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Prólogo
La crisis de 1890 fue un episodio que quedó grabado en la memoria de varias gene-
raciones de uruguayos por sus rasgos de una dramaticidad inusual. Quiebra de Bancos,
caída de la Bolsa de Valores, cierre de comercios, detención de la construcción, abrupto
crecimiento del desempleo, reducción de sueldos públicos y privados, rebaja de jubi-
laciones, escasez de trabajo para peones y jornaleros, miseria en los sectores sociales
bajos y estrechez en los medios, fueron algunas de las características del fenómeno
económico-social que explican su perdurabilidad en el recuerdo —y en el miedo— de
la sociedad montevideana. Ninguna de las crisis anteriores (1857, 1866, 1875) ni de
las posteriores (1901, 1913, 1920…) marcó con tal hondura la memoria colectiva, ni
mantuvo por tanto tiempo después el temor de la población a su posible repetición.
Ello resulta tanto más llamativo estudiándola desde el presente, porque aparece
limitada en su alcance (por ejemplo, fue financiera y no económica) y en su incidencia
geográfica (fue mucho más montevideana que rural). Esta discrepancia entre aquella vi-
sión —fúnebre— de sus contemporáneos, y la nuestra —más moderada— debe tener
una explicación. La primera, casi obvia, es que cuando el historiador no está involucra-
do en lo que describe como persona actuante, como ser humano, puede permitirse un
distanciamiento, una cierta «objetividad», (además de una mayor recopilación de datos)
que le posibilitan dar evaluaciones más equilibradas, y quizás (reunidos los datos dispo-
nibles) más certeras (o menos erróneas), de lo acontecido. Fácilmente se percibe que ni
el periodista, ni el parlamentario, ni el político contemporáneos —cuyos testimonios
escritos son por lo general los que nos llegan— podían tener la tranquilidad espiri-
tual —ni material— necesaria, empujados por el vendaval de los sucesos, intereses en
pugna, desgracias familiares o personales, como para expedirse fríamente sobre lo que
les estaba ocurriendo. Con esto no se quiere desmerecer opiniones de «entendidos» en
economía de la época (todavía no había economistas), que se expresaron en la prensa
(Eduardo Acevedo) o en el Parlamento (Martín C. Martínez), con intervenciones que
buscaban las raíces del fenómeno. Pero obviamente su interpretación —por cercana—
no disponía, no podía disponer, de todos los elementos que un siglo después se han ido
acumulando para acrecer nuestros conocimientos sobre el fenómeno.
La intención con esta publicación es allegar documentos, poco o no conocidos,
que proporcionen la necesaria ampliación de información sobre los sucesos históricos
analizados. En la inacabable tarea historiográfica cada libro o recopilación documental
es un paso más hacia la mejor comprensión y conocimiento, o el juicio más ajustado, de
los fenómenos históricos. La aspiración es que, tanto historiadores como estudiantes y
lectores interesados en nuestro pasado, conozcamos algo más sobre lo ocurrido en esta
etapa de la vida de nuestros antepasados, como lo vivieron hace más de un siglo, y en
qué medida sus efectos han llegado hasta nosotros o repercutido en nuestro presente.
Cada época tiene sus condicionantes y sería ingenuo creer que, conociendo mejor
aquello, podremos evitar hoy su repetición. Pero también sería muestra de infatuación
Benjamín Nahum
Marzo 2010
1 Mis cálculos llegan hasta la década de 1930, cuando ya se había pagado $160 millones de pesos. El
Cr. Nilo Berchesi estimó que se necesitarían 140 millones de pesos más para su cancelación (que
recién ocurrió en 1982!). Ver N. Berchesi, «Arreglos y Conversiones»,1944; y también B. Nahum,
Uruguay-Inglaterra, sus relaciones financieras hasta mediados del siglo XX, Departamento de
Publicaciones, Universidad de la República, 2003.
2 Sería injusto no señalar otra consecuencia de la Crisis del 90, ésta positiva: la fundación del Banco
de la República en 1896. Véase B. Nahum, Acerca de la fundación del Brou. Los papeles Lessa,
Departamento de Publicaciones, Universidad de la República, 2003.
10 Universidad de la República
La Crisis del 90
Introducción
El Uruguay de fin de siglo seguía asentado en dos pilares económicos que venían de
la época colonial: el comercio y la ganadería.
