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UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN

Enrique Guzmán y Valle


“Alma Máter del Magisterio Nacional”

FACULTAD DE AGROPECUARIA Y NUTRICION

MONOGRAFÍA

Monografía

La Guerra con Chile

Presentada por:

Zarate Gutierrez, Eduardo Gustavo


Espinoza Bautista, Milagros Keiko
Ruiz Gómez, Hans Lenin

Especialidad: Agropecuaria

Lima - Perú

2019
ii

Dedicatoria

El presente trabajo monográfico está dedicado a Dios y a mis padres por mostrarme el
camino hacia la superación. A mis maestros quienes se han tomado el arduo trabajo de
transmitirme sus diversas enseñanzas para mi formación profesional
iii

ÍNDICE DE CONTENIDOS
Dedicatoria………………………………………………………………………………….ii

Contenido de figuras...................................................................................................................v

Introducción...............................................................................................................................vi

Capítulo 1....................................................................................................................................8

Causas aparentes de la guerra


entre perú y chile………………………………………………………………….. 8
1.1. El Perú ofrece su mediacion entre Bolivia y chile .................................................8

1.2. La alianza secreta………………………………………………………………….10

1.3. Diplomacia Peruana en Chile................................................................................11

1.4. Veraderas causas de la declaracion de guerra al Perú ..........................................22

Capítulo 2..................................................................................................................................24

consecuencias fatales ...............................................................................................................24

2.1 Significado de la alianza........................................................................................24

2.2 Crisis y guerra........................................................................................................27

2.2.1 Trasfondo de la guerra .........................................................................................28

2.3 Contrato Grace…………………………………………………………………..30

2.4 El interes economico ingles..................................................................................32

2.5 Presencia de EE.UU.............................................................................................34

Capítulo 3..................................................................................................................................55

Seguridad, higiene y la salud ocupacional................................................................................55

3.1 Seguridad e Higiene Industrial en el Taller de Cerámica......................................55

3.2 Objetivo de la Seguridad e Higiene industrial.......................................................56

3.3 La Higiene en las Industrias..................................................................................56

3.4 Equipo de protección personal (EPP’s).................................................................57

3.5 Orden, Limpieza Del Puesto De Trabajo..............................................................59


iv

3.6 Riesgos al trabajar con los equipos y herramientas para Cerámica.......................60

3.7 Enfermedades Profesionales..................................................................................60

Capítulo 4..................................................................................................................................62

Aspecto pedagógico para la enseñanza de la Educación Secundaria.......................................62

4.1 Aplicación Didáctica.............................................................................................62

4.1.1 Programación Curricular....................................................................................62

4.1.2 Unidad Didáctica...............................................................................................62

Conclusiones.............................................................................................................................81

Recomendaciones.....................................................................................................................82

Referencias................................................................................................................................83
v

CONTENIDO DE FIGURAS

Figura 1. El diplomático peruano José Antonio de Lavalle fue enviado a Santiago, a último

momento para negociar y evitar la guerra. Sin embargo, la suerte estaba echada………...13

Figura 2. Ocupación Chilena en Antofagasta ....................................................................15

Figura 3. Paralelos 23 y 24 promovida por Chile................................................................18

Figura 4 Bolsos y monederos en Cuero.............................................................................19

Figura 5 Diversos trabajos elaborados en trupan y madera................................................20


vi

Introducción

La guerra con Chile abarcó de 1879 a 1883, las causas de esta guerra se

encuentran en la grave crisis financiera por la que atravesaba Chile por lo que quiso

apoderarse de las ricas Salitreras de Atacama (de Bolivia) y de Tarapacá (del Perú).

Surgido de más antes el conflicto entre Chile y Bolivia, el primero apeló al pretexto del

impuesto de los 10 centavos del quintal de salitre exportado, que Bolivia había creado para

agravar a la Compañía Anónima de Salitre y Ferrocarril de Antofagasta, constituida por

capitalistas chilenos y que Chilenos sostenía que era ilegal porque según anterior tratado

firmado entre ambos países, la exportación de salitre debía estar libre de todo gravamen. Y

sin mediar mayor explicación ocupó territorio boliviano. Mariano Ignacio Prado que

gobernaba el Perú, decidió enviar al diplomático peruano Don José Antonio Lavalle, en

calidad de mediador, pero Chile, deseoso de envolver a nuestro país en la contienda

alegando la existencia de una alianza secreta entre Perú y Bolivia, declaró la guerra al Perú

el 5 de abril de 1879, en circunstancias de que nuestro país no se encontraba preparado

para ello.

El desarrollo del conflicto presenta 3 fases: la Campaña Marítima, la Campaña Terrestre

del sur y La Campaña de Lima, con la resistencia, hasta el tratado de Ancón.

La campaña marítima debía definir el dominio del Pacífico, necesario para conducir

fuerzas al teatro de la guerra, ya que ni Chile ni el Perú, disponía de caminos o

ferrocarriles. Esta era la razón por la cual, Chile, de tiempos atrás, había cuidado de

conformar convenientemente su escuadra. Esta campaña registró los siguientes principales

combates: El de Iquique, el 21 de mayo de 1879, en le que nuestro monitor "Huáscar"

hundió a la cañonera chilena "Esmeralda", mientras nuestra Fragata "Independencia", al

perseguir a la "Covadonga", encalló en Punta Gruesa perdiendo así el Perú la mejor unidad

de nuestra escuadra; el Combate de Angamos, el 8 de octubre del mismo año, en que el


vii

monitor "Huáscar", después de admirables hazañas, fue cercada por la naves enemigas y

capturada cuando el abordaje consiguió cerrar sus válvulas que habían sido abiertas por los

defensores para que no cayera en manos del enemigo. El comandante del monito, don

Miguel Grau, llamado "El Caballero de los Mares", murió heroicamente en la acción,

acompañándole muchos en el paso a la inmortalidad, la pérdida de nuestro Huáscar dio a

Chile el dominio del mar.

La Campaña Terrestre del Sur, comprendió: La de Tarapacá y la de Tacna y Arica. La de

Tarapacá registra las siguientes acciones, la captura de Pisagua, defendida por el teniente

coronel Isaac Recabarren (2 de noviembre de 1879); la batalla de San Francisco (18 de

noviembre), adversa al Perú; y la batalla de Tarapacá (27 de noviembre), en la que nuestras

fuerzas sin embargo de estar cansadas derrotaron a los chilenos.

Mientras se realizaban estos acontecimientos, se habían operado cambios políticos en el

Perú y Bolivia. El presidente Prado, como dijimos anteriormente emprendió viaje al

extranjero, dejando el poder al anciano general La Puerta, quien fue puesto el 21 de

diciembre por don Nicolás de Piérola que asumió la dictadura en horas graves para la

patria. En Bolivia, como el presidente Hilarión Daza, ganado por la diplomacia chilena, se

volvió traidor de a quebrada de Camarones, dejando de auxiliar al ejército de Tarapacá, un

comicios popular destituyó a Daza y poco tiempo después un nuevo motín llevaba a la

presidencia al general Narciso Campero.


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Capítulo 1
Causas aparentes de la guerra entre Perú y Chile

1.1. El Perú ofrece su mediación entre Bolivia y Chile

Como fue recibido el Plenipotenciario peruano en Valparaíso: documentos

oficiales instrucciones dadas por el Perú a su Plenipotenciario para la mediación. Chile,

cambiando la cuestión, no acepta los buenos oficios del Perú, sino con la condición de

mantener la ocupación, hasta la decisión de los árbitros.

