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La posición de Rojo es socialista, ya que afirma que hagas lo que hagas siempre
saldrás mal parado, mientras hay otros que sin hacer mucho, obtienen beneficios.
Negro se maneja más desde el aspecto anarquista, ya que muestra los beneficios
que se pueden obtener, los cambios a nivel laboral y cómo afectan todos estos
elementos la vida del trabajador. Afirma que ante la negativa de la empresa a sus
peticiones no se puede reaccionar cerrando vías, puentes ni nada por el estilo,
sino que la respuesta debe ser la muerte del gerente y de todo aquel que se cruce
en la vía.
EL REBELDE
ROJO- Mirá hermano, es inútil que te aflijás y te sacrifiqués. ¡Todos son piores! En
la primera reunión, es cierto, como si lo viera, ni uno dice que no y votan por la
huelga como tabla. El que menos es capaz de hacer volar la usina eléctrica, hundir
el depósito de aguas corrientes o quemar los cables del tranways, antes de volver
a empuñar las herramientas. Pero después... ¡Ay hermano! No me digás. Lo
conozco como a mis manos. No sirven ni pa insultarlos. Resulta que una vez
metidos en el berenjenal, sólo unos cuantos aguantan.
NEGRO- Estás macaniando, hermano, y de lo lindo. Pero seguí, no más, que para
todo tengo lista la contestación. Primero decime, ¿cuántos motormanes y guardas
de la empresa en huelga han tomado trabajo?
- Se fueron de rompehuelgas...
- Te lo puedo probar si querés. Con ellos han reemplazado a los guardas del
Rosario. Y -¡la cabeza te jugaría!-
si hoy se declaran en huelga los mayorales del tranway los primeros en ofrecerse
para reemplazarlos serían los guardas de la confederación ferrocarrilera.
- ¡Qué me vas a decir, hermano! Esto no tiene vuelta de hoja. ¿Y vos creés
todavía si es posible hacer algo serio? No embromés, te digo; lo único que
conseguiremos al fin es que los patrones, los dueños y las empresas se sigan
riendo de nosotros, aprovechándose de nuestra necesidad y de nuestra
ignorancia.
- Dejame hablar un momentito y voy a explicarte el caso. Vos creés que la huelga
es un fin, cuando sólo es un medio, un arma.
- Vaya un arma linda que siempre se vuelve para el lado de quien la empuña.
- ¿Querés que yo te diga cómo hay que hacer para que la huelga sea
verdaderamente un arma?
- ¿Y por qué no? ¿Quién puede adivinar lo que produzca una chispa?
- ¿Bárbaro? Puede. Pero para mí que los bárbaros, los ignorantes son ellos, los
que solo hacen las cosas a medias...
GHIRALDO, Alberto, (1923), “El rebelde”, en: Carne Doliente, Bs. As., pp. 169-
173.
Cuando, luego de su exilio, él volvió al poder, sentí una tristeza inmensa: ése
Evita no estaba más... ¡Me resultaba tan insoportable!” (Jorge Luis Borges)