedad controlada bajo la tutela del
establecimiento militar kemalista, y un papel geoestratégico
especial para Turquía como potencia euroasiática que prioriza los
intereses regionales y la asociació n estraté gica con los Estados
Unidos.73
Bajo la presió n de los defensores del compromiso, en enero
2002 Denktaş acordó asistir a una nueva ronda de negociaciones,
que se llevará a cabo en territorio controlado por la ONU en
Nicosia, bajo la direcció n del asesor especial de Kofi Annan en
Chipre, Á lvaro de Soto. Para Denktaş y Clerides, respectivamente
de 78 y 83 añ os, era probable que no se presentara ninguna otra
oportunidad para resolver el enigma de Chipre. Descrito como "la
ú ltima oportunidad para que Chipre llegue a un acuerdo"
por el Ministro de Relaciones Exteriores de la TRNC, Tahsin
Ertugruloğ lu, no obstante, las conversaciones progresaron de manera
vacilante.74 Las posiciones iniciales de negociació n eran
angustiosamente familiares. El gobierno grecochipriota transmitió el
concepto de un estado federal bicomunal con una constitució n que
otorga a la minoría turcochipriota una representació n institucional
sustancial y protecciones, incluida una legislatura bicameral con la
comunidad turcochipriota asignada al 50 por ciento de representació n
en la cá mara alta, y procedimientos para autogobierno sustantivo
para una provincia federal turcochipriota. La seguridad estaría
garantizada por la desmilitarizació n de la isla, incluida la disolució n
de la Guardia Nacional chipriota, la retirada de los contingentes
militares nacionales extranjeros y la presencia continua de una fuerza
de mantenimiento de la paz de la ONU. Las contrapropuestas
turcochipriotas pedían la creació n de una confederació n de estados
separados, soberanos e iguales, el levantamiento del embargo
econó mico contra el norte y la presencia continua de tropas turcas
como garante de seguridad. Estas alternativas eran mutuamente
excluyentes y, sin presió n externa, parecía poco probable que la nueva
ronda de negociaciones concluyera de manera má s positiva que sus
predecesoras75.
La fecha prevista para la resolució n del problema era el mes de
diciembre.
12-13, 2002, cumbre de la UE en Copenhague, donde se enviarían
invitaciones formales para una primera ronda de ampliació n de la UE.
Con las negociaciones entre las facciones chipriotas estancadas, en
parte debido a la ausencia de Denktaş del proceso mientras se sometía
a una cirugía a corazó n abierto, Kofi Annan hizo un esfuerzo final para
promover un acuerdo el 12 de noviembre de 2002, emitiendo un
documento de 150 pá ginas que reconfirmaba un plan de paz
destinado a en la reunificació n de la isla como un país soberano con
una ú nica personalidad internacional y dos "cantones" iguales en el
modelo suizo en "asociació n indisoluble". La propuesta, que
bá sicamente detallaba los términos de la postura negociadora de larga
data de Annan, incluía disposiciones para un gobierno federal que
consistiera en un Consejo Presidencial de seis miembros con
representació n proporcional a la població n de las dos partes.
tibia.77 La comunidad grecochipriota expresó su preocupació n por
procedimientos para adjudicar derechos de propiedad y el estatus
otorgado a los inmigrantes de Anatolia en el norte, mientras que
Denktaş permaneció desafiante de los plazos determinados por la UE
e insistió en el tema central de la soberanía.78
La posició n de Ankara, que todavía se considera el factor crítico
para alentar el cumplimiento turcochipriota, se complicó por la
contundente victoria en las elecciones parlamentarias del 3 de
noviembre de 2002, con el 34 por ciento del voto popular y el
control de 363 escañ os en los 550 miembros del parlamento de
Turquía. el Partido Justicia y Desarrollo (AKP) dirigido por Recep
Tayyip Erdoğ an y Abdullah Gü l. El AKP fue la ú ltima encarnació n
del fenó meno del Islam político en la Turquía contemporá nea.
Después de la proscripció n de sus predecesores inmediatos, los
partidos de Bienestar y Justicia, que habían declarado
abiertamente su orientació n islá mica desafiando las disposiciones
constitucionales que imponían el secularismo en la arena política,
el AKP cambió de tá ctica minimizando pú blicamente una herencia
islá mica implícita e insistiendo en su estricta laicidad. cará cter y
respeto por las instituciones democrá ticas.
Al final, la protesta de la UE, la diplomacia de la ONU y el
estímulo
de Ankara no fue suficiente para alejar al líder turcochipriota de la
postura de rechazo que ha mantenido durante varias décadas. En
Copenhague, en diciembre de 2002, la UE extendió invitaciones
formales a diez candidatos a la asociació n, incluida la Repú blica de
Chipre, con una fecha límite de 2004.81 La adhesió n de los estados
balcá nicos Rumanía y Bulgaria tambié n estaba prevista para 2007.
No se logró ningú n avance en la cuestió n de Chipre , sin
emabargo.Las negociaciones continuaron después de la fecha límite,
pero varios meses después Denktaş rechazó sin ambigü edades el Plan
Annan en su
configuració n actual.82 La cuestió n de la situació n de la TRNC en el
contexto de la adhesió n de la Repú blica de Chipre a la UE se
pospuso una vez má s: la estrategia de la UE de vincular la
reunificació n y la adhesió n aparentemente había fracasado.
Simultá neamente, la UE rechazó la solicitud de Ankara de una
fecha firme para la apertura de negociaciones sobreEl propio
proceso de adhesió n de Turquía, cumpliendo con un compromiso
blando que fijó diciembre de 2004 como una posible fecha para la
apertura de negociaciones en funció n de una evaluació n del progreso
de Turquía en la democratizació n, incluida una reducció n del papel de
las fuerzas armadas en el proceso político y la mejora de las normas
de derechos humanos. .83 The New York Times, en línea con la
política estadounidense que apoya firmemente la agenda de adhesió n
de Turquía, lamentó que la UE haya "desperdiciado su oportunidad de
hacer una enorme contribució n a la integració n de Turquía en
Occidente" .84 El nuevo gobierno de Ankara trató de No obstante,
puso la mejor cara a la decisió n y reiteró su compromiso de perseguir
la vocació n europea de Turquía.
La Cuestió n de Chipre no resuelta y la perspectiva de que en
2004 el
La Repú blica de Chipre puede unirse a la UE sin haber
regularizado su relaciones con el norte, es una barrera significativa
para el progreso de las relaciones de Turquía con Grecia y la UE, y
para la estabilizació n en toda la regió n del sureste de Europa.85 Se
puede argumentar que con el tiempo el tema se ha convertido má s en
una molestia que en un problema, que El acercamiento greco-turco
hace que la perspectiva de hostilidad armada sobre Chipre sea muy
improbable, que el statu quo que ha perdurado durante 38 añ os no
sea inherentemente inaceptable, y que incluso la perspectiva del peor
de los casos de una anexió n turca de la TRNC no cambiaría la situació n
en el suelo de una manera dramá tica. Sin embargo, si Ankara se toma
en serio abrir un camino hacia la UE, no tendrá má s remedio que
trabajar hacia algú n tipo de resultado negociado. Prolongació n del
statu quo, especialmente en vista del escepticismo europeo
profundamente arraigado, hará que la adhesió n de Turquía sea casi
imposible.86 Por lo tanto, es absolutamente necesaria la presió n
internacional continua para alentar las negociaciones. El secretario
general de la ONU, Kofi Annan, ha hecho todo lo posible para facilitar
una solució n, pero sin la voluntad de comprometer por parte de los
socios negociadores, la capacidad de la ONU para forzar un acuerdo es
limitada. Estados Unidos siempre ha instado a una alternativa
negociada, pero también ha estado ansioso por cultivar a Turquía
como un aliado estratégico y es posible que no opte por ejercer una
influencia decisiva si cree que el problema se puede contener a bajo
costo. La UE tiene mucho que ofrecer, pero para hacer uso de su
influencia, Bruselas pero sin una voluntad de compromiso por parte
de los socios negociadores, la capacidad de la ONU para forzar un
acuerdo es limitada. Estados Unidos siempre ha instado a una
alternativa negociada, pero también ha estado ansioso por cultivar a
Turquía como un aliado estratégico y es posible que no opte por
ejercer una influencia decisiva si cree que el problema se puede
contener a bajo costo. La UE tiene mucho que ofrecer, pero para hacer
uso de su influencia, Bruselas pero sin una voluntad de compromiso
por parte de los socios negociadores, la capacidad de la ONU para
forzar un acuerdo es limitada. Estados Unidos siempre ha instado a
una alternativa negociada, pero también ha estado ansioso por
cultivar a Turquía como un aliado estratégico y es posible que no opte
por ejercer una influencia decisiva si cree que el problema se puede
contener a bajo costo. La UE tiene mucho que ofrecer, pero para hacer
uso de su influencia, Bruselas
tendrá que hacer que la perspectiva de la adhesió n de Turquía sea
má s sustancial de lo que ha estado dispuesto a hacer hasta la fecha.
Estos son temas críticos que seguirá n requiriendo una cuidadosa
atenció n. A pesar de que no se resolvió el problema en la cumbre de
Copenhague de la UE, las complejas y oscuras negociaciones
chipriotas siguen siendo una clave para el esfuerzo estratégicamente
vital para "poner a Turquía firmemente en el camino europeo" y
construir una base má s só lida para la asociació n entre Europa y la
regió n de los Balcanes. en su conjunto.87

Conclusión.

A pesar de sus desacuerdos, Grecia y Turquía resistieron


tormentas de los conflictos balcá nicos de la década de 1990 sin
recurrir a las armas. Los observadores occidentales expresaron
repetidamente el temor de que Atenas y Ankara pudieran verse
envueltos en la lucha contra su voluntad o su mejor juicio, pero al final
tales preocupaciones fueron exageradas.88 La rivalidad greco-turca
no disminuyó , pero durante la crisis yugoslava, culminó como un
guerre manqueé.
A nivel nacional, Grecia ha evolucionado hacia un miembro
completamente integrado de la familia europea, un progreso que la
celebració n exitosa de los Juegos Olímpicos de 2004 podría ayudar
a reforzar. Una ola de demagogia populista y extremismo
nacionalista como la que suscitó la cuestió n macedonia a
principios de la década de 1990 parece cada vez má s arcaica y es
poco probable que se repita. En Turquía, una dura recesió n
econó mica ha desacreditado sustancialmente a prá cticamente
todos los partidos políticos establecidos y ha creado una necesidad
objetiva de una nueva direcció n. La contundente victoria del AKP
en las urnas en noviembre de 2002 representó un terremoto
político paralelo a los destructivos temblores de 1999 que
demostraron ser un estímulo para el acercamiento con Grecia. Si el
AKP puede lograr que la voz de los desheredados de Turquía en el
proceso político de una manera constructiva,
En los albores del nuevo milenio, Atenas y Ankara lanzaron
en un proceso de acercamiento con el potencial de producir un
beneficio mutuo considerable. Si se puede mantener la diná mica
de la reconciliació n, ambas partes y toda la subregió n del sureste
de Europa será n los ganadores. La expansió n de la interacció n
econó mica ayudará a reactivar los mercados regionales, las
aspiraciones europeas de Turquía
se transmitirá a un ritmo realista, los beneficios de la asociació n
con la OTAN y la UE será n má s accesibles, se dará un nuevo
impulso a la democratizació n, el factor islamista, en la política
regional y en los asuntos internos turcos, se canalizará en
direcciones positivas, y eliminació n de posibles focos de
inflamació n y fuentes de conflicto. Sin embargo, a pesar del
progreso de los ú ltimos añ os, todavía no se ha doblado la esquina.
Turquía sigue luchando contra la crisis econó mica y la
inestabilidad política, la facció n nacional-populista del espectro
político griego sigue siendo una fuerza a tener en cuenta, la
rivalidad estraté gica en el Egeo sigue viva y el dilema de Chipre, si
no se gestiona de forma inteligente, tiene el potencial de alterar un
buen nú mero de carritos de manzanas.
La relació n greco-turca es una parte integral de los Balcanes.
dilema de seguridad. Como en Bosnia-Herzegovina y Kosovo, la
participació n occidental será un factor crítico para determinar si
ella relació n continú a evolucionando en una direcció n positiva.
Desafortunadamente, esa participació n no puede darse por sentada.
La OTAN ha sido un fuerte elemento disuasorio del conflicto greco-
turco en el pasado. Queda por ver si podrá cumplir esa funció n en el
futuro. Estados Unidos, cuando ha puesto su hombro en la piedra de
moler, ha logrado manejar el conflicto regional, pero el éxito continuo
solo se logrará al precio de un compromiso sostenido. La Europa
institucional sigue siendo un polo de atracció n, pero debe hacer que la
perspectiva de la adhesió n sea realista si se quiere extender la
promesa de una Europa "entera y en paz" a sus turbulentas marchas
del sureste. Todavía hay mucho en juego y la complacencia es
inapropiada. Atenas y Ankara no se dejaron arrastrar a las guerras
balcá nicas de la década de 1990, pero la subregió n de los Balcanes
aú n podría verse atrapada en el embrollo greco-turco. En la Europa
contemporá nea, como afirmó el diplomá tico soviético Maxim Litvinov
durante la crisis de la década de 1930, la paz sigue siendo indivisible.

NOTAS FINALES - CAPÍTULO 6

1. Oya Akgö nenç, "Una paz precaria en Bosnia-Herzegovina: El Acuerdo de


Dayton y su perspectiva de é xito", en R. Craig Nation, ed., The Yugoslav Conflict
y sus implicaciones para las relaciones internacionales, Ravenna: Longo Editore,
1998, pá gs. 61-70.

2. Por ejemplo, Duygu Bazoglu Sezer, “Turkish Security Challenges in the


1990 ”, en Stephen J. Blank, ed., Mediterranean Security Into the Coming Millennium,
Carlisle Barracks: Instituto de Estudios Estraté gicos, 1999, p. 265, escribe sobre
"una estrategia de cerco de Turquía mediante la promoció n de una coalició n
anti-turca entre Grecia, Siria y Armenia".

3. John Redmond y Roderick Pace, "La seguridad europea en la década de 1990


y má s allá : Las implicaciones de la adhesió n de Chipre y Malta a la Unió n Europea",
Política de seguridad contemporá nea, vol. 17, No. 3, diciembre de 1996, pá g. 438.
Sobre este tema, véase Stefano Bianchini, ed., From the Adriatic to the Caucasus: The
Dynamics of (De) Stabilization, Ravenna: Longo Editore, 2001.

4. Amikan Nachmani, "El notable lazo turco-israelí", Middle East Quarterly,


vol. 5, nú m. 2, junio de 1998, pá gs. 19-29.

5. Henri J. Barkey y Graham E. Fuller, La cuestió n kurda de Turquía, Oxford:


Rowman & Littlefield Publishers, Inc., 1998; y Michael M. Gunter, Los kurdos y el
futuro de Turquía, Nueva York: St. Martin's Press, 1997.

6. Henry Kissinger, Years of Upheaval, Boston: Little, Brown, 1982, pá gs. 147-151.

7. Marian Kent, ed., Las grandes potencias y el fin del Imperio Otomano,
Londres: Frank Cass, 1984.

8. La historia la cuenta desapasionadamente Michael Llewellyn Smith,


Ionian Vision: Greece in Asia Minor 1919-1922, Nueva York: St. Martin's Press,
1973.

9. El argumento se presenta desde una perspectiva turca en Vamik D. Volkan


y Norman Itzkowitz, Turks and Greeks: Neighbors in Conflict, Huntington: The
Eothen Press, 1994.

10. Tozun Bahcheli, Relaciones greco-turcas desde 1955, Boulder: Westview


Press, 1990, pá gs. 5-18.

11. Marcia Christoff Kurop, "Grecia y Turquía: ¿Pueden reparar las vallas?"
Relaciones Exteriores, Vol. 77, nú m. 1, enero / febrero de 1998, pá g. 12.

12. Margarita Mathiopoulos, “Hacia un Tratado del Egeo: 2-4 para Turquía y
Grecia”, Mediterranean Quarterly, vol. 8, nú m. 3, verano de 1997, pá g. 116.

13. Niels Kadritzke, “Athenes et Ankara se disputent la mer Egée”, Le Monde


diplomatique, octubre de 1996, pá gs. 14-15.

14. Frank Brenchley, "Aegean Conflict and the Law of the Sea", en Frank
Brenchley y Edward Fursdon, The Aegean and Cyprus, Conflict Studies No. 232,
Londres: Instituto de Investigació n para el Estudio del Conflicto y el Terrorismo,
junio de 1990, pá gs. 1 -8.
15. Las estimaciones equilibradas aparecen en Hugh Poulton, The Balkans:
Minorities and States in Conflict, Londres: Minority Rights Publications, 1997,
pá gs. 173-192.

16. Minoría turca en Tracia occidental: informe de la Comisión de Seguridad y


Cooperación en Europa, Washington, DC: Comisió n de Seguridad y Cooperació n en
Europa, abril de 1996.

17. Nicole y Hugh Pope, Turquía revelada: una historia de la Turquía


moderna, Woodstock, NY: The Overlook Press, 1998, pá gs. 115-116.

18. Joseph S. Joseph, Chipre - Conflicto étnico y política internacional: de la


independencia al umbral de la Unió n Europea, Nueva York: St. Martin's Press, 1997,
pá gs. 19-21.

19. Clement H. Dodd, The Cyprus Imbroglio, Cambridgeshire: The Eothen


Press, 1998, pá gs. 22-23.

20. Farid Mirbagheri, Chipre y el mantenimiento de la paz internacional,


Nueva York: Routledge, 1998.

21. En 1964, el primer ministro turco, İsmet İnö nü , fue advertido contra la
intervenció n mediante una carta duramente redactada por el presidente de Estados
Unidos, Lyndon Johnson. La "Carta Johnson" se convertiría en una fuente de gran
resentimiento entre las élites turcas y entre el pú blico en general. En 1967, los
ataques aéreos turcos contra las fuerzas grecochipriotas que atacaban aldeas
turcochipriotas en el norte de la isla motivaron a Washington a presionar por la
evacuació n de má s de 10.000 tropas griegas regulares de la isla. Véase Bruce R.
Kuniholm, "Turkey and the West Since World War II", en Vojtech Mastny y R. Craig
Nation, eds., Turkey Between East and West: New Challenges for a Rising Regional
Power, Boulder: Westview Press, 1996, pá gs. 54-55. Véase también Yiannis P.
Roubatis, Tangled Webs: The US in Greece 1947-1967, Nueva York: Pella Publishing
Company, Inc., 1987.

22. Georghios Serghis, La batalla de Chipre, julio-agosto de 1974: La anatomía de


la tragedia, Atenas: Vlassi, 1996.

23. Henry Kissinger, Years of Renewal, Nueva York: Simon & Schuster, 1999,
p. 214, señ ala el impacto del escá ndalo de Watergate.

24. Christopher Hitchens, Chipre, Londres: Quartet Books, 1984, pá g. 51.

25. Monteagle Sterns, Entangled Allies: US Policy hacia Grecia, Turquía y Chipre,
Nueva York: Council on Foreign Relations Press, 1992, pá gs. 110-111.

26. Friedemann Mü ller, Machtpolitik am Kaspischen Meer, Ebenhausen: Stiftung


Wissenschaft und Politik, 1999, pá gs. 9-13. Sobre el potencial de la cuenca del
Caspio, véase Ian Bremmer, "Oil Politics: America and the Riches of the Caspian
Basin", World
Diario de políticas, Vol. XV, No. 1, primavera de 1998, pá gs. 27-35, y Rosemarie
Forsythe, The Politics of Oil Explitation and Export in the Caspian Basin, Oxford:
Oxford University Press, 1996.

27. Elizabeth H. Prodromou, “La reintegració n de Chipre: la necesidad de un


nuevo enfoque”, Survival, vol. 40, nú m. 3, otoñ o de 1998, pá g. 5.

28. Estos documentos definieron el marco para una relació n permanente y


establecieron el objetivo de una unió n aduanera. El artículo 28 del Acuerdo de
Ankara menciona específicamente el objetivo de ser miembro de pleno derecho.
Para los textos, ver Diario Oficial de la CE, 29 de diciembre de 1964, y No. 293, 27 de
diciembre de 1972.

29. Heinz Kramer, Die Europä ische Gemeinschaft und die Tü rkei: Entwicklung,
Probleme und Perspektiven einer schwierigen Partnerschaft, Baden-Baden: Nomos,
1988; y Mahmut Bozkurt, Die Beziehung der Tü rkei zur Europäische Union,
Frankfurt am Main: Peter Lang, 1995, proporcionan descripciones complementarias
de la evolució n de la relació n.

30. Citado de Fotis Moustakis, "La entrada de Turquía en la UE: ¿Activo o


pasivo?" Seguridad contemporá nea, vol. 273, nú m. 1592, septiembre de 1998,
pá g. 128.

31. Comisió n Europea, Agenda 2000: For a Stronger and Wider Union, Bruselas,
16 de julio de 1997.

32. Salahi R. Sonyel, "La Unió n Europea y el Imbroglio de Chipre",


Perceptions, vol. 3, nú m. 2, junio-agosto de 1998, pá gs. 73-83. Para el rechazo de
la solicitud turca por motivos de civilizació n, vé ase Lionel Barber, “EU Group
Rebuffs Turkish Entry Push”, The Financial Times, 5 de marzo de 1997, pá g. 2.

33. Resat Kasaba, “Kemalist Certainties and Modern Ambiguities”, en Sibel


Bozdogan y Resat Kasaba, eds., Rethinking Modernity and National Identity in
Turkey, Seattle: University of Washington Press, 1997, pá gs. 15-36.

34. En Turquía, el kemalismo (Atatü rkçü lü k) se define por las "seis flechas"
del republicanismo, el populismo, el secularismo, el nacionalismo, el estatismo y
el revolucionario. Estos principios se formalizaron a principios de la dé cada de
1930 y se incorporaron a la Constitució n turca de 1937. Udo Steinbach, Die
Tü rkei im 20. Jahrhundert: Schwieriger Partner Europas, Bergisch Gladbach:
Gustav Lü bbe Verlag, 1996, pá gs. 139-144.

35. El término "golpe silencioso" fue acuñ ado por el líder de la oposició n turca
Mesut Yılmaz. Véase Michael M. Gunter, "El golpe silencioso: la lucha secularista-
islamista en Turquía", Revista de Estudios del Sur de Asia y Oriente Medio, vol. XXI,
nú m. 3, primavera de 1998, pá g. 11; y Ben Lombardi, “Turquía - El regreso de los
generales reacios”, Political Science Quarterly, vol. 112, nú m. 2, 1997, pá gs. 191-215.
36. Amberin Zaman, “El nuevo jefe del ejé rcito turco promete una postura
pro-secular”, Los Angeles Times, 31 de agosto de 1998.

37. Kemal H. Karpat, “El papel otomano en Europa desde la perspectiva de


1994”, en Mastny and Nation, Turkey Between East and West, pá gs. 1-44.

38. Heinz Kramer, A Changing Turkey: The Challenge to Europe and the United
States, Washington, DC: The Brookings Institution Press, 2000, p. 183.

.39 En palabras de un alto diplomá tico europeo citado en William Drozdiak, “El
papel de la OTAN crece a medida que la amenaza de la fuerza calma la crisis de
Kosovo”, The Philadelphia Inquirer, 18 de octubre de 1998, pá g. E4.

40. Elaborado en Peter Varraroussis, "Die griechische Diplomatie auf dem


Balkan - Ruckkehr in die Geschichte?" Sü dosteuropa, nú ms. 6-7, 1995, pá gs.
373-
384. Vé ase tambié n Ekavi Athanassopoulou, “Turkey and the Balkans: The View
From Atenas ”, The International Spectator, vol. XXIX, No. 4, octubre-diciembre de
1994, pá gs. 55-64.

41. La cooperació n estratégica entre Ankara y Tel Aviv, fuertemente apoyada


por Estados Unidos, se ha convertido en un tema de preocupació n constante. Ha
sido descrito en la prensa siria como “un elemento desestabilizador que provocará
conflictos y traerá de vuelta el clima de la década de 1950 en el Medio Oriente,
cuando la política de alianzas desató conflictos y animó la hostilidad hacia Occidente
en general y Estados Unidos en especial." Citado en Mouna Naim, “Vives critiques
contre des maniouvers israelo-turcs-americaines en Mediterranee”, Le Monde, 7 de
junio de 1998,
pags. 3.

42. Dodd, The Cyprus Imbroglio, pá gs. 34-60, detalla estas negociaciones con
precisió n, aunque desde una perspectiva siempre pro-turca.

43. “Relaciones greco-turcas: Declaració n conjunta de Madrid”, Tesis, vol. 1,


verano de 1997, pá gs. 44-45.

44. Evan Liaris, “Una solució n europea: oportunidad de acercamiento en


Chipre ”, Harvard International Review, vol. XX, nú m. 1, invierno de 1997-98, pá gs.
38-41.

45. "Los combatientes griegos aterrizan en Chipre", The Washington Times,


17 de junio de 1998, pá g. 17; y "F-16 turcos enviados a Chipre", The Washington
Post, 19 de junio de 1998, pá g. 33.

46. Michael R. Gordon, "Los grecochipriotas obtienen misiles de los rusos",


The New York Times, 29 de abril de 1998, pá gs. A1 y A3.

47. Niels Kadritzke, “Chipre, otage de l'affrontement entre Athé nes et


Ankara”, Le Monde diplomatique, septiembre de 1998, pá g. 7.
48. Nuzhet Kandemir, "Turquía: Puente seguro sobre aguas turbulentas",
The Washington Quarterly, vol. 8, nú m. 4, otoñ o de 1997, pá g. 10.

49. Nazlan Ertan, “Turco-Greek Ties Hit Rocky Bottom”, Turkish Probe, 2 de
febrero de 1996, pá gs. 10-13.

50. Krateros Ioannou, “Historia de dos islotes: el incidente de Imia entre Grecia y
Turquía”, Tesis, vol. 1, primavera de 1997, pá gs. 33-42.

51. Ekavi Athanassopoulou, “¿Bendició n disfrazada? La crisis de Imia y las


relaciones greco-turcas ”, Mediterranean Politics, vol. 2, invierno de 1997, pá gs.
76-101.

