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Monroy Tenorio Jesús Eduardo

Regímenes políticos

Transiciones democráticas en América Latina

Reporte: Transiciones democráticas en América Latina 1

Durante gran parte del siglo XX AL vivió un sinnúmero de movimientos sociales y

políticos, que generaron dictaduras militares, así como otras formas de gobierno

autoritarias. Los espacios democráticos liberales se vieron reducidos y la política

populista pareció ser insuficiente para atender las necesidades y demandas

sociales. La exigencia de derechos políticos y civiles fomentó la participación y

organización de la sociedad en torno a la democracia pero los frutos y resultados

enmarcados desde la , los resultados enmarcados desde el análisis teórico de los

movimientos autoritarios tanto como las propuestas políticas y económicas para

reivindicar los espacios democráticos, parecieron no ser suficientes en la

consolidación de los objetivos democráticos del siglo.

Uno de los elementos que resaltan del análisis teórico de los regímenes

latinoamericanos del siglo XX es el populismo, el cual carece de una definición

específica y es, más bien, de una interpretación elástica. Primeramente, es

necesario aseverar que existen tanto populismos como regímenes situados en un

determinado espacio y contexto histórico; así también, que no necesariamente

tiene implicaciones negativas o positivas, por ello es necesario eludir los juicios

morales en la construcción teórica y empírica del concepto, pues esto, implica

asumir que en cada una su impacto político y económico, el cual, puede favorecer

como perjudicar ciertos aspectos tanto de los individuos como del sistema político.

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Magallón, A. M., 2003. Transiciones democráticas en América Latina en La democracia en América Latina.
México: UNAM, pp. 119-208.
Monroy Tenorio Jesús Eduardo
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Transiciones democráticas en América Latina

En un primer momento puede decirse que se opone a la desigualdad social y

económica, puesto que, tal como su nombre lo indica, emerge del pensamiento

popular, de las masas sin organización ni disciplina; podría comentarse que es un

producto ideológico que en muchas ocasiones se transfigura en movimientos

sociales y políticos que reestructuran o definen al sistema político de un país. Tal

como Magallón (2003) señala: “es un movimiento antes que un partido”. Emana de

una clase social y es “elaborada por intelectuales sobre la base de la exaltación de

los valores campesinos, donde la movilización de masas ha adquirido con

frecuencia connotaciones populistas” (Magallón, 2003).

Así, el populismo va transfigurándose y tomando cuerpo en aquellos que lo

versan, defienden y pugnan, hasta encarnarse en un líder, elemento coincidente

según el autor, en los populismos latinoamericanos. Esta imbricación de origen

atraviesa al populismo con un carácter moral, que valora elementos tradicionales,

espirituales, religiosos y actitudinales más que programáticos, lógicos y

progresistas. Debido a este carácter personal establece una dinámica que rechaza

la intelectualidad, pues se construye de una ideología imprecisa y dinámica que se

opone a cualquier ente o entidad que no cuente con su aprobación o control.

No obstante, que el populismo emerja de las masas no significa que se dé una

redistribución económica y el mejoramiento de las clases oprimidas que conlleva,

sino que, tal como se observó en los resortes anteriores sobre la democracia, se

construye una lógica de dominación que preserva la existencia y desarrollo de

ciertas élites, posiblemente nuevas o no, pero que transfigura sentimientos,


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Transiciones democráticas en América Latina

ideologías, demandas y necesidades sociales de acuerdo a su lógica de

dominación, esto, según Magallón (2003) pervierte la evolución del régimen

democrático.

Como revisión histórica, el autor señala que el autoritarismo en América Latina

se entrelazan en distintos momentos con “formas diversas de populismos,

dictaduras, tiranías, militarismos o con gobiernos republicanos” (Magallón, 2003; p.

138), los cuales no necesariamente eran democráticos, tal es el caso de nuestro

país en gran parte del siglo pasado.

Tales autoritarismos aparecieron, más o menos, bajo la hipótesis de la

modernización, que planteaba que entre más industrializado esté un país, su

democracia -principios y objetivos- incrementarán consecuentemente. El tiempo

dio la razón, y tal hipótesis fue un simple anhelo aparejado, posiblemente, con las

promesas incumplidas de la democracia. Por ello es que las dictaduras también

fracasaron, pues la búsqueda del progreso y el bienestar social tampoco fue

encontrado ahí.

Es por eso que se dieron los procesos de transición, que al menos,

teóricamente, deben ser entendidos como momentos de democratización que se

pueden definir y delimitar históricamente, incluidos por las condiciones de

transición que cada gobierno pudo generar en su momento, los cuales no siempre

implicaron una violencia sistemática o una revolución, pero sí un cambio de

dirección en los fundamentos del régimen, mismas que emanaron desde dentro de

cada país como desde fuera.


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Transiciones democráticas en América Latina

Justo las presiones externas también se abordan desde las directrices

económicas y políticas internacionales que se emparejaron con la llegada del

neoliberalismo y la globalización. Todos, términos y entidades orgánicas per se,

pero entrelazadas por el contexto económico que atravesó a la región

latinoamericana, donde la necesidad de superar los excesos del Estado de

Bienestar así como de los regímenes “democráticos” autoritarios, orillaron a

acercarse al proyecto emanado de los países capitalistas avanzados.

Algunos teóricos neoliberales señalaron que las causas de la crisis del Estado

de Bienestar, y que, paralelamente, también se encontraban en los regímenes

mayor o menormente autoritarios, radican en el “poder excesivo y nefasto de los

sindicatos y, de manera más general, en el movimiento obrero, lo cual había

corroído las bases de la acumulación del capital a través de las presiones

reivindicativas sobre los salarios” (Magallón, 2003; p. 174), los cuales generaban

un gasto social insostenible a largo plazo.

No obstante, a pesar de que el neoliberalismo se implementó en la mayoría de

los países del globo, tuvo un fracaso económico rotundo, el cual se percibe hoy en

día donde la desigualdad económica golpea fuertemente a los países

latinoamericanos y la pobreza, marginación y miseria han alcanzado niveles

críticos. No obstante, se logró desestatizar a la sociedad, aunque esto, de manera

gradual y no completa en tales gobiernos.

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