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Instituto de Formación en Educación Social

Pedagogía II
Segundo Parcial

Experiencias pedagógicas alternativas en


Latinoamérica: Simon Rodríguez y Jesualdo Sosa

Estudiantes:
Docente: Noelia Talayer c.i 4.348.413-8
Anabela Paleso Valentina Tapia c.i. 5.174.918-8
Camila Varela c.i. 4.760.905-7

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Montevideo, noviembre 2021
Índice
página

Introducción……………………………………………………………………………….…2

Orígenes de la pedagogía latinoamericana y


experiencias pedagógicas de Simón Rodríguez y Jesualdo Sosa………………………….....3

1. Análisis y articulación de las experiencias:……………………………….……………....5


- Educación y trabajo……………………………………………………………....….5
- Escuela y comunidad………………………………………………………………...6
- Posición del educador………………………………………………………………..7

2. ¿En qué medida son propuestas alternativas pedagógicas?.................................................8

3. (Re)pensar las prácticas educativas actuales y


los aportes de las experiencias para la Educación Social.…….……………………..……….9

A modo de cierre………..……………………………………………………………….…..10

Referencias bibliográficas…………………………………………………………………...11

Bibliografía…………………………………………………………………………………..12

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Introducción

El presente trabajo corresponde al segundo parcial de la asignatura anual Pedagogía II,


dictada en el segundo año de la formación en Educación Social. La propuesta de este trabajo
consiste en la selección de dos experiencias pedagógicas latinoamericanas trabajadas en el
curso, donde se analizan algunos aspectos de cada una de ellas. Por un lado, la Escuela
Filosófica Popular impulsada por Simón Rodríguez, y por otro, la propuesta pedagógica de
Jesús Aldo Sosa (Jesualdo Sosa).
El trabajo se organizará de la siguiente manera: En primer lugar, a modo de
contextualizar, se presentan los orígenes de las pedagogías latinoamericanas y los autores de
estas experiencias pedagógicas. A continuación, en el cuerpo del trabajo, como primer punto,
se realiza un análisis articulando las relaciones entre educación y trabajo, escuela y
comunidad, y la posición del docente o educador, en cada una de las experiencias
seleccionadas. En el segundo punto, se analizan dichas experiencias, problematizando en qué
medida son propuestas alternativas pedagógicas democratizadoras, que construyen otros
sentidos a los instalados hegemónicamente. Como tercer punto, se analizan diferentes
aspectos que permiten pensar y re-pensar nuestras prácticas educativas actuales y qué aportes
brindan las experiencias pedagógicas para la Educación Social. Finalmente, se realiza una
síntesis a modo de cierre del trabajo.

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Orígenes de la Pedagogía Latinoamericana y experiencias pedagógicas de Simón
Rodríguez y Jesualdo Sosa

