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“BIENAVENTURADO EL HOMBRE QUE PUSO EN JEHOVA SU

CONFIANZA”
SALMOS 40:1-4
¿Cuáles son las razones?

INTRODUCCION
Hay una frase que dice que “Las palabras se las lleva el viento”. Pero no siempre es
así. Hay palabras que se quedan para siempre. Hay personas que son recordadas por
las palabras que dijeron. Por ejemplo, las palabras de Jesús “No solo de pan vive el
hombre” (Mateo 4:4). Las palabras de Pablo, “para mí el vivir es Cristo” (Filipenses
1:21). Y la frase compuesta de las palabras de Tomas uno de los discípulos de Jesús,
“Hasta no ver, no creer” (Juan 20:24-29). Esta frase es favorita de los escépticos
modernos que quieren ver y tocar para poder creer y por ello tener confianza. Pero
especialistas dicen que percibimos con nuestros sentidos solo el 5% de la realidad y
que el otro 95% de la realidad es imperceptible para los sentidos
(http://creyentesintelectuales.blogspot.com/2016/01/hasta-no-ver-no-creer-el-problema.html). Por eso es que, si sólo creemos en

lo que nuestros ojos ven o nuestras manos tocan, nos perderíamos de la mayor parte
de la realidad. Por eso Jesús le dijo a Tomas: “bienaventurados los que no vieron, y
creyeron” (Juan 20:29). Por eso es inteligente creer en Dios y no solo creer, sino
también confiar en Dios. De allí que el salmista dice: “Bienaventurado el hombre
que puso en Jehová su confianza”.

El Diccionario de hebreo bíblico de Moisés Chávez define “Bienaventuranza” como,


“Felicidad, dicha”.

I). ES DICHOSO PORQUE DIOS LO AYUDA EN SUS PROBLEMAS.


A. Lo ayuda cuando lo cree más conveniente para su vida. Sal 40:1
“Pacientemente esperé a Jehová”
Aunque el salmista recibió la ayuda de Dios, no obstante tuvo que esperar por
ella. La Septuaginta al español hecha por Guillermo Jünemann, traduce
“Aguardando aguardé al Señor”. Lo que indica según los expertos, un hebraísmo
de énfasis. Es decir, esperó y siguió esperando de allí insistencia. Esto indica que
la ayuda de Dios no vino pronto como él quería. Sin embargo, el salmista creía
que la ayuda de Dios vendría por eso siguió esperando, y orando, hasta que
llegase. El salmista no esperaba en nadie más, solo en Dios y por eso esperó.

Esto nos enseña que a veces las bendiciones de Dios, no se reciben hasta que
pasemos por la prueba de la espera. Cuando estamos pasando por dificultades,
todos quisiéramos que nuestras peticiones fueras respondidas instantáneamente.
Pero Dios las da hasta el momento que sus propósitos se cumplan en nosotros,
por ejemplo, aprender paciencia y fortalecer nuestra fe. Así que, no preguntemos
“porque me pasan estas cosas, sino para…”. La demora no siempre significa
negación, sino ver el momento oportuno.
¿Aun así, debemos seguir pidiendo una y otra vez? Claro que sí. Jesús dijo:
“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 8 Porque todo
aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”
(Mateo 7:7-8). Tener que esperar cuando estamos en problemas es doloroso por
eso es recomendable meditar en las palabras del Salmista: “Hubiera yo
desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová En la tierra de los
vivientes. 14 Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a
Jehová (Salmos 27:13-14).

B. Lo ayuda porque lo ama. Sal 40:1 “Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor”.


El salmista revela el interés paternal de Dios por las suplicas de sus hijos, que
hasta se agacha para escuchar con ternura la más débil suplica de sus hijos. El
salmista no quiere que nos quedemos con una impresión equivocada de Dios,
como si no le importáramos y que por eso no conteste nuestras oraciones. Al
contrario, quiere que veamos que Dios acorta la distancia que pudiera ver entre él
y nosotros, al agacharse y poder escucharos más detenidamente porque le
interesamos, porque nos ama.

El salmista nos está enseñando que la espera en Dios nunca es en vano. Dios baja
sus ojos e inclina sus oídos para escucharnos. Por eso Pedro escribió: “Porque
los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos a sus oraciones” (1
Pedro 3:12). De hecho “Pedro usa la imagen de los ojos y de los oídos para
recordarle a sus lectores que Dios sabe todo acerca de los creyentes,
especialmente su sufrimiento, y que Él escucha y responde a sus clamores de
ayuda (Heb_4:12-16)” (Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia).

