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Las polleras de Chabuca

Ernesto Pimentel Yesquén (Lima, 1970), huérfano de padre y madre, prohijado


por Cáritas y por una abuela generosa, artista de círculos gay y VIH positivo
según climática confesión en su talk-show Chola de miércoles el 28 de mayo de
1999, había rondado muchos circuitos del humor con su emblemática Chola
Chabuca antes de llegar a la televisión. En la jerga de “ambiente”, “chabuca” se
le llama precisamente al relleno que se utiliza en los atuendos de travesti. Por
esta o por otras razones cabalísticas y sentimentales, Chabuca fue el nombre de
su audaz apuesta. Ernesto y Chabuca estuvieron en la corte de los que
homenajearon a la congresista Susy Díaz el día que juró colgar las tangas en
1995 y fue invitado a uno que otro set, como el de Gisela o el Sin vergüenza en
ATV antes de que Guille le abriera las puertas de Risas y salsa a comienzos de
1996 para darle un talk-show dentro del show. Ahí empezó el boom. La pollera
es un signo generoso. Sus varias capas amortiguan el sentido del ridículo y
evitan el strip-tease ideológico. El exceso de colorido puede resultar folclórico o
pintoresco, pero no huachafo. Quien la use por oficio quizá pierda, entre tanto
pliegue y revuelo, el sentido último de su travestismo, pero gana bastante en
humor y en muñeca. Pimentel decidió triunfar bajo el manto protector de una
pollera y casi ha logrado que sus rasgos raciales, su sexualidad y su extracción
social, tres variables que él confunde nerviosamente, perdieran importancia ante
la arremetida de su personaje. Desde que Guillermo Rossini popularizó tres
décadas atrás en la radio a la primera chola con voz ronca y luego, apodada
Eduviges, la llevó a la televisión en Teleloquilandia en 1969, la chola travestida
quedó en el stock del humor nacional. Igual que el bufón de la corte, la chola
podía burlar HISTERIA DEL HUMOR (1980-2000) 243 se de todos porque todos
se burlaban de ella. Su ignorancia supina se celebraba como resistencia a un
esnobismo impostado, su exagerado candor era una careta que escondía sus
argucias de mujer pisoteada. El chiste era machista pero la víctima tenía muchas
prerrogativas. En Estrafalario la chola de Rossini adquirió volumen, poco
después se coloreó en Risas y salsa y acentuó su estatura cuando Petipán se
colgó de su pollera para de mostrar que en el humor desclasado había cierta
predisposición matriarcal. Otras serranas straight como Evangelina/ Delfina
Paredes, a la izquierda de la legendaria Teresita Arce/Purificación Chauca, y
algunas blanquiñosas compinches de Tulio Loza como Mabel Duclós y
Maricarmen Ureta, o la cantarina Irma Rodríguez, alentada por el mismo Tulio a
bromear luciendo el folclor, habían arribado a la misma conclusión. Pues
Chabuca es la primera chola sin tufo machista y sin celo matriarcal. Pretende
burlarse de todos y no acepta fácilmente que se burlen de ella; por eso prefiere
ser conductora de su propio espacio y no comediante grupal. Y como tiene ideas
de hierro sobre su lugar en el Perú, Ernesto es un actor demasiado self-
conscious, con un personaje que se asume heraldo de mensajes democráticos
y nacionalistas que se dieron de narices –volviéndolo un tanto charlatán– contra
el canal 4, hasta convertirlos en una letanía apagada por las estridencias del
humor corriente al que tuvo que apelar semanalmente en su Chola de miércoles
primero y en su sabatina Más chola que nunca después. Su imponente chola con
taco ladrillo y vestuario barroco andino tiene aliento de varias temporadas, pero
no está libre de sucumbir al esquematismo de su personaje Cucho Cacho,
parodia reformista de presentador de MTV, o al facilismo costumbrista de Zoila,
zamba gorda y achorada, con harta “chabuca” en los pechos y las caderas,
sometida a rutinas nada briosas en el Feliz domingo de Raúl Romero y luego en
el Más chola que nunca. Actor que no se siente parte de su generación –“estoy
muy aislado” dice–23 ha encontrado en la televisión y en diversos escenarios del
país un medio de vida no exento de crisis y compulsiones que lo llevaron a
postergar algunas semanas la salida de su programa, de mandatos autoimpues
tos y de autocensuras que lo han convertido en la sermonera Chola Chabuca
reprimiendo a la drag queen que lleva adentro. Este último puesto se lo dejó
pasajeramente a Coco Marusix, también regalado pasajeramente con un
pequeño talk-show dentro de Risas y salsa. Conductor(a) de su programa de
entrevistas y variedades Chola de miércoles desde fines de 1998, 244
FERNANDO VIVAS SABROSO 23 Entrevista con Ernesto Pimentel (Caretas, 27
de marzo de 1997). Pimentel/Chabuca dio repaso a la farándula nacional y
visitante perdiendo por ratos el dejo de impostación pero nunca la alegría
esforzada, regalona y replicante. Buen entrevistador y entertainer, sin embargo
su talk-show no se desprendió de la imagen de revista cómico-musical frustrada.
Apagada la curiosidad plural que provocó su personaje, la respetable sintonía de
Pimentel se concentró en los estratos bajos hasta que la confesión de ser
portador del VIH provocó un nuevo revuelo en torno a su persona. Se anticipó
así al escándalo de la aparición de la autobiografía amarilla Canto de dolor. No
repitan la canción de su ex amigo Álex Brocca. 24 El canal 4 compensó la
renuncia de Nicolás Lúcar en la misma semana con shows de solidaridad con
Ernesto y, tras la entrada de Jaime Bayly en setiembre de 1999 a su horario de
los miércoles con entrevistas caseras (calentando el nicho para su show de
Telemundo), fue trasladado a la noche sabatina para tapar el forado de Risas en
América con un espacio de variedades conversadas por Chabuca y actuadas por
Zoila, más concursos de baile y performances de invitados, llamado tercamente
Más chola que nunca y producido por Guillermo Guille. Su inclusión en una
antología de humoristas latinoamericanos preparada por HBO y sus afanes de
cantante lo entretienen en el 2000. En el 2001 pasó al canal 2.

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