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Capítulo 3

Debates y perspectivas en torno a la historia


reciente de los trabajadores en Argentina

Alejandro Schneider y Silvia Simonassi


......

Los análisis sobre la clase trabajadora y el movimiento obrero configuran un


tema que despierta un enorme interés en diferentes ámbitos de la sociedad y den-
tro del campo académico. A pesar del fuerte rechazo y la negación recibida en la
década del noventa del siglo pasado, hubo una significativa recuperación de este
campo de estudios en los últimos años. Este interés se expresa en innumerables
artículos, libros, jornadas y mesas de congresos ocupadas de abordar estos temas
desde diferentes ángulos de análisis y desde diversas disciplinas como la historia,
la sociología, la antropología y la ciencia política.
El estudio de la clase obrera, sus formas de organización y de protesta repre-
sentan una manera de enriquecer la reconstrucción del pasado y una manera de
comprender la historia y la sociedad contemporánea. Además, pensar al movimiento
obrero desde esa perspectiva, implica partir de que los trabajadores han alcanzado
un grado de desarrollo en su experiencia de lucha que se expresa en sus diferentes
formas de agrupación para hacer oír sus reclamos y demandas.
En el campo académico, el tema ha sido indagado desde disímiles perspectivas
interpretativas y metodológicas.1 Las más recientes investigaciones se han nutrido
de variados enfoques que han atravesado los análisis anteriores sobre la proble-
mática y han recurrido a un acervo epistemológico y heurístico correspondiente a
diversas ciencias sociales, por lo que cualquier reflexión sobre el estado actual de las
investigaciones remite a la producción más pretérita. Asimismo, las últimas indaga-
ciones se basaron en un amplio y variado repertorio de fuentes, tanto provenientes
del Estado y sus agencias, de organizaciones políticas, sindicales y empresarias,
o han sido recuperadas de dirigentes gremiales, activistas y trabajadores de ba-
se. Finalmente, los testimonios orales resultaron fundamentales para nutrir estas
pesquisas.
El presente artículo se dirige a realizar un balance sobre la producción histo-
riográfica más reciente, que se ha dedicado a investigar el comportamiento y el
accionar de los trabajadores en la Argentina desde la década del sesenta hasta la

1. Dejamos de lado toda una rica y variada producción de memorias obreras y militantes,
a sabiendas de que su tratamiento resulta relevante para el campo de la historia reciente,
pero su consideración nos desviaría del objetivo central de este capítulo.
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actualidad. Distinguimos un primer momento que corresponde a los procesos de


lucha y organización obrera de la «larga» década del sesenta. A continuación, se
reflexiona en torno a las investigaciones sobre los trabajadores durante la última
dictadura, se exhiben los resultados de la producción académica tras el retorno a la
democracia en 1983 y se da cuenta de los avances de las investigaciones sobre las
transformaciones acaecidas en las últimas dos décadas. Finalmente, presentamos
un conjunto de conclusiones.

3.1 La historiografía sobre la clase obrera argentina en la «larga» década del


sesenta
Como adelantamos, luego de un notable declive de la historia de los trabajadores
durante los años noventa, en la actualidad es posible constatar una importante
revitalización y renovación de los estudios. Ese proceso dista mucho de quedar
circunscripto al tratamiento de los procesos desarrollados en las décadas más re-
cientes, para abarcar períodos, procesos y temas de una notable amplitud. El retorno
de ese interés reconoce causas diversas, entre las cuales la vuelta de los trabajadores
y sus organizaciones al centro de la escena de la lucha y la conflictividad no ocupan
un lugar menor. Sin embargo, en este artículo sostenemos que durante los años
ochenta y noventa la producción sobre estos temas reconoce aportes sustantivos
que constituyeron la arena sobre la cual se asentó la elaboración intelectual del
período posterior. Con ese producto se dialogó y se confrontó, aunque esos debates
se centraron en un conjunto limitado de temas y problemas.
En el campo historiográfico, durante esas décadas la producción reconoce al-
gunas pocas obras generales que representaron las lecturas disponibles sobre los
trabajadores y las organizaciones del período. De manera paralela, las investigacio-
nes se concentraron notablemente en el caso cordobés. Se explicaron las razones de
la participación de los sindicatos líderes en el proceso de ascenso de la movilización
social de fines de la década del sesenta y principios de la siguiente en Córdoba,
a partir del análisis de las tradiciones sindicales y políticas iniciadas durante la
Resistencia. Se estudió también el contexto fabril automotriz, la organización de la
producción, las relaciones de trabajo y las políticas empresariales para explicar el
clasismo en esa provincia.
En sintonía con ese caso, la agenda de la producción académica estuvo centrada
en el análisis de las experiencias combativas y en los denominados «azos», en espe-
cial en Rosario y Villa Constitución. La renovación se evidenció en un interés por
distinguir las bases de las dirigencias, por subrayar las experiencias de izquierda y
las corrientes antiburocráticas, por explicar la conflictividad de manera más com-
pleja y por acudir a los testimonios orales como fuente que permitían recuperar
dimensiones cotidianas y subjetivas de la experiencia obrera.2

