En la Iglesia antigua se decía que la Sagrada Escritura estaba escrita «más en el corazón de la Iglesia que sobre pergaminos»1 y de ella saca su vida y su fuerza; por lo que desconocer la Escritura es desconocer a Cristo.2
Pero, con todo ello, ¿qué es la Biblia? No es “edificación espiritual” de historias
bonitas, una mera normatividad moral, un libro científico, un libro indescifrable, o un recetario. La Biblia es un conjunto variado de libros (en griego biblos) que también recibe el nombre de Sagrada Escritura, Palabra de Dios o Revelación.
En ella aprendemos lo que Dios nos ha comunicado a lo largo de la historia de la
humanidad, para vivir de acuerdo con su mensaje. «La Sagrada Escritura no es algo que pertenezca al pasado. El Señor habla en el presente, Él habla hoy con nosotros, nos concede su luz, nos muestra el camino de la vida, nos regala su comunión y nos prepara y nos abre así a la paz.»3 Aunque su mensaje fue escrito hace miles de años, tiene una vigencia permanente.
También es Palabra de Dios, expresada en lenguaje humano, que «enseña
sólidamente, fielmente y sin error la verdad»4. Por ello, es importante que los fieles tengan fácil acceso a ella5, pero que este «acercamiento no sea sólo intelectual, sino con un corazón hambriento de oír la Palabra de Dios»6 que sale al encuentro de sus hijos.
Al final, en la Biblia reconocemos a una persona: Cristo, «porque toda la Escritura
divina habla de Cristo y toda la Escritura divina se cumple en Cristo»7, y al participar de Cristo, los cristianos nos hacemos Palabra de Dios para el mundo.
1 YOUCAT 12 2 San Jerónimo 3 Benedicto XVI 4 DV 11 5 DV 22 6 Aparecida 248 7 Hugo de San Víctor en CEC 134