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“Y el Señor añadía cada día a la iglesia”

Hechos 2:47
Por: Juan Ramon Chávez

Introducción.
El apóstol Pablo hablando a los corintios sobre los roles que cada obrero cristiano
desempeña en el reino, dice: “Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha
dado Dios” (1 Corintios 3:6). Pablo sembró la semilla, es decir, ayudo a la
conversión de la gente en la ciudad de Corinto y Apolos regó la planta, es decir,
ayudo a edificar a los hermanos. Pero ninguno de los dos se lleva el crédito del
crecimiento de la iglesia, porque Pablo dice que “el crecimiento lo ha dado Dios”.
Así que, el crecimiento de la iglesia no depende de los dones y talentos de los
predicadores y maestros de la iglesia, sino de Dios. Algunos predicadores están tan
preocupados de hacer crecer la iglesia que adoptan diferentes modas para atraer a la
gente, como introducir música instrumental para cada generación, ofrecer despensas
y ofrecer en cada culto un show. Además, evitar temas que puedan hacer sentir
incomodos a los oyentes, como temas de la santificación, del pecado, del infierno,
etc. Se les ha olvidado que no es la invención humana lo que hace crecer la iglesia,
sino Dios. Nosotros lo que tenemos que hacer es predicar el evangelio, pero es el
Señor el que añade a la iglesia. Como Pedro lo dijo al principio de la iglesia: “Y el
Señor añadía cada día a la iglesia”. Y sobre esta frase quiero que hablemos, “Y el
Señor añadía cada día a la iglesia”.

I). ¿A QUIÉN EL SEÑOR AÑADE A LA IGLESIA?


Según el contexto de este pasaje:
A. A quien oyó su palabra.
Oír siempre es necesario, pero es poco practicado. En el hogar las esposas se
quejan que su esposo no la escucha, en las escuelas los maestros se quejan que
sus alumnos no escuchan, etc. Pero el problema más grave es cuando el hombre
no escucha a Dios. De allí que Jesús dijera: “Si alguno tiene oídos para oír,
oiga” (Marcos 4:23). En cierto sentido todo depende de oír. Porque oír nos
permite seguir instrucciones y escuchar advertencias. En este contexto Lucas
dice: “Al oír esto” (Hechos 2:37) refiriéndose a la gente que estaba escuchando
la predicación del apóstol Pedro. La gente escucho antes de aceptar el evangelio.
Aquí oír les produjo fe y les permitió tomar conciencia del terrible pecado que
habían cometido crucificando al Hijo de Dios. Y al aceptar el evangelio Dios los
añadió a la iglesia. Así que, oír es esencial y forma parte del requisito para ser
añadido a la iglesia.

B. A quien se arrepintió de sus pecados.


Otro requisito que Pedro les plantea a sus oyentes es que tienen que arrepentirse
de sus pecados (Hechos 2:38). No esconderlos, no negarlos, no minimizarlos,
sino arrepentirse de ellos. Y la palabra “arrepentimiento” básicamente significa
un cambio:
1. Un cambio de pensamientos. Si antes pensaba en el pecado, ahora pienso en
la santificación.
2. Un cambio de sentimientos. Si antes ama el pecado, ahora amo a Dios.
3. Un cambio de actitud. Si antes estaba dispuesto a hacer lo malo, ahora estoy
dispuesto a servir a Dios.
4. Un cambio de dirección. Si antes iba tras el pecado, ahora voy tras de Cristo.
Aunque la palabra arrepentimiento puede sonar dura y exigente a mucha gente,
es parte del evangelio de Cristo. Cuando Juan el Bautista empezó a predicar
decía: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo3:2).
Cuando Jesús empezó a predicar dijo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos
se ha acercado” (Mateo 4:17). Y ahora, que Pedro comenzó a predicar también
dijo: “arrepentíos”. Porque el Señor no puede añadir a nadie a su iglesia, que no
se haya arrepentido de sus malas obras que les han ofendido. Así que el
arrepentimiento también es esencial.

C. A quien se bautizó. Hechos 2:41


El bautismo es un mandamiento de Cristo (Mateo 28:19; Marcos 16:16). Y es un
medio por el cual el que cree se identifica con la muerte y resurrección de Cristo
según Romanos 6:3-5. Por eso la predicación del evangelio incluye la
predicación del bautismo como lo vemos en la historia del etíope eunuco
(Hechos 8:26-39). El Señor no puede introducir a nadie a su iglesia que no haya
sido primero lavado de sus pecados en las aguas del bautismo como lo hizo
Saulo de Tarso (Hechos 22:16). Nadie es forzado para ser bautizado, es un acto
voluntario. Cada quien es libre de decidir, sin embargo, toda persona debe saber
que, sin ese acto, no se entra al reino del amado Hijo de Dios (Colosenses 1:13).
Porque el Señor añade a los que ya han sido bautizados.

