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Señor

JUEZ PROMISCUO MUNICIPAL (REPARTO)


Aguachica – Cesar
E. S. D.

LORENA MORA GIRALDO, mayor de edad, identificada con cedula de


ciudadanía No. 1062878776, residente en el municipio de Aguachica-Cesar, por
medio del presente escrito INSTAURO ACCION DE TUTELA, en contra de
COMPARTA EPS-S, o quien haga sus veces de representante, para que
judicialmente se me conceda la protección de los derechos constitucionales
fundamentales a la Vida, Artículo 11 C.P; a la Igualdad, Artículo 13 de la C.P., y a
la Dignidad Humana, Artículo 1 y SS de la C.P, así mismo el derecho a la Salud,
Artículo 49 C.P; y a la Seguridad Social Artículo 48 C.P, en conexidad con los
anteriores, los cuales considero vulnerados y/o amenazados por la entidad
accionada, con fundamento en los siguientes:

HECHOS

1. En consecuencia de mi patología, desde hace aproximadamente tres (3) años


me encuentro recibiendo la respectiva atención médica en la ciudad de
Bucaramanga, por lo tanto COMPARTA EPS-S no está suministrando los
gastos del transporte para asistir a los controles, realización de exámenes,
entre otros, y debido a mi condición económica no cuento con los recursos
necesarios para asumir los gastos de hospedaje, alimentación y transporte.

2. A pesar de recibir la atención medica de manera oportuna, COMPARTA EPS-S


no está suministrando los recursos necesarios para cubrir los gastos
generados por el desplazamiento a la ciudad de Bucaramanga lugar donde
actualmente se presta el servicio de salud, teniendo en cuenta que
periódicamente es necesario asistir a los controles, exámenes diagnósticos, y
demás eventualidades referentes a mi condición de salud para el tratamiento
de mi patología.

3. Con el actuar de COMPRATA EPS-S se ve vulnerado el derecho fundamental


a la vida, a la salud y a la igualdad, puesto que el estado en el que me
encuentro no es el mejor ni el que un Estado Social de Derecho ha protegido
para personas que como yo están en estado de indefensión ante entidades
que no atienden a nuestras necesidades básicas y urgentes.

4. Toda vez que la falta de recursos para asistir regularmente a los controles
afecta gravemente la continuidad y efectividad del tratamiento que, por lo
demás, resulta imprescindible para mejorar mis expectativas de una vida digna,
por lo tanto existe una barrera para seguir con el tratamiento ordenado por el
médico tratante.

Con base en los anteriores hechos elevo ante usted la siguiente


PRETENSION

1. Con fundamento en los hechos narrados y en las consideraciones expuestas


respetuosamente solicito al Señor Juez se tutelen los derechos fundamentales
a la Vida, Artículo 11 C.P; a la Igualdad, Artículo 13 de la C.P., y a la Dignidad
Humana, Artículo 1 y SS de la C.P, así mismo el derecho a la Salud, Artículo
49 C.P; y a la Seguridad Social Artículo 48 C.P. y ordenar a COMPARTA EPS-
me suministre de MANERA URGENTE los recursos necesarios para el
desplazamiento a la ciudad de Bucaramanga, con el fin de cumplir citas,
controles, exámenes, entre otros.

2. De igual manera que COMPARTA EPS-S continúe prestando la atención


médica y asistencial que mi salud requiere y además, me dé el tratamiento
necesario, según mi estado de salud, de manera oportuna.

3. Como consecuencia de lo anterior, se ordene a COMPARTA EPS-S a realizar


dentro de las 48 horas siguientes a la notificación del fallo, siga prestando sus
servicios sin ningún problema, suministrando los recursos para el
desplazamiento a la ciudad de Bucaramanga con el fin de cumplir con las citas
asignadas y de igual manera seguir recibiendo los tratamientos que sean
necesarios para el mejoramiento de mi estado de salud de forma integral,
incluyendo los pasajes necesarios para mi traslado, así como también los
gastos de hospedaje, alimentación, entre otros.

4. Que se disponga que el cumplimiento de la sentencia de tutela quede bajo


responsabilidad directa del representante legal de la entidad accionada.

FUNDAMENTOS DE DERECHO

Fundamento la presente Acción de Tutela en base a los artículos 11, 13, 48 y 49 y


86 de la Constitución Política, Decreto 2591 de 1991, Decreto 1382 de 2000,
Sentencia T-180 de 2013 y Sentencia T-039 de 2013,

1. Referente conceptual de la Acción de Tutela

El artículo 86 de la Carta Política, desarrollado por los Decretos 2591 de 1991 y


306 de 1992, establece que toda persona puede interponer acción de tutela para
reclamar ante los jueces, mediante un procedimiento preferente y sumario, la
protección inmediata de sus derechos constitucionales fundamentales, cuando
quiera que éstos resulten vulnerados o amenazados por la acción o la omisión de
cualquier autoridad pública o de carácter particular, y que es procedente cuando el
afectado no dispone de otro medio judicial, salvo que se utilice como mecanismo
transitorio para evitar un perjuicio irremediable.

