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D4T1NG TH3 B1LL10N4R3
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alguno.
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Sinopsis
Soy Dahlia Rossi, extraordinaria entrenadora de citas. Sé cómo
conseguirte el hombre de tus sueños. Sigue mis reglas, y conocerás al amor
de tu vida y tendrás una hermosa boda en la Polinesia Francesa. De acuerdo,
eso último sucedió solo una vez. Pero mis reglas funcionan todo el tiempo.
Lo garantizo.
1. El hombre hace el primer movimiento. ¿Parece injusto? La vida es
injusta.
2. Nunca tengas sexo en la primera cita. No, ni siquiera oral. Y las
manos sobre la mesa, por favor.
3. Juega duro a ganar, pero no lo hagas demasiado duro.
Reglas sólidas, ¿verdad? Pensé que lo eran. Pero luego conocí a Jack
Carraway, un increíblemente sexy multimillonario frustrantemente
impredecible, y las rompí todas. Por todos lados. En un ascensor. En un
balcón. Debajo de una glorieta, de todos los lugares.
Ya sea que me guste o no (alerta de spoiler: ¡me gusta!), Jack me está
llevando a una aventura loca y estamos escribiendo un nuevo conjunto de
reglas. Por ejemplo, siempre reserva tus trajes de Harry Potter a juego con
una semana de anticipación; luchar contra cisnes no es tan fácil como parece;
y a veces, el hombre de tus sueños aparece en el lugar más improbable y tiene
un gran… bote.
Después de años de ver a las parejas encontrar el amor, puede que sea
mi turno. ¿Pero este playboy espontáneo será real, o simplemente un desvío
divertido en torno a mi vida predecible? Todo este tiempo he estado
siguiendo mis propias reglas y yendo a dormir sola, sin nada más que mi
segundo trozo de pastel de princesa para hacerme compañía.
Pero cuanto más tiempo paso con Jack, más aprendo que las reglas…
están destinadas a romperse.
Índice
Sinopsis
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
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26
Créditos
Notas
1
Dahlia
Traducido por Masi
Corregido por Vickyra
Los libros son sexys. Puedes lanzarme todas las cenas de champán, los
paseos en limusina y los trajes de Armani bien cortados y ceñidos que te
gusten, y me gustaría que fuéramos claros, pero nada ofrece los mismos
placeres táctiles que los libros. ¿Crees que estoy bromeando? De ninguna
manera. Elije un libro, hojea las páginas y respira ese perfume innegable,
maravilloso y de empollón. Quítale la sobrecubierta y tendrás un volumen
muy travieso y desnudo al alcance de tu mano. Pero como cualquier buen
compañero, lo que está dentro es lo que cuenta. ¿Un buen libro? Lo mismo
que un buen hombre: nunca lo pierdas de vista y no dejes que tus amigos lo
tomen prestado a menos que quieras que las páginas vuelvan todas arrugadas
y que el perro las haya mordisqueado.
Esa metáfora se me escapó, pero mi punto se mantiene.
Entonces, cuando te digo que estoy sentada en la biblioteca pública,
esperando a mi cliente nueva con una taza humeante de té de hibisco y cereza
junto a mí y mi planificador de cuero negro extendido ante mí, soy una chica
feliz. Y cuando descubro que mi cliente nueva, una joven dulce con las
mejillas sonrosadas de treinta y dos años con unas gafas de Warby Parker y el
esmalte desconchado en las uñas, ¿es una bibliotecaria? Bueno, tengo que
ayudar a esta chica a encontrar la felicidad, en nombre de los amantes de los
libros de cualquier parte del mundo.
Eso es lo que hago. Soy experta profesional en citas, ayudando a
encontrar los felices para siempre durante los últimos diez años. Comencé en
Vassar durante mi último año, ya que conseguí que Dwayne Rees y Becky
Collins se juntaran en una romántica terraza afuera del jardín de rosas.
—¿Señorita Rossi? —pregunta la bibliotecaria, mientras se sienta
frente a mí, con las manos en su regazo. Está bien, es tímida. No hay
problema.
—Por favor, llámame Dahlia —le doy una sonrisa cálida, y se relaja de
inmediato. Es (reviso mis notas) Amy Jacobs, y estoy a punto de hacerla muy
feliz. Eso me hace feliz.
—Guau, ese es un nombre muy bonito. —Es totalmente sincera, lo que
derrite mi corazón de tipo A.
—Es lo que sucede cuando tienes un padre italiano-estadounidense y
una dama del sur por madre. —Es cierto. De mi padre, conseguí una cabeza
con una mata espesa de cabello negro y una disposición terca. De mamá, el
nombre y la fe inquebrantable en el amor eterno. Una combinación mortal,
eso seguro. Me alegra todos los días que mi padre se las arreglara para
disuadir a mamá del nombre de Magnolia cuando estuvo nueve horas en
trabajo de parto conmigo. Las drogas probablemente ayudaron a su caso.
Dahlia Rossi suena como una dama profesional; Magnolia Rossi suena como
un Martini.
Por supuesto, el inconveniente de una bella madre de Atlanta es que,
ahora que tengo más de treinta años, me está molestando mucho más sobre
mis felices para siempre. “Dahlia, ¿no sabes cuánto deseo ver a mis nietos?”,
puedo escucharla decir con un suave suspiro decoroso. Después me la
imagino parada en un porche antes de la guerra y agitando un pañuelo de
encaje en la brisa.
Mamá me dijo bruscamente que dejara de romantizar “Lo que el Viento
se llevó” a una edad temprana, pero las viejas costumbres son duras de
perder.
Bueno, volvamos a la realidad y a Amy Jacobs.
—Entonces, ¿cómo puedo ayudarte? —La observo girar una pulsera de
cuencas de color turquesa alrededor de su muñeca. Es una persona inquieta,
lo que significa que va a necesitar a alguien que la haga relajarse.
—Nunca antes he hecho algo así. —Se sonroja y saco mi alijo de
emergencia de arándanos cubiertos de chocolate, ofreciéndole uno. Algo en la
suave invitación del chocolate tiende a hacer que las mujeres se abran. Este
truco nunca falla. Amy toma un par felizmente, poniendo los ojos en blanco
ante su sabor. Me gusta una mujer que aprecia las cosas más finas y
azucaradas de la vida.
—Está bien. Cada vez que las personas acuden a mí, es porque todo lo
que han intentado hasta ahora no ha funcionado. Después de un poco de
tiempo conmigo, nunca tienen que volver al mundo de las citas. —No es que
las citas no sean o no puedan ser muy divertidas, pero personas diferentes
necesitan cosas diferentes. Llega un momento en que lo que la gente quiere
es establecerse. Los humanos necesitan estabilidad y previsibilidad para
sentirse seguros, y eso se extiende al romance.
Todavía no he llegado a ese punto, pero lo reconozco en otros.
Amy asiente, termina su chocolate y dice:
—Hay un chico que viene a la biblioteca. Por lo general, suelo estar
escondida dentro, pero un día salí para ayudarlo. Él está… bien. —Sus ojos
brillan. Esta es una mujer totalmente fascinada. Por muy divertido que sea,
una desea asegurarse que haya compatibilidad. Un romance torbellino con un
modelo de ropa interior no es malo, pero si eres Amy Jacobs y quieres algo
estable, es posible que no esté en las cartas.
—¿Cómo es? ¿Hablaste con él?
Ella asiente.
—Es un estudiante de doctorado en Columbia. Quiere ser psicólogo
clínico. —Suspira como si hubiera dicho la cosa más soñadora del mundo.
Entonces, ¿el equivalente intelectual de un modelo de ropa interior? Para
Amy, podemos trabajar con esto—. También es muy agradable. No esperaba
que fuera tan amable. Y la siguiente vez que vino por un libro, me preguntó
mi nombre. Ya que antes había sido muy gentil, supongo —dice esa última
línea y baja la mirada, su energía derrumbándose con ella. Recibo una lectura
al instante: al chico parece gustarle, ya que hizo todo lo posible por
preguntarle algo, pero Amy tiene mala autoestima. Piensa que la única razón
por la que un hombre podría estar interesado en ella sería para obtener algo.
Hay muchas mujeres gentiles que están acostumbradas a pensar así, y
eso me enoja. Bueno, vamos a arreglar las cosas, ahora mismo. Llámame La
Solucionadora de Problemas, solo que estoy bastante segura que ya era un
programa de televisión.
—Suena bien para mí. Parece que llamaste su atención. —La forma en
que su rostro se ilumina me hace sonreír.
—¿En serio? —La inquietud disminuye. Confianza, cariño. Solo
necesitas un poco.
—En serio. Entonces, esto es lo que vamos a hacer. —Deslizo hacia
ella un papel que he estado escribiendo mientras hablamos. Tiene algunas
reglas escritas—. Lo primero que vas a hacer es ir a comprarte una bonita
bomba de baño. Enciende algunas velas en casa, disfruta de un baño sensual
y siéntete cómoda en tu propia piel.
Amy se ríe. Dios, en realidad se ríe. Esta mujer es dulzura pura.
—Lo digo en serio. Sentirse bien consigo misma, con nuestra
feminidad y sentirnos sexy, hace toda la diferencia. Lo siguiente, ¿sabes
cuándo volverá?
—Él, es decir, Dan, siempre viene los sábados durante un par de horas.
Usa una de nuestras salas de lectura privadas. —Casi suspira cuando lo dice.
Sábado por la mañana. Perfecto. No tendrá tiempo para analizar y hacer
una segunda suposición y, en general, prepararse psicológicamente.
—Mañana cuando vengas a trabajar, ponte algo que sea apropiado pero
que te haga sentir hermosa. Arréglate el cabello. Ponte tu mejor maquillaje.
Si no te molestan, usa sandalias con tacón o algo así. Una blusa bonita y una
falda. Con lo que mejor te veas. El punto no es ser lo que él quiere sino hacer
que te veas deseable. —Cuando las mujeres se sienten seguras, lo proyectan
externamente. He visto a hombres que nunca darían ni una segunda mirada a
una chica determinada, y de repente, vuelven a mirar con los ojos muy
abiertos, para verla pasar después de una transformación mínima. La belleza
está en la mente tanto como en el cuerpo.
Amy está tomando notas, ¡Dios la bendiga!
—De acuerdo. ¿Y después?
—Cuando entre, entabla una conversación con él sobre lo que está
estudiando. Habla de ello. Aquí está la parte más importante: intenta que sea
él quien te invite a salir. —Esto es parte de mis Mandamientos para las Citas,
que es algo así como los Diez Mandamientos, excepto que está fotocopiado y
no está escrito en piedra. Además, en lugar de diez, son solo cuatro. Al
mismo tiempo, Dios no me los dio; de hecho, es probable que esté en algún
lugar tomando notas. Doy muy buenos consejos, ¿qué puedo decir?
Regla de cita número 1: El hombre hace el primer movimiento.
Admitiré que no estoy emocionada de que sea mi primer consejo, pero
es uno probado y verídico. Definitivamente, he visto a mujeres invitando a
hombres a salir y terminar acabando perfectamente bien, pero hay algo en el
método “tradicional” (con comillas muy marcadas) que tiende a funcionar
más a menudo. Reconozco los patrones de comportamiento de las personas
muy rápido, y la evidencia se acumula cuando se presta atención. Mamá
siempre dijo que era demasiado intuitiva para mi propio bien, normalmente
después de un par de chupitos de menta y escuchar los grandes éxitos de
Barry Manilow durante una hora.
No tengo idea del porqué de Barry Manilow, pero era otro patrón.
—¿Cómo consigo que él haga el primer movimiento? —Amy se
muerde el labio.
—Si está interesado en ti, y parece que lo está, lo hará. Si te ve lucir y
sentirte atractiva, y si estás interesada en él y disfrutas de la conversación,
querrá pasar más tiempo contigo. Menciona lo mucho que te gusta un bar
nuevo o restaurante, o cómo después te pasarás y te tomarás un café en tu
descanso y que hay una gran cafetería nueva que quieres probar. —En
general, las mujeres pueden salirse con la suya siendo un poco menos que
sutiles, especialmente si el chico es también un amante de los libros.
—Muy bien, y si Dan me invita a salir, ¿qué hago entonces?
—Bueno, ¿qué diría Jane Austen? —Siento que una pequeña charla
sobre un libro solo puede ser buena para una dama en su línea de trabajo. Y,
además, ¿a quién no le gusta un poco de romance de la Regencia en el día a
día?
—¿La Austen del principio o la del final? —Amy frunce el ceño, de
repente consumida por la tarea—. ¿Algo más a las lecciones aprendidas por
los personajes arquetípicos en Orgullo y Prejuicio o Sentido y Sensibilidad?
Quiero decir, ¿superar la falla de un personaje clave para convertirte en una
persona completa? ¿O en la línea de Persuasión, donde el viaje es aprender
de los errores del pasado?
Honestamente, estaba pensando más en Colin Firth saltando a un
estanque a modo infantil. Pero, bueno, es por eso que es la bibliotecaria y yo
llevo frutas cubiertas de chocolate conmigo a todos los sitios que voy.
—Lo que mejor te funcione. El punto es que Jane probablemente te
invitaría a tomar el té y te daría esta misma lista con las cuatro reglas de oro.
Regla de citas número 2: Asegúrate que el hombre pague en la primera
cita.
Regla de citas número 3: Nunca tengas relaciones sexuales en la
primera cita.
Regla de citas número 4: Hazte la difícil, pero no demasiado.
Lo sé, lo sé, algunas de estas parecen un poco anticuadas. Demándame,
pero funciona. Como dije, estoy hecha para ver patrones. Soy como una
vidente… de mini… patrones… en ese sentido. Pero a la gente le gusta jugar
según las reglas, así que en primer lugar es importante saber cuáles son las
reglas.
Tengo que reprimir un escalofrío, a medida que recuerdo haber vivido
la vida antes de tener un millón de reglas forjadas en hierro. Era un desastre,
literal y figurativamente. Cuando era más joven, el mundo y sus posibilidades
infinitas me emocionaban. Quería hacer de todo, estar en todas partes. Pero
ese entusiasmo desenfrenado, ese ¡SÍ! tatuado en mi frente (hablando en
sentido figurado, aunque una vez estuve muy cerca de hacerme un tatuaje
literal) tuvo algunas consecuencias desagradables. Mamá solía estar dentro y
fuera de la oficina del director, preocupada por mis calificaciones, mi
casillero desordenado, mi incapacidad para concentrarme. Me recetaron un
millón de píldoras diferentes, preocupados de que hubiera algo en realidad
malo en mí. Con la madurez y las suficientes lecciones difíciles en mi pasado,
tomé el asunto en mis propios tentáculos, me hice con un planificador diario
y me obligué a seguir las reglas en mi vida.
Ha funcionado desde entonces.
Amy les echa un vistazo a las notas, se muerde el labio y se vuelve a
mostrar inquieta. Oh, oh, esto es una pequeña sobrecarga de información. Le
ofrezco los arándanos, que funcionan.
—Mira, estas son cosas que debes tener en mente cuando estás en tu
primera cita. Tomándolas en cuenta, hay una amplia gama de cosas que
puedes hacer. —Como tomarse de las manos y besarse, pero nada de sexo
oral. Eso es bueno para cuando lleguen a las dos citas y media, como indica
mi libro. Además, si les gustan las mismas series de Marvel, puedes ahorrarte
esa media cita. Lo más probable es que si le gusta Jessica Jones, deberías
casarte con él y dar a luz a sus hijos.
Entonces mi teléfono comienza a zumbar, tocando la “muy” sutil
canción que mi amiga Chelsea programó, Raining Men. ¿Justo en el clavo?
Puedes apostarlo, pero a Chelsea realmente le gusta joderme. Es una de las
razones por las que la amo. Soy una jodida masoquista.
Además, hornea unos excelentes bollos de arándanos. No tendría “La
Tarde de Té con la Mejor Amiga” con nadie más.
Mierda, Raining Men es mi alarma, lo que significa que tenía que estar
en mi apartamento maquillándome y cambiándome hace cinco minutos.
Tengo un evento con otro cliente esta noche y llegar tarde establece un mal
precedente.
—¿Cómo te pago? —pregunta Amy cuando empiezo a guardar mis
libros y papeles en mi bolso, verdaderamente, inmenso. Estoy bastante segura
que podría meter un bebé y un Golden retriever en el interior si alguna vez
quisiera intentarlo. Si me convierto en mamá, lo tendré en cuenta.
—La primera consulta es siempre gratuita. Empiezas a pagarme una
vez que él te pide que salgan. —Le guiño un ojo mientras coloco el asa de mi
bolso al hombro—. Podemos arreglar eso mañana.
—¿En serio crees que me lo pedirá mañana? —El pánico se extiende
por su rostro—. ¿Y si no lo hace?
—Eso te dará una semana para perfeccionar tu baño sensual y tu
fabulosa rutina de conjuntos. —Conozco al tipo de Amy, y he trabajado con
eso antes. Piensa que, porque las cosas no han funcionado hasta ahora, nunca
lo harán. Por lo tanto, cualquier paso adelante es solo otro recordatorio de
cómo lo arruinará. Esta parte del proceso se trata tanto de volver a hacer que
se sienta segura como de conseguir que él diga y haga todas las cosas
correctas.
Y hablando de las cosas correctas, lo correcto para mí en este momento
incluirá conseguir un Uber y hundirme en la parte posterior mientras despega
a gran velocidad. Finalmente, tengo la oportunidad de vivir todos mis sueños
de películas de serie B de una persecución de autos. Hay unos cinco de ellos.
