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com
R. Craig Nation
Agosto de 2003
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*****
ISBN 1-58487-134-2
ii
CONTENIDO
Prefacio................................................................................................v
Prefacio..............................................................................................vii
Sobre el Autor........................................................................................379
Índice......................................................................................................381
PREFACIO
Este libro, del Dr. R. Craig Nation, fue escrito para abordar la
necesidad de una historia completa de las guerras de los Balcanes
provocadas por el colapso de la Federació n Yugoslava en 1991.
Estas guerras, y la inestabilidad que han provocado, se
convirtieron en preocupaciones para gestió n de la seguridad
internacional durante la dé cada de los noventa. Despué s de una
fase inicial de distanciamiento y vacilació n, el conflicto de los
Balcanes llevó a Estados Unidos y a sus aliados europeos má s
importantes a un compromiso abierto con la aplicació n de la paz,
la gestió n de conflictos y la consolidació n de la paz en la regió n,
con el importante apoyo de la
Ejercítio EE.UU. Estos esfuerzos aú n está n en marcha, y siguen
existiendo tensiones importantes y posibles focos de tensió n en la ex
Yugoslavia y en toda la zona del sudeste de Europa. Las lecciones
aprendidas de las nuevas guerras de los Balcanes y los éxitos y
fracasos del compromiso internacional y de Estados Unidos
proporcionan una base importante para los esfuerzos futuros para
gestionar conflictos regionales intratables.
El trabajo del Dr. Nation ha sido apoyado por una beca de
investigació n proporcionada por el US Army War College, y se
publica bajo los auspicios del Instituto de Estudios Estratégicos. La
Escuela de Guerra del EjércitoLa misió n principal es preparar a las
nuevas generaciones de líderes estratégicos para que asuman puestos
de responsabilidad dentro de las fuerzas armadas estadounidenses y
las ramas civiles del sistema de seguridad nacional. Esa misió n incluye
una seria confrontació n con las cuestiones de seguridad má s urgentes
de nuestro tiempo, para incluir la naturaleza del conflicto armado
contemporá neo y la naturaleza cambiante de la guerra misma. El
conflicto de los Balcanes de la década de 1990, como un caso de
estudio sobre el fracaso del estado y la guerra de intensidad media, la
gestió n e intervenció n de conflictos internacionales y el compromiso
militar de los EE. UU., Proporciona un marco excelente para plantear
preguntas bá sicas sobre la diná mica de la seguridad internacional en
los albores de un nuevo milenio. Guerra en los Balcanes,
Lamentablemente, habrá otras situaciones comparables en
té rminos generales.
resumen del violento declive y caída de la Yugoslavia socialista.
Las políticas de la comunidad internacional en el embrollo
yugoslavo han sido criticadas ampliamente por ineficaces. Sin
v
embargo, al final, después de añ os de inutilidad, el conflicto só lo
pudo ser contenido mediante una importante intervenció n militar
internacional encabezada por Estados Unidos.
vi
Estados y un compromiso multilateral a largo plazo con la
consolidació n de la paz después de los conflictos. Pocos desearían
plantear el resultado como un modelo a emular, pero debería ser
un caso del que podamos aprender.
ix
graves. ¿Có mo se puede impulsar una agenda para la construcció n de
la paz, incluida la reconciliació n y la recuperació n econó mica, en á reas
histó ricamente marginadas que enfrentan una brecha de desarrollo
grande y cada vez mayor? Estas preguntas no son exclusivas de la
regió n en cuestió n, sino las formas en que y ¿deberían imponerse
también esas normas a las partes intervinientes? Las consecuencias
econó micas del conflicto armado en los empobrecidos Balcanes, para
los propios beligerantes y para sus vecinos inmediatos, han sido
particularmente graves. ¿Có mo se puede impulsar una agenda para la
construcció n de la paz, incluida la reconciliació n y la recuperació n
econó mica, en á reas histó ricamente marginadas que enfrentan una
brecha de desarrollo grande y cada vez mayor? Estas preguntas no
son exclusivas de la regió n en cuestió n, sino las formas en que y
¿deberían imponerse también esas normas a las partes intervinientes?
Las consecuencias econó micas del conflicto armado en los
empobrecidos Balcanes, para los propios beligerantes y para sus
vecinos inmediatos, han sido particularmente graves. ¿Có mo se puede
impulsar una agenda para la construcció n de la paz, incluida la
reconciliació n y la recuperació n econó mica, en á reas histó ricamente
marginadas que enfrentan una brecha de desarrollo grande y cada vez
mayor? Estas preguntas no son exclusivas de la regió n en cuestió n,
sino las formas en que ¿Ser reenviado en á reas histó ricamente
marginadas que enfrentan una brecha de desarrollo grande y cada vez
mayor? Estas preguntas no son exclusivas de la regió n en cuestió n,
sino las formas en que ¿Ser reenviado en á reas histó ricamente
marginadas que enfrentan una brecha de desarrollo grande y cada vez
mayor? Estas preguntas no son exclusivas de la regió n en cuestió n,
sino las formas en que
x
Se abordan en el caso de los Balcanes sentará precedentes con
repercusiones globales.
El conflicto de los Balcanes se ha convertido en el tema de una
pequeñ a biblioteca de reflexió n periodística y aná lisis académico. No
obstante, el presente estudio es una de las pocas interpretaciones
recientes que buscan considerar la guerra como un todo3. Se basa en
varios supuestos bá sicos sobre la naturaleza del conflicto y la forma
en que debe interpretarse.
Primero, la guerra se considera como una contienda ú nica y
prolongada con una ló gica estratégica consistente: la redistribució n de
pueblos y territorios dentro de la federació n yugoslava en colapso.
Aunque siempre fue un país en disputa, Yugoslavia había servido
durante muchos añ os como una fuente de estabilidad en los Balcanes
al proporcionar un marco para la cohabitació n positiva entre diversos
grupos étnicos y una alternativa al nacionalismo autodestructivo.4 Del
preludio en Eslovenia en 1991 , a través de los conflictos má s
destructivos en Croacia, Bosnia-Herzegovina y Kosovo entre 1992 y
1999, hasta el epílogo en Macedonia en 2000-2001, lo que prefiero
llamar la Guerra de Sucesió n Yugoslava ha consistido en esfuerzos
para afirmar la soberanía sobre el territorio en la ausencia de
cualquier tipo de acuerdo sobre có mo la federació n en colapso podría
haber sido reorganizada o desmantelada, sin recurrir a la fuerza.
Slobodan Milošević ha sido objeto de una censura especial por su
descarada manipulació n del nacionalismo serbio con el fin de
asegurar un control en el poder, y su disposició n a recurrir a la sangre
y el hierro con el fin de esculpir una gran Serbia del cuerpo de la ex
Yugoslavia, pero Milošević fue só lo uno de una generació n de líderes
post-Tito que optaron por jugar la carta nacionalista en sus
respectivas repú blicas a pesar de los intereses de los pueblos de
Yugoslavia en su conjunto. Aunque librada en nombre de soberanías
en competencia, la Guerra de Sucesió n Yugoslava fue esencialmente
una guerra civil, en la que conciudadanos se mataron unos a otros a
instancias de líderes despiadados y sin principios que luchan por el
poder y el dominio. Realmente ha sido una guerra sin vencedores.
Slobodan Milošević ha sido objeto de una censura especial por su
descarada manipulació n del nacionalismo serbio con el fin de
asegurar el control del poder, y su voluntad de recurrir a la sangre y el
hierro para arrancar una Serbia mayor del cuerpo de la ex Yugoslavia,
pero Milošević fue só lo uno de una generació n de líderes post-Tito
que optaron por jugar la carta nacionalista en sus respectivas
repú blicas a pesar de los intereses de los pueblos de Yugoslavia en su
conjunto. Aunque librada en nombre de soberanías en competencia, la
Guerra de Sucesió n Yugoslava fue esencialmente una guerra civil, en
la que conciudadanos se mataron unos a otros a instancias de líderes
despiadados y sin principios que luchan por el poder y el dominio.
Realmente ha sido una guerra sin vencedores. Slobodan Milošević ha
sido objeto de una censura especial por su descarada manipulació n
del nacionalismo serbio con el fin de asegurar el control del poder, y
su voluntad de recurrir a la sangre y el hierro para arrancar una
Serbia mayor del cuerpo de la ex Yugoslavia, pero Milošević fue só lo
uno de una generació n de líderes post-Tito que optaron por jugar la
carta nacionalista en sus respectivas repú blicas a pesar de los
intereses de los pueblos de Yugoslavia en su conjunto. Aunque librada
en nombre de soberanías en competencia, la Guerra de Sucesió n
Yugoslava fue esencialmente una guerra civil, en la que
conciudadanos se mataron unos a otros a instancias de líderes
despiadados y sin principios que luchan por el poder y el dominio.
Realmente ha sido una guerra sin vencedores.
En segundo lugar, aunque los combates estaban contenidos
dentro del territorio
de la ex federació n yugoslava, el impacto del conflicto no lo fue. La
guerra tuvo una dimensió n regional significativa, tanto en la regió n
del sudeste de Europa de la que Yugoslavia fue durante tanto
tiempo parte integral, como en Europa en su conjunto. La Guerra
de Sucesió n Yugoslava creó una crisis de orden regional y dio lugar
a lo que podría describirse como una nueva Cuestió n Oriental, con
los Balcanes
transformado nuevamente en una zona de inestabilidad cró nica.
Tambié n fue una crisis del orden europeo, el primer gran conflicto
armado en el continente desde 1945, incluidos abusos que la
mayoría creía que “nunca má s” se permitirían que ocurrieran, y un
desafío para el que la Europa institucional no estaba
dolorosamente preparada. La participació n tardía de Estados
Unidos fue en muchos sentidos producto de la diná mica residual
de la guerra fría que institucionalizó la dependencia europea de
El liderazgo estadounidense, así como la divisió n cró nica y la
ineficacia de la propia Europa como actor internacional. En la
actual coyuntura, la precipitada retirada de Estados Unidos no
sería una opció n positiva, pero a largo plazo la crisis de los
Balcanes solo se resolverá cuando se reduzca el papel de Estados
Unidos, y una mayor confianza en sí mismo y unificació n.Europa
acepta la regió n y sus problemas como propios.5 Este estudio hace
referencia frecuente a las perspectivas europeas sobre el conflicto,
que se presenta como, en esencia, un dilema europeo que exige
soluciones europeas.
En tercer lugar, se considera fundamental la dimensió n
internacional de la guerra. El fin del sistema de la guerra fría a partir
de 1989 pareció abrir nuevas perspectivas para el activismo de las
grandes potencias, y el desastre yugoslavo brindó una oportunidad
conveniente para poner a prueba mecanismos inactivos durante
mucho tiempo para la gestió n de crisis internacionales. Desde los
primeros días de las operaciones de combate en Eslovenia, el papel
activista de la comunidad internacional contribuyó de manera
importante a dar forma a los resultados. Incluso si la voluntad de
intervenir no se hubiera manifestado tan claramente, la diná mica del
conflicto en sí hacía imperativo cierto grado de compromiso
internacional. La opció n de "dejarlos pelear entre ellos" nunca fue tan
atractiva en la prá ctica como algunos la han percibido en
retrospectiva. La incapacidad de los actores locales para resolver sus
diferencias sin recurrir a las armas se reveló desde el principio, y el
conflicto planteó numerosos problemas de mayor importancia,
incluida la integridad de Europa, el futuro de la ONU y las operaciones
de mantenimiento de la paz patrocinadas por la ONU, la viabilidad de
la OTAN, las relaciones con la nueva Federació n de Rusia, el papel del
Islam militante y las relaciones entre Occidente y el mundo islá mico, y
las responsabilidades de la superpotencia estadounidense después de
la guerra fría. Había mucho en juego, y la elevació n durante el
conflicto de remansos provinciales como Vukovar, Knin, Srebrenica o
Račak al estatus de puntos focales de la diplomacia internacional no
fue incongruente. Este estudio examina la diná mica de la gestió n de
conflictos internacionales, analiza los éxitos y fracasos de la
comunidad internacional, y y el conflicto planteó numerosos
problemas de mayor importancia, incluida la integridad de Europa, el
futuro de la ONU y las operaciones de mantenimiento de la paz
patrocinadas por la ONU, la viabilidad de la OTAN, las relaciones con
la nueva Federació n de Rusia, el papel del Islam militante y las
relaciones entre Occidente. y el mundo islá mico, y las
responsabilidades posteriores a la guerra fría de la superpotencia
estadounidense. Había mucho en juego, y la elevació n durante el
conflicto de remansos provinciales como Vukovar, Knin, Srebrenica o
Račak al estatus de puntos focales de la diplomacia internacional no
fue incongruente. Este estudio examina la diná mica de la gestió n de
conflictos internacionales, analiza los éxitos y fracasos de la
comunidad internacional, y y el conflicto planteó numerosos
problemas de mayor importancia, incluida la integridad de Europa, el
futuro de la ONU y las operaciones de mantenimiento de la paz
patrocinadas por la ONU, la viabilidad de la OTAN, las relaciones con
la nueva Federació n de Rusia, el papel del Islam militante y las
relaciones entre Occidente. y el mundo islá mico, y las
responsabilidades posteriores a la guerra fría de la superpotencia
estadounidense. Había mucho en juego, y la elevació n durante el
conflicto de remansos provinciales como Vukovar, Knin, Srebrenica o
Račak al estatus de puntos focales de la diplomacia internacional no
fue incongruente. Este estudio examina la diná mica de la gestió n de
conflictos internacionales, analiza los éxitos y fracasos de la
comunidad internacional, y la viabilidad de la OTAN, las relaciones
con la nueva Federació n de Rusia, el papel del Islam militante y las
relaciones entre Occidente y el mundo islá mico, y las
responsabilidades posteriores a la guerra fría de la superpotencia
estadounidense. Había mucho en juego, y la elevació n durante el
conflicto de remansos provinciales como Vukovar, Knin, Srebrenica o
Račak al estatus de puntos focales de la diplomacia internacional no
fue incongruente. Este estudio examina la diná mica de la gestió n de
conflictos internacionales, analiza los éxitos y fracasos de la
comunidad internacional, y la viabilidad de la OTAN, las relaciones
con la nueva Federació n de Rusia, el papel del Islam militante y las
relaciones entre Occidente y el mundo islá mico, y las
responsabilidades posteriores a la guerra fría de la superpotencia
estadounidense. Había mucho en juego, y la elevació n durante el
conflicto de remansos provinciales como Vukovar, Knin, Srebrenica o
Račak al estatus de puntos focales de la diplomacia internacional no
fue incongruente. Este estudio examina la diná mica de la gestió n de
conflictos internacionales, analiza los éxitos y fracasos de la
comunidad internacional, y y la elevació n durante el conflicto de los
remansos provinciales como Vukovar, Knin, Srebrenica o Račak al
estatus de puntos focales de la diplomacia internacional no fue
incongruente. Este estudio examina la diná mica de la gestió n de
conflictos internacionales, analiza los éxitos y fracasos de la
comunidad internacional, y y la elevació n durante el conflicto de los
remansos provinciales como Vukovar, Knin, Srebrenica o Račak al
estatus de puntos focales de la diplomacia internacional no fue
incongruente. Este estudio examina la diná mica de la gestió n de
conflictos internacionales, analiza los éxitos y fracasos de la
comunidad internacional, y
intenta especificar las lecciones aprendidas.
Por ú ltimo, aunque el presente trabajo no pretende ser una
historia militar, se dirige una atenció n considerable a las
dimensiones específicamente militares y estratégicas del
conflicto.6 La complejidad particular de la rivalidad estraté gica
dentro de la ex Yugoslavia, con sus nacionalidades superpuestas,
rivalidades étnicas histó ricamente condicionadas, y mú ltiples
adversarios, ha llevado a los analistas a una inevitable
concentració n en la clasificació n de los detalles etnográ ficos. Pero
la Guerra de Sucesió n Yugoslava fue también un conflicto armado
de un tipo específico, quizá s mejor caracterizado por el general
Wesley Clark con la ambigua designació n de “guerra moderna” 7.
La divisió n cargada ideoló gicamente que definió a tantos de los
Los conflictos regionales de los añ os setenta y ochenta, impulsados
por organizaciones guerrilleras con diversos tipos de inspiració n
marxista-leninista y, por tanto, perfectamente subsumibles dentro de
la ló gica global de la Guerra Fría, se habían convertido en 1989 en una
cosa del pasado. Ya sea que la Guerra de Sucesió n Yugoslava se
caracterice mejor como un conflicto "étnico" generado por un
nacionalismo intolerante, o como una campañ a inspirada por
oportunistas sin principios para una divisió n del botín a raíz del
fracaso del Estado, planteó tipos de desafíos completamente nuevos.8
Como Un conflicto de mediana intensidad, librado en una zona
econó micamente convulsa y políticamente marginada, entre
beligerantes cuya capacidad militar no les permitía convertirse en
actores estratégicamente significativos, los temas en juego ya no eran
evidentemente vitales desde el punto de vista de una gran potencia.
En teatro la incapacidad de las fuerzas locales reunidas
apresuradamente, a veces mal disciplinadas, a menudo mal motivadas
y casi siempre inadecuadamente equipadas para imponer decisiones
estratégicas fue una receta para el estancamiento militar. El
mantenimiento de la paz tradicional de la ONU demostró ser
inadecuado para las demandas de un conflicto en el que solo se
prometían resultados con medidas robustas de imposició n de la paz,
pero faltaban la motivació n (en el caso de EE. UU.) Y los medios (en el
caso de Europa) para una intervenció n decisiva. Aunque era inevitable
cierto grado de participació n de las grandes potencias, el grado de
participació n que era apropiado, y específicamente la relevancia de la
intervenció n militar, rá pidamente se convirtieron en temas muy
controvertidos, y así han permanecido. Para Estados Unidos, como
ú nica potencia mundial con capacidad de proyecció n de poder
verdaderamente global, y para la alianza de la OTAN, El ú nico foro de
seguridad militarmente competente de Europa, el dilema estratégico
planteado por el conflicto de los Balcanes fue considerable. La OTAN
no podía simplemente ignorar los Balcanes, sino al igual que otras
instituciones europeas y euroatlá nticas.
estaba “lamentablemente desprevenido” para los problemas
posteriores a la guerra fría, y su compromiso tentativo y su
preferencia por medidas parciales o simbó licas diseñ adas para
contener los combates con bajo riesgo no resultaron má s efectivas
que el mantenimiento de la paz de la ONU.9 Al final, fue solo
cuando La incapacidad de la comunidad internacional para poner fin
al conflicto llegó a verse como políticamente perjudicial en
Washington porque se preparó una agenda para una acció n militar
decisiva. Las cuestiones que plantean estos acontecimientos son
importantes y de ninguna manera se limitan al caso de la ex
Yugoslavia. Es probable que el empleo de medios militares para
gestionar los conflictos regionales en las caó ticas circunstancias del
siglo XXI sea un problema de seguridad recurrente durante algú n
tiempo.
Los Balcanes se describen a menudo como un lú gubre remanso,
un
tierra de la política mundial ”, en palabras de un estudio posterior
a la Segunda Guerra Mundial,“ predestinado al conflicto que surge
de la heterogeneidad ”10.El estereotipo es falso, pero ha tenido una
influencia angustiosa en la configuració n de las percepciones del
conflicto balcá nico y su origen. Al fomentar el pesimismo sobre las
perspectivas de recuperació n, también puede hacer que sea má s difícil
mantener los compromisos de consolidació n de la paz después del
conflicto. Este libro busca refutar las explicaciones simplistas de los
"odios antiguos" examinando cuidadosamente las fuentes y la
diná mica del conflicto balcá nico en todas sus dimensiones. El capítulo
uno intenta definir a los Balcanes como una regió n y especificar los
tipos de tendencias histó ricas que llevaron a su marginació n en el
período moderno. El Capítulo Dos analiza la evolució n de la regió n
durante el corto siglo XX de Eric Hobsbawm, con especial énfasis en
las fortalezas y debilidades de la idea yugoslava y los proyectos
posteriores a la Segunda Guerra Mundial para una federació n
balcá nica ampliada. El capítulo tres trata sobre la larga crisis del
federalismo yugoslavo que siguió a la muerte de Josip Broz Tito en
1980, que culminó con las guerras de secesió n en Eslovenia y Croacia.
Los capítulos cuarto y quinto analizan los conflictos en Bosnia-
Herzegovina y Kosovo con la mirada puesta en el cará cter
problemá tico de las resoluciones impuestas por la intervenció n
internacional. El sexto capítulo sale de los confines de la antigua
Yugoslavia para centrarse en las relaciones greco-turcas y la cuestió n
de Chipre, consideradas piezas particularmente importantes del
rompecabezas regional balcá nico y cuestiones críticas en cualquier
programa a largo plazo para reformular el orden regional. En el
Capítulo Siete se examinan las secuelas de los conflictos de la década
de 1990, y se agrega un aná lisis del estallido de la violencia étnica en
Macedonia durante 2000-2001.
en el contexto má s amplio posible, con atenció n a variables
histó ricas, culturales, políticas y estratégicas. Esta es, diría yo, la
forma má s apropiada de aceptar el cará cter específico y el peso
histó rico de la guerra.
La Junta de Investigaciones y Publicaciones de la Escuela de
Guerra del Ejército de los EE. UU. Otorgó una generosa Beca de
Investigació n Temporal que me concedió un tiempo libre de las
responsabilidades docentes para que yo pudiera concentrarme en la
investigació n y la redacció n que hicieron posible este trabajo. En
particular, agradezco al ex Comandante del Colegio, General Robert
Scales, y al Director del Departamento de Seguridad Nacional y
Estrategia, Coronel Joseph Cerami, por su apoyo a la beca como parte
integral de la educació n militar superior y la disciplina de estudios
estratégicos. El Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de la
Fuerza Aérea de los Estados Unidos ofreció apoyo adicional para el
trabajo de campo en la regió n. Estoy en deuda con Stefano Bianchini y
mis colegas de la Red Internacional de Europa y los Balcanes y el
Centro de Estudios de Europa Central y Oriental y los Balcanes de la
Universidad de Bolonia. con quien luché por comprender los
problemas de los Balcanes durante toda la duració n de la guerra, y de
cuyas percepciones me he beneficiado enormemente, esté o no de
acuerdo con ellos. Agradezco especialmente a mis colegas los
Coroneles Alan Stolberg y Raymond Millen, por sus comentarios
cuidadosos y expertos sobre una versió n anterior del manuscrito. Las
conclusiones ofrecidas en el libro no reflejan necesariamente las
posiciones o políticas del Departamento del Ejército, el Departamento
de Defensa o el Gobierno de los Estados Unidos. Representan un
intento personal de darle sentido a una gran tragedia contemporá nea.
por su comentario cuidadoso y experto sobre una versió n anterior del
manuscrito. Las conclusiones ofrecidas en el libro no reflejan
necesariamente las posiciones o políticas del Departamento del
Ejército, el Departamento de Defensa o el Gobierno de los Estados
Unidos. Representan un intento personal de darle sentido a una gran
tragedia contemporá nea. por su comentario cuidadoso y experto
sobre una versió n anterior del manuscrito. Las conclusiones ofrecidas
en el libro no reflejan necesariamente las posiciones o políticas del
Departamento del Ejército, el Departamento de Defensa o el Gobierno
de los Estados Unidos. Representan un intento personal de darle
sentido a una gran tragedia contemporá nea.
NOTAS FINALES
1
argumento, ha moldeado y sigue moldeando el enfoque de la
comunidad internacional hacia la regió n y sus problemas.
¿Qué son los Balcanes? El término en sí, derivado del persa
a través del turco, originalmente referido a una casa alta o
montañ a. Fue incorporado a la frase "Península de los Balcanes"
por el
2
El geó grafo alemá n Johann August Zeune en 1808 para llamar la
atenció n sobre el terreno montañ oso de la zona, pero no se volvió de
uso comú n hasta mediados del siglo XIX. La connotació n peyorativa
que ha adquirido la designació n Balkan ha llevado a la resistencia a su
uso y, de alguna manera, el término má s neutral "Europa sudoriental"
es una alternativa preferible.6 Los Balcanes, sin embargo, son má s que
una extensió n peninsular de una mayor Europa. También es una zona
física y cultural distintiva que posee lo que Maria Todorova llama
“concreció n histó rica y geográ fica” 7.
La mayoría de las historias de los Balcanes modernos
comienzan con una definició n de la regió n basada en sus
características físicas. Los Balcanes está n constituidos como una
península, delimitada por los mares Adriá tico y Jó nico en el oeste,
el mar Egeo en el sur y el mar Negro en el este, y sus puertos de
escala han sido un foco de interacció n comercial desde la
antigü edad clá sica. Las á reas costeras y los grupos de islas
periféricas, con un fondo má s cosmopolita y un clima
mediterrá neo má s suave, pueden distinguirse de las regiones del
interior, que son predominantemente montañ osas, relativamente
aisladas y sujetas a patrones climá ticos continentales má s severos.
Barreras montañ osas paralelas a la costa y ausencia de ríos
navegablescortar el interior de los Balcanes del mar. A diferencia de
las penínsulas ibérica e italiana, divididas del corazó n europeo por los
Pirineos y los Alpes, los Balcanes se abren a Europa central a través
del valle del Danubio y a través de la llanura de Panonia.
Internamente, la regió n está fragmentada por una serie de cadenas
montañ osas: los Alpes Julianos en el norte, las montañ as Dinaric y
Pindus que se extienden dorsalmente a lo largo del flanco occidental
de la península, los Cá rpatos en el noreste, las montañ as de los
Balcanes (la cadena Haemus de la antigü edad clá sica). Corriendo de
este a oeste a través del corazó n de Bulgaria, y las montañ as Ró dope
paralelas a ellas en el sur má s allá del valle del río Maritsa y cayendo
hacia el Egeo. La falta de tierras bajas bien irrigadas y adecuadas para
la agricultura intensiva ha sido un impedimento para el crecimiento
de la població n.
Como un á rea expuesta y estratégicamente importante sin un
tradició n de un estado independiente, la península de los Balcanes ha
servido como un cinturó n de ruptura y un punto de confrontació n
entre los complejos de poder vecinos, una fuente, impuesta
externamente, de la propensió n a la violencia supuestamente un rasgo
indígena.9 Mar, río y
Las líneas de comunicació n terrestres que corren adyacentes a la
regió n y a través de ella atraviesan un puñ ado de cuellos de botella
críticos, que han sido cuestionados a lo largo de los siglos. La ruta
que sigue el valle del Danubio desde Europa Central hasta
Belgrado, y continú a por el valle del Morava hasta Niš, siempre ha
sido una arteria comercial y militar de fundamental importancia.
Desde Niš uno puedeContinú e hacia el sur a través de la cuenca
hidrográ fica hacia el valle del Vardar (Axios) que conduce al puerto
egeo de Tesaló nica, hacia el suroeste a través del paso de las
Termó pilas hacia el Á tica, o hacia el sureste a través del Paso
Dragoman hasta Sofía, hacia el valle del Maritsa hasta Plovdiv y
Edirne. , y má s allá a través de la llanura tracia hasta Estambul. No
existe un corredor natural que une el Adriá tico con el interior de los
Balcanes, aunque los romanos construyeron una carretera de este a
oeste que atraviesa los Balcanes del sur a partir del añ o 146 d.C. Esta
Via Egnatia era una extensió n, má s allá del Adriá tico, de la gran Via
Appia romana que unía Roma con Brindisi. Partió de lo que hoy es el
puerto albanés de Durrës a través de un terreno montañ oso a través
de Elbassan, pasando por el lago Okhrid y Bitola, y luego hasta
Tesaló nica. Los proyectos de desarrollo contemporá neos presentan
esfuerzos para recrear el corredor romano como una red de
carreteras moderna. Las arterias norte-sur y este-oeste atraviesan la
misma encrucijada estratégica crítica en la actual Repú blica de
Macedonia.
Líneas de comunicació n marítima a travé s del Estrecho de
Turquía y el
El estrecho de Otranto, paralelo a la costa de Anatolia, incluido el
grupo de islas del Dodecaneso, y a lo largo de las costas de Albania
y Grecia, ha sido un foco de rivalidad estratégica en los tiempos
modernos, y el Escenario de una larga lista de famosos encuentros
navales.10 Estambul posee un magnífico puerto natural, y los puertos
griegos de Tesaló nica y El Pireo son rivales amistosos como puertos
comerciales en el Mediterrá neo oriental. El norte del Adriá tico incluye
puertos ú tiles en Trieste, Koper, Rijeka y Split, que hasta cierto punto
han competido por el trá fico comercial que une el Adriá tico con las
capitales centroeuropeas de Viena y Budapest. Má s al sur, el puerto de
Kotor (en el Golfo de Kotor en Montenegro) es la ú nica salida al mar
de la Serbia moderna. Albania posee varios anclajes adecuados que,
sin embargo, son lamentablemente inadecuados en términos de
infraestructura. La desintegració n de la Yugoslavia moderna ha hecho
que el acceso al Adriá tico sea un tema especialmente importante para
Serbia, Macedonia y Bosnia-Herzegovina sin litoral.
