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CABALÁ Y PSICOLOGÍA

EL ESTADO DE FLUJO COMO REFLEJO NATURAL DEL PLACER ESPIRITUAL.

Introducción.

A lo largo de la historia el ser humano se ha orientado hacia la búsqueda del placer, el rendimiento
óptimo y la felicidad. En el contexto de la Psicología son varios los autores que en los últimos tiempos
han centrado sus investigaciones en esas temáticas. Se reconoce así la obra de los psicólogos Martin
Seligman (estudioso de las emociones positivas), Mihaly Csikszentmihalyi (quien estudia los estados
subjetivos que acompañan las experiencias de desempeño óptimo) y Eduard Punset (investigador de
los factores determinantes de la felicidad).

El hombre de ciencia al experimentar la realidad dentro de los límites impuestos por la materialidad,
ignora que el gen o raíz espiritual del deseo de recibir placer proviene del Creador y que la satisfacción
plena se alcanza en la unión con Él. La finalidad de este trabajo es contribuir a la comprensión de la
relación existente entre el placer espiritual y una forma especial de placer natural: “El estado subjetivo
de flujo”.

Para dar cumplimiento al objetivo planteado, resulta necesario hacer referencia a la estructura del
árbol de la vida, específicamente a las sefirot superiores y sus correlaciones con las capacidades
mentales del ser humano.

La cabalá clásica relaciona los poderes del Alma, es decir las facultades del Hombre Superior (ser
espiritual), con los distintos aspectos de la psicología y de la anatomía del Humano (ser natural). Esta
correspondencia entre los poderes espirituales y los aspectos psico-biológicos del organismo humano,
ilustra la idea cabalística de hitlabshut ("investidura”), donde una realidad más elevada se inviste
dentro de una inferior. En esta instancia, un poder del alma es la realidad superior que se inviste y se
expresa a través de una inferior que califica como vestidura (Ej: un órgano del cuerpo).

Es importante notar que en la literatura tradicional de la cabalá se pone gran énfasis en la correlación
entre las sefirot supremas y las facultades mentales, los órganos y los miembros del cuerpo humano,
saltando directamente desde el plano de lo Divino al de lo físico. Estas asociaciones psicológicas
sirven como intermediarios espirituales por medio de los cuales las sefirot Divinas pueden investirse de
hecho y reflejarse en los miembros físicos del cuerpo.

Concepto de Flujo.

Antes de tratar la correlación existente entre los sefirot superiores y la actividad mental humana, se
considera oportuno abordar el concepto de “flujo”, el cual ha cobrado especial interés en el contexto de
las Ciencias Sociales, pues ha sido útil para los psicólogos que estudian la felicidad, la satisfacción
vital y la motivación intrínseca; para los sociólogos que ven en él lo opuesto a la anomia y a la
alienación, para los antropólogos que están interesados en el fenómeno de la efervescencia colectiva y
los rituales. Algunos han extendido las implicaciones intentando comprender la evolución de la
humanidad, otros para clarificar la experiencia religiosa.

El flujo no es únicamente un tema académico, a sólo unos pocos años después de su publicación, la
teoría empezó a aplicarse a una gran variedad de cuestiones prácticas. Ha inspirado la creación de
planes de estudio experimentales, la formación de ejecutivos de negocios, el diseño de productos para
el ocio y los servicios. Siempre que el objetivo sea mejorar la calidad de vida, la teoría del flujo puede
señalar el camino.
El término se atribuye al psicólogo norteamericano de la Universidad de Chicago Mihaly
Csikszentmihalyi, quien investiga las experiencias humanas de desempeño óptimo. El estado subjetivo
de flujo o flow como se le conoce en inglés, es una sensación de placer centrada en el presente, que
resulta del control mental de las emociones al servicio de una acción o actividad determinada, donde
se deja de lado las preocupaciones, la reflexión sobre uno mismo y sobre lo que se hace, se siente
una sensación de plenitud.

El flujo es el punto óptimo de la inteligencia emocional (capacidad del sujeto para auto-conocerse,
auto-controlarse, auto-motivarse, ser empático e influir positivamente sobre los demás haciendo uso
de las habilidades sociales). En el flujo las emociones no solo están contenidas y canalizadas, sino
que son positivas, están estimuladas y alineadas con la tarea inmediata. Quedar atrapado en el
sufrimiento pasivo de la depresión o en la agitación de la ansiedad significa quedar excluido del flujo.
La esencia del Flow es una sensación de deleite espontáneo, incluso de embeleso. Debido a que el
flujo provoca un efecto tan agradable, la persona se auto-recompensa o premia con la vivencia del
placer resultante. La finalidad última del flujo no es la ejecución exitosa de la tarea predeterminada,
sino el disfrute que se deriva de ella aún cuando el resultado no sea el esperado. En este caso fluir
ayudaría al manejo de los sentimientos de inconformidad, frustración, vergüenza, minusvalía, ira, etc.