2. Durante los noventa, la producción sobre la historia obrera reciente por fuera del caso
cordobés, se concentró en el Centro de Estudios de Historia Obrera (CEHO), dirigido por
Alberto J. Pla y, en Buenos Aires, alrededor de la Asociación de Estudios de Cultura y Sociedad
que publicaba la revista Taller. En forma previa, desde el campo de la sociología, el Centro de
Investigaciones en Ciencias Sociales (CICSO) había realizado importantes investigaciones
sobre el Cordobazo y el Rosariazo.
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Tras el estallido popular de diciembre de 2001 y la intensificación de las luchas


sociales, se operó una revitalización de los estudios. En primer lugar, en la última
década y media se consolidó la incorporación de la historia de los trabajadores
de los sesenta en el campo historiográfico. En segundo término, la apertura de
archivos diversos como el de los organismos de inteligencia, el acceso a reservorios
documentales disponibles a través de internet y el empleo de fuentes judiciales,
entre otros acervos, estuvo en la base de esa expansión. En tercer lugar, la producción
historiográfica se nutrió de la historia local/regional y los estudios de caso.
Es posible afirmar que el momento de mayor crecimiento puede situarse sobre
fines de la década de 2000, cuando comenzaron a aparecer diversas compilaciones
que exhiben el trabajo colectivo de equipos de investigación y también constituyen
el resultado de avances de pesquisas individuales que se concretaron (o están en
vías de constituir) tesis de grado y posgrado. Paralelamente, libros de autor, dossiers
y artículos publicados en revistas especializadas, así como la profusión de papers
sobre los trabajadores de este período en mesas de congresos, simposios y workshops,
muestran la creciente vitalidad del campo. Ahora bien ¿cuáles han sido los períodos
privilegiados?; ¿cuáles los temas y problemas abordados?
Es posible advertir que la experiencia de los trabajadores durante la Revolución
Libertadora y el frondicismo recibieron menos atención que los temas del período
posterior al Cordobazo. Las notables excepciones a este diagnóstico muestran que
es preciso dar cuenta de los procesos a lo largo de un período más amplio, o en
otros términos, es preciso revisar la historia de los trabajadores en la etapa abierta
luego de 1955, para poder comprender las experiencias de lucha y organización
de fines de los sesenta y primeros setenta. En otros términos, enfatizar el carácter
de apertura de un ciclo del Cordobazo puede obturar reconocer las condiciones
sociales y políticas que explican la radicalización en ramas, empresas y regiones
específicas.
Los análisis sobre el caso cordobés (Brennan y Gordillo 2008), o sobre los tra-
bajadores del Gran Buenos Aires (Schneider 2005, 2013b) y sobre las tradiciones y
experiencias obreras y sindicales en Rosario (Simonassi y Vogelmann 2017) consti-
tuyen parte de esa producción. Schneider ha avanzado en una investigación que
aborda un período amplio, entre 1955 y 1973 y ha destacado rasgos de la conflic-
tividad y la organización obrera a partir de la distinción entre bases y dirigencias,
cuestionando algunas de las interpretaciones consagradas, por caso, la idea de «de-
rrota» de los trabajadores a partir de 1960. Simonassi y Vogelmann, en esa senda,
vienen analizando las formas adoptadas por la conflictividad en el Gran Rosario,
que lejos de mostrar una clase obrera derrotada dan cuenta de la vitalidad y el
dinamismo de diversos colectivos de trabajadores. Otras de las líneas de indaga-
ción aborda las experiencias, formas de lucha y organización, de trabajadores de
sectores específicos tanto a escala nacional como enfocando distintas regiones y
ramas, las cuales permitieron dar cuenta de las particulares tradiciones de lucha y
organización que las caracterizaron.
Sin embargo, el balance más importante de la producción está colocado en
el período posterior y uno de los temas que vuelve a aparecer con mayor peso lo
constituye la conflictividad obrera. Un conjunto de investigaciones ha centrado su
análisis en contiendas específicas o estudios de caso, como la prolongada huelga de
los petroleros de Ensenada de 1968, que ha sido trabajada desde diferentes ángulos
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(Dawyd 2011; Payo Esper 2015; Raimundo 2012). Desde diferentes perspectivas
de análisis, estos trabajos han profundizado en conflictos que antecedieron a la
etapa de ascenso de las luchas que se produjo tras el Cordobazo y que revelan la
resistencia al proceso de racionalización impulsado por el onganiato.
Para principios de los setenta, la experiencia cordobesa ha vuelto a ser tema
de investigación, en particular las denominadas «huelgas salvajes», realizadas por
fuera de la dirección sindical por el SITRAC clasista (Mignon 2014). Pero una de las
novedades de los últimos años ha sido la indagación de otros procesos zonales, por
fuera del caso cordobés. En efecto, los trabajadores de otras regiones han ingresado
al análisis, como fue el caso de los gráficos de Bahía Blanca entre 1973-1976 (Zapata
2011). También se ha analizado el ciclo de luchas protagonizado por los trabajado-
res azucareros tucumanos contra el proceso de reestructuración productiva y la
represión desatada por el Onganiato (Nassif 2016). Es el caso también de Mendoza,
donde sobresalen las investigaciones de Scodeller (2009), quien asumió una postura
atenta a la lucha económica y política de los trabajadores pero también en el seno
de la clase entre 1969 y 1974.3 En estos estudios, al correr la mirada de los grandes
centros industriales, se ha advertido sobre la heterogeneidad en la composición de
la clase trabajadora y la diversidad de experiencias de lucha y organización que la
atravesaron. También se ha complejizado y enriquecido la mirada sobre los «azos»
que, especialmente después del 2001, promovieron un conjunto de reflexiones sobre
su carácter, sus implicancias y sus significados.
Desde otra perspectiva metodológica, Ghigliani (2015) ha propuesto repensar la
conflictividad en múltiples niveles de articulación entre la acción sindical más visi-
ble y las disputas cotidianas, profundizando en el caso de los trabajadores gráficos
desde mediados de los sesenta.
Otro de los avances más significativos de estos últimos años lo constituye el
estudio de la relación entre los trabajadores y las distintas organizaciones de la
izquierda armada y no armada. Para dar cuenta de una etapa signada por el ascen-
so de la movilización social y por la radicalización política, resulta fundamental
indagar en las múltiples formas de relación establecidas entre las organizaciones
marxistas y los trabajadores. Si bien aún queda mucho camino por recorrer, los
estudios históricos sobre la izquierda armada se desarrollaron más ampliamente.
Así, diversos investigadores han rebatido el carácter predominantemente pequeño
burgués de la conformación del Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército
Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP), visibilizando su inserción en la clase obre-
ra y su arraigo en determinadas regiones, en especial Gran Buenos Aires y Gran
Rosario (Löbbe 2009; Pasquali 2010; Pozzi 2001; Pozzi y Schneider 2000b). Otros
autores han indagado en el accionar de Montoneros y la Juventud Trabajadora Pe-
ronista (JTP) tanto a nivel nacional como en algunas empresas y regiones (Lorenz
2007b; Pacheco 2014). En el camino de cuestionar la ajenidad del accionar de las
organizaciones armadas, existe un sugerente análisis sobre la relación entre estas
(Montoneros y ERP) y los conflictos obreros en la huelga de Mercedes Benz de 1975
(Casco Peebles y Leunda 2016). Otras expresiones del peronismo, como las Fuerzas
Armadas Peronistas (FAP)-Peronismo de Base (PB) han sido analizadas desde dife-
rentes perspectivas (Águila y Viano 2002; Raimundo 2004). También en el marco de