2. SENTENCIA T-180 de 2013: El carácter fundamental autónomo del derecho


a la salud.

La Organización de Naciones Unidas (ONU) a través de la Organización Mundial


de la Salud, establece que“ la salud es un estado de completo bienestar físico,
mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades (…) el
goce del grado máximo de salud que se pueda lograr es uno de los derechos
fundamentales de todo ser humano sin distinción de raza, religión, ideología
política o condición económica o social (…) considerada como una condición
fundamental para lograr la paz y la seguridad.”[1]

Así mismo, la Declaración Universal de Derechos Humanos, dispone que “toda


persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su
familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la
vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios (…).”[2]

Igualmente, nuestro ordenamiento jurídico consagra en el artículo 13 que el


Estado debe adoptar las medidas necesarias para promover las condiciones de
igualdad de grupos discriminados y marginados y proteger de manera especial a
las personas que, por su condición de vulnerabilidad, se encuentren en
circunstancia de debilidad manifiesta[3].

Por otra parte, el derecho a la salud y a la seguridad social se encuentra


consagrado en el artículo 48 de la Constitución Política, que define la seguridad
social como “… un servicio público de carácter obligatorio que se prestará bajo la
dirección, coordinación y control del Estado con sujeción a los principios de
eficiencia, universalidad y solidaridad en los términos que establezca la ley. Se
garantiza a todos los habitantes el derecho irrenunciable a la seguridad social
(...)”.

En desarrollo del mandato constitucional, se expidió la Ley 100 de 1993, donde se


reglamentó el Sistema General de Seguridad Social en Salud, sus fundamentos,
organización y funcionamiento desde la perspectiva de una cobertura universal[4].

Ahora bien, la Corte ha señalado en muchas ocasiones que, de conformidad con


el artículo 49 Superior, la salud tiene una doble connotación: como derecho y
como servicio público [5], precisando que todas las personas deben acceder a él,
y que al Estado le corresponde organizar, dirigir, reglamentar y garantizar su
prestación atendiendo los principios de eficiencia, universalidad y solidaridad.[6]

Sobre la naturaleza del derecho, inicialmente, la Jurisprudencia consideró que el


mismo era un derecho prestacional. La fundamentalidad dependía entonces, de
su vínculo con otro derecho distinguido como fundamental – tesis de la conexidad
–, y por tanto solo podía ser protegida por vía de tutela cuando su vulneración
implicara la afectación de otros derechos de carácter fundamental, como el
derecho a la vida, la dignidad humana o la integridad personal.

En esta línea tenemos, por ejemplo, las sentencias T- 494 de 1993[7] y T-395 de
1998[8]. En la primera, la Corte estudió el caso de una persona que
encontrándose presa, presentó un problema renal severo. En esa ocasión se
estudió el derecho a la salud relacionado con el derecho a la integridad personal,
para lo cual sostuvo:

“Es cierto que la salud y la integridad física son objetos jurídicos identificables,
pero nunca desligados de la vida humana que los abarca de manera directa. Por
ello cuando se habla del derecho a la vida se comprenden necesariamente los
derechos a la salud e integridad física, porque lo que se predica del género cobija
a cada una de las especies que lo integran. Es un contrasentido manifestar que el
derecho a la vida es un bien fundamental, y dar a entender que sus partes -
derecho a la salud y derecho a la integridad física- no lo son.

El derecho a la integridad física comprende el respeto a la corporeidad del


hombre de forma plena y total, de suerte que conserve su estructura natural como
ser humano. Muy vinculado con este derecho -porque también es una extensión
directa del derecho a la vida- está el derecho a la salud, entendiendo por tal la
facultad que tiene todo ser humano de mantener la normalidad orgánica funcional,
tanto física como en el plano de la operatividad mental, y de restablecerse cuando
se presente una perturbación en la estabilidad orgánica o funcional de su ser.
Implica, por tanto, una acción de conservación y otra de restablecimiento, lo que
conlleva a la necesaria labor preventiva contra los probables atentados o fallas de
la salud. Y esto porque la salud es una condición existencial de la vida humana en
condiciones de plena dignidad: al hombre no se le debe una vida cualquiera, sino
una vida saludable. La persona humana requiere niveles adecuados de
existencia, en todo tiempo y en todo lugar, y no hay excusa alguna para que a un
hombre no se le reconozca su derecho inalienable a la salud.”

En la sentencia T-395 de 1998, la Corte aun sostenía que el derecho a la salud no


era fundamental sino prestacional, cuando al tratar una solicitud que se hiciera al
ISS, a cerca de un tratamiento en el exterior, se pronunció de la siguiente forma:

“Si bien, la jurisprudencia constitucional ha señalado en múltiples ocasiones que


el derecho a la salud no es en sí mismo un derecho fundamental, también le ha
reconocido amparo de tutela en virtud de su conexidad con el derecho a la vida y
con la integridad de la persona, en eventos en que deslindar salud y vida es
imposible y se hace necesario asegurar y proteger al hombre y su dignidad. Por
esta razón, el derecho a la salud no puede ser considerado en sí mismo como un
derecho autónomo y fundamental, sino que deriva su protección inmediata del
vínculo inescindible con el derecho a la vida.

