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Las obras publicas en la epoca precortesiana* Por Diego Lépez Rosado. El dominio del estado azteca no excedia, en realidad, mas alld de los limites de la ciudad de México-Tenochtitlin. Es cierto que los aztecas sojuzgaron una enorme cantidad de poblaciones dentro del Valle de México y que, trasponiondo estas fronteras, se desbordaron hacia la regién de los totonaeas, de los mixtecas y de los zapotecas; pero el sistema de conquista no tenia en esencia ambiciones de cardcter territorial, puesto que tinieamen- te se conformaban con imponer el pago de un tributo anual a los pueblos vencidos. Por esta circunstancia, el estudio de la politica de obras piblicas, en relacién con el estado azteca, s6lo se refiere estric- tamente 2 las que emprendieron con el propésito de mejorar las condiciones generales del islote en que primitivamente se es- tablecieron. Con el objeto de ordenar la exposieién, se han agrupado las mas importantes obras piblicas en los siguientes rubros: * Capitulo 19 de Ia tasis denominada “La Politica de Obras Piblicas en México”, que presenté el autor para obtener el grado de Licenciado en Economfa. Este trabajo analiza la politica de obras piblicas en el pais desde la época precortesiana hasta el afio de 1948. 296 INVESTIGACION ECONOMICA 1. Rellenamiento del lago para ampliacién del islote. 2. Construceién de calzadas y canales. 3. Abastecimiento de agua potable. 4. Obras de defensa contra las inundaciones; y 5. Edificios de servicio piiblico. 1. Rellenamiento det ago para ampliacion det istote. — Los cronistas de la concuista se expresaron siempre en términos muy elogiosos acerea de la imponente magnificiencia de la ciudad de México antes de ser sojuzgada por las tropas de Hernan Cortés. Esta copiosa informacién, sin embargo, es frecuente que esté deformada por la imaginaci6n de quienes la escribieron, A pesar de la falta de concordancia en algunos datos, es posible obtener elementos suficientes para formarse un juieio cabal acerca de las condiciones en que se hallaba la ciudad de Tenochtitlan en el afio de 1520. Las fuentes histérieas aseguran que originalmente eran dos islotes diferentes, el de Tenochtillin y el de Tlalteloleo y que, posteriormente, mediante el tesonero trabajo de los indigenas, se fué rellenando el lago hasta reunirlos en uno solo, Adrian Téllez Pizarro asegura que el procedimiento agricola de las chinampas - favorecié mucho el trabajo de rellenamiento porque la costumbre de devolver la fertilidad a estos “huertos flotantes”, aiiadiendo constantemente nuevas cantidades de tierra que los mexicanos adquirian en los pueblos ribereios, fué dando solidez y estabili- dad a estos pequefios pedazos de tierra, de forma rectangular, que se hallaban rodeando el islote. No es posible atribuir a ninguno de los gobernantes en particular la obra de rellenamiento del lago y la ampliacién de los dos primitivos islotes, puesto que este trabajo se fué ejecu- tando con el transeurso del tiempo y en una forma lenta. 2. Construceiin de ealzadas y eanales. — La condicién in- sular de la ciudad, oblig6 a los antiguos mexicanos a construir caminos para comuniearse con rapide y seguridad con tierra firme. E] trazo y disposicin de las calzadas se encuentra sefia- lado en casi todas las deseripciones que los conquistadores hicie- ron de la ciudad. Sin embargo, en ninguna parte eneontramos meneién especifica de la época en que se hizo su construcci6n. Podemos conjeturar que los primeros trabajos se realizaron durante el gobierno de Itze6atl, pero sin poder precisar la fecha LAS OBRAS PUBLICAS EN LA EPOCA PRECORTESIANA 297 exacta de su construceién, en opinién de Clavijero, estaban ya construidas las calzadas de Tacuba y Tepeyac, pero no la de Ixtapalapa, que fué la mayor y se encontraba en el sitio en donde el lago era mas profundo. El esfuerzo colectivo necesario para la construccién de las eal- zadas que unen a la ciudad con tierra firme debié ser gigantesco, pues hay que