Está en la página 1de 17

LUCIANO

ZEUS
CONFUNDIDO

TRADUCCIÓN Y NOTAS POR ANDRÉS ESPINOSA ALARCÓN


La traducción ha sido revisada por ALFONSO MARTÍNEZ DÍEZ
Textos griegos de Luciano: http://sites.google.com/site/ancienttexts/gk-l2
20

ZEUS CONFUNDIDO
ZEUS ELEGCOMENOS

Para R. Helm, este diálogo ocupa, en su cronología relativa, el cuarto lugar entre los
quince que estima de inspiración «menipea» o cínica, y se sitúa entre el Icaromenipo y el
Zeus trágico. Como hemos apuntado ya, esta etapa se establece en torno al 160 d. C. para J.
Schwartz (cf. Introducción a La travesía o El tirano).
En el diálogo lucianesco antecitado nos aparece ya la figura de Cinisco colaborando, en
esa ocasión, con Cloto, Hermes y Radamantis contra el intento de fuga de la muerte del
tirano Megapentes (personaje ficticio y prototípico en su «género», al igual que Cinisco lo
es en el suyo propio). Ahora, el filósofo cínico popular se enfrenta, aún en vida, con Zeus,
en un intento demoledor de ciertas convicciones religiosas tradicionales: Zeus se escuda
tras el misterium fidei al no saber qué responder acerca de qué sean en realidad las Moiras,
el Destino y Tique (o «Fortuna»); al tiempo, se ve obligado a reconocer que tanto él como
los demás dioses penden del hilo de Cloto (su jactancia del canto VIII de la Ilíada carece de
sentido), con lo que cae por su base la utilidad del culto y los sacrificios para los humanos;
Cinisco no teme ni las amenazas ni el castigo de Zeus, pues nada le ocurrirá que no haya
sido decretado previamente por las Moiras y el Destino; la pretendida dicha y
superioridad de los dioses es triturada, asimismo, por el filósofo (hay diferencias entre
ellos, ya que Hefesto es cojo, Prometeo fue crucificado, Crono está aherrojado en el
Tártaro, otros dioses conocieron la esclavitud y las heridas, todos sufren al enamorarse de
criaturas mortales, padecen robos sacrílegos en sus templos e imágenes y su vida eterna
les condena a no poder liberarse de tantos quebrantos con la muerte, como les ocurre
afortunadamente a los humanos), y los confusos oráculos de nada sirven al hombre al no
poder evitar lo inevitable. Como consecuencia de todo ello, Cinisco niega la Providencia
divina y el sentido último de todo premio o castigo en el Hades, si los humanos no son, en
estricto sentido, responsables de sus propios actos, decretados por fuerzas superiores a
ellos y aun a los mismos dioses.
Como es sabido, la idea de Prónoia o Providencia cósmica divina es cara a los estoicos y
refutada con el mismo ardor por los epicúreos (cf. Zeus trágico). Para TOVAR, «se trata,
desde luego, de material menipeo, elaborado por Luciano, a quien estas ideas del cinismo
más popular y antisistemático le eran particularmente gratas» (Luciano, Barcelona, 1949,
pág. 112). Los cínicos, con menos fundamentación teórica quizás que los epicúreos, se ríen
de la cultura religiosa tradicional y tratan de integrar al hombre en la naturaleza,
liberándole asimismo de toda tensión agobiante, con idéntico resultado terminal que
aquéllos.
Asistimos también en este diálogo a un lucianesco final sorprendente, Zeus se retira
airado, y cae el telón del drama quedando Cinisco con la victoria en las manos: «lo demás
tal vez no era mi destino escucharlo», dice.
ZEUS CONFUNDIDO
ZEUS ELEGCOMENOS

KUNISKOS

1 'Egë dš, ð Zeà, t¦ mšn toiaàta oÙk 1 CINISCO. 1 — Zeus, no voy a


™nocl»sw se ploàton À crusÕn À importunarte pidiendo favores tales como
asile…an a„tîn, ¤per eÙktaiÒtata to‹j riqueza, oro o poder, que son los más
pollo‹j, soˆ d' oÙ p£nu ·®dia deseados por la mayoría, aunque para ti no
parasce‹n· Ðrî goàn se t¦ poll¦
muy fáciles de conceder; pues veo que
parakoÚonta eÙcomšnwn aÙtîn. ἓn dš,
generalmente prestas oídos sordos cuando te
kaˆ toàto ·´ston, ™boulÒmhn par¦ soà
moi enšsqai. los piden. Una sola cosa, y bien sencilla, sí
quisiera obtener de ti.

ZEUS

T… toàtÒ ™stin, ð Kun…ske; oÙ g¦r ZEUS. — ¿De qué se trata, Cinisco? No


¢tuc»seij, kaˆ m£lista metr…wn, æj f»j, quedarás defraudado, sobre todo si son
deÒmenoj. modestas, como afirmas, tus pretensiones.

KUNISKOS

'ApÒkrina… moi prÒj tina oÙ calep¾n CINISCO. — Respóndeme a una pregunta


™rèthsin. nada difícil.

ZEUS

Mikr£ ge æj ¢lhqîj ¹ eÙc¾ kaˆ ZEUS. — Pequeña es, en verdad, tu súplica,


prÒceiroj· éste ™rèta ÐpÒsa ¨n ™qšlVj. y al alcance de la mano; bien: pregunta
cuanto quieras.

KUNISKOS

'IdoÝ taàta, ð Zeà· ¢nšgnwj g¦r CINISCO. — Se trata de eso, Zeus: has leído
dÁlon Óti kaˆ sÝ t¦ `Om»rou kaˆ tú también, obviamente, los poemas de
`HsiÒdou poi»mata· e„p oân moi e„ Homero y Hesíodo; dime, por tanto, si es
¢lhqÁ ™stin § perˆ tÁj Eƒmarmšnhj kaˆ cierto lo que acerca del Destino y de las
tîn Moirîn ™ke‹noi ™rrayJd»kasin,
Moiras han cantado aquellos poetas. ¿Es
¥fukta enai ÐpÒsa ¨n aátai
™pin»swsin geinomšnJ ˜k£stJ; inevitable todo cuanto éstas hilan para cada
persona al nacer? 2

1
Es el mismo personaje, prototipo del filósofo cínico, que aparece en La travesía o El tirano.
2
Cf. nota 6 a La travesía o El tirano. Para referencias literarias, cf. HOMERO, Ilíada XX 127; HESÍODO, Teogonía
218, 904.
ZEUS

Kaˆ p£nu ¢lhqÁ taàta· oÙdn g£r ZEUS. — Ello es rigurosamente cierto: nada
™stin Ó ti m¾ aƒ Mo‹rai diat£ttousin, hay que las Moiras no hayan dispuesto;
¢ll¦ p£nta ÐpÒsa g…netai, ØpÕ tù antes bien, al estar todo cuanto ocurre
toÚtwn ¢tr£ktJ strefÒmena eÙqÝj ™x dirigido por su huso, cada evento desde su
¢rcÁj ›kaston ™pikeklwsmšnhn œcei t¾n
origen remoto tiene hilada su resolución, y
¢pÒbasin, kaˆ oÙ qšmij ¥llwj genšsqai.
no es lícito que ocurra de otro modo.

