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INVESTIGACION

DOCUMENTAL
Las reacciones de oxidación y
reducciones
¿Oxidación, aliado o enemigo?
Seguramente has dicho más de una vez “¡...está oxidado...!” refiriéndote despectivamente a algún
objeto metálico que se encontraba listo para ir a la basura, cubierto de herrumbre. También es muy
probable que alguna vez hayas tirado al drenaje un vaso de leche o de jugo, porque “estaba echado a
perder”, cuando lo que pasó era que las moléculas de azúcar se oxidaron. Por otro lado, en el actual
afán por alargar la juventud, los comerciantes nos ofrecen desde suplementos alimenticios hasta
cremas de belleza, con “anti-oxidantes”. A juzgar por todo esto, la oxidación parece ser, al menos,
una molestia y tal vez hasta la causa misma de la vejez y por consiguiente, de la muerte. ¿Debemos
entonces enfocar todos los esfuerzos de la tecnología a combatir la oxidación y sus efectos? Ahora
piensa en esto, ¿habrá reacciones de oxidación benéficas? ¿qué tal la reacción que se da al encender
la estufa de gas en la cocina de tu casa? ¿o la que se da en el motor del auto o del autobús que te
transporta todos los días? En estas dos reacciones, el combustible que nos da la energía es el gas o la
gasolina, pero para la reacción química mediante la cual la energía se desprende, el oxígeno es un
reactivo indispensable. Los combustibles se oxidan, y estas reacciones de combustión se han vuelto
indispensables para la vida moderna. Y, ¿qué tan importante es el oxígeno para la vida? Podemos
sobrevivir sin alimento por varios días, y sin agua por varios días, pero sin oxígeno encontramos la
muerte en unos cuantos minutos. ¿Qué hace el oxígeno en nuestro cuerpo? ¿A dónde lo lleva la
sangre al recorrer todos nuestros tejidos? ¿Qué hace el oxígeno dentro de una célula? La vida es un
conjunto enorme de reacciones químicas, perfectamente acopladas entre sí. Por ejemplo, para que
uno de tus dedos meñiques pueda moverse un milímetro, es necesario, entre muchas otras cosas
REACCIONES DE OXIDACIÓN Y REDUCCIÓN La palabra oxidación se acuñó originalmente para definir a
la reacción de combinación de cualquier elemento con el oxígeno, para producir algún óxido. Por
ejemplo, cuando el hierro se oxida, se produce herrumbre, que es el óxido de hierro (III), o cuando se
quema el carbón, se produce dióxido de carbono: 4Fe 3O2 → 2Fe2O3 C O2 → CO2 La palabra
reducción se empleó antiguamente para referirse a la eliminación del oxígeno de un óxido, dejando
puro al elemento, con una notable reducción de la masa y/o el volumen con respecto al material
original. Por ejemplo el cobre, posiblemente el primer metal reducido por el hombre a su forma pura
o metálica, puede obtenerse calentando el óxido en presencia de carbón. 2CuO C → 2Cu CO2
Posteriormente, se asignó el nombre de oxidación al proceso en el cual un elemento perdía
electrones y el de reducción a aquel en que un elemento ganaba electrones. En la actualidad, como
ya se vio en el capítulo 5, se dice que un elemento se oxida si aumenta su número de oxidación y que
un elemento se reduce si disminuye su número de oxidación. Oxidación es una ganancia de oxígeno,
o una pérdida de electrones, aumenta el número de oxidación del elemento que se oxida. Reducción
es una pérdida de oxígeno o una ganancia de electrones, disminuye el número de oxidación del
elemento que se reduce. Un elemento que se oxida, actúa como reductor; es un donador de
electrones. Un elemento que se reduce, actúa como oxidante; es un aceptor de electrones. Veamos el
ejemplo de la reacción de un metal (Mg) con un no metal (S), ambos en estado elemental: Mg S →
Mg2 S2 El magnesio perdió dos electrones, lo que causó que su estado de oxidación aumentara,
pasando de 0 a 2+, es decir, el magnesio se oxidó. Simultáneamente, el azufre ganó dos electrones y
su número de oxidación disminuyó de 0 a 2-; el azufre se redujo. En una reacción química, nunca
puede haber una oxidación sin una reducción y viceversa, la oxidación de un elemento,
necesariamente provoca la reducción de algún otro. Por eso decimos que un que las moléculas de
proteína agrupadas en fibras que conforman los músculos, cambien ligeramente su estructura, de
modo que la fibra entera se contraiga. Lo mismo sucede con las fibras del músculo cardíaco, en cada
latido del corazón. Este ligerísimo movimiento sería imposible sin un mecanismo que suministre la
energía química necesaria para realizar este trabajo mecánico. Esa energía química proviene de la
ruptura de un enlace fosfato de las moléculas de adenosín trifosfato (ATP) (ver figura 18.1). El ATP fue
sintetizado gracias a la energía liberada nada menos que por la oxidación de la glucosa, que
posiblemente provenía de las galletas que comiste en el desayuno. Así que, ¿cómo ves, la oxidación
es buena o es mala?
Pedazo de metal oxidado (corroído)