Se puede comprender mejor el concepto de flujo como finalidad última de una acción determinada a
través del siguiente ejemplo: El decano de una Facultad de Psicología, le pide a uno de sus profesores
estrellas, que imparta una conferencia sobre motivación a los alumnos de último año, pues están
próximos a iniciar su vida laboral. El profesor acostumbrado a entrar en estado de flujo durante sus
ponencias, asume el reto con complacencia. Sería lógico pensar que su meta central es lograr inspirar
a la audiencia estudiantil, y eso no está errado, pero más allá de este objetivo, su fin último es fluir
durante la actividad, disfrutar de lo que hace y en consecuencia llegar a contagiar con emociones
positivas al estudiantado. Logra conectar así el fin último de la acción (sentir placer), con el objetivo
primario de la actividad (motivar a los estudiantes).

El flujo es un estado en el que la gente dedica una atención exclusiva a la tarea y su conciencia se
funde con sus actos. Es un sentimiento irresistible y sumamente motivador de suave éxtasis. Ese
éxtasis parece ser un producto derivado de la atención, que es un prerrequisito para lograrlo.

La concentración elevada es la esencia del estado de flujo. La calidad de la atención durante el estado
de flujo es relajada aunque sumamente concentrada. Se trata de una intensidad muy distinta del
esfuerzo que hacemos para prestar atención cuando estamos cansados o aburridos o cuando nuestra
concentración se ve acosada por sentimientos inesperados como la ansiedad y la ira.

El flujo es un entrenamiento de la atención y de la energía psíquica. Al principio las personas perciben


que este estado se encuentra asociado a una tarea con la cual nos comprometemos y que por regla
general nos resulta atractiva y manejable. Sin embargo, una vez reconocido el estado de flujo
podemos usarlo a voluntad mediante un anclaje psicofísico, para entonces poder transferirlo
a situaciones diversas, hasta poder aplicarlo progresivamente en todo lo que hacemos.

¿Qué es un anclaje psicofísico? Entendámoslo a partir del siguiente ejemplo, si correr genera un
estado de bienestar, el cerebro registra, codifica y fija la experiencia, por lo que si se recuerda
voluntariamente el acto, se reactiva la huella mnémica del evento y por ende los estados afectivos que
lo acompañan. Aquí la imagen mental del acto es la que evoca la sensación deseada.

Ahora supongamos una situación incómoda, como aguantar diariamente en el trabajo los regaños de
un jefe rígido y exigente, si ante el suceso llevamos disimuladamente los brazos tras la espalda y
apretamos las manos, no como una expresión de ira contenida, sino para sentir la presión de los
puños, como si se prepararan para correr, luego la postura adquirida sumada a la imagen de estar
corriendo, reactivaría la sensación de bienestar en ausencia de la actividad real que la provoca. Si se
asocia gradualmente la cara de enojo del jefe con el estado de relajación auto-inducido entonces se
lograría una respuesta más tolerante y relajada.

Se puede deducir que el anclaje sensorial tiene lugar cuando determinado estímulo físico evoca y
favorece la aparición de la experiencia emocional deseada. El estímulo puede ser un toque, escuchar
una música, observar un objeto, etc. En el ejemplo planteado se pueden identificar dos estímulos: los
puños y la cara de enojo del jefe.

El flujo es una vivencia emocional que por regla general el hombre común ha experimentado al menos
una vez en la vida. Compartamos a modo de ejemplo tres situaciones ilustrativas:

 Un compositor describió así los momentos en los que mejor trabajaba: “Usted se encuentra en
un estado extático en el que se siente como si casi no existiera. Así es como lo he
experimentado yo en numerosas ocasiones. En esos casos, mis manos parecen vacías de mí y
yo no tengo nada que ver con lo que ocurre sino que simplemente contemplo maravillado y
respetuoso todo lo que sucede. Y eso es algo que fluye por sí mismo”.
 Diane Roffe-Steinrotter, ganadora de una medalla de oro en la olimpiada de invierno de 1994,
dijo después de haber terminado su turno de participación en la carrera de esquí, que sólo
recordaba haber estado inmersa en la relajación: "era como si formara parte de una catarata".
 Un cirujano recordó una desafiante operación durante la cual se encontraba en ese estado de
flujo; cuando concluyó la operación vio un montón de cascotes en el suelo de la sala y preguntó
qué había ocurrido. Quedó sorprendido al enterarse de que mientras él estaba tan concentrado
en la operación, se había derrumbado parte del techo…y él no se había dado cuenta de nada.

Correlación entre las sefirot superiores y la actividad mental humana.

La figura del árbol de la vida está conformada por tres pilares. El pilar de la izquierda
(severidad/temor), el pilar de la derecha (bondad/amor) y el pilar del centro (verdad/plenitud).
Atendiendo a la distribución de las sefirot superiores en la estructura del árbol de la vida, encontramos
a Keter en el centro, mientras que Jojmá y Biná se aprecian a la derecha y a la izquierda
respectivamente. En algunos esquemas, Keter es omitido (por ser comprendida como la parte inferior
de la misma Divinidad) del orden de las 10 Sefirot; estos esquemas toman a Jojmá como la primera de
las diez, e insertan a Daat (comprensión) como una sefirá después de Biná.