3. Destacamos que se ha profundizado también el análisis sobre otras regiones, como el


Gran La Plata y Villa Constitución.
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un trabajo más general sobre la organización, se ha estudiado la política sindical de


la Sabino Navarro (Seminara 2015). De conjunto esta producción ha mostrado la
importancia de reducir el estudio a experiencias locales/regionales para dar cuenta
de las múltiples relaciones entre trabajadores, organizaciones armadas y frentes de
masas.
Es más escasa la producción que ha detenido su mirada en la vinculación entre
los trabajadores y las organizaciones de la izquierda no armada, aunque se regis-
tran algunos aportes para el caso del Partido Comunista en perspectiva regional
(Simonassi y Vogelmann 2017) o el trotskismo morenista (Mangiantini 2014; Pozzi
y Schneider 2000b). En la línea de cuestionar la virtual «desaparición» del anar-
quismo como corriente político sindical, se ha resaltado – desde una perspectiva
microanalítica – el papel de esta corriente en el sindicalismo del pescado en Mar
del Plata al menos hasta 1966 (Nieto 2011). Sin embargo, aún resta revisar el papel
de estas corrientes políticas y su papel en diferentes regiones, ramas de actividad y
lugares de trabajo.
En cuanto a la pesquisa sobre las experiencias sindicales del período, la cen-
tralidad estuvo nuevamente situada en las versiones antiburocráticas y clasistas
(Lorenz 2007b; Ortiz 2015) y en estrecha relación con las preocupaciones sobre la
conflictividad. También en los últimos años se ha prestado atención a las coordina-
doras interfabriles de los setenta en el Gran Buenos Aires y el Gran Rosario (Löbbe
2009; Werner y Facundo 2006). Estos trabajos constituyen aportes en lo referente a
las formas de conflictividad y militancia de un amplio espectro de organizaciones de
izquierda y muestran a estas experiencias como surgidas desde las bases, donde se
sintetiza la lucha contra la patronal y la burocracia sindical, con cuestionamientos
al peronismo en el poder.
En otro orden de preocupaciones, se han estudiado otras corrientes sindicales,
como es el caso de las que desafiaron la hegemonía de la dirección metalúrgica sin
correrse del modelo sindical tradicional, en particular el STASA (Sindicato Trabaja-
dores Siderurgia Argentina) en SOMISA durante los años 1972 y 1973, en el marco
de reflexiones más generales sobre las estrategias gremiales (Mónaco 2013; Soul
2011). Otras pesquisas se han detenido en la coexistencia de corrientes y activistas
de izquierda y antiburocráticos con sectores más conservadores del sindicalismo
(Ghigliani 2015). Las conclusiones de Nieto (2016) sobre el sindicato del pescado en
Mar del Plata y el desplazamiento de una dirección anticapitalista por parte de un
sector del peronismo tradicional – justamente cuando la historiografía ha enfatiza-
do el movimiento inverso – dan cuenta de la relevancia de estudiar las experiencias
que escapan de los procesos más conocidos de radicalización y ascenso obrero.4
En menor medida la revitalización de los análisis sobre la clase trabajadora ha
advertido la importancia de las prácticas más cotidianas, menos visibles, de los
trabajadores en las fábricas. Esta línea de investigación es todavía muy incipiente.
Por último, no ha predominado una mirada de género sobre los trabajadores durante
el período. Algunas excepciones son los estudios sobre las maestras en Mendoza

4. Las organizaciones de cúpula han recibido menos atención. Sin embargo, existen algu-
nos trabajos recientes sobre la Confederación General del Trabajo de los Argentinos (CGTA).
Sobresalen también algunos trabajos sobre la formación política y sindical impulsada por la
CGT y nuevas pesquisas sobre las formas institucionalizadas de relación entre las organiza-
ciones sindicales y el Estado, a través del análisis de los convenios colectivos de trabajo.
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(Rodríguez Agüero 2014), o sobre las empleadas domésticas y la presencia de sus


demandas en los Tribunales del Trabajo (Pérez 2014).

