Está en la página 1de 3

El argumento ontológico de la prueba de la existencia de Dios se ordena de la siguiente

manera:

(1) Dios tiene todas las perfecciones.


(2) La existencia es una perfección.

(3) Dios existe.

Frege un gran problema en este argumento, este es, el predicar de un concepto la existencia.

Para Frege la existencia es un tipo de cuantificador. Un cuantificador de por sí es aquel que


pertenece a funciones de segundo orden, ¿Qué es una función de segundo orden?
Imaginemos que una función normal es aquella llamada de primer orden, por ejemplo f(x)
= x – 1; esta función no contiene mucha dificultad, se le debe llenar con un número x
cualquiera para obtener un valor determinado. En la conceptografía de Frege sucede algo
similar, una función conceptual de primer orden es aquella que se completa con un objeto,
por ejemplo, El actual presidente de los Estados Unidos es ( ); este concepto se completa
con el nombre Joe Biden, el cual es un objeto, es decir algo que no es función. El concepto
anterior solo da un valor de verdad verdadero si es completado con el nombre Joe Biden.

Una función de segundo orden es aquella que se caracteriza por contener más de una
función en ella, por ejemplo f(g(x)) = 3y + 6; para resolver aquella función deberíamos
tener primeramente el valor de g(x) para luego resolver f(g(x)). En las funciones
conceptuales de segundo orden de Frege también sucede algo similar. Por ejemplo,
tomemos el concepto: ( ) se expande con el calor; para este tipo de concepto sirve cualquier
objeto que entre en el concepto Los metales. Es decir, las funciones de segundo orden son
aquellas que contienen más de un concepto. En el ejemplo anterior podemos ver que el
concepto ( ) se expande con el calor, me entrega un valor de verdad verdadero cuando lo
completo con cualquier objeto que se predique del concepto Los metales (cobre, oro, plata,
etc.).

Ahora bien ¿dónde entran los cuantificadores? El concepto anterior tiene como
cuantificador el cuantificador universal, es decir; todo metal se expande con el calor, o en
notación proposicional: (∀x)(F de x); esto quiere decir que: para todo x, F de x. Es el para
todo el cuantificador universal de la proposición. Aquello quiere decir que para todo metal,
la función se expande con el calor, dará un valor de verdad verdadero.

La existencia, al igual que la universalidad, también es un tipo determinado de


cuantificador (representado por ∃𝑥). Por ejemplo, podemos decir que existe algún x, tal que
G de x, o, en notación proposicional, (∃𝑥)Gx. ¿A qué vamos con todo esto? Como vimos
anteriormente, la existencia, al igual que la universalidad, no pertenecen a los conceptos
(f(x), g(x), etc.), un concepto no puede predicar por sí mismo la existencia, o, en palabras
más simples, no puedo encontrar la existencia de un concepto examinando el concepto en sí
mismo. ¿Cómo es que podemos predicar la existencia de un concepto? encontrando un
objeto que caiga bajo él. por ejemplo, el concepto Los metales tiene al menos una instancia
es verdadera, ya que puedo ver que existen objetos como el oro, o como el bronce, por lo
que sé que Los metales tiene al menos uno o más objetos que caigan bajo él. Con esto
también podemos ver que yo necesito poder realmente afirmar la existencia de este objeto
que caiga bajo un determinado concepto, es decir, yo puedo afirmar que el oro existe
porque efectivamente he comprobado su existencia en la realidad. Tengo que poder
posicionarme sobre el concepto para ver si puedo ver objetos que le den al menos una
instancia.

Otra forma interesante que Frege tiene de definir la existencia es refiriéndola a los números
0, 1 o n +1. Un concepto existe cuando este es distinto de 0.

Ahora bien ¿Qué tiene que ver todo esto con el argumento ontológico a favor de la
existencia de Dios? Muy simple, según todo lo anterior hemos llegado a concluir que la
existencia es un cuantificador de segundo, pero más importante que aquello, hemos visto
que un concepto no puede predicar por sí solo la existencia, es decir, jamás voy a encontrar
la existencia del concepto examinando el concepto mismo, sino que debo encontrar al
menos un objeto que caiga bajo él. El argumento ontológico rompe con esta regla
fundamental, es decir, predica la existencia de un concepto por el concepto mismo. En este
caso es tiene todas las perfecciones. Pero el concepto tiene todas las perfecciones no puede
contener la existencia por sí misma, sino que debe de existir un objeto que caiga bajo ese
concepto para poder afirmar su existencia, pero en este caso jamás podremos comprobar
aquello, por lo que no podemos atribuirle la existencia a algo que no podemos comprobar.
En conclusión, el argumento ontológico utiliza la existencia de manera infundada.

También podría gustarte