 Keter (Corona). Correspondencia en el cuerpo humano. Cráneo. Así como la corona rodea la
cabeza, el cráneo es la corona, relativamente abarcadora, que se halla en el cuerpo. El cráneo
sugiere la idea de poner un horizonte en nuestro campo de la experiencia conciente. Dando
una definición a la mente y límites a su habilidad de expansión e inflarse, la conciencia está
siempre rodeada de un borde de experiencia inconsciente que en sí mismo da forma a la
conciencia. Keter es el supra-consciente por encima del intelecto.
 Jojmá (Sabiduría). Correspondencia en el cuerpo humano. Cerebro (Hemisferio derecho). De
todos los poderes mentales, se considera a Jojmá como la mente esencial o la "mente dentro
de la mente".
 Biná (Entendimiento). Correspondencia en el cuerpo humano. Corazón (Hemisferio izquierdo).
Consecuentemente, Biná asociada a Jojmá, aparte de referirse al corazón mismo (el asiento
físico de la experiencia emotiva nacida del entendimiento de la mente), puede ser vista como el
"corazón dentro de la mente". Esta distinción también funciona en el cuerpo, donde Jojmá es
ubicada en el hemisferio derecho y Biná en el izquierdo.
 Daat (conocimiento). Correspondencia con el cuerpo humano. Parte posterior del cerebro.
Existe un Daat superior (Daat Elión) que conecta a las facultades intelectuales (pensamiento
racional y pensamiento emocional), es decir a la sefirá de Jojmá (Hemisferio cerebral derecho)
con la sefirá de Biná (Hemisferio cerebral izquierdo), y un Daat inferior (Daat Tajtón) que
conecta las facultades intelectuales con la experiencia emocional, o lo que es lo mismo
expresar une las sefirot superiores (Jojmá y Biná) con las siete sefirot inferiores, las cuales
guardan relación con la vivencia afectiva. En un plano biológico esta conexión se daría entre la
Corteza cerebral (superficie plegada de los hemisferios cerebrales) y las estructuras nerviosas
del cerebro que se encuentran por debajo de la corteza cerebral (cerebro medio y cerebro
posterior). Daat unifica los procesos cognitivos con los procesos afectivos.

Desde un punto de vista funcional en el cuerpo físico se da una situación aparentemente paradójica,
pues el hemisferio izquierdo es predominantemente racional (Biná es una facultad emotiva), mientras
que el hemisferio cerebral derecho es eminentemente emocional (Jojmá constituye una facultad
perceptiva). Analicemos de forma general la función de ambos hemisferios cerebrales.

HEMISFERIO IZQUIERDO HEMISFERIO DERECHO


Está relacionado con los procesos de Está relacionado con los procesos de
pensamiento racional. pensamiento intuitivo-emocional.
Controla la emisión y la comprensión del Contribuye a los aspectos emocionales del
lenguaje hablado y escrito. lenguaje, especializado en la expresión
emocional.
Hace un procesamiento secuencial y Es más sintético y holístico, trata con
analítico de la información. Siempre trata patrones globales en vez de descomponer
al estímulo como secuencia de unidades. el estímulo en unidades.

La aparente paradoja funcional que se da entre los hemisferios cerebrales y las sefirot que los
determinan, se explica porque el nivel Humano (ser natural) no es más que el reflejo o imagen del
estado definido como Hombre (ser espiritual). Ocurre el fenómeno de la inversión de los sentidos. Es
como mirar tu imagen cuando se proyecta en el espejo.

El mismo principio ocurre dentro de los límites del cuerpo físico, donde el hemisferio cerebral derecho
controla al hemicuerpo izquierdo y viceversa. Por esa razón el corazón, órgano donde se refleja
visceralmente las reacciones emocionales de la persona, está controlado preponderantemente por los
haces de fibras nerviosas que provienen de las estructuras cerebrales del lado derecho del cuerpo.

Consecuentemente se puede establecer la siguiente comparación: Así como el ser humano es la


imagen del ser espiritual, entonces en la dimensión física, el cuerpo es la proyección de la Cabeza. Es
importante señalar que a nivel de la corteza cerebral, se encuentran representados, como si de un
mapa se tratara, cada uno de los miembros y órganos que conforman la totalidad del organismo. Esta
analogía también puede ser comprendida en el contexto del Nuevo Testamento cuando se expresa
que el Mashía es la cabeza y la Iglesia su cuerpo, es decir su proyección o imagen.

Independientemente de que cada hemisferio percibe el mundo de una forma diferente y que cada uno
realiza funciones distintas, nuestras percepciones y memorias son únicas. Esta unicidad es lograda por
un largo haz de fibras nerviosas denominado cuerpo calloso, el cual conecta a ambos hemisferios por
sus caras internas y en las regiones medias, contribuye así a la sincronización de los mismos.

Se pudiera inferir que el cuerpo calloso guarda alguna correspondencia con la sefirá Daat Elión, pues
este conecta el hemisferio cerebral derecho (Jojmá) con el hemisferio cerebral izquierdo (Biná). Luego
la unión de la sabiduría con el entendimiento da lugar a la comprensión, o lo que es lo mismo expresar
en el plano natural, que la integración entre los procesos cognitivos los procesos afectivos favorecen el
conocimiento propio y de la realidad.
Argumentemos mejor la relación entre las Sefirot Jojmá, Biná y Daat trazando una analogía con las
facultades del intelecto humano: Jojmá se corresponde con el destello intuitivo de la iluminación
intelectual: la idea original propiamente dicha. Es la idea seminal, “el pensamiento interior”, los detalles
que aún no fueron diferenciados y externalizados; que aún no fueron procesados y se encuentran
intensamente concentrados en el destello intuitivo.