Se denomina reacción de reducción-oxidación, óxido-reducción, o simplemente reacción


rédox, a toda reacción química en la que uno o más electrones se transfieren entre los reactivos,
provocando un cambio en sus estados de oxidación.1
Para que exista una reacción de reducción-oxidación, en el sistema debe haber un elemento que
ceda electrones, y otro que los acepte:

 El agente oxidante es aquel elemento químico que tiende a captar esos electrones,
quedando con un estado de oxidación inferior al que tenía, es decir, siendo reducido.

 El agente reductor es aquel elemento químico que suministra electrones de su estructura


química al medio, aumentando su estado de oxidación, es decir, siendo oxidado.2
Cuando un elemento químico reductor cede electrones al medio, se convierte en un
elemento oxidado, y la relación que guarda con su precursor queda establecida mediante
lo que se llama un «par rédox». Análogamente, se dice que, cuando un elemento químico
capta electrones del medio, este se convierte en un elemento reducido, e igualmente forma
un par rédox con su precursor oxidado. Cuando una especie puede oxidarse, y a la vez
reducirse, se le denomina anfolito, y al proceso de la oxidación-reducción de esta especie
se le llama anfolización o dismutacion. Oxidación[editar]

Oxidación del hierro


La oxidación es una reacción química donde un elemento pierde electrones, y por lo tanto
aumenta su estado de oxidación.3 Se debe tener en cuenta que en realidad una oxidación o una
reducción es un proceso por el cual cambia el estado de oxidación de un compuesto. Este
cambio no significa necesariamente un intercambio de iones. Implica que todos los compuestos
formados mediante un proceso redox son iónicos, puesto que es en estos compuestos donde sí
se da un enlace iónico, producto de la transferencia de electrones. Por ejemplo, en la reacción de
formación del cloruro de hidrógeno a partir de los gases dihidrógeno y dicloro, se da un proceso
rédox y sin embargo se forma un compuesto covalente. Estas dos reacciones siempre se dan
juntas; es decir, cuando una sustancia se oxida, siempre es por la acción de otra que se reduce.
Una cede electrones y la otra los acepta. Por esta razón, se prefiere el término general de
reacciones rédox.
La vida misma es un fenómeno rédox. El oxígeno es el mejor oxidante que existe debido a que la
molécula es poco reactiva (por su doble enlace), y sin embargo es muy electronegativo, casi
tanto como el flúor. La sustancia más oxidante que existe es el catión KrF+
porque fácilmente forma Kr y F+
. Entre otras, existen el permanganato de potasio (KMnO
4), el dicromato de potasio (K
2Cr
2O
7), el agua oxigenada (H
2O
2), el ácido nítrico (HNO
3), los hipohalitos y los halatos (por ejemplo el hipoclorito de sodio (NaClO) muy oxidante en
medio alcalino y el bromato de potasio (KBrO
3)). El ozono (O
3) es un oxidante muy enérgico:

El nombre de "oxidación" proviene de que, en la mayoría de estas reacciones, la transferencia de


electrones se da mediante la adquisición de átomos de oxígeno (cesión de electrones) o
viceversa. Sin embargo, la oxidación y la reducción puede darse sin que haya intercambio
de oxígeno de por medio: por ejemplo, la oxidación de yoduro de sodio a yodo mediante la
reducción de cloro a cloruro de sodio:

ejemplos de la vida cotidiana y


reacciones que contaminante al
ambiente
La contaminación ambiental es un fenómeno que afecta directa e
indirectamente la salud de las poblaciones, no sólo de seres humanos, pues
también altera el equilibrio de los ecosistemas. En general, las personas y los
animales de vida silvestre están expuestos a mezclas de más de dos
sustancias tóxicas. Este contacto con contaminantes tóxicos puede darse
durante procesos de producción, distribución o utilización de productos
como medicamentos, alimentos, productos de limpieza, insecticidas,
pesticidas, formulaciones industriales y artículos para el hogar, o bien cuando
éstos son desechados al ambiente. Los casos de exposición a un solo
producto tóxico son raros, y pueden presentarse debido a la actividad laboral
o descubrirse en estudios con animales de laboratorio, aunque prácticamente
no se observan en animales de vida silvestre.