3.2 Los trabajadores durante la última dictadura en la historiografía


Sobre la clase trabajadora en la última dictadura militar, resultan pertinentes
algunas de las cuestiones anteriormente señaladas. La revitalización de los estudios
sobre el tema y el período reconoce rasgos comunes y obedece a similares razones:
el planteo de hipótesis y de interpretaciones de los años ochenta y noventa han
resultado el abono de debates posteriores; ese impulso se registra centralmente en
el campo historiográfico; el dinamismo de la historia local/regional ha conducido
también a privilegiar esta perspectiva y el acceso a fuentes y archivos antes veda-
dos para el historiador ha potenciado las pesquisas sobre estos problemas. Para
este período histórico, este asunto resulta de una importancia superlativa, pues el
acceso a la documentación en contextos dictatoriales es particularmente difícil. Sin
embargo, el inicial escepticismo en cuanto a la escasez de documentación ha sido
parcialmente desplazado debido a la puesta en circulación de acervos diversos, que
han permitido la conformación de un campo específico de historia de la dictadu-
ra. Además, ha resultado sumamente significativa la legitimidad lograda por los
estudios del campo de la historia reciente, lo cual permitió potenciar los hallazgos
habidos en los archivos y las fuentes y su traducción en numerosos artículos, capí-
tulos, libros y tesis. No obstante, los análisis hasta el momento han abordado unas
pocas cuestiones.
Ha sido recurrentemente advertida la importancia que en los ochenta revistieron
las discrepancias sobre el balance de la dictadura realizadas por diferentes investi-
gadores, entre quienes subrayaban la «inmovilidad» de la clase obrera y quienes
iniciaron las investigaciones tendientes a mostrar las múltiples formas que revistió
la resistencia en un contexto sumamente adverso. Para algunos, las pesquisas sobre
la conflictividad y la resistencia obrera en la dictadura que florecieron en la última
década y media han rebatido la tesis del inmovilismo (Carminati 2012). Para otros,
las investigaciones sobre el tema continúan «entrampadas» en la dicotomía y es
preciso ampliar la perspectiva hacia otras dimensiones de la experiencia obrera (Ve-
nero 2015). Lo cierto es que en la última década y media, algunas líneas de análisis
se desplegaron para echar luz sobre la historia de los trabajadores en dictadura.
Uno de los aportes más significativos ha sido poner en discusión el 24 de mar-
zo de 1976 como un corte decisivo en la historia reciente de la clase trabajadora.
En particular atendiendo a la represión desatada sobre los trabajadores desde el
Estado y los grupos paramilitares, diversas pesquisas han subrayado la continui-
dad de las prácticas represivas, antes y después del golpe y han ahondado en las
modalidades que la misma adquirió durante los años 1974 y 1975. En efecto, tal
como hemos relevado en el apartado anterior, se trata de ensayos que analizaron
la conflictividad laboral y la radicalización política en relación estrecha con la re-
presión estatal y para-estatal durante el tercer peronismo. En general se trata de
estudios de caso, o de ramas o empresas en determinadas regiones, con el común
denominador que apuntan a mostrar cómo las políticas represivas – en complicidad
con las cúpulas gremiales – comenzaron a desarticular las dirigencias sindicales
combativas y promovieron el disciplinamiento fabril. Es el caso de las pesquisas
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sobre los trabajadores gráficos de Bahía Blanca (Zapata 2011), los obreros navales
de Astarsa (Lorenz 2007b) o de Astilleros Río Santiago (Barragán 2011) o sobre las
organizaciones clasistas cordobesas a partir de 1974 (Ortiz 2015). Algunos de estos
investigadores han propuesto una ampliación de la periodización, para hurgar en
las modalidades que adoptó el entramado represivo durante el período dictatorial.
Así, se ha avanzado en miradas comparativas sobre la represión ejercida desde la
Armada sobre los trabajadores en Bahía Blanca y Ensenada durante la dictadura
(Barragán y Zapata 2015). En este sentido, las investigaciones se han nutrido de
los importantes avances que se registraron en el campo de los estudios sobre la
represión. Desde otra perspectiva teórico-metodológica, una línea de trabajo ha
articulado lucha armada, conflictos obreros y genocidio entre 1973 y 1983, a partir
de un relevante trabajo conceptual y metodológico. En esta investigación se enfoca
el estudio en los efectos de la represión sobre la clase obrera (Izaguirre 2009).
Otro conjunto de trabajos han centrado sus indagaciones en las prácticas de
disciplinamiento empresarial, tanto a nivel de rama como en empresas específicas y
en distintas regiones industriales, también discutiendo la periodización que supone
el corte de marzo de 1976, para dar cuenta de las múltiples prácticas utilizadas
para avanzar sobre el activismo obrero y la «indisciplina» en planta (Dicósimo 2017;
Zapata 2011 Simonassi, 2007a y 2007b; Barragán, 2011). En estas investigaciones
se ha ponderado la relevancia de la perspectiva relacional en los estudios sobre los
trabajadores. Más específicamente en términos de complicidad o responsabilidad
empresarial con la dictadura se ha ahondado en casos emblemáticos (VVAA 2015).
En otro registro teórico y en la búsqueda de continuidades y rupturas, algunas
investigaciones han articulado el análisis de la lucha de clases con las dinámicas
nacionales y globales de acumulación del capital. Así, se han producido reflexio-
nes generales tendientes a explicar las transformaciones de la lucha de clases en
Argentina entre 1973 y 1983 y estudios de caso como el de Mercedes Benz en el
mismo período, para mostrar cómo efectivamente la conflictividad continuó más
allá del golpe, pero se produjeron cambios en el tipo y el carácter de las acciones,
en los liderazgos y un claro retroceso de las corrientes de izquierda (Harari y Gue-
vara 2015). En esta producción se ha tendido a pensar al golpe de 1976 como una
«ruptura histórica».
Como hemos afirmado, buena parte de las investigaciones sobre el período han
profundizado en la conflictividad de los trabajadores. Así, a fines del siglo XX algu-
nos estudios habían enfocado esta cuestión. Más recientemente, se ha retomado
esta línea de análisis, al examinarse diversos casos, ramas de actividad y espacios
regionales. Se han indagado las formas específicas que adoptó la resistencia entre
metalúrgicos y cementeros del centro y sudeste de la provincia de Buenos Aires,
tanto en relación a las formas adoptadas por el conflicto, al tipo de demandas y a la
particular articulación entre modalidades de lucha, procesos de trabajo y estrategias
patronales (Dicósimo 2006, 2017). Para el caso del Gran Rosario, se ha investiga-
do exhaustivamente el carácter y las modalidades de la conflictividad durante la
dictadura, mostrando el ritmo y la temporalidad propia de las regiones del interior.
Estos trabajos han mostrado el estallido de algunas olas de conflictos durante 1977
y 1978, que convivieron con una resistencia más «molecular» (Carminati 2011). Así,
se ha avanzado en análisis comparativos sobre las formas adoptadas por la resisten-
cia ante las dificultades de librar conflictos abiertos y colectivos, como el sabotaje
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(Dicósimo y Carminati 2013). Un abordaje que profundiza en la huelga de 1979 en la