tomar en cuenta que mientras en otros lugares sélo es preciso emparejar el terreno para hacer los cimientos, los mexicanos tuvieron que empezar su trabajo formando el terreno mismo sobre el que después se construyeron las ealzadas Las vias fundamentales, que eran cuatro, partin del Coate- pantli, recinto sagrado en cuyo centro se clevaba el templo de Huitzilopoehtli y estaban arientadas hacia los puntos cardinales: la de Tacuba hacia el poniente, la de Tepeyac hacia el norte, la de Ixtapalapa al oriente y la de Coyoacdn al sur. Las calzadas, al decir de los cronistas, estaban cubiertas con una capa dura ¥ brufiida que les daba el aspeeto de una gran limpieza; de trecho en trecho estaban abiertas por cortaduras, bastante anchas, sobre las que habia puentes de madera que podian quitarse a voluntad. Para juzgar de la extension de estas calzadas es punto de referencia la distancia a que se hallaban algunas de las poblaciones riberefias ; contando desde el centro de la ciudad y en linea recta, Ixtapalapa se encontraba a 10.5 Km., Coyoacén.a 11 Km,, Tacu- ba a 6 Km, y Texeoco a 29 Km. La ciudad no perdié por la existencia de las calzadas, su cardcter insular, pues siguié rodeada de agua por todas partes Jo que, afirma Bernal Diaz del Castillo, 1a hacia fortisima en su defensa; la més fuerte ciudad de las que encontraron a su paso los conquistadores. La huella de las calzadas se ha perdido totalmente en nues- tros dias y no quedan siquiera vestigios de su existencia. 8, Abastecimiento de agua potable. — Se estima que la ciu- dad de Tenochtitlin, a pesar de la limitada superficie en la cual se hallaba asentada tenfa, a la’llegads de Cortés, mis de 60,000 casas, lo que nos darfa un total aproximado de 250 a 800,000 habitantes. En un principio los mexicanos tuvieron que satis- facer sus necesidades de agua utilizando en parte la del lago, que no era propia para beber puesto que se hallaba mezclada con 298 INVESTIGACION ECONOMICA salitre desprendido del lecho del lago de Texcoco. Aunque las fuentes histéricas no lo mencionan de una manera precisa, es muy probable que los aztecas se viesen en la imprescindible necesidad de ir a buscar agua potable en alguno de los pueblos riberefios. Correspondié a Motecuhzoma Ihuicamina, quinto gobernan- te azteca, emprender la construccién del primer acueducto de que se tiene noticia en la ciudad de México, conduciendo el agua desde los manantiales de Chapultepec hasta Ja entrada de la ciudad. La obra se inicié en el afio de 1465 y concluyé on el aiio 13 tochtli o sea el de 1466. En su conjunto, el acueducto tenfa 3 Km., de largo y estaba formado por dos conductos hechos de piedra y mezela, asentados sobre un camino abierto a propésito, que legaba hasta la entra- da de la ciudad, en donde se distribuia por conductos menores en muchas fuentes, particularmente en las de los palacios reales. Aun cuando los conductos eran dos, el agua sélo corria por uno ala ver, para dar ocasién a que el otro se limpiase mientras tanto. El crecimiento constante de la poblacién hizo necesario que Ahnizotl construyera un nuevo acueducto. Para este propésito Jos mexicanos se apoderaron de las fuentes de Coyohuacan y de Huitzilopocheo (Churubusco) ; para acrecentar el-volumen que debia traerse a Tenochtitién, se reunieron las aguas de tres manantiales inmediatos: Acuecuéxcat!, Zocheoatl y Tlilatl. Con el coneurso de los artesanos enviados por Texcoco y Tlacopan, los mexicanos concluyeron este segundo acueducto en muy corto tiempo. La inauguraeién de la obra fué motivo de numerosas ceremonias religiosas a todo lo largo del canal, para solemnizar Ja Hegada del agua. Es posible que las obras hayan estado mal ejeeutadas por no tener un caleulo preciso del volumen-de agua que podta con- dueir el acueducto, pues 1a abundancia de las Iuvias en el aiio de 1500 provocé una terrible inundacién en la ciudad, destru- -yendo casi todas las casas y obligando a los hebitantes a vivir en las canoas y balsas mandadas construir para el efecto en los pueblos de Culhuacén, Chaleo, Xochimileo y Coyoacan. Para evitar mayores males, el acueducto fué completamente destrufdo y ya no quedaban vestigios de él cuando llegaron los LAS OBRAS PUBLICAS EN LA EPOCA PRECORTESIANA 299 espafioles. Una suerte parecida corri6 el primitivo acueducto de Chapultepec poco més tarde, pues los espafioles durante el pro- longado sitio que sufrié In ciudad de Tenochtitlan lo destruyeron casi totalmente para obligar a los mexicanos a rendirse. 