Actualmente se sabe que la mayoría de los seres vivos residen en áreas donde
la contaminación ambiental es superior a los límites establecidos como
saludables. Diferentes organizaciones dedicadas a la protección e
investigación en materia de salud y del ambiente, como la Organización
Mundial de la Salud, la Agencia Estadounidense de Protección del Ambiente y
la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer han estimado que
millones de personas y animales están expuestos a niveles elevados de
compuestos tóxicos y que éstos pueden estar presentes en el ambiente de
cielo abierto, en el agua, en el suelo, en el interior de las casas o en el lugar
de trabajo de muchas personas. Como es de suponer, el tipo de compuestos
tóxicos presentes y su concentración en el ambiente dependerá
estrechamente del nivel de desarrollo industrial de cada país, de la actividad
industrial predominante y de las medidas de protección al ambiente que
tenga.

Las alteraciones que producen algunas


sustancias sobre la salud son relativamente
fáciles de reconocer y evaluar, sobre todo
cuando estos efectos son inmediatos, como
en los envenenamientos o las intoxicaciones
agudas, los problemas respiratorios o en la
piel. Es mucho mas difícil establecer una
asociación causa-efecto cuando el agente
tóxico produce daños a la salud después de
un tiempo largo o cuando las
manifestaciones metabólicas, fisiológicas o
patológicas aparecen mucho tiempo después de la ex posición. Es el caso de
algunas sustancias tóxicas que inducen afecciones cardiovasculares o cáncer.

Las alteraciones que se presentan en los organismos por contacto con un


ambiente contaminado dependen del tipo de compuestos que se encuentren
en las mezclas, de la vía de contacto, de la concentración, de la duración de
la exposición a estos compuestos y del tipo de metabolismo del organismo
expuesto. El contacto con estos compuestos tóxicos puede ocurrir por
inhalación o por vía oral, ya sea en el agua o por el consumo de alimentos
contaminados.

Actualmente se conocen numerosos estudios


que están relacionados con los efectos que
producen algunos compuestos tóxicos en
humanos y en otros organismos. Esta
recolección de datos comenzó en diferentes
partes del mundo aproximadamente en
1950, y los estudios que han demostrado
que la exposición a niveles elevados de
hidrocarburos aromáticos, dióxido de
carbono, de nitrógeno o de azufre, metales
pesados y ambientes con una densidad muy alta de partículas suspendidas de
diversa naturaleza, pueden alterar funciones metabólicas y causar
enfermedades o incluso la muerte en humanos, animales de experimentación
e incluso en animales de vida silvestre.

Al cabo de tantos años de investigación se ha estimado que tan sólo la


actividad humana involucra el uso frecuente de más de 80 mil sustancias
diferentes y que anualmente se introducen o se modifican en su formulación
aproximadamente 2 mil compuestos, que en su mayoría son tóxicos. Debido
a esto se han dado a conocer los listados de sustancias peligrosas y los
límites que no deben rebasarse para no poner en riesgo la salud. Esta lista de
sustancias tóxicas liberadas al ambiente parece casi infinita, y las
repercusiones que se han originado en el medio ambiente y la salud muestran
gran variación día tras día.

Hidrocarburos aromáticos policíclicos


Los hidrocarburos (compuestos formados por cadenas de carbono e
hidrógeno, como los que se encuentran en el petróleo y sus derivados) son
contaminantes frecuentes en el ambiente, debido a que se liberan durante
procesos naturales como la actividad volcánica y porque se emplean en la
fabricación de un sinnúmero de productos. Esto causa que estén presentes
con regularidad en el agua, suelo, vegetales y hasta en tejidos animales y
humanos.

Se ha demostrado que casi todos los hidrocarburos son cancerígenos y que


son capaces de inducir alteraciones genéticas que tienen repercusiones
graves en los organismos. La toxicidad causada por hidrocarburos ha sido
estudiada ampliamente en animales para la experimentación, con motivo del
incremento de enfermedades en vías respiratorias de tipo alérgicas, en piel y
algunos tipos de cáncer que han sido observados en personas que trabajan o
residen en zonas muy contaminadas por hidrocarburos.