Me despido y le deseo buena suerte a Amy, luego salgo corriendo de la
biblioteca. El Centro Anderson para el Desarrollo Infantil va a dar una
llamativa cena esta noche, y mi cliente necesita, bueno, llamar la atención.
Lo que hará. Después de todo , tengo todos los pasos planeados.
2
Jack
Traducido por Brisamar58
Corregido por Vickyra
Nunca antes había besado a una mujer con labios tan llenos y sensuales.
Y esto es antes de que estemos en mi maldita habitación de hotel. Mientras
busco a tientas la llave de la habitación, me presiono contra ella mientras está
apoyada en la puerta. Cristo, sus tetas son perfectas. Tan pronto como la vi al
otro lado de la habitación, con ese brillo perverso en sus ojos, supe que sería
salvaje. Pero gime cuando paso una mano sobre sus tetas llenas, gime y mete
su lengua en mi boca. Dios, esta mujer es volcánica. Ella es simplemente…
ella…
Nunca conseguí su nombre, ¿verdad?
—¿Cuál es tu nombre? —le susurro al oído cuando mi tarjeta de acceso
finalmente se desliza correctamente sobre el asa y la luz verde se enciende.
—Dahl-yaaaaa —dice, con los ojos muy abiertos cuando la puerta se
abre y cae, aterrizando en la alfombra del vestíbulo. Mierda. Esto es lo que
sucede cuando presionas a una dama contra una puerta. Todo lo que se cierra
debe abrirse tarde o temprano.
Ingeniería, hombre. Así es como funcionan las cosas.
—Lo siento. —La levanto, como un maldito caballero. Incluso la ayudo
a limpiar su ropa, sacudirla… arrastro mis manos por ese espectacular
trasero. Dahlia, con una sonrisa, lanza sus brazos alrededor de mi cuello
mientras pateo la puerta para cerrarla.
—Me gusta un hombre que viene al rescate. Esa es la regla veintisiete:
solo salir con caballeros.
Parece tener muchas reglas. Normalmente eso me quita las ganas, pero
esta noche es la cosa más erótica que he escuchado. Dime tus reglas, nena.
Luego déjame romperlas, todas ellas. A menos que haya una regla acerca de
nunca involucrarse en el juego, porque estoy contigo en eso, en un mil por
ciento: solo di no.
—¿Hay alguna regla sobre los caballeros desnudos? —le susurro al
oído mientras desabrocho la parte de atrás de su vestido. Suspira un poco
mientras paso mis manos por su espalda, Dios, su piel es suave como el
terciopelo, y empiezo a jugar con el cierre de su sostén. Arquea su cuello,
inclinándose para susurrar en mi oído.
—Deberían, si es posible, ser sumamente atractivos.
—Puedo hacer mi propio argumento de venta, pero tú serás la jueza —
digo, finalmente, desenganchando el maldito sostén. Es negro y de encaje,
con un lazo blanco satinado en el centro. Sexy pero lindo: la definición de
Dahlia, diría yo. Cuando está de pie delante de mí, desnuda, excepto por sus
bragas y tacones, me pongo tan duro que podría explotar. Eso sería un gran
lío para limpiar.
Deja caer su cabello negro, alrededor de su rostro, sacudiéndolo de los
hombros. Sus tetas están llenas y perfectamente redondas, llenando mis
manos mientras la acaricio, le beso el cuello desnudo. Hace pequeños ruidos
jadeantes que me tienen a un segundo de arrancar mis malditas ropas a
medida, inclinándola sobre el escritorio y viviendo las fantasías más
primitivas que un hombre puede tener en una lujosa habitación de hotel. Eso
implica el servicio de habitaciones en algún momento, y el jabón de cortesía.
—Nunca actúo así —gime, mordisqueando mi oreja. Gruñendo, la
levanto y la llevo a la habitación a oscuras. La única luz ahora son las luces
de neón de la ciudad entrando por las ventanas. Está bañada por ellas, su
forma casi desnuda perfectamente delineada. Se quita los zapatos mientras se
sienta, tirando de mi cinturón. Me quito la chaqueta rápidamente, tirándola al
suelo.
—¿Nunca? Aprendes rápido. —Me saco la jodida corbata y la arrojo
también. Los dedos ágiles de Dahlia me han desabrochado el cinturón, y lo
quita. Luego, se sienta en la cama y comienza a desabotonar mi camisa. La
detengo allí, tomando sus muñecas y acercándola a mí. Sabe a vodka y
cerezas, y gime lo suficientemente bajo como para que tenga que estar dentro
de ella, ahora mismo.
—No me acuesto con hombres que acabo de conocer. —Muerde mi
labio, haciendo que mis instintos animales se eleven. Me dan ganas de
meterla en la cama, escucharla gemir de placer cuando me hunda en ella.
Dejarla que me sienta, dejarla jadeante mientras empiezo a montarla.
—Me alegra romper esa tradición. —Me quito la camisa y sus ojos se
abren. Sí, las sentadillas dieron sus frutos. Mi entrenador personal estaría
satisfecho en este momento… y tal vez grabando esto, porque es un
pervertido. Mientras Dahlia traza un camino de besos por mi pecho y pasa su
lengua por mi tetilla, Cristo, no puedo ponerme más duro de lo que ya estoy;
deslizo una mano por su cuerpo para sentir la humedad de sus bragas de seda.
Mierda, ya está mojada para mí. La toco contra la seda, sintiendo sus caderas
empujadas sutilmente hacia mí. Empujo la tela a un lado y paso mi dedo por
la costura húmeda de su vagina, y se mueve contra mí, un gemido bajo se
escapa de sus labios. Eso solo me está excitando más.
Creo que le gusta eso. Sé lo que hago.
Deslizo un dedo dentro de ella, sintiéndola apretarse. Dahlia apoya su
frente en mi hombro, envolviendo sus brazos alrededor de mi cuello mientras
encuentro un ritmo lento y constante. No quiero ir demasiado rápido. Sus
dientes rozan mi hombro mientras mi dedo se desliza dentro y fuera, dentro y
fuera. Mierda, me está mordiendo. Esta mujer es un animal, y estoy a punto
de pasar el punto de no retorno. Necesito follarla, ahora.
Con un movimiento rápido, la acuesto de nuevo en la cama y deslizo
sus bragas hacia abajo. Ahora está desnuda, completamente lista para mí. Se
levanta sobre sus codos, mirándome con esos ojos oscuros y líquidos. Solía
tener algo por las rubias, pero ahora mismo todo lo que puedo pensar es en lo
atractivas que son las morenas. Tal vez nunca vuelva a las de ese tipo.
—Me siento un poco más expuesta que tú. —Pasa su mirada hacia
abajo por mi cuerpo, aterrizando en mis pantalones, que todavía están con el
cierre arriba.
—Ser paciente es una cualidad sexy en una mujer. —Me inclino sobre
ella, atrapando sus labios en un beso. Su lengua golpea contra el interior de
mi boca.
—Ser complaciente es una cualidad maravillosa en un hombre. —
Levanta una ceja y sonríe. Mierda, ¿alguien dijo algo positivo acerca de la
paciencia? Estoy a punto de arrancarme los jodidos pantalones. Pero no.
Genial y sereno hijo de puta: así es como lo haremos.
—Voy a hacerte rogar por mí. —Tomo su teta llena, y provoco su
pezón con mi lengua, hasta que se pone duro y alcanza su punto máximo.
Dahlia se retuerce debajo de mí, jadeando cuando la muerdo, chupándole la
teta. Mientras cambio mi atención de uno al otro, deslizo mi mano hacia
abajo y vuelvo a tocar su clítoris. Me muevo en círculos lentos y lánguidos,
disfrutando cada vez que gime, mientras más fuerte empieza a gritar mi
nombre. Agarra la colcha, clavando sus uñas en ella.
—¿Qué quieres? —susurro mientras deslizo un dedo dentro de ella y
bombeo. Se empuja contra mi mano, desesperada por más.
—Quiero que me folles. Por favor. —Ahí está, mojada y suplicándome.
Justo como la quiero. Sus gemidos se vuelven más urgentes, y siento su
cuerpo tenso bajo mis manos y boca. Está al borde del clímax. Me deslizo
fuera de ella, me levanto y me desabrocho los pantalones. Se muerde el labio,
parece nerviosa por primera vez.
—Tú, eh, ¿tienes protección?
—Desde mis días como Boy scout. —Siempre preparado,
especialmente cuando tienes a una hermosa mujer desnuda en tu habitación
de un hotel cinco estrellas. Si eso fuera una insignia, el mundo estaría
rebosante de Eagle Scouts. Abro el cajón de la mesita de noche y saco un
condón. Es un requisito para cada vez que me hospedo en un hotel; conseguir
que el conserje introduzca unos cuantos. No es que tenga sexo con alguien
nuevo cada noche, a pesar de que lo parece, pero tengo más acción que el
hombre promedio. Es bueno dominar la situación.
O que alguien te domine. Preferiblemente desnudo. Vamos a llegar a
eso.
—Permíteme. —Dahlia se sienta mientras me quito el resto de la ropa,
mi erección muy contenta de conocerla. Rasgando el papel de aluminio, me
mira, esa luz oscura y provocadora en sus ojos. Antes de que saque el
condón, me lame, metiendo la punta en su pequeña boca caliente. Enrolla su
lengua alrededor de la cabeza, y toma todo el autocontrol que tengo para no
agarrar su cabello y comenzar a follar su boca. Es como terciopelo. El hecho
de que no me haya corrido en ese momento es un jodido milagro. Luego,
desenvuelve hábilmente el condón sobre mi eje, revistiéndome. Ya era hora,
porque no puedo soportar mucho más de esto. Necesito follar a esta mujer,
enterrarme dentro de ella cuando se corra gritando mi nombre.
Tengo un plan y me gusta atenerme a mis planes.
Dahlia jadea cuando la empujo de vuelta a la cama, mordiendo su labio
mientras sus ojos se abren de placer. Abre sus piernas, su mano bombeando
mi polla. Tomo sus manos y las coloco sobre su cabeza. Sonríe.
Por si acaso, presiono mi pulgar contra su clítoris. Su boca se abre de
par en par y empieza a temblar bajo mi mano. Cuando quito la presión justo
en el punto de inflexión, prácticamente sisea.
—Estoy tan cerca.
—Sé que lo estás. Pero planeo hacer que dure —le digo, colocándome
encima de ella. Lentamente, con la intención de hacerla rogar, deslizo mi
miembro arriba y abajo, a punto de hundirme en ella. Está tan mojada que mi
polla se desliza fácilmente. La atormento, casi, casi deslizándome dentro.
Dahlia me besa, su boca dura contra la mía. Me está haciendo saber que la
estoy haciendo enojar y a ella le encanta.
Entonces, por sorpresa, me entierro dentro de ella, llenándola
completamente. Jadea sorprendida, clavando sus uñas en mi espalda desnuda.
Mierda, nunca antes he encajado tan bien dentro de una mujer. Dahlia gime
cuando me hundo en toda mi longitud. Su coño se aprieta cuando me deslizo
lentamente, mientras trata de retenerme dentro. Empujo, y empujo de nuevo,
cada vez más fuerte, dejándome ir tan lejos como pueda. Mierda, ya puedo
sentir esa profunda y primitiva agitación, la necesidad de dejarme ir y entrar
dentro de ella. Aún no. Pronto, amigo. Ve despacio.
Dahlia envuelve sus piernas a mi alrededor, apretando su coño tanto
como puede. Jesús, nunca he sentido algo así. Su coño está resbaladizo, mi
miembro se desliza hacia adentro y hacia afuera mientras empujo más rápido,
y girando más profundo dentro de ella. Pasa sus dedos por mi espalda, mi piel
es tan sensible a su toque que se siente jodidamente orgásmico. La beso con
fuerza, mi lengua explorándola. Cierra los ojos, su frente arrugándose cuando
me alejo y la follo, la cabalgo. Sus tetas rebotan cuando bombeo tan rápido
como puedo, y me encuentra en cada embestida, moviendo sus caderas para
coincidir con mi ritmo. Mi aliento viene en jadeos cortos. Estoy a punto de
llegar al clímax.
No quiero que termine, pero tengo que correrme. Necesito ver a Dahlia
correrse, gritando mi nombre. Nada más me satisfará.
—Grita para mí —digo entre dientes, perdiéndome en la sensación. Sus
caderas se balancean, y desliza una mano por su cuerpo, tocándose donde nos
unimos.
—Jack —susurra, repitiendo mi nombre una y otra vez—. Mierda. No
te detengas. Voy a correrme.
Bajo la mano y sustituyo su mano por la mía, tocando ligeramente su
palpitante clítoris a ritmo de mis embestidas. Ese es el truco, porque jadea y
arquea la espalda, gimiendo bajito cuando me muevo más rápido. Entonces,
su vagina me aprieta fuertemente; sé que está a punto de explotar.
Dahlia se viene, todo su cuerpo temblando mientras el orgasmo la cubre
por completo. Es como mirar poesía en maldito movimiento. Tiene una mano
sosteniéndola firmemente en la cabecera, y su otra mano está pellizcando mi
tetilla, volviéndome loco. La presión se acumula en mi polla y detrás de mis
ojos, y mis caderas se sacuden cuando me corro dentro de ella. Gimo,
presionando mi rostro contra la colcha mientras salgo, finalmente
deteniéndome encima de ella. Así yacemos juntos, nuestros cuerpos húmedos
y brillando con sudor. Besa mi cuello, suspirando, su aliento un beso contra
mi piel. La miro, veo como se le cierran los párpados. Está cansada, agotada.
Mierda, creo que podría correrme de nuevo simplemente mirándola. La
beso de nuevo, luego me doy vuelta para recostarme junto a ella, mirando al
techo. Pone una mano sobre sus ojos.
—¿Cuál es la suma total de las reglas rotas esta noche? —pregunto. Se
ríe, poniendo una mano en su boca para cubrir el sonido. No sé por qué. Nada
es más sexy que la risa de una mujer.
—Aproximadamente cinco. Sin embargo, para ser justos, agregamos
una nueva. —Me mira, retirando un mechón de cabello negro de sus ojos—.
Regla cincuenta y siete: ten el mejor orgasmo de tu vida.
Cuando me inclino para besarla, para pasar mi mano sobre sus
increíbles tetas otra vez, no puedo sacar sus reglas de mi cabeza. También sé
que no podré olvidar sus ojos destellantes, su boca respondona, su risa, la
forma en que se sintió su mano sobre mi polla, la forma en que me sentí
dentro de ella.
Maldición. Esta mujer es un poco demasiado sensacional para verla
solo una vez.
5
Dahlia
Traducido por âmenoire y Smile.8
Corregido por ~Ángel'Grey
***
—Eres una mujer de muchos talentos —le digo a Dahlia cuando salgo
del auto. El conductor asiente y se aleja, dejándonos caminar juntos por el
borde del muelle—. Eres una chef nata.
—Un estereotipo de papá italiano en muchas formas. Todo lo que él
quería era una esposa que pudiese cocinar como su madre. —Dahlia levanta
sus manos con una pequeña sonrisa—. En lugar de eso, consiguió una dama
que puede mezclar un coctel increíblemente pero que apenas podía hervir
agua para la pasta. Así que tuvo que pasarle las grandes tradiciones familiares
a su hija. Yo no cocino ni de lejos tan bien como mi hermana Rose. De hecho
ella es chef en uno de los hoteles más grandes de Chicago.
—Las chicas Rossi son impresionantes. —Entonces parpadeo—. ¿El
nombre de tu hermana es Rose Rossi?
—Mamá estaba perpetuamente llena de flores y especialmente drogada
con analgésicos en el momento del nacimiento de Rosie —dice Dahlia. Ella
nota la sorpresa que nos espera al final del muelle, y parpadea—. Estás
preparado para una mañana de aventura, ¿verdad?
—¿Nunca has viajado en kayak antes? —Siento que sus dedos se
entrelazan con los míos, solo por un segundo. Cristo, solamente eso es
electricidad, lo suficientemente suave y sexy para ponerme duro. Me jala
junto a ella, con una sonrisa tirando de su boca. Mi asistente, esperando junto
al kayak con remos y chalecos salvavidas de color naranja neón, está mirando
esto con diversión.
—Una vez, cuando estaba en el campamento, Lexi Gallagher volcó el
bote y quedé atrapada bajo el agua durante un minuto antes de poder
liberarme. —Se estremece un poco. Oh, mierda. Tal vez esta no sea una gran
idea—. Pero siempre digo que necesitas volver a subirte al caballo. O al
kayak. O al caballo en forma de kayak. —Se desliza dentro del chaleco y, con
mi ayuda, se desliza hacia abajo en el kayak—. De acuerdo, tiempo de remar.
—Levanta uno, expectante.
Esta mujer es sensacional. Me coloco en el frente, y comenzamos a
remar, dejando atrás a mi asistente. Es raro ver el horizonte de Nueva York
desde un ángulo tan bajo. Me gusta, y creo que Dahlia también lo disfruta.
Eso es una vez que se acostumbra al bote.
—¿Vamos a ir alrededor de toda la isla? —me pregunta, salpicándome
un poco con el remo—. Porque esa es una forma de desarrollar músculos en
mis brazos.