fábrica Alpargatas, presenta una perspectiva que articula la cotidianidad del trabajo,
la organización gremial, la conflictividad y cuestiones de género (Miditieri 2014), un
análisis no frecuente en los estudios sobre el período. De conjunto, esta producción
ha mostrado la existencia de diversas formas de resistencia inicialmente mole-
cular y combinada con luchas abiertas y una etapa posterior, donde esta segunda
modalidad fue la predominante. Los debates también han circulado alrededor del
significado histórico de la resistencia en el contexto dictatorial (Dicósimo 2015;
Gresores 2009; Schneider 2000, entre otros).
En tal sentido, la discusión en torno a las direcciones sindicales en la dictadura
había sido un tema transitado ya por distintos autores. En los últimos años diversos
estudios de caso mostraron la dinámica de la conflictividad en relación con las
direcciones que los impulsaron y condujeron. Así, Ghigliani (2012) ha profundizado
el análisis en el carácter de la emblemática resistencia de Luz y Fuerza durante
los dos primeros años de la dictadura. Este trabajo revisa la interpretación preva-
leciente en torno a la dirección del conflicto, y muestra el papel central cumplido
por la dirección del gremio participacionista a pesar del embate de la represión.
Dicósimo (2017), por su parte, ha analizado exhaustivamente el papel jugado por
los dirigentes de seccionales del interior de la provincia de Buenos Aires para recu-
perar su representatividad y defender la organización sindical y a la vez restaurar
la disciplina productiva y bloquear la acción autónoma de los trabajadores.
Por último, la preocupación visible en diversas parcelas del quehacer historio-
gráfico en torno a las escalas de análisis ha redundado en la reciente aparición
de investigaciones que estudian tramas de relaciones que atraviesan las fronteras
nacionales, por ejemplo las redes construidas por el activismo sindical transna-
cional durante la dictadura y la transición (Gordillo 2017), o los estudios sobre los
trabajadores chilenos exiliados tras el golpe de estado en su país, en 1973, e insta-
lados en la Patagonia (Gatica 2013; Pérez Álvarez 2015). También son incipientes
las investigaciones que detienen su mirada en el período abierto tras la guerra de
Malvinas y hasta el final del régimen militar. Las mismas analizan diferentes ejes
tales como la conflictividad, la normalización sindical o la legislación del gobierno
militar (Molinaro 2017; Sangrilli 2010; Zorzoli 2015).