La situació n geográ fica de los Balcanes lo ha convertido en un punto
obligado
de paso para inmigrantes e invasores que se desplazan entre Asia
Menor y Europa. Siglos de reflujo y reflujo han convertido a la
regió n en una de las má s diversas del mundo, con distintos grupos
étnicos, lingü ísticos y confesionales que a menudo viven
entremezclados o en estrecha proximidad. El ejemplo clá sico de la
interculturalidad balcá nica fue una vez Bosnia-Herzegovina, donde
antes del estallido de la guerra en 1992 solo dos ciudades podían
reclamar una composició n étnica "pura" con una sola comunidad
que representaba má s del 90 por ciento de los habitantes, ninguno
de los veinticinco distritos má s grandes poseían una comunidad
dominante que representaba má s del 50 por ciento de la
població n, y la tasa de matrimonios mixtos entre comunidades
excedía el 25 por ciento (40 por ciento en áreas urbanas). A pesar
de los estragos de la "limpieza étnica" durante la dé cada de 1990,
los Balcanes siguen siendo un depó sito de culturas distintivas que
coexisten en estrecha proximidad. Gestionar yLa organizació n de la
geografía humana diversa de la regió n es un desafío estratégico
bá sico.11
Las cuentas de origen nacional son controvertidas en los
Balcanes,
porque a menudo se utilizan para justificar reivindicaciones
territoriales. Varios pueblos de los Balcanes afirman descender de
los primeros habitantes conocidos de la regió n, aunque las
afirmaciones a veces se cuestionan por motivos científicos o por
nacionalidades rivales que buscan demostrar que "estuvimos aquí
primero". Los albaneses hablan un idioma indoeuropeo distintivo
y pueden ser los antepasados de los antiguos ilirios, una
comunidad tribal de la Edad del Hierro con raíces en el á rea entre
el valle del río Morava y el Adriá tico. Los ilirios compartieron la
península con los tracios, un grupo indoeuropeo que se cree que
estableció una comunidad organizada al norte del Danubio en el
siglo V a.C. y puede ser los antepasados lejanos de los valacos de
hoy, un pueblo pastoril esparcido por Yugoslavia, Albania. y Grecia,
que habla un dialecto latino cercano al rumano. Los rumanosellos
mismos argumentan descendencia de los dacios, una rama de la tribu
tracia que fue conquistada para Roma por el emperador Trajano en
106
AD y posteriormente, de acuerdo con las interpretaciones nacionales
rumanas,
transformado por matrimonios mixtos en una amalgama
“Romano-Dacia”. Los griegos modernos reclaman la herencia de
los helenos de la antigü edad clá sica.12 Las tribus eslavas
comenzaron a emigrar a los Balcanes en el siglo VI, pero se
necesitaron siglos antes de las distinciones modernas entre varias
ramas de la familia eslava del sur (esloveno, croata, serbio,
macedonio). , y bú lgaro) evolucionaría. Los protobú lgaros que
llegaron al sur de los Balcanes en el
El siglo VII eran tribus turcas que eventualmente serían asimiladas
por la mayoría eslava local. Segú n algunos relatos, los serbios y
croatas originales tambié n pueden haber sido tribus
merodeadores de origen iraní que fueron asimiladas
gradualmente. Las comunidades musulmanas eslavas de hoy (los
musulmanes de Bosnia-Herzegovina, los pomaks de Bulgaria y
Grecia, los torbeši y Čtaci de Macedonia, los goranci de Kosovo y
otros grupos) son el producto de la conversió n durante el período
medieval.13 Estos grupos también son a veces caracterizadas
como comunidades nacionales, aunque se distinguen de sus
vecinos por su orientació n confesional má s que por su origen
étnico o nacional.14
Las comunidades étnicas modernas a menudo está n
fragmentadas por conflictos
afiliaciones nacionales o subregionales. Los montenegrinos suelen ser
considerados una rama de la familia serbia, pero existe un
considerable apoyo local para una identidad independiente. Los
albaneses se dividen a lo largo de la línea del río Shkumbi en una
comunidad tosk en el sur y una comunidad Gheg en el norte, que se
distinguen por diferencias en el dialecto y las estructuras
socioeconó micas. Los macedonios eslavos viven dentro de Macedonia
propiamente dicha, la regió n de Pirin Macedonia de Bulgaria y el norte
de Grecia. Los moldavos son prá cticamente rumanos, pero con una
tradició n estatal independiente y una identidad nacional. Numerosas
comunidades minoritarias con identidades locales distintivas también
ocupan nichos regionales. La má s dispersa es la comunidad romaní
(gitana), cuyas raíces se extienden por toda la regió n de los Balcanes.
Histó ricamente, los romaníes de los Balcanes han sido objeto de
discriminació n,
Los Balcanes se describen comú nmente como un punto de
intersecció n
entre las principales religiones monoteístas del mundo: las ramas
cató lica romana y ortodoxa oriental de la fe cristiana, el islam y los
restos de lo que alguna vez fueron importantes comunidades judías en
centros urbanos como Estambul, Sarajevo y Tesaló nica. Los eslovenos
y croatas son predominantemente cató licos, aunque Eslovenia
también contiene una minoría protestante, representada de manera
destacada por el actual presidente Milan Kučan. En Serbia, Macedonia,
Grecia, Rumania y Bulgaria predominan las ramas autocéfalas de la
ortodoxia oriental. Turquía es un estado laico, pero la inmensa
mayoría de sus ciudadanos (má s del 95 por ciento) profesa el Islam.
Aproximadamente el 80 por ciento de la població n albanesa de los
Balcanes es islá mica, pero también hay una minoría cató lica en el
norte montañ oso de Albania propiamente dicho, y
una minoría ortodoxa en las zonas sur y central. Los musulmanes
de Bosnia-Herzegovina representan la comunidad musulmana
eslava má s grande de la zona, y la Yugoslavia titista les otorgó el
estatus de nació n constituyente en 1961. Las pequeñ as
comunidades turcas también se encuentran dispersas por todo el
sur de los Balcanes.
La divisió n confesional ha sido un componente importante de
los combates que han traumatizado a la ex Yugoslavia desde 1991.
Algunos Los analistas han intentado interpretar el conflicto sobre la
base de la tesis del “choque de civilizaciones” de Samuel Huntington,
segú n la cual la rivalidad estratégica má s allá de la bipolaridad de la
guerra fría se concentrará a lo largo de las “líneas divisorias” que
dividen zonas de civilizació n distintivas esencialmente definidas por
la orientació n confesional.16 Tesis de Huntington ha sido
ampliamente criticado, tanto por su tendencia a transformar las
diferencias entre civilizaciones en barreras absolutas e
infranqueables, como por su tendencia a imponer contornos
geográ ficos fijos y arbitrarios sobre lo que en realidad son patrones
complejos de interacció n cultural. En los Balcanes, la religió n
organizada ha sido uno de los muchos factores que promueven el
conflicto, pero también ha servido como una fuerza para la empatía y
el entendimiento mutuo. En cualquier caso, la diversidad religiosa es
una parte importante de la especificidad cultural de la regió n.
El alcance de las diferencias que definen la interculturalidad
balcá nica
no debe ser exagerado. Los pueblos eslavos del sur hablan idiomas
estrechamente relacionados y mutuamente comprensibles, má s
estrechamente relacionados que la variedad de dialectos latinos
que se hablan a lo largo de la península italiana. Las comunidades
musulmanas croatas, serbias y bosnias se distinguen por poco má s
que una orientació n confesional heredada o elegida y patrones de
autoidentificació n subjetiva18. -comunidades nacionales
inspiradas en lo que son, o deberían ser, sistemas de creencias
profundamente humanos. Fuera de las á reas eslavas de la regió n,
griegos, turcos, rumanos y (quizá s en menor medida) albaneses
han establecido tradiciones estatales. La gestió n de la diversidad
en la regió n debe considerarse un desafío, pero ciertamente no es
imposible. Desde la perspectiva de la geografía política, los
Balcanes pueden definirse como una parte integral de la gran
Europa, perotambién como una subregió n relativamente autó noma
con un contorno geográ fico claro, un trasfondo histó rico distinto y un
ambiente cultural específico. Los conflictos de la ú ltima década han
centrado la atenció n en los numerosos problemas de la regió n. Sus
logros y potencial son
también digno de menció n.
Los relatos tradicionales enfatizan la importancia estraté gica
de los Balcanes como puente terrestre entre los continentes
europeo, asiá tico y africano, y como una manzana de discordia
dentro del sistema de equilibrio de poder europeo. En té rminos
geoestratégicos clá sicos, muchos de los activos de la regió n han
perdido importancia. Los medios de comunicació n modernos
hacen que la capacidad de transitar por la regió n sea menos vital
que antes. Los recursos estratégicos críticos no está n en juego. Las
economías nacionales de la regió n son débiles y su atractivo como
mercados potenciales es limitado. Ningú n poder local, con la
excepció n de Turquía, está en condiciones de generar fuerzas
militares estraté gicamente relevantes, y el compromiso en la
regió n por parte de actores externos ya no amenaza con alterar los
equilibrios continentales o globales. No obstante, los Balcanes
siguen siendo estratégicamente relevantes. Como parte de Europa,
La inestabilidad en la regió n afectará inevitablemente las
relaciones de las grandes potencias. El estrecho de Turquía y toda
la regió n del Mediterrá neo oriental han ganado una nueva
relevancia como el té rmino de posibles rutas de oleoductos de este
a oeste que transportan recursos de petró leo y gas natural desde el
centro petrolero del Caspio a los mercados internacionales19.El
resultado de una rivalidad civilizatoria abierta a lo largo de las fallas
de los Balcanes es potencialmente bastante grande. Y el estrecho de
Otranto de sesenta millas de ancho entre Albania y Puglia se ha vuelto
sensible como un conducto para el trá fico delictivo y los botes que
buscan un punto de entrada a la Unió n Europea.
La famosa línea de tren Orient Express, inaugurada en este
ú ltimo
décadas del siglo XIX para vincular las capitales de Europa occidental
con Estambul, fue bautizada con referencia tanto a su término como a
su itinerario. Desde que el término Balcanes entró en uso comú n, la
regió n ha sido vista como una zona de transició n que abarca "una
diferencia fundamental aceptada entre Oriente y Occidente" .20 El
cará cter distintivo de los Balcanes como subregió n europea es sin
duda un producto de la cultura afiliaciones y normas sociales
derivadas de la participació n en las experiencias de Europa central y
otomana. Pero Oriente y Occidente no son categorías mutuamente
excluyentes. La interacció n histó rica real a lo largo de las llamadas
fallas que atraviesan la regió n ha sido al menos tan definida por la
influencia recíproca y la convergencia como por la confrontació n y la
hostilidad21.
cultura de Europa central o del oeste del continente, pero una
unidad caracterizada por una civilizació n homogénea a pesar de
las divisiones ocasionadas por diferencias culturales, religiosas,
histó ricas o políticas. ”22 Los esfuerzos para deconstruir los Balcanes
sobre la base de distinciones civilizacionales falsas y ofensivas, o para
cooptarlos como una extensió n periférica de la Europa fundamento de
la violencia de la ú ltima década. La gestió n eficaz de los conflictos y la
consolidació n de la paz después de los conflictos deben
eventualmente volver a los proyectos de integració n regional basados
en afinidades compartidas y un legado comú n.
El mundo de la luz.
Bajo el yugo.
La cuestión oriental.
El barril de pólvora.
2. David Owen, Balkan Odyssey, Nueva York: Harcourt, Brace & Company,
1995,
pags. 3.
3. Nedim Gü rsel, Retour dans les Balkans: Récit, Ottignies: Quarnum, 1997, p. 70.
Gü rsel lo expresa así: “De toute façon, bien que tous soient contraints de vivre
ensemble, les Macédoniens détestent les Bulgares, les Bulgares les Turcs, les Turcs
les Albanais, les Albanais les Serbes, les Serbes les Bosniaques, les Bosniaques les
Croates, les Croates les Valaques, les Valaques les Tziganes et les Tziganes les
détestent tous. Dans un sens, on peut dire que c'est le destin des Balkans ”.
6. Véase Elena Zamfirescu, “The 'Flight From the Balkans'”, Sü dosteuropa, Nos.
1-2, 1995, pá gs. 51-62.
8. Ferdinand Shevill, The History of the Balkan Peninsula: From the Early Times
to the Present Day, Nueva York: Harcourt, Brace and Company, 1922, p. 13.
12. Los desafíos a esta afirmació n del historiador austríaco del siglo XIX Jakob
Fallmerayer, cuyo trabajo buscaba negar un vínculo orgá nico entre los griegos
modernos y sus predecesores clá sicos, han sido una fuente de resentimiento
continuo. Véase Richard Clogg, A Concise History of Greece, Cambridge: Cambridge
University Press, 1992, pá g. 2; y Jakob Philipp Fallmerayer, Byzanz und das
Abendland: Ausgewä lte Schriften, Viena: W. Andermann, 1943.
18. Así, el novelista ganador del Premio Nobel Ivo Andrić, nacido de padres
croatas, bautizado como cató lico romano y criado y educado en Bosnia, pudo
reclamar la nacionalidad serbia como adulto. El novelista bosnio Meša Selimović,
autor de la gran novela yugoslava La muerte y el derviche, crió a un bosnio
musulmá n pero profeso comunista y ateo, también afirmó la nacionalidad serbia en
sus ú ltimos añ os.
19. Bulent Gokay, "Petró leo, guerra y geopolítica de Kosovo a Afganistá n",
Revista del sur de Europa y los Balcanes, Vol. 4, nú m. 1, mayo de 2002, pá gs. 5-14.
20. Todorova, imaginando los balcanes, pags. 59. Todorova sugiere que la
serie de estereotipos que ella designa como balcanismo es má s que una simple
"subespecie" del orientalismo debido a la estrecha pero ambivalente relació n de
la regió n con Oriente y Occidente. "A diferencia del orientalismo, que es un
discurso sobre una oposició n imputada, el balcanismo es un discurso sobre una
ambigü edad imputada". (Ibíd., P. 17).
21. Mark Mazower, The Balkans: A Short History, Nueva York: The Modern
Library, 2000, p. 62.
24. Michael Grant, El ascenso de los griegos, Londres: Phoenix Books, 2001.
25. En su relato clá sico, Arnold Toynbee equipara el helenismo con toda la
civilizació n griega de la é poca clá sica y má s allá . Lo define como "una civilizació n
que nació hacia finales del segundo milenio antes de Cristo y conservó su
identidad desde entonces hasta el siglo VII de la Era cristiana." Arnold J. Toynbee,
Hellenism: The History of a Civilization, Nueva York y Londres: Oxford University
Press, 1959, p. 3.
27. John Julius Norwich, A Short History of Byzantium, Nueva York: Knopf,
1997, p. 101.
29. John VA Fine, Jr., The Early Medieval Balkans: A Critical Survey from the
Sixth to the Twelfth Century, Ann Arbor: The University of Michigan Press, 1983,
pá gs. 94-158. El trabajo de Fine es la mejor introducció n a la é poca.
31. Los recelos que provocó la llegada de los cruzados entre la jerarquía
bizantina se describen en la Alexiad de Anna Comnena, quizá s el mayor monumento
sobreviviente de la literatura bizantina. Véase The Alexiad of Anna Comnena, trad.
ERA Sewter, Baltimore: Penguin Books, 1969, libros diez y once,
32. John V. Fine Jr., Los Balcanes de la Baja Edad Media: Un estudio crítico de
finales Siglo XII a la conquista otomana, Ann Arbor: Prensa de la Universidad de
Michigan, 1987.
33. Noel Malcolm, Kosovo: A Short History, Nueva York: New York
University Press, 1998, pá gs. 58-80, ofrece un buen relato de la batalla y su lugar
en la memoria histó rica.
34. Véase Paul Wittek, The Rise of the Ottoman Empire, Londres: Royal Asiatic
Society, 1938; y Fuat Kö prü lü , Les Origines de l'Empire Ottoman, París: E. de
Boccard, 1935.
35. Una de las mejores biografías de Mehmed sigue siendo Franz Babinger,
Mehmed the Conqueror and his Time, Princeton: Princeton University Press, 1953.
36. Philip Mansel, Constantinopla: Ciudad del deseo del mundo, 1453-1924,
Nueva York: St. Martin's Press, 1995, ofrece un retrato de la ciudad como capital
imperial.
37. Maria Todorova, “El legado otomano en los Balcanes”, en L. Carl Brown, ed.,
The Ottoman Imprint on the Balkans and the Middle East, Nueva York: Columbia
University Press, 1996, pá gs. 45-77; y Peter Sugar, Sudeste de Europa bajo el
dominio otomano, 1354-1804, Seattle: University of Washington Press, 1977.
38. Ivo Andrić, El desarrollo de la vida espiritual en Bosnia bajo la influencia del
gobierno turco, Durham, NC: Duke University Press, 1990, p. 38. Este es el texto de la
tesis doctoral de Andrić, escrita en 1924 para la Universidad de Graz.
39. Dorothea Grä fin Razumovsky, Der Balkan: Geschichte und Politik seit
Alexander der Grossen, Munich: Piper, 1999, p. 203. Razumovsky continú a
señ alando con "asombro" que este logro no ha sido má s respetado queEl logro
comparable de Marshall Tito en la promoció n de la paz y la unidad varios siglos
después.
40. Peter Gunst, "Agrarian Systems of Central and Eastern Europe", en Daniel
Chirot, ed., The Origins of Backwardness in Eastern Europe: Economics and Politics
from the Middle Ages until the Early Twentieth Century, Berkeley: University of
California Press, 1989, pá gs. 53-91.
41. George Schö pflin, "Las tradiciones políticas de Europa del Este",
Daedalus, vol. 119, nú m. 1, invierno de 1990. pá gs. 55-90.
43. Véase la colecció n de Lloyd E. Berry y Robert O. Crummey, eds., Reino rudo y
bá rbaro: Rusia en las cuentas de los viajeros ingleses del siglo XVI, Madison:
University of Wisconsin Press, 1968; y especialmente el colorido relato del radical
protestante Adam Olearius en Samuel H. Baron, ed., The Travels of Olearius in
Seventeenth-Century Russia, Stanford: Stanford University Press, 1967.
44. Norman Daniel, Islam, Europa e Imperio, Edimburgo: The University Press,
1966; y Franco Cardini, Europa e Islam: Storia di un malintesa, Roma: Editori
Laterza, 1999.
45. Sacherwell Sitwell, Viaje rumano, Oxford: Oxford University Press, 1992,
pá g. 63.
50. La doctrina de la Tercera Roma fue acuñ ada durante el reinado de Ivá n
III (1462-1515). Argumentó que despué s de la caída de Roma y Constantinopla,
Moscú heredó el manto de la verdadera fe cristiana.
53. Barbara Jelavich, Historia de los Balcanes: vol. I: Siglos XVIII y XIX,
Cambridge: Cambridge University Press, 1983, pá g. 61. El estudio clá sico del
fenó meno rebelde primitivo es Eric Hobsbawm, Bandits, 2ª ed., Harmondsworth:
Penguin Books, 1985.
54. LS Stavrianos, The Balkans since 1453, Nueva York: New York University
Press, 2000, pá gs. 215-229.
57. RW Seton-Watson, The Southern Slav Question and the Habsburg Monarchy,
Nueva York: Howard Fertig, 1969.
62. El artículo VIII del tratado de Bucarest prometía a la Puerta conceder una
amnistía general a los rebeldes serbios y una autonomía interna limitada. Se
requería que los serbios destruyeran las fortalezas construidas durante la rebelió n,
aceptaran el restablecimiento de las guarniciones militares otomanas en 1804 y
pagaran un tributo anual. El tratado se negoció entre San Petersburgo y la Puerta,
sin que se consultara a la parte serbia. Georges Castellan, Histoire des Balkans (xive-
xxe siècle), París: Fayard, 1991, p. 252.
65. John Shelton Curtiss, La guerra de Crimea en Rusia, Durham, NC: Duke
University Press, 1975.
66. Garašanin fue el autor de la Načertanije (Directriz) de 1844 que abogaba por
la creació n de una mayor Serbia bajo el patrocinio ruso. PN Helm, “Los orígenes del
panserbismo moderno: El Načertanije de Ilija Garašanin en 1844: Un aná lisis y
traducció n”, East European Quarterly, No. 2, 1975: pá gs. 158-169; Wolf Dietrich
Behschnitt, Nationalismus bei Serben und Kroaten 1830-1914: Analyse und
Typologie der nationalen Ideologie, Munich: Oldenbourg, 1980, pá gs. 54-65; y Vaša
Čubrilović, Istorija političke misli Srbiji XIX veka, 2ª ed., Belgrado: Narodna knjiga,
1982, pá gs. 165-193. A menudo se hace referencia al texto como una inspiració n
para los conflictos de la década de 1990.
69. Véanse los excelentes relatos de Bruce W. Menning, Bayonets Before Bullets:
The Imperial Russian Army, 1861-1914, Bloomington: Indiana University Press,
1992, pá gs. 51-86; y AA Kersnovskii, Istoriia russkoi armii, 4 vols., Moscú : Golos,
1993, vol. 3, pá gs. 202-247.
71. Erik J. Zü rcher, Turquía: una historia moderna, Londres: Tauro, 1993, p.
85.
76. Andrew Rossos, Rusia y los Balcanes: rivalidades interbalcá nicas y política
exterior rusa 1908-1914, Toronto: University of Toronto Press, 1976, pá g. 27.
79. Sir Charles Eliot, Turquía en Europa, Londres: Frank Cass & Co., 1965, p.
3. La edició n original data de 1900.
80. Mazower, Los Balcanes, pá g. 88.
81. Leon Trotsky, The Balkan Wars 1912-13, Nueva York: Monad Press, 1980,
pá g.
314.
82. Glenny, Los Balcanes, pá g. 304. Véase Vladimir Dedijer, The Road to Sarajevo,
Londres: MacGibbon & Kee, 1967, para un relato atractivo de la trama.
83. Citado en Pierre Miquel, La grande guerre, Allear: Marabout, 1988, p. 139.
84. Alan Palmer, Los jardineros de Salónica, London: Deutsh, 1965, ofrece un
relato colorido.
85. Iu. A. Pisarev, Tainy pervoi mirovoi voiny: Rossiia i Serbiia v 1914-1915 gg.,
Moscú : Nauka, 1990, pá gs. 147-153, 187-194.
El Cordon Sanitaire.
44
Las consecuencias del desarrollo de entreguerras —
democratizació n fallida, marcada diferenciació n social, tensió n
étnica y una desviació n autoritaria— fueron notablemente
similares.7
La regió n también enfrentó desafíos internacionales. A partir
de 1919, la Internacional Comunista (Comintern) adoptó una
política balcá nica asertiva vinculada a las aspiraciones de gran
poder del ré gimen soviético. Despué s de la guerra de 1919-1923,
Grecia y Turquía lograron un acercamiento y cambiaron sus
prioridades hacia la transformació n interna, pero las relaciones
con sus vecinos balcá nicos siguieron siendo tensas. Bulgaria
mantuvo una orientació n revisionista hacia el orden regional
existente, lo que finalmente llevó a Sofía hacia relaciones má s
estrechas con la Italia de Mussolini. Una vez instalado en el poder,
el rey Zog de Albania decidió subordinar su país al régimen de
Mussolini casicompletamente. Con reclamos irredentistas en Istria y
Dalmacia, Italia representaba una amenaza constante para la
integridad territorial de Yugoslavia. Hungría y Austria también
adoptaron posturas revisionistas, y en marzo de 1921 Karl de
Habsburg lanzó un golpe fallido en Budapest con la esperanza de
restaurar su derrota.
Francia y Gran Bretañ a asumieron el papel de garantes del
estatus
quo, y Francia en particular trató de contener las amenazas percibidas
de la subversió n bolchevique y el revanchismo alemá n mediante la
construcció n de un cordó n sanitario centroeuropeo a partir de los
nuevos estados nacionales de Versalles.8 Después de 1921, el Quay
d'Orsay se convirtió en el patrocinador internacional má s importante
de la sociedad. llamado Little Entente, un pacto de asistencia mutua
que surgió por iniciativa de Checoslovaquia en 1920, uniendo a
Yugoslavia, Checoslovaquia y Rumania en torno a una agenda
anticomunista y anti-revisionista. La Pequeñ a Entente se
complementó en Europa Central con un pacto de asistencia mutua
polaco-rumana, pero la fricció n entre Polonia y Checoslovaquia
impidió su extensió n para cubrir todo el corredor centroeuropeo
entre Alemania y la URSS.9 En febrero de 1934, tras el ascenso al
poder de Hitler, un nueva Entente balcá nica trajo Yugoslavia,
Rumania, Grecia y Turquía juntos en un acuerdo para garantizar las
fronteras existentes, alentado por la Unió n Soviética y con el
patrocinio francés.10 Pero el asesinato del rey Aleksandar de
Yugoslavia durante una visita de Estado a Marsella en 1934 debilitó el
compromiso de Belgrado con la cooperació n regional, y la Entente de
los Balcanes nunca evolucionó hasta convertirse en una iniciativa con
dientes. Cuando Rumanía y Yugoslavia se hicieron a un lado en 1938
cuando Checoslovaquia se rindió a Hitler, la sentencia de muerte de la
Pequeñ a Entente y de la cooperació n balcá nica bajo los auspicios de y
la Entente de los Balcanes nunca se convirtió en una iniciativa con
fuerza. Cuando Rumanía y Yugoslavia se hicieron a un lado en 1938
cuando Checoslovaquia se rindió a Hitler, la sentencia de muerte de la
Pequeñ a Entente y de la cooperació n balcá nica bajo los auspicios de y
la Entente de los Balcanes nunca se convirtió en una iniciativa con
fuerza. Cuando Rumanía y Yugoslavia se hicieron a un lado en 1938
cuando Checoslovaquia se rindió a Hitler, la sentencia de muerte de la
Pequeñ a Entente y de la cooperació n balcá nica bajo los auspicios de
las democracias occidentales, había sonado. Los estados balcá nicos
seríanse lanzaron a la guerra después de 1939 como lo habían estado
después de 1914, sin preparació n militar y divididos entre ellos, los
có mplices voluntarios o involuntarios de las iniciativas de las grandes
potencias a las que no tenían poder para resistir. “Somos parte del lío
europeo general”, como le explicó estoicamente al escritor esloveno-
estadounidense Louis Adamic durante una visita a Sarajevo en 1933,
“no tenemos la decisió n completa y definitiva sobre nuestro destino.
Estamos atrapados en la diná mica de la política internacional de las
grandes potencias ”. 11
La idea yugoslava.
10. EH Carr, Relaciones internacionales entre las dos guerras mundiales, 1919-
1939, Nueva York: Harper Torchback, 1947, pá gs. 213-214. La Entente de los
Balcanes se centró en la amenaza alemana, pero tuvo el efecto de crear nuevas
barreras a la cooperació n regional. Bulgaria originalmente se negó a unirse si eso
significaba aceptar la legitimidad de sus fronteras de posguerra, y Albania no fue
invitada a participar. Plamen Tsvetkov, Evropeiskite sili, balkanite i kolektivnata
sigurnost 1933-1935, Sofia: Izdatelstvo na Bŭ lgarskata Akademiia na Naukite, 1990,
pá gs. 78-84. Véase también Robert Joseph Kerner y Harry Nicholas Howard, The
Balkan Conference and the Balkan Entente, 1930-1935: A Study in the Recent
History of the Balkan and Near Eastern Peoples, Berkeley: University of California
Press, 1936; y Theodore I. Geshkoff, Balkan Union: A Road to Peace in Southeastern
Europe,
11. Louis Adamic, The Native's Return, Nueva York: Harper & Brothers, 1934,
pags. 188. John R. Lampe, Yugoslavia as History: Twice There was a Country, 2ª ed.,
Cambridge: Cambridge University Press, 2000, p. 164, describe a la Yugoslavia de
entreguerras como "atrapada en las alas de un escenario internacional má s amplio".
12. Elinor Murray Despatalović, Ljudevit Gaj and the Illyrian Movement,
Nueva York: Columbia University Press, 1975.
14. Vé ase Gale Stokes, “El papel del comité yugoslavo en la formació n de
Yugoslavia”, en Dimitrije Djordjevic, ed., La creació n de Yugoslavia 1914-1918,
Santa Bá rbara, CA: Clio Books, 1980, pá gs. 51-72.
16. Citado en Marcus Tanner, Croacia: Una nació n forjada en la guerra, New
Haven: Yale University Press, 1997, p. 115.
17. Citado en Paul Garde, Vie et mort de la Yougoslavie, París: Fayard, 1992, p.
50.
20. Andrew Baruch Wachtel, Making a Nation, Breaking a Nation: Literature and
Cultural Politics in Yugoslavia, Stanford: Stanford University Press, 1998, pá gs. 67-
127, detalla los esfuerzos para fomentar una identidad eslava meridional comú n en
la Yugoslavia de entreguerras.
24. Mario Cervi, The Hollow Legions: Mussolini's Blunder in Greece 1940-1941,
Garden City, NY: Doubleday, 1971.
25. Misha Glenny, The Balkans: Nationalism, War and the Great Powers, 1804-
1999, Nueva York: Viking, 2000, p. 473.
26. Mark Mazower, Inside Hitler's Greece: The Experience of Occupation, 1941-
1944, New Haven: Yale University Press, 1993.
28. Sobre estos hechos, ver David H. Close, The Origins of the Greek Civil War,
Londres: Longman, 1995; y CM Woodhouse, The Struggle for Greece 1941-1949,
Londres: Hart-Davis, MacGibbon, 1976.
29. Sobre el régimen de Pavelić, véase Ladislav Hory, Der kroatische Ustasha
Staat, 1941-1945, Stuttgart: Deutsche Verlags-Anstalt, 1964; y Fikreta Jelić-Butić,
Ustaše i Nezavisna Država Hrvatska, 1941-1945, Zagreb: Školska Knjiga, 1977.
Budak, una figura literaria de cierta importancia, firmó la ley racial de 1941 del
régimen de Pavelić, que identificaba un "problema judío" en Croacia y Bosnia-
Herzegovina. Durante la década de 1990, varias ciudades croatas, incluida Split,
cambiaron el nombre de calles en su honor.
31. Milovan Djilas, Wartime: With Tito and the Partisans, Nueva York: Harcourt
Brace Jovanovich, 1977, retrata el proceso de movilizació n en el trabajo.
32. Walter R. Roberts, Tito, Mihailović y los aliados, 1941-1945, New Brunswick,
Nueva Jersey: Rutgers University Press, 1973; y Jozo Tomasevich, The Chetniks,
Stanford: Stanford University Press, 1975.
34. El estudio clá sico es LS Stavrianos, Federació n de los Balcanes: Historia del
Movimiento hacia la Unidad de los Balcanes en Tiempos Modernos, Hamden, CT:
Archon Books, 1964. Sobre la Federació n Comunista de los Balcanes, véase Joseph
Rothschild, The Communist Party of Bulgaria: Origin and Development , Nueva York:
Columbia University Press, 1959, pá gs. 223-254.
36. Paul Shoup, Communism and the Yugoslav National Question, Nueva York:
Columbia University Press, 1968, pá gs. 84-85.
41. Djilas recuerda que durante su visita a Albania en mayo de 1945 “se
habló extraoficialmente de que se unirían a Yugoslavia como una unidad en una
futura federació n balcá nica” y señ ala que durante 1945-1946 “todos asumimos
que nos dirigíamos hacia la unidad econó mica y política. " Milovan Djilas, Rise
and Fall, San Diego: Harcourt Brace Jovanovich, 1985, pá gs. 110, 113.