El Plenipotenciario carecía de instrucciones sobre la nueva cuestión de límites.

Porque no podía tenerlas. Es interrogado sobre el Tratado de alianza con Bolivia. Decreto

del Gobierno de Bolivia que provee al estado de guerra creado por la invasión chilena del

territorio nacional. Chile lo considera artificiosamente como una primera declaración de

guerra, y hace el papel del provocado. Don Domingo Santa María: su conducta con el

Plenipotenciario peruano. Chile reclama la neutralidad del Perú: condiciones inaceptables:

negociaciones en propósito.

El Representante de Chile en Lima insiste sobre la neutralidad: respuesta del

Gobierno peruano. Durante la suspensiva del Perú en las negociaciones, Chile declara rotas

las amistosas relaciones. Sugestiones y amenazas al Perú para la inmediata neutralidad.

El Plenipotenciario del Perú, explica al Gobierno chileno el espíritu del Tratado

de alianza con Bolivia. Declaración de guerra hecha por Chile: excesos del populacho de
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Valparaíso. Diferencia entre las razones de la declaración de guerra expuestas por el

Gobierno chileno y por su Ministro en Lima. Examen de los pretextos de la guerra

presentados como razones por Chile. Porque retardara el Perú la declaración de su

neutralidad. No es verdad, como dijo Chile, que el Perú no pudiera declararse neutral; no le

fue dejado tiempo. Examen del Tratado de alianza. La conducta de Chile justificaba lo

dispuesto en él. Los armamentos del Perú y los auxilios prestados a Bolivia fueron

pretextos. El Perú, aun neutral, tenía el derecho de armarse. El Perú no se hallaba en

condiciones de desear la guerra.

Apenas fue conocida, en los primeros de Enero de 1879, la fuerte tensión de las

relaciones diplomáticas entre Chile y Bolivia, el Gobierno del Perú, deseoso de mantener

la paz entre dos países amigos y vecinos, dio orden a sus Representantes en Bolivia y

Chile, de interponer sus buenos oficios a la primera aparición de algún indicio de próxima

ruptura entre las dos Repúblicas, y de procurar con todos los medios que fueran a su

alcance alejar o suspender cualquier acto de hostilidad.

La noticia de que, en caso necesario, el Perú habría ofrecido sus buenos oficios,

dada por el Encargado de Negocios del Perú al Presidente de Chile, fue acogida

favorablemente por este último. Pero cuando se trató de realizarlos, cuando, conocida la

determinación de ocupar Antofagasta, el Representante peruano, ofreciendo los anunciados

buenos oficios de su Gobierno, pedía a la Cancillería chilena la momentánea suspensión de

las órdenes dadas con aquel objeto, al menos durante el corto espacio de tiempo necesario

para dar aviso telegráfico a su Gobierno y recibir la respuesta, los ofrecidos buenos oficios

fueron rechazados, manteniendo firmes las órdenes para la invasión del territorio

boliviano; órdenes que ya sabemos con cuanta diligencia fueron ejecutadas.


10

1.2. La alianza secreta

El traslado secreto entre el Perú y Bolivia fue firmado en Lima el 6 de Febrero

de 1873 por el plenipotenciario Juan de la Cruz Benavente y el ministro José de la Riva

Agüero Los Corswarem. En su preámbulo especificaba su carácter defensivo. El artículo

primero decía: “Las altas partes contratantes se unen y ligan para garantizar mutuamente su

independencia, su soberanía y la integridad de sus territorios respectivos, obligándose en

los términos del presente tratado a defender de toda agresión exterior…” El artículo

segundo: “La alianza se hará efectiva para conservar los 46 derechos expresados en el

anterior y especialmente en los casos de ofensiva, que consistían:

I.- En actos dirigidos a privar a alguna de las partes contratantes de una

porción de su territorio con ánimo de apropiarse su dominio o de cederlo a otra potencia.

II.- En actos dirigidos a someter a cualquiera de las altas partes contratantes a

protectores, venta o cesión de territorios o a establecer sobre ella cualquiera superioridad,

derecho o preeminencia que menoscabe u ofenda el ejercicio amplio y completo de su

soberanía e independencia.

III.- En actos dirigidos a anular o variar la forma de gobierno, la Constitución

política o las leyes que las altas partes contratantes se han dado o se dieron en ejercicio de

su soberanía”. El artículo tercero: “Reconociendo ambas partes contratantes que todo acto

legítimo de alianza se basa en la justicia, se establece para cada una de ellas

respectivamente el derecho de decidir si la ofensa recibida por la otras esté comprendida

entre las designadas en el artículo anterior”. Las partes quedaban pues, en libertad para

reconocer la existencia del casus foederis. Eran detalladas en seguida las obligaciones que

el casus foederis implicaba. Se obligaban las partes al planteamiento del arbitraje previo a

la guerra, a no menoscabar su soberanía y a no concluir tratados de límites sin


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conocimiento de la otra parte. Quedaba abierta la posibilidad de la adhesión de otro u otros

estados a la alianza.

1.3. Diplomacia Peruana en Chile

A pesar de esto, tan luego como sucedió la ocupación de Antofagasta, el

Gabinete de Lima, no economizando medio alguno para que se reanudarán las buenas

relaciones entre Chile y Bolivia, envió expresamente a Santiago al señor Lavalle, con

el carácter de Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario, con el fin de ofrecer

la amistosa mediación del Perú.

Habiendo salido de Lima el 22 de Febrero, el Plenipotenciario peruano llegó el

4 de Marzo a Valparaíso, donde fue bastante mal acogido. Su salida de Lima había sido

anunciada telegráficamente al Gobierno de Chile, por su Representante en aquella

ciudad, así como el objeto de su misión; y habiendo sido solícitamente divulgada dicha

noticia, la población de Valparaíso, donde debía desembarcar el señor Lavalle para

dirigirse a Santiago, se preparó de antemano a recibirlo de la manera que lo hizo. Cual

fuera esta acogida, lo dirá la Nota oficial, fecha 8 de Marzo, que el Cónsul General del

Perú en Valparaíso dirigía con este objeto a su Gobierno:

« Señor Ministro.... Ya en comunicaciones particulares he manifestado á US.

Que este pueblo miraba con profunda aversión y enojo la misión conciliadora del señor

Ministro Lavalle; que el anhelo de la guerra al Perú es vehemente en todos los circuíos

sociales de Chile, y que el tono de la prensa de Valparaíso y Santiago revela la

resolución de comprometerá nuestro país en la lucha provocada a Bolivia.

Los azuzadores de la guerra, recelando que este Gobierno llegue a ceder a la

pacífica instancia de la mediación peruana, decidieron aguijonear al pueblo para

ultrajar a los Representantes del Perú, y especialmente a nuestro Plenipotenciario, el


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día de su llegada al puerto, como el recurso más fácil y breve de cortar toda relación

entre el Perú y Chile.