KUNISKOS

2 OÙkoàn ÐpÒtan Ð aÙtÕj “Omhroj ™n 2 CINISCO. — Entonces, cuando el propio


˜tšrJ mšrei tÁj poi»sewj lšgV, Homero dice en otro pasaje de su obra:

m¾ kaˆ Øpr mo‹ran dÒmon ”Aϊdoj no sea que, a pesar de tu Moira, llegues a la
mansión del Hades. 3
kaˆ t¦ toiaàta, lhre‹n dhlad¾ f»somen
tÒte aÙtÒn; o cosas por el estilo, debemos entender sin
duda que habla absurdamente.

ZEUS

Kaˆ m£la· oÙdn g¦r oÛtw gšnoit' ¨n ZEUS. — Así es. Nada podría ocurrir ni
œxw toà nÒmou tîn Moirîn, oÙd Øpr tÕ fuera de la ley de las Moiras ni a pesar del
l…non. oƒ poihtaˆ d ÐpÒsa mn ¨n ™k tîn hilo. En lo tocante a los poetas, cuando
Mousîn katecÒmenoi °dwsin, ¢lhqÁ cantan inspirados por las Musas es cierto;
taàt£ ™stin· ÐpÒtan d ¢fîsin aÙtoÝj
mas, cuando los abandonan las diosas y
aƒ qeaˆ kaˆ kaq' aØtoÝj poiîsi, tÒte d¾
kaˆ sf£llontai kaˆ Øpenant…a to‹j componen por sí mismos, entonces se
prÒteron diex…asi· kaˆ suggnèmh, e„ equivocan y contradicen con lo anterior. 4
¥nqrwpoi Ôntej ¢gnooàsi t¢lhqšj, Merecen, no obstante, el perdón por ser
¢pelqÒntoj ™ke…nou Ö tšwj parÕn hombres y desconocer la verdad en cuanto
™rrayódei di' aÙtîn. desaparece aquel numen que, mientras se
hallaba presente, cantaba por sus bocas.

KUNISKOS

'All¦ toàto mn oÛtw f»somen. œti d CINISCO. — Bien, aceptémoslo.


k¢ke‹nÒ moi ¢pÒkrinai· oÙ tre‹j aƒ Respóndeme también a esta pregunta. ¿No
Mo‹ra… e„si, Klwqë kaˆ L£cesij, omai, son tres las Moiras —Cloto, Láquesis, creo, y
kaˆ ”Atropoj; Átropo?

ZEUS

P£nu mn oân. ZEUS. — En efecto.

3
Ilíada XX 336.
4
Cf. PLATÓN, Ión 533e.
KUNISKOS

3 `H Eƒmarmšnh to…nun kaˆ ¹ TÚch– 3 CINISCO. — Entonces ¿qué ocurre con el


poluqrÚlhtoi g¦r p£nu kaˆ aátai–t…nej Destino y Tique? 5 Se ha hablado mucho
pÒt' e„sˆn À t… dÚnatai aÙtîn ˜katšra; también de ellos. ¿Qué son y qué poderes
pÒteron t¦ ‡sa ta‹j Mo…raij ½ ti kaˆ tiene cada cual? ¿Son iguales a las Moiras o
Øpr ™ke…naj; ¢koÚw goàn ¡p£ntwn
superiores en algo a ellas? Pues oigo decir a
legÒntwn, mhdn enai TÚchj kaˆ
Eƒmarmšnhj dunatèteron. todo el mundo que nada hay más poderoso
que Tique y el Destino.

ZEUS

OÙ qšmij ¤pant£ se e„dšnai, ð ZEUS. — No te es dado saberlo todo,


Kun…ske· t…noj d' oân ›neka ºrèthsaj tÕ Cinisco. Pero ¿por qué me has preguntado lo
perˆ tîn Moirîn; de las Moiras?

KUNISKOS

4 –Hn prÒterÒn moi, ð Zeà, k¢ke‹no 4 CINISCO. — Dime primero, Zeus, si


e‡pVj, e„ kaˆ Ømîn aátai ¥rcousi kaˆ también ellas mandan sobre vosotros y
¢n£gkh Øm‹n ºrtÁsqai ¢pÕ toà l…nou estáis necesariamente en dependencia de su
aÙtîn. hilo.

ZEUS

'An£gkh, ð Kun…ske. t… d' oân ZEUS. — Así es necesariamente, Cinisco.


™meid…asaj; Mas ¿por qué has sonreído?

KUNISKOS

'Anemn»sqhn ™ke…nwn tîn `Om»rou CINISCO. — He recordado aquellos versos


™pîn, ™n oŒj pepo…hsai aÙtù ™n tÍ de Homero en los que te describe perorando
™kklhs…v tîn qeîn dhmhgorîn, ÐpÒte en la asamblea de los dioses, cuando los
ºpe…leij aÙto‹j æj ¢pÕ seir©j tinoj amenazabas con suspender de una cadena
crusÁj ¢narthsÒmenoj t¦ p£nta· œfhsqa
de oro todo cuando existe. Decías tú que
g¦r aÙtÕj mn t¾n seir¦n kaq»sein ™x
oÙranoà, toÝj qeoÝj d ¤ma p£ntaj, e„ dejarías descender la cadena desde el
boÚlointo, ™kkremamšnouj katasp©n firmamento, y que todos los dioses juntos, si
bi£sesqai, oÙ m¾n katasp£sein ge, sÝ quisieran, podrían colgarse de ella y tratar
dš, ÐpÒtan ™qel»sVj, ·vd…wj ¤pantaj de arrastrarte, mas no lo conseguirían jamás;
mientras que tú, siempre que lo desearas,
fácilmente podrías

aÙtÍ ken ga…V ™rÚsai aÙtÍ te con la propia tierra alzarlos, y con el mar 6

5
Griego Týche (Fortuna). Esta diosa, personificación del azar y de la suerte, fue venerada en la época helenística como
protectora del Estado.
6
Ilíada VIII 24.
qal£ssV.

tÒte mn oân qaum£sioj ™dÒkeij moi t¾n Entonces tu poder me parecía maravilloso, y
b…an kaˆ Øpšfritton metaxÝ ¢koÚwn tîn me estremecía mientras escuchaba esos
™pîn· nàn d aÙtÒn se ½dh Ðrî met¦ tÁj versos; pero ahora te veo, con tu cadena y
seir©j kaˆ tîn ¢peilîn ¢pÕ leptoà tus amenazas, pendiente, como dices, de un
n»matoj, æj f»j, krem£menon. doke‹ goàn
tenue hilo. A mi parecer al menos, Cloto
moi dikaiÒteron ¨n ¹ Klwqë
megalauc»sasqai, æj kaˆ s aÙtÕn podría envanecerse con mayor motivo, dado
¢n£spaston a„wroàsa ™k toà ¢tr£ktou que te sostiene pendiente de su huso como
kaq£per oƒ ¡lie‹j ™k toà kal£mou t¦ los pescadores sostienen a los peces de su
„cqÚdia. caña.