D. A quien se salvó. Hechos 2:47


La Reina Valera no hace una traducción correcta cuando dice: “Y el Señor
añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (Hechos 2:47). La
Biblia de las Américas traduce mejor diciendo: “Y el Señor añadía cada día al
número de ellos los que iban siendo salvos”. Aunque la palabra “iglesia” no
aparece en los más antiguos manuscritos griegos en este texto, es evidente que a
ella se refiere. A ella añadía los que “iban siendo salvos”. Porque es en la iglesia
donde están las personas salvadas. “No había personas salvadas fuera de la
iglesia, porque el proceso que las salvaba era el mismo que las hacia miembros
de la iglesia. Tampoco había votación por parte de la iglesia para determinar
quién podía ser nuevo miembro, porque solamente Dios puede añadir miembros
a su familia” (El cristianismo en Marcha- Libro de los Hechos. Pág. 10. Worldwide Spanish Literature Ministry). Es cierto que
la iglesia no salva, la iglesia son los salvos por Cristo. La membresía a la iglesia
no es el medio de la salvación, sino el resultado de la salvación. Pero también es
cierto que solo en la iglesia están los salvos.

II). ¿PORQUE EL SEÑOR AÑADE A LA IGLESIA?


A. Porque él es el dueño de la iglesia.
Algunos predicadores o hermanos cuando invitan a las personas a la iglesia a
veces les dicen: “Le invito a mi iglesia”. Pero la realidad es que nosotros no
tenemos ninguna iglesia. La iglesia le pertenece a otra persona, a Cristo. Hechos
2:47 dice que es el “Señor” quien añade a la iglesia. Este Señor es el Señor
Jesucristo. Y tiene este poder de añadir a la iglesia porque es su iglesia. El la
compro con su propia sangre (Hechos 20:28; 1 Corintios 6:20). “Él es su
Fundamento (1 Corintios 3:11), su Piedra Angular (1 Pedro 2:5-6) y su Cabeza
(Efesios 1:22-23). La iglesia es Su esposa (Efesios 5:21-33); lleva Su nombre
(Romanos 16:16). Llamarla “mi iglesia” sería reclamar a Su esposa como la mía”
(https://www.ebglobal.org/articulos-biblicos/no-quiero-que-se-una-a-mi-iglesia-consultado el 19 de Marzo 2021). Aunque estamos

muy familiarizados con la iglesia y tenemos tanta confianza con ella, no es


nuestra.

B. Porque los hombres no pueden añadirse solos.


Nosotros no podemos decir voy a unirme a ese equipo de futbol o a ese equipo
de voleibol, porque tenemos que ser elegidos. Tampoco podemos decir voy a ser
parte de esa escuela, porque tenemos que ser aceptados. Y tampoco podemos
decir voy a trabajar en esa empresa, porque tenemos que llenar el perfil que esa
empresa anda buscando. De la misma manera no podemos decir voy a unirme a
la iglesia, porque ni usted, ni yo, ni el predicador, ni ninguna otra persona puede
añadir a nadie a la iglesia, porque es el “Señor” quien añade. Así que, esa frase
de “Únase a la Iglesia de su preferencia” no tiene base bíblica. Es el Señor
Jesucristo quien nos añade a su iglesia cuando hemos cumplido ciertos requisitos
que antes hemos mencionado. Como miembros de la iglesia solo damos las
bienvenidas aquellas personas a quienes Cristo ha añadido. Pero nosotros no
podemos añadir a nadie.

C. Porque la iglesia ha hecho su trabajo.


Nótese que Hechos 2:47 dice que la iglesia tenía “favor con todo el pueblo”. Es
decir, “estimación general del pueblo” (Nueva Versión Internacional). “gozando
de la simpatía de todo el pueblo” (Biblia de Jerusalén). La iglesia tenía este
impacto positivo en el pueblo básicamente por dos cosas:
1. Tenían celo doctrinal. Pues, “perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en
la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”
(Hechos 2:42).
2. Tenían amor fraternal. Pues, tenían comunión (Hechos 2:44), ayudaban al
necesitado (Hechos 2:45) y convivían “con alegría y sencillez de corazón”
(Hechos 2:46).
Esta forma de vida de la iglesia era contagiosa y atraía a otras personas a la
iglesia. Aunque no todo el pueblo se convirtió al Señor su opinión de la iglesia
era favorable. El ejemplo de una buena vida cristiana es el mejor método de
evangelismo. Es la receta de Dios para el crecimiento de la iglesia. Algunos
hermanos hoy día están obsesionados por descubrir nuevos métodos de
evangelización para hacer crecer la iglesia, pero aquí está el método más
efectivo. Generalmente en las iglesias solo hay algunos que hacen evangelismo
personal, pero con este método toda la iglesia se involucra. Solo cuando la
iglesia haga su trabajo, El Señor podrá añadir más gente a ella.