Cuando se medita acerca de la idea (Jojmá), sus implicaciones y detalles resultarán revelados; la idea
se entenderá (Biná). Los elementos individuales ocultos en el destello original entonces se externalizan
y se tornan manifiestos en la mente. Esta es la facultad y el estado de Biná (entendimiento).

Biná es realmente la expansión y elucidación de Jojmá, y ésta “se vuelve sabida únicamente mediante
Biná”. La definición estándar de la facultad de Biná es “Entender o deducir una cuestión de otra”. Sin
embargo, Jojmá y Biná por sí mismos son abstractos. El concepto está allí y es claro en la mente. Pero
está solo en la mente, internamente, mientras que externamente es inaudible e invisible. Por sí mismo,
en la mente, no conduce a ninguna concreción. El concepto sabiduría y entendimiento, constituye un
poder potencial que precisa ser concretado. Además, Jojmá y Biná son dos facultades separadas: el
destello intuitivo del conocimiento intelectual (Jojmá) y el poder de deducción (Biná), el poder de
comprender este destello.

Entonces ¿Cómo se los une? Estos dos estados -la unión de Jojmá con Biná, y la implementación
práctica del concepto informado- se logran mediante la facultad de Daat. El significado etimológico de
Daat es “apego” o “unión”. Así, Daat es el principio unificador que junta y combina las facultades de
Jojmá y Biná. Este principio unificador se llama Daat Elión, pues trasciende a Jojmá y Biná; es un
aspecto o derivado de Keter, la Voluntad Suprema que desea y procura -y en consecuencia es capaz
de lograr- la unión de Jojmá y Biná.

Por otra parte el principio sabiduría no precisa sólo ser entendido sino también sentido. Debe
canalizarse a los atributos emocionales para que estos actúen sobre él en términos de disposiciones
apropiadas: procurar aquello que la sabiduría dicta que debe buscarse, y evitar aquello que la
sabiduría dicta que debe evitarse. Esta profunda concentración interior en, y devoción a, la Jojmá
corporizada en Biná, esta sensibilización (Hargashá), es la facultad de Daat Tajtón. Es la plena
preocupación con el concepto captado y entendido hasta lograr una intensa unión entre el intelecto y
las emociones (Séjel y Midot) y llevar la idea a su lógica conclusión en la aplicación práctica. Esta
facultad de Daat Tajtón es inferior a Jojmá y Biná.

El equivalente biológico de Daat Tajtón es el cerebro posterior, el cual se compone por dos
estructuras: El puente y el cerebelo. El puente o protuberancia conduce información relacionada con el
movimiento desde los hemisferios cerebrales hasta el cerebelo.

El término cerebelo, significa pequeño cerebro. Se localiza por debajo de los lóbulos occipitales de los
hemisferios cerebrales, y posterior a la protuberancia (puente). Como los hemisferios cerebrales, el
cerebelo posee una corteza gris (corteza cerebelar) y una médula blanca hacia el interior. Esta médula
está organizada de forma arborizada, razón por la que se le conoce como árbol de la vida.

En el cerebelo se integra información motora desde corteza, médula espinal y órganos del equilibrio.
Modula la fuerza, duración y la disposición del movimiento, ejerciendo un efecto coordinador y
suavizador del mismo. Está implicado en el mantenimiento de la postura y el aprendizaje de
habilidades motoras.
Las primeras investigaciones científicas demostraron que el cerebelo es un órgano encargado del
control de la motricidad. Los estudios modernos han mostrado que este órgano tiene un papel más
amplio, estando así relacionado con ciertas funciones cognitivas como la atención, la percepción visuo-
especial, el procesamiento lingüístico y la modulación de las emociones). También se relaciona con la
música, el aprendizaje y otros estímulos sensoriales temporales.

El “centro” es el lugar del placer.

Los cabalistas cuando hablan acerca del trabajo espiritual, no solo lo circunscriben a las personas que
han logrado cruzar la barrera y recibir la luz (placer) de la cabalá, sino que también se refieren a
aquellas personas que deciden trascender la subjetividad motivados por un deseo de conexión con el
Creador. Estos últimos se encuentran en el camino de la cabalá.

El trabajo espiritual se da a lo largo de tres líneas, estas no son más que los tres pilares que integran
el diseño del árbol de la vida. La función de la línea izquierda es revelar una mayor proporción de
deseo (ego), en cambio la línea derecha descubre una medida mayor de altruismo. La línea del centro
(unión de las dos cualidades) establece la verdadera condición de placer espiritual, ya que permite la
conexión gradual con el Creador al reorientar el creciente deseo egoísta de la línea izquierda y
transformarlo en el deseo de otorgamiento de la línea derecha.

Según el Rabí Laitman, los logros espirituales pueden ser realizados solamente teniendo un deseo
(línea izquierda). Pero la línea derecha no tiene ninguno (Su esencia es altruista). La línea izquierda
trae sufrimiento como resultado de la ausencia de lo deseado (revela el estado de carencia espiritual).
La línea derecha es un estado en el que la persona no desea nada para sí misma.

Todos los deseos están centrados en la línea izquierda. Sin embargo, lo deseado (placer espiritual) no
puede ser recibido dentro de vasijas egoístas (línea izquierda), porque sería consumido
inmediatamente por el deseo continuo y natural de autosatisfacción, consecuentemente una vez
agotado el placer adquirido, habría que reiniciar el proceso de aspiración de la luz y la persona
quedaría atrapada en un ciclo permanente de insatisfacción.

