Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
A continuación hay algunas intenciones que puedes encontrar útiles. Por supuesto, también puedes crear
las propias.
INTENCIÓN UNO: Traeré toda mi creatividad al trabajo de la crianza de los hijos en la atención
plena.
INTENCIÓN DOS: Veré la crianza de los hijos como una disciplina espiritual, en el sentido de
que me proporciona todas las oportunidades necesarias para cultivar la sabiduría y abrir mi
corazón, de manera que pueda conocer y expresar mi verdadera naturaleza y que comparta lo
mejor de mí con mis hijos y con el mundo.
INTENCIÓN TRES: Cultivaré la atención plena y el discernimiento en mi vida diaria, sobre todo
con mis hijos, usando la atención a mi respiración para estar bien asentado en el momento
presente.
INTENCIÓN CUATRO: Haré todos los esfuerzos para ver a mis hijos como quienes realmente
son, y para recordar el aceptarlos por quienes son en cada edad, en lugar de cegarme con mis
2 Crianza de los Hijos en la Atención Plena
así no está claro, quizá lo mejor sea no hacer nada hasta que se aclare más. A veces es bueno
permanecer callado.
7. Intenta personificar la presencia silenciosa. Con el tiempo esto crecerá más allá de la practica
formal e informal de la atención plena, si estás atento a cómo te comportas y a lo que
proyectas con el cuerpo, la mente y el habla. Escucha cuidadosamente.
8. Aprende a vivir con la tensión sin perder tu propio equilibrio. En Zen y el Arte de Arquería,
Herrigel describe cómo le fue enseñado a permanecer sin esfuerzo en el punto de mayor
tensión sin disparar la flecha. En el momento correcto, la flecha se dispara misteriosamente a
sí misma. Haz esto practicando el enfrentar cualquier momento, por difícil que sea, sin
intentar cambiar nada y sin pretender que ocurra un resultado particular. Simplemente trae tu
conocimiento pleno y tu presencia a ese momento. Practica el ver que cualquier cosa que
surge se puede “trabajar”, si estás dispuesto a estar parado de esa manera en el presente,
confiando en tu intuición y en tus mejores instintos. Tu hijo, sobre todo cuando es más chico,
necesita que tú seas un centro de equilibrio y responsabilidad, un hito confiable con el que
pueda orientarse dentro de su propio territorio. La flecha y el blanco se necesitan uno a otro.
El forzar no ayuda. Se encontrarán mejor a través de la atención sabia y de la paciencia.
9. Pide disculpas a tu hijo cuando hayas traicionado su confianza aún de la manera más
pequeña. Las disculpas sanan. Una disculpa muestra que has pensado más sobre la situación
y has logrado verla con más claridad, o quizás más desde el punto de vista de tu hijo. Pero
debemos estar atentos al pedir “perdón” demasiado a menudo. Pierde su significado si
nosotros lo estamos diciendo siempre, o si hacemos un hábito del remordimiento. Entonces
puede convertirse en una manera de no tomar responsabilidad de nuestras acciones. Sé
consciente de esto. A veces, el cocinar al remordimiento puede ser una buena meditación. No
apagues el fuego hasta que la comida esté lista.
10. Cada niño es especial, y cada hijo tiene necesidades especiales. Cada uno ve de una manera
completamente única. Sostén una imagen de cada hijo en tu corazón. Sorbe su ser, mientras
le deseas lo mejor.
11. Hay tiempos muy importantes en los que necesitamos practicar el ser muy claros y muy
fuertes e inequívocos con nuestros hijos. Permite que esto provenga tanto como sea posible
de tu conocimiento y generosidad y discernimiento, en vez del miedo, de la arrogancia, o del
deseo de controlar. La crianza de los hijos en la atención plena no significa el consentir
demasiado, el descuidar o el ser débil; ni tampoco significa el ser rígido, dominante y
controlador.
12. El mayor regalo que le puedes dar tu hijo es tu mismo. Esto significa que parte de tu trabajo
como padre es seguir creciendo en el auto-conocimiento y en la percepción. Tenemos que
estar bien asentados en el momento presente para compartir lo que es más profundo y mejor
en nosotros. Éste es un trabajo continuo, pero puede avanzarse reservando un tiempo para la
contemplación silenciosa, en cualquier forma que sea cómoda para nosotros. Sólo tenemos el
ahora. Permitámonos usarlo lo mejor posible, para el beneficio de nuestros hijos, y el nuestro
propio.