—Solo tenemos que remar hasta ese bote. —Sonrío, apuntando hacia
un yate en el horizonte.
Sí. Ese es mi yate. Como he dicho, a veces no me duele ser yo. Dahlia
se queda boquiabierta y luego arruga la nariz. Puede adivinar que estoy
haciendo todo esto para impresionarla. Es como en los viejos tiempos de los
hombres de las cavernas, donde el hombre mata a un mamut lanudo, lo lleva
de vuelta al campamento, luego tiene a la mujer apreciándolo mientras
contrata a un chef privado para que cocine el mamut en el grado correcto de
cocción.
Mi comprensión de la antropología es impecable.
El viento silba sobre el río mientras nos dirigimos en kayak hacia la
escalera del yate. Dos de mis empleados están esperando para ayudarnos a
subir cuando llegamos. Dahlia va primero mientras yo ayudo a mantener
estable el bote, y la sigo. Las damas primero, después de todo. Además, tengo
la oportunidad de tener un vistazo de su fantástico trasero mientras la ayudan
a subir los peldaños.
Solo un multimillonario humilde y humano, amigos. Recuérdenlo.
—¿A dónde vamos? —Dahlia se ríe cuando estamos a bordo de forma
segura. El viento del verano se filtra por su cabello, y el sol se escapa de
detrás de una nube. Su cabello tiene un brillo lustroso, azul sobre negro. Subo
detrás de ella, mirando por encima de la barandilla con ella. Me guiña un ojo;
maldita sea, eso es sexy. Me dan ganas de tomarla resueltamente a la vista de
todos, pero no quiero alarmar a los empleados ni acabar en una infracción de
recursos humanos.
Las pequeñas cosas importan.
—La mitad de la diversión del viaje por mar es no saber dónde
terminarás. Podríamos ir a la deriva durante días —digo cuando un camarero
llega con dos copas de champán. Dahlia prácticamente tiene un orgasmos
mientras toma un sorbo, inclinando su cabeza hacia atrás para atrapar los
rayos del sol.
—Tengo que volver al trabajo, ya sabes. —Me mira con malicia—.
Estoy segura que tú también.
—Solo cuando no hay cosas importantes que hacer, como caros viajes
de último minuto con mujeres hermosas.
—¿Usas esa frase a menudo?
—Eres la primera en disfrutar de esa frase en particular. —Tomo un
sorbo de champaña mientras ella se inclina contra mí. Sabe bien.
—Muy bien. Vamos a ver a dónde va esto —dice, chocando la copa
conmigo.
Navegamos por el río, en el valle de Hudson. La ciudad da paso a
bosques de verde y oro a ambos lados, y acantilados escarpados. El aire tiene
un sabor fresco aquí, completamente depurado de cualquier humo de la
ciudad. Pasamos un par de botes más pequeños, y saludamos a los ocupantes.
Dahlia se da cuenta de nuestro destino cuando el yate comienza a listar a
estribor y sus ojos se abren.
—¿Es eso… tuyo? —pregunta cuando la propiedad se desliza a la vista.
—No, es propiedad privada. Después de que entremos, planeo
comprarlo. Dejar un saco lleno de billetes de un dólar en el camino de entrada
y relajarme. —Me encanta que le tome un minuto completo para darse cuenta
si hablo en serio o no. Siempre ser impredecible. Ese es el camino al corazón
de una mujer. Y a sus pantalones.
Con Dahlia Rossi, es interesante que los pantalones vinieran en
segundo lugar.
¿Qué me está haciendo esta mujer?
***
Hola, Dahlia
Casi nunca uso una puntuación excesiva, pero en este caso siento
que no puedo evitarlo. Aquí va:
¡¡¡DAN Y YO TUVIMOS SEXO!!!
Oh, querida. Oh, no. Frunzo el ceño, calculando el número de cita. Esta
solo era la primera cita. Mis reglas establecen explícitamente que ni siquiera
debes pensar en el Evento Horizontal (¿lo entiendes? ¿Porque estás
horizontal y es un gran evento? ¿Ja ja?) antes de la cita tres. Incluso entonces,
es mejor hacerlo esperar hasta la cita cinco, pero no mucho más allá de eso,
porque de lo contrario se pondrá ansioso y frustrado. Ciencia, amigos. Todo
esto es ciencia.
Dan va a pensar que ella va demasiado rápido. Va a pensar que estaba
equivocado acerca de ella como la futura madre de sus hijos. Cielos, sé que
no deberías juzgar un libro por su portada (broma de bibliotecaria, es
gracioso) pero no creí que Amy se dejara arrastrar de esta manera.
Luego sigo leyendo y parpadeo para asegurarme de que no aluciné. Ella
dice:
Las palabras que están ardiendo en mis ojos son "yo había sido tan
tímida esa noche y él no me podía leer". ¿Dan casi cancela una cita y le
rompe el corazón a Amy porque no podía leer sus señales? ¿Las señales con
las que la había entrenado?
El resto del correo electrónico es Amy agradeciéndome una y otra vez,
aún más elocuentemente con cada nuevo párrafo. Ciertamente escribe mucho,
pero una vez más, trabaja en una biblioteca. Y calienta mi corazón, lo derrite,
incluso, para ver cuán delirantemente feliz está en el correo electrónico. Amy
Jacobs es probable que esté en camino de ser feliz para siempre.
Un feliz para siempre que mi consejo podría haber evitado.
Intento no tener una crisis existencial en una terraza con vista a un
encantador laberinto de figuras, pero no estoy teniendo el mayor éxito.
Mordiendo mi meñique, pienso. Si Amy y Dan lo hicieron a pesar de mi
consejo, no a causa de él, eso significa que mi consejo no es para todos. Lo
que significa que podría estar haciendo daño a las personas además de
ayudarles.
Lo que también significa que quizás puedas tener sentimientos
duraderos y verdaderamente románticos por una persona con la que tú
simplemente te acuesto después de una cita rápida.
Algo alarmante se está construyendo en el fondo de mi mente:
—Dahlia. ¿Lista para la cena? —Jack se para frente a mí, vestido con
vaqueros pero sin camisa y secándose el cabello. Huele a pensamientos
sexuales y a loción para después de afeitarse. Dios, es tan hermoso…
Oh Dios mío. ¿Qué me está pasando?
—No lo tomes a mal, pero de hecho, puedes abrir tu boca en un grado
impresionante —dice, extendiendo la mano y cerrando mi mandíbula abierta.
Aparentemente lo estoy mirando demasiado para su comodidad. No puedo
culparlo por ello.
—Espero que te guste el fettuccini —le digo, poniéndome de pie y
cerrando mi bata hasta la garganta. De repente, me siento muy expuesta a su
alrededor.
—Todo lo que sea italiano me sabe bien. —Me guiña un ojo y mis
mejillas arden. Solo quiso decir eso de una manera sexy, no de una manera
seria. Una manera maravillosamente sexy.
Dios, ¿por qué Amy tuvo que enviar ese correo electrónico? ¿Qué está
mal conmigo?
Regresamos a la cocina, el lugar donde todos mis cuidados diarios y
calorías planeadas van directamente a la ventana a donde pertenecen. Cuando
empiezo a hervir el agua, cortar verduras y preparar unas salchichas de
aspecto espectacular (quienquiera que compre para este hombre merece una
estrella dorada), dejo que mi mente vague. Soy solo yo y la comida, y el
multimillonario. No, no, yo y la comida. Esa es la manera de mantenerlo. Yo
y la comida, el fettuccini y el ajo y las salchichas largas, palpitantes y rígidas,
las santas salchichas fueron una mala idea, pero no puedo regresarlas ahora.
—Pareces un poco tensa. —Jack está apoyado en la isla de granito en el
centro de la cocina. Sus cejas se fruncen en preocupación—. ¿Algo va mal?
—Nada. Bueno. —Con las verduras picadas y el agua no lista para la
pasta, no hay nada más que hacer más que hablar. Deslizando mi cabello
fuera de mi rostro, suspiro—. Recibí un correo electrónico de un cliente.
—¿Se encuentra bien?
—Muy bien. Ese es el problema. —Su mirada de leve desconcierto
exige una explicación—. Lo hizo bien en su cita porque no siguió mi consejo.
Piensa sobre eso un minuto.
—No es que le pueda importar a un encantador demonio aquí, pero ¿es
eso algo malo? No todo funciona todo el tiempo para todos. O algo así. No lo
sé; yo trato con robots. Mucho más fácil obligarlos a tener relaciones
sexuales entre ellos, aunque por razones de cordura insto a evitar eso.
Me muerdo la mejilla para no sonreír.
—Me preocupa haber estado dando malos consejos a todos. No lo sé.
Me siento… a la deriva.
—Elegante elección de palabras. —Se aleja de la barra, se acerca y
toma mi mano entre las suyas. Su pulgar recorre círculos deliciosos sobre mi
piel, haciendo que el calor y la electricidad vibren a través de mí—. Piensa en
todas las parejas felices que has ayudado. Así que una persona no encajó en
el molde. ¿Tu consejo la ayudó a ir a la cita en primer lugar?
Lo hizo, en realidad.
—Sí.
—Entonces le diste lo que necesitaba, y ella partió de allí. Las personas
no son muñecos, sabes. No puedes hacer que hagan lo que quieras cuando
quieras.
Espera, señor Sexo Billonario. Saco mi mano de la suya.
—No estoy obligando a la gente a hacer cosas. En general les estoy
diciendo qué funciona y qué no.
—Y esta vez ese consejo no funcionó. ¿Y? —Se pasa una mano por su
cabello todavía despeinado y glorioso—. ¿Por qué eso te molesta tanto?
—No. Me. Está. Molestando. —Puede que farfullara un poco esas
palabras, porque mi mente está trabajando horas extras. ¿Tiene razón Jack?
¿Amy teniendo relaciones sexuales en la primera cita y encontrando lo que
parece una buena conexión me molesta personalmente? ¿Por qué debería? Si
ella es feliz, es feliz, y yo debería alegrarme por ella. Pero es difícil pensar en
la idea de que Amy Jacobs, que parece ser la más seguidora de todas las
reglas, rompió uno de los mandamientos sagrados de las citas y lo hizo
funcionar.
¿He perdido varias conexiones en mi propia vida debido a mis reglas?
¿Es por eso que todavía sigo rebotando sola a los treinta y dos, mientras que
decenas de personas a las que hago de mentora se van a casar?
—Tal vez… tal vez me moleste un poco —lo admito en voz baja. Jack
no dice nada; ahora solo queda el chisporroteo de las salchichas. Creo que
está esperando a que continúe. Cerrando los ojos, lo hago—. Cuando era
niña, no podía organizar mis pensamientos. No podía quedarme quieta, no
podía concentrarme, no podía recordar nada. Quería hacer cinco cosas a la
vez, y era difícil lidiar con eso en la escuela.
—Suena como TDAH5 —dice sin ninguna preocupación. Asiento.
—Bingo. Hoy en día, hubiese estado bien. Pero en ese momento, la
gente todavía estaba aprendiendo sobre eso. Pensaron que era perezosa, luego
enferma, luego pensaron que podría tener un grave trastorno mental. Me
dieron muchas pastillas locas que me mareaban, y mamá y papá estaban
molestos todo el tiempo. —No voy a llorar, maldita sea. Respiro hondo—.
Decidí que tenía que pararlo yo misma; así que me acostumbré a organizar
todo, hasta el último minuto. Cuando me despertaba, qué ropa me pondría,
cuándo hacer la tarea, cuándo almorzar. Fue duro, pero me obligué a hacerlo.
Las cosas mejoraron. Luego, para colmo, descubrieron cuál era mi problema
y me pusieron la medicación correcta. —Envolviendo mis brazos a mi
alrededor, suspiro—. Mis reglas me hicieron sentir como si no estuviera loca.
Por eso odio que no funcionen.
Cielos, eso se volvió dramático muy rápido. Jack viene detrás de mí,
coloca sus brazos alrededor de mi cintura. Me sostiene contra él, me mece
suavemente de un lado a otro mientras besa ligeramente mi sien.
—Pensé que eras una mujer increíble en el momento en que te conocí.
No tenía idea de qué tan increíble —murmura. Maldición, mis ojos se llenan
de lágrimas, y tengo que parpadear para deshacerme de ellas. Besa mi
mejilla, con toda ternura, y me siento relajada en su abrazo.
No puedo dejar de pensar que si Amy prueba que mis reglas podrían
estar equivocadas… ¿quizás lo qué está pasando con Jack es correcto? No
solo en el sexy multimillonario teniendo sexo sexy. En el “Me encanta la
forma en que se ríe, me encanta la diversión que tenemos provocándonos el
uno al otro”.
—Jack. —Me muerdo el labio, intentando averiguar qué estoy
sintiendo, en todo caso, y cómo hablar de ello—. Yo…
—¿… estoy a punto de quemar las salchichas? Sí. —Me suelta y quita
las salchichas definitivamente crujientes en la sartén. El chisporroteo, el
estallido de la llama de la cocina, me quita de la mente lo que fuera que
estaba hace dos segundos. Me hago cargo por Jack, agradecida de tener algo
que hacer con mis manos. Honestamente, probablemente me estaba
volviendo loca por nada. Todos mis sentimientos están relacionados con lo
bueno que es mi modelo de negocio; eso es todo. Todavía tengo una idea de
la situación. Todavía estoy en control. Ese es el lugar donde me gusta estar.
O eso pensé.
El teléfono de Jack vibra en el mostrador de la cocina. Lo recoge
mientras agrego la pasta al agua.
—Oye, amigo. ¿Te importa si te devuelvo la llamada? Tengo… —Se
detiene en seco, escuchando atentamente a quien está en la otra línea.
Lentamente, la sonrisa se desliza de su rostro, y sus ojos se vuelven fríos.
Con los ojos azul hielo de Daniel Craig, eso es algo aterrador.
—¿Está todo bien? —Me quito los granos de sal de los dedos y Jack
vuelve a la realidad.
—Está bien. Necesito tomar esto. Dame cinco minutos. —Sale de la
cocina, hablando en una voz baja y algo peligrosa. ¿Qué pasó? ¿Una
adquisición hostil por parte de la competencia de una de sus empresas?
¿Espionaje? ¿Escándalo sexual?
Estoy apoyando el espionaje corporativo sobre el escándalo sexual.
¿Por qué? Porque soy una bola de sentimientos mezclados, por eso. Revuelvo
la salsa mientras trato de escuchar la conversación. ¿Era una mujer en el otro
extremo de esa llamada?
Luego me pego mentalmente en mi pie imaginario con tacones de aguja
fantasma, que es una imagen extraña. No seas egocéntrica, Dahlia. ¿Y qué si
era otra mujer al otro lado de la línea? No eres la oficial, en absoluto. Y está
bien por él que tenga citas por ahí. Vamos, no quieres ser seria con esto,
¿verdad?
Bien. ¿Lo quieres?
Mi propia falta de respuesta mental me alarma.
11
Jack
Traducido por AnnaTheBrave
Corregido por Mime
—¡No temas! Mantén tus ojos abiertos —llama Pete a Dahlia cuando
está a punto de volar por los aires. Tiene puesto su chaleco salvavidas y está
siendo una buena chica respecto a eso. El paracaídas no va a matarla.
Probablemente. Seguramente. Si lo hace, oye: estoy asegurado.
Intenté esa línea con ella más temprano, para ver si se relajaba un poco.
Si por “relajarse un poco” significa que “intentó matarme con una lata de
Coors” entonces sí. Estaba tan relajada como veré a una mujer alguna vez.
—¿Alguna vez has hecho esto? —grita, el viento llevándose sus
palabras. Conduzco el bote de motor con elegancia por el río, el sol cayendo
fuertemente y resplandeciendo en el agua, haciéndome sentir como un tipo
malo. Inclino mi cuello para un rápido guiño, que no puede ver porque tengo
puestos los lentes de sol. Pero está ahí, nena. Está ahí para que puedas
encontrarlo.
—Jack nació siendo navegante —grita Pete. Lo siento empujar mi
hombro—. Real cabrón.
—Me gusta cuando hablas sucio —le grito de vuelta. Esto es bueno. La
voz de Abraham Lincoln se ha ido y ha sido reemplazada por un hermano
menor alegre e insolente. Ahora estamos en la zona fuera de peligro. Con un
chillido, escucho a Dahlia desplegarse y patear en el aire. Me giro de nuevo,
muy rápido, para observarla elevarse más y más hacia el veraniego cielo azul.
Pete se acomoda en el asiento junto a mí y observamos el río por delante.
Nunca sabemos cuando un alce o algo puede llegar galopando y meterse en
nuestro camino. O un cocodrilo. Los cocodrilos viven en el Hudson, ¿cierto?
¿Cocodrilos y alces, lado a lado, trabajando en armonía para conseguir un
objetivo en común?
De nuevo, sé de tecnología, no de biología.
—Gracias, hombre. —Pete me golpea en el hombro, luego saca un
cerveza. Cuando apareció anoche, tenía miedo de tener que llamar a un
profesional para que viniera a revisarlo. Él es una versión de mí ligeramente
más baja, de cabello más claro y un poco menos musculoso. Lo último, la
parte musculosa es solo porque soy admisiblemente religioso con mi rutina
de Cross Fit. El punto es que parecía como si estuviera a punto de
desmayarse sobre su equipaje.