4. Obras de defensa contra las inundaciones. — La posicién geografica de la antigua ciudad de Tenochtitlin, edificada sobre dos pequefios islotes en medio del lago de México, dié lugar a frecuentes inundaciones que constituyeron “la sempiterna pesa- dilla de nuestros antepasados ; y atin en los tiempos contemporé- neos no dej6 de serlo, hasta la realizacién total del desagiie del Valle y las obras complementarias del saneamiento de la Ca- pital’. (1). 7 “La forma en que los gobiernos acudieron a remediar el mal, es un espejo fiel de la administracién publica y de su efi- ciencia en atender los servicios. En la mayor parte de los casos, los trabajos que se desarrollaron para contener las inundaciones fueron hechos con el auxilio de los pueblos circunvecinos, ajenos completamente al mal, con lo que se destaca 1a posicién privile- giada de Tenochtitl4n frente a las poblaciones riberefias”. (#). Es muy probable que antes de la primera inundacién que registra la historia para 1449, las aguas del Iago hayan cubierto con su oleaje la superficie de los dos pequefios islotes que ocu- paban los aztecas, pero la destruccién provocada por las aguas no fué, ni con mucho, de las proporciones y conseeuencias de ésta que se menciona. Durante el afio de 1449 las luvias fueron tan copiosas, que reunidas las aguas en la parte baja de la cuenca del valle, superé el nivel de los lagos, causando el desastre. . Clavijero asegura que los habitantes de Atzcapotzaleo, Co- yohuacdn, Tlacopan, Xochimileo, Ixtapalapa, Colhuacan y Tena- yocan, todas recién sometidas, ayudaron con materiales y hom- bres, suministrando algunos millares de gruesas estacas y encargdndose de la conduceién de las piedras necesarias. (2). @) Galindo y Villa Jestis, Historia de la Ciudad de Mérico, pie. 24. @) Lépez Rosado Felipe, Los Inundaciones de la Ciuiad de Mézico, pig. 363, en la Revista de Estudios Universitarios, enaro-abril 1946 (@) Clavijero Francisco Javier, Historia Antigua de México, pig. 312. 00 INVESTIGACION ECONOMICA ‘La construccién del dique fué una obra de gran aliento que hace exclamar con razén al fraile Torquemada: “cierto fué hecho mui heroico y de corazones valerosos intentarla”. La obra partia de Atzacoalco y rectamente iba hasta Ixta- palapa; componiéndose de dos filas de estacas paralelas, cuyo espacio medio- estaba terraplenado de piedras y arena. Con frecuencia hubo de trabajarse dentro del agua, con un oleaje molesto, que debe haberse robado muchas vidas, especialmente en aquellos sitios en que las aguas eran muy profundas. Cuando-el dique estuvo conclufdo, el lago quedé dividido en dos: el de Texcoco, al oriente, lago salado; el de México, al poniente, de aguas dulces. Los mexicanos obtuvieron con esta “albarrada” una doble ventaja; por una parte, lograron enea- sdenar y regular‘las aguas del lago, cargadas de sales, que hacian imposible la vida animal, esterilizando lentamente las tierras, fueron eliminadas con lo cual en poco tiempo Ia parte oriental se poblé de peces, de vegetacién y de gran cantidad de aves acuiticas. Para regular las aguas, habia compuertas en el gran dique, las cuales permanecian abiertas durante la estacién seca y en- tonces Jas aguas saladas ereeian hasta superar el nivel de las interiores del dique, entonces se cerraban las compuertas y los lagos quedaban aislados el uno del otro. La gran obra construfda con la cooperacién de Nezahualed- yotl se ejecuté por el afio de 1450; en ella, segtin se sabe, tra- bajaron 20,000 texcoeanos y todos los pueblos del sur del lago, hasta Chalco, mandaron su contingente de brazos.’ “Podemos calificar esta solucién (que fué el encadenamiento del lago pero no su desaparieién) como perfecta para aquellos tiempos, puesto que el azteca secularmente de vida lacustre, no podia hacer desaparecer su habitat; le bast6-y fué lo mejor, regularlo a su eapricho”. (+). La eficacia de la obra se demues- tra asentando que hasta 108 afios después no oeurrié una nueva inundacién, ya que no cuenta la de 1499, provocada por la im- prudencia de Ahuizotl. Alrededor de la ciudad habia otros muchos diques y exelu- sas, para contener el paso de las aguas en caso necesario y dentro (4) Léper Rosado, Felipe. Op. cit., pag. 368. LAS OBRAS PUBLICAS EN LA EPOCA PRECORTESIANA 301 de ella, habia tantos canales, que apenas habia barrio por el cual no se pudiese transitar en canoa. De hecho, las calzadas que comunicaban al islote con tierra firme, constituian también de- fensas contra las inundaciones. Otros diques semejantes se cons- truyeron en la parte sur, con lo que vinieron a formarse los lagos que se llamaron de Chalco y Xochimilco. Controladas las aguas que rodeaban Tenochtitlan, la ciudad pudo gozar de Jas ventajas que proporcionaban las nuevas obras, cuando menos hasta el afio de 1499, en que acaecié la inundacién provocada por el acueducto construido por Ahuizotl. (5) 5. Edificios de servicio piblico.—Los gobernantes aztecas consideraban que el embellecimiento de la ciudad y la construc- cién de edificios puiblicos de gran envergadura prestigiaban a la administracién y por ello rivalizaron en sus intentos de dotar a la ciudad de templos, palacios, mercados, escuelas, ete. Templos. — Ej tipo arquitectonico mas destacado entre los mexicanos fué el religioso, en vista de que los sacerdotes, que formaban una clase social numerosa y organizada, tenian in- fluencia decisiva en la orientacién que segufa el estado azteca. Las construcciones religiosas cumplian, ademas de la fina- lidad que les era propia, la de servir como reductos militares; los templos servian a menudo de almacén de armamentos y en ellos el ejército hacia la iiltima resistencia para rechazar los ataques a la ciudad. E] jeroglifico para presentar la captura de una ciudad era un templo incendiado, indignidad a le que ningin pueblo se sometia 4 menos que fuera arrojado de este lugar de resistencia final. (6). A Cortés le fué muy costoso, por las bajas que sufrié su ejército, arrojar a los defensores del Gran Teocali, durante el sitio de México. Regularmente los templos presentaban una fisonomia pecu- liar: tenfan muros de piedra o de mamposteria, rematados por un alto techo, cuya construceién se hacia de palos entrecruzados cubiertos con paja o con argamasa. Cada templo tenia un canal (®) Toussaint M, Gomez de Orozco F. y Fernandes J., Planos’ de la Ciudad de Mévivo, siglos XVI y XVI, pag. 112. (®) Vaillant C, George, La Civilizacisn Azteca, pag. 177. 302 INVESTIGACION ECONOMICA y un antecanal y en algunos easos se elevaban en la misma pla- taforma dos y aun tres altares. La plataforma o subestructura, daba altura y volumen al templo. La préetica general era poner piedra y encima adobe o cal en forma de pirdmide truncada, cuyos lados se interrumpfan por tres angostos pasillos y por una rampa empinada que conducia a la parte alta, La superficie exterior se revestia de piedra cortada y para formar la escalera se colocaban bloques a Io largo de la rampa. Anchas alfardas bordeaban la escalera que con frecuencia remataba en gigantes- cas cabezas de serpiente. La construccién azteca era el tipo de ingenieria més sencillo, pero se obtenfan imponentes efectos ar- quitecténicos por el consumado sentido artistico y el espléndido trabajo de los constructores. (7). De todos los templos de la antigua ciudad de Tenochtitlan el mas famoso fué el de Huitzilopochtli, el cual sufrié un proceso de reedificaciones sucesivas hasta llegar a adquirir la estructura monumental y gigantesca que encontraron los espafioles. La tradicin indigena menciona