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POEMAS SELECCIONADOS

1. POETISA COLOMBIANA: PIEDAD BONNET

DEYSI LORENA PARRA BATECA

LOS HOMBRES TRISTES NO BAILAN EN PAREJA

Los hombres tristes ahuyentan a los pájaros.

Hasta sus frentes pensativas bajan

las nubes

y se rompen en fina lluvia opaca.

Las flores agonizan

en los jardines de los hombres tristes.

Sus precipicios tientan a la muerte.

En cambio,

las mujeres que en una mujer hay

nacen a tiempo todas

ante los ojos tristes de los tristes.

La mujer-cántaro abre otra vez su vientre

y le ofrece su leche redentora.

La mujer-niña besa fervorosa

sus manos paternales de viudo desolado.

La de andar silencioso por la casa

lustra sus horas negras y remienda

los agujeros todos de su pecho.

Otra hay que al triste presta sus dos manos

como si fueran alas.

Pero los hombres tristes son sordos a sus músicas.

No hay pues mujer más sola,

más tristemente sola,

que la que quiere amar a un hombre triste.


JULIETH PAOLA SANCHEZ BARBOSA

RÉQUIEM

Resulta

que ya nada es igual, nada es lo mismo,

que algo se ha muerto aquí

sin llanto,

sin sepulcro,

sin remedio,

que otro aire se respira ahora en el alma,

patio oloroso a humo donde cuelgan

tantos locos afectos de otros días.

Tendría que decir

que ha llovido ceniza tanto tiempo

que ha tiznado por siempre las magnolias,

pero es pueril la imagen y me aburro.

Me aburro dócilmente, blandamente,

como cuando era niña y me tiraba

a ver pasar las nubes,

y la vida

era larga como una carrilera.

Ahora el tren da la vuelta y unos rostros

borrosos me saludan desde lejos:

yo amé a aquel hombre que va hablando solo.

Aquel otro me amó y no sé su nombre.

La tarde se silencia y todos parten.

Soy yo la que hace tiempo ya se ha ido.


DAYANNA FLORIAN PALOMINO

CANCIÓN

Nunca fue tan hermosa la mentira

como en tu boca, en medio

de pequeñas verdades banales

que eran todo

tu mundo que yo amaba,

mentira desprendida

sin afanes, cayendo

como lluvia

sobre la oscura tierra desolada.

Nunca tan dulce fue la mentirosa

palabra enamorada apenas dicha,

ni tan altos los sueños

ni tan fiero

el fuego esplendoroso que sembrara.

Nunca, tampoco,

tanto dolor se amotinó de golpe,

ni tan herida estuvo la esperanza.


ANGIE VALENTINA ARIAS ACUÑA

DE CÍRCULO Y CENIZA

Tu boca viene a mí, solo tu boca.

Viene volando,

libélula de sangre, llamarada

que enciende ésta mi noche de ceniza.

Toda la sal del mar habita en ella,

todo el rumor del mar,

toda la espuma.

Boca para los besos dibujada,

donde duerme tu lengua tentadora.

Todo el vino del mundo está en tu boca,

todo el pecado

y la inocencia toda.

Boca que calla y cuando dice, oculta.

Capaz de toda la verdad tu boca,

de toda la verdad y la mentira.

Ríe tu boca y se despierta el día.

(Relámpagos de nieve hay en tu risa).

Como un tropel de potros me atropellan

los besos de tu boca deliciosa;

tu boca, mariposa equivocada,

tu boca ajena que se desdibuja

en mi noche de círculo y ceniza.


2. POETISA AFROCOLOMBIANA: MARY GRUESO ROMERO

ANA IRIS ARROYO OVIEDO

LA MUÑECA NEGRA

Le pedí a Dios una muñeca

pero no me la mandó;

se la pedí tanto, tanto,

pero de mí no se acordó.

Se la pedí a mi mamá

y me dijo: “pedísela duro a Dios”,

y me jinqué de rodillas

pero a mí no me escuchó.

Se la pedía de mañanita

antes de rayar el sol

para que así tempranito

me oyera primero a yo.

Quería una muñeca

que fuera como yo:

con ojos de chocolate

y la piel como un carbón.

Y cuando le dije a mi taita

lo que estaba pidiendo yo

me dijo que muñeca negra

del cielo no manda Dios;

“buscáte un pedazo’e trapo


y hacé tu muñeca vo”.

Yo muy tristecita

me fui a llorá a un rincón

porque quería una muñeca

que fuera de mi color.

Mi mamá muy angustiada,

de mí se apiadó

y me hizo una muñeca

oscurita como yo.


KETTY LUZ NAVARRO DÁVILA

POBREZA NEGRA

El negrito tiene sueño,


¿quién lo arrullará?
Tíralo en un petate
o en una estera quizá
que el negrito se duerme solo
nadie lo arrullará.
Cuélgale una hamaca
que el solo se dormirá
que la mamá cogió el potro
y se embarcó pa’ la má,
dicen que a pesca cangrejo
o jaiba será quizá.