Con perfecta evidencia de este propósito, me dirigí el día 3 al señor Intendente

de esta provincia, manifestándole la enormidad del desacato que se preparaba, y

pidiéndole que hiciera guardar al señor Ministro Lavalle todo el respeto debido a su

alto rango oficial y a la seguridad de su persona. El señor Intendente me contestó que

ya tenía noticia del atentado que se pretendía cometer; que había aconsejado a los

promotores de tal desorden que no le pusieran en el caso de hacer sablear y fusilar al

pueblo, y que me garantizaba que el ultraje no se llevaría a cabo.

El día 4, desde las primeras horas de la mañana, me constituí en el

desembarcadero para ir a bordo a la llegada del vapor del norte y acompañar al señor

Lavalle. Tres a cuatro mil hombres de la más baja esfera se apiñaban en la explanada y

plazoleta del Resguardo, esperando el desembarco del Ministro peruano. En cuanto se

avistó el vapor, una fuerza de doscientos hombres de línea y una compañía numerosa

de agentes de policía secreta se introdujeron entre la turba, cubriendo el frente del

desembarcadero. A la una de la tarde regresamos de a bordo acompañando al Enviado

del Perú, y desde el muelle al Hotel Central tuvimos que caminar entre dos filas de

policiales y estrechados a cada paso por una muchedumbre airada y enemiga, como

reos que llevan al suplicio. El respeto impuesto por la fuerza pública y las amenazas del

señor Intendente Altamirano evitaron el crimen preconcebido.

El señor Ministro Lavalle salió en el tren de 5 de la tarde para Santiago. En la

noche del mismo día se verificó el meeting de protesta e indignación contra la misión

peruana, a que había sido invitado el pueblo la víspera. Después de los más torpes é

indecentes insultos contra el Perú y sus Representantes, lanzados por una turba de seis

a ocho mil hombres, grupos considerables se dirigieron al Hotel Central en busca del
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señor Lavalle. Convencidos allí de que había ya salido del puerto, se encaminaron a la

plaza municipal, en que estaba situado el Consulado, al cual atacaron a pedradas, con

vociferaciones de muerte contra el que suscribe.

Habiendo sido nuevamente amagada mi casa en la siguiente noche, por un

pequeño grupo de individuos que querían atentar contra mi persona y que fueron

rechazados por dos individuos armados que custodiaban el Consulado, resolví trasladar

la Oficina de mi cargo a la calle de la Aduana, lugar más al centro del puerto.... L. E.

MÁRQUEZ (Cónsul General del Perú). » A este documento será conveniente añadir el

siguiente: « República de Chile - Ministerio de Relaciones Exteriores Telegrama

recibido de Valparaíso el 5 de Marzo de 1879, a las 12,45 p. m.

Señor Ministro: Anoche tuvo lugar en la plaza de la Intendencia el meeting

anunciado. Los oradores discurrieron, estando a lo que vi en parte y a lo que se me ha

dicho, sobre la necesidad de no aceptar la mediación que suponen viene a ofrecer el

señor Ministro del Perú. Terminados los discursos el pueblo se retiraba tranquilo al

parecer. Era imposible prever que un grupo se detendría frente a la casa del señor

Cónsul General del Perú, para dar gritos de odio y lanzar piedras sobre la puerta. Muy

cerca de la casa estaba el ayudante Espiándola, de la guardia de seguridad, y corrió a

proteger la casa del señor Cónsul General del Perú; pero como el grupo de gente

aumentaba, y no obedecía a sus intimaciones, dejó a algunos soldados de policía y a

algunas personas decentes custodiando la puerta, y se dirigió a darme aviso.

En el acto me trasladé a la casa del señor Cónsul con muchos caballeros que

estaban conmigo, y encontramos todavía un grupo considerable de gente, pero ya

tranquila. Se le pidió que despejara el sitio, y como no se consiguiera con prontitud

pedí un piquete de 16 soldados de 2 á caballo, y con esto se retiró aquella gente


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El. ALTAMIRANO (Intendente de Valparaíso). » Los gravísimos hechos a que

se refieren estos documentos, uno de los cuales emana de las más altas autoridades

chilenas, prueban a la evidencia, que aun antes de la llegada del Plenipotenciario

peruano portador de la mediación, se había formado en Chile una atmósfera contraria al

Perú, y que se buscaba con los medios aún más violentos provocarlo a un conflicto.

En Chile, a pesar de ser un país republicano, las conmociones populares no son

tan fáciles y frecuentes como en los demás Estados americanos. Gobernado por una

Autoridad fuerte e intolerante, por medio de una Policía numerosa y bien organizada, el

pueblo chileno sabe perfectamente que no puede moverse, y no se mueve sino dentro

de la esfera de acción consentida por el Gobierno: el cual, si no se hace escrúpulo

alguno de usar y abusar del látigo por las más fútiles faltas de policía (i), se lo hace aún

mucho menos de sablear y fusilar la plebe en las grandes ocasiones, según la locución

usada por el Intendente de Valparaíso en la conferencia con el Cónsul del Perú.

Figura 1. El diplomático peruano José Antonio de Lavalle fue enviado a

Santiago, a último momento para negociar y evitar la guerra. Sin embargo, la

suerte estaba echada.


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Todo esto, pues, hace suponer que en los referidos desórdenes de Valparaíso,

que es la segunda ciudad de Chile, tan importante, y políticamente quizás aún más que

la misma Capital, las Autoridades, que todo lo sabían de antemano, fueron más o

menos cómplices de la muchedumbre puesta en movimiento. Veremos más adelante el

porqué de todo esto.

El Plenipotenciario peruano fue recibido, sin embargo, con todo género de

consideraciones por el Gobierno de Santiago, el cual no dejó de manifestarle su

sentimiento por la mala conducta del populacho de Valparaíso, y de presentarle sus

debidas escusas. Terminado en apariencia este incidente si bien la prensa chilena no

abandonase en modo alguno el tono acre é injurioso contra el Perú, que era la expresión

más o menos fiel de la opinión pública el Plenipotenciario peruano se apresuró a

exponer, tanto al Presidente de la República como al Ministro de Relaciones Exteriores

(cuando le fue posible hacerlo, siete días después), en conferencias tenidas con ellos el

día 11 de Marzo, las primeras bases de la mediación que les ofrecía en nombre del

Perú, uniformemente a las instrucciones recibidas de su Cancillería; las cuales decían

así:

« Apareciendo la ocupación del litoral boliviano por fuerzas chilenas, como

una consecuencia del decreto expedido por el Gobierno de La Paz rescindiendo el

contrato de la Compañía de salitres y ferrocarril de Antofagasta; y no siendo decoroso

para Chile ni para Bolivia, ni posible por consiguiente entrar en ningún arreglo

pacífico, sin que queden entes removidos tan graves inconvenientes por una y otra

parte; propondrá US. á ese Gobierno, en caso que esta mediación fuese aceptada, el

restablecimiento de los hechos al estado en que se encontraban antes de los últimos

acontecimientos, esto es, la desocupación del territorio de Bolivia, siempre que esta

República esté dispuesta por su parte a suspender el mencionado decreto de rescisión y


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la lev por la cual se agravó con diez centavos la exportación de todo quintal de salitre

que haga la Compañía de Antofagasta, y el consiguiente sometimiento de estas

diferencias al arbitraje que ambos Gobiernos tuviesen á bien constituir. Efectivamente,

en la Sesión secreta tenida por el Senado de Chile el 24 de Marzo de 1879, el Ministro

chileno de Relaciones Exteriores declaraba que: « La Legación peruana indica la idea

de desocupar los territorios comprendidos entre los paralelos 23 y 24, y retrotraer las

cosas al estado que tenían el 13 de Febrero último, y someter a arbitraje la cuestión

sobre si Bolivia tiene o no derecho para imponer en el litoral los impuestos reclamados.