3.3 El movimiento obrero durante los años de la democracia alfonsinista


En lo que se refiere a los años ochenta, las primeras indagaciones y reflexiones
que se hicieron en ese período estuvieron signadas por la propia transición demo-
crática y por lo que se esperaba de la misma. Los ensayos escritos en esa década,
en forma coetánea a los sucesos, estuvieron fuertemente influenciados por una
mirada que hizo hincapié en el peso de las corporaciones a la hora de pensar las
mediaciones entre el Estado y la sociedad civil. En ese marco, la crítica se concentró
en los sindicatos como actores corporativos inclinados al ejercicio de prácticas
autoritarias, organizados sobre bases no democráticas.
Teniendo en cuenta esa coyuntura, se debe considerar la producción escrita so-
bre el papel de la cúpula gremial y los organismos laborales. En numerosos ensayos
se estudió a la dirigencia sindical como equivalente al conjunto de la clase obrera,
por lo que no se prestó atención al accionar y los objetivos de los organismos de base.
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En la mayoría de las ocasiones, la preocupación se concentró sobre las diferentes


corrientes internas del peronismo que militaban en las organizaciones laborales.
Años más tarde, en diversos escritos permaneció esta concepción central de que los
sindicatos, en particular los conducidos por líderes justicialistas, actuaron como
una corporación que obstaculizaba la presidencia radical. Dentro de esos análisis,
Murillo (2010) observando el comportamiento de las cúpulas, consideró que a pesar
de poseer el respaldo de los votos, Raúl Alfonsín tuvo que confrontar, negociar y
finalmente ceder a sus demandas. Por su parte, Palomino (2005) también abordó la
relación entre el Estado y los sindicatos, en su investigación tanto un examen de las
transformaciones ocurridas en el movimiento obrero como las políticas públicas
para el mercado de trabajo, el impacto en el empleo y su repercusión en el accio-
nar sindical. Por su parte, S. Senén González y Bosoer (2012), desde el periodismo,
intentaron comprender en forma cronológica toda la historia del movimiento obre-
ro a partir de algunos hechos puntuales efectuados esencialmente por la central
sindical.
En otro orden de temas y problemáticas hubo una serie de ensayos que se aboca-
ron a estudiar el proyecto de ley de Reordenamiento Sindical. De ese modo, Gordillo
(2013), Massano (2015) y Murillo (2010) han explicado los problemas que tuvo que
enfrentar Alfonsín frente a la denominada corporación sindical y su intento de de-
mocratización. En estrecha conexión con el tema anterior, un núcleo importante de
ensayos indagaron acerca de la política de concertación que tuvo la presidencia de
Alfonsín tanto con el empresariado como con la dirigencia sindical. En estos temas
sobresale el ensayo de Aruguete (2006), quien estudió los diversos acercamientos
entre las entidades representativas del capital y del trabajo.
Durante esas décadas, el sindicalismo orientado por el peronismo, en un momen-
to en que este se hallaba en recomposición, estuvo dividido en diferentes corrientes
internas. Cabe indicar que las fronteras que separaban a estos nucleamientos eran
lo suficientemente elásticas y permeables lo que provocó una permanente mutación
de sindicatos entre los distintos grupos, incidiendo también en un comportamiento
disímil y poco homogéneo frente al gobierno. Así Fernández (2016) consideró que,
en esos años, hubo cuatro tendencias sindicales, sumamente flexibles, en el seno de
la central obrera. Desde otra perspectiva sociológica, el colectivo de estudio encabe-
zado por Beba Balvé y Beatriz Balvé (2004) presentó un ensayo sobre los distintos
lineamientos que se produjeron dentro de la central obrera desde la década del
ochenta hasta el congreso de 2004, en el marco de distinguir los movimientos de
carácter orgánico de los fenómenos de coyuntura. Por otro lado, una preocupación
que emergió en forma temprana fue la relación entre dirigencia gremial y peronis-
mo. Si bien esta cuestión fue abordada desde distintas perspectivas, recién con la
investigación de Levitsky (2005) se logró aportar algunas conclusiones sustanciales.
Otras investigaciones hicieron énfasis en el vínculo entre el Estado, la cúpula
laboral y las organizaciones de base entre 1983 y 1991; en particular, examinaron
las modificaciones que se produjeron en estas relaciones como consecuencia de los
cambios socioeconómicos ocurridos a partir de 1976. Asimismo, se detuvieron en
las diferentes medidas de fuerza llevadas adelante durante el gobierno de Alfonsín y
los primeros años de la presidencia de Carlos Menem, donde se estaba consolidando
un nuevo bloque de poder en el que la cúpula laboral comenzaba a adquirir un
nuevo papel empresario (Pozzi y Schneider 2000a). Años más tarde, el análisis sobre
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el surgimiento y las características del sindicalismo empresarial fue abordado en


Ghigliani et al. (2012). En otro orden de temas, si bien no estudió con detalle esos años,
Basualdo (2010) se dedicó a trazar el papel desempeñado por distintos organismos
de base en los lugares de trabajo.
A comienzos de los noventa, se consolidó una línea de investigación que hizo
énfasis en el estudio sobre la cantidad de conflictos laborales que se desarrollaron
en esos años. Algunos de esos ensayos privilegiaron las huelgas como unidad de
análisis, otros centraron sus conclusiones sobre la base de encuestas. En este con-
junto de estudios, el programa de investigaciones liderado por Iñigo Carrera (2001,
2010) indagó, entre otras cuestiones, sobre las huelgas generales ocurridas entre
1983 y 2001. En el marco del análisis sobre las transformaciones en la estructura
económica se observó los tipos de medida de fuerza, su composición, entidades
convocantes, entre otros ítems. En forma simultánea, en clave de semejanzas y
contrastes, el papel de las huelgas generales y la evolución de las protestas laborales
fue considerado por Payo Esper (2014), Piva (2006) y Santella (2008, 2009). Por otro
lado, Santella (2011) pensó su investigación en discusión con diferentes interpreta-
ciones sobre el concepto de burocracia sindical en respuesta también a un dossier
de la revista Nuevo Topo (2010). Desde otro ángulo, el problema de cómo medir y
considerar las protestas obreras fue retomado por Ghigliani (2009).