ZEUS

5 OÙk od' Ó ti soi tautˆ boÚletai t¦ 5 ZEUS. — No sé qué pretendes con esas
™rwt»mata. preguntas.

KUNISKOS

'Eke‹no, ð Zeà· kaˆ prÕj tîn Moirîn CINISCO. — Esto, Zeus. Y, por las Moiras y
kaˆ tÁj Eƒmarmšnhj m¾ tracšwj mhd el Destino, no me escuches exasperado ni te
prÕj Ñrg¾n ¢koÚsVj mou t¢lhqÁ met¦ encolerices conmigo por decirte la verdad
parrhs…aj lšgontoj. e„ g¦r oÛtwj œcei con franqueza. Si ello es así, si las Moiras lo
taàta kaˆ p£ntwn aƒ Mo‹rai kratoàsi
dominan todo y nadie podría cambiar nada
kaˆ oÙdn ¨n Øp' oÙdenÕj œti ¢llage…h
tîn ¤pax dox£ntwn aÙta‹j, t…noj ›neka de cuanto ellas una vez decidieron, ¿por qué
Øm‹n oƒ ¥nqrwpoi qÚomen kaˆ ˜katÒmbaj razón los hombres os hacemos sacrificios y
pros£gomen eÙcÒmenoi genšsqai ¹m‹n consagramos hecatombes, invocando que
par' Ømîn t¢gaq£; oÙc Ðrî g¦r Ó ti ¨n nos alcancen los beneficios de vuestra mano?
¢polaÚsaimen tÁj ™pimele…aj taÚthj, e„ No veo, en realidad, qué beneficio podemos
m»te tîn faÚlwn ¢potrop¦j eØršsqai obtener de esa práctica, si nosotros no
dunatÕn ¹m‹n ™k tîn eÙcîn m»te ¢gaqoà podemos lograr librarnos de los males
tinoj qeosdÒtou ™pituce‹n. mediante las plegarias ni alcanzar bien
alguno de los dioses. 7

ZEUS

6 Oda Óqen soi t¦ komy¦ taàta 6 ZEUS. — Sé de dónde proceden tus


™rwt»mat£ ™stin, par¦ tîn katar£twn ingeniosas preguntas: de los malditos
sofistîn, o‰ mhd pronoe‹n ¹m©j tîn sofistas, quienes afirman que nosotros no
¢nqrèpwn fas…n· ™ke‹noi goàn t¦ ejercemos nuestra providencia sobre los
toiaàta ™rwtîsin Øp' ¢sebe…aj,
hombres. Ellos, ciertamente, formulan tales
¢potršpontej kaˆ toÝj ¥llouj qÚein kaˆ
eÜcesqai æj e„ka‹on Ôn· preguntas por impiedad, intentando apartar
también a los demás de los sacrificios y
plegarias, como si fueran práctica vulgar;

7
Cf. acerca de esta idea, insistente en LUCIANO, Zeus trágico 4, Icaromenipo 32, Timón 4, etc.
¹m©j g¦r oÜt' ™pimele‹sqai tîn pues dicen que nosotros no nos
prattomšnwn par' Øm‹n oÜq' Ólwj ti preocupamos de vuestros problemas, ni
dÚnasqai prÕj t¦ ™n tÍ gÍ pr£gmata. siquiera tenemos poder alguno sobre los
pl¾n oÙ cair»sous… ge t¦ toiaàta asuntos de la tierra. Pero no van a pasarlo
diexiÒntej.
bien de hablar en ese tono.

KUNISKOS

OÙ m¦ tÕn tÁj Klwqoàj ¥trakton, ð CINISCO. — No. Te juro por el huso de


Zeà, oÙc Øp' ™ke…nwn ¢napeisqeˆj taàt£ Cloto, Zeus, que ellos no me han persuadido
se ºrèthsa, Ð d lÒgoj aÙtÕj oÙk od' a hacerte esas preguntas: nuestra
Ópwj ¹m‹n proϊën e„j toàto ¢pšbh, conversación, por sí misma, sin saber cómo,
peritt¦j enai t¦j qus…aj. aâqij d', e„
ha derivado hasta concluir en que los
doke‹, di¦ bracšwn ™r»soma… se, sÝ d m¾
Ñkn»sVj ¢pokr…nasqai, kaˆ Ópwj sacrificios son inútiles. Una vez más, si te
¢sfalšsteron ¢pokrinÍ. parece bien, deseo formularte una breve
pregunta. Tú no vaciles en responder, y
procura hacerlo con la mayor firmeza.

ZEUS

'Erèta, e‡ soi scol¾ t¦ toiaàta lhre‹n. ZEUS. — Pregunta, si te recreas en


semejantes necedades.

KUNISKOS

7 P£nta f¾j ™k tîn Moirîn g…gnesqai; 7 CINISCO. — ¿Afirmas que todo evento
proviene de las Moiras?

ZEUS

Fhmˆ g£r. ZEUS. — Sí, lo afirmo.

KUNISKOS

`Um‹n d dunatÕn ¢ll£ttein taàta CINISCO. — ¿Y vosotros no podéis


kaˆ ¢naklèqein; cambiarlo y deshacer la madeja?

ZEUS

OÙdamîj. ZEUS. — No, en modo alguno.

KUNISKOS

BoÚlei oân ™pag£gw kaˆ tÕ met¦ CINISCO. — ¿Quieres, pues, que extraiga las
toàto, À dÁlon, k¨n m¾ e‡pw aÙtÒ; consecuencias, o es evidente, aunque no lo
diga de modo expreso?
ZEUS

DÁlon mšn. oƒ dš ge qÚontej oÙ tÁj ZEUS. — Es evidente, en efecto, pero


cre…aj ›neka qÚousin, ¢nt…dosin d» tina quienes sacrifican no lo hacen por el
poioÚmenoi kaˆ ésper çnoÚmenoi t¦ provecho, ofreciendo una compensación y
¢gaq¦ par' ¹mîn, ¢ll¦ timîntej ¥llwj como si compraran los beneficios de nuestra
tÕ bšltion.
parte, sino honrando, sencillamente, a seres
superiores.