43. Segú n las memorias del líder comunista esloveno Edvard Kardelj, Stalin
animó a Tito a considerar la opció n de una federació n balcá nica durante estas
sesiones. "La idea de esa federació n", escribe Kardelj, "se la dio a Tito el propio
Stalin en el otoñ o de 1944, cuando Tito lo conoció por primera vez".Edvard
Kardelj, Borba za priznanje i nezavisnost nove Jugoslavije, 1944-1957, Sečanja,
Belgrado: Radnička stampa, 1980, p. 103.
49. L. Ia. Gibianskii, Sovetskii soiuz i novaia Iugoslaviia 1941-1947 gg., Moscú :
Nauka, 1987, pá gs. 122-124.
51. No obstante, Tito continuó hablando con entusiasmo sobre las perspectivas
de asociació n. Véanse, por ejemplo, sus declaraciones del 13 de junio de 1945 al
Primer Ejército de Bulgaria en Dokumenti o spoljnoj političi Socijalističke
Federativne Republike Jugoslavije 1945, Belgrado: Jugoslovenski pregled, 1984, p.
91.
52. Entre 1939 y principios de 1944, el movimiento comunista griego no recibió
comunicaciones oficiales de la Unió n Sovié tica o del Komintern, y el KKE no
figuraba entre las partes informadas oficialmente de la disolució n del Comintern
en mayo de 1943. Giorgio Vaccarino, La Grecia tra resistenza e guerra civile 1940-
1949, Milá n: F. Angeli, 1988, p. 63.
57. Stefano Bianchini sugiere que en este punto Stalin vio en el objetivo de
la federació n “la posibilidad de afirmar su propia hegemonía, ideoló gica y
político, sobre los partidos comunistas balcá nicos ". Stefano Bianchini, Sarajevo, le
radici dell'odio: Identità e destino dei popoli balcanici, Roma, 1993, p. 214.
61. Textos en “Konflikt, kotorogo ne dolzhno bylo byt '(iz istorii sovetsko-
iugoslovenskikh otnoshenii)”, Vestnik ministerstva inostrannykh del SSSR, nú m.
6, vol. 64, 31 de marzo de 1990, pá gs. 57, 59. Vé ase tambié n Girenko, Stalin-Tito,
pá gs. 336-338.
65. V. Zelenin, “Stalin protiv Tito: Istoki i peripeti konflikta 1948 goda,
”Nauka i zhizn ', nú m. 6, 1990, pá gs. 80-81.
75. Ivo Banac, con Stalin contra Tito: divisiones cominformistas en Yugoslavia
Comunismo, Ithaca, Nueva York: Cornell University Press, 1988.
76. Véase Adam Ulam, Titoism and the Cominform, Cambridge, MA: Harvard
University Press, 1952, y la perspectiva interna de Vladimir Dedijer, The Battle
Stalin Lost: Memoirs of Yugoslavia, 1948-1953, Nueva York: Gossett, 1971.
77. François Fejtö , Histoire des démocraties populaires, 2 vols., París: É ditions
du Seuil, 1969, vol. Yo, p. 256.
78. Elez Biberaj, Albania: A Socialist Maverick, Boulder: Westview Press, 1990,
pá gs. 24-26.
81. Heinz Kramer, A Changing Turkey: The Challenge to Europe and the United
States, Washington, DC: The Brookings Institution Press, 2000, pá gs. 1-92.
83. Durante muchos añ os, la biografía está ndar y admirativa de Tito fue
Phyllis Auty, Tito: A Biography, Nueva York: McGraw Hill, 1970. Una
reevaluació n crítica es ofrecido por Richard West, Tito and the Rise and Fall of
Yugoslavia, Nueva York: Carroll Graf Publishers, Inc., 1994.
97. El mejor resumen del punto de vista de Djilas, escrito bajo encarcelamiento y
un texto influyente dentro y fuera de Yugoslavia en los añ os venideros, es su The
New Class: An Analysis of the Communist System, Nueva York: Praeger, 1955.
98. Rusinow, The Yugoslav Experiment, pá gs. 318-326; y Slavoljub Djukić, Slom
srpskih liberala, Belgrado: Filip Višnjić, 1990.
99. Para perspectivas sobre el declive econó mico de la década de 1980, véase
David A. Dyker, Yugoslavia: Socialism, Development, and Debt, Londres: Routledge,
1996; Harold Lydall, Yugoslavia en Crisis, Oxford: Clarendon Press, 1989; y Susan L.
Woodward, Socialist Unemployment: The Political Economy of Yugoslavia, 1945-90,
Princeton: Princeton University Press, 1995.
101. Eric Hobsbawm, The Age of Extremes: The Short Twentieth Century, 1914-
91, Londres: Abacus, 1995.
103. Vé ase el argumento en Francis Fukuyama, The End of History and the
Last Man, Nueva York: The Free Press, 1992.
CAPÍTULO 3
EL ESTADO DE GUERRA:
ESLOVENIA Y CROACIA, 1991-1992
Batallas y riñas.
91
como líder de la Liga de Comunistas de Belgrado. Hasta este
puntoNo había nada particularmente notable en la historia de un
joven de provincias que se hizo bueno: el talento nativo, las
conexiones políticas y el patrocinio de un miembro bien ubicado de la
élite del poder eran caminos típicos para el avance de los aspirantes a
líderes yugoslavos.4
Milošević llegó a la cima como un leal servidor de Stambolić, un
buró crata extravagante que, sin embargo, estaba dedicado a la idea
yugoslava. Su carrera dio un giro en 1986, en un momento en el que la
crisis de la Yugoslavia posterior a Tito estaba muy avanzada y eran
evidentes “las condiciones previas de una situació n revolucionaria” .5
Una manifestació n de la crisis fue el surgimiento de corrientes
nacionalistas en las repú blicas de Yugoslavia. Tanto en Eslovenia
como en Croacia, los líderes culturales enfatizaron su herencia
cató lica y centroeuropea y su precaria situació n "al borde del abismo
ortodoxo y musulmá n" .6 En Eslovenia, los "Nuevos Movimientos
Culturales" de la década de 1980 desafiaron dogmas obsoletos con un
modernismo provocador que disfrazado só lo parcialmente de un
sentimiento emergente de superioridad cultural. El nacionalismo
croata fue aplastado por la represió n que siguió a la má scara de
principios de la década de 1970, pero durante la década de 1980
revivió con el apoyo de la diá spora croata anti-Yugoslava en Europa y
América del Norte. Franjo Tudjman, un ex general titoísta e
historiador del partido que se había asociado con el movimiento
nacional croata en la década de 1960, fue expulsado de la Liga
Yugoslava de Comunistas en 1967 y, finalmente, cumplió varias penas
de prisió n, estaba en contacto con representantes de la comunidad de
emigrados. desde mediados de la década de 1980 en adelante.7 En
1989 fundó la Comunidad Democrá tica Croata (Hrvatska
Demokratska Zajednica
- HDZ) como un foro para la política nacionalista.8 Má s
inquietantemente, debido a
La masa crítica y la amplia dispersió n de la població n serbia dentro de
Yugoslavia, donde alrededor de tres millones de los má s de ocho
millones de serbios de la federació n vivían fuera de Serbia
propiamente dicha, un resurgimiento nacional serbio comenzó a
articular resentimientos que bajo Tito eran estrictamente tabú .
Un acontecimiento clave en la génesis del nuevo nacionalismo
serbio fue la publicació n parcial en 1986 de un memorando
redactado por la Academia de Ciencias de Serbia en el que se
describen diversos agravios. sobre la suerte de los serbios dentro de
Yugoslavia. La eminencia gris cuyas ideas inspiraron el documento fue
la escritora Dobrica Čosić, un ex partidario expulsado de la Liga de
Comunistas en 1968 por desviaciones nacionalistas, autor de una
serie de novelas que trazan el curso de la historia moderna de Serbia a
través de los juicios y tribulaciones.
de la familia ficticia Katić, firmemente convencido, en palabras de
su héroe Vukašin Katić, de que la idea yugoslava había sido "la
ilusió n má s costosa y trá gica jamá s perseguida por el pueblo
serbio". sus propios intereses en nombre de vecinos ingratos, y fue
víctima de discriminació n sistemática, particularmente debido a la
pé rdida de control sobre Vojvodina y Kosovo impuesta por la
constitució n de 1974. El documento hacía la afirmació n explosiva
de que el é xodo en curso de la minoría serbia de Kosovo era el
resultado de un "genocidio" en curso impulsado por un "reinado
de terror físico, moral y psicoló gico" que la federació n no pudo o
no quiso prevenir. Extractos del texto se publicaron en el diario
yugoslavo de circulació n masiva Večernje Novosti en septiembre
de 1986,
El evento catá rtico en el ascenso de Milošević ocurrió el 24 de abril
de 1987,
cuando, durante una visita a Kosovo en nombre de Stambolić,
quien en el ú ltimo momento envió a su protegido en su lugar, se
paró ante una multitud de serbios enojados que protestaban por el
maltrato a manos de la policía local albanesa y entonó que “nadie
debería atreverse para golpearte " (niko ne sme da vas bije). La
amonestació n aparentemente espontá nea fue acompañ ada de un
discurso agresivo, en el que el funcionario de Belgrado, al tiempo que
amonestaba que “debemos preservar la fraternidad y la unidad como
la niñ a de nuestros ojos”, también evocaba la “injusticia y humillació n
”sufrieron los serbios de Krajina13. Ampliamente publicitados, los
comentarios le dieron a Milošević una considerable popularidad
dentro de Serbia, así como el oprobio en las repú blicas no serbias.
Todavía no está claro en qué momento Milošević tomó la decisió n
consciente de jugar la carta nacionalista. Hasta la fecha, siempre se
había presentado como un opositor a las provocaciones nacionalistas,
y puede haber estado sinceramente sorprendido, así como halagado y
fascinado, por la oleada de sentimiento pú blico que acompañ ó a su
iniciativa.14 En el evento,
El cameo en Kosovo Polje le valió a Milošević el apoyo de una
masa crítica de la opinió n pú blica serbia, y aprovechó sin piedad
su ventaja, utilizando el nacionalismo para consolidar una base
política dentro de Serbia y luego expandirla. El primer paso fue un
acto de traició n consumado. Entre junio y diciembre de
1987,Milošević diseñ ó la destitució n de su amigo y patrocinador
Stambolić, y ocupó su lugar al frente de la Liga de Comunistas de
Serbia. El nacionalismo serbio aú n no era un grito de batalla:
Stambolić fue aislado y derrotado políticamente en la forma de
apuñ alar por la espalda típica del cuadro comunista al viejo estilo.15
Pero el nacionalismo se convertiría en el todo y el fin en los meses
venideros, como el nuevo maestro de Belgrado se propuso montar la
ola serbia hacia el poder en toda Yugoslavia. El uso del nacionalismo
como base para la legitimidad política requería cultivar el apoyo
popular. Durante el verano de 1988, la tá ctica preferida para la
movilizació n se convirtió en una serie de "encuentros de la verdad",
diseñ ados a la manera de avivamientos religiosos para "restaurar la
dignidad" de los serbios supuestamente oprimidos. Alentados por el
apoyo de los medios de comunicació n que pregonan el tema del
renacimiento nacional, millones de ciudadanos acudieron en masa a
esas reuniones realizadas a lo largo y ancho de Serbia. La agitació n
nacionalista pronto comenzó a tener un impacto político. El 5 de
octubre de 1988, multitudes reunidas en Novi Sad forzaron la
dimisió n de la direcció n de la provincia autó noma de Vojvodina, que
fue inmediatamente reemplazada por leales a Milosevic.16 El 17 de
noviembre, la direcció n de la provincia autó noma de Kosovo fue
reemplazada tras una protesta similar.17 Dos días después, mientras
los huelguistas del complejo minero Trepča de Kosovo protestaban en
vano contra la afrenta a la autonomía provincial, má s de un milló n de
simpatizantes llegaron a la “reunió n de reuniones” en Belgrado, donde
Milošević se jactó del eterno vínculo de Kosovo con la patria serbia. En
enero de 1989, nuevamente bajo la presió n de la movilizació n
popular, la direcció n de la Repú blica de Montenegro se vio obligada a
ceder el paso a los partidarios de Milošević. Estos
pretenciosamentedenominadas "revoluciones antiburocrá ticas"
(aTito-era
concepto originalmente destinado a describir los ataques
contra los privilegios creados) había, con sorprendente rapidez, puso
cuatro de los ocho puestos de la presidencia federal yugoslava bajo el
control de un solo hombre, creando un "bloque serbio" que rompió los
equilibrios titoístas. Entre 1987 y 1989, estas iniciativas adquirieron
un tono gó tico con la exhibició n pú blica sin precedentes, en una serie
de monasterios ortodoxos, de un ataú d abierto que contenía los
huesos del Kosovo del siglo XIV.
má rtir príncipe Lazar. La culminació n de esta fase de etniaLa
movilizació n llegó con la gran manifestació n del nacionalismo serbio
convocada en Kosovo Field en Vidovdan, el 28 de junio de 1989, el
600º aniversario de la legendaria derrota. “Seis siglos después”,
entonó Milošević a una multitud que lo adoraba desde una plataforma
alta construida en el sitio de batalla de Gazimestan, “nuevamente
estamos en batallas y disputas. Todavía no son batallas armadas,
aunque esas cosas todavía no deben excluirse ”18.
Milošević se había convertido en la figura má s poderosa del país,
"el primer líder yugoslavo en darse cuenta de que Tito estaba
muerto", como decía un chiste contemporá neo. ¿Qué aspiraba a
lograr? Un informe de mayo de 1988 publicado por la “Comisió n
Milošević” defendía una federació n yugoslava renovada que
centralizaría la autoridad, restablecería un espacio econó mico
nacional y promovería la eficiencia a través del mecanismo del libre
mercado. La agenda era respetable, pero las tá cticas coercitivas que
habían llevado a Milošević al poder contribuyeron en gran medida a
desacreditar por completo la idea yugoslava, y su ejercicio posterior
del poder demostró poca lealtad a los valores que la Comisió n
Milošević buscaba representar. Vidosav Stevanović caracteriza la
ideología de Milošević como “estalinismo impregnado por el
eslavofilismo y la ortodoxia,
La ausencia de resistencia liberal fue una característica
sorprendente de
Ascendencia de Milošević. Dentro de Serbia, la purga de Tito de la
Liga de Comunistas Serbia a principios de la dé cada de 1970 había
destruido las carreras de los partidarios má s talentosos de la
reforma democrá tica, y la oladel nacionalismo desatado después de
1989 impidió temporalmente una oposició n efectiva. A nivel federal,
el croata bosnio Ante Marković, que reemplazó a Branko Mikulić como
primer ministro federal en diciembre de 1988, fue la ú nica figura
importante que dio un paso adelante con una alternativa yugoslava a
una política de movilizació n étnica. Desafortunadamente,
Era una alternativa que solo podía ofrecer a una ciudadanía
angustiada, traumatizada por el declive econó mico, aú n má s
sangre, sudor y lá grimas. En diciembre de 1989 se inició el "Plan
Marković". Su primer objetivo fue estabilizar la moneda nacional
yugoslava (el dinar), en medio de la hiperinflació n, a través del
ú ltimo de una secuencia de programas de austeridad del Fondo
Monetario Internacional (FMI). Marković esperaba usar un dinar
fuerte para alentar la iniciativa privada como motor de
crecimiento.21 En el transcurso de la dé cada de 1990 logró lograr
algunos avances en el fortalecimiento de la moneda y la mejora de
los inversores.confianza.22 Pero el Plan Marković trajo poco alivio a
corto plazo al pú blico, que ahora estaba siendo atraído por las sirenas
del nacionalismo que prometían que fuera de la federació n todo iría
bien. Añ os de negligencia habían llevado a Yugoslavia a una crisis para
la que el ajuste estructural inspirado por el FMI no ofrecía ninguna
solució n.23
Como aspirante a figura nacional con una lealtad primordial al
Idea yugoslava, Marković fue una excepció n a la regla. Desde al
menos 1974, los verdaderos agentes del poder dentro de la
jerarquía yugoslava eran líderes regionales cuyas asociaciones
políticas se encontraban casi exclusivamente dentro de su
repú blica de origen. El juego de poder de Serbia asustó a las élites
a nivel de repú blica y debilitó la confianza popular en Yugoslavia,
creando una base objetiva para el recurso a la demagogia
nacionalista. También creó una ventana de oportunidad para los
extremistas nacionalistas, devueltos a la escena política debido al
debilitamiento de las instituciones federales y la crisis del
comunismo europeo a partir de 1989.
El programa Marković podría haber tenido alguna oportunidad
de despegar en un contexto yugoslavo si hubiera sido apoyado por
una Liga de Comunistas unificada, promulgado por un estado
fuerte y legitimado en una elecció n nacional. Ese resultado estaba
a nuestro alcance: las encuestas de opinió n sugieren que hasta
bien entrado el añ o 1990, la mayoría de los ciudadanos yugoslavos
mantuvieron su lealtad a la federació n. Pero los líderes
nacionalistas emergentes de las repú blicas yugoslavas en conflicto
no querían que fuera así. Lideradas por Serbia, las repú blicas
individuales reaccionaron a la economíaausteridad con una serie de
gestos proteccionistas y redadas inflacionarias en el banco nacional,
socavando los esfuerzos de reforma y dando lugar a lo que un analista
describe como "una guerra econó mica en toda regla" .24 En el XIV y
ú ltimo Congreso de la Liga de Comunistas de Yugoslavia En el Sava
Centre de Belgrado, en enero de 1990, la delegació n eslovena, seguida
por su homó loga croata, se retiró en protesta contra el supuesto
hegemonismo serbio. A todos los efectos y
A efectos, el partido gobernante que había presidido la suerte de la
Yugoslavia comunista desde los orígenes del Estado había dejado
de existir. Con él desapareció cualquier posibilidad realista de
coordinar unproceso de transició n a nivel federal. Paralizado por la
oposició n a nivel de repú blica y sin el liderazgo de la Liga, el gobierno
federal yugoslavo no pudo aprobar ni una sola pieza de legislació n en
un lapso de dieciocho meses desde finales de 1989 hasta 1991.
El destino de Yugoslavia fue sellado por la incapacidad de la
estructura de poder federal para imponer elecciones nacionales
como primer paso hacia la política. pluralismo. En lugar de una
contienda federal, apuntada para diciembre de 1990 pero que de
hecho nunca se llevó a cabo, entre abril y diciembre de 1990 las
repú blicas yugoslavas individuales programaron elecciones separadas
que en casi todos los casos confirmaron liderazgos nacionalistas
comprometidos con una ruptura con el pasado.
Las elecciones eslovenas de abril de 1990 enfrentaron a la
Oposició n Democrá tica Unida de Eslovenia (DEMOS), un frente
ú nico que agrupa a seis partidos dispares (los demó cratas
cristianos, la Unió n Campesina, la Alianza Democrá tica, los
socialdemó cratas, los demó cratas liberales y los verdes) en torno a
un agenda comunista, contra el Partido de Renovació n
Democrá tica poscomunista de Kučan. En una decisió n dividida,
DEMOS obtuvo el 55 por ciento de apoyo en las elecciones
parlamentarias, mientras que Kučan, hasta hace poco un leal
apparatchik comunista, ganó la presidencia por un margen de 59-
42 por ciento contra el candidato de DEMOS Jože Pucnik. Todas las
partes de la contienda se unieron detrá s del lema "Europa, ahora"
y pidieron una reestructuració n de Yugoslavia como una
confederació n flexible de estados soberanos. Posteriormente, el 2
de julio de 1990, Eslovenia declaró soberanía dentro de la
federació n. Durante la década de 1980, Eslovenia había sido una
fuerza subversiva dentro de Yugoslavia, presionando
constantemente por soluciones antifederales en nombre de sus
propias prioridades republicanas y nacionalistas. Las elecciones de
1990 llevaron esta tendencia a un punto crítico.
Una semana despué s, las elecciones en Croacia se llevaron a
cabo de acuerdo con
una doble votació n que favoreció a partidos má s fuertes en la
primera vuelta, otorgó al HDZ 205 de 356 escañ os parlamentarios
de Tudjman, un resultado desproporcionado a su margen real de
votos populares (41,5 por ciento) y má s que suficiente para
afirmar el control del futuro político de la repú blica. La HDZ estaba
en proceso de consolidació n y Croacia aú n no estaba preparada
para seguir una agenda de separació n, pero Tudjman no ocultó su
lealtad al “sueñ o de mil añ os” de la independencia nacional.
Tambié n se inspiró en menos edificantes
sentimientos. El 24 de febrero de 1990, en el primer mitin pú blico
de HDZ, Tudjman dio un paso hacia la rehabilitació n del régimen
genocida de Ante Pavelić, llamá ndolo "una expresió n de las
aspiraciones histó ricas del pueblo croata". 25 En un mitin electoral
en Dubrava en marzo El 17 de diciembre de 1990, el líder del HDZ
ofreció una asombrosa observació n personal: "Gracias a Dios que
mi esposa no es ni judía ni serbia" .26 Entre mayo y julio de 1990,
su partido revivió muchos de los símbolos del período Ustaša,
incluido el histó rico El escudo croata con su tablero de ajedrez rojo
y blanco (el šahovnica), promovió un revisionismo histó rico falso
que buscaba restar importancia a los crímenes de Ustaša, instituyó
juramentos de lealtad obligatorios para los serbios étnicos en
cargos pú blicos,degradar a los serbios de Croacia de la condició n de
nació n constituyente a la de minoría nacional27.
Las medidas emanadas de Zagreb estaban destinadas a provocar
una reacció n. En la primavera de 1990, las poblaciones serbias de
Croacia en la antigua regió n de la frontera militar de los
Habsburgo, en medio de las áridas tierras ká rsticas alrededor del
centro provincial y el cruce ferroviario de Knin (elKninska Krajina),
organizada localmente pero con el apoyo de Belgrado, había iniciado
una revuelta contra lo que se percibía como la perspectiva de la
separació n de Yugoslavia, estableciendo una asociació n ad hoc de
municipios serbios en mayo y comenzando la construcció n de milicias
de autodefensa28. añ os de cohabitació n habían hecho que los serbios
de Krajina fueran indistinguibles de sus vecinos croatas en dialecto,
apariencia y forma de vida. Pero eran cristianos ortodoxos para
quienes el recuerdo de las masacres de la Segunda Guerra Mundial
aú n estaba vivo. Durante julio y agosto, a raíz de la decisió n de la
Asamblea croata de rechazar el estatus oficial del alfabeto cirílico, un
referéndum serbio organizado apresuradamente produjo un
resultado casi uná nime para la lealtad a Yugoslavia. y se declaró la
existencia de una "Provincia autó noma serbia (má s tarde Repú blica)
de Krajina" (Srpska Autonomna Oblast Krajina-SAOK) bajo el
liderazgo político del ex dentista Milan Babić y la direcció n militar del
inspector de policía Milan Martić. Solo alrededor de un tercio de los
600.000 serbios de Croacia residía realmente dentro de los antiguos
distritos fronterizos militares de Croacia (Lika, Slunj, Banija y
Kordun), que ademá s de su importancia como un
transporte corredor eran de importancia econó mica marginal.
Peroel peso político del desafío de los serbios de Krajina al nuevo
régimen de Zagreb y a la legitimidad de las fronteras
interrepublicanas fue sustancial. A los pocos meses de las primeras
elecciones democrá ticas de Yugoslavia, se inició un proceso de
fragmentació n que acabaría por consumir al país en su conjunto.
No fue hasta el 29 de julio de 1990, en su natal Bosnia-
Herzegovina, que Ante Marković anunció la creació n de un partido
político nacional, apodado la Alianza de Fuerzas de Reforma de
Yugoslavia (Savez Reformskih Snaga Jugoslavije), comprometido a
participar en las elecciones republicanas bajo una bandera yugoslava.
En este punto, el proceso de movilizació n étnica había ido demasiado
lejos como para revertirlo. Durante las elecciones de noviembre y
diciembre de 1990 en Bosnia-Herzegovina, Macedonia y Serbia-
Montenegro, todas produjeron fuertes resultados para las facciones
nacionalistas, mientras que el movimiento de Marković fue
marginado.
En Bosnia-Herzegovina, el Partido Musulmá n de Acció n
Democrá tica de Alija Izetbegović (Stranka Demokratska Akcija -
SDA) ganó
34 por ciento de los votos, el Partido Democrático Serbio (Srpska
Demokratska Stranka - SDS) 30 por ciento, y la rama bosnia de la HDZ
croata 18 por ciento. Estos partidos fueron producto de la
movilizació n étnica, con mandatos de representar los intereses
comunes de las comunidades nacionales. La Alianza de Fuerzas de
Reforma de Marković, trá gicamente en vista de los datos de las
encuestas que indican que en junio de 1990 casi el 70 por ciento de
los bosnios continuaba apoyando la preservació n de la federació n
yugoslava, recibió solo el 5,4 por ciento de los votos.29 La distribució n
de los votos coincidió con el peso proporcional de comunidades
nacionales dentro de Bosnia-Herzegovina en su conjunto, lo que llevó
a algunos críticos a describir el resultado como algo má s cercano a un
censo que a un resultado electoral.30 Tanto el SDS como el HDZ eran,
a todos los efectos, extensiones de sus partidos madre dentro de
Serbia y Croacia. adecuado.
Shoup subrayó la "orientació n nacionalista abiertamente islá mica
y musulmana" de la ASD. 33
En las elecciones macedonias, la Organizació n Revolucionaria
Interna Macedonia nacionalista - Partido Democrático para la
Unidad Nacional Macedonia (IMRO - DPMNU) bajo Ljubčo
Georgievski, que tomó su nombre de la organizació n terrorista de
finales del período otomano y de entreguerras, obtuvo una pluralidad
del 32 por ciento del voto popular, pero cedió el poder a una coalició n
moderada liderada por el ex titoísta Kiro Gligorov. Consciente de la
fragilidad de su repú blica, Gligorov se esforzó por formar una
coalició n de base amplia que incluyera a representantes de la gran
minoría albanesa (23 por ciento de la població n segú n el censo de
1994). Sin embargo, el nacionalismo macedonio siguió siendo una
fuente importante de cohesió n en la nueva Macedonia y pronto se
convertiría en una fuente de discordia con los estados vecinos,
incluida Grecia, que temía el resurgimiento de las reivindicaciones
territoriales que datan de la era de las guerras balcá nicas. Milošević
preparó el terreno para las elecciones serbias al promulgar una nueva
constitució n en julio de 1990 que eliminó la autonomía de Vojvodina y
Kosovo.
Con las movilizaciones nacionalistas avanzando a buen ritmo y
la Liga
comunistas fuera de combate, só lo la Presidencia Federal estaba
en un posició n para construir una nueva base para la unidad nacional.
Reducida a una plataforma para la articulació n de agendas en
conflicto por parte de líderes republicanos comprometidos a seguir su
propio camino, fracasó estrepitosamente. Cuando en mayo de 1991 el
croata Stjepan (Stipe) Mesić llegó a suceder a Borisav Jović como
presidente de acuerdo con la rotació n anual establecida por Tito, la
oposició n del bloque serbio, justificada por la afirmació n de que Mesić
había expresado pú blicamente su oposició n a Yugoslavia, le impidió
de asumir su asiento.35 El 4 de octubre de 1990, Eslovenia y Croacia
lanzaron un plan, inspirado en las recomendaciones de los consejeros
de la CE, para refundir Yugoslavia en líneas confederales, como una
unió n de estados soberanos unidos por una unió n aduanera, un
mercado comú n, y tal vez una moneda comú n, con cierta coordinació n
en las á reas de política exterior y diplomacia.36 El proyecto era
atractivo, pero poco sincero, su verdadero propó sito era ganar tiempo
mientras maduraba una agenda para la secesió n. Desde la primavera
de 1990 en adelante, tanto del oeste
Las repú blicas estaban importando armas ilegalmente y utilizando
lo que todavía eran medios de comunicació n controlados a nivel
nacional para fomentar el apoyo a la independencia. Un
referéndum esloveno sobre la independencia realizado en
diciembre de 1990 obtuvo un apoyo abrumador, y un homó logo
croata, celebrado en mayo de 1991 después de que los combates
ya habíanestalló en Krajina y Eslavonia, llevado por má s del 90 por
ciento. El 8 de marzo de 1991, el parlamento esloveno intentó una
afirmació n pura de soberanía al trasladar que el servicio militar en el
Ejército Popular Yugoslavo (Jugoslovenska Narodna Armija - JNA) ya
no sería obligatorio para los ciudadanos eslovenos, y se negó a
continuar con la anualidad de la repú blica. 37 En la primavera y el
verano de 1991, el presidente macedonio Gligorov y su homó logo
bosnio Izetbegović, representantes de repú blicas débiles y
étnicamente divididas para quienes la desintegració n de la federació n
yugoslava representaba una grave amenaza, reintrodujeron una
versió n del programa croata-esloveno pidiendo una "federació n
asimétrica" que permita a las repú blicas individuales definir su propio
grado de asociació n con las instituciones nacionales.38 Tudjman y
Milošević aprobaron la propuesta,
Si hubiera recibido el apoyo constante de los líderes republicanos y
promulgado sin ambigü edades por la comunidad internacional, el
proyecto de reconfigurar Yugoslavia como una confederació n
flexible o asimé trica posiblemente podría haber tenido éxito en
prevenir la guerra. Incluso permitiendo la separació n de Eslovenia
y Croacia, algú n arreglo para mantener juntas a las cuatro
repú blicas restantes en unLa grupa Yugoslavia podría haber evitado
lo peor de la violencia que seguiría. Durante 1990-1991, sin embargo,
no existió una voluntad de paz entre los líderes republicanos ni un
compromiso serio con la diplomacia preventiva o la gestió n de
conflictos entre los actores internacionales clave. La comunidad
internacional permaneció desvinculada y los líderes de las seis
repú blicas de Yugoslavia no pudieron llegar a una posició n
consensuada con respecto al futuro de su país porque no quisieron.
