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[,a pasiónpor la democracia

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OPINION

LA CUARTAPAGINA

La pasiónpor la democr
acia
Desdela caídadel Murode Berlínse observaunaapatíacadavezmayorenlos sistemasdemocráticos. Necesitamos
n o s ó l oa u s e n c i d
a e v i o l e n c iya g a r a n t í aisn s t i t u c i o n a l essi n, ot a m b i é nr e s p o n s a b i l i dm
a do r a l
RAMINJAHANBEGLOoI lE NOV20l4 - 00:00CEt

El siglo XXI constituye una encrucijada.El final de la confrontación entre


el Este y el Oeste dejó abierta la posibilidad de un "nuevo orden
internacional", basado en la expansión de la democracia por el mundo y en
un espíritu de paz. Sin embargo, ahora el entusiasmoque acompañó la

T caída del Muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría parece muy lejano.

Las crisis y las crueidadesregistradasen Bosnia, Ruanda, Darfur,


Afganistán e Irak han llevado a muchos a concluir que el nuevo orden
mundial es más bien un nuevo desorden mundial. para muchos estaba
-;-#F claro que la Guerra Fría era la confrontación entre el autoritarismo
':"d'' soviético y la dernocracia.Pero al caer el Muro de Berlín, la dernocracia
/\; alcanzóun nivel de legitimidad política y moral con la que ninguna forma
de gobierno existentepodía competir. Todas las formas de disidenciaque la
democracialiberal albergabao aqueliasque se le oponían se convirtieron
en objeto de censuray sospecha.Sin ernbargo,en un breve apunte de
optimismo, podemosdecir que las revueltasocurridas en Hong Kong
demuestran que los ciudadanostienen la democraciaen gran estirna,a
pesar de que es un escenariocambiante que debe enfrentarsea desaños
irnprevistos,tanto desdedentro como desdefi'era de la sociedad.Spinoza
escribió que ninguna actividad humana, aún contando con el concursode la
EULOGIA
MENLE
razón, podía prosperar sin pasión.

iPero cómo podemos reavivar ahora, en unos ciudadanos malcriadospor el


bienestar o resentidos por su exclusión del mismo, la pasión por la democracia?Desde rg8g y la caída
del Muro de Berlín la democracia liberal se ha impuesto a los demás sistemasde gobierno
convencionales,pero, en todo el mundo, su ascendientepolítico no siempre ha ido acornpañadodel
que conlleva la pasión dernocrática.El individuo demócrataya no es un animal caracterizadopor la
pasión política. Pareceque en los sisteurasdernocráticosactualesya no hay lugar para el debate
político.

Una comunidad inspirada


Entre las nuevasgeneraciones,sin recuerdoya de la Guerra Fría, la
SólO pOf ValOfeS de COnSUmg dernocraciadespierta una apatía cada vez mayor. Por otra parie, la máxirna
de John Dera'ey,según la cual la política es la sombra que arrojan las
acabará regida por la
Erandesernpresassobre nuestra sociedad,continúa cerniéndosesobre
mediOCiida¿
nuestrasdernocraciasliberales,erosionándolas.Ante esosproblemasy los
rnúltiples indicios de que no todo pareceestar bien en la dernocracia,nos
preguntamos: iqué queda de la democraciacomo discursoy como institución? Con todo, la
experiencia nos demuestra que es rnuy difícil encasillarlaen un único significado,ya que significa
cosasdiversaspara distintas personasen dlferentescontextos.Esto es lo que explica que no se consiga
"extender", por no hablar de "exportar", I r democraciade una cultura o sociedada otra. La razon es
sencilla: el fomento de la delnocracia no puede funcionar en ausenciade una cultura democráticay
organizar eleccioneses sólo el punto de partida de la r,ida dernocráticade un país.

De hecho, la auténtica prueba de la dernocraciano radica precisarnenteen dar poder a una mayoría
victoriosa, otorgando la rnayor libertad al mayor número posible de personas,sino que en realidad se
basa en una nueva actitud, una nueva forrna de abordar el problema del poder y la violencia. En
consecuencia,si aceptatnosese principio, el sistema democrático no se basaría en el poder que se
ejerce sobre la sociedad,sino en el poder que hay dentro de ella. Dicho de otro rnodo, si la dernocracia

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La pasiónpor la democracia
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equivale al autogobierno y al autocontrol de la propia sociedad, el reforzamiento de la sociedad ciül y


la capacidad colectiva para regirse democráticamente serán elementos fundamentales del sistema
democrático. Dondequiera que hay una práctica democrática, las normas del juego político las define
la ausenciade violencia y un conjunto de garantíasinstitucionalesopuestasa la avasalladoralógica del
Estado.

