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Antonela Masotta

4BM/BN

Reflexión sobre “El traductor del Ulises” de Lucas Petersen

El capítulo 4 de Lucas Petersen sobre la traducción del Ulises me


resultó fascinante ya que realiza un variado análisis de cómo y por qué
Salas Subirat tradujo a Joyce. Varias generaciones leyeron en español
la traducción de una de las obras más complejas de la literatura
moderna gracias a la versión de un escritor menor, que no era traductor
y que no sabía suficiente inglés como para lidiar con las sofisticaciones
del idioma, y mucho menos con el registro coloquial irlandés.
Petersen explica en este capítulo que Salas tradujo la novela de Joyce
con intención de “entender” el Ulises y que luego, con el contrato de
Santiago Rueda en mano, se convirtió en una traducción para “divulgar”
el texto de Joyce. Gracias a esta “divulgación” la traducción deja de ser
aquí un mero ejercicio literario y pasa a ser una batalla, una práctica
perseverante que le lleva al traductor cinco años en la cual se mezcla la
cultura con experiencias y con conocimiento; y fue este escritor menor
argentino quien hizo legible la novela del deseado ícono moderno y la
puso al alcance de todos y todas.
Me parece interesante la forma en que Petersen se enfoca en distinguir
las diferentes traducciones de un mismo fragmento y las versiones
corregidas de algunos pasajes porque dejan entrever que no todo es tan
simple en el mundo de la traducción, que una versión no es siempre la
acertada y que existen varias formas de traducir un mismo fragmento.
Otro aspecto que creo valioso de mencionar es el hecho de que
Petersen argumenta muy bien el porqué es un inconveniente cuando no
hay equivalentes castellanos para los nombres de pila, lo cual crea una
inconsistencia en la historia. También menciona que Salas crea
diminutivos de estos nombres y, en ciertas ocasiones, no recuerda el
cambio y deja aparecer algún “Stevie” o “Molly” para personajes que
antes fueron rebautizados en castellano. Si ya de por sí la novela es
bastante enredosa, Salas suma algunos dobles que terminan
incrementando la confusión del lector.
Para no ser traductor, Petersen realiza un ejemplar trabajo en recoger y
analizar varias incógnitas en la traducción y en este capítulo deja bien
en claro las dificultades que se presentan al querer traducir esta novela
emblemática, pero tan enriquecedora de la literatura moderna. Este
capítulo me ayudó a profundizar mi comprensión sobre la ardua tarea
del traductor y a valorar este puente que une la lengua de origen con la
lengua del lector.

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