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Desde los tiempos de la colonia Bolivia ha sido un país minero. Por décadas, el cerro rico de
Potosí ha sido el yacimiento de minerales de plata más importante del mundo. La producción se basaba
en el trabajo de los indígenas bajo el régimen de la mita. Cada año llegaban a Potosí alrededor de 13.500
mitayos con sus familias, formando un contingente de 40.000 personas. La ciudad se convirtió en uno de
los principales centros urbanos del mundo.
Esta etapa se describe muchas veces de manera contradictoria en los libros de historia ya que
hace referencia a la “civilización” cuando lo que se cometió en realidad fueron saqueos descarados de
nuestras colosales riquezas a costa de genocidio, maltrato, esclavitud y explotación de indígenas.
Respecto al quinto código existe la intención de recuperar los Juzgados de Minería, sin embargo, es algo
que no se logró. Eran los magistrados quienes atendían Recursos Extraordinarios de Nulidad de las
Resoluciones dictadas por un Ministro de Industria que ejercía de autoridad de 2da instancia, es así que
se generaban situaciones incongruentes. La minería y petróleo estaban mezclados hasta este periodo, se
creó el Ministerio de Minas y Petróleo, además de una fiscalía de la Superintendencia de Minas que no
entró en Vigencia, también se creó la Sala Social Administrativa de Asuntos Mineros en la Corte Suprema
de Justicia que existe hasta nuestros tiempos como la Sala Social y Administrativa.
La búsqueda prioritaria de la transnacionalización por parte de los grandes mineros, por encima de la
voluntad de desarrollar el país priorizando sus intereses privados, hacen que el auge de la minería del
estaño no permita un desarrollo nacional importante ni el mejoramiento de las condiciones de vida de la
población. Si bien los mayores grupos industriales introducen innovaciones tecnológicas, no invierten en
la salud ni en la seguridad de sus trabajadores; y menos son sensibles a la degradación ambiental que
ocasionan. Además, a pesar de la significación vital de la minería para la prosperidad del país, el Estado
no cuenta con políticas que incentiven el desarrollo del sector. Las malas condiciones de vida de los
mineros y los campesinos generan un descontento social que incentiva la búsqueda de opciones para
construir una estructura política y económica distinta y transforma gradualmente la visión que el país
tiene de sí mismo.
En el Sexto Código se creó la Corte Nacional de Minería, en la que los vocales son nombrados por el
presidente, un gran desacierto ya que se aplicaron los cargos por afinidad política. En este periodo se
otorgan amplias áreas mineras.
La política minera del período posterior a la crisis de mediados de los 80, se dirigió a promover la
inversión del capital privado y la introducción de nuevas tecnologías para la explotación masiva de
yacimientos y proteger el medio ambiente, con el objetivo de crear empleo, mejorar el nivel de vida de
la población, mejorar la productividad del trabajo y contribuir al desarrollo económico sustentable de las
regiones mineras. Para alcanzar tales objetivos, el Estado puso en marcha cambios significativos en la
legislación minera
En 1985 se promulga el D.S.21060, estableciendo la desnacionalización de las minas, surgen los nuevos
empresarios mineros y consecuentemente nuevas empresas mineras, en su mayoría norteamericanas.
Este Código incorpora criterios novedosos de gestión ambiental, acordes con la realidad de este sector
productivo, entre los que cabe mencionar:
La Octava Ley de Minería tiene como novedad la creación del CEJIM, las instituciones cambian de
nombres pero se mantienen vigentes. El superintendente de minas es denominado ahora Autoridad
Jurisdiccional Administrativa Minera. Las Entidades de Fomento son incluidas en la estructura
institucional minera.
En conclusión, la normativa minera ha cubierto, prácticamente, todos los aspectos y escenarios que
podrían presentarse en el sector; sin embargo, esto no significa que haya coherencia total y una sola
línea de tratamiento para todos, ya que a lo largo de los años ha sido notorio la incongruencia que
presenta en muchos de los códigos, esto debido a que en varias ocasiones no se adaptaron a la realidad
social de Bolivia.