52. Turquía participó intensamente en la Operació n Fuerza Aliada y sus


secuelas. Un escuadró n de F-16 turcos estacionados en Italia participó en la
campañ a aé rea, durante los ú ltimos días de la campañ a, la OTAN hizo uso de
bases aé reas en el oeste de Turquía para lanzar ataques, y un batalló n
mecanizado turco se trasladó a Kosovo con la KFOR. Tambié n se realizaron
salidas de suministros desde Grecia, pero Atenas rechazó el uso de su territorio
para lanzar una invasió n terrestre y se mostró mucho má s reticente a la
participació n activa. No obstante, su disposició n a desafiar a la opinió n pú blica y
brindar apoyo político hizo posible la participació n continua de la OTAN. Grecia
y Turquía cooperaron como aliados durante la operació n de Kosovo.

53. Wes Jonassen, “Grecia y Turquía: todavía en las rocas”, Middle East
International, 27 de junio de 1997, pá g. 20.

54. Marvine Howe, Turquía hoy: una nació n dividida sobre el renacimiento del
Islam, Boulder: Westview Press, 2000.

55. John Shea, Macedonia y Grecia: La lucha por definir una nueva nació n
balcá nica, Jefferson, NC: McFarland & Company, Inc., 1997.

56. Alexis Papahelas y Manuela Mirkos, “Il ruolo della Grecia nella caduta di
Milošević”, Limes, No. 5, 2000, pá gs. 69-72.

57. "Relaciones greco-turcas: Declaració n conjunta de Madrid".

58. Gaïdz Minassian, “Le PKK se saborde et devient le Kadek”, Le Monde, 17


de abril de 2002. Las autoridades turcas prohibieron rá pidamente el nuevo
partido.

59. “El terremoto turco-griego crea un 'nuevo clima'”, Chipre: Boletín de la


Embajada, Washington, DC, septiembre de 1999, pá g. 1.

60. George Papandreou, "Grecia quiere que Turquía tenga é xito",


International Herald Tribune, 10 de diciembre de 1999, pá g. 8.
61. Prodromou, “Reintegrating Cyprus”, pá g. 8.
62. Thomas F. Farr, “Superando la tragedia de Chipre: Dejemos que los
chipriotas sean chipriotas”, Mediterranean Quarterly, vol. 8, nú m. 4, otoñ o de
1997, pá gs. 32-62.

63. La observació n de Denktaş se cita en Redmond y Pace, "European Security",


pá g. 434.

64. Niels Kadritzke, “Rê ve d'Europe dans le nord de l'ile”, Le Monde


diplomatique, septiembre de 1998, pá g. 7. La fiabilidad de los datos del censo y
las implicaciones de esos datos para la cuestió n de Chipre es una cuestió n muy
controvertida.

65. “Los turcochipriotas quieren la UE”, Turkish Daily News, 26 de noviembre


de 2002.

66. Citado en Kramer, A Changing Turkey, pá g. 178.

67. Vé anse las declaraciones del Ministro de Relaciones Exteriores İsmail


Cem en “Cem: Turquía mostrará una fuerte reacció n si los grecochipriotas se
convierten en miembros de la UE”, Turkish Daily News, 28 de junio de 2001,
pá g. 3.

68. “Yılmaz: No Concessions on Cyprus Issue”, Turkish Daily News, 21 de


junio de 2001, pá g. 1.

69. Niels Kadritzke, “Ultimes tractations à Chypres”, Le Monde diplomatique,


abril de 2002, pá g. 23.

70. Dodd, The Cyprus Imbroglio, pá g. 107.

71. Mustafa Ergü n Olgun, "El vecindario duro de Turquía: dimensiones de


seguridad del conflicto de Chipre", en Clement H. Dodd, ed., Chipre: La necesidad
de nuevas perspectivas, Cambridgeshire: The Eothen Press, 1999, pá gs. 231-
259.

72. Alfred H. Moses, "Despué s de 40 añ os, un Chipre unido pronto será una
realidad",
The International Herald Tribune, 4 de abril de 2002.

73. Ver Stephen Kinzer, Crescent y Star: Turquía entre dos mundos, Nueva
York: Farrar, Straus y Giroux, 2001; y Heinz Kramer, “Die Tű rkei und der 11.
Septiembre”, Sű dosteuropa Mitteilungen, No. 4, 2001.

74. Citado por Hamza Hendawi, “El ministro turcochipriota pinta un cuadro
sombrío”, en http://story.news.yahoo.com/news?
tmpl=story&u=/ap/200…/islamic_ terror_conference_cyprus.
75. Chipre: El Consejo de Seguridad está preocupado por la falta de
progreso en Peace Talks ”, UN Wire, 6 de abril de 2002, citado de
http://unfoundation.org/unwire/ current.asp.
76. "ONU ofrece esperanza para el fin de la divisió n de Chipre", European
Information Service, nú mero 234, 18 de noviembre de 2002, citado de
www.lgib.gov.uk/nemws/ story.html? newsld = 506; y Chris Alden, “EU Urges
Cypriots to Reunite”, The Guardian, 12 de noviembre de 2002.

77. Citado de Helena Smith, "UN Sets Deadline for Cyprus Deal". The
Guardian, 12 de noviembre de 2002.

78. Kirsty Hughes, "¿Está n los chipriotas listos para la reunificació n?" The
Guardian, 17 de noviembre de 2002.

79. Soli Ozel, "El Islam toma un giro democrá tico", The New York Times, 5 de
noviembre de 2002, pá g. A31.

80. “Pressure Building to Say 'Yes'”, Turkish Daily News, 26 de noviembre de


2002.

81. Los candidatos son Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Repú blica Checa,
Hungría, Eslovaquia, Eslovenia, Malta y Chipre.

82. "Denktas: Deben realizarse cambios en gran medida para aceptar el Plan
Chipre de Annan", turkishpress.com, 16 de abril de 2003, citado de
www.turkishpress.com/ turkishpress / news.asp? ID = 9402.

83. Thomas Fuller, “Turkey Moves Closer to Entry Negotiations”, The


International Herald Tribune, 14 de diciembre de 2002.

84. “Rebuffing Turkey”, The New York Times, 13 de diciembre de 2002, pá g. A32.

85. Ismail Cem, "Una visió n comú n para los chipriotas", The International
Herald Tribune, 14 de marzo de 2002.

86. Ziya Ö nis, “Relaciones greco-turcas y la Unió n Europea: una perspectiva


crítica”, Mediterranean Politics, vol. 6, nú m. 3, otoñ o de 2001, pá gs. 31-45; y Neil
Nugent, “Ampliació n de la UE y 'el problema de Chipre'”, Journal of Common
Market Studies, vol. 38, nú m. 1, marzo de 2000, pá gs. 131-150.

87. Philip H. Gordon y Henri J. Barkley, "Two Countries and One Continent's
Future", The New York Times, 2 de diciembre de 2002.

88. No obstante, los escenarios de guerra eran bastante reales. Ver Athanasios
Platias, Estrategia de disuasió n griega, Atenas: Instituto de Relaciones
Internacionales, 9 de marzo de 2001.
CAPÍTULO 7

LOS BALCANES ENTRE GUERRA Y PAZ

La Guerra de Sucesión Yugoslava.

El conflicto de Kosovo fue el ú ltimo de una serie de cuatro


guerras ocasionado por la destrucció n intencionada de la federació n
yugoslava. Aunque se libran secuencialmente y en diferentes á reas
geográ ficas (Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Serbia), es mejor
considerarlos como un conflicto ú nico y prolongado con una ló gica
coherente: la reasignació n de territorios y poblaciones entre los
fragmentos de la ex Yugoslavia. La negociació n colusoria entre los
líderes de Eslovenia, Croacia y Serbia, instigada por el apoyo
internacional a las intenciones secesionistas de las repú blicas
occidentales, preparó el escenario para la deconstrucció n de la
federació n, pero no todas las cuestiones podrían regularse
pacíficamente. La drô le de guerre en Eslovenia dio paso a conflictos
menos manejables en Croacia y Bosnia-Herzegovina, se detuvo el
intento de Belgrado de tomar el control de una Serbia mayor,
La guerra de sucesió n yugoslava tuvo un impacto destructivo
en toda la regió n, pero las cargas no se distribuyeron de manera
uniforme. Los serbios, croatas y eslovenos, que se habían
combinado para formar la primera Yugoslavia, emergieron del
caos con estados independientes yperspectivas razonables. Los
eslovenos se separaron a bajo costo y han logrado consolidar un
nuevo régimen y afiliarse a la Europa institucional.1 También se
aseguró el “sueñ o de mil añ os” de Croacia de ser un Estado, aunque el
costo fue considerablemente mayor. La revuelta serbia en Krajina y
Eslavonia fue derrotada, pero la economía croata, devastada por añ os
de guerra y gobierno corrupto, aú n no se ha recuperado. Aunque
Serbia logró la independencia, su aspiració n de crear una Serbia má s
grande donde "todos los serbios vivirían en un solo estado" fue
rechazada en todos los á mbitos. La expulsió n de las minorías serbias
de Krajina, Eslavonia y Kosovo, la renuncia a las esperanzas de
absorber la Repú blica Srpska, el surgimiento de un movimiento
secesionista en Montenegro, la ruina ocasionada por los bombardeos
de la alianza, y un estigma perdurable de la responsabilidad dan
testimonio del alcance de la derrota de Belgrado. Las repú blicas má s
pequeñ as y étnicamente mixtas,
cuya estabilidad dependía má s del contexto yugoslavo, también
pagó un alto precio. Bosnia-Herzegovina emergió del proceso de
Dayton como un pupilo de la comunidad internacional, plagado de
criminalidad creciente, niveles de vida en declive y relaciones
intercomunales envenenadas. Kosovo se ha polarizado
irremediablemente y es probable que siga siendo un protectorado
internacional de facto para lafuturo previsible. La Repú blica de
Macedonia es un sistema de gobierno frá gil con perspectivas
nubladas, desafiado a integrar una població n albanesa descontenta
que aú n podría proporcionar la chispa para una nueva guerra
balcá nica. Fuera de las fronteras de la ex Yugoslavia, estados vecinos
como Hungría, Rumania, Bulgaria, Grecia, Turquía y Albania también
han sufrido como resultado del efecto acumulativo de los embargos
internacionales, el colapso de los mercados regionales y los variados
efectos debilitantes de la prolongada guerra.2 Las relaciones greco-
turcas han resistido las tormentas de la década de 1990, pero el
acercamiento en curso todavía está en riesgo en un contexto de
desorden regional continuo. Ninguno de los estados sucesores de
Yugoslavia, con la excepció n parcial de Eslovenia, ha alcanzado niveles
de bienestar o perspectivas de integració n con una Europa má s
grande.
Es difícil hacer una evaluació n definitiva de la guerra de
Sucesió n yugoslava, porque aú n no está claro que haya llegado a su
fin. Los acuerdos de paz en Bosnia-Herzegovina y Kosovo son
precarios. La cuestió n de Albania en el sur de los Balcanes sigue sin
resolverse y la regió n contiene muchos otros puntos potenciales
de inflamació n en los que las tensiones podrían estallar en
cualquier momento. Nuevos problemas de seguridad se han
derivado de una dé cada de guerra, incluida la proliferació n de
estados débiles con poblaciones empobrecidas yGobiernos
corruptos, propensos a ser explotados por redes criminales
internacionales como escenarios para diversas operaciones de trá fico.
Sobre todo, no se ha establecido un marco convincente para
reensamblar un orden regional viable. El compromiso internacional
en las guerras de los Balcanes de la década de 1990 fue provisional,
reactivo y, a menudo, miope. La falta de compromiso para llevar a
cabo el trabajo ha sido expuesta por las disputas cró nicas sobre la
responsabilidad y, má s recientemente, por los llamados a la retirada
de las fuerzas armadas estadounidenses. Sin una visió n má s amplia
para reformular el orden regional y un compromiso sostenido por
parte de la comunidad internacional, el progreso de los Balcanes de la
guerra a la paz seguirá siendo reversible.
Después de Kosovo.

La intervenció n de la OTAN en Kosovo impuso una especie de


orden en la provincia en disputa, pero hizo poco para abordar los
dilemas de identidad y desarrollo de los que había surgido el
conflicto entre serbios y albaneses. No obstante, en cierto sentido,
el conflicto de Kosovo podría considerarse un punto de inflexió n.
La derrota militar de Yugoslavia puso fin a una fase deafirmació n
nacional que había sido una fuente bá sica de inestabilidad regional.
Con Serbia neutralizada y los principales conflictos del ú ltimo decenio
contenidos por la presencia de fuerzas internacionales de
mantenimiento de la paz, las perspectivas de una paz duradera
mejoraron considerablemente. Los estados sucesores de la ex
Yugoslavia, después de añ os de guerra debilitante, se vieron cada vez
má s obligados a abandonar la política étnica y las visiones de
engrandecimiento territorial, aceptar la necesidad de relaciones de
buena vecindad y hacer frente a las demandas de la reforma interna.
Las soluciones a los dilemas regionales que miraban má s allá de la
construcció n de la guerra se han vuelto realistas de una manera que
no era el caso en el pasado. La regió n de los Balcanes aú n no ha sido
domesticada, pero en los añ os transcurridos desde el conflicto de
Kosovo ha sido testigo de una serie de acontecimientos positivos que
albergan la esperanza de un futuro menos tumultuoso.

1. La OTAN llega a Kosovo.


La responsabilidad de administrar Kosovo en virtud de la
Resolució n de la ONU No. 1244, que suspendió temporalmente la
autoridad yugoslava en la provincia, fue puesta en manos de una
Misió n de la ONU en Kosovo (UNMIK) originalmente dirigida por el
Representante Especial del Secretario General de la ONU, Bernard
Kouchner, y un La Fuerza de Kosovo dirigida por la OTAN (KFOR)
comandada por el general alemá n Klaus Reinhardt encargada de una
misió n de apoyo a la paz. La KFOR se convirtió rá pidamente en un
comando extraordinariamente complejo con má s de 40.000 soldados
que representan a 39 naciones participantes desplegadas en Kosovo,
Macedonia, Albania y Grecia. Se le encomendó la tarea de disuadir de
nuevas agresiones por parte de Serbia, garantizar la seguridad
personal de la població n local, desmilitarizar al ELK, colaborar con la
UNMIK en un esfuerzo integrado de consolidació n de la paz,
Como fue el caso de la IFOR en Bosnia-Herzegovina, en el
á mbito puramente militar, las tareas esenciales se llevaron a cabo
con presteza.5 A corto plazo, las represalias serbias contra la KFOR
no fueron realmente una amenaza, y después de la caída del
ré gimen de Milosevic en octubre 2000, la probabilidad de que se
llevara a cabo una acció n de este tipo en desafío a la OTAN era
prá cticamente inexistente. La integridad de la provincia estaba
adecuadamente asegurada por el efecto disuasorio de la simple
presencia de la KFOR. La cooperació n con la UNMIK se organizó de
manera eficaz, aunque las interacciones con los cientos de
organizaciones de socorro no gubernamentales que pronto
estuvieron activas en la provincia fueron, como era de esperar, un
desafío. Los esfuerzos humanitarios, incluida la asistencia para el
regreso de los refugiados, la reconstrucció n de la infraestructura y
la remoció n de minas, se realizaron de manera eficiente y fueron
muy apreciados. Sin embargo, a pesar de sus mejores
esfuerzos,otras minorías.6 En el invierno de 1999-2000, gran parte
de la comunidad serbia restante se había retirado a la ciudad dividida
de Mitrovica y los territorios adyacentes al norte del río Ibar, que se
convirtió en un punto focal de tensió n étnica, incluidos disturbios
ocasionales7. El ELK fue parcialmente desarmado y formalmente
disuelto, pero el Cuerpo de Protecció n de Kosovo, dirigido por el ex
comandante del JNA y del ELK, Agim Çeku, ha proporcionado cierto
grado de continuidad organizativa. Çeku ha declarado que los
albanokosovares continú an manteniendo una organizació n militar
clandestina capaz de actuar cuando las circunstancias lo exigen.8 Su
organizació n ha estado implicada en la cooperació n con redes
delictivas que han convertido a Kosovo en un importante punto de
trá nsito para el trá fico de drogas.9
Después de la disolució n formal del ELK, el ala radical del
El movimiento albanokosovar se dividió en dos formaciones
rivales: el Partido Democrático de Kosovo dirigido por Hashim
Thaçi y la Alianza para el Futuro de Kosovo dirigida por el ex
general del ELK Ramush Haradinaj. Armados con el prestigio de la
victoria, los vá stagos del ELK esperaban con confianza el primer
local independiente de Kosovo.elecciones del 27 de octubre de 2000.
No contaron con el efecto desilusionante de la corrupció n
generalizada, el crimen organizado y la administració n local
ineficiente, ni tampoco, quizá s, con una reacció n violenta ocasionada
por los traumas de la guerra. El LDK de Ibrahim Rugova, considerado
prá cticamente desaparecido después de las reuniones de Rugova con
Milošević en Belgrado durante la primera fase de la campañ a de
bombardeos aliados, se llevó a la victoria con el 58 por ciento de los
votos, en comparació n con el 27 por ciento del Partido Demó crata.
Partido y un 8 por ciento para la Alianza.10 Las elecciones
parlamentarias de noviembre de 2001 confirmaron esta distribució n
de apoyo, y el 4 de marzo de 2002, 114 días después de las elecciones
y tras una considerable lucha entre facciones, el parlamento de
Kosovo confirmó un nuevo gobierno sobre la base de un estatuto
definiendo responsabilidades compartidas con la UNMIK (que estaba
facultada para prorrogar el parlamento en caso de desacuerdos) .11
Rugova fue nombrado presidente y Bajram Rexhepi del primer
ministro del Partido Demó crata. Se estructuró un gabinete de diez
miembros para reflejar un arreglo de poder compartido, con cuatro
escañ os para el LDK, dos para el Partido Democrá tico de Thaçi y la
Alianza de Haradinaj, y uno para las formaciones minoritarias, la
coalició n serbia Povratak (Retorno) y un partido musulmá n. 12
Una vez má s, el lado civil de la administració n internacional en
Kosovo ha demostrado ser má s problemá tico que el aspecto
militar.Los desafíos de la reconstrucció n, la democratizació n y el
desarrollo son intrínsecamente má s difíciles que los del
mantenimiento de la paz.13 Ademá s, la UNMIK administra Kosovo
sobre la base de una ambigü edad estudiada: la presunció n de que la
provincia todavía es parte de algo llamado Yugoslavia o Serbia-
Montenegro, esperando una decisió n sobre el estado final. En las
circunstancias actuales, esta ambigü edad só lo puede sostenerse
mientras la KFOR permanezca de guardia. La gran mayoría de los
albanokosovares (que deben aprobar cualquier decisió n sobre el
estatuto definitivo) apoyan la independencia. El entusiasmo por el
apego a una mayor Albania es silencioso; la Repú blica de Albania está
demasiado atribulada y políticamente distinta para ser un socio
atractivo.14 La idea de un mayor Kosovo que incorpore partes
contiguas de Macedonia, Montenegro, y el sur de Serbia habitado por
mayorías albanesas es sin duda má s atractivo, pero probablemente
só lo se puede lograr a costa de otra guerra. La asociació n federativa
con Serbia y Montenegro, incluida una amplia autonomía para Kosovo
y tal vez algunos ajustes fronterizos para llevar las á reas de mayoría
serbia en el norte a Serbia propiamente dicha, sería una solució n
beneficiosa para todos que el liderazgo actual en Belgrado podría
estar dispuesto a aceptar, pero es no es probable que encuentre el
favor de Pristina. Los objetivos incompatibles hacen que las
soluciones de compromiso sean inalcanzables y prá cticamente
condenan a la UNMIK a seguir manteniendo el ambiguo statu quo.15
Incluir una amplia autonomía para Kosovo y quizá s algunos ajustes
fronterizos para llevar las á reas de mayoría serbia en el norte a Serbia
propiamente dicha, sería una solució n beneficiosa para todos que el
liderazgo actual en Belgrado podría estar dispuesto a aceptar, pero no
es probable que encuentre el favor de Priştina. . Los objetivos
incompatibles hacen que las soluciones de compromiso sean
inalcanzables y prá cticamente condenan a la UNMIK a seguir
manteniendo el ambiguo statu quo.15 Incluir una amplia autonomía
para Kosovo y quizá s algunos ajustes fronterizos para llevar las á reas
de mayoría serbia en el norte a Serbia propiamente dicha, sería una
solució n beneficiosa para todos que el liderazgo actual en Belgrado
podría estar dispuesto a aceptar, pero no es probable que encuentre el
favor de Priştina. . Los objetivos incompatibles hacen que las
soluciones de compromiso sean inalcanzables y prá cticamente
condenan a la UNMIK a seguir manteniendo el ambiguo statu quo.15

2. Estancias de la OTAN en Bosnia.


El papel de la SFOR y del Alto Comisionado en Bosnia-
Herzegovina es igualmente problemá tico. Despué s de cinco añ os de
internacional
supervisió n, por supuesto ha habido algunos avances en la
promoció n reconstrucció n y reconciliació n. Actores externos como
Serbia y Croacia ya no fomentan el enfrentamiento. Se han establecido
nuevas autoridades políticas, jurídicas y policiales, se ha garantizado
la libertad de circulació n y se ha reparado parte de la infraestructura.
El papel de los extremistas nacionalistas en el proceso político se ha
restringido, aunque no eliminado, los musulmanes bosnios han
rechazado el canto de sirena del extremismo islá mico y se ha
atenuado la presió n por acuerdos de partició n.16 En vista de tal
progreso, la SFOR ha podido sacar provecho de niveles de fuerza
descendente, de aproximadamente 60.000 en diciembre de 1995, a
32.000 en diciembre de 1996, a 22.000 en octubre de 1999 y a 18.000
en la primavera de 2002, con posibles reducciones adicionales.
No obstante, debe plantearse la cuestió n de si los
la supervisió n puede terminarse en algú n momento a menos que
haya problemas duraderos, incluida la consolidació n de las
instituciones nacionales, la garantía del orden pú blico, la remoció n de
minas, el regreso de los refugiados y la captura de los criminales de
guerra acusados, se abordan de manera má s eficaz.17 Los partidos
políticos de base étnica siguen teniendo influencia en las tres
comunidades. La economía local nunca se ha recuperado de las
tensiones de la guerra y está agobiada por un alto desempleo, una
corrupció n endémica y una deuda acumulada de má s de $ 3,2 mil
millones. El International Crisis Group calcula que todos los añ os
desde 1996 má s de 50.000 ciudadanos han emigrado de Bosnia-
Herzegovina, la mayoría jó venes y bien educados. El progreso hacia la
reconciliació n entre las comunidades étnicas de Bosnia se ha
estancado y no se puede descartar la perspectiva de una reanudació n
de los conflictos étnicos en ausencia de una fuerza internacional de
mantenimiento de la paz.
El caso de la Repú blica Srpska es particularmente revelador en
A este respecto. En septiembre de 1996, Karadžić se vio obligado a
entregar la presidencia a su aliado en tiempos de guerra, Biljana
Plavšić. A pesar de su pé simo historial como tribuna del
nacionalismo serbio, Plavšić fue convencida para cooperar con
Occidente en oposició n al nacionalista impenitente Momčilo
Krajišnik, trasladando la capital del reducto nacionalista de Pale a
Banja Luka y accediendo a trabajar en cooperació n con las
instituciones nacionales bosnias. . El bosnio
Las elecciones de noviembre de 1997, que dieron una estrecha
victoria a una coalició n de partidos opuestos al SDS organizada por
Plavšić y permitieron al moderado Milorad Dodik formar un nuevo
gobierno en la Repú blica Srpska, parecían un triunfo para la SFOR
y el Alto Comisionado. En las elecciones de septiembre de 1998,
sin embargo, Plavšić fue derrotado rotundamente para la
presidencia por el nacionalista radical Nikola Poplašen, un Chetnik
que se autodenominaba y que disfrutaba desfilar durante la guerra
con una barba descuidada y un cuchillo en el cinturó n. Después de
varios meses de enfrentamiento, en mayo de 1999 el Alto
Comisionado Carlos Westendorp simplemente destituyó a
Poplašen a pesar de que había llegado al poder a través de unas
elecciones democrá ticas sin oposició n. Medidas tan duras,
criticadas por algunos como obra de “una especie de protectorado
que se niega a pronunciar su nombre,
Sin la tranquilidad que brindan las fuerzas internacionales de
mantenimiento de la paz,
el estallido de la violencia local o el conflicto a nivel de la repú blica
provocado por la rivalidad é tnica está dentro del rango de
posibilidades. La desconexió n precipitada o desordenada de
Estados Unidos o de la comunidad internacional sería, por tanto,
una empresa de alto riesgo. La partició n como alternativa al trato
de Dayton siempre ha tenido sus defensores, pero nunca ha sido
respaldada por la política estadounidense; los acuerdos de
partició n tal vez se parezcan demasiado a la capitulació n para ser
considerados políticamente aceptables.21 Por el momento, parece
que el statu quo puede ser sostenido, y detener el progreso hacia lo
que eventualmente podría convertirse en una paz autosostenida
mantenida, solo a costa de un compromiso indefinido por parte de
las fuerzas de paz dirigidas por la OTAN o la UE22.