C. Lo ayuda cuando parece que no hay salida. Sal 40:2 “Y me hizo sacar del
pozo de la desesperación, del lodo cenagoso”
No sabemos que le acontecía al salmista y porque se sentía así. No sabemos si
estaba enfermo, o en peligro a causa de sus enemigos o sentía algún pesar debido
a un pecado que cometió. Lo cierto es que describe su situación difícil, como si
estuviera es un pozo y en un pozo con lodo fangoso o pantanoso y está
desesperado e impotente porque no hay nada firme en que apoyarse. No importa
cuánto se esfuerce, no puede salir.

Lo que describe aquí el salmista le sucedió literalmente al profeta Jeremías. Dice:


“Entonces tomaron ellos a Jeremías y lo hicieron echar en la cisterna de
Malquías hijo de Hamelec, que estaba en el patio de la cárcel; y metieron a
Jeremías con sogas. Y en la cisterna no había agua, sino cieno, y se hundió
Jeremías en el cieno” (Jeremías 38:6). Y también le sucedió a José “el soñador”
(Génesis 37:18-36), que sus propios hermanos lo metieron en una cisterna. Estos
pozos o cisternas eran como una prisión extrema. Eran profundos y solo había
una manera de entrar y de salir. Estaban oscuros y húmedos. Muchos de los
prisioneros eran olvidados allí, y bajo esas condiciones no se esperaba que
vivieran mucho tiempo.

Nosotros también hay momentos en la vida en la que a veces nos sentimos como
si estuviéramos en un pozo del cual no podemos salir. Estamos angustiados,
desesperados ya sea por problemas de salud, problemas económicos, problemas
familiares o problemas de pecado. Y a veces sentimos que en lugar de salir nos
hundimos más. Sentimos que no hay ninguna salida, ni ninguna esperanza. Pero
de la historia bíblica debemos aprender que, si Dios saco a José y a Jeremías del
pozo, a Jonás del vientre del pez y a Jesús de la tumba, a nosotros también nos
sacara. Lo que dice el profeta Isaías sigue siendo verdad: “He aquí que no se ha
acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír”
(Isaías 59:1). Así que, confiemos en Dios, porque siempre nos ayudara en
nuestros problemas.

II). ES DICHOSO PORQUE DIOS LE DA ESTABILIDAD A SU VIDA. V.2“Puso


mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos”.
A. Le da seguridad. “Puso mis pies sobre peña”
El salmista experimento el poderoso rescate de Dios después de pisar el fango y
sentir hundirse. La situación del salmista era como la de un náufrago que,
después de nadar y nadar, por fin encuentra una roca en donde apoyar sus pies y
descansar.

Solo el brazo fuerte de Dios puede sacarnos de nuestra prisión de problemas. No


existe ningún brazo humano lo suficientemente largo o poderoso para una
liberación tan grande. Solo Dios pudo sacarnos del pozo de la desesperanza, del
pozo de la tristeza, del pozo de la inseguridad, del pozo de la soledad, del pozo
de la vergüenza, del pozo de los vicios. Y no solo eso, sino que también nos pone
en el lugar más seguro que hay, el cual es Jesucristo (1 Corintios 10:4). Esta roca
es diferente al fango. En el fango todo se hunde y desaparece, en cambio en la
roca que es Cristo el hombre está en alto y seguro. El apóstol Pedro recuerda las
palabras de la Escritura: “Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí,
pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y el que
creyere en él, no será avergonzado” (1 Pedro 2:6). Así que podemos estar
seguros en él.

B. Le da corrección. “y enderezó mis pasos”.


Cuando el salmista estaba en el lodo no podía dar paso firme, el lodo no se lo
permitía. Y dado que el ser humano necesita moverse y activarse, pues no es una
estatua colocada sobre una roca, en ese proceso de acción muchas veces se
equivoca y comete errores y se desvía del camino. De allí que Dios tenga que
enderezar sus pasos. Dios no quiere que el hombre ande en medio del lodo, por
eso siempre está dispuesto a socorrerlo. Hay un dicho que dice que “árbol que
nace torcido jamás su tronco endereza” pero eso no es cierto, porque nadie nace
torcido, es con el tiempo y con las malas decisiones que nos torcemos.

La gracia de Dios no puede disculparnos que andemos en el lodo pisando chueco.