III). ¿PARA QUE EL SEÑOR AÑADE A LA IGLESIA?


A. Para alabanza de su gloria.
Cuando Lucas dice: “alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo”
(Hechos 2:47). Esta describiendo la vida diaria de los primeros cristianos. Estos
cristianos vivían una vida de alabanza a Dios por agradecimiento de haberlos
“librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo”
(Colosenses 1:13). Para la alabanza, es el principal propósito de la existencia de
la iglesia. Pablo lo dijo así: “para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual
nos hizo aceptos en el Amado” (Efesios 1:6). Así que el cristiano siempre tendrá
razones sufrientes para alabar a Dios, ese es su principal propósito en la vida.
Alabar a Dios cuando se reúne con la iglesia, así como con su vida diaria
viviendo como es debido.

B. Para inculcar el sentido de pertenencia.


El hecho de que Lucas diga que “el Señor añadía cada día al número de ellos”
(Hechos 2:47). Indica que los que se convertían a Cristo ya no vivían de manera
individualista separados unos de otros. Ahora formaban parte del “numero de
ellos”, es decir de la iglesia. Los antisociales e individualistas no pueden tener
cabida en la iglesia al menos que aprendan que, al ser cristianos, formamos parte
del grupo más importante de todos los tiempos. Y que se compone de personas
de todas las nacionalidades, razas, clases sociales y económicas. Además, de
distintos pensamientos y carácter. Por tanto, debemos sentirnos privilegiados de
ser un integrante mas de ese grande movimiento cristiano.

En el mundo existen muchas personas que se sientes solas y sin identidad,


porque nuestra sociedad solo le da importancia a las personas por los bienes
materiales que tienen o por los éxitos que han conseguido. Pero la Biblia
representa a la iglesia bajo varias figuras para enseñarnos a donde es que
pertenecemos los cristianos. Por ejemplo: a la familia de Dios (Efesios 3:14-15),
a el cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:27), al rebaño del Señor (Hechos 20:28),
etc. Para que nadie se sienta solo o que no vale nada.
C. Para diferenciar a los suyos.
En el contexto del pasaje que nos ocupa el apóstol Pedro cuando predico en el
día del pentecostés “testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta
perversa generación” (Hechos 2:40). El apóstol Pablo habla en tiempo pasado
cuando escribe a los cristianos de Éfeso diciendo: “anduvisteis en otro tiempo,
siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del
aire” (Efesios 2;2). Todo esto significa que, la iglesia se compone de individuos
que han sido salvadas de una sociedad hundida en el pecado. El apóstol Juan
también dice: “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el
maligno” (1 Juan 5:19). Juan enfatiza a quien pertenecemos y se incluye entre
aquellos que pertenecemos a la familia de Dios y esto trae como consecuencia
una separación marcada entre la iglesia y el mundo, porque el mundo está bajo el
maligno.

Los que hemos nacido de Dios, hemos sido “librado de la potestad de las
tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo” (Colosenses 1:13). Hemos
sido librados “del presente siglo malo” (Gálatas 1:4). Y “hemos pasado de
muerte a vida” (3:14). Por eso cuando Lucas escribe que “el Señor añadía cada
día al número de ellos” (Hechos 2:47) esta enseñando la misma verdad. El Señor
añadió a la iglesia a los que se iba convirtiendo para marcar una diferencia entre
aquellos que todavía no han sido salvos. La iglesia no solamente somos un grupo
de personas que se reúnen para cantar, a orar, y a estudiar la palabra de Dios,
sino que somos una comunidad que hemos sido salvadas de una sociedad
corrompida por el pecado.

Conclusión
Hemos visto el tema: “Y el Señor añadía cada día a la iglesia”. Y hemos hecho 3
preguntas: 1. ¿A quién el Señor añade a la iglesia? 2. ¿Porque el Señor añade a la
iglesia? 3. ¿Para que el Señor añade a la iglesia? Lamentablemente todavía hay
mucha gente que aun no es cristiana, es decir, que aun no ha sido añadida a la
iglesia. Pero si lo quieren, lo pueden hacer. Solo hay que hacer lo mismo que
hicieron aquellas como 3000 personas a las cuales el Señor añadió a su iglesia en el
día de pentecostés: Oír, creer, arrepentirse, confesar y ser bautizado. Porque si no se
hace esto, no se puede ser salvo y por tanto no lo pueden añadir a la iglesia que es el
cuerpo de Cristo. Le invitados si usted no es cristiano a que se convierta en uno y así
multiplique el número de aquellos que pertenecen al Señor. Que Dios les bendiga.

Juan Ramon Chávez


monche91@hotmail.com
https://laescriturainspirada.wordpress.com/

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