Esta es la base única que comprenden las instrucciones del señor Lavalle. »

Figura 2. Ocupación Chilena en Antofagasta

Si en realidad al invadir el territorio boliviano, Chile no hubiese tenido más

punto de mira que el de hacer respetar el Tratado que él creía violado por la ley

boliviana (además va suspendida) que imponía la contribución de diez céntimos, y

tutelar los intereses de la Compañía salitrera de Antofagasta, que suponía injustamente

amenazados por el decreto de rescisión de 13 de Febrero; si, repetimos, hubieran sido

estos los únicos móviles de la violencia empleada contra Bolivia, las bases de la
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mediación ofrecida por el Perú no hubieran podido ser más lisonjeras para Chile;

puesto que satisfacían todas sus exigencias, justas o injustas que fuesen, cuáles eran las

de impedir que Bolivia practicase innovación alguna contra el Tratado de 1874, o que

en modo alguno procediese contra la Compañía salitrera de Antofagasta, antes que los

árbitros decidieran quien de los dos tenía razón: y por consiguiente no debía costarle

sacrificio alguno el retirarse del territorio invadido; puesto que se hubiera retirado con

todos los honores de la victoria, es decir, después de haber conseguido en virtud de su

acto de fuerza todo lo que al hacerlo se había propuesto.

Desgraciadamente no eran estas las intenciones de Chile. El asunto se presentó

al Plenipotenciario peruano bajo un aspecto completamente diverso de como lo había

previsto la Cancillería de Lima al formular las instrucciones a que debía atenerse; v

como él mismo escribía a su Gobierno con las Notas de 7, ii y 23 Marzo, la cuestión no

versaba ya sobre las violaciones verdaderas o falsas cometidas por el Gobierno

boliviano contra los pactos acordados con el Gobierno de Chile o con los ciudadanos

chilenos; sino sobre el dominio mismo del territorio ocupado por Chile, y que éste

reclamaba como suyo.

De todo lo cual se desprendía, que el arbitraje propuesto por la mediación

peruana, ya no debía recaer sobre la primera cuestión si el Gobierno de Bolivia tenia o

no derecho a rescindir su contrato con la Compañía salitrera de Antofagasta, o bien

sobre la anterior, por lo demás ya terminada, si tenía o no el derecho de imponer la

contribución de diez céntimos sobre cada quintal de salitre que dicha Compañía

exportase; sino sobre una cuestión completamente nueva propuesta por Chile; es decir,

sobre si Bolivia tenia o no derecho a la posesión y dominio del territorio comprendido

entre los paralelos 23 y 24, que Chile había hecho suyo y decía pertenecerle; porque

habiendo declarado nulo y caducado, por falta de cumplimiento por parte de Bolivia, el
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Tratado de límites de I874, y con éste el anterior de 1866, consideraba haber retrotraído

las cosas al estado en que se encontraban antes del primer Tratado de límites de 1866.

Chile, en fin, declaraba por su propia autoridad como resuelta á su favor la

primera cuestión, si Bolivia había o no infringido el Tratado de 1874; declaraba

también de su propia autoridad como nulo y caducado dicho Tratado de 1874, como

consecuencia de la pretendida infracción cometida contra el por Bolivia con una ley

que había retirado ya; y declarando, siempre de su propia autoridad, como incluida en

la nulidad del Tratado de 1874, también la del precedente Tratado de límites de 1866,

en el cual se fijaban las fronteras de Bolivia en el paralelo 24, hacia retroceder la

cuestión al estado en que se encontraba antes de dicho Tratado de 1866, cuando él

pretendía ser dueño exclusivo del desierto de Atacama hasta el paralelo 23; y exigía

que está sola cuestión, y no otra, debía someterse al arbitraje:

Es decir, a cuál de los dos pertenecía (si a Chile o a Bolivia) la zona del

desierto de Atacama comprendida entre los paralelos 23 y 24, del cual se había

apoderado de viva fuerza a título de reivindicación. Sentado esto, el Presidente de la

República y el Ministro de Relaciones Exteriores declaraban el uno después del otro al

Plenipotenciario Lavalle, en las anteriormente mencionadas conferencias del 11 de

Marzo, que ellos no podían en modo alguno adherir a las indicaciones del Perú, de

hacer retroceder el estado de cosas a aquel en que se encontraban el 14 de Febrero,

antes del desembarco de las tropas chilenas en Antofagasta; es decir, desocupar el

territorio boliviano, si la Bolivia consentía a suspender los efectos del decreto de

rescisión de su contrato con la Compañía salitrera de Antofagasta, y los de la

precedente ley de contribución sobre el salitre, para someter tales cuestiones al

arbitraje; porque no era esto ya lo de que se trataba. Sin embargo, con el objeto de

hacer buena acogida a la amistosa mediación peruana, no se negaban a someter al


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arbitraje la nueva cuestión promovida por Chile, es decir, de saber a quién pertenecía el

territorio comprendido entre los paralelos 23 y 24, que las tuerzas chilenas habían

ocupado, pero bajo la condición sine qua non de que Chile conservaría la posesión de

dicho territorio hasta la última sentencia de los árbitros.

Figura 3. Paralelos 23 y 24 promovida por Chile

Por último, es preciso no olvidar las palabras tan altamente significativas que el

Presidente mismo de Chile dijo al Plenipotenciario peruano, en la conferencia del día

24 de Marzo: « Hoy mismo Chile podría hacer la paz$ con Bolivia, con detrimento del

Perú » hecho que, con algo asaz peor todavía, el Perú conocía desde mucho antes,

como diremos a su debido tiempo; y se juzgue por todo esto, si el Perú podía

permanecer en una neutralidad inerme, en momentos y circunstancias en que todo era

amenaza para él.


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Que el Perú no quería la guerra, lo dicen abundantemente, además de los

grandes y repetidos esfuerzos que hizo para restablecer las buenas relaciones entre

Chile y Bolivia, su propio malestar y la sami-imposibilidad moral y material en que se

encontraba de lanzarse a empresas de tal género. A esto se debe añadir también, que la

guerra contra Chile, a la cual se hallaba por todas partes provocado, únicamente le

podía ofrecer una perspectiva de las más desgraciadas y desalentadoras: la de tener

mucho que perder en una derrota, mientras la victoria aun la más completa no podía

brindarle nada de positivo, si se exceptúa la estéril satisfacción de la victoria misma.

¿Qué hubiera podido pedir el Perú a Chile, después de la victoria? Nada: tierras no,

porque aun las mejores de Chile le hubieran sido de un peso inútil, además de que no

las tiene por ningún lado en sus confines; y dinero tampoco, pues hubiera sido aún

mucho para Chile si hubiese podido escasamente pagar, después de años y años, los

gastos de guerra: de manera que ésta, aun con el éxito más favorable, no podía dar otro

resultado que el de empeorar su desastrosa posición económica, sin producirle ventaja

alguna.