KUNISKOS

`IkanÕn kaˆ toàto, e„ kaˆ sÝ f¾j ™pˆ CINISCO. — Basta con eso, si tú mismo
mhdenˆ crhs…mJ g…gnesqai t¦j qus…aj, reconoces que los sacrificios no responden a
eÙgnwmosÚnV dš tini tîn ¢nqrèpwn provecho alguno, sino a la benevolencia de
timèntwn tÕ bšltion. ka…toi e‡ tij tîn los hombres, que honran a los seres
sofistîn ™ke…nwn parÁn, ½reto ¥n se
superiores. Aunque, de hallarse presente
kaq' Ó ti belt…ouj f¾j toÝj qeoÚj, kaˆ
taàta ÐmodoÚlouj tîn ¢nqrèpwn Ôntaj alguno de esos famosos sofistas 8, te
kaˆ ØpÕ ta‹j aÙta‹j despo…naij ta‹j preguntarían en qué fundas la superioridad
Mo…raij tattomšnouj. oÙ g¦r ¢pocr»sei de los dioses, si son compañeros de
aÙto‹j tÕ ¢qan£touj enai, æj di' aÙtÕ esclavitud de los hombres y sometidos a las
¢me…nouj doke‹n· ™peˆ toàtÒ ge makrù mismas soberanas, las Moiras. Pues no
ce‹rÒn ™stin, e‡ge toÝj mn k¨n Ð q£natoj bastará el hecho de que seáis inmortales para
e„j ™leuqer…an ¢fe…leto, Øm‹n d e„j estimar por ello que sois superiores, dado
¥peiron ™kp…ptei tÕ pr©gma kaˆ ¢dioj ¹ que es una gran desventaja, si consideramos
doule…a g…netai ØpÕ makrù tù l…nJ
que la muerte rescata a los hombres para la
strefomšnh.
libertad, mientras para vosotros la situación
se prolonga hasta el infinito y la esclavitud
es eterna, dirigida por un largo hilo 9.

ZEUS

8 'All', ð Kun…ske, tÕ ¢dion toàto kaˆ 8 ZEUS. — Sin embargo, Cinisco, esa
¥peiron eÜdaimon ¹m‹n ™sti kaˆ ™n eternidad e infinito son dichosos para
¤pasin ¢gaqo‹j ¹me‹j bioàmen. nosotros, y vivimos rodeados de todos los
bienes.

KUNISKOS

OÙc ¤pantej, ð Zeà, ¢ll¦ dièristai CINISCO. — No todos, Zeus: también entre
kaˆ par' Øm‹n tÕ pr©gma kaˆ poll¾ vosotros hay distintas situaciones y se da
tarac¾ œnesti· sÝ mn g¦r eÙda…mwn, una gran confusión. Tú, por ejemplo, eres
basileÝj g£r, kaˆ dÚnasai ¢nasp©n t¾n dichoso como rey, y puedes elevar de un

8
Los sofistas y filósofos epicúreos son, para Luciano (Cf. nota anterior), los principales responsables de la
desmitificación religiosa y ataque frontal a las creencias tradicionales. En cambio, los estoicos defendían la idea de la
providencia divina (gr. Prónoia); cf. Zeus trágico, passim.
9
Tópico frecuente; cf. PS. LONGINO, De lo sublime IX 7: PLINIO, Historia natural II 27.
gÁn kaˆ t¾n q£lassan ésper ƒmoni¦n tirón la tierra y el mar, cual si manejaras la
kaqe…j· Ð d “Hfaistoj cwlÒj ™sti, cuerda de un pozo, mientras Hefesto es cojo,
banausÒj tij kaˆ pur…thj t¾n tšcnhn· Ð y un simple obrero que trabaja en la fragua.
PromhqeÝj d kaˆ ¢neskolop…sqh potš. En cuanto a Prometeo, fue crucificado
tÕn g¦r patšra sou t… ¨n lšgoimi,
tiempo atrás 10. ¿Y qué decir de tu propio
ped»thn œti ™n tù Tart£rJ Ônta; kaˆ
™r©n d Øm©j fasi kaˆ titrèskesqai kaˆ padre 11, aún con grilletes en el Tártaro?
douleÚein ™n…ote par¦ to‹j ¢nqrèpoij, Dicen también de vosotros que os
ésper ¢mšlei kaˆ tÕn sÕn ¢delfÕn par¦ enamoráis 12, que sois heridos 13, y algunas
Laomšdonti kaˆ par' 'Adm»tJ tÕn veces hasta sufrís esclavitud en las moradas
'ApÒllw. taàta dš moi oÙ p£nu de los hombres, como, por ejemplo, tu
eÙda…mona doke‹, ¢ll' ™o…kasin Ømîn oƒ hermano 14 en la de Laomedonte y Apolo en
mšn tinej eÙtuce‹j te kaˆ eÜmoiroi enai, la de Admeto. Estas circunstancias no me
oƒ d œmpalin· ™î g¦r lšgein, Óti kaˆ parecen muy felices; algunos de vosotros, sin
lVsteÚesqe ésper ¹me‹j kaˆ
duda, gozáis de buena Tique y buena Moira,
perisul©sqe ØpÕ tîn ƒerosÚlwn kaˆ ™k
plousiwt£twn penšstatoi ™n ¢kare‹ mientras que a otros les ocurre lo contrario.
g…gnesqe· polloˆ d kaˆ Omito decir que sois presa de piratas 15 como
katecwneÚqhsan ½dh cruso‹ À ¢rguro‹ nosotros, y sois asaltados por ladrones
Ôntej, oŒj toàto e†marto dhlad». sacrílegos 16, con lo que, de ser los más ricos,
os convertís en los más pobres en un
instante; muchos, incluso, han sido fundidos
siendo de oro o plata; pero ése era su
destino, sin duda.

ZEUS

9 `Or´j; taàt' ½dh Øbristik£, ð Kun…ske, 9 ZEUS. — ¿Ves? Lo que acabas de decir es
f»j· ka… soi t£ca metamel»sei pot ya ofensivo, Cinisco, y tal vez pronto te
aÙtîn. arrepientas de todo ello.

KUNISKOS

Fe…dou, ð Zeà, tîn ¢peilîn, e„dëj CINISCO. — Ahórrate las amenazas, Zeus.
oÙdšn me peisÒmenon Ó ti m¾ kaˆ tÍ Sabes que nada puede ocurrirme que la
Mo…rv prÕ soà œdoxen· ™peˆ oÙd' aÙtoÝj Moira no haya decretado antes que tú, pues
™ke…nouj Ðrî toÝj ƒerosÚlouj ni siquiera en el caso de los propios ladrones
kolazomšnouj, ¢ll' o† ge ple‹stoi
sacrílegos a que me refería veo que éstos
diafeÚgousin Øm©j· oÙ g¦r e†marto,
omai, ¡lînai aÙtoÚj. sufran castigo, sino que la mayoría se os
escapan. No sería su destino, supongo, que
fueran apresados.