Luego Dahlia apareció, con un plato de tiramisú en la mano y todo
cambió. Obtuvo un poco de azúcar y café y un montón de atención. Cristo,
nunca pensé que podría tener tanta diversión con una mujer sin, tú sabes,
diversión sexy involucrada. No cuestionó a Pete sobre el divorcio o los niños.
Tuvimos una agradable, ligera y fácil conversación, una que creo que él
necesitaba. Para el momento en que todos nos quedamos dormido escaleras
abajo, a las dos de la mañana, había sacado a Pete de la parte más peligrosa
del espectro de la depresión.
—Me alegra que te estés sintiendo mejor. —Estoy tentado a golpearlo
en el pecho, pero estoy conduciendo. De otra manera, totalmente lo golpearía
en el pecho o tal vez en el brazo. Afecto. Así es como los hermanos lo
demuestran.
—Oye. Acerca de ella. —Pete apunta a la mujer haciendo paravelismo
—. No pude preguntarte anoche. ¿En dónde la conociste? No parece la típica
chica tras la que vas.
—¿Oh? ¿Tiene educación universitaria? ¿Es dueña de un negocio
exitoso? —Disminuyo un poco la velocidad; tiempo de traer a Dahlia de
regreso a la tierra. O al agua.
—Es morena. —Pete toma un trago de cerveza y guiña un ojo—. Y sí,
tiene todas esas maravillosas cualidades de mujer adulta que mencionaste.
Puede que no quieras escuchar esto, pero me gusta. Parece que es buena para
ti.
Normalmente cuando mi hermano pequeño empieza a decir esto con
cualquiera de mis chicas, lo que ciertamente no sucede tan a menudo, tengo
la urgencia de cortar lazos con ellas. ¿Quién quiere tener treinta y cuatro,
valer billones de dólares y estar atado? ¿Qué sucede si no funciona y ella
intenta quitarte la mitad de lo que tienes? La vida es demasiado caótica y
misteriosa para eso.
Pero cuando Pete dice que le gusta Dahlia, hay un momento de…
alivio. Quería que le gustara.
Quería que le gustara tanto como a mí.
Bueno, no tanto. Porque entonces tendríamos que tener un duelo a
muerte al amanecer.
Pero mientras Dahlia es jalada de vuelta al bote, con las mejillas rojas
por el viento y riéndose sin aliente, me imagino verla de esta forma todos los
días. No en el sentido de “llevarla a volar”, sino en el de “siendo parte de mi
familia, parte de mi vida”.
Es desconcertante lo mucho que me gusta esa idea. Al menos, lo es
para mí. Como dije, soy un tipo que tiene cada tipo de confort que una
criatura quisiera tener y puedo tener todo eso sin el desordenado embrollo de
una relación seria. Ese debería ser el sueño del hombre alfa millonario,
¿cierto?
Normalmente, diría que sí. Pero ahora lo estoy dudando… y no sé
cómo sentirme al respecto.
—Así que. ¿Ahora qué otras travesuras vamos a hacer? —pregunta
Dahlia, acomodándose a lo largo del costado del bote. Pete le entrega una
cerveza, que acepta felizmente.
—Siempre podríamos ir a probar ese restaurante nuevo en Copenhagen
—sugiero mientras doy vuelta al bote.
—¿Te refieres al verdadero Copenhagen o a la ciudad de Copenhagen
en New Jersey? —Dahlia arquea una ceja. Resoplo, poniendo una mano en
mi corazón.
—Madame, estás con uno de los hombres más ricos de Estados Unidos.
Por supuesto que me refiero a la pequeña ciudad en New Jersey. Estoy
orgulloso de mi país.
—Entonces pasaré. Suena demasiado costoso para mi sangre —dice.
Pete se ríe y los dos chocan sus latas de cerveza. Mientras hablan entre ellos
y guio el bote de regreso por el río, pienso en la idea una y otra vez en mi
mente: Dahlia aquí, todos los días. Conmigo.
Lo que más me asusta en que no me asusta en absoluto.
14
Dahlia
Traducido por Smile.8 y Moreline
Corregido por Mime
¿Por qué tengo que volver a la ciudad? ¿Por qué no puedo permanecer
aquí, en el castillo de cuento de hadas francés, y pasar los días follando a Jack
y viviendo en el paraíso? Aunque para ser justos, no follamos ayer en
absoluto. La llegada de Pete como que puso fin a los chanchullos carnales,
dado que Jack tuvo que dedicar tiempo a su hermano. Dios, el pobre Pete está
realmente siendo puesto a través del corredor con ese divorcio. Pero Jack,
dejando todo lo demás en un segundo plano para cuidar de su hermano, fue
una de las mejores cosas que he visto nunca.
Hemos pasado un tiempo ridículamente divertido los tres. Si no íbamos
en bote o jugábamos a tenis borracho, estaba mirando los episodios favoritos
de Mystery Science Theater de los hermanos en la pantalla plana. Están en
una batalla constante sobre cuál es mejor, Pod People o The Final Sacrifice.
Al parecer, esto dio lugar a un conflicto sangriento literal cuando eran niños.
Sí, los chicos Carraway son enormes nerds. Diablos, ¿quién lo hubiera
imaginado?
La diversión fue obstaculizada un par de veces por Pete teniendo que
hacer llamadas a los abogados en California sobre los niños, pero de nuevo,
Jack estaba siempre a mano para ayudar. Es un buen hombre. Infiernos, es
maravilloso.
¿Por qué tengo que dejar esta maravilla? Bueno, porque tengo una vida,
por ejemplo. Mis clientes han reservado las citas que no puedo descuidar, sin
importar cuánto Jack quiere que su filosofía de “vive libre y no te mueras
enfadado” se quede en mí. En particular, Edith Montgomery, ha estado
soplando en mi teléfono desde que me desperté esta mañana. Necesita una
llamada de emergencia en casa.
Bueno, con eso cobro el doble de las horas facturables, así que hacia
Gramercy Park voy.
—Qué pena que te tengas que ir. —Jack aparece en la puerta, con el
cabello enmarañado por el sudor, el gris oscuro de la camiseta que viste con
una V de sudor en la parte delantera. El ejercicio es importante para mantener
un cuerpo con tan buen aspecto. Me lo imagino levantando ladrillos macizos
de oro o sumergiéndose en un mar de monedas a la Scrooge McDuck. Sólo
que con menos plumas. Pero sí, grandes y sudorosos bíceps me ponen un
poco débil en las rodillas. Suspiro.
—Ha sido muy divertido. —Me gustaría ser más ingeniosa y más
inteligente en este momento, pero no estoy segura de cuál es mi posición. ¿Es
este el final de la línea? ¿Debo volver a Nueva York con una despedida, o…?
—¿Crees que tendrás mucho trabajo en la ciudad? —Se cruza de
brazos. ¿Suena interesado en esa respuesta? Mi yo está gritando y saltando,
sacudiendo su cabeza hacia mi superyó y murmurando acerca de cómo vamos
a morir solos, juntos, los tres. Tengo que llamar a Freud para que saque a
esos bastardos de mi cabeza.
—Depende de cuántas personas se comprometan o rompan en las
siguientes cuarenta y ocho horas. —Me encojo. Empújalo, Dahlia. Empújalo
bien. A ver qué pasa—. ¿Puede que esté libre de nuevo el jueves? —Lo hago
en pregunta, pero si se queda en un incómodo silencio entonces puedo añadir:
Pero por supuesto tengo una gran fiesta de vino y ganchillo esa noche, así que
no la quiero perder. Oh, es lo que tiene ser una chica soltera y sin trabas en
Nueva York.
—Jueves. ¿Crees que querrías hacerme una nueva visita? Pete necesita
otro socio para el bádminton borracho. —Asiente sombríamente—. Es mucho
más peligroso que el tenis borracho. Podría parecer que no, pero lo es.
Mi yo le está dando ahora una paliza a mi superyó al tiempo que grita
alegremente, y mi superyó está admitiendo a regañadientes que quizás esto
puede funcionar.
—Puedo hacer que eso suceda. —Nota mental: lleva ropa interior extra
y el vestido más sexy. Usarlo cuando Pete se quede dormido. Tal vez poner
sedantes en la bebida de Pete, por si acaso.
—Haré que mi auto te recoja. Avísame. —Cruza la habitación,
sudoroso de pies a cabeza, viril y como todo un macho. Me besa, su mano
pasando por mi espalda para hundirse en mi cabello. Mi boca se abre,
dándole la bienvenida al beso y devolviéndoselo tan bien como me lo da. Su
lengua toca la mía, y lo devuelvo. Un gruñido bajo emana de su pecho
mientras se frota conmigo, sosteniéndome cerca. Quiere que vuelva, quiero
volver. Qué combinación tan fortuita.
Mmm, algo está vibrando bajo las escaleras. Algo está latiendo, y listo
para… oh, es mi teléfono. Tengo que romper el beso para sacar de mi
teléfono de mi bolsillo, y comprobar el identificador. Oh querida. Edith
Montgomery. Otra vez. Algo más.
—Diviértete con eso —dice Jack, mirando el teléfono y dándome un
guiño. Me libera del abrazo, lo cual no me gusta. Eh bueno. El deber llama.
Me pongo la chaqueta y voy por el pasillo hacia la parte delante, donde el
auto me está esperando.
—¡Edith! ¿Qué pasa? Estoy en mi camino a… —Me paro cuando la
escucho empezar a gritar. Entonces—. ¿Qué quieres decir que Gerald te dejó
con la cebra? —Paro—. ¿Tienes una cebra?
Necesitaré un Advil antes de esta sesión, creo.
***
No debería extrañar a esta mujer tanto como lo hago. Pete está en una
llamada con Gabby y Georgy, que los abogados lograron arreglar. Está
caminando de un lado a otro junto a la ventana, sonriendo, riendo y viéndose
más relajado que en los últimos días. Maldita sea, pero adora a esos niños.
Ahora que finalmente los ha conseguido, ya no parece un fantasma
desquiciado. Mientras él habla, me alejo. Debería estar recostado aquí,
disfrutando de un whisky por la tarde y contemplando… no lo sé. La vida.
Qué tan buena es la vida. Qué bien la hago ver. Mierda egoísta estándar.
Pero todo en lo que puedo pensar es en Dahlia Rossi. Todo lo que
puedo pensar es en cómo no puedo esperar hasta el jueves para verla.
No me gusta este sentimiento de dependencia. Desde que era una
pequeña mierda recién salido de la universidad y con grandes planes para el
mundo, he tratado de evitar enredarme en algo tan íntimo. Atarse durante la
intimidad es una cosa, ¿pero enredarse? Mala idea, niños.
Todavía estoy meditando sobre mi dilema cuando Pete cuelga la
llamada.
—¿Todo bien? —le pregunto. Sostengo una pelota de tenis y una
raqueta, porque puedo, y golpeo suave una en su dirección. Él agarra la
pelota y asiente.
—Los niños volverán a casa de Evelyn mañana. Los abogados lograron
que ella viniera a casa pronto, y ya no se le permite salir de la ciudad sin
consultarme primero. Es bueno. —Se sienta frente a mí, toma una cerveza y
comienza a beber. Tose, ya que no está tan acostumbrado a beber de manera
espontánea como yo, y se limpia la boca. No animaría a mi hermano a
convertirse en alcohólico para resolver sus problemas, con los niños y todo
eso, pero usar el alcohol para ayudar a calmarse puede ser una maravilla. Es
como un tónico, pero con ginebra.
Añadir ginebra es lo que siempre digo. Vive un poco.
Con un suspiro, dice:
—Creo que debería ir a casa hoy. Quiero estar en casa de Evelyn tan
pronto como ella entre. —Quiere estar allí para mostrarle que no va a echarse
atrás ni estar menos atento que esto. Buen hombre.
—Diez cuatro, hermano pequeño. —Tomo el resto de mi cerveza y
aplasto la lata con mis manos. Soy un bastardo con clase—. Tendré el jet
preparado en una hora.
—¿Quieres venir conmigo, ver a los niños? —Pete tiene esa sonrisa
maliciosa y de mierda—. O quieres esperar a que llame Dahlia.
Maldición, ve a través de mí, el monstruo. Él sabe la parte secreta de mí
que no puede soportar estar lejos de ella por tanto tiempo. La verdad es que
no me voy a sentir del todo tranquilo hasta que sepa que Dahlia está en la
parte trasera de mi auto, serpenteando por el largo y sinuoso camino hacia la
finca. Pero no quiero sentirme demasiado cómodo con este arreglo. Después
de todo, si las mujeres saben que te tienen atrapado, pueden hacer cualquier
tipo de juego que quieran.
Yo debería saberlo. Dahlia escribió esa regla ella misma.
Bueno, tal vez vaya a Los Ángeles por veinticuatro horas. Tal vez me
quede hasta el jueves. ¿Mi auto la recogerá cuando quiera, y si no estoy en
casa para cuando llegue? Volveré pronto. Es decir, mientras no me detenga
algo demasiado importante. Probablemente sea bueno para ella estar
esperándome, solo para que no tenga ideas.
Sé que estos no son los pensamientos amorosos de un amante tierno,
pero estoy cachondo, nervioso y entrando al vecindario de la ebriedad. En
este momento, estoy haciendo lo mejor que puedo para mantenerme despierto
y un paso por delante de todo.
—Prepararé un vuelo para dos, veré a los niños y luego volveré
enseguida. —Me encogí de hombros y saqué mi teléfono—. No es gran cosa.
Pero tienes que hacer algo por mí, Pete.
—¿Qué es? —Frunce el ceño, preocupado.
—Hay una botella de Macallan en el gabinete de licores, añeja y nunca
abierta. Necesitamos terminarla entre la costa este y oeste, y solo tendremos
una hora para hacerlo. Espero que hayas entrenado para esto.
***
¿Sabes qué genio soy? ¿Lo sabes? ¿Saber qué? Soy tan genio que ni
siquiera puedo recordar mi nombre.
El Macallan fue un error. Y por error, quiero decir que me dio una paja
debido a lo increíble que soy. Pete está dormido ahora. Está tirado en el sofá
de su casa, como una cosa que se parece a mi hermano. No estoy dormido.
Demonios, no. Soy el rey.
Al rey le gustaría hacer algo salvaje y demencial en este momento, para
solidificar su estatus de rey. ¿Pero qué puedo hacer? Pobre Pete. Está
acostado de espaldas y babeando por un lado de su boca. No merece todo el
dolor que tuvo este último año. Evelyn es la razón, por supuesto. Ella es una
razón de la temporada. La temporada de mierda.
No puedo esperar hasta que lleguemos mañana, Pete está listo para ver
a los niños y yo para encargarme de una resaca del tamaño de Montana.
Debería comprar Montana solo para molestarla. No me preguntes cómo
funciona eso. ¡No lo sé!
Mientras estoy parado en la cocina y comiendo mantequilla de maní del
frasco, se me ocurre una idea brillante: Harry Potter. No, no quiero decir que
voy a inventarlo. Ese tren ya pasó. Pero Gabby ama Harry Potter; ella vive
Harry Potter, ella es Harry Potter, pero en femenino y americana. ¿Por qué no
debería ser toda su casa Pigwarts, o como se llame el castillo? ¿Por qué no
me aseguro que eso suceda para ella como una sorpresa?
Estoy lo suficientemente borracho para hacer que esto funcione.
Esta noche. Necesito hacerlo esta noche, mientras Pete todavía está
roncando en el sofá y antes de que se despierte con una resaca masiva por la
mañana. Porque ese es el tipo de hermano y tío que soy. Entraré a la casa de
otra persona para que mi pequeña Gabby tenga un feliz cumpleaños.
Tira tus precauciones al viento, cariño. Tíralas. Como Yoda, eso fue.
Así será el cumpleaños de Georgy: él ya ama Star Wars. Voy a
convertir toda la casa en el sistema Dagobah. La tierra del pantano, cariño.
Tape todos los lavabos, abra el chorro de agua y deje que la casa se inunde.
Pero eso es para después. En este momento, no me tropiezo en absoluto
para alcanzar mi teléfono. Pete se gira en el sofá, haciendo un ruido inquieto.
Dulces sueños, hermanito. Me voy a hacer la cosa que solo los tíos
estúpidamente ricos pueden hacer: convertir todo en un hermoso caos.
Llamo al teléfono cuando salgo por la puerta principal y me paro en el
césped a la luz de la luna. Hombre, todo nada a mi alrededor. El whisky
escocés es una cosa hermosa.
—¿Liv? Soy yo. ¿Qué quieres decir con que son las cuatro de la
mañana? ¿Qué quieres decir con que no te pago lo suficiente para esto?
¿Colgaste? —parpadeo ante el teléfono. Bueno, sé quién no va a recibir una
taza para el Mejor Empleado del Mundo esta Navidad.
Quejándome, encuentro el número de mi planificador de eventos y
llamo a la línea de su casa. Solo tengo que volver a llamar un par de veces
antes de que aúlle ciegamente al teléfono, y escucho que algo se rompe en el
otro extremo de la llamada. Probablemente haya derribado un jarrón. Sucede.
—¿Esteban? Estoy teniendo un derrame cerebral —digo, asintiendo
con la cabeza a mí mismo—. No, no, no es un derrame real. Un derrame… de
genio. —Sonrío, luego frunzo el ceño—. ¿Qué quieres decir con que
desearías que fuera real?
En cualquier caso, hago que Esteban acepte mi idea. Él comienza a
lidiar con la situación y llamo a mi conductor (quien, por cierto, también
estaba dormido. Es como si la gente durmiera por la noche o algo así).