Sin embargo, el concepto de vida, no es un concepto limitado a la idea restrictiva


de peligro de muerte, sino que se consolida como un concepto más amplio a la
simple y limitada posibilidad de existir o no, extendiéndose al objetivo de
garantizar también una existencia en condiciones dignas. Lo que se pretende es
respetar la situación "existencial de la vida humana en condiciones de plena
dignidad", ya que "al hombre no se le debe una vida cualquiera, sino una vida
saludable", en la medida en que sea posible. Esta Corporación ha manifestado
que la tutela puede prosperar no solo ante circunstancias graves que tengan la
idoneidad de hacer desaparecer en su totalidad del derecho, sino ante eventos
que puedan ser de menor gravedad pero que perturben el núcleo esencial del
mismo y tengan la posibilidad de desvirtuar claramente la vida y la calidad de la
misma en las personas, en cada caso específico. Sin embargo, la protección del
derecho a la salud, está supeditada a consideraciones especiales, relacionadas
con la reconocida naturaleza prestacional que este derecho tiene.”

En el año 2001, la Corte admitió que cuando se tratara de sujetos de especial


protección, el derecho a la salud es fundamental y autónomo. Así lo establece la
sentencia T- 1081 de 2001[9], cuando dispuso:

“El derecho a la salud de los adultos mayores es un derecho fundamental


autónomo, dadas las características de especial vulnerabilidad de este grupo
poblacional y su particular conexidad con el derecho a la vida y a la dignidad
humana.”
Posteriormente la jurisprudencia de la Corte Constitucional en sentencia T-016 de
2007[10], amplió la tesis y dijo que los derechos fundamentales están revestidos
con valores y principios propios de la forma de Estado Social de Derecho que nos
identifica, más no por su positivización o la designación expresa del legislador de
manera tal que:

“la fundamentalidad de los derechos no depende – ni puede depender – de la


manera como estos derechos se hacen efectivos en la práctica. Los derechos
todos son fundamentales pues se conectan de manera directa con los valores que
las y los Constituyentes quisieron elevar democráticamente a la categoría de
bienes especialmente protegidos por la Constitución”.[11]

Por último, en la Sentencia T-760 de 2008, la jurisprudencia de esta Corporación


determinó “la funda mentalidad del derecho a la salud en lo que respecta a un
ámbito básico, el cual coincide con los servicios contemplados por la Constitución,
el bloque de constitucionalidad, la ley y los planes obligatorios de salud, con las
extensiones necesarias para proteger una vida digna.”[12]

En este contexto, estos derechos son fundamentales y susceptibles de tutela,


“declaración que debe ser entendida con recurso al artículo 86 de la Constitución
Política que prevé a esta acción como un mecanismo preferente y sumario.”[13]

De lo anterior se concluye, que cuando las entidades promotoras de salud se


niegan a suministrar tratamientos, medicamentos o procedimientos excluidos en
el POS o POS-S, están vulnerando el derecho a la salud, el cual como se ha
reiterado adquiere la condición de derecho fundamental autónomo y la tutela es el
medio idóneo para su protección[14].

3. SENTENCIA T-039 DE 2013: Procedencia de la acción de tutela cuando


lo que se busca proteger es el derecho fundamental a la salud. Reiteración
de jurisprudencia

La Constitución Política consagra en sus artículos 48 y 49 el derecho a la


seguridad social y determina que la salud es un servicio público esencial a cargo
del Estado, que debe ser prestado con sujeción a los principios de eficiencia,
universalidad y solidaridad, en los términos que establezca la ley[33].

Inicialmente la Corte diferenció los derechos protegidos mediante la acción de


tutela de los de contenido exclusivamente prestacional, de tal manera que el
derecho a la salud, para ser amparado por vía de tutela, debía
tener conexidad con el derecho a la vida, la integridad personal o la dignidad
humana. Se protegía como derecho fundamental autónomo cuando se trataba de
los niños, en razón a lo dispuesto en el artículo 44 de la Constitución, y en el
ámbito básico cuando el accionante era un sujeto de especial protección.

En la sentencia T-858 de 2003 la Corte Constitucional precisó las dimensiones de


amparo de este derecho, para lo cual sostuvo lo siguiente:

“En abundante jurisprudencia esta Corporación ha señalado que la protección


ofrecida por el texto constitucional a la salud, como bien jurídico que goza de
especial protección, tal como lo enseña el tramado de disposiciones que
componen el articulado superior y el bloque de constitucionalidad, se da en dos
sentidos: (i) en primer lugar, de acuerdo al artículo 49 de la Constitución, la
salud es un servicio público cuya organización, dirección y reglamentación
corresponde al Estado. La prestación de este servicio debe ser realizado bajo el
impostergable compromiso de satisfacer los principios de universalidad,
solidaridad y eficiencia que, según dispone el artículo 49 superior, orientan dicho
servicio. En el mismo sentido, como fue precisado por esta Sala de revisión en
sentencia T-016 de 2007, el diseño de las políticas encaminadas a la efectiva
prestación del servicio público de salud debe estar, en todo caso, fielmente
orientado a la consecución de los altos fines a los cuales se compromete el
Estado, según lo establece el artículo 2° del texto constitucional.