La guerra, para el Perú, no podía tener más objeto, que el de comprar a subido

precio un poco de paz; y ciertamente no se hallaba en sus intereses romper la paz que

buscaba y que le era tan necesaria, únicamente para tener que comprarla después a

costa de tantos v tantos sacrificios. Como Chile conocía perfectamente, el Perú

atravesaba en aquellos momentos uno de los períodos más difíciles de su vida política y

económica.

Sus ricos depósitos de guano se habían convertido, como expondremos a su

debido tiempo, de fuentes de recursos que eran, en un peso y en un sarcasmo; y sus no

menos ricos depósitos de salitre de Tarapacá (empeñados en planes económicos, que la

mala fe de algunos intrigantes políticos y comerciales hizo ruinosos) corrían la misma


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suerte que los primeros. Lleno de deudas (único resultado de sus tesoros de salitre y

guano), sin crédito en el extranjero, y sin más recursos en el interior que las

insuficientes rentas aduaneras; reducido desde muchos años atrás, para suplir a las más

urgentes necesidades de la administración del Estado, a recurrir a la circulación forzosa

del papel moneda, que corría cada día más a marchas forzadas sobre el camino del

descredito; envuelto desde mucho tiempo en una desastrosa crisis comercial, que se

manifestaba a grandes rasgos con la quiebra de muchas de las más fuertes casas

comerciales, reducidas a este extremo por la inesperada no soldabilidad de sus

numerosos deudores, el Perú, económicamente hablando, yacía sobre un verdadero

lecho de espinas.

No era ciertamente mejor su situación política. Dividido por las discordias

intestinas; punto de mira las riendas del Gobierno, de la ambición más o menos

desenfrenada de inquietos partidos que, ora vencedores, ora vencidos, no dejaban

nunca desde largos años de hacerse la guerra, unas veces sorda y latente, otras

amenazadora y violenta el Perú había llegado a un estado en el cual, puede decirse sin

exageración alguna, que faltaba moralmente de unidad política.

Y bien que bajo la amenaza de una revolución, el Gobierno se había visto

obligado a desarmar su escuadra y a reducir casi completamente su ejército, por dos

razones; en primer lugar por falta de medios, y luego para impedir que la revuelta se

llevase a efecto con sublevaciones de cuartel y de las tripulaciones navales, con

pronunciamientos, como casi siempre comenzaron todas las revoluciones peruanas.

Sabemos, por noticias recogidas sobre el terreno y de las cuales garantizamos la

autenticidad, que cuando fue conocida en Lima, en el mes de Febrero, la invasión

chilena del desierto boliviano de Atacama, las principales fuerzas bélicas del Perú se

encontraban en la situación siguiente: El ejército peruano, concentrado en Lima y en el


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Callao, superaba escasamente de algunos centenares los dos mil soldados que más

tarde fueron enviados a Iquique.

Los fuertes del Callao, los únicos que poseyera el Perú, y que defendían el

camino de la capital por la parte del mar, se encontraban completamente abandonados,

desmontados sus cañones más importantes, y con una guarnición tan poco numerosa

que hubiera sido apenas suficiente para el simple servicio de montar la guardia. Los

dos únicos barcos blindados peruanos, el Huáscar y la Independencia, no se hallaban en

situación de abandonar el puerto. El Huáscar se encontraba completamente desarmado,

hasta el punto que los marineros de custodia habían convertido su torre en palomar; y

la Independencia estaba casi reducida a pontón inamovible, habiéndose desmontado y

escondido algunas piezas importantes de su máquina, y tan bien escondidas que fue

tamaña dificultad el encontrarlas más tarde. Todo esto, para impedir la repetición de

audaces tentativas consumadas en otras ocasiones por los revoltosos, que se habían

apoderado por sorpresa de tales instrumentos de guerra para combatir al Gobierno.

Júzguese por cuanto dejamos dicho, si el Perú podía desear y querer una guerra con

Chile, o con Nación alguna.

Fue, pues, en medio de tan deplorables condiciones que el Perú se vio

sorprendido, primero por la noticia de la agresión chilena contra Bolivia, y luego por la

declaración de guerra contra él mismo.

I.4. Verdaderas causas de la declaración de guerra al Perú

II. Porque Chile quiso a todo trance la guerra contra el Perú. Chile sabía que el

Perú no se hallaba dispuesto para la guerra el estado económico de Chile no era

floreciente. Chile quiso aprovecharse de las condiciones desfavorables del Perú.

Superioridad de las fuerzas navales de Chile: como preparadas. Chile se


23

aprovecha de la debilidad del Perú, dejando a un lado toda práctica diplomática.

Cuál era el objeto de la presión chilena al pedir la declaración inmediata de

neutralidad. Dificultad de la vida en Chile. Gobierno oligárquico de Chile: sus

tendencias de conquista. Chile acoge los emigrados de otras Naciones y

alimenta las rivalidades entre éstas. De cómo intentó enemistar a Bolivia con el

Perú: con que fines lo hiciera. Antiguas aspiraciones de Chile a la conquista. -

Chile, el General Quevedo y Bolivia. Consecuencias que hubieran resultado de

la neutralidad del Perú. La guerra emprendida contra Bolivia era realmente

dirigida contra el Perú.

III. El Perú descuida en un principio la exportación del salitre: luego la convierte en

renta estancada. Emigración del Roto chileno crisis económica de Chile la

conquista fue considerada como el único medio de salir de las dificultades

económicas los celos fueron también causa no insignificante de la guerra

porque las mujeres chilenas aclamasen también la guerra.


24

Capítulo 2

Consecuencias fatales

2.1 Significado de la alianza

¿Por qué firmo el Perú el tratado con Bolivia? Desde el punto de vista peruano,

se creyó conveniente resguardar las salitreras de Tarapacá, vecinas de las salitreras del

territorio boliviano y amenazado por el avance chileno. La alianza al crear el eje Lima-La

Paz con ánimo de convertirlo en un eje Lima-La Paz- Buenos Aires, pretendía forjar un

instrumento para garantizar la paz y la estabilidad en las fronteras americanas buscando la

defensa del equilibrio continental como había propugnado la Patria de Lima. Seguramente

hubo el temor de que Bolivia, embotellada, se fuera contra el Perú como- otrora; y de que

si no se efectuaba la alianza peruana-boliviana, podía 47 producirse a corto plazo la alianza

chileno-boliviana, peligrosa para la costa sur del Perú.

En efecto, examínese la historia anterior de Bolivia y se verá cuanto recelo

existió siempre entre ese país y el Perú y cuantas veces los hombres dirigentes bolivianos

soñaron adicionar a ese país los territorios de Tacna y Arica (Tratado Ortiz de Cevallos-

Urcullu en 1826); cartas entre Santa Cruz y el Vicepresidente Calvo en 1838; gestión del

Presidente Ballivian y su ministro Tomas Frias en octubre de 1845; el correo de gabinete

Juan Sánchez lleva al ministro boliviano en Chile Joaquin Aguirre la propuesta de un

arreglo de límites con este país si ayuda a la celebración de un congreso internacional en el

que se acuerde la entrega de Tacna y Arica a Bolivia; (entrevista con el ministro Manuel
25

Montt el 11 de octubre de 1845 y nota de Aguirre publicada por Luis Orrego Luco en su

obra Los problemas internacionales de Chile. La cuestión boliviana (Santiago, 1900);

ofertas chilenas en la época de Melgarejo y de Quevedo).

