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Capitulo Gratis Testigo de Milagros
Capitulo Gratis Testigo de Milagros
MIL AGRO S
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RANDY
CLARK
TESTIGO DE
MIL AGROS
C U A N D O E L E VA N G E L I O C O B R A V I D A
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© 2018 por Grupo Nelson®
Publicado en Nashville, Tennessee, Estados Unidos de América.
Grupo Nelson es una marca registrada de Thomas Nelson.
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Reina-Valera 1960 © 1960 por Sociedades Bíblicas en América Latina, © renovada
1988 por Sociedades Bíblicas Unidas. Usada con permiso. Reina-Valera 1960® es
una marca registrada de la American Bible Society y puede ser usada solamente bajo
licencia.
ISBN: 978-0-82976-850-3
Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . xi
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . xvii
PRIMERA PARTE:
LA EVIDENCIA DE LO MILAGROSO
SEGUNDA PARTE:
EL PROBLEMA CON LOS MILAGROS EN
LA MENTALIDAD OCCIDENTAL
vii
LA EVIDENCIA DE
LO MILAGROSO
Los ciegos ven, los cojos andan, los que tienen lepra
son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan y
a los pobres se les anuncian las buenas nuevas.
— LUCAS 7.22
Además de esa historia notable, las siguientes revelan que Dios todavía
está en el negocio de dar vista a los ciegos.
Durante los últimos quince años, he visto cientos de ojos ciegos abiertos,
y muchos sanados de ceguera en ambos ojos. La mayor cantidad de estas
sanidades ha ocurrido en Brasil, aunque también ha habido en India,
Camboya, Argentina, Irlanda, Guatemala y varios otros países, incluido
Estados Unidos. La primera persona sanada de ceguera cuando oré por
ella fue una mujer en Irlanda del Norte. La recuerdo hasta el día de hoy.
Ella estaba en su casa y nos dijo a mi asociado Mark Endres y a mí que
lamentaba no poder leer la Biblia. La diabetes había dañado completa-
mente sus ojos. Oramos y Dios le devolvió la vista.
Unas semanas más tarde, Kirk Hintz, miembro de mi iglesia en St. Louis,
fue conmigo a Argentina. Éramos once en ese viaje. Hasta entonces no
había llevado conmigo un equipo para ministrar. Kirk estaba preparán-
dose para ir a dormir en el hotel donde nos hospedábamos cuando dijo:
«Ahora me doy cuenta de cuán escépticos somos en Estados Unidos. Estoy
sentado aquí pensando en lo que vi esta noche con mis propios ojos y estoy
luchando por creer lo que mis propios ojos vieron. Esta noche oré por una
mujer que estaba sorda de su oído izquierdo y ciega de su ojo izquierdo. Su
ojo era blanco en lugar de café. La segunda vez que oré por ella, su ojo era
normal, el blanco había cambiado a café. Y podía ver». Nunca he olvidado
el choque frontal de Kirk con su escepticismo occidental.
La noche siguiente estaba orando por una mujer que tenía neuropatía
y problemas de colon. Dios la sanó, por lo cual ella estaba muy feliz.
Cuando hizo ademán de irse, me dijo que también era ciega debido a su
larga batalla contra la diabetes. Después de haber orado unas semanas
antes en Irlanda del Norte por ceguera inducida por la diabetes, me emo-
cioné ante la posibilidad de ver a mi segunda persona ciega con diabetes
recuperando la vista. Ella dudaba. No quería que orara por su vista. Se
sentía lo suficientemente agradecida de haber sido sanada de su severo
dolor abdominal. Le conté de la mujer que acababa de ser sanada de su
ceguera por la diabetes unas semanas antes, y le pedí que me dejara orar
por ella. Aceptó.
Oré varias veces por ella. Gradualmente comenzó a recibir la vista.
Al principio solo podía ver el brillo de una luz grande y brillante sobre
nosotros. Seguí orando, y ya pudo ver objetos, pero no podía decir si
eran personas. Después de orar nuevamente, pudo ver lo que sabía que
eran personas, pero estaban muy borrosas y aún no podía distinguir los
colores. Luego sentí que el Señor me decía que orara una vez más y que
después, ella podría ver bien.
Comencé a orar, y mientras estaba orando, hice que su esposo, que
también había estado ciego, se parara a un poco más de un metro delante
de ella. Cuando terminé de orar, salí de su campo de visión. Ella vio y
reconoció a su marido, y ambos se abrazaron, llorando de gratitud por la
capacidad de volver a verse. Estas fueron mis primeras dos personas ciegas
sanadas. Nunca se olvidan las primeras veces.