que a partir del momento en que los mexieanos se asentaron en el pequefio islote, su preo- cupaci6n inmediata fué levantar un pequefio templo de paja a su numen tutelar. Itzedatl, después de la victoria sobre Atz- capotzaleo, construyé un nuevo teocali, pero debié ser todavia humilde, porque Motecuhzoma Ihuicamina emprendié nuova construccién al pensar que aquella no era cosa digna de los merecimientos del dios. Es probable que este templo haya quedado a medio hacer y en forma provisional, pues las crénicas nos dicen que Tizoc mand6 acabar de edificarlo porque le faltaba un gran pedazo. Tal ver sea verosimil la informacién de los jeroglfficos en la que Tizoe aparece como iniciador de la obra; Ahufzotl, su sucesor, la terminé y consagré en €l afio de 1487. (8). El templo de Huitzilopochtli se alzaba en ol centro de la poblacién, en una inmensa plaza, de donde partian las cuatro principales avenidas que daban acceso a la ciudad. El patio que lo rodeaba estaba protegido por una pared cuadrada hecha de piedra y cal y cubierta con mezcla bien brufiida, En el interior @) Vaillant C. George, op. cit., pag. 177. (©) Chavero Alfredo, México a través de los sigios, Tomo I, pig. 685. LAS OBRAS PUBLICAS EN LA EPOCA PRECORTESIANA 808 de este recinto estaban més de 60 edificios de menores dimen- siones, de los cuales 40 cuando menos eran templos, con sus idolos esparcidos por los patios, todos dando el frente a la Gran Firdmide. Habia, segin se sabe, mas de 600 braseros de piedra donde el fuego ardia perennemente en honor de los dioses. Entre los edificios circundantes al Templo Mayor, se en- contraba la Casa de los Espejos y la Casa de las Conchas, esta ‘iltima servia de retiro a los gobernantes en las épocas de pe- nitencia, El cuidado de todos estos edificios estaba a cargo de un verdadero ejército de sacerdotes, nifios de escuela y otros ser- vidores, encargados de la limpieza y resguardo de este recinto sagrado, Todo el sitio que hoy ocupa la Iglesia Catedral, parte de la Plaza Mayor, parte de las easas e inmediaciones, estaba ocupado antiguamente por el templo, segiin, afirma Clavijero en su His- toria Antigua de México. Fuera del templo, pero abrazado por un muro general, hacia el sur, habia un patio cercado por una tapia de dos o tres metros de altura llamado Coatepantli o Coapantli, coronado por singular almenaje, formado por gigantescas cabezas de serpiente, labra- das en piedra, ostentando eseamas en unos casos y plumas escul- pidas en otros. ("). Quetzacéatl, Tezcailipoca y Tléloc, tenfan también sus tem- plos ubicados dentro del recinto que acaba de deseribirse, Palacios. — Los caciques y seflores, a partir del gobierno de Motecuhzoma Ilhuicamina, construyeron magnificos edificios pa- ra su residencia personal y la de sus servidores. La imaginacién de los cronistas se deshordé de tal manera, que ahora resulta dificil reconocer las informaciones auténticas en el cimulo de noticias que nos legaron. Con certeza sélo se sabe de la existencia de tres palacios: Dentro del reeinto del Gran Teocali se encontraba el palacio de Motecuhzoma Ilhuicamina conocido como Las Casas Viejas de Motecuhzoma, el cual estaba situado al poniente del Templo Mayor; tenia veinte puertas que daban a las ealles que lo rodea- ban y en su interior tenfa tres patios grandes, en uno de los (®) Galindo y Villa Jesiis, Historia Sumaria de ta Ciudad de Mézico, pig. 56 y 57. 304 INVESTIGACION ECONOMICA cuales habia una amplia fuente para repartir el agua por todo el edificio. Seguin Galindo y Villa, el palacio tenia cien cAmaras © aposentos con sus correspondientes bafios, estando revestidaa sus paredes de marmol, jaspe, piedra negra y tecali; los techos eran de madera de cedro, pino y ciprés, ricamente entallados eon figuras y labores, uséndose tapices de tela de algodén, piel de conejo, pluma y esteras ¢ manera de puertas y cortinajes. El palacio de Axayacatl, en donde estuvo aposentado Cortés con su ejército, era muy espacioso, las salas estaban tapizadas como en