Dios no puede tolerar que vivamos vidas sucias siguiendo la corriente de este
mundo (Romanos 12:2). Por eso tiene que enderezar nuestros pasos y eso se
llama disciplina (Hebreos 12:11). Porque eso es lo que hace un buen padre, trata
de corregir a sus hijos si ellos se están desviando del camino. Por eso el
proverbio dice: “El corazón del hombre piensa su camino; Mas Jehová endereza
sus pasos” (Proverbios 16:9). Así que, nosotros como el salmista debemos
pedirle a Dios que nos ayude, que nos rescate del lodo y corrija nuestras vidas.
Dios puede restituir nuestra dignidad como seres humanos, pero necesitamos
pedírselo como el salmista: “Ordena mis pasos con tu palabra, Y ninguna
iniquidad se enseñoree de mí” (Salmos 119:133).

III). ES DICHOSO PORQUE DIOS LE INSPIRA ALABANZAS DE GRATITUD.


Sal 40:3 Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios.
A. Esta alabanza comienza cuando se está sobre la roca.
Antes, cuando se estaba en el pozo de la desesperación, no había canticos, ni
había alegría, solo sufrimientos y clamores. Pero una vez estando sobre sobre la
roca firme y a salvo, el canto de alabanza a Dios vino como consecuencia. En la
palabra “cántico” va implícito el gozo, la alegría y la esperanza. Este cantico
pertenece a su nuevo estado de seguridad.

Solo cuando estamos en Cristo nuestra roca de salvación y seguridad, tenemos


ánimo y energía para alabar a Dios. Jesús nuestra roca, provee todo lo que
necesitamos para alabar a Dios. Por eso Pablo exhorta a los colosenses para que la
palabra de Cristo habitara en abundancia en sus corazones para que cantaran con
salmos e himnos y cánticos espirituales al Señor (Colosenses 3:16). Es sobre el
firme cimiento de Cristo que nosotros podemos con seguridad y confianza alabar
a Dios por todas las maravillas que ha hecho en nosotros.

B. Esta alabanza tiene como su fuente a Dios. “Puso luego en mi boca”


Notemos aquí que Dios es la fuente, el que produce el cantico de alabanza y no
solo eso, sino también el objeto de la alabanza. ¿Significara eso que Dios es un
narcisista que nos esta utilizando para sus intereses? Claro que no. Más bien
significa que Dios nos da los motivos suficientes para alabarlo. El que nos haya
rescatado del lodo y nos haya puesto en la Roca que es Cristo y nos de nuevas
esperanzas, etc. Son motivos que Dios nos da y que como consecuencia ponen
palabras y canticos de alabanza en nuestra boca. Las bendiciones que Dios nos ha
dado nos inspiran cantarle a Dios por lo bueno que ha sido con nosotros. Y
mientras estemos en este mundo siempre habrá algo nuevo de que alabar a Dios.
Por eso el salmista dice: “Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas; Y
tus pensamientos para con nosotros, No es posible contarlos ante ti. Si yo
anunciare y hablare de ellos, No pueden ser enumerados” (Salmos 40:5). Un
corazón agradecido será un cantor de alabanzas a Dios.

C. Esta alabanza es nueva.


Que hizo el salmista después de ser sacado del poco? ¿Acaso estaba recordando
los problemas que habían soportado? ¿Acaso estaba lamentándose el tiempo que
perdió estando allí? Claro que no. Se puso a cantar a Dios. La expresión “cántico
nuevo” es usada en el la Biblia para referirse a la alabanza que se daba al Señor
especialmente por la liberación y la victoria recibidas. Por eso Santiago dijo:
“Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante
alabanzas”. (Santiago 5:13). Y este canto no está compuesto de retazos de otros
cantos compuestos ya, sino que es un canto nuevo. Es nuevo porque está basado
en una nueva experiencia. Es nuevo porque ha sustituido el clamor. Es nuevo
porque corresponde a nuestra nueva naturaleza (Efesios 4:24). Dios merece
siempre lo mejor, lo primero.