Las personas que se encuentran en ambientes contaminados con bajas


concentraciones de hidrocarburos pueden desarrollar irritación de ojos,
mucosa nasal, vías respiratorias altas, garganta y piel. Los pacientes
asmáticos agravan su condición al tener contacto con este tipo de
compuestos. En personas que no tienen asma, puede observarse dificultad
para respirar (disnea), tos, espasmo en el pecho o respiraciones
entrecortadas. Los síntomas que se presentan por exposición a hidrocarburos
en altas concentraciones pueden ser vértigo, náuseas, vómito, irritación
estomacal, somnolencia, taquicardia, cefalea, angustia, confusión, depresión
y en algunos casos hasta la pérdida del conocimiento, convulsiones o muerte.
Algunos estudios recientes han postulado que la exposición a
concentraciones altas de hidrocarburos puede incluso propiciar el impulso
suicida en algunas personas. De hecho, los estados de México que tienen
índices elevados de suicidios son los que tienen más problemas de
contaminación ambiental.

A finales de la década de los noventa se realizó un estudio comparativo en


diferentes regiones de Italia; en esta investigación se evaluó la respuesta
inmunitaria en dos poblaciones. Una era una región no contaminada, y su
población no tenía exposición laboral a compuestos tóxicos. La otra región
era un área muy contaminada con hidrocarburos y partículas suspendidas,
producto del tráfico vehicular y la actividad industrial de la zona. Al comparar
ambas poblaciones se encontró que las células mononucleares de la sangre
periférica de las personas expuestas a compuestos tóxicos ambientales
producían espontánea y significativamente tanto interferón gamma como
interleucina 4. El interferón gamma es una citocina, molécula mensajera del
sistema inmunitario que está relacionada con la actividad de los macrófagos
en las respuestas inmunitarias tanto innatas como adaptativas; la interleucina
4 es otra citocina, relacionada con la estimulación de la producción de
anticuerpos y la inhibición de algunos macrófagos. Estos hallazgos sugieren
que los ambientes contaminados pueden provocar alteraciones en la
respuesta inmunitaria.

Dióxido de carbono (CO2)


Este gas incoloro e inodoro se forma en todos los procesos de combustión de
sustancias que contienen carbono. En ambientes interiores no industriales,
sus principales fuentes son la respiración humana y el tabaquismo. Los
niveles de dióxido de carbono también pueden incrementarse por la
existencia de otras combustiones (preparación de alimentos y equipos de
calefacción) o por la proximidad de vías de tráfico o zonas industriales.

Aunque el dióxido de carbono no está considerado como un agente


potencialmente tóxico o cancerígeno, al desplazar al oxígeno y en
concentraciones superiores a 30 mil partes por millón puede causar alguno o
varios de los siguientes síntomas: vasodilatación cerebral, dolor de cabeza,
náuseas, mareo, sudoración, temblor, somnolencia, confusión mental,
aumento de la presión arterial e incluso narcosis, bronco-espasmo, asfixia y
muerte, en función de la concentración y del tiempo de exposición.

En el aire de cielo abierto, la concentración de dióxido de carbono es de entre


300 y 400 partes por millón, y en zonas urbanas puede alcanzar
concentraciones de hasta 550 partes por millón. La concentración límite de
exposición profesional para periodos diarios de 8 horas es de 5 mil partes
por millón; la concentración límite para exposiciones cortas (15 minutos) es
de 15 mil partes por millón. Estos niveles de dióxido de carbono son difíciles
de encontrar en ambientes interiores no industriales como oficinas, escuelas
y servicios en general. En la práctica, en estas áreas se encuentran valores de
2 mil y hasta 3 mil partes por millón. Si se superan estos niveles puede
deberse a una combustión incontrolada, en cuyo caso el riesgo para la salud
puede no ser debido al dióxido de carbono sino a la presencia de otros
subproductos de la combustión, principalmente el monóxido de carbono,
cuyo límite de exposición es muy inferior (25 partes por millón).

Las comunidades humanas actuales han nacido y crecido en un mundo


contaminado. Otras generaciones del pasado, les quitaron el derecho de
conocer a la naturaleza como antes era, sin basura, sin contaminantes
tóxicos, con animales silvestres y vegetación. ¿Cómo será el mundo en el
futuro, después de las acciones que nosotros ejercemos sobre la naturaleza?