Milošević, acompañ ado por su protegido Momir Bulatović de
Montenegro,
estaba cada vez má s comprometido con el apoyo a las nuevas
entidades serbias dentro de Croacia y Bosnia-Herzegovina. Esta
decisió n
priorizar la creació n de una "Gran Serbia" eventualmente se
señ alaría como la causa fundamental de toda la tragedia yugoslava,
aunque, de hecho, la orientació n inequívoca de las repú blicas
occidentales hacia la secesió n dejó a los líderes serbios con pocas
opciones má s que velar por sus propios intereses. El 16 de marzo de
1991, cuando culminaba la crisis de las instituciones federales,
Milošević comentó en la televisió n de Belgrado que "Yugoslavia ha
entrado en la fase final de su agonía". En un discurso a los alcaldes
serbios el mismo día, afirmó que la tarea de Belgrado ahora era
"defender los intereses de nuestra repú blica, así como los intereses
del pueblo serbio fuera de Serbia", y opinó que "las fronteras y los
estados está n en juego, y siempre son los fuertes, nunca los débiles,
quienes determinan las fronteras ”40. Tales declaraciones delinearon
un programa para aceptar el desmantelamiento de Yugoslavia y usar
la fuerza para reunir a una Serbia ampliada de las ruinas. Liubliana y
Zagreb veían la confederació n como una especie de casa de transició n
que les daría tiempo para prepararse para la independencia, y los
eslovenos, en particular, presionaron con fuerza para provocar una
ruptura lo antes posible. Sarajevo y Skopje temían la desintegració n
de Yugoslavia, pero no estaban dispuestos a aceptar la incorporació n
en un estado ruinoso donde las repú blicas occidentales no estaban
disponibles para equilibrar a Serbia.41 Todas las partes persiguieron
sus objetivos mediante negociaciones colusorias, sobre la base de
confidencias que a veces ser respetado y otras veces traicionado. En
sus memorias, el esloveno Janez Drnovšek señ ala que ya en agosto de
1990, en un momento en que se desempeñ aba como presidente de la
Presidencia federal yugoslava, Milošević y Borisav Jović le informaron
que a Eslovenia se le permitiría abandonar la federació n
pacíficamente sobre la base de un referéndum. 42 Milošević reiteró el
mensaje a Kučan durante una reunió n privada el 24 de enero de 1991,
con la aclaració n de que Serbia no intentaría evitar la separació n
eslovena (Eslovenia tenía una minoría serbia insignificante) para
concentrarse en el reagrupamiento de las poblaciones serbias de
Croacia y Bosnia. -Herzegovina.43 En marzo de 1991, tras la represió n
de las manifestaciones estudiantiles en Belgrado, Milošević se reunió
con Tudjman en el coto de caza aislado de Tito (y antes que él, el rey
Aleksandar) Karadjordjevo, a medio camino entre sus respectivas
capitales, y acordó apoyar la disolució n de Yugoslavia y una partició n
de Bosnia-Herzegovina.44 Lo ú nico en lo que los ex secuaces
comunistas no pudieron ponerse de acuerdo fue en el estatus
territorial de una Croacia independiente. Milošević estaba dispuesto a
conceder a Zagreb el derecho a separarse,
un derecho similar. Las delegaciones serbia y croata llevaron a cabo
tres sesiones secretas durante abril de 1991 en un vano intento de
resolver estas diferencias45.
En cuanto a la comunidad internacional, en las raras ocasiones en
que dirigió su atenció n a la crisis yugoslava no habló con una sola voz.
Estados Unidos y la Comunidad Europea (CE) reiteraron
pú blicamente su apoyo a la unidad yugoslava, y la CE ofreció apoyo a
la reforma econó mica y prometió la adhesió n por vía rá pida para una
federació n reformada comprometida con mantener la unidad, pero el
mensaje no fue convincente ni coherente. Durante marzo de 1991, los
Estados Unidos se opusieron oficialmente a la secesió n e insistieron
en que las alteraciones de la frontera solo debían resultar de "medios
consensuados pacíficos". 46 Desafortunadamente, preocupado por la
conducta y las secuelas de la Guerra del Golfo y la inminente
disolució n de la URSS, y convencido de que los intereses vitales no
estaban realmente en juego, Washington hizo poco para dar a sus
amonestaciones el sentido de urgencia que se requería. Varios estados
europeos (Alemania, Austria, Dinamarca, Hungría y la Santa Sede,
entre otros) promovieron abiertamente la secesió n, a veces
prometiendo apoyo diplomá tico y organizando transferencias ilegales
de armas para preparar el camino hacia la independencia. La
“ambigü edad y los mensajes contradictorios” que emanaban de los
actores internacionales no hicieron nada para restringir el egoísmo
autodestructivo de los etnó cratas de Yugoslavia, ni para bloquear el
recurso a las armas.47
El camino para el colapso aná rquico de Yugoslavia fue
preparado por un
crisis de las instituciones federales, la deriva nacionalista en
repú blicas clave, y apoyo tá cito a una política de secesió n por parte
de influyentes actores internacionales. El colapso fue precipitado por
una secuencia de enfrentamientos locales que dieron un impulso a la
militarizació n de las repú blicas contendientes. Entre mayo y
septiembre de 1990, la revuelta serbia en Krajina sentó el precedente
de la secesió n armada de facto como respuesta a la movilizació n
étnica, con la milicia local finalmente reconstituida como las Fuerzas
de Defensa Territorial SAOK. En noviembre de 1990, Eslovenia y
Croacia asumieron el control de los remanentes (después de los
esfuerzos federales para confiscar los almacenes de armas en la
primavera del añ o) de sus Fuerzas de Defensa Territorial republicanas
y aumentaron las transferencias ilegales de armas para aumentar la
preparació n para el combate. En febrero de 1991 el JNA recibió una
orden de la Presidencia Federal para desarmar a las milicias,
(Zbor narodne garde). Marzo de 1991 también vio el despliegue de las
fuerzas del JNA en Belgrado para reprimir las manifestaciones
dirigidas por estudiantes que protestaban contra las políticas del
régimen de Milošević, el primero de muchos casos en los que la
resistencia popular a la movilizació n étnico-nacional sería derrotada
por la fuerza. Descuidado por la comunidad internacional, sin un
partido gobernante, sin un ejecutivo en funcionamiento y con un
ejército en crisis incapaz de responder a la desafiante militarizació n
de las repú blicas secesionistas, Yugoslavia se estaba acercando a la
descripció n de Thomas Hobbes de la anarquía, "el estado de guerra , y
una guerra como la de todo hombre contra toda persona. ”48
La guerra de todos contra todos comenzó en abril de 1990 cuando
los serbios de Krajina comenzaron a construir barricadas para cortar
el acceso a á reas de mayoría serbia o á reas con poblaciones serbias
importantes, e iniciaron una campañ a de hostigamiento contra los
residentes croatas en las regiones bajo su control. La revuelta serbia,
romantizada como balvan revolucjia (revolució n de los troncos de los
á rboles, después de las ramas de los á rboles utilizados para construir
barricadas), fue en parte una reacció n espontá nea a las provocaciones
del régimen de Tudjman. Tenía un cará cter anacró nico y folcló rico,
liderado por milicias locales vestidas con uniformes patrió ticos que
evocaron la resistencia chetnik durante la Segunda Guerra Mundial.
Desde el principio, sin embargo, fue apoyado y manipulado por
Belgrado con el fin de impulsar una agenda para la extensió n de los
territorios controlados por los serbios fuera de la Serbia propiamente
dicha. En los primeros meses de la rebelió n, la resistencia organizada
se concentró en seis comunas en las cercanías de Knin pobladas por
mayorías serbias consistentes. En los meses siguientes se expandiría
por el sur de Croacia a través de Kordun, Banija y Posavina, donde las
poblaciones serbia y croata estaban en algo má s cercano al equilibrio,
y hacia las llanuras de Eslavonia y Baranja en la frontera con Hungría,
donde los serbios estaban una clara minoría. La esencia de la revuelta
fue el intento de afirmar el control sobre el terreno, afectado por la
construcció n de barricadas y barreras, el desafío a las autoridades
locales o la dinamita de símbolos de soberanía así como las casas de
"forasteros" no deseados. a través del sur de Croacia a través de
Kordun, Banija y Posavina, donde las poblaciones serbia y croata
estaban algo má s cerca de un equilibrio, y hacia las llanuras de
Eslavonia y Baranja en la frontera con Hungría, donde los serbios eran
una clara minoría. La esencia de la revuelta fue el intento de afirmar el
control sobre el terreno, afectado por la construcció n de barricadas y
barreras, el desafío a las autoridades locales o la dinamita de símbolos
de soberanía así como las casas de "forasteros" no deseados. a través
del sur de Croacia a través de Kordun, Banija y Posavina, donde las
poblaciones serbia y croata estaban algo má s cerca de un equilibrio, y
hacia las llanuras de Eslavonia y Baranja en la frontera con Hungría,
donde los serbios eran una clara minoría. La esencia de la revuelta fue
el intento de afirmar el control sobre el terreno, afectado por la
construcció n de barricadas y barreras, el desafío a las autoridades
locales o la dinamita de símbolos de soberanía así como las casas de
"forasteros" no deseados.
Una gran escalada comenzó en febrero de 1991 cuando la milicia
serbia
intentó ampliar su á rea de control tomando una comisaría de policía y
un edificio municipal en la pequeñ a ciudad de Pakrac en Eslavonia
occidental. Esta acció n fue seguida a fines de marzo por un intento de
tomar el control del complejo del parque nacional de Plitvice, después
de que la HDZ había establecido una nueva estació n de policía con un
personal totalmente croata en la ciudad local de Titova Korenica,
provocando un tiroteo con la
Guardia Nacional croata que resultó en las primeras muertes en
combate de las guerras étnicas de Yugoslavia. Las víctimas fueron
Josip Jović, un policía croata de 20 añ os, y Rajko Vukadinović, un
carnicero serbio deTitova Korencia, que se había unido a la milicia
local, la primera de decenas de miles de ciudadanos normales en ser
barridos en las pró ximas batallas. Los serbios de Krajina no siempre
fueron los iniciadores de estos encuentros. Los extremistas dentro del
HDZ buscaron enfrentamientos como un medio para subir la apuesta
y hacer inevitable la secesió n. En abril, el futuro ministro de Defensa
croata, Gojko Š ušak, organizó y participó en un ataque contra la aldea
eslava de Borovo Selo, étnicamente mixta pero controlada por los
serbios, disparando tres misiles Armbrust lanzados desde el hombro
hacia la ciudad en un intento de avivar las llamas de la guerra49. El 1
de mayo, un esfuerzo espontá neo de policías croatas, realizado
durante las festividades de un feriado nacional, para reemplazar la
bandera yugoslava que se exhibe en el ayuntamiento por la šahovnica
resultó en un tiroteo que hirió a dos personas. y al día siguiente, un
autobú s lleno de policías croatas que buscaban recuperar el control se
abalanzó sobre una emboscada, dejando 15 muertos (12 croatas y 3
serbios) y má s de 20 heridos. La mutilació n de los cuerpos de las
víctimas croatas de una manera que evoca las atrocidades de la
Segunda Guerra Mundial (orejas y ojos cortados) hizo que el incidente
fuera particularmente provocador. En cada caso, un enfrentamiento
entre las fuerzas locales se rompió con la intervenció n del JNA, que
impidió que Croacia reafirmara el control sobre el terreno en disputa
mediante fuerzas de interposicionamiento, incluida la artillería
pesada, entre los beligerantes, un patró n que se repetiría con
frecuencia en el meses por venir. El conflicto yugoslavo había
comenzado como una guerra de pueblos, y má s de 400 personas
perderían la vida en incidentes locales antes del estallido de
operaciones de combate a gran escala.
En este entorno, impulsado por la inflexibilidad de Liubliana
calendario, e indiferentes a las implicaciones de sus acciones para
los pueblos de Yugoslavia en su conjunto, el 24 de julio de 1991
Zagreb y Eslovenia anunciaron su "disociació n" (razdruživanje) de
la federació n yugoslava.50 Se prefirió el término disociació n a
secesió n para señ alar que desde sus orígenes la federació n de
Yugoslavia había sido una unió n voluntaria de pueblos, pero la
dureza e irrevocabilidad del gesto apenas se disimuló . El 21 de junio,
una visita de once horas a Belgrado del secretario de Estado
estadounidense James Baker, que incluyó once reuniones con todo el
espectro de líderes yugoslavos realizadas en el espacio de un solo día,
buscó evitar el paso fatal. Pero Baker había llegado demasiado tarde y
con
muy poca sustancia para ofrecer, para marcar la diferencia. Con
Milošević comprometido con una agenda para romper la
federació n, las élites nacionalistas en las repú blicas secesionistas
presionando por la independencia y la comunidad internacional no
dispuesta a intervenir, la ruptura deYugoslavia, y las trá gicas
consecuencias que vendrían en su tren, aunque en principio evitables,
se habían vuelto inevitables. Por muchas de las mismas razones,
nunca se emprendió un esfuerzo serio para garantizar que un proceso
de disociació n avanzara pacíficamente. Con la secesió n de Eslovenia y
Croacia, la guerra de pueblos de Yugoslavia se convertiría en una
guerra de estados.
La hora de Europa.
3. Vidosav Stevanovic, Milosevic, une épitaphe, París: Fayard, 2000, pá gs. 26-27.
5. Susan L. Woodward, Balkan Tragedy: Chaos and Disintegration after the Cold
War, Washington, DC: Brookings Institution Press, 1995, pá g. 73.
8. Marcus Tanner, Croacia: Una nació n forjada en la guerra, New Haven: Yale
University Press, 1997, pá gs. 203-240, rastrea la carrera política de Tudjman.
15. Laura Silber y Allan Little, Yugoslavia: Death of a Nation, Nueva York: TV
Books, 1996, pá gs. 31-47. Stambolić siguió siendo un crítico perspicaz de
Milošević despué s de su retirada de la vida política. Sus memorias, Ivan
Stambolić, Put u bespuće, Belgrado: Radio 92, 1995, es un comentario
interesante sobre la metamorfosis de su protegido en el poder. El 25 de agosto
de 2000, un mes antes del derrocamiento de Milošević, desapareció de su
residencia en Belgrado. El 28 de marzo de 2003, los restos de Stambolić fueron
encontrados en un pozo en la regió n de Fruška Gora de Serbia, y el 8 de abril de
2003, fue enterrado con todos los honores militares y estatales en Belgrado. Las
investigaciones realizadas junto con el asesinato del Primer Ministro Zoran
Djindjić han indicado que Stambolić fue secuestrado y ejecutado por cinco
miembros de la Dependencia de Operaciones Especiales de Serbia.
16. El evento fue denominado la "Revolució n del yogur" después de que los
manifestantes arrojaron envases de yogur a los funcionarios locales. El líder
nacionalista radical serbio Vojislav Šešelj afirmaría má s tarde que todo el episodio
fue organizado por la policía secreta serbia. Véanse sus comentarios en Velika Srbija,
No. 2, enero de 1995.
18. Citado en Silber y Little, Yugoslavia, p. 72. El texto completo del discurso fue
publicado en Politika, 29 de junio de 1989, pá gs. 3-4. Véase también Auerswald y
Auerswald, The Kosovo Conflict, pá gs. 30-34.
20. Sobre la ideología nacionalista serbia bajo Milošević, ver Nebojša Popov,
“Srpski populizam: Od marginalne do dominantene pojave”, Vreme, 24 de mayo
de 1993.
21. Sobre el Plan Marković, vé ase Mladan Dinkić, Ekonomija destrukcije:
Velika
pljačka naroda, Belgrado: VIN, 1995.
24 Hannes Hofbauer, Balkan Krieg: Zehn Jahre Zerstö rung Jugoslawiens, Viena:
ProMedia, 2001, pá g. 20.
27. Véase Gordana Suša, “Nemam domovinu, tražim neka drugu”, Borba, 17 de
febrero de 1991, pá g. 8. El uso de la šahovnica como símbolo del estado fue
especialmente resentido. Los funcionarios croatas demostraron sensibilidad, de un
tipo particularmente ineficaz, a la opinió n minoritaria al invertir la alineació n del
tablero de ajedrez rojo-blanco del escudo para diferenciarlo del emblema utilizado
por el régimen de Pavelić.
28. Paul Shoup, El futuro de las regiones fronterizas de Croacia ”, Informe sobre
Europa del Este, vol. 2, nú m. 48, 1991, pá gs. 26-33.
30. Woodward, Balkan Tragedy, pá g. 122. Sobre las elecciones, cuyo resultado
fue en cierta medida hacia la determinació n del futuro de la repú blica, véase Steven
L. Burg y Paul S. Shoup, The War in Bosnia-Herzegovina: Ethnic Conflict and
International Intervention, Armonk, NY: ME Sharpe, 1999, pá gs. 46-56; y Saud
Arnautović, Izbori u Bosni i Hercegovini '90, Sarajevo: Promocult, 1996.
32. Xavier Bogarel, Bosnie: Anatomie d'un conflit, París: La Découverte, 1996,
pá gs. 45-46, y Jasminka Udovička y Ejub Štitkovac, "Bosnia and Hercegovina: The
Second War", en Udovička y Ridgeway, eds., Burn Esta Cá mara, pá gs. 174-175.
34. Las elecciones de la repú blica se resumen en Lenard J. Cohen, Broken Bonds:
Yugoslavia's Disintegration and Balkan Politics in Transition, 2ª ed., Boulder:
Westview Press, 1995, pá gs. 88-162.
35. De hecho, Mesić se había jactado de sus esfuerzos por deshacer la unió n
yugoslava, y posteriormente los relataría con orgullo en una memoria. Stipe
Mesić, Kako smo srušili Jugoslaviju, Zagreb: Globus, 1992.
37. Janez Janša, The Making of the Slovenian State 1988-1992, Ljubljana:
Mladinska Knijga, 1994, pá gs. 63-68.
38. Chuck Sudetic, "Yugoslavs Push Compromise Plan", The New York Times,
7 de junio de 1991, pá g. A5.
42. Janez Drnovšek, Moja resnica, Ljubljana: Mladinska knjiga, 1996, pá g. 209.
45. Avramov Smilja, Postherojski rat Zapada protiv Jugoslavije, Veternik: Idi,
1997, pá g. 140.
46. Despacho 2 del Departamento de Estado de EE. UU., No. 22, 3 de junio de 1991,
pá gs. 395-396.
48. Thomas Manne, Leviatá n, vol. I, Chicago: Gateway Edition, 1956, pá g. 118.
52. Janša sigue siendo algo insondable. Como periodista crítico asociadocon
el movimiento juvenil esloveno anticomunista durante la década de 1980 se
convirtió en el mejor negro del ministerio de defensa yugoslavo. En 1988 fue
condenado a una pena de prisió n por revelar secretos de Estado en un proceso
político intensamente publicitado que trajo un gran descrédito a las autoridades
yugoslavas. Nombrado ministro de Defensa a los 33 añ os por el primer ministro
Lojze Peterle después de las elecciones de 1990, el ex estudiante "pacifista" se
convirtió en el arquitecto de la secesió n armada en 1991. Aparentemente destinado
a un papel de liderazgo en la Eslovenia independiente, pronto se vio envuelto en un
escá ndalo personal y se vio obligado a retirarse de la vida política. Sobre sus
esfuerzos por construir una fuerza armada eslovena autó noma, ver Agencia Central
de Inteligencia, Oficina de Aná lisis Ruso y Europeo, Balkan Battlegrounds: A Military
History of the Yugoslav Conflict, 1990-1995, 2 vols., Washington, DC: Agencia
Central de Inteligencia, mayo de 2002, vol. 1, pá gs. 51-54.
57. Segú n las memorias de Borisav Jović, Poslednji dani SFRJ: Izvodi iz
dnevnika, 2a ed., Belgrado: Narodna Biblioteka Srbije, 1996, pá gs. 343-344, el 30 de
junio de 1991, el JNA presentó un plan operativo para el uso de la fuerza armada
aplastar
Secesió n eslovena. Belgrado rechazó el plan, con la recomendació n de que la
fuerza solo se use como castigo y como preludio de la expulsió n de Eslovenia de
la federació n.
60. “Italia e Austria attivano la diplomazia della Csce”, Corriere della Sera,
28 de junio de 1991, pá g. 6. De hecho, muy poco surgió de esta iniciativa. El
nuevo Centro para la Prevenció n de Conflictos de la CSCE, con sede en Viena,
que no estaba preparado para un conflicto de esta escala, fue rá pidamente
marginado. Este fue uno de los primeros ejemplos de la insuficiencia de las
instituciones europeas frente al conflicto posterior a la guerra fría.
63. “Bloccata la spirale dello scontro”, Corriere della Sera, 2 de julio de 1991, pá g.
3.
64. Véase Jill Benderly y Evan Kraft, eds., Independent Slovenia: Origins,
Movements, Prospects, Nueva York: St. Martin's Press, 1994.
70. A veces se afirma que estas intenciones fueron reveladas por un plan de
contingencia militar del JNA designado con el acró nimo RAM. La existencia del
plan de contingencia se reveló mucho antes del estallido del conflicto.
Ver“Zbrisaće nas za kugle zemaljske”, Vreme, 23 de septiembre de 1991, pá gs. 5-12.
RAM no demuestra de manera concluyente la responsabilidad de Serbia: las
opciones de planificació n militar no son necesariamente indicaciones de intenció n
política.
72. Velijko Kadijević, Moje vidjenje raspada: Vojska bez države, Belgrado:
Politika, 1993, pá g. 88.
74. James Gow, Triumph of the Lack of Will: International Diplomacy and the
Yugoslav War, Nueva York: Columbia University Press, 1997, pá gs. 19-20.
78. John Zametica, The Yugoslav Conflict, Adelphi Paper No. 270, London:
Brassey's, 1992, es esencialmente correcto al describir al Ejército Popular Yugoslavo
como una víctima principal del conflicto má s que como un perpetrador. Para Miloš
Vasić, "El Ejército Popular Yugoslavo pereció junto con la idea política yugoslava".
Vasić, "El ejército yugoslavo", pá g. 137.
85. Las imá genes ampliamente publicitadas de Dubrovnik bajo asalto (hasta
cierto punto diseñ adas por defensores croatas que usaron las torres medievales
de la ciudad como ubicació n de armas y supuestamente quemaron montones de
neumá ticos para crear efectos de humo fotogé nicos para los medios
internacionales) se utilizaron con buenos resultados para transmitir la
impresió n de un invasor serbio bá rbaro. El bombardeo del palacio presidencial
croata en el corazó n de la ciudad vieja de Zagreb el 7 de octubre, una acció n
desprovista de toda ló gica estraté gica aparente, tambié n desprestigió a las
fuerzas gubernamentales. La destrucció n en Vukovar fuemucho má s
representativa, pero la tranquila ciudad eslava carecía del atractivo mediá tico de un
centro turístico internacional o de la capital nacional. Véase Misha Glenny, The Fall
of Yugoslavia: The Third Balkan War, Harmondsworth: Penguin, 1992, pá g. 136.
86. Sobre las bajas en el conflicto serbio-croata, vé ase Norman Cigar, "La
guerra serbo-croata, 1991: Dimensiones políticas y militares", The Journal of
Strategic Studies, vol. 16, nú m. 3, 1993, pá gs. 297-338.
89. Citado de Viktor Maier, Wie Jugoslawien verspielt wurde, 3ª ed., Munich:
Verlag CH Beck, 1999, p. 395. A Poos se unió en su optimismo el ministro de
Asuntos Exteriores italiano, Gianni De Michaelis, quien sugirió que la reacció n
europea demostró que “cuando una situació n se vuelve delicada, la Comunidad
es capaz de responder como unidad política. En nuestra opinió n, esta es una
buena señ al para el futuro de la unió n política ”. Ibídem.
93. Burg y Shoup, The War in Bosnia-Herzegovina, pá gs. 89-91, postulan que, a
pesar de su dura fachada pú blica, después del compromiso de la ONU en el esfuerzo
de gestió n de conflictos que comenzó a fines de septiembre, y en vista del pobre
desempeñ o de las unidades militares serbias que luchan fuera de Serbia
propiamente dicha, Milošević se alejó del objetivo de anexar las regiones
controladas por los serbios dentro de Croacia hacia el concepto de estatus especial
para tales regiones bajo la protecció n de la ONU
— el tipo de resolució n que eventualmente sería negociada bajo los auspicios de
la CE y la ONU.
100. El resultado, concluyó Le Monde, "no fue glorioso para Europa". “Un
ré sultat peu glorieux”, Le Monde, 16 de enero de 1992, pá g. 1. Para Daniel
Vernet, la presió n alemana dentro de la CE "permite concluir que Alemania ya
no aceptará la integració n europea concebida como una garantía contra su
propio poder potencial". Daniel Vernet, “Le retour de la 'question allemande'”,
Le Monde, 22-23 de diciembre de 1991, pá g. 4.
102. Johann Georg Reissmü ller, Der Krieg vor unserer Haustü r: Hintergrü nde
der kroatischen Tragö die, Stuttgart: Deutsche Verlags-Anstalt, 1992, pá gs.10, 81.
108. Srdjan Radulović, Sudbina Krajina, Belgrado: Politika, 1995, pá gs. 41-51.
111. Paolo Rumiz, Maschere per un massacro: Quello che non abbiamo voluto
sapare della Guerra en Jugoslavia, Roma: Editori Riuniti, 1996, pá gs. 39-49.
113. Marie-Janine Calic, Krieg und Frieden en Bosnia-Herzegovina, Frá ncfort del
Meno: Suhrkamp Verlag, 1996, p. 219.
115. El autor participó en una mesa redonda sobre políticas durante marzo
de 1991 con perspectivas oficiales de alto nivel de Estados Unidos y Europa
ampliamente representadas, donde con la excepció n de unos pocos Casandras
de la comunidad acadé mica, todos los presentes aceptaron la có moda
conclusió n de que “al final lo resolverá n . " La conclusió n estuvo condicionada
por suposiciones culturalmente sesgadas: el problema fue visto como un
producto del típico desorden yugoslavo (nered) y la "mentalidad balcá nica".
119. James A. Baker III, The Politics of Diplomacy, Nueva York: GP Putnam's
Sons, 1995, pá gs. 636-637, 649-650.
122. Risto Bajalski, “Na cijoj je strain Rusija”, Nin, 12 de junio de 1992; y AV
Kozyrev, “Preobrazhenie ili Kafkianskaia metamorfoza”, Nezavisimaia gazeta, 20
de agosto de 1992, pá g. 4. Defendiendo su posició n ante el parlamento ruso el
26 de junio de 1992, Kozyrev argumentó que Belgrado cargaba con “la mayor
parte de la culpa” por los combates en la ex Yugoslavia. “Stenogramma
zasedaniia verkhovnogo soveta RF po iugoslavskomu voprosu (26 iunia 1992
g.), En Gus'kov, ed., Iugoslavskii krizis i Rossiia, p. 89.
126. Franz Mendel, "Wo sind die Grenzens Europas?" Europä ische
Sicherheit, vol. 3, 1992, pá g. 129.
128. Ljubo Boban, Hrvatske granice: Od 1918 do 1991 godina, Zagreb: Školska
knjiga, 1992.
132. Alain Finkielkraut, Comment peut-on être Croate ?, París: Gallimard, 1992,
con su evocació n de una infranqueable “diferencia cultural entre Europa occidental
y oriental” (p. 32) trazada en la línea entre Croacia y Serbia, y la demanda de la
solidaridad frente a la barbarie serbia, es un buen ejemplo de este tipo de
argumentació n.
133. Velizar Zečević, “Rezultati rata: Ima samo poraženih”, Nin, 24 de enero
de 1992, pá gs. 10-12.
CAPÍTULO 4
150
había á reas compactas de asentamientos croatas y serbios, gran
parte de la població n vivía entremezclada. Esto fue
particularmente cierto en el caso de los musulmanes,
tradicionalmente concentrados en ciudades y pueblos medianos3.
Aunque las tasas de matrimonios mixtos eran altas
(particularmente entre serbios y croatas, menos en el caso de
musulmanes), las comunidades mantenían un fuerte sentido de
identidad. Bosnia-Herzegovina tenía una tradició n de tolerancia
basada en el ideal de komšiluk (buena vecindad), pero era una
tradició n que reforzaba en lugar de diluir la afiliació n comunal.4 La
historia de Bosnia estuvo llena de fricciones étnicas: el gran escritor
bosnio Ivo Andrić una vez se refirió a su país como "la tierra del odio".
La desconfianza entre las comunidades se aprovechó durante la
guerra civil de 1941-45, y muchas de las peores atrocidades del
período se perpetraron en suelo bosnio. A pesar de décadas de
convivencia pacífica bajo Tito, el legado envenenado de los añ os de
guerra permaneció vivo. Las movilizaciones étnicas durante 1990-91
reabrieron las líneas divisorias y aumentaron el miedo. El ala
nacionalista radical de la facció n croata de Bosnia no ocultó su deseo
de afiliarse a una Croacia independiente. Los líderes de los serbios de
Bosnia se negaron a aceptar la asociació n con lo que percibían como
un estado islá mico aspirante.5 Izetbegović y su séquito no estaban
dispuestos a aprobar una partició n de Bosnia-Herzegovina que los
dejaría con un pequeñ o territorio sin litoral que no reflejan su peso
real dentro de la població n. Su objetivo era preservar un estado
unitario que la comunidad musulmana, con su creciente peso
demográ fico, eventualmente pudiera llegar a dominar. Todos los
bandos se mostraron intransigentes y dispuestos a luchar para lograr
sus objetivos. Los líderes de los serbios de Bosnia se negaron a
aceptar la asociació n con lo que percibían como un estado islá mico
aspirante.5 Izetbegović y su séquito no estaban dispuestos a aprobar
una partició n de Bosnia-Herzegovina que los dejaría con un pequeñ o
territorio sin litoral que no reflejan su peso real dentro de la
població n. Su objetivo era preservar un estado unitario que la
comunidad musulmana, con su creciente peso demográ fico,
eventualmente pudiera llegar a dominar. Todos los bandos se
mostraron intransigentes y dispuestos a luchar para lograr sus
objetivos. Los líderes de los serbios de Bosnia se negaron a aceptar la
asociació n con lo que percibían como un estado islá mico aspirante.5
Izetbegović y su séquito no estaban dispuestos a aprobar una
partició n de Bosnia-Herzegovina que los dejaría con un pequeñ o
territorio sin litoral que no reflejan su peso real dentro de la
població n. Su objetivo era preservar un estado unitario que la
comunidad musulmana, con su creciente peso demográ fico,
eventualmente pudiera llegar a dominar. Todos los bandos se
mostraron intransigentes y dispuestos a luchar para lograr sus
objetivos. con su creciente peso demográ fico, eventualmente podría
llegar a dominar. Todos los bandos se mostraron intransigentes y
dispuestos a luchar para lograr sus objetivos. con su creciente peso
demográ fico, eventualmente podría llegar a dominar. Todos los
bandos se mostraron intransigentes y dispuestos a luchar para lograr
sus objetivos.