“(ii) La segunda dimensión en la cual es protegido este bien jurídico es su


estructuración como derecho. Sobre el particular, la jurisprudencia de esta
Corporación ha señalado que el derecho a la salud no es de aquellos cuya
protección puede ser solicitada prima facie por vía de tutela. No obstante, en una
decantada línea que ha hecho carrera en los pronunciamientos de la Corte
Constitucional, se ha considerado que una vez se ha superado la indeterminación
de su contenido –que es el obstáculo principal a su estructuración como derecho
fundamental- por medio de la regulación ofrecida por el Congreso de la República
y por las autoridades que participan en el Sistema de Seguridad Social; las
prestaciones a las cuales se encuentran obligadas las instituciones del Sistema
adquieren el carácter de derechos subjetivos(…)”. (Negrillas fuera del texto
original).

Desde entonces, la Corte ha reconocido que el derecho a la salud posee una


doble connotación: (i) como un derecho fundamental y (ii) como un servicio
público. En tal razón ha considerado que:

“En materia de amparo del derecho fundamental a la salud por vía de tutela una
vez adoptadas las medidas de orden legislativo y reglamentario orientadas a
determinar cuáles son las prestaciones obligatorias en salud y a trazar las vías de
acceso a la seguridad social, si se cumplen los requisitos previstos en estos
escenarios, todas las personas sin excepción pueden acudir a la acción de
tutela para lograr la efectiva protección de su derecho constitucional fundamental
a la salud cuando quiera que este derecho se encuentre amenazado de
vulneración o haya sido conculcado.

Por tal motivo, la jurisprudencia de la Corte Constitucional ha sido constante y


enfática en afirmar que tratándose de la negación de un servicio, medicamento o
procedimiento incluido en el Plan Obligatorio de Salud (P.O.S.), en el Plan
Obligatorio de Salud Subsidiado (POSS), en el Plan de Atención Básica (PAB), en
el Plan de Atención Complementaria (PAC) así como ante la no prestación de
servicios relacionados con la obligaciones básicas definidas en la Observación
No. 14 del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, puede
acudirse directamente a la tutela para lograr su protección”[34].

Ello quiere decir que procede el amparo en sede de tutela cuando resulta
imperioso velar por los intereses de cualquier persona que así lo requiera[35]. En
tal sentido, la salud como servicio público esencial a cargo del Estado, además de
regirse por los principios de eficiencia, universalidad y solidaridad, que consagra
expresamente el artículo 49 de la Constitución Política, debe dar cumplimiento al
principio de continuidad,[36] que conlleva su prestación de forma ininterrumpida,
constante y permanente, sin que sea admisible su paralización sin la debida
justificación constitucional.[37]

Lo anterior, por cuanto la materialización del derecho fundamental a la salud exige


que todas las entidades que prestan dicho servicio se obliguen a la óptima
prestación del mismo, en la búsqueda del goce efectivo de los derechos de sus
afiliados conforme al marco normativo señalado, comoquiera que la salud
compromete el ejercicio de distintas garantías, como es el caso del derecho a la
vida y a la dignidad humana[38].

4. Las EPS tienen el deber de prestar el servicio de salud sin dilaciones y de


acuerdo con el principio de integralidad.[39]

Como se explicó en el acápite precedente, en la actualidad el derecho a la salud


es considerado como fundamental de manera autónoma y se vincula
directamente con el principio de dignidad humana, en la medida en que responde
a la necesidad de garantizar al individuo una vida en condiciones mínimas. No
solo porque dicha salvaguarda protege la mera existencia física de la persona,
sino porque, además, se extiende a la parte psíquica y afectiva del ser
humano.[40]

De acuerdo con los artículos 48 y 49 la Constitución Política y los artículos


153[41] y 156[42] de la Ley 100 de 1993, el servicio a la salud debe ser prestado
conforme con los principios de eficacia, igualdad, moralidad, economía, celeridad,
imparcialidad, publicidad e integralidad, lo que implica que tanto el Estado como
las entidades prestadoras del servicio de salud tienen la obligación de garantizar y
materializar dicho servicio sin que existan barreras o pretextos para ello.

Al respecto esta Corporación, en la sentencia T-576 de 2008, precisó el contenido


del principio de integralidad de la siguiente manera:

“16. Sobre este extremo, la Corte ha enfatizado el papel que desempeña el


principio de integridad o de integralidad y ha destacado, especialmente, la forma
como este principio ha sido delineado por el Comité de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales del mismo modo que por las regulaciones en materia de
salud y por la jurisprudencia constitucional colombiana. En concordancia con
ello, la Corte Constitucional ha manifestado en múltiples ocasiones que la
atención en salud debe ser integral y por ello, comprende todo cuidado,
suministro de medicamentos, intervenciones quirúrgicas, prácticas de
rehabilitación, exámenes de diagnóstico y seguimiento de los tratamientos
iniciados así como todo otro componente que los médicos valoren como
necesario para el restablecimiento de la salud del/ de
la (sic) paciente[43]. (subrayado fuera de texto).

