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1.

Explica la teoría de la referencia de Strawson, y de qué manera se opone a la de


Russell.
En el artículo Sobre referencia Strawson critica la teoría de Russell expuesta en su artículo
llamado Sobre el denotar. Para entender la teoría de la referencia de Strawson es
importante tener en cuenta los contrastes que frecuentemente este hace con Russell.
Recordemos la propuesta que hace Russell en Sobre el denotar. Russell creía que era
erróneo pensar que las frases denotativas hacían algo más que denotar, es decir, las frases
denotativas en realidad no refieren a nada concreto del mundo, sino que solo toman un
significado cuando se las lee en una expresión verbal completa.
Tomemos como ejemplo la oración: “El actual Rey de Francia es calvo”. Russell diría que
si descomponemos dicha oración (en expresión moderna quedaría de la siguiente manera:
(∃𝑥)(Rx ∧ (∀𝑦)(Ry)(𝑅𝑦 → (𝑦 = 𝑥)) ∧ 𝐶); siendo Rx: El actual Rey de Francia; y Cx: es
calvo), vamos a notar que en realidad “El actual Rey de Francia”, de alguna manera, se
diluye en la proposición completa. Es decir, una vez descompuesta desaparece el factor
nominal y aparece la afirmación cuantificada.
Strawson dice que Russell entiende el análisis de la oración “El actual Rey de Francia es
calvo” como una proposición cuantificada corresponde a un análisis de las condiciones de
verdad de dicha oración. Y dicho análisis cuantificado se toma también como parte del
significado de la oración. Strawson rechaza esta última idea.
La propuesta de Strawson se basa en la distinciones que este hace de las oraciones. Este
enumera tres:
1) Una oración.
2) Un uso de una oración.
3) Una emisión o la proferencia de una oración.
La emisión o proferencia de una oración remite al lugar/tiempo/hora/etc. en la que una
persona emite dicha oración. Por ejemplo, si un sujeto del siglo XVII y un sujeto del siglo
XXI dicen “El actual rey de Francia es calvo” ambas oraciones dichas en sus determinados
tiempos tendrán distinto valor de verdad. Por tanto no es la oración en sí misma la contiene
su verdad o falsedad. Es el modo de uso de una oración lo que determina si es verdadera o
falsa.
Sucede algo similar con las expresiones nominales. Strawson también distingue tres modos
en ellas:
1) Una expresión.
2) El uso de una expresión.
3) La proferencia o emisión de una expresión.
Nuevamente Strawson afirma que la verdad o falsedad de una expresión nominal está en su
uso y no en su proferencia. La expresión “El actual Rey de Francia” puede ser emitida en
distintas circunstancias (tiempo, lugar, etc.), pero aquello no determina su veracidad, sino
que lo que lo hace es la forma en la que se utiliza dicha expresión.
¿Qué quiere decir usar? Strawson, por ejemplo, menciona que una persona puede usar una
oración para hacer efectivamente un juicio de verdadero-falso; o puede desea usar una
expresión para hacer referencia a algo o mencionarlo.
Luego de esto Strawson comienza a explicar que hay una diferencia entre el significado de
una oración o expresión nominal, y la falsedad o verdad que resulta de una oración y la
referencia que resulta de una expresión nominal. Para ilustrar lo anterior Strawson utiliza el
pronombre “yo”. Este dice que es imposible que dos sujetos utilicen dicho pronombre de la
misma manera, es por ello que la referencia de “yo” no puede ser parte de su significado.
Con esto Strawson pasa a decir que el significado de una expresión es una especie de guía
para su uso. Es decir, el significado de la expresión “yo” se utiliza por un sujeto para
referirse a sí mismo. Es ese significado el que nos hace entender cómo utilizar dicha
expresión. Además, el significado no depende de la referencia, sino que esta solo aparece
cuando la expresión es utilizada de forma correcta. Lo mismo equivale para las oraciones.
El significado nos dice como utilizar dicha oración y la verdad o falsedad de dicha oración
luego depende de su uso particular.
Una vez expuesta la teoría de Strawson podemos volver a la crítica que le hace a Russell.
Recordemos que Russell tomaba la verdad o falsedad de una oración como parte de su
significado. Podemos ver ahora porqué Strawson difiere de ello. La verdad o falsedad de
una oración no está contenida en su significado, sino en su uso, depende del uso que un
determinado individuo le dé a aquella. Lo mismo sucede con los nombres propios lógicos
de tipo F a que distingue Russell. Este cree que aquellos son referencias directas, con ello
quiere decir que significado y referencia están íntimamente relaciones, error que Strawson
cree que le llevó a complicar su teoría. El significado no determina la referencia de una
expresión, sino—como vimos anteriormente—la forma en la que se utilizó dicha expresión.