Muy pronto, estoy acelerando hacia el condado de Ventura, sonriendo
como un loco. Cuando llego, todos los hombres están esperando afuera para
dejarme entrar. Tengo el código de acceso, por lo que no debemos
preocuparnos por activar las alarmas cuando dejo que todos entren. Este es el
punto donde una pequeña parte de mi cerebro comienza a sonar con
preocupación. Después de todo, no tenemos el permiso de Evelyn, y es su
casa.
Pero cuando llevan el castillo inflable de Hogpimple al patio trasero y
comienzan a instalarlo, mi corazón se hincha. No se trata de Evelyn. Se trata
de Gabby, y de Pete, y todos se lo pasan bien juntos. De la forma en que la
naturaleza lo pretende. Con magos británicos.
Convertimos la cocina en una especie de santuario de brujas, con
calderos burbujeantes y frascos humeantes de ojos de rana con gelatina o algo
así. Todo mientras hago algo de magia por mi cuenta en un café negro fuerte
y bebo mientras el castillo crece a mi alrededor. El café está empezando a
hablarme, y suena como la voz de Dahlia. Mmm. Nada como una taza de
cafeína caliente y fuerte para hacerte pensar en sexo.
Pero la voz de café Dahlia no suena muy contenta conmigo. De hecho,
me está molestando bastante. "Has entrado en la casa de alguien" y "Vas a
meterte en problemas" y "Ponme crema, cariño, oh sí, justo ahí" revolotea en
mi mente. Maldita sea. No puedo ponerme caliente y preocuparme al mismo
tiempo.
Pero estoy preocupado, porque mi cerebro tiene sentido en este
momento y no quiero eso. Esto es lo que Dahlia todavía no entiende
completamente: necesitas vivir la vida en el ahora y en el aquí. O el aquí y
ahora. Si esperas por el permiso toda tu vida, ¿a dónde te lleva eso? Una caja
de pino o una urna, tus restos finales sentados allí haciendo solo la mitad de
lo que eran capaces. ¿Hay alguna definición mayor del infierno? Quiero
decir, ¿además de la resaca que comienza a zumbar justo detrás de mis ojos?
Más café sexo.
Además, no debería estar pensando tanto en Dahlia, no cuando tengo
que subir las escaleras y ayudar personalmente a colgar a algunos mortífagos
mortíferos con batas negras de crepé. No debería estar pensando en lo que
ella pensaría acerca de todo esto, o en cómo probablemente reaccionaría
como loca. Un hombre no puede ser atado por una mujer hermosa cuando
tiene algo poco práctico y estúpido que atender. Un hombre tiene que
arreglarse.
Un hombre tiene que decidir si decorar o no la habitación de una niña
con los colores de Gryffindor o de Ravenclaw. Estoy bastante seguro que
Gabby dijo que ella era un león, por lo que Gryffindor. Otra hora, justo
cuando el sol está mirando por encima del borde del horizonte, y hemos
terminado. Los hombres se van, refunfuñando el uno con el otro, pero
aceptando con gratitud una generosa bonificación en efectivo. Me quedé en la
tranquilidad de la casa de Evelyn, saboreando la paz de la mañana que solo se
ve interrumpida por el tictac del reloj de la cocina.
Tengo que ser honesto conmigo mismo, ahora que todo está preparado
y los cuervos y los murciélagos están colgados y el castillo está listo para
saltar en el patio: ¿por qué hice esto?
Fue para Gabby, claro, y quizás para Pete de una manera indirecta. Pero
también fue para Dahlia, tal vez. O más bien, fue una respuesta a Dahlia.
No quiero sentirme como si estuvieras persuadiéndome, señorita Rossi.
Todavía quiero ser mi propio hombre independiente.
Así que decoré todo con Harry Potter como respuesta.
Cristo. Tal vez necesito a Dahlia en mi vida. Tal vez ella es la única
que puede detener a la bestia furiosa cuando tiene una idea loca en su cabeza.
Tal vez es por eso, que todavía estoy aquí, en la escena del crimen
caprichoso, en lugar de sacar el culo del esquivo. Quiero decirle a Dahlia que
no la necesito tanto, porque admitir que sí… bueno, eso es lo más aterrador
que puedo admitir.
Eso es todo. Enjuago mi taza, tomo mi chaqueta del respaldo de una
silla de la cocina y salgo por la puerta principal… directamente hacia un par
de policías con uniformes azules almidonados.
Oh. Oh, no.
—¿Señor? Recibimos una llamada de un vecino que vio a varios
camiones y camionetas llegar y salir de esta residencia, junto con grupos de
hombres sospechosos. ¿Es usted el dueño? —me pregunta el primer policía.
Todo lo que tengo que hacer es decir que sí, pero como un genio resacoso,
respondo:
—Bien. Es la casa de la ex esposa de mi hermano. ¿Eso cuenta?
Tan pronto como entrego esa brillante línea, un duende animatrónico se
asoma entre los arbustos, hace un gesto con los ojos y luego se agacha.
Gracias por añadir a la conversación, amigo. Los policías se miran, luego me
miran.
—Señor. Va a tener que venir con nosotros.
Allanamiento de morada. Aparentemente hay una ley contra eso en
California. Aquí, y casi en cualquier otro lugar del planeta.
En conclusión, ¿si alguna vez tomas media botella de whisky en un
avión privado? Quédate en casa y duerme. Tengo mucho tiempo para
recordármelo mientras bajo por la colina en el asiento trasero del auto del
policía.
16
Jack
Traducido por Ale grigori
Corregido por Vickyra
Ahí está, la última persona que alguna vez quise que me viera sentado
en la celda pública de la estación de policía. Bueno, tal vez la segunda al
menos. O la tercera.
—Debería haberme quedado en línea contigo a las cuatro de la mañana
—se queja Liv, con los brazos cruzados sobre su pecho—. Entonces podría
haberte dicho lo estúpido que era lo que fuese que estabas planeando en
realidad. —Se las arregló para alisar su cabello y aplicarse lápiz labial con
una precisión glacial para ser tan temprano. La mujer es un eficiente
monstruo—. ¿Qué hiciste, exactamente?
—Convertí la casa de Evelyn en Hogwarts para la fiesta de cumpleaños
de Gabby. —Entorné los ojos; el mundo todavía está un poco borroso
alrededor de los hechos—. Tengo ese derecho, ¿no? Hogwarts? ¿No es
Hogwiggle?
—Tu conocimiento de cómo hablan los niños en estos días es perfecto
—dice sin expresión, acercándose a las barras—. Buenas noticias. Con una
importante y generosa donación a las viudas y al fondo de huérfanos, te
dejarán salir de esto con una anotación. —Liv suspira, golpeando su pie
mientras un oficial pesadamente lento, abre lentamente la jaula y me deja
salir. Salgo despacio y me froto la frente con el talón de la mano. Las resacas,
hombre. No hay descanso para los malvados—. Entonces, después de que les
pagues, y después de que me pagues por traer mi trasero a Ventura
simplemente para rescatarte, vas a llamar a Evelyn y disculparte —gruñe Liv
mientras caminamos hacia la luz brillante y ácida del sur de California. Siseo,
lanzando mi brazo sobre mis ojos. Eso es como una puñalada directa al
cerebro ahora mismo—. ¿Qué? ¿Ahora eres un vampiro?
—Estoy pensando que eso aumentaría mi atractivo —gimo mientras me
zambullo en el asiento trasero de la limosina—. A las mujeres les gustan
vampiros y multimillonarios, ¿verdad? Combinación mortal. —Las suaves,
suaves ventanas polarizadas se deslizan hacia arriba cuando cierro los ojos.
Tal vez podamos detenernos en McDonald's, darles un frasco de
píldoras y hacer que hagan un Excedrin7 Flurry. Según Dahlia, el helado
alivia lo peor que la vida puede lanzarte. Liv resopla mientras se desliza a mi
lado, y suena como si estuviera tecleando algo en su teléfono. Probablemente
un mensaje de texto a su esposa, preguntando por qué diablos accedió a
trabajar conmigo. Bueno, además de los matadores 401 mil dólares, los
suntuosos beneficios y el hecho de que me ama en secreto como el hermano
idiota que nunca tuvo, de hecho, no tengo idea. Lo sé, lo sé. A veces soy
demasiado para manejar. Pero me gusta pensar que hago que valga su tiempo.
—Necesitarás disculparte con Evelyn. Me llamó y casi explotó por
teléfono —dice Liv. La segunda vez en cinco minutos que me dicen que debo
arrastrarme ante los zapatos de cuero italiano increíblemente caros de la arpía
de mi cuñada. Esto no está haciendo nada para mejorar mi estado de ánimo.
—Tal vez Evelyn pueda comenzar por disculparse con mi hermano por
destruir su vida —le contesto. Sentándome, lucho por mi cinturón de
seguridad. La seguridad primero—. ¿Supongo que no apreciaba la estética
del castillo? —Aw, pobre de ella. Probablemente a ella y a Dominic no les
gustó, Dominic es el presumido tonto de Fortune 5008 por el que dejó a Pete.
Es su casa, después de todo.
—Bueno, Gabby se volvió loca por eso. Tan loca que al parecer Evelyn
se llevó todo el crédito. Tienes suerte de que todo tu trabajo duro te mantenga
vivo. —Liv me da un codazo. Abro los ojos y la encuentro mirándome, sus
labios fruncidos en una línea delgada—. Pero necesitas disculparte. No puedo
enfatizar lo suficientemente importante que es.
—¿Porque necesito probar lo realmente tímido que soy debajo de todo
esto? —Agarro una botella de agua y mi reserva de emergencia de Advil del
compartimiento a mi lado, y hago lo que puedo para matar el vicio invisible
que está cincelado alrededor de mi cabeza—. ¿Porque tengo que dejar que
esa mujer y el idiota con el que se está tirando me neutralicen?
—No. Porque de lo contrario, será terrible para Pete. —Liv entorna los
ojos—. Lo juro por Dios, ¿por qué no pensaste esto?
Cada músculo en mi cuerpo se siente como plomo, y mi sangre se
enfría. Jódeme. Jódeme el canal auditivo con una motosierra. Me olvidé por
completo de Pete en todo esto. Estaba preparado para aceptar algunas críticas
de Evelyn en mi nombre, pero… ¿Pete?
—Él no tuvo nada que ver con esto. Estaba dormido. En el sofá.
¡Borracho! —Me doy cuenta que eso podría no sonar bien en el contexto de
“Pete es un adulto responsable que puede cuidar de sus hijos”, por lo que
modifico la declaración—. No tan borracho como yo, sin embargo.
—Me alegra oír eso —dice Liv lentamente. Se pellizca el puente de la
nariz y suspira—. Debes convencer a Evelyn de que este fue un plan
totalmente tuyo y debes hacerlo con el mayor entusiasmo.
Si jodí la oportunidad de mi hermano de custodia compartida,
personalmente me volaré al maldito sol. Dahlia podría haberte dicho que
esto era una idea estúpida, me susurra la voz en mi cabeza. ¿Qué se supone
que debo hacer, aplastar a ese bastardo? Tiene razón. No pensé. Maldita sea,
nunca pienso en cosas como esta. ¿Negocios? Soy como un láser con un
cabello genial cuando se trata de esa mierda. Pero en el segundo momento en
que abordamos el lado personal de las cosas, soy como un chimpancé
borracho con la tarjeta de crédito de su padre.
Llama a Dahlia. Pídele un consejo. Es buena con este tipo de cosas.
Puede ayudar.
Esa es una gran idea, cerebro, pero aquí está el problema: no quiero que
sepa lo mucho que la cagué. Es una cuestión de orgullo, entiendes. La
diferencia entre el cerebro y las bolas no puede ser exagerada. Es la distinción
entre el doctor Jekyll y el señor Hard-On.
—Mientras tanto —dice Liv, sacando algunos papeles de su elegante
maletín de cuero—, aquí están los documentos que debes consultar para el
fondo de viudas y huérfanos.
Eh, no me importa donar a una causa realmente valiosa, así que firmo
bastante rápido y pulcramente. Entonces, el momento que he estado
temiendo. Con Bluetooth en mi oído, me siento con los ojos cerrados y llamo
a Evelyn. Tal vez no sea tan malo. Tal vez acepte que yo era un poco, mmm,
alegre, y la casa está bien, y Gabby está encantada, y todos podemos reír y
entender…
—Tú, hijo de puta —contesta, música como clavos en una pizarra en el
nivel más bajo del infierno.
—Te lo dije, solo mis amigos más cercanos pueden llamarme así.
Liv pone los ojos en blanco y me da una patada en el tobillo. Ay.
Manera de patear a un hombre cuando está definitivamente equivocado y
necesita una buena patada, Liv. Suspirando, murmuro:
—Lo siento. Volé a casa de Pete desde mi casa en Nueva York. Él se
quedó dormido, me tomé unas copas, pensé que me había topado con una
idea brillante, y luego convertí tu casa en la última aventura mágica mundial.
Contrataré a los muchachos para que vinieran directamente después de la
fiesta para acabar con todo. Pero lo siento. De verdad.
Ahí. ¿Podrías pedir una disculpa más genuina?
—Tú, hijo de puta —gruñe.
Bueno, supongo que podrías pedir una disculpa más genuina. Imbécil.
—Mira, dije que lo sentía, estoy dispuesto a pagar para limpiarlo, pasé
un par de horas en la cárcel del condado, y las viudas y los huérfanos van a
ser un poco más atendidos de ahora en adelante. ¿Qué más quieres?
Liv inhala rápidamente por la nariz. Conozco ese sonido; ese es el
sonido de mí cagándola de nuevo en una situación ya jodida. Honestamente,
no sé por qué me deja hacer algo. Debería sentarme en una habitación, comer
galletas y trabajar. Eso es todo lo que puedo manejar por mi cuenta sin dar un
paso en la mierda.
—Oh, te diré lo que quiero. —Evelyn tiene ese tono de Gran Dama en
su voz ahora. Debería ir acompañado de la apertura aguda de un abanico y un
toque de música dramática, para que recuerdes que es la villana del cuento—.
O lo que no quiero. No quiero verte a ti ni al perdedor de tu hermano en la
fiesta de cumpleaños de mi hija. ¿Entiendes eso?
Ahora mis sienes están palpitando, y estoy moliendo el segundo Advil
en polvo entre mis dientes.
—Evelyn. Pete no tuvo nada que ver con esto, ¿de acuerdo? Puedes
hacerme lo que quieras, pero no tienes ningún motivo para sospechar de Pete.
—No creo que Pete quiera estar atado a romper e ingresar, ni a
acusaciones de acoso, ¿verdad? —dice con esa voz dulce y venenosa. Respiro
hondo y aprieto la mandíbula, la única forma de evitar gritarle. Gritar en una
negociación significa que has perdido, y todavía no he perdido. Aún no.
—Como dije, Pete no tuvo nada que ver con eso, y no puedes probar
nada.
—Pero puedo hacer las cosas más difíciles para él con este divorcio, y
no tengo miedo de hacerlo —dice. Lo juro, debe estar pintándose las uñas de
rojo con la sangre de inocentes mientras está en esta llamada. Eso, y comer
un tazón de pequeños cachorros como merienda—. Te estoy poniendo una
orden de restricción, pero si Pete se presenta a esta fiesta, voy a armar un
escándalo. Ya he llamado a mis abogados, y en realidad creen que será mejor
para los niños no tener una escena en la fiesta. Después de todo, Pete dice que
se preocupa por los niños más que cualquier otra cosa. Esta es su oportunidad
de probarlo.
Me toma un minuto controlar mi ira, que es algo así como luchar
emocionalmente con un búfalo en celo en el suelo. Finalmente, estoy lo
suficientemente calmado para hablar.
—¿Qué te hizo alguna vez, Evelyn? ¿Por qué le haces daño así?
Hay un muy largo silencio al otro extremo, por lo que estoy bastante
seguro que ha colgado. Luego, dice:
—Todo es tu culpa, sabes. Todo lo que tenías que hacer era darle una
posición que fuera todo título, no trabajo. Podría haber ganado más dinero,
y…
—Sabes que Pete podría haber tenido un trabajo conmigo en cualquier
momento que quisiera y con cualquier salario. También sabes que, si alguna
vez quisiste tener una casa más grande o unas vacaciones lujosas o un auto
más bonito, podría haber sido tuyo. Sin restricciones. Sin interés. Pero Pete
no quería esa vida, ¿entiendes? Quería una vida agradable y tranquila con su
familia y su trabajo. Quería respetarse a sí mismo. ¿Es ese un maldito crimen
para ti?
—¿Qué hay de lo que yo quería? —está casi gritando ahora.
—¡Puedes hacer lo que quieras! ¡Puedes golpear a quien quieras! ¡No
me importa una mierda! Si la vida de clase media no es para ti, no voy a
juzgar. Pero estás castigando a Pete por no haberse convertido en otra
persona, ¡y eso te hace una estúpida! —Ahora estoy gritando; a la mierda con
las buenas tácticas de negociación, ya he tenido suficiente de esto.
Liv pone un dedo en sus labios, sus ojos bien abiertos. Oh, mierda. Lo
hice ahora. El silencio en el otro extremo es frío como el hielo. Finalmente,
Evelyn habla tan suavemente que casi está susurrando.
—Si te veo aquí otra vez, llamaré a la policía. Dile a Pete que se
mantenga alejado. —Luego, finalmente, cuelga la llamada. Sacando el
bluetooth de mi oreja, me froto los ojos. Bien. Gran trabajo, genio.
