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Acto 1:
Les voy a contar una parte de mi vida. Soy Renata, muy enamoradiza. Todos me
caen bien.
Enamoradiza es poco, ella a todo lo que se moviera y fuera hombre, le gustaba.
Resulta que un día su mejor amiga le invitó a salir a una discoteca Llamada entre
Renata y su amiga Y les fue ¡¡¡rebien!!! Conoció a un hombre. Era camionero.
Trasladaba hacienda. Se conectaron sus miradas en la barra y hubo algo especial.
Se acercó, me habló
H1 Juan: Eres la cosa más hermosa que mis ojos hayan visto.
y me encantó la forma en la que la observaba.
Se sentía como Afrodita, iluminada y adorada por aquel hombre que acababa de
conocer. Se llamaba Juan, un nombre simple y común.
¡¡¡Desde ese día y por dos años, nunca nos separamos!!! Convivimos en mi casa.
Él viajaba mucho, entenderán el por qué.
Entonces me tengo que hacer cargo de absolutamente todo: Lavo, plancho,
cocino, limpio la casa, corto el pasto, cuido de los perros, los paseo, lavo los
autos y hasta su camión porque él llega muy cansado cada vez que retorna de sus
viajes. Con decirles que hasta le corto las uñas de los pies, lo depilo, le corto el
cabello, hago las compras, le preparo sus viandas, y todo lo que se les pueda
ocurrir que puede hacer un hombre y una mujer juntos en una casa.
Cierto día él le comenta:
Elab. por Dayana Ruiz y Rolando Yabor
H1 Juan: Debo viajar a Salta a visitar a mi madre que está enferma.
Ella supuso que viajaría en avión, pues no. Decidió hacerlo en su camión.
Obviamente no le creí ni una miserable palabra. Imaginé que se iría con alguna
mujer a pasar un fin de semana. Y francamente no le dije nada, pues nuestra
relación era muy buena. ¡¡¡Claro, no nos veíamos nunca!!!
Entonces llegó el día y partió. Pasaron 3 días y ni una noticia. El celular apagado
y él no daba señales de vida. Al cuarto día tocan el timbre. ¡¡¡Salió y era la
policía!!! Venían a darle malas noticias.
Su marido ha tenido un accidente. ¡¡¡Chocó de frente contra un camión y falleció
en el acto!!!
¡¡¡Oh, Dios mío!!! ¡¡¡Me quedé sola y sin pensión!!!
Ella nunca trabajó, el ganaba muy buena plata. Pero, ni se casaron, ni siquiera
pasaron 3 años conviviendo.
¡¡¡Me repetí mil veces, yo no me enamoro más!!!
La pobre de Renata, paso por lo mismo que con el primero, otro amante debes
de marido. Menos mal que para este hombre le alcanzo para una caja decente,
aquel muchacho que parecía alemán tuvo un velorio y entierro dignos de él. En
este caso fueron los compañeros y amigos del trabajo, la amiga y la hermana
menor de Renata, que supuestamente fue a consolarla y fue solamente para
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tragarse la comida y pedirle plata para mantener a su novio bandolero, la pobre
no descansaba de la desgracia; dos maridos muertos y una familia malagradecida
con ella. Pasaron algunas semanas, y ella se vio que iba a caer en lo mismo, pero
ella decidió apuntarse a un gimnasio y a ponerse a dieta porque ella tenía que
salir de este desafortunado acontecimiento como una mujer fuerte y decidida de
su vida. Ella empezó a trabajar por las noches en un bar de la ciudad, le pagaban
bien por ser solo camarera y coctelera, así que ella se pudo comprar ropa,
maquillajes y cosas de importancia para la casa. Así ella salió de ese año
compuesta y lista parta salir a enfrentar el mundo.
Acto 3:
Pasó ese año y otra vez la amiga le convence de salir. Estando en el boliche, se
le acerca alguien y le habla muy cerquita del oído.
H3 Diego: Eres la cosa más hermosa que mis ojos hayan visto.
Su voz me subyugó. No quería girar a observarlo, solo quería escucharlo. Yo ya
estaba en forma, divina, mamasota, flaca, atractiva, ¡¡¡una cabellera
espeluznante!!! ¡¡¡Claro, levantaba a cualquiera!!! Miro sus manos, enormes
manos y veo sus pies, ¡¡¡gigantescos!!! ¡¡¡Me volví loca!!! Era un fetiche.
Su nombre era Diego.
Giré la vista y me encontré con un señor como de 1.72 m de altura, morocho,
ojitos vivaces, muy simpático y al mes ya convivíamos. ¡¡¡Nos entendíamos de
maravillas!!! Era abogado. Mucho dinero. Un Lamborghini maravilloso,
paseábamos a donde se nos antojaba.
Comenzó una nueva vida sola, disfrutó de su pensión. Y ella empezó a viajar
mucho. En uno de sus tantos viajes, conoció al hombre de sus sueños, Santiago.
En un avión, sentado a su lado, charlaron todo el viaje. Se reentendieron. Era
político. Tenía un hijo de 3 años. Ella ninguno aún y ni quería.
¡¡¡Era divino!!! Alto, morocho, boca carnosa, musculoso, y muy buen pasar. Me
pidió matrimonio y acepte. A los 3 meses convivíamos y con su hijo. ¡¡¡Oh
Diosito!!! ¿¿¿Por qué me volví a enamorar???
El mocoso era insoportable y maleducado, usaba pañales todavía. Tomaba
biberón.
Lo único que me decía que yo no era su madre.
¡¡¡Tú no eres mi madre, Gorda!!!
FIN
Elab. por Dayana Ruiz y Rolando Yabor