el caso anterior con ricas telas y tenfan bancos de ma- dera de una pieza primorosamente Iebrados, camas de esteras y mantos y cielos de algodén. ‘Motecuhzoma mandé construir en la capitel un gran edifi- cio, rodeado de extenses jardines, una parte del cual consistia en un ancho patio embaldonado con piedras de colores, dividido en varios compartimientos en los que estaban las bestias feroces, los reptiles y las aves de rapifia, (1°). EI palacio de Motecuhzoma Xocoyotzin, Las Casas Nuevas, se edificé en los propios solares donde, afios después, estuvo el Palacio de los Virreyes, ahora Palacio Nacional. Es difieil precisar In ubieacién exacta de otros edificios en los que se afirma que los gobernantes aztecas tenian centros de reereo, de peniteneia y de ayuno. Mereados. —En México habia varias plazas de mercados, pero la mayor era la de Tlaltelolco, siguiéndole en importancia la de Tecoyohualeo, en donde est ahora ol mercado de San Juan; en el bartio de Ayauhcutitlan estaba un tianguillo o tianguis pequefio. El enorme mercado de Tlalteloles se hallaba al lado norte del Teceali y era tan grande, que se comparaba como dos veces él de la ciudad de Salamanca, uno ‘de los més hermosos de Espafia. Cuadrado y rodeado de pérticos para comodidad de los tra- ficantes, su distribucién era tan ordenada, tap perfecta, que cada articulo tenia lugar sofialado, A diario concurria tanta gente, que el Conquistador Anénimo caleula en unas 25,000 per- (9) Bancroft Huberto H., Historia de Mérico, pég. 58. LAS OBRAS PUBLICAS EN LA EPOCA PRECORTESIANA 305 sonas las que asistian normalmente y en cerca de 50,000 para los dias de mercado, que se realizaba cada 5 dias. A Bernal Diaz del Castillo le parecié que el rumor que haefan las gentes al contratar en el mercado era tan grande, que se escuchaba a una Tegua de distancia. En el interior del mercado ten{a su asiento el tribunal de los pochtecas 0 comerciantes y en el centro, habia un teatro hecho de cal y canto en que se hacian fiestas, juegos y farsas que vefan los espectadores colocados alrededor y encima de los portales. Cada mercaneia se vendia en un sitio sefialado por los jefes de comercio: en uno estaban las pedrerias y las alhajas de oro y plata, en otro los tejidos de algodén, en otro las labores de pluma y' asf las démis, no siendo licito vender unos géneros en Jos puestos destinados a otros. Escuelas. — Dentro del mismo recinto de! Templo Mayor habia varios colegios de sacerdotes y seminarios; en particular sabemos de 5 colegios o monasterios de sacerdotes y de 3 semi- narios de jévenes, mas estos, sin duda, no eran todos, pues era muy grande el niimero de personas que alli vivian, todas consa- gradas al servicio de los dioses. Los jévenes plebeyos concurrian a los 20 tepuchealis, que podemos Iamar colegios militares y en Jos cuales habia depésitos de armas y pertrochos, que por su propia organizacién era pre- ciso que tuviesen un agrupamiento de guerreros, a los que se agrupaban los mancebos que alli estudiaban el arte de la guerra. El Calmécac, colegio destinado a los jévenes de la nobleza se hallaba también dentro del recinto del Templo Mayor. El Calmécac era una especie de monasterio o de colegio, pues los sacerdotes maestros tenian alli su residencia. Adjunto al templo habfa un colegio de recogimiento de don. cellas, cuyo reglamento se desarrollaba paralelo al de los jévenes del Calmécac. Algunas de ellas se consagraban al cuidado del santuario para siempre, y otras, la mayorfa, salfan de él para contraer matrimonio. (1'). G!) Mena Ramon y Jenkins Arriaga Juan, Educacién Intelectual y Pisiea entre los Nahoas y Mayas Precolombinos, pag. 15. 