Quienes se encuentran en el camino de la cabalá, percibirán que sus deseos egoístas aumentarán de
forma creciente, incluso pueden ser deseos que bajo su educación moral hayan sido considerados
como mezquinos. El incremento del deseo genera sufrimiento por la ausencia de lo deseado (se
descubre la carencia), entonces la persona siente que experimenta una caída espiritual (tránsito por
la línea izquierda). Posteriormente el sujeto realiza esfuerzos espirituales (practicar mitzvot, leer
Torah, hacer plegarias) con la finalidad de alcanzar la condición de sujeción al Creador (El acto
psicológico de proyectar la carencia hacia fuera de uno mismo es una forma de plegaria, pues revela
las intenciones profundas del corazón).

Perseverar en los esfuerzos espirituales promueve un cambio en la dirección o sentido del deseo,
entonces ocurre el desapego de los deseos egoístas incrementados, y donde hubo un deseo de
autocomplacencia (vasija de recepción) se forma un deseo de conferir al Creador (vasija de
otorgamiento) y ocurre el tránsito por la línea derecha. Aquí automáticamente la persona deja de
aspirar para sí misma, por lo que tampoco puede aumentar sus deseos egoístas, como resultado, el
Eterno envía una medida mayor de placer espiritual, entonces la criatura comprende que tampoco
puede vivir sin recibir placer ¿Qué hace entonces? Calcula solo la porción de placer que puede recibir
en beneficio del Creador, y al recibirla disfruta porque esa es su verdadera naturaleza, y es ese
también el deseo del Creador, en esta condición, la criatura aún tiene la fortaleza para proyectar hacia
fuera de sí la mayor parte del placer recibido, esto es lo que se conoce como recibir con el fin de dar,
transita de este modo por la línea del centro.

En este punto el Eterno continúa enviando una mayor medida de placer, hasta que la criatura no
puede mantener la pantalla (voluntad de proyectar hacia el Creador el placer recibido de parte de Él) y
sucumbe nuevamente ante sus deseos egoístas. La criatura deberá repetir el proceso con la finalidad
de fortalecer la voluntad y la intención, logra así ensanchar tanto las vasijas de recepción (línea
izquierda) como las de otorgamiento (línea derecha), para así recibir-proyectar (línea del centro) una
medida mayor de placer espiritual, hasta alcanzar la estatura del varón perfecto y disfrutar de toda la
abundancia del Creador. Este ciclo alternante (izquierda, derecha y centro) se repite muchas veces
hasta penetrar la Barrera (majson) y alcanzar el mundo superior, una vez en este la tarea continúa
hasta lograr la unión (dvekut) con el Creador.

En la dimensión física, el flujo es una experiencia análoga a la vivencia descrita por los cabalistas
cuando permanecen en la línea media (Pilar del centro), en ese sentido y desde una perspectiva
neurobiológica el flujo no es más que el estado subjetivo resultante del equilibrio funcional entre los
hemisferios derecho (emocional) e izquierdo (racional), así como entre estos y las estructuras
nerviosas inferiores que se responsabilizan entre sus múltiples funciones de la respuesta emocional.

En estado de flujo la eficiencia cortical (Jojmá y Biná) es mayor con un gasto mínimo de energía
biológica y mental. Por otra parte, no es casual que el cerebelo (Daat) esté relacionado con funciones
como el control de la motricidad, el equilibrio, la atención y la modulación de las emociones, pues
factores como: el papel que ocupa la concentración relajada como prerrequisito para entrar en estado
de flujo; la impresión de deleite subjetivo (que puede ser descrita como una sensación de mareo suave
y agradable); así como la relajación muscular resultante, apuntan a que este órgano juega un papel
central en la experiencia de flujo.

Una clave del estado de Flow es que se produce generalmente cuando la capacidad está en su
apogeo, las habilidades están bien ensayadas y los circuitos nerviosos son absolutamente eficientes.
Fluir constituye un estado de rendimiento psico-fisiológico óptimo, representa así el reflejo más remoto
del placer que proviene del mundo espiritual.

A pesar de que el flujo es un estado natural, su raíz se encuentra en los mundos superiores, por esta
razón su vivencia no debe minimizarse por pertenecer a la esfera de lo humano-subjetivo, sino que si
bien es un reto experimentarlo, debemos orientarnos poco a poco hacia un uso más refinado del
mismo, ya que al ser una sombra del placer superior, también conduce -sobre todo para quien anhela
la espiritualidad- a despertar un mayor deseo de conexión con el Creador.

Siguiendo esa línea de pensamiento, no resultaría desacertado expresar que el flujo nos acerca
vagamente a la percepción más rudimentaria de la presencia del Creador, pues son comunes los
testimonios de personas que tras disfrutar estados sublimes de flow, intuyen o sienten que existe una
realidad o campo de experiencia que los supera. Lo que sucede es que el estado de flujo descentraliza
a las personas de su yo y de su entorno habitual, se vive entonces la realidad con un sabor diferente,
como si se produjera una especie de expansión de la conciencia.

Descentralizando al ego.