Por lo menos seis veces en total. No falta, además, quien haya creído que, las

razones de política interna, para impedir las intentonas subversivas de Piérola, el gobierno

peruano tenía interés de aliarse con el de Bolivia, cuyo territorio podría servir como base

de operaciones a ese conspirador. Escritores chilenos han vinculado al tratado de alianza la

política fiscal de monopolio salitrero seguida por el Perú. Según ellos, está la política

necesitaba anexarse y someter a su influencia las zonas salitreras chilenas y bolivianas. En

realidad la ley peruana de 18 de enero de 1873 fue al estanco del salitre por iniciativa

parlamentaria, contra el proyecto de impuesto sobre la exportación presentado por el

gobierno.

La correspondencia inédita entre Juan G. Meiggs y Carlos Watson (conserva en

poder de la familia Costa y Laurent) revela que en febrero de 1876, el gobierno peruano

tomo vivo intereses en el salitre boliviano.

Al realizar el Estado peruano con la ley de 28 de marzo de 1875, la

expropiación y el monopolio de las salitreras de Tarapacá, era necesario evitar la

competencia de las salitreras bolivianas del Toco, El presidente Pardo propuso a Enrique

Meiggs pagarle la deuda que el fisco peruano le tenía si se presentaba como postor en el

arrendamiento del Toco; y Mieggs a su vez, quiso tomar dichas 48 salitreras y obtener así

un arma con que obligar a Pardo a continuar el plan de ferrocarriles o a hacer el ajuste y

liquidación de cuentas, bajo la amenaza de una lucha comercial. Más tarde, ya el plan de

Meiggs consistió en manejar Tarapacá también. Obsérvese, sin embargo, que si monopolio

salitrero surgió en el Perú en 1875, la alianza de firmo en 1876 son de un periodo en el que
26

desde el punto de vista militar, el Perú no tomaba iniciativa alguna y en que tampoco

llevaba a cabo manejos de orden diplomático conexos con el posible encerramiento de

Chile, pues entonces, como ha de verse en seguida, no quería la alianza con Argentina.

En todo caso, hacia 1873, tomo el Perú un nuevo curso en su vida

internacional. En el periodo de la determinación nacional, entre 1825 y 1842, el plan

internacional del país había sido claro: evitar la influencia colombiana primero (campaña

de 1828 y guerra de 1829) y la influencia boliviana después (guerras de la Confederación

entre 1836 y 1839 y en guerra con Bolivia en 1841-42). Durante el periodo siguiente,

periodo de apogeo y de predominio peruano en el Océano Pacifico, entre 1843 y 1866, la

vida internacional del Perú aviase al servicio de una política de romanticismo internacional

(Primer Congreso Americano de Lima en 1848, dos tratados en unión continental en 1856,

misión Gálvez para procurar la unión centroamericana ese mismo año, Segundo congreso

americano de Lima en 1864, guerra con España en 1866, protesta Pacheco durante la

guerra del Paraguay, ayuda a la independencia de Cuba, etc.).

Ahora surgía una política a base del juego de alianzas y de la búsqueda de un

equilibrio continental a la manera europea. Pero esta peligrosa política que, a la vez, quería

servir de escudo para los derechos de otro Estado, demandaba no solo continuidad en la

actitud, sino alerta destreza diplomática y cauteloso armamentismo si se proponía

seriamente obtener resultados positivos. Durante el periodo de la determinación nacional,

había predominado lo que podría llamarse una directiva Gamarra, esencialmente anti-

boliviana con 49 eventual alianza con Chile.

Si Gamarra hubiera sido el presidente del Perú en la década de los 60 o los 70,

cabría imaginar que habría procurado la formación de un frente peruano-chileno contra

Bolivia. Esa habría sido, por lo demás, una ruda y cínica “Real Politik” a la manera de
27

Bismark, siquiera transitoriamente, para ganar tiempo. Lo que en realidad surgió fue, en

cambio la directiva Pardo, de aproximación a Bolivia y de recelo contra Chile que, si bien

dejaba aislado a este último país, en cambio brindaba pretexto para la agresión.

2.2 Crisis y guerra

Ha inicios de la guerra con Chile fue una situación muy crítica para nuestro

país, (de acuerdo a la situación fiscal); por lo tanto el estado peruano no se hallaba en

condiciones para obtener ingresos, que no fueses por los empréstitos. Y esta línea de

trabajo se hallaba seriamente deteriorada por la política previa de solicitar adelantos, a los

grupos económicos que trabajan en la exportación del guano (Dreyfus, Peruvian Guano,

etc) como a la banca internacional, pero siempre dentro de canales relacionados con el

guano y su exportación. Durante los momentos iniciales de la guerra, el gobierno dio

disposiciones de levantar las contribuciones personales (que pagaban entre 21 y 60 años), y

creo también otros impuestos prediales y de patente industrial, también se agravo la

exportación de azúcar.

También se dio la suspensión del aprovisionamiento de guano a la Peruvian

Guano, puesto que esta compañía no había hecho pagos; también se suspendió el pago de

créditos contra la caja fiscal (junio, 1879) el empréstito había sido suscrita por la población

de clases medias y populares. Poco tiempo después se realizaba el empréstito se comenzó a

recibir donativos para el gasto de la guerra; estos incluyeron parte de sueldos de los

empleadores de administración y así mismo la iglesia entregaba el 25 % de las rentas que

obtuviera.

Finalmente se llegó a recibir donativos entre joyas y otras especies que

excedían a los 6’000,000 de soles hacia finales del 79. Incluso hubo personas que

recogieron donativos casa por casa. Todos los donativos recaudados 50 sirvieron para la
28

compra de barcos, especialmente un blindado que llevara el nombre de Almirante Grau.

Los fondos recaudados también sirvieron para invertir en Europa, especialmente en la

construcción de dos barcos en Alemania, los cuales bautizados Sócrates y Diógenes

seguramente para evadir represarías de los acreedores europeos, fueron, sin embargo,

embargados hasta el final de las hospitalidades. La impresión que nos deja de que, al lado

de la crisis fiscal evidentemente, existía una crisis política. Diferentes enfrentamientos

pudieron verse entonces entre el Presidente Prado y el Partido Civil, así como los líderes de

visible arraigo popular, como Nicolás de Piérola.

Era evidente que el País no se hallaba preparado política, económica ni

militarmente para la guerra en que se encontraba embarcado. Todo esto nos conllevo a una

crisis muy grande, en el cual llego afectar a las poblaciones urbanas y la campaña de Breña

quien significo no solo erogaciones específicas, sino destrucciones de zonas agrícolas por

las que pasaba el ejército invasor. Luego de la guerra el Perú quedo resumida a una crisis

quizá la más grande de toda su historia, pero aun sin guerra podríamos descifrar que

nuestro país ya se encontraba en la bancarrota.

2.2.1 Trasfondo de la guerra

Intervenciones de agentes británicos, así como del propio gobierno

inglés, por lo tato hemos resumido en decir que Chile solo fue una marioneta

para lograr los intereses imperialistas de Inglaterra. Sin duda Inglaterra tomo

partido de Chile, entre ambos se estableció una “Alianza en la práctica” por la

coincidencia de intereses en la defensa del libre cambio, y los ingleses se

beneficiaron ampliamente de los resultados de la guerra (Amayo, 1988).