La amenaza de violencia fue particularmente aguda debido a
Bosnia-
Lugar especial de Herzegovina en la política militar yugoslava. La
cultura estraté gica titoísta estaba arraigada en el legado de la
resistencia partidista de la Segunda Guerra Mundial, adaptada
despué s de 1948 a la amenaza de invasió n de losBloque soviético.
Montañ osa y céntrica, Bosnia-Herzegovina se estructuró a partir de
1968 como un santuario para la resistencia al estilo guerrillero contra
un posible invasor. Aproximadamente el 50 por ciento del JNA de Tito
estaba estacionado permanentemente en Bosnia-Herzegovina, y la
repú blica era el sitio de má s del 55 por ciento de las industrias
militares y depó sitos de municiones de Yugoslavia. Como otras
repú blicas yugoslavas, Bosnia-Herzegovina mantuvo una organizació n
de Defensa Territorial, que al estallar las hostilidades se dividió a lo
largo de líneas comunitarias, proporcionando a cada uno de los tres
componentes de Bosnia
naciones con el nú cleo de una fuerza armada autó noma.
Bosniosestaban desproporcionadamente representados dentro del
cuerpo de oficiales del JNA, a fines de 1991 se creía que unos 200.000
ciudadanos tenían acceso a armas, y proliferaban las Ligas de Defensa
organizadas espontá neamente.6 Cuando comenzó la guerra en la
primavera de 1992, 45 formaciones paramilitares separadas
representantes de las tres principales comunidades étnicas pudieron
salir al campo.7 Debería haber sido obvio que sería imposible para
Bosnia romper sus lazos con Yugoslavia sin cortejar la violencia. En
una entrada del diario del 26 de marzo de 1990, el confidente de
Milošević, Borisav Jović, ya había concluido que, en caso de una
ruptura, “Bosnia-Herzegovina no puede sobrevivir como estado
soberano, ni puede desarrollarse una lucha por el control de su
territorio sin pérdida de sangre. "8
Como había sido el caso de la minoría serbia en Croacia, aunque
con menos justificació n (Bosnia no inició medidas discriminatorias
contra su població n serbia), la comunidad serbia dentro de Bosnia-
Herzegovina se opuso abiertamente a cualquier proyecto de
separació n que la dejara como minoría dentro de un estado
independiente. El 15 de octubre de 1991, cuando los
representantes de la SDA y HDZ dentro del parlamento bosnio
impulsaron una “declaració n de soberanía” que incluía un derecho
de secesió n, el líder serbio bosnio Radovan Karadžić desafió a los
diputados con la declaració n extraordinaria de que la declaració n
representaba el “ camino al infierno ”donde“ la nació n musulmana
puede desaparecer por completo ”. 9 Karadžić nació en 1945 en
Montenegro y llegó a Sarajevo a los 15 añ os, dondecontinuó
construyendo una exitosa carrera como psicó logo deportivo, incluido
un período como asesor del equipo de fú tbol profesional de Sarajevo.
Durante el fermento político de 1990, Karadžić apoyó brevemente la
creació n de un Partido Verde de Bosnia, antes de cambiar a una
posició n nacionalista y alinearse con el recién creado Partido
Democrá tico Serbio (SDS). La retó rica violenta que acompañ ó a su
discurso de octubre fue demasiado típica. Visiblemente entusiasmado
por su papel en el centro de atenció n política, Karadžić se convertiría
en una fuerza impulsora de la guerra en 1992 y, a partir de entonces,
en un defensor intransigente de las demandas nacionalistas serbias.10
En septiembre, la SDS de Karadžić patrocinó la creació n de cuatro
Regiones autó nomas (Srpske Autonomne Oblasti o SAO) dentro de
Bosnia siguiendo el modelo de la Krajina serbia, y el 26 de octubre
se inauguró un Parlamento de la nació n serbia en Bosnia presidido
por Momčilo. Krajišnik.11 Un plebiscito el 10 de noviembre resultó
en un abrumador rechazo a la separació n de Yugoslavia, y el 21 de
diciembre un
Se declaró la existencia de la Repú blica Serbia de Bosnia-
Herzegovina (Repú blica Srpska u Bosni i Hercegovini) con la
intenció n anunciada de mantener la asociació n con Belgrado. La
comunidad croata siguió el mismo camino. La HDZ anunció
originalmente su apoyo a una Bosnia-Herzegovina soberana, pero
en noviembre imitó a los serbios al crear dos regiones autó nomas
croatas, denominadas Comunidad croata de Herceg-Bosna
(Hrvatska Zajednica Herceg-Bosna) y Bosanska Posavina.
Izetbegović afirmó representar el ideal de una Bosnia
multicultural, pero trabajó para asegurar la dominació n
musulmana de las instituciones bosnias y apoyó las aspiraciones
secesionistas de la rama Sanjak de su movimiento dentro de
Serbia, el Consejo Nacional Musulmá n de Sanjak (Muslimansko
Nacionalno VjećeSandžaka), que organizó un referéndum de
autodeterminació n el 25 de octubre de 1992.
Tanto la iniciativa serbia como la croata fueron declaraciones de
guerra
contra el ideal de un estado unitario. El 6 de mayo de 1992,
Karadžić se reunió con Mate Boban, un ex gerente de una tienda de
ropa que había desplazado al má s moderado Stjepan Kljujić al
frente de la HDZ.el 1 de febrero de 1992, en Graz, Austria, para
discutir una partició n de Bosnia-Herzegovina en beneficio mutuo.12
La colusió n entre serbios y croatas a expensas de la comunidad
musulmana contribuiría en gran medida a explicar la ló gica de la
guerra que seguir. Karadžić describió fríamente a Bosnia-Herzegovina
como "un estado artificial creado por los comunistas" 13. Má s tarde,
en 1992, Boban defendió la abolició n de la presidencia bosnia con el
argumento de que "hoy Bosnia-Herzegovina prá cticamente ha dejado
de existir como estado, y cuando no hay estado, no hay necesidad de
presidente ”. 14
En la ú ltima semana de febrero de 1992, Estados Unidos
abandonó
su reticencia a la disolució n de Yugoslavia, y optó por apoyar la
independencia de Bosnia. Después de los combates en Croacia,
Washington enfrentó una fuerte presió n interna para oponerse a la
agresió n serbia, y los líderes clave se vieron cada vez má s
influenciados por explicaciones de las fuentes del conflicto que
resaltaban la responsabilidad de Belgrado. En sus memorias, el
embajador de Estados Unidos Warren Zimmermann habla de la
necesidad de resistir el "plan de juego serbio" para crear una
"Serboslavia" ampliada. proporcionar una premisa conveniente
para manejar el problema yugoslavo en su conjunto. Impulsado
por una comunidad internacional ahora dirigida por los Estados
Estados, Sarajevo celebró su referéndum sobre la independencia
el29 de febrero al 1 de marzo de 1992.16 Los resultados fueron
nefastos. Las comunidades musulmana y croata votaron
abrumadoramente por la independencia - del 63 por ciento del
electorado que participó , el 99,4 por ciento votó a favor de la
propuesta - pero el boicot de los serbios de Bosnia también fue casi
uná nime. Como fue el caso durante las elecciones a nivel de repú blica
de 1990, los recuentos finales correspondieron casi exactamente al
peso proporcional de las principales comunidades étnicas de Bosnia.
Sobre la base de este resultado y en una atmó sfera de tensió n
marcada por incidentes de violencia y retó rica provocativa, el
gobierno bosnio y su presidencia colectiva, encabezada por el líder de
la facció n musulmana Izetbegović, declaró la independencia el 27 de
marzo. En poco má s de una semana, el gesto fue recompensada con un
reconocimiento formal por parte de la CE y los Estados Unidos. El 30
de abril
El reconocimiento de la independencia de Bosnia se ofreció sin
garantías para la seguridad del nuevo estado o gestos para calmar
las preocupaciones de sus comunidades serbia y croata. Tales
garantías y gestos se necesitaban con urgencia. Los activistas del
SDS decididos a resistir la separació n de Yugoslavia comenzaron a
levantar barreras en Sarajevo en los primeros días de marzo, luego
de un tiroteo en la celebració n de una boda serbia17. Lucha entre
milicias croatas y serbias yLas fuerzas regulares en Bosanksa
Krajina, Posavina y el este de Bosnia estallaron poco después, e
inmediatamente después de la declaració n de independencia,
estallaron escaramuzas entre milicias serbias y fuerzas policiales
locales reforzadas por milicias musulmanas y bandas criminales en las
afueras de Sarajevo.18 El 4 de abril. Izetbegović lanzó el guante al
ordenar la movilizació n de todos los reservistas y fuerzas policiales en
Sarajevo, lo que provocó un llamado de la SDS para que los serbios
evacuaran la ciudad. Dos días después se inició el bombardeo de
Sarajevo desde los emplazamientos de artillería serbios en las alturas
circundantes. En estas primeras y confusas semanas de guerra, la
capacidad del gobierno para mantener el orden pú blico colapsó
cuando los serbios, croatas, y, en menor medida, las facciones
nacionalistas musulmanas emprendieron encuentros locales para
asegurar posiciones de ventaja y nombraron comités de crisis para
suplantar instancias de autoridad conferida. El 7 de abril, la Asamblea
del Pueblo Serbio en Bosnia-Herzegovina, reunida en Banja Luka,
declaró la independencia de la Repú blica Serbia de Bosnia-
Herzegovina.
— rebautizada como Repú blica Serbia (Repú blica Srpska) el 13 de
agosto de 1992
— y los representantes serbios Biljana Plavšić y Nikola Koljević
dimitieron de la presidencia colectiva bosnia. El escenario estaba
listo para una lucha que enfrentaba al gobierno y la presidencia de
Bosnia bajo el control de la SDA contra los serbios de Bosnia,
ayudados e instigados desde Belgrado. El HDZ apoyó pú blicamente
al gobierno de Sarajevo, y el 7 de abril Zagreb otorgó el
reconocimiento diplomá tico a Bosnia-Herzegovina, pero al mismo
tiempo buscó reforzar la autonomía de Herceg-Bosna con la
intenció n de promover sueventual apego a la domovina croata. 19 Ese
objetivo se cumplió parcialmente el 3 de julio de 1992, cuando
Herceg-Bosna se declaró un estado independiente con su propia
bandera (idéntica a la bandera nacional croata) y fuerzas armadas.
La secesió n de Bosnia-Herzegovina significó la guerra. Fue una
guerra que
en sus etapas iniciales, el gobierno de Sarajevo no estaba
preparado para luchar, y que la comunidad internacional que
había alentado A la separació n le faltaba la voluntad de contener. En
la coyuntura crítica antes de que la retirada del precipicio se hiciera
imposible, el ú nico partido que levantó una voz en protesta fueron los
propios ciudadanos de Bosnia. El 5 y 6 de abril, después de una
semana de manifestaciones en todo el país, decenas de miles de
manifestantes se reunieron ante el Parlamento bosnio en Sarajevo
para exigir nuevas elecciones y una política de reconciliació n. La
multitud fue dispersada en la noche del 6 de abril por disparos de
francotiradores, probablemente disparados por hombres armados de
SDS y SDA, con ocho muertos y má s de cincuenta heridos.20 La joven
estudiante Suada Dilberović, abatida por un francotirador mientras
intentaba huir del parlamento. El á rea al otro lado del puente Vrbanja
(ahora rebautizado en su honor) se cita convencionalmente como la
primera víctima de la guerra. Los manifestantes irrumpieron
brevemente en el primer piso del edificio del parlamento y crearon un
Comité de Seguridad Nacional que se comprometió a oponerse a la
movilizació n étnica, pero al carecer de respaldo oficial, los dejaron a
merced del viento. Aislado y sin recursos, el comité se vio obligado a
disolverse el 9 de abril. Así se dispersó , sin un gesto de solidaridad o
una palabra de pesar de la comunidad internacional que se volvería
tan elocuente en los añ os venideros sobre el Calvario de Bosnia, un
ú ltimo esfuerzo por revivir la tradició n de una Bosnia-Herzegovina
cívica y multicultural.
Marchando sobre el Drina.
12. Zdravko Tomac, Tkoje ubio Bosnu? Iza zatvornih vrata, Zagreb: Birotisak,
1994, pá g. 37.
13. "Jeder hasst hier jeden: Bosniens Serben-Fü hrer Radovan Karadžić ü ber
Vergewaltigungen, Vertreibung und den Genfer Friedensplan", Der Spiegel, 25
de enero de 1993, pá gs. 122-123.
21. Ž eljko Vuković, Ubijanje Sarajeva, Belgrado: Kron, 1993, y Silber and Little,
Death of Yugoslavia, pá gs. 226-229.
22. Milovan Djilas, Wartime: With Tito and the Partisans, Londres: 1977,
presenta un retrato imparcial de la tradició n partidista que hasta cierto punto
desacredita la mitología oficial. El uso abusivo de la tradició n partidista con fines de
movilizació n política es objeto de burla en la gran película de Emir Kusturica,
Underground.
25. Alija Izetbegović afirmó má s tarde que en su origen la Liga Patrió tica
comandaba entre 30.000 y 40.000 combatientes. Discurso de Izetbegović al
Segundo Congreso del Partido de Acció n Democrá tica, en Dnevni Avaz
(Sarajevo), 9 de septiembre de 1993.
27. Janko Bobetko, Sve Moje Bitke, Zagreb: Vlastita Naklada, 1996, pá gs. 212-
230. En septiembre de 2002, Bobetko, de 83 añ os, se convirtió en el funcionario
croata de mayor edad y má s alto nivel acusado por el Tribunal Penal Internacional
para la ex Yugoslavia, acusado de responsabilidad por las atrocidades cometidas
contra civiles por las tropas bajo su mando durante las operaciones de alta tensió n
en el bolsillo de Medak, suroeste. de Zagreb en septiembre de 1993. Ian Traynor,
"Croacia se niega a entregar al general acusado de crímenes de guerra", The
Guardian, 25 de septiembre de 2002.
28. Las estimaciones de Belgrado en ese momento eran considerablemente
má s altas, citando una fuerza de alrededor de 50.000 a 60.000 combatientes.
Campos de batalla de los Balcanes, vol. 1, pá g. 132.
36. Vé ase Christopher Collinson, “Tá cticas del ejé rcito bosnio”, Jane's
Intelligence Review, vol. 6, nú m. 1, enero de 1994, pá gs. 11-13.
37. “Više od lomače”, Vreme, 23 de noviembre de 1992, pá gs. 50-51.
38. El destino del Puente Viejo de Mostar se ha convertido en un símbolo
apropiado para este aspecto del conflicto. Vé ase Mišo Marić, “Pogubljeni most”,
Vreme, 3 de enero de 1994, pá gs. 28-29.
39. Mark Mazower, The Balkans: A Short History, Nueva York: The Modern
Library, 2000, p. xxxviii.
51. Edgar O'Ballance, Civil War in Bosnia 1992-94, Nueva York: St. Martin's
Press, 1995, p. sesenta y cinco.
52. Véase el relato en Burg and Shoup, The War in Bosnia-Herzegovina, pá gs.
142.
55. Robert Stewart, Vidas rotas: una visió n personal del conflicto bosnio,
Londres: HarperCollins, 1994, pá gs. 278-299. El comandante croata local, el general
Tihomir Blaskić, sería posteriormente condenado por el Tribunal Penal
Internacional para la ex Yugoslavia a 45 añ os de prisió n, el castigo má s severo
impuesto por el Tribunal hasta la fecha. Las porciones publicadas de las cintas de
Tudjman parecen indicar que existía un conocimiento sustancial de los eventos al
má s alto nivel, y que se hicieron esfuerzos sistemá ticos para falsificarlos y
encubrirlos. Yomiuri Shimbun, "Tudjman's Dark Secrets Surfacing", citado
dewww.balkanpeace.org/cib/cro/cro10.shtml.
58. Begić, Bosna i Hercegovina, pá gs. 140-142, sugiere que bajo la presió n croata
durante el verano de 1993, los musulmanes consideraron seriamente buscar una
alianza estratégica con la facció n de los serbios de Bosnia, o si eso no fuera posible,
solicitar la declaració n de una ONU. protectorado sobre Bosnia-Herzegovina.
59. Abdić fue finalmente detenido en Croacia en junio de 2001 y acusado de
operando campos de detenció n y perpetrando torturas contra sus oponentes
musulmanes durante la guerra. En julio de 2002, un tribunal croata de Karlovac lo
declaró culpable de crímenes de guerra y lo condenó a un má ximo de veinte añ os de
prisió n. "Bosnian Warlord Guilty", The Guardian, 1 de agosto de 2002.
66. Citas de Brana Markovic, Yugoslav Crisis and the World: Chronology of
Events, de enero de 1990 a octubre de 1995, Belgrado: Instituto de Política y
Economía Internacionales, 1996, pá gs. 39-41.
67. Roy Guttman, A Witness to Genocide, Nueva York: Macmillan, 1993. Guttman
fue corresponsal extranjero de Newsday en Bosnia en el verano de 1992 y recibió un
premio Pulitzer por sus revelaciones de abusos en los campos de detenció n serbios.
68. Estas actitudes se trasladarían a las campañ as de 1992 y 1993. Para una
muestra de la opinió n estadounidense, vé ase Henry Kissinger, “Yugoslavia:
Before Sending Troops, Marshal the Arguments ”, International Herald Tribune, 21
de septiembre de 1992,
pags. 5, y Mark Helprin, “Stay Out of Bosnia”, The Wall Street Journal, 21 de
septiembre de 1993, pá g. 12. La opinió n dentro de la administració n Bush también
se vio afectada por la preocupació n por el impacto de una importante participació n
internacional en vísperas de una campañ a de reelecció n.
77. David Owen, Balkan Odyssey, Nueva York: Harcourt, Brace & Co., 1995, pá gs.
112 y 161-163.
78. Elisabeth Drew, On the Edge: The Clinton Presidency, Nueva York: Simon &
Schuster, 1994, pá gs. 157-158. La percepció n se reforzó luego del tiroteo en
Mogadiscio el 3 de octubre de 1993 que resultó en la muerte de 18 Rangers del
Ejército de Estados Unidos.
83. Srdjan Radulović, Sudbina Krajina, Belgrado: Dan Graf, 1996, pá g. 70.
96. Ibídem.
102. Veselin Simonović, “Srbi i Rusi”, Vreme, 28 de febrero de 1994, pá gs. 33-
38.
105. Anthony Lewis, “Este ultimá tum es modesto, es necesario hacer má s”,
International Herald Tribune, 12 de febrero de 1994, pá g. 6. Sobre la
reformulació n de EE. UU.ver política de Ivo. H. Daalder, Getting to Dayton: The
Making of America's Bosnia Policy,
Washington, DC: Brookings Institution Press, 2000, pá gs. 23-26.
108. Croacia tambié n recibió un pré stamo del Banco Mundial de $ 125
millones en recompensa por su cooperació n. Campos de batalla de los Balcanes,
vol. 1, pá g. 227.
116. Mladić tambié n pudo haber estado discapacitado por una enfermedad
durante los combates en Goražde, o preocupado por el reciente suicidio de su
hija Ana, de 23 añ os, en
Belgrado. “Politika Samoubistva”, Vreme, 11 de abril de 1994, pá gs. 9-10. El 24
de abril, el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia acusó
formalmente a Mladić y Karadžić de crímenes de guerra y genocidio.
118. El 15 de enero de 2000, en este mismo hotel, Arkan sería asesinado con su
esposa a su lado.
123. Jan Honig y Norbert Both, Srebrenica: Record of a War Crime, Nueva York:
Penguin Books, 1997; y David Rohde, Endgame: The Betrayal and Fall of Srebrenica,
La peor masacre de Europa desde la Segunda Guerra Mundial, Nueva York: Farrar,
Straus y Giroux, 1997.
124. No obstante, el parlamento ruso aprobó una resolució n casi uná nime
condenando los ataques aéreos como "apoyo abierto a una de las partes del
conflicto" y llamando
por la retirada unilateral rusa de las sanciones econó micas contra Yugoslavia.
Gosudarstvennaia Duma: Stennogramma Zasedanii, No. 117, 12 de julio de 1995, pá gs.
51-52.
125. Norbert Both, From Indifference to Entrapment: The Netherlands and the
Yugoslav Crisis, 1990-1995, Amsterdam: Amsterdam University Press, 2000, pá gs.
181-242. Se publicó un estudio cuidadosamente documentado del papel del batalló n
holandés en Srebrenica realizado por el Instituto de Documentació n de Guerra de
los Países Bajos, crítico con el comportamiento de la unidad pero también sensible
al grado en que se había dejado sola para manejar una situació n imposible. en abril
de 2002. La aparició n del estudio provocó la dimisió n del gobierno holandés.
Srebrenica, A 'Safe' Area: Reconstruction, Background, Consequences and Analyzes
of the Fall of a Safe Area, Amsterdam: Netherlands Institute for War Documentation,
abril de 2002.
127. Š arinić, Svi moji tajni razgovori, pá gs. 199-203. Estas garantías brindan
una ilustració n má s de las estrategias colusorias seguidas por los dos ex líderes
comunistas durante todo el conflicto.
134. "Boris Eltsine evoque une aide de la Russie aux Serbes bosniaques et
durcit le ton sur l'élargissement de l'OTAN", Le Monde, 9 de septiembre de
1995, p. 4.
135.“Boris El'tsin popravil svoiu Balkanskuiu initsiativu”, Izvestiia, 11 de agosto
de 1995, pá g. 1. Tudjman expresó interés en el proyecto, pero se retiró
inmediatamente bajo la presió n occidental. Un esfuerzo posterior para organizar
una cumbre bajo los auspicios de Rusia en octubre de 1995 tuvo que cancelarse
después de que Yeltsin quedara incapacitado por un ataque cardíaco.
136. Scott Parish, "Twisting in the Wind: Russia and the Yugoslav Conflict",
Transición, No. 14, 3 de noviembre de 1995, pá g. 26.
141. Almirante Leighton Smith JNR USN, “IFOR: Half-Way Through the
Mandate”, RUSI Journal, agosto de 1996, pá g. 13.
150.Robert J. Art, "Por qué Europa Occidental necesita a los Estados Unidos
y la OTAN", Ciencia política trimestral, Vol. 111, nú m. 1, 1996, pá g. 32. Véase
también GL Schulte, "Former Yugoslavia and the New NATO", Survival, vol. 39, nú m.
1, 1997, pá gs. 19-42.
151. Robert P. Grant, "La nueva relació n de Francia con la OTAN", Survival,
vol. 38, nú m. 1, 1996, pá gs. 58-80. Paul Cornish podría concluir, de forma
prematura, sobre la base de la participació n francesa, que “Francia ha declarado
que la mejor esperanza para una Europa bien organizada, significativa y, sobre
todo, rentableLa estructura de seguridad se encuentra, ante todo, en la OTAN y no
en alguna institució n o formació n político-militar exclusivamente europea ”. Paul
Cornish, "Seguridad europea: el fin de la arquitectura y la nueva OTAN", Asuntos
internacionales, vol. 72, nú m. 4, 1996, pá g. 757.
158. Véase Oficina del Alto Representante, Acuerdo sobre Mostar, 18 de febrero
de 1996, citado de www.ohr.int/docu/d960218d.htm.
159. “Mostar - daleko od zelja”, Republika, No. 272, 1-15 de noviembre de 2001,
pá gs.
1-3.
161. Los incidentes fueron controlados por una acció n militar conjunta de
Estados Unidos y Rusia. Vé ase Mike O'Conner, “El segundo día de lucha en
Bosnia es el peor desde el pacto del 95”, The New York Times, 13 de noviembre
de 1996, pá g. 1; Bill Sammon, “Bombs May Delay Muslims 'Move Back Home”,
Barras y estrellas europeas, 23 de enero de 1997, pá g. 1; Cindy Elmore, “Serbian
Mob Levels Muslim Settlement”, European Stars and Stripes, 4 de marzo de
1997, p. 1; y JP Barham, “Last Muslim Structure in Gajevi Burned Down”,
European Stars and Stripes, 13 de marzo de 1997, pá g. 1.
165. Theodor Meron, "El caso de los juicios por crímenes de guerra en
Yugoslavia", Relaciones Exteriores, vol. 72, nú m. 3, 1993, pá gs. 122-135.
República de Kosovo.
Guerra y venganza.
4. Julie A. Mertus, Kosovo: How Myths and Truths Started a War, Berkeley:
University of California Press, 1999, pá gs. 100-114, ilustra el proceso con
referencia al caso Martinović de 1985, donde un campesino serbio que trabajaba
en su campo supuestamente era atacado por asaltantes albanokosovares que le
introdujeron una botella en el recto, un gesto que se consideró evocador de la
prá ctica otomana simbó licamente cargada del empalamiento.
5. Ibíd., Pá gs. 17-55.
12. Ibídem., pags. sesenta y cinco; y David Binder, “Bush advierte a los
serbios que no agraven la guerra”, The New York Times, 28 de diciembre de
1992, pá g. 1.
13. Tim Judah, Guerra y venganza, New Haven: Yale University Press, 2000,
pá g.
117.
15. Chris Hedges, “Albanians Inside Serbia Set to Fight for Autonomy”, The
New York Times, 19 de octubre de 1997, pá g. 15.
17. Chris Soloway, "Serbia ataca a los albaneses", The Washington Post, 6 de
marzo de 1998, pá g. 1; y Tim Judah, "A History of the Kosovo Liberation Army",
en Buckley, ed., Kosovo, pá g. 112.
18. Chris Hedges, “Milosevic se mueve para acabar con los rebeldes de
Kosovo”, The New York Times, 2 de junio de 1998, pá g. 1.
28. Anthony Lewis, "Remember 1991", The New York Times, 16 de marzo de
1998.
31. Mike O'Connor, “Miles de refugiados huyen del ataque serbio a las
montañ as”, The New York Times, 5 de agosto de 1998, pá g. A3.
33. A pesar de esta presió n, la LDK siguió apoyando la cooperació n con el ELK
en la construcció n de instituciones nacionales ampliamente representativas. Su
plataforma en el otoñ o de 1998 pedía la independencia nacional total después de
una fase de transició n, durante la cual se establecería un protectorado internacional
para garantizar el bienestar de la minoría serbia de Kosovo. Véase "Conferencia de
prensa del presidente Rugova", Kosova Daily Reports nú m. 1605, 6 de noviembre de
1998, pá gs. 1-2.
35. Philip Smucker, “Las guerrillas albanesas está n listas para hacer o
morir”, The Washington Post, 27 de abril de 1998, pá g. 1.
42 Ibíd., Pá g. 171.
48. Ivo H. Daalder y Michael E. O'Hanlon, Winning Ugly: NATO's War to Save
Kosovo, Washington, DC: Brookings Institution Press, 2000, pá g. 45, hacen una
distinció n entre una facció n "cató lica" (Francia e Italia) que exige un mandato,
una facció n "luterana" (el Reino Unido y, finalmente, Alemania) que acepta de
mala gana una respuesta de emergencia y una facció n "agnó stica" (Estados
Unidos) argumentando que un mandato no era absolutamente necesario.
50. Benjamin S. Lambeth, Guerra aérea de la OTAN para Kosovo: una evaluació n
estratégica y operativa, Santa Mó nica: RAND, 2001, pá gs. 11-12.
51. Auerswald y Auerswald, The Kosovo Conflict, pá gs. 260-273. Vé ase
tambié n "Les
allies s'apprêtent a donner l '“ordre d'action” aux militaries ”, Le Monde, 13 de
octubre de 1998; y Barbara Crosette, “Los serbios continú an con el terror de
Kosovo, Annan afirma”, The New York Times, 6 de octubre de 1998, pá g. 1.
58. Sabrina P. Ramet y Phil Lyon, “Alemania: la Repú blica Federal, leal a la
OTAN”, en Tony Weymouth y Stanley Henig, eds., The Kosovo Crisis: The Last
American War in Europe? Londres: Reuters, 2001, pá gs. 83-105.
59. Maartje Rutten, ed., From St. Malo to Nice - European Defense: Core
Documents, París: Instituto de Estudios de Seguridad de la Unió n Europea
Occidental, mayo de 2001, pá gs. 8-9.
60. Bruce R. Nardulli, Walter L. Perry, Bruce Pirnie, John Gordon IV y John G.
McGinn, Guerra desarticulada: Operaciones militares en Kosovo, 1999, Santa
Mó nica: RAND, 2002, pá g. dieciséis.
61. Jacques Isnard, "750 soldats français pour proté ger l'OSCE au Kosovo",
Le Monde, 5 de noviembre de 1998. Madeleine Albright definió el arreglo en
27 de octubre como mantener a la OTAN "arriba y al lado". Secretaria de Estado
Madeleine K. Albright, Comentarios sobre Kosovo, 27 de octubre de 1998,
Oficina delPortavoz, Departamento de Estado de EE. UU. Citado
dehttp://secretary.state.gov/www/ declaraciones / 1998 / 981027.html.
63. Giulio Marcon, Dopo il Kosovo: Le guerre nei Balcani e la costruzione della
pace, Triete: Asterios Editore, 2000, p. 37.
64. No obstante, las preguntas sobre la exactitud de esta versió n de los hechos
surgieron inmediatamente después de los hechos. Ver Christophe Châ telot,
“Questions sur le massacre de Racak”, Le Monde, 11 de febrero de 1999.
67. Ver Tiziana Boari, “Racak, bugia di Guerra”, Il Manifesto, 6 de febrero de 2001,
pags. 5. Los informes de la CIA de Estados Unidos ya habían especificado que
muchas acciones del ELK estaban destinadas a provocar represalias para alentar
la intervenció n extranjera. Vé ase Barton Gelman, "How Went to War", The
Washington Post, edició n semanal nacional, 26 de abril de 1999, pá gs. 6 a 9.
74. "METRO. Milosevic ré itè re son refus de troupes étrangè res au Kosovo ”,
Le Monde, 18 de febrero de 1999.
75. Christophe Châ telot, “Des repré sentants de l'UCK pré disent l'echec des
pourparlers de Rambouillet”, Le Monde, 19 de febrero de 1999.
