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Módulo 4

Responsabilidades
14. Responsabilidades.
Responsabilidad de los
profesionales liberales
14.1. Responsabilidad de los
profesionales liberales

14.1.1. Aspectos generales. Caracterización del


profesional. Profesión liberal. Delimitación del concepto
En primer lugar corresponde determinar en qué casos podemos encontrarnos
ante la responsabilidad profesional. Pizarro y Vallespinos (2012) señalan que el
concepto de profesional es amplio y puede ser considerado ampliamente como
aquel que engloba una multiplicidad de supuestos que abarca no solo las
profesiones liberales que requieren titulo universitario (v.gr. médicos,
abogados, contadores, etc), sino también todo aquel que ejerce empleo, oficio
o profesión en forma habitual u ocasional como por ejemplo el plomero,
electricista, albañil, etc. La primera de ellas es la que nos ocupa. En efecto, la
disposición contenida en el art. 1768 del CCC, está referida al régimen de
responsabilidad civil aplicable a las profesiones liberales.

Debemos recordar que cuando nos referimos a la responsabilidad derivada del


ejercicio de profesiones liberales estamos hablando de aquellas ocupaciones
que requieren título habilitante otorgado por una universidad, sometimiento al
régimen disciplinario o ético y con colegiación obligatoria. En consecuencia, la
actuación profesional presume un conocimiento a nivel de experticia por parte
del profesional y, a la vez, la ostentación de la matrícula profesional otorgada
por el colegio profesional correspondiente.

Las características serían: título otorgado por una universidad que habilite para
el ejercicio profesional y que certifica un bagaje de conocimientos especiales; la
matriculación en un colegio profesional; la autonomía científica como también

1
técnica; la sujeción a normas éticas y reglamentarias que rigen su actividad
específica1

En relación a la fuente o hecho generador de dicha responsabilidad, ésta puede


ser el incumplimiento de una obligación de origen legal o contractual por parte
del profesional o la simple violación de un deber genérico de no dañar a otro. A
la luz de la unificación del régimen, tales distinciones sólo tienen carácter a los
fines de la relación entre los sujetos, pero no existen diferencias jurídicas, salvo
lo que pudimos ver en la unidad 2. En el actual régimen se sostiene que la
responsabilidad profesional tiene carácter obligacional o contractual, aunque,
frente a terceros, se enrola en el régimen de la responsabilidad
extracontractual. Tal como venimos diciendo a lo largo de estas lecturas, la
tesis que adopta el Código Civil y Comercial es la de la unidad del fenómeno de
la ilicitud. Unidad que no debe confundirse con uniformidad –dicen los
fundamentos expuestos por la comisión redactora- ya que se hace hincapié en
la unificación de los supuestos que han aparejado serias dificultades. Establece
una regla general para la unificación de los ámbitos de la responsabilidad y una
regulación especial para el cumplimiento de una prestación a través de un
contrato.

En este tipo de responsabilidades, generalmente, el antecedente que da pie al


daño es un contrato (que puede ser de locación de obra, de servicios o incluso
un contrato innominado) que se regulará por los principios generales. Es
justamente en el ámbito contractual donde asume relevancia la clasificación de
las obligaciones de medios y de resultado, pues determinará la aplicación de un
factor subjetivo u objetivo de atribución, conforme al art.17232 y ss. del CCC.

En efecto, a la actividad de los profesionales liberales, el art. 1768 del CCC la


asimila a las "obligaciones de hacer" (arts. 7733 y siguientes del CCC). Con esto
se introduce una regulación específica para los profesionales liberales que no
estaban incluidos expresamente en el Código Civil derogado. Esta es otra
innovación del nuevo Código Civil y Comercial.

Para finalizar este punto es importante transcribir la opinión de la Comisión


Redactora del Anteproyecto, pues resulta útil para comprender los alcances de
la responsabilidad aquí tratada. Se lee en los Fundamentos:

1
Para ampliar este punto se recomienda la lectura de: Pizarro, Daniel R. y Vallespinos, Carlos G.
(2012), “Instituciones de derecho privado Obligaciones” (2012), Buenos Aires, Hammurabi,
primera edición, Tomo 5, pag.323y ss Pizarro, Ramón D.; Vallespinos, Carlos G. (2013).
Compendio de derecho de daños. Buenos Aires: Hammurabi pags. 477 y ss
2 “Responsabilidad objetiva. Cuando de las circunstancias de la obligación, o de lo convenido

por las partes, surge que el deudor debe obtener un resultado determinado, su responsabilidad
es objetiva”. Art. 1723 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina.
3 “Concepto. La obligación de hacer es aquella cuyo objeto consiste en la prestación de un

servicio o en la realización de un hecho, en el tiempo, lugar y modo acordados por las partes”.
Art. 773 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
Remitimos a la lectura de estas normas para comprender adecuadamente el actual régimen de
las obligaciones de hacer.

2
Entendemos que no es necesario un tipo especial para regular el
contrato de servicios profesionales como fue propuesta de
regulación en el proyecto de 1993 (PEN). En primer lugar porque
la diversidad de actividades profesionales hace difícil
encuadrarlas en un solo tipo especial, y existe adaptabilidad con
las normas ya propuestas en el resto de los textos. En segundo
lugar, porque las reglas específicas contempladas en el Proyecto
de 1993 (PEN) para dicho contrato, se encuentran en el
Anteproyecto que presentamos. La discrecionalidad técnica, la
diferenciación con el contrato dependiente, los efectos de la
utilización de terceros, el modo de determinar la obligación del
profesional, están contempladas en las disposiciones generales
de los contratos de obra y servicios. En la parte especial de los
servicios se remite a las obligaciones de hacer, donde
claramente se distinguen los casos de mera actividad de los
otros en los que se promete la eficacia. También en obligaciones
existen previsiones sobre la utilización de terceros, la imputación
basada en la estructura del vínculo obligatorio, la confianza
especial, y los deberes secundarios de conducta. Los aspectos
vinculados a la prueba están contemplados en obligaciones y los
de la responsabilidad en la parte general de este tema. También
en la parte general de contratos hay numerosas disposiciones
propias de los servicios profesionales. El profesional tiene
discrecionalidad técnica, por ello puede elegir los medios a
utilizar conforme con la ciencia y conocimientos que pone en
juego en cada prestación. El Anteproyecto propone en el artículo
1253 que el contratista o prestador elige libremente los medios
de ejecución del contrato. La obligación puede ser contratada
intuitu personae, atendiendo a las condiciones personales
insustituibles del profesional. En el caso en que no sea así, el
profesional puede requerir la cooperación de terceros. El
Anteproyecto dispone (art. 1254) que el contratista o prestador
de servicios puede valerse de terceros para ejecutar el servicio,
salvo que de los estipulado o de la índole de la obligación resulte
que fue elegido por sus cualidades para realizarlo personalmente
en todo o en parte. En cualquier caso conserva la dirección y la
responsabilidad de la ejecución. (Lorenzetti, Highton de Nolasco
& Kemelmajer de Carlucci, 2012, http://goo.gl/K8bpzE ).

Y más adelante:

La actividad del profesional liberal está regulada de la siguiente


manera: Se aplican las reglas de las obligaciones de hacer. La
imputación es subjetiva, excepto que se haya comprometido un
resultado concreto. Cuando la obligación de hacer se preste con

3
cosas, no es objetiva, excepto que causen un daño derivado de
su vicio. La actividad del profesional liberal no está comprendida
en la responsabilidad por actividades riesgosas. Estos criterios
son los que ha aplicado mayoritariamente la jurisprudencia y han
sido defendidos por la doctrina. El profesional promete un hacer
que consiste en una diligencia conforme a las reglas de la
profesión, sin que pueda asegurar un resultado; de allí que la
imputación sea subjetiva y pueda liberarse probando su falta de
culpa. En cambio, si promete un resultado, la imputación es
objetiva. El profesional actúa con cosas, pero su imputación sólo
es objetiva cuando éstas exorbitan el obrar humano por un vicio.
No puede considerarse que exista una actividad riesgosa en
general calificada ex ante. (Lorenzetti, Highton de Nolasco &
Kemelmajer de Carlucci, 2012, http://goo.gl/K8bpzE ).

14.1.2. Naturaleza de la responsabilidad profesional


conforme el art. 1768 del Código Civil y Comercial
Se discutía si la naturaleza de la responsabilidad del profesional era contractual
o extracontractual4. Si bien, en la mayoría de los casos, la relación entre el
profesional y la víctima es de tipo contractual, la unificación del régimen
establecido en el nuevo Código Civil y Comercial limita esta importancia, salvo
en los aspectos donde esta diferenciación se mantiene. Remitimos a lo
expuesto en la unidad 2 para su análisis.

Recordemos que con el Código Civil y Comercial no cabe hacer el distingo ente
respuesta contractual o extracontractual de los profesionales, es decir, ya no
interesará la naturaleza de la responsabilidad del profesional, lo que ha traído
más de un problema a la jurisprudencia a la hora de discernir el ámbito de
aplicación. En el actual régimen se sostiene que la responsabilidad profesional
tiene carácter obligacional o contractual, aunque frente a terceros se enrola en
el régimen de la responsabilidad extracontractual. Recordamos que la tesis que
adopta el Código Civil y Comercial es la de la unidad del fenómeno de la ilicitud.

14.1.3. Las obligaciones de medios y resultados. La


culpa profesional. Deberes de prudencia y previsión.
Modo de apreciación

4 Véase Pizarro & Vallespinos, 2012, V, p. 337 y ss.

4
En principio, la responsabilidad de los profesionales es subjetiva (art. 1768 del
CCC), por ende, para atribuir responsabilidad civil, el damnificado deberá
probar la "culpa" o el "dolo" del profesional interviniente en el hecho (conf.
arts. 1724 y 1749 del CCC). Por regla general, entonces, la responsabilidad será
subjetiva y la victima deberá probar la culpa o el dolo del profesional.

Sin embargo, la norma establece que la responsabilidad es subjetiva “excepto


que se haya comprometido un resultado concreto”5.

Se advierte que –a diferencia de lo que sucede en la esfera aquiliana, donde el


criterio legal de imputación se relaciona con la forma en que se configura el
hecho dañoso-, para el campo de la responsabilidad profesional, es relevante el
alcance del deber de conducta asumido por el obligado (obligación de medios o
un resultado concreto), y no la forma en que, de hecho, se incumple. El nuevo
Código, a fin de establecer el factor de atribución en materia contractual,
consagra el distingo entre las obligaciones de medios y de resultado. En el
artículo 1723 establece claramente: "Responsabilidad objetiva. Cuando de las
circunstancias de la obligación, o de lo convenido por las partes, surge que el
deudor debe obtener un resultado determinado, su responsabilidad es
objetiva"6. El mismo distingo reaparece en el art. 1768 que estamos analizando.
En otras palabras, cuando lo debido sea un resultado, se aplica el art. 1768 de
conformidad al art. 1723, razón por la cual el incumplimiento –y la consiguiente
responsabilidad del deudor- se configuran por su sola falta de obtención.
Cuando, en cambio, la obligación consista en una conducta diligente, jugará el
art. 1724 del CCC, y la configuración del incumplimiento –y de la
responsabilidad del obligado- requerirá de la presencia de culpa del solvens.

Con relación específica sobre la materia de estudio, dice el nuevo Código:


“Profesionales liberales. La actividad del profesional liberal está sujeta a las
reglas de las obligaciones de hacer. La responsabilidad es subjetiva, excepto
que se haya comprometido un resultado concreto”7.

Analizando este primer apartado de la norma, advertimos que, por regla, el


factor de atribución es de carácter subjetivo pues la norma alude expresamente
al mismo. En los Fundamentos, la comisión redactora pone de manifiesto que
"El profesional promete un hacer que consiste en una diligencia conforme a las
reglas de la profesión, sin que pueda asegurar un resultado; de allí que la
imputación sea subjetiva y pueda liberarse probando su falta de culpa”
(Lorenzetti, Highton de Nolasco & Kemelmajer de Carlucci, 2012,
http://goo.gl/K8bpzE ).

En relación a la culpa profesional, ella se rige por los principios generales de la


culpa. En ese sentido, la culpa y el dolo están definidos en el art. 1724 del CCC.

5 Art. 1768 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
6 Art. 1723 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
7 Art. 1768 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

5
Remitimos a la unidad 7 para repasar el concepto de culpa contenido en el CCC.

Sin perjuicio de que la culpa sea única, es cierto que los profesionales, en razón
de su conocimiento, tienen un deber mayor de previsión y prudencia, tal como
regula el art. 1725:

Valoración de la conducta. Cuanto mayor sea el deber de obrar


con prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor es la
diligencia exigible al agente y la valoración de la previsibilidad de
las consecuencias.
Cuando existe una confianza especial, se debe tener en
cuenta la naturaleza del acto y las condiciones particulares de las
partes.
Para valorar la conducta no se toma en cuenta la condición
especial, o la facultad intelectual de una persona determinada, a
no ser en los contratos que suponen una confianza especial
entre las partes. En estos casos, se estima el grado de
responsabilidad, por la condición especial del agente.8

Según la norma, la graduación de la culpa deberá realizarse en el caso concreto,


analizando qué conducta debía esperarse del profesional y teniendo en cuenta
las circunstancias de persona, tiempo y lugar. Nos remitimos a lo analizado
respecto de la culpa en la unidad 7 y a la aplicación de estos conceptos en las
responsabilidades de los profesionales en particular que estudiaremos
seguidamente.

En forma general, existen algunos deberes profesionales que inciden sobre los
estándares que fijan su conducta.

Pizarro y Vallespinos distinguen9:

a) Deber de actuación profesional diligente. Tiene que ver con la forma en


que el profesional presta el servicio.

b) Deber de informar. Se relaciona con el deber de comunicar determinada


información al cliente (asesorando, aconsejando o advirtiendo).

c) Deber de confidencialidad. Implica no revelar a terceros todo lo


relacionado con el cumplimento de la obligación asumida.

d) Obligación de seguridad. Arbitrar los medios para asegurar que el


cumplimiento de la obligación ocurra sin daños al cliente.

8Art. 1725 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
9
Para ampliar véase: Pizarro, Ramón D.; Vallespinos, Carlos G. (2013). Compendio de derecho
de daños. Buenos Aires: Hammurabi pags. 479 y ss.

6
Estos estándares y pautas de conducta deben valorarse conforme el caso
concreto y de conformidad al art. 1725 del CCC.

Distinto es el caso –reiteramos- si el profesional liberal comprometió un


resultado concreto, lo que surgirá de la obligación asumida y será de
interpretación restrictiva; la responsabilidad será objetiva (art. 1768 del CCC),
por lo que, para exonerarse total o parcialmente de responsabilidad, aquél
deberá acreditar una causa ajena al hecho dañoso como protagonista en la
causalidad (arts. 1729, 1730 y 1731 del CCC).

14.1.4. El factor de atribución en la responsabilidad


profesional
Tal como vimos, la distinción entre haber comprometido un resultado o limitar
la obligación a las diligencias necesarias para lograr el resultado influye
directamente en el factor de atribución.

Si lo comprometido es un resultado, el factor de atribución será objetivo (arts.


1723 del CCC). Si lo comprometido implica sólo el deber de diligencia, pericia y
prudencia orientada a producir un resultado, pero sin asegurarlo, el factor de
atribución será subjetivo (arts. 1724 y 1725 del CCC).

Hasta aquí la norma es sencilla y no presenta complejidad. El problema radica


en aquellas circunstancias o casos en donde no se pactó este compromiso.
Creemos que, cuando la norma refiere al profesional liberal que comprometió
un resultado concreto, ello surgirá: i) del pacto o ii) de la naturaleza de la
obligación asumida, y será de interpretación restrictiva; la responsabilidad será
objetiva (art. 1768 del CCC). En todos los demás supuestos, el factor de
atribución es subjetivo. Esto también dimana del art. 1723 del CCC, que dispone
que la responsabilidad será objetiva si de las circunstancias de lo convenido
surge que el deudor debía obtener un resultado determinado. Dentro del
ámbito contractual, queda comprendido el incumplimiento de una obligación
(art. 1716), la que puede ser objetiva si el deudor comprometió un resultado
determinado, ya sea por convención o si ello surge de las circunstancias (art.
1723); allí sí deberá el juez analizar estas circunstancias con carácter amplio.
Pero en la responsabilidad profesional –a diferencia de otros supuestos
contractuales- está limitada a los casos en que se haya comprometido un
resultado concreto con carácter restrictivo. En caso de duda sobre la existencia
de ese compromiso, la responsabilidad es subjetiva. Esta solución es opinable,
pero surge del texto de la norma.

Es posible, en ese sentido, contraponer profesiones conforme a si es o no


predominante la asunción de obligaciones de medio o de resultado, a falta de
pacto, para solucionar algunas situaciones injustas que pudieren presentarse.

7
Puede decirse que es común la asunción de obligaciones de medios para los
médicos, los abogados, mientras que es más frecuente la asunción de
obligaciones de resultado para los contadores, los arquitectos e ingenieros,
incluso los escribanos. Como las situaciones pueden variar según cada caso y,
en ciertos supuestos, el profesional podrá tener a su cargo una obligación de
resultado, será tarea del juez analizar las premisas fácticas a la luz de la nueva
norma.

14.1.5. Daños causados cuando la obligación se preste


con cosas
Nos dice Sagarna (2014) que, generalmente, el profesional liberal en su
actividad presta su obligación con el uso de cosas (por ejemplo, los médicos
utilizan bisturí, los ingenieros, herramientas, etc.), por esta habitualidad es que
la norma regula expresamente el supuesto10.

Si en la tarea o actividad el profesional se comete un daño con una cosa, no se


aplica la Sección 7ª del Capítulo de Responsabilidad civil (arts. 1757 y 1758 del
CCC), pues el art. 1768 expresamente excluye esta posibilidad. Al profesional no
se le podrá endilgar responsabilidad civil objetiva a título de dueño o guardián
de la cosa, por más que lo fuera, salvo que el perjuicio fuere causado por el
vicio de la cosa aplicada para sanar, en el caso del médico, supuesto que queda
comprendido en el régimen de los arts. 1757 y 1758 del CCC. Por lo tanto, si el
profesional causa daños con el uso de cosas, su responsabilidad será subjetiva,
salvo la excepción del art. 1768 del CCC para el daño causado por el vicio de la
cosa de la que el profesional es dueño o guardián, en la que será objetiva. Si el
daño es provocado por el vicio de la cosa, pero el profesional no resulta ser el
dueño o guardián de la cosa, no podrá atribuírsele responsabilidad objetiva en
el evento (Sagarna, 2014).

Tampoco podrá considerarse que la prestación del profesional liberal


constituya una actividad riesgosa o peligrosa en la categorización que trae el
art. 1757, 1er párrafo, del CCC, por la misma prohibición final del citado art.
1768 ("La actividad del profesional liberal no está comprendida en la
responsabilidad por actividades riesgosas previstas en el artículo 1757"11).

Todo esto, desde ya, sin perjuicio de la responsabilidad civil que le cabe al
propio dueño o guardián de la cosa interviniente en el hecho dañoso (siguiendo
con el ejemplo del médico, a éste no podrá considerárselo guardián del bisturí

10Para ampliar puede verse: Sagarna, Fernando Alfredo Responsabilidad civil directa y por el
hecho de terceros. En el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación La Ley Sup. Especial
Nuevo Código Civil y Comercial 2014 (Noviembre), 17/11/2014, 143
11 Art. 1768 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación

Argentina.

8
en los términos del art. 1757, pero sí podrá aplicarse esta norma al
establecimiento de salud si resultaba ser su dueño; tampoco podrá
mecanizarse el art. 1757 contra el médico que sí era dueño de la cosa
generadora de riesgo y que originó el perjuicio –v. g., odontólogo que, con el
torno de su propiedad, produce un daño a su paciente-, salvo, en ambos
supuestos, que haya sido provocado el vicio de la cosa).

Si el daño resulta por cualquier otro hecho que no sea directamente


proveniente de la actividad del profesional, como por ejemplo del hecho de su
dependiente o de las cosas del lugar, aquí sí se podrá aplicar la responsabilidad
objetiva del art. 1753 y del art. 1757 del CCC. Puede suceder que el profesional
cause daños a terceros, es decir, a una persona diferente de aquella con la cual
hubiera contratado (v. g., el abogado que causa daño a la contraparte por un
embargo abusivo). En estos casos se tratará de una responsabilidad de tipo
ilícita, que se regirá por las reglas propias de la materia.

Pero esta solución no es compartida. Pone de manifiesto la doctrina que esta


decisión de excluir la responsabilidad objetiva por el uso de cosas riesgosas o
actividad riesgosa –justificada para el caso de los médicos- no tiene ninguna
explicación en el caso de otros profesionales. Se pone como ejemplo el caso de
un ingeniero a cargo de una demolición en la que se usan explosivos y se
genera un daño a un peatón. No hay vicio alguno en los explosivos, sino que,
por el contrario, estaban en perfecto estado y cumplieron la función que les era
propia. Se pregunta el autor (Vázquez Ferreyra, 2015) si en tal caso habrá que
probar la culpa del ingeniero.

El punto es opinable.

14.1.6. Carga de la prueba


Con respecto a la carga de la prueba, ésta corresponde normalmente a quien
alega la existencia del daño. Si la obligación del profesional es de resultados, la
cuestión se simplifica para la victima; pero si es de medios –con lo cual el
profesional compromete su deber de diligencia, pericia y prudencia orientada a
producir un resultado, pero sin asegurarlo- al actor le corresponderá probar la
existencia del daño que alega, la antijuridicidad de la conducta del deudor, la
relación causal adecuada entre el perjuicio y el incumplimiento, y, desde luego,
el factor de imputabilidad, que consiste en la culpa o dolo del infractor. En la
obligación de medios, el actor debe demostrar el incumplimiento del
profesional, es decir, su falta de diligencia y prudencia, lo que puede ser
complicado. En muchas situaciones se invertirá la prueba a quien se encuentra
en mejores condiciones de probar, que es normalmente el profesional.
Finalmente, el juez debe apreciar la prueba de acuerdo con las reglas de la

9
sana crítica racional, todo de conformidad a los arts. 1734, 1735 y 1736 del CCC,
que ya hemos analizado en las unidades 6 y 7.

14.2. Responsabilidad de los médicos,


de otros profesionales de la salud y de
los establecimientos asistenciales

Una de las ramas de la ciencia que ha tenido mayor evolución en los últimos
siglos es la medicina. Las investigaciones han logrado desarrollar fuertemente
esta disciplina por medio del descubrimiento de nuevas enfermedades, la
precisa determinación de su etiología, diagnósticos más certeros, terapias
adecuadas y tratamientos clínicos y quirúrgicos más avanzados. Lo señalado
ha implicado un acrecentamiento de la actividad médica, ampliando el espectro
de situaciones en las que puede eventualmente surgir la responsabilidad
profesional.

Por otro lado, se ha desarrollado la industria farmacológica de modo


evidente, tanto respecto del empleo de antibióticos como de vacunas,
anestesia, etc. Del mismo modo se ha expandido el uso de instrumentales
quirúrgicos y de los métodos de diagnóstico por medio de la radiología nuclear,
la tomografía computada, la ecografía y la resonancia magnética, entre otros
ejemplos de tecnología de avanzada. Operaciones que antes eran imposibles
de concebir son realizadas diariamente por medio de las más diversas técnicas
quirúrgicas. A eso hay que sumarle el trasplante de órganos y piezas
anatómicas y la curación de muchas enfermedades que antes eran ciertamente
incurables.

Todo lo señalado genera una complejidad en el acto galénico que intentaremos


ir analizando en lo sucesivo.

14.2.1. Régimen legal


El deber de prestar la asistencia técnicamente adecuada supone que el
médico fue requerido y aceptó intervenir, lo cual significa que asumió su
deber de prestación médica. La omisión de prestar dicha asistencia da lugar a
una responsabilidad contractual. Del mismo modo, se genera una
responsabilidad civil contractual cuando se efectúa una mala praxis, sea por

10
error de diagnóstico, inapropiado tratamiento clínico o quirúrgico, o ante una
negligente, imprudente o imperita intervención que cause daño a otro.

La culpa profesional del médico no se diferencia de la noción de culpa en


general y se regula por los mismos principios que enuncian los arts. 1763, 1724
y 1725 CCC. Las particularidades que rodean el acto galénico determina la
necesidad de apreciar con mayor o menor severidad la culpa de los agentes y
aun establecer la imputabilidad en función de la actividad y las condiciones
de persona, tiempo y lugar. En concreto, será dable de exigir mayores
estándares de conocimiento y mayor será el deber de prudencia de un
médico especialista respecto de un médico residente. Corresponderá analizar la
conducta del profesional en cada caso concreto.

En relación al cuadro normativo aplicable, el CCC no trae mayores innovaciones


en la materia, por cuanto, en definitiva, lo que hace es establecer una norma
genérica –como el art. 1768- y recoger normativamente cuestiones que ya eran
de aplicación rutinaria por parte de los tribunales luego de un amplio desarrollo
en la doctrina (tal como la distinción entre medios y resultado, o la no
aplicación de la responsabilidad objetiva por las cosas). Mucho más impacto o
cambios –sin juzgar sus bondades o incorrecciones- han producido otras
reformas legales o el dictado de nuevas normas12 que regulan la activad
médica. Por ejemplo, la ley 26529 de derechos del paciente. Esta ley reguló de
manera detallada cuestiones de suma importancia, como el consentimiento
informado de los paciente, historias clínicas, entre otras cuestiones. También es
importante analizar la influencia que puede tener la ley 24240 sobre la relación
médico-paciente. Debe tenerse presente que las especiales particularidades
que tienen las ciencias de la salud han dado lugar a todo un desarrollo
normativo, doctrinario y jurisprudencial que permite hablar de un verdadero
derecho médico.

Conforme hemos visto en el punto 14.1.1, la norma aplicable para todas las
responsabilidades profesionales es el art. 1768, que, lógicamente, aplica para
los médicos, pero debe ser analizada en todo el contexto del nuevo Código Civil
y Comercial.

Es así que en el estudio de las responsabilidades profesionales –y médica en


particular- no se puede prescindir de la lectura de, entre otros artículos, los que
a continuación se citan:

 Art. 17, referido a los derechos sobre el cuerpo humano.

 Art. 55, sobre disposición de derechos personalísimos.

 Art. 56, sobre actos de disposición sobre el propio cuerpo.

12 Véase Vázquez Ferreyra, 2015.

11
 Art. 57, sobre prácticas prohibidas.

 Art. 58, sobre investigaciones en seres humanos.

 Art. 59, sobre consentimiento informado para actos médicos e


investigaciones en salud.

 Art. 60, sobre directivas médicas anticipadas.

 Arts. 774, 775 y 776, referidos a las obligaciones de hacer.

Remitimos a la lectura de estas normas a los fines de que el estudiante pueda


comprender adecuadamente la temática.

14.2.2. Naturaleza de la responsabilidad médica


Si bien la responsabilidad del médico es, en la mayoría de los casos, de tipo
contractual, la doctrina (Lorenzetti, 1997; Mosset Iturraspe, 1998) señala
supuestos en los cuales podría ser considerada extracontractual:

a) Cuando los servicios del médico son requeridos por otra persona
distinta del paciente. En relación a éste, la responsabilidad no nace de
un contrato.

b) Cuando son prestados espontáneamente, sin consentimiento del


paciente (por ejemplo, cuando, tras accidente callejero, un médico
auxilia a la víctima).

c) Cuando los servicios son prestados en contra de la voluntad del


paciente, como en el supuesto del suicida que recibe auxilio médico.

d) Cuando el médico ha cometido un delito del derecho criminal en


relación a una persona, sea o no cliente. Por ejemplo, si cometiera un
homicidio prescribiendo una supuesta medicación que determinase la
muerte del enfermo.

Es discutible, en estos casos, si existe prestación de servicio entre quien se ve


beneficiado por la practica médica y el profesional. De ser negativa la
respuesta, sería de aplicación el art. 1749 por remisión al art. 1737, ambos del
CCC.

14.2.3. Deberes profesionales: deber de información. El


consentimiento informado. Negativa del enfermo. Ley
26529

12
La responsabilidad del médico debe ser valorada con criterio casuístico,
en el caso concreto, teniendo en cuenta las circunstancias particulares. Sin
perjuicio de ello, corresponde analizar diferentes supuestos en la medicina
curativa y la cirugía reparadora, por un lado, y en la cirugía estética, por otro.
En consecuencia, analizaremos los deberes generales del médico para luego
centrarnos en la violación de los mismos.

Deber de información

La obligación de informar que pesa sobre el médico y la institución


sanitaria tiene fundamento jurídico en nuestra Constitución Nacional, art. 42,
que tutela la salud y el derecho a la información, al igual que en diversos
tratados de jerarquía constitucional (art. 75 inc. 22 de la CN). La obligación
galénica y de la empresa médica de informar también encuentra basamento
en el principio de la buena fe contractual y la autonomía de la voluntad.

La doctrina nacional concluye que es el médico quien

…debe revelar información adecuada al paciente, de manera tal que le permita


participar inteligentemente en la toma de decisión del tratamiento
propuesto y luego obtener su consentimiento o bien la manifestación de
su rechazo a dicho tratamiento. Tales deberes son propios del ejercicio de la
actividad médica. (Calvo Costa, 2007, p. 316).

En efecto, existe una relación íntima entre la obligación de informar que recae
sobre el médico y el consentimiento válido del paciente.

La doctrina y jurisprudencia, de modo pacífico, admiten que el incumplimiento


de la obligación de informar es apto para generar responsabilidad en casos de
mala praxis médica y hospitalaria. El médico tiene el deber de informar al
paciente, advirtiéndole al mismo los riesgos del tratamiento sugerido o de la
intervención quirúrgica aconsejable. El deber de informar debe ajustarse a
las condiciones particulares de la situación, de modo tal que el paciente
pueda conocer y comprender los riesgos a los que se somete. Es cierto que esta
tarea enfrenta algunas dificultades: por un lado, la ignorancia técnica del
enfermo; por otro, el estado moral de éste. No debe subestimarse el derecho
del enfermo de saber su estado de salud y el pronóstico del mismo. En todo
caso, si las necesidades psíquicas impiden instruirlo completamente, el médico
debe decir toda la verdad a los miembros de la familia que sean más próximos
o ejerzan autoridad sobre el enfermo.

El deber de información integra la lex artis, por lo que la actividad médica


diligente impone su cabal cumplimiento por parte de los profesionales y del
nosocomio. Por tal motivo se ha dicho que esta obligación de informar es más

13
extensa que la destinada a obtener el consentimiento informado del paciente
respecto de una práctica o tratamiento médico determinado.