El origen del conflicto entre Chile y Bolivia fue la disputa por la

soberanía sobre el territorio desértico de Atacama, el litoral a través del cual


29

Bolivia tenía acceso al mar, que no despertó mayores rivalidades hasta que se

convirtió en un espacio de expansión para la pujante burguesía chilena gracias

al 51 descubrimiento de yacimiento de salitres en el litoral, reservas guaneras

en sus islas y plata en caracoles.

Una contradicción subyacía al desarrollo de Chile y Bolivia

mientras esta disponía de recursos naturales explorables en el litoral sin contar

con una clase dominante capaz de hacerse cargo de la empresa, la fracción

dominante Bolivia a partir de la década de los sesenta estuvo conformada por

la oligarquía mientras del interior Chile Denia una burguesía sólida y

emprendedora, que disponía de escasos recursos naturales para explotar en su

territorio, Esto propicio el avance chileno en alianza con el capital británico

sobre el litoral boliviano, con la formación de empresas que movilizaron una

vasta migración de trabajadores chilenos al norte, de manera que este

virtualmente estaba conquistando económicamente antes de que se produjera la

conquista militar.

La invasión a Antofagasta en 1879 fue recibida con triunfo porque

en un 80% eran chilenos y unos escasos cuarenta soldados bolivianos formaban

la guarnición del puerto (construido por Chile, con el consecuente abandono

del puerto boliviano por cien km de desierto y por la cordillera de los Andes, y

era muy poca la atención real que el gobierno boliviano le había prestado)

deberían ser detenidos y resguardados por soldados chilenos para salvarlos de

las iras del populacho. Podemos observar que él que más daño hizo a los

intereses nacionales bolivianos fuera Mariano Melgarejo (1864-1871). Quien

no dudo en entregar a los intereses extrajeron concesiones sumamente

generosas a largo plazo a cambio de algo de dinero en efectivo para atender el


30

permanente déficit de su gobierno. Esto fue uno de los mayores estímulos a la

expansión chilena sobre Bolivia. Su entreguismo facilito la penetración

económica chilena en el litoral boliviano en la explotación del salitre y otros

recursos. El tratado firmado en 1866 reconocía una soberanía boliviana

nominal sobre el territorio en disputa, contemplando entre otras cosas, la

participación de países a medias ganancias producidas por la explotación de

recursos de este territorio y control conjunto de las aduanas.

2.3. Contrato Grace

Chile no solo se apropió como botín de guerra las salitreras del sur, sino que

retuvo las islas guaneras de Chincha hasta extraer (sin control alguno), hasta un millón de

toneladas de guano; el 50% de lo que produjera las islas irían a las arcas chilenas y el 50%

restante serviría para pagar los servicios de la deuda externa peruana. Al firmarse el

Tratado de Ancón, se creyó que este 50% cubriría las obligaciones peruanas en el exterior

pero pronto resulto claro que no era así, porque había un remante, que los acreedores

pronto exigieron que fuera arreglado.

Quien actuó como representante de dichos acreedores fue Miguel P. Grace.

Este Miguel P. Grace era un irlandés que había entrado al negocio guanero en compañía de

su hermano. En este negocio obtuvo utilidades, tan grandes que muy pronto pudo contar

con una línea de navegación propia con la que cubriría la ruta de Nueva York –Perú por la

vía del estrecho de Magallanes.

Al concluir la guerra de Chile para operarse de las salitreras, concibió un

programa por lo que los tenedores de los bonos de la deuda externa peruana asumirían la

propiedad de los principales recursos con que contaba el país, por concepto de cancelación
31

del saldo adeudado. Los financistas británicos aprobaron el proyecto, y en Octubre de 1886

Grace lo presento oficialmente ante el gobierno de Lima, El informe de los comisionados

del gobierno se pronunció a favor de la propuesta, pero José María Quimper le salió al

paso, manifestándose, contra la propuesta un brillante y en juicioso ensayo que fue

publicado bajo el título de “Las propuestas de los Tenedores de Bonos”; pronto se

añadieron otras voces contrarias al proyecto, entre estas, se destacaron los de José Amaldo

Márquez, que también hizo público un breve alegato; contra la propuesta de los bonistas, al

que título “ La Orgia Financiera del Perú”.

Así fue creando una clara opinión pública contraria de manera que Grace tuvo

que hacer modificaciones a su propuesta hacia diciembre de 1886. 53 Tales modificaciones

no cambiaron, sin embargo, la naturaleza misma del proyecto inicial, que contenía las

siguientes concesiones a los bonistas ingleses; entrega de los ferrocarriles del Estado a los

bonistas; entrega a los mismos de las minas de mercurio de Huancavelica, permisión para

explotar el petróleo de Piura; entrega de los yacimientos carboníferos de Huaranca;

derechos de establecer líneas de navegación fluvial en todos los ríos y lagos de la

república; administración por los bonistas de la Aduana Mollendo; etc.

Los periodos de duración de las concesiones eran variables, algunas, hasta que

la deuda se hubiera cancelado. En cambio de todo, los bonistas asumían la increíble

“Obligación” de efectuar inversión. La nueva propuesta también provoco controversias

muy encendidas, que de inmediato se trasladaron al parlamento, en que el Diputado

Quimper sobresalió por su elocuencia convincente; fue secundado por una pequeña pero

combativa minoría, que finalmente fue expulsada del parlamento, que así, sin oposición

alguna pudo aprobar el contrato, que siguió teniendo encendidos opositores en una parte de

la prensa, que tuvo el valor de no cejar en su empeño.


32

En todo caso, el contrato Grace solo puedo ser aprobado definitivamente en el

año 1889. Quienes defendieron el contrato Grace sostenía que su vigencia de aplicación

traería el florecimiento y la prosperidad, pero no hubo tal. Los bonistas explotaron las

líneas que se les habían concedido, sin que hicieran las grandes inversiones que se

esperaban.

En torno al valor de lo que pago por los saldos adeudados, fueron muy

explicitas del Presidente Billinghurst, que en 1913 aporto estas cifras tremendamente

reveladora: lo adeudado los bonistas, al momento de ajustarse el contrato de Grace llegaba

a la cifra de 2’368,832 de libras esterlinas, este monto fue cancelado concediéndoles bienes

cuyo valor superaba ese adeudo en algo así como seis veces, ya que se les pago con bienes

que tenían un valor sumado de 18’204,628 liras, distribuidos así 17’013,680 libras que era

el precio de los ferrocarrilistas entregados, 650,948 libras en dinero efectivo abonados a los

54 creedores y 630 000 libras pagadas a los acreedores en bonos de la deuda externa

chilena.

O sea que el Perú fue saqueado de una manera verdaderamente bruta, tanto,

que el hecho sólo puede ser explicado cabalmente si se tiene en cuenta el estado de

postración en que se hallaba el país después del malhadado conflicto, lo que se completa

con el trasfondo del coloniaje mental de la oligarquía que había reasumido el poder

político; para estas gentes, con mentalidad de esclavos, el Perú sólo podía tener salvación

si el imperio británico asumía el poder efectivo de la economía nacional.