—Entonces. —Liv toca algo más en su teléfono, probablemente una
nota para recordarse que el tipo para el que trabaja es una herramienta
furiosa.
—La cagué. Lo sé.
—Bueno, no voy a fingir que no he murmurado qué clase de perra es
Evelyn cada vez que cuelgo una llamada con ella, por lo que no puedo decirte
mayor cosa. —Destapa una lata de Coca Cola y bebe; limpiar mis tonterías
debe ser un trabajo sediento—. Así que. No puedes ir allí o serás arrestado.
¿Verdad?
—Pero Pete, Liv. Está intentando sacarlo de la vida de los niños. ¡No
puedo dejar que ella haga eso!
—El tribunal de divorcio de California todavía favorece mucho a la
madre. Esta siempre va a ser una batalla cuesta arriba, así que no la
empeores. —Tiene su voz de “lesbiana ruda matriarcal” y maldita sea si no
hace maravillas—. ¿Qué vas a hacer, como un buen niño rico?
—No ir a la casa, lo sé.
—Iba a decir “dejar de cagarla”, pero eso también funciona. —Me
palmea el brazo y luego lo aprieta. Para Liv, eso equivale a un abrazo
completo con un “¿estás bien, hermano?” al final. Los milagros ocurren—.
Déjame llevarte a casa.
—No. Solo detente en la casa de Santa Mónica el tiempo suficiente
para que me bañe, me afeite y me cambie. —Todos deberían tener
apartamentos dentro y a los alrededores de Los Ángeles, si pueden costearlo.
Uno al oeste y otro al este de la 405—. Luego, tienes que llevarme de vuelta
al aeropuerto. Tengo que tomar un jet.
—Buena idea. Sal de la ciudad por un tiempo. Resiste la tentación de
lanzar huevos al auto de Evelyn. Muy maduro, con clase, cosas para adultos
—concuerda.
—No dije nada sobre los huevos.
—Bueno, ya lo he pensado. —Salta de nuevo a su teléfono y envía
mensajes de texto con destreza y velocidad. Estoy pensando profundamente,
porque tengo que encontrar una manera de convencer a Dahlia de que vuelva
a California conmigo. Solo por unos días, lo suficiente como para que pueda
ver los lugares de interés, relajarse, disfrutar de las mimosas en un balcón con
vistas al Pacífico. Ya sabes. Cosas clásicas de un joven multimillonario.
Entonces necesito ponerla en un traje de colegiala. No, no con fines
sexuales. Quiero decir, no solo para fines sexuales. Necesita el atuendo, una
varita, algunas túnicas y el cabello muy rizado.
Evelyn no dicta cuando mi hermano ve a sus hijos. Haré lo que sea
necesario para llevarlo a esa fiesta.
Primero, sin embargo, necesito pasar por una tienda de disfraces. Me
pregunto qué tan difícil es respirar bajo una máscara.
17
Dahlia
Traducido por Moreline y AnnaTheBrave
Corregido por LizC
—Cuando me dijiste que esto iba a ser una fiesta divertida, no es lo que
tenía en mente. —Me rio mientras los tres nos paramos frente a la puerta de
Evelyn y Dominic. Mi túnica de Gryffindor me pica en los hombros, y no
solo porque me clasificaron en Hufflepuff (obviamente) y es una traición a mi
casa. Tuvimos que revolver mi cabello hasta casi su muerte para tenerlo listo
a lo Hermione Granger, pero hicimos un trabajo fantástico. Luzco como si
Cyndi Lauper cerca del 87 y Harry Potter hubiesen tenido un bebé.
—Recuerda las reglas —murmura Jack en mi oído. Dios, incluso
vestido como Voldemort es sexy. Se está escondiendo debajo de una
excelente máscara, aunque debe estar caliente, y su túnica está expertamente
entallada. Incluso tiene una réplica perfecta de la Varita de Saúco. No se
escatimaron gastos en nuestro fanatismo.
—Lo sé, lo sé. Tenemos que fingir estar con los animadores. —Pongo
los ojos en blanco—. ¿Cuándo le avisamos a Gabby?
Desde mis pocos días junto a los hermanos Carraway, fácilmente me di
cuenta que Evelyn, bueno, no es la persona más fácil de tratar. Por lo que me
dijo Jack, se ha mantenido alejada con los niños, así que están participando
de un espionaje muy ligero. Nada drástico, solo deslizarse en la fiesta bajo la
nariz de Evelyn. Si Pete le hubiera dicho que venía, ella podría haber
encontrado alguna razón estúpida para no tenerlo aquí, así que una pequeña
sorpresa va muy lejos. Parecía un poco raro, si soy sincera, pero oye. No soy
el alma de la normalidad, y es algo divertido de una manera ridícula. Y no
hay nada ilegal en ello, así que, ¿por qué preocuparse?
—¿Jack? —Le doy un codazo a Voldemort cuando se queda en silencio
—. ¿Cuándo abandonamos el acto?
—Sigue mi ejemplo —dice Jack, encogiéndose de hombros y haciendo
una pose mientras la puerta comienza a abrirse. Sostiene la varita como si
estuviera a punto de hacerle un hechizo desarmador a quien esté adentro. Pete
está a mi otro lado, completamente irreconocible en su traje de Hagrid. Entre
la masiva barba espesa, la peluca floja, el relleno y el abrigo (que huele a
bolas de naftalina y la década de 1970) nunca habrías adivinado que era él.
—¡Hermione! ¡Y Voldemort! ¡Y Hagrid! —La niña que abre la puerta
comienza a saltar arriba y abajo, chillando y gritando de alegría. Esta tiene
que ser Gabby, con el Sombrero Seleccionador en la cabeza y su prístina
pequeña túnica de Gryffindor. Los ojos de Pete brillan cuando la ve, y cae de
rodillas con los brazos abiertos.
—Bueno, ¡si es mi brujita favorita! —dice. No estoy segura de cuánto
se supone que Hagrid debe sonar como un pirata, pero no creo que importe.
Gabby se escurre y se apresura a sus brazos para un gran abrazo de oso.
Hombre, incluso Voldemort se está poniendo emocional por esto; Me doy
cuenta que Jack tiene que alcanzar debajo de su máscara para limpiarse el
ojo.
¿Por qué no solo se la quita? Ah, cierto, parte de la sorpresa.
—¡Hermione! ¡Eres tan vieja! —dice Gabby con asombro en su voz.
Bueno. Ahí está. La pequeña ternura me agarra la mano y me tira dentro de la
casa—. Vamos. Estamos jugando al Quidditch en el patio trasero, ¡y yo soy
la buscadora! —Me arrastra detrás de ella, y rodeamos a niños y niñas
vestidos con túnicas mágicas mientras corretean alegremente, llenando sus
rostros con ranas de chocolate. Mozos disfrazados de fantasmas y trolls pasan
caminando, llevando bandejas de más, digamos, bebidas para adultos. Mmm.
Podría necesitar una jarra de cerveza de mantequilla más tarde. Busco a
Voldemort y Hagrid, pero Jack desapareció y Pete está rebotando a un niño
vestido como una calabaza. Por la mirada de adoración en sus ojos, puedo
decir que el pequeño es su hijo, Georgy.
Eso hace que mi mágica ira suba. Es difícil creer que una mujer pudiera
ser tan insensible, que su ex esposo tuviera que colarse en la fiesta de
cumpleaños de su propio hijo, solo para evitar que su ex causara una escena.
Escaneando la habitación en busca de Evelyn, me preparo para la gran
revelación. Honestamente, tengo la mitad de la mente en marcha para
despedirla cuando la encuentre.
Pero eso tendrá que esperar. Después de desfilar por la enorme cocina
que está atestada de duendes entregando monedas de oro (chocolate) y
burbujeantes calderos en la estufa, salimos al patio trasero. Demonios, estos
ricachones seguro que tienen una gran cantidad de bienes raíces. Sé lo
suficiente sobre los precios de California para tener en cuenta que estos diez
acres valen una pequeña fortuna. Un grupo de niños corren, o mejor dicho,
saltan con palos de escoba empujados entre sus piernas.
Una mujer con túnica púrpura hace sonar un silbato y trata de que los
pequeños pastelitos sigan las reglas del juego, que parecen estar corriendo
con bolas de goma rojas hacia un aro, y también lanzando una pelota de oro
más pequeña de un lado a otro. Cuando J.K Rowling soñó con el Quidditch,
una parte de mí se pregunta si se tomó un par de pintas de cerveza, escuchó
un desafío para decidir el juego más extraño de todos los tiempos, fue con el
“desafío aceptado” y luego comenzó a dibujar figuras de palo en una
servilleta.
—¿Dónde está mi escoba? —Gabby suelta mi mano y mira hacia atrás
y adelante, sus ojos expandidos con pena. Le echó un vistazo a algo apoyado
contra la pared, junto a una menos que mágica manguera de jardinería. A
menos que la manguera soliera ser una serpiente, y se transformó en
manguera. ¡Qué mágico!
Creo que voy a dejar que esta fiesta me llegue.
—¡Aquí tienes! Vuela derecho —le digo a Gabby, entregándole la
escoba. Me sonríe descaradamente, luego se aleja y se acerca a la manada de
toscos alumnos de segundo grado.
—¿Crees que podrías traerme una bebida? —dice una mujer,
apareciendo a mi lado. Tiene el maquillaje perfectamente contorneado,
claramente diseñado para que se vea una década más joven de lo que es, lo
cual es extraño, teniendo en cuenta que debe tener mi edad. No exactamente
sobre la colina todavía.
—Yo. Er. —Estoy en mi mejor expresión verbal esta noche, amigos.
Ella pone los ojos en blanco.
—Lo siento, probablemente seas parte del entretenimiento infantil.
Pensé que eras una camarera. —Entonces entorna los ojos y huele. En
realidad olfatea presumiblemente—. Aunque si no estás participando en el
Quartermass o lo que sea esto, ¿quizás podrías ser útil?
Usando mis impecables habilidades de razonamiento deductivo, junto
la evidencia que A) es la única mujer adulta que no lleva disfraz, B) está
actuando como si fuera la dueña del lugar, y C) Gabby definitivamente tiene
sus ojos, tengo que concluir que esta es Evelyn. La Evelyn. La cosa es que es
una mujer muy bonita… excepto por la parte en la que comenzó el camino de
intentar seguir el estilo de vida, por así decirlo. Sabes a lo que me refiero.
Cabello teñido de rubio, con solo el más leve rastro de raíces oscuras;
maquillaje impecable por el cual probablemente contrato a alguien para que
se lo pusiera; un vestido Chanel blanco e impoluto, y tacones de diecisiete
centímetros, incluso durante la fiesta de cumpleaños de un niño.
Mira, estoy lejos de juzgar a otra mujer por su apariencia, y sobre todo,
de juzgar el tipo de relación que una mujer elige establecer. Sin embargo, si
básicamente tienes que convertirte en un diez perfecto, no importa qué
comodidad tengas que sacrificar por ello, es posible que quieras preguntarte
por qué. ¿Por qué el chico con el que estás espera eso? ¿Y qué pasa si te caes
en el trabajo?
Además, esta solo podría ser yo teniendo pensamientos amargos, con la
forma en que dejó a Pete y todo.
—Quidditch —le digo, radiante. Ella parpadea.
—¿Disculpa?
—Es Quidditch, no Quartermass. —Enciendo mi varita, luego hago una
breve reverencia—. Hermione Granger. Sé absolutamente todo sobre el
mundo mágico.
Oye, cuando tengas un papel que desempeñar, juega hasta la
empuñadura. Evelyn pone los ojos en blanco y gime.
—Esto es por lo que no quiero que Gabby lea esos libros ridículos.
Podría convertirse en una mujer que no tiene un pie en la realidad en
absoluto.
Pues gracias, mujer insultándome directamente en la cara. Qué lindo de
tu parte.
—También le dieron a mi creadora mil millones de dólares, así que está
bien —le respondo con una sonrisa. Evelyn levanta una ceja, claramente no
impresionada. Bueno, Rowling hizo el dinero, no se casó con él, así que
supongo que no es una "buena" manera de ganar una fortuna.
Sí, ya sé que estoy siendo muy poco caritativa en este momento. ¿Pero
honestamente? ¿Qué tipo de persona camina por ahí actuando así?
—Espera. ¿Cuál es tu trabajo aquí, exactamente?
Bueno, mierda. La cara de Evelyn se está aflojando; debe haberse dado
cuenta que nunca me contrató. Supongo que es hora de encontrar a Voldy y
Hagrid y confesarnos. Hombre, no puedo esperar a ver caer la cara de esta
mujer, al menos, todo lo que pueda. Tengo la clara impresión de que ya está
en el vagón del Botox.
Hombre, necesito tomar una poción de multijugos o algo para que deje
de tener estos pensamientos antagónicos. O, como, convertirme en un gato o
algo así. Lo que sea que venga primero.
—En realidad —digo, preparándome para dejar de lado el acto. Eso es,
por supuesto, hasta que lord Voldemort sale balanceándose de la multitud y
se pone a mi lado.
—Somos el enfrentamiento —dice Jack, blandiendo su túnica con un
brío que es lo suficientemente teatral sin ser totalmente exagerado. Maldita
sea, también está haciendo una experta impresión de Voldemort. De ninguna
manera Evelyn puede reconocer al hombre parado frente a ella. De hecho,
está muy claro que no lo hace, y está un poco impresionada y desilusionada
por la forma en que este tipo está dispuesto a ponerse “en personaje”—. La
pequeña bruja cree que puede superarme con su conocimiento de…
hechizar… cosas. —Jack apunta una varita acusadora en mi cara, y no lo digo
de una manera sucia.
Me hubiera gustado decir eso de una manera sucia, pero creo que es
para un tipo diferente de película de Harry Potter. Harry Potter XXX y la
Cámara de Estudiantes Calientes.
Perdóname, Rowling, porque he pecado en mis pensamientos.
—Oh. No me di cuenta. ¿Es hora de que empiece el espectáculo? —
Evelyn nos mira a los dos, mientras yo miro fijamente los agujeros de los
ojos de la máscara Voldemort de Jack y siento que cada músculo de mi
cuerpo se contrae. Y no de esa manera divertida, sexy.
—Er, por supuesto —digo en mi mejor mal acento británico—. ¿Estás
listo, viejo troll baboso?
—No hables con tu padre de esa manera —entona Jack con voz grave.
Me estremezco
—Oh, tonto. Sabes que eso es Star Wars, no esta franquicia —digo en
esa forma abierta de no bromear. Voldemort se detiene; tengo la sensación de
que Jack está maldiciendo suavemente detrás de la máscara.
—Por supuesto. ¡La bruja evadió mi truco una vez más!
Evelyn asiente, sin prestar atención a nuestras travesuras. Bien. Luego
va a reunir a los niños, dirigiéndose a la casa y aplaudiendo. Agarro a Jack
por el codo.
—Oye, ¿esto no va un poco lejos? Todavía no le hemos dicho a Gabby.
Voldemort me empuja hacia un lado de la casa y desliza su brazo
alrededor de mi cintura. Oh Dios. Me siento derritiéndome en mi túnica justo
cuando Jack alinea su cuerpo contra el mío. Sí, creo que su otra varita se está
levantando en mi dirección.
Si alguna vez me hubieras dicho que viviría el fanfic de
Voldemort/Hermione más ilícito de mi octavo grado (titulado En Los Brazos
de la Serpiente, pero que bien podría haber sido llamado Hermione Granger,
Recientemente Legal e Insanamente Curiosa) me hubiera reído en su cara.
Entonces habría llamado a la policía. Entonces me habría sentido caliente,
molesta y confundida.
—Deja que Pete y yo lo manejemos, en nuestro tiempo. Nunca antes
había hecho un papel así —susurra Jack, levantándose la máscara para pasar
sus labios por mi mejilla. Una línea de calor profunda y deliciosa recorre mi
cuerpo cuando lo siento tenso contra mí. Dios, a este ritmo no podremos
actuar frente a los niños hasta que se calme. Nadie quiere explicar esta, eh,
exuberancia en la corte—. Recuerda: esto es todo sobre nuevas experiencias.
Intentando lo que nunca te has atrevido. Empujar las cosas hasta donde
puedas llevarlas.
—Sí, pero pensé que era para cosas como mazmorras sexuales y
esquiar en Black Diamond Hills y probar un lugar de barbacoa coreana que
tiene una mala crítica en Yelp —respondo, sin aliento en mi garganta. Los
labios de Jack rozan los míos. ¿Estoy más encendida debido a los trajes?
Tengo muchas preguntas que formularme, en la oscuridad de la noche con mi
vibrador funcionando a plena capacidad.
—¿No fue la cita doce la de las mazmorras sexuales? —pregunta.
Luego, con voz gutural—. ¿Junto con el baile popular polaco?
—Tú, bestia —bromeé, mordiéndole el labio inferior.
Alguien se aclara la garganta junto a nosotros, y Jack y yo nos
separamos. Se apresura a ponerse su máscara correctamente mientras Hagrid
se queda allí, juzgándonos, todavía con el pequeño Georgy en la cadera.
—Si ustedes dos no se detienen, seremos expulsados de Hogwarts —
dice, con la voz llena de advertencia.
Cuando escriba mis memorias, este será un capítulo extraño.