De lo expresado se desprenden dos efectos principales ante el incumplimiento


de este importante deber: a) en primer lugar, obstruye la posibilidad de
alcanzar el consentimiento informado; b) en segundo lugar, y de acuerdo a una
doctrina, dependiendo de las circunstancias del caso, se podría llegar a
considerar que el acto médico se ha tornado ilícito o viciado. Esta doctrina
expresa:

…los riesgos específicos que el facultativo sabe que el acto


médico puede llegar a producir son las que deben ser puestas
en conocimiento del paciente, para que de este modo tenga la
posibilidad de asumir o no el eventual riesgo de dañosidad
de la ejecución de la terapéutica a realizar… de lo contrario,
si esas posibles complicaciones son desconocidas, mal puede
asumirlos, de lo contrario, el facultativo soporta el riesgo por sí
solo. (Ghersi & Weingarten, 1998, p. 116).

Es dable resaltar que la jurisprudencia de nuestro país ha resuelto que en los


casos en los cuales la información suministrada fuera insuficiente o no se
hubiera requerido el consentimiento del paciente para la práctica, la falta de
consentimiento, sumada a la ausencia de razones de emergencia, torna
ilegítimo el acto médico.

Recabar el consentimiento del paciente

El consentimiento informado es definido como un requerimiento ético y legal


para la investigación y todo tipo de acto médico a que se someta a un paciente;
un derecho del enfermo con capacidad para comprender, de recibir a través de
un proceso de información verbal y/o escrita, clara y comprensible, de parte de
su médico tratante, todo lo relacionado sobre el tipo de tratamiento propuesto,
sus beneficios, riesgos, complicaciones y tratamientos alternativos. La doctrina
alude a la declaración de voluntad del paciente luego de habérsele brindado
suficiente información sobre el procedimiento o intervención quirúrgica
propuesta como médicamente aconsejable (López Mesa & Trigo Represas,
2005). De su concepto mismo se desprende que, para que exista tal declaración
de voluntad, es presupuesto imprescindible que se haya otorgado la suficiente
información (veraz, completa, objetiva, asequible), sin la cual no cabe hablar de
consentimiento.

El médico no debe emprender ningún tratamiento ni ninguna intervención sin


haber obtenido el consentimiento del enfermo, salvo contadas excepciones.

Ahora bien, el nuevo CCC contiene una norma específica al respecto.

14
En efecto, el consentimiento de la víctima se regula en el art. 1720 del CCC, que
dispone que, sin perjuicio de las regulaciones especiales, el consentimiento
libre e informado del damnificado, en la medida en que no constituya una
cláusula abusiva, libera de la responsabilidad por los daños derivados de la
lesión de bienes disponibles.

Específicamente –dice la doctrina- en relación al consentimiento prestado para


prácticas médicas, leyes especiales regulan bajo qué condiciones puede el
consentimiento informado del paciente constituir una causa de justificación.
Esta norma debe ser analizada en consonancia con la ley 26529 sobre Derechos
de los Pacientes, que dispone los requisitos del consentimiento informado
válido en relación a las prácticas médicas en general; también con la ley 26743
sobre Identidad de Género, que establece los requisitos del consentimiento
informado que debe prestar el paciente para intervenciones quirúrgicas y
tratamientos hormonales; la ley 26657 sobre Derecho a la Protección de la
Salud Mental, que dispone los requisitos del consentimiento informado que
debe requerirse a la persona con problemas de salud mental o a su
representante legal cuando corresponda, para todo tipo de intervenciones,
tratamientos o internación; la ley 24193 de Trasplantes de Órganos, entre
otras.13

Negativa del paciente

El consentimiento es fundamental, ya que el cuerpo del enfermo no puede ser


tocado por el médico si no es con el consentimiento del paciente, si éste es
mayor de edad y no está privado de razón. Esto es así ya que la vida, la salud, la
integridad física son bienes personales que la ley protege en miras del interés
individual y general.

Si bien el consentimiento del paciente no sería suficiente para privarlo de


la vida (eutanasia), el consentimiento sí es válido para realizar una intervención
quirúrgica mutilante, aun cuando pusiera en grave peligro su vida, cuando ello
dé una esperanza para la recuperación de su salud, conservación de la vida o
propósitos altruistas como el transplante de partes anatómicas.

El paciente puede negar su consentimiento, y, en tal caso, el médico no podrá


actuar. El galeno debe intentar persuadir al enfermo sobre el tratamiento
aconsejable. Sin embargo, si ello fracasare, el médico no podrá hacer otra cosa
que negar su ministerio, salvo que por ello el enfermo quede abandonado.

13
Véase para ampliar: Tolosa, Pamela González Rodríguez, Lorena Asunción de riesgos y
consentimiento del damnificado en el nuevo Código Civil y Comercial RCyS2015-IV, 46

15
Si la urgencia del cuadro médico no permitiere obtener el consentimiento
necesario, el médico debe prestar la asistencia que corresponda, aun sin esa
conformidad.

Debe realizar un diagnóstico adecuado

El error de diagnóstico genera responsabilidad al médico por los daños


que sufra el enfermo como consecuencia de un tratamiento inadecuado o de
haberse sometido a una intervención inadecuada. El error debe ser grave e
inexcusable. Respecto a este punto, existe un precedente judicial que resolvió
que el médico está obligado a detectar lo detectable; de no hacerlo, se
evidencia una impericia manifiesta.

La jurisprudencia ha precisado estas condiciones al resolver que en todo


contrato de prestación médico-asistencial existe la obligación de actuar con
diligencia, prudencia y pericia acorde a las circunstancias. Se ha considerado
que se incumple con estos deberes en los casos en los cuales se interviene a un
paciente quirúrgicamente sin haber antes realizado un examen preoperatorio
adecuado y los correspondientes análisis de laboratorio, radiológico y
cardiológico pertinentes.

Otro punto de importancia –al momento de valorar la gravedad de la culpa- es


la relación de especial confianza que el paciente y su familia tienen con los
profesionales que atienden su salud, a quienes justamente les confían sus
vidas.

El art. 1725 del CCC contempla la facultad intelectual de una persona


determinada en los contratos que suponen una confianza especial entre las
partes, como es el caso del contrato de prestaciones médico-asistenciales, a
la hora de estimar el grado de responsabilidad por la condición del
agente. El art. 1725 del Código Civil y Comercial prescribe que, cuanto
mayor sea la obligación asumida, mayor también será la responsabilidad
que se derive del incumplimiento de dicha obligación. La profesión médica
está dirigida a la salud humana, de allí que cualquier déficit en una prestación
galénica puede traducirse en lesiones irreversibles o muerte de un paciente. En
este sentido, los deberes y obligaciones médicos se acrecientan, siendo exigible
la toma de todos los recaudos en los actos de su profesión, ejercitando la
prudencia, utilización plena de conocimientos.

Debe aconsejar un tratamiento adecuado

El médico puede ver comprometida su responsabilidad en el caso de haber


aconsejado un tratamiento equivocado por error grave e inexcusable. No

16
responde, sin embargo, en cuanto al método de curación, siempre que sea
aceptable. En consecuencia, el médico elige el método más adecuado para
obtener el éxito de su tarea, con diligencia, prudencia y pericia.

El paciente, por su parte, deberá continuar con el tratamiento prescripto; de lo


contrario, puede eximirse al profesional ante el abandono del tratamiento y
atención médica por parte del paciente.

Intervención quirúrgica

Tratándose de intervenciones quirúrgicas, el cirujano que se equivoca no es


responsable si incurre en algún error que no sea grave o intolerable; de todos
modos, habrá que valorarlo en el caso concreto, analizando la relación de
causalidad con el daño causado. En la jurisprudencia francesa, por ejemplo,
se ha responsabilizado al cirujano que abandona una compresa o un
instrumento quirúrgico en el cuerpo de un paciente. En cualquier caso, el
cirujano incurre en culpa cuando no adopta las medidas susceptibles de
permitirle advertir dichas situaciones.

También se lo responsabiliza ante daños causados por su culpa en la ejecución


de actos anexos a la intervención misma. Se ha declarado que el cirujano tiene
a su cargo una obligación de medios o de prudencia y diligencia en tales actos,
al igual que en el acto quirúrgico mismo.

La cirugía estética

La cirugía estética, a diferencia de la cirugía reparadora, intenta satisfacer un


mero deseo de perfección estética, mientras que la segunda tiende a la cura de
una enfermedad o a prevenir o reparar un daño en la salud del paciente.

Lo que hemos analizado más arriba respecto de los deberes de los médicos
para con el paciente es de aplicación en estas cirugías o tratamientos estéticos.

Sin perjuicio de ello, estas actuaciones médicas presentan algunas


particularidades que hacen que, al momento de juzgar la responsabilidad del
médico, se lo haga con una severidad mayor que en las cirugías reparadoras.
En primer lugar, la intervención galénica se produce normalmente en
circunstancias en que el paciente no padece afecciones en su salud. Puede
suceder que la cirugía correctora o reparadora tenga un fin terapéutico; en ese
caso, absorbe en su finalidad la preocupación meramente estética que también
puede satisfacer. Por otro lado, la actuación médica sólo se justifica en
supuestos en los cuales la finalidad perseguida sea favorable desde el punto de
vista estético. Ello supone que el médico ha pronosticado un resultado al
paciente sobre el que éste ha dado su consentimiento.

17
La circunstancia señalada no es menor y es suficiente como para juzgar el
fracaso de la cirugía con un criterio riguroso, tanto en el caso en que no se
obtenga el mejoramiento estético buscado como en el que se cause un daño a
la salud del paciente. Según las circunstancias y en supuestos como son las
correcciones simples (v. g., operación de la nariz), la obligación del médico es
de resultado, es decir que sólo puede exonerarse con la prueba de la relación
de causalidad.

Breves nociones sobre ley 26529 de Derechos del paciente, historia clínica y
consentimiento informado

La norma tiene mucha influencia en la relación médico-paciente al regular el


ejercicio de los derechos del paciente en cuanto a la autonomía de la voluntad,
la información y la documentación clínica.

En el art. 2 regula los derechos del paciente, que constituyen derechos


esenciales en la relación entre el paciente y el o los profesionales de la salud, el
o los agentes del seguro de salud y cualquier efector de que se trate. Se
enumeran los siguientes:

a) Asistencia. El paciente, prioritariamente los niños, niñas y adolescentes,


tiene derecho a ser asistido por los profesionales de la salud, sin
menoscabo y distinción alguna, producto de sus ideas, creencias
religiosas, políticas, condición socioeconómica, raza, sexo, orientación
sexual o cualquier otra condición. El profesional actuante sólo podrá
eximirse del deber de asistencia cuando se hubiere hecho cargo
efectivamente del paciente otro profesional competente.

b) Trato digno y respetuoso. El paciente tiene derecho a que los agentes


del sistema de salud intervinientes le otorguen un trato digno, con
respeto a sus convicciones personales y morales, principalmente las
relacionadas con sus condiciones socioculturales, de género, de pudor y
a su intimidad, cualquiera sea el padecimiento que presente, y se haga
extensivo a los familiares o acompañantes.

c) Intimidad. Toda actividad médico-asistencial tendiente a obtener,


clasificar, utilizar, administrar, custodiar y transmitir información y
documentación clínica del paciente debe observar el estricto respeto
por la dignidad humana y la autonomía de la voluntad, así como el
debido resguardo de la intimidad del mismo y la confidencialidad de sus
datos sensibles, sin perjuicio de las previsiones contenidas en la ley
25326.

d) Confidencialidad. El paciente tiene derecho a que toda persona que


participe en la elaboración o manipulación de la documentación clínica,

18
o bien tenga acceso al contenido de la misma, guarde la debida reserva,
salvo expresa disposición en contrario emanada de autoridad judicial
competente o autorización del propio paciente.

e) Autonomía de la voluntad. El paciente tiene derecho a aceptar o


rechazar determinadas terapias o procedimientos médicos o biológicos,
con o sin expresión de causa, como así también a revocar
posteriormente su manifestación de la voluntad. Los niños, niñas y
adolescentes tienen derecho a intervenir en los términos de la ley nº
26061 a los fines de la toma de decisión sobre terapias o
procedimientos médicos o biológicos que involucren su vida o salud.

f) Información sanitaria. El paciente tiene derecho a recibir la información


sanitaria necesaria, vinculada a su salud. El derecho a la información
sanitaria incluye el de no recibir la mencionada información.

g) Interconsulta médica. El paciente tiene derecho a recibir la información


sanitaria por escrito, a fin de obtener una segunda opinión sobre el
diagnóstico, pronóstico o tratamiento relacionados con su estado de
salud.

La obligación de informar que corresponde al prestador de servicios médicos


consiste en explicar, en forma adecuada al nivel cultural del beneficiario, acerca
de su estado de salud, diagnóstico y el tratamiento adecuado según su saber
profesional. El art. 3 la define como:

…aquella que, de manera clara, suficiente y adecuada a la


capacidad de comprensión del paciente, informe sobre su estado
de salud, los estudios y tratamientos que fueren menester
realizarle y la previsible evolución, riesgos, complicaciones o
secuelas de los mismos.14

El capítulo III está dedicado al consentimiento informado. Al respecto, el


artículo 5 establece:

Entiéndase por consentimiento informado, la declaración de


voluntad suficiente efectuada por el paciente, o por sus
representantes legales en su caso, emitida luego de recibir, por
parte del profesional interviniente, información clara, precisa y
adecuada con respecto a:
a) Su estado de salud;
b) El procedimiento propuesto, con especificación de los
objetivos perseguidos; c) Los beneficios esperados del
procedimiento;
d) Los riesgos, molestias y efectos adversos previsibles;

14 Art. 3. Ley 26529 – Salud Pública. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

19
e) La especificación de los procedimientos alternativos y sus
riesgos, beneficios y perjuicios en relación con el procedimiento
propuesto;
f) Las consecuencias previsibles de la no realización del
procedimiento propuesto o de los alternativos especificados;
g) El derecho que le asiste en caso de padecer una
enfermedad irreversible, incurable, o cuando se encuentre en
estado terminal, o haya sufrido lesiones que lo coloquen en igual
situación, en cuanto al rechazo de procedimientos quirúrgicos,
de hidratación, alimentación, de reanimación artificial o al retiro
de medidas de soporte vital, cuando sean extraordinarios o
desproporcionados en relación con las perspectivas de mejoría,
o que produzcan sufrimiento desmesurado, también del derecho
de rechazar procedimientos de hidratación y alimentación
cuando los mismos produzcan como único efecto la
prolongación en el tiempo de ese estadio terminal irreversible e
incurable;
h) El derecho a recibir cuidados paliativos integrales en el
proceso de atención de su enfermedad o padecimiento.15

Regula también la norma que los datos deberán quedar registrados


obligatoriamente en la historia clínica, que el art. 12 define como el documento
obligatorio cronológico, foliado y completo en el que conste toda actuación
realizada al paciente por profesionales y auxiliares de la salud. Se regula
también la historia clínica informatizada, disponiendo que el titular de la misma
es el paciente, aclarando expresamente los datos (asientos) que la misma debe
contener.

Luego establece tres recaudos que la historia clínica debe contener:

Integridad. Forman parte de la historia clínica, los


consentimientos informados, las hojas de indicaciones médicas,
las planillas de enfermería, los protocolos quirúrgicos, las
prescripciones dietarias, los estudios y prácticas realizadas,
rechazadas o abandonadas, debiéndose acompañar en cada
caso, breve sumario del acto de agregación y desglose
autorizado con constancia de fecha, firma y sello del profesional
actuante.16

Unicidad. La historia clínica tiene carácter único dentro de cada


establecimiento asistencial público o privado, y debe identificar

15 Art. 5. Ley 26529 – Salud Pública. Sustituido por art. 2 de la ley 26742. Honorable Congreso
de la Nación Argentina.
16 Art. 16. Ley 26529 – Salud Pública. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

20
al paciente por medio de una "clave uniforme", la que deberá
ser comunicada al mismo.17

Inviolabilidad. Depositarios. La historia clínica es inviolable. Los


establecimientos asistenciales públicos o privados y los
profesionales de la salud, en su calidad de titulares de
consultorios privados, tienen a su cargo su guarda y custodia,
asumiendo el carácter de depositarios de aquélla, y debiendo
instrumentar los medios y recursos necesarios a fin de evitar el
acceso a la información contenida en ella por personas no
autorizadas. A los depositarios les son extensivas y aplicables las
disposiciones que en materia contractual se establecen en el
Libro II, Sección III, del Título XV del Código Civil, "Del depósito",
y normas concordantes.18

14.2.4. Empleo de cosas en la actividad médica


Se debe considerar la responsabilidad médica por el daño causado por el uso de
cosas. Con la locución cosas, nos referimos a todo aparato, herramienta,
instrumento o medicamento utilizado en el acto médico que pueda causarle un
daño al paciente.

Tal como habíamos visto en el encabezado de esta lectura, la norma trata


expresamente el punto:

El art. 1768 del CCC, en el segundo apartado, dice: "Cuando la obligación de


hacer se preste con cosas, la responsabilidad no está comprendida en la
Sección 7ª de este capítulo, excepto que causen un daño derivado de su
vicio"19.

El artículo se encarga de poner bien en claro que, tratándose de


responsabilidad profesional, incluida por cierto la médica, no se aplican las
normas que regulan la responsabilidad derivada de la intervención de cosas
viciosas o riesgosas ni de actividades riesgosas o peligrosas, salvo que el daño
provenga del vicio de la cosa. Esto lo habíamos tratado al analizar la
responsabilidad profesional en general.

El tema de los daños causados con las cosas dio lugar a abundante literatura en
materia de responsabilidad civil médica, dadas las particularidades de dicha
profesión. En líneas generales, en los casos de actos médicos realizados con
cosas, no rigen los artículos 1757 y 1758 del CCC, ya sea que el daño haya sido

17 Art. 17. Ley 26529 – Salud Pública. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
18 Art. 18. Ley 26529 – Salud Pública. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
19 Art. 1768 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación

Argentina.

21
causado con la cosa o por el riesgo o vicio de la cosa, y en caso de estar frente a
un supuesto de responsabilidad contractual, tampoco podría hablarse de una
obligación de seguridad de resultado que comprometería una responsabilidad
objetiva. Ello, siempre que el daño ocasionado con o por la cosa tenga relación
con el acto médico puro.

Dice Vázquez Ferreyra (2015) que es plausible excluir la responsabilidad


objetiva por el uso de cosas riesgosas en el campo de la medicina.

Es que el progreso de la medicina va de la mano de la utilización


de todo tipo de aparatos, desde los más sencillos a los más
complejos, que son utilizados en beneficio del propio paciente.
Muchas de esas cosas son riesgosas por su propia naturaleza,
como por ejemplo un simple bisturí o un complejo aparato para
realizar cateterismos. Pero su uso reporta beneficios enormes
para los pacientes que requieren su empleo. De ahí que hay
riesgos que van de la mano con los beneficios. Es evidente que si
la ciencia médica no hubiera avanzado como lo hizo no se darían
muchos de los daños que ocupan la atención de los tribunales. El
progreso conlleva riesgos y provoca a veces efectos no deseados.
Las técnicas diagnósticas y quirúrgicas son cada vez más
sofisticadas y si bien tienen mayor efectividad en muchos casos
pecan de agresividad. Se trata de supuestos en donde puede
invocarse plenamente el estado de necesidad. En estos
supuestos, hacer responsable al médico objetivamente por el
riesgo de la cosa empleada supone un exceso que iría en contra
de los propios pacientes, pues los profesionales no se
arriesgarían a una futura demanda indemnizatoria. De ahí que se
sostiene que en la medida que la cosa no haya escapado de lo
que es el acto médico propiamente dicho, la responsabilidad
seguirá siendo subjetiva. (Vázquez Ferreyra, 2015,
goo.gl/t21Od0 ).

La decisión del legislador pude ser opinable. Deberá estarse al caso concreto
para evitar situaciones injustas.

Sin embargo, recordamos que, cuando el daño provenga del vicio de la cosa, la
responsabilidad será objetiva.

22
14.2.5. Responsabilidad civil de los psiquiatras.
Nociones generales
Lo que acabamos de exponer respecto de la responsabilidad médica es
aplicable a la responsabilidad de los psiquiatras. El deber de informar, de
confidencialidad y de obtener el consentimiento del paciente son principios
fundamentales que el profesional debe seguir en todo momento. Asimismo, se
espera que el diagnóstico sea adecuado, al igual que el tratamiento o terapia
elegida para el paciente. Todo ello debe constar en la historia clínica, que
debe estar completa y detallada.

La responsabilidad del psiquiatra es por regla contractual y de medios. La


determinación de la culpa del profesional se rige por los principios analizados
más arriba.

14.2.6. Responsabilidad del equipo médico


La complejidad de la actividad médica lleva a que la misma sea efectuada cada
vez más como un acto colectivo más que como el de un profesional individual.
Por su creciente complejidad requiere, normalmente, conocimientos
profundos, mayor especialización y un equipo de trabajo, todo lo cual trae
aparejado lo que se denomina pluriparticipación profesional. Analicemos los
supuestos que pueden manifestarse.

Prestaciones en equipo

La prestación profesional de este tipo suele producirse en las intervenciones


quirúrgicas. Normalmente incluyen el cirujano, un anestesista, un biólogo, un
radiólogo, un anatomopatólogo y los auxiliares del acto quirúrgico. Una
cuestión a dilucidar será si el paciente ha contratado individualmente con cada
especialista o lo ha hecho con el jefe del equipo, quien, a su vez, ha
seleccionado a sus colaboradores.

Prestaciones separadas pero simultáneas

Si la intervención galénica no se produjera en equipo, sino que fuese de cada


especialista separadamente, la responsabilidad será individual si puede
probarse la causa del daño. Si no es posible determinar el origen de la atención
médica perjudicial, la responsabilidad es colectiva, a menos que se pruebe
quién ha sido el causante o se excluya a quien pruebe que no lo ha sido,
destruyendo la presunción de culpa común.

23
Equipo médico y la responsabilidad colectiva y anónima

Las hipótesis descritas precedentemente son las que se advierten en la práctica


y de ello dan cuenta muchos precedentes judiciales en los cuales se presenta
un caso de responsabilidad profesional colectiva. Así por ejemplo, en el caso de
un paciente internado que sufre daños sin poder determinarse a ciencia cierta a
qué profesional se debe atribuir dicho perjuicio. En el nuevo Código hay una
sección específica con tres artículos destinada a regular la responsabilidad
colectiva y anónima conforme los arts. 1761 y 1762 del CCC.

Autor anónimo. Si el daño proviene de un miembro no


identificado de un grupo determinado responden solidariamente
todos sus integrantes, excepto aquel que demuestre que no ha
contribuido a su producción.20

Actividad peligrosa de un grupo. Si un grupo realiza una actividad


peligrosa para terceros, todos sus integrantes responden
solidariamente por el daño causado por uno o más de sus
miembros. Sólo se libera quien demuestra que no integraba el
grupo.21

El primero de ellos regula el supuesto en que el daño es cometido por un autor


anónimo que pertenece a un grupo identificado. En este caso responden
solidariamente todos los integrantes, excepto el que demuestre que no ha
contribuido a la producción del daño. Se trata de la responsabilidad civil médica
colectiva o grupal; la norma soluciona el problema en la medida que en el caso
de los médicos se exija la prueba de la culpa del grupo o alguno de sus
miembros indeterminados y que cada profesional que pruebe su no culpa
quede eximido de responsabilidad, pues, en definitiva, la prueba de la no culpa
implica probar que no se ha contribuido a la producción del daño.

En la segunda norma se incorpora el supuesto del grupo que realiza una


actividad peligrosa. En este caso, la responsabilidad también es solidaria de
todos los integrantes y sólo se libera quien demuestra que no integraba el
grupo.

Remitimos a la unidad 12, apartado 4, donde trabajamos este supuesto.

20 Art. 1761 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación


Argentina.
21 Art. 1761 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación

Argentina.

24
14.2.7. Responsabilidad de las clínicas. Sistemas de
Medicina prepaga y obras sociales
Cuando un paciente es atendido en establecimientos asistenciales públicos o
privados se produce una coexistencia de actos de carácter hospitalario o
paramedicales y de actos galénicos. Los primeros incluirán alojamiento,
alimentación, transporte en el interior de la clínica, etc. Por otro lado, se
producirán actos medicales propiamente dichos. La relación que existe entre el
profesional que integra el cuerpo médico de la clínica y ésta última constituye
una estipulación en favor de tercero, o sea del paciente que requiere asistencia
o internación en el establecimiento sanatorial.

El paciente tiene una acción directa contra el médico en caso de


incumplimiento de su obligación nacida de aquella estipulación a su favor, y a
su vez posee una acción directa, en el mismo caso, contra la entidad estipulante
en razón del contrato de asistencia pasado entre ellos. La responsabilidad del
establecimiento asistencial no se rige por los principios de la responsabilidad
por el hecho de sus dependientes (art. 1753 del CCC), ya que la dependencia se
configura por las órdenes o instrucciones que éste impartiría y que son
incompatibles con la idea de autonomía científica y técnica que el médico debe
tener. Puede existir, sin embargo, un contrato con relación de dependencia
entre el médico y el sanatorio.

Tal como dice la jurisprudencia, existe además de la responsabilidad del


médico, la obligación de la entidad hospitalaria o sanatorial de prestar
asistencia médica, la cual lleva implícita una obligación tácita de seguridad de
carácter general y accesoria en ciertos contratos que requieren la preservación
de las personas de los contratantes contra los daños que pueden originar en la
ejecución del contrato22.

En igual sentido, se sostiene que la obligación de prestar asistencia médica


lleva implícita una obligación tácita de seguridad de carácter general y
accesorios en ciertos contratos que requieren la preservación de las personas
de los contratantes contra los daños que pueden originar en la ejecución
del contrato. En tal sentido, no basta que el ente asistencial aproxime al
paciente profesionales habilitados para el ejercicio de la medicina, sino que
debe asegurarle una prestación médica diligente e idónea, de acuerdo a las
circunstancias particulares, lo menos reprochable posible23.

22 Cámara Nacional Civil y Comercial Federal en autos “Rodriguez, Enrique Carlos c/YPF s/
daños y perjuicios”, Sentencia del 27.07.10 Boletín de jurisprudencia del Poder Judicial de la
Nación (2009-2012)
23 Cámara Nacional Civil y Comercial Federal, sala 1ª, “G., J. y otra v. Hospital Militar Central y

otros”, sent. Del 27/09/90, www.lexisnexis.com.ar.


.

25
14.2.8. Otros profesionales del arte de curar
Lo estudiado respecto de la responsabilidad médica es aplicable a otros
profesionales del arte de curar (v. g., dentistas, parteras, pedicuros,
enfermeros, masajistas, veterinarios, etc.).

Respecto de los farmacéuticos, debemos distinguir entre las tareas realizadas


como profesionales y las realizadas en calidad de comerciantes. En el primer
supuesto, actúan como auxiliares de los médicos en la preparación de recetas y
despacho del medicamento prescripto, comprometiendo su responsabilidad
profesional en caso de falta de diligencia, impericia o negligencia. En el
segundo caso, como comerciantes que venden productos farmacéuticos ya
preparados, responden como proveedores de productos elaborados,
asumiendo la responsabilidad contractual por el deber de seguridad implícito
en el contrato.

14.3. Responsabilidad de los abogados


El ejercicio profesional del abogado puede abarcar una serie de actividades.
En primer lugar, una actividad extrajudicial que se manifiesta con el consejo
legal o asesoramiento jurídico, en las negociaciones o arreglos que ponen fin a
cuestiones litigiosas o dudosas, etc. Por otro lado, también desarrolla una
actividad judicial, patrocinando una causa, defendiendo al procesado o
ejerciendo la representación de las partes.

Para ello, el abogado principia con el juramento profesional y su inscripción en


la matrícula, para luego satisfacer la consulta de sus clientes por medio de
su atención personalísima del asunto. La violación de los deberes que el
ejercicio profesional impone al abogado implica generalmente, además de la
responsabilidad civil que de ella derivase, el desafuero de la ética que
rigurosamente gobierna su conducta profesional.

Respecto de la responsabilidad civil del abogado en ejercicio de su profesión,


el mismo deberá responder en caso de causar un daño a su cliente o a terceros,
ya sea con dolo o culpa (art. 1768 del CCC).

La responsabilidad del abogado respecto de su cliente es de naturaleza


contractual. El contrato es de mandato en los casos en que el cliente confiere
representación al abogado.

Respecto de la actuación del abogado con terceros, su responsabilidad tiene


carácter extracontractual. Ejemplo de responsabilidad podría ser ante la
traba de un embargo evidentemente improcedente que causara daños al

26
tercero. La responsabilidad del profesional quedará comprometida siempre
que haya obrado con culpa o dolo.

14.3.1. Naturaleza de esta responsabilidad


La naturaleza de la obligación asumida por el abogado respecto de su
cliente variará dependiendo de si su actuación es como letrado apoderado
(procurador) o como abogado consultor, asesor o patrocinante o defensor en
un proceso. Normalmente puede generar responsabilidades de tipo
contractual, aunque se podrían dar supuestos de responsabilidad
extracontractual. Por regla, la responsabilidad del abogado es de medios, sin
perjuicio de que, en algunos casos, la responsabilidad del abogado es de
resultados.

27
Tabla 1: Responsabilidad del abogado en función de su actuación

Apoderado letrado Letrado patrocinante, defensor y asesor legal


Su actuación es de representante judicial de El abogado no tiene la representación directa
su cliente. Rigen las reglas del mandato y las del cliente ni está sujeto al mandato, sino que
obligaciones de la ley 10996 si se trata de la simplemente tiene el patrocinio o la defensa
intervención en procesos de jurisdicción de los intereses de éste, conduciendo el pleito
nacional. o asesorándolo. Esta obligación del abogado
El abogado está obligado a una prestación de no es de resultado, sino solamente de medio.
resultado en cuanto a los actos procesales Debe colocar su diligencia, ciencia y prudencia
que debe cumplir específicamente. La para tratar de que su cliente obtenga un
omisión de los deberes a cargo del resultado favorable. Debe limitarse a
profesional compromete su responsabilidad, significarle si su derecho está o no amparado
sin que sea necesario demostrar su culpa. El por la ley y cuáles son, en su caso, las
resultado que se frustra consiste en los actos probabilidades de éxito judicial, pero no debe
procesales que caducan por el no ejercicio darle una certeza que él mismo no puede
en término de los mismos, debilitando la tener.
postura del cliente en el proceso y El abogado no es responsable por no tener
determinando eventualmente la pérdida del éxito, pero sí lo es si no ha procedido con el
derecho que motiva la actuación judicial (v. cuidado y los conocimientos exigidos por la
g., perención de instancia, prescripción, gestión encomendada.
etc.).
Es deber del procurador interponer los
recursos legales contra sentencias definitivas
adversas a su parte y contra regulación de
honorarios que corresponda abonar a la
misma, salvo el caso de tener instrucciones
por escrito en contrario de su respectivo
comitente. Por ello se ha declarado la
responsabilidad del profesional que no
interpuso en término el recurso de
apelación.
Fuente: Anterior SAM 2015

14.3.2. Régimen legal. Deberes profesionales


Fundamentación de consejo legal o dictamen

El abogado puede incurrir en errores de fundamentación en su consejo legal o


dictamen, o en la demanda o actuación judicial que patrocina. No habrá
responsabilidad profesional si median errores de carácter científico, aun
cuando las teorías sean controvertidas, pero sí habrá responsabilidad si

28
existiese impericia, falta de precauciones que la prudencia ordinaria prescribe,
de las reglas admitidas por todos como ciertas, etc.

