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La educación en pleno siglo XXI aparece marcada por los tiempos que corren, los

cuales -caracterizados por un mundo competitivo, diverso, cambiante, tecnológico


y con conflictos de diversa índole- exigen de la educación una verdadera re-
Evolución, conocimiento, equidad, oportunidades, preparación y dignidad. En otras
palabras, la educación en la actualidad es:
Proceso permanente durante la vida (Delors, 2000).
Desarrollo en cuanto al saber (conocimientos), hacer (estrategias, habilidades),
ser y convivir (valores, actitudes) (Delors, 2000).
Llevar de un estado a otro, implica crecimiento y mejora.
Preparación para el futuro.
Proceso por el cual los individuos aprenden a ser parte de una sociedad.
Proceso humano y cultural complejo (León, 2007).
Por otro lado, gran parte de los estudiantes presentes en nuestras escuelas y
colegios son nativos digitales. Marc Prensky, ha denominado a las personas
nacidas después del año 2000 como centennials, y los caracteriza como
ciudadanos que prefieren trabajar en red o de manera colaborativa, recibir la
información de forma ágil e inmediata, y ejecutar multitareas y procesos paralelos.
Desde su niñez usan Internet.

Características
Autodidactas (aprenden por tutoriales), creativos (incorporan rápido nuevos
conocimientos y relacionan bien) y sobre informados (alta propensión al consumo
de información y entretenimiento).

Según un estudio realizado por el Foro Económico Mundial, son más pragmáticos
que los Millennials, buscan innovar con “lo que hay”. No accedieron a la vida
laboral todavía, pero se observa que les preocupa encontrar una vocación acorde
a sus gustos, conocerse a sí mismos y aceptar las diferencias, en un mundo cada
vez más globalizado.

Forman parte de una sociedad híper digitalizada, donde el trabajo basado en el


conocimiento desplaza al trabajo manual, y el valor de los activos intangibles de
las empresas (bienes no materiales y capital humano), ha aumentado
considerablemente. Tal como proponen Joseph Schumpeter (1944) y Michael
Fullan (2016), la innovación, se impone como la fuerza de cambio dominante en la
economía y la sociedad. (Economía del Conocimiento y Sociedad del
Conocimiento)

Enseñar a Aprender a Aprender


En educación, esto implicará saltar desde la perspectiva de los contenidos, al
paradigma del desarrollo de competencias multidimensionales que son aplicables
a todos los contextos de la vida y el trabajo. El uso de herramientas
computacionales, redes sociales y formatos de aprendizaje informal como
videojuegos, videos y foros virtuales, nos habla de los modos con los que nuestros
estudiantes (centennials) aprenden en un mundo donde la información es ilimitada
y está a un sólo clic.

Este enfoque implica que el rol del profesor (mentor) es fundamental más que
nunca, ya que la formación y validación de habilidades implica enseñar a los
estudiantes a:

Pensar críticamente
Comunicarse asertivamente.
Trabajar e interpretar grandes cantidades de datos.
Trabajar colaborativamente.
Resolver problemas que todavía no existen de forma creativa y resiliente.
Prepararse y desarrollar nuevos trabajos.
Y seguir aprendiendo durante toda la vida, contextualizando los aprendizajes a los
desafíos de la vida real dentro de la 4ta Revolución Industrial.
En síntesis, se constituye como un paso hacia un estado mejor, el que implica
transformación, fortalecimiento en distintas áreas o ámbitos de la persona, en un
proceso que involucra a otros y que nunca termina. Un aprendizaje continuo que
requerirá de aprender a aprender y aprender durante toda la vida. De tal cuenta
que el concepto de aprendizaje tiene un fuerte vínculo con la educación y más
precisamente con la enseñanza, pues corresponde a la evidencia (Echeverría,
2016) de que tal proceso tuvo resultados. En palabras más simples, significa que
esa enseñanza tuvo un producto y que fue efectivo, donde corresponde asimilar
conocimientos que nos permitan interactuar en la vida.
Sin embargo, existe consenso internacional en que la escuela no está formando a
sus estudiantes para las exigencias del siglo XXI. Charles Fadel, autor de
Educación en Cuatro Dimensiones, indica que los establecimientos no enseñan a
abordar la complejidad, la multiculturalidad, la globalización y la velocidad de los
cambios tecnológicos. A su juicio, se requiere que, además de conocimientos,
enseñemos habilidades y promovamos actitudes que pongan en acción estos
conocimientos, crear emprendedores empoderados de tecnología.

Surge entonces el concepto de habilidades para el siglo XXI. Patrick Griffin y


Esther Care, del Centro de Investigación y Evaluación de la Escuela de
Graduados de Educación de Melbourne, señalaron en 2014 que “cualquier
habilidad que sea esencial para navegar a través de este siglo puede ser
clasificada como una habilidad para el siglo XXI”. Según el marco de interpretación
realizado por el proyecto Evaluación y enseñanza de habilidades del siglo XXI
(ATC21S), se pueden agrupar en: maneras de pensar, de trabajar, de vivir el
mundo y herramientas para trabajar.

Ahora bien, para mayor precisión -y luego de pasar por un modelo conductista
(centrado en el aprendizaje de conceptos, la supremacía y el protagonismo del rol
docente) a uno constructivista (centrado en el alumno, en el desarrollo de
competencias)- Wolfang (2010) indica que hoy el aprendizaje se vincula con:

Privilegiar un aprendizaje significativo (que sirva para la vida).


Que el alumno relacione ideas y experiencias con temas fundamentales.
Que se planteen situaciones de aprendizaje que ayuden a los alumnos a elaborar
o a reestructurar los conocimientos que poseen en función de aplicarlos en la vida
cotidiana.
Que los estudiantes tengan oportunidades frecuentes de participar en actividades
complejas y significativas basadas en problemas, buscándoles soluciones de
desarrollo sostenible a lo largo del tiempo.
Que los profesores ofrezcan a los alumnos una variedad de recursos de
información, así como las herramientas (tecnológicas y conceptuales) necesarias
para mediar el aprendizaje y logren desarrollar y vivir las Tecnologías del
Aprendizaje y el Conocimiento.
Propiciar situaciones en las que los estudiantes trabajen en colaboración y reciban
apoyo para participar en diálogos orientados a superar retos más que tareas.
Que los profesores muestren, de manera explícita, sus propios procesos de
pensamiento a los aprendices, animándolos a realizar el mismo tipo de diálogo
reflexivo, escritura, dibujos u otras representaciones y que las comuniquen de
manera asertiva.
Favorecer, de manera rutinaria, oportunidades para que los estudiantes apliquen
sus conocimientos en contextos diversos y auténticos, que expliquen sus ideas,
interpreten textos, pronostiquen fenómenos y construyan argumentos basados en
evidencias, en lugar de enfocarse únicamente en la adquisición de “respuestas
correctas” predeterminadas.
El fomento del pensamiento reflexivo y autónomo de los alumnos que fortalezca la
Creatividad y el pensamiento Crítico.
La utilización de diversas estrategias de evaluación, para entender la evolución de
las ideas de los alumnos y para dar retroalimentación acerca de los procesos,
como también de los productos de su pensamiento.
Intencionar por parte del profesor procesos de andamiaje. El andamiaje es un
concepto poderoso de la enseñanza y el aprendizaje, en el que los profesores y
los estudiantes crean conexiones significativas (conectivismo) entre el
conocimiento cultural del maestro y la experiencia cotidiana y el conocimiento de
los alumnos (McCaslin y Hickey, 2001, p. 137) para apoyar el desarrollo del
dominio de los estudiantes.

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