Entre 1886 y 1894 ambas actividades enfrentaron graves dificultades que la his-
toriografía nacional ha sintetizado en general en la famosa Crisis del 90, que fue la
eclosión violenta de un desajuste más profundo.3
Por un lado, comenzó a declinar el comercio de tránsito que, superando los estrechos
marcos geográficos del Uruguay, había alimentado al litoral argentino, Río Grande
brasileño y Paraguay, enriqueciendo a los fuertes comerciantes montevideanos (y salte-
ños), durante muchas décadas. Se estrechó así una fuente de ingresos al país.
Por otro lado, en la ganadería se repitió el fenómeno de la plétora de vacunos, que la
paz interna había traído: se producían más animales de los que se podían colocar en el
exterior dado los medios técnicos de la época (saladero y tasajo), y no se sabía qué hacer
con el sobrante. A ello se sumó la baja de los precios internacionales de los principales ru-
bros de exportación: lana y cueros. Por ambas causas disminuyó el ingreso de oro al país.
Las importaciones, en cambio, aumentaron. En parte, por crecimiento demográ-
fico; en parte, por exacerbación del consumo suntuario de las élites. Las cifras de la
balanza comercial se hicieron negativas año a año, mientras lo contrario ocurría con la
balanza de pagos gracias al ingreso de fuertes capitales, lo cual permitió disimular el
desajuste comercial con el exterior.
Sucesivos empréstitos externos inyectaron fondos abundantes que alentaron la es-
peculación, la creación de empresas aventureras, la emisión descontrolada de bille-
tes bancarios. En lugar de alimentar el crédito a la campaña productora, el dinero se
concentró en la ciudad, con lo que se multiplicaron las acciones y títulos de Bolsa, el
consumo suntuario, el derroche y la especulación.
3 En marzo de 2010 se ha publicado en Ediciones de la Banda Oriental el importante libro del histo-
riador estadounidense Peter Winn sobre el tema que, por estar basado en fuentes británicas de primer
orden (Casa Bancaria Baring, Banco de Londres, Liebig´s, entre otras) resulta imprescindible conocer.
La ganadería
Realidades permanentes y sucesos coyunturales permiten comprender mejor su si-
tuación. En los años 80 la existencia ganadera alcanzó la cifra límite para la capacidad
de las praderas naturales gracias al orden impuesto en la campaña por el Militarismo.
Pero, entre lo que se podía extraer por año y lo que se industrializaba en los saladeros
y se consumía en el país, restaba un sobrante de ganado. Los entendidos de la época
hablaban de entre 200.000 y 400.000 vacunos que quedaban sin faenar.
A este factor se agregó la baja de precios internacionales, que se debió a la honda
depresión que marcó a la economía mundial entre 1873 y 1895.
Los años 1885 a 1894 fueron especialmente duros por varias razones. Por un lado,
descendieron los precios: los cueros vacunos salados 22%; los cueros vacunos secos
41%; las lanas 18% y el tasajo 20%. Para compensar dicha pérdida el país debió haber
aumentado su producción y su exportación en la misma proporción, tal como había
hecho durante la Administración Santos en el quinquenio anterior, pero esta vez ello
no ocurrió. Por otro lado, la fuerte mortandad ovina provocada por las lluvias de 1888
y 1889 redujo el stock en un 30%, situándolo en alrededor de 15 millones de cabezas.
Asimismo el stock de vacunos se vio afectado en 800.000 cabezas, un 10% de las exis-
tentes entonces4 debido a la fuerte sequía de los años 1890 a 1893.
4 Los datos numéricos figuran en J. P. Barrán-B. Nahum, Historia Rural del Uruguay Moderno,
Tomo 2: 1886-1894, EBO, 1971, p.22-68.
14 Universidad de la República
La balanza comercial
De 1887 a 1890, las exportaciones sumaron 102 millones de pesos frente a impor-
taciones que llegaron a 123 millones. Ese movimiento dejó un saldo desfavorable de
21 millones de pesos.
Cuadro 1
Comercio Exterior
Año Importación Exportación Déficit Balanza Comercial
1887 24:6 18:7 5:9
1888 29:5 28:0 1:5
1889 36:8 26:0 10:8
1890 32:4 29:0 3:4
Total 123:3 101:7 21:6
Fuente: Eduardo Acevedo, Anales, t. IV, p. 459.