10
Cf. el Prometeo lucianesco.
11
Crono destronado por Zeus y reducido a prisión en el Tártaro.
12
Sobre los amores de Zeus, cf. Diálogos de los dioses.
13
Cf. Ilíada V 334 ss.
14
Posidón.
15
Dioniso (Himno homérico VII 38).
16
Lugar común frecuente en LUCIANO; cf., por ejemplo, Timón 4.
ZEUS

OÙk œlegon æj ¥r' ™ke…nwn tij e tîn ZEUS. — ¿No decía que eras uno de esos
¢nairoÚntwn t¾n prÒnoian tù lÒgJ; que intentan suprimir la providencia con su
argumentación?

KUNISKOS

P£nu, ð Zeà, dšdiaj aÙtoÚj, oÙk oda CINISCO. — Mucho los temes, Zeus; no sé
Ótou ›neka· p£nta goàn ÐpÒsa ¨n e‡pw, por qué. Todo cuanto te digo sospechas que
ØpopteÚeij ™ke…nwn paideÚmata enai. proviene de sus enseñanzas.
10 Yo, sin embargo —¿de quién voy a
10 ™gë d–par¦ t…noj g¦r ¨n ¥llou
aprender la verdad sino de ti?—, tendría el
t¢lhqj À par¦ soà m£qoimi; – ¹dšwj d'
¨n kaˆ toàto ™ro…mhn se, t…j ¹ PrÒnoia placer de preguntarte qué es esa
Øm‹n aÛth ™st…, Mo‹r£ tij À kaˆ Øpr Providencia 17 vuestra: ¿una Moira, o una
taÚtaj qeÕj ésper, ¥rcousa kaˆ aÙtîn diosa superior a éstas, sobre las que extiende
™ke…nwn; su mando?

ZEUS

”Hdh soi kaˆ prÒteron œfhn oÙ ZEUS. — Ya te advertí al comienzo que no te


qemitÕn enai p£nta se e„dšnai. sÝ d' ›n es lícito saberlo todo. Tú dijiste de entrada
ti ™n ¢rcÍ ™rwt»sein f»saj oÙ paÚV que querías formular una sola pregunta, y
tosaàta prÒj me leptologoÚmenoj· kaˆ no cesas de atacarme con tus sutilezas
Ðrî Óti soi tÕ kef£laiÒn ™sti toà lÒgou
lógicas; ya veo que el punto capital de tu
™pide‹xai oÙdenÕj ¹m©j pronooàntaj tîn
¢nqrwp…nwn. conversación es demostrar que nosotros no
somos providentes en los problemas
humanos.

KUNISKOS

OÙk ™mÕn toàto, ¢ll¦ sÝ mikrÕn CINISCO. — No es mío este aserto: tú


œmprosqen œfhsqa t¦j Mo…raj enai t¦j mismo, hace un instante, decías que las
¤panta ™piteloÚsaj· e„ m¾ metamšlei Moiras son quienes todo lo realizan; a no ser
soi ™ke…nwn kaˆ ¢nat…qesai aâqij t¦ que te arrepientas de ello, te retractes de lo
e„rhmšna kaˆ ¢mfisbhte‹te tÁj
dicho, y reclaméis el cuidado del mundo,
™pimele…aj parws£menoi t¾n Eƒmarmšnhn;
desplazando al Destino.

ZEUS

11 OÙdamîj, ¢ll' ¹ Mo‹ra di' ¹mîn 11 ZEUS. — De ningún modo. Es la Moira


›kasta ™pitele‹. quien, con nuestro concurso, realiza todo.

17
Cf. nota 8.
KUNISKOS

Manq£nw· Øphrštai kaˆ di£kono… CINISCO. — Comprendo. Afirmáis ser


tinej tîn Moirîn ena… fate. pl¾n ¢ll¦ auxiliares y siervos de las Moiras. En este
kaˆ oÛtwj ™ke‹nai ¨n een aƒ pronooàsai, supuesto, ellas serían las providentes, y
Øme‹j d ésper skeÚh tin¦ kaˆ ™rgale‹£ vosotros algo así como sus instrumentos y
™ste aÙtîn.
herramientas.

ZEUS

Pîj lšgeij; ZEUS. — ¿Qué quieres decir?

KUNISKOS

“Wsper, omai, kaˆ tÕ skšparnon tù CINISCO. — Sois lo mismo, creo, que la


tšktoni kaˆ tÕ trÚpanon sunerge‹ mšn ti azuela y el taladro para el carpintero, que le
prÕj t¾n tšcnhn, oÙdeˆj d' ¨n e‡poi æj ayudan algo en su trabajo, mas nadie osaría
taàta Ð tecn…thj ™st…n, oÙd' ¹ naàj œrgon decir que ellos son el artesano, ni que la nave
toà skep£rnou À toà trup£nou, ¢ll¦ toà
es obra de la azuela o del taladro, sino de su
nauphgoà· ¢n£logon to…nun ¹ mn
nauphgoumšnh ›kasta ¹ Eƒmarmšnh ™st…n, constructor. De modo análogo, el Destino es
Øme‹j dš, e‡per ¥ra, trÚpana kaˆ el constructor de todos los acontecimientos,
skšparn£ ™ste tîn Moirîn· ka…, æj y vosotros a lo sumo sois taladros y azuelas
œoiken, oƒ ¥nqrwpoi dšon tÍ EƒmarmšnV de las Moiras; a mi parecer, deberían los
qÚein kaˆ par' ™ke…nhj a„te‹n t¢gaq£, oƒ hombres sacrificar al Destino y pedirle los
d' ™f' Øm©j ‡asi prosÒdoij kaˆ qus…aij beneficios; y, en cambio, acuden a vosotros,
gera…rontej· À oÙd t¾n Eƒmarmšnhn honrándoos con procesiones y sacrificios. O
timîntej e„j dšon ¨n aÙtÕ œpratton· oÙ tal vez tampoco actuarían debidamente al
g¦r omai dunatÕn enai oÙd aÙta‹j œti
honrar al Destino, pues no creo que sea
ta‹j Mo…raij ¢ll£xai ti kaˆ metatršyai
tîn ™x ¢rcÁj dox£ntwn perˆ ˜k£stou· ¹ posible, ni siquiera para las propias Moiras,
goàn ”Atropoj oÙk ¢n£scoit' ¥n, e‡ tij cambiar y rectificar algo de cuanto en un
e„j tÕ ™nant…on stršyeie tÕn ¥trakton principio han decretado para cada uno. Sin
¢nalÚwn tÁj Klwqoàj tÕ œrgon. duda, Átropo no toleraría que alguien girase
al revés el huso, deshaciendo la obra de
Cloto 18.

