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LAS ESCUELAS HELENÍSTICAS 123

m o do de vida epicúreo o estoico, quienquiera que lo ponga en


práctica, será co n sid e ra d o filósofo, au n si no desarrolla, p o r
escrito u oralm ente, u n d iscurso filosófico. En cierto sentido
el cin ism o es, ta m b ié n , u n a filosofía p o p u la r y m ision era. A
p a rtir de Diógenes, los cínicos eran apasionados p ro p ag an dis-
tas que se dirigían a todas las clases de la sociedad, predican -
do con el ejemplo, p ara d e n u n ciar las convenciones sociales y
p ro p o n e r el re to m o a la sim plicidad de la vida conform e a la
naturaleza.

E l CINISMO

Se discute p ara sab er si Antístenes, discípulo de Sócrates, fue


el f u n d a d o r del m o v im ien to cínico. En todo caso se ace p ta
reconocer en su discípulo Diógenes a la figura más destacada
de ese movimiento que, aunque nunca adquirió un carácter ins-
titucional, se conservó vigente hasta finales de la Antigüedad.
El m o do de vida cín ico 35 se o p o ne de m a n era esp ectacular
no sólo al de los no filósofos, sino ta m b ié n al de los dem ás
filósofos. E n efecto, estos últim os no se dife re n cia n de sus
c o n c iu d a d a n o s m ás que en ciertos límites, p o r ejem plo p o r -
que con sag ran su vida a la investigación científica, com o los
aristotélicos, o llevan un a vida simple y retirada, com o los epi- '
cú reo s. La r u p tu r a del cínico con el m u n d o es radical. En
efecto, lo que rechaza es aquello a lo que los hombres conside-
ra n reglas elementales, las condiciones indispensables para la
vida en sociedad, la lim pieza, la co m p o stu ra , la cortesía.
P ractica u n a falta de p u d o r deliberada, m a stu rb án d o se o h a -
cien d o el a m o r en público, com o Diógenes o Crates e H ipar-
q u ia ;36 no hace n in g ú n caso de las n o rm a s sociales ni de la
opinión, desprecia ei dinero, no du d a en m endigar, no busca
n in g u n a p osición estable en la vida, "sin c iu d a d ,37 sin casa,

Colección de testim onios en L. Paquet, Les C yniques grecs. F ragm ents et


té m o i g n a g e s , p refac io de M.-O. G oulet-C azé, Paris, 1992. Véase ta m b ié n
M.-O. Goulet-Cazé, L'Ascèse cy nique. París, 1986, y las actas del coloquio Le
Cvnisrr.e ancien et ses p rolongem ents (mencionado en la p. 110, n. 10).
D. L„ VI, 46, 69, 97.
37 D. L„ vi, 3â.

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124 LA FILOSOFÍA COMO MODO DE VIDA

p rivado de patria, m enesteroso, erran te, viviendo al d ía ”. Su


alforja no co n tien e más que lo e s tric ta m e n te necesario p ara
su supervivencia. No te m e a los p o d ero so s y se ex p resa en
cualqu ier lugar con u n a provocante libertad de p a la b ra 38 (pa-
rrhesia).
E n la p ersp ectiva del p ro b le m a que nos interesa, la n a t u -
raleza exacta de la filosofía en el m u n d o antiguo, el cinism o
nos b rin d a u n ejemplo m uy revelador, ya que rep resen ta una
situación limítrofe. Un h istoriador,39 en la Antigüedad, se pre-
g u n ta b a si el cinism o podía s e r llam ado u n a escuela filosófi-
ca, y si era no sólo u n m odo de vida. Es cierto que los cínicos,
D iógenes, Crates, H ip arq uia, no im p a rtie ro n u n a e n s e ñ a n z a
escolar, aun si tuvieron, tal vez, u n a actividad literaria, sobre
todo poética. Sin embargo, constituyen una escuela, en la m e-
dida en que se p u ed e re c o n o c e r en tre los d ife re n tes cínicos
u n a relación de m a e s tro a d iscíp u lo.40 Y, en to d a la Antigüe-
dad, se aceptó con sid erar al cinism o com o u n a filosofía, pero
en la que el discurso filosófico se reducía al mínim o. M encio-
narem os por ejemplo esta simbólica anécdota: cuando alguien
afirm ó q ue el m o v im ie n to no existe, Diógenes se c o n te n tó
co n levantarse y c a m in a r.41 La filosofía cínica es ú n ic a m e n -
te u n a elección de vida, la elección de la libertad, o de la to -
tal in d ep en d en cia (autarkeia) con respecto a las necesidades
inútiles, el re c h a z o del lujo y de la v an id ad (tu p h o s ). E s ta
elección im plica de m a n e r a evidente cierta co ncepción de la
vida, p ero ésta, tal vez definida en las reuniones en tre m a e s -
tro y discípulo o en los discursos públicos, ja m á s se justifica
en fo rm a d ire cta en tra ta d o s filosóficos teóricos. Existen en
efecto m uchos conceptos filosóficos típicam ente cínicos, pero
no son u tilizados en u n a a r g u m e n ta c ió n lógica; sirven p a ra
señ alar actitudes concretas correspondientes a la elección de
vida: la ascesis, la ataraxia (ausencia de perturbación), la au tar-
quía (independencia), el esfuerzo, la adaptación a las circun s-
tancias, la im p asib ilid ad , la s im p licid ad o la a u s e n c ia de