En las hipótesis de error grave o inexcusable, el abogado deberá responder de


un consejo legal notoriamente perjudicial para su cliente. Sin embargo,
tratándose del patrocinio judicial, el error de derecho tiene menores
consecuencias, ya que normalmente es subsanado por aplicación del principio
iuria curia novit. Sin embargo, el error de derecho puede importar
responsabilidad del abogado si, en la elección entre varias vías, éste elige
equivocadamente una, dejando entretanto prescribir la otra acción.
Igualmente, si por error de derecho omite proponer diligencias de prueba
indispensables, etc.

Deber de lealtad

El deber de lealtad hacia el cliente es prescrito por una norma de la ética


profesional. Luego de aceptado un caso, y aunque no haya sido aún iniciado el
juicio, el abogado no puede revocar su determinación para asumir la defensa
del adversario de su cliente. Ese deber de lealtad, asimismo, le impone el
deber de no abandonar el patrocinio intempestivamente y de ceñirse a las
instrucciones recibidas de su cliente, siempre que no limiten la autonomía
científica del abogado o sean contrarias a los derechos de la profesión. La
violación de este deber, culposa o dolosamente cometida por el abogado,
determina su responsabilidad por los daños que cause a su cliente. En otros
casos puede incluso configurar el delito criminal de prevaricato (art. 271 del
CP).

Secreto profesional

El abogado está obligado a guardar el secreto profesional, siendo este


imperativo un deber y a la vez un derecho. La infracción a este deber es
reprimida por el Código Penal (art. 156).

14.4. Responsabilidad de los escribanos


14.4.1. El notario. Caracterización. Distintos sistemas
La doctrina ha discutido ampliamente si el notario o escribano público es un
funcionario público. Esta cuestión no tiene importancia meramente académica,
ya que, en caso de que el escribano sea un funcionario público, su

29
responsabilidad patrimonial se regirá por el art. 1766 del CCC y podrá
eventualmente comprometer la responsabilidad del estado.

El art. 10 de la ley 12990 (modif. por la ley 15054), determina que:

El escribano de registro es el funcionario público instituido para


recibir y redactar y dar autenticidad, conforme a las leyes y en
los casos que ellas autorizan, los actos y contratos que le
fueren encomendados. Sólo a él compete el ejercicio del
notariado.24

Una primera doctrina considera que el escribano es un funcionario público tal


como la ley lo determina. Sin embargo, creemos que el escribano, si bien
desempeña una función pública, no es por ello un funcionario público. Para que
haya función pública, es necesario el vínculo jurídico de nombramiento, la
relación de subordinación jerárquica, el sueldo pagado por el estado. En
nuestro régimen legal, el notario o escribano no es funcionario público. Por lo
demás, redactar instrumentos que prueban el comercio jurídico privado no
es función del estado, sino una profesión liberal, salvo los casos especiales.

Bustamante Alsina (1993) considera que el concepto de Bielsa de que el notario


tampoco cumple una función pública no es correcto, ya que el mismo se
encuentra investido de una función pública con delegación especial del estado
y con sujeción a su potestad reglamentaria y disciplinaria. La función del notario
es esencialmente legitimadora: las escrituras públicas que autorizan bajo las
formas establecidas en la ley tienen fuerza probatoria por sí mismas sin
necesidad de ningún otro requisito.

Como consecuencia, el escribano es un profesional libre que ejerce una función


pública como fedatario, en su nombre propio y bajo su exclusiva
responsabilidad. Sin perjuicio de ello, su actuación está sujeta a las
reglamentaciones legales específicas de la función notarial, de la que es
investido por designación estatal.

El notario posee un libro de protocolo (art. 300 del CCC), que es un instrumento
público y goza de la fe que a éste le atribuye la ley, en cuanto a su autenticidad
y a la fuerza probatoria de su contenido, de suerte que prueba todo cuanto
dice haber cumplido o presenciado25 (arts. 296 y 312 del CCC). Los
instrumentos públicos hacen plena fe.

24 Art. 10. Ley 12990 – Ejercicio Profesional de Escribanos. Honorable Congreso de la Nación
Argentina.
25 “Eficacia probatoria. El instrumento público hace plena fe: a) en cuanto a que se ha realizado

el acto, la fecha, el lugar y los hechos que el oficial público enuncia como cumplidos por él o ante
él hasta que sea declarado falso en juicio civil o criminal; b) en cuanto al contenido de las
declaraciones sobre convenciones, disposiciones, pagos, reconocimientos y enunciaciones de
hechos directamente relacionados con el objeto principal del acto instrumentado, hasta que se

30
La función pública con la cual se encuentra investido el notario en cuanto a la
autenticidad y conservación de los actos está establecida no sólo en interés de
los particulares, sino que es de carácter general. Su actuación garantiza la
seriedad y seguridad de las relaciones jurídicas, manteniendo el orden jurídico.

En resumen, coincidimos con quienes sostienen que el notario en la Argentina


es un profesional del derecho, que ejerce la función pública de otorgar
autenticidad a los actos en virtud de la delegación realizada por el estado. Dicha
función pública la ejerce, asimismo, conservador y custodio de los actos que
autoriza, al igual que ejecutando actos y procedimientos respecto de la
constitución y publicidad de los derechos reales sobre inmuebles.

14.4.2. Naturaleza jurídica de la tarea notarial


La tarea notarial es un ejercicio de la función pública de otorgar autenticidad
a actos gracias a la delegación pública otorgada por el estado. Nos remitimos
a lo expresado en el apartado 14.4.3.

14.4.3. Naturaleza de la responsabilidad del notario


La responsabilidad del escribano es, por regla, contractual, sin perjuicio que
puedan darse supuestos de responsabilidad extracontractual. En principio,
la obligación del escribano es de medios, aunque también se pueden verificar
obligaciones de resultado.

Para quienes consideran al escribano como un funcionario público, su


responsabilidad civil caería en el art. 1766 del CCC. Sin embargo, según
la opinión que sostuvimos, esa responsabilidad es, en relación al cliente, del
tipo regulado en el art. 1768 del CCC, y, con respecto a los terceros, la cuestión
se rige por el artículo 1749 del CCC, y por el artículo 1753 del CCC en cuanto a
los daños ocasionados por los dependientes del escribano.

En los supuestos de responsabilidad contractual, el escribano sujeto a una


obligación de resultado en el ejercicio de sus funciones incurre en
responsabilidad desde que viola sus deberes profesionales, sin que sea
necesario demostrar su culpa, conforme el texto del art. 1768 del CCC.

produzca prueba en contrario”. Art. 296 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable
Congreso de la Nación Argentina.
“Valor probatorio. El valor probatorio de las actas se circunscribe a los hechos que el notario
tiene a la vista, a la verificación de su existencia y su estado. En cuanto a las personas, se
circunscribe a su identificación si existe, y debe dejarse constancia de las declaraciones y juicios
que emiten. Las declaraciones deben referirse como mero hecho y no como contenido negocial”.
Art. 312 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

31
14.4.4. Deberes notariales. La tarea documentadora.
La fe de conocimiento. Estudio de títulos
La actuación del escribano de registro se cumple mediante los diversos actos
que está legalmente autorizado a ejecutar. Podemos sintetizar dichas
actividades de la siguiente manera:

a) Otorgamiento de escrituras públicas26 en su libro de protocolo27,


observando la capacidad del otorgante y a las formas y demás
solemnidades requeridas para cada acto28. Conservación de los
protocolos y expedición de testimonios y certificados relacionados con
los actos que autorizaren.

b) Actas. Se denominan actas los documentos notariales que tienen por


objeto la comprobación de hechos (arts. 310 y 311 del CCC).

c) Actos complementarios de las escrituras en que intervengan (v. g.,


solicitud de certificaciones y procedimientos de inscripción, etc.).

Desde que el escribano es un profesional, ejerce una actividad que puede ser
requerida por los particulares en su propio interés. En este sentido, y dado el
carácter de función pública que reviste su actuación, en principio, el escribano
no podría negar su intervención. En efecto, el artículo 11 de la ley 12990
determina:

Son deberes esenciales de los escribanos de registro: (…)

26 “Escritura pública. Definición. La escritura pública es el instrumento matriz extendido en el


protocolo de un escribano público o de otro funcionario autorizado para ejercer las mismas
funciones, que contienen uno o más actos jurídicos. La copia o testimonio de las escrituras
públicas que expiden los escribanos es instrumento público y hace plena fe como la escritura
matriz. Si hay alguna variación entre ésta y la copia o testimonio, se debe estar al contenido de la
escritura matriz”. Art. 299 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la
Nación Argentina.
27 “Protocolo. El protocolo se forma con los folios habilitados para el uso de cada registro,

numerados correlativamente en cada año calendario, y con los documentos que se incorporan
por exigencia legal o a requerimiento de las partes del acto. Corresponde a la ley local
reglamentar lo relativo a las características de los folios, su expedición, así como los demás
recaudos relativos al protocolo, forma y modo de su colección en volúmenes o legajos, su
conservación y archivo”. Art. 300 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso
de la Nación Argentina.
28 “Requisitos. El escribano debe recibir por sí mismo las declaraciones de los comparecientes,

sean las partes, sus representantes, testigos, cónyuges u otros intervinientes. Debe calificar los
presupuestos y elementos del acto, y configurarlo técnicamente. Las escrituras públicas, que
deben extenderse en un único acto, pueden ser manuscritas o mecanografiadas, pudiendo
utilizarse mecanismos electrónicos de procesamiento de textos, siempre que en definitiva la
redacción resulte estampada en el soporte exigido por las reglamentaciones, con caracteres
fácilmente legibles. En los casos de pluralidad de otorgantes en los que no haya entrega de
dinero, valores o cosas en presencia del notario, los interesados pueden suscribir la escritura en
distintas horas del mismo día de su otorgamiento. Este procedimiento puede utilizarse siempre
que no se modifique el texto definitivo al tiempo de la primera firma”. Art. 301 – Código Civil y
Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

32
d) Intervenir profesionalmente en los casos en que fuera
requerido, cuando su intervención está autorizada por las leyes
o no se encuentra impedido por otras obligaciones profesionales
de igual o mayor urgencia.29

A partir del momento en que el cliente solicita la intervención de un escribano y


éste acepta prestar el servicio, queda concluido un contrato que obliga al
notario a cumplir con su obligación de actuación profesional y al cliente a pagar
el honorario correspondiente. El contrato celebrado entre las partes
mencionadas normalmente es una locación de obra, ya que el escribano se
obliga a realizar determinados actos propios de su función y competencia. En
cuanto a la naturaleza de la obligación, es una obligación de resultado.

Respecto de los terceros extraños al contrato entre el cliente y el escribano,


la responsabilidad se rige por los arts. 1749 y cc. del CCC. Lo mismo puede
decirse del daño que experimente un tercero beneficiario del acto que resulta
nulo por inobservancia de las solemnidades requeridas por el otorgamiento del
acto bajo la forma de escritura pública.

Es dable señalar que, desde aquellas doctrinas y jurisprudencias nacionales que


consideran que el notario es un funcionario público, se ha considerado que la
responsabilidad que surge para el escribano frente a su cliente es también
extracontractual.

Diversas son las situaciones en las cuales el notario podría ver comprometida su
responsabilidad, como vemos a continuación.

Otorgamiento de escrituras públicas

El notario debe cumplir con todas las formalidades exigidas por la ley para la
validez de los instrumentos por él otorgados. Son instrumentos públicos los
instrumentos que extienden los escribanos o los funcionarios públicos con los
requisitos que establecen las leyes (art. 289, inc. “b”). Asimismo, debe actuar
dentro de su competencia territorial y de sus atribuciones respecto de la
naturaleza del acto (art. 290 del CCC30), respetando los principios de
compatibilidad en relación a los intervinientes en el mismo (art. 291 del CCC 31)
y cumpliendo todas las formalidades prescriptas por la ley (art. 292 del CCC 32).

29 Art.11. Ley 12990 – Ejercicio Profesional de Escribanos. Honorable Congreso de la Nación.


30 “Requisitos del instrumento público. Son requisitos de validez del instrumento público: a) la
actuación del oficial público en los límites de sus atribuciones y de su competencia territorial,
excepto que el lugar sea generalmente tenido como comprendido en ella; b) las firmas del oficial
público, de las partes, y en su caso, de sus representantes; si alguno de ellos no firma por sí
mismo o a ruego, el instrumento carece de validez para todos”. Art. 290 – Código Civil y
Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
31 “Prohibiciones. Es de ningún valor el instrumento autorizado por un funcionario público en

asunto en que él, su cónyuge, su conviviente, o un pariente suyo dentro del cuarto grado o

33
La nulidad del acto (art. 30933, en concordancia con el Capítulo 9 del Título IV,
Libro Primero) por causa de estas omisiones o violaciones en que incurriese el
escribano compromete su responsabilidad por los daños que se ocasionaren
a las partes otorgantes del acto o a terceros.

La responsabilidad del escribano titular se extiende a los hechos u omisiones


de los escribanos adscriptos en el ejercicio de sus funciones. El artículo 23 de la
ley 12990 señala esta circunstancia al disponer que "los escribanos adscriptos
actuarán dentro del respectivo registro, con la misma extensión de facultades
que el titular y simultánea e indistintamente con el mismo, pero bajo su total
dependencia y responsabilidad"34.

Actos complementarios de las escrituras que otorgan

Cuando el escribano intervenga en la confección de escrituras con el


objeto de transmisión, constitución, modificación o cesión de derechos reales
sobre inmuebles debe tener a la vista la certificación expedida a tal efecto por
el Registro de la Propiedad Inmueble y cumplir con todos los recaudos
establecidos por la ley para efectivizar la escritura.

La omisión de cualquiera de estas obligaciones del escribano lo responsabiliza


por el daño que ocasiona. Lo mismo sucede ante la omisión de certificados
administrativos de los que resulte el estado de las deudas fiscales del inmueble
objeto del acto jurídico de que se trate. Incluso se ha llegado a esa solución en
el caso en que un escribano no pudo inscribir su título en el Registro de la
Propiedad por existencia de sumas debidas al fisco, si al extender la escritura
omitió tener en consideración la totalidad de los certificados pertinentes. Pese
a que no existe disposición legal que obligue al escribano interviniente a
solicitar certificados de deudas por expensas comunes, al escriturar la venta de
un departamento, incurre en responsabilidad si en ese acto deja constancia de
que no se adeuda suma alguna por el referido concepto, probándose luego que

segundo de afinidad, sean personalmente interesados”. Art. 291 – Código Civil y Comercial de la
Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
32 “Presupuestos. Es presupuesto para la validez del instrumento que el oficial público se

encuentre efectivamente en funciones. Sin embargo, son válidos los actos instrumentados y
autorizados por él antes de la notificación de la suspensión o cesación de sus funciones hechos
conforme a la ley o reglamento que regula la función de que se trata.
Dentro de los límites de la buena fe, la falta de los requisitos necesarios para su nombramiento e
investidura no afecta al acto ni al instrumento si la persona interviniente ejerce efectivamente un
cargo existente y actúa bajo la apariencia de legitimidad del título.” Art. 292 – Código Civil y
Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
33 “Nulidad. Son nulas las escrituras que no tengan la designación del tiempo y lugar en que sean

hechas, el nombre de los otorgantes, la firma del escribano y de las partes, la firma a ruego de
ellas cuando no saben o no pueden escribir y la firma de los dos testigos del acto cuando su
presencia sea requerida. La inobservancia de las otras formalidades no anula las escrituras, pero
los escribanos o funcionarios públicos pueden ser sancionados”. Art. 309 – Código Civil y
Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
34 Art. 23. Ley 12990 – Ejercicio Profesional de Escribanos. Honorable Congreso de la Nación.

34
no requirió el pertinente certificado y que existían obligaciones pendientes con
el consorcio.

Secreto profesional

El escribano está obligado a guardar el secreto profesional sobre los actos


en que intervenga en ejercicio de su función (art. 11 de la ley 12990).
Puede incluso incurrir en responsabilidad penal, además de la responsabilidad
civil, si tiene noticia por razón de su profesión de un secreto cuya divulgación
puede causar daño y lo revelase sin justa causa (art. 156 del CP).

Existen diversos supuestos en los cuales el escribano puede ser


sindicado como responsable por un daño causado. En ciertos actos que el
escribano no está obligado a cumplir como propios de su profesión, pero
que puede realizar si el cliente se lo pide, asume una obligación de
medios. La responsabilidad eventual será de carácter contractual. En el caso
de estudios de títulos, el notario compromete su responsabilidad solamente
en caso que el informe haya sido erróneo por su culpa. No es responsable el
notario ante daños originados en la falta o demora de la inscripción de una
inhibición voluntaria, ya que dicha inscripción no está impuesta legalmente al
escribano.

14.4.5. Responsabilidad por el hecho de los adscriptos y


demás dependientes
El notario responderá por el hecho de los adscriptos y demás dependientes.
Nos remitimos a lo estudiado en el apartado respectivo.

14.4.6. Quid de la responsabilidad del estado por el


actuar del notario
Para aquellos autores que consideran que el notario es un funcionario público,
es lógico llegar a la conclusión de que el estado es responsable por el actuar del
mismo, sin perjuicio de la responsabilidad del notario.

Este tema también fue tratado por las Jornadas Sanjuaninas de Derecho Civil
desarrolladas en 1982. Buena parte de la doctrina entiende que, si bien el
escribano es un profesional de derecho con una función pública, no es un
funcionario público y, en consecuencia, no le resulta aplicable el art. 1112 del
CC (hoy derogado). Parece lógico que si el escribano no es un dependiente del

35
estado al realizar su función, tampoco lo sea al momento de causar un daño a
terceros.

14.5. Otras responsabilidades


profesionales

14.5.1. Profesionales de la construcción


(arquitectos e ingenieros). Nociones generales
Los profesionales de la construcción desarrollan su actividad profesional, tanto
el estudio y proyecto de la obra como la dirección de su ejecución y la
construcción, como empresarios de obra.

En todos los casos en que el profesional de la construcción celebra un contrato


con su cliente, el profesional contrae la responsabilidad correspondiente al
contrato y en función de las obligaciones que el mismo le impone. Las
obligaciones contraídas son de resultado en lo que respecta a la preparación
del proyecto y a la ejecución de la obra, no así en cuanto al deber de seguridad
que el contrato comporta, ya que, en tal caso, el profesional se obliga sólo a
poner en su tarea todos los conocimientos técnicos, diligencia y prudencia
requeridas en la cuestión de que se trate. Respecto de la responsabilidad del
profesional que dirige y vigila la ejecución de una obra, la obligación es
solamente de medios. No responde si el dueño de la obra no prueba la culpa
del profesional y la relación de causalidad.

En cuanto a la actuación del profesional como empresario de obra, la


responsabilidad contractual se halla particularmente regida por la Capitulo 6,
del Título IV del libro Tercero del CCC. Los contratos de obra y servicio son
aquellos por los cuales una persona –según sea el caso, el contratista o el
prestador de servicios-, actuando independientemente, se obliga a favor de
otra, llamada comitente, a realizar una obra material o intelectual o a proveer
un servicio mediante una retribución (art. 1251 del CCC). En caso de que
terceras personas sufran daños, la responsabilidad es extracontractual y se rige
por el artículo 1749 del CCC. Para las relaciones con el cliente, rige el art. 1768
del CCC con las modificaciones propias del capítulo referido a los contratos del
Capítulo 6 (contrato de obra y servicios).35

35“Obra en ruina o impropia para su destino. El constructor de una obra realizada en inmueble
destinada por su naturaleza a tener larga duración responde al comitente y al adquirente de la
obra por los daños que comprometen su solidez y por los que la hacen impropia para su destino.
El constructor sólo se libera si prueba la incidencia de una causa ajena. No es causa ajena el

36
En caso de intervención múltiple de profesionales en la ejecución de una obra y
de que cada uno de ellos cumpla diferentes tareas, será de aplicación, según el
carácter de la intervención, la responsabilidad directa (art. 1749 del CCC) o el
daño colectivo regulado por el art. 1760 del CCC.

14.5.2. Contadores públicos nacionales. Nociones


generales
El contador público puede desempeñarse como profesional liberal (v. g.,
asesor fiscal, contador firmante y auditor) o puede ejercer sus funciones como
dependiente en una empresa o como funcionario público36.

En el primer supuesto, el contador puede celebrar con su cliente contratos


como locación de obra, locación de servicio, etc.

En la economía actual, las entidades dependen más unas de otras, de modo tal
que la información sobre la situación financiera puede generar
responsabilidad. La auditoría independiente, efectuada por contadores
públicos, de los estados contables de una entidad es un servicio vital para los
inversionistas, acreedores y otros participantes en los intercambios
económicos.

Dentro de las tareas que normalmente cumple un contador, encontramos las


siguientes.

La auditoría de estados contables

La misma consiste en el examen de los estados contables con el propósito de


emitir una opinión técnica sobre los mismos.

El objeto de la auditoría es lograr un valor agregado de credibilidad a las


manifestaciones realizadas por la gerencia de la empresa. Hay que tener en
cuenta que, respecto de cuestiones como el acceso al crédito, mercados de

vicio del suelo, aunque el terreno pertenezca al comitente o a un tercero, ni el vicio de los
materiales, aunque no sean provistos por el contratista”. Art. 1273 – Código Civil y Comercial de
la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
“Extensión de la responsabilidad por obra en ruina o impropia para su destino. La
responsabilidad prevista en el artículo 1273 se extiende concurrentemente: a) a toda persona
que vende una obra que ella ha construido o ha hecho construir si hace de esa actividad su
profesión habitual; b) a toda persona que, aunque actuando en calidad de mandatario del dueño
de la obra, cumple una misión semejante a la de un contratista; c) según la causa del daño, al
subcontratista, al proyectista, al director de la obra y a cualquier otro profesional ligado al
comitente por un contrato de obra de construcción referido a la obra dañada o a cualquiera de
sus partes”. Art. 1274 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina.
36 Venturini & Szafir e n Kemelmajer de Carlucci & Bueres, 1997.

37
capital, fusiones, adquisiciones e inversiones, etc., depende de la información
que la gerencia suministra en los estados contables y del grado de seguridad de
los mismos. El contador deberá evaluar:

1. Que las transacciones y cuentas que debieron haberse registrado fueron


informadas en los estados contables.

2. Que los activos y pasivos presentados en los estados contables


existieron a la fecha de cierre del ejercicio y las transacciones
informadas en todos los estados contables ocurrieron durante el
período cubierto por estos.

3. Que todos los activos y pasivos presentados pertenecen a la entidad


a la fecha de cierre del ejercicio.

4. Que los elementos de los estados contables están valuados


apropiadamente.

5. Que los elementos de los mismos están adecuadamente clasificados,


descriptos y relevados.

La gerencia es la responsable del contenido de los estados contables, y la


actividad del contador auditor consiste en realizar el informe final con las
conclusiones en base a un texto relativamente estandarizado. Las distintas
conclusiones a las que puede arribar el contador comprenden desde una
opinión favorable, una opinión favorable con salvedades a una opinión adversa
cuando los errores sean muy importantes, invalidando el uso y confiabilidad
de la información que brindan. Podría el profesional incluso abstenerse de
definir si los estados contables son confiables o no, cuando la información
provista por la gerencia sea insuficiente.

La revisión limitada de estados contables

Esta revisión es sustancialmente menor en alcance que la auditoría y


proporciona un nivel significativamente menor de seguridad. En ella, el
contador realizar indagaciones con los empleados del personal y
procedimientos analíticos que le permiten expresar una seguridad limitada
acerca de los estados contables.

La compilación de estados contables o informe de compilación

Esta tarea supone que el contador se limita a presentar, en forma de estados


contables, información que constituye la representación de la gerencia. No está
obligado a hacer ningún otro procedimiento, cual indagaciones o

38
procedimientos para verificar, corroborar o revisar la información
suministrada por el personal de la entidad. El profesional no proporciona
seguridad alguna sobre la conformidad de los estados contables con normas
contables adecuadas.

Sintetizando, podemos decir que la responsabilidad del contador:

1. Se enmarca en el régimen general de la responsabilidad civil profesional.

2. Puede incurrir en responsabilidad extracontractual o contractual, y,


en este último caso, es aplicable la clasificación de las obligaciones en
de medios y de resultado.

3. Normalmente, las obligaciones que asume el contador público son de


resultado.

4. Cuando la prestación asumida por el profesional es en beneficio de un


tercero interesado, se configura un supuesto de estipulación para otro,
y la responsabilidad del profesional frente a ese tercero será de
naturaleza contractual.

14.5.3. Otros profesionales


La mencionada prestación del servicio puede consistir en realizar cierta
actividad, por lo cual cualquier actividad profesional, como por ejemplo los
profesionales de la salud, los martilleros, corredores, ingenieros civiles,
agrimensores y todo aquel que asuma el cumplimiento de una obligación de
hacer, debe actuar con la diligencia apropiada, independientemente de su
éxito, o en procurar al acreedor cierto resultado concreto, con independencia
de su eficacia, o en procurar el resultado eficaz prometido. Es decir, todo lo
relacionado con el ejercicio de los profesionales liberales y su incumplimiento
se encuentra sometido a las reglas generales expuestas.

39
15. Responsabilidades
especiales
15.1. Responsabilidad derivada del
transporte de personas y cosas

15.1.1. Responsabilidad en el transporte terrestre: a)


fundamento; b) transporte benévolo y gratuito; c)
eximentes; d) prohibición de dispensa

Fundamento

El transporte, en la actualidad, tiene gran importancia en el plano de las


relaciones sociales, culturales, en el desarrollo económico micro y macro;
en la sociedad moderna, el desplazamiento geográfico de cosas y personas es
imprescindible.

La actividad del transporte se instrumenta normalmente por medio del


contrato de transporte.

Para su configuración, el contrato requiere:

a) Que el transportista se obligue a trasladar personas o cosas de un


lugar a otro en las condiciones establecidas y en un marco de
indemnidad. El mismo asume una obligación de resultado.

b) Que el traslado se realice por el medio acordado, que puede ser naviero,
terrestre o aéreo.

c) El pago de precio en dinero.

d) La garantía de indemnidad de las personas o cosas transportadas.

Normalmente, se efectúa por adhesión a condiciones generales, lo cual puede


ubicarlo en muchos casos como un contrato de consumo (ley 24240),

40
ampliando las proyecciones jurídicas correspondientes a la defensa del
consumidor.

El CCC regula en materia de responsabilidad del transportista en el Capítulo 7,


Título IV del Libro Tercero.

Se define el contrato de transporte: “Definición. Hay contrato de transporte


cuando una parte llamada transportista o porteador se obliga a trasladar
personas o cosas de un lugar a otro, y la otra, llamada pasajero o cargador, se
obliga a pagar un precio o flete”37.

Luego, regula en el art. 1286:

Responsabilidad del transportista. La responsabilidad del


transportista por daños a las personas transportadas está sujeta
a lo dispuesto en los artículos 1757 y siguientes. Si el transporte
es de cosas, el transportista se excusa probando la causa ajena.
El vicio propio de la cosa transportada es considerado causa
ajena.38

De modo tal que el sistema de responsabilidad para el transporte de personas


queda fijado, con la sanción del Código Civil y Comercial, mediante el art. 1286,
que remite a la norma del art. 1757 del mismo código, es decir que la norma
asimila el transporte a las actividades riesgosas o peligrosas, lo que otorga
coherencia al sistema si pensamos que en el contrato de transporte de
personas existe una relación de consumo (ley 24240). Remitimos a lo expuesto
en la unidad 12 al respecto. Sólo agregamos una cuestión extra: en el supuesto
del transporte de cosas, una causal de eximente, esto es, que el vicio de la cosa
transportada exime de responsabilidad bajo el título de causa ajena.

Luego, dice el art. 1291: “Extensión de la responsabilidad. Además de su


responsabilidad por incumplimiento del contrato o retraso en su ejecución, el
transportista responde por los siniestros que afecten a la persona del pasajero
y por la avería o pérdida de sus cosas”39.

En el supuesto, la norma establece un deber de seguridad específico para el


transportado como también para las cosas que transporte.

En relación a las clausulas limitativas de responsabilidad, dice la norma:


“Cláusulas limitativas de la responsabilidad. Las cláusulas que limitan la

37 Art. 1280 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación


Argentina.
38 Art. 1286 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación

Argentina.
39 Art. 1291 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación

Argentina.

41
responsabilidad del transportista de personas por muerte o daños corporales se
tienen por no escritas”40.

Se elimina de este modo cualquier cláusula que el transportista pretenda


introducir al contrato con fines de excluir o disminuir su responsabilidad. Esta
solución es armónica con la dispuesta por el art. 37 de la ley 24240, que tiene
por no convenidas las cláusulas que desnaturalicen las obligaciones o limiten
la responsabilidad por daños o importen una restricción o renuncia a los
derechos del consumidor o amplíen las de la otra parte.

En relación al transporte de cosas, se introducen tres normas relativas a la


responsabilidad:

Responsabilidad del transportista frente al cargador. El


porteador que entregue las cosas al destinatario sin cobrar los
créditos propios o los que el cargador le haya encomendado
cobrar contra entrega de la carga, o sin exigir el depósito de la
suma convenida, es responsable frente al cargador por lo que le
sea debido y no puede dirigirse contra él para el pago de sus
propias acreencias. Mantiene su acción contra el destinatario.41

Responsabilidad por culpa. Si se trata de cosas frágiles, mal


acondicionadas para el transporte, sujetas a fácil deterioro, de
animales o de transportes especiales, el transportista puede
convenir que sólo responde si se prueba su culpa. Esta
convención no puede estar incluida en una cláusula general
predispuesta.42

Cálculo del daño. La indemnización por pérdida o avería de las


cosas es el valor de éstas o el de su menoscabo, en el tiempo y el
lugar en que se entregaron o debieron ser entregadas al
destinatario.43

Pérdida natural. En el transporte de cosas que, por su


naturaleza, están sujetas a disminución en el peso o en la
medida durante el transporte, el transportista sólo responde por
las disminuciones que excedan la pérdida natural. También
responde si el cargador o el destinatario prueban que la

40 Art. 1292 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación


Argentina.
41 Art. 1309 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación

Argentina.
42 Art. 1310 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación

Argentina.
43 Art. 1311 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación

Argentina.