2.4. El interés económico ingles

(Influencia Europea) Detrás de las pretensiones chilenas hubo intereses

británicos, para iniciar y sustentar esta guerra a continuación fragmentos del editorial del
33

diario británico. “The Bullonist” de la ciudad de Londres aparecido en los años de la

guerra, es decir entre 1879 y 1883. “Habiendo Chile, por el éxito de la guerra, tomado

posesión de la costa de Bolivia y de la provincia toda de Tarapacá en el Perú, interesa

evidentemente a sus habitantes y a todos las naciones civilizadas y progresistas que lo

posea permanentemente y que su Gobierno administre aquellos territorios.

El territorio boliviano contiguo a Chile, prácticamente no forma parte de

Bolivia; está habitado únicamente por súbitos chilenos y separado del Estado al que

pertenece por una inaccesible cordillera de montañas. Su puerto en Antofagasta no sirve

para la importación ni para la exportación del extenso interior de Bolivia, siendo el puerto

de Arica, en el Perú, por donde Bolivia tiene su entrada y salida al Pacífico.

No se disputará que Bolivia tiene derecho a un puerto en la costa del Pacífico

y conveniencia de las costas demuestra que debería tenerlo donde la naturaleza se lo ha

dado con tanta justicia. 55 Dando a Bolivia una pequeña faja de territorio en el Océano

Pacífico, incluyendo el puerto de Arica, será un excelente medio entre las dos repúblicas

hermanas y la colocarán en estado de aumentar sus grandes recursos interiores por un

puerto pequeño, seguro o independiente en la costa del Pacífico.

Suponiendo tal modificación de frontera como uno de los resultados probables

de la guerra, la provincia de Tarapacá será separada de la República Peruana. En la costa y

en las islas adyacentes se encuentran los grandes depósitos de guano, hipotecados

especialmente a los tenedores atrasados a más de 40´000.000.

En el interior de esta provincia están los grandes depósitos de nitrato, en los

cuales principalmente los ingleses han invertido 4´000.000. Hasta el presente, como

decíamos, estas grandes riquezas naturales, a causa de la mala administración del Gobierno

Peruano, han sido para el país una maldición en vez de una bendición. Si en el tratado de
34

paz que debe hacerse luego entre Chile, Bolivia y Perú, el ultimo cede irrevocable a los

tenedores de bonos todos los depósitos de guano y nitrato existentes en la provincia de

Tarapacá, recibiendo en cambio un finiquito de toda deuda externa y certificados de

nitrato, de manera que el Perú pueda comenzar una vida nueva, libre de toda dificultad

financiera, habrían buenas esperanzas de la regeneración del país, porque el Gobierno y el

pueblo aprenderían esta saludable lección: que una renta procedente de la industria honrada

tiene más a la prosperidad permanente de una nación que todas las minas de oro y riquezas

excepcionales.

La vecina república de Chile es un brillante ejemplo entre los estados

sudamericanos de los beneficios efectos que provienen de la honradez, industria y

probidad. Bajo un gobierno semejante, los tenedores de bonos peruanos tienen la mejor

garantía de que sus derechos serán respetados y los depósitos de guano y 56 nitratos

administrados de manera que den a sus propietarios reales un pago sustancial.

Creyendo que este fin, que desearemos se llevará a cabo y que establecerá una

paz permanente entre Chile, Perú y Bolivia, pedimos la anexión de Tarapacá a Chile,

dando en cambio a Bolivia el puerto de Arica y al Perú el finiquito de su deuda externa.

Después del vergonzoso camino que el Perú ha seguido con sus acreedores, no puede

esperar que se le trate como si hubiera sido siempre un Estado honrado. No atraerá las

simpatías del mundo civilizado por más que proteste; y Chile, el Estado vencedor, tiene

ciertamente títulos para exigir la compensación por sus gastos y pérdidas.

2.5. Presencia de EE.UU.

Los inicios de los Estados Unidos adopta una altitud de indiferencia, cuando

encendió la guerra, solo observaba las maniobras británicas y alemanas que estaban
35

orientadas a estimular y favorecer la agresión chilena. Fue donde EE.UU utiliza la frase

conocida de “América para los americanos”, la diplomacia estadounidense le daba la

connotación de que toda América debía ser controlada directamente por los EE.UU. fue

donde ofreció como “mediador” en este conflicto, aunque sus intereses económicos eran

primeros y le convenía estar de lado del agresor.

De acuerdo a su estado de “mediador” no consiguió ningún acuerdo, como

Piérola lo esperaba. Tenemos en cuenta que realmente EE.UU querían hacer a Perú

totalmente norteamericano, y así complementaría su visión estadounidense de obtener una

grandeza dominador:” Con el Perú bajo gobierno de su país, sometidas a las repúblicas de

Sub América y la doctrina Monroe llegarían a ser una realidad”. 57 Esto prueba que la

oligarquía antinacional que gobernó y gobierna el Perú tuvo y tiene inspiración extranjera.

Recalcando la frase de García Calderón: TENER POR REGLA EN EL FUTURO,

DESONFIAR DEL GOBIERNO DE LOS EE.UU.


36

Capítulo 3

Seguridad, higiene y la salud ocupacional


37

Conclusiones

1) La especialidad de Artes Industriales de la Universidad Nacional De Educación

encontramos un conjunto de áreas ocupacionales, que se viene desarrollando, como

una respuesta a las necesidades de formación de un potencial humano, con

conocimientos científicos y tecnológicos que permite a sus egresados,

desenvolverse como docentes en el campo educativo, en el campo industrial o

generando su propio empleo.

2) Las áreas secundarias de Artes Industriales permiten a los estudiantes formarse en

una especialidad con plenos conocimientos científicos y tecnológicos, ya que las

asignaturas de proyectos de producción, producción industrial, gestión de ventas y

comercialización, los pone en condiciones ingresar al campo industrial o competir

con los pequeños productores o creando su micro empresa.

3) El conocimiento de los hornos, las técnicas de cocción de la cerámica, las tablas de

temperatura y los pirómetros es de mucha importancia en el proceso de producción

de la cerámica. Ya que los productos que no han sido coccionados en el horno aún

no se llama cerámica porque el endurecimiento de los trabajos con arcillas se

produce en el horno y se requiere de un experto que conozca de hornos y las

técnicas de cocción. ya que de ello dependerá la calidad de los productos.

4) La seguridad y salud ocupacional es un tema de mucha responsabilidad en el taller

de cerámico toda vez que se trabaja con silicios que pueden afectar a las vías

respiratorias o los óxidos, pigmentos o sustancias como el plomo que pueden

producir intoxicaciones severas si no se toman medidas de precaución.


38

Recomendaciones

1) Incentivar el aprendizaje de las áreas de artes industriales, no solo sea a través de

conocimientos científicos y tecnológicos si no reforzando con visitas y pasantías a

los centros laborales y las ferias internacionales que se dan anualmente en la

capital.

2) Impulsar el desarrollo de cada una de las áreas de producción, así como el de la

cerámica que es un área fascinante por su amplia gama de productos que se pueden

elaborar.

3) Se debe impulsar la práctica en el desarrollo de los procesos productivos de la

cerámica, no solamente con proyectos educativos, sino también como proyectos

productivos orientados a la producción y comercialización.

4) Se debe profundizar la enseñanza sobre los temas de seguridad y salud ocupacional

toda vez que se trabaja con materiales que pueden producir enfermedades

profesionales.
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Referencias

cdigital.dgb.uanl.mx/la/1080013417/1080013417_MA.PDF

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