3. El ELK llega a Preševo.


A pesar de la lentitud del progreso, existen perspectivas
realistas de una eventual separació n de la comunidad
internacional de Bosnia-Herzegovina. No se puede decir lo mismo
de Kosovo, donde incluso las evaluaciones má s optimistas
reconocen que una fuerza de mantenimiento de la paz só lida sigue
siendo esencial para preservar la estabilidad. La KFOR ayuda a
contener la tensió n comunitaria dentro del propio Kosovo, pero
quizá s sea incluso má s importante como mecanismo para disuadir
la agenda nacionalista albanesa, impulsada por un nú cleo militante
de los primeros.
El KLA que ha buscado utilizar la provincia como santuario para
exportar insurrecció n.
En la primavera de 2000, el levantamiento albané s que el ELK
había lanzado dentro de Kosovo en 1997 se extendió al valle de
Preševo, en el sur de Serbia. El valle se superpone con el á rea de
amortiguació n de cinco kiló metros de ancho, o Zona de Seguridad
Terrestre, establecida por la KFOR después de su ocupació n de
Kosovo, donde no se permitió la penetració n del ejército y la policía
yugoslavos. La població n de la regió n, de má s de 70.000 habitantes, es
casi en su totalidad albanesa, y la zona a veces se denomina Kosovo
occidental en el discurso nacionalista albanés. El valle de Preševo es
una importante línea de comunicació n norte-sur, incluida la carretera
principal que une Belgrado con Skopje. También juega un papel
importante como ruta de contrabando. Desde enero de 2000, un
sombrío llamado Ejército de Liberació n de Preševo, Bujanovac y
Medvedja (LAPBM), sostenido por militantes con base al otro lado de
la frontera con Kosovo en el á rea controlada por la Brigada
Multinacional Este dirigida por Estados Unidos, lanzó una campañ a de
intimidació n contra la policía serbia y las autoridades locales en el
valle de Preševo. La política de asesinatos, como en Kosovo en añ os
anteriores, parece haber tenido como objetivo provocar represalias y
alentar la intervenció n internacional como base para establecer el
control albanés de facto.
Cualquiera que sea la simpatía residual por la difícil situació n de
los kosovares
Los albaneses podrían haber estado en juego, las cancillerías
occidentales no tenían interés en una mayor fragmentació n en los
Balcanes del sur. Afortunadamente, la caída de Milošević en el
otoñ o de 2000 brindó la oportunidad de abordar el problema sin
ampliar el mandato de la KFOR, negociando con el nuevo ré gimen
de Belgrado para permitir que la policía y las fuerzas de seguridad
serbias, bajo una cuidadosa observació n, volvieran a entrar en la
zona. Con las fuerzas yugoslavas llevando la mayor parte
deresponsabilidad, desde finales de 2000 en adelante se controló la
insurgencia albanesa en el valle de Preševo, que culminó con un alto el
fuego negociado el 13 de marzo de 2001. La ironía de que la OTAN
solicite ayuda serbia para reducir una insurrecció n liderada por el
ELK en poco má s de un añ o de la campañ a de bombardeos aliados fue
sorprendente, pero no insondable. El cambio de régimen en Belgrado
había alterado la diná mica del poder en la regió n. Durante el conflicto
de Kosovo, fue la capacidad de Belgrado de Milošević para exportar la
disrupció n lo que estaba en el centro de las preocupaciones
occidentales. En Preševo, se destacó el papel potencial de una Serbia
posterior a Milošević como factor de estabilidad23.
La batalla por el valle de Preševo no se mantuvo, pero los
incidentes en la zona continú an y la demostració n de una voluntad
inquebrantable de lucha por parte de una franja radical del antiguo
ELK no es alentadora. Mientras la UNMIK lucha por poner de nuevo a
Kosovo en pie, la cuestió n nacional albanesa no resuelta amenaza
constantemente con revertir cualquier progreso que se haya logrado.

4. La guerra llega a Macedonia.


La inestabilidad en Kosovo afectó inevitablemente a la frá gil
relació n entre eslavos y albaneses en la vecina Macedonia. A falta
de un censo reciente o confiable, solo es posible especular sobre el
equilibrio preciso de las poblaciones: el censo de 1994 ubicó a la
minoría albanesa en aproximadamente el 23 por ciento de la
població n y elMayoría eslava en 66 por ciento: 442.000 albaneses
contra 1,3 millones de eslavos má s numerosas otras comunidades
minoritarias má s pequeñ as, incluidos turcos, serbios, romaníes y
valacos. Sin embargo, segú n algunas estimaciones albanesas, la
comunidad albanesa constituye ahora má s del 40 por ciento de la
població n, con una tasa de aumento que la convertirá en mayoría en
una generació n. En cualquier caso, los albaneses macedonios
constituyen una comunidad grande y en crecimiento, concentrada en
los distritos del norte y oeste, pero también presentes en grandes
cantidades en las principales ciudades, incluida Skopje, donde
alrededor de un tercio de los 600.000 residentes son albaneses.
Macedonia fue la ú nica repú blica yugoslava que avanzó hacia
independencia sin derramamiento de sangre. Su declaració n de
independenciael 8 de septiembre de 1991, se produjo como resultado
de las negociaciones con Belgrado y fue seguido, el 26 de marzo de
1992, por una retirada pacífica de todas las fuerzas armadas
yugoslavas con base en la provincia. El 8 de enero de 1992, el titoísta y
yugoslavo leal Kiro Gligorov fue elegido presidente de la nueva
Repú blica de Macedonia, un estado independiente por primera vez en
su larga y turbulenta, aunque a menudo ilustre, historia.
La suave transició n a la independencia fue engañ osa. Macedonia
era un estado empobrecido, étnicamente complejo e inestable con
relaciones difíciles con la mayoría de sus vecinos. Bulgaria se convirtió
en el primer estado en reconocer la soberanía macedonia, pero se
negó a reconocer la existencia de una identidad o lengua macedonia
distinta; durante un siglo, se ha construido má s nacionalismo bú lgaro
en torno a la afirmació n de que los macedonios eslavos son, de hecho,
bú lgaros aislados de su tierra natal. por las debilidades de la
historia.25 El reconocimiento de la ONU siguió en abril de 1993, y de
la
Estados Unidos el 9 de febrero de 1994, pero en deferencia a las
protestas griegas, bajo el título provisional de Antigua Repú blica
Yugoslava de Macedonia (ARYM). A Skopje se le había concedido el
derecho a la libre determinació n, ¡pero no el derecho a elegir su
propio nombre! Atenas argumentó que el nombre Macedonia era
parte de la herencia helénica que no podía ser usurpado por
forasteros, y sugirió que su uso implicaba demandas territoriales
contra la propia regió n macedonia de Grecia. Ademá s protestó
contra el uso de la Estrella de Vergina (un símbolo asociado con
Alejandro Magno) en la nueva bandera macedonia, laaparició n de
una imagen de la Torre Blanca de Tesaló nica en algunos billetes
macedonios y frases en la constitució n macedonia que implican el
derecho a representar los intereses de los macedonios residentes
fuera de la repú blica. El 16 de febrero de 1994, inmediatamente
después
Reconocimiento de Estados Unidos, Grecia inició un embargo
econó mico contra su
vecino, cerrando el consulado griego en Skopje, sellando la frontera e
impidiendo el acceso al puerto de Tesaló nica. La idea de que
Macedonia era en algú n sentido significativo una amenaza para Grecia
era ridícula, pero el tema fue azotado a un punto á lgido por políticos
demagó gicos que cortejaban a la opinió n nacionalista, culminando con
una enorme manifestació n contra Skopje de má s de un milló n de
personas en Tesaló nica el 31 de marzo. 1994. En la primavera de 1994
Serbia también movilizó tropas a lo largo de su frontera con
Macedonia, secciones de las cuales está n delineadas de manera
imprecisa y controvertidas26. Fue precisamente contra este tipo de
amenaza que un pequeñ o contingente de la UNPROFOR (rebautizado
como Despliegue Preventivo de las Naciones Unidas o UNPREDEP en
marzo 1995) fue autorizado a desplegarse en Macedonia en diciembre
de 1992. Las fuerzas de mantenimiento de la paz proporcionaron
cierta tranquilidad a Skopje, pero el 1,
La presió n externa reforzó la inestabilidad doméstica. Despué s
independencia, Skopje hizo un esfuerzo sincero pero só lo
parcialmente exitoso para integrar a la minoría albanesa en un
verdadero estado multinacional. Los partidos albaneses fueron
incorporados al parlamento y a las coaliciones de gobierno, pero la
minoría albanesa siguió sujeta a problemas
econó micos.discriminació n, y estaba subrepresentada en las fuerzas
armadas, la policía y la administració n pú blica. Aunque las relaciones
entre los macedonios eslavos y albaneses no estaban tradicionalmente
amargadas como las relaciones entre los serbios y los
albanokosovares, las tensiones interétnicas eran una realidad28.
la agitació n por el cambio se expandió , abarcando demandas para
la creació n de una universidad de lengua albanesa en Tetovo, una
integració n má s amplia en las instituciones nacionales y una nueva
redacció n del preá mbulo de la constitució n macedonia que
otorgaría a los albaneses el mismo estatus como nacionalidad
constituyente. El 3 de octubre de 1995, la caravana de Gligorov fue
atacada por un coche bomba mientras pasaba frente al Hotel
Bristol en el corazó n de Skopje. El chofer fue asesinado y el
presidente, la edad79, sufrió heridas graves, incluida la pérdida de un
ojo. Pruebas posteriores han implicado a los servicios secretos serbios
en el ataque, pero en el momento del evento se especuló que se
trataba de un acto de terrorismo albanés.29 Las elecciones
administrativas en el otoñ o de 1996 supusieron grandes avances para
los partidos nacionales albaneses má s extremistas en Tetovo. y
Gostivar, y en 1997 los albaneses macedonios se vieron arrastrados a
la misma red de intrigas que estaba dando vida al ELK en Kosovo.
Reunidos en Pristina el 22 de julio de 2000, representantes de la
El movimiento nacional albané s no ocultó có mo veían a sus lucha
evolucionando. El programa aprobado por la conferencia afirmó que
“una parte de la nació n aú n permanece bajo el yugo del opresor en
Serbia, Macedonia y Montenegro. . . los pueblos albaneses de Kosovo
deben orientarse hacia la independencia y formar un estado que
incluya todos los territorios ocupados donde los albaneses son
mayoría ". y las manos duras de la KFOR y la UNMIK, los líderes del
ELK parecen haber optado por mirar al otro lado de la frontera. Una
vez má s, los observadores occidentales fueron tomados por sorpresa
y los mediadores internacionales se vieron obligados a correr para
ponerse al día con un ciclo de violencia.
En enero de 2001, un pequeñ o grupo de militantes del NLA
asaltó un
comisaría de policía en el pueblo de Tanuševci, ubicado cerca de la
frontera con Kosovo, adyacente al valle de Preševo, y a unas 20
millas
al norte de Skopje. Es posible que la acció n no pretendiera ser el
comienzo de una campañ a militar: Tanuševci era un refugio en las
rutas de contrabando del ELK, y la violencia original podría haber
tenido como objetivo proteger a los traficantes de la interferencia
policial.34 Sin embargo, el 25 de febrero, despué s de que la
atenció n nacional hubiera atraídos al lugar, hasta 250
combatientes del NLA vestidos de negro tomaron el control de la
aldea. Las autoridades macedonias acordonaron la ciudad pero no
se aventuraronpara retomarlo. Pronto los combates se expandieron
por toda el á rea.35 En marzo, el NLA subió la apuesta al lanzar un
ataque contra Tetovo, la segunda ciudad má s grande de Macedonia
con 170.000 residentes, el 75 por ciento de ellos albaneses (segú n el
censo de 1994). Las guerrillas, operando desde la imponente
cordillera de Š ar Planina, se trasladaron a las colinas circundantes,
izaron la bandera albanesa en el Kale (una antigua fortaleza otomana
en las afueras de la ciudad) y pusieron el centro de la ciudad bajo
fuego de mortero. El 26 de marzo, las fuerzas macedonias asaltaron
las posiciones albanesas, solo para descubrir que su enemigo había
huido, o má s bien se había derretido en las colinas sin dejar rastro.36
Un patró n familiar parecía estar emergiendo, con la escalada de la
lucha, miles de refugios huyendo de las zonas de guerra. ,
Bajo asedio, Skopje cerró inmediatamente su frontera de 140
kiló metros
con Kosovo, y el ministro de Relaciones Exteriores, Srjan Kerim, voló a
Bruselas y pidió a la OTAN que intensificara las patrullas fronterizas.
Los funcionarios criticaron a la OTAN por su incapacidad para
contener al NLA, y se opusieron a las instrucciones de dominar su
respuesta militar, pero no confiaban en la capacidad de las pequeñ as y
mal preparadas fuerzas armadas macedonias para resolver el
problema sin ayuda externa37. Fuerzas de infantería ligera confiables
capaces de tomar posiciones mediante el asalto faltaban
dolorosamente. Como alternativa, Skopje se basó en el poder aéreo, el
armamento pesado y el lanzamiento de cohetes para atacar á reas
ocupadas, lo que provocó dañ os masivos y, a menudo, llevó a los
residentes locales a los brazos del NLA sin lograr efectos militarmente
significativos. En abril, los enfrentamientos se extendieron a la ciudad
nororiental de Kumanovo, donde se cortaron los conductos de agua
que abastecían a la població n civil. y en junio, combatientes del NLA
ocuparon la aldea albanesa de Aričinovo, a diez kiló metros de Skopje y
adyacente al ú nico aeropuerto internacional y refinería de petró leo
del país. Durante el mes de mayo se celebró un gobierno de unidad
nacional.
se unieron en la capital, combinando dos partidos eslavos
macedonios y dos partidos albaneses (la Alianza Socialdemó crata
de Macedonia, IMRO-DPMNU, el PDP y el Partido Democrá tico de
Albanés de Arben Xhaferi), pero era dé bil y todo menos unido. Los
partidos albaneses representados en el gobierno apoyaron la
unidad nacional, pero condenaron el uso desproporcionado de la
fuerza contra la insurrecció n e impulsaron un programa para
ampliar los derechos albaneses que chocaba con las prioridades
del gobierno. El NLA, representado por su líder y ex activista del
ELK Ali Ahmeti, afirmó oponerse a la secesió n y limitó sus
demandas a una serie de reformas: cambios en el preá mbulo de la
constitució n que reconocen a los albaneses como una etnia
"cofundadora", designació n del albanés como idioma oficial,
patrocinio de la Universidad de Tetovo, autonomía administrativa
en áreas de mayoría albanesa y representació n proporcional en la
administració n pú blica.38 La moderació n de la agenda no frenó el
impulso de la lucha armada. En junio, el régimen macedonio
parecía estar al borde del colapso.
En estas circunstancias, la comunidad internacional
movilizados, tardía pero eficazmente, para evitar lo peor. Durante
mayo, a pesar de las promesas de evitar todo contacto con
"terroristas", el representante de la OSCE, Robert Frowick,
coordinó una serie de reuniones entre los partidos albaneses de
Macedonia y el NLA en Kosovo con el objetivo de definir un arreglo
que la comunidad albanesa en su conjunto pudiera aceptar39.
Posteriormente, el nuevo alto representante de la UE para la
política exterior y de seguridad, Javiar Solana, sentó las bases para
una opció n diplomá tica durante una serie de misiones lanzadera.
En junio, los soldados de la KFOR fueron llevados al teatro para
escoltar a unos 350 combatientes del NLA lejos de su amenazante
posició n de avanzada en Aričinovo. Las autoridades macedonias
estaban indignadas y estallaron disturbios en la capital en protesta
por el supuesto papel de la OTAN como protector de la NLA, pero
Skopje no tenía una opció n independiente real.
El Acuerdo Marco de Ohrid, como el Acuerdo de Dayton, dio
algo para todos lados, pero no hizo feliz a nadie. La NLA estuvo de
acuerdo
para observar un armisticio, entregar sus armas a las autoridades
internacionales y disolverse como foro de lucha armada. La entrega
voluntaria de armas ligeras organizada posteriormente por la OTAN
como Operació n ESSENTIAL HARVEST resultó en la recolecció n de un
gran total de 3.875 armas, de un arsenal de cientos de miles que se
cree que permanecen escondidas bajo el control de militantes del
NLA. A cambio, las autoridades macedonias acordaron iniciar un
proceso de reforma institucional que alcanzaría el objetivo de una
mayor autonomía para la minoría albanesa otorgá ndole el estatus de
nació n constituyente, introduciendo el bilingü ismo y promoviendo la
representació n proporcional. La implementació n de estas promesas
frente a la oposició n interna no prometía ser fá cil, y se puede
presumir que, incluso si se cumplieran, no corresponderá n a la mayor,
El Acuerdo de Ohrid fue impuesto por mediadores internacionales
y sostenido por una presencia militar internacional. En septiembre
26 se fletó una Misió n de Monitoreo de la OSCE que involucraba a
125 monitores para observar el cumplimiento, que estaría
acompañ ada por una fuerza de protecció n de la OTAN liderada por
Alemania, con solo 1,000 tropas demasiado pequeñ as para
intimidar, pero suficientes para indicar resolució n, designada
como Operació n AMBER FOX.43 Planes llamados para que una
fuerza de la UE suceda al despliegue de la OTAN, autó noma pero
basada en los activos de la OTAN y vinculada a la cadena de mando
de la OTAN, un compromiso descrito por el presidente francés
Jacques Chirac como el "primer paso razonable pero ambicioso
hacia una política de defensa europea". sus arquitectos podrían
preferir ignorarlo, Ohrid transformó Macedonia en otro
protectorado balcá nico, esta vez un protectorado lite.45 El acuerdo ha
sido elogiado como un nuevo marco para la gestió n de conflictos
balcá nicos: participació n preventiva de la comunidad internacional,
un compromiso viable que ofrece incentivos positivos para todas las
partes y un monitoreo discreto que deja la responsabilidad
fundamental de la consolidació n de la paz después de los conflictos en
manos de los agentes locales. A raíz de ello, Macedonia ha tenido
cierto éxito en atraer la asistencia financiera internacional que tanto
se necesita46.
Los frutos del Acuerdo de Ohrid llegaron 1 añ o después de su
conclusió n, cuando las elecciones nacionales llevaron al poder a
una nueva coalició n gobernante. En estas elecciones, la IMRO de
Ljubčo Georgievski, con su orientació n retó ricamente nacionalista,
fue rotundamente derrotada por la Liga Socialdemó crata de centro
izquierda detrá s de Branko Crvenkovski. Quizá s lo má s
sorprendente es que el Partido Democrá tico Albanés y su
El líder Arben Xhaferi, comprometido con una alianza
incongruente con la IMRO en el gobierno saliente, fue superado
por la nueva Unió n Democrá tica para la Integració n de Albania,
dirigida nada menos que por el ex líder del NLA Ahmeti. El alcance
de las victorias fue impresionante. En el parlamento de 120
escañ os de Macedonia, se proyectaba que la Liga Socialdemó crata
controlaría una mayoría absoluta de 62 escañ os contra 34 para
IMRO, y la Unió n Democrá tica de Ahmeti 17 escañ os contra solo 5
para el Partido Demó crata.47 Aunque los socialdemó cratas
estaban en condiciones de gobernar independientemente, las
exigencias de implementarlas reformas de Ohrid hicieron imperativo
que lograran un acuerdo con un representante de la minoría albanesa.
El resultado ofrece una oportunidad preciosa para promover
una agenda
por la reconciliació n. Si bien las acusaciones de corrupció n y
connivencia con los partidos eslavos socavaron a Xhaferi, como líder
de la insurrecció n albanesa de Macedonia, Ahmeti acumuló un
tremendo apoyo popular. En el añ o siguiente al levantamiento, se ha
convertido en un defensor abierto de soluciones de compromiso
relacionadas con la reforma, que la mayoría eslava haría bien en
aceptar. Por otro lado, la sospecha dentro de la comunidad eslava
sobre el tipo de militancia albanesa que se cree que ha patrocinado el
“terrorista” Ahmeti está profundamente arraigada. El éxito de
Crvenkovski es en parte una funció n de la desilusió n popular con la
gobernabilidad corrupta y el clientelismo, problemas reales que, sin
embargo, será n extremadamente difíciles de abordar. Y Macedonia
sigue siendo un estado frá gil con una economía que funciona mal y un
alto nivel de desempleo. El NLA ha sido reemplazado por otra
organizació n guerrillera en la sombra denominada Ejército Nacional
de Albania (Armata Kombetare Shqiptare) con una agenda para
continuar la lucha armada.48 El desafecto entre la mayoría eslava,
provocado por dificultades econó micas pero manifestado como
intolerancia nacional, es igualmente un comodín. eso tendrá que ser
monitoreado cuidadosamente. Las elecciones abandonan el país al
comienzo de lo que inevitablemente será un proceso largo y
desordenado de recuperació n econó mica, construcció n del Estado y
reconciliació n étnica. Para que este proceso se lleve a cabo, “requerirá ,
en el futuro previsible, una presencia occidental visible y un apoyo
generoso” 49. provocada por dificultades econó micas pero
manifestada como intolerancia nacional, es igualmente un comodín
que deberá ser monitoreado cuidadosamente. Las elecciones
abandonan el país al comienzo de lo que inevitablemente será un
proceso largo y desordenado de recuperació n econó mica,
construcció n del Estado y reconciliació n étnica. Para que este proceso
se lleve a cabo, “requerirá , en el futuro previsible, una presencia
occidental visible y un apoyo generoso” 49. provocada por dificultades
econó micas pero manifestada como intolerancia nacional, es
igualmente un comodín que deberá ser monitoreado cuidadosamente.
Las elecciones abandonan el país al comienzo de lo que
inevitablemente será un proceso largo y desordenado de recuperació n
econó mica, construcció n del Estado y reconciliació n étnica. Para que
este proceso se lleve a cabo, “requerirá , en el futuro previsible, una
presencia occidental visible y un apoyo generoso” 49.