Strawson también subraya que las guías de uso pueden hacer que una oración sea usada de
manera efectiva o espuria. Es decir, de manera exitosa o fracasada a la hora de determinar
la veracidad o falsedad de la oración. Lo mismo sucede con las expresiones, su uso
particular determinan si estas tienen éxito o fallan en referir. El punto de aquello es hacer
notar que un modo espurio no implica necesariamente un error. Es decir, en el caso de las
oraciones solo quiere decir que esta está siendo utilizada de forma fallida, por ejemplo. El
uso espurio es lo que hace posible las narraciones literarias por ejemplo.
2. 2. Explica la noción de "emisión realizativa" de Austin, y por qué los
enunciados/aserciones también corresponden a una emisión de este tipo.
En el artículo de Austin Emisiones Realizativas se propone explorar una forma de uso del
lenguaje que hasta ahora no ha sido tomada muy en cuenta. Estas es la noción de emisión
realizativa. Austin comienza diciendo que estas pueden ser fácilmente confundidas como
emisiones comunes, pero que en realidad no es así. Las emisiones realizativas—a diferencia
de las emisiones—no son ni verdaderas ni falsas. Aquello no las hace carentes de sentido,
sino que las hace ser de una naturaleza distinta. No contienen verbos del tipo “pudo” o
“podría”. Austin dice que son emisiones con verbos corrientes en primera persona del
singular del presente indicativo con voz activa. Otro punto importante que las caracteriza es
el hecho de que en realidad no decimos de ellas que dicen algo, sino que en realidad hacen
algo. Un ejemplo claro que da Austin es el caso del matrimonio: el enunciar “sí quiero
tomar a este hombre como mi esposo”; o también emisiones del tipo: “Bautizo a este barco
el Adele”. En aquello ejemplos queda claro que la acción se realiza en paralelo a la misma
emisión, el decir “Sí quiero (casarme)” se realiza efectivamente el acto de casarme, no lo
estoy informando, dice Austin, sino satisfaciéndolo.
Dijimos ya que estas emisiones no son ni verdaderas ni falsas, pero eso no quita que
aquellas puedan fracasar o fallar. Austin llama al fracaso de una emisión realizativa
infortunios. Estos surgen porque se rompen determinadas reglas necesarias para la
efectuación de la emisión. Algunas de estas reglas son:
1) La conversión invocada debe existir y ser aceptada.
2) Las circunstancias en que nos proponemos invocar este procedimiento deben ser
apropiadas para su invocación.
Un ejemplo de fallo es el siguiente: imaginemos que queremos divorciarnos de nuestro
marido, y para esto simplemente emito “Me divorcio de ti” creyendo así que el acto ha sido
efectuado. Es claro que aquello es un error, nadie se divorcia simplemente diciéndolo. Para
hacerlo se deben crear las circunstancias y procedimientos adecuados. Otro ejemplo es
cuando una parte dice “Sí, acepto a esta persona como mi esposa”, mientras la otra parte
dice “No, no acepto a esta mujer como mi esposa”, es claro que aquella emisión falló, ya
que no se dieron las condiciones para que se efectúe como tal.
Austin luego pasa a decir que hay otra forma en la que una emisión realizativa puede fallar.
Esta tiene que ver con la creencia, los sentimientos o intenciones de la persona que realiza
la emisión. Cuando se realiza una emisión y no se tiene los pensamientos, sentimientos, o
intenciones requeridas para realizar dicha emisión, entonces se está cometiendo una
insinceridad. Por ejemplo en el caso de la felicitación. Si yo digo “te felicito” a una persona
sin realmente sentir alegría por ella, entonces estoy cometiendo una insinceridad. Estas son
algunos de las casos en los que una emisión realizativa puede fallar, pero Austin dice que
no son los únicos. Siempre puede haber algún caso en el que se cometa claramente un fallo
y que no entre en algunas de las categorías que Austin trabajó. Por ejemplo en el caso de un
mal entendido, en donde una de las partes no escuchó lo emitido, o en el caso de coerción,
en donde se nos obligue a emitir algo de lo que en realidad no somos enteramente
responsables.
Luego de introducirnos a lo que son las emisiones realizativas y algunos de sus fallos o
infortunios Austin se pregunta si es posible tener un esquema que nos delate enseguida si
una emisión es realizativa o no. Vimos en un principio que todas las emisiones realizativas
vistas hasta ahora tienen en común que su verbo está en primera persona del singular
presente de indicativo de la voz activa, y, además, existe una asimetría entre el uso de esta
persona y el tiempo del verbo y el uso del mismo verbo en otras personas y otros tiempos.