42
disminución no ha ocurrido por la naturaleza de las cosas o que,
por las circunstancias del caso, no pudo alcanzar la magnitud
comprobada.44

Transporte benévolo y gratuito

Una cuestión problemática que se presenta diariamente es la responsabilidad


generada cuando se transporta a otra persona sin que exista una
contraprestación. Es el caso de quien lleva un amigo de un lugar a otro, quien
lleva por solidaridad a quien “hace dedo” en la ruta. Piense el lector en las
maestras rurales que, para poder trasladarse de un pueblo a otro, necesitan de
la gentileza y la solidaridad de los conductores. Piense el lector en el caso del
conductor designado, es decir, aquel que sale con sus amigos a una fiesta y por
compromiso asumido no ingiere alcohol a los fines de trasladar a sus
compañeros de regreso. En estos casos, la responsabilidad del conductor frente
al transportado es problemática y puede llevar a soluciones injustas.

Dice la doctrina que existe transporte benévolo o de complacencia

…cuando el conductor o responsable de un vehículo invita o


acepta conducir a una persona o a un objeto, de un lugar a otro,
por simple acto de cortesía o solidaridad y sin que se
otorgue, o realice u obtenga contraprestación por el
traslado. (Pizarro & Vallespinos, 2012, V, p. 489).

Para que se configure el mismo, es necesario:

a) El acuerdo en el que exista una manifestación de voluntad del


transportista que invita o acepta trasladar a un tercero o una cosa hasta
un lugar determinado.

b) El traslado debe realizarse a exclusivo interés del viajero, con ánimo de


beneficiarlo.

c) No debe existir relación jurídica alguna entre las partes.

d) Es menester la falta de intención de celebrar un contrato, ya que, de lo


contrario, existiría un contrato de transporte gratuito.

e) Debe haber ausencia de contraprestación por parte de la persona


transportada.

Si bien se ha discutido la naturaleza de la responsabilidad del transportista


benévolo, la mayoría de las opiniones se inclinan por la responsabilidad de tipo

44Art. 1312 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación


Argentina.

43
extracontractual. En atención a la unidad de sistema, dicha discusión es
abstracta.

El problema radica en determinar el factor de atribución. Esto es, si el


conductor del automotor responde en los términos del art. 1749 y 1721 del
CCC, es decir, en base a un factor subjetivo, o bien por el riesgo de la actividad,
conforme el art. 1757 del CCC, con un factor objetivo.

En relación a la primera postura, podríamos decir que, por razones de estricta


justicia, debería diferenciarse entre el transportado benévolamente y el
transportado por medio de un contrato de transporte.

Asimismo, se debe considerar lo manifestado por el Tribunal Superior de


Justicia de Córdoba en un caso donde se discutía la responsabilidad en el
transporte benévolo:

En los casos de transporte benévolo, si bien existe un acuerdo


para realizar el viaje, el mismo no se halla dentro de los términos
de un contrato (conforme el deroga art. 1137 del CC y actual 957
del CCC), pues tanto la persona que conduce el vehículo, sea
propietario o conductor, como la persona que accede a ser
transportada, no entiende reglar sus derechos por el precepto
mencionado. Por ello, se procura aminorar la responsabilidad del
transportador benévolo, atento que repugna que sobre él se
haga recaer una responsabilidad absoluta e ilimitada, por lo que
bajo el impulso de un profundo sentimiento de justicia, se han
buscado los medios para dosificarla en obsequio de la persona
que si daña, ese daño se realizó mientras cumplía un acto de
pura benevolencia y generosidad. No existiendo contrato de
transporte, si el pasajero invitado sufre un daño ocasionado
durante el viaje, no puede pretender un resarcimiento fundado
en la obligación objetiva de seguridad que existe tácitamente en
aquel contrato (derogado art. 184 del C. de Comercio y actual
1280 del CCC). Quien ha sufrido el daño como consecuencia de
una mala maniobra del conductor, no se hallaba fuera del
vehículo, sino que era desplazado dentro de éste, no puede
invocar el vicio o riesgo de la cosa, pues éste factor solamente
funciona en relación a las personas o cosas externas que
resulten dañadas por el hecho autónomo de aquella… La
responsabilidad del transporte benévolo es de naturaleza
subjetiva con fundamento en el art. 1109 del C.C. (actuales 1747
y 1726 del CCC), por lo que el damnificado debe probar la
actuación culposa del transportador en la producción del
accidente. No siendo contratante, ni considerándose el daño
producido por el hecho de las cosas, no hay causa para presumir
su culpa, la que en todos los casos debe justificarse por quien se

44
dice víctima del acto ilícito… El derecho, en su conjunto, debe
inspirarse en concepciones éticas, y si a ellas responde el que
quien hace un servicio gratuito debe estar menos obligado de
sus consecuencias que el que lo proporciona a título oneroso, su
significado debe ser amplio y comprender tanto a los
contratantes como a los obligados extracontractualmente, y
verse en ello una regla legal de alcance general, antes que a una
voluntad presumida de las partes. Aplicando este concepto al
transporte benévolo, es de justicia que la responsabilidad del
transportador, en casos de accidente, se juzgue con menos
severidad que la puesta ordinariamente para apreciar la
conducta en general del autor de un acto ilícito, por cuanto, si
así no se hiciera, el altruismo elementario llegará a ser un acto
raro y meritorio de parte de aquellos que se arriesgan a
cumplirlo. De más está decir que la gratuidad del servicio no
supone liberación absoluta del transportador; su efecto es sólo
moderar su responsabilidad, apreciando adecuadamente los
hechos constitutivos de culpa o imprudencia de acuerdo a las
circunstancias ocurrentes en cada caso.45

La expuesta es una doctrina minoritaria, pues la Corte Suprema de Justicia de la


Nación46 y casi la totalidad de la doctrina entienden que en el caso es de
aplicación el factor objetivo de atribución.

También Pizarro sostiene que no hay diferencia entre el transporte benévolo


y el contrato de transporte. En su opinión, el derecho a la seguridad razonable y
a la justa protección por los daños causados por el riesgo o vicio de la cosa no
varía en un caso o en otro. Los actos de altruismo no tienen facultad de
modificar el régimen legal, sin perjuicio de que, atendiendo a las
particularidades del caso, el juez pueda utilizar sus facultades morigeradoras.

Eximentes

Admitiendo que se trata de supuestos de responsabilidad objetiva, las


eximentes que podrían eximir parcial o totalmente al sindicado como
responsable serán las vinculadas con la relación de causalidad y los factores
objetivos de atribución (ver unidad 8).

45 TSJ Córdoba in re: “RODRÍGUEZ NORA ETEL C/ SUCESIÓN Y/O SUCESORES DE OLIVA
JUAN CARLOS - ORDINARIO - DAÑOS Y PERJUICIOS - RECURSO DE CASACIÓN (EXPTE.
R 22/09)”, Sentencia 38, 29.02.12 El texto completo puede verse en:
goo.gl/0CRTrG
46 CSJN in re: “Melnik de Quintana Mirna Elena y otro c/ Carafi, Juan Manuel y otros” de fecha 23

de octubre de 2001 (RCYS 2002-763).

45
Legitimación activa

La legitimación activa corresponde:

a) En caso de lesiones al propio pasajero, y deriva del incumplimiento de


la obligación de seguridad que recaía en el transportista. Los
damnificados indirectos pueden reclamar el daño patrimonial derivado
de las lesiones del pasajero. Dicho reclamo será por una responsabilidad
de naturaleza extracontractual.

b) En caso de muerte de pasajero por causa del hecho; la legitimación


por el daño patrimonial y moral corresponde sólo a los damnificados
en los términos de la unidad 9, a cuyos términos remitimos.

Legitimación pasiva

Deben responder frente al pasajero damnificado o a los legitimados indirectos:

a) El transportista. Su responsabilidad es contractual respecto del


pasajero y extracontractual ante los damnificados indirectos.

b) El chofer o conductor. Se controvierte si su responsabilidad respecto


del pasajero es contractual o extracontractual.

c) El dueño y guardián del vehículo (art. 1757 CCC).

d) El asegurador de cualquiera de los legitimados pasivos (art. 118, Ley de


Seguros).

e) El estado, por omisión de los deberes de poder de policía cuando la


empresa carezca de seguro obligatorio.

Plazos de prescripción

Se unifica el plazo de prescripción a tres años.

15.1.2. Responsabilidad en el transporte de agua.


Régimen aplicable. Nociones
Las relaciones jurídicas originadas en la navegación por agua se rigen por las
normas de la ley 20094 (art. 1), por las leyes complementarias y por los usos y
costumbres. A falta de disposiciones de derecho de la navegación, y en cuanto

46
no se pueda recurrir a la analogía, es aplicable el derecho común en forma
supletoria.

Respecto de las lesiones corporales o muerte que puedan experimentar los


pasajeros, el art. 330 de dicha norma expresa que el transportador es
responsable

…de todo daño originado por la muerte del pasajero o por


lesiones corporales, siempre que el daño ocurra durante el
transporte por culpa o negligencia del transportador, o por las
de sus dependientes que obren en ejercicio de sus funciones. La
culpa o negligencia del transportador o de sus dependientes se
presume, salvo prueba en contrario, si la muerte o lesiones
corporales han sido causadas por un naufragio, abordaje,
varadura, explosión o incendio, o por hecho relacionado con
alguno de estos eventos.47

15.1.3. Transporte aéreo. Régimen aplicable. Nociones


La responsabilidad por los accidentes aéreos es reglada por el Código
Aeronáutico (art. 17825). Dicha norma se aplica cuando el transporte aéreo se
efectúa dentro del país. En caso de transporte aéreo internacional, rige la
Convención de Varsovia-La Haya, a la cual Argentina ha adherido por ley 17386.

Daños causados al pasajero o al cargador

En los supuestos en los cuales el daño es causado a un pasajero o al cargador, la


responsabilidad es contractual. La obligación de seguridad se mantiene
mientras el pasajero está a bordo de la aeronave o durante las operaciones de
embarque y desembarque (art. 139 del CA). Esta responsabilidad incluye la de
los equipos registrados o mercaderías desde que quedaron al cuidado del
transportador (art. 140 del CA). Puede asimismo existir daño resultante del
retraso en el transporte de personas, equipajes o mercaderías.

El fundamento de la obligación es subjetivo, con base en culpa presumida (art.


132 del CA). Sumado a ello, la ley fija un sistema de tarifación (arts. 144 y 145
del CA) que excepcionalmente no se aplica cuando hubiera mediado dolo del
transportista o de sus dependientes.

En caso de daño a la persona del pasajero, el techo indemnizatorio equivale en


pesos moneda nacional a mil argentinos oro (art. 144 CA).

47 Art. 330. Ley 20094 – Navegación. Poder Ejecutivo Nacional.

47
La empresa responde también por el daño material o moral causado al
pasajero por demoras imputables a ella. En este caso, la responsabilidad es
integral.

Daños causados a terceros en la superficie

En caso de daños causados a terceros, provenientes de una “aeronave en vuelo


o de una persona o cosa caída o arrojada de la misma o del ruido anormal de
aquella”48, se aplica en principio el riesgo creado, siendo una responsabilidad
objetiva.

Se considera en vuelo a la aeronave desde que la misma utiliza su fuerza motriz


para despegar hasta que termina el recorrido del aterrizaje (art. 156 del CA).

La legitimación pasiva recae sobre el explotador de la aeronave (art. 65 del CA).


Se presume que el propietario es explotador de la aeronave cuando no haya
transferido dicho carácter a través de contrato inscripto en el Registro Nacional
de Aeronaves. Si dicho contrato no es inscripto, el propietario y el explotador
responden solidariamente por los daños ocasionados por la nave.

Respecto de las tarifaciones y su eventual inconstitucionalidad en el caso


concreto, nos remitimos a lo estudiado en las unidades 1 y 10.

Nos remitimos a la bibliografía obligatoria para profundizar las cuestiones aquí


señaladas.

15.2. Riesgos del trabajo


15.2.1. Evolución de su régimen legal
La evolución de la responsabilidad por riesgo creado está vinculada
íntimamente con los accidentes de trabajo. Si recordamos los conceptos
estudiados en módulos anteriores, sabemos que la misma tuvo su nacimiento
en Francia a fines del siglo XIX, con la finalidad de salvaguardar a los
trabajadores que sufrían infortunios laborales.

15.2.2. Ley de riesgos del trabajo. Nociones generales


La antigua ley de accidentes de trabajo 9688 estableció un régimen inspirado
en la ley francesa (1898), consagrando un “sistema transaccional”. En primer
48 Art. 155. Ley 17285 – Código Aeronáutico. Poder Ejecutivo Nacional.

48
lugar, el obrero intentaba lograr una indemnización basada en la
responsabilidad objetiva del patrono; por otro lado, soportaba una limitación
cuantitativa en el monto indemnizado que estaba tarifado.

La reforma de 1968 incorporó la teoría del riesgo creado al Código Civil, y a


partir de tal momento se discutió en la doctrina y la jurisprudencia si podía
ejercitar el obrero la acción de derecho civil por medio del art. 17 de la ley
9688. Las opiniones se encontraron divididas.

Posteriormente y con la sanción de la ley 24557, se introdujo un cambio total


en el sistema de reparación de este tipo de infortunios. La ley 24557 establece
un régimen que intenta ser hermético y autosuficiente, ya que está orientada a
brindar una cobertura total al trabajador damnificado, sin posibilidades de
recurrir al derecho común (art. 39, inc. 1, Ley 24522), salvo el supuesto inusual
del dolo de la patronal (art. 1072 del CC). Las prestaciones previstas por dicha
ley “eximen a los empleadores de toda responsabilidad frente al trabajador y
a sus derechohabientes”49. Se establece en consecuencia una limitación
cuantitativa de la responsabilidad del empleador, que a la vez es sustituida por
la responsabilidad de la ART.

Esta ley ha dado lugar a grandes controversias respecto de si el art. 39 de la LRT


era o no constitucional. En tal sentido, la Corte Suprema de Justicia de la Nación
ha dictado diversos fallos, tales como Gorosito y Aquino, cuya lectura es más
que aconsejable.

La doctrina y jurisprudencia dominante sostienen que el art. 39 inc. 1 de la LRT


es inconstitucional, ya que viola la garantía del art. 16 de la CN y otros derechos
constitucionales. En honor a la brevedad, nos remitimos a lo estudiado
respecto del principio de reparación plena e integral y el test de
constitucionalidad. Asimismo, nos remitimos a lo que la bibliografía
obligatoria aporta en el tema.

49 ARTICULO 39. — Responsabilidad civil.


1. Las prestaciones de esta ley eximen a los empleadores de toda responsabilidad civil, frente a
sus trabajadores y. a los derechohabientes de éstos, con la sola excepción de la derivada del
artículo 1072 del Código Civil.
2. En este caso, el damnificado o sus derechohabientes podrá reclamar la reparación de los
daños y perjuicios, de acuerdo a las normas del Código Civil.
3. Sin perjuicio de la acción civil del párralo anterior el damnificado tendrá derecho a las
prestaciones de esta ley a cargo de las ART o de los autoasegurados.
4. Si alguna de las contingencias previstas en el artículo 6. de esta ley hubieran sido causadas
por un tercero, el damnificado o sus derechohabientes podrán reclamar del responsable la
reparación de los daños y perjuicios que pudieren corresponderle de acuerdo con las normas del
Código Civil. de las que se deducirá el valor de las prestaciones que haya percibido o deba
recibir de la ART o del empleador autoasegurado.
5. En los supuestos de los apartados anteriores, la ART o el empleador autoasegurado, según
corresponda, están obligados a otorgar al damnificado o a sus derechohabientes la totalidad de
las prestaciones prescriptas en esta ley, pero podrán repetir del responsable del daño causado el
valor de las que hubieran abonado, otorgado o contratado.

49
15.3. Responsabilidad por accidentes
deportivos 50

15.3.1. Distintos supuestos


El deporte engloba diferentes manifestaciones y prácticas de ejercicio físico o
físico- intelectual del ser humano con o sin elementos auxiliares significativos
o relevantes para tales actividades, de tipo material o animal, con objetivos
sanitarios lúdicos o competitivos, en forma individual o de grupo, con o sin
sumisión a reglas, de modo profesional, semiprofesional o puramente
aficionado.

El deporte es una recreación, pasatiempo, o ejercicio físico, por lo común al aire


libre, que tiene como regla la superación de una marca delineada o al
adversario de la competencia. Éste debe estar sujeto a reglas, teniendo los
organizadores y protagonistas la responsabilidad, al igual que la posibilidad, de
prevenir la causación de daños en tales circunstancias.

Las características esenciales de la actividad deportiva son:

a) Ajuste de la actividad a reglas establecidas de antemano.

b) Despliegue de un esfuerzo o destreza superior al nivel medio.

c) Persecución mediata o inmediata de un fin relacionado con la salud


física o mental, de carácter personal.

El deporte como juego o profesión es una actividad que genera riesgos


para el deportista. Ello hace que, en principio, cuando se produce alguna
lesión derivada de ese riesgo propio de la actividad, no haya por regla
obligación de reparar, la que sí existiría cuando el mismo hecho se produce
fuera del juego. Los jugadores asumen el riesgo que implica el juego,
competencia o deporte, exponiéndose voluntariamente a las contingencias del
mismo, que habrá que evaluar en el caso concreto. No serán los mismos riesgos
asumidos en un campeonato de golf, en un partido de rugby o en una
competencia de boxeo. Tiene dicho la jurisprudencia que se considera daño en
un accidente deportivo: "el daño no intencional ocasionado a otra persona
(deportista, arbitro, espectador, terceros, etc.) durante la realización de un
certamen o competición deportiva por uno de los participantes” 51. Se

50Véase Pizarro & Vallespinos, 2012, V; Pizarro & Vallespinos, 2013.


Camara Civil y Comercial de Lomas de Zamora, sala 1, 2-11-2004, en autos “Angelakis, Nicolás
51

G. c/ Tamagno, Sergio C. s/ Daños y perjuicios”; RCyS 2005-V, 37, con nota de Pablo Barbieri -
LLBA 2005 (febrero), 83

50
puede afirmar que el deporte se caracteriza por los siguientes elementos:
a) limitación o reglamentación de la práctica física o intelectual; b)
competencia por el triunfo; c) intensidad en el esfuerzo; d) búsqueda de un
mejoramiento personal o de un fin saludable.

En los casos en que el deportista generador del daño se hubiere ajustado al


reglamento, y el perjuicio haya sido intencional, en principio, no habrá
responsabilidad.

Quedarán exceptuados del concepto de daños ocasionados durante la


práctica deportiva aquellos que sean dolosos, siendo los mismos pasibles
de responsabilidad civil. Por el contrario, si se cumple con el reglamento del
juego, la regla es la irresponsabilidad. En los accidentes deportivos, el principio
es la irresponsabilidad del jugador si se trata de un deporte autorizado, salvo
que el daño se cause con dolo o violación de las reglas de juego y notoria
imprudencia o torpeza.

En consecuencia, en lo que respecta a los protagonistas del evento deportivo, la


mayoría de las veces, ellos soportan los daños causados siempre que los
mismos sean por las características normales del juego o por los riesgos que
comporta la actividad deportiva como despliegue de actividad física en grado
de máxima competencia. Ello, siempre que nos encontramos dentro de daños
que tengan razonable relación con la actividad deportiva. Distinto será el caso
en que se prueben conductas dolosas entre los deportistas.

Los espectadores, por otro lado, pueden experimentar daños provocados por el
desarrollo de la actividad deportiva, así como también daños originados por el
hecho de la reunión deportiva, pero con causa ajena a la competencia misma.

15.3.2. Régimen legal


Tal como pudimos ver, el deporte engloba diferentes manifestaciones y
prácticas de ejercicio físico o físico-intelectual del ser humano. Ratificamos que,
en los casos en que el deportista generador del daño se hubiere ajustado al
reglamento, y dicho perjuicio haya sido intencional, en principio, no habrá
responsabilidad. Por el contrario, quedarán exceptuados del concepto de
daños ocasionados durante la práctica deportiva aquellos que sean dolosos,
siendo los mismos pasibles de responsabilidad civil. Para completar este
apartado, remitimos al punto precedente.

51
15.3.3. Naturaleza de la responsabilidad
El deporte como juego, como profesión, como espectáculo forma parte
importante de la vida del hombre, y los propios sistemas jurídicos incentivan tal
actividad. Pero tal como vimos más arriba, esta actividad puede ser riesgosa.
Imaginemos algo tan simple como un partido de fútbol y las lesiones que
pueden derivar de un choque entre jugadores, pero también el ajedrez es un
deporte y tal actividad, en principio, no implica riesgo físico para los jugadores.
Por eso debemos siempre estar caso por caso y utilizar la racionalidad para el
análisis.

Por lo cual, por regla, si se produce alguna lesión derivada de ese riesgo propio
de la actividad, no hay obligación de reparar, la que sí existiría cuando el mismo
hecho se produce fuera del juego. Si el juego es lícito –dijimos que muchas
veces lleva un componente de riesgo para la integridad física de los jugadores-,
la actualización de esa potencialidad en un daño concreto es algo aceptado por
ellos de antemano como posible y entra, de algún modo, en la categoría de
quien se ocasiona su propio daño. Por ejemplo, los daños causados entre dos
luchadores de yudo no son indemnizables, pero, si en un partido fútbol en la
playa, es lesionada una persona ajena al juego que se encontraba tomando sol,
quien patea la pelota y el dueño de ésta son responsables por el daño
ocasionado. Nos remitimos al apartado 15.3.1 y 2 para completar la idea.

15.3.4. Eximentes
Puede expresarse, en un enfoque que puede ser considerado como una
armonización de todas las diversas teorías absolutorias, que la
irresponsabilidad en los accidentes deportivos resulta de la concurrencia de
diversos elementos: la ilicitud del juego o deporte mismo; el consentimiento de
la víctima para exponerse y someterse a los riesgos inherentes al deporte que
practica; la ausencia de dolo, culpa u otra circunstancia que comporte la
responsabilidad del autor del daño; y, finalmente, la observancia de las reglas,
pragmáticas o cánones del juego o deporte de que se trate.

Recordemos aquí que el art. 1719 del CCC regula la asunción de riesgos.

Asunción de riesgos. La exposición voluntaria por parte de la


víctima a una situación de peligro no justifica el hecho dañoso ni
exime de responsabilidad a menos que, por las circunstancias del
caso, ella pueda calificarse como un hecho del damnificado que
interrumpe total o parcialmente el nexo causal.52

52Art. 1719 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación


Argentina.

52
¿Cuál sería el rol causal de la asunción de riesgos en hipótesis cuando un
deportista acepta practicar un deporte que entraña riesgos y sufre un daño? La
doctrina (Tolosa- Gonzalez Rodriguez 2015) entiende que la decisión voluntaria
y libre de la víctima de participar de una actividad deportiva implica un hecho
propio con relevancia causal en los riesgos llamados normales, genéricos,
típicos u ordinarios. Si además, hubo riesgos considerados extraordinarios,
atípicos o anormales, y estos fueron causa del daño, habrá que analizar quién
generó tales riesgos. Si fueron generados voluntaria y libremente por la víctima
–por ejemplo, el caso del automovilista o el motociclista que participa de una
competencia sin la protección personal adecuada-, se configurará un hecho del
damnificado que interrumpa total o parcialmente el nexo causal53

Adicionalmente, el segundo párrafo del art. 1719 brinda una solución clara,
equitativa y razonable para el caso de quien voluntariamente se expone a un
riesgo o peligro para salvar los bienes de otra persona: los llamados casos de
abnegación o altruismo. Se reconoce el derecho a ser indemnizado de quien
realizó el acto de abnegación o altruismo, por parte de quien creó la situación
de peligro o por el beneficiado por dicho acto. Pero en el segundo caso, a
diferencia del primero, la reparación sólo procede en la medida del
enriquecimiento obtenido por el beneficiario (Tolosa-González Rodríguez).54

15.4. Responsabilidad derivada de


espectáculos públicos

15.4.1. Caracterización
Los espectáculos públicos son aquellos que se brindan para diversión o
distracción de quienes concurren a ellos, posibilitando normalmente el acceso
a una considerable cantidad de espectadores. Los espectáculos públicos
constituyen un gran atractivo o tienen importante significación para el espíritu
de los hombres, pero, asimismo, pueden ser fuente de riesgo para los
mismos. Respecto de los espectáculos públicos deportivos, estas conclusiones
se agravan cuando vemos la proliferación de sucesos violentos en lugares que
deberían ser de esparcimiento.

53 Para ampliar véase: Tolosa, Pamela González Rodríguez, Lorena Asunción de riesgos y
consentimiento del damnificado en el nuevo Código Civil y Comercial RCyS2015-IV, 46
54 Tolosa, Pamela González Rodríguez, Lorena Asunción de riesgos y consentimiento del

damnificado en el nuevo Código Civil y Comercial RCyS2015-IV, 46

53
15.4.2. Naturaleza
El contrato de espectáculo público se celebra entre el organizador del
mismo y el espectador. El primero se obliga a hacer ejecutar una obra
intelectual, en las condiciones ofrecidas y publicitadas a la otra parte,
generalmente a cambio de una contraprestación en dinero. Es un contrato
innominado, bilateral, generalmente oneroso y conmutativo, de consumo y
por adhesión a condiciones generales.

El contrato de espectáculo público deportivo constituye una especie dentro del


género de “espectáculos públicos”. Su objeto es la ejecución de un espectáculo
deportivo por parte del organizador, y, por parte del espectador, el pago de
una contraprestación dineraria. Este contrato presenta las mismas
particularidades que estudiamos más arriba.

Sin perjuicio de ello, y en materia de responsabilidad por daños causados,


existe un régimen legal específico. Por motivos de extensión y brevedad,
analizaremos brevemente el régimen vigente; aconsejamos profundizar la
evolución normativa de esta cuestión.

Obligaciones y derechos del organizador

El contrato señalado impone al organizador ciertas obligaciones, tanto


respecto de la oferta contractual y la publicidad (ley 24240) como de la
administración pública, en base al poder de policía que la misma ostenta. En
consecuencia, no sólo debe cumplir con todas las condiciones necesarias para
la proyección de la obra tal como se ha comprometido, sino que además debe
cumplir con el deber de seguridad en la preservación de la integridad física y
moral de las personas que concurren al espectáculo y de sus bienes. En
consecuencia, el empresario organizador se obliga a:

a) Dar cumplimiento a las prestaciones específicas asumidas por el


contrato en la forma, modo y tiempo estipulados. Debe facilitar el
ingreso y egreso al local, al igual que la comodidad y visibilidad
adecuada.

b) Deberá mantener el local en condiciones reglamentarias de seguridad.


El art. 50 de la ley 24192 dispone que el órgano de aplicación que
establece la ley 20655 tendrá a su cargo establecer la organización de
espectáculos deportivos con sujeción a las normas de seguridad,
edilicias y de infraestructuras aprobadas por el municipio.

c) Garantizar al espectador la seguridad personal y de sus bienes.

Por su parte, el organizador tiene los siguientes derechos:

54
a) Percibir el precio de la entrada o ticket.

b) Reservarse el derecho de admisión.

Obligaciones y derechos del espectador

El espectador tiene derecho a:

a) Utilizar las comodidades del local a fin de gozar de la totalidad del


espectáculo en la modalidad y tiempos pactados y publicitados por el
organizador.

b) Rescindir el contrato en caso de modificaciones que alteren el


espectáculo (tales como que se sustituya a un artista por otro).

c) Manifestar la conformidad o disconformidad con el espectáculo.

A su vez, están a su cargo las siguientes obligaciones:

a) Pagar el precio de la entrada.

b) Responsabilizarse por los daños que ocasione al local.

c) Acatar las reglamentaciones normativas y las de la convivencia social.

15.4.3. Régimen legal


La ley 23184, al igual que la ley 24192, rige en el ámbito de los espectáculos
deportivos. En consecuencia, no son aplicables dichas normas a otros
espectáculos públicos de concurrencia masiva (v. g., conciertos, recitales de
rock, etc.). Sin perjuicio de ello, los mismos son alcanzados por las mismas
reglas de derecho civil y la ley 24240 (arts. 5, 6, 40 y conc.).

En materia de responsabilidad civil por daños causados por concurrentes,


organizadores o protagonistas, se consagra la existencia de la obligación de
seguridad, que es impuesta a las entidades o asociaciones participantes en
el espectáculo deportivo (art. 51, ley 24192). Esta responsabilidad es de
tipo objetivo y con basamento en el riesgo de empresa. En consecuencia, las
eximentes son limitadas: hecho de la víctima, tercero extraño (materia
opinable) y caso fortuito.

La responsabilidad contractual de las entidades se configura, en todo caso,


incluso si se configura la responsabilidad extracontractual del autor material del
daño. En este caso, todos responderán concurrente o solidariamente.

55
La responsabilidad es sin perjuicio de la que pueda pesar sobre estado por el
incumplimiento u omisión de los deberes de poder de policía. Lo mismo para el
caso de que otros posibles legitimados sean considerados responsables de los
daños (v. g., asociaciones o federaciones que agrupan clubes de fútbol, etc.).
En efecto, la AFA fue condenada por daños causados en el fallo “Mosca, Hugo
Arnaldo c/ Buenos Aires, Provincia de (Policía Bonaerense) y otros s/ daños y
perjuicios” (CSJN – 6/03/2007). Aconsejamos su lectura y nos remitimos a dicho
fallo, que se encuentra en las lecturas complementarias.

Asimismo, la normativa vigente en esta materia debe complementarse con


las disposiciones de la ley 24240. Nos remitimos a lo estudiado sobre la misma.

15.4.4. Legitimación pasiva. Quid de la responsabilidad


del estado
Remitimos a lo expuesto en la unidad 13 con referencia a la responsabilidad
patrimonial del estado, conforme el régimen del Código Civil y Comercial.

15.4.5. Eximentes
En materia de daños causados por concurrentes, organizadores o protagonistas
del espectáculo deportivo, la responsabilidad se basa en la obligación de
seguridad de tipo objetiva con fundamento en el riesgo de empresa. En
consecuencia, las eximentes que serán idóneas para eximir total o parcialmente
serán las eximentes vinculadas con la relación de causalidad y los factores
objetivos de atribución estudiados en la unidad 8, a los cuales nos remitimos.

15.5. Responsabilidad civil de los


propietarios de establecimientos
educativos

15.5.1. Noción
La temática que analizaremos ahora se encuentra incluida en otra más amplia y
genérica que es la de los daños causados y sufridos por menores. Es frecuente
y alarmante la proliferación de hechos ilícitos que tienen por damnificados a

56
menores de edad. En consecuencia, en este acápite, centraremos nuestro
enfoque en la responsabilidad de los propietarios de establecimientos
educativos por los daños causados y sufridos por los estudiantes menores que
se encuentren bajo el control de la autoridad educativa.