La historia de la Educación de Latinoamérica “es, desde la perspectiva


epistemológica, memoria y recuerdo, linealidad y secuenciación, relación y conexión, pasado
y presente engarzados” (Facultad de Filosofía y Letras, 2017:2).
Sobre las lecturas de las diferentes fuentes y documentos sobre los orígenes de la
pedagogía latinoamericana, cuando se habla de educación liberadora o educación
emancipadora en América Latina, el primer nombre que resuena es el de Paulo Freire
(1921-1997), quien sin dudas dejó un enorme legado. Sin embargo, Adriana Puiggrós,
especialista en historia y política de la educación latinoamericana, investiga más a fondo y
considera que Simón Rodríguez es el pedagogo que da comienzos a la pedagogía
latinoamericana; asegura que pertenece, por un lado, a un tiempo de conquistas, sumisiones,
desigualdades, aculturación, esclavitud y sin libertades, y por otro, al de la revolución de
liberar América, construyendo sociedades democráticas en todo el continente, donde la
educación y la creación de escuelas son el camino y la esperanza de una sociedad justa y libre.
Simón Rodríguez (1769-1854), o “el Sócrates de Caracas”, como lo llamó su alumno
y luego compañero y jefe político Simón Bolívar (1783-1830), nació en Caracas, Venezuela.
Rodríguez es conocido por ser el mentor y profesor de Simón Bolívar, con quien tuvo una
relación duradera y profunda, y compartió el sueño de la Patria Grande. Fue uno de los
primeros maestros de Latinoamérica. En 1926 creó la Escuela Filosófica Popular en
Chuquisaca, Bolivia; en medio de un contexto histórico y social particular, donde su iniciativa
fue revolucionaria y cuestionada.
Se reconoce a Rodríguez como un ilustre y tenaz educador que realizó grandes aportes
a la educación. Entre sus grandes aportes, se encuentra la educación planificada para varones
y mujeres (que hasta el momento estaba disponible solo para varones blancos y de clase
socioeconómica alta). Fue partidario de una educación democrática, amplia y libre de
prejuicios, de una educación que hiciera ciudadanos honestos y dignos. Además, da pie a las
escuelas comedores, a la educación diversificada y escuelas vinculadas al trabajo.
Sus viajes por Jamaica, Estados Unidos, Europa y lectura de Montesquieu, Rousseau,
Voltaire, Locke, Saint Simón, despertaron en Simón Rodríguez su pensamiento liberador e
igualitario. Después de viajar durante más de veinte años, retorna en la primera mitad del
siglo XIX al sur de América, para firmar una ética heroica de vivir la filosofía dedicada a
hacer escuela para los excluidos en las nacientes repúblicas andinas (Kohan y Durán, 2020).

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En los últimos años de su vida, el maestro dió clases en algunos colegios ecuatorianos. Por
último, en 1853 emprendió un viaje a Perú, donde falleció.
Maximiliano Durán (2012) expresa: S. Rodríguez soñó con una sociedad en la que
convivan en igualdad hombres y mujeres, blancos y negros e indígenas, pobres y ricos, sanos
y enfermos. Se oponía ante las desigualdades y las costumbres tradicionales de su época. En
una sociedad más preocupada por el honor y las jerarquías que por el progreso y la
modernidad. Un defensor de la educación pública con igualdad para todos los ciudadanos.
Por otra parte, otro de los maestros de Latinoamérica cuya visión pedagógica
revolucionó la estructura educativa tradicional del siglo XX, fue Jesús Aldo Sosa
(1905-1982), conocido como Jesualdo Sosa, nacido en Tacuarembó, Uruguay. Fue un
educador referente. Llevó adelante la experiencia pedagógica en la escuela rural N° 56 de
Canteras del Riachuelo, en el departamento de Colonia, Uruguay (1928-1935), en donde
permaneció siete años desarrollando su principal experiencia educativa, en un lugar “poblado
por inmigrantes donde se conjugan las más variadas nacionalidades y donde el trabajo era de
riguroso esfuerzo” (Sosa, 1935).
Sus propuestas promovieron una experiencia educativa basada en el compromiso con
la comunidad y la situación histórica de los sectores más desfavorecidos del Uruguay; su
pedagogía se centró en el interés del niño y de su contexto social, político y económico
(UNIPE, 2016). Cuestionó los sistemas de educación, buscó desde diferentes estrategias,
encontrarse con libros, revistas, autores y experiencias múltiples. Discutía y planificaba en
conjunto con los niños las normas de responsabilidad y disciplina colectiva. Incluyó en los
estudios escolares aspectos relacionados al trabajo. Por otra parte, el maestro consideró la
expresión creativa un pilar fundamental en el desarrollo de la educación: la libertad, la
autonomía y el estímulo a la expresión fueron siempre sus banderas y su estilo de posibilitar a
otros futuros a sus alumnos desde propuestas pensadas fuera del aula, como campamentos,
salidas y exposiciones, entre otras (UNIPE, 2016).
En este sentido, Jesualdo expresa: “la educación es el fundamental instrumento de
transformación social en cualquier proceso que exige cambios profundos y permanentes, en
cualquier época y sean cuales fueren las circunstancias y regímenes que tengan que operar en
tal sentido”. (Jesualdo Sosa 17 educadores de América 1945:428) El concepto de educación,
en sentido amplio, para Jesualdo Sosa era el arte de devolverle al individuo su libertad
originaria, rescatándolo como sujeto de deseo. Para él, educar es desarrollar en los otros,
estrategias que le permitan trascender las circunstancias presentes, creando a través de la
imaginación y la fantasía, un otro mundo simbólico que instale al sujeto en una nueva

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situación, en el que pueda sentirse confortable, seguro y auténticamente libre, sublimando su
realidad. (Jesualdo Sosa 17 educadores de América 1945:428)

1. Análisis y articulación de las experiencias

Educación y trabajo

Ambos autores le dan gran importancia a la educación de la mano del trabajo.