76. La versió n serbia del texto muy editada y la declaració n conciliatoria del
5 de marzo aparecen en Auerswald y Auerswald, The Kosovo Conflict, pá gs. 608-
610.
79. Para un relato privilegiado de Rambouillet, ver Marc Weller, "La Conferencia
de Rambouillet sobre Kosovo", Asuntos Internacionales, vol. 75, nú m. 2, abril de
1999, pá gs. 225-239.
95. Clark, Waging Modern Guerra, pags. 183, señ ala que el imperativo de no
perder tripulaciones aéreas fue calificado como la “primera medida de mérito”
en la operació n.
98. Dana Priest, “Las tensiones crecen con la divisió n sobre la estrategia”,
The Washington Post, 21 de septiembre de 1999, pá g. 1.
99. General del Ejército de los EE. UU. Wesley Clark, SACEUR, Informe de
la OTAN, 25 de marzo de 1999.
109. Ver, por ejemplo, Mario Vargas Llosa, “La Guerra inú til”, El País, 17 de
mayo de 1999, pá g. 4.
110. Para una evaluació n de los esfuerzos para suprimir el sistema integrado de
defensa aérea yugoslavo, ver Informe al Congreso: Kosovo / Operació n Fuerza
Aliada, pá gs. 64-71.
111. “Les moyens manquent toujours face aux 910,000 réfugiés du Kosovo”, Le
Monde, 13 de mayo de 1999.
112. Informe al Congreso: Kosovo / Operación Fuerza Aliada, pá gs. 60-63.
114. John Tirpak, "Short's View of the Air Campaign", Revista de la Fuerza
Aé rea, septiembre de 1999.
116. “Bombas contre imá genes. . . ”Le Monde, 25-26 de abril de 1999.
120. Dana Priest, "El helicó ptero Apache del ejé rcito se volvió impotente en
Kosovo",
El Washington Post, 29 de diciembre de 1999, pá g. 1.
121. Para una evaluació n completa de Task Force Hawk, vea el relato en
Nardulli, et al., Disjointed War, pá gs. 57-97.
124. Ibídem., pá gs. 316-339, detalla el esfuerzo para definir una opció n de
suelo. La variante de planificació n en marcha desde principios de junio requería
reunir una fuerza de 175.000 a 200.000 soldados en Albania y Macedonia,
preparados para trasladarse a Kosovo el 1 de septiembre. Este era un objetivo
muy ambicioso.
126. Paul C. Forage, “La batalla por el monte Pastrik: un estudio preliminar”,
The Journal of Slavic Military Studies, vol. 14, nú m. 4, diciembre de 2001, pá gs.
57-80; y Clark, Waging Modern War, pá gs. 327-328. Clark ve la ofensiva del ELK
como una oportunidad que las fuerzas de la OTAN no aprovecharon debido a la
renuencia a entablar combate con el
Fuerza Apache de EE. UU.
127. Nardulli, et al., Disjointed War, pá g. 56.
128. Citado de Oleg Levitan, “Inside Moscow's Kosovo Muddle”, Survival, vol.
42, nú m. 1, primavera de 2000, pá g. 132. Vé ase la declaració n conjunta emitida
por Yeltsin y Milošević en Auerswald y Auerswald, The Kosovo Conflict, pá gs.
196-197.
134. Judith Matloff, “Las duras palabras de Rusia inquietan a Occidente”, The
Christian Science Monitor, 12 de abril de 1999, pá g. 1; y A. Matveyev, "El
reclamo de Washington al liderazgo mundial", Asuntos internacionales, vol. 45,
nú m. 5, 1999, pá g. 53.
135. Primakov fue destituido como primer ministro en nombre del reemplazo
interino Sergei Stepachin el 12 de mayo de 1999, con el conflicto de Kosovo aú n en
curso. Véase François Bonnet, “En limogeant M. Primakov, M. Eltsine ouvre une crise
majeure en Russie”, Le Monde, 13 de mayo de 1999.
145. Stephen T. Hosmer, El conflicto sobre Kosovo: por qué Milosevic decidió
llegar a un acuerdo cuando lo hizo, Santa Monica, CA: RAND, 2001, pá gs. 133-134.
146. Rebecca Grant, The Kosovo Campaign: Aerospace Power Made it Work,
Arlington, VA: The Air Force Association, septiembre de 1999, ofrece una
perspectiva entusiasta sobre el papel del poder aéreo en el conflicto.
GRECIA, TURQUÍA,
Hermanos CHIPRE
enemigos.
3. Aguas territoriales.
En Lausana, las aguas territoriales del Egeo se extendieron solo
por tres millas. En 1936, Grecia expandió unilateralmente sus
aguas territoriales a seis millas, y después de la Segunda Guerra
Mundial Turquía correspondió . Hoy, con el límite de seis millas
como está ndar, Grecia posee el 48,86 por ciento del Egeo y Turquía
posee 7,47por ciento, dejando el 48,85 por ciento como aguas
internacionales. El Tratado de la Ley del Mar de 1985, que Turquía se
ha negado a firmar, permite una extensió n de 12 millas de aguas
territoriales, la extensió n que Turquía aplica a sus costas del
Mediterrá neo y el Mar Negro. En 1995, el parlamento griego afirmó su
derecho a imponer un límite de 12 millas en el Egeo, un gesto que
Ankara calificó rá pidamente de casus belli. Aunque la respuesta turca
fue agresiva, la afirmació n original de Grecia fue claramente
provocadora. La imposició n de un límite de 12 millas uniría las aguas
territoriales griegas entre los archipiélagos de las Cícladas y el
Dodecaneso, dando a Atenas un control hipotético sobre una línea
vital de comunicació n norte-sur, así como el acceso marítimo al Mar
Negro.
No obstante, el problema es má s simbó lico que real. La extensió n de
El control efectivo que traería un límite de 12 millas no es
necesariamente tan bueno. El derecho internacional no permite la
interdicció n del trá fico comercial pacífico, ni siquiera el paso de
buques de guerra, excepto en casos de fuerte tensió n o conflicto
abierto. Ademá s, una extensió n de 12 millas
con la oposició n de casi todas las demá s potencias con intereses
navales en el Egeo, y no menos importante de las principales
potencias de la OTAN. Si el problema persiste, es en cierta medida
debido a sus implicaciones para el problema relacionado del
espacio aé reo nacional.
La Línea Verde.
La hermosa isla de Chipre, mítico lugar de nacimiento de
Afrodita,
tiene una ubicació n importante a unos 80 kiló metros de la costa
mediterrá nea del sur de Turquía y una historia compleja que refleja su
importancia estratégica. Cultural y socialmente, como la regió n
balcá nica má s grande de la que de hecho forma parte, ha estado sujeta
a oleadas de influencia externa, incluidos períodos de predominio
bizantino, veneciano, helénico, turco y britá nico. Desde 1571-1878 la
isla fue parte del Imperio Otomano, pero en el Congreso de Berlín en
1878 fue arrendada a Gran Bretañ a para su uso como á rea de base
naval. Chipre fue anexada por Londres en 1918 y declarada colonia de
la corona en 1925.
La població n de Chipre hoy es de alrededor de 830.000,
dividida entre una mayoría griega que representa alrededor del 80
por ciento del total. y una minoría turca que representa el 18 por
ciento. Estas comunidades vivían tradicionalmente intercaladas a lo
largo de la isla, que incluía numerosos pueblos mixtos. El movimiento
anticolonialista lanzado en la década de 1950, sin embargo, fue
simultá neamente un movimiento nacionalista griego que buscaba
vincular el llamado a la independencia con el objetivo de la enosis, o
apego a Grecia. Los líderes turcochipriotas respondieron con un
llamado a taksim o partició n. Estas agendas políticas divergentes se
convirtieron rá pidamente en fuente de fricciones entre comunidades.
En agosto de 1955, el Reino Unido, que trató de resistir la
autodeterminació n chipriota pero cuyo personal en la isla estaba
siendo atacado, intentó abordar el problema convocando una
conferencia que reunió a representantes de Grecia y Turquía en
Londres. En la conferencia, Gran Bretañ a ofreció un arreglo para el
autogobierno parcial bajo la soberanía britá nica que no fue del todo
aceptable para ninguna de las partes. Quizá s lo má s importante es
que, con las deliberaciones en curso, estalló una bomba en el
consulado turco en Tesaló nica (en las inmediaciones de la casa en la
que nació Atatü rk). Finalmente se descubrió que este acto de
terrorismo había sido una provocació n turca, responsabilidad que se
convirtió en uno de los elementos del acta de acusació n formulada
contra el entonces primer ministro Adnan Menderes que conduciría a
su ejecució n en la horca en septiembre de 1961, después de que su
gobierno fuera derrocado por un golpe militar. La consecuencia
inmediata fue una serie de pogromos anti-griegos en Izmir y
Estambul, donde má s de 2.000 griegos fueron asesinados y muchos
má s expulsados de la ciudad como refugiados.17 En un patró n que se
repetiría en la ex Yugoslavia décadas má s tarde, estos procedimientos
sangrientos polarizaron opinió n pú blica y contribuyó a un proceso de
movilizació n étnica que haría casi imposible la resolució n racional de
disputas.
Entre 1956 y 1960, el tono de la política chipriota fue
establecido por la agitació n terrorista anti-britá nica de la
Organizació n Nacional de Combatientes Chipriotas (EOKA)
dirigida por Georgios Grivas, un coronel del ejército retirado con
afiliaciones políticas de extrema derecha. Despué s de que una
fuerza expedicionaria britá nica de má s de 30.000 soldados resultó
insuficiente para controlar la violencia, Londres avanzó hacia una
agenda de separació n. Un acuerdo de Zú rich de febrero de 1959
entre Grecia y Turquía definió una fó rmula para la independencia
que se formalizó en un Tratado de Garantía firmado en Londres en
1960. El tratado identificó a Grecia, Turquía y el Reino Unido como
potencias garantes con derecho a intervenir, solidariamente o
unilateralmente, en defensa de sus disposiciones, y redactó los
artículos bá sicos de un orden constitucional.Segú n los términos, el
Reino Unido conservaría dos á reas de bases militares (que aú n
mantiene), mientras que a Grecia y Turquía se les permitió guarnecer
a 950 y 650 soldados respectivamente en la isla. La constitució n
prohibía específicamente el apego a otro estado (colocando a Chipre
junto a Austria como los ú nicos países del mundo cuya soberanía ha
sido así circunscrita). También definió un arreglo de poder
compartido inspirado en las premisas de cuotas étnicas y equilibrio,
segú n el cual un grecochipriota serviría como presidente y un
turcochipriota como vicepresidente, con cuatro ministros
grecochipriotas y tres ministros turcochipriotas. El treinta por ciento
de los escañ os en la Cá mara de Representantes estaban reservados
para la minoría turcochipriota, el 40 por ciento de las comisiones en la
Guardia Nacional, y el 30 por ciento de los puestos en la fuerza policial
y la administració n pú blica. Se otorgó al presidente y al vicepresidente
el derecho a vetar la legislació n y se establecieron municipios
comunales separados en las cinco ciudades chipriotas má s grandes.
Estos arreglos buscaban tranquilizar a la minoría turcochipriota
otorgá ndole una autonomía limitada y una representació n
desproporcionada en los ó rganos nacionales clave. En agosto de 1960,
el arzobispo grecochipriota Makarios III se convirtió en el primer
presidente y el turcochipriota Fazıl Kü çü k en el primer vicepresidente
de una Repú blica independiente de Chipre18. Estos arreglos buscaban
tranquilizar a la minoría turcochipriota otorgá ndole una autonomía
limitada y una representació n desproporcionada en los ó rganos
nacionales clave. En agosto de 1960, el arzobispo grecochipriota
Makarios III se convirtió en el primer presidente y el turcochipriota
Fazıl Kü çü k en el primer vicepresidente de una Repú blica
independiente de Chipre18. Estos arreglos buscaban tranquilizar a la
minoría turcochipriota otorgá ndole una autonomía limitada y una
representació n desproporcionada en los ó rganos nacionales clave. En
agosto de 1960, el arzobispo grecochipriota Makarios III se convirtió
en el primer presidente y el turcochipriota Fazıl Kü çü k en el primer
vicepresidente de una Repú blica independiente de Chipre18.
La constitució n chipriota era defectuosa y rá pidamente
demostró
ser inviable en la prá ctica. Makarios lanzó la crisis que socavó los
frá giles equilibrios de su país el 30 de noviembre de 1963, después
de repetidos estancamientos en cuestiones de política, al proponer
13 enmiendas diseñ adas para reducir muchas de las ventajas
especiales otorgadas a la minoría turcochipriota. En cuestió n de
semanas, estalló la lucha comunal en la capital de Nicosia,
impulsada
por el hostigamiento de los turcochipriotas a manos de los
extremistas griegos, incluidos los esfuerzos para limpiar
étnicamente distritos enteros por utilizando la intimidació n y la
coacció n para obligar a los residentes a abandonar sus hogares. Como
reacció n, los turcochipriotas se retiraron de todas las instituciones
gubernamentales y comenzaron a establecer enclaves armados como
puntos nodales de autodefensa. Algunos han interpretado estos
hechos como el producto de un diseñ o estratégico grecochipriota,
conocido como Plan Akritas, destinado a poner a la comunidad
turcochipriota a la defensiva y provocar el colapso del orden
constitucional.19 En 1964, una fuerza multilateral de mantenimiento
de la paz de la ONU (la Fuerza de la ONU en Chipre
— UNFICYP) llegó a la isla para vigilar una "Línea Verde" de 180
kiló metros de largo que separa a las poblaciones grecochipriotas
impulsadas por la movilizació n étnica hacia á reas protegidas y
reductos comunales. La UNFICYP se ha mantenido vigente hasta el
día de hoy, con un costo acumulado estimado de má s de 3.000
millones de dó lares.20
Estos hechos fueron decisivos. Como era la intenció n de sus
autores, las atrocidades cometidas por los irregulares
grecochipriotasrompió los cimientos de confianza que se requerían
para permitir el funcionamiento de las instituciones nacionales. Añ os
má s tarde, los serbios y croatas de Yugoslavia aplicarían el mismo tipo
de diná mica, con resultados comparables. La confianza en el personal
de mantenimiento de la paz de la ONU fue tanto una admisió n de que
los problemas de la isla no se podían resolver en sus propios términos
como (como en Croacia durante 1992-95) una panacea que hizo que la
separació n étnica provocada por la violencia pareciera tolerable. El
gobierno de Makarios fue desacreditado y los poderes externos se
apresuraron a entrar en el vacío de poder emergente. Inmediatamente
después de la violencia comunal de 1963-64, un contingente militar
turco se desplegó en posiciones estratégicas en el norte de la isla,
ocupando la carretera Nicosia-Kyrenia que une la capital con la costa
norte. En 1967, las fuerzas griegas estacionadas en Chipre se habían
ampliado a má s de 10.000. En estas circunstancias amenazadoras, en
consonancia con un patró n general de realineació n poscolonial en
á reas estratégicamente sensibles y motivado por la preocupació n por
las implicaciones del conflicto para la OTAN, Estados Unidos dio un
paso adelante para asumir el papel del Reino Unido como
patrocinador y gran potencia. gestor de crisis. Tanto en 1964 como en
1967, Turquía amenazó con una invasió n para restaurar el orden y
proteger a sus connacionales, pero fue disuadida por una enérgica
advertencia de Washington.21 como gran patrocinador de poder y
gestor de crisis. Tanto en 1964 como en 1967, Turquía amenazó con
una invasió n para restaurar el orden y proteger a sus connacionales,
pero fue disuadida por una enérgica advertencia de Washington.21
como gran patrocinador de poder y gestor de crisis. Tanto en 1964
como en 1967, Turquía amenazó con una invasió n para restaurar el
orden y proteger a sus connacionales, pero fue disuadida por una
enérgica advertencia de Washington.21
En 1968 comenzaron las conversaciones entre comunidades,
mediadas por el enviado de EE. UU.
Cyrus Vance con Rauf Denktaş en representació n del turcochipriota
comunidad y Glavkos Clerides los grecochipriotas. Denktaş y
Clerides habían crecido juntos en Nicosia como vecinos y
compañ eros de escuela. Una vez que se elevaran a la prominencia
como las voces legales de sus respectivos distritos étnicos, su
relació n personal y rivalidad, se convertirían en una parte
importante del rompecabezas chipriota.Las negociaciones llegaron a
un punto muerto en 1971, pero se reanudaron bajo los auspicios de la
ONU en 1972. A pesar de cierta voluntad de compromiso, un término
medio consensuado resultó difícil de alcanzar. Mientras tanto, los
eventos internacionales agregaron nuevas complicaciones. La
creciente intensidad de la competencia de la guerra fría en el
Mediterrá neo oriental hizo que Estados Unidos desconfiara de la
orientació n no alineada y de los partidarios de izquierda del régimen
de Makarios; Henry Kissinger apodó al arzobispo chipriota "el Castro
del Mediterrá neo". El golpe militar de 1968 en Atenas, que colocó el
poder en manos de un grupo de coroneles abiertamente
anticomunista, pareció fortalecer la postura occidental en la regió n,
pero la falta de legitimidad popular de los coroneles y el nacionalismo
agresivo pronto se convertirían en problemas para sus países.
derecho propio. En 1971, por segunda vez en una década, el ejército
turco tomó el control en Ankara. Aunque las instituciones
democrá ticas finalmente se restauraron, las élites turcas se sintieron
obligadas a reforzar su posició n reconstruyendo el apoyo interno. El
gobierno liderado por el socialdemó crata Bü lent Ecevit, que accedió al
poder en 1973, tenía una fuerte orientació n nacionalista y era
particularmente reacio a ceder terreno en la cuestió n de Chipre. Estos
variados acontecimientos crearon un contexto volá til que el dilema de
Chipre amenazaba constantemente con incendiar.
En noviembre de 1973 se produjo una rebelió n estudiantil contra la
junta griega.
destrozada por una masacre de manifestantes liderada por el
ejé rcito en el corazó n de Atenas. Simultá neamente, Georgios
Papadopoulos fue derrocado comolíder de la junta gobernante y
reemplazado por el general de brigada Dimitrios Ioannides. Bajo
presió n interna, Ioannides se dirigió a Grivas y sus aliados
nacionalistas en Chipre, con la esperanza de restaurar la posició n de la
junta a través de un gesto dramá tico al unir la isla a Grecia mediante
un golpe de Estado. El 15 de julio de 1974, la Guardia Nacional griega
y los contingentes militares regulares tomaron el poder en Chipre,
pero fracasaron en el intento de secuestrar y asesinar a Makarios,
ahora visto como un impedimento para la agenda de la enosis.
Advertido por aliados en su santuario en el aislado monasterio de
Troodos, el arzobispo escapó por poco y fue llevado a Londres con
ayuda britá nica.
En ausencia de Makarios, la presidencia chipriota cayó en manos
del ex pistolero de la EOKA Nikos Sampson y estalló la violencia entre
comunidades. En reacció n, y sobre la base de lo que puede describirse
como un deseo legítimo de proteger a la minoría turcochipriota en un
momento de peligro extremo, el 19 de julio una fuerza expedicionaria
turca zarpó de Mercin. Una vez que aterrizaron en Chipre, las fuerzas
turcas tomaron un estrecho tramo de la costa norte, pero ante la
resistencia de la Guardia Nacional chipriota y las fuerzas del ejército
griego, no pudieron penetrar tierra adentro y asegurar el control del
aeropuerto de Nicosia22. Se impuso un alto el fuego patrocinado por
la ONU, y el 24 de julio, después de que las fuerzas armadas griegas se
negaran a obedecer la orden desesperada de Ioannides de un ataque
total contra Turquía, la junta colapsó en Atenas. El poder quedó
temporalmente en manos de una coalició n de líderes civiles dirigida
por Konstantinos Karamanlis. Karamanlis no era responsable de la
provocació n griega en Chipre y estaba ansioso por revertir el curso de
los acontecimientos. Pero el miserable fracaso de la aventura de
Ioannides había dejado salir de la botella al genio de la movilizació n
comunitaria y había abierto la puerta a una ocupació n turca de la
parte norte de la isla.
El fiasco militar de Grecia en Chipre fue seguido por un
diplomático
farsa en Ginebra. En un foro organizado apresuradamente en la
orilla del lago Leman, Ankara presentó demandas para una
federació n chipriota que otorgaría un estatus de igual a igual a las
comunidades grecochipriota y turcochipriota. El desorganizado
gobierno griego no estaba en condiciones de reaccionar de manera
efectiva, y Estados Unidos distraído (con la administració n del
presidente Richard M. Nixon preocupada por la crisis de
Watergate) decidió no forzar el asunto.23 Después de articular sus
demandas y ganar tiempo para para reagrupar sus fuerzas, Ankara
ordenó una nueva ofensiva en Chipre. El 14 de agosto, la "Fuerza
de Paz" turca salió de su cabeza de playa en la costa norte hacia el
este y el oeste, y finalmente tomó el control de casi el 40 por ciento
del territorio de la isla. El avance culminó con un proceso de
depuració n é tnica que dejaría a unos 230.000 chipriotas (incluidos
180, 000 grecochipriotas) desarraigados. En 1975, en una
conferencia de Viena realizada bajo los auspicios de la ONU, ambas
partes acordaron una separació n "voluntaria" de poblaciones,
dejando a los turcochipriotas reunidos bajo la protecció n de
Ankara en el norte, y los grecochipriotas presionaron por debajo
de la Línea Verde en el sur. El destino de la isla se reflejó en
Nicosia, que también fue dividida por una barrera de madera
lanzada apresuradamente en zonas griegas y turcochipriotas.
Chipre ha sido sometido a una partició n de facto que resultará
duradera. El 11 de febrero de 1975, se declaró la existencia de un
Estado federado turco de Chipre, con Denktaş como presidente. El
nombre seleccionado parecía mantener la promesa de volver a
asociarse con la repú blica grecochipriota en el sur, pero en 1983
Denktaş renombró su satrapía Repú blica Turca del Norte de
Chipre (TRNC) y declaró su independencia total. Hasta la fecha, la
Repú blica Turca es el ú nico estado del mundo que ha otorgado
reconocimiento diplomático a la TRNC.
Christopher Hitchens ha argumentado que la esencia de la
tragedia de Chipre a partir de 1960 fue "la explotació n de los
poderes externos de las diferencias internas que eran genuinas en
sí mismas" con el propó sito de "socavar la independencia de la
isla" .24 La tesis de Hitchen puede ser discutida, pero hay pocas
dudas de que en la guerra fríaEl contexto en el que se desarrollaron
los acontecimientos chipriotas se interpretaron en vista de un interés
occidental primordial en preservar la unidad de la OTAN. Durante un
tiempo, Washington buscó aplacar a ambas partes, sobornando a
Chipre con un gobierno de orientació n occidental en Atenas que
bloquearía el surgimiento de un régimen de mentalidad
independiente, no alineado e inclinado a la izquierda del tipo al que
Makarios parecía aspirar, mientras que simultá neamente ofreciendo
autonomía a un enclave turco en el norte. El Plan Acheson patrocinado
por Estados Unidos de mediados de la década de 1960 avanzó en esta
direcció n al proponer una divisió n de la isla entre una repú blica
grecochipriota en el sur orientada hacia Grecia y dos cantones
turcochipriotas defendidos por una base militar turca en el norte. En
1974, sin embargo, Estados Unidos no tuvo má s remedio que ceder
ante los hechos consumados militares de Ankara con la esperanza de
que la partició n étnica pudiera proporcionar un nuevo terreno para la
estabilidad. Entre diciembre de 1975 y septiembre de 1978, Estados
Unidos cortó la ayuda militar a Ankara en protesta contra la
ocupació n, pero, si bien el gesto tuvo un impacto visceralmente
negativo en las relaciones entre Estados Unidos y Turquía, no tuvo un
efecto perceptible en la política turca. Y, como Ankara no ha dejado de
subrayar desde entonces, después de 1974 la situació n en la isla
estaba en calma. La primera incursió n turca podría justificarse bajo
los términos del Tratado de Garantía. La segunda ofensiva fue má s allá
de los límites razonables al afirmar el control sobre má s de un tercio
de la isla,
La resolució n de 1974 se basó en una combinació n de enosis y
taksim eso proporcionó alguna ventaja a todas las partes. La
derrota de Atenas en la isla fue humillante, pero Grecia había
emergido en condiciones de cultivar relaciones especiales con una
Repú blica de Chipre é tnicamente homogé nea. Ankara había
evitado el peor de los casos de un golpe griego exitoso, reforzó su
posició n militar y se aseguró de que la comunidad turcochipriota
siguiera dependiendo del patrocinio turco. Estados Unidos evitó
un choque directo greco-turco y eliminó el embrollo de Chipre de
su agenda estraté gica. O eso esperaba. De hecho, nada se había
resuelto de forma permanente, y la cuestió n de Chipre seguía
siendo una herida abierta que continuaría envenenando los
esfuerzos por crear un acercamiento duradero entre Grecia y
Turquía.
Diplomacia de terremotos.
Conclusión.
6. Henry Kissinger, Years of Upheaval, Boston: Little, Brown, 1982, pá gs. 147-151.
7. Marian Kent, ed., Las grandes potencias y el fin del Imperio Otomano,
Londres: Frank Cass, 1984.
11. Marcia Christoff Kurop, "Grecia y Turquía: ¿Pueden reparar las vallas?"
Relaciones Exteriores, Vol. 77, nú m. 1, enero / febrero de 1998, pá g. 12.
12. Margarita Mathiopoulos, “Hacia un Tratado del Egeo: 2-4 para Turquía y
Grecia”, Mediterranean Quarterly, vol. 8, nú m. 3, verano de 1997, pá g. 116.
14. Frank Brenchley, "Aegean Conflict and the Law of the Sea", en Frank
Brenchley y Edward Fursdon, The Aegean and Cyprus, Conflict Studies No. 232,
Londres: Instituto de Investigació n para el Estudio del Conflicto y el Terrorismo,
junio de 1990, pá gs. 1 -8.
15. Las estimaciones equilibradas aparecen en Hugh Poulton, The Balkans:
Minorities and States in Conflict, Londres: Minority Rights Publications, 1997,
pá gs. 173-192.
21. En 1964, el primer ministro turco, İsmet İnö nü , fue advertido contra la
intervenció n mediante una carta duramente redactada por el presidente de Estados
Unidos, Lyndon Johnson. La "Carta Johnson" se convertiría en una fuente de gran
resentimiento entre las élites turcas y entre el pú blico en general. En 1967, los
ataques aéreos turcos contra las fuerzas grecochipriotas que atacaban aldeas
turcochipriotas en el norte de la isla motivaron a Washington a presionar por la
evacuació n de má s de 10.000 tropas griegas regulares de la isla. Véase Bruce R.
Kuniholm, "Turkey and the West Since World War II", en Vojtech Mastny y R. Craig
Nation, eds., Turkey Between East and West: New Challenges for a Rising Regional
Power, Boulder: Westview Press, 1996, pá gs. 54-55. Véase también Yiannis P.
Roubatis, Tangled Webs: The US in Greece 1947-1967, Nueva York: Pella Publishing
Company, Inc., 1987.
23. Henry Kissinger, Years of Renewal, Nueva York: Simon & Schuster, 1999,
p. 214, señ ala el impacto del escá ndalo de Watergate.
25. Monteagle Sterns, Entangled Allies: US Policy hacia Grecia, Turquía y Chipre,
Nueva York: Council on Foreign Relations Press, 1992, pá gs. 110-111.
29. Heinz Kramer, Die Europä ische Gemeinschaft und die Tü rkei: Entwicklung,
Probleme und Perspektiven einer schwierigen Partnerschaft, Baden-Baden: Nomos,
1988; y Mahmut Bozkurt, Die Beziehung der Tü rkei zur Europäische Union,
Frankfurt am Main: Peter Lang, 1995, proporcionan descripciones complementarias
de la evolució n de la relació n.
31. Comisió n Europea, Agenda 2000: For a Stronger and Wider Union, Bruselas,
16 de julio de 1997.
34. En Turquía, el kemalismo (Atatü rkçü lü k) se define por las "seis flechas"
del republicanismo, el populismo, el secularismo, el nacionalismo, el estatismo y
el revolucionario. Estos principios se formalizaron a principios de la dé cada de
1930 y se incorporaron a la Constitució n turca de 1937. Udo Steinbach, Die
Tü rkei im 20. Jahrhundert: Schwieriger Partner Europas, Bergisch Gladbach:
Gustav Lü bbe Verlag, 1996, pá gs. 139-144.
35. El término "golpe silencioso" fue acuñ ado por el líder de la oposició n turca
Mesut Yılmaz. Véase Michael M. Gunter, "El golpe silencioso: la lucha secularista-
islamista en Turquía", Revista de Estudios del Sur de Asia y Oriente Medio, vol. XXI,
nú m. 3, primavera de 1998, pá g. 11; y Ben Lombardi, “Turquía - El regreso de los
generales reacios”, Political Science Quarterly, vol. 112, nú m. 2, 1997, pá gs. 191-215.
36. Amberin Zaman, “El nuevo jefe del ejé rcito turco promete una postura
pro-secular”, Los Angeles Times, 31 de agosto de 1998.
38. Heinz Kramer, A Changing Turkey: The Challenge to Europe and the United
States, Washington, DC: The Brookings Institution Press, 2000, p. 183.
.39 En palabras de un alto diplomá tico europeo citado en William Drozdiak, “El
papel de la OTAN crece a medida que la amenaza de la fuerza calma la crisis de
Kosovo”, The Philadelphia Inquirer, 18 de octubre de 1998, pá g. E4.
42. Dodd, The Cyprus Imbroglio, pá gs. 34-60, detalla estas negociaciones con
precisió n, aunque desde una perspectiva siempre pro-turca.
49. Nazlan Ertan, “Turco-Greek Ties Hit Rocky Bottom”, Turkish Probe, 2 de
febrero de 1996, pá gs. 10-13.
50. Krateros Ioannou, “Historia de dos islotes: el incidente de Imia entre Grecia y
Turquía”, Tesis, vol. 1, primavera de 1997, pá gs. 33-42.
53. Wes Jonassen, “Grecia y Turquía: todavía en las rocas”, Middle East
International, 27 de junio de 1997, pá g. 20.
54. Marvine Howe, Turquía hoy: una nació n dividida sobre el renacimiento del
Islam, Boulder: Westview Press, 2000.