A los fines de un mejor cuadro expositivo, en primer lugar, analizaremos el


régimen que establecía el Código Civil (hoy derogado), para luego pasar al
régimen vigente establecido por el Código Civil y Comercial.

15.5.2. Régimen legal


Según el art. 1117 del Código Civil derogado:

Los propietarios de establecimientos educativos privados


estatales serán responsables por los daños causados o sufridos
por sus alumnos menores cuando se hallen bajo el control de la
autoridad educativa, salvo que probaren el caso fortuito.
Los establecimientos educativos deberán contratar un
seguro de responsabilidad civil. A tales efectos, las autoridades
jurisdiccionales dispondrán las medidas para el cumplimiento de
la obligación pertinente.
La presente norma no se aplicará a los establecimientos de
nivel terciario o universitario.55

Al comentar la norma entonces vigente, se dice que:

a) La norma nueva desplaza el epicentro de la cuestión, en materia de


legitimación pasiva, de los directores o maestros artesanos, hacia los
propietarios de los establecimientos educativos (públicos o privados).

b) La responsabilidad es por riesgo creado o de empresa.

c) Quedan comprendidos tanto los daños causados como los sufridos por
menores que se hallen bajo el control de la autoridad educativa. Lo
expuesto implica un espectro amplio de circunstancias que se condice
con la realidad actual.

d) La responsabilidad del titular del establecimiento es objetiva agravada,


ya que sólo admite como eximente el caso fortuito.

e) La norma no es dable de ser aplicada a los establecimientos terciarios o


universitarios.

55Art. 1117 – Código Civil de la Nación. Derogado por ley 26994. Honorable Congreso de la
Nación Argentina.

57
f) La responsabilidad del propietario del establecimiento educativo puede
concurrir con la de otros legitimados pasivos, sin que ello implique su
eximición.

La legitimación pasiva recae sobre el titular del establecimiento educativo,


sea público o privado. Se excluían los establecimientos terciarios y
universitarios.

El fundamento de dicha responsabilidad radica en el riesgo de empresa.

Para la configuración de esta responsabilidad, es necesario:

a) Que haya un daño causado o sufrido por un alumno.

b) Que el alumno dañador o dañado sea menor de edad.

c) Que el daño se haya producido durante una actividad realizada bajo


control de la autoridad educativa.

Régimen legal conforme el Código Civil y Comercial56

El Código Civil y Comercial, siguiendo el citado art. 1117 del Código Civil,
establece en su art. 1767 la responsabilidad civil de los titulares
establecimientos educativos por los daños causados o sufridos por los alumnos
menores de edad que se hallen o deban hallarse bajo su control.

Responsabilidad de los establecimientos educativos. El titular de


un establecimiento educativo responde por el daño causado o
sufrido por sus alumnos menores de edad cuando se hallen o
deban hallarse bajo el control de la autoridad escolar. La
responsabilidad es objetiva y se exime sólo con la prueba del
caso fortuito.
El establecimiento educativo debe contratar un seguro de
responsabilidad civil, de acuerdo a los requisitos que fije la
autoridad en materia aseguradora.57

15.5.3. Legitimación pasiva


Esta norma no se aplica a los establecimientos de educación superior o
universitaria.

56En este punto seguiremos a Sagarna, 2014.


57Art. 1767 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina.

58
A diferencia del art. 1117 citado, modifica el vocablo “propietarios” de
establecimientos educativos como legitimados pasivos por el término
"titulares" de un establecimiento educativo, entendiéndose a éste como aquel
que organiza el sistema de educación y emprende el servicio educativo. No
basta con que trate del propietario del inmueble donde se desarrolla la
actividad (Lorenzetti 2015). Se prefirió continuar con esta expresión,
"establecimientos educativos", del art. 1117. Consideramos que deberá
entenderse por tales a los comprendidos en la ley de educación jurisdiccional
(preescolar, escuelas primarias, secundarias, colegios para alumnos con
capacidades distintas, educación bilingüe, entre otros, por ejemplo, y no
estarían así incluidos las guarderías, las colonias de vacaciones, los institutos de
enseñanza especializada que no impartan educación pública obligatoria –como
idiomas, música, danza, arte-, los clubes, los gimnasios, etc.), aunque una
tendencia minoritaria de algunos fallos aislados está aplicando dicha norma a
otros institutos que de alguna forma imparten educación tales como los centros
de día, boy scouts, etc. (Sagarna, 2014)58.

Debe observarse que el art. 1767 no resultará aplicable a los establecimientos


públicos nacionales por la exclusión de los arts. 1764 y 1765, conforme
comentarios efectuados en la unidad 13 y la responsabilidad en tales casos se
regirá por las reglas específicas que establecen aquellas disposiciones. La
norma excluye la responsabilidad del director del colegio, quien deberá resarcir
los perjuicios ocasionados por su hecho propio, supuesto en el cual el factor de
atribución es la culpa (Lorenzetti, 2015).

15.5.4. Fundamento
La responsabilidad del titular del establecimiento educativo es objetiva y se
basa en el factor de atribución "garantía", es decir que aquél garantiza que, si el
alumno sufre o provoca un daño, responderá por este perjuicio (Sagarna 2014)

15.5.5. Requisitos
Entre los requisitos imprescindibles para la responsabilidad del titular del
establecimiento educativo se hallan: 1) el hecho ilícito del alumno; 2) que se
trate de un alumno de un establecimiento educativo donde se imparta
educación pública según cada ley educativa jurisdiccional; 3) que el alumno sea
menor de edad; 3) que el daño sea sufrido o provocado por el estudiante; 4)
que el daño se haya producido estando o debiendo estar el menor bajo la
autoridad escolar.

58Para ampliar debe verse: Sagarna, Fernando Alfredo Responsabilidad civil directa y por el
hecho de terceros. En el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación La Ley Sup. Especial
Nuevo Código Civil y Comercial 2014 (Noviembre), 17/11/2014, 143.

59
15.5.6. Eximentes
La responsabilidad del titular del establecimiento educativo y del alumno es
concurrente (conf. art. 850 del CCC), respondiendo aquél en su calidad de
organizador de la educación y éste como estudiante por el hecho propio por
responsabilidad directa (conf. art. 1749 del CCC).

Siguiendo al art. 1117 del Código Civil derogado, sólo se exime el titular del
establecimiento educativo con la demostración del caso fortuito (art. 1767 del
CCC), eximente de interpretación restrictiva.

Establecimientos educativos excluidos expresamente de la norma

El art. 1767, 3er párrafo, del CCC, excluye a los establecimientos de educación
superior y a las universidades –públicas y privadas- de su ámbito de aplicación,
pues, como bien se lee en los Fundamentos del Anteproyecto, en estos centros
de estudio "no puede predicarse que exista un deber de cuidado similar al de
los otros establecimientos" (Lorenzetti, Highton de Nolasco & Kemelmajer de
Carlucci, 2012, http://goo.gl/K8bpzE ). Mismo sentido, pero menor claridad
terminológica se observa en el art. 1117 del Código de Vélez, ya que esta norma
excluye con terminología imprecisa a los "establecimientos de nivel terciario o
universitario". También se entiende excluido el nivel de postgrado, por estar
comprendido dentro del universitario en sentido genérico (Sagarna 2014).

Valoración de la conducta

Sin perjuicio de que la responsabilidad civil del titular del establecimiento


educativo es objetiva y de que, por tanto, no se tendrá en cuenta la culpa del
agente a los efectos de atribuirla, podrá aplicarse el art. 1725 del CCC que,
siguiendo la doctrina sentada en el art. 902 del Código Civil, describe que
cuanto mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de las
cosas, mayor es la diligencia exigible al deudor y la valoración de la
previsibilidad de las consecuencias, parámetro que servirá al juzgador al evaluar
la eximente de caso fortuito prevista en el art. 1767, 1er párrafo, del CCC.

Amén de ello, conforme al segundo párrafo del art. 1725 del CCC, continuando
con la línea trazada por el art. 909 del Código Civil derogado, cuando exista una
confianza especial entre las partes y esta confianza haya sido uno de los
motivos de la contratación, el juez deberá tener en cuenta la "condición
especial del agente" al evaluar la responsabilidad civil del deudor.

60
Compatibilidad del art. 1767 con otras normas del Código Civil y Comercial

El titular del establecimiento educativo es sujeto pasivo en los términos del art.
1767 del CCC por ser el organizador que estaba o debía estar a cargo de la
vigilancia del alumno, por ser el principal del dependiente que causó el daño al
estudiante en función del art. 1753 del CCC o por ser el dueño o guardián de la
cosa que le causó perjuicios a la víctima en función de los arts. 1757, 1758,
1759 y 1769 del CCC. En todos los ámbitos juegan distintos requisitos de la
responsabilidad civil. En el art. 1767, nos dice la doctrina, la eximente se
restringe al caso fortuito, a diferencia de las otras normas donde las causales
liberatorias de hecho del damnificado y hecho del tercero juegan también un
papel preponderante a la hora de la exención (Sagarna 2014)

15.5.7. Obligación de contratar seguro. Consecuencias


que acarrea su inobservancia
Como lo hacía el art. 1117 del Código Civil derogado, el art. 1767, 2º párrafo,
del CCC impone al titular del establecimiento educativo el deber de contratar
un seguro de responsabilidad civil escolar por los daños sufridos y causados por
alumnos menores de edad, pero, a diferencia de aquella norma que prescribe
que son las autoridades jurisdiccionales las que disponen las medidas para el
cumplimiento de dicho seguro por accidentes escolares, la nueva norma, con
mejor técnica legislativa y a los fines de homogeneizar los requisitos de ese
seguro, dispone que las condiciones de éste serán fijadas por la autoridad en
materia aseguradora, esto es, la Superintendencia de Seguros de la Nación,
como efectivamente lo hace con el seguro obligatorio de responsabilidad civil
establecido en la ley vial 24449 (conf. art. 68 de esta norma).

En la comprensión de qué tipo de establecimiento educativo se encuentra


comprendido en el art. 1767 del CCC, se deberá ser muy cauteloso, pues todo
aquél que se considere comprendido en la misma deberá contratar un seguro
escolar en los términos que se fijen; de ahí nuestra postura restrictiva, como así
también, y esto es lo más destacable, la eximente se restringe solamente al
caso fortuito.

Pizarro (2013) entiende que la omisión del estado de reglamentar


correctamente esta norma y fiscalizar el cumplimiento de la misma es idónea
para comprometer su responsabilidad civil en casos en los cuales el propietario
de un establecimiento educativo privado no hubiera contratado seguro y
resultara insolvente. Todo ello en base a la doctrina de la falta de servicio. Es
tarea de la autoridad administrativa asegurar el cumplimiento de este deber
específico por parte de las instituciones escolares.

61
15.6. Responsabilidad por lesión al
derecho de crédito

15.6.1. Definición de lesión al derecho de crédito.


Modos de producirse
Tradicionalmente se ha considerado que, en cuestiones de derecho de crédito,
la misma se agota en la relación obligatoria entre acreedor y deudor, pudiendo
causarse solamente daños al crédito por el incumplimiento del deudor. Sin
embargo, esto no es tan así, ya que la violación del derecho subjetivo por parte
de terceros puede producirse como lesión del interés, el cual es un aspecto
común a todas las categorías de derechos subjetivos.

Dado que normalmente no se encuentran normas específicas que regulen esta


situación, el esquema de responsabilidad puede sintetizarse del siguiente
modo: Cuando un sujeto imputable actúa dolosa o culposamente fuera del
ámbito de sus propios derechos subjetivos, está obligado a reparar el daño que
incida sobre la situación jurídica subjetiva de otro, causando al respectivo
titular un perjuicio inmediato y directo.

15.6.2. Naturaleza de la responsabilidad


En consecuencia, podemos decir que el fundamento de esta responsabilidad
se encuentra en el principio neminem laedere de tal suerte que quien, por su
culpa o negligencia, ocasiona un daño a otro está obligado a la reparación del
perjuicio. Aconsejamos en general y en este punto seguir la bibliografía
obligatoria.

15.6.3. Extensión del resarcimiento.


La extensión del resarcimiento se rige por los principios generales estudiados
los módulos que anteceden, siendo de aplicación la idea autoría y extensión del
resarcimiento trabajados. De tal modo que identificado el factor de atribución
(esto es un sujeto imputable actúa dolosa o culposamente) y fuera del ámbito
de sus propios derechos subjetivos, está obligado a reparar el daño que incida

62
sobre la situación jurídica subjetiva de otro, causando al respectivo titular un
perjuicio inmediato y directo59.

15.7. Otras responsabilidades


especiales. Nociones generales

15.7.1. Responsabilidad de las entidades financieras: a)


aspectos generales; b) responsabilidad nacida del
contrato de caja de seguridad
La actividad bancaria en Argentina está regulada por la Ley de Entidades
Financieras 21526. El art. 1 de dicha norma prescribe que

Quedan comprendidas en esta ley y en sus normas


reglamentarias las personas o entidades privadas o públicas –
oficiales o mixtas- de la Nación, de las provincias o
municipalidades, que realizan intermediación habitual entre la
oferta y la demanda de recursos financieros.60

Esta norma rige respecto de la relación de los bancos con el Banco Central de la
República Argentina, quien ejerce el poder de policía financiero; y respecto
de relación de los bancos y demás entidades financieras con sus clientes.

El derecho bancario es la rama del derecho que regula la actividad bancaria


entre el banco y los particulares. Dentro de los clientes del banco, se
encuentran los consumidores. De acuerdo al concepto de consumidor o usuario
que hemos estudiado más arriba, la ley 24240 será aplicable a las relaciones de
consumo establecidas por la entidad financiera.

El contrato bancario está regulado por las normas previstas en el Capítulo 12


“Contratos bancarios” del Título IV, Libro Tercero del CCC. La obligación de
bancarizar la mayoría de los movimientos económicos, y la tendencia creciente
a la utilización de servicios bancarios son notas que resaltan la importancia de
una regulación legal de los denominados contratos bancarios, tarea que el
Código Civil y Comercial desarrolla en los arts. 1378 y ss. de la citada norma.

59 Para ampliar puede verse Bustamante Alsina, J (1993), Teoría general de la responsabilidad
civil, 9ª ed., Buenos Aires: Abeledo-Perrot, pag. 634 y ss
60 Art. 1. Ley 21526 – Entidades Financieras. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

63
Gran parte de los contratos bancarios tendrán como cliente a una persona que
califique como consumidor o usuario, lo que de inmediato implica la remisión a
las disposiciones generales para los contratos de consumo (arts. 1092 y ss. del
CCC), tal como lo establece el art. 1384 del CCC.

Estos contratos bancarios son, por regla, de adhesión a cláusulas generales, no


teniendo el cliente posibilidades de negociar las cláusulas, de suerte que
pueden ser consideradas nulas en caso de que dichas cláusulas revistan
carácter de abusivas. En concreto, recordemos que el art. 37 de la ley 24240
establece que se tendrán por no convenidas las cláusulas que desnaturalicen
las obligaciones o limiten la responsabilidad por daños, las cláusulas que
importen una renuncia o restricción de los derechos del consumidor o amplíen
los derechos de la otra parte, las cláusulas que contengan cualquier
precepto que imponga la inversión de la carga de la prueba en perjuicio del
consumidor. Asimismo, recordemos que dicha norma establece, a su vez, el
principio por el cual, en caso de duda, el contrato debe interpretarse a favor del
consumidor.

En materia contractual también se habla de la obligación de seguridad que


tienen los bancos para con los clientes, que son considerados consumidores a
tenor de la ley de defensa de consumidor. En consecuencia, es plenamente
aplicable el art. 40 de la ley 24240, que establece la responsabilidad objetiva
del proveedor de servicios por las deficiencias en la prestación de estos, tanto
respecto de los servicios financieros como en los informes comerciales o
crediticios erróneos.

Responsabilidad nacida del contrato de caja de seguridad

Existe un complejo normativo en materia de contrato bancario de caja de


seguridad que, en apariencia, contraría la normativa del CCC y de la ley 24240,
pues permite a los bancos limitar su responsabilidad.

Dice el art. 1413 del CCC:

Obligaciones a cargo de las partes. El prestador de una caja de


seguridad responde frente al usuario por la idoneidad de la
custodia de los locales, la integridad de las cajas y el contenido
de ellas, conforme con lo pactado y las expectativas creadas en
el usuario. No responde por caso fortuito externo a su actividad,
ni por vicio propio de las cosas guardadas.61

61Art. 1413 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación


Argentina.

64
En primer lugar, del texto de la norma pareciera desprenderse que el factor de
atribución es subjetivo, pues la referencia a la idoneidad de la custodia alude a
un deber de diligencia, fuera del ámbito de la responsabilidad objetiva.

En cuanto a la exoneración, al igual que, por ejemplo, el contrato de transporte,


exime de responsabilidad si la cosa guardada ostenta un vicio propio de ella.
También libera de responsabilidad en el supuesto de un caso fortuito, siempre
que este sea externo a la actividad bancaria.

Pero es el artículo siguiente el que debe ser analizado críticamente:

Límites. La cláusula que exime de responsabilidad al prestador se


tiene por no escrita. Es válida la cláusula de limitación de la
responsabilidad del prestador hasta un monto máximo sólo si el
usuario es debidamente informado y el límite no importa una
desnaturalización de las obligaciones del prestador.62

La pauta que viene mostrando el nuevo Código en sus artículos indica que, en
casos de cláusulas limitativas de responsabilidad, se tienen por no escritas,
como en la responsabilidad en el transporte de personas por los daños
corporales o muerte (art. 1292 del CCC). Pero aquí, en el contrato de caja de
seguridad, autoriza este tipo de cláusulas de limitación de responsabilidad
referidas al monto por el cual responderá el banco.

Parece ser que el legislador toma como válida la idea de distribución de riesgos
entre el banco y el usuario. Este aspecto no responde a la idea de reparación
integral (art. 1740 del CCC), pero sí a la previsibilidad a la que alude el art. 1728
del CCC. De todos modos, si, conforme el art. 1120 del CCC, en el caso concreto
se entiende que la cláusula es abusiva, opinamos que no podría ser aplicable.

15.7.2. Daños por infracciones a las leyes de defensa


de la competencia y lealtad comercial
El ordenamiento jurídico argentino cuenta con la Ley de Defensa de la
Competencia, nº 22262, y la Ley de Lealtad Comercial, nº 22802. En el presente
exponemos los principales puntos de ambas leyes, a cuyos textos nos
remitimos para su lectura y comprensión. En lo siguiente se mantiene el texto
conforme la lectura previa a la reforma.

La Ley de Defensa de Competencia


62Art. 1414 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina.

65
a) La ley 22262 penaliza conductas sobre la base de tres actos:

i. Distorsión de la competencia.

ii. Abuso de posición dominante.

iii. Perjuicio potencial al interés económico general.

Los dos primeros requisitos son alternativos y el último es


necesario para que la práctica analizada encuadre dentro del objeto
de la ley.

b) El interés económico general puede identificarse con el concepto


“excedente total económico”, y mensurarse como la suma del
excedente del productor y del excedente del consumidor. Salvo
excepciones, este concepto se maximiza en los mercados
perfectamente competitivos y es afectado negativamente por el
monopolio u otras formas de ausencia de la competencia.

c) El abuso de posición dominante se relaciona con el ejercicio del poder


de mercado por parte de una empresa o grupo de empresas que tiene
una posición monopólica, monopsónica o de liderazgo en el mercado.

d) Los actos y conductas anticompetitivas que no encuadran dentro del


concepto de “abuso de posición dominante” deben implicar un cierto
ejercicio del poder de mercado.

e) La ley de defensa de la competencia no está pensada para solucionar


distorsiones del funcionamiento de los mercados originadas en
monopolios naturales, externalidades reales o información asimétrica.
Dichos problemas son tratados alternativamente por una serie de otras
disposiciones, que incluyen normas regulatorias, impuestos y
subsidios, normas de responsabilidad civil y leyes de lealtad comercial y
defensa del consumidor.

La Ley de Lealtad Comercial

La ley 22802 y la resolución 100/83 de Lealtad Comercial constituyen


normativas vigentes sobre el rotulado de productos que se comercializan en el
mercado local, tanto sean de origen nacional como importado.

Los productores y fabricantes de alimentos, los envasadores, los


fraccionadores y los importadores deben ajustarse a la ley 22082. La misma
prohíbe a los mayoristas y minoristas comercializar productos cuya
identificación no se atenga a las prescripciones de la ley. Los comerciantes,
asimismo, serán responsables de la veracidad de las indicaciones de los rótulos,

66
cuando no puedan acreditar los verdaderos responsables de la fabricación,
fraccionamiento, importación o comercialización de los productos o frutos.

Dichas etiquetas deberán tener impresas las siguientes indicaciones:

a) Denominación del producto.

b) País donde fue fabricado.

c) Calidad, pureza o mezcla.

d) Contenido neto.

Los productos fabricados en el país, al igual que los frutos nacionales, deben
consignar la indicación de “Industria Argentina” o “Producción Argentina”
cuando se proveen en el mercado interno. Son considerados productos
argentinos aquellos que se elaboran en nuestro país, aunque utilicen materias
primas extranjeras en cualquier proporción.

Respecto de la cantidad, la misma debe ser expresada utilizando el sistema


métrico legal argentino. Si el producto viene envasado en medio líquido
aprovechable, se debe expresar el peso neto total y el neto escurrido (v. g.,
ensalada de frutas enlatada). Si el medio líquido es desechable, se deberá
consignar solamente el peso neto escurrido (v. g., porotos remojados). En caso
de utilizarse envases opacos de productos inviolables, se permite una diferencia
de hasta el 10% entre su capacidad y el volumen del contenido, salvo
aquéllos que por la técnica utilizada no puedan cumplirlo. La tolerancia entre
el contenido neto declarado de un envase y el efectivo es de 3% en envases de
hasta 5 kilos o litros, 2% en envases entre 5 y 20 litros o kilos y 1% en envases
mayores a 20 kilos o litros.

La identificación de los productos debe ser realizada en idioma español.


Queda expresamente prohibida la utilización en folletos, publicidad, etc., de
palabras, frases y marcas que puedan inducir a error o confusión respecto de la
naturaleza, origen, calidad, pureza, mezcla o cantidad de los frutos o productos,
de sus propiedades, características, usos, condiciones de comercialización o
técnicas de producción. En cuanto al ofrecimiento de premios o regalos sujetos
al azar que impliquen la obligatoriedad de compra del producto o la
contratación del servicio, el art. 10 de la ley detalla el procedimiento para
sorteos o concursos. Los rótulos de los envases son considerados publicidad
cuando constituyan el único medio de difusión de la respectiva promoción o
cuando se destine a la difusión de la promoción más del 50% de la superficie de
la cara principal.

67
15.7.3. Responsabilidad derivada de la publicidad
comercial
La publicidad comercial irregular, engañosa o abusiva es idónea para afectar el
derecho a la información adecuada y veraz, a la salud y seguridad, a la
protección de los intereses económicos, a la libertad de elección, al trato digno
y no discriminatorio garantizados por los art. 42 y 43 de la Constitución
Nacional. Estas garantías constitucionales se hacen efectivas por las siguientes
leyes, a cuyo texto nos remitimos:

a) Ley de Defensa del Consumidor 24240 (arts. 4, 7, 8, 9 y 19).

b) Ley de Lealtad Comercial 22802 (arts. 9 y 10).

c) Resolución 789/1998 (SICyM Publicidad de bienes y/o servicios.


Requisitos).

d) Resolución 89/1998 (SICyM Realización de Concursos, certámenes o


sorteos para la adjudicación de premios. Requisitos).

e) Decreto 1153/1997 (Realización de concursos, certámenes o sorteos


para adjudicación de premios. Requisitos mínimos obligatorios).

f) Resolución SDCYDC 7/02 (Exhibición de precios, actualizada por las


Resoluciones 50/2002 y SCT nº 85/2003).

Los daños causados a consumidores por medio de infracciones de este tipo


son aptos para generar responsabilidad civil de tipo objetivo por el riesgo
creado o de empresa.

68
16. Responsabilidades
especiales
16.1. Responsabilidad por daño
informático

16.1.1. Responsabilidad derivada de la actividad


informática. Responsabilidad contractual y
extracontractual. Nociones generales. Daños a la
intimidad
En la actualidad asistimos a una verdadera explosión de la informática,
herramienta que es ampliamente utilizada en los más diversos campos de la
ciencia, técnica, investigación, ámbitos laborales y ámbitos privados de las
personas. El desarrollo de la informática ha sido tan rápido y tiene aplicaciones
tan diversas que no es fácil establecer con exactitud sus consecuencias
económicas y sociales. No habiendo materia de modificación, en lo siguiente se
mantiene el texto conforme la lectura previa a la reforma.

En el campo jurídico, la informática presenta dos cuestiones:

a) la que toma a la informática como un instrumento del derecho, es


decir, la llamada informática jurídica;

b) la que trata a la informática como objeto del derecho, o sea el derecho


informático.

En este último aspecto señalado, pueden suscitarse diversos problemas, tales


como el de la propiedad y la protección del derecho de autor, software y
cuestiones jurídicas como la contratación, celebración, instrumentación y
prueba de los contratos. A su vez, la eventual responsabilidad civil por los
daños que se pueden ocasionar a terceros por el tratamiento automatizado de
la información nominativa.

Algunas doctrinas se refieren al derecho informático como un conjunto de


normas, principios e instituciones que regulan el hecho informático, y respecto

69
de las actividades relacionadas con el tratamiento electrónico de la
información. Si bien se puede discutir la existencia de una rama autónoma
del derecho, lo cierto es que el tratamiento legislativo específico de este
nuevo fenómeno es necesario.

Asimismo, se puede producir alteración de la personalidad como consecuencia


de las informaciones inexactas o incompletas sobre las personas, el riesgo de
una categorización de los individuos sin tener en cuenta matices que pueden
resultar del espíritu, del sentimiento y de la moral de cada uno. Asimismo,
puede ser dañino para las personas que los ordenadores conserven
indefinidamente ciertos datos su pasado que les impidan rehacer su vida.

La informática es susceptible de generar ataques al secreto de la vida


privada por la divulgación de ésta. Las desviaciones de la información, sea de
la administración pública o de los particulares, también puede ser utilizada para
realizar discriminaciones injustificadas, fundadas en particular en sus
opiniones políticas, filosóficas o religiosas y sobre su condición social o
posición económica, atentándose así contra el principio de igualdad, que es
fundamental en la organización política del estado.

Muchos de estos supuestos podrán configurar el hecho ilícito informático, lo


cual deberá ser analizado en el caso concreto. En otros casos, la
responsabilidad será de origen contractual, todo sin perjuicio de la unificación
de sistemas de responsabilidad vigente con el nuevo Código Civil y Comercial.

Las situaciones que pueden presentarse son las siguientes:

a) Los supuestos analizados sólo caen en el ámbito de la


responsabilidad civil por daños a terceros.

b) El ilícito informático se configura con el uso incorrecto o abusivo de la


información nominativa.

c) La información nominativa es aquella que permite la identificación de


las personas mediante el procesamiento de datos individuales y su
acumulación en centros o bancos de información.

d) El uso incorrecto de la información nominativa puede producirse por el


procesamiento de datos falsos o erróneos u obtenidos por medios
fraudulentos o mediante el abuso de ellos para un uso diferente del
original.

e) La responsabilidad civil del operador del sistema se configura ante el


daño patrimonial o moral para la persona encuestada como
consecuencia de la violación del deber de preservar la identidad de
los terceros.

70
f) Si existe contrato entre el operador del sistema y el damnificado,
la responsabilidad es contractual por violación del deber de seguridad
fundado en la buena fe de las partes. Si no existe relación jurídica
anterior, la responsabilidad es extracontractual.

g) La ilicitud genérica tiene fundamento en el artículo 1749 del CCC y la


ilicitud específica resulta de la violación del artículo 10 y 1770 del CCC,
por intromisión arbitraria en la vida ajena atentando contra la intimidad.

16.2. Responsabilidad de los medios de


comunicación social por informaciones
inexactas o agraviantes

16.2.1. Distintos supuestos


La responsabilidad de la prensa, como empresa periodística, por los daños
derivados de noticias e informaciones inexactas o agraviantes queda atrapada,
según Pizarro y Vallespinos (2012, V), por el riesgo creado por la actividad
desarrollada. La cuestión, nos advierten, no es pacífica, y se formulan diversas
opiniones al respecto63.

La información inexacta es aquella que no concuerda con la verdad por ser falsa
o errónea (Pizarro y Vallespinos, 2012) y la información es falsa cuando es
engañosa, fingida o simulada para dar al hecho una apariencia distinta de la
realidad. La información es errónea cuando ella es el resultado de un concepto
equivocado que en la mente del informante difiere de la realidad (Pizarro y
Vallespinos 2012). En ambos casos, la información no es verdadera, pero, en el
segundo caso, el informador obra con dolo o de mala fe. Mientras que cuando
la información se da por error, ello implica un acto no consciente y de buena fe.

La información inexacta o falsa es potencialmente dañosa, tanto en la esfera


patrimonial como moral de las personas. Es habitual que se genere daño moral
ante la divulgación de una información inexacta sobre la vida privada de una
persona, y más aún si ella es infamante. La reparación del daño moral se hará,
como en los demás supuestos, mediante la entrega de una suma de dinero a
fin de intentar compensar o satisfacer a la víctima.

63 Para ampliar, ver Pizarro & Vallespinos, 2012, V, pag. 721 y ss.

71
La doctrina coincide en que la víctima tiene el derecho de solicitar la retracción
o derecho de réplica ante injurias o calumnias inferidas mediante medios
periodísticos o de comunicación social. En efecto, se podría solicitar tal
publicación en el mismo u otros medios de prensa a fin de lograr desagraviar al
damnificado del hecho ilícito.

16.2.2. La antijuridicidad en la responsabilidad de los


medios. La doctrina Campillay
El tema que nos ocupa no es sencillo, ya que, por un lado, linda con la
garantía constitucional de la libertad de expresión y el derecho a la
información, pero, por otro lado, se deben valorar los derechos a la intimidad,
privacidad, honor, etc., de las personas que pueden verse involucradas en
noticias inexactas o agraviantes. La libertad de expresión ha sido especialmente
señalada por el artículo 13, inciso 1, de la Convención Americana de Derechos
Humanos, Pacto de San José de Costa Rica (ratificada por ley 23054), la cual
goza de jerarquía constitucional. La misma contempla el derecho de toda
persona a la libertad de pensamiento y de expresión, siendo comprensiva,
según la Corte Suprema de Justicia de la Nación (caso Campillay), de "la
libertad de buscar, recibir y difundir información e ideas de toda índole, sin
consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa
o artística o por cualquier otro procedimiento de su elección"64. El más alto
tribunal de la Argentina agregó en el mismo fallo que

…la función primordial que en toda sociedad moderna


cumple el periodismo supone que ha de actuar con la más
amplia libertad, pero el ejercicio del derecho de informar no
puede extenderse en detrimento de la necesaria
armonía con los restantes derechos constitucionales, entre
los que se encuentran el de la integridad moral y el honor de las
personas. 65

Asimismo, señaló que

Por otra parte, el honor de las personas no sólo puede verse


afectado a través de los delitos de injurias o calumnias
cometidas por medio de la prensa (art. 113, C. P.) toda vez que
puede existir injustificadamente lesión a este derecho que
resulte de un acto meramente culpable o aun del ejercicio
abusivo del derecho de informar, por lo que el propietario o

64 CSJN, in re "Campillay c/La Razón", 15-V-1986, L.L., t. 1986-C, pág. 406. Conforme citan los
autores referidos en la nota que antecede.
65 CSJN, in re "Campillay c/La Razón", 15-V-1986, L.L., t. 1986-C, pág. 406.