17.- El principio de integralidad es así uno de los criterios aplicados por la Corte
Constitucional para decidir sobre asuntos referidos a la protección del derecho
constitucional a la salud. De conformidad con él, las entidades que participan en
el Sistema de Seguridad Social en Salud - SGSSS - deben prestar un tratamiento
integral a sus pacientes, con independencia de que existan prescripciones
médicas que ordenen de manera concreta la prestación de un servicio
específico. Por eso, los jueces de tutela deben ordenar que se garantice todos
los servicios médicos que sean necesarios para concluir un tratamiento[44].”
(Subrayado fuera del texto original).
En dicha sentencia también se precisaron las facetas del principio de atención
integral en materia de salud:

“A propósito de lo expresado, se distinguen dos perspectivas desde las cuales la


Corte Constitucional ha desarrollado el principio de integridad de la garantía del
derecho a la salud. Una, relativa a la integralidad del concepto mismo de salud,
que llama la atención sobre las distintas dimensiones que proyectan las
necesidades de las personas en materia de salud, valga decir, requerimientos de
orden preventivo, educativo, informativo, fisiológico, psicológico, emocional,
social, para nombrar sólo algunos aspectos.[45] La otra perspectiva, se encamina
a destacar la necesidad de proteger el derecho constitucional a la salud de
manera tal que todas las prestaciones requeridas por una persona en
determinada condición de salud, sean garantizadas de modo efectivo. Esto es, el
compendio de prestaciones orientadas a asegurar que la protección sea integral
en relación con todo aquello que sea necesario para conjurar la situación de
enfermedad particular de un(a) paciente.”

En síntesis, el principio de integralidad, tal y como ha sido expuesto, comprende


dos elementos: “(i) garantizar la continuidad en la prestación del servicio y (ii)
evitar a los accionantes la interposición de nuevas acciones de tutela por cada
nuevo servicio que sea prescrito por los médicos adscritos a la entidad, con
ocasión de la misma patología”[46]. De igual modo, se dice que la prestación del
servicio en salud debe ser:

- Oportuna: indica que el usuario debe gozar de la prestación del servicio en el


momento que corresponde para recuperar su salud, sin sufrir mayores dolores y
deterioros. Esta característica incluye el derecho al diagnóstico del paciente, el
cual es necesario para establecer un dictamen exacto de la enfermedad que
padece el usuario, de manera que permita que se brinde el tratamiento
adecuado.[47]

- Eficiente: implica que los trámites administrativos a los que está sujeto el
paciente sean razonables, no demoren excesivamente el acceso y no impongan
al interesado una carga que no le corresponde asumir.[48]

- De calidad: esto quiere decir que los tratamientos, medicamentos, cirugías,


procedimientos y demás prestaciones en salud requeridas contribuyan, a la
mejora de las condiciones de vida de los pacientes.[49]

En consecuencia, la materialización del principio de integralidad conlleva a que


toda prestación del servicio se realice de manera oportuna, eficiente y con
calidad; de lo contrario se vulneran los derechos fundamentales de los usuarios
del sistema de salud.

5. Principio de integralidad y servicio de transporte en el sistema de salud


[50]

El servicio de transporte se encuentra regulado en el Acuerdo núm. 029 de 2011


como una garantía del acceso oportuno, eficiente y de calidad por parte de los
usuarios al servicio de salud, de acuerdo con el principio de integralidad. [51]

De manera que los elementos esenciales del servicio de salud se ven socavados
cuando los usuarios de las EPS no pueden acceder a las atenciones hospitalarias
realizadas en un lugar diferente al de su residencia, debido a que ni el paciente ni
su familia cuentan con capacidad económica suficiente para asumir dicho
traslado.

Si bien el servicio de transporte no es una prestación médica, sí se ha


considerado por el ordenamiento jurídico, a partir de decisiones de esta
corporación, como un medio para acceder al servicio de salud.[52] En esa
medida, se torna obligatorio garantizarlo cuando su no prestación ocasiona
consecuencias graves respecto a la garantía de acceso al servicio.

En lo concerniente al servicio de transporte y la obligación de ser asumido por la


EPS, esta corporación, en la sentencia T-352 de 2010, expresó lo siguiente:

“1.3 La garantía constitucional de acceso a los servicios de salud, implica que,


además de brindarse los tratamientos médicos para proteger la salud de la
persona, se deben eliminar las barreras que impiden la materialización efectiva del
servicio.
Esta Corte ha identificado que el transporte es un medio para acceder al servicio
de salud, y aunque no es una prestación médica como tal, en ocasiones se
constituye en una limitante para lograr su materialización, especialmente cuando
las personas carecen de los recursos económicos para sufragarlo.