El estado de flujo se caracteriza por la ausencia del yo, pero a diferencia del “fenómeno conocido
como trance”, no existe pérdida de la conciencia, sino que paradójicamente la persona que lo vivencia
muestra un perfecto control de lo que está haciendo y sus respuestas guardan sintonía con las
exigencias cambiantes de la tarea ¿Cómo interpretar entonces la ausencia del yo?
Lo que sucede es que a la persona no le preocupa cómo está actuando, ni siquiera piensa en el éxito o
en el fracaso: lo que la motiva es el puro placer del acto mismo. El flujo es un estado de olvido de sí
mismo, lo opuesto a la cavilación y la preocupación: en lugar de quedar perdida en una nerviosa
preocupación, la persona que se encuentra en un estado de flujo está tan absorta en la tarea que tiene
entre manos, que pierde toda conciencia de sí misma y abandona las pequeñas preocupaciones –la
salud, las cuentas, incluso la preocupación por hacer las cosas bien- de la vida cotidiana.

Cuando la persona aprende a motivarse de forma intrínseca para entrar en estado de flujo, pero sin
que medie objeto o actividad alguna, la experiencia se hace continua y el sentimiento de bienestar
resultante surge libre de apego a los objetos, personas, fenómenos o circunstancias de la vida,
disfrutamos por el simple placer de disfrutar y punto. Una persona en estado de flujo continuo es más
susceptible de responder a las necesidades ajenas, pues fluir nos predispone a servir con gozo a los
otros.

El Flow nos relaciona de una forma especial con la externalidad, nos impulsa hacia afuera en el marco
de la propia subjetividad, existe incluso el deseo de contagiar a otros, a la vez que los otros se sienten
a gusto con el clima psicológico generado. Es un estado que nos seduce a realizar acciones en
beneficio del otro. Esa puede ser la experiencia de la madre que se deleita en el cuidado de su hijo, del
chef que disfruta cuando los demás se encuentran satisfechos luego de degustar sus platillos, de la
ama de casa que se goza cuando los demás se sienten a gusto con el orden y la limpieza, del cuidador
que alivia el pesar de un enfermo, del artista que divierte a su público, del creyente que alaba a Dios.
El punto común es que la persona coloca el placer en función del servicio al otro.

El flujo atrae a la persona y la impulsa a proyectar el placer hacia afuera de su campo subjetivo
habitual, a diferencia del placer provocado por las drogas, que vuelca al individuo hacia sus
sensaciones y experiencias internas, distorsionando la realidad o enajenándolo de ella.

La acción psicológica que se define como “proyectar el placer hacia afuera de uno mismo”, está
circunscrita al campo de la subjetividad. Sin embargo el valor de este esfuerzo está en que implica un
cambio en la intención, dirección o sentido del deseo, pues el ser humano no puede trascender por sí
mismo el marco de lo subjetivo, esto es una obra del Creador. Todo lo que se encuentra fuera de la
subjetividad se refiere a la espiritualidad: La percepción real de las cosas y no su reflejo condicionado
por los sentidos físicos.

La persona que fluye se mantiene dentro de los límites de la subjetividad, pero el sentido del placer se
dirige hacia un objetivo externo o hacia la experiencia de bienestar en sí misma, la cual se vivencia
subjetivamente como un estado que envuelve, que te saca de tu emoción habitual y por tanto crea la
sensación de que uno está fuera de sí mismo, esta pudiera ser la experiencia de algunos creyentes en
Cristo cuando expresan sentir la presencia de Dios o el toque del Espíritu Santo.

Por otra parte los estados afectivos que se perciben como negativos, por ejemplo, la ansiedad, la
depresión y la ira, transcurren con sentimientos de sufrimiento, incertidumbre, desasosiego,
impotencia, etc, en este sentido la atención del sujeto se concentra en sensaciones y conceptos
desplazados psicológicamente hacia uno mismo, por lo tanto rompen la conexión con lo exterior,
paralizan la experiencia de flujo y amplifican el estado de vacío, carencia o insatisfacción.

El ser humano es por esencia egoísta, es decir solo es capaz de percibirse a sí mismo
(autoconciencia) y a la realidad dentro de sí mismo (conciencia del exterior). Él no puede percibir al
Creador, sino su idea de lo que es el Creador, esta es la esencia de la Religión: “La experiencia de lo
Divino en un plano subjetivo”. Por lo que resultaría lógico pensar que para alcanzar el conocimiento del
Eterno, el ser humano tendría que negarse a sí mismo, es decir desear percibir fuera de la
subjetividad.

Debe aprender entonces que todas las impresiones que recibe del mundo exterior son enviadas por el
Creador, y que las mismas no pueden ser absorbidas por el Ego, sino que para asemejarse en
cualidad al Eterno, uno debe propiciar un cambio en el sentido o dirección del deseo, de manera que
no se trata de renunciar al placer o de escapar del dolor, sino de proyectar mentalmente ambos
estados hacia afuera de uno mismo, esta acción psicológica forma parte del trabajo espiritual.

Un concepto cabalista relacionado con el proceso de negación o restricción del Ego es el de Pantalla o
Masaj en hebreo. La pantalla es el mecanismo espiritual mediante el cual el ser creado adquiere la
capacidad de calcular la cantidad de luz (placer) que puede recibir en beneficio del Creador y no para
ser utilizada con fines egoístas.