306 INVESTIGACION ECONOMICA FUENTES DE RECURSOS DESTINADOS A LAS OBRAS PUBLICAS En menos de un siglo, los gobernantes aztecas lograron convertir el pequefio islote de Tenochtitlin en una ciudad fort fieada euyas eomunicaciones, palaeios, templos y servicios pi- blicos, fueron la admiracién de cuantos los vieron. Es natural que la actividad constructiva de los gobernantes demandara un muy importante volumen de recursos y que, para adquirirlos, hubiera necesidad de un sistema perfectamente or- ganizado de recaudacién. Hasta el gobierno de Itzcdatl, los aztecas levaron una vida precaria y estrecha, inclusive de privaciones, pues por estar sometidos a los tepacnecas, estaban obligados a cubrir fuertes tributos y necesariamente confinados a horizontes muy reduci- dos para su expansién econémica. Podemos colegir que durante este perfodo los gobernantes mexicas no levasen 2 cabo sino aquellas obras estrictamente necesarias para el mantenimiento del culto y las encaminadas a facilitar el cumplimiento de las obligaciones impuestas por sus dominadores. Derrotados los tecpanecas y formada la Triple Alianza —obra maestra de la politica azteca—, se inicia para los belico- sos mexicanos una era de prosperidad. Motecuhzoma Ihuieami- na es quien emprende las primeras obras piblicas de importan- cia, que estin plenamente identificadas en los datos histéricos: la alharrada de defensa en medio del lago, el acueducto de Chapul- tepee y la edificacién del Templo de Huitzilopochtli. ‘Ademés de utilizar en gran eseala la mano de obra propor- cionada en forma gratuita por los pueblos sometidos y los que formaban la Triple Alianza, el estado azteca recibia fuertes cantidades de tributos al ajo. Los pueblos vencidos eran los que aportaban la mayor parte de las exigencias de los vencedores. La Triple Alianza imponia un tributo a los pueblos vencidos de acuerdo con sus recursos. Consistia ese tributo on una cantidad de efectos que el pueblo © la provincia sometidos entregaban periddicamente a sus con- quistadores, dos 0 tres veces al afio o cada ochenta dias, segin el pacto. (12) (2) Mendieta y Nafier Lucio, El Derecho Precolonial, pag. 24. LAS OBRAS PUBLICAS EN LA EPOCA PRECORTESIANA 307 Los impuestos no eran individuales sino colectivos, Cada pueblo tributario entregaba en fechas precisas, determinada can- tidad de productos agricolas o industriales, generalmente de los especiales de cada regién. El impuesto se entregaba en la capital misma del reino o bien en los lugares previamente determinados, pero también era, recaudado directamente, por recaudadores que exigian el pago del impuesto 0 tributo por cuenta y razén. (74), Ademés de los tributes pagados por los pueblos y provincias sometidas habia, segiin el Oidor Zurita, 4 clases de tributarios : 1® Los colonos de las propiedades de nobles y guerreros di tinguidos. Estos colonos cultivaban las propiedades meneionadas y dejaban parte de los productos a sus propietarios en lugar de pagar el tributo al rey. 2 Los habitantes de los calpullis o barrios, pagaban tributos al jefe del barrio y al rey. 3* Los comerciantes ¢ industriales. 4 Los meyeques, especie de esclavos de la tierra, pagaban el tributo al dueno de Jas sementeras que cultivaban; no pagaban tributo al rey. Los comerciantes € industriales pagaban el impuesto por gremios y los agricultores por barrios. El trabajo para cultivar los productos agricolas con los que se pagaba el tributo era colectivo y se levaba a cabo en dias determinados. Estaban exentos del pago del tributo los sacerdotes, los nobles, los menores, los huérfanos, los lisiados y los mendi- gos. (14), Los mexicanos tenfan una verdadera orgenizacién hacen- daria; los recaudadores estaban organizados en eategorias: los de més alta jerarqufa despachaban los asuntos en palacio, tenfan bajo sus 6rdenes a recaudadores que cobraban tributos a cien familias y bajo la direccién de éstos habia otros encargados de cobrarlos a veinte familias. (8) Mendieta y Néfiez Lucio, La Administrocién Piiblica en Mésico, pag. 24, (4) Zurita, Alonso de, Breve Relacién (En la Nueva Coleccién de Documentos para la Historia de México), pig. 15. 