Cuadro 2
Exportaciones
Año Lana Cueros salados Tasajo Total exportado
1887 $4:998 26,85% $3:051 16,39% $2:858 15,35% $18:617
1888 $7:588 27,09% $4:602 16,43% $4:951 17,68% $28:008
1889 $9:150 35,25% $3:690 14,22% $3:808 14,67% $25:954
1890 $7:866 27,04% $4:423 14,21% $3:844 13,22% $29:086
Fuente: Anuario Estadístico 1890
Las importaciones, por su parte, aumentaron y sus causas fueron claras. Por un
lado, el aumento de la población; por otro lado, el aumento de bienes de consumo
suntuario.
Entre 1884 y 1889 la población de Montevideo creció en 50.000 habitantes, o
sea un 31%. Dicho aumento fue proporcionado casi en su totalidad por inmigrantes,
los cuales acrecieron el consumo de productos populares (azúcar, arroz). Sin embargo,
fueron los bienes de consumo suntuario los que más aumentaron. A modo de ejemplo,
los bienes caros como objetos de arte, joyas, alimentos finos, sumaron en el año 1889
la cantidad de 1:100.000 pesos, mientras los bienes de producción importados para el
medio rural (alambre, arados, ganado de raza) apenas llegaron a 890.000 pesos. Esos
elevados niveles de consumo no sólo evaporaron los 20 millones de superávit del pe-
ríodo militarista, sino que además se sumaron al desequilibrio de los 21 millones de
déficit ya mencionado.5
Cuadro 3
Importaciones
1887 1888 1889 1890
Bebidas $3:951 16,05% $4:055 13,76% $4:946 13,43% $4:408 13,62%
Comestibles $4:385 17,81% $4:677 15,87% $8.077 21,93% $6:778 20,94%
Géneros $4:193 17,03% $4:896 16,61% $4:932 13,39% $3:771 11,65%
Máquinas $4:530 18,40% $7:267 24,65% $8:847 24,02% $8:677 26,81%
Total Importado $24:616 100,00% $29:477 100,00% $36:824 100,00% $32:365 100,00%
Fuente: Anuario Estadístico 1890
Por otro lado, el descenso de los precios internacionales de los productos expor-
tados había sido fuerte. Ante la imposibilidad de aumentar los volúmenes de expor-
tación, esta baja de precios golpeó a la economía nacional e hizo que fuera incapaz de
absorber su impacto.
5 Véase Carlos Quijano, «La crisis del 90» en Revista de Economía, N.°9-10, diciembre 1948-marzo 1949.
16 Universidad de la República
La balanza de pagos
Por su parte, la balanza de pagos fue favorable. Se contrató en el exterior el emprés-
tito de Conversión y Obras Públicas (abril 1888) por 20 millones de pesos destinado
al pago de los consolidados de 1883 y que sirvió para alimentar al Banco Nacional;
se hizo el Empréstito Municipal de 6 millones de pesos (octubre 1888); y en junio
de 1890 el Empréstito de 9 millones 400 mil pesos para el rescate de bonos del te-
soro caucionados en Londres. Los tres en la Casa Baring de Londres, el «sexto poder
[financiero] de Europa».6 Esas operaciones sumaban 35 millones y medio de pesos.
Todavía debía agregarse una suma cercana a los 20 millones, que resultaba de la ra-
dicación creciente de la Deuda Unificada de 1883 en Londres. En efecto, partiendo
de una existencia de títulos en Montevideo por valor de £6:808.500 (y en Londres de
£4.318.500), en 1891 se habían quedado en Montevideo sólo £2.815.800 y se habían
concentrado en Londres £8.467.700. Los cuatro millones de libras que entonces emi-
graron, representaron un ingreso (como una exportación) de 20 millones de pesos al
país. Si a esto se suma alguna operación particular como fue la venta de los tranvías a
un sindicato inglés (1889) por 6 millones de pesos, la cuenta total de ingresos en sólo
cuatro años, 1887-1890, excede de 60 millones de pesos, cifra que cuadruplicaba —a
efectos comparativos— la del Presupuesto General de la Nación en 1890. Este ingre-
so de dinero del exterior, masivo y abrupto, disimuló el déficit de la balanza comercial
y estimuló la especulación desenfrenada que caracterizó a los años previos a la crisis.