33 D. L„ vi, 69.
y' D. L., vi. ¡03; cf. el artículo de M.-O. Goulet-Cazé, “Le cynisme est-il une
philosophie?”, citado en la p. 116, n. 27.
D. L.. vi, 36. 75-76, 82-84.
41 D. L., vi. 38-39.

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vanidad (atuphia), la falta de pudor. El cínico elige su estilo de


vida porque considera que el estado de naturaleza (phusis), tal
cual se puede reconocer en el com portam iento del animal o del
niño, es superior a las convenciones de la civilización (nomos).
Diógenes tira su escudilla y su cubilete al ver a niños arreglár-
selas sin estos utensilios, y re a fir m a su m a n e r a de vivir al
o b serv ar a u n ra tó n c o m e r algun as m igajas en la o scu rid ad .
Esta oposición entre naturaleza y convención había sido obje-
to de largas d iscu sio n e s teó ricas en la ép oca sofística, m as
p ara los cínicos ya no se trata d e especulaciones, sino de una
decisión q ue c o m p r o m e te to d a la vida. Su filosofía es pues
to ta lm e n te ejercicio (askesis) y esfuerzo. Pues los artificios,
las convenciones y com odidades de la civilización, el lujo y la
vanidad d eb ilitan el cu erp o y el espíritu. P or eso, el estilo de
vida cínico consistirá en u n e n tren am ien to casi atlético, pero
razon ado , p a ra s o p o r ta r el h am bre, la sed, las intem peries, a
fin de adquirir la libertad, la independencia, la fuerza interior,
la a u s e n c ia de p reo cu p a cio n e s, la tra n q u ilid a d de u n alm a
que será capaz de adap tarse a todas las circunstancias.42
P la tó n 43 h a b ría d ic h o de Diógenes: "Es S ó crates vuelto
loco". A uténtica o no, la fórm ula puede h acem os reflexionar.
E n cierto sentido, Sócrates anun ciab a a los cínicos. Los poetas
có m icos se b u rla b a n ta m b ié n del asp ecto ex terio r de S ó c ra -
tes, de sus pies descalzos y de su viejo abrigo. Y si, c o m o lo
vimos, la figura de Sócrates se confunde en el Banquete con la
del E ro s m endigo, Diógenes, v ag ab u n d e an d o sin casa ni h o -
gar con su pobre alforja, ¿no es o tro Sócrates, figura heroica
del filósofo inclasificable y ajen o al m u n d o ? O tro S ó crates,
quien, ta m b ié n , se c o n s id e ra investido de u n a m isión: la de
h a c e r reflexionar a los h o m b res, de d en u n ciar, con sus m o r -
daces ataq u es y con su m od o de vida los vicios y los errores.
Su cuidado de sí m ism o es, inseparablem ente, un cuidado de
los dem ás. Pero si el cuidado de sí socrático, al p erm itir acce-
der a la libertad interior, anula la ilusión de las apariencias y de
los pretextos falsos vinculados co n las convenciones sociales,
conserva siem pre cierta u r b a n id a d sonriente que desaparece
en Diógenes y los cínicos.
43 D. L., vi, 22.
-11 D. L„ vi, 54.

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