ZEUS

12 SÝ d' ½dh, ð Kun…ske, oÙd t¦j 12 ZEUS. — ¿Entonces tú estimas que ni


Mo…raj tim©sqai prÕj tîn ¢nqrèpwn siquiera las Moiras deben ser honradas por
¢xio‹j; ¢ll' œoikaj ¤panta sugce‹n los hombres? Me parece que has decidido
proaire‹sqai. ¹me‹j d e„ kaˆ mhdenÕj demolerlo todo. En cuanto a nosotros,
¥llou ›neka, toà ge manteÚesqai kaˆ
aunque no fuera por ningún otro motivo,
promhnÚein ›kasta tîn ØpÕ tÁj Mo…raj
kekurwmšnwn dika…wj timómeq' ¥n. sólo por profetizar y predecir cuanto las
Moiras han sancionado, mereceríamos en

18
Átropo significa etimológicamente «inmutable».
justicia los honores.

KUNISKOS

TÕ mn Ólon, ¥crhston, ð Zeà, CINISCO. — En definitiva es inútil, Zeus,


proeidšnai t¦ mšllonta oŒj ge tÕ que conozcan el porvenir unos seres
ful£xasqai aÙt¦ pantelîj ¢dÚnaton· e„ totalmente incapacitados para guardarse de
m¾ ¥ra toàto f»j, æj Ð promaqën Óti Øp' éste, a no ser que me asegures al respecto
a„cmÁj sidhr©j teqn»xetai dÚnait' ¨n
que quien sabe de antemano que va a morir
™kfuge‹n tÕn q£naton kaqe…rxaj ˜autÒn;
¢ll' ¢dÚnaton· ™x£xei g¦r aÙtÕn ¹ a punta de arma de acero puede escapar de
Mo‹ra kunhget»sonta kaˆ paradèsei tÍ la muerte ocultándose. Pero es imposible,
a„cmÍ· kaˆ Ð ”Adrastoj ™pˆ tÕn sàn pues le hará salir la Moira a cazar y lo
¢feˆj t¾n lÒgchn ™ke…nou mn entregará a la punta del arma. Cuando
¡mart»setai, foneÚsei d tÕn Kro…sou Adrasto arroje su lanza contra el jabalí,
pa‹da, æj ¨n ¢p' „scur©j ™mbolÁj tîn errará el tiro, y matará al hijo de Creso, cual
Moirîn feromšnou toà ¢kont…ou ™pˆ tÕn si la jabalina hubiese sido guiada por fuerte
nean…skon. tÕ mn g¦r toà impulso de las Moiras contra el joven19.

13 Laou kaˆ gelo‹on, tÒ· 13 Por eso el oráculo de Layo es ciertamente


ridículo:

m¾ spe‹re tšknwn ¥loka daimÒnwn b…v· No fecundes el surco de la vida a despecho de


e„ g¦r teknèseij (fhsˆ) pa‹d', los dioses:
¢poktene‹ s' Ð fÚj. si un hijo engendras —dice—, esa prole ha
de matarte 20

peritt¾ g£r, omai, ¹ para…nesij prÕj t¦ Era ociosa, creo, la advertencia frente a lo
p£ntwj oÛtw genhsÒmena. toig£rtoi met¦ que así iba, de todos modos, a ocurrir. Por
tÕn crhsmÕn kaˆ œspeiren kaˆ Ð fÝj consiguiente, tras el oráculo, fecundó y su
¢pškteinen aÙtÒn. éste oÙc Ðrî ¢nq' prole le dio muerte; de ahí que no vea en
Ótou ¢paite‹te tÕn misqÕn ™pˆ tÍ
virtud de qué reclamáis vuestra recompensa
mantikÍ.
14 ™î g¦r lšgein æj lox¦ kaˆ por la profecía.
™pamfoter…zonta to‹j pollo‹j cr©n 14 Y omito decir que acostumbráis a dar
e„èqate, oÙ p£nu ¢posafoàntej e„ Ð tÕn respuestas equívocas y ambiguas a la
“Alun diab¦j t¾n aØtoà ¢rc¾n mayoría de la gente, sin aclarar bien si quien
katalÚsei À t¾n toà KÚrou· ¥mfw g¦r cruce el Halis destruirá su propio imperio o
dÚnatai Ð crhsmÒj. el de Ciro, que en ambos sentidos puede
entenderse el oráculo 21.

19
Véase el relato en HERÓDOTO, I 34 ss.
20
EURÍPIDES, Fenicias 18 s.
21
Cf. la crítica de Momo a los oráculos ambiguos en Zeus trágico 30 ss.
ZEUS
’Hn tij, ð Kun…ske, tù 'ApÒllwni ZEUS. — ¡Cinisco! Apolo tenía un motivo de
ÑrgÁj a„t…a kat¦ toà Kro…sou, diÒti enojo contra Creso, porque éste le probó al
™peir©to ™ke‹noj aÙtoà ¥rneia krša kaˆ hervir juntas carnes de cordero y tortuga22.
celènhn ™j tÕ aÙtÕ ›ywn.

KUNISKOS

'EcrÁn mn mhd Ñrg…zesqai qeÕn CINISCO. — No debería haberse enojado,


Ônta· pl¾n ¢ll¦ kaˆ tÕ ™xapathqÁnai tù siendo dios. No obstante, estaba
Ludù ™pšprwto, omai, kaˆ Ólwj tÕ m¾ predeterminado que el lidio cayera en el
safîj ¢koàsai t¦ mšllonta ¹ engaño, creo, y en todo caso la
Eƒmarmšnh ™pšklwsen· éste kaˆ ¹
incertidumbre en la información sobre el
mantik¾ Ømîn ™ke…nhj mšroj ™st…n.
futuro urdióla el Destino; en definitiva,
vuestra ciencia profética forma parte de
aquél.

ZEUS

15 `Hm‹n d oÙdn ¢pole…peij, ¢ll¦ m£thn 15 ZEUS. — ¿Para nosotros no dejas nada?
qeo… ™smen, oÜte prÒnoi£n tina ¿En vano somos dioses, sin aportar
e„sferÒmenoi e„j t¦ pr£gmata oÜte tîn providencia alguna a los acontecimientos, ni
qusiîn ¥xioi kaq£per trÚpana æj ser dignos de los sacrificios, como auténticos
¢lhqîj À skšparna; ka… moi doke‹j
taladros o azuelas? Aunque creo que me
e„kÒtwj mou katafrone‹n, Óti keraunÒn,
æj Ðr´j, dihgkulhmšnoj ¢nšcoma… se desprecias con razón, porque teniendo un
tosaàta kaq' ¹mîn diexiÒnta. rayo, como ves, entrelazado en mi mano
soporto que digas tantos despropósitos
contra mí.