Coinciden en que el fuerte vínculo entre estos dos aspectos resulta sin dudas enriquecedor;
siendo esta convicción, motor para parte de sus contribuciones pedagógicas.
Para Simón Rodríguez, la escuela es el medio para enseñar a las personas a mejorar
sus condiciones de vida; a valerse por sí mismos y a ser útiles a otros, para realizarse ellos y
realizar el país, superando la segregación esclavitud de aquella época. De este modo es como
se destaca su proyecto en Chuquisaca, donde se materializa su idea del modelo educativo
“escuela taller”, orientado en la educación hacia el trabajo teórico-práctico ofreciendo
ambientes educativos adaptados y acondicionados. Esta experiencia educativa hoy día está
vigente ya que los sistemas educativos están basados en su metodología pedagógica. Logró
fomentar su idea de escuela mixta basadas en el trabajo, hoy llamadas “escuelas técnicas” en
Bolivia; aunque sin el apoyo de la sociedad de Chuquisaca.
En esta misma línea, para Jesualdo, entiende al trabajo como la primordial de las
actividades del hombre, que responde no solamente a satisfacer necesidades vitales y de
afirmación personal, sino también de socialización a partir del encuentro con los otros. Para
el maestro el trabajo debe ser goce y creación, en tanto el sujeto, apelando a su deseo,
concreta y materializa el esfuerzo de su quehacer a través de sus realizaciones.
Entre el concepto de educación y el de trabajo, para Jesualdo existe una intrínseca
relación, amalgamada a través de la creación, configurándose así la novedad: la expresión
creadora es quien vincula el nexo entre educación y trabajo. Jesualdo consideraba que las
escuelas debían contar con talleres y huerta, donde no solo se eduque a los niños en la esfera
intelectual, sino también educarlos en lo laboral, sobre todo, en el trabajo manual. En sus
aportes, incluyó el cálculo aplicado al valor del jornal, el precio de la mercadería y la
ganancia de un propietario, entre otros aspectos relacionados a los derechos laborales;
brindando herramientas útiles para el futuro de los estudiantes, y además, basado en sus
propios intereses y curiosidades.

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Escuela y comunidad

En el caso de Jesualdo, el interés y realidad en la que el niño vive es parte de su


propuesta. Toma como eje la importancia de la expresividad, afirmando que es desde la
expresión donde el niño entra en contacto con la comunidad y con el mundo, y así puede
apropiarse de su espacio. Su lema fue la libertad, autonomía y estímulo a la expresión,
promoviendo instancias educativas fuera del aula, realizando salidas y campamentos
(UNIPE, 2016).
Se preocupó por desarrollar la expresión creadora de los niños, dando también
importancia al ámbito comunitario, para lo cual impulsó dos implementos: por un lado, a lo
que llamó “Centros de interés”, donde los niños son los que deciden el temario de estudio e
investigación; por otro lado, el “Curso de extensión cultural” que relaciona escuela y
comunidad, donde se explora el entorno cultural y social, y la propia escuela se convierte en
un centro cultural (se realizan festivales y se crea un periódico escolar) (UNIPE, 2016).
Inserta lo comunitario como un aspecto más dentro de lo que debe aprenderse, y
asimismo como una herramienta a través de la cual incorporar conocimientos, de la mano de
la expresividad que puede manifestar un niño en un espacio fuera del aula. En 1950 publica
“La expresión creadora del niño” (Sosa, 1950), donde afirma que la expresión particular de
cada quien, ayuda a “apropiarse de los conocimientos de manera más efectiva y duradera (...),
(sirve para la) comunicación, desarrollo propio y comunitario”.
En el caso de Rodríguez, también apuesta a una escuela que priorice el contexto
comunitario y social. Dentro de su propuesta, consideró a la sociedad como un instrumento
para incorporar variadas aptitudes; invitaba a los habitantes de la comunidad a que concurran
a fundar civilización social con la participación de todos. En un principio, se encontró con
algunos obstáculos: existía un desinterés generalizado por la educación, lo que provocaba que
reinara la ignorancia y se aceptarán únicamente los métodos tradicionales.
Ambos pedagogos se interesaron ampliamente en el contacto de los estudiantes con la
comunidad, con su medio ambiente, con el mundo; desde el punto de vista ambiental, social,
de apropiación de espacios, de conocer el espacio en el cual viven y transitan, intercambiando
experiencias con este.