72
editor del periódico que da a conocer las falsas imputaciones no
puede quedar exento de la responsabilidad civil emergente de
tales actos. 66

La doctrina Campillay de la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha sido


elaborada en torno a supuestos de conflicto entre el derecho personal a la
honra y el derecho de crónica e información, referidos a los medios de prensa
que reproducen lo dicho por otro. En el fallo mencionado, los periódicos La
Razón, Crónica y Diario Popular fueron condenados a reparar el daño moral
causado mediante la publicación periodística, en la que se imputaba al actor
la autoría de diversos delitos respecto de los cuales fue sobreseído en el juicio
penal.

Pese a que las noticias periodísticas transcribían el contenido de un


comunicado de la Policía Federal que relataba acciones ilícitas atribuibles al sr.
Campillay, dichos periódicos no citaron la fuente ni emplearon el tiempo
potencial en la redacción de la noticia. La Corte Suprema consideró que los
demandados habían actuado imprudentemente en su derecho de informar,

…toda vez que un enfoque adecuado a la seriedad que debe


privar en la misión de difundir noticias que puedan rozar la
reputación de las personas -admitida aun la imposibilidad
práctica de verificar su exactitud- imponía propalar la
información atribuyendo directamente su contenido a la fuente
pertinente, utilizando un tiempo de verbo potencial o
dejando en reserva la identidad de los implicados en el hecho
ilícito. 67

Asimismo, la Corte Suprema sostuvo que el hecho de que tales noticias se


hayan limitado a reproducir el informe policial no los exime de
responsabilidad, ya que “hicieron suyas, las afirmaciones contenidas en aquél,
dándolas por inexcusablemente ciertas” 68.

En consecuencia, la doctrina sentada establece que un medio de prensa no


responderá por la difusión de información que pudiera resultar difamatoria
para una persona, si la misma presenta las siguientes características:

a) Se propale la información citando la fuente directa.

b) Se omita la identidad de los presuntos culpables.

c) Se utilice un tiempo de verbo potencial.

66 CSJN, in re "Campillay c/La Razón", 15-V-1986, L.L., t. 1986-C, pág. 406.


67 CSJN, in re "Campillay c/La Razón", 15-V-1986, L.L., t. 1986-C, pág. 406.
68 CSJN, in re "Campillay c/La Razón", 15-V-1986, L.L., t. 1986-C, pág. 406.

73
En 1986, la Corte elaboró la llamada “doctrina Campillay”, según la cual la
atribución directa de la noticia a una fuente y su fiel reproducción, el
mantenimiento en reserva de la identidad de las personas involucradas en el
hecho ilícito, o bien la formulación de la información en términos potenciales y
no asertivos resultan suficientes para eximir de responsabilidad a los medios
de prensa. Nos remitimos al texto del fallo Campillay ubicado en la carpeta de
lecturas complementarias69.

16.2.3. El factor de atribución. Distintas doctrinas. La


real malicia
Analicemos las doctrinas que intentan dar una solución a los supuestos
arriba consignados.

Doctrina que considera que esta responsabilidad debe ser subjetiva

Esta posición es minoritaria y considera que el factor de atribución es subjetivo


(dolo o culpa).

Doctrina que funda la responsabilidad de los medios en la culpa, pero que


admite hipótesis residuales de responsabilidad objetiva, por aplicación de la
teoría del ejercicio abusivo de los derechos

Esta teoría es una variante de la anterior, que básicamente considera que la


regla es la responsabilidad subjetiva, salvo algunas excepciones de
responsabilidad objetiva. Estos supuestos excepcionales se configurarían
cuando la libertad de informar se ejerce invadiendo los derechos de privacidad
o intimidad de los particulares. En consecuencia, se aplicarían los arts. 1071 y
1071 bis del CC (actual art. 10 del CCC), generando responsabilidad objetiva.

Doctrina de la responsabilidad objetiva fundada en el deber legal de garantía


del principal por el hecho de sus dependientes

Esta posición, sustentada por Kemelmajer de Carlucci y Parellada, es similar


a las anteriores. Sin perjuicio de ello, consideran que debe realizarse una
distinción: la responsabilidad objetiva del medio de comunicación debe estar
fundada en el deber de garantía o riesgo provecho por la actividad de sus

69Para una interpretación adecuada del texto del fallo, el alumno debe consultar: Pizarro &
Vallespinos, 2012, V; Pizarro & Vallespinos, 2013.

74
dependientes (art. 1753 del CCC). La responsabilidad de los periodistas, en
cambio, tendría base subjetiva, es decir que debería ser antijurídica y culpable.

Doctrina que consagra como principio la culpa, pero que admite con
mayor amplitud supuestos de responsabilidad objetiva

Esta postura, sostenida por Zavala de González, es la posición subjetivista


moderada más flexible. La misma considera que, en materia de responsabilidad
de los medios de prensa, es suficiente la presencia de culpa, pero que pueden
existir numerosos casos en los cuales el factor de atribución es objetivo. Entre
ellos:

a) Ante el abuso del derecho; actual art. 10 del CCC (derogado art.
1071 del CC).

b) La responsabilidad por el hecho del dependiente; actual art.


1753 del CCC (derogado art. 1113 del CC).

c) Por equidad ante el aprovechamiento económico de una


información errónea y nociva, aun ante error excusable.

d) Responsabilidad por fallas en la organización del servicio,


humanas o materiales.

Doctrina de la responsabilidad objetiva fundada en el riesgo creado y de


empresa (sostenida conforme el texto del art. 1113 del CC, hoy reemplazo por
art. 1757 del CCC)

Esta doctrina, sostenida por Pizarro, se inclina, junto con otro sector
minoritario, a considerar que la responsabilidad de los medios masivos de
comunicación, al igual que la de los periodistas, derivada de informaciones
que versan sobre hechos inexactos o agraviantes, es objetiva, sustentada en
la idea de riesgo creado por la actividad desarrollada y de empresa (conforme
opinión basada en el texto del derogado art. 1113 del CC70). El riesgo es
regulado expresamente el art. 1757 del CCC y se adecua a la hipótesis
planteada por el autor.

Doctrina de la real malicia

La doctrina de la real malicia surge del caso “New York Times vs.
Sullivan” (1964), resuelto por la Corte Suprema de los Estados Unidos, en el

70 Véase Pizarro & Vallespinos, 2012, V; Pizarro & Vallespinos, 2013.

75
cual se establecen parámetros para proteger a la prensa de las demandas
judiciales de tipo civil o penal, promovidas por funcionarios públicos afectados
en su honra por informaciones sobre su desempeño oficial que no se ajustaban
a la verdad objetiva de lo sucedido.

En tal sentido, dicha corte sostuvo que el funcionario público no podrá ser
indemnizado en el caso de que se realicen manifestaciones inexactas y
difamatorias respecto del ejercicio de su cargo, a menos que se pruebe que
dichas manifestaciones fueron realizadas con “real malicia”, es decir, a
sabiendas de su falsedad o con temeraria despreocupación sobre su verdad o
falsedad. El funcionario, asimismo, deberá probar el carácter difamatorio de la
noticia y la real malicia del medio informante. En ese sentido, la garantía de
libertad de prensa se extiende no sólo respecto de las informaciones exactas,
sino también de aquellas que, pese a ser falsas o inexactas, no han sido
realizadas con mala fe.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación hizo propia dicha doctrina en el fallo


Costa71.

16.2.4. Reparación del daño


En lo concerniente a la reparación del daño, el mismo podrá prosperar
respecto de los daños materiales o morales producidos a la víctima en el caso
concreto. La información inexacta o falsa es potencialmente dañosa tanto en la
esfera patrimonial como moral de las personas. Es habitual que se genere daño
moral ante la divulgación de una información inexacta sobre la vida privada de
una persona, y más aun si ella es infamante. La reparación del daño moral se
hará, como en los demás supuestos, mediante la entrega de una suma de
dinero a fin de intentar compensar o satisfacer a la víctima. La doctrina
coincide en que la víctima tiene el derecho de solicitar la retracción o derecho
de réplica ante injurias o calumnias inferidas mediante medios periodísticos o
de comunicación social. En efecto, se podría solicitar la publicación en el mismo
u otros medios de prensa a fin de lograr desagraviar al damnificado del hecho
ilícito. Nos remitimos a lo estudiado respecto de la reparación del daño en el
apartado 9.1 del módulo 3.

16.2.5. Prevención del perjuicio. Problemas


constitucionales

71CSJN, “Héctor Rubén Costa c. Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y otros”,


12/05/1987 ED, 123-128.

76
Tal como hemos señalado más arriba, el tema que nos ocupa es complejo, ya
que linda con la garantía constitucional de la libertad de expresión y de prensa
sin censura previa (arts. 14 y 32 de la CN) y el derecho a la información, y, a la
vez, con el derecho a la intimidad, privacidad y honor (arts. 19 y 33 de la CN)
de las personas que pueden verse involucradas en noticias inexactas o
agraviantes. Cabe recordar que ambos derechos son relativos (no absolutos);
sin perjuicio de ello, la prevención de los daños a las personas por las
manifestaciones erróneas o inexactas se vuelve ilusoria, en virtud de la
prohibición de la censura previa prescripta en la Constitución Nacional. De tal
modo, lo que sucede normalmente es que se causa el daño y luego procede la
reparación en aquellos casos en los cuales corresponde.

Remitimos a las consideraciones efectuadas al tratar la acción preventiva y la


libertad de prensa (unidad 10).

16.2.6. El derecho a réplica, rectificación y respuesta.


Nociones
El artículo 14 del Pacto de San José de Costa Rica (art. 75, inc. 22 de la CN),
incorporado al derecho positivo argentino por ley 23054 (B.O. 27/03/1984),
establece que

Toda persona afectada por informaciones inexactas o


agraviantes emitidas en su perjuicio a través de medios de
difusión legalmente reglamentados y que se dirijan al público en
general, tiene derecho a efectuar por el mismo órgano de
difusión su rectificación o respuesta en las condiciones que
establezca la ley.
En ningún caso la rectificación o respuesta eximirán de otras
responsabilidades legales en las que hubiese incurrido.
Para la efectiva protección de la honra y la reputación,
toda publicación o empresa periodística, cinematográfica, de
radio o de televisión tendrá una persona responsable que no
esté protegida por inmunidades ni disponga de fuera especial.72

La norma transcripta, referida al derecho de réplica, respuesta o rectificación,


fue considerada operativa por la Corte Suprema de Justicia de la Nación
Argentina por primera vez en fallo “Ekmekdjian, Miguel Angel c/ Sofovich,
Gerardo y otro”. En ese sentido, la Corte expresó que el derecho de réplica es
un

72 Art. 14. Pacto de San José de Costa Rica. Convención Americana sobre Derechos Humanos.

77
…remedio legal inmediato a la situación de indefensión en
que se encuentra el común de los hombres frente a las
agresiones a su dignidad, honor e intimidad cuando son llevados
a cabo a través de los medios de comunicación social.73

16.2.7. Criterios actuales de la Corte Suprema de


Justicia de la Nación
La Corte Suprema se pronunció en la causa “Di Salvo, Miguel Ángel c/ Diario La
Mañana s/ daños y perjuicios”74, que constituye un importante antecedente
para intentar establecer los criterios que la Corte Suprema sostiene a la hora
actual respecto de las complejas situaciones en las cuales se confrontan el
principio de la libertad de prensa y el derecho al honor de las personas sobre
las cuales se emiten informaciones, opiniones mediáticas.

Allí, se reafirma la vigencia de la doctrina de la real malicia en el contexto del


recurso presentado por el diario La Mañana en contra del fallo de la Cámara
Civil que lo condenó a indemnizar al senador provincial Miguel Ángel Di Salvo
por una publicación periodística. El voto conjunto de los siete magistrados
rememoró que el fallo “Patitó, José Ángel y otro c/ Diario La Nación y otros”75
había aseverado que, cuando se trata de

…informaciones referentes a figuras públicas, cuando la noticia


tuviera expresiones falsas o inexactas, los que se consideran
afectados deben demostrar que quien emitió la expresión o
imputación conocía la falsedad de la noticia y obró con
conocimiento de que eran falsas o con notoria
despreocupación acerca de tal circunstancia.76

Los jueces destacaron que

…la aplicación de la real malicia depende de que se compruebe


la existencia de un elemento subjetivo de conocimiento o, al
menos, despreocupación respecto de la falsedad de los hechos y
de las constancias del expediente no surge que se haya
verificado la demostración de alguno de estos presupuestos.77

73 Corte Sup., 7/7/1992, “Ekmekdjian, Miguel Angel c/ Sofovich, Gerardo y otros”, Fallos
315:1492.
74
LL 2010-C-570
75
Fallos: 331:1530
76 LL 2010-C-570
77 LL 2010-C-570

78
Por otra parte, los jueces Fayt y Petracchi, pese a que coincidieron con la
mayoría en el rechazo a lo decidido por la Cámara, se remitieron al fallo Costa78
y agregaron que

…a los efectos de adjudicar responsabilidad civil por la difusión


de noticias inexactas era necesario distinguir según la calidad
del sujeto pasivo de la difamación, esto es, entre el “funcionario
público” y el “ciudadano privado”, confiriendo una protección
más amplia a este último.79

16.3. Responsabilidad derivada de


informes comerciales

16.3.1. Nociones generales


Los informes crediticios constituyen una especie del género “datos
personales”. Los mismos pueden tener diferentes tipologías. Una de ellas se
limita a registrar información relativa al cumplimiento o incumplimiento de las
obligaciones de una persona. La otra tipología utiliza información personal a
fin de medir el riesgo crediticio que implica una persona; estos son los
denominados informes de solvencia. Este tipo de informes es más complejo, ya
que, a diferencia de los anteriores, que se limitan a establecer la verdad de un
hecho (el pago o no pago de una obligación), los segundos realizan un juicio de
valor a fin de calificar a un deudor eventual. Si bien ambos informes son
pasibles de tener errores, falsedades y ser aptos para generar
responsabilidades, la calificación de “deudor insolvente” puede causar
importantes daños a una persona.

En tal sentido, el art. 1 de la ley 25326 establece que la misma

…tiene por objeto la protección integral de los datos personales


asentados en archivos, registros, bancos de datos, u otros
medios técnicos de tratamiento de datos, sean éstos públicos, o
privados destinados a dar informes, para garantizar el derecho al
honor y a la intimidad de las personas, así como también el
acceso a la información que sobre las mismas se registre, de
conformidad a lo establecido en el artículo 43, párrafo tercero
de la Constitución Nacional. Las disposiciones de la presente

78
Fallos: 310:508
79
CSJN Di Salvo, Miguel Ángel c/ Diario La Mañana s/ daños y perjuicios. D. 281. XLIII. Del voto
de los jueces Fayt y Petracchi

79
ley también serán aplicables, en cuanto resulte pertinente, a
los datos relativos a personas de existencia ideal. En ningún
caso se podrán afectar la base de datos ni las fuentes de
información periodísticas.80

La norma referida establece las condiciones que deben reunir el tratamiento de


los datos personales, la seguridad y transferencia de los mismos, etc. Al mismo
tiempo, los derechos que posee el titular de dichos datos, entre los que se
encuentran el de información, consentimiento, supresión, rectificación,
actualización, etc.

Nos remitimos al texto de la norma mencionada.

16.4. Responsabilidad por actos


discriminatorios

16.4.1. Régimen legal (ley 23592, t.o. ley 25608).


Nociones generales
El art. 16 de nuestra Constitución Nacional reconoce la garantía de igualdad
entre todos los habitantes. Este principio constituye un pilar fundamental
dentro del sistema democrático, y es dable para eliminar toda discriminación
arbitraria entre las personas. Sumado a ello, la Convención Americana sobre
Derechos Humanos (arts. 1 y 24) y el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos (arts. 2, 3, 24, 26 y 27) consagran expresamente este derecho.

La igualdad constitucional no importa un igualitarismo necesariamente, pero sí


el rechazo a la existencia de privilegios o exclusiones que marginen a ciertas
personas de derechos que se les conceden a otros en iguales circunstancias.

En este contexto y dada la realidad que no siempre evidencia la efectivización


de esta garantía constitucional, el legislador, en 1988, sanciona la ley 23592. La
misma sanciona penal y civilmente las conductas que arbitrariamente impidan,
obstruyan o de algún modo menoscaben “el pleno ejercicio sobre bases
igualitarias de los derechos y garantías fundamentales reconocidos en la
Constitución Nacional”81. En tal sentido, se consideran “particularmente los
actos u omisiones discriminatorios determinados por motivos tales como raza,

80 Art. 1. Ley 25326 – Protección de los Datos Personales. Honorable Congreso de la Nación
Argentina.
81 Art. 1. Ley 23592 – Actos Discriminatorios. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

80
religión, nacionalidad, ideología, opinión política o gremial, sexo, posición
económica, condición social o caracteres físicos”82.

El art. 2 de la ley referida eleva las penas de todo delito reprimido por el Código
Penal o leyes complementarias cuando los mismos sean cometidos “por
persecución u odio a una raza, religión o nacionalidad, o con el objeto de
destruir en todo o en parte a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”83.
Por último, el art. 3 sanciona con pena de prisión de un mes a tres años a
quienes

…participaren en una organización o realizaren propaganda


basados en ideas o teorías de superioridad de una raza o de un
grupo de personas de determinada religión, origen ético o color,
que tengan por objeto la justificación o promoción de la
discriminación racial o religiosa en cualquier forma. En igual
pena incurrirán quienes por cualquier medio alentaren o
incitaren a la persecución o al odio contra una persona o grupos
de personas a causa de su raza, religión, nacionalidad o ideas
políticas.84

Cabe destacar que estos actos discriminatorios podrían no sólo lesionar la


igualdad del damnificado, sino también su honor, imagen o intimidad. Estos
daños son plenamente resarcibles, para lo cual se aplica el régimen general de
la responsabilidad civil.

16.5. Responsabilidad en el derecho de


familia

El derecho de familia y el nuevo Código Civil y Comercial

Las profundas modificaciones producidas en el ámbito del derecho de familia


por el Código Civil y Comercial llevan a revisar toda la doctrina creada durante
la vigencia del Código Civil y la responsabilidad civil.

El tema de la responsabilidad y el derecho de familia tiene un aspecto interno,


que hace a los hechos antijurídicos cometidos entre sus miembros, y un

82 Art. 1. Ley 23592 – Actos Discriminatorios. Honorable Congreso de la Nación Argentina.


83 Art. 2. Ley 23592 – Actos Discriminatorios. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
84 Art. 3. Ley 23592 – Actos Discriminatorios. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

81
aspecto externo, que tiene relación con los terceros y la posición de una víctima
o de un autor de un hecho ilícito en una relación de familia (Medina 2015)85.

En el aspecto interno, los temas que vamos a abordar con relación al Código
Civil y Comercial son:

1. Daños producidos por el divorcio.

2. Daños por la nulidad de matrimonio.

3. Daños producidos por la violencia doméstica.

4. Daños producidos por la ruptura de esponsales o de las uniones


de hecho.

5. Daños producidos por la falta de reconocimiento de hijos.

6. Daños causados al progenitor por la obstaculización del derecho


a tener una adecuada comunicación con un hijo.

Dentro del aspecto externo de la responsabilidad y el derecho de familia, cobra


importancia la posición de un integrante de una familia a los fines de la
reparación de los daños. Aspectos, estos, que hacen a la legitimación, como
hemos podido estudiar en las unidades que anteceden.

16.5.1. Daños y perjuicios derivados del divorcio, de la


separación personal y de la nulidad del matrimonio
La cuestión que analizaremos ahora se refiere a si son reparables los daños y
perjuicios patrimoniales y el daño moral ocasionado en virtud del divorcio.

En el anterior régimen se hablaba del cónyuge inocente por el otro cónyuge


culpable del divorcio. La doctrina y jurisprudencia, en Argentina –durante el
régimen derogado-, se encontraban divididas al respecto: una primera doctrina
se opone a la indemnización, ya que, en el derecho entonces vigente, no existe
una norma expresa que autorice dicha conclusión. Otra doctrina favorable a la
reparación considera que la sanción resarcitoria corresponde a todo supuesto
en que se ocasionase a otro un daño injusto, sea en el ámbito de los derechos
patrimoniales o del derecho de familia. En tal caso, se podría solicitar la
reparación del daño material o moral.

El Código Civil y Comercial, en todo lo referido al derecho de familia, se alejó


del Proyecto de código de 1998; así, establece un sistema de divorcio incausado

85Para ampliar puede verse Medina, Graciela Daños en el derecho de familia en el Código Civil
y Comercial Publicado en: RCyS 2015-IV , 287

82
y suprime el deber de fidelidad como deber jurídico, limitándolo a un deber
moral.

Cabe preguntarse si corresponde seguir hablando de responsabilidad por daños


derivados del divorcio en un sistema en el cual no se juzgan las culpas, el
divorcio es incausado y los deberes personales de los cónyuges se encuentran
limitados.

La respuesta derivada de las normas nos inclina por una respuesta negativa.
Reafirma esta conclusión la posibilidad del cónyuge de peticionar una
compensación económica (art. 441 del CCC).

Sin embargo, Graciela Medina (2015) entiende que, aun en el actual sistema,
ello es posible. La cuestión dogmatica que aquí se plantea es opinable.

La cuestión de los esponsables

Con respecto a la ruptura de esponsales, el Código Civil y Comercial niega


completamente la posibilidad de reclamar daños y perjuicios. El artículo 401
establece:

Este Código no reconoce esponsales de futuro. No hay acción


para exigir el cumplimiento de la promesa de matrimonio ni para
reclamar los daños y perjuicios causados por la ruptura, sin
perjuicio de la aplicación de las reglas del enriquecimiento sin
causa, o de la restitución de las donaciones, si así
correspondiera.86

16.5.2. Falta de reconocimiento del hijo


La cuestión central en este tema es determinar si los perjuicios originados por
el no reconocimiento de un hijo extramatrimonial deben ser reparados; el
Código Civil y Comercial ha resuelto expresamente que la falta de
reconocimiento de hijos genera el deber de reparar. Así, en el artículo 587 se
establece: "El daño causado al hijo por la falta de reconocimiento es reparable,
reunidos los requisitos previstos en el Capítulo 1 del Título V de Libro Tercero
de este Código"87.

La norma tiene su fundamento en el derecho a la identidad, como inherente a


la esencia y existencia del ser humano. El mismo se corresponde con la

86 Art. 401 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
87 Art. 587 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

83
consagración del interés superior del niño, tanto en las cuestiones
administrativas, legislativas y judiciales. Asimismo, la Convención establece
que el niño tiene derecho a conocer a sus padres; se impone a los estados
partes el compromiso de preservar su intimidad, la nacionalidad, el nombre,
las relaciones familiares, de conformidad con la ley (arts. 7 y 8).

Por otra parte, la sanción de la ley 23264 implicó situar a la mujer y a la madre
en una posición diferente, ahora a la par del padre respecto a la patria
potestad, y, asimismo, se equipararon los hijos matrimoniales y
extramatrimoniales, adecuándose a lo prescripto por la Convención Americana
de Derechos Humanos, Pacto de San José de Costa Rica del año 1969 (ley
23054), que prescribe que la ley debe reconocer iguales derechos tanto a los
hijos nacidos fuera de matrimonio como a los nacidos dentro del mismo.

En efecto y resumidamente, podemos establecer que los principios rectores en


este ámbito son:

a) Realidad biológica.

b) Igualdad entre los seres humanos.

c) No discriminación.

d) Paternidad y maternidad responsable.

e) La ampliación de las causales, flexibilización de las causas de


impugnación de la paternidad matrimonial, legitimación del hijo
para actuar y la introducción de las pruebas biológicas.

Todo ello, a fin de lograr una concordancia entre la realidad biológica y


los vínculos jurídicos surgidos de tal realidad.

Respecto de la responsabilidad civil por el no reconocimiento del hijo


extramatrimonial, la doctrina y la jurisprudencia han establecido los siguientes
requisitos para su procedencia:

a) El daño, el cual normalmente es el daño moral causado por la falta de


reconocimiento paterno. Bossert ha considerado, dentro del daño
moral, circunstancias como no contar con el apellido paterno, no
haber sido socialmente considerado hijo del progenitor, las carencias
afectivas, etc. Por otra parte, el daño material es resarcible, pero debe
ser probado; el mismo podrá incluir la privación del derecho alimentario
que le hubiere permitido una mejor calidad de vida.

b) El nexo de causalidad, en este caso, entre la omisión y el daño


producido.

84
c) La antijuridicidad, es decir, la existencia de un actuar contrario a
derecho que en este supuesto aparece a través de una omisión –el
no reconocimiento-. La filiación extramatrimonial no reconocida
espontáneamente es reprochable jurídicamente. Este principio se
inserta en uno más amplio, el de la responsabilidad en el derecho de
familia, el cual fue receptado mayoritariamente por la jurisprudencia y
la doctrina argentina. El quebrantamiento del deber jurídico supone
por sí mismo la violación de principios éticos y morales que hacen a la
supervivencia de la familia y, hasta podríamos decir, de la sociedad
misma.

d) El factor de atribución, que la mayoría entiende que es de tipo subjetivo


(culpa o dolo).

También se indemnizan los daños causados por la obstaculización del derecho a


tener una adecuada comunicación con un hijo

El Código Civil y Comercial de la Nación establece en su artículo 555 que

Los que tienen a su cargo el cuidado de personas menores de


edad, con capacidad restringida, o enfermas o imposibilitadas,
deben permitir la comunicación de estos con sus ascendientes,
descendientes, hermanos bilaterales o unilaterales y parientes
por afinidad en primer grado. Si se deduce oposición fundada en
posibles perjuicios a la salud moral o física de los interesados, el
juez debe resolver lo que corresponda por el procedimiento más
breve que prevea la ley local y establecer, en su caso, el régimen
de comunicación más conveniente de acuerdo a las
circunstancias.88

Esta norma se complementa con el artículo 557, que prevé: "El juez puede
imponer al responsable del incumplimiento reiterado del régimen de
comunicación establecido por sentencia o convenio homologado medidas
razonables para asegurar su eficacia”89. El Código Civil y Comercial facilita,
alienta y protege las relaciones de los ascendientes, descendientes, hermanos
bilaterales o unilaterales y parientes por afinidad, con los menores y las
personas con capacidad restringida y, en especial, las relaciones de los nietos
con los abuelos, y sanciona, desalienta y pena a quienes las impiden o a quienes
las ejercen de manera abusiva.

16.5.3. Transmisión de enfermedades a los hijos

88 Art. 555 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
89 Art. 557 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

85
La responsabilidad civil por transmisión de enfermedades tiene una elaboración
bastante reciente, tanto en la doctrina como en la jurisprudencia. Ambas
estudian con creciente interés supuestos de daños genéticamente transmitidos
(por fecundación natural o asistida, al igual que contagio de enfermedades
graves o de creciente difusión, v. g., HIV, cólera, sífilis, hepatitis, etc.).

Respecto de la transmisión de enfermedades, tanto genéticamente como por


fecundación asistida, cabe destacar dos cuestiones. La primera es la
consagración del derecho a la salud, la cual tiene una faz preventiva
importante, en el marco del derecho a la calidad y dignidad de vida,
considerado por Morello como derechos no enumerados (art. 33 de la CN).
En tal sentido, las modernas fronteras del derecho de daños, cuyo principio non
alterum laedere es reconocido como derecho constitucional (ver módulo 1,
apartado 1.4), es pauta fundamental para determinar la resarcibilidad de
ciertos daños a la salud. Analizamos a continuación los supuestos particulares.

16.5.4. Fecundación asistida


En la actualidad, los avances técnicos en bioingeniería o ingeniería genética
plantean novedosas cuestiones. Dentro de ellas, abordar los supuestos en los
cuales se producen daños en la fecundación técnicamente asistida, en sus
variantes "homóloga" (lograda por medio del material genético de la pareja de
padres del niño a nacer) y “heteróloga” (en cuya fecundación, uno de los
componentes es de una tercera persona donante).

Los casos que analizaremos se refieren al supuesto de que los padres accionan
en razón de desconocer el vicio (originario o adquirido) del gameto empleado.
El otro polo de legitimación de tipo pasivo lo constituirá el personal o equipo
médico actuante. En el supuesto en que el donante conociera el vicio, el mismo
podría ser demandado igualmente.

El equipo médico tendrá responsabilidades respecto de la selección,


conservación y utilización del material genético a emplear. En efecto,
normalmente, el daño genético se produce:

a) Por deficiencias propias del gameto. Este sería el caso de que se


produzcan alteraciones en los cromosomas que determinen Síndrome
de Down.

b) Por deficiencias generadas en la manipulación genética.

c) Por deficiencias producidas con causa en el mal empleo o mala calidad


del material técnico. Por ejemplo, ante la mala refrigeración de los
aparatos de crioconservación. En estos casos, incluso, se podría reputar

86
que la responsabilidad es objetiva, en virtud de la obligación de
seguridad en la utilización de cosas.

La responsabilidad será por regla de tipo contractual y podría incluir el daño


material (daño emergente, pérdida de chances, etc.) y el daño moral.

16.5.5. Daño genético


En estos supuestos se plantea que es admisible la acción resarcitoria del hijo
nacido con enfermedades o deficiencias atribuibles genéticamente a sus
padres, quienes conocían o debían conocer el riesgo cierto de transmitir la
enfermedad al momento de la concepción.

La doctrina argentina está dividida al respecto. Hay quienes opinan que debe
admitirse la responsabilidad de los progenitores en tales supuestos. Los
argumentos principales para verter dicha opinión es el enfoque del derecho de
daños que mira a la víctima, considerando que la procreación requiere un
actuar responsable. En posición contraria, entienden que, aunque las relaciones
familiares también se rigen por los principios generales la responsabilidad por
daños, asimismo se rigen por la solidaridad familiar o la piedad filial, no
debiendo admitirse la responsabilidad por los supuestos señalados.