Por ello, ha considerado que “toda persona tiene derecho a que se remuevan las
barreras y obstáculos que [le] impidan… acceder a los servicios de salud que
requiere con necesidad, cuando éstas implican el desplazamiento a un lugar
distinto al de residencia, debido a que en su territorio no existen instituciones en
capacidad de prestarlo, y la persona no puede asumir los costos de dicho
traslado”.

El transporte es un servicio que, de conformidad con el Acuerdo 08 de 2009


emitido por la Comisión de Regulación en Salud[53], se encuentra incluido dentro
del Plan Obligatorio de Salud del régimen contributivo y del régimen subsidiado,
en los siguientes casos[54]: (i) para el traslado en ambulancia entre instituciones
prestadoras de servicios de salud de pacientes remitidos por otra institución, que
no cuenta con el servicio requerido; (ii) cuando el paciente sea remitido en
ambulancia para recibir atención domiciliaria bajo la responsabilidad del prestador
de salud, y según el criterio del médico tratante; y (iii) cuando se requiere el
transporte de un paciente ambulatorio, en un medio diferente a la ambulancia,
para que acceda a un servicio que no esté disponible en el municipio de su
residencia[55].

La inclusión del transporte en el Plan Obligatorio de Salud no es absoluta, ya que


no basta con que en el municipio donde reside el paciente no exista la prestación
médica que requiere, para que los planes de salud cubran el traslado con la
finalidad de acceder al servicio. Por ende, solamente los pacientes “ambulatorios”
que se encuentren bajo los supuestos que señala la norma, pueden recibir
efectivamente el servicio médico ordenado.

En los demás casos, cuando la carencia de recursos para sufragar el


desplazamiento impide que una persona se traslade a una IPS para recibir un
servicio médico, esta carencia se constituye en una barrera para acceder al goce
efectivo de su derecho a la salud; y en consecuencia, corresponderá al Juez
Constitucional aplicar la regla jurisprudencial para la procedencia del amparo para
financiar el traslado, en los casos donde se acredite que “(i) ni el paciente ni sus
familiares cercanos tienen los recursos económicos suficientes para pagar el valor
del traslado y (ii) de no efectuarse la remisión se pone en riesgo la vida, la
integridad física o el estado de salud del usuario.[56]”

Sumado a lo anterior, esta Corte ha reconocido que:

“(…)… la identificación de los eventos en los cuales es viable autorizar el servicio


de transporte o suministrar ayuda económica depende del análisis fáctico en cada
caso concreto, donde el juez debe evaluar la pertinencia, necesidad y urgencia de
la medida, así como las condiciones económicas del actor y su núcleo familiar. Así
entonces, cuando deban prestarse servicios médicos en lugares diferentes al de la
sede del paciente, si éste ni su familia disponen de los recursos suficientes para
tal fin y se comprometen sus derechos fundamentales, procede la acción de tutela
para ordenar a la EPS que pague los costos pertinentes y, posteriormente, recobre
a la entidad estatal correspondiente, por los valores que no esté obligada a
sufragar”.[57]

Para dar mayor claridad sobre el rol que cumple el servicio de transporte en el
sistema de salud, es necesario hacer una síntesis sobre las reglas que
normativa[58] y jurisprudencialmente[59] se han desarrollado para reclamarlo
mediante tutela. Las citadas directrices son las siguientes:

(i). El servicio de transporte se encuentra dentro del POS y en consecuencia debe


ser asumido por la EPS en aquellos eventos en los que[60]:

- Un paciente sea remitido en ambulancia por una IPS a otra, cuando la primera
no cuente con el servicio requerido.
- Se necesite el traslado del paciente en ambulancia para recibir atención
domiciliaria bajo la responsabilidad de la EPS y según el criterio del médico
tratante.
- Un paciente ambulatorio deba acceder a un servicio que no esté disponible en
el municipio de su residencia y necesite ser transportado en un medio
diferente a la ambulancia[61].

(ii). Cuando se pretende que una EPS del régimen contributivo o subsidiado asuma
los costos que demanda el desplazamiento de un usuario para acceder a un
servicio médico, el juez de tutela debe verificar que“(i) ni el paciente ni sus
familiares cercanos tienen los recursos económicos suficientes para pagar el valor
del traslado y que (ii) de no efectuarse la remisión se pone en riesgo la vida, la
integridad física o el estado de salud del usuario.[62]”.

Lo anterior se fundamenta en que toda persona tiene derecho a que se remuevan


las barreras y obstáculos que le impidan acceder a los servicios de salud
que requiere con urgencia, cuando implican el desplazamiento a un lugar distinto al
de su residencia, debido a que en su territorio no existen instituciones en capacidad
de prestarlo y la persona no puede asumir los costos de dicho traslado.