Esta última característica Austin la considera importante. Esto quiere decir que existe una
diferencia esencial entre decir “Yo prometo que…” y “Él promete que…”, esto, dice
Austin, es una ejemplo para saber si una emisión es realizativa o no. Pero aquello no
significa que aquello valga para toda emisión realizativa. Ya que también encontramos
emisiones realizativas en las que verbo se encuentra en voz pasiva y en segunda o tercera
persona, por ejemplo, avisos del tipo: “Se advierte a los pasajeros de que crucen las vías por
el puente solamente.” Nada nos dice que las emisiones realizativas sean solamente de
alguno de estos dos tipos.
Austin luego se aventura a decir que podemos suponer que cualquier emisión realizativa se
reduce a dos formas estándares que comiencen con 1) “Yo…” tal y cual; o con 2) “Usted
(el) por la presente…” tal y cual. En base a ello podríamos clasificar los distintos tipos de
actos que las emisiones realizativas pueden realizar. Supuesta esta tarea Austin luego
determina que tendríamos dos tipos de emisiones realizativas: 1) los explícitos; y 2) las
primarias. Un ejemplo de la primera sería: “te ordeno cerrar la puerta” en ella queda clara
la intención; mientras que un ejemplo de la segunda sería: “cierra la puerta”, en esta no
queda claro si es una orden, una suplica o un ruego. Con esto Austin quiere aclarar que hay
muchos factores que pueden afectar la forma en la que aparece una emisión realizativa. El
tono de voz, la cadencia, los gestos, y, en especial, las circunstancias en la que esta es
proferida.
Esto abre paso a otra distinción. Es muy distinto explicitar qué acto es el que estamos
realizando, y, por otro lado, enunciar qué acto es el que realizamos. Austin ilustra aquello
con un gesto corporal. Imaginémonos que caminando nos encontramos con una persona
que súbitamente hace una especie de reverencia frente a nosotros. Podemos asumir que es
una reverencia, pero nada quita que quizás se esté estirando o abrochando los cordones. Es
ambiguo. Aquello podría esclarecerse si la persona me saluda o, en palabras de Austin, dice
“Salaam” mientras levanta el sombrero. Aquello sí delataría que el gesto realizado es
efectivamente una reverencia. Lo mismo sucede cuando digo: “te ordeno que…” o “te
prometo que…” no enuncio que hago algo, sino que deja en claro que lo hago.
Pareciera que en un principio la distinción entre las emisiones realizativas y los enunciados
era sumamente clara, pero ahora pareciera que aquella diferencia comienza a diluirse. Por
ejemplo, si decimos “lo siento” ¿es aquello sinónimo a decir “le pido disculpas”, o es una
descripción de mis sentimientos que puede ser tomada como verdadera o falsa del tipo “me
siento profundamente apenado por ello”? Austin cree que “lo siento” juega entre estas dos
distinciones. Otro ejemplo es el caso de un juez que declara culpable a un criminal, este
dice: “te declaro culpable” aquello pareciera ser una emisión realizativa, pero al mismo
tiempo depende de hechos de la realidad que la podrían determinar como verdadera o falsa
(el delito cometido, las pruebas, etc.). Por tanto, no dista mucho de un enunciado como tal.
En un principio vimos que los enunciados se caracterizaban por ser verdaderos o falsos,
mientras que las emisiones realizativas podían clasificarse en afortunadas o desafortunadas
(fallidas o con éxito). Estas últimas consistían en hacer algo, mientras que los primeros no.
Pero aquel análisis no es satisfactorio. Los enunciados son pueden ser juzgados como
verdaderos o falsos según cómo estén dispuestos los hechos en la realidad, pero también—
dice Austin—pueden ser juzgados como infortunados, al igual que las emisiones
realizativas. Un ejemplo ilustrador que da Austin es cuando alguien dice que: “El gato está
sobre la alfombra, pero yo no creo que esté”. Suena extraño, pero no es contradictorio.
¿Cuál es el problema de aquel enunciado? En ella está presente el factor de creencia, más
específicamente, de insinceridad. Esto quiere decir que lo que sucede en las emisiones
realizativas también sucede en los enunciados. Podemos hacer una analogía entre la
veracidad o falsedad de un enunciado y el éxito o fallo de una emisión realizativa.
Otra forma de ver el asunto es ablandar, de alguna forma, el hecho de que los enunciados y
las emisiones realizativas son estrictamente verdadera o falsas, por un lado, y afortunadas o
desafortunadas, por el otro. el lenguaje natural está lleno de desviaciones y condiciones que
pueden cambiar radicalmente el sentido de una oración. Dijimos que oraciones del tipo “te
prometo que…” son realizativas, pero dicha promesa puede verse afectada por cuestiones
pragmáticas del tipo: ¿fue una buena promesa? ¿es correcta? Etc. cosas que solo pueden
verse en relación a los hechos. Algo similar sucede con los enunciados, se cree que el hecho
de que sean verdaderas o falsas las hace ser más tajantes y distintas de los enunciados, pero
en realidad no es así. Austin cree que hay muy pocos enunciados que son efectivamente
verdaderos o falsos. Puede plantearse también si aquellos son justos o injustos, si son
adecuados o no, o si se está exagerando o no. Pueden hacerse una infinidad de preguntas
cuando se cataloga algo de verdad o falsedad. Si relajamos la noción dicotómica de
verdadero y falso vemos que en realidad los enunciados no son tan diferentes de lo que son
los consejos, promesas o veredictos. Finalmente, parecería que todo se reduce a las
circunstancias y hechos que ligan los enunciados y emisiones realizativas a la realidad.