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Posición del docente o educador

Jesualdo Sosa, consideraba que el maestro que no asumía un compromiso con la lucha
política, huía de las responsabilidades culturales de su tiempo, no estando a la altura de su
tarea (UNIPE, 2016). En su obra “La expresión creadora del niño” (Sosa, 1950), evidencia su
afinidad por la Escuela Nueva, por la centralidad del alumno en el proceso pedagógico y el
rescate de las posibilidades educativas del hacer; oponiéndose a los principios de la escuela
tradicional, que regía en aquel entonces. Sentía que el sistema capitalista era el que producía
esta escuela (tradicional), y esta escuela lo que producía era justamente individuos de alguna
manera frustrados, donde sus posibilidades humanas no se podían desarrollar (Antonio
Romano en UNIPE, 2016).
Según los trabajos bibliográficos, su experiencia de formación y la relación con el
conocimiento nos permite observar cuestiones centrales como aportes a la formación de
futuros docentes. Jesualdo inició su trabajo conociendo los detalles de la situación de sus
alumnos, sus contextos familiares, sociales y económicos marcados por el hambre, la
explotación, la repetición y el trabajo duro desde pequeños. Para Jesualdo la relación entre
maestro y alumno era igualitaria, estas acciones se cumplían siempre desde un punto de vista
artístico, donde la danza, la plástica, el canto, construirá una modalidad. El papel fundamental
dentro del aula para él es el de “aprender expresándose”.
En esta misma línea, Simón Rodríguez consideraba que el educador debía ser un
mediador en el aprendizaje del niño, un guía que acompaña y facilita ese aprendizaje.
Apostaba por vínculo horizontal entre educando y educador, eliminando la relación de
autoridad. Asimismo, al igual que Sosa, se oponía a la propuesta tradicional, donde el
educando era un receptor pasivo de la información que debía de obedecer y cumplir las
normas ya establecidas. Rodríguez afirmaba que un “maestro es quien ayuda al otro a ser
quien es”.
Se puede decir que ambos autores se inclinan por un perfil de educador en el que no se
es protagonista ni único dueño de saberes; sino que consideraban primordial generar un
vínculo más horizontal con sus estudiantes, donde se intercambian aprendizajes, dándoles a
estos el centro del protagonismo para marcar el proceso hacia dónde se encaminan sus
aprendizajes, teniendo en cuenta la situación particular de cada uno, el contexto familiar y
socioeconómico en el que vivían, basado en sus intereses individuales.

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2. ¿En qué medida son propuestas alternativas pedagógicas?

Tanto Rodríguez como Sosa, convirtieron en realidad sus ideologías, convicciones y