Para efecto de lo anterior[63], se deben recordar algunas pautas establecidas


en la sentencia T-022 de 2011, en donde se reiteraron las directrices probatorias
en materia de incapacidad económica que a continuación se transcriben[64]:

“(i) sin perjuicio de las demás reglas, es aplicable la regla general en materia
probatoria, según la cual, incumbe al actor probar el supuesto de hecho que
permite obtener la consecuencia jurídica que persigue; (ii) ante la afirmación de
ausencia de recursos económicos por parte del actor (negación indefinida), se
invierte la carga de la prueba correspondiendo en ese caso a la entidad
demandada demostrar lo contrario; (iii) no existe tarifa legal para demostrar la
ausencia de recursos económicos, la misma se puede intentar mediante
negaciones indefinidas, certificados de ingresos, formularios de afiliación al
sistema, extractos bancarios, declaración de renta, balances contables,
testimonios, indicios o cualquier otro medio de prueba; (iv) corresponde al juez de
tutela ejercer activamente sus poderes inquisitivos en materia probatoria, con el fin
de establecer la verdad real en cada caso, proteger los derechos fundamentales
de las personas y garantizar la corrección del manejo de los recursos del sistema
de seguridad social en salud, haciendo prevalecer el principio de solidaridad
cuando el peticionario cuenta con recursos económicos que le permitan sufragar el
costo de las intervenciones, procedimientos o medicamentos; (v) en el caso de la
afirmación indefinida del solicitante respecto de la ausencia de recursos
económicos, o de afirmaciones semejantes, se presume su buena fe en los
términos del artículo 83 de la Constitución, sin perjuicio de la responsabilidad civil
o penal que le quepa, si se llega a establecer que tal afirmación es falsa o
contraria a la realidad (vi) hay presunción de incapacidad económica frente a los
afiliados al SISBÉN teniendo en cuenta que hacen parte de los sectores más
pobres de la población”.

Esto quiere decir que al presentarse una acción de amparo para reclamar el
cubrimiento de un servicio como el de transporte, en principio corresponde al
accionante y su familia poner en conocimiento su situación económica. Sin
embargo, ante la negación indefinida (no poder asumir los costos del servicio), se
invierte la carga probatoria en cabeza de la EPS a la cual se reclama el
servicio.[65]

Ello debido a que las EPS tienen en sus archivos información referente a la
situación socioeconómica de sus afiliados y por tanto están en la capacidad de
controvertir o ratificar las afirmaciones formuladas por los accionantes referentes a
su incapacidad económica. En esa medida, su inactividad al respecto hace que las
afirmaciones presentadas por el accionante se tengan como prueba suficiente.[66]
Adicionalmente, la jurisprudencia ha explicado que ante la ausencia de otros
medios probatorios (es decir, situación de desempleo, extractos bancarios,
escrituras, etc.), por el hecho de estar afiliado al sistema de seguridad social en
salud en calidad de beneficiario y no de cotizante[67], pertenecer al grupo
poblacional vulnerable y tener ingresos mensuales equivalentes a uno o dos
salarios mínimos legales mensuales, se puede determinar que tales situaciones
son indicativas de la incapacidad económica del accionante, siempre y cuando tal
condición no haya sido controvertida por el demandado.[68]

(iii). De otra parte, se debe comprobar si el paciente al cual se tiene que trasladar,
puede hacerlo por sus propios medios o si por el contrario necesita de una
persona que lo acompañe en razón a su estado de salud. En estos eventos la
Corte incluso ha garantizado la posibilidad de que se brinden los medios de
transporte y traslado a un acompañante, cuando sea necesario. La regla
jurisprudencial aplicable para la procedencia del amparo constitucional respecto
de la financiación del traslado del acompañante exige que: “(i) el paciente sea
totalmente dependiente de un tercero para su desplazamiento, (ii) requiera
atención permanente para garantizar su integridad física y el ejercicio adecuado
de sus labores cotidianas y (iii) ni él ni su núcleo familiar cuenten con los recursos
suficientes para financiar el traslado.”[69]

En conclusión, de acuerdo con las reglas jurisprudenciales precitadas,


corresponde el juez de tutela evaluar si el requerimiento del servicio de transporte
es pertinente, necesario y urgente con referencia a la situación de salud específica
del usuario. Así mismo, debe indagar si el hecho de no autorizarse un servicio de
traslado se convierte en un obstáculo para acceder al servicio de salud de manera
adecuada y con dignidad, cuando se verifique que la situación económica del
accionante y su familia son insuficiente para asumirlo por sus propios medios.