El auge especulativo
La actividad del financista español Emilio Reus fue el símbolo de una burguesía eu-
ropea audaz con espíritu de empresa y confianza ilimitada en el progreso técnico como
causa de la felicidad humana. La acción que este hombre desplegó en el Montevideo de
aquellos años fue comparable a la que poco tiempo antes había desarrollado el Barón
6 Eduardo Acevedo, Anales Históricos del Uruguay, Tomo IV, p. 546. Juan Ferrando, Reseña del
crédito público del Uruguay, Montevideo, 1969, Tomo 1. Benjamín Nahum, La Deuda Externa
uruguaya, 1864-1930, EBO, 1994.
La propiedad urbana
Ante el aumento de población el alquiler de las casas subió, y se estimuló su cons-
trucción para arrendamiento. De las 22.000 casas que tenía Montevideo en la época,
más de la mitad, 12.500, se alquilaban a un promedio de 50 pesos por mes. Hacia
1890 el promedio de casas construidas fluctuó entre 1.000 y 1.500 por año, cuando
con anterioridad apenas si se había sobrepasado las quinientas.8 La construcción de
casas para los inmigrantes, casonas residenciales para los nuevos ricos y barrios enteros
para la clase media o para la clase obrera, hizo que los negocios inmobiliarios pasaran
de 14 millones de pesos en el año 1885 a 63 millones en el año 1889.
El Banco Nacional
El Banco Nacional, fundado en 1887 por iniciativa de Emilio Reus, resumió la
fiebre especulativa de estos años. Rápidamente se convirtió en el eje del movimiento
económico nacional.
También rápidamente entró al juego de la Bolsa, acaparando títulos de deuda estatal
y jugando al alza. Para ello tuvo que recurrir a una emisión continua que se fue des-
controlando y alejándose de los valores reales que poseía. Por ejemplo, la emisión de
billetes pasó de 3 a 8 millones de pesos entre el año de su fundación y 1890.
7 Véase Carlos Visca, Emilio Reus y su época, EBO, 1963.
8 Véase Alvarez Lenzi, Arana, Bocchiardo, El Montevideo de la expansión, EBO, 1986.
9 Anuarios Estadísticos 1890 y 1892; E. Acevedo, Anales Históricos del Uruguay, Tomo IV, p. 547;
E. Acevedo, Notas y Apuntes, Montevideo, 1903, Tomo 2, p. 277.
18 Universidad de la República
Su inicio
El sábado 5 de julio de 1890 el Banco Nacional suspendió la conversión de sus
billetes a oro. De la conjunción de factores que lo llevaron a esa situación, lo más des-
tacable y desencadenante fue que se había excedido extraordinariamente en su emisión.
No tenía el respaldo en oro necesario para hacer frente a la conversión que los tenedo-
res de billetes le exigieron apenas conocida la noticia de sus dificultades. Se produjo
una conmoción en nuestra Ciudad Vieja, con escenas de desesperación y dramatismo
frente a las puertas cerradas del Banco.
Estos sucesos fueron descritos con vivacidad por los Representantes diplomáticos de
Francia (Bourcier, Cap. 3, Doc. 3.2.3) y de Gran Bretaña (Satow, Cap. 4, Doc. 4.2.4).
Sus causas
Una de las causas de base fue el ya mencionado déficit de la balanza comercial.
Otra, fue la fuerte extracción de oro, necesaria para pagar en Londres los servicios de
las Deudas contraídas y la garantía de las desmesuradas vías férreas tendidas. Aunque
las estadísticas de importación y exportación del oro no son confiables, las cifras
oficiales marcan una salida muy fuerte de Metálico amonedado entre 1886 y 1890:
casi 10 millones de pesos.13 Ello permitió que el Presidente de la República, Julio
Herrera y Obes, en un Mensaje explicativo de la situación económica a la Asamblea
General, afirmara que la razón principal de la crisis había sido la salida de $8.300.000
de metálico en sólo tres años (1887-1889), en una sociedad que apenas manejaba 13
o 14 millones en oro.14
Una tercera causa, la más visible, fue la especulación desenfrenada. En ella tuvo
responsabilidad el Banco Nacional. En sólo tres de sus cuentas se hallaba comprometi-
do casi todo su capital. La cuenta del Ferrocarril del Norte —que refería a la compra
ficticia de esa empresa— provocó una deuda de un millón y medio de pesos; la cuenta
de Eduardo Casey, poderoso especulador y uno de los amigos de Julio Herrera y Obes,
12 Peter Winn, Inglaterra y la Tierra Purpúrea, Tomo 2, EBO, 2010, pp. 160-268.
13 Anuario Estadístico 1892.
14 Mensaje de la Presidencia de la República a la Asamblea General del 15 de febrero de 1891, repro-
ducido y comentado por Bourcier en Doc. 3.2.12 y por Satow en Doc. 4.2.6, y transcripto en el Cap.