pensamientos revolucionarios en cuanto a lo educativo, por lo tanto, rompieron con el canon
hegemónico de ese momento. En ambos casos, gracias a sus propuestas pedagógicas
democratizadoras, se enfrentaron a negativas repercusiones a nivel estatal, político y social,
incidiendo potencialmente en la realidad precisa. Todo esto, los llevó a encontrarse ignorados
e incluso censurados, pero al mismo tiempo, a permanecer en la memoria de la educación que
en la actualidad nos inspira con sus ideales educativos, contrarios a los instalados
hegemónicamente.
Los dos autores, posicionan al sujetos como sujetos de la educación, lo que significa
que lo posicionan en otro lugar, removiéndolo del lugar pasivo que estaba predestinado en ese
momento histórico y lo convierten en un sujeto participativo, activo. El trabajo educativo que
proponen los autores nombrados, se consideran revolucionarios, ejerciendo gran influencia en
los individuos tanto en lo educativo, como en lo político-social, lo que lleva a constituir
nuevos horizontes para las personas que vivieron en sus tiempos, fomentando un cambio de
escenario hacia las formas de vida.
Por lo tanto, si se trae por ejemplo el sentido de la educación para Jesualdo Sosa, se
puede ver claramente, que los objetivos que se propone se asentaba en la reconstrucción de las
prácticas educativas, en nuevas formas de pensar, exponiendo una mirada renovadora y crítica
hacia el escolanovismo del momento, entendiendo a la educación como la posibilidad para
romper con todos los esquemas dispuestos de la época. Por otra parte, apela a sentir la
educación desde un lugar donde los individuos pudieran disfrutar, gozar.
Sosa, no niega que la educación sea un reflejo de la clase dominante, pero confía en
los educadores para poder modificar esa realidad y confía en los propios sujetos como
hacedores de nuevas realidades, asignándoles un lugar de lucha por nuevos sentidos hacia el
futuro.
Los autores trascendieron las formas generales de llevar a cabo la enseñanza,
identificando en tanto a los sujetos como hacedores y productores de su aprendizaje.
Transformando la configuración del espacio educativo, contribuyendo a la construcción de
nuevas miradas, tejiendo nuevas redes sobre la configuración establecida. Generando así,
nuevos discursos y nuevas prácticas pedagógicas, que se transforman en nuevas experiencias
educativas para los sujetos.

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3. (Re)pensar las prácticas educativas actuales y los aportes de las experiencias
para la Educación Social

“La posibilidad de interrogarnos resulta, en todos los casos, el primer paso de cualquier
estrategia para pensar”.
(Minnicelli, 2008: 3)

En el caso de Jesualdo Sosa, según la UNIPE (2016), sus pensamientos y acciones


siguen vigentes y nos interpelan, al demostrar que es posible pensar la educación partiendo de
la realidad política, social y económica de cada alumno; procurando atender las distintas
inquietudes, e incorporar las iniciativas de cada niño o niña que asiste a la escuela. Respecto a
esto, se concuerda en que su legado sigue vigente y que se puede pensar lo educativo tomando
a cada niño/a dentro de su situación particular, como foco central de su propio proceso;
aunque por otro lado, es cuestionable que esto se lleve a la práctica ya que la mirada
escolanovista es simplista y no plantea soluciones reales para los problemas sociales de la
actualidad.
En cuanto a los aportes de Rodríguez, según los investigadores e historiadores relatan
que el maestro estuvo olvidado durante mucho tiempo y fue hasta hace poco que comenzó a
tomar actualidad y a ser estudiado. “El alegato de Simón Rodríguez no se perdió ni perdió,
sino que quedó configurado como una deuda, como lo que se debió haber hecho, pero no se
hizo” (Puiggrós, 2005:43)
Las ideas filosóficas y pedagógicas del maestro atraviesan el tiempo y se hacen
necesarias. En la actualidad; si bien sus ideas estuvieron olvidadas, pero según Puiggrós
considera que la propuesta de Rodríguez sigue vigente e incluso llega a ser más
contemporánea que muchas otras actuales. Trayendo al presente la pedagogía de Rodriguez
nos invita a pensar la realidad actual para buscar caminos mejores por donde transitar juntos
hacia la transformación.
Consideramos que debemos tener presentes cada pensamiento pedagógico que han
habido a lo largo de la historia de la educación, tomarlas para reflexionar y (re) pensar y
porque no modificar y/o transformarlas pensando en el contexto actual. Rescatar lo bueno y
positivo de cada una de ellas y reconocer los logros que nos ha dejado cada experiencia, ya
que consideramos fundamental para seguir avanzando y poder ofrecer como educadores una
propuesta innovadora apta para las necesidades de las nuevas generaciones.

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Siguiendo la misma línea citamos a Adrina Puiggros: “Entre las utopías del siglo
pasado, y del anterior, podemos encontrar inspiraciones para afrontar los problemas de hoy, e
imaginar el futuro, aunque todo haya cambiado, y un porvenir incierto se precipite sobre
nosotros” (Puiggrós, 2016).