5. Tudjman en el infierno.
La reconquista de la Krajina por parte de Croacia durante 1995 y
la subsiguiente absorció n de Eslavonia oriental fue un triunfo para la
visió n estrecha de Franjo Tudjman sobre los derechos estatales
croatas. Después de estos eventos,
el “padre de la nació n” recorrió el país en un llamado tren de la paz
pregonando la virtud croata ante el aplauso popular, y su HDZ fue
reconfirmado en el poder en las elecciones nacionales. En junio de
1997, el propio Tudjman ganó fá cilmente un tercer mandato como
presidente. Las victoriasculminó una fase de movilizació n nacional,
pero también sentó las bases para el cambio. Al poner fin a la afrenta
de la ocupació n, expulsar a la població n serbia de Krajina y concluir la
"Guerra de la Patria" (rata Domovinski) que hasta entonces había
dominado la política de la Croacia independiente, los acontecimientos
de 1995 permitieron al electorado croata dedicarse má s atenció n a las
dificultades domésticas reales y presentes.
A pesar del triunfalismo oficial, no todo fue bien. El cuasi-
El gobierno autoritario de la HDZ de Tudjman había estado
acompañ ado de un nivel de vida en declive, un alto desempleo
cercano al 25 por ciento y una privatizació n interna que colocó la
mayor parte de los activos econó micos de Croacia en manos de
"una élite criminal que saqueaba los recursos nacionales". 50
Tudjman fue utilizado por las potencias occidentales como un
aliado de conveniencia en la lucha con la Serbia de Milosevic, pero
nunca realmente respetado, y su país tenía pocos aliados
confiables. A pesar del virtual monopolio estatal de los medios de
comunicació n y de las políticas represivas contra la disidencia
política, era seguro que surgiría una oposició n má s eficaz a medida
que declinaran las restricciones de la movilizació n nacional.
Tudjman murió de cá ncer el 10 de diciembre de 1999, después de
má s de un mes en coma, en medio de una campañ a electoral
parlamentaria. No se había revelado la gravedad de su condició n, y la
noticia de su fallecimiento surgió sobre una élite política y de la
població n mal preparada para recibirla, requirió elecciones
presidenciales anticipadas y abrió la puerta al cambio de régimen. El 3
de enero de 2000, una coalició n reformista de seis partidos logró la
victoria, ganando 95 de los 151 escañ os en la cá mara baja del
parlamento croata contra solo 46 para el HDZ y trayendo a Ivica
Račan del Partido Socialdemó crata (heredero de la Liga Yugoslava de
los Comunistas de Croacia) al cargo de Primer Ministro.51 Un mes
después, el exministro de Relaciones Exteriores de Tudjman, Mate
Granić, obtuvo solo el 22 por ciento de los votos en la primera ronda
de votació n en la contienda presidencial. La segunda vuelta del 7 de
febrero produjo una nueva sorpresa cuando Stipe Mesić,
representante del pequeñ o Partido Popular de Croacia pero familiar
para el electorado debido a su papel como presidente de la
Presidencia Federal durante la agonía de Yugoslavia a principios de la
década de 1990, se impuso sobre el favorecido Dragiša Budiša. El
nuevo liderazgo no perdió tiempo en atacar al Tudjman
legado, arrestando a algunos de los funcionarios estatales má s
notoriamente corruptos, afirmando su voluntad de cooperar con el
trabajo del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia,
lavá ndose las manos de los esfuerzos para unir Herceg-Bosna a
Croacia y prometiendo reformas administrativas y econó micas
radicales.
El repudio de los votantes a Tudjman y la HDZ fue un evento
significativo que hizo posible un cambio del nacionalismo arcaico
de la ú ltima década hacia esfuerzos má s progresistas para volver a
unir a Croacia a los mercados naturales en la subregió n del sureste
de Europa y realinear con los está ndares europeos
contemporá neos de democracia y derechos humanos. Pero el
desafío de la reforma se hizo considerablemente má s difícil por el
legado de la guerra. Zagreb se unió a la Asociació n para la Paz de la
OTAN en mayo de 2000, pero estaba claro que ser miembro de la
Alianza sería, en el mejor de los casos, un objetivo a largo plazo.
ElLa UE elogió el potencial de la nueva Croacia como líder en los
Balcanes posteriores al conflicto, pero pospuso las perspectivas de
asociació n croata. El desempeñ o econó mico siguió estancado en
ausencia de reformas estructurales que seguramente tendrían un alto
precio social, y la ayuda y la asistencia externas siguieron siendo
modestas. La fricció n dentro de la coalició n gobernante ralentizó la
agenda de reformas y aumentó la insatisfacció n popular con la falta de
progreso en la mejora de los niveles de vida.52 La HDZ ha logrado
avances modestos en las elecciones recientes y sigue siendo un factor
en la política nacional, con una agenda que podría marcar la pauta de
Croacia. realineació n hacia Europa tambaleá ndose hacia atrá s.53
Una caricatura política que aparece en el feuilleton Feral croata
Tribuna Después del encarcelamiento de Milošević en La Haya, se
muestra a un relajado Franjo Tudjman sentado en el infierno,
señ alando con el dedo burló n a su homó logo serbio bajo llave,
proclamando el lema de la Segunda Guerra Mundial, bolje grob nego
rob (mejor muerte que esclavitud). Aunque es poco probable que
Tudjman hubiera sido llevado alguna vez ante un tribunal
internacional, fue al menos tan có mplice de la violenta ruptura de
Yugoslavia y responsable de la degradació n de su tierra natal como lo
fue Milošević. Desacreditar el nacionalismo primitivo de la HDZ y
poner a Croacia de nuevo en pie econó micamente son requisitos
previos importantes para restablecer un orden regional estable.
Ayudar en esa tarea debería ser una prioridad para Occidente.
6. La revolución serbia.
La mejor noticia que surgió de los Balcanes tras el conflicto de
Kosovo fue sin duda la caída del ré gimen de Milošević. Quizá s
engañ ado por la sabiduría convencional que sugiere
que su apoyo popular se había visto reforzado por la
intransigencia durante la campañ a aé rea, el propio Milošević tomó
la decisió n de forzar a través de una enmienda constitucional que
le permitía presentarse a las elecciones populares para el cargo de
presidente de Yugoslavia, que anteriormente había sido designado
por el parlamento, en el otoñ o de 2000. El gesto fue innecesario: el
mandato de Milošević como presidente serbio estaba programado
para expirar en julio de 2001, y eventualmente se habría requerido
algú n tipo de arreglo que le permitiera perpetuar el poder, pero no
hubo una presió n inminente para actuar. En la contienda
presidencial, para asombro general, en una carrera de cinco
hombres celebrada el 24 de septiembre, Milošević fue derrotado
en la primera ronda cuando el líder de la oposició n Vojislav
Koštunica, que representa a una coalició n de la Oposició n
Democrá tica, obtuvo algo má s del 50 por ciento de los votos.
Lo que siguió fue un gran drama. De vuelta a la pared, Milošević
se negó a reconocer la validez del resultado. Después de algunas
dudas, la Comisió n Federal de Elecciones pro-régimen dictaminó
que Koštunica no había cruzado el listó n del 50 por ciento y
ordenó una segunda vuelta el 8 de octubre. La Oposició n
Democrá tica rechazó esta táctica, declinó participar en una
segunda vuelta y pidió una desafío. Logró movilizar un
movimiento de contestació n que involucró a una amplia secció n
representativa de la sociedad serbia y culminó con una huelga
general. El punto culminante de la movilizació n llegó el 5 de
octubre, conuna marcha nacional en Belgrado que unió a cientos de
miles de ciudadanos en columnas que hicieron a un lado los controles
policiales y finalmente asaltaron el edificio del parlamento federal.54
El 6 de octubre, Milošević tiró la toalla. Asediado en su residencia en el
suburbio de élite de Dedinje en Belgrado, aceptó formalmente los
resultados de las elecciones y reconoció a Koštunica como el
presidente democrá ticamente elegido de Yugoslavia. Después de 13
añ os de ejercer el poder, el hombre fuerte serbio que había planeado
la disolució n de Yugoslavia, presidió su guerra de sucesió n y salió
aparentemente ileso de la campañ a de bombardeos de la OTAN, había
sido barrido por las multitudes en las calles.
Las razones de la derrota de Milošević no son difíciles de
identificar.
Su base electoral siempre había sido relativamente limitada,
construida sobre el apoyo de los jubilados en busca de seguridad,
las zonas rurales y del sur de Serbia, y las pequeñ as y medianas
ciudades con problemas econó micos. Ya en 1996, la coalició n
Zajedno (Unidad) liderada por Zoran Djindjić y Vuk Drašković
logró una impresionante victoria en
elecciones locales, asegurando mayorías en 14 de las ciudades y
pueblos má s grandes de Serbia. Milošević se negó a reconocer los
resultados, y siguieron 88 días de manifestaciones callejeras
ininterrumpidas, que concluyeron con la rendició n de las autoridades
y la validació n de los resultados electorales, incluido el
reconocimiento de Djindjić como alcalde electo de Belgrado.55 La
coalició n Zajedno no pudo soportar las tensiones de la victoria. , y
para 1997 se había disuelto en medio de disputas partidistas. No
obstante, la debilidad política de Milošević quedó demostrada y la
sensació n de exposició n pudo haberlo alentado a mantener una
postura de línea dura durante la crisis de Kosovo. La derrota de Serbia
en Kosovo, sumada a añ os de gobierno corrupto, declive econó mico y
aislamiento internacional, fue la gota que colmó el vaso. Durante sus
añ os en el poder, Milošević había movilizado repetidamente las
fuerzas del orden para defenderse de la ira popular. En el momento
decisivo, el 5 de octubre, no quedaba nadie para luchar por él: el
ejército, dirigido por el general Nebojša Pavković, y las fuerzas
policiales optaron por ceder ante la població n movilizada. La
revolució n de Serbia fue disciplinada, democrá tica y esencialmente
incruenta, una manifestació n inequívoca de la voluntad popular.56 En
esto se parecía a muchos de los levantamientos anticomunistas de
Europa central de 1989, de los que a veces se dice que representa la
culminació n.57
La revolució n serbia concluyó con elecciones parlamentarias
el 23 de diciembre de 2000, donde la Oposició n Democrá tica de
Serbia, ahora una coalició n de 18 partidos unida detrá s de Djindjić
como su candidato a primer ministro, obtuvo dos tercios del voto
popular. Con una base democrá tica establecida, Serbia se enfrentó a la
enorme tarea de construir lo que Koštunica llamó “un estado sin ríos
de sangre para las fronteras, un estado europeo bueno, eficiente,
democrá tico, libre por dentro y libre por fuera, que sea independiente,
con una economía, industria, sistema bancario, servicios sociales y de
salud y medios de comunicació n normales ”. 58 La divisió n política
cró nica no facilitó la tarea. Djindjić como primer ministro de Serbia y
Koštunica como presidente de Yugoslavia, los dos líderes má s
importantes del nuevo régimen, eran personalidades contrastantes
cuyas agendas no coincidían. Tratar con el legado de Milošević
rá pidamente demostró ser una ocupació n desafiante y peligrosa. El
asesinato de Djindjić el 12 de marzo de 2003, aparentemente a manos
de figuras del crimen organizado integradas en el gobierno de
Milošević que el primer ministro estaba tratando de neutralizar, dejó
en claro los peligros y proporcionó un ejemplo trá gico de la
inestabilidad que sigue acechando el futuro de Serbia. .59
Serbia se encuentra en el corazó n de los Balcanes y posee un
poderoso
tradició n estatal y considerables activos econó micos. Su
reactivació n será fundamental para cualquier esfuerzo por
restaurar la estabilidad regional. Como era de esperar, las
potencias occidentales abrazaron la revolució n serbia y se
movieron rá pidamente para poner fin al cuasi aislamiento
impuesto sobreel régimen de Milosevic. En poco tiempo, Yugoslavia
pudo eliminar las sanciones mantenidas por los Estados Unidos y la
UE, restablecer la membresía en la ONU y la OSCE, y unirse al Pacto de
Estabilidad para Europa Sudoriental, el Banco Europeo de
Reconstrucció n y Desarrollo, el Fondo Monetario Internacional y el
Consejo de Europa.
Belgrado también pudo llegar a un acuerdo sobre un nuevo marco
para las relaciones con Montenegro. Desde que asumió el poder en
noviembre de 1997 en adelante, el presidente montenegrino, Milo
Djukanović, había presionado sin descanso a favor de un referéndum
que permitiera a Montenegro proclamarse a sí mismo como un estado
independiente. A raíz del conflicto de Kosovo, cuando el apoyo a
Montenegro parecía ser una forma conveniente de mantener la
presió n sobre Milošević, las cancillerías occidentales tendían a estar
del lado de Djukanović, aunque la agenda de separació n nunca fue
adoptada sin ambigü edades. El 2 de noviembre de 1999, Podgorica
llegó a introducir el marco alemá n como la moneda oficial de
Montenegro, creando las bases de un estado dentro de un estado. La
secesió n sin duda habría funcionado en beneficio de Djukanović y su
séquito, sospechoso de obtener enormes beneficios del trá fico
delictivo por el que Montenegro se había hecho famoso.60 Las
ventajas de la independencia eran menos obvias para los 650.000
ciudadanos empobrecidos de Montenegro, y a pesar de los mejores
esfuerzos de Podgorica para asegurar una mayoría clara para la
independencia en un referéndum nacional organizado de manera
justa, nunca parece han estado al alcance. En las elecciones nacionales
del 22 de abril de 2001, promocionadas como un referéndum sobre la
independencia, la coalició n Victoria para Montenegro de Djukanović
obtuvo el 42 por ciento de los votos y 35 escañ os en el parlamento
nacional, pero casi fue superada por un bloque de oposició n Juntos
por Yugoslavia que ganó el 41 por ciento. de la votació n y 33 escañ os.
El 14 de marzo de 2002, instado por el mediador de la UE Javier
Solana,
continú a afirmando que la mayoría de los montenegrinos apoyan
la independencia, e invocan la posibilidad de una "lucha civil en
una escala que podría desestabilizar tanto a Montenegro como a
sus vecinos" si sus deseos no se cumplen indefinidamente.63 Pero
el gesto desestabilizador de la secesió n unilateral ha al menos se
ha detenido, permitiendo al gobierno de Belgrado concentrar sus
energías en la reforma interna.64
A pesar de la prioridad otorgada a la consolidació n del
liderazgo de Koštunica, después de la caída de Milošević, Belgrado
fue bombardeado inmediatamente con demandas por parte del
Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia y la comunidad
internacional de entregar a los criminales de guerra acusados, el
má s importante de los cuales era ahora el propio líder depuesto.
Estas demandas rá pidamente se volvieron políticamente
desestabilizadoras. El 1 de abril de 2001, después de un
enfrentamiento de un día en la residencia de Milošević, las
autoridades yugoslavas detuvieron al ex presidente. El 28 de junio
de 2001 (¡Vidovdan!), Fue extraditado a La Haya y el 29 de junio se
convirtió en el primer jefe de estado en ser procesado ante un
tribunal internacional. Aunque apoyaba la cooperació n con el
tribunal de La Haya en té rminos generales, Koštunica se opuso a la
extradició n por inconstitucional, y argumentó que só lo un juicio
nacional permitiría a los serbios aceptar los crímenes de la ú ltima
dé cada. Djindjić anuló su oposició n de principios por motivos
pragmáticos, cediendo a un ultimátum estadounidense que
afirmaba que si Milošević no se entregaba de inmediato, las
contribuciones a la Conferencia de Donantes de Ayuda Interna
programada para el 29 de junio no se producirían.65 El juicio de
Milošević se inició en febrero de 2002 con un buen fanfarria, con el
ex tirano denunciando sin arrepentimiento al tribunal como una
parodia legal y ejercicio de la justicia de los vencedores.66
Durante un tiempo, las peroraciones de Milošević ante el tribunal
fueron la
hablar de Serbia. Sus condenas del Tribunal Penal Internacional
para la ex Yugoslavia por considerarlo ilegal e inspirado por un
sesgo antiserbio fueron ampliamente compartidas y tuvieron una
resonancia considerable. Al final, sin embargo, el juego se volvió
obsoleto. Sin poder, Milošević había perdido el aura de
omnipotencia que lo había hecho tan poderoso como gobernante.
No era un representante convincente de la idea nacional serbia,
que, de hecho, había traicionado repetidamente. La fase de
movilizació n nacional había terminado y las preocupaciones del
pueblo serbio habían pasado a gestionar las consecuencias de una
dé cada de guerra y aislamiento. El juicio de Milošević en La Haya
fue interesante por lo que reveló sobre la evolució n del derecho
internacional, pero de alguna manera irrelevante para la
curso de la larga marcha de Serbia hacia la respetabilidad
internacional. Sin embargo, las insistentes demandas de La Haya
de entregar a los sospechosos y aceptar la culpa de la guerra tenían
el potencial de perturbar la frá gil coalició n gobernante, y había
indudablemente un elemento de verdad en el argumento de
Koštunica de que solo un proceso interno, quizá s inspirado en la
Comisió n de Verdad y Justicia de Sudá frica, podría hacer una
contribució n significativa a la reconciliació n nacional.

7. Europa y los Balcanes.


El 10 de junio de 1999, por iniciativa de la Unió n Europea, má s
de 40 países socios y organizaciones no gubernamentales reunidos
en Colonia, Alemania aprobaron un documento fundacional para el
Pacto de Estabilidad para Europa Sudoriental.67 El proyecto se
lanzó como una iniciativa cooperativa bajo la direcció n general del
Coordinador Especial Bodo Hombach en Sarajevo el 30 de julio de
1999. La idea del Pacto data de 1998, pero fue impulsada por el
conflicto de Kosovo, que reforzó la conciencia de la ineficaz
diplomacia europea en la regió n. El documento de fundació n del
Pacto de Estabilidad prometía apoyo a todos los países del sudeste
de Europa “en sus esfuerzos por promover la paz, la democracia, el
respeto de los derechos humanos y la prosperidad econó mica con
el fin de lograr la estabilidad en toda la regió n,
El Pacto de Estabilidad es un acuerdo marco entre socios
comprometidos con el desarrollo de una estrategia comú n para la
estabilidad y el crecimiento, y una iniciativa multilateral en la que
gobiernos, organizaciones internacionales, instituciones financieras y
organizaciones no gubernamentales unan sus recursos en una causa
comú n. Trabaja bajo la direcció n del Coordinador Especial y un
pequeñ o personal con base en Bruselas, a través de una Mesa
Regional subdividida en tres Mesas de Trabajo dedicadas a
Democratizació n y Derechos Humanos (Tabla 1), Reconstrucció n
Econó mica (Tabla II) y Temas de Seguridad ( Cuadro III). Durante los
3 añ os de su existencia, la Mesa Regional ha llevado a cabo una amplia
gama de iniciativas ú tiles, pero su responsabilidad má s bá sica ha sido
promover la recuperació n econó mica, operando sobre la base de las
recomendaciones del documento de estrategia del Banco Mundial de
marzo de 2000 The Road to Stability y prosperidad en el sudeste de
Europa.
El programa busca combinar esfuerzos a corto plazo para abordar los
efectos persistentes de la guerra a través de programas de
reconstrucció n y ayuda humanitaria, con un compromiso a largo plazo
con la transformació n, incluida la democratizació n, el desarrollo
sostenible y la construcció n de la nació n. También aspira a establecer
está ndares: las contribuciones de los donantes está n condicionadas
por las demandas de reforma estructural por parte de los países
receptores. El Pacto de Estabilidad es todavía un trabajo en curso,
pero no es demasiado pronto para concluir que sus contribuciones a
la recuperació n econó mica han sido decepcionantes. La cantidad de
asistencia generada por el Pacto ha sido simplemente demasiado
pequeñ a para reducir la brecha de desarrollo que divide cada vez má s
a la subregió n de Europa sudoriental de las zonas vecinas de Europa
central y occidental. La inversió n extranjera directa y la asistencia
para el desarrollo a los estados balcá nicos durante toda la década de
1990 só lo alcanzó aproximadamente la mitad del nivel per cá pita que
se proporcionó a los países má s pró speros de Visegrad de Europa
central. Desde la creació n del Pacto de Estabilidad,
la escala de la asistencia no ha cambiado drá sticamente.
Aunque las potencias no europeas, incluidos Estados Unidos,
Canadá y Japó n, se han asociado con el Pacto de Estabilidad desde
su inauguració n, la UE ha proporcionado la mayor parte de los
fondos para la iniciativa, que puede percibirse como parte de un
esfuerzo mayor. abordar el dilema regional de los Balcanes
sacando al sudeste de Europa del frío bajo la tutela de las potencias
europeas tradicionales. La "europeizació n" de los Balcanes,
incluida la "ampliació n de los acuerdos monetarios, comerciales y
de inversió n transfronterizos que ya operan dentro de la UE en la
periferia sureste de Europa", a menudo se plantea como una
solució n ló gica para una regió n periférica que, no obstante, es una
parte integral parte de Europa geográ fica y culturalmente.70 En
los Estados Unidos, redefinir el dilema balcá nico como un
“problema europeo” a veces se convierte en el preludio de
argumentos que instan a la desconexió n, pero desde una
perspectiva regional no hay elecció n.71 Los Balcanes
contemporá neos ya han estado subordinados a la direcció n
europea y euroatlá ntica. La ú nica pregunta que queda es cuá n
efectiva será esa direcció n para ayudar a la regió n a salir de su
actual situació n de degradació n. Desafortunadamente, las
prioridades estadounidenses en evolució n,la naturaleza del proceso
de integració n europea y el historial de la comunidad internacional
durante una década o má s de conflicto en los Balcanes advierten
contra expectativas exageradas.
Tras el colapso de los regímenes comunistas europeos en 1989,
la CE se apresuró a ofrecer a los nuevos estados democráticos de
Europa Central y Oriental el estatus de asociado, pero se mostró
cautelosa a la hora de abrir sus puertas a nuevos miembros. En
diciembre de 1991, los primeros acuerdos de asociació n o
europeos con estados poscomunistas buscaron
promoverintercambio comercial y "diá logo político", pero estos
acuerdos no constituían un compromiso de membresía. La sesió n de
Copenhague del Consejo Europeo en junio de 1993 hizo de la
ampliació n al este una posibilidad prá ctica, pero también condicionó
la elegibilidad a la capacidad de un país asociado de "asumir las
obligaciones de la membresía satisfaciendo las condiciones
econó micas y políticas requeridas" .72 Las condiciones en cuestió n
eran estrictos, y ciertamente mucho má s allá de la capacidad de los
estados del sudeste de Europa. La Comisió n Europea trató de
coordinar la asistencia econó mica a Europa central y oriental
mediante el lanzamiento del Banco Europeo de Reconstrucció n y
Desarrollo (BERD) y la Operació n PHARE en noviembre y diciembre
de 1989. También abrazó la causa de la democratizació n mediante
proyectos en apoyo de la reforma parlamentaria, la vigilancia de los
derechos humanos, el desarrollo de medios de comunicació n
independientes y la promoció n del sindicalismo democrá tico.73 Sin
embargo, la mayoría de estos programas estaban dirigidos a los países
de Visegrad y la ex Unió n Soviética má s que a los estados balcá nicos.
No fue hasta 1997-98 que el Consejo Europeo desarrolló un proyecto
de Asociaciones para la Adhesió n, y el proyecto puso en desventaja al
á rea del sureste de Europa desde el principio. El intento de elaborar
listas de candidatos a la adhesió n en los que se basó la Agenda 2000
de la UE excluyó casi por completo a la regió n de los Balcanes74.
mérito individual. La cumbre de Copenhague de noviembre de 2002
confirmó la adhesió n de Eslovenia y la Repú blica de Chipre en 2004,
Tentativamente esperaba con interés la posibilidad de la adhesió n de
Rumanía y Bulgaria en 2007, y acordó entablar conversaciones de
adhesió n con Turquía en diciembre de 2004 a la espera de que se
avanzara en un proceso de reforma. La UE había ampliado
tardíamente su proceso de ampliació n para incluir los Balcanes, pero
el nú cleo de la regió n constituido por la mayoría de los estados
sucesores yugoslavos seguía sin perspectivas de adhesió n en un
futuro pró ximo.
Había algo de ló gica en la renuencia de la UE. El caos
engendrado por una guerra indefinida y un rendimiento
econó mico en general deficiente prácticamente excluyó a la
mayoría de los estados balcá nicos de la elegibilidad. La alternativa
a la adhesió n era la asociació n positiva, pero
también aquí, la Europa institucionalizada tardó en reaccionar a
las necesidades especiales de una regió n en crisis. Despué s del
fracaso de la mediació n de la CE en la primera etapa de la crisis
yugoslava, Europa dejó de desempeñ ar un papel diná mico en la
gestió n de conflictos regionales y, hasta el Acuerdo de Dayton de
1995, no logró producir ningú n tipo de política balcá nica uniforme.
En febrero de 1996, disgustado por su desaparició n en Dayton, el
Consejo de Asuntos Generales de la UE inició un Enfoque Regional
en los Balcanes, destinado a complementar los esfuerzos de la
OSCE en el marco del Acuerdo de Dayton ofreciendo asistencia
financiera y econó mica y acuerdos comerciales y de cooperació n.
Sin embargo, esperará el momento decisivo de la crisis de Kosovo
antes de que tome forma un enfoque má s coherente. El Consejo
Europeo de Viena de diciembre de 1998 sentó las bases al pedir
una estrategia europea comú n en la regió n,
El programa SAP se centró en la negociació n de
Acuerdos de estabilizació n y asociació n diseñ ados para otorgar
relaciones contractuales a los estados balcá nicos hasta ahora
excluidos del Proceso europeo en conjunto (Albania, Bosnia-
Herzegovina, Croacia, Macedonia y la Repú blica Federativa de
Yugoslavia a partir de 1999). Siguiendo el modelo de los Acuerdos de
Asociació n (Europa) de la década de 1990 "pero con un mayor énfasis
en la cooperació n regional, la democratizació n, el desarrollo de la
sociedad civil y el desarrollo institucional", los Acuerdos y Procesos de
Estabilizació n y Asociació n se han convertido en importantes palancas
de influencia en los intentos europeos para dar forma al entorno
regional de los Balcanes.75 No obstante, las relaciones entre la UE y
los distintos Estados balcá nicos han seguido siendo
considerablemente diversas, y la inestabilidad cró nica sigue
desalentando un compromiso má s profundo y frustrando la
recuperació n. Las prioridades europeas también han evolucionado,
alejá ndose del enfoque humanitario característico de los añ os de
guerra que culminaron con el conflicto de Kosovo. hacia una mayor
preocupació n por los flujos de emigrantes y el trá fico de delincuentes,
problemas que probablemente dicten un mayor cierre en lugar de
inclusió n. La asociació n condicionada y asimétrica, tal como la define
el programa SAP, es un enfoque perfectamente vá lido para integrar a
los estados balcá nicos en un proceso europeo má s amplio al que aú n
no está n listos para unirse como socios de pleno derecho, pero no es
probable que brinde a la regió n el tipo de beneficios. que se necesitan
con urgencia si se quieren evitar nuevos episodios de inestabilidad. La
europeizació n es una aspiració n vá lida e inevitable para la regió n,
pero no será una panacea para sus mú ltiples problemas. La asociació n
asimétrica, tal como la define el programa SAP, es un enfoque
perfectamente vá lido para integrar a los estados balcá nicos en un
proceso europeo má s amplio al que aú n no está n listos para unirse
como socios de pleno derecho, pero no es probable que brinde a la
regió n el tipo de beneficios que son necesarios. se necesitan con
urgencia si se quieren evitar nuevos episodios de inestabilidad. La
europeizació n es una aspiració n vá lida e inevitable para la regió n,
pero no será una panacea para sus mú ltiples problemas. La asociació n
asimétrica, tal como la define el programa SAP, es un enfoque
perfectamente vá lido para integrar a los estados balcá nicos en un
proceso europeo má s amplio al que aú n no está n listos para unirse
como socios de pleno derecho, pero no es probable que brinde a la
regió n el tipo de beneficios que son necesarios. se necesitan con
urgencia si se quieren evitar nuevos episodios de inestabilidad. La
europeizació n es una aspiració n vá lida e inevitable para la regió n,
pero no será una panacea para sus mú ltiples problemas.
Una variedad de iniciativas regionales también buscan fomentar
una coordinació n má s estrecha entre los propios estados balcá nicos.
Entre estas iniciativas se encuentran la Cooperació n Econó mica del
Mar Negro (BSEC) cuyos 11 miembros incluyen a Albania, Bulgaria,
Grecia, Rumania y Turquía, la Iniciativa de Europa Central (CEI) con
16 miembros, incluidos Albania, Bosnia-Herzegovina, Bulgaria,
Croacia, Macedonia, Rumania y Eslovenia; la Iniciativa Cooperativa de
Europa Sudoriental (SECI) que reú ne a Albania, Bosnia-Herzegovina,
Bulgaria, Croacia, Grecia, Hungría, Moldavia, Rumanía, Eslovenia y
Turquía; y el Proceso de Cooperació n de Europa Sudoriental (SEECP),
que incluye a Albania, Bosnia-Herzegovina, Bulgaria, la Repú blica
Federativa de Yugoslavia, Grecia, Macedonia, Rumanía y Turquía, con
Croacia como observador.76 Se trata de empresas claramente
beneficiosas, de naturaleza complementaria, a menudo coordinada
con el trabajo del Pacto de Estabilidad, y paralela a una amplia gama
de relaciones bilaterales diná micas. Sin embargo, está n condenados a
trabajar con recursos muy limitados.77 La cooperació n regional
también está surgiendo en el sector militar. En 1999, ocho países
balcá nicos se combinaron para establecer una Fuerza de Paz
Multinacional en el Sudeste de Europa que se ha convertido en una
fuerza del tamañ o de una brigada de 4.000 soldados capaces de
participar en operaciones de apoyo a la paz y prevenció n de conflictos
dirigidas por la OTAN y bajo mandato de la OSCE78. se refuerzan
mutuamente y son un complemento importante, de hecho esencial, de
los esfuerzos internacionales para construir la estabilidad regional.
sin embargo, está condenado a trabajar con recursos muy
limitados.77 La cooperació n regional también está surgiendo en el
sector militar. En 1999, ocho países balcá nicos se combinaron para
establecer una Fuerza de Paz Multinacional en el Sudeste de Europa
que se ha convertido en una fuerza del tamañ o de una brigada de
4.000 soldados capaces de participar en operaciones de apoyo a la paz
y prevenció n de conflictos dirigidas por la OTAN y bajo mandato de la
OSCE78. se refuerzan mutuamente y son un complemento importante,
de hecho esencial, de los esfuerzos internacionales para construir la
estabilidad regional. sin embargo, está condenado a trabajar con
recursos muy limitados.77 La cooperació n regional también está
surgiendo en el sector militar. En 1999, ocho países balcá nicos se
combinaron para establecer una Fuerza de Paz Multinacional en el
Sudeste de Europa que se ha convertido en una fuerza del tamañ o de
una brigada de 4.000 soldados capaces de participar en operaciones
de apoyo a la paz y prevenció n de conflictos dirigidas por la OTAN y
bajo mandato de la OSCE78. se refuerzan mutuamente y son un
complemento importante, de hecho esencial, de los esfuerzos
internacionales para construir la estabilidad regional.