KUNISKOS

B£lle, ð Zeà, e‡ moi kaˆ keraunù CINISCO. — Arrójalo, Zeus, si es mi destino


plhgÁnai e†martai, kaˆ s oÙdn que caiga abatido por un rayo, y no te
a„ti£somai tÁj plhgÁj, ¢ll¦ t¾n Klwqë culparé a ti por el golpe, sino a Cloto, que
t¾n di¦ soà titrèskousan· oÙd g¦r tÕn por tu mano me hiere; ni siquiera diría que
keraunÕn aÙtÕn fa…hn ¨n a‡tion moi
el rayo mismo era la causa de mi herida.
genšsqai toà traÚmatoj. pl¾n ™ke‹nÒ ge
Øm©j ™r»somai kaˆ s kaˆ t¾n Pero hay otra pregunta que deseo haceros, a
Eƒmarmšnhn· sÝ dš moi kaˆ Øpr ™ke…nhj ti y al Destino; respóndeme tú en su nombre
¢pÒkrinai· ¢nšmnhsaj g£r me ¢peil»saj. (me lo has recordado al amenazarme).
16 t… d»pote toÝj ƒerosÚlouj kaˆ lVst¦j 16 ¿Por qué razón, mientras dejáis en paz a
¢fšntej kaˆ tosoÚtouj Øbrist¦j kaˆ los ladrones sacrílegos, a los piratas, y a
bia…ouj kaˆ ™piÒrkouj dràn tina tantos insolentes, violentos y perjuros,
poll£kij keraunoàte À l…qon À neëj fulmináis con frecuencia una encina, una

22
HERÓDOTO, I 46 ss.
ƒstÕn oÙdn ¢dikoÚshj, ™n…ote d crhstÒn piedra o el mástil de una nave, que nada
tina kaˆ Ósion ÐdoipÒron; t… siwp´j, ð malo ha hecho, y en ocasiones a un honrado
Zeà; À oÙd toàtÒ me qšmij e„dšnai; y devoto caminante? 23. ¿Por qué callas,
Zeus? ¿Acaso tampoco esto me es lícito
saberlo?

ZEUS

OÙ g£r, ð Kun…ske. sÝ d ZEUS. — No, Cinisco. Tú eres un intrigante,


polupr£gmwn tij e kaˆ oÙk od' Óqen y no sé de dónde me has venido con toda
taàta ¼keij moi sumpeforhkèj. esta monserga.

KUNISKOS

OÙkoàn mhd ™ke‹no Øm©j œrwmai, sš CINISCO. — Entonces no voy a preguntaros


te kaˆ t¾n PrÒnoian kaˆ t¾n Eƒmarmšnhn, a ti, a la Providencia y al Destino por qué
t… d»pote Fwk…wn mn Ð crhstÕj ™n motivo el honrado Foción y —antes que él—
tosaÚtV pen…v kaˆ sp£nei tîn Arístides murieron en tan lamentable
¢nagka…wn ¢pšqane kaˆ 'Ariste…dhj prÕ
pobreza y miseria, mientras Calias y
aÙtoà, Kall…aj d kaˆ 'Alkibi£dhj,
¢kÒlasta meir£kia, ØpereploÚtoun kaˆ Alcibíades, jóvenes libertinos, nadaban en
Meid…aj Ð Øbrist¾j kaˆ C£roy Ð riquezas, al igual que Midias el insolente y
A„gin»thj, k…naidoj ¥nqrwpoj, t¾n Cárope de Egina, el depravado, que mató a
mhtšra limù ¢pektonèj, kaˆ p£lin su madre de hambre; asimismo, ¿por qué
Swkr£thj mn paredÒqh to‹j ›ndeka, Sócrates fue entregado a los Once y no lo fue
Mšlhtoj d oÙ paredÒqh, kaˆ Meleto? ¿Y por qué fue rey Sardanápalo
Sardan£palloj mn ™bas…leue qÁluj ên, pese a ser un afeminado, mientras Goges 24,
Gèchj d ¢n¾r ™n£retoj ¢neskolop…sqh un hombre de bien, fue crucificado por aquél
prÕj aÙtoà, diÒti m¾ ºršsketo to‹j
porque no se adaptó a las circunstancias?
gignomšnoij·
17 †na Øm‹n m¾ t¦ nàn lšgw kaq' ›kaston 17 Tampoco voy a referiros la situación
™pexièn, toÝj mn ponhroÝj actual en detalle: los inicuos y egoístas
eÙdaimonoàntaj kaˆ toÝj pleonšktaj, prosperan, mientras los hombres de bien son
¢gomšnouj d kaˆ feromšnouj toÝj arrastrados y zarandeados, oprimidos en
crhstoÝj ™n pen…v kaˆ nÒsoij kaˆ mur…oij medio de la pobreza, la enfermedad y otros
kako‹j piezomšnouj. males sin número.

ZEUS

OÙ g¦r osqa, ð Kun…ske, ¹l…kaj ZEUS. — ¿Acaso ignoras, Cinisco, cuántos


met¦ tÕn b…on oƒ ponhroˆ t¦j kol£seij castigos aguardan a los inicuos tras esta
Øpomšnousin, À ™n ÓsV oƒ crhstoˆ vida, y en cuánta felicidad se encuentran los
eÙdaimon…v diatr…bousin; buenos?

KUNISKOS

23
Cf. ARISTÓFANES, Nubes 398 ss.
24
Personaje desconocido.
“Aidhn moi lšgeij kaˆ TituoÝj kaˆ CINISCO. — Me hablas de Hades y de los
Tant£louj. ™gë dš, e„ mšn ti kaˆ toioàtÒn Ticios y Tántalos. En cuanto a mí, si ello es
™stin, e‡somai tÕ safj ™peid¦n así, ya conoceré la verdad cuando muera,
¢poq£nw· tÕ d nàn œcon ™boulÒmhn tÕn pero en el presente querría vivir feliz el
Ðposonoàn crÒnon toàton eÙdaimÒnwj
tiempo que me quede, aunque dieciséis
diabioÝj ØpÕ ˜kka…deka gupîn ke…resqai
tÕ Âpar ¢poqanèn, ¢ll¦ m¾ ™ntaàqa buitres me royeran el hígado tras mi muerte,
diy»saj ésper Ð T£ntaloj ™n Mak£rwn pero no pasar sed como Tántalo aquí y luego
n»soij p…nein met¦ tîn ¹rèwn ™n tù beber en las Islas de los Dichosos con los
'Hlus…J leimîni katake…menoj. héroes, reclinado en el Prado Elisio.

ZEUS

18 T… f»j; ¢piste‹j ena… tinaj kol£seij 18 ZEUS. — ¿Qué dices? ¿Dudas de que
kaˆ tim£j, kaˆ dikast»rion œnqa d¾ haya castigos y recompensas, y un tribunal
™xet£zetai Ð ˜k£stou b…oj; en que se examina la vida de cada uno?

