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4-.

La Prisión Preventiva

El legislador establece ciertos criterios que permiten al juez determinar cuándo una persona que es peligrosa para la
seguridad de la sociedad estos son que la pena asignada al delito sea de cinco años y un día o más; que el imputado haya
sido condenado anteriormente por un delito que tenga igual o mayor pena; cuando éste tuviese procesos pendientes; o
cuando se encuentre condenado cumpliendo su pena en libertad (con beneficio de firma o reclusión nocturna) art 140
CPP. Junto con lo anterior Chile tiene un principio rector en esta materia que emana de la Constitución Política, tratados
internacionales, y es que ella sólo puede ser decretada como último recurso.

No obstante, si revisamos las cifras se puede observar cómo en la actualidad la prisión preventiva ha pasado a ser la
primera medida cautelar que se decreta. Esto se ve afectado en 2008 con la entrada en vigor la ley 20.253, denominada
“agenda corta”, entre otras modificaciones, buscó ampliar los criterios de aplicación de la prisión preventiva, pasando de
ser medidas excepcionales a la más usada, provocando que en muchos casos las personas que estaban en prisión
preventiva por delitos menores, salgan de la cárcel con su pena cumplida e incluso habiendo pasado más tiempo al que
realmente se les condenó, tal como se muestra en el gráfico del 24 de abril del 2019 del Diario la Tercera.

Este dato no deja de llamar la atención y no puede ser sino una voz de alerta que nos invite a reflexionar en torno a que
las prisiones preventivas no pueden ser automáticas. Siempre va a existir un conflicto entre, el interés de la sociedad, los
derechos de la persona imputada y su libertad, sin embargo, siempre debemos tener presente que cada persona tiene
derecho a que se le presuma inocente, siempre en caso de dudas debe prevalecer la libertad.

5-. Juez de Cumplimiento de la Sentencia.

establecer un Juez de Cumplimiento de la sentencia, con la finalidad de que se encargue de todo lo posterior al Juicio. La
condena no significa el final del proceso; en otras palabras, el proceso jurisdiccional continúa luego de ejecutoriada la
sentencia condenatoria, pero cambia de sede. Estas ideas según Carnelutti en su estupenda obra Las Miserias del
Proceso Penal, cobran especial interés en nuestro país si reparamos en la ingente actividad legislativa reciente que ha
incidido en la ejecución de las penas. La ley que regula los beneficios alternativos al cumplimiento de las penas ha
sufrido una importante modificación, que no sólo introdujo nuevas figuras complementarias a las tradicionales, remisión
condicional de la pena y libertad vigilada, sino que también la posibilidad de controlar al condenado por medios
telemáticos además de crear registros especiales de inhabilidades para los condenados por determinaos delitos y para
quienes son definidos como prófugos de la justicia.

A su turno la regla de ejecución en el Código Orgánico de Tribunales se ha mantenido inmutable, ya que la ejecución de
toda sentencia penal recae en los Juzgados de Garantía. Ello descarta, entonces, la intervención de una judicatura
especial en esta etapa. La pena, como reacción estatal, tiene una indudable dimensión espacio temporal. Por lo mismo
el propio Mensaje del Código afirma que el modelo permite un amplio desarrollo de la jurisprudencia “destinada a fijar
parámetros mínimos a las condiciones de vida intramuros. La Ley 18.216 y otras referidas al seguimiento de los
condenados reclaman del juez una constante preocupación del curso del cumplimiento de la pena. Subyace la idea que
mientras se cumple la condena, el Estado como decía Carnelutti no deja al condenado librado a su suerte.

Resulta necesario entonces sustraer de la competencia de los Jueces de Garantía las materias relativas al cumplimiento
de la pena en la fase de cumplimiento de la pena cualquiera sea su modalidad, y los cambios en las modalidades de
ejecución, además de resolver las solicitudes de los intervinientes y terceros.

6.- La Llamada puerta giratoria

El 2014, se experimentó la cifra más alta desde el año 2000 en la victimización en Chile, junto a ello el temor de la
población y desconfianza en la eficiencia de los centros de justicia considerándolos garantistas y permisivos aumentando
la auto tutela.

La situación se encuentra hoy en debate público, y se antepone a las declaraciones del Subsecretario de Prevención del
Delito, quien ha criticado que uno de cada cuatro beneficiados de indulto, ha vuelto a delinquir.

Esto debido a un sistema que resulta ser garantista en favor del delincuente facilitando la comisión de faltas, bajo la
figura de “delitos de bagatela”, que no merecen mayor detenimiento con el único afán de cumplir metas institucionales
internas, promovidas por bonos, pero que están lejos de entregar un acercamiento de justicia a los usuarios del sistema
penal, como se demuestra en los siguientes gráficos.
A mayor abundamiento, ¿Cómo entender la permisión de nuestro actual presidente, respecto de ordenar la libertad de
9.500 condenados por delitos graves bajo la figura del indulto?, Podemos traer a la vista el temor del ciudadano libre a
realizar denuncias y que estas finalmente lleguen a nada, siendo archivadas o simplemente el imputado sobreseído.

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