6. DERECHO A LA SALUD Y A LA VIDA DIGNA-Suministro de medicamentos y


elementos esenciales para sobrellevar un padecimiento o enfermedad que afecte
la calidad y la dignidad de la vida

En aquellos casos en los que científicamente no se pueda obtener la recuperación


del estado de salud del paciente por el complejo cuadro clínico que presenta, se
debe propender, por todos los medios, a garantizar el nivel de vida más óptimo a
través de la totalidad de los elementos y tratamientos que se encuentren
disponibles, pues con ocasión de sus enfermedades son fácilmente expuestos a
afrontar situaciones que atentan contra su dignidad humana, los cuales aunque no
persigan el completo y eficaz restablecimiento del paciente, sí resultan paliativos
para sus difíciles condiciones, pues por medio de ellos se les brinda una calidad
de vida con un mínimo de dignidad.
Resulta claro que se deben suministrar todos los implementos, accesorios,
servicios, insumos y tratamientos que requiera el paciente, cuando por su
insolvencia económica no pueda asumir su costo y con su falta, se vea expuesto a
afrontar, además de sus complejas enfermedades, una serie de situaciones que
atentan contra su dignidad humana, una actuación contraria desconocería los
postulados constitucionales y los pronunciamientos de esta Corte en los que se ha
indicado que no se debe prestar un servicio que permita la mera existencia de la
persona, sino que además, le asegure unas condiciones de dignidad a pesar de
sus irreversibles padecimientos.

7. TRANSPORTE Y ALOJAMIENTO EN EL SISTEMA DE SALUD Y SU NEXO


CON EL PRINCIPIO DE INTEGRALIDAD-Subreglas jurisprudenciales

Se estableció que las EPS y EPS-S debían cubrir los gastos de desplazamientos
generados por la remisión de un usuario a un lugar distinto de su residencia en
cualquiera de los siguientes eventos: (i) cuando se certifica debidamente la
urgencia en la atención y (ii) entre instituciones prestadoras de servicios de salud
dentro del territorio nacional, en los eventos en que, por falta de disponibilidad, no
se pueda brindar la atención requerida por el paciente en su lugar de residencia.
De igual forma, es procedente el traslado de pacientes cuando su precario estado
de salud lo amerite, es decir, cuando el concepto del médico tratante sea favorable
para ello. La movilización del paciente de atención domiciliaria, también se permite
si el médico lo prescribe. El traslado de los pacientes ambulatorios, se cubre
siempre que se necesite de un tratamiento incluido en el POS y no esté disponible
en el lugar de residencia del afiliado, ese cargo será cubierto con la prima
adicional para zona especial por dispersión geográfica.

También se brinda el transporte cuando el usuario debe trasladarse a un municipio


distinto a su residencia para recibir los servicios a través de urgencias o consulta
médica y odontológica no especializada. Bajo ese entendido, se dispuso que el
servicio de transporte y de traslado de pacientes hacen parte de los contenidos del
POS, tanto para el régimen contributivo como para el régimen subsidiado,
considerando que se trata de una prestación claramente exigible y de la cual
depende, en algunos casos, el goce efectivo del derecho fundamental de la salud
del paciente.
8. CUBRIMIENTO DE GASTOS DE TRANSPORTE PARA PACIENTE Y
ACOMPAÑANTE POR EPS-Reglas jurisprudenciales

Esta Corporación ha indicado en varias oportunidades los casos en que el Sistema


de Seguridad Social en Salud debe cubrir el servicio de transporte. No obstante,
cuando el servicio no esté catalogado como una prestación asistencial de salud,
algunas veces suele estar íntimamente relacionado con la recuperación de la
salud, la vida y la dignidad humana, sobre todo cuando se trata de sujetos de
especial protección, como los niños en estado de discapacidad.

la jurisprudencia Constitucional ha establecido que cuando el paciente no cuenta


con los recursos para sufragar los gastos que le genera el desplazamiento y, éste,
sea la causa que le impide recibir el servicio médico, esta carencia se constituye
en una barrera para acceder al goce efectivo de su derecho a la salud.

En éste evento, le corresponde al juez constitucional aplicar la regla


jurisprudencial para la procedencia del amparo para financiar el traslado, en los
casos donde se acredite que “(i) ni el paciente ni sus familiares cercanos tienen los
recursos económicos suficientes para pagar el valor del traslado y (ii) de no
efectuarse la remisión se pone en riesgo la vida, la integridad física o el estado de
salud del usuario.” la jurisprudencia Constitucional ha establecido que cuando el
paciente no cuenta con los recursos para sufragar los gastos que le genera el
desplazamiento y, éste, sea la causa que le impide recibir el servicio médico, esta
carencia se constituye en una barrera para acceder al goce efectivo de su derecho
a la salud.

PRUEBAS Y ANEXOS
1. Fotocopia de Cedula de Ciudadanía.
2. Copia de la historia clínica.

JURAMENTO
Bajo la gravedad de juramento manifiesto que por estos mismos hechos y
derechos no he interpuesto Acción de Tutela ante otra Autoridad Judicial del País.

COMPETENCIAS
Usted señor(a) Juez es el competente para conocer de la presente Acción de
Tutela, y en razón de que los hechos generadores de la vulneración de los
derechos fundamentales antes señalados ocurrieron en la ciudad de Aguachica,
cesar.
NOTIFICACIONES

Agradezco de antemano la atención prestada a la presente y a la espera de una


pronta y positiva respuesta, para efectos de notificación las recibiré en la Calle 5c
# 1a-72 Hacederos del bosque del municipio de Aguachica-Cesar, o al cel.
3219887060.

Cordialmente,

________________________________
LORENA MORA GIRALDO
C.C. No. 1062878776

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