3.4 Las transformaciones laborales: de la década del noventa a la


posconvertibilidad
La crisis económica de los últimos años del gobierno de Alfonsín, que se expre-
só en forma más aguda con la hiperinflación de 1989-1990, inauguró un período
signado por una fuerte ofensiva de las fuerzas del capital contra el trabajo. En ese
sentido, el conjunto de cambios operados no solo transformaron el mercado laboral
con su correlato de desempleo y precarización sino que también impactaron tanto
en la base social de los sindicatos como en los vínculos que estos mantenían con el
Estado. Cabe indicar que estas profundas mutaciones económicas y sociales fueron
acompañadas por una fuerte ofensiva ideológica sobre la validez del uso del con-
cepto de clases sociales; sobre la pertinencia de seguir estudiando a la clase obrera.
En la práctica hubo un serio intento (incluso a escala internacional) de jubilar – y
negar – este tipo de indagaciones, eliminándolo de las agendas historiográficas. Más
aún, en algunas circunstancias emergieron nuevas categorizaciones (como sectores
populares urbanos) o bien, en vez del análisis de las luchas sociales, comenzaron
a ocuparse los llamados nuevos movimientos sociales. A pesar de ello, Camarero,
Pozzi et al. (2001) y Iñigo Carrera (2001), entre otros, continuaron empleando estos
conceptos. Al calor de esta negativa por abordar estas cuestiones, las explicaciones
provinieron desde las ciencias políticas y la sociología. En ese contexto, una de las
principales problemáticas estudiadas fue el papel de la dirigencia laboral frente
a las reformas del Estado. El estudio sobre el accionar de la dirigencia no solo se
detuvo en los gremios que en cierta forma acompañaron el proceso de reforma de
los noventa, también hubo una serie de ensayos que examinaron el comportamiento
de agrupamientos opositores: la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA) y el
Movimiento de los Trabajadores Argentinos (MTA). Si bien su atención se concentró
en la actividad de algunos dirigentes gremiales, la investigación de Ferrer (2005) se
Debates y perspectivas en torno a la historia. . . • 43

encaminó a examinar los primeros años de vida de los sindicatos enrolados en el


MTA. También pensando en esa corriente sindical, otros autores se detuvieron en
observar cómo el MTA permaneció en el seno de la vieja central obrera (Fernández
2002). En un sentido similar, otros analistas analizaron la experiencia de la CTA y
de la Corriente Clasista y Combativa (Armelino 2004). Por otro lado, Etchemendy
y Collier (2007) y Schneider (2013a), entre otros, indagaron sobre las posturas que
adoptaron estas organizaciones tanto tras la crisis del 2001 y la salida del modelo de
convertibilidad monetaria como la política laboral de los gobiernos kirchneristas.
En otro orden de temas, existen una serie de ensayos que indagaron sobre el
período conocido como la «posconvertibilidad» tras la crisis del 2001. Así, hubo
estudios que hicieron hincapié en torno al denominado «proceso de revitalización
sindical» (también se lo menciona en la literatura como «reactivación», «vitaliza-
ción», «resurgimiento» o «recomposición», depende de la matriz teórica empleada).
Estos autores destacaron que, junto a la recuperación del empleo formal se compro-
bó un fortalecimiento de las instancias de negociación colectiva, un crecimiento
de la afiliación y otros indicios de un retorno de las organizaciones sindicales tra-
dicionales a su rol de mediadoras de los conflictos entre capital y trabajo (Atzeni
y Ghigliani 2007; Barattini 2013; Lenguita 2011). Por otra parte, ha sido relevan-
te también el crecimiento de otra literatura que ha destacado la participación y
la relevancia de las organizaciones de base con un claro carácter antiburocrático
(S. Duhalde 2013; Schneider 2013a). Esta mirada enfatizó la relevancia de casos
emblemáticos tales como la experiencia de los trabajadores de los subterráneos en
la ciudad de Buenos Aires, las huelgas del neumático, los conflictos ocurridos en las
fábricas de la alimentación, etcétera. Desde otra óptica, hubo diferentes ensayos
(Abal Medina y Norberto 2011; C. Senén González y Del Bono 2013; Varela 2015) que
subrayaron el fuerte grado de precarización y flexibilización laboral en diversos
lugares de trabajo como en los call centers, supermercados, alimentación, etcétera.
Cabe indicar que la mayoría de estas pesquisas no han sido realizadas por histo-
riadores sino más bien por investigadores provenientes de la ciencia política y de
la sociología; lo cual, conduce en cierta forma a pensar sobre algunas lagunas aún
existentes en el campo de la historia reciente.
En menor medida, durante estas décadas se hicieron algunas investigaciones
sobre determinados gremios (ceramistas, construcción, mineros, docentes, electri-
cistas), o bien, se estudiaron varios conflictos puntuales que impactaron en esos
años como el de la fábrica Ford en 1985 o los del subterráneo de la ciudad de Buenos
Aires en los primeros años de esta centuria. Dentro de la primera serie de ensayos se
puede citar a Aiziczon (2016), Andelique y Tonon (2016) y Arriaga (2015), entre otros;
en tanto Molinaro (2013) indagó sobre el enfrentamiento en la multinacional auto-
motriz como Artese y Cresto (2013) examinaron las protestas de los trabajadores
del transporte.
Por otro lado, hay un conjunto de estudios que se detuvieron en el análisis de la
experiencia de los asalariados a nivel regional y provincial, quebrando la tenden-
cia de que la mayoría de los estudios adquieran una dimensión nacional o que se
enfoquen solo en Buenos Aires y su área metropolitana. Así, para Mar del Plata se
encuentra el estudio sobre los trabajadores de la industria pesquera y marítimos
(Nieto y Colombo 2009). En tanto para la Patagonia disponemos de la investigación
de Pérez Álvarez (2013) sobre los obreros del noreste de Chubut. También para esa
44 • Alejandro Schneider | Silvia Simonassi