5, Doc. 5.3.1.
20 Universidad de la República
15 La cesación de pagos de la Casa Baring ocurrió en noviembre de 1890 y todas las fuentes coinciden
en afirmar que resultó «aplastada por las montañas de papeles del Río de la Plata» (E. Acevedo, Anales,
o. cit., Tomo IV, p. 549) que no pudo colocar en Londres. Entre ellos figuraban las acciones del Banco
Nacional, que en fuertes cantidades estaban pasando a manos de Baring, según lo consignaba The
Montevideo Independent, periódico inglés publicado en Montevideo, en sus ediciones de 23 y 27/6
y 7 y 9/7/1889. Parece claro que la crisis alcanzó casi a la vez a los tres mercados: Londres, Buenos
Aires, Montevideo, no pudiéndose determinar con precisión quién la originó. Opiniones de especialis-
tas europeos a este respecto pueden verse en el Capítulo 2, nota 42, (Ferns, Kindleberger, Cottrell).
Cuadro 5
22 Universidad de la República
20 Eduardo Acevedo, Anales, Tomo IV, p. 551; B. Nahum, La crisis de 1890, EBO, 1998, Tomo 2, Doc. N.°22,
p. 113.
21 Capítulo 2, notas 40 y 42.
22 Véase Empréstito Brasilero, publicación autorizada por la Cámara de Senadores en su sesión del 14
de junio de 1894, Montevideo, 1894.
23 Bourcier, en Doc. 3.2.15. El Día, 14/11/1891, en editorial trasluce que estaba en conocimiento de
la oferta orista.
24 El Día, 28/11/1891, Editorial: Ocho millones.
24 Universidad de la República
Conclusiones
Algunas conclusiones –aunque sean siempre provisorias—pueden extraerse de este
largo recorrido por archivos nacionales y extranjeros.
La crisis en sí misma se dio en los planos comercial, monetario y financiero. Afectó
a los Bancos, a la Bolsa, a casas comerciales, al Estado. El dinero se rarificó y el tra-
dicional apego al oro se reforzó. El auge económico de 1887 a 1890 demostró estar
fundado más en la especulación que en la producción, más en los jugadores de Bolsa
que en los estancieros, los cuales sufrieron por la desaparición del único Banco que
hasta ese momento les había dado crédito y por la baja del precio de sus productos. A
pesar de esto no quebraron; cuando los precios de los rubros exportables cayeron, se
ajustaron el cinturón, y cuando vino la recuperación externa a partir de 1895, salieron
otra vez a flote. Esto fue logrado sin modificaciones extremas en su estructura pro-
ductiva: más mestizaje ovino, más alambrados; pero todavía sin praderas mejoradas y
vacunos mestizos. Pero las bases de la riqueza pecuaria estaban intactas, como bien lo
vio Bourcier,27 y con ellas, las fuerzas esenciales para la recuperación del país.
25 Véase las Notas de renuncia de Carlos María Ramírez y de su aceptación por Julio Herrera y Obes
que se transcriben en Docs. 5.2.1 y 5.2.2 como demostración del tenso ambiente que primaba en los
círculos de Gobierno.
26 Véase B. Nahum, Acerca de la fundación del Banco de la República. Los papeles Lessa, Departamento
de Publicaciones, Universidad de la República, 2003.
27 Capítulo 3, Doc. 3.2.7.
26 Universidad de la República
Apéndice estadístico
Cuadro 1
Cuadro 2
Cuadro 4
Cuadro 5
Cuadro 6
28 Universidad de la República
Cuadro 8
Cuadro 9
Cuadro 10
Cuadro 12
Cuadro 13
Cuadro 14
30 Universidad de la República
Cuadro 16
Cuadro 17
Cuadro 19
Cuadro 20
32 Universidad de la República
Cuadro 21
87 Eduardo Acevedo, Notas y Apuntes, Montevideo, 1903, Tomo 1, pp. 362-387. A estas fuentes
deben agregarse los Diarios de Sesiones de las Cámaras de Representantes y Senadores en los años
respectivos y los Informes de la Comisión de Cuentas del Poder Legislativo.