16.6. Responsabilidad por acusación


calumniosa

16.6.1 Régimen legal en el Código Civil y Comercial


En la Sección 9ª, se presentan dos normas, una referida a la protección de la
vida privada (art. 1770), y otra, a la acusación calumniosa (art. 1771).

Siguiendo al art. 1071 bis del Código Civil derogado, el actual art. 1770 del CCC,
destinado a la "protección de la vida privada", impone una medida preventiva,
siguiendo así a una de las funciones esenciales de la responsabilidad civil, como
lo es la “función preventiva" (arts. 1708 y 1710 del CCC), a pedido de parte y a
favor del damnificado, por intromisión en su vida, ya sea porque el legitimado
pasivo se entrometió en la vida ajena y publicó retratos, difundió
correspondencia, mortificó al damnificado en sus costumbres o sentimientos o
perturbó su intimidad de cualquier modo. Asimismo, el damnificado goza de
una indemnización plena por la perturbación de su vida privada (conf. art. 1740

87
del CCC). Conforme a lo normado en el mencionado art. 1740, por el que, en
supuestos de daños derivados de la lesión al honor, la intimidad o identidad
personal, el juez puede, a pedido de parte, publicar la sentencia condenatoria o
sus partes pertinentes, en el art. 1770 in fine se faculta al juzgador, a pedido del
agraviado, a publicar la resolución en un diario del lugar, si la misma coadyuva a
una adecuada reparación, entendiéndosela a dicha publicación como
resarcitoria siempre que, insistimos, cumpla con esos fines, constituyendo
muchas veces una parte ínfima de la indemnización debida.

En todos los casos, el damnificado, además de la prevención, puede reclamar


los daños que se sufran (conf. art. 1770).

La acusación calumniosa

Para la hipótesis de acusación calumniosa –falsa imputación de un delito


denunciado por querella o denuncia-, el art. 1771 del CCC prevé que el
responsable civil responderá por dolo o culpa grave, es decir que no bastará la
simple culpa del art. 1724 del CCC para responsabilizar al acusador denunciante
o querellante.

Son requisitos de la acusación calumniosa: 1) la denuncia o querella por un


delito ante la autoridad; 2) la falsedad de la misma; 3) la previsión de la
conducta delictiva imputada entre las figuras del Código Penal.

El denunciante o querellante responde por la falsedad de la denuncia o querella


siempre que se pruebe que no tenía razones para creer al acusado como
implicado en el hecho que le atribuía (art. 1771, 2º párrafo, del CCC), por lo que
se sanciona –tal como dice Sagarna- la acusación precipitada e imprudente,
realizada con ligereza y negligencia "grave" o "dolosa"(2014)90.

La indemnización al ofendido deberá ser plena (art. 1740 del CCC).

Esta norma reúne la doctrina judicial imperante en la materia y mejora así el


contenido del derogado art. 1090 del Código Civil.

90
Para ampliar la idea debe verse: Sagarna, Fernando Alfredo Responsabilidad civil directa y por
el hecho de terceros. En el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación La Ley Sup. Especial
Nuevo Código Civil y Comercial 2014 (Noviembre), 17/11/2014, 143

88
17. Ejercicio de las
acciones de
responsabilidad civil
17.1. Generalidades

En esta unidad vamos a trabajar cuestiones sustanciales y procesales que están


vinculadas con la calidad para reclamar el daño y, por cierto, la faz pasiva, esto
es, quién es el sujeto a quien corresponde reclamar el daño. Así como no todo
daño es resarcible –recordemos la diferencia que habíamos fijado entre daño
real y daño jurídico en la unidad 3- no todo sujeto que considere haber sufrido
un menoscabo tiene legitimación para reclamarlo91, pues existen reglas
prefijada para ello.

Para determinar estas cuestiones, en la ciencia procesal se acude a la llamada


legitimación sustancial, que se define como la coincidencia entre quien
pretende o es pretendido y aquel a quien la ley habilita para ello.

Se desprende la idea de legitimado activo y pasivo. La legitimación activa es la


aptitud para el ejercicio de una acción para ocupar la calidad de actor como
titular de la pretensión formulada en la causa.

La legitimación pasiva, en cambio, se da respecto de la persona contra quien


debe proceder el damnificado: contra el que corresponde ejercitar la acción de
responsabilidad.

91Por ejemplo puede ocurrir que un sujeto sea demandado por un accidente de tránsito que se
produce en agosto de 2015. Pero el demandado adquiere el vehículo en noviembre de dicho año,
con lo cual no era el titular registral al momento del accidente. En este caso, ¿tiene legitimación
pasiva? ¿Qué ocurre si, por ejemplo, era guardián? ¿Debería demandarse al conductor y al
actual dueño? Todas estas cuestiones son las que tienen que ver con la legitimación. También el
ejemplo permite distinguir entre acción procesal y pretensión procesal. La primera es el derecho
de acudir a la jurisdicción buscando tutela jurídica, independientemente de la razón o sinrazón
del accionante, y puede da lugar al inicio de un proceso o procedimiento. La pretensión –
caracterizada como el contenido de la acción- tiene que ver con la posibilidad de obtener una
sentencia favorable en ese proceso. Cosa distinta es la demanda, que es un documento donde
se plasma la pretensión.

89
El problema de la legitimación activa y pasiva versa sobre la determinación del
sujeto legitimado para reclamar y el sujeto legitimado para recibir ese reclamo.
La legitimación activa y pasiva constituye un presupuesto de la pretensión para
la sentencia de fondo, ya que determina quiénes deben o pueden demandar o
ser demandados.

Como principio general, todo aquel que haya sufrido un perjuicio material
como consecuencia de un hecho o evento dañoso tiene derecho a la
reparación, salvo algunos supuestos donde la legitimación es limitada.

17.1.1. Legitimación activa. Actual régimen del art.


1772 del Código Civil y Comercial
Legitimados activos

El Código Civil y Comercial dejo sin efecto el Capítulo IV del Título VIII de la
Sección II del Libro II del Código Civil derogado, que contenía los artículos 1096
a 1106. Estas normas regulan diferentes cuestiones, tales como:

a) Los sujetos de la acción (legitimación activa y pasiva).

b) Las relaciones entre la acción civil y la acción criminal.

c) La coexistencia del proceso civil y del proceso penal.

d) El efecto recíproco de la cosa juzgada.

e) La extinción de la acción.

El régimen anterior permitían distinguir al “damnificado directo”: conforme el


art. 1079 del texto derogado, la indemnización estaba dirigida a quien ha sido
damnificado en forma directa. El damnificado directo es la víctima del hecho
ilícito, sea que ésta recaiga sobre su persona o bienes. Pero también se hablaba
del “damnificado indirecto”, de conformidad al derogado art. 1079, 2da parte,
del CC.

Régimen del Código Civil y Comercial

En el actual régimen, de conformidad con el art. 1739 del CCC, es válido


efectuar la distinción entre damnificados directos e indirectos, pues la norma

90
expresa: “Para la procedencia de la indemnización debe existir un perjuicio
directo o indirecto”92, lo que otorga legitimación en ambos sentidos.

En otras palabras, tienen derecho a solicitar el resarcimiento: a) aquellos que


son víctimas del hecho identificado como el sujeto titular del interés
inmediatamente lesionado por el hecho ilícito, la víctima inmediata del daño,
que experimenta un menoscabo a un interés propio y b) aquellos que, sin haber
sido víctimas o damnificados directos, sufren un daño como consecuencia del
hecho. Recordemos aquí la distinción entre daño directo e indirecto que
efectuamos en las unidades 3 y 9. Allí decíamos que -en su segunda aserción-
los daños directos son los que sufre la víctima del ilícito, y los indirectos, los que
reclama una persona distinta de la víctima por derecho propio derivado de
aquel (por ejemplo, la viuda que reclama el daño moral causado por la muerte
del esposo).

Daño patrimonial y daño extramatrimonial

La clasificación efectuada permite colegir que el daño patrimonial puede ser


reclamado por la víctima directa, como también por la víctima indirecta del
daño. Por cierto que esta amplitud en la legitimación (damnificados directos e
indirectos) no puede ser interpretada de modo que autorice exigir el
resarcimiento a todos los terceros que puedan demostrar alguna repercusión
perjudicial cualquiera derivada del acto ilícito en su patrimonio, pues una
interpretación de tal extensión estaría reñida con la tradición jurídica y con el
buen sentido, ya que una responsabilidad ilimitada conduciría casi siempre al
aniquilamiento económico del responsable. Para evitar estas situaciones
injustas, en el caso de la legitimación indirecta, para el daño patrimonial, la
legitimación está dada, siempre que no se afecte derechos personalísimos. En
los demás casos, debe existir una relación adecuada de causalidad.

También encontramos el supuesto de legitimación para reclamar daño material


en caso de muerte de la víctima. Así, el art. 1745 del CCC otorga la posibilidad
de reclamar los gastos para la asistencia y funeral de la víctima, los alimentos
del cónyuge o conviviente, hijos menores de 21 años, hijos incapaces o con
capacidad restringida (llamado daño legal presunto) y la pérdida de chance de
ayuda futura.

En relación al daño moral, los arts. 1741 y ss. del CCC reconocen derecho a
obtener reparación, cualquiera sea la fuente generadora del detrimento o el
hecho de atribución aplicable.

92Art. 1739 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación


Argentina.

91
Respecto de la reforma del CCC y la legitimación para reclamar daño moral, en
primer lugar podemos decir que ésta es sólo directa (únicamente la víctima) y
excepcionalmente será indirecta (art. 1741 del CCC).

Se efectuaron dos modificaciones relevantes en torno a la legitimación


indirecta, que puede analizarse en dos aristas.

1. En caso de fallecimiento de la víctima. La norma descarta la referencia a


los “herederos forzosos” a la que aludía el art. 1078 del CC derogado,
incluyéndose ahora –de modo expreso- a los ascendientes,
descendientes, cónyuges, y a quienes tuvieran un trato familiar
ostensible. El reemplazo de la figura de los herederos forzosos evita la
discusión sobre el desplazamiento que, por ejemplo, los descendientes
generan sobre los ascendientes, lo que conducía a situaciones injustas.
Esta expresión, “trato familiar ostensible”, es vaga93 o de textura
abierta94. De todos modos, el análisis gramatical de la expresión implica
establecer como requisito imprescindible la idea de convivencia de
hecho de la víctima, teñida de cierta regularidad con el damnificado.
Piénsese por ejemplo en el hermano que vive en otra provincia por
motivos de estudios, ¿tiene trato familiar ostensible con el hermano
fallecido? Esto es opinable.

2. En caso de que la victima subsista. Si bien, por regla, en este caso, la


legitimación está limitada al damnificado directo, la novedad es que se
admite la posibilidad de reclamo no sólo ante el deceso de la víctima,
sino también ante el sufrimiento de una “gran discapacidad”. Este
término podría resultar problemático por su textura abierta y
dependerá de la valoración del caso concreto, pudiendo concluirse que,
básicamente, lo que deberá ser materia de juicio es la mayor o menor
dependencia que la víctima tendrá respecto de los sujetos
indemnizables.

Legitimación y daño colectivo

En relación al daño colectivo, el titular es un grupo asociativo no ocasional


gestado en razón de la existencia de objetivos comunes, que cuenta con ente
representativo. La legitimación para reclamar compete al grupo, y, por cierto,

93 Una palabra es vaga en la medida en que hay casos (reales) en los que su aplicabilidad es
dudosa. En términos lógicos, no es decidible sobre la base de los datos preexistentes y sólo
puede resolverse a partir de una decisión lingüística adicional
94 Ocurre cuando podemos delimitar los casos claramente incluidos y excluidos en un caso

(núcleo de certeza), pero entre ambas esferas se mantendrá también una zona de penumbra,
donde es dudoso si resulta o no predicable. Todas las expresiones lingüísticas, al menos las del
lenguaje natural, presentan algún grado de indeterminación. A esto es a lo que se hace
referencia cuando se habla de la textura abierta del lenguaje.

92
sus efectos obligan a éste95. Lamentablemente, el Código vigente no contempla
estas situaciones, por cuanto el texto elaborado por la comisión redactora fue
modificado, eliminándose los proyectados arts. 1745, 1746 y 1747 del
Anteproyecto.

Actual régimen del art. 1772 del Código Civil y Comercial

El nuevo Código Civil regula en la Sección 10ma sobre el ejercicio de las


acciones de responsabilidad, con dos artículos referidos al tema.

Dice el CCC:

Daños causados a cosas o bienes. Sujetos legitimados. La


reparación del menoscabo a un bien o a una cosa puede ser
reclamado por:
a) el titular de un derecho real sobre la cosa o bien;
b) el tenedor y el poseedor de buena fe de la cosa o bien.96

Acción contra el responsable directo e indirecto. El legitimado


tiene derecho a interponer su acción, conjunta o
separadamente, contra el responsable directo y el indirecto.97

El texto del art. 1772 debe ser concordado con los arts. 15 y 16 del CCC, pues
determina quiénes están legitimados para reclamar daños a una cosa o un bien.
Estas normas deben ser relacionadas con el Libro Primero, Parte General,
Titulo III, Capítulo 1 (art. 225 y ss.), que trata sobre los bienes con relación a las
personas y los derechos de incidencia colectiva. Esta sección es un parte
general que regula todo el Libro Cuarto, dedicado a los derechos reales (art.
1882 y ss.).

El nuevo Código regula los derechos individuales diferenciándolos de los


derechos de incidencia colectiva (art. 14). Los derechos individuales pueden
recaer sobre bienes que integran el patrimonio (art. 15). Los bienes son
susceptibles de valor económico; los bienes materiales son cosas (art. 16). Es
decir, los bienes con valor económico pueden ser materiales –que la norma
llama cosas- o inmateriales.

95 Para profundizar sobre acciones de clase, intereses difusos, intereses individuales


homogéneos, ver Pizarro & Vallespinos, 2012, V, p. 843 y ss.
96 Art. 1772 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación

Argentina.
97 Art. 1773 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación

Argentina.

93
El artículo se ocupa de quienes pueden pedir la reparación de los daños que
afectan las cosas o los bienes y hace el distingo entre la vinculación real del
sujeto con la cosa o el bien, otorgando legitimación a:

1. El titular de un derecho real. La norma resulta evidente, pues en los


damnificados, generalmente es el “dueño” de la cosa o el bien a quien
técnicamente la norma llama el titular del derecho de propiedad. Como
referimos antes, esta calidad dependerá de las reglas fijadas en el Libro
Cuarto, dedicado a los derechos reales (art. 1882 y ss.).

2. El tenedor y el poseedor de buena fe. El tenedor tiene legitimación para


reclamar por los daños a la cosa porque es quien tiene el goce de la
cosa, y el daño perturba su derecho. En cuanto al poseedor, el Código
distingue: el único que tiene legitimación es el poseedor de buena fe.
Según el art. 1918, el poseedor es de buena fe "si no conoce, ni puede
conocer que carece de derecho, es decir, cuando por un error de hecho
esencial y excusable está persuadido de su legitimidad”98. Es de mala fe
(art. 1919): a) cuando el título es de nulidad manifiesta; b) cuando se
adquiere de persona que habitualmente no hace tradición de esa clase
de cosas y carece de medios para adquirirlas; c) cuando recae sobre
ganado marcado o señalado, si el diseño fue registrado por otra
persona. La posesión es viciosa, art. 1921, cuando

…es de cosas muebles adquiridas por hurto, estafa, o abuso de


confianza; y cuando es de inmuebles, adquiridos por violencia,
clandestinidad, o abuso de confianza. Los vicios de la posesión
son relativos respecto de aquel contra quien se ejercen. En todos
los casos, sea por el mismo que causa el vicio o por sus agentes,
sea contra el poseedor o sus representantes.99

Esas normas vienen a reemplazar el texto del art. 1110 del CC, que establecía
que puede pedir esta reparación no sólo el que es dueño o poseedor de la cosa
que ha sufrido el daño o sus herederos, sino también el usufructuario, o el
usuario, si el daño irrogase perjuicio a su derecho. Puede también pedirlo el
que tiene la cosa con la obligación de responder de ella, pero sólo en ausencia
del dueño. Como vemos, la redacción es similar, adecuándose la nueva norma
(arts. 1772 y 1773 del CCC) a la nueva regulación en materia de bienes y cosas.

98 Art. 1918 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación


Argentina.
99 Art. 1921 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación

Argentina.

94
17.2. Distintos legitimación pasivos.
Legitimados directos e indirectos.
El art. 1773 del CCC dispone: “Acción contra el responsable directo e indirecto.
El legitimado tiene derecho a interponer su acción, conjunta o separadamente,
contra el responsable directo y el indirecto”100.

Es por ello que la legitimación pasiva puede estar compuesta por este elenco de
sujetos, sean responsables directos o indirectos:

a) Autor del hecho (art. 1749 del CCC). Es responsable directo quien
incumple una obligación u ocasiona un daño injustificado por acción u
omisión. El autor del hecho que haya actuado con dolo o culpa (art.
1724 del CCC), o bien a quien le sea aplicable un factor objetivo de
atribución (art. 1722 del CCC).

b) Consejeros o cómplices del autor del delito (art. 1752 del CCC). El
encubridor responde en cuanto su cooperación ha causado daño.

c) Persona que lucró con los efectos de un delito. Este sujeto puede ser
demandado por indemnización de daños y perjuicios hasta la
concurrencia de lo que hubiera recibido (art. 32 del CP).

d) Dueño o guardián. El dueño de la cosa cuyo vicio o riesgo causó daño a


otro (art. 1758 del CCC).

e) Personas que responden por los hechos de otro. Entre ellas, los padres,
tutores, curadores, el principal, etc. (Sección sexta, arts. 1753 y ss. del
CCC).

f) Sucesores universales. Los sucesores universales de las personas


mencionadas precedentemente, a quienes se transmiten las
obligaciones pasivamente.

g) Pluralidad de responsables (art. 1751 del CCC). Si varias personas


participan en la producción del daño que tiene una causa única, se
aplican las reglas de las obligaciones solidarias. Si la pluralidad deriva de
causas distintas, se aplican las reglas de las obligaciones concurrentes.

100Art. 1773 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación


Argentina.

95
17.2.1. Sujeto que se beneficia con los efectos de un
delito
Este sujeto puede ser demandado por indemnización de daños y perjuicios
hasta la concurrencia de lo que hubiera recibido (art. 32 del CP).

17.2.2. El asegurador responsable. N aturaleza de la


acción contra el asegurador del responsable
Se ha discutido si el damnificado del hecho ilícito tiene acción directa en
contra del asegurador del autor del daño cuando el riesgo se halla cubierto por
un seguro de responsabilidad civil por daños a terceros. La doctrina se ha
mostrado favorable a dicha conclusión. La jurisprudencia se ha pronunciado
en contra de la admisión de la acción directa, fundándose en que el
responsable del hecho contrata el seguro para cubrir su responsabilidad
eventual, pensando en sí mismo, no trata sino de protegerse contra las
consecuencias de su culpa o negligencia; no ha estipulado entonces para otro,
ni administrado un negocio ajeno.

Esta cuestión, puede pensarse, ha quedado definitivamente resuelta por el


artículo 118 de la Ley de Seguros 17418, que dispone:

El damnificado puede citar en garantía al asegurador hasta que


se reciba la causa a prueba. En tal caso debe interponer la
demanda ante el juez del lugar del hecho o del domicilio del
asegurador. La sentencia que se dicte hará cosa juzgada
respecto del asegurador y será ejecutable contra él en la medida
del seguro. En este juicio o en la ejecución de la sentencia el
asegurador no podrá oponer defensas nacidas después del
siniestro.101

De la norma citada surge que no existe acción directa contra el asegurador,


sino un dispositivo legal con características propias. En tal sentido, la acción
directa se da contra el deudor del deudor del accionante, sin intervención
del titular del crédito que se reclama, pues aquél actúa en su propio nombre
en el ejercicio de la acción directa.

101 Art. 118. Ley 17418 – Seguros. Poder Ejecutivo Nacional.

96
17.2.3. Pluralidad de responsables. Remisión
Pudimos ver que el art. 1751 del CCC determina que, si varias personas
participan en la producción del daño que tiene una causa única, se aplican las
reglas de las obligaciones solidarias. Si la pluralidad deriva de causas distintas,
se aplican las reglas de las obligaciones concurrentes. Remitimos a lo expuesto
en la unidad 11.

La legitimación pasiva se trasmite por vía hereditaria a los sucesores universales


y singulares. Son de aplicación los principios generales que rigen la materia, a
los que remitimos. En el caso de la transmisión inter vivos, los sucesores
singulares son responsables en la medida de la causa de esta transmisión,
siendo aplicables al caso el régimen jurídico de que se trate (cesión de
derechos, de posición contractual, etc.).

17.3. Extinción de la acción


indemnizatoria

Analizaremos en este punto los supuestos relacionados con la extinción de la


acción indemnizatoria.

17.3.1. Distintos supuestos (renuncia, transacción y


prescripción. Momento a partir del cual se computa el
curso de la prescripción)
La acción resarcitoria se extingue por las siguientes causas:

a) Por renuncia que de ella haga el damnificado. Recordemos que, en caso


de varios damnificados, las acciones son independientes las unas de las
otras, con lo cual la renuncia de uno de ellos no perjudica a los demás.

b) Por transacción. El artículo 1641 del CCC establece que la transacción es


un contrato por el cual las partes, para evitar un litigio o ponerle fin,
haciéndose concesiones recíprocas, extinguen obligaciones dudosas o
litigiosas.

c) Por prescripción. Conforme el art. 2561 del CCC, el reclamo de la


indemnización de daños derivados de la responsabilidad civil prescribe a

97
los tres años. El transcurso del plazo de prescripción comienza el día en
que la prestación es exigible (art. 2554). Salvo el reclamo del
resarcimiento de daños por agresiones sexuales infligidas a personas
incapaces, que prescribe a los diez años. El cómputo del plazo de
prescripción comienza a partir del cese de la incapacidad. Toda otra
cuestión no recae en el plazo genérico del art 2560 de cinco años.

17.4. Principales aspectos procesales


vinculados con la pretensión resarcitoria

17.4.1. La demanda de daños. Determinación procesal


del quantum reclamado. Supuesto del daño moral. La
fórmula “y que en más o menos resulte de la prueba”.
Excepción de defecto legal
No deben confundirse acción, pretensión y demanda. La primera es un derecho
a la tutela judicial efectiva, la segunda es la posibilidad de obtener una
sentencia favorable y la última es un acto procesal de documentación.

En este sentido, la demanda es un acto procesal de petición formal que tiene


por objeto la apertura de la instancia. Se trata de un documento –que en
nuestro sistema debe ser escrito- que delimita la o las pretensiones, y es pieza
fundamental de lo que consistirá la traba de la litis luego de la contestación de
la demanda. Los efectos de la demanda revisten gran importancia: por un lado,
a los efectos procesales, determina la calidad de las partes (actor y
demandado), pone en marcha la instancia y fija la competencia judicial.

Ahora bien, como todo actor procesal, debe ajustarse a los requisitos que cada
ley foral establezca según sea la jurisdicción que corresponda. Por esta razón,
remitimos a los códigos procesales vigentes en cada provincia, sin perjuicio de
referirnos de modo genérico al Código Procesal Civil y Comercial de la Nación
como norma genérica, dejando a salvo –reiteramos- los recaudos específicos de
cada legislación procesal. Deberá el alumno consultar su sistema procesal
vigente.

Aclarado este punto, señalamos que las legislaciones procesales –en su


mayoría- requieren –entre otros recaudos- que la cosa demandada sea
designada con exactitud. Esto quiere decir que el elemento mediato de la

98
pretensión sea identificado claramente, para factibilizar el ejercicio de defensa
del demandado. Es decir, que el demando sepa exactamente qué se le reclama.
En este punto, las normas procesales requieren que, si lo reclamado es una
suma de dinero, la misma sea estimada (art. 330102 del CPCCN).

En el proceso de daños es imprescindible especificar con claridad los daños


resarcibles (a la persona o a sus bienes) reclamados y el monto que se
pretende.

En consecuencia, cuando se elabora la demanda –además de los otros


recaudos- se debe especificar la pretensión en sus aspectos formales y
sustanciales.

Respecto del objeto o la cosa demandada, si se reclaman sumas de dinero,


debe precisarse, por regla, el monto reclamado, salvo que fuera imposible
hacerlo. En este último caso, ello debe manifestarse en el escrito inicial, y
justificarse la imposibilidad. Esto puede suceder en algunos supuestos en los
cuales la estimación dependa de otras circunstancias que no han sido fijadas
definitivamente o porque se interpuso la demanda al sólo efecto de interrumpir
la prescripción. Cuando esto suceda, corresponde utilizar la fórmula “lo que en
más o en menos resulte de la prueba a aportarse”. En consecuencia, el juez
queda posibilitado de establecer una suma fija e invariable. Dicha suma será
fijada por el juzgador en función de los elementos probatorios aportados al
proceso y el derecho aplicable. Una vez acreditada la existencia del daño, el
juez tiene la facultad de establecer su cuantía, incluso –en virtud de esta
fórmula- por encima del monto estimado en la demanda, sin que esto implique
violar la regla de congruencia (cfr. arts. 34 inc. 4 y 163 inc. 6 del CPCCN), porque
el uso de tal fórmula le otorga la apertura necesaria.

17.4.2. La prueba de los presupuestos de la reparación.


Remisión
Nos remitimos a lo estudiado en cada una de las unidades en las que
tramamos los presupuestos de la responsabilidad civil (unidades 3 a 7).

102 Dice el último párrafo de la norma: “La demanda deberá precisar el monto reclamado, salvo
cuando al actor no le fuere posible determinarlo al promoverla, por las circunstancias del caso, o
porque la estimación dependiera de elementos aún no definitivamente fijados y la promoción de
la demanda fuese imprescindible para evitar la prescripción de la acción. En estos supuestos, no
procederá la excepción de defecto legal”. Art. 330 – Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

99
17.4.3. La sentencia de daños. Diversas clases de
sentencias en el juicio de daños. Fundamentación.
Principio de congruencia
Por imperio del principio de congruencia, que implica la exacta
correspondencia entre lo pretendido, lo resistido y lo fallado (arts. 34 inc. 4 y
163 inc. 6 del CPCCN), el juzgador queda sujeto a los reclamos planteados en la
demanda (y su contestación). El actor sujeta su petición a dichos rubros, ya que
lo contrario implicaría lesionar derechos de raigambre constitucional, como el
derecho de defensa en juicio (art. 18 de la CN). Si se trata de daños a la persona
que no hayan ocasionado la muerte, se deberá establecer detalladamente cada
una de las lesiones. Se deberá establecer si existe incapacidad sobreviniente
física y psíquica, qué medicamentos, estudios realizados, prótesis, asistencia
médica o de enfermería se requiere, etc. Del mismo modo, se deberá
especificar si existe daño moral y establecer los rubros perfectamente
detallados. Esto le permite al juez, al momento de sentenciar, expedirse acerca
de los mismos.

17.4.4. Monto no probado. Fijación de la etapa de


ejecución de sentencia
La sentencia es el acto procesal que pone fin al proceso. Según alguna doctrina,
puede ser clasificada en:

 Sentencia de condena: es aquella que impone el cumplimiento de una


prestación, sea positiva (dar, hacer) o negativa (no hacer).

 Sentencias meramente declarativas:

o Sentencias constitutivas.

o Sentencias determinativas o específicas.

En los procesos de daños, la sentencia es generalmente de condena e impone


al demandado el pago de una suma de dinero, o bien el cumplimiento de una
obligación de hacer (v. g., publicación de un sentencia, etc.).

Al respecto, dice el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación: “Cuando la


sentencia contenga condena al pago de frutos, intereses, daños y perjuicios,
fijará su importe en cantidad líquida o establecerá por lo menos las bases sobre
que haya de hacerse la liquidación”103.

103Art. 165 – Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina.

100
Es decir, la sentencia siempre fijará el importe del crédito o de los perjuicios
reclamados (citado art. 165).

Ahora bien, puede ocurrir que las partes no hayan efectuado estimación o que
el monto no pueda computarse en esa instancia. En tales casos, el juez hará
lugar a la demanda, siempre que su existencia esté legalmente comprobada,
aunque no resultare justificado su monto.

17.4.5. Imposición de costas en el proceso de daños.


Nociones generales
Este aspecto está relacionado con el derecho procesal civil y se encuentra
regulado por los códigos procesales de cada una de las provincias de nuestro
territorio nacional. Deberá el alumno consultar la legislación local aplicable al
caso.

Tomando como base y regla general el Código Procesal Civil y Comercial de la


Nación, la imposición de costas en el proceso de daños se rige por los
principios generales establecidos, es decir que quien resulta perdidoso es quien
debe afrontar el pago de las costas. Este régimen es llamado “principio objetivo
de la derrota”, según el cual quien resulta perdidoso en el proceso debe abonar
las costas (gastos judiciales y honorarios de los profesionales) a la parte
ganadora. En caso de vencimientos recíprocos, las costas se imponen según la
proporción de estos vencimientos.

Dice el principio general establecido por el art. 68 del Código Procesal Civil y
Comercial:

La parte vencida en el juicio deberá pagar todos los gastos de la


contraria, aún cuando ésta no lo hubiese solicitado. Sin
embargo, el juez podrá eximir total o parcialmente de esta
responsabilidad al litigante vencido, siempre que encontrare
mérito para ello, expresándolo en su pronunciamiento, bajo
pena de nulidad.104

104Art. 68 – Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación


Argentina.

101
17.4.6. El recurso extraordinario y la responsabilidad
por daños
El recurso extraordinario ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación está
previsto en el art. 14 de la ley 48, que establece que

Una vez radicado un juicio ante los tribunales de provincia, será


sentenciado y fenecido en la jurisdicción provincial, y sólo
podrá apelarse a la Corte Suprema de las sentencias
definitivas pronunciadas por los tribunales superiores de
provincia en los casos siguientes:
1) cuando en el pleito se haya puesto en cuestión la
validez de un tratado, de una ley del Congreso, o de una
autoridad ejercida en nombre de la Nación, y la decisión haya
sido contra su validez;
2) cuando la validez de una ley, decreto o autoridad de
provincia se haya puesto en cuestión bajo la pretensión de ser
repugnante a la Constitución Nacional, a los tratados o leyes del
Congreso, y la decisión haya sido en favor de la validez de la ley o
autoridad de provincia;
3) cuando la inteligencia de alguna cláusula de la Constitución,
o de un tratado o ley del Congreso, o una comisión ejercida en
nombre de la autoridad nacional haya sido cuestionada y la
decisión sea contra la validez del título, derecho, privilegio o
exención que se funda en dicha cláusula y sea materia de
litigio.105

Por otro lado, los arts. 15 y 16 de la misma norma agregan:

Cuando se entable el recurso de apelación que autoriza el


artículo anterior, deberá deducirse la queja con arreglo a lo
prescripto en él, de tal modo que su fundamento aparezca de los
autos y tenga una relación directa e inmediata a las
cuestiones de validez de los artículos de la Constitución,
leyes, tratados o comisiones en disputa, quedando entendido
que la interpretación o aplicación que los tribunales de
provincia hicieren de los Códigos Civil, Penal, Comercial y de
Minería, no dará ocasión a este recurso por el hecho de ser leyes
del Congreso, en virtud de lo dispuesto en el inc. 11, art. 67 de la
Constitución.106

105 Art. 14. Ley 48 – Jurisdicción y Competencia de los Tribunales Nacionales. Honorable
Congreso de la Nación Argentina.
106 Art. 15. Ley 48 – Jurisdicción y Competencia de los Tribunales Nacionales. Honorable

Congreso de la Nación Argentina.

