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JORGE LUIS BORGES, Un ensayo autobio- A los lectores de Borges no ha de ex-

gráfico, prólogo y traducción de Aníbal trañarles que, al evocar el ambiente fami-


González, epílogo de María Kodama, Bar- liar de su infancia, diga que el «aconteci-
celona: Galaxia Gutenberg y Círculo de miento principal de mi vida (...) fue la
Lectores, 1999. biblioteca de mi padre. De hecho, a veces
pienso que nunca he salido de esa bibliote-
Entre las iniciativas editoriales que ha depa- ca». Muy adecuado a su perfil de literato
rado el centenario del nacimiento de Jorge es, sin duda, que Borges recuerde que en
Luis Borges (1899-1986) se debe reseñar la su familia se daba por descontado su desti-
traducción española de An Autobiographical no de escritor y que afirme que «siempre
Essay. Este famoso texto, conocido y citado he llegado a las cosas después de pasar por
por los estudiosos de la obra de Borges, fue los libros».
publicado en 1970 por la revista The New Borges vive con su familia en Europa
Yorker. El ensayo, al parecer, habría tenido su adolescencia y primera juventud. Ya casi
como punto de partida una conferencia del al final de esta etapa, a sus veinte años, pasa
escritor y fue redactado por su secretario el invierno de 1919-1920 en Sevilla. Allí
Norman Thomas di Giovanni, con quien el se acerca al grupo de escritores vanguar-
autor colaboró para completarlo y traducirlo distas formado en torno a la revista Gre-
al inglés. Y aunque, a pesar de esto, Borges cia. Al recordar esta experiencia, medio si-
no autorizó nunca su traducción, el hecho es glo después, Borges lo hace con sus
que ésta se ha realizado y se ofrece a los lec- peculiares comentarios, tan maliciosos
tores, por fin, en español. como demoledores. «Este grupo, cuyos
Dada la unánime admiración que sus- miembros se llamaban a sí mismos ultraís-
cita la figura de Borges, son numerosos tas —dice Borges—, se había propuesto
los estudios que se han llevado a cabo tanto renovar la literatura, una rama de las artes
sobre su obra como sobre su vida. Hay que de la cual nada sabían. (...) Desconcertó a
recordar, además, que el escritor se mos- mi mente argentina el enterarme de que no
tró siempre dispuesto a conceder entrevis- sabían francés ni tenían sospecha alguna de
tas y hacer declaraciones en las más di- que existiera algo llamado literatura ingle-
versas publicaciones. Todo esto permite sa». En cualquier caso, es sabido que
comprender que las etapas esenciales de Borges se identificó con aquella forma his-
su evolución intelectual y los hechos más pánica del vanguardismo y pudo entablar
relevantes de su vida son bastante conoci- entonces, en Madrid, amistad con el adalid
dos. Puede, así, decirse que el ensayo au- del ultraísmo, Rafael Cansinos Asséns, a
tobiográfico que ahora se traduce al espa- quien profesó una enorme admiración y a
ñol es sólo un medio, entre otros, para quien siempre vio como a un maestro: «Aún
definir la imagen intelectual y personal de me gusta pensar en mí mismo como su dis-
Borges. Pero, en cualquier caso, hay en el cípulo». Y, en fin, bien conocido es que
texto ciertos datos y observaciones y, so- Borges, tras su regreso a la Argentina y su
bre todo, un tono personal muy borgesia- «redescubrimiento» del país natal, continuó
no, que le confieren inestimable valor a allí su militancia ultraísta, al menos, hasta
esta autobiografía. finales de la década de 1920.

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430 RECENSIÓN

Borges señala, con todo, que el mayor Desde el momento de su fundación, en


acontecimiento del regreso debió de ser su 1931, Borges formó parte del grupo de la
encuentro con Macedonio Fernández, cuyo revista Sur, creada y dirigida por Victoria
«genio sobrevive en sólo unas pocas de sus Ocampo. Por su papel como asesor y cola-
páginas», pues «su influencia era de natu- borador de la revista, el nombre de Borges
raleza socrática». Borges se detiene a des- aparece siempre vinculado al grupo de Sur
cribir la ilimitada admiración que sintió por en cualquier referencia a la historia cultu-
este otro maestro suyo, a quien dice que ral hispanoamericana. Por eso mismo no
«realmente amé (...), casi hasta la idolatría». puede dejar de extrañar que Borges, en esta
Otra amistad importante, ciertamente autobiografía, no se refiera en ningún mo-
decisiva, en la vida de Borges fue la que, mento a la revista y que mencione el nom-
desde 1930, le unió al que habría de ser gran bre de Victoria Ocampo al paso, en medio
escritor Adolfo Bioy Casares. En este caso de una relación de amigos a los que empe-
se trata de una larga y estrecha relación zó a tratar a mediados de la década de 1920.
personal que duró hasta el final de su vida, Cuestiones personales y diferencias de ca-
no sólo con Bioy Casares sino con su mu- rácter entre Victoria Ocampo y Borges po-
jer, Silvina Ocampo. También tuvo esta drán explicar el silencio de éste respecto a
amistad un sentido diferente de la relación una de las iniciativas culturales de mayor
con Cansinos Asséns y con Macedonio entidad e influencia en el ámbito hispáni-
Fernández, pues éstos eran, en edad, mayo- co: una empresa, en cualquier caso, en la
res que Borges, y él los trató como a seres que Borges colaboró de manera muy nota-
ejemplares. Especialmente en los primeros ble y cuya significación está más allá de las
tiempos de su amistad con Bioy Casares, consideraciones personales. Acaso no esté
hay que tener en cuenta que Borges era tre- de más recordar que todo texto autobiográ-
ce años mayor que éste. Pero, según Borges, fico está escrito desde una edad y una si-
la dirección de la influencia que pudo ejer- tuación vital determinadas, y como tal tes-
cer al principio sobre su amigo se invirtió timonio queda limitado por esos
al poco tiempo: «Se da siempre por senta- condicionantes: tiene, así pues, que tomar-
do en estos casos que el hombre mayor es se sólo como una de las distintas formas en
el maestro y que el menor es el discípulo. que una persona, en el curso de los años,
Esto pudo ser cierto en un principio, pero puede ver su propia vida. Y sólo como una
pocos años después, cuando empezamos a de las diversas formas de la escritura
trabajar juntos, Bioy fue real y secretamente autobiográfica de Borges debe considerar-
el maestro». El caso es que, con el paso del se este —en cualquier caso, imprescindi-
tiempo, la amistad entre ambos escritores ble— Ensayo autobiográfico, que expresa
parece haber sido entre iguales, y así com- la visión que el gran escritor tenía de su vida
partieron ampliamente no sólo tareas inte- en la precisa fecha de 1970.
lectuales sino gran parte del tiempo de sus
vidas en la convivencia diaria. Miguel Martinón

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