Monóxido de carbono (CO)


El monóxido de carbono es un gas muy tóxico que se produce por la
combustión de hidrocarburos como la gasolina. Es uno de los componentes
de las mezclas de hidrocarburos que son producto de la combustión interna
de los vehículos o de máquinas pequeñas que funcionan con gasolina o
diesel. Este hidrocarburo tiene la facilidad de acumularse rápidamente en
áreas que aparentemente tienen buena ventilación y es difícil percibir su
presencia, ya que no es irritante y carece de color y olor, razón por la cual
una persona expuesta puede caer inconsciente y quedar incapacitada para
pedir ayuda.

El mecanismo de acción del monóxido


de carbono se inicia cuando este
compuesto se une a la hemoglobina de
la sangre para formar
carboxihemoglobina; reemplaza al
oxígeno y disminuye la capacidad de la
sangre para transportarlo dentro del
organismo. Existen factores que
pueden determinar la severidad de una
intoxicación con monóxido de
carbono, como su concentración en el
ambiente, el tiempo de exposición y
sobre todo la actividad que se esté
realizando durante la exposición, la cual condiciona la frecuencia respiratoria,
que es un factor importante en la captación de monóxido de carbono por el
organismo.
En general los síntomas que se presentan inicialmente por intoxicación con
monóxido de carbono, a una concentración de entre 80 a 100 partes por
millón, son debilidad muscular, arritmias (latidos cardiacos irregulares) y,
cuando la concentración alcanza entre 100 y 200 partes por millón, se
presentan dolor de cabeza, mareos, confusión y náusea, que son
intermitentes y pudieran pasar desapercibidos o ser confundidos con
malestares asociados a otras enfermedades como gripe o problemas
gastrointestinales. Estos síntomas pueden presentarse por varios días o hasta
semanas después de la exposición al monóxido de carbono. Las personas
que tienen enfermedades cardiovasculares o hipertensión tienen un riesgo
mayor de morir por intoxicación con monóxido de carbono, así como los
bebés de mujeres embarazadas que se exponen a monóxido de carbono por
largos periodos de tiempo. La exposición a concentraciones superiores a 700
partes por millón por periodos de poco más de una hora provocan otros
efectos mucho más graves en el sistema nervioso central, como estados
comatosos y muerte.

Cinco ejemplos de cómo


contaminamos el medio
ambiente sin darnos cuenta
¿Somos plenamente conscientes del impacto de todo lo que hacemos a
lo largo del día? Algunos hábitos adquiridos, algunas acciones que
realizamos casi mecánicamente o sin darnos cuenta tienen un cierto impacto
ambiental que, aunque sea relativamente bajo, multiplicado por los millones de
personas que habitamos el planeta sus consecuencias adquieren unas
dimensiones verdaderamente enormes.
Es difícil enumerar todas y cada una de las acciones cotidianas que llevamos
a cabo todos los días y que pueden tener un mayor impacto medio ambiental:
cada casa es un mundo y los hábitos de cada cual muy distintos entre sí.

No obstante, sí que podemos elegir 5 de las acciones más comunes para


ilustrar cómo contaminamos el medio ambiente sin darnos cuenta y, de
esta manera, concienciarnos sobre las consecuencias de nuestros propios
actos.

Este es el primer paso para tomar medidas que contribuyan a mejorar el


mundo que compartimos, medidas que en algunos casos pueden parecer
insignificantes pero que, en la práctica y sin un gran esfuerzo por nuestra
parte, mejoran sustancialmente un entorno entorno natural que bien merece
ser objeto de todas las atenciones posibles.

1. Envoltorios y embalajes
Cada vez más gente está concienciada con la importancia del reciclaje. Sin
embargo, aún queda mucho trecho por recorrer, y a veces nos cuesta
saber cómo reciclar adecuadamente algunos productos como medicamentos,
bombillas, móviles, plásticos... incluso reciclando, ¡también contaminamos!

o Medida: el mejor reciclaje es el que no debe realizarse. Por eso,


cuando compres, procura adquirir productos a granel (siempre que te
sea posible), o con envases respetuosos con el medio
ambiente; reduce el volumen de residuos que generas, y asegúrate de
que todos los miembros de tu familia saben cómo reciclar correctamente.
En caso de duda, puedes consultar algunas páginas con información útil
al respecto, como Ecoembes.