8. OTAN y los Balcanes.


La OTAN se creó como una alianza de equilibrio en respuesta a
la amenaza de una invasió n soviética de Europa Occidental. Sin
embargo, desde sus orígenes, el compromiso de la Alianza con la
defensa colectiva estuvo ligado al objetivo de construir un sistema
de seguridad dentro del cual las democracias de la Europa de
posguerra pudieran aprender a interactuar pacíficamente.79 En la
década de 1950, Karl Deutsch habló de la Alianza como una
comunidad de seguridad donde la guerra como un medio para
resolver disputas entre estados se estaba volviendo impensable. Las
duras garantías de seguridad proporcionadas por la Alianza alentaron
un proceso má s amplio de integració n política, social y econó mica que
generó considerables beneficios colectivos.81 La OTAN siempre ha
tenido un cará cter dual, como alianza militar defensiva, pero también
como foro político que institucionaliza el diá logo y la cooperació n. .
La evolució n de la Alianza después de la guerra fría ha
acentuado su cará cter de agente político. Al redefinir su misió n y
abrir sus puertas a nuevos miembros, la OTAN ha aspirado, en
palabras del exsecretario general Javier Solana, a crear “una nueva
Alianza, muy alejada en propó sito y estructura de su antepasado
de la Guerra Fría”, inspirada en la premisa de "Seguridad
cooperativa" y capaz de servir como la pieza central de un ré gimen
de seguridad colectiva europea y euroasiá tica emergente.82 Desde
1991 en adelante, la Alianza ha reducido y reconfigurado sus
fuerzas nucleares y convencionales, transformó los
procedimientos de toma de decisiones para lograr una mayor
transparencia y equilibrio, creó el Euro -Consejo de Asociació n
Atlá ntico y proceso de Asociació n para la Paz (PfP) como medio
para involucrar a los estados poscomunistas de Europa central y
oriental, siguió activamente un proceso de ampliació n, reformuló
su concepto de seguridad para fomentar la seguridad mutua y las
misiones de apoyo a la paz fuera del á rea, e institucionalizó
relaciones especiales con la Federació n de Rusia y Ucrania. Su
objetivo autoproclamado ya no es simplemente disuadir la
agresió n, sino ayudar a construir "un orden pacífico justo y
duradero en Europa". 83
El compromiso en los Balcanes ha sido una prueba importante
de
estos nuevos y ambiciosos compromisos. La prueba se ha
superado con éxito, pero no sin problemas. Durante los primeros
añ os del conflicto balcá nico, las potencias de la OTAN expresaron
un amplio consenso en contra de la participació n militar a gran
escala.84 A medida que el conflicto se expandía, se hizo má s difícil
defender una política de no intervenció n: el principal foro de
seguridad de Europa no podía quedarse al margen.
indefinidamente, mientras que una importante regió n europea fue
consumida porguerra sin sacrificar finalmente toda la credibilidad. La
participació n militar en el conflicto de Bosnia fue tardía pero eficaz. La
intervenció n en Kosovo fue precipitada y resultó en una guerra que
probablemente no necesitaba librarse, pero creó un contexto para
traer al menos un rastro de estabilidad a la provincia en disputa. En
Macedonia, el papel de la Alianza fue má s discreto, pero no menos
esencial. Ademá s de estas misiones de apoyo a la paz en curso, y
potencialmente má s importantes a largo plazo, la PfP y su Plan de
Acció n para la Membresía han sido acogidos con entusiasmo por
varios estados balcá nicos, y Eslovenia, Rumania y Bulgaria (junto con
Estonia, Letonia , Lituania y Eslovaquia en Europa Central) han sido
reconocidos como miembros de pleno derecho en la segunda ronda de
ampliació n.
rivalidad entre Grecia y Turquía. Junto con la UE, la OTAN se ha
convertido en un importante punto de orientació n para los regímenes
reformistas de la nueva Europa sudoriental y una fuente insustituible
de estabilidad para la regió n en su conjunto85.
En la Cumbre de Washington de abril de 1999, la OTAN lanzó
una Iniciativa de Europa Sudoriental (SEEI). La intenció n era
aprovechar las formas de cooperació n existentes y extenderlas a
países que aú n no participaron en el proceso de APP (Bosnia-
Herzegovina, Croacia y Yugoslavia durante 1999), con el objetivo
de promover la cooperació n regional y la seguridad y estabilidad a
largo plazo. En octubre de 2000, un suresteEl Grupo Directivo de
Cooperació n en Seguridad de Europa se creó para desarrollar
enfoques regionales sobre cuestiones clave de seguridad, y en mayo
de 2001, a iniciativa de Rumania, la SEEI presidió la redacció n de un
Documento de Evaluació n Comú n de Europa Sudoriental sobre
Desafíos y Oportunidades de Seguridad Regional (SEECAP) acordado
por todos los Ministros de Relaciones Exteriores del sureste de
Europa.86 El SEECAP es un documento orientado a la acció n que
identifica los desafíos de seguridad en los á mbitos político, militar,
econó mico, social y ambiental y especifica los mecanismos de
cooperació n para abordarlos. Bajo la égida de la SEEI y sobre la base
de las recomendaciones de la SEECAP, la OTAN ha desarrollado una
exigente agenda de trabajo que fomenta la modernizació n militar y la
cooperació n en materia de seguridad entre los socios regionales. El
compromiso de la Alianza en este proceso es una señ al
esperanzadora, pero hasta ahora no es má s que eso. La construcció n
de la paz en los Balcanes es un proyecto a largo plazo que requerirá
un compromiso serio por parte de todos los aliados de la OTAN,
incluido Estados Unidos, durante algú n tiempo. Queda por ver si ese
compromiso se cumplirá , con el resultado de que los beneficios de una
comunidad de seguridad alemana se extenderá n finalmente a todas
las nuevas democracias de Europa central, oriental y sudoriental.

********

La regió n de los Balcanes ha llegado al final de un ciclo de violencia


de una década. Aunque los observadores se han condicionado a
esperar lo peor, en los ú ltimos añ os se han producido una serie de
avances prometedores. El derrocamiento de Milošević y la derrota
política de la HDZ han hecho posible relegar la guerra de sucesió n
yugoslava al pasado. Todos los estados de la regió n cuentan con
gobiernos elegidos democrá ticamente ansiosos por avanzar
enfocá ndose en el crecimiento econó mico, regional
cooperació n y relaciones má s estrechas con una Europa en
expansió n. No obstante, los detritos de la guerra, en forma de
infraestructura destrozada, vidas arruinadas y los espíritus
envenenados de comunidades alienadas, permanecen en su lugar.
Algunos de estos problemas está n siendo abordados por misiones
de apoyo a la paz dirigidas por la OTAN en Bosnia-Herzegovina,
Kosovo y Macedonia. Progreso hacia el acercamiento greco-
turco,También promovido activamente en el contexto de la OTAN, es
una gran promesa para toda la regió n. La comunidad internacional ha
mantenido un compromiso sustancial con la consolidació n de la paz
en los Balcanes, y se está n llevando a cabo una serie de iniciativas
internacionales y regionales para promover el desarrollo y la
comprensió n.87
Tendencias prometedoras no significan que la regió n haya
transformado el
esquina. El progreso hacia la consolidació n democrá tica ha sido
real, pero reversible. Aú n no se han establecido las bases para una
paz autosostenible en Bosnia-Herzegovina, Kosovo y Macedonia.
Los malos resultados econó micos, la criminalidad desenfrenada y
la desilusió n social que fomenta la migració n son dilemas graves
para la regió n en su conjunto. Las prioridades cambiadas después
de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 contra
Estados Unidos han rebajado el perfil de la regió n de los Balcanes
en los asuntos internacionales y han puesto en duda los
compromisos internacionales que son vitales para la estabilidad. Si
tales tendencias no se revierten, y solo se revertirá n como
resultado de una determinació n renovada y una acció n decidida,
una variante dela Cuestió n Oriental podría volver a la vida, con el
Sudeste de Europa, excluido de la corriente principal europea,
representando una vez má s una fuente cró nica de fricció n y violencia.

Intervención humanitaria y derecho de la guerra.

Las guerras de los Balcanes de la década de 1990 desafiaron la


capacidad de el derecho y las instituciones internacionales para
abordar el problema de la violencia en el sistema internacional, tanto
en los conflictos interestatales como en los casos de abusos
humanitarios perpetrados por las autoridades nacionales. La intensa
cobertura mediá tica se extendió a los conflictos balcá nicos, la
participació n de la comunidad internacional en el esfuerzo de gestió n
del conflicto, la alta visibilidad de las violaciones humanitarias y el
nuevo campo para el activismo aparentemente abierto al final de la
bipolaridad de la guerra fría se combinaron para hacer del conflicto
un terreno particularmente fértil para los esfuerzos por expandir la
convenció n de guerra moderna.88 La medida en que esos esfuerzos
tengan o no éxito representará
una parte importante del legado de las guerras de sucesió n
yugoslava.
Los intentos de ampliar la capacidad de las instancias
internacionales para sancionar las violaciones de las normas
legales o humanitarias se basan en un Presunció n universalista: que
en un sistema internacional cada vez má s interdependiente, los
valores comunes deben prevalecer sobre las preocupaciones egoístas
de las unidades individuales. El objetivo a veces se describe como un
cambio de un orden "westfaliano", basado en la autonomía de los
estados-nació n en un sistema aná rquico sin una autoridad
supranacional efectiva, hacia una sociedad internacional donde al
menos algunos de los elementos del orden interno pertenecen a la
conducta. de las relaciones interestatales también. Las reacciones
internacionales a las guerras de sucesió n yugoslava encarnaron este
argumento de al menos tres formas. Primero, las intervenciones
occidentales se justificaron en nombre de una doctrina de
intervenció n humanitaria que afirma que, en casos de crímenes
masivos de lesa humanidad, las instancias internacionales y los
actores nacionales responsables está n obligados a responder, si es
necesario,
A raíz del derramamiento de sangre en Bosnia-Herzegovina, el
Se afirmó ampliamente la pertinencia de una doctrina de
intervenció n humanitaria. La guerra de la OTAN en Kosovo se
justificó formalmente como una guerra humanitaria, en la que se
suponía que las potencias intervinientes recurrían a las armas, no
por motivos de interé s nacional, sino en respuesta a violaciones
éticas intolerables. El Tribunal Penal Internacional para la ex
Yugoslavia existe desde hace casi una dé cada y tiene el mandato de
imponer la responsabilidad legal por los abusos humanitarios. La
Haya es ahora el sitio de la primera prisió n internacional de la
historia y el hogar del primer jefe de estado jamá s colocadoen
juicio por un tribunal internacional por cargos penales. Inspirada e
influenciada por estas iniciativas, la ONU ha ratificado una Corte Penal
Internacional (CPI) permanente, que asumirá sus funciones en La
Haya durante 2003.92
Estas son iniciativas significativas, pero si agregará n
hasta una extensió n sustancial de la convenció n internacional de
guerra sigue sin estar claro. Muchos de los estados que fueron los
campeones má s acérrimos de una doctrina de intervenció n
humanitaria en las circunstancias específicas del conflicto yugoslavo
se han enfriado desde entonces.
ocurrencia. La guerra no es una institució n humanitaria; en
ocasiones, el recurso a las armas puede ser justo o justificable,
pero rara vez es humano. El Tribunal Penal Internacional para la
ex Yugoslavia es una institució n controvertida y la CPI carece del
apoyo de muchos de los actores nacionales má s importantes del
mundo, incluidos China, la Federació n de Rusia y los Estados
Unidos. A medida que las guerras yugoslavas de la década de 1990
se desvanezcan en el pasado, las reacciones emocionales que
galvanizaron la opinió n comenzará n a palidecer tambié n. Muchas
de las innovaciones conceptuales y legales que se aplicaron
durante el conflicto yugoslavo siguen estando insuficientemente
institucionalizadas y pocas se basan en un consenso internacional
sustancial.
La intervenció n de la OTAN durante la guerra en Bosnia-
Herzegovina no fue sancionada formalmente sobre la base de una
doctrina de intervenció n. El uso de la fuerza contra la facció n serbia
(y las amenazas ocasionales de recurrir a la fuerza contra las facciones
croata y musulmana) se produjo en respuesta a violaciones de las
directrices de la ONU, ya petició n de la ONU. En el conflicto de Kosovo,
sin embargo, la intervenció n de la OTAN no se basó en ningú n tipo de
mandato convincente de la ONU u otra instancia relevante. Má s bien,
el derecho a recurrir a la fuerza fue afirmado unilateralmente por el
secretario general de la OTAN, Javier Solana, en una carta al Consejo
del Atlá ntico Norte fechada el 9 de octubre de 1998, sobre la base de
una interpretació n de la Resolució n del Consejo de Seguridad de la
ONU No. 1999, que definía la situació n. en Kosovo como "un peligro
para la paz y la seguridad en la regió n" y citó el peligro inminente de
"un desastre humanitario". La circunstancia de necesidad
humanitaria, segú n Solana, proporcionó a la OTAN "una base legítima
para amenazar el uso de la fuerza y, si fuera necesario, un recurso a la
fuerza" .93 Al comienzo de la campañ a de bombardeos, el primer
ministro britá nico Tony Blair elevaría la noció n a un imperativo étnico
para "Actuar para salvar a miles de hombres, mujeres y niñ os
inocentes de una catá strofe humanitaria", descrito
grandilocuentemente como un "nuevo internacionalismo donde no se
toleraría la brutal represió n de grupos étnicos enteros" .94 El nuevo
internacionalismo de Blair implicaba una revisió n significativa de la
guerra justa clá sica teoría, que exige la autoridad correcta como
requisito previo para recurrir a la coacció n. En casos de necesidad
humanitaria urgente, se sugirió , las premisas legales que definen la
autoridad del derecho, al menos tal como han sido entendidas por la
tradició n moderna o westfaliana del derecho internacional, Podrían
ser anuladas y las naciones responsables u organizaciones
internacionales auto-empoderadas para luchar por una causa justa.
Como dijo Blair en un discurso ante el Club Econó mico de Chicago el
22 de abril de 1999, una "doctrina de la comunidad internacional"
había "cambiado
el equilibrio entre los derechos humanos y la soberanía estatal. ”95
Para el neokantiano Jü rgen Habermas, la guerra en Kosovo había
alentado“ un salto desde el derecho internacional clá sico
entendido como una ley de estados hacia el derecho cosmopolita
de una sociedad de ciudadanos del mundo. ”96 La doctrina de la
intervenció n humanitaria es convincente, pero no lo será hasta que
se resuelvan varios problemas bá sicos. ElPrimero está el tema de la
institucionalizació n. Las operaciones ad hoc, como la emprendida por
la OTAN en Kosovo, no descansan sobre una base jurídica só lida. El
pá rrafo 4 del artículo 2 de la Carta de la ONU prohíbe el recurso a la
fuerza por parte de los Estados con solo dos excepciones: (1)
Autodefensa como se menciona en el Artículo 51 de la Carta (la misma
premisa se menciona en el Artículo 5 del Tratado del Atlá ntico Norte);
y (2) Medidas de seguridad colectiva bajo los auspicios del Consejo de
Seguridad segú n se definen en el Capítulo VII. La OTAN demostró su
sensibilidad al tema durante el conflicto de Kosovo al vincular sus
acciones a resoluciones anteriores de la ONU, pero desde cualquier
punto de vista, la legalidad de la campañ a era sospechosa.97 Para
hacer má s creíble una doctrina de intervenció n humanitaria, Las
instituciones internacionales y el régimen de seguridad colectiva
presidido por la ONU tendrá n que ser fortalecidos
considerablemente.98 Idealmente, la Carta de la ONU debería ser
reescrita para sancionar tales intervenciones, y deberían
desarrollarse procedimientos consistentes para identificar
violaciones. Asimismo, en un espíritu de institucionalizació n
consistente, sería mejor si algú n tipo de fuerza de intervenció n
formalmente constituida, como la recomendada por el exsecretario
general de la ONU Boutros Boutros-Ghalli en su Agenda de Paz de
1992, pudiera ponerse a disposició n de los La ONU como un
instrumento de aplicació n.99 Estos procedimientos representarían
pasos importantes que se alejarían de la premisa westfaliana de la
soberanía estatal hacia una gobernanza mundial má s só lida. Para eso
y se desarrollaron procedimientos consistentes para identificar
violaciones. Asimismo, en un espíritu de institucionalizació n
consistente, sería mejor si algú n tipo de fuerza de intervenció n
formalmente constituida, como la recomendada por el exsecretario
general de la ONU Boutros Boutros-Ghalli en su Agenda de Paz de
1992, pudiera ponerse a disposició n de los La ONU como un
instrumento de aplicació n.99 Estos procedimientos representarían
pasos importantes que se alejarían de la premisa westfaliana de la
soberanía estatal hacia una gobernanza mundial má s só lida. Para eso
y se desarrollaron procedimientos consistentes para identificar
violaciones. Asimismo, en un espíritu de institucionalizació n
consistente, sería mejor si algú n tipo de fuerza de intervenció n
formalmente constituida, como la recomendada por el exsecretario
general de la ONU Boutros Boutros-Ghalli en su Agenda de Paz de
1992, pudiera ponerse a disposició n de los La ONU como un
instrumento de aplicació n.99 Estos procedimientos representarían
pasos importantes que se alejarían de la premisa westfaliana de la
soberanía estatal hacia una gobernanza mundial má s só lida. Para eso
podría ponerse a disposició n de la ONU como un instrumento de
ejecució n.99 Tales procedimientos representarían pasos significativos
para alejarse de la premisa westfaliana de soberanía estatal hacia una
gobernanza mundial má s só lida. Para eso podría ponerse a
disposició n de la ONU como un instrumento de ejecució n.99 Tales
procedimientos representarían pasos significativos para alejarse de la
premisa westfaliana de soberanía estatal hacia una gobernanza
mundial má s só lida. Para eso
misma razó n, es poco probable que se lleven a cabo.
El tema de las normas representa otro dilema. ¿Cuá ndo las
violaciones humanitarias crean una situació n de necesidad
urgente?suficiente para justificar un recurso a las armas? Durante los
conflictos balcá nicos de la década de 1990, las decisiones de
intervenir a menudo iban acompañ adas de una exageració n
consciente del alcance de los abusos para moldear la opinió n de las
élites y ganar el apoyo pú blico. El uso de la acusació n de genocidio ha
sido particularmente notable a este respecto. La represió n de Serbia
contra los albanokosovares se inició sobre la base de las acusaciones
de genocidio en curso contra la minoría serbia de la provincia.100
Durante el período previo al estallido de la guerra en la primavera de
1991, las tres facciones comunales de Bosnia-Herzegovina plantearon
la acusació n de genocidio
contra sus rivales.101 Los comentaristas croatas acusaron a las
fuerzas serbias de perpetrar genocidio durante sus campañ as de
1991 en Croacia.102 Durante el conflicto bosnio, la comunidad
musulmana fue descrita repetidamente como víctima de
genocidio.103 En el invierno de 1998-1999, cuando las víctimas de
los combates en curso en Kosovo contaban enLos miles, la
acusació n se dirigió una vez má s contra las autoridades serbias. Como
resultado de la expulsió n masiva (pero no necesariamente la matanza
masiva sistemá tica) de los albanokosovares durante la guerra, ha
llegado a la acusació n contra Milošević redactada por el TPIY104.
Inevitablemente vinculado a los crímenes sin precedentes de la
Segunda Guerra Mundial. holocausto, el término genocidio
proporciona una “fuente de odio de alto rendimiento” y, por lo tanto,
junto con otros cargos dirigidos contra supuestos oponentes, es
susceptible de abuso como una “herramienta indecente de
propaganda” 105.
Determinar cuá ndo los abusos humanitarios pueden ser
sancionados
a menudo exigirá un juicio esencialmente subjetivo basado en
conocimiento imperfecto. En una era de informació n instantá nea,
donde la percepció n pú blica a menudo está condicionada
decisivamente por imá genes y reportajes sensacionales de los medios,
existe el riesgo de que el emocionalismo excesivo construido sobre un
lenguaje convincente pueda malinterpretar los eventos y, por lo tanto,
crear un impulso irresistible para "hacer algo" antes de que se
produzcan cadenas de causalidad. claro, es muy real. Los conflictos
armados no siempre producen distinciones inequívocas entre
víctimas y victimarios. El monitoreo sistemá tico por parte de
observadores imparciales y la adjudicació n lú cida de las pruebas son
los ú nicos medios para superar esa incertidumbre. En la actualidad,
las instancias internacionales está n lejos de contar con los medios, o la
autoridad moral necesaria, para llevar a cabo tales tareas de manera
confiable.
Una doctrina de intervenció n humanitaria también debe llegar a un
acuerdo
con el tema del compromiso. Las naciones han elaborado
tradicionalmente la política internacional sobre la base de un
discurso de interés. Aunque las preocupaciones humanitarias no
son completamente ajenas a este discurso, rara vez se encuentran
en su esencia. Cuando los intereses no se consideran vitales, rara
vez se puede mantener un compromiso de vidas y tesoros. Durante
la guerra de sucesió n yugoslava, se demostró repetidamente el
compromiso incierto de las potencias occidentales. Occidente
siguió una política de contenció n durante 3 largos añ os mientras
má s de 200.000 yugoslavos fueron asesinados en guerras y
masacres. En Kosovo, la OTAN estaba dispuesta a ir a la guerra en
nombre de los albanokosovares, pero sin correr el riesgo de sufrir
bajas masivas.106 La administració n de George W. Bush
asumió el cargo en enero de 2001 a un coro de llamadas de
partidarios influyentes que instaban a la retirada de EE. UU. con el
argumento de que los intereses nacionales no estaban en juego. El
caso de los Balcanes deja en claro que la motivació n humanitaria por
sí sola rara vez proporcionará el tipo de compromiso sostenido que
exige una intervenció n eficaz.
El caso de la intervenció n humanitaria presupone que la
violencia organizada puede movilizarse como un instrumento de
justicia en contingencias regionales complejas dentro de los límites
de la prueba de proporcionalidad. El cará cter mismo de la guerra
moderna pone en duda esta presunció n.
El relato de Wesley Clark sobre la Operació n FUERZA ALIADA está
imbuido de la convicció n de luchar por una causa justa, pero su
aná lisis no deja dudas de que para prevalecer en los conflictos
armados, los beligerantes deben respetar las leyes de la guerra y
buscar la victoria sin concesiones. En guerras limitadas destinadas a
proporcionar "estabilidad regional y asistencia humanitaria", donde
posiblemente haya un sustituto de la victoria, el resultado a menudo
tendrá má s en comú n con las acciones policiales imperiales que el
conflicto armado clá sico entre pares competidores.107 La dificultad
de movilizar y sostener el apoyo pú blico empuja inexorablemente
hacia una dependencia del poder aéreo para reducir o eliminar bajas
entre las propias fuerzas, mientras maximiza el dañ o a la
infraestructura enemiga. En Kosovo, segú n Michael Ignatieff, ”111 El
honor del combatiente —el contexto ético que distingue la guerra del
crimen— siempre se ha basado en la asunció n de un riesgo recíproco
al servicio de una causa. Si ese contrato se rompe, insiste Ignatieff, la
guerra se convierte en poco má s que una especie de castigo.112
La capacidad de hacer la guerra con un riesgo mínimo hace que
el
decisió n de recurrir a la fuerza má s fá cil de hacer. Si no se
monitorea cuidadosamente, tal capacidad puede conducir a
acciones precipitadas y desconsideradas, desalentar la bú squeda
de alternativas diplomá ticas y socavar el criterio de guerra justa de
ú ltimo recurso. En vísperas de la Operació n STORM en Croacia en
el verano de 1995, confiado en el apoyo de Estados Unidos,
Tudjmanutilizó las negociaciones internacionales como pretexto para
ganar tiempo para los preparativos de ú ltima hora. Las negociaciones
de Rambouillet se han descrito como poco má s que una estratagema
destinada a justificar un recurso a la fuerza. Tales circunstancias se
repetirá n si la presunció n de un derecho a la intervenció n
humanitaria se integra en el có digo operativo de las grandes
potencias. La guerra sin riesgo de consecuencias también hace que la
tentació n de utilizar pretextos humanitarios sea má s difícil de resistir.
El peligro obvio es la transformació n de una agenda basada en una
afirmació n de los derechos humanos universales en una forma
encubierta de hegemonismo; Hedley Bull, por ejemplo, ha notado la
continuidad entre el tema de la intervenció n humanitaria y las
tradiciones misioneras y coloniales. concepto de guerra humanitaria ”,
escribe Danilo Zolo,
El Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia, creado en
mayo de 1993 por el Consejo de Seguridad de la ONU
La base del Capítulo I de la Carta de la ONU, con un mandato
retrospectivo a 1991, es la dimensió n má s ambiciosa de los esfuerzos
para utilizar las guerras yugoslavas como contexto para ampliar la
supervisió n de la comunidad internacional con respecto a la guerra y
el conflicto. Las guerras en Bosnia-Herzegovina y Kosovo fueron los
primeros conflictos armados de la historia librados en presencia de un
tribunal internacional juzgado competente para juzgar los crímenes
cometidos.
El esfuerzo por mover los medios judiciales hacia el centro de
la convenció n de guerra es una innovació n del siglo XX. En los
primeros siglos de la Edad Moderna, las tradiciones europeas de
pacifismo y derecho internacional (Erasmo, Grocio, Crucé, el
Duque de Sully, el Abbé Saint-Pierre, Penn, Vattel, Rousseau, Kant)
enfatizaron las relaciones interestatales y la organizació n política
como los cimientos de paz duradera.115 El intento de los
pacificadores de Versalles de poner al Kaiser, junto conotros líderes
alemanes (se solicitó la entrega de 90 personas) en juicio ante un
tribunal internacional con jueces que representan
Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Italia y Japó n no tenía
precedentes. Pero Holanda rechazó la extradició n del Kaiser,
Alemania se negó a entregar a nadie y, al final, poco salió del proyecto.
Un precedente má s significativo se estableció al final de la Segunda
Guerra Mundial. El Acuerdo de Londres del 6 de agosto de 1945 creó
el Tribunal de Nuremberg en nombre de las naciones victoriosas de la
guerra, y un añ o después se creó en Tokio un Tribunal Militar
Internacional para el Lejano Oriente. El tribunal de Tokio llevó a cabo
dos añ os de audiencias ante 11 jueces designados por el general
estadounidense Douglas MacArthur. Los 28 acusados que
comparecieron ante el tribunal fueron condenados y siete ejecutados.
El proceso de Nuremberg comenzó el 25 de noviembre de 1945, con
22 acusados presentados ante jueces estadounidenses, britá nicos,
franceses y soviéticos. Un añ o después concluyó con tres veredictos de
no culpabilidad, condenas a penas de prisió n de diversa duració n y
diez condenas a muerte que se ejecutaron de inmediato. Aunque a
menudo se describe como una continuació n de la tradició n de
Nuremberg, el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia se
basa en un conjunto diferente de premisas. El estatuto del Tribunal de
Nuremberg citaba específicamente el “poder legislativo soberano de
los países a los que el Reich alemá n se rindió incondicionalmente”
como base de su autoridad. El Tribunal Penal Internacional para la ex
Yugoslavia no es un tribunal militar, y el artículo 16 de su estatuto
exige una acció n completamente independiente de cualquier
gobierno.116 Una prioridad para las autoridades de Nuremberg,
señ aló en el discurso de apertura del juez Robert H. Jackson citando
“el privilegio de abrir la primer juicio de la historia por crímenes
contra la paz del mundo, ”Aunque también tuvieron en cuenta los
crímenes de guerra (jus in bello) y los crímenes de lesa humanidad,
existía la responsabilidad legal de instigar la guerra (crímenes contra
la paz en la tradició n del jus ad bellum) .117 El Tribunal de La Haya se
ha centrado casi exclusivamente en los crímenes de lesa humanidad ,
y representa un ataque consciente contra la soberanía estatal en
nombre de las normas universales, aunque debe notarse que, a
diferencia del TPIY, la CPI incluye el criterio de Nuremberg de
crímenes contra la paz en su estatuto. Nuremberg y Tokio no
establecieron tradiciones continuas; una vez concluidos los procesos,
la idea de un y representa un ataque consciente contra la soberanía
estatal en nombre de las normas universales, aunque debe notarse
que, a diferencia del TPIY, la CPI incluye el criterio de Nuremberg de
crímenes contra la paz en su estatuto. Nuremberg y Tokio no
establecieron tradiciones continuas; una vez concluidos los procesos,
la idea de un y representa un ataque consciente contra la soberanía
estatal en nombre de las normas universales, aunque debe notarse
que, a diferencia del TPIY, la CPI incluye el criterio de Nuremberg de
crímenes contra la paz en su estatuto. Nuremberg y Tokio no
establecieron tradiciones continuas; una vez concluidos los procesos,
la idea de un
El tribunal penal internacional permaneció inactivo hasta la década de
1990.
La legitimidad del Tribunal Penal Internacional para la ex
Yugoslavia ha sido impugnada por motivos legales (en particular
por Slobodan Milošević en la deposició n al comienzo de su juicio) .
118 ¿Tiene el Consejo de Seguridad la autoridad para nombrar un
tribunal en virtud del Capítulo VII de la Carta y para quitar la
autoridad jurídica de ¿Estados soberanos? Estas decisiones,
despué s de un largo
revisió n, fueron tomadas por el propio Tribunal Penal
Internacional para la ex Yugoslavia, en su propio nombre y en su
propio favor, en el caso Miroslav Tadić.119 Las decisiones pueden
ser impugnadas, pero son sustanciales.
La cuestió n de la autonomía del Tribunal es quizá s má s
preocupante. La ausencia de un acuerdo multilateral como base
del Tribunal (a diferencia de la CPI) lo convierte en una especie de
subsidiaria del Consejo de Seguridad, que no puede considerarse
ni imparcial ni universal. Lo mismo puede decirse del Procurador
General, quien es nombrado directamente por el Consejo de
Seguridad. Aunque el artículo 29 del Estatuto del Tribunal obliga a
todos los estados miembros de la ONU a colaborar con su trabajo,
el círculo real de colaboradores ha sido bastante reducido. El
artículo 32 del Estatuto especifica que los ingresos deben provenir
de los fondos operativos generales de la ONU, pero ya en 1993 se
estableció un fondo especial para el Tribunal Penal Internacional
para la ex Yugoslavia sobre la base decontribuciones. En la prá ctica,
el Tribunal depende financieramente de un pequeñ o nú mero de
potencias occidentales lideradas por Estados Unidos.
Los procedimientos del Tribunal tambié n lo han expuesto a los
cargos de
sesgo y enjuiciamiento selectivo. La justicia no ha sido rá pida,
segura ni equitativa. La detenció n coercitiva de los acusados no se
inició hasta el verano de 1997 y se ha desarrollado de forma
irregular y con numerosos fallos. El 10 de julio de 1997, comandos
britá nicos en Prijedor se acercaron a Simo Drljača, un jefe de
policía local cuya á rea de responsabilidad durante 1992 incluía los
campos de prisioneros de Omarska, Keraterm y Trnopolje, en
vehículos simulados de la Cruz Roja, una flagrante violació n de la
neutralidad de la Cruz Roja. Drljača murió en el tiroteo resultante.
El 25 de agosto de 1999, Momir Talić, ex comandante en jefe de las
fuerzas armadas de la Repú blica Srpska, fue arrestado sobre la
base de una orden secreta despué s de que lo indujeran a viajar a
Viena como invitado de la OSCE. Procedimientos irregulares como
estos, inconsistencia en la ejecució n de ó rdenes judiciales, la
imposibilidad de traer a los sospechosos má s buscados, incluidos
Karadžić y Mladić, y las dificultades de enjuiciamiento por falta de
un testimonio corroborativo de base amplia, han desacreditado
considerablemente al Tribunal Penal Internacional para la ex
Yugoslavia. En los nueve añ os que lleva de existencia, a un costo de
má s de 400 millones de dó lares, han comparecido ante el tribunal
67 imputados, 31 de los cuales han sido juzgados.
OnceActualmente, los acusados está n siendo juzgados y
aproximadamente 30 acusados siguen pró fugos. La mayoría de los
acusados han sido serbios. El nú mero de musulmanes croatas y
bosnios en la lista es considerablemente menor, y só lo a fines de
febrero de 2003 había cuatro albanokosovares, todos ex miembros del
ELK, y el comandante de la ABH en
Srebrenica, Nasim Oric´, acusado de perpetuar atrocidades contra
pueblos serbios en Bosnia, fue procesado ”. Al ritmo actual, es
probable que la labor del Tribunal se prolongue durante la mayor
parte de la pró xima década, a un costo cada vez mayor y con solo la
punta del iceberg de los abusos sometidos a escrutinio. Este es un
resultado demasiado lento, parcial y controvertido para
representar un está ndar de justicia, contribuir de manera
significativa a la reconciliació n o brindar una amonestació n eficaz
a otros líderes mundiales que está n contemplando la agresió n.120
Es evidente que hay un gran nú mero de culpables en el
banquillo de los acusados de La Haya, que merecen un castigo
ejemplar. La premisa de la responsabilidad legal con respecto al
derecho de la guerra es, en principio, admirable; si dicha
responsabilidad pudiera hacerse cumplir de manera confiable y
justa, la convenció n internacional sobre la guerra daría un paso
significativo hacia adelante. Este será quizá s el desafío al que se
enfrenta la CPI. La experiencia del Tribunal Penal Internacional
para la ex Yugoslavia llama la atenció n sobre lo difícil que
probablemente será el desafío.