102
En los recursos de que tratan los dos artículos anteriores,
cuando la Corte Suprema revoque, hará una declaratoria sobre
el punto disputado, y devolverá la causa para que sea
nuevamente juzgada; o bien resolverá sobre el fondo, y aun
podrá ordenar la ejecución especialmente si la causa hubiese
sido una vez devuelta por idéntica razón.107

La doctrina y jurisprudencia lo denomina "recurso extraordinario" pese a que la


ley lo califica de apelación, ya que el mismo constituye ciertamente una
instancia extraordinaria, de excepción.

La ley fundamental, en su art. 31, dispone que: "Esta Constitución, las leyes de
la Nación que en su consecuencia se dicten por el Congreso y los tratados con
las potencias extranjeras son la ley suprema de la Nación"108. El recurso
extraordinario justamente tiene por misión lograr dicha supremacía de la
Constitución, las leyes dictadas por el Congreso y los tratados.

Pese a que todos los jueces tienen el control constitucional en alguna


medida, ciertas causas podrán ser llevadas a la Corte Suprema a fin de que la
misma, a través del recurso extraordinario, otorgue la interpretación final.

El recurso extraordinario tiene un objeto restringido, siendo sólo admisible en


los supuestos establecidos en el art. 14 de la ley 48. A ello se le suma la causal
de sentencias arbitrarias, que amplió las posibilidades de interponer dicho
recurso, pero sin que el mismo pierda su carácter de extraordinario. Las
cuestiones que posibilitan la interposición del recurso son puramente de
derecho, quedando las cuestiones de hecho, en principio, excluidas del mismo.

En efecto, la jurisdicción de la Corte se limita a establecer la interpretación


que corresponde dar a la cláusula constitucional o legal involucrada, o a
determinar si alguna ley o decreto resulta violatorio de la Constitución, sin
abordar un análisis de las restantes cuestiones de la causa.

El proceso de daños puede ser campo fértil para que se constaten las
circunstancias que habilitan la interposición de este recurso. Para ello, se debe
realizar reserva de interposición del recurso extraordinario en la primera
oportunidad procesal. Entre las cuestiones que podrían dar apertura a este
recurso, pueden mencionarse la violación del derecho de defensa, igualdad
ante la ley, debido proceso, sentencia arbitraria, violación al derecho a la
reparación integral de jerarquía constitucional (art. 16, 18, 19 y 33 de la CN), al
igual que el derecho a la tutela a la integridad física y moral consagrada en el

107 Art. 16. Ley 48 – Jurisdicción y Competencia de los Tribunales Nacionales. Honorable
Congreso de la Nación Argentina.
108 Art. 31 – Constitución Nacional. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

103
Pacto de San José de Costa Rica. Respecto del derecho a la reparación y su
fundamento constitucional, nos remitimos a lo estudiado en el módulo 1. Sin
duda, la posibilidad de interponer el recurso extraordinario en virtud de la
violación de dicho principio de jerarquía constitucional es uno de los efectos
que tiene darle la mentada jerarquía al mismo.

104
18. Relaciones entre la
acción civil y la acción
penal
18.1. Acción civil y acción penal

18.1.1. Acciones que surgen del ilícito civil y del ilícito


penal
Cuando el acto ilícito civil configura a la vez un delito del derecho criminal, se
plantean cuestiones derivadas de la diversidad de acciones que se pueden
ejercer. En primer lugar, la conducta ilícita que es tipificada como un delito y
castigada por el derecho penal. Por otra parte, si ese hecho daña a un
particular, este último debe ser resarcido. Esta concurrencia de acciones nos
llevará a la necesidad de analizar las implicancias que de ellas derivan.

La acción penal surge del delito criminal y tiene por objeto la punición del
dañador, mientras que la acción civil tiene como fundamento el daño
ocasionado a la víctima y busca la reparación del mismo. La acción penal tiene
en miras al presunto culpable, mientras que la acción civil mira a la víctima, su
indemnización y gira en torno a ella109.

El Código Civil y Comercial trata el punto en la sección 11, titulada “Acciones


civil y penal” (arts. 1774 a 1780).

18.1.2. La cuestión de la independencia entre la acción


civil y la acción penal. El sistema del Código Civil y
Comercial

109Para un análisis completo de esta cuestión, deberá el alumno consultar: Pizarro &
Vallespinos, 2013, p. 661 y ss.; Pizarro & Vallespinos, 2012, V.

105
El Código Civil y Comercial de la Nación, al regular la cuestión, plasma en el
ordenamiento jurídico las ideas mayoritarias de la doctrina y jurisprudencia de
nuestro país.

Si bien el Código Civil de Vélez Sarsfield regulaba, en sus arts. 1096 a 1106, el
vínculo que existe entre la acción penal y civil promovidas en razón del mismo
hecho ilícito, el Código Civil y Comercial consagra, partiendo de las premisas ya
establecidas en nuestro sistema, diversas modificaciones al régimen anterior,
con el objeto de aclarar y facilitar el sistema, y estableciendo nuevas reglas al
respecto, arduamente reclamadas por la doctrina y jurisprudencia mayoritarias.
Entendemos que logra mejorar el sistema.

En cuanto a la independencia de estas acciones, dispone el art. 1774 del Código


Civil y Comercial:

Independencia. La acción civil y la acción penal resultantes del


mismo hecho pueden ser ejercidas independientemente. En los
casos en que el hecho dañoso configure al mismo tiempo un
delito del derecho criminal, la acción civil puede interponerse
ante los jueces penales, conforme a las disposiciones de los
códigos procesales o las leyes especiales.110

Se consagra expresamente el principio de independencia entre estas dos


acciones cuando ambas emergen del mismo hecho ilícito. Resuelve los diversos
problemas de interpretación que generaba el art. 1096 del código derogado, en
cuanto al alcance de dicha independencia, a la luz de lo dispuesto por el art. 29
del Código Penal. En este sentido, recuerda Pizarro (2006) que los dos artículos
citados en último término merecieron la crítica de la doctrina, principalmente
por cuanto su dictado importa legislar sobre cuestiones de competencia que,
como tales, no fueron delegadas por los estados provinciales a la nación.
Asimismo, no resultaba claro del art. 1096 si se consagraba la total
independencia de las acciones, de forma tal que el damnificado debía recurrir a
la jurisdicción civil obligatoriamente para perseguir el resarcimiento del daño
ocasionado.

El art. 1774 establece la independencia sustancial, pero no adjetiva, de ambos


procesos. Por ende, el interesado podrá acumular las dos pretensiones en sede
penal, peticionando que en dicha sede se establezca la indemnización que
considere pertinente, o perseguir el reclamo resarcitorio en sede civil, en forma
separada. La autonomía de ambas acciones es conceptual y se sustenta en el
diverso régimen jurídico aplicable, más allá de en cuál jurisdicción se promueva
la acción. Igualmente, la disposición citada deja a salvo la posibilidad de que los
ordenamientos procesales locales prevean una solución distinta a la cuestión

110Art. 1773 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación


Argentina.

106
vinculada con el proceso aplicable y la competencia. Ello es así a fin de evitar
que el régimen sustantivo afecte atribuciones que son exclusivas de los poderes
provinciales (arts. 5, 75 inc. 12 y 121 de la CN)111.

El artículo 29 del Código Penal

El artículo 29 del CP reza: "La sentencia condenatoria podrá ordenar la


indemnización del daño material y moral causado a la víctima, a su familia
o a un tercero, fijándose el monto prudencialmente por el juez en defecto
de plena prueba"112. En ese sentido, esta norma otorga competencia a los
magistrados en lo penal para entender y decidir respecto de la acción penal.

Este artículo dio lugar a algunas cuestiones en su aplicación:

 ¿Podría el juez penal ordenar de oficio la indemnización del daño, o


solamente puede hacerlo cuando ha mediado reclamación del
damnificado?

Pese a que en algunos fallos en sentido positivo, la jurisprudencia se


inclina con fortaleza a admitir la condena al sindicado como responsable
a pagar el resarcimiento sólo a solicitud de parte interesada. Parece
lógica esta solución que mantiene los principios dispositivos del proceso
civil y respeta la facultad de la víctima de direccionar el proceso como
mejor considere. Esta conclusión se encuentra ratificada por el art. 1774
del CCC, que establece la independencia.

 Otras preguntas referidas al ejercicio de la acción civil por daños y


perjuicios en el proceso penal, han finalmente logrado estas soluciones:

o Si la víctima opta por la jurisdicción penal donde se encuentra


radicada la causa por el delito cometido y allí se le acuerda la
indemnización por el daño, la cuestión quedará concluida y allí se
deberá ejecutar la sentencia. Es una cuestión procesal reservada
a las provincias.

o Si se condena al sindicado como responsable en la sede penal,


pero el juez no admite el resarcimiento de daños y perjuicios
solicitado por la víctima, el pronunciamiento hace cosa juzgada.

111 El federalismo argentino adoptado en el art. 1 de la Constitución Nacional supone la


coexistencia de distintos órdenes de gobierno con potestades institucionales, políticas,
administrativas, tributarias propias y concurrentes, que se rigen por el principio sentado en el art.
121, en virtud del cual las provincias conservan todo el poder no delegado a la Nación por medio
de la CN. El dictado de los códigos de procedimientos es una facultad no delegada. La
Constitución Nacional (art. 75, inc. 12) establece que la facultad de dictar las normas de fondo
corresponde a la Nación (Código Civil, Código de Comercio, Código Penal, etc.), reservándose a
las provincias la facultad de dictar los códigos de procedimientos a través de sus legislaturas.
112 Art. 29 – Código Penal de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

107
o Si el presunto culpable es absuelto en el proceso penal, el juez de
la causa penal no puede pronunciarse sobre los daños y perjuicios
pedidos por la víctima, porque la facultad de fijarlos es accesoria
de la sentencia de condena (art. 29 del CP). Igual solución
corresponderá si no se ha llegado a la sentencia por extinción
de la causa penal, ya sea por muerte, amnistía, prescripción
o renuncia del agraviado (art. 59 del CP). En estos casos, la
víctima podrá ejercer la acción resarcitoria de los daños y
perjuicios en sede civil.

 Se ha cuestionado asimismo la legitimación activa para reclamar en el


proceso penal la indemnización del daño causado por el delito. Esto ha
sido planteado debido a que el artículo 29 del Código Penal se refiere al
daño causado a la víctima, a la familia o a un tercero, mientras que el
Código de Procedimientos Penal (art. 170) solamente considera
querellante a la persona ofendida o a sus representantes legales en
caso de incapaces. Luego de algunos fallos antagónicos, la Cámara
Criminal en pleno declaró que sólo el particular ofendido por el delito
puede constituirse en querellante. Esta jurisprudencia resultó demasiado
restrictiva para los casos de homicidio, por lo que el decreto-ley
2021/63 agregó al artículo 170 del Código de Procedimiento en Materia
Penal el siguiente párrafo: "En caso de homicidio, o de cualquier otro
delito que tuviera como consecuencia una muerte, también podrán
querellar el cónyuge, los padres y los hijos de la víctima; y quien, hasta
ese momento, hubiera sido su tutor, curador o guardador"113.

18.1.3 Efectos de la independencia de las acciones: a)


principio que rige la disposición y ejercicio de las
acciones; b) excepción al principio; c) renuncia a la
acción civil.
Entre otras cuestiones a analizar respecto de la disposición y el ejercicio de la
acción por parte de su titular, se encuentra el principio que rige la disposición y
ejercicio de las acciones.

Renuncia: en el Código derogado, el artículo 1097 establecía que

La acción civil no se juzgará renunciada por no haber los


ofendidos durante su vida intentado la acción criminal o por
haber desistido de ella, ni se entenderá que renunciaron a la

113 Art. 170. Ley 2372 – Código Procesal Penal. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

108
acción criminal por haber intentado la acción civil o por haber
desistido de ella.114

Con la norma actual que establece expresamente la independencia de las


acciones (citado art. 1774), el abandono o desistimiento de la acción penal no
implica la renuncia de la acción civil, ni viceversa. La actitud pasiva de la víctima
al desistir de la acción civil tampoco permite inducir la renuncia a la acción
criminal, ni el ejercicio de aquella acción lo hace presumir.

Al derogarse el art. 1097 del CC, no se torna aplicable la renuncia a la que


aludía.

18.1.4. La suspensión del dictado de sentencia en el


proceso civil. La llamada presentencialidad
La posibilidad de una coexistencia del proceso penal y civil se advierte desde
que funciona el principio de independencia establecido en el art. 1774 del CCC.
Sin embargo, el proceso penal posee una importante preponderancia sobre
el proceso civil, en virtud de la influencia que la cosa juzgada ejerce sobre la
decisión que puede dictar el juez civil. Analicemos estas situaciones.

La suspensión de la sentencia en el proceso civil. Principio y excepciones

 Principio

La independencia sustancial entre la acción civil y penal derivadas del mismo


hecho ilícito, a la que ya nos referimos, deja subsistente el riesgo de que se
dicten sentencias contradictorias en ambas sedes, con la consecuente
afectación de la seguridad jurídica. Puede ocurrir que el juez civil considere
acreditado el hecho que, en sede penal, fue tenido por inexistente o viceversa.
Esta posibilidad atenta contra la seguridad jurídica. Un hecho debe ser juzgado
de la misma manera sin importar la competencia material del juzgador.

Ante ello, el Código Civil y Comercial consagra el principio de prejudicialidad o


presentencialidad penal sobre la civil, aunque con algunas excepciones.

El art. 1775 del CCC establece:

114
Art. 1097. Código Civil de la Nación. Derogado por ley 26994. Honorable Congreso de la
Nación Argentina.

109
Suspensión del dictado de la sentencia civil. Si la acción penal
precede a la acción civil, o es intentada durante su curso, el
dictado de la sentencia definitiva debe suspenderse en el
proceso civil hasta la conclusión del proceso penal, con
excepción de los siguientes casos:
a) si median causas de extinción de la acción penal;
b) si la dilación del procedimiento penal provoca, en los
hechos, una frustración efectiva del derecho a ser indemnizado;
c) si la acción civil por reparación del daño está fundada en un
factor objetivo de responsabilidad.115

El Código Civil y Comercial establece la suspensión del dictado de la sentencia


civil y no de todo el proceso. Esto es importante decirlo. Se trata de
presentencialidad y no de prejudicialidad, pues lo que se impide es el dictado
de la sentencia civil y no de todo el “juicio”, entendido –claro está- como
proceso judicial. De allí la idea de impedir el dictado de la sentencia civil hasta
tanto se dicte sentencia penal, para evitar el estrépito que podría causar una
contradicción judicial sobre un mismo hecho, tal como explicáramos antes.
Coincide la doctrina en señalar que se trata de una norma de orden público y
que su aplicación resulta imperativa, por lo que el juez debe disponer de oficio
la suspensión, siendo nula la sentencia dictada en infracción a la norma.

¿Siempre procede esta suspensión? Se impone la respuesta negativa, lo cual


nos lleva a tratar los recaudos de procedencia de esta suspensión.

Para que proceda la suspensión prevista en el art. 1775 del Código Civil y
Comercial de la Nación, es preciso que se encuentren reunidos algunos
presupuestos. El primero de ellos es que exista un proceso penal en curso; sea
investigación penal preparatoria o el juicio propiamente dicho, el titular debe
haber ejercido la pretensión punitiva. Pero no basta la mera amenaza de que se
realizará una denuncia penal para que se suspenda el dictado de la sentencia
en sede civil. La suspensión culmina, salvo las excepciones previstas en el art.
1775, cuando se dicte la sentencia definitiva en la sede penal. Asimismo,
también finaliza en el caso de que recaiga en la acción penal el sobreseimiento
provisional, pues dicha decisión será suficiente para que se levante la
suspensión del reclamo por daños (Sáenz 2015)116.

Es preciso tener en cuenta que, aun cuando la acción no se dirija contra aquel a
quien se imputa el delito en sede penal, puede proceder la suspensión del
proceso civil resarcitorio. En efecto, nos enseña la doctrina, la acción de daños y
perjuicios puede dirigirse contra el responsable directo o indirecto: de tal modo

115 Art. 1775 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina.
116
Sáenz, Luis R. J. La relación entre la acción civil y penal en el Código Civil y Comercial
Publicado en: RCyS 2015-IV , 278

110
si lo que se pretende es imputar el accionar de un dependiente a su principal
(en los términos del art. 1753 del Código), aun cuando el primero no se
encuentre demandado es preciso que la jurisdicción penal se expida con
anterioridad al dictado de la sentencia en sede civil (Sáenz 2015). Esto es así
pues el hecho es uno solo, independientemente que los sujetos pasivos de la
pretensión penal o civil no coincidan. Lo mismo ocurre por ejemplo en un
accidente de tránsito cuando la pretensión penal se dirige contra el conductor y
la pretensión civil solo tiene como sujeto pasivo al titular registral.

 Excepciones

Como novedad (Sáenz 2015), la norma establece expresamente tres


excepciones al principio:

a) La extinción de la acción penal. En el primer, inciso la norma establece


que no procederá la suspensión del dictado de la sentencia en sede civil
“si median causas de extinción de la acción penal”117. De esta forma, el
código amplía el único supuesto de extinción contemplado en el art.
1101 del ordenamiento civil anterior (fallecimiento del imputado). Hoy
también se incluyen la amnistía, la prescripción y la renuncia del
agravio, respecto de los delitos de acción privada (art. 59 del Código
Penal), o la suspensión del juicio a prueba, todos estos supuestos del
Código Penal. Siendo estas cuestiones relativas a esta rama del derecho,
corresponde remitir a la misma a los fines de completar el análisis
conceptual de la extinción y sus modalidades. Esto es así pues la norma
se limita a describir “causas de extinción de la ley penal”, sin referir
cuales. Empero, fue atinado el legislador, pues, siendo materia privativa
del derecho penal, estas pueden ampliarse, limitarse sin que ello afecte
al esquema normativo analizado.

b) La demora injustificada del proceso penal. En su segundo inciso, el art.


1775 del Código Civil y Comercial prevé un supuesto de excepción
cuando se produce una demora injustificada del proceso penal. En este
sentido, el nuevo Código toma los precedentes118 de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación, que indicaban que una dilación indefinida en el
trámite y decisión del proceso ocasiona agravio a la garantía
constitucional del derecho de defensa y produce una denegación de
justicia. En todos aquellos casos en que exista una dilación
117 Art. 1775 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina.
118 CSJN in re "Zacarías, Claudio H. c. Provincia de Córdoba y otros", LL 1998-C, 322. CSJN.

"Ataka Co. Ltda. c. González, Ricardo y otros", La Ley, 154-85. Fallos 246-87, La Ley, 98-289;
272-188, La Ley, 133-414. Dijo la Corte: "la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial
debe pronunciarse sin supeditar su fallo "hasta tanto recaiga pronunciamiento en sede penal"
pues si existen demoras en ese trámite - más de cinco años - la dilación ocasiona agravios a la
garantía constitucional del derecho de defensa".

111
irrazonablemente prolongada del juicio penal y se genere una verdadera
denegación de justicia, procederá el dictado de la sentencia en la acción
resarcitoria. La cuestión problemática radica en establecer cuándo nos
encontramos ante una demora injustificada. Evidentemente, es una
cuestión que debe ser completada por la jurisprudencia, analizando las
plataformas fácticas de cada caso.

c) La existencia de un factor objetivo de atribución aplicable al caso. El


tercer inciso establece la excepción "si la acción civil por reparación del
daño está fundada en un factor objetivo de responsabilidad"119. Esta
excepción encuentra su fundamento en el hecho de que, dejándose al
margen la posibilidad de que la condena civil recaiga en relación a la
culpa o no del demandado, se aleja el riesgo del dictado de sentencias
contradictorias y se adecua a la regla de la independencia de las
acciones consagrada en el art. 1774 del CCC (Sáenz 2015). Si bien la
existencia de culpa del condenado no podrá ser reputada en sede civil
cuando haya sido considerada inexistente en la sede punitiva, ello no
obsta a la procedencia de la condena en el juicio de daños si la
responsabilidad que se le imputa al demandado se sustenta en un factor
objetivo de atribución, como ocurre por ejemplo si se lo pretende
responsabilizar como dueño o guardián de una cosa viciosa o riesgosa
(art. 1757 del CCC). Igualmente, la circunstancia de que resulte de
aplicación en el caso un factor de atribución objetivo no excluye
totalmente el riesgo del dictado de sentencias contradictorias. Así,
puede ocurrir que el juez penal considere que el hecho no se produjo o
que la cosa de la cual el dueño o guardián condenado en sede civil no
participó en el evento, etc. Por ello, el art. 1780 del CCC consagra la
revisión de la sentencia dictada en el litigio civil, si se conformara esta
situación (Sáenz 2015)120

18.3. Efectos de la condena penal, la


absolución o excusa absolutoria

El nuevo art. 1776 regula la cuestión al disponer: "Condena penal. La sentencia


penal condenatoria produce efectos de cosa juzgada en el proceso civil
119 Art. 1775 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina.
120
Para ampliar el concepto debe verse: Sáenz, Luis R. J. La relación entre la acción civil y penal
en el Código Civil y Comercial Publicado en: RCyS 2015-IV , 278

112
respecto de la existencia del hecho principal que constituye el delito y de la
culpa del condenado"121.

La redacción de la norma mejora el alcance establecido por el art. 1102 del CC


derogado, puntualizando que el juez civil no podrá revisar lo decidido en
relación a la existencia del hecho principal y a la culpa del condenado en sede
penal. Se ratifica la interpretación propuesta por la doctrina y jurisprudencia. Es
la imposibilidad de volver sobre las cuestiones fácticas ponderadas al momento
de tener por configurado el hecho ilícito que compromete la responsabilidad
del sujeto y el reproche subjetivo a su comportamiento (Japaze, 2014),122. Los
supuestos fácticos implican la materialidad del hecho principal, la calificación
del mismo, sus circunstancias de tiempo y lugar y la participación del imputado
en el evento ilícito dañoso. Es decir, tiene que ver con la autoría y la existencia
del hecho y sus modalidades. Esto es importante, por ejemplo, en los
accidentes de tránsito, donde el juez penal puede fijar la mecánica del siniestro,
plataforma que no puede luego ser modificada por el juez civil. Ahora bien, la
eventual mención de aspectos vinculados a la existencia del daño cuya
reparación se pretende en sede civil paralela no condiciona la decisión que
habrá de adoptar el juez ante quien tramita la pretensión indemnizatoria.
Tampoco puede controvertirse en sede civil lo decidido respecto de la culpa del
condenado. Siendo así, el juez que deba decidir la suerte del reclamo
indemnizatorio no podrá apartarse de la calificación de culpable establecida en
la sentencia penal condenatoria, sin perjuicio de poder alegarse la culpa
concurrente del sindicado como responsable con la propia víctima o con
terceros ajenos.

La calificación jurídica de la conducta de la víctima es ajena al juzgamiento que


corresponde llevar adelante al juez penal, de modo que, en caso de haber
emitido juicio sobre el punto, ese parecer no condiciona la decisión posterior
del juez civil. Lo mismo ocurre respecto de los terceros civilmente responsables,
que son ajenos a la materia penal; en caso de ser eventualmente mencionados
en la sentencia, tampoco hace cosa juzgada a su respecto, pudiendo en el
marco del juicio civil controvertir la culpa que les hubiera sido atribuida,
ejerciendo plenamente su derecho de defensa en esta sede. Desde luego que la
culpa que funda la condena del procesado sí proyectará sus efectos cuando
sirva de base para la responsabilidad propia del tercero obligado a responder
en forma refleja o indirecta, con fundamento en el riesgo creado por su
actuación, en el deber de garantía, en la obligación de seguridad o por la
existencia de un vínculo contractual que así lo impone (Japaze, 2014).

121 Art. 1776 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina.
122 Para completar el análisis de la norma y el comentario debe verse: Japaze, María Belén

“Ejercicio de las acciones de responsabilidad: relaciones entre la acción civil y la acción penal en
el Código Civil y Comercial de la Nación” Publicado en: Sup. Especial Nuevo Código Civil y
Comercial 2014 (Noviembre) , 181

113
La sentencia penal absolutoria respecto del posterior pronunciamiento en
sede civil

Dice el nuevo Código Civil y Comercial al respecto:

Inexistencia del hecho, de autoría, de delito o de responsabilidad


penal. Si la sentencia penal decide que el hecho no existió o que
el sindicado como responsable no participó, estas circunstancias
no pueden ser discutidas en el proceso civil.
Si la sentencia penal decide que un hecho no constituye delito
penal o que no compromete la responsabilidad penal del agente,
en el proceso civil puede discutirse libremente ese mismo hecho
en cuanto generador de responsabilidad civil.123

Conforme la norma, la sentencia penal absolutoria hace cosa juzgada en dos


aspectos que pueden fundar aquella decisión: la inexistencia del hecho
atribuido al imputado por el que se lo juzga (homicidio, lesiones, calumnias e
injurias, robo, etc.) y la falta de autoría del mismo.

Respecto de la primera, una vez establecido –en el proceso penal- que el hecho
ilícito generador de la acción penal no existió, no podrá decirse lo contrario en
sede civil. En relación a la segunda, la sentencia penal que absuelve al imputado
declarando que no fue autor material del hecho investigado impide al juez civil
volver sobre la cuestión.

Japaze nos indica que diferente es el caso si la sentencia penal decide que un
hecho no constituye delito penal o que no compromete la responsabilidad
penal del agente (2014). Esta circunstancia habilita que en el proceso civil
pueda discutirse el mismo hecho –que existió- en cuanto generador de
responsabilidad civil. Esto quiere decir que la sentencia absolutoria –dictada en
esos términos- sólo tiene efectos dentro del proceso penal, sin proyección al
juicio civil, pues los criterios de apreciación de la culpa son sensiblemente
diferentes en el proceso penal y en el civil además, claro está, de la
responsabilidad objetiva si fuera el caso. En síntesis: el juez penal puede
absolver por no configurar el hecho un delito, o bien porque, configurado el
hecho como delito, no es posible atribuirle responsabilidad penal al imputado.
En ambos casos, esta sentencia no limita la juez civil, quien puede
perfectamente condenar el resarcimiento (Japaze 2014).

123Art. 1777 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación


Argentina.

114
Las excusas absolutorias penales

Reza el art. 1778: “Excusas absolutorias. Las excusas absolutorias penales no


afectan a la acción civil, excepto disposición legal expresa en contrario”124.

La norma es clara y otorga coherencia al sistema, pues la temática referida a las


excusas absolutorias constituye cuestiones privativas del derecho penal, ajenas
a la acción resarcitoria.

18.4 Impedimento de reparación del


daño
Dice la norma:

Impedimento de reparación del daño. Impiden la reparación del


daño:
a) la prueba de la verdad del hecho reputado calumnioso;
b) en los delitos contra la vida, haber sido coautor o cómplice,
o no haber impedido el hecho pudiendo hacerlo.125

Este artículo implica una novedad y veda la posibilidad de disponer un


resarcimiento a favor de quien lo pretende, en los casos expresamente
previstos en los incisos “a” y “b”. En ambos casos, dependerá de la sentencia
recaída en sede penal.

18.5 Efectos de la sentencia penal


posterior a la sentencia civil
Establece el nuevo Código Civil y Comercial:

Sentencia penal posterior. La sentencia penal posterior a la


sentencia civil no produce ningún efecto sobre ella, excepto en
el caso de revisión. La revisión procede exclusivamente, y a
petición de parte interesada, en los siguientes supuestos:

124 Art. 1778 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina.
125 Art. 1779 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación

Argentina.

115
a) si la sentencia civil asigna alcances de cosa juzgada a
cuestiones resueltas por la sentencia penal y ésta es revisada
respecto de esas cuestiones, excepto que derive de un cambio
en la legislación;
b) en el caso previsto en el artículo 1775 inciso c) si quien fue
juzgado responsable en la acción civil es absuelto en el juicio
criminal por inexistencia del hecho que funda la condena civil, o
por no ser su autor;
c) otros casos previstos por la ley.126

La norma regula los efectos de la cosa juzgada civil anterior respecto de la


sentencia penal posterior. Consagra como principio general la ineficacia de la
sentencia penal posterior sobre la civil y la posibilidad que se promueva una
acción de revisión de la decisión adoptada en juicio de daños y perjuicios
(Lorenzetti, 2015),

El art. 1106 del Código Civil derogado contenía también esta regla, al establecer
que la cosa juzgada civil conserva sus efectos a pesar de la decisión penal
posterior. La principal reforma en la materia reside en las excepciones a dicho
principio general. Examinamos los incisos:

a) Revisión posterior de la sentencia penal. El código consagra la


procedencia de la revisión en los supuestos en que el juez civil haya
valorado determinados extremos tenidos en cuenta en la sentencia
penal anterior, como si hubiera recaído cosa juzgada a su respecto en
sede punitiva, pero, luego, esa decisión penal es motivo de revisión –por
otro Tribunal de Alzada- en cuanto a los puntos que fueron tenidos en
cuenta por el juez civil. Por ejemplo, si el juez civil toma como base de
su condena la premisa fáctica reconstruida por el juez de sentencia
penal (según el sistema procesal, juez o cámara), y, luego, esa
resolución es revocada por la Corte o Tribunal Superior resolviendo por
la no participación del imputado en el hecho. En estos casos, el fallo civil
carecería de sustento y debe ser revisado.

b) Supuestos en que no procede la suspensión del juicio civil por resultar


aplicable un factor de atribución objetivo. Conforme el art. 1775, inc.
“c” del CCC, se excluye expresamente de la procedencia de la
suspensión de la sentencia civil a aquellos casos en que el supuesto que
se imputa al responsable encuadre en alguno de los factores objetivos
de atribución. Por ello es que puede luego revisarse la sentencia así
arribada, por efectos de la sentencia penal posterior. Por ejemplo, que
el demandado no participó en el hecho en el cual se basó la condena
civil.
126Art. 1780 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina.

116
c) Finalmente, el artículo deja abierta la posibilidad de que la ley especial
prevea otros supuestos en que sea procedente la revisión de la
sentencia civil ante la existencia de una decisión penal posterior
(Lorenzetti, 2015).

117
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