55. John Shea, Macedonia y Grecia: La lucha por definir una nueva nació n
balcá nica, Jefferson, NC: McFarland & Company, Inc., 1997.
56. Alexis Papahelas y Manuela Mirkos, “Il ruolo della Grecia nella caduta di
Milošević”, Limes, No. 5, 2000, pá gs. 69-72.
72. Alfred H. Moses, "Despué s de 40 añ os, un Chipre unido pronto será una
realidad",
The International Herald Tribune, 4 de abril de 2002.
73. Ver Stephen Kinzer, Crescent y Star: Turquía entre dos mundos, Nueva
York: Farrar, Straus y Giroux, 2001; y Heinz Kramer, “Die Tű rkei und der 11.
Septiembre”, Sű dosteuropa Mitteilungen, No. 4, 2001.
74. Citado por Hamza Hendawi, “El ministro turcochipriota pinta un cuadro
sombrío”, en http://story.news.yahoo.com/news?
tmpl=story&u=/ap/200…/islamic_ terror_conference_cyprus.
75. Chipre: El Consejo de Seguridad está preocupado por la falta de
progreso en Peace Talks ”, UN Wire, 6 de abril de 2002, citado de
http://unfoundation.org/unwire/ current.asp.
76. "ONU ofrece esperanza para el fin de la divisió n de Chipre", European
Information Service, nú mero 234, 18 de noviembre de 2002, citado de
www.lgib.gov.uk/nemws/ story.html? newsld = 506; y Chris Alden, “EU Urges
Cypriots to Reunite”, The Guardian, 12 de noviembre de 2002.
77. Citado de Helena Smith, "UN Sets Deadline for Cyprus Deal". The
Guardian, 12 de noviembre de 2002.
78. Kirsty Hughes, "¿Está n los chipriotas listos para la reunificació n?" The
Guardian, 17 de noviembre de 2002.
79. Soli Ozel, "El Islam toma un giro democrá tico", The New York Times, 5 de
noviembre de 2002, pá g. A31.
81. Los candidatos son Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Repú blica Checa,
Hungría, Eslovaquia, Eslovenia, Malta y Chipre.
82. "Denktas: Deben realizarse cambios en gran medida para aceptar el Plan
Chipre de Annan", turkishpress.com, 16 de abril de 2003, citado de
www.turkishpress.com/ turkishpress / news.asp? ID = 9402.
84. “Rebuffing Turkey”, The New York Times, 13 de diciembre de 2002, pá g. A32.
85. Ismail Cem, "Una visió n comú n para los chipriotas", The International
Herald Tribune, 14 de marzo de 2002.
87. Philip H. Gordon y Henri J. Barkley, "Two Countries and One Continent's
Future", The New York Times, 2 de diciembre de 2002.
88. No obstante, los escenarios de guerra eran bastante reales. Ver Athanasios
Platias, Estrategia de disuasió n griega, Atenas: Instituto de Relaciones
Internacionales, 9 de marzo de 2001.
CAPÍTULO 7
5. Tudjman en el infierno.
La reconquista de la Krajina por parte de Croacia durante 1995 y
la subsiguiente absorció n de Eslavonia oriental fue un triunfo para la
visió n estrecha de Franjo Tudjman sobre los derechos estatales
croatas. Después de estos eventos,
el “padre de la nació n” recorrió el país en un llamado tren de la paz
pregonando la virtud croata ante el aplauso popular, y su HDZ fue
reconfirmado en el poder en las elecciones nacionales. En junio de
1997, el propio Tudjman ganó fá cilmente un tercer mandato como
presidente. Las victoriasculminó una fase de movilizació n nacional,
pero también sentó las bases para el cambio. Al poner fin a la afrenta
de la ocupació n, expulsar a la població n serbia de Krajina y concluir la
"Guerra de la Patria" (rata Domovinski) que hasta entonces había
dominado la política de la Croacia independiente, los acontecimientos
de 1995 permitieron al electorado croata dedicarse má s atenció n a las
dificultades domésticas reales y presentes.
A pesar del triunfalismo oficial, no todo fue bien. El cuasi-
El gobierno autoritario de la HDZ de Tudjman había estado
acompañ ado de un nivel de vida en declive, un alto desempleo
cercano al 25 por ciento y una privatizació n interna que colocó la
mayor parte de los activos econó micos de Croacia en manos de
"una élite criminal que saqueaba los recursos nacionales". 50
Tudjman fue utilizado por las potencias occidentales como un
aliado de conveniencia en la lucha con la Serbia de Milosevic, pero
nunca realmente respetado, y su país tenía pocos aliados
confiables. A pesar del virtual monopolio estatal de los medios de
comunicació n y de las políticas represivas contra la disidencia
política, era seguro que surgiría una oposició n má s eficaz a medida
que declinaran las restricciones de la movilizació n nacional.
Tudjman murió de cá ncer el 10 de diciembre de 1999, después de
má s de un mes en coma, en medio de una campañ a electoral
parlamentaria. No se había revelado la gravedad de su condició n, y la
noticia de su fallecimiento surgió sobre una élite política y de la
població n mal preparada para recibirla, requirió elecciones
presidenciales anticipadas y abrió la puerta al cambio de régimen. El 3
de enero de 2000, una coalició n reformista de seis partidos logró la
victoria, ganando 95 de los 151 escañ os en la cá mara baja del
parlamento croata contra solo 46 para el HDZ y trayendo a Ivica
Račan del Partido Socialdemó crata (heredero de la Liga Yugoslava de
los Comunistas de Croacia) al cargo de Primer Ministro.51 Un mes
después, el exministro de Relaciones Exteriores de Tudjman, Mate
Granić, obtuvo solo el 22 por ciento de los votos en la primera ronda
de votació n en la contienda presidencial. La segunda vuelta del 7 de
febrero produjo una nueva sorpresa cuando Stipe Mesić,
representante del pequeñ o Partido Popular de Croacia pero familiar
para el electorado debido a su papel como presidente de la
Presidencia Federal durante la agonía de Yugoslavia a principios de la
década de 1990, se impuso sobre el favorecido Dragiša Budiša. El
nuevo liderazgo no perdió tiempo en atacar al Tudjman
legado, arrestando a algunos de los funcionarios estatales má s
notoriamente corruptos, afirmando su voluntad de cooperar con el
trabajo del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia,
lavá ndose las manos de los esfuerzos para unir Herceg-Bosna a
Croacia y prometiendo reformas administrativas y econó micas
radicales.
El repudio de los votantes a Tudjman y la HDZ fue un evento
significativo que hizo posible un cambio del nacionalismo arcaico
de la ú ltima década hacia esfuerzos má s progresistas para volver a
unir a Croacia a los mercados naturales en la subregió n del sureste
de Europa y realinear con los está ndares europeos
contemporá neos de democracia y derechos humanos. Pero el
desafío de la reforma se hizo considerablemente má s difícil por el
legado de la guerra. Zagreb se unió a la Asociació n para la Paz de la
OTAN en mayo de 2000, pero estaba claro que ser miembro de la
Alianza sería, en el mejor de los casos, un objetivo a largo plazo.
ElLa UE elogió el potencial de la nueva Croacia como líder en los
Balcanes posteriores al conflicto, pero pospuso las perspectivas de
asociació n croata. El desempeñ o econó mico siguió estancado en
ausencia de reformas estructurales que seguramente tendrían un alto
precio social, y la ayuda y la asistencia externas siguieron siendo
modestas. La fricció n dentro de la coalició n gobernante ralentizó la
agenda de reformas y aumentó la insatisfacció n popular con la falta de
progreso en la mejora de los niveles de vida.52 La HDZ ha logrado
avances modestos en las elecciones recientes y sigue siendo un factor
en la política nacional, con una agenda que podría marcar la pauta de
Croacia. realineació n hacia Europa tambaleá ndose hacia atrá s.53
Una caricatura política que aparece en el feuilleton Feral croata
Tribuna Después del encarcelamiento de Milošević en La Haya, se
muestra a un relajado Franjo Tudjman sentado en el infierno,
señ alando con el dedo burló n a su homó logo serbio bajo llave,
proclamando el lema de la Segunda Guerra Mundial, bolje grob nego
rob (mejor muerte que esclavitud). Aunque es poco probable que
Tudjman hubiera sido llevado alguna vez ante un tribunal
internacional, fue al menos tan có mplice de la violenta ruptura de
Yugoslavia y responsable de la degradació n de su tierra natal como lo
fue Milošević. Desacreditar el nacionalismo primitivo de la HDZ y
poner a Croacia de nuevo en pie econó micamente son requisitos
previos importantes para restablecer un orden regional estable.
Ayudar en esa tarea debería ser una prioridad para Occidente.
6. La revolución serbia.
La mejor noticia que surgió de los Balcanes tras el conflicto de
Kosovo fue sin duda la caída del ré gimen de Milošević. Quizá s
engañ ado por la sabiduría convencional que sugiere
que su apoyo popular se había visto reforzado por la
intransigencia durante la campañ a aé rea, el propio Milošević tomó
la decisió n de forzar a través de una enmienda constitucional que
le permitía presentarse a las elecciones populares para el cargo de
presidente de Yugoslavia, que anteriormente había sido designado
por el parlamento, en el otoñ o de 2000. El gesto fue innecesario: el
mandato de Milošević como presidente serbio estaba programado
para expirar en julio de 2001, y eventualmente se habría requerido
algú n tipo de arreglo que le permitiera perpetuar el poder, pero no
hubo una presió n inminente para actuar. En la contienda
presidencial, para asombro general, en una carrera de cinco
hombres celebrada el 24 de septiembre, Milošević fue derrotado
en la primera ronda cuando el líder de la oposició n Vojislav
Koštunica, que representa a una coalició n de la Oposició n
Democrá tica, obtuvo algo má s del 50 por ciento de los votos.
Lo que siguió fue un gran drama. De vuelta a la pared, Milošević
se negó a reconocer la validez del resultado. Después de algunas
dudas, la Comisió n Federal de Elecciones pro-régimen dictaminó
que Koštunica no había cruzado el listó n del 50 por ciento y
ordenó una segunda vuelta el 8 de octubre. La Oposició n
Democrá tica rechazó esta táctica, declinó participar en una
segunda vuelta y pidió una desafío. Logró movilizar un
movimiento de contestació n que involucró a una amplia secció n
representativa de la sociedad serbia y culminó con una huelga
general. El punto culminante de la movilizació n llegó el 5 de
octubre, conuna marcha nacional en Belgrado que unió a cientos de
miles de ciudadanos en columnas que hicieron a un lado los controles
policiales y finalmente asaltaron el edificio del parlamento federal.54
El 6 de octubre, Milošević tiró la toalla. Asediado en su residencia en el
suburbio de élite de Dedinje en Belgrado, aceptó formalmente los
resultados de las elecciones y reconoció a Koštunica como el
presidente democrá ticamente elegido de Yugoslavia. Después de 13
añ os de ejercer el poder, el hombre fuerte serbio que había planeado
la disolució n de Yugoslavia, presidió su guerra de sucesió n y salió
aparentemente ileso de la campañ a de bombardeos de la OTAN, había
sido barrido por las multitudes en las calles.
Las razones de la derrota de Milošević no son difíciles de
identificar.
Su base electoral siempre había sido relativamente limitada,
construida sobre el apoyo de los jubilados en busca de seguridad,
las zonas rurales y del sur de Serbia, y las pequeñ as y medianas
ciudades con problemas econó micos. Ya en 1996, la coalició n
Zajedno (Unidad) liderada por Zoran Djindjić y Vuk Drašković
logró una impresionante victoria en
elecciones locales, asegurando mayorías en 14 de las ciudades y
pueblos má s grandes de Serbia. Milošević se negó a reconocer los
resultados, y siguieron 88 días de manifestaciones callejeras
ininterrumpidas, que concluyeron con la rendició n de las autoridades
y la validació n de los resultados electorales, incluido el
reconocimiento de Djindjić como alcalde electo de Belgrado.55 La
coalició n Zajedno no pudo soportar las tensiones de la victoria. , y
para 1997 se había disuelto en medio de disputas partidistas. No
obstante, la debilidad política de Milošević quedó demostrada y la
sensació n de exposició n pudo haberlo alentado a mantener una
postura de línea dura durante la crisis de Kosovo. La derrota de Serbia
en Kosovo, sumada a añ os de gobierno corrupto, declive econó mico y
aislamiento internacional, fue la gota que colmó el vaso. Durante sus
añ os en el poder, Milošević había movilizado repetidamente las
fuerzas del orden para defenderse de la ira popular. En el momento
decisivo, el 5 de octubre, no quedaba nadie para luchar por él: el
ejército, dirigido por el general Nebojša Pavković, y las fuerzas
policiales optaron por ceder ante la població n movilizada. La
revolució n de Serbia fue disciplinada, democrá tica y esencialmente
incruenta, una manifestació n inequívoca de la voluntad popular.56 En
esto se parecía a muchos de los levantamientos anticomunistas de
Europa central de 1989, de los que a veces se dice que representa la
culminació n.57
La revolució n serbia concluyó con elecciones parlamentarias
el 23 de diciembre de 2000, donde la Oposició n Democrá tica de
Serbia, ahora una coalició n de 18 partidos unida detrá s de Djindjić
como su candidato a primer ministro, obtuvo dos tercios del voto
popular. Con una base democrá tica establecida, Serbia se enfrentó a la
enorme tarea de construir lo que Koštunica llamó “un estado sin ríos
de sangre para las fronteras, un estado europeo bueno, eficiente,
democrá tico, libre por dentro y libre por fuera, que sea independiente,
con una economía, industria, sistema bancario, servicios sociales y de
salud y medios de comunicació n normales ”. 58 La divisió n política
cró nica no facilitó la tarea. Djindjić como primer ministro de Serbia y
Koštunica como presidente de Yugoslavia, los dos líderes má s
importantes del nuevo régimen, eran personalidades contrastantes
cuyas agendas no coincidían. Tratar con el legado de Milošević
rá pidamente demostró ser una ocupació n desafiante y peligrosa. El
asesinato de Djindjić el 12 de marzo de 2003, aparentemente a manos
de figuras del crimen organizado integradas en el gobierno de
Milošević que el primer ministro estaba tratando de neutralizar, dejó
en claro los peligros y proporcionó un ejemplo trá gico de la
inestabilidad que sigue acechando el futuro de Serbia. .59
Serbia se encuentra en el corazó n de los Balcanes y posee un
poderoso
tradició n estatal y considerables activos econó micos. Su
reactivació n será fundamental para cualquier esfuerzo por
restaurar la estabilidad regional. Como era de esperar, las
potencias occidentales abrazaron la revolució n serbia y se
movieron rá pidamente para poner fin al cuasi aislamiento
impuesto sobreel régimen de Milosevic. En poco tiempo, Yugoslavia
pudo eliminar las sanciones mantenidas por los Estados Unidos y la
UE, restablecer la membresía en la ONU y la OSCE, y unirse al Pacto de
Estabilidad para Europa Sudoriental, el Banco Europeo de
Reconstrucció n y Desarrollo, el Fondo Monetario Internacional y el
Consejo de Europa.
Belgrado también pudo llegar a un acuerdo sobre un nuevo marco
para las relaciones con Montenegro. Desde que asumió el poder en
noviembre de 1997 en adelante, el presidente montenegrino, Milo
Djukanović, había presionado sin descanso a favor de un referéndum
que permitiera a Montenegro proclamarse a sí mismo como un estado
independiente. A raíz del conflicto de Kosovo, cuando el apoyo a
Montenegro parecía ser una forma conveniente de mantener la
presió n sobre Milošević, las cancillerías occidentales tendían a estar
del lado de Djukanović, aunque la agenda de separació n nunca fue
adoptada sin ambigü edades. El 2 de noviembre de 1999, Podgorica
llegó a introducir el marco alemá n como la moneda oficial de
Montenegro, creando las bases de un estado dentro de un estado. La
secesió n sin duda habría funcionado en beneficio de Djukanović y su
séquito, sospechoso de obtener enormes beneficios del trá fico
delictivo por el que Montenegro se había hecho famoso.60 Las
ventajas de la independencia eran menos obvias para los 650.000
ciudadanos empobrecidos de Montenegro, y a pesar de los mejores
esfuerzos de Podgorica para asegurar una mayoría clara para la
independencia en un referéndum nacional organizado de manera
justa, nunca parece han estado al alcance. En las elecciones nacionales
del 22 de abril de 2001, promocionadas como un referéndum sobre la
independencia, la coalició n Victoria para Montenegro de Djukanović
obtuvo el 42 por ciento de los votos y 35 escañ os en el parlamento
nacional, pero casi fue superada por un bloque de oposició n Juntos
por Yugoslavia que ganó el 41 por ciento. de la votació n y 33 escañ os.
El 14 de marzo de 2002, instado por el mediador de la UE Javier
Solana,
continú a afirmando que la mayoría de los montenegrinos apoyan
la independencia, e invocan la posibilidad de una "lucha civil en
una escala que podría desestabilizar tanto a Montenegro como a
sus vecinos" si sus deseos no se cumplen indefinidamente.63 Pero
el gesto desestabilizador de la secesió n unilateral ha al menos se
ha detenido, permitiendo al gobierno de Belgrado concentrar sus
energías en la reforma interna.64
A pesar de la prioridad otorgada a la consolidació n del
liderazgo de Koštunica, después de la caída de Milošević, Belgrado
fue bombardeado inmediatamente con demandas por parte del
Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia y la comunidad
internacional de entregar a los criminales de guerra acusados, el
má s importante de los cuales era ahora el propio líder depuesto.
Estas demandas rá pidamente se volvieron políticamente
desestabilizadoras. El 1 de abril de 2001, después de un
enfrentamiento de un día en la residencia de Milošević, las
autoridades yugoslavas detuvieron al ex presidente. El 28 de junio
de 2001 (¡Vidovdan!), Fue extraditado a La Haya y el 29 de junio se
convirtió en el primer jefe de estado en ser procesado ante un
tribunal internacional. Aunque apoyaba la cooperació n con el
tribunal de La Haya en té rminos generales, Koštunica se opuso a la
extradició n por inconstitucional, y argumentó que só lo un juicio
nacional permitiría a los serbios aceptar los crímenes de la ú ltima
dé cada. Djindjić anuló su oposició n de principios por motivos
pragmáticos, cediendo a un ultimátum estadounidense que
afirmaba que si Milošević no se entregaba de inmediato, las
contribuciones a la Conferencia de Donantes de Ayuda Interna
programada para el 29 de junio no se producirían.65 El juicio de
Milošević se inició en febrero de 2002 con un buen fanfarria, con el
ex tirano denunciando sin arrepentimiento al tribunal como una
parodia legal y ejercicio de la justicia de los vencedores.66
Durante un tiempo, las peroraciones de Milošević ante el tribunal
fueron la
hablar de Serbia. Sus condenas del Tribunal Penal Internacional
para la ex Yugoslavia por considerarlo ilegal e inspirado por un
sesgo antiserbio fueron ampliamente compartidas y tuvieron una
resonancia considerable. Al final, sin embargo, el juego se volvió
obsoleto. Sin poder, Milošević había perdido el aura de
omnipotencia que lo había hecho tan poderoso como gobernante.
No era un representante convincente de la idea nacional serbia,
que, de hecho, había traicionado repetidamente. La fase de
movilizació n nacional había terminado y las preocupaciones del
pueblo serbio habían pasado a gestionar las consecuencias de una
dé cada de guerra y aislamiento. El juicio de Milošević en La Haya
fue interesante por lo que reveló sobre la evolució n del derecho
internacional, pero de alguna manera irrelevante para la
curso de la larga marcha de Serbia hacia la respetabilidad
internacional. Sin embargo, las insistentes demandas de La Haya
de entregar a los sospechosos y aceptar la culpa de la guerra tenían
el potencial de perturbar la frá gil coalició n gobernante, y había
indudablemente un elemento de verdad en el argumento de
Koštunica de que solo un proceso interno, quizá s inspirado en la
Comisió n de Verdad y Justicia de Sudá frica, podría hacer una
contribució n significativa a la reconciliació n nacional.
********
4. Bruce R. Nardulli, Walter L. Perry, Bruce Pirnie, John Gordon IV, John G.
McGinn, Disjointed War: Military Operations in Kosovo, 1999, Santa Monica, CA:
Rand, 2002, pá gs. 99-110.
10. “Pobeda Ibrahima Rugove nad Tacijem”, Republika, No. 248, 1-15 de
noviembre de 2000, pá gs. 1-2.
12. “Rugova zum Prä sidenten Kosovos gewä hlt”, Neue Zü rcher Zeitung, 5 de
marzo de 2002.
13. Para una evaluació n, ver Eric Chevallier, “L'ONU au Kosovo: leçons de la
première MINUK ”, Instituto Estratégico de la Unió n Europea, Documento ocasional
nú m. 35, París: Instituto Estratégico de la Unió n Europea, mayo de 2002.
18. Josip Crnoj, "" Dejton pet godina poslije - Sta je ostalo od nade? " Republika,
No. 270-271, 1-31 de octubre de 2001, pá gs. 1-4.
19. David Chandler, Bosnia: Faking Democracy After Dayton, Londres: Pluto
Press, 1999, y Džemal Sokolović y Florian Bieber, eds., Reconstructing Multi Ethnic
Societies: The Case of Bosnia-Herzegovina, Aldershot: Ashgate, 2001.
34. Franz Gustincich, “Sui sentieri di una strana guerriglia”, Limes, No. 2,
2001, pá gs. 37-50. Sobre los cimientos criminales tanto del ELK como del NLA,
vé ase Robert Hislope, “Crimen organizado en un estado desorganizado: có mo la
corrupció n contribuyó a la miniguerra de Macedonia”, Problemas del
poscomunismo, vol. 49, nú m. 3, mayo / junio de 2002, pá gs. 33-41. Sobre los
orígenes del conflicto armado en Macedonia, International Crisis Group, “The
Macedonian Question: Reform or Rebellion”, ICG Balkan Report No. 109, 5 de
abril de 2001.
35. Jolyon Naegele, “The Tanusevci Story”, Radio Free Europe / Radio Liberty
Balkan Report, 9 de marzo de 2001.
36. Francesco Strazzari, “Il triangolo macedone”, Limes, No. 2, 2001, p. 24,
sugiere que la ausencia de enfrentamiento fue el resultado de un detrá s de escena
trato entre el gobierno y los líderes de la NLA.
38. PH Liotta y Cindy R. Jebb, "Macedonia: ¿Fin del principio o principio del
fin?" Pará metros, Vol. 32, nú m. 1, primavera de 2002, pá g. 102.
40. Durante julio, con los combates en curso alrededor de Tetovo, las
renovadas protestas contra el apaciguamiento occidental de los rebeldes
provocaron disturbios y ataques contra la Embajada de los Estados Unidos y la
sede de la OSCE en Skopje. John Ward Anderson, “Macedonians Attack US
Embassy”, The Washington Post, 25 de julio de 2001, pá g. A16.
43. “Nato, Macedonia Reach Accord”, Radio Free Europe, Radio Liberty (RFE /
RL), 30 de septiembre de 2001.
44. Laurent Zecchini, “Les Quinze prê ts à assr leur premiè re opé ration
militaire en Macé doine”, Le Monde, 18 de marzo de 2002.
48. H. Matoshi, “The Albanians 'New Model Army”, IWPR Balkan Crisis
Report n. ° 274, 24 de agosto de 2001.
51. La oposició n fue una unió n de dos coaliciones. El primero combinó los dos
grupos má s grandes, los socialdemó cratas de Račan y el Partido Social Liberal croata
de centro derecha dirigido por Dragiša Budiša, y el segundo un "cuarteto" (četvorka)
de cuatro partidos má s pequeñ os, incluido el Partido Popular Croata de Stipe Mesić.
55. Robert Thomas, The Politics of Serbia in the 1990s, Nueva York:
Columbia University Press, 1999, pá gs. 285-318, y Mladen Lazić, ed., 'Ajmo,'
ajde, svi u šetnju !, Belgrado: Medija Centar, 1997 .
62. Véase el texto del acuerdo en "Sporazum o principima", Glas javnosti, citado
de www.glas-javnosti.co.yu/danas/srpski/PO2031412.shtml.
63. Milo Djukanovic, "Balkan Betrayal", The Washington Post, 20 de agosto de
2002,
pags. A13.
64. Nikola Ivanović, Vlasti i država: Crna Gora i Srbija - Nastavak ili kraj
fenomena balkanske destrukcije, Belgrado: Pešić i Sinovi, 2002, especialmente pá gs.
277-284, examina de manera ú til la posibilidad de que el tema se convierta en una
fuente de problemas futuros, y sugiere soluciones.
68. Citado de The Stability Pact for South Eastern Europe, Bruselas: SCSP, julio
de 2000, www.stabilitypact.org.
70. Benn Steil y Susan Woodward, “Un 'New Deal' europeo para los
Balcanes”, Foreign Affairs, vol. 78, nú m. 6, noviembre / diciembre de 1999, pá g.
97.
71. Este tema aparece en el discurso de Greg Schulte, director sé nior del
Consejo de Seguridad Nacional para el sudeste de Europa, "Estrategia
estadounidense para los Balcanes", presentado en la Universidad de
Georgetown, Washington, DC, el 20 de marzo de 2002. Vé ase tambié n Richard
Betts, "The Balkans: Có mo salir ”, The National Interest, nú m. 64, verano de
2001, pá gs. 53-65.
74. Alan Mayhew, Recreating Europe: The European Union's Policy for Central
and Eastern Europe, Cambridge: Cambridge University Press, 1998, p. 392.
75. Dimitris Papadimitriou, "La estrategia de la UE en los Balcanes
poscomunistas", Revista de Estudios del Sudeste de Europa y del Mar Negro, vol.
1, nú m. 3, septiembre de 2001, pá g. 77.
76. BSEC promueve la cooperació n econó mica en la zona del Mar Negro. N.
Bü lent Gü ltekin y Ayşe Mumcu, “Black Sea Economic Cooperation”, en Vojtech
Mastny y R. Craig Nation, eds., Turkey Between East and West: New Challenges for a
Rising Regional Power, Boulder: Westview Press, 1997, pá gs. 179-202. El CEI es el
sucesor del Quadrangulare, fundado en 1989 para ampliar la cooperació n
econó mica y el diá logo político en Europa Central. CEI Frente a los desafíos y
oportunidades de la nueva Europa, Ideas para un programa: documento de política
de la Conferencia de Forlì 2-3 de febrero de 2001, Forlì: Centro de Estudios de
Europa Central y Oriental y Balcanes, 2001. El SECI es un programa de autoayuda
que busca utilizar el sector privado para estimular el desarrollo econó mico. Richard
Schifter, “Europa sudoriental en la era post-Milosevic: la necesidad de bajar las
barreras, ”Mediterranean Quarterly, vol. 13, nú m. 2, primavera de 2002, pá gs. 27-35.
El SEECP fue lanzado por iniciativa de Bulgaria en 1996 como un foro para la
cooperació n regional con énfasis en el fomento de la confianza, las buenas
relaciones de vecindad y la estabilidad. Consulte su Carta de 2000 sobre relaciones
de buena vecindad, estabilidad, seguridad y cooperació n en el sureste de Europa
enwww.stabilitypact.org/seecp/charter-02.htlm.
77. Véase Balkan Regional Profile: The Security Situation and Region-Building
Evolution of South-Eastern Europe, Sofia: Institute for Security and International
Studies, 2002.
78. Los participantes de los Balcanes incluyen Albania, Bulgaria, Croacia, Grecia,
Macedonia, Rumania, Eslovenia y Turquía. La mayoría de los países han destinado
un batalló n para la brigada, excepto Macedonia y Albania, que han comprometido
una compañ ía cada uno. Italia ha puesto a disposició n un batalló n adicional si las
circunstancias lo exigen. "Los ministros de defensa del sudeste europeo prometen
una cooperació n má s só lida", Balkan Times, 19 de diciembre de 2001, y "Primera
prueba real para la brigada SE", citado dewww.greece.gr/POLITICS/South
EastEurope / Sebrigade.stm.
79. Sean Kay, OTAN y el futuro de la seguridad europea, Lanham, MD: Rowman
& Littlefield, 1998, pá gs. 31-32.
80. Karl W. Deutsch, Comunidad política y el á rea del Atlá ntico norte, Princeton:
Princeton University Press, 1957; y John Gerald Ruggie, “Consolidació n del pilar
europeo”, The Washington Quarterly, vol. 20, nú m. 1, invierno de 1997, pá g. 109.
81. John Gerard Ruggie, Ganar la paz: América y el orden mundial en la nueva
era, Nueva York: Columbia University Press, 1996, pá g. 85.
82. Javier Solana, “Una nueva alianza para una nueva era”, The Brown
Journal of World Affairs, vol. IV, No. 2, verano / otoñ o de 1997, pá gs.73, 75.
91. Para el argumento en forma clá sica, ver Hans Kelsen, Peace through Law,
2a ed., Nueva York: Garland Publishing, Inc., 1973. Paul R. Williams y Michael P.
Scharf, Paz con justicia: crímenes de guerra y responsabilidad en la ex Yugoslavia,
Lanham, MD: Rowman & Littlefield Poublishers, Inc., 2002, aplican el argumento al
caso de Yugoslavia.
92. Afsané Bassir Pour, “La Cour pénale internationale deviendra une réalité le
11 avril”, Le Monde, 4 de abril de 2002.
93. Citado en Bruno Simma, "Die NATO, die UN und militä rische
Gewaltanwendung: Rechtliche Aspekte", en Reinhard Merkel, ed., Der Kosovo-
Krieg und das Vö lkerrecht, Frankfurt am Main: Edició n Suhrkamp, 2000, p. 20.
94. Vé ase Stanley Henig, "Gran Bretañ a: Hacia la guerra por una causa
justa", en Anthony Weymouth y Stanley Henig, eds., The Kosovo Crisis: The Last
American War in Europe ?, Londres: Reuters, 2001, pá gs. 39-58. Los
comentarios de Blair aparecen en la pá gina 55.
95. Tony Blair, "Discurso al Economic Club of Chicago", 22 de abril de 1999.
96. Jü rgen Habermas, “Bestialitä t und Humanitä t: Ein Krieg an der Grenze
zwischen Recht und Moral”, Die Zeit, 29 de abril de 1999, pá g. 4.