2. Comer melones y sandías en invierno, o naranjas


en verano...
En relación con lo anterior, podemos añadir que el consumo de determinados
productos en lugar de otros daña en mayor medida el medio ambiente. Por
ejemplo en alimentación, que representa una buena parte de nuestro consumo
diario, las frutas y verduras fuera de temporada (producidas en
invernaderos, o provenientes de lugares muy lejanos obtenidas y
transportadas sin garantías ecológicas), los alimentos
genéticamente modificados o el abuso de carne y pescado son algunos de
los malos hábitos que muestran cómo contaminamos el medio ambiente sin
darnos cuenta, y que podemos corregir de un modo sencillo y sin esfuerzo.

o Medida: puedes ser más responsable con tu


consumo diario consumiendo productos de proximidad, adquiriéndolos
directamente de los productores o en alianza con otros consumidores:
las cooperativas de consumo son una opción cómoda, sencilla y
respetuosa con el medio ambiente. También puedes comprar en tiendas
de comercio justo, donde garantizan la procedencia de todos sus
productos, elaborados teniendo en cuenta el respeto al medio ambiente y
la dignidad de las personas que los producen.
3. Esperando el agua caliente en la ducha

El agua es un recurso natural tan necesario como limitado. Se estima que en


España, por persona y día, consumimos unos 150 litros de
agua (según datos del INE para 2013). Una ducha de 15 minutos, por ejemplo,
representa un consumo de más de 60 litros, o un lavado de manos, vajilla... de
1 minuto, requiere casi 4 litros de agua.

o Medida: además de cerrar el grifo mientras nos enjabonamos o nos


cepillamos los dientes, en la ducha, podemos ahorrar entre 5 y 10 litros
de agua si, por ejemplo, mientras esperamos que salga agua caliente,
aprovechamos el resto de agua fría para llenar el cubo de fregar los
suelos o la regadera si tenemos plantas en casa.

4. Usar bombillas incandescentes


No es solo una preocupación ambiental la que nos ha de llevar a tener más en
cuenta el consumo de luz en nuestro hogar. La constante subida del precio de
la electricidad ya es motivo por sí mismo suficiente para controlar
nuestro gasto doméstico, y que en términos ambientales se puede traducir en
una reducción de las fuentes de energía sucia (nucleares, térmicas...).

Si además le añadimos que en la mayoría de los hogares todavía se utilizan


bombillas incandescentes (las cuales ya no se producen en la UE, siguiendo
una normativa medioambiental aprobada en los últimos años), la electricidad
extra que consumimos sin darnos cuenta se multiplica exponencialmente.

o Medida: procurando tener encendidas únicamente las luces necesarias,


sustituir las bombillas tradicionales o incandescentes por bombillas de
bajo consumo o LED, desconectar los electrodomésticos que no
estemos usando o emplear enchufes con botón de encendido y
apagado general puede ahorrarnos hasta un 20% en nuestra factura
eléctrica, ¡con los beneficios ambientales que supone este ahorro!
5. Utilizar determinados productos de limpieza

La mayoría de los productos de limpieza procedentes de la industria están


elaborados con productos potencialmente tóxicos, y algunos incluso muy
contaminantes. Para evitarlos, lee atentamente la composición de los
productos que adquieras o, si te animas, te proponemos que los fabriques en
tu propia casa con componentes completamente naturales. A continuación
te ofrecemos algunos ejemplos de productos de limpieza completamente
biodegradables y caseros, aunque en Internet podrás encontrar mucha más
información sobre el tema:

o Suavizante: además de ser respetuoso con el medio ambiente, el


suavizante casero elaborado simplemente con vinagre (medio litro), agua
(1 litro) y bicarbonato (un par de cucharadas soperas) te permitirá
ahorrar algunos euros, ¡que siempre vienen bien!
o Limpiador de plata: los productos químicos para limpiar cuberterías u
otros objetos de plata suelen ser altamente tóxicos y abrasivos, pero los
puedes sustituir por una simple piel de plátano: frotando su cara interior
contra los objetos de plata conseguirás limpiarlos y hacerlos brillar como
nunca.
o Restauradores de madera: las masillas para cubrir arañazos y golpes
en los muebles de madera se pueden sustituir con nueces sin cáscara: si
las frotas sobre los arañazos, verás cómo en pocos minutos
desaparecen sin tener que emplear productos abrasivos de ninguna
clase.

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