KUNISKOS

'AkoÚw tin¦ M…nw KrÁta dik£zein CINISCO. — Oigo referir que un tal Minos,
k£tw t¦ toiaàta· ka… moi ¢pÒkrina… ti un cretense, juzga allí abajo tales cuestiones.
kaˆ Øpr ™ke…nou· sÕj g¦r uƒÕj enai Respóndeme, por cierto, a alguna cuestión
lšgetai. acerca de él. Dícese que es hijo tuyo.

ZEUS

T… d k¢ke‹non ™rwt´j, ð Kun…ske; ZEUS. — ¿Qué tienes que preguntarle,


Cinisco?

KUNISKOS

T…naj kol£zei m£lista; CINISCO. — ¿A quiénes castiga con mayor


frecuencia?

ZEUS

ToÝj ponhroÝj dhlad», oŒon ZEUS. — A los inicuos evidentemente, tales


¢ndrofÒnouj kaˆ ƒerosÚlouj. como asesinos y ladrones sacrílegos.

KUNISKOS

T…naj d par¦ toÝj ¼rwaj ¢popšmpei; CINISCO. — ¿Y a quiénes envía junto a los
héroes?

ZEUS

ToÝj ¢gaqoÚj te kaˆ Ðs…ouj kaˆ kat' ZEUS. — A los buenos y piadosos y a
¢ret¾n bebiwkÒtaj. quienes han vivido según la virtud.
KUNISKOS

T…noj ›neka, ð Zeà; CINISCO. — ¿Por qué motivo, Zeus?

ZEUS

DiÒti oƒ mn timÁj, oƒ d kol£sewj ZEUS. — Porque éstos son dignos de


¥xioi. premio, y aquéllos de castigo.

KUNISKOS

E„ dš tij ¢koÚsiÒn ti deinÕn CINISCO. — Y, si un hombre comete


™rg£saito, kol£zesqai kaˆ toàton involuntariamente un crimen espantoso,
dikaio‹; ¿considera justo castigarlo?

ZEUS

OÙdamîj. ZEUS. — De ninguna manera.

KUNISKOS

OÙd' ¥ra e‡ tij ¥kwn ti ¢gaqÕn CINISCO. — De igual suerte, si alguien


œdrasen, oÙd toàton tim©n ¢xièseien ¥n; realizara sin pretenderlo una buena acción,
tampoco estimaría procedente
recompensarlo.

ZEUS

OÙ g¦r oân. ZEUS. — No, por supuesto.

KUNISKOS

OÙdšna to…nun, ð Zeà, oÜte tim©n CINISCO. — En tal caso, Zeus, no debe ni
oÜte kol£zein aÙtù pros»kei. premiar ni castigar a nadie.

ZEUS

Pîj oÙdšna; ZEUS. — ¿Cómo a nadie?

KUNISKOS

“Oti oÙdn ˜kÒntej oƒ ¥nqrwpoi CINISCO. — Porque los hombres no


poioàmen, ¢ll£ tini ¢n£gkV ¢fÚktJ hacemos nada voluntariamente, sino a
kekeleusmšnoi, e‡ ge ¢lhqÁ ™ke‹n£ ™sti instancias de una necesidad inevitable, si es
t¦ œmprosqen æmologhmšna, æj ¹ Mo‹ra cierto aquello que en un principio aceptaste,
p£ntwn a„t…a· kaˆ Àn foneÚsV tij, ™ke…nh
que la Moira es causa de todo. Si un hombre
™stˆn ¹ foneÚsasa, kaˆ Àn ƒerosulÍ,
prostetagmšnon aÙtÕ dr´. éste e‡ ge t¦ mata, ella es la asesina; y, si roba un templo,
d…kaia Ð M…nwj dik£zein mšlloi, t¾n cumple con lo mandado. En consecuencia, si
Eƒmarmšnhn ¢ntˆ toà SisÚfou kol£setai Minos sentenciara justamente, castigaría al
kaˆ t¾n Mo‹ran ¢ntˆ toà Tant£lou. t… Destino, y no a Sísifo; y a la Moira, y no a
g¦r ™ke‹noi ºd…khsan peisqšntej to‹j Tántalo. Pues ¿qué injusticia han cometido
™pit£gmasin;
ésos al cumplir órdenes?

ZEUS

19 OÙkšt' oÙd ¢pokr…nesqa… soi ¥xion 19 ZEUS. — Tampoco mereces una


toiaàta ™rwtînti· qrasÝj g¦r e kaˆ respuesta a semejantes preguntas. Eres un
sofist»j. ka… se ¥peimi ½dh katalipèn. osado y un sofista; y ahora me voy y te
abandono.

KUNISKOS

'EdeÒmhn mn œti kaˆ toàto ™ršsqai, CINISCO. — Me quedaba aún esta pregunta
poà aƒ Mo‹rai diatr…bousin À pîj por hacer: ¿dónde viven las Moiras, y cómo
™fiknoàntai tÍ ™pimele…v tîn tosoÚtwn atienden al cuidado de tantos asuntos tan
™j tÕ leptÒtaton, kaˆ taàta tre‹j oâsai. minuciosamente, pese a ser sólo tres? Me
™p…ponon g£r tina kaˆ oÙk eÜmoirÒn moi
parece que viven una existencia agotadora y
dokoàsi bioàn tÕn b…on tosaàta œcousai
pr£gmata, kaˆ æj œoiken oÙ p£nu oÙd no muy afortunada, al abarcar tantos
aátai ØpÕ crhstÍ EƒmarmšnV acontecimientos; a primera vista, ellas no
™genn»qhsan. ™gë goàn, e‡ moi a†resij nacieron tampoco con muy buen Destino.
doqe…h, oÙk ¨n ¢llaxa…mhn prÕj aÙt¦j Yo, al menos, si se me diera a elegir, no
tÕn ™mautoà b…on, ¢ll' ˜lo…mhn ¨n œti cambiaría mi existencia por la suya; antes
penšsteroj diabiînai ½per kaqÁsqai bien, preferiría vivir aún más pobre a estar
klèqwn ¥trakton tosoÚtwn pragm£twn sentado hilando con un huso cargado de
mestÒn, ™pithrîn ›kasta. e„ d m¾ ·®diÒn tantos acontecimientos, mientras observaba
soi ¢pokr…nasqai prÕj taàta, ð Zeà, kaˆ
cada uno. Si no es fácil para ti responder a
toÚtoij ¢gap»somen oŒj ¢pekr…nw· ƒkan¦
g¦r ™mfan…sai tÕn perˆ tÁj Eƒmarmšnhj estas cuestiones, Zeus, me conformo con las
kaˆ Prono…aj lÒgon· t¦ loip¦ d' ‡swj respuestas que me has dado, suficientes para
oÙc e†marto ¢koàsa… moi. aclarar la teoría del Destino y la Providencia.
Lo demás tal vez no era mi destino
escucharlo.

También podría gustarte