101. Estas facciones (HDZ, SDS y SDA) estaban, por supuesto, formalmente
comprometidas en un gobierno de coalició n antes del descenso de Bosnia a la
guerra, un gobierno descrito iró nicamente en la prensa crítica yugoslava como
la "coalició n del genocidio". “Koalicija genocida”, Borba, 27 de mayo de 1991.
105. Cédrick Allmang, Les masques de guerre, París: Stock, 1999, p. 47.
107. Wesley K. Clark, Librando una guerra moderna: Bosnia, Kosovo y el futuro
del combate, Nueva York: Asuntos pú blicos, 2001, pá g. 419.
109. Nat Hentoff, "Morality at 15,000 Feet", The Washington Post, 19 de junio de
1999,
pags. A19.
110.Vé ase el argumento en Raju GC Thomas, "La OTAN, la ONU y el derecho
internacional", Mediterranean Quarterly, vol. 10, nú m. 3, verano de 1999, pá gs.
25-50.
114.Danilo Zolo, Chi dice umanità : Guerra, diritto e ordine globale, Turín:
Einaudi, 2000, p. 106.
116. El artículo 16.2 del Estatuto de la ITFY dice: “El Fiscal actuará de
manera independiente como un ó rgano separado del Tribunal Internacional. No
solicitará ni recibirá instrucciones de ningú n gobierno ni de ninguna otra fuente
".
121. Para una caracterizació n comparable del fenó meno de las “nuevas guerras”
en la era de la globalizació n, véase Mary Kaldor, New and Old Wars: Organized
Violence in a Global Era, Stanford: Stanford University Press, 1999, p. 5.
379
ÍNDICE
Abdić, Fikret, 163, 168, 186 Bolsillo Bihać, 161, 164, 168
Plan Acheson, 294 Bin-Laden, Osama, 230
Adamic, Luis, 45 Bismarck, Otto von, 18, 25-26
Mar Egeo, rivalidad 159
greco-turca en, Annan, Kofi, 237, 308-
283-88 10, 312-15
Agani, Fehmi, 225 Arbor, Louise, 235
Ahmeti, Ejército de Bosnia-
Ali, 337, Herzegovina
39 (Armija Bosne i
Ahmići, Hercegovine —
masacre ABH), 155-56, 161,
de, 167 164, 167, 186-87,
Ahtisaari, 193, 361
Martti, Ejército de la
259, 261 Repú blica Serbia
Akashi, Yasushi, 180, (Vojska
183, 185 Republike Srpske
Convenció n de — VRS), 157-58,
Akkerman, 22-23 160-61, 163, 165, 168
Akmadžić, Mile, 166
Plan Akritas, 291 Babić, Milá n, 98, 125,
Ejé rcito Nacional de 190
Albania, 339 Comisió n Badinter,
Albright, Madeleine, 120, 122
229, 247, 306 Baker, James, 105
Aleksandar, Rey, Entente de los
43-44, 49 Alejandro Balcanes, 44
de Macedonia ("el Federació n de los
Grande"), Balcanes, 56-66
8, 334 Liga de los Balcanes
Ali Pasha, 19 añ os (1886-1887), 24
Alliance for the Liga de los Balcanes
Future of (1912), 27-28
Kosovo, 328- Guerras de los Balcanes
29 (1912-1913), 1, 13, 27-
Ambartsu 28
mov, Berger, Sandy, 229
Evgenii, Berisha, Sali, 229
181
Anderson,
MA, 25
Acuerdo de Ankara
(1963), pá g. 296
Andrić, Ivo, 13, 150,
381
Economí Unidad”) Carmichael, Cathie, 350 Chernomyrdin,
a del , 71, 73, 107 Viktor, 258-59, 261
Mar 115 Carrington, Movimiento
Negro Brčko, Peter, 120, 123, Chetnik, 55-
Coopera ciudad de, 169, 174 Centro 56, 104
ció n, 162, 165, petrolero del Bombardeo de
350 181, 192, Caspio, 7 la embajada
Blair, 201 Ceauşescu, Nicolae, china, 253
Tony, Acuerdo de 70 añ os Chirac,
355 Brioni, 109- Çeku, Agim, 328 Jacques, 338
Boban, 10 Cem, İsmail, 306-08 Advertencia de
Compañ ero Budak, Čengić, Hasan, 197 Navidad, 226, 230
, 152, 159, Mile, 54 Centroeuropeo Churkin, Vitalii, 181
164, 169, Budiša, Iniciativa (CEI), Çiller, Tansu, 305
174, Dragiša, Clark, Wesley, 242, 174
177, 184 340 244, 247-48, Guerra de Crimea
Bobetko, Bukoshi, 252-54, 261-62, 265, (1853-56), 23-24
Janko, 156 Bujar, 225 358 Christopher, Warren,
Bor Bulatović, Clerides, Glafcos, 292, 179
ovo Momir, 101, 300, 302, 312 Guerra croata-
Selo 177 Clinton, William, 174, musulmana, 166-68
, Toro, 230, 245-46, Ejército croata
inci Hedley, 359 253-54, 258, 261, (Hrvatska Vojska —
dent Bunel, 303 HV), 116, 157-58,
e en Pierre- Guerra Fría: 1, 61, 162, 167-68, 187-88,
105 Henri, 238 en los Balcanes, 190-91, 193
Fed Burg, 66-70, y la Consejo de Defensa de
erac Steven, 99, cuestió n de Croacia (Hrvatska
ió n 101, 169 Chipre, 294-96 Vjeće Odbrane —
de Bush, Internacional HVO), 156-58,
Bos George W. Comunista, 44, 48-49, 162, 164, 167-68,
nia (fils), 357-
57, 74 187, 190
y 58, 365
Conferencia sobre Fuerzas de Defensa de
Her Bush,
Seguridad y Croacia (Hrvatska
zego George W.
Cooperació n en Odbrambene Snage
vina, (padre),
Europa (CSCE), — HOS), 116, 156
183- 171, 186-87,
108-09, 128-29, Comunidad
84 226
170, 174, 180, Democrá tica
Boutros- Imperio
183-84 Croata (Hrvatska
Ghali, bizantino,
Congreso de Berlín Demokratska
Boutros, legado de 9-
(1878), 25-27, 289 Zajednica— HDZ),
171, 299, 12
Congreso de Viena 92, 97, 133, 151-
356
(1815), 17 52, 154, 156,
Bratstvo i Ceseropapis
Grupo de contacto: 168, 177, 183-84,
jedinstv mo, 9
184, 192 y Kosovo 187, 339-41, 352
o Calic,
crisis, 234-35, 242, Primavera croata, 73-
(“Herm Marie-
257 74
andad y Janine, 127
Čosić, Dobrica, 92, Guerra de secesió n
382
croata, 110- De MOS), 97 Erbakan,
119 Michaelis Denktaş, Rauf, 291, Necmettin, 298,
Crvenkovski , Gianni, 294, 300-01, 310-14 305, 311
, Branko, 109 Liga Deutsch, Karl, 350 Erdogan, Recep
338-39 Democrá Dilberović, Suada, Tayyip, 314
Cutilheiro, tica de 154 Erdut Accord,
José , 169 Kosovo Dimitrov, Georgi, 58- 193
Cuestió n de (LDK), 59, 62-64 Ertugruloğlu, Tahsin,
Chipre, 283- 225, 229, Divjak, Jovan, 155-56, 313
84, 288-95, 232, 235, 163 Limpieza étnica: 158,
299- 243, 328- Djilas, Aleksa, 77 160-62, 170, 190-
303, 309- 29 Djilas, Milovan, 57-58, 91, 231, en Kosovo,
16 Partido 62-63, 74 249-51, 282, 291,
Cirilo y Democrá ti Djindjić, Zoran, 342- 293, 328, 362
Metodio, 10 co de los 43, 345 Euroatlántico
Albaneses, Djukanović, Milo, Consejo de
Daalder, 337-39 344-45 Asociació n, 351
Ivo, 184 Partido Dodik, Milorad, 331 Comunidad Europea
Acuerdo de Democrá ti Douhet, Giulio, 358 (CE): 103, 106,
Dayton, co de Drašković, Vuk, 342 109, 114 y
192-94, 223, Kosovo, Drljača, Simo, 361 resolució n de
305, 310 328-29 Drnovšek, Janez, 102 conflictos en
Proceso de Unió n Dubrovnik, asedio de, Croacia, 119-24, 170,
paz de Democrá ti 116, 118-19, 164 172, 174, 176,
Dayton, ca para la Dudaković, Atif, 168, 296, 347-48
194-203, Integració 186 Unió n Europea
204-06, n, 338- Durduran, Alpay, 310 (UE): Plan de
326, 329- 39 acció n, 177,
31 Opos Pregunta del Este, 17- 202, 238,
Dedaković, ici 21 264, 279-80,
Mile, 117 ón Ecevit, Bü lent, 292, y membresía
Delić, Rašim, U 312 turca, 296-97,
167 ni Enosis (Unió n), 289, 301, 308, y
da 294, 310 greco-turca
De relaciones, 310-17, Yugoslava de
m 331, 337-38, 340, Macedonia (ARYM),
oc 344, y desarrollo 333-34
rá de los Balcanes, Frank, Josip, 54
tic 346- Frasure, Robert, 188
a 49, 366 Frowick, Robert, 337
de Eyal, Jonathon, 127
Es Gaj, Ljudevit, 45 añ os
lo Feith, Peter, 337 Garašanin, Ilija, 24
ve Fischer, añ os
ni Joschka, Gelbard, Robert, 228-
a 238, 258 29, 232 Genocidio,
(D Antigua problema de, 356-57
E Repú blica Genscher, Hans-
383
Dietrich, n Nedim, 1 Pasto
123 e r,
Georgievsk , Habermas, Jü rgen, Johan
i, Ljubčo, 355 n
100, 338 W Halilović, Š efer, 155, von,
Geremek, i 163 20
Bronislaw, l Haradinaj, Ramush, Hill,
237 l 328-29 Chris
Alemania, i Hartma tophe
y a n, r, 235
recono m Florenc Hitchens, Christopher,
cimien , ia, 121 294
to de Hehir, Hobsbawm, Eric, 77
Croaci 2 J. añ os
ay 9 Bryan, Holbrooke, Richard,
Eslove Gligorov, 249 192, 235, 237, 239,
nia, Kiro, 100- Helenis 243-44, 300-01
122-24 01, 333-34 mo, Hombach, Bodo, 346
G Glenny, legado Hosmer, Stephen, 259-
i Misha, 30 de, 8-9 60
b añ os HMS Invincible, Hoxha, Enver, 58, 62,
i Goražde, negociaciones sobre, 67, 69-70, 224
a batallas por, 177 Herceg-Bosna, Intervenció n
n 185-86, 190 152, 154, 164, 341 humanitaria, 354-59
s Gorbachov, Guerra humanitaria,
k Mikhail, 76, 354, 358-59
i 128 Huntington, Samuel, 6
i Gore, Albert, añ os
, 257
Goulding, Ignatieff, Michael, 358
L Marek, 171 Movimiento Ilirio, 45
. Gow, James, Incidente de Imia /
107, 171-72 Kardak, 303-04
I Granić, Estado Independiente
a compañ ero, de Croacia, 52-54,
. 340 133
, Guerra civil Revolucionario
griega, 53- macedonio interno
6 54, 60-62 Organizació n
0 Proyecto (IMRO), 48-49, 100,
griego, 21 337-39
G Grivas, Corte Internacional de
l Georgios, Justicia, 286 Corte
a 290, 292 Penal Internacional
d Gü l, (CPI),
s Abdullah, 354-55, 360-61
t 314 International Crisis
o Gursel, Group, 330 Derecho
384
Internacion ov, , 197, 307-08
al Ivan, 200
Humanitari 259, Terre Conferencia de Jajce,
o, 354 262 moto 18
Tribunal Izetbe de Jackson, Michael, 262
Militar gović, İzmit,
Internacion Alija: Jackson, Kinkel, Klaus, 235
al para la y Robert H., Kissinger, Henry, 292
Lejano elecci 360 jenízaros, Kivrikoğ lu, Huseyin,
Oriente, ones 18 298
360 de Janša, Janez, 106 Kljujić, Stjepan, 152,
Internac 1990, Jashari, Adem, 227 169
ional 99, y Joulwan, George, 198 Koljević, Nikola, 153
Tribu federac Jovanović, Vladislav, Komšiluk (Buena
nal de ió n 233, 237 Vecindad), 150 Kordić,
Críme asimétr Jović, Borisav, 100, Dario, 200
nes ica, 102, 114, 151 Koschnik, Hans, 202
de 101, y Judá , Tim, 228, 250 Kosovo: batalla
Guerr secesió Partido Justicia y del campo de
a n de Desarrollo (AKP), Kosovo, 12-13,
para Bosnia- 314, 316 ciclo de
la ex Herzeg poemas épicos,
Yugos ovina, Kaçak tradicion, 226- 20 y
lavia 150-53, 27 Vidovdan, 29, estado
(TPIY papel Kadijević, Veliko, 108- durante la Segunda
), en la 09, 113-16 Guerra Mundial, 58-
179, guerra Kadritzke, Niels, 302 66, 72-73, 1981
202- de Kaplan, Stephen, 175 levantamiento,
03, Bosnia, 224, guerra en, 223-
Karadjordje, 21 a 22
230, 155, 265 Misió n de
Karadjordjević, Peter,
235, 163-64, Observadores
27, 31
250, 168-69, Diplomá ticos de
Karadžić, Radovan,
260, 174- Kosovo
151-52, 157, 159,
340, 7 (KDOM), 236, 257
162, 174, 176-77,
345- 5 Ejército de
182, 195, 330, 361
46, 254- , Liberació n de
Karadžić, Vuk, 45
55, 357, Kosovo (ELK):
añ os
359-62 1 orígenes, 226-28,
Karamanlis,
Ioannides, 7 insurrecció n,
Konstantinos, 293
Dimitrios, 7 229-
Kardelj, Edvard, 59,
292-93 - 243, 255, en la
62, 74
Partido de 7 posguerra, 331-33,
Kemalismo, 297-99
Bienestar 8 335, 361
Kerim, Srjan, 336
Islá mico ,
Reino de Fuerza de
(Refah),
serbios, Mantenimiento de
298, 304- 1 croatas y la Paz de Kosovo
05, 314 9 eslovenos, (KFOR), 261-63,
Ivan 3 45-47 327-29, 331-33,
385
335, Cuerpo de (PKK), 297, Conferencia de
337 Protecció n 305-07 Londres (1955), 289
de Kosovo, Kurup, Marcia Conferencia
263, 328 Christoff, 284 Internacional de
Misió n de Kvashnin, Londres sobre
Verificació n Anatolii, 262 Antigua Yugoslavia
de Kosovo Kvaternik, Slavko, 54 (ICFY), 159, 174,
(KVM), añ os 177-78
237, 239, Lugar, Richard, 198
240-41, Lake, Anthony, 191-92
244 Lampe, John, 65 añ os Cumbre de
Kossuth, Lausana, tratado de, Maastricht,
Lajos, 24 47, 282, 284-88 121-22, 127
Koštunica, Lavrov, Sergei, 257 Macedonia
Vojislav, Leotardo, Pregunta:
342-46 François, orígenes de,
Kouchner, 337 26, en el período
Bernard, Ejé rcito de entreguerras,
327 de 49, durante la
Kozyrev, Liberació guerra en
Andrei, 128, n de Bosnia-
180-81 Preševo, Herzegovina,
Krajišnik, Bujanovac y 59-66, y Grecia,
Momčilo, Medvedja 305-06, 316, y
151, 200, (LAPBM), 332 Levantamiento de
330 Levantar y golpear, Macedonia, 333-39,
Kraljević, 175, 179 336
Blaž, 156 Pequeñ o, Allen, 176 Maček, Vladko, 49
Kučan, Pequeñ a Entente, 44 añ os
Milán, 5, 95, Litvinov, Maxim, 317 MacArthur, Douglas,
102, 107, 360
132 Maclean, 125, 190
Kü çü k, Fitzroy, 55, 60 Ofensiva Maslenica
Fazil, 290 Makarios III, (enero de 1993), 165
Kukanjac, Arzobispo, 290- Mathiopoulos,
Milutin, 157 94 Manolić, Margarita, 284
Kumar, Josip, 187 Mazowiecki, Tadeusz,
Rahda, 204 Manzikert, 158
Pregunta batalla de, 11 Mazzini, Giuseppe, 24
kurda, 280 Masacre del Bolsillo Medak, 125
Partido mercado de Idea megali, 29, 281-82
de Markala, 179 Mehmet Ali, 19, 23
los Marković, añ os
Trab Ante, 95-96, Menderes, Adnan, 289
ajad 99, 107 Mesić, Stjepan (Stipe),
ores Marković, Mirjana, 91 100, 107, 109,
Kurd añ os 114, 187, 340
os Martić, Milá n, 98, 111, Mihailović, Draža, 55
386
añ os Kosovo, Phillippe, 173 Mostar: asedio
Mikulić, 228-230, de 167, 178,
Branko, 95 232, 240, 184,
añ os 246-250, administració
Recursos 256-260, n de la Unió n
profesio caen de Europea de,
nales pode 200-01
militares r, Ofensiva del Monte
, Inc., 341- Pastrik, 256 Fuerza
188 46, y de Paz
Sistema de Corte Multinacional
mijo, 14, 17 Penal Sureste
Milošević, Inter Europa, 350
Sloboda nacio Consejo Nacional
n: nal, Musulmá n de
ascenso 354, Sanjak, 156
al poder, 360 Partido Musulmá n de
91-95, y Milovanović, Acció n
desinteg Manojlo, Democrá tica
ració n 157 (Stranka
de Milutinović, Demokratska
Yugoslav Milá n, 237 Akcija — SDA), 99,
ia, Mitsotakis, 151, 154, 166,
100-110, Konstantin, 183-84, 200
y guerra 176 Mustafa Kemal
en Mitterrand, (Atatü rk), 32, 43, 282-
Croacia, François, 83, 289, 297-98
110-115, 164
relacione Mladić, Nano, Fatos, 229, 233
s con Ratko, 114, Ejé rcito de Liberació n
Ratko 118, 157,
Nacional (NLA),
Mladić, 176, 185,
335-39
157, y 195, 361
Organizació n
guerra en Moltke, Nacional de
Bosnia- Helmut Combatientes
Herzegov h von, Chipriotas
ina, 165, 30 (EOKA), 290, 293
168, 171, Monte Naumann, Klaus, 247
173, 175- negro,
Nedić, Milá n, 52
79, 182, relacio
Plan
185, nes con
Nime
190, y Serbia,
tz,
Dayton 344-46
299
Accord, Convenció n
Nixon
192-93, del Estrecho
,
204, y el de Montreux,
Richa
conflicto 284-85
rd M.,
de Morillon,
293
387
Organizac 350-52 235 griego, 281-82
ió n del Norwich, Operació n Owen, David, 174-75
Tratad John, 10 GARANTE Plan de paz de Owen-
o del añ os DETERMINADO, Stoltenberg, 176-77
Atlá nti Tribunal de 239 Ö zal, Turgut, 297
co Nuremberg, Operació n EAGLE
Norte 360 EYE, 239 Operació n Pacta Conventa (1102),
(OTAN ESSENTIAL 11-12
): y ex O'Ballance, HARVEST, 338 Incidente de Pakrac,
Yugosl Edgar, 164 Operació n FLASH 104
avia, añ os (Bljesak), 188 Pálido, 162, 175-76, 178,
66, y Obrenović, Operació n 180, 185, 188,
relacio Mihailo, 24 HERRADURA, 249- 190, 193, 330
nes añ os 50 Operació n JOINT Pangalos, Theodoros,
greco- Obrenović, ENDEAVOUR, 195, 306-07
turcas, Milá n, 27 198 Panić, Ž ivota, 117
67, Obrenović, Operation JOINT Papadopoulos,
279-80, Miloš, 22 GUARDIAN, 263 Georgios, 292
306, 308, añ os Operation Papandreu, Andreas,
en Ö calan, SHINING HOPE, 304
Croacia, Abdullah, 254 Operation Papandreu, Georgios,
129, en 297, 306-07 STORM (Oluja), 307-08, 310,
Bosnia- Acuerdo 190, 359 313
Herzegovi marco de Organizació n para Papović, Radivoje, 226
na, 170- Ohrid, 337- la seguridad y Paradžik, Ante, 156
72, 175, 29 Omirou, Cooperació n en Paraga, Dobroslav, 116,
179-88, Iannakis, Europa (OSCE), 156
190-91, 302 200, 234, 236, Pardew, James, 197,
198 y Operació n 240-41, 261, 337
posconflic ABLE 337-38, París, tratado de
to SENTRY, 344, (1947), 284
operacion 173 349- Asociació n para la Paz
es de paz, Operació n 50, (PfP), 232, 234-
233-260, FUERZA 361 35, 341, 351-52
327-333, ALIADA, Orić
y conflicto 244-260, ,
de 263, 358 Nasi
Macedoni Operació n m,
a, 336-39, PUERTO 165,
papel ALIADO, 361
futuro, 252, 254 Orientalismo, 1
Operació n Operació n Ostrogorsky,
AMBER DESERT George, 11
FOX, 338 FOX, 248 Imperio
Operació n Operació n Otomano: 1,
DELIBERA DETERMI impacto en
TE FORCE, NED Balcanes, 12-17, y
191 FALCON, legado nacional
388
Partido por y, 156 proximidad de
la Dunc Petranović, Branko, 61 Rambouillet, 242-
Prosperi an, añ os 45,
dad 335 Plavšić, Biljana, 153, 260-61, 359
Democrá t P 176, 330-31 Ranković, Aleksandar,
ica (PDP), e Poos, Jacques, 120 223
334, 337 t Poplašen, Nikola, 331 Rašeta, Andrija, 124
Pašić, e Corredor Posavina, Ražnatović, Ž eljko
Nikola, 27, r 161-62, 165, 198, (Arkan), 113, 160,
46 añ os 201 187
Pasvanoğ lu, I Valle de Preševo, 331- Razumovsky,
Osman, 19 33, 335 Dorothea Grä fin, 14
añ os ( Primakov, Evgenii, Reinhardt, Klaus, 327
Liga " 257-58 Reissmü ller, Johann,
Patrió tica, e Princip, Gavrilo, 29 123
155 l Repú blica de Krajina
Pavelić, Qosja, Rexhep, 225 Serbia, 125, 133
Ante, 49, 52, g Rexhepi, Bajram, 329
98, 133 r Račak, Roma, 5, 54
Pavković, a masacre en, Rose, Michael, 179, 186
Nebojša, n 241-42 Rossos, Andrew, 27
343 d Račan, Rugova, Ibrahim, 225-
Fuerza de e Ivica, 340 26, 229, 231-32,
Imple " Radić, Stjepan, 43 235, 238, 328-29
mentac ) añ os, 48-49 Rumiantsev, Oleg, 180
ió n de , Conversaciones de
la Paz
Runciman, Steven, 10 Samsun, Nikos, 293
(IFOR), 1 Rusia: y la Conferencia
192, 5 cuestió n de Saint
194-
oriental, 21- Malo, 238
200
P 27, Guerra San Stefano,
Pére
e Ruso-Turca, tratado de,
z de
t 1877- 25 Sanberk,
Cuéll
k 78,25-26, y la Ozlan, 296
ar,
o guerra en Sant'Egi
Javie
v Bosnia- dio, 228
r,
i Herzegovina, Sarajevo,
124,
ć 180-82, y asedio
299
, Acuerdo de de, 162-
Cons
Dayton, 199- 64
ejo
M 200 y Kosovo Scharpin
Conj
i conflicto, 257- g, Rudolf,
unto
l 260, incidente 249
Per
i del aeropuerto Schrö der, Gerhard, 238
man
v de Priština, 261- Seleznev, Gennadi,
ente,
o 62 238
238
j Ejército serbio de
Perr
, Á reas seguras, 173 Krajina (Srpska
389
Vojska a ber, Iniciativa de
Krajine), v Laura, cooperació n
111, 168 , 176 de Europa
Repú blica Simeó n sudoriental,
Serbia de 1 el 350
Bosnia- 1 grande, Iniciativa de Europa del
Herzegov 3 11 Sudeste (SEEI), 352
ina Simitis, Cooperació n del
(Repú blic C Constan Sudeste de Europa
a Srpska), o tine, Proceso
151-53, n 255 (SEECP),
165 j Acta 350
Unió n u Ú nica Defensa
Serbia- n Europe del
Montenegro, t a, 77 Sudeste de
344-45 o Sitwell, Europa
Academia de Sacherv Proceso Ministerial,
Ciencias de d ell, 16 306
Serbia e Smith, Leighton, 196 Špegelj, Martin, 111-13
Memora Alianza Esporazum (de 27 de
ndo 92- i Socialde abril de 1939), 49
93 d mó crata Srebrenica: Fight
Partido e de around, 160-61,
Democrá a Macedon 165-66, 173,
tico s ia, 336- masacre en, 189-90
Serbia , 37 Pacto de estabilidad
(Srpska Liga para el sudeste de
Demokra Socialdemó crata, Europa,
2
tska 339 Solana, Javier, 344, 346-47, 349-50,
9
Stranka 237, 351, 355 366
9
— SDS), de Soto, Á lvaro, 312 Estabilizació n y
-
151, 153, Asociació n
3
157, 169, Proceso (SAP),
0
331 349
1
Š Fuerza de
Short,
e estabilizació n
Michael, 246,
š (SFOR), 197-
252-53
e 200, 241-42,
Shoup, Paul,
l 244, 303, 329-
57, 99,
j 31, 337, 344
101,169
, Stambulić, Ivan, 91-94
Šiber,
Stjepan, 155 Stari Most (Puente
V Silajdžić, Viejo de Mostar),
o Haris, 171, 159, 201
j 200 Stavrakis, Peter, 61
i S añ os
s i Stavrianos, Levron, 17
l l Stefan Dušan, 12 añ os
390
Stef Ivan 43, 328-29 Federació n
an , 59 Tesaló nica, 3, 5, 30, Balcá nica, 57-66,
Ne Sumner, BH, 50, 255, 289, 334 ruptura con Stalin,
ma 26 Tito, Josip Broz: en 71-77, purga de la
nja Šušak, Gojko, la Segunda Guerra Liga de Comunistas ,
(Sa 105, 112, Mundial, 55-56, y 95, y
n 124 Ejé rcito Popular (UNFICYP),
Sav Asunto Yugoslavo, 113, 291, 295
a), Susurluk, 155, y problema Misió n de las
12 305 de Kosovo, 223 Naciones Unidas
Ste Todorova, María, 2 en Kosovo
pas Tadić, Misió n de (UNMIK), 327-29,
hin, Miroslav, Entrenamiento y 333, 335
Ser caso 360 Equipamiento, 197 Fuerza de
gei, Taksim Pacto Tripartito, 50 despliegue
262 (dividir), Trotsky, Leó n, 29 preventivo de las
Sterner, 289, 295 Tudjman, Franjo: Naciones Unidas
Mikhail, 258 Talbott, subida al poder, en Macedonia
Stevanović, estroboscó pi 92, 95, 97-98, y la (UNPREDEP),
Vidosav, 95 co, 237, 258- guerra de secesió n 172-73, 232-33,
añ os 59 eslovena, 108, 334,
Stol Talić, Momir, reunió n con 364-65
ten 361 Slobodan Milošević, Á reas protegidas de
ber T 192, y la tradició n las Naciones
g, as de los derechos Unidas (APNU),
Tho k estatales croatas, 124, 165, 171
rval F 111, y la guerra en Estados Unidos: y
d, or Croacia, 119, 133, y guerra en
176 ce la guerra en Croacia, 104,
Stro H Bosnia- 114, iniciativas
ssm a Herzegovina, 159, de resolució n
aye w 164, 168, 174 -77, de conflictos,
r, k, 187, 190-92 y 128-29, y
Jos 2 Dayton Accord, guerra en
pi 5 204, legado de, 339- Bosnia-
Jura 4- 41, 359 Herzegovina,
j, 5 Repú blica Turca del 152-53 y
45 5 Norte de Chipre Plan Vance-Owen,
Stu T (TRNC), 294-95, 175, 178, nuevas
pni h 300-01, 309-15 iniciativas políticas,
Do, ač Tus, Anton, 112 182-84, y Acuerdo
mas i, de Dayton, 191-94,
acr H y Kosovo problema,
Ustaša49, 52, 54-55,
e en as 225-26, 231-32, y
98, 116, 133
167 hi problema de Chipre,
Fuerzas de las
Šub m 294-95, desafío de
Naciones
ašić , intervenció n, 364-
Unidas en
, 2 65
Chipre
391
Conferencia 129, 172 Johann
Plan de paz de Paz de Woo August, 2
de Vance- Versalles, 32, dho Zhirinovs
Owen, 174- 43 use, kii,
79, 194 Via Egnatia, CM, Vladimir,
Vance, 3 61 181
Cyrus, 124, Vukm Woo Zhivkov, Todor, 69-70
174, 291 anovi dwa Zimmermann,
Vassilou, ć- rd, William, 114, 152,
Georgios, Temp Susa 171 Zogu, Ahmed
300-01 o, n, (Rey Zog), 43-44
Vazov, Ivan, Sveto 172 Zolo, Danilo, 359
13 zar, Autogestió n de los Zubak, Krešimir, 184
Venizélos, 57 trabajadores, 74-75 Zulfikarpašić, Adil, 99
Elefthérios, Vuko Wö rner, Manfred, 185
31, 283 var,
destr Xhaferi, Arben, 337-30
ucció
n de, Conferencia de Yalta,
116- 62
18 Yeltsin, Boris, 128,
181, 192, 235, 257-
Wal 58, 262
ker, Yılmaz, Mesut, 311
Will Fuerzas Armadas
iam, Yugoslavas
241 (Vojska
Acu Jugoslavije — VJ),
erd 115, 157, 256
o de Liga Yugoslava de
Was Comunistas, 74,
hin 76, 96-97
gto Ejército Popular
n Yugoslavo
(Cr (Jugoslovenska
oaci Narodna Armija —
a JNA): 101, 103,
Musulmá 105, en Eslovenia,
n), 183- 107-08, en Croacia,
84, 193 111-119, 133, 150,
Westendorp, en Bosnia-
Carlos, 202, Herzegovina, 156-
331 168, 170
Europeo
occide Zajedno (Unidad)
ntal coalició n, 342-43
Unió n Zemin, Jiang, 253
(UEO), Zeune,
392