Guerra en los Balcanes: un balance.

Las guerras de la década de 1990 fueron conflictos posteriores


a Yugoslavia, nacidos del fracaso de la idea de los eslavos del sur,
largamente apreciada pero ahora desacreditada. Se libraron entre
comunidades con una historia de antagonismo, pero también entre
pueblos con una lengua franca, una historia comú n y una
experiencia compartida como conciudadanos. Todos estuvieron
marcados por la crueldad particular de la guerra civil. Ninguno,
con la posible excepció n del caso esloveno, ha sido resuelto
definitivamente. A pesar de sus muchos defectos, la federació n
yugoslava ofreció un positivocontexto para resolver el desafío de la
diversidad cultural mediante el sostenimiento de un espacio comú n
en el que las comunidades étnicas puedan convivir con garantías
razonables de equidad y equilibrio. Después de una década de guerra,
ninguna alternativa positiva parece ocupar su lugar. La quimera del
estado nacional étnicamente puro, todavía perseguida por los
defensores de los acuerdos de partició n en Bosnia, Kosovo, Macedonia
y otros lugares, no puede ser la base de un orden político sostenible
en un á rea culturalmente compleja como la ex Yugoslavia. Esto es así
incluso a raíz de la importante ingeniería social afectada por las
políticas de limpieza étnica durante la ú ltima década. Si se quiere
revertir el proceso de fragmentació n aná rquica que ha destruido la ex
Yugoslavia, habrá que encontrar alguna fó rmula para la reconciliació n
y la re-asociació n.
El colapso de Yugoslavia ha dado lugar a una mezcla compleja
de nuevos estados frá giles y entidades cuasi-estatales. Eslovenia,
Croacia ySerbia-Montenegro, los fundadores originales de la
federació n yugoslava, tienen un potencial nacional considerable.
Liubliana está bien posicionada para completar su asociació n con la
Europa institucional. Belgrado y Zagreb, aunque enfrentan
circunstancias econó micas difíciles que si no se controlan podrían
reanimar el nacionalismo defensivo, tienen los recursos para seguir el
mismo camino. Bosnia-Herzegovina, Kosovo y Macedonia son
protectorados internacionales en todo menos en el nombre, y
probablemente lo seguirá n siendo durante algú n tiempo. Un Kosovo, o
Montenegro independiente, no tendría prá cticamente ninguna
perspectiva de desarrollo equilibrado si no fuera por la asistencia
internacional y la trata delictiva. La vecina Albania es un estado
virtualmente fallido, que depende en gran medida del apoyo de la
comunidad internacional.
La guerra de sucesió n de Yugoslavia fue también una guerra de
los Balcanes, librada
sobre cuestiones de identidad y territorio que siempre se han
pronunciado en una regió n marcada por líneas divisorias de
civilizació n, estados débiles y nacionalismo frustrado. El fin del
sistema de la guerra fría, incluida la desaparició n de la federació n
yugoslava, el colapso de los regímenes comunistas en Albania,
Rumania y Bulgaria, y la desaparició n de la Unió n Soviética,
rompieron los equilibrios geopolíticos en todo el sureste de
Europa. Las guerras de la década de 1990 restablecieron
laequilibrio en algunos casos, pero generó nuevas fuentes de conflicto
en otros. Es probable que las cuestiones de Macedonia y Albania en los
Balcanes meridionales, en particular, sigan siendo fuentes de
inestabilidad cró nica. Otras cuestiones no resueltas de identidad y
lealtad, incluido el destino de naciones multiestatales como los
serbios, magiares y romaníes, también podrían convertirse en fuentes
de tensió n. La reformulació n del orden regional siempre ha sido un
requisito previo para una gestió n eficaz de los conflictos. Es un desafío
al que los principales actores regionales y la comunidad internacional
apenas está n comenzando a enfrentarse.
El conflicto yugoslavo también planteaba preocupaciones sobre
el orden mundial. Eso
fue uno de los conflictos armados má s prolongados y destructivos
de la dé cada de 1990 y, en muchos sentidos, fue un ejemplo típico
de guerra moderna de intensidad media provocada por la
inestabilidad regional. Visto como un estudio de caso, el modelo
yugoslavo incluye la desintegració n de un estado fallido bajo el
peso de la disfunció n econó mica, un colapso
del orden interno exacerbado por la tensió n étnica y la rivalidad
comunal, el conflicto armado impulsado por milicias organizadas
localmente y las fuerzas paramilitares, la guerra librada
intencionalmente contra civiles indefensos con el objetivo de
provocar el terror y la huida masiva, el la participació n discreta de
las principales potencias como patrocinadores de aliados regionales, y
los intentos frustrados de la comunidad internacional, a menudo
impulsada por una cobertura mediá tica sensacionalista, de llegar a un
acuerdo con el problema en un entorno donde los intereses vitales y
los motivos imperiosos rara vez estaban en juego121. Las guerras
balcá nicas fueron conflictos posteriores a la guerra fría en los que la
mano de las superpotencias no estuvo presente para imponer
moderació n; el destino de Yugoslavia atestigua el potencial de pérdida
de control engendrado por el fin de la bipolaridad. También plantea la
cuestió n de có mo se manejará n los conflictos regionales de mediana
intensidad en el futuro; por quién, con qué medios y en nombre de
qué fines.
En este sentido, tres lecciones surgen de una evaluació n de
compromiso internacional en el conflicto de los Balcanes. Primero,
no puede haber una intervenció n parcial o limitada. Si la
comunidad internacional no quiere o no puede hacerse a un lado y
dejar que los conflictos regionales sigan su curso, debe estar
preparada para participar a largo plazo. Las intervenciones traen
responsabilidad, colocan la reputació n de lospartes intervinientes
en juego, y conllevan obligaciones complejas para con amigos y
aliados que no pueden eludirse, o abandonarse frívolamente, sin
costo. En segundo lugar, en casos de conflicto armado incipiente
donde se han agotado los medios políticos, la opció n preferida debe
ser una intervenció n militar preventiva y decisiva seguida de un
compromiso serio con las operaciones de paz. Hacer tales
determinaciones, por supuesto, es má s fá cil de decir que de hacer,
pero es una marca del tipo de arte de gobernar que debería
caracterizar al liderazgo internacional. En retrospectiva, parece claro
que las advertencias internacionales inequívocas respaldadas por una
amenaza creíble de uso de la fuerza podrían haber bloqueado la
secesió n eslovena y croata en 1991 y estrangulado el proyecto serbio
en sus orígenes. En ese momento, sin embargo, la comunidad
internacional no estaba unida, las consecuencias de la falta de
atenció n no estaban claras, y se prefirió el camino de menor
resistencia, una política de contenció n en ú ltima instancia inú til.
Finalmente, las operaciones de paz en contingencias regionales
complejas deberían, si es posible, ser multilaterales e idealmente
sancionadas bajo la égida de la ONU trabajando a través de
organizaciones regionales responsables. Las capacidades militares
especiales de las fuerzas armadas de los EE. UU. Las convertirá n en un
componente preferido, o en algunos casos, esencial de muchos de
estos.
contingencias. Esto impone la responsabilidad de elegir
cuidadosamente las áreas de intervenció n, sobre la base de una
evaluació n rigurosa del interés nacional y de las preocupaciones
humanitarias. Estados Unidos debe tratar de evitar iniciativas
unilaterales; sus intereses se beneficiará n mejor mediante la
coordinació n con aliados y la confianza enestableció foros de
seguridad multilaterales como la OTAN. El sacrificio de autonomía que
implica tal dependencia se verá atenuado por el hecho de que pocas
contingencias regionales planteará n amenazas inminentes a los
intereses nacionales vitales, y se verá má s que compensado por la
gama má s amplia de perspectivas aplicadas en la toma de decisiones y
el efecto multiplicador de fuerza de las operaciones de la coalició n. .
Cambios en el entorno de seguridad internacional siguientes
Los ataques terroristas en Nueva York y Washington del 11 de
septiembre de 2001 han afectado a la regió n de los Balcanes de
manera contradictoria. Para Estados Unidos, las preocupaciones por
la ex Yugoslavia evidentes durante la década de 1990 prá cticamente
han desaparecido. Mucho antes del 11 de septiembre, voceros
asociados con la administració n del presidente George W. Bush
habían expresado el deseo de reducir o eliminar la
Presencia militar estadounidense en la regió n, y aunque la opinió n
dentro de la administració n sigue dividida, una agenda para la
desconexió n todavía está sobre la mesa. Las nuevas
responsabilidades asociadas con la guerra global contra el
terrorismo liderada por Estados Unidos hacen que la carga de las
responsabilidades prolongadas de mantenimiento de la paz sea
cada vez má s difícil de sobrellevar. Los aliados de Estados Unidos
ya proporcionan el 85 por ciento de las fuerzas de paz sobre el
terreno en Bosnia, Kosovo y Macedonia, y es probable que ese
porcentaje aumente junto con el papel de Europa como la fuerza
líder detrá s del esfuerzo de gestió n del conflicto. Al mismo tiempo,
las ramificaciones de la Guerra contra el Terrorismo han
aumentado la importancia estratégica del corredor que une el
Mediterrá neo oriental, el Mar Negro, el Cá ucaso, el Mar Caspio y
Asia Central. Como resultado parcial, Rumanía y Bulgaria han sido
aceptados como futuros miembros de la OTAN, Se ha
incrementado el incentivo para lograr algú n tipo de solució n de
compromiso al problema de Chipre, y el peso estratégico ya
considerable de la Repú blica Turca, ubicada en el centro, ha
aumentado aú n má s. El reciente arresto de agentes de al-Qaeda en
Bosnia-Herzegovina y el descubrimiento de que Bosnia sigue
sirviendo como punto de trá nsito paraorganizaciones terroristas
internacionales, ha llamado la atenció n sobre la capacidad de la regió n
para generar nuevas fuentes de inestabilidad.122 Cuando Bulgaria y
Rumania se unan a la OTAN, la comunidad euroatlá ntica tendrá una
motivació n aú n má s fuerte para garantizar que la regió n no
volver a convertirse en un teatro de guerra. En estas
circunstancias, y dado el gran interés que Estados Unidos ha
acumulado despué s de una década de compromiso, la mejor
manera de servir al interé s nacional es un compromiso continuo
de estar hombro con hombro con nuestros aliados a fin de llevar a
cabo las operaciones actuales de apoyo a la paz hasta el final. una
conclusió n exitosa.123
Después de añ os de violencia casi incesante, los pueblos del
sureste de Europa se enfrentan a la monumental tarea de construir
paz. El compromiso militar sigue siendo una parte importante de ese
esfuerzo. En Bosnia, Kosovo y Macedonia, algú n tipo de policía
internacional es esencial para disuadir los conflictos y garantizar el
tipo de entorno seguro y protegido necesario para que los esfuerzos
de consolidació n de la paz avancen. Pero no existen soluciones
militares para los problemas má s urgentes de la regió n; estos deben
abordarse en los á mbitos político, econó mico y cultural. Lo que má s
ha faltado, y lo que la comunidad internacional aú n puede ayudar a
brindar, es la visió n de un destino o estado final: un marco regional
capaz de promover el desarrollo, alentar la reconciliació n y mantener
la paz. El programa del Pacto de Estabilidad, un papel de la UE en
expansió n, y la nueva diná mica de cooperació n regional son pasos
ú tiles en esta direcció n, pero las soluciones no aparecerá n en escena
de la noche a la mañ ana. La eliminació n gradual de la supervisió n
internacional, la promoció n de regímenes de fronteras blandas,
patrones flexibles de asociació n dentro de las políticas
multinacionales como Serbia, Bosnia-Herzegovina y Macedonia que
evitan los esquemas de partició n severos, la asociació n positiva con
las instituciones europeas y la idea europea, y la expansió n regional. la
cooperació n —todas las iniciativas que las instancias internacionales
y los actores locales está n impulsando agresivamente— deberá n ser
parte de la mezcla. Si estos objetivos pueden ser identificados,
adoptados y perseguidos de manera efectiva, se reducirá la
probabilidad de que finalmente sea necesario analizar una quinta
guerra de los Balcanes. Patrones flexibles de asociació n dentro de las
políticas multinacionales como Serbia, Bosnia-Herzegovina y
Macedonia que evitan los esquemas de partició n duros, la asociació n
positiva con las instituciones europeas y la idea europea, y la
cooperació n regional ampliada, todas iniciativas que las instancias
internacionales y los actores locales está n impulsando agresivamente.
tendrá que ser parte de la mezcla. Si estos objetivos pueden ser
identificados, adoptados y perseguidos de manera efectiva, se
reducirá la probabilidad de que finalmente sea necesario analizar una
quinta guerra de los Balcanes. Patrones flexibles de asociació n dentro
de las políticas multinacionales como Serbia, Bosnia-Herzegovina y
Macedonia que evitan los esquemas de partició n duros, la asociació n
positiva con las instituciones europeas y la idea europea, y la
cooperació n regional ampliada, todas iniciativas que las instancias
internacionales y los actores locales está n impulsando agresivamente.
tendrá que ser parte de la mezcla. Si estos objetivos pueden ser
identificados, adoptados y perseguidos de manera efectiva, se
reducirá la probabilidad de que finalmente sea necesario analizar una
quinta guerra de los Balcanes. y la cooperació n regional ampliada —
todas las iniciativas que las instancias internacionales y los actores
locales está n impulsando agresivamente— deberá n ser parte de la
mezcla. Si estos objetivos pueden ser identificados, adoptados y
perseguidos de manera efectiva, se reducirá la probabilidad de que
finalmente sea necesario analizar una quinta guerra de los Balcanes. y
la cooperació n regional ampliada —todas las iniciativas que las
instancias internacionales y los actores locales está n impulsando
agresivamente— deberá n ser parte de la mezcla. Si estos objetivos
pueden ser identificados, adoptados y perseguidos de manera
efectiva, se reducirá la probabilidad de que finalmente sea necesario
analizar una quinta guerra de los Balcanes.

NOTAS FINALES - CAPÍTULO 7

1. James Gow y Cathie Carmichael, Eslovenia y los eslovenos: un pequeñ o


estado y la nueva Europa, Bloomington: Indiana University Press, 2000.

2. Véase, por ejemplo, Krassen Stanchev, "Impacts of Yugoslav War on Bulgaria",


Institute for Market Economics Newsletter, vol. 5, nú meros 3-4, marzo-abril de
1999, pá gs. 1-3, 16.
3. Klaus Reinhardt, “Mantenimiento de la paz de la KFOR en Kosovo”,
Transatlantic Internationale Politik, vol. 2, nú m. 2, verano de 2001, pá gs. 47-51.

4. Bruce R. Nardulli, Walter L. Perry, Bruce Pirnie, John Gordon IV, John G.
McGinn, Disjointed War: Military Operations in Kosovo, 1999, Santa Monica, CA:
Rand, 2002, pá gs. 99-110.

5. Nikolaus Blome, "Als Kfor-Kommandeur hat man wenig zu kommandieren",


Die Welt, 19 de junio de 2000, pá g. 8.

6. “Aprè s la guerre, le haro sur les Serbes”, Le Monde, 11 de enero de 2000.


La victimizació n de las minorías serbia, romaní y turca durante los meses
posteriores a la guerra está cuidadosamente documentada en The Human Rights
Findings of the OSCE Kosovo Verificación Mission, Part I, octubre de 1998 a junio de
1999 y Parte II, junio a octubre de 1999, Varsovia: Oficina de Instituciones
Democrá ticas y Derechos Humanos de la OSCE, 1999.

7. David Rohde, "Kosovo Seething", Foreign Affairs, vol. 79, nú m. 3, mayo /


junio de 2000, pá gs. 65-79.

8. Agence France Press, "Kosovo Albanians Threaten New War if Belgrade


Troops Return", Yugoslavia Today, 12 de octubre de 2000.

9. Frank Cillufo y George Salmoiraghi, “Y el ganador es. . . la mafia albanesa ”,


The Washington Quarterly, vol. 22, nú m. 4, otoñ o de 1999, pá gs. 21-25.

10. “Pobeda Ibrahima Rugove nad Tacijem”, Republika, No. 248, 1-15 de
noviembre de 2000, pá gs. 1-2.

11. Las estadísticas de la OSCE otorgaron al LDK de Rugova un apoyo del 46


por ciento frente al 26 por ciento del Partido Demó crata de Thaçi en las elecciones
de noviembre de 2001. Verwww.osce.org/kosovo/elections.

12. “Rugova zum Prä sidenten Kosovos gewä hlt”, Neue Zü rcher Zeitung, 5 de
marzo de 2002.

13. Para una evaluació n, ver Eric Chevallier, “L'ONU au Kosovo: leçons de la
première MINUK ”, Instituto Estratégico de la Unió n Europea, Documento ocasional
nú m. 35, París: Instituto Estratégico de la Unió n Europea, mayo de 2002.

14. Nils Andersson, “L'Albanie en quê te de reconocimiento”, Le Monde


diplomatique, junio de 2002, pá gs. 20-21.

15. Alexandros Yannis, "Kosovo bajo administració n internacional",


Supervivencia, Vol. 43, nú m. 2, verano de 2001, pá gs. 31-48.

16. “Promejene u Bosni i Hercegovini”, Repú blica, No. 259, 16 al 30 de abril de


2001,
pá gs. 1-4.

17. El desminado es un ejemplo relevante de una tarea “a medio completar”.


Segú n el Centro de Acció n contra las Minas de las Naciones Unidas (UNMAC) hay
má s de 30.000 minaszonas de Bosnia-Herzegovina que incluyen má s de 750.000
minas, la mayoría de ellas paralelas a la actual Zona de Separació n. Estas minas
perturban la agricultura y cobran un precio anual de vidas. La mayoría de los
campos minados se colocaron de acuerdo con la doctrina del Ejército Popular
Yugoslavo y, por lo tanto, se registraron y marcaron, lo que facilitó las operaciones
de desminado. La UNMAC y sus Centros Regionales de Acció n contra las Minas
trabajan en coordinació n con la SFOR y las entidades para cumplir con las tareas de
levantamiento de minas y desminado humanitario, pero será n necesarios añ os de
esfuerzo antes de que la operació n pueda quedar completamente en manos de las
entidades.

18. Josip Crnoj, "" Dejton pet godina poslije - Sta je ostalo od nade? " Republika,
No. 270-271, 1-31 de octubre de 2001, pá gs. 1-4.

19. David Chandler, Bosnia: Faking Democracy After Dayton, Londres: Pluto
Press, 1999, y Džemal Sokolović y Florian Bieber, eds., Reconstructing Multi Ethnic
Societies: The Case of Bosnia-Herzegovina, Aldershot: Ashgate, 2001.

20. Thomas Hofnung, Désespoirs de paix: L'ex-Yougoslavie de Dayton à la chute


de Milosevic, Anglet: Atlantica, 2001, p. 85.

21. Thomas L. Friedman, “Not Happening”, The New York Times, 23 de


enero de 2001, pá g. A27.

22. Las tendencias en Bosnia-Herzegovina se registran en Sumantra Bose,


Bosnia After Dayton: Nationalist Partition and International Intervention, Nueva
York: Oxford University Press, 2002, y Elizabeth M. Cousens y Charles K. Cater,
Toward Paz en Bosnia: Implementación de los Acuerdos de Dayton, Boulder: Lynne
Reiner, 2001.

23. Peter Finn, “Operation in Yugoslavia Highlights a New Alliance”, The


Washington Post, 25 de mayo de 2001, pá g. A24.

24. Justin LC Eldridge, "Kosovo: Tierra de incertidumbre", European


Security, vol. 10, nú m. 2, verano de 2001, pá gs. 34-66.

25. Voin Bozhinov y L. Panayatov, eds., Macedonia: Documentos y materiales,


Sofía: Academia de Ciencias de Bulgaria, 1979.

26. Alessandro Marzo Magno, "Macedonia: L'ultima atto?" en


AlessandroMarzo Magno, ed., La Guerra dei dieci anni. Jugoslavia 1991-2001: I fatti,
i personaggi, le ragioni dei conflitti, Milá n: il Saggiatore, 2001, pá gs. 390-391.

27. Radoslava Stefanova, “Prevenció n de conflictos en Europa: el caso de


Macedonia ”, The International Spectator, vol. 32, Nos. 3-4, julio-diciembre de 1997,
pá g.
113.