En el mundo material (Maljut) no existe la pantalla, de aquí que el ser humano reciba las sensaciones
de placer o dolor solo para sí mismo, reflejemos el egoísmo del hombre a través de un ejemplo
polémico o controversial, pues nada más grande que el amor desinteresado de una madre hacia un
hijo, al punto de que en situación de peligro esta es capaz de poner su propia vida por la vida de su
hijo, sin embargo lo que sucede aquí es que la madre no podría tolerar la pérdida de algo que le es
extremamente significativo, las personas solo son capaces de amar aquello que entra en el rango de lo
que les resulta significativo, por eso no nos dolemos con las penurias ajenas, esto sucede porque las
personas solo se sienten a sí mismas, los conceptos o apreciaciones que construyen de la realidad
solo cobran sentido dentro de su subjetividad. Solo existo yo y mi idea de lo que puedo percibir fuera
de mí.

La pantalla o masaj es una posesión espiritual y un regalo del Creador, sin embargo su construcción
comienza desde el plano subjetivo, y está determinada por el uso adecuado de procesos psicológicos
como la voluntad y la intención, es decir, la voluntad para abstenerse de recibir placer o de
concentrarse en las experiencias de sufrimiento, así como la intención de proyectar ambos estados
fuera de uno mismo.

Ese es el significado oculto de las palabras pronunciadas por el siervo Job: “Jehová dio, y Jehová
quitó, sea el nombre de Jehová bendito” o “¿Recibiremos de jehová solamente el bien y no el mal?”.
Job aún no había alcanzado la dimensión en la cual expresó: “Más ahora mis ojos te ven” (percepción
espiritual), sino que se encontraba en el plano de la subjetividad, y aún desde este nivel él ya tenía la
revelación interior de proyectar psicológicamente el bien y el mal hacia lo único real fuera de sí: el
Creador. Esta es la actitud que desde Maljut, el humano debe cultivar para anteponerse
constantemente a los designios del egoísmo y ser merecedor de recibir la pantalla. La pantalla es el
instrumento que nos permite manejar el placer verdadero: La Luz que emana del Creador.

La actitud descrita es una de las condiciones para entrar en estado de Flujo de manera permanente,
es decir el deseo consciente de proyectar nuestras impresiones de la realidad hacia afuera sin importar
si su contenido es agradable o desagradable. Algo especial ocurre cuando la persona entre todos sus
sufrimientos y placeres comienza a magnificar un deseo en particular, el anhelo de percibir al Creador
y de ser uno con ÉL, esto en cabalá se conoce como el nacimiento del punto en el corazón, el inicio de
la vida espiritual en el ser humano.

El rabí Laitman plantea que las fuerzas espirituales (placer puro) solo pueden afectar a aquellos que
posean una intención real de proyectar su deseo hacia afuera, pero no hacia cualquier objeto o
fenómeno de la realidad, que no son más que vestiduras o sustitutos del verdadero placer, sino que la
persona debe desear acercarse en cualidades al Creador, cuya naturaleza es conferir, es decir dar a
su creación. El Creador mismo es la verdadera fuente de Placer.

Para que el ser humano dirija su corazón hacia el Creador, este le envía toda clase de pruebas y
situaciones (conflictivas o placenteras), pero la actitud del sujeto ante todas las circunstancias debe ser
la misma, proyectarse hacia afuera y no hacia la autocomplacencia. Una de las razones por la cual el
Creador se oculta de sus creaciones, es porque estas deben proyectar su deseo hacia una realidad
que escape de su rango de percepción, este esfuerzo es el que contribuye al rompimiento de los
límites de la subjetividad, por eso el nombre que recibe esa acción es: “Fe por encima de la Razón”.
Cada ascenso en la escalera espiritual contiene un velo cuyo marco deberá ser trascendido bajo el
principio expuesto.

La necesidad de proyectarse psicológicamente hacia afuera para alcanzar equivalencia de cualidades


con el Creador, es explicada por el rabí Michael Laitman en su libro “Alcanzando los Mundos
Superiores”:

“…todas las acciones y pensamientos no deben ser dirigidos a uno mismo ni hacia el interior de uno
mismo, no deben estar concentrados en los sentimientos de sufrimientos, ni en los pensamientos de
como escapar de él. En su lugar, debemos transferir nuestra percepción hacia fuera de nuestros
cuerpos, como si nos moviéramos desde el interior hacia afuera. Debemos procurar percibir al Creador
y a su designio, no mediante nuestros propios corazones, sino que desde el exterior, distanciando al
yo del proceso (…) aceptando este sufrimiento como una condición previa necesaria para aumentar
nuestra fe en el Dominio Supremo, de modo que hagamos todo solamente en favor del Creador”.

“…el Creador se revela solamente ante los deseos altruistas, solamente en aquellos pensamientos
aparte del yo y de los problemas personales; solamente en preocupaciones externas, porque
solamente entonces existe una congruencia de cualidades entre el Creador y nosotros mismos”.

Aún los procesos fisiológicos con su carácter automático manifiestan este principio, tomemos solo por
ejemplo el acto de respirar, aquí la inspiración representa la línea izquierda y por tanto la recepción
egoísta, mientras que la expiración simboliza la línea derecha que es el dar de forma altruista. Sin
embargo existe una pausa respiratoria que establece la alternancia entre ambos movimientos
mecánicos, esta pausa simboliza a la línea del centro. La expresión contenida en los Salmos: “Todo lo
que respira alabe a Jehová” (Sal 150.6) revela esta verdad, de hecho una lectura más profunda del
versículo sería: “Todo lo que reciba la abundancia (Shefa) de Jehová (inspiración), que le otorgue sin
restricción (expiración)”.