308 INVESTIGACION ECONOMICA Los efectos recaudados se almacenaban en edificios especia- les en la capital del reino o en otros lugares adecuados para atender a las necesidades administrativas en las distintas regio- nes dominadas por los aztecas. Cada almacén estaba al cuidado de un jefe 0 mayordomo, que a su vez era auxiliado por un ni- mero de empleados en relacién con la importancia del almacén. Por medio de pinturas jeroglificas se llevaba cuenta de las en- tradas y salidas de efectos y productos. En los casos en que las cosechas se perdian se dispensaba a los agricultores, previo informe oficial, del pago del impuesto del tribute y cuando la miseria amenazaba a alguna poblacién se distribuia entre sus habitantes parte de los productos al- macenados. Para mantener la diseiplina en los diferentes organismos de la administracién, seguramente se exigian responsabilidades a los encargados de las distintas funciones administrativas. No contamos con datos generales sobre esta materia, pero si sabe- mos, con exactitud, que los funcionarios judiciales eran severa- mente castigados, hasta con la pena de muerte, cuando, en el ejercicio de su cargo, aceptaban dAdivas de las partes interesa- das en Ios asuntos sometidos a su decisién o cuando dictaban fallos notoriamente injustos. (1°). Utilizando estos vastos recursos fué como los gobernantes mexicanos lograron implantar y concluir tan importantes obras piblicas en la ciudad de Tenochtitlan. Sin embargo, la utilizacién de la mano de obra gratuita proporcionada por los pueblos so- metidos y los que formaban la Triple Alianza presenta una aportacién cuya importancia no puede desconocerse. Como los mexicanos no tenian una economia dineraria pro- piamente dicha, a pesar de que utilizaban varias clases de mo- neda como el cacao, las mantas de algodén, ciertas conchas marinas, canutos de plumas de ave rellenas de polvo de oro, sal, ciertas hachuelas de cobre en forma de T, ete., resulta imposible estimar, siquiera fuese aproximadamente, el valor de las cons- trucciones y edificios que durante la época precolonial se Hevaron a cabo. (5) Mendieta y Nifez Lucio, op. cit, pig. 26. LAS OBRAS PUBLICAS EN LA EPOCA PRECORTESIANA 309 JUICIO CRITICO SOBRE LA POLITICA DE OBRAS PUBLICAS EN LA EPOCA PRECORTESIANA No se podria afirmar que los mexicanos posefan un plan determinado para la construccién de obras piblicas; sin embar- go, teniendo en euenta los problemas de caracter econémico y social que tuvieron que resolver los gobernantes, la politica de obras ptiblicas resulta efieaz y adecuada para resolverlos. Del examen que hemos hecho de las principales obras pui- blicas realizadas durante el perfodo prehispanico, podemos des- prender facilmente que los méviles de estas construcciones fue- ron los siguientes: 1° La presién ejercida por un crecimiento constante de la poblacién, lo que demandaba con urgeneia la dotacién y amplia- cién de los servicios piblicos. En este grupo quedan inclufdos Jos acueductos que se construyeron durante el gobierno de Mo- tecuhzoma Ihuicamina y Ahu(zotl, las calzadas que comunicaban con tierra firme, los mereados y las eseuelas. 29 La presencia de calamidades publicas, como inundacio- nes y hambres que movian a los gobernantes a acudir en auxilio de la poblacién, En este caso se encuentra la construccién del dique dirigido por Nezahualeéyotl, las calzadas y canales que servian para regular la circulacién de las aguas y la reedifica- cin de la ciudad después de la inundacién de 1500. 3° El espfritu profundamente religioso del pueblo azteca, in- clinaba a los gobernantes a satisfacer este sentimiento popular, ordenando la edificacién de numerosos templos, asi como su reparacién y sostenimiento. 49 BI orgullo nacional de los mexicanos como conquistado- res, presidié lz construccién de amplios y lujosos palacios eon jardines y parques de recreo. Esta misma consideracién explica las multiples obras de embellecimiento y adorno de la ciudad de Tenochtitlan. Quedaria por mencionar el cardeter belicoso de los aztecas y sus numerosas campaiias militares, como otro incentivo para realizar obras de resguardo y proteccién en el islote que ocupé la ciudad.

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