28. Aydin Babuna, “Los albaneses de Kosovo y Macedonia: identidad é tnica


Superseding Religion ”, Documentos de nacionalidades, vol. 28, nú m. 1, marzo
de 2000, pá gs. 81-82. La fricció n entre comunidades se describe vívidamente en
la premiada película de Milcho Manchevski Before the Rain.

29. Nenad LF Stefanović y Perica Vučinić, "Attentat na Kiru Gligorova",


Vreme, 9 de octubre de 1995, pá gs. 8-12.

30. Citado de Program du Mouvement populaire du Kosovo, Priština, julio de


2000.

31. Hasta 2000, Macedonia se consideraba un ejemplo positivo de la


resolució n pacífica de tensiones interétnicas. Véase el informe Macedonia: La
prevenció n puede funcionar, Washington, DC: Instituto de la paz de EE. UU., 27 de
marzo de 2000, y Alice Ackerman, Making Peace Prevail: Preventing Violent Conflict
in Macedonia, Syracuse, NY: Syracuse University Press, 1999.

32. Ushtria çlirimtare kombëtare es el Ejé rcito de Liberació n Nacional, o NLA,


y
Ushtria çlirimtare e Kosovës es el Ejército de Liberació n de Kosovo o KLA.

33. Duncan Perry, "Macedonia: Melting Pot or Meltdown?" Historia actual,


vol. 100, nú m. 649, noviembre de 2001, pá g. 362. La afirmació n de Perry sobre
los orígenes kosovares del NLA es cuestionada por Alex J. Bellamy, “Los nuevos
lobos a la puerta: Conflicto en Macedonia”, Civil Wars, vol. 5, nú m. 1, primavera
de 2002, pá gs. 117-144, que caracteriza al KLA, LAKBM y NLA como “redes
sueltas de personas condiferentes motivaciones y objetivos ”y enfatiza la necesidad
de diferenciar las manifestaciones del movimiento nacional albanés en diversos
entornos locales. La interpretació n de Perry es má s aceptada, y el propio Bellamy
continú a señ alando: "En muchos aspectos, sin embargo, la NLA es simplemente la
nueva insignia del KLA". Ibíd., Pá gs. 129, 131.

34. Franz Gustincich, “Sui sentieri di una strana guerriglia”, Limes, No. 2,
2001, pá gs. 37-50. Sobre los cimientos criminales tanto del ELK como del NLA,
vé ase Robert Hislope, “Crimen organizado en un estado desorganizado: có mo la
corrupció n contribuyó a la miniguerra de Macedonia”, Problemas del
poscomunismo, vol. 49, nú m. 3, mayo / junio de 2002, pá gs. 33-41. Sobre los
orígenes del conflicto armado en Macedonia, International Crisis Group, “The
Macedonian Question: Reform or Rebellion”, ICG Balkan Report No. 109, 5 de
abril de 2001.

35. Jolyon Naegele, “The Tanusevci Story”, Radio Free Europe / Radio Liberty
Balkan Report, 9 de marzo de 2001.

36. Francesco Strazzari, “Il triangolo macedone”, Limes, No. 2, 2001, p. 24,
sugiere que la ausencia de enfrentamiento fue el resultado de un detrá s de escena
trato entre el gobierno y los líderes de la NLA.

37. "Europska unija pozvala Makedoniju da ne proglašava ratno stanje",


Vjesnik-vanjska politika, 7 de mayo de 2001, citado de
www.vjesnik.hr/html/2001/05/ 07Clanak-asp? R = furgoneta & c = l.

38. PH Liotta y Cindy R. Jebb, "Macedonia: ¿Fin del principio o principio del
fin?" Pará metros, Vol. 32, nú m. 1, primavera de 2002, pá g. 102.

39. William Drozdiak, "Acuerdo secreto amenaza a la coalició n macedonia",


The Washington Post, 25 de mayo de 2001, pá g. A24.

40. Durante julio, con los combates en curso alrededor de Tetovo, las
renovadas protestas contra el apaciguamiento occidental de los rebeldes
provocaron disturbios y ataques contra la Embajada de los Estados Unidos y la
sede de la OSCE en Skopje. John Ward Anderson, “Macedonians Attack US
Embassy”, The Washington Post, 25 de julio de 2001, pá g. A16.

41. Texto en Repú blica de Macedonia, Agencia de Informació n, Acuerdo Marco,


14 de agosto de 2001, www.sinf.gov.mk/PressRoomEN/2001/07/n1408.htm.

42. Ulf Brunnbauer, “La implementació n del Acuerdo de Ohrid: É tnico


Macedonian Resentments, Journal on Ethnopolitics and Minority Issues in Europe,
nú mero 1, 2002, pá gs. 1-24.

43. “Nato, Macedonia Reach Accord”, Radio Free Europe, Radio Liberty (RFE /
RL), 30 de septiembre de 2001.

44. Laurent Zecchini, “Les Quinze prê ts à assr leur premiè re opé ration
militaire en Macé doine”, Le Monde, 18 de marzo de 2002.

45. Alice Ackermann, “Macedonia in a Post-Peace Agreement Environment:


Un papel para la prevenció n de conflictos y la reconciliació n ”, The International
Spectator, vol. 37, nú m. 1, enero-marzo de 2002, pá gs. 73-82.

46. “Internationale Finanzhilfe fü r Mazedonien”, Neue Zü rcher Zeitung, 13


de marzo de 2002, informando sobre la Conferencia de Donantes en Bruselas,
organizada por la UE y el Banco Mundial, donde representantes de má s de 40
estados prometieron má s de 300 millones de euros de ayuda.

47. "Die Opposition gewinnt die Wahlen in Mazedonien", Neue Zü rcher


Zeitung, 17 de septiembre de 2002.

48. H. Matoshi, “The Albanians 'New Model Army”, IWPR Balkan Crisis
Report n. ° 274, 24 de agosto de 2001.

49. "¿Ein Neubeginn en Mazedonien?" Neue Zü rcher Zeitung, 17 de


septiembre de 2002.
50. Emilio Cocco y Francesco Strazzari, "La Croazia si riscopre balcanica",
Limas, Nú m. 5, 2000, pá g. 77.

51. La oposició n fue una unió n de dos coaliciones. El primero combinó los dos
grupos má s grandes, los socialdemó cratas de Račan y el Partido Social Liberal croata
de centro derecha dirigido por Dragiša Budiša, y el segundo un "cuarteto" (četvorka)
de cuatro partidos má s pequeñ os, incluido el Partido Popular Croata de Stipe Mesić.

52. Marina Ottaway y Gideon Maltz, “La segunda transició n de Croacia y la


comunidad internacional”, Current History, vol. 100, nú m. 649, pá gs. 375-380.

53. Mladen Schwartz, Hrvatska nakon Tudjmana: Studija o nacionalnom usudu,


Zagred: Iuvenalis Samizdat, 2000, pá gs. 419-455.

54. Dragan Bujošević e Ivan Radovanović, 5. Oktobar: Dvadeset četiri sata


prevrata, 2.a ed., Belgrado: Biblioteka PRESS dokumenti, 2000.

55. Robert Thomas, The Politics of Serbia in the 1990s, Nueva York:
Columbia University Press, 1999, pá gs. 285-318, y Mladen Lazić, ed., 'Ajmo,'
ajde, svi u šetnju !, Belgrado: Medija Centar, 1997 .

56. Vojislav Lalić, Pad, Belgrado: Zavet, 2001.

57. Damjan de Krnjević, "Revolució n prudente de Serbia", Journal of


Democracy, vol. 12, nú m. 3, 2001, pá g. 96.

58. Citado en ibid., Pá gs. 96-97.

59. "Gang Accused of Djindjic Killing", BBC News, 13 de marzo de 2003, en


http:
//newsvote.bbc.co.uk/mpapps/pagetools/print/news.bbc.co.uk/2/hi/Europe/2845381.stm.

60. En junio de 2002, la oficina antimafia de la fiscalía en el puerto italiano


de Bari anunció que Djukanović estaba siendo investigado en relació n con una
estafa de contrabando de cigarrillos, un gesto que algunos interpretaron como
un intento de socavarlo políticamente para revertir el impulso. del movimiento
de secesió n. Milka Tadic-Mijovic, “Montenegro: Djukanovic amenazado por
presuntos vínculos mafiosos”, Instituto de Informes sobre la Guerra y la Paz,
junio de 2002.

61. “Institutioneller Neuanfang in Belgrad”, Neue Zü rcher Zeitung, 15 de


marzo de 2002.

62. Véase el texto del acuerdo en "Sporazum o principima", Glas javnosti, citado
de www.glas-javnosti.co.yu/danas/srpski/PO2031412.shtml.
63. Milo Djukanovic, "Balkan Betrayal", The Washington Post, 20 de agosto de
2002,
pags. A13.
64. Nikola Ivanović, Vlasti i država: Crna Gora i Srbija - Nastavak ili kraj
fenomena balkanske destrukcije, Belgrado: Pešić i Sinovi, 2002, especialmente pá gs.
277-284, examina de manera ú til la posibilidad de que el tema se convierta en una
fuente de problemas futuros, y sugiere soluciones.

65. “Verschä rfte Koalitionskrise in Belgrad: Streit um Kooperation mit Den


Haag”, Neue Zü rcher Zeitung, 11 de marzo de 2002.

66. Ré my Ourdan, “Milosevic se pose en victime d'un 'crime contre la


vé rite'”, Le Monde, 15 de febrero de 2002. Durante la primera fase de su juicio,
Milošević fue eficaz al señ alar numerosas irregularidades e insuficiencias
procesales en las pruebas presentadas . Su comportamiento desafiante fue
popular, y los procedimientos televisados se volvieron obligatorios en toda
Yugoslavia.

67. Philip E. Auerswald y David P. Auerswald, eds., El conflicto de Kosovo:


Una historia diplomá tica a travé s de documentos, Cambridge: Kluwer Law
International, 2000, pá gs. 1111-1123.

68. Citado de The Stability Pact for South Eastern Europe, Bruselas: SCSP, julio
de 2000, www.stabilitypact.org.

69. El camino hacia la estabilidad y la prosperidad en el sudeste de Europa: un


documento de estrategia regional, Banco Mundial, Regió n de Europa y Asia Central, 1
de marzo de 2000, disponible en www.worldbank.org.ba/news/2000/pr-mar00-
07.htm.

70. Benn Steil y Susan Woodward, “Un 'New Deal' europeo para los
Balcanes”, Foreign Affairs, vol. 78, nú m. 6, noviembre / diciembre de 1999, pá g.
97.

71. Este tema aparece en el discurso de Greg Schulte, director sé nior del
Consejo de Seguridad Nacional para el sudeste de Europa, "Estrategia
estadounidense para los Balcanes", presentado en la Universidad de
Georgetown, Washington, DC, el 20 de marzo de 2002. Vé ase tambié n Richard
Betts, "The Balkans: Có mo salir ”, The National Interest, nú m. 64, verano de
2001, pá gs. 53-65.

72. Boletín de las Comunidades Europeas, No. 6, 1993, pá g. 13.

73. Martin A. Smith y Graham Timmins, Construyendo una Europa má s


grande: UE y Ampliación de la OTAN en perspectiva comparada, Aldershot: Ashgate,
2000, pá gs. 126-127.

74. Alan Mayhew, Recreating Europe: The European Union's Policy for Central
and Eastern Europe, Cambridge: Cambridge University Press, 1998, p. 392.
75. Dimitris Papadimitriou, "La estrategia de la UE en los Balcanes
poscomunistas", Revista de Estudios del Sudeste de Europa y del Mar Negro, vol.
1, nú m. 3, septiembre de 2001, pá g. 77.
76. BSEC promueve la cooperació n econó mica en la zona del Mar Negro. N.
Bü lent Gü ltekin y Ayşe Mumcu, “Black Sea Economic Cooperation”, en Vojtech
Mastny y R. Craig Nation, eds., Turkey Between East and West: New Challenges for a
Rising Regional Power, Boulder: Westview Press, 1997, pá gs. 179-202. El CEI es el
sucesor del Quadrangulare, fundado en 1989 para ampliar la cooperació n
econó mica y el diá logo político en Europa Central. CEI Frente a los desafíos y
oportunidades de la nueva Europa, Ideas para un programa: documento de política
de la Conferencia de Forlì 2-3 de febrero de 2001, Forlì: Centro de Estudios de
Europa Central y Oriental y Balcanes, 2001. El SECI es un programa de autoayuda
que busca utilizar el sector privado para estimular el desarrollo econó mico. Richard
Schifter, “Europa sudoriental en la era post-Milosevic: la necesidad de bajar las
barreras, ”Mediterranean Quarterly, vol. 13, nú m. 2, primavera de 2002, pá gs. 27-35.
El SEECP fue lanzado por iniciativa de Bulgaria en 1996 como un foro para la
cooperació n regional con énfasis en el fomento de la confianza, las buenas
relaciones de vecindad y la estabilidad. Consulte su Carta de 2000 sobre relaciones
de buena vecindad, estabilidad, seguridad y cooperació n en el sureste de Europa
enwww.stabilitypact.org/seecp/charter-02.htlm.

77. Véase Balkan Regional Profile: The Security Situation and Region-Building
Evolution of South-Eastern Europe, Sofia: Institute for Security and International
Studies, 2002.

78. Los participantes de los Balcanes incluyen Albania, Bulgaria, Croacia, Grecia,
Macedonia, Rumania, Eslovenia y Turquía. La mayoría de los países han destinado
un batalló n para la brigada, excepto Macedonia y Albania, que han comprometido
una compañ ía cada uno. Italia ha puesto a disposició n un batalló n adicional si las
circunstancias lo exigen. "Los ministros de defensa del sudeste europeo prometen
una cooperació n má s só lida", Balkan Times, 19 de diciembre de 2001, y "Primera
prueba real para la brigada SE", citado dewww.greece.gr/POLITICS/South
EastEurope / Sebrigade.stm.

79. Sean Kay, OTAN y el futuro de la seguridad europea, Lanham, MD: Rowman
& Littlefield, 1998, pá gs. 31-32.

80. Karl W. Deutsch, Comunidad política y el á rea del Atlá ntico norte, Princeton:
Princeton University Press, 1957; y John Gerald Ruggie, “Consolidació n del pilar
europeo”, The Washington Quarterly, vol. 20, nú m. 1, invierno de 1997, pá g. 109.

81. John Gerard Ruggie, Ganar la paz: América y el orden mundial en la nueva
era, Nueva York: Columbia University Press, 1996, pá g. 85.

82. Javier Solana, “Una nueva alianza para una nueva era”, The Brown
Journal of World Affairs, vol. IV, No. 2, verano / otoñ o de 1997, pá gs.73, 75.

83. Comunicado de prensa de la OTAN NAC-S (99) 65, “The Alliance's


Strategic Concept”, 24 de abril de 1999.
84. Holger M. Mey, "Alemania, la OTAN y la guerra en la ex Yugoslavia",
Estrategia comparativa, Vol. 12, nú m. 2, abril-junio de 1993, pá gs. 239-245.

85. Véase Joyce P. Kaufman, OTAN y la ex Yugoslavia: crisis, conflicto y la


Alianza Atlá ntica, Lanham, MDF: Rowman & Littlefield Publishers, Inc., 2002.

86. Documento de evaluación común de Europa sudoriental sobre desafíos y


oportunidades de seguridad regional (SEECAP), Budapest, Hungría, mayo de 2001,
disponible en www.nato.int/docu/comm/2001/0105-bdp/d010530b.htm. Albania,
Bulgaria, Croacia, Grecia, Italia, Macedonia, Rumania, Eslovenia, Turquía y los
Estados Unidos fueron miembros fundadores de la SEEI, luego se unieron Austria,
Suiza y Yugoslavia.

87. Elizabeth Pond, "Balkan Dreams", Transatlantic Internationale Politik, vol. 3,


otoñ o de 2002, pá gs. 67-70.

88. La convenció n de guerra se define aquí como una amplia variedad de


formas, que van desde las formalidades del derecho internacional hasta las
normas y convenciones en evolució n del comportamiento internacional, en las
que la comunidad internacional intenta limitar la violencia inherente a la
institució n de la guerra.

89. Robert L. Philllips y Duane L. Cady, Intervenció n humanitaria: guerra


justa contra pacifismo, Lanham, MD: Rowman & Littlefield Publishers, Inc.,
1996.

90. Para el concepto de guerra humanitaria, Adam Roberts, “Guerra


humanitaria: intervenció n militar y derechos humanos”, Asuntos
Internacionales, vol. 69, nú m. 3, julio de 1993, pá gs. 429-449.

91. Para el argumento en forma clá sica, ver Hans Kelsen, Peace through Law,
2a ed., Nueva York: Garland Publishing, Inc., 1973. Paul R. Williams y Michael P.
Scharf, Paz con justicia: crímenes de guerra y responsabilidad en la ex Yugoslavia,
Lanham, MD: Rowman & Littlefield Poublishers, Inc., 2002, aplican el argumento al
caso de Yugoslavia.

92. Afsané Bassir Pour, “La Cour pénale internationale deviendra une réalité le
11 avril”, Le Monde, 4 de abril de 2002.

93. Citado en Bruno Simma, "Die NATO, die UN und militä rische
Gewaltanwendung: Rechtliche Aspekte", en Reinhard Merkel, ed., Der Kosovo-
Krieg und das Vö lkerrecht, Frankfurt am Main: Edició n Suhrkamp, 2000, p. 20.

94. Vé ase Stanley Henig, "Gran Bretañ a: Hacia la guerra por una causa
justa", en Anthony Weymouth y Stanley Henig, eds., The Kosovo Crisis: The Last
American War in Europe ?, Londres: Reuters, 2001, pá gs. 39-58. Los
comentarios de Blair aparecen en la pá gina 55.
95. Tony Blair, "Discurso al Economic Club of Chicago", 22 de abril de 1999.
96. Jü rgen Habermas, “Bestialitä t und Humanitä t: Ein Krieg an der Grenze
zwischen Recht und Moral”, Die Zeit, 29 de abril de 1999, pá g. 4.

97. Robert Tomes, “Operació n Fuerza Aliada y la base legal para la


intervenció n humanitaria”, Pará metros, vol. XXX, No. 1, primavera de 2000,
pá gs. 38-50, intenta defender la legalidad de la intervenció n utilizando un
argumento de jus cogens.

98. Hilaire McCoubrey, "Kosovo, la OTAN y el derecho internacional",


Relaciones internacionales, vol. XIV, nú m. 5, agosto de 1999, pá gs. 29-46.

99. Boutros Boutros-Ghali, Un programa de paz: diplomacia preventiva,


establecimiento de la paz y mantenimiento de la paz, Nueva York: Naciones Unidas,
1992.

100. El término genocidio aparece en el Memorando de 1986 de la Academia de


Ciencias de Serbia, Memorando de Nacrt Srpske Akademije Nauke u Beogradu,
Toronto: Srpske Narodne Odbrane, 1987, p. 12.

101. Estas facciones (HDZ, SDS y SDA) estaban, por supuesto, formalmente
comprometidas en un gobierno de coalició n antes del descenso de Bosnia a la
guerra, un gobierno descrito iró nicamente en la prensa crítica yugoslava como
la "coalició n del genocidio". “Koalicija genocida”, Borba, 27 de mayo de 1991.

102. Dragan Ogurlić, Svjedočanstva hrvatskog domovinskog rata '91/92:


Dnevnik reportera, Rijeka: Tiskara Rijeka, 1992, pá g. 167.

103. La relevancia del té rmino en el caso bosnio se analiza cuidadosamente


en Steven L. Burg y Paul S. Shoup, The War in Bosnia-Herzegovina: Ethnic
Conflict and International Intervention, Armonk, NY: ME Sharpe, 1999, pá gs. .

104. Acusació n de Milošević citada de www.guardian.co.yu/article/ o,


2763,514441,00.htlm.

105. Cédrick Allmang, Les masques de guerre, París: Stock, 1999, p. 47.

106. Tobias K. Vogel, "'Poder preponderante': la OTAN y los nuevos


Balcanes",
Revista internacional, Vol. 55, nú m. 1, invierno de 1999-2000, pá gs. 15-34.

107. Wesley K. Clark, Librando una guerra moderna: Bosnia, Kosovo y el futuro
del combate, Nueva York: Asuntos pú blicos, 2001, pá g. 419.

108.Michael Ignatieff, Guerra virtual: Kosovo y má s allá, Nueva York:


Metropolitan Books, 2000, p. 111.

109. Nat Hentoff, "Morality at 15,000 Feet", The Washington Post, 19 de junio de
1999,
pags. A19.
110.Vé ase el argumento en Raju GC Thomas, "La OTAN, la ONU y el derecho
internacional", Mediterranean Quarterly, vol. 10, nú m. 3, verano de 1999, pá gs.
25-50.

111. Ignatieff, Guerra virtual, pá g. 161.

112. Sobre este tema de la "protecció n de la fuerza", vé ase tambié n Martin L.


Cook, "Immaculate Guerra: Restricciones a la intervenció n humanitaria ”, É tica y
Asuntos Internacionales, vol. 14, 2000, pá gs. 55-65.

113. Hedley Bull, "Derechos humanos y política mundial", en Ralph Pettman,


ed.,
Reclamaciones morales en los asuntos mundiales, Londres: Croom Helm, 1978,
pá g. 81.

114.Danilo Zolo, Chi dice umanità : Guerra, diritto e ordine globale, Turín:
Einaudi, 2000, p. 106.

115. Geoffrey Best, Humanity in Warfare: The Modern History of the


International Law of Armed Conflict, Londres: Weidenfeld & Nicolson, 1980, p. 44,
habla de un “consenso ilustrativo” al respecto.

116. El artículo 16.2 del Estatuto de la ITFY dice: “El Fiscal actuará de
manera independiente como un ó rgano separado del Tribunal Internacional. No
solicitará ni recibirá instrucciones de ningú n gobierno ni de ninguna otra fuente
".

117. Citado de John Laughland, "This is Not Justice", The Guardian, 16 de


febrero de 2002.

118.“Extractos del discurso de Milosevic al Tribunal de La Haya”, The Guardian,


14 de febrero de 2002.

119. Jolyon Naegele, “La Haya: La legitimidad y longevidad de la corte


permanece incierta”, Radio Free Europe / Radio Liberty (RFE / RL), 15 de febrero de
2002.

120. Jenny S. Martinez, “Troubles at the Tribunal”, The Washington Post, 3


de julio de 2001, pá g. A19.

121. Para una caracterizació n comparable del fenó meno de las “nuevas guerras”
en la era de la globalizació n, véase Mary Kaldor, New and Old Wars: Organized
Violence in a Global Era, Stanford: Stanford University Press, 1999, p. 5.

122. "Nato: Internationale Terrororganisationen in Bosnien", Neue Zü rcher


Zeitung, 2 de abril de 2002.
123. Esta sigue siendo la política oficial de Estados Unidos, expresada a los
aliados por el presidente George Bush durante una visita al campamento
estadounidense Bondsteel en Kosovo durante julio de 2001 con la frase:
"Entramos juntos y nos iremos juntos". Mike Allen,
"El papel de Estados Unidos en los Balcanes es 'esencial', dice Bush", The
Washington Post, 25 de julio de 2001, pá gs. A14, A16. Vé ase tambié n Steven
Metz, The American Army in the Balkans: StrategicAlternativas e implicaciones,
Carlisle Barracks: Strategic Studies Institute, enero de 2001, pá gs. 31-40.
SOBRE EL AUTOR

R. CRAIG NATION ha sido profesor de estrategia y director de


estudios rusos y euroasiá ticos en el US Army War College en
Carlisle, PA, desde 1996. Se especializa en asuntos de seguridad
con especial énfasis en las á reas europea y euroasiática. Ha sido
profesor de Historia y Relaciones Internacionales en la
Universidad de Duke, la Universidad del Sur de California, la
Universidad de Cornell y la Escuela de Estudios Internacionales
Avanzados de la Universidad Johns Hopkins. El profesor Nation
obtuvo su Ph.D. en Historia Contemporá nea de la Universidad de
Duke.