A modo de cierre

Resulta interesante el análisis de ambas propuestas pedagógicas entrelazadas, una que


toma lugar en la región latinoamericana hace casi 250 años, en el caso de la Escuela Popular
de Simón Rodríguez, y otra más reciente, de hace menos de 100 años en el territorio nacional.
Ambas, alejadas en el tiempo y espacio, a su vez compartiendo las raíces de América Latina,
comparten estrechas similitudes en cuanto al pensamiento que impulsa cada experiencia.
A nuestro entender, admirables recorridos de lucha por una pedagogía democrática y
anti hegemónica han transcurrido ambos autores aquí mencionados. Donde ambas, abren
recorrido en lo que se refiere al espacio pedagógico para todos aquellos que vivieron en sus
tiempos. Situaciones educativas que contribuyen a pensar de un modo distinto, de vivir el
mundo de otra forma, contribuyendo a la responsabilidad y autonomía de los sujetos.
Entendiendo también lo clave que es la comunidad para el desarrollo de todo individuo,
donde esta juega un papel fundamental al momento de facilitar el desarrollo de los sujetos en
la sociedad.
Ambas propuestas introducen otra forma de visualizar y habitar la sociedad, la
educación, en espacios históricos complejos, se asume una nueva forma de consumar la
construcción del conocimiento, donde desde cierto punto, se asume la influencia que tiene en
cómo se produce y en lo producido, atendiendo a las necesidades de los sujetos que habitan
allí, su desarrollo situado en un lugar geográfico, donde la influencia histórica, política,
económica y social se sienten.
Considerando ambas propuestas como grandes hitos en la historia de la educación de
la región, genera cierta incomodidad pensar que la educación hoy en día en Uruguay y el resto
de latinoamérica, esté arraigada a la esfera tradicional, sin tener siquiera un horizonte que
afirme que esta estructura pueda modificarse en algún momento.

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Referencias bibliográficas

Durán, M. (2012). El primer escrito de Simón Rodríguez en el marco de las reformas


borbónicas: límites y alcances. Historia de la Educación. Anuario, 13(1)
Facultad de Filosofía y Letras (2017). Currícula de asignatura: Historia de la Educación
Argentina y de Latinoamérica. Universidad Nacional de Cuyo. Mendoza, Argentina.
Recuperado de
https://ffyl.uncuyo.edu.ar/upload/2017-historia-de-la-educacion-argentina-y-de-latinoa
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Kohan, W., Durán, M. (2020). Manifiesto por una escuela filosófica popular. Universidad
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https://ediciones.ungs.edu.ar/wp-content/uploads/2020/07/9789876304702-resumen-1.
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Minnicelli, M. S. (2008). Infancia, legalidad y juego en la trama del lenguaje (71) (Vol. 71).
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Puiggrós, A. (2005). De Simón Rodríguez a Paulo Freire: educación para la integración
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Sosa, J. (1935). Vida de un maestro. Buenos Aires: Trilce.
Sosa, J. (1950). La expresión creadora del niño. Montevideo: ANEP-FHCE, UdelaR.
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Universidad Pedagógica Nacional (UNIPE) (2016). Jesualdo Sosa. Serie Maestros de
América.

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Bibliografía

Gómez, M., Puiggrós, A. (2019). Jesualdo y la Escuelita de Canteras de Riachuelo, Colonia.


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Puiggrós, A. (1996). Presencias y ausencias en la historiografía pedagógica latinoamericana.
En Cucuzza, R. (comp.): Historia de la Educación en Debate. Buenos Aires: Miño y
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Puiggrós, A., Marengo, R. (2013). Pedagogías: reflexiones y debates. Bernal, Universidad
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Puiggrós, A. (2016). La Educación popular en América Latina. Orígenes, polémicas y
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https://doi.org/http://dx.doi.org/10.19137/praxiseducativa-2016-200308
Rodríguez, S. (2004). Inventamos o erramos. Caracas: Monte Avila Editores.
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Webgrafía:
https://politicayeducacion.com/el-pensamiento-pedagogico-del-maestro-jesualdo-sosa/

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