zona existen un conjunto de artículos compilados por Favaro y Iuorno (2010). Por su
parte, Córdoba en los ochenta fue estudiado por Arriaga (2015) y en Rosario, en los
noventa, fue indagado por Vogelmann (2015) y Soul y Gindin (2008) y en San Nicolás
por Soul (2015), entre otras investigaciones.
Por último, en menor medida, en los últimos años emergieron una serie de
estudios donde se intentaron establecer relaciones entre el movimiento obrero y la
intervención de diferentes corrientes de izquierda, tanto en el plano de las luchas
como en el de sus organizaciones. En ese contexto se destacaron las investigaciones
de Aiziczon (2016) y Cambiaso (2016).

3.5 Conclusiones
En el presente artículo hemos expuesto la importante revitalización producida
en los estudios sobre diversas dimensiones de la historia reciente de los trabaja-
dores en Argentina. Esa producción ha crecido notablemente desde mediados de
la primera década de este siglo. Sobresale la profusión de escritos provenientes
del campo historiográfico, que abordan el período que transcurre entre finales de
los sesenta y principios de los setenta, predominantemente enfocados en clave
local/regional, o centrados en grandes fábricas, ramas y organizaciones específicas.
Continúa primando el interés por las prácticas de mayor radicalización, tanto en
términos sindicales como en la conflictividad y se ha ampliado el interés por la
relación entre la clase trabajadora y la izquierda. De todos estos análisis emerge
una mirada más compleja de la composición, las ideologías políticas y los prota-
gonismos político-sindicales durante estos decisivos años de la historia argentina
contemporánea.
Los avances en los análisis sobre los trabajadores en dictadura han sido muy
relevantes, y se han expresado en un reducido conjunto de temas, como la conflictivi-
dad y las direcciones sindicales. Sin embargo, no ostentan similar profusión que los
correspondientes a la etapa anterior. Sobresalen los avances en el cuestionamiento
de una periodización basada en los cortes políticos, en especial para comprender
la etapa 1974-1977, que se articula con los debates de otras parcelas de la historia
reciente, como los estudios sobre la represión. Resta problematizar el período final
de la dictadura y la transición, para estudiar las formas adoptadas por la lucha y
organización de los trabajadores en ese lapso de tiempo crucial de la historia re-
ciente. Las ponencias presentadas en jornadas, congresos y workshops así como
las tesis en curso, muestran que el interés por las problemáticas vinculadas a los
trabajadores en dictadura no se ha agotado y espera nuevos resultados.
Sin embargo, para los ochenta y noventa, la mayoría de los trabajos fue realizada
por sociólogos, cientistas políticos y antropólogos antes que por historiadores. Si
sobre los sesenta y setenta han proliferado las pesquisas sobre las experiencias
de base, el activismo antiburocrático y los conflictos que no siempre respondían a
las dirigencias sindicales tradicionales, en los ochenta y noventa predomina una
historia institucional con eje en los sindicatos y en los diversos nucleamientos sindi-
cales. Sin embargo, sobre el nuevo siglo ya asoma la polémica entre una mirada más
institucionalista y otra preocupada por estudiar los trabajadores, sus percepciones,
sus vínculos con la izquierda, a partir de la cual se ha advertido sobre la emergencia
de un nuevo sindicalismo de base.
Debates y perspectivas en torno a la historia. . . • 45

En términos generales, todavía existen distintos aspectos que no se han consi-


derado o se han incorporado de manera desigual, como los cambios en las formas y
organización de la producción; el nacimiento y la conformación de los diferentes
agrupamientos de base; las prácticas cotidianas de los trabajadores en las plantas y
en sus espacios residenciales; la perspectiva de género, entre otras cuestiones. Hace
falta articular las dimensiones materiales y productivas a las dinámicas de lucha y
organización; reparar en la importancia de ubicar a los trabajadores en relación
con otros actores como los empresarios y las diferentes dimensiones del ámbito
estatal y reubicar las prácticas de los trabajadores en la relación entre los espacios
productivos y extraproductivos.
En cuanto a los archivos y las fuentes que han provisto las bases para el dina-
mismo actual que ostentan los estudios del trabajo, se ha recurrido a variados y
heterogéneos corpus documentales, aunque se sigue teniendo un escaso acceso a la
mirada empresarial (ya sea con los libros de fábricas, con memorias o con publica-
ciones del sector) sobre las cuestiones inherentes al mundo laboral y sindical.

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