—¡Todo el mundo! Es hora de que ella, Her-my-own y Moldy-vort,
luchen hasta la muerte —llama Evelyn, llamando a todas las brujas y magos
entusiasmados para que se sienten en la hierba. Oh. Claro. Tenemos que
hacer el duelo. Bueno, bien podría darles un espectáculo.
—Sé que esto me hará menos hombre a tus ojos, pero no sé nada acerca
de Harry Potter —murmura Jack mientras Pete va a sentarse con los niños.
Asiento.
—En verdad, tendrás que compensarme por eso. Por ahora, el único
hechizo que necesitas saber es avada kedavra. Ese es el hechizo asesino.
Seguiré desviándolo —le digo amablemente. Puedo sentir a Jack fruncir el
ceño bajo esa máscara.
—¿Obama Kenobi?
Mientras lo pongo rápidamente al día con el hechizo, esperamos que el
campo de Quidditch se despeje. Entonces, es hora de actuar. Mi corazón está
martillando, la sangre zumbando en mis oídos. ¿Quién sabía que un grupo de
niños nerds sería la audiencia más exigente que hubiera tenido?
No era así como se suponía que debías pasar el día. Iba a ser agradable,
relajante, un poco de diversión mezclada con tiempo en familia. Esas son
todas las cosas muy sensibles que mi cerebro me está diciendo.
Pero también me estoy divirtiendo. Eso es algo de lo que no he tenido
mucho últimamente, si lo admito. Tal vez vivir la vida con el código de Jack
Carraway no sea una receta para el desastre total. Jack ajusta su túnica,
mueve la cabeza hacia atrás y adelante como si se estuviera preparando para
un combate de boxeo y levanta su varita.
No de la forma pervertida.
—Vamos, señorita Gardener.
—Granger.
—Ella también.
Caminamos hacia el centro del césped, y ya me estoy mordiendo la
lengua para tratar de no reírme. Los niños están mirando con gran atención
mientras tomamos nuestras posiciones uno frente al otro.
—¿Estás listo, desgraciado sinvergüenza? —lo llamo.
—¿Dónde está Harry? —grita una de las niñas en la primera fila,
mirando alrededor confundida—. ¿Por qué está luchando Hermione?
—Las chicas pueden pelear igual de bien —vuelvo a gritar con
confianza. Además, todos saben que Harry se habría perdido sin Hermione.
Ron, eh, tómalo o déjalo.
Bien, ahora que mi credibilidad de nerd ha sido establecida
dolorosamente, continuemos.
La "lucha" no dura demasiado tiempo, simplemente Jack y yo gritamos
insultos en latín ridículo el uno al otro. Continuamos "desviando" los
hechizos del otro, hasta que él vuelve con la última maldición, avada kedavra.
—¡Avocado cadáver! —grita, lanzando su varita hacia mí.
Bueno, estaba cerca. Los niños jadean, y un niño incluso cubre sus ojos.
Afortunadamente, esquivo el hechizo y termino desarmando a Voldemort de
su varita. Él cae de espaldas a la hierba, silbando cuando me paro sobre él, la
varita junto a su nariz.
—¿Qué dices ahora? —pregunto triunfalmente, sonriendo a los niños.
—Manejas esa varita con tanta habilidad. —Puedo decir que, detrás de
la máscara de látex, las cejas de Jack se menean. Mmm, hay algo de manejo
de varita en su futuro, buen señor. Reteniendo una carcajada, lo pico en el
estómago.
—Di que lamentas haber intentado estropear a esta simpática fiesta. —
Miro hacia arriba para encontrar a Gabby aplaudiendo con entusiasmo, con
su pequeño sombrero de bruja cayendo sobre un ojo.
—Lo siento —dice Voldemort, y los niños aplauden. Ayudo a Jack a
pararse, y hacemos una pequeña reverencia. Luego su mano me roza el culo,
y le doy unos golpecitos en el muslo por si acaso. Hay niños mirando, oh
Señor Oscuro.
—Creo que será mejor que salgamos de aquí. Evelyn me está prestando
demasiada atención —murmura Jack. Él tiene razón. Evelyn nos está
mirando con una expresión en algún lugar entre el asombro y la confusión.
Incluso la encuentro revisando su iPhone, tal vez buscando una lista de
contactos, o la lista de empleados. Bueno, si Jack siente que es demasiado
extraño para una revelación familiar ahora, no voy a decirle qué hacer.
—¿Deberíamos volver a tomar el avión? —pregunto mientras nos
alejamos hacia los bordes de la fiesta. Frunzo el ceño mientras veo a Pete,
quiero decir, Hagrid, haciendo saltar a Gabby en el aire mientras ella patea
las piernas alegremente—. Creo que Pete debería hablar con Evelyn.
—Por supuesto. Él se quedará atrás. Vamos a darles un poco de
privacidad. —Jack me guía fuera de la fiesta, por el patio trasero y hacia la
salida—. Me alegro de que pudiéramos escapar sin tocamientos.
—¿De verdad? —Bato las pestañas—. ¿No quieres tocar nada?
—Ponte algo apropiado para tu edad, y enmendaré esa respuesta —
dice, deslizando su brazo alrededor de mí, enganchándome contra él. Acerco
mis labios a la máscara.
—Quítate la cara y es un trato
—Esta es la relación más extraña de mi vida —murmura—. Y me
gusta.
18
Jack
Traducido por Masi
Corregido por LizC
—¿Crees que debería mantener la bata? —pregunta Dahlia una vez que
estamos a bordo del avión y el champán está fluyendo. Cuando subimos a
bordo y despegamos, se metió en la ducha por un minuto para limpiarse, pero
luego se dio cuenta que habíamos cometido un error con su guardarropa. El
cambio de ropa que trajimos todavía está en la casa de Pete. No aquí. Con el
fin de no usar las prendas usadas de Hermione Granger, ahora lleva puesta
una bata de seda blanca.
No voy a quejarme.
—Definitivamente. Podemos hacer que nos traigan una muda al
aeródromo cuando aterricemos, en caso de que no quieras jugar a los
disfraces durante todo el camino a casa.
Choco la copa con ella cuando ella se acurruca más cerca, lo cual está
bien para mí. Su piel cremosa parece brillar contra la seda de la bata. Está
abierta por el cuello, lo que permite un ligero atisbo del canalillo. Un atisbo
elegante, por supuesto. Todo es elegante aquí.
Pienso en sacarla de esa bata. Pero primero, será mejor que salga de la
mía.
—Creo que al piloto le divirtió tu apariencia. —Se ríe Dahlia mientras
saco mi bata de mago sobre mi cabeza y la descarto en un montón en el suelo
—. No me puedo creer que no te hayas quitado la máscara hasta que
estuvimos a bordo.
—Siempre hay que mantenerse en el personaje. —Ya desvestido, ahora
regresamos al tiempo del champán. Dahlia está acurrucada con sus pies
debajo de ella, relajándose contra un lujoso banco de cuero. Los asientos en
este avión estaban diseñados para ser tan suntuosos que prácticamente te
podrían hundir en ellos, y han hecho su trabajo. Me siento a su lado, bebiendo
mientras trazó un camino con mi mano por su pierna. Comienza por el
tobillo, sube por la curva sedosa de la pantorrilla, luego un poco más alto…
un poco más alto…
—Creo que estás intentando seducirme —dice Dahlia detrás de su capa,
levantando una ceja. Me está echando una mirada que dice que me ha
atrapado. Bueno. La quiero sobre mí. Ahora mismo.
—Creo que está funcionando. —Tomo las copas y las dejo en la mesa,
mientras ella actúa sorprendida.
—Estoy sedienta después de ese ejercicio extenuante —dice ella. En
efecto. ¿Quién sabía que el duelo mágico tomaba tanto de una persona? Me
inclino hacia delante y la beso una vez, rápidamente, lo suficiente como para
hacerla gemir suavemente cuando me detengo. Suficiente para hacer que ella
se mueva un centímetro hacia adelante, con ganas de más. Pronto. Muy
pronto.
Inserta cualquier chiste de “haz que ocurra la magia” que te gustaría
aquí y luego sal amablemente de ahí. La señora y yo necesitamos estar solos.
—Pete parecía feliz —dice ella. Sus ojos brillan con diversión—.
Espero que a los niños les haya gustado su sorpresa.
—Mmm. —No quiero quedarme demasiado tiempo en ese tema,
obviamente. Después de todo, Dahlia no necesita saberlo todo… pero me
gustaría que lo hiciera. Ese es un momento sorprendente para mí. Dios,
quiero que esta mujer esté al tanto de todos mis esquemas medio locos y
tremendamente increíbles. ¿Por qué? Porque ella lo equilibra todo. Tiene
suficiente diversión, pero también me empuja. Me refrena de buena manera
—. Nunca he tenido tanta, bueno, diversión antes —le digo. Ella arruga la
nariz, sonriendo.
—¿Soy mejor distracción que apostar en Monte Carlo o navegar por el
Mediterráneo?
—Sí, porque Monte Carlo y el Mediterráneo no tienen unas tetas tan
impecables —digo. Ella pone los ojos en blanco, todavía riendo, pero me
maldigo internamente. Eso no es lo que quería decirle. No es lo que quería
que ella escuchara—. Y no hicieron tanto para ayudar a mi hermano. —
Acaricio con mi mano su brazo, trazando un camino hacia arriba,
deleitándome con la sensación de sentirla. Esta vez, no estoy apuntando a
ninguna zona erógena; se trata de estar presente con ella, conectados de
alguna manera.
Todos los pensamientos por lo que habría dado mi testículo izquierdo
para evitar, pero ahora que estoy aquí… me gusta. Me gusta mucho.
—Pete es un buen chico. Me alegro de haber podido ayudar. —Ella
sonríe gentilmente, su frente arrugándose con lo que parece ser preocupación
—. No sabía cuánto podía hacer un tiramisú, pero me alegra que haya
funcionado.
—No es solo el pastel. Eres tú. Le diste un poco de esperanza, un lugar
para aliviar el estrés. Un lugar para sentirse seguro. —Porque eso es parte de
lo que es, tal vez. Pete y yo hemos estado solos, sin otra familia, desde hace
un tiempo. Dahlia Rossi entró como un tornado en mi vida con una boca
escandalosa, sí, y con tetas sensacionales, ¡Oh, sí!, y una lista de reglas tan
largas como mi brazo. Pero también llegó sabiendo cómo ser parte de una
familia, y me mostró lo que me había estado perdiendo.
Lo he echado de menos durante tanto tiempo que ni siquiera estoy
seguro de poder encontrar mi camino de regreso.
Pero demonios, podría estar dispuesto a intentarlo.
—¿Qué hay de ti? —Su voz es entrecortada, tal vez incluso un poco
temblorosa. Me mira con atención, como si estuviera a punto de convertirme
en una serpiente encantadora y bien equipada, y morderla. ¿Tal vez tiene más
miedo de las relaciones de lo que deja ver? O tal vez… tal vez le guste más
de lo que se ha querido admitir a sí misma.
Demonios, qué gran coincidencia sería esa.
—¿Sinceramente? No puedo recordar la última vez —digo, acercándola
a mí, mis labios rozando los de ella—, que me sentí tan bien.
Su mano se desliza por mi pierna, haciendo un buen cambio de papeles,
por lo general es al revés. Algo bueno, porque mi miembro más preciado se
está animando a medida que ella descansa su mano sobre eso. Aprieta, solo
una vez, y ahora es mi turno de gemir. Mierda, todo lo que hace esta mujer
me excita.
—Entonces, ¿cómo te gustaría sentirte aún mejor? —susurra,
besándome, sus labios se separan. La presiono contra mí, agarrando con mi
mano su cabello, tirando su cabeza hacia atrás. Sonríe, me muerde el labio y
me provoca con sus dientes mientras yo empiezo a liberar el cinturón de su
bata. Lo suelto por completo y separo las partes de la bata, dándome otra
visión de su cuerpo perfecto. Dahlia se mueve rápido y se monta a horcajadas
sobre mí para que pueda ver todo lo que exhibe. La beso entre sus tetas, luego
muevo mi lengua sobre su pezón izquierdo hasta que se pone duro, en su
punto máximo y perfecto. Ella gime, retorciéndose contra mí mientras deslizo
una mano entre sus piernas, encontrándola húmeda y esperándome. Deslizo
un dedo en su delicioso coño, sintiendo su apretón alrededor de mí cuando
comienzo a bombear.
—Todavía no —susurra, alejando mi mano. Me siento mareado,
desconcertado y luchando contra mis malditos pantalones. Se arrodilla
delante de mí, jalándome para que la deje continuar. Entonces sus manos
hábilmente encuentran mi hebilla de cinturón, y comienza a desabrocharme
los pantalones. Oh, maldición, sí.
En poco tiempo, libera mi polla, que palpita en su pequeña mano
caliente. Mierda, se siente tan bien mientras me acaricia, luego se inclina y
besa la punta. Gimiendo, me agarro del asiento; eso fue casi suficiente para
enviarme al punto de correrme. Intentando mantener el control, cierro los
ojos mientras siento que sus labios se cierran sobre mi punta, su lengua
moviéndose en círculos en un ritmo perfecto y delicioso. Joder, creo que
estoy a punto de explotar cuando ella me traga más profundo, su mano
apretando la base de mi polla. Se mueve perfectamente, el ritmo es
persistente, su cabeza se balancea hacia adelante y hacia atrás.
Joder, podría correrme ahora mismo.
—Eso es correcto. —Me oigo susurrar, aunque creo que estoy a punto
de tener una experiencia extracorpórea—. Eso es. Dios, no te detengas ahora.
Ya, cada músculo de mi cuerpo se tensa, saboreando la exquisita tortura
de su lengua, su boca, su mano. Me libera por un momento, mirándome con
una mirada seria de auto satisfacción. Le encanta verme de esta manera; le
encanta saber cuánto necesito lo que está haciendo. Nunca he querido estar a
merced de alguien más en mi vida.
Me lame, larga y lentamente, desde la base hasta la punta, antes de
llevarme de vuelta a su boca. Comienza de nuevo, con el ritmo perfecto, y
todo lo que puedo hacer es tragar, cerrar los ojos y volver a tener el control.
Mi respiración se detiene, pero no estoy listo para el final. Aún no. Aún no.
—Detente —digo, mi voz ronca y áspera. Dahlia se detiene, se aparta y
me mira con los ojos muy abiertos y preocupados—. No quiero correrme
hasta que esté muy dentro de ti —susurro, levantándola sobre sus pies. Ella
gime mientras la beso, pasando mi mano por su cuerpo, el contorno de su
pecho, el suave valle de su estómago, todo el camino para deslizarme entre
sus piernas. Rodeo su clítoris con mi dedo, y ella se arquea contra mí. Con un
movimiento fácil, la tengo acostada en el banco, desnuda y jadeando, con la
cara enrojecida mientras me levanta la mirada hacia mí.
Entonces presiono el botón “No molestar”, lo que debería haber hecho
antes de esto. Me gustaría que hubiera un botón “No molestar a causa de
sexo”, pero eso podría ser un poco demasiado específico para las
sensibilidades de los asistentes de vuelo.
Con las manos temblando, busco el condón, rasgo el envoltorio y se lo
pongo a la bastarda mientras Dahlia lucha por levantarme la camisa. Un
segundo después y eso también ha desaparecido, y sus manos me agarran la
espalda mientras me tumbo sobre ella. La agarro por la cintura y levanto un
poco sus caderas, mientras ella me ayuda. Lentamente, deliberadamente,
tomo mi polla y la deslizo hacia arriba y hacia abajo por la unión húmeda de
su coño, escuchando su excitación y sintiendo como se presiona contra mí.
—Jack. Por favor —murmura, su cuerpo poniéndose tenso debajo de
mí. Cristo, creo que ya está al borde del orgasmo.
—Lento, nena. Lento —susurro contra su garganta, besándola mientras
me deslizo dentro de ella hasta la punta, maldición, incluso no estoy segura
de poder controlarme por mucho más tiempo. Me cuesta todo lo que tengo
salir, y comenzar ese movimiento exasperantemente maravilloso, arriba y
abajo, sin entrar. Dahlia me clava las uñas en la espalda. Joder, mucho más
duro y dejará una marca.
Creo que quiero eso. Quiero que su cuerpo aún sienta mi presencia
cuando termine, para saber que estuve allí. Que ella era mía.
Dahlia es impaciente y envuelve sus piernas a mi alrededor. Quiere
atraerme hacia abajo, muy dentro de ella. Me resisto, apoyándome en mis
brazos sobre ella. Sus ojos están amplios y conmovedores, sus labios
separados por la necesidad.
—Te necesito —susurra—. Fóllame. Ahora.
Soy un hombre paciente, y tengo autocontrol. Pero solo tengo un tanto.
Lentamente, tomándome mi tiempo, la penetro poco a poco. Dahlia
gime, todavía intentando tirarme hacia abajo, todavía intentando llevarme
todo el camino. No dejo que se apresure en esto, tomándome mi tiempo
deliberadamente, hasta que finalmente estoy enterrado dentro de ella tan
profundamente como puedo ir. Todo su cuerpo tiembla, su coño apretándose
contra mi polla. Joder, ella es exquisita.
—Jack —gime mi nombre una y otra vez, levantando sus caderas,
apretándome con fuerza entre sus piernas—. Por favor —susurra esta última
palabra en mi oído, mordiéndome delicadamente el lóbulo de mi oreja
mientras lo hace. Me pongo rígido; necesito de toda mi concentración para no
correrme ahora mismo.