3. Explica de qué manera Searle vincula las nociones de regla constitutiva y acto
ilocucionario.
Searle no define lo que es un acto ilocucionario, sino que lo relaciona a verbos y frases
como: enunciar, aseverar, describir, aconsejar, observar, comentar, mandar, ordenar,
suplicar, criticar, pedir disculpas, etc. El acto ilocucionario se relaciona a lo que Austin
entendía por emisión realizativa. Pero enumerar todas conllevaría bastante tiempo.
La tesis central del articulo de Searle es la siguiente: La unidad básica de comunicación es
el acto de habla y estos están regulados constitutivamente. Y a la vez, esas reglas
constitutivas son las que establecen las condiciones necesarias y suficientes para que se
haga o no se haga el acto.
Para demostrar aquello Searle comienza diciendo que los actos ilocucionarios son la
estructura básica que rige el lenguaje. Searle no toma mucho tiempo en demostrar aquello,
simplemente lo asume. Da un par de ejemplos, como la lectura de jeroglíficos (que delatan
que hay aquí un lenguaje), pero pasa enseguida al siguiente tema. Este luego dice que
realizar un acto ilocucionario es tomar parte en una forma de conducta gobernada por
reglas. Searle aclara que en su artículo intentará demostrar lo anterior utilizando solo un
tipo de acto ilocucionario, ya que, según él, a partir de esto podemos extraer un modelo que
permita analizar otros géneros. Para realizar lo anterior este considera necesario discutir
antes tres nociones importantes, estas son: las reglas, las proposiciones y el significado.
Nosotros nos limitaremos a explorar la primera de estas nociones.
Searle distingue entre dos tipos de reglas. Por un lado están las reglas regulativas, algunos
ejemplos de ellas son: las reglas de etiqueta que regular las relaciones entre personas.
Mientras que, por otro lado, están las reglas constitutivas, estas no regulan, sino que crean o
definen nuevas formas de conductas. Por ejemplo, las reglas del ajedrez. Las reglas en el
ajedrez no lo regulan, sino que lo hacen posible, sin las reglas que constituyen al ajedrez
este no existiría. Searle distingue también estas reglas diciendo que, por un lado, las reglas
regulativas pueden ser puestas como imperativos, por ejemplo, “La servilleta debe ir sobre
el regazo”. Mientras que, por otro lado, las reglas constitutivas son totalmente distintas. Por
ejemplo, un jaque mate en el ajedrez se hace si el rey es atacado de tal manera que ningún
movimiento ulterior lo dejará inatacado. Searle observa que las reglas constitutivas parecen
ser casi tautológicas, y, en cierto sentido, lo son. La regla del jaque mate debe definir lo que
es un jaque mate, al igual que la definición de ajedrez debe definir lo que es el ajedrez. Por
tanto es parte de su naturaleza el que se las vea como casi tautológicas.
La conexión directa que existe entre las reglas constitutivas y los actos ilocucionarios está
en la siguiente hipótesis de Searle: la semántica de un lenguaje puede ser contemplada
como una serie de sistemas de reglas constitutivas, y, a su vez, los actos ilocucionarios son
actos realizados de acuerdo con esos conjuntos de reglas constitutivas. El error de algunos
filósofos ha sido confundir las reglas constitutivas con las regulativas. Según Searle, si
formulamos algunas reglas constitutivas para un cierto tipo de acto de habla, estas reglas
pasarían a ser reglas imperativas.

Las reglas constitutivas son las que nos permiten entender la semántica de un lenguaje. las
reglas constitutivas son las que constituyen acciones, maneras de actuar.
La semántica de un lenguaje está dada por las reglas constitutvas. Esas reglas contitutivas
constityen acciones (actos ilocucionarios). Entonces voy a mostrar esta tesis genérica en el
caso de un acto ilucocionario especifico (eso hace el searls).
Distingo estre acto de habla y el contenido de un acto de habla. No todos los actos
ilocucionarios tienen un contenido proposicional.
Cuando tenemos acots ilucucionarios tenemos por un lado un indicador de contenido
proposicional y un indicador de fuerza ilucocionaria. La disitncion siempre esta a pesar de
que no sea explicita.
Tesis central del paper:

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