El ser creado debe tener deseos cada vez mayores para poder recibir la abundancia (Shefa) otorgada
por el Creador, pero estos deseos deberán ser utilizados solo para el beneficio del Eterno. Esta acción
conocida como recibir con el fin de Dar, es generadora de un flujo continuo de Luz, el cual perpetúa la
percepción de placer espiritual por parte del ser creado, quien eventualmente no se conformará con la
Luz del Creador, sino con ÉL mismo, la fuente de toda vida creada. Esto es la corrección final y la
verdadera adhesión con el Creador.

Conclusiones:
 El Flujo es un estado subjetivo de placer que se corresponde con una actividad cerebral
eficiente. El cerebro rinde más con un gasto mínimo de energía.
 Lo esencial de la experiencia de Flujo es la sensación de deleite, la cual impulsa a que la
persona se auto-recompense con su disfrute. De modo que el fin último no es el alcance de la
meta definida, sino la experiencia gratificante que se deriva de la actividad que la determina.
 El estado de flujo puede aparecer asociado a la realización de una tarea particular, aunque con
el entrenamiento adecuado puede generalizarse a otras situaciones o surgir desvinculado de la
actividad externa.
 El estado de flujo es clave para alcanzar el rendimiento óptimo frente a una tarea o suceso
determinado. Además coloca las emociones al servicio de situaciones de aprendizaje.
 Flujo no es sinónimo de alegría, ambos estados difieren en magnitud, temporalidad e
intensidad. El flujo es un estado subjetivo generalizado que engloba emociones positivas como
la alegría, en cambio una persona alegre no está necesariamente en estado de flujo. La alegría
es una emoción efímera en respuesta a una situación determinada, mientras que el flujo tiene
una mayor duración temporal y puede permanecer en ausencia del estímulo que lo provoca. Lo
distintivo del estado de flujo no es cuan intensa pueda ser su vivencia, como en el caso de la
euforia, que se percibe de forma visceral, la intensidad del estado de Flow puede variar desde
un microflujo, donde se percibe una sensación de deleite suave, continuo, relajado, que
envuelve toda la realidad del sujeto, hasta un estado de éxtasis en el que la persona lo único
que percibe es el placer, perdiendo la noción de tiempo/lugar, la percepción de la actividad
realizada y los afanes propios del yo.
 Fluir implica abandono del yo, que no se interpreta como sinónimo de inconsciencia, sino como
desatención o desconexión con variables subjetivas neutralizadas por la experiencia de placer.
 El flujo más que un estado global, puede ser entendido como un proceso cuya temporalidad va
en ascenso y que predispone hacia emociones positivas como la esperanza, la fe y el
optimismo, además de potenciar procesos psicológicos como la creatividad, el
autoconocimiento, la autovaloración, la autoestima y la seguridad personal. De aquí su relación
con la satisfacción y la felicidad.
 Se ha demostrado que la presencia de estos estados emocionales o sentimentales
desagradables como la tensión, la depresión, la ansiedad, la incertidumbre, la tristeza, la ira, la
inseguridad, la apatía, la vergüenza, etc, pueden interrumpir la experiencia del flujo, sin
embargo, con la actitud correcta, el flujo también puede amortiguar el impacto de los estados
afectivos mencionados, ya que es útil como estrategia de afrontamiento, proporcionando a la
persona compromiso, entereza, fortaleza y creatividad en la solución del problema.
 Hay varias formas de entrar en estado de "flujo". Una de ellas consiste en enfocar
intencionadamente la atención en la tarea que se esté llevando a cabo; no hay que olvidar que
la esencia del "flujo" es la concentración. Otra manera posible de entrar en ese estado también
puede darse cuando las personas emprenden una tarea para la que está capacitado y se
compromete con ella en un nivel que exige de todas sus facultades. La destreza y el reto son
aspectos que incrementan los niveles de concentración del individuo y por tanto la sensación
de flujo.
 El flujo es el reflejo más remoto del placer que emana del mundo espiritual. Pues así como la
Luz (placer superior) gratifica, enseña y corrige, el estado de flujo impulsa a la persona a
desapegarse del ego y a intuir un campo de experiencia superior.
 Fluir predispone al sujeto tanto a gratificar como a servir a los demás. En este sentido su
esencia revela -aunque de forma rudimentaria- el principio del altruismo. Es decir, servir al otro
por el placer de hacerlo y no en espera de una retribución material o de un reconocimiento
social.
 Cuando en la persona nace y se desarrolla el deseo de comunión con el Creador, la alternancia
entre los estados de flujo y los estados de carencia (sufrimiento por la falta de placer) preceden
el trabajo espiritual a efectuar a lo largo de las tres líneas que conforman el árbol de la vida. Un
estado de carencia impulsará a la persona a buscar el estado de flujo (análogo del placer
espiritual), luego cuando el sujeto aprende a generalizar la experiencia de Flow, comienza a
comprender que esta no depende de circunstancia externa alguna, sino que la persona la
evoca a voluntad, por lo que se va desapegando de la materialidad y anhelando con más
fuerza el mundo espiritual.

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