IV). ES DICHOSO PORQUE DIOS LE HACE INFLUENCIA POSITIVA PARA


LOS DEMÁS. Sal 40:3 “…Verán esto muchos, y temerán, Y confiarán en Jehová”.
A. Porque el cambio hecho por Dios es tan grande que la gente no podrá dejar de
verlo.
El que ha sido rescatado por Dios no puede ocultar su pasado. Dios lo sabe,
nosotros lo sabemos y la gente que nos rodea lo sabe. Nuestro pasado estuvo
manchado por el lodo de todo aquello contrario a Dios. Pero Dios ha obrado un
cambio en nosotros sacándonos del pozo de la desesperación y dándonos otra
oportunidad. Quizás muchos pensaban que no saldríamos del pozo, que no
sobreviviríamos, que nadie podría ayudarnos. Pero Dios tuvo misericordia de
nosotros y nos tendió la mano. Ahora estamos limpios, sanos, felices y consientes
del gran favor que se nos concedió. Cuando un hombre es rescatado por Dios el
cambio es visible en su vida, en su conducta, palabras, pensamientos y actitudes.
Su vida será una influencia positiva para los demás. Así que, si Dios ha hecho
algo grandioso en nuestras vidas debemos compartirlo con los demás, debemos
publicarlo. Debemos dejar que lo vean en nuestras vidas y también que lo sepan.
Como el gadareno sanado no podía quedarse callado y se fue “publicando por
toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él” (Lucas 8:39).

B. Porque el cambio hecho por Dios es tan fuerte que la gente no dudara de temer
a Dios. V. 3 “Verán esto muchos, y temerán…”
Cuando la gente se da cuenta del cambio obrado en Saulo de Tarso, del cambio
obrado en Pedro, del cambio obrado en Simón el Zelote, del cambio obrado en
Mateo, del cambio obrado en Felipe y del cambio obrado en nosotros;
comprenderá que solo Dios pudo hacerlo. Porque solo Dios tiene el poder tan
grande de salvar al que humanamente no tenía salvación. Y por ello aprenderán a
temer a Dios. Pero aquí no se habla de un miedo como para salir corriendo
espantado, porque eso sería incompatible con la confianza que se menciona
después. Más bien es reverenciar a Dios al ver el cambio que ha obrado en la vida
de otros, de aquellos que ha sacado del pozo. Salomón dijo que el temor a Dios es
el principio de la sabiduría. (Proverbios 1:7). Si uno quiere llegar a ser sabio para
formar un buen hogar, un buen matrimonio y una buena vida, el temor a Dios
debe ser el primer paso.

C. Porque el cambio hecho por Dios es tan confiable que la gente se motivara a
confiar en Dios. V. 3 “…Verán esto muchos, y temerán, Y confiarán en Jehová”.
Por la intervención misericordiosa de Dios a favor del que estaba perdido en el
pozo de problemas y que ahora vive una vida nueva, una vida de triunfo. Muchos
aprenderán a confiar en Dios. Cuando vean que los más perdidos han alcanzado la
misericordia de Dios confiaran en que solo él puede ayudarlos. Siempre las
acciones de Dios a favor de su pueblo animaran a otros a confiar en él. Por eso en
1 Reyes 8:56 leemos: “Bendito sea Jehová, que ha dado paz a su pueblo Israel,
conforme a todo lo que él había dicho; ninguna palabra de todas sus promesas
que expresó por Moisés su siervo, ha faltado”. Para que se haga una realidad
nuestra salvación mucho depende en quien confiemos. Para ser liberados de
nuestro pozo cualquiera que este sea, necesitamos confiar solo en Dios. Dios es
digno de nuestra confianza. A diferencia de los hombres, Él nunca miente y nunca
falla para cumplir con Sus promesas. “Dios no es hombre, para que mienta, Ni
hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo
ejecutará?” (Números 23:19). A diferencia de los hombres, Él tiene el poder para
llevar a cabo todo lo que se propone hacer. Isaías 14:24 nos dice, “Jehová de los
ejércitos juró diciendo: Ciertamente se hará de la manera que lo he pensado, y
será confirmado como lo he determinado. Así que, confiar en Dios no es riesgoso.
Podemos confiar en Dios y ser dichosos.

CONCLUSION
Hemos hablado porque es dichoso el hombre que confía en Dios y hemos dicho que
las razones son: 1. Porque Dios le ayuda en sus problemas. 2. Porque Dios le da
estabilidad en su vida. 3. Porque Dios le inspira alabanzas de gratitud. 4. Y porque
Dios le hace una influencia positiva. Si usted confía en Dios no será defraudado. Pero
claro la única manera de confiar en alguien es conociéndolo. Así que, para que usted
pueda confiar en Dios necesita conocerlo y conocerlo a través de las Escrituras. Por
eso le invitamos a la leer la Biblia, creer en la Biblia y a obedecer la Biblia. Y será
dará cuenta que confiar en lo que Dios dice es la mejor opción para salir de cualquier
situación en la que nos encontremos. Que Dios los bendiga.

Pr. Jairo Garcia


pastorjairogarcia@gmail.com

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