No obstante, cuanto más pensamos en el asunto, más insatisfactoria e incompleta nos parece esa
definición. Si la democraciano fuera más que un conjunto de garantías institucionales,Zcórnopodrían
los ciudadanospensar en la política hoy en día y luchar por la aparición de nuevas perspectivasde vida
democrática?A¡tes de respondera esta pregunta creo que podemos apuntar al problema de la
corrupción en las democraciasy calificarlo de mal democrático. Ese mal constituye un problema
porque surge en el seno de las democraciasy atañe a algo concreto: la legitimidad de la violencia. Al
reconocer que esta resulta problemática para la democracia se recalca la condición del homo
democraticus y la posibilidad de que las democraciasdegenerenen r.iolencia.En consecuencia,para ir
rnás allá de la violencia democráticahabrá que reconocerprimero el carácter paradójico de la propia
democracia,que es el procesopor el cual se domeña la violencia, pero los Estadosy las sociedades
democráticostambién la generan.

La Clave nO está en el podef Cuantos más instrumentos violentos desarrolle una comunidad
que Se ejefce Sobfe l¿ democrática, menos podrá resistirse al mal democrático. Quizá sea esta la
razón de que, para la democracia,la no violencia sea una salvaguardamás
sociedad, sino el que hay
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democrática, todos sabemos que necesitamos algo más que posesiones
materiales para dar sentido a nuestra existenciacotidiana. Si nos preguntamos: "¿Por qué todos
actuamoscorro si la democraciairnportara y colnpensaranuestros esfuerzos?",la respuestapodría ser
que la vida no sólo consisteen satisfacerdeseos.Hay un horizonte de responsabilidadética sin el cual
la democraciacarecede sentido. Václav Havel nos recuerdaque la "dernocraciaes un sistema basado
en la confianza en el sentido de la responsabilidaddel ser humano, que debería despertar y cultivar".

Este sentido de la responsabilidadcomún es la clave de nuestra identidad como seresdernócratas,


porque, en nombre de la dignidad y la vulnerabiiidad que los seres humanos compartimos, se alza
como reacciónante lo intolerable. Es un esfuerzomoral que nos revela la complejidad, la
espontaneidady la heterogeneidadde la dernocracia.En la actualidad,sobre el telón de fondo del
horror y de los intolerablesactos de crueldad que no han dejado de producirse con el nuevo milenio,
debatimos cómo valorar correctamentey apreciar en su justa medida a los ciudadanosdemócratas.
Quizá esta sea la razón de que nunca podamos estar del todo satisfechos con la democracia en tanto
valor filosófico y realidad política: estarlosería olvidar su propia esenciacomo esfuerzocotidiano de
responsabilidadcívica, pero también como lucha constantecontra lo intolerable. Por eso, cualquier
democraciaque se convierta en un sistema de valores de consumo, sin crear un sentido de la
responsabilidadque vaya más allá de los meros idealespolíticos,terminará convirtiéndose en una
cornunidad re¡;idapor la mediocridad.

Por sí sola, la democracianunca será suficiente; no puede instaurarsecelebrando eleccionesy


aprobando una Constitución. Se necesitaalgo más: un énfasisen la democraciaen tanto que práctica
de pensamientoy de juicio rnoral. Dicho de otro rnodo, nunca podremos construir ni mantener
instituciones democráticassi estasno comportan el objetivo de ofrecernosla experienciasocráticade
la poiítica en tanto que autoexploracióne intercambio dialógico. Despuésde todo, la democracia la
hacen los sereshutnanos y su suerte va ligada a la condición humana. Corno tal, la línea que divide la
acción dernocráticay el rrralpolítico atraviesala elecciónmoral de cualquier ciudadano demócrata.

Ran¡¡n Jahanbegloo, filósofo irarri, c catedráticode CienciasPoliticasen la Universidad de Toronto.


Traducción de Jesús Cuéllar Menezo.

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