1887-88 — — — — — 13:834
1888-89 — — — — — 13:834
1889-90 16:067 — — 16:405 ó 16:067 22:433 13:834 ó 14:590
1890-91 13:669 13:483 ó 13:265 17:5 13:266 16:526 16:081 (?) ó 12:709
1891-92 13:228 12:0 ó 12:912 16:9 12:912 17:642 12:347 (?) ó 11:686
1892-93 13:179 13:499 ó 13:122 15:4 13:114 14:799 14:031 (?) ó 11:501
1893-94 — 13:754 — — — 13:648
En sus «Anales Históricos»88 el propio Acevedo anota otras cifras distintas, por lo
que cabe suponer que las diferencias y discrepancias de éstas responden a las mismas
causas: primitivismo de la organización de las respectivas oficinas del Estado; carencia
de funcionarios expertos en el manejo de este tipo de información; fallas de los actores
políticos que no estudiaban y aprobaban cada Presupuesto extendiendo la vigencia del
último aprobado más multitud de agregados poco controlables; necesidades perento-
rias o imprevistas del Estado que obligaban a recurrir a «gastos eventuales». Así, las
cifras de estos gastos extra-presupuestales quintuplicó en cuatro años las cantidades
autorizadas por el Presupuesto, según se aprecia en el Cuadro N.°2.89
Cuadro 2
88 Eduardo Acevedo, Anales Históricos del Uruguay, Tomo IV, pp. 576-77.
89 Eduardo Acevedo, Anales, Tomo IV, p. 578.
Cuadro 3
Cuadro 4
Fuen- Total
Años Servicio de Deuda Ministerio de Guerra Pasividades
te Presupuesto
% % %
(LP) 1887-88 $ 5:764 41,66 $ 1:611 11,64 Militares $ 1618 $ 13:834
Civiles $ 274
Total $ 1892 13,67
(LP) 188-89 $ 5:764 41,66 $ 2:029 14,67 Militares $ 1200 $ 13:834
Civiles $ 300
Total $ 1500 10,84
(LP) 1889-90 $ 6:009 40,23 $ 1:780 11,92 Militares $ 1617 $ 14:934
Civiles $ 289
Total $ 1907 12,77
(MP) 1890-91 $ 6:869 42,71 S/d Total $ 2181 13,56 $ 16:081
(DSCS) 1891-92 $ 3:529 28,58 $ 2:646 (*) 21,43 Total $ 1453 11,77 $ 12:347
(DSCS) 1892-93 $ 6:355 45,29 $ 2:646 (*) 18,86 Total $ 1454 10,36 $ 14:031
(LP) 1893-94 $ 5:722 41,93 $ 1:730 12,67 Militares $ 775 $ 13:648
Civiles $ 225
Total $ 1000 7,33
Cuadro 5
Entre el 56 y el 75% del Presupuesto se asignaba a estos tres rubros, el más gravoso
de los cuales era el Servicio de la deuda que, él solo, abarcaba del cuarto a casi la mitad
del Presupuesto en estos años.
Así, se entraba en un círculo vicioso: era tan pesado ese servicio que, sumado a
los «eventuales» y «gastos extraordinarios», era inevitable que en cada ejercicio se ge-
nerara déficit. Para enjugarlo, se emitía deuda interna bajo denominaciones diversas:
Extraordinaria, Pacificación, Interna, Fundada, Consolidados, Amortizable, Bonos del
Tesoro, que también inevitablemente al poco tiempo se convertía en externa. Ese ob-
jetivo, rescatar deudas —o directamente cubrir déficit presupuestales— tuvieron los
siguientes Empréstitos externos:
1. Montevideano-Europeo, de 1864; (para cubrir deudas de la revolución y
Gobierno de Venancio Flores con el Banco Mauá)
2. Uruguayo, de 1871; (deudas del Estado y retiro de circulación de billetes ban-
carios sin respaldo)
3. Unificado, de 1883; (para convertir Deuda Externa anterior —1871—por
£3:15 y Deuda Interna anterior por £6:8)
4. De Conversión, de 1888; (para pagar Deuda Interna de 1886 y Deuda Externa
de 1883)
5. 6% de 1890; (para cancelar déficit presupuestal de 1889-90 —$3:0— y Bonos
del Tesoro —otra deuda— por $4:0)
6. Consolidada del Uruguay, de 1891; (para convertir Deudas Externas de 1883,
1888 y 1890).93
Como se habrá notado, los cinco últimos también se utilizaron para consolidar las
deudas externas anteriores, con lo que se completaba otro círculo, esta vez a nivel