379
ÍNDICE
Abdić, Fikret, 163, 168, 186 Bolsillo Bihać, 161, 164, 168
Plan Acheson, 294 Bin-Laden, Osama, 230
Adamic, Luis, 45 Bismarck, Otto von, 18, 25-26
Mar Egeo, rivalidad 159
greco-turca en, Annan, Kofi, 237, 308-
283-88 10, 312-15
Agani, Fehmi, 225 Arbor, Louise, 235
Ahmeti, Ejército de Bosnia-
Ali, 337, Herzegovina
39 (Armija Bosne i
Ahmići, Hercegovine —
masacre ABH), 155-56, 161,
de, 167 164, 167, 186-87,
Ahtisaari, 193, 361
Martti, Ejército de la
259, 261 Repú blica Serbia
Akashi, Yasushi, 180, (Vojska
183, 185 Republike Srpske
Convenció n de — VRS), 157-58,
Akkerman, 22-23 160-61, 163, 165, 168
Akmadžić, Mile, 166
Plan Akritas, 291 Babić, Milá n, 98, 125,
Ejé rcito Nacional de 190
Albania, 339 Comisió n Badinter,
Albright, Madeleine, 120, 122
229, 247, 306 Baker, James, 105
Aleksandar, Rey, Entente de los
43-44, 49 Alejandro Balcanes, 44
de Macedonia ("el Federació n de los
Grande"), Balcanes, 56-66
8, 334 Liga de los Balcanes
Ali Pasha, 19 añ os (1886-1887), 24
Alliance for the Liga de los Balcanes
Future of (1912), 27-28
Kosovo, 328- Guerras de los Balcanes
29 (1912-1913), 1, 13, 27-
Ambartsu 28
mov, Berger, Sandy, 229
Evgenii, Berisha, Sali, 229
181
Anderson,
MA, 25
Acuerdo de Ankara
(1963), pá g. 296
Andrić, Ivo, 13, 150,

381
Economí Unidad”) Carmichael, Cathie, 350 Chernomyrdin,
a del , 71, 73, 107 Viktor, 258-59, 261
Mar 115 Carrington, Movimiento
Negro Brčko, Peter, 120, 123, Chetnik, 55-
Coopera ciudad de, 169, 174 Centro 56, 104
ció n, 162, 165, petrolero del Bombardeo de
350 181, 192, Caspio, 7 la embajada
Blair, 201 Ceauşescu, Nicolae, china, 253
Tony, Acuerdo de 70 añ os Chirac,
355 Brioni, 109- Çeku, Agim, 328 Jacques, 338
Boban, 10 Cem, İsmail, 306-08 Advertencia de
Compañ ero Budak, Čengić, Hasan, 197 Navidad, 226, 230
, 152, 159, Mile, 54 Centroeuropeo Churkin, Vitalii, 181
164, 169, Budiša, Iniciativa (CEI), Çiller, Tansu, 305
174, Dragiša, Clark, Wesley, 242, 174
177, 184 340 244, 247-48, Guerra de Crimea
Bobetko, Bukoshi, 252-54, 261-62, 265, (1853-56), 23-24
Janko, 156 Bujar, 225 358 Christopher, Warren,
Bor Bulatović, Clerides, Glafcos, 292, 179
ovo Momir, 101, 300, 302, 312 Guerra croata-
Selo 177 Clinton, William, 174, musulmana, 166-68
, Toro, 230, 245-46, Ejército croata
inci Hedley, 359 253-54, 258, 261, (Hrvatska Vojska —
dent Bunel, 303 HV), 116, 157-58,
e en Pierre- Guerra Fría: 1, 61, 162, 167-68, 187-88,
105 Henri, 238 en los Balcanes, 190-91, 193
Fed Burg, 66-70, y la Consejo de Defensa de
erac Steven, 99, cuestió n de Croacia (Hrvatska
ió n 101, 169 Chipre, 294-96 Vjeće Odbrane —
de Bush, Internacional HVO), 156-58,
Bos George W. Comunista, 44, 48-49, 162, 164, 167-68,
nia (fils), 357-
57, 74 187, 190
y 58, 365
Conferencia sobre Fuerzas de Defensa de
Her Bush,
Seguridad y Croacia (Hrvatska
zego George W.
Cooperació n en Odbrambene Snage
vina, (padre),
Europa (CSCE), — HOS), 116, 156
183- 171, 186-87,
108-09, 128-29, Comunidad
84 226
170, 174, 180, Democrá tica
Boutros- Imperio
183-84 Croata (Hrvatska
Ghali, bizantino,
Congreso de Berlín Demokratska
Boutros, legado de 9-
(1878), 25-27, 289 Zajednica— HDZ),
171, 299, 12
Congreso de Viena 92, 97, 133, 151-
356
(1815), 17 52, 154, 156,
Bratstvo i Ceseropapis
Grupo de contacto: 168, 177, 183-84,
jedinstv mo, 9
184, 192 y Kosovo 187, 339-41, 352
o Calic,
crisis, 234-35, 242, Primavera croata, 73-
(“Herm Marie-
257 74
andad y Janine, 127
Čosić, Dobrica, 92, Guerra de secesió n
382
croata, 110- De MOS), 97 Erbakan,
119 Michaelis Denktaş, Rauf, 291, Necmettin, 298,
Crvenkovski , Gianni, 294, 300-01, 310-14 305, 311
, Branko, 109 Liga Deutsch, Karl, 350 Erdogan, Recep
338-39 Democrá Dilberović, Suada, Tayyip, 314
Cutilheiro, tica de 154 Erdut Accord,
José , 169 Kosovo Dimitrov, Georgi, 58- 193
Cuestió n de (LDK), 59, 62-64 Ertugruloğlu, Tahsin,
Chipre, 283- 225, 229, Divjak, Jovan, 155-56, 313
84, 288-95, 232, 235, 163 Limpieza étnica: 158,
299- 243, 328- Djilas, Aleksa, 77 160-62, 170, 190-
303, 309- 29 Djilas, Milovan, 57-58, 91, 231, en Kosovo,
16 Partido 62-63, 74 249-51, 282, 291,
Cirilo y Democrá ti Djindjić, Zoran, 342- 293, 328, 362
Metodio, 10 co de los 43, 345 Euroatlántico
Albaneses, Djukanović, Milo, Consejo de
Daalder, 337-39 344-45 Asociació n, 351
Ivo, 184 Partido Dodik, Milorad, 331 Comunidad Europea
Acuerdo de Democrá ti Douhet, Giulio, 358 (CE): 103, 106,
Dayton, co de Drašković, Vuk, 342 109, 114 y
192-94, 223, Kosovo, Drljača, Simo, 361 resolució n de
305, 310 328-29 Drnovšek, Janez, 102 conflictos en
Proceso de Unió n Dubrovnik, asedio de, Croacia, 119-24, 170,
paz de Democrá ti 116, 118-19, 164 172, 174, 176,
Dayton, ca para la Dudaković, Atif, 168, 296, 347-48
194-203, Integració 186 Unió n Europea
204-06, n, 338- Durduran, Alpay, 310 (UE): Plan de
326, 329- 39 acció n, 177,
31 Opos Pregunta del Este, 17- 202, 238,
Dedaković, ici 21 264, 279-80,
Mile, 117 ón Ecevit, Bü lent, 292, y membresía
Delić, Rašim, U 312 turca, 296-97,
167 ni Enosis (Unió n), 289, 301, 308, y
da 294, 310 greco-turca
De relaciones, 310-17, Yugoslava de
m 331, 337-38, 340, Macedonia (ARYM),
oc 344, y desarrollo 333-34
rá de los Balcanes, Frank, Josip, 54
tic 346- Frasure, Robert, 188
a 49, 366 Frowick, Robert, 337
de Eyal, Jonathon, 127
Es Gaj, Ljudevit, 45 añ os
lo Feith, Peter, 337 Garašanin, Ilija, 24
ve Fischer, añ os
ni Joschka, Gelbard, Robert, 228-
a 238, 258 29, 232 Genocidio,
(D Antigua problema de, 356-57
E Repú blica Genscher, Hans-
383
Dietrich, n Nedim, 1 Pasto
123 e r,
Georgievsk , Habermas, Jü rgen, Johan
i, Ljubčo, 355 n
100, 338 W Halilović, Š efer, 155, von,
Geremek, i 163 20
Bronislaw, l Haradinaj, Ramush, Hill,
237 l 328-29 Chris
Alemania, i Hartma tophe
y a n, r, 235
recono m Florenc Hitchens, Christopher,
cimien , ia, 121 294
to de Hehir, Hobsbawm, Eric, 77
Croaci 2 J. añ os
ay 9 Bryan, Holbrooke, Richard,
Eslove Gligorov, 249 192, 235, 237, 239,
nia, Kiro, 100- Helenis 243-44, 300-01
122-24 01, 333-34 mo, Hombach, Bodo, 346
G Glenny, legado Hosmer, Stephen, 259-
i Misha, 30 de, 8-9 60
b añ os HMS Invincible, Hoxha, Enver, 58, 62,
i Goražde, negociaciones sobre, 67, 69-70, 224
a batallas por, 177 Herceg-Bosna, Intervenció n
n 185-86, 190 152, 154, 164, 341 humanitaria, 354-59
s Gorbachov, Guerra humanitaria,
k Mikhail, 76, 354, 358-59
i 128 Huntington, Samuel, 6
i Gore, Albert, añ os
, 257
Goulding, Ignatieff, Michael, 358
L Marek, 171 Movimiento Ilirio, 45
. Gow, James, Incidente de Imia /
107, 171-72 Kardak, 303-04
I Granić, Estado Independiente
a compañ ero, de Croacia, 52-54,
. 340 133
, Guerra civil Revolucionario
griega, 53- macedonio interno
6 54, 60-62 Organizació n
0 Proyecto (IMRO), 48-49, 100,
griego, 21 337-39
G Grivas, Corte Internacional de
l Georgios, Justicia, 286 Corte
a 290, 292 Penal Internacional
d Gü l, (CPI),
s Abdullah, 354-55, 360-61
t 314 International Crisis
o Gursel, Group, 330 Derecho
384
Internacion ov, , 197, 307-08
al Ivan, 200
Humanitari 259, Terre Conferencia de Jajce,
o, 354 262 moto 18
Tribunal Izetbe de Jackson, Michael, 262
Militar gović, İzmit,
Internacion Alija: Jackson, Kinkel, Klaus, 235
al para la y Robert H., Kissinger, Henry, 292
Lejano elecci 360 jenízaros, Kivrikoğ lu, Huseyin,
Oriente, ones 18 298
360 de Janša, Janez, 106 Kljujić, Stjepan, 152,
Internac 1990, Jashari, Adem, 227 169
ional 99, y Joulwan, George, 198 Koljević, Nikola, 153
Tribu federac Jovanović, Vladislav, Komšiluk (Buena
nal de ió n 233, 237 Vecindad), 150 Kordić,
Críme asimétr Jović, Borisav, 100, Dario, 200
nes ica, 102, 114, 151 Koschnik, Hans, 202
de 101, y Judá , Tim, 228, 250 Kosovo: batalla
Guerr secesió Partido Justicia y del campo de
a n de Desarrollo (AKP), Kosovo, 12-13,
para Bosnia- 314, 316 ciclo de
la ex Herzeg poemas épicos,
Yugos ovina, Kaçak tradicion, 226- 20 y
lavia 150-53, 27 Vidovdan, 29, estado
(TPIY papel Kadijević, Veliko, 108- durante la Segunda
), en la 09, 113-16 Guerra Mundial, 58-
179, guerra Kadritzke, Niels, 302 66, 72-73, 1981
202- de Kaplan, Stephen, 175 levantamiento,
03, Bosnia, 224, guerra en, 223-
Karadjordje, 21 a 22
230, 155, 265 Misió n de
Karadjordjević, Peter,
235, 163-64, Observadores
27, 31
250, 168-69, Diplomá ticos de
Karadžić, Radovan,
260, 174- Kosovo
151-52, 157, 159,
340, 7 (KDOM), 236, 257
162, 174, 176-77,
345- 5 Ejército de
182, 195, 330, 361
46, 254- , Liberació n de
Karadžić, Vuk, 45
55, 357, Kosovo (ELK):
añ os
359-62 1 orígenes, 226-28,
Karamanlis,
Ioannides, 7 insurrecció n,
Konstantinos, 293
Dimitrios, 7 229-
Kardelj, Edvard, 59,
292-93 - 243, 255, en la
62, 74
Partido de 7 posguerra, 331-33,
Kemalismo, 297-99
Bienestar 8 335, 361
Kerim, Srjan, 336
Islá mico ,
Reino de Fuerza de
(Refah),
serbios, Mantenimiento de
298, 304- 1 croatas y la Paz de Kosovo
05, 314 9 eslovenos, (KFOR), 261-63,
Ivan 3 45-47 327-29, 331-33,
385
335, Cuerpo de (PKK), 297, Conferencia de
337 Protecció n 305-07 Londres (1955), 289
de Kosovo, Kurup, Marcia Conferencia
263, 328 Christoff, 284 Internacional de
Misió n de Kvashnin, Londres sobre
Verificació n Anatolii, 262 Antigua Yugoslavia
de Kosovo Kvaternik, Slavko, 54 (ICFY), 159, 174,
(KVM), añ os 177-78
237, 239, Lugar, Richard, 198
240-41, Lake, Anthony, 191-92
244 Lampe, John, 65 añ os Cumbre de
Kossuth, Lausana, tratado de, Maastricht,
Lajos, 24 47, 282, 284-88 121-22, 127
Koštunica, Lavrov, Sergei, 257 Macedonia
Vojislav, Leotardo, Pregunta:
342-46 François, orígenes de,
Kouchner, 337 26, en el período
Bernard, Ejé rcito de entreguerras,
327 de 49, durante la
Kozyrev, Liberació guerra en
Andrei, 128, n de Bosnia-
180-81 Preševo, Herzegovina,
Krajišnik, Bujanovac y 59-66, y Grecia,
Momčilo, Medvedja 305-06, 316, y
151, 200, (LAPBM), 332 Levantamiento de
330 Levantar y golpear, Macedonia, 333-39,
Kraljević, 175, 179 336
Blaž, 156 Pequeñ o, Allen, 176 Maček, Vladko, 49
Kučan, Pequeñ a Entente, 44 añ os
Milán, 5, 95, Litvinov, Maxim, 317 MacArthur, Douglas,
102, 107, 360
132 Maclean, 125, 190
Kü çü k, Fitzroy, 55, 60 Ofensiva Maslenica
Fazil, 290 Makarios III, (enero de 1993), 165
Kukanjac, Arzobispo, 290- Mathiopoulos,
Milutin, 157 94 Manolić, Margarita, 284
Kumar, Josip, 187 Mazowiecki, Tadeusz,
Rahda, 204 Manzikert, 158
Pregunta batalla de, 11 Mazzini, Giuseppe, 24
kurda, 280 Masacre del Bolsillo Medak, 125
Partido mercado de Idea megali, 29, 281-82
de Markala, 179 Mehmet Ali, 19, 23
los Marković, añ os
Trab Ante, 95-96, Menderes, Adnan, 289
ajad 99, 107 Mesić, Stjepan (Stipe),
ores Marković, Mirjana, 91 100, 107, 109,
Kurd añ os 114, 187, 340
os Martić, Milá n, 98, 111, Mihailović, Draža, 55
386
añ os Kosovo, Phillippe, 173 Mostar: asedio
Mikulić, 228-230, de 167, 178,
Branko, 95 232, 240, 184,
añ os 246-250, administració
Recursos 256-260, n de la Unió n
profesio caen de Europea de,
nales pode 200-01
militares r, Ofensiva del Monte
, Inc., 341- Pastrik, 256 Fuerza
188 46, y de Paz
Sistema de Corte Multinacional
mijo, 14, 17 Penal Sureste
Milošević, Inter Europa, 350
Sloboda nacio Consejo Nacional
n: nal, Musulmá n de
ascenso 354, Sanjak, 156
al poder, 360 Partido Musulmá n de
91-95, y Milovanović, Acció n
desinteg Manojlo, Democrá tica
ració n 157 (Stranka
de Milutinović, Demokratska
Yugoslav Milá n, 237 Akcija — SDA), 99,
ia, Mitsotakis, 151, 154, 166,
100-110, Konstantin, 183-84, 200
y guerra 176 Mustafa Kemal
en Mitterrand, (Atatü rk), 32, 43, 282-
Croacia, François, 83, 289, 297-98
110-115, 164
relacione Mladić, Nano, Fatos, 229, 233
s con Ratko, 114, Ejé rcito de Liberació n
Ratko 118, 157,
Nacional (NLA),
Mladić, 176, 185,
335-39
157, y 195, 361
Organizació n
guerra en Moltke, Nacional de
Bosnia- Helmut Combatientes
Herzegov h von, Chipriotas
ina, 165, 30 (EOKA), 290, 293
168, 171, Monte Naumann, Klaus, 247
173, 175- negro,
Nedić, Milá n, 52
79, 182, relacio
Plan
185, nes con
Nime
190, y Serbia,
tz,
Dayton 344-46
299
Accord, Convenció n
Nixon
192-93, del Estrecho
,
204, y el de Montreux,
Richa
conflicto 284-85
rd M.,
de Morillon,
293
387
Organizac 350-52 235 griego, 281-82
ió n del Norwich, Operació n Owen, David, 174-75
Tratad John, 10 GARANTE Plan de paz de Owen-
o del añ os DETERMINADO, Stoltenberg, 176-77
Atlá nti Tribunal de 239 Ö zal, Turgut, 297
co Nuremberg, Operació n EAGLE
Norte 360 EYE, 239 Operació n Pacta Conventa (1102),
(OTAN ESSENTIAL 11-12
): y ex O'Ballance, HARVEST, 338 Incidente de Pakrac,
Yugosl Edgar, 164 Operació n FLASH 104
avia, añ os (Bljesak), 188 Pálido, 162, 175-76, 178,
66, y Obrenović, Operació n 180, 185, 188,
relacio Mihailo, 24 HERRADURA, 249- 190, 193, 330
nes añ os 50 Operació n JOINT Pangalos, Theodoros,
greco- Obrenović, ENDEAVOUR, 195, 306-07
turcas, Milá n, 27 198 Panić, Ž ivota, 117
67, Obrenović, Operation JOINT Papadopoulos,
279-80, Miloš, 22 GUARDIAN, 263 Georgios, 292
306, 308, añ os Operation Papandreu, Andreas,
en Ö calan, SHINING HOPE, 304
Croacia, Abdullah, 254 Operation Papandreu, Georgios,
129, en 297, 306-07 STORM (Oluja), 307-08, 310,
Bosnia- Acuerdo 190, 359 313
Herzegovi marco de Organizació n para Papović, Radivoje, 226
na, 170- Ohrid, 337- la seguridad y Paradžik, Ante, 156
72, 175, 29 Omirou, Cooperació n en Paraga, Dobroslav, 116,
179-88, Iannakis, Europa (OSCE), 156
190-91, 302 200, 234, 236, Pardew, James, 197,
198 y Operació n 240-41, 261, 337
posconflic ABLE 337-38, París, tratado de
to SENTRY, 344, (1947), 284
operacion 173 349- Asociació n para la Paz
es de paz, Operació n 50, (PfP), 232, 234-
233-260, FUERZA 361 35, 341, 351-52
327-333, ALIADA, Orić
y conflicto 244-260, ,
de 263, 358 Nasi
Macedoni Operació n m,
a, 336-39, PUERTO 165,
papel ALIADO, 361
futuro, 252, 254 Orientalismo, 1
Operació n Operació n Ostrogorsky,
AMBER DESERT George, 11
FOX, 338 FOX, 248 Imperio
Operació n Operació n Otomano: 1,
DELIBERA DETERMI impacto en
TE FORCE, NED Balcanes, 12-17, y
191 FALCON, legado nacional

388
Partido por y, 156 proximidad de
la Dunc Petranović, Branko, 61 Rambouillet, 242-
Prosperi an, añ os 45,
dad 335 Plavšić, Biljana, 153, 260-61, 359
Democrá t P 176, 330-31 Ranković, Aleksandar,
ica (PDP), e Poos, Jacques, 120 223
334, 337 t Poplašen, Nikola, 331 Rašeta, Andrija, 124
Pašić, e Corredor Posavina, Ražnatović, Ž eljko
Nikola, 27, r 161-62, 165, 198, (Arkan), 113, 160,
46 añ os 201 187
Pasvanoğ lu, I Valle de Preševo, 331- Razumovsky,
Osman, 19 33, 335 Dorothea Grä fin, 14
añ os ( Primakov, Evgenii, Reinhardt, Klaus, 327
Liga " 257-58 Reissmü ller, Johann,
Patrió tica, e Princip, Gavrilo, 29 123
155 l Repú blica de Krajina
Pavelić, Qosja, Rexhep, 225 Serbia, 125, 133
Ante, 49, 52, g Rexhepi, Bajram, 329
98, 133 r Račak, Roma, 5, 54
Pavković, a masacre en, Rose, Michael, 179, 186
Nebojša, n 241-42 Rossos, Andrew, 27
343 d Račan, Rugova, Ibrahim, 225-
Fuerza de e Ivica, 340 26, 229, 231-32,
Imple " Radić, Stjepan, 43 235, 238, 328-29
mentac ) añ os, 48-49 Rumiantsev, Oleg, 180
ió n de , Conversaciones de
la Paz
Runciman, Steven, 10 Samsun, Nikos, 293
(IFOR), 1 Rusia: y la Conferencia
192, 5 cuestió n de Saint
194-
oriental, 21- Malo, 238
200
P 27, Guerra San Stefano,
Pére
e Ruso-Turca, tratado de,
z de
t 1877- 25 Sanberk,
Cuéll
k 78,25-26, y la Ozlan, 296
ar,
o guerra en Sant'Egi
Javie
v Bosnia- dio, 228
r,
i Herzegovina, Sarajevo,
124,
ć 180-82, y asedio
299
, Acuerdo de de, 162-
Cons
Dayton, 199- 64
ejo
M 200 y Kosovo Scharpin
Conj
i conflicto, 257- g, Rudolf,
unto
l 260, incidente 249
Per
i del aeropuerto Schrö der, Gerhard, 238
man
v de Priština, 261- Seleznev, Gennadi,
ente,
o 62 238
238
j Ejército serbio de
Perr
, Á reas seguras, 173 Krajina (Srpska
389
Vojska a ber, Iniciativa de
Krajine), v Laura, cooperació n
111, 168 , 176 de Europa
Repú blica Simeó n sudoriental,
Serbia de 1 el 350
Bosnia- 1 grande, Iniciativa de Europa del
Herzegov 3 11 Sudeste (SEEI), 352
ina Simitis, Cooperació n del
(Repú blic C Constan Sudeste de Europa
a Srpska), o tine, Proceso
151-53, n 255 (SEECP),
165 j Acta 350
Unió n u Ú nica Defensa
Serbia- n Europe del
Montenegro, t a, 77 Sudeste de
344-45 o Sitwell, Europa
Academia de Sacherv Proceso Ministerial,
Ciencias de d ell, 16 306
Serbia e Smith, Leighton, 196 Špegelj, Martin, 111-13
Memora Alianza Esporazum (de 27 de
ndo 92- i Socialde abril de 1939), 49
93 d mó crata Srebrenica: Fight
Partido e de around, 160-61,
Democrá a Macedon 165-66, 173,
tico s ia, 336- masacre en, 189-90
Serbia , 37 Pacto de estabilidad
(Srpska Liga para el sudeste de
Demokra Socialdemó crata, Europa,
2
tska 339 Solana, Javier, 344, 346-47, 349-50,
9
Stranka 237, 351, 355 366
9
— SDS), de Soto, Á lvaro, 312 Estabilizació n y
-
151, 153, Asociació n
3
157, 169, Proceso (SAP),
0
331 349
1
Š Fuerza de
Short,
e estabilizació n
Michael, 246,
š (SFOR), 197-
252-53
e 200, 241-42,
Shoup, Paul,
l 244, 303, 329-
57, 99,
j 31, 337, 344
101,169
, Stambulić, Ivan, 91-94
Šiber,
Stjepan, 155 Stari Most (Puente
V Silajdžić, Viejo de Mostar),
o Haris, 171, 159, 201
j 200 Stavrakis, Peter, 61
i S añ os
s i Stavrianos, Levron, 17
l l Stefan Dušan, 12 añ os
390
Stef Ivan 43, 328-29 Federació n
an , 59 Tesaló nica, 3, 5, 30, Balcá nica, 57-66,
Ne Sumner, BH, 50, 255, 289, 334 ruptura con Stalin,
ma 26 Tito, Josip Broz: en 71-77, purga de la
nja Šušak, Gojko, la Segunda Guerra Liga de Comunistas ,
(Sa 105, 112, Mundial, 55-56, y 95, y
n 124 Ejé rcito Popular (UNFICYP),
Sav Asunto Yugoslavo, 113, 291, 295
a), Susurluk, 155, y problema Misió n de las
12 305 de Kosovo, 223 Naciones Unidas
Ste Todorova, María, 2 en Kosovo
pas Tadić, Misió n de (UNMIK), 327-29,
hin, Miroslav, Entrenamiento y 333, 335
Ser caso 360 Equipamiento, 197 Fuerza de
gei, Taksim Pacto Tripartito, 50 despliegue
262 (dividir), Trotsky, Leó n, 29 preventivo de las
Sterner, 289, 295 Tudjman, Franjo: Naciones Unidas
Mikhail, 258 Talbott, subida al poder, en Macedonia
Stevanović, estroboscó pi 92, 95, 97-98, y la (UNPREDEP),
Vidosav, 95 co, 237, 258- guerra de secesió n 172-73, 232-33,
añ os 59 eslovena, 108, 334,
Stol Talić, Momir, reunió n con 364-65
ten 361 Slobodan Milošević, Á reas protegidas de
ber T 192, y la tradició n las Naciones
g, as de los derechos Unidas (APNU),
Tho k estatales croatas, 124, 165, 171
rval F 111, y la guerra en Estados Unidos: y
d, or Croacia, 119, 133, y guerra en
176 ce la guerra en Croacia, 104,
Stro H Bosnia- 114, iniciativas
ssm a Herzegovina, 159, de resolució n
aye w 164, 168, 174 -77, de conflictos,
r, k, 187, 190-92 y 128-29, y
Jos 2 Dayton Accord, guerra en
pi 5 204, legado de, 339- Bosnia-
Jura 4- 41, 359 Herzegovina,
j, 5 Repú blica Turca del 152-53 y
45 5 Norte de Chipre Plan Vance-Owen,
Stu T (TRNC), 294-95, 175, 178, nuevas
pni h 300-01, 309-15 iniciativas políticas,
Do, ač Tus, Anton, 112 182-84, y Acuerdo
mas i, de Dayton, 191-94,
acr H y Kosovo problema,
Ustaša49, 52, 54-55,
e en as 225-26, 231-32, y
98, 116, 133
167 hi problema de Chipre,
Fuerzas de las
Šub m 294-95, desafío de
Naciones
ašić , intervenció n, 364-
Unidas en
, 2 65
Chipre
391
Conferencia 129, 172 Johann
Plan de paz de Paz de Woo August, 2
de Vance- Versalles, 32, dho Zhirinovs
Owen, 174- 43 use, kii,
79, 194 Via Egnatia, CM, Vladimir,
Vance, 3 61 181
Cyrus, 124, Vukm Woo Zhivkov, Todor, 69-70
174, 291 anovi dwa Zimmermann,
Vassilou, ć- rd, William, 114, 152,
Georgios, Temp Susa 171 Zogu, Ahmed
300-01 o, n, (Rey Zog), 43-44
Vazov, Ivan, Sveto 172 Zolo, Danilo, 359
13 zar, Autogestió n de los Zubak, Krešimir, 184
Venizélos, 57 trabajadores, 74-75 Zulfikarpašić, Adil, 99
Elefthérios, Vuko Wö rner, Manfred, 185
31, 283 var,
destr Xhaferi, Arben, 337-30
ucció
n de, Conferencia de Yalta,
116- 62
18 Yeltsin, Boris, 128,
181, 192, 235, 257-
Wal 58, 262
ker, Yılmaz, Mesut, 311
Will Fuerzas Armadas
iam, Yugoslavas
241 (Vojska
Acu Jugoslavije — VJ),
erd 115, 157, 256
o de Liga Yugoslava de
Was Comunistas, 74,
hin 76, 96-97
gto Ejército Popular
n Yugoslavo
(Cr (Jugoslovenska
oaci Narodna Armija —
a JNA): 101, 103,
Musulmá 105, en Eslovenia,
n), 183- 107-08, en Croacia,
84, 193 111-119, 133, 150,
Westendorp, en Bosnia-
Carlos, 202, Herzegovina, 156-
331 168, 170
Europeo
occide Zajedno (Unidad)
ntal coalició n, 342-43
Unió n Zemin, Jiang, 253
(UEO), Zeune,

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