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1:3 Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su
divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia,
En una oportunidad un jovencito cristiano de 15 años, enseñó la importancia de vivir una vida
más allá del nivel de mediocridad, al decir: «No soy yo quien debe seguir al resto de mis
compañeros de escuela, Ellos No conocen a Dios y están a la deriva en su vida, no saben hacia
dónde se dirigen. Ellos deben seguirme a mí. Yo sé a dónde voy y a quién sigo. Entonces, se
darán cuenta que seguir al Señor traerá excelencia a todas las áreas de su vida».....
Estas palabras también deben estar en los labios de los niñ@S Y adolescentes de la iglesia del
Señor...
Dios estableció un modelo de excelencia. Él quería mostrarnos cómo se debe vivir. Nos trajo
vida en abundancia, paz y redención. El propósito era mostrarnos que se puede vivir de otra
manera, una vida distinta: una vida de excelencia.
Tenemos el poder de la Palabra de Dios y la presencia del Espíritu Santo morando en nosotros,
que nos guía, enseña y consuela. Nuestra vida puede ser tan excelente que impacte
positivamente al mundo. Nuestro deseo debería ser que quieran ser como nosotros; y una vez
que saboreen las cosas de Dios, gustarán algo diferente. Y al hacerlo, se darán cuenta que
seguir a Cristo es delicioso, que no hay otra mejor manera de vivir.
La excelencia debería ser un compromiso constante en nuestro camino. Debería atraer a los
demás de la misma manera que las moscas son atraídas a la miel.
El Señor es excelente en todos sus caminos, y todo lo que ha hecho lo hizo con excelencia.
Somos sus representantes en esta tierra y debemos manifestar su excelencia porque somos
portadores de su gloria.
El Salmo 76:4 declara: «Glorioso eres tú, poderoso más que los montes de caza». La palabra
«poderoso» significa «majestuoso, grande, excelente».
Job 36:22 dice: «He aquí que Dios es excelso en su poder. ¿Qué enseñador semejante a él?».
Su gloria está dentro de nosotros. Eso debería influenciar grandemente a las personas que nos
rodean. La gloria de Dios debería afectar positivamente a la familia, los amigos, el gobierno y la
sociedad. El profeta Isaías declara: «Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria
de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las
naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria» (Isaías 60:1).
¿Qué ve nuestra familia en nosotros cuando estamos en el hogar? En el lugar de trabajo, ¿qué
ven nuestros compañeros en nosotros?
Deberían ver la gloria de Dios para que, como dijo Jesucristo: «que vean nuestras buenas obras
y glorifiquen al Padre» (Mt. 5:16).
Nunca nos olvidemos que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, y en todo lugar donde
estemos seremos un templo que llevará al Espíritu Santo (ver 1 Corintios 6:19). Caminamos
sobre esta tierra llevando la presencia del Altísimo Dios.
Como consecuencia de ello, al ver nuestras buenas obras, los hombres glorifican al Padre que
está en los cielos.
Las personas que nos rodean necesitan ver el carácter de Dios en nuestros tratos de negocios,
en la integridad en nuestra vida. Se darán cuenta que hay algo distinto en nosotros, que
pensamos de otra manera, que vivimos y actuamos de otra manera.