Empiezo a moverme, empujando dentro de ella tan profundamente
cómo puedo ir. Tan profundo como me sea posible ir. Me pasa sus dedos por
mi cabello, gimiendo mientras me besa. Me alejo, levantándome sobre mis
codos, para mirarla a la cara. Su pierna se desliza arriba y abajo por mi
espalda, y se arquea cuando la embisto. Cada vez que trata de apurarse, me
inclino hacia delante para besarla y morderle el cuello y los senos, para
frenarla. Dahlia jadea, sus ojos cerrándose mientras desliza una mano entre
nosotros para frotar su clítoris al mismo tiempo que mis embistes. Eso lo
hace. Su cuerpo entero se pone rígido otra vez, y su rostro se sonrosa de un
profundo rojo.
Esta lista. Está en el borde.
La penetro de nuevo, montándola más fuerte.
—Córrete para mí. Ahora —gruñí en su oído. Su coño me aprieta aún
más fuerte, intentando mantenerme dentro. Su respiración se acelera, con
pequeños jadeos, sus tetas rebotando con cada empuje.
Dahlia gime, arqueando la espalda otra vez… y luego grita mientras
bajó una mano y acaricio su clítoris una vez más. Todo su cuerpo se pone
rígido, y la escucho gritar mi nombre, envolviendo sus brazos alrededor de
mi cuello mientras se estremece por el orgasmo. El mundo se vuelve blanco
ante mis ojos, y me corro justo detrás de ella, vertiéndome dentro de ella.
Ahora, mientras ambos recuperamos el aliento, estoy acostado encima de
ella, respirando su aroma, todo jabón y sexo. ¿Quién sabía que era una
combinación tan potente?
Podría tener un nuevo producto para vender.
Sé exactamente con quién quiero probar el prototipo.
—¿Técnicamente acabamos de tener sexo de altura? —pregunta
Dahlia, mientras nos separamos, y la sostengo contra mí—. Quiero decir, no
lo hicimos en el baño.
—Es una especie de trampa cuando eres dueño del avión —admito.
Entonces me encojo de hombros—. Pero creo que podemos considerarlo
como tal.
—Antes de que te conociera, nunca hice trampas con nada —se burla,
besando mi pecho y cerrando los ojos. Mi mano acaricia su espalda desnuda.
—Antes de que te conociera —digo, presionando mis labios sobre su
hombro—, nunca me di cuenta de lo divertidas que podrían ser las reglas.
19
Dahlia
Traducido por Moreline y Florff
Corregido por Mime
Dahlia tenía razón. Lo había jodido todo para mí, para mi hermano, sus
hijos y todos los demás dentro de un radio de ocho kilómetros alrededor de
mi oficina.
Bueno, tal vez eso último no sea del todo cierto. La esposa de Liv
finalmente va a tener a los bebés y Liv irrumpe en mi oficina para decirme
eso. Su rostro está blanco, sus ojos brillantes. Su peinado normalmente
perfecto está desordenando, como su hubiera estado pasando sus manos por
él. Cristo, creo que está a punto de derrumbarse. Si conoces a Liv, sabes que
esto es como ver a un unicornio bailando tap. Es algo que ninguna persona
sana pensó que alguna vez veríamos. Luce positivamente atolondrada.
—Ya vienen. ¡Finalmente! Estaba empezando a dudar si alguna vez
llegarían —dice, sin aire y rebotando sobre los dedos de sus pies—. Hospital
St. John. Quiero decir, ahí es donde está Monica. Puedo ir ahí y regresar justo
después de…
He estado sentado detrás de mi escritorio en mi oficina de Santa
Monica. Casi nunca estoy aquí, pero es algo bueno que lo esté hoy. Me
levanto, voy hacia Liv y la tomo de los hombros.
—Vas a irte, estar con tu esposa y será mejor que no te vea en seis
semanas —digo, completamente serio—. Vas a tener todos tus beneficios y
paga y si quieres más tiempo, hablaremos al respecto. Si te veo por aquí,
personalmente te acompañaré a la salida. Luego tendré a una monja con una
campana siguiéndote por todos lados gritando “vergüenza” cada vez que
intentes regresar a la oficina.
—Deja de ver Juego de Tronos, monstruo. —Liv sonríe, luego hace
algo muy poco característico de ella, pero bastante apreciado: me abraza—.
¿Qué hay sobre la cosa con Evelyn? —murmura.
Sí. La cosa con Evelyn. Regresaremos a eso, pero en el momento
prefiero celebrar algo bueno. No parece haber mucho de lo bueno en mi vida
en estos días. Gentilmente comienzo a sacar a Liv de la habitación.
—Lidiaré con eso. De todas formas, es mi responsabilidad.
Eso provoca que ella arqueé una ceja.
—No sé qué te sucedió, Jack. Ahora eres tan… adulto.
—¿Te gustan los cambios?
Frunce su nariz.
—Extrañaré las salidas espontaneas al paintball.
—Oh, a la mierda. Esas están aquí para quedarse. Ahora, sal de aquí,
porque si no lo haces no te traeré una caja de cigarros cubanos más tarde.
Los ojos de Liv se agrandan.
—No te atrevas. He estado esperando ansiosamente por eso.
Finalmente, consigo meterla al ascensor y fuera hacia su familia. Luego
me dirijo de regreso a mi oficina, cierro la puerta y me siento en mi escritorio
a pensar. El momento con Liv me permitió un poco de tiempo alejado de este
problema en particular que estoy teniendo. Y chico, si es un gran problema.
Evelyn descubrió quién era Voldemort. Revisó el listado de empleados,
sumó uno más uno y también supo que Pete era Hagrid. Ahora he violado la
orden de restricción, que por suerte será pasado por alto con una donación
adicional a la fundación para viudas y huérfanos. Aunque lo que no será
pasado por alto es el problema de Pete con su exesposa. Evelyn tiene todas
las municiones que necesita para incluso quitarle las visitas a Pete.
Cuando recibí la llamada y se lo dije, se quedó callado. Luego se
levantó y se fue de la casa. No tomó sus llaves o su teléfono con él,
simplemente se fue. Y me quedé ahí sentado, sintiéndome como el idiota más
grande del mundo, lo que bien podría ser.
De nuevo, Dahlia tenía razón. No pensaba las cosas con detenimiento.
Puse mi propia necesidad de hacer pagar a Evelyn sobre la necesidad de mi
hermano de estar con sus hijos. Además de todo eso, me enemisté con una
mujer sobre la que no puedo dejar de pensar. Todos a quienes conozco y por
quienes me preocupo están en problemas en este momento, por mi culpo.
Bueno, excepto Liv, pero si olvido esos cigarros va a tener mis bolas en una
mordaza.
Incluso esa imagen no es divertida en este momento. Bueno, no que
fuera tan divertida desde el principio.
Voy y me paro junto a la ventana, mirando hacia la clara extensión azul
del Pacifico. Y sé, justo en ese momento, lo que necesito hacer. Va a doler.
Demonios, va a ser como cubrir mis bolas con miel y acostarme en un nido
de hormigas de fuego. Pero tiene que hacerse si quiero mi maldita vida de
vuelta.
Cuando llamo a Evelyn, ni siquiera estoy seguro que vaya a contestar.
Después de todo, justo ahora los abogados me han aconsejado que cualquier
tipo de contacto no es la idea más inteligente del mundo. Por eso me refiero a
que mi abogado me tomo por las solapas y me dijo: “¡Jesucristo, deja de
joder esto de sobremanera!” antes de tomar un antiácido. Sí, tengo la
tendencia a ir en contra de las figuras de autoridad. Es lo que hace que un
quisquilloso chico nerd se convierta en un billonario. Pero esta vez, no estoy
intentando ganarle algo a mi excuñada. Esta vez, no se trata de mí.
Por la primera maldita vez, no va a ser sobre mí.
—No puedo creer que seas tú. —Es el saludo de Evelyn. Ja, ¿está
sorprendida por mi demencia? ¿No sabe que es un suministro ilimitado, con
más de ello almacenado?
—No estoy llamando para pelear. —Siempre es una buena manera de
comenzar. Evelyn resopla.
—Entonces tal vez deberíamos colgar.
Mierda, estamos a dos segundo de que mi número sea bloqueado, lo sé.
—Lo eché todo a perder. Complemente. Totalmente.
Incondicionalmente. Muéstrame cualquier mejora, donde sea y la eché a
perder. Feamente.
La colorida demostración de verborrea me gana otro minuto en el
teléfono. El silencio de Evelyn es pensativo.
—Estoy consciente de ello —dice sin emoción.
Ves, esto es por lo que mi sangre comienza a hervir y quiero decirle
todas las brutales verdades sobre ella: que es una infiel, no es una buena
madre, es manipuladora y vengativa, que nunca habría conocido a Dominic si
no hubiera sido por mí, que no es y nunca será la mitad de buena persona de
lo que es Pete. Todas esas cosas merecen ser dichas y un día, preferiblemente
en la corte o ante un juez o al menos en las redes sociales, diré esas cosas.
Pero hoy no se trata de mí. Se trata de Pete y los niños.
—Pete, sin embargo, no lo echó a perder. Es un buen hombre. Es
mucho mejor hombre que yo —digo. Estoy listo para que castigue
verbalmente a mi hermano, pero permanece en pensativo silencio. Tan
pensativo, que de hecho, presiono un poco—. Eso lo sabes, por supuesto.
—Pete no es… —La escucho suspirar—. No lo dejé porque fuera un
mal hombre.
Ese es todo un paso hacia adelante que casi tengo miedo de decir otra
palabra.
—Es un buen padre, Evelyn. Tus hijos lo aman y él los ama a ellos.
Silencio puro. Luego:
—Lo sé. —Suena tranquila cuando no estamos gritándonos uno al otro
sobre quién es el idiota más grande. Como que podría acostumbrarme a esto.
—Yo soy quien rompió las reglas. Soy quien puso en juego la relación
de Pete con los niños. Lo que sea que quieras hacer como castigo, estoy más
que dispuesto a tomarlo. Solo no lastimes a Pete por mi culpa. Creo que es
algo justo para pedirte.
Sentado en mi escritorio, espero. Los segundos pasan mientras ella
evalúa. Cierro mis ojos fuertemente y espero. Me imagino a Dahlia junto a
mí, una mano en mi espalda para darme apoyo moral. Puedo oler su perfume,
sentir su cabello rozar mi mejilla mientras se agacha. Cuando pienso en ella,
siento que mis pies se plantan en el suelo. Es el ancla más sexy que un
hombre pudiera esperar tener.
Y la perdí.
—Pete nunca ha sido el problema —dice Evelyn por fin. Su tono se
vuelve brusco—. Tú lo eres.
—¿Yo? —¿Este humilde servidor, el tío más genial del mundo? Estoy a
punto de pasar por lista de todas las cosas geniales que he hecho con los
niños, incluidas montar ponis salvajes, salto de bungee junior, conducir autos
de carreras…
Bueno, tal vez tenga un punto. Un punto pequeño, eso sí.
—Desde que me separé de Pete, has estado intentado convencer a los
niños de que soy un tipo de monstruo. —El hecho de que dejó a su padre
espera justo en la punta de mi lengua, pero otra vez… esto no se trata de mí.
Aunque estoy aferrando el brazo de mi silla con suficiente fuerza para doblar
el metal—. Y les das todos estos regalos salvajes y extravagantes y viajes y
entonces, cuando llegan a casa yo soy la aburrida. Asocian a su tío Jack con
su papá, así que todas las cosas divertidas suceden contigo y todas las cosas
malvadas y aburridas suceden conmigo.
Por muy idiota que sea Evelyn, y lo es, en eso estamos claros, está
teniendo algo de razón en este momento, por mucho que odie admitirlo. No
he hecho nada malo al no ser su más grande fan, pero probablemente soy
culpable de intentar comprar a los niños para que estén del lado de Pete. Él
no ha hecho nada malo, pero yo sí.
—Está bien —digo, mi voz uniforme. Evelyn hace un ruido de
sorpresa. Puedo imaginarla casi tropezándose en sus tacones altos Gucci.
—¿Está bien?
—Necesito dejar de meterme en tu vida y en la de los niños. De ahora
en adelante, seré el tío Jack. El genial tío Jack. El atractivo tío Jack.
Naturalmente, el tío Jack con el increíble estilo de vida y el cabello perfecto.
Pero los llevaré por un helado, no entraré como un ninja a tu casa en la mitad
de la noche y que la conviertan en una fortaleza de helado. —Suspirando,
asiento—. Seré menos duro contigo.
—Yo… gracias —dice por fin. Algo del hielo en la conversación se
derrite.
—Lo único que pido es que tú también lo seas con Pete.
Evelyn suspira.
—No quiero sacarlo de sus vidas.
—Solo está pidiendo la custodia compartida. Eso no es mucho. —
Tamborileo mis dedos en el escritorio, esperando. Está vacilando; puedo
sentirlo—. Como dije. Lo eché todo a perder. Siento mucho eso.
—Bueno. No he hecho de esto la transición más fácil del mundo —dice
por fin.
Santa mierda, Evelyn admitió que no es completamente perfecta.
Desearía como el infierno estar grabando esto, así podría hacerlo un remix y
me ejercitaría con ese ritmo.
—Entonces vamos todos a relajarnos un poco. ¿Qué dices? —Tiene
que saber lo que en realidad estoy diciendo: dale a Pete un descanso.
—Creo que eso puede arreglarse —dice, todavía un poco distante, pero
no irracional. Justo ahora, eso es todo lo que necesito escuchar—. Haré que
mis abogados llamen a los de Pete y les digan que podemos seguir adelante
con la custodia compartida… mientras que no haya más exacerbaciones
dramáticas, Jack.
Siento una exacerbación dramática haciéndose más fuerte cuando dice
eso. ¿Yo soy el que tiene las exacerbaciones dramáticas? No soy quien dejó a
Pete en el limbo durante seis meses debido a…
Casi puedo sentir la mano de Dahlia presionando en mi hombro de
nuevo. Mantente tranquilo. Hazlo por Pete. Piensa con claridad. Es como si
fuera este sexy ángel de buen corazón susurrando en mi oído.
También hay una versión sexy y demoniaca de ella en un corsé push up
y cuernos de plástico rojos que está mordisqueando mi otra oreja. Maldición,
eso es un distractor.
—Suena bien. —Me encuentro diciendo. Traga un poco de tu orgullo,
Jack. Por el bien de los niños y de Pete. Evelyn suspira en el otro lado
—Entonces los llamaré de inmediato. ¿Jack? —Por primera vez en
mucho tiempo, escucho a su mellado tono glacial derretirse un poco—.
Gracias por llamar.
—Gracias por hablar —respondo, luego cuelgo. Mi sangre está
zumbando en mis oídos, la energía fluyendo por mi cuerpo. Es mi instinto
golpear a un problema hasta la sumisión, pero logro manejar esto con solo un
poco de compromiso y buen juicio. Dahlia estaría orgullosa de ello.
¿Le gustaría escuchar al respecto? Tal vez. Demonios, eso espero.
Levanto el teléfono de nuevo y paso mi pulgar por su nombre. Rossi, Dahlia.
Lo miro fijamente durante un segundo, intentando convencerme de no
hacerlo. No responderá, idiota. Ya no quiere verte más.
A la mierda. Solo puedo ser así de sensible en el curso de un solo día.
Presiono “llamar” y espero. Un tono. Dos tonos. Tres tonos.
Siempre responde antes del tercer tono. Es así de predecible.
Cuando pasa al buzón de voz, cuelgo y miro de nuevo hacia el océano.
A la mierda, aprendí una maldita buena lección de Dahlia Rossi. Un par de
ellas, de hecho. Primero, aprendí a mantener mi calma, a no gritar a todo
pulmón por el entusiasmo.
Segundo y más importante, he aprendido lo que se siente darse cuenta
que todo el dinero y paciencia y lecciones aprendidas en el mundo no pueden
arreglar lo que está roto entre dos personas.
Esa lección, damas y caballeros, es una terrible perra.
22
Dahlia
Traducido por Lyla
Corregido por LizC
***
FIN
Créditos
Moderación
_Adry02_
Marta_9808
Pazita
Traducción
Ale Grigori
Âmenoire
AnnaTheBrave
Brisamar58
Florff
Izabeth
LizC
Lyla
Masi
Moreline
Naomi Mora
Olivia Vitale
Smile.8
Corrección
~Ángel'Grey
AnnaTheBrave
Disv
Indiehope
LizC
Mime
Vickyra
Diagramación
marapubs
¡Visítanos!
Notas
[←1]
Tipo de insulto.
[←2]
Spanx, Inc: fabricante americano de ropa que se enfoca en ropa interior modeladora y leggins,
fundada en Atlanta, Georgia.
[←3]
Goodfellas: película estadounidense de drama criminal semi-ficción de 1990.
[←4]
Edward Scissorhands: en referencia a la película estadounidense que cuenta la historia de un
hombre creado artificialmente, que tiene tijeras en vez de manos.
[←5]
TDAH: siglas para Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad.
[←6]
En el texto original “from” se traduce como "desde" y “for” como "para", de ahí
que Edith se confunda al leerle los labios a Dahlia.
[←7]
Excedrin: medicamento para tratar la migraña.
[←8]
Fortune 500: ranking global sobre las 500 empresas medidas en ingresos, publicado en la
revista Fortune.