Y cuando el negrito despierte,


¿quién lo alimentará?
Mi comadre la vecina
que esta randa’ e mamá.

El negro no tiene compota


ni tetero pa’ chupá.
Lo que tiene es un pellejo
que es la teta’ e la mamá.

Jala, jala mi negrito


la teta’ e tu mamá,
el negrito jala y llora
porque na le bajará.

La mamá no tiene leche


porque en ayunas está
pero le bajará gota a gota
la sangre’ e la mamá.
ALEJANDRA MAYERLI VACA FIGUEROA

NEGRA SOY
¿Por qué me dicen morena?
Si moreno no es color
Yo tengo una raza que es negra,
Y negra me hizo Dios.

Y otros arreglan el cuento


Diciéndome de color
Dizque pa’ endulzarme la cosa
Y que no me ofenda yo.

Yo tengo una raza pura


Y de ella orgullosa estoy
De mis ancestros africanos
Y del sonar del tambó.

Yo vengo de una raza que tiene


Una historia pa’contá
Que rompiendo sus cadenas
Alcanzó la libertá.

A sangre y fuego rompieron,


Las cadenas de opresión
Y ese yugo esclavista
Que por siglos nos aplastó.

La sangre en mi cuerpo
Se empieza a desbocá
Se me sube a la cabeza
Y comienzo a protestá

Yo soy negra como la noche,


Como el carbón mineral,
Como las entrañas de la tierra
Y como el oscuro pedernal.

Así que no disimulen


Llamándome de color
Diciéndome morena
Porque negra es que soy yo.
ERIKA RÍOS GONZÁLEZ

NIÑA NEGRA

Soy una niña negra

con ancestros esclavos soy

donde mi abuelo sacaba

el oro para el patrón.

Mi cuerpo es una palmera

una palmera negra soy

que danza cuando el viento canta

con la música de la región.

Mi piel es lo más hermoso

negrita como el carbón

les presté a las ostras las perlas

para cuando me riera yo.

No nací con cadenas

ni playé en un socavón

fui a la universidad y tengo

en la pared mi cartón.

Soy libre como el viento

como las aves libres soy

soy una mujer negra

que nació en esta región.


3. POETISA INDÍGENA: YENNY MURUY ANDOQUE
LEIDYS DEL CARMEN CLÍMACO
LISETH YAJAIRA FONSECA
LINA ALEJANDRA GÓMEZ
MARÍA ISABEL RINCÓN
HOMENAJE ALFONSINA STORMI

ANDERSON MEJÍA
¡ADIÓS!

Las cosas que mueren jamás resucitan,


las cosas que mueren no tornan jamás.
¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda
es polvo por siempre y por siempre será!

Cuando los capullos caen de la rama


dos veces seguidas no florecerán...
¡Las flores tronchadas por el viento impío
se agotan por siempre, por siempre jamás!

¡Los días que fueron, los días perdidos,


los días inertes ya no volverán!
¡Qué tristes las horas que se desgranaron
bajo el aletazo de la soledad!

¡Qué tristes las sombras, las sombras nefastas,


las sombras creadas por nuestra maldad!
¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que así se nos van!

¡Corazón... silencia!... ¡Cúbrete de llagas!...


-de llagas infectas- ¡cúbrete de mal!...
¡Que todo el que llegue se muera al tocarte,
corazón maldito que inquietas mi afán!

¡Adiós para siempre mis dulzuras todas!


¡Adiós mi alegría llena de bondad!
¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que no vuelven más! ...
ELÍAS FIGUEROA HERNÁNDEZ

ALMA DESNUDA

Soy un alma desnuda en estos versos,


Alma desnuda que angustiada y sola
Va dejando sus pétalos dispersos.

Alma que puede ser una amapola,


Que puede ser un lirio, una violeta,
Un peñasco, una selva y una ola.

Alma que como el viento vaga inquieta


Y ruge cuando está sobre los mares,
Y duerme dulcemente en una grieta.

Alma que adora sobre sus altares,


Dioses que no se bajan a cegarla;
Alma que no conoce valladares.

Alma que fuera fácil dominarla


Con sólo un corazón que se partiera
Para en su sangre cálida regarla.

Alma que cuando está en la primavera


Dice al invierno que demora: vuelve,
Caiga tu nieve sobre la pradera.

Alma que cuando nieva se disuelve


En tristezas, clamando por las rosas
con que la primavera nos envuelve.

Alma que a ratos suelta mariposas


A campo abierto, sin fijar distancia,
Y les dice: libad sobre las cosas.

Alma que ha de morir de una fragancia


De un suspiro, de un verso en que se ruega,
Sin perder, a poderlo, su elegancia.

Alma que nada sabe y todo niega


Y negando lo bueno el bien propicia
Porque es negando como más se entrega.

Alma que suele haber como delicia


Palpar las almas, despreciar la huella,
Y sentir en la mano una caricia.

Alma que siempre disconforme de ella,


Como los vientos vaga, corre y gira;
Alma que sangra y sin cesar delira
Por ser el buque en marcha de la estrella.

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